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Día de la Miliciana
“Es necesario para dar frutos buenos unirnos a Cristo como el sarmiento está unido a la vid.”
Fíjense qué es Doctora de la Iglesia, como Santo Tomás de Aquino. ¿Y ustedes saben
una cosa?, Santa Catalina era analfabeta, no sabía leer ni escribir, y es Doctora de la
Iglesia. ¿Quién le enseñó esta ciencia que ella tenía?
¿Que pasó ahí?, y pasó que el Hijo de Dios, el Verbo de Dios, desde muy chiquita le
tocó el corazón, y ese corazón se inflamó de amor a Dios, eso pasó, nada más que eso.
Casi nada, pero eso. Ella decía después, “mi corazón es fuego,”porque se quemaba en el
misterio de Dios.
Murió muy joven, ustedes lo saben, a los treinta años murió Santa Catalina. Y miren
lo que se quedó en la Iglesia como modelo. Han pasado los siglos y los siglos, y
llegamos hasta Santa Catalina y nos emocionamos, y nos conmovemos viendo la
fuerza de Dios en esta frágil y femenina mujer.
Creo que es el modelo para los momentos que vivimos. Cómo nos gustaría queridas
milicianos y milicianas, que realmente Santa Catalina fuera para todos y cada uno de
ustedes un modelo. Cada uno enfocando en ella lo que tiene que enfocar. Yo diría que
de las tantas particularidades y exquisitas manifestaciones de esta santa tan
maravillosa, hoy les voy a destacar una, y que me gustaría que fuera modelo para
ustedes, el amor a la Iglesia.
Ella se enamoró de la Iglesia como misterio. ¿Cuál es esta Iglesia como misterio?,
¿saben cual es? Esa que yo expreso en el Credo cuando digo “creo en la Iglesia”, esa es
la Iglesia como misterio.
La Iglesia que es objeto de fe. La Iglesia que es el misterio del Reino de Dios actuando
en medio de nosotros. La Iglesia que es el misterio de la verdad de Dios revelada
entre nosotros. La Iglesia que es el misterio de la presencia de Cristo en nuestras
conciencias. La Iglesia que es el misterio de la gracia de Dios actuando en nuestros
corazones. La Iglesia que es el misterio de la gracia de Dios redimiéndonos de
nuestros pecados. La Iglesia que es el misterio de la fuerza de Dios ungiéndonos en la
lucha, por dar testimonio del misterio de Dios a los hombres hasta el martirio. La
Iglesia que es ese enorme camino de santidad que han recorrido tantos y tantos en el
mundo desde que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. La Iglesia, una
comunión de santos, de santas, de mártires, de doctores, de almas consagradas al
servicio del prójimo. La Iglesia que es un espacio de Misericordia, de amor, de
perdón. La Iglesia que es espacio de comprensión interior. La Iglesia que es luz
interior en la conciencia para que el hombre pueda discernir donde está el bien, y
donde está el mal. La Iglesia que nos puede abrir para poder entender qué tengo que
hacer, y qué no tengo que hacer, no ya para realizarme en una circunstancia
momentánea de mi vida, sino para definir mi destino final de salvación, ahí está el
misterio.
Y esa Iglesia: ¿dónde está? ¿Dónde la construyó Santa Catalina? En su corazón. Ese
misterio de la Iglesia queridos míos, está en nuestro corazón. Y si la Iglesia no está en
nuestro corazón, no sirve, no existe, no me interesa. Este es el modelo de Santa
Catalina.
Entonces, y no les digo más, les dejo esta idea. Imitar a Santa Catalina es construir el
misterio de la Iglesia en el corazón. ¿Cómo se construye el misterio de la Iglesia en el
corazón?, se construye abriendo el corazón poco a poco a la plegaria y a la Palabra de
Dios.
Que la Palabra de Dios llegue a tu corazón, y que vaya como limpiando el corazón de
todas esas palabras y palabras que escuchamos a la mañana, a la tarde, a la noche, en
los televisores, en las radios, palabras que deforman la verdad, palabras que
ennegrecen el corazón, palabras que obnubilan la inteligencia, “word, word, word” ,
como decía Shakespeare. Queremos no palabras, queremos: La Palabra, y la palabra es
el Verbo de Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros.
Tengo que abrirme a la gracia de Dios, a la Palabra de Dios, y desde ahí caminando
en la Palabra de Dios, y en la gracia de Dios, ir construyendo esa respuesta personal a
lo que Dios me pide, a la voluntad de Dios que se transforma en una vocación, y
finalmente en una misión.
Cuando descubro en mi vida una vocación y una misión desde el misterio de Dios,
como lo descubrió Santa Catalina, entonces recién entonces, mi vida empezará a tener
sentido.
Queridos míos, queridos hermanos míos, amemos a Santa Catalina, y que la Santa
nos ayude y nos enseñe, a construir el misterio de la Iglesia en nuestros corazones,
como Ella lo hizo. Y que si Dios lo quiere, alguna vez en nuestra vida, podamos
también decir como la Santa: “mi corazón es fuego”, fuego de amor, fuego de entrega,
fuego de sacrificio, fuego de santidad, fuego de esperanza.