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Jsa Formato A5 Mejorado
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PROVISIONES DEL VIRREY. JUNTA DE GUERRA EN COMBATE EN EL PUENTE DEL RIO DE LA SAL
TARMA.
SE ALISTA LA PRIMERA EXPEDICION PUNITIVA Los franciscanos apoyaron desde un primer momento la
guerra contra los revolucionarios. Iniciando esta colaboración,
los frailes Domingo García y José Cabanes alistaron el auxilio
El Marqués de Villagarcía, virrey del Perú, pese a que sus nativo en Quimiri, pueblo a donde se había replegado con
consejeros no tomaron en serio, al menos en un principio, las algunos neófitos fieles del interior.
alarmantes noticias llegadas de la selva, dictó a mediados de
1742 las primeras órdenes para reprimir militarmente a los Informados de que el gobernador Milla entraría por
revolucionarios. Quimiri a territorio liberado, los frailes decidieron componer
los caminos para facilitar el tránsito de las tropas virreinales.
En cumplimiento del mandato virreinal, Pedro Milla y Los auxiliares nativos se encargarían de la empresa, que
Benito Troncoso, gobernadores de las fronteras de Tarma y dirigirían García y Cabanes. Iniciaron esa tarea a principios de
Jauja, respectivamente, celebraron una Junta de Guerra a setiembre.
mediados de agosto, resolviendo efectuar dos entradas
paralelas al territorio convulsionado, una por Quimiri, a las Juan Santos tenía bien organizada su red de espionaje.
órdenes de Milla, y otra por Sonomoro, bajo la Gracias a ello conocería la situación del enemigo. Así, hasta
responsabilidad de Troncoso, "para coger de esta suerte en el cuartel de Quisopango llevó puntualmente el informe de los
medio al pretenso inca". Dicha acción conjunta de las fuerzas
afanes de los frailes de Quimiri. Fue entonces que el caudillo
decidió pasar a la guerra ofensiva.
Llámase río de la Sal al primer tramo recorrido por el
Perené, desde la confluencia del Paucartambo con el
Chanchamayo hasta el puente situado en las cercanías del
pueblo de Eneno. Por este puente se había planeado el paso
de las tropas que desde Jauja dirigiría Troncoso.
El 17 de setiembre, limpiada ya la primera parte del COMBATE DE QUISOPANGO.
camino que desde Quimiri llevaba a Quisopango, frailes e HEROICA RESISTENCIA DE SANTABANGORI.
indios fieles se hallaban en las inmediaciones del puente del
río de la Sal cuando sorpresivamente fueron cercados por las RETIRADA DE LOS VIRREINALES DE JAUJA
fuerzas liberadoras. Con el desacato al llamado de Juan
Santos y sirviendo en el allanamiento del camino que
conduciría a las fuerzas virreinales, los franciscanos e indios En Jauja, Comas y valles aledaños, el gobernador Benito
fieles habían iniciado la guerra y nada podría condenar las Troncoso reclutó cerca de un centenar de soldados españoles
consecuencias de tal actitud. y numeroso auxilio nativo de cargueros y guerreros, a la
cabeza de los cuales penetró a la montaña a principios de
Los guerreros de Juan Santos no dieron cuartel al
setiembre.
enemigo y los flecheros, tras breve resistencia, liquidaron a
los frailes y a la mayoría de "indios" pro virreinales. El El mismo día en que tenía lugar el combate a orillas del
franciscano Dionisio Ortiz, historiador contemporáneo, relata río de la Sal, Troncoso llegaba a Sonomoro, siendo recibido
que "la lucha se desenvolvió en Chanchamayo y sus por el fraile Francisco Gaza, quien aparte de haber reunido
alrededores, y los padres García y Cabanes y el hermano provisiones para la prosecución de la marcha, tuvo especial
Tenorio fueron flechados por los indios al atravesar las aguas cuidado en alistar las armas y municiones que existían en el
del Paucartambo". Es lógico pensar que los religiosos fueron fuerte de aquel pueblo, otorgando así un buen refuerzo a las
muertos cuando trataban de huir, en el instante crítico del tropas virreinales.
combate.
Desde Sonomoro, Troncoso despachó correos hacia el
Tras la victoria, los atacantes ocuparon la conversión del otro lado del Perené, para informarse de la marcha de Milla; y
Cerro de la Sal y se retiraron tras informarse de que se también envió "tres indios de confianza" hacia Quisopango,
esperaba de un momento a otro la llegada de tropas para espiar las posiciones y fuerza de los revolucionarios.
enemigas. Esos "indios de confianza" eran neófitos de Sonomoro,
adecuadamente instruidos por Gaza.
