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La evolución:

irealidad o ficción?
John Blanchard

EDITORIAL � PEREGRINO
La evolución: ¡realidad o ficción?

Publicado por Editorial Peregrino , S.l.


Apartado 19
13350 Moral de Calatrava (Ciudad Real) España
editorialperegrino@mac.com
www.editorialperegrino.com

Publicado por primera vez en inglés en 2002 bajo el título Evo/ution - Fact ar Ficlion?
Copyright© 2002 por Evangelical Press

Primera edición en español: 2006


Copyright© 2006 por Editorial Peregrino, S.L. para la versión española

Esta obra se publica con el patrocinio de Christian Books Worldwide, una división de
Pastor Training Jncernational

Traducción: David Cánovas Williams


Diseño de la portada: Evangelical Press

Las citas bíblicas están tomadas de la Versión Reina-Valera 1960


© Sociedades Bíblicas Unidas, excepto cuando se cite otra
LBLA = La Biblia de las Américas© 1986, 1995, 1997 T he Lockman
Foundation. Usada con permiso

ISBN: 84-96562-00-X
Depósito legal: CR-233/06

Impreso en España en los talleres de


Gráficas Tomelloso, 5.L.
Príncipe Alfonso 5/N
13700 Tomelloso (Ciudad Real)

Printed in Spain
La evolución:
irealidad o ficción?
El pintoresco pueblo inglés de Downe se halla a unos 20 km al sures­
te de Londres, pero ambas comunidades han estado siempre a años luz
la una de la otra, prácticamente en todos los sentidos. A mediados del
siglo XIX, Londres era la mayor capital financiera del mundo, con una
población de 3 000 000 de habitantes, y foco de muchos de los últi­
mos avances científicos y tecnológicos. Mientras tanto, en Downe,
cuya población no llegaba apenas a los 500 habitantes, la vida rural
transcurría apaciblemente, orbitando en torno a la vieja iglesia parro­
quial de piedra y la escuela primaria del pueblo. Las crónicas de aquel
tiempo situaban al carnicero, al panadero (que también se encargaba
del correo), al tendero y al zapatero como sus figuras más destacadas.
Si a alguien le hubieran preguntado cuál de estas poblaciones acoge­
ría un acontecimiento que transformaría la idea del hombre con res­
pecto a su lugar en el mundo, probablemente habría escogido Londres.
¡Pero se habría equivocado!
Si bien la mayor parte de los aldeanos no pensaba en otra cosa que
sus ocupaciones cotidianas, el acaudalado dueño de la Down House,
a unos 300 m del centro del pueblo, se había embarcado en un pro­
yecto al que se dedicaba día y noche. Hijo de un médico de
Shropshire, había iniciado sus estudios en la Universidad de
Edimburgo; pero al verse incapaz de afrontar la perspectiva de toda
una vida ocupándose de truculentas cuestiones médicas, pasó a leer
los clásicos y a aprender Matemáticas y Teología en Cambridge, con
miras a una carrera en el ministerio de la Iglesia anglicana. Pronto des­
cartaría esa idea, pero irónicamente sus calificaciones en Teología
compensaron sus pobres notas en literatura clásica y sus pésimas notas
en matemáticas, y le reportaron la I icenciatura en Filosofía y Letras en
1831.
Su salud solía ser mediocre, y para cuando se trasladó a Downe ya
4 La evolución: ¿realidad o ficción?

se había vuelto algo hipocondríaco y mantenía una lista detallada de


todos sus síntomas, sus medicinas y sus tratamientos. Sin embargo, su
enfermedad le proporcionó la excusa idónea para eludir la vida social
del pueblo: era prácticamente un recluso que dedicaba la mayor parte
de su tiempo a la culminación de su proyecto. Al final no llegaría a
completar la voluminosa obra que tenía previsto publicar. Desde
luego, su título -Del origen de las especies por la selección natural,
o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida- no
tenía demasiado gancho, pero sacudiría al mundo. Unos 150 años
después su tesis principal sigue debatiéndose más acaloradamente
que cualquier otra cuestión científica. Se la denomina genéricamente
como "evolución"; el autor del libro fue Charles Darwin; y su influen­
cia es tan amplia hoy día que durante "La semana de la evolución" de
la BBC en 1998 recibió el calificativo de "el hombre que mató a
Dios".

Definiciones
Paradójicamente, el término "evolución" no aparece en ningún punto
de la versión original del libro de Darwin -cuyo título responde hoy
día a la versión misericordiosamente abreviada de El origen de las
especies, o simplemente El origen- y "evolucionado" no apareció
hasta la sexta edición, pero el Concise Oxford Dictionary especifica lo
que Darwin tenía en mente: "El origen de las especies por medio del
desarrollo desde formas más simples, no por un acto de creación espe­
cial"1. Las últimas cinco palabras de la definición catalizan el debate
sobre esta cuestión en la actualidad. Por un lado están aquellos que
creen que todos los seres vivos han surgido de un antepasado común,
que a su vez se originó en la materia inerte. Por otro lado están quie­
nes creen que un Creador trascendente, por medio de una serie de pro­
cesos que no están activos hoy día, dio existencia por separado a las
distintas formas de vida.
Sin embargo, antes de proseguir, conviene hacer una distinción
entre dos formas de evolución. Siete de los capítulos de El origen esta­
ban dedicados a la microevolución, la teoría de que organismos del
La evolución: ¿realidad o ficción? 5

mismo género desarrollan distintas características como resultado de la


adaptación a su entorno específico. Aunque Darwin la denominó su
"teoría especial", no tenía nada de nuevo o de controvertido. El desa­
rrollo de diversas ramas dentro de una misma especie ya era un hecho
ampliamente aceptado, y en el año del nacimiento de Darwin, Jean
Baptiste Lamarck -el botánico y zoólogo francés- adelantó gran
parte de sus ideas. Hoy día nadie mínimamente serio niega los cam­
bios graduales en las especies, y hasta la aparición de algunas nuevas,
a partir de procesos completamente naturales; o que un largo período
puede tener como resultado variaciones considerables en el tamaño, el
color y otras características de plantas y animales. Es posible llegar a
acelerar tales cambios por medio de cruces genéticos intencionados o
mediante ingeniería genética.
Si Darwin se hubiera quedado en la microevolución, su nombre
habría caído prácticamente en el olvido. Lo que le catapultó a la pri­
mera plana -y le ha mantenido allí desde entonces- fue su "teoría
general" de la macroevolución. Esta revolucionaria idea postulaba que
los procesos naturales engendran nuevas especies de forma ilimitada,
y que todas las especies se remontan a un antepasado común. Doce
años después de la publicación de El origen, Darwin dio otro gran paso
y afirmó que el hombre era parte integrante de este proceso evolutivo
universal. En El origen del hombre escribió: "La principal conclusión a
la que llegamos aquí[... ] es que el hombre desciende de una forma de
vida con un menor grado de organización" 2. A fin de dejar claro que
para entonces consideraba que Dios no tenía cabida en su plantea­
miento de la transición de "moléculas al hombre", añadió que el géne­
ro humano no había sobrevivido "según un plan preconcebido, sino
como resultado de la actuación del azar sobre un número incontable
de criaturas en virtud de la tendencia ilimitada de la Naturaleza hacia
la diversidad"3.
En el modelo darviniano desempeñaba un papel clave lo que él
denominó la "selección natural". Esto significaba que las poblaciones
de organismos desarrollan nuevas características como respuesta a
las "presiones selectivas" de su entorno -para sobrevivir, dicho más
6 La evolución: ¿realidad o ficción?

claramente- y que cuando estas nuevas características se perpetúan,


surgen nuevas especies. En la sexta edición de El origen, Darwin
adaptó una frase acuñada por Herbert Spencer, el excéntrico filósofo
británico, y afirmó que "la supervivencia del más apto" era una des­
cripción "más ajustada" de lo que quería decir con "selección natu­
ral".

Alcance y respaldo
La 'teoría general1 de Darwin afirma que todas las especies vivas,
1
'

desde las hormigas hasta los antílopes, pasando por la lechuga, las
zanahorias y las cacatúas, junto con los colibríes y los seres humanos,
no son resultado de un diseño inteligente, sino de variaciones fortuitas,
y que todos los seres humanos se remontan a una chispa de vida origi­
nal que se produjo en nuestro planeta en algún momento de la prehis­
toria. Este es un planteamiento tan increíble que aun Darwin mismo
sentía "inmensos recelos" al respecto. Remodeló de tal manera el
manuscrito original de El origen que le ofreció a su editor pagar los gas­
tos ocasionados. Se ha señalado que en El origen de las especies y en
El origen del hombre frases del tipo de "cabe suponer" se repiten en
más de 800 ocasiones y, sin embargo, en el plazo de apenas veinte
años, esta hipótesis había alcanzado tal predicamento que lo descabe­
llado ya se consideraba ortodoxo.
Hoy día la evolución trasciende de lejos la biología, y pretende
explicar el origen, la organización y el desarrollo de todo el universo
sin necesidad alguna de un Creador trascendente. Tal como lo expresa
el genetista Theodosius Dobzhansky: "La evolución comprende todas
las etapas del desarrollo del universo: el desarrollo cósmico, el bioló­
gico, y el humano o el cultural"4. Julian Huxley, el biólogo británico,
lo denominó "la idea de mayor impacto y alcance que jamás haya pre­
senciado el mundo"5, y Michael Dentan, el biólogo molecular, no exa­
gera cuando escribe: "Esta idea ha llegado a impregnar todos los aspec­
tos del pensamiento moderno; y no ha habido ninguna otra teoría en
los últimos tiempos que haya contribuido más a moldear nuestra forma
de vernos a nosotros mismos y nuestra relación con el mundo que nos
La evolución: ¿realidad o ficción? 7

rodea "6 . El grupo de presión evolucionista ha conseguido transmitir su


mensaje de manera tan eficaz que cualquier estudiante de escuela, ins­
tituto o universidad que la cuestione tiene todos los visos de ser tacha­
do de excéntrico, cosa nada sorprendente si se tienen en cuenta los
pesos pesados que la respaldan.

• En 1966, H.J. Muller, el célebre genetista, difundió un manifies­


to firmado por 177 biólogos americanos en el que se aseveraba
que la evolución orgánica de todos los seres vivos -incluido el
hombre- a partir de formas de vida primitivas, y en última ins­
tancia de materiales inorgánicos, es un hecho científico tan
demostrado como la redondez de la Tierra 7 .
• Carl Sagan, el astrónomo conocido por su revolucionaria serie
de televisión "Cosmos", afirmó en una versión impresa del pro­
grama: "La evolución es un hecho, no una teoría 118 •
• Richard Dawkins, el zoólogo de Oxford en la cátedra Simonyi
para la difusión popular del conocimiento científico (y probable­
mente el ateo más famoso de Gran Bretaña), plantea esta cues­
tión con su habitual insolencia: "Se puede asegurar sin la menor
duda que, si nos topamos con alguien que afirma no creer en la
evolución, esa persona tendrá un problema de ignorancia, estu­
pidez o desequilibrio mental (o de maldad, cosa que preferiría no
pensar)"9.

Con valedores de esa talla, los medios se dedican a difundir enérgi­


camente la teoría de la evolución: prácticamente todos los programas
sobre la Naturaleza emitidos en radio y en televisión la dan por supues­
ta, y en los debates al respecto, quienes sostienen opiniones contrarias
suelen desempeñar un papel puramente testimonial. Si además tene­
mos en cuenta el imprimátur que le confieren los manuales didácticos,
la cuestión de la evolución parece ya zanjada. Sin embargo, cuando
Julian Huxley afirma que "todos los científicos están de acuerdo" con
la evolución, y que"( ...] no existe la menor discrepancia", simplemen­
te está faltando a la verdad1 o.
8 La evolución: ¿realidad o ficción?

• Ambrose Fleming, presidente en tiempos de la British


Association for the Advancement of Science, calificó la evolu­
ción de "infundada y descabellada"11.
• El premio Nobel Robert Millikan afirma: "Lo patético es que
vemos a los científicos intentando demostrar la evolución, cosa
que ningún científico puede hacer"12.
• Colin Patterson, paleontólogo de grado superior del British
Museum of Natural History, es de esa opinión: "Es fácil inventar­
se historias acerca de cómo una forma de vida dio lugar a otra
r... ] pero la ciencia no se basa en ese tipo de historias"13.
El ingeniero americano Henry Morris certificó estas ideas tras un
estudio exhaustivo de El origen: "Se puede analizar el I ibro entero en
vano, sin encontrar ninguna prueba científica de la evolución; pruebas
verificadas empíricamente que hayan superado el paso del tiempo. No
se ofrece ningún ejemplo de nuevas especies reconocidamente fruto de
la selección natural, no se muestran formas de transición, ni tampoco
se documentan mecanismos evolutivos[ ... ]. Solo cabe maravillarse de
que semejante libro pudiera tener una influencia tan importante en la
historia posterior de la vida y el pensamiento humanos"14.

