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LAS RAÍCES BÉTICAS


DE TRAJANO
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Alicia M a Canto

LAS RAÍCES BÉTICAS


DE TRAJANO

Los Traii de la Itálica turdetana,


y otras novedades sobre su familia

1950º aniversario del nacimiento de Trajano

I T Á L I C A

SEVILLA, 2003
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Alicia Mª Canto ÍNDICE


Las Raíces Béticas de Trajano

© Alicia Mª Canto
© de esta edición: Taller de Editores Andaluces, S.L.

rd editores Introducción para el lector . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9


San Juan de la Palma, 11
41003 Sevilla
Tlf: 95 422 22 68 CAP. 1. Oscuridades sobre la familia de Trajano . . . . . . 29
Fax: 95 422 16 87
rdeditores@rdeditores.com
www.rdeditores.com CAP. 2. El padre de Trajano: un Traius de origen

Esta edición ha contado con la participación inestimable de la y nacimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37


Fundación Itálica de Estudios Clásicos y con la colaboración de
Caja San Fernando, la Diputación Provincial de Sevilla (Casa de
la Provincia), Fundación Casa Álvarez de Toledo y Teatro Clásico CAP. 3. Los Tra(h)ii o Trayos de Itálica . . . . . . . . . . . . 52
Greco-Latino.

Diseño de cubierta y maquetación: Directa CAP. 4. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60


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ISBN: 84-95724-17-0
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Impresión: Gasmath Difusiones Gráficas

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Fig. 1.- Retrato de Trajano conserva-


do en Venecia, del tipo oficial entre
107 y 110 d.C. (Tomado de: Traiano
INTRODUCCIÓN PARA EL LECTOR:
ai confini dell’Impero, Milán, 1998,
pp. 163 y 194, nº 2).

TÓPICOS Y REALIDADES SOBRE LA ITÁLICA MÁS ANTIGUA,


Y SU RELACIÓN CON LOS ORÍGENES DE TRAJANO. Marco
Ulpio Trajano (fig. 1), que sería llamado «Óptimo», y el más citado
como modelo de emperadores y espejo de príncipes medievales y mo-
dernos, nació el 18 de septiembre del año 53 de nuestra era –que por
entonces se identificaba con el 806 desde la fundación de Roma– en el
ya por aquellos años muy prestigioso municipio de ciudadanos roma-
nos de Itálica. El Municipium Italica, como más sencillamente se auto-
define en sus amonedaciones de época augustea y tiberiana, acuñó el
conjunto de reversos más «romano» de toda la Península Ibérica (Genio
A la memoria de Antonio García Bellido del Pueblo Romano, Ejército de Roma, Loba y Gemelos, Cornucopia,
en el centenario de su nacimiento, 10-2-1903* Capricornio de Augusto, Altar de la Providencia imperial, Germánico,
Druso y Livia), lo que es buen indicio de la máxima integración de sus
habitantes en las «esencias» del Imperio, y de una excelente relación de
la ciudad con la domus o dinastía reinante, la julio-claudia.
Itálica, esto es, «ciudad de Itálicos», fue el primer asentamiento es-
table que los Romanos crearon fuera de su territorio, poco después de
que fueran llevados a la victoria en Hispania por el jovencísimo y pre-
coz estratega –al llegar aquí contaba sólo 24 años– Publio Cornelio Es-
*
La Fundación Itálica acogió en su momento con total simpatía mi propuesta de dedicar este libro cipión. Con ella, éste vengaba al mismo tiempo el honor romano y
al recuerdo del más notable y completo arqueólogo español del siglo XX, cuyo primer centenario ha las crueles muertes de su padre y de su tío, dos consulares y prestigio-
venido a coincidir con esta publicación. García Bellido –de cuyo magisterio tuve la suerte de dis-
sos generales, «rayos del Imperio» como les llamó más tarde Cicerón,
frutar, en la Universidad Complutense de Madrid y en el Instituto “Rodrigo Caro” del CSIC, crea-
ción suya– tuvo muy diversos temas de estudio y cientos de publicaciones, pero entre ellos y ellas que, traicionados por sus mercenarios celtíberos, habían caído con la
ocuparon un lugar destacado Itálica y sus emperadores. Su libro Colonia Aelia Augusta Italica, publi- mayor parte de sus ejércitos cinco años atrás, en 211 a.C., en la cabe-
cado en 1960, marcó un antes y un después en los estudios sobre Itálica, y quedó como modelo del
cera del Guadalquivir (en Castulo, cerca de Linares, y en Ilorci, junto al
estudio panorámico de una ciudad romana.

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Tranco de Beas, donde el Guadalquivir se vuelve decidido hacia el Oes- los últimos veinte años, me servirá, y espero servirá al lector, de necesa-
te), en un gran desastre que fue sentido como uno de los más grandes rio pórtico para las investigaciones que en los capítulos que siguen pre-
que había padecido la Roma republicana. sentaré. Durante casi ciento cincuenta años, después de que Ivo de la Cor-
Tras arrebatar Escipión «el Africano» por sorpresa a los púnicos, en tina encontrara en sus excavaciones de 1839-1840 los restos de una ins-
el 209, su fuerte capital levantina, Nueva Cartago (la actual Cartagena), cripción ya rota (Corpus Inscriptionum Latinarum-Hispania: CIL II, nº
su definitivo triunfo junto a Ilipa (hoy Alcalá del Río, Sevilla) en el 206 1119) se ha afirmado, por ejemplo, siguiendo en ello las lecturas e hi-
a.C. permitiría por fin a los romanos, tras sólo 13 años en total de gue- pótesis del insigne estudioso alemán Theodor Mommsen, que Itálica se
rra sobre el terreno (218-206), obligar al enemigo a embarcar sus últi- fundó «como un vicus civium Romanorum», esto es, como un simple
mos efectivos peninsulares, y sustituir a Cartago en la posesión de la barrio o aldea de ciudadanos Romanos. O bien que sería como un pro-
Península Ibérica. Y, más que todo, en la de sus variadas riquezas me- pugnaculum o especie de avanzada o acuartelamiento de vigilancia mili-
talíferas, sin duda el principal objeto del deseo de ambas potencias, que tar, que tendría como misión «el control de los pueblos lusitanos». Pero
las necesitaban para la gran cuestión de fondo que en realidad se an- en realidad ningún texto escrito, y ni siquiera la citada inscripción, tam-
daban disputando, aquí y en Italia: cuál de ellas dominaría el Medite- bién erróneamente atribuída al general Lucio Mummio (la mitad dere-
rráneo durante los siguientes siglos. Las variadas y poderosas minas cha de la cual se conserva hoy, expuesta en el Museo Arqueológico de Se-
españolas, con cuyo producto los cartagineses, entre otras cosas, vení- villa), avala tan extendidas suposiciones.
an haciendo frente a los tributos romanos, pasaron a financiar de allí Apiano de Alejandría, relatando en el siglo II d.C. las antiguas con-
en adelante buena parte de las posteriores conquistas de Roma en el res- quistas y guerras de Roma por países (Historia Romana. Iberica, 38, pá-
to del mundo antiguo. Puede decirse que en cierto modo el gigantesco rrafo 153), al darnos la escueta noticia de la fundación de Itálica (y es el
Imperio romano se fundó desde sus momentos iniciales, a modo de so- único autor en hacerlo, de los que han conseguido llegar a nosotros), ya
lidísimos cimientos, sobre el oro, la plata, el bronce y los acerados la llama y define como pólis, esto es, una verdadera ciudad. Por otro la-
hierros –éstos en forma de certeras armas– de Hispania, igual que el Im- do, el nombre mismo, junto con el estudio de los apellidos italicenses que
perio español de la Edad Moderna, como una nueva Roma, se alzó nos conserva su rica epigrafía posterior, es a su vez buen indicio para
sobre los ricos metales de la América recién conquistada. Terminados deducir la composición de los ejércitos que venían con los Escipiones,
los asuntos más urgentes de la guerra, Escipión pudo pensar en los asun- que serían en su mayoría reclutados entre los pueblos aliados proceden-
tos de la paz, y con ello en instalar a sus veteranos y heridos en algún tes de distintas regiones italianas, mientras los Romanos mismos consti-
lugar apropiado del territorio recién adquirido. tuirían sobre todo los cuadros de oficiales. De hecho, mucho tiempo des-
Durante siglos se han repetido, y se siguen repitiendo, algunos tópi- pués el emperador Adriano, sobrino-nieto y sucesor de Trajano, lo con-
cos en torno a Itálica y a los emperadores que en ella nacieron. Aclarar firmará en su perdida autobiografía, al hacer referencia expresa a la origo
primero algunos de ellos, para desdecir los cuales he trabajado mucho en vetustior o solar remoto de su propia familia, la Aelia, que había venido

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de la región aliada del Piceno, junto al mar Adriático, y se había asenta- rrafo 153 indica que Escipión dejó so-
do en Itálica en estos años iniciales de la conquista. bre el territorio meridional «una pe-
Pero no es verosímil que ciudadanos itálicos, procedentes de ciu- queña guarnición, como corresponde a
dades muchas de las cuales tenían entonces ya el estatuto de colonias una época de paz». Por todo ello me
Latinas (un nivel algo inferior al romano puro), se organizaran para vi- parece más lógico pensar en que para
vir en la forma de un simple vicus o barrio sin categoría jurídica. Del fundar Itálica se eligió un punto flu-
mismo modo, también parece obvio que el lugar de Itálica se encuen- vial y portuario (el Baetis pasaba cier-
tra demasiado lejos de la ubicación real en estos tiempos de los lusita- tamente a su pie, aunque muchas ve-
nos como para ser «una avanzadilla» contra ellos. Este pueblo es con ces también esto se negó), enfrente de
frecuencia imaginado a partir de la zona serrana de Sevilla, en las altu- la opulenta urbe de Hispalis, ésta bien Fig. 2.- Plano de la situación de la Itálica ro-
mana, junto a la «Madre Vieja». Obsérvense
ras que vierten ya hacia el Guadiana. Erróneamente sin embargo, pues protegida por la naturaleza, según las su relación con Hispalis e Ilipa, y sus comuni-
allí habitaban en esta época más bien pueblos célticos y vetones, ha- leyendas una lejana fundación de un caciones con las regiones mineras próximas.
llándose aún los lusitanos en su ubicación primitiva, más al norte del Hércules semita y hasta hacía escaso La «vía Adrianea» correspondería a los dos
miliarios de Adriano aparecidos en el teatro.
río Tajo; los Lusitanos no son citados como enemigos de Roma hasta tiempo poderosa capital púnica. De (Tomado de Madrider Mitteilungen 26, 1985,
el año 194 a.C. (Livio 35,1), cuando inician sus «razzias» sobre el rico otro lado, el nuevo asentamiento esta- fig. 2. Mapa de la autora y dibujo de J. Fer-
nández Pérez).
valle del Betis. Los célticos no mostraron gran resistencia a Roma, y los ba conectado por antiguas rutas con
vetones se defendieron más bien en la línea del Tajo, junto con los vac- las cuencas mineras de Riotinto y Az-
ceos y los carpetanos. Los túrdulos de la zona de la Beturia, hacia los nalcóllar –como el muy sugestivamente llamado «camino de los Ca-
Pedroches, por su mayor parentesco con los semitas (de hecho, uno melleros»– y ello explicaría un asentamiento de utilidad inicialmente
de los caudillos que se citan a su frente se llamó Punicus), sí pudieron económica, dando salida protegida hacia el Guadalquivir a los metales
protagonizar algunas escaramuzas hacia el sur, pero al parecer sin gran que habían de ser embarcados hasta Roma, al menos con más seguridad
trascendencia, pues en el año 185 a.C. las tropas romanas ya se podían que la que entonces podría prestar los puertos de Ilipa e Hispalis, don-
concentrar tranquilamente en la Beturia, al sur del Guadiana, para pro- de los focos pro-cartagineses debían de ser aún fuertes (fig. 2). El lugar,
seguir la conquista al norte del río. por otro lado, ligeramente elevado, agradable, abastecido de sus propias
Se desvanecería así también, junto con el vicus, la explicación de una aguas, con bellísimas vistas sobre aquel Baetis todavía medio oceánico,
Itálica como supuesto propugnaculum militar contra lusitanos, por ale- y un territorio moderado pero suficiente para su autoabastecimiento, re-
jada de ellos, porque tampoco su ubicación y características topográfi- sultaba muy idóneo para la recuperación de los soldados heridos.
cas garantizan defensa efectiva para una verdadera fuerza armada de ocu- Aunque los eruditos españoles de los siglos XVI en adelante siempre
pación y porque, además, suele olvidarse que Apiano en el mismo pá- imaginaron que Escipión había elegido un lugar habitado por indíge-

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nas que se llamaría Sancios, según una equivocada tradición literaria (que En efecto, el autor griego Estrabón, que escribe en Roma en época
tenía la virtud de ligar este nombre al moderno de Santiponce, aunque de Augusto, al describir la Iberia (denominación griega para Hispania)
éste, agobiado por las riadas, no subiría a la zona alta hasta 1600), un sec- y mencionar a Córdoba, nos dice expresamente que fue a ella a donde
tor de los modernos historiadores y arqueólogos defendieron, por los años Roma envió «la primera expedición colonial a estos lugares», es decir, a la
70 del XX, más bien que los soldados de Escipión, heridos y cansados Turdetania. Y, más aún nos dice, que para esta primera colonización
por los años de guerra, serían instalados en un lugar ex novo, es decir, nue- en toda regla (pues la de Itálica era un asentamiento en campaña, hecho
vo e inhabitado. Excavaciones arqueológicas posteriores o en más ade- sobre la marcha), optaron por la selección de cierto número de «indí-
cuado sitio demostraron que bajo Santiponce, lugar del primitivo em- genas escogidos», evidentemente entre las élites, que en adelante habita-
plazamiento romano, sí existían también restos anteriores a los fines del rían con ellos. Aunque es otro tópico en la bibliografía sobre Córdoba
siglo III a.C., por lo que debía creerse entonces que, en efecto, el solar de que la ciudad romana no se fundó hasta los años 169 o 161 a.C., la ci-
la primera Itálica estaría más antiguamente habitado por un grupo de la ta de Estrabón se comprende mucho más claramente treinta o cuaren-
misma etnia Turdetana que ocupaba casi todo el valle del Baetis. ta años antes, en el entorno del 200 a.C., según vengo también defen-
Se planteó entonces el debate acerca de cómo sería la coexistencia diendo hace unos años, es decir, muy poco después de la de Itálica. Y
con estos indígenas: si en dos recintos rigurosamente separados uno de otra vez Apiano nos es útil en este sentido, pues indica que «poco antes
otro, o todos juntos en un solo núcleo. Se impuso desde el principio, a de la 140ª olimpíada (esto es, del periodo 200-196 a.C.) los romanos
partir de 1980 (y para la mayoría todavía es la válida), la primera te- comenzaron a enviar pretores anuales a Iberia, cerca de los pueblos con-
sis, que implica obviamente aceptar una especie de «apartheid», al mo- quistados, para ser sus gobernadores y velar por el mantenimiento de la paz».
do que sí sabemos que practicaron los griegos en sus colonias (por ejem- Los própósitos serían parecidos, o quizá algo más complejos y preme-
plo en la vetusta Ampurias gerundense). A pesar de ello, parece más ló- ditados que los que guiarían a Escipión: dividir y controlar mejor los po-
gica la más minoritariamente apoyada segunda hipótesis, que elaboré sibles focos de resistencia púnica, preparar desde Córdoba, desde el mis-
y defendí hace mucho tiempo, de que en Itálica el hábitat sería segu- mo centro del valle del Baetis, la conquista y explotación sucesivas de los
ramente mixto, de itálicos, romanos y turdetanos, y dentro de unos mis- ricos depósitos mineros de ambas Beturias y Sierra Morena (plata, plo-
mos muros, ya que dos ejemplos inmediatos en el tiempo, el de Cor- mo, mercurio y hierro en la serranía cordobesa y el sur de Badajoz, ga-
duba, la mayor capital turdetana, y el de Carteia, en la actual costa de lena argentífera en la segunda), la organización del uso del Guadalqui-
Cádiz, apoyan más bien que hubo «sinoicismo», un término proceden- vir desde donde éste realmente era navegable para el envío de las consi-
te del similar vocablo griego que significa «habitar en común», y que fue guientes remesas, y a la vez estructurar la administración de la nueva
una de las prácticas frecuentes de los romanos en otros lugares. Dos ca- provincia de la Hispania Ulterior desde la ciudad que era –no sabemos
sos que explico brevemente al amable lector, ya que interesan a nues- desde qué tiempo inmemorial– su más fuerte capital, poniéndola rápi-
tros efectos posteriores. damente a funcionar de facto como sede de la nueva provincia. Para es-

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te ambicioso programa, como claramente dice Estrabón, y ya «desde el Estos dos casos próximos
principio» (lo que ha de entenderse como «desde el principio de la con- en el espacio y también en
quista»), Roma prefirió el sinoicismo. el tiempo –entre cinco y
En cuanto a Carteia (El Rocadillo, Carteya, Cádiz), resulta otro exce- treinta y cinco años después
lente ejemplo de que lo que Roma acostumbró a seguir siempre en His- de fundarse la futura cuna de
pania fue una política de coexistencia y no de separación. En el año emperadores– me parece, por
171 a.C., el Senado recibió a una embajada de los que bien podemos con- tanto, que inclinan la balan-
siderar precoces «criollos», y quizá el máximo ejemplo de una conviven- za en favor de que el núcleo
cia mucho más «estrecha» (otra vez parangonable a la de los españoles en romano primitivo de Itálica
América...). Representaba tal embajada a un grupo muy numeroso –4.000, debió de estar formado, co-
nos puntualiza en su relato Tito Livio– de hombres adultos, de condi- mo antes dije, por itálicos,
ción espuria en cuanto que nacidos de muy pacíficos combates entre sol- romanos y turdetanos se-
dados romanos y mujeres turdetanas a los que la ley romana impedía el lectos juntos, sin que sepa- Fig. 3.- Posible restitución de la vetus urbs de Itálica bajo el pue-
matrimonio, que plantearon su caso en Roma, obligando a que se legis- mos de momento el nom- blo actual de Santiponce, en forma de trama de calles ortogo-
nales, con indicación de los principales monumentos y las ex-
lara por primera vez al respecto. Según el Derecho romano, estaban con- bre de la Itálica turdetana. cavaciones modernas. Estudios en curso sobre la obra inédita
denados por la naturaleza turdetana de sus madres a una condición ser- Esto último en todo caso de Demetrio de los Ríos vienen a reforzarla. (Tomado de Ma-
drider Mitteilungen 26,1985, fig. 1, propuesta de la autora so-
vil; pero ellos creían tener derecho a una mejor consideración jurídica y creo que sugiere que no era bre plano de Santiponce de A. Jiménez; dibujo de U. Städtler).
social debido a la categoría romana o itálica de sus padres. Su problema una entidad importante, ya
fue desde luego estimado y resuelto: el Senado aprobó que se reunieran que la mayoría de las ciu-
y residenciaran en la ciudad, también preexistente, de Carteia (no en la dades autóctonas de peso en toda Hispania mantuvieron, junto a los nom-
Turdetania, sino en la zona más púnica de la costa sur, un detalle intere- bres romanos, el suyo antiguo (como en el sur Astigi, Hispalis, Corduba,
sante al margen), concediéndoles el estatuto de «Latinos libertinos», es Urso y muchas otras). Aunque esto ahora no nos afecta directamente, po-
decir, que fueran equiparables a los hijos de libertos o antiguos esclavos, siblemente el nuevo asentamiento, bajo el actual Santiponce, se diseñó
en un estadio intermedio hacia la verdadera libertas jurídica, de la que só- en forma hipodámica u ortogonal, de cuadrícula, como se organizaban
lo disponían plenamente los Romanos. Los senadores no olvidaron tam- los campamentos romanos y también muchas colonias itálicas de la mis-
poco indicar que a aquellos de los Carteienses (es decir, los habitantes pro- ma época (fig. 3).
piamente indígenas) que así lo quisieran se les permitiría también domi Una vez aclaradas estas cuestiones iniciales, podemos pasar a ver una
manere, esto es, continuar viviendo en su ciudad como antes, junto con primera aplicación de ellas a las novedades que más adelante presenta-
los nuevos pobladores. ré acerca de los verdaderos antecesores de Trajano que, lo avanzo ya,

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no creo que fuera un Ulpius de nacimiento, sino un Traius, como de al- a las ciudades claramente divididas en su interior entre los partidarios
guna forma preanuncia su cognomen o tercer nombre, Traianus, que lle- de una u otra potencia, lo que explica por qué muchas de ellas (como
vó él, y antes que él su padre, el general del mismo nombre, y que se for- son los casos constatados en las fuentes literarias de las hoy jienenses Cas-
mó seguramente a partir del suyo original más el sufijo –anus, como en- tulo, cerca de Linares, o Iliturgi en Maquiz, junto a Mengíbar), pasaban
tre los romanos era típico hacer tras una adopción legal. alternativamente a apoyar a uno u otro bando, gestando al tiempo cho-
Es legítimo pensar que los ándres epilektoì o «indígenas escogidos», cantes desafecciones, que no se deberían sólo, como se cree, a los even-
como les llama Estrabón, que los Romanos admitían a convivir con ellos, tuales fracasos o victorias de las partes extranjeras en litigio, sino a una
tenían que ser necesariamente grupos de élite de las comunidades an- contemporización alternativa, producto del mayor o menor peso de ca-
teriores, quizá de aquellas familias o colectivos sociales que de alguna da facción en el interior de ellas. El desgarro interno entre unos y otros
forma conocían o simpatizaban con la nueva cultura que se iba a im- partidos se repitió, desgraciadamente, muchas veces más en las ciudades
poner, se habían manifestado en favor de Roma mucho antes de la de- de la Hispania romana, cada vez que se desencadenaba una guerra ci-
finitiva victoria, o incluso habían colaborado en ella. No olvidemos que vil, como fue el caso posterior de la de Sertorio, o el de las más célebres
el de la Segunda Guerra Púnica en Hispania es un conflicto de cierta du- entre Pompeyo y César, a mediados del siglo I a.C. Y para verlo como
ración, en este caso desarrollado en un tercer territorio cuyas ciudades muy verosímil no será preciso recordar las discordias internas en las ciu-
muchas veces se vieron obligadas, no ya sólo a padecer la contienda y dades en muchas otras etapas de nuestra convulsa Historia posterior, que
sus consecuencias (quema de ciudades, de campos, daños colaterales, pueden servir como lamentable pero muy real ejemplo de cómo pudo
etc.), sino a mostrarse a favor o en contra de alguna de las partes, y a te- ser la situación a fines del III a.C. entre los partidarios de Cartago y los
ner que disponer recursos humanos y materiales, víveres, mercenarios o de Roma.
tributos para uno u otro, o ambos, bandos extranjeros. Si quisiéramos adoptar un lenguaje más moderno, podríamos defi-
Los «escogidos», pues, serían familias seleccionadas entre las más pu- nir a estos individuos y familias indígenas afectos a Roma como «co-
dientes, o más cultas, o más helenizadas, o anti-semitas por alguna ra- laboracionistas» (en su más benévolo sentido) o, si nos colocáramos ba-
zón, que podían estar en mejor sintonía también con la ideología de los jo la óptica de que la Francia revolucionaria traía la democracia y era el
nuevos conquistadores, y bien predispuestas para asimilarse a ellos. In- progreso frente al absolutismo, esto es, una sociedad, como en aquel
cluso no sería arriesgado pensar en familias turdetanas que ya desde mu- caso la romana, más perfecta y meritocrática que la púnica (si el lector
cho antes, o durante, las guerras contra Cartago, habían constituído permite que me exprese con entera libertad y abusando de las extra-
en sus ciudades focos pro-romanos, o habían ayudado a Roma de dis- polaciones históricas), como «afrancesados». Ellos en adelante sirvieron
tintas maneras (económica, influencialmente...) a conseguir su objeti- sin duda de ejemplo y estímulo para el resto de sus conciudadanos, y
vo. Esto es tanto más verosímil cuanto más recordemos que, en los re- debieron ser importantes motores de esos dos fenómenos, tan tem-
latos de la Segunda Guerra Púnica en Hispania, es frecuente encontrar pranamente extendidos en el valle del Guadalquivir y en la costa de Le-

