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irealidad o ficción?
John Blanchard
EDITORIAL � PEREGRINO
La evolución: ¡realidad o ficción?
Publicado por primera vez en inglés en 2002 bajo el título Evo/ution - Fact ar Ficlion?
Copyright© 2002 por Evangelical Press
Esta obra se publica con el patrocinio de Christian Books Worldwide, una división de
Pastor Training Jncernational
ISBN: 84-96562-00-X
Depósito legal: CR-233/06
Printed in Spain
La evolución:
irealidad o ficción?
El pintoresco pueblo inglés de Downe se halla a unos 20 km al sures
te de Londres, pero ambas comunidades han estado siempre a años luz
la una de la otra, prácticamente en todos los sentidos. A mediados del
siglo XIX, Londres era la mayor capital financiera del mundo, con una
población de 3 000 000 de habitantes, y foco de muchos de los últi
mos avances científicos y tecnológicos. Mientras tanto, en Downe,
cuya población no llegaba apenas a los 500 habitantes, la vida rural
transcurría apaciblemente, orbitando en torno a la vieja iglesia parro
quial de piedra y la escuela primaria del pueblo. Las crónicas de aquel
tiempo situaban al carnicero, al panadero (que también se encargaba
del correo), al tendero y al zapatero como sus figuras más destacadas.
Si a alguien le hubieran preguntado cuál de estas poblaciones acoge
ría un acontecimiento que transformaría la idea del hombre con res
pecto a su lugar en el mundo, probablemente habría escogido Londres.
¡Pero se habría equivocado!
Si bien la mayor parte de los aldeanos no pensaba en otra cosa que
sus ocupaciones cotidianas, el acaudalado dueño de la Down House,
a unos 300 m del centro del pueblo, se había embarcado en un pro
yecto al que se dedicaba día y noche. Hijo de un médico de
Shropshire, había iniciado sus estudios en la Universidad de
Edimburgo; pero al verse incapaz de afrontar la perspectiva de toda
una vida ocupándose de truculentas cuestiones médicas, pasó a leer
los clásicos y a aprender Matemáticas y Teología en Cambridge, con
miras a una carrera en el ministerio de la Iglesia anglicana. Pronto des
cartaría esa idea, pero irónicamente sus calificaciones en Teología
compensaron sus pobres notas en literatura clásica y sus pésimas notas
en matemáticas, y le reportaron la I icenciatura en Filosofía y Letras en
1831.
Su salud solía ser mediocre, y para cuando se trasladó a Downe ya
4 La evolución: ¿realidad o ficción?
Definiciones
Paradójicamente, el término "evolución" no aparece en ningún punto
de la versión original del libro de Darwin -cuyo título responde hoy
día a la versión misericordiosamente abreviada de El origen de las
especies, o simplemente El origen- y "evolucionado" no apareció
hasta la sexta edición, pero el Concise Oxford Dictionary especifica lo
que Darwin tenía en mente: "El origen de las especies por medio del
desarrollo desde formas más simples, no por un acto de creación espe
cial"1. Las últimas cinco palabras de la definición catalizan el debate
sobre esta cuestión en la actualidad. Por un lado están aquellos que
creen que todos los seres vivos han surgido de un antepasado común,
que a su vez se originó en la materia inerte. Por otro lado están quie
nes creen que un Creador trascendente, por medio de una serie de pro
cesos que no están activos hoy día, dio existencia por separado a las
distintas formas de vida.
Sin embargo, antes de proseguir, conviene hacer una distinción
entre dos formas de evolución. Siete de los capítulos de El origen esta
ban dedicados a la microevolución, la teoría de que organismos del
La evolución: ¿realidad o ficción? 5
Alcance y respaldo
La 'teoría general1 de Darwin afirma que todas las especies vivas,
1
'
desde las hormigas hasta los antílopes, pasando por la lechuga, las
zanahorias y las cacatúas, junto con los colibríes y los seres humanos,
no son resultado de un diseño inteligente, sino de variaciones fortuitas,
y que todos los seres humanos se remontan a una chispa de vida origi
nal que se produjo en nuestro planeta en algún momento de la prehis
toria. Este es un planteamiento tan increíble que aun Darwin mismo
sentía "inmensos recelos" al respecto. Remodeló de tal manera el
manuscrito original de El origen que le ofreció a su editor pagar los gas
tos ocasionados. Se ha señalado que en El origen de las especies y en
El origen del hombre frases del tipo de "cabe suponer" se repiten en
más de 800 ocasiones y, sin embargo, en el plazo de apenas veinte
años, esta hipótesis había alcanzado tal predicamento que lo descabe
llado ya se consideraba ortodoxo.
