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LO INCONSCIENTE Y LO POLÍTICO

EN SURAMÉRICA

E. BISSO – R. AGUILERA – J. GALLO


C. POSLEMAN S. – RAGONESE – A. PERDOMO
E. SMALINSKY – R. RODULFO – F. RICO
RICO, Frank Compilador y editor.
Lo inconsciente y lo político en Suramérica.
1ª ed. Bucaramanga: Psyché: Zoon Politikón, 2023.
238 págs. 13.97x21.59
ISBN: 978-628-01-2164-2
Acuarela de portada delantera Daniel RIPESI
Diseño del libro William FOCAZZIO
Corrección de estilo Lycde CARREÑO
psychezoonpolitikon@gmail.com
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BY: se debe otorgar crédito al creador


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ND: no se permiten derivados o adaptaciones
del trabajo
2023 Psyché: Zoon Politikón
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Índice

Frank Rico - Presentación de escritos..........................................7

Parte I: Escritos lacanianos

1. Elena Bisso - Inconsciente, retórica y política: de Lacan a


Laclau.............................................................................................17

2. Rodrigo Aguilera-Revuelta popular destituyente y proceso


constituyente en Chile: Una aproximación desde una teoría
discursiva posfundacional del sujeto político...........................39

3. Jairo Gallo - Análisis psicoanalítico de discurso y la


cultura popular: la importancia de la emergencia del
significante en la investigación...................................................79

Parte II: Escritos esquizoanalíticos

4. Cristina Pósleman - Señuelos de una crítica apócrifa.......105

5. Sergio Ragonese - ¿Reforma y/o revolución? Acerca del


cambio político en esquizoanálisis...........................................119

6. Alfredo Perdomo - La depresión: un problema psi-


co-político. Una perspectiva esquizoanalítica........................149

Parte III: Escritos winnicottianos

7. Eduardo Smalinsky - Del imperativo al uso. Un modo


de articular el psicoanálisis a lo político..................................167

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

8. Ricardo Rodulfo – El legado de Occidente.........................185

9. Frank Rico - El acontecimiento y lo puberal. Los


adolescentes en el estallido social colombiano de
2019 a 2021.................................................................................191

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Presentación de escritos
El colectivo editorial Psyché: Zoon Politikón1, en
su propósito de difundir libremente a pensadores menores
latinoamericanos2, en el 2023 invitó a unos amigos a escribir
sobre algún fenómeno socio-político de su país estudiado
a partir del concepto inconsciente. Como producto de esta
invitación, reunimos nueve textos, enviados desde Argentina,
Chile, Uruguay y Colombia.
El panorama actual en Suramérica deja mucho qué
pensar. Haciendo un paneo regional encontramos en este
momento, por ejemplo, una Uruguay que desde 2020 viene
padeciendo el gobierno de derecha de Lacalle Pou, después
de décadas de gobiernos de izquierda democrática en favor de
la población vulnerabilizada.
En Argentina, después de iniciar el siglo XXI con
décadas de gobiernos kirchneristas y de que hace unos
años ganase las elecciones el vituperado macrismo, en este
momento final del gobierno peronista de Alberto Fernández,
caracterizado por la crisis económica, ha logrado
imponerse electoralmente el discurso ultra-neoliberal de
Javier Milei, en contra de los intereses populares.
En Chile, por su parte, después del estallido social
acontecido entre 2019 y 2020 que movilizó una campaña
nacional de cambio político y, en medio del gobierno de
centro-izquierda de Gabriel Boric, hace unos meses la
política de derecha ha ganado la redacción de la nueva
constitución, acertando un duro revés al proyecto popular de
1.Compuesto en esta ocasión por Lycde Carreño (revisora de estilo), Wi-
lliam Focazzio (diseñador) y Frank Rico (compilador y editor).

2.Los describimos así por su pensamiento en fuga, que los hace ubicarse en
la parte minoritaria de la sociedad, en términos de poder más no cuantitati-
vos, y generalmente por fuera o al margen de las instituciones oficiales de
psicoanálisis y/o académicas.

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

reforma del Estado y dando aire a las fuerzas reaccionarias


del establecimiento chileno, que no cesan en seguir haciendo
de ese país el laboratorio social del modelo económico-
político neoliberal para Latinoamérica.
Finalmente en Colombia, en contraste con el giro a
la derecha de los países mencionados, después del estallido
social nacional entre 2019 y 2021, nos encontramos en el
gobierno de izquierda progresista de Gustavo Petro y Francia
Márquez, cuya elección representa el saldo político de una
deuda histórica, puesto que el Estado por más de medio
siglo excluyó cualquier proyecto socialista de las opciones
democráticas, dando origen al surgimiento de las guerrillas
anarco-comunistas que durante 70 años han defendido con
las armas su ideología. Como era de esperar, las fuerzas
reaccionarias de ultraderecha que representan económica
y políticamente al narco-paramilitarismo, así como los
partidos políticos tradicionales que han estado atornillados al
establecimiento colombiano, no se iban a quedar de manos
cruzadas viendo pasivamente cómo este gobierno del cambio
implementa vía legislativa las diferentes reformas del Estado,
que son tan anheladas por las minorías. Razón por la cual,
en este momento de elección de los gobiernos regionales,
el gabinete ejecutivo experimenta fuertes ataques desde
los medios de comunicación de derecha y de entidades de
investigación judicial del Estado dirigidas por reconocidos
militantes del uribismo, que buscan vender la creencia a
las masas de que todos los proyectos políticos son igual de
corruptos, para así dilatar y hundir las necesarias reformas del
Estado dentro del Congreso.
Pero, en medio de este escenario continental, ¿qué
podemos aportar los profesionales que trabajamos con la
hipótesis del inconsciente al análisis de fenómenos políticos
en los que estamos implicados subjetivamente? Tal como lo
dijeron Deleuze y Guattari en El anti-Edipo… (1972), cuando

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

retomaron el análisis de Wilhelm Reich (1933)3 sobre el


ascenso democrático de Hitler en Alemania, lo inconsciente
es el concepto que permite pensar cómo es posible que
las masas voten por sus opresores y busquen su propia
represión social, es decir, permite ir más allá del interés y la
racionalidad preconsciente-consciente, para trabajar con el
deseo y los afectos a la hora de analizar fenómenos políticos.
Por otra parte, y no menos importante, está el hecho
de que trabajar con el inconsciente en el análisis de lo
político implica necesariamente contar con la subjetividad
del analista. Hace un tiempo ya que las ciencias exactas,
como la física cuántica, nos permiten comprender cómo la
posición del observador incide en la definición de si lo que
ve es una partícula o una onda.4 Con mucha más razón en
el análisis de lo inconsciente de los fenómenos políticos
inciden las implicaciones subjetivas del investigador dentro
de la situación en la que se ubica su objeto de estudio. Razón
por la cual no sólo no es un sesgo de la investigación, sino
que, incluso, es deseable que el investigador haga explícita
su posición ético-política a la hora de analizar objetos de
estudio sociales y humanos, franqueando así la otrora brecha
de aparente neutralidad entre el análisis de lo inconsciente
llevado a cabo por el personaje público del analista y la
posición política sostenida por el personaje privado del
ciudadano.

3.W. Reich (1933) Psicología de las masas del fascismo. Buenos Aires:
Editorial Latina (1972).
4.Fenómeno cuántico de la dualidad onda-corpúsculo que era imposible de
concebir con la mecánica clásica, que planteaba una clara y tajante disyun-
ción excluyente entre la onda y la partícula, así como entre la observación
del investigador y el resultado del experimento. Epistemología clásica que
sirve de base al psicoanálisis tradicional, aún vigente.

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Los escritos compilados en este libro se pueden


clasificar en tres grandes partes. Los trabajos de Elena
Bisso (Arg.), Rodrigo Aguilera (Chi) y Jairo Gallo (Col)
componen el primer grupo de escritos lacanianos, y los de
Cristina Póstleman (Arg.), Sergio Ragonese (Arg.) y Alfredo
Perdomo (Uru) componen el segundo grupo esquizoanalítico.
Finalmente, los textos de Eduardo Smalinsky (Arg.), de
Ricardo Rodulfo (Arg.) y el mío (Col.) componen el tercer
grupo winnicottiano.5
Las diferencias epistémicas entre los dos primeros
grupos de escritos son inocultables. Estas, por ejemplo,
se hacen evidentes en el contraste metodológico entre el
significante lacaniano Vs la praxis esquizoanalítica, así como
en la concepción del deseo como falta en ser, del inconsciente
como estructura significante y de lo real como un registro
psíquico que remite a lo imposible, que caracteriza a
los primeros Vs la idea de la producción deseante, de
inconsciente productivo y de lo real histórico-social que
remite a lo posible, promovida por los segundos.
Por su parte, el tercer grupo de escritos se orienta
hacia un tipo de producción clínico-teórica, epistémicamente,
sui generis. Se encuentra ubicada en la zona intermedia
entre el psicoanálisis -especialmente el winnicottiano- y
otras prácticas y saberes. Espacio potencial donde el arte, la
ciencia y la filosofía se conjugan para la concepción de otro
psicoanálisis, que contribuya a la creación de nuevos mundos
existenciales.

5. A esta parte final la nombramos de esta forma como una manera de refe-
renciar el factor común en la producción bibliográfica de estos tres autores,
a saber, retomar el pensamiento clínico de Donald Winnicott. Pero no va en
la dirección de querer sugerir la existencia o la creación de algo así como
una escuela o institución de lineamiento “winnicottiano”; de lo cual se cui-
dó el propio pediatra y psicoanalista inglés a través de su ética diplomática
pero indómita, de su asistémica teorización y de su posición política inde-
pendiente dentro del gremio psicoanalítico.

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Ahora bien, a pesar de las diferencias epistémicas, a


los analistas aquí reunidos nos convoca a escribir un affectum
societatis que da soporte vital a una inquietud ético-política
que, palabras más, palabras menos, se singulariza en nuestra
posición -como ciudadanos y como profesionales- en rechazo
del régimen global neoliberal y en favor de proyectos socio-
políticos latinoamericanos de emancipación popular y de
justica social.
En la primera meseta, la psicoanalista argentina
Elena Bisso presenta lo “Inconsciente, retórica y política:
de Lacan a Laclau” en la cual hace un recorrido desde la
Psicología de las masas… de Sigmund Freud, pasando por
conceptos de Jaques Lacan como discurso del Amo y las
figuras del inconsciente -metonimia y metáfora-, para llegar a
los conceptos de sinécdoque y catacresis, en Ernesto Laclau.
Insumos conceptuales que ella usa para retomar la campaña
política presidencial de Argentina en 1999, a partir de la cual
realiza un análisis sobre los efectos éticos de la manipulación
del discurso por la publicidad, concluyendo que esta última
triunfó para el perjuicio de una nación. Este escrito puede ser
una hipótesis de trabajo útil para analizar el ascenso electoral
de la ultraderecha neoliberal en Argentina en el 2023.
En la segunda meseta, el psicoanalista chileno
Rodrigo Aguilera presenta “Revuelta popular destituyente
y proceso constituyente en Chile: una aproximación desde
una teoría discursiva posfundacional del sujeto político”,
en la que propone para el análisis de contingencias políticas
situadas, el enfoque epistemológico psicoanalítico lacaniano
compuesto por los conceptos de “falta-en-ser” como planteo
(anti)ontológico, “futuro anterior” como planteo relativo a la
temporalidad y “violencia” como planteo de lo fundante de
la institución política. Con esta base conceptual, compuesta
por las lecturas de Jaques Lacan, Walter Benjamin,
Ernesto Laclau y Slavoj Žižek, Rodrigo analiza la revuelta
popular ocurrida en Chile en octubre de 2019 y el proceso

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

constituyente institucional que se ha iniciado posterior a la


misma. Su tesis central es que dicha fisura histórica planteada
al orden discursivo-simbólico y político-institucional que
aperturó la revuelta, habría dado cabida a un conflicto en
torno al modo en que se rearticula un nuevo orden a partir
de la escritura de una nueva Constitución para Chile. De
esta manera el proceso constituyente, como movimiento
instituyente, es un campo en disputa donde la agudización de
contradicciones sociales y la lucha por la hegemonía política
está en juego, así mismo la violencia en su polisemia.
En la tercera meseta el psicoanalista colombiano
Jairo Gallo presenta “Análisis psicoanalítico de discurso
y la cultura popular: la importancia de la emergencia
del significante en la investigación”; en esta plantea al
significante como la vía metodológica en un análisis de
discurso con fundamento psicoanalítico lacaniano. Su tesis es
que en las fisuras del discurso es donde un significante puede
llegar a ser un acontecimiento. Propone este tipo de análisis
discursivo como herramienta útil dentro de las ciencias
sociales y humanas para el estudio de cómo se configuran los
significantes inconscientes en la subjetividad de la cultura
popular y analiza, además, las campañas publicitarias del
Smartphone en relación con el concepto de objeto pequeño a,
con el fin de determinar cómo los sujetos se ubican alrededor
de ese objeto dentro de un discurso.
En la meseta cuatro, la filósofa argentina Cristina
Pósleman presenta “Señuelos de una crítica apócrifa”, en la
cual hace un recuento histórico-teórico del concepto filosófico
crítica, partiendo desde sus usos comunes, pasando por su
concepción kantiana eurocéntrica, así como por la definición
dialéctica negativa de la crítica en la Historia propia de
Adorno y Horkheimer, para llegar al sentido emancipatorio y
experimental de la crítica en Michael Foucault. Finalizando
con el uso propiamente “sureño” de este concepto, que
permite pensar otras críticas fuera de la ilustración y desde

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

distintos territorios geofilosóficos.


En la quinta meseta, el analista argentino Sergio
Ragonese presenta “¿Reforma y/o revolución? Acerca del
cambio político en esquizoanálisis”, en la cual plantea
una interesante diferenciación entre la praxis generativa,
que coloca en relación con el término reforma, y la praxis
transformacional, que asocia con la revolución. Este es
un texto pertinente para pensar las disyuntivas éticas de
las militancias de izquierda en el acontecer electoral de
Argentina durante el 2023, que concluye con un análisis del
fenómeno Milei.
En la meseta seis, el esquizoanalista uruguayo
Alfredo Perdomo presenta “La depresión: un problema
psico-político. Una perspectiva esquizoanalítica”, en la cual
aborda este problema de salud mental desde una perspectiva
estadística que lo cataloga como una de las principales
problemáticas sociales en la pequeña república oriental
del Uruguay. Perdomo despersonaliza y desfamiliariza el
inconsciente para pensarlo socio-históricamente, afirmando
así que el neoliberalismo modeliza nuestros deseos, dentro
de una concepción epistémica que transversaliza la depresión
económica y la depresión psíquica. Finaliza proponiendo
que frente a las políticas de derecha que reproducen sujetos
entristecidos y reducidos en su potencialidad vital, hay
que afirmar un No alegre y potente a través de proyectos
colectivos de resistencia que le den nuevos sentidos a la
existencia.
En la séptima meseta, el psicoanalista argentino
Eduardo Smalinsky presenta “Del imperativo al uso. Un
modo de articular el psicoanálisis a lo político”, la cual
empieza con un recorrido histórico de la articulación entre
psicoanálisis y política en la segunda mitad del siglo XX en
la Argentina, especialmente alrededor de la última dictadura
cívico-militar. Seguidamente trabaja algunas definiciones

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de neoliberalismo, con el fin de articularlas al pensamiento


psicoanalítico, que en Argentina se hizo hegemónico,
primero, con el discurso kleiniano y, luego, con el lacanismo.
Psicoanálisis oficial que en Latinoamérica se ha caracterizado
por la falta de resistencia al neoliberalismo. Eduardo se
pregunta ¿qué pueden hacer los psicoanalistas para visibilizar
y desnaturalizar lo político? Y responde que se trata de
politizar el malestar, que remite al síntoma y a la fragilidad,
es decir, que se trata de otros modos de sensibilización que
permiten el armado de universos que no son tolerados por
el régimen neoliberal, entendidos como medios para buscar
nuevas formas de vida posibles que resulten deseables. Con
base en su experiencia como trabajador público de la salud
mental, plantea los fenómenos transicionales o intermedios,
que acontecen en los intersticios institucionales, como contra-
dispositivos profanatorios creados para el jugar, que devienen
los más indicados para llevar a cabo el trabajo de politización
del síntoma, tanto por parte del público como de los
profesionales, es decir, en medio de un trabajo transicional
entre lo terapéutico, lo grupal y lo institucional.
En la octava meseta, el psicoanalista argentino
Ricardo Rodulfo presenta “El legado de Occidente”. Este
es un escrito sucinto sobre la característica principal de la
cultura occidental: la autocrítica radical de sí misma. Rasgo
que encarna el adolescente, personaje creado por la cultura
occidental moderna. Y autocrítica ausente en los regímenes
comunistas, que reaccionan fascistamente contra la diversidad
de género. En este sentido, la differance -derridiana- es el
legado de Occidente que Rodulfo destaca, en contraste con
otras culturas.
En la meseta final, presento, a título personal,
“El acontecimiento y lo puberal. Los adolescentes en
el estallido social colombiano de 2019 a 2021”. Para
ello, empiezo retomando el concepto de acontecimiento,
concebido por el filósofo francés Gilles Deleuze, con el fin

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de contrastarlo con la descripción de mi fenómeno socio-


político de estudio, dejando abierta la cuestión sobre si el
pasado estallido social en Colombia terminará teniendo la
capacidad de transformación subjetiva que es propia de un
acontecimiento histórico. Posteriormente, en contraste con el
estado de la cuestión de las investigaciones psicoanalíticas
sobre la adolescencia, defino mi concepción de lo puberal
con base en el concepto materialista histórico de proceso
esquizo de Gilles Deleuze y Félix Guattari, así como en mi
replanteamiento del concepto de lo puberal del psicoanalista
francés Philippe Gutton, en la noción de inmadurez
adolescente del psicoanalista inglés Donald Winnicott y en la
noción de segunda deambulación del psicoanalista argentino
Ricardo Rodulfo. La reconversión subjetiva creativa es el
concepto en el que terminan confluyendo la definición de
Deleuze del acontecimiento histórico y mi definición del
trabajo psíquico de la adolescencia. Finalmente, planteo
algunas conclusiones sobre la función del ambiente -en
términos winnicottianos- en medio del pasado estallido
social colombiano, respecto de la tramitación psíquica
de la experiencia de lo puberal, diferenciando así entre la
reacción patógena del Estado y la contención social de los
adolescentes en el marco de aquel Paro Nacional Indefinido.
Termino con un breve balance-programa para una posible
intervención clínica de los jóvenes que hicieron parte de
aquél hecho histórico colombiano.

Frank RICO
Bucaramanga, noviembre de 2023

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Inconsciente, retórica y política: De Lacan a


Laclau
Elena BISSO1

Introducción
Este artículo presenta una síntesis de un curso que
dicté en la Asociación Argentina de Salud Mental con el
título de “Clínica y política: del discurso del Amo a lalengua
en Ernesto Laclau y Jorge Alemán” en el año 2015. En él he
leído el texto Psicoanálisis, retórica y política de Ernesto
Laclau y Jorge Alemán, en el que el primero planteó en la
apertura de un debate acerca de los significantes vacíos y
la dimensión retórica como estructurante de la objetividad.
(Laclau, 22.07.2003)
Surgen dos cuestiones en este análisis: los
significantes vacíos desde La razón populista, libro que
apareció en 2005, y la dimensión retórica, incluyendo no sólo
las figuras de Lacan, y las de Laclau, sino también otras. Se
analizará la campaña política de Antonio De la Rúa en la en
Argentina en 1999 con el objeto de ilustrar de qué manera
operó el sistema de diferencias significantes y la contingencia
de la producción de sentido en la retórica política.

1 Elena Bisso es Doctora en Psicología por la Universidad de Buenos


Aires. Practica el psicoanálisis. Su investigación doctoral se publicó en
el libro “Lacan, Deleuze y lalangue” (Editorial Prometeo, 2017) y en ella
se analiza la objeción de Deleuze a una tesis de Lacan que se encuentra
en el libro “Lógica del sentido”, de 1969. Ha participado en el dicciona-
rio “The Marx Through Lacan Vocabulary A Compass for Libidinal and
Political Economies”, Routledge, 2022, con una entrada cuyo título es
“Automatism” en el que lee el automatismo en el discurso capitalista y la
identificación a los medios de producción. Investiga y enseña en distintas
instituciones en Latinoamérica. Este artículo es una síntesis de su curso
de posgrado inédito dictado en 2016: “Clínica y política: del discurso
del Amo a lalengua en Ernesto Laclau y Jorge Alemán” en la Asociación
Argentina de Salud Mental. email: elena.bisso@gmail.com

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Antecedentes en Freud y Lacan del significante vacío de


Laclau
Sigamos esta hipótesis: el significante vacío de
Laclau podría coincidir con el Ideal del yo en Freud en
Psicología de las masas... y con el S1 del discurso del amo de
Lacan.
En este texto se analizará metódicamente el postulado
de Laclau sobre el significante vacío en La razón populista.
Así, encontraremos que el significante vacío de Laclau
presenta similitudes con el objeto a en Lacan y veremos que
sería prudente pensar el significante vacío de Laclau con el
par S1 -a en Lacan. De igual forma, se realizará un análisis
de una campaña política argentina con elementos del sistema
de diferencias con el que Laclau piensa la lógica política. En
este punto, lo que nos ocupa es la política en su intersección
con la clínica. Al respecto, Laclau escribió un capítulo de su
libro La razón populista en el que, con el título El avance
freudiano interpreta Psicología de las masas...
Continuando con el texto de Laclau, encontramos en
La razón populista la afirmación: “Psicología de las masas
y análisis del yo (1921), de Freud; esta fue, sin duda, el
progreso más radical que se había realizado hasta entonces en
la psicología de masas.” (Laclau, 2005:75)
Luego de darle esta jerarquía, Laclau continúa
revisando el ensayo de Freud, señalando que se encuentra allí
una tensión entre los conceptos de narcisismo y del vínculo
social, frente a lo cual expresó que:
Freud establece la distinción entre la psicología
social y la individual en la diferencia entre pulsión
social y pulsión narcisista. Como veremos, esto tiene
importantes consecuencias, ya que Freud concluye
que las dos psicologías se han desarrollado en forma
paralela y se aplican a diferentes aspectos del vínculo
social: mientras que los miembros estables del grupo
caerían en lo que a sus vínculos mutuos se refiere, en
el campo de la psicología social, el narcisismo (como

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

terreno de la psicología individual) sólo se aplicaría


enteramente al líder del grupo. Sin embargo, uno
podría preguntarse, incluso en esta etapa temprana de
la argumentación, si la satisfacción de las pulsiones
se aparta, en el narcisismo, de la influencia de otras
personas; si este “apartarse” no retiene, en su mismo
rechazo, los rastros de una referencia al otro, y
permanece, en ese sentido, como parte de un proceso
social. (Laclau, 2005:75-76)
Este señalamiento de Laclau resulta interesante y, al
respecto, es oportuno destacar que el narcisismo constituye
un concepto social porque el amor de sí mismo es el amor a
un otro. Recordemos que Lacan elaboró la constitución del yo
a través de la identificación de la propia imagen en el espejo,
y esta imagen de sí en el espejo es una otredad:
Esta relación erótica en que el individuo humano se
fija en una imagen que lo enajena a sí mismo, tal es
la energía y tal es la forma en donde toma su origen
en esa organización pasional a la que llamará su yo.
(Lacan, 1948:106)
De esta manera, también el narcisismo se funda
en un otro y es, de algún modo, social. Laclau continúa
el comentario de Psicología de las masas... situando el
concepto se sugestión, la hostilidad y las identificaciones
como el modelo de los lazos emocionales que unen a los
integrantes de las masas. Luego, subraya la pregunta por
enamoramiento e identificación e interpreta como “el clímax
de la argumentación de Freud” a la afirmación de este último,
según la cual el objeto se ubica en el lugar del yo o del Ideal
del yo. Para ello, Laclau trae a su elaboración a Mikkel
Borch-Jacobsen de quien dice:
Según él, Freud, lejos de abordar de un modo crítico
lo político, donde se percibiría la alienación de la
esencia del vínculo social, concibe lo social como
moldeado por lo político, como dependiendo para
su constitución de la presencia de un jefe amado.

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

La sociedad estaría concebida como una masa


homogénea cuya coherencia estaría asegurada
exclusivamente por la presencia del líder. (Laclau,
2005:80-81)
Sin embargo, Laclau cuestiona esta lectura de Mikkel
Borch-Jacobsen afirmando que su lectura no tiene en cuenta
“los pasajes en el texto de Freud donde se sugieren diferentes
alternativas sociales como posibilidades reales”. Para Laclau
surge un panorama más complejo de lo social y puede leerse
el texto de Freud desde nuevas perspectivas. En este punto,
Laclau abre dos cuestiones:
1) En Psicología de las masas... coexisten una
organización entre los integrantes de las masas y, por otro
lado, la identificación al líder. Para Laclau las dos son lógicas
sociales que influyen en la constitución de todos los grupos
sociales.
2) Para que el líder sea aceptado, puesto en el lugar
del Ideal del yo de sus seguidores, deberá tener rasgos
compartidos con estos, frente a lo cual Laclau hipotetiza que
existe “un rasgo positivo compartido por el líder y los
liderados”.
¿Sólo puede pensarse la masa como dirigida por un
líder padre amado e idealizado?
Laclau concluye su análisis de Psicología de las
masas... de Freud señalando que en ese texto existen otras
opciones distintas que la persona de un líder, y que las otras
opciones pueden ser una idea, algo abstracto que funcionaría
como un líder secundario. Puede ser un líder o una idea
conductora.

Contingencia y sentido
En la vida social y en la vida política hay
producción de sentido, tema que nos conducirá al concepto
de significante vacío en Laclau como en un sistema de
diferencias. Veamos cómo definió Lacan al sentido en 1955:
La vida es eso: un rodeo, un rodeo obstinado, por

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

sí mismo, transitorio, caduco y desprovisto de


significación. ¿Por qué razón, en ese punto de sus
manifestaciones llamado hombre, algo se produce que
insiste a través de esa vida y que se llama sentido?
Nosotros le decimos humano, pero, ¿es esto tan
seguro? ¿Es tan humano el sentido? Un sentido es
un orden, es decir, un surgimiento. Un sentido es un
orden que surge. En él, una vida insiste en entrar,
pero él expresa quizás algo que está totalmente más
allá de ella, pues cuando vamos a la raíz de esa vida
y detrás del drama del paso a la existencia, sólo
encontramos la vida unida a la muerte. A esto nos
conduce la dialéctica freudiana. (Lacan, 1983: 347)
Cuando un político hace su campaña tiene slogans.
Conocemos muchos. Y, pasados los años, esos slogans cobran
nuevas significaciones y sentido. En la campaña política para
las elecciones presidenciales del expresidente De la Rúa en
un aviso publicitario de 1999 se lanzó el slogan: “Dicen que
soy aburrido”. En una nota del diario La Nación del 30 de
octubre de 1999, se narra una versión de cómo los publicistas
Ramiro Agulla y su equipo, diseñaron, crearon, el slogan de
la campaña presidencial de Fernando De La Rúa.
Al revisar el impacto alcanzado, podemos decir que
la campaña publicitaria fue un éxito. Y también sería posible
iniciar una investigación política y filosófica acerca de la
dimensión ética de ese éxito a la luz de lo que ocurrió más
tarde. Ahora bien, Si hacemos un análisis del discurso de este
slogan lo que hacen los publicistas es, en principio, darle una
nueva significación al significante “aburrido”. Encontramos
en la nota de La Nación:
Así nació “el aburrido”. El senador peronista Antonio
Cafiero había encontrado una ofensa ingeniosa
contra el candidato de la Alianza: “No hay nada más
aburrido que un domingo de lluvia, sin fútbol y con
De la Rúa como presidente”. Agulla dijo entonces:
“Hay que convencer a la gente no de que De la Rúa

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

se puede parecer al excéntrico de Menem, sino de que


la Argentina se tiene que parecer a De la Rúa”. Los
primeros en escucharlo lo rechazaron, hasta que llegó
a oídos de Ratto y empezó la difícil tarea de persuadir
a De la Rúa.
Aquí encontramos una operación con el sentido en la
que una ofensa se convierte en “rasgo de virtud”: lo aburrido
queda asociado a la honestidad, y lo divertido se asocia, pues,
a a la corrupción. Y en el libreto del film publicitario en que
De la Rúa habla aparece una diferencia: Aburrido / Divertido
Este caso particular permite seguir la significación
que impusieron los publicistas desde su estrategia
comunicacional. Estos produjeron un trastocamiento del
sentido, le dieron otra significación a una ofensa y, sobre
todo, recortaron una diferencia, una división de bandos, una
oposición o un entre-dos. Este ejemplo nos sirve para ilustrar
lo que Laclau llamará sistema de diferencias.
Aquí también aparece lo que en Lacan ese presenta
como el poder discrecional del oyente, según el cual se
establece que el sentido se define por cómo significa un
otro el mensaje. El sentido viene de un Otro. Con esto
recuperamos lo que Laclau advirtió que un líder deber tener
“un rasgo en común” con sus seguidores y esta hipótesis es la
que barajó Agulla, el publicista en cuestión, cuando en la nota
de La Nación dice: “Hay que convencer a la gente no de que
De la Rúa se puede parecer al excéntrico de Menem, sino de
que la Argentina se tiene que parecer a De la Rúa.”
Es notable la maniobra argumentativa, o de debate
político, con el ingenio y la habilidad de los publicistas que
se dedican a vender productos. Esta experiencia que hemos
vivido ilustra la labilidad y la contingencia del sentido en
una campaña política. Tal contingencia se encuentra en que
“aburrido” es un significante cualquiera que surge de un
comentario de Antonio Cafiero. No es un significante que
provenga de una jerarquía filosófica o política o un concepto
que provenga de una elaboración de la razón meditada. Es,

22
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

simplemente, un significante coloquial, contingente. Y Agulla


lo utilizó y produjo un slogan.
Así, en el mensaje, la necesidad de justicia y equidad
social quedaron ligadas a un significante que es un rasgo
de estilo de un político: “aburrido”. Podría haber sido otro.
Busquemos ejemplos triviales, hay muchos. De uno u otro
modo, “aburrido” es un significante y los significantes
inciden en la vida social:
El hombre, porque es hombre, se enfrenta con
problemas que son propiamente problemas de
significantes. El significante, en efecto, es introducido
en lo real por su misma existencia de significante,
porque hay palabras que se dicen, porque hay frases
que se articulan y se encadenan, vinculadas a través
de un medio, una cópula, como el ¿por qué?, o el
porqué. Así, la existencia del significante introduce
en el mundo del hombre un sentido nuevo. Por
decirlo en términos en los que no hace mucho me
expresaba, al final de una breve introducción al primer
número de la revista La Psychanalyse —El símbolo
se consagra a cruzar diametralmente el curso de
las cosas, para darle otro sentido. Se trata por lo
tanto de problemas de creación de sentido, con todo
lo que tienen de libre y ambiguo, más la posibilidad
siempre abierta de que se reduzca todo a la nada
arbitrariamente.
La irrupción del chiste siempre tiene un
aspecto totalmente arbitrario, y Juan2 es como
el Humpty-Dumpty de Alicia en el país de las
maravillas. Es capaz de decir en todo momento
—Las cosas son así porque yo lo he decretado
y soy el amo. (Lacan, 1994:293)
El ejemplo de Humpty-Dumpty en Lacan, pone en
relieve que existe una imposición de sentido y esta actitud
de imponer sentidos es producto de un modo de lazo social.
2 Juan es el pequeño Hans, paciente de Freud.
23
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

¿Cómo operan los discursos de Lacan respecto del sentido?


El discurso universitario se maneja reproduciendo un saber
que no cambia. El discurso del Amo y del inconsciente
se manejan desde una posición que dictamina qué deben
significar las cosas e impone versiones e interpretaciones
sin permitir la dialéctica. El discurso de la histeria todo lo
cuestiona. El discurso del analista causa significación y
sentido sin imponer ninguno.
Fernando de La Rúa gobernó como presidente de la
República Argentina entre el 10 de diciembre de 1999 y el
21 de diciembre de 2001. Es posible reconstruir los años que
vinieron después. Pensemos hoy, después de ver nuevamente
el spot publicitario de la campaña para la elección
presidencial de Fernando De la Rúa, ¿qué significaciones se
producen hoy después de lo ocurrido? Una cuestión a pensar
son las imposibilidades de la publicidad contra la prueba del
tiempo. Y lo que más nos importa es advertir la incidencia
del significante en la vida política y cómo queda asociada a la
clínica. Desde el psicoanálisis y el análisis de lo que se dice,
es posible leer los avatares del significante y el sentido en
el liderazgo político. El ejemplo de la campaña presidencial
de Fernando de La Rúa es un ejemplo contundente de la
contingencia en la producción de sentido en política.

Significante vacío en Laclau


Ernesto Laclau en La razón populista formula una
hipótesis: “el populismo es la vía real para comprender algo
relativo a la constitución ontológica de lo político”. (Laclau,
2005:91) En otros términos, el ser de la política tiene un
componente de populismo y, el populismo es, para Laclau,
una lógica política.
Hay tres supuestos ontológicos para la argumentación
de Laclau:
Discurso
Significantes vacíos y hegemonía
Retórica

24
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Para seguir el hilo de esta argumentación es necesario


conocer la lógica del significante de Lacan. Y que es, a través
del discurso del Amo y del Inconsciente, una abstracción
de la lógica del liderazgo político que Freud teorizó en
Psicología de las masas... Iremos desarrollando, uno a uno,
los aspectos que Laclau aborda en La razón populista entre
las páginas 92 y 95 de la edición que estamos utilizando:

Discurso
El discurso es un complejo de elementos en el
que las relaciones son constituyentes. Relación será un
concepto nuclear en la teoría de Laclau. En estas relaciones,
la combinación y la sustitución son fundamentales, y estas
dos operaciones provienen de Saussure y su concepción del
lenguaje en el que sólo cuentan las diferencias: consideremos
el ejemplo de aburrido-divertido en la campaña de De la Rúa
de 1999.
Lacan define al significante como lo que representa
a un sujeto para otro significante. En la clase del 12 de
noviembre de 1958, Lacan aclara:
(…) un significante, es decir, retengan esto que parece
simple: el significante vale, no como se dice en la
teoría de la comunicación, que vale en relación a
algo tercero que ese signo representa; se puede leer
esto de tres maneras minimum, es necesario que tenga
un receptor, el que oye, es suficiente a continuación
del significante, no hay necesidad de hablar de emisor,
basta con un signo, y decir que ese signo significa una
tercera cosa a la que representa. (Lacan, 12.11.1958)
Hay un S1 y un S2 y de los dos surge el Sujeto
barrado. El sujeto aparece en un entre-dos, en una diferencia,
de un sistema de diferencias. Los discursos de Lacan son
una lógica, y un sistema de diferencias. Al respecto, Laclau
aclaró que en su teoría “(...) no existe un más allá del juego
de las diferencias, ningún fundamento que privilegie a priori
algunos elementos del todo por encima de los otros” (Laclau,

25
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

2005:93). Ahora bien, si conocemos la lógica del significante


de Lacan y el discurso del Amo y del inconsciente, el
concepto de discurso de Laclau se hace evidente.

Significantes vacíos y hegemonía


En cuanto a significantes vacíos y hegemonía,
empiezan a aparecer en Laclau algunas distinciones respecto
de la teoría de Lacan. La hipótesis de que el Ideal del yo en
Freud y el S1 en Lacan serían los homólogos al significante
vacío en Laclau, es parcialmente cierta porque lo que nos
falta es el objeto a.
Jorge Alemán en una nota en Página 12, llamada
“Hegemonía y poder neoliberal” comparó al significante
vacío de Laclau con el objeto a de Lacan, expresando al
respecto que: “El momento hegemónico se resuelve de
forma siempre fallida a través de un término límite, ya sea
el denominado significante vacío en Laclau, “objeto a” en
Lacan, clase hegemónica, en Gramsci.” Sin embargo, es
importante tener en cuenta que, en Lacan, el objeto a no es un
significante; es un vacío que opera o interviene en la lógica
significante. El objeto a circula entre significantes y es esto lo
que causa el sentido y la significación.
Ahora, desarrollaremos la explicación de Laclau:
1) Si tenemos un conjunto diferencial, la totalidad
debe estar siempre presente en cada acto de significación
como tal.
2) Para aprehender conceptualmente esa totalidad
debemos aprender sus límites. Así, es necesario distinguirla
de algo diferente de sí misma. Este algo diferente es otra
diferencia que debe ser interna.
3) La única posibilidad de tener un verdadero
exterior es que sea el resultado de una exclusión, de
algo que la totalidad expele de sí misma con el objetivo
de constituirse. Aquí Laclau da el ejemplo de Freud
en Psicología de las masas... cuando plantea que la
identificación entre pares, o de comunidad afectiva, excluye

26
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

a los que no son de la institución y esta exclusión fortalece


a los que excluye. Segregar a los extraños fortalece el
lazo entre los que se conocen entre sí. La identidad (o
identificación en Freud) ese da por semejanza y no por
diferencia.
La vía freudiana para argumentar cuál es la función
de la segregación mencionada se encuentra en el ensayo de
Freud “El malestar en la cultura” de 1930. Según este:
El ser humano no es un ser manso, amable, a lo
sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que
es lícito atribuir a su dotación pulsional una buena
cuota de agresividad. En consecuencia, el prójimo
no es solamente el personal auxiliar y objeto sexual,
sino una tentación para satisfacer en él la agresión,
explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo
sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su
patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo
y asesinarlo. (Freud, 1990:108)
Asimismo, el concepto de narcisismo de las pequeñas
diferencias es tratado por Freud en El malestar en la cultura
y ya había aparecido anteriormente en Psicología de las
masas...: Al respecto, se puntualiza lo siguiente:
No es fácil para los seres humanos, evidentemente,
renunciar a satisfacer esta su inclinación agresiva;
no se sienten bien en esa renuncia. No debe
menospreciarse la ventaja que brinda un círculo
cultural más pequeño: ofrecer un escape a la pulsión
en la hostilización a los extraños. Siempre es
posible ligar en el amor a una multitud mayor de
seres humanos, con tal de que otros queden fuera para
manifestarles agresión. En una ocasión me ocupé del
fenómeno de que justamente comunidades vecinas, y
aún muy próximas en todos los aspectos, se hostilizan
y escarnecen: así, españoles y portugueses, alemanes
del Norte y del Sur, ingleses y escoceses, etc. Le di el
nombre de “narcisismo de las pequeñas diferencias”,

27
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

que no aclara mucho las cosas. Pues bien, ahí se


discierne una satisfacción relativamente cómoda
e inofensiva de la inclinación agresiva, por cuyo
intermedio se facilita la cohesión de los miembros
de la comunidad. (Freud, 1990: 111)
Aquí, Laclau en sus fundamentos ontológicos de
la hegemonía, también recurrió a Freud para argumentar
la totalidad y sus límites a través de la segregación de lo
extraño.
4) La totalidad es fallida porque en este sistema
de diferencias que postula Laclau, la semejanza funda la
cohesión. Allí hay una tensión interna imposible de resolver.
5) Y, en este quinto paso, aparece el concepto de
hegemonía definida por Laclau como “la particularidad
que asume significación universal inconmensurable
consigo misma” (Laclau, 2005:95) Es una diferencia, que
es particular, asume la representación de una totalidad
inconmensurable. También aclara “(...) la identidad
hegemónica pasa a ser algo del orden del significante
vacío (...)” (Laclau, 2005:95)
Ahora bien, vayamos a Lacan. En el sistema de
diferencias tenemos significantes, S1 y S2, por ejemplo. El S1
es una diferencia particular que, en la lógica del significante
de Lacan, asume una significación unívoca, total para Laclau.
Es la potencia de significación del S1. En este argumento 5
se constata nuestra hipótesis de que el significante vacío y
la hegemonía es el S1 en Lacan y el Ideal del yo en Freud.
Cuando hablamos de vacío, debemos recurrir al objeto a,
como lo hace Jorge Alemán.
El S1 es la identificación primera al padre, como
plantea Lacan en el seminario XVII remitiendo a Freud y, esa
primera identificación tiene por efecto un vaciamiento, esa
marca identificatoria agujerea, vacía, y el efecto de ese vacío
producto de la inscripción del S1 es el objeto a.
Cuando hablamos de significante vacío y hegemonía
en Laclau, deberíamos pensarlo en el par S1 – a en Lacan.

28
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

En este par tenemos la diferencia que produce significación


“total” en el discurso del amo y del inconsciente y el vacío
que es el efecto y se produce como objeto a. Y es una lógica,
sistema de diferencias, que produce una significación que
se cree “total” y que opera con un vacío que es el objeto a.
Laclau describiría el discurso del amo y del inconsciente, de
raigambre freudiana.

Análisis del discurso y política


Nos queda el tercer elemento argumental que Laclau
trata en La razón populista. En el punto anterior vimos
discurso y significantes vacíos-hegemonía. Ahora, el tercer
elemento a revisar es la retórica.
Laclau dirá que el desplazamiento retórico ocurre
cuando una palabra literal es sustituida por otra. La
retórica es importante en la argumentación de la hegemonía
en Laclau, quien cita a Cicerón; este último pensó los
desplazamientos retóricos en la sociedad primitiva, cuando
había muy pocas palabras, las cuales, por su escasez debían
ser utilizadas para más de un objeto a representar. Laclau
hablará de que en realidad hay un “(...) bloqueo constitutivo
del lenguaje que requiere nombrar algo que es esencialmente
innombrable como condición de su propio funcionamiento.”
(Laclau, 2005:96)
Por este bloqueo constitutivo Laclau conjetura que el
lenguaje siempre ha sido figurativo ya que, sin dar nombres a
lo innombrable, no habría lenguaje alguno.
En este punto Laclau introduce en su texto el
concepto de catacresis, tropo que consiste en dar a una
palabra sentido traslaticio para designar una cosa que
carece de nombre especial. Por ejemplo: hoja de papel, hoja
de la espada.
Éste es el punto en el cual podemos vincular este
argumento con nuestras observaciones previas sobre
hegemonía y significantes vacíos: si el significante
vacío surge de la necesidad de nombrar un objeto

29
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

que es a la vez imposible y necesario – de ese


punto cero de significación que es, sin embargo,
la precondición de cualquier proceso significante-,
en ese caso, la operación hegemónica será
necesariamente catacrética. Como veremos más
adelante, la construcción política del pueblo es, por
esta razón, esencialmente catacrética (Laclau, 2005:
96)
Hacia 1957, Jacques Lacan publicó su escrito
La instancia de la letra... en el tercer número de La
Psychanalyse. En este escrito enumeró figuras de estilo y
tropos que se encuentran en la retórica del discurso y del
inconsciente:
La perífrasis, el hipérbaton, la elipsis, la suspensión,
la anticipación, la retractación, la negación, la
digresión, la ironía, son las figuras de estilo (figurae
sententiarum de Quintiliano), cómo la catacresis, la
litote, la antonomasia, la hipotiposis son los tropos,
cuyos términos se imponen a la pluma cómo los más
propios para etiquetar a estos mecanismos. ¿Podemos
acaso no ver en ellos sino una simple manera de decir,
cuando son las figuras mismas que se encuentran
en acto en La retórica del discurso efectivamente
pronunciado por el analizado? (Lacan, 1975:501)
Luego le dio privilegio a la metáfora y a la metonimia
como mecanismos del inconsciente. Ahora bien, en este punto
cabe preguntarnos: ¿Qué es la metáfora?
La Metáfora es un tropo que consiste en trasladar
el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de
una comparación tácita. Por ejemplo: las perlas del rocío, la
primavera de la vida, refrenar las pasiones. Alegoría en que
unas palabras se toman en sentido recto y otras en sentido
figurado.
La diferencia entre catacresis, en Laclau y metáfora,
en Lacan es sumamente interesante. La catacresis es
una figura que suple la falta de un nombre y la metáfora

30
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

reemplaza un nombre por otro. Están provocadas, entonces,


por cuestiones distintas. Catacresis, tal como lo expresa
Laclau, es el modo de nombrar lo que no tiene nombre y,
en su teoría, es la totalidad que produjo una exclusión para
fundarse como tal.
Laclau también destacó la sinécdoque, un tropo que
consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la
significación de las palabras para designar un todo con el
nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con
el de su especie o, por el contrario, una cosa con el de la
materia de que está formada, etc. Para Laclau, la sinécdoque
cumple una función ontológica diferente. Y aclara que, en
una relación hegemónica, ocurre con una diferencia particular
que asume la representación de una totalidad que la excede y
se corresponde claramente con la sinécdoque que designa un
todo con el nombre de una de sus partes.
En la teoría de Laclau se privilegian la catacresis
y la sinécdoque. A diferencia de la lógica del significante
de Lacan en la que privilegió la metáfora y la metonimia
como los mecanismos del inconsciente que, en Freud, son
condensación y desplazamiento.

Orden y caos
Beatriz Sarlo, en su libro Borges, un escritor en
las orillas (2003), enumera las preguntas que pueden
desprenderse de esta obra que analiza:
¿Cuál es la forma en la que el orden se establece en
las sociedades sin anular por completo la libertad?
¿Existe alguna posibilidad de combinar la
autodeterminación de los individuos con una
regulación razonable de lo social? ¿De qué modo
cualidades y deseos diferentes pueden equilibrarse
para permitir una administración colectiva de las
cosas en función del interés público? ¿Qué hace
que los hombres obedezcan las leyes, más allá del
principio del castigo y la recompensa? ¿Cómo puede

31
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

pensarse un equilibrio entre ideas diferentes,


costumbres que se repelen y valores que se
excluyen sobre la base de una administración
colectiva en nombre de algún interés común?
Finalmente, ¿cómo responder al deseo, impulsado
por la utopía, de poseer, al mismo tiempo, felicidad y
justicia? (Sarlo, 2003: 172-173)
El cuento que viene a cuento es La lotería en
Babilonia que integra el libro Ficciones. Este cuento también
está narrado en primera persona, como Deutsches Requiem.
El narrador ha sido procónsul y esclavo y dice haber
conocido la omnipotencia y la cárcel. Y ha conocido también
la incertidumbre:
El narrador es una voz anónima, quizás la de un
exilado de Babilonia, alguien que pertenece a
la ciudad, pero está hablando en otra parte, que
experimenta una nostalgia intensa por el mundo
del que se ha separado (o que lo ha expulsado), y
está a punto de viajar hacia otro destino (quizás un
destino más remoto impuesto por la misma lotería
que describe). El exilado, el castigado, el ausente
(como sea) siente nostalgia por un orden que podría
considerarse inhumano y atroz, introducido por la
lotería que legisla sobre todos los ámbitos, privados
y públicos, como “una intensificación del azar, una
periódica infusión del caos en el cosmos. (Sarlo,
2003:149)
Así, la posición del narrador es el producto de una
exclusión gracias a la que tiene la posibilidad de contemplar
la totalidad del sistema de Babilonia. Con esta afirmación
establecemos una correlación con el sistema descrito por
Laclau en su argumentación del significante vacío “la única
posibilidad de tener un verdadero exterior es que sea el
resultado de una exclusión, de algo que la totalidad expele de
sí misma con el objetivo de constituirse”.
Dice el narrador de La lotería en Babilonia: “Soy
32
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de un país vertiginoso donde la lotería es parte principal de


la realidad.” Borges prefigura en su cuento una sociedad
gobernada por una lotería, juego que materializa la
contingencia:
En esta situación filosófico-narrativa, la sociedad
está predeterminada por leyes no identificables
que establecen un orden contrario a todo cambio,
o responden a un azar cuya excentricidad y
extravagancia es tan fuerte como la determinación.
En cualquier caso, los hombres no pueden alterar
su destino y las reglas que gobiernan al mundo son
inaccesibles a sus súbditos. (Sarlo, 2003: 149)
La lotería en Babilonia ha tenido múltiples lecturas
políticas que pueden encontrarse fácilmente en la web. Para
nuestro caso nos importan, por lo menos, estas cuestiones:
1) el narrador es un excluido de esa sociedad, este
lugar de excluido le da la perspectiva de poder narrar la
totalidad de Babilonia como sistema social. Es una exclusión
necesaria homóloga el objeto a en Lacan.
2) La retórica como el arte de darle al lenguaje la
eficacia para representar o figurar el orden social. Sarlo
encuentra a la paradoja y al oxímoron como los modos en
que Borges construye esa sociedad en que azar y orden se
subsumen mutualmente como en una estructura en abismo.
¿Por qué nos importa esa correlación con Laclau? Porque
ilustra de qué manera figuras o tropos literarios pueden
describir funciones sociales. En Lacan teníamos a la metáfora
y la metonimia como los modos de funcionamiento en el
inconsciente y, en Laclau, la sinécdoque y la catacresis.
Borges usará paradoja y oxímoron en la lectura de Sarlo para
crear esta sociedad gobernada por el azar:
Este orden distópico está sostenido por dos
figuras. El oxímoron fusiona elementos en conflicto,
desestabilizando el sentido e instalando una contradicción
semántica o lógica; en Babilonia, el oxímoron produce una
sociedad fundada sobre el azar: el orden está gobernado
33
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

por el principio del desorden. A su vez, el oxímoron


está sostenido por la paradoja: en su estadio final, la
lotería requiere un número infinito de sorteos para decidir
acontecimientos que transcurren en un lapso limitado. El
tiempo del sorteo debe ser entonces infinitamente divisible,
como en la paradoja de Zenón es divisible infinitamente el
tiempo y el espacio de la carrera entre Aquiles y la tortuga.
Las acciones más terribles y las más irrelevantes demandan
una proliferación incalculable de sorteos. Si un hombre debe
ser asesinado, se necesita un sorteo para decidir la víctima y
el victimario; las circunstancias deben ser establecidas por
el azar, las condiciones del castigo también y así, de manera
potencialmente infinita, la cadena de sus consecuencias.
Estas bifurcaciones, interminables, requieren de un tiempo
interminablemente divisible.
Las figuras del oxímoron y la paradoja organizan
el texto y construyen un mundo hipotético fundado
en un escándalo semántico: el azar es abolido por
el azar. Si todo se atribuye al azar, este pasa a ser el
orden social y natural. El azar se vuelve necesario.
Esto implica que todo intento de interrumpir el juego
del azar también deba ser atribuido al azar. La regla
no tiene límites y se repite en abismo. Babilonia ha
adoptado el oxímoron como matriz de la estructura
social: un azar organizado universalmente que niega
toda posibilidad de libertad y autodeterminación.
Donde todo es casual, nada lo es. (Sarlo, 2003: 152-
153)
3) La tercera cuestión interesante es que Borges creó
un sistema social de ficción donde gobierna lo contingente
y, esa es la gran paradoja. ¿Cómo pensar la contingencia en
el sistema social? El discurso del Amo y del inconsciente
representa un mecanismo lógico repetitivo en el que quien
tiene el poder, S1, impone la significación, S2. ¿Cómo pensar
la contingencia en Lacan, en el marco de su enseñanza?

