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ESCUELA DE GESTION PÚBLICA PLURINACIONAL

DIPLOMADO DERECHO ADMINISTRATIVO V.5

MÓDULO: EL CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO Y LOS PROCESOS ESPECIALES EN SEDE


JUDICIAL. TUTELA ADMINISTRATIVA DE DDFF Y DERECHOS SUBJETIVOS

TAREA 1: RESUMEN Y ANALISIS CRÍTICO

DOCENTE: DR. MSc. FERNANDO ANTONIO CALDERON EDUARDO

DIPLOMANTE: KAREM DENISSE VALDA FERNANDEZ

COCHABAMBA - BOLIVIA

2020
INTRODUCCION

A manera de trabajo conclusivo dentro del Diplomado en Derecho Administrativo, bajo la consiga
de afianzar los conocimientos adquiridos dentro del presente modulo y a efectos de cumplir con el
cometido de realizar un resumen y análisis crítico utilizando legislación comparada, de la lectura de
apoyo seleccionada y así mismo plantear una conclusión , recomendación y aporte (opinión,
criterio, que se puede cambiar para mejorar nuestra legislación) respecto al tema elegido; es
menester conceptualizar en rasgos generales El Control Jurisdiccional de la Administración
Pública, para un mejor desarrollo temático y didáctico, con el objetivo de generar y/o actualizar
conocimientos.

El control jurisdiccional de la administración pública constituye uno de los rasgos esenciales del
Estado social de derecho, y quizá el más trascendental, pues posibilita la vigencia pragmática de
otros de los caracteres inherentes al mismo, pues si media un control efectivo, regirán plenamente
los principios de legalidad (sometimiento de la administración al ordenamiento jurídico escrito y no
escrito), de separación de funciones, etc., y desde luego, habrá un mayor respeto de las libertades
y derechos constitucionales de los administrados.

La existencia de una cláusula general de revisión jurisdiccional de la totalidad de la función


administrativa, de rango constitucional, que instituye una protección jurisdiccional sin fisuras o
lagunas, constituye un avance sustancial y notable en favor de la libertad en la lucha permanente
contra las inmunidades, prerrogativas y arbitrariedades de la administración pública y de su
intervencionismo exacerbado.

Es evidente que el progreso del derecho moderno y la constitucionalidad de las sociedades,


tienden a garantizar los derechos personales y reales del ciudadano, y en esa conquista paulatina
de las garantías individuales, hay que llegar al punto de armar a todos los habitantes de remedios
judiciales capaces de evitar los frecuentes abusos y atentados del poder público.

En el caso de Bolivia el Control Jurisdiccional conlleva una importante evolución, que se detallara y
analizara en el presente trabajo y a partir de su análisis se plantearan las conclusiones,
recomendaciones y aportes respectivos.

CONTROL JURISDICCIONAL DE LA ADMINISTRACIÓN PUBLICA

1. Control y Constitución

En el marco del Estado de derecho, como Estado constitucional, existe un nexo indisoluble entre
Constitución y control.

El control, desde una perspectiva general, le atribuye eficacia a las situaciones jurídico-
sustanciales del administrado (llámense derechos subjetivos o intereses legítimos), además de
asegurar la vigencia de las normas, principios y valores constitucionales.

En este sentido se tiene que la sentencia SCP 0121/2012 de 2 de mayo, El principio de aplicación
directa de los derechos, la superación formalista del sistema jurídico y se constituye en un
postulado para consolidar el valor normativo de la Constitución Política del Estado:“...la premisa en
virtud de la cual se debe asegurar la eficacia máxima de los derechos fundamentales, exige en
términos de teoría del derecho, la superación de una concepción ius-positivista y formalista del
sistema jurídico, e implica la adopción de postulados jurídicos enmarcados en cánones
constitucionales no solamente destinados a limitar el poder, sino fundamentalmente direccionados
a consagrar y consolidar la vigencia material de los derechos fundamentales

Del amplio abanico de instrumentos de control de la administración —institucionalizados y no


institucionalizados—, haremos referencia al jurisdiccional, el cual constituye el ejemplo típico del
control jurídico dado su fuerte carácter objetivado (fundamentado en razones jurídicas, y de
ejercicio necesario), esto es, el confiado a un órgano imparcial e independiente, dotado de singular
competencia técnica para dirimir los conflictos jurídicos, y que fiscaliza la arbitrariedad y los
excesos del poder.

2. Prerrogativas de la administración y libertades del administrado: el papel del control


jurisdiccional en ese enfrentamiento.

La historia de las relaciones del ciudadano frente al poder se resume en el dualismo irreductible y
permanente entre "libertad y autoridad", "abstención e intervención", o más precisamente
"subsidiariedad y razón de Estado".

Es precisamente en el derecho administrativo donde, con mayor fuerza, se refleja el conflicto


permanente entre autoridad y libertad, Estado e individuo. De ahí que la búsqueda del punto de
equilibrio en la tensión dinámica entre los dos conceptos es una de las principales tareas
dogmáticas de esa disciplina jurídica.

