Carolina indice Estructura: La introduccio 1-9 El desarrollo 9-24 La conclusion 21-25 Si hay un periodo en la historia de la literatura española que destaca por encima del resto este es, sin duda alguna, el Siglo de Oro. Se trata de una época en la que se vivió una auténtica revolución en las letras y en las artes en general. Grandes nombres de la literatura formaron parte de este periodo como, por ejemplo, Lope de Vega o Miguel de Cervantes y es que, durante este siglo, España vivió una gran revolución social y política que dio el pistoletazo de salida con el descubrimiento de América. El teatro fue uno de los géneros más conocidos y populares de la época y, por eso, en esta lección de unPROFESOR vamos a descubrirte las características del teatro en el Siglo de Oro español así como algunos detalles importantes acerca de este género durante el XVI. Características generales del teatro del Siglo de Oro: Es importante conocer las características del teatro en el Siglo de Oro español más destacadas. Y es que, durante el siglo XVI asistimos a una auténtica revolución cultural que fue encabezada por el teatro como un género literario que llegó al público masivo. Aquí te ofreceremos un listado a modo de resumen para que conozcas las características más destacadas del teatro en dicha época. ¡Toma nota! Si hay un periodo en la historia de la literatura española que destaca por encima del resto este es, sin duda alguna, el Siglo de Oro. Se trata de una época en la que se vivió una auténtica revolución en las letras y en las artes en general. Grandes nombres de la literatura formaron parte de este periodo como, por ejemplo, Lope de Vega o Miguel de Cervantes y es que, durante este siglo, España vivió una gran revolución social y política que dio el pistoletazo de salida con el descubrimiento de América. El teatro fue uno de los géneros más conocidos y populares de la época y, por eso, en esta lección de unPROFESOR vamos a descubrirte las características del teatro en el Siglo de Oro español así como algunos detalles importantes acerca de este género durante el XVI. Características generales del teatro del Siglo de Oro: Es importante conocer las características del teatro en el Siglo de Oro español más destacadas. Y es que, durante el siglo XVI asistimos a una auténtica revolución cultural que fue encabezada por el teatro como un género literario que llegó al público masivo. Aquí te ofreceremos un listado a modo de resumen para que conozcas las características más destacadas del teatro en dicha época. ¡Toma nota! Comedias: en el siglo XVI todas las obras de teatro se denominaban con el nombre de "comedias", por tanto, no hablamos en ningún momento de piezas teatrales ni obras sino que, siempre, haremos referencia a las "comedias" del momento. Los corrales de comedias eran los primeros teatros que se construyeron en el país y que cumplían una serie de características que permitían el acomodo del público y de los actores. Tema: los temas de las comedias del Siglo de Oro eran muy variados pero, en general, se solían presentar situaciones cotidianas con toques humorísticos para hacer una sátira de la sociedad y, al mismo tiempo, entretener al público. Las comedias de enredos eran las que popularizó Lope de Vega. Estructura: normalmente, las obras escritas durante el siglo XVI se componen por 3 actos, una norma establecida por Lope de Vega en su "Arte nuevo de hacer comedias" y que establece, así, una unanimidad a la hora de crear obras teatrales. Hasta entonces, no había ningún modelo claro que determinara la cantidad de actos a realizar, solamente el teatro clásico apuntaba que 5 actos eran los que debían realizarse. Estilo: en el Siglo de Oro las comedias estaban escritas en verso y, de hecho, no encontramos apenas creaciones literarias que estén hechas en prosa. La métrica que más fue usada eran los octosílabos y con estrofas como sonetos, octavas, redondillas o romances. Unidades de acción, tiempo y lugar: si hablamos de las características del teatro