Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Accidental Attachment - Max Monroe
Accidental Attachment - Max Monroe
Importante
Esta traducción fue realizada por un grupo de personas fanáticas de la lectura
de manera ABSOLUTAMENTE GRATUITA con el único
propósito de difundir el trabajo de las autoras a los lectores de habla hispana cuyos
libros difícilmente estarán en nuestro idioma.
Te recomendamos que si el libro y el autor te gustan dejes una reseña en las
páginas que existen para tal fin, esa es una de las mejores formas de apoyar a los
autores, del mismo modo te sugerimos que compres el libro si este llegara a salir
en español en tu país.
¡Cuidémonos!
4
Créditos
Traducción
Mona
Corrección
AnaVelaM
Diseño
Bruja_Luna_
5
Índice
Importante __________ 3
Capítulo Doce ________ 117
Créditos ____________ 4
Capítulo Trece ________ 122
Sinopsis ____________ 7
Capítulo Catorce ______ 128
Dedicatoria __________ 9
Capítulo Dieciséis ______ 140
Introducción __________ 10
Capítulo Diecisiete _____ 147
Sinopsis
Una escritora de éxito envía accidentalmente a su nuevo (y su super crush)
editor el manuscrito equivocado. En lugar de la novela paranormal completa que le
había prometido a la editorial Longstrand, le envía la ficción para fans que había
escrito sobre su enamoramiento... de él, incluyendo todos los detalles de la “actividad
física” caliente y tórrida con la que había fantaseado que ocurriera entre ellos.
Y puede que Chase Dawson sea el hombre más sexy del mundo y,
además, un editor con mucho talento, pero ignora por completo que él es el
protagonista del manuscrito que acaba de convencer a su jefe para que le dé luz
verde.
Dedicatoria
A todas las que alguna vez se han enamorado tanto de alguien que las ha hecho
cometer estupideces.
Y al testículo derecho de Henry Cavill. Algunos dirán que es su mejor testículo,
y bueno, estamos de acuerdo.
10
Introducción
Domingo 8 de abril
Brooke
Pasar una semana con un asesino en serie, un accidente de tráfico interestatal
y la fecha límite.
Puede que no parezca una lista de acontecimientos que uno agruparía, pero lo
cierto es que todos tienen un montón de cosas horribles en común.
Derramamiento de sangre. Lágrimas. Suplicando que acaben con tu miseria.
Me doy cuenta de que puede sonar un poco dramático decir esto sobre una
fecha límite de escritura, pero estoy en el infierno de las fechas límite, y no voy a
disculparme por ello. Soy escritora. Una novelista. Es mi deber pintar un retrato con
mis palabras. Enredar al lector en mi red de descripciones de tal manera que nunca
pueda escapar de mis garras.
Esto es lo que hago y, normalmente, me deleito con la tarea. En el pasado,
incluso he recibido elogios y premios por ello. He aparecido en las listas de los libros
más vendidos del New York Times, USA Today y Wall Street Journal, he encabezado las
listas de los minoristas en línea como Amazon e iBooks, y hace dos años recibí el
premio al Autor del Año del Gremio de Autores.
Tengo tres de los libros de más éxito de la última década con una de las
mayores editoriales de Estados Unidos, Longstrand Publishing, e incluso me he
convertido en un nombre muy conocido, gracias a un próximo programa en Netflix
sobre mi primera serie.
Al menos, eso es lo que se sabe de mí si se busca en Google. Mi página de
Wikipedia no es más que un gran comentario del tipo ¡Vengan todos a ver lo estupenda
que es Brooke Baker!, pero nada de eso ni siquiera araña la superficie.
Por dentro, soy una inútil sin talento, y el libro que estoy a punto de entregar a
mi nuevo editor en Longstrand bien podría encontrar un hogar en el fondo del
vertedero de Staten Island.
11
En defensa de mi ofensa hacia el interior, los escritores son conocidos por ser
auto despreciativos, independientemente del éxito que puedan tener sobre el papel.
Seguro que forma parte de la descripción del trabajo.
Aun así, este libro es una basura.
Frustrada, resoplo, me alejo del teclado y me levanto. Pero en el proceso,
tropiezo con mi dulce pastor alemán Benji, que está acurrucado a mis pies. El brusco
movimiento me impulsa hacia delante y me hace caer de golpe.
—Mierda, Benji —murmuro mientras golpeo con el pie la mesita de café, doy
una vuelta de tres sesenta y finalmente me detengo cuando la parte baja de mi
espalda se golpea contra el borde del sofá justo cuando mi CD de Dolly Parton llega
al crescendo sobre una mujer llamada “Jolene”.
Dramáticamente, me dejo deslizar hasta el suelo de madera de mi apartamento
y suelto una larga exhalación cuando mi trasero golpea suavemente el suelo. El
movimiento hace que mis lentes se deslicen hasta el puente de mi nariz, y estiro la
mano para ajustármelas a la cara.
Benji se levanta y ladea la cabeza, preocupado. Sus orejas se levantan y su
hocico frunce el ceño, pero el disfraz de Batman que luce en estos momentos hace
que sea difícil verlo de otra forma que no sea adorable.
Nota para mí: Es imposible enfadarse con Benji disfrazado de Batman, incluso
cuando me manda de un lado a otro de mi apartamento como si fuera una doble de la
película Jackass.
Puede que sea parcial, pero mi amigo peludo es un superhéroe y siempre me
aseguro de que vaya vestido como tal. Su armario es casi tan grande como el mío, y
contiene todos los atuendos de superhéroes de DC y Marvel, porque en esta casa no
elegimos sobre unos u otros. Somos expertos en superhéroes y no discriminamos. De
Batman a Thor, todo está incluido.
—De acuerdo, Batman Benji —le digo, mirándolo a sus grandes y evaluadores
ojos marrones—. Voy a pasar por alto este pequeño problema que acabamos de tener
porque, en primer lugar, eres tan jodidamente hermoso que no puedo ni soportarlo.
Y en segundo lugar, las veces que me has salvado la vida superan con creces este
peligro.
Ladea la cabeza, me pongo en pie y camino hacia él porque no puedo
resistirme a darle un masaje a mi superhéroe canino.
Además, siempre se acuesta a mis pies cuando estoy escribiendo. Siempre. Así
que no debería haber sido una sorpresa y, por lo tanto, no debería haberme hecho
casi abrirme la cabeza.
12
—Lo siento, colega —me disculpo y le rasco entre las orejas—. Esta noche no
soy yo misma, ya lo sabes. Estoy muy angustiada por el hecho de que soy una
escritora basura. Gracias a Dios por el acuerdo de Netflix sobre The Shadow Brothers
, ¿eh? Si no, estaría preocupada por mantenernos a base de croquetas.
Me dirijo a la cocina, con la intención de servirme una copa de vino mientras
mi CD avanza hasta la siguiente canción, Living on Memories of You. Mientras Dolly
canta sobre la falta de sol tanto de día como de noche, recuerdo por qué Dolly Parton,
para mí, es la vida.
Gracias a mi divertida (que no divertida en absoluto) enfermedad, también
conocida como síncope vasovagal, siempre estoy a un ataque de ansiedad de
desmayarme, y déjame decirte que vivir en ese tipo de vacío puede volver cínica a
cualquiera.
Sin embargo, he decidido que la música de Dolly siempre tiene una respuesta.
No soy obsesiva ni nada por el estilo, pero una de las reglas de mi casa es que
los CD de Dolly siempre tienen prioridad sobre el resto de la música. ¿Sale una nueva
canción que le gusta mucho a Benji? Genial. Pero cuando el sol se pone y el vino hace
efecto, Dolly vuelve. No hay nada mejor que pagar el precio de un CD como terapia.
Y sí, soy una mujer de treinta y un años que sigue comprando CD´s y
reproduciéndolos desde un radiocasete estilo años noventa que encontré en una
tienda de segunda mano hace años. Soy así de nostálgica. Una clienta de ensueño de
Time Life, por así decirlo.
Abro el armario y saco la botella de Pinot Noir que compré ayer. No tardo en
llenar un vaso y beber mi primer sorbo de vino, que tanto necesito.
Benji da golpecitos con las patas en el suelo mientras entra en la cocina y busca
un sitio junto a la isla para acostarse. Sin embargo, me doy cuenta de que me mira en
todo momento.
Pero ese es su trabajo. Es mi perro de servicio.
Básicamente, el síncope vasovagal es una afección neurológica que consiste en
una caída de la tensión arterial, de la frecuencia cardíaca o de ambas al mismo
tiempo, y que me provoca una pérdida de conciencia breve pero muy incómoda.
Puede ocurrirme estando sentada, de pie, caminando, hablando o haciendo
prácticamente cualquier cosa, y durante muchos años he tenido que ingeniármelas
para reconocer los signos y síntomas y hacer algo antes de que se produzca la
catástrofe. Mi tasa de éxito era, en el mejor de los casos, marginal.
Entra Benji.
13
satisfacción. Era paz, era comodidad. Por desgracia para mí, cuanto más tiempo
pasaba sentada detrás de mi escritorio en el instituto con mi placa que decía
Consejera Escolar, más sentía que me salía de mi piel.
Era un buen tipo con buenas intenciones, pero las buenas intenciones no
siempre equivalen a buenos resultados. Al final, provocó resentimiento en él y en mí,
y abandonó el matrimonio emocionalmente. No tengo pruebas concretas de que fuera
infiel y, para ser sincera, no lo culparía demasiado si lo hubiera sido. Éramos tan
amantes como un par de calcetines de gimnasia viejos y gastados de alta costura.
Éramos la esencia de no estaba destinado a ser.
Bebo otro sorbo de vino y miro a Benji. —Tenemos que seguir intentándolo.
Eso es todo. Algún día encontraremos a nuestras almas gemelas.
Benji suelta otro pequeño guau y ladea la cabeza. Suspiro. —No seas así. Sólo
porque pase el noventa y nueve por ciento de mi tiempo aquí en este apartamento en
algún tipo de pijama contigo y los personajes dentro de mi cabeza no significa que no
lo esté intentando.
Apoya la cabeza en las patas y, lo juro, me pone los ojos en blanco.
—¡Oye! No seas tan crítico. Sabes que tengo problemas para exponerme.
Tengo muchas cosas que hacer, ¿sabes? Soy pseudofamosa, lo cual es una broma,
pero lo soy, y tengo los ojos muy miopes y una capacidad limitada para pincharme
los globos oculares con lentes de contacto. —Me llevo una mano a la cadera—.
Encima, tengo un perro voyeur que tiene que estar conmigo todo el rato para
asegurarse de que no me desmayo y, ya sabes, morir. Soy muy manejable comparada
con las superfit Insta-models sin trabajo estructurado y con la flexibilidad de una
gimnasta olímpica.
Vuelvo a sentarme en la silla del ordenador como una complicada mezcla de
mono araña y anciana arrugada, saco la gruesa manta de punto de la otomana y me la
pongo sobre las piernas. Con unos pocos clics abro de nuevo mi manuscrito y
empiezo a leer mientras Dolly canta una suave serenata de fondo.
Las pronuncio mientras leo el borrador final de Garden of Forever, escuchando
las palabras en mi cabeza e imaginándolas como si mis lentes fueran un portal a una
dimensión cinematográfica.
Pero el jardín es como el ciclo vital de una flor: eterno e inútil a la vez.
Estamos aquí para pasarlo bien, no para mucho tiempo y todo ese rollo.
Fabian exhala profundo e inseguro, la conciencia de su muerte lo consume
todo.
Al fin y al cabo, la vida es la vida.
15
1
WIP: Significa Work in Progress, en español, trabajo en curso.
19
Capítulo Uno
Miércoles 26 de abril
Brooke
El 26 de abril llegó demasiado pronto.
Me siento en un lujoso sillón de felpa color crema en la sala de espera de la
oficina de mi editor, y mis rodillas rebotan con el tipo de energía nerviosa que
amenaza con catapultarme al espacio exterior sin necesidad del cohete peneano de
Jeff Bezos.
El bolso se me clava en la espalda desde su incómodo lugar detrás de mí y
refleja perfectamente lo ansiosa que estoy por volver a encontrarme cara a cara con
Chase Dawson. No todos los días te pones a hacer garabatos con la imagen del
atractivo rostro de alguien para dormirte cada noche y luego tienes una reunión
profesional con él.
Simplemente no es tan común.
Lucho con la bolsa ofensiva como si fuera un caimán en un pantano, y Benji
levanta la cabeza de la alfombra extrañado. No es difícil adivinar lo que está
pensando: usted, señora, es una psicópata.
Después de inhalar y exhalar profundamente tres veces para calmar mi
acelerado corazón, por fin consigo pasar la bolsa de la silla al suelo, y Benji vuelve a
recostar la cabeza con un suave gemido.
Lo sé, Benj. Yo también estoy molesta conmigo misma.
Chase aparece por la esquina de repente, en realidad no, solo estoy en el nivel
uno de DEFCON, y me sobresalto en la silla con tanta fuerza que la hago tambalearse
sobre sus patas traseras. Juro que veo a Benji poner los ojos en blanco desde el suelo,
pero no se molesta en levantar la cabeza. Supongo que está ahorrando energía para
cuando interactúe con mi amor y tenga que estar alerta para asegurarse de que no me
desmaye.
O, si me desmayo, asegurarse de que lo hago con el tipo de gracia que evita
contusiones en la cabeza y puntos de sutura.
20
guapo que tiene delante. Aunque mi impresión es más bien la de una película muda,
en la que no digo ni una palabra pero le dirijo una sonrisa demasiado grande.
Si Benji llevara hoy su disfraz de Batman, yo podría ser su Joker.
—¿Quieres café? ¿Un poco de té? ¿Quizá una galleta o dos? —Guiña un ojo. Me
guiña. A mí—. Si te comes un bocadillo de los buenos, ellos también me dejarán
comer un poco.
—U-um, sii... claro. —Vuelvo a aclararme la garganta, intentando recordar a
mis cuerdas vocales que tienen treinta y un años de experiencia en su trabajo y que
tienen que empezar moverse—. Un café estaría genial. —Como lo sería una lobotomía
con un cuchillo oxidado y sin anestesia a estas alturas del malestar.
Chase se ríe un poco, y me entra el pánico de haber dicho en voz alta la frase
sobre la extirpación del cerebro. Miro a Benji, que me está estudiando atentamente,
gracias a muchos cambios rápidos en mi ritmo cardíaco. ¿Acabo de decirlo en voz alta?
El adorable bastardo apuñalador por la espalda con el atuendo de Thor y el
chaleco de perro de servicio no contesta, sino que inclina la cabeza para recibir otra
caricia de Chase. Se acabó. Voy a cancelar el pedido del disfraz de Capitán América
cuando llegue a casa.
La ayudante de Chase se levanta con un gesto de la cabeza, sin necesidad de
que le diga que lleve directamente mi pedido de café y galletas, y Chase le da a Benji
un último masaje detrás de las orejas y se pone de pie.
—Sólo será un minuto —promete, con su impresionante línea blanca de dientes
a la vista, cortesía de su sonrisa.
Asiento. Un minuto está bien. Un minuto me da tiempo para recogerme del
montón de porquería del suelo e intentar recordar cómo se dice una frase.
Chase me mira un momento y luego, aunque yo no lo creía posible, su sonrisa
crece. —Te queda genial el morado, Brooke.
—Gracias. —Tu lengua quedaría genial en mis pezones.
Su sonrisa se vuelve megavatios y, de nuevo, tengo un breve momento de
pánico, preguntándome si he dicho lo que no quería decir. Por supuesto que no lo he
dicho en voz alta. Dios sabe que no estaría sonriendo. Estaría corriendo hacia las
colinas o algo así. Pero mierda, ¿por qué ya no puedo distinguir la realidad,
especialmente cuando mis pensamientos son tan dementes?
Chase se dirige a su despacho detrás de mí, y la puerta de cristal a mi derecha
se cierra con una lentitud casi dolorosa.
22
mientras sus risitas hacen que sus cuerdas vocales bombeen en la línea de su sexy
garganta.
Por Dios. Con razón escribí un libro sobre este tipo.
—¡Fantástico! —aclama entonces, tendiéndome una mano para ayudarme a
levantarme de la silla—. Me encanta el entusiasmo.
Sería muy fácil volver a avergonzarme ahora mismo, pero gracias a toda la
fuerza de voluntad que cabe en mi cuerpo de metro setenta y a la desesperación
nacida de años de lidiar con mi propia torpeza, consigo colocar mi mano sudorosa y
húmeda en la suya, completamente seca, y me pongo en pie. Benji se pone en pie a
nuestro lado y nos sigue al despacho obedientemente.
Hasta que no hemos cruzado la puerta, no me doy cuenta de que sigo agarrada
a su mano y la suelto como si tuviera el poder de arrancarme la piel de los huesos.
Pero Chase se mantiene tan indiferente que ni siquiera estoy segura de que se haya
dado cuenta.
La puerta se cierra detrás de nosotros, con una lentitud espeluznante, y Chase
rodea su escritorio hasta el otro lado, mientras tiende una mano a las sillas de delante.
—Siéntate —me sugiere amablemente, mientras se acomoda la corbata para
que no se le enganche en el escritorio al sentarse en la silla.
Es un profesional del traje, pero no en el sentido de que sea aburrido. Claro
que no. Nunca podría ser aburrido. Todo lo que lleva, cada pantalón de vestir y cada
camisa de cuello y chaqueta de traje, se ajusta a su cuerpo como un guante. Estoy
segura de que se hace la ropa a medida. O eso, o simplemente tiene uno de esos
cuerpos perfectos en los que todo le queda bien.
Yo, en cambio, tengo uno de esos cuerpos en los que encontrar unos buenos
vaqueros que me queden bien es como encontrar el billete dorado en una chocolatina
de Willy Wonka.
—Sabes, Brooke, llevo semanas esperando esta reunión —admite Chase sin
pudor, remangándose la camisa blanca de botones casi imprudentemente hasta dejar
al descubierto ambos antebrazos venosos.
—¿Sí? —Oigo que mi boca pregunta con aparente mente propia.
—Claro que sí. Longstrand me quería porque el libro que seleccioné en mi
antigua editorial estuvo veintinueve semanas en el New York Times. Y tú eres la razón
por la que quería a Longstrand.
No puedo estar muy seguro, pero parece que me he tragado la lengua. En serio,
creo que puedo sentirla en mi garganta.
25
Se ríe un poco, y sus mejillas adquieren un sutil color rosa. —Eso suena
bastante espeluznante cuanto más lo pienso. Pero soy fan de tu trabajo, y mi
hermana... bueno, es una superfan. Me habrían excomulgado del árbol genealógico
si no hubiera aprovechado la oportunidad de trabajar contigo.
Me siento halagada y atónita a la vez. Estoy halagada.
—¿Leíste mis cosas antes de venir aquí?
—Sí. Creo que leí el primer libro de su Trilogía de The Shadow Brothers en el
primer mes de su publicación, antes incluso de que las prensas se calentaran
demasiado. Supe al instante que iba a ser un éxito. Su prosa es tan fácil de leer que
no adormece al lector. Para ser sincero, el hecho de estar tan familiarizado con tu obra
es lo que ha hecho que ésta me sorprendiera aún más.
¿Una sorpresa? Sorprendentemente malo, quiere decir.
Y de repente, la razón por la que estoy aquí, sentada frente al hombre más
guapo que jamás haya existido, me golpea como un semirremolque que se sale de la
autopista.
La conversación de hoy es sobre Garden of Forever. Y sé que ese manuscrito
no merece ser publicado. Lo sabía cuando lo estaba escribiendo. Lo sabía cuando
escribí FIN. Y definitivamente lo sabía cuando pulsé enviar el correo electrónico
dirigido a Chase Dawson de Editorial Longstrand.
Mierda, mierda, mierda. Sabía que nunca dejarían imprimir ese montón de
estiércol de vaca cubierto de moscas.
La necesidad de volar me oprime las sienes y me planteo levantarme y salir
corriendo de la oficina como uno de esos pequeños pájaros psicóticos, las
golondrinas comunes. Mis abuelos tenían un problema con las golondrinas cuando yo
era niña, y era fascinante ver cómo esos locos emplumados volaban temerariamente
por todas partes.
—Dicho esto —continúa Chase—. Estoy seriamente impresionado por la fluidez
de la transición.
¿Transición? ¿Qué transición? ¿Transición de ser un novelista de éxito a un
chapucero que no sabe escribir?
—Brooke. —Chase sonríe como si estuviera muy orgulloso—. Esto es bueno.
Realmente jodidamente bueno, si me disculpas el lenguaje.
¿Qué? —¿Te... te gustó?
—Sí. —Asiente—. Tengo algunas ideas modestas que creo que pueden subir el
tirón emocional a un once, pero la química de Clive y River es innegable. Su historia
es magnética, Brooke. Realmente cautivadora.
26
¿Acaba de decir Clive y River? Las neuronas se marchitan, y una luz cegadora
cortada sólo por la sombra de un hombre oscuro con una guadaña me paraliza. Dulce
Señor y tierra de Jesús, sé que este hombre no acaba de decir el nombre del
personaje que he escrito sobre él.
¿Verdad? Dime por el amor de todo lo sagrado que eso no es posible. Esas
palabras nunca debieron ver la luz del día, y mucho menos aterrizar en su escritorio.
Dentro de ese libro de ficción que nadie debería haber visto jamás, escribí algunas
fantasías muy sensuales, descritas hasta el más mínimo detalle. Puse el bolígrafo
sobre el papel, los dedos sobre el teclado, con la esperanza de desangrar de mi
sistema todos y cada uno de los sentimientos que sentía por mi atractivo editor. No
escribí ninguna de esas palabras con la intención de que fueran leídas.
De hecho, si lo hubiera sabido, estoy más que segura de que habría omitido el
noventa y nueve por ciento de ellas. Si hubiera sabido que Chase, de entre toda la
gente, vería ese manuscrito, el libro se habría fundido tanto a negro que todo lo que
habría quedado habrían sido dos líneas de diálogo que utilizaban en exceso la
palabra hola.
—Hola, River. Soy Clive... Hola, Clive. Soy River.... Fin.
Chase sigue sonriéndome y mi corazón se lo toma como algo personal. Arriba-
arriba-arriba aumenta el ritmo de mis ventrículos bombeando sangre por todo mi
cuerpo. Me agarro a los reposabrazos de la silla y unos puntos blancos empiezan a
apoderarse de mi visión periférica.
—Accidental Attachment— es fantástico, Brooke. Clive y River juntos son fuego.
Su pasión tiene una intensidad que puedes sentir.
De acuerdo, sí, ya no estoy a punto de desmayarme. Está llegando; puedo
sentirlo.
Me hace pensar en un reel de blooper que vi en YouTube en el que un hombre
se desmaya en directo en medio de una conversación con un presentador de noticias.
Su rostro pasó de rojo a blanco y sus últimas palabras fueron “me fui” antes de caer
al suelo como una pila de fichas de dominó.
—Sinceramente, su sexo es de lo más caliente que he leído en mi vida —añade
Chase, y sí...
Me voy.
Benji se levanta de un salto delante de mí y empieza a darme codazos,
intentando mantener mi atención el tiempo suficiente para ponerme en una posición
adecuada. Uno no pensaría necesariamente en el hecho de que hay formas buenas y
malas de tirarse al suelo cuando tu cuerpo se convierte en un saco de fideos flácido,
pero como experta en la materia, estoy aquí para decirte que es verdad.
27
Aun así, lucho con todas mis fuerzas y consigo esbozar una horrible sonrisa
falsa para Chase. Sus cejas se juntan en señal de preocupación y yo las ignoro.
—Estoy bien, creo. Sólo me aseguro de que mis recuerdos duren más
haciéndolos dramáticos. —La broma cae plana, pero eso está bien. Estoy segura de
que me encontraría más divertida si toda la sangre no se hubiera drenado de mi cara.
—¿Puedo traerte algo? ¿Un poco de agua? ¿Un refresco? ¿Qué te ayudaría?
Lo que más me ayudaría es retroceder en el tiempo y no caerme de la silla y casi
desmayarme durante una reunión de trabajo, pero como eso no es realmente una
opción, el refresco se sitúa probablemente en el puesto número dos.
—Tomaré una Coca-Cola si tienes. Suele ayudar.
—Dawn, tráeme una Coca-Cola, por favor. Rápido. —grita Chase a través de la
pared de cristal de su despacho desde sus rodillas a mi lado, sin molestarse siquiera
en explicarme. Dada mi debilidad por la super secretaria, espero que no se ofenda
porque su jefe ladre órdenes en mi nombre.
Me concentro en respirar, y ya sabes, en no mirar a Chase directamente a los
ojos, al menos durante el siguiente minuto. Normalmente, me dedicaría a centrarme
en cómo se sentía él respecto a la situación, respecto a mí, respecto al libro, válgame
Dios, el libro, pero si alguna vez salgo de este suelo de moqueta bereber tostado suyo,
voy a tener que dedicarme un poco de tiempo a mí.
El sonido de las bisagras de la puerta de cristal de Chase deslizándose se abre
rápidamente, y la presencia de Dawn se cierne sobre los dos. —Dios mío, ¿está bien?
—Sólo estoy probando el suelo como mi espacio zen —me burlo—. Como
dirían los británicos, es basura.
Chase se ríe, por suerte, y la emoción momentánea de que mi humor aterrice
es suficiente para ponerme de rodillas y sentarme en la silla. Chase me pone una
mano en la espalda para estabilizarme, Dawn sujeta el asiento y Benji me aprieta las
piernas para asegurarse de que sigo moviéndome en la dirección correcta.
Dios mío. Un galán, un canino disfrazado y una mujer poderosa que obviamente
tiene un corazón de oro. En algún lugar, hay un escritor deseando poder escribir una
escena como esta. Yo la conozco.
Dawn le quita la tapa a la botella de Coca-Cola y me la pone en la mano,
llegando incluso a enroscarme los dedos alrededor de la botella. —¿Lo tienes? —me
pregunta, y yo asiento.
—Si necesitas algo más, dímelo. Hay una charcutería un par de edificios más
allá. Podría conseguirte un sándwich o un poco de sopa o...
29
Capítulo Dos
Brooke
Camino por la cocina como una loca, con el baumanómetro en el brazo e
inflándolo. Mis problemas con el zumo de vampiro no suelen ser graves, pero tal y
como me siento desde mi reunión de esta tarde con Chase, estoy convencida de que
la hipertensión es mi nueva normalidad.
No se acerquen demasiado a este globo de carne, amigos, está a punto de
estallar.
Benji inclina la cabeza hacia mí y gime, deja caer el cuerpo al suelo y me mira
con ojos críticos. Me burlo. A nadie le gusta un perro sabelotodo, ni siquiera
disfrazado de Thor.
—No, en realidad, no creo que le esté dando más importancia de la que tiene.
Él tiene el libro, Benj. Ya sabes... ¿en el que escribí una escena entera dedicada a la
forma en que imagino que me comería? —Resoplo tres veces en un intento de no
hiperventilar y alargo una mano temblorosa para verter más vino en mi copa,
arrancándome el manguito de la presión antes de que termine—. Tendría que montar
un atentado terrorista para estar exagerando esto, y créeme, me lo he planteado tres
veces para llegar a la conclusión de que volar la ciudad que amo y a un montón de
gente inocente es exagerado.
Benji ladea la cabeza y me da un zarpazo en la espinilla en señal de simpatía.
Ya, ya, loca. Ya, ya.
Me bebo un buen trago de Cabernet y después inclino la cabeza con un
suspiro. Sólo yo me metería en una situación así. ¿Qué clase de profesional guarda su
manuscrito que espera que nunca vea la luz del día justo al lado del que se supone que
sí la verá, por el amor de Dios?
Probablemente del mismo tipo que se permite caer en un enamoramiento
obsesivo con su editor y lo convierte en un libro, ése es.
Sé que es una locura, lo sé, sentir lujuria por él, pero ni siquiera sé
completamente cómo sucedió, aparte de decir... que el día que conocí a Chase
Dawson fue el día en que la tierra se detuvo.
32
Oh Dios. Voy a vomitar... trozos grandes y feos, no el aviso delicado que se queda
en la garganta.
Salgo corriendo hacia el baño y me deslizo en el retrete como un bateador que
roba una base. Me golpeo la rodilla con tanta fuerza que la porcelana suena como una
campana, y un gemido involuntario salta de mis labios.
—¡Pepe Grillo! —grito, con las náuseas subiendo por las paredes de mi
garganta. Olvido mi rótula maltrecha, me pongo en cuclillas y meto la cabeza en el
borde de la taza del váter apenas unos nanosegundos antes de vomitar vino tinto por
todas las paredes blancas.
Es, como mínimo, repugnante y, además, muy, muy revelador.
No sólo estoy disgustada por que se expongan mis pensamientos más íntimos:
estoy enferma. Y aún no es una realidad. Si, por algún capricho del destino, el editor
acepta cambiar mi contrato, esto va a ser empujado y publicitado en casi todos los
rincones del planeta.
Si soy tan desastre ahora, no sé cómo sobreviviré cuando se publique.
No lo haré.
Siento un hormigueo en la piel y un escalofrío en la nuca que me pone los pelos
de punta me hace inclinarme de nuevo completamente hacia el inodoro. Pero no me
pongo enferma. En lugar de eso, mi mente echa a correr. Buscando, buscando,
suplicando alguna forma de salir de esta.
Un plan. Una estafa. Una vuelta de tuerca. Si quiero mantener la comida en esta
vida, tengo el ochenta y seis por ciento del infierno fuera del deseo de mi hombre
sueño de publicar este libro.
Quizá pueda colarme entre el personal del catering para la reunión del
próximo viernes... ¿provocarles una leve intoxicación alimentaria o algo así?
No, enfermos con necesidad de ir al hospital, pero una pequeña alucinación
sobre el sabor de mi libro en sus bocas. He oído que Jonah Perish, el presidente de
Longstrand, es del tipo supersticioso. Tal vez retrasarlo un poco funcionaría.
Por supuesto, tendría que saber a quién contratan normalmente para el
catering, convencerlos de alguna manera de que la reunión del viernes necesita algo
especial y, además, parecer un chef convincente, todo ello sin que Chase ni nadie
relacionado con la editorial me reconozca. Es arriesgado. Desquiciado, en realidad.
Así que tengo la fuerte sensación de que voy a tener que moverme en otra dirección.
Tal vez podría enviar mensajes anónimos al resto de los editores... Advertirles
del tipo de libro.
34
Niego. No sólo es de mal gusto dar un golpe de estado contra el hombre de mis
sueños, sino que además es demasiado revelador. Se supone que nadie más que mi
editor y yo tenemos acceso al manuscrito, podría ser un poco complicado crear una
tercera parte ficticia que sea creíble y práctica para la continuación de mi carrera.
Quiero decir, me va bien, pero no lo suficiente como para tirar mi mierda al
fuego y dejarlo todo.
Seguro que hay algo más. Algo simple en su naturaleza sin ser generalmente
dañino...
Una excusa. Eso es. Necesito una excusa para convencerlos de que lo que leen
no es, de hecho, digno de publicarse, y mucho menos de llevarlo a los otros editores
y arriesgar su propia carrera. Necesito darle una razón para tirar esa cosa a un
contenedor y no volver a mirarla nunca más antes de que haga el ridículo delante de
sus compañeros.
Tomo el teléfono de la isla de la cocina mientras Benji se sienta a mi lado, con
una innegable mirada de preocupación en su preciosa cara canina, y tecleo
frenéticamente en un borrador sin número adjunto todavía, ya sabes, porque por lo
visto tiendo a enviar las cosas equivocadas a las personas equivocadas. Una vez que
tenga el mensaje que quiero, añadiré su contacto, pero que me jodan si voy a enviar
otra cagada justo en medio de la primera: Hank Baker no crió a ninguna tonta. Al
menos, no una hecha y derecha.
Así que, ese libro que estás pensando presentar el próximo viernes... la cosa
es que lo plagié.
HA-HA. Oh mira, esa soy yo tirando mi carrera por el inodoro. No. Borrar.
Sé que viste potencial en ese manuscrito, pero la cosa es que en realidad no
he terminado con él. Tengo otra parte que escribir, y cambia toda la historia y
básicamente anula todas las partes buenas de esta.
Ugh. No. Borrar.
Jajaja tengo una historia divertida para ti. Resulta que te envié el libro
equivocado. Tengo otro manuscrito para enviarte que está mucho más en línea con
lo que esperabas. Aparte del hecho de que es un montón de basura, por supuesto.
Lo estás haciendo muy bien, Brooke. Realmente haciendo progresos en el envío
de un mensaje que ayudará a la situación.
Yo: ¿Estás seguro de que el libro es lo suficientemente bueno?
Por fin, un mensaje que puede funcionar. Es vulnerable y casi me rompe el
alma, pero no me hace parecer una idiota o una estafadora. Agrego su contacto en la
35
parte superior, envío el mensaje y dejo caer mi teléfono sobre el mostrador como una
patata caliente antes de que pueda reconsiderarlo.
La respuesta es tan rápida que una bola de plomo con una caricatura de Miley
Cyrus encima se me clava en el estómago.
Chase: Mejor que eso. Brooke, es uno de los mejores libros que he leído.
Oh Dios, ¿qué he hecho?
Sus palabras deberían hacerme sentir mejor. Traerme paz mental y un
estómago tranquilo. En lugar de eso, me infunden más miedo del que estoy preparada
para soportar, y Benji se pone en modo perro de servicio, tirándome suavemente al
suelo para empujarme la cabeza entre las rodillas.
¿El libro explícito que escribí sobre mí y mi editor mientras él no tiene ni puta
idea de que es el protagonista es el mejor libro que ha leído nunca?
Eso es lo que me temía.
36
Capítulo Tres
Chase
Después del trabajo, corro a casa para quitarme el traje y ponerme algo menos
formal. El apartamento está silencioso como un ratón y, cuando me pongo mis Levi's
favoritos y cambio el traje y la corbata por una camiseta y una cazadora ligera, tomo
el teléfono y las llaves de la encimera de la cocina y me dirijo a la puerta.
Se acercan las siete de la tarde y dejo encendida la luz de la entrada para que
sea más fácil ver cuando vuelva de casa de mi hermana y mi cuñado esta noche.
Salgo al pasillo y cierro la puerta tras de mí, pero cuando me giro para
introducir la llave en la cerradura, el cerrojo se desliza solo. Sólo por diversión, meto
la llave de todos modos y la abro. Pero apenas he sacado la llave un segundo y vuelve
a cerrarse con un ruido seco.
¿Está mi apartamento embrujado? Ojalá, pero por desgracia, no.
El culpable es mi raro compañero de piso temporal Glenn.
Ni siquiera sabía que estaba en casa, pero nunca sé cuándo está. Glenn se
mueve como un ninja a todas horas del día, con una sudadera oscura con capucha
puesta sobre su perfil lateral para evitar que alguna vez le eche un vistazo. No habla
y no socializa, y para ser honesto, esas han sido ventajas. Pero cuando encuentro
garrafas de líquido al azar en la puerta de mi casa cada mañana y apenas consigo
cerrar la puerta principal antes de que se bloquee detrás de mí, entiendo por qué el
tipo que vivía en mi habitación antes que yo dejó una complicada serie de cerrojos
en la puerta del dormitorio.
