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informe

ESTUDIANTES:

Encarnacion Pizarro Grecia.


Guevara Martel Maithe.
Juro Cruz Gean Franco.
Ramos Penachí Zayro Leyto.
Tocas Segura Kime .
Cayo Ismiño Luis Gustavo
CURSO:

Arte y Cultura
PROFESORA:

Vicharra Cavanillas Evelyn


Carolina
indice
Estructura:
La introduccio 1-9
El desarrollo 9-24
La conclusion 21-25
Si hay un periodo en la historia de la literatura española que
destaca por encima del resto este es, sin duda alguna, el Siglo de
Oro. Se trata de una época en la que se vivió una auténtica
revolución en las letras y en las artes en general. Grandes
nombres de la literatura formaron parte de este periodo como,
por ejemplo, Lope de Vega o Miguel de Cervantes y es que,
durante este siglo, España vivió una gran revolución social y
política que dio el pistoletazo de salida con el descubrimiento de
América. El teatro fue uno de los géneros más conocidos y
populares de la época y, por eso, en esta lección de
unPROFESOR vamos a descubrirte las características del
teatro en el Siglo de Oro español así como algunos detalles
importantes acerca de este género durante el XVI.
Características generales del teatro del Siglo de Oro:
Es importante conocer las características del teatro en el
Siglo de Oro español más destacadas. Y es que,
durante el siglo XVI asistimos a una auténtica
revolución cultural que fue encabezada por el teatro como
un género literario que llegó al público masivo. Aquí te
ofreceremos un listado a modo de resumen para que
conozcas las características más destacadas del teatro en
dicha época. ¡Toma nota!
Si hay un periodo en la historia de la literatura española que
destaca por encima del resto este es, sin duda alguna, el Siglo de
Oro. Se trata de una época en la que se vivió una auténtica
revolución en las letras y en las artes en general. Grandes
nombres de la literatura formaron parte de este periodo como,
por ejemplo, Lope de Vega o Miguel de Cervantes y es que,
durante este siglo, España vivió una gran revolución social y
política que dio el pistoletazo de salida con el descubrimiento de
América. El teatro fue uno de los géneros más conocidos y
populares de la época y, por eso, en esta lección de
unPROFESOR vamos a descubrirte las características del
teatro en el Siglo de Oro español así como algunos detalles
importantes acerca de este género durante el XVI.
Características generales del teatro del Siglo de Oro:
Es importante conocer las características del teatro en el
Siglo de Oro español más destacadas. Y es que,
durante el siglo XVI asistimos a una auténtica
revolución cultural que fue encabezada por el teatro como
un género literario que llegó al público masivo. Aquí te
ofreceremos un listado a modo de resumen para que
conozcas las características más destacadas del teatro en
dicha época. ¡Toma nota!
Comedias: en el siglo XVI todas las obras de teatro se
denominaban con el nombre de "comedias", por tanto, no
hablamos en ningún momento de piezas teatrales ni obras sino
que, siempre, haremos referencia a las "comedias" del momento.
Los corrales de comedias eran los primeros teatros que se
construyeron en el país y que cumplían una serie de
características que permitían el acomodo del público y de los
actores.
Tema: los temas de las comedias del Siglo de Oro eran muy
variados pero, en general, se solían presentar situaciones
cotidianas con toques humorísticos para hacer una sátira de la
sociedad y, al mismo tiempo, entretener al público. Las comedias
de enredos eran las que popularizó Lope de Vega.
Estructura: normalmente, las obras escritas durante el
siglo XVI se componen por 3 actos, una norma
establecida por Lope de Vega en su "Arte nuevo de
hacer comedias" y que establece, así, una unanimidad a
la hora de crear obras teatrales. Hasta entonces, no
había ningún modelo claro que determinara la cantidad
de actos a realizar, solamente el teatro clásico
apuntaba que 5 actos eran los que debían realizarse.
Estilo: en el Siglo de Oro las comedias estaban escritas en
verso y, de hecho, no encontramos apenas creaciones literarias
que estén hechas en prosa. La métrica que más fue usada eran
los octosílabos y con estrofas como sonetos, octavas, redondillas
o romances.