También acudió en apoyo de Troncoso el curaca de con éxito el valioso arsenal, que no quiso cayese en manos
Sonomoro, Bartolomé Quintimari. Este tenía razones para de los españoles.
odiar a los insurrectos. Pocos años antes, cuando la
sublevación de Ignacio Torote, los alzados habían dado Al amanecer del 9 de octubre se inició el desigual
muerte a su mujer. Quintimari ofreció al jefe español auxilio de combate. Las armas occidentales y la superioridad de número
flecheros, que fue aceptado de inmediato. hacían previsible el fatal desenlace para los revolucionarios.
Pero antes del holocausto, "los infieles se defendieron
Convenientemente reforzados y animados por los temerariamente", según el propio relato de los virreinales.
informes de los espías enviados a Quisopango, según los
cuales un pequeño grupo de guerreros defendía esa posición, A la cabeza de los suyos, Santabangori, héroe indio, cayó
Troncoso decidió atacar el cuartel revolucionario, poniéndose fulminado a balazos. Con él, la mayoría de los defensores de
en marcha el 27 de setiembre de 1742. Empero, éste tenía Quisopango. Los pocos sobrevivientes tomaron el camino de
una gran preocupación: no había la menor noticia de lo los montes, una vez que vieron perdido totalmente el
ocurrido con la expedición de Milla. combate. Dice la versión franciscana que -los virreinales no
lamentaron muertos pero que sí "de los cristianos hubo
Juan Santos no se hallaba entonces en Quisopango. muchos heridos”.
Había marchado hacia Eneno al encuentro de las tropas
enemigas que suponía salidas ya de Quimiri. El cuartel El triunfo obtenido por Troncoso fue intrascendente.
general había quedado al cuidado de pequeña pero escogida Ocupó el cuartel de Quisopango apenas un brevísimo tiempo,
tropa de guerreros de los Antis y Simirinches al mando del pues no recibiendo noticia alguna de Milla temió el retomo de
curaca Santabangori. Juan Santos y decidió volver a Sonomoro.
Parece que Juan Santos no pensó en un avance virreinal La retirada se realizó a toda prisa. Llegado a su base, el
por Sonomoro, paralelo al de Quimiri. De allí que descuidase jefe español tuvo informes de que el rebelde se hallaba en
un tanto la defensa del cuartel de Quisopango, que a la vez Eneno con mucha gente nativa. Lo lógico hubiese sido que
era su principal arsenal de armas, especialmente arcos, acudiera hacia allí, era de pensar que Milla se hallase en
flechas y macanas. dificultades. Pero el miedo se impuso al deber y Troncoso
continuó sin dilación su retirada, no parando sino en Jauja,
Santabangori recibió consternado el aviso del avance donde recién se sintió seguro.
enemigo. Sus sesenta guerreros -copiamos cifras de la
versión franciscana- eran numéricamente muy inferiores a los
hombres que comandaba Troncoso, que además poseían DESTRUCCIÓN DE LOS VIRREINALES DE TARMA.
notable superioridad de armamento. Pese a ello, el valiente
curaca se aprestó a combatir. La retirada no le hubiese COMBATES EN NIJANDARIS
resultado difícil, pero había alguna posibilidad de defender
Pedro Milla había tenido dificultades para el reclutamiento evidente riesgo de perderse todos, porque los infieles les
de gente en Tarma. Por ello, recién pudo entrar a la montaña cortaron la retirada".
a comienzos de octubre de 1742, a la cabeza de cincuenta
españoles adecuadamente equipados y con numeroso Luego, Juan Santos consideró llegado el momento de la
contingente de aliados y auxiliares nativos. A retaguardia acción decisiva. Esto ocurrió cerca de Nijandaris. El caudillo
quedó el capitán Francisco Abia, con la misión de seguirle dividió a sus guerreros en dos líneas, la primera combatiría a
apenas hubiese reunido mayor cantidad de hombres. Con los virreinales en las afueras del pueblo y en la segunda
este retraso, lo acordado en agosto era ya impracticable. emboscaría al enemigo dentro de él, en previsión de que éste
sobrepasara la primera línea.
Promediando octubre la tropa de Milla llegó a la
conversión del Cerro de la Sal. Se convino en aguardar allí la Rol importante habría de jugar en estos combates el
llegada de Abia y al mismo tiempo se despachó correos al poderío de material bélico de los virreinales. De no haber
otro lado del Perené, pero no tuvieron respuesta alguna, pues contado con los pequeños cañones y fusiles; ninguno de los
por entonces Troncoso huía de Sonomoro a Jauja. hombres de Milla hubiese sobrevivido. En la lucha librada en
las afueras de Nijandaris ello fue evidente. Los defensores
Hubo bastante alarma entre la gente de Milla una vez consiguieron con sus primitivas armas, neutralizar algunas
conocidos los pormenores del combate de la Sal, que filas de los atacantes, pero las otras se abrieron “paso a
relataron indios neófitos que habían escapado a la masacre fuerza de balazos, saliendo muchos heridos y dejándose
del 17 de setiembre. El miedo creció a medida que transcurría muchos muertos", según el relato español.
