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HOMBRE, MUJERES Y NIÑOS: LA VERDAD SOBRE EL MATRIMONIO

Ryan Anderson

Todo el mundo en América está a favor de la igualdad ante el matrimonio. Ya lo había dicho. Pero eso
no quiere decir lo que la izquierda querría que fuera. Todo el mundo está a favor de la igualdad ante
el matrimonio porque todo el mundo quiere que la ley trate a todos los matrimonios por igual -esto
es, de la misma manera. El debate en los Estado Unidos en la década y media antes del caso
1
Obergefell contra Hodges no era sobre igualdad. Era sobre matrimonio. Y no estamos de acuerdo en
lo que es el matrimonio.

Por supuesto “igualdad ante el matrimonio” era un gran eslogan para la izquierda. Hasta cabe en una
pegatina para el coche. Puedes incluso poner una señal roja en tu perfil de Facebook. Es una
magnífica publicidad. Y, sin embargo, es completamente vacuo. No dice absolutamente nada sobre
qué es el matrimonio. Sólo si se sabe lo que es se puede decidir si determinadas políticas violan la
igualdad ante él. Antes de considerar la igualdad de protección ante la ley, habría que saber qué trata
ésta de proteger con la igualdad.

Dejando la propaganda de lado, clamar por la “igualdad ante el matrimonio” traduce un


razonamiento defectuoso. Toda ley hace distinciones. La igualdad ante la ley protege a los
ciudadanos de distinciones ​arbitrarias​, de leyes que tratan de forma diferente ​sin ninguna razón
apropiada​. Para saber si una ley hace distinciones adecuadas -si las líneas que dibuja están
justificadas - hay que saber el propósito público de la ley y la naturaleza del bien que promueve o
protege.

Después de todo, incluso aquellos que quieren redefinir el matrimonio para introducir a las parejas
del mismo sexo tendrán que delimitar las líneas que describen el tipo de relación que puede
considerarse como un matrimonio y cuál no. Si se van a trazar líneas basadas en principios -si se van
a trazar líneas que reflejen la verdad-, tendremos que saber qué tipo de relación es un matrimonio.
Por eso Sherif Girgis, Robert George y yo escribimos hace unos años un libro titulado ¿​Qué es el
matrimonio​?2 Antes de hablar sobre el reconocimiento de la igualdad ante el matrimonio hay que
poder contestar a ​esta​ pregunta.

Y, sin embargo, en la argumentación ante la corte de ​Obergefell​ iba implícita la asunción de que el
matrimonio es una institución sin género. Pero, tal y como señaló el juez Alito dos años antes en su
3
opinión discrepante en el caso federal de la Ley de Defensa del Matrimonio , la Constitución
americana no dice nada acerca de la naturaleza del matrimonio. El juez Alito centró el debate en una
oposición entre dos visiones del matrimonio a las que denominó “conyugal” y “basado en el
consentimiento”.

1
​Obergefell contra Hodges​ (junio de 2015), es un caso judicial en el que la Corte Suprema de los Estados Unidos
concluyó que las personas del mismo sexo tienen un derecho a contraer matrimonio que se encuentra
reflejado en la Decimocuarta Enmienda de la Constitución y por tanto no puede ser prohibido por la legislación
estatal. Estableció que los matrimonios de este tipo son válidos en todos los Estados.
2
​Sherif Girgis, Ryan T. Anderson, and Robert P. George, What is Marriage? Man and Woman: A Defense (New
York: Encounter Books, 2012).
3
​La ​Ley de Defensa del Matrimonio​ (​Defense of Marriage Act​) es una ley federal promulgada por el presidente
Bill Clinton en 1996 en la que se define el matrimonio a nivel federal como una unión legal entre un hombre y
una mujer y en la que se declara que ningún estado tiene que reconocer una relación entre personas del mismo
sexo como válida, aunque la pareja se case en otra jurisdicción donde sea legal.
Alito citó nuestro libro como un ejemplo de la visión del matrimonio conyugal (también llamado
“visión integral”): “una unión integral, exclusiva y permanente, intrínsecamente ordenada a producir
una nueva vida”.4 Por otro lado, también citó a Jonathan Rauch como defensor de la idea del
matrimonio basado en el consentimiento, por la que éste se define como un compromiso marcado
por una unión emocional.5 Tal y como explicó, la Constitución no dice nada acerca de cuál de estas
visiones sustantivas del matrimonio es la correcta. El juez Alito tenía razón con respecto a la
Constitución, tal y como podemos ver en el capítulo 3. Este capítulo explora el debate que el juez
Alito destacó entre las dos distintas versiones de lo que es el matrimonio.

La visión del matrimonio “basada en el consentimiento”


La visión del matrimonio basada en el consentimiento se asienta primordialmente en una unión
emocional intensa -una unión romántica en la que adultos consintientes se prestan asistencia. Es lo
que el filósofo John Corvino describe como la relación que establece “la persona prioritaria”.6 Lo que
diferencia al matrimonio de otras relaciones es la prioridad de la relación. Es la relación más
importante; la unión romántica y emocional más intensa; la relación de asistencia es la que prima
entre todas las demás. Andrew Sullivan dice que el matrimonio se ha convertido “principalmente en
la manera en la que dos adultos afirman su mutuo compromiso emocional”.7 Como veremos en el
capítulo tres, ​esta​ visión del matrimonio es la que ha primado en la opinión del juez Anthony
Kennedy en el caso ​Obergefell​.

En nuestro libro ​¿Qué es el matrimonio? ​argumentamos que esta visión reduce el matrimonio a una
compañía general. En lugar de entender el matrimonio de forma correcta, como ​de naturaleza
distinta ​al del resto de las relaciones, la visión basada en el consentimiento únicamente ve una
diferencia de grado​: el matrimonio tiene todo lo que tienen las demás relaciones, pero posee algo
más. Nosotros argumentamos que esta visión está equivocada. No puede explicar o justificar ninguno
de los compromisos distintivos que el matrimonio requiere -monogamia, exclusividad y
permanencia- y tampoco puede explicar el interés del gobierno en él.

Si el matrimonio es únicamente un consentimiento romántico y de cuidado entre adultos, ¿por qué


debería ser permanente? Las emociones vienen y van; el amor se enciende y se desvanece. ¿Por qué
un vínculo de estas características requeriría de un compromiso de permanencia? ¿No puede alguien
pensar que el romance y el cuidado del matrimonio pueden acentuarse a través de un compromiso
temporal en el que nadie tenga que comprometerse de por vida?

De hecho, si el matrimonio es mero consentimiento romántico y de asistencia entre adultos, ¿por


qué debería ser una unión sexualmente exclusiva? Seguro que determinadas personas preferirían
dormir únicamente con su esposa, pero otras podrían pensar que aceptar relaciones
extramatrimoniales podría realmente ​mejorar​ su matrimonio. ¿Por qué imponer una expectativa de
fidelidad sexual?