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vante, que luego hemos dado en llamar «Latinización» y «Romaniza- ce Casio, al referirse a lo novedosa que fue la adopción y elección co-
ción», y que les llevaron a olvidar sus propios dioses, lengua y costum- mo sucesor del emperador Nerva sobre el general Trajano, en el año
bres en relativamente poco tiempo. Cuando Estrabón escribe, (III, 2, 97 d.C., que fue insólita porque «...(Trajano) era un Ibero, y no un Ita-
15), «en la Turdetania ya casi todos son Latinos, han recibido muchos sol- lo, ni un Italiota... y ningún álloethnès había sido antes emperador...».
dados romanos, y falta muy poco para que todos se conviertan en Romanos». El vocablo griego «alloethnés» deja poco lugar a la especulación, y ha-
Pues bien, es entre los descendientes de uno de esos grupos de indí- ce imposible mantener simultáneamente un origen antiguo de los Ul-
genas sinoicísticos, partidarios de Roma y muy pronto integrados en su pios en Todi. Pero en la práctica los historiadores no suelen atenerse o
sociedad, costumbres e instituciones, de donde en mi opinión debía pro- respetar su estricto significado. Según las informaciones de Dión Casio,
ceder la familia de origen del gran emperador Trajano. Pero esto no fi- Trajano ni había nacido en Italia, ni era descendiente de emigrantes itá-
gura en los manuales de Historia de Roma, ni españoles ni extranjeros, licos a Hispania, sino que era «de una raza diferente». Esto era para este
y apenas un puñado de autores entre cientos desde el siglo XVI lo han autor lo verdaderamente insólito del nuevo emperador. Y son, curiosa-
sugerido, sin ser creídos por nadie. ¿Por qué? Porque casi el cien por cien mente, los mismos autores modernos que no quieren profundizar en es-
de los historiadores han afirmado siempre, o heredado unos de otros, la te texto hasta sus últimas consecuencias, o le buscan otras explicaciones
(UUDWDJUDYH
HV8OSLD idea de que Trajano pertenecía a la familia Traius, y que ésta, como la y significados, los que repiten al mismo tiempo que Trajano «fue el
Aelia de Adriano, tuvo que venir en aquella misma migración, de una primer emperador provincial» o, usándolo como equivalente, «el pri-
ciudad de Italia, y más concretamente de Tuder, la actual ciudad italia- mero nacido fuera de Italia». Sin embargo, ambos conceptos en realidad
na de Todi, en la bella Umbría (donde, muy al efecto, parece que se en- no son intercambiables. Más de sesenta años antes, en el 10 a.C., ha-
contró una inscripción que mencionaba a un Ulpio, aunque de fecha bía venido al mundo el modernamente muy popularizado emperador
muy posterior), y porque así parece afirmarlo un texto (sobre el que gi- Claudio, en Lugdunum, la Lyon francesa (causa de que nuestro Séneca
rará parte de las hipótesis que explayaré a continuación) debido a un epi- le llame venenosamente «galo», provincia a la que en efecto, como a His-
tomador o compilador del siglo IV, anónimo, que resumía el Libro de pania, Claudio favoreció mucho). Así que el primer emperador en na-
los Césares, cortas biografías imperiales debidas al famoso escritor sena- cer en una provincia fue realmente Claudio; si bien ello parece no te-
torial Sexto Aurelio Víctor. nerse en cuenta, porque sería un accidente debido al destino de su pa-
Pero el texto del Epitomador anónimo entra aparentemente en con- dre, el ilustre Germánico, cuyos ancestros eran romanos de los pies a la
tradicción con otro que todo el mundo tiene presente pero nadie pare- cabeza. Trajano, en cambio, provenía de «una raza extranjera». De don-
ce interpretar de la forma más literal, extrapolándolo algunos exagera- de se puede deducir fácilmente que el advenimiento de Trajano al po-
damente. Se trata de una muy poco discutible frase del también sena- der no sería insólito porque él hubiera nacido en una provincia –algo
dor e historiador de origen griego Dión Casio, que escribió durante el que tenía un precedente–, sino porque era un verdadero provincial, es-
siglo III una Historia de Roma, y que es muy significativa al respecto. Di- to es, sus raíces no eran itálicas hispanizadas, sino realmente hispánicas.

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La defensa de esta última idea, la hispanidad absoluta de las raíces Especialmente desde el siglo XVIII, los historiadores europeos han
de Trajano, es un empeño casi tan insólito como la idea misma, y nos tendido en sus trabajos, libros y manuales a desvincular de su Hispania
exige desmenuzar detalladamente el texto de Aurelio Víctor que su- natal o ancestral a los grandes emperadores del siglo II, «el mejor siglo
puestamente contradice al de Casio, con objeto de comprobar que no en la Historia del mundo» según lo definió el influyente historiador ilus-
hay tal contradicción. Una vez logrado esto, habremos de intentar tam- trado inglés Edward Gibbon (1776). Desde él (que de Trajano sólo di-
bién probar la ascendencia paterna del emperador, y la más remota po- ce que es «un extranjero», sin mencionar siquiera su provincia natal),
sible, que para mí ha de ser estrictamente turdetana y muy posible- persiste esta tendencia. Así podemos leer, por poner sólo un par de sig-
mente originada en los núcleos sinoicísticos que previamente describí. nificativos ejemplos modernos, en la recién publicada nueva edición de
El presente trabajo trata de esta importante cuestión, la de presentar la muy influyente Cambridge Ancient History (2000), estas frases de la
indicios y argumentos suficientes para probar que Dión Casio decía la historiadora de Oxford M. Griffin, que se encarga en ella de presentar
verdad –una idea que entre los historiadores, incluso españoles y sevi- el reinado de Trajano: «Trajan came from Italica… the Ulpii were them-
llanos, muy en sintonía con los extranjeros, no sigue actualmente casi selves of Italian origin… Tuder… Dio (Casio) preserves the contem-
nadie– y, más a largo plazo, que en cierto modo Trajano, para mí real- porary sneer [i.e. «mirada de desprecio, mofa, escarnio»] that Trajan was
mente un Trayo turdetano aunque fuera muy romano, sí pudo tener se- a Spaniard... in fact he was ‘hispaniensis’, not ‘hispanus’…»*. Pero ocu-
ñas de carácter propias de su primitiva idiosincrasia; para mí tendrían rre que en el análisis de Dión Casio no se halla el desprecio por ser un es-
singularmente tal origen los principios humanísticos que, como bien pañol que nos señala Griffin (¡Casio mismo era un provincial!). La au-
observó el historiador italiano S. Mazzarino, caracterizan como nove- tora británica no puede ser más explícita ni menos exacta, ya que «His-
dad el reinado de Trajano y, complementados con el estoicismo y la fi- paniense» significa lo mismo que «italiota», y esto es exactamente lo que
losofía, el siglo de sus sucesores, en los que veo una verdadera dinastía nos dice Dión Casio que Trajano no era. Dión nos transmite más bien
y un origen provincial bético común. Presenté estas conclusiones en dos la admiración política por que Nerva no había tenido temor de hacer
congresos en 1998 y ahora, por el interés especial de la Fundación Itá- una elección que no tenía precedentes en el Imperio, «ya que ningún ex-
lica de Estudios Clásicos, a la que me honra pertenecer y colaborar, tra- tranjero había ostentado antes la soberanía de Roma... y, para la salvación
tamos de ponerlas al alcance de un público más amplio que el acadé-
mico, y no menos amante de conocer el pasado y sus protagonistas. *«Trajano venía de Itálica... pero los Ulpii mismos eran de origen italiano... de la ciudad de Tuder...
Finalmente avisaré al lector de que esta investigación ha de enten- Dión (Casio) refleja la sensación contemporánea de desprecio porque Trajano era un español... aunque en
derse dentro de un marco más amplio y complejo y, si se quiere, de más la realidad Trajano no era un hispano, sino un hispaniense...». (Cambridge Ancient History, t. XI2: The
calado, que aquí mencionaré,aunque sea sólo brevemente, porque con- High Empire. A.D. 70-192, eds. A. K. Bowman, P. Garnsey y D. Rathbone, Cambridge, 2000; el
capítulo global de M. Griffin, el 2º («Nerva to Hadrian»), pp. 84-131, el parcial sobre «Trajan», el II,
sidero importante que este tipo de problemas vayan llegando también pp. 96-131; las frases concretas que cito, en la 101). La «mofa» que Griffin parece ver no se percibe
a la sociedad no académica. por ningún lado en el texto antiguo.

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de la república, el anciano emperador «se fijó más en los valores del hom- dos ellos (siete desde Nerva, 96-98, a Cómodo, 180-192 d.C.) sea la a
bre que en su patria». A pesar de ello, estas opiniones inglesas serán leí- mi juicio tan inapropiada e injusta de «Antoninos», sacada del tercer
das, memorizadas y repetidas en las próximas décadas por miles de es- nombre del único entre ellos que procedía de la Galia, Antonino Pío
tudiantes, de su lengua y de otras muchas. (138-161), cuarto emperador de la serie y a quien se atribuye, según au-
De un parecido modo, pero hablando de Publio Aelio Adriano (117- tores franceses como Léon Homo (1969), no solamente el habérselas in-
138), inteligente y culto sobrino y sucesor italicense de Trajano, sir Ro- geniado, él solo, para «hacer valer sus méritos ante Adriano», lo que, jun-
nald Syme (1954), y en su misma línea también el más reciente biógra- to a sus cualidades personales, serían la causa de su elección como suce-
fo del emperador y célebre discípulo del anterior, Anthony R. Birley (1997), sor, sino hasta el acierto de «haber sabido elegir» al gran Marco Aurelio
sostienen que Adriano no nació en Itálica sino en Roma. Una idea que ya (161-180). Pero la realidad, probada por muchos textos, es que Antoni-
en 1634 tuvo que combatir nuestro humanista utrerano Rodrigo Caro no Pío estaba casado con Annia Faustina I (fig. 17), hija y nieta de dos
pero que es hoy la más extendida en el mundo científico internacional, poderosos cordobeses, los Annios; que Pío fue una especie de regente y
en el español e incluso en el propio académico hispalense (al revés que sucesor forzoso nombrado in extremis por Adriano en el mismo año de
la opinión popular, que mantiene de antiguo la creencia de que ambos su muerte, y Marco Aurelio el joven heredero de 17 años que le fue im-
eran sus paisanos). Los dos autores citados (seguidos por otros muchos) puesto adoptar (junto con su primo Lucio Vero, de sólo 7), como con-
afirman asimismo que Adriano nunca hubiera podido convertirse en el dición sine qua non para poder heredar el Imperio. Por eso parece tan ri-
filoheleno o «gréculo» que fue, ni pudo adquirir en la Bética la educación dículo que hasta Trajano sea muchas veces definido como «un empera-
y cultura necesarias para ello. A juicio de Birley, Adriano haría de Itálica dor antonino». Así es como, poco a poco y desde distintos ángulos, se ha
un «verdict somewhat negativ». Birley califica a la prestigiosa ciudad que ido desfigurando y desvaneciendo el fuerte peso hispano que caracteri-
ya durante el reinado de Augusto acuñó la serie de monedas más roma- zó a mi juicio esta magnífica centuria, que hace poco he sugerido, con
nas de todas las Hispaniae, de «boring and petty» (aburrida e insignifi- estos y otros diversos argumentos, rebautizar como saeculum Hispanum
cante), de «provincial desert»... y dice que «it was difficult to keep one’s spi- o el de la dinastía «Ulpio-Aelia».
rits up every day in a small place without theatres, libraries, dinner parties...»,
y donde –siempre según este autor inglés– el quinceañero Adriano, hacia
el año 91 d.C., no pudo admirar más que un único «cultural item»**.
**A. R. Birley, Hadrian: the restless emperor, Londres-Nueva York, 1997 (2ª edición en 1998), p.
24, con no muchos conocimientos de la vetus urbs republicana y de la Itálica augustea. El único
Así o parecidamente ocurre con los demás emperadores de este brillante «item cultural» que según él habría en Itálica hacia el año 100 d.C. (¡con un emperador italicense
siglo II cuando se trata del reconocimiento de sus profundas raíces his- ya gobernando en Roma!) serían los expolios griegos, regalados por el querido L. Aemilius Paulus (no
panas y del peso que éstas pudieron tener en sus acertados reinados. Val- por el odiado L. Mummius, ni al vicus) del epígrafe roto que al comienzo recordé. El autor inglés
(cuya biografía adrianea, aparte de estos detalles, tiene muchos méritos) acaba de ser una de las figu-
ga como muy expresiva muestra de lo que digo que la denominación más ras invitadas en noviembre de 2002 a unas Jornadas sobre Adriano organizadas por la Universidad
generalmente usada por la mayoría de los historiadores de hoy para to- Pablo de Olavide (aunque imagino que no expondría en plena Sevilla estas ideas).

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Tópicos similares sustentan y rodean estos generalizados conceptos, otros venidos de fuera; y, como en el caso de Tarquinio Prisco, me parece que
muchos de los cuales son sin duda resultado de las antipatías que Es- éstos resultaron bastante mejores. Por lo que a mí respecta, tras haber oído
paña como potencia suscitaba en Europa en los siglos XVII y XVIII y, y leído mucho, me he dado perfecta cuenta de que Roma prosperó gracias so-
junto con otros, se han perpetuado por la simple repetición acrítica, du- bre todo a los méritos de los extranjeros, y a las cualidades importadas...».
rante décadas o siglos, de conceptos previamente fijados por grandes fir- A mi juicio, y creo que con ello me ajusto bastante bien a lo resu-
mas de la Historia Antigua. Por esta razón se hace preciso, cuando ello mido por Aurelio Víctor a fines del siglo IV d.C., parece claro que a la
se vea autorizado por una revisión decidida de los documentos antiguos «Romanización de Hispania», entre los años 206 a.C. y más o menos el
ya conocidos, o por nuevos materiales que aparezcan (de ambos hay en reinado de los emperadores flavios (69-96 d.C.), cuando el rico «clan
el caso que vamos a analizar), ir desmontando tales tópicos, con mu- hispano» de Roma se sintió ya lo suficientemente fuerte como para
cha paciencia y sólidos argumentos. Lejos también de cualquier afán ma- por fin «arrebatar el Imperio», siguió lo que me parece correcto deno-
lentendidamente patriótico, sino atentos a reponer en su sitio textos li- minar como «Hispanización de Roma», que duró todo el siglo II hasta el
terarios minusvalorados, y hechos y análisis históricos injustamente fin de la dinastía que llamo «ulpio-aelia» y el asesinato de Cómodo.
deformados por la Historiografía anterior. Y no terminaría allí el influjo de la vieja Hispania: En el año 379 d.C.
Antes de dar paso ya al estudio mismo de uno de los aspectos par- subió al solio imperial, también en una situación de crisis, un nuevo his-
ciales de ese problema histórico mayor, el que se refiere a las verdaderas pano: Flavio Teodosio o Teodosio I, llamado por sus muchos méritos
raíces de Trajano, y como buena muestra de lo que afirmo, rescato otro «el Grande», del que se decía (y así debía ser) que era descendiente de
muy significativo texto de autor antiguo, poco conocido y menos uti- Trajano y muy parecido a él en la formación, el carácter y hasta en el
lizado por los historiadores, y especialmente por aquéllos que prefieren físico. Con él y sus dos hijos Arcadio y Honorio, entre los que, para
recibir y transmitir sin más discusión las hipótesis que otros antes ela- Oriente y Occidente, dejó dividido el viejo Imperio hasta entonces uni-
boraron. Se debe al ya citado y bien informado analista Sexto Aurelio do, considera la mayoría que termina la Edad Antigua. Según siempre
Víctor (Libro de los Césares, 11, 12). En este su sintético balance general defendieron también nuestros antepasados y fue tradición en España
del siglo II, las palabras que destaco permiten entrever quizá algunas cau- hasta el siglo XX, Teodosio I era también natural de Itálica, lo que va-
sas del problema de fondo que aquí trato de denunciar y corregir: rios textos antiguos, y algunos a mi juicio muy autorizados, confir-
Hactenus Romae seu per Italiam orti imperium rexere, hinc advenae man; y no será inútil recordar que su primera esposa, y única Augusta,
quoque; nescio an, ut in Prisco Tarquinio, longe meliores. Ac mihi, qui au- se llamaba Aelia Flaccilla, y por tanto pertenecía, como Adriano, a la
dienti multa legentique, plane compertum urbem Romam externorum vir- misma gens o familia Aelia. Pero más tarde los historiadores, incluso la
tute atque insitivis artibus praecipue crevisse..., esto es: totalidad de los españoles que he consultado, bajo el influjo esta vez de
«Hasta este momento [96 d. C.], habían gobernado el Imperio hom- (por otro lado muy buenos) autores alemanes, «se llevaron» a Teodosio
bres nacidos en Roma o en Italia. A partir de entonces también lo hicieron a Cauca, la actual Coca segoviana. Pero ésta es otra historia...

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Agradezco a la Fundación Itálica de Estudios Clásicos de Sevilla el C A P. 1


haberse interesado por convertir las conclusiones de este estudio en una
publicación independiente, lo que satisface el deseo y objetivo común OSCURIDADES SOBRE LA FAMILIA DE TRAJANO
de que puedan llegar a un público más amplio***. Sin duda una parte
de los futuros lectores andaluces de estas páginas serán todavía lejanos He tenido ocasión reciente1 de ocuparme de lo poco que se sabe
descendientes de los contemporáneos béticos de Trajano, Adriano, de sobre la genealogía del emperador Trajano al preparar, a petición del
Teodosio, y de otros protagonistas históricos que aquí serán recordados. Ministerio de Educación y Cultura español, un stemma o árbol genea-
lógico de su familia, con destino a la exposición Hispania. El Legado de
Roma. En el año de Trajano2. Aunque el encargo era más bien de carác-
Collado Villalba (Madrid), ter divulgativo, me pareció adecuado repasar una vez más lo ya cono-
diciembre de 2002 cido3, por si podía encontrar algún dato más aparte de los tradiciona-
les acerca de los enigmáticos orígenes del Optimus Princeps, «el mejor de
todos los emperadores». Porque, en efecto, la escasez de nuestra informa-
ción en torno a la vida de Trajano como privatus (esto es, antes de lle-
gar al Imperio) hace todavía válidas aquellas palabras del cronista tar-
dío Eutropio (Brev. 8, 2, 1) sobre la estirpe de Trajano: ...familia anti-
qua magis quam clara... «era de familia más antigua que ilustre».
Repasaremos primero lo poco e inseguro que se sabe de su familia y ori-
gen, aunque apuntando ya en casos a algunas primeras alternativas.

1. 1. DE SU SUPUESTA ASCENDENCIA ITALIANA, Y DE SUS DESCONOCI-


DOS ABUELOS. La universalmente admitida origo vetustior de la familia
***
Con objeto de que la publicación sirva sin aburrir al público menos especializado, pero tam-
bién a estudiantes y profesionales del estudio de la Antigüedad, no se han omitido los términos lati-
Ulpia en la ciudad umbra de Tuder (hoy Todi) descansa sobre una lectu-
nos (que he procurado explicar o traducir cuando creía que no eran directamente entendibles), ni ra no verosímil del Epitome de Caesaribus, y sobre un epígrafe de trans-
tampoco las notas explicativas, que van todas al final para no estorbar una lectura menos detenida. misión dudosa, aunque apoyados ambos por la poderosa autoridad de sir
De este modo, todo lector más interesado en profundizar en algún detalle, o en comprobar o con-
sultar las fuentes literarias antiguas y bibliográficas modernas, tendrá también la oportunidad de
Ronald Syme (véase sobre ello más abajo el parágrafo 2.2). Tampoco
hacerlo. Téngase en todo caso en cuenta que los estudios como éste, que afectan a axiomas consoli- contamos con la menor noticia segura acerca de los abuelos de Trajano,
dados, no pueden permitirse su presentación al público sin ir acompañados del aparato crítico que ni los paternos ni los maternos. Todo el mundo4 afirma que «los Ulpios»
justifique las afirmaciones nuevas o polémicas.

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serían italianos, y que se habrían asentado en la Italica de Escipión pio, y sin duda todo lo debió a su extrema adhesión al partido flavio; con-
durante la República. Pero lo cierto es que en la propia Italia no se docu- tinuó después una brillante carrera, militar y administrativa, hasta llegar
menta ningún Ulpius en el larguísimo periodo republicano, y menos aún al proconsulado de Asia, datos que nos suministra la famosa inscripción del
como magistrados5, que hubieran podido ser otros hipotéticos transmi- ninfeo de Mileto. Siempre se le adjudica una sola hermana, que según la
sores de su gentilicio durante la República y en la provincia de la communis opinio debió de llamarse como él, Ulpia, y que sería la que en-
Hispania Ulterior. Tampoco en la propia epigrafía italicense6 se registra lazara por matrimonio con un Aelius (vid. infra el parágrafo 1.5.)
ningún Ulpius que podamos datar antes del reinado del propio Trajano7. Comentaré ya una curiosa discrepancia entre la Historia Augusta (Hadr.
I, 2) y Eutropio (Brev. 8, 6, 1), cuando dicen que Adriano era hijo «de un
primo hermano» o «de una prima hermana» de Trajano, que se salda habi-
1.2. DEL SÓLO RELATIVAMENTE CONOCIDO TRAIANUS PATER. Del padre del tualmente considerando a Eutropio en el error, pero se resolvería mejor (y
emperador, el futuro Divus Traianus pater8 (fig. 4), se saben sólo sus tria no- explicaría de paso otras cosas), suponiendo que el padre de Trajano no tu-
mina o tres nombres preceptivos, iguales que los de su hijo: Marcus Ul- vo una hermana, sino dos (véase más adelante, al final del parágrafo 2.3).
pius Traianus. Pero, excepto que procedía del orden
ecuestre y que debió de pasar al senatorial, se cree
que en época de Nerón9, no conocemos práctica- 1.3. DE LA DESCONOCIDA MADRE DE TRAJANO. De
mente nada de su origen, lugar de nacimiento, fa- la esposa del famoso general flavio y madre del em-
milia o carrera, antes de su «salto a la fama» en la perador no sabemos hasta la fecha absolutamente na-
guerras judaicas (67-69 d.C.), cuando lo encontra- da (fig. 5), ni tan siquiera seguro cómo se llamaba10.
mos mandando la legión X Fretensis como general Quizá muriera joven. Aunque no existe fuente litera-
de confianza de Vespasiano y su hijo Tito. Vespa- ria ni inscripción que la mencione, la communis opi-
siano le hace inmediatamente cónsul –suffectus en Fig. 4.- Áureo acuñado por Tra- nio afirma que pudo pertenecer a la familia o gens Mar-
el 70– y acto seguido patricio, posiblemente en la jano en 112-114 d.C., honran- cia, debido a que su hija mayor se llamó Ulpia Mar-
censura (a estos efectos, el proceso de modificacio- do a sus dos divi Patres (padres ciana, y a que en Roma existieron unas fábricas de Fig. 5.- Retrato colosal
divinizados). A la derecha, re- aparecido en el Foro de
nes de status personales) que se inició en el año 73, trato de Traianus pat(er), a la ladrillo de propiedad imperial, denominadas figli- Trajano de Roma, antes
en la misma hornada por tanto que el bético ucu- izquierda el emperador Nerva nae Marcianae, vinculadas al patrimonium trajaneo11. atribuido a Agripina la Me-
(Roman Imperial Coinage vol. nor; recientemente se ha
bitano (Espejo, Co.), de futura gran influencia, Mar- II, nº 726). (Foto Museo Arqueo- La única hipótesis alternativa planteada a ello, la de lanzado la idea de que
co Anio Vero. En ambos honores sucesivos, con- lógico Nacional, nº inv.1992/ que ella fuera hija del cónsul del año 52 d.C., Q. Mar- puede tratarse de la madre
80/59, tomada de El Legado de
sulado y patriciado, Trajano padre fue el primero Roma, 1998, cf. aquí nota 2, nº
cius Barea Soranus, no parece muy aceptable, por di- de Trajano. (Tomada de
Traian, Mainz 2002, cit. en
de su familia, como recuerda el historiador Eutro- catálogo 156). ferencias de edad con la propuesta hermana12 y –pue- nota 2, p. 11 y lám. 5b).