en el Siglo de Oro español tenemos que mencionar estas tres unidades dramáticas que fueron las que se estipulaban en la Poética de Aristóteles y que, durante el XVI, también se cultivaron en las comedias. Tragicomedia: el estilo que más predominó durante el Siglo de Oro español fue el de la tragicomedia, es decir, la mezcla de historias que se movían entre la tragedia y la comedia creando, así, un género más próximo y cercano a la vida misma. La importancia del honor: y, por último, otra de las características del teatro en el Siglo de Oro español es que el tema del honor aparecía sobremanera en la gran mayoría de las comedias. Se trata de uno de los grandes temas que ocupan muchas obras literarias de la época y que, en el teatro, a veces puede llegar a ser tratado de forma seria pero, otras, de forma satírica y ridiculizada. El arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega Pero para entender mejor en qué consistió el teatro en el Siglo de Oro español es imprescindible que hablemos de una publicación elaborada por Lope de Vega: "El arte nuevo de hacer comedias". Aquí el autor recoge un compendio de normas y reglas para poder hacer el nuevo teatro de la época. Se trata, algo así, como de una fórmula que rompía con el teatro medieval y que estaba influenciada por el teatro italiano. En esta publicación, Lope de Vega indicaba el nuevo rumbo que debía seguir el teatro español indicando una serie de pautas que son las que él mismo seguía a la hora de crear sus comedias. En resumen, el nuevo teatro debía seguir estos principios: Ruptura con la unidad dramática: la unidad de acción, tiempo y espacio impuesta por Aristóteles era rota por Lope de Vega que apostaba por un teatro mucho más libre y dinámico. La única unidad que se mantiene con Lope es la de acción para construir obras coherentes y organizadas. Tragicomedia: él fue el encargado de introducir la tragicomedia en el teatro del Siglo de Oro. Quería romper con la dualidad de comedia o tragedia creando un género mucho más cercano a la realidad y a la vida misma. Este género trajo consigo la aparición de un nuevo personaje teatral, el gracioso. Temas sociales: en lugar de apostar por obras que hablaran de los "grandes temas universales", Lope se decanto por representar situaciones más cotidianas y cercanas a la gente de la calle. Por eso, en sus comedias nos encontramos con conflictos amorosos, malos entendidos y situaciones disparatadas que pueden tener lugar en nuestras vidas División en 3 jornadas (o actos): esta fue otra de las aportaciones que Lope otorgó al teatro. Y es que propuso que los textos se dividieran en 3 jornadas en lugar de las 5 que, hasta el momento, había tenido el teatro clásico Con "El arte nuevo de hacer comedias", publicado en 1609, Lope de Vega orientó el teatro español hacia un nuevo horizonte y totalmente alejado del camino que había tomado hasta el momento. Los personajes típicos del teatro del Siglo de Oro español Para continuar con las características del teatro en el Siglo de Oro español es importante que nos detengamos a conocer cuáles eran los personajes principales en el XVI. A diferencia del teatro clásico, en este nuevo teatro se elaboran personajes muy caracterizados e individualizados, es decir, los personajes no son símbolos de aspectos humanos sino que son personas con nombre y apellidos, con vicios y virtudes. Sin embargo, en las comedias sí que encontramos personajes- tipo que quieren ser un reflejo de la sociedad española de la época. Y, por eso, es habitual que en las obras nos encontremos con todos ellos (o con su gran mayoría): Rey: la figura del rey aparece en muchísimas comedias del Siglo de oro español. Suele representarse como una persona que encarna la injusticia y la soberbia. Puede presentarse como ser divino o, también, como un tirano, dependiendo del autor y del mensaje de la obra. Poderoso: en las comedias también suele aparecer un personaje poderoso y de la alta sociedad. Suele ser un déspota que representa al hombre