Fósiles: la ficción y la realidad


Quienes promueven la teoría de la evolución utilizan datos provenien­
tes de la cosmología, la física, la biología y la genética; pero cuando se
trata de descubrir lo que sucedió en el pasado, el actor principal es la
paleontología: el estudio de los fósiles. Difícilmente cabe sorprender­
se: si la vida surgió, se desarrolló y fue alcanzando un mayor grado de
complejidad por medio de un proceso evolutivo basado en el azar, los
fósiles deberían dejar constancia de incontables fases de transición
entre las distintas especies. Pierre Grassé, el reputado zoólogo francés,
afirmaba: "Los naturalistas han de recordar que el proceso evolutivo se
revela exclusivamente a través de las formas fósiles[... ], solo la paleon­
tología puede proporcionarles las pruebas de la evolución y revelar el
curso de sus mecanismos"15. En 1981, un portavoz de la American
La evolución: ¿realidad o ficción? 9

Association far the Advancement of Science afirmaba que 100 millo­


nes de fósiles, identificados y datados, "constituyen 100 millones de
hechos que demuestran la evolución fuera de cualquier duda''16.
Para vergüenza y frustración de Darwin, los fósiles no hicieron tal
cosa. Esperaba hallar un número "inconcebiblemente grande" de for­
mas intermedias y de transición, pero los geólogos descubrieron espe­
cies, y grupos de especies, que no parecían tener antecesores ni suce­
sores. Darwin pronto comprendería que la ausencia de cualquier tipo
de cadena orgánica gradual era "la objeción más obvia y seria a la teo­
ría [de la evolución]"17, a lo cual respondió que los descubrimientos
posteriores irían rellenando los huecos. Sin embargo, tal como ha seña­
lado David Raup, conservador del Field Museum of Natural History de
Chicago, eso no se ha producido: "Las pruebas que hallamos en el
registro fósil no son ni de lejos tan compatibles con la selección natu­
ral darviniana como quisiéramos [ ... ]. En estos momentos contamos
con un cuarto de millón de especies fósiles, pero la situación no ha
cambiado gran cosa. El registro evolutivo es sorprendentemente abrup­
to e, irónicamente, los ejemplos de transición evolutiva que tenemos
son más escasos aún que en tiempos de Darwin [ ... ], por lo que el pro­
blema de Darwin no se ha visto atenuado"78. Tras cuarenta años de
investigación, el profesor N. Heribert Nilsson, de la Lund Universityen
Suecia, escribe: "Los hechos paleontobiológicos no permiten siquiera
confeccionar una caricatura de la evolución. El material fósil está tan
completo que la carencia de especies de transición no se puede expli­
car en términos de la escasez de material. Las deficiencias son reales;
jamás se solventarán" 19.
Algunos evolucionistas han intentado escabullirse de esto con la
invención de la idea del equilibrio puntual, que aventura la interrup­
ción de millones de años más o menos estáticos (de equilibrio) con
eventuales cataclismos mundiales (puntuales) que tuvieron como resul­
tado extinciones masivas que dieron lugar a formas de vida radical­
mente nuevas. Esto parece una vía de escape prometedora pero resul­
ta ser un argumento fundado en el silencio, puesto que carece de la
menor prueba. Tal como comenta irónicamente el estudioso america-
La evolución: ¿realidad o ficción?

no Marvin Lubenow: "Debe de ser la única teoría en la historia de la


ciencia que afirma ser científica para luego explicar la imposibilidad
º.
de hallar pruebas que la demuestren"2 Otros han avanzado la teoría
del "monstruo viable", que incluye la idea de que el primer pájaro
nació de un huevo de reptil. Esto sería un suceso novedoso, pero debe­
ría suceder al menos dos veces al mismo tiempo y en el mismo lugar;
de otro modo el primer pájaro no tendría pareja y, por tanto, tampoco
descendencia. i No confundamos la ciencia con la ciencia ficción!
Cuando un hombre de a pie ve un impresionante conjunto de huesos
dispuestos de cierta forma, tiende a dar por supuesto que son parte
integrante de las pruebas de la evolución, pero David Kitts, profesor de
geología en la Universidad de Oklahoma -y evolucionista convenci­
do- fue lo bastante honrado para dejar las cosas claras: "La evolución
precisa de formas intermedias entre las especies, y la paleontología no
las proporciona"21 _
Lejos de respaldar la evolución, el registro fósil contribuye a hundir­
la. Se dice que el período cámbrico de la Tierra comenzó hace unos
600 millones de años y que duró unos 80 millones. Las rocas cámbri­
cas exhiben una increíble profusión de fósiles de formas de vida alta­
mente desarrolladas, entre las que se incluyen trilobites, esponjas, bra­
quiópodos, gusanos, medusas, erizos de mar, pepinos de mar, crustá­
ceos nadadores, lirios de mar y otros invertebrados complejos. Su pre­
sencia recibe el apelativo común de "explosión cámbrica"; y propinan
dos fuertes golpes a la evolución.
El primero es que los fósiles cámbricos comprenden la práctica tota­
lidad de los principales grupos de organismos que existen hoy día. Se
afirma que la "explosión" tardó menos de cinco millones de años -un
abrir y cerrar de ojos en términos evolutivos- y, sin embargo, se afir­
ma también que dio lugar a la gran mayoría de las principales formas
de vida multicelulares. Tal como muestra el físico Cornelius G. Hunter,
esto significaría que "en un momento geológico las especies fósiles
pasaron de ser pequeñas criaturas vermiculares y parecidas a una tre­
menda variedad de formas de vida complejas, entre las que se inclu­
yen la práctica totalidad de las configuraciones modernas"22.
La evolución: ¿realidad o ficción? 71

El segundo golpe a la evolución es que los científicos han sido inca­


paces de rastrear ninguna forma de vida precursora en los estratos más
tempranos de la corteza terrestre. Hasta Richard Dawkins reconoce
que esto es indicativo de que los fósiles cámbricos pertenecen a cria­
turas plenamente formadas sin antecesores de los que hubieran evolu­
cionado: "Es como si estuvieran plantados allí, sin un historial evoluti­
vo"23. Por mucho que lo intenten, los evolucionistas jamás han logra­
do hacer encajar los hechos en su teoría, y puede que Phillip Johnson,
profesor de Derecho en Berkeley, esté en lo cierto al calificar la expre­
sión cámbrica como "el mayor problema que plantea el registro fósil al
darvinismo"24.
¿Pero qué sucede con esos impresionantes "árboles evolutivos'' fes­
toneados de nombres técnicos y de los que se dice que muestran la
forma en que el hombre evolucionó a partir de todo tipo de exóticos
antepasados? Para el profano quizá parezcan razonables y hasta con­
vincentes, pero Colin Patterson, rodeado por una de las mayores colec­
ciones de fósiles del mundo, afirma que no son ninguna de estas dos
cosas: "Contamos con los extremos de las ramas del árbol; el árbol en
sí es una teoría, y creo que las personas que pretenden saber del árbol
y describir lo que sucedió en él -cómo se fueron desgajando las
ramas- nos están relatando cuentos"25. Stephen Jay Gould, profesor
de Biología y Paleontología en Harvard, confirma la estimación de
Patterson casi punto por punto: "Los árboles evolutivos que adornan
nuestros I ibros de texto solo ofrecen datos en los extremos y las inter­
secciones de las ramas; el resto son inferencias, por muy razonables
que sean: no las pruebas de los fósiles" 26. i Esta es una crítica demole­
dora! Estos hombres (ambos evolucionistas) afirman que los únicos ele­
mentos de los que podemos estar seguros son "los extremos de las
ramas" -o lo que es lo mismo, las especies separadas en sí- y que, a
pesar de todos los nombres rimbombantes y las llamativas ilustracio­
nes, todo lo demás es una sofisticada invención. Tal como dice
Patterson en otro momento: "Quizá los fósiles nos digan muchas cosas,
pero lo que jamás podrán revelarnos es si fueron antecesores de algu­
na otra cosa"27.
12 La evolución: ¿realidad o ficción?

Si el modelo evolutivo estándar es cierto, podríamos esperar (tal


como hizo Darwin) que la Tierra estuviera repleta de pruebas de for­
mas de vida intermedias: pero no aparecen por ningún lado. Si, por
otro lado, Dios creó especies plenamente formadas y separadas entre
sí, cabría esperar encontrar los restos de especímenes muy complejos
y plenamente formados, sin rastro alguno de antecesores: y eso es
exactamente lo que encontramos. Los fósiles ofrecen una contribución
muy significativa en el debate acerca del origen de las especies, ¡pero
no dicen lo que a los evolucionistas les gustaría oír!
La campaña para persuadir al público de que el registro fósil respal­
da la evolución darviniana ha sido un éxito rotundo y, sin embargo, por
irónico que parezca, muchos evolucionistas cualificados afirman justo
lo contrario. Escribe Jeremy Rifkin: "Lo que muestra el registro es casi
un siglo de evasivas y tejemanejes por parte de los científicos para aco­
modarse a las ideas de Darwin, todo ello en vano. Hoy día los millo­
nes de fósiles se erigen como un recordatorio manifiesto y omnipresen­
te de la pobreza de los argumentos y la endeblez general de la teoría
que enarbola la bandera de la evolución"28. Stephen Jay Gould reco­
noce abiertamente que la ausencia de formas de vida intermedias "per­
siste como un secreto del gremio de los paleontólogos"29, mientras que
Niles Eldridge, del American Museum of Natural History, llega aún
más lejos cuando confiesa sin ambages: "Nosotros los paleontólogos
hemos dicho que la historia de la vida respalda [... ] [la historia del
cambio adaptativo gradual] [ ...] cuando siempre hemos sabido que no
º.
lo hacía"3 Estas confesiones son extraordinarias: ¡aquí tenemos a evo­
lucionistas capaces diciéndonos alegremente que nos han puesto una
venda en los ojos en lo referente a la afirmación de que los fósiles
apuntan hacia la Creación!
¿Por qué, pues, habrían de aferrarse los expertos a los fósiles de
esta forma? La simple respuesta se halla en su cosmovisión: el punto
de partida de todas sus ideas y sus conjeturas. Antes de Darwin la
ciencia estaba encabezada primordialmente por quienes creían que
Dios creó especies distintas, pero ese ya no es el caso. Aunque hoy
día son incontables los científicos que defienden la creación divina,
La evolución: ¿realidad o ficción? 13

Colín Patterson está en lo cierto cuando afirma que, en muchos


casos, "(... ] la biología posdarviniana está en manos de personas que
depositan su fe casi exclusivamente en la divinidad de Oarwin" 31. Si
Dios se descarta de buenas a primeras, la evolución parece la única
alternativa que queda, y es preciso hacer que todos los datos cientí­
ficos encajen con ella, aun cuando haya que suspender los baremos
de juicio habituales. Richard Lewontin, genetista de Harvard, se
muestra de lo más franco en este sentido: "Nos ponemos del lado de
la ciencia a pesar del absurdo manifiesto de algunas de sus construc­
ciones [ ...] porque previamente nos hemos inclinado a favor del
materialismo[ ...]. No solo eso, el materialismo es un principio abso­
luto porque no podemos permitir que se abra la puerta a una inter­
vención divina" 32. Retomaremos esta idea más adelante, pero no
debemos pasar por alto lo que dice Lewontin aquí, esto es, recono­
cer que la ciencia se guía por su fe en el materialismo. L.T. More, de
la Universidad de Chicago, llega a la misma conclusión: "Nuestra fe
en la evolución depende de nuestra renuencia a aceptar la doctrina
contraria de la creación especial" 33. Las personas que han sido
embaucadas para que crean que los fósiles invalidan la idea de que
Dios creó especies plenamente formadas y separadas entre sí harían
bien en tomar buena nota de esto.

iDe las moléculas al hombre?


Si presuponemos la existencia de la primera forma de vida -conside­
raremos eso en breve- el panorama evolutivo general incluye proto­
zoos (organismos unicelulares microscópicos) que dan lugar a los pri­
meros invertebrados (formas de vida sin médula espinal o columna ver­
tebral); invertebrados que evolucionan hasta convertirse en peces;
peces que pasan a anfibios; anfibios a reptiles; reptiles a pájaros y cua­
drúpedos peludos; y cuadrúpedos peludos a mamíferos antropomorfos.
Sin embargo, todo esto no son más que simples conjeturas sin pruebas
sólidas; y lo mismo cabe decir del "capítulo final" de la historia evolu­
tiva, cuando los mamíferos antropomorfos evolucionaron hasta con­
vertirse en el Hamo sapiens, la raza humana. Los evolucionistas han
14 La evolución: ¿realidad o ficción?

desplegado todos sus recursos a fin de demostrar este eslabón en par­


ticular, pero sus más reputados esfuerzos han devenido en estrepitosos
fracasos.

