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Moraleja: El amor y el tiempo

Había una vez una isla muy linda y de naturaleza indescriptible,


en la que vivían todos los sentimientos y valores del hombre; El
Buen Humor, la Tristeza, la Sabiduría… como también, todos los
demás, incluso el AMOR.

Un día se anunció a los sentimientos que la isla estaba por


hundirse.

Entonces todos prepararon sus barcos y partieron. Únicamente


el AMOR quedó esperando solo, pacientemente, hasta el último
momento.

Cuando la isla estuvo a punto de hundirse, el AMOR decidió


pedir ayuda.

La riqueza pasó cerca del AMOR en una barca lujosísima y el


AMOR le dijo: “Riqueza… ¿me puedes llevar contigo?” – No
puedo porque tengo mucho oro y plata dentro de mi barca y no
hay lugar para ti, lo siento, AMOR…

Entonces el Amor decidió pedirle al Orgullo que estaba pasando


en una magnifica barca. “Orgullo te ruego… ¿puedes llevarme
contigo?

No puedo llevarte AMOR… respondió el Orgullo: – Aquí todo es


perfecto, podrías arruinar mi barca y ¿Cómo quedaría mi
reputación?

Entonces el AMOR dijo a la Tristeza que se estaba acercando:


“Tristeza te lo pido, déjame ir contigo”. – No AMOR… respondió
la Tristeza. – Estoy tan triste que necesito estar sola.
Luego el Buen Humor pasó frente al AMOR, pero estaba tan
contento que no sintió que lo estaban llamando.

De repente una voz dijo: “Ven AMOR te llevo conmigo”. El


AMOR miró a ver quien le hablaba y vio a un viejo.

El AMOR se sintió tan contento y lleno de gozo que se olvidó de


preguntar el nombre del viejo.

Cuando llegó a tierra firme, el viejo se fue. El AMOR se dio


cuenta de cuanto le debía y le pregunto al Saber: “Saber,
¿puedes decirme quien era este que me ayudo?”.

-”Ha sido el Tiempo”, respondió el Saber, con voz serena.

-¿El Tiempo?… se preguntó el AMOR, ¿Por qué será que el


tiempo me ha ayudado?

Porque solo el Tiempo es capaz de comprender cuan importante


es el AMOR en la vida.
http://sabiasmoralejas.wordpress.com
El valor

“Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa, que no


tengo fueras para hacer nada. Todos me dicen que soy una
calamidad, que no sirvo para nada, que no hago nada bien, que
soy bastante tonto… ¿Cómo puedo mejorar?…¿Qué puedo hacer
para que me valoren más?”

El maestro, sin mirarle le dijo:

- “!Cuánto lo siento, pequeño saltamontes. No puedo ayudarte,


porque debo resolver primero mi propio problema. Si quisieras
ayudarme tú a mí, podría resolver el tema con más rapidez y
luego, tal vez te pudiera ayudar.”.

- “Encantado”– titubeó el muchacho, aunque una vez más sintió


que volvía a ser desvalorizado y vio sus necesidades otra vez
postergadas.

- “Bien”, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el


dedo meñique izquierdo y dándoselo al chico, agregó:

- “Toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el


mercado. Debes vender este anillo y trata de obtener por él la
mayor suma posible, pero nunca aceptes menos de una
moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido
que puedas”

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer


el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con cierto interés,
hasta que decía el precio que pretendía por el anillo. Cuando el
joven mencionaba la moneda de oro, unos se reían, otros daban
media vuelta hasta que un viejito le explicó que una moneda de
oro era muy valiosa para entregarla a cambio del anillo.

Después de ofrecer la joya a más de cien personas y abatido


por su fracaso, montó en el caballo y regresó. Entró en la
habitación y dijo:

- Maestro lo siento… no pude conseguir lo que me pediste. Tal


vez podría conseguir dos o tres monedas de plata, aunque no
creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero
valor del anillo”.