Por último, si el matrimonio se reduce exclusivamente a un consentimiento romántico y de asistencia


entre adultos, ¿por qué no pueden tres, cuatro o más personas formar un matrimonio?

No hay nada acerca de la intensidad de las uniones emocionales que deba limitarlas únicamente a

4
​United States v. Windsor​, No. 12-307, 570 U.S. 13 (and 8)(2013) (Alito, S., dissenting); Girgis, Anderson and
George, What is Marriage?
5
​United States v. Windsor​, No. 12-307, 570 U.S. 13 (and 8)(2013) (Alito, S., dissenting).
6
​John Corvino and Maggie Gallagher, Debating Same-Sex Marriage (New york: Oxford University Press). Ryan
Anderson escribe una evaluacion de ese libro en “The Marriage Mess,” National Review 64, no.14 (July 30,
2012), en ​https://www.nationalreview.com/nrd/articles/309271/marriage-mess​.
7
Andrew Sullivan, ed., ​Same-Sex Marriage: Pro and Con; A Reader​ (New York: Vintage Books, 1997), xvii, xix.
1
dos personas. Tríos y cuartetos pueden formar una intensa relación romántica y de asistencia tan
fácilmente como una pareja. Nada en el principio requiere de la monogamia. El ​poliamor​ (es decir, el
amor en grupo), parece perfectamente compatible con la visión del matrimonio basada en el
consentimiento.

La visión del matrimonio basada en el consentimiento simplemente falla como teoría del matrimonio
ya que no puede explicar ninguna de las normas históricas del mismo. Una pareja versada en el
matrimonio basado en el consentimiento puede vivir esas normas si el carácter o el gusto le mueven
a ello, pero no tendría ninguna razón de principio para hacerlo, por lo que tampoco debería haber
ninguna base legal que les empujara a hacerlo. El matrimonio puede aparecer en tantas formas y
tamaños como los adultos consintientes puedan soñar. Y, en ese caso, ¿por qué debería el gobierno
tener ningún tipo de implicación en ese tipo de matrimonio? Si el matrimonio se refiere
exclusivamente a la relación amorosa entre adultos, saquemos al estado de sus dormitorios. Y, sin
embargo, quienes desean redefinir el matrimonio no hacen sino meter al estado en más dormitorios
aún.

Por supuesto, no hay nada “homosexual”, “gay” o “lésbico” en la visión del matrimonio basada en el
consentimiento. Muchos heterosexuales habían caído ya en esto durante los último cincuenta años.
Esta visión del matrimonio procede de la revolución sexual. Mucho antes de que hubiera un debate
sobre el mismo sexo, muchos heterosexuales cayeron en una ideología liberal sobre sexualidad, que
creó un caos en el matrimonio: la cohabitación, el divorcio sin asignación de culpa, el sexo
extramatrimonial, los hijos extramatrimoniales, la pornografía, la cultura del sexo casual… todo esto
contribuyó al derrumbe de la cultura matrimonial. El impulso para una redefinición legal del
matrimonio no causó ninguno de estos problemas. Es más bien su conclusión lógica. El problema
viene porque es la conclusión lógica de un mal uso de ésta. Si los hábitos sexuales de los últimos
cincuenta años hubieran sido buenos para la sociedad, para las mujeres y los niños, entonces habría
que consagrar por todos los medios el matrimonio basado en el consentimiento. Pero, si los últimos
cincuenta años no han sido tan buenos para la sociedad, para las mujeres y los niños -ciertamente
han sido un desastre para mucha gente -, entonces, ¿por qué nos encerramos en una visión del
matrimonio que dificulta la recuperación de una visión más humana de la sexualidad y la vida
familiar?

La ley no puede ser neutra entre las visiones del matrimonio basada en el consentimiento y la
conyugal. Tiene que consagrar una u otra. O enseña que el matrimonio es un amor consentido entre
adultos, sea cual fuere el tamaño y forma que los adultos escojan, o explica que es una unión integral
de cónyuges sexualmente complementarios que viven según las normas de la monogamia, la
exclusividad y la permanencia, para que los hijos puedan ser educados por su padre y su madre. No
hay una tercera opción. No hay una postura neutra. La ley tiene que adoptar una u otra.

Hasta ahora he argumentado que la visión basada en el consentimiento fracasa como teoría del
matrimonio. Ahora voy a abordar lo que es el matrimonio. Luego me referiré a la razón por la que el
matrimonio es importante para las políticas públicas y, en el siguiente capítulo, a las consecuencias
de redefinir el matrimonio.

La visión integral del matrimonio.


Quien quiera definir lo que es el matrimonio tiene ante sí la difícil tarea de explicar algo que nuestros
abuelos simplemente daban por hecho, que cualquier persona de hace dos generaciones tomaba
como conocimiento general -que el matrimonio es una unión permanente y exclusiva entre marido y
mujer. Mucha de la sabiduría humana procede del conocimiento tácito. Sólo cuando es atacado
necesita una defensa formal y explícita. Explicar por qué el matrimonio es la unión de un hombre y
una mujer es tener que explicar por qué las ruedas son redondas, pero es necesario hacerlo. Esto

2
supone volver a los principios iniciales, y no hay mejor guía para ello que Aristóteles.

El filósofo de la antigua Grecia sugiere que se puede entender cualquier comunidad al analizar tres
factores: las acciones en las que se involucra la comunidad, los bienes que busca y las normas de
compromiso que dan forma a la vida común de esa comunidad. Para ilustrar cómo funciona ese
método de análisis tomaremos un ejemplo sin controversia: la comunidad académica de una
universidad.

Una comunidad académica


¿Qué convierte a una comunidad en ​académica​ en lugar de en un gran negocio o en una franquicia
deportiva a pesar de que las universidades se dedican tanto a los negocios como al atletismo a gran
escala? Seguir el método aristotélico me permite argumentar que la universidad es una comunidad
académica por las acciones académicas que realiza, los objetivos académicos que persigue y las
normas académicas por las que vive la universidad.

Los miembros de una comunidad participan en acciones académicas. ¿Qué tipo de cosas son las
acciones académicas? Los profesores investigan y escriben artículos y libros y asignan a los
estudiantes su lectura. Dan conferencias a las que asisten los estudiantes que toman o no notas. Los
estudiantes hacen exámenes y escriben ensayos, y los profesores los califican y discuten de ellos con
los estudiantes. Este es el tipo de actividad que hace de la comunidad académica una comunidad
académica. La campaña anual de donativos y los partidos de fútbol son buenas adiciones, pero no
constituyen el corazón de lo que convierte a la universidad en universidad. Estas actividades
académicas son el corazón de la universidad (o al menos deberían serlo).

