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LECCIÓN 1 de 2
Etnografía
Bourdieu evidencia que en las clases menos instruidas hay una cierta
resistencia, quizás inspirada en un sentimiento de ineptitud o de
incomodidad, a visitar museos, es decir, lugares lejanos a su cotidianeidad.
De esta manera, relaciona el gusto más con la disposición del sujeto (que
depende especialmente de la posición que ocupa) que con experiencias de
naturaleza individual (Bourdieu, 2010).
La autonomización de la cultura
SUBMIT
La codificación de la cultura
La institucionalización de la cultura
Mercantilización de la cultura
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LECCIÓN 1 de 2
Lenin fue uno de los dirigentes del partido bolchevique desde su formación
en 1903 y condujo a los soviéticos al poder en octubre de 1917. Fue puesto al
frente del gobierno soviético hasta 1922, cuando se retiró por problemas de
salud. Después de liderar la revolución de octubre, Lenin sirvió como el
primer y único presidente de la República Socialista Federativa Soviética de
Rusia (RSFSR). En 1919, Lenin fundó la Internacional Comunista,
organización comunista internacional que gobernaba a los partidos
comunistas de distintos países. Esta organización tenía como objetivo luchar
por la supresión del sistema capitalista, el establecimiento de la dictadura del
proletariado, la República Internacional de los Soviets, la abolición de las
clases y la realización del socialismo como primer paso hacia la sociedad
comunista. Hacía el final de su vida, Lenin escribió sus últimos artículos,
donde expuso un programa de lucha contra la burocratización del Partido
Comunista y del Estado soviético. Finalmente, murió el 21 de enero de 1924.
Lenin erige su tesis en contra del populismo de fines del siglo XIX. Pensaba
que en la etapa prerrevolucionaria la tarea cultural debía subordinarse a la
instancia política, pero que en la fase posrevolucionaria la revolución cultural
debía pasar a primer plano. “La concepción leninista de la cultura contrasta
con el positivismo y el relativismo cultural de los antropólogos, en la medida
en que se inscribe en el contexto abiertamente valorativo de un proyecto
político y social” (Giménez Montiel, 2005, p. 58).
Para Lenin, una cultura era superior a otra en la medida en que permitía una
mayor liberación de la servidumbre de la naturaleza. Su aporte fundamental
consistió en plantear la relación de dominación, que mencionamos
anteriormente, en el terreno de la cultura. Si bien Marx se había referido a tal
relación de condicionamiento al hablar de la conciencia, no había
profundizado en la magnitud de su importancia. Lenin, bajo el concepto de
dirección, ubicado en la esfera de la sociedad política (Portelli, 1998), instala
la idea de hegemonía, que luego retomará Gramsci para explicar el consenso
generado por la sociedad civil mediante el control cultural del bloque
ideológico.
Estado
Bancos
Iglesia
Escuela
Shopping Center
Prensa
SUBMIT
Antonio Gramsci es, junto con Althusser, uno de los grandes intelectuales
que lograron complementar o incluso afinar ni más ni menos que la teoría del
Karl Marx. Mientras Marx realiza su teoría objetivista, centrada en la base
material o estructura de las sociedades; Gramsci ofrece una mirada
centrada en el componente inmaterial, entendido como el factor ideológico o
cultural situado en aquello que había de denominar como superestructura.
De esta manera, mientras la sociedad política es el espacio consagrado a
ejercer el control y conducción del bloque histórico, a través de la coerción o
el consenso. La sociedad civil acoge a todas aquellas instituciones que
habrán de elaborar la cultura expresada en sus distintos niveles
jerarquizadas o refinadas progresivamente como el sentido común, el
folclore, la religión y la ideología.
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dehttps://www.infobae.com/america/cultura-america/2018/05/19/como-pensaba-raymond-williams-el-
intelectual-que-se-oponia-a-la-cultura-como-casa-de-te/
Catherine Walsh
cuaderno 18.pdf
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Figura 7. Epistemologías
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LECCIÓN 1 de 2
En Argentina, viajar a Disney constituye una suerte de ritual que se realiza para celebrar el cumpleaños número 15
de varios jóvenes. Además, para muchas familias se trata de una visita turística obligada, por lo que deciden invertir
tiempos y recursos para concurrir a este centro de entretenimientos.
