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son el conjunto de
materia que se
utiliza para
diagnosticar, prevenir y tratar afecciones dentales y del
sistema estomatognático. Los biomateriales son
aquellos que están destinados a interactuar con
sistemas biológicos. Por lo tanto, los materiales dentales
son biomateriales.
La respuesta inmunológica se
puede manifestar como una zona
eritematosa, por ejemplo, cuando
una persona es alérgica al níquel.
En el caso de las reacciones
toxicológicas, el elemento que
produce la toxicidad se incorpora al organismo y puede llegar a producir
algún tipo de daño a distancia en el tiempo.
La biodegradabilidad está
relacionada con la
capacidad de esa sustancia de descomponerse. Cuanto mayor es la
biodegradabilidad de ese material, más fácil es su descomposición.
Un material a ser colocado en un medio como la boca, puede llegar a ser
más estable o más fácil de degradar. La estabilidad o las formas de
degradación de un material van a depender de las características propias del
material, el tipo de uniones o la estructura, la superficie, moléculas que los
constituyen. No serán las mismas condiciones si está al aire libre, en el
medio bucal o al vacío, o expuesto a estímulos dentro de ese medio. En el
medio bucal puede ser como ejemplo una parafunción. Todo esto va a
modificar la forma de degradación que puede llegar a sufrir este material.
Ese medio tendrá componentes físicos, químicos y biológicos propios que pueden afectar al comportamiento del material. El
estímulo es un elemento externo a ese medio.
Cuando colocamos un material en la cavidad bucal debemos considerar
que ese material va a estar expuesto a estímulos.
Ese material que coloquemos
también va a estar sometido a
cambios de temperatura
extremos.
El desgaste es una
forma de degradación
que involucra la
pérdida de masa por
acción mecánica que
puede ser sufrida por
todos los materiales
estudiados. El desgaste
aceptable, por ejemplo al esmalte dentario, es de 30 micrones al año. Algunos materiales pueden llegar a sufrir más o menos
desgaste de acuerdo a sus características y a su estructura.
Primera foto: desgaste en un material cerámico. Segunda foto:
desgaste en un material orgánico. Tercera foto: desgaste en un
material metálico.
El término sorción
incluye dos
términos:
adsorción y absorción. La absorción ocurre cuando un fluido (agua, saliva,
etc.) penetra entre las moléculas de un material (poliméricos). Parte de
los componentes del material se solubilizan y así se alteran sus
propiedades. La adsorción ocurre cuando un material orgánico atrae
hacia su superficie a un fluido pero el mismo no penetra en su interior.
La imagen representa a un material formado por moléculas o por iones que actúa como soluto. Al ser expuesto a un medio
líquido que actúa como solvente, el soluto se degrada paulatinamente. Las partículas de soluto se dispersan en el solvente
hasta lograr una mezcla homogénea.
Un material orgánico en contacto con un medio acuoso puede sufrir sorción y esto a su vez
puede ocasionar o no la liberación de componentes solubles. Si se liberan estos
componentes, pueden provocar la destrucción parcial o total del material, así como generar
toxicidad si el elemento que se solubiliza es tóxico al incorporarse a la vía sistémica. No
siempre que hay sorción hay solubilización y la solubilización no siempre se produce a partir
de una sorción.
La estructura anisotrópica
del esmalte permite que al estar expuesto al ataque ácido, se produzca
una disolución selectiva del esmalte, algunas partes se disuelven y otras
no, formando una superficie con rugosidades que favorece el logro de una
adhesión.
En la corrosión se da una
combinación entre la oxidación y
la pérdida de masa. La corrosión
es la pérdida de propiedades y
cualidades deseadas de un
material como producto del deterioro por acción del medio ambiente.
Puede ser química o electroquímica. También se puede clasificar de acuerdo al ambiente donde se
desarrolla, como húmedo o seco. En nuestro ámbito, el tipo de corrosión es la de tipo húmeda.
Puede ser uniforme si el metal se corroe a una misma velocidad en toda su superficie, o bien
localizada en cuyo caso resultan afectadas pequeñas áreas.
En la corrosión química, el metal se combina con el oxígeno proveniente del agua, de la lluvia o de la atmósfera y se oxida.
Todos los metales reaccionan al oxígeno, sufren oxidación y se corroen, pero la velocidad de esta reacción es distinta para
cada tipo de metal. Por ejemplo, en los metales nobles, el oro y el platino, esta velocidad es muy lenta y tarda miles de años
en producirse, por lo cual estos materiales pueden utilizarse sin riesgo de que se deterioren o que se liberen compuestos
tóxicos al medio. Por el contrario, los metales no nobles sufren una velocidad rápida, por lo que se combinan con metales
que se pasiven para evitar los efectos negativos de la corrosión.
CROMO-ALUMINIO-TITANIO. Estos tres metales sufren una reacción rápida con el
medio, pero en vez de formar óxidos que se desprenden del material, forman una
capa de óxidos que se quedan firmemente adheridos a la superficie, con lo cual se
evita la pérdida paulatina de sus componentes. A estos tipos de óxidos se los
denomina óxidos protectores. En este ejemplo vemos que el metal se combina con
el oxígeno proveniente del agua de la lluvia, de la atmósfera, y sin embargo no
sufre corrosión, ya que tiene incorporado en su composición algún metal que se
pasiva. La pasivación, entonces, es la formación de óxidos en la superficie del metal
firmemente adherido que actúa como una capa protectora a la degradación del material.
Son ejemplos de metales con capa de pasivación el acero inoxidable, la capa de óxido de cromo, las aleaciones de cobalto-
cromo, níquel-cromo, níquel-titanio.