34
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Lalengua, un concepto que creó Lacan en 1971,


cambia el lugar de la clínica psicoanalítica y dice que todos
los sujetos llevamos marcas simbólicas muy primitivas que se
han grabado de modo contingente y, Jorge Alemán, dirá que
el único Común que tenemos los sujetos son nuestras marcas
como seres de lenguaje, marcas que hemos recibido de modo
contingente. Esta postulación de Jorge Alemán nos saca del
problema del totalitarismo y nos lleva a la contingencia.
4) La última correlación que establecemos con
La lotería en Babilonia es la de que Borges inventó una
sociedad con un sistema de reglas paradojal, pero con un
modus operandi al fin. Y es lo que más importa para Laclau:
pensar lo social y político con la posibilidad de abstraer
sus relaciones y su lógica, para lo cual adoptó el sistema de
diferencias saussureano al que comparó con el psicoanálisis
en Lacan. Recordemos que los discursos, para este último,
son lógicas de funcionamiento de relaciones sociales.
Conclusión
Laclau teorizó una ontología política a partir de la
retórica y la revisión de la teoría de Freud y de Lacan es
ineludible, teniendo en cuenta que el concepto de discurso
del Amo y del inconsciente en Lacan es la formalización de
la psicología de las masas de Freud y que tanto la metáfora
como la metonimia son la operatoria del inconsciente.
Además. Laclau seleccionó otras dos figuras: la
sinécdoque y la catacresis, que tiene diferencias con las
anteriores y, en esto, encontramos una lectura crítica e
innovadora del psicoanálisis. El ejemplo elegido para aplicar
el sistema de diferencias que Laclau teoriza, es un ejemplo
de campaña política presidencial en Argentina en 1999 y que
presenta efectos éticos de la manipulación del discurso por la
publicidad. Es posible afirmar que, esta última, triunfó para el
perjuicio de una nación.
También se refirió en este texto a una lectura política
de un cuento de Borges, vigente y lúcido, respecto de una

35
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

dialéctica histórico- política: el caos y el orden que ocurren


indefectiblemente en el campo social.
Las figuras retóricas analizadas en este artículo son
metáfora y metonimia, en Lacan sinécdoque y catacresis,
en Laclau y, oxímoron y paradoja, en Sarlo, lectora de
Borges. La catacresis es la figura que Laclau eligió para
teorizar la hegemonía, y esto implica nombrar un vacío que
postulamos como lo real lacaniano, lo que desbarata el orden,
lo inimaginable del curso que tomará lo social. Detrás de las
figuras retóricas, lo que las convoca y las reemplaza es lo real
mismo, lo innombrable.

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37
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

38
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Revuelta popular destituyente y proceso constituyente en


Chile:
Una aproximación desde una teoría discursiva
posfundacional del sujeto político

Rodrigo AGUILERA HUNT1

Introducción
Pensar contingencias políticas situadas, supone
cartografiar y recortar hitos o eventos y, a su vez, determinar
un prisma epistemológico y un conjunto acotado de
conceptos para trabajar con los mismos en aras de producir
efectos de sentido. Inclusive, podríamos sostener que lo que
constituye un hito o evento –como recorte- solo puede ser
visibilizado y nominado en función de detrminada teoría que
habilite dicho recorte. Teniendo presente tal planteamiento,
nos proponemos desarrollar tres conceptualizaciones teóricas
que giran en torno a la episteme del sujeto psicoanalítico
para, desde ahí, aportar a la filosofía política: léase “falta-en-
ser” como planteo ontológico, “futuro anterior” como planteo
relativo a la temporalidad y “violencia” como elemento
1. Rodrigo Aguilera Hunt es psicólogo clínico de la Universidad Católi-
ca de Chile, Magíster en psicología clínica mención psicoanálisis de la
Universidad Adolfo Ibáñez, Diplomado en filosofía y psicoanálisis de la
Universidad autónoma de Zacatecas y Psicoanalista de la Sociedad Chile-
na de Psicoanálisis ICHPA. Docente de pos grado en psicoanálisis de la
Universidad autónoma de Zacatecas México, Universidad Adolfo Ibáñez
y Universidad Austral de Chile. Miembro de los grupos de investigación:
Cultura y psicoanálisis de ICHPA, Subjetividad y poder y Laboratorio
de políticas del inconsciente de Buenos Aires. Coordinador del diplo-
ma Psicoanálisis y Discurso Social de ICHPA. Trabaja a su vez como
investigador y escritor, editor de revistas científico-académicas, supervi-
sor clínico y psicoanalista con atención de consultantes en la ciudad de
Valdivia (Chile) y en formato online para el extranjero. email: rodrigoagu-
ilerahunt@gmail.com

39
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

fundante de la institucionalidad. Con dichos argumentos


centraremos nuestro análisis situado en torno a dos procesos
politicos anudados: la revuelta popular ocurrida en Chile
a partir de octubre de 2019 y el proceso constituyente
institucional que se ha iniciado posterior a la misma.
Plantearemos un recorrido conceptual a partir de los
autores Jacques Lacan, Walter Benjamin, Ernesto Laclau
y Slavoj Žižek, entre los principales, para sostener que la
revuelta popular opera como un movimiento destituyente
de un orden instituido. La tesis central es que dicha fisura
histórica planteada al orden discursivo-simbólico y politico-
institucional que aperturó la revuelta, habría dado cabida a
un conflicto en torno al modo en que se rearticula un nuevo
orden a partir de la escritura de una nueva Constitución
para Chile (carta magna de la República). El proceso
constituyente, como movimiento instituyente, es un campo en
disputa donde la agudización de contradicciones sociales y la
lucha por la hegemonía política está en juego, así mismo, la
violencia en su polisemia.
El postulado base de este trayecto sitúa a las
nociones de “realidad social y lazo social” como
fundados en el discurso, vale decir, operando como una
suerte de articulación significante -en lucha política-. En
consecuencia, la historia que genera los efectos de sentido
de la realidad, podrá ser pensada bajo la lógica retroactiva
de la temporalidad del psicoanálisis: “El pasado existe a
medida que es incluido, que entra (en) la sincrónica red del
significante -es decir, a medida que es simbolizado en el
tejido de la memoria histórica- y por eso estamos todo el
tiempo ‘reescribiendo historia’, dando retroactivamente a los
elementos su peso simbólico incluyéndolos en nuevos tejidos
-es esta elaboración la que decide retroactivamente lo que
habrán sido” (Žižek, 1989: 88-89). Desde esta modalidad
de pensamiento, nos acometeremos a la tarea de develar la
estructura de las luchas antagónicas de nuestro tiempo en

40
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Chile, para escribir y politizar un porvenir, que nos permita


modificar lo que la revuelta popular de octubre del 2019 y
el proceso constitucional (con sus aberturas y cierres2) habrá
sido.
1- Falta-en-ser y futuro anterior como planteo del Sujeto
Una premisa del psicoanálisis, fundado en la teoría de
Jaques Lacan, relevante para pensar fenómenos políticos, es
que la realidad vivible por el ser humano, o más precisamente
por el parlêtre,3 estaría atravesada por discursos. Aquello que
nombramos como sentido común o inclusive nuestra noción
espontánea de la realidad percibida, estaría complejamente
entretejida en mediaciones discursivas (Lacan, 1953). A
esto apunta la noción psicoanalítica de inconsciente que,
desde Lacan (1966), será concebido como discurso del Otro,
que precisamente opera como la inmixión de toda posición
de sujeto con una alteridad constitutiva. Esta noción de lo
inconsciente refiere, entre otras cosas, a un reservorio y
producción impersonal de significantes. Lacan enuncia: “Que
el Otro sea para el sujeto el lugar de su causa significante
no hace aquí sino motivar la razón por la que ningún sujeto
puede ser causa de sí” (1966: 3). Este planteo no sólo
problematiza la noción de realidad empírica prediscursiva,
sino también el concepto de identidad e individuo psíquico,
2Una síntesis de los principales hitos del proceso constituyente entre los
años 2019 y 2023 se pueden revisar en: https://es.wikipedia.org/wiki/Pro-
ceso_constituyente_en_Chile

3 Neologismo que apunta a la deconstrucción crítica de la noción on-


tológica de “ser hablante”, que plantearía lo hablante como una propiedad
(atributo o predicado) de un cierto ser (a priori). De alguna manera señala
la condición paradojal: “ya que: hay ser, pero no es idéntico a sí mismo,
ni uno, ni sustancial, material o tridimensional, sino sólo como creación
del lenguaje” (Eidelsztein, 2015: 196). Es en este sentido que Eidelsztein
propone traducir parlêtre como: hablanser, de tal manera que se despeja
el problema de un “ser” previo en tanto tal, indicando que es efecto del
lenguaje y, a su vez, el plural del “hablan” que implica la inmixión de
Otredad.

41
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en tanto que, no existiría un sujeto auto-fundado, idéntico


a sí mismo, autónomo, total y cerrado escencialmente a un
significado ontológico.
Con el objeto de precisar la noción de Sujeto de
Lacan, hemos de presentar dos claves epistémicas del
concepto: la “falta-en-ser” como falla ontológica constitutiva
y la temporalidad retroactiva, llamada “futuro anterior”, para
pensar la cuestión de la historia y lo inconsciente.
Respecto del primer asunto, la falla ontológica o falta-
en-ser, diremos que Lacan en el Seminario XVII sitúa a su
enseñanza como una “subversión analítica por efecto de lo
real-imposible en tanto que falla inherente de lo simbólico”
(Lacan, 1969-70: 74). Esta falta en lo simbólico que sostiene
el psicoanálisis, tendrá implicancias en la lectura de lo
político, del sujeto y del lazo social entendido desde la lógica
posfundacional del discurso. Esto significa que el fundamento
de un disurso considera que: a) no es definitivo ni cerrado;
b) no es trascendente al mismo y, c) no pertenece a otra
materialidad que su propia inmanencia escritural, entiéndase,
el entramado de sus eslabones significantes. De modo que, si
el significante por sí mismo carece de significación definitiva
y autoreferida y, a su vez, ninguna cadena discursiva cierra
el circuito de la verdad última o toda, podremos sostener
que la falla simbólica es un elemento estructural que el
discurso analítico formaliza a través de los conceptos de
lógica del No-Todo, objeto a, registro real, Otro barrado,
por mencionar los principales. A partir de allí, Lacan (1969-
70) sitúa las críticas al discurso del amo, en sus variantes
científica y capitalista, tramados por una gramática ficcional
de “saber absoluto”, sin falla (la ilusión de coincidencia plena
entre saber y verdad). En consecuencia, esta aproximación
epistémica constituye una crítica a las ontologías clásicas que
construyen discursos esencialistas y totalizantes en desmedro
de la consideración por la falta estructural que introduce la

42
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

lógica del significante en la fundación del sujeto4.


Siguiendo las consecuencias lógicas de este planteo
lacaniano, Ernesto Laclau, (1993) en Nuevas reflexiones
sobre la revolución de nuestro tiempo sostiene que la
constitución discursiva del sujeto político, permite pensarlo
bajo una clave posfundacional, léase, un sujeto de falta-en-ser
por efecto de la trama significante. En rigor, ningún sistema
social de significación puede cerrarse totalmente; sólo existen
fijaciones parciales del sentido, que se constituyen por
medio de una lucha hegemónica entre particulares. Lo que
caracteriza al universal es su función imaginaria o engañosa
–la de representar a la totalidad (imposible) del sistema–
puesto que su contenido no está determinado a priori, sino
que tiene un carácter contingente y estructuralmente fallido
(Peller, 2011).
La falta-en-ser del sujeto estará ligada, en la
gramática política de Laclau (1993), a su concepto operativo

4 Un antecedente crucial para establecer el posicionamiento político de


autores ligados a Lacan (entre ellos Žižek, Laclau y Alemán), es el trabajo
del frankurtiano Theodor Adorno, quien desarrolla una crítica radical
basada en la negación ontológica de las afirmaciones universalizantes
del capitalismo. Esta crítica, fundada en lo que denominará la “dialéctica
negativa”, parte de la premisa del “rechazo a la eliminación de la negativ-
idad, en tanto particular concreto que muestra el resto, frente al intento de
universalidad total” (Adorno, 2002: 18). En contraposición a los diversos
intentos de universalizar lo singular de manera plena y acabada, Ador-
no destaca que la negatividad es inherente o, lo que es lo mismo, que el
universal hegeliano es irreconciliable. En ese contexto, critica la plena
identidad entre el objeto y el concepto, que es disuelto en una generali-
dad mítica que se asemeja a una naturaleza. En el marco de la crítica a la
universalidad cerrada que caracteriza a la ideología dominante, la prin-
cipal de las negaciones se dirige a lo que Adorno define como el “pens-
amiento de la identidad” (Adorno, 1992: 105), esto es, lo que la corriente
post-estructuralista definirá, décadas más tarde, como las filosofías de la
presencia plena (Derrida, 1989). Se trata de aquellos infructuosos inten-
tos de alcanzar el “todo uno” (Adorno, 1992: 106), lo que implicaría una
sociedad transparente y cerrada.

43
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de dislocación: “(…) toda identidad es dislocada en la medida


en que depende de un exterior que, a la vez que la niega, es
su condición de posibilidad. Pero esto mismo significa que
los efectos de la dislocación habrán de ser contradictorios.
Si por un lado ellos amenazan las identidades, por el otro
están en la base de la constitución de identidades nuevas”
(55). Lo social y las identidades están siempre dislocados ya
por un exterior que es condición de su existencia –en tanto
que un significante no es más que el lugar vacío dejado por
todos los otros de la batería, en un sistema de diferencias-.
Ahora bien, ese exterior no es sólo una diferencia significante
con capacidad de articular equivalencias (metonimias y
metáforas), se trata de algo más radical, léase, una fisura del
sistema significante como tal. Incluso los antagonismos que
luchan por la hegemonía son ya una forma de inscripción
discursiva (simbólica) de algo más primario en términos
lógicos –la dislocación o fisura real como límite de lo
simbólico- asimilable a la categoría lacaniana de “objeto a”.
El sujeto no sería, entonces, un momento de la
estructura sino más bien “resultante de la imposibilidad
de constituir un cierre definitivo de la estructura como tal”
(Laclau, 1993: 57). Por ello, el sujeto sólo puede constituir
su identidad a través de actos de identificación imaginaria
y simbólica que no llegan nunca a constituirse como una
identidad plena; sosteniendo así una ontología fallida,
con base en la teoría lacaniana del sujeto como efecto del
entramado significante.
Cabe precisar que el significante no es, en las
concepciones de Lacan, un término de una lengua tal como
se considera en lingüística general, sino que adviene por una
operatoria de lecto-escritura. “Un sujeto sólo se impone en
éste por la circunstancia de que hay en el mundo significantes
que no quieren decir nada y que han de descifrarse” (Lacan,
1964: 799). El sujeto recibirá su mensaje invertido desde
el Otro/otro, es una sentencia que pone acento en que

44
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

un mensaje como tal nunca es un fenómeno individual.


Este complejo juego de cifrajes da cuenta de la fórmula
canónica de Lacan que puede ser leída como: el sujeto es
lo que representa un significante para otro significante:
pero ese sujeto es lo que el significante representa, y no
podría representar nada sino para otro significante. El orden
significante es un sistema de co-variancia, de ahí que al
sujeto se lo puede concebir como un asunto temático o
emergente intervalar de contingencia discursiva. En otras
palabras, más allá del efecto de anclaje del significante amo
(S1) de una cadena discursiva, el sujeto debe ser concebido
en miramiento a que no hay un significante que lo nombre
de forma definitiva y autónoma, como tampoco existe una
verdad metafísica por fuera de la producción discursiva (“No
hay Otro del Otro” o “No hay metalenguaje”). Entonces, si
un significante como tal no significa nada y la significación
es intervalar, es decir, efecto de la cadena o articulación con
otros significantes (S2), el sujeto es necesariamente una
articulación social carente de fundamento definitivo.
La teoría de discurso, a partir de Lacan, nos
muestra que todo intento de universalidad no es más que
una recursividad mítica que niega la falla ontológica de la
estructura significante. Dicha recursividad de completud y
universalidad sin falla constituye, desde la perspectiva de
Slavoj Žižek, una fantasía ideológica o simulacro imaginario
que se debe atravesar y fisurar para alcanzar la verdad (que
es siempre “media dicha” y, por lo tanto, “No-toda”)5. En
palabras de Lacan “poner en el banquillo al saber, entendido
como totalidad” (1969-70: 31). En ese marco, se habilita

5. Para Žižek (2016), el Sujeto sería condición lógica previa de la subje-


tivación (posiciones subjetivas) y de toda dialéctica y dinámica histórica.
Esto implica el reconocimiento de una negatividad fundante, consti-
tuyéndose como aquello que resta de los procesos lógicos de alienación
y separación constitutivos del sujeto fundado en el campo del Otro y el
significante, y cuya presencia atestigua una fisura originaria, ligada al
concepto de falta-en-ser.

45
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

criticar el deseo inconsciente de alcanzar este Uno-todo


mítico, a partir de la edificación fantasiosa de metáforas
unarias de corte ideológico (como por ejemplo la “aldea
global” capitalista sin fisuras traumáticas ni contradicciones
sintomáticas).
La fisura de la unidad como fidelidad a la verdad,
se basaría en una precisa lectura del “Discurso del
Analista” planteado en el Seminario XVII de Lacan. No
se trata de relativismo posmoderno o constructivismo
subjetivista ingenuo (cada opinión singular es una versión
de la verdad -discurso de la histeria-), sino de una lectura
precisa de la estructuración simbólica de la realidad. De
modo que el discurso del analista es aquel que critica las
fallas constitutivas del “supuesto saber” de la Ciencia y el
amo capitalista, entendido como un “fantasma del saber-
totalidad”. El síntoma revela las fisuras del campo de saber
como emergencia de la verdad. Por ello, la experiencia
psicoanalítica opera “luchando contra la idea, habitual
en política, de que el saber pueda constituir una totalidad
cerrada” (Lacan, 1969-70: 31). En ese marco, “el Discurso
del Analista realiza una “histerización” del Discurso de la
Ciencia” (Ibid: 33). Ello implica aceptar que lo social se
encuentra construido por el orden simbólico (con sus fallas e
imposibles lógicos) y que está atravesado por lo inconsciente
(por la alteridad constitutiva), por lo que no puede alcanzarse
ni la universalidad, ni la complementariedad armónica social
definitiva; de allí que la lectura sintomal es su método. Con
mayor precisión diremos que no puede alcanzarse dicha
universalidad en el registro de la verdad, cuestión que no
impide el despliegue de ficciones ideológicas (fantasmas) y
de luchas por la hegemonía en el campo socio-político.
Analizada la cuestión de la falta-en-ser, como
posición (anti)ontológica, pasemos a revisar el segundo punto
referido a la temporalidad retroactiva de lo inconsciente
desde la perspectiva del Sujeto de Lacan, basado en su

46
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

conceptualización de “futuro anterior”. “En lo que concierne


a la estructura del lenguaje, éste no es lineal, sino circular, y
se presenta bajo la modalidad de un futuro anterior” (Lacan,
1960: 768).
En el orden simbólico del significante, no se trata de
una cadena de sucesos (“objetivos del mundo”) ordenados
cronológicamente, donde un elemento explica al siguiente en
su linealidad causal. Más bien los significantes se disponen
en sincronía, como enjambre, de modo que operan como
elementos posibles de articulación con el fin de elucidar el
funcionamiento particular de una estructura, por caso, del
inconsciente estructurado como un lenguaje. Estos elementos
no se articulan de manera lineal, sino retroactiva, creando una
significación con efectos de sentido y proporcionando una
re-escritura permanente de la historia. Sostiene Lacan: “(…)
demuestra también el núcleo de un tiempo reversivo, muy
necesario de introducir en toda eficacia del discurso; bastante
sensible ya en la retroacción (...) del efecto de sentido en la
frase, el cual exige para cerrar su círculo su última palabra”
(1964: 98).
Trabajar con la historia en psicoanálisis implica
analizar las maneras de resignificar aquello que se dice acerca
del pasado, a los fines de transformarlo. Parafraseando a
Lacan, no se trata de recordar y referenciar sucesos, sino
de restituir y reescribir la historia, en tanto articulación de
la relación Sujeto-Otro. Es decir, no existirían hechos en la
realidad que no estén a su vez anudados y fundados con el
orden del discurso; en otras palabras, toda historia es una
historia simbólica, abierta a su lecto-escritura. Esto permite
sostener que, al modificarse el pasado, necesariamente se
modifica el futuro y viceversa. He aquí la lógica del futuro
anterior. En psicoanálisis, al ejercer un corte en el discurso,
necesario para la aparición del sujeto (representado entre
significantes), éste no puede pronunciarse más que en
un “habrá sido” conjetural, que acarrea como efecto la

47
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

modificación del futuro. “Me identifico en el lenguaje, pero


sólo perdiéndome en él como un objeto. Lo que se realiza en
mi historia no es el pretérito definido de lo que fue, puesto
que ya no es, ni siquiera el perfecto de lo que ha sido en lo
que yo soy, sino el futuro anterior de lo que yo habré sido
para lo que estoy llegando a ser” (Lacan, 1953: 288).
Esta noción de temporalidad permitirá a Slavoj Žižek
(1989) articularse con algunas de las tesis sobre la historia de
Walter Benjamin concordantes con la propuesta de Lacan.
Más allá de la cuestión de la clínica psicoanalítica, se trata
de concebir una filosofía política de la historia con base en
la retroacción de los efectos de sentido. La politización de
la historia pasará por concebirla como un campo de lucha
que siempre desde el futuro consistirá en redimir un cierto
pretérito. La tesis VI de Sobre el concepto de historia (1940)
de Benjamin culmina de la siguiente manera:
“Articular históricamente lo pasado no significa
conocerlo «tal y como verdaderamente ha sido».
Significa adueñarse de un recuerdo tal y como
relumbra en el instante de un peligro. Al materialismo
histórico le incumbe fijar una imagen del pasado tal y
como se le presenta de improviso al sujeto histórico
en el instante del peligro. El peligro amenaza tanto al
patrimonio de la tradición como a los que lo reciben.
En ambos casos es uno y el mismo: prestarse a ser
instrumento de la clase dominante. En toda época
ha de intentarse arrancar la tradición al respectivo
conformismo que está a punto de subyugarla. El don
de encender en lo pasado la chispa de la esperanza
sólo es inherente al historiador que está penetrado de
lo siguiente: ni siquiera los muertos estarán seguros
si el enemigo vence. Y este enemigo no ha cesado de
vencer” (1940: 308).

48
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Parafraseando esta sentencia, Žižek expone


en El sublime objeto de la ideología respecto de los
acontecimientos del pasado: “su significado, su dimensión
histórica se decide después, mediante la inscripción de
aquéllos en la red simbólica” (1989: 182). Si bien hay ciertos
anclajes y límites para el deslizamiento del sentido, diremos
que la verdad histórica es un campo abierto y en disputa. Esto
implica una propuesta materialista6 de la historia en la que
aquello que aparece como evolución a partir de condiciones
necesarias de causas y efectos lineales progresivos, en
rigor responde a la lógica retroactiva como lecto-escritura
simbólica. Es decir, lo contingente e impredecible de los
acontecimientos estructuran lógicas intelegibles a partir
del futuro. En este esquema conceptual podemos situar
la relevancia de la historia con perspectiva retroactiva,
abierta a su re lectura y escritura, para el ejercicio de una
consciencia política del presente. En un gesto teórico que
guarda una serie de relaciones con la noción de temporalidad
freudiana y lacaniana, las ideas de Benjamin posibilitan
un reconocimiento crítico del pasado en el presente –una
subversion de la historia oficial-monumental-institucional-.
En el ámbito de la filosofía política de la historia, esta
aproximación permitirá analizar fenómenos contingentes
en miramiento a una noción sintomática de los fenómenos
colectivos, atravesados por las lógicas de lo incosnciente:
lease, considerando las categorías de falta-en-ser y futuro
anterior. Asimismo, desplegar un análisis que permita
subvertir la lógica tradicional-moderna de la historia como
un continuo de progresos7. De este modo se agrega una
6.Se trataría de un materialismo del aspecto contingente de lo necesario,
de la “contingencia de la necesidad” (Žižek, 2012: 791).

7. Para cuestionar la historia concebida como progreso y superación, es


preciso leer sus fisuras, retornos, repeticiones e insistencies. Tanto Lacan
como Žižek reconocen en la obra de Marx al inventor del síntoma (antes
que hipócrates o Freud). El momento en que Marx habría descubierto la
lógica del síntoma es en el pasaje entre feudalismo y capitalismo. Parece

49
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

estrategia crítica, bajo la temporalidad retroactiva del


acto radical dislocante del sentido lineal y unitario de la
historia. Esta perspectiva psicoanalítica tiene la potencia
de romper tanto con la ilusión continuista, como con el
apego melancólico a un pasado que debiera actualizarse sin
variaciones, tal como propugnan los discursos conservadores
a través de una apología de la tradición en su exaltación del
amo antiguo como autoridad paterna fuerte y estabilizadora
de las identidades. En consecuencia, el estatuto dislocante del
acto supone una ruptura que convoca pensar el polisémico
concepto de violencia.
2- La violencia constitutiva del campo del sujeto y de la
institución política
Hemos de pensar el estatuto conceptual del acto, no
solo desde su temporalidad retroactiva, sino en su inscripción
simbólica y su potencia real. Para ello nos serviremos
del análisis de la violencia como concepto que anuda a
lo psicoanalítico con lo político. Hay actos ostensibles de
violencia fáctica, claramente observables y nominables,
hay otros ejercicios y efectos de la violencia que han de ser
leídos-interpretados, ya que operan bajo la gramática no
evidente del síntoma. El síntoma psicoanalítico planteado
como retorno o insistencia desfigurada de elementos que han
sido negativizados, no obstante, generan efectos positivos
suseptibles de ser entreleídos en las fisuras de lo explícito

que de un modo de producción a otro se alcanza a percibir un cierto


desplazamiento del tipo fetichismo: de las personas (feudalismo) al de las
cosas, las mercancías (capitalismo); sin embargo, algo más ocurre en este
pasaje: “Con el establecimiento de la sociedad burguesa, las relaciones
de dominio y servidumbre se reprimen; formalmente, parece que lo que
nos incumbe son sujetos libres cuyas relaciones interpersonales están
exentas de todo fetichismo; la verdad reprimida –la de la persistencia
del dominio y la servidumbre– surge en un síntoma que subvierte la
apariencia ideológica de igualdad, libertad y demás. Este síntoma, el
punto de surgimiento de la verdad acerca de las relaciones sociales, es
precisamente las relaciones sociales entre las cosas” (Žižek, 1989: 53).

50
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

actual. Por tanto, dichas formas de la violencia exigen


una posición epistémico-crítica para ser nominadas, vía
corte y articulación significante. En esta posición están los
planteos que entrecruzan a la filosofía política de la historia
con el marxismo y el psicoanálisis. En dicho marco de
lectura encontraremos autores tan diversos como Benjamin,
Althusser y Žižek, entre otros.
¿Qué tipo de relaciones conceptuales pueden ser
pensadas entre la historia, la violencia y el sujeto político? En
la tradición benjaminiana, la tradición política conservadora
se ampara en la estrategia que ejerce la violencia mediante la
sacralización de la repetición incesante de ciertos ideales que
se enraízan míticamente en un pasado puramente ficcional,
pero que opera como una poderosa barrera que pretende
detener la operación de la crítica y la transformación del
presente. Así, la violencia mítica sería fundante tanto del
relato oficialista-conservador de la historia, como del estado
de derecho moderno.
Una posición subversiva-emancipatoria pasa entonces
por criticar la naturaleza de la estrategia de memorialización
puesta en juego por los discursos conservadores, encarnados
en buena medida por la derecha política en el marco del
liberalismo y neoliberalismo. El discurso conservador
propugna, por un lado, un apego a cierta tradición nacional
fantasmática, mientras que, por otra parte, pretende renegar
y anular la evidencia histórica y el trabajo mnémico en que
se ve representada su colusión mediante diversas formas
de violencia mítica y autoritarismo fáctico. La propuesta
subversiva implica una crítica de la violencia por la vía del
reconocimiento del papel desacralizador de la memoria, una
recuperación de la memoria que permite confrontar la mito-
política conservadora. “Del mismo modo, el pasado, que
nos vuelve en Benjamin a través de las ruinas, que son como
vestigios involuntarios, va a permitir la rememoración como
actividad interpretativa y reflexiva, esto es, la restitución del

51
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

pasado oculto, que va a sustraernos del presente dado para


abrir otro presente posible” (Naishtat, 2016: 133).
Que el presente responda a la gramática de lo posible-
imposible, deseable-rechazable, pacífico-violento, legal-
ilegal, entre otros binomios claves de las luchas políticas,
revela que el uso de la memoria y el lugar de la historia es
un campo de disputa. Precisamente en dicho campo, cuando
la hegemonía del discurso conservador tiene el poder de
nominación de los hechos, nos encontramos con una forma
de la violencia que es preciso conceptualizar y problematizar.
Žižek, siguiendo las ideas de Benjamin, sostiene que la
violencia objetiva, es precisamente una “violencia inherente
al sistema: no sólo de violencia física directa, sino también
de las más sutiles formas de coerción que imponen relaciones
de dominación y explotación” (2008: 20). Es decir, si bien
los discursos conservadores (por caso, de derecha neoliberal)
actuales sobre la administración de lo político rechazan
radicalmente la violencia señalándola como un agente fuera
del terreno de lo político, estableciendo un discurso que
centra su análisis en la moral del “bien contra el mal”, lo que
nos plantea el filósofo esloveno, en cambio, es la presencia
de una violencia que es estructural y estructurante de las
relaciones contenidas en lo político. Esta violencia objetiva
se sirve de la monumentalización de la memoria oficial
marcada por ficciones nacionalistas, héroes de guerra, hitos
de orgullo identitario, fetichizaciones de la alta política,
etc., es decir, la teología política como mistificación de un
relato único. Por ello, es posible hacer coincidir la violencia
mítica planteada por Benjamin con esta violencia objetiva-
instituida e innominada. Inclusive la ley, entendida desde el
Estado de derecho, siguiendo la tradición hegeliano-marxista,
se funda en actos de violencia originarios que borran las
huellas de su propia existencia mediante estrategias de
monumentalización8. Para Žižek (2016), la violencia ilegítima

8.La democracia formal recuperada en Chile en 1989 abolió la violencia


52
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en la que se apoya la ley debe ser ocultada a cualquier


precio, porque ese ocultamiento es la condición misma del
funcionamiento mítico de la ley9: esta funciona en la medida
en que el sujeto experimenta su autoridad como auténtica,
racional, pacífica y eterna. Žižek brinda la posibilidad de
pensar críticamente la articulación jurídico-política como
una tecnología de la violencia objetiva que se expresa en
una racionalidad técnica. Es decir, contribuye a una crítica
inmanente del concepto de violencia desencajándola de sus
reiterados marcos de análisis en comparación con la violencia
subjetiva y evidente que atrae todas las miradas. En Benjamin
(1940), esto aparece como una violencia mítica racionalizada
sacrificial y expiatoria contraria a la violencia divina-pura y
revolucionaria. Esta última, paradójicamente desacraliza y
desmitifica la violencia del sistema, mediante una dislocación
e interrupción del continuum de la historia. Por ello, en
un acontecimiento revolucionario, “La violencia divina o
pura significa [la] intrusión de la justicia más allá de la ley”
(Žižek, 2008: 211).
Adherido a la concepción benjaminiana, Žižek
sostiene a la violencia revolucionaria como un acto que
rechaza los universalismos dominantes, pero que contine
de Estado ejercida por el cuerpo militar (tortura, matanza, exilio, perse-
cución, etc.), no obstante, no suspende a la institucionalidad dictatorial de
Pinochet, mediante la vigencia de la Constitución de la República de 1980
con Jaime Guzmán como su principal ideoólogo. He allí la monumental-
ización.

9. La fisura entre el saber (como ficción de totalidad) y la verdad, radica


en que la segunda consorta al orden de lo real e implica el reparo en la in-
consistencia radical de lo Simbólico y las fantasías que lo recubren. Aquí
valdría advertir que, recurriendo a Lacan, Žižek plantea que la internal-
ización de la ideología nunca se logra plenamente, pues “siempre hay un
residuo, un resto, una mancha de irracionalidad traumática y sin sentido.
Es característico que lejos de obstaculizar la plena sumisión del sujeto al
mandato ideológico, este resto indivisible devenga la condición misma de
ello” (Žižek, 1989: 73): es precisamente este plus no integrado de trauma-
tismo sin sentido el que confiere a la Ley su autoridad incondicional.

53
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

una característica común que es el enfrentamiento a la


opresión, y como máxima expresión vital del colectivo
social. Por ello, aunque contradictorio, inclusive una fuerza
destructora que puede ser vista (a través del discurso oficial)
como la expresión desmedida e irracional de una violencia
subjetiva, es en si revolucionaria, en cuanto se basa en un
trabajo del amor del sujeto, amor por la verdad, fidelidad
a un movimiento que le desborda. Por eso, como hemos
mencionado, la violencia divina supone la idea de la intrusión
de la justicia más allá de la ley, y que es desarrollada en
virtud de la crítica del progreso “capitalista” en el sentido de
que esta violencia contiene un carácter revolucionario que
interpela a los avatares violentos del progreso en términos de
una violencia sistémica objetiva10.
Por ello, la lucha política, mediante acto radical,
irrumpe contra el estado normal, mistificado y ordenado
de cosas, implicando necesariamente una dislocación
como ruptura del orden simbólico, que revela su carácter
contingente y fallido. Este tiempo fuera del tiempo y lugar
fuera de lugar, deja transitoriamente al desnudo el efecto
performativo y totalizador de las fantasías ideológicas (dicho
en clave zizekiana) y produce una intempestiva de violencia
pura revolucionaria fisurante de la violencia objetiva y mítica
del sistema (dicho en clave bejaminiana).
En consideración a este breve abordaje del tópico
de la violencia como clave de lectura de la historia y la
memoria social, afirmaremos que las categorías previamente
planteadas en torno al sujeto se ajustan con pertinencia a
este tópico. Vale decir, los planteos del sujeto constituido
como falta-en-ser y en relación con una temporalidad propia
de la lógica del futuro anterior, serían condición conceptual
subyacente a los planteamientos críticos en torno a la historia
10. El famoso sintagma erigido por la revuelta popular chilena de octubre
del 2019 “no son 30 pesos, son 30 años” revela el choque en acto de la
violencia mítica-sistémica con la revolucionaria.

54
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

como un campo en disputa. Los procesos de significación


inmersos en la temporalidad discontinua-retroactiva revelan
la posibilidad de interrumpir la violencia mítica, ya que la
borradura de sus fisuras y contradicciones no es del “todo”
posible. La violencia como ficción que borra la falta-en-ser
de todo orden simbólico y social encuentra en los síntomas
sociales y en los actos radicales, como una revuelta social, su
punto de corte.
En síntesis, la noción de lo inconsciente ligado al
significante y su lógica, permite pensar fenómenos políticos e
históricos (violencias mediante) bajo el tamiz de la ontología
fallida, la constitución discursiva del sujeto y la temporalidad
retroactiva de los sentidos.
3- La revuelta popular chilena como irrupción destituyente
y el proceso constituyente como campo en disputa
Con miramiento a los postulados conceptuales
presentados, analizaremos ciertos aspectos del devenir y
porvenir de la revuelta de octubre del 2019 en Chile y sus
derivados escenarios político-institucionales, en particular el
accidentado proceso constituyente que aperturó.
Desde la revuelta popular iniciada en octubre del
año 2019 a la fecha (2023), Chile ha vivido múltiples
procesos sociales, electorales e institucionales atravesados
por el despliegue de una agudización de contradicciones y
antagonismos políticos. El sujeto político planteado como
asunto discursivo: sea la revuelta popular o el proceso
constituyente (temas anudados pero diferenciables),
responden a las lógicas de la articulación significante que
plantea la cuestión de la falta-en-ser y de la retroactividad
en el campo ubicado de los asuntos histórico-políticos.
De este modo, los antagonismos sociales, las hegemonías
políticas y las luchas culturales situadas que están presentes
en el análisis, tanto de la revuelta como del proceso
constituyente, podrán ser pensados desde la teoría de discurso
55
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

posfundacional y los planteos del sujeto como efecto de


estructura.
De modo más preciso, pensaremos estos
antagonismos y luchas, con dos autores que contemplan la
retroactividad, la falta-en-ser y la constitución estructural del
sujeto. Desde Ernesto Laclau con la dinámica populista y la
lucha por la hegemonía, y desde Slavoj Žižek con el concepto
de fantasía ideológica y su potencial fractura vía Acto radical,
presentaremos algunos elementos conceptuales básicos
respectivos, para luego leerlos en su aplicabilidad al caso
chileno y su contingencia política situada.
Precisamente la filosofía política basada en la
lectura de Marx, Freud y Lacan, presente en los autores
mencionados, confluye en destacar el elemento central
del antagonismo en la estructura social. Por caso, toda la
construcción teórica de Laclau se erige en torno a la idea de
estructura fallada, sin centro ni fundamento (falta-en-ser).
4.1- Teoría de discurso y lucha hegemónica
La incompletud de lo social es constitutiva, de
modo que la estructura carece de una ley inmanente y de
un fundamento trascendental, por lo que no puede pensarse
como un espacio pleno y cerrado. Esta imposibilidad de
cierre da cuenta, además, de su contingencia y de la no
fijación de los significantes a ningún significado estable:
“Dado que la sociedad ya no es concebida como unificada por
una lógica endógena subyacente, y dado también el carácter
contingente de los actos de institución política, no hay ningún
locus desde el cual [pueda] pronunciarse un fiat soberano”
(Laclau, 1996: 98).
Esta estructura (fallida) da lugar a que en la sociedad
exista una lucha permanente por establecer hegemonía
política; cuestión que cuando se genera desde las bases
populares posibilitará un “momento populista”. El modo

56
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de articulación de demandas populares heterogéneas es la


clave de este proceso. Cada una de estas demandas en su
particularidad es diferente de todas las otras; sin embargo,
todas ellas son equivalentes entre sí en su oposición común
al régimen signado como opresivo-dominante. “Esto, como
hemos visto, conduce a que cada una de las demandas
intervenga y se convierta en un significante de la cadena –
un significante vacío–. Pero todo el modelo depende de la
presencia de una frontera dicotómica: sin ella, la relación
equivalencial se derrumbaría y la identidad de cada demanda
se extinguiría en su particularidad diferencial” (Laclau, 2005:
37). De modo que la gramática populista, en tanto teoría de
discurso, estaría planteada por la producción de significantes
vacíos que se articulan mediante un punto de capitón (puede
ser el nombre del líder, un ideal, una escena, un slogan,
una figura, o en forma más articulada un proyecto político).
Esta lógica populista es la que produce un sujeto discursivo
evanescente: el pueblo, cuyo estatus particular le permite, por
un lado, ser la plebs como dato socioeconómico (los de abajo,
lo plebeyo, la calle) y, por otro, reivindicarse en el discurso
como populus, es decir, la totalidad (siempre transitoria,
fallida y en disputa). En otras palabras, la condición de
populus como sujeto político, al estar supeditada al discurso,
es ficcional y transitoriamente completa puesto que, a la
base de su propia emergencia, está la falta-en-ser y la lucha
retroactiva y contingente por su sentido histórico.
Una pregunta de relevancia política respecto de la
lucha hegemónica es ¿Qué ocurre si la frontera dicotómica,
sin desaparecer, se desdibuja como resultado de que el
régimen opresivo se vuelve él mismo hegemónico, es decir,
intenta interrumpir la cadena equivalencial del campo
popular mediante una cadena equivalencial alternativa, en la
cual algunas de las demandas populares son articuladas con
eslabones totalmente diferentes? Para pensar este problema,
Laclau señala en Misticismo, retórica y política, “el

57
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

flotamiento de un término y su vaciamiento son las dos caras


de la misma operación discursiva” (1996:48). Por un lado,
para flotar en el campo discursivo, un significante debe estar
necesariamente desvinculado de un significado unívoco; al
mismo tiempo, este sólo puede aparecer “fenoménicamente”
bajo la forma de un significante flotante. Queda, de este
modo, delineada la distinción analítica entre los significantes
vacíos y los flotantes: mientras los segundos dan cuenta de
las luchas políticas y semánticas por hegemonizar un espacio
político-discursivo, los primeros aluden a los momentos de
estabilización, siempre precaria, de los sentidos políticos.
Por su naturaleza eminentemente polisémica, estos términos
ambiguos e inherentemente móviles extraen su sentido
de la cadena discursiva en la que se inscriben (lógica del
significante de Lacan).
En el caso situado que nos convoca analizar, léase, la
política en Chile, diremos, por ejemplo, que un significante
recurrentemente convocado como “Chile necesita seguridad”,
se ha inscrito en la lucha hegemónica en encadenamientos
de sentido muy disímiles. Por caso, podría otorgar efectos de
significación popular que convoquen inversiones estatales
en seguridad social, resguardo de derechos humanos, salud
y educación pública, áreas verdes, políticas de integración
barrial, etc. O bien, podría inscribirse en lógicas autoritario-
conservadoras y articularse con elementos que precipitan en
mayor dotación policial, aumento de penalización judicial,
segregación socio-económica, políticas de vigilancia,
restricciones sociales, etc.
Si una hegemonía populista logra establecer un
discurso que disloca el orden previo, aún seguirá en lucha
y, por tanto, en riesgo de ser desarticulado por el orden que
se pretendía vencido. Por caso, una revuelta popular o un
movimiento social que logra masividad e influencial social en
determinado momento, no asegura en lo absoluto que aquello
se capitalizará en el tiempo venidero en cambios estables del

58
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

ámbito fáctico-legal o siquiera en el campo de las ideas. Este


fenómeno será clave para analizar el porvenir de la revuelta
chilena.
La compleja institucionalización (reordenamiento) de
la ruptura/dislocación es, sin duda, un punto sensible de la
teoría de la hegemonía. De lo destituyente a lo instituyente
hay un espacio que no está garantizado, por tanto, la ruptura
puede ser clausurada y el momento populista, desvanecerse.
En cierta forma, el paso del campo popular de una revuelta
destituyente-dislocante y el orden político-institucional,
siempre supone una suerte de traición, en tanto y en
cuanto, no hay significante que logre una identidad plena.
No obstante, hay fracasos de diversa envergadura. Laclau
(2005) reconoce algo así como una doble faz del populismo:
subversivo del estado de cosas existente y punto de partida de
una reconstrucción más o menos radical de un nuevo orden,
una vez que el anterior se ha debilitado. Ese nuevo orden
sólo sería considerado populista si supone la conversión de
la inicial plebs en populus, esto es, si el nuevo orden es en sí
mismo la consolidación (siempre medianamente lograda) de
la ruptura fundacional. En otras palabras, existe para Laclau
una continuidad entre ruptura y orden, ya que, si la primera se
superpone con la dislocación, lo hace para introducir alguna
forma de ordenamiento radicalmente distinto mediante
la rearticulación. De no ser así, el momento popular se
desvanece y el orden previo lo absorbe transitoriamente.
Pensemos entonces el ejemplo chileno presentando
al significante “Chile despertó” como significante vacío
con función de punto de capitón, producido por la revuelta
popular en su propia constitución discursiva:
El significante vacío “Chile Despertó” como
punto nodal del discurso es constitutivo del sujeto político
“pueblo” (anudando demandas múltiples y heterogéneas) en

59
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

antagonismo social frente al bloque de poder11, estableciendo


con ello la gramática populista. Por tanto, la declamación
popular “Chile despertó” de octubre del 2019, puede
comprenderse como un fenómeno polisémico que operaría
cual significante vacío que anuda múltiples demandas
populares en virtud de la lucha por la hegemonía12. Si bien
otros emergentes discursivos relativos a la dignidad, la
igualdad, la justicia, el anti-capitalismo, el anti-colonialismo,
el anti-patriarcado, el “no más abusos”, el rechazo a Piñera,
entre otros, han sido aglutinadores y capaces de movilizar a
grandes colectivos sociales; fue el “Chile despertó”, aquel
que consiguió condensar metafóricamente la mayor cantidad
de heterogeneidad de demandas populares en torno a la
construcción hegemónica, funcionando como punto nodal.
Es decir, el elemento de anudamiento de toda una cadena
de significantes se ha jugado en la metáfora del despertar
social. Así, el significante vacío relativo al despertar es el
nombre de una entidad que carece de existencia referencial
unívoca y, su vínculo, como dijimos, tiene un carácter
contingente y parcialmente motivado. Una consecuencia de
esto es que, en la medida en que no hay algo así como una
legalidad estructural que rija en el sistema, las identidades
no están objetivamente predefinidas, sino que resultan de
articulaciones con-textuales y de procesos históricos de
nominación. Por ello el pueblo no tiene una existencia
11. Encarnado en forma contingente por el gobierno de Sebstián Piñera,
no obstante, situado en forma más amplia como la lógica política transi-
tológica de los últimos 30 años que administra la herencia pinochetista
(constitución guzmaniana de 1980, lógica neoliberal de mercado, política
cupular que concentra el poder, etc.).

12. La revuelta simplemente mostró el Chile quebrado, «la bancarrota éti-


ca del país», poniendo en juego tres tramas de movimiento importantes: el
problema del sexo-género y, por lo tanto, articuló la fuerza del movimien-
to feminista; puso en juego el problema de la raza-tierra y, así, catalizó el
despliegue de los pueblos originarios; y puso en juego la cuestión de la
clase-capital, y de alguna manera visibilizó al proletariado (capas medias
y populares), que es la gran parte de Chile.

60
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

asegurada por la continuidad de las injusticias sociales o por


las inequidades propias de la economía chilena, sino que se
produce y tiene carácter evanescente a nivel político, en la
medida que la articulación discursiva lo permite.
El significante vacío “Chile Despertó” como punto
de capitón o nodal, testimonia una articulación hegemónica
de demandas previamente segmentadas y atomizadas
que fija transitoriamente el flotamiento discursivo en
favor de los idearios de la revuelta popular de octubre
(sectoriales, gremiales, generacionales, partidistas, anti-
sistémicas, regionalistas, étnicas, feministas, ecologistas,
etc.). Precisamente esta hegemonía transitoria produjo
efectos institucionales y desestabilizaciones del poder:
momento de fractura destituyente. Momento bejaminiano
de interrupción del continuum de la historia y su violencia
mítica mediante el despertar mnémico del pueblo. Léase
la secuencia: llamar a plebiscito vinculante para aprobar o
rechazar la re-escritura de la Constitución de la República
de Chile, el triunfo apabullante de la opción apruebo y, por
último, la elección de convencionales constituyentes que
mayoritariamente representaban a sectores políticos y de la
ciudadanía pro-cambios radicales del modelo imperante en
la aún vigente constitución neoliberal de 1980. No obstante,
en medio de estos triunfos del momento populista se dio
el auge de candidaturas presidenciales de extrema derecha
con votaciones altísimas (José Antonio Kast y el partido
Republicano), se dio un triunfo electoral para la derecha en el
reparto de poder en el congreso nacional (poder legislativo)
y, finalmente, se dio un triunfo de la opción rechazo en el
plebiscito de salida ratificatorio de la Constitución redactada
por la convención constituyente electa. Este triunfo de la
opción rechazo y la nueva composición del mundo político
instituido, sumado a todos sus poderes fácticos y mediáticos,
ha permitido deslegitimar los idearios de la revuelta popular
y, retroactivamente, signarla como la fuente de los males

61
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

(violencia13, destrucción de bienes públicos, amenaza a la


propiedad y al mérito personal, anti-patriotismo, inseguridad
social y delincuencia, inflación económica, extremismo
ideológico que divide innecesariamente a Chile, comunismo
e indigenismo que llevan al sub-desarrollo y se emparentan
al castro-chavismo indeseado, feminismo que lleva al odio de
género y a la disolución de los valores familiares, etc.).
El despliegue exitoso del antagonismo que los bloques
políticos conservadores, y en especial la derecha chilena, han
disuelto la cadena discursiva creadora del pueblo, insertando
sus significantes en flotamiento en cadenas de sentido
distintas, resignificando todo el proceso histórico de acuerdo
a sus intereses. Este triunfo transitorio les ha permitido re-
encausar el proceso constituyente afín a acuerdos cupulares
que restituyen la violencia mítica interrumpida por la
revuelta y su violencia pura-revolucionaria. En el presente
el proceso constituyente está desprovisto de potencia
popular y está encorsetado a medida con límites de forma
y fondo establecidos a priori por los bloques de poder
(discurso conservador). A su vez, electoralemente tienen
en la actualidad la mayoría para establecer los criterios
de redacción de la nueva propuesta constitucional. Esta
capacidad del bolque de poder de recapturar el imaginario
social en una gramática discursiva que hegemónicamente
enaltece a los emblemas de la tradición y devalúa a las
demandas subversivas, ha supuesto que ciertos significantes
vacíos ingresaran en cadenas de significación que permiten
nominar a los agentes de la revuelta como destructivos y anti-
securitarios14.
13. Como hemos señalado previamente, la revuelta irrumpe como un
tipo de violencia. Pero una violencia que, con Benjamin (1940), podría-
mos calificar perfectamente de “pura”. Como tal, deviene una violencia
que se resiste a ser mimetizada con la violencia mítica anudada al orden
oligárquico y sus fuerzas del orden. Al ser “pura”, esta violencia no puede
ser sino revocatoria. No instaura ni conserva nada, tan solo destituye el
actual estado de cosas.
14. Quizá el error de lectura teórico-político ha sido creer que hay algo

62
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Este movimiento discursivo contra-hegemónico,


puede ser pensando historiográficamente, con apoyatura en
las ideas de Benjamin, como un cierre de la irrupción de la
memoria popular. Es posible reconocer en el presente, una
serie de hitos donde la memoria autoritaria es sacralizada
hasta la irracionalidad mítico-monumental, restituyendo a
figuras fundadoras -a nivel de la gramática republicanista-
como Diego Portales. Basta ver, además del marketing
incesante de productos y servicios de Mercado, la gran
cantidad de monumentos que inundan las ciudades chilenas
y que proyectan el ideal militar viril, de alta moral cristiano-
patriarcal, que guían a la nación hacia la libertad y la luz. La
revuelta popular en Chile permite rastrear la estructura misma
de las repeticiones que develan los elementos inconscientes
del conflicto social.
La irracionalidad que obliga al sujeto a aferrarse
a una cierta noción de la memoria histórica y que está
marcada por la investidura libidinal depositada, por ejemplo,
en el símbolo de una plaza visiblemente significada por la
ciudadanía como un hito que marca la distribución de clase
en la ciudad de Santiago de Chile: la Plaza Italia, reconocida
por décadas como la bisagra que marca y divide al territorio
en la clase alta y la clase baja (“Plaza Italia pa’arriba y
así como un pueblo, en tanto que sustantivo o dato empírico transhitórico.
Como si el 78% de la votación del Apruebo al iniciar el proceso consti-
tuyente o la masividad de la revuelta popular fuese un dato inmóvil o una
agencia racional que opera a lo largo del tiempo cual circulante directo
hacia la gramática electoral futura. Las altas votaciones recientes de la
derecha en elecciones para el poder ejecutivo y legislativo, así como el
triunfo del rechazo a la propuesta constitucional (electa con grandes may-
orías) dan cuenta de ello. Cuestión ratificada en las elecciones de consti-
tuyentes actual con clara mayoría para de la extrema derecho. De modo
que en una teoría de discurso, el pueblo es menos sustantivo y más flujo
imaginativo, devenir afectivo, verbo, acontecer, articulación contingente,
agregado discursivo de demandas heterogéneas. La materialidad del pueb-
lo, si bien implica cuerpos concretos y sustratos económicos empíricos, es
menos matemática que onírica, menos estadística que discursiva.