Ahora bien, ¿qué fines persiguen las actividades académicas? ¿Cuáles son los bienes hacia los que
están orientadas? Están orientadas hacia los bienes de la verdad y el conocimiento. Todos los
ejercicios que los profesores mandan realizar a los estudiantes -el trabajo en casa, los ensayos del
trimestre, los proyectos de investigación- y todo el trabajo que ellos mismos deben realizar -escribir
esos libros y dar esas conferencias- van todos encaminados a eliminar la ignorancia de nuestras vidas
y a acceder a una mejor apropiación de la verdad. Las acciones académicas no deben ser ejercicios de
propaganda o defensas de prejuicios. No. Han de encaminarse a descubrir la verdad para que no
vivamos en la ignorancia o como esclavos del prejuicio. Las acciones académicas están orientadas
hacia los bienes académicos, los bienes del conocimiento y la verdad.

Entonces, ¿qué normas requieren de tales acciones en la búsqueda de esos bienes de una comunidad
académica? Aquí es donde entran el juego el compromiso con la libertad, la integridad y el honor
académicos. Los estudiantes no deben plagiar, los investigadores deben citar todas sus fuentes, los
científicos deben evaluar todos sus datos, no únicamente los que apoyan sus teorías. Si un
investigador señala los puntos débiles de otro, éste no debería sentirse atacado, sino apoyado en su
búsqueda de la verdad. Cuando un profesor critica el ensayo de un estudiante, éste no debería verlo
como un insulto, sino como una ayuda en su comprensión de la verdad.

Tres sencillos pasos: las acciones académicas (investigación, lectura, escritura y discusiones) están
ordenadas hacia los bienes académicos (conocimiento de la verdad y erradicación de la ignorancia), y
así lo exigen las normas académicas (honestidad, libertad y código de honor académicos) para que la
comunidad pueda alcanzar su propósito- el descubrimiento de la verdad.

La comunidad marital
Podemos entender la relación marital de la misma manera. ¿Qué diferencia el matrimonio de otras
formas de comunidad –un equipo de fútbol o una universidad? En todos los aspectos, el matrimonio

3
es una relación ​integral​. Es integral en el acto que une de manera singular a los cónyuges, en los
bienes que poseen conjuntamente y en las normas de compromiso que se requieren de ambos.

El matrimonio une a los esposos en un acto integral: el acto sexual marital es la unión de corazones,
mentes y cuerpos. El matrimonio (al igual que el acto marital que lo sella) se ordena intrínsecamente
hacia un bien integral, la creación y cuidado de seres humanos enteramente nuevos, que han de ser
criados para participar en todos los bienes humanos. Y, finalmente, el matrimonio reclama normas
integrales: los esposos se comprometen totalmente a una permanencia y exclusividad a lo largo del
tiempo (permanente) y en todo momento (exclusivo).

Si esto suena abstracto, echémosle un vistazo más de cerca cercano. Primero el acto integral. ¿Cómo
pueden dos personas unirse de manera total? Para unirse de esta manera es necesario unir todos los
niveles de la personalidad. Pero, ¿qué es una persona? Los seres humanos son unidades de alma y
cuerpo. No somos espíritus en máquinas ni almas que de alguna manera habitan carne y huesos. Más
bien somos almas encarnadas o cuerpos que contienen almas -una unidad de cuerpo y mente -.

Así, para unirse con alguien de forma total hay que unirse con ese alguien a todos los niveles de la
personalidad: una unión de corazones, mentes y cuerpos.

Las amistades corrientes son uniones de corazones y mentes. La unión de los cuerpos no forma parte
de un entendimiento común de la amistad. Pero la unión de los cuerpos es parte de lo que se
significa la relación conyugal. Por supuesto, esta cuestión plantea otra: ¿cómo pueden dos seres
humanos unirse corporalmente? Para responder a esto se necesita entender lo que hace que una
persona sea ​individual​.

¿Qué hace que cada uno de nosotros seamos un organismo unificado? ¿Por qué no somos
únicamente un conglomerado de células? La respuesta es que nuestros diversos sistemas corporales
y nuestras distintas partes trabajan todas juntas para el bien común de nuestras vidas biológicas. El
corazón, los pulmones, los riñones, los músculos y otros órganos y tejidos están coordinados para
mantenernos vivos. La coordinación orientada hacia un bien común explica la unidad, en ese caso la
unidad corporal de un individuo.

Y, en la mayoría de los aspectos, una persona está completa como individuo. En lo relativo a la
locomoción, se puede dejar esta libro, levantarse, andar hacia la cocina y buscar algo de comer. En lo
que respecta a la digestión, se puede digerir el algo de comer que se ha ido a buscar. En lo tocante a
la circulación y a la respiración, se puede respirar y llevar sangre oxigenada por todo el cuerpo como
ser individual. Uno está completo en todas estas funciones.

Sin embargo, hay una función biológica respecto de la cual se es radicalmente incompleto. Son
necesarias dos personas para bailar un tango, así que son necesarias dos para hacer un bebé. En el
acto marital, los cuerpos de un hombre y una mujer no se conectan como lo hacen en un beso o
durante un apretón de manos. La Biblia hebrea revela algo verdadero acerca de nuestra humanidad
cuando dice que un hombre y una mujer se convierten en “una sola carne” en el acto marital. Esto no
es únicamente una figura retórica. La Biblia no dice que el marido y la mujer están tan enamorados
que se convierten en una sola carne. No. Las Escrituras sugieren acertadamente que, a nivel físico y
metafísico, un hombre y una mujer se convierten verdaderamente en una sola carne. La
complementariedad sexual entre un hombre y una mujer les permite unirse de esta forma total.

En el acto marital, el marido y la mujer participan en un acto singular con una función singular: les
une la coordinación hacia un fin común. Forman un solo cuerpo como una pareja conectada con un
único objetivo biológico, que realiza junta, como una unidad. Obsérvese el paralelismo: los músculos,
el corazón, los pulmones, el estómago y los intestinos de un cuerpo humano cooperan entre ellos

4
hacia un único fin biológico -la conservación de la vida de ese cuerpo. De la misma manera, cuando
un hombre y una mujer se unen en un acto marital, cooperan con un único propósito biológico -la
procreación. Un acto marital específico puede o no implicar la fusión de un espermatozoide y un
óvulo. Sin embargo, la unión que produce ese acto es tan completa que frecuentemente, nueve
meses después, se necesita un nombre. El acto amoroso es también el acto que da vida. El acto que
une a hombre y mujer, ya como marido y mujer, es el mismo acto que puede convertirles en padre y
madre. Esto empieza a decirnos algo sobre hacia dónde nos ordena la relación matrimonial.