Históricamente, el derecho administrativo asumió como objetivo esencial la protección de la libertad


humana, frente a los privilegios del poder. Por ello, la evolución del derecho administrativo es "La
historia de la reducción de estas inmunidades, de esta constante resistencia que la administración
ha opuesto a la exigencia de un control judicial plenario de sus actos mediante la constitución de
reductos exentos y no fiscalizables de su propia actuación..."

Sin embargo, como en la praxis no existen situaciones puras de "liberalismo" o "intervencionismo",


la organización estatal considera prudente que la forma óptima de tutelar la libertad es mediante la
existencia de la autoridad, la que sin libertad de obedecer no tiene a quien mandar; es así como el
derecho administrativo tiende a asegurar el equilibrio entre autoridad y obediencia.

En la búsqueda del equilibrio dinámico entre prerrogativas y garantías, la administración no debe


desbordar el ordenamiento jurídico, de ahí la necesidad de acompañar las prerrogativas de un
sistema eficaz de garantías. El derecho administrativo tiene la tarea de juridificar el equilibrio al que
nos hemos venido refiriendo; ahora bien, del conjunto de garantías con las que cuenta el
administrado son las jurídicas las de mayor relevancia, al tener por objeto directo la tutela de los
derechos subjetivos e intereses legítimos del ciudadano

En ese sentido, el debido proceso, tiene la importancia dentro de este equilibrio de prerrogativas y
de garantías, SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0839/2015-S2 de fecha 20 de
agosto de 2015 determino:

“II.1. Del debido proceso administrativo

El art. 115.II de la CPE, prevé: “El Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la
defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones”. Por
su parte, el art. 117.I de la misma Norma Suprema, señala: “Ninguna persona puede ser
condenada sin haber sido oída y juzgada previamente en un debido proceso. Nadie sufrirá
sanción penal que no haya sido impuesta por autoridad judicial competente en sentencia
ejecutoriada”. Disposiciones constitucionales que concluyen que ninguna persona puede
ser susceptible a una sanción sin que previamente no se le hubiera otorgado la posibilidad
de defenderse, presentar pruebas de descargo y ejercer su derecho a la defensa
debidamente. En ese marco de ideas se pronunció este órgano de constitucionalidad
definiendo al debido proceso como el derecho de toda persona: “…a un proceso justo y
equitativo en el que sus derechos se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas
generales aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar ...” (SC
0418/2000-R de 2 de mayo); “…comprende ‘el conjunto de requisitos que deben observarse
en las instancias procesales’, a fin de que ‘las personas puedan defenderse adecuadamente
ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar sus derechos…’" (SC
1276/2001-R de 5 de diciembre).”

Pese a las múltiples críticas al contencioso-administrativo, señalándose sus disfunciones, como por
ejemplo su incapacidad para conseguir la sumisión de los poderes públicos al ordenamiento
jurídico, y su idoneidad para satisfacer las pretensiones fundadas en derecho administrativo,
ataques que han dado lugar a la búsqueda de nuevos métodos o sistemas de control de la
administración pública (crisis, ocaso, decadencia del contencioso-administrativo), no puede
negarse el alto grado de importancia y perfección alcanzado, hasta ahora, por el control
jurisdiccional, por lo que se ha afirmado que "...la mejor fiscalización de la actividad administrativa,
la que reúne mayores garantías jurídicas es la realizada por los tribunales...".

3. Control de la administración y el principio de separación de funciones.

El principio de separación de funciones, juega un papel de vital trascendencia en la conformación


de la idea del control jurisdiccional de la administración, dado que fue concebido como una
garantía de la libertad, como una forma de la contención del poder por sí mismo (mediante el
control mutuo e interacción de los órganos del estado).

El principio de la separación o división de las funciones estatales, que tiene pleno reflejo en la
Constitución Política, posee por clave de su estructura la contención del poder, para lo cual es
necesario arbitrar un sistema de pesos, contrapesos, frenos y límites recíprocos ("cheks and
balances"), y de esa manera lograr un balance o equilibrio de poderes en aras de garantizar la
libertad ciudadana.

En suma, la separación de funciones, rasgo característico del Estado social de derecho, presupone
"...la existencia de un poder judicial independiente que controla la actuación de la administración y
los poderes públicos y garantiza los derechos de los ciudadanos".

4.- Control de la administración y el principio de legalidad.

El control jurisdiccional de la administración está íntimamente ligado al principio de legalidad, pilar


básico del Estado de derecho, pues es la jurisdicción contencioso-administrativa la que ejerce el
contralor de la legalidad (conformidad o adecuación sustancial con el ordenamiento jurídico) de la
función administrativa, a fin de evitar la arbitrariedad. Resulta indudable que la jurisdicción
contencioso-administrativa controla tanto la actuación (jurídica o material) como la inactividad de la
administración cuando medie discordancia con el ordenamiento jurídico, y se lesionen situaciones
jurídicas subjetivas.

