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Página 5 LA VANGUARDIA ESPAÑOLA SÁBADO 11 DE ABRIL DE 1953

Colaboraciones de LA VANGUARDIA
Fr u ta les en flo r VENUS Y JÚPITER
ESTILO
Y CIFRA E. C. RICART
XTA nos dejamos perder a Jou. A Jou —¿había ya"empeza- RUANDO empieza a anochecer podemos contemplar en
do el siglo presente?-- se' lo. llevó a París. En París, H NOTABA — evocaba—'años atrás, en un libro mío, unas tierras levantinas • el cielo de poniente dos astros de un brillo extraordi- :
un día, lé conoció Anatole France. El académico le llevó de cultivo (árboles desnudos, hortalizas escarchadas) durante, la estación nárió: son las planetas Venus y Júpiter, ¡que pronto van a
a la casa del editor Pelletan. Se convino, primero, la ilus- Invernal. desaparecer de nuestras miradas para perderse en los ful-
tración de un libro con bojes. Luego, la de todos los libros Las cuatro épocas del año no pueden, en efecto, apreciarse bien — plástica- gores del Sol.
de France, Los sabrosos grabados del catalán decoraron mente hablando— en la ciudad. Ahí están destacándose sobre el cielo estrellado y atra-
las.obras completas del parisién. Con constante entusiasmo. Las áridas, las compactas capas de cemento y de asfalto cubren, disimulan yendo nuestras miradas a causa de su extraordinario es-
de éste.. Si France no impuso allí, en todos los ambientes el franco respirar — el libre latido — de la tierra. plendor, desde: que obscurece hasta una o dos horas des-
artísticos, la reputación de aquel grabador forastero, fue, En tiempos de «primavera gentil», añadía, salís al campo, y pasados los pués. También está junto a ellos otro planeta: Marte: que
precisamente, por egoísmo. Porque publicaciones ajenas postreros grupos de casas, los últimos suburbios, podéis contemplar ya los fru- ahora apenas brilla y que muy pronto desaparecerá tam-
no gozaran de vestidura "gráfica tan valiosa. tales en flor — estampados vegetales al viento — propios de nuestras latitudes: bién detrás del globo solar.
El caso de Enrique Cristóbal Rieart pudo ser el de un copiosísimo mariposeo — blanco y rosado— meciéndose en el cielo azul. Júpiter y Ver.us son, para nosotros, dos mundos miste-
Jou. El siglo, cuyo padre había tenido con Víctor Hoigo El espectáculo (que en el Japón es celebrado y admirado hasta el extremo riosos. Ofrecen ciertas analogías y a la par grandes dis-
dos años, tenía dieciocho, con Jean Cocteau. Los jóvenes de declarar festivo uno de estos días en todas las escuelas con el fin de poder crepancias. ¡Quién lo diría, al verlos ahora brillar tan .
asomaban, entonces, realizaciones de arte muy peregrinas. ir de. excursión — en peregrinación cabría mejor decir — a contemplar los al- cerca uno de otro, después que se ha puesto el Sol! Si los
El : uno, confiaba sus poemas, con nombre de caligra- mendros y los ciruelos, los manzanos y los cenezos en flor), no puede ser más contemplamos a través de un telescopio de mediana po-
mas, al alhedrío de la arquitectura tipográfica de las im- oportuno y delicioso. tencia para darles el adiós del cielo vespertino, tales dis-
prentas. El otro, pegaba a sus pinturas raspas de las ca- ¡Cuánta gente no sabe qué es un árbol, lo que un árbol significa! ¡El don crepancias empiezan a hacérsenos patentes. A Júpiter le
jas dé fósforos. Naturalmente, en el repertorio de las no- de Dios que representa! ¡Y más aún, todavía, cuando se trata de un árbol en veremos como un disco cruzado de bandas paralelas al
vedades se incluía, igualmente, alguna arcaizante restitución. flor, que viene a ser algo así como una rendija dte paraíso en nuestro suelo! ecuador y acompañado de sus cuatro satélites principales:
Entre los reflorecimientos del arcaísmo, el historiador con- Un buen "amigo mío me Hablaba, en cierta ocasión, de los buenos ratos que lo, Europa, Gar.ímedes y Calixto, en forma de diminutas
tará el del arte de la cocina: jamás se ha hablado en Fran- pasaba en su jardín contemplando, en el transcurso de esas jornadas primave- y blanquísimas estrellas que se desplazan a su alrededor..