No sé el apellido de Glenn. No sé si tiene trabajo. Ni siquiera sé cuántos años
tiene. Glenn es un enigma. Y espero mudarme antes de averiguar qué es
exactamente.
¿Cómo he llegado a esta situación? Buena pregunta. Me la hago unas veinte
veces al día.
Hace siete meses me contrató la editorial Longstrand y me mudé a Nueva York
después de pasar casi una década en la floreciente ciudad sureña de Nashville.
37
Al salir del ascensor, me aparto para dejar paso a una anciana con un perrito
blanco y le sujeto la puerta hasta que ella y su perrito pueden subir sin peligro. Me
da las gracias con una sonrisa y yo le devuelvo el gesto antes de seguir mi camino.
La puerta principal de mi edificio resiste mi empuje, una ráfaga de viento envía
visiblemente restos de papeles y hojas que se arremolinan calle abajo a través del
cristal. Cuando inclino mi peso hacia ella, la presión se libera y se invierte, casi
sacándome el hombro de su sitio cuando el viento atrapa la puerta y la arranca hacia
la acera.
El monstruo literario que hay en mí quiere utilizar la simple acción como
simbolismo de la próxima semana y media y de cómo cualquier cambio en el viento
podría hacer volar violentamente mi existencia en una nueva dirección, pero les
ahorraré el dolor y el drama.
En pocas palabras, el próximo viernes por la tarde llevo el manuscrito de
Brooke Baker y todo vestigio de mis sueños y esperanzas a la reunión semanal de
editores en Longstrand con un único objetivo: convencer al presidente de la empresa
(y a todos los demás) de que publique en un género no probado con poca antelación,
en lugar del esperado spin-off de una serie ya de éxito, y que lo haga con gusto.
Longstrand espera Garden of Forever. Se presentó como un libro
independiente, derivado de la serie de Brooke Baker The Shadow Brothers, un éxito
de ventas mundial.
Y estoy a punto de darles algo que ni siquiera pertenece al mismo género de
fantasía.
Evidentemente, va a hacer falta mucho valor, mucha suerte y un gran
lanzamiento, porque las probabilidades no están a mi favor. Jonah Perish, presidente
de Longstrand y mi jefe, está impaciente por ver qué hará Garden of Forever tras el
éxito de The Shadow Brothers en Netflix.
Pero después de leer Accidental Attachment, estoy convencido de que Brooke
Baker ha creado algo que no se parece a nada que haya leído antes. Y merece ser
publicado. Merece que todos los lectores imaginables lo experimenten, hablen de él
y lo devoren, y yo soy la persona que tiene que hacer que eso ocurra.
Sin presiones ni nada.
Ha. Sí, es verdad. Es tanta presión que prácticamente me está ahogando, y por
eso convencí a mi hermana Maureen para que convenciera a su marido Vinny, un chef
de renombre mundial, para que hiciera mi comida favorita esta noche, pollo a la
parmesana con extra de mozzarella, una noche en la que normalmente estarían
trabajando en el restaurante. Les costó mucho encontrar un espacio, pero se lo
supliqué.
39
Necesito consuelo y, por suerte, los padres de Vinny son italianos y llegaron
justo a tiempo para convertir a su bebé en estadounidense de primera generación.
Puede cocinar salsa mientras duerme, y cuando está despierto, es aún mejor.
El fresco viento primaveral es brutal, hace que las parejas caminen juntas y que
los hombres de negocios se abran los cuellos de las chaquetas de sus trajes en un
intento de alejar el viento de sus cuellos. Los amigos charlan mientras entran y salen
de los bares del sótano, y los carteles de neón de los restaurantes parpadean en las
ventanas.
Bajo las escaleras del metro trotando y me meto por las vías para escapar de la
entrada del viento. Varias personas del andén tienen la misma idea, pero mantengo
una distancia lo bastante grande como para no tener que entablar conversación.
Lo curioso es que en Nueva York nadie que no esté loco intenta hablar contigo,
pero yo estoy tan acostumbrado a vivir en Nashville que automáticamente asumo que
las charlas triviales formarán parte de cada uno de mis viajes.
Los raíles de acero gimen y chirrían cuando se acerca el tren B, y yo me alejo
de mi sitio junto a la pared de azulejos y espero a que la puerta encuentre su sitio.
Cuando se detiene y sale una multitud de gente, entro en el vagón más cercano y
tomo asiento en el lugar más alejado posible, justo delante.
Cuando el tren se pone en marcha, saco el teléfono y abro el manuscrito de
Accidental Attachment. Podría llamarlo investigación, supongo, pero eso no sería justo
para el genuino interés que tengo en leer algunas de estas escenas una y otra vez. El
tirón emocional es poderoso, y no hay nada más emocionante para un amante de los
libros que la sensación que te produce un libro que te puedes creer.
La forma en que me mira es la historia de una mujer que lo sabe. Una mujer
que puede ver cómo se apaga el brillo de sus ojos y cómo se aplana el rebote de sus
pasos. Una mujer que ha sido pisoteada las veces suficientes para saber que se
acerca el peso de un pisotón.
Una mujer que se merece algo mucho mejor que el comportamiento cobarde
de un hombre preocupado por algo tan trivial como nuestros trabajos. Un hombre
que puede ver más allá de la vergüenza que ambos enfrentaríamos y defenderá
nuestro amor agresivamente.
Quiero tanto ser ese hombre. Pero no puedo dejar que River pierda su trabajo
por mí o por cualquier otro hombre. El trabajo que hizo para llegar aquí... se iría
por el desagüe y se esfumaría para siempre. Porque ninguna otra estación la
contrataría. La nube de la desgracia es amplia y densa, y el mundo de las noticias
es demasiado mezquino para superarla.
40
—¡Uf! —Sus brazos se lanzan al aire antes de aterrizar con una palmada en las
rodillas—. ¡No me vengas con esa mierda, Chase! Mamá y papá ya te dieron el mejor
nombre, no puedes ocultarme esto también.
—¿Qué demonios tiene que ver una cosa con la otra?
—Será mejor que se lo digas, hermano —interviene mi cuñado Vinny,
asomando brevemente la cabeza fuera de la cocina—. No he dejado de oír hablar de
esto desde que le dijiste que pasaba la semana pasada.
Con la forma en que mi hermana jadea como un perro sobre cualquier idea de
Brooke Baker, se podría pensar que he estado trabajando con ella durante años. Y no
es así. Este será el primer libro en el que trabajo con Brooke. Antes de esto, sólo
hemos tenido algunas reuniones juntos. Hablamos por teléfono varias veces.
Mensajes de texto de vez en cuando. Aparte de eso, es todavía muy temprano en
nuestra relación autor-editor.
Aunque, no puedo negar que veo el atractivo. Brooke Baker es fantástica. Es
despreocupada y dulce, y su sonrisa sólo parece genuina. Tiene clase, pero también
es simpática y entrañable.
—¡Chase! ¡Detalles! Ahora —casi vuelve a gruñir mi hermana, y sus ojos
empiezan a hacer esa cosa rara que me hace pensar que se le van a salir de las órbitas.
Suspiro pesadamente, sin querer entrar en detalles de todo lo que le ocurrió a
Brooke durante nuestra reunión, obviamente, mi hermana no podía saber que había
tenido un episodio de salud mientras estaba en mi despacho, y el nivel de
confidencialidad que siento es importante por ello, pero tengo que darle algo si no
quiero que me picotee una extremidad.
—Fue una reunión realmente emocionante. —En todos los sentidos posibles—.
Es tan divertida en persona como en papel, lo cual es muy refrescante, porque no
siempre es así. Y su último libro es... bueno, creo que es muy especial. Aunque es
diferente. Así que voy a tener que vendérselo mucho a los otros editores.
—¿Diferente? —Maureen pregunta, inclinándose ansiosamente—. ¿Diferente
cómo?
—Es sólo el ambiente. Sigue siendo una escritura muy ingeniosa, pero el
género se desvía un poco.
—Ooh, estoy tan intrigada ahora mismo —arrulla mi hermana—. Necesito el
manuscrito.
Resoplo, pongo los ojos en blanco, tomo un popper y me lo meto en la boca
antes de hundirme en la mullida almohada del respaldo del caro sofá de Mo. —Sabes
que no puedo dártelo.
44
—No, no es verdad. Andrea Sachs consiguió Harry Potter para Miranda Priestly.
¿Por qué no puedes hacer esto por mí?
—¿Tal vez porque valoro mi nuevo trabajo y no quiero perderlo? O, no sé, ¿esto
no es una película de Hollywood? Es mi vida real.
—¡Oh! —refunfuña, agitando una mano en el aire—. Siempre fuiste tan
bienhechor.
—Mira, todo lo que puedo decir es que no es un error que sigas enamorada de
ella. Es una gran escritora y, por el contacto que he tenido, aunque limitado, también
es una persona increíble. —Me encojo de hombros, intentando mantener la
compostura ante el escrutinio de Maureen. Es extraño. Y desconcertante. Y no sé por
qué lo hace, pero no voy a preguntar. Cuando se trata de mi hermana, nunca, nunca
debes preguntar—. Su perro es bastante genial también.
—¿Tiene un perro? —respira Mo, como si la propiedad canina fuera algo
reservado al Mesías.
—Sí. Su nombre es Benji.
—¡Dios mío, Benji! Me encanta! —Se gira hacia la cocina—. ¡Necesitamos un
perro llamado Benji, Vinny!
—Vives en un rascacielos en la última planta con acceso limitado a la azotea —
murmuro, sabiendo que nada de lo que diga a estas alturas llegará siquiera a sus
oídos.
—¿Qué clase de perro, cariño? —me responde Vinny, que nunca decepciona a
mi hermana. Normalmente es una cualidad entrañable, que me hace estar seguro de
que es el hombre adecuado para ella, pero ahora mismo me hace poner los ojos en
blanco.
Mi hermana se gira hacia mí sin pestañear siquiera. —¿Qué clase de perro?
Suelto una carcajada. —Suenas desquiciada ahora mismo, espero que lo sepas.
Como una maldita acosadora.
—¿Qué clase de perro, Chase? —pregunta sin mucho sentido.
—Brooke tiene un pastor alemán.
—¡Un pastor alemán, Vin! —contesta emocionada, y yo no puedo más que
sacudir la cabeza, consternado. Era tan agradable tener una hermana cuerda durante
treinta y tres años de vida. La echaré de menos.
—Lo miraré, cariño —responde Vinnie desde la cocina, y yo miro su alfombra
de marfil para ocultar la sonrisa. Al menos alguien no ha perdido la cabeza todavía.
Vinny la está complaciendo, claro, pero el cuñado que conozco estaría al teléfono
45
ahora mismo con organizaciones de rescate de perros si tuviera siquiera una pizca de
interés en tener un perro.
Francamente, es impresionante lo bien que sabe manejar a mi hermana en
momentos así.
Mo, apaciguada por ahora, se gira de nuevo hacia mí, con la emoción aún
encendida en sus ojos. —¿Qué más? Cuéntamelo todo sobre ella.
—Ni siquiera la conozco tan bien, Mo.
Ella frunce el ceño y yo suspiro.
—Maureen —corrijo, y ella asiente—. Sólo he estado en su compañía unas
pocas veces, y la mayoría de los encuentros fueron breves.
Maureen se levanta de la mesita y empieza a pasear, señalándome con varios
dedos enfadados cada vez que puede. —Eso no significa que no sepas cosas. Te
conozco lo suficiente como para saber que te esfuerzas por conocer a todos aquellos
con los que vas a trabajar. Tú la conoces. Sólo que no quieres decirme lo que sabes.
Gimo, estiro un brazo a lo largo de la parte superior del sofá y dejo caer la
cabeza hacia atrás. —Es simpática, ¿de acuerdo? Divertida. —Levanto la cabeza del
respaldo y vuelvo a mirarla a los ojos, encogiéndome de hombros—. Muy graciosa,
en realidad. Tanto en sus escritos como en persona. Y es... bueno, es guapa. Ojos
verdes, grandes y sinceros, piel y dientes perfectos. Todo lo que sé de ella es
bastante... perfecto.
Me viene a la cabeza la imagen de Brooke en mi despacho esta tarde. Un vestido
morado claro que le sentaba de maravilla. Apenas le llegaba por encima de las rodillas,
dejando ver una modesta parte de sus largas piernas. Su largo y espeso cabello castaño
le colgaba por encima de los hombros y...
—Ohh, crees que es guapa y perfecta —dice, frotándose las manos y saltando
sobre sus rodillas en el sofá a mi lado para estar incómodamente cerca.
Inmediatamente me arrepiento de mis palabras y de mis pensamientos irracionales.
—Para, Mo. No quiero decir eso. Sólo quiero decir que si te vas a encaprichar
con alguien, parece que has elegido bien. Puede que quieras moderarte un poco,
pero es sólo mi preferencia personal para no tener que asistir a un largo juicio en tu
nombre. Hazlo, hermanita.
Suspira feliz. —Y el libro... ¿Dijiste que es diferente?
—Bien diferente. —me aclaro con un movimiento de cabeza.
—Hombre, me encanta cómo suena eso. —Ella aplaude y rebota sobre sus
rodillas, y descubro que las comisuras de mi boca se curvan sin permiso—. ¿Puedes
al menos darme algo? Una pequeña pepita de esperanzas, sueños y exclusividad que
46
pueda restregar en la cara de mis amigas lectoras. Por favor —me suplica, apretando
las manos y moviéndose de un lado a otro.
—Cuando lo termines, la historia de amor entre Vinny y tú no será la única en
la que estés interesada —le digo, sin poder evitar jugar un poco con su entusiasmo.
Es un libro muy bueno y, técnicamente, parte de mi trabajo es hacer que la gente
quiera leerlo. Apoyarme en el entusiasmo de Mo probablemente hará la mitad del
trabajo por mí. Con su estado actual, pasarán menos de veinticuatro horas antes de
que comparta mis sentimientos con media ciudad.
Grita tan fuerte que las ventanas tiemblan y yo me siento de nuevo en el sofá,
satisfecho.
He provocado en mi audiencia un auténtico ataque de júbilo, y sólo puedo
esperar salir de mi reunión del próximo viernes con los mismos resultados.
Mi carrera y el próximo gran éxito de Brooke cuentan con ello.
47
Capítulo Cuatro
Viernes 5 de mayo
Chase
Hoy puedo decir sinceramente que tengo miedo.
Asustado por las posibilidades que me esperan en la reunión de editores de
hoy y todo lo que ello conlleva para el futuro y, lo que es más urgente, asustado
porque Glenn, evidentemente, no parece tener trabajo.
He estado en casa tres horas más esta mañana, intentando rebajar la tensión en
la oficina antes de una de las reuniones más importantes de mi vida, y Glenn no ha
dado muestras en absoluto de querer irse.
No lo he visto, por supuesto, pero lo he oído moverse, y la jarra de un líquido
desconocido, hoy es azul, que encontré en la puerta a primera hora de la mañana ya
no estaba cuando regresé a mi habitación con mi primera taza de café.
La primera vez que dejó líquido delante de mi puerta, temí que fuera un regalo
para mí o algún mal presagio de lo que está por venir. Pero después de unas cuantas
garrafas más de líquido misterioso de colores extraños, he aprendido que nunca se
quedan ahí mucho tiempo. Al final, se la lleva y hace... Bueno, no sé qué hace con ella.
Ni siquiera sé lo que es. También estoy bastante seguro de que probablemente no
quiero saberlo. Algunas cosas es mejor no decirlas.
Tomo mi maleta de lona marrón, uno que me recuerda al bolso de Peter
McCallister en Solo en casa: Perdidos en Nueva York y una manifestación completa de
mis influencias generacionales, escupo las últimas gotas de mi tercera taza de café de
mi taza y la pongo en el fregadero. Lleno la taza de agua para asegurarme de que el
café no manche, pero tendré que lavarla más tarde. La reunión de los editores en
Longstrand no espera a nadie, y menos a mí, y entre el tiempo que he esperado para
ir a la oficina y el trayecto en sí, voy a tardar muy poco.
Un poco demasiado cerca para mi gusto puntual, para ser honesto.
48
carne y las patatas del día para evitar que mis visitantes destrocen el lugar y vuelquen
su contenido en la agitación.
Aprovecho la tranquilidad para sacar de mi bolso la versión en papel de
Accidental Attachment, de modo que pueda escanearla y alimentarme de las escenas
para impulsar mi campaña.
Una de las más memorables para mí es la primera vez que Clive conoce a River.
Es tímida y modesta, e incluso torpe a veces, pero desde el principio hay algo en ella
que toca la sensibilidad de Clive. Él nunca ha soñado con mezclar su vida personal
con el trabajo, pero River hace que la tarea de mantener ese límite sea mucho, mucho
más difícil.
—River Rollins, supongo. —Saludo con una sonrisa, tendiendo la mano a la
mujer del momento. Al ser la nueva presentadora mujer de nuestra plantilla, a
estas alturas ya llama la atención de casi todos los empleados del edificio.
—¡Sí! —dice entusiasmada, con una sonrisa que toca la parte más verde de
sus ojos en serio—. Esa soy yo. Y tú debes de ser Clive Watts. Hoy he oído hablar
tanto de ti a todo el mundo que creo que podría hacerte un dibujo mientras duermo.
—Sus palabras la hacen sobresaltarse, y sus cejas suben hasta la línea de su
cabello—. No es que yo... hiciera... ya sabes, algo así. No hago nada por la noche
más que bañarme. La verdad es que artísticamente soy una mierda.
Empiezo a sonreír, a responder, pero ella me interrumpe con un pequeño
grito ahogado mientras se tapa la boca con la mano. —Y ahora he ido y le he dicho
'mierda' en mi primer día a mi... bueno, a mi jefe. Lo siento mucho. Prometo no
maldecir en directo.
Sonrío cálidamente; a estas alturas, mi rostro es incapaz de considerar
cualquier otra expresión. —No pasa nada. Para eso tenemos a Nate y el localizador.
Le diré que tenga una mano preparada.
—Normalmente no necesito un censurador a mano, lo juro.
—¿En serio? —pregunto, a lo que ella responde con un ferviente
asentimiento. Mi sonrisa cambia ligeramente, puedo sentirlo, y sin embargo, ni
siquiera la advertencia puede impedirme pronunciar mis siguientes palabras—. Es
una pena.
Las mejillas de River se inundan de un rubor tan bonito que lo siento en mis
muslos. Me gusta demasiado. Y si me diera más tiempo, intentaría buscar la forma
de hacer que ese precioso rubor suyo fuera más intenso.
Acabo de conocer a esta mujer, y ya siento que no puedo confiar en ella. No
debería estar en su órbita más de unos segundos.
50
Regina y Meryl se ríen de nuevo, tosiendo para corregirlo mientras Jonah entra
en la habitación, su ayudante cerrando la puerta tras él.
—Buenos días, señoritas. —Meryl y Regina sonríen y devuelven el sentimiento
antes de que Jonah se gire hacia nosotros, su rostro se transforma de jovial a serio—.
No me decepcionen, caballeros.
Frank y yo sonreímos ante el saludo poco entusiasta de Jonah y, francamente,
disfrutamos con ello. En algún momento de su carrera, Jonah se dio cuenta de que las
mujeres prosperan con el afecto y los hombres con la presión, y empezó a emplearlo.
Todos damos lo mejor de nosotros trabajando a sus órdenes. Yo todavía estoy en los
comienzos de mi carrera en Longstrand, pero no me cabe duda de que aceptar este
puesto y trabajar bajo su tutela me llevará mucho más lejos de lo que me habría
llevado cualquier otro movimiento.
—Muy bien, gente, tengo un día ocupado y una noche más ocupada. Le prometí
a mi mujer salir temprano y llevarla a una cita, y creo que todos saben que soy un
hombre de cumplimiento. —Jonah nos mira con una sonrisa divertida, y todos
asentimos en respuesta—. Entonces, ¿quién va primero?
Levanto la mano como un niño en el colegio, sabiendo que si no me quito todo
esto de encima, es probable que arda espontáneamente de expectación. Estoy en el
callejón Upchuck, y pasar demasiados minutos aquí puede acabar con trozos de mi
sándwich de ensalada de pollo en los calcetines.
—Dawson. Estupendo. —Jonah acerca su silla a la cabecera de la mesa y se
desabrocha la parte delantera de su traje antes de tomar asiento. Saca sus lentes de
lectura del bolsillo del pecho y las desliza sobre el puente de la nariz para ojear el
paquete que he colocado en su sitio.
Mientras lee, habla. —Has recibido Garden of Forever de Brooke Baker,
¿correcto? ¿Cómo vamos con el manuscrito? ¿Podemos hacer una línea de tiempo de
tres o cuatro meses, o necesitamos más tiempo? No hay razón para cagarse en la cama
esperando demasiado y dejando que se enfríe el entusiasmo de Netflix. Tenemos que
golpear mientras el hierro está todavía en el fuego.
Y aquí vamos...
—En realidad, señor... —Me aclaro la garganta—. No es Garden of Forever... —
Los ojos de Jonah se me acercan por encima del borde de sus lentes de montura
negra, y la acritud me hace tragar saliva dos veces—. Brooke entregó un libro
diferente... llamado Accidental Attachment.
—¿Un libro diferente? —se burla, y para ser sincero, no puedo culparlo. Un
autor que se sale tanto del guión legal es muy poco habitual.
54
Capítulo Cinco
Brooke
Belinda Carlisle suena en el radiocasete de la esquina de mi sala, y yo froto la
comida crujiente del asiento de mi taburete. Mis guantes de vinilo rosa chirrían contra
la madera con cada pasada del trapo.
No soy una maniática del orden en el sentido tradicional. De hecho, no soy lo
suficientemente disciplinada como para serlo en ningún aspecto de mi vida. La
mayoría de las veces vivo a trompicones, dándome un atracón de desorden y luego
atacando las consecuencias como una posesa cuando el desorden abruma mi
sensación de paz.
Hay muchas otras cosas que se interponen en mis vibraciones kumbaya de
estos días, una cosa, en particular, que involucra a mi editor y un libro en el que estoy
eligiendo no pensar, pero por la santidad de mi supervivencia, he compartimentado
todo eso fuera de mis pensamientos y estoy eligiendo fijarme obsesivamente en
limpiar y fregar mi cocina.
Se llama Evasión Avanzada, y podría dar un curso con honores en Harvard.
Tiro el trapo sobre la encimera, rodeo la pequeña isla que sólo un apartamento
neoyorquino podría llamar espaciosa y me dirijo al fregadero de la esquina. Me
inclino hacia el armario de debajo y tomo un limpiador industrial capaz de limpiar
casi cualquier cosa. O al menos, eso es lo que decía el anuncio nocturno que me
convenció de comprarlo. Con los guantes de vinilo todavía puestos, porque me
gustaría conservar mi piel, destapo la botella y lanzo la espuma de la boquilla sobre
cada centímetro de acero inoxidable expuesto de mi fregadero. Lo cubre de manera
uniforme e intensa, y toso por la potencia de su olor químico.
Entonces, vuelvo a toser.
Y otra vez.
—¡Mierda! —Balbuceo entre varias toses ahogadas de mis pulmones. Las
lágrimas cubren mis ojos cuando un aguijón anormal causa estragos en mi visión.
58
Temerosa de envenenarme con los gases tóxicos, tropiezo con la ventana que
hay al final de la encimera y la abro de un empujón. Oigo el ruido de las patas de
Benji en el suelo de la cocina detrás de mí, pero estoy demasiado ocupada sacando
la cabeza por la ventana y jadeando en busca de oxígeno puro. El aire está viciado de
una forma a la que estoy acostumbrada después de tantos años en Nueva York, pero
sigue siendo mejor que el olor que acabo de rociar en mi cocina.
Una ligera brisa pasa por delante de mí y entra en el apartamento,
arremolinando el aire puro y liberando parte de la potencia. Me lleno los pulmones
con unas cuantas bocanadas más de oxígeno de NYC y me limpio las lágrimas de los
ojos antes de retroceder con cuidado hasta la guillotina de la ventana y quitarme los
guantes de las manos con un chasquido.
De repente, la limpieza ha perdido parte de su mística. No sé si se debe a los
riesgos para la salud de los que no me había dado cuenta, pero desde luego no ha
ayudado a motivarme.
Me dirijo al fregadero y, sin fregar, enjuago el limpiador industrial por el
desagüe. Cuando estoy segura de que el producto tóxico va a parar al alcantarillado,
me vuelvo a colocar en mi isla semi limpia y me encorvo sobre la superficie. Benji se
acurruca más cerca de mí ahora que vuelvo a un estado más normal, y agradezco el
calor de su suave pelaje sobre mis pies descalzos. Tomo el mando a distancia de mi
radiocasete y apago mi música de limpieza, Belinda y vuelvo a poner a la mujer que
mejor lo cuenta, Dolly.
—Sabes, Benj, no estoy segura de estar hecha para esto de la limpieza. Quizá
debería contratar a alguien para que lo haga —digo, dejando el mando en la encimera
y apoyándome de nuevo en los codos.
Benji responde acercando su hocico a los dedos de mis pies. Lo tomo como su
acuerdo. Sí, deberías contratar a alguien en vez de arriesgar nuestros pulmones.
Dolly apenas ha dicho tres líneas de “9 a 5” cuando tres golpes agudos y fuertes
al otro lado de mi puerta me sacan la columna vertebral de su habitual posición
jorobada, de trabajadores de oficina y se me eriza la piel del entrecejo. Benji también
siente curiosidad, salta del suelo junto a mis pies y ladea la cabeza.
Me impresionará mucho si él ya ha llamado a alguien de un servicio de limpieza.
Marcar con la pata es complicado.
El caso es que no recibimos visitas muy a menudo. Aparte de la visita anual de
mis padres del Medio Oeste, Benji y yo somos los dueños de la casa. No es que no
tenga un par de conocidos en la ciudad, pero no son el tipo de personas a las que
invito a tomar vino y queso cada semana. A decir verdad, reservo la mayor parte de
mi energía social para mis personajes.
59
Querido Dios y Espíritu Santo: estoy bastante segura de que Clive y River incluso
se entregan al juego anal al final de ese capítulo que escribí después de ahogarme en
dos botellas de vino.
Y así como así, hay una brecha en el continuo espacio-tiempo de Brooke Baker.
Por lo que sé, el mundo deja de girar.
Chase chasquea los dedos delante de mi cara y Benji me ladra directamente al
oído mientras empiezo a volver en mí, tratando de entender dónde estoy, con quién
estoy y qué demonios está pasando.
Lo que nunca he podido aceptar de los desmayos es que no se leen
exactamente bien con detalles en primera persona. No sé lo que pasa cuando me
quedo sin luz, sólo puedo entenderlo a partir de las pistas que encuentro cuando se
vuelve a encender.
—Dios, Brooke, ¿estás bien? —pregunta Chase, medio murmurando para sí
mismo mientras me acuna la cabeza con una mano y mira maníacamente alrededor
de mi apartamento en busca de algo. Benji me lame la cara, un capricho divertido, ya
que su aliento aún huele a su cena de comida para perros, y yo me agacho
subrepticiamente para comprobar si me he hecho pis en los pantalones.
Cuando la tela de la pijama roza en seco las yemas de mis dedos, el alivio
escapa de mis pulmones en una larga exhalación.
—¿Brooke? Hola? ¿Puedes oírme? —Chase lo intenta de nuevo, esta vez
sonando aún más desesperado. Entonces sacude la cabeza, rebuscando en su bolsillo
trasero mientras sigue agachado y sujeta mi cabeza con la otra mano. Es bastante
impresionante, y no estoy segura de haber sido lo bastante generosa con la
flexibilidad de Clive cuando escribía el libro.
—Voy a llamar a una ambulancia —declara, y eso me despierta de mi letargo.
—No, no —digo, con la garganta tan seca que mis palabras suenan ásperas—.
Estoy bien. No necesito un viaje de diez mil dólares hoy.
—Entonces deja que te lleve, o... —Maldice en voz baja—. He venido
caminando. Espera... ¡Puedo tomar un taxi!
Tristemente, creo que Chase Dawson es aún más lindo cuando está resolviendo
problemas.
—Estoy bien, de verdad. Quiero decir, mi cabeza no está chorreando un
líquido aterrador, ¿verdad?
—No. No sale líquido de tu cabeza —responde, probando el tacto de sus dedos
en mi cabello para asegurarse. Es estimulante, como un buen masaje en la peluquería.
62
Pero sus ojos de cachorro y su espíritu entusiasta son demasiado para negarlo.
No me queda más remedio que mentir como la mierda.
—S-sí. De la mejor manera. Sólo... Yo... Bueno, no esperaba una cálida
recepción, y creo que no se siente real.
Que mis tetas de talla B se conviertan de repente en doble D sin intervención
quirúrgica parece más acorde con la realidad, si te soy sincera.
—Oh, es real. Accidental Attachment va a salir al mercado, y lo hará pronto. De
hecho, sólo tenemos cuatro semanas para darle forma de borrador final.
—¿Cuatro semanas? —Resoplo. Tiene que estar bromeando. No he editado tan
rápido... bueno, nunca.
—Lo sé. Es difícil. Pero vamos a trabajar juntos en esto en cada paso del camino.
No voy a dejarte sola en esto, lo prometo.
Ha. Ha. Si. Eso es más o menos lo que me temía. Más palabras aterradoras del
hombre aterradoramente guapo.
El zumbido del mareo vuelve con fuerza y Benji me aprieta las piernas. Chase
se da cuenta del cambio de postura y entra en acción, empujándome hacia atrás con
suavidad y guiándome con los brazos hasta que me siento en uno de los taburetes de
la barra de la cocina, recién limpiada.
—Brooke. Jesús. Mírame, Brooke.
Sacudo la cabeza y giro las caderas para levantar las piernas y colocarlas sobre
la encimera, expulsando la sangre de las extremidades hacia el cerebro. El alivio que
llega con el cambio de marea es rápido y verdadero, y trago una profunda bocanada
de aire fresco.
—Eso es. Vamos, te llevaré al hospital en mi maldita espalda si tengo que
hacerlo.
—¡No! —exclamo al principio, antes de templar la voz y suavizar mi actitud
cuando me mira decepcionado—. Lo siento. Es que... Esto pasa a menudo. No hace
falta que vaya, lo prometo.
—¿Mucho? ¿Cuánto es mucho?
—¿Buscas la conjetura subjetiva que tiene la sociedad o, por ejemplo, mi
propia opinión sobre un número?
—Brooke.
Clavo los dientes en el labio inferior. —Tengo una enfermedad llamada
síncope vasovagal. Básicamente, algo desencadena un descenso de mi tensión
arterial y, bum, caigo desmayada como un miembro del reparto de Días de nuestra
64
adulta en su sano juicio caminaría por las calles de la ciudad con la palabra “Juicy”
pegada en el culo.
—También suelo tener que avisar a los sitios de que voy a llevar a Benji. —Sigo
defendiendo mi caso—. Es un animal de servicio registrado, así que técnicamente no
tengo que hacerlo, pero sé por experiencia que la gente se pone susceptible cuando
hay comida de por medio.
—No pasa nada. Conozco un sitio donde eso no será un problema en absoluto.
Les encantan los perros. En concreto, los pastores alemanes. La última vez que hablé
con ellos, incluso estaban considerando tener uno.
Santo cielo. Es como si ninguna de mis excusas me llevara a ninguna parte.
—Chase…
—Vamos. Si nos damos prisa, podemos llegar a tiempo para la hora feliz. Dos
copas por el precio de una.
Tengo que admitir que, por primera vez esta noche, estoy escuchando algo que
suena como una buena idea. Si me ahogo en suficiente vino, quizá ya no sepa qué está
pasando ni con quién estoy. La perspectiva tiene potencial.
Se sobresalta entonces, inseguro de sí mismo. —Pero espera... ¿está bien que
bebas ahora?
Probablemente sea lo mejor para mí.
—Sí. Está bien. —Tan bien que es perfecto—. La buena noticia de todo mi
calvario es que no me tardo prácticamente nada en recuperarme. Una vez que mi
presión arterial vuelve a la normalidad, estoy lista para irme.
—Son buenas noticias. —Me sonríe—. Sería una pena que no pudiéramos hacer
un brindis con champán para celebrar el libro.
Oh, sí, musito. Ja. Una pena.
Estoy tan, tan jodida aquí.
Sin más salidas a la vista, hago lo único que puedo: tirarme de cabeza al fuego.
—Entonces, ¿supongo que me pondré otra ropa y podremos irnos? —No
entiendo por qué le pido permiso. En el fondo, creo que espero que cambie de
opinión y decida ir a cenar solo y dejar mi culo loco aquí.
—Suena como un plan.
Pero, por supuesto, no dice que no. En todo caso, su sonrisa de respuesta
parece demasiado feliz por complacerlo.
67
Duh-duh. Que alguien llame a Ley y el Orden. Está a punto de haber una nueva
víctima especial para su unidad, y viene en caliente.
68
Capítulo Seis
Brooke
Doy vueltas en mi habitación como una maníaca, buscando el tipo de productos
de maquillaje que pueden convertir a una mujer descarrilada en una de las de las
revistas. Por cierto, no tengo ninguno de esos productos ni poseo los conocimientos
necesarios para usarlos, pero una mujer tan desesperada como yo no necesita
preocuparse por esos detalles.
Desde el espejo de mi tocador, veo a Benji mirándome fijamente desde su sitio
en la cama. Sus ojos dicen todo lo que hay que decir: —Aceptar cenar con un hombre
que hace que te desmayes es la segunda peor idea que has tenido.
Ni siquiera tiene que contarme mi primera peor idea. Ahora mismo estoy
viviendo sus consecuencias. Esta cena es en nombre de celebrarlo, de hecho.
—No me mires así, Benj —le susurro—. Y créeme, lo sé. Lo sé, carajo.
Se le escapa una risita de perro, golpeo mi paleta de sombras de ojos de hace
tres años contra la superficie de mi tocador y hago clic en un vídeo tutorial de
YouTube. Mi teléfono se apoya en el espejo para que pueda hacer varias cosas a la
vez.
Es una mujer encantadora, KatVonMakeup o como se llame, pero hasta ahora
ha dedicado cinco minutos al contorneado y realmente necesito que llegue al meollo
de este enfrentamiento. Transformar mi cara en otra, o cambiar de forma, como les
gusta llamarlo a algunos hombres idiotas, está un poco por encima de mi nivel de
habilidad en este tipo de escala de tiempo.
Chase está en mi salón esperando y eso significa que tiene acceso a husmear
en todo lo que hay en mi apartamento. No tengo archivos de la CIA, ni drogas, ni
siquiera fotos mías desnuda, pero, por alguna razón, estoy convencida de que se va a
topar con las tres cosas y me va a entregar a los Más Buscados de América.
Clic, clic, clic, golpeo la pantalla con el dedo y avanzo los siguientes dos
minutos de vídeo, quince segundos cada vez, hasta que por fin llego al principio de
su tutorial sobre los ojos. Observo atentamente cómo aplica un delineado que yo no
tengo y vuelvo a hacer clic.