• Desenterrado en Alemania en 1857, el hombre de Neandertal


se pregonó como "el eslabón perdido" fundamental, pero las
pruebas en contra que se han ido acumulando son tan abruma­
doras que existe un consenso entre la mayor parte de los exper­
tos en que "el Neandertal era un miembro de la familia humana
por pleno derecho"34_
• Durante 40 años un conjunto de huesos descubiertos en
Inglaterra en 1912, apodado como e/ hombre de Piltdown, se
anunció a bombo y platillo como "el sensacional eslabón perdi­
do"35_ Todo el mundo sabe que fue un fraude colosal, una cala­
vera humana de 400 años en la que se encajó la mandíbula de
un orangután.
• En 1922, un único diente desenterrado en Nebraska y al que se
atribuía una edad de cinco millones y medio de años copó los titu­
lares internacionales como prueba de un eslabón entre los monos
y el ser humano, pero a los seis años se descubrió que procedía de
un pecarí, un animal salvaje parecido a un cerdo que corrió la
misma suerte -la extinción- que la teoría del hombre de
Nebraska.
• El dueño original de una gran calavera descubierta en África
oriental en 1959 fue bautizado como el hombre cascanueces.
National Ceographic lo aclamaría como una prueba de que el
hombre desciende evolutivamente del mono, pero algún tiempo
después sus descubridores se retractaron de sus extravagantes
afirmaciones, y hoy día existe un consenso generalizado en que
la calavera pertenecía a un simio ya extinto.
• En 1974 se bautizó a un pequeño esqueleto hallado en el gran
valle del Rift, Etiopía, con el nombre de Lucy, y se le atribuyó
una edad de al menos tres millones de años. Los medios acogie­
ron a Lucy con entusiasmo, y se la publicitó como el primer
La evolución: ¿realidad o ficción? 15

simio que caminó erguido; pero hace tiempo que los expertos en
este campo han desmantelado esta supuesta prueba.

Ha habido cientos de intentos de relacionar al Hamo sapiens con


antecesores antropomorfos, pero cuando se han sometido a un análisis
riguroso su destino ha sido siempre el mismo, y la idea de Darwin de
que el "hombre desciende de una forma de vida con un menor grado
de organización" sigue siendo una simple conjetura. Las fascinantes
ilustraciones de hombres monos, con sus gruesos torsos, sus mandíbu­
las prominentes y sus piernas peludas, son fruto de la imaginación
humana. En el estreno televisivo de "Ape Man: The Story of Human
Evolution" (El hombre mono: la historia de la evolución humana), el
reputado presentador americano Walter Cronkite explicaba a su
audiencia: "Si nos remontamos lo suficiente, compartimos un antepa­
sado común con los monos. El padre del padre del padre del padre de
mi padre, y así hasta medio millón de generaciones -unos cinco
millones de años-, era un simio" 36. Cronkite se labró una impresio­
nante reputación como presentador de noticias, pero en esta ocasión
no hizo más que recitar un cuento de hadas en horario de máxima
audiencia.
Phillip Johnson lo expresa más detalladamente: "En lugar de un
hecho tenemos una hipótesis cabalística que afirma que las especies
vivas evolucionaron a partir de antepasados inidentificables, por medio
de un controvertido mecanismo indemostrable, y cuyo proceso ha
dejado pocos rastros en el registro, aun cuando ese registro haya sido
interpretado por personas completamente entregadas a demostrar la
evolución"3 7. ¡Esta última frase confiere más relevancia aún a los
comentarios de Johnson!
En 1980, Newsweek publicó un artículo que confirmaba que "[ ... ]
en el registro fósil los eslabones perdidos son la norma", y a continua­
ción decía: "La búsqueda que han hecho los científicos de formas de
transición entre las especies solo les ha reportado frustración"38_ Como
resultado de esto, los científicos con la determinación de demostrar el
modelo evolutivo han intentado hacerlo subrayando la similitud entre
76 La evolución: ¿realidad o ficción?

el ADN de las diversas especies. El ADN es una molécula que incluye


largas secuencias de tan solo cuatro elementos básicos: adenina, gua­
nina, citosina y timina, comúnmente denominados A, G, C y T. Sin
embargo, la utilización de estas cuatro "letras" en distinto orden ofre­
ce el modelo para producir todas las proteínas que necesita un organis­
mo para crecer y sobrevivir. En otras palabras, contiene la información
genética necesaria para formar las combinaciones químicas y las
estructuras de la vida. Los resultados iniciales de la supuesta evolución
molecular parecían prometedores, pero al final está demostrando ser
otro callejón sin salida. Es obvio que los seres humanos y los monos
tienen muchas similitudes físicas, y que comparten un ADN similar,
pero también se han encontrado similitudes entre especies a las que no
se atribuye ningún vínculo evolutivo. La hemoglobina, la molécula que
transporta el oxígeno en los glóbulos rojos, se halla presente en todos
los vertebrados, incluidos los humanos, pero también se puede encon­
trar en las lombrices de tierra, las estrellas de mar, los moluscos, en
algunos insectos y plantas, y hasta en ciertas bacterias. También hay
otras pruebas igualmente desconcertantes: tras examinar la hemoglobi­
na de los cocodrilos, las víboras y las gallinas, los científicos han des­
cubierto que los cocodrilos están más cerca de las gallinas que de sus
congéneres reptiles39 . En otras pruebas se ha descubierto una proteína
idéntica en las membranas celulares del camello y el tiburón nodriza40.
La similitud no es lo mismo que el parentesco y, en lo que a la evo­
lución respecta, las similitudes moleculares ofrecen más preguntas que
respuestas. Y lo que es más, el Hamo sapiens se diferencia de todas las
demás especies por características que no se pueden explicar ni tan
siquiera con la más suave de las transiciones que proponen los evolu­
cionistas. Estos son algunos ejemplos obvios: 41

• Tenemos una inteligencia netamente superior: podemos acu­


mular, recordar y evaluar ingentes cantidades de datos acerca de
un incontable número de cuestiones, y luego actuar racional­
mente en consecuencia.
• No solo poseemos la cualidad de la conciencia, sino también
La evolución: ¿realidad o ficción? 17

de la conciencia de nosotros mismos, lo que nos lleva a reflexio­


nar con respecto a nuestra identidad y nuestra importancia.
Percibimos instintivamente que no somos accidentes atómicos ni
simios cultos; pensamos en términos de significado y propósito;
anhelamos el sentido; pensamos en aspiraciones y en metas;
tenemos un sentido innato de la dignidad.
• Podemos ver más allá de nuestras experiencias directas e inme­
diatas, y pensamos en la muerte y en lo que viene después.
• Utilizamos un lenguaje proposicional que nos capacita para
escribir poesía y prosa, traducir idiomas, y utilizar palabras para
expresar nuestras opiniones.
• Como parte de nuestras facultades tenemos el razonamiento
complejo, el pensamiento lateral y el desarrollo de teorías y per­
cepciones.
• Tenemos habilidades matemáticas: la capacidad para pensar en
grandes números, construir ecuaciones algebraicas y debatir
cuestiones matemáticas, estadísticas y científicas en general.
• Tenemos una dimensión estética, la cual nos capacita para eva­
luar las cualidades relativas de forma, textura, color, orden y
diseño. Tenemos una creatividad infinita para componer música,
pintar cuadros y confeccionar otros objetos, no meramente por
una cuestión de supervivencia, sino para nuestro disfrute perso­
nal.
• Tenemos una dimensión moral, una tenaz percepción de la
diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, junto con un senti­
miento de responsabilidad ética.
• Tenemos una dimensión espiritual, la sensación de que existe
un mundo más allá del material.

Estos no son más que nueve ejemplos del abismo que existe entre
los seres humanos y cualquier otra forma de vida en nuestro planeta, y
ninguna hipótesis evolutiva lo ha reducido un ápice. Ronald Nash, pro­
fesor de Filosofía en la Western Kentucky University, lo expresa muy
claramente: "Aun cuando, pongamos por caso, presupongamos la
18 La evolución: ¿realidad o ficción?

veracidad de la hipótesis evolutiva universal, el hecho de que este pro­


ceso produjera criaturas con inteligencia, creatividad, conciencia de sí
mismas y de Dios exige una explicación que el naturalismo parece
incapaz de ofrecer"42_ William Jennings Bryan, el político americano
del siglo XX, dijo lo mismo en términos algo más prácticos: "Creer que
el hombre desciende de un animal inferior es algo tan razonable como
creer que una mansión señorial desciende de una pequeña cabaña"43.

El primer eslabón perdido


Lo único que podemos decir con certeza acerca de los eslabones per­
didos en el registro fósil es que siguen perdidos; y las objeciones con­
tra la macroevolución se tornan aún más fuertes si nos remontamos un
paso más atrás: para que todo el proceso de la evolución dé comienzo
hace falta primero una forma de vida completa, autocontenida y capaz
de reproducirse con exactitud. Tras descartar a Dios como el Creador
de la vida, los evolucionistas han optado por la llamada teoría de la
"generación espontánea", la cual afirma que en cierto momento de la
prehistoria una combinación fortuita de sustancias químicas tuvo como
resultado la primera célula viva.
Darwin se sintió tan entusiasmado con esto que fantaseó con la idea
de "alguna pequeña y cálida charca con toda suerte de sales amonia­
cales y fosfóricas, luz, calor, electricidad, etc." y con "un compuesto
proteínico de origen químico susceptible de experimentar cambios de
mayor complejidad aún"44_
La siguiente afirmación procedente de The Miracle of Life, el pro­
grama de televisión de PBS NOVA ganador de un premio Emmy, es un
ejemplo de la forma en que el sueño de un solo hombre se ha conver­
tido en el dogma de los medios: "Hace 4500 millones de años, el joven
planeta Tierra era una masa de polvo y partículas cósmicas práctica­
mente sumergido bajo los someros mares primordiales. Fuertes vientos
arrastraron al azar moléculas de la atmósfera, algunas de las cuales
quedaron depositadas en los mares; las mareas y las corrientes las reu­
nieron, y en algún lugar de este antiguo océano dio comienzo el mila­
gro de la vida [ ... ]. La primera forma organizada de vida primitiva fue
La evolución: ¿realidad o ficción? 79

un pequeño protozoo (un animal unicelular). Más adelante, millones


de protozoos poblaron los antiguos mares. Estos primeros organismos
eran completamente autosuficientes en su mundo marino: se desplaza­
ban por su medio acuático y se alimentaban de bacterias y otros orga­
nismos [... ]. Toda la vida en la Tierra se desarrolló a partir de uno de
estos organismos unicelulares"45. Las animaciones creadas por ordena­
dor contribuían a fascinar al espectador, pero basta con analizar el
fenómeno que se da por supuesto para comprender que el material que
se presenta no es un reflejo de la ciencia sino de la fantasía. El polvo y
las partículas cósmicas, los vientos y las mareas que arrastraban molé­
culas, los protozoos, las bacterias y los otros organismos, se daban por
supuesto y se combinaban alegremente a fin de relatar una historia
políticamente correcta en la cual las conjeturas se anunciaban como
información.
Lo cierto es que, a pesar de que ha habido innumerables experimen­
tos que han intentado mostrar que los primeros organismos pudieron
surgir de esta forma de un "caldo" inerte en los mares de la Tierra pri­
mitiva (el biólogo L.R. Croft afirma que hubo un momento en que
"había una pequeña industria de especialistas en el caldo primigenio
atareados en la creación de nuevos brebajes" 46), han sido incapaces de
proporcionar a la evolución los cimientos que tan desesperadamente
necesita. A lo sumo, han generado unos pocos aminoácidos que son
infinitamente más sencillos que la más simple de las moléculas proteí­
nicas de las que depende la vida. Tal como señala Phillip Johnson, difí­
cilmente cabe sorprenderse de esto: "No hay razones para creer que la
vida tiene una tendencia a aparecer cuando se remueven las sustancias
químicas apropiadas en un caldo. Aunque algunos de los componen­
tes de los sistemas vivos se puedan duplicar por medio de técnicas muy
avanzadas, los científicos -utilizando todo su potencial intelectual­
son incapaces de confeccionar organismos vivos a partir de aminoáci­
dos, azúcares y sustancias semejantes. ¿Cómo, pues, se llevó a cabo el
truco antes de que existiera la inteligencia científica?"47. ¡Y no está de
más que lo pregunte!
Cuando Darwin fantaseaba con respecto a esta ''pequeña y cálida
20 La evolución: ¿realidad o ficción?

