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Comentario de texto – Presbyterorum Ordinis 1-2

Ministerio presbiteral
naturaleza, misión y existencia

Asignatura: Teología Sacramental III


Imparte: Dr. D. Gaspar Hernández Peludo
Realizado por: David Álvarez Rodríguez
mayo 2018
Comentario de texto sobre el Ministerio presbiteral: naturaleza, misión y existencia

Contexto e intención de la Presbyterorum Ordinis


El texto fue redactado fruto de las reflexiones del Concilio Vaticano II por iniciativa del ahora
santo, el papa Juan XXIII en una época de relativa calma pastoral y que ante los fundamentos de
la teología escolástica rígida y formal como defensa de la fe, va a llevar a unas conclusiones
positivas y pastorales que regeneraron toda la vida de la Iglesia en todos sus miembros y su
relación profunda con el mundo y el resto de la humanidad que desde el respeto a la Tradición
quiso abrir sus puertas a la evangelización de los pueblos de puertas afuera para hacer presente a
Dios en el mundo. La Presbyterorum Ordinis va a fundamentar el origen de la institución del
ministerio sacerdotal en relación a su colaboración con el orden de los Obispos para exponer su
especificidad y misión dentro de la Iglesia y para la Iglesia y los hombres ensalzando la
colegialidad de los hombres llamados a un ministerio que llevan a término con la fuerza del
Espíritu Santo que los ha transfigurado en el mismo Cristo para actuar en su nombre a los ojos de
los hombres llamándolos al encuentro personal con Dios y su unión al misterio divino del amor y
la misericordia que se ofrece en el sacramento de la Eucaristía libre y gratuitamente.

Comentario del texto: Presbyterorum Ordinis, números 1-2


Número 1: respecto a la naturaleza del ministerio presbiteral
Son “promovidos” por el mismo Cristo maestro, sacerdote y rey a participar de su ministerio y
constituir en su nombre el pueblo de Dios, su Iglesia. Recalca la institución divina y sagrada del
ministerio, una vocación particular a la que Dios llama y capacita con la finalidad de que su
participación en los tria munera sirva para regir, enseñar y consagrar a los fieles que la Iglesia les
encomienda por medio de su obispo de cuyas manos reciben el sacramento. Destaca que la
ordenación y la misión que reciben de manos de su obispo dan mejor y mayor sentido a su vida
que debe ser mimada y atendida responsablemente por todos los miembros de la Iglesia.

Número 2: de la misión y encomienda específica del sacerdote


Comienza por recordar como todos por la unción del Espíritu recibida en el bautismo participamos
del sacerdocio común de los fieles como punto de inicio y apertura a la vida sacramental de todo
cristiano. Esta participación del sacerdocio de Cristo por parte de los fieles trae como resultado la
misión que toda la Iglesia debe llevar a cabo: “glorificar a Jesús y dar testimonio de Él”. Resalta
el valor profético de esta misión de los hombres en medio de la sociedad por su carácter de
necesaria distinción y denuncia en el actuar justo y por el bien común que todo fiel asume como
cristiano, pone en juego la apertura evangelizadora que tanto destacó el Concilio.
Partiendo de la unión del pueblo de Dios bajo el cuerpo de Cristo, donde cada uno lleva a cabo
una misión según los carismas y dones recibidos, relata como Cristo instauró la potestad por
medio de sus discípulos para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados como encomienda
específica de los sacerdotes para el bien de los hombres. Esta misión se prolonga por medio de la
sucesión apostólica simbolizada y realizada por la imposición de manos como signo de la elección
de hombres cualificados y formados para llevarla a cabo siendo cooperadores de los Obispos para
el bien de la Iglesia en respuesta a la vocación que han recibido.
Por estar vinculado su ministerio al Orden episcopal participan de su autoridad, que han recibido
del mismo Cristo, para formar, santificar y regir su Iglesia. Destaca como el sacerdote ha recibido
esta seña de nueva identidad por medio del carácter conferido por el sacramento que lo configura
con Cristo sacerdote para actuar conforme y en nombre de Cristo Cabeza: al celebrar los sagrados
misterios en la liturgia para santificar; al enseñar y guiar el conocimiento de los fieles que se les
encomienda para formar; al organizar las tareas y encomiendas que cada uno debe desarrollar en
la comunidad para regir.

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Comentario de texto sobre el Ministerio presbiteral: naturaleza, misión y existencia

Esta gracia recibida los destaca entre el resto de los hombres para ser ministros de Jesucristo para
proclamar y llevar el Evangelio a todos los pueblos, realizar el sacrificio eucarístico santificada
con la actuación del Espíritu Santo. Por tanto, el sacerdote congrega y convoca al Pueblo de Dios
que habiendo sido santificados con el Espíritu Santo los ofrece como sacrificio agradable a Dios
de la Eucaristía para unirlos al sacrificio único y auténtico de Jesucristo que el sacerdote debe
ofrecer hasta la nueva venida del Señor. El ministerio sacerdotal se orienta y culmina en la
Eucaristía, a ella debe orientar toda acción pastoral, congregando al pueblo que se le ha
encomendado. De este modo, la Iglesia crece y se realiza por medio del alimento espiritual que
anima a todos sus miembros a fundamentar y conformar con el cuerpo de Cristo su misión de
servicio y comunión con los más desfavorecidos y con todo el pueblo de Dios.
El ministerio sacerdotal culmina con el sacrificio universal en nombre de Cristo que se inmola
como víctima propiciatoria por todos los hombres invitándonos a unirnos a su cuerpo como
ofrenda agradable a Dios para nuestra salvación. Por tanto, el ministerio sacerdotal realiza su
misión de llevar a los hombres hacia Cristo para que lo reciban conscientes de su libertad y
gratuidad y lo manifiesten en sus vidas haciéndolos partícipes de su oración, su pastoral, su
sacrificio para mayor gloria de Dios hasta la venida del Señor para instaurar definitivamente su
Reino.

Valoración
El texto quiere destacar la fuerza de la llamada por medio del don de la vocación a participar
configurados con el mismo Cristo y su ministerio sacerdotal a hombres de buena voluntad que
quieran llevar a cabo la misión, contando con la fuerza de la unción del Espíritu Santo, de llevar
a la humanidad hacia Dios, para cumplir con su deseo de salvación universal abierta como don
gratuito y libre para toda la humanidad.
El documento ha colocado el ministerio sacerdotal en colaboración con el orden de los Obispos
de los que son fieles colaboradores en comunión y participación de sus potestades para regir,
enseñar y santificar al pueblo de Dios, su Iglesia. Este nuevo enfoque enriquece la comunión, la
relación y la colegialidad de los distintos grados del Orden ministerial: Obispos, Sacerdotes y
Diáconos.
Recalca la misión sacerdotal de congregar y convocar a la porción del pueblo de Dios que se le
encomienda con la guía del Espíritu Santo para ofrecer el sacrificio agradable a Dios Padre
imitando y llevando a cabo la misión que Cristo encomendó en la Última Cena a sus discípulos
al decir: “haced esto en memoria mía”. Dejando entrever la participación de la dimensión trinitaria
en toda acción ministerial del sacerdote.
Sin embargo, quiero reseñar la dificultad que a mi modo de ver presenta la carencia de que el
texto no haga referencia explícita al don de la vocación y el discernimiento que los candidatos a
recibir el Orden deben realizar en el seno de la Iglesia, que ejerciendo como madre y maestra en
ese camino previo a recibir la encomienda de llevar a los hombres a unirse a Dios Padre por medio
de su Hijo y por medio de la gracia del Espíritu Santo.

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