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La

Rehabilitación
del Cristo
de Dios
Hijos e hijas de Dios,
en misión de Dios, en unión
con la tercera fuerza básica de Dios,
la Sabiduría divina,
rehabilitan al Cristo de Dios.

Ha llegado el tiempo: El Cristo de Dios, que Prueba de lectura


fue Jesús de Nazaret, quien trajo a la huma-
del capítulo:
nidad las enseñanzas de los Cielos, la en-
señanza de la Paz, de la Unidad, la Ley del Dependencia
amor que es omniabarcante e irrevocable,
va a ser rehabilitado en la Tierra, porque por medio de los
las estructuras de poder institucionales han «sacramentos»
abusado del Cristo de Dios y lo han desa-
creditado de la forma más infame y aún lo
siguen haciendo.
Del libro:
La
La
Rehabilitación Rehabilitación
del Cristo del Cristo
de Dios de Dios
Hijos e hijas de Dios,
en misión de Dios, en unión
con la tercera fuerza básica de Dios, En la amplia documentación «La rehabilitación del
la Sabiduría divina, Cristo de Dios» conocerá usted la dimensión del en-
rehabilitan al Cristo de Dios. gaño cometido con la enseñanza de Jesús, el Cristo
–y lo que Él, el Espíritu Libre, trajo verdaderamente a
los seres humanos y trae hoy de nuevo: la enseñanza
Prueba de lectura del capítulo: del amor a Dios y al prójimo, a los hombres, la natu-
raleza y los animales, el camino de regreso al Reino
Dependencia de Dios, a nuestro Padre eterno.
por medio de los
«sacramentos»
Más de 700 págs, tapa dura,
Próxima edición en español: mayo de 2016
Febrero 2016
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Max-Braun-Str. 2, 97828 Marktheidenfeld, Si quiere le enviamos otros cuadernos gratuitos
Alemania con otros temas del libro
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la edición original en alemán tiene validez última. www.la-rehabilitacion.de
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Dependencia por medio
de los «sacramentos»

Jesús, el Cristo, el Corregente del Reino de


Dios, nos enseña a los hombres el amor a Dios
y al prójimo, que también incluye a la naturale-
za y a los animales. Con Su enseñanza celestial,
el Sermón de la Montaña, nos indica el cami-
no que conduce a una vida pacífica y plena en
Dios.
Su enseñanza fue y es la enseñanza activa, el
cumplimiento paulatino de los Diez Manda-
mientos y de Su Sermón de la Montaña. Él
enseñó: «Así pues, todo el que oiga estas pala-
bras mías y las ponga en práctica, se parecerá
al hombre prudente que edificó su casa sobre
roca» (Ma 7, 24).
Jesús de Nazaret nos exhortó con esto a poner
en práctica el amor a Dios y al prójimo, es de-
cir, a realizarlo.
Para el cumplimiento paulatino de los Diez
Mandamientos y del Sermón de la Montaña de
Jesús no se requiere ni un estudio teológico ni
un intermediario sacerdotal, tampoco una ins-
titución clerical ni ningún tipo de ritos, cultos
y ceremonias.

1
Todo ser humano, independientemente de
religiones de culto externo, puede aplicar en
su vida con toda libertad estas legitimidades
cósmico-divinas, y experimentar así que Dios,
el poderoso amor universal, está en nosotros:
en cada ser humano, en cada alma, en cada
uno de nosotros, tal como lo enseñó Jesús de
Nazaret.

Las instituciones eclesiásticas, sobre todo el


Vaticano, han pervertido y desechado la ense-
ñanza celestial de Jesús de Nazaret, la ense-
ñanza del amor a Dios y al prójimo, y la han
sustituido por sus propios dogmas, ritos y cul-
tos basados en el paganismo, y especialmente
se han puesto en un lugar destacado como sa-
cerdotes de culto.

Para encubrir esto, se abusa hasta el día de


hoy de Su nombre, Cristo, para desorientar
espiritualmente desde hace generaciones a in-
numerables personas. Esto sucede en tanto se
les sugiere la creencia en hechicerías y secretos
que son totalmente ilógicos, una creencia que
los mismos sacerdotes justifican incluso por el
hecho de ser absurda.