¿Cuál es tu opinión sobre los modelos de vida que propone la “cultura Disney”? ¿Piensas que los modelos de belleza
o los valores propuestos influyen en nuestras sociedades? ¿Por qué atrae a tantas personas año tras años? ¿Qué
puedes comentar sobre la cultura y su influencia en los deseos de las personas?
En los años ‘80 el mundo observaba el ascenso musical de Michael Jackson y este hecho trajo repercusiones a
escala mundial, pero especialmente en nuestro país tuvo una notable amplificación. Así, comenzaron a observarse
diversos programas televisivos que buscaban al “Michael Jackson argentino”. Este fenómeno también ocurrió en
otros países latinoamericanos.
¿Qué tipo de relación encuentras entre este fenómeno y la influencia de la cultura sobre los valores y la identidad de
las sociedades? ¿A qué paradigma sociológico puedes asociar estas experiencias?
Pierre-Felix Bourdieu estudió filosofía en la École Normale Supérieure de París. Durante 1958 y 1960, en Argelia,
realizó uno de sus trabajos de investigación más emblemáticos. Este le permitió consolidar sus bases de reflexión
dentro del campo de la sociología y combinar la teoría con la base empírica.
Fuente: Círculo de Bellas Artes de Madrid (2020). Pierre Bourdieu. Recuperado de https://www.circulobellasartes.com/biografia/pierre-
bourdieu/
En su obra La miseria del mundo (Bourdieu, 1999a), el autor francés “y sus colaboradores analizan, con la rigurosidad
de la sociología empírica, las diversas formas de explotación, dominación y exclusión que operan dentro del
capitalismo contemporáneo” (Germaná, s.f.,
https://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/sociologia/1999_n12/art012.htm). En la obra se destaca toda
su labor de crítica de la cultura, y señala que la distinción cultural no es más que una forma encubierta de
dominación. Asimismo, Bourdieu comprendió que su sociología y el oficio del sociólogo ofrecían instrumentos de
expresión y de crítica, capaces de posibilitar una autorreflexión autónoma a los seres humanos, para liberarlos de la
violencia simbólica. Su sociología ha buscado, sobre todo, sacar a la luz los misterios de las instituciones sociales,
los ritos culturales y sus relaciones con el poder, para devolver al agente social su derecho de pensar y justificar su
propia existencia (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1975).
El estructural constructivismo
La propuesta de Bourdieu es una búsqueda por superar los momentos objetivistas (Marx) y subjetivistas (Weber)
del análisis social y evitar, de esta manera, la reducción que cada uno de ellos implica si se los toma por separado.
Bourdieu se autodefine, entonces, como estructuralista constructivista, ya que su análisis se basa en la afirmación
de que existe una relación dialéctica entre objetivismo (la sociedad que estructura al hombre) y subjetivismo (el
hombre que hace a la sociedad). Desde aquí parte para la creación y el desarrollo de su teoría del concepto de
espacio social, en la que asume que “por estructuralismo o estructuralista, solo se entiende la afirmación de que
existen en el mundo social mismo, estructuras objetivas independientes de la conciencia y de la voluntad de los
Agentes” (Bourdieu, 1987, 147).
se caracteriza por tres rasgos fundamentales: primero, supera los conceptos dicotómicos. Segundo,
existe el esfuerzo por aprehender las realidades sociales como construcciones históricas y cotidianas
de actores individuales y colectivos, construcciones que tienden a sustraerse a la voluntad clara y al
control de estos mismos actores. Y tercero, destaca que las realidades sociales son resultado de un
proceso de construcción histórica que el principio de la acción social se da entre las formas objetivadas
(reglas e instituciones) y las formas subjetivadas (representaciones, formas de sensibilidad) de la
realidad social. (Bourdieu en Giménez, 2002, p. 2)
De esta manera, Bourdieu logra ofrecer un salto cualitativo para la comprensión de los fenómenos sociales en un
debate que, hasta ese momento, permanecía estancado. Se puede decir, entonces, que a partir de una
epistemología que relaciona las dimensiones subjetivas y objetivas para comprender el mundo social, Bourdieu
destaca que los agentes mantienen la capacidad de cambio, y esto es producto de la lucha y la búsqueda de
apropiación de los recursos en disputa.
Te invitamos a responder la siguiente pregunta desde tus conocimientos: ¿Bourdieu continua la línea de algún autor clásico en
particular?