- “!Qué importante lo que dijiste, pequeño saltamontes”-


contestó sonriente el maestro. “Debemos saber primero el
verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero.
¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender el
anillo y pregúntale cuánto daría por él. A pesar de todo lo que
te ofrezca, nunca se lo vendas. Regresa aquí de nuevo con el
anillo”.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo. Lo miró


con lupa, lo pesó y luego le dijo:

- “Dile al maestro, que si lo quiere vender ya, no puedo darle


más que 58 monedas de oro”.

- ¿58 monedas??? Exclamó el joven.


- “Sí”- replicó el joyero- Sé que con el tiempo, podríamos
obtener hasta 70, pero nunca si la venta es urgente.

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo


sucedido.

- “Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo. Tú eres


como este anillo: una joya valiosa y única y como tal, sólo
puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la
vida, pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero
valor?.

Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo meñique


de su mano izquierda.

Moraleja:

A veces, evaluamos a la ligera tanto a las personas como a las


cosas. A veces lo hacemos sin conocimiento de causa, creyendo
conocer todo. A veces esperamos un regalo envuelto de una
manera especial y al no recibirlo de esa forma, lo rechazamos
mirando sólo el envoltorio y no vemos el valor del contenido. A
veces, sólo a veces, respondemos con habilidad

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FabulaZanahoria, Huevo o Café.

Una joven mujer se quejaba constantemente con su padre


sobre lo difícil que era su vida y la cantidad de problemas que
tenía. Su padre, un excelente y conocido Chef, llevó a su hija al
sitio donde trabajaba. Prendió 3 ollas con agua, y las puso a
hervir.

Cuando el agua ya había hervido, tomo una zanahoria, unos


huevos y unos granos de café, cada uno en una olla diferente. A
los veinte minutos, el padre sacó las zanahorias y los huevos a
un recipiente. Le pidió a la hija que tocara la zanahoria. Cuando
lo hizo, la niña se dio cuenta de que estaba blanda. Luego, el
padre le pidió que abriera los huevos. La niña se dio cuenta de
que estaban duros.

Entonces, el padre le dijo: Ahora prueba el café. Con un sonrisa,


disfrutando del rico aroma, tomó un poco.

- ¿Que significa todo esto, papá?

+ Los 3 elementos han estado expuestos ante la misma


adversidad: Agua hirviendo. Pero han reaccionado de forma
diferente. La zanahoria llegó fuerte y dura al agua, pero
después se volvió débil. El huevo había llegado frágil al agua, y
su cascara protegía su interior liquido. Cuando salió, su interior
se había endurecido. Los granos de café, sin embargo, son
únicos. Luego de estar en el agua hirviendo, cambiaron el agua.

Miro fijamente a su hija y le preguntó:

+ ¿Y tu cual eres?, cuando estás ante una adversidad, ¿como


actúas?¿Eres un huevo, una zanahoria o un grano de café?

Publicado por Santiago Mendoza Ramirez

AVIVAR LA LLAMA INTERIOR

Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser


indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda
religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su
categoría.

Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso


averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar
por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la
nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y


cortesía exigen, el hombre preguntó: Majestad, ¿cuál es su
secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta
riqueza?

El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para


comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela
encendida. Si se apaga, te decapitaré”.

Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis


riquezas?”