De otra parte, el control jurisdiccional posibilita la vigencia efectiva del principio de legalidad pues
por su medio "cualquier acto o conducta, positiva o negativa, de la administración y de sus agentes
puede ser sometida al enjuiciamiento por parte de órganos judiciales, a instancia de cualquier
persona o entidad (pública o privada) a quienes dichos actos o conductas lesionen en sus
derechos o intereses".

El control jurisdiccional de la función administrativa, es, en suma, una consecuencia trascendental


de la aplicación del principio de legalidad a la administración, pues supone que la misma está
sujeta al bloque de legalidad, al derecho, los que se constituyen en parámetros permanentes de la
actuación administrativa, fuera de cuyos márgenes deviene en irregular. El ámbito administrativo es
permeado por el derecho, con lo que no quedan espacios exentos de su cobertura.

II. CONTROL JURISDICCIONAL DE LA ADMINISTRACIÓN Y ESTADO SOCIAL DE DERECHO

El Estado de derecho "es la cristalización de una larga aspiración humana: la supresión de la


arbitrariedad y el despotismo", histórica y esencialmente supone el gobierno de las leyes y la
consecuente autolimitación del Estado a través del derecho, por oposición al Estado absoluto;
constituye la manifestación jurídica del Estado Liberal.

Uno de los rasgos definitorios o presupuestos esenciales del Estado de derecho lo es el control
judicial (jurisdicción contencioso administrativa), es decir, aquél concepto no se agota en la
legalidad de la función administrativa (sometimiento al ordenamiento jurídico) sino que presupone
una serie de instrumentos de fiscalización.35

Conviene aclarar cómo no todo Estado de derecho es tal, pues puede distinguirse un nivel jurídico
y otro ideológico-sociológico, no basta crear y utilizar un ordenamiento normativo para
denominarse Estado de derecho, es necesario, adicionalmente, que el Estado este autolimitado
también por el reconocimiento y protección de los derechos fundamentales del ciudadano y que la
ley sea expresión de la voluntad general, que provenga de una asamblea de representación
popular libremente elegida, no de una individual o sectorial, y que vincule y limite a los poderes
públicos.

Dentro de las necesarias y elevadas aspiraciones de todo Estado de derecho, está la de


instrumentarse como un Estado de justicia.39 Aunque la justicia administrativa no abarca todo el
problema del Estado de derecho, sí constituye un elemento constitutivo indefectible de éste.40 En
lo relativo a la incidencia del control jurisdiccional de la Administración, sobre el concepto de
Estado social conviene tener presente que las garantías amparan, concomitantemente, un interés
privado y uno público pues "El acrecentamiento de las funciones del Estado moderno, al asumir
tareas económico-sociales irrenunciables, debe hacerlo sin desmedro de las libertades públicas a
las que debe servir".

Resulta claro, que el control jurisdiccional de la Administración no sólo es un elemento ínsito al


Estado de derecho, sino que también cumple un rol de primer orden en relación al Estado social.
En efecto, los fines institucionales de la jurisdicción contencioso-administrativa han variado,

La instrumentación técnica del Estado de derecho se ha conseguido fundamentalmente mediante


el derecho administrativo, hay que añadir enseguida que la realización práctica de éste es la que
se verifica ante los tribunales de justicia"

Efectivamente, el control jurisdiccional resulta ser más imperioso en el Estado social, pues a éste
es inherente una corriente recíproca de socialización del Estado y estatalización de la sociedad que
demanda la efectividad de las limitaciones y del control.
El control jurisdiccional de la administración pública, indubitablemente, constituye un medio para
mantener el Estado Social de derecho, pues le garantiza al administrado una serie de derechos y
prestaciones, y de otra parte, combate las arbitrariedades y abusos de la administración en su rol
intervencionista o como dadora de prestaciones positivas.

III. CONTROL JURISDICCIONAL DE LA ADMINISTRACIÓN EN BOLIVIA

A partir de lo precedentemente expuesto y analizado es menester hacer hincapié en el


ordenamiento jurídico boliviano y el control jurisdiccional de la Administración y las etapas o formas
de control que ha atravesado la legislación contenciosa administrativo, explorando la jurisprudencia
respectiva.

Los órganos judiciales ocupan en el ordenamiento jurídico boliviano, una especial posición como
garantes de los derechos fundamentales que, en ejercicio de su función de tutela jurisdiccional
ordinaria, redundan en una mayor eficacia de aquellos, el punto saliente de la justicia administrativa
es mantener esa observancia de la Ley y el Derecho.

Primera etapa legislativa del control judicial de la Administración

Al principio de la República de Bolivia al no existir ninguna normativa específica se entiende que


los conflictos Estado-particulares se resolvían en la jurisdicción ordinaria. Sin embargo los
antecedentes que describiremos a continuación, Walker San Miguel manifiesta que "fue recién el
Código de Procedimiento Civil del año 1976 la norma procesal que reguló - aunque de manera
escueta - el proceso contencioso y contencioso administrativo, por ello mismo era usual sostener
que Bolivia había carecido de una normativa especial que regulase el instituto procesal del
contencioso-administrativo durante toda su vida como estado independiente"

Segunda etapa del control judicial de la Administración

El proceso contencioso administrativo en Bolivia tiene como primer precedente reglamentario, en la


vertiente francesa del control jurisdiccional, el Decreto Supremo de 24 de diciembre de 1857
emitido en el gobierno provisorio del abogado José María Linares, el cual justificado en la
necesidad imperiosa de la creación de un tribunal que evite la confusión de poderes y sea
competente para la resolución de lo contencioso administrativo, dispone el establecimiento de un
Consejo de Estado, mientras se convoca a un Congreso que constituya el país y distribuya las
funciones del poder público.