Unidades de acción, tiempo y lugar: si hablamos de las
características del teatro en el Siglo de Oro español tenemos que
mencionar estas tres unidades dramáticas que fueron las que se
estipulaban en la Poética de Aristóteles y que, durante el XVI,
también se cultivaron en las comedias.
Tragicomedia: el estilo que más predominó durante el Siglo de
Oro español fue el de la tragicomedia, es decir, la mezcla de
historias que se movían entre la tragedia y la comedia creando,
así, un género más próximo y cercano a la vida misma.
La importancia del honor: y, por último, otra de las
características del teatro en el Siglo de Oro español es que el
tema del honor aparecía sobremanera en la gran mayoría de las
comedias. Se trata de uno de los grandes temas que ocupan
muchas obras literarias de la época y que, en el teatro, a veces
puede llegar a ser tratado de forma seria pero, otras, de forma
satírica y ridiculizada.
El arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega
Pero para entender mejor en qué consistió el teatro en el
Siglo de Oro español es imprescindible que hablemos de
una publicación elaborada por Lope de Vega: "El arte nuevo
de hacer comedias". Aquí el autor recoge un compendio de
normas y reglas para poder hacer el nuevo teatro de la
época. Se trata, algo así, como de una fórmula que rompía
con el teatro medieval y que estaba influenciada por el teatro
italiano.
En esta publicación, Lope de Vega indicaba el nuevo rumbo
que debía seguir el teatro español indicando una serie de
pautas que son las que él mismo seguía a la hora de crear
sus comedias. En resumen, el nuevo teatro debía seguir
estos principios:
Ruptura con la unidad dramática: la unidad de acción,
tiempo y espacio impuesta por Aristóteles era rota por Lope
de Vega que apostaba por un teatro mucho más libre y
dinámico. La única unidad que se mantiene con Lope es la
de acción para construir obras coherentes y organizadas.
Tragicomedia: él fue el encargado de introducir la
tragicomedia en el teatro del Siglo de Oro. Quería romper
con la dualidad de comedia o tragedia creando un género
mucho más cercano a la realidad y a la vida misma. Este
género trajo consigo la aparición de un nuevo personaje
teatral, el gracioso.
Temas sociales: en lugar de apostar por obras que hablaran
de los "grandes temas universales", Lope se decanto por
representar situaciones más cotidianas y cercanas a la gente
de la calle. Por eso, en sus comedias nos encontramos con
conflictos amorosos, malos entendidos y situaciones
disparatadas que pueden tener lugar en nuestras vidas
División en 3 jornadas (o actos): esta fue otra de las
aportaciones que Lope otorgó al teatro. Y es que propuso que
los textos se dividieran en 3 jornadas en lugar de las 5 que,
hasta el momento, había tenido el teatro clásico
Con "El arte nuevo de hacer comedias", publicado en 1609,
Lope de Vega orientó el teatro español hacia un nuevo
horizonte y totalmente alejado del camino que había tomado
hasta el momento.
Los personajes típicos del teatro del Siglo de Oro español
Para continuar con las características del teatro en el Siglo de
Oro español es importante que nos detengamos a conocer cuáles
eran los personajes principales en el XVI. A diferencia del
teatro clásico, en este nuevo teatro se elaboran personajes muy
caracterizados e individualizados, es decir, los personajes no
son símbolos de aspectos humanos sino que son personas con
nombre y apellidos, con vicios y virtudes.
Sin embargo, en las comedias sí que encontramos personajes-
tipo que quieren ser un reflejo de la sociedad española de la
época. Y, por eso, es habitual que en las obras nos
encontremos con todos ellos (o con su gran mayoría):
Rey: la figura del rey aparece en muchísimas comedias del
Siglo de oro español. Suele representarse como una persona que
encarna la injusticia y la soberbia. Puede presentarse como ser
divino o, también, como un tirano, dependiendo del autor y del
mensaje de la obra.
Poderoso: en las comedias también suele aparecer un personaje
poderoso y de la alta sociedad. Suele ser un déspota que
representa al hombre corrupto, castigado y solitario.