69
Por último, barre el párpado con un pincel especial después de señalar el color
de su paleta que sea más neutro. Cubre todo el párpado y yo hago lo mismo.
Enseguida me doy cuenta de que me falta habilidad, pero sigo adelante, agarrando
el pequeño aplicador de espuma que venía con mi sombra de farmacia.
Señala otro color en la paleta, evidentemente para el pliegue del párpado y me
inclino para ver más de cerca cómo lo hace. La elección del color es mucho más obvia
ahora, así que tengo la sensación de que si meto la pata, todos en la ciudad se darán
cuenta.
—¿Estás bien ahí dentro? —me llama Chase por el pasillo cuando se me cae el
aplicador al suelo y me golpeo la parte superior de la cabeza contra el tocador al
volver de recogerlo.
Me froto el sensible bulto que me he causado y le grito con la mayor
normalidad posible: —¡Ah, sí! ¡Todo bien! Aquí no hay nada de qué preocuparse.
Pongo los ojos en blanco, me muerdo el labio y sigo adelante. —¡Debería estar
lista pronto! —Dios mío, espero estar lista pronto.
—¡Tómate tu tiempo! —me contesta, haciéndome estremecer. Está bueno, es
considerado y paciente. Y está esperando para llevarme a cenar.
Es una cena de negocios, por supuesto, pero no sé si mis entrañas han sido
entrenadas para distinguir la diferencia. Están encendidas y asándose, prácticamente
rogando por calentar la superficie de la cara de Chase Dawson.
Jesús, María y José, Brooke, cálmate, ¿quieres?
Me río un poco mientras me considero en el espejo y murmuro: —
Definitivamente, esta noche no necesitaré colorete....
Tan rápido como puedo, sigo el resto del tutorial, me salto el delineador y las
pestañas postizas y me conformo con un par de capas de máscara de pestañas de hace
un año. Me miro en el espejo durante un buen rato, mejillas rosadas, piel suave y ojos
ligeramente estilizados y me conformo con eso.
Sorprendentemente, no tengo mala autoestima de forma habitual. Estoy bien
con mi aspecto. Pero algo en el chico de ensueño que es Chase Dawson me hace
querer ser más. Más sexy, más segura, vibrante. Esas son las cosas que un hombre
como él se merece.
Probablemente por eso describí a River así, al menos a medida que su
personalidad progresaba y crecía. Se volvió vivaz y seductora, y todas las cosas que
me gustaría ser cuando se trata de hombres como Chase. Por desgracia, es mucho
más fácil dar esas cualidades a un personaje que encontrarlas en mí misma.
70
también siente lo que sea, pero no puedo ver nada más que los interminables charcos
de azul chispeante de siempre.
—Gracias —susurro, el ronroneo áspero, todo lo que mi voz robada puede
manejar.
La sonrisa de Chase se eleva y las comisuras de sus labios esculpen unos leves
hoyuelos en sus mejillas. Nunca antes me había fijado en ellos, quizá porque estaba
demasiado ocupada mirando otros rasgos o porque nunca había estado tan cerca de
su suave sonrisa, pero todas las partículas de aire que me quedaban en los pulmones
se desvanecen. Puf, puf, mi aliento ha abandonado el edificio.
Está claro que más me vale salir volando de este apartamento y seguir con esta
cena si tengo alguna posibilidad de sobrevivir al rápido ritmo de deterioro de mi
orgullo.
El hocico de Benji choca contra la parte posterior de mis muslos, su acuerdo
silencioso de que realmente tenemos que ponernos en marcha, me insta a agarrar su
correa y encajarla en su collar. Aseguro su chaleco de perro de servicio sobre su capa
de Superman.
Los tacones de mis botines repiquetean en el suelo de madera mientras nos
dirigimos a la puerta con Chase detrás de mí, y juro que siento el calor de su mano en
la parte baja de mi espalda. No es lo bastante firme como para saberlo con seguridad,
y estoy completamente segura de que no voy a girarme para mirar, pero en lo más
recóndito de mi mente, las neuronas se disparan ante el posible contacto.
Benji y yo salimos primero, y luego espero a Chase para poder cerrar la puerta
tras nosotros. Bajamos todos en ascensor hasta la planta baja. Mi portero asiente
cuando salimos a la calle y, por primera vez esta noche, me doy cuenta de que Chase
ni siquiera ha llamado antes de llamar a mi puerta.
—¿Cómo... cómo has llegado a mi puerta sin llamar antes?
Se encoge de hombros. —¿Podría haberle dicho al portero que era una
sorpresa?
Mis cejas escalan la distancia de mi frente, lo cual es mucho decir porque tengo
una frente de un tamaño decente, y la preocupación hace que sienta mis
extremidades un poco entumecidas. —¿Y simplemente... te creyó?
Chase niega y me aprieta el antebrazo. —Oh, Brooke. Brooke, lo siento. Ahora
veo lo inapropiado que fue y lo mucho que te preocuparía, pero te prometo que me
hizo enseñarle mi identificación de Longstrand y mi carné de conducir para confirmar
mi identidad antes de dejarme acercar al ascensor.
—Oh. De acuerdo.
72
A los efectos de esta noche, Clive Watts y River Rollins son sólo eso: Clive y
River, un fabuloso deambular de mi mente creativa, en absoluto arraigado en la
realidad.
Son mis Romeo y Julieta, y yo soy su Shakespeare. Y si tengo mucha suerte,
incluso entienden esa vaga analogía mejor que yo.
Antes de darme cuenta, el taxi se detiene frente al restaurante sin que hayamos
cruzado una palabra. Las trampas internas de mi cabeza me han distraído demasiado.
Inmediatamente, me pregunto qué demonios habrá estado pensando Chase todo este
tiempo mientras yo estaba ensimismada en mis pensamientos.
Sin embargo, no tengo tiempo de preguntarme mucho, ya que Chase sale del
taxi y corre alrededor del coche para abrirme la puerta en lugar de hacerme resbalar
por el asiento corrido. Me bloquea el paso directo a la calle y me entrega la correa
de Benji cuando se atasca entre el borde del asiento y el cinturón de seguridad.
Es todo un caballero, y hago todo lo posible por ignorarlo.
—Gracias —digo en su lugar, en aras de ser distantemente cortés.
Profesional. Cena. Acompañante, me repito cinco veces rápido.
Es mi editor. Yo soy escritora. Y su interés en mí es del tipo que se basa
enteramente en mis personajes, su historia y el poder de ambos juntos para vender
libros de las estanterías de forma espectacular.
Sé que su empuje para este libro está ahí, en su convicción de éxito en el
mercado. No en su conexión con el personaje de Clive o el evidente parecido de River
conmigo. Esta no es la acción en vivo de su enamoramiento. Es el mío. Y él es un
espectador inocente de todo.
Salimos rápidamente de la calle y entramos en el atestado vestíbulo del
restaurante, pero Chase nos arrastra entre la multitud. Se acerca a la camarera
mientras Benji y yo nos quedamos un poco atrás. Ella sonríe en señal de
reconocimiento y asiente enérgicamente mientras él nos señala y pide una mesa.
Aún no sé cuál es su conexión secreta con este lugar, pero es buena. Eso es
seguro.
Echo un vistazo a la sala de color rosa, observando las lámparas de araña y la
pared central cubierta de flores. Es un lugar precioso, como el frenesí de las redes
sociales del que he oído hablar, y si la comida es la mitad de buena, tengo la
sensación de que me espera una cena increíble.
—Vamos —me dice Chase al oído, sorprendiéndome con su proximidad,
gracias a mi distraída inspección del comedor—. Nuestra mesa está lista. Justo en la
esquina con un buen sitio para que Benji se acueste y todo.
75
Sacudo la cabeza. —Te juro que si descubro que eres parte de los Illuminati...
—¿Qué? —Su sonrisa es adictiva, y sus ojos se iluminan con humor—. ¿Qué vas
a hacer?
—Bueno... supongo que, primero, estaré impresionada.
Chase se ríe, y el sonido es tan bonito como nuestro entorno. —¿Y después de
que te hayas hecho a la idea de lo impresionante de mi estatus Illuminati?
—Empiezo a recibir ofertas tuyas para ver si me alcanza el dinero para vender
mi alma —le digo—. Quiero decir, me encanta escribir, pero también me encanta la
idea de pasar el resto de mis días en una playa de las Bahamas donde mi única
preocupación sea si mi piña colada necesita que la rellenen.
—Por supuesto. —Su sonrisa es una mezcla de discreción y jovialidad. También
es interrumpida por el tipo de guiño sexy que siento en mis rótulas—. Pero
probablemente deberíamos ir a la mesa antes de que empiece a tirar números.
Oh, vaya. Benji puede ser Superman esta noche, pero este hombre es mi
kriptonita.
Asiento y lo sigo como me indica, siguiendo a la anfitriona con Benji a mi lado
por lo que parece cada centímetro del comedor. La gente no para de mirar el disfraz
de Superman de Benji y sonríe cuando se da cuenta de lo que dice en su chaleco y de
lo guapo que está con la capa roja.
Es una bendición, en realidad, toda la atención que recibe mi mejor amigo,
porque eso significa que no está en mí en absoluto.
Cuando por fin llegamos a nuestra mesa, veo por qué hicimos todo el recorrido
por la creación de Dios para llegar hasta aquí. Es un reservado íntimo en la esquina
del fondo, con un pequeño espacio vacío para que Benji se acueste fuera del camino
pero lo bastante cerca para hacer su trabajo. No sé de dónde lo sacaron ni cómo, pero
hay una manta acolchada en el suelo esperándolo, casi como si supieran que iba a
venir y quisieran que estuviera lo más cómodo posible.
Es tan condenadamente considerado, que tengo que tragar saliva contra la
emoción no deseada en mi garganta.
En este momento de mi ciclo hormonal mensual, podría ponerme a llorar. Mi
periodo está a un estornudo de distancia, pero contengo las lágrimas con cada
vestigio de mi ser porque no quiero avergonzarme más de lo que ya lo he hecho
últimamente.
Sólo hay un número determinado de veces que puedes desmayarte en
presencia de alguien antes de que empiecen a captar la indirecta y se aparten. Y
aunque sea un verdadero riesgo para la cordura y el bienestar, quiero a Chase
76
Dawson en mi órbita con todas mis fuerzas. No creo que escribas libros sobre gente
que no quieres.
Señala la cabina y se coloca detrás de ella mientras yo llevo a Benji al suelo con
la correa y le doy un masaje mientras se acomoda.
Intento darme prisa, pero cuando se trata de adorar a los perros, no se me da
precisamente bien gestionar el tiempo.
Casi espero que Chase se rinda y tome asiento o, como mínimo, que frunza el
ceño o algo así cuando me doy la vuelta, pero en lugar de eso, está sonriendo, con las
comisuras de los labios tan curvadas que casi adquieren personalidad propia.
—Lo siento —me disculpo con un ligero rubor mientras me apresuro a tomar
asiento.
—No te preocupes. Estoy planeando comprarle a Benji un filete por sus actos
heroicos de antes. Se merece todas las caricias y elogios esta noche.
—Es un buen perro. —Casi me burlo de mí misma, y Chase se da cuenta.
—¿Qué? —pregunta, y la curiosidad hace que una ceja se levante un poco más
que la otra.
—A decir verdad, es mi mejor amigo en el universo, y no estoy segura de qué
haría sin él.
Chase me considera durante un largo momento y luego mira a Benji,
murmurando: —Tal vez le traiga dos filetes.
—Genial. —Me río—. Empezarás a gustarle más, y antes de que te des cuenta,
seré la tercera en discordia en la amistad. Eso nunca acaba bien.
—Estoy seguro de que se necesitaría más que un par de filetes para comprar
el amor de Benji.
—No lo sé —canturreo—. Suelo ser bastante tacaña con su ingesta de carne
roja.
—Ah, seguro que sólo te preocupa su colesterol.
—Me pintas muy bien, y te lo agradezco, pero también tengo algunos defectos,
ya sabes.
Chase sonríe un poco demasiado grande para mi gusto, aunque mi vagina
parece bastante encantada con él y enseguida me pongo nerviosa.
—¿Qué? —pregunto—. ¿Para qué es esa mirada?
—Oh, nada. Acabas de tropezar perfectamente en mi trampa para hablar del
libro.
77
No son más que personajes ficticios en una novela de ficción que en modo
alguno refleja la vida real.
—De acuerdo. Entonces, ¿qué tenías pensado? —pregunto finalmente—. ¿Qué
dije que desencadenó este desvío hacia el libro?
—Defectos —responde Chase sin vacilar—. La gente los tiene.
—Sí... siempre lo hacen.
—Lo que significa que tus personajes también deberían. Y ahora mismo, Clive
Watts no tiene muchos.
Pongo los ojos en blanco. —Clive tiene defectos.
Quiero decir, tiene que hacerlo. Siempre doy a los personajes sus peculiaridades
especiales, y no hay forma de que escribiera a este tipo de forma diferente... ¿verdad?
—Nombra uno.
Busco en mi mente, recorriendo los capítulos del libro. —Bueno, en la escena
con... —Hago una pausa—. Oh, aquella vez que el otro productor... —Me detengo de
nuevo—. Cuando van a nadar a la piscina en... —Otra pausa.
—Arregla todas las situaciones inmediatamente. —Chase verbaliza mis
pensamientos.
Frunzo el ceño.
—Incluso en la escena de la ruptura con River, él ve el error de sus actos, y en
todo momento, está tratando de protegerla. —Alarga la mano para acariciar la mía,
que descansa sobre la mesa. Su tacto hace que las terminaciones nerviosas de mis
dedos cobren vida—. Todo lo que digo es que le eches otro vistazo a este tipo. Dale
algunos errores humanos, algunas pequeñas molestias. Hará que el libro sea mucho
mejor.
Oh, no tienes ni idea de lo que me estás pidiendo que haga.
—No estés tan triste —añade—. Todo el mundo tiene defectos, ¿recuerdas?
Casi suspiro, pero cuando una risita de Anímate, Brooke sale de su boca
perfecta, me encuentro sonriendo en su lugar.
Te diré una cosa: la risa de Chase no tiene ningún defecto.
79
Capítulo Siete
Chase
La Croissette está llena hasta el tope, pero apenas noto el sonido de los demás
comensales que nos rodean, aunque probablemente se deba a que mi compañera de
cena me ha entretenido de sobremanera con su risa contagiosa y su sentido del
humor.
La tenue pero acogedora iluminación sólo hace que Brooke parezca más
encantadora bajo su resplandor, y me hace preguntarme si sabe lo guapa que es en
realidad. Sabe reírse de sí misma de la mejor manera, una cualidad realmente
entrañable, pero no sé si realmente entiende cómo se ve a los ojos de los demás.
¿Sabe que es una mujer increíblemente atractiva?
El pensamiento me tira de los pelos y me reprendo mentalmente. Es una de mis
autoras, carajo. Lo último que necesito es hacer inventario de su atractivo.
Brooke tiene los ojos verdes llenos de luz y humor, y el cabello le cuelga sobre
los hombros en suaves ondas. Alarga la mano para beber un sorbo de su copa de vino
y me quedo mirando cómo sus labios se posan en el borde.
Es una buena noche. Una gran noche, en realidad, y todo parece malditamente
perfecto.
Todo excepto el hecho de que mi hermana Maureen sigue asomando la cabeza
por la puerta de la cocina cada dos por tres. Ahora mismo está intentando llamar mi
atención o agujerearme el cráneo con la mirada, no estoy seguro, pero me niego.
En vez de eso, me centro en Brooke.
Vuelve a dejar la copa sobre la mesa y mira a Benji un instante antes de volver
a mirarme a los ojos.
—De acuerdo, tengo uno para ti.
Ya tengo una sonrisa en los labios. —Golpéame con ella.
—¿Qué le dijo un escritor a otro escritor? —pregunta Brooke, preparándome
otra broma que estoy seguro me hará esnifar mi Old Fashioned por la nariz. Pero los
80
Brooke se ríe y mastica otro trozo de pan. Llevamos un buen rato sin comer, y
mi catástrofe en la cocina tiene al menos parte de culpa. Como ha tenido un desmayo
justo antes, no creo que esperar tanto sea lo mejor para que recupere el equilibrio.
La culpa de su inanición es suficiente para empujarme por el proverbial precipicio al
país de la verdad.
—Este es el restaurante de mi hermana y mi cuñado.
—¿En serio? —pregunta, sus perfectos ojos verdes se ensanchan mientras
habla alrededor de su pan y casi se atraganta con él—. ¿Tu hermana es la dueña de
La Croissette?
Asiento.
—¿Tu hermana es dueña de uno de los restaurantes más populares de Nueva
York?
Vuelvo a asentir, pero esta vez con un suspiro. —No es tan glamuroso como
crees —observo, señalando el lugar donde solía estar mi corbata anudada.
—Oh hombre. El té está caliente esta noche. Por favor, te lo ruego, sírveme un
poco —responde Brooke, inclinándose con impaciencia.
—Um... —Hago una ligera pausa para dejar espacio a una risita incómoda—.
Bueno. Mi hermana es una de tus fans. De hecho, fue ella quien me empujó a leer la
trilogía de The Shadow Brothers . Y... me atrapó en la cocina para convencerme de
que la dejara salir y hablar contigo.
Los ojos de Brooke se abren aún más y deja caer el trozo de pan crujiente en el
plato, limpiándose el polvo de las manos.
—Intenté decirle que no era una buena idea ni un buen momento, con nosotros
discutiendo todos los cambios que se avecinan, pero no se lo tomó muy bien.
—Dile que salga ahora —dice sin vacilar, mirando alrededor de la habitación
como si Maureen estuviera esperando el visto bueno.
A decir verdad, es muy posible que esté haciendo precisamente eso, pero me
niego a mirar por encima del hombro de Brooke y hacia la puerta de la cocina.
—No te lo dije para que te sintieras mal y dijeras que sí, Brooke. De hecho,
hubiera preferido hacer cualquier otra cosa, pero...
—¿Qué, tiene cuernos y láseres por ojos o algo así? Si no es una sociópata
malvada con superpoderes, creo que está bien. —Ella está tan relajada y tranquila al
respecto, pero al mismo tiempo, no acaba de ver a mi hermana tratando de
apuñalarme.
84
—Bueno, me hizo un nudo en la garganta sin que yo lo supiera, así que no puedo
garantizar que no tenga los poderes de una bruja.
La cara de Brooke baila con humor. —Nunca he conocido a una bruja.
Probablemente sería genial.
Cierro los ojos brevemente antes de abrirlos con un gemido. Cuando vuelvo a
hablar, mi voz es un susurro. —No tienes que hacer esto, Brooke.
Benji se levanta y manosea la pierna de Brooke por debajo de la mesa. Ella
mueve la cabeza hacia él. —Oh, vamos. Hasta Benji quiere conocer a una bruja de
verdad. ¿Ves? —Benji aúlla lo bastante alto como para que yo oiga su confirmación
sin molestar a los demás comensales—. Dile que venga aquí.
Como no digo nada, añade: —Todo irá bien.
Suspiro. Vuelvo a pasarme una mano por el cabello. —Me gustaría disculparme
sinceramente por adelantado si esto se convierte en algo de lo que te arrepientas.
—Chase, relájate. Cualquier hermano tuyo tiene que ser al menos medio
genial. Y como yo misma soy medio genial al máximo, eso funciona de verdad. El
universo no explotará ante nuestro poder abrumador.
Al pensar en la mirada que dejé en los ojos de Mo, reconsidero el haberme
esforzado tanto por convencer a Brooke de que no lo hiciera y considero la
posibilidad de mantener un par de pelotas intactas y sin torcer. A pesar de lo raros
que son como órgano, me gustan tal y como están, y Dios sabe que la próxima
conversación cara a cara que tendría con mi hermana si no llega a conocer a Brooke
esta noche bien podría acabar en castración. —Mis futuros hijos te lo agradecen.
Brooke se ríe y se atraganta un poco con la bebida. Le doy unas palmaditas en
la espalda. No estoy seguro de que dar palmaditas en la espalda a alguien que se está
ahogando con un líquido ayude, pero es mejor que no hacer nada.
—¿Estás bien? ¿Es algo que dije? Realmente no tienes que conocerla si...
—Chase. Ve a buscar a tu hermana y tráela aquí, ¿quieres? Si voy a conocer a
mi chef, me gustaría hacerlo antes de que me hinche la ternera a la parmesana.
Me levanto sin decir palabra y me dirijo directamente a la cocina por Mo.
Cuando asomo la cabeza por la puerta batiente, la meto ligeramente hacia
dentro, como una tortuga metida en su caparazón protector. No sé hasta qué punto
creo que mi hermana puede volverse loca, pero sé a ciencia cierta que aquí detrás
hay muchos objetos afilados.
—¿Mo? —grito cuando no sale instantáneamente de una esquina y me da un
machetazo en el cuello.
85
Capítulo Ocho
Lunes 8 de mayo
Brooke
Como escritora, sé que todo buen personaje tiene defectos. Mastican
demasiado fuerte o se hurgan en las uñas o tienen problemas de memoria que les
impiden recordar los nombres de los nuevos conocidos, por mucho que lo intenten.
Y sé que esto es importante porque la naturaleza humana es imperfecta. Si un
personaje no tiene defectos, no tiene realismo, y toda la historia se convierte en una
caricatura unidimensional de la vida.
Lo entiendo. Lo entiendo. Sólo desearía que me resultara tan fácil escribir
algunos errores. Un juego de palabras para la genialidad de Clive Watts y, por poder,
de mi inspiración, Chase Dawson.
Sus sonrisas. Su ingenio. Su encantador respeto hacia los sentimientos de los
demás. Todos ellos son excepcionales.
Sinceramente, está tan por encima del mínimo que espero de los hombres que
las banderas rojas han dejado de ondear al viento.
Después de cenar con él el viernes por la noche, ni siquiera puedo decir que
sus modales en la mesa estén subdesarrollados. No, quienquiera que haya criado a
Chase Dawson, o a mi futura suegra, como a la parte psicótica de mí le gusta llamarla,
ha hecho un gran trabajo.
Me inclino hacia delante y me golpeo la cabeza contra el escritorio un par de
veces para aturdir a mi cerebro y que vuelva a existir.
De acuerdo, Brooke, contrólate. Este es el libro que se va a publicar dentro de
tres o cuatro meses, ¡mierda!, lo que significa que este es el libro en el que tienes que
encontrar la manera de estar en paz trabajando. Me he dado el fin de semana libre
para fundirme en la superficie de mi sofá y evitar todas y cada una de las
responsabilidades profesionales, pero ahora toca ponerse a trabajar.
Claro, tal vez no pueda ver los defectos de Chase ahora mismo, pero debería
ser capaz de idear algunos para su personaje, ¿no?
90
Frunzo los labios y pienso mucho en Clive. Sexy. Seguro de sí mismo sin ser
engreído. Simpático, cariñoso, con un gran sentido del humor, sin miedo a
despreciarse a sí mismo como hacen tantos hombres machistas.
Dios mío Louise. Piensa, piensa, piensa.
Cuando, cinco minutos más tarde, todavía estoy embobada con lo encantador
que es, decido probar otra cosa, empezando por River. Al fin y al cabo, se parece a
mí, y si no soy mi peor crítico, no soy nadie.
Es un poco una patada en la espinilla lo fácil que me resulta desmenuzar a una
mujer después de esforzarme tanto por hacer lo mismo con dos hombres, pero estoy
lo bastante desesperada como para no preocuparme por ello. Tengo varias escenas
que modificar en las próximas dos semanas, y no tengo tiempo para centrarme en el
papel del patriarcado en mi psique y cumplir el plazo.
—Oky doky. —Hago crujir los nudillos y estiro los brazos delante de mí antes
de poner las manos sobre el teclado y escribir con dedos ágiles—. River está...
demasiado preocupado por lo que piensen los demás. Torpemente parlanchín en
situaciones incómodas. —Resoplo mientras me salen más y más defectos—. No tiene
confianza sexual. Se rasca la piel alrededor de las uñas y se muerde el interior del
labio cuando está nerviosa.
Me río, murmurando: —Vaya. La lista se está haciendo un poco larga, Riv. Quizá
tenga que apartarte un poco de mí.
Empiezo a teclear de nuevo, el chasquido de mis teclas resuena en mi
apartamento, por lo demás silencioso, hasta que el timbre de mi teléfono sonando
desde la encimera de la cocina hace que entrecierre los ojos y mis manos se
detengan.
¿Qué demonios? ¿Quién podría estar llamándome ahora?
Recibo tan pocas llamadas en total que me cuesta imaginarme recibir una a las
diez de la noche. Aun así, me levanto de un salto y corro hacia él, evitando por los
pelos darme un golpe en el dedo del pie con la mesita de café al esquivar a un Benji
dormido.
—Shew —respiro, mirando hacia el objeto ofensivo—. ¡Eso ha estado cerca...
oh, cabrón... cabrón!. —Grito, encogiéndome de dolor cuando la sensación cegadora
del dedo del pie al chocar con la pata metálica del taburete me recorre toda la
pantorrilla.
Hay algo en el dolor insoportable que hace que mi boca, por lo demás modesta,
se vuelva X.
91
—Me dije: 'No me extraña que la mierda sin sentido de TikTok sea tan popular
como es'. Este es el tipo de basura que la gente encuentra entretenida.
Me hago la tonto ante sus insultos, que sé que le molestarán aún más. —Si lo
que quieres decir es que debería poner esto en TikTok, es una gran idea. No me
extraña que te pague el quince por ciento.
—Lejos de mí aprobar esta mierda tuya, pero probablemente sería mejor que
el contenido que hay ahora mismo en TikTok sobre ti.
Inclino la cabeza hacia un lado, sorprendida. —¿Hablan de mí en TikTok?
—Sí. Sobre todo de que eres una reclusa y de la gran posibilidad de que seas
tan fantasma como los The Shadow Brothers. Pero sí, hablan de ti.
Ignoro los aspectos negativos de su afirmación y me centro en la parte más
importante. —¿No tendrías que tener una cuenta de TikTok para saber realmente lo
que está pasando en TikTok? —pregunto—. ¿Hay algo que no me estás diciendo, Will?
Si localizo tu cuenta, ¿encontraré a mi agente bailando al ritmo de Nicki Minaj o algo
así?
Will se burla. —Tengo una cuenta de TikTok porque soy tu agente y necesito
ser proactivo cuando se trata de tu publicidad. Aunque, creo que ambos sabemos lo
que voy a decir a continuación....
Quiere que empiece a publicar en mi cuenta de TikTok. Lleva un año dándome
la lata con eso. En mi defensa, ya publico en Facebook, Instagram y Twitter, y
sinceramente creo que son suficientes, aunque mi contenido sea escaso.
—Sabes que no soy buena socialmente, Will. No creo que hacer desfilar mi
torpeza a escala mundial vaya a ayudar a las ventas.
Se queda en silencio después de decir eso. Silencio que significa algo. Silencio
durante un tiempo demasiado largo. Silencio que me asusta.
—¿Qué es lo que no me estás diciendo ahora?
—Nada.
—Wilson, juro por Carnie que será mejor que 'Hold On' si me estás mintiendo.
Su profunda exhalación es tan fuerte que resuena en mis oídos: —Es Netflix.
Quieren que hagas una gira, antes del estreno de la serie.
—De ninguna manera —susurro.
—Sí, pero son sólo ocho ciudades en dos semanas. Harás vuelos rápidos y
hoteles de cinco estrellas todo el tiempo. Será pan comido —dice como si nada.
Pero es algo grande. Algo enorme.
93
de casa que ponía a su familia por encima de todo, incluida ella misma, a una mujer
que intenta encontrar de nuevo su camino, con dos hijos a cuestas.
Ahora, Todd está viviendo en Cincinnati, haciendo Dios sabe qué, y apenas ve
a sus hijos, y mi hermana está tratando de limpiar el desastre que él creó para ella.
Abro la boca para tranquilizarla de nuevo, cuando un chillido y el sonido de
cristales rompiéndose atraviesan innegablemente su puerta. Doy un respingo y ella
maldice. En voz alta.
—Lo siento, B. Tengo que irme. Nos pondremos al día contigo la próxima vez.
—No te preocupes —me apresuro a decir. Sé que probablemente ya esté
apartando el teléfono de su oreja, pero al menos quiero intentarlo por si puede
oírme—. Te quiero.
Está apurada y confusa, pero encuentra el espacio en la cabeza para
responder. —Yo también te quiero, hermanita. Hasta la luna y de vuelta.
Escucho el clic de su interlocutor y, lentamente, aparto el teléfono de mi oreja.
Benji me mira con la cabeza ladeada, y no puedo evitar una risita.
—No sé, Benj. Creo que los que dicen que los perros son como niños se mienten
a sí mismos.
Mi conciencia se burla de mí sin piedad. No son los únicos que se mienten a sí
mismos en este momento...
Al instante, mis ojos se dirigen a la pantalla de mi ordenador y examino la lista
de defectos de River antes de bajar la vista hacia el archivo minimizado que dice
Accidental Attachment.
Pienso en Clive y en River, y pienso en Chase y en el hecho de que siempre
que estoy cerca de él, la cosa no suele acabar bien.
Si hay alguna esperanza de llegar a través de ediciones en este libro, voy a
tener que mantener mi distancia de ese hombre. Correos electrónicos, mensajes de
texto, y un número limitado de llamadas telefónicas. Cuando quiera verme en
persona, le diré que tengo gripe o algo así.
Pero, ¿qué pasará cuando se publique el libro? ¿Vas a contraer una enfermedad
crónica que requiera años de aislamiento?
Teniendo en cuenta que no tengo garantías de sobrevivir a las ediciones,
cruzaré ese puente si llego a él.
97
Capítulo Nueve
Domingo 14 de mayo
Chase
Medio kilo de pastrami y pan de centeno llena el globo de mi estómago, y una
agradable temperatura de sesenta y ocho grados llena el aire con olor a pis.
Qué día para estar vivo y en Nueva York.
Normalmente paso los domingos deambulando sin rumbo fijo desde el
gimnasio hasta el almuerzo y de ahí a cualquier lugar donde pueda ver gente, y hoy
no es diferente. Por naturaleza, soy más bien hogareño, pero cuando tienes un
compañero de piso como Glenn, el hogar no está donde está el corazón, si sabes a lo
que me refiero.
Atravieso el extremo sur de Central Park, donde he estado la última hora más
o menos, y salgo a la calle en Columbus Circle para caminar en dirección a casa.
Por supuesto, mi casa está a un millón de manzanas, así que tendré que tomar
el metro en algún momento, pero por ahora me conformo con pasear.
Una anciana con un sombrero floreado pasa a mi lado al entrar en el parque y
me saluda levantando la barbilla. Es mucho más de lo que normalmente recibo de los
desconocidos por la calle en esta ciudad y, por alguna razón, me hace sonreír.
Agacho el cuello para verla retirarse, y el ritmo que mantiene es totalmente
impresionante para alguien de su edad. Espero seguir siendo tan ágil y aventurero
como ella cuando cierre el círculo de mi vida.
Sacudo la cabeza y sonrío a lo grande, doy media vuelta y acelero el paso. La
gente sale en masa, tanto lugareños como visitantes, para aprovechar el buen tiempo
antes de que llueva mañana.
Lo que pasa con las flores de primavera es que las crean esas lluvias. Algunos
de esos dichos milenarios son comunes porque suenan bien, pero este... este es
verdad.
Gracias a mi proximidad a Longstrand, me desvío de la Octava Avenida para
pasarme por el edificio por pura diversión. Aunque suene estúpido, a veces me tomo
98
un momento de mis días libres para contemplar el edificio y recordarme lo duro que
he trabajado para llegar hasta aquí.
Ser lo suficientemente valioso como para que la editorial número uno del país
me quiera, y tener la suficiente confianza en mi capacidad para leer el mercado como
para poder impulsar decisiones poco ortodoxas como el nuevo libro de Brooke.
Siempre me ha gustado leer, pero ahora, al leer libros desconocidos para todos
excepto para mí y hacer que se conviertan en asaltos del mundo literario, han
encontrado otro nivel de entusiasmo.
Nuevo camino trazado, sigo caminando en dirección a la parada de metro que
utilizo cuando vengo a la oficina y tomo el tren D que se dirige de nuevo hacia mi
apartamento temporal.
Está relativamente vacío para lo abarrotadas que están las calles, pero me
imagino que la gente se aferra a pasear con el buen tiempo que hace.
Cuando el tren llega a Chelsea, me bajo en la parada de mi hermana y mi
cuñado para ir a su Trader Joe's a por la compra semanal.
Huevos, panecillos, café mitad y mitad, es lo esencial, pero hoy me siento un
poco salvaje, así que puede que incluso elija un queso de snooty también.
¡Cuidado mundo, se está volviendo loco!
Salgo del tren y subo la escalerilla metálica para trotar por las calles de Nueva
York como si nunca las hubiera abandonado. Mi ritmo se normaliza automáticamente
al de la multitud y mi nariz se pasea entre los olores de la harina de pan y la grasa de
pizza. Esquivo a una mujer con dos niñas pequeñas con vestidos de volantes y lazos
agarradas de la mano a su derecha y dos niños con gorras de béisbol y zapatillas de
gimnasia a su izquierda, bajando con cuidado de la banqueta y entrando en la calle,
y luego retrocedo cuando ella pasa.
No puedo imaginarme navegando sola por esta ciudad con cuatro niños, pero
de alguna retorcida manera, quiero hacerlo. Siempre he querido tener una familia y
sentar la cabeza, gente con la que pasar mis domingos sin rumbo.
Sigo mirando hacia atrás cuando mi teléfono empieza a sonar y, al tomarlo
rápidamente, tropiezo accidentalmente con una hermosa mujer de cabello oscuro y
ojos azules brillantes que lleva una bolsa con una cámara colgada del hombro.
—Mierda —murmuro cuando la bolsa se desliza por su brazo y cae al suelo—.
Lo siento mucho.
—No te preocupes —responde ella con una sonrisa, agarrando la bolsa justo
antes de que caiga a la acera y subiéndosela de nuevo al hombro—. Reservo mis
golpes de polla para mi marido.
99
Mis cejas saltan hasta la línea del cabello y la mujer con todos los niños se
detiene en seco para darse la vuelta y gritarle. —Dios, Cassie. ¿Podrías dejar de
hacerlo con los desconocidos, por favor?
—Relájate, Georgie. —Cassie, aparentemente se encoge de hombros y me
guiña un ojo antes de seguir su camino.
Mi teléfono empieza a sonar de nuevo, ya que he perdido por completo la
primera llamada durante el intercambio. Pero cuando veo el nombre de Dawn, mi
buen humor se marchita. No me llamaría un domingo si no fuera importante, de eso
estoy seguro.
—¿Diga? —digo, poniéndome el teléfono en la oreja y los pies en la acera. No
sé a dónde voy, pero no es aquí. Según mi hermana, siempre he sido un adicto al
teléfono, incapaz de quedarme quieto mientras hablo. Incluso si estoy en el teléfono
con cable detrás de mi escritorio, me contoneo como un labrador siguiendo un trozo
de carne que se balancea.