el tiempo sin nuevas de Troncoso ni de Abia, con cuyo apoyo
habían contado. Superada la primera resistencia, Milla creyó estar
salvado. Confiaba en los pobladores de Nijándaris, que en su
Juan Santos se encontraba por entonces próximo a marcha de ida tan favorablemente lo habían recibido. Pero
Eneno, desde donde proyectaba ejecutar su campaña estos actuaban en combinación con los revolucionarios y por
ofensiva contra los virreinales de Tarma. Milla recibió informe eso, al entrar en Nijándaris, Milla halló "enemigos tan
de esto y el 10 de noviembre decidió iniciar la escapatoria, obstinados que fue preciso trabar un recio combate del cual
abandonando el Cerro de la Sal camino de Nijandaris. salieron por la noche, retirándose a Quimiri con gran trabajo,
por estar casi todos heridos".
Consciente de la inferioridad en armamento de su gente,
Juan Santos consideró conveniente eludir el combate con el Juan Santos no se esforzó en perseguirlos, porque
enemigo. Conocida la retirada de Milla planeó destruirlo en el desconocía las defensas de Quimiri, hasta donde podía haber
camino, a través de ataques sorpresivos e incursiones llegado ya el capitán Abia. Pero de este no se tendrían
fulminantes (golpes de mano). A partir del 2 de noviembre noticias por entonces.
puso en ejecución esta táctica y las tropas virreinales fueron
cayendo en sucesivas e inesperadas emboscadas. Según Nijándaris quedaba a finales de 1742 como límite del
fuentes de los franciscanos, en esa campaña “estuvieron en territorio controlado por las fuerzas insurgentes. Con buenos
auspicios esperaba Juan Santos el nuevo año, pues "toda la
indiada de la montaña estaba reducida a su obediencia, y se invasiones de los apóstatas", según relata el padre Amich.
prometía que a la primavera siguiente entrarían los serranos a Otro de los que no resistió el trastorno fue fray José Gil
darle la obediencia, y con ellos saldría a coronarse a Lima". Muñoz, quien renunció a sus cargos de Comisario y
Pero el auxilio serrano no llegaría. El comando de la Viceprefecto de las Misiones, reemplazándolo Manuel
resistencia andina no creía llegada la hora de desatar la Albarrán, hasta entonces doctrinero de Huancabamba. Con
revolución, pese a las ideas radicales que se apreciaban en excepción de Núñez, todos los demás misioneros se
los grupos conspiradores de Lima y Huarochirí. refugiaron en Ocopa.
En junio de 1743, el comando revolucionario acordó la
ocupación de Quimiri. Juan Santos quería hacerlo
incruentamente y por eso a mediados de dicho mes envió un
emisario ante el fraile Núñez, conminándolo a que se retirase
cuanto antes a la sierra. El misionero, tras esperar en vano
respuesta del virrey y de los gobernadores de las fronteras a
OCUPACION DE QUIMIRI Y CHANCHAMAYO. sus demandas de auxilio, terminó por acatar la exigencia del
caudillo, retirándose a la hacienda de Chanchamayo. Lo
ADHESION DE SERRANOS acompañaron unos cuantos neófitos de Quimiri. En el ánimo
del fraile pesó mucho el hecho de que se quedase sin
provisiones. La presencia de los revolucionarios en las
En los primeros meses de 1743 la guerra se mantuvo inmediaciones fue suficiente para que "nadie se atreviese a ir
estacionaria. De Nijándaris al interior de la montaña se a sus chácaras a buscar lo que ellas producían para alimentar
extendía el territorio controlado por las huestes de Santos la vida". La producción en las haciendas y el comercio, que
Atahuallpa y, en Quimiri, pueblo fronterizo, apenas si quedaba tanta prosperidad diera a los conquistadores, sufrieron
un misionero con fidelísimos neófitos. Los españoles, violenta interrupción.
abandonando sus prósperas haciendas, habían escapado a
Juan Santos supo por sus informantes que por el
Jauja, Tarma y Lima, bastante consternados tras el total
momento no había señales de que se preparase una
fracaso de la primera expedición punitiva que, por ironía,
expedición en su contra pero tampoco
había ido a "castigar" y volvía castigada. Mucho tardaría en
alistarse una segunda; y antes, los revolucionarios ocuparían
Quimiri y Chanchamayo.
Lorenzo Núñez fue el único fraile que tuvo el coraje de
mantenerse en Quimiri aun a sabiendas de que el asalto de
este pueblo era inminente. Había reemplazado en esa
conversión a José Arévalo, quien prefirió retirarse a principios
de año "viendo que el pueblo se hallaba indefenso a las
sierra a varios emisarios, con la misión de incentivar para que
en los Andes se desatase también la guerra de liberación.