corrupto, castigado y solitario. Galán y dama: esta pareja también es una de las más frecuentes en las comedias. Y, de hecho, gran parte de la intriga o del suspense tiene que ver con sus aventuras o sus desdichas. El galán suele representar las cualidades del héroe y la dama las de la mujer ideal. Criado: también es frecuente que el galán y la dama cuenten con un criado y criada, respectivamente, que actúa como confidente de sus sentimientos, sus sueños y sus anhelos. Este personaje suele aportar un toque más humorístico y distendido a la situación que se nos plantea y es caracterizado con un lenguaje más coloquial. Gracioso: es uno de los personajes que aparecieron en el teatro del XVI debido a la confluencia entre la tragedia y la comedia. Es el personaje contrapuesto al galán y se caracteriza por su buen humor, por ser una persona interesada, por su cobardía y por su vivacidad. Suele ser el que contrapone la visión enamorada y desesperada del galán dándole una perspectiva menos idealista y más real. Villano: y, por supuesto, en los personajes tradicionales del teatro del XVI no puede faltar el villano, la persona malvada que solo se interesa por sus propios beneficios y actúa pensando solamente en sus intereses. Este personaje suele ser el que causa el nudo en la trama y el que rompe la paz o la estabilidad que se nos ha presentado durante la primera parte de la obra. Los personajes que luchen contra el villano serán los que, después, serán considerados como auténticos héroes sociales. desarollo: lope Félix de Vega y Carpio es, sin duda alguna, uno de los más ilustres poetas y autores teatrales del Siglo de Oro español. La dama boba, El perro del hortelano, Fuente Ovejuna o Peribáñez y el comendador de Ocaña son algunas de sus comedias más famosas y a la vez las más representadas en el teatro desde hace siglos. Apodado el "Fénix de los Ingenios" por haber escrito, según el propio autor, de más de 1.500 comedias, la vida de Lope fue tan rica y variada como lo fue su obra. Su contemporáneo, el gran Miguel de Cervantes, el autor del Quijote, lo llegó a definir como "monstruo de la naturaleza", aunque se desconoce si lo hizo de forma despectiva, puesto que la enemistad entre ambos escritores no era ningún secreto. Y es que Lope de Vega no era como Cervantes. De hecho, en cuanto a carácter tenían muy poco en común. Mientras que el primero fue un hombre movido por grandes pasiones, el segundo era de talante discreto y moderado. Pero a pesar de su carácter vehemente, Lope de Vega también fue marido y padre de familia. Aunque, sobre todo, fue un mujeriego impenitente. Con quince años, el joven Lope abandonó el colegio e ingresó en la Universidad de Alcalá de Henares para cursar el bachillerato, y tras la muerte de su padre empezó a mostrar su faceta más aventurera al huir de casa con su amigo Hernando Muñoz. Su afán por aprender lo llevó a estudiar matemáticas y astrología con el cosmógrafo de la corte de Felipe II, Juan Bautista Labaña, y artes liberales con Juan de Córdoba. De hecho, Lope nunca abandonó su enorme sed de conocimientos, y hasta el día de su muerte siguió leyendo e interesado por los distintos campos del saber. Lope de Vega también se enroló en el ejército. Como soldado participó en dos expediciones militares: la conquista de la isla Terceira en las Azores (1583), al mando de don Álvaro de Bazán, y en la Gran Armada enviada por Felipe II para conquistar Inglaterra. Lope asimismo trabajó como secretario del marqués de Malpica y del duque de Alba. Pero la desgracia no tardaría en llamar a su puerta. Poco antes de que se cumplieran los ocho años de destierro de su condena murió su hija Antonia y poco después su esposa al dar a luz a su otra hija, Teodora (que murió también poco tiempo después). Finalmente, en diciembre de 1595, cumplidos ya los ocho años de destierro de la Corte, Lope de Vega regresó a Madrid donde no pudo evitar volver a las andadas. En la Villa y Corte tuvo más de un altercado por motivos amorosos. Con todo, Lope volvió a