Hoy día la evolución trasciende de lejos la biología, y pretende
explicar el origen, la organización y el desarrollo de todo el universo
sin necesidad alguna de un Creador trascendente. Tal como lo expresa
el genetista Theodosius Dobzhansky: "La evolución comprende todas
las etapas del desarrollo del universo: el desarrollo cósmico, el bioló
gico, y el humano o el cultural"4. Julian Huxley, el biólogo británico,
lo denominó "la idea de mayor impacto y alcance que jamás haya pre
senciado el mundo"5, y Michael Dentan, el biólogo molecular, no exa
gera cuando escribe: "Esta idea ha llegado a impregnar todos los aspec
tos del pensamiento moderno; y no ha habido ninguna otra teoría en
los últimos tiempos que haya contribuido más a moldear nuestra forma
de vernos a nosotros mismos y nuestra relación con el mundo que nos
La evolución: ¿realidad o ficción? 7
simio que caminó erguido; pero hace tiempo que los expertos en
este campo han desmantelado esta supuesta prueba.
Estos no son más que nueve ejemplos del abismo que existe entre
los seres humanos y cualquier otra forma de vida en nuestro planeta, y
ninguna hipótesis evolutiva lo ha reducido un ápice. Ronald Nash, pro
fesor de Filosofía en la Western Kentucky University, lo expresa muy
claramente: "Aun cuando, pongamos por caso, presupongamos la
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nos piden que creamos que las primeras células vivas, "mucho más
complicadas que cualquier máquina construida por el hombre y com
pletamente sin parangón en el mundo inorgánico"52, no fueron planea
das o concebidas, sino que tan solo aparecieron de manera completa
mente fortuita cuando los vientos y las mareas removieron de alguna
forma las moléculas apropiadas en algún caldo primigenio.
¿Cuáles son las probabilidades de que esto suceda? Si presupone
mos la existencia de todos los componentes necesarios -una presupo
sición bastante grande de por sí-, el Dr. James Coppedge, un experto
en el estudio de la probabilidad estadística, ha calculado que la posi
bilidad de que se forme una sola molécula proteínica al azar es de 1
entre 10161. Puesto que el universo entero contiene una cantidad esti
mada de 1 oso átomos, serían necesarios 1081 universos para que esto
sucediera. ¡Esto, por supuesto, es una cantidad de universos diez veces
mayor que el número de átomos que hay en el nuestro!53
En vista de hechos como estos, muchos científicos han descartado
la idea de que la vida surgiera de la materia inorgánica. El astrofísico
británico Fred Hoyle afirmó que las probabilidades en contra de seme
jante suceso bastaban para "enterrar a Darwin y toda la teoría de la
evolución"54. En otro lugar escribía: "Obviamente, la idea de que [. .. J
el sistema operativo de una célula viva apareciera por casualidad en un
caldo primigenio aquí en la Tierra es una insensatez del más alto
orden"55_ Esto le llevó a abrazar la panspermia, la idea de que los pri
meros organismos vivos de la Tierra llegaron al planeta desde el espa
cio exterior, ya fuera accidentalmente o de otra forma; pero no existe
la menor prueba que respalde semejante tesis. Aun cuando la hubiera,
no nos acercaría más a una explicación del origen de la vida.
