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Introducción al maltrato y negligencia


infantil
Por Alicia R. Pekarsky , MD, State University of New York Upstate Medical University, Upstate Golisano Children's Hospital

Última revisión completa dic. 2020

La negligencia infantil consiste en negar al menor cosas que le son esenciales o necesidades básicas. El maltrato infantil
consiste en hacer algo que perjudica al menor.

Algunos de los factores que aumentan el riesgo de maltrato y negligencia infantil son la pobreza, la drogadicción, el alcoholismo, los
trastornos mentales y la monoparentalidad.

Los menores que sufren negligencia o maltrato pueden parecer cansados, hambrientos o sedientos, pueden presentar lesiones físicas
o problemas emocionales o mentales o bien pueden tener un aspecto completamente normal.

Se debe sospechar maltrato cuando el patrón de lesiones sugiere que la lesión no ha sido accidental, cuando las lesiones no
concuerdan con la explicación del cuidador, cuando el menor es incapaz, por su desarrollo, de hacer las cosas que podrían dar lugar a
su lesión (como un lactante encendiendo una estufa) o cuando el menor presenta tanto lesiones curadas como lesiones nuevas que no
parecen accidentales.

Los menores deben ser protegidos contra daños posteriores por medios que pueden consistir en la participación de los Servicios de
protección del menor y/o Organismos de seguridad del Estado, hospitalización, asesoramiento para progenitores e hijos y ayuda a la
familia para la prestación de una atención segura y apropiada.
La negligencia consiste en la falta de satisfacción de las necesidades principales del niño: físicas, médicas, educativas y emocionales.
El maltrato puede ser físico, sexual o emocional. También puede incluir el maltrato infantil en un entorno médico.
La negligencia y el maltrato infantil a menudo se producen a la vez y junto con otras formas de violencia familiar, como el maltrato por parte
del compañero sentimental. Además del daño inmediato, la negligencia y el maltrato aumentan el riesgo de problemas duraderos, como los
trastornos de salud mental y el abuso de sustancias tóxicas. El maltrato infantil también está relacionado con problemas durante la edad
adulta, como obesidad, enfermedades cardíacas y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Las personas que deliberadamente descuidan o maltratan a los niños que se encuentran bajo su cuidado se denominan agresores. Esto
significa que, por ejemplo, los padres y otros familiares, las personas que viven en el hogar del niño que tienen responsabilidades de cuidado
ocasional, los maestros, los conductores de autobuses y los terapeutas pueden ser agresores. Otras personas que cometen actos de violencia
contra niños que no se encuentran bajo su responsabilidad (por ejemplo, en tiroteos en la escuela) son culpables de los delitos de agresión
y/o asesinato en lugar de maltrato infantil.
En 2018 se contabilizaron 4,3 millones de informes de posibles casos de maltrato a menores enviados a los Servicios de Protección Infantil de
Estados Unidos (Child Protective Services [CPS]), que afectaban a 7,8 millones de niños. De estos informes, 2,4 millones fueron investigados
con detalle y se identificaron aproximadamente 678 000 niños maltratados o víctimas de negligencia. En general, los niños y las niñas se ven
afectados por igual, pero los niños varones suelen recibir con mayor frecuencia maltrato físico. Los bebés y los niños pequeños presentan un
riesgo mayor de maltrato.
La mayoría de los niños son víctimas de un único tipo de maltrato. Por ejemplo, de los niños que fueron identificados en 2018, el 60,8%
fueron objeto de desatención (incluida la desatención médica), el 10,7% fueron maltratados físicamente y el 7% fueron víctimas de abusos
sexuales. Sin embargo, muchos niños (15,5%) fueron víctimas de múltiples tipos de maltrato.
En 2018, alrededor de 1770 niños murieron en Estados Unidos a causa de negligencia (descuido o desatención) o maltrato y
aproximadamente la mitad eran menores de 1 años de edad. Cerca del 80% de estos niños fueron víctimas de negligencia (descuido o
desatención) y el 46% fueron víctimas de maltrato físico que se produjo junto con otras formas de maltrato o sin ellas. Alrededor del 80% de
los agresores eran progenitores que actuaban solos, juntos o con otras personas.