—Hola, jefe. Siento molestarle el domingo, pero... —Hace una pausa, y no me
gusta el tono vacilante de su voz.
—¿Pero qué? ¿Qué es lo que no quiero oír?
—Odio ser portador de malas noticias, pero acabo de recibir una llamada de
Wilson Phillips.
—¿Carnie, Chynna o Wendy?
Dawn se ríe ante mi patética broma, y una sospecha me asalta de inmediato. —
Te ríes porque te pago, ¿verdad?
—Sí. Aunque, técnicamente, mi nómina la completa la editorial Longstrand, así
que básicamente he reído gratis.
—De acuerdo. Bien, entonces, dame las malas noticias antes de que diga otra
que le cueste dinero a la empresa.
—Wilson dice que todavía están verificando la logística final, y a un conductor
y la confirmación de todas las paradas, pero parece que la gira de Netflix para Brooke
va a suceder, y va a suceder pronto, es decir, en algún momento de esta próxima
semana. Tienen una correa corta con el estreno en Los Ángeles, por lo que se están
moviendo rápidamente. No hay absolutamente ninguna manera de que vayan a
mantener esta cosa, plazo o no.
—¡Demonioos!
—Lo sé —responde, comprendiendo la situación lo suficiente como para saber
que esto no es nada bueno para Accidental Attachment—. ¿Debería hablar con
100
marketing? A ver qué pasaría si retrasamos la publicación un mes o dos para darle
más tiempo para las primeras ediciones.
Me froto las sienes con una mano extendida mientras me acerco el teléfono a la
oreja con la otra.
—No. Lo último que necesito es que Jonah se entere de cualquier cosa
relacionada con este libro. Voy a tener que encontrar alguna manera de hacer que
funcione.
—De acuerdo, jefe. Lo que usted piense.
¿Lo que pienso? No estoy pensando en nada ahora mismo aparte de la
inminente perdición.
Miro fijamente al cielo azul y cierro los ojos un segundo. —¿Qué tan seguro
parecía Wilson de que esto iba a suceder? ¿Hay alguna posibilidad de que fracase?
—Abro los ojos despacio, como si la respuesta a su pregunta fuera a aparecer en
forma humana y darme un susto de muerte—. Sé que han descartado los aviones por
el estado de Brooke, pero ¿cuál es exactamente su plan alternativo?
—Por eso buscan un conductor —explica—. Evidentemente, van a hacer tres
semanas en autocaravana en vez de dos en avión. Parecía muy seguro de que iba a
salir adelante. ¿Tal vez incluso contento? Aunque, mencionó que tenía que hacer una
llamada a Brooke con los detalles todavía.
Levanto la cabeza sorprendido. —¿Nos llamó antes que a ella?
—Sí. Algo sobre tener miedo de que el Sr. Perish lo ponga en la lista negra.
—¡Mierda! Quiero decir, demonios. —La última persona que necesita
involucrarse en esto es mi jefe.
Dawn se ríe. —Está bien, señor. Puede maldecir. Vivo en Nueva York. Lo he
oído antes.
—Por supuesto... yo sólo...
—Intentabas ser profesional, pero tienes una crisis existencial. Lo comprendo.
Gimo y me paso una mano errática por el cabello. —¿Cuánto cobras por hora
como terapeuta exactamente?
—¿Qué quieres que haga? —pregunta Dawn, con el humor que no siento ahora
mismo bailando en su voz.
¿Qué quiero que haga? Carajo si lo supiera. Ni siquiera sé lo que debería hacer.
—¿Puedo intentar que Wilson Phillips vuelva al teléfono e indagar un poco
más?
101
—¡Me temo que no vamos a terminar las ediciones de su nuevo libro a tiempo,
Mo!
—Oh, oh. Entendido. —Ella ensancha los ojos cómicamente—. Lo siento, sólo
pensé que era raro que estuviéramos tan enfadados porque Brooke Baker consiguiera
algo tan logrado como una gira de Netflix.
Pongo los ojos en blanco y prácticamente grito: —¡No estoy enfadado por la
gira! Estoy enfadado por el calendario. Tres semanas. Tres malditas semanas, justo
en medio de nuestro plazo para la primera edición. Su agente dijo que todavía están
buscando un conductor, pero en la era de Uber y Door Dash, dudo que haga falta un
milagro moderno para encontrar uno.
—Hermano. —Arruga la nariz hacia mí—. Estás siendo una reina del drama. Es
impropio, por decir lo menos.
—No estoy siendo dramático, Mo. Una de las grandes historias de la literatura
está en juego aquí, y sí, también lo está mi trabajo, por si lo has olvidado.
—Eres un tonto de los libros, poniendo el destino de la historia por delante de
ti mismo. Me encanta.
Ignoro sus burlas. —Vamos a retrasarnos demasiado en la edición. No hay
manera de que podamos cumplir con el plazo si ella está en una puta gira de tres
semanas.
—Entonces... ¿te vas con ella a la estúpida gira en autocaravana? —Se encoge
de hombros como si sus palabras tuvieran sentido—. Conduce la autocaravana como
solías hacer en las vacaciones familiares de Dawson. Mantente al tanto. Trabaja en las
ediciones entre las paradas de la gira y mierdas así.
Me burlo. —Eso es muy irregular. Editar es una especie de trabajo a distancia.
No se hace tradicionalmente mientras se convive en una maldita autocaravana.
—Y que Brooke Baker entregue un libro que el editor no esperaba también es
muy irregular, ¿no te parece? —replica ella—. Seguro que puedes dejar tu trabajo en
Longstrand durante unas semanas en nombre del destino de la historia. —Ella sigue
burlándose de mí, pero yo también estoy considerando su loca solución.
Sin embargo, sólo lo considero por un momento tonto. —De ninguna manera.
—Niego—. No puedo hacerlo. Sería una locura.
—Perdona, creía que estabas preocupado por tu trabajo, acabando de
trastocar tu vida en Nashville para mudarte a Nueva York con un compañero de piso
que estoy bastante segura de que no es más que una okupa ilegal o una entidad
paranormal con predilección por el líquido, pero oye, si no lo estás, no pasa nada.
103
La miro fijamente. —Me cuesta recordar por qué pensé que vivir cerca de ti
sería algo tan bueno.
Tiene la audacia de reírse. —Esto es lo que llaman un momento de cagar o salir
del entrenador, Chasey-wasey. ¿Qué va a ser? ¿Alivio innegable o estreñimiento
crónico y doloroso?
Resoplo y me burlo al mismo tiempo. —Realmente odio el sentido que acaba
de tener.
—No, bebé. No tienes que hacerlo. —Me da una palmadita en la rodilla—. Haz
la maldita cosa, ¿de acuerdo? Y de paso envíame una postal.
Mo se levanta de la mesita y se dirige a los dormitorios, dejándome aquí
sentado reflexionando sobre mis decisiones.
Se me revuelve el estómago y me arde la garganta... ¿De verdad voy a hacerlo?
Tengo el teléfono en la mano antes incluso de que mi cerebro responda a la
pregunta.
El hombre del momento contesta al segundo timbrazo. —¿Diga?
—Hola, Wilson. Chase Dawson aquí. Tengo una propuesta para ti.
104
Capítulo Diez
Brooke
Benji tira de su correa de una forma poco habitual mientras paseamos por
Central Park, y por segunda vez esta semana, me doy un latigazo mental por estar tan
metida en mi propia cabeza que he sido descuidada. Benji necesita su ejercicio tanto
como yo necesito mi vino, y sin embargo, sólo he conseguido darle dos paseos por
mis tres botellas.
No me juzgues, ¿de acuerdo? Estoy pasando por un nuevo nivel de crisis personal.
Quizá por eso nos he llevado tan lejos de casa, al centro del parque, al paseo
histórico entre estatuas de figuras literarias, para convertir un paseo en cuatro por
aproximación de longitud.
O tal vez sea por el consuelo que me produce estar rodeada de los recuerdos
de personas con ideas afines. Seguramente, me convenzo, el poeta estadounidense
Fitz-Greene Halleck también pasó la mayor parte de sus días solo, encerrado con
nada más que su pijama, sus palabras y una gran botella de vino. Y William
Shakespeare tuvo que enamorarse de alguien que no debía, ¿no? Quiero decir, ¿no
es esa toda la maldita base de los amantes cruzados?
—Lo siento, Benj —vuelvo a decirle cuando hay un hueco entre las hordas de
gente que nos rodean. No es que me avergüence hablar con él en público, ni que una
loca hablando sola en Nueva York sea algo fuera de lo común, pero cualquier punzada
de responsabilidad personal que tenga por mi aspecto exterior suele aparecer en los
lugares más públicos con gente que ni siquiera conozco. Como si la opinión de los
desconocidos fuera lo más importante.
Preocuparse por lo que piensa la gente a la que sin duda no volveré a ver es
retorcido. Pero es real. Estoy segura de que si me empeñara en ello, podría encontrar
un diagnóstico de enfermedad mental que lo apoyara.
Benji, afortunadamente, no parece afectado por mi desaire.
Su paso es largo, y su ánimo es un pavoneo mientras pasamos junto a varias
otras nenas perrunas sexys y sus dueños. Su disfraz de Batman de cuero sintético le
favorece mucho con esta iluminación, y el espectacular efecto de los árboles
105
que acercarme a hablar con el dueño del collie sobre cómo mi pastor alemán está
experimentando el amor a primera vista realmente me pondría por encima de la
cuota.
Benji se pone en fila, obediente como siempre, pero cuando mira por encima
del hombro una última vez antes de doblar la esquina, empiezo a sentirme más que
mal.
¿He metido la pata? ¿He defraudado a mi mejor amigo de una manera
inconmensurable? No sé si puedo soportar la idea de ser una decepción para Benji,
negándole algo que quiere y se merece. Siempre me ha apoyado, incluso cuando
estoy loca, y a la primera señal de locura por su parte, ¿voy a volverme contra él?
No. No, no puedo hacer eso. ¡Tengo que dejarlo tener una oportunidad en el
amor!
Frenética, le doy la vuelta y acelero el paso hasta trotar en dirección al border
collie y su dueño. Atravesamos el tráfico como si fuéramos los protagonistas de Fast
and Furious 19: Barkio Drift.
Benji capta lo que le digo y levanta las orejas, excitado.
—Mamá está a bordo, Benjamín, vamos a encontrar a esta nena.
Escudriñando los pies de la gente que nos precede, busco con ávida atención
las patitas de la bella princesa. Hay varios perros, incluso algunas damas caninas,
pero el olor de la que se escapó se desvanece rápidamente.
Vamos, vamos.
Un hombre con un rompevientos haciendo un trote demasiado pronunciado.
Dos niños pequeños luchando en brazos de un padre abrumado.
Dos mujeres con sus chihuahuas a juego con abrigos.
Un mensajero en bicicleta con guantes sin dedos pasa junto a una pareja que
se besuquea en un banco.
Hay mucha actividad en esta parte del parque y, sin embargo, ninguna de las
que yo esperaba desesperadamente ver.
Cuando llegamos al principio del centro comercial, ella no está a la vista, y yo
soy oficialmente la peor madre perruna de la historia.
—Oh, gah, Benji, lo siento. Lo siento mucho. —Mira hacia atrás con angustia,
luego hacia la multitud de gente que retrocede de nuevo, y luego de nuevo a mí, antes
de frotarse contra mis piernas en señal de perdón.
El mundo no se merece a los perros, estoy segura. ¿Y yo? Merezco aún menos
a este hermoso y buen chico.
108
Me agacho y le agarro la cara por los lados. —De algún modo, de alguna
manera, voy a compensarte por esto, colega. Te lo prometo. No sé cómo, pero voy a
averiguarlo, igual que tú lo harías por mí.
Benji me empuja hasta que caigo suavemente de culo y luego se sube a mi
regazo para una ronda de caricias reconfortantes que recorren mi cuerpo.
Me aseguro de golpearle la espalda, las piernas, el vientre y el pecho con la
mejor parte de mis uñas, como a él le gusta.
La angustia mental de mi crisis me distrae tanto que, cuando suena el teléfono
en el bolsillo mientras estamos allí sentados, lo saco y me lo pongo en la oreja sin
mirar siquiera la pantalla, maldito identificador de llamadas. Lo único que puedo
decir es que si al final me llama alguien para preguntarme por la garantía ampliada
de mi inexistente coche, van a ser testigos del tipo de desvarío psicótico que escapa
a toda descripción.
—¿Hola?
—Brooke. Wilson aquí.
Wilson Phillips, mi agente. Dios mío, esto podría ser incluso peor momento que
la llamada de la garantía del coche.
—No es un buen momento, Will. Estoy atendiendo el corazón roto de un perro.
¿Puedo llamarte luego?
—¿Qué?
—¡Una catástrofe canina, Will!
—Escucha, no sé qué tipo de chiste estás tratando de contar ahora, pero se está
cayendo. Si lo estás probando para un libro, deséchalo.
Gimo en el auricular. —¡No estoy bromeando! Estoy en medio de reparar el
corazón roto de Benji.
—Sigo sin entender el chiste.
—¡No es una broma! —exclamo, mis dos manos abandonan el pelaje de Benji y
me empujan teatralmente hacia delante. Ni siquiera un segundo después, mi perrito
me da un codazo en la pierna con el hocico para hacerme saber que las caricias en la
barriga no han terminado.
—Oh. Ja. —Wilson suelta una pequeña risita—. De acuerdo, la negación ávida
de la broma tiene su gracia, supongo. De todas formas, entiendo lo que quieres decir.
Aprieto los dientes y empiezo a rascar de nuevo el pelaje de Benji. —No voy
por nada que no sea colgar el teléfono contigo.
109
—Bueno, entonces será mejor que trabajes en tus excusas, Brooke. Esta es un
poco patética.
Suspiro pesadamente, y cuando miro hacia abajo, Benji pone los ojos en blanco
y se sienta entre mis piernas. Acaba de una vez, dice. Tengo que admitir que, tal y
como ha ido la conversación hasta ahora, probablemente tenga razón.
—Muy bien, Will, ¿hay alguna razón por la que llames?
—Puedes apostarlo, B. Netflix se acerca a la fecha de estreno de The Shadow
Brothers, como sabes, y siguen pensando que sería buena idea que hicieras una
pequeña gira.
—Ya hemos hablado de esto. No puedo tomar un avión. Sería un desastre.
—No, lo sé. Lo deduje de la última conversación. Pero están de acuerdo con el
viaje en autocaravana, así que está todo arreglado. Sales de Nueva York el miércoles.
Parpadeo rápidamente. —¿Miércoles? ¿Este miércoles?
—Sí. Este miércoles, cariño. Tú y una autocaravana, recorriendo el país durante
tres semanas para conocer y saludar a tus devotos fans.
—Will, para eso faltan como tres días.
—Sí, bueno, si hubieras podido hacer lo del avión, habría avisado con más
tiempo —responde sin remordimientos—. Pero las autocaravanas llevan más tiempo
que los aviones, y hubo que adelantarlo todo.
Ugh. ¿Esto es de verdad? ¿Se supone que tengo que ir a una gira en la que se
espera que la gente se emocione al verme salir de una maldita autocaravana?
Francamente, es lo más loco que he oído en mucho tiempo, y como vivo dentro
de mi propia cabeza, eso es decir mucho.
—¿No serían los actores una atracción mayor? —pregunto—. En serio, Will.
¿Alguien sabe siquiera quién soy a estas alturas?
—Brooke —me reprende—. Ya hemos pasado por esto. Eres una estrella
brillante, nena. Además, los actores harán una pequeña gira por su cuenta, y se
reunirán todos en el estreno en Los Ángeles.
Mis ojos se entrecierran al pensar en mí en una maldita autocaravana. —¿Un
tour en autocaravana? ¿Esto es lo que Netflix realmente quiere?
—Seguro que sí, y quién sabe, a lo mejor consigues algunos groupies como
hacen las bandas.
—¿Yo? ¿Groupies? —Resoplo—. Sí, claro.
—Yo no me apresuraría a descartarlo.
110
Por el bien de mi propia cordura, tengo que ignorar por completo esa ridícula
posibilidad.
—¿Supongo que tendré algún tipo de conductor? —pregunto, todavía cien por
ciento molesta con la capacidad de Netflix para resolver problemas—. No es que
tenga formación CDL, y no creo que un choque múltiple de cuarenta coches en la
interestatal sea el tipo de titular que Netflix tiene en mente para este negocio
publicitario.
—En realidad, tu editor Chase se ofreció para el trabajo. Dijo que sería útil con
las ediciones del nuevo libro, Accidental Attachment, del que no recuerdo haber oído
hablar, por cierto, y facilitaría el enlace con la editorial y Netflix.
¿Acaba de decir que Chase sería mi chófer? Seguramente mis oídos me están
jugando una mala pasada.
—Lo siento, ¿qué?
—Chase. Dawson. Él te va a llevar.
—No. —Es todo lo que puedo decir. Sólo... no. Dios, no. Diablos, no. Eso no
puede pasar.
—Sí. Llevo toda la mañana y toda la tarde al teléfono para arreglar esto, y
acaban de aprobarlo todos en el escalafón —responde Wilson con demasiada alegría
que no se corresponde en absoluto con la guerra que acaba de estallar dentro de mi
pecho. Bombas, misiles, granadas de mano, es la anarquía total.
Relájate; es imposible que hable en serio.
Respiro hondo y sacudo la cabeza ante la estúpida broma de mi agente. —¿Mi
maldito editor conduciendo mi autocaravana? Will, me has sorprendido. Pero, en
serio, deberías dejarme la gracia a mí. Se me da mejor.
—No estoy siendo gracioso, Brooke. Él va.
Y ahora... me voy.
Benji se levanta de un salto de su sitio en el suelo, atento a mi espiral, y me
anima a meter la cabeza más entre las piernas antes de que se me dispare la tensión.
Mi ritmo cardíaco se acelera por la autopista a ciento noventa sin miramientos por
conducción temeraria.
Yo... no puedo vivir con Chase Dawson en una autocaravana durante tres
semanas. No podemos estar así en el espacio personal del otro. No puedo tener que
enfrentarme al embriagador olor de su colonia a diario. O ser testigo de lo azules que
se ven sus ojos cuando se despierta por la mañana.
No sobreviviría.
111
—Quizá pueda conducir la autocaravana —me apresuro a decir con voz débil
y sin aliento—. Es decir, hace años que no conduzco, pero ¿qué tan difícil puede ser?
—Brooke. —La voz de Will se impacienta—. Está todo listo.
Cuando empiezo a levantar la cabeza, Benji me la empuja suavemente entre las
piernas.
Tranquilízate. Desmayarte en medio de Central Park no te va a llevar a ninguna
parte, salvo a una ambulancia. Me obligo a inhalar profundamente por la nariz y a
soltarlo lentamente por la boca.
—Además de estar empacado y listo para partir el miércoles —agrega Will—.
No queda nada en lo que pensar o preocuparse, Brooke.
No podría estar más equivocado si lo intentara. Hay muchas cosas de las que
preocuparse, como por ejemplo, ¿hay ducha en esa autocaravana? Porque realmente
no creo que sea bueno para mi cordura saber que Chase está en una ducha con agua
goteando por su sexy cuerpo y yo estoy a una endeble pared de distancia.
Y pensabas que enviarle Accidental Attachment era malo. Esto se lleva el premio.
—No puedo creer que accedieras a esto sin consultármelo antes —murmuro,
con la voz casi perdida por toda la tensión de esta flamante revelación.
—Es extraño lo que se siente, ¿eh? —responde Will, y el sarcasmo redondea
su pregunta.
—Entonces... ¿qué? —Me arde el pecho—. ¿Esto es como una especie de
pseudo revancha por entregar un libro del que no habías oído hablar?
Wilson suspira, y mi pecho da un vuelco sobre sí mismo, la rabia ardiente
sustituida oficialmente por las náuseas. —No, Brooke. No es eso. Aunque imagino que
es una sensación parecida.
Sí, claro. No sabe lo que siento. No sabe lo que siento en absoluto. Entregar
este libro era lo último que quería, compadre, quiero decir. Y quiero gritar: ¡Si tuviera
algo de instinto de conservación, habría prendido fuego a mi portátil, a Longstrand y a
todo Internet hasta que no quedara ninguna copia!
Pero en lugar de enfurecerme con él, murmuro: —Tengo miedo. —Vaya, vaya,
eso es quedarse corta.
—Sí, bueno, esta es la parte de la que no hablan, nena. Alcanzar un sueño da
miedo. Es grandioso e inexplorado, y ha sido producto de tu imaginación durante
demasiado tiempo como para parecer real. Todo lo que siempre has querido se está
haciendo realidad. Disfrútalo. —Su voz carece de sarcasmo. En todo caso, es suave y
genuina, y eso sólo hace que me irrite más.
112
—Bien. Así de simple. Sólo disfrútalo. Por Dios, Will, yo... creo que acabas de
hacer un milagro. Un verdadero momento espiritual de epifanía, ¿sabes? —Cerré los
ojos con fuerza—. Francamente, creo que de alguna manera eso ha hecho un mejor
trabajo que simplemente decirme que me relaje. Y como sabemos, ¡esa es la cura
reina para la ansiedad recomendada por los profesionales médicos!
—Sí, sí, lo que sea, listilla. Tonto de mí, tratando de hacerte sentir mejor por
hacer algo que obviamente no quieres hacer.
Tengo en la punta de la lengua decirle que él, como mi agente encargado de
representar mis mejores intereses, debería intentar librarme de lo que no quiero
hacer en lugar de hacerme sentir mejor por hacerlo de todos modos, pero una parte
muy pequeña, casi minúscula, de mi racionalidad me quita el filo de la lengua.
Si hubiera sabido que estaba haciendo lo suficiente como para planear esta
mierda, entregar un libro que ni siquiera has mencionado a tu agente, a espaldas de
tu agente, sería una cosa bastante de mierda de hacerle al tipo que te ha conseguido
todos los contratos que has firmado. Por no mencionar que la mayoría de los
escritores se sacrificarían a un espíritu maligno por la oportunidad de ocupar mi lugar
en una gira de tres semanas patrocinada por Netflix.
Respiro hondo para tomar la determinación de decir lo que sé que tengo que
decir.
—Lo siento, Will. De verdad. Sé que lo intentas —admito y miro el pavimento
bajo mis pies. Recojo un trozo de hierba atascado en una grieta del hormigón—. Soy
un dolor en el culo con el cambio y una mierda en el aire con lo de no volar. Lo
entiendo. Estás intentando que funcione, y te lo agradezco. Es sólo que... no estoy
socialmente dotada, y esto es bastante abrumador para mí.
—Lo harás bien, Brooke. Eres una persona ingeniosa y de gran corazón. La
gente se siente atraída por eso, lo creas o no.
Hago una mueca. —¿Sí?
—Sí. Y si todo lo demás falla, al menos tienes al perro. A la gente le encantan
los perros.
Miro a Benji y él inclina la cabeza en señal de interrogación. Es una lindura, y
estaría aún más guapo con ese disfraz de Capitán América si reinstauro la orden.
—Haré lo de la autocaravana. —Las palabras se me caen de la boca.
—¿Con el editor?
A una burla le crece piernas y salta de mi garganta. —¿Tengo elección?
—Por supuesto que puedes elegir, Brooke. Nunca soñaría con ponerte en una
situación verdaderamente miserable.
113
Cierro los ojos con fuerza y aprieto el cerebro hasta congelarlo. No me quedan
fuerzas para detener esto, no cuando una enorme parte de mí, concretamente la
región vaginal, se opone frontalmente a mi vacilación. La chica quiere a Chase allí
como si quisiera su próximo aliento, sin importar su estabilidad mental.
—Lo haré. Chase puede venir... conducir la autocaravana o lo que sea. Yo me
comportaré. 'No me verás llorar'.
Hay una sonrisa en la voz de Wilson, a pesar de mi propia tortura musical. —
Estupendo. Se lo diré a Netflix.
—Genial. —Me ceñiré los lomos.
—Adiós, Brooke.
—Adiós, Will.
Cuelgo el teléfono y dejo caer la cabeza hacia atrás, desesperada. Benji me
sigue observando atentamente, gracias a mi ansiedad todavía muy presente, pero su
cara se ha derretido junto con la mía en aceptación. El desmayo, la gira, las tres
semanas increíblemente infernales en una caravana con el hombre por el que me
siento vergonzosamente atraída... todo está ocurriendo.
Le rasco la cabeza a Benji y me levanto de mi sitio en la dura acera. Tengo el
culo entumecido, necesito un vaso de vino de apoyo moral y Benji necesita un poco
de tiempo para sí mismo. Los dos vamos a estar ocupados, ocupados, ocupados en
solo tres días.
Tres malditos días, y entonces podré decir oficialmente que estoy viviendo con
el hombre de mis fantasías convertido en fan fiction privada, convertido en libro
mundial de próxima publicación.
Que mi vagina caliente y encaprichada con Chase Dawson se apiade de mí.
114
Capítulo Once
Lunes 16 de mayo
Chase
Después de ofrecerme como tributo para ser el conductor de la gira en
autocaravana de Brooke Baker y que Harold Lewis, director de viajes corporativos de
Longstrand, y los ejecutivos de Netflix lo aprobaran, la noticia de mi locura se
extendió evidentemente con rapidez.
Dawn me llamó primero, aterrorizada por cómo íbamos a mantener nuestro día
a día si yo estaba fuera conduciendo una autocaravana, y luego Frank y Regina
empezaron a endemoniarme por las notas que dejé en sus escritorios. Incluso Mo me
dejó un mensaje de voz de cinco minutos lleno de metáforas sobre lo sorprendida que
estaba de que hubiera seguido su consejo.
Sin embargo, ninguno fue tan aterrador como el único mensaje de texto que
recibí de Jonah Perish: —Ven a mi oficina mañana a las 10 de la mañana.
Decir que estoy nervioso ahora mismo, delante de la mesa de mi jefe, no sería
ni por asomo la superficie de mi ansiedad actual. Llevo aquí dos minutos y mis piernas
están tan entumecidas que podrían fallar si hago algún movimiento brusco.
—Bueno, Dawson, no eres nada si no eres minucioso, ¿eh? —comenta Jonah
desde detrás de la enorme monstruosidad de caoba que había traído de algún lugar
caro.
Una mesa en la que rara vez se sienta. Suele estar demasiado ocupado en
reuniones o viajando por todo el mundo en el avión de la empresa Longstrand.
—Tengo que decir que es la primera vez que uno de mis editores acepta
conducir una autocaravana para la gira publicitaria de un autor en nombre del
cumplimiento de un plazo —añade, se quita las gafas de la nariz y las arroja sobre su
escritorio. Se echa hacia atrás en su elegante sillón de cuero y estira los brazos detrás
de la cabeza—. Por un libro por el que se ha jugado el pellejo.
Mi risa tiene dos partes de nervios y una de ¿soy idiota?
No muestres debilidad, me recuerda mi mente.
115
Me paso una mano por el cabello y me aclaro la garganta mientras busco la voz
que lo convenció de dar luz verde a Accidental Attachment. —Al igual que usted,
señor, soy un hombre de seguimiento. Apoyé el libro porque creo en él y sé de lo que
es capaz. Y estoy tomando la medida poco ortodoxa de llevar a un autor por todo el
país en una autocaravana porque voy a asegurarme de que Accidental Attachment
está a la altura de esas capacidades. De hecho, las supera. Este plazo tan ajustado y
estas circunstancias tan inusuales no son más que una oportunidad, señor.
Una risa lobuna salta de la boca de Jonah. —Tienes pelotas de acero, Dawson.
Te concedo eso.
¿Pelotas de acero? Seguro que las pelotas de acero no pueden trasladarse a tu
estómago.
—No vas a dejar caer la pelota en ninguno de tus otros proyectos —declara,
una firme declaración de advertencia.
Asiento. —Frank ya ha sido informado sobre el trato con Beranski, y Regina ha
aceptado ser mi punto de contacto temporal para mis otros autores. Me pondré en
contacto con ellos a menudo mientras estés de viaje.
Jonah me mira fijamente, sin apartar los ojos de mi cara, y yo me quedo ahí de
pie y lo acepto, luchando contra el impulso de apartar la mirada con cada célula de
mi cuerpo.
No muestres debilidad.
Frunce los labios y se inclina hacia delante para tomar de nuevo las gafas. —
No hagas que me arrepienta de esto —acaba diciendo, y vuelve a deslizar las lentes
sobre el puente de su nariz—. Nos vemos en unas semanas.
Traducción: Si meto la pata, mejor ni vuelvo.
Lo que, curiosamente, se siente un poco como un doble riesgo. Si el libro
fracasa, estoy despedido. Si arruino la gira, me despiden. Pero no puedo imaginar
que pueda ser despedido dos veces. Lo que significa que todos los huevos están
oficialmente en la misma cesta. Y voy a tener que aferrarme al maldito como Dorothy
en El Mago de Oz.
Afortunadamente, el hecho de que sus ojos ya no se centren en mí, sino en la
pantalla de su escritorio, es su forma de decir: —Puedes retirarte y yo puedo largarme
de aquí.
—Gracias, señor —digo, aunque Jonah ya está agarrando el teléfono de su
mesa. Sus dedos tocan el fondo del intercomunicador y ya está dando instrucciones a
su ayudante sobre algo relacionado con un viaje de negocios al extranjero para
reunirse con editoriales extranjeras en Francia.
116
No me entretengo más, más que feliz de quitarme de en medio, y salgo por las
puertas de cristal de su despacho sin decir una palabra más.
Discretamente, me seco la capa de sudor que se ha instalado en mi frente y le
ofrezco al ayudante de Jonah una sonrisa amistosa pero temblorosa mientras salgo al
pasillo principal.
Tardo todo el camino de vuelta a mi oficina para que mi ritmo cardíaco se calme
de nuevo a un rango normal, y para cuando estoy detrás de mi escritorio y de vuelta
a terminar toda la mierda que tengo que hacer antes de tener que salir en la gira de
Brooke en dos días, me estoy preguntando en silencio si soy un idiota absoluto.
¿Qué editor acepta llevar a su autora en una autocaravana para cumplir un
plazo? Yo, aparentemente, también conocido como el loco bastardo que estuvo al
teléfono todo el día de ayer para hacer realidad esa situación exacta.
Carajo. En cualquier momento, esa señora de la calle va a aparecer y me va a dar
un puñetazo en la polla; lo sé.
Mi teléfono vibra en el bolsillo de la chaqueta y, cuando lo saco para ver la
pantalla, vibra tres veces más.
Todos mensajes de texto. Todos de mi hermana.
Mo: De acuerdo, necesitamos un sistema de comunicación organizado para
que me mantengas al tanto de todo lo que pasa en la gira. Quiero saber lo que
Brooke dice y lo que viste y lo que come, etc. Quiero un informe nocturno
totalmente detallado.
Mo: Aunque, supongo que estaría bien con un informe matutino.
Mo: O tal vez deberías hacer, como, un informe matutino y un informe
nocturno. De esa forma, no te olvidarás de nada.
Mo: Ah, y si hay algún lector por ahí que intenta actuar como si fuera su
mayor fan, necesito información de antecedentes al estilo FBI sobre esos
mentirosos lo antes posible.
Cierro los ojos, inclino la cabeza hacia atrás y suspiro.
Sí. Es seguro decir que la locura viene de familia.
117
Capítulo Doce
Martes 16 de mayo
Brooke
Empujo los montones de ropa de mi maleta, intentando comprimirlos todo lo
posible. La FlyerPro Deluxe que compré ayer en Macy's es lo bastante lujosa como
para tener dos ruedas cuádruples y una cremallera expansible, pero hasta la maleta
más lujosa tiene un límite de capacidad.
Pero tres semanas de viaje son incluso peores que dos semanas en avión, y la
única persona a la que puedo culpar es a mí misma.
Cuando la ropa deja de ceder y empieza a correr el sudor, tomo la copa de vino
de la mesilla y le doy un trago. El pinot me quema en la garganta, pero sé que en
cinco o diez minutos me aliviará las heridas del alma.
Aspiro aire entre los dientes, mirando fijamente la maleta que se burla de mí
desde el suelo, y vuelvo a intentarlo, empujando y empujando hasta que el peso
combinado de mi culo y las patas delanteras de Benji permite que la cremallera se
cierre.
Aun así, en este punto es precario, tanto que si pasara por la TSA, lo etiquetarían
como artefacto explosivo, lo pondrían en cuarentena y lo dejarían detonar.
—En tu lugar, yo no me acercaría demasiado a esa cosa —le advierto a Benji,
recogiendo mi vaso y dirigiéndome a la cocina para servirme otro buen trago. Los
demás lo considerarían un comportamiento de borracho, pero Benji me conoce lo
suficiente como para no juzgarme.
Estamos en territorio de sentimentalismo, y cualquier cosa que haga su trabajo
de mantenerme viva más fácil, él está de acuerdo.
—No sé cómo me he metido en este lío, Benj. ¿Entregando el libro equivocado?
—Mi exasperación sale como un estruendo audible—. ¿Y luego, de alguna manera,
convencer a mi agente y a Netflix para que me atrapen con el hombre de mis fantasías
durante tres semanas seguidas, sólo para no tener que volar?
Me golpeo la frente con la palma de la mano.
118
Si hubiera sabido que se me daba tan bien hacer realidad las pesadillas, habría
intentado escribir novelas de terror. Al menos estaría en compañía de Stephen King,
en lugar de estar encerrada en una caravana durante veintiún días con un hombre del
que no puedo confiarme ni de mi vagina.
Me carcajeo. —Dios, soy buena haciéndome un desastre, ¿eh?
Benji gime antes de acostarse delante del sofá y apoyar la barbilla de perrito
en la parte superior de las patas. A primera vista, alguien podría encontrar su
comportamiento un poco brusco, pero esta no es la primera vez que ha escuchado
esta historia de dolor en las últimas seis horas. Ni por asomo.
Si he de ser sincera, ni siquiera es el decimosexto.
—Lo sé, lo sé, Benj. Soy patética. Pero tienes que dejar que me desahogue
ahora porque no puedo pasarme las próximas tres semanas enloqueciendo delante
de Chase Dawson. Por muy mal de la cabeza que esté por él, es mi editor. No necesito
que piense que estoy loca.
Pongo los ojos en blanco ante la silenciosa respuesta de Benji. —Está claro que
estoy loca, pero no quiero que lo sepa.
Podría seguir eternamente, pero cuanto más me meto en esta botella de vino,
más cerca estoy de que hasta mi perro me abandone. Necesito algo para distraerme,
y lo necesito pronto.
Necesito el tipo de amor que sólo puede dar un familiar, y lo necesito de
alguien que pueda dármelo sin pedirme que me extienda en mis explicaciones cada
cinco segundos, así que mi madre está descartada.
La última vez que hablamos por teléfono, se pasó cuarenta minutos contándome
la triste historia de una mujer a la que habían diagnosticado leucemia. Conocía la vida
de la mujer con tanto detalle que pensé que tenía que ser uno de nuestros parientes
y que yo me había perdido esa parte, pero cuando nos adentramos en los detalles de
la rutina semanal de quimioterapia de la mujer, descubrí que era una persona
cualquiera que mi madre había encontrado en Facebook y a la que había estado
siguiendo desde entonces.
