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Memoria en las Carreteras


Animitas Patrimonios Espirituales

Fuente: Jack Ceitelis, 1984.

Inaxio Morales Gamboni


Universidad de Tarapacá
Departamento de antropología
EFP: Cultura, Patrimonio y sociedad
Fecha: 07/12/2023
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Resumen:

El siguiente documento presenta la investigación de las animitas en las carreteras como el


patrimonio material y visual que representan, reflejando la religiosidad popular al honrar a
quienes fallecieron aledaños a la carretera, generalmente en circunstancias trágicas como lo
son los accidentes. Marcando sitios significativos en lugares específicos donde ocurre este
hecho trágico y presentando un lugar de respeto y devoto para la familia, amigos o la
comunidad formando parte del espacio público y de la memoria colectiva. con una gran
variedad de decoraciones, objetos, ofrendas y mensajes. Poniendo énfasis en el componente
cultural y patrimonial que llegan a tener las animitas, siendo estos sitios lugares de
memoria que tienen una alegoría a preservar la escencia del pasado de una persona, que van
más allá de su aspecto físico. El enfoque metodológico se basa en la revisión de material
bibliográfico de literatura académica y estudios previos. Con un enfoque cualitativo en esta
investigación permite vislumbrar los elementos patrimoniales de las animitas y el valor
cultural de estas. Presentando como ejemplo el caso específico del memorial realizado a las
animitas en la ruta B-24 en calama en el año 2009.

Palabras Clave: Animitas, patrimonio, religiosidad, espacio público, memoria.

Abstract: The following document presents research on "animitas" along highways as


tangible and visual heritage, reflecting popular religiosity by honoring those who died near
the road, often in tragic circumstances such as accidents. These sites mark significant
locations in specific places where this tragic event occurs, providing a space of respect and
devotion for family, friends, or the community, thus becoming a part of public space and
collective memory. Adorned with a wide variety of decorations, objects, offerings, and
messages, these sites emphasize the cultural and heritage components they acquire.
Animitas are considered places of memory, allegorically preserving the essence of a
person's past, extending beyond their physical appearance. The methodological approach
relies on the review of bibliographic material from academic literature and previous studies.
A qualitative focus in this research allows for an exploration of the heritage elements and
cultural value associated with animitas. The specific case of the memorial dedicated to the
animitas on the B-24 route in Calama in 2009 is presented as an illustrative example.

Keywords: Animitas, heritage, religiosity, public space, memory.


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I. Introducción

Las animitas reflejan las expresiones religiosas populares, principalmente cristianas


reflejando un símbolo devoto para quienes han perdido a un ser amado, en estos casos
ubicados aledaños a las carreteras donde ocurre algún accidente por lo general,
representando a la espiritualidad de este fallecido. Estas se construyen con materiales
simples y variados, adoptando formas de casas e inclusive iglesias, con fotografías y
elementos simbólicos particulares que evoquen a la memoria de este fallecido con
elementos particulares de su vida como artículos personales, objetos que apreciaba mucho,
botellas de alcohol, banderas de sus equipos de fútbol, entre otras. Debido a que a menudo,
se olvida el nombre y las circunstancias de la muerte, al paso de los años y la pérdida de
vínculos con personas vivas, donde las animitas junto con sus inscripciones y elementos
materiales presentes se transforman en un dispositivo de memoria o patrimonio visual. Para
Pierre Nora (1989),

Los lugares de memoria son simples y ambiguos, naturales y artificiales, a


la vez inmediatamente disponibles en la experiencia sensual concreta y
susceptible a la elaboración más abstracta. (Nora, P. 1989, p.18)

Continúa diciendo que son lugares con tres características principales: material, simbólico
y funcional (Nora, P. 1989). Incluso un lugar que pareciera ser puramente material se
convierte en un lugar de memoria cuando la imaginación lo dota de una simbología con un
aura o una energía particular, como se puede ver en la memoria y espiritualidad que
representan las animitas evocando a la conmemoración, el recuerdo emocional y a la
voluntad de recordar.