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Durante todos los siglos las religiones sacer-
dotales han tratado con astucia diabólica de
apartar a los hombres de la verdadera ense-
ñanza de Jesús de Nazaret, del Cristo de Dios,
poniendo en lugar de ella como medida de to-
das las cosas los preceptos de sus Padres de la
Iglesia. Esto se refiere también a los preceptos
y dogmas sobre los cultos eclesiásticos, que
provienen en su mayoría del paganismo.

Con una cierta autoridad que ellas mismas se


han conferido, las instituciones eclesiásticas
enseñan también, entre otras cosas, que la
doctrina de los sacramentos instituida por sus
sacerdotes y teólogos, es indispensable para
la salvación de los seres humanos. Los sacra-
mentos pertenecen a los fundamentos de las
instituciones eclesiásticas. Se atribuyen erró-
neamente a Jesús de Nazaret.
Aquel que esté convencido de que para salvar-
se necesita los sacramentos, es libre de prac-
ticarlos, pero entonces debería denominarse
católico o luterano o como corresponda a su
institución. No tiene derecho a remitirse por
esto a Jesús, el Cristo, el Corregente de los Cie-
los, abusando así de Su nombre.

3
¿De dónde provienen realmente los sacramen-
tos, que la Iglesia denomina «dones de la gra-
cia»? ¿Quién los inventó y qué función tienen?

La Iglesia vaticana exige de sus fieles que crean


que todos los sacramentos eclesiásticos fueron
instituidos sin excepción por Jesús, el Cristo.
Esto se manifiesta claramente en los documen-
tos de la proclamación de la fe, del compendio
católico de enseñanzas, clasificados por Neu-
ner y Roos.

La resolución calificada como «infalible», que


lleva el número marginal 506, dice:
«Quien diga que los sacramentos de la Nueva
Alianza no han sido todos instituidos por Jesu-
cristo, nuestro Señor, o que son más o menos de
siete, a saber: bautismo, confirmación, eucaris-
tía, penitencia, extremaunción, órdenes sagra-
das y matrimonio, o que uno de esos siete no
sea de verdad y realmente un sacramento, que
sea excluido».

Según la enseñanza católica, excluido significa:


condenado eternamente. Pues la excomunión
que esto lleva consigo, según la doctrina vati-

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cana no solo separa de la Iglesia, sino también
de Dios, si no se la revoca.

Jesús, el Cristo, nunca «dispensó»


un sacramento

A pesar de las sentencias eclesiásticas conde-


natorias, es un hecho que Jesús de Nazaret no
enseñó ninguno, absolutamente ninguno de
estos sacramentos.
Lo que enseña Él, el Corregente del Reino de
Dios, no tiene nada que ver con ritos o sacra-
mentos, y Él tampoco practicó nunca un sacra-
mento.

Jesús de Nazaret
- no bautizó,
- no confesó a nadie,
- no dio la comunión,
- no confirmó,
- no ordenó a ningún sacerdote,
- no casó a nadie,
- no dio la extremaunción.

No obstante, en las declaraciones de precep-


tos de la Iglesia vaticana se han establecido

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declaraciones contradictorias. En el Catecismo
se dice:
«Los sacramentos son signos eficaces de la gra-
cia, instituidos por Cristo y confiados a la Iglesia
por los cuales nos es dispensada la vida divina.
Los ritos visibles bajo los cuales los sacramentos
son celebrados significan y realizan las gracias
propias de cada sacramento. Dan fruto en quie-
nes los reciben con las disposiciones requeri-
das» (No. 1131).

Para la Iglesia vaticana el siguiente dogma tie-


ne validez «infalible»:
«Quien diga que los sacramentos de la Nueva
Alianza no son necesarios para la salvación,
sino innecesarios, y que los seres humanos sin
ellos o sin el deseo de aceptarlos podrían recibir
de Dios solo por fe la gracia de la justificación
–de hecho no son todos necesarios para cada
uno –que sea excluido» (Neuner/Roos, No. 509).

