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EL IMPACTO DEL

DARWINISMO EN LA
TEOLOGIA

SEMINARIO BIBLICO TEOLOGICO

PROFESO: DARIO CASAVERDE

ALUMNO: ARTURO REYES


EL IMPACTO DEL DARWINISMO EN LA
TEOLOGIA
Hay mucha gente que todavía se pregunta si un cristiano puede defender que
el universo, la vida e incluso los seres humanos, no hemos aparecido en la
Tierra de manera sobrenatural, sino que somos el producto de un largo
proceso natural de cambio biológico irreversible. Proceso que se ha
prolongado durante miles de millones de años, lenta, gradual e
irreversiblemente (aunque en algunas ocasiones una gran conmoción
planetaria provocó extinciones en masa de carácter catastrófico). Este
proceso implica que los humanos emparentamos biológica y evolutivamente
con los primates (los mamíferos más similares a nosotros.

En respuesta a esa aseveración puedo decir que mientras haya personas que
amen y adoren a Dios defenderán con pasión su fe.

Darwin fue un científico británico, quien sentó las bases de la teoría moderna de la
evolución con su concepto del desarrollo de todas las formas de vida a través del proceso
lento de la selección natural. Su trabajo tuvo una influencia decisiva sobre las ciencias de la
vida y de la tierra, y sobre el pensamiento moderno en general.
Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury, Shropshire, Inglaterra, el 12 de febrero de
1809 en el hogar familiar, llamado "The Mount" ('El monte'). 15 Fue el quinto de seis de los
hijos habidos entre Robert Darwin, un médico y hombre de negocios acomodado, y
Susannah Darwin (apellidada Wedgwood de soltera)
Después de graduarse de la escuela en Shrewsbury en 1825, Darwin fue a la universidad de
Edinburgh a estudiar medicina. En 1827 se salió y entró a la universidad de Cambridge
para prepararse para convertirse en un ministro de la iglesia de Inglaterra. Allí conoció a
dos figuras: el geólogo Adam Sedgwick, y el naturista John Stevens Henslow. Henslow no
solamente le ayudó a ganar más confianza en sí mismo, sino que también enseñó a su
alumno a ser un observador meticuloso y cuidadoso de los fenómenos naturales y a ser un
coleccionista de especímenes.
Charles Darwin leyó tres obras que ejercerían una influencia fundamental en la evolución
de su pensamiento: otra obra de Paley, Teología Natural, uno de los tratados clásicos en
defensa de la adaptación biológica como prueba del diseño divino a través de las leyes
naturales; el recién publicado Un discurso preliminar en el estudio de la filosofía natural,
de John Herschel.

La teoría de la evolución biológica por medio de la selección natural, propuesta por


Charles Darwin en 1859, es sin duda uno de los avances científicos que han tenido mayor
impacto en la vida, la cultura y las sociedades humanas. Como todo avance científico, la
explicación darwiniana del origen de las especies no es producto del trabajo de una sola
persona, sino que es el resultado de una actividad colectiva. De hecho, uno de los mayores
méritos de Darwin fue sintetizar los avances de la época en materia de botánica, zoología,
embriología, taxonomía, economía natural, e incluso filosofía, mismos que sirvieron como
base teórica y metodológica para el desarrollo de la teoría.

LA TEORIA DE DARWIN COMUNIDAD DE


DESENDENCIA Y SELECCIÓN NATURAL
La explicación propuesta por Darwin del origen de las especies y del mecanismo de la
selección natural, a la luz de los conocimientos científicos de la época, constituye un gran
paso en la coherencia del conocimiento del mundo vivo y de las ideas sobre evolución
presentes con anterioridad. Se trataba de una teoría compuesta por un amplio abanico de
subteorías que ni conceptual ni históricamente fueron indisociables . Fundamentalmente,
las dos grandes teorías defendidas en el Origen fueron, por un lado, la teoría del origen
común o comunidad de descendencia, y, por otro, la teoría de la selección natural, que
establece el mecanismo del cambio evolutivo. De este modo, Darwin pretendía resolver
los dos grandes problemas de la historia natural: la unidad de tipo y las condiciones de
existencia.
Durante siglos, todo el mundo cristianizado se sentía obligado a creer, y creía, que el
universo había sido creado especialmente en el curso de seis días por la palabra de Dios.En
1859 publicó su «Origen de las especies» por medio de la selección natural, una exposición
poderosa y permanentemente valiosa de esa concepción del cambio y desarrollo de las
especies que hemos esbozado brevemente en otra parte de esta plataforma digital; y en
1871 completó el esquema de trabajo con la Descendencia del hombre, que situó
definitivamente al hombre en el mismo esquema de desarrollo que el resto de la vida.

Las universidades en Inglaterra particularmente, siendo principalmente clericales en su


constitución, se resistieron al nuevo aprendizaje muy amargamente. Durante los años
setenta y ochenta una tormentosa controversia hizo estragos en todo el mundo civilizado.
La calidad de las discusiones y la ignorancia de la iglesia pueden medirse por una
descripción en el Commonplace Book de Hackett de una reunión de la Asociación Británica
en 1860, en la que el Obispo Wilberforce atacó a Huxley, el gran campeón de las opiniones
darwinianas, de esta manera.
Enfrentándose a «Huxley con una sonriente insolencia, le pidió que le dijera si era a través
de su abuelo o de su abuela por lo que afirmaba que descendía de un mono». Huxley se
volvió hacia su vecino y dijo: «El Señor lo ha entregado en mis manos». Entonces se puso
delante de nosotros y pronunció estas tremendas palabras: «No se avergonzaba de tener
un mono como antepasado; pero se avergonzaría de estar relacionado con un hombre que
utilizaba grandes dones para oscurecer la verdad». (Otra versión dice: «Ciertamente he
dicho que un hombre no tiene motivos para avergonzarse de tener un mono por abuelo. Si
hubiera un antepasado del que debiera avergonzarme al recordarlo, sería más bien un
hombre de intelecto inquieto y versátil que se sumerge en cuestiones científicas con las que
no está realmente familiarizado, sólo para oscurecerlas mediante una retórica sin rumbo y
distraer la atención de su audiencia del verdadero punto en cuestión mediante digresiones
elocuentes y hábiles apelaciones a los prejuicios