La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la


llama no se apagara”.
El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de
avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de
fuera”
http://fabulasymoralejas.blogspot.com.ar

MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES Y PECES


“Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y
curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se
acercaron los discípulos a decirle: – Estamos en
despoblado y es muy tarde, despide a la multitud
para que vayan a las aldeas y se compren de comer.
Jesús les replicó: – No hace falta que vayan, denles
ustedes de comer. Ellos le dijeron: – No tenemos más
que cinco panes y dos peces. Les dijo:
-Tráiganmelos. Mandó a la gente que se recostara
en la hierba, y tomando los cinco panes y los dos
peces alzó la mirada al cielo, pronunció la
bendición, partió los panes y se los dio a los
discípulos, que se los repartieron… Comieron unos
cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los
niños”. (Mateo 14, 14-21)
Siempre que escucho o leo este pasaje del Evangelio, una frase
queda resonando en mis oídos: “Denles ustedes de comer”.
 ¿Qué quiso decir Jesús a sus dicípulos cuando la
pronunció?
 ¿Qué nos quiere decir a nosotros, personas del siglo XXI?
Imagino lo que pensarían los apóstoles al escucharlo, viendo
la cantidad enorme de gente que estaba frente a ellos: “¿Acaso
el Maestro perdió el sentido?… ¿Cómo se le ocurre pedirnos
algo así?… ¿No ve la inmensa multitud que lo aclama?… ¿No
sabe que nunca cargamos provisiones, y menos aún, para dar
de comer a tanta gente?… ¿Y si lo poco que tenemos: cinco
panes y dos peces, lo repartimos, qué vamos a comer
nosotros?…”

Y sé bien lo que decimos nosotros hoy: “A la gente no hay que


darle el pescado, sino enseñarle a pescar. Si vinieron era
porque sabían cómo iban a solucionar sus necesidades. La
gente es muy conchuda y muy tranquila, hacen lo que quieren

y luego que uno solucione todos sus problemas y dificultades.


Que se devuelvan para sus casas de la misma manera como
vinieron aqui. No tenemos por qué darles lo nuestro, porque
cómo vamos a atender nosotros nuestras propias necesidades.
Ya el Maestro hizo algo bueno por ellos: curó a sus enfermos, y
les ha enseñado gratis toda la mañana, entonces que regresen
a sus casas, porque no hay nada más para darles”.

Evidentemente, la intención de Jesús al decir a sus discípulos


estas palabras, era hacerlos caer en la cuenta – a ellos y
también a nosotros, por supuesto -, de una realidad que es
clave para nuestra vida: la necesidad que tenemos de
compartir lo que somos y lo que poseemos, sea mucho o poco,
con quien requiere nuestra ayuda y nuestro apoyo.

Cuando compartimos, lo que tenemos se multiplica; ¿ o acaso


no hemos visto cómo cuando estamos en la mesa, y ha venido
alguien a nuestra casa, lo que habíamos preparado, alcanza
perfectamente para todos, y hasta sobra?…

Nuestra vida en el mundo es un compartir constante.


Compartimos la tierra en que vivimos, el aire que respiramos, 
el cielo que nos cobija, el sol que nos ilumina, la noche que nos
permite descansar, las plantas que nos alimentan, el agua que
nos refresca, los animales que nos acompañan, el cariño de las
personas que nos anima. Sólo en el compartir podemos
experimentar lo que realmente somos: hijos de un mismo
Padre, que construyó un hogar hermoso para todos, y que nos
quiere unidos como hermanos que se aman y se ayudan en
todo.

El egoísmo no nos conduce a nada. Cuando somos egoístas,


nos estamos haciendo un gran daño a nosotros mismos,
porque cerramos nuestro corazón y nuestra vida a todo lo
bueno que podríamos recibir de los demás, y a la enorme
alegría espiritual que produce interactuar con ellos,
comunicándoles lo mejor de nosotros mismos: nuestros
bienes materiales y nuestra riqueza interior, que vale más que
cualquier riqueza material, y a la vez, recibir también lo mejor
de cada uno de ellos.

Los bienes materiales son eso que dicen ser, es decir, “bienes”,
en la medida en que nos sirvan para integrarnos en la vida de
los otros, y a los otros en la nuestra. De lo contrario no pasan
de ser meros objetos pasajeros, caducos, que no tienen ningún
valor, ninguna trascendencia en sí mismos, y que dependen
totalmente de aquello para lo que son empleados.

