Está en la página 1de 23

SOCIEDAD Y RELIGIÓN II

JESÚS DE NAZARET
2023

1
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2023
Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

Queridos hermanos y hermanas: Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan


al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la
respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión
hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento
entre el Maestro y Simón Pedro.

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de


Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un
lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer
allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo
repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado”
junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de
ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, de dejarnos


conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de
las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere
esfuerzo, sacrificio y concentración. El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal,
tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Para que esta transfiguración
pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para
ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos, mientras
contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo».
Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un
tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos
habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, pero además, lo hace a través de nuestros
hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes
necesitan ayuda.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de
temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo” He
aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha
de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la
realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones.

Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser
artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

FRANCISCO

2
Actitudes para la Cuaresma
En lugar del ayuno de carne en Cuaresma, el Papa Francisco propone 15
sencillos actos de caridad.
1. Saludar. (siempre y en todo lugar)

2. Dar las *gracias* (aunque no "debas" hacerlo).

2. Recordarle a los demás cuanto los *amas.*

4. *Saludar con alegría* a esas personas que ves a diario.

5. Escuchar la *historia* del otro, sin prejuicios, *con amor*.

6. Detenerte para *ayudar*. Estar *atento a quien te necesita.*

7. *Levantarle los ánimos* a alguien.

8. *Celebrar* las *cualidades* o *éxitos* de otro.

9. *Seleccionar* lo que no usas y *regalarlo* a quien lo necesita.

10. *Ayudar cuando se necesite* para que otro descanse.

11. *Corregir con amor,* no callar por miedo.

12. *Tener buenos detalles* con los que están *cerca de ti.*

13. *Limpiar lo que uso en casa.*

14. *Ayudar a los demás a superar obstáculos*.

15. *Llamar por teléfono a tus padres*, si tienes la fortuna de tenerlos.

• *Ayuna de palabras hirientes* y transmite palabras bondadosas

• *Ayuna de enojos* y llénate de mansedumbre y de paciencia

• *Ayuna de pesimismo* y llénate de esperanza y optimismo

• *Ayuna de preocupaciones* y llénate de confianza en Dios

• *Ayuna de quejarte* y llénate de las cosas sencillas de la vida

• *Ayuna de egoísmo* y llénate de compasión por los demás

• *Ayuna de falta de perdón* y llénate de actitudes de reconciliación

• *Ayuna de palabras* y llénate de silencio y de escuchar a los otros

Si todos intentamos este ayuno, lo cotidiano se llenará de:

PAZ, CONFIANZA, ALEGRÍA y VIDA!!!


3
Inspiración divina de la Sagrada Escritura y su interpretación (Dei Verbum)
Se establece el hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada
Escritura

11. Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la


Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. la santa
Madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros
enteros del Antiguo y Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos
bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como autor y como tales se le
han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redacción de los libros sagrados,
Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de
forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores,
todo y sólo lo que El quería.
Pues, como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, debe
tenerse como afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la
Escritura enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso
consignar en las sagradas letras que nuestra salvación. Así, pues, "toda la
Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar, para argüir, para corregir,
para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y equipado
para toda obra buena" (2 Tim., 3,16-17).

Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura

12. Habiendo, pues, hablando dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la


manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que
El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar
realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos.
Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender
a "los géneros literarios". Puesto que la verdad se propone y se expresa de
maneras diversas en los textos de diverso género: histórico, profético, poético o
en otros géneros literarios. Conviene, además, que el intérprete investigue el
sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según
la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en
su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar
en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas
usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo,
como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres.
Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu
con que se escribió para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que
atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada
Escritura, teniendo en cuanta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de
la fe. Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para entender y
exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, como en un
estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Por que todo lo que se
refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en última
instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de
interpretar la palabra de Dios.

4
¿Qué es un Evangelio? (extracto del libro del Padre Luis Rivas)
En la Iglesia poseemos ciertos libros a los cuales llamamos “Evangelios”. Pero, si nos
preguntan qué es “el Evangelio” ¿Qué diríamos?

A estos libros (que son 4) los llamamos “Evangelios”, no “Vida de Jesús” o “Historia de
Jesús”, sino “Evangelios” y con este nombre se los ha llamado desde la época de los
primeros cristianos. Se los ha leído, predicado, meditado y usado para la oración sin
mayores dificultades a través de siglos.

La Iglesia siempre ha reconocido que se trata de libros que no son solamente históricos,
sino que tienen algo más, y, por lo tanto, no se los puede estudiar como si fueran libros
de Historia.

La palabra Evangelio (“euangélion” en griego) significa “Buena Noticia”.

Esta expresión, para los judíos que estaban dispersos por el mundo era una palabra llena
de sentido y los remitía inmediatamente a la Biblia, más precisamente a una parte del
libro del profeta Isaías. (los capítulos 40-55) que fue escrita en una época en la que el
pueblo había sido llevado a la cautividad en Babilonia; no tenían más su tierra porque
habían perdido el territorio. No tenían gobierno propio porque estaban bajo el dominio
extranjero, no tenían templo porque éste había sido incendiado, se encontraban en un
país extranjero y viviendo como esclavos.