Una mujer así, Dios la ame, no es de fiar en este tipo de situaciones.
Necesito a una hermana que me apoye y a alguien que no deba recibir una
orden de restricción cibernética de los perfiles de Facebook de otras personas.
Necesito a mi hermana. Necesito a Sam. Recojo el teléfono de la encimera, marco su
número de contacto y espero impaciente a que suene.
—Hola, Brookie —contesta por fin, y yo espero oír a mis sobrinos de fondo,
pero en su lugar oigo una voz mucho más grande, mucho más retumbante.
119
Voy a enviarte algo por correo. Boletos de crucero para nuestros padres. Salida: lo
antes posible.
Se ríe. —Si vas a enviar a alguien a un crucero, que sea a mí. Le pegaré una
nota a los niños y me iré.
—Suena como un plan. —Mis lágrimas se transforman en unas risas suaves,
pero finalmente, esas risas se convierten en un suspiro. Me froto la tela de microfibra
crema del cojín del sofá que tengo al lado, pero la voz de Sam es un suave corte en
mi contemplación.
—Te quiero, hermanita.
—Yo también te quiero, SissySam —respondo, usando el apodo que le puse a
mi hermana cuando éramos niñas.
La nostalgia sienta bien. Incluso me enraíza. Me hace recordar de dónde vengo,
lo que, por supuesto, hace mucho más obvio a dónde he llegado.
Tiene razón. Yo, Brooke Baker, voy a hacer una gira por Netflix para la serie
basada en mis libros. A finales de mes, The Shadow Brothers, mis dulces inventos
fantasmales, serán un nombre muy conocido en todo el mundo. La gente no solo
soñará con ellos, sino que los verá en streaming.
Y tanto si soy capaz de admitirlo ante mí misma como si no, eso es realmente
algo.
Sólo espero sobrevivir con éxito al viaje en autocaravana.
Tres semanas con Chase Dawson mientras trabajo en Clive y River. Tres
semanas leyendo sexo ardiente, que me eriza la piel y al que nunca pensé que
volvería a enfrentarme. Tres semanas mirándolo a los ojos y manteniendo la
compostura mientras finjo que esto es como cualquier otro libro.
Tres semanas.
Tres. Semanas.
Anímate, Brooke. Las cosas están a punto de ponerse interesantes.
122
Capítulo Trece
Miércoles 17 de mayo
Chase
Hace una hora llegué al Liberty Harbor RV Park, donde June, el enlace de
Netflix, se encargó de dejar la autocaravana y estacionarla temporalmente. El lugar
se encuentra en Nueva Jersey, pero está a un corto trayecto en ferry y a pie del Bajo
Manhattan.
Ayer me enviaron las llaves y un paquete de información a mi oficina, y esta
mañana no he tenido demasiados problemas para localizar la casa sobre ruedas.
Y ahora, estoy sentado en la pequeña mesa de la cocina del mismo lugar que
nos va a albergar a Brooke Baker y a mí durante tres semanas mientras recorremos el
país, parando en apariciones públicas y trabajando en la edición de Accidental
Attachment.
Una vez que lo he comprobado todo y me he asegurado de que todo estaba
como debía, he estado esperando a que llegara Brooke.
Esa espera empezó hace unos cincuenta minutos.
Estoy nervioso y emocionado a la vez, y es lo segundo lo que provoca lo
primero. Ir de gira con una autora es algo muy poco tradicional para un editor y, como
tal, debería sentirme incómodo sobre cómo voy a mantenerme fuera del espacio de
Brooke y, al mismo tiempo, estar en él.
En cambio, me he encontrado soñando despierto con interminables horas del
humor y la brillante sonrisa de Brooke y comidas compartidas en fogatas nocturnas.
Es el pensamiento escandaloso en su máxima expresión, y ese nivel de
insensatez descontrolada me pone nervioso.
Lo primero que me llama la atención a través del cristal es una cabellera
castaña que da vueltas, seguida de unas palabrotas en voz muy alta.
Brooke está doblada por la mitad, su maleta en posición vertical pero
innegablemente precaria en la acera detrás de ella, y Benji la rodea ávidamente,
tratando de encontrar una manera de ayudar. Va disfrazado de Capitán América y
123
lleva una mochila a juego atada a su chaleco de perro de servicio. Su mochila, eso sí,
es más segura, comparada con la de cuero de Brooke, que cuelga de sus hombros y
parece estar estropeando aún más las cosas.
Brooke vuelve a su maleta y le da la vuelta para que sólo tenga dos ruedas en
lugar de cuatro, mientras intenta sujetar la correa de Benji con la otra mano, y no
puedo evitar pensar que parece la introducción de un episodio de Los Tres Chiflados.
Me dirijo rápidamente a la puerta de la derecha, situada entre el salón y el
estrecho pasillo que alberga el dormitorio y el cuarto de baño del fondo. La abro de
un tirón y bajo corriendo las pequeñas escaleras de metal, caminando rápidamente
en dirección a Brooke.
Benji esquiva a la izquierda y luego a la derecha mientras la maleta de Brooke
se engancha primero en una maceta y luego en la acera y después se balancea hasta
detenerse en una impresionante grieta en el pavimento. Una parte de mí quiere saltar
y ayudar, y la otra quiere ver dónde acaban la maleta, el perro y la mujer, sin
intervención.
Pero mi madre no crió a un idiota y ser caballeroso se impone.
Me apresuro a trotar justo cuando Brooke se golpea el dedo del pie contra el
borde de la acera del demonio, doblando hacia atrás toda la parte delantera de su
sandalia dorada.
—¡Ackk! —grita, su voz se quiebra en la línea de las consonantes.
Le agarro los brazos por los bíceps y la levanto lo suficiente para colocarle bien
el zapato antes de entregarla de nuevo al poder de la gravedad.
Está agradecida, pero avergonzada. Me doy cuenta por el tono rosado de sus
pómulos y la ligereza de sus ojos.
—¿Estás bien? —pregunto simplemente, queriendo asegurarme de que está
bien sin ponerla en un aprieto con un juego de veinte preguntas.
—Sí. —Ella asiente, metiendo una caída suelta de cabello que se ha escapado
de su cola de caballo detrás de la concha de su oreja—. Normalmente, mi torpeza
acaba en derramamiento de sangre, así que el hecho de que no estemos empapados
en O negativo ahora mismo es realmente extraordinario. —Resopla—.
Probablemente tu galantería nos ahorró ese baño, sinceramente.
Me río entre dientes y sólo suelto sus brazos cuando me doy cuenta de que
nuestra incómoda unión le está causando algunos problemas con la maleta de ruedas
que se inclina y se tambalea.
—Vamos, te ayudaré a poner todo esto en la autocaravana.
124
Como si se diera cuenta de dónde está por primera vez, se detiene en seco y
mira hacia arriba y en dirección a la enorme autocaravana. —Así que esta es la cosa,
¿eh?
—Sí. —Asiento, y mis ojos se llenan de humor—. Esa es nuestra chica.
Brooke mira atentamente la pintura dorada, tostada y negra y luego ladea el
cuello para volver a mirarme. —No sé qué me esperaba, pero pensé que sería más
Metallica que las vacaciones nacionales de mamá y papá, ¿sabes?
Me río entre dientes. —Te aseguro que el interior da muchas más vibras de
estrella del rock.
—¿En serio?
—No —respondo sinceramente con un movimiento de cabeza—. Lo que ves es
más o menos lo que hay. No me malinterpretes, está muy bien decorada, con un aire
kitsch de granja. Chip y Jo estarían en su elemento.
—¿Eres fan de Fixer Upper? —pregunta con una sonrisa divertida en los labios.
—Quiero decir que son muy entretenidos —respondo—. Aunque, podría
decirse que están convirtiendo lentamente la totalidad de Waco, Texas, en shiplap y
puertas de casas granero.
Se ríe. —No critiques el shiplap, Chase. Le da carácter.
—Me alegro de que pienses así, porque la autocaravana tiene mucho carácter.
Aunque, es más paneles de madera que shiplap, pero eres un escritor. Seguro que te
imaginas que es la última reforma sobre ruedas de Chip y Jo.
—Bueno... —tararea entre risitas, haciendo una pausa para rascar a Benji en la
parte superior de la cabeza—. Les he dado un revés. Querían enviarme en avión, pero
desde que pasó lo de las cosas, la gente y el trauma, Brooke Baker ya no toma aviones.
Levanto las cejas y ella, sin mirarme a la cara, añade: —No preguntes.
—No voy a decir una palabra.
—Bien. Como recompensa por tu comportamiento, te permitiré acompañar a
mi maleta a la autocaravana. —Sonrío mientras ella continúa—. Lo sé, es muy
generoso, pero tengo más de donde vino eso, ¿de acuerdo?
Brooke Baker es una de las personas más divertidas que he conocido. Tiene
ritmo de comedia e ingenio, y la suficiente autocrítica para darle una autenticidad que
no incluya aversión o llamadas a la compasión.
Me divierte constantemente tanto en acción real como impresa.
Honestamente, desde el momento en que la conocí, a través de cada encuentro
y situación, nunca me he escapado sin reír. Pero también suele haber algo de
125
considerar eso como una especie de visto bueno para ponerse el uniforme militar y
estar en posición de máxima atención.
—Bueno, de acuerdo entonces. —Da un par de vueltas en el espacio antes de
dejarse caer en el sofá y taparse los ojos—. Van a ser tres semanas muy largas,
¿verdad? —pregunta desde detrás de las manos.
Casi me río de lo derrotada que suena. Esta mujer está a punto de embarcarse
en una gira de Netflix de tres semanas, porque sus libros van a salir en la tele y le
preocupa no disfrutarlo.
Entonces me doy cuenta de que me he metido para mi propio beneficio
personal, pero moralmente, tengo un trabajo más importante que hacer que
simplemente cumplir un plazo. Siento una necesidad innata y persistente de hacer
que Brooke disfrute de este viaje. Darle una muestra de lo bien que se siente cuando
el trabajo duro da sus frutos. De recordarle lo increíble que es.
De acuerdo, colega. Pisa el freno otra vez, carajo.
Para recordarle lo increíbles que son su escritura y su talento.
—Creo que va a pasar volando —respondo con seguridad, acercándome al
lugar que hay delante de Brooke y tendiéndole la mano—. Ahora, vamos.
Pongámonos en marcha, ¿de acuerdo? Tenemos una gira que dominar y un libro que
editar, todo en tres semanas. ¿Dúo dinámico para ganar?
Brooke me mira la mano durante un largo rato antes de desviar la mirada hacia
mi cara. Sonrío para intentar tranquilizarla, pero ella niega y vuelve a reclinar la cara
entre las manos con un enorme suspiro herido.
—De acuerdo. Eso es dar más duo-doom que dinámico —musito en voz baja a
continuación.
—Oh, Chase. Gracias, de verdad, por esforzarte tanto —gime, retirando por fin
las manos y poniéndose frente a mí. Sin previo aviso, me abraza. Su perfume vuelve
a subírseme a la cabeza y odio lo mucho que me gusta sentir su calor apretado contra
mí—. Gracias. Otra vez —añade—. Por luchar tanto por mí, por mis libros y por todo.
Cuando se aparta, vuelvo a quedarme embelesado por su olor y su sonrisa y
su... todo.
—Prometo no ser un grano en el culo más del noventa por ciento de los días,
¿de acuerdo?
Suelto una risita, a pesar de que sigo intentando inhalar profundamente en mis
pulmones su aroma de muchas notas. Es fresco. Y algo más que aún no puedo
identificar. Necesito más tiempo para probarlo.
—Sólo un viaje rápido al baño de damas, y estamos en el camino.
127
Capítulo Catorce
Brooke
Respiro hondo en el baño mientras Benji lloriquea en la puerta. Tanto él como
yo sabemos que estoy a punto de quedarme sin luz ni electricidad, pero no soporto
abrirme al mundo exterior, aunque eso signifique que Benji no pueda entrar. Eso sería
como admitirlo totalmente, y sinceramente preferiría golpearme la cabeza aquí
dentro en este momento que enfrentarme al hecho de que acabo de abrazar a Chase
Dawson sin su permiso.
Cuerpos uno contra el otro, brazos alrededor de sus hombros, abrazándose.
Claro, estaba rígido y torpe, casi como si mantuviera toda su mitad inferior
alejada de la mía, pero no puedo culpar al hombre. A pesar de todas las pruebas
literarias de mi ruptura con la realidad, de hecho sólo tenemos una relación
profesional. No compartimos ningún estatus que fomente o explique un abrazo.
No compartimos nada.
No es mi novio, ni siquiera mi mejor amigo. Es mi editor.
E incluso en eso, el pobre tonto sólo está en esta horrible gira de autocaravanas
porque alguna tonta entregó el puto libro equivocado que él tiene que convertir en
oro editorial.
Nunca sabré cómo me meto en estas situaciones.
Y ahora me está esperando para, lo que sólo puedo suponer que él cree que
es, terminar de cagar para que podamos seguir el camino. Por mi vida, no puedo
pensar en otra razón para estar en el baño tanto tiempo. Como, incluso con una
mierda, estamos hablando de malestar gastrointestinal grave en este punto.
Y sin embargo... ¡no puedo dejar de asustarme!
Ni siquiera sé adónde vamos. O cuando se supone que debemos estar allí.
¿Cómo se me está ocurriendo ahora que ni siquiera he visto el calendario de
esta cosa? ¿Tres semanas? ¡Claro que sí! ¡Ni siquiera necesito saber adónde voy! Maldita
sea, soy una idiota. En ocasiones como ésta pretendo ser británica, porque una
británica enfadada suena mejor que una Brooke amargada.
129
Respiro hondo tres veces, me quito las gafas y me inclino hacia el pequeño
lavabo para echarme agua fría en la cara. Es una de las únicas cosas que a veces me
sacan del borde del desmayo. Es como si reseteara mi sistema nervioso o algo así.
Pero no me cites a mí como científica, porque aunque llevo mucho tiempo así, no soy
en absoluto una experta en medicina.
¿Emocionalmente, sin embargo? Yo soy la sensei. Ah, sí, soy una maestra en
las consecuencias que suelen tener estos desmayos, tanto en mí misma como en otras
personas. Para mí: bochorno y vergüenza. Para los demás: sobre todo lástima.
Me seco la cara con la toalla que cuelga, me vuelvo a poner los lentes y salgo
del baño ante un Benji enojado. Después de evaluarme y ver que no puedo hacer
nada por él, se acerca al sofá y se acuesta, apartando la cara de mí a propósito.
Me siento mal, por supuesto, por haberlo traicionado así a él y a su lealtad, pero
tendremos que esperar a un momento más privado para hablar de mi
comportamiento en detalle. Hablar a los animales como si fueran humanos no es el
tipo de cosas que normalmente se airean tan pronto en una relación.
Ha. Ha. No estás en una relación con Chase Dawson, Brooke. Se consciente de la
realidad.
Dejo que mi perro haga pucheros y me dirijo a la parte delantera de la
autocaravana, donde encuentro a Chase en el asiento del conductor, con el motor en
marcha y el cinturón abrochado.
Cualquier otra persona tendría una imagen graciosa, sentada en el enorme
asiento del conductor con aspecto de sillón reclinable y con el enorme volante en las
manos, pero Chase no. Su cabello negro le llega justo a la altura de la frente y sus
fuertes brazos parecen equipados para manejar este volante y algo más. Asiente en
mi dirección con su habitual sonrisa de dientes blancos, se pone sus lentes de sol de
aviador y, con poco esfuerzo, sale del estacionamiento y se pone en marcha. A ver el
Paraíso y todo eso.
Aun así, la idea de que el editor de un libro se convierta en el conductor de mi
autocaravana es demasiado alucinante como para dejarla pasar. Tengo que comentar.
Tengo que hacerlo. ¿Cómo demonios sabe conducir una autocaravana gigante como
este, cuando yo apenas sé conducir un coche?
Pero no quiero que se tome a mal mi pregunta, así que intento sonar lo más
sofisticada y profesional posible.
—¿Ha manejado alguna vez algo tan grande? ¿O estás acostumbrado a trabajar
con equipos pequeños?
130
tan... rudo y varonil y masculino. Está claro que hombres como él tuvieron que ser
niños en algún momento de sus vidas, pero estoy aquí para decirte que la
incomodidad que viví durante mi infancia es de las que perduran. Es imposible que
no le quedara al menos una pizca de eso si no hubiera llegado directamente a la edad
adulta. ¿Verdad?
—Probablemente lo estábamos.
Un escalofrío me recorre la espalda al recordar el vídeo que vi en Internet
sobre los espíritus guía. La señora que hablaba de ellos mostraba una foto de sí misma
en su primer día de universidad, con su ahora prometido completamente
desprevenido en el fondo. Decía que los espíritus guía intentan toda la vida reunirnos
con las personas importantes, y que los pequeños huevos de Pascua como el de la
foto son su forma de gastarnos una broma simpática.
¿Es posible que Chase Dawson y yo estemos hechos el uno para el otro? ¿Y que
nuestros guías espirituales nos hayan estado tomando el pelo toda la vida con viajes
a Myrtle Beach y un amor por los libros? ¿Incluso nos han estado cruzando en Nueva
York?
—No recuerdo en qué mes solíamos ir, pero creo que podría haber sido en
junio —comenta Chase, sacándome de mi fantasía y poniéndome de nuevo el cinturón
de seguridad en el asiento del copiloto de esta autocaravana. Los Baker iban en julio.
Siempre—. Tendría que preguntarle a mi hermana. Lo único que recuerdo es que
siempre íbamos por helado a la tienda que había al final de la calle de nuestro
camping. A Mo le gustaban los de vainilla y a mí los de naranja. Nunca lo comí,
excepto cuando íbamos allí, y creo que no lo he vuelto a comer desde entonces. Pero
fuimos dos veces después de sacar la licencia de conducir, cuando mis padres ya no
sabían qué hacer con nosotros, y mi padre me obligó a conducir la autocaravana.
Tenía que estacionarla en el camping y todo eso, y mi hermana siempre me gritaba
que no chocara con nada.
—Vaya. Creo que eso te convierte en un experto, entonces.
—No sé si un experto, pero sin duda capaz de manejar grandes equipos.
Vuelvo a sonrojarme ante el jugueteo de Chase, seguramente inducido por la
lástima y me giro para mirar por la ventanilla en un esfuerzo por disimularlo. Benji se
olvida temporalmente de nuestro intercambio y descansa justo entre el asiento de
Chase y el mío. Me abrocho el cinturón de seguridad, esta vez, literalmente, mientras
atravesamos un par de baches en la carretera y miro por el parabrisas la increíble
cantidad de tráfico urbano que Chase tiene que sortear. Me estreso sólo de verlo
pasar, y ni siquiera tengo que hacer nada.
132
Sólo puedo esperar que mis niveles de cortisol no sean tan altos durante todo
el viaje. Benji no conseguirá dormir nada, y yo nunca oiré el final de esto.
—Así que, después de salir de esta trampa mortal urbana... ¿hacia dónde nos
dirigimos?
Chase me echa una mirada rápida, ya conoces esa mirada. Parpadea
rápidamente antes de volver la vista a la carretera, con las cejas ligeramente
arqueadas. —¿No te han dado el cronograma?
Me río e inclino la cabeza. —Sorprendentemente, no. Y tampoco se me ocurrió
preguntarlo, así que voy a ciegas hasta que me des los detalles.
Entonces asiente y hace una pausa... casi como si estuviera considerando algo
y la mejor manera de decírmelo. Como profesional del intercambio incómodo, no me
gusta nada esa mirada.
—¿Qué? —pregunto—. ¿Qué es?
—Bueno, la primera parada es tu ciudad natal. Hometown, Ohio —aclara con
una carcajada que indica que sabe que conozco el nombre de mi ciudad y su ironía,
pero el humor parece la única forma de soltar esta bomba sin acabar hecho pedazos.
—¿Qué? —Grito, detonando la cosa de todos modos—. ¿Por qué harían eso?
Chase se encoge de hombros. —Pensé que lo habían aprobado contigo y que
era una especie de comodidad. Para mojarte los pies sin demasiada presión. June, el
enlace con la que he estado trabajando estrechamente, incluso me dijo que iban a
ponerse en contacto con tu familia para hablar de la parada de la gira Hometown. —
Me mira a los ojos, y puedo imaginar que en estos momentos parecen demasiado
grandes para sus cuencas—. Aunque, ahora estoy sintiendo que hay un montón de
traseros por suposición caminando alrededor de la sede de Netflix en este momento.
Me mira varias veces más, desviando francamente demasiado su atención de
la carretera, mientras yo intento recomponerme.
La primera parada de esta gira es mi antiguo territorio, ¿y piensan ponerse en
contacto con mi familia para que se una a la fiesta? Empiezo a preguntarme si le caigo
bien a la gente de Netflix.
—¿Estás... bien? ¿Está tan mal en casa? ¿Tengo que llamar a alguien y hacer
que lo cambien?
—No, no —digo negando a decirles a los ejecutivos de Netflix cómo hacer su
trabajo en mi nombre. Según mi experiencia, a los líderes de las grandes empresas
no les suele gustar eso—. Mi hogar está... bien. No es malo ni nada, es sólo... pequeño.
Íntimamente conocido, ¿sabes? Y hace años que no vuelvo allí.
133
Capítulo Quince
Brooke
Cierro la puerta del baño detrás de mí y me acomodo en el retrete para soltar
el tipo de pis que no debería ser posible. Ya sabes cuál. Un manantial salvaje, un
lavador a presión y un río embravecido combinan sus fuerzas para dominar el mundo
de las tazas de váter y se reúnen en un evento de alivio de media hora.
Llevamos en la carretera un tiempo indeterminado, la siesta me ha hecho
perder la noción de las horas y los minutos, pero por la urgencia de mi vejiga al salir
de la habitación y escuchar a Chase registrándose en la puerta del camping de
Pensilvania, sé que ha pasado bastante tiempo.
Aun así, me aguanté mientras fingía ayudar a Chase a estacionar en el lugar y
conectarnos a todo lo necesario de agua y electricidad o lo que sea que tengan los
campamentos, y esa sacudida extra de tiempo sin vaciar mi vejiga fue suficiente para
hacerme sentir que podría ir hacia la luz brillante si no me ocupaba pronto.
Por suerte, Chase se marchó a pie a la tienda del campamento por provisiones
y hielo o algo así que casi le escucho explicar, y yo entré en esta pequeña habitación
como un cohete propulsado por orina.
Te lo digo, este tipo de liberación de la vejiga es casi orgásmica, y durante la
primera parte, mis ojos están medio cerrados en lo que sólo puedo describir como
éxtasis.
Finalmente, desplazo la vista desde el espacio de baldosas del suelo frente al
lavabo hasta la rejilla de ventilación medio cerrada de la parte superior de la ducha.
Dos ojos pequeños y brillantes me miran fijamente con una agresividad desmedida.
¿Pero qué...?
Entrecierro los ojos mientras mi cerebro intenta comprender lo que veo.
Llámame loca, pero algo de estar en el baño no combina bien con ser observada.
Los pequeños ojos brillantes parpadean y ajustan su peluda cabeza, y es
entonces cuando me doy cuenta de que una maldita ardilla me está mirando hacer
pis.
135
Pero la ardilla sigue furiosa y saltando por el cuarto de baño de una forma que
me hace temer que vaya a encontrar un objeto afilado con el que apuñalarme.
—¡Ahh! ¡OO-ahh! Mierdaaaa champiñones! —grito, falto de coherencia y con el
temperamento desquiciado. No es que tenga algo en contra de las ardillas. De hecho,
me gustan, pero a distancia. Ya sabes, cuando estoy detrás de una ventana y ellas
están a cientos de metros en un árbol.
La ardilla se sacude y se contonea, y en la determinación de Chase de hacer
contacto con el feroz monstruo, me da un codazo en la teta, justo en el pezón, y vuelvo
a chillar.
—AYYYYYYYY!
—¡Lo siento, lo siento, lo siento! —grita, subiéndose al retrete y lanzándose
encima de la puerta de la ducha cuando nuestro peludo enemigo hace otro
movimiento frenético.
Me froto el pezón que me escuece e intento maniobrar para salir por la
pequeña puerta al pasillo. La ardilla se zambulle y Chase lanza un grito de guerra que
casi seguro que alerta al FBI.
Finalmente consigo salir del baño, dejando a Chase, la ardilla adversaria, y un
retrete lleno de pis solos en el pequeño espacio. También me las arreglo para agarrar
el collar de Benji para que no se deslice dentro y aumentar esta guerra a un desastre
nuclear.
Chase arremete cuando la ardilla se lanza, y yo chillo sin poder evitarlo cuando
la plaga de cola esponjosa se acerca a la salida. Benji ladra de nuevo y se abalanza
hacia el lunático peludo, pero le agarro el collar con suficiente fuerza como para
impedir que avance.
Haciendo un giro de ciento ochenta grados, la ardilla se zambulle de nuevo en
el baño, anulando todo el duro trabajo de Chase hasta ese momento.
—Me las apaño para quitarme de en medio y entrar en la sala. Por lo que
parece, la valiente lucha continúa durante otro minuto y medio antes de que la ardilla
vuelva a salir disparada por la puerta. Esta vez, sin que yo le bloquee el paso, llega
hasta la puerta de la autocaravana y salta de nuevo al aire libre, brincando hacia los
árboles cercanos como si fuera ella la agredida.
—¿Brooke? —Chase llama, sus ojos ansiosos mientras me busca a su salida del
baño—. ¿Estás bien? No estás herida, ¿verdad?
—¿Estás bromeando? —Respiro—. ¡Le hiciste un samurai a esa cosa! Apenas
tuve tiempo de gritar antes de que te pusieras en plan Spiderman con el culo de esa
ardilla. Aunque creo que Benji está un poco enojado por no haber entrado en acción.
137
Los dos miramos a Benji y vemos que mi perrito esta acostado debajo de la
mesita de la cocina con la cara entre las patas y un puchero en los labios.
—La próxima vez, amigo —afirma Chase entre risas, la respiración ligeramente
entrecortada hace que suene más áspera de lo normal.
Me acerco a Benj para rascarle entre las orejas, pero suelta un gemido que me
indica que tengo que dejarle un poco de espacio.
—He cerrado la rejilla de ventilación que hay encima de la ducha para que no
pueda entrar otra por ahí —explica Chase—. Pero tendremos que tener cuidado con
la puerta lateral. Me di cuenta de que estaba abierta cuando volví y oí tu grito, así que
no estoy seguro de por dónde entró.
—Maldita sea —digo entre risas incrédulas—. De Nueva York a la escena de un
ataque de ardillas. Me siento como si hubiera dormido en una nueva dimensión.
—¿Olvidé decirte que conduje la autocaravana por la madriguera del conejo
de Alicia?
—Un pequeño aviso habría estado bien.
—Lo siento. —Su sonrisa llena alegría es casi demasiado para mi patético
corazón, y mi risa se convierte en una sonrisa.
Entonces se hace el silencio entre nosotros y mi sonrisa también se vuelve
incómoda.
Me siento fatal porque no es culpa de Chase que no sepa estar a su lado. Soy
un manojo de nervios danzante en el que un emocionante desmayo es el colofón de
mi espectáculo nocturno.
Necesito encontrar una forma de ser normal o ninguno de los dos sobrevivirá.
—Tal vez debería...
—Va a estar oscuro...
Chase y yo hablamos al mismo tiempo, y un escalofrío me recorre la espalda
mientras el corazón me da un vuelco.
—Lo siento —decimos los dos a la vez.
Oficialmente tímida, asiento con la cabeza en un gesto de adelante en lugar de
hablar. Él sonríe y se pasa una mano hermosamente por el espeso cabello negro.
—Decía que pronto oscurecerá, así que voy a comprobar todas las conexiones
eléctricas y a tomar leña por si acaso.
—Parece un plan fantástico. —Y seriamente más filantrópico que el mío.
138
Capítulo Dieciséis
Chase
La leña repiquetea cuando la amontono junto a la chimenea y luego limpio los
restos con un par de movimientos rápidos de las manos. He vuelto a comprobar todos
los cables, los gatos de nivelación y los neumáticos, para no llevarnos una sorpresa
por la mañana, y todo está en orden.
Hacía años que no acampaba en ningún sitio, pero a un nivel extrañamente
sentimental, me siento bien haciéndolo de nuevo.
Abro la puerta de la autocaravana con un chasquido de la manilla negra, subo
corriendo las escaleras metálicas y entro en la sala de estar, deteniéndome sólo para
cerrarla bien tras de mí, antes de acomodarme en la mesa del comedor y sacar el
teléfono para enviar un mensaje de texto a mi hermana.
Yo: Llegamos sanos y salvos a nuestra primera parada.
Mo no suele comportarse como una figura materna, exigiendo que le
comunique todos mis movimientos, pero tampoco he cruzado nunca el país en una
autocaravana con su autora favorita. Está en modo fangirl y yo soy la médium que la
conecta con el otro lado.
Su respuesta es rápida y molesta.
Mo: Bien. Espero tu informe nocturno antes de irme a la cama. Asegúrate de
incluir cualquier cosa interesante que Brooke diga o haga, ¿de acuerdo?
No dudo en volver a meterme el teléfono directamente en el bolsillo en cuanto
lo leo. Sabe todo lo que estoy dispuesto a comunicar en este momento.
Como oigo correr el agua de la ducha, saco mi manuscrito y mis notas de la
bolsa de lona marrón y los dejo sobre la mesa, frente a mí. Tomo un bolígrafo del
bolsillo delantero y me chupo el dedo para hojear las páginas.
Ahora bien, soy consciente de que la mayoría de los editores del siglo XXI
utilizarían un ordenador y Microsoft Word para hacer un seguimiento de sus cambios
y hacer comentarios y cosas por el estilo, o diablos, quizá algo incluso más avanzado
141
que eso, pero yo no. Me gusta sentir la pulpa de los árboles y el sabor de la tinta en
el pulgar cuando voy a pasar la página.
A Justin, mi ex mejor amigo, le gustaba burlarse de mí por ser de la vieja
escuela, pero nunca le di mucha importancia. Menos mal, porque resulta que no es
muy buena persona.
Un pequeño golpe resuena en el cuarto de baño y, lo juro, oigo el susurro de
un gemido bajo y lento procedente del otro lado de la pared.
Me inclino sin querer, y entonces vuelvo a oírlo, procedente de donde Brooke
está ahora mismo en la ducha.
¿Esta... es ella...?
No puedo estar seguro, pero estoy bastante seguro de que mi corazón está
ahora fuera de mi pecho.
Mis oídos están en alerta máxima, lo quiera o no, y un zumbido me consume el
interior del cráneo. Pero cuando oigo algo más: el sonido de respiraciones agitadas
que atraviesan la pared, trago saliva. Madre mía. Está haciendo lo que creo que está
haciendo.
Siento un cosquilleo en la piel, arqueo la espalda en línea recta y el zumbido
de mis oídos se convierte en un chirrido agudo de tanto escuchar. Sé que está mal a
todos los niveles humanos y, sin embargo, no puedo apagar esas estupideces. Son
como misiles buscadores de calor, destinados a cualquier sonido que pueda
excitarme.
Deja de escuchar. Concéntrate en algo. Cualquier otra cosa menos esa ducha.
Mis oídos ignoran el lado racional de mi cerebro y parecen haber formado
algún tipo de parentesco con mi polla.
Brooke vuelve a gemir, y yo estoy tan concentrado en lo que ocurre dentro de
esa ducha que prácticamente puedo sentirlo a través del fino material de la pared.
Dulce Jesús.
Mis instintos luchan contra mi humanidad, pero en algún lugar de lo más
profundo de mi ser consigo ponerme en pie. Mis piernas tiemblan hasta el punto de
tambalearse, y hago todo lo que puedo para salir a trompicones del comedor, cruzar
la corta distancia que me separa del salón y salir por la puerta lateral, al aire húmedo
y frío del exterior.
Manuscrito y trabajo por hacer olvidado.
142
Respiro profundamente tres veces para concentrar todo el oxígeno del aire en
mi cerebro y deseo a mis piernas que me lleven aún más lejos, lejos de la
autocaravana hasta la mesa de picnic al otro lado de nuestro camping.
No sé qué parte de mi vida me hizo tan ingenuo como claramente soy, pero
este problema tan simple en la primera noche de nuestro viaje me ha iluminado sobre
la profunda mierda en la que prácticamente me estoy ahogando.
Tres semanas. Tres semanas viviendo tan cerca de ella, luchando contra el
impulso de mi polla de invadir cada momento personal de Brooke.
Me gustaría fingir que no tenía ni idea de que pudiera llegar a considerar una
atracción sexual por Brooke, una mujer con la que tengo la responsabilidad de
mantener una relación profesional. Pero la verdad es que no soy tan buen mentiroso
ni siquiera conmigo mismo. Leí cada palabra de Accidental Attachment como si ella
fuera River y Clive fuera yo.
Cada lametón, cada caricia, cada roce y cada beso, me los imaginaba entre dos
personas que se parecen muchísimo a nosotros. Me dije que era algo natural, con
Brooke siendo tan guapa y simpática y relacionable como es y teniendo atributos
físicos similares al carácter de River. Pero después de mi comportamiento
inconsciente de esta noche, me temo que puede ser un poco más complejo de lo que
me apetecía admitir.
Mieeeeerda.
Frotándome las manos en la cara con brusquedad, camino por la hierba
recortada al otro lado de la mesa de picnic con manía motivando la rapidez de mis
pasos.
No es para tanto, ¿verdad?
Lo estoy convirtiendo en algo gigantesco, pero en realidad, soy un hombre
adulto con casi cero problemas de control. Sólo porque piense algo, no significa que
vaya a actuar en consecuencia. Puedo separar las dos cosas fácilmente.
Y no vamos a estar solos todo el tiempo. Probablemente no estaremos casi nada
de tiempo, en realidad. Es una gira publicitaria, por el amor de Dios. El punto es
empujar a Brooke delante de su rabiosa ola de fans y lectores adictos en cada
oportunidad. Esta noche es una excepción. Todo acaba de empezar, y las dos aún
estamos resolviendo la logística. Me acostumbraré a salir mientras ella está en la
ducha, eso es todo. Simple.
Suena el sonido de mi tono de llamada en el bolsillo, así que lo saco mientras
sigo murmurando para mis adentros y contesto sin mirar la pantalla. Cualquier
distracción es sin duda una buena distracción en este momento.
143
—¿Hola?
—Chase —respira seductoramente la persona que llama, con todo el aire de su
cuerpo aparentemente atrapado dentro de sus pulmones. Reconozco la voz
enseguida, pero no debería sorprenderme. Es la voz que oí pronunciar mi nombre
durante casi ocho años.
¿Llamas a esto una buena distracción?
Al parecer, la ingenuidad puede golpear más de una vez.