De la misma forma que las comunidades académicas participan en acciones académicas que están
ordenadas hacia los bienes académicos de la búsqueda de la verdad y el conocimiento, la relación
matrimonial está (como el acto que lo encarna) ordenada hacia el bien matrimonial de la
procreación, la atención y la educación de los hijos. El bien hacia el que el acto marital está orientado
no es un bien único como el ganar el próximo partido de fútbol o aprobar el siguiente examen. El
acto marital es un acto integral -une el corazón, la mente y el cuerpo de los esposos- y está así
orientado hacia un bien integral -la procreación y la educación de nuevas personas que pueden
apreciar la bondad humana en todas sus dimensiones. El matrimonio es distinto a otro tipo de
comunidades en su totalidad.

Ahora debería quedar claro por qué el matrimonio requiere compromisos completos de exclusividad
y permanencia. Empecemos con la exclusividad. ¿A qué clase de exclusividad llama el matrimonio? A
una exclusividad ​sexual​. Uno no engaña a su mujer por ir a una conferencia con otra persona.
Tampoco se la engaña jugando al futbol con alguien distinto. Pero se engaña a la mujer durmiendo
con otra persona. Es el acto sexual el que transforma una amistad corriente, una unión de corazones
y mentes, en la comunidad integral del matrimonio, por lo que la norma marital de exclusividad se
centra en la fidelidad sexual. El acto distintivo del matrimonio -que a partir de ahora llamaremos
“acto marital”- se reserva exclusivamente a los cónyuges. Para unirse de forma completa con el
cónyuge se requiere el compromiso de no unirse sexualmente con otros. Empleando las palabras de
los votos matrimoniales, se requiere abandonar a todos los demás.

Algo parecido es cierto para el otro tipo de compromiso total del matrimonio. Puesto que el
matrimonio es una unión completa, requiere un compromiso total de permanencia. Para que los
cónyuges puedan unirse totalmente no se puede reservar nada. Si tienen una cláusula de expiración,
si tienen una fecha de huida, si tienen una salida, entonces no están comprometiéndose totalmente.
La unión integral requiere un compromiso sin límites. Así, el matrimonio requiere de “un abandono
de los demás”, no sólo en el momento concreto, sino también en el futuro -“hasta que la muerte nos
separe”-. Ordenado hacia el bien integral de la procreación, el matrimonio debe ser permanente. Las
familias que produce el matrimonio –no sólo padres e hijos, sino también abuelos, sobrinas y
sobrinos, tías, tíos y primos- serán estables únicamente si la propia unión marital lo es. Una vez más,
la naturaleza integral del matrimonio explica estos actos totales, bienes y normas.

La visión integral del matrimonio está basada en la naturaleza humana, no en


una animosidad anti-gay.
Encontramos esta visión integral del matrimonio (a menudo sin los pertrechos aristotélicos) en los
antiguos hebreos, griegos y romanos. La encontramos en la derecho canónica de la Iglesia, en las
leyes civiles europeas y en la derecho común inglés y americano. La encontramos también en
pensadores cristianos como Agustín, Aquino, Lutero y Calvino, en los pensadores de la Ilustración
como Locke y Kant y en los orientales como Gandhi. Las diversas tradiciones políticas, filosóficas y
teológicas del mundo -cada una con su propio vocabulario y con diferencias marginales-, han
articulado algo similar a la visión integral del matrimonio.

Todas han llegado a esta verdad, incluso enfrentándose a las realidades humanas básicas, no por
5
animosidad hacia las relaciones entre personas del mismo sexo. De hecho, las culturas que no tenían
concepto de “orientación sexual” y las que daban por sentado el homoerotismo, entendieron que la
unión entre marido y mujer es una relación distinta y singularmente importante. Citando el
consenso histórico, el juez Alito preguntaba en su argumentación oral:

¿Cómo se explica el hecho de que, hasta donde yo sé y hasta finales del siglo XX, nunca hubo
nación o cultura que reconociera el matrimonio entre personas del mismo sexo? Ahora
¿podemos inferir de esto que todas esas naciones y culturas pensaban que había un propósito
racional, práctico, para definir de esta manera el matrimonio o su argumento es que todas
operaban de manera independiente basándose sólo en estereotipos irracionales y en
prejuicios?

El juez Alito señaló que la defensa del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer no
puede ser simplemente el resultado de una animosidad anti-gay, porque “ha habido culturas que no
desaprobaban la homosexualidad… La Grecia antigua es un ejemplo. Estaba bien aceptada dentro de
ciertos límites.” Y añadió: “personas como Platón escribieron a favor de ello”. Y, sin embargo, los
antiguos griegos, Platón incluido, nunca pensaron que las relaciones entre personas del mismo sexo
fueran un matrimonio.

Como juez presidente, John Roberts explicó su opinión contraria en el caso ​Obergefell​, diciendo que,
el matrimonio, como la unión entre marido y mujer, trata de servir el bien común, no de excluir a
nadie:

Esta definición universal del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer no es
una coincidencia histórica. El matrimonio no se produjo como resultado de un movimiento
político, un descubrimiento, una enfermedad, una guerra, una doctrina religiosa o ninguna
otra fuerza motriz en la historia del mundo –y ciertamente no como el resultado de una
decisión prehistórica de excluir a gays y lesbianas. Surgió de la naturaleza de las cosas para
satisfacer una necesidad vital: asegurar que los hijos sean concebidos por un padre y una
madre comprometidos para criarlos en las condiciones estables de una relación de por vida.8

Desafiar el consenso universal sobre el matrimonio requiere una increíble presunción. Sean cuales
sean los argumentos a favor de hacerlo, este consenso no puede desestimarse como si fuera la
reliquia de un talante irracional contra hombres y mujeres que sienten atracción por miembros de su
mismo sexo.

¿Por qué el matrimonio es importante para la vida pública?


Si se ha seguido la argumentación hasta este punto, uno podrá estar dispuesto a decir que el
matrimonio, entendido correctamente, es una unión integral que liga a un hombre y una mujer en un
acto total ordenado hacia el bien integral de la procreación y la atención de una nueva vida en una
familia y que requiere de ellos un total -exclusivo y permanente- vínculo.

Pero, incluso aunque se haya podido persuadir al lector de que esta es la verdad filosófica acerca del
matrimonio, se podría preguntar por el interés de todo esto. Quizá los autores tengan razón acerca
de la naturaleza del matrimonio, pero, ¿por qué habría que preocuparse? De manera mucho más
específica, ¿por qué el ​Estado​ debería preocuparse por esto?