Porque si aceptamos que el propósito más fundamental del lugar de memoria es superar a el
tiempo e impedir que se olvide, trascender en el imaginario social y colectivo,
materializando lo inmaterial como los recuerdos en este caso inmortalizando la esencia de
la persona en esta animita, capturando elementos simbólicos en objetos físicos. También
está claro que los lugares de memoria sólo existen;

En este sentido, el lugar de destino es doble: un lugar de exceso cerrado


sobre sí mismo, concentrado en su propio nombre, pero también siempre
abierto, toda la gama de posibles significados. Esto hace que la historia de
los lugares de memoria sea al mismo tiempo banal y extraordinaria. Temas
obvios, material clásico, fuentes al alcance de la mano, lo menos
sofisticado. (Nora, P. 1989, p.24)
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Este principio de doble identidad es el que nos permite trazar, dentro de la


multiplicidad indefinida de sitios, una jerarquía, un conjunto de límites, un patrón en
estos sitios de culto a los muertos, donde emerge la presencia del pasado dentro del
presente cotidiano del ir y venir de la vida.

Siguiendo las tipología de sociedades plurales en el libro “Pluralising Pasts: Heritage,


Identity and Place in Multicultural Societies” de Ashworth y Tunbridge (2007), que
describe varios modelos de sociedades que manejan la diversidad cultural y étnica de
diferentes maneras[1].

En el contexto latinoamericano, este modelo “crisol” podría representar una visión de


sociedad donde las diversas culturas, incluyendo el animismo, la cosmovisión
indígena y las influencias católicas, se amalgaman para formar una nueva expresión
cultural única y fusionada. El modelo de crisol representa sociedades donde se busca
la fusión de todas las culturas presentes para crear una nueva cultura única. Esta idea
implica la integración y la amalgama de las distintas identidades culturales en un único
entorno, dando lugar a una síntesis cultural que refleja elementos de todas las culturas
involucradas.

Se pretende mostrar en detalle algunos elementos que dan cuenta de las animitas en
carreteras y su relevancia como patrimonio, memoria en el norte de Chile, andino y
latinoamericano.

[1]
Cada uno de estos modelos representa una forma diferente en que las sociedades poseen
diversidad cultural y étnica. Es importante tener en cuenta que ningún modelo es
inherentemente superior a otro; cada uno tiene sus propias fortalezas y debilidades
dependiendo del contexto específico de la sociedad (Ashworth y Tunbridge 2007).
1. Asimilación e Integración: Este modelo se refiere a sociedades que esperan que
los recién llegados se adapten a la cultura dominante, pero se permite mantener
ciertos aspectos de su propia cultura.
2. Crisol: Estas son sociedades en las que se espera que todas las culturas se mezclan
para formar una nueva cultura única.
4. Núcleo adicional: Este modelo se refiere a sociedades que tienen una cultura
dominante, pero también reconocen y valoran las culturas minoritarias.
5. Pilares: Este modelo describe sociedades que están divididas en grupos culturales
distintos, cada uno de los cuales tiene su propio conjunto de instituciones.
6. Ensalada/arcoíris/mosaico: Este modelo se refiere a sociedades que valoran la
diversidad cultural y fomentan la coexistencia de diferentes culturas.
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II. Memoria de animitas

Las animitas son estructuras que fusionan lo estético y lo religioso. Vistas como parte
del arte popular desde lo estético y como manifestación de la religiosidad popular
desde lo religioso, estas pequeñas construcciones, ubicadas en veredas, esquinas o
carreteras, funcionan como memoriales que honran a quienes fallecieron
prematuramente, representando la creencia en una existencia más allá de la muerte.
Podríamos decir que, su origen es el reflejo de diversas creencias religiosas. Tienen
sus raíces en las apachetas, montículos sagrados de piedras de los indígenas
altiplánicos que buscaban protección divina en los caminos. Además, han sido
influenciadas por prácticas indígenas prehispánicas en Chile y el culto a las ánimas del
Purgatorio en la religión católica española. Estas influencias amalgamadas llevaron a
la creación de sitios especiales para albergar las almas de los fallecidos, en una especie
de transición hacia el más allá (Ojeda 2012).

