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En la tierra de los cuentos, muy cerca del anochecer,

Angel Gabriel y La Huesuda, se encontraron al correr,


Jugaban al escondite en un bosque encantado,
Donde risas y sustos, se han mezclado.

Angel Gabriel con su risa, como campanitas sonó,


La Huesuda con su sonrisa, al niño asombró,
"¿Quién eres?" preguntó el pequeño con curiosidad,
"La Huesuda soy, pero amiga de verdad."

"Yo vengo a recolectar risas y alegría,


No solo en la noche, sino en el nuevo día.
Mi tarea es recordarte que la vida es un tesoro,
Que se vive mejor cuando es un juego sincero."

Angel Gabriel y La Huesuda se dieron la mano,


Jugaron juntos en ese mágico llano,
Para enseñar a los niños que en la noche o el día,
La vida es un regalo, ¡así que juega y sonríe siempre, con alegría!"
En una noche de estrellas y de luna brillante,
Javier y la Calaca, en un baile elegante,
Se encontraron en un campo de flores de colores,
Donde empezó una aventura que llenó de rumores.

La Calaca con su vestido de mil tonos de azul,


Invitó a Javier a dar vueltas, y ¡qué maravilla!
Bailaron y reían en medio del jardín,
Celebrando la vida, en su propio festín.

La Calaca le dijo a Javier con una risa divertida,


"La vida es un viaje, una gran bienvenida,
No temas a la muerte, soy amiga de verdad,
En cada día vivido, en cada amistad."

Javier sonrió y asintió con emoción,


Aprendiendo la lección en esta hermosa ocasión,
Que la Calaca no es tan aterradora como parece,
Sino un recordatorio de que la vida merece.

Así, Javier y la Calaca, en su danza sin igual,


Enseñaron a los niños, un mensaje especial,
Que en cada día vivido, en cada abrazo y risa,
La vida es un regalo, una auténtica delicia.
En un pueblo alegre y pequeñito,
Vivía Romina, con risa y brillo.
La Muerte llegó, a su puerta tocó,
Con tamales ricos, una fiesta inició.

"Romina querida, no temas de mí,


Soy tu amiga, no hay razón de sufrir.
Los tamales y risas, celebran la vida,
Un lazo eterno, nuestra amistad compartida."

Juntos comieron tamales sabrosos,


Y contaron historias, ¡tan fabulosos!
La Muerte enseñó a Romina, un secreto vital,
Que la vida y la muerte son parte de un ciclo especial.

Romina entendió que la Muerte no es tristeza,


Sino un paso natural en la naturaleza.
La vida es un regalo, disfrútala sin temor,
Ríe, ama y vive con todo tu ardor.

Así, Romina y la Muerte, en su reunión,


Enseñaron a todos, con devoción,
Que la vida es hermosa, como un tamal caliente,
Que se saborea mejor, cuando la compartes con gente.
En un pueblito alegre, en tierra de colores,
Vivía Belén, llena de sueños y amores.
La Muerte llegó, con tamales en las manos,
Un banquete de sabores, entre risas y granos.

"Belén, no temas, soy tu amiga fiel,


La vida y la muerte, un lazo que es inmortal.
Los tamales y la risa, celebran nuestro ser,
La vida es un regalo, aprende a comprender."

Sentados a la mesa, compartieron historias,


Los tamales y risas, llenaron de memorias.
La Muerte le mostró a Belén un secreto especial,
Que la vida y la muerte son parte de un ciclo vital.

Belén sonrió y asintió con alegría,


Comprendió que la Muerte no era enemiga fría.
La vida es un tesoro, un regalo de verdad,
Con amor y risas, se llena de felicidad.

Así, Belén y la Muerte, en su festín,


Enseñaron a todos, con gran cariño sin fin,
Que la vida es un viaje, un tamal que se siente,
Mejor cuando se comparte, con amigos y la Muerte.
En un pueblo tranquilo, en un día singular,
Romina, Alexis Fidel, Jose Dylan y Ruvy Yaretzi estaban por
jugar.
La Muerte, con su capa negra, llegó a saludar,
A los pequeños amigos, sin asustar.

"Niños, no teman, soy amiga de verdad,


La vida y la muerte son parte de la realidad.
La Muerte es un paso en nuestro viaje sin igual,
Vivamos la vida, siempre con amistad."

Los niños sonrieron, sin temor ni aflicción,


Aprendieron que la Muerte no es una maldición.
La vida es un regalo, un tesoro sin igual,
Cada día es especial, para jugar y gozar.

Así, Romina, Alexis Fidel, Jose Dylan y Ruvy Yaretzi,


Comprendieron que la Muerte es una amiga feliz,
La vida es hermosa, como un cuento de amor,
Un regalo en cada día, que se atesora con fervor.

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