–  – –  –
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de añadirse– por la excesiva desigualdad social, hacia 45-50 Sobre los matrimonios de Matidia I, sin embargo, ya existen algunas
d.C., de ese supuesto matrimonio13. Lo único claro es así dudas, pues los dos (o tres) maridos que se le han supuesto son todos in-
que no se sabe a qué gens pertenecía. seguros. Sus dos hijas tuvieron según parece nomina diversos: La pe-
No se ha tenido en cuenta en cambio la posibilidad de queña, (Vibia) Sabina (figs. 8-9) quizá hija de un L. Vibius (Sabinus)20,
que su cognomen fuera Marciana, pero sin ser pertenecer fue, por un empeño especial de la emperatriz Plotina, la esposa defini-
ella misma a la familia Marcia. Más abajo propondré la idea da como «malhumorada y áspera» –morosa et aspera–, que se destinó a
de que fue su padre, el abuelo por adopción de Trajano, el Adriano, el joven huérfano del senador de rango pretoriano o vir prae-
Fig. 6.- Retrato de que sí pudo llevar el cognomen Marcianus. La hipótesis no torius P. Aelius Hadrianus Afer, que, según la Historia Augusta, como ya
Ulpia Marciana, es tan difícil de admitir pues, aunque no se suelen conec- mencioné, era primo hermano de Trajano por su
hermana de Traja-
no, procedente de tar ambos datos, sí se documenta un notable italicense, de tía paterna (la ya citada y supuesta «Ulpia»).
Ostia y conserva- rango cuestorio en la provincia Ulterior, A la hermana mayor de Vibia Sabina, M(in-
do en su Antiqua-
rium. (Tomada de
de nombre Caius Marcius, en una fecha dia?) Matidia Minor o Matidia II, cuyo gentilicio
A. García y Bellido, tan antigua como 143-142 a.C. (v. in- debió de ser Mindia21 (mejor que Vibia22), no só-
Arte Romano, Ma- fra parág. 2.3). lo no se le conoce ningún marido –lo cual me pa-
drid, 1972, 361 y
fig. 607). rece muy extraño, dados los intereses políticos y
económicos de su época– sino que además, al me-
1.4. DE LA ÚNICA HERMANA CONOCIDA DE TRAJANO, nos que yo sepa, tampoco se le ha adjudicado o
Y SU DESCENDENCIA. Pasando ya a la siguiente genera- supuesto ningún matrimonio por quienes domi- Figs. 8 y 9 a-b.- La emperatriz
Fig. 7.- Busto de Salo-
ción, conocemos mejor a Ulpia Marciana, la única y nia Matidia o Matidia I, nan el intrincado arte de la prosopografía (el es- Sabina, sobrina-nieta de Tra-
jano y esposa de Adriano, en el
muy amada hermana de Trajano14 (fig. 6) quien incluso hija de Ulpia Marciana y tudio de las élites romanas y sus genealogías y en- anverso de un áureo acuñado
sobrina de Trajano. En- en época de Adriano; al rever-
la diviniza tras morir ella en el año 112 d.C., y que es contrado en Baiae (lu- tronques), lo que no deja de ser otra rareza.
so la diosa Ceres (Roman Im-
la mejor documentada epigráficamente15. Se sabe que gar del fallecimiento de perial Coinage vol. II, nº 416, fo-
Adriano) y conservado
casó con el sacerdote o cofrade arval C. Salonius Mati- en el Museo Archeolo-
to M.A.N., nº inv. 1973/24/5492,
tomada de El Legado... nota 2,
dius Patruinus (al que se tiene normalmente por itáli- gico Nazionale, nº inv. 1.5. DE OTRA (SUPUESTA) DESCONOCIDA HER- nº cat. 159). Abajo aparece en
co, natural de Vicetia16) y tuvo una sola hija, Salonia 6032. (Foto Archivio Fo- MANA DE TRAJANO. M.-Th. Raepsaet-Charlier sendos retratos de Roma, Mu-
tografico della Sopprin- seos de las Termas y Vaticano
Matidia17 (fig. 7), más conocida para la Historia como tendenza di Napoli; to- supone también la existencia de «une soeur non (Fotos en D.E. Kleiner, Roman
Matidia maior, Augusta o Matidia I, por tanto sobrina mada del catálogo de la attestée de Trajan père», una hipotética Ulpia Sculpture, Yale, 1992, fig. 206,
exposición Traiano ai del DAI Roma: nº neg. 54.811,
carnal de Trajano, también muy querida18 y asimismo confini dell’Impero, Mi- que, al contraer matrimonio con P. Aelius Ha-
y A. García Bellido, op.cit. 1972,
divinizada, por Adriano, en el año 11919. lán 1998, 336, fig. 334). drianus Afer, da lugar al hecho de que Adriano p. 411 y fig. 705).

–  – –  –
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sea consobrinus de Trajano, es decir, hijo de un primo por parte de su tuando a H. Temporini, se suele suponer desde tiempo
madre23. Esta autora añade24 que esta ¿Ulpia? «pourrait être la soeur inmemorial que Plotina era natural de la ciudad france-
de (ou identique à) Ulpia Plotina nº 825». sa de Nîmes, y por tanto de la misma origo u origen galo
En efecto, entre el conjunto de tablillas llamadas tabulae ceratae halla- narbonense que los antecesores del futuro Antonino Pío.
das en Herculano, publicadas a partir de 1946 por G. Pugliese-Carratelli Pero tan veterana suposición descansa sólo en el hecho
y luego en compañía de V. Arangio-Ruiz, se menciona a una rica Ulpia de que fue apud Nemausum donde el agradecido Adriano
L.f. Plotina25 (hija, pues, de un Lucius). Fue otra vez el experto prosopo- erigió una basilica in honorem Plotinae, opus mirabile (SHA,
grafista R. Syme quien sugirió que ella podría ser «une soeur ou une fille Hadr. 12, 2), como homenaje, se dice, a su mejor pro-
de Trajan père»26. De momento también es sólo una hipótesis, de la que tectora. Y no se toma como obstáculo el que apud Ne-
Fig. 10.- La empera-
en principio podríamos descartar que fuera «une fille de Trajan père», es triz Pompeya Plotina, mausum no signifique «en Nîmes», sino «cerca de Nîmes».
decir, una segunda hermana de Trajano, si creemos más seguro que sólo la esposa (posible- Este detalle ya vuelve extraño el que un edificio levan-
mente italicense) de
tuvo una, la recién citada Ulpia Marciana27. Así pues, tendríamos quizá Trajano, en edad ya
tado como homenaje en la supuesta patria de la empe-
otra hermana del padre del emperador, pero desconocida por otras fuen- avanzada, en un re- ratriz se halle fuera de sus murallas, porque, además, ¿qué
tes; y por tanto, según se supone, sería una nueva Ulpia, tía de Trajano y trato del Museo Ca- sentido tendría extramuros una basílica judicial? Tam-
pitolino, Roma. (To-
futura abuela de Adriano. Como se ve, también en lo que se refiere a la fa- mada de A. García y poco del hecho de que en Nîmes exista la suntuosa «Mai-
milia materna de Adriano nuestros conocimientos son muy inseguros. Pe- Bellido, Arte Roma- son Carrée», dedicada a Cayo y Lucio César, solemos de-
no, Madrid, 1972,
ro ya recuperaré al final a esta Ulpia M.f. Plotina, pues sugiero que ella 361 y fig. 606). ducir que alguno de ambos príncipes fuera nimés, e in-
puede ser, no la hermana, sino la cuñada de Trajano padre por su mujer; cluso sólo Cayo fue patrón de la ciudad.
y la que, casada con un L. Pompeius, será la futura suegra del emperador. Así que no pasa de ser también otro tópico el que
la causa de la ofrenda de Adriano en Nemausus fuera el haber nacido
allí la emperatriz30, por más que se acompañe con las consabidas frases
1.6. DE SU ESPOSA, LA EMPERATRIZ (¿ITALICENSE?) POMPEIA PLOTINA. Pa- sobre las (ciertamente) estrechas relaciones entre ambas romanizadas
ra tratarse de una mujer muy célebre, tan influyente sobre dos empera- provincias. Me parece en cambio mucho más probable que la famosa
dores, e históricamente muy alabada, parece todavía más sorprendente «basílica» de Adriano se debiera a una promesa o votum, con motivo de
que tan poco o menos se sepa del origen familiar y geográfico de la pro- la última enfermedad de su madre adoptiva, dolencia que, a pesar de
pia emperatriz, Pompeia L.f. Plotina (fig. 10). Sólo tras muchos años con- sus plegarias, muy poco después se la llevaría a la tumba31.
siguió probarse, y desde la epigrafía (la hipótesis ya la formuló B. Borg- Si el lector me permite un inciso, con respecto a esta basílica quisiera
hesi), que era hija de un Lucius28 y, con más incerteza, que quizá por su recordar que en Nemausus, al pie de la Tour Magne y en el terreno entre
familia materna ella era una Plotia29. En cuanto a su nacimiento, excep- los recintos de la ciudad gala y de la romana (y por tanto apud ambas),

–  – –  –
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existía una celebérrima fuente salutífera, que tenía «las mejores aguas de C A P. 2
Francia». Cerca de ella están los restos del llamado «templo de Diana»32
que, por otros estudios en curso, sabemos que tenía «corredores», lo que EL PADRE DE TRAJANO: UN TRAIUS
entiendo como «pórticos». Considerando cuál es el sentido primitivo,
regio, de las basilicae y, sobre todo, su también posible uso privado según
DE ORIGEN Y NACIMIENTO
Vitruvio33, tengo por muy posible que este delubrum Dianae, quizá in-
mediato a alguna residencia imperial en las afueras de Nîmes, fuera el opus Desde que dediqué mi primer artículo a la prestigiosa Itálica (hoy
mirabile levantado (o ampliado) por Adriano en honor –o mejor, por la Santiponce, SE), en 1973, no han dejado de interesarme las fuentes lite-
salud– de Pompeya Plotina. Se da además la circunstancia de que Diana rarias y epigráficas, arqueológicas y numismáticas trajano-adrianeas37.
era una de las divinidades favoritas de Adriano por ser una diosa espe- Sin embargo, por mucha familiaridad que se tenga con determinados
cialmente venerada en su ciudad natal, Itálica, tanto sola como asociada textos históricos, nunca está de más su reexamen. En la línea de revisión
con Némesis34, e indirectamente con Isis, en honor de la cual había tam- atenta de las mismas que vengo propugnando hace algún tiempo38, las
bién un Iseion en el pórtico adrianeo del teatro italicense35. Recuérdense fuentes escritas antiguas demuestran que aún nos pueden reservar
además las cuatro estatuas italicenses de Diana cazadora que se conservan muchas sorpresas. Esto creo que ocurre con un breve y citadísimo texto,
en el Museo de Sevilla, la mayor y única completa de las cuales en mi opi- muy familiar para quienes se han ocupado durante décadas de la figura
nión presidía la ampliación adrianea del teatro de la ciudad, en la vetus de Trajano. Por ser ampliamente conocida esta bibliografía, desde R.
urbs (vid. actas de Roma, en prensa). Paribeni (1926-192739) a E. Cizek (198340) y, más recientemente, a C.
Éste sería otro indicio de que, como parece más lógico, Pompeya Castillo o J. Bennett (1997)41, se me dispensará de reiterarla aquí.
Plotina fuera en realidad bética –esto fue lo que en su día ya supuso in-
teligentemente Temporini–, pero incluso es posible que de la propia
Itálica, y prima materna de Trajano (vid. infra y las Conclusiones). 2.1. EL CÉLEBRE PÁRRAFO DEL EPITOMADOR O COMPILADOR DE AURELIO
Termina así este rápido repaso, breve porque prácticamente esto es VÍCTOR. El texto que quiero ahora reconsiderar con detalle procede de una
todo cuanto se sabe seguro de la familia más próxima de Trajano. En obra antigua también muy manejada, el Epitome de Caesaribus. La mejor
verdad poquísimo para tan gran emperador, aunque se pueda completar edición y más tradicional, que aquí sigo, es la de Fr. Pichlmayr, corregida y
algo indirectamente –a través de la progenie de su hermana– con la de los aumentada, también para la colección Teubner, por R. Gründel en 197042.
también italicenses Aelii Hadriani36, y con la descendencia del propio Adria- Para matizar la posible fuente que usó el anónimo Epitomador en el
no, mucho mejor –pero tampoco de forma satisfactoria– conocida. párrafo que voy a comentar me parece importante una observación de P.
Dufraigne en la introducción de su edición traducida43, cuando se refie-
re al estilo y hábitos de la principal de todas ellas, las biografías imperia-

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les de Aurelio Víctor. Indica Dufraigne que, compelido por su afán de Cuando comparamos el texto anterior de Aurelio Victor y el del Epi-
brevedad y a diferencia de Suetonio –que es su modelo inicial–, Aurelio tomador, queda más claro que éste no ha tomado los datos familiares so-
Víctor «deja de lado por sistema lo que ocurre fuera del reinado, el estu- bre Trajano de Aurelio Víctor, quien no menciona padre, abuelo, remoto
dio de los ascendientes y de la familia del emperador, así como las fases de ancestro ni el apellido del emperador, y sólo concreta (y con los fines an-
su carrera antes de su ascenso al trono...», detalles que sólo da en la vida tedichos) la ciudad de su nacimiento (y esto sí, con toda claridad). A pe-
de su paisano Septimio Severo, que es la más minuciosa. De este matiz sar de haber leído años atrás y algunas veces este cortísimo párrafo46, es
de técnica historiográfica podríamos inferir que, en lo que a la familia del sólo ahora cuando me han llamado la atención tres detalles distintos
emperador se refiere, la fuente del Epitomador en su biografía de Traja- en él, que se corresponden con los subrayados en mi traducción, y que
no no fue ni pudo ser Aurelio Víctor, pues éste no las trataba. En algu- voy a analizar y tratar de justificar separadamente.
na medida, en cambio, pudo serlo el propio Trajano44.
Comprobamos que, en efecto, Aurelio Víctor comienza directamen-
te su relato sobre Trajano con su ascenso al trono, y sólo cita su origen 2.2. EX URBE TU<RDETA>NA, Y NO TUDERTINA: TRAJANO, UN ALLÓ-
hispano para justificar su adopción por Nerva, con el argumento de fon- ETHNÉS EN DIÓN CASIO. Siempre acepté, como todo el mundo, que
do de que «aunque era un provincial, por lo menos era senador y ya había no era preciso corregir la palabra Tudertina de los manuscritos del
sido cónsul», pasando sin más trámites a su breve caracterización huma- Epítome en Tu<rdeta>na. La primera vez que esta enmienda se pro-
na, militar y política: puso fue en tan lejana fecha como 1600, y la hizo un célebre huma-
Namque (scil., Nerva) Ulpium Traianum Italica, urbe Hispaniae, ortum, nista belga, Justo Lipsio, que precisamente no dejó muy claro si era
amplissimi ordinis tamen, atque etiam consulari loco, arrogatum accepit45.... o no defensor de la hipótesis contraria, esto es, de que Trajano no ha-
Veamos ahora en cambio, al comienzo de la biografía trajanea de su bía nacido en Itálica, sino en Roma47. La corrección no se retomó
Epitomador (13, 1-2), el texto concreto que quiero revisar. En la co- seriamente hasta 1868, con J. Dierauer, que fue apoyado, hace ya vein-
rrección textual (entre corchetes triangulares), como en la traducción ticinco años, por J. Schlumberger48, sin ser secundados en general ni
que propongo, ya quedan patentes mis intenciones sobre él: uno ni otro. De tal forma que, como al principio recordé, la opi-
Ulpius Traianus, ex urbe Tu<rdeta>na, Ulpius ab avo dictus, Traia- nión general sigue siendo que la origo vetustior o solar primigenio de
nus a Traio paterni generis auctore vel de nomine Traiani patris sic appe- los Ulpii hispanos estaba en Italia, en la ciudad umbra de Tuder. Pa-
llatus, imperavit annis viginti. ra ello fue muy importante su apuntalamiento por la autoridad de R.
«Ulpio Trajano fue emperador durante veinte años. (Oriundo) de una Syme49, que para reforzarla recordó un epígrafe de la actual Todi (CIL
ciudad turdetana, su nombre fue “Ulpio” por su abuelo, y se le llamó XI, 4686), con un M. Traius M. f.
así, “Trajano”, o a causa de Trayo, el fundador del linaje paterno, o bien Pero veamos ahora los fallos de esta posición favorable a Tuder y no
del gentilicio de Trajano, su padre». a la Turdetania. Comenzando por el final, cuando se mira atentamente

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la citada inscripción, tal lectura en realidad es muy incierta50. En segun- Si admitimos además que Ptolomeo fue, en su época y después, una
do lugar, y esto afecta de pleno a la palabra Tudertina en el texto que ana- de las principales fuentes geográficas de primera mano para cualquier
lizo, comprobamos que los originarios de Tuder (y por tanto su origóni- historiador, la fuente del Epitomador, o éste mismo, al consultar la
mo y adjetivación) no eran llamados Tudertini, sino Tuderni51 y Tuder- «Guía Geográfica» del autor alejandrino, encontraría que Itálica era, jus-
tes52. En tercero, y aunque sea verdad que el gentilicio Ulpius es de origen tamente, «una ciudad turdetana de Hispania». Más fiable sería todavía
osco-umbro53, si pudiéramos demostrar que la gens natal del padre de Tra- si la fuente hubiera sido el propio Trajano. Pero, incluso sin ello, la men-
jano no fue en realidad la Ulpia –a lo que más adelante confío en poder ción de la Turdetania no era «obsoleta», sino que estaba muy al día y al
llegar– la lección manuscrita común Tudertina54 perdería sentido y valor. alcance de cualquiera. Es más, puedo añadir que en pleno siglo VI, mu-
Sigamos. La expresión ex urbe Tudertina no convence porque aplica cho después de escribir el Epitomador, Esteban de Bizancio en sus Eth-
el término urbs a una ciudad de Italia55, y tampoco indica por sí misma niká (ed. Meineke, sub voce, p. 629) seguía incluyendo en su reperto-
una «origo vetustior», es decir, la cuna remota de una familia –que es co- rio geográfico lo mismo a la región como a sus habitantes: «Tourdeta-
mo se viene entendiendo–, sino más bien el nacimiento real o la pro- nía, chóra tés ‘Iberías, è kaì Baitiké kaleítai parà tòn Baítin potamón, oì
cedencia inmediata de una ciudad, como puede verse por otros usos de oikoúntes Tourdetanoí kaì Tourdoúloi...» («Turdetania es una región de
la misma56. Lo cual es precisamente lo que no es posible entender en Iberia, y es llamada Bética a causa del río Betis, y la habitan Turdetanos y
este caso, ya que pocas cosas tenemos tan seguras como que Trajano no Túrdulos...». Creo, pues, que no se puede seguir alegando que el tér-
nació en Tuder, sino en la turdetana Itálica. Dadas las cuatro razones mino «Turdetania» era «obsoleto».
que veo en contra de la lectura más aceptada, paso a añadir otras a fa- Un tercer argumento que veo en favor de ex urbe Tu<rdeta>na es la
vor de la que se considera inaceptable: ex urbe Tu<rdeta>na57. forma de expresar el lugar de nacimiento. Aunque el Epitomador acos-
Se ha argumentado para apoyar la lección ex urbe Tudertina en los tumbra más a citar las ciudades de origen de los emperadores59, a veces
mss. del Epitomador que en la época de su fuente se habría ya olvida- sí se refiere a entidades mayores, como las regiones, provincias o nacio-
do el concepto regional de Turdetania, Turdetani, y que éste sería «ob- nes: Así, Hadrianus... stirpis Italae60, o Helvius Pertinax... libertino geni-
soleto»58. Pero nada más lejos de la realidad. La prueba la encontramos tus patre apud Ligures..., o (Decio) ...e Pannonia Inferiore... y en ocasio-
en el cosmógrafo Ptolomeo, que escribe a mediados del siglo II d.C.: nes, ambas, ciudad y provincia: (Septimio Severo) ...genitus apud Lep-
Dentro de su descripción de la provincia de la Hispania Bética, y en tim provinciae Africae. De hecho, el propio Aurelio Víctor, que en el caso
II, 4, 10, cita la pólis Italiké, en las coordenadas 7º O – 37º N, inclu- de Trajano sí consideró pertinente, debido a la peculiaridad de su elec-
yéndola justamente én póleis Tourdetanoís... ¡junto con otras cuarenta ción, indicar su patria (en 13,1), dice: Ulpium Traianum Italica, urbe
ciudades! Así que la supuesta «obsolescencia» u «olvido» de este macro- Hispaniae, ortum..., es decir, usando precisamente la palabra urbs (que
topónimo hispano (pretendida por Väisänen, Caballos y otros) está muy sería la traducción más próxima del griego pólis). Además, se documen-
lejos de confirmarse. ta epigráficamente al menos una ocasión en la que Itálica es llamada