Todos, desarrolla una nueva metodología para comprender los fenómenos sociales.
SUBMIT
Primeramente, podemos hacer referencia a qué entiende Bourdieu por espacio social. El autor parte de su postura
relacional y afirma que existen espacios de interacción y diferenciación social a los cuales llama campo social. De
esta manera, parte de considerar que los agentes o instituciones no operan en el vacío social, aunque se distancia
de las posturas de clase u otras categorías semejantes y afirma que dichos espacios sociales delimitan una
distinción respecto de otros campos. A su vez, en el interior de cada uno de estos, existe un juego por la distribución
del poder (Cantón, 2009).
La noción de campo se concibe como un modo analítico para dar cuenta sobre la totalidad, o al menos, un conjunto
de relaciones objetivas en las que históricamente se encuentran ligados entre si los agentes y, con ella, intenta
sobrepasar las arbitrarias oposiciones entre estructura e historia, y entre conservación y transformación. Así, el
espacio social es definido relacionalmente por un conjunto de interacciones que encubren, ciertamente, relaciones
de fuerza que proponen una distribución desigual del poder entre los agentes que lo conforman. Estos espacios de
diferenciación social (campos sociales) pueden adoptar las modalidades de campos sociales específicos, los cuales
pueden ser clasificados, por ejemplo, el campo científico, el político, el artístico, el literario, etcétera. Este hecho
permite reconocer a este fenómeno en el marco particular de las sociedades modernas, donde la vida social se
reproduce en campos diferenciados y, si bien la modernidad posibilitó que cada campo adquiera una mayor
autonomía, debido a que cada uno de estos se rige por leyes propias y exclusivas, cada campo participa también de
la totalidad de la estructura social.
Los campos diferenciados existen dentro del espacio social y este concepto, para Bourdieu, "es definido por la
exclusión mutua, o la distinción, de las posiciones que lo constituyen, es decir, como estructuras de yuxtaposición de
posiciones sociales" (Bourdieu, 1999b, p. 161). De esta manera, si se entiende al campo como un sistema de
relaciones objetivas que se configura de manera desigual en torno a poderes (o capitales) específicos, se puede
sostener que cada campo cuenta con ciertas particularidades sistemáticas comunes. Bourdieu define, entonces,
que cada uno de los campos cuenta con dos elementos constitutivos:
2 La lucha entre los agentes del campo, por la apropiación y el control de dicho capital simbólico.
Puede comprenderse, entonces, que el espacio o campo social es, más bien, un campo de fuerzas, un conjunto de
relaciones de fuerzas objetivas que se imponen a todos los que entran en ese campo y que no se pueden reducir a
las intenciones de los agentes individuales ni a las interacciones directas entre los agentes. Sin embargo, el mundo
social puede considerarse como algo que los agentes construyen, pero solo pueden deshacerlo o rehacerlo sobre la
base de un conocimiento realista y particular acerca de su concepción del mundo y sobre la factibilidad concreta
acerca de lo que son capaces de realizar con base en su posición.
Dentro de las investigaciones realizadas, el autor utiliza, para referirse tanto a individuos como a grupos, el concepto
de agente. A diferencia de actor, persona o sujeto, la posibilidad de emplear esta categoría de agente, permite
comprender a una persona o cosa, que posee atributos y capacidad de producir un efecto, es decir, una entidad que
obra y tiene virtud de obrar (Real Academia Española [RAE], 2020).
En cada uno de los campos, los agentes ingresan movidos por su illusio y asumen posiciones diferenciadas que
demarcan, a su vez, las posiciones dominantes o de subordinación, según corresponda al poder acumulado, y que
se encuentran en lucha permanente. Asimismo, y a lo largo de la historia, se acumula un capital (de conocimiento,
habilidades o creencias) que le otorga al campo un carácter dinámico. En este actúan dos posiciones:
1 Quienes asumen una posición dominante respecto del orden del campo, reconocidos como aquellos
que ostentan el capital simbólico.
2 Quienes mantienen una posición subordinada en el campo, reconocidos como aquellos que buscan
poseer dicho capital simbólico (Cantón, 2009).