63
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Plaza Italia pa’abajo”). Durante el desarrollo de la revuelta


popular en Chile, el Gobierno de Piñera desplegó una
serie de actos que tenían como propósito la protección del
monumento característico de la plaza, la tumba del soldado
desconocido de la guerra del Pacífico, tutelado por la estatua
del general Baquedano. Se puede percibir el apego irrestricto
a la tradición, defendida con violencia de Estado a través
del cuerpo armado de la policía chilena. Los discursos de
derecha se enraizaban en una ficción del pasado, aquello que
no es sino un fantasma de la tradición nacional, el mito de un
solado anónimo ahora altamente investido y signado como un
defensor de la patria, muerto heroicamente en una guerra que,
como bien sabemos hoy, se desarrolló al servicio de intereses
extranjeros y de cúpula. La secuencia de gestos irracionales
que rodean las decisiones políticas sobre el monumento
de Baquedano llegó casi al paroxismo, se instalaron como
formas de “memorialización” forzada que fragmentan y
desplazan los trabajos de la memoria y seleccionan sólo
aquellos hitos que mantienen viva la idea de una tradición
conservadora. Tales gestos se ejercen ante la eventual
amenaza que impone la “turba social” respecto del valor que
encarna el símbolo. Ante el terror que impone la posibilidad
de disolución o refundación que anuncia la masa, la decisión
política consiste en arrancar el monumento de su pedestal,
haciendo literalmente un agujero en lo simbólico-imaginario,
reforzado además por un muro que se erige para que su
espacio vacío denote la relevancia del símbolo, como si su
desaparición implicara un riesgo a la estabilidad misma de
la tradición republicana. Es sobre esta idea del “vandalismo
irracional” que ejercen los grupos de izquierda organizada
sobre un pueblo enceguecido, que se construye la necesidad
de preservar el antiguo esplendor de la “otrora” Plaza Italia,
rebautizada por la revuelta como “Plaza de la Dignidad” en el
evanescente instante del “Chile despertó”.

64
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

He allí un sensible ejemplo ilustrativo del asunto


de la contingencia que supone la teoría de la Hegemonía
y el populismo en Laclau a partir de la episteme del sujeto
constituido en el discurso.
4.2- Crítica de la ideología y Acto radical
Pensemos ahora el asunto bajo el prisma de la
ideología y Acto radical en el abordaje de Slavoj Žižek. Si
bien veremos que este abordaje es diferencial respecto del
laclausiano, comparte con este las bases epistémicas respecto
del sujeto planteado por Lacan.
Cabrá señalar de entrada que la crítica de Žižek
a las izquierdas posmodernas y posmarxistas radica en
que centran sus luchas en aspectos culturales parciales
y reivindicaciones identitarias, pero descuidan el núcleo
central y sobredeterminado del capitalismo: la explotación,
la depredación, la reproducción acéfala del capital, la
infraestructura de producción económica y su plus-valía, los
antagonismos sociales amplios. El culturalismo (feminismos,
ecologismos, indigenismos, populismos, etc.), si bien
necesario, es fácilmente absorbible dentro de las lógicas del
neoliberalismo como nichos de interés e incluso de consumo.
¿Será justamente esto lo que ha ocurrido con la revuelta
popular chilena? Es decir, que a pesar de hacer confluir
múltiples idearios con éxitos transitorios (y aún en disputa)
por la hegemonía, ¿el núcleo del imperio del capital y de la
infraestructura económica chilena se mantiene intocable?
La aproximación del esloveno al concepto de
ideología, nos puede permitir pensar algunas cuestiones
en torno a este problema. Para Žižek (1989), la ideología
es el regulador del horizonte de visibilidad e invisibilidad
de los fenómenos sociales, una estructura que determina lo
considerado posible e imposible en una situación histórica.
Por ello, lo realmente crucial no es el contenido ideológico en
sí, determinadas tesis sustantivas (enunciados), sino el modo
65
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en que la afirmación de esas tesis pone en marcha un proceso


de transformación de la posición subjetiva (enunciación) y de
la facticidad performativa del lazo social en tanto que forma
o discurso. De este modo, para Žižek lo característicamente
ideológico de nuestro tiempo es la imposibilidad de imaginar
(y ejercer) una realidad extracapitalista15. Una de las formas
que adquiere la ideología en el capitalismo actual es la
operatividad de la fantasía meritocrática y aspiracional-
consumista que justamente engarza a la economía pulsional
con la economía política en forma inconsciente. Exitismo,
individualismo, competencia, maximización de la ganacia,
consumismo, auto-realización, etc., no son cuestiones
accidentales, ni tampoco espontáneas, son emergentes
prácticos ordinarios del entramado ideológico que compone
el sentido común de un lazo social determinado. ¿Será que
las demandas de la revuelta pueden haber tenido un cariz
de imaginación anti-capitalista, no obstante, no representar
una amenaza real a los modos en que cada individuo desea
al interior de la matriz ideológica como maximización de su
propia ganancia? ¿Las demandas de justicia social podrían
vehiculizar incosncientemente nada distinto que la aspiración
de obtener los bienes y goces que se le suponen a grupos
privilegiados en la pirámide social? De ser así, ¿es algo
propio de la imaginación y demandas de la revuelta?, O bien,
¿es el modo en que a posteriori, las inercias ideológicas y
los poderes fácticos absorben los elementos más dislocantes
de la revuelta para volverlos a poner en funcionamiento
en la lógica neoliberal? En otras palabras, ¿la ruptura que
la revuelta produjo como irrupción fue radical? De ser
así, ¿hay posibilidad de fidelidad del sujeto político con el
acontecimiento dislocante del que co-participa? O bien, ¿el
poder concentrado, la ideología, los circuitos autónomos del
capital siempre reterritorializan y recolonizan la imaginación

15. “La función de la ideología no es ofrecernos una fuga de nuestra re-


alidad, sino ofrecernos la realidad social misma como una huida de algún
núcleo traumático, real” (Žižek, 1989: 76).

66
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

popular que subvierte y disloca el orden de cosas?


Como vemos, aunque los acontecimientos y los actos
radicales suponen una ruptura, su porvenir dislocante no
está garantizado. En razón de este problema, diremos que
la teoría del Acto radical, como modo de desbaratamiento
de lo ideológico, apuntará a desnudar precisamente la falsa
transgresión imaginaria de ser anti-capitalista cínico o
pseudo-activista. El Acto, por contraparte a la contra-cultura
que simplemente afirma la lógica del capital oponiéndose en
el puro registro imaginario, implica una muerte simbólica
(destitución subjetiva) que supone el trauma real de un evento
dislocante como negatividad con efectos inventivos. Esto
implica una transformación del sujeto por el acontecimiento,
en el a posteriori de su propio auge. En términos simples,
al “día siguiente” de la marcha multitudianaria ¿hay algo
distinto? Para Žižek (2014), un Acto radical tiene tres
elementos definitorios: a) crea sus propias causas en forma
retroactiva, b) destituye e inventa a un sujeto que no es
un agente metafísico y voluntario que lleva a cabo una
intencionalidad previa al Acto, c) permite un nuevo horizonte
de posibilidades al cambiar el orden simbólico, generando un
nuevo régimen de veridicción que reanuda los lazos de lo real
imposible con la realidad ideológica16.
¿Será acaso la revuelta popular de octubre un
punto de quiebre radical del orden simbólico en Chile? La
tentación de responder afirmativamente, puede terminar
siendo reaccionaria, puesto que la dislocación de la revuelta
16. La obra de Žižek es un trayecto para generar un pensamiento y una
praxis radical destituyente del orden ideológico. Žižek (2014) indica que
un Acto o evento genuino y radical “puede hacer referencia a un desastre
natural devastador o al escándalo más reciente provocado por una celebri-
dad, al triunfo del pueblo, a un cambio político despiadado, a la intensa
experiencia de una obra de arte o a una decisión íntima” (15). Su naturale-
za podría definirse como «milagrosa», no en el sentido religioso de inter-
vención divina, pero sí como momento de ruptura, corte con respecto a un
estado anterior que tiene lugar por cuestiones parcialmente inexplicables.

67
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

no asegura que el orden simbólico no vuelva a obturarse


en puntos bastante similares al orden previo. La situación
actual del proceso constituyente así lo sugiere. Hay bastantes
emergentes de la política y la cultura de los años posteriores
a la revuelta que tienden a mostrar el cierre de la fisura y
la reificación de la política tradicional interrupida por la
violencia pura revolucionaria presente en el acto radical
dislocante. Probablemente, el punto cúlmine del fracaso
de la ruptura sea la celebración de una eventual nueva
Constitución de la República alzada como un triunfo de la
democracia y de la unidad nacional, cuando no sería más
que el nuevo orden restituido del pacto oligárquico en forma
y contenido. ¿Será que el triunfo de la opción rechazo en
el plebiscito ratificatorio de la Constitución redactada por
mayorías pro-cambio y el posterior triunfo electoral de la
derecha atestigua que ningún orden simbólico ha sido re-
estructurado? ¿Será que la facilidad con que los partidos
políticos deslegitimados por la revuelta tomaron a su cargo
el actual proceso constituyente es la constatación del cierre
de la fisura? La adversidad político-institucional otorga al
conservadurismo chileno el terreno llano para su triunfo,
que podría consagrarse en una nueva Constitución, perfilada
en una legitimación a la medida de sus intereses. En virtud
de ello ¿la fisura histórica abierta por la revuelta popular se
anuló para siempre?
En términos conceptuales, ¿es posible afirmar un
cierre definitivo de la fisura? Considerando la retroactividad
temporal de los sentidos y la apertura-falla ontológica
de los sujetos, podemos decir que los procesos políticos
están siempre potencialmente abiertos –en disputa-. Las
contingencias y los nuevos aconteceres abren los caminos
para una relectura y escritura de la historia. Vale decir
que, lo posible e imposible en el campo del sujeto, varía
retroactivamente en virtud del orden simbólico. Ello implica
que la revuelta opera en el tiempo lógico determinado por

68
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

el juego significante del “habrá sido en virtud de lo que está


siendo”.
Consideremos que la intervención política
-propiamente dicha- es aquella que cambia el marco que
determina el funcionamiento de las cosas. Lo propiamente
político es “el momento en que la negociación no aborda
sólo una demanda particular, sino que apunta a algo más,
y comienza a funcionar como la condensación metafórica
de la reestructuración global de todo el espacio social”
(Žižek, 2002: 226). Esa es la dimensión de la fisura que
precisamente apertura la revuelta y, no obstante, el actual
escenario parece suturar. De modo que, si bien algo de este
calibre se jugó y desplegó, tanto en la revuelta popular como
en algunos debates y propuestas constitucionales, el punto
es que –el día después de todo ello- se arriba a un impasse o
retorno al punto anterior17. Peor aún, la revuelta es signada
retroactivamente como maligna, es decir, es re-colonizada
por la fantasía ideológica como aquel punto de amenaza de
la armonía nacional. Por ello es que la revuelta popular de
octubre del 2019 es un índice histórico en permanente disputa
respecto de su inscripción política.
La inscripción en la red simbólica de la revuelta
popular de octubre del 2019, dados los triunfos electorales y
mediáticos de la derecha en Chile, la signa retroactivamente
-acorde a Žižek (1989)- al lugar de síntoma social. Aclaremos

17. Si bien la teoría del Acto radical dialoga bien con la noción de “Mul-
titud” de Negri, Hardt y Virno, así como con el esquizorevolucionario de
Deleuze y Guattari, para el esloveno, la construcción de orgánicas col-
ectivas que luchen por el poder en el campo del Estado, las instituciones
y la política internacional es una dimensión insoslayable de la lucha
transformadora real. Este miramiento por la política formal no implica
que Žižek (2014) renuncie a su radicalidad en virtud de una burocracia
instituida, sino que de suyo una revuelta no permite que, una vez disuelta
su potencia, ésta logre una transformación sostenible del status quo social
y en particular de las relaciones económicas permanentes.

69
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

con un ejemplo žižekiano esta noción de síntoma social:


“Los judíos son claramente un síntoma social: el
punto en el que el inmanente antagonismo social
asume una forma manifiesta, irrumpe en la superficie
social, el punto en el que llega a ser obvio que la
sociedad “no funciona”, que el mecanismo social
“rechina”. Si lo vemos a través del marco de la
fantasía (corporativista), el “judío” es un intruso que
introduce desde fuera el desorden, la descomposición
y la corrupción al edificio social -como si fuera una
causa real exterior cuya eliminación haría posible la
restauración del orden, la estabilidad y la identidad”
(Žižek, 1989: 175).
La positivación de un espectro, cual enemigo, cual
chivo expiatorio, es una estrategia ideológica destinada
a sostener la -ilusión de una armonía18- supuestamente
interrumpida por una amenaza extirpable –por caso, el judío-.
He aquí la analogía metafórica entre el judío para
el nazismo y la revuelta popular para la lógica oligárquica
chilena. El discurso analítico revelaría que dicho síntoma
tiene la dignidad de revelar una verdad social, por tanto, lejos
de ser extirpado, ha de ser leído e incorporado como potencia
generativa.
Al contrario de dicha lectura, para el discurso
oligárquico, Chile es la copia feliz del Edén pero está
pervertido y bajo amenaza por ciertos grupos: mujeres
18.Precisamente a causa de esta noción de “excesos” sociales, Lacan re-
dobla su tesis de que fue Marx quien inventó el síntoma: “el gran logro de
Marx fue demostrar que todos los fenómenos que a la conciencia burgue-
sa cotidiana le parecen simples desviaciones, deformaciones contingentes
y degeneraciones del funcionamiento “anormal” de la sociedad (crisis
económicas, guerras y demás), y como tales son abolibles mediante el
mejoramiento del sistema -son productos necesarios del propio sistema-
los puntos en los que la “verdad”, el carácter antagónico inmanente del
sistema, irrumpe” (Žižek, 1989: 175).

70
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

feministas, grupos LGTBQI+, marxistas, comunistas,


anarquistas, delincuentes, mapuches, narcotraficantes,
inmigrantes, ecologistas fanáticos, ateos nihilistas, jóvenes
extraviados, etc. Como toda imaginación ideológico-
protofascista, supone un paraíso perdido (una identidad
nacional sin fisura) que ha de ser recuperada si se extermina
o asila aquello que la amenaza en su armonía. Hay un
“nosotros” (buenos ciudadanos, honestos, esforzados,
chilenos, deseantes de paz y progreso, etc.) y un “ellos”
maligno (que viene a robar el goce de nuestra tradición y
sumo bien nacional).
En consecuencia, el triunfo de la opción rechazo a la
ratificación del escrito constitucional escrito por las mayorías
progresistas de contingencia, le otorga a la institucionalidad
portaliana-guzmaniana presente en la Constitución
de la República aún vigente de 1980, la reificación de
los emblemas neoliberales y patrióticos, y les otorga
transitoriamente a sus políticos la posibilidad de establecer
que la revuelta popular es el enemigo a vencer. La seguridad
y la paz son los emblemas nacionales (significantes vacíos) a
monumentalizar (exaltación pública de carabineros, fuerzas
armadas y política parlamentaria mediante)19.
19. Como hemos expuesto, el estatuto problemático del Estado de Dere-
cho supone invisibilizar su violencia fundante. En vista de ello, no es ca-
sualidad que todos los partidos del bloque de poder hegemónico en Chile
(desde la extrema derecha a la centro izquierda) han operado en torno a
una misma razón de Estado que consiste en:
• Homologar Estado de Derecho con racionalidad a-política y
a-histórica.
• Desmentir el núcleo de violencia que el actual Estado de Dere-
cho constitucional encierra en sí.
• Confundir orden público con paz social, por tanto, represión
policial y militar con republicanismo.
• Signar de violencia ilegítima a todas las insurrecciones y revuel-
tas populares.
• Eclipsar los antagonismos sociales y la heterogeneidad popular
mediante acuerdos de cúpula oligárquica de maquinaria políti-
ca-instituida (democracia de consensos sostenida en una variante

71
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Si concebimos a la revuelta de octubre del 2019


bajo el prisma del Acto, trabajado por Žižek (2014),
como un acontecimiento real, capaz de revelar el carácter
acontecimental estructural a la historia: léase, todo orden es
contingente y mortal, podremos levantar ciertas preguntas
clave. ¿Será que la revuelta produjo la fisura histórica, no
obstante, retroactivamente ha sido recapturada por el orden,
al no alcanzar su fidelidad a partir del triunfo electoral
del “rechazo” en el plebicito ratificatorio de la nueva
Constitución? Si consideramos que en el Acto y por el
Acto, algo del Sujeto y del Otro se destituye, estableciendo
nuevas posibilidades e imposibilidades en forma retroactiva,
tendríamos que sostener que la revuelta de octubre ha
sido un gesto que alcanza el estatuto de Acto, más no
logra fidelidad –al menos por ahora- y así llevar hasta sus
últimas consecuencias la potencia que porta. Así como el
momento populista leído con Lacalu ha sido rearticulado
en la gramática contra-hegemónica llevada a cabo por la
derecho chilena, el Acto žižekiano ha sido interrumpido y
retroactivamente absorvido en el orden ideológico previo
que lo inscribe como síntoma social a extirpar. En todo
caso, con ambos marcos conceptuales podemos sostener
que la historia sigue abierta y en disputa. A su vez, podemos
extraer de ello preguntas relativas al análisis de discurso:
¿la revuelta habrá sido un discurso histérico que muestra
particularismos cuestionadores del amo capitalista sin poder
derribarlo o subvertirlo en su estructura? ¿La revuelta habrá
sido un acontecimiento destituyente que no pudo ser fiel a
sí mismo al pasar al campo institucional de la democracia
representativa? ¿La revuelta habrá sido un eslabón de una
larga cadena de luchas que aún están por escribirse y que
rasgan la historia oficial cual discurso del analista y su
ética del No-todo? ¿La revuelta habrá sido un síntoma de

del discurso universitario como discurso tecnocrático de saberes


economicistas).

72
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

malestar social que ha sido re-abosrvido por las gramáticas


conservadoras y reaccionarias? En todo caso,
estas interrogantes abiertas posicionan teóricamente
nuestro concepto de sujeto (del inconsciente) de la política,
que atestigua la falla ontológica de toda estructura.
Digamos, por último, que, en el caso chileno, esta
interrupción de lo lineal de la historia que permitió la
revuelta produjo una suerte de baño de lo real, una irrupción
de violencia pura frente al discurso de violencia mítica que
estructura discursiva y performativamente la realidad. Ello
en sí es una potencia inmanente. Vale decir, la revuelta
como tal -en sí-, sus imaginarios emergentes, sus formas
de vínculo contingente, su cadencia y danza de cuerpos
sociales heterogéneos, los modos de vida que en ella se
despliegan como sustracción de la vida ordinaria-productiva,
la creatividad performática desplegada por sus colectividades,
la ensoñación y afectividad de cualidad alegre que produjo el
encuentro con el semejante desplazado del lugar “rival-ajeno”
al “amistoso-aliado”; constituye un valor de suyo -sostiene
una relevancia y belleza política por fuera de toda gramática
estatal, constitucional e institucional-.
5- Conclusiones provisorias y discusiones abiertas
Precisamente porque la revuelta popular chilena
destituyó la historia oficial de progreso armónico planteado
en Chile durante la transición democrática (últimos 30
años de historia), es que hemos podido afirmar que la
sugestión hipnótica de masas que las múltiples dimensiones
del poder ejercen, se han visto interpeladas. Esto fracturó
transitoriamente la fantasía ideológica, aperturando procesos
simbólicos e institucionales impensables dentro de una
gramática de linealidades predictivas. Se ha tratado de la
irrupción acontecimental de una fisura (violencia pura),
propia de un movimiento popular que interrumpe la narrativa
de la historia oficial-conservadora (violencia mítica),
73
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

introduciendo una disputa por los sentidos histórico-políticos


que ligan retroactivamente a la memoria y al porvenir.
Dicho de otro modo, la revuelta popular expone la fractura
irremisible de la lucha de clases, es decir, el antagonismo
como núcleo real-simbólico de la sociedad no conciliada.
En el momento de la fisura, la racionalidad y legitimidad de
las instituciones devienen transitoriamente absurdas, pura
mascarada y monumentalización ficcional. El orden instituido
muestra que carece de cualquier fundamento que no sea el
fundamento de la mítica violencia que la fantasía ideológica
recubre como normalidad, realidad, estado de derecho, etc.
Por esta razón, la revuelta ha convocado al núcleo fascista
del neoliberalismo20, a sus expresiones más extremas
contra lo que amenaza el orden oligárquico-financiero de
Chile. La agudización de las contradicciones ha hecho que,
estratégicamente, la revuelta –como significante- sea hoy
un “aliado” del discurso fascista puesto que opera para este
como síntoma social; positivación imaginaria de una fractura
como ¡mal supuesto a extirpar! y así restituir el orden. La
escuación simbólica entre delincuente y protestante acecha
como fantasma neofascista en su creciente hegemonía.
La lucha discursiva por el lugar y función de la revuelta
20. El discurso republicano no es un discurso político más. Es un discurso
neofascista que compromete una transfiguración del “otro”. Un “otro”
construido como la amenaza existencial de todo cuanto es. Un “otro” que
puede denominarse “zurdo”, “migrante”, “lumpen”, “indio”, “pobre”,
“minorías” y un “sí mismo” que se inscribe bajo la premisa de la “patria”
y el “sentido común”. La clave del asunto es que el “otro” aquí en juego
no se expresa al interior de un imaginario ciudadano, sino que su fuerza
reside en ser lo que amenaza las mismas bases de toda ciudadanía. Así,
el “otro” no es aquí un enemigo, dado que este último asume una forma
político-estatal, sino un enemigo absoluto en el sentido que su propia con-
sistencia, su mismo hecho de ser, amenaza las bases de la “patria”. A esta
luz, el “otro” aquí dispuesto no es un enemigo, sino un parásito. En este
sentido, Republicanos es una máquina orientada a construir hegemonías
puras, sin mácula, sin grietas, donde “patria” y “sentido común” sean dos
términos que calcen perfectamente entre sí. El eco de Pinochet resuena en
la política democrática actual marcando su insistencia inalterada.

74
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

da cuenta de los antagonismos que disputan el sentido


común, y que intentan capitalizar su posicionamiento en la
institucionalidad constitucional.
De modo que -está por escribirse- qué dislocaciones,
fracturas y re-articulaciones puedan producirse en Chile dado
el nuevo escenario en que la Constitución está en una suerte
de impasse, que probablemente terminará legitimando lo que
pretendía abolir. Bajo un simulacro de proceso democrático,
las bases institucionales del Chile conservador que domina la
narrativa política actual –año 2023 en curso-, ha cimentado su
triunfo transitorio, bajo estrategias que la teoría de discurso
permite inteligir. Quizá la nueva Constitución en redacción
pueda lograr algunos avances marginales en garantías de
derechos sociales mediante mayor ingerencia estatal; no
obstante, la estructura del lazo social ya está clausurada (para
esta vuelta de la historia) por los acuerdos a priori que han
pactado las cúpulas políticas comandadas por una derecha
fortalecida. A pesar de que el gobierno (poder ejecutivo) lo
tiene al menos nominalmente la centro-izquierda y las bases
populares continúan padeciendo el malestar propio de la
violencia del orden (exclusión de modos de vida disidente y
obscena inequidad en la infraestructura económica de Chile),
la derecha actual comanda el discurso y dirige el ritmo:
escribe el guión y marca sus hitos.
La Convención Constitucional recompuesta durante
el año 2023, pos rechazo plebiscitado del trabajo realizado
por la primera, se encuentra despotenciada desde su origen
en su capacidad de escritura y transformación estructural,
sumado a que, electoralmente, ha favorecido ampliamente
a los sectores conservadores. En otras palabras, hay límites
pre-escritos para lo posible (una suerte de encuadre de
bases constitucionales21). Para la gramática del poder y, en
21.Las bases constitucionales pactadas, así como la refoma que rige al
proceso pueden encontrarse en: https://www.bcn.cl/portal/leyfacil/recurso/
proceso-constitucional-2023

75
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

particular para la derecha política, esta es una contingencia


idónea para intentar legitimar democráticamente al orden
fantasmático neoliberal y la tradición portaliana de la
República de Chile. La lógica de supuestos expertos técnicos
comandando el “nuevo proceso”, sumado a los pactos que
consagran la lógica del Estado unitario, la estructura de sus
poderes, los emblemas nacionales, los derechos de propiedad,
entre otros, son axiomas sacralizados e incuestionables.
Para este discurso, es el momento para volver a sacralizar
-vía simulacro democrático- lo que la revuelta profanó. Aún
así, la historia está abierta y esta propuesta constitucional
ha de ser nuevamente plebiscitada, pudiendo volver a una
especie de “punto cero” de inciertas consecuencias. Quizá
estemos anticipando un “mal chiste”: la Constitución de
Pinochet-Guzmán puede ser más democrática que la de
actual redacción. Ante este mal chiste quizá sea necesario,
parafraseando a Benjamin, (re)organizar y politizar el
pesimismo.
Así mismo, la particular visión de Benjamin nos ha
permitido pensar en un inconsciente de lo político, en clave
colectiva no arquetípica, sino estrictamente histórica. Este
punto es compatible con las teorías del sujeto de Lacan que
opera con la lógica retroactiva del tiempo y la falla ontológica
como apertura del sentido. El problema, por lo tanto, no
está en una progresión reificante de la historia, sino más
bien en un entramado dinámico de fuerzas que se abren a la
interpretación. Esto convoca una responsabilidad ética de los
cientistas sociales en la actualidad (intelectuales orgánicos),
que no consiste tanto en predecir los efectos del conflicto (ej:
predecir los resultados de los plebiscitos), como en contribuir
a elaborar, por una parte, aquellos elementos del pasado
que no se desean repetir y, por otra, aquellos malestares que
aunque se clausure su articulación, retornarán desfigurada
y renovadamente en nuevos momentos de aperturaje e
irrupción de agenciamiento popular. En este punto, las ideas

76
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de síntoma como retorno e insistencia de una verdad que


fisura el saber oficial, convoca a las teorías freudo-marxistas
y de izquierda lacaniana (y a otras corrientes críticas), que
tendrían como punto común una lectoescritura no lineal de la
historia y una centralidad de la idea de conflicto y ausencia de
cierre definitivo.
Para un discurso subversivo-emancipatorio la revuelta
popular opera como un síntoma, casualmente, para el
discurso conservador también. La diferencia es la política y
la ética con que se trabaja el síntoma social. Para la gramática
del poder, se trata de extirpar el mal externo para retornar
a la supuesta armonía fisurada; para nuestra episteme, en
cambio, se trata de politizar el malestar, leerlo, darle lugar a
la fisura, hacerla hablar y aceptar la radicalidad de la verdad
que porta como potencia disruptiva y creativa. Hay algo en lo
institucional –por caso, un texto constitucional- que albergue,
o no, parcialmente, a las demandas populares, nunca podrá
cerrar las heridas reales y simbólicas de la historia, que no
censan de escribirse y de no escribirse.
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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

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78
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Análisis psicoanalítico de discurso y la cultura


popular: la importancia de la emergencia del significante
en la investigación
Jairo GALLO1

Resumen
Este trabajo muestra cómo los significantes marcan
un camino metodológico en las investigaciones donde se
quiere utilizar el psicoanálisis como fundamento teórico
y, cómo, eventualmente pueden hacer su aparición en los
lugares menos esperados, tales como las fisuras dentro de un
discurso. Es allí donde un significante puede convertirse en
un acontecimiento relevante, y en ello radica la importancia
de mantenerse atentos al detalle, a la minucia durante el
curso de la investigación. A esta particular atención, Sigmund
Freud le denominó: “atención flotante” y se halla enmarcada
dentro del psicoanálisis, entendido no solo como un método
“clínico”, sino también, investigativo. Esta es, a su vez, una
teoría, una práxis clínica e investigativa, y ninguna de estas
tres aristas son separables. De ahí que el psicoanálisis se
convierta en una herramienta teórica muy importante para
el método del análisis del discurso en la investigación, una

1. Jairo Enrique Gallo Acosta es Psicólogo y practicante de psicoanálisis.


Es Magíster en Psicoanálisis de la Universidad Argentina John F. Kennedy.
Es Doctor en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad
Javeriana. Realizó una Estancia Posdoctoral en la Universidad Michoacana
San Nicolás de Hidalgo. Es profesor e investigador de la Universidad Coo-
perativa de Colombia y de la Universidad Nacional de Colombia. Es autor
de los libros “Psicoanálisis y teoría social” (2009); “Psicoanálisis, investiga-
ción y subjetividad” (2011); “Polis y Psique. Ensayos sobre teoría social y
psicoanálisis” (2017); “Clínica y acontecimiento. La práctica psicoanalítica
en la época de las lógicas neoliberales” (2019); “Ideología, salud mental
y neoliberalismo en Colombia” (2020); “Por un psicoanálisis abigarrado”
(2021). Es miembro del Círculo Psicoanalítico del Caribe y de Analítica.
email: jairogallo75@yahoo.com.ar

79
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

herramienta para indagar cómo se configuran los significantes


inconscientes en la cultura popular, en ese lugar donde se
ubican los sujetos por medio de sus subjetividades. Así, el
presente trabajo indagará por el lugar del smartphone y cómo
los sujetos se ubican alrededor de este objeto dentro de un
discurso, además de servir como caso para mostrar cómo
opera el método psicoanalítico en las investigaciones que se
plantean desde la línea de investigación de “Psicoanálisis
y campo social” del grupo Boulomai del Programa de
Psicología de la Universidad Cooperativa de Colombia.
El método de investigación en la praxis psicoanalítica
La atención flotante muestra el acto analítico de
la escucha, sin privilegiar de entrada ningún elemento en
detrimento de otro, acogiendo todo con igual atención
equilibrada y sin valorar a priori lo importante de lo fútil, tal
como nos dice Sigmund Freud:
Guiados por nuestras esperanzas o nuestras
tendencias. Y esto es precisamente lo que más
debemos evitar. Si al realizar tal selección nos
dejamos guiar por nuestras esperanzas, correremos el
peligro de no descubrir jamás sino lo que ya sabemos,
y si nos guiamos por nuestras tendencias, falsearemos
seguramente la posible percepción. No debemos
olvidar que en la mayoría de los análisis oímos del
enfermo cosas cuya significación sólo a posteriori
descubrimos (Freud, 1981a, p.1654).
De acuerdo con lo anterior, el método psicoanalítico
propone reemplazar la atención voluntaria y consciente
que conduce a selecciones apresuradas, por una atención
flotante, proponiendo la asociación del material que aporta
los elementos significantes inconscientes y la manera en que
esos elementos tienen una singularidad. En este punto, cabe
aclarar que un significante no significa nada por sí mismo2,
2. Para Jacques Lacan (1984) un: “significante como tal no significa

80
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

así como tampoco existe una significación previamente


conocida y localizable. El saber inconsciente no es un saber
previamente conocido, sino un saber nuevo a descubrir; por
ello, se hace necesario construirlo con el sujeto desde su
decir, tomando los elementos significantes de su discurso.
Como se dijo, entonces, el sentido se tiende
a fijar y muchas veces se confunde la construcción
interpretativa psicoanalítica como un desentrañar
significados ocultos, ubicando lo inconsciente como algo
que está en las profundidades. Lo que se trata de mostrar
acá, metodológicamente, es que el análisis de discurso
psicoanalítico se encarga de analizar significantes que están
en las superficies de un discurso, cómo un sujeto se ubica
dentro del mismo, y cómo ese lugar se constituye. Por eso el
sujeto no es una esencia, sino una singularidad, y sólo puede
definirse por su posición con respecto a los otros sujetos y a
los otros significantes.
El discurso se ordena, entonces, a través de estos
significantes que van emergiendo en la historia de un sujeto
y, esta emergencia no obedece a un orden a priori, por tanto,
no es determinista, sino que surge a través de las asociaciones
entre significantes. Es allí donde se erige el sujeto (entre la
representación entre significantes), y es eso lo que, desde el
análisis de discurso psicoanalítico, se realiza. Es en ese lugar
donde el psicoanálisis como método elabora un decir y lo
formaliza.
El éxito corre peligro en los casos que uno de
antemano destina al empleo científico y trata según las
necesidades de este; por el contrario, se asegura mejor
cuando uno procede como al azar, se deja sorprender
nada”. Así que la conceptualización que podía ubicar a la anterior (a
posteriori) en la teoría lacaniana es: “lo que representa al sujeto para otro
significante. Este significante será pues el significante por el cual todos
los otros significantes representan al sujeto: es decir que, a falta de este
significante, todos los otros no representarían nada.” (Lacan, 1996 a).

81
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

por sus virajes, abordándolos cada vez con ingenuidad


y sin premisas (Freud, 1991, p.114).
Ese camino (método) es poco aceptado por la
tradición psicológica de las academias en Colombia y en
otros cuantos escenarios, puesto que, para esa tradición, sólo
cuenta con suficiente validez aquello fácilmente observable
y susceptible de ser cuantificado por medio de instrumentos
que se dicen “validados”. En contraposición, el método de
investigación que usa la teoría psicoanalítica no emplea
instrumentos preestablecidos, en tanto que esta metodología
se trata de un análisis en el discurso donde el sujeto se ubica
y las ideologías que configuran tanto las subjetividades, como
la realidad del discurso.
En este orden de ideas, se tiene que, el análisis de
discurso psicoanalítico, aborda la forma cómo un sujeto
se construye en ese discurso y, al respecto, parte de las
indagaciones de Parker (1992, 1996) exponen que dicho
análisis no sólo debe tener en cuenta la “interacción verbal”
y las “formas habladas”, sino también otros “textos” (Parker,
1992). En estos otros textos aparecen sujetos como elementos
discursivos “hablados” y “hablantes” determinados por el
contexto discursivo (Parker 1992, p. 9-10). Es ahí donde los
sujetos circulan, y lo que se puede leer, es su lugar dentro de
los mismos textos, inmersos en el discurso que se manifiesta
a través de sus subjetividades. Frente a ello, se tiene que:
Captura simultáneamente la organización del
discurso y sus efectos en los sujetos, generando
“especificaciones concretas de la subjetividad en
las que el inconsciente se representa como el otro
de la subjetividad” y “el yo no se considera como
una estructura dentro de la cabeza del individuo,
sino como un tipo de habla, un estilo poderoso
de expresión que para el sujeto hablante evoca un
sentido de individualidad forjado por la terminología

82
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

psicoanalítica (Parker, 1996, p. 11).


Lo que en este punto se propone es una metodología
desde el psicoanálisis, que sigue siendo una teoría y una
práctica sostenida desde unos fundamentos creados por Freud
y avalados por otros psicoanalistas a lo largo de la historia.
Este análisis de discurso encierra una manera de replantear
el análisis del discurso que se también se ha realizado en la
psicología social”. Lo que define al sujeto humano para el
psicoanálisis lacaniano es el acto de hablar, y el psicoanálisis
trabaja con los efectos de ese acto de hablar, es el habla lo
que posiciona al sujeto con relación al otro en el discurso,
todo acto del habla está anudado a un discurso. Lo primero
que cabe aclarar, es que el análisis psicoanalítico de discurso
no es algo fijo ni inamovible.
El análisis psicoanalítico de discurso no es un
método” fijo que puede ser aplicado a cualquier
texto. De lo que se trata es de una organización de los
significantes en el texto La búsqueda de patrones, de
conexiones entre significantes, pero no conexiones
que revelan un orden subyacente, sino conexiones que
diferencian los significantes unos de otros y que los
mantienen en tensión” (Parker y Pavón, 2013, p. 55).
El “analista” de discurso interpreta una realidad
discursiva que se configura a través de lo ideológico, que,
a su vez, se constituye con los fantasmas inconscientes del
sujeto que se manifiestan con la producción de subjetividades
en una época determinada. Por eso no son necesarios
instrumentos que cuantifiquen las palabras porque lo que
se busca aquí no es hacer análisis de contenido. El análisis
del discurso tiene como objetivo: “suscitar elementos
significantes irreductibles, sin sentido, compuestos por
no significados” (Lacan, 1964, p. 250). Sin embargo, es
pertinente aclarar que el análisis psicoanalítico de discurso no
es una hermenéutica que trata de desentrañar lo oculto.

83
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Los significantes que surgen en un discurso no


sólo constituyen el material para analizar dentro de una
investigación, sino que, son, además, la materialización de
lo inconsciente. Eso sería los que en otras investigaciones
se denomina como documentos y archivos, algo que en los
trabajos de Foucault, (2010), y que en lo cotidiano y sus
prácticas (Certeau, 2000), ya indagaba, o lo que aparece
como la cultura popular (Zizek, 2006). Sobre estos autores
cabe decir que entrecruzan métodos y fuentes que no
encierran una práctica o un determinado lugar.
De acuerdo con Walter Benjamín (1973), Theodor
Adorno y Max Horkheimer (1971), la cultura popular, lo
cotidiano y sus prácticas ostentan un espacio como una
manera de entender la realidad y son importantes para
comprender cómo esa se construye. Estos investigadores
identificaron en la cultura popular y de masas, una nueva
industria que se iba desarrollando: la del mercantilismo
capitalista. Aunque estos autores no comparten las mismas
opiniones ni los mismos presupuestos, ni mucho menos
son un bloque monolítico3, tienen en común que tratan de
construir teorías, metodologías que tuvieran en cuenta eso
que se entiende como cotidiano, la cultura popular.
Elementos metodológicos del análisis psicoanalítico del
discurso
El psicoanálisis ha constituido un método que está
alejado de ser una metodología sistemática, ni mucho menos
puede mostrarse como un manual para todo aquel que quiera
incursionar investigando desde ese lugar. Por ello, lo que se
pretende a continuación es plantear una serie de aspectos que
pueden orientar un proceso de investigación que pretende
hacer uso del análisis de discurso psicoanalítico.

3. Por ejemplo, las diferencias entre Benjamín, Adorno y Horkheimer eran


evidentes con respecto a la noción de cultura popular, esto a pesar que los
tres son ubicados en lo que se ha denominado “Escuela de Frankfurt”

84
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

La no numeración de los apartados no solamente es


un aspecto de forma, a diferencia de las investigaciones de
tradición positivista, cognitiva, cuantitativa y experimental,
en el cual la investigación responde a un orden lógico
cronológico que coincide y genera lo que algunos en
investigación denominan como “marco lógico”. En los
procesos investigativos de la teoría psicoanalítica, el tiempo
lógico no necesariamente responde al cronológico. Por lo
tanto, la secuencia del proceso de investigación no tiene una
estructura de paso a paso secuencial ascendente; de hecho,
ni siquiera en el texto de la investigación se demarcan o se
colocan los títulos de cada apartado, es simplemente una
acción pedagógica para que aquel que lea la investigación
identifique una de las maneras de acercarse a desarrollarla.
El significante o la materialización de lo inconsciente
En la vida cotidiana existen elementos que son
analizables o mejor interpretables. Generalmente son
situaciones, comerciales, noticias, en las cuales se logran
identificar significantes que apuntan a las subjetividades de
una época, incluso de una realidad que se constituye desde
unos fantasmas (fantasías) inconscientes. La realidad es
fantasmática como se va a mostrar en adelante, y esto, para
algunos investigadores que usan la teoría psicoanalítica, se
estructura como una ideología.
A manera de ejemplo de investigación: la cultura popular
La universidad y su academia históricamente se
pretenden alejadas de la vida cotidiana, la idea es tratar de
romper esa barrera que separa los lenguajes académicos e
intelectuales de esa vida, de esa cotidianidad. El problema
sigue siendo que todavía se sostienen metodologías de
investigación científica o formas de hacer ciencia de una
manera mítica: el investigador en su laboratorio o establecida
en una posición privilegiada, neutral, objetiva que, desde sus
instrumentos validados y confiables, no puede ni siquiera
85
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

interactuar con sus objetos de investigación.


Al respecto, ha existido en los últimos siglos una
teoría crítica de la cultura que tiene como precursores a
Karl Marx y a Freud, en los siglos XIX y XX, ejercicio
que siguió la Escuela de Frankfurt (desde Benjamín hasta
Adorno) a lo largo del siglo XX, y que en la actualidad han
sostenido muchos investigadores como Fredric Jameson
o Slavoj Zizek. Este último ha tratado de mostrar cómo la
cultura popular a principios del siglo XX se coloca como
un lugar determinante en la construcción de hegemonías y
contrahegemonías4 (Antonio Gramsci, 1981). Para Gramsci la
disputa hegemónica se tenía que construir como un proyecto
hegemónico alternativo a la dominante, involucrando la
construcción de un sujeto político plural, en donde pudieran
confluir diferentes movimientos y grupos subalternos,
fundamentándose en los anhelos y aspiraciones cotidianas
latentes. Esto como alternativa a la clase dirigente que
refuerza su poder con formas muy diversas de dominación
cultural e institucional. Es por elloo que la lucha estaba en la
cultura popular. Los trabajos de Luis Althusser apuntaban a
eso que, muchas veces, las academias y universidades habían
rechazado por no ser un elemento de las “altas culturas”,
y tanto en una, como en la otra, se juegan elementos de
poder, lo cual significa que la producción cultural sea
denominada “alta” o “popular”. Esto tiene muchos elementos
susceptibles de ser analizados, ya que en ellas se juega
no sólo el poder, sino que se construyen también diversos
mundos y realidades. Althusser (2003), pensaba que las
ideologías cumplen entonces la función de ser. Y es este
punto althusseriano que recoge Žižek, donde lo ideológico
funciona cuando es invisible, o cuando se muestra en la
cultura popular. La ideología como fenómeno de lo evidente,
en lugar de la ideología como aquello que se encarga de
develar lo oculto. Chul Han (2012) diría que esta evidencia
4. El interés de Gramsci era analizar como una clase dominante se consti-
tuía en hegemónica por medio de la cultura.

86
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

es un fenómeno del capitalismo neoliberal: la sociedad de la


transparencia, donde todo se expone como mercancía para el
mercado. Pero el asunto está en analizar esa sobreexposición
de lo evidente que se encuentra en la cultura popular, al modo
de La carta robada de Edgar Allan Poe5. En el cuento de Poe,
la carta está visible para quien quisiera verla, la policía no ha
encontrado la carta porque no ha seguido la lógica inversa a
la lógica de la ocultación o el nuevo sistema de ocultar a la
vista. Y esto obedece a la lógica del significado polivalente
o el significado atrapado en el significante. Para Lacan
(1996) el significante tiene una importancia fundamental en
la teoría psicoanalítica, ya que considera que el inconsciente
está estructurado como un lenguaje. Frente a ello, marca una
diferencia con Ferdinand Saussure afirmando la autonomía
del significante y la existencia de un orden de significantes
puros que están actuando antes del significado; ese orden
lógico es el orden del inconsciente.
Para Lacan, la carta del cuento de Poe es una metáfora
del significante que circula entre varios sujetos. Así, este
se convierte en ese elemento significativo del discurso
que determina los pensamientos, los comportamientos, y
todo lo que concierne a un sujeto sin que él lo sepa. Para
Lacan, quien se ubica en el lugar de psicoanalista es Dupin,
alguien que concede más importancia al significante que
al significado, ya que éste último puede variar o querer
decir algo diferente a lo que la persona pretendía expresar.
5. La Carta robada, es un cuento de Edgar Allan Poe, su historia transcu-
rre en París donde el prefecto de la policía recurre al detective Dupin con
el objetivo de resolver el caso de una carta robada a la reina, la cual, el
ladrón usa para chantajearla. El ladrón, es el Ministro. Dupin acepta des-
pués de rechazar la propuesta en un primer momento ya que él ya había
recuperado por sus propios medios la carta, utilizando procedimientos
diferentes a los “científicos” usados por los del prefecto. Dupin por medio
de un singular análisis concluye que el ladrón no sería capaz de esconder-
la en lugares donde posiblemente la policía podría revisar, sino en el sitio
más simple y visible, donde, por la naturaleza expuesta del lugar, la carta
no sería buscada ni sospechada.

87
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Así pues, se tiene que, el significante se constituye de


significantes que cambian continuamente de significado.
El significante, además, no está hecho para ser
comprendido en interpretaciones fugaces sino para dejarlo
emerger, para abrirlo a una cadena de significaciones, ya que
nosotros no usamos el lenguaje, sino al revés, somos usados
por él. Lo que se pretende realizar en el análisis de discurso
psicoanalítico desde una influencia lacaniana es tener como
objetivo el seguimiento de la organización de los significantes
en el discurso. Un significante (S1) sólo adquiere valor
en relación con otro significante (S2). Por tanto, esta
propuesta no busca revelar significados sumergidos bajo los
significantes. Esta concepción del lenguaje y lo inconsciente
en Lacan, implican que el inconsciente se hace presente
en nuestro lenguaje (S1-S2) en lugar de ser una instancia
misteriosa a la que no se tiene acceso.
La emergencia del significante no es otra cosa que
ese efecto retroactivo que tiene un significante sobre otro
significante. Cabe aclarar que, en la cadena de significantes,
la asociación entre los estos y sus significados, se produce
retroactivamente, es decir que, sólo el último significante va a
significar de alguna manera los anteriores: “Un discurso no es
sólo una materia, una textura, sino que requiere tiempo, tiene
una dimensión en el tiempo, un espesor” (Lacan, 2003, p.17).
En este orden de ideas, se tiene que, la noción punto
de capitón que Žižek recoge del seminario sobre la psicosis
de Lacan (1984), es un asunto importante para analizar lo
ideológico. El punto de capitón es lo que a través del cual el
sujeto es cosido al significante, es su interpelación, en ese
punto es donde el sujeto se dirige al Otro como significante
amo. El significante que produce el ‘acolchamiento’ o
‘almohadillado’ es siempre un significante vacío que sirve de
valor. Por eso para Žižek:
La primera labor del análisis consiste por lo tanto en
88
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

aislar en un campo ideológico determinado la lucha


particular que al mismo tiempo determina el horizonte
de su totalidad –para decirlo en términos hegelianos,
la especie que es su propio y universal género (Žižek,
1992, p. 127).
El punto de acolchado es un punto nodal; en el
nivel del significante, es la palabra que, en tanto que
palabra, unifica un campo determinado. Por un efecto
retroactivo un significante particular llega a ser identificado
con un universal. Esto es lo que Ernesto Laclau (2004)
ha llamado significante vacío que permite, por medio de
unas equivalencias particulares, que emerja lo hegemónico
universal.
Si lo social no consigue fijarse en las formas
inteligibles e instituidas de una sociedad, lo social
sólo existe, sin embargo, como esfuerzo por producir
ese objeto imposible. El discurso se constituye como
intento por dominar el campo de la discursividad, por
detener el flujo de las diferencias, por construir un
centro. Los puntos discursivos privilegiados de esta
fijación parcial los denominaremos puntos nodales
(Laclau y Mouffe, 2004, p. 152).
Esos puntos nodales son permitidos cuando un
significante retroactivamente puede significar a los otros
significantes de la cadena. Ahora bien, que el objeto este
atrapado en el discurso no significa que los objetos no
existan, existen como objetos discursivos, se ubican dentro de
la red de significantes. Lo anterior, demuestra la autonomía
del significante con respecto al significado, los significados
sacan su propia coherencia en la red de significantes. La
lengua gobierna el habla.
El análisis psicoanalítico de discurso puede señalar
esos puntos de capitón que interpelan a un sujeto, cómo
los significantes vacíos se van significando en una cultura
89
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

determinada, de ahí la importancia de esta propuesta desde


el psicoanálisis. Žižek da un soporte a nuestra forma de ver
la realidad, donde ésta es una pantalla que brinda estabilidad
y proyecta las esperanzas y formas de observar el mundo
que nos rodea. La realidad cotidiana es producida por ideas
preconcebidas y aprendidas durante nuestra existencia, la
ideología es un fundamento básico que implica una serie
de suposiciones que giran en torno a esa visión singular esa
existencia.
Este análisis de la ideología que plantea Žižek retoma
la tesis lacaniana según la cual la verdad tiene la estructura
de un relato de ficción, por eso se torna necesaria la crítica
ideológica a través de la cultura popular. Lo que acá se
plantea, entonces, es la identificación de los elementos que
bajo la forma de un relato de ficción permiten establecer el
carácter antagónico del sistema. El efecto ideológico funciona
creando un campo de sentido específico, haciendo aparecer
la significación a través de un significante particular que
emerge como un representante universal de todos los demás,
otorgándole coherencia al campo que totaliza.
Žižek compara el método marxista de la mercancía o
del sueño en Freud y la propuesta, tanto en el uno como en el
otro, es no caer en la “tentación” de analizar el contenido; el
asunto reside en desplazarse desde el contenido a la forma.
Para Freud (1981b) el centro de su preocupación residía en
la forma del sueño (trabajo del sueño), más que en su texto
o contenido manifiesto. La propuesta no consiste en ir al
sentido oculto de las manifestaciones, sino, dirigirse al cómo
estas adquirieron una forma específica. No hay secretos
ocultos detrás de las formaciones culturales, la misma
manifestación que se muestra es lo importante, cómo se
elabora, es decir en su producción.
Hubo una época en que encontraba
extraordinariamente difícil acostumbrar a los lectores

90
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

a diferenciar entre el contenido manifiesto de los


sueños y el contenido latente del pensamiento
onírico. Una y otra vez se levantaban argumentos y
objeciones basadas en algún sueño no interpretado,
en la forma en que se había retenido en la memoria,
menospreciando la necesidad de interpretarlo. Pero
ahora, cuando los analistas al menos se han puesto
de acuerdo en reemplazar el sueño manifiesto por su
significado revelado por la interpretación, hay varios
de ellos culpables de hacer en otra confusión a la
que se aferran con igual obstinación. Buscan hallar
la esencia de los sueños en el contenido latente de
ellos, por lo que no consideran la diferencia entre el
pensamiento onírico latente y la elaboración onírica.
Profundamente, los sueños no son más que una forma
articular de pensar, hecha posible por las condiciones
del dormir. Es la elaboración onírica la que crea esta
forma y ella sola es la esencia del sueño. (Freud,
1981, p. 655).
El anterior párrafo pertenece a una nota al pie de 1925
del texto La interpretación de los sueños, publicado en 1900,
es decir, 26 años después de la publicación de “interpretación
de los sueños”, donde Freud trata de explicar otra vez como
se construye este proceso, cuál es su lógica, entendiendo,
desde esta óptica, que el asunto no es buscar el significado
oculto del sueño6, sino en el trabajo del sueño, su elaboración.
Al igual que el sueño, el análisis de la ideología toma
como elementos no sólo a Freud sino a Marx, comentando
que no basta con señalar lo supuestamente oculto, sino
que se requiere analizar la forma para ocultarlo y, en esto
último, radica la potencia del análisis del trabajo del sueño

6. El psicoanálisis no es una psicología de las profundidades, al contrario,


debería ser denominada una psicología de las superficies, lo inconsciente
no se encuentra oculto, se muestra de una manera tan evidente que se hace
invisible muchas veces.

