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En principio debemos mencionar que en la antigua discusión sobre la

posibilidad de imponer sanciones de carácter penal a las personas jurídicas se


debate entre dos extremos doctrinales totalmente opuestos. El sistema penal
del derecho continental europeo y el sistema anglosajón. En el primer sistema,
no se admite la punibilidad de las personas jurídicas, sólo se puede aplicar
sanciones administrativas o civiles; en ella rige el principio “societas delinquere
non potest”. Sin embargo, en el sistema anglosajón si se admiten la
responsabilidad penal de las personas jurídicas, en consecuencia, rige el
principio “societas delinquere potest”. Sin embargo, esta distinción no es
absoluta porque hay países que pertenecen al sistema continental europeo y
han dejado de lado el principio “societas delinquere non potest” al incorporado
en su legislación la responsabilidad penal de las personas jurídicas.

De igual forma, En el texto original Código Penal no prevé la responsabilidad


penal de las personas jurídicas, solo se admitió la responsabilidad penal
individual. Tanto en el Código Penal de 1863 como en el de 1924 no se
avizoraba siquiera una responsabilidad de la persona jurídica; se consideraba
únicamente a la persona natural como susceptible de imputación de la
comisión de delitos. La exclusión de la responsabilidad penal persona jurídica
se observa tanto en la parte general como en la parte especial del Código
Penal. En la parte general, el artículo 27° “actuar por otro” da entender que solo
la persona física puede ser responsable penalmente, y no la persona jurídica,
En la parte especial, la utilización de la formula “el que…” para referirse al autor
de un delito se refiere exclusivamente a la persona natural y no a una persona
jurídica.

En este sentido, en la legislación penal peruana, referente a la persona jurídica,


se encuentra el art. 27 “actuar por otro”, el art. 105° “consecuencias accesorias”
y el Acuerdo Plenario sobre las consecuencias accesorias.

El actuar por otro sanciona a los representantes de las personas jurídicas,


puesto que no es posible sancionar a éstas últimas en aplicación del aforismo
societas delinquere non potest. En este sentido, se requiere de tres
condiciones para responsabilizar penalmente al representante de la persona
jurídica:
i) La relación de representación, la persona que no reúna la calidad especial de
autor debe tener la calidad de órgano de representación autorizado de una
persona jurídica; esta representación incluye a la que se ejerce de hecho.

ii) Actuar como órgano de representación o como socio representante; es decir,


el acto que da lugar a la punibilidad debe ser realizado a título de representante
y no a título personal.

iii) La realización del tipo penal, esto significa que el delito especial debe ser

imputable objetiva y subjetivamente al representante de la persona jurídica,


aunque los elementos especiales que fundamentan la penalidad de este tipo no
concurran en él, pero, sí en la persona jurídica representada.
el (Acuerdo plenario Nº 7-2009/CJ-116). Menciona lo siguiente: Los
fundamentos vinculantes contenidos en dicho Acuerdo resultan ilustrativos
respecto de la interpretación de los artículos 104º y 105º del Código Pena.

12°. Es pertinente distinguir que este tipo de sanciones penales no son penas
accesorias como la de inhabilitación que define el artículo 39º CP. No son,
pues, un complemento dependiente o accesorio a una pena principal que se
imponga al autor del delito. Su calidad accesoria, vicaria o paralela deriva, más
bien, de un requisito o condición esencial que implícitamente exige la ley para
su aplicación judicial, cual es la necesaria identificación y sanción penal de una
persona natural como autora del hecho punible en el que también resulta
conectada, por distintos y alternativos niveles de imputación, un ente colectivo.
Se trataría, pues, de una especie de exigencia normativa que opera como una
condición objetiva de imposición de consecuencias accesorias.

Debemos referirnos a la responsabilidad penal, pues efectivamente si responde


las empresas debidamente constituidas, más que todo por las acciones que
realiza las organizaciones de acuerdo a sus roles o funciones de cada área, es
por ello que cometen delitos siendo investigados por su conducta reprochable.
En ese sentido, la entidad no es que va ir preso pues es una persona jurídica
no tiene conciencia y no es una persona natural, pues tendrá una consecuencia
jurídica por las conductas realizadas por los trabajadores.
En ese sentido, Para Sánchez (2013), Al respecto podemos mencionar en la
responsabilidad penal, en este caso las personas jurídicas responden
penalmente en la consecuencia ilícitas cometidas por su representante, cuya
consecuencia recae a las multas, suspensión de actividades comerciales,
disolución por delitos graves y otras medidas impuestas por el juez. Ahora bien,
en cuanto a las multas y sanciones admirativas su consecuencia recae en
violar las normas específicas, leyes ambientales, laborales o de protección del
consumidor. En cuanto a la responsabilidad civil, para Yanac (2017), las
empresas asumen las consecuencias jurídicas y pueden ser demandadas
civilmente a fin indemnizar por daños y perjuicios por las consecuencias de
terceros; ante ello, la empresa es apacible en ser suspendido de sus
actividades o cierres por casos graves de delitos, adicional a ello pueden
inhabilitar para contratar con el gobierno, entre otras consecuencias jurídicas.

Y es que en definitiva lo decisivo no es el sujeto de la responsabilidad penal,


sino la acción, cualquiera que sea el sujeto, persona física o persona jurídica,
que la lleve a cabo, acción relevante en cuanto a causación-lesión de un bien
jurídico, en algún aspecto intencional. Esto es lo que hace extrapolable lo dicho
tradicionalmente de la persona física a la jurídica.

El tema que hemos abordado en esta investigación, para Contreras (2013).


Manifiesta bue es una buena muestra de que todo sistema penal ha de ser a la
vez lógico y funcional. Funcional, porque hemos de procurar que sirva para
finalidades prácticas, como las que están detrás de la necesidad de prevenir
mediante penas delitos cometidos a través de la actividad empresarial. Lógico,
porque la exigencia de determinadas formas de acción como único contenido
posible de la norma penal, es de una ayuda capital para su concreción, y en el
caso de la responsabilidad penal de la persona jurídica, incluso, para hacerla
posible.

Conclusión

La discusión político criminal urge la admisión de la responsabilidad penal de


las persona jurídicas. Esta disciplina afirma que es necesario e indispensable
admitir dicha figura jurídica por la situación en que se vive y por el papel
importante que representa las grandes corporaciones en la actividad
económica de un país.

Referencia

Contreras, J. C. (2013). El significado de la acción (u omisión) de la persona física para la


responsabilidad penal de la persona jurídica. Revista electrónica de ciencia penal y
criminología, (15), 3.

Sánchez, P. D. (2013). Responsabilidad penal de la persona jurídica en el derecho


comparado. Derecho y cambio social, 10(31), 24.

Yanac Gabriel, Y. N. (2017). La Responsabilidad Civil de las Personas Jurídicas


derivada de los actos de sus dependientes dentro de la Legislación Peruana.

Acuerdo plenario Nº 7-2009/CJ-116.

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