La Iglesia atribuye a los sacramentos el efec-


to de «otorgar la gracia». Por esto, según el
catolicismo hay que creer que Dios transmite
Su gracia al católico a través de un sacerdote
mediante los sacramentos y la ejecución ade-

6
cuada del rito sacramental, si los recibe en la
«actitud interna conveniente». Y quien lo con-
sidera de otra manera, es excluido.
Pero no se ha transmitido ni una sola palabra
de Jesús de Nazaret de que haya sacramentos
con que sacerdotes, que Él igualmente nunca
instituyó, tengan que proporcionar una gracia
invisible. Jesús, el Cristo, no dijo en ninguna
parte que los ritos sean portadores de la gra-
cia.

Como ya se ha dicho anteriormente, cada uno


es libre de creer en sacramentos, en dogmas y
en la Iglesia. Pero si apelando a Jesús, el Cris-
to, se introducen coacciones en la fe, entonces
hay que aclarar que aquí se trata de un pérfido
abuso del nombre de Jesús de Nazaret, el Cris-
to de Dios.
Para volver a Dios, nuestro amoroso Padre
eterno, es decisivo cumplir paso a paso la
voluntad de Dios, es decir, llevar una vida de
acuerdo con los Mandamientos de Dios –y no
el practicar una doctrina de sacramentos idea-
da por hombres pecadores.
Pero para la Iglesia vaticana –y por cierto tam-
bién para la Iglesia luterana– es decisivo recibir

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los sacramentos, ante todo el bautismo. En el
Codex Iuris Canonici, o sea en el código de de-
recho canónico de la Iglesia católica, leemos al
respecto lo siguiente:
«El bautismo es puerta de los sacramentos,
cuya recepción de hecho o al menos de deseo
es necesaria para la salvación, por el cual los
hombres son liberados de los pecados, reengen-
drados como hijos de Dios e incorporados a la
Iglesia, quedando configurados con Cristo por el
carácter indeleble» (Can. 849).

Cómo hay que imaginarse este «carácter inde-


leble» y qué consecuencias tiene al parecer, lo
describe el cardenal Antonio María Rouco de
Madrid, según un informe del servicio católico
de noticias kath.net:
«El cardenal Rouco dijo (…) que el bautismo (…)
deja un signo imborrable, y que la persona que
lo ha recibido permanecerá “por siempre y eter-
namente” siendo católica (…), es una parte “de
nuestro ADN”» (13.7.2004).
En el titular, el servicio de noticias resume esta
declaración brevemente con las palabras: «El
bautismo vale «para siempre y eternamente» y
es una parte de «nuestro ADN».

8
Esta doctrina vaticana de una especie de mani-
pulación genética católica por medio del bau-
tismo, la describe también casi con las mismas
palabras otro obispo, Thomas Tobin, de los EE.
UU., en diciembre de 2010.

El obispo Tobin afirma:


«No existen excatólicos. Si usted fue bautizado
católico, entonces es católico durante toda la
vida, incluso si lo anula o si ha ingresado a otra
Iglesia. Por decirlo así, el bautismo ha vertido
en su alma el ADN católico. El bautismo define
quién y qué es usted» (kath.net, 14.12.2010).

No, el bautismo no «define» quién y qué es


uno. Pues Dios, el Eterno, nos dio a los seres
humanos también el entendimiento. Cada cual
decide por sí mismo si es esclavo de la Iglesia
o si sigue a Jesús de Nazaret.

La Iglesia católica no aporta la comprobación


científica de su «manipulación genética». Sin
embargo, es seguro que: un sello o «carácter
indeleble» era en tiempos pasados el signo de
los esclavos, grabado a fuego en la piel y que
no se podía quitar. Y así como antiguamente

9
los siervos y sus hijos eran esclavos de sus se-
ñores durante toda su vida, a no ser que estos
les dejaran libres, del mismo modo reclama la
Iglesia hasta hoy el derecho sobre el bautiza-
do, eso sí, que «por toda la eternidad».