casarse en 1598 con Juana de Guardo, hija de un rico comerciante. ¿Qué hizo Lope de Vega en el Siglo de Oro? Lope de Vega: vida y obra del genio del teatro español Lope Félix de Vega y Carpio es, sin duda alguna, uno de los más ilustres poetas y autores teatrales del Siglo de Oro español. La dama boba, El perro del hortelano, Fuente Ovejuna o Peribáñez y el comendador de Ocaña son algunas de sus comedias más famosas y a la vez las más representadas en el teatro desde hace siglos. Francisco de Quevedo (1580-1645), símbolo por excelencia del Barroco, produjo una ingente obra literaria que cubre prácticamente todos los géneros y temas del siglo de Oro, desde el tratado ascético hasta las sátiras escatológicas, en ambos sentidos de la palabra. Dominó como ningún otro escritor todos los recursos del español y dio a luz los más hermosos sonetos de amor, pero también algunas páginas lamentables por su intolerancia. Fue retrógrado en sus ideas, pero es moderno en su angustia vital, y fieramente humano en sus contradicciones. Es posiblemente el mayor creador léxico que haya existido en nuestro idioma; y sus palabras no han arraigado en la lengua, al contrario que los neologismos cultistas que denostó. Siempre excesivo, polarizó su vida en torno a extremos contradictorios: al ánimo pendenciero y la corrupción política se unen el recogimiento religioso y la denuncia de los vicios sociales. Pesimista filósofo, agresivo chistoso, tierno enamorado, en guerra civil consigo mismo y con los demás. Artista de la paradoja, amo de los conceptos, no ha aportado ningún personaje memorable a la literatura universal. Su mejor personaje resultó ser él mismo. Empeñado en mostrar la verdad oculta tras las apariencias, su propia personalidad sigue siendo un enigma oculto tras una máscara burlona. “Como ningún otro escritor, Francisco de Quevedo es menos un hombre que una dilatada y compleja literatura”. (J. L. Borges, 1978:28) Gabriel Téllez (Madrid, 1579-Almazán, Soria, 1648), conocido en el mundo literario con el pseudónimo de Tirso de Molina, tuvo una andadura vital, a diferencia de Lope de Vega, con pocos sobresaltos y estridencias. De origen humilde ingresó de joven en el convento madrileño de la Merced para profesar un año después en el de Guadalajara. A partir de este momento su vida irá ligada a los designios de sus superiores, cuyos dictados Tirso cumplió siempre con dignidad y obediencia. Recorrió un buen número de conventos mercedarios (Guadalajara, Toledo, Soria, Segovia, Sevilla, Trujillo, Cuenca, etc.) ocupando el cargo de comendador en alguno de ellos. Junto con Madrid fue Toledo la ciudad preferida de Tirso. En la ciudad del Tajo, al principio de la segunda década del siglo XVII, pasó nuestro escritor una de sus épocas más felices: entregado a su vocación religiosa, a la lectura, a la producción teatral, a la enseñanza y al trato con los amigos. En esta ciudad se encuentra cuando es seleccionado para una misión pastoral en la isla caribeña de Santo Domingo (1616-1618). De este modo, Tirso es uno de los pocos escritores barrocos que tuvo la oportunidad de conocer de cerca la realidad del Nuevo Mundo. A ella se referirá en algunas de sus comedias, sobre todo, en la Trilogía de los Pizarro (1626-1629) y en la Historia general de la Orden de la Merced (1639), obra que Tirso escribe en su condición de cronista general de la Orden. El único suceso grave en esta biografía sin estridencias ocurre en 1625 cuando la Junta de Reformación de las costumbres ataca al mercedario por dedicarse a escribir «comedias profanas y de malos incentivos». Ello le obliga a Tirso a trasladarse fuera de la corte, en concreto a Sevilla. Años después (1627-1636) aparecen, hasta un total de cinco, los sucesivos tomos o partes que recogían el grueso de su producción teatral, así como su miscelánea de carácter religioso Deleytar aprovechando (1635), de estructura parecida a su gran miscelánea profana los Cigarrales de Toledo (1624). Tal vez afectado por el episodio de la Junta de Reformación