Galán y dama: esta pareja también es una de las más frecuentes en
las comedias. Y, de hecho, gran parte de la intriga o del suspense
tiene que ver con sus aventuras o sus desdichas. El galán suele
representar las cualidades del héroe y la dama las de la mujer ideal.
Criado: también es frecuente que el galán y la dama cuenten con un
criado y criada, respectivamente, que actúa como confidente de sus
sentimientos, sus sueños y sus anhelos. Este personaje suele aportar
un toque más humorístico y distendido a la situación que se nos
plantea y es caracterizado con un lenguaje más coloquial.
Gracioso: es uno de los personajes que aparecieron en el teatro del
XVI debido a la confluencia entre la tragedia y la comedia. Es el
personaje contrapuesto al galán y se caracteriza por su buen humor,
por ser una persona interesada, por su cobardía y por su vivacidad.
Suele ser el que contrapone la visión enamorada y desesperada del
galán dándole una perspectiva menos idealista y más real.
Villano: y, por supuesto, en los personajes tradicionales del teatro del
XVI no puede faltar el villano, la persona malvada que solo se
interesa por sus propios beneficios y actúa pensando solamente en sus
intereses. Este personaje suele ser el que causa el nudo en la trama y
el que rompe la paz o la estabilidad que se nos ha presentado durante
la primera parte de la obra. Los personajes que luchen contra el
villano serán los que, después, serán considerados como auténticos
héroes sociales.
desarollo:
lope Félix de Vega y Carpio es, sin duda alguna, uno de los
más ilustres poetas y autores teatrales del Siglo de Oro
español. La dama boba, El perro del hortelano, Fuente
Ovejuna o Peribáñez y el comendador de Ocaña son algunas
de sus comedias más famosas y a la vez las más
representadas en el teatro desde hace siglos. Apodado el
"Fénix de los Ingenios" por haber escrito, según el propio
autor, de más de 1.500 comedias, la vida de Lope fue tan
rica y variada como lo fue su obra.
Su contemporáneo, el gran Miguel de Cervantes, el autor del
Quijote, lo llegó a definir como "monstruo de la naturaleza",
aunque se desconoce si lo hizo de forma despectiva, puesto
que la enemistad entre ambos escritores no era ningún
secreto. Y es que Lope de Vega no era como Cervantes. De
hecho, en cuanto a carácter tenían muy poco en común.
Mientras que el primero fue un hombre movido por grandes
pasiones, el segundo era de talante discreto y moderado.
Pero a pesar de su carácter vehemente, Lope de Vega
también fue marido y padre de familia. Aunque, sobre todo,
fue un mujeriego impenitente.
Con quince años, el joven Lope abandonó el colegio e ingresó en la
Universidad de Alcalá de Henares para cursar el bachillerato, y
tras la muerte de su padre empezó a mostrar su faceta más
aventurera al huir de casa con su amigo Hernando Muñoz. Su afán
por aprender lo llevó a estudiar matemáticas y astrología con el
cosmógrafo de la corte de Felipe II, Juan Bautista Labaña, y artes
liberales con Juan de Córdoba. De hecho, Lope nunca abandonó su
enorme sed de conocimientos, y hasta el día de su muerte siguió
leyendo e interesado por los distintos campos del saber.
Lope de Vega también se enroló en el ejército. Como soldado participó
en dos expediciones militares: la conquista de la isla Terceira en las
Azores (1583), al mando de don Álvaro de Bazán, y en la Gran
Armada enviada por Felipe II para conquistar Inglaterra. Lope
asimismo trabajó como secretario del marqués de Malpica y del
duque de Alba.
Pero la desgracia no tardaría en llamar a su puerta. Poco antes de
que se cumplieran los ocho años de destierro de su condena murió su
hija Antonia y poco después su esposa al dar a luz a su otra hija,
Teodora (que murió también poco tiempo después). Finalmente, en
diciembre de 1595, cumplidos ya los ocho años de destierro de la
Corte, Lope de Vega regresó a Madrid donde no pudo evitar volver
a las andadas. En la Villa y Corte tuvo más de un altercado por
motivos amorosos. Con todo, Lope volvió a casarse en 1598 con
Juana de Guardo, hija de un rico comerciante.