cia tanto de la cocina —rni escrito, ni (impreso, ni dibujado, rales, el florecimiento sucesivo de su? frutales predilectos. Si pasamos después1
a la contemplación de Venus, se nos .
ni anunciado — como al empezar el siglo XX". fue la épo- Describíame, como sólo un poeta extremo-oriental de Hai-Kaís (un «hai- aparecerá como un delgado creciente de aspeto similar *
ca de las «hosfeleries», del «canard vertical», de los itine- jin», así les llamaban a esos epigramáticos del. amor y del paisaje en el Imperio la Luna poco después del novilunio, y de un diámetro, con-
rarios gastronómicos de Maurice des Ombiaux —el «ciclo del Sol naciente) o un pintor impresionista de fines y comienzos de siglo po- siderable.
Curnóuski» pertenece a la prehistoria - y de «le soir, la drían hacerlo, las formas y los colores distintivos de aquellos ramajes esmal- Ambos planetas están rodeados de densas nubes. Ea
poularde a la broche»... Estribillo de los «Deux Trianons» tados. apariencia, los dos siguen la misma dirección hacia Occi-
y delicia memorable de Adelia de Acevedo. También per- Precisaba y matizaba con extraordinaria certeza y fineza el arabesco, el dente; pero, sin embargo, sus rutas son muy distintas. Jú-
tenecía a la serie de aquellos reflorecimientos, e l ' del arte colorido. piter se aleja de nosotros dirigiéndose al otro lado del Sol
del grabado. A la sazón, obediente a la vez al epicureismo Añadía que, aparte de lo que se relacionara, diríase, con el dibujo, con la (en realidad, es nuestra Tierra la que se aleja en sentido
de la mesa y al refinamiento de la vista, empieza a publi- paleta, le agradaba a él mucho acariciar levemente, con la mano, aquellos bro- opuesto), y en cambio, Venus, se acerca a nosotros para
carse el «Almanac de Coeagne». Y, a la sombra del «Alma- tes florecientes. Parecíale que vivían y palpitaban. Que brillaban y sonreían, pasar entre el Sol y la Tierra a la mínima distancia de
nac de Coeagne», vemos aparecer a otro paisano nuestro, al igual que una hermosa mejilla, que unos bellos labios humanos. nosotros el 13 de abril. Si en Venus hubiesen habitantes y
que, al igual que Jou antes, había buscado en París san-, ¿Qué rosas y qué blancos aquellos? si su cielo estuviese, despejado, nuestra Tierra sería ahora
ción para su arte. Vemos aparecer a Enrique Cristóbal Comprendía el fervor, el enternecimiento de mi amigo ante esa suerte de para ellos la máxima atracción de sus noches. De poseer
Rieart. • humanización de los ramajes de sus frutales en flor. telescopios podrían escudriñar los detalles de la topografía
El auge de los procedimientos mecánicos de reproduc- Venían, una vez más, a mi memoria las lejanas horas — ¡jamás olvidadas! — terrestre bastante mejor que nosotros podemos examinar
ción había' arruinado a un cierto número de artes, tradi- en el gran parque familiar de mi Cerdaña nataí, donde había plantados los la superficie de Marte cuando está en oposición. Las nubes
cionalmente consideradas como las menores. Apenas si un mejores perales y se recolectaban las más ricas peras — «Clairgeot», «Louise y las nieblas que invaden nuestra atmósfera serían para
Maura multiplicaba peligrosamente las pruebas para los Bonne», «Angoulemme» — de aquella comarca fronteriza. ellos, no hay duda, un gran obstáculo, pero es seguro que,
billetes de Banco, y si un Sadurní se ganaba la vida peor a pesar de todo, podrían percibir nuestros mares, nuestros
Llevaba razón mi amigo al describirme, al pintarme — con palabra, con co- continentes, nuestros desiertos y las extensas regiones cu-
que su hermano, el director de la Banda municipal, di- lorido exactos—^el blanco de la flor del peral: «Blanco sobre blanco»—decía-
bujando los hemisferios de Magdeburgo para los libros de me él, aguda y exactamente. biertas de vegetación, y otras de hielo y de blanquísimas
Física recreativa o para las enciclopedias de Bastinos. Mo- nieves.