Reconocían que su pasado era un pasado lleno de culpas: tal como la habían anunciado
tantas veces los Profetas. Su proceder los había llevado a esta situación. Dios los había
amonestado por sus tantos pecados y los abandonó en manos de sus enemigos…

En esta situación tan angustiosa aparece un profeta que viene gritando la “BUENA
NOTICIA”. Dios vuelve a comportarse como Dios de su pueblo, para sacarlos de esa
situación y llevarlos de nuevo a su tierra.

“¡Qué hermosos son sobre los montes

Los pies del mensajero que anuncia la paz,

Que trae buenas noticias, que anuncia la salvación,

que dice a Sión:” ya reina tu Dios”

(Isaías 52, 7-10)

“Dar la Buena Noticia” significa entonces que “Dios viene como Rey.

La “Buena Noticia” está identificada con ese grito de alegría de un pueblo que está
oprimido, triste, aplastado por el pecado y todas sus consecuencias, y que de pronto ve
que todo eso cambia porque Dios viene a liberarlo y a perdonarlo”

5
6
7
Evangelio según San Mateo
El Evangelio según San Mateo, surgió en una comunidad de Palestina o Siria,
formada por judíos que habían aceptado a Cristo. Era, por lo tanto, una comunidad que
manejaba muy bien el Antiguo Testamento, una comunidad que tenía las mismas
preocupaciones del pueblo judío de esos tiempos: la venida del Reino de los Cielos y la
llegada del Mesías.

Esto explica el porque este Evangelio remite al lector constantemente al Antiguo


Testamento. Ya sea citando explícitamente pasajes del mismo o solo mencionando frases
o hechos.

El mensaje central de Mateo

Cristo es el enviado de Dios, en quien se cumplen todas las expectativas del


Antiguo Testamento. Cristo es la realización de todo lo que dice el Antiguo Testamento.
Es como si todo lo que decía hasta ahora la Sagrada Escritura fuera como un marco vacío
que ahora se llena con la pintura valiosa.

Mateo hablará frecuentemente del “Reino de los cielos”. Haciendo hincapié en


que no es que esta exclusivamente en “el cielo”, sino que se acerca a nosotros: Dios
viene a ejercer con nosotros su función de Rey transformándonos totalmente. El reino de
los Cielos ya comienza en la tierra y tendrá su consumación cuando lleguemos al cielo. El
Reino de los Cielos y la Buena Noticia, se dan en la persona de Jesús.

El orden del libro

Para ordenar el material, Mateo hará un trabajo de fichero: Buscará frases y


expresiones, parábolas de Jesús y las agrupará por temas formando con todas un solo
discurso. De esta manera se obtiene algo que es característico de Mateo: los discursos
extensos donde está todo lo que Jesús ha dicho sobre un tema determinado (los mismos
que en los otros Evangelios se encuentran dispersos por diferentes lugares)

La forma de relatar

A diferencia de San Marcos, mateo elimina todos los detalles del relato para dejar
solamente a Jesús actuando, mientras que la escena queda en penumbra. Es un
Evangelio muy sobrio en sus movimientos, muy autoritativo y majestuoso.

Evangelio según San Marcos

El Evangelio según San Marcos, parece ser, según las opiniones más difundidas, el
más antiguo de los que actualmente poseemos. Muchos investigadores sostienen que
gran parte del material que contiene Mateo ha sido tomado de Marcos.

8
Marcos era compañero de Pedro y hay indicios de que ha sido escrito para una
comunidad de Roma. Fue compuesto en la época de la muerte de San Pedro. Es por lo
tanto la época de la persecución de Nerón.

De aquí se desprende que el “auditorio” de Marcos es un grupo de cristianos en


Roma, en medio de las persecuciones. Eran cristianos que recién comenzaban y que de
pronto se encuentran con esta prueba sangrienta que es la persecución. A la vez que ven
que no hay una intervención de Dios para salvar a la comunidad que se encuentra en esta
situación.

Es tarea del predicador dar respuesta a todas las preguntas que estos hechos
suscitarían en esas comunidades.

Marcos no construye largos discursos, pero se extiende en las narraciones de los


hechos, con lujo de detalles. Esto hace al evangelio muy colorido, abundante en
narraciones y carente de discursos.

Orden del Evangelio

En el relato, se pueden diferenciar claramente dos partes.

En la primera parte, Jesús hace gran cantidad de milagros, provocando la admiración y


adhesión de la multitud. Admiración y adhesión que se irán enfriando poco a poco dando
lugar a la incomprensión a medida que crece la agresividad hasta terminar con la
confabulación para matar a Jesús. En el Evangelio de Marcos, los apóstoles participan de
este clima de incredulidad. De esta forma, Jesús queda solo frente a la hostilidad
creciente de los demás.

