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Comida, microbiota y cerebro.

Eje intestino – cerebro


y estado de ánimo.
La microbiota es el conjunto de millones de microorganismos que conviven en simbiosis, principalmente en
nuestro tracto digestivo, y su importancia recae en las funciones que desempeñan, algunas vitales, y muchas,
aún desconocidas. Una de ellas es el papel que desempeña en la relación entre el intestino y el cerebro
(Figura 30). Esta conexión, bidireccional y cada vez más estudiada, se está postulando como una posible
explicación a algunos de los más frecuentes trastornos neurológicos de nuestro entorno, así como a estados de
estrés acentuados en personas que estén llevando un déficit calórico y/o soportando mucha carga de
entrenamiento.

La fatiga, las alteraciones del estado de ánimo, el bajo rendimiento y el malestar gastrointestinal son comunes
entre muchos deportistas durante el entrenamiento y la competición. Las demandas psicosociales y físicas
durante el ejercicio intenso pueden iniciar una respuesta al estrés activando los ejes simpático-adreno-medular
y hipotalámo-hipófiso-adrenal (HPA) lo que resulta en la liberación de estrés y hormonas catabólicas, citoquinas
inflamatorias y moléculas microbianas.

El intestino es la casa de trillones de microorganismos que tienen un papel fundamental en muchos aspectos de
la biología humana incluyendo el metabolismo, la función endocrina, neuronal e inmune. Se cree que
el microbioma intestinal y su influencia en el comportamiento del huésped, la barrera intestinal y la función
inmune son un aspecto crítico del eje cerebro-intestino (Figura 30).

Las evidencias que estamos mencionando muestran que hay una alta correlación entre el estrés físico y
emocional durante el ejercicio y los cambios en la composición de la microbiota gastrointestinal. A causa de la
considerable complejidad de las respuestas de estrés en los atletas de élite (desde el intestino permeable hasta
el aumento del catabolismo y la depresión), la definición de regímenes de dieta estándar es difícil.

En la actualidad varios enfoques psicoterapéuticos para reducir el estrés y trabajar la relación con la comida.
Algunos de ellos usan el mindfulness como herramienta de trabajo dentro de sus programas y han demostrado
utilidad en el manejo del estrés, recaídas depresivas y reparación de rupturas de alianza terapéutica. También
puede ser interesante percatarse de que algunos datos experimentales preliminares obtenidos de estudios que
utilizan probióticos muestran algunos resultados interesantes que indican que la microbiota actúa como un
órgano endocrino, por ejemplo, secretando serotonina, dopamina u otros neurotransmisores, y pueden
controlar y revertir las alteraciones del eje intestino-cerebro en estas personas.

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Figura 30. Eje intestino-cerebro. Existen varios mecanismos a través de los cuales la disbiosis intestinal puede
afectar la funcionalidad del cerebro; éstos incluyen el aumento de la permeabilidad intestinal, la producción
de citoquinas proinflamatorias y quimiocinas, y la síntesis de compuestos tóxicos, neuropéptidos y sus
respectivos precursores. La modificación de la permeabilidad permite el paso de todas estas moléculas a la
circulación sanguínea y la barrera hematoencefálica. En consecuencia, se genera una posible afectación en
procesos de neurogénesis, neurotransmisión y neuroinflamación.

Lo que es preocupante es que las recomendaciones dietéticas para deportistas, ya sean de elite (especialmente)
o no, se basan principalmente en un bajo consumo de polisacáridos de plantas, lo que está asociado con una
diversidad y funcionalidad de microbiota reducida (por ejemplo, menos síntesis de subproductos como ácidos
grasos de cadena corta y neurotransmisores).

Como estamos viendo, a medida que más atletas de élite padecen condiciones psicológicas y gastrointestinales
que pueden vincularse con el intestino, es posible que sea necesario incorporar la microbiota
terapéuticamente en las dietas como complemento a las intervenciones psicoterapéuticas, ya sea a través
de suplementos o a través de alimentos específicos (chucrut, yogur, queso curado, leche fresca, miso, kimchi,
vegetales fermentados, etc.)

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