charca" los biólogos no tenían grandes conocimientos de bioquímica


y mucho menos de microbiología.
En los tiempos de Darwin, se consideraba que una célula biológica
era un simple "grumo" de partículas desordenadas que precisaba de
pocas explicaciones, por no decir ninguna, pero ahora sabemos que no
existe tal cosa como una célula primitiva. Hasta la Mycoplasma geni­
talium, la bacteria con la menor cantidad de material genético que se
.
conoce, tiene 580 000 pares base en sus 482 genes 4ª El ADN contie­
ne una abrumadora cantidad de información genética. Todos los datos
necesarios para especificar el diseño de un ser humano, incluidos la
disposición de cerca de 200 huesos, 600 músculos, 1 O 000 fibras ner­
viosas auditivas, dos millones de fibras nerviosas ópticas, 100 000
millones de células nerviosas cerebrales y 400 000 millones de células
sanguíneas y capilares, se encuentran comprimidos en una unidad que
pesa menos de unas pocas milmillonésimas de gramo, y que es varios
miles de billones de veces más pequeña que la menor pieza de una
máquina construida por el hombre. Se dice que, si nos atenemos a esa
escala, toda la información necesaria para especificar el diseño de
todos los seres vivos que han existido en nuestro planeta cabría en una
cucharilla, y aún sobraría espacio para incluir el texto de todos los
libros que se hayan escrito a lo largo de la Historia49 . ¡Un grumo!
En Evolution: A Theory in Crisis (La evolución: una teoría en crisis)
Michael Denton afirma que toda célula viva es "un objeto de una com­
plejidad y un diseño adaptativo sin parangón I ...L semejante a una
inmensa factoría automatizada" y que "incluye casi tantas funciones
únicas como todas las actividades fabriles del hombre en la Tierra"SO_
A continuación pasa a afirmar que esta "fábrica" presenta analogías
con gran parte de la tecnología actual, incluyendo los lenguajes artifi­
ciales y sus sistemas de descodificación, los bancos de memoria para
el almacenamiento y la recuperación de información, los sofisticados
sistemas de control que regulan el ensamblaje automatizado de piezas
y componentes, los dispositivos de lectura a prueba de errores, y los
procesos de ensamblaje que operan según el principio de la prefabri­
cación y la construcción modular 51 . Y sin embargo, los evolucionistas
La evolución: ¿realidad o ficción? 21

nos piden que creamos que las primeras células vivas, "mucho más
complicadas que cualquier máquina construida por el hombre y com­
pletamente sin parangón en el mundo inorgánico"52, no fueron planea­
das o concebidas, sino que tan solo aparecieron de manera completa­
mente fortuita cuando los vientos y las mareas removieron de alguna
forma las moléculas apropiadas en algún caldo primigenio.
¿Cuáles son las probabilidades de que esto suceda? Si presupone­
mos la existencia de todos los componentes necesarios -una presupo­
sición bastante grande de por sí-, el Dr. James Coppedge, un experto
en el estudio de la probabilidad estadística, ha calculado que la posi­
bilidad de que se forme una sola molécula proteínica al azar es de 1
entre 10161. Puesto que el universo entero contiene una cantidad esti­
mada de 1 oso átomos, serían necesarios 1081 universos para que esto
sucediera. ¡Esto, por supuesto, es una cantidad de universos diez veces
mayor que el número de átomos que hay en el nuestro!53
En vista de hechos como estos, muchos científicos han descartado
la idea de que la vida surgiera de la materia inorgánica. El astrofísico
británico Fred Hoyle afirmó que las probabilidades en contra de seme­
jante suceso bastaban para "enterrar a Darwin y toda la teoría de la
evolución"54. En otro lugar escribía: "Obviamente, la idea de que [. .. J
el sistema operativo de una célula viva apareciera por casualidad en un
caldo primigenio aquí en la Tierra es una insensatez del más alto
orden"55_ Esto le llevó a abrazar la panspermia, la idea de que los pri­
meros organismos vivos de la Tierra llegaron al planeta desde el espa­
cio exterior, ya fuera accidentalmente o de otra forma; pero no existe
la menor prueba que respalde semejante tesis. Aun cuando la hubiera,
no nos acercaría más a una explicación del origen de la vida.
Los evolucionistas acostumbran a insistir en que, independiente­
mente de cuáles sean las probabilidades en contra de la generación
espontánea de la vida, el inmenso período proporciona la posibilidad
de que suceda cualquier cosa. En The Chemistry of Life (La química de
la vida), el científico de Harvard George Wald, galardonado con el pre­
mio Nobel de Física en 1967, afirmaba que esto dejaría lugar para la
materia autoexistente y autoorganizada: "El tiempo es el héroe de la
22 La evolución: ¿realidad o ficción?

historia: con el suficiente tiempo, cualquier cosa puede ocurrir; lo


imposible se convierte en probable, y lo improbable en seguro 1156 .
Richard Dawkins sugiere que "el Reproductor", una extraordinaria
molécula con la capacidad para crear copias de sí misma, apareció por
casualidad en algún momento temprano de la prehistoria. Reconoce
que esto es "sumamente improbable"57, pero en The Blind
Watchmaker (El relojero ciego) se cubre las espaldas diciendo que"[... ]
con el suficiente tiempo, cualquier cosa es posible" 58. Esta es una tác­
tica popular entre los evolucionistas, pero encierra una falacia funda­
mental, esto es, que debido a que los cambios fortuitos "retroceden"
además de "progresar 11 1 ninguna cantidad de tiempo puede aumentar
de por sí la probabilidad de que algo aparezca a menos que existan
razones específicas para que tal cosa suceda. Y la teoría de la evolu­
ción no puede ofrecer ninguna.
Tras muchos años de estudio y de publicar numerosos artículos de
investigación, Stephen Grocott, miembro de la Junta de Gobierno del
Royal Australian Chemical lnstitute, llegó a la siguiente conclusión:
"Me temo que como científico simplemente no puedo ser más categó­
rico cuando digo que el origen espontáneo de la vida es un dislate quí­
mico y que, por tanto, no me queda otra alternativa que creer que la
vida fue creada"59_

Primera casilla
Darwin no tenía mucho que decir con respecto al origen de la vida, y
menos aún con respecto al origen de la materia, pero en cualquier
modelo que se basa en determinado fenómeno se puede preguntar con
toda justicia cuál fue el origen de dicho fenómeno. Ya hemos visto las
probabilidades imposibles en contra de la generación espontánea de la
vida a partir de material inorgánico, pero al evolucionismo ateo a raja­
tabla también se le pueden pedir explicaciones con respecto a la exis­
tencia de ese material en primer lugar. Para ser más precisos: ¿de
dónde vinieron los sólidos y los líquidos que constituían la"pequeña y
cálida charca" de Darwin, por no hablar de nuestro planeta y del
inmenso universo físico en el que se encuentra? En su superventas A
La evolución: ¿realidad o ficción? 23

Brief History of Time (Breve historia del tiempo) el físico británico


Stephen Hawking califica a la Tierra como "un planeta de tamaño
medio en órbita alrededor de una estrella vulgar en los suburbios de la
º.
periferia de una galaxia en espiral común"6 La "estrella vulgar" es el
Sol, que tiene un tamaño un millón de veces mayor que la Tierra, mien­
tras que la "galaxia en espiral común" es la Vía Láctea, con una exten­
sión de aproximadamente un billón de kilómetros y compuesta por
unos 100 000 millones de estrellas, y que sin embargo no es más que
una de entre los 100 000 millones de galaxias conocidas. La evolución
da todo esto por supuesto, pero al hacerlo elude una cuestión crítica:
¿de dónde salió este inmenso cúmulo de materia? Solo hay tres posibi­
lidades.

1. La primera opción del evolucionismo es que todo el universo es infi­


nito y eterno. Esto es lo que parecía tener en mente el filósofo británi­
co Bertrand Russell cuando dijo: "El mundo está simplemente ahí, y es
inexplicable"61, pero si bien esa afirmación aborta el debate, no ofre­
ce respuesta alguna a la pregunta. En 1948 Fred Hoyle contribuyó a
popularizar la llamada teoría del "estado-estable", que sostenía que el
universo era infinito y eterno, y que la materia que "muere" en su
expansión es reemplazada por otra materia que va apareciendo. Pero,
tal como señala el filósofo William Lane Craig, "casi todo el mundo ha
abandonado" ese modelo 62 .

2. La segunda posibilidad es que el universo se creara a sí mismo, que


surgiera sin propósito ni motivo. Las versiones de la idea de la genera­
ción espontánea se remontan a cerca de 3000 años de antigüedad, y
en el siglo XIX los científicos comenzaron a conjeturar que podía expli­
car la existencia de todo el universo, pero toda esa idea es completa­
mente contraria a la razón. ¿Cómo puede algo darse existencia a sí
mismo si no existe previamente para hacerlo? La conocida frase de ex
nihilo, nihil fit (''de la nada, nada surge") es un axioma fundamental de
la ley natural, y creer que todo pudiera salir de la nada es vivir en las
nubes. Peter Atkins, profesor de Química Física en la Universidad de
24 La evolución: ¿realidad o ficción?

Oxford, hace una incursión por ahí cuando insiste en que todo el uni­
verso es "una compleja y elaborada redisposición de la nada"63_
Aun cuando aceptáramos la popular idea de la "Gran Explosión"
hace unos 15 000 millones de años, seguiríamos sin tener ninguna idea
del primer origen de esa "singularidad", de cómo comenzó el tiempo,
o de lo que tuvo lugar antes del "momento cero". Edgar Andrews, pro­
fesor emérito de Ciencia de los Materiales en la Universidad de
Londres, llega más lejos aún y nos recuerda que "[... ] la ciencia, aun
en su grado más hipotético, ha de abstenerse de ofrecer cualquier
explicación, o descripción siquiera, del evento del origen en sí"64.
Obviamente, la existencia eterna y la generación espontánea des­
cartarían la creación de Dios, pero ambas chocan frontalmente con
dos de las leyes más fundamentales de la ciencia que conozca el hom­
bre: son las relacionadas con la energía y la entropía. En el marco de
estas leyes, todo lo que existe en el mundo natural es una forma de
energía u otra, mientras que la entropía mide la falta de energía dispo­
nible en un sistema para llevar a cabo una tarea. Se dice que un siste­
ma complejo y altamente organizado tiene un bajo nivel de entropía,
mientras que un sistema desorganizado o "agotado" tiene un nivel ele­
vado de esta. Las leyes de las que hablamos son la primera y la segun­
da ley de la termodinámica, que un autor calificó de "basadas en más
pruebas [...] y con una aplicación más universal que cualquier otro
principio de la ciencia"65_
La primera ley, que ha sido denominada "la generalización de mayor
envergadura e importancia con respecto al universo que hayan podido
hacer jamás los científicos"66, asevera categóricamente que, en todo sis­
tema dado, la energía no puede crearse a sí misma ni destruirse: una
forma de energía puede convertirse en otra, pero la suma total ha de
ofrecer el mismo resultado. No está surgiendo nueva materia, ni tampo­
co está siendo aniquilada. Estas reglas descartan la tesis de la formación
espontánea del mundo natural por medio de procesos naturales.
La segunda ley implica que con el paso del tiempo cualquier siste­
ma cerrado va perdiendo orden y volviéndose más caótico, esto es,
que se produce un aumento de la entropía. Dicho de manera más sen-
La evolución: ¿realidad o ficción? 25

cilla, esto significa que todo nuestro universo es como un reloj al que
se le ha dado cuerda y al que se le va acabando: el nivel de desorga­
nización es cada vez mayor, y la energía es cada vez más "caótica''.
Esto choca frontalmente con la evolución biológica, que afirma que los
cambios caóticos y fortuitos dan lugar a un orden y una complejidad
mayores. Tal como dice Henry Morris: "La mismísima idea de hacer
encajar la evolución con la entropía es como hacer encajar el Este con
el Oeste , o el mediodía con la medianoche"67. La segunda ley nos dice
que existe una tendencia universal hacia la desintegración, la decaden­
cia y la muerte; la teoría de la evolución afirma justo lo contrario. No
debería costarnos demasiado trabajo elegir entre una ley que podemos
ver en acción a nuestro alrededor y una teoría que propone algo que
nadie ha visto jamás. El físico británico Arthur Eddington, una eminen­
cia en el mundo de la astronomía estelar, ofrecía este consejo a cual­
quier evolucionista que intentara eludir esta cuestión en particular: "Si
tu teoría es contraria a la segunda ley de la termodinámica puedes per­
der toda esperanza; solo le quedará caer en la humillación más abso­
luta"68. Los evolucionistas intentan escamotear las implicaciones de la
entropía con el argumento de que la segunda ley solo es aplicable en
sistemas cerrados, mientras que la Tierra no es un sistema cerrado: reci­
be energía solar, y esta energía puede revertir la entropía hacia un
orden mayor. Pero eso es un argumento falso, puesto que ninguna can­
tidad de energía al azar puede crear orden a menos que esté encauza­
da por una maquinaria metabólica previa. Lisa y llanamente: solo la
vida puede producir vida.