El culto a las ánimas implica regalos y cuidados, un intercambio de favores entre vivos
y difuntos: los vivos solicitan ayuda a las ánimas para superar dificultades terrenales,
mientras que estas piden apoyo para su tránsito hacia el cielo. Algunas animitas se
consideran milagrosas por su supuesta capacidad para responder a las peticiones de los
devotos. A pesar de que las historias pueden cambiar en su transmisión oral, lo que
perdura es su impacto vívido a través de la fe y devoción de la comunidad.

Las animitas en las carreteras del Desierto de Atacama y Tarapacá son sitios y lugares
de memoria, no sólo porque representan eventos siniestros, sino también tragedias o
accidentes que dejaron una huella imborrable para una familia o una comunidad. Estos
espacios se convierten en testigos de sucesos trágicos y sirven como recordatorio para
prevenir que situaciones similares ocurran nuevamente en esos mismos lugares.

La conexión entre la memoria y el patrimonio, como señala Pierre Nora (1989), se ha


materializado como respuesta a la pérdida de la memoria espontánea en la sociedad
contemporánea. Estos lugares se convierten en elementos tangibles e intangibles que
mantienen viva la conmemoración de accidentes trágicos, evitando que caigan en el
olvido. Actúan como monumentos físicos que detienen el tiempo y advierten a los
viajeros sobre los riesgos inherentes a esos tramos de carretera.

Desde la perspectiva de Choay y Nora, se establece la relación entre el patrimonio y la


función memorial, cada uno desde su enfoque distintivo. Mientras Choay destaca el
valor estético y conmemorativo del patrimonio, Nora resalta su necesidad como medio
para preservar los recuerdos a través de soportes externos. En estas desoladas rutas,
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estos monumentos y señalizaciones se convierten en pilares de memoria, recordando a


quienes transitan por ellas los peligros y la importancia de la precaución.

La ampliación de la noción de patrimonio, en línea con Dormaels (2012), se extiende


más allá de la perspectiva eurocéntrica. En este caso, los accidentes trágicos en
carreteras del desierto se convierten en un legado cultural y social. Estos lugares se
transmiten como símbolos de precaución y cuidado, no solo por medio de relatos
orales, sino también por la experiencia material y física de transitar por estos sitios. La
responsabilidad de preservar estos lugares recae en la comunidad, desde familiares
hasta los propios conductores, quienes asumen el compromiso de mantener viva la
memoria de aquellos que perdieron la vida en estos tramos peligrosos. Sin embargo, la
conservación de estos sitios enfrenta desafíos prácticos. La naturaleza desértica y los
elementos climáticos pueden deteriorar estos monumentos y señales. Surge así una
responsabilidad compartida entre la comunidad, tanto de los servicios
gubernamentales como de los conductores habituales para preservar y mantener estos
sitios de memoria en buen estado.

El ensayo aborda la relación entre memoria y patrimonio desde diversas perspectivas,


se argumenta que el patrimonio ya no se trata simplemente de heredar bienes, sino de
preservar la memoria colectiva. Se enfoca en la necesidad de las sociedades por
encontrar lugares públicos donde ubicar elementos que representan su pasado y
detengan el olvido.

Las animitas en Chile representan un fenómeno arraigado en la religiosidad popular, cuyo


origen exacto no está claro, pero ha ganado popularidad desde principios del siglo XX. Se
atribuye a muchas de estas animitas un poder milagroso y sanador, lo que ha dado lugar a la
formación de un culto en torno a su figura y sus supuestas capacidades. El significado de
las animitas abarca su consideración como expresión de la religiosidad popular,
manifestación folclórica, y desde diversas perspectivas culturales y sociales en relación con
la muerte en la sociedad occidental. Esta investigación explora la noción de muerte desde
una perspectiva pública y examina la intervención del Estado en su regulación.