Prácticamente todas las comunidades políticas han regulado las relaciones sexuales entre hombre y
mujer. Esto no es porque el gobierno sienta debilidad por el romance. Si el matrimonio fuera sólo

8
​Obergefell v. Hodges 576 U.S. (2015)
6
una cuestión de amor consentido entre adultos el estado no se involucraría en cuestiones
matrimoniales. El gobierno reconoce las relaciones sexuales hombre-mujer porque únicamente ellas
producen nuevos seres humanos. Para niños altamente dependientes no existe un camino hacia la
madurez física, moral y cultural -ningún camino hacia la responsabilidad personal- sin un largo y
delicado proceso de atención prolongada y de supervisión en el que los padres aportan presentes
únicos. A menos que madure, un niño nunca podrá convertirse en miembro sano, honesto y
productivo de la sociedad. El matrimonio existe para que hombres y mujeres sean responsables entre
sí y para con los hijos que puedan tener. Permítanme explicarlo.

El matrimonio beneficia a la sociedad como ninguna otra relación lo hace


El matrimonio es el medio menos restrictivo de la sociedad para asegurar el bienestar de los hijos. El
reconocimiento gubernamental del matrimonio protege a los hijos al favorecer el compromiso entre
hombre y mujer y al responsabilizarlos de sus hijos.

Desde el punto de vista de las políticas públicas el matrimonio consiste en unir a un hombre y una
mujer como marido y mujer para ser padre y madre de cualquier hijo que produzca su unión sexual.
El matrimonio está basado en la verdad antropológica de que hombre y mujer son complementarios,
en el hecho biológico de que la reproducción depende del hombre y de la mujer y en la realidad
social de que los niños merecen tener una madre y un padre.

Cuando nace un niño siempre hay una madre cerca. Por lo general está en la misma habitación. Es un
hecho biológico. La cuestión es si el padre estará cerca y, si lo está, por cuánto tiempo. El matrimonio
aumenta las posibilidades de que el padre de un niño esté comprometido con su madre y de que los
dos, comprometidos mutuamente, lo hagan con su hijo. Conecta personas y bienes que de otra
manera tenderían a fragmentarse. Tal y como dijo el difunto sociólogo James Q. Wilson, “el
matrimonio es una solución socialmente organizada para el problema de la estabilidad de las parejas
y del cuidado de los niños que el mero deseo de hijos y del sexo que los hace posibles no resuelve.”9

Conectar sexo, hijos, madres y padres es la irremplazable función social del matrimonio. Las leyes y
las expectativas sociales pueden fortalecer o debilitar el matrimonio en este papel y por ello el
gobierno se involucra correctamente en este aspecto de nuestras vidas. Maggie Gallagher desarrolla
esta idea:

La difícil tarea pública o “civil” del matrimonio es la regulación de las relaciones sexuales entre
hombre y mujer a fin de reducir la probabilidad de que los hijos (y sus madres y la sociedad)
tengan que hacer frente a las cargas provocadas por la ausencia del padre y el aumento de las
probabilidades de que haya una generación que sea criada por sus padres en una familia en la
que ambos padres estén comprometidos entre ellos y con sus hijos.10

Sin embargo, por muy fuerte que sea el interés del gobierno por el matrimonio de sus ciudadanos, es
importante recordar que no es el gobierno el que ​crea​ el matrimonio. Sólo lo ​reconoce​. El
matrimonio es una institución natural que precede al gobierno. Es la sociedad en su conjunto, no sólo
un grupo determinado de esposos, la que se beneficia del matrimonio. Esto es así porque el
matrimonio ayuda a canalizar el amor procreativo en una institución estable que prevé la existencia
ordenada y la educación de la siguiente generación.

No existe tal cosa como el “Ejercer de padres”

9
​James Q. Wilson, ​The Marriage Problem​ (New York: HarperCollins Publishers, 2002),41.
10
​Corvino and Gallagher, ​Debating Same-Sex Marriage​, 96.
7
La complementariedad que define el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer es
crucial, también para la educación de los hijos. No existe tal cosa como el “ejercer de padres”. Existen
la maternidad y la paternidad, y los niños están mejor con ambas. Esto no le resta valor a los muchos
madres y padres que tienen que criar a sus hijos solos y que lo hacen con éxito cuando se insiste en
que madres y padres aportan distintas fuerzas para el desempeño de la tarea.

En un resumen del “mejor estudio fisiológico, sociológico y biológico que tenemos”, W. Bradford
Wilcox, sociólogo en la Universidad de Virginia, encontró que “hombres y mujeres hacen distintos
aportes a la empresa de la paternidad y los hijos se benefician de tener padres con diversos estilos de
educación; la ruptura familiar supone una seria amenaza para los hijos y para las sociedades en las
que viven”.11 Wilcox piensa que “la mayoría de los padres y madres poseen talentos especiales
marcados por el sexo y relacionados con la paternidad y las sociedades deberían organizar los
papeles de educación y trabajo para beneficiarse de la manera en la que esos talentos tienden a
distribuirse en formas específicas en relación con el sexo de los padres.”12 Estas diferencias no son el
resultado de roles de género o de estereotipos sexuales. Es una cuestión de lo que viene
naturalmente de un padre y de una madre, de lo que cada uno disfruta haciendo con sus hijos.

Los padres tienen un importante papel que jugar en la formación de sus hijos. Tal y como explica el
sociólogo David Popeone de la Universidad de Rutgers, “el peso de la evidencia de las ciencias
sociales apoya la idea de que la paternidad diferenciada por cuestiones de género es importante para
el desarrollo humano y que la contribución de los padres a la educación de sus hijos es única e
insustituible.”13 Popeone concluye:

Se debería rechazar la noción de que “las madres pueden ser buenos padres”, de la misma
manera en la que se debe rechazar la noción de la “los padres pueden ser buenas madres”. Los
dos sexos son totalmente distintos y son necesarios -cultural y biológicamente- para el
desarrollo óptimo de un ser humano.14

¿Cuáles son los talentos distintivos entre madres y padres? Wilcox declara que “entre los muchos
talentos distintivos que aportan las madres a la empresa parental destacan tres: su capacidad para
amamantar, su habilidad para entender a los bebés y a los niños y su capacidad de ofrecer nutrición y
consuelo a sus hijos”.15 Y, según Wilcox, los padres “destacan en cuestiones de disciplina, en jugar y
animar a los hijos a aceptar los desafíos de la vida.”16 Tal y como Popeone explica:

La complementariedad de estilos masculino y femenino en la educación es sorprendente y de


enorme importancia para el desarrollo general del niño […] Los padres expresan una mayor
preocupación por el desarrollo a largo plazo del niño mientras que la madre se centra en el
bienestar inmediato de éste (lo que, por supuesto, a su manera, está totalmente relacionado
con su bienestar a largo plazo) […] El enfoque disciplinario de los padres tiende a ser “firme”,
mientras que el de las madres tiende a ser “sensible”. Mientras que las madres proporcionan
una importante flexibilidad y empatía, los padres aportan previsibilidad y consistencia finales.
“Ambas dimensiones son críticas para un régimen de crecimiento eficiente, equilibrado y