Compartir con los necesitados lo que Dios nos ha dado en


abundancia, es lo que Él espera de nosotros; pero el Señor que
nos ama, ha hecho que recibamos por ello una recompensa
que supera infinitamente nuestro gesto de dar, y es la enorme
alegría que esta acción produce en nuestro corazón; una
alegría profunda que permanece en nosotros por largo tiempo,
y que todos podremos experimentar con sólo hacer lo que nos
corresponde
ERES TITULAR NO SUPLENTE- ERES UN PROTAGONISTA
NO UN ESPECTADOR.
Cuenta la Fabula. De la Zanahoria, Huevo y el Café.

De Una joven mujer se quejaba constantemente ante su padre sobre lo difícil que
era su vida y la cantidad de problemas que tenía. Su padre, un excelente y
conocido Chef, llevó a su hija al sitio donde trabajaba. Prendió 3 ollas con agua, y
las puso a hervir.

Cuando el agua ya había hervido, tomo una zanahoria, unos huevos y unos
granos de café, cada uno en una olla diferente. A los veinte minutos, el padre sacó
las zanahorias y los huevos a un recipiente. Le pidió a la hija que tocara la
zanahoria. Cuando lo hizo, la niña se dio cuenta de que estaba blanda. Luego, el
padre le pidió que abriera los huevos. La niña se dio cuenta de que estaban duros.
Entonces, el padre le dijo: Ahora prueba el café. Con una sonrisa, disfrutando del
rico aroma, tomó un poco.

- ¿Que significa todo esto, papá?


+ Los 3 elementos han estado expuestos ante la misma adversidad: Agua
hirviendo. Pero han reaccionado de forma diferente. La zanahoria llegó fuerte y
dura al agua, pero después se volvió débil. El huevo había llegado frágil al agua, y
su cascara protegía su interior liquido. Cuando salió, su interior se había
endurecido. Los granos de café, sin embargo, son únicos. Luego de estar en el
agua hirviendo, cambiaron el agua.

Miro fijamente a su hija y le preguntó:

+ ¿Y tu cual eres?, cuando estás ante una adversidad, ¿como actúas?¿Eres un


huevo, una zanahoria o un grano de café?

Yo te pregunto a ti amado hermano, tu como te estás comportando ante la


situación difícil o adversa que estás viviendo en este momento? Has dejado que
se endurezca tu corazón, que se endurezca tu interior, has dejado que la situación
te ablande y te haga cada vez más frágil, y que derrames lágrimas, así como la
zanahoria derrama líquido...o haz decidido transformar tu situación adversa a tal
punto que de ella se emana un rico aroma que se pueda disfrutar.
Los cristianos tenemos la facultad, dada por el respaldo permanente de DIOS y
sustentada en nuestra fe, de transformar realidades difíciles, de cambiar nuestro
lamento en gozo.

Hoy el rey vive tiene una realidad que lo llama transformarse como iglesia, y hablo
de usted y de mi, que somos el cuerpo de Cristo, si se transforma la iglesia; se
transforma el templo ósea nuestra edificación, tenemos el reto por obra de creer
que podemos expandirnos, construir congregaciones, alcanzar mejores niveles
espirituales, llegar a las naciones y extender el reino de Dios. Pero todo esto si le
creemos al padre. El padre da los retos más fuertes a los mejores siervos, él da
las mejores batallas a los mejores guerreros y esos somos tu y yo. Por eso no
debes ser un espectador, debes ser un protagonista del evangelio.