Al describir el ministerio de Jesús de esta forma, Marcos le hace ver al pueblo


perseguido que la situación que ellos viven ya fue vivida anteriormente por el mismo
Jesús.

La segunda parte comienza con Jesús diciendo:” Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo
del Hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y
los escribas, ser matado y resucitar a los tres días” (8, 31)

Esta segunda parte, entonces se centrará en la necesidad del sufrimiento

El propósito de Marcos

Al mismo tiempo que Marcos nos da su enseñanza acerca de Jesús, Mesías e Hijo
de Dios, nos dice que para creer no tenemos que exigir signos e intervenciones
fantásticas de Dios. Hay que creer encontrando a Jesús en medio del sufrimiento. Marcos
exige una fe sin pruebas de ninguna clase.

9
Evangelio según San Lucas

Este Evangelio es una obra extensa que se divide en dos partes: el Evangelio y el
libro de Los Hechos de los Apóstoles.

Lucas es compañero de San Pablo. El ambiente es el de la misión a los paganos ya que


Pablo va a predicar fuera de Judea y predica por igual a judíos y paganos.

En este Evangelio, Lucas, pone de manifiesto que Dios quiere la salvación de todos
los hombres y no solamente de los miembros del pueblo judío (como se creía hasta ese
momento) Por eso envía a los apóstoles a anunciarlo hasta los confines de la Tierra.

El orden de la narración

El Evangelio de Lucas, así como también los otros, sigue un orden que no es
cronológico. No pretende ir narrando los hechos en el mismo orden en que sucedieron,
ni tampoco lleva un orden geográfico sino mas bien un orden teológico. Todo se presenta
como un largo viaje de Jesús hacia Jerusalén., lugar donde tienen que cumplirse las
escrituras, para luego, salir a predicar el Evangelio a todo el mundo con la fuerza del
Espíritu Santo.

Características de la narración

Lucas es un narrador culto. Es el que mejor escribe entre los evangelistas

Se caracteriza también por la delicadeza de sus sentimientos.

Se multiplican las escenas en que aparece de relieve la Misericordia de Jesús, debido a


que quiere mostrar que Dios tiene misericordia con todos (parábolas de la misericordia.
Cap 15) Ligado a esto aparece el tema de los grandes perdones y los textos sobre la
oración.

Lucas plantea insistentemente la necesidad del desprendimiento y del compartir.


De esta forma va mostrando la imagen de la comunidad cristiana ideal: una comunidad
que alaba a Dios alegremente, donde todos son hermanos y amigos, donde se reza sin
interrupción y se comparte todo lo que se tiene.

10
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN

El cuarto Evangelio difiere considerablemente de los tres anteriores, tanto por su


forma literaria cuanto por su contenido. La tradición cristiana lo atribuye al Apóstol
JUAN, a quien identifica con «el discípulo al que Jesús amaba» (13. 23; 19. 26; 20. 2; 21.
7, 20), y hay varios indicios en el mismo Evangelio que corroboran esta atribución. De
todas maneras, la redacción final del Libro es el resultado de una larga elaboración en la
que también intervinieron los discípulos del Apóstol. La obra fue concluida hacia el año
100, y tenía como destinatarios inmediatos a las comunidades cristianas de Asia Menor.

El Evangelio de Juan gira en torno a un tema fundamental: Jesús es el Enviado de Dios,


su Palabra por excelencia, que vino a este mundo para hacernos conocer al Padre. Él no
habla por sí mismo, sino que «da testimonio» de la Verdad que escuchó del Padre (3. 11-
13, 31-34), y toda su vida es una revelación de la «gloria» que recibió de su mismo Padre
antes de la creación del mundo (17. 1-5).

Con más insistencia que los otros evangelistas, Juan acentúa la oposición entre Jesús –
la «Luz», el «Camino», la «Verdad» y la «Vida»– y los que se niegan a creer en él,
designados habitualmente con el nombre genérico de «los judíos». Jesús no vino a
«juzgar» al mundo, sino a salvarlo. Pero, por el simple hecho de manifestarse a los
hombres, él los pone ante una alternativa: la de permanecer en sus propias «tinieblas» o
creer en la «luz». El que no cree en Jesús «ya» está condenado, mientras que el que cree
en él «ya» ha pasado de la muerte a la Vida y tiene Vida eterna.

A diferencia de los Evangelios sinópticos, que mencionan una sola «subida» de Jesús a
Jerusalén, este Evangelio habla de tres Pascuas celebradas en la Ciudad santa. Más aún,
casi toda la actividad pública del Señor, se desarrolla dentro del marco litúrgico de alguna
festividad judía. En lugar de las parábolas del Reino utilizadas a manera de
comparaciones, tan características de los otros Evangelios, Juan se vale de breves y
expresivas alegorías, como por ejemplo, la de la vid y los sarmientos y la del buen Pastor.
También emplea diversos «símbolos» para referirse a la persona de Jesús y a los bienes
que él brinda a los hombres: en especial, el «agua» y el «pan» le sirven para hacer una
verdadera «catequesis sacramental» sobre el Bautismo y la Eucaristía.