3. Esto nos deja una sola alternativa. Dado que todo lo que ha tenido
un origen ha de tener una causa mayor, y el universo tuvo un comien­
zo, ha de tener, pues, una causa trascendente, eterna y con existencia
propia. En referencia a la primera y la segunda ley, Henry Morris llega
a esta conclusión: "La única deducción razonable que se puede hacer
de estas leyes científicas es que el mundo, con todos sus procesos y sus
componentes, recibió su existencia en algún momento del pasado por
medio de unos procesos creadores y ordenadores que ya no existen y
26 La evolución: ¿realidad o ficción?

que, por tanto, ya no pueden ser objeto del estudio científico. La pri­
mera ley nos dice que el mundo ha existido siempre o bien que fue
creado especialmente en algún momento del pasado. La segunda ley
nos dice que no puede haber existido siempre en su forma actual o
bien ya se habría desintegrado y extinguido. El universo ha de tener,
pues, un origen, y ese origen ha de ser fruto de un acto de creación
especial"69.

¿Todo cambio?
En menos de cincuenta años después de la muerte de Darwin, que se
produjo en 1882, su "teoría general" empezó a perder ímpetu. Si bien
los biólogos aceptaban que la selección natural podía conservar la vida
por medio de la eliminación de los elementos que no fueran aptos,
advirtieron que El Origen no ofrece un solo caso en que haya produci­
do un cambio evolutivo que llevara a la creación de una nueva espe­
cie. Los experimentos de biología vegetal dejaban constantemente de
manifiesto una falacia fundamental en la idea de Darwin, y empezó a
hacerse patente que la selección natural jamás podría producir una
evolución orgánica. Era necesario un nuevo enfoque, y la respuesta
parecía hallarse en el campo de la genética. ¿Qué pasaría si los genes
sufrieran alteraciones radicales (mutaciones)? La selección natural
podría uti I izar entonces esos genes "mejorados" y, con un período lo
suficientemente amplio, podría generar nuevas y mejores especies.
Pronto la "teoría sintética" haría furor y, bautizada de forma genérica
como neodarvinismo, ha llegado a reemplazar el modelo original de
una forma tan completa que Sylvia Baker, una autora respetada en este
campo, afirma: "La teoría evolutiva moderna[ ... ] se lo juega todo en la
º.
cuestión de la mutación" 7 Todo el mundo está de acuerdo en que,
además de la selección natural, también se producen cambios genéti­
cos, pero existen al menos cuatro razones de peso para descartar la
idea de que su combinación dé lugar a las nuevas formas de vida que
propone la evolución.
En primer lugar, las mutaciones (excluyendo las inducidas artificial­
mente en un laboratorio) suceden en muy raras ocasiones: más o
La evolución: ¿realidad o ficción? 27

menos en una de cada diez millones de duplicaciones de una molé­


cula de ADN71. Tras estudiar las mutaciones de numerosas generacio­
nes de bacterias, Pierre Grassé observó que no se producían cambios
sustanciales. Dado que las bacterias se multiplican con una velocidad
400 000 veces mayor que los humanos, los hallazgos de Grassé equi­
valen a millones de años de la especie humana. Tras descartar los
"miles y miles de acontecimientos beneficiosos y afortunados" para
que se produzcan las mutaciones que precisa el neodarvinismo,
Grassé escribió: "No hay ninguna ley que prohíba soñar despiertos,
pero la ciencia no puede permitirse tal cosa"72.
En segundo lugar, lejos de producir genes fuertes y mejorados que
sustenten la evolución, prácticamente todas las mutaciones (999 de
cada 1000) son perniciosas y debilitan el organismo o lo destruyen por
completo. Magnus Verbrugge, el profesor de medicina canadiense, uti­
liza el símil de la mecanografía: "Los errores al mecanografiar un texto
raramente mejoran la calidad de un mensaje escrito; y si ocurren dema­
sidados, pueden llegar a hacer ilegible la información que contiene" 73.
Phillip Johnson es más gráfico aún a la hora de descartar la posibi­
lidad de que una mutación genética contribuya siquiera a un solo ele­
mento de una especie mejorada: "Suponer que semejante suceso for­
tuito pudiera desarrollar siquiera un solo órgano complejo como un
hígado o un riñón es tan razonable como suponer que se puede obte­
ner un reloj mejor arrojando un reloj viejo contra una pared"74.
En tercer lugar, mientras que las mutaciones beneficiosas que con­
ducen a una especie mejorada implican un tremendo incremento de
información genética, tal incremento no se ha observado jamás. El bio­
físico Lee Spetner, profesor de Teoría de la información y de la comu­
nicación en la Johns Hopkins University en EE.UU., subraya la impor­
tancia de este hecho: "Los neodarvinistas desearían hacernos creer que
un número suficiente de pequeños acontecimientos puede conducir a
grandes cambios evolutivos. Sin embargo, si todos estos acontecimien­
tos son pérdidas de información, no pueden ser los pasos en la clase
de evolución que [la teoría] supuestamente explica, sin importar cuán­
tas mutaciones haya. Quien piense que la macroevolución puede pro-
28 La evolución: ¿realidad o ficción?

ducirse por medio de mutaciones que pierden información es como el


comerciante que perdía algo de dinero en cada una de sus ventas pero
pensaba que podía compensarlo vendiendo más[ ... ]. La imposibilidad
de encontrar una sola mutación que añada información no es solo una
imposibilidad de encontrar pruebas que sustenten la teoría: es una
prueba en contra de ella"75.
En cuarto lugar, para que cualquier nuevo órgano funcional fuera
eficaz tendría que aparecer de un solo golpe, como una entidad com­
pleta y operativa; sin embargo, los evolucionistas afirman que la muta­
ción se produce en incrementos microscópicos, y que ninguno de ellos
logra casi nada por sí mismo. Si esto es así, ¿cómo puede proporcionar
esta clase de proceso un producto terminado? Pensemos, por ejemplo,
en el ojo humano, que incluye direccionamiento, enfoque y ajuste de
apertura automáticos, y cuenta con 130 millones de células receptoras,
124 millones de las cuales tienen forma de bastoncillo y diferencian
entre la luz y la oscuridad, con los otros seis millones en forma de
conos que permiten identificar una gama de hasta ocho millones de
colores. ¿De verdad hemos de creer que este órgano increíblemente
sofisticado apareció mediante un proceso gradual, accidental, de acier­
to-error y sin propósito alguno, a lo largo de millones de años? Algunos
evolucionistas sostienen obstinadamente que esto es así, y que aun en
una fase temprana de desarrollo, el uno por ciento de un ojo sería
mejor que nada en absoluto. Pero esto es incurrir en un error básico, a
saber, confundir el uno por ciento de un ojo con un uno por ciento de
visión, cosa muy distinta. El uno por ciento de un ojo no proporciona­
ría la más mínima visión. Lo que es más, aun cuando todos los com­
ponentes del ojo estuvieran en su lugar, no serviría de nada a menos
que estuvieran "conectados" con precisión a una asombrosa estructu­
ra de millones de células nerviosas en el cerebro y otras partes del
cuerpo. ¿Hemos de suponer también que todos estos millones de otras
características relacionadas cuya presencia debe anteceder al ojo
pudieron desarrollarse simultáneamente y de la misma forma azarosa?
La complejidad del ojo plantea otro problema monumental para el
evolucionista. Darwin dijo: "Si se pudiera demostrar la existencia de
La evolución: ¿realidad o ficción? 29

cualquier órgano complejo cuya formación por medio de numerosos


cambios menores y sucesivos fuera imposible, toda mi teoría se ven­
dría completamente abajo" 76. Tal como demuestra brillantemente el
profesor americano de bioquímica Michael Behe en su estupendo libro
Darwin's Black Box (La caja negra de Darwin)77, ahora sabemos que
ya solo en el cuerpo humano el ojo no es más que uno entre muchos
de tales sistemas. ¿En qué posición deja eso al desafío de Darwin?
En quinto lugar, ninguna planta o animal vive lo suficiente para per­
mitir los millones de micromutaciones que serían necesarias para
transformarlo en una nueva especie "mejorada". Magnus Verbrugge
ofrece el siguiente ejemplo: "¿Qué probabilidad hay de que las muta­
ciones aleatorias coincidan y coordinen la creación de tan solo una
nueva estructura? Digamos que la formación del ala de un insecto pre­
cisa (muy por lo bajo) de tan solo cinco genes [... ]. La probabilidad de
que ocurran [simultáneamente] dos mutaciones inocuas es de una
entre mil billones. A todos los efectos prácticos, no existe ninguna posi­
bilidad de que las cinco mutaciones ocurran en el ciclo de vida de un
solo organismo" 78. Esto ya basta por sí solo para torpedear la "teoría
sintética", pero ya se hunde irremisiblemente cuando comprendemos
que un solo organismo está constituido de muchas estructuras que
deben aparecer al mismo tiempo y operar juntas en un todo integrado.
Hasta un evolucionista convencido como el zoólogo americano
George Gaylord Simpson reconocía que si hubiera una población
reproductora neta de cien millones de individuos y pudieran producir
una nueva generación cada día, la probabilidad de que se obtuvieran
resultados evolutivos beneficiosos mediante mutaciones podría esti­
marse en una cada 247 000 millones de años; una cifra que supera hol­
gadamente las dataciones más extravagantes de la edad de la Tierra7 9_
Aunque el neodarvinismo se acepta generalizadamente como algo
indiscutible, su credibilidad se evapora en cuanto lo sometemos a un
análisis científico honrado. La selección natural destruye los organis­
mos defectuosos; las mutaciones producen pérdidas de información
genética; y el tiempo tiene como resultado inevitable la decadencia y
la muerte. Quizá se pueda convertir la palabra "abeja" en "oveja" en
30 La evolución: ¿realidad o ficción?

un par de segundos y cambiando un par de letras; ¡convertir una abeja


en una oveja por medio de una serie de pasos infrecuentes, dañinos y
completamente aleatorios es algo muy distinto! Ernst Chain, que com­
partió un premio Nobel en 1945 por su trabajo en el desarrollo y la uti­
lización de la penicilina, no exageraba cuando decía que el desarrollo
y la supervivencia de los más aptos por medio de mutaciones acciden­
tales era "una hipótesis que carece de pruebas y que no se puede con­
ciliar con los hechos"BO_