Es posible afirmar que, el hecho de intervenir en la lucha contribuye a la reproducción del juego mediante la creencia
en el valor del juego que el mismo campo produce (García Canclini, 2004). Los agentes se distribuyen (posicionan)
en el campo social y ubican posiciones de privilegio dominantes o subordinadas. Bourdieu explica que dicha
distribución ocurre debido a dos elementos particulares:
2 Dimensión según la composición de su capital (el peso relativo de diferentes especies de capital en el
conjunto de sus posesiones) (Cantón, 2009).
Los capitales
El capital dentro de la teoría bourdiana, ya sea que esté generado a través de personas u objetos, tiene la capacidad
de producir beneficios y reproducirse en forma idéntica o transformada. Hablar de capital es referirse a los recursos
puestos en juego en los diferentes campos que tienden a persistir, reproducirse o perpetuarse y hacen que no todas
las cosas sean igualmente posibles o imposibles. Estas conclusiones surgen como resultado del análisis de
Bourdieu respecto de las posibilidades de que distintos individuos progresen en el sistema educativo y las
posibilidades de éxito o fracaso dentro del campo educativo (Bourdieu y Passeron, 2001).
A continuación, describiremos la composición particular que comprende a cada uno de los capitales:
El capital social incluye las formas de conexiones u obligaciones sociales que se pueden convertir en
capital económico y pueden institucionalizarse a través de títulos de nobleza. En otras palabras, es el
capital presente en los lazos sociales y los compromisos de reciprocidad entre los agentes.
El capital simbólico merece una especial atención, dado que este recurso es el que recubre o legitima
a los demás capitales.
Se trata de ciertas propiedades que parecen inherentes a la persona misma del agente,
como la autoridad, el prestigio, la reputación, el crédito, la fama, la notoriedad, la
honorabilidad, el buen gusto, etcétera. Así entendido, el capital simbólico es el poder de
significar los objetos y las personas, no es más que el Capital Económico, Cultural o
Social en cuanto conocido y reconocido. (Bourdieu, 1987, p. 160)
El habitus
Quizás uno de los aspectos más sobresalientes de la teoría de Bourdieu consiste en el concepto que denominó
como habitus. El término habitus se diferencia de hábito dado que sugiere una disposición permanente en el cuerpo
de los agentes sociales. Puede entenderse como la bisagra entre la visión objetiva y subjetiva del fenómeno social,
que considera a la historia objetivada en las cosas bajo forma de instituciones y la historia encarnada en los cuerpos
bajo la forma del sistema de disposiciones duraderas.
no solo actúa hacia el exterior, sino que está condicionado subjetivamente o desde dentro por el
sistema de sus disposiciones adquiridas. El habitus se define a la vez, como sistema adquirido de
esquemas generadores (…) y como sistema de disposiciones duraderas y transponibles. (Bourdieu en
Giménez, 2002, p. 4)
El habitus implica así tanto el sense of one’s place como el sense of other’s place, un conocimiento más
o menos objetivo de la estructura social de la que es parte y que ha incorporado, y que, por esto mismo,
puede funcionar como una anticipación práctica en el juego social. (Calderone, 2004,
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4453527.pdf)
las formas de obrar, pensar y sentir que están originadas por la posición que una persona ocupa en la
estructura social. Bourdieu no habla de clases en un sentido uniforme, sino de un habitus de clase,
entendido como la posición del agente (o instituciones) dentro de la estructura de una clase social, en la
que el individuo contribuye a la producción y reproducción de este mismo sistema de relaciones entre
las clases. Va más allá del sentido de pertenencia, comprende a la totalidad de nuestros actos como la
historia hecha cuerpo. (Bourdieu, en Cantón, 2009, p. 72)
Es una rutinización.
SUBMIT
En la teoría de Bourdieu, habitus y campo son las dos caras de una misma medalla para la comprensión del
fenómeno social. El habitus incorpora el principio de visión y de división constitutivo de un orden social o de un
campo, en cuanto
conjunto de los esquemas de percepción, de apreciación y de acción inculcados por el medio social en
un momento y en un lugar determinado. Es decir, es un conjunto de disposiciones socialmente
adquiridas mediante el aprendizaje y aparece como la mediación entre las condiciones objetivas y los
comportamientos individuales. (Germaná, 1999, https://sisbib.unmsm.edu.pe/
BibVirtual/Publicaciones/sociologia/1999_n12/art015.htm)
Comprender la noción de habitus, implica colocar al individuo, en cuanto a su dimensión personal, subjetivo, ya sea
también como social o colectivo. El habitus de modo concreto es una subjetividad socializada.