Factores de riesgo del maltrato y la negligencia infantil


La negligencia y el maltrato son resultado de una compleja combinación de factores individuales, familiares y sociales. El hecho de ser madre
o padre soltero, ser pobre, tener problemas con las drogas o sufrir un trastorno por abuso de alcohol, sufrir un problema mental (como un
trastorno de la personalidad o baja autoestima) o presentar una combinación de estos factores puede hacer que el progenitor sea más
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propenso a actuar de forma negligente con el menor o a maltratarlo. Además, los adultos que sufrieron maltrato físico o abuso sexual cuando
eran niños son más propensos a maltratar a sus propios hijos o a abusar de ellos. La negligencia se identifica con una frecuencia 12 veces
mayor entre los menores que viven en la pobreza frente a los que no.
Los padres primerizos, los padres adolescentes y los padres que tienen varios hijos menores de 5 años también corren un riesgo mayor de
maltratar a sus hijos. Las mujeres que fuman, abusan de las drogas o tienen un historial de violencia doméstica durante el embarazo pueden
estar en riesgo de maltratar a sus hijos.
A veces no se desarrollan lazos emocionales intensos entre padres e hijos. Esta falta de unión es más frecuente en el caso de bebés
prematuros o enfermos que han estado separados de sus progenitores desde etapas muy tempranas de la infancia o en el caso de menores
con quienes no existe una relación biológica (por ejemplo, hijastros); en estos casos, el riesgo de maltrato aumenta.
Aunque el maltrato físico, el maltrato emocional y la negligencia se asocian con la pobreza y con un estatus social y económico más bajo,
todos los tipos de maltrato, incluyendo el abuso sexual, se producen dentro de todos los grupos sociales y económicos.

Tipos
Existen distintos tipos de negligencia y maltrato infantil. Algunas veces, estos distintos tipos se producen a la vez. Los cuatro tipos principales
son
Negligencia

Maltrato físico

Abuso sexual

Maltrato emocional
Además, el hecho de causar intencionadamente, mentir o exagerar los síntomas médicos en un niño dando lugar a intervenciones médicas
potencialmente perjudiciales es una forma de maltrato llamada maltrato infantil en un entorno médico.

Negligencia
La negligencia es el hecho de no cubrir o no ocuparse de las necesidades físicas, emocionales, educativas y médicas básicas de un niño. Los
progenitores o los cuidadores pueden dejar al menor al cuidado de una persona pese a saber que puede maltratarlo o puede dejarlo solo, sin
supervisión. Hay muchas formas de negligencia.
En la negligencia física, los progenitores o los cuidadores pueden no lograr proporcionar una alimentación adecuada, ropa, vivienda,
supervisión y protección frente a posibles daños.
En la negligencia emocional, los progenitores o los cuidadores pueden no lograr proporcionar afecto o amor u otros tipos de apoyo
emocional. Los menores pueden ser ignorados o rechazados o se les puede impedir que interaccionen con otros menores o con adultos.
En la descuido en la atención médica, los progenitores o los cuidadores pueden desatender los cuidados preventivos adecuados del menor,
como la necesidad del tratamiento de lesiones o de trastornos físicos o mentales. Puede ocurrir que retrasen la obtención de asistencia
médica cuando el menor está enfermo, exponiéndole a enfermedades graves e incluso a la muerte.
En la negligencia educativa, puede que los progenitores o los cuidadores no inscriban al menor en la escuela o que no aseguren que el
menor asista a la escuela en un entorno convencional, como una escuela pública o privada, o bien en su domicilio.
La negligencia se diferencia del maltrato en que, por lo general, en el primer caso los progenitores y los cuidadores no tienen intención de
hacer daño a los menores que están a su cargo.
La negligencia suele ser resultado de una combinación de factores como la mala crianza de los hijos, pocas habilidades para afrontar el
estrés, sistemas familiares poco colaboradores y circunstancias vitales estresantes. La negligencia (descuido, destención) ocurre a menudo en
familias pobres que experimentan tensiones financieras y ambientales, sobre todo aquellas familias en las que los progenitores también
sufren trastornos mentales no tratados (por lo general depresión, trastorno bipolar o esquizofrenia), consumo de fármacos o drogas
recreativas, trastorno por abuso de alcohol o limitación de la capacidad intelectual. Los hijos de familias monoparentales pueden estar en
riesgo de sufrir negligencia debido a que disponen de una renta más baja y tienen menos recursos disponibles.