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urbs61. De forma que puede aceptarse que el texto original –esto es, la Para Dión Casio Trajano era de verdad un turdetano de pura cepa,
fuente de ambos abreviadores–, debía de mencionar también la regio his- un emperador con nada de itálico y, en resumen, «de distinta etnia». Di-
pana en la que se hallaba la ciudad, en esta forma más completa: ..ortus cho en términos romanos, «de origen extranjero». Y era esto lo que pa-
ex Italica, urbe Turdetana Hispaniae. A partir de la cual se puede ver que ra un historiador hacía tan excepcional su ascenso al trono, y ello por
Aurelio Víctor tomó tres elementos de los cuatro (Italica - urbe - His- mucho que se tratara de un natural de una provincia extremadamente
paniae) y el Epitomador abrevió más, con sólo dos (urbe - Turdetana). romanizada, la Bética, y de una familia que era ya senatorial y dos ve-
El más trascendente argumento desde el punto de vista histórico es ces consular. Semejante conservadurismo en las tradiciones se aprecia
a mi juicio el ya aludido Dión Casio. A pesar de los esfuerzos del gran también viendo cómo Plinio el Joven, en un panegírico tan minucioso
estudioso italiano R. Paribeni para vincular a Trajano con Italia, ya que como el que dedica a su emperador, se esfuerza con todo cuidado a lo
no era posible por el nacimiento sí al menos por la ascendencia de su largo de su discurso para no poner de relieve ni su lugar de nacimien-
familia62, por mi parte creo que es bastante inapelable –pero justamen- to, ni su ascendencia familiar más allá de su padre. El nuevo enfoque
te en el sentido contrario– el comentario de este senador y analista cuan- que propongo, y que considero apoyado por estos dos textos, vendrá
do destaca (LXVIII, 4, 1-2) la visión política de Nerva, quien pasó por reforzado después, como veremos, por el análisis onomástico, que pro-
encima de lo que en ese momento debía de ser todavía un prejuicio pa- bará que ni Ulpius ni Traius se documentan en la Italia republicana, y
ra muchos romanos, y a la vez una gran innovación. Dice Dión, en efec- que incluso el nomen Tra(h)ius es propio sólo del sur de Hispania.
to, que el anciano y débil emperador se guió más por lo que convenía Por todo lo dicho creo que hay motivos de peso para olvidar por fin
al Estado y por las virtudes del hombre que había «elegido», que por Tuder64 como origo vetusta de Trajano, porque el emperador realmente
su procedencia. Así de extraordinaria debió de parecer su designación, no descendía de itálicos, y también para proponer –y esto por cuarta
ya que «...(Trajano) era un Ibero, y no un Italo, ni un Italiota... y ningún vez en los últimos 400 años– la corrección filológica del texto del Epit.
álloethnès había sido antes emperador...». de Caes. 13, 1 en ex urbe Tu<rdeta>na. Porque además, como antes di-
Esto, traducido al lenguaje llano, quiere decir que la familia del nue- je, es esta lectura la que mejor se acomoda al único dato histórica-
vo emperador ni tan siquiera era de estirpe itálica, y que no se podía (ni mente confirmado sobre su nacimiento: Trajano, efectivamente, ha-
se puede) hacer remontar su origen hasta alguna antigua emigración bía nacido (ex) en Itálica, «una urbe de la Turdetania» y, como creo aca-
hacia Hispania, que es más o menos la definición de un italiota63: Tra- bo de demostrar, «Turdetania» era un término de uso corriente en la
jano era, pues, un verdadero «ibero», un hombre «de una raza ajena...». Geografía romana aún a mediados del siglo II d.C., gozando la obra y
Ese álloethnés endurece todavía el ya claro «oud’´Italiótes», y no deja el autor (Ptolomeo) de una larguísima vigencia posterior y documen-
en realidad margen para la defensa realmente numantina de algún vín- tándose todavía la región en el siglo VI (incluso con el detalle de que la
culo con Italia, Roma o Tuder, que tantos autores han venido hacien- habitaban turdetanos y túrdulos), en Esteban de Bizancio.
do secularmente.

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2.3. ULPIUS AB AVO DICTUS... («LLAMADO ULPIO POR SU ABUELO...»). El d) y que, por tanto, como en esa época deja pensar su cognomen por
análisis detenido de esta frase, sobre la que existen muy pocos estu- terminar en –anus (que no es un toponomástico, recuerdo), M. Ulpius
dios, es también curioso y digno de atención: ¿Por qué el Epitoma- Traianus pater era en realidad un Traius adoptado por un Ulpius66.
dor afirma que Trajano pertenecía a la gens Ulpia «a causa de su abue- Como es un hecho la existencia de las fábricas o figlinae Marcia-
lo»? ¿Quién era ese desconocido avus? Según todos venimos creyen- nae, y que la única nieta que de momento conocemos de este abue-
do desde hace siglos, Trajano sería un Ulpius por su padre el famoso lo materno Ulpius (la hermana de Trajano) fue llamada –quizá en su
general, antes que por un desconocido abuelo. Si precisamente sa- honor– Ulpia Marciana, creo que se puede defender con alguna base
bemos, por una de las fuentes del Epitomador –y por el silencio de que el avus que recuerda el Epitomador era el padre adoptivo y sue-
las demás–, que el padre biológico del emperador, el famoso y ho- gro de M. Ulpius Traianus pater, y que bien pudo él llamarse M. Ul-
mónimo Marco Ulpio Trajano, fue el primer y único personaje ilus- pius Marcianus.
tre de la familia antes de Trajano65 (Eutropio 8, 2, 1: nam pater eius El cognomen Marcianus que llevaría este abuelo materno del empera-
primum consul fuit), y éste ya era un Ulpio, ¿por qué recurrir a un avus dor Trajano no plantea problemas para ubicarlo en Itálica, aunque nadie
ignobilis, a un abuelo poco ilustre, para explicar el origen del apelli- ha tenido la curiosidad de verificarlo. Tal como antes avancé, a través
do imperial? Bastaría con citar al padre, patricio y consular, con al- de Apiano67 tenemos noticia de un G. Marcius (Gáios Márkios), un «ibe-
go como «era un Ulpio por su padre»; afirmación que, sin embargo, ro» italicense ya romanizado (ándra Íbera ék póleos Italikés), que fue cues-
sería obvia e innecesaria de destacar. tor del pretor Q. Pompeius en fecha tan antigua como el año 143-142
De donde creo legítimo deducir que si el biógrafo se remonta al a.C., y que frecuentemente –cuenta Apiano– era enviado con tropas por
«abuelo» tiene que ser porque Trajano no debía el nomen Ulpius a la fa- el citado gobernador de la Ulterior desde el cuartel general romano en
milia de su padre. Por tanto, aquí no se nos está hablando del abuelo Corduba para hacer frente a las perturbaciones de Viriato68. Por lo tan-
paterno, sino del materno. Se nos dice, de manera muy concisa, que si to, los Marcii sí son con seguridad una de las más antiguas, romaniza-
Trajano era un Ulpio, lo era por la línea materna. El tener en cuenta es- das y –hay que suponer– ricas gentes italicenses, lo que justificaría muy
ta posibilidad al interpretar la frase (que se vuelve casi inapelable al unir- bien la posterior propiedad trajanea de las figlinae Marcianae.
la a la siguiente, vide infra 2.4) permite deducir cuatro hechos: Pero, además, la nómina de Marcii y Marciani posteriores en Itálica
a) que el padre de Trajano, M. Ulpius Traianus, no era por su sangre es incluso abundante –ocho–, lo que confirma una presencia muy anti-
un Ulpio; gua de esta gens en la ciudad, y por ella se puede comprobar también la re-
b) que el avus Ulpius que cita el Epit. de Caes. tuvo que ser más bien lación de ésta con otras familias presumiblemente acomodadas, como
el materno; los Sallustii o los mismos Aelii69. Obsérvese ya de paso, y a propósito del
c) que, en consecuencia, la madre de Trajano no era, como se vie- posible origen italicense que más atrás sugerí para la emperatriz Pompeia
ne pensando, una Marcia, sino ella la auténtica Ulpia; Plotina, qué fácil es suponer también la existencia antigua de Pompeii en

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Itálica a partir de varios procónsules del primer período de ocupación, o Si suponemos algo de la riqueza de este M. Ulpius Marcianus73, tu-
del mismo Quinto Pompeyo, pretor, que Apiano nos recordaba; y más tar- vo que ser esta herencia por vía matrimonial la clave decisiva para que
de, desde luego, de los más famosos y desgraciados Pompeyos (aunque la joven familia ecuestre, ya con el patrimonio económico necesario, con-
se recordará a este propósito que Itálica fue mayoritariamente cesariana). siguiera la adlectio o elevación a la clase senatorial, posiblemente ya du-
Plotius/a, por otro lado, está ampliamente representado en Hispania. rante el tiempo de Claudio (del que sabemos que promocionó mucho
Pero vuelvo a los Ulpios: Incluso sin necesidad de las anteriores de- los ascensos de homines novi béticos), marchando a Roma muy a co-
ducciones, el cognomen Traianus del padre de Trajano ya debía indu- mienzos del reinado de Nerón, entre los años 54 y 59 d.C. No en balde
cir a pensar en la existencia de una adopción de alguien originario éstos fueron, a juicio del propio Trajano, «los cinco mejores años del Im-
de una gens Traia70. De hecho, si ambos personajes hubieran sido unos perio»74. Puede que este juicio, entre los recuerdos personales del empe-
quidam, es decir, personas sin relevancia alguna, esto es lo que cual- rador, tuviera también algo que ver con un quinquenio que también ha-
quier estudioso habría dicho: Que su gens de origen no debía ser la de bía sido magnífico; no para él directamente, puesto que era aún un ni-
los Ulpii, sino la de los Traii71. Pero es que en realidad esto es algo que ño, sino para su familia en general. Aunque desde un siglo y medio antes,
también se puede confirmar, por una parte por la misma fuente lite- como veremos, la gens Trahia ya era importante en Itálica, es ahora cuan-
raria antigua, que nos lo va a repetir a continuación y más claramen- do comienzan a adquirir la condición de «ilustres».
te, y por otra por la epigrafía italicense, como en la parte 3 de este tra- Otra conclusión hay que sacar necesariamente del presente reexamen
bajo veremos. del Epítome. Lógicamente, la hermana natal conocida del padre de Tra-
En conclusión de todo ello –y de lo que sigue–, sugiero que Marco jano (cf. arriba, 1.2), y tía del futuro emperador, no podrá ser ya una Ul-
Ulpio Trajano, el general tan estimado y honrado por Vespasiano (y de pia, sino una Traia, al menos de nacimiento75. Una vez elevado su her-
cuya vida antes del año 67 d.C. casi nada seguro sabemos) debió de na- mano Marco Trayo, ahora ya Ulpius Traianus, desde el orden ecuestre al
cer como un Traius y que, posiblemente después de su matrimonio con senatorial, sí estaría ella en condiciones socio-económicas más ventajosas
una rica Ulpia italicense, fue adoptado –quizá por vía testamentaria con para matrimoniar con un Aelius de su misma ciudad, hijo de otra familia
condicio nominis ferendi u obligación de cambiar de apellido– por su italicense, también senatorial pero más antigua76. Esta Traia sería la ma-
suegro, de posibles tria nomina Marcus Ulpius Marcianus72. Tampoco dre del joven y prematuramente desaparecido praetor P. Aelius Hadrianus
me parecería abusivo deducir, de la posibilidad de la adopción de un Afer, y también la futura abuela paterna del emperador Adriano77, naci-
yerno, que aquel rico Ulpio carecería de hijos varones (v. infra), una do éste –y desde luego en Itálica78– en el año 76.
causa muy frecuente entre los romanos para practicar este tipo de adop- Retomando ahora la cuestión de la posibilidad de que Trajano pa-
ciones y arrogaciones. De esta forma, se cumpliría exactamente lo que dre tuviera más de una hermana (cf. supra 1.5), adelanto ya aquí que
afirma el Epitome de Caesaribus: El emperador Trajano y su única her- así lo creo. Ello explicaría una rara discrepancia entre dos fuentes, así
mana, Marciana, serían ambos Ulpii ab avo (materno) dicti. como el vínculo de Trajano y Adriano con los Domicios de Gades y con

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los Dasumios de Itálica. Ya que, en efecto, según la Historia Augusta dre de Domitia Paulina, madre a su vez de Adriano. De esta forma,
(Vita Hadr. I, 2), Adriano era hijo de un primo hermano de Trajano, Adriano sería sobrino-nieto de Trajano por ambos progenitores, y só-
un varón: ...Hadriano pater Aelius Hadrianus cognomento Afer fuit, con- lo de esta manera ambas fuentes literarias podrían tener razón.
sobrinus Traiani imperatoris... Sin embargo, para Eutropio (Brev., 8, 6,
1) lo era de una prima hermana, una mujer: ...(Hadrianum)...quam-
quam consobrinae suae filium... Esto generalmente se «resuelve» decla- 2.4. TRAIANUS A TRAIO, PATERNI GENERE AUCTORE, VEL DE NOMINE TRAIA-
rando equivocado a Eutropio. Pero quizá no está de más que recuerde NI PATRIS SIC APPELLATUS («LLAMADO TRAJANO DE ‘TRAYO’, FUNDA-
que Eutropio, aunque R. Syme le llame «unscholar» e «inadvertent», DOR DE LA ESTIRPE PATERNA, O DEL NOMBRE DE SU PADRE (EL GENERAL)
era senador, y fue nada menos que el magister memoriae del emperador TRAJANO…». Esta frase del Epitomador es muy oportuna confirma-
Valente, 364-378, por encargo del cual compuso su justamente famo- ción de la nueva interpretación que acabo de hacer de la frase anterior.
so Breviarum. Así que me parece casi obligatorio tomarse la molestia de Recuerdo cómo lo traduje:
buscar otra solución más respetuosa con los numerosos archivos ofi- «... y se le llamó así –“Trajano”– o a causa de Trayo, el fundador del li-
ciales que Eutropio pudo consultar para su obra, y especialmente cuan- naje paterno, o bien del gentilicio de Trajano, su padre.»
do se comprueba (como acabo de hacer en otro trabajo, sobre el naci- De forma meridianamente clara el Epitome de Caesaribus nos confir-
miento italicense de Adriano) que varios autores después de Eutropio ma que el auctor generis paterni («el fundador del linaje paterno») de Tra-
hasta llegar a la Edad Media mantuvieron su definición de Adriano co- jano no era un Ulpius sino un Traius. Y la segunda exégesis alternativa
mo «hijo de una prima de Trajano», mientras se pierde y queda en so- que el propio Epítome ofrece para el apelativo Traianus tiene idéntico
litario la tradición de la Historia Augusta como «hijo de un primo» (aun- sentido, ya que no usa, como cabría esperar, el término cognomen (de
que otra vez sea ésta la que más adeptos tiene...). «cognomine» Traiani patris) sino «de nomine», es decir, del apellido de
La solución que sugiero, por tanto, es ésta: ya que la denomina- la familia. Ya que Traianus sólo puede derivarse a partir del nomen Traius,
ción de consobrinus/a se aplica generalmente a los de sangre, para que resulta otra vez que su gens de nacimiento ha de ser la Traia.
Eutropio tenga razón es necesaria la existencia de una segunda her- Así pues, las dos explicaciones que el Epitomador ofrece acerca del
mana de Trajano padre. Pudo existir, pues, un doble parentesco, por el origen del cognomen Traianus, aparte de indicarnos que los nombres
que la gaditana Domitia Paulina, la madre de Adriano, sería también Traius y Traianus eran inusuales para los Romanos y por ello precisa-
prima de Trajano por la línea paterna, esto es, hija de una segunda her- ban de alguna explicación, permiten asegurar que el abuelo paterno y
mana de Traianus pater, casada ésta con un Domitius gaditano79; Pauli- el propio padre de Trajano eran por su sangre y familia dos Traii80.
na sería prima a su vez de su marido, el pronto fallecido Aelius Hadrianus Procede, pues, hacer el rastreo de esta nada frecuente gens Traia. Pe-
Afer. La segunda hermana, pues, si se admite mi hipótesis, sería la abue- ro antes de ello tengo que adelantar que, tras revisar a fondo los índi-
la materna de Adriano que, casada con un Domitius de Gades, sería ma- ces de catálogos tan amplios y representativos como los de H. Dessau

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(Inscriptiones Latinae Selectae) y A. Degrassi (Inscriptiones Latinae Li- pio, y deberían pesar en cualquier análisis medianamente objetivo.
berae Rei Publicae), del Corpus Inscriptionum Latinarum vol. I, de los Aun eliminando, según antes propuse, un supuesto origen «tudertino»
índices ahora informatizados de los alrededor de cuarenta mil epígra- (véase supra el parágrafo 2.2), esperaríamos que la gens Traia (o Trahia),
fes de Roma (CIL VI), además del repertorio de H. Solin y O. Salo- aunque fuera por puro prejuicio o por una inercia secular, «también» pro-
mies, puedo afirmar que la presencia del gentilicio Traius81 y del cogno- cediera de Italia. Pero el caso es que, como acabamos de comprobar, ca-
men Traianus es simplemente nula para fechas anteriores a mediados recemos de confirmación, ni de su procedencia concreta ni del momen-
del siglo I d.C., y más nula aún durante la República82. Tal constata- to en el que se habrían asentado en la ciudad de Itálica, tal como la que
ción83 me parece que indica al menos estas tres cosas: Adriano sí daba en su autobiografía85; y tampoco tenemos ejemplos de ella
1) Que durante la República los Traii no fueron significativos en Ita- italianos, ni epigráficos ni literarios, anteriores a Trajano.
lia –donde más bien queda por probar que existieran– y tampoco en el Se puede entonces pasar a pensar en otra posibilidad, que nunca se
nivel provincial de la Hispania Ulterior más antigua. La antigüedad e ha tenido en cuenta, a pesar de que hablamos mucho de los hispanos
influencia político-social de una gens nobilis romana suele delatarse, en- que los romanos solían invitar a convivir con ellos, esto es, en sinoicis-
tre otras cosas, por la frecuencia, prolificación y expansión tempranas, mo: Según el esquema y explicaciones que dejé apuntados en la Intro-
tanto de su nomen mismo como de sus cognomina derivados (en -anus, ducción, si los Traii no vinieron de Italia, quizá sean de aquellos grupos
-inus, -ellus, -illus, etc.); que, siguiendo a Estrabón, solemos llamar «epiléktoì», «indígenas selec-
2) que no es verosímil que ningún Traianus pueda ser considera- tos» o «miembros de las élites locales»86. Así, cabe perfectamente la po-
do «antepasado» directo del emperador y de su padre pues, como he- sibilidad de que el nombre familiar Traius no sea una importación a Es-
mos visto, la inexistencia previa del cognomen y de un topónimo exi- paña, ni itálica ni iliria (?), como se viene diciendo, sino una simple la-
ge para formar aquél que se produzca la adopción legal de un Traius tinización, terminada en –ius, de un nombre preexistente en la Turdetania
por otra familia; por ello no pueden existir unos supuestos «Traiani» prerromana, quizá de uno de sus núcleos célticos87. Con ello pasamos
antecesores directos de Trajano padre, como se ha sugerido sea el L. por fin a los Traii italicenses, y a los ancestros directos, de sangre, de am-
Blattius L.f. Traianus Pollio del gran epígrafe del teatro italicense, al fe- bos célebres Trajanos, los dos únicos Traius (y Trahius, por más señas) re-
charlo en época de Augusto y al mismo tiempo pretender que sería publicanos, Caius y Marcius, que de momento se conocen. 0DUFXV
«ancestro» de Trajano, en vez de coetáneo, minusvalorando el hecho
de que la línea patrilineal no la indican los cognomina (apodos) sino
los nomina (apellidos);
3) y que los poquísimos Traiani conocidos (a veces asociados a Ulpii
y Messii) son siempre posteriores al mismo Trajano, la mayoría de ellos
en mucho84. Las estadísticas no hacen más que dar la razón a Eutro-

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C A P. 3 nº 720). Se trata de L. Blattius L.f. Traianus Pollio (po-


siblemente un Traius adoptado por un Blattius) y de
LOS TRA(H)II O TRAYOS DE ITÁLICA C. T[rai]us C.f. Pollio, probables parientes locales de
Trajano y Adriano y quizá delegados de éste para la de-
ductio colonial, a juzgar por la mención de su creatio
3.1. ITÁLICA, CIUDAD DE ORIGEN Y DIFUSIÓN DE LOS TRAII. LA «TRAHA», como primeros pontífices de la colonia.
UNA HERRAMIENTA AGRÍCOLA TURDETANA. El lugar de asentamiento Tales extraordinarias circunstancias impulsan a de-
original de los Trahii, lo mismo si hubieran sido unos supuestos in- limitar la ciudad turdetana de Itálica como el más po-
migrantes como si fueron los que ahora propongo como autóctonos, sible centro de irradiación de esta gens. Es más, la
tuvo que ser la ciudad de Itálica, en una hipótesis mucho más con- rareza del nomen en Italia y fuera de ella, y las dudas
forme con las fuentes que vengo evocando. Esto me parece muy po- sobre su origen mismo89, abren a mi juicio la posi-
sible debido a tres factores: bilidad de que se tratara de una gens de origen y nom- Fig. 11.- Gran inscrip-
ción del teatro de Itáli-
1) Este nomen o apellido de familia no sólo es típico de Hispania, si- bre autóctono, más posiblemente celto-ibérico90; y no ca, de la reforma de ha-
no que aparece casi exclusivamente en la Bética, de donde son al me- sería el único caso91. cia 120 d.C. Regalo de
los duovir(i) desig(nati)
nos 11 de los 12 ejemplos de Traii conocidos epigráficamente. Den- Pensando sobre el vocablo Traius, la rara palabra iter(um) y pontifices pri-
tro de los 11 béticos, 6 son italicenses, que además parecen los social- traga/traha, de casi seguro origen agrícola92, es utiliza- mi creati L. Blattius L.f.
mente mejor situados88 (v. uno nuevo, cordobés, en la nota final 111). da, y creo que nada casualmente, por dos escritores Traianus Pollio y C.
T[raius?] C.f. Pollio, po-
2) De los once casos béticos, seis son italicenses. Aparte de los dos béticos tempranos: el cordobés Séneca y el gaditano sibles parientes locales
más famosos que aquí hemos tratado ya, otra pareja de padre e hijo, Columela, éste un experto –aunque no practicante– de Trajano y Adriano,
encargados de la de-
no sólo son objetivamente los más antiguos de todos los hasta ahora co- de las res rusticae93. Por ello creo que traha podría ser ductio colonial. (Foto Ar-
nocidos (incluídas Roma, Italia e Iliria), sino que uno de ellos, el hijo un término específicamente turdetano del vocabula- chivo Fotográfico de Itá-
–que ya presenta el mismo praenomen o nombre propio de Trajano, Mar- rio del campo, equivalente a la tragula latina, es decir, lica, c. 1974).
cus– es el que demuestra una mejor posición económica y política, y es- una especie de juego de garfios cuya misión es ara-
to ya hacia los años 90-70 a.C., como más abajo veremos. ñar y allanar las tierras, también usado en la pesca para las redes barre-
3) Los dos restantes (uno de ellos todavía con una duda razonable), deras. Se conserva bastante bien en el español actual, en las voces «traí-
que fecho en los comienzos del reinado de Adriano, en buena sintonía lla» (agrícola) y «traína» (pesquera). Esas g o h originales (tra-h-a, tra-
con la estratigrafía realizada en el teatro por M. Pellicer Catalán en 1977, g-a) responderían muy bien a la versión más antigua del apellido que,
constan como duoviri (alcaldes) de la ya colonia adrianea en el gran epí- como veremos, se presenta en Itálica como Trahius, precisamente con
grafe del teatro (fig. 11) (ERIT nº 49, pp. 236-245; cf. HEp 5, 1995, ad una h intercalada.