Los evolucionistas acostumbran a insistir en que, independiente
mente de cuáles sean las probabilidades en contra de la generación
espontánea de la vida, el inmenso período proporciona la posibilidad
de que suceda cualquier cosa. En The Chemistry of Life (La química de
la vida), el científico de Harvard George Wald, galardonado con el pre
mio Nobel de Física en 1967, afirmaba que esto dejaría lugar para la
materia autoexistente y autoorganizada: "El tiempo es el héroe de la
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Primera casilla
Darwin no tenía mucho que decir con respecto al origen de la vida, y
menos aún con respecto al origen de la materia, pero en cualquier
modelo que se basa en determinado fenómeno se puede preguntar con
toda justicia cuál fue el origen de dicho fenómeno. Ya hemos visto las
probabilidades imposibles en contra de la generación espontánea de la
vida a partir de material inorgánico, pero al evolucionismo ateo a raja
tabla también se le pueden pedir explicaciones con respecto a la exis
tencia de ese material en primer lugar. Para ser más precisos: ¿de
dónde vinieron los sólidos y los líquidos que constituían la"pequeña y
cálida charca" de Darwin, por no hablar de nuestro planeta y del
inmenso universo físico en el que se encuentra? En su superventas A
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Oxford, hace una incursión por ahí cuando insiste en que todo el uni
verso es "una compleja y elaborada redisposición de la nada"63_
Aun cuando aceptáramos la popular idea de la "Gran Explosión"
hace unos 15 000 millones de años, seguiríamos sin tener ninguna idea
del primer origen de esa "singularidad", de cómo comenzó el tiempo,
o de lo que tuvo lugar antes del "momento cero". Edgar Andrews, pro
fesor emérito de Ciencia de los Materiales en la Universidad de
Londres, llega más lejos aún y nos recuerda que "[... ] la ciencia, aun
en su grado más hipotético, ha de abstenerse de ofrecer cualquier
explicación, o descripción siquiera, del evento del origen en sí"64.
Obviamente, la existencia eterna y la generación espontánea des
cartarían la creación de Dios, pero ambas chocan frontalmente con
dos de las leyes más fundamentales de la ciencia que conozca el hom
bre: son las relacionadas con la energía y la entropía. En el marco de
estas leyes, todo lo que existe en el mundo natural es una forma de
energía u otra, mientras que la entropía mide la falta de energía dispo
nible en un sistema para llevar a cabo una tarea. Se dice que un siste
ma complejo y altamente organizado tiene un bajo nivel de entropía,
mientras que un sistema desorganizado o "agotado" tiene un nivel ele
vado de esta. Las leyes de las que hablamos son la primera y la segun
da ley de la termodinámica, que un autor calificó de "basadas en más
pruebas [...] y con una aplicación más universal que cualquier otro
principio de la ciencia"65_
La primera ley, que ha sido denominada "la generalización de mayor
envergadura e importancia con respecto al universo que hayan podido
hacer jamás los científicos"66, asevera categóricamente que, en todo sis
tema dado, la energía no puede crearse a sí misma ni destruirse: una
forma de energía puede convertirse en otra, pero la suma total ha de
ofrecer el mismo resultado. No está surgiendo nueva materia, ni tampo
co está siendo aniquilada. Estas reglas descartan la tesis de la formación
espontánea del mundo natural por medio de procesos naturales.
La segunda ley implica que con el paso del tiempo cualquier siste
ma cerrado va perdiendo orden y volviéndose más caótico, esto es,
que se produce un aumento de la entropía. Dicho de manera más sen-
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cilla, esto significa que todo nuestro universo es como un reloj al que
se le ha dado cuerda y al que se le va acabando: el nivel de desorga
nización es cada vez mayor, y la energía es cada vez más "caótica''.