En términos concretos, se puede afirmar que campo y habitus son dos de los elementos centrales de esta teoría,
que denotan la dimensión objetiva y subjetiva, respectivamente. Por un lado, los campos sociales se construyen
sobre la base de principios de diferenciación o de distribución, construidos por el conjunto de las propiedades que
actúan en el universo social. Estos emergen como resultado de la historia de luchas anteriores entre los agentes
que lo conforman y, asimismo, operan como “una configuración relacional dotada de una gravedad específica,
capaz de imponerse a todos los objetos y agentes que penetran en ella” (Bourdieu en Mazzoni Michelena, s.f.,
https://edoc.pub/el-habitus-y-el-espacio-de-los-estilos-de-vida-pdf-free.html).
Cada uno de estos campos cuenta con dos elementos constitutivos. Estos son:
1 La existencia de un capital simbólico, conocido también como el poder de significar los objetos y el
reconocimiento social.
2 La lucha por la apropiación y el control de ese capital simbólico por parte de los agentes.
Asimismo, puede observarse que dentro del campo los agentes se encuentran ubicados en dos posiciones:
1 Quienes asumen una posición dominante respecto del orden del campo, reconocidos como aquellos
que ostentan el capital simbólico.
2 Quienes mantienen una posición subordinada en el campo, reconocidos como aquellos que buscan
poseer dicho capital simbólico.
La moda, por ejemplo, cuenta con una significativa relevancia en torno a la lucha por el capital simbólico y la
capacidad de determinar, por parte de algunos grupos, aquello que es bello o incluso verdadero. Las marcas, los
diseños y las producciones no son otra cosa, en términos bourdieanos, que modos con los cuales unos agentes
mejor posicionados, gracias a determinadas estrategias y a la apropiación de los capitales culturales, sociales y
económicos, intentan que rija un orden social determinado en un campo e imponer, a su vez, los propios principios
arbitrarios de visión y división del mundo.
De manera más precisa, Moscovici asigna a las representaciones sociales las funciones de elaboración
de los comportamientos y de comunicación entre los individuos. A través de las representaciones
sociales las personas podrían aprehender la realidad e integrarse a la misma. Así, entiende a la
representación como un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas
gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en
una relación cotidiana de intercambios y “liberan los poderes de su imaginación” (Moscovici en Araya
Umaña, 2002: 27).
De tal forma, nuestra interpretación de los objetos y hechos estaría condicionada por las
representaciones previas que tenemos sobre los mismos y sobre el contexto en el que estamos
inmersos. (Bustamante, s.f., http://www.corciencia.
org.ar/4727/1/Representaciones%20de%20estudiantes%20ingresantes%20sobre%20la%20Universida
d.pdf)
Según la teoría de Moscovici, las representaciones tienen un carácter dinámico. “Por un lado, habría
representaciones hegemónicas, las cuales, estando constituidas, coaccionan a los individuos; por el otro, ciertas
representaciones serían constituyentes por ser productoras de nuevas significaciones” (Castorina y Kaplán, en
Bustamante, s.f., http://www.corciencia.org.ar/
4727/1/Representaciones%20de%20estudiantes%20ingresantes%20sobre%20la%20Universidad.pdf).
Podemos observar en este aspecto un punto de encuentro con la propuesta de Bourdieu, cuando se refiere al
habitus como estructura estructurada y estructurante. Dicho lo anterior,
podemos afirmar que la posición socioestructural y material que ocupan los sujetos define su lectura de
la realidad social y condiciona su visión de esta. Al respecto, Jodelet (1984) advierte que lo social está
presente tanto en el contexto en que se sitúan los grupos o individuos como en la comunicación que se
genera entre ellos y en los códigos, valores, ideologías, propios de las posiciones sociales a las que
pertenecen. El conocimiento que configura las representaciones sociales se constituiría, entonces, a
partir de las experiencias, así como de las informaciones y modelos de pensamiento que recibimos y
transmitimos a través de la tradición, la educación y la comunicación social. “De este modo, ese
conocimiento es en muchos aspectos un conocimiento socialmente elaborado y compartido” (Jodelet,
1984, p. 473). (Bustamante, s.f.,
http://www.corciencia.org.ar/4727/1/Representaciones%20de%20estudiantes%20ingresantes%20sobr
e%20la%20Universidad.pdf)
En otras palabras,
La definición de cultura que proponemos, luego de recorrer las diferentes concepciones, es la siguiente: “es la
organización social del sentido interiorizado por los sujetos y objetivado en formas simbólicas, todo ello en
contextos históricamente específicos y socialmente estructurados” (Giménez Montiel, 2005, p. 85).