Muchas veces clame a DIOS pidiendo muchas cosas, y viví situaciones duras ,
con mi esposa, en mi casa, con mis hermanos, pero el 30 de mayo del 2013, fue
un día muy feliz porque nació mi primer hijo Axel, estaba muy contento, pero el
enemigo quiso robarme el gozo y a mas o menos tres horas del nacimiento la
pediatra me llama a la sala de neonatos y con aspecto de mala noticia me dice, le
veo al niño un problemita en sus piernas, le acostamos y abre las piernas como
una rana, parece que tiene displacía de cadera. Hay que tratarlo si no puede
quedar cojo, quedé en silencio, cerré los ojos y lo primero que hice fue reprender
al enemigo, no sabía nada, solo me acordaba de una perrita que tuve la cual tenia
displacía y perdió la movilidad de sus dos patitas. Pero a pesar de todo, había algo
en mí que me daba paz y me daba fuerza.

Iniciamos el tratamiento médico, y yo le pedía mucho a DIOS que sanara al niño,


fuimos muchas veces al médico, y las noticias no eran muy alentadoras, muchas
veces las noticias eran tristes, a veces veíamos que el niño quería pararse y no
podía se le hacía difícil, el por tener una férula día y noche, no conocía el habito
de estar de pie, era muy triste para ver eso, esperaba bien tarde para orar sin que
lili me viera, porque lloraba mucho, dolía el corazón cuando yo veía a otros niños
mas grandes cojeando, me imaginaba a mi hijo, yo sabía que mis esposa también
lloraba.
Cuando el niño se paro por primera vez, estábamos muy expectantes, yo llamaba
a lili para preguntarle si cuando se paraba lo veía torcidito, muchas veces el niño
se fastidiaba y lloraba para que no le pusiera mas la férula, y era duro ver como
sufría sus calambres. Un día fuimos al grado de un primo, y el niño estaba con su
primito, y él quería ir donde él estaba, y mi papá me dijo bájalo, porque el
caminaba con la férula como un pingüinito, y el niño nos dejo boquiabiertos,
cuando de repente se abrió la férula y la estrelló contra el piso, la partió, y salió
corriendo detrás del primito. Cuando vimos eso tan hermoso, mi papá me dijo él
no tiene nada, no le pongas mas eso, y era que mi mismo hijo me estaba diciendo
ya DIOS me sanó, quítame eso.
Sabes una cosa yo todavía no he recibido un parte médico que me diga, ya no
existe displacía, hace pocos DIOS me dijo, tu esperabas ver un milagro, me
decías señor yo quiero que el niño valla al médico recibamos confirmación medica
de sanidad, sin embargo yo no quería que tu vieras el milagro, yo quería que tu
vivieras el milagro. Hoy ese milagro que DIOS me dio, corre a recibirme cuando
llego del trabajo, ese milagro besa mi mejilla todos los días, ese milagro camina
hacia mí sin cojear. Sabes una cosa, Jesús seco mis lagrimas, y me dio la victoria
que anhelaba. El señor no quiere que tu veas los milagros como un espectador, el
quiere que tú seas protagonista de milagros. Créele.

MIRA TU ERES TITULAR NO SUPLENTE.


YO EN SI, quiero hablarte acerca de nuestro propósito y función aquí en
la tierra.

Cuando tú tienes claro tu propósito tienes identidad, sabes quién eres,


sabes para dónde vas en el señor.

Jesús fue enviado a esta tierra por nuestro Padre Dios, para que todos
pudiéramos entender el amor que Él tiene por nosotros. Para que Dios
pudiera comunicarse con el ser humano tenía que hacerlo de una
manera especial, es por esto que envió desde el cielo a su hijo Jesús.

Dios es espíritu, y todos sabemos que los espíritus no se ven. En este


momento estás rodeado por ángeles de Dios que te están cuidando y no
los ves, pero están. Los espíritus no tienen cuerpo visible, entonces Dios
se preguntó "¿Cómo hago para hablarle al ser humano?"

Por este motivo apareció Jesús: Dios hizo que su hijo naciera en un
pesebre, que viviera con sus padres María y José, y creciera como
cualquier otro niño.

