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Su importancia en la historia
Para el estudiante de historia, este Hombre entre los hombres ocupa el primer,
principal y único lugar como personalidad dirigente en el progreso del mundo.
Nunca jamás ha producido el género humano un director de igual categoría.
Considerado únicamente como personaje histórico, es singular.
Tanto el cristiano como el incrédulo reconocen su supremacía como Hombre, y
respetan el significado trascendental de su nacimiento. Cristo nació en el
meridiano de los tiempos;b y su vida en la tierra señaló, a la misma vez, la
culminación de lo pasado y la inauguración de una era señalada por la
esperanza, esfuerzos y realizaciones humanos. Su advenimiento ocasionó un
sistema nuevo en la manera de contar los años; y por consentimiento común,
los siglos que antecedieron su nacimiento han sido contados hacia atrás desde
ese memorable acontecimiento, y han sido designados correspondientemente.
Nos ha sido preservada una breve narración de algunas de sus palabras y
obras; y esta relación, aunque fragmentaria e incompleta, es justamente
considerada como el tesoro más grande del mundo.
Ni se ha escrito, ni puede escribirse una biografía adecuada de Jesús, como
Niño y como Hombre, por la sencilla razón de que no hay abundancia de
informes. Sin embargo, jamás ha habido un hombre de quien más se haya
dicho y cantado, nadie a quien se haya dedicado una proporción mayor de la
literatura del mundo. Cristianos, mahometanos y judíos, escépticos e
incrédulos, los poetas, filósofos, estadistas, científicos e historiadores más
eminentes del mundo—todos lo ensalzan.
El Propósito de la Navidad y el significado del nacimiento de Cristo
Importancia de su nombre
En los nombres y títulos particulares que autorizadamente se aplican a Jesucristo
está manifestada su divinidad. Según el criterio del hombre, no se puede atribuir
mucha importancia a los nombres, pero en la nomenclatura de los Dioses, cada
nombre es un título de poder o categoría.
Jesús es el nombre individual del Salvador, y escrito en esta forma, es de
derivación griega; su equivalente en hebreo era Yehoshua o Yeshua, o como lo
conocemos en castellano, Josué. En su forma original, era bien sabido que el
nombre significaba “Ayuda de Jehová” o “Salvador”. Aunque en la actualidad es
un nombre tan común como Juan o José o Manuel, sin embargo, el nombre fue
prescrito divinamente, como ya se ha dicho. Por tal motivo, el ángel declaró a
José, con quien estaba desposada la virgen: “Y llamarás su nombre JESUS, porque
él salvará a su pueblo de sus pecados.”p
Cristo es un título sagrado y no es una designación ordinaria o nombre común; es
de origen griego y son idénticos su significado y el de su equivalente
hebreo, Mesías, que quiere decir el Ungido
Romanos 5:12,18
12 Por consiguiente, como el apecado entró en el mundo por un hombre, y por el
pecado la muerte, así la bmuerte pasó a todos los hombres, por cuanto
todos cpecaron.
18 Así que, como por la transgresión de uno solo vino la condenación a todos los
hombres, así también por la justicia de uno solo vino la gracia a todos los hombres
para justificación de vida.
Juan 3:16
16 Porque de tal manera aamó bDios al mundo que ha dado a su Hijo cUnigénito,
para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.
El Propósito de la Navidad y el significado del nacimiento de Cristo
La verdadera Navidad
Por el Presidente Howard W. Hunter (1907–1995)
“De todas las festividades, ninguna [como la de la Navidad] penetra tanto el
corazón humano ni inspira sentimientos más sublimes. Los pensamientos, los
recuerdos, las esperanzas y las tradiciones ligadas a ella se vinculan
colectivamente a la antigüedad y a la nacionalidad, e individualmente a la
infancia y a la vejez. todo ello hace de la Navidad la festividad más anhelada, la
más universal y, desde cualquier punto de vista, la más importante para el
hombre”
Cristo puede nacer en la vida de los hombres, y cuando esta experiencia tiene
lugar, se dice que tal hombre es “en Cristo”, es decir, que Cristo se ha “formado”
en él. Ello presupone que aceptemos a Cristo en nuestro corazón y que hagamos
de Él la mayor influencia en nuestra vida. Cristo no es una verdad general ni un
dato histórico, sino que es el Salvador de los hombres en todo lugar y en todo
momento. Al esforzarnos por ser como Cristo, Él “se forma” en nosotros; si
abrimos la puerta, Él entra; si buscamos Su consejo, Él nos aconseja. Para que
Cristo sea “formado” en nosotros, debemos creer en Él y en Su expiación. Esa
creencia en Cristo y guardar Sus mandamientos no supone obstáculo alguno; más
bien los hombres son libres gracias a ambos. El Príncipe de Paz aguarda para
darnos paz mental, con lo cual podemos convertirnos en conductos de esa paz.