—Caroline —respondo entre dientes. No puedo creerme que no haya mirado el
identificador de llamadas. Y yo que creía que antes sufría; comparado con esta tortura,
las pelotas azules y el estómago lleno de incertidumbre son el nirvana.
—Chase, cariño, te extraño tanto.
El insulto al final de su declaración es chocante y esperado al mismo tiempo.
Lo último que supe de ella es que había vuelto a las andadas, pero tampoco suelo
recibir llamadas de su versión sobria.
—Caroline —digo con un suspiro áspero, con un nudo alojándose en mi
garganta. No es tanto porque esté enojado en cómo porque mi cuerpo se ha adaptado
para evitar que diga las cosas que luego acabarán haciéndome sentir como un saco
de mierda. Pero toda esta escena... créeme, es cansada. Tres putos años, y todavía no
está hecho.
—No puedo dejar de pensar en ti —susurra con seducción en la voz.
Caroline es conocida por su capacidad de seducción. Es muy hábil en eso, y la
versión más joven de mí estaba hipnotizado por su poder. Tiene una forma de ser.
Sabe cómo utilizar todas sus herramientas sensuales para tejer una red que te atrae
directamente.
Los hombres miran dos veces cuando Caroline está en la habitación.
Y no apartas la mirada cuando Brooke entra en una habitación.
No sé por qué mis pensamientos se van a Brooke en medio de una llamada con
mi ex, pero decido no quedarme en la réplica.
—Chase, háblame —Caroline vuelve a ronronear mi nombre, y es un duro
recordatorio de quién es como persona.
Este lado de ella, la diosa sexual que intenta abarcar, es una fachada para sus
inseguridades y problemas profundamente arraigados. Ahora que soy mayor y más
sabio y he madurado y dejado atrás las tendencias superficiales de un veinteañero,
puedo ver a través de ella.
144
Capítulo Diecisiete
Brooke
Refrescada y relajada tras la ducha, salgo del baño esperando encontrar a
Chase esperando su turno. Sorprendentemente, no está.
La costumbre me hace registrar mi entorno unas cuantas veces antes de creer
que está realmente vacío.
Pero al echar un vistazo por la ventana, lo veo en la mesa de picnic, al otro lado
del camping, así que en lugar de hacerlo esperar a que me ponga la loción, me
arregle, me vista y haga todas esas cosas de mujer, me pongo la bata y salgo
corriendo del dormitorio para abrir la puerta, asomar la cabeza y avisarle de que es
su turno.
—¿Chase? —Lo llamo a la espalda, dándome cuenta solo cuando se gira para
mirarme de que tiene el teléfono a la oreja—. ¡Dios mío! ¡Lo siento! No sabía que tenías
una llamada.
—No pasa nada. No pasa nada —responde Chase con el teléfono pegado al
pecho mientras habla conmigo.
Me miro los pies descalzos e intento sonreír a pesar de la vergüenza, acabo de
realizar la actividad más relajante conocida por la humanidad e ir al grano para que
él pueda retomar su conversación. —Sólo quería que supieras que la ducha está libre
si quieres usarla.
—Gracias. —Sonríe, y me doy la vuelta, tratando de no permanecer demasiado
tiempo en su asunto.
Por desgracia, por muy galante que sea, no puedo apagar los oídos lo bastante
rápido como para perderme lo que dice a continuación.
—No, Caroline —oigo decir suavemente a Chase.
¿Caroline? ¡Caroline! Hay una Caroline con la que Chase habla en voz baja por
teléfono, y yo soy una idiota furiosa. Santa, santa mierda.
148
Yo: No puedo decirte eso. Apenas puedo decirme ESO. Así que hazlo.
Háblame. Escríbeme. Lo que sea. Lánzame cualquier mierda de salud mental que
se te ocurra hasta que se te pegue algo.
Sam: De acuerdo, bueno... sin contexto, esto va a ser un poco difícil.
Yo: ¡SAM!
Sam: De acuerdo, bien. Aléjate del borde, Brooke. Aléjate lentamente.
Yo: No te ofendas, pero estás haciendo un trabajo TERRIBLE.
Sam: ¿Perdona? ¿Esperabas que fuera creativa en el ambiente en el que vivo
actualmente? PAPA ESTA CAGANDO CON LA PUERTA ABIERTA AHORA MISMO,
BROOKE. ¿POR QUÉ, PREGUNTAS? ¡Porque quitó todas las puertas de todos los
baños! Los niños se metieron con la pasta de dientes UNA VEZ, y se ha vuelto
completamente loco. NO HAY PUERTAS EN LOS BAÑOS. EN NINGUNO. Y estás en
un tour para el puto Netflix. Así que, dime de nuevo, ¿cuál de nosotras es la que
necesita ser hablada desde el borde, ¿eh? ¿QUIÉN?
Volví a examinar mis emociones y, de la forma más extraña posible, su
despotricar funcionó tal y como le pedí, devolviéndome a la realidad y poniendo un
poco de tierra firme bajo mis pies.
Esto no es el fin del mundo, ni mucho menos. Esto es sólo... la vida. Y podría
ser mucho peor. Digamos, tener que cagar sin puertas, por ejemplo.
En el mundo real, a veces nos enamoramos de personas que no están
disponibles o con las que no terminamos.
Claro, la mayoría de la gente no llega a escribir un libro entero sobre esas
cosas, pero yo soy autora. Pasar mis emociones a la página es lo que hago. Es mi
válvula de escape, mi cordura, mi rutina. Acabo de hacer lo que sé, y ahora, ahora
que sé que está con otra, puedo dejar todo esto atrás y centrarme en hacer una buena
historia. Clive y River pueden simplemente ser.
Sí, estoy bien. Está todo bien. De verdad. O al menos, lo estaré en tres o cinco
días laborables después de haber dejado tiempo para el procesamiento. —Me hundo
al sentarme e intento que mis hombros se relajen.
También le mando un mensaje a mi hermana.
Yo: Gracias. Era justo lo que necesitaba. Y siento lo de cagar al aire libre. De
verdad, de verdad espero que mejore pronto.
Sam: Te haré saber mi fecha de ingreso en el pabellón psiquiátrico.
Yo: Y en cuál, también. No lo olvides. Quiero poder visitarte.
Sam: Te quiero, cabrona.
150
Pero es lo que hay, y como dijo mi hermana Sammy, al menos no tengo que
cagar sin puerta.
Además, está toda la gira de Netflix y los sueños que se hacen realidad e incluso
el éxito de este próximo libro. Todo es bueno, aunque ahora no lo parezca.
Tan silenciosamente como puedo, me levanto del colchón y saco la pijama del
bolso, me lo pongo sin ponerme ropa interior y me meto de nuevo en la cama.
Mi piel estará seca por la mañana, pero no hay ni la más mínima posibilidad en
un monzón de que vuelva a salir al baño donde se encuentra mi crema hidratante
antes de que salga el sol por el este.
Sáquenme del horno y estampen algunas líneas de la parrilla en mi culo,
porque si yo fuera un filete de restaurante, estaría cocida y hecha con este día.
152
Capítulo Dieciocho
Jueves 18 de mayo
Chase
Las carreteras interestatales se han convertido en carreteras secundarias
mientras serpenteo con la autocaravana por la campiña de Ohio en dirección a los
viejos lugares de Brooke: Hometown, Ohio. Es lo bastante temprano como para que
la luz del sol incida suavemente y Brooke siga durmiendo a pierna suelta en el
dormitorio.
Mis pensamientos, en cambio, me despertaron temprano. Brooke ya estaba en
la cama cuando anoche colgué el teléfono con Caroline, y por mucho que me hubiera
gustado verla, creo que fue lo mejor. Las conversaciones con una Caroline borracha
no suelen ponerme de muy buen humor, y lo de anoche no fue nada fuera de lo
normal. Porque a pesar de lo feliz que estoy con mi carrera y mi vida en general, no
estoy para nada donde creí que estaría en el amor.
Nunca fui del tipo soltero perpetuo. No buscaba el sabor de la semana ni
necesitaba libertad para explorar. Sentar la cabeza, encontrar una mujer a la que
cuidar y, con el tiempo, formar una familia, eran las cosas que tenía en mi lista de
deseos.
Pero pasar ocho años de tu vida con alguien, sólo para descubrir que todo ha
sido un desperdicio como que hace añicos ese viejo cubo.
Sin embargo, llamadas como la de anoche ponen de relieve el hecho de que
esquivé una bala, así que al menos hay un resquicio de esperanza.
Deseoso de distraerme, esta mañana he revisado y contestado algunos correos
electrónicos de trabajo de Frank y Regina antes de releer varios capítulos de
Accidental Attachment con la intención de tomar notas. Pero Clive y River despertaron
otra serie de emociones para las que no estoy preparado.
Como resultado, he sido muy reservado. Aparte de algunos mensajes más de
Mo preguntando por el desayuno de Brooke, la pasta de dientes de Brooke y el café
de Brooke que no me he dignado responder, todo ha estado tranquilo.
153
La puerta del dormitorio cruje y Brooke maldice en voz baja mientras sale a la
sala dando tumbos sobre unas piernas de mar que aún no ha probado. Al igual que
en un barco, la autocaravana se balancea y se balancea en la carretera, y cualquiera
que intente caminar tiene la sensación de estar aprendiendo a hacerlo por primera
vez.
—¿Estás bien? —pregunto cuando la oigo chocar contra algo, seguido de un
ladrido agudo de Benji. Bajo el volumen de la canción de Tom Petty en la radio para
oírla mejor.
—Mierda —murmura antes de alzar la voz en mi dirección para responderme
directamente—. Sí, sí. Me encuentro bien. Me siento un poco como si hubiera pasado
por el bisturí de Derek Shepherd por una lesión cerebral traumática y estuviera
volviendo a aprender a hacer bee-boop como un humano, pero estoy bien.
Me río mientras ella se desploma en el asiento del copiloto como una muñeca
de trapo. Solo puedo mirar un segundo, pero lo que veo cuando lo hago apaga los
circuitos normales de mi cerebro. Agarro el volante con las dos manos y la
autocaravana se desvía con los latidos de mi corazón.
Los pezones de Brooke están ahí, a la vista de todos.
Claro, hay una fina capa de camiseta de tirantes blanca sobre ellos, pero juro
por la Semana de la Moda de Nueva York que es la tela más frágil jamás creada. Son
finos y, lo que mejor puedo evaluar con ese rápido vistazo a una vista por debajo de
la tela, son de un color rosa malva. Sé que es específico, y no, no sé cómo soy capaz
de llegar a esta conclusión. En cualquier caso, soy incapaz de detener mi lectura.
La camiseta de tirantes le llega hasta el ombligo, y en la parte de abajo, unos
simples calzoncillos bóxer de hombre se ciñen sobre sus muslos esbeltos de tono
oliva cálido. Es un poco alucinante, pero juraría que son exactamente de la misma
marca y estilo que los míos.
Racionalmente, sé que no me robó la ropa interior, pero... mi polla realmente,
realmente cree que lo hizo.
Inmediatamente me viene a la cabeza una escena de Accidental Attachment, una
de las que he leído esta mañana, en la que River se queda a dormir en casa de Clive
por primera vez, sin haberlo planeado. River se pone un conjunto igual a éste, sólo
que tanto la ropa interior como la camiseta son de Clive. El capítulo anterior es una
de las cosas más sexys y eróticas que he leído nunca, sin excepción, y ver a Brooke
así después de leerlo esta mañana me está alterando el sistema nervioso central de la
polla.
Y si me siento así durante mucho más tiempo, no voy a poder ocultarlo tras los
pantalones y el cinturón de seguridad.
154
—Fuera de la ciudad. Pero sí. Pasé por esta plaza todos los días de camino al
jardín de infancia hasta duodécimo grado.
—¿Lo echas de menos?
Brooke se encoge de hombros, sus ojos escanean todo lo que está a la vista con
mucha memoria muscular. —Piezas, sí. Me encantaba la sencillez. Pero no podría
haberme quedado aquí, sin hacer lo que hago y sin ver a quién veo cada día. Estaba
muerta por dentro. Ahora, no tengo amigos de los que hablar, aparte de Benji, —
corrige cuando él suelta un pequeño ladrido—, pero estoy radiante por dentro.
Demasiado brillante la mayoría de los días, si soy sincera. Las voces son fuertes.
Sacudo la cabeza con una sonrisa y me sorprendo cuando Brooke grita y salta
de su asiento a toda velocidad y corre hacia la parte de atrás.
—¿Brooke? —Grito, dirigiendo la autocaravana a su plaza de estacionamiento
designada en la plaza—. ¿Estás bien?
—Sí. Acabo de ver a mi profesor de primero en la plaza, ¡y preferiría que no
me viera en pijama!
Su respuesta es tan entrañable y un broche de oro perfecto para mi
introducción a su ciudad.
Esta noche, sin embargo, podré ver a Brooke en acción real con las personas
que mejor la conocen.
Y no puedes esperar, carajo.
Capítulo Diecinueve
Brooke
Jamie Carter, mi ex marido, y su nueva esposa están aquí, siendo amables y,
más allá de eso, sentimentales en medio de mi aparición pública en Hometown.
Hace años que no me acerco a esta plaza, ni siquiera he conducido por ella.
Pero ahora estoy en medio de lo que parece una sesión de terapia para ex-parejas en
el edificio de psiquiatría al final de esa sinuosa carretera, mientras Chase Dawson, el
hombre más soñado al que he visto y tocado ocasionalmente, me mira a unos quince
centímetros de distancia.
Cuando pensaba que no estaba preparada para estar aquí haciendo esto, no
tenía ni idea de lo acertada que estaba.
Dios mío, realmente no estaba preparada para esto en absoluto.
—Sabes que siempre quise apoyarte, aunque no entendiera cuál era la mejor
manera de hacerlo —dice mi ex marido en voz baja, con una familiar aspereza en la
voz—. Supongo que más vale tarde que nunca.
¿Qué se dice a algo así cuando la nueva esposa de la persona está a su lado
cuando lo dice? No me parece romántico ni anhelante, al menos, pero tampoco sé qué
se supone que es aparte de eso.
—Te lo agradezco, Jamie, pero sinceramente, es agua pasada. Ha pasado
mucho tiempo, y ni siquiera te culpé entonces. Simplemente no estábamos alineados,
no íbamos por el mismo camino. Pero es muy amable por tu parte venir aquí. —Una
suave carcajada salta de mi garganta—. Un poco incómodo, pero muy agradable.
Jamie empieza a sonreír, con una curva apenas visible en una comisura de los
labios. Nunca ha sido una persona expresiva y, aparte de ser un buen ser humano, es
todo lo contrario a la personalidad extrovertida de Chase en todos los sentidos. Pero
antes de que alguno de los dos pueda decir algo más, el bullicioso sonido de mi
familia entrando al lugar lo invade todo.
Quizá por primera vez en mi vida adulta, agradezco su intromisión sin gracia.
159
Después de que Sammy se marchara, sólo quedaban unas veinte personas por
ver antes de que terminara el primer encuentro oficial de mi gira Netflix en
Hometown, Ohio.
Y carajo, qué alivio.
Y hambre.
Sólo hay un restaurante en la ciudad que permanece abierto hasta tan tarde
como para dar cabida a la cena de celebración de Chase y mía, pero no me importaría
si estuviera comiendo cartón en este momento. El local de alitas, Bone and Batter, es
incluso mejor.
Benji, un verdadero conocedor del pollo, también agradece los trozos que le
voy dando bajo la mesa.
Doy un sorbo a mi vaso de cerveza, este no es precisamente un establecimiento
lujoso y Chase se las arregla para que comer alitas parezca digno. Lo juro, nunca
había visto a nadie separar los huesos de la carne para poder comerse la alita sin
mancharse la cara de salsa y restos.
Aun así, después de todas las revelaciones personales que Chase ha
presenciado esta noche, he estado un poco más callada que mi yo tocapelotas normal.
Nunca pensé que Chase conocería a Jamie ni a mi familia. Fue como un shock
para mi sistema.
—No eres la única con un ex, ¿sabes? No tienes por qué extrañarte en absoluto
—dice finalmente Chase, leyéndome la mente con una frialdad que podría confundir
fácilmente con alguna mierda de significado si me lo permitiera.
—Yo sólo... Bueno, supongo que nunca esperé que apareciera por allí, y
realmente no esperaba que trajera a su nueva esposa. —Me río de mí misma, y suena
un poco trastornada—. Es un buen hombre. Siempre lo ha sido. Los dos queríamos
cosas completamente diferentes. Él quería aquello con lo que crecimos. Yo quería
cualquier cosa menos eso.
—Bueno, oye, estás millas por delante de mí, entonces. Mi ex-prometida quería
acostarse con mi mejor amigo, y de hecho, eso es exactamente lo que hizo.
—¡¿Qué?! —Casi chillo—. ¿Tu ex te engañó?
—Sí.
167
—¿A ti? ¿Alguien engañó a alguien con tu cara es lo que intentas decirme? —
Cacareo como una gallina—. No me lo puedo creer.
Se ríe un poco, pero lo miro fijamente, inexpresivo, y finalmente lo afirma. —
Sí. Durante un año y medio. Demonios, puede que no haya sido su única aventura.
Doy una palmada tan fuerte en la mesa de madera epoxi que tiembla. —¡Cierra
la puerta ahora mismo!
—Lo digo en serio —promete, se limpia las manos en la servilleta y vuelve a
sentarse en su silla de metal.
—Lo capto de ti, de verdad, pero aún me cuesta mucho creerlo.
Se aclara la garganta y se pasa una mano por el cabello durante un largo rato,
como si me estuviera considerando. No sé lo que ve, pero vuelve a inclinarse hacia
delante, apoya los codos en la mesa y me mira atentamente. —La llamada de la otra
noche. Cuando saliste para decirme que habías salido de la ducha.
Me doy cuenta y abro la boca como un halcón que se abalanza sobre un ratón.
—Nooo.
Chase asiente, sus bonitos rasgos ocultan completamente los hechos que está
exponiendo. —Sí. Se llama Caroline, y llama una vez cada mes más o menos.
Así que esa es Caroline...
Mi corazón se emociona demasiado con esta revelación y carraspeo para
concentrarme en la conversación. Ya sabes, como haría cualquier persona normal
que no está enamorada desde hace tiempo y que haya escrito un libro entero sobre
un chico.
—¿Por qué te sigue llamando?
—Todo es un puto juego. —Se encoge de hombros—. Ella finge que está
tratando de recuperarme, pero estoy bastante seguro de que sería más puramente
clasificado como una táctica de tortura.
—No sé. Me tragaría lo de recuperarte. Me pareces un buen partido.
Ja, ja, ja, ja. Eres una mentirosa. Él es la última trampa para ti.
—Bueno, gracias. Pero sólo llama cuando está borracha, y nueve de cada diez
veces es ella la que saca el tema de Justin, mi ex mejor amigo.
—¿Justin? —pregunto con sorna para confirmarlo, y él asiente—. No lo
entiendo, lo siento. No me salen las cuentas. Es imposible que alguien llamado Justin
tuviera algo mejor que tú. Me niego a creerlo. Me niego.
Chase se ríe, con la garganta completamente extendida, la cabeza hacia atrás,
una sensualidad fuera de este mundo, y todos mis argumentos quedan demostrados.
168
Es el hombre más sexy del mundo, y yo soy el Todopoderoso de todas las cosas
poderosas porque yo, Brooke Baker, lo hice hacer eso.
Tomo una patata frita, la mojo en mostaza y le doy un mordisco para celebrar
mi victoria, pero estoy a punto de caerme de la silla cuando Chase se inclina hacia
delante y me pasa suavemente el pulgar por la comisura de los labios.
—Sólo un poco de mostaza residual —dice con un pequeño guiño, y todo lo que
puedo hacer es sentarme e intentar recordar cómo respirar.
Acaba de tocarme la boca. Con sus dedos. Los dedos de Chase estaban en mi
boca.
Benji me pone el hocico en las piernas, sabiendo perfectamente que mi ritmo
cardíaco se dirige hacia territorio peligroso, pero yo lucho contra la fuerza del
síncope y me obligo a inhalar discretamente unas cuantas respiraciones
tranquilizadoras.
—Por cierto —añade Chase con una sonrisa—. Creo que lo más extraño de esta
noche es el hecho de que mojes tus patatas fritas en mostaza.
—Espera. —Enarco una ceja hacia el techo y levanto una mano hacia su cara—
. ¿Mi consumo de mostaza es más extraño que el hecho de que mi ex marido haya
aparecido en mi reunión de hoy con su nueva mujer? ¿O el hecho de que mi padre
preguntara a mis lectores si había un concierto de Fleetwood Mac después?
—Sí. —Asiente con una suave risita—. Es tan increíblemente extraño que
honestamente creo que es lindo.
Cree que mi uso de la mostaza es lindo, y me ha tocado la boca.
Dios mío, tengo tantos problemas que ni siquiera es gracioso.
¿Este hombre es soltero? ¿Y la última mujer con la que estuvo lo trató como una
absoluta basura? Suena como un juego, set, situación épica para mí.
Para, Brooke. Trabajas con él, me regaña la dulce y bondadosa voz de ángel en
mi cabeza.
Pero tengo un poco de miedo de que cuando escribes un libro sobre alguien,
todas las cosas malas y problemáticas ya estén en marcha. Conciencia, dulce ángel,
será mejor que te acostumbres al lado oscuro, cariño. Creo que estamos aquí para
quedarnos.
Mi mente se tambalea con mi próximo movimiento, buscando en lo más
profundo alguna técnica de coqueteo o seducción certificada que haya utilizado en el
pasado y que haya funcionado. Lamentablemente, mi historial no es precisamente de
ases. A decir verdad, no sé si alguna vez he intentado seducir a alguien, no con éxito.
Mi torpeza siempre parece triunfar sobre mi atractivo sexual.
169
Capítulo Veinte
Brooke
Acurrucada en el dormitorio de la autocaravana, con la barriga llena de alitas
de barbacoa deshuesadas, me pongo el portátil sobre los muslos y miro fijamente el
cursor parpadeante al final del capítulo veinte. Me he puesto los auriculares con el
sensual ritmo de “Closer” de Nine Inch Nails en la cabeza y hago todo lo posible por
seguir los consejos de mi editor de ensueño.
—Amplía la escena de sexo en la sala de descanso —sugirió Chase esta noche
en la cena—. Me temo que si dejamos a los lectores colgados en ésta sin un clímax,
tendremos un disturbio entre manos.
Vaya, entiendo lo que dice a un nivel intrínseco. El anhelo, el dolor, la
necesidad de más... mis huesos están llenos de todo eso y más.
Tanto tiempo con Chase no ha hecho más que mejorar mi enamoramiento,
porque resulta que su versión real es incluso mejor que la ficticia que me había
inventado. Es considerado, divertido y fácil de llevar en los momentos adecuados. Ha
sido lo suficientemente insistente como para mantenerme centrada en el trabajo sin
que me sintiera condescendiente o paternalista en modo alguno, y si no deja de echar
la cabeza hacia atrás cuando se ríe y de mostrarme las musculosas venas de su larga
garganta, voy a tener un orgasmo espontáneo en mis bragas.
Soy una paleta de crema congelada, suplicando ser descongelada por la
lengua de Chase, y si todavía fuera consejera en el instituto de Hometown, estoy
bastante segura de que todos los estudiantes estallarían en llamas a mi alrededor.
No es ninguna vergüenza ser una autora romántica sexy, pero cuando escribí
esta escena en concreto, no lo era.
La verdad es que cuando desvanecí esa escena a negro, fue porque estaba tan
excitada por las fantasías de este pobre hombre desprevenido que necesitaba
atención de la vida real. Desgraciadamente, fue de mi propia mano y de un par de
juguetes, pero no dejó de ser contacto real.
171
sobre su hombro izquierdo—. Voy a salir. Tú... disfruta de la ducha. Sí, disfruta de la
ducha. —Asiente tantas veces que pierdo la cuenta—. Y yo voy a dar ese paseo,
entonces. No debería ser muy largo a menos que me pierda o me coma un oso o algo.
Nunca jamás he visto un oso en el centro de Hometown, Ohio. Chase Dawson
es perfecto, ¿recuerdas? Si él dice que hay osos, tal vez haya osos.
—No corras —digo rápidamente, haciendo que se le arrugue la frente y me
apresure a explicarle—. Si ves un oso, quiero decir. Dicen que correr es la forma más
rápida de que te coman, a menos que estés con alguien y corra más despacio que tú.
Su boca forma esta pequeña curva sexy pero curiosa. —¿Es eso realmente lo
que dicen?
¿Por qué incluso sus expresiones faciales tienen que ser tan calientes? Quiero
decir, ¿en serio? Esto se está volviendo estúpido.
—La parte de correr definitivamente —añado finalmente—. Pero no creo que
todo el mundo tire a su compañero debajo del autobús como yo.
—¿El autobús o la autocaravana? Sólo intento estar preparado, ¿sabes? —
bromea, y la sonrisa de satisfacción de su cara me pone al borde de la excitación.
Mi vagina hormiguea. Mi boca se ríe. Y una parte de mí odia lo sexy y atractivo
que es este hombre en todos los momentos de la vida cotidiana. —No te preocupes
—consigo replicar bromeando, a pesar del dolor siempre presente entre mis
piernas—. Ni siquiera puedo arrancar esto, y mucho menos atropellarte.
—Buenas noticias —responde, su sonrisa se extiende tanto hacia sus ojos que
prácticamente se apodera de ellos. Una gigantesca boca andante, así es Chase
Dawson cuando sonríe así.
—Supongo que nos veremos después del paseo —le ofrezco, haciéndolo reír.
Golpea la delgada pared de madera junto a la puerta y asiente.
—Bien. Nos vemos después del paseo. Y eh... disfruta de la... eh... ducha.
—Lo haré. —Querido Dios, lo haré. De verdad, de verdad lo haré.
Escucho atentamente mientras Chase sale de la autocaravana y la puerta se
cierra tras él con un suave clic, seguido de un fuerte golpe. Después de una
exhaustiva evaluación postraumática de la ardilla, aprendimos por las malas que si no
le echas un vistazo después de cerrarla, en realidad no se cierra. Sinceramente, a
estas alturas voy a soñar con una ardilla mutilándome la cara la noche anterior a cada
aparición, pero escuchar el simple sonido de Chase golpeando la puerta con el
trasero para asegurarse de que la fauna salvaje se queda fuera durante mi ducha hace
que mi cara se derrita en una sonrisa.
Sí, realmente es el perfecto objeto de deseo.
173
Suspiro.
Me bajo de la cama, me pongo de puntillas en la sala, echo un último vistazo
por la ventana y observo su fuerte espalda mientras se aleja por la acera desde
nuestro estacionamiento en la plaza del pueblo. A su izquierda, Bill's Flowers and Gifts
está en silencio, salvo por las luces parpadeantes del escaparate, y Pan City, el
restaurante más concurrido de la ciudad casi todas las noches hasta que cierra a las
ocho de la tarde, está a oscuras a la derecha. Hay un millón de recuerdos bonitos de
mi infancia aquí, pero ninguno es tan bonito como este: el cabello oscuro de Chase,
sus brazos venosos y su trasero lleno mientras pone un pie delante del otro en medio
de todo.
Se mueve con tanta confianza y seguridad, cualidades que no creo haber tenido
nunca en mi alta y larguirucha estatura. Nací torpe, gritando en la sala de partos con
sonidos que, según mi madre, se parecían a los de su gallo de la infancia, Eduardo.
Gracias por eso, por cierto, mamá.
Saco los dedos de entre las persianas, dejo que vuelvan a su sitio y me desnudo
rápidamente de camino al dormitorio. Si voy a tener tiempo para lavarme y
depilarme, si sabes a qué me refiero, tengo que ponerme en marcha y pronto.
La piel de gallina se extiende por todas las superficies expuestas de mi cuerpo.
De algún modo, el aire de la autocaravana sobre mi piel desnuda es
completamente distinto del aire de mi propia casa, casi como si supiera que hay otra
persona en ese espacio. No sé cómo explicarlo, aparte de que parece como si el
fantasma de Chase estuviera acechando en algún lugar y de algún modo me viera en
toda mi desnudez.
Como he olvidado el teléfono en la entrada, subo corriendo a buscarlo sin
ponerme nada y me siento como una criminal mientras lo hago. De vuelta, veo el
manuscrito de mi libro sobre la mesa del comedor y me detengo.
En los dos últimos días, no había leído nada de este libro por segunda vez
después de escribirlo. Lo escribí, fingí experimentarlo por mí misma y seguí adelante.
Pero si no recuerdo mal, tengo algo bastante caliente ahí entre el universo paralelo
que son Chase y Brooke como Clive y River.
Y quizá... quizá no sería mala idea que leyera un poco justo antes de meterme
en la ducha. Ya sabes, en nombre del trabajo...
Mierda. No, Brooke. No hay tiempo. Quién demonios sabe lo rápido que camina
Chase, y después de abrazarlo y sonreírle todo el día, necesito correrme de verdad.
No puedo arriesgarme. Otro día le daré una vuelta al libro.
174
avaricioso, y antes de que me dé cuenta, está en cuclillas frente a mí, echándose uno de
mis muslos por encima del hombro, deslizando mis bragas a un lado y enterrando la
cara entre mis piernas.
Gimo. Maúllo. Mi espalda se arquea por el placer al rojo vivo que me provoca su
hábil lengua.
Sus manos me agarran el culo, y mis caderas se agitan hacia su cara, mi cuerpo
inquieto y necesitado del tipo de orgasmo que sé que sólo él puede darme.
Y mierda, es implacable en la forma en que me come.
Dios mío, su boca y su lengua, chupan y se arremolinan y lamen contra mí...
Otro gemido sale de mi garganta y soy incapaz de controlarlo. Mi cabeza cae
hacia atrás y el agua cae en cascada sobre mi piel, y es como si ya no supiera ni dónde
estoy.
Lo único que siento es al hombre de mis sueños y a mí, y un clímax que va a
hacer estallar todo lo que he sentido hasta ahora.
¿Desvanecimiento a negro? Ya no.
176
Capítulo Veintiuno
Chase
La plaza del pueblo está tranquila cuando vuelvo a la autocaravana. Sólo queda
un pequeño grupo de lo que creo que son adolescentes, y están demasiado ocupados
haciendo lo que sea que hacen los adolescentes en estos días para notar mi presencia
cercana.
Una parte de mí quería ver un poco más del lugar que crió a Brooke, y otra
parte sabía que necesitaba un tiempo a solas para volver a poner en orden mis
sentidos. No sé qué me pasa, pero es como si no hubiera tenido una idea clara de cuál
es la verdadera relación entre Brooke y yo desde que embarcamos en esta cosa hace
casi cuarenta y ocho horas.
Si añadimos el dilema de que no puedo estar en la caravana mientras Brooke
está en la ducha, un paseo era más que necesario. Era pura supervivencia. Por no
mencionar que si no llamaba a Mo esta noche, estaba bastante seguro de que iba a
sufrir un aneurisma. Me envió no menos de diez mensajes de texto sólo durante la
reunión. Todos ellos giraban en torno a que Mo estaba en una especie de misión
secreta de espionaje para asegurarse de que a ningún otro lector le gustaban los
libros de Brooke tanto como a ella.
Quiero a mi hermana, pero es obvio que está mal de la cabeza.
Cuando llego a la gran autocaravana, subo los pequeños escalones metálicos
para abrir la puerta, pero justo cuando se abre, mis oídos captan el sonido de —Oh,
Dios —seguido de un gemido que sé que sale directamente de los labios de Brooke.
Para joderme aún más la cabeza, no es el gemido suave y apenas perceptible
que oí la última vez que estuvo en la ducha. Es más fuerte y capta mi atención de un
modo nada profesional.
El pánico me hace abrir los ojos y vuelvo a cerrar rápidamente la puerta antes
de alejarme.
Mierda, pensé que ya habría terminado.
177
Porque por mucho que Brooke sea un partidazo y medio, sé que esa no es la
verdadera razón por la que me la estoy imaginando protagonizando frente a mí la
próxima gran película porno.
Es el libro. Tiene que ser el libro. ¿verdad?
La química entre Clive y River está fuera de lo común, y las escenas calientes
resultantes son como fuegos pirotécnicos humanos. Hay intimidad y pasión y sexo
muy intenso, y para un lector visual como yo, puede hacerte creer que estás allí y que
te está pasando a ti.
Por no hablar de que hace más de seis meses que no tengo relaciones sexuales
con nadie que no sea yo, y este tipo de sequía no me está echando una mano en mi
situación actual.
Hablar en detalle de una escena en la que River se extiende sobre la encimera
de la cocina de Clive para que él pueda lamerle el coño hasta que se le pongan los
ojos en blanco durante la cena de esa noche puede hacer que un hombre se sienta
excitado. Si a eso le añadimos a la guapa, dulce e increíblemente amable Brooke
Baker gimiendo como si hubiera nacido para ello en la ducha, justo al lado de donde
me encuentro, tenemos la receta para el desastre.
Al cerrarse la ducha, mis opciones se reducen aún más. Ya no tengo tiempo
para decidir; tengo que actuar. Rápida y eficazmente, cierro la puerta de un portazo,
me aseguro de que está bien cerrada y camino en la otra dirección. Sé que si hago
esto Brooke se preguntará qué he oído o cuánto tiempo he estado allí, pero puedo
garantizarle que si saliera del baño y viera a Batman Boner iluminando el cielo
nocturno a la vista de todos, lo sabría y algo más.
Benji ladra desde la ventana, pero no miro atrás. A todos los efectos, estoy
sordo. Y para el futuro próximo temporal, me he ido hasta que pueda controlarme a
mí mismo y a mi polla palpitante.
179
Capítulo Veintidós
Brooke
Se oye un fuerte estruendo en la parte delantera de la autocaravana, que
tiembla un poco cuando salgo rápidamente del cuarto de baño sólo con una toalla
envuelta alrededor del cuerpo. En el sofá, Benji se levanta sobre sus patas delanteras
y ladra por la ventana.
—¿Qué fue eso, Benj?
Ni siquiera me reconoce, y su ladrido se suaviza hasta convertirse en un
gruñido bajo y alerta.
No me he secado del todo, pero como no quiero perder la oportunidad de ver
qué pasa, me pongo de puntillas en la misma ventana que Benji, me apoyo en el
mostrador y echo un vistazo por mí misma.
Hay un pequeño grupo de gente en la esquina de la plaza del pueblo, pero
aparte de eso, no encuentro nada fuera de lo normal. No hay rastro de Chase, ni de
nadie que reconozca y, por lo que veo, todo parece normal.
Benji ya se ha acomodado y me golpea con el trasero mientras se da la vuelta
y se vuelve a acomodar en el sofá.
Echo un último vistazo de un lado a otro antes de dejar que las persianas
vuelvan a su sitio mientras una gota de agua de mi cabello se abre paso por mi
espalda. Como la sensación de no estar completamente mojada o seca en un momento
dado me da escalofríos, vuelvo corriendo al dormitorio y me froto la piel y el cabello
con la mullida toalla.
Puede parecer una locura, pero creo que en un escenario de tortura, sería muy
débil si me amenazaras con hacerme llevar una camiseta húmeda.