11
W. Bradford Wilcox, “Reconcilable Differences: What Social Sciences Show about the Complementarity of the
Sexes and Parenting,” ​Touchstone​ 18, no. 9 (November 2005): 32, 36.
12
Ibid.
13
David Popenoe, ​Life without Father: Compelling New Evidence That Fatherhood and Marriage Are
Indispensable for the Good of Children and Society​ (New York: The Free Press, 1996), 146.
14
Ibid., 197. Tambien vea Wilcox, “Reconcilable Differences,” 36.
15
Wilcox, “Reconcilable Differences.”
16
Ibid.
8
humano”.17

Además, los hijos de ambos sexos se benefician de la atención distinta y complementaria de una
madre y un padre. Hay que considerar lo que un padre hace por sus hijos. Los padres suelen ser los
que inician lo que los sociólogos llaman “juegos duros” -enseñando a los chicos que está bien jugar a
pelearse, pero no morder, tirar del pelo o tocar los ojos. Los padres ayudan a sus hijos a canalizar sus
tendencias distintivamente masculinas en actividades productivas. Cuando esto no sucede, los costes
sociales son altos. Wilcox escribe:

En los chicos, la relación entre criminalidad y ausencia de padre es clara…

Los chicos aprenden autocontrol jugando y siendo disciplinados por un padre que los quiere.
Igualmente importante es que los chicos aprendan a controlar sus propios instintos agresivos
al ver a un hombre al que respetan y quieren -su padre- gestionar la frustración, el conflicto y
las dificultades sin recurrir a la violencia. Por el contrario, los chicos que no han experimentado
regularmente esta disciplina del amor y que no han sido moldeados por un buen padre, son
más propensos a participar en lo que se llama “masculinidad compensatoria”, donde rechazan
y denigran todo lo femenino y buscan probar su masculinidad a través de un comportamiento
dominante y violento.

Los estudios sobre delincuencia indican que uno de los predictores de criminalidad más fuertes
son las familias sin padre. Sara McLanahan, socióloga de la Universidad de Princeton, halló en
un estudio que, incluso controlando toda una serie de factores sociales y económicos, los
chicos criados fuera de un núcleo familiar intacto tenían más del doble de probabilidades de
terminar en la cárcel. Otra revista sobre delincuencia y criminalidad encontró que los
criminales provienen de hogares rotos en una tasa desproporcionada: el 70% de los jóvenes en
reformatorios estatales, el 72% de los asesinos adolescentes y el 60% de los violadores
crecieron en hogares sin padres.18

Los padres son importantes para los niños. Lo son también para las chicas. Puesto que los padres son
en promedio y en su mayor parte más imponentes que las madres y poseen voces más profundas
que ellas, tienden a espantar más a los novios indeseables. Y porque los padres son también chicos,
saben a su vez lo que el tipo equivocado de novio puede estar buscando en su hija. Como resultado,
los padres son más propensos a vigilar con quién está quedando su hija. Un padre y una madre
casados son un ejemplo de una buena relación masculino-femenina para su hija. Wilcox explica:

Los padres que son afectuosos y firmes con sus hijas, que quieren y respetan a sus mujeres o
que sencillamente están, pueden desempeñar un papel crucial para minimizar las
probabilidades de que sus hijas sean sexualmente activas antes del matrimonio. El afecto de
los padres hacia sus hijas hará que éstas sean menos propensas a buscar una atención por
parte de hombres jóvenes y a involucrarse sexualmente con miembros del sexo opuesto. Los
padres también protegen a sus hijas de una actividad sexual premarital al establecer límites
disciplinarios, vigilando su paradero y señalando a los jóvenes que no se tolerará una actividad
sexual.

[…] Los padres envían una señal biológica a través de sus feromonas -compuesto químicos
aromáticos especiales liberados por los cuerpos masculinos y femeninos- que retardan el
desarrollo sexual de sus hijas; esto a su vez hace que las hijas tengan un menor interés en la
actividad sexual y que sean menos propensas a ser vistas como objetos sexuales.

17
​Popenoe, ​Life Without a Father​, 145-46
18
​Wilcox, “Reconcilable Differences.”
9
En consecuencia, las niñas que crecen en familias intactas son mucho menos propensas a
experimentar la pubertad a una edad temprana, a ser sexualmente activas antes del
matrimonio y a quedarse embarazadas antes del mismo. De hecho, cuanto más tiempo esté
presente el padre, menos probable será que las niñas sean sexualmente activas antes del
matrimonio. Un estudio dice que alrededor del 35% de las niñas americanas cuyos padres se
marcharon de casa antes de sus 5 años se quedaron embarazadas siendo adolescentes; 10%
de las niñas americanas cuyos padres las abandonaron cuando tenían entre 6 y 18 años
tuvieron embarazos siendo adolescentes. Y sólo el 5% de las niñas cuyos padres estuvieron con
ellas durante toda su infancia se quedaron embarazadas.19

Las ciencias sociales confirman la importancia del matrimonio para los hijos. De acuerdo con la mejor
evidencia social disponible, los niños que mejor se adaptan a prácticamente todos los indicadores
examinados son los que se han criado con sus padres biológicos. Los estudios que controlan otros
factores, incluyendo la pobreza o incluso la genética, sugieren que los niños criados en hogares
intactos obtienen mejores resultados en el rendimiento educativo, en la salud emocional, en el
desarrollo sexual y familiar, y son menos propensos a ejercer la delincuencia y ser encarcelados.

Un estudio publicado por la institución de investigación de izquierdas ​Child Trends​ concluyó que:

[…] No es sólo la presencia de dos padres… sino la presencia de ​dos padres biológicos​ lo que
parece apoyar el desarrollo del niño [destacado en la publicación original]

[…] La investigación demuestra claramente que la estructura familiar es importante para los
niños y que la estructura familiar que más les ayuda es la que está encabezada por los dos
padres biológicos en un matrimonio con bajo nivel de conflicto. Los niños de familias
monoparentales, los que han nacido de una madre soltera, y los niños de familias
recompuestas o en relaciones de cohabitación hacen frente a mayores riesgos de malos
resultados… Por lo tanto, existe un valor para los niños en la promoción de matrimonios
fuertes y estables entre los padres biológicos.20

Según otro estudio, “parece que las ventajas del matrimonio existen principalmente cuando el niño
es el fruto biológico de ambos padres”.21 El repaso bibliográfico conducido por ​Brookings Institution​,
el ​Woodrow Wilson School of Public and International Affairs​ en el ​Center for Law and Social Policy​ de
la Universidad de Princeton y el ​Institute for American Values​ corrobora la importancia que tienen
para los niños los hogares intactos.22

La evidencia científica social de la importancia de los padres es tan convincente que incluso el
presidente Barack Obama se refiere a ello como una evidencia:

Conocemos las estadísticas -la probabilidad de que los niños que crecen sin un padre vivan en
la pobreza y cometan crímenes es cinco veces mayor; nueve veces mayor de abandonar el
colegio y veinte veces mayor de terminar en la cárcel. Tendrán mayores probabilidades de
tener problemas de comportamiento, de escaparse de casa o de convertirse a su vez en padres

19
Ibid.
20
​Citado por el Witherspoon Institute, ​Marriage and the Public Good: Ten Principles​ (Princeton, NJ), August
2008), 9-19. ​http://winst.org/wp-content/uploads/WI_Marriage_and_the_Public_Good.pdf​.
21
​Kristin Anderson Moore, Susan M. Jekielek, and Carol Emig, “Marriage from a Child’s Perspective: How Does
Family Structure Affect Children and What Can We Do About It?,” Child Trends Research Brief, June 2002, pp.1,
6. ​http://www.childtrends.org/wp-content/uploads/2013/03/MarriageRB602.pdf​.
22
Wendy D. Manning and Kathleen A. Lamb, “Adolescent Well-Being in Cohabiting, Married and Single-Parent
Families,” ​Journal of Marriage and Family​ 65, no. 4 (November 2003): 876 and 890.
10
adolescentes. Y los fundamentos de nuestra comunidad son más débiles por ello.23

Los padres son importantes y el matrimonio ayuda a conectar a los padres con las madres y los hijos.
Citar al presidente Obama es una oportunidad de destacar que un niño que crece sin unos padres
casados puede desafiar las probabilidades. El presidente Obama es un claro ejemplo de ello. Pero
sería el primero en reconocer que, de media y para la mayoría, los niños que crecen sin sus padres
casados tienen un camino más difícil de recorrer. Durante la graduación de clase de la histórica
escuela para chicos negros ​Morehouse College​, el Presidente dijo: “Yo fui criado por una heroica
madre soltera… Pero me habría gustado tener un padre que no sólo hubiera estado presente, sino
también involucrado. No conocí a mi padre. Y por eso durante toda mi vida he intentado ser para
Michelle y mis hijas lo que mi padre no fue para mi madre y para mí. Quise romper el círculo.” Estoy
de acuerdo con el presidente Obama y le estoy agradecido por romper ese círculo.

Las rupturas matrimoniales nos afectan a todos


El matrimonio beneficia a todo el mundo, porque separar la maternidad y la crianza del matrimonio
pesa sobre el inocente transeúnte -no sólo sobre los niños- y sobre toda la comunidad. Si los padres
son incapaces de cuidar a sus hijos alguien tiene que intervenir y ese “alguien” es a menudo el
estado. Al fomentar las normas matrimoniales de la monogamia, la exclusividad sexual y la
permanencia, el estado fortalece la sociedad civil y reduce su propio rol.

Al reconocer el matrimonio, el gobierno apoya el bienestar económico. Resumiendo un estudio del


Proyecto Nacional del Matrimonio de la Universidad de Virginia, el Profesor Wilcox escribe “el
mensaje central … es que la riqueza de las naciones depende en gran medida de la salud de sus
familias”.24 El mismo estudio sugiere que el matrimonio y las tasas de fertilidad “desempeñan un
subestimado e importante papel en el crecimiento económico a largo plazo, la viabilidad del estado
de bienestar y la calidad de la fuerza de trabajo y la salud de grandes sectores de la economía
moderna”.25

No debería sorprender a nadie que el declive del matrimonio afecte más a los menos acomodados.
Uno de los principales indicadores de si alguien conocerá la pobreza o la prosperidad es si, mientras
crece, él o ella conocieron el amor y la seguridad de tener unos padres casados. “Crecer en el seno de
una familia casada reduce la probabilidad del niño de vivir en la pobreza alrededor de un 82%.”26 Esto
es lo que mi colega de la ​Heritage Foundation ​Robert Rector ha encontrado.

La erosión del matrimonio no solo daña a las familias inmediatamente afectadas, sino a la sociedad
en su conjunto. Un estudio de la ​Brookings Institution​ halló que durante los años 1970 y 1996 se
destinaron 229 billones de dólares a gastos de asistencia social atribuibles a la desintegración de la
cultura del matrimonio y a la resultante exacerbación de sus daños sociales: embarazos

23
“Obama’s Speech on Fatherhood,” discurso de Barack Obama, Apostolic Church of God, Chicago, June 15,
2008. RealClearPolits,
http://www.realclearpolitics.com/articles/2008/06/obamas_speech_on_fatherhood.html​.
24
​Social Trends Institute, “The Sustainable Demographic Dividend: What Do Marriage and Fertility Have to Do
with the Economy?” 2011, ​http://sustaindemographicdividend.org/articles/the-sustainable-demographic​.
25
H. Brevy Cannon, “New Report: Falling Birth, Marriage Rates Linked to Global Economic Slowdown,” UVA
Today, October 3, 2011,
https://news.virginia.edu/content/new-report-falling-birth-marriage-rates-linked-global-economic-slowdown​.
26
Robert Rector, “Marriage: America’s Greatest Weapon against Child Poverty,” Heritage Foundation Special
Report no. 117, September 5, 2012.
11
adolescentes, pobreza, criminalidad, abuso de drogas y problemas de salud.27 Un estudio de 2008 vio
que la maternidad fuera del matrimonio les costó a los contribuyentes 112 billones de dólares
anuales y, en la Universidad estatal de Utah, David Schramm ha estimado que el divorcio les cuesta a
gobiernos locales, estatales y federales 33 billones de dólares anuales.28

El matrimonio protege a los niños de la pobreza. Aumenta las probabilidades de que puedan disfrutar
de una movilidad social. Los aleja del crimen y alivia al estado de tener que recoger los pedazos de
sus familias. Si se está interesado en la justicia social o en un tener un gobierno con límites, si uno se
preocupa por la libertad, habría que interesarse por una cultura del matrimonio fuerte. El
reconocimiento civil y el apoyo a la unión matrimonial entre un hombre y una mujer es la manera
más eficaz y menos intrusiva de perseguir la libertad y la prosperidad.

¿Qué ocurre con la infertilidad?


Quizá la mayor objeción a este tipo de razonamiento implica la infertilidad. Una pareja estéril puede
casarse - nadie ha negado nunca que puedan- pero, ¿cómo puede la definición del matrimonio estar
vinculada a la procreación? Los defensores del matrimonio homosexual suelen considerar este
argumento como la fórmula milagrosa que destruye la comprensión tradicional del matrimonio -
como si nadie en los siglos precedentes se hubiera dado cuenta de que hay parejas (y cualquier
mujer por encima de cierta edad), que no pueden concebir un hijo. Pero hay cuatro posibles
respuestas a este argumento.