Dice la versión franciscana que por estos días “el pretenso
inca aguardaba que llegasen éstos [ los serranos ] para salir a
la conquista de su reino". Uno de esos emisarios fue
apresado en Chanchamayo, al parecer delatado por indios
pro virreinales.
El 1° de agosto, Juan Santos, a la cabeza de dos mil
hombres de "diferentes naciones", ocupó Quimiri.
Lorenzo Núñez, enterado del suceso, envió a Quimiri dos
espías, uno de ellos alcalde serrano de Chanchamayo.
Apenas llegados éstos al río de Quimiri fueron hechos
prisioneros y conducidos a presencia del caudillo. Juan
Santos, por medios persuasivos, supo ganarse las simpatías
del alcalde, a quien explicó que venía a “componer", vale
decir a poner las cosas en orden y "que no quería hacer mal a
nadie, sino que le diesen lo que era suyo". Tras ello, lo dejó ir
en paz, con su compañero.
Hizo bien Juan Santos, pues el alcalde apenas llegado a
Chanchamayo "esparció la voz de que el inca no quería mal a
los serranos". Gran impacto favorable para la revolución
causó esa nueva, pues hasta entonces los indios de
Mapa en que se manifiestan los sitios en que se hallan Chanchamayo, engañados por los frailes, habían visto en
situados el Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de Juan Santos un enemigo. Hecha pública la versión del
Ocopa y las Misiones que tiene a su cargo, por Fr. Pedro alcalde, la noche del 4 de agosto proclamaron su apoyo al
González Agüeros. En la parte inferior se da noticia de los movimiento, comprendiendo que pugnaba por la liberación del
pueblos de Misiones perdidos en el Cerro de la Sal y el Gran Perú.
Pajonal a causa del levantamiento de Juan Santos
Atahuallpa. Con ojos de espanto debió ver fray Lorenzo Núñez las
manifestaciones de adhesión de los serranos a Juan Santos:
“tuvieron los indios de Chanchamayo aquella noche -relata el
se conocía lo que en la sierra hacían las agrupaciones padre Amich- grandes festejos, bailes y borracheras,
insurrectas con él vinculadas. En vista de ello, envió a la celebrando como los Chunchos la venida de su inca,
cantando en su idioma que beberían chicha en la calavera del En Jauja recibieron los expedicionarios un refuerzo de
padre y en la del teniente". Era la primera manifestación doscientos milicianos reunidos por el corregidor Alfonso Santa
serrana de apoyo a la rebelión selvática; evidentemente, el y Ortega.
ideal mesiánico estaba latente entre las gentes de
Chanchamayo, oprimidas principalmente en las haciendas de El 27 de octubre los virreinales llegaron a Quimiri, sin
los españoles. haber sido atacados. Cabe suponer que Juan Santos prefirió
mantenerse a la defensiva dada la notoria superioridad bélica
Al día siguiente 5 de agosto, los flamantes militantes del del enemigo.
movimiento liberador ocuparon la hacienda de Chanchamayo
"con grande algazara", según el testimonio español. Núñez, el De inmediato, se trabajó en la construcción de un fuerte,
teniente cuyo nombre no se menciona y algunos neófitos que vino a terminarse el 8 de noviembre. Dentro de él se
fieles huyeron a Tarma. Juan Santos, al entrar en colocaron cuatro cañones y cuatro pedreros, guardándose
Chanchamayo, alcanzó a hablar con un indio que fugaba, granadas y municiones abundantes. Se pensaba que ello
dándole encargo de decir a los españoles de Tarma "que no bastaría para contener a los selváticos, rudimentariamente
se molestasen en ir a buscarlo, que él los iría a ver a armados. El Corregidor Santa, acompañado de sus
Palcapampa". Como se aprecia, el ardid y la coacción milicianos, dejó Quimiri el 11 de noviembre, quedando al
sicológica no eran desconocidos para el arrogante caudillo. cuidado del fuerte Bertholi con sus sesenta veteranos y
aliados indígenas.
La ocupación de estos pueblos fue breve. Juan Santos
prefería residir en su cuartel general de Quisopango. Al conocer la partida de Santa, Juan Santos creyó llegada
la oportunidad de volver a la ofensiva. Su primera acción fue
el asalto a una tropa que conducía víveres al fuerte; el
combate, o emboscada, se libró a orillas del río Chanchamayo
DESTRUCCIÓN DE LA SEGUNDA EXPEDICIÓN y en él perecieron diecisiete españoles. A continuación, el
PUNITIVA. caudillo decidió el sitio del fuerte. Con el fin de impedir la
ASALTO DEL FUERTE CONSTRUIDO POR LOS llegada de refuerzos a los sitiados, ordenó cortar los puentes
y obstruir los caminos. Pensaba rendir a la gente de Bertholi
VIRREINALES EN QUIMIRI. COMBATES EN por hambre.