91
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

y la forma mercancía en la ideología; por tanto, también se


puede encontrar la fundamentación del análisis de discurso
psicoanalítico en la cultura popular, porqué es allí donde se
juega lo ideológico.
En el análisis psicoanalítico del discurso se localizan
los accidentes de la historia, sus ínfimas desviaciones, los
errores a que ha dado lugar. Cómo se constituyeron en un
surgir y resurgir discontinuo de diferentes momentos y
escenarios; irrupción desordenada, azarosa y, por momentos,
contradictoria de prácticas que se definen como científicas
y liberadoras para el ser humano, pero que terminan en
resultados bien diferentes, desvirtuando la pretensión
ordenada, lineal y progresiva de las historias oficiales o de
la ilusoria constitución unitaria de una disciplina. Tal como
señalaba Foucault, basándose en los trabajos de su maestro
Georges Canguilhem, en Arqueología del saber (2010).
La cuestión es dar paso –teórica y
metodológicamente– a los márgenes, a los rincones de lo
que se excluye. En esos márgenes, lo genealógico (Foucault,
2010) quiere dar cuenta de posturas diferentes a las de nobles
personajes, o de elevados y grandilocuentes hechos en que
se fundamentan ciertas historias. En concordancia con lo
expresado, el planteamiento de este trabajo propone convertir
al análisis psicoanalítico del discurso en un método de
investigación, no sólo para la psicología sino para las ciencias
sociales y humanas en general. Es una caja de herramientas,
como también repetía Foucault (2010).

92
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Análisis de discurso y objeto a7: los smartphones de Tigo8


Un elemento que confluye en la actualidad en la
cultura popular es el consumo: sociedad del consumo como
plantea Zygmunt Bauman (2007). Para este sociólogo en
la actualidad se ha generalizado el consumo cultural hasta
el punto de no poder hacer la diferencia entre cultura de
élite y cultura popular. Es como si los objetos de consumo
estuvieran generalizados en la sociedad. Al encarnar la
promesa de colmar la falta del Otro, el objeto a muestra la
dimensión fantasmática o ideológica del mundo, el fantasma
en el psicoanálisis es un intento de recubrir la falta en el Otro.
El asunto es que ese fantasma ideológico sostiene nuestra
realidad social (Žižek, 2009).
El objeto pequeño a responder por una verdad para
el sujeto en todos los momentos de su existencia, ese objeto
representa nuestros miedos, anhelos y deseo, entre otras
cosas. En este escenario, la publicidad se ubica como una
forma de discurso que coloca las mercancías a nivel de
objetos de deseo. El consumo dentro del discurso se explica
como un acto desplegado por un sujeto del inconsciente,
contrario a la creencia difundida, incluso en las academias
colombianas que estudian la psicología del consumo desde
una perspectiva que expone que dicho proceso está guiado
por aspectos racionales y conscientes9.
7. El objeto a permite evitar confusiones con el A, el gran Otro, así
que el a es el pequeño otro, el semejante. Las letras a y A derivan de la
palabra Autre, que en francés es el modo de decir Otro. El objeto a es la
causa del deseo. Este objeto no es un objeto representable como tal, no
puede ser identificado sino bajo la forma de fragmentos, que en un primer
momento se pueden ubicar en el cuerpo. El objeto pequeño a encarna la
falta del Otro.

8. Tigo es una compañía operadora de telefonía móvil, con presencia en


América, Europa, África y Asia.

9. En Colombia existen varios posgrados que estudian la psicología del


consumidor, el primero y el más antiguo (1993) es el de la Fundación

93
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

El consumo tiene que ver con impulsos inconscientes


denominados como pulsiones. El psicoanálisis se convierte
en una herramienta imprescindible para el análisis del
discurso y, mucho más, para el análisis del consumo dentro
de unas lógicas imperantes que obligan al modo “superyoico”
a gozar10 consumiendo. De este este modo, la publicidad
ofrece un espacio para el ideal del yo del sujeto, le propone
mercancías.
El superyó en la actualidad opera como imperativo,
obligando al sujeto a realizar su plenitud narcisista mediante
el simulacro de objetos y bienes para taponar la castración.
Así, por medio de una operación fantasmática, los objetos
en la sociedad de consumo se particularizan, ofreciéndose
un objeto para cada uno. Estos objetos ayudan a crear una
ilusión de autosuficiencia y de dominio de lo imprevisible.
Y, es ahí, donde puede aparecer un objeto (gadget)11 como
el smartphone o los teléfonos inteligentes. Al respecto,
lo primero que llama la atención es la denominación
“inteligente”; lo curioso de estos “teléfonos” es que cada
vez se usan menos para hablar y la descarga de aplicaciones
se constituye como su atractivo, pero, sobre todo, el gran
uso que se hace de ellos, está dado para conectarse a redes
Universitaria Konrad Lorenz (Bogotá). El segundo mucho más reciente es
el de la Universidad Pontifica Bolivariana de Medellín, la denominación
“comportamiento del consumidor” vislumbra una serie de acciones con
un sostén racional. Los otros posgrados como el de la Universidad del
Norte de Barranquilla, el de la Universidad del Bosque y Universidad de
la Universidad) Sabana en Bogotá y Chía respectivamente no se apartan
de esa línea que relaciona consumo con intereses racionales y decisiones
conscientes.

10. El goce en la teoría lacaniana es lo opuesto al placer.

11. Para Jean Baudrillard el gadget sería en la sociedad post-industrial


un emblema donde desaparece como valor instrumental del objeto y
se convierte en solo valor de signo, o como un significante en la teoría
lacaniana.

94
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

sociales; en Colombia hay 14,4 millones de usuarios de


smartphones (El Tiempo, 2015). Ante lo anterior surge una
pregunta: ¿Por qué será tan importante conectarse a redes
sociales?
Para contestar el anterior interrogante, se analizará
discursivamente, desde el psicoanálisis, las publicidades
de la compañía de telefonía móvil Tigo, presentadas en los
últimos años (2011 – 2015). Para este propósito, se abordará
como primer objeto de análisis, la campaña publicitaria
“Desflechízate en Tigo”.

En este comercial “desflechizarse” tiene como


objetivo invitar a que cada usuario dejase de lado su teléfono
viejo y adquiriera un smartphone; pero la compañía Tigo
presentó dicha campaña basada en la cotidianidad de los
usuarios mezclada con humor para que cada persona se viera
reflejada en su día a día con el operador móvil. Lo importante
aquí es que el significante “desflechizarse” le viene a dar un
orden a un sujeto que al tener un celular (flecha) se ubica en
una clase socio-económica baja, momificada en el pasado12,
caso contrario del smartphone, que está en el futuro de un
12. La publicidad completa muestra a dos exploradores abriendo un sar-
cófago y uno le dice a otro: “es Tutankamon” , el otro le responde: “Que
Tutankamon y que nada, es la momia de Riaño que se quedó en el pasado
porque pensó que nunca le iba a alcanzar la plata para comprase un
smartphone ” y le interpela a la momia: “Riaño desflechizese, vea que en
Tigo si le alcanza para un smartphone Huawei perfecto para usted, desde
140.000 pesos con cámara” y la momia (Riaño) contesta: “ahora tomar y
subir fotos a Facebook no va a ser un camello”.

95
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

sujeto y, con el cual, se puede tomar y subir fotos a la red


social Facebook y otras redes sociales.
El significante “Desflechizate” le da existencia a un
sujeto en una sociedad completamente estratificada, como
la colombiana: “El poder clasificatorio de la estratificación
marca la identidad de los colombianos al punto de que,
cuando se busca compañía, el estrato se coloca (en los
anuncios personales) al lado del sexo, la contextura física
o la edad”, afirma la socióloga Consuelo Uribe Mallarino”
(Revista Semana, 2014). Los estratos socioeconómicos en
Colombia ordenan la sociedad de una manera numérica (del
uno al seis), lo cual impide que muchas veces no sea tan
fácil la movilidad entre estratos, pero el smartphone parece
que puede cambiar esa tendencia, incluso Tigo en el 2001
ya había intentado cambiarla con su publicidad “en Tigo el
BlackBerry es para todos”13

Así, lo que está en juego para un sujeto con la compra


del smartphone, es una cuestión ideológica que se sostiene
por el fantasma de “progreso”, por la ilusión de poder ser
otra persona o pertenecer a una diferente clase social. De esta
13. El comercial completo dice: “óigame preocupa esta vaina, en Tigo
el Blackcberry es para todos ¡hello!, antes uno era el único que llegaba
donde la hembrita, hola cómo estoy, dame tu pin ¡delicioso!, pero Tigo,
lo voy a hacer y vea, paquete de Blackberry desde 27.999 pesos más el
plan de voz que elijas, ¿entonces qué, ahora todo el mundo feliz con su
Blackberry? ¡divino lo último!” Acá el personaje es interrumpido por su
caddie que le pregunta: ¿doctor me da su pin? Y termina diciendo: ¡papá
haz algo!

96
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

forma, se tiene que, el objeto pequeño articula toda fantasía,


fortaleciendo de esta manera la idea de que estos objetos
(gadgets) funcionan, son funcionales como medios de goce.

Si bien las redes sociales se alimentan de la


exhibición, ese es precisamente su elemento ideológico, al
mostrar ocultan, como la carta robada de Poe; pero de forma
digital, como nos lo comenta Chun Han (2012) en la sociedad
de la transparencia. Lo que se consume a través de las redes
sociales y que ofrece los smartphones, no son objetos de
exhibición sino objetos de ocultación; lo que se consume
no es el objeto smartphone, ni siquiera la red social como
Facebook o WhatsApp, sino el poder mostrar sin mostrar,
como la cerveza sin alcohol, el café descafeinado o el sexo
sin sexo. Se consume una experiencia sin riesgos, sin el
encuentro – desencuentro con el otro: De hecho, la “fantasía
es el medio que tiene la ideología de tener en cuenta de
antemano su propia falla” (Žižek, 1992, p. 173).
Ese “mostrar no mostrando” hace recordar el
famoso chiste freudiano: Me dices que vas a Cracovia para
hacerme creer que vas a Lemberg cuando en realidad vas a
Cracovia. Este chiste muestra que las palabras no remiten
a una cosa en la realidad, sino a otras palabras, por eso lo
que se consume no son cosas en sí, sino su remisión a otras
cosas por medio de palabras. Por ello, es posible realizar el
análisis de discurso a través de unas palabras que remiten a
otras, y entender que, una palabra puede significar a otras.
Problematizaciones desde la teoría psicoanalítica

97
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Las redes sociales permiten soportar las precariedades


de la vida y del trabajo mediante el fantasma que re-incorpora
imaginariamente el objeto. En Facebook las palabras parecen
adquirir el carácter de imágenes y, estas, son puestas para
que las apruebe otro, mostrando su reconocimiento a través
del “me gusta”, incorporado en esta red social; asimismo,
el sujeto, en su muro de Facebook, puede, quizás amurar su
deseo. Sin embargo, Twitter o Facebook no son comunidades
artificiales propiamente hablando; más bien, muestran
realmente, la artificialidad que siempre ha caracterizado
a las relaciones sociales, como si, desde siempre, nos
hubiésemos relacionado con otro virtual, la única diferencia
es que, en esas redes, el cara a cara físico se ha eliminado,
pero el asunto continúa siendo igual que con las anteriores
relaciones, en que primaba la relación presencial.
Ahora bien, en este punto, lo que interesa al análisis
psicoanalítico de discurso es la experiencia que vive el
sujeto con relación a su inconsciente, pero el énfasis que
coloca este análisis, es en aquello que no funciona, no para
comprenderlo y hacerlo funcional, sino para señalar ese
no funcionamiento. En este punto radica el error del ideal
de la comprensión, no hay que apresurarse a comprender
ni darles sentido a las cosas pues, casi siempre, al hacerlo
se cae en el terreno de lo imaginario, de la suposición. El
asunto está en el malentendido, en aquello que se dice más
allá de quién habla, el que habla no sabe lo que dice, y dice
más de lo que sabe, y esa es la definición del descubrimiento
psicoanalítico freudiano: un saber que no se sabe, un saber
que produce su propio escrito. Las formaciones discursivas
son manifestaciones que se pueden leer, así como también se
pueden leer los sueños, los síntomas, los lapsus, el chiste. En
esa lectura se puede leer la letra de un sujeto que retorna en
un discurso. Las singularidades de un sujeto pueden ser leídas
ya que ellas insisten en el discurso, lo inconsciente insiste.
Pero lo paradójico de esa insistencia es que tiene que ser

98
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

saberse leer, escuchar.


La labor para el investigador que utiliza el análisis
de discurso psicoanalítico, es una labor más de lectura que
de interpretación, aunque esto último puede traer lo primero,
pero esta interpretación debe ser tratada como un acto de
construcción, asunto que ya Freud (1981c) planteaba en
1936 en su texto Construcciones en el psicoanálisis. Esta
labor recae sobre un discurso, que para Freud trataba sobre
aquello que expresaba un sujeto en el análisis. Así, en este
caso, se trata de lo que nos dice otro (sujeto) sobre eso en
el discurso, ya que los textos discursivos no hablan por sí
solos, tienen que esperar de la ubicación de un sujeto en ese
texto discursivo para que eso pueda hablar; es decir, que
para que algo pueda ser analizado, no sólo se necesita que
diga algo, sino que alguien debe ubicarse en ese lugar de
lectura y escucha, para que ese algo pueda ser construido e
interpretado. En ese punto, el lugar del investigador en el
análisis de discurso psicoanalítico es un lugar constructivo no
sólo hacia el discurso sino hacia sí mismo. El lugar del sujeto
investigador y el objeto investigado se diluye y, tanto lo uno
como lo otro, puede ubicarse en diferentes lugares.
En la labor investigativa es común escuchar que
existen dos lugares fijos: el del sujeto y el del objeto. En el
psicoanálisis, estos lugares se traspasan, el adentro y el afuera
pierden consistencia para dar lugar a una especie de objeto14
que se puede mostrar a través de la figura topológica de la
banda de Moebius.

14. Neologismo entre sujeto y objeto que implica que tanto el objeto
como el sujeto son una continuidad.

99
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

La banda de Moebius es una superficie con una


sola cara y un solo borde. Posee la propiedad matemática
de ser un objeto no orientable, es decir, no se puede hablar
en esta figura de una cara interior y cara exterior. Esta fue
descubierta por los matemáticos alemanes August Ferdinand
Moebius y Johann Benedict Listing, en 1858. Esta figura le
sirve al psicoanálisis para problematizar las tradicionales
posiciones binarias como interno/externo, amor/odio,
significante/significado, verdad/apariencia, incluso la de
normal/anormal que tanto ha sostenido a la práctica clínica
de la medicina y de la psicología, como también al mismo
psicoanálisis. Por eso, el sujeto y el objeto tampoco son dos
lugares separados, son continuos; el sujeto puede devenir
objeto y, el objeto, lo inverso, de allí que se pueda atravesar
un lugar que se considera fantasmáticamente fijo: “atravesar
el fantasma”, pasando del interior al exterior, o al revés.
Colocarse en el lugar de investigador en el análisis
de discurso psicoanalítico implica una intimidad pulsional
de un sujeto, implica no sólo analizar un discurso que
se ubica afuera, puesto que, como ya vimos, afuera hace
parte de nosotros; por ello hay que atravesar con la propia
subjetividad esa experiencia, soportar la tensión de saberse
implicado en ese análisis, es decir, toda investigación trata
sobre un discurso donde nosotros nos ubicamos, sobre
“nuestra” ubicación, que también se habla en este tipo de
investigación y en esta metodología denominada análisis de
discurso psicoanalítico.

100
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

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103
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

104
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Señuelos de una crítica apócrifa


Cristina PÓSLEMAN1

Comparto una serie de notas extraídas de la


investigación que estoy realizando desde hace un tiempo
sobre las relaciones entre crítica y filosofía. Voy a ir directo a
ellas.
1- A juzgar por las evidencias que a continuación
presento, la palabra crítica es una de las más usadas en
la infósfera -como llama Bifo Berardi a este espacio de
sobrecarga informativa en el que nos desempeñamos
diariamente (2003). Que la palabra crítica sea la princesa de
los algoritmos de nuestros tiempos, es un síntoma elocuente.
Invito a lxs lectorxs a hacer la prueba por su propio
paisaje digital y a explorar estadísticamente cómo circula
esta categoría que usamos todo el tiempo y cuyo alcance
semiótico seguramente jamás hayamos revisado a priori.
Por otra parte, a la par de cómo se distribuye su despliegue
algorítmico, me pregunto –y dejo palpitando la cuestión- en
qué sentido es posible hacer un parangón entre esta estrategia
1. Cristina Pósleman. Magíster en Filosofía Política y Doctora en Filosofía,
mención Estética y Teoría del arte (UChile). Docente e Investigadora de
la Universidad Nacional de San Juan. Directora del Instituto de Expresión
Visual (Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes- UNSJ). Integrante del
Comité Académico del Doctorado en Filosofía (FFHA-UNSJ) Integrante
de la Red de Estudios Latinoamericanos Deleuze y Guattari (REELD&G).
Responsable de la acción curatorial de varias Muestras provinciales y
nacionales. Conferencista invitada en las siguientes instituciones: Univer-
sidad Estatal de Campinas, Universidad Estatal de Río de Janeiro, Univer-
sidad Nacional Autónoma de México y Universidad de Lisboa. Autora de
numerosos artículos sobre el cruce entre filosofía caribeña y filosofía fran-
cesa contemporánea, así como sobre estética y teoría del cine, así como de
Poema Desprendido (Editorial Panlengua, San Juan, 2023), y de Mil Sures.
Deleuze. Fanon y otros hilos (Editorial Qellqasqa, Mendoza, 2023). email:
cristinaposleman@yahoo.com.ar

105
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

y la que en otro momento nos exigía ir a los catálogos de las


bibliotecas o a los diarios.
Efectivamente, después de las palabras ciencia y arte,
crítica es la de más incidencia. Ahora, cuando se le agrega
una palabra en la búsqueda, por ejemplo, se le suma social
o política, lo llamativo es que lo que arroja más cantidad
de resultados después de la pareja crítica política, que es
la primera, y crítica social, como la segunda, es la pareja
crítica y razón. Esta dupla comparte protagonismo en una
constelación categorial que tiene que ver con la modernidad
y con el ámbito de la filosofía europea. Evoquemos si no a
la crítica de la razón pura, a la crítica de la razón cínica, a
la crítica de la razón colonial, para referir algunas entre la
enorme paleta a mano. Es decir, mucho de la circulación de
la palabra crítica se debe a su relación íntima, particularísima,
con la filosofía europea del siglo XVIII. Ello, según este dato,
que por cierto no es menor. No podemos dejar pasar que es
uno de los espacios que está al alcance de la mayor cantidad
de usuarixs y que es hoy por eso bastante desafiante para
la tarea de construcción de archivos. De ahí que, mapear o
diagramar los avatares de ese maridaje puede ser efectivo a
la hora de evaluar dónde está parada, o flotando, mejor, la
crítica y, asimismo, las filosofías. En ese horizonte, formulo
estas preguntas: ¿Cuándo necesitamos de la crítica?, ¿es que
la filosofía, esa filosofía, sale eventualmente a pedir ayuda
y la encuentra en la crítica?, ¿qué vínculos se han forjado
entre ellas?, ¿por qué por momentos son inseparables y hasta
indistinguibles y, por otros, parecen repelerse?, ¿cuándo
la crítica ha operado como adyuvante de los proyectos
filosóficos y cuándo como oponente?
2- Atendamos primeramente a cierto factor
inseparable de la crítica tal como la asumimos en nuestra
tarea cotidiana. Indudablemente su condición performativa
viene configurada por cierta ansia, o cierta afección deseante
-diríamos en la jerga deleuziana-de configurar la teoría a la

106
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

griega. Efectivamente, la palabra crítica viene de krisis, un


vocablo griego. Por otra parte, atendamos a la implicancia
del significado de este vocablo que representa algo así como
selección y decisión, elección y veredicto. Un juicio, una
evaluación, sugiere la etimología de la palabra. En este
sentido, cierta ficción rodea a la palabra crítica, que funciona
instalando las condiciones para la percepción de que algo se
ha quebrado en el pensamiento y, entonces, que la humanidad
debe forjar la capacidad de elaborar herramientas para
evaluar, para tomar la decisión por un camino y no otro, para
poder continuar. Básicamente esa es la semántica de crítica.
Algo demasiado provocativo, que no ha dejado de generar
la presunción de que esta ficción no es gratuita, que es una
dimensión en disputa a la hora de poner al pensamiento un
nombre y apellido, a la hora de situarlo.
3- Algo del orden de esta presunta vulnerabilidad
del pensamiento puede ser lo que el filósofo escritor
Glissant, llama opacidad. Glissant asocia la opacidad con el
deseo relacional y, en esta asociación, pone en tensión las
temporalidades que con él se ligan. Homenajeando en algún
sentido a la diferenciación que hace Fanon, un compañero
de batalla, entre el esquema histórico, el esquema corporal
y el esquema epidérmico, la opacidad se hace cargo de
decir sí, acá hay un cuerpo (2009, p. 112-114). Afirmación
que nos lleva a desnudar la lógica de la romantización de la
vulnerabilidad del pensamiento, y mostrar la persistencia en
cierta postergación ad infinitum, de la verdadera naturaleza
de sus cimientos y bisagras. Para protegerse de sus bases
colonialistas, debe conservar a toda costa esta semiosis
ficcional de la vulnerabilidad como un mito fundador, una tal,
que encubre la constitutividad respecto del llamado proyecto
moderno, de la lógica distributiva asimétrica y violenta del
derecho a ser, a saber, a desear, o lo que Mbembe llama
necropolítica (2011).
En torno al tema hay mucha ensayística. Podríamos

107
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

pasar mucho tiempo recorriendo los textos de autorxs que


hacen saltar esta idea fetichizada de la vulnerabilidad del
pensamiento. Empecemos por un gringo. Por ejemplo, Bruno
Latour, quien, en su artículo titulado “¿Por qué se ha quedado
la crítica sin energía?”, nos ofrece una potente razón de la
necesidad de su pregunta. Latour presenta la analogía entre
la situación de los ejércitos replanteándose sus estrategias
frente al cambio de enemigo eventual, específicamente frente
a las trasformaciones tecnológicas, y se pregunta por qué no
la crítica debería hacer lo mismo (2004). Vaya analogía la de
Latour. Y sí, así de provocadora suena, frente a las evidencias
que él considera contundentes y con las cuales coincidimos,
de que quizás hayamos llegado a un momento de absoluta
necesidad de modificar los términos del pacto entre la
filosofía, la ciencia, el arte y el mundo. Situación que, aunque
quizás no sea de vida o muerte, porque el planeta perdurará,
no el mismo puede ser, no la vida en sus condiciones
actuales, sí puede ser que se trate de una urgencia por ajustar
la crítica en función de estos enemigos inéditos. El planeta
se viene abajo, los océanos se convierten en basureros,
las especies se extinguen, las montañas son objetos de
sistemáticas amputaciones, los animales se matan en escala y
poblaciones enteras quedan enterradas bajo las ruinas en un
instante, la gente se muere bajo las bombas. Estadísticamente
y de acuerdo con las promesas que arrastraba la modernidad
y su progreso, en lugar de cumplir los sueños, la ola de
cinismo e indiferencia se va tornando cada vez más peligrosa,
ha ganado el aire por el que flotan hoy la razón y la crítica
mareadas entre la multitud.
4- Entonces, volvamos a esta decepción, pero ahora
señalando una condición contextual que nos pone en una
situación particular en relación con este posible mapeo de la
crítica y sus avatares junto a la filosofía. En este punto, cabe
evocar a Arturo Roig, quien siempre alentó a confiar en la
crítica. El filósofo mendocino la considera como operación

108
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de detección de las estrategias de manipulación discursivas


que él liga con la tarea urgente que surgiera de poner mucha
atención a la función utópica del discurso. Esta función
implica, según Roig, en resumidas cuentas, una exploración
de las posibilidades de futuros emancipatorios de nuestros
mundos, en el presente (2009, p. 15-16). Obviamente
un enfoque que se inclina por sospechar de la aplicación
arbitraria de la presunta incompletitud del pensamiento
tal como opera en la maquinaria colonial. Pero, aunque
no deberíamos echar por la borda esta confianza, según el
sociólogo argentino Eduardo Grüner cabe un ajuste, para
decirlo en términos extrapolados del feo escenario de las
finanzas y las economías internacionales. Grüner ha dedicado
muchas páginas al tema. Lo que dice es que las condiciones
que sustentaban el feliz desarrollo de la crítica, a la manera
en la que se realizó durante el siglo pasado, que él observa
desde la teoría acerca del proceso del sociometabolismo del
capitalismo, de Istvan Mészàros, hoy ya no están vigentes. La
credibilidad en las potencialidades en un presente que ofrezca
posibles a los que una astucia crítica debe apuntar a detectar,
se halla en situación de inhabilitación (Grüner, 2011, p. 26).
Entonces, en los puntos que presento a continuación
me dedicaré a unas cuantas figuras de la crítica, que le pueden
dar cuerpo a esta presunción grüneriana de que, incluso en
Europa, la crítica ya empezó en este otro sentido al que nos
referimos. El argentino nombra a varios personajes que ya se
suben a esa flecha como Mariátegui, Senghor, Samir Amin,
Aijaz Ahmad, Talal Asad, Ugarte, Edward Said y Tariq Alior
y, por supuesto, a Fanon. En este sentido, nos sugiere que no
caigamos en la desesperación, porque ya pululan enfoques
que manejan categorías operativas para teorizar las asimetrías
que sustentan la distribución de las potencialidades críticas
o las posibilidades de ir más allá de la naturalización del
contrato social, y entonces el contrato académico, tal como
están. Es decir, estas figuras nos pueden ayudar a disipar la

109
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

ilusión del sueño crítico para apropiárnoslo ahora desde otra


situación.
Vamos a esta especie de mapeo de estas figuras de la
crítica. Por una cuestión no sólo de espacios, sino de lógicas
secuenciales, o simplemente por la condición de acotado del
marco teórico, me limito a una cierta constelación de figuras,
como advertirán.
5- Como viene palpitándose hasta acá, es lo que
espero, una cierta presunción de qué es en el punto de
inflexión entre las gramáticas de la Historia con mayúscula
y las distintas coyunturas donde puede situarse esta disputa
entre la crítica y la filosofía. Peter Pál Pelbart ha escrito
un libro maravillo que se llama Filosofía de la deserción.
Nihilismo, locura y comunidad, publicado en el 2010, en
donde, evocando al filósofo francés, Gilles Deleuze, enfatiza
la tarea crítica de la filosofía y la contrapone al cortejo
de “traiciones”, dice, del que es presa y que convierten al
filósofo en un “coleccionista de los valores en curso, en
el funcionario de la Historia” (2019, p. 232). En esa tarea,
presumo, también es interesante plegarse, considerar las
traiciones como momentos en los que la creación teórica se
tensa hacia el lado de este conservadurismo cínico, o lo que
llamaba recién, la operación de preservación del absoluto
dominio de la potencialidad crítica.
Vamos a las figuras de la crítica. Unas pocas líneas
voy a destinar a estas figuras. Una investigación sobre ellas
está en curso. Por lo pronto, dejo en el aire algunos elementos
para seguir pensando.
Comienzo, entonces, por la articulación obligada.
La palabra crítica nos remite directamente y de acuerdo con
lo que aprendemos en nuestras universidades, a la filosofía
kantiana. Siglo dieciocho, en el que la filosofía teme quedar
atrás respecto de la ciencia que con Newton se ha sacudido
todo vestigio de superstición. Pero teme quedar atrás
110
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

además respecto de ese pensamiento que vería el alborear


de la maquinaria colonial, cuyo primer encendido, ahí ya,
está el germen de la violencia que se necesita para que siga
funcionando. Temeroso del fracaso de la filosofía, mucha
metafísica al borde la superstición, Kant postula la necesidad
de hacer una crítica de la razón que, en el sentido escolar y de
manual en el que venimos reseñando, puede explicarse como
la tarea de detectar cómo procede, cómo funciona. Entonces,
en el microscopio filosófico, la razón aparece objeto de una
operación, la crítica, que incluso regará no sólo los resultados
del trabajo científico, de la filosofía y del arte, sino de la
opinión de cualquiera que se jacte de sujeto civil. El sentido
de la crítica es el sentido mejor repartido, es lo que armoniza
las facultades de este sujeto de conocimiento. En la medida
en que seamos capaces de advertir esa potencia de pensar
por nosotros mismos (en masculino), de nuestra condición
subjetiva trascendental, se corrobora el eslogan: critico, luego
conozco. Pero también, y aquí reside el contenido que, más
que eso, es una condición constitutiva de este pensamiento,
un contenido entonces postergado. El eslogan aparecería
irónicamente como: critico, luego advierto el límite de la
razón, y no sólo entendiendo este límite como el límite de
las facultades o de lo que nuestra razón puede ofrecernos,
sino del límite antropológico de quien ostenta esta razón.
Primera figura de la crítica que acá propongo, directamente
ligada con la idea de ilustración. Resumidamente, la crítica
opera como un zoom descriptivo y analítico. Tal como
puede ser interpretado el microscopio, un adelanto de lo
que luego será el zoom de la cámara, un zoom enfocado al
instrumento mayor del conocimiento, de la política, de la
historia: la razón. La razón se muestra como un dispositivo
que aplica categorías que le son trascendentales, es decir, que
se alojan en esquemas aplicativos, y que ordenan la realidad
de acuerdo con esta disposición apriorística. Pero este
microscopio también muestra que esta disposición no la tiene
todo aquel que se arrogue la humanidad. Hay una humanidad

111
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

que no la posee. Los habitantes de Tierra del Fuego o de la


Nueva Holanda, como se refiere Kant a los habitantes del
entonces llamado Nuevo Mundo -no tan inocentemente
como si se dijera los habitantes de la Cochinchina- (1991, p.
225), no poseen la misma condición humana. Se les permite
la humanidad, pero no la misma del sujeto trascendental
que mira con sus ojos europeos, demasiado europeos, la
humanidad del mundo. En resumen, esta figura necesita la
segregación y sumar la categoría de sub humanidad.
6- Unos siglos después, en medio de la Segunda
Guerra Mundial, y publicada en la posguerra, dos filósofos
alemanes, ya en el exilio, teorizan lo que nombran como
dialéctica negativa. Para Adorno y Horkheimer, el sujeto
cognoscente ha perdido la razón. La capacidad de nombrar
la realidad positivamente, es decir, el poder decir lo que es
a través del concepto, pasa a convertirse en mito, cuando
advierte que ese poder-decir se sustenta en una dominación
y una totalización imposible de corresponderse con lo real,
con la historia. El poder decir se deshace porque el poder
y el decir, o mejor, la potencia del lenguaje, se vuelve
irrelegable, inconmensurable. No obstante, esa condición
de negatividad de la dialéctica, esta crítica, es un punto de
inflexión cuando nos desafía a pensar la evidencia histórica
misma, como la que “derrota cualquier pretensión de Razón”
(Adorno y Horkheimer, 1991, p. 70). ¿Cómo podemos
experimentar la racionalidad, la identidad, el progreso,
prometidos por la clarificación de las luces, precisamente, si
el devenir experimentado por occidente2ha engendrado, por
el contrario, el advenimiento de sociedades totalitarias, de
explotación, de barbarie? Evidentemente la filosofía no ha
2. Utilizo el término occidente en minúsculas para dar cuenta de la dis-
tancia que elijo asumir respecto de las catalogaciones eurocentradas.
Pero insisto en el término porque me parece la mejor manera de enmarcar
la propuesta editorial que nos viene de las metrópolis europeas y norteam-
ericanas.

112
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

podido ser aún contemporánea dicen Adorno y Horkheimer:


la historia ha refutado todas sus pretensiones históricas,
y obviamente epistemológicas. El concepto de dialéctica
negativa de la Ilustración quiere dar cuenta de cómo el
pensamiento ilustrado pretendió una dominación totalizadora
de la naturaleza y la sociedad, una explicación universal y
total de los fenómenos recayendo finalmente en la misma
matriz del pensamiento mítico que buscaba superar: “el mito
ya es iluminismo, el iluminismo vuelve a convertirse en
mito” (Adorno y Horkheimer, 1969, p. 12). Segunda figura
de la crítica, entonces, en función de la recomendación que
palpita en esta dialéctica negativa: hacer de la crítica el
compromiso de la filosofía contemporánea, que sería procurar
las condiciones de conmensurabilidad de la Historia -que
empuja por perder sus mayúsculas-. Procurar unos posibles,
diría el pensamiento deleuziano más tarde. ¡Lo posible, que
me ahogo! (Deleuze y Guattari, 2007, pp. 213).
7- Llegamos a la estrella del siglo veinte. Al
entrañable Foucault. El francés rescata la idea de esta
humanidad kantiana que toma conciencia de su potencial de
autonomía epistemológica, política y social. En la célebre
conferencia que da en la Société Française de Philosophie
el 27 de mayo de 1978, y en el artículo publicado en 1984,
repite la pregunta que aparece expresamente en el título de
un artículo de Kant: ¿qué es la ilustración? Y da cuenta que,
según esta diferenciación entre crítica e ilustración, mientras
la primera es el trabajo sesudo de indagar en el conocimiento
y sus límites, la segunda es, más que una reflexión histórica
o una especulación, una especie de llamada al coraje, al
atrevimiento, un vitoreo de la trascendentalidad. Foucault
termina modulando a ambas en una fórmula misteriosa:
teoriza la noción de actitud crítica, recogiendo el factor de
atrevimiento que aporta la idea de ilustración, articulándolo
con una especie de ejercicio de auscultación de esta operativa
de la razón trascendental kantiana (Foucault, 2006, p. 12).

113
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Específicamente en el artículo que replica la pregunta sobre la


ilustración, Foucault asocia la crítica con un tipo de reflexión
filosófica que problematiza la relación con el presente, y
destaca, por una parte, que el hilo que puede liarnos con
la ilustración no es la fidelidad a esta idea de crítica como
tribunal de la razón, sino más bien la reactivación permanente
de cierta “actitud crítica” (Foucault, 2006, p. 4).
Pero se distancia de Kant. Para Foucault, la crítica se
constituye en una práctica de transgresión que no perseguirá
determinar las estructuras universales del conocimiento, ni
por eso denudar los términos de una moral de la obediencia
legítima a cierta linealidad temporal (Foucault, 2006, p.
93 y 97). Para Foucault, la crítica buscará ocuparse de los
discursos que configuran nuestros pensamientos, lo que
decimos y hacemos, y se plantea una genealogía que no
inferirá a partir de la forma de lo que somos, lo que nos es
imposible ser o conocer, sino que, resaltando la contingencia
que nos ha hecho ser lo que somos, inferir la posibilidad de
no ser, de no hacer, o de no ser gobernados (Foucault, 2006,
p. 8). Vuelve sobre sus célebres fórmulas moduladas con las
categorías de poder, saber y verdad, y enfatiza la necesidad de
que esa actitud no repose en lo teórico o analítico, sino en lo
experimental. Y expresa la preferencia por transformaciones
que llama parciales, como las relaciones de autoridad, o
las relaciones entre los sexos. Ese “camino indefinido de la
libertad” (Foucault, 2006, p. 92), diríamos, se traza más en,
o mejor, entre, los cuerpos que en la dimensión epistémico
ontológica trascendental. Foucault nutría con esta teoría
a las minorías, nuevas formas de militancia y activismo,
emergencias o fuegos avivados que sellan el siglo veinte
como el siglo del deseo de transformación a niveles antes
impensados.
8- De la cláusula de poner la razón en el microscopio,
de dejar que la razón distribuya el sentido común frente a
las tendencias de la metafísica que la nublan de ilusiones,

114
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

a la crítica como tarea de desnudar el objetivo siniestro de


la razón, y luego a la idea de transgresión experimental
como motor del pensamiento, tenemos allí unas cuantas
figuras de la crítica. La tarea de asumir una figura, se vuelve
compleja por nuestros lugares de investigación sureños.
Zozobra sentimos, frente a la monstruosidad que significa
militar, performar teóricamente, más que un pliegue, una
voluntad de darle una vuelta a estas figuras, porque, un
montón de evidencias nos hace presentir cierta evasión, o
cierta operación de igualación de las asimetrías patentes
que sustentan el contrato social y académico de norte a sur
y de oeste a este. Hay otras lecturas, otras materialidades,
ya no diría empolvadas, sino de menor alcance algorítmico
hasta el momento, que nos están evidenciando que ninguna
crítica sureña, puede evadir la laberíntica situación en la
que nos encontramos. Frente al factor que tiene que ver con
las fuentes teóricas, particularmente frente a los efectos de
lecturas que dan por tácitas o sobreentendidas las condiciones
contextuales de la crítica, y que en la mayoría de los casos
excluyen la inherencia de la violencia en el contrato social,
que se replica en el académico.
Por eso, cuando decía que hay otras críticas fuera de
la ilustración, estoy en realidad evocando otras figuras de
la crítica, que no pretenden convertirse en una fórmula que
permita hacer saltar las fichas, y dejar un desierto apto para
crear otra cosa.
Me parece que las figuras de la crítica han proliferado
en distintos frentes, o territorios geofilosóficos, le podríamos
llamar abusando de la terminología deleuziana, que ya no
corresponden sólo al contorno restringido que marcó el
esplendor del pensamiento europeo y eurocentrista. Si los
trayectos de la crítica se han seguido normalmente teniendo
en cuenta sus movimientos en torno a un punto clave, que
es su desarrollo en el siglo diecisiete y en el dieciocho,
la emergencia potente de enfoques que ya no se centran

115
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en el mismo diagrama geofilosófico, y que incorporan


materiales no considerados hasta el momento, hacen que
la crítica ya no sea la misma, y que sus trayectos puedan –
deban- ser rastreados por otros territorios que ya no sólo el
contorno centralista de este pensamiento onto-logo-andro-
céntrico. Diríamos: hay crítica más allá de la ilustración. Y
particularmente, a propósito de la ilustración. Me apropio
de la teoría fanoniana, de cierta performatividad que la
relaciona con un posible del pensamiento: y propongo pensar
una crítica epidérmica, como le he llamado eventualmente.
Esta supondría que, más allá del esquema histórico al que
se refiere el filósofo martinico Frantz Fanon, hay una zona
en la que las categorías de razón, de desencubrimiento, de
transgresión, se inhabilitan, mejor dicho, se vuelven en
contra de quien las blandea. Entonces la crítica es el trabajo
de detección de las lógicas de esta inercia del búmeran que
han constituido las categorías eurocentristas. A esta altura,
el ADN de la crítica que la relaciona con la condición de
vulnerabilidad del pensamiento, se nos presenta como otra.
Ya hay mucho camino recorrido al respecto, en cierta manera
una crítica hoy no podría evadir el voluminoso archivo de
ensayos enmarcados en filosofías que ya tienen su fecundidad
ruptural y que nada tienen que ver con la consistencia de las
que giran en torno a la ilustración.
Una crítica debe asumirse como el pensamiento, a
contrapelo de la ficción de vulnerabilidad del pensamiento tal
como está. La vulnerabilidad del pensamiento se intersecta
ahora con la imposibilidad para los cuerpos segregados,
para los cuerpos fetichizados, racializados, binarizados, de
la experiencia del vínculo entre el cuerpo y el mundo, que
la teorización sobre la ontología del presente de Foucault
supone sin mayores rodeos. Estos cuerpos postergados,
desontologizados, se encuentran permanentemente
expuestos a violencias de todo tipo, su constitución tambalea
constantemente. En este sentido, la actitud crítica no surge

116
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de un despertar frente a la condición de producido del


régimen de verdad, ni de la necesidad de desencubrir la
negatividad de la razón, sino frente a la amenaza constante
de desmoronamiento de cuerpos que llevan el sello del no
ser. El cuerpo que no es, es interrumpido sistemáticamente
de su posibilidad de constituir esquemas, de naturalizar sus
relaciones con el mundo. La crítica epidérmica se vuelve el
lugar de una necesidad urgente de crear. Es esta figura de la
crítica la que habrá que pensar con urgencia.
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117
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

118
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

¿Reforma y/o revolución? Acerca del cambio político en


esquizoanálisis
Sergio RAGONESE1

Una vez más lo decimos, solamente a condición


de estar ubicados en una perspectiva revolucionaria y en
relación con una práctica efectiva de la lucha de clases,
podrán tener un valor las “reformas” que aquí sugiero:
la conciencia de su precariedad constituye incluso una
garantía de que serán tomadas como una etapa de lucha
más que como un paliativo susceptible de servir de “buena

conciencia” al orden establecido (Guattari, 2019: 95)

1. Sergio Darío Ragonese es egresado de la licenciatura en Psicología


de la Universidad de Buenos Aires (Arg, 2011), es Profesor Universita-
rio para la Enseñanza Secundaria y Superior por la Universidad Abierta
Interamericana, cursó el posgrado Especialización en Clínica Esquizoana-
lítica del Centro Félix Guattari de Montevideo (Uruguay), y es maestran-
do en Salud Mental Comunitaria por la Universidad Nacional de Lanús
(Argentina) en proceso de investigación para la tesis correspondiente.
También ha realizado diversas formaciones en el campo de las prácticas
con personas con discapacidad (intelectual, motriz, y otras), tanto en el
modelo social de derechos como en algunos abordajes psicoanalíticos. Es
investigador de las relaciones entre esquizoanálisis y psicoanálisis en los
aspectos epistémicos y semióticos, y otros más generales. Actualmente
coordina grupos de estudio en esa temática. Ha trabajado como psicólogo
clínico en distintos programas sociales públicos de atención a infancias y
adolescencias vulnerabilizadas, y en instituciones “totales” de internación
manicomial y de personas con algún tipo de discapacidad, a las cuales ha
abordado en lo individual, grupal, y comunitario. Es docente universitario
en la Universidad de Buenos Aires en la cátedra de “Teoría y Técnica de
Grupos” desde el año 2011. Ejerce la clínica analítica dual en consultorio
particular. Ha escrito artículos en revistas indexadas. Actualmente está
finalizando la escritura de dos libros sobre las temáticas de su investiga-
ción, y su publicación se estipula para el próximo año. Email: sergiorago-
nese@gmail.com

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Lo inconsciente y lo político en Suramérica

En la obra de Félix Guattari y Gilles Deleuze


existe una serie de conceptos filosóficos y propuestas para
la indagación ético-política y epistémica que permiten
pensar el cambio, la transformación, la irrupción de lo
novedoso y algunas vías de emancipación social y sensible.
Es mínimamente sabido por quienes se acercan (aunque
sea rápidamente) a estos autores, que ellos se orientan
preferentemente a pensar los cambios radicales, por ejemplo,
de las problemáticas que anidan en una sociedad, un grupo,
un vínculo, una existencia. Esto lo vemos en su teorización
sobre los conceptos de desterritorialización, línea de fuga,
acontecimiento, máquina de guerra, y varios otros. Más
allá de los distintos modos en que pueden plasmarse estos
conceptos a la hora de articularlos, es fácil comprender que
todos ellos se ofrecen para intentar trazar o cartografiar una
transformación significativa en algún punto, tratándose de
un cambio que atañe tanto al contenido como a la forma del
sistema en el que aquella línea se trazaría2. Ambos autores
han estado merodeando estas ideas aún antes de construir los
conceptos correspondientes, como se puede notar al estudiar
sus primeras obras. Sin embargo, las lecturas más difundidas
de su libro más famoso, El Anti-Edipo. Capitalismo y
Esquizofrenia, han logrado establecer frecuentemente una
idea ideal del cambio al que, se entiende, apuntarían ambos
autores. Quiero decir: dado que el esquizoanálisis propondría
algo conceptualmente distinto a cualquier psicoanálisis y a
la filosofía política tradicional, con frecuencia, a la hora de
pensar su modo de plasmación en las praxis encontramos
más escollos, más dificultades de resolver al nivel de las
ideas, por cuanto parecería siempre quedar más claro lo
que allí se critica o se rechaza que lo que se promueve.
Demasiado rápidamente se cree que se debe rechazar todo
lo clásico y conocido, todo lo dicho antes por cualquier
ciencia humana y social y todo lo heredado por la filosofía
2. Aquí menciono los términos contenido y forma en su sentido común, no
en el que ambos autores le dan basándose en Louis Hjelmslev.

120
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

política y la ontología clásica, pero: ¿es ello realmente lo


que proponen estos autores? A esto se le añade, incluso, una
especie de confusión entre medios y fines, como mencionaré
más adelante. Así, se incurre en una suerte de mistificación
de las intervenciones, un quedarse con una idea ideal de
cómo sería hacer desde el esquizoanálisis (temática que a mí
me interesa en especial y que investigo hace mucho). Aquí
sólo me propondré derivar algunas cuestiones sobre “¿qué
tipos de cambio busca el esquizoanálisis en las praxis?”3,
y estas no pretenden para nada agotar la cuestión, tan sólo
señalar aspectos que puedan ser relevantes y transmitidos
del modo más breve posible. Dentro de todo aquello a lo
que esa pregunta puede abrir, procederé aun por otro recorte
adicional.
Sobre esos conceptos ligados al cambio que
mencioné, y muchos más en la obra de estos autores,
podríamos dar distintas definiciones y situar distintos
ejemplos según nos situemos en un plano micro, meso,
o macropolítico. Para simplificar las cosas a fines
metodológicos y expositivos, señalaré aquí algunos aspectos
en ese último plano (el macropolítico), pero antes debo
traer a colación algunas otras ideas respecto del cambio
que el mismo Guattari (quien ponía en práctica con otrxs
personas el esquizoanálisis, en la clínica y en la política)
traía en los años posteriores a El Anti-Edipo (y que no son
exclusivos del nivel macropolítico). Por ejemplo, en su
libro L´inconscient machinique publicado en 1979, unos
meses antes de redactar el informe de investigación sobre
Equipamientos Colectivos (el que fue publicado post-
mortem bajo el título Líneas de Fuga. Para otro mundo
de posibles), se propone hablar explícitamente de dos
tipos de esquizoanálisis, diferenciándoles, precisamente,
por el tipo de prácticas e intervenciones mediante los que
procede cada uno. Les llamará entonces esquizoanálisis
3. Le digo “el” esquizoanálisis por comodidad y convención, pero es evi-
dente que no existe algo así como UNA orientación cerrada del mismo.

