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Sin embargo, existe un sector crítico de este control pues señalan que constituye una
extralimitación en las atribuciones de la Corte IDH. ¿Eso es realmente cierto? El
presente ensayo tiene como objeto cuestionar alguna de las críticas que se realizan a esta
institución.
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contenidos en dicho Tratado no sean vulneradas por leyes que las contravengan. En esta
primera aproximación, el órgano encargado de ejercer este control es el Poder Judicial.
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Cfr. Corte IDH, caso Trabajadores cesados del Congreso («Aguado Alfaro y otros») c. Perú, sentencia de
excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, 24 de noviembre de 2006, serie C, n.° 158, párr.
128.
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Cfr. Corte IDH, caso Cabrera García y Montiel Flores c. México, sentencia de excepción
preliminar, fondo, reparaciones y costas, 26 de noviembre de 2010, serie C, n.° 220, párr. 225.
5
Cfr. Corte IDH, caso Gelman c. Uruguay, sentencia de fondo y reparaciones, 24 de febrero de 2011,
serie C, n.° 221, párr. 239.
6
Corte IDH. Caso Gudiel Álvarez y otros ("Diario Militar") Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 20 noviembre de 2012. Serie C N° 253, párr. 330.
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Opinión Consultiva OC-21/14 de 19 de agosto de 2014. párr. 31
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Tello Mendoza, J. A. (2021). El Control de Convencionalidad según la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y su difícil articulación con la noción de Estado Constitucional de Derecho [Tesis Doctoral,
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Asimismo, este control puede realizarse en sede internacional o interna 9. La primera la
realiza la Corte IDH, su efecto es la declaración o no de responsabilidad internacional
del Estado, cuyas actuaciones son objeto de revisión. La segunda, constituye una
obligación de toda autoridad pública de un Estado adscrito a la Convención Americana,
puede ser de oficio o a pedido de parte, en el ejercicio de sus competencias no
contenciosas, consultivas o preventivas.
De igual manera, se tiene el principio pacta sunt servanda que de acuerdo al artículo
26° de la Convención de Viena regula que todo tratado en vigor obliga a las partes y
debe ser cumplido por ellas de buena fe. Este principio lejos de verse vulnerado refuerza
el argumento a exponer.
En ese sentido, si la Corte IDH -al ser intérprete de la CADH- contempla como
necesaria la medida del control de la convencionalidad para hacer efectivo el contenido
de sus derechos y libertades, y, el Estado no cumple dicho compromiso. Entonces, se
vulnera el artículo 2 de la CADH por tal incumplimiento.
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Adicionalmente, se resalta que la única limitación a la interpretación a generarse es que
las medidas por adoptarse deben realizarse con arreglo a los procedimientos
constitucionales del Estado miembro y las disposiciones de la CADH. Sobre lo último,
ninguna de sus disposiciones prohíbe un control convencional, sino que por el contrario
el artículo 2, la favorece.
Por otro lado, cabe destacar que los derechos humanos son un límite al poder estatal
cuya manifestación se ejerce en el poder legislativo, ejecutivo y judicial. En esa línea,
resultan curioso que de un lado se cuestione a la Corte IDH cuando limita al poder
legislativo, mas no se le cuestione cuando se limitan a los poderes ejecutivo y judicial.
Si bien, esto podría ser de alguna manera entendible en la medida que el control
realizado a actuaciones legislativas tiene efecto erga omnes, mientras que el control
realizado a actuaciones jurisdiccionales tendría efectos inter partes. El razonamiento
anotado cae pues cuando la Corte IDH resuelve que un Estado miembro tiene
responsabilidad internacional por la vulneración de algún derecho humano. Al mismo
tiempo, condena la actuación estatal realizada, de forma que a partir de este precedente
esta actuación no se debería volver a cometer ni en el país sancionado ni en ningún otro
adscrito a la CADH.
Por ejemplo, si la Corte IDH resuelve en el Caso González y otras (Campo algodonero)
vs. México que en las investigaciones penales por desaparición de mujeres, los agentes
policiales deben incluir una perspectiva de género en sus actuaciones. Esta disposición
es atendible no solo por los agentes policiales de México sino incluso de los demás
miembros adscritos a la competencia del mencionado Tribunal Internacional. Si no lo
hacen, los Estados miembros pueden ser objeto de denuncia ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, previo agotamiento de vías internas.
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pacto también surgen atentados a la democracia11. El límite de un consenso de las
mayorías es la vulneración de los derechos humanos de las minorías y precisamente
mediante el control de la convencionalidad se busca prevenir estos excesos.
Otra de las alegaciones de Tello Mendoza es que los artículos 67 y 68.1 de la CADH
nada dicen sobre la vinculatoriedad de la jurisprudencia de la Corte IDH, y menos para
quienes no participaron en el litigio. Sobre el particular, se alega que esta conclusión es
inexacta pues el artículo 68.1 de la CADH señala taxativamente “Los Estados Partes en
la Convención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que
sean partes”. Se evidencia contradicción.
Es necesario también subrayar, que una buena proporción de las sentencias que abordan
el control de la convencionalidad son por vulneración de normas de ius cogens. En ese
sentido, en atención al el artículo 53 de la Convención de Viena, cuando concurre la
contravención de estos derechos de orden imperativo, no se admite acuerdo en
contrario.
Por lo tanto, en casos como Gelman vs. Uruguay, donde una ley pretende dar amnistía a
agentes estatales que desaparecieron a mujeres embarazadas y despojaron a menores
recién nacidos de su derecho de identidad y de crecer en su seno familiar. Aun si esta
norma tenga una aparente legitimidad por democracia directa y ratificación de su
Tribunal Supremo, no es amparable.
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desapariciones forzadas, torturas, entre otros, en nombre de esa omisión. Tanto más si
obra un derecho sustantivo convencional que lo protege y exige su garantía. A nuestro
criterio, hacerlo implicaría impunidad para los Estados y los agentes que han vulnerado
derechos humanos. Además dejaría en estado de indefensión a las víctimas,
vulnerándose su derecho a las garantías judiciales.
Ante lo acotado, es bastante inconsecuente pretender negociar con una dictadura bajo
promesa de impunidad. El fin no justifica los medios y el control de la convencionalidad
como un límite a este tipo de pactos no hace más que reforzar la necesidad de su respeto
y aplicación. Por otro lado, comparando las dictaduras anteriores a la regulación de esta
institución con las actuales, se evidencia una disminución considerable, que también
coadyuva a legitimar este control.
Es incongruente que un tribunal pueda interpretar una norma y al mismo tiempo que
esta interpretación no tenga eficacia jurídica, máxime si como ya lo señalamos el
artículo 68.1 de la CADH compromete a los Estados miembros a cumplir las decisiones
de la Corte IDH por lo menos en los casos donde intervienen. Con todo, se culmina con
el análisis de alguna de los resultados arribados en la tesis doctoral indicada.
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derechos humanos. Como diría Mandela “Cualquier hombre o institución que trate de
despojarme de mi dignidad, fracasará”. En la misma medida, cualquier intento de
deslegitimar un mecanismo que resguarda la dignidad humana, fracasará.