El sentido que hay tras el mito


El alegato de la macroevolución se defiende tan insistente y apasiona­
damente que hay millones de personas sin formación científica que
suponen que ha de ser cierta. Cualquier declaración que comience
diciendo que los científicos han "probado" o "demostrado" que la evo­
lución es un hecho tiende a aceptarse tal cual, puesto que parece no
tener sentido discutir nada a los expertos. Sin embargo, existen al
menos dos razones para evitar reaccionar de esta forma.
La primera es que la ciencia no es un producto acabado, sino una
búsqueda continuada de la Verdad, un proceso de aprendizaje en que
de vez en cuando las cosas que se habían dicho anteriormente demues­
tran ser ciertas o falsas. En una viñeta de New Scientist, un estudiante
responde a la afirmación de un profesor con esta pregunta: "¿_ Está segu­
ro de que esa es I a respuesta correcta?". Cuando el profesor le asegura
que lo es, el alumno replica: "¡Pero si ayer nos dijo justo lo contrario!".
"Sí, así es-le dice el profesor-, pero eso fue ayer. ¡Ha de recordar que
la ciencia avanza una barbaridad!". Hemos de comprender que en la
verdadera ciencia, las palabras más recientes no son siempre la última
palabra. Karl Popper, del que se podría decir que es el más famoso filó­
sofo de la ciencia, llega al extremo de decir: "Todo postulado científico
ha de ser de naturaleza perennemente provisional"81.
Lo segundo es que hay muchas cosas fuera del alcance de la cien­
cia: no puede explicar por qué se originó el mundo, de dónde salieron
la materia y la energía, por qué hay leyes naturales constantes y fiables;
y tampoco puede decir nada definitivo con respecto a la teoría de la
La evolución: ¿realidad o ficción? 37

evolución. Tal como confirma hasta un evolucionista convencido


como George Gaylord Simpson, "es consustancial a la ciencia que
toda afirmación que no se puede verificar por observación tiene un
valor nulo en realidad [. .. l, o que al menos no forma parte de la cien­
cia"82_ Para que una idea pueda aspirar a ser una teoría científica creí­
ble, debe estar respaldada por hechos, procesos o propiedades obser­
vables y verificables. Los científicos suelen añadir otra matización:
debe ser posible reproducir un experimento cuyo fracaso demostrará
que la teoría es incorrecta. Es obvio que la teoría de la evolución no
reúne ninguno de estos criterios. Ningún ojo humano asistió a la apa­
rición del mundo: nadie vio la primera chispa de vida, un pez que se
convirtiera en un anfibio, un anfibio en un reptil, y un reptil en un pája­
ro o un mamífero. De hecho, no existe ni una sola prueba de primera
mano de una sola especie que haya aparecido mediante procesos natu­
rales. Tampoco se puede demostrar la teoría de la evolución mediante
un experimento diseñado con ese propósito porque, tal como se deja
claro en un artículo de la revista Nature, "nadie es capaz de idear for­
mas de probarla"8 3. Toda la historia de la transición de las moléculas
al hombre no es más que eso: una historia. Se cuenta apasionadamen­
te, se argumenta con vehemencia y se decora con miles de fascinantes
"exposiciones", pero carece de cualquier base científica fiable.
Estos suscita la siguiente pregunta: ¿por qué se esfuerzan tanto en con­
vencernos quienes nos cuentan esta historia de que nos están diciendo
la verdad? No cuesta demasiado encontrar la respuesta. Richard
Dawkins ofreció una pista indicativa durante el programa de televisión
de la BBC Soul of Britain (El alma de Gran Bretaña)84. A la pregunta con
respecto a su reacción al hecho de que la mayor parte de las personas
de Gran Bretaña creen en Dios, respondió: "Me entristece vivir en una
sociedad en la que creo que la mayoría de las personas viven engaña­
das. Me encantaría poder hacer algo al respecto, y por eso escribo los
1 ibros que escribo". Esto deja claro que, aun cuando Dawkins escriba
sobre biología, zoología y cosas semejantes, tiene una agenda secreta, tal
como confirmó al añadir: "Desearía con todo mi corazón que viviéramos
en una sociedad que hubiera superado la idea de Dios"85_
32 La evolución: ¿realidad o ficción?

Dos años después de la publicación de El origen, Adam Sedgwick,


profesor woodwardiano de Geología en la Universidad de Cambridge,
escribió: "Se trata, de principio a fin, de una ración de materialismo
cocinada con gran pericia[ ... ]. ¿_Y a qué responde esto? Estoy seguro de
que la única razón es hacernos independientes de un Creador"8 6.
Julian Huxley lo confirmó en una conferencia celebrada en 1959
para conmemorar el centenario de la publicación de El origen: "El ver­
dadero logro de Darwin fue eliminar de la esfera del debate racional
toda idea de Dios como el Creador de organismos"87.
Desde entonces ha habido una serie de científicos de alto rango
como el premio Nobel Harold Urey que han reconocido abiertamente
que su adhesión al materialismo (en otras palabras, a una cosmovisión
que parte de la exclusión de Dios) les ha llevado a abrazar la teoría de
la evolución no ya como una conclusión científica, sino1como un acto
de fe: "Todos los que estudiamos el origen de la vida descubrimos que
cuanto más la analizamos, más advertimos que es demasiado compleja
para que evolucionara a partir de nada: todos creemos como un dogma
de fe que la vida evolucionó en este planeta a partir de la materia iner­
te"88. George Wald, de la Universidad de Harvard, es más franco aún:
"Cuando se trata del origen de la vida en este planeta, solo caben dos
posibilidades: la creación o la generación espontánea. No existe una
tercera vía. La generación espontánea se refutó hace 100 años, con lo
que solo nos queda una conclusión: la creación sobrenatural. No pode­
mos aceptar tal cosa sobre una base filosófica, por lo que optamos por
creer en lo imposible: que la vida surgió espontáneamente al azar'' 89.
Estos ejemplos confirman que, en ausencia de un fundamento fac­
tual, la evolución es un sistema de creencias, lo que a su vez significa
que el evolucionismo no es una ciencia, sino una religión. En el prólo­
go de la reedición de 1971 de El origen, el biólogo británico Harrison
Matthews escribía que la creencia en la teoría de la evolución era
"exactamente análoga a la creencia en la creación especial" y que la
evolución simplemente era "una fe satisfactoria sobre la que basar
º.
nuestra interpretación de la Naturaleza"9 En referencia a la cuestión
de los fósiles, L.T. More dijo algo muy parecido: "Cuanto más se estu-
La evolución: ¿realidad o ficción? 33

dia la paleontología, más le invade a uno la certeza de que la evolu­


ción se basa exclusivamente en la fe; la misma fe que uno necesita
cuando se enfrenta a los grandes misterios de la religión"91. ¡ Esto es
algo muy distinto de la idea popular de que la evolución "de las molé­
culas al hombre" es un hecho con un sólido fundamento científico!

Implicaciones
Aceptar la teoría de la evolución es mucho más que una opción inte­
lectual. Significa confinar nuestro pensamiento a un sistema de creen­
cias materialista que lo reduce todo a la Naturaleza y los procesos
naturales: y esto tiene profundas implicaciones. William Provine, pro­
fesor de Historia y de Ciencias Biológicas en la Come// University, que
se denomina a sí mismo un "ateo absoluto", nos ofrece algo más que
un indicio del resultado que tiene: "Permítaseme resumir con franque­
za mis ideas en lo referente a lo que nos dice la biología evolutiva
moderna [ ... ]. No hay dioses, no hay propósitos, no hay ningún tipo de
fuerza que guíe en dirección alguna, no hay vida tras la muerte [... ]. En
última instancia no existe fundamento alguno para la ética; la vida no
tiene sentido; y los seres humanos carecen de libre albedrío"92_ Esto
muestra a las claras que la evolución no es una especie de juguete filo­
sófico que podamos sacar de vez en cuando para entretenernos: afec­
ta radicalmente a todas las áreas de la vida. Si el mundo está "simple­
mente ahí", si la vida es resultado de una fascinante racha de suerte, y
si nosotros mismos no somos más que accidentes biológicos, nos
enfrentamos a una avalancha de cuestiones:

• Si la información apareció por casualidad, ¿cómo podemos


saber que algo sea cierto?
• ¿Cómo puede explicar la evolución las leyes universales e inva­
riables de la lógica, de las cuales depende todo nuestro pensa­
miento? ¿Sobre qué base podemos estudiar el mundo de forma
coherente y llegar a conclusiones sensatas al respecto?
• Si el cerebro no es más que un accidente de la evolución bio­
lógica, ¿por qué habríamos de confiar en su capacidad para
34 La evolución: ¿realidad o ficción?

decirnos que eso es así? ¿Cómo pueden determinar las acumula­


ciones de átomos y moléculas que eso es lo que son?
• ¿Cómo pueden tener unos sacos de componentes biológicos
derecho a la justicia, a la libertad, a las posesiones materiales, a
la felicidad, o siquiera a la vida misma? ¿Qué nos confiere un
valor superior al de las rocas, los reptiles, los árboles o las termi­
tas?
• ¿Cómo es posible que los productos de una sucesión de felices
casualidades genéticas llegaran a aprender a recordar el pasado,
evaluar el presente y conjeturar con respecto al futuro?
• Si somos lo que alguien denominó "computadoras hechas de
carne", ¿cómo adquirimos la dimensión estética que nos capaci­
ta para apreciar la belleza en la Naturaleza y en el Arte, cuando
esto no aporta nada a la evolución?
• ¿Por qué habríamos de buscar un propósito o un sentido a la
vida? ¿Qué sentido tiene que máquinas programadas genética­
mente hablen de "calidad de vida" y de "valores", o se preocu­
pen por metas o aspiraciones?
• Puesto que es imposible saltar de los átomos a la ética y de las
moléculas a la moralidad, ¿por qué tenemos un sentido innato de
lo correcto y lo incorrecto? ¿Cuál es el origen de la conciencia,
y por qué tiene un poder tan asombroso?
•¿Por qué percibimos un sentimiento de obligación moral hacia
los demás? ¿Por qué habrían de preocuparse unos grumos de
materia orgánica por el bienestar efímero de otros grumos si
ambos están de camino a la extinción?
• ¿Cómo podemos vivir-o morir- con dignidad si nuestra exis­
tencia carece de sentido? ¿Por qué nos tomamos tan en serio a
nosotros mismos si Richard Dawkins está en lo cierto cuando
dice que no somos más que unos "monos sublimados"?93.
• Si la supervivencia del más apto es el mayor trofeo evolutivo,
¿por qué no apoyar la extinción de los menos aptos? ¿Por qué
habríamos de preocuparnos por los débiles, los discapacitados
mentales, los enfermos crónicos, los que sufren demencia senil y
La evolución: ¿realidad o ficción? 35

los desnutridos? ¿No deberíamos echarle una mano a la evolu­


ción y deshacernos de ellos, y cuanto antes mejor?
• Si los humanos no son más que gérmenes desarrollados 1 ¿por
qué somos la única especie a la que le preocupa la muerte? ¿Por
qué acercarnos a ella -o retrasarla- debería suponernos el más
mínimo trastorno? Si comenzamos como un golpe de suerte,
vivimos una farsa y acabamos como fertilizante, ¿qué esperanza
o ayuda podemos ofrecer a un moribundo?
•¿Por qué tenemos un sentimiento de espiritualidad tan intenso
que el hombre ha recibido el apelativo de "animal religioso"?
¿Cabría esperar esto de un puñado de polvo abandonado duran­
te millones de años?

El filósofo francés Jean-Paul Sartre negó vehementemente la existen­


cia de Dios1 pero hacia el final de su vida reconoció que el ateísmo era
4
' un mal negocio a largo plazo"9 _ Podría haber dicho lo mismo con
1

respecto a la evolución. Afirmar que se cree en ella es una cosa1 pero


vivir coherentemente con todas sus implicaciones es algo distinto. ¿De
verdad podemos vivir coherentemente como si debiéramos nuestra
existencia a millones de fútiles accidentes, como si no existiera orden
moral o racional alguno, y como si en última instancia no fuéramos
más que la antesala de un montón de estiércol?
Existe una alternativa ...

No una evolución, sino una revolución


Toda cosmovisión digna de ser tenida en cuenta ha de tomar en consi­
deración el pasado, el presente y el futuro. Por expresarlo lisa y llana­
mente: ha de tratar las cuestiones de nuestro origen, nuestra vida coti­
diana y nuestro destino. Hallamos una cosmovisión semejante en la
base de datos más fiable del mundo: la Biblia. Es casi seguro que quie­
nes rechazan esta valoración de la Biblia jamás la han leído con una
mente abierta. No solo es su integridad literaria mayor que la de cual­
quier otra obra literaria conocida, sino que tanto la arqueología como
la astronomía, la geología y la biología la han respaldado, y jamás ha
36 La evolución: ¿realidad o ficción?

habido descubrimiento científico alguno que haya contradicho ningu­


na de sus afirmaciones. Una eminencia como Isaac Newton, reconoci­
do universalmente como el padre de la ciencia moderna, la denominó
"una roca que ninguno de los martillos de la crítica jamás ha podido
desportillar lo más mínimo". Esto es justo lo que cabría esperar si la
Biblia fuera lo que afirma ser: "La palabra de Dios que vive y perma­
nece para siempre"95.