121
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

generativo y esquizoanálisis transformacional, tomando


ambos adjetivos de la teoría de N. Chomsky (su gramática
generativo-transformacional) pero “con cierta dosis de burla
y humor”, como explicitará él mismo, puesto que los toma
a contrapelo; para Guattari, el primer adjetivo gira en torno
del segundo, mientras que en Chomsky era justamente al
revés, lo transformacional estaba prácticamente al servicio
de lo generativo. Es necesario aclarar que estos términos
chomskianos pasados por la máquina-Guattari no tienen en
1979 el mismo sentido, la misma orientación, que lo que al
año siguiente, en Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia,
se denominará Componente Generativo y Componente
Transformacional de una pragmática. Términos repetidos,
conceptos diferentes. Para hacernos una breve idea de a
qué se refiere Guattari en aquella obra, podría plantearse
que, mientras que un esquizoanálisis transformacional
está directamente ligado a la propuesta novedosa de su
producción teórica (sería el que desterritorializa, el que
hace fugar o toma las fugas que se presentan, el que habita
los acontecimientos, el que procede en ruptura, el que
desestratifica, el que crea nuevos agenciamientos, etc.), el
esquizoanálisis generativo habita otros medios, transita
otros ritmos, aunque a fin de cuentas apunte (indirectamente,
más tarde o más temprano) al mismo fin que aquel. ¿Cómo
puede darse esto último, ese modo llamado aquí generativo?:
Puede encontrarse en la exploración de agenciamientos ya
creados, ya operantes, de ese modo se estudiará cómo están
construidos (funcionalmente), cuáles son las máquinas
deseantes y las máquinas sociales o técnicas en juego, cuáles
son los rostros y los ritornelos que están ya operando (y
cómo están configurados específicamente en esa situación),
cuáles son los tipos de líneas sobre las que se está parado,
qué regímenes de signos están en juego, etc. De ese modo,
se exploran agenciamientos que ya están generados; se
estudian y elucidan géneros o conjuntos ya constituidos
(así podría explicarse rápidamente el término Generativo,

122
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

tal como lo usa él entonces, aunque en Chomsky se trataba


de algo distinto). Todo esto, por supuesto, con miras a
construir la posibilidad de una desterritorialización futura,
o la construcción de nuevos agenciamientos o, algo más
ambicioso y mucho más difícil de ubicar aún, la salida de
cualquier cosa que pueda ser reconocida/percibida como
agenciamiento (idea que en Mil Mestas se liga al devenir
imperceptible y la línea de fuga abstracta, lo mismo que
a la apertura al Cosmos del ritornelo). Esas últimas dos
operaciones son del esquizoanálisis aquí denominado
transformacional, pero este no debe ser confundido con aquel,
el generativo, sin el cual difícilmente se podría acertar el tiro
(no se sabría que sobre qué línea, qué rostro, qué máquina,
qué agenciamiento, intentar intervenir). También podría
decirse que se opera de modo generativo por observancia
de la indicación ética de la prudencia (en una inspiración
Spinozista, no aristotélica), mientras que una operación
transformacional suele involucrar mayores riesgos. Podría
creerse que, entonces, en este se trataría únicamente de
explorar lo existente, mientras que, en el otro, se ubicaría el
momento del cambio; pero esto sería una imprecisión. En
realidad, se trata de dos tipos o niveles de cambio:
“(…) aquello que reúne estos dos tipos de entrada,
es que el mero hecho de introducir un modo de
semiotización particular, el mero hecho de memorizar
las potencialidades, de señalar calcos y de escribir
mapas iniciará ya efectos diagramáticos: el mero
hecho de decidir escribir sus sueños, por ejemplo,
antes que interpretarlos pasivamente, el mero hecho
de dibujarlos o de imitarlos, podrá transformar el
mapa del inconsciente” (Guattari, 2013: 229).
Como se ve en la cita, aquel explorar no es una mera
actitud verbal o intelectual sin efectos concretos, puesto
que, por un lado, ese semiotizar puede hacer-ser-otra cosa
a aquello que aborda, mientras que por otro puede llevarse

123
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

a cabo mediante intervenciones activas (escribir, dibujar,


dramatizar, etc), que son claramente distintas del trazado
transformacional de una línea de fuga o la creación de un
nuevo agenciamiento. Aun más, es evidente que ambos
tipos de esquizoanálisis tienen relaciones complejas entre
ellos: uno puede precipitar al otro, favorecerlo, invitar a él,
especialmente si esto es concebido como posible y deseable
(aunque no sea una condición necesaria)4. Lo que parece
claro es que, en Guattari, no se obstaculizan entre sí y que a
la hora de pensar intervenciones concretas se trata de evitar
caer en el facilismo de las ideas ideales o de las pretensiones
puristas (como la de que una desterritorialización sólo sería
tal si lo es desde todo punto de vista, por ejemplo). Basta
ver cualquier ejemplo puesto por este autor en sus libros
en solitario, o la idea que encontramos en Mil Mesetas
sobre que las líneas duras, las flexibles, y las de fuga están
enmarañadas entre sí, y aquello que funciona como una de
ellas desde un aspecto puede funcionar como la otra bajo
otro aspecto (como el caso de la línea de fuga abstracta en la
telegrafista de la novela En la Jaula, de Henry James, donde
esa línea real es imperceptible, e incluso desde afuera se la
observa como una reterritorialización en las líneas duras de lo
esperado, como si nada hubiera pasado entre-medio). Sin la
hipótesis de que las intervenciones generativas son también
válidas y, en ocasiones, probablemente las únicas posibles o
viables, el esquizoanálisis en general quedaría la mayoría de
las veces como una bella teoría o una bella utopía.
Otro modo de explicitar estos conceptos es recurrir
a los dos tipos de cambio que formuló W. Ross Ashby,

4. En lo óntico (eso de lo que nos habla la ontología), desde estos autores,


el cambio de cualquier tipo sucederá independientemente de las entidades
humanas que lo perciban u operen sobre él: esta distinción de la dimensión
epistémico-metodológica y la ontológica no siempre está lo suficientemen-
te clara. Así, lo que intentaba decir aquí es que la concepción de los cam-
bios no es condición necesaria para que estos sucedan (lo que constituye
una tesis del realismo deleuzo-guattariano).

124
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

psiquiatra y neurólogo pionero en la cibernética de mediados


de siglo pasado, cuyas ideas la teoría sistémica ha llevado
para el campo de lo clínico, aunque (como aquellas ideas
de Guattari) puedan utilizarse para cualquier otro plano
micropolítico o macropolítico. El llamado cambio de
primer orden sería el que sucede sin alterar los sistemas o
estructuras en los que se inserta. Este produciría un cambio
a nivel de los componentes o elementos mientras que el
sistema mantiene un equilibrio homeostático. Por otro lado,
el cambio de segundo orden es el cambio morfogenético, que
rompe el equilibrio de la estructura o sistema en cuestión y
lo abre, resultando ello en una redistribución general y en
una nueva configuración general. Morfogenético significa
precisamente “génesis o generación de formas”, mientras
que el cambio homeostático no alteraba las formas del
conjunto. Este último podría pensarse como un cambio
radical, para decirle así. Este último podría emparentarse,
entonces, al cambio que Guattari denomina transformacional,
mientras que el anterior lo haría al cambio generativo, el
que explora otro tipo de modificaciones o variaciones que,
como es posible deducir, no calificarían propiamente como
líneas de fugas o acontecimientos. Como vengo diciendo,
Guattari no magnifica un cambio en desmedro de otro; en
todo caso uno de estos (el transformacional o de segundo
orden), es parte de la propuesta específica del esquizoanálisis
y parte del horizonte al que mira, mientras que el otro es un
medio a transitar eventualmente (aun cuando esos eventos
sean más numerosos que aquellos, puesto que vivimos más
tomados al nivel de los estratos y en sistemas arborescentes
que conectados a un plano de inmanencia del deseo), y
muchas otras teorías consideran a este como el único tipo de
modificación posible (no en x situación, sino en general, en
toda situación), la que no altera la situación de conjunto ni
transforma las condiciones generales en las que se enmarca
un problema concreto.

125
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

En otro orden de ideas, podrían también ponerse esos


tipos de cambio en relación con las antiguas ideas, ya no de la
ciencia ni de la clínica, sino de la macropolítica y del arte de
la guerra: me refiero a las de reforma y revolución. Términos
que tradicionalmente fueron pensados como opuestos y
excluyentes y que están cayendo en desuso en las últimas
décadas, pero que traigo aquí porque quizás conserven cierta
especificidad y cierta pertinencia en relación con esto que
vengo señalando. En el campo de la macropolítica y los
movimientos sociales actuales, es evidente que la mayor parte
de los cuestionamientos a la axiomática capitalista mundial
y a los distintos Aparatos de Estado (modos diversos de
realización de aquella) viene dándose hoy bajo modos poco
asimilables a los de aquella alternativa Reforma o Revolución,
y que son llevados a cabo bajo el modo de batallas puntuales
de surgimiento aparentemente espontáneo o impredecible,
nombrados como insurgencias, revueltas, sublevaciones,
insurrecciones, o incluso revoluciones moleculares (aun con
cierta ambigüedad en esta noción).
El esquizoanálisis generativo así operaría en general
mediante lo que, si se quiere, podríamos llamar reformas,
buscando… ¿una acumulación de ellas?, probablemente
no. ¿Un conocimiento de sus puntos débiles?, ¿un mientras
tanto no se pueda algo aún mejor?, ¿una exploración de
los obstáculos y una construcción de posibles salidas?. En
todo caso, el camino generativo, el del cambio de primer
orden o en cierto sentido reformista-progresista, sólo es
sugerible hasta el punto en el que el sistema (agenciamiento)
en el que estamos tomados (analista y analizante, grupo,
institución, comunidad) señale, permita, o abra aquel giro
transformacional revolucionario. Ahora bien, como dije,
en el campo de la gran política partidaria y burocrática,
reforma y revolución han sido pensados como opuestos
en disyunción excluyente y en relación con un gobierno
“desde arriba” de la población: si en un país gobernado bajo

126
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

políticas económicas liberales o neoliberales lo que se logra


es una reforma llamada progresista (por ejemplo, un Estado
de Bienestar o social-democrático en relación a un estado
liberal clásico o neoliberal), entonces se supone que ello
excluiría el lograr una revolución socialista o comunista,
en el sentido tradicional del término (el de la revolución
molar o simplemente Revolución, con mayúscula). Pero,
como también dije, es esa misma disyunción excluyente
(“¡una cosa o la otra!”), aun por parte de la izquierda
institucionalizada en partidos (en el caso Argentina se lo ve
con toda claridad) es una idea que detiene la acción, que evita
otros tipos de cambio (el de reforma en este caso) porque
no corresponderían al deseado. Basta con ver, por ejemplo,
la actitud explícita de esa izquierda institucionalizada en
los períodos electorales frente a las distintas facciones
políticas de derecha mayoritarias, de lo cual recorto sólo
dos cuestiones: por un lado, la histórica postura de decir
que “todas las demás alternativas son lo mismo” (sic), sin
importar si tienen en frente a una derecha neoliberal anti-
derechos cívico-sociales y pro-monopolios privados o a
una orientación keynesiana-populista de sentido inverso a
la anterior; la sola elección de este enunciado incoherente
como caballo de batalla discursivo parece haber provocado
más rechazo popular que otra cosa, pese a lo cual lo siguen
sosteniendo desde hace más de una década. Por otro lado, en
2015 se dedicaban más a la crítica del gobierno peronista-
kirchnerista5 que a la de esa creciente alternativa neoliberal
que terminó subiendo al poder nacional en ese año; y luego
volvieron a tomar dicha postura. Podría pensarse que esta
5. Cuyas políticas se han centrado en un Estado situado como garante de
derechos y de “justicia social” y conducido bajo un modelo económico de
intervención activa en los mercados. Esto último, bajo el modo de regula-
ciones que favorezcan el consumo interno y aumenten el poder adquisitivo
de las clases medias-bajas, promoviendo sustitución de importaciones y
buscando el crecimiento industrial-fabril interno (especialmente pequeñas
y medianas empresas), combatiendo contra grandes monopolios privados,
etc.

127
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

desigualdad a la hora de señalar enemigos (criticando más


al peronismo que a la alternativa republicana ortodoxa
neoliberal) se debe a que unos estaban ocupando formalmente
los cargos oficiales del poder burocrático de Estado (en
lo ejecutivo y legislativo), mientras que los otros no lo
estaban a ese nivel mayoritario y de dirigencia nacional. Sin
embargo, cuando la otra fuerza (el partido neoliberal de M.
Macri) desbancó a aquella y ocupó la mayoría de esos cargos
burocráticos en las jurisdicciones estatales y provinciales,
este discurso no cambió significativamente. Otra hipótesis
respecto de aquello es la de que el Frente de Izquierda
necesitaba diferenciarse más de las propuestas reformistas-
capitalistas (aunque sean pro-ampliación de derechos civiles)
que de las del neoliberalismo políticamente conservador.
Ambas respuestas tienen puntos débiles y, en cualquier
caso, podría hablarse no sólo de una falla en la estrategia de
comunicación, sino también, de lo que parece unas falsas
premisas de partida y una persistencia en conservar idéntica
actitud frente a diversas coyunturas (un anti-pragmatismo).
Sería interesante no olvidar preguntarnos “¿hasta qué
punto la izquierda institucionalizada y pujando por cargos
burocráticos a nivel del Estado puede pujar efectivamente
como una máquina de guerra nómade incapturable?”, “¿hasta
qué punto se puede modificar el sistema si se pelea adentro de
sus reglas y por cargos públicos que ya son pro-capitalistas,
aunque los ocupen personas con una orientación de
izquierda?”. Estos cuestionamientos no tienen una respuesta
tan sencilla como podría parecer en una lectura rápida. En
parte, René Lourau se había ocupado de estas preguntas hace
unas décadas. Pero aquí el intento no es dar con una solución
a este problema, sino ver cómo formulamos estos problemas
políticos acerca del cambio, y ver qué podría ser re-pensado
con herramientas del esquizoanálisis.
Retomo algo a lo que me he acercado para ahora ir
al grano: en Argentina, no es poca la cantidad de gente que

128
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

se reconocen políticamente en los discursos, prácticas, y


símbolos reformistas-progresistas de los últimos veinte años
(Kirchnerismo y Peronismo reloaded), de retórica izquierdista
pero afín a un capitalismo pretendidamente “amigable” o
inclusivo (capitalismo que añade axiomas, como los derechos
cívico-sociales), con predominancia de la industria y el
mercado interno o regional. Sin duda, es el sistema menos
cruel en el que la clase media ha vivido en el último medio
siglo. Pero los discursos oficiales de los partidos de izquierda
parecen orientarse a establecer un juego dicotómico donde
se reconocen mejor, como si dijeran: ‘’todo lo demás da
igual, nosotros somos la única salida” y ‘’cuanto peor
estemos, mejor será para la Revolución’’. Esta izquierda
institucionalizada, ¿no ha actuado como si una reforma a
nivel de políticas públicas de estado (por ejemplo, Estado de
bienestar o Estado social-demócrata) no pudiera favorecer
ninguna transformación social deseable?, ¿como si fuera un
juego todo o nada, “nuestra alternativa Revolucionaria o
nada”, como si lo otro fuera todo lo mismo? (sería la actitud
contraria a la que aquí señalo que tenía Guattari). En las
campañas electorales por los cargos presidenciales en la
última década Argentina, los partidos de izquierda utilizaron
ya esta carta repetidamente: en 2015 decían “Macri y Scioli
son lo mismo”, en 2019 “Macri y Alberto Fernández son lo
mismo”, en 2023: “Massa, Bullrich, y Milei son lo mismo”.
Esto no sólo es una definición inadecuada sino que tampoco
parece haber llevado a los efectos que, supuestamente, se
buscaban (en este país, ¿quién no conoce gente que se ha ido
de la izquierda hacia el centro o la derecha, precisamente
con recelo y por disentir con tales definiciones y estrategias?,
¿cuánta gente se retira de allí porque siente que se le dice
idioteces (o se le toma de idiota)?, ¿no se condena la
izquierda institucional a predicar en el vacío, en pos de
sostener relaciones excluyentes entre reforma y revolución,
así definiciones molares e inespecíficas acerca de aquello
a lo que se opone?, ¿no se auto-encierra sistemáticamente

129
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

esta izquierda en dar siempre las mismas viejas definiciones,


mientras que quizás podría ser bueno pensar algo novedoso
a partir de cada coyuntura?). Sin duda, no es sencillo pensar
de otro modo y responderse a la vieja cuestión de “¿cómo
señalar las relaciones y conexiones entre aquello que es, en
realidad, distinto?”, puesto que las cosas distintas pueden
relacionarse sin fundirse ni confundirse; esta es una tesis
esquizoanalítica de primera cepa y, quizás, no sólo permita
una mejor definición (mejor por ser menos reductora) de los
problemas concretos de la vida social y política, sino también,
una que tenga mejor agarre y (¿por qué no?) mejores, o al
menos distintas, consecuencias. Relacionar lo diferente,
producir lo diferente mediante nuevas maquinarias, en lugar
de quedar capturados en viejos aparatos de reproducción de
lo idéntico.
Ahora bien, si en los hechos eso que se podría llamar
revoluciones moleculares no ha tenido la misma capacidad
de expresarse y desarrollarse, ni podría tener la misma
consistencia concreta, en un gobierno populista que en
uno de la derecha neo-liberal (o peor, de extrema derecha,
como acecha actualmente), ¿hay dudas respecto de que un
gobierno neo-liberal y/o de reformas reaccionarias (volver
a los viejos valores: la familia, la Patria, Dios, etc.) como
el que llevó al poder a Macri, Bolsonaro, o Trump, coarta
tanto las reformas progresistas como obstaculiza, intenta
impedir (pero por definición es impotente para ello6) el efecto
de reverberancia entre distintas revoluciones moleculares y
su conjunción revolucionaria?7. Y aún algo más sobre esto
6. Esta oración se debe leer en relación con la idea de que los Centros de
Poder (jurídico, bancario, religioso, etc.) de un Aparato de Estado particu-
lar (realización de la axiomática capitalista mundial) tienen tres zonas: de
potencia, de indiscernibilidad y de impotencia; esta última define a aque-
llos Centros, puesto que le fuerza a llegar a su peor costado, al límite de
(lo peor) que puede. Cf. Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia. Pág.
229-230 y alrededores.

7. Algo comparable a la operación denominada “conjunción diagramática”

130
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en relación con esa izquierda institucional, ¿no ha primado


en ella una concepción conservadora y centralizada del
poder?. Parece que se supone demasiado rápidamente que,
bajo un gobierno con políticas de tipo estado social, las
masas inevitablemente quedarán adormecidas frente a los
discursos y prácticas reformistas. Pareciera que confían poco
en las masas, pero también que confían poco en sus propias
capacidades de avivar las llamas del deseo subversivo (que
necesariamente atraviesan las subjetividades en el campo
social, gobierne quien gobierne). No hay duda de que un
gobierno reformista propone a las líneas de fuga convertirse
a las comodidades de las líneas flexibles o de ciertas líneas
duras (la gente dice: “este presidente nos aumentó la
jubilación… lo voy a volver a votar”, “este sí se preocupa
por los pobres!”, etc.). Pero los partidos de izquierda dan la
batalla por perdida antes de tiempo y esto no es una cuestión
accidental ni anímica, sino que da cuenta de una manera de
formular los problemas: una ontología del Ser e, incluso,
del bloqueo (un ejemplo burdo al respecto sería la siguiente
suposición: “la gente deseará quedarse tranquila en su casa
si tiene pan, porque somos animales sedentarios, buscamos
la constancia y estabilidad”), frente a eso que con Guattari
y Deleuze conocemos como una ontología del Devenir y los
procesos, donde todo territorio es secundario a uno o varios
procesos de desterritorialización (un pensar y sentir más
bien del estilo de: “al poco de que estemos bien cómodos,
estaremos hartos”; o “aunque tengamos lo que buscábamos,
desearemos movernos, porque todo lo que es, se mueve y
cambia”). Esta suerte de análisis psico-sófico (ni del todo
psicológico, ni del todo filosófico) y político, ojalá permita
por F. Guattari en La Revolución Molecular, también explicada otras veces
como una conexión de las desterritorializaciones (lo contrario de un obs-
taculizarse si cada una prolifera en tal proceso, pero también lo contrario
de aislarse…). Por supuesto, el gran riesgo es caer en su opuesto exacto: la
conjunción axiomática (sobre codificadora y de agujero negro) del Capita-
lismo Mundial Integrado, que como sería el doble (indeseable) de aquella.

131
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

mejores formulaciones para estos problemas.


Una temática general similar a esta ha sido pensada
antes con inspiración en estos autores o, al menos, en el
Deleuze spinozista, postulando un contrapunto entre el apelar
a las pasiones alegres de los gobiernos populistas y el recurrir
a las pasiones tristes del resentimiento, la indignación y la
protesta, por parte de los partidos de izquierda8. Sin embargo,
los momentos de turbulencia social que tuvieron el alcance
acontecimental que Deleuze y Guattari señalan, siempre
surgieron donde no se los esperaba y sin un partido-programa
central que redireccione los resentimientos hacia lxs dueños
de los medios materiales de producción. En esos momentos
algo clave del orden del deseo/desear acontece (el cambio,
de importancia ontológica, se abre paso más claramente,
esto es: puede ser captado en niveles experienciales y
epistémicos) y pone en cuestión parcialmente el sistema
de los estratos y la viabilidad efectiva de ciertos axiomas
del capitalismo mundial integrado. Se debería evitar, dicen
estos autores, tanto el creer que se puede predecir y/o
controlar a las masas, o saber cuándo y dónde surgirá un
acontecimiento, como el suponer que ello emerge a partir
de la nada, sin ninguna preparación previa. De hecho, a
Guattari le interesaban las revoluciones moleculares también,
en tanto que preparaciones y posibles articulaciones o
conjunciones, todo lo contrario de un fenómeno aislado
y desarticulado. Por supuesto, podemos no ver qué es lo
que se está preparando (sería el caso más común) y ello
no es un error (como si debiéramos poder verlo) sino una
constatación de hecho, siempre renovada. Sólo a posteriori,
8. El mencionado “cuanto peor se esté, mejor”, apostando a la potencia de
abolición y destitución de lo establecido que albergaría en el malestar co-
lectivo; sin duda la destrucción a veces pasa cerca de cierto tipo de creación
y cambio… pero este podría también ser reaccionario, como en caso de
la ultra-derecha actual argentina (J. Milei), que plantea destruir la justicia
social, el Estado de derechos, el Banco Central, así como a quienes pien-
san distinto en lo político (especialmente hacia la izquierda y las minorías
sexo-genéricas).

132
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

podemos hacer la pregunta sobre el acontecimiento, “¿qué


ha pasado?” y la respuesta que le demos tampoco cierra la
cuestión. Recordemos que Guattari situaba como uno de los
ocho principios del esquizoanálisis: “las cosas importantes
nunca suceden allí donde se las espera”, trátese de una
revolución, de una línea de fuga, de un acontecimiento, etc.
Y, quizás, nuestra tarea sea tanto prepararlas (preparar de
modo flexible su posibilidad, sin saber dónde ni cómo se
efectuará), como aumentar su alcance cuando están en estado
naciente, permaneciendo adyacentes a ellas, sin codificarlas
ni encolumnarlas en banderas que reduzcan sus posibles
rizomáticos (y que re-instalen una dimensión de identificar
y resaltar a ciertos actores, darse crédito por lo conseguido,
etc.; ¿es esto una tarea tan ardua?).
Aquí, debo hacer una advertencia. Léase con cautela:
la emancipación social populista, la socialista, la comunista,
y la anarquista, sin duda son necesariamente distintas (en su
formulación, en sus corpus de base, en sus referentes reales,
etc.), pero ninguna de todas estas es, en rigor, posible de ser
señalada como la única opción macro-política compatible
con (o peor: la única pasible de ser fundamentada por medio
de) la obra de Guattari y Deleuze. Todo purismo en el plano
de La Política lleva a ciertos impasses y es esto lo que el
esquizoanálisis estudia en relación a lo político, el deseo, y
lo social. Si aquí señalo con énfasis las acciones sistemáticas
llevadas a cabo por los partidos de izquierda argentinos,
no se debe entender que estoy a favor de otra orientación
partidaria per se. Además, podría entenderse con igual justeza
lo contrario: que señalo sus puntos débiles con el objetivo
de que esta organización los tome en cuenta y mejore. Esa
deducción acerca de mis intenciones me tiene sin cuidado,
puesto que este texto no se trata de mí. Aquí, intento hablar
de lo político y La Política desde las propuestas de estos
autores y no me ha motivado el defender alguna posición
ideológica partidaria ni movimiento social organizado alguno

133
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

(si esto se hiciera con base en mis argumentos, correrá por


cuenta de quienes así lo hagan), sino situar lo teórico en
relación a las praxis políticas y estos modos de conceptualizar
los cambios y posiciones en juego.
Ahora bien, quiero volver a lo anterior. Veamos el
siguiente fragmento de Guattari:
(…) son el reformismo institucional sin horizonte
revolucionario y los movimientos revolucionarios
sin praxis inmediata de la vida cotidiana aquellos
que deben ser interpelados de manera conjunta.
Siempre es posible delimitar un campo de análisis
y de intervención micropolítico que permita hacer
avanzar el rizoma de los agenciamientos colectivos
de deseo. Lo que reprochamos a los militantes de los
grupúsculos y a los psicoanalistas, es que contraríen,
de todo tipo de formas, el emplazamiento de dichos
agenciamientos. Y eso en nombre de su saber, de su
programa, de sus aparatos, de su especialización,
de su saber-hacer. La revolución molecular no es
hostil a los movimientos políticos, reivindicativos o
contestatarios clásicos. Simplemente, los hace huir de
lo interior y los abre sobre otros exteriores (2013: 85).
Se evidencia allí, entre otras cosas, que el apuntar
a un horizonte revolucionario no debería significar una
evitación de las praxis inmediatas de la vida cotidiana, ni
debería implicar contrariar el emplazamiento de lo que
aquí llama agenciamientos colectivos de deseo (a los que
propone hacer avanzar, sea lo que sea que esto signifique),
así como el hecho de que la revolución molecular sucede
independientemente de su encuadre molar institucional, pero
tiene una relación especial con ese no cerrarse en lo interior,
como retomaré luego. Por otra parte, la relación reforma-
revolución, que ya estaba presente y explícita en la cita
colocada como epígrafe de este texto, reaparece también aquí.

134
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Esto sirve para estudiar aquello que mencionaba sobre


la izquierda institucional y que, en el caso argentino, se ha
diagnosticado como un error estratégico o una confusión
entre táctica/estrategia y entre medios/fines, aunque no es
un diagnóstico nuevo. No pretendo ser original en esto;
otros han estudiado esto más y mejor que yo, con más
extensión (por ejemplo, Miguel Mazzeo o Mariano Pacheco),
aquí intento, meramente, explicitar la relación entre ese
diagnóstico y aquellos conceptos guattarianos, puesto que es
también por motivo de problemas conceptuales y estratégicos
(pero no sólo por ello, claro está), que gran cantidad de
emancipaciones sociales a gran escala en América Latina se
han visto sistemáticamente coartadas una y otra vez en las
últimas décadas.
Ahora, salgamos un poco de la dinámica partidaria,
para señalar algunos movimientos sociales extra-partidarios.
En la discusión entre distintos movimientos sociales
respecto de las diversidades de género podría verse algo
significativo de pensar con aquellas herramientas de Guattari
y Deleuze: algunos de aquellos en Argentina han militado
por la ley de matrimonio igualitario (sancionada en 2010)
para parejas del mismo sexo o por la ley de identidad de
género (sancionada en 2012) para acceder al d.n.i. bajo el
nombre y sexo/género auto-percibido, mientras que otros
movimientos internacionales han sostenido el ala más
radical-cuestionadora de los estudios queer. Aquella política
de conquista de derechos ha sido tildada de asimilacionista
por el movimiento queer más radicalizado. Esto significa
que se ve en aquella ampliación de derechos un mero
intento de ser integradxs o asimiladxs al sistema capitalista
(sucediendo esto vía una operación típica de este, la de añadir
axiomas en situaciones críticas para expandir su hegemonía
y neutralizar los flujos peligrosos que podrían escapársele).
Esos movimientos más críticos, los que apuntan a un cambio
social a gran escala y desde abajo y a la izquierda, como diría

135
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

M. Pacheco, no apuntan a gobernar (mucho menos hacerlo


bajo el modo tradicional, tomando el Aparato de Estado)
sino a transformar directamente, por ello rechazan este
asimilacionismo que, dicen, sólo buscaría tener la posibilidad
de acceder a espacios sociales instituidos y mayoritarios
(que parejas de gays y lesbianas puedan casarse como las
parejas tradicionales heteronormadas, por ejemplo), mientras
que lo que habría que buscar sería un cambio del sistema,
cambio de segundo orden o transformacional, una especie
de revolución, un cambio de las reglas del juego social.
Recordemos que el término queer empezó siendo un insulto
(“raro” en sentido peyorativo, “rarito”) el vehículo verbal
de una opresión extra-verbal, pero eso que era injuria fue
desterritorializado, de modo de poder ser reapropiado como
una auto-afirmación y una reivindicación. Resultando así
en un enunciado del estilo de: “¿me decís raro o rara?, ¡por
supuesto que soy rarx!, ¡si tu normalidad es una mierda!”.
Así, los estudios queer a los que me refiero (y que se pueden
consultar en textos del brasileño William Siqueira Peres9, por
ejemplo) proponen rechazar ser parte de una sociedad que
sólo les incluya en tanto que letras identitarias (LGBTIQ) y
producen una fuerte crítica filosófica y política a la noción
de identidad de género. Se buscaría acabar con la noción de
género, bien distinto de buscar añadir letras, opciones, o leyes
para identificarse o para reconocerse en las mismas prácticas
de la cultura hetero-normativa. De ese modo, se propone un
cambio morfogenético: la sociedad en cuestión ya no tendrá
la misma forma si admite este tipo de cambio, puesto que
revisará sus bases más instituidas. Ahora, ese tipo de cambio
a nivel social, como ya explicité, no requiere necesariamente
de ocupar los estamentos burocráticos instituidos para tener
lugar. Así, por un lado, si una Revolución Molar en sentido
emancipatorio fuera a suceder, ya no requeriría de ocupar los
cargos oficiales de gobierno, puesto que estos están bastante
pertrechados para impedir cualquier Revolución (sería
9. Cf. Fernández y Siqueira Peres, 2013.

136
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

ingenuo pensar que los candidatos ignoran esto) y que esos


puestos también deberían ser revolucionados en tal caso. Por
otro, ya no sería pertinente de ser planteada la disyunción
excluyente entre Revolución molar y otros tipos de cambio
particulares o fragmentarios (ampliación de derechos sociales
para tales o cuales sectores vulnerabilizados, por ejemplo).
Estos dos puntos, programáticos o, como quiera que se los
vea, se distancian de aquellas prácticas tradicionales de la
izquierda institucionalizada en partidos, en el caso argentino.
El ejemplo de dicha ala radical de los movimientos
queer, además, permite traer otras ideas de Guattari a
colación: como ha sucedido en los primeros años de su
desarrollo, especialmente en Estados Unidos a inicios de la
década de 1990, este movimiento no se ha cerrado al exterior
reforzando su interioridad (al estilo “sólo acompañaremos
a quienes piensen o actúen como nosotrxs”), sino que se ha
mantenido en contacto vivo con otros grupos desigualados
socialmente por otros motivos, como ser cuestión de color de
piel, clase social, etc. Esto nos muestra un excelente ejemplo
de aquello por lo que Guattari tanto agitaba: la posibilidad
de que unas revoluciones moleculares, emergidas en cierta
coyuntura y con base en ciertos problemas, reverberen en
relación con otras, y que ambas se puedan conectar en sus
respectivas desterritorializaciones10. Así, la propuesta es la
contraria a la del movimiento feminista trans-odiante (de
reacción conservadora), que sostiene, por el contrario, que
una cosa es una mujer nacida hembra y que otra muy distinta
es una mujer trans y que, por ello, deberían realizar sus
10. Aquí podemos precisar el sentido que Guattari daba a lo que denomi-
naba revoluciones moleculares y notar que no se refería en concreto (o
al menos no en general) a agrupamientos de surgimiento aparentemente
espontáneo como los que se han visto en los últimos años en todo el mundo
(pero podemos pensar en el caso de Chile, en Octubre de 2019, que mili-
tares chilenos y colombianos han re-bautizado como revolución molecular
disipada, intentando), sino a iniciativas con un mínimo de articulación-or-
ganización. Quizás sea más adecuado inventar un concepto específico para
ello.

137
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

protestas específicas por separado; el filósofo español Ernesto


Castro habla de esto como una falacia naturalista (término de
George Moore)11, que confunde lo que es (lo que se dice que
es, según viejos argumentos sobre la naturaleza biológica)
con lo que debería ser. Sin duda que entre unas y otras
mujeres habrá diferencias y particularidades desde algunos
puntos de vista, pero aquellos enunciados y definiciones se
utilizan como fundamentos para reforzar imaginarios sociales
identitarios y territoriales (modos de ser, hacer, y valorar)
instituidos y reaccionarios, excluyendo a quienes no son
consideradas como mujer, las no nacidas bajo la categoría
clásica de hembra. Pero ese es sólo un modo de concebir
(en lo personal y en lo sociopolítico, en las mentes y en
los hechos) las diferencias y sus relaciones; y es un modo
especialmente falaz.
Así, entonces, de estos ejemplos extraigo estas
dos ideas guattarianas: por un lado, la revolución puede
ser molecular y eso no significa aislada o sectorizada,
siendo la posibilidad de su enganche con otros procesos
revolucionarios moleculares lo que podría resultar en un
cambio de mayor impacto, algo mucho más interesante
(sea que se pueda terminar diciendo, luego, que se ha
revolucionado molarmente a esa sociedad o no). Por otro
lado, como mencioné, si reforma y revolución no se oponen
necesariamente es porque pueden estar también, como
aquellas revoluciones moleculares, en una disyunción
inclusiva que las conecte sin reducir, sin neutralizar, sin
11. Con este término, se hace una crítica a quienes deducen propiedades
morales de las propiedades “naturales” (o naturalizadas) de las cosas, y
creen que lo natural es emblema del Bien y lo innatural del Mal. Es fácil
atrapar a toda derecha en esto: respecto del sexo, el género, y el aborto,
sostienen esta falacia naturalista moralista. Nietzsche denunciaba que, al
mismo tiempo, quienes piensan así, en otros aspectos sostienen tesis in-
naturalistas a las que no aplican aquella regla; por ejemplo, las personas
cristianas: el sexo es pecado, la masturbación también, pasearse desnudos
es inmoral y vergonzoso, etc. Por ende, no todo lo natural y biológico es
del orden del bien.

138
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

impotenciar; al contrario, potenciándose unas a otras. Pero


bien, ¿contamos con ejemplos respecto de esto último?
Aquí la cuestión parece ser mucho más difícil de precisar,
aunque creo que precisamente la historia macro-política
argentina puede permitirnos pensar algunas cuestiones
más al respecto. ¿No hubo toda un ala izquierda del viejo
peronismo, a mediados del siglo pasado, por ejemplo,
encarnada en John William Cooke, que planteaba que podía
utilizarse la plataforma Estatal del peronismo para llegar a
una Patria Socialista? Y, ¿no se ligan a ello los movimientos
internos del kirchnerismo de los últimos años que han hecho
resurgir los idearios revolucionarios de inicios de la década
de 1970? Sin embargo, desde la izquierda institucionalizada
en partidos se califica a estos movimientos como personas
engañadas o confundidas que creerían poder hallar en un tipo
de gobierno lo que sólo es posible encontrar en otro (justo
el que ellos dicen promulgar). Pero, ¿han sido las masas
engañadas? (la vieja pregunta de Spinoza, Reich, Guattari y
Deleuze). Sin duda, esos argumentos no son muy buenos, aun
sabiendo que, en ciertos casos puntuales, efectivamente se
les ha seducido con quimeras (los mass media, el marketing,
y lxs web managers se ocupan de eso); pero apostar todo a
esa idea parece más bien una pereza del pensamiento que
un sólido argumento. Podría decirse algo más preciso: las
masas pueden haber sido engañadas, aquí o allá, en esto o
aquello, pero lo importante no es ese hecho puntual y fútil,
sino el discernir si dicho engaño en el plano de las ideas
es efectivamente el motor del deseo en cuestión (o sólo un
vehículo para el interés, tal cual lo entiende nuestra dupla).
Para dar una última vuelta por el campo conceptual
del esquizoanálisis, me gustaría explicitar que la obra de
Guattari y Deleuze (y toda la manada de otrxs conceptores
a la que ellos recurren) si tiene una facilidad para pensar el
cambio (sea radical-transformacional y de segundo orden, o
generativo-reformista y de primer orden), es también porque

139
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

parte de eso mismo que formula de nuevo cada vez: una


ontología del flujo y del movimiento, del devenir o del ser del
devenir, siendo (como ya dije) los territorios y las capturas
o bloqueos, secundarios a aquello. Así, el cambio tiene una
prioridad ontológica por sobre lo estático y lo inmutable de
las estructuras (en el sentido que el estructuralismo le daba
a ese término); de ahí que lo que requiere ser pensado es
siempre “¿por qué toleramos?”, “¿por qué permanecemos?”,
“¿por qué llegamos a creer que no hay alternativa al realismo
capitalista?” (como decía Mark Fisher). Así, es que Guattari y
Deleuze conciben al inconsciente (mejor nombrado como lo
inconsciente, antes que hablar de él, que favorece ideas poco
pertinentes al respecto) y al deseo (mejor nombrado, más
específicamente, como el desear, en tanto flujo o proceso,
verbo y no sustantivo) no como factor de cambio (como si el
cambio se diera en otro lado), sino como cambio de factores.
La diferencia conceptual entre una cosa y otra es grande.
De este modo, lo inconsciente y lo político pertenecen al
mismo plano óntico (del que aquella ontología nos habla) y
lo que hay que explicar aquí es por qué tendemos a pensarlos
escindidos (en una dimensión epistémica).
En el campo psi podemos encarar o eludir esta
problemática, pero no por ello deja de ser parte de nuestro
campo de teorías y praxis: pensemos sólo el caso de las
asociaciones psicoanalíticas y las academias cooptadas por
esas mismas asociaciones (y esto va mucho más allá del caso
argentino), en tanto que nos proponen pensar lo inconsciente
y lo político en una disyunción excluyente (otra vez aparece
el uso de ese tipo de separación antinómica como un intento
de neutralización al nivel de las ideas): ¿no es ese uno
de los fuertes motivos que han permitido al psicoanálisis
freudo-lacaniano milleriano constituirse en una hegemonía
del campo psicoanalítico? (y en Argentina: del campo psi,
en general). ¿No es ello un factor que ha permitido en la
Argentina de la última dictadura cívico-militar la significativa

140
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

expansión de tal orientación clínica? Esto no quiere decir


que todo elemento de esa corriente sea necesariamente
reaccionario en su sentido y en su uso, puesto que eso sería
tener una mirada a su vez molar de las alternativas posibles.
En lugar de ello, el esquizoanálisis parte de que una cosa
es ¿para qué y/o cómo (o por quién) fue creado?, y otra
muy distinta es ¿para qué puede servir? (ahora, aquí o
allá). Aquí también la dupla francesa permite concebir un
agarre pragmático de las herramientas más diversas, aunque
vengan de la izquierda tradicional, del psicoanálisis, de la
psicología sistémica, etc., y ello aun en el caso de que esas
mismas teorías o prácticas sean, por otra parte, criticadas
activamente en otros aspectos (puesto que no se trata de
realizar adhesiones globales y masivas, totalizantes). Caemos
en obstáculos cuando confundimos (de nuevo) táctica y
estrategia, medios y fines, sentidos y usos.
En definitiva, la propuesta de las pragmáticas
generativas y transformacionales implica ir más allá de
aquellas lógicas de las alternativas excluyentes en el plano de
las ideas y trata de reconocer que en muchas ocasiones todo
lo que podemos hacer es algún tipo de reforma generativa,
intentar generar algo con lo que ya está generado; y esto vale
tanto para las micropolíticas clínicas o artísticas como para
la macropolítica. En todos estos campos, esas propuestas
vienen a decir que, habitualmente, es mucho mejor accionar
una reforma provisoria12 (que no sea conservadora) que no
accionar para nada o que esperar un mundo mejor luego de
tolerar sistemáticamente un estar peor. Félix insistía mucho
en sus últimos años, en contra de la pasividad y la inacción
tanto en la izquierda como en el psicoanálisis dominante.
12. Dejo para otra oportunidad la relación entre la noción común de refor-
ma, y la de deformación e in-formación de la materia en la re-apropiación
que Guattari y Deleuze hacen de Louis Hjelmslev. En estos casos, se toma
el concepto de Forma y se piensan las materias no formadas, así como se
utiliza esto para situar los procesos de deformación pictórica de los rostros
o cuerpos en la obra de F. Bacon.

141
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Deleuze insistió siempre en apuntar a la inmanencia: estar


peor ahora (como piensa aquel refrán) no es argumento válido
para esperar la concreción de un sistema social mejor que se
realizaría a futuro gracias al actual sufrimiento (esto es un
justificativo moral y trascendente que La Política calcó de la
ética protestante: sufrir en vida para luego llegar al paraíso)13.
Para toda esa postura denominada generativa, la más
controvertida y la que más explicaciones debe dar en este
contexto, unx se sirve de las modelizaciones ya existentes,
de los mitos de referencia (como dije: psicoanalíticos,
sistémicos, cognitivos, marxistas, los que sean) y se opera
quizás desde allí, pero no con perspectiva de quedarse.
Unx elige, en determinado momento, operar de modo
aparentemente reformista, quizás, pero en esta perspectiva
se sabe que esa elección no es para siempre, es táctica y
pragmatista (en el sentido de Peirce, no el de W. James o el
de sentido común). Se trata de una etapa en un proceso de
lucha, un momento en relación a una estrategia u horizonte
de pretensiones más abarcativas (pero que tampoco pueden
conocerse intelectualmente previamente: en esquizoanálisis
el plan necesita reajustes constantes, puesto que contempla
sus propios fallos como momentos necesarios). Espero aquí
haber dejado propuestas e interrogantes que fuercen a pensar
y hacer en relación con ese horizonte emancipatorio a gran
escala, sea como sea que ello se concrete en los hechos.
Adenda acalorada a la luz de la coyuntura actual
(noviembre 2023)
Este texto ha comenzado a ser escrito hace
algunos años, y trabaja varias problematizaciones que
me habitaron sobre la cuestión macro-política en relación
al esquizoanálisis. Sin duda, mientras corregía el texto
anterior se me ha vuelto necesario considerar algunos
aspectos salientes acerca de la coyuntura actual argentina

13. Sin duda haya excepciones a esto.

142
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

(en los primeros días de noviembre de 2023), a los que no


me he referido. Hablo especialmente del ascenso de Javier
Milei, libertario de extrema derecha, en la escena macro-
política nacional, quien cuenta con serias posibilidades de
volverse el próximo Presidente de la Nación en el balotaje
que transcurrirá en las próximas semanas, donde enfrentará
a Sergio Massa. En dos años, Milei logró conquistar a,
al menos, un tercio del país con sus ideas que anudan
idearios neoliberales (lo público es corrupto, el Estado debe
minimizarse al extremo, el libre-cambismo del mercado debe
imperar de modo irrestricto), liberales y libertarios de viejas
cepas, anarcocapitalistas (los funcionarios configurarían
una casta política que habría que eliminar), fascistas, anti-
derechos, anti-democráticos, etc. Incluso, entre sus votantes
no primaría la adhesión ideológica a sus ideas, puesto que
amplia mayoría de lxs mismxs refieren que no se trata de
un régimen de exterminio, por ejemplo, de la población
LGTBI+, o de personas de países limítrofes o, incluso, de
quienes delinquen. Se dice que este ascenso fue un fenómeno
que habría comenzado siendo digitado por fuerzas oficialistas
(el peronismo actual) y que se les habría “ido de las manos”;
un año y medio atrás se habrían visto beneficiadxs con una
escisión de los votos de derecha, pero hoy sólo se observa un
crecimiento de todo el espectro de la derecha. Si eso fuera
así, sólo probaría una gran ingenuidad y subestimación hacia
las posiciones de extrema derecha, que han venido creciendo
en la región (Bolsonaro en Brasil) y en el mundo (Trump en
Estados Unidos, Meloni en Italia, etc).
Sobre él y este “fenómeno” pesan muchas hipótesis
en la población, y sobre esto quiero situar unas pocas
coordenadas:
1) A diferencia de lo que circula comúnmente en
las calles o en las redes y círculos psi sobre que Milei
sería un loco, un psicótico, alguien que no transita la
“carretera principal” lacaniana, etc, debemos tener claro

143
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

que una psicología o psicosofía crítica no puede limitarse a


emitir enunciados psicopatologizantes y cuerdistas en esta
coyuntura. ¡Como si hubiera alguna prueba de que, de ser
conducidxs por gente cuerda, fueramos a ser bien gobernadxs
(la historia no lo prueba, ni en este país ni en ningún otro)!.
Aquí se debe ser claro: Milei no está loco, es un fascista. Un
fascista molar.
2) Otra cuestión de la discusión pública argentina
en los últimos meses ha venido siendo intentar pensar el
por qué se ha canalizado la ira y la protesta hacia la derecha
(extrema), siendo que, históricamente, esto solía ser hacia
la izquierda; en casos extremos como la crisis político-
económico-social de 2001, esto giraba a un eventual
anarquismo espontáneo bajo el enunciado “¡que se vayan
todos!” (y la creación de miles de asambleas de democracia
directa en diversos sectores de la vida civil y laboral). De
hecho, gran parte de la población votante de Milei está entre
lxs jóvenes que emiten sus primeros votos, la que también
solía ser esa con la que los partidos de izquierda encontraban
su renovado apoyo necesario. Aquí se encuentra una especie
de perturbación de aquello que, mencioné, solía ser un lema
típico de los partidos de izquierda: “¡cuanto peor, mejor!”,
puesto que actualmente lo enuncian de modo explícito
Milei y P. Bullrich, en relación especialmente a la cuestión
económica general. Como si fuera bueno que la economía
estalle urgentemente para que la multitud se decante por
descartar a su adversario, el actual ministro de economía,
Sergio Massa. Interesantemente, esto parece haber forzado, a
su vez, al Frente de Izquierda a re-agenciar su propia posición
al respecto.
3) Milei no es tiene un ideario conservador, puesto
que, a diferencia de la alianza que llevó a Mauricio Macri
al poder en 2015, no se propone conservar la familia, las
instituciones modernas, etc (una re-territorialización en
líneas duras establecidas), sino destruir el Estado actual,

144
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

la casta de políticos que lo habita, utilizar su “motosierra”


para eliminar ministerios y quitar derechos cívico-sociales
adquiridos en las últimas dos décadas. Esto sólo puede
imponerse de modo autoritario y evitando las reglas actuales
del juego democrático. Ahora, esa fuerza de destrucción es
sin duda más cautivadora para la población que el soporífero
debate entre dos grandes fuerzas establecidas alrededor de
una “grieta”, que era lo que venía ocupando toda la escena
macro-política en estas décadas. Ello cautiva al punto
en que ni siquiera es lo principal la racionalidad de tales
propuestas, precisamente porque se trata de una pasión,
una pasión de abolición, que excede cualquier intento de
análisis significante. Es una propuesta del dúo francés el
hecho de que el significante, la significación, y sus códigos
como reglas de uso y combinatoria, son parte de un estrato
particular, mientras que la subjetivación pasional y autoritaria
es otro estrato e implica otro régimen de signos y otros
agenciamientos de poder.
4) Esta pasión de abolición encarna así uno de los
peligros de las líneas, específicamente el peligro de las líneas
de fuga, volverse una pura línea de muerte y destrucción.
Como cuando Hitler escribe en su telegrama 71 “¡si la
guerra está perdida, que la Nación perezca!”: las opciones
son matar (destruir) o morir. Es también el peligro de la
máquina de guerra: tomar la guerra como objeto y no como
medio. Así, como dije, frente a la postura conservadora que
todavía apelaba a las viejas costumbres y a cierta racionalidad
y justificación retrógrada (reacción conservadora de re-
territorialización en líneas duras), Milei expresa una postura
destructora de lo establecido que funciona más por la pasión
que promueve y que contagia a gran velocidad (la velocidad
de un posteo de Tik Tok, y otras redes sociales actuales), lo
cual evita el rodeo del razonamiento crítico, que implicaría
otros procesos cognitivos que no pueden ser del orden del
contagio afectivo instantáneo. Así, algunos consultores

145
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

políticos hablan de la “tiranía de los cuatro segundos”, el


ultra-rápido estímulo-respuesta, como lo que favoreció su
ascenso político; en los términos del Deleuze amante del
cine, podríamos pensar ese fenómeno audiovisual en juego
como una configuración particular del encadenamiento
entre las imágenes-percepción, las imágenes-afección, y las
imágenes-(re)acción, en ese orden (siendo la re-acción el
comentar un video, el compartirlo, reenviarlo, etc). Una vez
más, la línea de fuga no es positiva y absoluta, como cuando
el desear lleva a la construcción de nuevos agenciamientos
(lo que el esquizoanálisis buscaría cuando es posible de
hecho) o a abrirse al Cosmos, sino que se vuelve negativa y
expresa eso denominado pasión en Mil Mesetas (no se trata
de la acepción spinozista en este caso), que si bien se liga a la
libido no es expresión directa de esta o (lo que es lo mismo)
sólo lo es tanto llegando a esas últimas consecuencias auto o
hetero-destructivas. Así, destrucción o creación pueden estar
al fin de lo que se puede, y no siempre pueden discernirse
con tanta claridad. Sin duda, lxs seguidores de Milei, si les
interesara, podrían invitar a cierta hipótesis nietzscheana de
que para crear, suele hacer falta destruir, pero no da igual
un tipo de destrucción que otra (una estética o incluso una
simbólica que una real, digamos, para decir rápidamente), o
destruir algo en uno o en los imaginarios sociales que hacerlo
en lo Real-Social efectivo.
5) El fenómeno Milei funciona, sin dudas, como un
analizador institucional (en el sentido de R. Lourau) de la
sociedad argentina actual, en el sentido de lo que permite
hacer ver y analizar. Por un lado, ha llevado en las últimas
semanas a la fractura interna del principal partido opositor
al peronismo (oficialismo actual), “Juntos por el Cambio”,
retirándose Macri y Bullrich (sus principales figuras) de
este, y generando que varixs funcionarixs de aquel partido
declaren afinidad con S. Massa, candidato oficialista; esto
lleva a que todas las fuerzas partidarias en juego deban

146
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

re-organizarse e intentar asimilar a quienes han quedado


fuera del balotaje a realizarse en los próximos días (lxs
candidatxs y los votos que podrían llegar a ir con ellxs). Esto
independientemente de que hace algunas semanas circulaban
serias acusaciones y causas judiciales entre quienes hoy
están en el bando de Milei (no se puede entender esto con
elucidaciones significantes, se trata de enlaces en función
del poder como dominio y como privilegio, y eso excede
al estrato de significación). A su vez, por primera vez en
la última década, el Frente de Izquierda ha modificado el
discurso que aquí cuestioné en el texto de arriba: por primera
vez, una excandidata a presidenta, M. Bregman, refiere que
las distintas derechas “no son lo mismo”. Asistimos sin dudas
a una re-configuración general del campo macro-político en
Argentina, la cual marcará no sólo la historia del país sino
también las coyunturas venideras y sus campos de posibles.
6) Por último, cuando Milei refiere que quizás los
hospitales, escuelas y universidades no deban ser públicas,
viene a traer nuevos enunciados que resuenan con algunas
propuestas foucaultianas respecto de las instituciones
modernas y su función biopolítica. Sin duda, Foucault no
estaría de acuerdo en nada más con este fascista libertario,
pero esto nos lleva a otra cuestión (que, al igual que la
anterior, tomo en parte de Martin Rimbretaud): la oposición a
Milei termina haciendo campaña (explícitamente: es el caso
de Massa) por defender unas instituciones públicas que, en
realidad, están estalladas, desfinanciadas, sin el presupuesto
y la infra-estructura necesaria como para operar de modo
aceptable para usuarixs y para trabajadorxs. Así, quienes
tienen idearios progresistas democráticos (por supuesto,
también aplica a quienes los tienen de izquierda), terminando
volviéndose ellxs mismxs conservadores de lo establecido;
esto sucede aun cuando lo establecido y lo extendido es
el destrato o el trato de pésima calidad, y otra cosa es una
excepción (el buen trato, la ternura, el miramiento, de los

147
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

que hablaba Fernando Ulloa), intento de fuerza instituyente


cada vez más acorralada… Se ha desactivado, entonces,
todo progresismo posible: las opciones (al menos al nivel del
poder ejecutivo nacional) son destrucción o conservación. Y
esta dirección general, que condicionará las próximas batallas
macro, meso, y micro-políticas, se dirime en los próximos
días.
Referencias bibliográficas

Fernández, A. M. y Siqueira Peres, W. (2013) La diferencia


desquiciada. Devenires, deseos y derechos de género y
sexualidad. Ed. Biblos. Bs As.
Guattari, F. (2019) Psicoanálisis y transversalidad. Ensayos
de análisis institucional. Ed. Vagantes Fabulae. Bs As.
__________ (2017) La Revolución Molecular. Ed. Errata
Naturae. Madrid.
__________ (2013) Líneas de Fuga. Para otro mundo de
posibles. Ed. Cactus. Bs As.
__________ (2004) (junto a Gilles Deleuze) Mil Mesetas.
Capitalismo y Esquizofrenia. Ed. Pre-textos. Valencia.
__________ (1979) L´inconscient machinique. Essais de
schizo-analyse. Ed. Recherches. Paris.
Mazzeo, M. (2016) ¿Qué (no) hacer? Apuntes para una
crítica de los regímenes emancipatorios. Ed. Quimantú.
Santiago de Chile. (La edición original, argentina, es de
2005).