Los salmonados y avioletados de las flores de los albaricoqtxeros, de los
mentos hubo en que el grabado en madera no sirvió más melocotoneros salían a relucir, asimismo, en aquel poético y cordialísimo diá- En el cielo dé poniente, Venus brilla mucho más que
que para aplicarse a los pliegos de aleluyas vendidos en la logo. Júpiter. Y, no obstante, iqué enorme diferencia existe entre
que Francesc Pujols llamaría calle del Buey de la Plaza los tamaños de uno y otro! Venus es un globo parecido a
Nueva. Lamentando ya la desaparición de tan noble menes- aquellas Un sin fin de citas, de alusiones pictórico-literarias surgían en torno de nuestra Tierra, y Júpiter es tan grande que se precisarían
ter, imaginé que la manera de continuarlo hacia un futuro gamas idílicas. 1.295 Tierras para llenar su inmenso volumen. En estos mo-
era que sus técnicas fuesen enseñadas por un anciano, que de Uno se olvidaba, por unos instantes, de todo lo monstruoso, de todo lo feo mentos se halla a unos 750 millones de kilómetros de dis-
Sadurní había recibido su iniciación, a un joven gustoso de la para pensar —para soñar tan sólo — en la gracia, en la belleza de aquellas pin- tancia de nosotros, y en cambio Venus está tan sólo a poco
cosa, bien que no preparado todavía. Este joven fue Joaquín celadas fugitivas, de aquellos vuelos efímeros... más de cuarenta millones. El gigante de los planetas tiene
Torres-García, muy lejos aún de su regreso al Uruguay. Pero una densidad muy poco superior a la del agua, y la de
el anciano y el mozo no se entendieron. El uno quería que José M.* JUNOY Venus, en cambio, se parece mucho a la de la Tierra. Con
el otro diese las sombras con un minucioso paralelo de Júpiter, se aleja de nosotros todo un mundo de astros, ya
rayitas, y el otro, que sus creaciones contuvieran el ar- que a su alrededor circulan doce satélites, entre ellos cua- ,
quetipo ideal del objeto, sin rayitas ni nada. La tarea de tro de dimensiones planetarias (Calixto y- Ganímedes son
aprendizaje se truncó en .flor. No había de reanudarse mayores que Mercurio, lo y Europa muy poco 'menores).
hasta ahora mismo, entre nosotros, con la fundación de la Venus ño posee ningún- satélite. ~
compañía «La Rosa Vera», reunión de artistas y aficionados,
que toman el grabado y sus primores como los más difí-
uesfómcfdo El hecho de que ambos estén rodeados de densas nubes.
ciles filarmónicos toman la música de cámara. severáíibrecb puede hacer creer qué sai"' condiciones físicas sean simila|-
res. Sin embargo, Venus, por su proximidad al Sol, recibe
Mientras tanto, las zonas de semejantes diletantismos
prosperaban en el extranjero. Sin el. capricho de un Ana-
los excesosde! casi el doble de luz y de calor que la Tierra; por, el con-
trario, Júpiter, debido a su enorme distancia, recibe tan
sólo 0'037 del calor terrestre por unidad de superficie. Así,
tole France, Rieart sólo encontraba ocasión a parciales ACIDO CLORÍÜDRLGO las temperaturas detectadas en sus respectivas atmósferas
triunfos, en los ambientes que Jou consiguió en otro difieren enormemente.
tiempo interesar. Rieart era un hombre púdico, que sólo ha Las observaciones termoeléctricas de Nicholson y Pettit
gritado una vez en su vida y fue el día en que tuvieron parecen demostrar que en la superficie de Venus la tem-
que recogerle en el hueco de un ascensor. La propaganda del peratura puede llegar a los 90° C. En cambio, en Júpiter,
arte moderno se hace con demasiada frecuencia a gritos. profundizando en su densísima atmósfera, donde predomina
El que no grita, que se esté quieto en Villanueva y Gel- el amoníaco y el gas metano, se han registrado temperatu-
trü. Pero, ya que no él, nosotros tenemos derecho y qui- ras del orden de los 109° C. bajo cero.