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Después de esto, ¿para qué ir a buscar un origen no latino de Traius el verano de 1984 se produjo, en el extremo occidental de lo que en la mis-
hasta la lejana Iliria (más o menos en la zona de los Balcanes), si po- ma ocasión propuse sería el forum o plaza pública de la vetus urbs95 (véase
demos documentarlo perfectamente en la propia Bética? más atrás la fig. 3), un casual y sensacional ha-
llazgo, hoy expuesto en el Museo Arqueológi-
co Provincial de Sevilla: un pavimento frag-
3.2. EL POSIBLE AUCTOR O «FUNDADOR DEL LINAJE PATERNO» DE TRAJANO: mentario (su zona derecha se introducía bajo
MARCUS TRAHIUS, PRETOR DE LA COLONIA LATINA DE ITÁLICA HACIA 90- el vecino y famoso bar «El Barranco» de Santi-
70 A.C. Regresando ahora a la frase del Epitome de Caesaribus que motiva ponce) hecho en el más clásico opus signinum re-
estas páginas, comenzaré por decir que, en ese texto, la palabra genus (en publicano, de 4 x 3 m, que daba acceso a una
auctor generis o «fundador del linaje») implica en mi opinión algo similar amplia habitación rectangular, de unos 16 x 8
a «nobleza». Genus no me parece aquí simplemente «origen», sino que m. La habitación debe pertenecer a un edificio
sugiere un grado más, tal como «linaje», «estirpe» o «alcurnia». No se tra- público orientado hacia el E y con la fachada Fig. 12.- Vetus urbs de Itálica. Pa-
tará desde luego de una prosapia itálica, noble y centenaria como la de Mar- y acceso hacia la gran plaza. En la zona de tal vimento republicano en técnica de
opus signinum con inscripción de
co Aurelio, para explicar la cual la Historia Augusta (Vita Marc. I, 6) se ele- umbral presentaba una cartela, por lo dicho ro- M. Trayo, hallado casualmente en
va hasta reyes como el propio Numa, o a aquel famoso «Malemnio, hijo ta en su lado derecho (al que deben faltar unas 1984 en Avda. de Extremadura, 56
de Dasummio, el que fundó Lupiae». En el caso del Epitomador parece 12-13 letras), y dentro de la cual un letrero he- de Santiponce, según se encuen-
tra actualmente en el Museo Ar-
que con ello se remonta a un primer Traius, pero de un cierto status co- cho con teselas blancas (figs. 12-13), dice: queológico de Sevilla. Su letrero
mo mínimo municipal, ya que se le llama auctor de la estirpe, es decir, M · TRAHIVS · C · F · PR · AP… menciona una colecta para un san-
tuario de Apolo, que posiblemente
todo un «fundador» destacado de la familia94 que, como vimos (bajo este DE · STIPE · IDEMQ · CAVL ... se hallaba en el extremo E. del fo-
presupuesto estamos operando), no es la Ulpia, sino la Traia. Que desarrollo y complemento así: ro viejo, junto a la curia de la colo-
nia Latina, hacia 90-70 a.C. (cf.
Ahora sí estamos en condiciones de alcanzar la almendra de la ante- M(arcus) Trahius C(aii) f(ilius), pr(aetor), fig. 3, junto al nº 8). (Foto E. Sáenz
rior disquisición, llegando a la forma en la que podría demostrarse, y en Ap[ollinis aedem?] de San Pedro, Madrid; reproduci-
da de J. M. Luzón Nogué, Sevilla la
Itálica mismo, la doble afirmación del Epitomador de la que partíamos, de stipe, idemq(ue) caul[as d(e) s(ua) p(ecu- Vieja, Sevilla, 1998, p. 140).
en el sentido de que el apellido paterno del emperador Trajano y el no- nia) fac(iendum) coir(avit)?]
men primitivo de Traianus pater coincidirían en ser Traius y no Ul- Y puede traducirse:
pius. Ya que es posible encontrar dentro de la Itálica más antigua al auc- «Marco Trayo, hijo de Cayo, pretor (de Itá-
tor de la estirpe que decía nuestro cronista tardío. lica), se encargó de que se construyera del dine- Fig. 13.- Dibujo del detalle del epí-
Un año después de sugerir en mi tesis doctoral que algún día tendría- ro de los donativos el santuario de Apolo, y al grafe. (Según F. de Amores y J. M.
Rodríguez Hidalgo, en Habis 17,
mos prueba de la existencia de Traii en Itálica, el ciego azar la facilitó. En mismo tiempo, a sus expensas, las cancelas.» 1986, fig. 7).

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Hace poco he tenido ocasión de publicar una completa revisión de es- mediata área del Foro. Sirvan estos
te interesante mosaico, dándole nueva cronología (casi un siglo anterior «plúteos» para darnos una idea es-
a la que se le viene dando), nueva interpretación, otro sentido al edifi- tructural de las caulae que regaló a la
cio, y un cargo más acorde con su época al ilustre personaje local que en ciudad nuestro pretor, y de su uso,
él se menciona, por lo que no voy a repetir aquí por extenso los diversos en este caso, como quizá en Itálica,
argumentos para ello. Valga ahora solamente indicar que el edificio for- la de rodear la tribuna desde donde
mó posiblemente parte de la curia o sede oficial del ayuntamiento y la cor- se pronunciaban los discursos pú-
poración, donde además se custodiarían los documentos importantes de Fig. 14.- Uno de los plutei o anaglypha Traiani, pa- blicos o aquélla donde se sentaban
la ciudad; de hecho, al lado mismo de este lugar había aparecido, a fines rapetos de mármol con relieves en ambas caras, los magistrados. Aunque ni por la
que muestran escenas de medidas filantrópicas y
del siglo XIX, el llamado gran bronce de Itálica, que contenía la oratio sociales adoptadas por Trajano. Se hallaron en Ro-
función exacta, que pudo ser otra
de pretiis gladiatoribus minuendis (más popularmente conocida como «ley ma, en la zona del Foro, donde seguramente ro- parecida, el rico material o la sun-
gladiatoria de Itálica». Se abría por el E a la plaza del forum, y junto a deaban la tribuna o rostra, y se conservan actual- tuosa decoración escultórica, los pa-
mente en el edificio de la curia, sede del Senado.
ella habría un templo de Apolo, a imitación de Roma. Como modelo Salvando material y técnica, pueden dar una idea rapetos de la curia republicana de
tenemos el templo de Apolo Sosiano, al sur del Campo de Marte, que es sobre las caulae regaladas en Itálica por su pretor Itálica podrían ser similares a los atri-
Marco Trayo, dos siglos atrás.
uno de los que más antiguas evidencias republicanas conservan, incluso buídos a su imperial descendiente,
el pavimento con la inscripción que conmemoraba su restauración en el sí puede pensarse que los que Tra-
año 179 a.C. Pues bien, aquel lugar era –en él o junto a él– una de las yo costeó llevaban algún tipo de relieve o decoración pintada, o bien eran
sedes donde en época republicana el Senado solía reunirse. Lo mismo ca- de bronce, ya que si no hubieran sido obras dignas de alabanza en su épo-
be recordar, pero en este caso para la época altoimperial, en cuanto al por- ca sin duda no se habrían mencionado en la inscripción del pavimento.
ticus ad aedem Apollinis («pórtico junto al santuario de Apolo»), en el mon- Este Marcus Trahius del pavimento italicense, cuya dedicación creo
te Palatino, en cuyos pórticos y bibliotecas, inmediatos a la Domus Au- tuvo lugar entre el 90 y el 70 a.C.., resulta ser el más antiguo Traius no-
gusta y a la Tiberiana, consta que se reunía el Senado en el Imperio96. table del que tengamos noticia histórica. En cuanto hijo legítimo de un
Acerca de las caulae o cancelas que se mencionan, no dejaré además de Caius Trahius (como evidencia el indicar su filiación: C. f.) es ciudada-
hacer breve referencia a la curiosidad de que uno de los monumentos ar- no Latino desde al menos alguna generación más. No lleva cognomen o
queológicos de la época de Trajano que se conservan en la Urbe son los tercer nombre, como era usual en esa época (al revés que desde Augus-
dos llamados anaglypha o plutei de Trajano (fig. 14), de mármol blanco, to, cuando ya es lo más habitual reflejarlo en los epígrafes). Su cargo es
y cuya función parece que era precisamente la de servir de cancelas o el de praetor, esto es, de máximo magistrado municipal en las colonias
pretiles de la tribuna oratoria o rostra. Aunque actualmente se conservan de ciudadanos Latinos, y aparece abreviado pr(aetor) tal como asimis-
en el edificio de la Curia o sede del Senado, fueron encontrados en la in- mo también requieren la época y los paralelos, especialmente de Italia

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y Galia. De esto cabe deducir por lógica que las obras que recuerda la Ya que curiosamente –y no sé si se podrá llamar casualidad– el siem-
inscripción se producen en un momento en que Itálica tiene todavía el pre útil Isidoro de Sevilla, tras un minucioso recorrido por todos los
rango jurídico de «colonia Latina», y Latina vieja por más señas, y que grados y definiciones de los parentescos familiares, termina con esta
por tanto debe de ser como mínimo anterior al fin de las guerras pom- muy oportuna sentencia: deo autem usque ad sextum generis gradum con-
peyanas, en época de Julio César, momento en el cual (45 a.C.), y se- sanguinitas constituta est, ut sicut sex aetatibus mundi generatio et homi-
guramente por su lealtad a él, Itálica debió de alcanzar su autonomía nis status finitur, ita propinquitas generis tot gradibus terminaretur101 («La
y la categoría de «municipio de ciudadanos Romanos»97. Dicho estatuto consanguineidad está establecida hasta el sexto grado de parentesco; así
anterior de colonia Latina, al que responde el cargo de pretor, no po- como la creación del mundo y las generaciones humanas culminan en
dría encajar de ningún modo con la fecha augustea que los distintos au- seis edades, así también el parentesco familiar tiene como límite seis
tores vienen atribuyendo sistemáticamente al pavimento, pero sí con la grados»). Según esto, sería perfectamente posible la coincidencia gene-
datación de aproximadamente el primer tercio del siglo I a.C racional de M. Trahius con el auctor generis de Trajano al que se refe-
De esta nueva fecha (a la que, como dije, llegué tras la minuciosa re- ría el Epitome de Caesaribus (que sería propiamente su tritavus). Por eso
visión de los datos arqueológicos, musivarios y epigráficos publicados creo también que el alcanzar hasta el sexto grado hacia atrás en las ge-
sobre él desde 1986), y dada la posición de privilegio político de Mar- nealogías era lo que los biógrafos consideraban canónico, y especial-
cus Trahius en Itálica –máximo magistrado de la colonia–, así como la mente en las imperiales (éste parece un detalle que sería de útil aplica-
económica que se desprende tanto de su cargo como del hecho de aña- ción, por ejemplo, al analizar las que trazan los Scriptores Historiae Au-
dir de su propio peculio las caulae o cancelas del edificio, podríamos gustae). Así que la fuente de la que el Epitomador tomó los datos de
deducir, no sólo que estamos ante un ancestro de los dos Trajanos98 y los orígenes de Trajano debía remontarse, en efecto, hasta el auctor más
por tanto, según mi hipótesis, dentro del esquema patrilineal del em- noble del linaje, seis generaciones atrás.
perador, sino que, por el cálculo de generaciones que ahora diré, po- Todo esto junto creo que confirmaría mi hipótesis inicial sobre la
dríamos incluso hallarnos ante el mismísimo auctor generis paterni o descendencia de ambos Trajanos, por línea masculina y paterna, no
fundador del linaje paterno del que nos hablaba el Epitomador99. de la gens Ulpia como es inveteradamente creído, sino de la gens
Si tratáramos de calcular por generaciones, dando a éstas una media Trahia/Traia. Ésta hundiría sus raíces lejos de Italia, entre los Hispani
de 25 años100, Marco Traio sería el cuarto o quinto abuelo del emperador, de la Turdetania, entre los contados indígenas epiléktoi que fueron in-
nacido entre los años 120 y 90 a.C., según sea la datación real del mo- vitados por los romanos a cohabitar con ellos, puede que por una pro-
saico mismo dentro del abanico que propuse. Sumando al padre de Tra- bada hostilidad hacia los anteriores dominadores cartagineses, y más se-
jano y a él mismo se completarían cinco o seis generaciones. Buena prue- guramente por su prestigio y riqueza previos. Un texto de Apiano (Iber.
ba, pues, de que los Trahii formarían parte de la élite municipal itali- 32) nos dice que Escipión en el 206 a.C. dejó al frente de Cástulo al
cense al menos desde cuatro o cinco generaciones antes de Trajano. ciudadano considerado como «el de mejor reputación».

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C A P. 4 4) Los Trahii serían buen ejemplo de las élites autóctonas admitidas


por los romanos a la cohabitación de las fundaciones romanas de pri-
CONCLUSIONES mera época, por su reputación, riqueza, prestigio o posición. Por ello
la romanización de la familia, y su integración en la vida municipal, tu-
vieron que ser tempranas y profundas. A fines del siglo II a.C. usaban
Resumiré ya muy brevemente las principales conclusiones a las que es- los praenomina Caius y Marcus.
te estudio permite llegar, a efectos de reconsiderar el problema de la ver- 5) La mayor antigüedad y prestigio de tal gens Traia pueden probar-
dadera familia de Trajano y con él el de sus raíces auténticamente his- se sólo y precisamente en Itálica, la patria de Trajano, en una fecha apro-
pano-meridionales, autóctonas, béticas podríamos decir ya en su época. ximada entre 100 y como máximo el 50 a.C. El que sería su cuarto o
En segundo lugar, ello espero que demuestre, tal como sintéticamente quinto abuelo, M. Trahius C.f., era ya praetor de la Itálica-colonia de de-
referí en la Introducción, cuánta razón asistía a Dión Casio al admirar- recho Latino, y disponía de influencia política y capacidad económica,
se del paso dado por Nerva al adoptar a Trajano como sucesor, tratán- según demuestra un pavimento de opus signinum hallado en 1984 en
dose éste de un prestigioso general que, aunque senador y consular de la zona del foro, que debe ser refechado hacia tal fecha (y no en la de Au-
Roma, era un verdadero «provincial», ya que, a diferencia de todos sus gusto). El edificio podría identificarse con la curia colonial, en una re-
predecesores en el trono, e incluso de su sucesor Adriano, Trajano ca- lación normal y coherente con una aedes Apollinis o santuario del dios
recía incluso de raíces y ascendientes italianos. Apolo, según ocurre también en relevantes ejemplos de Roma.
1) El párrafo 13, 1, 2 del Epitome de Caesaribus debe ser corregido, 6) El avus o abuelo del emperador Trajano citado por el Epitomador
tanto en la lectura Tu<rdeta>na como en su interpretación general. Tal de Aurelio Víctor tiene que ser el paterno. Por lo tanto, el cognomen Traia-
como el Epitomador indica, claramente y por dos veces, el cognomen nus que llevaba ya el padre de Trajano, por no proceder de topónimo
Traianus de Trajano se debía a que la familia paterna de origen del fu- (como sí Hadrianus) tiene que deberse a una adopción legal en época
turo emperador no era la gens Ulpia, sino la Trahia (más tarde Traia). más próxima a la del emperador. Se propone entonces, con apoyo otra
2) Dicha gens Trahia no procedía de Italia y por tanto no llegó a vez en el texto precitado, que Trajano senior, un Traius de origen, de-
Hispania con los contingentes romanos o itálicos, ni en el 206 a.C. bió de contraer matrimonio con una de las hijas de un M. Upius ¿Mar-
ni más tarde, sino que era de origen turdetano puro, como demos- cianus?, italicense (éste sí posiblemente descendiente de italiotas), en-
trarían tanto la práctica ausencia en Italia de Traii en la República y troncado con los prestigiosos Marcios, que se constatan en Itálica ya co-
el Imperio, como el vocablo agrícola, de posible origen hispano me- mo magistrados hacia 143-142 a.C. Seguramente por la falta de hijos
ridional, trahea/traha. varones, y por un recurso legal bastante corriente entre romanos, este
3) La gens Traia sólo se documenta ampliamente, con al menos 11 supuesto socer o suegro, Marcus Ulpius Marcianus, adoptaría a su yerno
de 12 casos, en la Bética. Traius, pasando éste a portar el prenombre y el apellido de su padre adop-

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tivo, y a usar como cognomen su anterior apellido terminado en –anus, La emperatriz Plotina sería, pues, italicense o al menos bética, y prima
como era la norma en la época, esto es: Marcus Ulpius Traianus. carnal de Trajano. Así se explicaría por dos vías la relación con la em-
7) La herencia del suegro Ulpius del futuro general flavio, que se- peratriz que intrigaba a H. Solin. En efecto, se cuentan muchos Plotii
guramente acompañó a la adopción legal, sería la que permitiría a la hispanos, en Itálica y en otros puntos de la Bética103. Existe incluso la
nueva familia de –y sólo ahora– «Ulpios Trajanos», hasta entonces del asociación del nomen Plotius en series, incluso poco relevantes, de no-
orden ecuestre, su ascenso o adlectio al orden senatorial, y marchar a mina imperiales de este momento104.
Roma con sus dos hijos (el futuro emperador y su hermana Marciana), 12) En cuanto a la origo o procedencia de la emperatriz Plotina, pa-
posiblemente entre los años 54 y 59 d.C., el primer quinquenio de Ne- rece que ubicarla en la ciudad gala de Nemausus (Nîmes) carece de prue-
rón, al que incluso más tarde el propio Trajano calificó como «el me- bas. No lo es por sí misma la admirable «basílica» que Adriano erigió en
jor del Imperio». su honor cerca de esta ciudad (apud Nemausum), que podría identifi-
8) El nombre de la madre de Trajano debió de ser Ulpia M.f. Mar- carse más bien el famoso delubrum Dianae a las afueras aquella ciudad
ciana, y ello explicaría tanto el mismo nombre en la hija que conoce- (hoy conservado como «templo de Diana») y pudo deberse simplemen-
mos, la hermana de Trajano, como la denominación de las fábricas la- te a una promesa de Adriano por la salud de su madre adoptiva. Diana
tericias o figlinae Marcianae, que más tarde aparecerán siempre vincu- era una diosa máxima en Itálica, como demuestran numerosos restos en
ladas a la domus imperial. la ciudad, y ambos debían de ser muy devotos de este culto local. Cabe
9) A su vez se propone que una segunda hermana de Trajano padre, también que se trate de un primer homenaje a su memoria, hecho en la
una Traia, casada con un L. Domicio de Gades, pudo ser la madre de misma ciudad donde al emperador le llegó la noticia de la gravedad o el
Domitia Paulina I y abuela de Adriano, con lo que se eliminaría la apa- fallecimiento de su benefactora. En todo caso, la dedicación de este edi-
rente contradicción entre Eutropio, Brev. 8, 6, 1 y la Vita Hadriani 1, 2. ficio no prueba por sí el origen nimés que se le supone, aunque se haya
10) Nuestra hipotética madre de Trajano, Ulpia Marciana?, pudo te- utilizado como argumento suplementario para explicar la elección como
ner otra hermana –por tanto una matertera o tía materna del empera- sucesor del nimés Antonino Pío, elección que tiene otras explicaciones.
dor– que podría identificarse con una rica Ulpia M.f. Plotina, docu- 13) Por el contrario, lo normal en los matrimonios de las élites bé-
mentada en tablillas (tabulae ceratae) herculanenses al comienzo de la ticas era procurar que se celebraran dentro de la misma familia, para con-
época de Vespasiano, con varios esclavos y libertos, y cuya conexión con servar y mayorar los capitales, las tierras, y todas las demás relaciones so-
el liberto de un Salonius puede establecerse, en una de dichas tabulae. ciales y económicas, como confirman también los matrimonios res-
11) Sería esta Ulpia M. f. Plotina, la que, a través de su matrimonio pectivos de Adriano y Marco Aurelio, concertados con primas. Esta
con un L. Pompeius (documentados en época republicana en la Bética, práctica ha seguido siendo frecuente en España hasta hace muy poco
y con un ejemplo muy significado en Itálica102), habría tenido como tiempo105. Con la solución que propongo, que parece la más lógica, Tra-
hija a la más tarde emperatriz Pompeia L.f. Plotina, la esposa de Trajano. jano en realidad contrajo matrimonio con una italicense, prima suya,

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y nieta, aunque ella sí de sangre, de M. Ulpius Marcianus, lo que Traja- cial, sino un verdadero romano y un miembro del venerable estamento se-
no había pasado a ser, él por adopción. natorial», o en que «ya había sido cónsul» (por primera vez, hacía sólo seis
14) El nuevo stemma o árbol genealógico que resulta de todas estas pro- años y, sorprendentemente, ordinarius, es decir, el de más categoría, lo que
puestas (fig. 15) probaría razonablemente bien la frase del Epitomador, así evidencia un trato de favor del «malvado» Domiciano), como si su llega-
como los dos asertos de Eutropio (8, 2, 1) que cité al principio del capí- da al trono no hubiera sido algo tan inaudito, parece lo cierto que su elec-
tulo 1 de este trabajo: Que la de Trajano era una ...familia antiqua, ma- ción por Nerva como hijo, heredero y sucesor en el trono sí que se perci-
gis quam clara (idea que se conservaba aún en Iohannes Lydos: «Oúlpios... bió en Roma políticamente como un segundo arcanum o secreto nunca
oúk eúgenoús tugchánon familías...»106). Pues los tres troncos que dieron lu- imaginado, y como un cambio definitivo en el rumbo del Imperio. No
gar a ella: los Traii, los Marcii y los Ulpii, como hemos podido probar pa- sólo el ejército, como en los casos de Galba y Otón ya lo había hecho des-
ra las dos primeras, eran familias antiguas y distinguidas dentro de las de Hispania, era decisivo para elegir al nuevo emperador (Trajano estaba
élites municipales, y habían participado incluso en la gobernación mu- al frente del de Germania, el más próximo a Roma en el bienio 96-98), si-
nicipal y provincial durante la República. Pero, aunque ya muy ricos, hu- no que se ahora se encontraba en connivencia con la facción provincial
bieron de esperar para ser clari o clarissimi (esto es, senadores) como tan- hispano-gala del Senado. Aquellos provinciales a los que Roma había se-
tos otros hispanos, a los reinados de Claudio, Nerón y Vespasiano, que les leccionado y hecho romanos durante tanto tiempo se disponían ahora a
trajeron su ennoblecimiento senatorial y su definitivo ascenso. suplantar a las viejas familias itálicas en el poder.
15) Por último, que la estirpe turdetana –y no italiana– de la gens Traia, De ahí la frase de Dión Casio que ya varias veces mencioné, de ahí
que aquí defiendo, es lo único que puede explicar satisfactoriamente la ca- también la de Aurelio Víctor, e incluso el extremo cuidado de Plinio el
tegórica afirmación de Dión Casio, cuando aseguraba que Trajano «no era Joven en su Panegírico del año 100 para evitar la menor referencia a la
un italós, ni un italiótes», sino «un alloethnés», en definitiva un alóctono; procedencia y lugar de nacimiento de Trajano (a veces los silencios re-
frase que no hubiera sido cierta para referirse a un descendiente de emi- sultan tan elocuentes como las palabras). Sin embargo, me da la sensa-
grantes itálicos a Hispania, y que encuentra debida confirmación en el sig- ción de que el origen netamente español del nuevo emperador fue bas-
nificativo y habitualmente poco apreciado texto de Aurelio Víctor, que a tante mejor aceptado por los romanos de su tiempo que por muchos his-
partir de Nerva y hasta Cómodo, considera a todos los emperadores ad- toriadores modernos y contemporáneos, como acaba de demostrar W.
venae, «venidos de fuera» y externi, «extranjeros» (Lib. de Caes. 11, 12). Eck (su art. de n. 3) al afirmar que: «Trajano pudo haber sido un ciuda-
Y esto último me encamina ya a concluir con una reflexión sobre lo dano de Roma de nacimiento, y no un hispano meridional. Ni siquiera es
que tal suceso significó para la Historia de Roma. Mientras los historia- seguro que jamás viera Itálica en persona...» (así, sin aportar una sola prue-
dores modernos, europeos y españoles, según dije en la Introducción, ba y en contra de tantas fuentes; desdeñando incluso que Trajano fue tres
insisten en llamar nuestra atención sobre los hechos de que, según ellos, años comandante de la Legio VII en Hispania y ésta tenía un destaca-
Trajano «era de raíces itálicas», de que «en realidad no era ya un provin- mento en Itálica).