En principio, esta definición puede resultarnos sumamente compleja. La revisaremos nuevamente y de manera
integral al finalizar el módulo. Intentaremos iniciar el abordaje de está por el elemento central que hace a su
especificidad, esto es, la posibilidad de simbolizar.
Retomando a Clifford Geertz y a John B. Thompson, Giménez Montiel (2005) explica la cultura como los procesos
simbólicos de la sociedad. La cultura se entiende, así, como la “organización social del sentido” (p. 67). En otras
palabras, estaría compuesta por todas aquellas pautas de significado transmitidas históricamente y a partir de las
cuales los individuos pueden comunicarse.
En el sentido extensivo con que aquí lo asumimos, siguiendo a Geertz, lo simbólico es el mundo de las
representaciones sociales materializadas en formas sensibles, también llamadas “formas simbólicas”,
y que pueden ser expresiones, artefactos, acciones, acontecimientos y alguna cualidad o relación. En
efecto, todo puede servir como soporte simbólico de significados culturales: no solo la cadena fónica o
la escritura, sino también los modos de comportamiento, las prácticas sociales, los usos y costumbres,
el vestido, la alimentación, la vivienda, los objetos y artefactos, la organización del espacio y del tiempo
en ciclos festivos, etc. (Giménez Montiel, 2005, p. 68)
La cultura se entiende, entonces, como procesos simbólicos de la sociedad. Dentro de dichos procesos, podemos
mencionar tres problemáticas a saber: de los códigos sociales, de la producción del sentido y de la interpretación o
del reconocimiento de dicho sentido. Para internalizar esta propuesta, es necesario comprender que, tal como se
mencionaba en la definición con la que comenzamos el apartado, nos referimos a una concepción de cultura como
proceso simbólico que siempre está enmarcado en un contexto sociohistórico que condiciona su producción. Por
tanto, hablar de cultura implica hablar de un efecto de sentido que se produce a partir del uso de ciertos códigos y
que finalmente adopta su forma de acuerdo con la interpretación que se haga de este. Por lo tanto, el contexto
social en el que tiene lugar dicho proceso maneja sus propias reglas de producción y recepción, a las que Eliseo
Verón (1993) llama: “operaciones de asignación de sentido en las materias significantes” (p. 129).
Nótese el acercamiento al campo de la comunicación que envuelve esta concepción de cultura. El carácter ubicuo y
totalizador de la cultura se observa en el hecho de que la podemos encontrar, bajo esta concepción, en todas las
manifestaciones de la vida individual y colectiva (de allí que la cultura sea coextensiva a la sociedad). Por otra parte,
comprender la cultura de esta manera pone en evidencia la importancia de la cultura como instrumento de
intervención y poder, dado que, por su carácter totalizador y su aspecto simbólico, posibilita el orden de la conducta
colectiva. La cultura es, entonces, autónoma porque se rige por una lógica semiótica propia; pero al mismo tiempo
es coherente con su entorno, y las prácticas culturales se concentran, por lo general, en torno a nudos
institucionales poderosos tales como la iglesia, el Estado, los medios de comunicación, que en buena medida
administran y organizan los sentidos compartidos por los individuos. Así, Giménez Montiel (2005) pone de relieve la
importancia de estos grupos de poder que no tendrían en sus objetivos la uniformidad cultural, sino más bien la
administración y organización de las diferencias mediante operaciones tales como la hegemonización,
jerarquización y marginalización. Se genera así la exclusión de determinadas manifestaciones culturales al mismo
tiempo que se introduce cierto orden y, por consiguiente, cierta coherencia dentro de la pluralidad cultural que
caracteriza a las sociedades modernas; además, se configura un mapa cultural en el que subculturas minoritarias,
étnicas y marginales quedan afuera.
Con la ambición de continuar avanzando en la comprensión de la noción de cultura, puntualizaremos aquí algunos
de los elementos que constituyen la especificidad de la cultura en su esencia sígnica:
Es artificial, no innata.