El impacto del darwinismo


El año de Darwin

Doscientos años después del nacimiento de Charles Darwin en 1809 y 150 años después de
la publicación de El Origen de las Especies por la Selección Natural y la Supervivencia de
los más aptos, las relaciones entre evolucionismo y religión siguen siendo conflictivas.
¿Puede un cristiano aceptar las tesis básicas de una visión evolutiva del mundo, tal como
las plantean los científicos? ¿No son un reto a la fe? ¿Es compatible con la fe de la Iglesia
aceptar que la realidad natural ha ido evolucionando a lo largo de miles de millones de
años, de acuerdo con sus propias leyes naturales, y que ha dado lugar a la aparición de la
vida y de la humanidad? ¿No queda Dios arrinconado o tirado a la papelera?

¿Por qué las ideas de Darwin eran peligrosas?

El evolucionismo) fue esgrimido como banderín de enganche de los librepensadores, los


ateos, los masones, los anarquistas y, en general, las fuerzas que en el XIX se oponían a
una iglesia católica, beligerante y monolítica, y a unos católicos impregnados del
tradicionalismo más radical. Los argumentos esgrimidos por los contrarios a la evolución
eran muy diversos: la evolución se oponía a la Biblia, negaba la providencia de Dios,
situaba a los humanos al nivel de los monos y de los animales; el evolucionismo era
materialista. ateo y enemigo de la religión; pervertía las costumbres y reducía todo a un
relativismo moral.

Las ideas de Darwin contenían implicaciones religiosas que algunos no estaban dispuestos
a tolerar.

Se puede ser cristiano y creer en la evolución

Para mucha gente creyente en nuestro mundo, la idea cristiana de “creación” es


incompatible con la idea de los científicos de la “evolución”. Hay un conflicto sin solución
posible. En el resto del mundo desde hace muchos años.

Desde el Concilio Vaticano II


El Vaticano II no tomó posición directa y expresa frente a las implicaciones teológicas del
evolucionismo. Pero sí se refleja en el Concilio una visión dinámica de la realidad y una
convergencia, orientación y plenitud “hacia y en” Jesucristo. Con las palabras de algunos
teólogos, “el Vaticano II mantiene una visión muy optimista de la creación y pide una
responsabilidad al hombre en orden a no destruir lo creado”.

De igual modo, el Vaticano abrió la ventana a aires nuevos en la interpretación de la


Sagrada Escritura. La Constitución Conciliar Dei Verbum (DV, aprobada el 18 de
noviembre de 1965), al tratar de la exégesis bíblica, manifiesta que hay que tener en cuenta
los “géneros literarios” (DV, 12), y “el intérprete indagará lo que el autor sagrado dice e
intenta decir, según su tiempo y su cultura”. Este método es enormemente fecundo para
despegarse del literal ismo bíblico dominante durante tantos siglos. Se abre un camino
franco para poder entender la Escritura desde otras categorías culturales y científicas.

QUE IMPACTO CAUSO LA TEORIA DE DARWIN EN


LA TEOLOGIA

En primer lugar, la cuestión de la creación del universo.

La noción clásica de creación, entendida como la producción de algo a partir de la nada, se


cerraba sin mayor esfuerzo en una cosmovisión estática en la que las diferentes creaturas y
especies emergen en forma acabada y conclusa en su ser desde el comienzo de la mano del
Creador. Es el relato literal del Génesis. La teoría de la evolución según la cual casi todo
procede “de algo”, por un proceso evolutivo de cosmogénesis, biogénesis y antropogénesis,
presentó una dificultad de conciliación con la noción clásica de creación.

En segundo lugar, la cuestión de la creación del hombre.

En 1871 Darwin publicó su obra sobre El origen del hombre y revolucionó los espíritus de
la época. Ese mismo año, un biólogo católico inglés, St. George J. Mivart, publicó un libro
en que defendía un “evolucionismo mitigado”: el cuerpo humano procedía de padres no
humanos pero el alma procedía de una intervención creativa inmediata de Dios.

A partir de la segunda y tercera décadas del siglo XX hubo un gran avance en la aceptación
de una cosmovisión evolutiva por la doctrina católica. Llegamos así a la encíclica Humani
Generis de Pío XII (1950) en que se aclara que el magisterio de la Iglesia no se opone al
evolucionismo, si por tal se entiende el origen del cuerpo humano de una materia ya
existente y viviente. El origen del alma, en cambio, sostiene la encíclica, es creación
inmediata de Dios.

En tercer lugar, la cuestión del pecado original 

En la que aparecieron dos principales dificultades como producto de la teoría de la


evolución: la del poligenismo- monogenismo (diferentes linajes para las razas, con un
descenso común) y la de los dones preternaturales. La evolución se inclinaba por sostener
la hipótesis poligenista, esto es, que la especie humana procede de una pluralidad de
parejas y no de una sola pareja lo que creaba una situación embarazosa a la presentación
tradicional de la doctrina del pecado original, con un Adán y una Eva histórica como
primera pareja. La hipótesis monogenista, en cambio, parecía ofrecer un mejor
fundamento al pecado original porque todos seríamos hijos de Adán y Eva, la primera
pareja. Por esta razón, la Humani Generis se manifestaba contraria al poligenismo.

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