Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
JESÚS DE NAZARET
2023
1
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2023
Ascesis cuaresmal, un camino sinodal
El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos, mientras
contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo».
Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un
tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos
habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, pero además, lo hace a través de nuestros
hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes
necesitan ayuda.
Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de
temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo” He
aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha
de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la
realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones.
Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser
artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.
FRANCISCO
2
Actitudes para la Cuaresma
En lugar del ayuno de carne en Cuaresma, el Papa Francisco propone 15
sencillos actos de caridad.
1. Saludar. (siempre y en todo lugar)
12. *Tener buenos detalles* con los que están *cerca de ti.*
4
¿Qué es un Evangelio? (extracto del libro del Padre Luis Rivas)
En la Iglesia poseemos ciertos libros a los cuales llamamos “Evangelios”. Pero, si nos
preguntan qué es “el Evangelio” ¿Qué diríamos?
A estos libros (que son 4) los llamamos “Evangelios”, no “Vida de Jesús” o “Historia de
Jesús”, sino “Evangelios” y con este nombre se los ha llamado desde la época de los
primeros cristianos. Se los ha leído, predicado, meditado y usado para la oración sin
mayores dificultades a través de siglos.
La Iglesia siempre ha reconocido que se trata de libros que no son solamente históricos,
sino que tienen algo más, y, por lo tanto, no se los puede estudiar como si fueran libros
de Historia.
Esta expresión, para los judíos que estaban dispersos por el mundo era una palabra llena
de sentido y los remitía inmediatamente a la Biblia, más precisamente a una parte del
libro del profeta Isaías. (los capítulos 40-55) que fue escrita en una época en la que el
pueblo había sido llevado a la cautividad en Babilonia; no tenían más su tierra porque
habían perdido el territorio. No tenían gobierno propio porque estaban bajo el dominio
extranjero, no tenían templo porque éste había sido incendiado, se encontraban en un
país extranjero y viviendo como esclavos.
Reconocían que su pasado era un pasado lleno de culpas: tal como la habían anunciado
tantas veces los Profetas. Su proceder los había llevado a esta situación. Dios los había
amonestado por sus tantos pecados y los abandonó en manos de sus enemigos…
En esta situación tan angustiosa aparece un profeta que viene gritando la “BUENA
NOTICIA”. Dios vuelve a comportarse como Dios de su pueblo, para sacarlos de esa
situación y llevarlos de nuevo a su tierra.
“Dar la Buena Noticia” significa entonces que “Dios viene como Rey.
La “Buena Noticia” está identificada con ese grito de alegría de un pueblo que está
oprimido, triste, aplastado por el pecado y todas sus consecuencias, y que de pronto ve
que todo eso cambia porque Dios viene a liberarlo y a perdonarlo”
5
6
7
Evangelio según San Mateo
El Evangelio según San Mateo, surgió en una comunidad de Palestina o Siria,
formada por judíos que habían aceptado a Cristo. Era, por lo tanto, una comunidad que
manejaba muy bien el Antiguo Testamento, una comunidad que tenía las mismas
preocupaciones del pueblo judío de esos tiempos: la venida del Reino de los Cielos y la
llegada del Mesías.
La forma de relatar
A diferencia de San Marcos, mateo elimina todos los detalles del relato para dejar
solamente a Jesús actuando, mientras que la escena queda en penumbra. Es un
Evangelio muy sobrio en sus movimientos, muy autoritativo y majestuoso.
El Evangelio según San Marcos, parece ser, según las opiniones más difundidas, el
más antiguo de los que actualmente poseemos. Muchos investigadores sostienen que
gran parte del material que contiene Mateo ha sido tomado de Marcos.
8
Marcos era compañero de Pedro y hay indicios de que ha sido escrito para una
comunidad de Roma. Fue compuesto en la época de la muerte de San Pedro. Es por lo
tanto la época de la persecución de Nerón.
Es tarea del predicador dar respuesta a todas las preguntas que estos hechos
suscitarían en esas comunidades.