¿Qué hizo Lope de Vega en el Siglo de Oro?
Lope de Vega: vida y obra del genio del teatro español
Lope Félix de Vega y Carpio es, sin duda alguna, uno
de los más ilustres poetas y autores teatrales del Siglo de
Oro español. La dama boba, El perro del hortelano,
Fuente Ovejuna o Peribáñez y el comendador de Ocaña
son algunas de sus comedias más famosas y a la vez las
más representadas en el teatro desde hace siglos.
Francisco de Quevedo (1580-1645), símbolo por excelencia del
Barroco, produjo una ingente obra literaria que cubre prácticamente
todos los géneros y temas del siglo de Oro, desde el tratado ascético
hasta las sátiras escatológicas, en ambos sentidos de la palabra.
Dominó como ningún otro escritor todos los recursos del español y dio
a luz los más hermosos sonetos de amor, pero también algunas páginas
lamentables por su intolerancia. Fue retrógrado en sus ideas, pero es
moderno en su angustia vital, y fieramente humano en sus
contradicciones.
Es posiblemente el mayor creador léxico que haya existido en nuestro
idioma; y sus palabras no han arraigado en la lengua, al contrario
que los neologismos cultistas que denostó. Siempre excesivo, polarizó
su vida en torno a extremos contradictorios: al ánimo pendenciero y
la corrupción política se unen el recogimiento religioso y la denuncia
de los vicios sociales. Pesimista filósofo, agresivo chistoso, tierno
enamorado, en guerra civil consigo mismo y con los demás. Artista
de la paradoja, amo de los conceptos, no ha aportado ningún
personaje memorable a la literatura universal. Su mejor personaje
resultó ser él mismo.
Empeñado en mostrar la verdad oculta tras las apariencias, su propia
personalidad sigue siendo un enigma oculto tras una máscara
burlona. “Como ningún otro escritor, Francisco de Quevedo es menos
un hombre que una dilatada y compleja literatura”. (J. L. Borges,
1978:28)
Gabriel Téllez (Madrid, 1579-Almazán, Soria, 1648), conocido en
el mundo literario con el pseudónimo de Tirso de Molina, tuvo una
andadura vital, a diferencia de Lope de Vega, con pocos sobresaltos
y estridencias. De origen humilde ingresó de joven en el convento
madrileño de la Merced para profesar un año después en el de
Guadalajara. A partir de este momento su vida irá ligada a los
designios de sus superiores, cuyos dictados Tirso cumplió siempre
con dignidad y obediencia. Recorrió un buen número de conventos
mercedarios (Guadalajara, Toledo, Soria, Segovia, Sevilla, Trujillo,
Cuenca, etc.) ocupando el cargo de comendador en alguno de ellos.
Junto con Madrid fue Toledo la ciudad preferida de Tirso. En la
ciudad del Tajo, al principio de la segunda década del siglo XVII,
pasó nuestro escritor una de sus épocas más felices: entregado a su
vocación religiosa, a la lectura, a la producción teatral, a la
enseñanza y al trato con los amigos. En esta ciudad se encuentra
cuando es seleccionado para una misión pastoral en la isla caribeña
de Santo Domingo (1616-1618). De este modo, Tirso es uno de los
pocos escritores barrocos que tuvo la oportunidad de conocer de cerca
la realidad del Nuevo Mundo. A ella se referirá en algunas de sus
comedias, sobre todo, en la Trilogía de los Pizarro (1626-1629) y
en la Historia general de la Orden de la Merced (1639), obra que
Tirso escribe en su condición de cronista general de la Orden.
El único suceso grave en esta biografía sin estridencias ocurre en
1625 cuando la Junta de Reformación de las costumbres ataca al
mercedario por dedicarse a escribir «comedias profanas y de malos
incentivos». Ello le obliga a Tirso a trasladarse fuera de la corte, en
concreto a Sevilla. Años después (1627-1636) aparecen, hasta un
total de cinco, los sucesivos tomos o partes que recogían el grueso de
su producción teatral, así como su miscelánea de carácter religioso
Deleytar aprovechando (1635), de estructura parecida a su gran
miscelánea profana los Cigarrales de Toledo (1624).