la Biblia tiene que ver con el pasado


El origen del universo exige tiempo, espacio, movimiento, materia y
energía; y los cinco aparecen en las diez primeras palabras de la Biblia:
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra" 96. En el original hebreo,
la frase que se traduce como "los cielos y la tierra" significa todo lo que
existe aparte de Dios mismo, y "todo" significa exactamente eso: desde
las galaxias hasta los granos de arena, desde los ángeles a los asteroi­
des, desde los tigres al tiempo, desde el espacio hasta las arañas, y
desde la luz hasta las leyes de la física. Difícilmente podría ser la Biblia
más explícita: habla del "Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar,
y todo lo que en ellos hay"97. No nos ofrece una explicación detallada
de cómo tuvo lugar la Creación, ni nos dice exactamente cuándo suce­
dió. Su principal interés consiste en dejar claro que el universo (inclui­
dos el tiempo, el espacio y las leyes de la Naturaleza) apareció por un
fíat divino. Dios no creó porque tuviera que hacerlo, sino que optó por
hacerlo, y ningún elemento de la Creación precisa de cualquier justifi­
cación más allá del hecho de que Dios quiso hacer tal cosa y le dio
existencia. ¿Qué otra razón se podría pedir cuando Dios es "excelso
sobre todos"98 y "suyos son el poder y la sabiduría"99? En A Brief
History of Time (Breve historia del tiempo), Stephen Hawking afirmaba
que si se descubriera una teoría unificadora (la llamada "teoría única")
que explicara el motivo de que el universo sea tal como es, "[... ] sería
el triunfo supremo de la razón humana, porque entonces conocería­
mos la mente de Oios"lOO_
El universo existe para reflejar la gloria de su Hacedor, cuya volun­
tad libre, independiente y soberana fue la causa originaria de todas
La evolución: ¿realidad o ficción? 37

las cosas. Esto explica por qué las leyes de la ciencia se mantienen
inmutables en el espacio y el tiempo. Sin ningún proselitismo religio­
so, el físico Paul Davies, profesor de Filosofía natural en la
Universidad de Adelaida, afirma: "Cuesta trabajo no llevarse la
impresión de que la estructura actual del universo, que tan sensible
parece a la menor alteración en sus cifras, fue cuidadosamente con­
cebido"1 º1. John Houghton, el científico británico, llega más lejos
aún: "El orden y la coherencia que vemos en nuestra ciencia puede
considerarse un reflejo del orden y la coherencia del carácter de Dios
mismo"1º2. ¿Hace falta más fe para creer en esto que para creer que
el asombroso orden, la armonía y la belleza que vemos en el mundo
natural son un gigantesco golpe de suerte, que la vida misma apare­
ció por casualidad, que la lógica no es más que pura suerte y que la
inmensa cantidad de información que hay en los seres vivos no tiene
una fuente inteligente? El mundialmente respetado escritor y estudio­
so C.S. Lewis llegó a esta conclusión: "Ninguna de las teorías filosó­
ficas con que me haya cruzado es una mejora sustancial de las pala­
bras de Génesis que dicen que 'en el principio creó Dios los cielos y
la tierra'11103.

La Biblia tiene que ver con el presente


Hacia el final de su relato de la Creación, la Biblia nos dice:

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y


hembra los creó10 4.

Esta sencilla afirmación es profundamente pertinente para nuestras


vidas cotidianas. Explica con precisión y de forma singular por qué
estamos acreditados para reivindicar una mayor dignidad que las
mulas y las amapolas. El reputado estudioso moderno Francis Schaeffer
da en el clavo: "La Biblia me dice quién soy [ ... ]. De pronto tengo
valor, y comprendo el motivo de que sea diferente [...]. Un hombre no
es de mayor valor por alguna razón menos básica, sino simplemente
por causa de su origen"l os.
38 La evolución: ¿realidad o ficción?

Nuestra creación por obra de alguien que es "magnífico en santi­


dad"106 explica el motivo de que podamos discernir entre lo bueno y
lo malo. La Biblia dice aun de quienes rechazan a Dios que las exigen­
cias de su santa ley están ''[escritas] en sus corazones"1º7. La concien­
cia es la "tarjeta de visita de Dios"108, un recordatorio ineludible de
nuestra obligación moral para con nuestro Hacedor: por eso todo el
que tiene un pensamiento normal sabe que la falta de honradez, la
inmoralidad, la envidia, la avaricia y el egoísmo son erróneos, y por
qué lo correcto es lo contrario.
Nuestra creación por obra de Dios está directamente relacionada con
el valor que atribuimos a los demás. Tal como dice Francis Schaeffer: "Si
el hombre no está hecho a imagen de Dios, no hay nada que se inter­
ponga en el camino a la inhumanidad [...]. La vida humana queda aba­
ratada"109_ La cosmovisión evolutiva nos reduce a átomos y moléculas,
y abre la puerta para que nos tratemos mutuamente como nos plazca,
desde el aborto a la carta a la eutanasia. La Biblia afirma justo lo contra­
rio, y nos dice que la vida humana es sagrada porque Dios la ha santifi­
cado y que, independientemente de cuáles sean sus debilidades, sus
limitaciones y sus defectos actuales, deberíamos tratar a los demás sobre
la base de que han sido "hechos a la semejanza de Dios"11 º.
Sin embargo, el Dios que se nos reveló en la Biblia no es una espe­
cie de relojero cósmico que "dio cuerda al mundo" y ahora no se inte­
resa por él. No solo es "quien da a todos vida y aliento y todas las
cosas 11111 , sino que también "sus misericordias [son] sobre todas sus
obras 11112 . Y lo que es más, demuestra ser "amparo y fortaleza [ ... ],
pronto auxilio en las tribulaciones"113 para quienes confían en Él.
Millones de personas a lo largo de miles de años atestiguan que en
tiempos de aflicción, tristeza, soledad, culpa, depresión y confusión,
Dios ha sido una realidad dinámica y liberadora que les ha proporcio­
nado gozo y paz donde antes parecía imposible.

La Biblia tiene que ver con el futuro


No solo confirma que "está establecido para los hombres que mueran
una sola vez"114, sino que dice que Dios "ha puesto eternidad en el
La evolución: ¿realidad o ficción? 39

corazón de ellos" 115. Tenemos una conciencia innata de que la muer­


te no es el fin, y de que tras esta vida mortal hay una inmortalidad.
Muchas personas que no alcanzan a tener más que una vaga creencia
en Él dan por supuesto que, puesto que "Dios es amor" 116, irán auto­
máticamente a la gloria y disfrutarán de su presencia para siempre.
Pero esto pasa por alto la enseñanza de la Biblia de que "no entrará en
ella ninguna cosa inmunda 11117 y de que, en calidad de 11juez justo"11B,
Dios condenará al "castigo eterno" 119 a aquellos cuyos pecados no
hayan sido perdonados.
Puesto que "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios" 120, nuestras perspectivas podrían parecer bastante aciagas: ¡pero
Dios ha intervenido! El mensaje fundamental de la Biblia es que "vino
al mundo para salvar a los pecadores"121, en la persona de su Hijo,
Jesucristo. Jesús nos ofreció en su vida un ejemplo perfecto de cómo
deberíamos vivir; y con su muerte pagó el castigo que merecemos:
"Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos,
para llevarnos a Dios" 122. Con su resurrección de entre los muertos no
solo "fue declarado Hijo de Dios con poder" 123, sino que proporcionó
los medios para que todos los que confíen en Él estén seguros de que
sus pecados han sido perdonados y que, por la gracia de Dios, pasarán
la eternidad en su presencia gloriosa, inmaculada, inmortal e ilimitada.
La Palabra de Dios contradice la teoría de la evolución biológica,
pero promete una revolución biológica. ¿Por qué optar por las conje­
turas cuando puedes experimentar la realidad de la presencia y el
poder de Dios en tu vida?
40 La evolución: ¿realidad o ficción?

Notas

1. The Concise Oxford Dictionary, p. 334 (7ª edición, 1988)


2. Citado por Currid, John D.: "From the Renaissance to the age of Naturalism" en
Building a Christian World View, vol. 1, pp. 154-155, ed. W. Andrew Hoffecker
(Presbyterian & Reformed Publishing Company) (énfasis nuestro).
3. Jbíd. (énfasis nuestro).
4. Dobzhansky, Theodosius: "Changing Man", Science 155:409.
5. Citado por Wright, John: Designer Universe, p. 61 (Monarch Publications).
6. Denton, Michael: Evolution: A Theory in Crisis, p. 15 (Adler & Adler).
7. Muller, H.J.: "Is Biological Evolution a Principie of Nature that has been well
established by Science?" (Documento de circulación interna, mayo de 1966).
8. Sagan, Carl: Cosmos, p. 27 (Random House).
9. Citado por Johnson, Phillip E.: Darwin on Tria/, p. 9 (Monarch Publications).
Existe versión en español: Proceso a Darwin (Portavoz, 1995). (N. E.).
1 O. Huxley, Julian: "lssues in Evolution", en Evolution after Darwin, vol. 3, (Sol Tax,
Chicago University Press).
11. Citado por Bowden, Malcolm: The Rise of the Evolution Fraud, p. 218
(Sovereign Publications).
12. Citado ibíd., p. 216.
13. Carta personal dirigida a Luther D. Sutherland, Sutherland, Luther D.: Darwin's
Enigma, p. 89 (Master Book Publishers).
14. Morris, Henry M.: The Long War Against Cod, p. 156 (Baker Book House).
15. Grassé, Pierre: Evolution of Living Organisms, p. 4 (Academic Press) (énfasis
nuestro).
16. Cf Johnson: Darwin on Tria/, p. 175.
17. Darwin, Charles: The Origin of Species, pp. 292-293 O.M. Dent & Sons Ltd).
18. Raup, David M.: "Conflicts between Darwin and Palaeontology", en Field
Museum of Natural History Bulletin, vol. 50, p. 25 (énfasis nuestro).
19. Citado por Huse, Scott M.: The Collapse of Evolution, p. 58.
20. Lubenow, Marvin: Bones of Contention, p. 182 (Baker Books).
21. Kitts, David: Evolution 28:467 (énfasis nuestro).
22. Hunter, Cornelius G.: Darwin's Cod, p. 69 (Brazos Press).
23. Citado por Johnson, Phillip E.: Darwin on Tria!, p. 54 (Monarch Publications).
La evolución: ¿realidad o ficción? 41

Existe versión en español: Proceso a Darwin (Portavoz, 1995). (N. E.).


24. Johnson: Darwin on Tria/, p. 54. Existe versión en español: Proceso a Darwin
(Portavoz, 1995). (N. E.).
25. Patterson, Colin: The Listener, 106:390.
26. Gould, Stephen Jay: "Evolution's erratic pace", Natural History, vol. LXXXVI (5),
p. 14 (énfasis nuestro).
27. Patterson, Colin: Evolution, British Museum of Natural History, p. 133.
28. Rifkin, Jeremy: Algeny, p. 188 (Viking Press).
29. Gould, Stephcn J.: The Panda's Thumb, p. 184 (W.W. Norton & Co.).
30. Citado por Johnson: Darwin on Tria/, p. 59 (énfasis nuestro). Existe versión en
español: Proceso a Darwin (Portavoz, 1995). (N. E.).
31. Patterson: The Listener, 106:390 (énfasis nuestro).
32. Lewontin, Richard: New York Review of Books (9 de enero de 1997) (énfasis
nuestro).
33. Citado por W hite, A.J. Monty: Wonderfully Made, p. 33 (Evangelical Press)
(énfasis nuestro).
34. Lubenow: Bone of Contention, p. 65.
35. Taylor, Jan T.: In the Minds of Men, p. 227 (TFE Publishing).
36. Ape Man: The Story of Human Evolution, Arts and Entertainment Network (4 de
septiembre de 1994).
37. Johnson, Phillip, artículo de circulación interna citado por Bowden, Malcolm:
Science vs. Evolution, p. 227 (Sovereign Publications) (énfasis nuestro).
38. Newsweek (3 de noviembre de 1980).
39. Cf. Morris, Henry M. y Parker, Gary E.: What is Creation Science?, pp. 52-61
(Master Books).
40. Citado en New Scientist 160 (2154):23.
41. Hemos tratado esta cuestión con mayor detenimiento en Does God Believe in
Atheists, pp. 324-331 (Evangelical Press).
42. Nash, Ronald: Faith and Reason, p. 138 (Zondervan Publishing House).
43. Citado por Draper, Edith: Draper's Book of Quotations for the Christian World,
p. 111 (Tyndale House Publishers).
44. Citado por Johnson: Oarwin on Tria/, p. 101. Existe versión en español: Proceso
a Darwin (Portavoz, 1995). (N. E.).
45. NOVA: The Miracle of Life, WGBH Educational Foundation.
42 La evolución: ¿realidad o ficción?