Esto choca frontalmente con la evolución biológica, que afirma que los
cambios caóticos y fortuitos dan lugar a un orden y una complejidad
mayores. Tal como dice Henry Morris: "La mismísima idea de hacer
encajar la evolución con la entropía es como hacer encajar el Este con
el Oeste , o el mediodía con la medianoche"67. La segunda ley nos dice
que existe una tendencia universal hacia la desintegración, la decaden
cia y la muerte; la teoría de la evolución afirma justo lo contrario. No
debería costarnos demasiado trabajo elegir entre una ley que podemos
ver en acción a nuestro alrededor y una teoría que propone algo que
nadie ha visto jamás. El físico británico Arthur Eddington, una eminen
cia en el mundo de la astronomía estelar, ofrecía este consejo a cual
quier evolucionista que intentara eludir esta cuestión en particular: "Si
tu teoría es contraria a la segunda ley de la termodinámica puedes per
der toda esperanza; solo le quedará caer en la humillación más abso
luta"68. Los evolucionistas intentan escamotear las implicaciones de la
entropía con el argumento de que la segunda ley solo es aplicable en
sistemas cerrados, mientras que la Tierra no es un sistema cerrado: reci
be energía solar, y esta energía puede revertir la entropía hacia un
orden mayor. Pero eso es un argumento falso, puesto que ninguna can
tidad de energía al azar puede crear orden a menos que esté encauza
da por una maquinaria metabólica previa. Lisa y llanamente: solo la
vida puede producir vida.
3. Esto nos deja una sola alternativa. Dado que todo lo que ha tenido
un origen ha de tener una causa mayor, y el universo tuvo un comien
zo, ha de tener, pues, una causa trascendente, eterna y con existencia
propia. En referencia a la primera y la segunda ley, Henry Morris llega
a esta conclusión: "La única deducción razonable que se puede hacer
de estas leyes científicas es que el mundo, con todos sus procesos y sus
componentes, recibió su existencia en algún momento del pasado por
medio de unos procesos creadores y ordenadores que ya no existen y
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que, por tanto, ya no pueden ser objeto del estudio científico. La pri
mera ley nos dice que el mundo ha existido siempre o bien que fue
creado especialmente en algún momento del pasado. La segunda ley
nos dice que no puede haber existido siempre en su forma actual o
bien ya se habría desintegrado y extinguido. El universo ha de tener,
pues, un origen, y ese origen ha de ser fruto de un acto de creación
especial"69.
¿Todo cambio?
En menos de cincuenta años después de la muerte de Darwin, que se
produjo en 1882, su "teoría general" empezó a perder ímpetu. Si bien
los biólogos aceptaban que la selección natural podía conservar la vida
por medio de la eliminación de los elementos que no fueran aptos,
advirtieron que El Origen no ofrece un solo caso en que haya produci
do un cambio evolutivo que llevara a la creación de una nueva espe
cie. Los experimentos de biología vegetal dejaban constantemente de
manifiesto una falacia fundamental en la idea de Darwin, y empezó a
hacerse patente que la selección natural jamás podría producir una
evolución orgánica. Era necesario un nuevo enfoque, y la respuesta
parecía hallarse en el campo de la genética. ¿Qué pasaría si los genes
sufrieran alteraciones radicales (mutaciones)? La selección natural
podría uti I izar entonces esos genes "mejorados" y, con un período lo
suficientemente amplio, podría generar nuevas y mejores especies.
Pronto la "teoría sintética" haría furor y, bautizada de forma genérica
como neodarvinismo, ha llegado a reemplazar el modelo original de
una forma tan completa que Sylvia Baker, una autora respetada en este
campo, afirma: "La teoría evolutiva moderna[ ... ] se lo juega todo en la
º.
cuestión de la mutación" 7 Todo el mundo está de acuerdo en que,
además de la selección natural, también se producen cambios genéti
cos, pero existen al menos cuatro razones de peso para descartar la
idea de que su combinación dé lugar a las nuevas formas de vida que
propone la evolución.