Una vez separados todos los asuntos contencioso administrativos de la jurisdicción ordinaria por la
disposición, por Decreto Supremo de 26 de junio de 1858 se sanciona la Ley de organización de
tribunales y modo de proceder en los negocios contencioso-administrativos y en los juicios
coactivos de apremio y pago.

El mencionado Decreto constituyó los respectivos tribunales administrativos con los jefes políticos
de cada Departamento (anteriores Prefectos y actuales Gobernadores), un vocal de la
Municipalidad y el Administrador del Tesoro y les atribuyó conocer de todos los asuntos
contenciosos administrativos que ocurran en el Departamento y en los relativos a cuentas
emergentes de la administración de los intereses fiscales del Departamento. En estos procesos el
Jefe Político sustanciaba por sí solo, los asuntos contencioso-administrativos, hasta ponerlos en
estado de sentencia. Los Jefes Políticos de las Provincias conocían los asuntos de igual naturaleza
por sí solos, dentro de sus respectivas circunscripciones, con apelación ante los tribunales
departamentales.
Llama la atención que en este tipo de procesos el mencionado Decreto Supremo disponía que en
los Tribunales administrativos se pudiera litigar sin el ministerio de abogados y procuradores; y
tampoco se exigieran derechos procesales. Las demandas en lo contencioso-administrativo, se
entablarían por medio de un escrito o memorial, que se comunicaría en traslado a la parte
demandada.

No existía recurso de apelación contra las providencias interlocutorias; y las nulidades y agravios
que con ella se causaren, se ventilaban y decidían al mismo tiempo que los recursos que se
interponían contra las sentencias definitivas. Tampoco había lugar al recurso de apelación en las
sentencias pronunciadas en los negocios, en que se litigue un valor que no pase de trecientos
pesos.

Los casos en que corresponde a la Comisión permanente del Consejo de Estado conocer en
primera y única instancia son: 1º de las demandas contenciosas sobre subsistencia, recisión y
efectos de los remates y contratos celebrados directamente por el Gobierno: 2° de las demandas
contenciosas á que den lugar las resoluciones supremas, cuando el Gobierno acuerde someter al
conocimiento del Consejo las reclamaciones de las partes.

El profesor boliviano José Gutiérrez señalaba que al mencionado decreto le caracteriza su


tendencia invencible a convertir las oficinas administrativas en verdaderos tribunales de justicia,
contra los cuales, el Derecho administrativo moderno reacciona sensiblemente, pues de otro modo
se desvirtuarían las atribuciones esenciales y peculiares de la administración.

Lamentablemente, a pesar de la búsqueda realizada en archivos históricos nacionales y


bibliografía se ha podido revisar escasa jurisprudencia de este periodo del contencioso
administrativo en Bolivia

Tercera Etapa del control judicial de la Administración: Jurisdicción ordinaria (Corte


Suprema de Justicia)

Mediante Ley de 30 de septiembre de 1871,13 incorporada en el artículo 22 de la ley de


organización judicial, se declaró abolido el fuero contencioso-administrativo del Consejo de Estado
y se dispone que los jueces y tribunales ordinarios conozcan de estas causas.

La ley de 30 de septiembre de 1871 ha sido explicada e interpretada por la jurisprudencia de la


Corte Suprema, estableciéndose que las autoridades políticas no pueden, sin incurrir en exceso de
poder, decidir las contradicciones de carácter contencioso que ocurren ante ellas, porque son de
competencia de los tribunales ordinarios. Distinguiéndose lo contencioso de lo contencioso
administrativo; será contencioso cuando ya no se trata simplemente de una colisión entre el interés
público y el privado, sino de la definición de derecho de dos particulares, aunque con ocasión de
litigios administrativos; existirá contencioso administrativo cuando el poder administrativo haya
obrado en ejercicio de sus atribuciones o potestad jurisdiccional, la resolución gubernativa ha
herido el derecho del particular y éste promueve la contención administrativa.