y por las presiones recibidas dentro de la Orden, Tirso abandona lentamente la producción de comedias y textos profanos. Sus últimos años los pasa como comendador del convento de Soria. Y a principios de 1648 cae enfermo en el convento soriano de Almazán. Fallece hacia el 20 de febrero, y recibe sepultura en la capilla de enterramiento de los frailes. Tirso de Molina supo armonizar a la perfección su condición de fraile mercedario y de escritor de comedias, de las que llegó a escribir cerca de cuatrocientas según su propia confesión, aunque sólo nos han llegado unas sesenta. Dentro de la historia de la comedia española constituye una de las cumbres junto con Lope de Vega y Calderón de la Barca. Siempre se mostró orgulloso de su talento literario y defendió con ahínco la comedia nueva frente a los ataques de los moralistas y de los clasicistas. En su opinión, la comedia se configura como un espectáculo total y globalizador capaz de atraer a todos lo espectadores de los corrales de comedias. La tarea del comediógrafo ha de ser la de entretener, divertir, provocar la admiración de ese público heterogéneo, exigente y bullicioso. Y es precisamente ahí donde radica el valor fundamental del teatro tirsiano, en haber elaborado unos mundos cómicos, unas acciones coherentes y complejas, un universo de burlas y enredos admirable. Lo que sobresale, pues, en el teatro tirsiano es el humor refinado, las situaciones atrevidas, el gracejo de los personajes rústicos y de los criados urbanos, la atmósfera de juego y diversión que reina en buena parte de su producción teatral, en fin, la riqueza de los medios lingüísticos plagada de creaciones originales. A este propósito vienen bien las palabras que su gran amigo Juan Pérez de Montalbán dejara escritas en los preliminares de la Parte IV de las comedias de Tirso, en las que elogia las piezas teatrales del mercedario del siguiente modo: «lo sentencioso de los conceptos admira, lo satírico de las faltas corrige, lo chistoso de los donaires entretiene, lo enmarañado de la disposición deleita, lo gustoso de las cadencias enamora, y lo político de los consejos persuade y avisa, siendo su variedad discreta como un ramillete de flores diferentes que, además de la belleza y la fragancia, aficiona con la diversidad y la compostura». Todas esta características están presentes en sus comedias más conocidas y admiradas: Don Gil de las calzas verdes, Marta la piadosa, El vergonzoso en palacio, La villana de la Sagra. Bien es cierto que Tirso también escribió piezas teatrales serias, entre la que destacan El burlador de Sevilla y convidado de piedra, la pieza que más fama le ha dado al llevar a las tablas al mítico don Juan Tenorio, El condenado por desconfiado, La prudencia en la mujer, y otras obras inspiradas en las Sagradas Escrituras o en la Historia de España. Santa Teresa de Jesús (1515-1582) es una de las mujeres más reconocidas a lo largo de la historia. Resulta sorprendente de ella la extensa obra literaria y epistolar que llevó a cabo, teniendo en cuenta las dificultades y trabas que tenían las mujeres en esa época para ejercer su libertad. Además, se caracteriza por ser una gran renovadora y revolucionaria en diversos ámbitos, pues su discurso no solo muestra su faceta religiosa. Por esto, nos interesa profundizar en su figura con el fin de determinar qué repercusión tuvo en el siglo XVI y sigue teniendo en la actualidad y qué factores le permitieron escribir. Obra La obra de santa Teresa es muy extensa, lo que se relaciona con su gran capacidad como comunicadora. Su importancia reside en la capacidad para hacer llegar sus ideas a todo el mundo, el tipo de destinatarios a los que se dirige es variado y va aumentando. Por ello, busca la cercanía y sencillez, a pesar de que la temática que aborda resulta complicada. Esto se encuentra en relación con su labor apostólica, pues su mensaje tiene que ser recibido por las personas, y no precisamente las más cultas, por lo que utiliza mecanismos lingüísticos que