El autor de este Evangelio vuelve constantemente sobre los mismos temas,


desarrollándolos y profundizándolos una y otra vez. En cada uno de esos temas está
contenido todo el misterio de Cristo. Pero más que los «hechos» de su vida, lo que le
interesa y quiere poner de relieve es el «significado» que ellos encierran y que sólo la fe
puede descubrir. Desde esa perspectiva, Juan interpreta las obras y amplía los discursos
de Jesús, como fruto de una larga y profunda contemplación. Su objetivo fundamental es
conducirnos a la Vida eterna, que consiste en conocer al «único Dios verdadero» y a su
«Enviado, Jesucristo» (17. 3). Con razón se ha llamado al Evangelio de Juan el «Evangelio
espiritual».

11
Mientras que el Evangelio de Marcos se inicia con el bautismo del Señor y los de Mateo
y Lucas se remontan a su infancia, Juan va más lejos todavía y comienza hablando de su
origen divino. En su Prólogo tan característico, presenta a Jesús como la «Palabra» de
Dios personificada, que existía desde siempre junto al Padre y «era Dios» (1. 1-2). Esa
Palabra trasciende infinitamente el mundo y la historia, pero a la vez es una Palabra
«creadora»: «Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra», y en ella está la
Vida que ilumina a los hombres (1. 3-4).

Y para revelarles el rostro invisible de Dios y hacerlos participar de su filiación divina, la


Palabra eterna e increada «se hizo carne» y vino a convivir con los hombres «como Hijo
único» del Padre (1. 14). Es el Misterio de la Encarnación: Dios tiene ahora un rostro
humano. Al advertirnos que las tinieblas del mundo no recibieron a la Palabra (1. 5, 11),
Juan anticipa el tema del eterno conflicto entre la luz y las tinieblas, tan destacado en su
Evangelio. Más que una introducción, este admirable Prólogo –como la obertura de una
ópera– es un resumen de todos los temas contenidos en el resto del Libro.

12
“Jesús, hijo único de Dios, nuestro Señor”(CEC)

I JESUS

430 Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la


anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que
expresa a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que "¿Quién puede
perdonar pecados, sino sólo Dios?"(Mc 2, 7), es él quien, en Jesús, su Hijo eterno
hecho hombre "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios
recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.

431 En la historia de la salvación, Dios no se ha contentado con librar a Israel


de "la casa de servidumbre" (Dt 5, 6) haciéndole salir de Egipto. El lo salva
además de su pecado. Puesto que el pecado es siempre una ofensa hecha a
Dios (cf. Sal 51, 6), sólo el es quien puede absolverlo (cf. Sal 51, 12). Por eso es
por lo que Israel tomando cada vez más conciencia de la universalidad del
pecado, ya no podrá buscar la salvación más que en la invocación del Nombre de
Dios Redentor.

432 El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente
en la persona de su Hijo hecho hombre para la redención universal y definitiva de
los pecados. El es el Nombre divino, el único que trae la salvación y de ahora en
adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres
por la Encarnación (cf. Rm 10, 6-13) de tal forma que "no hay bajo el cielo otro
nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos"

II CRISTO

436 Cristo viene de la traducción griega del término hebreo "Mesías" que
quiere decir "ungido".

437 El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías
prometido a Israel: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es
el Cristo Señor" (Lc 2, 11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha
santificado y enviado al mundo"(Jn 10, 36), concebido en el seno virginal de
María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a María su esposa" encinta
"del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús
"llamado Cristo" nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de
David.

440 Jesús acogió la confesión de fe de Pedro que le reconocía como el Mesías


anunciándole la próxima pasión del Hijo del Hombre. Reveló el auténtico
contenido de su realeza mesiánica en la identidad transcendente del Hijo del
Hombre "que ha bajado del cielo" a la vez que en su misión redentora como

13
Siervo sufriente: "el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a
dar su vida como rescate por muchos" . Por esta razón el verdadero sentido de
su realeza no se ha manifestado más que desde lo alto de la Cruz. Solamente
después de su resurrección su realeza mesiánica podrá ser proclamada por
Pedro ante el pueblo de Dios: "Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que
Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis
crucificado".

III HIJO UNICO DE DIOS

444 Los Evangelios narran en dos momentos solemnes, el bautismo y la


transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su "Hijo amado".
Jesús se designa a sí mismo como "el Hijo Unico de Dios" y afirma mediante este
título su preexistencia eterna . Esta confesión cristiana aparece ya en la
exclamación del centurión delante de Jesús en la cruz: "Verdaderamente este
hombre era Hijo de Dios" , porque solamente en el misterio pascual donde el
creyente puede alcanzar el sentido pleno del título "Hijo de Dios".