La muerte ha sido un tema de preocupación constante para los seres humanos a lo largo de
la historia sociocultural. La diversidad de manifestaciones culturales refleja la forma en que
los grupos humanos han interpretado y afrontado la muerte, incorporando sus experiencias
en la cultura. La cultura, como totalidad dinámica, permite comprender el mundo y se
transmite a través de la socialización. Sin embargo, más allá de las diversas construcciones
culturales, la muerte marca muchos de estos procesos desde la perspectiva de la finitud
biológica del ser humano. La muerte se ha enfrentado y entendido de diversas maneras a lo
largo del tiempo, manifestándose en rituales funerarios, preparación de cuerpos,
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cremaciones e inhumaciones, entre otros. Estas prácticas reflejan cómo los grupos humanos
han internalizado la experiencia de la muerte y su relación con los vivos. Este proceso de
lidiar con la muerte es parte de la conciencia humana sobre su propia finitud, lo que lleva a
la autodefinición como ser finito y consciente de su devenir biológico. La muerte, como
fenómeno universal, ha sido objeto de estudio y registro desde la antigüedad hasta el
presente, siendo un tema central en la antropología.

De esta forma, la construcción de la muerte en occidente ha seguido diferentes procesos


de transformación de la experiencia vital, por lo que el peso de la individualización y de lo
cultural. Pero es importante entender que la experiencia de la muerte y su forma de
integración en la vida social de los diversos grupos humanos no han seguido esta misma
senda.

La animita, como ritual público de muerte, surge como una forma de conmemorar la
muerte trágica que interrumpe el orden habitual de la vida. Mientras la tradición occidental
solía enfocarse en la muerte como parte natural de la existencia, la animita se erige como
un marcador de memoria para hechos trágicos. Este santuario popular se forma en el lugar
donde ocurrió la tragedia, convirtiéndose en un cenotafio que honra el alma del fallecido.

El ritual de la animita implica la santificación del lugar con velas, seguida por la instalación
de un monumento, el cual puede variar en tamaño y forma. Posteriormente, se adorna con
objetos conmemorativos, iniciando así su vida pública. Este acto público de recordación,
marcado por velas y flores, saca la tragedia del ámbito privado para convertirla en una
experiencia colectiva en el espacio público.

Esto plantea la interrogante sobre la intervención estatal a través de sus organismos en la


regulación y mantenimiento de esta tradición en el ámbito público. Vicente Atencio con
más de 20 años de trabajo en Vialidad servicio perteneciente al Ministerio de Obras
Públicas, nos dice en una entrevista “las animitas estan a la orilla de las carreteras, no
pueden estar dentro, y cuando se arreglan y mejoran los caminos se respeta, sin alterar
sustancialmente el estado de estas construcciones” (Noviembre 2023).

La pugna por el espacio público por parte de deudos, comunidad y las municipalidades,
estas últimas poseen una atribución muy particular sobre el territorio. El párrafo 2o de la
Ley sobre Gobierno y Administración Municipal (Biblioteca del Congreso Nacional de
Chile, 2006), alude a las atribuciones del órgano local respecto de la planificación y
regulación de la comuna por medio de la confección de un plan regulador comunal, el cual
es definido en el artículo nº 35 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones
(Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 1976) como un instrumento que se encuentra
constituido por normas sobre condiciones adecuadas de higiene, seguridad en los edificios,
espacios urbanos, zonas habitacionales, de trabajo, equipamiento y esparcimiento. Con lo
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anterior, es posible determinar que la gestión municipal goza de una atribución asociada al
uso de suelo y localización de las zonas de equipamiento y vialidad de acuerdo a las
prioridades existentes en la urbanización de la comuna. Del mismo modo, la Ley General
de Urbanismo y Construcciones indica a la Municipalidad la composición de este
instrumento de planificación territorial, requiriendo estudios de factibilidad, ordenanzas,
planos particularmente una memoria explicativa que contenga datos demográficos y
socioeconómicos del sector. Considerando lo anterior, la pertinencia del tema animitas
dentro de los gobiernos locales dice relación con su construcción y mantención, ya que
éstas se emplazan en zonas que son planificadas por la Municipalidad. De este modo la
comunidad, a través de los medios de participación ciudadana en el ámbito local, podrían
tener acceso a solicitudes de construcción de este tipo de íconos, recurriendo a los acuerdos
municipales que se realizan con consulta al Concejo Municipal, dado a que este último es
un organismo que hace efectiva la participación ciudadana. No obstante lo anterior, se
delimita este tipo de autorizaciones o acuerdos con ordenanzas (Ojeda, 2012).