Una vez seca, me pongo mis artículos de aseo habituales, desodorante,
perfume, loción, crema hidratante facial y me cepillo el espeso cabello castaño con
un cepillo mojado. Está duro, incluso después de lavarlo, gracias a los diez litros y
medio de laca que me he echado antes de la cita de hoy. Y no es la primera vez que
me pregunto cómo aprenden otras personas a hacer cosas de mujeres.
180
Abro la puerta de nuevo y me disculpo mientras Benji trota por la abertura para
saltar sobre la cama. —Lo siento, Benj. No estaba pensando.
Me da la razón y pongo los ojos en blanco. No hace falta que me lo restriegue.
Ya no hay nadie en la habitación, cierro la puerta, me subo a la cama con él y
tomo el teléfono de la mesilla. Una parte de mí se siente rara por llamar a Chase en
este caso, pero la otra parte racional de mí sabe que no es el tipo de persona que se
enoja cuando le pregunto por su paradero cuando tengo un buen motivo.
Yo: Hola, Chase. Siento molestarte, pero me preguntaba dónde habías ido.
Ja. Ya sabes, como... ¿vas a volver pronto? Estaba pensando en irme a la cama y
no quería dejar la puerta abierta pero tampoco quería dejarte fuera si no tenías la
llave y…
¡Caramba! De algún modo, he conseguido ser torpe, formal y gramaticalmente
incorrecto en un solo texto. Borrar.
Intentémoslo de nuevo.
Yo: Oye, colega, ¿tienes la llave de la autocaravana?
Correcto. Vago como el infierno se encuentra confuso como el infierno. Borrar.
Yo: Ey. ¿Te importaría decirme adónde has ido y cuándo volverás?
Genial, ahora soy el miembro más reciente de OutKast, y ni siquiera han sacado
un álbum en no sé cuántos años.
Borrar.
Vamos, Brooke. Sólo sé normal.
Yo: Oye, me voy a acostar y quiero cerrar la puerta por seguridad. ¿Tienes la
llave para entrar cuando vuelvas?
No es estelar exactamente, pero es el mejor de todos con diferencia. Le doy a
enviar antes de pensarlo demasiado y me dejo caer sobre las almohadas de encima
de la cama. Benji levanta la cabeza al sentir la sacudida del colchón.
—Lo siento, Benj, pero ya sabes con quién estás tratando. Y viendo que estamos
viajando con el hombre vivo más sexy, no preveo que vaya a mejorar pronto.
Nunca había oído a un perro hacerlo, pero juraría que se ríe.
Me tapo los ojos para escapar de su escrutinio perruno, pero el alivio dura
poco. Antes de que pueda respirar hondo por completo, mi teléfono suena sobre el
edredón a mi lado con el sonido de un mensaje de texto.
Lo tomo y abro el mensaje, apretando las nalgas mientras lo hago. Puede que
sea una chica grande con grandes logros, pero soy un gato asustadizo y medio con
182
Capítulo Veintitrés
Chase
Cuando vuelvo a la autocaravana después de calmarme con un Old Fashioned
en un pequeño bar a una manzana de distancia, Brooke está dormida y la puerta del
dormitorio cerrada. Solo la luz de la sala, encima del sofá, guía mis movimientos.
Cierro la puerta lo más suavemente que puedo sin dejar de dar un semi portazo
y luego escucho atentamente para ver si la he despertado.
Aparte de los suaves ronquidos de Benji, no oigo nada. Supongo que es seguro.
Con una profunda señal, tomo asiento en el sofá y apoyo la cara entre las
manos. Desde el momento en que decidí venir a este viaje en calidad de tal, en el
fondo de mi mente, sabía que me había metido en un pequeño lío.
Admitámoslo, por muy importante que sea el libro, uno no se ofrece voluntario
para conducir la autocaravana de un autor si es editor jefe en una editorial como
Longstrand. Simplemente no lo haces.
Lo sabía y lo hice de todos modos. Es más, incluso me metí en la boca del lobo
que es el despacho de mi jefe y mantuve la decisión bajo su escrutinio y subí la
apuesta de hasta qué punto mi trabajo está en juego con este libro.
Me reiría de mí mismo si no fuera tan repugnante.
En cualquier caso, ahora estoy aquí, y voy por el caso setecientos de bolas
azules, al menos eso es lo que parece.
Y esta noche tengo que llevarnos al camping de Chicago, así que tenemos
tiempo para trabajar en el libro de mañana. Ya sabes, la supuesta razón por la que vine.
Pongo los ojos en blanco tan fuerte que los noto en mi cabello.
Con un suspiro y un gemido, me levanto del sofá y me dirijo a la parte delantera
de la autocaravana para quitar los parasoles de las ventanillas y encenderlo. Por
suerte, el depósito de combustible está lleno desde que paré justo antes de que
Brooke se despertara esta mañana, así que debería poder recorrer las cinco horas de
viaje sin preocuparme de parar.
184
Sin preocuparte de que vayas a hacer algo increíblemente estúpido como meterte
en la cama de Brooke y tirar de ella para acurrucarte.
Con el motor calentado y una taza de café recién servida, me subo al asiento
del conductor y arranco.
Destino: el próximo camping aleatorio a las afueras de Chicago.
Enfoque: sólo en la carretera, y para nada en cómo es la cara de Brooke cuando
llega al orgasmo.
Maldita sea, realmente apestas mintiendo. Incluso a ti mismo.
185
Capítulo Veinticuatro
Viernes 19 de mayo
Chase
Esta mañana todavía estoy cansado de conducir anoche, pero si no me levanto
ahora, no lo haré en mucho tiempo. Mi cuerpo anhela el tipo de sueño que te aísla del
mundo durante un día y medio; puedo sentirlo, pero no tengo tiempo.
En lugar de eso, tengo el café, el cuaderno y el manuscrito de Accidental
Attachment sobre la mesa, y estoy sirviéndole una taza a Brooke cuando sale del
dormitorio. Lleva el cabello recogido, algo de maquillaje y unos vaqueros ajustados
de pierna recta con una camiseta blanca y botas marrones. También lleva un bolso
colgado del pecho, y es ese aspecto del atuendo el que hace que salte mi radar.
Noto que se me juntan las cejas, pero intento que la arruga no sea demasiado
extrema.
—Uh, planeando ir a alguna parte, ya veo, ¿eh?
Brillante, Chase. No es una forma rara de decirlo. Sonrío, esperando que eso
ayude.
—¡Sí! —Su voz es entusiasta, y casi rebota sobre los tacones de sus botas
mientras habla—. Pensé que podríamos ir a ver la ciudad. Hacer un recorrido por el
río. Ese tipo de cosas.
—Oh. Yo... bueno, pensé que tal vez podríamos trabajar en el libro...
Entonces mira hacia la mesa y ve por primera vez el café y la mesa de trabajo.
Su cara se derrite de decepción y, si no me equivoco del todo, de terror.
—Oh.
—No quiero parecer aguafiestas —me apresuro a añadir—. Sólo sé que
tenemos mucho trabajo que hacer y poco tiempo para hacerlo.
Entonces ella asiente, agarra su bolso para quitárselo como si fuera a ceder y
sentarse, y yo... me rompo. No sé qué es, porque seguramente no se trata de mi
186
pragmatismo, esa parte de mí sabe muy bien lo que está en juego, pero verla abatida
es demasiado para soportarlo.
Me echo atrás más rápido que un marido que acaba de decirle a su mujer que
su trasero parece grande con sus nuevos vaqueros.
—¿Sabes qué? —Cerré el cuaderno—. Podemos trabajar después de volver o
durante la cena o algo así. Sólo estaremos en Chicago hasta mañana por la tarde, así
que podemos ver la ciudad. Hacerlo bien.
¿Hacerlo bien? Ya ni siquiera sé quién soy. Nunca había dicho algo así en mi
vida.
La sonrisa de Brooke vale un millón de vatios y un millón de veces más. Cuando
sonríe o se ríe, su cara pasa de ser algo interesante a algo que te saca el aire de los
pulmones. Tiene sentido por qué Netflix quería hacer la gira con ella: lo sepa o no, es
encantadora.
—¡Sí! —Golpea el aire con el puño y baila una especie de danza en el pasillo
de la autocaravana—. ¡Ese es el espíritu! Dicen que hay que escribir lo que se sabe y,
para saberlo, hay que salir ahí fuera y hacerlo. Así que, hagámoslo, Chase Dawson.
¡Hagámoslo!
—¿Hacer el Dew? —pregunto con una sonrisa burlona.
—¡Haz el Dew! —asiente entusiasmada, y lo sigue con otra sacudida de puño.
—¿Te gusta Mountain Dew?
—¡No! —grita.
Una risita empieza en mi pecho y se abre camino hasta mi garganta con
facilidad. —Eres muy divertida, Brooke, ¿lo sabías?
—No salgo mucho, pero nos mantengo a Benji y a mí muy entretenidos, así que
oír tus noticias no es una gran sorpresa.
Benji suelta un pequeño ladrido al oír su nombre y sale trotando del dormitorio
trasero con su chaleco de servicio intacto.
Y me pongo en pie, mientras mis ojos contemplan el enigma sonriente que es
Brooke Baker.
Hombre, me gusta su confianza. Me gusta su alegría. La verdad sea dicha, me
gusta que mi cambio de postura en el trabajo y aceptar ir a explorar Chicago fuera
todo lo que necesité para hacerla sentir así.
Pero más allá de todo eso, me gusta Brooke. Y si pensara en mis sentimientos
durante más de un segundo, creo que me daría cuenta de que me gusta demasiado.
187
Capítulo Veinticinco
Brooke
Salgo del cuarto de baño, con el último pipí previo hecho y los dientes lavados.
Benji está listo para salir con su chaleco de perro de servicio, y Chase está
empaquetando el manuscrito en una carpeta y colocándolo de nuevo dentro de su
bolsa de lona en la cabina de la cocina. De un vistazo, mi olvidada mochila de cuero
al otro lado de la mesa me hace el gesto del dedo corazón.
Hombre, realmente soy una tonta procrastinadora. La realidad es que al final voy
a tener que sacar tiempo para trabajar en Accidental Attachment. La fecha límite se
acerca, y lo creas o no, el trabajo no se hará solo.
Pero hoy no. Hoy ya tengo otra cosa en marcha. Ni siquiera el “9 a 5” de Dolly
podría motivarme a sentarme y mirar fijamente la pantalla del ordenador en lugar de
salir a explorar la ciudad de Chicago ahora mismo.
—Llamaré a un Uber —me ofrece Chase, y hago una pequeña mueca de dolor.
—Sí, mira, sobre eso...
—¿Qué? —Se ríe moviendo la cabeza—. ¿Ya has llamado a uno?
—Bueno, más o menos. —Inclino la cabeza de lado a lado como una chica de
Valley—. Quiero decir, ya podría haber llamado a un Uber antes de salir. No quería
perder el tiempo, ya sabes, esperando hasta que pudiera preguntarte y obtener una
respuesta y tal. —Se ríe y yo me apresuro—. ¡Pero lo habría cancelado si me hubieras
dicho que no!
—Por supuesto.
—¡Lo habría hecho! —Hago un gesto salvaje con las dos manos—. El coche
venía del centro, e iba a tardar un rato en llegar, y no quería hacernos perder el
tiempo, para poder volver aquí lo suficientemente pronto y poder seguir trabajando.
Estoy escupiendo mentiras como una cómica haciendo trabajo de multitudes,
pero si alguna vez hubo un momento para el lema cueste lo que cueste es éste. Hoy
no estoy por esa vida de tengo un trabajo.
188
—Oh, te creo.
Entorno los ojos hacia él. —¿Entonces a qué viene esa cara?
—¿Qué cara?
—¡La que estás haciendo que ningún humano tan sexy como tú ha hecho antes!
—suelto, impacientándome—. Tienes el ceño demasiado fruncido, Dawson, y se nota.
—¿Crees que soy sexy?
Los latidos de mi corazón golpean la palanca de cambios y aceleran mi ritmo
hasta la sexta marcha. ¿Creo que está sexy? No. Es como preguntar si a los cerdos les
gusta revolcarse en la mierda.
—Oh, vamos —refunfuño—. Sabes que estás sexy, y estás dando rodeos. ¿Por
qué pones esa cara?
— Supongo que me estoy preparando para lo que sea que me metas hoy.
Me río. —Créeme, no soy una mujer salvaje. Vamos a meternos en alguna pizza
de plato hondo, como mucho. Nada de estancias en cárceles duras o similares en
nuestro futuro, pinkie promise. —Extiendo mi dedo más delicado, y Chase lo
considera durante un largo segundo mientras Benji me aprieta.
Mi perrito sabe que no soy la genial fachada de pepino que exhibo. Al igual
que Farmers Insurance, él sabe un par de cosas, porque ha visto un par de cosas.
Mi teléfono emite una alerta de Uber avisando de que nuestro conductor está a
punto de llegar, y Chase vuelve a sacudir la cabeza con una sonrisa antes de
apartarme el meñique y tirar de mí para darme un abrazo.
Es la sensación más extraña y familiar, y hay una parte de mí que quiere
inclinarse y aferrarse el resto del día. Por suerte, Benji ladra al coche que se acerca,
y es suficiente para darme cuenta de lo que está pasando para apartarme del hombre
que huele tan bien antes de que me detengan por acoso.
Cuando el coche se detiene frente a nuestra autocaravana, compruebo que la
matrícula es la misma y espero a que el conductor diga mi nombre por la ventanilla
antes de abrir la puerta del pasajero.
Cuando eres una mujer soltera, aprendes a protegerte tan intrínsecamente que
lo haces incluso cuando hay un hombre cerca.
—¿Brooke?
—Esa soy yo. Leroy, ¿verdad?
El conductor se fija en Benji mientras asiente, y abro la puerta para que Benji
salte primero. Lo llevo con correa, aunque en realidad no la necesita, pero no confío
de que todos los desconocidos de una ciudad nueva no digan algo. También le puse
189
su chaleco de servicio en lugar de un traje, y por lo que puedo decir, está haciendo
el truco.
A veces los conductores se resisten a dejar entrar a Benji en sus coches cuando
no se le identifica claramente como lo que es.
Quiero decir, obviamente, es un superhéroe para mí, pero por lo general nadie
más lo entiende.
Chase y yo subimos después de Benji y, como vamos los tres juntos en el
asiento, mi pierna empuja la de Chase. No estoy en absoluto preparada para lo firme
y musculosa que es, ni para ver el dulce rubor de Chase cuando me toca el muslo por
accidente al intentar poner la mano en el suyo.
Querido Dios, ¿cómo hiciste a este hombre? ¿Cómo? Debo saber la receta
completa con las instrucciones para completarlo. Quiero decir, si no puedo tener a
Chase, también puedo intentar hornear un hombre igual a él desde cero, ¿no?
En aras de mi cordura, me entretengo desbloqueando el teléfono y entrando
en Facebook para echar un vistazo al grupo NYC Doggie al que me uní antes de que
empezara esta gira. Benji aún no lo sabe, pero he estado buscando a su amiga desde
que le fallé aquel fatídico día en el parque. La última cosa que quiero hacer es romper
el corazón de mi dulce amigo sin remedio, y le jure que ambos tendríamos nuestra
oportunidad en el amor.
En mis ilusiones, estoy teniendo mi oportunidad ahora, con Chase, lo que
claramente no es el caso, pero eso no significa que Benji no merezca su propio felices
para siempre porque soy completamente ilusa. No quiero decepcionarlo.
Primero reviso mi post, hecho bajo mi perfil de incógnito, BrookieCookie,
donde he descrito a la dulce chica del lazo y al hombre con el que estaba en un
esfuerzo por sacudir la memoria de alguien. Hasta ahora, nadie tiene ninguna pista,
pero ha habido algunos comentarios amistosos que han defendido mis esfuerzos.
Carrie Lawson: ¡Nueva York no dormirá hasta que encontremos el alma
gemela de tu perrito!
Hunter G: Me impresiona que mantengas la cabeza fría, BrookieCookie. Yo
dejaría mi trabajo e iría por Tom Cruise en busca de mi amor perruno.
Della Plays: He estado en el parque tres veces esta semana, sin suerte hasta
ahora. Volveré a comprobarlo mañana.
Chase me mira varias veces sin curiosear, pero sé a ciencia cierta por mi
ángulo y proximidad que puede ver mi pantalla. Si yo fuera él, sentiría curiosidad, así
que decido informarle un poco.
190
Y ahora soy una mujer adulta que recorre estas ciudades mientras mis libros se
convierten en una serie en Netflix. Si pudiera contárselo todo a mi niña, después de
explicarle qué es Netflix y cómo Blockbuster quebró hace siglos, sé que estaría
encantada.
Veo pasar los rascacielos a través de la ventana y me doy cuenta de lo
impresionante que está Chicago en primavera. La ciudad hace un esfuerzo increíble
para ajardinar las calles urbanas con hermosas flores y árboles en flor.
Veo un cartel que indica Millennium Park y me doy cuenta de que está a sólo
unas manzanas. Durante mi solicitud de Uber, pedí que me dejaran allí porque es el
único lugar del que he oído hablar en Chicago.
Ja. Guau. Eso suena... loco.
Santo cielo. En realidad no sé nada de esta ciudad que acabo de convencer a
Chase de explorar...
Benji empieza a darme codazos cuando empiezo a ponerme nerviosa, y yo le
devuelvo el codazo. Sé que está haciendo su trabajo y todo eso, pero sí... ahora no.
Voy a luchar contra el desmayo con pura fuerza de voluntad, aunque me mate.
No me desmayaré ni me mearé en la parte trasera de un Uber de camino al centro
de Chicago. No me desmayaré ni me mearé en la parte trasera de un Uber de camino al
centro de Chicago. No me desmayaré ni me mearé en la parte trasera de un Uber de
camino al centro de Chicago... y repetiré hasta el infinito.
Mi mejor amigo mantiene la mirada pero deja de chocar, y por la
consideración, le estaré eternamente agradecida.
Tras varios minutos de silencio, el Uber se detiene en Michigan Avenue con
vistas a la famosa Bean, y sin mucha elección, agarro la correa de Benji y salgo por la
puerta del pasajero del lado del conductor mientras Chase sale por la contraria.
Mientras el coche se aleja, Chase se acerca a Benji y a mí con una cálida sonrisa
y los brazos abiertos. —Así que... ¿qué es lo primero en nuestra agenda de 'explorar
Chicago'?
Es en ese preciso momento cuando la oleada de todo contra lo que había estado
luchando en el coche se abate sobre mí, y pierdo el control, me tiro al suelo, me siento
sobre el culo y pongo la cabeza entre las manos. Benji y Chase me rodean, aunque
creo que Benji está más confundido porque mis constantes vitales no hacen lo que
suelen hacer en estas situaciones. Estoy mareada, pero es diferente. Es como
emocional o algo así.
—Dios mío, ¿Brooke? ¿Estás bien?
192
—Vas a firmar este libro —me dice—. Voy a ponerlo en algún sitio mientras
entras y pides pizza, y luego, vas a publicar sobre ello en las redes sociales.
—¿Okayyy...?
—Y luego —añade con una sonrisita traviesa—. Nos comeremos la pizza y
veremos cómo la gente acude en masa por ella.
—¿Hablas en serio? No puedes hablar en serio.
—Sip, mi bro. No broma.
Sonrío a mi pesar, porque oírle utilizar el lenguaje de la Generación Z en tono
casi serio es demasiado. Y entonces, suspiro.
—¿Cuál es tu problema hoy, Dawson? Normalmente es fácil estar contigo.
Se ríe. —Sigue siendo fácil estar conmigo, Baker. Sólo te estoy demostrando
que también es fácil estar contigo. Y que los fans te adoran a ti y a tus libros y que no
tienes nada que temer en esta gira ni con este nuevo libro ni con nada. Tienes mucho
talento, Brooke. En serio, si el talento fuera violento, ya habrías arrasado con todos a
tu alrededor. Incluso a Chuck Norris.
—Bien, eres molesto porque incluso cuando eres molesto, eres simpático. Y
eso es más molesto que sólo ser molesto, así que eres doblemente molesto con una
cereza encima.
Asiente, aceptándolo plenamente.
Refunfuño, le arrebato el libro y el rotulador de la mano, firmo rápidamente la
portada interior y se lo devuelvo con un empujón en su varonil pecho.
—Voy por pizza. Ven a buscarnos a Benji y a mí cuando termines de
comportarte como un bicho raro.
Vuelve a hacer ese guiño sexy. —Oh, no te preocupes. Lo haré.
La verdad es que no puedo esperar. Esto es lo más divertido que he tenido en
mucho tiempo.
Mucho más, y puede que no quiera que termine nunca.
198
Capítulo Veintiséis
Sábado 20 de mayo
Chase
Apenas ha salido el sol y yo ya estoy levantado y llevo una hora entera de
jornada.
El café me chamusca la piel sensible del labio superior mientras bebo un sorbo
de la que ahora considero mi taza: tiene pequeñas rayas negras en su superficie
blanca y un asa que se adapta perfectamente a mis cuatro dedos.
Ayer pasamos la mayor parte del tiempo explorando la ciudad, y esta mañana
Brooke aparecerá en el programa de televisión Buenos Días, Chicago, para hablar de
todo lo relacionado con Shadow Brothers.
Mientras ella se prepara, y puesto que nos pondremos en marcha poco
después de que termine su entrevista televisiva, decido trabajar un poco. Compruebo
brevemente si hay algún correo electrónico de Longstrand en mi teléfono y, cuando
no aparece nada urgente, me meto en la cabina de la cocina de la autocaravana para
retomar mis notas sobre Accidental Attachment.
Los márgenes del libro de Brooke están llenos de ideas, sugerencias y
garabatos. Alguien que no conozca mi forma de trabajar podría pensar que esto
significa que hay un millón de cambios que hacer y quemar el manuscrito en ese
mismo momento.
Tendré que tener cuidado de recordárselo antes de que se ponga como una fiera.
Pero para mí, cuantas más notas tomo, mejor es el libro. Con los libros que no
me gustan, no tengo casi nada que decir.
Cuando me encanta algo... soy el tipo de redactor que se queda tan
embelesado, tan colgado, que no puedo evitar comentar tanto lo bueno como lo malo.
Y no sólo más de esto y menos de aquello sino con las formas en que cada chiste me
hizo escupir toda en la camisa o salir corriendo con ansiedad. Quiero que el creador
de la obra sepa cuándo no puedo respirar por la opresión en el pecho o cuándo un
199
personaje me toca tan de cerca que desearía poder descolgar el teléfono para
llamarlo.
Conozco el nivel de trabajo que Brooke y todos los demás autores vuelcan en
sus manuscritos, y merecen tener la confirmación de que su tiempo y esfuerzo dan
sus frutos. A veces necesitan el refuerzo de un editor, y yo estoy más que dispuesto a
hacerlo.
Dejo la taza en la mesa con cuidado, tomo mi copia del manuscrito y empiezo a
leer un capítulo sobre la primera vez que River lleva a Clive a su apartamento. Está
escrito desde el punto de vista de ella y lo he leído varias veces, pero nunca deja de
arrancarme una sonrisa.
Introduzco la llave en el ojo de la cerradura de la puerta de mi apartamento,
pero antes de accionar la cerradura, me detengo y me giro hacia Clive.
—Bien, antes de dejarte entrar, hay algunas cosas que deberías saber.
—¿Ah, sí? —Ladea la cabeza, pero sus ojos no se apartan de los míos—.
¿Cómo qué? ¿La puerta de tu apartamento es en realidad una puerta a Narnia? ¿O
tu apartamento está muy, muy sucio, como ese episodio de Friends en el que Ross
sale con esa mujer que tiene una rata en su bolsa de patatas fritas? Necesito que
me indiques si debo concentrarme en el asombro o en la mierda.
—Ninguna de las dos cosas. Pero hay varias comedias románticas en mi
cuenta de Netflix y un CD de Janis Joplin en el estéreo.
—Entonces, ¿para qué se supone que debo prepararme? —me pregunta,
acercándose a mi cara y esbozando una sonrisita sexy—. ¿A la vista de un CD?
—No. Tendrás que prepararte para las reglas.
—¿Las reglas?
—Sí. —Asiento. Sólo una desafiante inclinación de cabeza—. Las reglas.
—De acuerdo —responde Clive y da un paso atrás en un gesto con ambas
manos extendidas frente a él—. Ponlas sobre mí, Riv.
—El único condimento que sirvo es mostaza. La cátsup es para las ovejas y
la mayonesa para los simios. Al menos, en mi apartamento. Por lo demás, siéntete
libre de hacer lo que quieras con tu libre albedrío.
Sonríe en lugar de correr directamente en otra dirección, y el corazón se me
acelera en el pecho.
—¿Qué más?
—A estas horas, mi televisor sólo conoce un canal. No se dejará influenciar,
y no se cambiará, no importa lo lindo que sonrías.
200
Hablando de sonrisas bonitas, la suya se hace aún más grande. —¿Y a qué
canal seré sometido?
—TV Land, por supuesto. Cuando alguien me pregunte a quién quiero, Lucy
siempre será la respuesta.
—De acuerdo, Riv. Definitivamente tienes algo que explicar, pero por el bien
de salir de este pasillo, voy a seguir mi instinto y aceptar las reglas ahora.
Me aparto del manuscrito al oír abrirse la puerta de la habitación de Brooke,
obligando a mi mente a volver al mundo real. No es un mal lugar para estar, en una
autocaravana con Brooke Baker, pero cuanto más escarbo en el reino de Clive y River
una y otra vez, más difícil me resulta recordarme a mí mismo que los aleteos en mi
pecho y los dolores en mis mejillas no son reales. Por mucho que parezca que
deberían serlo, Clive Watts y River Rollins no son personas reales.
Convencerme a mí mismo es especialmente difícil ahora, después de haber
leído esta escena con un contexto totalmente nuevo sobre la obsesión de River por la
mostaza. Brooke la sacó de sí misma, como hacen todos los escritores, pero como
lector, con poco o ningún contacto con la autora, normalmente no te enteras.
Dejo el bolígrafo, tomo mi taza de café y espero a que Brooke atraviese el
pequeño pasillo que hay junto al cuarto de baño. No es un largo camino, pero como
lleva ya un rato preparándose, la espera se me hace muy larga.
Cuando por fin sale, lleva el suave cabello castaño recogido detrás de una
oreja, sujeto con un pasador, y las pestañas alargadas con rímel. Al verla, se me corta
la respiración.
Clive y River y Lucy Ricardo son oficialmente un recuerdo.
Lleva una americana de terciopelo burdeos sobre el top de encaje blanco más
fino y sedoso que he visto nunca. Unos pantalones negros de corte lápiz completan el
conjunto y terminan en la parte superior de unos brillantes tacones negros. Luce
elegante y preciosa y... un millón de calificativos más que a un editor de libros con un
vocabulario por encima de la media se le deberían ocurrir ahora mismo.
—Brooke —empiezo, deteniéndome justo antes de soltar todo un monólogo
sobre lo guapa que está que la asustará más de la cuenta.
—¿Qué? —pregunta confundida por el uso único de su nombre, como debe
ser—. ¿Tengo un aspecto raro? Intento no caminar como un potrillo sobre hielo, pero
hace tiempo que no me pongo un par de tacones.
—Definitivamente no pareces rara. —Tengo que parpadear para creer que es
real—. Te ves... bueno, te ves hermosa.
201
mente lo de los aviones y los hoteles de cinco estrellas cuando planearon esto
inicialmente.
—Creo que le da carácter. Piensa que podrías acabar con una aguja de pino
pegada al zapato en lugar de papel higiénico. Sinceramente, me parece mejor.
—Mejor para una secuela de Somos los Millers, tal vez. ¿Pero mejor para una
gira de Netflix? No estoy tan segura —replantea Brooke riendo—. Aunque es lo que
es. Así que supongo que será mejor que nos pongamos manos a la obra.
Me levanto de mi sitio en la cabina y llevo mi taza al fregadero para verterla,
ofreciéndole: —¿Quieres que te haga un café para llevar?
Ella asiente, pero sus palabras no coinciden. —No. No, no debería. Acabaré
derramando un poco sobre esta blusa justo antes de salir al aire.
—¿Y si la preparo yo, sostengo la taza en todo momento y superviso cuando
tomas un sorbo? —le pregunto, dándole otra oportunidad. Por lo que parece, le
vendría bien un aliado de cafeína.
Su risita es dulce y satisfactoria. Una parte de mí se siente llamada a recrearla
una y otra vez. Y es esa parte de mí la que, sin duda, está metida en un buen lío.
—Quiero, pero no. —Decidida, sacude la cabeza—. No confío en mí misma.
Estoy a dieta de líquidos claros hasta que termine con esto.
—¿Vodka? —Sugiero, convirtiendo su risita en una carcajada.
—Déjate de ideas geniales, Dawson, o acabaré accediendo a una de ellas.
Sacudo la cabeza. —Bien. Ni café ni vodka... todavía. Los dejaremos para
después del espectáculo.
Me dispara una adorable pistola de dedos. —Ahora estás hablando.
—Creo que ambos sabemos desde ayer que soy un excelente planificador,
Baker.
—Cuando buscas en el diccionario la palabra 'planificación', ¿dice ser muy
tramposo y ligeramente manipulador?
—Oh, vamos —insisto, acercándome a la puerta, abriéndola y sujetándola para
que no choque contra Brooke o Benji mientras me siguen escaleras abajo hacia el
exterior—. ¡No puedes decirme que ayer no te lo pasaste como nunca!
—Entre eventos cardíacos, fue bastante espléndido. Incluso cuando me
engañaste para que trabajara mientras estaba hasta las narices de pizza.
—Todo lo que hice fue hablar un poco sobre Accidental Attachment. Quiero
decir, eso es un poco por lo que estoy en este viaje en primer lugar, ¿sabes?
203
—Es una forma graciosa de admitir que me has arruinado el día, pero supongo
que los editores deben ser creativos con el lenguaje.
—Realmente eres más guapa cuando finges estar enojada.
—Escucha, señor. —Me señala la cara con un dedo índice—. Esa frase era
demasiado suave ayer cuando me hacías fotos viendo lo que parecía un centenar de
lectores rabiosos venir a buscar el libro firmado que escondiste en el alféizar de una
ventana en pleno centro de Chicago, y lo sigue siendo hoy. Por no hablar de que la
expresión de mi cara en esas fotos probablemente sea directamente miedo a acabar
en el periódico por incitar a una turba.
No puedo negar que, una vez que Brooke subió a Instagram la foto que hice del
primer libro de The Shadow Brothers que había escondido en la calle, fue un puto
espectáculo ver cómo los lectores acudían en tropel a buscarlo. Un espectáculo que
sabía que ella necesitaba ver. Un espectáculo que merecía ver.
—Oye, la suavidad no es culpa mía. Son todos los Clive y River que he estado
leyendo. —Insisto—. Estás empezando a alterar la química de mi cerebro.
Resopla tan fuerte que casi se ahoga con su propia saliva y se dirige a
trompicones al coche que la espera, con la correa de Benji aún en la mano. Él sube
primero y Brooke lo sigue. Y elijo no pensar en el hecho de que eso va a poner a
Brooke justo contra mí en el coche, igual que ayer.
—¿Qué? No es tan descabellado, ¿verdad? —Me meto dentro y cierro la puerta
tras de mí—. ¿Que me transforme en los personajes con los que paso tanto tiempo?
Tú también debes hacerlo.
Miro a Brooke a los ojos mientras el conductor se aleja hacia la entrada del
camping.
—Oh, Chase —murmura, con una sonrisa irónica en la cara que no consigo
descifrar—. No tienes ni idea.
—Ves. Así que deja de atragantarte con saliva y empieza a mentalizarte de que
tú, Brooke Baker, puedes y vas a salir en la tele.
—Poesía, esa frase. Poesía absoluta.
—A veces, en la vida y en la literatura, tienes que decir las cosas como son,
Brooke. Puede ser aburrido que caminara hasta el armario, pero caminar hasta el
armario, lo hizo.
Pone los ojos en blanco, pero también suelta una risita, y probablemente ese
sonido me gusta demasiado.
Estoy bastante seguro de que eso ya se ha establecido, amigo.
204
Añade un fluido corporal, y la apuesta realmente sube—. Voy a arreglar esto. Cuando
lleguemos al estudio, sacaré la mancha.
—¿Qué? ¿Cómo? ¡Es sangre, Chase! ¡Sangre! Ni siquiera ese tipo de OxiClean
confía en poder quitar esto.
—Lo sacaré, lo prometo. Concéntrate en parar la hemorragia. —Arranco un
trozo de pañuelo y lo envuelvo antes de levantarle el labio y metérselo por debajo.
Se sorprende por la intrusión—. Toma. Mantén esto debajo del labio, sobre las encías,
para que haga presión. Me dieron un codazo en la cara jugando al baloncesto en el
instituto, y el entrenador deportivo me enseñó este truco para detener una
hemorragia nasal.
—¿Fuiste una estrella del baloncesto en el instituto? —pregunta, asombrada.
No puedo evitar reírme de la insinuación, así como de lo fácilmente que se distrae su
mente.
—¿Estrella? No mucho. He jugado, pero eso es todo. Sólo mido uno ochenta y
cinco, y no llegué a serlo hasta mi último año. En el mundo del baloncesto, yo era
prácticamente un enano.
Brooke me mira de arriba abajo, con el labio sobresaliendo como una adorable
ardilla, gracias al pañuelo que lleva dentro. —No pareces enano en nada.
Se me hincha el pecho y se me mueven las cejas, pero la verdad es que tengo
suerte de que Brooke no tenga acceso a mi anuario del instituto. Mi curva de
crecimiento fue lenta en el mejor de los casos, y no llegué al punto de musculatura en
el que estoy ahora sin la ayuda de un entrenador personal que me enseñara a usar el
gimnasio cuando vivía en Nashville.
Tanto en la literatura como en el mundo real, la perspectiva puede fingirse. Con
un poco de esfuerzo, hacer que la gente vea lo que uno quiere que vea es fácil.
Sin embargo, no siento la necesidad de enmascarar mi pasado con Brooke. A
menudo está nerviosa, pero no deja que los nervios le impidan ser auténtica. No sé si
ella se da cuenta de lo adorable que es eso, pero creo que el hecho de que yo esté
dispuesto a someterme a varias rondas de la Escuela de Medicina de Eliminación de
Manchas a través de Google y YouTube solo para asegurarme de que su blusa no se
vea estropeada en televisión habla por sí solo.
—Gah —respira, mirándose la blusa antes de taparse los ojos con las manos—
. No puedo creer que este sea mi aspecto antes de mi primera aparición en televisión.
Parece como si me hubieran rellenado mal los labios, me hubieran dado un puñetazo
en la nariz y me hubieran apuñalado en el pecho con el cuchillo más pequeño del
mundo, todo al mismo tiempo.
207
La reina del drama que hay en ella está en plena exhibición. Con cualquier otra
mujer me sentiría molesto, pero con Brooke no. En todo caso, me divierte. —No es tan
malo como te lo estás imaginando, y todo es temporal. Cuando lleguemos, iremos
directamente al baño y me darás tu blusa. Haré magia y te la devolveré en un par de
minutos, te lo prometo.