Maltrato físico
El maltrato físico consiste en maltratar o lesionar al menor, infligiéndole un castigo físico excesivo. Los ejemplos específicos incluyen sacudir,
dejar caer, golpear, morder y quemar (por ejemplo con un líquido caliente o por contacto con un cigarrillo encendido). Los niños de cualquier
edad pueden sufrir maltrato físico, pero los lactantes y los niños muy pequeños (entre 1 y 3 años de edad) son particularmente vulnerables.
Los lactantes y los niños muy pequeños (entre 1 y 3 años de edad) corren un riesgo especialmente elevado de sufrir episodios repetidos de
maltrato debido a que no pueden hablar. Además, durante estos períodos, los niños suelen hacer cosas que facilitan el hecho de que los
cuidadores se sientan frustrados y pierdan el control de sus impulsos. Entre estos elementos de frustración se encuentran las rabietas, el
control de esfínteres, los patrones de sueño inconsistentes y los cólicos.
El maltrato físico es la causa más frecuente de traumatismos craneales graves en menores. Las lesiones abdominales resultantes de maltrato
físico son más comunes entre los niños pequeños que en los lactantes. Los malos tratos físicos (incluido el homicidio) se encuentran entre las
diez causas principales de muerte en los menores. Generalmente, el riesgo de maltrato físico disminuye durante los primeros años de
escolarización.
Los niños que nacen en un entorno de pobreza y/o de un progenitor joven y soltero son muy vulnerables a sufrir maltrato físico. El estrés
familiar contribuye al maltrato físico. El estrés puede provenir del desempleo, de las mudanzas frecuentes, del aislamiento social de amigos o
familiares o de la violencia familiar continua. Los niños difíciles (irritables, exigentes o hiperactivos) o con necesidades especiales
(discapacidades intelectuales o físicas) son más propensos a recibir maltrato físico.
El maltrato físico se desencadena frecuentemente por una crisis que estalla en un ambiente de estrés. Esta crisis puede tener su origen en la
pérdida de un trabajo, una muerte en la familia o un problema de disciplina. Los progenitores que consumen drogas recreativas o alcohol
pueden comportarse de manera impulsiva e incontrolada con sus hijos. Los niños cuyos progenitores sufren problemas de salud mental
corren un riesgo mayor de ser maltratados.
Los progenitores que fueron objeto de maltrato o de negligencia durante su infancia pueden ser inmaduros desde el punto de vista
Los progenitores que fueron objeto de maltrato o de negligencia durante su infancia pueden ser inmaduros desde el punto de vista
emocional o tener una baja autoestima. Pueden ver a sus hijos como una fuente de afecto ilimitado e incondicional y esperar de ellos el
apoyo que nunca recibieron. Como resultado, pueden crear expectativas poco realistas sobre lo que les pueden ofrecer sus hijos y frustrarse
fácilmente, tener poco control sobre sus impulsos y ser incapaces de dar lo que nunca recibieron.

Abuso sexual
Se considera abuso sexual cualquier acto con un menor que implique la gratificación sexual de un adulto o de un joven significativamente
mayor o más fuerte (ver Pedofilia). Comprende
Penetrar al menor por la vagina, el ano o la boca

Tocar al menor con intención sexual, pero sin penetración (abuso deshonesto)

Exponer los genitales por parte del agresor o mostrar pornografía a un menor

Forzar a un menor a participar en un acto sexual con otro menor

Usar a un menor en la producción de pornografía


El abuso sexual no incluye el juego sexual. En este, un menor ve o toca los genitales de otro menor de edad parecida sin que exista coerción o
intimidación. Cuando se trata de determinar si una situación particular entre menores se debe considerar abuso sexual, es importante tener
en cuenta las relaciones de poder, como la edad de los menores, la fuerza, el tamaño y el estatus de popularidad. Las leyes difieren de un
estado a otro en cuanto a las consideraciones de edad que se aplican para ayudar a distinguir el abuso del juego. Tanto las edades reales
como la diferencia de edad entre los dos niños se consideran factores en varias leyes estatales. Cuanto mayor es la diferencia de edad, mayor
es también la diferencia en la madurez emocional e intelectual y en el estatus social entre el niño mayor y el niño más pequeño. Y, en algún
momento (una diferencia de 4 años en muchas jurisdicciones), estas diferencias son tan grandes que no se puede decir legítimamente que el
niño más pequeño está "de acuerdo" con la actividad con un niño mayor.
Hacia la edad de 18 años, entre el 12 y el 25% de las niñas y entre el 8 y el 10% de los niños han sido objeto de abuso sexual. En la mayoría de
los casos, los responsables de abuso sexual son personas conocidas por los menores, frecuentemente del propio entorno familiar: un
padrastro, un tío o la pareja de la madre. El abuso sexual cometido por mujeres es menos frecuente.
Ciertas condiciones aumentan el riesgo de abuso sexual. Por ejemplo, los menores que reciben cuidados de varias personas o de un solo
cuidador con varios compañeros sexuales están muy expuestos. La vulnerabilidad también aumenta con la marginación social, con el hecho
de tener una baja autoestima o tener familiares próximos que también fueron víctimas de abuso sexual o pertenecieron a una banda.