148
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

La depresión: un problema psico-político. Una


perspectiva esquizoanalítica
Alfredo PERDOMO1

Desde el punto de vista más aceptado por las


ciencias y disciplinas “de la mente” o, al decir de Gregorio
Baremblitt, del “poliverso psy” (Baremblitt 1997), la
depresión es multicausal. En esta convergen factores
biológicos, psicológicos y sociales, son esgrimidos por los
diferentes autores e investigadores, si bien muchos de ellos,
ponen más el peso en uno u otro factor. Cabe destacar frente
a ello que, en los últimos años, en las últimas décadas, se ha
observado en general, en actores de la psiquiatría, un énfasis
en colocar el peso principal en factores biológicos. No
negamos, sin embargo, el peso de este factor, pero nos parece
que es una reducción extrema de un problema muy complejo
y que, además, parece ir muy de la mano de los intereses de
la industria psicofarmacológica.

1. Alfredo Fernando Perdomo Maldonado (Montevideo, 1974) es Psicólo-


go egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad de la Repúbli-
ca (Uruguay) en 1999. Especializado en clínica esquizoanalítica en Centro
Félix Guattari (2005). Especialista en Evaluación Psicológica -opción
laboral- y en Psicología en Servicios de Salud (ambos por Facultad de
Psicología de la Universidad de la República, otorgados por competencia
notoria). Es miembro del colectivo de formación del Centro Félix Guattari
de Montevideo desde 2011, trabajando a nivel nacional e internacional, y
miembro de la Red Latinoamericana de Estudios Deleuze y Guattari. Es
Psicólogo clínico, con trayectoria en instituciones educativas y sanitarias.
Ha publicado en diversas revistas y libros colectivos especializados en
Psicología, Trabajo social, Salud Mental y Esquizoanálisis. Es organiza-
dor y participante activo en diversos congresos nacionales e internaciona-
les de Psicología y Esquizoanálisis. Es autor del libro “Clínicas Guattaria-
nas. Subjetividad y Esquizoanálisis”, editado por Psicolibros Waslala en
Uruguay (2022). Blog personal: perdomoesquizoanalisis.blogspot.com.uy
email: psicoper@hotmail.com

149
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

¿Qué nos pasó en las últimas décadas para que la


depresión comenzara a tornarse en el principal problema de
salud mental en Uruguay y el mundo? ¿Es sólo un problema
cerebral? ¿Hay una involución biológica extraña dada en
las últimas décadas que se explica de esa forma? ¿Nada
tienen que ver en ello los factores sociales, económicos o
políticos?
En primer lugar, me gustaría aclarar que, desde mi
perspectiva, no creo en una división clara, esencial, entre
lo social y lo psíquico. Lo psíquico es texto de lo social y
lo social es texto de lo psíquico, por tanto, no hay contexto
social, lo social es texto. La sustancia es la misma. De ahí
que me gustaría abordar, esquizoanalíticamente, la depresión
como un problema político, o, más estrictamente hablando,
psicopolítico.
Respecto de lo anterior, en un artículo realmente
brillante, Bifo Berardi afirmó que:
El colapso de la economía global puede ser leído
como una reacción del alma. La máquina perfecta
de la ideología neoliberal se está cayendo a pedazos
porque estaba fundada en el supuesto equivocado de
que el alma podía ser reducida a mera racionalidad.
El lado oscuro del alma –miedo, ansiedad, angustia,
pánico y depresión– por fin ha mostrado su cara
después de haber pasado una década rondando en las
sombras de la muy pregonada victoria y la prometida
eternidad del capitalismo (Berardi, 2018).
Aquí, Berardi plantea el problema de lo social, ya no
como contexto sino texto de lo psíquico. Cuando habla de
colapso económico, se refiere a una reacción “del alma”, de
la mente, del psiquismo. Sin dudas, abreva Bifo en la obra
deleuzo-guattariana (entre otros autores), y su concepción de
inconsciente, que tiene una gran similitud con el concepto
de inconsciente colectivo de Carl Jung. La gran diferencia
150
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

es justamente que se entrama la concepción de inconsciente


esquizoanalítico en el marco de una psiquiatría materialista
que, justamente, reniega de esa visión místico-religiosa
trascendental junguiana. El inconsciente es social-histórico,
cósmico, productivo, ateo, huérfano, anárquico.
Esta, sin duda, es una gran diferencia con el concepto
común de inconsciente que suele proponer el Psicoanálisis
clásico, según el cual, este es intra-psíquico, familiarista,
personológico. Por su parte, el Esquizoanálisis plantea al
inconsciente produciendo lo social-histórico. Desde esta
óptica, el mundo en que vivimos es producido por el Deseo y
el neoliberalismo es, por ende, es un modelizador del mundo,
de nuestros deseos, de nuestro inconsciente.
Bifo llama la atención, además, sobre la polisemia
del término Depresión, frente a lo cual afirmó:
En este ensayo quisiera considerar dos significados
distintos de la palabra depresión. Esta palabra
remite a un tipo especial de sufrimiento mental,
pero también la forma general de la crisis global que
está oscureciendo el horizonte histórico de nuestros
tiempos. No se trata aquí de un juego de palabras ni
de una metáfora; se trata del entretejido y la mutua
influencia de los flujos psíquicos y los procesos
económicos. (Berardi, 2018).
Por su parte, Franco tiene la misma concepción
antiedipiana esquizoanalítica, considerando que no hay
economía libidinal por un lado y productivo-social por otro.
La economía es una sola, libidinal y productivo-social;
pero a la vez, no por separado. Por ende, hablar de depresión
económica es, sin duda, sintomático de cómo la economía
global mueve también nuestro psiquismo, pues es producto-
producido-productor, a su vez, del texto psico-social. Así,
“los eventos de la depresión económica y la depresión
psíquica deben ser entendidos en el mismo contexto, porque
151
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

están interrelacionados” (Berardi 2018). La depresión social


inevitablemente afecta los espíritus individuales, compone
cuerpos tristes.
La ideología neoliberal se sostiene en la idea de que
la economía puede ser pensada como un sistema
equilibrado de expectativas e inversiones racionales.
Pero, en el espacio social de la economía, no todas
las expectativas son racionales y no todas las
inversiones son pura y matemáticamente económicas.
El deseo está implicado en este proceso, y el
inconsciente habla desde bambalinas en cualquier
acto de inversión, consumo e intercambio económico.
Esta es la razón por la cual el supuestamente
perfecto equilibrio del mercado se ha convertido
en un lío catastrófico. La euforia, la competencia,
la exuberancia han sido parte de la dinámica del
mercado en los años de alza. El pánico y la depresión
se negaban, pero siempre estaban operando, latentes.
Ahora reemergen y perturban el flujo normal de la
valorización capitalista. El semiocapitalismo (la
producción y el intercambio de materiales semióticos
para la producción capitalista) siempre ha explotado
el alma, como fuerza productiva y como espacio de
mercado. Pero el alma es mucho más impredecible
que la fuerza muscular que trabajaba en las cadenas
de montaje. En los años de la economía del Prozac,
el alma fue feliz de ser explotada, pero esto tenía
que terminar en algún momento. Los problemas
del alma aparecieron por primera vez en la década
dot-com, cuando se proclamaba la llegada del tecno
apocalipsis bajo la forma del “efecto 2000”, el virus
o el error del milenio. La imaginación social estaba
tan cargada de expectativas apocalípticas que el
mito del estallido tecnológico global creó una ola de
conmoción a lo largo y ancho del mundo. Nada pasó

152
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en la noche del milenio, pero la psique global estuvo


al borde de un abismo. (Berardi 2018).
Lo anterior evidencia que la racionalidad es
traicionada permanentemente por el ímpetu deseante
pasional que nos atrapa en sus máquinas abstractas,
en los delirios socio- históricos que componen nuestra
esquizofrenia, aquella que no sólo pertenece a “los locos”,
esa locura irracional que agita las aguas de nuestro devenir
continuamente, formando nuevas composiciones a su vez.
En esas épocas, Alan Greenspan hablaba de una
exuberancia irracional para referirse a las peligrosas
consecuencias de los trastornos emocionales en
el campo de los mercados financieros. Pero los
trastornos emocionales no eran una casualidad; no
se trataba de un fenómeno contingente ni pasajero,
sino del efecto de la hiper explotación de la energía
psíquica. Eran un daño colateral, una consecuencia
inevitable del trabajo del alma. Es imposible, en
efecto, evitar la propagación de la emocionalidad, es
imposible evitar los efectos de la psicopatología desde
el momento en que las energías nerviosas de la fuerza
de trabajo cognitivo se ven sometidas a una continua
info- estimulación. El miedo de una depresión se
materializó en la primavera del 2000, cuando la
economía virtual se vio de pronto amenazada por
el desplome del sector tech de la bolsa. La burbuja
dot-com se pinchó y la economía general se vio
golpeada de una forma tan profunda que la voz de la
depresión empezó a difundirse por el mundo (Berardi
2018).
Trabajo del alma entristecido ante la producción
serial y violenta de subjetividad en el marco del semio-
cyber-capitalismo, más mundial e integrado que nunca
(enfatizando la propuesta guattariana del Capitalismo

153
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Mundial Integrado). Info-estimulación cada vez más exaltada


de nuestro Apocalipsis Zombie (ver en YouTube video de El
Cuarteto de Nos, Apocalipsis Zombie). Las crisis del inicio
del milenio actual fueron terribles. En Uruguay se cobró una
brutal inestabilidad laboral, cierre de empresas e industrias
y, por supuesto, depresiones y suicidios, teniendo su pico
en 2002. A fines de 2004 y con los primeros gobiernos del
Frente Amplio, a posteriori, la estabilidad financiera se
mantuvo, las políticas implementadas disminuyeron los
índices de pobreza y el desempleo, considerablemente. Sin
embargo, la depresión y los números de suicidios continúan
siendo preocupantes. El suicidio es un problema histórico en
nuestro país.
La captura depresiva
La depresión es un gran problema de nuestra época.
Sufrimiento ligado a la productividad, a la nueva fase
capitalista (el neoliberalismo), a nuestra sociedad cada vez
más fluida y desterritorializada, acelerada. Al consultorio
nos llegan estos sujetos, siendo partes de agenciamientos
colectivos de enunciación, portando la tristeza maquínica
en sus cuerpos y espíritus. Los afectos tristes componen
nuestra existencia, pero, a veces, nos desbordan, incomodan,
oprimen, y eliminan nuestra posibilidad de potencia, de
afectarnos alegremente. Daniel Ferioli hace un excelente
trabajo teórico clínico sobre la depresión desde una mirada
esquizoanalítica. Este psiquiatra argentino que antes de
leerlo, tuve la oportunidad de escuchar en varios congresos
realizando ponencias muy interesantes, me confirma su
potencia en un artículo de 2008.
Justamente, el mismo fue publicado en un número de
la Revista Cuadernos de Campo, dedicado al pensamiento
de Deleuze y Guattari (Ferioli 2008). Allí este autor recuerda
que Deleuze nos decía que, si estamos deprimidos, es porque
nos han atrapado. Pero… ¿qué nos atrapa para deprimirnos?

154
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Ferioli lo relaciona con el Aparato de Captura. “… tiene que


haber captura en la pérdida, un detenimiento en el fluir y el
devenir, y la dificultad para pensar nuevas producciones, de
relaciones sociales” (Ferioli 2008). La captura ya proviene,
de por sí, del modo de estructuración social y del poder:
captura el Estado desde su invención con sus mecanismos
y, ni hablar desde el funcionamiento del Capitalismo
Mundial Integrado. Como dice La Polla Records, somos sus
“socios a la fuerza” (cd “No somos nada”, track 2 “Socios
a la fuerza”), nos cría una familia, nos mandan a estudiar,
nos forman para trabajar, debemos trabajar para subsistir,
etc. Ahí tenemos el plano general del Aparato de Captura
que llamamos Estado, plano de entristecimiento al que no
escapamos. Sin embargo, además de esta tristeza general
(que por suerte no es absoluta obviamente, la maravilla de
esta máquina es que también nos da la posibilidad de ejercer
la potencia, de afectarnos alegremente en muchas ocasiones),
hay formas singulares de caer capturados y que generan gran
sufrimiento.
Ocurre que las personas pueden estar en una captura
que no perciben, hasta que dan síntomas. Desde
la psiquiatría se describe, entre otros síntomas, la
tristeza o humor triste, la anergia, los problemas
de comunicación y aislamiento, las ritmopatías
(alteraciones sueño-vigilia). Pero, en una captura, es
poco posible afectarse de alegría (pues no le puede
llegar) y, de a poco, se va horadando un agujero negro
que sume a la persona en el fondo de la captura.
(Ferioli 2008).
El agujero negro es crucial, pues acá genera este
modo de subjetivación deprimido. Deleuze y Guattari
colocan al agujero negro como componente principal de la
Rostridad, a la que definen como un sistema pared blanca /
agujero negro. La pared blanca remite a la significación,
a los aspectos que hacen a los sentidos y significaciones

155
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

dominantes, que hacen funcionar nuestro rostro, nuestra


subjetividad en el mundo en que estamos insertos. El
agujero negro es lo que nos coloca en la subjetivación,
nos forma como sujetos, nos hace consumir los objetos y
pasiones que se nos presentan, nos conforma como sujetos
sujetados a los regímenes de significación y modeliza
nuestros deseos.
En astrofísica, el agujero negro, es una región finita
del espacio cuyo interior posee una concentración de masa
lo suficientemente elevada como para generar un campo
gravitatorio tal, que ninguna partícula –ni siquiera la luz–
pueda escapar de él. Esta metáfora tomada de la astrofísica,
explica este fenómeno que compone el sistema significancia/
subjetivación de la rostridad. Cuando se absorben
demasiados embates que van quebrando nuestra psique, se
bloquea el deseo; las máquinas deseantes componen anti
producción de deseo en un vacío existencial.
Allí ocurre la anergia, como anti producción de deseo.
Los afectos tristes van disminuyendo la potencia de
obrar (Spinoza), y la persona no circula ni frecuenta
campos de inmanencia (relaciones sociales de
producción) para que ocurra la producción del deseo,
es decir, el deseo como producción. (Ferioli 2008).
Según datos actuales, extraídos de la web de la OMS:
-La depresión es una enfermedad frecuente en todo el
mundo, pues se estima que afecta a un 3,8% de la población,
incluidos un 5% de los adultos y un 5,7% de los adultos de
más de 60 años.
-A escala mundial, aproximadamente, 280 millones
de personas tienen depresión.
-Cada año se suicidan más de 700 000 personas. El
suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de
15 a 29 años.
156
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

En los últimos 45 años, las tasas de suicidio han


aumentado en un 60% a nivel mundial (según datos de OPS
en 2014). En una revisión global, la mayoría de las muertes
por suicidio se produjeron en países de ingresos bajos y
medianos (79%), presentando Uruguay una de las tasas más
altas de suicidio del continente (datos de OMS, 2019). En
2019, en Uruguay, se registraron 723 casos, lo que representa
una tasa de 20,55 por cada 100.000 habitantes.
En relación con otras causas de muerte violenta en
nuestro país, según datos oficiales (Ministerio de Salud
Pública, 2021; Ministerio del Interior, 2020), se observa que
el suicidio supera a los accidentes de tránsito y homicidios.
En 2019, la tasa de muerte por accidente de tránsito fue de
12 por cada 100.000 habitantes y, por homicidio, de 11,2
cada 100.000 habitantes. Al considerar la prevalencia según
sexo, el suicidio se distribuye en forma desigual tanto a
nivel internacional como nacional. El suicidio consumado
es más frecuente en hombres que en mujeres, con una tasa
a nivel mundial en 2016 de 13,7 cada 100.000 habitantes en
hombres y de 7,5 cada 100.000 habitantes en mujeres (OMS,
2019). En Uruguay la distribución por sexo en 2019 fue
de 33,67 cada 100.000 habitantes en hombres y 8,21 cada
100.000 habitantes en mujeres. Por el contrario, los IAE
(intentos de autoeliminación) son realizados en su mayoría
por mujeres. Según datos internacionales, se estima que
los IAE ocurren entre 10 y 20 veces más que los suicidios
(OMS, 2014). Esto implica que la problemática (intentos y
suicidios consumados) alcanzaría al menos a entre 7000 y
14000 personas en nuestro país. A esta cifra es necesario
sumar los afectados a nivel familiar, social y comunitario que
el fenómeno genera.
Ahora, respecto a la distribución por edad, las tasas
más altas en Uruguay se observan en personas mayores;
en 2019 la tasa más alta según grupo etario se registró en
personas de 80 años o más, siendo de 38,11 cada 100.000

157
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

habitantes. A su vez, preocupa a nivel mundial el aumento de


comportamientos suicidas en personas jóvenes. El suicidio
fue la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años a
nivel mundial en 2016, después de los accidentes de tránsito
(OMS, 2019). Según la II Encuesta Mundial de Salud
Adolescente de Uruguay (GSHS por sus siglas en inglés),
coordinada por el Programa Nacional de Salud Adolescente
del Ministerio de Salud Pública (MSP) en el año 2012 “el
10.1% de los adolescentes encuestados en la GSHS declara
haber intentado quitarse la vida una o más veces en los
últimos 12 meses”.
Además, según la IV Encuesta Nacional de
Adolescencia y Juventud de 2018 (INJU – Instituto Nacional
de la Juventud de Uruguay- /MIDES –Ministerio de
Desarrollo Social-, 2020) frente a la pregunta sobre “si se
han sentido tan tristes o desesperados durante dos semanas
seguidas o más al punto de dejar de hacer sus actividades
habituales”, se observó que un 14,2% de los jóvenes
respondió de forma positiva.
En 2021, según informa el Ministerio de Salud,
758 personas se quitaron la vida en Uruguay (que tiene 3,4
millones de habitantes), de las cuales 203 tenían entre 15
y 29 años. Un año más, el suicidio fue la primera causa de
muerte violenta en el país, duplicando las ocurridas por
accidentes de tránsito u homicidios. En los últimos 20 años
hay una tendencia al alza muy preocupante.
En 2022, entre enero y mayo, se suicidaron 349
personas en Uruguay, 25% más que en el mismo período
dl 2021. Según la web de la OMS, en el ranking de países
con mayor tasa de suicidio, Uruguay, en 2016, estaba en el
lugar 22 y se estima que, actualmente, por el aumento de
suicidios desde el 2020, se debe estar en una posición más
preocupante.
Pablo Hein, sociólogo de la Universidad de la
158
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

República, integrante del Grupo de Comprensión y


Prevención de la Conducta Suicida en el Uruguay, indicó que
existen dos procesos que están avanzando desde hace unos
años a nivel no sólo de Uruguay, sino de las sociedades en
general, que implican algunos cambios culturales como la
pérdida de centralidad del Estado.
Uno de ellos es la falta en la actualidad de algunos
referentes, en especial, instituciones que eran fundamentales
para darle cohesión al individuo (sindicatos, la familia en
sentido amplio, clubes deportivos), donde las personas se
sentían cómodas, generaban vínculos en términos afectivos,
culturales y emocionales, protecciones y reconocimiento.
Paralelamente, ocurre un proceso en el que el individuo pasa
a ser lo más importante en la sociedad y desplaza del primer
lugar a la institución. Hein entiende que existen personas
que no se sienten cómodas en este nuevo esquema ya que
los éxitos son del individuo, pero también sus fracasos.
“Situaciones tan simples o tan complejas como un divorcio,
la pérdida de un trabajo o de amigos, le pertenecen”, apuntó
Hein.
Según este autor, «La sociedad de alguna manera
va segregando a los individuos más vulnerables, que no
son capaces de adaptarse a este nuevo proceso vital, no se
le dan ciertas seguridades en términos de dominio social y
cultural», (Hein 2021).
«El suicidio es la principal causa de muerte externa
en Uruguay, hay más suicidios que homicidios y que muertes
por accidentes de tránsito en el país, por tanto, es necesario
hablar acerca del tema», planteó. Indicó, asimismo, que
no se debe apuntar a hablar de las circunstancias en la
que se cometió el suicidio, sino de los temas de fondo que
desencadenaron en este hecho. En el caso de los jugadores
de fútbol, por ejemplo, se debería discutir acerca de cómo
un jugador de fútbol debe estar preparado para el éxito y

159
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

para el fracaso, para el auge y para el retiro. Al respecto,


Hein señaló que el abordaje de este tema tiene varios
componentes: social, trasmisión de valores culturales
solidarios y socialmente integradores (Hein 2021).
De igual forma, entiende que «es necesario empezar
a ser menos rígidos con los otros y que los hombres sean
más flexibles, pidan más ayuda». Adicional a ello, señaló que
otro de los mitos acerca de los suicidios que se manejó en
Uruguay, fue que son más frecuentes en invierno, afirmación
que no resulta cierta, puesto que se registran suicidios en
mayor proporción en diciembre que en junio.
Sostuvo Hein que la mayoría de los suicidios tiene
su base en un conflicto mal resuelto, que se va acumulando
con otros problemas de la vida diaria. Añadió que es
fundamental el trabajo cultural y emocional en edades
tempranas para entender que, ante el fracaso, la solución
no es tomar una pastilla, «no hay pildorita que solucione
la realidad de no estar enfermo»., añadiendo que, «a un
individuo que está fatigado de la vida, de ser quien le
pedimos que sea, no hay psiquiatra que lo arregle, la
prevención tiene que estar presente antes de llegar a esto».
Fatigados por el capitalismo
El sociólogo francés Alan Ehrenberg en “La fatiga
de ser uno mismo. Depresión y Sociedad” nos recuerda que
la depresión en 1940 no era más que un síntoma detectable
en la mayoría de las enfermedades mentales y no constituía
un objeto de atención. En 1970, la psiquiatría mostró que
este es el trastorno mental más extendido en todo el mundo,
mientras que los psicoanalistas perciben un neto crecimiento
de deprimidos entre su clientela.
¿En qué medida es reveladora de las mutaciones de
la individualidad de finales del siglo XX? (Ehrenberg 1998:
11).

160
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

El psicoanalista británico Darian Leader afirma que:


Al tiempo que tantos aspectos diferentes de la
condición humana son explicados hoy en día en
términos de déficits biológicos, las personas son
despojadas de la complejidad de su vida mental
inconsciente. La depresión se considera el resultado
de una falta de serotonina, más que la respuesta a
experiencias de pérdida y separación. La medicación
tiene como objetivo restaurar al paciente los niveles
óptimos de adaptación social y utilidad, con poca
consideración sobre las causas a largo plazo y en los
posibles efectos de los problemas psicológicos. Sin
embargo, cuanto más ve la sociedad la vida humana
en estos términos mecanicistas, más probable es
que los estados depresivos se ramifiquen. Tratar
una depresión de la misma forma que, digamos, una
infección que requiere antibióticos, siempre es una
decisión peligrosa (Leader 2011: 10).
Es muy necesario tener en cuenta esta advertencia
de Leader sobre los peligros que una mera reducción
biologicista tiene sobre la depresión y los sufrimientos
subjetivos en general. Tal vez, el principal, sea el de perder la
capacidad de reacción, de cuestionamiento, el esclavizarnos
a los amos del mercado, a ser un transhumanista algorítmico
que condena el caos y las emociones por DEMASIADO
HUMANOS (recomiendo para tener una visión más
esclarecedora en este aspecto el libro de Berardi, “Autómata
y Caos”).
Refiere Leader que:
El punto de vista actual (…) considera a los seres
humanos como «recursos» y en el cual una persona es
sólo una unidad energética, un paquete de habilidades
y competencias que pueden ser compradas y vendidas
en el mercado. Si la vida humana se ha convertido
161
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en esto, ¿es sorprendente, acaso, que tantas personas


elijan negarse a este destino, perdiendo su energía y
su potencial en el mercado al caer en la depresión y la
miseria? (Leader 2011: 11).
El psicoanalista visualiza cómo, maravillosamente,
el cuerpo sin órganos siempre rechaza esta extrema
organización mercantil-capitalista, abrumadoramente
negadora de las múltiples potencialidades de la vida.
Cuerpos entristecidos, fatigados, agotados y capturados por
el capitalismo. Continúa el autor inglés planteando que:
Debemos ver lo que llamamos depresión como
un conjunto de síntomas que derivan de historias
humanas complejas y siempre distintas. Estas
historias involucrarán las experiencias de separación
y pérdida, incluso si a veces no somos conscientes
de ellas. A menudo somos afectados por sucesos en
nuestras vidas sin darnos cuenta de su importancia o
de cómo nos han cambiado.” (Leader 2011: 11).
Leader apuesta al enfoque psicosocial, donde el
texto social, siendo texto psíquico, impacta singularmente
en nuestros procesos individuantes, únicos e irrepetibles.
Transversalidad guattariana conjugada a la horizontalidad y
verticalidad como propone el argentino Pichon-Riviére.
La depresión hoy en día está en todas partes. Los
médicos generales la diagnostican, las celebridades
revelan que la padecen, a los niños les dan recetas
para combatirla, se discute en los medios de
comunicación, los personajes de telenovela luchan
por vencerla. Sin embargo, hace cuarenta años la
depresión casi no se encontraba por ningún lado.
Se consideraba que un pequeño porcentaje de la
población sufría de depresión y tenía poca dignidad
como categoría diagnóstica. La gente era ansiosa o
neurótica, pero no deprimida (Leader 2011: 17).
162
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Sin dudas cabe destacar que la depresión es el


síntoma por excelencia del neoliberalismo.
El surgimiento de las economías de mercado crea
una ruptura de los mecanismos de apoyo social y
del sentido de comunidad. Las personas pierden la
sensación de estar conectadas a grupos sociales y
entonces s se sienten empobrecidas y solitarias.
Privadas de recursos, inestables económicamente,
sujetas a presiones agudas y con pocos caminos
alternativos y esperanzas, caen enfermas. Las
causas de la depresión, de acuerdo con este punto de
vista, son sociales. Presiones sociales prolongadas
acabarán necesariamente por afectar nuestros cuerpos,
pero las presiones vienen primero, la respuesta
biológica después. Este punto de vista social se refleja
en la perspectiva de algunos psicoanalistas, quienes
ven a la depresión como una forma de protesta.
Ya que los humanos son vistos como unidades de
energía en las sociedades industriales, opondrán
resistencia, sean conscientes de ello, o no. Así, mucho
de lo que es etiquetado hoy como depresión puede
ser entendido como la pasada de moda histeria,
en el sentido de la negativa a las formas presentes
de autoridad y dominio. Cuanto más insista la
sociedad en los valores de eficiencia y productividad
económica, más proliferará la depresión como una
consecuencia necesaria. De forma similar, cuanto
más nos apremie la sociedad moderna a alcanzar la
autonomía y la independencia en nuestra búsqueda
de la realización, más adoptará la resistencia la forma
del opuesto exacto de estos valores; colocará a la
miseria en medio de la abundancia. La depresión es,
entonces, una forma de decir NO a lo que nos dicen
que debemos ser (Leader 2011: 18 y 19).
El análisis de este autor inglés es sumamente

163
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

compartible, e implacable. De aquí en más son esperables, en


mayor cantidad, depresiones y formas similares (adicciones
de todo tipo, tendencias impulsivas a accidentes – suicidios
“camuflados”-, violencias de género que culminan con
asesinatos familiares y suicidios y un largo etcétera).
Síntomas de un modo de vida que no da para más. Hoy, 8
de febrero, escuchaba en TV parte de las protestas de los
franceses por la reforma de la caja jubilatoria. Una francesa
decía que la pandemia nos ha enseñado a priorizar otras
cosas de la vida, a ver que el trabajo no es lo más importante,
apostando a una vida más plena y menos esclavizada. ¿Qué
podemos esperar con este tipo de reformas, que en Uruguay
también se está realizando por la derecha en el gobierno? De
seguro más cuerpos entristecidos, fatigados, agotados, que
caen en los vacíos depresivos, en el suicidio (a no olvidarse
que la mayor tasa de suicidio está en la tercera edad).
A esperar que los cuerpos se rebelen, que nos rebelemos,
componiendo maquínicamente nuevos agenciamientos,
nuevas posibilidades de vida, nuevas potencias. Cuando se
percibe que las tecnologías existentes ayudan a simplificar
la vida, a que tengamos que trabajar menos, en países
como el nuestro parece que la cosa va al revés. Como la
elite ve que la población vive más años, tiene que ser más
esclavizada, más capturada y entristecida. Un NO alegre
y potente se hace cada vez más necesario. Tal vez, de ahí
puedan emerger las posibilidades de deshacer estas tristezas.
Con nuevos proyectos colectivos que le den nuevos sentidos
a la existencia. Por ello, ¡A multiplicar esas resistencias que
devuelvan la alegría a nuestros cuerpos y se rebelen a las
capturas depresivas!

164
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Referencias bibliográficas

Baremblitt, G. F. (1997) “Por una nueva clinica para el


poliverso psy”. En: Saúdeloucura, n.5. São Paulo: Hucitec.
Berardi, F. (1998) La fatiga de ser uno mismo. Depresión y
Sociedad. Bs. As: Ed. Nueva Visión.
_________ (2018) “¿Cómo curar una depresión?” En:
https://revista.reflexionesmarginales.com/como-curar-una-
depresion/ Ehrenberg, A.
_________ (2020) Autómata y Caos. Bs. As: Hekht.
Ferioli, D. (2008) “Clínica de líneas de fuga y cartografías
terapéuticas”. En: Cuadernos de Campo No 5 dedicado a
Deleuze y Guattari. Buenos Aires: Ediciones Campo Grupal.
Hein, P. (2021) “Un tema que nos duele a todos”. En:
https://gestion.udelar.edu.uy/noticias/un-tema-que-nos-duele-
todos
Leader, D. (2011) La moda negra. Duelo, melancolía y
depresión. España: Sextopiso.

165
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

166
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Del imperativo al uso. Un modo de articular el


psicoanálisis a lo político
Eduardo SMALINSKY1

“Solo quiero decir que afuera (¿también adentro?)


están bombardeando”
D. W. Winnicott

Aprovecharé la propuesta de los compas de Psyché


Zoon Politikón para reflexionar sobre “El inconsciente y lo
político en Suramérica”.
Desde hace mucho tiempo, me ha llamado la atención
el problema de la articulación entre el psicoanálisis y lo
político. En realidad, desde los años 70 me he interrogado
sobre esta cuestión, advirtiendo cómo en los grupos
que intentaron articular el pensamiento freudiano con el
marxismo, las producciones teórico clínicas que lograron,
1. Eduardo Smalinsky trabaja como psicólogo, docente y supervisor
en el CSMN* 3 Dr. A. Ameghino del GCBA y en su Curso Prolongado
de Psicoanálisis. Ha sido docente de las Facultades de Psicología de la
UBA y de la UNLP en diferentes cátedras psicoanalíticas. Se dedica a
la investigación sobre espacios y fenómenos transicionales. Coordina el
equipo de trabajo sobre malestar institucional Dispositivos Transicionales,
que desarrolla su actividad en numerosos hospitales, centros de salud e
instituciones. Ha recibido los Premios de Investigación de la Facultad de
Psicología de la UBA, y los Premios J. Bleger y M. Rubinstein de la Aso-
ciación Psicoanalítica Argentina. Ha participado en numerosas publica-
ciones en libros y revistas. Fue coeditor de www.espaciopotencial.com.ar
Es coautor, junto a Daniel Ripesi, de “Winnicott para Principiantes” y de
“Brincando com Winnicott” en portugués. Ha participado en el proyecto
editorial “Diversidad de lo grupal en el Hospital Público” Ed. Lugar. Y es
autor de “Devenir Jugando” de Ed. Brueghel, recientemente editado, en el
cual presenta una síntesis de los últimos tiempos de su recorrido profesio-
nal. email: eduardosmalinsky@gmail.com

167
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

aunque tuvieron un breve lapso de protagonismo, fueron


siendo dejadas de lado por el desarrollo de un psicoanálisis
hegemónico que, quizá, los consideró un capítulo fallido
de su desarrollo, situación que se evidencia desde los
trabajos de Gregorio Berman en Córdoba, las experiencias
en Rosario de los grupos operativos organizados por Pichón
Rivière, acompañados por muchos psicoanalistas jóvenes
que luego tuvieron sus propios y originales recorridos,
hasta los grupos Documento y Plataforma, que dentro de la
Asociación Psicoanalítica Argentina plantearon importantes
críticas a la formación y la práctica de un psicoanálisis
fuertemente burocratizado que se sostenía inconmovible
ante la turbulencia política existente en aquel momento del
país. Por la misma época, además, en el Hospital de Lanús
se desarrollaba un Servicio de Salud Mental dirigido por
Mauricio Goldemberg que introducía el psicoanálisis dentro
de un campo tradicionalmente psiquiátrico. Un capítulo
aparte, merece el abundante desarrollo del campo de lo grupal
ligado al psicoanálisis, ya sea en versiones psicoterapéuticas,
psicodramáticas o de psicología social.
Las experiencias de Pavlovsky y de Materazzi son
un ejemplo. No se trata, pues, de idealizar un pasado, pero sí
de intentar recordar la riqueza y diversidad de experiencias
ligadas al psicoanálisis que existían y exploraron un
campo muy diverso, previo al golpe del 76. En ese sentido,
la irrupción de la dictadura cívico militar de 1976 fue
antecedida por un breve periodo democrático que comenzó
como “una primavera Camporista”, con la liberación de
miles de presos políticos y la confluencia de organizaciones
populares que dejaban de lado la lucha armada para sumarse
a la transformación social a través de la política. Toda esa
ilusión duró muy poco.
Organizaciones paramilitares, conectadas tanto
con sectores de la derecha peronista como con conexiones
policiales y militares, se fueron sumando a una represión

168
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

terrorista que sería un antecedente en menor escala del terror


que tendríamos que vivir desde el 24 de marzo de 1976. Pero
esta dictadura, que ya había tenido sus antecedentes en el
golpe del 55, del 62 y del 66, vino no sólo para desaparecer,
asesinar y torturar; no sólo para cambiar drásticamente de
un modo regresivo la distribución del ingreso, sino, también
y, sobre todo, para transformar una matriz de producción
de subjetividad. Esa cuestión que probablemente hayamos
subestimado es la que está fuertemente instalada entre
nosotros y de la que podríamos ocuparnos, si no queremos
solamente sufrir sus consecuencias.
Desde ahí, todo proyecto democrático está
fuertemente condicionado por el poder económico. La
distribución regresiva no cesa, salvo en muy cortos períodos
y, aún en esos momentos, se genera exclusión social. Este
modelo ya es propio de Latinoamérica, pero el mundo lo
acompaña con una crisis del estado de bienestar que en los
70´s implicó un cambio del modo de desarrollo capitalista
que es aquello que hoy llamamos neoliberalismo.
Así, lo que se instala desde ese momento, es un
modo de producción de subjetividad en el que prevalecen
el discurso de la igualdad de oportunidades, el esfuerzo
individual y la búsqueda personal, más que la construcción
colectiva de bienes públicos. Podemos, entonces, pensar al
neoliberalismo como una redistribución de poder entre el
capital, no sólo sobre el trabajo, sino sobre la vida entera.
Este se entiende como un proyecto que intenta alinear la vida
como una forma de empresa, como proyecto colectivo que no
concibe un afuera. Es una teología política, una religión que,
al decir de W. Benjamín, “está al servicio de satisfacer los
mismos cuidados, tormentos y desasosiegos a los que antes
respondían las religiones”.
El neoliberalismo implica un tratamiento del síntoma,
en este caso económico, social y político. Puede couchearlo,

169
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

reprimirlo, pero en todos los casos, controlarlo. El síntoma,


desde su perspectiva, es la amenaza potencial de una crisis no
controlada. El neoliberalismo es un ordenamiento que modula
nuestras vidas y nos normativiza.
Todas estas consideraciones que nos atañen a todos
por igual, las traigo para pensarlas, en particular, ligadas
al campo del trabajo en salud mental, del psicoanálisis y
de los psicoanalistas. Al respecto, David Pavón Cuéllar
en un artículo titulado “La represión del psicoanálisis de
América latina” afirmó que: “Los psicoanalistas suelen
permanecer ajenos a los grandes conflictos políticos de
América Latina, lo que significa, desde luego, que se limitan
a seguir la corriente de la política dominante sin oponer
ninguna resistencia. Como lo veremos en un momento,
parece haber una íntima adhesión del actual psicoanálisis
latinoamericano, al capitalismo neoliberal, adhesión que se
disimula tras la máscara neutral de la psicología como ciencia
pretendidamente objetiva”.
Mi interés, en este punto, se orienta no tanto a la
indignación que puede producir que tal o cual adhiera a
corrientes políticas con las cuales podemos disentir o no
coincidir, sino que estas adhesiones y/o alienaciones políticas
actúen de manera invisible para quienes desde su lugar
inciden en la vida de los otros, aunque crean estar a salvo de
esta manipulación inadvertida.
Es significativo que, tras la llegada de la dictadura
cívico militar del 76 que persiguió a todo aquel que osara
pensar distinto y pretendiera sostener una práctica profesional
articulada a lo social y a lo político, se produjeran distintos
tipos de desapariciones.
Al respecto, Alejandro Vainer, en su artículo “Los
desaparecidos de la salud mental”, mencionó la desaparición
de: “110 trabajadores de Salud Mental y 66 estudiantes del
medio psi”, entre los cuales se cuenta a Beatriz Perosio, la
170
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

presidenta de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires


y Juan Carlos Risau, Secretario Gremial de la Federación
Argentina de Psiquiatras” y, afirmó, además que:
Las “experiencias piloto” en Salud Mental fueron
todas cerradas: Comunidades terapéuticas. Los
trabajos comunitarios y barriales también. no podía
haber asambleas ni reuniones. Los tratamientos
grupales tendieron a desaparecer. Luego vendría el
desprestigio que comenzaron a tener hasta hoy. Los
servicios de Salud Mental más avanzados fueron
atacados especialmente.
A nivel específico del “psicoanálisis oficial” se
produce cierto esclerosamiento de la corriente Kleiniana que
tuvo su época de preeminencia entre los años 50´s y los 60´s,
pero que no pudo hacer lugar a los cambios que se produjeron
a fines de esta última década.
La conocida anécdota de que, en medio de una
reunión en la Sociedad británica de Psicoanálisis, durante la
segunda guerra mundial, Winnicott levantó la mano y luego
dijo: “Sólo quiero advertir que afuera están bombardeando”,
en plena discusión en relación a los aportes de Klein, que
tenía a la mayoría de los asistentes hipnotizados. Él solo
intentó que el afuera pudiera ser tenido en cuenta, pero no
tuvo éxito en su empresa.
No se trataba estrictamente de que las ideas de
Klein no permitieran registrar el afuera. Sus teorizaciones
se ocupan en especial del mundo interno, pero es más el
modo de transmisión de esas ideas que se da en un marco de
fascinación, idealización y falta de pensamiento crítico, la
que puede dejar a los analistas alienados a una teoría o a un
líder, sin poder o con muchos obstáculos para sostener un
pensamiento crítico con las ideas predominantes.
Hay toda una historia que atraviesa al psicoanálisis

171
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

y que implica cuestionamientos. Sobre todo, aquellos que


implican o contemplan la subjetividad de la persona del
analista. Ese elemento, el de la subjetividad, es incompatible
con la ciencia positiva. El psicoanálisis nunca se reconoció
por completo en ese campo, pero Freud advirtió sobre los
riesgos que corrían sus teorías si demasiado pronto ponían el
acento sobre cuestiones que eran demasiado controvertidas
para su época.
Sin embargo, todos los desarrollos ligados al terreno
de la contratransferencia corrieron esa suerte. En particular
los de Ferenczi, que enfrentó la autoridad de Freud,
murió muy joven y sus ideas quedaron malditas durante
décadas. Las ideas sobre la contratransferencia, igualmente,
sobrevivieron y siguieron insistiendo. Estas tuvieron también
sus propios desvaríos, pero es por allí, por los modos de
producción subjetiva del analista, por donde podemos pensar
cómo se introduce lo político, ya sea de modo implícito
e invisible o ya sea explícitamente, donde los analistas
podemos ocuparnos de aquello que nos pasa, no solo con
las personas con las que interactuamos, sino también, con el
mundo en que vivimos.
Con la llegada de las ideas de Lacan a la Argentina, se
produjo un fenómeno interesante. Aportaron unos años antes
del golpe del 76 un modo de pensar crítico a un psicoanálisis
oficial anquilosado que, desde una supuesta apoliticidad,
era connivente con el status quo. Luego del golpe, cuando
éste barrió a todas las actividades grupales e institucionales
que implicaran proyectos políticos explícitos, comenzaron a
proliferar grupos de estudio privados, sobre Lacan, Freud y
sobre filosofía. Fue esto, una verdadera reedición de la vida
intelectual en las catacumbas, cómo los antiguos cristianos.
Muchos de esos analistas jóvenes y entusiastas, venían y eran
sobrevivientes de militancias políticas, y abrazaron con la
misma pasión esa nueva vuelta a Freud.

172
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Junto con esta pasión, comenzaron, siempre en


las catacumbas, a crearse nuevas instituciones, esta vez
ajenas a la política y, también, rápidamente se produjeron
nuevas luchas de poder entre ellas, produciéndose repetidas
escisiones que, anteriormente, también se producían en las
organizaciones políticas. Todo esto se encuentra ampliamente
documentado en “La entrada del psicoanálisis en Argentina”,
de Germán García. Finalmente, varios grupos seguidores de
Lacan, quedaron alineados con la Asociación Mundial de
Psicoanálisis, con toda la posición controvertida que esto
tiene con lo político.
Por otra parte, y, sobre todo, a partir del fin de la
dictadura se desarrolla en el sistema de salud público y en
muchas organizaciones políticas barriales, distintos tipos de
experiencia ligadas al psicoanálisis, pero siempre minorizadas
en relación con el psicoanálisis institucional y académico.
Esto también resulta llamativo, porque pone de manifiesto
una forma de colonialidad permanente en donde, por más que
se recreen experiencias comunitarias y colectivas ligadas al
psicoanálisis, estas nunca logran constituir una masa crítica
que permita el ser tenidas en cuenta como instituyentes, sino
que son avaladas por el psicoanálisis oficial y transnacional.
Lo anterior, revela una política de sometimiento a un
centro que nunca constituimos, a pesar de que la Argentina
sea, probablemente, el país en que el psicoanálisis ha
alcanzado un mayor nivel de difusión y familiarización con
la cultura; no obstante, resulta extraño que, en casi todos los
estratos de su población, los habitantes no hayan tenido ellos
mismos o bien, un familiar, algún contacto con prácticas
asociadas a lo analítico. Eso habla de una dificultad para
capitalizar las propias experiencias, para disponer y hacer uso
de ellas y es un aspecto de lo político que está naturalizado.
Nuestra pregunta consiste, entonces, en cómo
aquellos que trabajamos en psicoanálisis podemos hacer para

173
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

visibilizar y desnaturalizar lo político, haciendo consciencia


de cuáles son las consecuencias de nuestra práctica, a quién
está dirigida y que esperamos nosotros de esta.
Foucault en “El nacimiento de la biopolítica” afirma
que el neoliberalismo es el gobierno de las conductas y
emerge como una ofensiva contra el poder del trabajo, tanto
físico como intelectual, reorganizando las relaciones sociales,
subordinándolas a dispositivos de mercado. En el estado
neoliberal, el neoliberalismo deviene norma de verdad.
Así lo afirma Diego Szturlak en “La ofensiva sensible”
que aporta, ya no desde una posición de resistencia, sino
de lucha, la posibilidad de intervenir desde el poder que
emerge de la sensibilidad. Esta categoría que no es ajena al
campo del psicoanálisis, ha considerado el dejarse afectar,
la vulnerabilidad y la disponibilidad, como modos posibles
para enmarcar lo que clásicamente se formula cómo atención
flotante-asociación libre. Foucault concibe a lo neoliberal
como un modo de vida en la que no se produce capital, sin
crear subjetividad y encuentra sus antecedentes en el poder
pastoral, un dominio sobre las almas que no pasa por el
estado. La cultura, desde esta perspectiva en la que todos
participamos, es el consumo de estos modos de vida y la
aceptación de las violencias que implican estos procesos de
normalización. Está cultura es también la que se exaspera
frente a lo que no cuaja, frente al síntoma y desemboca en
una violencia fascista revestida de buenos modales.
El crecimiento de las micropolíticas neoliberales
demuestra que sus hábitos y estrategias perviven, aunque los
partidos que las representan pierdan electoralmente. Se trata,
pues, de un proyecto disciplinador histórico de vasto alcance.
Por otra parte, sabemos que Marx y Freud fueron
los fundadores de una política del síntoma. Se trata de
escucharlo, aliarse con él, pensar con y a partir de él. Hoy,
al síntoma se lo patologiza, se lo culpabiliza. Politizar el

174
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

malestar no implica rechazar el disfrute, pero sí interrogar a


todo aquello que nos impone “normalidad” “productividad”.
En este punto cabe cuestionar ¿Qué hacer con las anomalías,
las enfermedades, las angustias, las disidencias, los impulsos
igualitaristas? Todo aquello que en la vida es fragilidad y no
admite ser resuelto en la mera adecuación.
Se trata, entonces, de politizar el malestar que
remite al síntoma y a la fragilidad, que permite el armado
de universos que no son tolerados por lo neoliberal. Se trata
de inventar y multiplicar mundos, usos, espacios, tiempos,
modos de habitar los territorios, las formas de concebir el
amor. Desligarnos del poder de mando, preguntarnos quiénes
somos, partiendo de nuestros malestares. Buscar nuevas
formas de vida posibles, que resulten deseables.
El horror neoliberal se produce ante la
autonomización de las formas de vida, ante las subjetividades
de la crisis. El neoliberalismo odia al síntoma y es por esta
vía que podemos concebir una ofensiva sensible. Esos modos
de sensibilización pueden consistir en vulnerabilizarse,
fragilizarse ante el caos para permitir que surjan nuevos
universos.
En relación con lo anterior, Anne Dufourmantelle,
coautora con J. Derrida de “La hospitalidad” ha desarrollado
esta perspectiva a lo largo de su obra, sobre todo en
“Puissance de la douceur” y en “Elogio del riesgo”. Del
mismo modo, Fernando Ulloa se ha dedicado al estudio de la
ternura como herramienta fundamental de la sensibilidad en
psicoanálisis. “Donde no hay ternura hay maltrato”, decía.
“El maltrato contrapuesto a la ternura.
Un malestar fundado precisamente en ese accionar
contrapuesto entre ser hechura y hacedor propio de
la dinámica social. Para expresarlo de otra manera,
diré que ahí se juega, en cada individuo, su ética entre
el deseo propio y su compromiso social. Cuando
175
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

los sujetos dejan de ser hacedores, se instaura un


malestar hecho cultura, más precisamente la ´cultura
de la mortificación´. Cuando esta mortificación se ha
establecido, desaparece en lo manifiesto esta tensión y
los sujetos terminan naturalizando la intimidación…
Una comunidad mortificada es fácil presa de cualquier
embaucador y sus falsas promesas».
“Dentro mismo del psicoanálisis, se plantea un
nuevo desafío metodológico y técnico. Este desafío consiste
en abandonar los tradicionales dispositivos, en pos de
enfrentarse con las producciones socio-culturales sobre las
que se despliega la idea de salud mental”.
Esta sensibilidad es la clave para posibilitar una
subjetivación diferente a la del sujeto que se resiste al caos y
defiende su estabilidad a toda costa; ese sujeto es el individuo
neoliberal. El inconsciente colonial, para Suely Rolnik, en
“Esferas de la insurrección” es cartesiano, patriarcal, católico,
capitalista y logocéntrico, todos estos son fenómenos que
actúan sobre nuestros modos de vida conformando un
inconsciente colonial.
Las micropolíticas neoliberales se resisten al caos
para extraer nuevas posibilidades vitales, los consumos
son prótesis subjetivas para atenuar la fragilización. El
inconsciente colonial identifica toda desestabilización como
una amenaza a la “identidad”.
“Pensar sin estado” de Ignacio Lewkowicz
fue, quizás, el primer aporte importante para pensar
cómo lo neoliberal nos ha infiltrado con su sistemática
insensibilización y abre a una sensibilización posible.
Lewkowicz descubrió que las técnicas de gestión de la
sensibilidad constituyen la pieza central del dominio
neoliberal.
Tinelli, el porno, la timba, las series, el fútbol y

176
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

el evangelismo son las máquinas desensibilizadoras que,


al minimizarlas, son parte de la derrota que vivimos. Lo
sensible se ha transformado en un campo de batalla. En
alguna medida, esta articulación ha sido el producto de una
experiencia colectiva y, al mismo tiempo, es una muestra
de las transformaciones que se fueron produciendo en mi
propio recorrido profesional. Dichas transformaciones me
fueron sensibilizando ante fenómenos ligados al trabajo en
salud mental. Fui adquiriendo un interés por lo que podría
pensarse como fenómenos transicionales o intermedios que
se desarrollan en espacios y tiempos caracterizados porque
pueden ser usados por las personas. Ese uso no es obvio
ni puede ser dado por el solo hecho que se lo indique. Sin
embargo, es muy interesante el advertir cómo, a veces,
esos usos son respuestas espontáneas de las personas
cuando disponen espacios que, en alguna medida, ya no se
encuentran tan regulados, justamente por el retroceso del
estado. Son espacios que quedan “libres” y, por eso mismo,
su uso queda facilitado.
A partir de observaciones que pudimos hacer con
un grupo de Compañeros en el hospital, pero que pudimos
advertir en otros espacios públicos, percibimos que son
utilizados por los usuarios y/o pacientes de un modo diferente
al que esas instituciones fueron pensadas normativamente;
la pregunta es si ese apartamiento de la normatividad era
un modo de transgresión o si podía ser pensado tal como
D.W. Winnicott concibe el concepto de “uso”. Estas ideas
originalmente las desarrollamos en “El hospital cómo espacio
transicional de “Argento, Smalinsky, Tajman”
El “uso” que constituye el paradigma del jugar
o, mejor aún, del jugando, es una capacidad que puede
desarrollarse o no, y que permite “crear”, lo encontrado.
Es decir, que un espacio público para poder ser habitado,
sobre todo en el sentido en que M. Heidegger y G.Vattimo
nombran el habitar, implica una apropiación y, esa

177
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

apropiación, implica una transformación. El usar el espacio,


el habitarlo es un transformarlo en lo que vamos necesitando.
Eso es el uso de quienes vienen al centro, y esto podría ser
verificado en cualquier hospital u otra institución pública. Los
usuarios vienen antes de su horario, se van después, hablan e
interactúan entre ellos, hablan con otros médicos o psicólogos
con los que se atienden. Usan el espacio y la institución de
un modo diferente al que los profesionales y funcionarios la
conciben.
A partir de estas observaciones que pueden ser
compartidas con cualquiera que desarrolle su trabajo en
el ámbito de lo público, nos preguntamos sobre qué lugar
darles, si eran modos de apartarse de la normas que debieran
ser restauradas o, desde otra mirada más analítica en el
amplio sentido de la palabra, que apuntara a valorizar ese
“uso”, y tratar de entender cuál era su sentido, cómo propiciar
ese “uso” que, tal como se advierte, tiende a salirse de lo
formal y fluye por los intersticios de lo informal.
Advertimos que, en vez de imponerles los esquemas
o interpretaciones que nos habitan, tenemos la oportunidad
de sensibilizarnos con el singular modo que encuentran para
procesar su malestar y desplegar sus subjetividades. Del
mismo modo que se ha advertido estos “usos” por parte de
los usuarios, también desde la perspectiva de los trabajadores
de la salud, pudimos advertir, por una parte, ciertos modos
de padecimiento que podríamos considerar como generales y
que están asociados a un retroceso por parte del Estado en su
interés en el campo de la salud pública. Esto viene generando
un clima de generalizado desaliento y, hasta por momentos,
de depresión, a lo que se suma la aparición y recurrencia de
enfermedades entre los trabajadores, muchas veces, graves.
La intención, pues, no es recurrir a psicologismos para
explicar el origen de estos padecimientos, pero implicaría
una fuerte ceguera el negar el estado anímico colectivo como
una de las fuentes de este enfermar, tal como lo ha pensado F.