La segunda parte comienza con Jesús diciendo:” Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo
del Hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y
los escribas, ser matado y resucitar a los tres días” (8, 31)
El propósito de Marcos
Al mismo tiempo que Marcos nos da su enseñanza acerca de Jesús, Mesías e Hijo
de Dios, nos dice que para creer no tenemos que exigir signos e intervenciones
fantásticas de Dios. Hay que creer encontrando a Jesús en medio del sufrimiento. Marcos
exige una fe sin pruebas de ninguna clase.
9
Evangelio según San Lucas
Este Evangelio es una obra extensa que se divide en dos partes: el Evangelio y el
libro de Los Hechos de los Apóstoles.
En este Evangelio, Lucas, pone de manifiesto que Dios quiere la salvación de todos
los hombres y no solamente de los miembros del pueblo judío (como se creía hasta ese
momento) Por eso envía a los apóstoles a anunciarlo hasta los confines de la Tierra.
El orden de la narración
El Evangelio de Lucas, así como también los otros, sigue un orden que no es
cronológico. No pretende ir narrando los hechos en el mismo orden en que sucedieron,
ni tampoco lleva un orden geográfico sino mas bien un orden teológico. Todo se presenta
como un largo viaje de Jesús hacia Jerusalén., lugar donde tienen que cumplirse las
escrituras, para luego, salir a predicar el Evangelio a todo el mundo con la fuerza del
Espíritu Santo.
Características de la narración
10
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
Con más insistencia que los otros evangelistas, Juan acentúa la oposición entre Jesús –
la «Luz», el «Camino», la «Verdad» y la «Vida»– y los que se niegan a creer en él,
designados habitualmente con el nombre genérico de «los judíos». Jesús no vino a
«juzgar» al mundo, sino a salvarlo. Pero, por el simple hecho de manifestarse a los
hombres, él los pone ante una alternativa: la de permanecer en sus propias «tinieblas» o
creer en la «luz». El que no cree en Jesús «ya» está condenado, mientras que el que cree
en él «ya» ha pasado de la muerte a la Vida y tiene Vida eterna.
A diferencia de los Evangelios sinópticos, que mencionan una sola «subida» de Jesús a
Jerusalén, este Evangelio habla de tres Pascuas celebradas en la Ciudad santa. Más aún,
casi toda la actividad pública del Señor, se desarrolla dentro del marco litúrgico de alguna
festividad judía. En lugar de las parábolas del Reino utilizadas a manera de
comparaciones, tan características de los otros Evangelios, Juan se vale de breves y
expresivas alegorías, como por ejemplo, la de la vid y los sarmientos y la del buen Pastor.
También emplea diversos «símbolos» para referirse a la persona de Jesús y a los bienes
que él brinda a los hombres: en especial, el «agua» y el «pan» le sirven para hacer una
verdadera «catequesis sacramental» sobre el Bautismo y la Eucaristía.
11
Mientras que el Evangelio de Marcos se inicia con el bautismo del Señor y los de Mateo
y Lucas se remontan a su infancia, Juan va más lejos todavía y comienza hablando de su
origen divino. En su Prólogo tan característico, presenta a Jesús como la «Palabra» de
Dios personificada, que existía desde siempre junto al Padre y «era Dios» (1. 1-2). Esa
Palabra trasciende infinitamente el mundo y la historia, pero a la vez es una Palabra
«creadora»: «Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra», y en ella está la
Vida que ilumina a los hombres (1. 3-4).
12
“Jesús, hijo único de Dios, nuestro Señor”(CEC)
I JESUS
432 El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente
en la persona de su Hijo hecho hombre para la redención universal y definitiva de
los pecados. El es el Nombre divino, el único que trae la salvación y de ahora en
adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres
por la Encarnación (cf. Rm 10, 6-13) de tal forma que "no hay bajo el cielo otro
nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos"
II CRISTO
436 Cristo viene de la traducción griega del término hebreo "Mesías" que
quiere decir "ungido".
437 El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías
prometido a Israel: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es
el Cristo Señor" (Lc 2, 11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha
santificado y enviado al mundo"(Jn 10, 36), concebido en el seno virginal de
María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a María su esposa" encinta
"del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús
"llamado Cristo" nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de
David.
13
Siervo sufriente: "el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a
dar su vida como rescate por muchos" . Por esta razón el verdadero sentido de
su realeza no se ha manifestado más que desde lo alto de la Cruz. Solamente
después de su resurrección su realeza mesiánica podrá ser proclamada por
Pedro ante el pueblo de Dios: "Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que
Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis
crucificado".