III. Animitas en carreteras

En las carreteras y caminos del desierto encontramos numerosas grutas, casitas y capillitas
destacan en el paisaje desolado, en su mayoría, corresponden a lo denomina
como“animita”. ¿Qué es una animita?, ¿cuál es su finalidad?, ¿dónde se emplazan?,
¿quiénes las construyen?, ¿quiénes las mantienen?, ¿por qué perduran? “Nace una animita
por misericordia del pueblo en el sitio en el que aconteció una mala muerte. Es un cenotafio
popular, los restos descansan en el cementerio, por lo que se honra el alma, la ánima. Una
animita es un pequeño edículo que se erige para conmemorar la muerte trágica de una
persona. Se construyen en espacio público y rara vez en uno privado. define las animitas
como pequeños santuarios que se emplazan habitualmente a la orilla del camino en
memoria de un difunto que tuvo una muerte trágica (Plath, 1995).

Se podría definir la animita como un objeto estético y tradicional, el cual pertenece al


folclore y, a la vez, al arte popular de Chile, suelen estar construidas con materiales que
estén a la mano o reciclados y que la única condición de forma es que sirvan para guarecer
las velas. Así, las animitas son construcciones dedicadas a ciertas personas y, al mismo
tiempo, son una forma genérica de denominar el alma de quienes tuvieron una trágica
muerte. Además la animita tiene implícitas las nociones de hogar, muerte, alma, fe, familia
y tragedia, las cuales pueden combinarse de las más variadas formas, dando luz a un paisaje
mortuorio que se adapta a las condiciones sociales y geográficas de cada ciudad, campo y
camino de Chile. Formalmente, las animitas se presentan como cenotafios, (monumento
funerario dedicado a la memoria de una persona, pero que no contiene su cadáver es un
término que parece ser uno de los más adecuados para referirse a su expresión
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arquitectónica, pues en sí, la animita es un monumento funerario que celebra el alma del
difunto en ausencia de su cuerpo (Acevedo y Cortés, 2016).

La construcción inicial de una animita generalmente es ejecutada por los familiares


cercanos al difunto y, a posteriori, el crecimiento formal de esta estará asociada a las
sucesivas intervenciones de sus devotos. Las animitas son erigidas, modificadas y
reconstruidas por diversas personas que dialogan espiritual y formalmente con el espacio de
la animita, es una construcción espacial que expresa una emoción colectiva frente a la
desgracia ajena, lo cual es, tácitamente, una profunda expresión humana. Son muchos los
casos de construcciones de carácter público o privado que se han visto enfrentados al
conflicto legal que presentan estos edículos, en la mayoría de los casos las animitas se han
conservado nos menciona Vicente Atencio recordando su experiencia en terreno.

Las animitas milagrosas son las que poseen mayor envergadura espacial, esto producto de
las repetidas intervenciones y ampliaciones que los devotos ejecutan de forma anónima.
Son una expresión que se manifiesta y se apropia del espacio público y le otorgan múltiples
sentidos en lugares específicos que inicialmente quizás no tenían ninguno.

El espacio público es donde se construye la memoria colectiva y se manifiestan


las identidades múltiples y las fusiones en proceso. El espacio público es un
espacio expresivo, significante, polivalente, accesible, evolutivo. Es un espacio
que relaciona a las personas y que ordena las construcciones, un espacio que
marca a la vez el perfil propio en las carreteras. (Ojeda, 2012, p.30)

Las animitas representan una amalgama de sentidos para algunos conductores, elementos
de advertencia, señales, recordatorios o simplemente un llamado de atención en las
solitarias carreteras del norte de Chile.