178
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Ulloa (1995) en su Novela Clínica Psicoanalítica.


Por otra parte, también puede ser reconocido por
cualquier sujeto conectado con el campo institucional, que
muchos de los espacios instituidos y formalizados para
pensar, elaborar, compartir y crear, han perdido fuerza;
han dejado de ser espacios que posibiliten el uso y se han
convertido en espacios aburridos, silenciados, donde muchas
veces se teme hablar por las consecuencias que se esperan si
uno se aparta de lo instituido. Se han convertido en espacios
donde tienden a predominar posiciones dogmáticas, casi
religiosas, y esto ha sido una constante institucional, más allá
de que los dogmas o religiones vayan cambiando.
Lo que sucede, entonces, en ámbitos como las
reuniones de equipo, ateneos clínicos, supervisiones, etcétera,
es que van perdiendo su potencialidad de recrear el trabajo;
hay desgano, aburrimiento, silencio, malestar y pasividad,
sensación generalizada, sobre todo en los trabajadores más
jóvenes que todavía cuentan con la capacidad para visibilizar
aquello que, para los trabajadores más institucionalizados se
ha tornado natural e invisible. Entonces lo que se observa, en
el caso de que los trabajadores puedan usar la institución de
“otra manera”, es que comienzan a hablar de sus dificultades
clínicas e institucionales en los intersticios, es decir, en los
pasillos, en el bar, en algún consultorio, con algún o algunos
compañeros de confianza. Y estos encuentros abandonan
sus modos formales y dogmáticos, tendiendo a ser sueltos y
espontáneamente dramáticos, como si hubiera en esos modos
“intermedios” o “potenciales” un modo no exclusivamente
teórico o mental, es decir, disociado de enfrentar esas
dificultades. Por ello, aparece una modalidad más integrada
que incluye no solo lo que se piensa, sino también lo que
aconteció, los sentimientos que fueron percibidos, o sea,
lo que nos pasó. Este modo de uso, asume la forma de un
jugando, que implica un modo de elaboración de la realidad
de carácter transicional. Muchas veces, el padecimiento

179
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en las instituciones está ligado a la necesidad de soportar


transferencias de tal densidad, predominantemente salvajes,
ubicadas entre lo real y lo imaginario que, al encontrarse con
una exigencia de simbolización, producen paradojalmente un
modo “superyoico” con un efecto mortificatorio de pasividad
y desánimo.
Es a partir de advertir cómo los trabajadores podíamos
hacer un “uso” creativo y elaborativo de los intersticios
institucionales, y en esos intersticios se desplegaba esa
modalidad espontáneamente dramática, que comenzamos
a preguntarnos cuáles eran las condiciones que facilitaban
esa especie de “pensar jugando” como modalidad de
elaboración transicional y diferente de cualquier exigencia de
simbolización.
Es importante para “nosotros” la idea en plural; se
trata de “dispositivos” a crear o a recrear, pero no se trata de
una técnica a implementar. Son a medida de la situación, las
personas, el grupo, la institución, el espacio y el momento.
El dispositivo apunta a una disponibilidad para que pueda
ser usado por los participantes, incluso para los que somos
convocados para desplegarlo.
Según M. Foucault 1991 y G. Agamben 2011,
la noción de dispositivo tiene una “función estratégica
dominante”, resulta del cruzamiento de relaciones de poder
y de saber. El dispositivo en su articulación con los grupos
produce un sujeto colectivo, en este caso, un sujeto en
transición. Un sujeto “jugando-pensando”. Ese es el modo de
subjetivación que se propone.
Es desde esta perspectiva que quisimos volver hacia
un concepto de G. Agamben 2006. Se trata de un término
que proviene de la esfera del derecho y de la religión: la
profanación.
Sería sacrilegio violar o transgredir esta

180
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

indisponibilidad especial reservada a los Dioses del Cielo,


de las cosas de la esfera del derecho humano; profanar
significaría, por el contrario, su restitución al libre uso de los
hombres.
Desde esta óptica, podría definir a la religión como
aquello que sustrae las cosas, los lugares, los animales o las
personas del uso común para transferirlas al seno de una
esfera separada. No solamente no hay religión sin separación,
sino que toda separación contiene o conserva ante sí, un
núcleo auténticamente religioso. El dispositivo que echa a
andar y que norma la separación, es el sacrificio: este último
marca –en cada caso– el pasaje de lo profano a lo sagrado, de
la esfera de los hombres a la esfera de los dioses. La cesura
que separa las dos esferas es esencial, como esencial es el
pasaje que la víctima debe transitar en un sentido u otro.
Aquello que ha sido separado por el rito, puede
restituirse por el propio rito a la esfera profana. La
profanación es el contra dispositivo que restituye al uso
común eso que el sacrificio hubo separado y dividido. En
este sentido, pensamos al dispositivo transicional como un
contra dispositivo profanatorio que, a través del “uso”, de
la transicionalidad y del jugar, posibilita el pasaje de una
situación religiosa, sagrada y de sacrificio a una profanatoria
de carácter ficcional.
La deuda que D.W.Winnicott y J.B.Pontalis señalaron
que el psicoanálisis tiene con el jugar –y que trabajamos
en otro artículo, se sostiene no sólo en el hecho de que el
psicoanálisis carece de los instrumentos que le permiten
reconocer los espacios intermedios o potenciales, no solo en
la negación a que el analista sea “usado” como modalidad
actual de rechazo de la transferencia y, por lo tanto, del
inconsciente, sino también porque todo el pensamiento de
occidente se sustenta en la separación de la razón cartesiana
que, desde esta perspectiva, conlleva un claro componente

181
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

religioso, pues “Dios” se ubica como garantía del método que


para conocer requiere de la separación mente-cuerpo.
Es en este sentido, pensamos en modos de tramitación
como la transicionalidad, que está privilegiada en la infancia
y que implica una experiencia psicosomática integrada,
opuesta a una cultura que idealiza lo sublime, coloca a la
elaboración mental como exigencia de simbolización y, desde
una perspectiva religiosa, impone sacrificios y padecimientos.
Coincidimos, en este punto, con G. Agamben (Op.
cit.) en que, el problema de la profanación de los dispositivos
(es decir, de la restitución al uso común de aquello que fue
tomado y separado en ellos), es necesario como requisito de
cualquier posibilidad de subjetivación. También opinamos
que los micro fascismos, pensados por M. Foucault 2010,
representan modos sistemáticos de rechazo de lo diverso y
habitan la cultura y la política de la que los humanos somos
parte de un modo invisible y natural; por eso, también
constituye una tarea el reconocerlos en nuestras prácticas y el
volverlos visibles.
Las inquietudes por las que somos convocados
están relacionadas con la práctica clínica y comunitaria en
su entrecruzamiento con lo institucional. El trabajo se sitúa
entre lo terapéutico, lo grupal y lo institucional, propiciando
un espacio intermedio para alojar el malestar y el padecer de
los grupos de trabajadores y profesionales de la salud, de la
educación y de otros ámbitos que somos soporte y sostén de
diversas transferencias.
Estás observaciones nos resuenan con lo que venimos
haciendo hace mucho tiempo, intentando crear dispositivos
para que diferentes grupos e instituciones traigan sus
malestares y padecimientos. Juntos, intentamos hacerle lugar
a eso que no anda, no para eliminarlo, sino para permitir su
despliegue, para que ese malestar esclerosado, detenido, se
ponga en movimiento y exista la posibilidad de crear, por lo
182
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

menos ficcionalmente, los nuevos mundos posibles.


Esos espacios y tiempos, a priori imposibles e
impensables, se nos pueden ir presentando, los podemos ir
inventando, en la medida que estemos sensibles, que nos
dejemos afectar y que podamos perderle el miedo a no hacer
las cosas bien, a dejar de ser obedientes, a percibir que
muchas cosas, incluso la dignidad, ya no nos será otorgada,
tendremos de algún modo que arrebatarla para que la vida
recupere la dignidad de ser vivida.

183
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

184
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

El legado de Occidente
Ricardo RODULFO1

¿Qué se supone que intentamos significar con el motivo


de “Occidente”? ¿Una operación rasuradora que se apropia
de tantos dispositivos culturales de otros pueblos? ¿Una
invención económica hasta ahora hegemónica, hasta ahora
la del capitalismo? ¿Una máquina lógica configurada por “la
Razón”? Un poco cada una de esas cosas puede reclamar su
propia verosimilitud, pero ninguna va hasta el fondo, hasta el
fondo del fondo de lo que decir occidente pone en juego.
Siendo este un texto un tanto apurado por los plazos
editoriales voy a optar por cierta precipitación en su marcha.
Entonces diría que la singularidad más especifica que aquél
termino designa es de muy distinta naturaleza y se refiere a una
nota bien otra: nada más propio de Occidente que tratarse de la
única cultura que ejerce una autocrítica radical – y hasta feroz
– de sí misma, una disposición a un cuestionamiento global
de sí, comparado con la egosintonía que exhalan el resto de
las culturas que conocemos, que en general se inclinan por el
elogio de su propio ser, en tanto un occidental de verdad suele no
encontrar nada bueno en la suya, al margen de ciertos progresos
técnicos, pero que no la hacen ni mejor, ni más feliz. Dichas
culturas pueden criticarse entre sí, y hasta el extremo, como
1 Ricardo Rodulfo es Doctor en Psicología por la Universidad del
Salvador y catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de
Buenos Aires – UBA, donde es profesor desde 1984 y ha ganado el pre-
mio al Gran Maestro y el premio a la Trayectoria. Ejerce el psicoanálisis,
especializado en la niñez y la adolescencia. Es el fundador de la carrera de
especialización en prevención y asistencia psicológica en infancia y niñez,
en la facultad de Psicología de la UBA. Es autor de más de 10 libros con
la editorial Paidós dedicados a la deconstrucción de los fundamentos del
psicoanálisis tradicional y a la lectura crítica de Donald Winnicott. En el
2016 fue premiado con un Diploma al Mérito Konex a las Humanidades
Argentinas. www.rodulfos.com - ricardorodulfopound@gmail.com

185
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

también, por supuesto, criticar despiadadamente la occidental,


pero nunca van a caer en el error de criticarse ellas mismas. Y,
por lo general, si alguien lo hace suele terminar exiliado… y en
un país occidental. Esto tiene todo que ver con que la nuestra sea
la única, también, que ha inventado la adolescencia, no como
un rito fugaz, sino como un verdadero proceso sumamente
complejo, ya que los adolescentes se caracterizan por adoptar
actitudes de desprecio frente a valores e ideales propios de la
cultura que habitan. El rock and roll designa el punto exacto
en que una legión de jóvenes se vuelve rabiosamente contra su
medio cultural y sus costumbres. Esto tiene todo que ver con la
espera que seguimos realizando de una autocrítica que nunca
llega: la de los regímenes llamados de izquierda o comunistas
respecto de la manera que han funcionado sin excepción hasta
ahora, haciendo un uso paródico de los derechos humanos
y reprimiendo vigorosamente toda dimensión crítica que se
propusiera investigar por qué esos regímenes, que en principio
se proponían liberarnos del capitalismo, se convirtieron, uno
tras otro, en dictaduras antirrepublicanas y antidemocráticas,
en una inesperada convergencia con los regímenes fascistas.
A esas cabezas “de izquierda” no les entra en la cabeza que
alguien pueda criticar y cuestionar sin concesiones, el régimen
político que lo crio y en el que vive. Ni siquiera hace falta que
se trate de una izquierda de verdad, basta con la pretensión de
serlo (como en el caso reciente de los K en Argentina) para dar
por sentada esta pretensión aún con tan escaso fundamento, el
de nenes de papá con tarjeta de prepago de salud como se ha
ironizado.
En cambio, esa posición de disgusto y desaprobación
hacia la propia cultura explica fenómenos raros como los que
han hecho del jazz negro la música más representativa de
un gran país blanco que persiste en sus racismos. Mientras
tantas de sus empresas difunden y gestan a pura máquina
esa música de los negros que no tarda en pasar por manos
blancas, en una actitud que un musulmán, un nostálgico del

186
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

soviet o un comunista chino de las “mil flores” no podrían


humanamente defender ni sostener. Por supuesto, esto aclara
por qué, mientras alguien como Lenin fustigaba coléricamente
y reaccionariamente cualquier amago de feminismo en su
propia revolución y otros tantos de sus compañeros de ruta
se dedicaban a la persecución de homosexuales, no fue
sino en Occidente que se viene generando una imponente
metamorfosis en las configuraciones de género, en tanto
Putin avala la violencia familiar por parte de sus miembros
masculinos. Un aspecto crucial de estas paradojas y aporías
es que no pueden responder por la coherencia que se le pide
a la antigua oposición derecha/izquierda, una de las tantas
oposiciones binarias que no pueden respirar paradojas.
Hace unos pocos años, en 2016, escribí Dominio sin
dueño, un libro dedicado y destinado a pensar los complicados
vínculos entre el amor y el deseo de dominio, que suele
arruinarlo y desnaturalizarlo. Hoy pienso que es fundamental
que podamos esclarecer el funcionamiento de ese deseo de
dominio, uno resueltamente paradójico ya que, globalización
en mano, carga contra las diferencias culturales en favor del
capitalismo, pero carga contra el capitalismo en nombre de
la pluralidad cultural, resistiendo por esta vía la supremacía
de aquel deseo de dominio. Una composición musical, para
el caso puede exhibir el dominio de formatos occidentales
clásicos que ponen por encima de todo los modales musicales
que dominan un material sonoro, pero a la vez, ese material
sonoro, en su irrupción puede volverse contra el dominio
que buscaba su formato técnico para dar salida a un estilo de
escritura que desmenuza críticamente la formas musicales
Occidentales, como en el caso del bolero de Ravel, si es que
deseamos un ejemplo señalado. Tanto como decir que el deseo
de dominio fracasa en el terreno mismo en el que una cultura
como la nuestra se vuelve contra sí misma y echa a perder las
pretensiones hegemónicas que albergaba. Occidente, que por
una parte es deseo de dominio puro, lo arruina al levantarse

187
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

contra su propia cultura que lo exigiría respetarlo, y arruina así


el deseo de dominio en su propia casa, por ejemplo, cuando
alguien elige la comida no occidental y confeccionada al margen
de las técnicas industriales de alimentación de Occidente.
Esto sería inimaginable que lo pudiera hacer un terrorista de
cualquier signo cultural que fuese, pues la comida sería para él
una de las cosas sagradas de su propia e incuestionable cultura.
Quisiera señalar y hacer notar a toda costa la aguda e
insoluble contradicción que se plantea en esta característica
del Occidental que lo hace revelarse contra su propia cultura,
la contradicción o el conflicto más agudo que pueda existir
en una comunidad humana. Acaso cabe pensar que es nuestra
forma de dar todo su relieve a la otredad, a la alteridad que
solo se pone de manifiesto a fondo allí donde mi cultura no
es el ambiente homogéneo que respiro porque son otros los
aires que me seducen, allí donde mi cultura no es mi ideal
más elevado porque son otras las que me convocan en una
monumental dispersión que, por lo menos, me protege de esa
pueril ingenuidad que en las otras lleva a que la gente se crea
que está en la mejor, apagando así su percepción de aquella
otredad decisiva, la de la differance2.

2. Citamos bajo este nombre el texto capital de Jacques Derrida que, con
este mismo título, apareció por primera vez en Márgenes de la filosofía,
dando a conocer allí un concepto o una categoría conceptual que transfor-
maría completamente la filosofía de siempre; un concepto curiosamente
anticipado por el psicoanálisis.

188
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

En conclusión, mientras cada una de las culturas


conocidas se considera la superior o la única -ya que en
algunas de ellas el extranjero como tal no existe-, la nuestra se
la pasa vituperándose a sí misma de las más variadas maneras
y modales, a propósito de pequeñas o grandes características o
anomalías, sea a través de ensayos de alta densidad intelectual
o de panfletos vulgares o simplistas, pero el asunto es no dar
tregua al occidente denunciándolo ante sí mismo, para lo cual
no han de faltar nunca motivos de los más fáciles, sobre todo si
tenemos en cuenta que el Occidente ha triunfado y el triunfador
es el que expone a la vista largamente todas sus miserias y sus
harapos y sus llagas sucias. Esto hace más hermoso elogiar a
esa pequeña cultura que apenas si conoce el fuego o exaltar
las cualidades de la vida social de comunidades androcéntricas
y fálicas hasta la médula, pero eso sí, quedándonos a vivir en
ese despreciado Occidente donde, por lo menos, lo podemos
criticar sin que nadie nos espere a la salida. es el que expone
a la vista largamente todas sus miserias y sus harapos y sus
llagas sucias. Esto hace más hermoso elogiar a esa pequeña
cultura que apenas si conoce el fuego o exaltar las cualidades
de la vida social de comunidades androcéntricas y fálicas hasta
la médula, pero eso sí, quedándonos a vivir en ese despreciado
Occidente donde, por lo menos, lo podemos criticar sin que
nadie nos espere a la salida.

189
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

190
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

El acontecimiento y lo puberal. Los adolescentes en el


estallido social colombiano de 2019 a 2021
Frank RICO3

Ser joven y no ser revolucionario es una


contradicción hasta biológica.
Salvador Allende

Eran aproximadamente las 4:30 pm del miércoles 19 de


mayo de 2021. Me encontraba con unos amigos por la carrera
33 caminando hacia el norte, con la bicicleta en las manos,
ubicado en la primera parte de una multitudinaria marcha que
había sido citada a las 2:00 p.m. en el parque San Pío de la
ciudad de Bucaramanga, la quinta ciudad más importante de
Colombia.

3. Frank Rico es egresado del programa de Psicología de la Universidad


de Santander – U de S (Bucaramanga - Col, 2004), es magíster en Investi-
gación psicoanalítica de la Universidad de Antioquia – U de A (Medellín -
Col, 2009) y está culminando el doctorado en Psicología de la Universidad
de Buenos Aires – UBA (Argentina). Es investigador junior de Colciencias
y miembro del Grupo de Investigación Estudios sobre Juventud de la U
de A (desde 2006). Ha trabajado como psicólogo clínico en instituciones
psicosociales de Medellín, ha sido docente universitario dentro y fuera de
Colombia y, desde 2016, ejerce la clínica psicoanalítica dual en su consul-
torio particular, así como la clínica grupal, en la ciudad de Bucaramanga.
Ha escrito artículos en revistas indexadas, que se pueden leer en https://
frankrico.jimdofree.com/ Es autor de capítulos de libro, como Adolescen-
cias, recorridos y contextos… publicado en 2015 por la editorial de la U de
A y es autor del libro Lo originario y el pictograma, ¿una concepción in-
manente o trascendente del deseo? publicado en diciembre de 2022 por el
colectivo editorial Psyché: Zoon Politikón, el cual él coordina (descarga li-
bre en https://psyche-zoon-politikon-1.jimdosite.com/). email: franribar@
gmail.com www.youtube.com/@frankrico928

191
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Como estudiante de la universidad pública, que sigo


siendo a mis 41 años, y como activista cannábico, no era la
primera manifestación aquí con los jóvenes. Sin embargo, esta
marcha la sentí especial, no sólo por la cantidad descomunal de
gente conglomerada sobre una de las principales arterias viales
(medía aproximadamente unas diez cuadras de extensión de
personas amontonadas por las dos vías de la carrera 33), sino
por el protagonismo de la juventud y la variedad de actores
sociales convocados para esta protesta específica de la tarde.
Desde las 6:00 a.m., el Comando Unitario
Metropolitano, con su convocatoria a los múltiples sindicatos
de la región (trabajadores públicos y privados, especialmente
maestros), ya venía bloqueando la movilidad de la capital
santandereana con sendos plantones en puntos neurálgicos
como el municipio de Pie de Cuesta, en la vía panamericana
que conecta a Bucaramanga con la capital del país (Bogotá),
así como en el vecino municipio de Girón y en la parte céntrica
de nuestra ciudad conocida como la Puerta del Sol.
Tal como venía sucediendo los miércoles desde el 28
de abril de 2021 -cuando reinició el Paro Nacional Indefinido
que eclosionó en el 2019-, para la tarde de ese 19 de mayo
estaba convocada la juventud de Bucaramanga, especialmente
una multitud de estudiantes públicos y privados endeudados
de por vida por ir a la universidad, pero también las diferentes
barras bravas del fútbol colombiano resentidas por el abuso
de la autoridad policial (no sólo los barristas leopardos del
Atlético Bucaramanga, sino las de todos los demás equipos
del país que tienen su comunidad en esta ciudad, las cuales
se unieron transitoriamente bajo el lema “sin colores y sin
banderas”) y, en general, los jóvenes “níes” (ni es estudiante ni
es trabajador) que, por su situación, estaban hartos del gobierno
de ultraderecha que, en ese momento económicamente crítico,
seguía de turno en la Casa de Nariño.
La marcha no tenía mucho tiempo de haber arrancado,

192
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

habíamos transitado pacífica y alegremente unas quince


cuadras, cuando llegamos al centro comercial Mega Mall,
frente a la Quinta Brigada del Ejército Nacional de Colombia.
En Asamblea Popular se había programado un plantón en
este punto neurálgico de la ciudad, justo en la salida a la vía
panamericana que comunica a Bucaramanga con la ciudad
fronteriza de Cúcuta (Norte de Santander). Pero no pasaron
más de 15 minutos en el plantón para que un pequeño grupo
de encapuchados, no reconocido públicamente por los
convocantes de la marcha y denunciados como infiltrados,
empezara repentinamente a vandalizar las instalaciones del
Centro de Atención Inmediata (C.A.I.) de la Policía Nacional
en el barrio San Alonso.
En un instante el ambiente cambió radicalmente; el
escuadrón anti-motines ESMAD salió rápidamente detrás del
C.A.I. y empezó a atacar con gases lacrimógenos y bombas
aturdidoras a los marchantes que nos encontrábamos atrapados
ante el taponamiento de todas las opciones de huida: al sur por
la gran masa marchante, al oriente por el escuadrón antimotines
del ejército que desde sus garitas empezó a disparar balas de
goma y, al occidente, por un escuadrón de “combinados”
(parejas de un policía piloto con uniforme convencional y un
anti-motines de parrillero con escudo y escopeta) que desde
sus motos empezaron a disparar para marcar el cuerpo de los
presentes y a hacer capturas de todo aquél que, simplemente,
estuviese ahí, sin diferenciar entre el pequeño grupo de
encapuchados que vandalizaron el C.A.I y la gran mayoría de
marchantes que veníamos haciendo pacíficamente este gran
acto político en el espacio público.
Cuando vi a mi alrededor, había quedado solo, ya no
estaban los compañeros con los que empecé la marcha. Como
pude, logré salirme del ojo del huracán donde inicialmente me
encontraba y, montado en la bicicleta, esquivé a los agentes
de policía que estaban por doquier reprimiendo fuertemente a
todo el que se dejase alcanzar: adolescentes y adultos mayores,

193
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

hombres y mujeres, sin miramiento alguno.


Tomé hacia el norte de la ciudad y, junto con un grupo
de personas que nos desprendimos de la marcha central, fuimos
rumbo a la Universidad Industrial de Santander – UIS a buscar
refugio (a unas quince cuadras de distancia), escapando varias
veces de las encerronas de los policías motorizados que no
cesaban su violenta cacería por el barrio Universidad.
Los vigilantes privados de la UIS no querían dejar
ingresar a los marchantes que veníamos huyendo, pero los
jóvenes tomaron pacíficamente la portería principal de la calle
10 y al atardecer se enarbolaron anónimamente sobre su techo
las banderas socialistas y anarquistas, que suelen hondearse
clásicamente en los mediáticos tropeles entre los estudiantes
y el ESMAD.
Rápidamente se autogestionó la resistencia. Sin
necesidad de líderes visibles que ordenaran qué hacer, los
jóvenes que iban llegando tomaban aire y se dividían según
tareas específicas. Unos empezaron dentro de la universidad a
ayudar a los afectados físicamente por la inhalación de gases
lacrimógenos, por heridas en el cuerpo y la cara con balas de
goma y por los bolillazos de los policías. Otros, empezaron
a explorar el campus y traer elementos útiles para construir
trincheras y escudos, así como para hacer hogueras en la
entrada que sirvieran de cortinas de humo contra los anti-
motines, que formaron afuera de la Universidad y no pararon
de hostigar a los manifestantes junto con sus dos tanquetas de
agua. Y, otros, adoptaron la función de cuidar las instalaciones
de la universidad para que, en medio del desorden, los
inescrupulosos no la vandalizaran ni la saquearan.
En un inicio la resistencia se atrincheró sobre la carrera
27 con calle 14, cubriendo con marchantes seis cuadras hasta
la entrada principal de la UIS. Zona que pasó, debido al uso
que se le venía dando en las marchas, a ser una especie de
zona despejada de policías. Al atardecer, la multitud reunida
194
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en la redoma del monumento del Caballo de Bolívar decidió


usar un largo lazo para amarrar en la parte superior el poste
que sostenía una cámara de video-seguridad de la policía y,
entre muchos encapuchados, jalar hasta derribarlo. Lo cual se
celebró como un verdadero trofeo de guerra.
Sin embargo, la fuerte represión con motorizados,
anti-motines a pie, tanquetas de agua, un helicóptero y drones,
además de los agentes del Estado encubiertos, conllevó a que
hacia las 7:00 p.m., los marchantes nos replegáramos dentro
de la universidad, desde donde los jóvenes encapuchados
mantuvieron el enfrentamiento con el ESMAD a piedra, con
molotov y a punta de papas-bomba.
Con una sincronía casi perfecta, que llegó a ser
comentada amarillistamente por los medios de comunicación
como “evidencia de la participación de organizaciones al
margen de la ley tras las marchas”, los jóvenes se auto-
organizaron en tres principales líneas de resistencia. La famosa
Primera Línea, que consistía en los encapuchados que salían a
enfrentarse directamente con el ESMAD. La segunda línea,
conformada por bloques de escudos, que servían de retaguardia
a la P1 para tomar aire y recargarse. Y, una tercera línea, en la
que yo me ubiqué, con personal de salud y voluntarios que
detrás de escena se encargaban de los tropeleros heridos.
Al fondo, en la plazoleta del Ché Guevara, una gran masa
de marchantes permanecía amontonada en una tensa calma,
cantando y haciendo arengas, mientras acontecían los hechos
de orden público entre el monumento Lección de Geometría y
la portería principal de la UIS.
Esa noche el tropel fue duro y largo, decenas de jóvenes
terminaron capturados o heridos. Debido a la labor que me
adjudiqué de rociar leche en los ojos a los manifestantes
afectados por los gases lacrimógenos, pude ver los rostros
detrás de las máscaras y las capuchas, los cuales revelaron ser,
en gran mayoría, de personas muy jóvenes, casi adolescentes

195
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de bachillerato o de los primeros semestres universitarios o,


simplemente, adolescentes de barrios populares que se unían
cada vez más a la convocatoria de marcha de los miércoles por
la tarde.
Hacia las 10:00 p.m., las organizaciones de D.D.H.H.
acordaron con el comandante de la policía un cordón
humanitario para que la multitud de protestantes saliera
pacíficamente y sin consecuencias legales por la portería de la
carrera 25. Lo cual sucedió al borde de las 11:00 p.m., cuando
pude volver con temor, pero sin contratiempos a mi residencia,
a contactar a los compañeros que perdí durante la disolución
violenta de la marcha, quienes, igualmente, pudieron llegar a
salvo a sus hogares esa noche.
Al salir de la universidad los vecinos aplaudieron a
los marchantes, denunciando espontáneamente el exceso de
fuerza por parte de la autoridad y alabando el coraje de la
resistencia. Un cura católico esperó en la salida para bendecir
a los tropeleros en su regreso a casa y algunos taxistas pararon
para regalar monedas y billetes a los jóvenes, en su mayoría,
de estrato socioeconómico bajo, que desde el mediodía estaban
sin comer lejos de casa.
El estallido social de 2019 a 2021, ¿un acontecimiento
histórico en Colombia?
En este apartado voy a realizar un ejercicio de
comentario del texto de Gilles Deleuze (1984) “Mayo del 68
nunca ocurrió”, en paralelo con la reconstrucción y análisis
de los hechos acontecidos en el marco de este estallido social
colombiano.
I. En este artículo Deleuze definió el Acontecimiento
como un fenómeno histórico que, aunque está relacionado
con series causales, es esencialmente irreductible a las
determinaciones sociales: “el propio acontecimiento se
encuentra en ruptura o en desnivel con respecto a las

196
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

causalidades: es una bifurcación, una desviación de las leyes,


un estado inestable que abre un nuevo campo de posibilidades”
(Deleuze, 1984: 213).
Para el historiador violentólogo Renán Vega Cantor, el
estallido social colombiano de 2019 a 2021 es la movilización
social más importante en 200 años de historia de Colombia
(Álvarez, Jiménez y Puello, 2023: 11-12).
Indudablemente hay causas, tanto estructurales como
coyunturales, asociadas con este fenómeno social. Empiezo
hablando del legado intergeneracional de violencia que ha
determinado nuestro destino nacional desde el nacimiento de la
república en 1819, el cual pasó de obedecer a causas políticas
durante el siglo XX, a ser el actual medio de mantenimiento
del control de rentas ilegales a lo largo del territorio nacional,
tanto urbano como rural, por parte de organizaciones armadas
que poco o nada tienen de ideológicas.4
La violencia históricamente ha estado asociada a
la inequidad, que hace que Colombia sea el segundo país
económicamente más desigual de Latinoamérica y el séptimo
del mundo -según el coeficiente de Gini- (Peña, 2022) y
que “tenga la batuta en desigualdad [en la región] según los
datos del Banco Mundial en los últimos 20 años” (Calixto,
2022). Pese al crecimiento económico sostenido del producto
interno bruto, que se ubicó en el 6,6% entre 2006-2014, el
índice de desigualdad no cayó lo suficiente durante la época

4. Para una reseña breve de este legado cultural violento durante la segunda
mitad del siglo XX, se pueden consultar los dos tomos de La Violencia en
Colombia del sociólogo Orlando Fals Borda y otros (Bogotá, 1962), tam-
bién el clásico Pasado y Presente de la Violencia en Colombia de Gonza-
lo Sánchez y Ricardo Peñaranda (Bogotá, 1986), así como Metamorfosis.
Guerra, Estado y Globalización en Colombia, de José Aristizábal García
(Bogotá, 2007); Dinámicas de Guerra y construcción de Paz, del Grupo In-
terdisciplinario de Investigación sobre Conflictos y Violencias (Medellín,
2008) y, finalmente, Detrás de la Guerra en Colombia (Bogotá, 2019) y El
Mapa Criminal en Colombia de Ariel Ávila (Bogotá, 2022).

197
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

de mayor bonanza petrolera. Esta situación social, sostenida


en el tiempo por los últimos gobiernos de derecha, llevó al
economista Thomas Piketty a afirmar en la Universidad
Nacional de Bogotá que en este país el 10% de la población
tiene el 70 u 80% de la riqueza, mientras que el 50% inferior
de la población apenas posee cerca del 1% de la generación de
ingresos (El Espectador, 2022a).
A estas causalidades estructurales (el legado
histórico de violencia social asociado a la alta inequidad
económica durante las tres últimas décadas), vino a sumarse
el acontecimiento mundial de la pandemia de la corona-virus
durante los años 2019 y 2020 que, debido al aislamiento social
preventivo, agudizó la crisis económica de la máquina social
capitalista en su fase global neoliberal.5
Así fue, entonces, como a la resistencia popular que,
inicialmente surgió ante el resultado de las elecciones de 2018,
donde ganó el candidato de ultra-derecha -calificado en las
calles como fraudulento-, vino a sumarse en el 2020 la crisis
económica mundial ocasionada por la pandemia. En medio de
esta situación mundial de caldo de cultivo, el estallido social
no aconteció solamente en Colombia. Es conocido que durante
el 2019 y 2020 se produjo en toda Chile un fenómeno popular
semejante, anudando así al multicausal fenómeno estructural
colombiano determinaciones coyunturales no sólo nacionales
sino propiamente internacionales.
II. Deleuze comparó funcionalmente el Acontecimiento
con los estados inestables de Prigogine, en los cuales “las
diferencias mínimas se propagan en lugar de anularse y
5. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística – DANE,
se estima que, para 2020, “más de 3,5 millones de colombianos entraron a
la categoría de pobres”, lo que conllevó a que “la incidencia de la pobreza
se ubicara en 42,5%, con 21,2 millones de personas en este renglón a nivel
nacional”, así como que “la pobreza extrema se ubicara en 15,1%”, con
“7,4 millones de personas en esta condición” (El Espectador, 2022b), den-
tro de una población total colombiana de casi 52 millones de ciudadanos.

198
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

fenómenos absolutamente independientes entran en resonancia,


en conjunción.” (Deleuze, 1984: 213).
Si algo caracterizó al estallido social colombiano de
2019 a 2021 fue la heterogeneidad de los actores y causas
sociales que se sumaron, sin perder sus diferencias y sin llegar
a conformar una unidad, a través de síntesis libres y pasivas
operadas por conexiones abiertas, disyunciones inclusivas
y conjunciones inespecíficas.6 En este estallido social se
conjugaron elementos disímiles que iban de la consistencia más
molar o estructural, como los trabajadores públicos y privados
sindicalizados, los militantes de los partidos y organizaciones
políticos de izquierda y las organizaciones estudiantiles, a la
consistencia más molecular y anedípica como las clandestinas
facciones anarquistas, el sector agropecuario de los campesinos,
las comunidades indígenas, negras, afrocolombianas, raizales
y palenqueras; el sector económico de los camioneros,
las distintas barras bravas de fútbol, los artistas y cultores
populares, las feministas y disidentes de género, los usuarios
de estupefacientes y, en general, los jóvenes “níes” víctimas
del abandono estatal y del abuso de la autoridad.
También llama la atención la transversalidad en las
relaciones establecidas entre estos diversos actores sociales,
sin llegar a reproducir totalmente vínculos verticales de
jerarquía ni a ocupar funciones dentro de una estructura
sociopolítica determinada. Por ejemplo, mientras que las
marchas de las mañanas en Bucaramanga durante 2019 y 2021
fueron organizadas por los sindicatos y partidos de izquierda
locales, por lo cual se caracterizaron por una organización
molar o estructural, a las marchas convocadas los miércoles
en la tarde asistieron jóvenes de todas las clases sociales y con
todo tipo de ocupaciones y hasta desocupaciones. Por lo cual

6. Al respecto de las tres síntesis sensibles del inconsciente ontológico se


pueden consultar los dos primeros capítulos de El anti-Edipo. Capitalismo
y esquizofrenia de Gilles Deleuze y Félix Guattari (1972a), “Las Máquinas
deseantes” y “Psicoanálisis y Familiarismo. La Sagrada Familia”.

199
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

rigió en este último fenómeno específico unas relaciones de


poder más horizontales entre los diferentes actores sociales que
resistieron la fuerte represión policial, así como se observó una
dinámica social más caótica que, aun así, no dejó de presentar
un original orden autopoiético o una autoproducción de lógica
rizomática.
Finalmente, aunque no menos importante, durante
el estallido social colombiano fue notorio el papel de los
afectos, más allá de los dogmas ideológicos y las identidades
institucionales, en el agenciamiento pragmático de estas
relaciones de poder trasversales entre actores sociales
heterogéneos. Los crímenes de Estado contra decenas de
jóvenes manifestantes, tales como el asesinato de Dilan Cruz
(2019) y de Javier Ordoñez (2020) en Bogotá, así como el de
Lucas Villa en Pereira (2021) -para sólo comentar unos de los
más mediáticos- generaron una ola de indignación ciudadana
que creció desde Bogotá al resto de Colombia como una bola
de nieve, uniendo bajo el sentimiento de antiautoritarismo a
actores otrora disímiles y hasta adversarios, como las opuestas
barras de fútbol colombiano que se aliaron transitoriamente
bajo el lema de “sin colores y sin banderas” contra la “masacre
policial” (Temblores ONG, 2021 y 2022).7
7. En mayo de 2021 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –
CIDH (OAS, 2021) y las Naciones Unidas – ONU (DW, 2021) solicitaban
al gobierno de Duque resolver judicialmente las denuncias contra la fuerza
pública acaecidas en el marco del estallido social y reforzar dentro de sus
filas el respeto por los derechos humanos. A junio de 2021, se registra-
ban 3486 casos de violencia policial, de los cuales resaltan 83 que fueron
víctimas de violencia ocular, 1832 detenciones arbitrarias, 1468 casos de
violencia física y 28 víctimas de violencia sexual (Temblores ONG, 2021).
Igualmente, se reportaban oficialmente 80 asesinatos en el marco de las
protestas nacionales, de los cuales más de la mitad se le adjudican directa-
mente a la fuerza pública (INDEPAZ, 2021). A noviembre de ese mismo
año, la revista 070 estimaba que 312 colombianos aún permanecían desa-
parecidos y que, de las 512 personas que inicialmente fueron reportadas
como desaparecidas, hubo 23 que fueron encontrados muertas (Fitzgerald,
2021). Un año después de las protestas Los Ángeles Times seguía denun-
ciando desde el exterior la impunidad reinante en la Fiscalía General de la

200
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Este papel protagónico de los afectos permite dar


cuenta de una lógica intensiva de índole prepersonal,
presignificante y presubjetiva, operando el agenciamiento
maquínico de las enunciaciones colectivas de deseo. En este
sentido, el famoso grafiti de la sigla ACAB, que traduce del
inglés “todos los policías son bastardos”, puede ser entendida
-en el caso colombiano- como una enunciación colectiva del
deseo de superar una era histórica del poder real de un régimen
económico-militar disfrazado simbólicamente de institución
democrática.
De igual modo, me parece pertinente aclarar que, pese
al dolor, al miedo, la rabia y la impotencia infundida por el
pasado Estado de ultra-derecha, en este fenómeno psicosocial
también se destacó la participación de afectos alegres en el
establecimiento de relaciones transversales entre actores
sociales heterogéneos. Afecciones vitales entre los cuerpos
posados en las calles que fueron expresadas, especialmente,
a través del arte y la cultura. Tal como lo demuestra la
construcción popular del Monumento a la Resistencia en Cali,
en la zona de Puerto Rellena llamada por ellos mismos “Puerto
Resistencia”, para homenajear a todos las víctimas del Paro
Nacional, así como la participación de la Orquesta Filarmónica
de Bogotá en las jornadas de protesta, la sensibilidad social
de los cantautores santandereanos Edson Velandia y Adriana
Lizcano, el protagonismo de los gaiteros en las marchas de
Bucaramanga y la creación del mural de los pueblos originarios
en la base del monumento del Caballo de Bolívar frente a la
UIS.
Estas afecciones libidinales que animan la coproducción
deseante también se expresaron en la creación y aprendizaje de
prácticas de cuidado de sí mismo y del otro, como las famosas
ollas comunitarias, y la paulatina autoorganización política
que permitió ir canalizando democráticamente las diversas
enunciaciones colectivas de deseo, expresadas en el amplio
Nación respecto a estas denuncias (Suárez, 2022).

201
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

pliego de peticiones del Comité Nacional del Paro, en la final


elección popular del Pacto Histórico representado por el ex
militante del M-19 Gustavo Petro y la líder ecosocial Francia
Márquez, efectuada el 20 de junio de 2022.
III. El Mayo del 68 francés tuvo la potencialidad de
ser un acontecimiento, en la medida en que “fue un fenómeno
[colectivo] de videncia, como si una sociedad viese de
repente lo que tenía de intolerable y viese al mismo tiempo la
posibilidad de algo distinto.” (Deleuze, 1984: 213).
Pienso que aquello que la diversa sociedad colombiana
pudo ver durante el estallido social de 2019 a 2021 fue el
legado despótico que durante dos siglos de historia republicana
se ha mantenido gracias al atornillamiento en el Estado de una
misma máquina económico-política capitalista, pero con dos
cabezas o frentes: uno liberal y otro conservador.8 La cual
llegó a su fase crítica con el neoliberalismo inaugurado en la
década del 90 por el gobierno liberal de César Gaviria y fue
defendida a sangre y fuego durante los últimos 20 años por el
régimen (para)militar uribista de “seguridad democrática”. De
8. La máquina económico-política de dos cabezas es un fenómeno político
contemporáneo que tiene su genealogía en el siglo XIX con la original
pugna entre el legado guerrillero de la patria grande de Simón Bolívar y la
concepción legalista de la República de Colombia del general Santander.
Posteriormente, en el siglo XX, con el pacto de rotación periódica del po-
der que se conjuró entre liberales y conservadores durante 1958 y 1974, en
la época del llamado Frente Nacional, con el fin de dar una salida a la cruda
Violencia política que sobrevino con el asesinato del caudillo popular Jorge
Eliécer Gaitán Ayala el 9 de abril de 1948, que inmediatamente dio lugar
al acontecimiento histórico del Bogotazo y al posterior régimen militar de
Rojas Pinilla.
Es bien sabido que, como reacción a la exclusión de la izquierda del Frente
Nacional, sobrevino en 1964 el surgimiento de las Fuerzas Armadas Revo-
lucionarias de Colombia (FARC-EP), en 1965 del Ejército de Liberación
Nacional (ELN), en 1967 del Ejército Popular de Liberación (EPL) y, en
1973, del Movimiento 19 de abril (M-19). Razón por la cual la elección
presidencial (2022) del ex militante del M-19 Gustavo Petro configura un
acto popular de ajuste de cuentas políticas respecto a una deuda histórica
en Colombia.

202
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

ahí el deseo colectivo de superar una era histórica de poder real


de un régimen económico-militar disfrazado simbólicamente
de institución democrática.
Lo que se vislumbró, entonces, fue la necesidad de
cambiar el estado real de las cosas y se empezó a enunciar
colectivamente el deseo de construir una posibilidad asequible
de transformar radicalmente nuestra historia, teniendo en
cuenta los intentos fallidos a este respecto que han deparado las
diferentes modalidades armadas de lucha política en nuestro
país, los inconsecuentes totalitarismos de izquierda que están
en el ocaso de nuestro continente y de las enseñanzas extraídas
de los logros parciales y de los fracasos de la contemporánea
socialdemocracia en Latinoamérica.
IV. El Acontecimiento es una mutación social que
opera como una “apertura a lo posible”, que crea lo posible,
es decir, que genera una nueva existencia, que produce una
subjetividad inexistente: “nuevas relaciones con el cuerpo, con
el tiempo, con la sexualidad, con el medio, con la cultura, con
el trabajo…” (Deleuze, 1984: 213-214).
Basado en su tesis de que lo posible no pre-existe,
sino que es producido por el acontecimiento, Deleuze (1984)
sostuvo que Mayo del 68 en Francia nunca aconteció, porque
no hubo un dispositivo social capaz de estar a la altura de la
nueva subjetividad producida por este conato de transformación
histórica. La cooptación por parte del Estado de este foco
revolucionario aplastó las posibilidades reales de creación de
nuevas experiencias subjetivas de organización social.
Así, el acontecimiento no sólo depende de las relaciones
causales entre las determinaciones pasadas o estructurales y las
determinaciones presentes o coyunturales, sino, especialmente,
del devenir inmanente de las síntesis inconscientes entre la
máquina social, la máquina analítica y las máquinas deseantes,
de tal manera que sea factible la construcción colectiva de
“reconversiones subjetivas creadoras” (Deleuze, 1984: 215).
203
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Si el estallido social en Colombia entre 2019 y 2021 fue


un acontecimiento, es lo que está aún por verse con este nuevo
intento de pacto social entablado por el gobierno progresista
de Petro, así como con las radicales reformas del Estado que
tendrán que llevar a cabo este y los venideros gobiernos de
izquierda.
V. Aunque es una idea filosófica de perspectiva
materialista histórica, el Acontecimiento no es un fenómeno
exclusivamente sociológico, sino un concepto esquizoanalítico
que permite entender que “acontece en el interior de los
individuos tanto como en el espesor de una sociedad.”
(Deleuze, 1984: 213).
El proceso esquizo de lo puberal y el trabajo de reconversión
subjetiva de la adolescencia
Deleuze y Guattari (1972a) en El anti-Edipo.
Capitalismo y Esquizofrenia plantearon una crítica
epistemológica al psicoanálisis idealista por su encierro
estructural, bien sea comprendido intrapsíquicamente entre los
sistemas Icc y Pcc-Cc o de manera significante entre el S1 y el
S2, que tapona la apertura a lo real histórico.
De este encierro estructural surge la necesidad ético-
política, para que el psicoanálisis no siga siendo un instrumento
del poder de la máquina capitalista sobre el deseo, de abrir
el inconsciente al Afuera de índole molecular, anobjetal y
anedípica (lo no estructurado), en medio del cual acontece la
producción real de deseo, más allá o más acá de lo simbólico y
lo imaginario (Deleuze y Guattari, 1972b).
En 1905 se inauguró -con el texto de Sigmund Freud
Tres Ensayos para una Teoría Sexual, especialmente con
el tercer ensayo intitulado “Metamorfosis de la Pubertad”-
la historia oficial de la teorización psicoanalítica sobre la
adolescencia. Tal como lo afirma el profesor de la Universidad
de Antioquia Mauricio Fernández, en el libro Adolescencias,

204
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Recorridos y Contextos. Una Historia de sus Concepciones


Psicoanalíticas, en un siglo de investigación psicoanalítica
a este respecto se encuentra que “los [diferentes] autores
concuerdan en que en la adolescencia se pone en juego toda la
historia de las elaboraciones y re-elaboraciones del complejo
edípico” (G.I.E.J., 2015: 354).
Esta tradición de pensar la adolescencia exclusivamente
como un trabajo intrapsíquico de re-elaboración post-edípica
del complejo de Edipo de la sexualidad infantil e, incluso, de lo
pre-edípico de la sexualidad polimorfo-perversa de la primera
infancia, que se reactualizan desde lo inconsciente a propósito
de la pubertad, es una concepción idealista del psicoanálisis
clásico. Su consecuencia es, tal como continúa afirmando el Dr.
Fernández, que “los conflictos del adolescente con sus padres
y figuras de autoridad […] están relacionados, desde un punto
de vista psicoanalítico, con la actualización de los conflictos
edípicos”, lo cual determina una “explicación específica y
distinta” a las de la psicología y las ciencias sociales sobre
el actuar transgresivo durante la adolescencia y el conflicto
generacional (G.I.E.S.J., 2015: 354).9
En los dos primeros capítulos de El anti-Edipo
(1972a) y en Deleuze y Guattari se explican… (1972b) el
par de analistas franceses dejaron claro que la diferencia
verdaderamente relevante no hay que ubicarla –tal como
lo hace el psicoanálisis idealista- entre lo simbólico y lo
imaginario sino, más bien, entre la estructura molar que
estos dos registros conforman y el plano inmanente de lo real
histórico, donde acontece la producción maquínica de deseo.
9. Esta perspectiva analítica puede llevar a un reduccionismo como el pre-
sentado en el libro publicado por los psicoanalistas parisinos Bela Grun-
berger y Janine Chasseguet-Smirgel, bajo el seudónimo de André Stépha-
ne, intitulado El Universo contestario (1969), en el que afirmaron su tesis
central de que “los contestatarios de Mayo [de 1968] habrían resuelto mal
el Edipo. Habrían hecho una regresión al estadio anal, y pasan el tiem-
po sembrando “mierda” en la calle, ensuciando las paredes de la ciudad.”
(Dosse, 2007: 268).