Además el profesor Gutiérrez rescata el criterio de Corte Suprema que manifiesta que no
existiendo ningún conflicto de derecho provocado por una resolución del Ejecutivo, las causas de
carácter contencioso-administrativo ordinario deben ser resueltas por el juez de partido y no por la
Corte Suprema, que sólo conoce en primera y única instancia de las demandas contencioso-
administrativas a que dan lugar las resoluciones gubernativas. Así, las causas de carácter
contencioso-administrativo ordinario deben ser resueltas por el juez de partido, reservándose al
conocimiento privativo de la Corte Suprema las demandas contencioso-administrativas a que den
lugar las resoluciones gubernativas.
Por la referencia que otorga el profesor Gutiérrez, en la práctica administrativa de aquella época,
raros eran los casos en los que se promovía contención administrativa con motivo de resoluciones
prefecturales, pues era necesario apurar la vía gubernativa y llegar ante una autoridad de cuya
decisión no sea posible reclamar, dentro del orden jerárquico, y en Bolivia esa autoridad o tribunal
administrativo era el gobierno, y únicamente la Corte Suprema podría conocer de tales causas.

Gutiérrez sostiene que "el artículo 22 de la ley de organización judicial (ley de 30 de septiembre de
1871), ha hecho suponer a muchos que quedo suprimido lo contencioso-administrativo pero éste
es un grave error, pues lo único que se ha hecho es abolir el fuero contencioso-administrativo, es
decir los tribunales especiales creados por el decreto supremo de 26 de junio de 1858".

Si al Ejecutivo se le había conferido la facultad de conocer en los llamados juicios administrativos,


es lógico aceptar que sus fallos deben ser revisados por algún tribunal y éste no puede ser sino la
Corte Suprema cuando ha habido violación de la ley expresa y terminante, o algún vicio sustancial
en el proceso, mucho más si se toma en cuenta que el Supremo Tribunal decide las contenciones
provocadas por los contratos del gobierno; conoce también de los juicios de expropiación, aguas,
etc., y sólo la legislación ha desamparado al litigante que considera lesionado sus derechos, con
ocasión de alguna resolución suprema dictada en los otros asuntos administrativos, como sucedió
principalmente tratándose de los litigios mineros, salvo que se alegue falta de jurisdicción.

Si dentro de la organización institucional, la Corte Suprema podía suspender los efectos de una
ley, decreto, reglamento o cualquiera otra disposición gubernativa en casos concretos, cuando la
una o los otros están en pugna abierta con los preceptos constitucionales; si tiene facultad para
interpretar los contratos celebrados por el Estado como poder público y resolver las contiendas a
que dan lugar; y si finalmente conoce de las cuestiones suscitadas entre el Fisco y los particulares,
con motivo de juicios administrativos, el profesor Gutiérrez se preguntaba, "¿por qué sólo se ha
creído atentar contra la independencia de los poderes, facultando a la Corte Suprema para anular o
casar las resoluciones expedidas por el gobierno, en caso de ley expresa o terminante?

Gutiérrez sostenía que "se impone la reforma de nuestra legislación administrativa en este orden,
siendo indispensable propender a modificarla en sentido de autorizar el recurso de nulidad contra
toda providencia definitiva o interlocutoria dada en cualquier juicio administrativo, de acuerdo con lo
dispuesto por el Procedimiento Civil, entendiéndose que el recurso no debería impedir que se lleve
a debido efecto el fallo gubernativo y el recurrente estaría obligado a acompañar un certificado de
depósito de Bs. 100, que quedaría consolidado a favor del Fisco, si se lo declara infundado o
improcedente. No debería imponerse tampoco responsabilidad al Estado, si se anulase la
resolución. El autor señalaba que aceptándose esta modificación legal, ya no tendrían objeto los
juicios contencioso-administrativos, salvo que se tratase de contratos celebrados por el poder
público, o de cuestiones emergentes del ejercicio del Patronato Nacional. Asimismo, señala que se
nota en nuestra legislación, respecto de las llamadas demandas contencioso-administrativas, pues
no existe término alguno legal para imponerla, quedando en consecuencia las resoluciones
supremas sujetas indefinidamente a la demanda ante la Corte Suprema".

Finalmente, "aceptándose la doctrina diseñada anteriormente, respecto de la admisión del recurso


extraordinario de nulidad, de las resoluciones gubernativas, podría todavía hacerse una objeción
de carácter administrativo, sosteniéndose que se recargaría considerablemente el despacho de la
Corte Suprema. Este argumento hasta cierto punto no tiene valor, pues hoy día los litigantes con a
sin razón legal se presentan ante los estrados del Supremo Tribunal; y en todo caso sería fácil y
conveniente organizar un Tribunal Supremo administrativo de la misma jerarquía que la Corte
Suprema, debiendo ser designados sus miembros en igual forma y condiciones que los de la
Suprema, con absoluta independencia del Poder Ejecutivo. El tribunal supremo administrativo,
cuyos fallos serían inamovibles, conocería de todos los asuntos administrativos"

Lo contencioso-administrativo se diferencia de lo contencioso judicial conforme José S. Quinteros


cuando "La contención judicial es el litigio entre partes que representan intereses y derechos
privados en el orden puramente civil. No intervienen en lo judicial el interés general o el derecho
público. Los litigantes son personas civiles, que reclaman de ambas partes derechos adquiridos.
Cuando el Estado procede como administrador defendiendo el interés general, sus actos oficiales
que ataquen derechos, no dan lugar a a demandas judiciales sino a demandas administrativas.
Pero si el Estado representa el derecho privado, ya sea como propietario o como contratante,
entonces comparece ante los tribunales judiciales ordinarios, como mera persona civil y litiga en
juicio reclamando y defendiendo un derecho privado, no ya el interés general; el asunto es pues,
contencioso judicial".