Tal vez afectado por el episodio de la Junta de Reformación y por
las presiones recibidas dentro de la Orden, Tirso abandona
lentamente la producción de comedias y textos profanos. Sus últimos
años los pasa como comendador del convento de Soria. Y a
principios de 1648 cae enfermo en el convento soriano de Almazán.
Fallece hacia el 20 de febrero, y recibe sepultura en la capilla de
enterramiento de los frailes.
Tirso de Molina supo armonizar a la perfección su condición de
fraile mercedario y de escritor de comedias, de las que llegó a
escribir cerca de cuatrocientas según su propia confesión, aunque sólo
nos han llegado unas sesenta. Dentro de la historia de la comedia
española constituye una de las cumbres junto con Lope de Vega y
Calderón de la Barca. Siempre se mostró orgulloso de su talento
literario y defendió con ahínco la comedia nueva frente a los ataques
de los moralistas y de los clasicistas.
En su opinión, la comedia se configura como un espectáculo total y
globalizador capaz de atraer a todos lo espectadores de los corrales
de comedias. La tarea del comediógrafo ha de ser la de entretener,
divertir, provocar la admiración de ese público heterogéneo, exigente y
bullicioso. Y es precisamente ahí donde radica el valor fundamental
del teatro tirsiano, en haber elaborado unos mundos cómicos, unas
acciones coherentes y complejas, un universo de burlas y enredos
admirable. Lo que sobresale, pues, en el teatro tirsiano es el humor
refinado, las situaciones atrevidas, el gracejo de los personajes
rústicos y de los criados urbanos, la atmósfera de juego y diversión
que reina en buena parte de su producción teatral, en fin, la riqueza
de los medios lingüísticos plagada de creaciones originales. A este
propósito vienen bien las palabras que su gran amigo Juan Pérez de
Montalbán dejara escritas en los preliminares de la Parte IV de
las comedias de Tirso, en las que elogia las piezas teatrales del
mercedario del siguiente modo: «lo sentencioso de los conceptos
admira, lo satírico de las faltas corrige, lo chistoso de los donaires
entretiene, lo enmarañado de la disposición deleita, lo gustoso de las
cadencias enamora, y lo político de los consejos persuade y avisa,
siendo su variedad discreta como un ramillete de flores diferentes que,
además de la belleza y la fragancia, aficiona con la diversidad y la
compostura».
Todas esta características están presentes en sus comedias más
conocidas y admiradas: Don Gil de las calzas verdes, Marta la
piadosa, El vergonzoso en palacio, La villana de la Sagra. Bien es
cierto que Tirso también escribió piezas teatrales serias, entre la que
destacan El burlador de Sevilla y convidado de piedra, la pieza que
más fama le ha dado al llevar a las tablas al mítico don Juan
Tenorio, El condenado por desconfiado, La prudencia en la mujer, y
otras obras inspiradas en las Sagradas Escrituras o en la Historia
de España.
Santa Teresa de Jesús (1515-1582) es una de las mujeres más
reconocidas a lo largo de la historia. Resulta sorprendente de ella la
extensa obra literaria y epistolar que llevó a cabo, teniendo en cuenta
las dificultades y trabas que tenían las mujeres en esa época para
ejercer su libertad. Además, se caracteriza por ser una gran
renovadora y revolucionaria en diversos ámbitos, pues su discurso no
solo muestra su faceta religiosa. Por esto, nos interesa profundizar
en su figura con el fin de determinar qué repercusión tuvo en el siglo
XVI y sigue teniendo en la actualidad y qué factores le permitieron
escribir.
Obra
La obra de santa Teresa es muy extensa, lo que se relaciona con su
gran capacidad como comunicadora. Su importancia reside en la
capacidad para hacer llegar sus ideas a todo el mundo, el tipo de
destinatarios a los que se dirige es variado y va aumentando. Por
ello, busca la cercanía y sencillez, a pesar de que la temática que
aborda resulta complicada. Esto se encuentra en relación con su labor
apostólica, pues su mensaje tiene que ser recibido por las personas, y
no precisamente las más cultas, por lo que utiliza mecanismos
lingüísticos que permitan que los conceptos que se transmiten queden
claros (Vega García Luengos, 1997). Su escritura va a girar tanto
en torno a la mística como en torno a la propia reforma que ha
emprendido y el formato que emplea también va a variar: prosa,
poesía, cartas.