En primer lugar, las mutaciones (excluyendo las inducidas artificial
mente en un laboratorio) suceden en muy raras ocasiones: más o
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Implicaciones
Aceptar la teoría de la evolución es mucho más que una opción inte
lectual. Significa confinar nuestro pensamiento a un sistema de creen
cias materialista que lo reduce todo a la Naturaleza y los procesos
naturales: y esto tiene profundas implicaciones. William Provine, pro
fesor de Historia y de Ciencias Biológicas en la Come// University, que
se denomina a sí mismo un "ateo absoluto", nos ofrece algo más que
un indicio del resultado que tiene: "Permítaseme resumir con franque
za mis ideas en lo referente a lo que nos dice la biología evolutiva
moderna [ ... ]. No hay dioses, no hay propósitos, no hay ningún tipo de
fuerza que guíe en dirección alguna, no hay vida tras la muerte [... ]. En
última instancia no existe fundamento alguno para la ética; la vida no
tiene sentido; y los seres humanos carecen de libre albedrío"92_ Esto
muestra a las claras que la evolución no es una especie de juguete filo
sófico que podamos sacar de vez en cuando para entretenernos: afec
ta radicalmente a todas las áreas de la vida. Si el mundo está "simple
mente ahí", si la vida es resultado de una fascinante racha de suerte, y
si nosotros mismos no somos más que accidentes biológicos, nos
enfrentamos a una avalancha de cuestiones:
las cosas. Esto explica por qué las leyes de la ciencia se mantienen
inmutables en el espacio y el tiempo. Sin ningún proselitismo religio
so, el físico Paul Davies, profesor de Filosofía natural en la
Universidad de Adelaida, afirma: "Cuesta trabajo no llevarse la
impresión de que la estructura actual del universo, que tan sensible
parece a la menor alteración en sus cifras, fue cuidadosamente con
cebido"1 º1. John Houghton, el científico británico, llega más lejos
aún: "El orden y la coherencia que vemos en nuestra ciencia puede
considerarse un reflejo del orden y la coherencia del carácter de Dios
mismo"1º2. ¿Hace falta más fe para creer en esto que para creer que
el asombroso orden, la armonía y la belleza que vemos en el mundo
natural son un gigantesco golpe de suerte, que la vida misma apare
ció por casualidad, que la lógica no es más que pura suerte y que la
inmensa cantidad de información que hay en los seres vivos no tiene
una fuente inteligente? El mundialmente respetado escritor y estudio
so C.S. Lewis llegó a esta conclusión: "Ninguna de las teorías filosó
ficas con que me haya cruzado es una mejora sustancial de las pala
bras de Génesis que dicen que 'en el principio creó Dios los cielos y
la tierra'11103.
Notas
96 pp. 80 pp
Acompañando a Jesús en su muerte hubo bas El autor, C.H. Spurgeon, escribió en el prefacio
tante gente; algunos de ellos por amor, pero la de esta obra:
mayoría por motivos menos loables: curiosidad,
morbosidad y hasta odio. De todos ellos habla "He preparado este librito con la ferviente
este I ibro: de las personas que estuvieron ante esperanza de que Él lo utilice con el bendito fin
la Cruz. Pero no se trata de un relato meramen de conducir a quienes le buscan a una inmedia
te histórico, sino del mensaje -siempre vigen ta y sencilla confianza en el Señor Jesús".
te- de esa historia: De todas aquellas perso
nas que estuvieron aquel día ante la Cruz, ¿ a ISBN 84-86589-48-7
cuál de ellas nos parecemos más? O dicho de
otra manera: ¿Hemos estado nosotros ante la
Cruz? Este es el desafío que nos lanza el autor
en este librito.
ISBN 84-86589-92-4
46 Obras afines
80 pp 368 pp.