Sin embargo, conforme lo señalo el profesor Carrasco, esta competencia originaria del Supremo
Tribunal, lejos de ser una garantía, es un obstáculo ya por las dificultades de ocurrir hasta el
asiento de la Suprema, ya por el peligro de las frecuentes improcedencias. Así, en criterio de
Carrasco, no hay razón para establecer una jurisdicción especial tratándose del amparo de los
derechos particulares contra los ataques del poder público. El Estado en sus relaciones con los
ciudadanos es una persona jurídica como cualquiera y debe estar sometido a la jurisdicción común.
Carrasco manifiesta que así lo sostenían con razones irrefutables los publicistas de Bélgica, del
Brasil, de Chile, etc y así se practica con ventaja en esos países en que el derecho individual es
respetado y acatado.

El inciso 5 del artículo 111 de la Constitución Política de 1880 estableció como atribución de la
Corte Suprema de Justicia la de conocer de las causas contenciosas que resulten de los contratos,
negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo, y de las demandas contencioso-administrativas
a que dieren lugar las resoluciones del mismo" Ese texto constitucional se ha mantenido inalterable
en las Constituciones posteriores hasta la de 1967, así como en las respectivas leyes de
Organización Judicial, entre ellas la atribución 13 del artículo 51 del Código de Organización
Judicial.

En esta situación conforme nos reseña la jurisprudencia D'avis "la Corte Suprema mantuvo el
criterio de que los conflictos de derecho provocados por los actos de otras autoridades
administrativas, que no sea el Poder Ejecutivo sean resueltas por los jueces de partido y no por la
Corte Suprema"35.

Además, D'avis nos menciona algunos criterios jurisprudenciales que a continuación cito:

• "Lo contencioso administrativo ante la Corte Suprema, procede solamente después que el poder
Ejecutivo haya decidido un conflicto entre el interés público y el derecho privado, con detrimento de
éste"

• "El juicio contencioso administrativo sólo procede en cuestiones anteriormente resueltas por el
gobierno, sin cuya circunstancia no son admisibles".

• "El juicio contencioso-administrativo de que conoce la Corte Suprema, es la discusión en


procedimiento contradictorio, de uno o más puntos resueltos con anterioridad por el Ejecutivo, a
reclamación de quien se crea herido en sus derechos, en conflicto con el interés público, y no tiene
lugar contra las disposiciones generales que contiene un Decreto Supremo reglamentario, sino
contra la decisión particular que recae en el reclamo que formula el interesado cuando se trata de
aplicar dicho decreto y no es reclamable en cuanto contiene disposiciones generales".

• No es responsable la administración general, en juicio contencioso administrativo, cuando en uso


de sus atribuciones dicta reglamentos, etc"

• Para que haya juicio contencioso administrativo es menester que el interés privado este en
oposición legítima contra el público, fundado en un derecho perfecto y absoluto". (G.J. No. 669,
pág. 9).

• "No hay derecho contra el fisco, para reclamar por la devolución de una suma depositada en
garantía de ejecución de contrato que no se cumplió, y se consolidó más bien en el erario como
penalidad de ejecución".

Abolido, en principio, el fuero contencioso administrativo, según el artículo 22 de la Ley de


Organización Judicial, el conocimiento de estas causas corresponde a los jueces y tribunales
ordinarios. Si por el artículo 51 atribución 13 de la misma Ley, conoce la Corte Suprema de las
demandas contencioso administrativas a que dan lugar las resoluciones del gobierno, no existe
disposición alguna legal que atribuya este conocimiento a las cortes de distrito cuando la demanda
se interpone con ocasión de los actos ejecutados por los concejos municipales".

"La potestad constitucional conferida por la Carta Fundamental a la Corte Suprema, para conocer
de las demandas contencioso-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del Poder
Ejecutivo, se ejercita solamente cuando la persona que se conceptúa herida en sus derechos e
intereses con la resolución del Ejecutivo, inicia la acción ordinaria de puro derecho, contra la
Administración Nacional, con arreglo a las disposiciones que le son relativas".

IV. ALCANCE DEL CONTROL JURISDICCIONAL PREVISTO EN LA CONSTITUCIÓN

En definitiva, está el sólido sustento que la jurisdicción contenciosa-administrativa, es la jurisdicción


especializada que tiene competencia para ejercer control jurídico sobre la actuación de la
Administración Pública, arribando a la conclusión de que en las cuestiones referidas a la actuación
de la Administración Pública corresponden a esa jurisdicción especializada y no a la ordinaria.

La SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 1617/2013Sucre, 4 de octubre de 2013,


estableció:

“Efectivamente, en el marco del constitucionalismo plurinacional y comunitario que integra


los postulados del Estado Constitucional, el principio de supremacía constitucional exige el
absoluto sometimiento de gobernantes y gobernados a la Ley Suprema del Estado,
fundamentalmente por dos razones: porque emana de un poder con legitimidad cualificada,
como es el poder constituyente, y porque se constituye en parámetro de validez de las
otras disposiciones normativas infraconstitucionales existentes dentro de un Estado. Bajo
lo dicho, debe considerarse que la Constitución Política del Estado tiene una incuestionable
fuerza normativa; pues es una norma jurídica auténtica, susceptible de invocación en la
sustanciación de cualquier proceso o causa, de manera que los jueces y tribunales están
compelidos a resolver los litigios a la luz de la Norma Suprema del Estado, entendimiento
que supone la materialización del principio de eficacia y aplicación directa del texto
constitucional. Partiendo de la premisa anterior, la eficacia de los derechos fundamentales
no se encuentra a merced de su desarrollo legislativo, sino que son directamente
aplicables, lo cual significa: “(1) que puede reivindicarse su tutela en cualquier actuación
procesal con el solo fundamento de la norma constitucional, (2) que su falta de desarrollo
legislativo no es obstáculo para su aplicación y (3) que debe interpretárselos a favor de su
ejercicio”. Bajo ese razonamiento, los principios insertos en la Norma Suprema se
establecen como directrices para los poderes públicos y particularmente para los
administradores de justicia, ello permite prescindir de un desarrollo legislativo para
garantizar la eficacia de los derechos fundamentales, viabilizando su materialización y el
ejercicio pleno a la luz de la interpretación de los principios insertos en la Constitución
Política del Estado.”

Conclusiones

A manera se conclusión se puede establecer que el control jurisdiconal…….

en Bolivia no existe a la fecha una norma que regule el Proceso Contencioso Administrativo.
Asimismo, se ha llegado a un punto en que el Control Jurisdiccional de los Actos Administrativos
está cada vez más a cargo de la misma administración Pública, lo cual desemboca en un abuso
por parte de los malos funcionarios públicos en los diferentes ámbitos del Estado, aspecto que
hace necesario que se regule mediante una Ley Nacional a través de un procedimiento legislativo.

En ese entendido, resulta imperativa la necesidad de crear una Ley como Jurisdicción
Especializada que regule el Proceso Contencioso- Administrativo para un mejor control
Jurisdiccional de los Actos Administrativos e implementación de normativa adecuada que llene este
vacío jurídico e instaure de forma legal el Proceso Contencioso Administrativo en Bolivia

La jurisdicción contenciosa administrativa ha sido instituida para establecer si la Administración


Pública ha sujetado su actuación al principio de legalidad

Inicialmente sólo se sometió el acto administrativo al control jurisdiccional de legalidad, luego dicho
control se hizo extensivo a la actividad de la administración Pública, naciendo así la llamada
jurisdicción contenciosa-administrativa como actualmente se la concibe y, con ello se profundizó el
Estado de Derecho al predicarse la vigencia del principio de legalidad y de sujeción de la
administración a la Ley.

La evolución de la ciencia del derecho y por ende de la jurisprudencia en sujeción a lo determinado


por la Constitución Política del Estado y los nuevos principios y valores en respuesta a los nuevos
objetivos del Estado, y la prevalencia del interés público por encima del interés privado, este
Tribunal Supremo de Justicia ha adoptado una línea jurisprudencial emitiendo Autos Supremos
como los signados con los números 405/2012, 419/2012 entre otros, encaminados a determinar
que las contenciones emergentes de contratos administrativos y su correcta vía de impugnación,

Para concluir debemos decir que en el ámbito de la actual Constitución Política del Estado y de la
Ley Nº 620, la disposición final Tercera de la Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013 (Código
Procesal Civil). La competencia en lo contencioso-administrativo, corresponde a las Salas
Especializadas de los Tribunales Departamentales de Justicia así como a la Sala
Especializada del Tribunal Supremo de Justicia y en Casación ante la Sala Plena del máximo
tribunal referido, consiguientemente la competencia para el conocimiento y resolución de todo
litigio emergente de la interpretación controvertida y de la ejecución de los contratos administrativos
no corresponde a la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de igual manera resulta también
contrario a las reglas de competencia jurisdiccional someter esas controversias a los Tribunales
ordinarios de materia civil o comercial, lo que encontraría sanción en lo previsto por el art. 122 de la
Constitución Política del Estado que establece que: “Son nulos los actos de las personas que
usurpen funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen jurisdicción o
potestad que no emane de la ley”.

En los periodos descritos, conforme lo que sucedió en otros países de la región, el tratamiento
formalista desarrolla sistemáticamente un derecho procesal administrativo liberal concebido, en
realidad como derecho privado (por más paradójica que resulte esta afirmación): aquí se parte y
desarrolla la ficción de un derecho administrativo que defiende a los individuos frente a la siempre
presente arbitrariedad del Estado.

Así podemos afirmar en base a lo mencionado que Bolivia ha transcurrido por los modelos de
control de la administración originados en Francia e Inglaterra, construyendo una ficción de
protección de los derechos del administrado frente a la administración.

