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David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se dio cuenta de que su adicción lo estaba destruyendo. Estaba perdiendo
su vida.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
La luz del sol entraba por la ventana de la habitación de un pequeño apartamento
en el centro de Filadelfia. Un hombre joven, de unos 20 años, se despertó con un
dolor de cabeza punzante. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, donde se
miró en el espejo. Tenía ojeras y la piel pálida. Se sentía cansado y desanimado.
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
En el camino a casa, David se encontró con un grupo de personas que estaban
repartiendo folletos sobre la adicción a las drogas. David tomó un folleto y
comenzó a leerlo.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
En una esquina, vio a un hombre mayor sentado en un banco. El hombre tenía
una expresión triste en el rostro. David se acercó al hombre y le pidió dinero.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
David decidió inscribirse en un programa de tratamiento. Sabía que sería difícil,
pero estaba decidido a dejar las drogas y recuperar su vida.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
En la noche, David se dirigió a un parque en el centro de la ciudad. Se sentó en un
banco y se inyectó heroína.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
Después de varios meses de tratamiento, David estaba limpio. Había recuperado
su vida y estaba listo para empezar de nuevo.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
David era un ejemplo de que es posible superar la adicción. Con esfuerzo y
determinación, cualquier persona puede recuperar su vida.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se dio cuenta de que su adicción lo estaba destruyendo. Estaba perdiendo
su vida.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
La luz del sol entraba por la ventana de la habitación de un pequeño apartamento
en el centro de Filadelfia. Un hombre joven, de unos 20 años, se despertó con un
dolor de cabeza punzante. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, donde se
miró en el espejo. Tenía ojeras y la piel pálida. Se sentía cansado y desanimado.
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.
La calle de la adicción
David se duchó y se puso la ropa. Luego, salió a la calle en busca de dinero para
comprar más drogas. Caminó por las calles de Filadelfia, pidiendo limosna a los
transeúntes.
El hombre mayor miró a David y dijo: "Lo siento, pero no tengo nada".
David pasó el resto del día pidiendo limosna. No ganó mucho dinero, pero pudo
comprar suficiente heroína para pasar el día.
La heroína hizo que David se sintiera bien durante un tiempo. El dolor de cabeza
desapareció y se sintió relajado y contento. Pero después de un rato, el efecto de
la heroína comenzó a desvanecerse. David comenzó a sentirse ansioso y agitado.
David se levantó del banco y comenzó a caminar por el parque. Vio a un grupo de
jóvenes jugando al baloncesto. David se detuvo a mirarlos.
Los jóvenes estaban jugando con alegría y entusiasmo. David se sintió celoso.
Deseaba poder ser como ellos, pero sabía que nunca podría serlo.
David siguió caminando por el parque. Se sentía solo y aislado. No tenía a nadie
en quien confiar, nadie que lo entendiera.
David se sentó en un banco y comenzó a llorar. Lloró por todo lo que había
perdido. Lloró por su familia, sus amigos, su trabajo y su futuro.
David lloró hasta que no pudo llorar más. Luego, se levantó del banco y se dirigió
a casa.
En el camino a casa, David se encontró con un grupo de personas que estaban
repartiendo folletos sobre la adicción a las drogas. David tomó un folleto y
comenzó a leerlo.
El folleto hablaba sobre los peligros de las drogas y cómo obtener ayuda para la
adicción. David leyó el folleto con atención.
Por primera vez en mucho tiempo, David sintió esperanza. Sabía que necesitaba
ayuda, y el folleto le dio un lugar para empezar.
David decidió llamar al número de teléfono que estaba en el folleto. Hablaron con
un consejero, quien le dio información sobre los programas de tratamiento de
drogas en Filadelfia.
El tratamiento fue difícil, pero David estaba decidido a seguir adelante. Aprendió
sobre los efectos de las drogas y cómo superar su adicción.
David estaba feliz de estar limpio. Sabía que nunca volvería a usar drogas.