CHANCHAMAYO.
El capitán español intentó la salida de algunos de sus
hombres en busca de refuerzos, pero ellos no avanzaron
En Lima, los éxitos del caudillo empezaron a inquietar mucho, muriendo a manos de los sitiadores. El único que
seriamente al virrey, que decidió el envío de sesenta soldados pudo burlar el cerco fue el padre Lorenzo Núñez, que marchó
del fuerte del Callao al mando de los capitanes Pedro a Tarma en busca de socorro.
Alzamora y Fabricio Bertholi, que en setiembre de 1743 se Los víveres escasearon en el fuerte, agravando la
pusieron en marcha a la zona convulsionada. situación una rara epidemia. que afectó a los españoles,
muriendo muchos de ellos. Hubieron desesperados que Temeroso de un desastre de mayores proporciones
intentaron desertar y Juan Santos, consciente de su victoria, Troncoso optó finalmente por la retirada.
invitó a Bertholi a rendirse, prometiendo respetar la vida de
los suyos. El jefe sitiado prefirió resistir.
El combate decisivo fue breve. Escasa fue la resistencia EL VIRREY SE VALE DE LOS JESUITAS
que pudieron oponer Bertholi y sus hombres. El fuerte cayó PARA NEGOCIAR LA PAZ
en poder de los revolucionarios y todos sus defensores fueron
aniquilados. Ocurrió ello el 1° de enero de 1744.
Merced a los afanes del fraile Núñez, que debió pasar El padre Amich consigna informe de que en el verano de
hasta Lima en demanda de apoyo, se concentró en Tarma 1745, obedeciendo órdenes del virrey Marqués de Villagarcía.
una fuerza de trescientos españoles, que a las órdenes de cuyo gobierno fenecía, entró en la montaña el padre Irusta; de
Benito Troncoso partieron hacia Quimiri el 28 de diciembre de la Compañía de Jesús, acompañado de otro sacerdote, cuyo
1743. nombre omite, con encargo de lograr la paz con Juan Santos
o en su defecto trabajar secretamente su desestabilización,
El 3 de enero de 1744 llegaron a orillas del tomando contacto con indios que no siguiesen muy
Chanchamayo, que no pudieron cruzar por estar todos los fervorosamente al caudillo. El historiador franciscano está
puentes cortados. Desde la orilla opuesta, los hombres de convencido de que "habló el padre Irusta a los caciques y
Santos les disparaban con los cañones y pedreros capturados principales que conocía [ entre ellos Mateo de Assia, principal
en el fuerte de Quimiri; en esos combates, anota el padre lugarteniente de Juan Santos ]. Lo que pudo ajustar con ellos
Amich, fueron los negros quienes manejaron la artillería de los no lo dijeron a nadie; pero por los efectos que después se
beligerantes nativos. Hasta el 7 de enero estuvo la gente de vieron, se conoció no haber conseguido cosa alguna".
Troncoso intentando el paso; sus más audaces soldados no
pudieron avanzar mucho. Recién ese día tuvo el jefe español
clara evidencia de la muerte de 105 españoles que jefaturara DESTITUCIÓN DEL VIRREY.
Bertholi; los selváticos, desde las orillas opuestas, hicieron
ostentación de los despojos del fuerte, mostrando la ropa, REFUERZOS REALISTAS DE AMERICA
sombreros, sábanas y camisas de los españoles.
Enfurecidos con ello, los de Troncoso atacaron con enojo
Según algunos historiadores, la destitución del Marqués
las posiciones de sus enemigos; el combate era a cañonazos
de Villagarcía estuvo motivada por su fracaso en la
y con granadas, con el río como obstáculo. Los españoles
debelación del movimiento de Juan Santos. Dice el coronel
llevaron la peor parte, y esto es mérito de los artilleros negros,
Vallejo que en España "se contempló la necesidad de enviar
pues según anota la versión franciscana "hubo muchos
a persona enérgica, militar de prestigio, y se ofreció el
heridos y muertos de parte de los cristianos".
virreinato a D. Sebastián de Eslava, Virrey de Nueva
Granada, de brillante actuación en Cartagena, cuya Benito Troncoso, gobernador de las fronteras, para ponerlo al
preocupación por esta rebelión estaba de manifiesto (había corriente de su plan y solicitarle se ocupara
escrito al rey sobre los éxitos del ‘Restaurador de la Libertad’,
criticando sutilmente la actitud vacilante del Marqués de
Villagarcía), pero Eslava se excusó. Fue designado entonces
don José Antonio Manso, General del Ejército español; a la
sazón Presidente de la Audiencia de Chile, de reconocida
energía y actividad y a quien se juzgaba capaz de tales
funciones, en momento delicado".