Maltrato emocional
Utilizar palabras o acciones para maltratar psicológicamente al menor es un maltrato emocional. El maltrato emocional hace sentir a los
menores que son despreciables, que tienen defectos, que no son amados, que son rechazados, que están en peligro o que solo son válidos
cuando satisfacen las necesidades de otra persona.
El maltrato emocional comprende
Regañar duramente gritando

Desdeñar las capacidades y los logros del menor

Alentar una conducta desviada o delictiva, como cometer delitos o abusar del alcohol o de las drogas

Intimidar, amenazar o asustar al menor


El maltrato emocional tiende a darse durante un periodo prolongado.

Maltrato infantil en un entorno médico


En este tipo de maltrato infantil menos frecuente (anteriormente llamado síndrome de Munchausen por poder y que ahora se llama trastorno
facticio impuesto a otro), un cuidador trata de hacer que los médicos piensen que un niño sano está enfermo. El cuidador suele proporcionar
información falsa sobre los síntomas del niño, por ejemplo, indicando que el niño ha estado vomitando o quejándose de dolor abdominal
cuando el niño no ha estado vomitando ni quejándose. Sin embargo, los cuidadores a veces también cometen acciones que provocan los
síntomas, como, por ejemplo, administrar medicamentos al menor. A veces, los cuidadores hacen ver que el menor está enfermo añadiendo
sangre u otras sustancias a muestras que se utilizan para pruebas de laboratorio.

Factores culturales
Las diferentes culturas tienen maneras distintas de disciplinar a los niños. Algunas culturas usan el castigo corporal, es decir, cualquier castigo
que es físico y que ocasiona dolor. El castigo corporal severo, que incluye latigazos, quemaduras y escaldaduras, se considera maltrato físico.
Sin embargo, cuando se trata de un grado menor de castigo corporal, como los manotazos en las nalgas (azotes en las nalgas), la línea entre
la conducta socialmente aceptada y el maltrato es borrosa entre las diferentes culturas. Algunos expertos sugieren que el castigo corporal
que se realiza con ira, para lastimar al menor o que da lugar a lesiones visibles no es legítimo en ninguna cultura.
Las prácticas médicas también varían entre las diferentes culturas. Algunas prácticas culturales (tales como la ablación genital femenina) son
tan extremas que constituyen maltrato en Estados Unidos. Sin embargo, ciertos remedios populares (como la sanación con monedas o con
ventosas calientes) a menudo provocan contusiones o quemaduras menores que pueden parecer consecuencia de un castigo corporal
severo, pero que en realidad no lo son.
Los miembros de ciertos grupos religiosos y culturales a veces no consienten u omiten el tratamiento de un menor que sufre un trastorno
potencialmente mortal (como la cetoacidosis diabética o la meningitis), lo que da lugar a la muerte del menor. Esta omisión del tratamiento se
considera habitualmente negligencia independientemente de cuál sea la intención de los progenitores o los cuidadores. Cuando los menores
están enfermizos o enfermos, el rechazo al tratamiento médico a menudo requiere una mayor investigación e incluso intervención legal.
Además, en Estados Unidos, ciertas personas y grupos culturales se niegan cada vez más a vacunar a sus hijos porque están preocupados por
la inocuidad de la vacunación o por motivos religiosos (véase Preocupaciones relacionadas con la vacunación infantil). No está claro si este
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rechazo a la vacunación se puede considerar legalmente una verdadera negligencia en la atención médica.

Síntomas
Los síntomas de negligencia y maltrato varían en parte según la naturaleza y la duración de la negligencia o del maltrato del menor y las
circunstancias particulares. Además de lesiones corporales manifiestas, los síntomas incluyen problemas emocionales y de salud mental.
Tales problemas aparecen inmediatamente o más tarde y pueden persistir.
A veces los niños maltratados parecen tener síntomas de trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) y son diagnosticados
erróneamente con dicho trastorno.

Negligencia física (abandono)


Los menores que son objeto de abandono físico pueden tener aspecto de estar mal alimentados, cansados o sucios, pueden carecer de ropa
adecuada y pueden estar faltos de desarrollo. Faltan a la escuela con frecuencia. En casos extremos, pueden encontrarse viviendo solos o con
hermanos, sin la supervisión de un adulto. Los niños sin supervisión pueden enfermarse o lesionarse. El desarrollo físico y emocional puede
estar retrasado. En ciertos casos, los menores abandonados mueren de hambre o de frío.