Mencionando el Memorial de animitas ruta B-24, Calama (2009), encontrado en una


noticia de CODELCO y el cual tiene que ver con el proceso de diseño y construcción de un
memorial en Calama, destinado a honrar a personas fallecidas en la ruta B-24. La ubicación
y el diseño inicial fueron resultado de una interacción entre directivos de CODELCO,
arquitectos, trabajadores y el obispo local. El memorial se concibió como un espacio
abierto y expansivo, con cinco plataformas, una gran cruz y placas conmemorativas. A
pesar del diseño inicial, la inauguración del memorial presenció un giro inesperado. Los
familiares de los fallecidos realizaron una procesión, recogiendo elementos de cada animita
en la ruta B-24 y colocándolos en la plataforma del memorial. Este acto espontáneo
condujo a la construcción colectiva del lugar, fusionando la arquitectura contemporánea
con elementos de las animitas. Actualmente, el memorial alberga 55 animitas, sin embargo,
no son las mismas que estaban originalmente en la ruta B-24. Muchas fueron modificadas o
divididas, y once animitas perdieron su identificación. (Bajado 20 noviembre 2023. URL:
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https://www.codelco.com/noticias/2009/codelco-norte-la-prelatura-de-calama-y-familiares-
participaron-de-la)

IV. Conclusiones

Estos sitios de memoria, pequeñas construcciones a modo de monumentos improvisados,


comúnmente ubicados en sitios de accidentes fatales o tragedias, se adornan con objetos,
flores, velas y mensajes de agradecimiento. Se convierten en espacios de conmemoración y
recuerdo, representando la religiosidad popular y actuando como marcadores simbólicos de
lugares significativos para la comunidad. Cada animita guarda consigo una historia única
que refleja la memoria colectiva de un evento trágico.

Estos lugares poseen una importancia profunda para quienes los mantienen, ya que
simbolizan la pérdida de un ser querido y también funcionan como recordatorios para
conducir con precaución y respeto en esas áreas. Asimismo, reflejan la conexión entre lo
público y lo privado, siendo espacios personales situados en lugares públicos, generando un
ritual colectivo que involucra tanto a individuos como a la comunidad en su conjunto.

La existencia de las animitas despierta reflexiones sobre la memoria, el dolor y la necesidad


humana de recordar y honrar a quienes han partido. Estos lugares trascienden lo físico y se
convierten en símbolos de la comunidad, actuando como recordatorios visuales y materiales
de la fragilidad de la vida y la importancia de preservar el recuerdo de aquellos que ya no
están físicamente presentes.
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Bibliografía

Acevedo, S y Cortés, C. (2016). Animitas y espacio público: apropiación informal de una


expresión popular. Revista Hombre y Desierto Nº 20. Universidad de Antofagasta.

Choay, F. (2007). Alegoría del Patrimonio. Barcelona: Editorial Gustavo Gili. 193

Dormaels, M. (2012). Identidad, comunidades y patrimonio local: una nueva legitimidad


social, en Alteridades, 22 (43), pp. 9-19.

Nora, P. (2009). Les lieux de mémoire. Santiago: LOM.

Ojeda, L. (2012). Animitas: Una expresión informal y democrática de derecho a la ciudad.


ARQ81 [online]. n.81 [citado 2023-11-26], pp.78-89.

Plath, O. (1995). L'animita: hagiografía folklórica. P&P Editorial, Santiago.

Tunbridge, J., Ashworth, G. (2007).“Pluralising Pasts: Heritage, Identity and Place in


Multicultural Societies” Pluto Press.

Ceitelis, J. (1984). Animita al costado de una carretera en el desierto [fotografía] Archivo


Fotográfico.. Disponible en Biblioteca Nacional Digital de Chile. URL:
http://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/629/w3-article-644988.html. Rescatado el
7/12/2023.

Codelco. (2009). Codelco Norte, la Prelatura de Calama y familiares participaron de la


INAUGURAN MEMORIAL DE RUTA CALAMA - CHUQUICAMATA. URL:
https://www.codelco.com/noticias/2009/codelco-norte-la-prelatura-de-calama-y-familiares-
participaron-de-la. Rescatado el 7/12/2023.

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