permitan que los conceptos que se transmiten queden claros (Vega García Luengos, 1997). Su escritura va a girar tanto en torno a la mística como en torno a la propia reforma que ha emprendido y el formato que emplea también va a variar: prosa, poesía, cartas. Santa Teresa, como mujer que es, necesita permiso o una excusa para escribir. Por ello, no escribe hasta que sus confesores y monjas le recomiendan que debe hacerlo. Así, puede justificarse: es «escritora por obediencia» (Mata Induráin, 2014), obediencia a Dios, a los confesores y a sus monjas; no ejerce su libre voluntad. En realidad, conociendo su habilidad de convicción y persuasión, tan solo aparenta no ejercerla «para no parecer culpable de iniciativa en lanzarse a escribir por cuenta propia sobre semejantes materias» (Villanueva, 1983: 362), porque sabe las consecuencias que conlleva (una muestra más de su inteligencia) Además, podemos observar que santa Teresa se nos presenta, ella misma lo afirma, como una monja inculta y necia (lo podemos asociar con la captatio benevolentiae). De nuevo, se trata de una técnica que le permite desempeñar el acto de la escritura. Si nos acercamos a su obra, descubrimos su innata curiosidad que le lleva a informarse, leyendo y preguntando a teólogos y otros estudiosos, y esto indudablemente lo manifiesta sin esconderse en su obra (Vega García-Luengos, 1982). Obra literaria En el panorama literario, podemos encuadrar las obras de santa Teresa en el género prosístico (del siglo XVI) principalmente; también en el poético, aunque, en comparación, puede que haya sido menos relevante. Podemos dividir la prosa en dos secciones. Los libros autobiográficos: Vida, Fundaciones y Relaciones; y obras místicas, de carácter didáctico, sirven como doctrina: Camino de Perfección y Las Moradas (Castillo interior) (Mata Induráin, 2014). En cuanto a sus Poesías, se recogen un conjunto de treinta y un poemas que se enmarcan esencialmente en la temática mística. Castillo interior es una de las obras más importantes, ya que en ella desarrolla plenamente su perspectiva mística construyendo toda la simbología que le permite explicar las tres vías para llegar hasta Dios: el castillo con las siete moradas en representación de las vías purgativa, la iluminativa y unitiva (Serés, s.f.). No obstante, además del tema religioso, también se advierte su reivindicación por las mujeres, lo que suponía una apuesta arriesgada para la época: “[…] se atreve a defender a las mujeres en un párrafo que fue censurado en la primera versión del Camino de Perfección: ‘[…] no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa […].No hablo por mí, que ya tiene conocido el mundo mi ruindad y yo holgado sea pública; sino porque veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres’ (CE 4, 3)” (Gómez, 2015:135-136). Además, hemos de apreciar la vocación literaria de Teresa, que desde el principio se advierte, no solo “escribe por Dios”; esto lo evidencia que su primera obra fuese un libro de caballerías, el cual no se ha conservado (Villanueva, 1983). Ejercer la libertad de escribir para la mujer suponía un riesgo, por ello resulta extraordinario que santa Teresa pudiese llevar a cabo una obra literaria tan extensa. A su vez, sorprende el numeroso flujo de cartas que movía y, en especial, el uso del lenguaje cifrado para evitar que fuesen interceptadas. En la misma línea, se puede destacar que la escritura es el medio que tiene santa Teresa para eludir posibles problemas con la Inquisición. El ser mujer, su origen judeoconverso y el hecho de experimentar visiones la ponen en una posición comprometida (pueden acusarla de herejía); no obstante, ponerlo por escrito, como sus confesores la aconsejan, le permite asegurarse cierta protección. Lo más característico del teatro del Siglo de Oro es que en las obras se produce una ruptura entre las tres unidades: tiempo, lugar y acción. Si antes se desarrollaba una sola acción en un tiempo determinado y en un mismo lugar, ahora ya no es así. En este caso tenían lugar varias acciones en una misma obra teatral. Ocurrían en distintos escenarios y no tenía que ser en el mismo momento. 