Maltrato físico
Los hematomas, las quemaduras, las lesiones, las mordeduras o los rasguños son algunos de los signos de maltrato físico. Estas marcas
pueden tener la forma del objeto usado para golpear, como un cinturón, una lámpara o un cable eléctrico. La piel del menor puede tener
marcas de las huellas dactilares o de la mano entera causadas por bofetadas, agarrones o sacudidas. Las quemaduras con cigarrillos o agua
caliente pueden ser visibles en brazos y piernas o en otras partes del cuerpo. Los menores que han sido amordazados pueden tener
engrosamiento de la piel o cicatrices en las comisuras de los labios. A los menores que han recibido tirones de pelo les pueden faltar
mechones de pelo o pueden tener el cuero cabelludo inflamado. Pueden producirse también lesiones graves no visibles en la boca, los ojos,
el cerebro u otros órganos internos. Sin embargo, los signos de maltrato físico son a menudo sutiles. Por ejemplo, pueden aparecer
hematomas o puntos de color púrpura rojizo en la cara, en el cuello o en ambos. Los menores presentan a veces signos de lesiones antiguas,
como fracturas, que ya han empezado a curarse. A veces las lesiones causan desfiguración.
Los bebés que han sido echados en agua caliente de forma intencionada (por ejemplo en una bañera caliente) pueden presentar
escaldaduras. Estas quemaduras pueden localizarse en las nalgas y tienen forma de círculo. Las quemaduras no se ven en la piel que no ha
entrado en el agua o que se ha presionado contra el fondo de la bañera, más frío. La salpicadura de agua caliente puede causar pequeñas
quemaduras en otras partes del cuerpo.
Los bebés pueden sufrir una lesión cerebral como resultado de lo que actualmente se denomina traumatismo craneal por maltrato. El
traumatismo craneal por maltrato esta provocado por sacudir y/o golpear violentamente la cabeza del niño contra un objeto firme. El término
traumatismo craneal por maltrato ha sustituido el término "síndrome del bebé zarandeado" porque puede consistir en más que un zarandeo
o sacudida. Los lactantes con traumatismo craneal por maltrato pueden estar nerviosos o con vómitos o bien puede que no presenten signos
visibles de lesión y den la impresión de estar durmiendo con un sueño profundo. Esta somnolencia se debe al daño cerebral y a la hinchazón,
que puede ser el resultado de una hemorragia entre el cerebro y el cráneo (hemorragia subdural). Los lactantes pueden sufrir también
hemorragia retiniana, en la parte posterior del ojo. También pueden tener rotas las costillas u otros huesos.
Los niños que han sufrido maltrato durante mucho tiempo pueden aparecer temerosos e irritables. Con frecuencia duermen mal. Están
deprimidos y ansiosos y presentan síntomas de estrés postraumático. Son mucho más propensos a actuar de forma violenta o suicida.

Abuso sexual
Los cambios en el comportamiento son signos frecuentes de abuso sexual. Estos cambios pueden producirse bruscamente y ser extremos.
Los menores se vuelven agresivos, se fugan o desarrollan fobias o trastornos del sueño. Los menores que son objeto de abuso sexual pueden
mostrar un comportamiento sexual, como tocarse a sí mismos en exceso o tocar a otros de forma no apropiada. Los que sufren abusos
sexuales por parte de un progenitor u otro miembro de la familia tienen sentimientos conflictivos. Se sienten emocionalmente unidos al
agresor, aunque traicionados.
El abuso sexual también provoca lesiones corporales. Los menores presentan en ocasiones hematomas, desgarros o hemorragias en las
zonas que rodean los genitales, el ano o la boca. Al principio, las lesiones en las zonas de los genitales y el recto hacen difícil caminar y
sentarse. Las niñas pueden presentar secreción vaginal, sangrado o escozor. Pueden también presentarse enfermedades de transmisión
sexual, como gonorrea, clamidiasis, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) u otras infecciones. Se puede producir
embarazo.

Maltrato y negligencia emocionales


En general, los menores que sufren malos tratos emocionales tienden a ser inseguros y ansiosos acerca de su relación con los demás porque
sus necesidades no han sido satisfechas de forma consistente o previsible. Existen otros síntomas que varían según el modo en que ha sido
maltratado emocionalmente el menor. Los menores pueden tener una baja autoestima. Los menores aterrorizados o amenazados pueden
parecen temerosos y retraídos. Pueder ser inseguros, desconfiados, poco expresivos y estar extremadamente ansiosos por complacer a los
adultos. Pueden acercarse inapropiadamente a personas extrañas. Los menores a los que no se les permite interaccionar con los demás se
muestran torpes en ciertas situaciones sociales y tienen dificultades para establecer relaciones normales. Otros pueden cometer delitos o
abusar del alcohol, las drogas o todo a la vez. Es posible que los niños más mayores no asistan a la escuela regularmente, no obtengan
buenos resultados cuando asisten o tengan dificultades para establecer relaciones con los maestros y compañeros.
Los lactantes que han sido privados de cariño no se desarrollan bien y pueden parecer impasibles o indiferentes ante lo que les rodea. Su
comportamiento puede confundirse con una discapacidad intelectual o un trastorno orgánico. A los menores abandonados emocionalmente
les faltan habilidades sociales o son lentos en el desarrollo de habilidades del habla y del lenguaje.