IV SEÑOR

446 En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre


inefable con el cual Dios se reveló a Moisés, YHWH, es traducido por "Kyrios"
["Señor"]. Señor se convierte desde entonces en el nombre más habitual para
designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en
este sentido fuerte el título "Señor" para el Padre, pero lo emplea también, y aquí
está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios.

447 El mismo Jesús se atribuye de forma velada este título cuando discute con
los fariseos, pero también de manera explícita al dirigirse a sus apóstoles. A lo
largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las
enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su
soberanía divina.

449 Atribuyendo a Jesús el título divino de Señor, las primeras confesiones de


fe de la Iglesia afirman desde el principio que el poder, el honor y la gloria
debidos a Dios Padre convienen también a Jesús porque el es de "condición
divina" y el Padre manifestó esta soberanía de Jesús resucitándolo de entre los
muertos y exaltándolo a su gloria.

450 Desde el comienzo de la historia cristiana, la afirmación del señorío de


Jesús sobre el mundo y sobre la historia significa también reconocer que el
hombre no debe someter su libertad personal, de modo absoluto, a ningún poder
terrenal sino sólo a Dios Padre y al Señor Jesucristo.

14
JESÚS, VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE

461 La Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya


asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En
un himno citado por san Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación.

464 El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo


de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que
sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo
verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es
verdadero Dios y verdadero hombre.

15
Las enseñanzas de Jesús
Según los Santos Evangelios, Jesús recibió durante su vida terrena, uno de los
mayores títulos a que cualquier docente pudiera aspirar en su vida: “Maestro
bueno” (Lc 18, 18). Jesús fue reconocido como maestro por amigos, por extraños,
por fariseos, escribas y saduceos. De hecho, en los evangelios encontramos que
así se le llama en alrededor de sesenta oportunidades. Detrás de las
enseñanzas de Jesús, existe una pedagogía tendiente a la formación integral de
las personas para inducir cambios profundos en sus vidas, de modo que puedan
encontrar su plenitud y su felicidad.

Jesús conoce personalmente y conduce a la Verdad

“Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber»
…Jesús le respondió: «Ve, llama a tu marido y vuelve aquí». La mujer respondió:
«No tengo marido». Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido,
porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho
la verdad»…La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir.
Cuando él venga, nos anunciará todo». Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla
contigo»” (Jn 4, 1-26)

Jesús no solo que conoce su historia, sino que le sale al encuentro y le propone
entrar en diálogo con él, para, desde ahí, iluminar su historia y su vida, para
conducir a esta mujer a la plenitud.

Jesús nos muestra un trato personalizado y cariñoso, de un conocimiento


personal de cada persona y de la historia personal de cada uno.

Jesús mira con compasión y firmeza

“Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la
primera piedra».E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír
estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más
ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose,
le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?».
Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete,
no peques más en adelante» (Jn 8, 7-11)

En el pasaje conocido como la pecadora perdonada, Jesús nos muestra un


aspecto central de su persona: la misericordia. Su amor personal por la pecadora,
y cada uno de nosotros, no es afectado por nuestro pecado. Jesús nos enseña
que la persona está por delante que cualquiera de sus actos, por malos que estos
puedan ser.

16
La pecadora experimenta de esta manera, la confianza y el amor, que,
acompañado por la firmeza y condena clara hacia las malas acciones, motivará
en ella la búsqueda del cambio y la enmienda.

Jesús, con su intervención, apuntala la autoestima de la mujer. Frente al


desprecio social que sufre, Jesús le demuestra que Él, sigue confiando en ella. Al
mismo tiempo, le expresa la necesidad de no seguir actuando de la misma
manera. Recomendación que, acompañada de la manifestación de cariño,
resonará mucho más fuerte en el interior de la mujer.

De lo expuesto podemos destacar la actitud empática de Jesús. Él, en su forma


de intervenir, genera un vínculo genuino y saludable que no es otra cosa que una
extraordinaria acción educadora.

Jesús no hace acepción de personas

“Jesús entró en Jericó y atravesaba la cuidad. Allí vivía un hombre muy rico
llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús,
pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se
adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al
llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque
hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con
alegría.” (Lc 19, 1-6)

Este vínculo genuino y personal es siempre inclusivo. Jesús no hace diferencias y


se relaciona con grupos o personas marginados o de dudosa reputación social
(como el presente caso de Zaqueo). Este acercamiento y el llamarlo por su
nombre sacuden profundamente a Zaqueo y lo predisponen a escuchar al
“Maestro” y dejarse acompañar y aconsejar por Él.