RECOMENDACIÓN

La inexistencia en Bolivia de una ley especializada en los procesos contenciosos administrativos


revela lo primaria que es todavía la legislación de la materia en nuestro país, lo que obliga a
puntualizar algunos aspectos que deben quedar claros para el mundo litigante, porque es
obligación de los administradores de justicia despejar la incertidumbre que, en muchos casos,
ocasiona más de un malentendido a abogados, litigantes y los propios juzgadores. Y ya que
nuestro país, no dispone de una Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa para el
conocimiento y resolución de las demandas emergentes de la actividad administrativa. “La anterior
Constitución de 1967 reformada a julio de 2005, en su Artículo 118º atribución 7a., respecto de las
atribuciones de la Corte Suprema de Justicia, estableció dos tipos de causas contenciosas: las que
resulten de los contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo (Presidente de la
República y Ministros de Estado, según el Artículo 85 constitucional), y las que dieren lugar las
resoluciones del mismo, es decir resoluciones de alcance general, a saber: decretos supremos,
resoluciones supremas, resoluciones ministeriales.

En ese sentido, y ante la ausencia de una norma legal específica de la jurisdicción contencioso-
administrativa, el Código de Procedimiento Civil, de 6 de agosto de 1975, en sus Artículos 775 y
778, norma el procedimiento del proceso contencioso resultante de los contratos, negociaciones y
concesiones del Poder Ejecutivo, y el procedimiento del proceso contencioso administrativo a que
dieren lugar sus decretos y resoluciones supremas, en caso de existir oposición entre el interés
público y el privado y lesiones al derecho privado de la persona, y por su parte la Ley Nº 1455 de
18 de febrero de 1993, de Organización Judicial, en su Artículo 55º numeral 10, le atribuye a la
Corte Suprema de Justicia en Sala Plena, el conocimiento de dichos procesos.

Al normarse el proceso contencioso y el proceso contencioso administrativo, en el Código de


Procedimiento Civil Boliviano, que exige el agotamiento previo de la vía administrativa, se
estableció su procedencia únicamente en contra de los actos bilaterales (Art. 775) y decretos
supremos y resoluciones supremas, del Poder Ejecutivo (Art. 779), debiendo tramitarse en la vía
ordinaria de hecho o de puro derecho (Art. 777), y de puro derecho (Art. 781), respectivamente,
ante la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia. Toda vez que por disposición constitucional y
legal, ambas causas contenciosas, son de competencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala
Plena, y no de los Jueces y Cortes Superiores de Distrito, los procesos contenciosos aplicables a
dichas causas, son de conocimiento y resolución en única instancia ante el máximo tribunal de
justicia, y no disponen de una segunda instancia de revisión jurisdiccional, como la generalidad de
los procesos ordinarios del orden interno civil, laboral, social, familiar, tributario, como tampoco
consultan las instancias de apelación y revisión, que consignan los procesos contenciosos
administrativos de la legislación comparada analizada.

Habiéndose identificado la problemática señalada precedentemente se recomienda, es


indispensable cohesionar criterios de interpretación y aplicación de las diferentes normas, a efectos
de corregir procedimientos e identificar las corrientes jurisprudenciales existentes, al efecto de
regular correctamente las relaciones jurídico administrativas y lograr de modo legal, justo y
sostenible la solución de un conflicto de intereses entre los administrados y la Administración o
Administraciones Públicas, se recomienda un análisis minucioso y la proposición de un proyecto de
ley como jurisdicción especializada que regule defina y delimite las facultades en los
Proceso Contencioso-Administrativos para un mejor control Jurisdiccional de los Actos
Administrativos dentro el marco de la Constitución Política del Estado.

SUGERENCIA

En consideración de la amplia gama normativa dispersa vinculada al tema y a efectos de generar


las herramientas jurídicas suficientes para desarrollar los fallos dentro del marco que la
Constitución Política del Estado establece, y en base a toda la normativa vigente a la que se
encuentra sujeta; todo ello bajo el objetivo de regular correctamente las relaciones jurídicas; a
manera de contribución y sugerencia me permito plantear como tema de monografía a ser
realizado por mi persona a la conclusión del presente diplomado la siguiente temática:
PROPUESTA DE LEY COMO JURISDICCIÓN ESPECIALIZADA QUE REGULE EL PROCESO
CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO PARA UN MEJOR CONTROL JURISDICCIONAL DE LOS
ACTOS ADMINISTRATIVOS EN BOLIVIA.

BIBLIOGRAFÍA

 BOLIVIA. Nueva Constitución Política del Estado, de 7 de febrero de 2009


 BOLIVIA, Ley Nº 25 Ley del Órgano Judicial de 24 de junio de 2010.
 BOLIVIA, Código Procesal Civil (Ley N° 439) de 19 de noviembre de 2013
 BOLIVIA, Ley Transitoria para la Tramitación de los Procesos Contencioso y Contencioso
Administrativo (Ley N° 620) de 29 de diciembre de 2014.
 OSSORIO Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Editorial
“Heliasta” 2007

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