¿Sabías que...?
La mayoría de las víctimas de abuso
sexual conocen a su agresor.

Diagnóstico
Exploración por un médico

Fotografías de las heridas o lesiones

Para maltrato físico, a veces exámenes de laboratorio o pruebas de diagnóstico por la imagen como radiografías y tomografías
computarizadas (TC)

Para el abuso sexual, análisis para descartar infecciones y, a veces, recogida de muestras de fluidos corporales, pelo y otros materiales
como pruebas forenses
El abandono (la negligencia) y el maltrato suelen ser difíciles de reconocer, a menos que los menores tengan aspecto de estar gravemente
desnutridos o presenten lesiones evidentes, o que otras personas sean testigos del abandono y el maltrato. El abandono y el maltrato
pueden no ser reconocidos durante años. Hay muchas razones por las cuales la negligencia y el maltrato pasan desapercibidos. Los menores
que sufren malos tratos pueden sentir que el maltrato es parte normal de la vida y no hablan de ello. Los menores que sufren abusos físicos y
sexuales a menudo son reacios a proporcionar voluntariamente esta información por sentir vergüenza, por miedo a las represalias o, incluso,
por la sensación de haber merecido el maltrato. Los menores que han sido objeto de malos tratos físicos y que son capaces de hablar, suelen
identificar a su agresor y describen lo que les ha sucedido si se les pregunta directamente. Sin embargo, los menores que han sido objeto de
abuso sexual pueden haber jurado guardar el secreto o estar tan traumatizados que no son capaces de hablar sobre el abuso e incluso
pueden negarlo cuando se les pregunta especificamente por ello.
Cuando los médicos sospechan abandono o cualquier tipo de maltrato, buscan signos de otros tipos de maltrato. También realizan una
evaluación completa de las necesidades físicas, ambientales, emocionales y sociales del menor. Los médicos observan las interacciones entre
el menor y sus cuidadores siempre que sea posible. Los médicos documentan el historial médico del menor anotando citas exactas y
tomando fotos de cualquier lesión.

Negligencia y maltrato emocional


Los profesionales de la salud pueden identificar los casos de negligencia durante la valoración de un problema no relacionado, como una
lesión, una enfermedad o un problema de comportamiento. Los médicos pueden notar que un menor no se desarrolla física o
emocionalmente con normalidad o que ha faltado a muchas citas médicas o sesiones de vacunación. Los maestros y los trabajadores sociales
son a menudo los primeros en percatarse de la situación de abandono. Los maestros pueden darse cuenta de la negligencia hacia el menor
por las ausencias frecuentes e injustificadas de la escuela.
El maltrato emocional se suele identificar al evaluar otro problema, como un escaso rendimiento en la escuela o un problema de
comportamiento. Los menores que sufren abusos emocionales son examinados en busca de signos de maltrato físico y abuso sexual.

Maltrato físico
Se sospecha de maltrato físico si el bebé que aún no camina solo (camina cogido de la mano o apoyándose en los muebles) presenta
hematomas, lesiones importantes o lesiones menores en la cara y/o el cuello. Los bebés que están inusualmente somnolientos o letárgicos
son evaluados para descartar una lesión cerebral. Se puede sospechar maltrato cuando un niño pequeño o un niño más mayor presenta
hematomas en lugares poco habituales, como la parte posterior de las piernas y las nalgas. Cuando los niños están aprendiendo a caminar,
los hematomas o magulladuras son frecuentes, pero se suelen encontrar en zonas óseas prominentes de la parte delantera del cuerpo, como
las rodillas, las espinillas, el mentón y la frente.
También se sospecha de maltrato cuando los padres parecen saber muy poco sobre la salud del niño, cuando no parecen preocuparse por
lesiones manifiestas o cuando parecen preocuparse en exceso por una lesión grave. Los padres maltratadores son reacios a describir al
médico o a los amigos cómo ocurrió la lesión. La descripción no es adecuada a la edad y la naturaleza de la lesión o se proporcionan distintas
versiones cada vez que se cuenta la historia. Los progenitores maltratadores pueden no buscar tratamiento inmediato para la lesión del
menor.
Si los médicos sospechan maltrato físico, generalmente toman fotografías de las lesiones externas (como moretones). Los médicos pueden
indicar una prueba de imagen del cerebro (una tomografía computarizada [TC] o una resonancia megnética nuclear [RMN]). A veces se toman
radiografías para detectar signos de lesiones anteriores. A menudo, si el niño es menor de 3 años, se toman radiografías de todos los huesos
para comprobar la presencia de fracturas.