La pedagogía de Jesús no se mueve sobre la base de la transferencia de


conocimientos. Su propuesta busca, en cambio, asegurar y fortalecer todas las
condiciones posibles para lograr la autonomía del ser humano, con el propósito
de que, a partir de esa nueva situación, se haga responsable de un auténtico
proceso de liberación

La justicia de Jesús

“Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un
denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más,
pero recibieron igualmente un denario.” (Mt 20, 9-10)

En este pasaje, Jesús nos da una clase de su pedagogía inclusiva y


personalizada. Jesús Maestro no mira objetivamente cuanto hizo o pudo hacer

17
cada uno, sino que premia y valora lo que cada uno pudo hacer según sus
posibilidades y circunstancias.

Este pasaje nos enseña a ser empáticos, poder “leer” la situación personal de
cada persona y de ese modo, valorar, apuntalar y potenciar las posibilidades de
cada uno, pero no respecto de una media general, sino respecto dl crecimiento
personal según las posibilidades de cada uno.

Un Maestro de la libertad

“Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo
que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme». El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque
poseía muchos bienes.” (Mc 10, 21-22)

En el conocido encuentro con el joven rico, Jesús nos vuelve a indicar el camino
de la Vida. Jesús expone claramente la verdad, pero no la impone. Invita
cariñosamente, pero no obliga. No es menor el detalle de que antes de empezar
a hablar, lo mirara con amor. Esta acción garantiza un encuentro a un nivel
mucho más profundo que un simple diálogo o instrucción. Esta mirada permite
una conexión personal, un vínculo personal que no tiene otra forma de
expresarse que en el respeto absoluto de la libertad y la decisión del otro.

Un Maestro paciente y humilde

“Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y


humilde de corazón, y así encontrarán alivio.” (Mt 11, 29)

Jesús nos propone ejercitar la paciencia, ser capaces de esperar y acompañar


procesos. Ser capaces de ver y valorar cada pequeño logro, en vez de criticar y
destacar lo que aún resta por caminar aunque sea mucho. Esto no exime del
arduo trabajo y de la responsabilidad que supone el crecimiento, pero, centra la
eficacia de su acción poderosa en la infinita misericordia de Dios Padre.

En el pasaje de los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-22), Jesús entabla


pacientemente un diálogo…se interioriza de sus preocupaciones, de sus dolores
e incluso, durante este tiempo, camina con ellos aún en dirección contraria.
Luego, pacientemente, les explica, una vez más, lo que no habían entendido.

Esta paciencia, esta dulzura de Jesús, es lo que posibilita que ellos, cambiando
de dirección, lo sigan. Esta paciencia y dulzura de Jesús, es la que les hace decir
“¿No nos ardía, acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino?” (Lc
24, 32)

18
Enseña desde la contemplación de la naturaleza

“Fíjense en los lirios: no hilan ni tejen; sin embargo, les aseguro que ni Salomón,
en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así a la
hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada al fuego, ¡cuánto más
hará por ustedes, hombres de poca fe.” (Lc 12, 27-28)

A lo largo de toda su vida, Jesús extrae y explicita las lecciones de vida que Dios
ha puesto en la naturaleza. Por eso que su mensaje, no solamente enseña a vivir
y descubrir la Verdad, sino que plantea la contemplación como un estilo de vida.

Jesús enseña con el ejemplo

“Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les
dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman
Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el
Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a
otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con
ustedes.” (Jn 13, 12-15)

A lo largo de su vida, Jesús enseñó con sus palabras y sus gestos. Palabra y
gesto en Jesús son inseparables. La palabra ilumina el gesto y el gesto ratifica
sus palabras. En Jesús, la palabra y el gesto van en el mismo sentido. Esta
coherencia es lo que hace que sus contemporáneos se maravillaran de su
autoridad, anidada en la autoridad que da justamente esa coherencia.

En este sentido Jesús deja claro que el primer anuncio, la primer enseñanza no
es un concepto ni un contenido, sino su propia vida. Como docentes tenemos una
enorme responsabilidad en este aspecto, el que nuestra propia vida, en cada una
de sus acciones, sean nuestra primera enseñanza para transitar el camino de la
virtud.

En conclusión, podemos terminar recordando esta bella expresión del Directorio


Catequístico General:

Con las palabras, signos, obras de Jesús, a lo largo de toda su breve pero
intensa vida, los discípulos tuvieron la experiencia directa de los rasgos
fundamentales de la “pedagogía de Jesús”: la acogida del otro, en especial del
pobre, del pequeño, del pecador como persona amada y buscada por Dios, el
anuncio genuino del Reino de Dios como buena noticia de la verdad y de la
misericordia del Padre; un estilo de amor tierno y fuerte, que libera del mal y
promueve la Vida.

19
Christus vivit – Cap 2

La juventud de Jesús

El Señor «entregó su espíritu» en una cruz cuando tenía poco más de 30 años de
edad. Es importante tomar conciencia de que Jesús fue un joven. Dio su vida en una
etapa que hoy se define como la de un adulto joven. En la plenitud de su juventud
comenzó su misión pública y así «brilló una gran luz», sobre todo cuando dio su vida
hasta el fin.
Este final no era improvisado, sino que toda su juventud fue una preciosa preparación.