2 Las acciones se dividían en actos. Para marcar que se cambiaba de hora y de lugar se utilizaban los actos, otra características del Siglo de Oro. Entre los actos se representaban entremeses, jácaras o bailes. 3 Encontrarás personajes tipo. En este tipo de teatro encontrarás personajes tipo como el rey, el señor mayor, al que llamaban 'barbas', el galán, la dama, el criado y la criada. 4 Cada personaje utiliza un lenguaje adecuado a su rango. Cada personaje utiliza un lenguaje distinto dependiendo del rango que ocupaba. El galán no hablaba como el criado ni el noble como la dama de compañía. 5 Mezcla de lo trágico y lo cómico. El Teatro del Siglo de Oro mezclaba características de lo trágico con lo cómico. Había un hecho serio, por ejemplo una muerte, alternado con momentos graciosos. De hecho, personajes como el criado era el encargado de poner la nota cómica en muchas de estas obras. 6 Temas: honor, monarquía y religión. Eran habituales las obras que tenían que ver con el honor, la monarquía o la religión. De hecho, dentro de estas últimas sobresalían los autos sacramentales. Al comienzo del Siglo de Oro se introdució una innovación tecnológica que tenía una enorme repercusión sobre el desarrollo de la cultura: la imprenta. El inicio exacto de la inovación de la imprenta es desconocido, aunque se sabe que los primeros documentos impresos surgieron en el siglo XV y las primeras talleres de imprenta estaban en Maguncia/Alemania, pero los historiadores no estan de acuerdo si fuera actualmente el aleman Gutenberg que inventó la imprenta. Durante una guerra civil alemana en el siglo XV, los impresores huyeron de las talleres con el propósito de evitar caer dentro de la guerra. La consecuencia era que no se podía guardar el secreto de la imprenta, que se extendió dentro muy poco por todo Europa. Así empezó la repercusión más grande de la imprenta en la cultura humanitaria, la palabra escrita entonces podía llegar a cualquier parte del país, la gente tenía acceso a los libros y se preocupaban por enseñar a leer a sus hijos. Las ideas impresas podían cruzar las fronteras y la tipografía era el medio de difundir el arte de las ideas renacentistas y humanitarias. La imprenta así permitía al mismo tiempo una gran difusión de las obras literarias, así como la propagación y generalización del uso de las lenguas vulgares, poniendo al alcance de las poblaciones la gran abundancia de obras nuevas y también el ingente acervo de la producción clásica, tanto de obras literarias como del pensamiento filosófico y político, así como el conocimiento de la historia. La imprenta llegó a España en 1472 por el impresor Juan Párix, el primer trabajo de imprenta encargado fue Sinodal de Aguilafuente[2]. Por otra parte, el Renacimiento llegó a España, con bastante retraso sobre otro lugares de Europa, lo cual se caracterizó por una rápida absorción de los modelos literarios renacentistos, especialmente del italiano. La influencia italiana se manifestó sobre todo en la poesía, que voy a explicar más adelante. Aparte, las artes eran siempre fomentadas por los reyes de cada reinado. La influencia sobre las artes por parte de la monarquía se manifesta muy bien en el ejemplo de la época de Felipe II (1527-1598) y la de Felipe IV (1605- 1665). La primera era caracterizada por el sistema burocrático y la propugnación de la fe católica. Junto con la Inquisición se reforzó la censura, repercutiéndose en la literatura, y así restringió los temas centrales literarios, aunque Felipe II, sin duda, era un fomentor de las artes. La época de Felipe IV, en cambio, era caracterizado por el esfuerzo de reestablecer la hegemonía española, especialmente por una escenificación del corte, con una cultura de fiestas ostentosas. En este contexto, cada género de arte era fomentado, el florecimiento de la literatura se concentró en la famosa colección de artes del rey.