Esta pretensión perpetua de acaparamiento


por parte de la Iglesia, que va más allá de la
muerte, se muestra también en que ella se nie-
ga vehementemente a borrar de sus registros
de bautismo a los mayores de edad que aban-
donan su institución.
En Alemania, por ejemplo, se puede declarar
por ley estatal el abandono de la institución
Iglesia. Pero la Iglesia no lo reconoce. Se pasa
descaradamente por alto el libre albedrío del
ser humano, y una anulación en el registro de
bautismo de las instituciones no tiene lugar.

Por eso, también el cardenal alemán Karl Leh-


mann enfatizó «que la Iglesia católica no co-
noce teológica y espiritualmente ningún “salirse
de la Iglesia” (…) De este modo tiene validez por
completo el antiguo principio: (…) una vez ca-
tólico, siempre católico» (cita de radio vaticana,
19.3.2011).

10
Con sus declaraciones sobre la irrevocabilidad
del bautismo, las Iglesias dan a entender que
los derechos humanos generales de las Nacio-
nes Unidas y los derechos humanos y las liber-
tades fundamentales establecidos en muchas
otras constituciones democráticas, les son to-
talmente indiferentes. Ellas quieren establecer
de forma fija de por vida la falta de libertad
del ser humano y su dependencia de la Iglesia,
o sea desde la cuna hasta el féretro e incluso
hasta más allá de la muerte.

El Catecismo de la Iglesia católica expresa cla-


ramente lo que trae consigo esta falta de liber-
tad. En él se dice:
«Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya
no se pertenece a sí mismo sino al que murió y
resucitó por nosotros. Por tanto, está llamado a
someterse a los demás, a servirles en la comu-
nión de la Iglesia, y a ser “obediente y dócil“ a
los pastores de la Iglesia y a considerarlos con
respeto y afecto (…)» (No. 1269).

¿Dónde enseñó Jesús de Nazaret que un ser


humano tiene que obedecer y someterse a los
superiores de la Iglesia?

11
Jesús de Nazaret no habló de sometimiento
–por el contrario: Jesús no se sometió a los
«superiores» de las autoridades religiosas de
aquel entonces; Él tampoco enseñó a Sus se-
mejantes a hacerlo. Jesús de Nazaret era un
hombre de la libertad, que no ató a nadie a Sí
mismo y tampoco exhortó a nadie a dejarse
atar, a ponerse bajo tutela, a dejarse retener,
someter y adoctrinar.

El bautismo de los recién nacidos


es supuestamente necesario
para salvarse

El rito externo o sacramento del bautismo –y


en especial el bautismo de los recién nacidos–
que Jesús de Nazaret ni enseñó ni practicó,
es considerado por la Iglesia vaticana incluso
«necesario para la salvación».

Por cierto, esto no solo lo enseña la Iglesia va-


ticana, sino que de igual modo la Iglesia lute-
rana. En su texto confesional más importante y
válido hasta hoy día, «La Confesión de Augs-
burgo», se puede leer:

12
«Respecto al Bautismo se enseña que es nece-
sario, que por medio de él se ofrece la gracia»
(Artículo IX). Y termina diciendo: «Se rechaza a
los anabaptistas, que enseñan que el Bautismo
de niños es ilícito».

La misma obligación de creer, formulada ca-


tólicamente, puede leerse en el Catecismo ca-
tólico:
«La Iglesia no conoce otro medio que el Bautis-
mo para asegurar la entrada en la bienaventu-
ranza eterna» (Nº 1257).
Y: «El Bautismo constituye el nacimiento a la
vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Se-
ñor, es necesario para la salvación, como lo es la
Iglesia misma, a la que introduce el Bautismo»
(No. 1277).

Que la Iglesia reconozca aquí con tanta fran-


queza no conocer otro medio que el bautismo,
muestra su consciencia alejada de Dios. De las
leyes de Dios no sabe nada.
Jesús, el Cristo, dijo que el Reino de Dios está
dentro de cada persona. A nadie le es «intro-
ducido con el bautismo», sino que ya está den-
tro de cada uno de nosotros.