Fracturas costales en un bebé

Ocultar los detalles


Esta radiografía muestra fracturas costales (resaltadas en rojo) en un bebé que sugieren maltrato infantil.

PHOTOSTOCK-ISRAEL/SCIENCE PHOTO LIBRARY

Abuso sexual
A menudo, el abuso sexual se diagnostica sobre la base del relato del incidente por parte del menor o de un testigo. Sin embargo, dado que
muchos menores son reacios a hablar del abuso sexual, nace la sospecha solo cuando el menor comienza a comportarse de una forma
anormal. Los médicos deben sospechar abuso sexual si un niño pequeño tiene una enfermedad de transmisión sexual.
Si los médicos sospechan que un niño ha sido objeto de abuso sexual, lo examinan. Si la sospecha de abuso se produjo dentro de las 96
horas anteriores a la llegada a un centro médico, también suelen recoger pruebas legales de un posible contacto sexual, como muestras de
fluidos corporales y superficies de la piel. En esta recogida de pruebas a menudo se utiliza lo que se conoce como un kit de violación. Se
toman fotografías de cualquier lesión visible. En algunas comunidades, este examen lo llevan a cabo profesionales de la salud especialmente
entrenados para valorar el abuso sexual en menores. Por regla general, los médicos también realizan análisis para descartar enfermedades
de transmisión sexual y, en su caso, para descartar el embarazo.

Prevención
La mejor manera de prevenir el maltrato y las situaciones de negligencia en menores es detenerlos antes de que comiencen. Los programas
que proporcionan apoyo a los progenitores y que enseñan habilidades parentales positivas son muy importantes y necesarios. Los
progenitores pueden aprender a comunicarse de manera positiva, a impartir disciplina de forma adecuada y a responder a las necesidades
físicas y emocionales de sus hijos. Los programas para prevenir el maltrato y el abandono de menores también contribuyen a mejorar las
relaciones entre progenitores e hijos y a ofrecer apoyo social a los progenitores.
Estos programas de apoyo para los progenitores se pueden seguir en el propio hogar, en las escuelas, en clínicas médicas o de salud mental o
en otros centros de la comunidad. Los programas pueden incluir sesiones individuales o sesiones en grupo.

Tratamiento
Tratamiento de las lesiones

Medidas para garantizar la seguridad del niño, incluida la notificación a un organismo apropiado y, a veces, la salida del hogar
Todas las lesiones físicas y los trastornos deben recibir tratamiento. Algunos menores son hospitalizados para tratar las lesiones, la
desnutrición grave u otros trastornos. Algunas lesiones graves necesitan cirugía. Los lactantes que pueden tener traumatismos craneales por
maltrato suelen ser ingresados en el hospital. A veces, menores con buena salud son hospitalizados para protegerlos de potenciales malos
tratos hasta haber logrado encontrarles un hogar seguro. El maltrato físico, sobre todo los traumatismos craneales, pueden tener efectos a
largo plazo sobre el desarrollo. Todos los niños con traumatismo craneal deben ser evaluados, ya que pueden necesitar servicios de
intervención temprana, como logopedia y terapia ocupacional.
A algunos menores que han sufrido abusos sexuales se les administran fármacos para prevenir las enfermedades de transmisión sexual
(ETS), incluso, a veces, la infección por VIH. Cuando se sospecha maltrato a un menor, se le debe ayudar de inmediato. Los menores que
sufren abusos sexuales, incluso los que parecen inicialmente no estar afectados, son remitidos a un profesional de la salud mental, ya que
son muy frecuentes los problemas a largo plazo. A menudo es necesario el asesoramiento psicológico a largo plazo. En caso de presentarse
problemas emocionales o de comportamiento, los médicos remiten a los menores con otros tipos de maltrato a un asesoramiento
psicológico.