Santa Teresa, como mujer que es, necesita permiso o una excusa para
escribir. Por ello, no escribe hasta que sus confesores y monjas le
recomiendan que debe hacerlo. Así, puede justificarse: es «escritora por
obediencia» (Mata Induráin, 2014), obediencia a Dios, a los
confesores y a sus monjas; no ejerce su libre voluntad. En realidad,
conociendo su habilidad de convicción y persuasión, tan solo aparenta no
ejercerla «para no parecer culpable de iniciativa en lanzarse a escribir
por cuenta propia sobre semejantes materias» (Villanueva, 1983: 362),
porque sabe las consecuencias que conlleva (una muestra más de su
inteligencia)
Además, podemos observar que santa Teresa se nos presenta, ella
misma lo afirma, como una monja inculta y necia (lo podemos asociar
con la captatio benevolentiae). De nuevo, se trata de una técnica que le
permite desempeñar el acto de la escritura. Si nos acercamos a su
obra, descubrimos su innata curiosidad que le lleva a informarse,
leyendo y preguntando a teólogos y otros estudiosos, y esto
indudablemente lo manifiesta sin esconderse en su obra (Vega
García-Luengos, 1982).
Obra literaria
En el panorama literario, podemos encuadrar las obras de santa
Teresa en el género prosístico (del siglo XVI) principalmente;
también en el poético, aunque, en comparación, puede que haya sido
menos relevante. Podemos dividir la prosa en dos secciones. Los
libros autobiográficos: Vida, Fundaciones y Relaciones; y obras
místicas, de carácter didáctico, sirven como doctrina: Camino de
Perfección y Las Moradas (Castillo interior) (Mata Induráin,
2014). En cuanto a sus Poesías, se recogen un conjunto de treinta y
un poemas que se enmarcan esencialmente en la temática mística.
Castillo interior es una de las obras más importantes, ya que en ella
desarrolla plenamente su perspectiva mística construyendo toda la
simbología que le permite explicar las tres vías para llegar hasta
Dios: el castillo con las siete moradas en representación de las vías
purgativa, la iluminativa y unitiva (Serés, s.f.).
No obstante, además del tema religioso, también se advierte su
reivindicación por las mujeres, lo que suponía una apuesta arriesgada
para la época:
“[…] se atreve a defender a las mujeres en un párrafo que fue
censurado en la primera versión del Camino de Perfección: ‘[…] no
hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa […].No hablo por
mí, que ya tiene conocido el mundo mi ruindad y yo holgado sea
pública; sino porque veo los tiempos de manera que no es razón
desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres’ (CE 4,
3)” (Gómez, 2015:135-136).
Además, hemos de apreciar la vocación literaria de Teresa, que
desde el principio se advierte, no solo “escribe por Dios”; esto lo
evidencia que su primera obra fuese un libro de caballerías, el cual no
se ha conservado (Villanueva, 1983).
Ejercer la libertad de escribir para la mujer suponía un riesgo, por ello
resulta extraordinario que santa Teresa pudiese llevar a cabo una obra
literaria tan extensa. A su vez, sorprende el numeroso flujo de cartas
que movía y, en especial, el uso del lenguaje cifrado para evitar que
fuesen interceptadas. En la misma línea, se puede destacar que la
escritura es el medio que tiene santa Teresa para eludir posibles
problemas con la Inquisición. El ser mujer, su origen judeoconverso y el
hecho de experimentar visiones la ponen en una posición comprometida
(pueden acusarla de herejía); no obstante, ponerlo por escrito, como sus
confesores la aconsejan, le permite asegurarse cierta protección.
Lo más característico del teatro del Siglo de Oro es que en las obras
se produce una ruptura entre las tres unidades: tiempo, lugar y
acción. Si antes se desarrollaba una sola acción en un tiempo
determinado y en un mismo lugar, ahora ya no es así. En este caso
tenían lugar varias acciones en una misma obra teatral. Ocurrían en
distintos escenarios y no tenía que ser en el mismo momento.
