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DARWINISMO EN LA
TEOLOGIA
En respuesta a esa aseveración puedo decir que mientras haya personas que
amen y adoren a Dios defenderán con pasión su fe.
Darwin fue un científico británico, quien sentó las bases de la teoría moderna de la
evolución con su concepto del desarrollo de todas las formas de vida a través del proceso
lento de la selección natural. Su trabajo tuvo una influencia decisiva sobre las ciencias de la
vida y de la tierra, y sobre el pensamiento moderno en general.
Charles Robert Darwin nació en Shrewsbury, Shropshire, Inglaterra, el 12 de febrero de
1809 en el hogar familiar, llamado "The Mount" ('El monte'). 15 Fue el quinto de seis de los
hijos habidos entre Robert Darwin, un médico y hombre de negocios acomodado, y
Susannah Darwin (apellidada Wedgwood de soltera)
Después de graduarse de la escuela en Shrewsbury en 1825, Darwin fue a la universidad de
Edinburgh a estudiar medicina. En 1827 se salió y entró a la universidad de Cambridge
para prepararse para convertirse en un ministro de la iglesia de Inglaterra. Allí conoció a
dos figuras: el geólogo Adam Sedgwick, y el naturista John Stevens Henslow. Henslow no
solamente le ayudó a ganar más confianza en sí mismo, sino que también enseñó a su
alumno a ser un observador meticuloso y cuidadoso de los fenómenos naturales y a ser un
coleccionista de especímenes.
Charles Darwin leyó tres obras que ejercerían una influencia fundamental en la evolución
de su pensamiento: otra obra de Paley, Teología Natural, uno de los tratados clásicos en
defensa de la adaptación biológica como prueba del diseño divino a través de las leyes
naturales; el recién publicado Un discurso preliminar en el estudio de la filosofía natural,
de John Herschel.
Doscientos años después del nacimiento de Charles Darwin en 1809 y 150 años después de
la publicación de El Origen de las Especies por la Selección Natural y la Supervivencia de
los más aptos, las relaciones entre evolucionismo y religión siguen siendo conflictivas.
¿Puede un cristiano aceptar las tesis básicas de una visión evolutiva del mundo, tal como
las plantean los científicos? ¿No son un reto a la fe? ¿Es compatible con la fe de la Iglesia
aceptar que la realidad natural ha ido evolucionando a lo largo de miles de millones de
años, de acuerdo con sus propias leyes naturales, y que ha dado lugar a la aparición de la
vida y de la humanidad? ¿No queda Dios arrinconado o tirado a la papelera?
Las ideas de Darwin contenían implicaciones religiosas que algunos no estaban dispuestos
a tolerar.
En 1871 Darwin publicó su obra sobre El origen del hombre y revolucionó los espíritus de
la época. Ese mismo año, un biólogo católico inglés, St. George J. Mivart, publicó un libro
en que defendía un “evolucionismo mitigado”: el cuerpo humano procedía de padres no
humanos pero el alma procedía de una intervención creativa inmediata de Dios.
A partir de la segunda y tercera décadas del siglo XX hubo un gran avance en la aceptación
de una cosmovisión evolutiva por la doctrina católica. Llegamos así a la encíclica Humani
Generis de Pío XII (1950) en que se aclara que el magisterio de la Iglesia no se opone al
evolucionismo, si por tal se entiende el origen del cuerpo humano de una materia ya
existente y viviente. El origen del alma, en cambio, sostiene la encíclica, es creación
inmediata de Dios.