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Fig. 15.- Propuesta de nuevo


stemma familiar o árbol genea-
lógico de Trajano. Arriba, entre
el pretor M. Trahius C.f. y el avus
paterno de Trajano (un C.
Trahius) mencionado por el Epi-
tomador de Aurelio Víctor, hay
que suponer una o dos genera-
ciones más. (Elaboración de la
autora, tomado de El Legado de
Roma, 1999, p. 236, ligeramen-
te modificado). (* : De confir-
marse una segunda hermana de
Trajano padre, casada con un L.
Domitius de Gades, pudo ser ella
la madre de Domitia Paulina I y
abuela materna de Adriano).
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En 1991 estudié las circunstancias que pudiéramos llamar «ocultas» de Hispania (Galba y Otón), como dejé expuesto en 1998. Trajano padre
del realmente insólito ascenso de Trajano al trono el 28 de enero del es el que ejemplifica, con su gesto de lealtad hacia Tito en Judea, el papel
año 98 –dies imperii del que en 1998 se cumplieron diecinueve siglos–, crucial que jugaron los hispanos. Son los Flavios, pues, los que, agradecidos
pero desde una perspectiva distinta: Entonces partí de atribuir el fa- por este sólido apoyo, elevan decididamente las condiciones político-eco-
moso testamentum Dasumii al para mí italicense Lucio Licinio Sura, ri- nómicas de los senadores hispanos, y especialmente de los béticos108 (fig. 16).
co, poderoso, triple cónsul y Kaisermacher o «fabricante de emperado- Tras treinta años (69-98 d.C.) de tejer pacientemente sus redes (propuse
res» según la feliz definición del recordado H.-G. Pflaum. Al morir pre- en 1998-1999 que especialmente agrupados en torno al emperador Tito,
maturamente en el año 108 d.C, Licinio Sura dejaría su herencia basándome en un poco valorado párrafo de Suetonio: div. Tit. VII), por fin
económica y política en manos del italicense y cuñado de Adriano L. llegaría su oportunidad de relevar a la segunda y última dinastía de empe-
Iulius Ursus Servianus (al que propuse entonces como el principal he- radores itálicos por otra que no hay que vacilar tanto en calificar de «His-
redero del testamento), para que concluyera por él la compleja opera- pana». Ésta dio lugar al que en la misma ocasión llamé «saeculum Aelium»:
ción de poder sentar también en el trono a un segundo italicense, Adria- el muy excelente, para Roma y para el Imperio, saeculum Hispanum. Un
no, el protegido de tan influyente trinidad (Sura, Serviano y Plotina), siglo de Aelios (v. fig. 15) y de hispanos, pero llamado, a mi juicio errónea,
y ello aunque le faltaba todo el prestigio militar de su tío abuelo. Tal la- generalizada e ilícitamente, por la mayoría de los historiadores y arqueólo-
bor de filigrana política, que contaba con fuertes enemigos, tuvo que gos europeos desde el siglo XVIII, «época de los Antoninos» y «de la dinastía
tener resortes oscuros que fueron silenciados –y pienso que nada ca- antonina». Conceptos que, por muy profundamente arraigados que estén
sualmente– por los principales historiadores y poetas del reinado de (hasta infiltrarse en los saberes del común109), creo que no responden a la
Trajano: Tácito, Suetonio, Plinio el Joven, Plutarco, Juvenal y Marcial, Fig. 16.- Procedencia de los
todos los cuales fueron objeto a lo largo del reinado de sustanciosas re- senadores hispanos altoim-
compensas, o Dión de Prusa, que prefirió alejarse de Roma y no volver periales, según sus provin-
cias y ciudades. Totales: Bé-
a escribir historia nunca más107. tica 108, Citerior Tarraconen-
Esta difícil maniobra, que por sus aspectos más turbios el mismo Aure- se 57, Lusitania 30. Hispanos
de provincia indeterminada
lio Víctor (Lib. de Caes. 13) calificó de imperium arripere («arrebatar el Im- 14. (Mapa elaborado por la
perio») tuvo que sustentarse sobre un clan, diríamos casi un «lobby» de his- autora, publicado en El Lega-
do de Roma, 1998, p. 214, cf.
panos ricos y poderosos, tanto en Roma como en Hispania. Un sutil en- aquí la nota 2).
tramado de influencias y riquezas que se comenzó a tejer desde el principado
de Augusto, pero que cobró toda su fuerza en mi opinión cuando ellos apo-
yaron, casi en bloque, el ascenso de la dinastía flavia, con su repentina abs-
tención en la crisis del año 69, cuando el Imperio se estaba disputando des-

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realidad y son históricamente injustos110. Los también llamados, de forma NOTAS


más ideal que real, pero al menos más respetuosa con los hechos visibles, 1
Estas reflexiones son versión abreviada de las Fernández (congreso internacional Sevilla, 14-17
«Adoptivkaiser», estaban de hecho todos entroncados con las mismas dos que presenté ante el congreso internacional sobre de septiembre de 1998), Saggi di Storia Antica 16,
familias béticas, Aelios y Annios, y a mi juicio sólo usaron de la adopción Traianus Optimus Princeps, celebrado en Roma en Roma, 2000, y De Augusto a Trajano. Un siglo en la
noviembre de 1998 (en el que, dicho sea de paso, Historia de Hispania, edd. C. Castillo et al. (Colección
como un medio legal y prudente de maquillar una dinastía familiar cierta. fueron bastante bien acogidas a pesar de su plan- Mundo Antiguo, Universidad de Navarra, nueva serie
Un precioso y casi completamente olvidado texto del historiador He- teamiento crítico) y de las avanzadas en el XIX Cur- 6), Pamplona, 2001. La tercera es una obra colecti-
so de Verano de El Escorial, de la Universidad Com- va alemana: VV.AA., Trajan. Ein Kaiser der Superlati-
rodiano (Hist. 1. 7, 4) nos confirma que los romanos sí vieron en la del plutense de Madrid, dirigido por J. M. Blázquez Mar- ve am Beginn einer Umbruchzeit?, ed. A. Nünnerich
siglo II a una verdadera dinastía, y nos revela que la legitimidad de la tínez, en julio del mismo año, cuyas Actas se hallan Asmus, Mainz, 2002. En ésta, de la revisión de la fa-
misma se depositó en las Ulpias italicenses y las Annias cordobesas: [...El en prensa. milia y carrera de Trajano antes del trono se encarga
2
Zaragoza (septiembre-diciembre de 1998) y Mé- W. Eck, «Traian. Der Weg zum Kaisertum», pp. 7-20,
pueblo de Roma veía a Cómodo] como un emperador de una cuarta rida (marzo-junio de 1999). A ambas exposiciones que se mantiene en la línea más general excepto pa-
generación... su madre, Faustina,... fue hija de Antonino Pío, nieta de acompañaron sendos espléndidos catálogos del mis- ra el nacimiento de Trajano, sosteniendo (p. 10) que
mo título, editados en Zaragoza (1998 y 1999) y co- fue también en Roma (lo que carece de pruebas y
Adriano por parte materna, e incluso ella [Faustina] llegaba a remontar- ordinados por P. Barraca de Ramos (en adelante ci- no secundamos). Vid. nota 111.
se hasta Trajano como bisabuelo... (figs. 17-18). tado Hispania y según la edición de 1999). El stem- 4
Y desde luego igualmente quien suscribe (inclu-
ma o trama genealógica que cito fue expuesto en so en el trabajo citado en la nota 2), hasta que em-
En efecto, en el año 98 iba a comen- ambas Muestras, y por ello fue insertado también en prendí las reflexiones con motivo de la elaboración
zar con Trajano –pero ahora ya al máxi- el Catálogo, dentro de mi contribución «Saeculum posterior del citado stemma.
Aelium, Saeculum Hispanum: Promoción y poder de 5
Véanse los índices de T.R.S. Broughton, The Ma-
mo nivel– una verdadera dinastía, la pri- los hispanos en Roma» (pp. 235-251 y fig. de la pág. gistrates of the Roman Republic, Nueva York, 1952.
mera de las béticas, y con ella lo que en 236), en la que desarrollaba la tesis de lo que allí 6
A. Mª Canto, La Epigrafía Romana de Itálica (en
1998 definí como la «Hispanización de llamé «la hispanización de Roma»; pero la explica- adelante citado ERIT), tesis doctoral dactilografiada de
ción de las varias novedades que contenía el stem- junio de 1983), Madrid, ed. facsímil, Universidad Com-
Roma», que duraría todo el óptimo si- ma hube de posponerla hasta que se me brindó la plutense de Madrid [1983], 1985. (Cf. infra la nota 37).
glo II d.C., hasta el asesinato de Cómo- ocasión en las reuniones científicas citadas en la 7
Yo misma en 1983 (ERIT, págs. 237-238), y por
nota anterior. tanto un año antes del hallazgo casual en agosto de
do, el último Aelius. Entonces los des- Figs. 17-18.- A la izquierda, la emperatriz 3
El trabajo más reciente que conocía era el de C. 1984 del pavimento republicano al que me referiré
cendientes de Cartago, encabezados por Annia Faustina Maior o I, hija del consular Castillo, «El emperador Trajano: familia y entorno so- más adelante (véase parág. 3.2.), supuse que los dos
natural de Ucubi (Espejo, Córdoba) M. An- cial», en: Imp. Caes. Nerva Traianus Aug., J. Gonzá- famosos Traiani, padre e hijo, tenían que relacionarse
el leptitano Septimio Severo (que to- nius Verus y esposa de Antonino Pío. A la de- lez (ed.), Sevilla, 1993, pp. 35-47, que contenía to- con unos Traii italicenses más antiguos; y, aunque
davía hablaba púnico en la intimidad fa- recha su hija Annia Faustina Minor o II, ca- dos los datos, análisis y bibliografía esenciales. Más en aquel momento todavía no se los podía docu-
miliar), vendrían a su vez a Roma para sada con Marco Aurelio y madre de Cómo-
do. El historiador Herodiano señala a la
próximo al centenario llegó el de J. Bennett, Traian
Optimus Princeps. A Life and Times, Londres, 1997,
mentar en la misma Itálica, sí cité algunos ejemplos
de Trayos béticos.
tomar el relevo de los Hispanos, con me- segunda de ellas como verdadero nexo de caps. I y II, que en el tema del nomen sugiere una no- 8
R. Hanslik, «M. Ulpius Traianus (pater)», RE,
nos humanismo, estoicismo y estabili- la que sugerimos definir como «dinastía Ul- vedad (v. infra nota 66). Hay que añadir posterior- Suppl.B. IX A, Stuttgart, 1965, cols. 1032-1035. C.
pio-Aelia» del siglo II d.C. (VV.AA., Hispania mente tres obras recientes, que responden más o Castillo, en art.cit., pp. 37-38. A. Caballos, «M. Ul-
dad, con más violencia y, desde luego, Antiqua. Denkmäler der Römerzeit, Mainz, menos al 1900 aniversario del comienzo del reina- pius Traianus pater», Archivo Hispalense 219 (1989),
no con tan prolongada fortuna111. 1993, 331 y 336, láms. 112 y 120, fotos DAI do de Trajano. Dos son actas de reuniones científi- pp. 9-28. Añádase ahora el trabajo de G. Alföldy,
Madrid, por P. Witte). cas: Trajano, emperador de Roma, ed. J. González «Traianus pater und die Bauinschrift des Nymphäums

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von Milet», en Revue des Études Anciennes 100 cientemente la teoría de Champlin es apoyada por lica, Hispalis, Gades y Corduba/Ucubi. Véase por ejem- dar que I. Rubel ya evocó, en 1916 (art.cit. aquí en
(1998), pp. 367-399, una versión más breve del cual J. Bennett (op.cit. supra en nota 3, pp. VIII y 11-12), plo CIL II, 1758 (Gades): Annia C.f. Patruina. nota 14, p. 502), el nombre de un procurador de Ma-
expuso en español en el congreso citado (nota 3) de con la sugerencia, para rellenar el décalage, de que 17
FOS, nº 681. tidia II, Mindius Matidius (CIL VI, 9021), así como
Sevilla («Trajano padre y la inscripción del ninfeo de la Marcia que se casa con el padre de Trajano fue- 18
Acompañaba a su tío Trajano en su último via- (ibid., nota 1) el de otro procurador imperial algo pos-
Mileto», pp. 11-24), aunque no presentó novedades ra hija de un primer matrimonio de Soranus; mer- je, y trasladó, junto con la emperatriz viuda, sus ce- terior: M. Aurelius Mindius Matidianus Pollio (Hali-
en lo que se refiere a la familia misma. ced a ello, éste tendría ya tres hijas, en vez de la úni- nizas a Roma. carnaso: ILS 8858), aunque a él no se le ocurrió to-
9
Véase más adelante para un ascenso a senador ca que le atribuyen Tácito y Dión Casio, la Marcia 19
Vid. H. Temporini, op.cit., pp. 170-171. Nos que- marlo como indicio del nombre de su padre, ya que
posible también en los últimos años de Claudio, an- Furnilla condenada junto con su padre en el 66 d.C. dan, de sus últimas honras, la transcripción de bue- creía (véase la siguiente nota) que Matidia II era tam-
tes de marchar la familia a Roma. Pero véase la nota que sigue. na parte de su elogio fúnebre, compuesto por Adria- bién una Vibia.
10
Recientemente D. Boschung y W. Eck han pro- 13
Creo que definitivamente no puede tomarse en no (CIL XIV, 3579, Tibur). La zona izquierda, que fal- 22
Así lo pensaba I. Rubel, art.cit., pp. 500-501:
puesto que se la identifique en un retrato del Foro de cuenta la ingeniosa propuesta de Champlin porque, ta en el epígrafe, debía de contener información (Vibia) Matidia, basándose en H. Dessau, pensando
Trajano en Roma hasta ahora supuesto como de además de lo objetado por Raepsaet-Charlier, si no familiar trascendental. En el Campo de Marte, en una también que ella era la hermana menor, nacida en-
Agrippina Minor: «Ein Bildnis der Mutter Traians? Zum imposible, sí es muy difícil que la nieta de un cón- zona aún no bien definida, Adriano erigió un tem- tre 88 y 98 d.C. Afirma asimismo (pero no aclara por
Kolossalkopf der sogenannten Agrippina Minor vom sul (34 d.C.), como sería la supuesta Marcia, se ca- plo a la memoria de ambas nuevas diosas, su sue- qué) que «sie blieb unvermählt» (que «permaneció
Traiansforum», Archäolog. Anzeiger 3, 1998, 473- sara con un oscuro y joven équite provincial, pues só- gra y la madre de su suegra, fenómeno que no de- soltera»). En RE, Suppl. B XV, s.vv., W. Eck le da ya
481 y W. Eck, art.cit. supra en nota 3, p. 10 con no- lo eso sería el padre de Trajano hacia el año 45 d.C. be de tener muchos ejemplos más en la historia del entrada a Matidia II por ambos gentilicios.
ta 18 y fig. 5b, de donde tomamos la imagen. Las 14
El mejor análisis sobre Ulpia Marciana y sus la- mundo... 23
Obsérvese la contradicción entre ambas fuen-
causas que estos autores aducen son razonables, zos familiares es el de un artículo póstumo de Isidor 20
FOS, nº 802: Se supone que su gentilicio era Vi- tes, que puse ya de relieve más atrás, en 1.2.
pero el problema para este tipo de atractivas atri- Rubel, «Die Familie des Kaisers Trajan», Zeitschrift bia porque una de las hijas de Marco Aurelio fue lla- 24
M.-Th. Raepsaet-Charlier, FOS cit., sub nº 821:
buciones es que rara vez puede llegarse a encontrar für die österreichischen Gymnasien LXVII (1916), pp. mada Vibia Aurelia Sabina. Además de este argu- (Ulpia).
su confirmación. 481-503 (especialmente 488-491). De este viejo es- mento, I. Rubel (art.cit., p. 498), siguiendo a Borghesi 25
G. Pugliese Carratelli, «Tabulae Herculanenses»,
11
CIL XV pp. 91 ss., especialmente núms. 312- tudio tuve noticia a través de un antiguo trabajo de (op. cit., III, pp. 239 ss.) y aportando otros epígra- La Parola del Passato 1 (1946), pp. 379-385 (cuatro
316. Pasan luego a Adriano: núms. 317-322 y más A. Montenegro (de 1954, infra), pero no lo pude lo- fes, creía que el nombre de su padre fue L. Vibius (Sa- menciones); id., id., id. (1953), pp. 455-463 (siete
tarde a Cómodo y a los Severos. calizar en España. Consultado el ya fallecido pro- binus), y pensaba, también con buenos argumentos, menciones); G. Pugliese Carratelli y V. Arangio Ruiz,
12
Para los datos de estas féminas senatoriales fesor, me contestó amablemente que le era imposi- que fuera natural de Assissium (Asís). De forma que, id., id. (1955), pp. 448-477 (una mención); iid., id.,
son importantes las obras de H. Temporini, Die ble recordar dónde lo había leído. Lo pude examinar hipotéticamente, Vibio pudo ser cónsul sufecto bajo id. (1961), pp. 68-69 (dos menciones). Sus escla-
Frauen am Hofe Traians, Berlín, 1978, y M.-Th. Ra- al fin gracias a la amabilidad (que agradezco otra Trajano y morir joven, o incluso antes del comienzo vos actores principales se llaman Venustus y Felix. A
epsaet-Charlier, Prosopographie des femmes de l’or- vez) del Istituto Storico adjunto al Istituto Austriaco del reinado de éste. Para reforzar lo verosímil de es- veces firman como testigos otros tres libertos: M. Ul-
dre sénatorial (Ier-IIe s.), Lovaina, 1987 (citado en de Cultura de Roma. Tales dificultades ya sugieren te gentilicio recuerdo que en un epígrafe funerario de pius Moschio, M. Ulpius Irenaeus y M. Ulpius Salvus.
adelante FOS). Sobre esta (¿Marcia?) su nº 521. Es- que, a pesar de su calidad e innovación, el trabajo Itálica (ERIT nº 154: CIL II, 1157) se asocian tres li- En la tablilla XLVIII (1953, p. 460) aparecen asocia-
ta autora recoge (pp. 93 y 440), aunque no la com- de Rubel no tuvo el eco que merecía, pues casi nun- bertos: el infans M. Ulpius Heuretus (obsérvense sus dos con un M. Salonius Surus. Ulpia M.f. Plotina apa-
parte, la hipótesis de E.J. Champlin de que la madre ca lo he visto utilizado. Lo cita A. Caballos Rufino, praenomen y nomen) y sus padres Vibius Zoticus y rece en frecuentes negocios con L. Cominius Primus,
de Trajano hubiera sido una hermana desconocida en Los senadores hispanorromanos y la romaniza- Valeria Sponde. Son de tres bien representadas gen- de cuyo archivo proceden las tablillas. En dos bien
de Marcia Furnilla, la segunda esposa del empera- ción de Hispania (Siglos I-III).I. Prosopografía, Écija, tes italicenses. Otros cuatro Vibios en ERIT (cit. en datadas la fecha es el año 70 d.C.
dor Tito. La hipótesis de Champlin cuadraba con el 1990 (en adelante Caballos, SenH), t. I.2, p. 310, nota 6), núms. 22 ter, 35, y 165 (por seis Ulpios y 26
FOS, p. 646, citando a R. Syme, Tacitus, Oxford,
silencio total sobre la madre de Trajano, que a su vez pero su única referencia –y crítica– a él parece de ocho Valerios). 1958, II, p. 604 n. 8, y a M. Väisänen, Su una gens ro-
iba bien con la caída en desgracia de la familia Mar- segunda mano. 21
FOS, nº 533: El epígrafe a partir del cual H. Solin, mana: gli Ulpii, Helsinki, 1979, pp. 21 y 82-83, quien
cia (la misma Furnilla fue repudiada por Tito) hacia 15
M.-Th. Raepsaet-Charlier, FOS cit. nº 824: Re- con bastante base, supuso que un Lucius Mindius pu- rechazó tal relación (no he podido consultar esta últi-
65-66 d.C., en el marco de la conspiración de Pisón. coge de ella hasta 17 menciones epigráficas. do ser su padre es AE 1983, 161, una inscripción fu- ma obra). También C. Castillo tiene presente a esta
Pero ya Raepsaet-Charlier objetó que separarían a 16
Por ejemplo en I. Rubel, art.cit., pp. 488-489, y neraria de la región de Tibur que menciona a un liberto otra Plotina (art.cit. en nota 3, p. 39 con nota 26).
ambas hermanas al menos 20 años de edad, y el en FOS , sub n. 681. Pero existen otras relaciones cu- «de la hija de Matidia Augusta» llamado L. Mindius Da- 27
Vid. por ejemplo SHA, Hadr. 2, 10: ...(Hadria-
más contundente de que el que se llamara Marcia riosas, dado lo infrecuente de su cognomen y lo fuer- maleus. Éste, el de su hipotético padre, es el único nus) nepte per sororem Traiani uxore accepta... («ha-
ya es en sí misma una suposición inestable. Re- te de las relaciones entre las familias notables de Ita- «lien familial» que se le conoce. Pero conviene recor- biendo aceptado Adriano como esposa a una nieta

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de la hermana de Trajano»), donde no se indica de 33