El Evangelio no habla de la niñez de Jesús, pero sí nos narra algunos acontecimientos de


su adolescencia y juventud. Mateo sitúa este período de la juventud del Señor entre dos
acontecimientos: el regreso de su familia a Nazaret, después del tiempo de exilio, y su
bautismo en el Jordán, donde comenzó su misión pública. Las últimas imágenes de Jesús
niño son las de un pequeño refugiado en Egipto (cf. Mt 2,14-15) y posteriormente las de
un repatriado en Nazaret (cf. Mt 2,19-23). Las primeras imágenes de Jesús, joven adulto,
son las que nos lo presentan en el gentío junto al río Jordán, para hacerse bautizar por su
primo Juan el Bautista, como uno más de su pueblo (cf. Mt 3,13-17).
Este bautismo no era como el nuestro, que nos introduce en la vida de la gracia, sino que
fue una consagración antes de comenzar la gran misión de su vida. El Evangelio dice que
su bautismo fue motivo de la alegría y del beneplácito del Padre: «Tú eres mi Hijo
amado» (Lc 3,22). En seguida Jesús apareció lleno del Espíritu Santo y fue conducido por
el Espíritu al desierto. Así estaba preparado para salir a predicar y a hacer prodigios, para
liberar y sanar (cf. Lc 4,1-14).

Cada joven, cuando se sienta llamado a cumplir una misión en esta tierra, está invitado a
reconocer en su interior esas mismas palabras que le dice el Padre Dios: «Tú eres mi hijo
amado».

Con estos datos evangélicos podemos decir que, en su etapa de joven, Jesús se fue
«formando», se fue preparando para cumplir el proyecto que el Padre tenía. Su
adolescencia y su juventud lo orientaron a esa misión suprema.

Su juventud nos ilumina. Estos aspectos de la vida de Jesús pueden resultar inspiradores
para todo joven que crece y se prepara para realizar su misión. Esto implica madurar en
la relación con el Padre, en la conciencia de ser uno más de la familia y del pueblo, y en la
apertura a ser colmado por el Espíritu y conducido a realizar la misión que Dios
encomienda, la propia vocación.

Jesús no los ilumina a ustedes, jóvenes, desde lejos o desde afuera, sino desde su propia
juventud, que comparte con ustedes. Es muy importante contemplar al Jesús joven que
nos muestran los evangelios, porque Él fue verdaderamente uno de ustedes, y en Él se
pueden reconocer muchas notas de los corazones jóvenes. Lo vemos, por ejemplo, en las
siguientes
20
características: «Jesús tenía una confianza incondicional en el Padre, cuidó la amistad con
sus discípulos, e incluso en los momentos críticos permaneció fiel a ellos. Manifestó una
profunda compasión por los más débiles, especialmente los pobres, los enfermos, los
pecadores y los excluidos. Tuvo la valentía de enfrentarse a las autoridades religiosas y
políticas de su tiempo; vivió la experiencia de sentirse incomprendido y descartado;
sintió miedo del sufrimiento y conoció la fragilidad de la pasión; dirigió su mirada al
futuro abandonándose en las manos seguras del Padre y a la fuerza del Espíritu. En Jesús
todos los jóvenes pueden reconocerse»

Por otra parte, Jesús ha resucitado y nos quiere hacer partícipes de la novedad de su
resurrección. Él es la verdadera juventud de un mundo envejecido, y también es la
juventud de un universo que espera ser revestido con su luz y con su vida.
Cerca de Él podemos beber del verdadero manantial, que mantiene vivos nuestros
sueños, nuestros proyectos, nuestros grandes ideales, y que nos lanza al anuncio de la
vida que vale la pena. En dos detalles curiosos del evangelio de Marcos puede advertirse
el llamado a la verdadera juventud de los resucitados. Por una parte, en la pasión del
Señor aparece un joven temeroso que intentaba seguir a Jesús pero que huyó desnudo
(cf. Mc 14,51-52), un joven que no tuvo la fuerza de arriesgarlo todo por seguir al Señor.
En cambio, junto al sepulcro vacío, vemos a un joven «vestido con una túnica blanca»
(16,5) que invitaba a perder el temor y anunciaba el gozo de la resurrección (cf. 16,6-7).

Ser joven, más que una edad es un estado del corazón. De ahí que una institución tan
antigua como la Iglesia pueda renovarse y volver a ser joven en diversas etapas de su
larguísima historia En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo
para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era
muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (cf. Lc 1,34).
Pero tenía un alma disponible y dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1,38)

«Siempre llama la atención la fuerza del “sí” de María joven. La fuerza de ese “hágase”
que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo
distinto a un “sí” como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María no
conocía esa expresión: vamos a ver qué pasa. Era decidida, supo de qué se trataba y dijo
“sí”, sin vueltas. Fue algo más, fue algo distinto. Fue el “sí” de quien quiere
comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más
seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. Y yo pregunto a
cada uno de ustedes. ¿Se sienten portadores de una promesa? ¿Qué promesa tengo en
el corazón para llevar adelante? María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las
dificultades no eran una razón para decir “no”. Seguro que tendría complicaciones, pero
no serían las mismas complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza
por no tener todo claro o asegurado de antemano.

