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DOCENTE :
CURSO :
CICLO : X
AULA : B
2023 - II
INTRODUCCION
BASES HISTORICAS
Las reglas de la moralidad que se incumplen son aquellas que se aplican a todos los
componentes de la sociedad. La sola mención de la ética empresarial suele suscitar
anécdotas sobre los delitos de alguna compañía o de algún hombre de negocios.
Peter Drucker, conocido teórico de la gestión empresarial, fue uno de los que
proclamaron la inexistencia de algo como la ética empresarial, solo existía la ética en
los negocios. Veía lo que consideraba la ética empresarial (Drucker 1981) como varios
intentos de justificar prácticas empresariales claramente inmorales según la norma
habitual. Tenía razón al lanzar ataques contra dichos intentos, pero lo escribió antes
de que se desarrollara la disciplina académica y sus comentarios no incluían la
disciplina como realmente se creó. En su desarrollo real, la mayoría admitía que las
reglas de la moralidad habituales se aplican a los negocios al igual que al resto de los
aspectos de la vida.
Si damos un salto a la era moderna, John Locke (1690) desarrolló una defensa de la
propiedad privada como un derecho natural basado en el esfuerzo de alguien por
conservar el bien en cuestión. Adam Smith, quien escribió la Teoría de los
sentimientos morales antes de La riqueza de las naciones, escribió sobre la ética de
los negocios, así como sobre la falta de la misma entre los hombres de negocios que
operaban entonces. David Hume, John Stuart Mill y muchos otros escribieron sobre la
moralidad o la ética existente en desarrollar un sistema económico empresarial libre.
Karl Marx elaboró el más mordaz ataque sobre lo que denominó capitalismo, un
periodo de la historia que consideró necesario y para el que admite que la
productividad humana se ha desarrollado más que en cualquier otra época.
Para él, el problema del capitalismo es que la mayor parte de los beneficios se los
llevan unos pocos, cuando hay suficientes para repartir entre todos. Su crítica tiene
todavía seguidores. Todos estos escritores han aportado algo a la historia de la ética
de los negocios y sus pensamientos se han filtrado de distinta forma hasta llegar al
pueblo. No se trata de que el hombre de la calle o los trabajadores de los medios de
comunicación hayan leído todos estos trabajos. Más bien, lo que estos autores
escribieron de forma diversa se ha convertido en parte de la visión aceptada de los
negocios y la ética. Por ejemplo, encontramos en la prensa o medios de comunicación
pocos pensamientos o argumentos sobre la justificación moral de la propiedad privada.
Se considera obligado en la mayoría de los países desarrollados que cada persona
tenga derecho a su propia propiedad y que esta se encuentre protegida por ley.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos era la única gran potencia que
no había sufrido una devastación importante. Como resultado, los negocios
norteamericanos prosperaron y se propagaron por todo el mundo. Con una gran
industria en particular, el enorme crecimiento de las industrias químicas de petróleo,
pasó a ser un problema la contaminación a gran escala. Surgieron grupos ecologistas
para atacar a la industria. Aquellos que conocieron el surgimiento global (por ejemplo,
Barnet 1974) de los negocios norteamericanos como explotadores, unieron sus voces
a la crítica contra las grandes empresas. Muchas de las críticas se formulaban en
términos morales, y cuando a finales de los setenta surgía la disciplina académica de
la ética empresarial, lo hacía ofreciendo un vocabulario y un marco envolvente que la
crítica aprovechaba y que pronto se ampliaría a los medios y la cultura general.
La ética, según Cortina, “es un tipo de saber de los que pretende orientar la acción
humana en un sentido racional; es decir, pretende que obremos racionalmente”. Dicho
saber ético tiene fundamentalmente dos modos: el primero, es la forja de carácter con
el que se busca aprender a tomar decisiones prudentes; el segundo es la toma de
decisiones moralmente justas, que la autora relaciona con “el respeto de los derechos
humanos desde una moral crítica” (Cortina, 1994:19-25).