Así, si la concepción antropológica de la cultura la concibe como las costumbres, tradiciones y valores que
constituyen el modo de vida de un pueblo; el marxismo la concibe como semejante a cierta ideología o visión del
mundo; y la concepción simbólica de la cultura la entiende como un proceso en continua producción, actualización y
transformación de modelos simbólicos, que se da a través de la práctica individual y colectiva, en contextos
históricamente específicos y socialmente estructurados. Esta articulación entre el código que permite simbolizar y
su contexto de producción y recepción refuerza la pertinencia de la cultura como objeto de estudio para la
sociología. Por lo tanto, los abordajes de la cultura que hoy se llevan a cabo son múltiples: estudios sectoriales,
estudios de culturas dominantes y subalternas o estudios dinámicos (que se enfocan en la creación, la crítica, la
conservación, la difusión o el consumo de la cultura, entre otros aspectos).
Si pensamos en los elementos culturales propios de una determinada sociedad, generalmente lo primero que viene
a nuestra mente es una serie de rasgos observables: su vestimenta, sus comidas típicas, sus fiestas tradicionales,
la música con la que se identifica. Sin embargo, dejamos de lado lo sustancial de la cultura, esto es, las
representaciones compartidas por un determinado grupo, las ideologías, las actitudes, las creencias, etcétera. La
concepción semiótica (simbólica) de la cultura nos obliga a vincularla más con los actores que la internalizan y con
lo que internalizan, que con los objetos en sí mismos. La cultura objetivada (en la imagen es lo que podemos
observar: la vestimenta, los ritos, etc.) es accesible, simple de abordar; por el contrario, el acceso a las formas
simbólicas interiorizadas (las representaciones, las creencias, etc.) resulta de mayor complejidad.
Referencias
Bourdieu, P. ; Chamboredon, J. C. y Passeron, J. C. (1975). El oficio del sociólogo. Madrid: Siglo XXI.
Bourdieu, P. y Passeron, J. C. (2001). La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza. Madrid:
Popular.
Cantón, D. (2009). Los mecanismos de violencia simbólica presentes en los modelos de economía alternativa.
Santiago: CL. EAE.
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Germaná, C. (1999). La noción de habitus. Recuperado de https://sisbib.unmsm.edu.pe/
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Giménez, G. (2002). Introducción a la sociología de Pierre Bourdieu. Colección Pedagógica Universitaria, 37-38, 1-11.
Keatyn, C. (2019). Best Walt Disney World Resort Hotels in Orlando. Recuperado de https://www.tripsavvy.com/top-
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Moscovici, S., y Marková, I. (1998). La Presentación de las Representaciones Sociales: Diálogo con Serge
Moscovici. En J. Castorina (Comp.), Representaciones Sociales: Problemas Teóricos y Conocimientos Infantiles (pp.
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Perú tiene talento (arom620) (2012). Niño sorprende bailando como Michael Jackson en Perú Tiene Talento [Captura
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Verón, E. (1993). La semiosis social: fragmentos de una teoría de la discursividad. Barcelona: Gedisa.
Socialización, desviación y control social
Referencias
Video conceptual
(…)
(…)
(…)
(…)
(…)
(…)
(…)
Socialización
El caso argentino nos servirá como ejemplo para ilustrar este punto. Si nos
trasladamos a los orígenes de la educación pública en Argentina, podremos
observar que el Estado, a través de esta, buscaba homogeneizar a la
sociedad. Al tiempo que administraba, gestionaba y financiaba la educación,
proveía un “sentido que se pretendía universalista” (Tiramonti, 2010, p. 17) y
que era entendido como propio de la cultura civilizada en oposición a la
barbarie. La escuela, por lo tanto, se ocupaba de transmitir o, aún más, de
imponer esta cultura que se entendía como el conjunto de valores, principios
y creencias en los que se fundamentaba la comunidad.
Referencias
Kremer, L., Juárez, P., Avellaneda, N., Savid, D., Bustamante, L. y Andrada, A.
(2012). Sociología Rural, Política Científica y Tecnológica: Propuestas para el
análisis y la generación de acciones que favorezcan procesos de desarrollo
rural en la Región del Chaco Americano. Córdoba: Espartaco.
Video conceptual
Integración y cultural
LECCIÓN 4 de 4