205
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

De ahí que la premisa principal de una práctica psí materialista


histórica sea introducir el deseo en la producción social y la
producción social en el deseo (Murillo, 2019), teniendo en
cuenta la identidad de naturaleza y la diferencia de régimen
entre ambos campos (Deleuze y Guattari, 1972a).
Para empezar a fugarme del encierro edípico de la
concepción idealista de la adolescencia, encontré propicio el
concepto de lo puberal acuñado por el psicoanalista francés
Philippe Gutton (1991). De este autor retomo la diferencia
entre el trabajo psíquico de la adolescencia, que él entiende
como una operación trascendente de desexualización y de
trabajo del ideal, y lo puberal descentrado de la exclusiva
categoría biomédica de la pubertad y pasado a concebir
psicoanalíticamente con base en el registro de lo real.
En este sentido, retomo la premisa conceptual de Gutton
cuando sostuvo que, aunque lo puberal puede o no acontecer
psíquicamente (pues no está garantizado por la pubertad), el
trabajo de la adolescencia “es exclusivamente realizable sobre
la base del material puberal” (1991: 13).
Destaco del concepto psicoanalítico de lo puberal
su potencialidad de fuga del encierro estructural, tanto
intrapsíquico como significante, al poner sobre la mesa de
análisis la función central de lo real, más allá de lo simbólico y
lo imaginario, en el segundo arranque de la sexualidad humana
(Freud, 1905). Con lo real hago referencia aquí, con base en
Gutton, a la producción de un nuevo arcaico genital presente
en las experiencias originarias puberales (1991: 15). Gutton
insiste en que lo puberal tiene un aspecto nuevo en la fuente,
el objeto y el fin pulsional, que no lo hace completamente
anticipable con los referentes sexuales infantiles (1991: 55).
Al hacer una crítica epistemológica materialista-
histórica a la concepción de lo puberal de Gutton, debido a
“su anclaje en lo real biológico” (1991: 21), me aparto del
sesgo heteronormativo que arrastra sin vergüenza; idea que él
206
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

sustenta en la clásica episteme de “la anatomía como destino


de la sexuación”. De este modo concibo lo puberal desde la
multiplicidad de n-sexos de la que es capaz un cuerpo humano.
Al mismo tiempo, denuncio y me descentro del
papel protagónico que este psicoanalista francés le otorga
a la reactualización de lo edípico y pre-edípico infantil en
el proceso de producción de las experiencias puberales,
como única mediación simbólica posible para que el sujeto
pueda empezar a figurarse primariamente escenas o fantasías
inconscientes sobre la base del nuevo material arcaico
genital, echando mano a representaciones reprimidas. Para
ello me descentro del dogma del psicoanálisis idealista de
la secundariedad de las investiduras deseantes sobre los
objetos sociales, en contraste con los irreductibles objetos
primarios familiares, para partir de la premisa materialista
histórica de la irreductibilidad de las catexis libidinales pre-
primarias (conocidas psicoanalíticamente como lo arcaico o lo
originario) sobre los elementos moleculares de deseo -últimos
o primeros- que fluyen inmanentes al campo social. De lo cual
los psicoanalistas clásicos infantiles siguen renegando, pero lo
puberal es una evidencia clínica indiscutible.
Con base en Deleuze y Guattari (1972a), planteo lo
puberal -en los mejores casos- como un proceso esquizo de
producción deseante, en el cual se da el franqueamiento de
la estructura intrapsíquica y/o significante, tanto imaginaria
como simbólica, y de apertura hacia el Afuera molecular
o inestructurado en medio del cual acontece la producción
deseante en lo real histórico.
El proceso esquizo de lo puberal consiste
principalmente en dos operaciones: la descodificación de
Edipo como significante universal a partir del cual se codifica
el socius en la máquina capitalista, y la desterritorialización
de las subjetividades reproducidas por esta máquina social,
tal como las estructuras clínicas de la neurosis, la perversión

207
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

y, especialmente, la psicosis; así como en las reconversiones


creativas de subjetividades por venir. De ahí su potencial de
creación subjetiva, pero, también, su riesgo de hundimiento
psicopatológico y hasta de rozar con la muerte.
Antes que la culminación de un proceso evolutivo
psicosexual, lo genital -comprendido como una pulsión
parcial más dentro de la infinidad de n-sexos de la que es
capaz un cuerpo humano- entra en un proceso transicional
de conexiones libres, disyunciones inclusivas y conjunciones
inespecíficas con los elementos últimos o primeros de la
producción deseante que fluyen libidinalmente en medio de lo
real histórico.
Entonces, en lugar de la maduración del cuerpo
erógeno, que lo pone al servicio de la función biológica de
la reproducción y de la división sexual del trabajo, el proceso
esquizo de lo puberal consiste en la construcción creativa de un
cuerpo sin órganos para la experimentación lúdica de nuevas
formas intensivas de subjetividad mutante o nómada y para la
itinerante enunciación colectiva de deseo, de la que depende la
posibilidad real de transformación histórica.
De esta concepción materialista histórica de lo puberal
se desprende un aspecto generacional, pero que en lugar de
remitir a la genealogía edípica y a la concepción idealista de
los objetos-fuente de la libido -que los define como meramente
trasmitidos dialécticamente-, permite entender la existencia de
phylums o linajes, gracias a la continuidad de las condiciones
materiales de existencia, que los sujetos individuales encarnan
en diferentes momentos históricos y lugares, y a través de
distintos agenciamientos maquínicos de deseo.
Lo puberal: entre el deseo y lo social
En este subtítulo voy a hacer uso de una conferencia
del psicoanalista inglés Donald Winnicott (1968) intitulada
“Conceptos contemporáneos sobre el desarrollo adolescente, y

208
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

las inferencias que de ellos se desprenden en lo que respecta a


la educación superior”.
Aspecto histórico de la adolescencia
La tesis histórica de esta disertación plantea que el
estatuto social de la adolescencia está en relación con el cambio
ocurrido en Europa desde 1920 “en relación con la importancia
de una crianza materna lo bastante buena” (crianza natural)
y con “las actitudes modernas respecto de los derechos del
individuo” (democracia liberal) (Winnicott, 1968: 219 y 221).
Precisamente, este texto trata sobre “los problemas
individuales y sociales que surgen en [la] década [del 60],
cuando los adolescentes tienen libertad para expresarse”
(Winnicott, 1968: 223). Desde esta perspectiva, “la rebelión
[adolescente] corresponde [o es proporcional] a la libertad que
se ha otorgado al hijo [desde la primera infancia], al educarlo
de tal modo que exista por derecho propio” (: 225).
Para Winnicott la expresión manifiesta de la inquietud
estudiantil en la década del 60 es, en gran parte, producto de
los cambios en el estilo de crianza, sobretodo en la primera
infancia, basados en el paradigma de los derechos individuales
y en la formación de sujetos con una moral no dogmática que
hace posible la autonomía, la realización personal y un vivir
creador.
De esta manera, el psicoanalista inglés otorgó a
los adolescentes la función contracultural de modificar la
sociedad y de enseñar a los adultos a ver el mundo de forma
renovada, pero reiteró que eso no depende solamente del
desafío del joven, sino también de la capacidad de un adulto
para hacerle frente, es decir, de funcionar como representante
de la realidad externa compartida que realiza y rectifica el
idealismo omnipotente del adolescente inmaduro (: 232).
Naturaleza eco-psico-somática de lo puberal

209
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Aunque Winnicott en 1971 no usó el concepto de


lo puberal, acuñado en 1991 por P. Gutton, sí analizó las
consecuencias psíquicas de la pubertad a partir de su noción
de inmadurez adolescente.
Para una redefinición materialista histórica de
la adolescencia en el psicoanálisis hay que partir de la
radicalización de la idea freudiana de la pubertad como
segundo arranque de la sexualidad humana. En ese sentido,
Winnicott sostuvo que “los mismos problemas que existían en
las primeras etapas […] aparecen en la pubertad” (1968: 223).
Con esto no se refirió exclusivamente al retorno de lo reprimido
durante el complejo de Edipo de la sexualidad infantil, ni a la
reactualización de los puntos de fijación pulsional pre-edípicos,
sino a los “problemas intrínsecos” de la pubertad (: 224).
Para el psicoanalista inglés, lo específico de la pubertad
es el nuevo proceso de transición que se ha de efectuar
desde el estado de dependencia absoluta hasta el estado de
independencia relativa. Proceso en el que se agencian el
crecimiento heredado y un mínimo de función ambiental. (:
233).
Desde el punto de vista psíquico, la pubertad trae consigo
un estado de “inmadurez”, que no equivale a un descenso de
nivel en el proceso de desarrollo emocional, por lo que no debe
ser entendido en términos regresivos, ni como un movimiento
patológico desintegrativo. Por el contrario, la inmadurez es un
elemento esencial de la salud en la adolescencia (: 226-7).
La inmadurez adolescente está determinada por el
estado de dependencia, que remite en este momento de la
vida a un estado de funcionamiento psíquico -a favor del
desarrollo- donde nuevamente (como en la primera infancia)
se borra la frontera entre el yo y lo no-yo, por lo cual rige la
ilusión de superposición o identidad primaria entre el mundo
interno (objeto subjetivo) y el mundo externo (objeto percibido
objetivamente). De ahí la relación inherente de la adolescencia
210
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

con el idealismo revolucionario (: 230).


La inmadurez consiste en la capacidad, conferida
y contenida por la sociedad, de que el adolescente no sea
responsable de sí mismo (: 227). Se caracteriza por “una fuerte
propensión a la agresión”, que puede presentarse bajo la forma
de la locura persecutoria y la ilusión (: 229). Es un momento de
“encuentro de sí mismo” como experiencia total que incluye,
además de los aspectos de amor, la agresión y los elementos
destructivos (: 222), dado que “crecer significa ocupar el lugar
del padre [en tanto representante del mundo adulto]. Y lo
significa de veras” [real, no metafórica o simbólicamente], pues
“en la fantasía inconsciente, el crecimiento es intrínsecamente
un acto agresivo” (: 224).
El adolescente en proceso de crecimiento no puede
hacerse cargo aún de la responsabilidad por la crueldad y el
sufrimiento, por el matar y ser muerto que ofrece la escena del
mundo (: 229). Sin embargo, según Winnicott, “la sociedad
necesita ser sacudida por las aspiraciones de quienes no son
responsables”, pues este transitorio estado de funcionamiento
psíquico “contiene los rasgos más estimulantes de pensamiento
creador, sentimientos nuevos y frescos, ideas para una nueva
vida” (: 227).
De esta forma, para Winnicott la fantasía inconsciente
del asesinato y del triunfo corresponde a una invariante
universal, que se esconde tras el fenómeno histórico coyuntural
de la rebelión estudiantil de la década del 60 en el mundo
Occidental.
El reinicio de la sexualidad humana en la pubertad y el
consecuente estado de dependencia del adolescente inmaduro
llevó al psicoanalista bonaerense Ricardo Rodulfo (2008) a
efectuar una revisión de “La metamorfosis de la pubertad” de
S. Freud (1905), especialmente de su “recitado tradicional:
Edipo y la castración, la referencia fálica, etc.”, ideas que
considera como “anacrónicas”. (: 159). Para él, el adolescente
211
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

es un segundo deambulador, haciendo referencia a la fase de


deambulación en la primera infancia, a través de la cual el bebé
explorador crea y descubre la realidad (: 160).
Ante la desilusión, por el descubrimiento de la falta de
grandeza que de niño atribuyó a los grandes, el adolescente
“se abre al viaje como reanudación del deambular”, como
expansión de los límites de sí mismo. Deambular “no se trata
de un estado pasivo de (mal)estar desorientado”, sino de
una “búsqueda, deliberada opción por un rodeo que evite las
sendas conocidas, deseo de invención” (Rodulfo, 2008: 167).
Esto es más que fantasía o imaginario (en el sentido peyorativo
lacaniano), se trata de “experiencias transformadoras de la
adolescencia”. Estos viajes existen y tiene plasmaciones
concretas (: 167-8).
El rasgo más deambulador es “la necesidad de
exotismo […] opuesta a lo íntimo y todo lo que lleve el “made
in” de los significantes de la familia. Lo exótico da un paso
más allá de lo extraño, no se reduce a lo éxtimo lacaniano,
sino que implica un “suplemento de distancia”, puesto que “la
apertura a lo exótico reclama una transformación del paisaje y
no sólo de algunas de sus figuras […] no se produce sólo en el
espacio exterior, [sino que] suscita metamorfosis en la propia
corporeidad, en las formaciones inconscientes”, razón por la
cual en la adolescencia se cualifica lo transicional por vez
primera con esta categoría de lo exótico (Rodulfo, 2008: 168).
“Deambular sin fronteras y con muy exiguos límites
temporales plasma en la realidad, como una alucinación
encarnada, lo nuclear de un deseo adolescente de
desterritorialización de su existencia” (Rodulfo, 2008: 170),
en el sentido que ya he considerado de Deleuze y Guattari.
Estos viajes puberales de desterritorialización el
adolescente no los realiza en la soledad de su mundo interior,
sino en el mundo exterior y entre pares que pasan ahora a
adoptar el espacio funcional de grupo primario que deja la
212
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

familia. Como dijo Rodulfo, esto es por razones micropolíticas,


pues el adolescente necesita aliados en su lucha deseante
contra los grandes (2008: 164). De ahí que él haya planteado
que en la adolescencia “es necesario pensar seriamente en
los agentes de subjetivación no familiares, en las funciones
que [éstos] tienen en la estructuración subjetiva, en el sentido
de funciones primarias, tanto como las familiares” (Rodulfo,
1996: 119).
Los agentes primarios de subjetivación no familiares
confluyen en el espacio transicional de los adolescentes:
“todo este conjunto funciona como índice de construcción
de una categoría intrapsíquica en el adolescente”, a saber,
“la categoría del nosotros”. Se trata del nosotros concebido
como una inscripción simbólica en el “aparato psíquico”
adolescente, que requiere de una tópica suplementaria al Ello,
Yo y Superyó. La cual aparece fallida en las patologías graves
(Rodulfo, 1996: 121). “El nosotros implica una diferencia no
oposicional que no es lo mismo que la indiferencia o que la
indiscriminación” (Rodulfo, 1996: 122).
La contención social del proceso esquizo de lo puberal
Lo relevante para mi escrito de la idea de Winnicott
(1968) es que la posición subjetiva de inmadurez adolescente,
que yo encuentro como un antecedente clínico-teórico del
concepto de lo puberal (Gutton, 1991), es decir, la posición
subjetiva de mayor libertad en el contacto con los impulsos
propios y de un transitorio estado de no responsabilidad,
es facilitada o interferida por el ambiente, dejando ser al
adolescente en búsqueda de sí mismo o imponiéndole ser
maduro precoz y falsamente (Winnicott, 1968: 226). Por eso,
el psicoanalista inglés sostuvo que, si puede, el adolescente
usa la familia; si no puede, como frecuentemente pasa, “es
preciso que existan pequeñas unidades sociales que contengan
el proceso de crecimiento adolescente” (: 223).
La función del adulto en el proceso adolescente es “salir
213
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

al encuentro del reto”. “Enfrentar el desafío” implica asumir


cordura, más que comprensión, consiste en confrontación
(: 228). Para Winnicott, el esfuerzo adolescente por hacerse
sentir debe ser encarado por el adulto “para convertirlo en
realidad por medio de la confrontación personal, es decir,
“una contención que no posea características de represalia,
de venganza, pero que tenga su propia fuerza” (: 231). Pues,
“hacen falta adultos si se quiere que los adolescentes tengan
vida y vivacidad” (: 231).
Facilitar el crecimiento quiere decir, entonces, crear
las condiciones para que el púber “rápidamente llegue a estar
en capacidad de usar símbolos, juegue, sueñe y sea creador
satisfactoriamente”, así como enfrentar las dificultades que
ineludiblemente están presentes en el manejo de esta población
(: 222).
Con la debida contención social, el adolescente puede
experimentar satisfacción “al participar en un proyecto
colectivo confiable” y, a través de su trabajo -entendido como
contribución social-, puede aliviar su intenso sentimiento de
culpa, así como efectuar una afirmación vital de sí mismo (:
230). En el caso contrario, cuando por deficiencias ambientales
(delegación del adulto al adolescente de la responsabilidad por
sí mismo) se consigue precozmente el éxito con la evitación
de la inmadurez adolescente, la “lucha de vida o muerte” -que
se desarrolla en el plano inconsciente con la llegada de la
pubertad- no llega a poseer su plena riqueza (: 225).
Abdicar en el preciso momento en que el hijo viene a
matar al padre, es “una traición al hijo en un momento crítico”,
que hace infeliz al adolescente, “quien entonces se convierte en
el establecimiento”, “pierde toda la actividad imaginativa y los
esfuerzos de la inmadurez. Ya no tiene sentido la rebelión, y el
adolecente que triunfa demasiado temprano resulta presa de su
propia trampa”, cayendo en un funcionamiento desintegrativo
de tipo esquizo-paranoide (: 226).

214
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Winnicott fue claro al afirmar que cuando la sociedad


hace caso omiso de la motivación inconsciente, en pro de la
adaptación de los jóvenes, el adolescente precozmente maduro
cae en un funcionamiento del tipo falso self y la sociedad se
pone en riesgo a sí misma, a su porvenir democrático (: 226).
Conclusiones
Para analizar el papel del ambiente durante el pasado
estallido social colombiano hay que diferenciar entre la
reacción oficial del pasado régimen de ultra-derecha y la
contención que los adolescentes encontraron en el marco del
Paro Nacional Indefinido de 2019 a 2021.
I. Con el antecedente uribista de los falsos positivos
y con la criminalización de la protesta del desgobierno de
Duque10, el pasado Estado hizo del ser joven un factor de
riesgo, un verdadero peligro mortal. Especialmente el ser
joven y ser pobre y negro o afro o raizal o indígena y mujer y
disidente sexual y líder social y activista ecológico y una larga
lista de diferencias identitarias que funcionan socialmente
como pequeñas causas políticas.
Sin lugar a dudas, el pasado régimen económico
narcoparamilitar operó como un ambiente patógeno, en el
sentido de reaccionario o contrarevolucionario del deseo.
Este Estado conservador durante el estallido social mostró la
esencia tanatopolítica, al impedir brutal y extrajudicialmente
que los jóvenes llevasen adelante su lucha deseante.
Una institución supuestamente democrática que, en
lugar de oír y asumir gubernamentalmente las enunciaciones
colectivas de deseo, definitivamente no funcionó como un
ambiente confiable, pues no tuvo la voluntad política de
facilitar la tramitación simbólica del conflicto generacional de
10. Reacción violenta del gobierno nacional de Iván Duque que -valga re-
cordarlo- no encontró resistencia alguna en el gobierno del distrito capital
de Claudia López, a pesar de su tan mentada posición política de “centro”
y de su retórica importancia del “cuidado”.

215
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

los adolescentes sino que, de acuerdo con la doctrina miliar del


enemigo interno (herencia de medio siglo de guerra del Estado
y sus fuerzas paramilitares contra las guerrillas comunistas),
reaccionó defendiendo su ilegítimo poder con violencia real
en las calles, reforzada por la violencia simbólica del discurso
oficial que revictimizó sistemáticamente a los jóvenes
manifestantes.
Se trató de un régimen cívico-militar de corte fascista
que usó la maquinaria del Estado para pasar al acto impunemente
los peores imaginarios persecutorios de la población popular
que operó, de facto, bajo una lógica paranoide de exclusión
radical de la diferencia, del diferente. Una estructura patriarcal
y homofóbica que durante las protestas recurrió a la violencia
sexual real como arma contrarrevolucionaria que aplasta la
multiplicidad de n-sexos de la que es capaz un cuerpo joven
y los reduce a una única lógica falogocéntrica de binarismo
sexual masculino – femenino.
II. Pese a estas condiciones adversas, planteo la tesis
de que el pasado estallido social colombiano también pudo
haber operado como un ambiente facilitador del proceso
esquizo de lo puberal, es decir, como un inigualable momento
histórico para la experiencia de ser adolescente. Tal como ya
dije, por paradójico que suene, estas condiciones sociales de
caos y anarquía permitieron el agenciamiento de múltiples
y heterogéneos actores micropolíticos, sin llegar a perder
sus diferencias y sin conformar una unidad, a través de
relaciones de poder transversales u horizontales, sin llegar
a reproducir totalmente vínculos verticales de jerarquía ni a
ocupar funciones dentro de una estructura social fija, sino,
más bien, demostrando un original orden autopoiético o de
autoproducción rizomática de enunciaciones colectivas de
deseo, a partir de síntesis libres y pasivas del inconsciente
ontológico compuestas por conexiones abiertas, disyunciones
inclusivas y conjunciones inespecíficas.11
11. A este respecto recomiendo el texto “”Gente muy rebelde”: horizon-

216
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

El papel central de la lógica intensiva de los afectos,


a partir de la cual se establecieron estas relaciones de poder
transversales, permitió la gestación de un terreno fértil para la
inscripción psíquica del nosotros en la adolescencia a partir de
una lógica no binaria de diferencias no oposicionales.
Sostengo que el sector social que se mantuvo entre
2019 y 2021 en resistencia popular en Colombia pudo haber
servido como un ambiente facilitador de las operaciones
fundamentales de la segunda deambulación puberal, a saber,
la descodificación de Edipo como significante fálico despótico
del cual parten binariamente las cadenas significantes prescritas
y proscritas por la máquina social capitalista, así como la
desterritorialización de las clásicas estructuras clínicas de la
producción sexual de subjetividad: la neurosis, la perversión
y especialmente la psicosis, y la apertura creativa hacia la
experimentación de nuevas y diferentes formas colectivas de
ser humano (“reconversiones subjetivas creativas”).
Actos políticos de resistencia en el espacio público,
como los llamados tropeles, difícilmente pueden reducirse
a actos delictivos cometidos en medio del consumo de
estupefacientes por parte de sujetos que pasan al acto sus
fantasías inconscientes -que durante el período de latencia
debería permanecer reprimidas- y saltan en cortocircuito de la
niñez a la adultez sin poder elaborar la adolescencia (Mesa y
Muñoz, 2012). Por el contario, pienso que los tropeles sirvieron
de escenario para el encuentro vital de los adolescentes
inmaduros con la experiencia total de sí mismos, que incluye
tes reformistas y antisistémicos” (Álvarez, Jiménez y Puello, 2023: 31-56)
en el que plantean el proceso autoproductivo de tres fases que tomó el esta-
llido social colombiano del 2021: 1) de configuración del flujo movilizador
a través de las juntanzas, 2) de agendas y negociación, y 3) de repliegue o
tregua no pactada. Así como el texto “Lo plebeyo y la producción de poder
social desde abajo” (Álvarez, Jiménez y Puello, 2023: 79-89), en el que se
describe las “heterogeneidades convergentes” en el proceso de producción
de poder desde las bases sociales que se gestó en la manifestación popular
del 2021.

217
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

no sólo los elementos eróticos de la pulsión sino, también, los


elementos destructivos de la libido en su estado primario.
En este sentido, fue un ambiente que facilitó el uso de
símbolos en la relación con los impulsos, tanto los sexuales
(observable por ejemplo en la influencia contracultural del
feminismo y de los estudios de género) como los impulsos
agresivos (observable no sólo en los tropeles como experiencia
de contacto directo con los elementos destructivos de la libido
sino, especialmente, en el arte como medio simbólico de
expresión creativa de la indignación social).
Las organizaciones políticas izquierdistas, los
movimientos sociales de base y las organizaciones estudiantiles
sirvieron de unidades sociales de contención del estado de
inmadurez adolescente. Acompañaron a los jóvenes, sin
dirigirlos, en la performance de sus impulsos destructivos.
Permitieron el uso imaginativo de la libido y la agresividad.
Dieron un marco ideológico para que cada joven eligiera en qué
parte de la historia ubicarse (en la revolución deseante o en el
bando reaccionario al deseo). Respetando la autoorganización
de las manadas de jóvenes protestantes, fueron colaborando
en la configuración rizomática de la indignación popular en
un proyecto político que evitara más sacrificio de vidas y que
hiciera viable la transformación democrática de la historia
nacional.
En lugar del no futuro de la tanatopolítica de
ultraderecha, estas unidades sociales de contención del
proceso esquizo de lo puberal permitieron el resurgimiento
de la esperanza hacia el futuro, devolvieron la credibilidad y
confianza en el mundo adulto y la motivación para que estos
adolescentes deseasen llegar a ser unos ciudadanos adultos
que aporten desde sus pequeñas diferencias a este nuevo pacto
social que está en proceso de institucionalización dentro del
Estado colombiano.
En síntesis, defino el estallido social colombiano entre
218
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

2019 y 2021 como un ejemplo de un potencial acontecimiento


histórico-social en medio del cual algunos jóvenes pudieron
haber llegado a experimentar el proceso esquizo (eco-psico-
somático) de producción deseante de experiencias puberales,
como materia prima para su posterior elaboración del trabajo
psíquico de reconversión subjetiva de la adolescencia. Con
esto quiero decir que este potencial acontecimiento histórico
colombiano presentó condiciones ambientales favorables para
el proceso transicional de franqueamiento de la estructura
psíquica individual, tanto imaginaria como simbólica, y para
la apertura del sujeto psíquico adolescente al afuera molecular
o inestructurado en medio del cual acontece la producción
deseante en lo real histórico.

Finalmente, como especie de balance-programa para
las máquinas deseantes producidas en este estallido social
colombiano, propongo lo siguiente:
Dado el riesgo de hundimiento psicopatológico y hasta
de rozar con la muerte que conlleva todo proceso esquizo de
descodificación y desterritorialización, es necesario delinear
los riesgos -tanto políticos como éticos- que se pueden erigir
para impedir las reconversiones subjetivas de la adolescencia,
que son necesarias para que este estallido social colombiano
termine siendo efectivamente un acontecimiento histórico.
Por una parte, está el riesgo político, que consiste
en la posibilidad de absorción del conato de transformación
social por parte de la máquina capitalista del Estado, tal como
terminó pasando en Francia con Mayo del 68 y como algunos
analistas colombianos de derecha pretenden predecirlo con
su concepción del gobierno Petro como un “estallido social
controlado”.
Por otra parte, está el riesgo ético, que consiste en
las condiciones ambientales patógenas que impiden que el

219
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

sujeto psíquico lleve a cabo su experiencia de inmadurez


adolescente y se repliegue en la enfermedad mental, como
por ejemplo la esquizofrenia, las toxicomanías, así como en
el llamado trastorno antisocial de la personalidad. Destinos
psicopatológicos del estancamiento del proceso esquizo, de
la imposibilidad de vivenciar la experiencia de inmadurez
adolescente y de la no tramitación de lo puberal a través de un
trabajo psíquico de la adolescencia de reconversión subjetiva
creativa.
Contra el riesgo político se hace necesario no resignarse
con las reformas institucionales que este y otros gobiernos
social-demócratas puedan conseguir vía electoral, sino que se
debe ejercer un apoyo condicionado y vigilante a estos gobiernos
“de izquierda”, con el fin de que no lleguen a convertirse en
jerarcas burocráticos de la gran masa ideologizada, sino que
operen como representantes políticos inmanentes a la diversa
clase popular de la revolución deseante.
Contra el riesgo ético, se hace necesario seguir
trabajando desde los territorios con las bases sociales,
especialmente con los jóvenes, en la co-construcción de una
contracultura que sirva de sustrato fértil para el crecimiento
rizomático de una sensibilidad diferente, al estilo de una “hierba
mala” que, en su debido momento, posibilite la floración de la
real transformación histórica.
No sólo como ciudadanos sino, también, como
trabajadores del campo de la “salud mental” debemos seguir
ejerciendo nuestra militancia diaria, con el fin de que en un
mismo real histórico se transversalicen la máquina analítica, la
máquina social y la máquina deseante. Lo cual es el objetivo de
una práctica “psí” materialista-histórica (Deleuze y Guattari,
1972a).
Para ello es necesario asumir la posición ética de
sostener una escucha psicoanalítica como la que Fabrice Bourlez
trabaja en su libro “Queer psicoanálisis/Quéoír psicoanálisis.
220
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Clínica menor y deconstrucción de género” (2021). Una


clínica menor o de lo minoritario (en referencia al poder, no
a lo cuantitativo), que no sólo oye lo íntimo, lo personal y lo
familiar del consultante, sino que está en capacidad de oír en el
consultorio lo que clásicamente se ha catalogado como extra-
psicoanalítico: los aspectos económicos, políticos, sociales,
históricos de las enunciaciones colectivas de deseo que están
aconteciendo. Una escucha del sufrimiento generado por la
exclusión, simbólica y real, que opera el discurso dominante
contra las formas alternativas de ser humano; una escucha
analítica que no rotula como perversión la disidencia sexual y
que afirma el carácter polimorfo de la multiplicidad deseante.
En síntesis, como dice Bourlez (Iriarte, 2023), la clínica
menor es una escucha de lo contemporáneo, de lo que está
en proceso de transformación histórica. Por eso se necesita
que hagamos del consultorio psicoanalítico con jóvenes un
laboratorio del post-humano, es decir, trabajar clínicamente
con la población adolescente que estuvo activa durante
nuestro estallido social, sin excluir a quienes fueron detenidos
penalmente al ejercer el legítimo derecho a la protesta y a los
compañeros exiliados, con el fin de sofocar el sufrimiento
psíquico individual y grupal generado o empeorado durante
este fenómeno psicosocial de 2019 a 2012 y, especialmente,
para intentar transformar las estructuras clínicas -que se
solidificaron molarmente en este crucial momento histórico-
en el ser humano por venir, posibilitando así la efectuación
de reconversiones subjetivas creativas, de las cuales
dependerá si este estallido social llega a ser o no realmente un
Acontecimiento.
Correcciones de un jurado y respuestas del autor12
12 Una versión corta de este texto fue enviada a la revista Affec-
tio Societatis del Departamento de Psicoanálisis de la U de A (Medellín,
Colombia), de la cual el Dr. Julio Hoyos es el editor. A continuación re-
produzco el formato de evaluación institucional con las correcciones del
jurado anónimo y mis respuestas como autor. Anexo esta parte final a mi
escrito con el fin de ilustrar la importancia de la autogestión editorial, que

221
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

I. Valor académico
Jurado: El artículo presenta desde el inicio mismo una
llamativa particularidad que se refleja en el contraste que se
presenta entre el título del texto y la primera línea del mismo.
En el título se dice que se trata de unas “Notas psicoanalíticas
sobre…” y, en seguida, se dice que el artículo busca analizar
“desde una perspectiva esquizoanalítica” un fenómeno
histórico actual. La particularidad no reside tanto en el objeto
sobre el que se hacen estas notas, ni denle el fenómeno que
abarca; pasar de nombrar el enfoque como psicoanalítico a
llamarlo esquizoanalítico implica un deslizamiento complejo
y ponerlos en relación de aparente continuidad borra las
grandes, ricas y potenciales diferencias. Si el esquizoanálisis
surgió, no fue para hacerse una extensión indiferenciada del
psicoanálisis.
Este deslizamiento percibido desde el comienzo
debiera ser aclarado, pues en el centro de este texto se plantea
una “concepción esquizo de lo puberal”, construida a partir de
referencias psicoanalíticas (Gutton, Winnicott, Rodulfo) que
se intenta poner en relación con la noción de “acontecimiento”
de Deleuze. ¿Se trata entonces de unas notas psicoanalíticas o,
realmente de una perspectiva esquizoanalítica o, acaso de otra
posibilidad?
Autor: Aunque no es mío el problema de la pureza
disciplinar, todo lo contrario, para mayor claridad sobre el
objetivo de mi escrito acepto cambiar el título y suprimir
los dos párrafos introductorios que iban antes del segundo
subtítulo.
II. ¿El artículo se muestra de manera argumentada
coherente, articulada y consecuente con el propósito
temático? Argumente su respuesta

hace real lo que para muchos pensadores menores resulta imposible en las
instituciones psicoanalíticas y/o académicas.

222
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

Jurado: No obstante, el proceso argumentativo de


este escrito queda en una asociación entre los dos elementos,
sin mostrar de forma concreta dicha “facilitación”. El
interesante propósito tiene, además, un enfoque ideológico
claro que se evidencia en afirmaciones como las siguientes:
“Las organizaciones políticas izquierdistas, los movimientos
sociales de base y las organizaciones estudiantiles sirvieron
de unidades sociales de contención del estado de inmadurez
adolescente” y cuando se afirma, en contraste, que el “lugar
del no futuro de la tanatopolítica de ultraderecha”, haciendo la
primera una solución de la segunda. Hay ahí una lectura que
hace que lo puberal quede apresado ahora en una nueva lógica
binaria de diferencias oposicionales de donde se la pretendía
sacar, en este caso una lógica no psíquica sino ideológica.
Esto no deja de introducir un moralismo político que diría
que una izquierda sería favorecedora y, una ultraderecha,
desfavorecedora del deseo propio de lo puberal. Y la cuestión
resulta mucho más criticable cuando se plantea lo esquizo en
un esquema dicotómico como ese.
Autor: Retomo a Deleuze y Guattari cuando en El anti-
Edipo… (1972) afirmaron que el esquizoanálisis “es un análisis
militante”, pero aclarando que lo es, no porque proponga o siga
a algún partido político o a un caudillo sino porque, al estar a
favor de la producción deseante, el esquizoanalista asume una
posición ético-política revolucionaria, en el sentido de estar a
favor de una subjetividad abierta a la transformación histórica,
es decir, en busca experimental de una formación social
diversa al capitalismo. En este sentido es que ellos hablaron de
la revolución deseante que se basa, a un mismo tiempo, en una
economía pulsional y en una economía política.
Considero incorrecto juzgar que mi definición
conceptual de lo puberal responde a un idealismo político-
partidista, pues en mi escrito sostengo textualmente que
“planteo lo puberal como un proceso esquizo de producción
deseante, en el cual se da el franqueamiento de la estructura

223
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

intrapsíquica y/o significante, tanto imaginaria como simbólica,


y de apertura hacia el Afuera molecular o inestructurado en
medio del cual acontece la producción deseante en lo real
histórico”.
Tal como lo muestro con el apunte que Donald
Winnicott hizo sobre el origen histórico de la adolescencia
en el siglo XX, el proceso esquizo de descodificación y
desterritorialización no responde a un capricho mío como autor
sino a la manera propia como la máquina social capitalista
funciona actualmente descodificando y desterritorializando
para luego reterritorializar la subjetividad a partir de una
axiomática que produce neuróticos, perversos y psicóticos
(según la explicación que dieron Deleuze y Guattari en El anti-
Edipo…, 1972).
Mi tesis plantea que lo puberal es el momento
prínceps de manifestación del fenómeno psicosocial de
descodificación y desterritorialización subjetiva. Y la utopía
revolucionaría deseante de mi definición del trabajo psíquico
de la adolescencia consiste en darle prelación al proceso
creativo de experimentación de otras formas de ser diversas a
las tres conocidas estructuras clínicas: neurosis, perversión y
psicosis (que responde a la producción subjetiva capitalista),
en contraste con el psicoanálisis idealista que define el trabajo
psíquico adolescente en relación con las series causales de la
etiología de la neurosis, de lo cual P. Gutton es un ejemplo
ilustre.
Análogamente, la clasificación entre ambientes
facilitadores de la adolescencia Vs patógenos tampoco
responde a una invención mía, sino al trabajo clínico-teórico de
Winnicott, quien le dio importancia al estado de dependencia
e ilusión que se vuelve a presentar durante la inmadurez
adolescente.
Si se me lee al pie de la letra, pero completo, verán
que en el segundo subtítulo planteo la pregunta sobre si el
224
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

estallido social colombiano de 2019 a 2021 terminará siendo


un acontecimiento histórico, en la medida que -precisamente-
retomo la desconfianza de Deleuze y Guattari en el fenómeno
de institucionalización de la protesta social en un programa de
gobierno del Estado. Así como en Mayo del 68, bien puede
pasar que el proyecto político que dice representar al sector
insurrecto de la sociedad colombiana termine traicionándolo y
desviando la potencia revolucionaria del estallido social hacia
la estéril organización partidista y estatal. Razón por la cual
considero que es incorrecto o hasta tendencioso que se reduzca
mi texto a un panfleto.
Cuando afirmo que “las organizaciones políticas
izquierdistas, los movimientos sociales de base y las
organizaciones estudiantiles sirvieron de unidades sociales de
contención del estado de inmadurez adolescente” es porque
esa afirmación es el resultado de mi observación directa en el
campo durante el estallido social de 2019 a 2021 en la ciudad
de Bucaramanga. En las calles observé que estos actores
políticos permitieron canalizar cultural y simbólicamente los
efectos destructivos del proceso esquizo de lo puberal y que,
tal vez de no haber sido así, estos actos se hubieran reducido a
una expresión visceral y acéfala de pulsión mortífera por parte
de menores de edad.
Me parece sensato recordar textualmente que en mi
artículo definí el ambiente facilitador del proceso esquizo de
lo puberal en términos psicosociales claros, que remiten a un
tipo particular de formación colectiva en donde se permite la
conexión del inconsciente -al nivel de lo Real- con el afuera
molecular e histórico-social, a partir del uso inmanente de
tres síntesis sensibles. Al respecto dije que “estas condiciones
sociales de caos y anarquía permitieron el agenciamiento de
múltiples y heterogéneos actores micropolíticos, sin llegar a
perder sus diferencias y sin llegar a conformar una unidad,
a través de relaciones de poder transversales u horizontales,
que no reproducen totalmente vínculos verticales de jerarquía

225
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

ni ocupan funciones dentro de una estructura social fija, sino


que, más bien demuestran un original orden autopoiético o
de autoproducción rizomática de enunciaciones colectivas
de deseo, a partir de síntesis libres y pasivas del inconsciente
ontológico compuestas por conexiones abiertas, disyunciones
inclusivas y conjunciones inespecíficas.”
Análogamente, mi afirmación sobre el “lugar del no
futuro de la tanatopolítica de ultraderecha” es una observación
directa de la posición paramilitar y asesina que el Estado
colombiano, al mando del uribismo, mantuvo contra la
juventud que salió a las calles a protestar. Y de eso doy
evidencia empírica en mis referencias bibliográficas, dentro
de las cuales recomiendo el capítulo “Contrainsurgencia y
parainstitucionalidad policiva y militar” del libro de CLACSO
La rebelión social y popular de 2021 en Colombia (Álvarez,
Jiménez y Puello, 2023: 67-77). Creo que, por el contrario,
sostener que el gobierno de ultraderecha de Iván Duque
procedió como una biopolítica y que se posicionó frente a la
juventud en protesta como una promesa viable de futuro para
ellos, sería realmente una posición ideológica terca que no se
condice con los hechos. Sería necesario no haber estado en
Colombia entre 2019 y 2021 o, haber vivido aquí, pero con
una posición subjetiva de evasión o negación de la realidad
social, para atreverse a afirmar que, durante el estallido social,
el gobierno y sus fuerzas civiles para-militares funcionaron
como un ambiente facilitador del estado de inmadurez de los
adolescentes en protesta (dicho en términos winnicottianos).
Si en el texto se encuentra una disyunción excluyente
entre posiciones ético-políticas, no es por capricho del
autor, sino porque durante el estallido social colombiano de
2019 a 2021, efectivamente, hubo una marcada polarización
ideológica que dividió radicalmente nuestra sociedad y que,
según veo, continúa vigente.
Por otra parte, me parece un argumento muy flojo

226
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

basarse en la lógica propuesta por Deleuze y Guattari (1972)


de diferencias no oposicionales o de disyunciones inclusivas
(que ellos usaron para pensar la diversidad sexual más allá de
la dicotomía heteronormativa) para no tomar posición ético-
política respecto a un acontecimiento histórico de la realidad
social en la que uno como autor está inmerso y pretender
sostener racionalmente que, frente a la producción deseante,
da lo mismo asumir una posición subjetiva paranoico-
reaccionaria o una posición esquizo-revolucionaria (dicho
en términos esquizoanalíticos) y que da lo mismo para un
adolescente vivir en un ambiente facilitador o en uno patógeno
(en términos winnicottianos), pues lo puberal se reduciría a
factores intrapsíquicos que van más allá de las coyunturas
históricas de una sociedad. Por eso, retomo las palabras de mi
asesor de tesis, Ricardo Rodulfo (1996), cuando afirmó que “la
diferencia no oposicional no es lo mismo que la indiferencia o
que la indiscriminación”.
III. ¿El artículo plantea posiciones alternas, es decir, los
puntos de vista más comunes o de mayor relevancia sobre
la temática? Argumente su respuesta
Jurado: El artículo se plantea como una alternativa
a la comprensión clásica psicoanalítica de la adolescencia,
acudiendo al concepto de lo puberal (Gutton) en su articulación
con algunos conceptos devenidos de Deleuze y Guattari. Sin
embargo, esa articulación no es clara y demanda una mayor
precisión de conceptos que en el texto son enunciados, pero
no desarrollados. Por ejemplo, cuando se habla de: cuerpo sin
órganos, rizoma, agenciamiento, agenciamiento maquínico del
deseo, etc. Un desarrollo de esos conceptos permitiría quizá
aclarar esa articulación que se pretende realizar y, en todo
caso, alcanzar una perspectiva esquizoanalítica que se plantea
en un comienzo en el texto.
Autor: Si bien es entendible que dentro de la
comunidad psicoanalítica no sea moneda de cambio el

227
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

lenguaje conceptual del esquizoanálisis, me resulta una tarea


inabordable -en el límite de espacio concedido por la revista-
el tratar de desarrollar un marco conceptual como base para
las observaciones y conclusiones del artículo. Me parece que
si un lector tiene la capacidad de juzgar la diferencia entre
psicoanálisis y esquizoanálisis es porque cuenta con los
insumos conceptuales suficientes para definir cada una de estas
dos disciplinas. Escribí el artículo sobre la base de la necesidad
de contar con un conocimiento básico, no sólo en psicoanálisis
sino también en esquizoanálisis.
IV. ¿El/la autor/a proyecta y plantea de manera clara ideas,
argumentos y reflexiones coherentemente en relación con
la temática? Argumente su respuesta
Jurado: El texto presenta, en efecto, un esquema
ordenado; su argumentación es, en cambio, débil en muchos
puntos. Es que algunas afirmaciones obedecen más a peticiones
de principio que a proposiciones fundamentadas. El desarrollo
de un concepto como el de lo puberal es, ciertamente, destacable,
pero otros conceptos se encuentran allí (sobre todo aquellos que
darían un énfasis esquizo al análisis) apenas enunciados como
componiendo una jerga que tendría por sí misma sustento.
Además, este esfuerzo interesante por introducir la cuestión
social, deriva en una cierta lectura ideológica que anula de
paso toda posibilidad de leer los asuntos de la adolescencia
de un modo diferente a aquella mirada binaria y oposicional
en la que se la ha inscrito clásicamente, y a la que este texto
sería una alternativa. En este sentido, se sugiere que este texto
gane en fuerza argumentativa, a partir de un trabajo conceptual
más riguroso y una lectura más crítica y menos ideológica del
fenómeno social al que hace referencia.
Autor: Noto que el jurado tiene problema con los
principios conceptuales, pero solamente cuando trabajo con
base en los principios esquizoanalíticos, pues cuando en mi
texto me baso en principios psicoanalíticos no hay crítica de

228
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

su parte. Por lo cual su crítica a mi petición de principio es


incoherente, por sostenerse ella misma en un principio.
V. ¿Dentro de la estructura del artículo se evidencia un buen
desarrollo y expresamente las conclusiones? Argumente su
respuesta
Jurado: La conclusión a la que llega el autor es expresada
en estos términos: “el pasado estallido social colombiano
también pudo haber operado como un ambiente facilitador del
proceso esquizo de lo puberal, es decir, como un inigualable
momento histórico para la experiencia de ser adolescente. Tal
como ya dije, por paradójico que suene, estas condiciones
sociales de caos y anarquía permitieron el agenciamiento de
múltiples y heterogéneos actores micropolíticos, sin llegar a
perder sus diferencias y sin llegar a conformar una unidad, a
través de relaciones de poder transversales u horizontales”.
Esta afirmación, que es elevada a la naturaleza de “Tesis” en
las conclusiones, resulta forzada respecto a todo lo que se dijo
como antecedentes. ¿Cuáles son los elementos que indiquen
que ese estallido operó como “momento inigualable” para los
adolescentes? Más allá de que “pudo” haber sido un “momento
inigualable”, se debe mostrar que efectivamente este estallido
operó como tal. Si bien este planteamiento puede leerse como
una conjetura, conviene hacer una mostración de ella.
VI. Comentarios finales
Jurado: Considero que el texto debe ser modificado en
los siguientes aspectos:
- Definir si se trata de una lectura psicoanalítica o
esquizoanalítica y obrar en consecuencia.
- Desarrollar aquellos conceptos que aparecen apenas
mencionados en el texto y que se anotaron en un comentario
anterior en esta evaluación.
- Considerar que la lectura binaria izquierda/derecha

229
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

en la que se sume el análisis tiene efectos en la lectura esquizo


que se pretende hacer.
- Establecer unas conclusiones que, en realidad, se
deriven de proposiciones más fundamentadas y llevadas al
campo de la una mostración necesaria.
Autor: Leyendo completamente las “correcciones”
del jurado, concluyo que mi texto no es que tenga problemas
de debilidad argumentativa, sino que trabaja con principios
conceptuales diversos a los fundamentos psicoanalíticos
clásicos, que el jurado de entrada considera inconciliables con
la línea editorial de la revista. Por lo cual la llamada corrección
que se me pide no involucra la modificación parcial de mi
escrito, sino que implicaría asumir una posición ético-política
y epistémica diferente a la que ha quedado expresada en la
versión original de mi texto.
Debido a que no es una ciencia exacta a lo que aspiro
con este ensayo, me es imposible cumplir con la expectativa
del jurado de “mostrar efectivamente” mis conclusiones y
sostengo abiertamente el carácter conjetural de mi pensamiento
aquí contenido.
Mi posición sí es trabajar en continuidad entre el
psicoanálisis y el esquizoanálisis (cosa que Deleuze y Guattari
mismos hicieron), pero sin borrar sus diferencias, llevando
adelante la crítica al psicoanálisis de corte idealista (es decir el
basado en el complejo de Edipo y en la teoría de la castración)
y formalizando así un análisis del deseo basado en criterios
inmanentes. Articulación imposible de lograr con cualquier
tipo de psicoanalista, por eso mi elección de Winnicott y
Rodulfo como aliados.
Concluyo que, respecto a la petición del jurado, para
mayor claridad accedo a cambiar el título del artículo y a
suprimir la introducción, pero no es mi deseo modificar la
médula espinal del texto que ya he escrito. Razón por la cual

230
Lo inconsciente y lo político en Suramérica

dejo en manos de los editores la decisión final de si mi texto


puede o no ser publicado en estas condiciones.
Editor: Apreciado autor, la lógica de someter un
artículo a evaluación supone el acoger las recomendaciones de
los evaluadores. Por tanto, si su decisión es la de no acogerlas,
no será posible admitir su escrito. Quizá sus elaboraciones,
encuentren un mejor lugar. Nuestra decisión es: Rechazar el
envío.
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negocios/empresas/colombia-segundo-pais-mas-desigual-en-
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Rodulfo, Ricardo (1996) “Un nuevo acto psíquico: la


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inscripción o la escritura del nosotros en la adolescencia”, en:
El psicoanálisis de nuevo, Elementos para la deconstrucción
del psicoanálisis tradicional. Buenos Aires: EUDEBA (2008)
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psicoanálisis de nuevo. Elementos para la deconstrucción del
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Suárez, Astrid (Abril 28 de 2022) “A un año de las
protestas, Colombia no resuelve las muertes”, en: www.
latimes.com Recuperado en: https://www.latimes.
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Temblores ONG (2021) “Cifras de la Violencia en el marco del
Paro Nacional 2021”, en: www.indepaz.org.co Recuperado en:
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Winnicott, Donald (1968) “Conceptos contemporáneos sobre


el desarrollo adolescente, y las inferencias que de ellos se
desprenden en lo que respecta a la educación superior”, en:
Realidad y Juego (1971). Barcelona: Gedisa, p. 215 – 232.
Publicaciones de
Psyché: Zoon Politikón

A nuestra producción bibliográfica se podrá ir accediendo


libremente a través de la página web: https://psyche-zoon-
politikon-1.jimdosite.com/

Destacamos el ciclo de 23 videoconferencias que coordinaron


los psicólogos bumangueses Fredy Caicedo y William
Focazzio, así como el psicoanalista Frank Rico, en medio del
aislamiento social preventivo por la pandemia del coronavirus
durante el 2020. A este material audiovisual se puede acceder
libremente en la página web: https://www.facebook.com/
psychezoonpolitikon/videos o en: https://www.youtube.
com/@psychezoonpolitikon9330/videos

Bruno Bonoris – Buenos Aires: La realidad sexual del


inconsciente.

Nicolás Uribe – Medellín: Feminismo, literatura y


psicoanálisis.

Andrés Palacio – Medellín: Arte, psicosis y psicoanálisis.

Frank Rico – Bucaramanga: Los n-sexos de lo puberal.


Alberto Sladogna – Buenos Aires: El psicoanálisis, ¿un
agujero de conceptos acabados?

Hugo Lerner – Buenos Aires: Los sufrimientos.

Marisa Punta Rodulfo – Buenos Aires: Psicoanálisis y


derechos humanos.

Elena Bisso - Buenos Aires: Dos interlocutores ocultos de


Lacan: Deleuze e Irigaray.

Alfredo Perdomo - Montevideo: De Tosquelles y la


psicoterapia institucional a la clínica esquizoanalítica.

Diego Curbelo – Montevideo: El anti-Edipo: una clínica del


deseo y la experimentación.

Sergio Ragonese - Buenos Aires: ¿Hay un modelo clínico en


Deleuze y Guattari?

Alfonso Lans – Montevideo: Nuevo Orden Mundial (NWO),


su pandemia y el despertar de la subjetividad.

Emiliano Exposto y Gabriel Rodríguez - Buenos Aires: Análisis


militante de lo inconsciente: marxismo, esquizoanálisis y
psicoanálisis.
Nora Merlín - Buenos Aires: Neoliberalismo, colonización de
la subjetividad y coronavirus.

David Pavón-Cuéllar – México: Represión del psicoanálisis en


América Latina: psicologización, elitización, mercantilización
profesional, subordinación colonial y normalización
heteropatriarcal.

Jairo Gallo Acosta – Bogotá: Ideología y sentido común: una


lectura psicoanalítica zizeriana a la realidad colombiana.

Mariano Ruperthuz – Santiago: Tiempo de divanes


vacíos: claves para entender la historia del psicoanálisis
latinoamericano.

Frank Rico – Bucaramanga: Una lectura anedípica del proceso


transicional.

Cristina Póstleman - Sn Juan: Lecturas fanonianas sobre el


inconsciente poscolonial.

Adriana Zambrini – Buenos Aires: Clínica esquizoanalítica:


una política de la amistad en el proceso de descolonización.

Jorge Reitter – Buenos Aires: Todo sujeto es político.


Daniel Ripesi – Buenos Aires: Paradojas del gesto creativo en
la teoría winnicottiana.

Alberto León – Quito: Psicoanálisis y Repetición, hacia un

deseo revolucionario.

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