Vitr., De archit. VI, 5, 2: ...faciunda sunt vesti- cionando los 23 trabajos que sobre ella había publi- ta frase del Epitomador expresamente para justificar
qué hermana, lo que más bien da a entender que bula regalia alta, atria et peristyla amplissima, silvae cado hasta entonces (ibid., pp. 190-191), a los que por qué en la gran inscripción del teatro de Itálica
sólo tenía una. Plinio J., Paneg. 84, 1-8 parece va ambulationesque laxiores ad decorem maiestatis hay que añadir ya algunos posteriores. (v. Infra y nota 98) prefería desde luego restituir me-
en igual sentido, aunque ello no excluye que exis- perfectae, praeterea bybliothecae pinacothecae ba- 38
En varios trabajos desde 1989 he tratado de lla- jor el gentilicio del segundo duovir T[raiu]s, y no T[itiu]s
tiera alguna otra, pero que hubiera fallecido antes silicae non dissimili modo quam publicorum operum mar la atención sobre el problema que plantean a como había propuesto A. Blanco Freijeiro. Pero en
del año 100 d.C. magnificentia comparatae... veces las traducciones al uso, y las perspectivas muy aquel momento –cosas de la edad– no se me ocu-
28
AE 1958, 214. Cf. FOS nº 631. La hipótesis en 34
«Les plaques votives avec plantae pedum d’I- diferentes a que puede dar lugar una vuelta y revisión rrió ir más lejos en el análisis de la frase.
B. Borghesi, Oeuvres complètes, t. VIII, p. 492. talica: un éssai d’interprétation», Zeitschrift für Papy- crítica de los textos originales. Véase por último «Si- 47
I. Lipsius, Dissertatiuncula apud principes. Item
29
Según H. Chantraine (citado en FOS, p. 512 no- rologie und Epigraphik 54 (1984), pp. 183-194. So- noicismo y stolati en Emerita, Caesaraugusta y Pax: C. Plini Panegyricus liber Traianus dictus, Antwerp,
ta 2) por CIL VI 24316, donde aparece un C. Plotius bre el culto italicense de Diana ha tratado después Una relectura de Estrabón III, 2, 15», Gerión 19, 2001, 1600, p. 36. La suposición de que Trajano no era his-
Gemellus, Aug. lib. muy bien M. Oria Segura: «Diana en Itálica: una hi- pp. 423-474, y especialmente 425, nota 3. pano desató las iras de Rodrigo Caro en 1634 y de
30
Además de que una basílica no es un templo, pótesis», Faventia 21/2, 1999, pp. 85-93, aunque 39
R. Paribeni, Optimus Princeps. Saggio sulla sto- Nicolás Antonio en 1696, como recuerda J. M. Mes-
como sí lo erigió Adriano a Plotina y Trajano en Ro- ella atribuye las esculturas, no a un culto especial, ria e sui tempi dell’imperatore Traiano, Messina, tre en un cultivado artículo, «Trajano y los humanis-
ma. I. Rubel (art.cit., p. 491) recuerda acertadamente antiguo, en la ciudad, sino a la particular devoción 1926-1927 (reedición de Nueva York, 1975). tas», en el coloquio Trajano, emperador de Roma (ya
CIL XII, 5678-1, un sello sobre ladrillo que indicaría, de Adriano por la cinegética. Quizá lo acertado sería 40
E. Cizek. L’époque de Trajan, París-Bucarest, citado en la nota 3, pp. 313-361, especialmente 334-
según él (partidario de la tesis de Nemausus), que una combinación de ambas causas. 1983. 349), donde describe la agria polémica y destaca que
Plotina tendría propiedades en la zona; argumento 35
Este Iseion, con las mismas lápidas con plantae 41
Citados ambos supra en nota 3. en realidad Lipsio no sólo pudo creer que Trajano era
que, desde luego, no se puede desechar sin más, pedum que en el anfiteatro, fue excavado por R. Cor- 42
F. Pichlmayr y R. Gründel, Sextus Aurelius Vic- español, sino que con su enmienda posiblemente ha-
aunque, según era lo más habitual, ella poseía bie- zo, «Isis en el teatro de Itálica», Boletín de Bellas Ar- tor. De Caesaribus, Leipzig, 19704. En ella se inclu- cía un favor a España, al presentar una solución pa-
nes raíces en diversas provincias y regiones (ver pa- tes 19, 1991, p. 125 (aunque omitiendo asociarlo yen las otras dos obras asociadas de siempre a Au- ra este problemático texto que agradaría a sus be-
ra ello los índices de CIL X, XII y XV). con el estudio de 1984 citado en la nota anterior, así relio Víctor: la Origo gentis Romanae y el Liber de vi- nefactores, Felipe II y los archiduques Alberto e Isa-
31
Adriano venía viajando desde Britannia hacia las como con el resto de la epigrafía del edificio). ris illustribus urbis Romae. También es muy buena bel Clara Eugenia (p. 348), si bien (nota 149) tampoco
Hispaniae, es decir, que la decisión la tomaría de ca- 36
No se puede hablar alegremente, como varios la edición de la colección Budé, a cargo de P. Du- es descartable un doble juego de Lipsio, que ha-
mino, al pasar por Nemausus, en el otoño del 122, cuan- autores han hecho, de unos «Ulpii Traiani» italicenses fraigne: Aurelius Victor. Livre des Césars, París, 1975. bría pensado en el fondo de otro modo y por ello, a
do le alcanzaran en ruta las noticias de su enfermedad. ya en época de Augusto, pues el cognomen Traianus Aunque sólo contiene la obra cierta de Víctor, des- pesar de su propia corrección, dejó la cuestión de
Ella muere después de enero del 123 (D. Kienast, Rö- sólo puede derivarse de una adopción formal, por no tacan, como suele ocurrir en esta colección, su in- fondo abierta.
mische Kaisertabelle, Darmstadt, 1990, p. 126). existir el topónimo Traia (y sólo tenemos documenta- troducción y sus excelentes notas complementarias, 48
J. Dierauer, «Beiträge zu einer kritischen Ges-
32
Las ruinas del edificio, muy castigadas tras las dos al padre y al hijo, véase sobre ello más adelante). en pp. 66-205. chichte Trajans», Büdingers Untersuchungen zur rö-
guerras de religión, y más cuando en 1738 el inge- En cambio sí tenemos constancia de tres generacio- 43
Op.cit., p. XLVI. mischen Kaisergeschichte I, Leipzig, 1868, p. 3 y no-
niero Maréchal usó sus materiales para poner en uso nes anteriores de Aelii Hadriani, en los cuales el cog- 44
R. Paribeni, op.cit., p. 6, comenta la mención ta 2 (que no he podido volver a consultar para este
el depósito de aguas y los jardines anexos, están ac- nomen Hadrianus a su vez no puede ser resultado de por Prisciano el gramático de por lo menos una obra punto). J. Schlumberger, Die Epitome de Caesaribus.
tualmente muy revalorizadas dentro de ese hermo- una adopción (pues no existe el nomen Hadrius) si- debida al propio Trajano, unos Dacicorum libri, y de Untersuchungen zur heidnischen Geschichtsschrei-
so conjunto final (el Jardin de la Fontaine), y el «tem- no un toponomástico, de la ciudad italiana de Hadria, ello deduce que Trajano pudo haber escrito también bung des 4. Jahrhunderts n. Chr., Munich, 1974, es-
plo de Diana» mismo se ha restaurado en 1998 con motivo por el cual sí puede ser repetido en sucesi- algo sobre sí mismo. La idea es aceptable, aunque, pecialmente p. 81 con nota 22. Véase también «The
ayuda de la Generalidad de Cataluña. Pero siguen vas generaciones (como correspondería además a una francamente, dudo que Trajano detallara gran cosa Epitome de Caesaribus and its Sources. Review of
sin aclararse bien su cronología y verdadera funcio- familia senatorial desde algún tiempo antes). sobre sus orígenes, por no ser éstos ni italianos –vi- Die Epitome de Caesaribus», Classical Philology 71
nalidad. Tras las últimas excavaciones se piensa in- 37
Sobre todo mi tesis doctoral, citada más arriba, de infra– ni muy ilustres. (1976), pp. 258-268.
cluso en que pudo ser antesala de unas termas, o en la nota 6. En un reciente trabajo (A. Mª Canto, «La 45
Hist. abbr. 13: «Ya que (Nerva) adoptó como arro- 49
Tacitus, Oxford, 1958, p. 31 con nota 1, y p. 595.
hasta una biblioteca. Sobre este interesante edificio vetus urbs de Itálica, quince años después. La plan- gado a Ulpio Trajano, que, aunque natural de Itálica, Cf. C. Castillo, art.cit. supra en nota 3, p. 36 con su
preparo algunas páginas. Para una aproximación v. ta hipodámica de don Demetrio de los Ríos, y otras ciudad de Hispania, pertenecía al orden senatorial y nota 2.
D. Darde y V. Lassalle, Nîmes antique (Gard). Monu- novedades», Cuadernos de Prehistoria y Arqueolo- ya había sido cónsul...». 50
Hay dos lecturas antiguas: Aio M.f. y M. Traio
ments et sites (Guides archéologiques de la France), gía de la Universidad Autónoma de Madrid 25.2, 46
Curiosamente, hace 20 años (ERIT, cit. en nota M.f. Pero si tenemos en cuenta que los otros dos ¿di-
París, 1993. 1999, pp. 145-191) he incluido un apéndice rela- 6 [1983] 1985, p. 243 con nota 5) yo misma cité es- funtos? de este epígrafe perdido de Todi se llama-

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ban ambos ....Atius, y que Muratori, aunque se le Caes. 12, 1: (Nerva) oppido Narniensi genitus, o 14, a admitir el estricto provincialismo de uno de los pri- of the gens Traia which introduced the cognomen Traia-
descarta en las variantes del aparato crítico, había 1: (Aelio Adriano) Adria... oppidum agri Piceni. Las meros y más grandes emperadores romanos, pre- nus into the family (scil., la Ulpia)...», pues hay «...a
leído como un tercer Atius el supuesto Traius, y que veces en que se nombra una ciudad italiana, se la tende reivindicar para Italia el prístino origen de la certain Traius elsewhere in Baetica», citando sólo (en
fue él también quien leyó mejor la lín. 3: SP·F, con- llama oppidum o municipium. familia Ulpia Traiana...». su nota 12) CIL II (male I) 6257/199, un sello cerá-
cluiremos que es mucho más probable que en esta 56
V. las citas anteriores, infra la nota 59 y también 63
Paribeni, op.cit. p. 46, se desespera ante la fra- mico de Ilici, h. Elche, Alicante, que no está en la Bé-
inscripción hubiera tres Atios y ningún Traius. Aún SHA, Pius, 1,1 y 8: paternum genus... e Gallia Tran- se de Dión Casio: «Sembra certo doversi intendere tica (hay once ejemplos y mejores, v. infra, notas 88
así, el que lo hubiera tampoco sería nada conclusi- salpina... ipse natus... in villa Lanuvina y M. Aurelio, che Traiano non era italiano né oriundo d’Italia» (scil., y 111). Por otra parte, Bennett (ibid.) ve la confirma-
vo. Recientemente se ha argumentado otro solda- 1, 4 y 5: ... proavus paternus... ex Uccubitano mu- según Paianio, en la versión griega del Breviario de ción de ese enlace en el mismo texto de Eutropio que
do del mismo nomen, encuadrado en la tribu Clus- nicipio... natus Marcus Romae... De forma que el Eutropio)... pero, continuaba el sabio italiano, «lo pri- comento, así como para que Trajano padre no fuera
tumina, que podría proceder de Tuder (M. Väisänen, ablativo con e, ex, no puede referirse a una origo ve- mero es cierto, lo segundo debe dudarse, porque hay en realidad el primer senador de la familia. En todo lo
op.cit., nº 1, p. 86, citado por A. Caballos Rufino, tustior, sino a la más inmediata. que considerar a Itálica una ciudad romana desde el demás Bennett sigue las tesis tradicionales: Trajano
SenH, t. I.2, p. 313, nota 39). Aparte de esto, una 57
La propuesta de J. Lipsio, J. Dierauer y J. Sch- principio». Algo más adelante se pregunta aún «qué para él era un Ulpio, y su abuelo casaría con una Traia.
presencia tan antigua de esta gens en Todi como la lumberger (opp.citt.), y que apoyo ahora, fue en su día podría entenderse por ‘italiota’ en el siglo II d.C.». Se Con todo, su hipótesis sobre el origen del cognomen
que se predica (al menos desde mediados del siglo contradicha por M. Väisänen, y cf. la nota siguiente. debe contestar que, en lengua griega y para un au- Traianus representa al menos una variación o avan-
III a.C.) resulta muy chocante con la falta en ella de 58
Así lo hizo M. Väisänen (op.cit., pp. 17 y 19) tor como Dión Casio, que también estaba escribien- ce, aunque sea en una dirección diferente de la que
sus testimonios epigráficos. Retengamos que el epí- al argumentar contra J. Schlumberger (supra nota do sobre la época republicana y las conquistas de aquí propongo.
grafe principal que se alega muy posiblemente no 48), al incurrir éste en contradicción, pues en otro Roma, lo mismo que siempre se había entendido: 67
Iber. LXVI, 281. Sigo la numeración de la reciente
contuvo la palabra Traius. lugar había defendido que el Epitomador daba los «descendiente de itálico, pero nacido en otro país». edición de P. Goukowsky: Appien. Histoire Romaine.
51
En cuanto a textos, Tudertinus no aparece en los orígenes imperiales de forma detallada (citado por Por lo que, leyendo estrictamente a Dión, la con- II. VI: L’Ibérique (París, Budé, 1997), p. 60.
diccionarios (a expensas de lo que contenga la aún no A. Caballos, SenH, t. I.2, p. 310, que opina como clusión obvia era que a sus ojos Trajano ni siquie- 68
Sobre su figura A. García y Bellido, Colonia Ae-
publicada letra T del TLL). El que ofrece, con dudas, el Väisänen). ra era descendiente de itálicos. Conclusión que, a lia Augusta Italica, Madrid, 1960, p. 41 y nº 11 (en
Oxford Latin Dictionary, s.v. Tuder, es Tudernis/e, ba- 59
Así lo hace en los casos de Otón (ex oppido Fe- pesar de la evidencia, Paribeni se negó desde lue- la reedición de Granada, 1985: p. 51, nº 11; ambas
sándose en Plinio, NH, XIV, 36: vitis Tudernis. rentano), Nerva (oppido Narniensi genitus), Adria- go a aceptar. ediciones mantienen entre sí una diferencia siste-
52
En epígrafes, en efecto, se mencionan siempre no (Hadriae orto genitus) o Didio Juliano (ortu Me- 64
Véanse supra las cuestiones onomásticas y los mática de diez páginas).
como Tudertes, v. CIL XI, p. 694 y núms. 4744, 4748 diolanensi). ejemplos epigráficos. 69
En época de Augusto uno de sus descendientes
y especialmente 4751: vicus/vicani, Martis Tudertium, 60
En 14, 1. Obsérvese, por cierto, cómo aquí el 65
No ocurre así, por ejemplo, con los Aelii Hadriani libertinos, C. Marcius Apilus (¿por Apulus?), fue en
y sobre todo 4639: Pro salute coloniae et ordinis et po- Epitomador sí quiere indicar una origo vetustior ita- italicenses: Tenemos noticia y nombre del padre, de Itálica magister Larum Augustalium y Genii Caesa-
puli Tudertis... Aunque aquí es el genitivo de Tuder, po- liana, y lo hace mediante stirpis. un tío abuelo y de un «attavus» (para mí bisabuelo) ris Augusti, post 7 a.C. Un P. Aelius Marcianus (quizá
dríamos haber esperado Tudertinorum. 61
CIL II, 213 (Lisboa): ...ann. XXX sitis urbe Itali- de Adriano que ya eran senadores. En cambio, de un Marcius adoptado por un familiar o liberto de
53
C. Castillo, art.cit. supra, en nota 3, p. 36 y no- ca... Aunque ésta no me parece una prueba tan só- los Ulpios italicenses a ninguno más mencionan las Adriano) aparece en un epígrafe funerario perdido,
ta 3, citando el trabajo de G. Bonfante, «Le latin ‘Ul- lida, dada la libertad en las definiciones de «ciudad» fuentes antes del padre de Trajano. posiblemente por sus fórmulas del siglo II. Hay un L.
pius’ et le nom osco-umbrien du loup», Latomus 3 que usan los escritores, muy diferente de la habitual 66
La única reflexión nueva o distinta al respecto Marci[us] Man[lianus?,-suetus?]. En las gradas de
(1939), pp. 79-83. en los usos epigráficos. del curioso cognomen Traianus (pues no conocemos la orchestra del teatro figura el grafito Marciani, en
54
Que, a la vista de los datos, es aquí la difficilior. 62
En efecto, algo muy parecido a eso se desprende una ciudad Traia del que pueda derivarse, a dife- genitivo (lo que indicaría más bien propiedad), junto
Pudo tratarse de un lapsus calami del propio Epito- de la lectura del autor de aquella excelente mono- rencia de Hadria para explicar Hadrianus, cognombre a unas figuras de caballitos; Marcianus aparece tam-
mador, o de una corrección muy antigua al copiar, grafía (op.cit., pp. 46 ss. y v. infra). Agudamente lo éste que, a su vez, no puede derivar de un gentilicio), bién (como firma de mosaísta) en el gran pavimen-
debidos (no quiero ni imaginar razones más intere- observó en 1954 A. Montenegro, en un artículo algo la he encontrado hace poco en el libro de J. Bennett to perdido de «el Circo y las Musas». En otro epita-
sadas) uno u otra quizá a ser más familiar la ciu- preterido pero muy sugerente, que conocí cuando (op.cit. en nota 3, 1997, p. 1) al decidirse para expli- fio, que juzgo italicense aunque con dudas, se re-
dad italiana que una región hispana. Sólo existen dos estaba terminando la versión extensa de éste: «Tra- carlo por la vía indirecta, matrimonial: «...it can be con- cuerda a una Marcia Venusta (Museo de Sevilla, como
arquetipos de esta obra, cf. praefatio edit., p. XVIII. jano, oriundo de España», Revista de Archivos, Bi- jectured it (scil., el nombre Traianus) was introduced «procedencia desconocida», pero que, por haber per-
55
Véanse por ejemplo, en Aur. Vict. Lib. de Caes., bliotecas y Museos LX.1 (1954), pp. 155-166, es- into the family when Trajans’s grandfather (i.e., un Ul- tenecido a la colección de F. Mateos Gago, puede ser
15, 2: (Antonino Pío) e Lanuvino municipio, o 16, 1 pecialmente pp. 159, 160 y 164. En la 159 se ex- pius) married a member of that gens (scil., la Traia)»... más probablemente italicense); quizá sea puro azar,
(M. Aurelio) eodem oppido... o en el propio Epit. de playa sobre ello: «Paribeni, que parece no se resigna y en p. 3: «It was probably a marriage with a member pero el cognomen Venusta coincide con el de un es-

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clavo, actor de la rica Ulpia Plotina, como hemos vis- esta ciudad hubo asentamiento estable de la legión Me apoyo, por ejemplo, en Paulo/Festo, p. 13 M: ...at- 9 ss. Sobre todo este problema (que, como avancé
to más atrás, en la nota 25. Véase además la com- V Macedónica desde el año 112, bajo Trajano: El ve- tavus, quia atta est avi, id est pater... y en que si lo en la Introducción, se inscribe en el que llamo mar-
binación de ese cognomen con dos gentes romanas terano del ala I Dardanorum, M. Ulpius Marcianus, entendiéramos, como es más habitual, como un co mayor), y elevando a más de treinta los textos que
antiguas y nada frecuentes, en los personajes itali- llegó a ser pontífice y duovir quinquenal de la mis- «cuarto abuelo», Marullinus habría llegado al Sena- demuestran que Adriano nació realmente en Itálica,
censes C. Sallustius Marcianus y su madre, Brennia ma, recibiendo homenaje de dos hermanos Antistii do antes que el gaditano Cornelio Balbo, lo cual no véase ahora A. Mª Canto, «Itálica, patria y ciudad
Marciana, en Italia. Para los dos primeros epígrafes ci- (otro apellido también histórico en la Bética). Toda- me parece posible. Por eso en mi stemma (aquí fig. natal de Adriano», en: Scripta Antiqua in honorem
tados cf. ERIT, cit., núms. 21 y 81, para el tercero HAE vía en 199 d.C., en una lista de decuriones de las 15) lo coloco como bisabuelo de Adriano. A. Montenegro Duque et J. M. Blázquez Martínez y
719 = CILA II.1, nº 566, y para los demás los índices alae de caballería Gallica Veterana y I Thracia, apa- 77
Por los cognomina de su hijo cabría pensar que Athenaeum 92, 2004 (en prensa).
del CIL y el Supplementum Epigraphicum Italicense rece un Ulpius Marcianus, con estos curiosos con- su nombre completo fuera Traia Afra. Pero las fuen- 79
Aunque de momento no he podido encontrar
(Suppl. ERIT), en preparación. Pueden documentar- militones: Ulpius Victor, Aelius Hadrianus, Arrius Qua- tes no nos informan nada en absoluto acerca de las pruebas de ello, el matrimonio de otra matertera
se, pues, al menos ocho Marcii o Marciani de Itálica. dratus, Aurelius Aelius y Plotius Marcus (ILS 2543), abuelas de Adriano. más del emperador con un Domitius gaditano sí po-
70
Esto fue lo que supuse ya en 1983 (ut supra, no- lo que es un auténtico muestrario de las familias im- 78
En cuanto al nacimiento de Adriano en Itálica, dría explicarlo. Para los Dasumios, v. más adelan-
tas 6 y 46, e infra). periales (y repárese ya en la presencia de un Plotius, me parece también algo fuera de toda duda, aunque te. Algunas fuentes del siglo XVI que tengo todavía
71
Con el interesante y poco divulgado trabajo de a lo que luego volveré, y ver más adelante la nota 103). la mayor parte de los autores contemporáneos di- en revisión aseguran un vínculo de Trajano con la
A. Montenegro Duque al que ya me he referido (no- 74
También para Lucano (I, 33) fue «un quinquenio cen que nació en Roma. La única fuente antigua que ciudad de Gades, basado al parecer en fuentes an-
ta 62) coincido en varios puntos, y por ejemplo en espléndido». Nerón se hallaba por entonces bajo la sa- teóricamente lo hace nacer en la capital, frente a tiguas hoy no existentes.
éste: El derivado Traianus, en esta época, y de una ludable influencia, entre otros, del cordobés Séneca. las siete habitualmente evocadas, es la Vita Hadr. 80
Cuando llego ocasionalmente a estas nuevas in-
gens nada documentada (la Traia), sólo puede pro- 75
Porque cabe, en efecto, que la adopción entre de los Scriptores Historiae Augustae, pero esta fuen- terpretaciones de fuentes literarias, no deja de pre-
ceder de una adopción. los Ulpios, si fue en la infancia, se extendiera también te pierde credibilidad al contradecirse a sí misma por ocuparme por qué lecturas e interpretaciones que
72
Puede valer como ejemplo paralelo, por apa- a su hermana. Pero no lo creo, porque de circuns- cuatro veces: Compárese Vita Hadr. I, 3: Natus est parecen tan claras no han sido advertidas antes. Y,
recer en el propio Epitome de Caesaribus (15, 2), lo tancia tan peculiar algo se nos hubiera dicho en la vi- Romae, con ...quinto decimo anno ad patriam redit si lo han sido por algunos autores, aunque sean po-
que se dice de Antonino Pío: Iste ab Hadriano in fi- da de Adriano, que sí escribió su autobiografía (aun- (no sólo por patria, sino sobre todo por «redire»), y cos, por qué no se les ha hecho el menor caso. Lo
lium adoptatus, cuius gener fuerat («éste, que había que quizá no era un dato que le interesara recordar a abducto a patria..., ambos en 2.1; o con 19.1: in pa- cierto es que entre la ubérrima bibliografía reciente
sido yerno de Adriano, fue adoptado por él como hi- él). A la misma conclusión (que la abuela de Trajano tria sua quinquennalis fuit... in Hadria quasi in alia sobre Trajano no he conseguido encontrar prece-
jo»), un texto muy difícil y al que se deniega todo va- debía de ser una Traia) llegó en solitario A. Montene- patria...), y en el Derecho Romano no existe la su- dentes actuales sobre los que poder apoyarme pa-
lor, pero sobre cuya posible veracidad me ocupo en gro (en su interesante trabajo de 1954, citando él pa- puesta «patria legal» que se suele argüir para expli- ra presentar estas conclusiones.
otro trabajo. Para este tipo de adopciones de yernos, ra ello a I. Rubel, v. supra nota 14, p. 482). Según A. carlas. Además, conocemos el paralelo exacto de su 81
Lo más parecido que he podido encontrar, en
que se inscriben dentro de las llamadas minus ple- Caballos, SenH. cit., t. I.2, p. 315, «esta hipótesis en nacimiento, según su horóscopo (cf. A. M. Canto, los índices de H. Solin y O. Salomies (Repertorium
nae y producen efectos herenciales –además de la su conjunto es inadmisible», y si Montenegro la re- «CIL VI, 10229: ¿El testamento de Licinio Sura?», nominum et cognominum gentilium, t. I, p. 614),
condicio nominis ferendi–, véase, por ejemplo, J. Da- coge «es por una mala interpretación del texto de Ru- Chiron 21 (1991), p. 296 y nota 104, con la biblio- es una liberta llamada Caecilia (mulieris) l(iberta)
za Martínez y L. Rodríguez Ennes, Instituciones de bel». Independientemente de esto último, la hipóte- grafía). Por esto desagrada ver que no hace mucho Trahis, de Roma (CIL VI, 24025: siglo I d.C., pero con
Derecho Privado romano, Madrid, 1997, pp. 384- sis de Rubel y Montenegro no sólo me parece admi- (26-27 de octubre de 1999) se organiza en plena la lección Caicilia podría ser algo anterior). Buena
385, o M.J. García Garrido, Diritto Privato Romano, sible, sino que es simplemente la mejor, aunque quizá Universidad de Sevilla el «I Encuentro de Áreas Ar- prueba de lo raro que resultaba el nombre es que ya
Milán, 1996, p. 444: «...su objetivo es atribuir (al ag- no logró imponerse por la falta de las otras pruebas queológicas Adrianeas», y en el texto de presenta- en CIL se sugería que Trahis estuviera erróneamen-
nado) derechos sucesorios ab intestato a la masa y argumentos que aquí trato de aportar y, sobre todo, ción se afirma que «Adriano nació probablemente en te por Trallis, y lo mismo suscriben Solin y Salomies.
herencial del adoptante...»), ambos con las referen- de un documento arqueológico tan valioso como el Roma...»; o a algunos autores, incluso sevillanos, su- Creo que ya no hará falta tal corrección, a la vista
cias oportunas. O recuérdese el caso de Augusto, mosaico de Trahius que más abajo veremos. Pero in- giriendo, en la línea de W. Eck (cf. nota 3) que qui- del excelente ejemplo italicense republicano (Trahius)
que en su testamento llegó a adoptar como hija a su cluso sin todo ello es fácil ver que lo que ellos plan- zá hasta el propio Trajano «pudo nacer en la Urbe». que en la parte 3 comentaré.
propia esposa, quizá, entre otros, con el objetivo teaban era muy lógico. Entre los muy pocos autores extranjeros convenci- 82
Sólo hay dos Traius en CIL IX, 1484 y 1529, y
de que pudiera heredar como Tiberio. 76
SHA, Hadr., I, 2: (Hadriano) atavus (Aelius Ha- dos del nacimiento bético de Adriano se cuenta, por ambos son posteriores.
73
Su nombre procedería a su vez de una relación drianus) Marullinus, qui primus in sua familia se- ejemplo, B.W. Henderson, The Life and Principate of 83
A. Montenegro, art.cit., p. 160 lo observó, aun-
entre Ulpios y Marcios. Curiosamente, se conserva el nator populi Romani fuit... Creo que en este caso con- the Emperor Hadrian. A.D. 76-138, Oxford, 1923 (re- que no para el nomen Traius, sino para el nomen Ul-
mismo trinomio en ILS 7184 (Troesmi, Moesia): En creto attavus debe entenderse como «bisabuelo». ed. anast. Roma, 1968, col. Studia Historica 56), pp. pius o y para el cognomen Traianus refiriéndose –con