Seguridad inmediata del niño


Los informantes obligatorios son personas a quienes la ley les exige que denuncien de inmediato los casos de sospecha de negligencia o
maltrato infantil a los Servicios de Protección Infantil (Child Protective Services, CPS). Muchas personas diferentes, no solo los médicos y los
profesionales de la salud, que tienen contacto con niños en el curso de su trabajo o actividades voluntarias se consideran informantes
obligatorios. Entre estas personas se encuentran maestros, profesionales del cuidado infantil, personal de los servicios de acogida, policía y
personal de servicios legales. Los profesionales de la salud deben comunicar a los padres, aunque no están obligados a hacerlo, que se ha
realizado una denuncia de acuerdo con la legislación y que una persona autorizada se pondrá en contacto con ellos, les entrevistará y
probablemente les visitará en su domicilio. Dependiendo de las circunstancias y la normativa, también se debe informar a las autoridades
legales municipales. A las personas que no son informantes obligatorios, pero que conocen o sospechan negligencia o abuso también se les
anima a denunciarlo, si bien no están obligadas por ley a hacerlo. Cualquier persona que haga una denuncia de maltrato basado en causa
razonable y de buena fe no puede ser arrestada o demandada por su acción. Se puede denunciar maltrato u obtener ayuda contactando con
National Child Abuse Hotline (Línea directa nacional para ayuda a menores maltratados) en el número 1-800-4-A-CHILD (1-800-422-4453).
Las denuncias de maltrato a menores se estudian para detectar la necesidad de una mayor investigación. Todas las denuncias que requieren
más investigación son investigadas por representantes del organismo municipal de los servicios de protección de menores, que determinan
los hechos y emiten recomendaciones. Los representantes de este organismo pueden recomendar la intervención de los servicios sociales
(para el menor y sus familiares), la hospitalización temporal para la protección del menor o la reubicación temporal del menor en casa de
familiares o en un hogar de acogida. Los médicos, los trabajadores sociales y los representantes de los organismos municipales de los
servicios de protección de menores deciden lo que se debe hacer basándose en las necesidades médicas inmediatas del menor, la gravedad
de las lesiones y la probabilidad de que siga produciéndose abandono o maltrato.

Cuidados de seguimiento
Un equipo formado por médicos, otros profesionales de la salud y trabajadores sociales trata las causas y los efectos del abandono y el
maltrato. Este equipo trabaja conjuntamente con el sistema legal para coordinar los cuidados al menor. El equipo ayuda a los familiares a
comprender las necesidades del niño y a acceder a recursos locales. Por ejemplo, se puede solicitar asistencia médica pública y gratuita para
un menor cuyos padres no pueden pagar determinados servicios de atención sanitaria. Otros programas municipales y gubernamentales
pueden proporcionar asistencia con alimentos y vivienda. Los progenitores con trastornos por consumo de sustancias o con problemas de
salud mental pueden incorporarse a programas específicos de tratamiento. En algunas zonas se dispone de programas de orientación
parental y grupos de apoyo. El contacto periódico o continuo con un trabajador social, un defensor de la víctima o ambos puede ser necesario
para la familia
para la familia.

Salida del menor de su domicilio


El objetivo principal de los servicios de protección al menor es devolver a los menores a un ambiente familiar seguro y saludable.
Dependiendo de la naturaleza del maltrato y de otros factores, los menores pueden volver a su hogar con sus familiares o ser alejados de su
hogar y ubicados en casa de familiares o en un hogar de acogida temporal, donde los cuidadores pueden proteger al menor de maltratos
posteriores. Esta situación suele ser temporal, por ejemplo hasta que los padres consigan albergue o un trabajo o hasta que puedan
establecerse las visitas domiciliarias regulares de un trabajador social para el seguimiento. Por desgracia, las recurrencias de la negligencia
y/o del maltrato son frecuentes. En casos graves de abandono o de maltrato o abuso, se puede considerar la salida permanente del menor
del domicilio familiar o puede interrumpirse de forma permanente la patria potestad. En tales casos, el menor permanece en un hogar de
acogida hasta que sea adoptado o llegue a la mayoría de edad.

Más información
Los siguientes son algunos recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido
de estos recursos.
Childhelp National Child Abuse Hotline (1-800-4-A-CHILD): (línea directa nacional contra el maltrato infantil): una línea directa confidencial,
disponible las 24 horas del día y los 7 días de la semana, con un equipo profesional de consejeros de crisis que puede ayudar a proporcionar
intervención, información y referencias a emergencias y recursos de apoyo

The Kempe Foundation for the Prevention and Treatment of Child Abuse and Neglect: (Fundación Kempe para la prevención y el tratamiento
del maltrato y la negligencia infantiles): un recurso para obtener información sobre la prevención y la sensibilización sobre el maltrato infantil
y la defensa de los niños

National Parent Helpline® (1-855-4-A-PARENT): (línea de ayuda parental nacional): un recurso para los padres que buscan orientación y apoyo
para ser mejores padres

Prevent Child Abuse America: (Prevención del maltrato infantil en Estados Unidos): una organización benéfica centrada en la prevención del
maltrato y la negligencia infantil que proporciona recursos e información para los padres y cuidadores

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