Lo que quiero que entiendas es que la imagen de nuestro Dios invisible,


de nuestro Dios espíritu hace mas de dos mil años atrás era JESUS.
Tuvo una vida normal como cualquier otra persona de este mundo,
hasta que llegó a los 30 años y empezó su ministerio, predicando
durante tres años. Pasado ese tiempo lo cuelgan en una cruz, muere por
nosotros, se lleva todos nuestros pecados y ese cuerpo lo entierran en
un sepulcro, pero al tercer día resucita. Después Jesús se les aparece
dos o tres veces más a los discípulos, y luego nunca más. La imagen
visible que teníamos de Dios, de nuestro Salvador, nuestra única
esperanza ¡desaparece! ¿Dónde está ahora? Dice la Biblia que está
sentado a la diestra de Dios Padre.

¡Y nosotros aquí en la tierra nos quedamos sin Jesús! Nos quedamos sin
una imagen visible de nuestro Dios, perdimos lo único que nos
conectaba con Él de manera directa, es por esto que a la gente le cuesta
mucho creer en algo que no ven. Pero tengo una buena noticia: hay una
imagen visible y real de Dios aquí en la tierra, y esa imagen eres tu y
somos todos sus hijos.

Quiero que te imagines un partido de futbol, en el equipo ganador está


Jesús como goleador, Él tiene todos los premios al mejor jugador del
mundo, muchos más de los que pueda tener Messi, está jugando un
partido importantísimo, pero el DT del equipo decide que tiene que salir
de la cancha, mira hacia el banco suplente, y en ese banco estamos tu y
yo, los suplentes de Jesús, preparados y ansiosos por entrar en la
cancha. Sale Jesús, y entramos nosotros. El partido continua, tu y yo
somos el reemplazo del cuerpo de Jesús aquí en la tierra: la Biblia dice
en Colosenses 1.15 que "Él (Jesús) es la imagen del Dios invisible", y
luego dice en Efesios 1.23 "La iglesia (nosotros), la cual es su cuerpo…".

La iglesia es el cuerpo de Cristo, no es el edificio de cuatro paredes y un


techo al que vas todos los domingos: el cuerpo de Cristo, que es la
iglesia, somos nosotros sus hijos. Jesús hombre ya no está, pero Dios
que es perfecto tenía el plan justo para esa situación: dejó un
representante suplente de él. Estábamos en el banco, viendo como
Jesús jugaba el partido, pero un día entramos en la cancha a
reemplazarlo. Nosotros somos la imagen visible del Dios invisible.
Somos el reemplazo de Jesús.

Cuando Jesús caminaba por la tierra, ministraba con su vida. Si nosotros


entendemos esto y lo aplicamos en nuestra vida diaria, el resultado final
será el crecimiento del reino de Dios, y por ende el avivamiento que
estamos esperando.

Tenemos que ser como Jesús:

Cuando él ponía sus manos sobre los enfermos, se sanaban. Tus manos
son como sus manos, cada persona que ministres recibirá la sanidad
que está esperando.

Cuando Jesús predicaba por las aldeas, la gente lo seguía a todas


partes. Tus pies son los pies de Cristo, donde vayas y pises llevaras
bendición y prosperidad.

Cuando Jesús predicaba y hablaba con sus labios, la gente lo escuchaba


atentamente. Tu lengua y tus labios son como los de Cristo, cada
palabra de fe que salga de tu boca abrirá nuevas puertas de bendición.

Dios quiere que tu cuerpo sea usado como lo fue el cuerpo de Jesús. Sos
el envase del Espíritu Santo, Dios va a llevarte a lugares donde antes no
podías entrar, abrirá nuevas puertas y tu sola presencia va demostrar
que donde estés tu, también está Dios. Donde vayas, la presencia de
Dios se va a manifestar. Es tiempo de entrar en la cancha, de dejar el
banco de suplentes y ser el mejor jugador, dentro tuyo corre la sangre
del campeón, del mejor jugador que existió en la historia, tenés todos
los partidos ganados, eres mas que vencedor y la victoria te pertenece.

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