Jesús fue crucificado. Aparte de la fe, hay sufi "No había escuchado semejante predicación en
ciente evidencia como para que no haya duda años[ ...]. Desearía que cada ministro del Señor
acerca del hecho. ¿Pero podemos decir: "Jesús en América pudiera haber escuchado los sermo
fue crucificado por mí"? nes que he oído de este siervo ungido del
Las últimas palabras de Jesucristo en la Señor". Esto lo escribió el Dr. Wilbur M. Smith
Cruz nos proporcionan una percepción de las del Seminario Teológico de Fuller, en la revista
profundidades de sus sufrimientos, la medida Moody Monthly, tras escuchar al Dr. Martyn
de su actitud compasiva hacia el género huma Lloyd-Jones predicar un sermón evangelístico
no y su victoria sobre el pecado. Mediante unas basado en el Antiguo Testamento. En este volu
sencillas meditaciones en estas palabras de men se publica por primera vez una amplia
nuestro Salvador, el autor nos confronta con las selección de sermones tanto del Antiguo como
singulares reivindicaciones del Hijo de Dios. del Nuevo Testamento, y las razones para el
entusiasmo de Wilbur Smith se pondrán así de
El autor, Paul Tucker, se formó en el South manifiesto. Porque, si bien gran parte de las
Wales Bible College y ministró en Gales, en el exposiciones del Dr. Lloyd-Jones ya publicadas
este de Londres, en Irlanda del Norte y en el están concebidas para ayudar a los que ya son
condado de Surrey (Inglaterra). Fue también cristianos, él se consideraba a sí mismo, antes
presidente de la European Missionary que nada, un evangelista. Reconociendo que
Fellowship. nadie es cristiano por naturaleza, vio que el lla
mamiento primordial de la Iglesia es presentar
ISBN 84-86589-97-5 el mensaje del Evangelio al inconverso, al indi
ferente y al escéptico.
· Como libro dedicado específicamente a la
cuestión de la conversión y el comienzo de la
vida cristiana, los editores opinan que este será
uno de los títulos más populares y valiosos de
Lloyd-Jones.
ISBN 84-86589-63-0
Obras afines 47
32 pp. 32 pp,
En este librito se publica uno de los sermones Un librito evangelístico profusamente ilustrado
evangelísticos predicados por el Dr. Lloyd-Jones con fotografías a todo color. El autor responde
sobre el Nuevo Testamento. Si bien gran parte no sólo a las preguntas que se formula el hom
de las exposiciones del autor ya publicadas bre de la calle (¿ Quién soy yo? ¿ Por qué estoy
están concebidas para ayudar a los que ya son aquí'? ¿A dónde voy?), sino también a las últi
cristianos, él se consideraba a sí mismo, antes mas preguntas: ¿Existe Dios? ¿Cómo es Él?
que nada, un evangelista. Reconociendo que ¿ Puedo conocerle y experimentar su poder en
nadie es cristiano por naturaleza, vio que el lla mi vida? El estilo penetrante y directo, y las
mamiento primordial de la Iglesia es presentar numerosas citas bíblicas, contribuyen eficaz
el mensaje del Evangelio al inconverso, al indi mente a una clara y poderosa presentación del
ferente y al escéptico. mensaje del Evangelio.
En estas páginas, los creyentes encontrarán
un claro ejemplo de la importancia de la predi ISBN 0-85234-375-2
cación expositiva de la Palabra de Dios, mien
tras que aquellos que aún no han llegado a
tener una fe viva y real en el Señor Jesucristo se
verán confrontados con el desafío que el
Evangelio supone para sus vidas.
Editorial Peregrino se complace en ofrecer
a los lectores que aún no conocen la obra del
Dr. Lloyd-Janes la posibilidad de apreciar uno
de sus mensajes y conseguir otras obras del que
fue, sin lugar a dudas, uno de los principales
dirigentes evangélicos del pasado siglo XX.
48 Obras afines
El autor demuestra que los problemas presen ¿ Por qué creer en Dios?
tes del hombre -que son, por cierto, numerosos ¿A qué se debe que el mundo esté tan mal?
y complicados- se deben sólo a que desgracia ¿Hay una respuesta al sufrimiento?
damente no quiere aceptar la idea bíblica del ¿Puede ayudar la religión?
yo, sus necesidades y el único camino por el
cual puede ser liberado. En este libro, John Benton ha escrito una
Las ideas actuales relacionadas con estos exposición sincera, práctica y directa de la fe
asuntos se muestran totalmente inadecuadas. cristiana para aquellos que están "buscando la
El hombre moderno aparece controlado por respuesa" a estas preguntas.
una serie de clichés y prejuicios que le impiden
tener una mente clara. Al mismo tiempo, se ISBN 84-96562-04-2
demuestra que no hay nada más actualizado y
contemporáneo que el histórico mensaje bíbli
co.
ISBN 84-86589-50-9