IV SEÑOR
447 El mismo Jesús se atribuye de forma velada este título cuando discute con
los fariseos, pero también de manera explícita al dirigirse a sus apóstoles. A lo
largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las
enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su
soberanía divina.
14
JESÚS, VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE
15
Las enseñanzas de Jesús
Según los Santos Evangelios, Jesús recibió durante su vida terrena, uno de los
mayores títulos a que cualquier docente pudiera aspirar en su vida: “Maestro
bueno” (Lc 18, 18). Jesús fue reconocido como maestro por amigos, por extraños,
por fariseos, escribas y saduceos. De hecho, en los evangelios encontramos que
así se le llama en alrededor de sesenta oportunidades. Detrás de las
enseñanzas de Jesús, existe una pedagogía tendiente a la formación integral de
las personas para inducir cambios profundos en sus vidas, de modo que puedan
encontrar su plenitud y su felicidad.
“Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber»
…Jesús le respondió: «Ve, llama a tu marido y vuelve aquí». La mujer respondió:
«No tengo marido». Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido,
porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho
la verdad»…La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir.
Cuando él venga, nos anunciará todo». Jesús le respondió: «Soy yo, el que habla
contigo»” (Jn 4, 1-26)
Jesús no solo que conoce su historia, sino que le sale al encuentro y le propone
entrar en diálogo con él, para, desde ahí, iluminar su historia y su vida, para
conducir a esta mujer a la plenitud.
“Como insistían, se enderezó y les dijo: «El que no tenga pecado, que arroje la
primera piedra».E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo. Al oír
estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más
ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose,
le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?».
Ella le respondió: «Nadie, Señor». «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete,
no peques más en adelante» (Jn 8, 7-11)
16
La pecadora experimenta de esta manera, la confianza y el amor, que,
acompañado por la firmeza y condena clara hacia las malas acciones, motivará
en ella la búsqueda del cambio y la enmienda.
“Jesús entró en Jericó y atravesaba la cuidad. Allí vivía un hombre muy rico
llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. El quería ver quién era Jesús,
pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se
adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al
llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque
hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con
alegría.” (Lc 19, 1-6)
La justicia de Jesús
“Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un
denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más,
pero recibieron igualmente un denario.” (Mt 20, 9-10)
17
cada uno, sino que premia y valora lo que cada uno pudo hacer según sus
posibilidades y circunstancias.
Este pasaje nos enseña a ser empáticos, poder “leer” la situación personal de
cada persona y de ese modo, valorar, apuntalar y potenciar las posibilidades de
cada uno, pero no respecto de una media general, sino respecto dl crecimiento
personal según las posibilidades de cada uno.
Un Maestro de la libertad
“Jesús lo miró con amor y le dijo: «Sólo te falta una cosa: ve, vende lo
que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme». El, al oír estas palabras, se entristeció y se fue apenado, porque
poseía muchos bienes.” (Mc 10, 21-22)
En el conocido encuentro con el joven rico, Jesús nos vuelve a indicar el camino
de la Vida. Jesús expone claramente la verdad, pero no la impone. Invita
cariñosamente, pero no obliga. No es menor el detalle de que antes de empezar
a hablar, lo mirara con amor. Esta acción garantiza un encuentro a un nivel
mucho más profundo que un simple diálogo o instrucción. Esta mirada permite
una conexión personal, un vínculo personal que no tiene otra forma de
expresarse que en el respeto absoluto de la libertad y la decisión del otro.
Esta paciencia, esta dulzura de Jesús, es lo que posibilita que ellos, cambiando
de dirección, lo sigan. Esta paciencia y dulzura de Jesús, es la que les hace decir
“¿No nos ardía, acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino?” (Lc
24, 32)
18
Enseña desde la contemplación de la naturaleza
“Fíjense en los lirios: no hilan ni tejen; sin embargo, les aseguro que ni Salomón,
en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así a la
hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada al fuego, ¡cuánto más
hará por ustedes, hombres de poca fe.” (Lc 12, 27-28)
A lo largo de toda su vida, Jesús extrae y explicita las lecciones de vida que Dios
ha puesto en la naturaleza. Por eso que su mensaje, no solamente enseña a vivir
y descubrir la Verdad, sino que plantea la contemplación como un estilo de vida.
“Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les
dijo: «¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman
Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el
Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a
otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con
ustedes.” (Jn 13, 12-15)
A lo largo de su vida, Jesús enseñó con sus palabras y sus gestos. Palabra y
gesto en Jesús son inseparables. La palabra ilumina el gesto y el gesto ratifica
sus palabras. En Jesús, la palabra y el gesto van en el mismo sentido. Esta
coherencia es lo que hace que sus contemporáneos se maravillaran de su
autoridad, anidada en la autoridad que da justamente esa coherencia.
En este sentido Jesús deja claro que el primer anuncio, la primer enseñanza no
es un concepto ni un contenido, sino su propia vida. Como docentes tenemos una
enorme responsabilidad en este aspecto, el que nuestra propia vida, en cada una
de sus acciones, sean nuestra primera enseñanza para transitar el camino de la
virtud.
Con las palabras, signos, obras de Jesús, a lo largo de toda su breve pero
intensa vida, los discípulos tuvieron la experiencia directa de los rasgos
fundamentales de la “pedagogía de Jesús”: la acogida del otro, en especial del
pobre, del pequeño, del pecador como persona amada y buscada por Dios, el
anuncio genuino del Reino de Dios como buena noticia de la verdad y de la
misericordia del Padre; un estilo de amor tierno y fuerte, que libera del mal y
promueve la Vida.
19
Christus vivit – Cap 2
La juventud de Jesús
El Señor «entregó su espíritu» en una cruz cuando tenía poco más de 30 años de
edad. Es importante tomar conciencia de que Jesús fue un joven. Dio su vida en una
etapa que hoy se define como la de un adulto joven. En la plenitud de su juventud
comenzó su misión pública y así «brilló una gran luz», sobre todo cuando dio su vida
hasta el fin.
Este final no era improvisado, sino que toda su juventud fue una preciosa preparación.
Cada joven, cuando se sienta llamado a cumplir una misión en esta tierra, está invitado a
reconocer en su interior esas mismas palabras que le dice el Padre Dios: «Tú eres mi hijo
amado».
Con estos datos evangélicos podemos decir que, en su etapa de joven, Jesús se fue
«formando», se fue preparando para cumplir el proyecto que el Padre tenía. Su
adolescencia y su juventud lo orientaron a esa misión suprema.
Su juventud nos ilumina. Estos aspectos de la vida de Jesús pueden resultar inspiradores
para todo joven que crece y se prepara para realizar su misión. Esto implica madurar en
la relación con el Padre, en la conciencia de ser uno más de la familia y del pueblo, y en la
apertura a ser colmado por el Espíritu y conducido a realizar la misión que Dios
encomienda, la propia vocación.
Jesús no los ilumina a ustedes, jóvenes, desde lejos o desde afuera, sino desde su propia
juventud, que comparte con ustedes. Es muy importante contemplar al Jesús joven que
nos muestran los evangelios, porque Él fue verdaderamente uno de ustedes, y en Él se
pueden reconocer muchas notas de los corazones jóvenes. Lo vemos, por ejemplo, en las
siguientes
20
características: «Jesús tenía una confianza incondicional en el Padre, cuidó la amistad con
sus discípulos, e incluso en los momentos críticos permaneció fiel a ellos. Manifestó una
profunda compasión por los más débiles, especialmente los pobres, los enfermos, los
pecadores y los excluidos. Tuvo la valentía de enfrentarse a las autoridades religiosas y
políticas de su tiempo; vivió la experiencia de sentirse incomprendido y descartado;
sintió miedo del sufrimiento y conoció la fragilidad de la pasión; dirigió su mirada al
futuro abandonándose en las manos seguras del Padre y a la fuerza del Espíritu. En Jesús
todos los jóvenes pueden reconocerse»
Por otra parte, Jesús ha resucitado y nos quiere hacer partícipes de la novedad de su
resurrección. Él es la verdadera juventud de un mundo envejecido, y también es la
juventud de un universo que espera ser revestido con su luz y con su vida.