En primer lugar, como cuestión política, el estado está presente en la cuestión del reconocimiento
del matrimonio no porque todo matrimonio vaya a producir un niño, sino porque todo niño tiene un
padre y una madre. El estado, a través de su política matrimonial, respeta los vínculos naturales que
unen a los padres que han traído un niño al mundo y los anima a comprometerse entre ellos de
manera permanente y exclusiva. La política pública ha de considerar el panorama general, no los
casos individuales. Más que los resultados reales de los matrimonios individuales, es la naturaleza del
matrimonio la que explica la política gubernamental en este terreno (y, ¿quién podría querer
realmente que el gobierno requiriera tests de fertilidad o preguntara a las parejas si pretenden tener
hijos?)

En segundo lugar, como una cuestión práctica, muchas de las parejas que piensan que son estériles
terminan concibiendo o adoptando un hijo. Muchas de las que dicen que no quieren tener hijos
cambian de opinión. Es importante que estos hombres y mujeres permanezcan juntos. De hecho, es
infrecuente que la esterilidad afecte a ​ambos​ esposos y la fidelidad marital asegura que la esposa
fértil no conciba hijos con otra persona, hijos a los que se privaría de un padre y una madre
plenamente comprometidos. El hombre de cincuenta años cuya mujer ha pasado la menopausia
nunca engendrará hijos con otra persona si es fiel a sus compromisos matrimoniales. El estado tiene
un interés general en canalizar el deseo sexual a través del matrimonio.

En tercer lugar, como una cuestión filosófica, un matrimonio infértil es plenamente un matrimonio.
Un matrimonio es una unión integral, marcada por la unión en una sola carne -la coordinación de los
cuerpos de los esposos hacia el único fin biológico de la reproducción. Esta coordinación -y por lo
tanto la unión en una sola carne-, se produce t​ ermine o no​ ésta en su final biológico de la fertilización
de un óvulo por un espermatozoide unas horas después. La unión, al igual que el acto que la sella,
está orientada hacia la vida familiar. Esto explica por qué en el derecho consuetudinario, civil y
27
Isabel V. Sawhill, “Families at Risk,” in Setting National Priorities: The 2000 Election and Beyond, ed. Henry J
Aaron and Robert D. Reischauer (Washington: Brookings Institution Press, 1999), 97, 108. See also Witherspoon
Institute, “Marriage and the Public Good.” 15.
28
David G. Schramm, “Preliminary Estimates of the Economic Consequences of Divorce,” Utah State University,
2003.
12
canónico, la infertilidad nunca ha sido un motivo de nulidad. En cambio la impotencia, que impide
que una pareja consume su unión en un acto marital para convertirse en una sola carne, ​si ​es motivo
para declarar que ese matrimonio nunca ha sido completo.

Cuarto, por una cuestión pedagógica. Reconocer los matrimonios pese a su esterilidad enseña que el
matrimonio es una unión integral, no solamente un instrumento para tener hijos. Esta enseñanza
beneficia a la sociedad al fomentar una genuina devoción -y por la estabilidad- en todos los
matrimonios entre personas del sexo opuesto. Por el contrario, redefinir el matrimonio para incluir
las relaciones entre personas del mismo sexo enseñará que el matrimonio (homosexual o
heterosexual), es un instrumento para gratificar las emociones de los adultos. La estabilidad que
garantizan una madre y un padre al hijo no es un componente de tal unión.

En resumen, la política pública se refiere a la regla, no a la excepción; las normas matrimoniales


benefician a la sociedad e, incluso cuando son vividas por parejas infértiles, esas parejas siguen
formando un matrimonio y el reconocimiento del estado de los matrimonios infértiles tiene la virtud
de reforzar la verdad acerca del matrimonio sin ninguna desventaja.

El matrimonio no atenta contra la libertad de nadie


Definir el matrimonio como la unión entre marido y mujer no vulnera la libertad de nadie. Si bien el
gobierno reconoce correctamente, “protege” y promueve el matrimonio como la institución ideal
para la maternidad y la educación, los adultos continúan siendo perfectamente libres para elegir el
tipo de relación que quieren tener. No es necesaria una redefinición por parte del estado de la
relación única del matrimonio para los ciudadanos que viven otro tipo de relación que ellos han
elegido. Como veremos en el capítulo 3, el juez Clarence Thomas dedicó toda su argumentación
discrepante en el caso ​Obergefell​ a clarificar este punto.

El gobierno no debería meterse en las vidas amorosas de sus ciudadanos, sino que debería dejar a los
adultos mayores libertad para que vivan esta vida como quieran. Pese a la retórica cada vez más
acalorada de los defensores de la “igualdad ante el matrimonio”, no ha habido prohibiciones para
celebrar matrimonios entre personas del mismo sexo en ningún sitio en los Estados Unidos durante
la década anterior al caso ​Obergefell​. En cualquiera de los cincuenta estados, dos personas del mismo
sexo podían vivir juntas, unirse a una comunidad religiosa que quisiera bendecir su unión y escoger
entre una multitud de jefes que les ofrecieran las mismas ventajas que tienen las parejas casadas. El
juez Roberts del Tribunal Supremo destacó esto en su argumentación discrepante: […] “Las leyes
matrimoniales objeto de la presente discusión no necesitan de una intromisión gubernamental. No
crean crimen alguno y no imponen ninguna pena. Las parejas del mismo sexo son libres de vivir
juntas, de tener una relación íntima y de educar a sus familias como mejor les parezca”. No son
necesarias ninguna licencia ni sanción para esto.

Pero, ¿la negativa del gobierno a calificar las relaciones homosexuales de “matrimonio” no es
humillante para las personas involucradas en ella? En los argumentos orales del caso ​Obergefell​, el
juez Kennedy, desestimando la universal e inmemorial visión del matrimonio integral, declaró que
“todo el propósito del matrimonio” es conferir “dignidad” a la pareja. Si tuviera razón, entonces
negarles esa “dignidad” a las parejas del mismo sexo sería efectivamente degradante. Pero John
Bursch, el abogado defensor de las leyes matrimoniales del Estado de Michigan, explicó que la
institución del matrimonio “no desarrolla o niega la dignidad, ni otorga un estatus de segunda clase a
nadie. Se desarrolló para servir a un propósito que, por su naturaleza, surge de un hecho biológico”.

El juez Kennedy escribió la opinión de la mayoría. Sin embargo, y en lo que respecta al estado, la
biología ya no tiene nada que ver con esto. Los americanos -muchos de los cuales piensan que el
matrimonio entre personas del mismo sexo no tendrá ningún efecto sobre ellos-, están a punto de

13
saber que la redefinición del matrimonio por parte de la Corte Suprema tendrá consecuencias sobre
todo el mundo, hacia las que ahora nos dirigimos.

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