46. Croft, L.R.: How Life Began, p. 42 (Evangelical Press).


47. Johnson: Darwin on Tria/, p. 103. Existe versión en español: Proceso a Darwín
(Portavoz, 1995). (N. E.).
48. Fraser, C.M. et. al.: "The Minimal Gene Complement of Mycoplasma geníta­
lium", en Science 270 (5235):397-403.
49. Cf Jun, T.S.: The Structure of Scientific Resolutions, p. 69 (2' edición, University
of Chicago Press).
50. Dentan: Evolutíon: a Theory in Crisis, p. 329.
51. Jbíd.
52. Jbíd. p. 250.
53. Cf. Coppedge, James F.: Evolution: Possible or lmpossíble?, Probability
Research on Molecular Biology, pp. 11O ss.
54. Hoyle, Fred: "Hoyle on Evolution", Nature 294:148.
55. Hoyle, Fred: "The big bang in astronomy", New Scientíst 92:521.
56. Wald, George: "The Origin of Life", en The Physícs and Chemístry of Life, p. 12
(Simon and Schuster).
57. Dawkins, Richard: The Selfísh Cene, p. 16 (Oxford University Press).
58. Dawkins, Richard: The 8/índ Watchmaker, p. 139 (W.W. Norton & Co.).
59. Grocott, Stephen: In Síx Days, p. 136 (ed. John F. Ashton).
60. Hawking, Stephen: A Bríef Hístory of Time, pp. 139-140 (Bantam Books 1995).
61. Citado por Smith, Gary Scott: "Naturalist Humanism", en Building a Christian
World View, vol. 1, p. 174.
62. Craig, William Lane: A Reasonable Faith, p. 103 (Crossway Books).
63. Daily Telegraph (6 de abril de 1998).
64. Andrews, Edgar: Cod, Science and Evolution, p. 35 (Evangelical Press).
65. Morris, Henry M.: Evolution and the Modern Christian, p. 45 (Presbyterian and
Reformed Publishing Company).
66. Asimov, Isaac: "In the Game of Entropy and Thermodynamics You Can't Even
Break Even", en }ournal of the Smithsonian lnstitute, p. 6 (junio de 1990).
67. Morris, Henry M.: The Cod Who is Real, p. 46 (Baker Book House).
68. Eddington, Arthur S.: The Nature of the Physical Universe, p. 74 (Macmillan).
69. Morris: Evolution and the Modern Christian, p. 48.
70. Baker, Sylvia: Bone of Contention, p. 19 (Evangelical Press).
71. Parker, Gary E.: Creation - The Facts of Life, p. 63 (Creation-Life Publishers).
La evolución: ¿realidad o ficción? 43

72. Grassé, Pierre: Traité de zoologie, Tomo VIII (Masson).


73. Verbrugge, Magnus: Alive: An Enquiry into the Origin and Meaning of Life, p.
12 (Ross House Books).
74. Johnson: Darwin on Tria/, p. 37. Existe versión en español: Proceso a Oarwin
(Portavoz, 1995). (N. E.).
75. Spetner, Lee: Not by Chance!, p. 160 (The Judaica Press) (énfasis nuestro).
76. Darwin: The Origin of Species, p. 154 (8ª edición) (énfasis nuestro).
77. Behe, Michael: Darwin's 8/ack Box - The Bio-Chemical Challenge to
Evolution (The Free Press).
78. Verbrugge: Alive: An Enquiry into the Origin and Meaning of Life, p. 13 (Ross
House Books).
79. Citado por Comminellis, Nichols: Creative Defense, p. 81 (Master Books).
80. Citado por Block, Edward F.: Special Creation vs. Evolution, p. 5 (Southwest
Bible Church).
81. Popper, Karl: The Logic of Scientific Oiscovery, p. 28 (Unwin Hyman Ltd.).
82. Simpson, George Gaylord: Science, 143:769.
83. Birch, L.C. y Elrich, P.R.: Nature 214:239.
84. Sou/ of Britain, BBC2 (11 junio de 2000).
85. lbíd.
86. Citado por Clark, R.: The Survival of Charles Oarwin, p. 139 (Random House).
87. Citado por Batten, Don: In Six Days, p. 354.
88. Christian Science Monitor (4 de junio de 1962) (énfasis nuestro).
89. Citado por Huse: The Collapse of Evolution, p. 3 (énfasis nuestro).
90. Citado por Taylor: In the Minds of Men, p. 394.
91. Citado por Wysong, R.L.: The Creation-Evo/ution Controversy, p. 31 (lnter-
Varsity Press).
92. Provine, William B: Origins Research 16 (1/2):9.
93. Sunday Telegraph (18 de octubre 1998).
94. Sartre, Jean-Paul: Works, p. 65 (Penguin Books).
95. 1 Pedro 1:23.
96. Génesis 1 :1.
97. Hechos 14:15.
98. 1 Crónicas 29:11.
99. Daniel 2:20.
44 La evolución: ¿realidad o ficción?

1 OO. Hawking: A Brief History of Time, p. 193 (énfasis nuestro).


101. Davies, Paul: God and the New Physics, p. 189 (Touchstone Books).
102. Houghton, John: Real Science, Real Faith (ed. R.J. Berry, Monarch
Publications).
103. Lewis, C.S.: Miracles, p. 37 (Collins).
104. Génesis 1 :27.
105. Schaeffer, Francis: Genesis in Time and Space, p. .51 (Hodder & Stoughton)
(énfasis nuestro). Existe versión en español: Génesis en el tiempo y en el espacio (EEE,
1974). (N. E.).
106. Éxodo 15:11.
107. Romanos 2:15.
108. Evans C. Stephen: The Quest For Faith, p. 48 (lnter-Varsity Press).
109. Schaeffer: Cenesis in Time and Space, p. 27. Existe versión en español:
Génesis en el tiempo y en el espacio (EEE, 1974). (N. E.).
110. Santiago 3:9.
111. Hechos 17:25.
112. Salmo 145:9.
113. Salmo 46:1.
114. Hebreos 9:27.
115. Eclesiastés 3: 11 .
116. 1 Juan 4:8.
117. Apocalipsis 21 :27.
118. 2 Timoteo 4:8.
119. Mateo 25:46.
120. Romanos 3:23.
121. 1 Timoteo 1:15.
122. 1 Pedro 3.18.
123. Romanos 1:4.
Obras afines 45

Ante la Cruz Ante la puerta estrecha


Andrew J. Birch C.H. Spurgeon

96 pp. 80 pp

Acompañando a Jesús en su muerte hubo bas­ El autor, C.H. Spurgeon, escribió en el prefacio
tante gente; algunos de ellos por amor, pero la de esta obra:
mayoría por motivos menos loables: curiosidad,
morbosidad y hasta odio. De todos ellos habla "He preparado este librito con la ferviente
este I ibro: de las personas que estuvieron ante esperanza de que Él lo utilice con el bendito fin
la Cruz. Pero no se trata de un relato meramen­ de conducir a quienes le buscan a una inmedia­
te histórico, sino del mensaje -siempre vigen­ ta y sencilla confianza en el Señor Jesús".
te- de esa historia: De todas aquellas perso­
nas que estuvieron aquel día ante la Cruz, ¿ a ISBN 84-86589-48-7
cuál de ellas nos parecemos más? O dicho de
otra manera: ¿Hemos estado nosotros ante la
Cruz? Este es el desafío que nos lanza el autor
en este librito.

Andrew J. Birch nació en Northampton,


Inglaterra, en 1958. Su propia experiencia
"ante la Cruz" tuvo lugar en 1970, a los 11
años, por medio de la lectura de la Biblia.
Durante los años siguientes se sintió llamado
por Dios a dedicarse a la obra del Evangelio.
Estudió Filología Clásica en la Universidad de
Nottingham (Inglaterra) y Teología en la
Universidad Queen's de Belfast (Irlanda del
Norte). Junto con su esposa, Vivienne, se trasla­
dó a España en 1983, y desde esa fecha los dos
han trabajado en la obra del Señor, principal­
mente en la zona de La Mancha y actualmente
en Palma de Mallorca. Andrew (conocido en
España como Andrés) ha colaborado con varios
ministerios en nuestro país. Contribuyó con un
capítulo al libro Una fe para el III milenio, y se
le han publicado muchos artículos en diversas
revistas cristianas. Andrew y Vivienne tienen
tres hijos: Owen, Thomas y Lydia.

ISBN 84-86589-92-4
46 Obras afines

¡Crucificado por mí! Sermones evangelísticos


Paul Tucker Martyn Lloyd-Jones

80 pp 368 pp.

Jesús fue crucificado. Aparte de la fe, hay sufi­ "No había escuchado semejante predicación en
ciente evidencia como para que no haya duda años[ ...]. Desearía que cada ministro del Señor
acerca del hecho. ¿Pero podemos decir: "Jesús en América pudiera haber escuchado los sermo­
fue crucificado por mí"? nes que he oído de este siervo ungido del
Las últimas palabras de Jesucristo en la Señor". Esto lo escribió el Dr. Wilbur M. Smith
Cruz nos proporcionan una percepción de las del Seminario Teológico de Fuller, en la revista
profundidades de sus sufrimientos, la medida Moody Monthly, tras escuchar al Dr. Martyn
de su actitud compasiva hacia el género huma­ Lloyd-Jones predicar un sermón evangelístico
no y su victoria sobre el pecado. Mediante unas basado en el Antiguo Testamento. En este volu­
sencillas meditaciones en estas palabras de men se publica por primera vez una amplia
nuestro Salvador, el autor nos confronta con las selección de sermones tanto del Antiguo como
singulares reivindicaciones del Hijo de Dios. del Nuevo Testamento, y las razones para el
entusiasmo de Wilbur Smith se pondrán así de
El autor, Paul Tucker, se formó en el South manifiesto. Porque, si bien gran parte de las
Wales Bible College y ministró en Gales, en el exposiciones del Dr. Lloyd-Jones ya publicadas
este de Londres, en Irlanda del Norte y en el están concebidas para ayudar a los que ya son
condado de Surrey (Inglaterra). Fue también cristianos, él se consideraba a sí mismo, antes
presidente de la European Missionary que nada, un evangelista. Reconociendo que
Fellowship. nadie es cristiano por naturaleza, vio que el lla­
mamiento primordial de la Iglesia es presentar
ISBN 84-86589-97-5 el mensaje del Evangelio al inconverso, al indi­
ferente y al escéptico.
· Como libro dedicado específicamente a la
cuestión de la conversión y el comienzo de la
vida cristiana, los editores opinan que este será
uno de los títulos más populares y valiosos de
Lloyd-Jones.

ISBN 84-86589-63-0
Obras afines 47

El problema fundamental del hombre Últimas preguntas

Martyn Lloyd-Jones John Blanchard

32 pp. 32 pp,

En este librito se publica uno de los sermones Un librito evangelístico profusamente ilustrado
evangelísticos predicados por el Dr. Lloyd-Jones con fotografías a todo color. El autor responde
sobre el Nuevo Testamento. Si bien gran parte no sólo a las preguntas que se formula el hom­
de las exposiciones del autor ya publicadas bre de la calle (¿ Quién soy yo? ¿ Por qué estoy
están concebidas para ayudar a los que ya son aquí'? ¿A dónde voy?), sino también a las últi­
cristianos, él se consideraba a sí mismo, antes mas preguntas: ¿Existe Dios? ¿Cómo es Él?
que nada, un evangelista. Reconociendo que ¿ Puedo conocerle y experimentar su poder en
nadie es cristiano por naturaleza, vio que el lla­ mi vida? El estilo penetrante y directo, y las
mamiento primordial de la Iglesia es presentar numerosas citas bíblicas, contribuyen eficaz­
el mensaje del Evangelio al inconverso, al indi­ mente a una clara y poderosa presentación del
ferente y al escéptico. mensaje del Evangelio.
En estas páginas, los creyentes encontrarán
un claro ejemplo de la importancia de la predi­ ISBN 0-85234-375-2
cación expositiva de la Palabra de Dios, mien­
tras que aquellos que aún no han llegado a
tener una fe viva y real en el Señor Jesucristo se
verán confrontados con el desafío que el
Evangelio supone para sus vidas.
Editorial Peregrino se complace en ofrecer
a los lectores que aún no conocen la obra del
Dr. Lloyd-Janes la posibilidad de apreciar uno
de sus mensajes y conseguir otras obras del que
fue, sin lugar a dudas, uno de los principales
dirigentes evangélicos del pasado siglo XX.
48 Obras afines

La verdad inmutable Buscando la respuesta

D. Martyn Lloyd-Jones John Benton

101 pp. 80 pp.

El autor demuestra que los problemas presen­ ¿ Por qué creer en Dios?
tes del hombre -que son, por cierto, numerosos ¿A qué se debe que el mundo esté tan mal?
y complicados- se deben sólo a que desgracia­ ¿Hay una respuesta al sufrimiento?
damente no quiere aceptar la idea bíblica del ¿Puede ayudar la religión?
yo, sus necesidades y el único camino por el
cual puede ser liberado. En este libro, John Benton ha escrito una
Las ideas actuales relacionadas con estos exposición sincera, práctica y directa de la fe
asuntos se muestran totalmente inadecuadas. cristiana para aquellos que están "buscando la
El hombre moderno aparece controlado por respuesa" a estas preguntas.
una serie de clichés y prejuicios que le impiden
tener una mente clara. Al mismo tiempo, se ISBN 84-96562-04-2
demuestra que no hay nada más actualizado y
contemporáneo que el histórico mensaje bíbli­
co.

ISBN 84-86589-50-9

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