13
¿Pero qué significa para la Iglesia «es nece-
sario para la salvación»? La Iglesia afirma que
el alma de un ser humano que muere sin ser
bautizado, es decir que al llegar al final de su
vida no pertenece aún a la Iglesia vaticana, no
puede entrar en el Cielo. Por lo tanto, según
el dogma católico, su alma vivirá a partir de
entonces supuestamente en la eterna lejanía
de Dios. Considerando tan solo la población
actual, esto afectaría a unos seis mil millones
de personas.

Toda la inexorabilidad dogmática de la institu-


ción coercitiva que es la Iglesia, se muestra de-
finitivamente cuando para retener espiritual-
mente a los niños, se responsabiliza también a
los padres. Sobre esto en el catecismo católico
se dice lo siguiente:
«Los padres privarían al niño de la gracia inesti-
mable de ser hijo de Dios si no le administraran
el Bautismo poco después de su nacimiento»
(Nº 1250).

Dios, el Eterno, es el Padre de todos nosotros.


Cada hijo que nace, ¡hace ya tiempo que era
Su hijo! ¿O creen los sacerdotes realmente que

14
el poderoso Dios creador, el Espíritu universal
que obra en todo y que lo traspasa todo, de-
pende de un rito que ellos llevan a cabo con
agua para dar a un ser humano la «gracia» de
convertirse en Su hijo?

Bautizar a recién nacidos


no es cristiano

Como ya hemos expuesto, Jesús de Nazaret no


llevó a cabo ni un solo bautizo, y en todo el
Nuevo Testamento no hay ningún ejemplo de
bautizo de recién nacidos o de niños.

Cuando llevaron niños a Jesús de Nazaret para


que Él les impusiese las manos y rezara por
ellos, Él dijo a Sus discípulos:
«Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo
impidáis; porque de los que son como estos es el
Reino de los Cielos. Y después de imponerles las
manos, se fue de allí» (Mt 19, 14).
¿Por qué Jesús colocó solo Sus manos sobre
los niños y rezó por ellos, si según la doctrina
de la Iglesia es necesario bautizarlos con agua
para su salvación?

15
La costumbre de bautizar a los recién nacidos
era también totalmente desconocida para los
cristianos originarios que seguían a Jesús de
Nazaret. Los ritos que muchas veces se rela-
cionan hasta hoy en día con el bautismo, como
la ropa de bautizo, la vela de bautizo, los pa-
drinos, el aceite «bendecido», etc., tampoco
proceden de la corriente del cristianismo ori-
ginario, y mucho menos de Jesús de Nazaret.
Proceden de los antiguos cultos religiosos, que
también se pueden llamar «cultos mistéricos»
o «cultos paganos».
Los hombres sacerdote de la nueva Iglesia de
poder romana que se estaba formando, per-
manecieron atados a estas ceremonias y, al
igual que otros muchos ritos, las acogieron en
su nueva religión artificial y lo cubrieron con el
manto de «cristiano».

La invención de la «orden de bautizar»

Una y otra vez se alega como argumento para


bautizar por la Iglesia que Jesús de Nazaret
también fue bautizado por Juan el Bautista. En
los evangelios de la Biblia se lee que Juan el
Bautista bautizaba a las personas con agua.

16
En el caso del bautismo de Jesús, el Cristo, eso
fue la señal de que Él estaba siendo invoca-
do por Dios, el Eterno, y de que Él, el Cristo
de Dios, había aceptado Su misión. En el caso
de las otras personas, el bautizo con agua era
un símbolo para la purificación del alma y del
cuerpo. Juan los bautizaba como símbolo del
cambio de su modo de comportarse, lo que
significaba que se arrepentían de sus com-
portamientos erróneos, de sus pecados, y se
decidían a vivir de nuevo de acuerdo con los
Mandamientos de Dios. Con ello el agua que
fluía aludía al «Espíritu fluente». Pero Juan el
Bautista también explicó:
«Detrás de mí viene uno que es más fuerte que
yo (...) Yo os he bautizado con agua, pero él os
bautizará con Espíritu Santo» (Mc 1, 7-8).
Cuando según la Biblia de la Iglesia Jesús de
Nazaret hablaba más tarde de un bautismo,
ya no se trataba por lo tanto del bautismo de
Juan con agua.
Sobre esto en las Biblias se ha transmitido la
siguiente llamada:
«Id y enseñad a todos los pueblos». Y a conti-
nuación: «Bautizadlos (…) y enseñadles a guar-
dar todo lo que yo os he mandado» (Mt 28, 19-20).