Cerca de Él podemos beber del verdadero manantial, que mantiene vivos nuestros
sueños, nuestros proyectos, nuestros grandes ideales, y que nos lanza al anuncio de la
vida que vale la pena. En dos detalles curiosos del evangelio de Marcos puede advertirse
el llamado a la verdadera juventud de los resucitados. Por una parte, en la pasión del
Señor aparece un joven temeroso que intentaba seguir a Jesús pero que huyó desnudo
(cf. Mc 14,51-52), un joven que no tuvo la fuerza de arriesgarlo todo por seguir al Señor.
En cambio, junto al sepulcro vacío, vemos a un joven «vestido con una túnica blanca»
(16,5) que invitaba a perder el temor y anunciaba el gozo de la resurrección (cf. 16,6-7).
Ser joven, más que una edad es un estado del corazón. De ahí que una institución tan
antigua como la Iglesia pueda renovarse y volver a ser joven en diversas etapas de su
larguísima historia En el corazón de la Iglesia resplandece María. Ella es el gran modelo
para una Iglesia joven, que quiere seguir a Cristo con frescura y docilidad. Cuando era
muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas (cf. Lc 1,34).
Pero tenía un alma disponible y dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1,38)
«Siempre llama la atención la fuerza del “sí” de María joven. La fuerza de ese “hágase”
que le dijo al ángel. Fue una cosa distinta a una aceptación pasiva o resignada. Fue algo
distinto a un “sí” como diciendo: bueno, vamos a probar a ver qué pasa. María no
conocía esa expresión: vamos a ver qué pasa. Era decidida, supo de qué se trataba y dijo
“sí”, sin vueltas. Fue algo más, fue algo distinto. Fue el “sí” de quien quiere
comprometerse y el que quiere arriesgar, de quien quiere apostarlo todo, sin más
seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. Y yo pregunto a
cada uno de ustedes. ¿Se sienten portadores de una promesa? ¿Qué promesa tengo en
el corazón para llevar adelante? María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las
dificultades no eran una razón para decir “no”. Seguro que tendría complicaciones, pero
no serían las mismas complicaciones que se producen cuando la cobardía nos paraliza
por no tener todo claro o asegurado de antemano.
Sin ceder a evasiones ni espejismos, «ella supo acompañar el dolor de su Hijo sostenerlo
en la mirada, cobijarlo con el corazón. Dolor que sufrió, pero no la resignó. Fue la mujer
fuerte del “sí”, que sostiene y acompaña, cobija y abraza. Ella es la gran custodia de la
21
esperanza. De ella aprendemos a decir “sí” en la testaruda paciencia y creatividad de
aquellos que no se achican y vuelven a comenzar».
El corazón de la Iglesia también está lleno de jóvenes santos, que entregaron su vida por
Cristo, muchos de ellos hasta el martirio. Ellos fueron preciosos reflejos de Cristo joven
que brillan para estimularnos y para sacarnos de la modorra.
San Francisco de Asís, siendo muy joven y lleno de sueños, escuchó el llamado de Jesús a
ser pobre como Él y a restaurar la Iglesia con su testimonio. Renunció a todo con alegría y
es el santo de la fraternidad universal, el hermano de todos, que alababa al Señor por sus
creaturas. Murió en 1226.
Que ellos y también muchos jóvenes que quizás desde el silencio y el anonimato vivieron
a fondo el Evangelio, intercedan por la Iglesia, para que esté llena de jóvenes alegres,
valientes y entregados que regalen al mundo nuevos testimonios de santidad.
Gracias a Dios, dijo el Papa Francisco, hemos podido constatar que los
quinientos años de historia que nos han visto contrapuestos y a veces en
conflicto, han dejado espacio, en los últimos cincuenta años, a una comunión
creciente. “Gracias a la obra del Espíritu Santo, a los encuentros fraternos, a
gestos marcados por la lógica del Evangelio más que de las estrategias
humanas, así como al diálogo oficial luterano-católico – puntualizó el Papa – ha
sido posible superar viejos prejuicios de ambas partes. Con la ayuda de Dios
esperamos un futuro orientado a la superación plena de las divergencias”.
22
En camino a una concreta y visible unidad
23