Nos encontramos ante una fotografía de la Estatua ecuestre de Marco
Aurelio datada hacia el 176 d.C. Es un retrato imperial, ecuestre de autor desconocido.
2. ANÁLISIS FORMAL:
Escultura exenta y de bulto redondo, hecha en bronce fundido por
partes, según la técnica de la cera perdida, y esambladas con posterioridad. El bronce era dorado aunque, con el tiempo, ha perdido gran parte de dicha pátina conservando el color verdoso característico de este metal. Las figuras del emperador como del caballo son realistas. Del emperador sobresale la barba y el pelo con profundos rizos que crean claroscuro y el modelado de los pliegues de la túnica y el manto. Del caballo destaca el modelado de la anatomía, un caballo fuerte y con brío. De volumen abierto, ya que puedes rodear la imagen y verlo bajo diferentes puntos de vista. Contraste entre la verticalidad del emperador con sensación de estabilidad y serenidad con las formas curvas del caballo con la pata flexionada que marcan un ritmo de avance lento guiado por el gesto del emperador que transmite dominio del caballo.
3. ANALISIS ICONOGRÁFICO:
Corresponde a un modelo de imagen de poder que presentaba al
emperador a caballo en el acto de revista militar, vistiendo el manto del soldado sobre la túnica, la capa roja de general y las botas de patricio; y saludando al pueblo y al ejército. No obstante a pesar de ir de militar no lleva armas.
El emperador lleva barba, según la moda de la época, el brazo levantado y
las largas piernas sobre el lomo del caballo.
El caballo tiene tres patas asentadas y una levantada, la derecha y
flexionada en actitud de avance.
Conmemora la victoria sobre los partos, también imagen de poder y
propaganda de su figura. Estas imágenes de propaganda irían destinadas a plazas públicas.
4. CONTEXTO HISTÓRICO Y ARTÍSTICO
Esta obra es un ejemplo de Romanización en la Península, ya que el marco geográfico del arte romano abarca todos los territorios que constituyeron el Imperio, que fue un estado unitario y centralizado que se controlaba desde Roma, unido a una estricta organización administrativa y de gobierno. El espíritu pragmático de los romanos les llevó siempre a buscar el sentido de lo útil La mayoría de las obras de arte romanas que mejor se han conservado pertenecen a la época del Imperio (siglo I a.C. al siglo V d.C.). Durante este período, todo el poder se concentra en manos del Emperador, que era a la vez jefe militar, político y religioso. Roma alcanza en esta etapa su máxima extensión ya que su imperio abarca toda la cuenca del Mediterráneo El centralismo que impuso el imperio romano, determinó una fuerte uniformización en todas las manifestaciones de este arte, es decir, las obras son prácticamente iguales, independientemente del lugar del Imperio donde se realicen. El arte está al servicio del funcionamiento del Imperio.