zá obligación de preguntarnos si un retiro en Villanueva Venus es el planeta que más se acerca a nosotros, y, sin
embargo, es uno de los que peor conocemos. Del lejano
no es una manera de perderse como una extranjería en Júpiter ha sido posible calcular con exactitud su veloz mo-.
las ediciones de París. Perderse para nosotros, y dejar que vimiento de rotación y, en cambio, de aquél, aún n© sabe-
un artista de tanto valor se medio inutilice en alguna ta- mos a ciencia cierta si gira alrededor de su eje en 24 -'horas,
rea tnenos que secundaria, como aquella -— ahora llega el como la Tierra, o si presenta constantemente, según opinan
momento de confesarlo — de la decoración de «La Ben Plan- algunos astrónomos, un mismo" hemisferio al Sol. Descono-
tada», en sus veinticinco años, que sobre dar tipográfica-
mente gato por liebre, se quedó tan lejos de las posibili-
PERCLOlffiRifl cemos si las condiciones que rigen en su superficie son
aptas para el desarrollo de la vida, ya que el examen es-
dades imaginativas del autor. La medida de éstas posibi- pectroscópico nos revela la presencia en su atmósfera de
lidades que, años antes, nos había dado el «Almanac de gases que no parecen serle favorables y grandes cantidades
Coeagne», sólo siguen dándonoslas a última hora, tal cual UIPER ACIDEZ de polvos arrastrados por intensos huracanes.
Quizá las malas condiciones con que Venus se presenta
estampa de fantasía acuática y caracolera, en que los a nuestra observación, precisamente cuanto más cerca está
elementos fluidos y ensoñados, se mezclan con la solidez de la Tierra, dando así lugar a apariencias engañosas, sea
de la composición y la gravedad maciza del dibujo. Más lo que ha hecho pensar que uno de sus hemisferios está
aún, quizá, las estampas negras que las coloreadas, nos eternamente dirigido al Sol (como sucede con la Luna res-
colocan en presencia de una invención, en la cual se adi- pecto de la Tierra). De ser así, en él reinaría un calor asfi-
vina la transmisión de una- herencia directa de los gran- xiante, las aguas' de sus mares estarían en ebullición y de
des xüógrafos, a la vez museables y populares. La sala ellos procederían los densos vapores de su atmósfera, mien-
más recogida de un Museo, puede (y debe) albergar estas tras, por el contrario, en el hemisferio opuesto, la noche
obras de arte, como las de un Alberto Durero. Pero, a la eterna daría lugar a una temperatura glacial, De tener a-
gún día efectividad los viajes interplanetarios con que tan-
vez, y siguiendo el ejemplo de éste, la mujer del artista tos sueñan, no hay duda de que ese planeta, el más asequi-
podría venderlas, por lo menudo, en la ventana de su casa ble de todos, constituiría la máxima atracción.
a los engolosinados transeúntes. La contemplación de esos dos. astros que ahora vemos
El inconveniente para la realización de este último de- alejarse por el cielo de poniente nos recuerda que, a pesar
del espíritu Investigador del hombre, que incansablranenpi
talle, es la soltería de Enrique C. Rieart. Pero, a falta de analiza, con; medios cada vez más perfeccionados, cuanto se
la Iniciativa que ponga él para el remedio, aquí estamos pone a su alcance, existen aún muchos incógnitas por re-
sus amigos, los de Villanueva y Geltrú o los geográfi- solver. Es curioso considerar que estudiamos minuciosamen-
camente más lejos, para suplir en lo posible este amparo te las lejanísimas galaxias que apenas dejan una huella en
de soledad que, en Duero, tenía remedio tan fácil. En el las placas fotográficas obtenidas en los grandes astrógrafos;
artista, que ya no vuelve a París, que apenas si se aleja pero, casi a nuestro lado, en esos hermosos luceros vesper-
de casa, este amparo puede ser, a la vez, un acto de jus- tinos, aun hay misterios trascendentales para nosotros, ya
ticia. Adquiera unfrascoffOYmismo que en ellos se halla Involucrado el problema de la univer-
salidad de la vida, que aún no nos es dable resolver.
Eugenio d'ORS DE venwt era FARMACIAS
de la Real Academia Española
Federico ARMENTER

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