Ante la pérdida de legitimidad de la religión católica que era fuente de la ética durante
la Edad Media, el mundo occidental vio surgir en la Modernidad la ética cívica. En su
obra “Ética de la Empresa (1994)”, la autora nos narra cómo, a partir de los eventos
que posibilitaron el pluralismo (la convivencia pacífica entre ciudadanos de diferentes
credos y por tanto, códigos morales), se hace necesario el establecimiento de unos
mínimos morales que garanticen la buena convivencia entre los ciudadanos, pero que,
además, emerjan de dicha convivencia. Ello motiva el nacimiento de la ética cívica. La
ética empresarial es parte de ella, pero no cualquier parte. Para Cortina, no es posible
una ética empresarial sin una ética cívica; pero lo mismo se puede decir en el sentido
contrario, no es posible una ética cívica sin una ética empresarial pues, según piensa
esta autora, sin organizaciones morales toda la sociedad se desmoralizaría.
Según esa definición, quien desee aplicar o desarrollar algún programa de ética
empresarial en su organización, debe primero identificar los valores que en la sociedad
existen. Una vez identificados, debe “aplicarlos” en su empresa, invitando a los demás
miembros de la organización a asumirlos para que se conviertan en los valores de la
empresa, los que serán válidos en tanto se encuentren fundamentados en los
principios universales y en los derechos humanos.
Autores como Kliksberg (2002) y Etkin (1993) han coincidido en diversos estudios en
proporcionar ciertos factores que per se contribuyen al desarrollo humano y que son
elementales en el ámbito global, entre estos pueden citarse la ética y su respectiva
enseñanza. La ética se puede aprender –y enseñar–, mediante los procedimientos
tradicionales de transmisión del conocimiento: libros, artículos, clases, conferencias,
seminarios y debates, según refiere Argandoña (1999), lo cual facilitaría su inserción
en los patrones culturales.
Enseñanza de la Etica
El libro verde de la Comunidad Europea analizado por Chacón (2001) establece como
prioridad el dictado de cursos y módulos de ética empresarial que deben impartirse en
principio en las universidades para generar un cambio, aunque esto abarque
parcialmente el concepto más general de responsabilidad social, según refiere la
autora.
En forma específica, según Brickey (2003) la ética es un tema por demás importante y
su implementación genera inclusive el denominado valor accionario, es decir mayores
beneficios no solamente económicos a las empresas sino también a la comunidad, así
como es efectiva la implementación de los denominados códigos de ética para impedir
el comportamiento no ético.
Los códigos de ética según este autor enfatizan entre otros, aspectos como:
Los empleados deben obedecer la ley y observar las regulaciones estatutarias.
Tanto la reputación como la integridad de la compañía en su relación con los
consumidores son de suma importancia.
Los empleados deben apoyar las políticas de la compañía hacia los
consumidores.
Deben evitarse los conflictos de intereses entre la compañía y los empleados.
La información confidencial obtenida en el curso de una acción de negocios no
debe ser usada en forma inapropiada
De lo anterior puede concluirse que la ética en las organizaciones puede impulsar una
posición más sólida respecto a la competencia al poseer una serie de ventajas
competitivas sobre sus competidores, al establecer en forma clara su pertinencia con
el entorno relacionándose favorablemente con el mismo.
Villegas (1991) por su parte destaca que el gerente como un factor multiplicador para
agregar valor constantemente al funcionamiento de la organización, debe asegurarlo
disponiendo de las personas capaces de hacer el trabajo, requiriendo de individuos
con deseos y potencialidad para desarrollarse. La Formación que este profesional
obtenga en la universidad va a permitir dar el valor agregado que se espera aporte a la
organización y por ende a la sociedad.
De hecho, hay que resaltar la importancia de las universidades en la Formación
gerencial, específicamente en el campo de la ética según refiere Argandoña (1999) al
afirmar que en las escuelas de dirección se debe enseñar ética, dada la necesidad de
que los gerentes se deben comportar moralmente, haciendo hincapié en la parte de la
función social que cumplen estas instituciones no solo hacia sus estudiantes
matriculados sino para la sociedad hacia la cual los egresados de estas van a
desempeñarse.
Cortina, Adela (1994), Ética de la empresa”: Claves para una nueva cultura
empresarial. Editorial Trota. Madrid.
Cortina, Adela; Castiñeira, Angel; Losano, Joseph M.; Domingo, Agustín; Lozano, J.
Félix; García-Marzá, Domingo; Cunill, J. La empresa. Editorial Argentania-Visor.
Madrid.