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Universidad Nacional de Loja

Nombre:
Ronald David Ocampo Matailo

Asignatura:
Escritura creativa

Ciclo:
Cuarto “A”
El Pueblo de Magia Eterna

Había un pintoresco pueblo encantado, anidado en un rincón olvidado de la campiña inglesa.

Sus calles adoquinadas, cubiertas por un manto de hojas crujientes, estaban rodeadas por

antiguas casas de madera que parecían retener los suspiros del pasado. En ese lugar, la magia

fluía libremente y criaturas místicas deambulaban en la penumbra de la noche.

Este era el hogar de los elfos luminosos y los duendes acuáticos. Los elfos, con sus rostros

etéreos y cuerpos envueltos en vestimentas plateadas, irradiaban una luz suave que iluminaba

los bosques a su alrededor. Los duendes, por otro lado, vivían bajo el agua en un arroyo

cercano, su piel brillante y sus ojos faunescos les permitían ver en las profundidades.

Sin embargo, los elfos y los duendes no llevaban una vida idílica. Una malvada bruja de magia

griega, llamada Morgana, había invadido el pueblo encantado con sus poderes oscuros. Sus

hechizos destructivos y su deseo de dominio habían llevado a una guerra interminable entre las

criaturas mágicas y ella.

Cansados de la constante amenaza que Morgana representaba, los duendes decidieron pedir

ayuda a los elfos para poner fin a su reinado de terror. A pesar de sus diferencias, ambos grupos

sabían que solo juntos tendrían la oportunidad de derrotar a la bruja. Se reunieron en el claro

de un antiguo roble, donde la magia de sus dos mundos se entrelazó.


Los elfos escucharon con atención el llamado de los duendes y aceptaron la solicitud de auxilio.

Juntos, trazaron un plan para enfrentarse a Morgana y poner fin a su reinado. Prepararon

trampas mágicas y conjuros de protección, decididos a restaurar la paz en su querido pueblo

encantado.

La noche del enfrentamiento llegó. Morgana, en su torre sombría y retorcida, lanzó hechizos

oscuros que amenazaban con desgarrar el tejido de la realidad. Los elfos y los duendes se

abrieron paso a través de la niebla espesa, enfrentándose valientemente a los poderes malignos

de la bruja.

Justo cuando parecía que Morgana sería derrotada, una bestia deforme emergió de las sombras.

Era una criatura retorcida y grotesca, una creación de la propia bruja. La bestia embistió contra

los elfos y los duendes, amenazando con destruir todo a su paso.

A pesar de la adversidad, los elfos y los duendes se mantuvieron unidos. Juntos, combinaron

sus habilidades mágicas, creando un escudo de luz que los protegía de los ataques de la bestia.

Con cada hechizo y conjuro, su determinación creció, y su espíritu victoriano se fortaleció.

Finalmente, los elfos y los duendes lograron debilitar a la bestia lo suficiente como para

derrotarla. Morgana, al ver su creación derrotada, se retiró en la oscuridad, dejando atrás el

pueblo encantado para siempre.

Con su enemigo derrotado, los elfos y los duendes celebraron su victoria en el claro del antiguo

roble. La luz de los elfos se mezclaba con el resplandor de los duendes, creando un espectáculo
mágico que llenaba de esperanza el aire. Juntos, habían demostrado que la unión y la valentía

podían superar incluso los obstáculos más desafiantes.

Y así, el pueblo encantado volvió a ser un lugar de paz y maravilla. Los elfos y los duendes

vivieron en armonía, compartiendo historias y canciones que contaban las hazañas de su

valiente lucha contra la bruja de magia griega. Sus corazones victorianos seguirían latiendo

con la certeza de que, cuando la magia se combinaba con el valor, incluso los seres más

pequeños podían alcanzar la grandeza.

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