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hemos logrado acercarnos a la persona de San Pablo con mayor pasión e interés. No
misionero, eran las características que desde la primera clase ya interpelaban. Estas
inquietudes nos alumbraron y acercaron por medio del estudio, a la vida de alguien
realmente apasionado por Cristo y su Iglesia. Es así como hemos dado el primer
cuestiones diacrónicas (a través del tiempo, lo que no me dice el texto) con las
Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo” (DV 11).
vida. Descubrimos que era de la tribu de benjamín, del grupo religioso “fariseo”,
que tras su encuentro con Jesús resucitado en forma de luz quedo sin ver tres días
dejando de comer y beber, que fue bautizado por Ananías, y que luego recobra la
la Sagrada Escritura vemos como Dios se vale de personas con nombre propio para
seguir su plan salvífico, entre ellos podemos mencionar, aparte de Pablo, a Moisés,
Abraham, por supuesto san Agustín y otros muchos más. Sus vidas nos muestran
que “los designios de Dios son misteriosos, pero siempre justos”, en san Pablo lo
dicho es palpable, Dios se vale de la vida de este hombre con todo lo que es y tiene,
se encontraba en ese camino teológico de salvación, es por la gracia de Dios que sale
ambiente bíblico judío: conoce el griego, conoce la retórica griega, las artes liberales,
Luego del “conflicto” que tuvo con Pedro y Santiago en Antioquia, Pablo
como Pablo comenzara su misión “sin el respaldo de la Iglesia Petrina”. Pablo era
un hombre de proyecciones grandes, tenía claro que el mandato de Dios: “Id por
Este impulso misionero de Pablo, ese ardor y pasión por Cristo, no se entiende
sin el misterio pascual. Pablo, entendió la resurrección, es por ello que su entrega,
dedicación y amor era radical. Esa es nuestra esperanza, nuestra fe, la alianza de
gloriarnos de profesarla, pues no existe nada mejor y nada más importante que la
vida plena junto a Cristo nuestro Señor, nuestro Dios que venció la muerte y que
del Nuevo Testamento y, casi con toda seguridad, la primera carta de Pablo. La
misión en este lugar, tiene como resultado una comunidad cristiana en medio de un
La sagrada Escritura es siempre viva y actualizada, pero hoy más que nunca
en nuestro aquí y ahora esta carta nos interpela. Nos encontramos en un momento,
signos de los tiempos nos colocan delante de una amalgama de retos que no
podemos subestimar y dar por supuestos. Y, nadie mejor que san Pablo para
enseñarnos, motivarnos y orientarnos para evangelizar en una tesitura como la
actual.
“Jesús sí, Iglesia no”, este es el eslogan de la crisis eclesial que debemos afrontar, sin
embargo, no podemos hablar de crisis eclesial, sin antes poder hablar y afrontar una
crisis de la fe. Por tanto, la crisis, como bien dice el Papa Benedicto XVI no se refleja
en el eslogan de “Jesús si, Iglesia no”, sino más bien en “Jesús si, Cristo no”. Este es
hombre mortal, urge, por tanto, resaltar y rescatar la gracia y la divinidad de Cristo,
hablar del resucitado como lo hacía san Pablo y no perder la esperanza como el
encontramos.
Los que creemos, los que hemos tenido experiencia de Dios, al igual que san
conocen a Dios, contagiarlos y decirles: “Lo hemos encontrado. Es Jesús, que fue
crucificado por nosotros”. Pero para ello debemos estar convencidos como san Pablo
cristiana es, de principio a fin, una cuestión del amor, un don que debe ser
trasmitido.
Tenemos una hermosa y ardua tarea. Necesitamos unir y configurar una
Iglesia que refleje cada vez más la luz de Cristo. El reto es desafiante, y más aún, en
cristianas. Por tanto, debemos buscar elementos que nos unan, y hacer que las
diferencias nos enriquezcan para poder lograr una unidad diáfana en donde las
testimonio sincero. Por tanto, al igual que la comunidad de Tesalónica, los cristianos
de hoy no podemos perder la esperanza, “pues esa es la voluntad de Dios para con