El general Manso, estando aún en Chile, recibió orden de
sacar de allí oficiales, tropa y material de guerra que más
necesarios eran en el Perú. Al mismo tiempo, el gobierno de
la metrópoli envió cartas a los gobernadores de las colonias
americanas solicitando estar alertas para el socorro oportuno
al virrey del Perú.
Una prueba irrefutable de ello está en la carta que con
fecha de 21 de diciembre de 1744 escribe el secretario de
Felipe V al gobernador de Buenos Aires.
forma de poner en ejecución esa idea, pues ninguna Las cartas de Juan Santos preocuparon profundamente al
autoridad: política o religiosa, se atrevía a solicitar una virrey, alarmado de que en tanto tiempo no se hubiera podido
conferencia con él. Proyectó entonces capturar como obtener triunfo alguno sobre el arrogante caudillo, que hasta
prisioneros a algunos frailes, con los cuales trasmitir su tenía la osadía de exigirle se retirase cuanto antes del país.
mensaje. Corría el año 1746. Pero Manso de Velasco no tenía una cabal idea de la
trascendencia del movimiento selvático y menos aún
La ocasión se presentaba con motivo de la fiesta de San
sospechaba los planes conspirativos andinos.
Juan, que se celebra en todos los pueblos cristianos de la
selva. El pueblo más apropiado para un asalto exitoso era Sin embargo, considerando indispensable debelar cuanto
Monobamba Y hacia allá despachó un escogido antes la insurrección selvática, el virrey ordenó a los
destacamento comandado por guerreros negros. gobernadores de las fronteras de Tarma y Cuzco tomasen las
medidas pertinentes al caso.
El asalto de los revolucionarios a Monobamba fue
sorpresivo, no obstante lo cual, acatando la invocación de los En Tarma, el 20 de agosto de 1746, se reunió un Consejo
frailes concurrentes, los neófitos fieles presentaron tenaz de Jefes militares, cuyas conclusiones no eran las que había
resistencia. La victoria fue para los de Juan Santos, esperado el virrey, porque allí se reconoció que era
prácticamente imposible recuperar el territorio ocupado por 28 de marzo los virreinales llegaron a la margen del río Ene,
los revolucionarios y que era recomendable permanecer a la decidiendo descansar aquella noche para cruzar el río, en
defensiva. A ese efecto se ordenó la construcción de fuertes balsas, al día siguiente. Ignoraban que sus pasos habían sido
en Chanchamayo y Oxapampa "para que de esta suerte se seguidos por los Siriminches y Piros que cayeron sobre ellos
contuviese a los infieles su audacia y a los serranos se sorpresivamente. El combate duró algún tiempo; las armas de
impidiese la entrada en la montaña". fuego que portaban los españoles les permitió resistir el
ataque de los flecheros que los superaban en número.
Los virreinales habían reconocido su derrota. Finalmente, el triunfo fue completo para quienes defendían
sus territorios, no quedando con vida ningún invasor.
COMBATE DEL RIO ENE. TRIUNFO DE SIRIMINCHES y Lorenzo Núñez reemplazó a Albarrán como Comisario de
PIROS las Misiones. Solicitó y obtuvo permiso para pasar a Quimiri,
deseoso de conferenciar con Juan Santos. Lo recibió éste en
mayo de 1747, no aceptando el arreglo que le ofrecía,
En Sonomoro, bastión de la reacción, el fraile Albarrán, diciendo "que aguardaba a los curacas de la sierra". Las
Comisario y Vice Prefecto de las Misiones, destacó por sus invitaciones a que abandonara su lucha se repitieron sin éxito
afanes en favor de la causa virreinal. Dice la fuente alguno. Tras su fracaso, Núñez regresó a Ocopa.
franciscana que Albarrán "atendía cuidadoso a la conversión
de Sonomoro, procurando que el fuerte de dicho pueblo
estuviese en estado de defensa. Y para conseguir una SE PRECIPITA LA REBELION EN LA SIERRA
entrada más fácil para dicha conversión, discurría varios
medios, y se informaba de las cabeceras de la sierra por
donde se pudiera conseguir". Según sus cálculos, era posible En 1749 se firmó la paz europea. Desaparecido de
efectuar una entrada por la montaña de Acón, saliendo de momento el problema inglés, el virrey dirigió su atención al
Huanta. movimiento revolucionario que conmocionaba la selva, "A
este fin -relata Amich- mandó formar cuatro compañías de
Aprobado su plan, de Ocopa marchó a Huanta, tropa reglada, para que puestas dos de ellas en Tarma y dos
acompañado de dos religiosos. En Huanta logró el concurso en el valle de Jauja, estuviesen prontas al socorro de
de una tropa española y también reclutó indios de refuerzo cualquier parte que el pretenso inca intentase sorprender.
que sirviesen en calidad de cargueros y guerreros. A la También formó una compañía de caballería, para contener a
cabeza de ellos, partió de Huanta a mediados de marzo de los indios serranos, que engañados con las promesas del
1747. rebelde, se quisiesen entrar a la montaña".