Sin ceder a evasiones ni espejismos, «ella supo acompañar el dolor de su Hijo sostenerlo
en la mirada, cobijarlo con el corazón. Dolor que sufrió, pero no la resignó. Fue la mujer
fuerte del “sí”, que sostiene y acompaña, cobija y abraza. Ella es la gran custodia de la

21
esperanza. De ella aprendemos a decir “sí” en la testaruda paciencia y creatividad de
aquellos que no se achican y vuelven a comenzar».

El corazón de la Iglesia también está lleno de jóvenes santos, que entregaron su vida por
Cristo, muchos de ellos hasta el martirio. Ellos fueron preciosos reflejos de Cristo joven
que brillan para estimularnos y para sacarnos de la modorra.

San Francisco de Asís, siendo muy joven y lleno de sueños, escuchó el llamado de Jesús a
ser pobre como Él y a restaurar la Iglesia con su testimonio. Renunció a todo con alegría y
es el santo de la fraternidad universal, el hermano de todos, que alababa al Señor por sus
creaturas. Murió en 1226.

Que ellos y también muchos jóvenes que quizás desde el silencio y el anonimato vivieron
a fondo el Evangelio, intercedan por la Iglesia, para que esté llena de jóvenes alegres,
valientes y entregados que regalen al mundo nuevos testimonios de santidad.

“Ecumenismo es caminar juntos, bajo la mirada de Dios” (Francismo)

Audiencia del Papa Francisco a los miembros de la Delegación de la Iglesia


Evangélica Luterana Alemana, a quienes recibió el lunes 4 de junio de 2018, en
el Vaticano.

Espíritu de comunión fraterna

En su discurso el Santo Padre resaltó el empeño ecuménico de los miembros de


esta Delegación y con alegría recordó los momentos que compartieron el año
pasado con ocasión de la Conmemoración Común de la Reforma. “Ya el 31 de
octubre de 2016 – señaló el Pontífice – nos habíamos encontrado en Lund para
distinguir en un espíritu de comunión fraterna lo que, por las heridas del pasado,
habría podido en cambio suscitar polémicas y enemistades”.

Superar viejos prejuicios

Gracias a Dios, dijo el Papa Francisco, hemos podido constatar que los
quinientos años de historia que nos han visto contrapuestos y a veces en
conflicto, han dejado espacio, en los últimos cincuenta años, a una comunión
creciente. “Gracias a la obra del Espíritu Santo, a los encuentros fraternos, a
gestos marcados por la lógica del Evangelio más que de las estrategias
humanas, así como al diálogo oficial luterano-católico – puntualizó el Papa – ha
sido posible superar viejos prejuicios de ambas partes. Con la ayuda de Dios
esperamos un futuro orientado a la superación plena de las divergencias”.

22
En camino a una concreta y visible unidad

La Conmemoración Común de la Reforma, afirmó el Obispo de Roma, nos ha


confirmado que el ecumenismo continuará a marcar nuestro camino. “No nos
olvidemos de iniciar de la oración, para que no sean los proyectos humanos en
indicar el camino – advirtió el Pontífice – sino el Espíritu Santo: Sólo Él abre la vía
e ilumina los pasos por realizar. El Espíritu de amor nos empuja por los senderos
de la caridad. Como cristianos, católicos y luteranos estamos llamados sobre todo
a amarnos intensamente, con verdadero corazón, los unos a los otros”.
Asimismo,

estamos llamados a aliviar juntos las miserias de los necesitados y de los


perseguidos, agregó el Papa, a aliviar los sufrimientos de tantos hermanos
oprimidos a causa de la fe en Jesús, que nos invitan a alcanzar una siempre más
concreta y visible unidad entre nosotros.

Caminando juntos con paciencia

Sostengámonos los unos a los otros en el camino, exhortó el Papa Francisco,


incluso llevando adelante el diálogo teológico. “Ningún diálogo ecuménico puede
avanzar si nos quedamos firmes – precisó el Pontífice – debemos proseguir: no
con el ímpetu de correr adelante para ganar metas deseadas, sino caminando
juntos con paciencia, bajo la mirada de Dios”. El ecumenismo, agregó el Papa,
exige no hacer elites, sino de involucrar a muchos hermanos y hermanas en la fe,
creciendo como comunidad de discípulos que oran, aman y anuncian. Es sobre
esta base que el diálogo ecuménico nos ayudará a progresar, bajo la ayuda del
Espíritu Santo, en la comprensión común de la revelación divina, que se
profundiza conociendo y amando juntos al Señor Jesucristo.

23

También podría gustarte