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En el pueblo cercano, vivía Elara, una joven de ojos centelleantes y cabello como la seda de
la medianoche. Ella poseía un don mágico que se manifestaba en sus sueños, donde veía
visiones del futuro y de un amor que trascendería las épocas.
Por otro lado, en un reino lejano, existía Eldor, un valiente caballero que llevaba consigo el
peso de una profecía: ser el elegido para desentrañar el misterio del Castillo de Lunaria y
liberar el reino de una antigua maldición.
El destino conspiró para unir a Elara y Eldor cuando sus caminos se cruzaron en un
mercado. Un par de colisiones accidentales y miradas cautivadoras hicieron que sus
corazones se sincronizaran en armonía. Sin embargo, el hechizo del castillo solo se
desvelaría si los dos se encontraban bajo la luz de las dos lunas gemelas.
Llegaron al Castillo de Lunaria en una noche especial, cuando las dos lunas gemelas
iluminaban el cielo con su fulgor. Al adentrarse en el castillo, descubrieron un salón cubierto
por un resplandor dorado, donde un espejo antiguo mostraba sus reflejos entrelazados.
El espejo reveló la verdad: Elara y Eldor eran almas destinadas a encontrarse a lo largo de
las eras, una y otra vez. La historia de amor que compartían no era solo la suya, sino la de
muchas vidas pasadas.