La zona por donde Albarrán creía fácil la entrada en Juan Santos esperaba de un momento a otro la
territorio liberado estaba al cuidado de guerreros Siriminches anunciada ayuda serrana. Pero como dijéramos
y Piros, de los más radicales partidarios de la revolución. El
anteriormente, el movimiento de resistencia andina aún se COMANDANDA POR EL GENERAL JOSE LLAMAS
hallaba en pleno proceso conspirativo. Lamentablemente una
deIación vino a destruir esos planes. En Lima los
conspiradores principales fueron hechos prisioneros casi en José Llamas jefaturó en la segunda mitad de 1750 una
su totalidad y sometidos a crueles torturas confesaron que se nueva entrada contra las posiciones de Juan Santos, por ese
hallaban próximos a desatar la guerra independentista, con tiempo concentrado en Eneno. Se menciona que esta vez
intenciones de restaurar el imperio autónomo, en muy posible Llamas consiguió reunir el mayor número de tropas represivas
relación con la revolución selvática. Esos líderes fueron que hasta entonces había actuado. Parte de ellas entró por
sometidos a juicio sumario y posteriormente decapitados en el Tarma y otra por Monobamba.
puente del Rímac.
Para neutralizarlas Juan Santos decidió emplear la táctica
La historia nacional debe recordar sus nombres: de golpes de mano: "tenía sus emboscadas por los montes,
Miguel Suriche, Antonio Cabo, Gregorio Loredo, Melchor para cometer a los que se desmandasen del cuerpo de la
de los Reyes, Santiago Nelpo y Julián Ayala. tropa". Además, fue siempre abriendo camino a los
Uno de los más connotados cabecillas de la conspiración virreinales, pero a su manera, es decir, camuflando fosos
limeña, Francisco Inca, logró escapar a la represión, con cada cierto trecho. Tenía planeado aniquilar al enemigo poco
varios de sus partidarios, internándose en Huarochirí. Bastó a poco, ya que no se hallaba en condiciones de librar
su presencia y el relato de lo ocurrido en Lima para que los combate franco, dada la notable inferioridad de armamento de
revolucionarios de Canta y Huarochirí, en precipitada actitud, que disponía.
pese a que las fuerzas virreinales estaban prevenidas, Una vez más el triunfo fue para el ejército liberador. La
iniciaran la guerra de liberación. Obviamente, en los combates expedición de Llamas sufrió numerosas bajas y el general,
que libraron contra los realistas llevaron la peor parte, siendo cuando apenas había recorrido la primera parte de su
duramente reprimidos. En esa desigual lucha perecieron los proyectada entrada, renunció a ella, volviendo a su base
más destacados líderes revolucionarios, en tanto sus pueblos completamente derrotado.
eran asolados despiadadamente. Fuerzas represoras salidas
de Jauja y Tarma, de las que el virrey destinara para combatir
al ejército de Juan Santos, llevaron el terror a la sierra central, TOMA DE SONOMORO
logrando desmoralizar a los cuadros serranos, cuyo comando
debió pasar entonces a la clandestinidad. El fracaso de la
revolución andina tendría negativas repercusiones en el
Como mencionáramos anteriormente, Sonomoro o
desarrollo de la ofensiva que se preparaba en la selva.
Pangoa se convirtió en reducto de la reacción. Allí se hallaban
concentrados numerosos neófitos que permanecieron fieles a
los españoles, especialmente los Antis y Chichirenes, que
DERROTA DE LA SEGUNDA EXPEDICIÓN REALISTA habían ayudado en la construcción. de un fuerte, donde
acantonaba una guarnición convenientemente equipada, entonces concentrada a reprimir los brotes subversivos
aunque escasa de víveres, porque nadie se atrevía a ir a serranos, especialmente en Lima, Huarochirí y Lambayeque.
buscarlos al interior, temerosos de las celadas de los
rebeldes, y tampoco llegaba ayuda de Jauja. Parece que hasta Sonomoro llegaron a principios de
1752, algunos rebeldes huidos de Huarochirí. Por ellos supo
En el verano de 1751 Juan Santos decidió el asalto a Juan Santos el fracaso de Francisco Inca. No había ya
Sonomoro y hacia allí partió con escogida tropa. Sabido su muchas esperanzas en el apoyo serrano, cuyo comando
avance, los españoles discutieron la conveniencia de había pasado a la clandestinidad.
permanecer en la custodia del fuerte. La fuga de varios
neófitos hasta entonces fieles, por temor al castigo de Juan En agosto de 1752, el caudillo decidió iniciar una
Santos, los obligó a optar por la retirada. Hubiese sido suicida incursión en el pueblo serrano de Andamarca. Su propósito
sostenerse en el fuerte; el recuerdo de lo sucedido en Quimiri sería “tantear los ánimos de los serranos", seguramente
fue más que suficiente para justificarse ante sus superiores. impactados por los sucesos de 1750.