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cierta dureza– a la impotencia del historiador italia- f(ilius). Especificar el nombre completo del padre cianos (J.M. Abascal, NPH, s.v. Brennius); parece pótesis acerca de los castigos y premios estatuta-
no Roberto Paribeni para, tras defender tan caluro- adoptivo indica, en mi opinión, que el hijo no era un derivar directamente de la divinidad gala Brennos. rios dados por César en marzo del año 45 a.C. a dis-
samente la italianidad de la familia, aportar al menos Traius natal, sino hijo de un Sergius y de Aemilia Lu- En Roma se documenta como Brinnius: Solin-Sa- tintas ciudades de la Hispania Ulterior (para Itálica
algún caso de estos dos nombres en Roma o en Italia cilla (o quizá hijo de un primer matrimonio). El ter- lomies, op.cit. s.v., 37. Véanse ahora otros tres Brin- su p. 277). En este estudio sugerí, y sólo tras ex-
que pudiera fecharse antes del reinado de Trajano. cero, también bético, de Alange (BA), es el epitafio nii, y otra vez en ese área: HEp 4, 1994, 920 (Riba- poner una nueva traducción del párrafo de Dión Ca-
84
El cognomen Traianus es bajo en frecuencias del niño C. Silius Traius, puesto por su madre Vibia rroja de Turia, Valencia) y 932 (Valencia). sio XLIII, 39, 5 que, al revés de lo que generalmen-
incluso después del reinado de Trajano, y hasta es Thisbe (ILER 4224). Esta inscripción, desaparecida, 92
A. Ernout y A.Meillet, Dictionnaire étymologique te se opina, las concesiones de César del estatuto de
posible que muchos de los ejemplos que conoce- fue puesta en duda, a mi juicio sin motivos, por J. de la langue latine, París, 19794, p. 698, cita para colonia Romana de César a distintas ciudades béti-
mos a partir del 98 d.C. en realidad deriven más Mallon y T. Marín, Las inscripciones publicadas por traha, trahea, trahere, a Varrón (de ling. Lat. 5, 139): cas (Corduba, Hispalis, Urso, Hasta Regia) han de
bien del nombre de las diversas colonias fundadas el marqués de Monsalud (1897-1908), Madrid, 1951, Tragula, ab eo quod trahitur per terram. Se derivan verse más bien como un castigo por su infidelidad.
por él. Incluso en el caso de los Ulpii, aunque aho- nº 242, pp. 118-119. Es muy interesante la combi- otras célticas, galas, como traill (esp. traílla) y toda Mientras que las de municipium Romanum, que con-
ra no lo estemos tratando, ocurre algo parecido: nación de Traius con los gentilicios Silius (también la serie «draga, daga», etc. V. notas 87, 89, 90 y 93. llevaba una privilegiada autonomía, fueron un pre-
Éste sí es muy corriente, pero tampoco antes del raro y antiguo) y Vibius. Otros dos hay en CIL II, 5389 93
Colum., de re rustica II, XX, 4 (traheam/traham), mio a las que le fueron fieles, como Gades, Italica,
reinado de Trajano (véanse por ejemplo los índices + p. 1037, de la vecina Hispalis (Sevilla), donde se cf. Virg., Georg. I, 164. Por el contrario, J. Gil (quien Ulia Fidentia... (cf. Aulo Gelio, Noctes Atticae XIV, 13,
de la Realencyklopädie Pauly-Wissowa-Kroll, Suppl. cita un Ianuarius, servus medicus de una mujer, defiende la italianidad de la familia de Trajano) pien- 4: extrañeza de Adriano ante el deseo de Itálica de
B. XI, XIV y XV: Los 57 Ulpios que se registran son D(omitia?, -asumia?) Perca, al que dedica el epitafio sa que Traius es un término del latín dialectal y que querer cambiar su autonomía y leyes por la pesa-
todos posteriores al emperador). Está claro con ello su hermano C. Tr[ai]us December (a pesar de p. no es indígena (v. por último en Hispania, op. cit. en da carga colonial). Parece demostrar la validez de
que los Traii no, pero tampoco los Ulpii, eran una 1037). Los seis ejemplos italicenses (dos de ellos re- nota 2, p. 424). mi idea el que algunos autores la hayan ya repro-
familia clara. publicanos y cuatro altoimperiales) son citados en el 94
No hay que pensar en alguna figura legendaria; ducido, junto con la nueva fecha (lo más común era
85
SHA, Vita Hadr. I, 1: ...a Picentibus... Hadria... texto. Suman, pues, diez, los Traii béticos. El ejem- nunca se hizo este ridículo intento con Trajano. atribuir todos estos cambios de estatuto a Augusto).
Scipionum temporibus... plo «no bético», que ya cité (supra en nota 66) es CIL 95
Véase la referencia en la nota 7. Para la pro- Y aunque algunos y algunas, de forma poco ejem-
86
O sea, el comienzo de la verdadera «Romaniza- II 6257-199 (Ilici, Elche, Alicante). Pero como se tra- puesta de la vetus urbs hipodámica, también en ERIT, plar –y por desgracia repetida– no citan su fuen-
ción», cuya primera fase, la «Latinización», era ya ta de un sello cerámico: of(ficina) Q. Tra(ii) Mascu(li), 1983 (1985: aquí nota 6), en el plano final. Lo traté te, ya habrá otro momento para particularizarlos.
muy grande en época augustea, y precisamente en podría perfectamente haber llegado allí desde la Bé- con más detalle en «Die Vetus Urbs von Italica: Pro- 98
Esto sí había sido sugerido por los diversos au-
la propia Turdetania, según el conocido aserto de Es- tica. Hay que incluir, y también en la Península Ibé- bleme ihrer Gründung und ihrer Anlage», Madrider tores que han tratado de este mosaico (v. con más
trabón, III, 2, 15 (v. introducción), que veo más como rica, el aún más raro gentilicio Traianius, que deriva, Mitteilungen 26 (1985), pp. 137-148 y volví sobre detalle en el trabajo recién citado), ya que salta a la
un elogio de la latinización de Hispania (cf. art.cit. en ya en época posterior, de Traianus (ILER, 4338: Traia- ello, con la traducción española del artículo de 1985 vista que alguna conexión debe existir entre un Traius
nota 38). nius Rufinus Niger, de Sabugal, Portugal, CIL II, 456 y una amplia –y crítica– puesta al día, en el artícu- y un Traianus. Pero para que funcione la hipótesis
87
Se han hecho algunas propuestas para Traius: y FE 22, 1987, nº 102 n. 2, cf. Abascal Palazón, NPH lo de 1999 citado más atrás, en la nota 37. patrilineal es preciso antes poner en duda la perte-
Nombre de origen ilírico (R. Syme) o céltico (A. Hol- s.v.). Fuera de la Bética no hay más Traius; sólo los 96
Éstos y otros diversos datos del estudio pueden nencia de ambos Trajanos a la gens Ulpia, como aquí
der), por lo que lo incluyó en su obra también Mª L. ya citados, que son posteriores. Véase la nota 111. ampliarse en el mismo artículo de la nota 37, espe- lo he hecho. Pero es natural que resulte difícil, para
Albertos (La onomástica primitiva de Hispania, Ta- 89
Tra(h)ius parece venir de voces relacionadas, cialmente pp. 172-182 y lám. 8. Para los templos todos los autores que creen que Trajano descendía
rraconense y Bética, Salamanca, 1975, p. 233), in- en latín, con traho/ere y traha/traga (A. Walde, La- citados de Roma véase S.B. Platner-T. Ashby, A To- de la gens Ulpia (o sea, todos), encajar un solitario
dicando que el nombre «no se encuentra en Lusita- teinisches etymologisches Wörterbuch, Heidelberg, pographical Dictionary of Ancient Rome, Londres, cognomen, procedente de otro árbol genealógico, en
nia ni fuera de la Península» y considerándolo den- 19654, p. 698). El radical es muy antiguo, pues tie- 1929, t. I, pp. 14-16 (Apollo Sosianus) y 16-19 (Apo- una familia diferente, que tendría que ser necesa-
tro de los célticos con sufijo en –i– (pp. 285-286). ne ejemplos y derivados en infinidad de lenguas. Pe- llo Palatinus); F. Coarelli, Guida archeologica di Ro- riamente la materna, viéndose entonces obligados a
De estos núcleos célticos en la Bética me he ocu- ro véanse las notas siguientes. ma, Roma, 19752, p. 245 y plano p. 242 (Apolo So- proponer líneas indirectas y colaterales más compli-
pado hace poco: Epigrafía Romana de la Beturia Cél- 90
Vide Lewis-Pedersen, pp. 31 (trai), 84 (traha), 91 siano) y pp. 144-145 y plano del Palatino en pp. 136- cadas y carentes de pruebas. Véase un resultado de
tica (ERBC), Madrid, UAM, 1997. Véase además lo (tra-gwyddol), 123, 336 (tra): britano y galo; y pp. 31 137, nº 4. Véase también el Lexicon Topographicum este problema en A. Caballos Rufino (art.cit. en nota
dicho en las notas 89, 90, 92 y 93. (trág), 38 (thra), 29, 31, 175 (traig-): goidélico, etc. Urbis Romae de E.M. Steinby, s.v. (Roma, 1993). 8, p. 11, y sobre todo en «M. Trahius, C.f., magistra-
88
Dos se hallan en CIL II, 1065 (Arva, c. Alcolea 91
En epígrafe atrás citado, la italicense Brennia 97
En mi trabajo «Algo más sobre Marcelo, Cor- do de la Itálica tardorrepublicana», Habis 18-19. 1987-
del Río, Sevilla), un homenaje del municipium Fla- Marciana lleva un gentilicio rarísimo, del que en His- duba y las Colonias Romanas del año 45 a.C.» (Ge- 1988, pp. 299-317, p. 316) con dos propuestas ge-
vium Arvense a Q. Traius Areianus, Q. Trai Areiani pania sólo hay cuatro ejemplos, y todos ellos valen- rión 15, 1997, pp. 253-281) expuse esta nueva hi- nealógicas a cual más dificultosa. Si al mismo tiem-

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po se intenta rebajar la fecha del personaje en cues- Hisp. 25, 3 ss.), y la excelente obra del maestro A. nos», primero en el de 1998, pp. 237-239: El «pri- Post scriptum
tión hasta la época de Augusto, acercándolo así al L. García Bellido, ya citada en la nota 68, p. 45. mer antonino» no fue Nerva, como afirma, por ejem- - A la nota 3 deben añadirse para consulta estas
Blattius L.f. Traianus Pollio del suntuoso epígrafe del 103
Cf. también nota 73. Otra posible prueba de la plo y entre otros muchos, E. Cizek, sino Antonino Pío, dos obras recientes: Traiano ai confini dell’Impero
teatro de Itálica (que tampoco es de época augus- relación entre el gentilicio Marcius y el cognomen italo-galo pero tan comprometido familiar y política- (Ancona, 1998), ed. G. Arbore Popescu, Milán, 1998
tea, como acabamos de ver, sino duovir de la colo- Plotina se puede probar por un epígrafe de Roma (CIL mente con el grupo bético (liderado muchos años por (catálogo de la exposición); y las Actas del colo-
nia civium Romanorum adrianea), todos los elemen- VI 31730, cerca de la Puerta de San Pancracio) que su suegro, Anio Vero), que fue adoptado por Adriano quio Hispania terris omnibus felicior. Premesse ed
tos del análisis tenderán necesariamente a desajus- recuerda a dos hermanas senatoriales, L. Licinia Ur- sólo in extremis, como un Aelius, cediendo toda su esiti di un processo di integrazione (Atti del convegno
tarse: Como no es posible que en la misma ciudad bana y Marcia Tarria Plotina. Quizá incluso el inusual fortuna a Adriano, y con la condicio sine qua non, im- internazionale, Cividale del Friuli, 27-29 settembre
haya al mismo tiempo un praetor en el mosaico y dos nomen de la segunda esté mal escrito y sea Traia... puesta por éste, de que adoptara a su vez a otros dos 2001), Pisa 2002. En este volumen –íntegramente
duoviri en el teatro, ya que tales cargos responden a 104
Cf. nota 73. Aelios: Marco Aurelio y el segundo Lucio Vero (al que dedicado a la España Romana, pero donde curiosa-
distintos modelos estatutarios de ciudad, hay que a 105
A esta inmemorial costumbre española se la si- creo, como otros autores, nieto bastardo de Adria- mente no participa ni un solo investigador español–
llamar a Trayo pr(aefectus) aunque la abreviatura co- gue llamando coloquialmente «juntar campos». no). Me parece claro que el famoso Antonino que aho- interesará más al presente tema el sensitivo artícu-
rrecta para este cargo sería PRAEF. A su vez, supo- 106
Lib. de mens., IV, 23 (ed. R. Wünsch [1898], ra da su nombre al siglo y a la dinastía, sólo fue en lo de M. Sordi, «La Spagna nel Panegirico di Plinio
nerle prefecto desligará a Trahius de un cargo mu- 1967 Teubner, p. 80): «De familia más antigua que principio un intermediario o especie de regente, al e in quello di Pacato», pp. 315-322 (muy bien sobre
nicipal (lo que impediría calificarle simultáneamen- ilustre». que Adriano recurrió para proteger a sus verdaderos el texto de Dión Casio, su p. 317).
te como un «magistrado»), y habrá que buscarle una 107
Todo ello se desarrolla con detalle en el traba- herederos, demasiado jóvenes aún en el 138 para - A la nota 88: A los diez casos de Traii béticos
pr(afectura) collegii iuvenum («colegios juveniles» no jo citado supra en la nota 78, pp. 277-324. sostenerse en el trono. En cuanto a Cómodo, que ter- citados en la p. 52 y nota 88 ha de añadirse un nue-
existentes en provincias antes del siglo II d.C.), o una 108
No disponíamos de un mapa de la distribución mina la dinastía, poco antes de morir y según recor- vo ejemplo de Córdoba: C. Traius Logismus (CIL II2,
pr(aefectura) Ap(ollinensium) (cargo religioso no do- de los senadores de origen hispano, por provincias dé en 1998, acababa de recuperar oficialmente, en fasc. 7, nº 547, en mi opinión fechable en la prime-
cumentado), y otras rarezas semejantes. Con este ti- y ciudades, desde el ya muy lejano de R. Étienne, el 191, el nomen Aelius, el de la que así venía a re- ra mitad del siglo I d.C.
po de especulaciones sufre el conocimiento históri- de 1965 (A. Caballos Rufino en SenH no lo realizó conocer como su verdadera gens. Creo, en fin, que - Por último, he tenido conocimiento de la cele-
co en general. Y siendo siempre poquísimos los ele- en 1990), por lo que, a partir de la revisión de los los términos «Antoninos» y «antoniniano» se acuñan bración en Sevilla, a fines de noviembre de 2002,
mentos con que contamos para estudiar la Antigüedad, catálogos disponibles, y llegando desde ellos a 209 en el siglo XVIII para hacer bascular hacia Italia y Fran- de unas Jornadas organizadas por la Universidad Pa-
y menos aún los novedosos, no podemos permitirnos nombres bastante seguros, elaboré un mapa nue- cia todos los méritos de éste que, como dije al prin- blo de Olavide de título Adriano Augusto. La reforma
el hacer de ellos análisis deficientes o deformados, vo, también con destino a las citadas exposiciones, cipio, E. Gibbon definió, en 1776, como «el mejor si- del Imperio. Según el programa, A. Caballos Rufino
que a su vez confunden a otros y hacen finalmente que puede verse en el art.cit. en nota 2, p. 240 y aquí glo del mundo». Quizá sea ya hora de que, especial- intervendría con la ponencia titulada «Raíces hispa-
perder una serie preciosa de años hasta poder llegar en la fig. 14. mente entre los historiadores españoles, se reflexione nas de la familia imperial. De Trajano a Adriano»; co-
a un más correcto análisis. 109
Véase un ejemplo vulgar de lo que digo, co- sobre esta tan admitida y extendida definición «an- mo es lógico, ignoro todo sobre el contenido de su in-
99
Expuse verbalmente esta tesis en un coloquio gido al azar en el más moderno y poderoso de los toniniana». Acabo de tratar de todas estas cuestio- tervención, pero, ya que este autor sigue la tesis tra-
internacional sobre La Ley Flavia Municipal, cele- medios de difusión actuales. Refiriéndose a los nes con más detalle, y 48 textos pertinentes, en el dicional de los Ulpios, y que hace poco ha sugerido el
brado en Madrid en septiembre de 1998 (estando nombres propios Antolín y Antonino, se dice: «...Dig- artículo «La dinastía Ulpio-Aelia (96-192 d. C.): Ni tan nacimiento de Trajano en Roma, aparte de la curiosi-
presentes algunos de los estudiosos de Itálica), y en nos de recordación son los Antoninos, que así se ‘Buenos’, ni tan ‘Adoptivos’, ni tan ‘Antoninos’», que dad sobre su rúbrica, no espero que haya en él coin-
Roma, en noviembre del mismo año, durante el con- denominan los siete emperadores que tuvo Roma se halla en prensa en la revista Gerión, nº 21, 2003. cidencias con lo que desde 1998 he publicado sobre
greso citado en la nota 3. desde el 96 al 192, conocido como el siglo de los 111
Agradezco cordialmente a D. E. del Castillo- el asunto, o publico en este trabajo.".
100
Salvando lo extraordinariamente precario de es- Antoninos. Sus nombres son: Nerva, Trajano, Adria- Olivares, miembro del Consejo Técnico de nuestra
te tipo de cálculos casi a ciegas. no, Antonino Pío, Marco Aurelio, L. Vero y Cómo- revista Hispania Epigraphica (UCM), su amable au-
101
Etym. IX, 5 y ss., y especialmente me estoy re- do» (http://www.elalmanaque.com/Septiembre/2- xilio en el tratamiento informático de las figs. 2, 3,
firiendo a IX, 6, 29. La traducción que doy es de J. Oroz 9.htm). Pero lo mismo o parecido puede encon- 14 y 15 de este trabajo, así como a la Junta Direc-
Reta y M.A. Marcos Casquero (ed. Biblioteca de Auto- trarse en numerosos de los historiadores, ensayos, tiva de la Fundación de Estudios Clásicos (especial-
res Cristianos), t. I, Madrid, 1982, p. 795. enciclopedias y manuales de Historia Antigua de mente a los Sres. Julio Mallén y Francisco Vélez Nie-
102
En efecto, cabe recordar al eques Romanus Ita- todo el mundo. V. la nota siguiente. to) y a D. David González Romero, de RD Editores,
licensis Q. Pompeius Niger, señalado partidario de 110
Cf. los detalles de esta tesis en los art.cit. su- de Sevilla, su apoyo, paciencia y colaboración.
César en las escaramuzas previas a Munda (Bell. pra en notas 2 y 78. Para la cuestión de «los Antoni-

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en los talleres de Gasmath Difusiones Gráficas

en Córdoba en el mes de febrero de 2003,

año del 1950 aniversario del nacimiento

del emperador Marco Ulpio Trajano.

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