2 Las acciones se dividían en actos.
Para marcar que se cambiaba de hora y de lugar se utilizaban los
actos, otra características del Siglo de Oro. Entre los actos se
representaban entremeses, jácaras o bailes.
3 Encontrarás personajes tipo.
En este tipo de teatro encontrarás personajes tipo como el rey, el
señor mayor, al que llamaban 'barbas', el galán, la dama, el criado y
la criada.
4 Cada personaje utiliza un lenguaje adecuado a su rango.
Cada personaje utiliza un lenguaje distinto dependiendo del rango que
ocupaba. El galán no hablaba como el criado ni el noble como la
dama de compañía.
5 Mezcla de lo trágico y lo cómico.
El Teatro del Siglo de Oro mezclaba características de lo trágico con
lo cómico. Había un hecho serio, por ejemplo una muerte, alternado
con momentos graciosos. De hecho, personajes como el criado era el
encargado de poner la nota cómica en muchas de estas obras.
6 Temas: honor, monarquía y religión.
Eran habituales las obras que tenían que ver con el honor, la
monarquía o la religión. De hecho, dentro de estas últimas
sobresalían los autos sacramentales.
Al comienzo del Siglo de Oro se introdució una innovación
tecnológica que tenía una enorme repercusión sobre el desarrollo de la
cultura: la imprenta. El inicio exacto de la inovación de la imprenta es
desconocido, aunque se sabe que los primeros documentos impresos
surgieron en el siglo XV y las primeras talleres de imprenta estaban
en Maguncia/Alemania, pero los historiadores no estan de acuerdo
si fuera actualmente el aleman Gutenberg que inventó la imprenta.
Durante una guerra civil alemana en el siglo XV, los impresores
huyeron de las talleres con el propósito de evitar caer dentro de la
guerra. La consecuencia era que no se podía guardar el secreto de la
imprenta, que se extendió dentro muy poco por todo Europa. Así
empezó la repercusión más grande de la imprenta en la cultura
humanitaria, la palabra escrita entonces podía llegar a cualquier parte
del país, la gente tenía acceso a los libros y se preocupaban por
enseñar a leer a sus hijos. Las ideas impresas podían cruzar las
fronteras y la tipografía era el medio de difundir el arte de las ideas
renacentistas y humanitarias. La imprenta así permitía al mismo
tiempo una gran difusión de las obras literarias, así como la
propagación y generalización del uso de las lenguas vulgares,
poniendo al alcance de las poblaciones la gran abundancia de obras
nuevas y también el ingente acervo de la producción clásica, tanto de
obras literarias como del pensamiento filosófico y político, así como el
conocimiento de la historia. La imprenta llegó a España en 1472 por
el impresor Juan Párix, el primer trabajo de imprenta encargado fue
Sinodal de Aguilafuente[2].
Por otra parte, el Renacimiento llegó a España, con bastante retraso
sobre otro lugares de Europa, lo cual se caracterizó por una rápida
absorción de los modelos literarios renacentistos, especialmente del
italiano. La influencia italiana se manifestó sobre todo en la poesía,
que voy a explicar más adelante. Aparte, las artes eran siempre
fomentadas por los reyes de cada reinado. La influencia sobre las
artes por parte de la monarquía se manifesta muy bien en el ejemplo
de la época de Felipe II (1527-1598) y la de Felipe IV (1605-
1665). La primera era caracterizada por el sistema burocrático y la
propugnación de la fe católica. Junto con la Inquisición se reforzó la
censura, repercutiéndose en la literatura, y así restringió los temas
centrales literarios, aunque Felipe II, sin duda, era un fomentor de
las artes. La época de Felipe IV, en cambio, era caracterizado por
el esfuerzo de reestablecer la hegemonía española, especialmente por
una escenificación del corte, con una cultura de fiestas ostentosas. En
este contexto, cada género de arte era fomentado, el florecimiento de la
literatura se concentró en la famosa colección de artes del rey.

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