El temor a los selváticos fue tanto que se apartaron del Una fuerza rebelde de quinientos nativos selváticos salió
camino principal, y por intrincados senderos escaparon hacia con Juan Santos, afrontando en el camino muchas vicisitudes
Andamarca. Señala la versión franciscana que los neófitos por el cambio de clima principalmente, Los guerreros
fieles que marcharon hacia Jauja ''a pocos años se murieron selváticos, apenas protegidos por sus cushmas, debieron
todos [ ... ] extrañando grandemente el destemple del país". soportar "el grande frío de las punas"; Juan Santos se
Sin hallar resistencia, Juan Santos ocupó Sonomoro, encargó de fortalecer la moral de sus tropas, aunque él
estableciendo allí su cuartel general por algún tiempo. mismo debió sentirse mortificado durante la marcha y no
precisamente por el frío, sino porque no aparecía ningún
auxilio serrano.
CAPTURA DE ANDAMARCA En Andamarca cundió el pánico apenas sabida la
aproximación de los revolucionarios. Los hacendados
partieron apresuradamente hacia Jauja y apenas si quedaron
La guerra permaneció estacionada durante un año. El en el pueblo un par de religiosos.
caudillo revolucionario, desde su cuartel de Sonomoro, se Sin resistencia alguna, Juan Santos tomó posesión de
dedicó a destacar partidas de guerreros hacia las zonas Andamarca e invitó seguidamente a los serranos a sumarse a
limítrofes del territorio liberado, sin obtener noticia sobre los la revolución. No hubo reacción favorable. Bien se habían
movimientos de los virreinales. cuidado los españoles de Andamarca de anunciar la
Debe suponerse que Juan Santos se mantuvo a la inminente llegada de fuerzas virreinales y el temor estaba
expectativa de lo que sucediese con la revolución desatada arraigado entre los serranos de ese pueblo, más todavía tras
en los Andes. La preocupación de los realistas estaba conocerse la sangrienta represión en Huarochirí. Con
bastante desagrado, Juan Santos debió reconocer "que los
serranos no, estaban a su devoción, pues no le daban la Con la acción de Andamarca concluye la campaña
obediencia". ofensiva de la revolución, hasta donde alcanzan las
informaciones hasta hoy conocidas.
Aprovechando tal situación, los religiosos de Andamarca,
a quienes el caudillo no había molestado, iniciaron una
campaña de instigación a la reacción entre los serranos. Juan
Santos fue advertido de esto, y optó por encarcelar a los
frailes, al mismo tiempo que permitía la retirada pacífica de
los serranos, que huían camino de Comas.
Supo luego el caudillo que fuerte contingente de
virreinales había partido de Jauja. Era inútil y arriesgado
permanecer en Andamarca y Juan Santos decidió el retorno a
su cuartel de Sonomoro. Antes, permitió que sus partidarios
más exaltados quemaran el pueblo y lo saquearan, tomando
todo el ganado allí existente.
Los religiosos habían sido liberados, y a toda prisa
huyeron "de noche por los cerros con el continuo temor de
perecer a manos de los infieles, o en los principios de
aquellas quebradas". En el camino dieron con las fuerzas
realistas, excitándolas a acelerar su marcha. Pero al llegar a
Andamarca, los españoles hallaron el pueblo abandonado,
aunque destacamentos de avanzada dieron con algunos
indios que les hicieron resistencia, a los que capturaron. El
jefe de los españoles, Marqués de Casa Torres, ordenó la
inmediata ejecución de esos revolucionarios, actitud que
merecería incluso la reprobación del virrey. Tuvo sí temor, el
severo Marqués, de ordenar la persecución de Juan Santos,
lo cual fue criticado muy duramente por los franciscanos:
"Mucha omisión hubo en la tropa del valle de Jauja en no
seguir el alcance a los infieles; pues se hallaban tan poseídos
de frío que estaban imposibilitados de usar del arco y las
flechas; y si los hubieran perseguido, era muy natural haber
conseguido de ellos una completa victoria". Exagerado este
último detalle, pero cierto todo lo demás.
Plano del Virreinato del Perú, 1792, por el Dr. Andrés
Baleato, cartógrafo oficial del Virreinato del Perú, y mandado
hacer por el Virrey Francisco Gil y Lemus. Expresa la
inquietud cartográfica creada por la segregación del Virreinato
de Nueva Granada en 1739, Y la del Virreinato de Buenos
Aires en 1776, en cuyo interín se produjo el alzamiento de
Juan Santos.