17
¿Pero qué hace la Iglesia en nuestros días? No
solo enseña a la humanidad hechos falsos so-
bre Jesús, el Cristo, y sobre el bautismo. Tam-
bién tergiversa lo que ella misma ha transmi-
tido. En traducciones alemanas más modernas
de la Biblia esa llamada se formula de forma
diferente. En lugar de «Id y enseñad a todos los
pueblos», ahora se lee al comienzo «Id y haced
discípulos a todas las naciones».
Sin embargo, en las propias Biblias de la Iglesia
dice: «Primero enseñad y después bautizad».

«Por eso, id y enseñad a todos los pueblos», es


lo que mandó Jesús de Nazaret, es decir, en-
señar a las personas en el sentido de los Diez
Mandamientos y del Sermón de la Montaña,
para que puedan comprender Su mensaje y
decidir libremente.

18
Sobre el libro
La rehabilitación del Cristo de Dios

El Cristo de Dios, encarnado antaño en Jesús de


Nazaret, que trajo a la humanidad la enseñan-
za de los Cielos, la enseñanza de la Paz, de la
Unidad, la omniabarcante e inalterable ley del
Amor, será rehabilitado en la Tierra, porque de
parte de las estructuras de poder institucionales
o confesionales se abusa del Cristo de Dios y se
Le desacredita de la forma más ignominiosa».

Los autores esclarecen detenidamente en este


libro las diversas facetas del abuso del nombre
de Jesús, el Cristo, sobre todo la tergiversación y
la falsificación de Su enseñanza originaria con
las devastadoras consecuencias para la huma-
nidad y para toda la Tierra.

Infórmese más sobre


- La lucha de las religiones de culto mundano
externo contra la corriente del cristianismo
originario
- Violencia, guerras, crímenes bajo el manto
de «cristiano»
- Dogmas y preceptos eclesiásticos

19
- El reto continuado contra Cristo
- La huella sangrienta de la Iglesia
- Los abismos de la enseñanza de Lutero
- Menosprecio y opresión de la mujer
- Los crímenes de miembros de la Iglesia
contra los niños
- La guerra contra los animales y los críme-
nes contra la Creación

Por medio de Su palabra profética dada a tra-


vés de Gabriele, la profeta y enviada de Dios
para nuestra época, Él conduce a todos los
seres humanos de buena voluntad a toda la
verdad, en la medida en la que la podamos
comprender

Más informaciones al respecto las encuentra


en los más de 100 libros y escritos que Gabrie-
le ha escrito y dado a conocer para personas
de todas las culturas y naciones.

20
Del libro:
La
La
Rehabilitación Rehabilitación
del Cristo del Cristo
de Dios de Dios
Hijos e hijas de Dios,
en misión de Dios, en unión
con la tercera fuerza básica de Dios, En la amplia documentación «La rehabilitación del
la Sabiduría divina, Cristo de Dios» conocerá usted la dimensión del en-
rehabilitan al Cristo de Dios. gaño cometido con la enseñanza de Jesús, el Cristo
–y lo que Él, el Espíritu Libre, trajo verdaderamente a
los seres humanos y trae hoy de nuevo: la enseñanza
Prueba de lectura del capítulo: del amor a Dios y al prójimo, a los hombres, la natu-
raleza y los animales, el camino de regreso al Reino
La guerra contra los animales de Dios, a nuestro Padre eterno.
y los crímenes
contra la Creación
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Próxima edición en español: mayo de 2016
Febrero 2016
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La
Rehabilitación
del Cristo
de Dios
Hijos e hijas de Dios,
en misión de Dios, en unión
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rehabilitan al Cristo de Dios.

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amor que es omniabarcante e irrevocable,
va a ser rehabilitado en la Tierra, porque
y los crímenes
las estructuras de poder institucionales han contra la Creación
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creditado de la forma más infame y aún lo
siguen haciendo.

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