—Genial —murmura suavemente—. Desvestirme en el baño de señoras
mientras haces triaje en mi blusa es exactamente lo que imaginé cuando me desperté
esta mañana.
—Si eso es cierto, tal vez quieras informarte sobre estar dotada de un sexto
sentido. Porque eso estoy bastante impresionado —me burlo.
—Estoy bastante segura de que eso está reservado para los niños fantasma y
los Bruce Willises del mundo. —Menea la cabeza—. Pero si lo tuviera, estoy segura
de que ya lo habría utilizado para evitar algunas cosas en esta gira. Benji tendría una
novia, y yo me habría mudado a Nueva York antes de todo el lío del divorcio.
—Bueno... ¿es un nuevo regalo, tal vez?
—Ya hemos llegado —dice el conductor, liberándonos afortunadamente de
este extraño estado de espera. Por muy tentado que estuviera de arrancarle la blusa
allí mismo en el coche y empezar a trabajar, de alguna manera, creo que eso podría
haber empeorado las cosas.
Es sólo una teoría, pero yo apostaría por ello.
Brooke frunce el ceño mientras la saco a toda prisa del coche y la meto por la
puerta trasera del estudio de Buenos Días, Chicago, con una mano en la espalda y
Benji a nuestro lado. La protejo como si hubiera un grupo de paparazzi disparando
con sus cámaras, aunque lo más seguro es que no sea así, y me apresuro a llevarla al
baño después de preguntarle a alguien cómo llegar.
Una vez dentro del baño, le quito la correa a Benji de la mano y la empujo
suavemente hacia el retrete.
—Eep —grita, frunciendo el ceño mientras cierra la puerta batiente. Sonrío y
miro a su mejor amigo guiñándole un ojo.
Sé que es un perro, pero juraría que los extremos de su boca se curvan en una
sonrisa.
—Sólo tienes que pasarlo por encima de la cabina —le digo con confianza, aún
sin estar completamente seguro de cómo voy a arreglarlo, pero lo suficientemente
decidido como para saber que lo haré.
Atrapo la blusa cuando sale despedida por encima de la puerta y suelto la
correa de Benji con una pequeña inclinación de cabeza. Benji emite un leve graznido
208
que confirma que ha captado el mensaje: él se ocupará de nuestra chica, que está en
plena espiral, y yo me ocuparé de la blusa.
—No te muevas. Volveré con ella en diez minutos máximo.
—¡Diez minutos! —grita—. ¿Y qué se supone que debo hacer durante diez
minutos?
—¿Escuchar una de tus canciones favoritas de Dolly en tu teléfono?
—Escucha, señor. No metas a Dolly en esto.
—Pero pensé que habías dicho que ella era la respuesta a todo.
—¡Chase! —exclama, exasperada.
—Lo siento —digo entre risas—. No sé lo que deberías hacer. ¿Salir desnuda?
Sólo puedo resolver un problema a la vez.
—Ugh. Bien.
Me río ante el gruñido de Brooke y salgo por la puerta casi corriendo. Le dije
que solo podía solucionar una cosa a la vez, pero lo cierto es que estaría dispuesto a
hacer más.
Mucho más. Y que me jodan si eso no es alarmante.
Hombre oh hombre, podrías estar en problemas.
209
Capítulo Veintisiete
Lunes 22 de mayo
Brooke
El Brooke Baker Autocaravana Tour no se rinde.
Los últimos días han sido un torbellino. Hemos ido de Chicago a San Luis, de
San Luis a Memphis y ahora vamos de Memphis a Nueva Orleans.
Estoy agotada y apenas he hecho otra cosa que hablar con la gente, dormir y
esforzarme en peinarme y maquillarme, así que no puedo ni imaginarme lo que siente
Chase.
Lo juro, nunca he visto a ese hombre quedarse quieto. Si tiene el culo sobre un
asiento, es porque está conduciendo o trabajando o pidiéndome comida en un
restaurante en el que he exigido que comamos. Si no está trabajando en el libro, está
limpiando una mancha de sangre de mi blusa de seda.
Verdaderamente, es polifacético.
Y no sé si premiarlo o sedarlo, pero esta noche, como vuelve a conducir, tengo
que conformarme con hacer lo posible por mantenerlo despierto y entretenido el
tiempo suficiente para llegar a Nueva Orleans.
Pero cuanto más lejos conducimos, más tengo que esforzarme porque, como
resulta, empecé a quedarme sin cosas graciosas que decir en algún lugar alrededor
de Arkadelphia, Arkansas.
Rebusco en mi maleta en busca de atrezzo y lo reviso todo tres veces antes de
decidir que no soy Carrot Top de la vieja escuela, ya sabes, antes de que se volviera
raro y musculoso, y que nunca debería intentar entretener a alguien con atrezzo.
Pero cuando miro a mi derecha, la bolsa de Benji se asoma desde el armario, y
tengo la brillante idea de acabar con todas las ideas brillantes.
Claro, Benji y yo tenemos una talla y una forma ligeramente diferentes, pero
tiene que haber algo de uno o dos de sus disfraces que me quede bien si me esfuerzo
de verdad. Y Chase tiene que pensar que una mujer en un perro disfraces de
superhéroe es gracioso. ¿Verdad?
210
Rebusco y escojo y reviso todo, tiro las cosas que creo que podrían funcionar
sobre la cama y me las pruebo una a una.
La capa del Capitán América encaja a la perfección con las orejas de Batman,
e incluso soy capaz de deslizar los brazos de Hulk sobre los míos. Benji me mira desde
el suelo, ligeramente horrorizado. —No me veo ni de lejos tan bien como tú, colega,
pero con suerte le sacaremos unas risas a Chase.
Incluso si sus risas provienen de la vergüenza ajena que le produce mi
ridiculez, al menos tiene que ser suficiente para darle un poco de endorfinas para
seguir conduciendo. No tengo reparos en hacer el payaso en este juego de mantener
despierto al conductor de nuestra autocaravana.
Benji salta sobre sus patas delanteras hasta que me inclino para rascarlo, y
entonces se frota alrededor de mis brazos de Hulk con lo que parece una risa perruna.
Puede que mi perro entienda mi humor mejor que nadie, como debe ser con la
cantidad de chistes míos que oye a diario. Pero, sinceramente, si no fuera por él,
nunca habría seleccionado los chistes que utilizaría en The Shadow Brothers, y puede
que ni siquiera estuviéramos aquí. Además, probablemente me habría abierto la
cabeza sin remedio, así que me ha ayudado desde ambos ángulos.
Básicamente, no confío en nadie como confío en él, y si ahora mismo no me está
sacudiendo la cabeza con vergüenza, no puedo ir por muy mal camino.
Con una rápida aplicación de maquillaje, convierto apresuradamente mi rostro
en una mezcla de los héroes que llevo puestos y me dirijo a la parte delantera de la
autocaravana, donde Chase se encarga de la responsable tarea de conducirnos.
Está de frente y mirando a la carretera, lo que obviamente es bueno, pero eso
también significa que tengo tiempo de subir a trompicones por el pasillo oscilante y
sentarme en el asiento del copiloto antes de que se dé cuenta de mi atuendo.
Una vez que mi trasero golpea el asiento del copiloto junto al suyo, Chase mira
una vez y luego tres veces tan rápido que su cabeza parece un látigo que se balancea
entre la carretera y yo.
Su carcajada es instantánea y gutural, e inmediatamente pienso en otros cinco
disfraces de perro que encargar en internet lo antes posible. No lo haré porque el
momento es de plena actualidad, pero hombre, para hacerlo reír así otra vez, haría
casi cualquier cosa, incluso gastar gran parte de los ahorros de toda mi vida en ropa
destinada a perros.
—Sólo tú podrías verte tan bien como Benji con eso, Brooke.
211
2
ShamWowed: Paño de limpieza multiusos absorbente que permite remover con facilidad toda clase
de líquidos, compuesto de gamuza, toalla y esponja.
212
Sigo sin decir nada. No puedo. Claro, fue gracioso, pero en su mayor parte eran
las locas divagaciones de una mujer que vive sola y está sola el noventa y cinco por
ciento del tiempo. Cuando hablas sola, hasta la comida empieza a tener personalidad.
Tomé esa escena directamente de la obra maestra casi alucinante que había montado
para Benji en mi apartamento esa noche.
—¿Y la crítica que hace River en directo por la comida a la que es alérgica y ni
siquiera ha probado? —añade, y sus ojos se iluminan con humor—. Perdí la cabeza
por eso. Fue divertido y sincero, y de alguna manera ni siquiera insultó al chef.
De nuevo, lo saqué de una reseña que hice sobre la nueva comida para perros
de Benji, para Benji, claro, cuando llevaba una botella de vino y estaba procrastinando
como una idiota en Garden of Forever.
—River no toma nada y lo convierte en algo, Brooke. Y eso, eso es el poder de
una estrella.
Por un segundo, ya no sé cómo existir. Porque esas palabras son de las más
dignas de un libro que he oído alguna vez, y Chase Dawson fue quien las inventó.
Sin otra opción, hago lo que mejor se me da: desviar la atención. —Bien,
Shakespeare. ¿Tengo tu permiso para usar esa línea en el libro sin miedo a la
denuncia, a los gritos de plagio o a una demanda por un crédito?
—Oh, vamos. —Pone los ojos en blanco entre risitas. Es un gran giro de ojos ya
que puedo verlo, aunque él no desvía su mirada de la dirección de la autopista.
—¿Qué? ¡Esa fue una gran línea! De verdad. La estoy usando. Te sugiero que
sigas la corriente si no quieres afrontar las consecuencias.
Me mira de reojo desde su periferia. —¿Y esos serían?
—No estoy del todo segura, pero he oído que probablemente sea algo violento.
Y desordenado. Y lleno de mucho papeleo. Por cierto, ¿qué es lo que más temes en
este mundo? Porque eso también tiene que ver.
—¿Tienes acceso a serpientes de cascabel? —pregunta Chase con una risita.
—Sí —respondo con una seriedad impresionante—. Puede que no sea común
para la mayoría de los neoyorquinos, pero tengo toda una guarida de cascabeles del
este agitándose, traqueteando y revolcándose en mi terraza exterior.
Aparta la mirada de la carretera el tiempo suficiente para mirarme de arriba
abajo, vuelve a la carretera y vuelve a hacerlo antes de decir algo. Lo dejo tener su
momento de observación, pero la espera es absolutamente aterradora. Estoy aquí
sentada con el disfraz de perro de Benji, por el amor de Dios. No es exactamente el
atuendo ideal para una situación como esta.
213
Se pasa una mano por la cara y se alborota la parte superior del cabello antes
de dejar escapar una gran exhalación. —Caroline. Mi ex prometida.
El corazón me da un vuelco en el pecho. Basta con oírlo pronunciar la palabra
prometida para que mis celos, totalmente infundados e inmerecidos, caigan en
picado. —Oh, diablos. Eso está mal.
Se ríe secamente. —Sí. Es mejor que no conteste.
Asiento. Puedo ver el mérito de eso completamente. Ojos que no ven, corazón
que no siente.
Pero, por otro lado, es la segunda vez que trata con ella en esta pequeña
aventura en solitario, y apenas hemos empezado, en el gran esquema de las cosas.
Tal vez Caroline no necesita ser ignorada. Tal vez ella necesita lo contrario.
Y tal vez esté mal y sea demasiado entusiasta, pero tomo su teléfono del
portavasos y me desplazo hasta sus llamadas recientes con facilidad. La pantalla ni
siquiera se ha apagado desde que lo dejó, así que no necesito contraseña.
Me cierno sobre su nombre y lo miro en busca de permiso. —¿Te importa?
—¿Importarme? Yo no... ¿Qué vas a hacer?
Me encojo de hombros. Para ser sincera, no estoy del todo segura. Mi corazón
late desbocado y mi lengua se ha instalado en mi garganta. Este comportamiento está
completamente fuera de los límites de lo que consideraría normal para mí y, sin
embargo, no puedo parar.
No sé lo que estoy haciendo. Sólo sé que Chase no necesita estar tratando con
una mujer que se acostó con su mejor amigo repetidamente si él no quiere. Punto.
—Llamarla. Eso es... más o menos lo que he pensado.
—Mierda.
—Lo sé. —Me encojo—. Puedes decirme que no, y lo respetaré. No tengo ni
idea de cómo va a ir, y tú no ordenaste exactamente a un agente deshonesto que
actuara en tu nombre. Golpearme en la cara también está totalmente permitido, por
esta vez y sólo por esta vez.
Se queda pensativo un buen rato, un buen rato, mucho rato, y empiezo a
preguntarme si su mirada contemplativa a la carretera terminará algún día. Me cuesta
mantener la boca cerrada tanto tiempo, pero lo hago, por él.
—Sí. Sí. Hazlo —concluye finalmente, sus hombros se levantan y luego se
hunden aún más que antes—. Honestamente, no es como si fuera a hacerlo peor de lo
que ya es. Así que... qué demonios. Llama a Caroline.
No tiene que decírmelo dos veces.
215
menos que una oportunidad en el infierno. Está literalmente vagando por el núcleo
de la tierra. No. Está. Ocurriendo. Es muy feliz.
—Ah, sí. ¿Es feliz contigo? —replica ella—. ¿Crees que eres inmune a donde
yo estoy? ¿Crees que eres la mujer que lo va a atar? Sí, claro. No tienes ni idea de la
presión que supone vivir a la altura de un hombre como Chase Dawson. Después de
un tiempo, te lo prometo, no estará tan interesado en ti como lo está ahora.
—No, Caroline. No lo estás entendiendo. No estoy diciendo que sea feliz
conmigo. Estoy diciendo que es feliz. Y punto. Y ninguna cantidad de humillaciones
de tu parte va a cambiar eso. Tal vez él y yo estaremos juntos para siempre y tal vez
no, pero el punto es que él nunca va a volver contigo.
Vaya, dice Chase, con una pequeña sonrisa curvando las comisuras de sus
labios perfectamente carnosos.
Le devuelvo la sonrisa, desesperada por romper a Caroline con un martillo aún
más grande si eso lo hace sonreír así otra vez.
—No te creo. —Sigue engañándose a sí misma—. Chase tiene que ser lo
suficientemente hombre para decírmelo él mismo...
Abro la boca para devolver el fuego cuando el teléfono me es arrancado de la
oreja muy repentina pero suavemente. Chase se lo pone en la suya, con la mandíbula
tallada en la piedra más fina. Mármol, tal vez.
—Corta la mierda, Caroline. Estoy cansado de oírla.
Me preguntaría cómo él ha podido enterarse de lo que pasaba para hacerse
cargo de la llamada, pero la evidente respuesta del auricular que tiene ligeramente
alejado de la oreja cuando habla Caroline me dice todo lo que necesito saber.
Demonios, de todas formas podría haber puesto el teléfono en manos libres con lo
ruidosa que es la conversación.
—Como quieras, Chase. ¿Es por eso que tienes a tu nueva novia peleando tus
batallas ahora?
—Caroline —dice, y su nombre se mezcla con un suspiro que incluso hace que
se me caiga el estómago—. Durante mucho tiempo, he dejado que mi lástima por ti
se impusiera a mi cordura.
¿Lástima? Mieeerda. Eso es un aguijón.
—¿Lástima? —casi grita—. ¿Por qué me compadeces?
—Porque todo lo relacionado contigo me entristece —responde, y mis ojos
vuelven a desorbitarse—. Sé que es duro oírlo, Caroline, pero es la verdad. Debido a
tus inseguridades, estás demasiado obsesionada con ser el centro de atención o
217
adormecerte con el alcohol que sigues arruinando todas las cosas buenas que tienes
delante.
Oh, mamá. Alguien llame al 9-1-1 y envíenlos directo a la casa de esta chica
porque esta mierda se acaba de convertir en un incendio de cinco alarmas.
Caroline guarda silencio, probablemente porque en ese momento está
intentando avivar las llamas que la consumen, pero Chase sigue adelante.
—Lo siento por ti, Caroline. De hecho lo siento, pero debería haberte puesto a
raya hace años. Y sinceramente, lo siento por mí mismo por no haberlo hecho. Pero
me alegro de que River me haya dado el valor hoy. Han sido tres largos años de tus
tonterías y he terminado —declara—. No vuelvas a llamarme porque no me interesa
saber nada de ti. Bloquearé tu número y colgaré si intentas llamar desde cualquier
otro. Me cansé de vivir en el pasado. Me cansé de complacer tu supuesta culpa. No te
debo nada. Y lo más importante, he terminado de hablar contigo ahora. Adiós,
Caroline. Para siempre.
Se aparta el teléfono de la oreja, termina la llamada y sus ojos se abren sólo un
poco menos que los míos. No sé cómo esperaba que fuera, pero te juro que nunca
hubiera imaginado que sería tan increíble.
—Bien, Dawson —le digo, mi sonrisa crece por momentos—. Eres oficialmente
Batman por hoy. Espero que Nueva Orleans esté lista con la señal.
218
Capítulo Veintiocho
Chase
Cierro el grifo y salgo de la ducha, tomando la toalla limpia que he colocado
en el único gancho del cuarto de baño de la autocaravana, del tamaño de una lata de
sardinas.
Llevamos conduciendo lo que parece todo el día, y no hemos llegado a Nueva
Orleans hasta hace una hora, cuando el cielo ya estaba oscuro y el reloj se acercaba
a las diez de la noche.
Como Brooke aplazó la ducha hasta por la mañana, pensé que a mí me vendría
bien una buena limpieza. Es curioso cómo conducir durante horas puede hacerte
sentir como si acabaras de pasar una semana en un hostal sin aire acondicionado y
con un solo par de calzoncillos, pero hay algo cuando por fin llegas a tu destino que
hace que una ducha sea como el nirvana.
Seis horas seguidas en la carretera, sin apenas paradas, suelen ser suficientes
para que cualquiera se vuelva loco, pero contra todo pronóstico, Brooke consiguió
entretenernos a Benji y a mí. En un momento dado, salió del dormitorio con una
mezcla de sus disfraces de superhéroe y me reí tanto que casi me salgo de la maldita
carretera.
Estoy convencido de que podría enfrentarse a Ebenezer Scrooge y al Grinch y
salir con los dos cabrones muertos de risa.
Sin embargo, estaba divertidísima con los disfraces de superhéroe de Benji, y
fue justo el subidón de energía que necesitaba para ver el resto del viaje. Por no
hablar de la descarga de adrenalina que supuso que una llamada de Caroline
ignorada a propósito se convirtiera en una llamada de Brooke a Caroline.
Aquella conversación terminó cuando por fin le dije a mi ex lo que debería
haber oído hace mucho tiempo: que tenía que pasar página. En el momento en que
colgué, no me sentí disgustado, enojado o muy molesto. Sentí alivio. Fue como si
hubiera estado cargando con un peso muerto durante los últimos tres años y por fin
lo hubiera descargado en el proverbial vertedero.
Todo gracias a Brooke.
219
Todo lo que puedo hacer es quedarme ahí, con la polla en un asta, cubierto sólo
por una toalla.
Benji ladra unas cuantas veces más antes de estar completamente seguro de
que no hay ningún asesino entre nosotros, pero finalmente da el visto bueno
dirigiéndose de nuevo al dormitorio con un enojo molesto.
Brooke se pone en pie en su ausencia, con el dedo índice frotando una línea
apenas visible y sin sentido en el centro de su labio inferior.
El silencio entre los dos es ensordecedor hasta que ambos intentamos cortarlo
al mismo tiempo.
—Dejé mi ropa...
—Necesitaba bocadillos...
—Así que... eso fue... —Una risita nerviosa salta de su garganta—. Lo siento por
eso.
—Creo que ambos nos sorprendimos mutuamente.
—Sip. Sip. Sí. Definitivamente me sorprendió. Súper sorprendida. —Asiente
tantas veces que temo que le dé un tirón en el cuello.
—Bueno, supongo que será mejor que... —empiezo a decir, pero ella me corta
con un —¡Oh, hombre!.
Sigo la trayectoria de su mirada hasta el suelo, donde varias bolsas de patatas
fritas, galletas y caramelos están esparcidas por la alfombra entre nuestros pies.
—¡Creo que me he vuelto un poco loca con los aperitivos! —exclama a un
volumen muy superior al necesario para nuestra proximidad—. ¡Pretzels! ¡Doritos!
¡Oreos! ¡Patatas fritas! Una bolsa de gomitas. —Dice cada cosa mientras se agacha y
las agarra del suelo—. Es como si tuviera demasiadas opciones o algo así. —Su risa
roza lo maníaco y se levanta de nuevo, apretando todas las bolsas de aperitivos contra
su pecho como si fueran un chaleco salvavidas—. ¿Te apetece un tentempié? —
pregunta y me mira a los ojos con vacilación—. Es muy posible que haya agarrado
demasiados del armario de la cocina.
—Estoy bien, pero gracias. —Le ofrezco lo que espero sea una sonrisa
tranquilizadora—. Y probablemente debería vestirme. —Ya sabes, porque mi polla
sigue dura y lo único que llevo puesto es una maldita toalla.
—Cool. Genial. Suena como un plan. —Sus ojos revolotean hacia mi cintura,
pero luego los desvía rápidamente hacia el suelo—. Y voy a comerme estos
bocadillos, pero no todos. Sólo algunos. Quiero decir, son demasiados bocadillos,
¿sabes? Pero bien hecho, Netflix, ¡asegurándote de que tuviéramos aperitivos!
222
No tengo ni idea de cuántas veces ha dicho la palabra bocadillos, pero sí, son
muchas.
—En realidad —sigue divagando—, probablemente debería ir a llamar a mi
agente ahora y contarle lo de los aperitivos y lo geniales que son los aperitivos y
Netflix. —Sí. Eso es lo que voy a hacer. Voy a llamar a Wilson Phillips, mi agente, no
la banda, y tú puedes desnudarte... —Hace una pausa, con los ojos muy abiertos, y
rápidamente se aclara la garganta y sacude la cabeza al mismo tiempo—. Quiero
decir, vestirte. Estás desnudo. Bueno, no completamente desnudo porque tienes una
toalla, pero ya me entiendes. ¡Ja! Sí. Mejor iré a hacer esa llamada ahora!
Gira sobre sus talones, se dirige directamente al dormitorio y cierra la puerta
tras de sí. Incluso se le cae una bolsa de patatas Lay's por el camino, pero no da
marcha atrás.
Y me quedo de pie en medio del pasillo, preguntándome qué demonios acaba
de pasar.
Estabas a punto de besar a Brooke.
Dejo caer la cabeza hacia atrás un instante antes de espabilarme, tomar la ropa
del sofá y volver al cuarto de baño.
Pero no me visto enseguida.
En lugar de eso, me quedo ahí de pie, con la toalla tendida como una puta
tienda de campaña, los antebrazos apoyados en el pequeño lavabo, y miro fijamente
mi reflejo en el espejo.
No puedo estar seguro, pero parece que estás jodido más allá de lo que crees...
Sacudo la cabeza contra mí mismo y redirijo mis pensamientos como si fueran
lo único capaz de salvarme de lo que sea que acaba de ocurrir fuera de este cuarto
de baño.
No es para tanto, ¿verdad?
Brooke y yo estamos básicamente viviendo juntos en esta autocaravana. Es una
mujer preciosa, y a cualquier hombre le costaría resistirse a la situación en la que
acabamos de encontrarnos.
Sí, casi la beso. Pero casi. No se cruzó ninguna línea.
Lo único que tengo que hacer ahora es centrarme en el libro y en conducir esta
autocaravana para asegurarme de que Brooke llega a todas sus paradas publicitarias.
Ese es mi trabajo. Es por lo que estoy aquí, y es exactamente lo que voy a hacer.
Estoy bastante seguro de que estas podrían ser categorizadas como famosas
últimas palabras, mi hombre.
223
Capítulo Veintinueve
Martes 23 de mayo
Brooke
El sol me mira a través de las pequeñas persianas de acordeón del dormitorio,
pero ya estoy despierta.
La verdad es que llevo horas despierta. Dormir no fue fácil anoche, pero eso es
probablemente porque estoy sufriendo un caso de Trastorno de Estrés Post-Casi-
Besada-por-Chase-Dawson.
TEPCBCD, por así decirlo.
No sé qué pasó ni cómo pasó, pero simplemente volvía de la cocina después
de asaltar el armario de los aperitivos y me topé de bruces con Chase mientras su
pecho perfecto, musculoso y desnudo estaba en plena exhibición y sólo tenía una
toalla blanca sujeta a la cintura.
Acababa de salir de la ducha, básicamente, desnudo, y mi mente centrada en
los aperitivos cambió rápidamente de rumbo, girando bruscamente a la izquierda y
dirigiéndose directamente a Hornyville, Estados Unidos.
Chase Dawson. Sólo con una maldita toalla. Decir que eso se me metió en la
cabeza y sólo amplió la circunferencia de mi enamoramiento sería una
subexageración.
Sentí su pecho desnudo y cálido apretado contra el mío, mientras sus ojos
estaban tan cerca que podía distinguir cada pequeña faceta y detalle que los hace tan
azules. La base de sus iris es azul, pero hay diminutas motas de purpurina aguamarina
esparcidas por todo el ojo, y eso es lo que da a ese color tanta chispa y dimensión.
Aparte de mi acercamiento a los ojos, también vi el contorno de su ejem a través
de su toalla. Y déjame decirte que ese contorno no era un equipo promedio. Era
mucho más grande y grueso que para ser descrito como una polla corriente. De
ninguna manera. Esa polla dirige los malditos negocios. Presidente, Rey y CEO.
224
Y sus labios. Ten piedad, sus labios. Quería besarlo. Pensé en hacerlo mil veces
en el lapso de un minuto. Y por un breve momento, incluso sentí que él también quería
besarme.
Pero la burbuja de casi besos estalló por un fuerte ruido procedente del
exterior de la autocaravana.
Después de eso, me volví como una loca, divagando sobre Dios sabe qué antes
de correr como una loca hacia el dormitorio y encerrarme dentro.
Que es donde he estado desde anoche, atrapada en esta pequeña habitación y
sintiéndome demasiado incómoda e insegura y temerosa de salir de ella.
Pero ahora estoy llegando al punto en el que tengo que atender necesidades
básicas como vaciar la vejiga y alimentar a mi estómago gruñón, y hacer lo primero
aquí dentro suena como otro problema completamente distinto que no quiero tener
que solucionar.
Sal ahí fuera y actúa con normalidad.
Mi mente es algo linda cuando está siendo estúpida. ¿Cuándo he sido capaz de
alcanzar la normalidad? Si a eso le añadimos mi enorme enamoramiento de Chase, es
una maldita broma pensar que puedo estar dos niveles por debajo de la semi
sensatez.
Benji me mira desde su sitio junto a las almohadas de la cama. El Señor sabe
que está cansado de verme intentar animarme para salir de esta habitación.
Probablemente también le gustaría vaciar su propia vejiga y desayunar.
—Lo intento, ¿bien? —le susurro, y él suelta un pequeño resoplido por el
hocico.
Eventualmente, sin embargo, cuando la urgencia de mi vejiga se vuelve
demasiado fuerte y Benji da otro resoplido que creo que dice, nos estamos acercando
al maltrato canino, loca, sé que tengo que ser mujer. Es eso, o de lo contrario voy a
tener que orinar en una botella vacía de Gatorade en la mesita de noche junto a la
cama y Benji podría cagar en mi par de botas favoritas.
No puedo estar segura, pero las botellas llenas de orina podrían levantar
algunas banderas rojas, y las botas de mierda ciertamente no me harán sentir más
cómoda.
Inhalo profundamente y fuerzo la entrada de oxígeno en mis pulmones
mientras me levanto de la cama. Me tiemblan un poco las rodillas, pero exhalo los
nervios y me dirijo a la puerta.
Con la mano alrededor del pomo, la abro lentamente y asomo la cabeza hacia
el pasillo, intentando ver si puedo calibrar la situación desde aquí.
225
Veo la nuca de Chase cuando se gira de la cafetera con dos tazas en las manos.
Al instante, hacemos contacto visual y me cuesta todo lo que llevo dentro no dar un
portazo y esconderme bajo el edredón.
—Buenos días —dice, y su voz es amable y natural y nada rara.
Está completamente vestido y una sonrisa se dibuja en sus labios.
No sé qué esperaba ver. Quiero decir, no es como si todavía fuera a estar aquí
en su maldita toalla. Eso sería casi tan raro como que yo empezara una colección de
botellas de orina en el dormitorio y anduviera por ahí con botas con mierda. Pero por
alguna razón, él actuando completamente normal después de un momento que he
hecho tan grande en mi cabeza casi se siente el más extraño de todos.
—Vete... —Empiezo, pero me detengo para aclarar la rana de mi garganta—.
Buenos días.
—¿Qué tal un subidón de cafeína? —pregunta y levanta una de las tazas hacia
mí.
Bien, esto es bueno, Brooke. De verdad. Que él actúe normal te da una pista sana
que seguir. Haz lo mismo.
—Sí, por favor. —Asiento y abro la puerta hasta el final, caminando por el
pasillo hacia la cocina. Benji se apresura a seguirme.
—¿Dormiste bien?
—Mm-hmm. —Eres una gran, enorme farsante.
—Me alegra oírlo —dice y me pone la taza en las manos.
—Gracias. —Tomo un sorbo y lo dejo en la mesita de la cocina—. Ahora, si no
te importa, voy a ir al baño un momento. Cruzo los dedos para no tener que luchar
contra ninguna ardilla mientras meo. Y luego, voy a sacar a Benji antes de que
empiece a quejarse de mí.
Una suave risita se escapa de los labios de Chase mientras se sienta en la
pequeña cabina, con su cuaderno y el manuscrito de Accidental Attachment ya sobre
la mesa.
Voy al baño y vacío la vejiga rápidamente. Y cuando vuelvo de dejar salir a
Benji, todo sigue bastante normal. Chase empieza a insistirme sobre el libro. Empiezo
a postergar el trabajo sobre el libro.
Volvemos a lo que se ha convertido en nuestra rutina habitual en esta
autocaravana. El casi beso podría no haber ocurrido nunca.
Lo cual es bueno... ¿verdad? A todo el mundo le gusta la normalidad.
226
Capítulo Treinta
Brooke
Ya es oficial. Estoy enterrada en una tumba viva, y la suciedad se acumula.
Durante toda la mañana y la mayor parte de la tarde, he utilizado todas mis
mejores técnicas de evasión para mantener a Chase alejado del camino de los libros.
Pero ya no puedo evitar trabajar en ello sin internarlo en un centro psiquiátrico.
Diablos, he logrado casi una semana de incluirlo en mi procrastinación, pero
puedo ver las pequeñas hendiduras de las patas de gallo que comienzan a irradiar de
sus ojos como resultado del estrés, y ser la que estropee su rostro perfecto sería una
tragedia irrecuperable.
Así que aquí estoy, en la cabina de la cocina, con la mochila abierta y el portátil
sobre la mesa. Tengo una taza de café servida en una de las tazas del armario y un
cursor parpadeante en la pantalla, rogándome que haga magia.
Claro, he perdido cuarenta y cinco minutos en el grupo de Facebook NYC
Doggie, tratando de encontrar más pistas sobre el border collie de los sueños de
Benji, sin suerte, por desgracia, pero ahora estoy lista para ponerme a trabajar en
serio. Mi verdadero trabajo: terminar un maldito libro.
Me restriego una mano por la cara, esperando en silencio poder sobrevivir a
la presión de esta cosa, también conocida como el enorme y gigantesco error que me
ha llevado a editar un libro que no tenía intención de que viera la luz, mientras estoy
atrapada en una autocaravana con el protagonista de este libro.
Si trabajar en un libro romántico contemporáneo y vivir al mismo tiempo una
situación de proximidad forzada en la vida real no es ironía, entonces no sé lo que es.
Aunque, si esto fuera un libro romántico, ya deberías haber experimentado el
gran momento explosivo que termina con el McPene supergrande de Chase dentro de
ti.
Pongo los ojos en blanco y, desde su lugar en el suelo, cerca de mis pies, estoy
segura de que Benji también los pone.
228
Una risita adicional salta de su boca perfecta, pero decido ignorar sus labios
regordetes, seguramente increíblemente suaves, que aún me pregunto si casi tuve la
oportunidad de besar anoche.
—Ni siquiera estaba siendo tan silencioso, Brooke. Estabas tan atrapada en el
libro que no me oíste. —Mueve las cejas, el bastardo—. Es bueno, ¿verdad?
Me doy cuenta de que, en mi interior, su comentario es un cumplido tanto para
mí como para mi trabajo y, sin embargo, lo siento como una puñalada. Podría estar
diciendo: ¡Ja, ja, te dije que trabajar en esto sería divertido!
Pero dos pueden jugar al juego de la redirección, y me acordé de empacar mis
tacos. No, como, los literales, por supuesto. No soy una Especia Deportiva.
—No tan bueno como pasar un día en Bourbon Street, estoy seguro, pero
supongo que si así es como te gusta divertirte, me alinearé.
Señala con la cabeza mi taza de café mientras saca otra del armario. —Bien. Te
dejaré seguir usando mi taza, entonces.
—¿Tu taza? —me burlo—. ¿No son todas estas las tazas comunitarias de la
autocaravana?
—Lo eran hasta que reclamé esa. La he usado cada mañana y cada noche desde
que subimos a esta autocaravana. Pero, por esta vez, te dejaré usarla —ofrece
magnánimamente.
Miro la taza blanca, cubierta de rayas, e imagino todas las veces que los labios
de Chase han rodeado el borde. De repente, su tonta taza me parece el tipo de cosa
que voy a tener que convencerme de no llevarme a la cama esta noche.
Eres una mujer enferma, enferma.
Desesperada por separarme de los pensamientos, le ofrezco la taza levantando
el brazo. —Toma. Te la devuelvo.
Me considera durante un minuto antes de aceptarlo, pero lo acepta. Qué lindo,
pienso. El pequeño bicho raro se ha obsesionado con la taza.
Es algo que yo haría y, al mismo tiempo, totalmente inesperado por su parte.
Parece tan digno, tan maduro, tan bien adaptado. Resulta que está fingiendo mucho
mejor que yo.
Satisfecha, casi he vuelto a centrarme en la escena y en el paso en falso de River
cuando, por el rabillo del ojo, veo a Chase llevarse la taza a los labios y beber un
sorbo antes de tirarla al fregadero.
Mi café. Mi trago. Mis labios persistentes en el borde.
230
Tengo que hacer una lista de defectos para el personaje de ficción del hombre
más perfecto del planeta.
Pero antes de poder hacer eso, antes de poder dejarlo pasar, voy a tener que
enfrentarme a la realidad de que Chase es una persona completa, y aunque me
parezca el más encantador en todos los sentidos, hay cosas en él que podrían
considerarse defectos... o, como mínimo, dotarlo de alguna rareza.
Sabiendo que nunca podré soportar inmortalizar el atroz acto de hablar mal del
hombre de mis sueños tecleándolo en el mundo digital y guardándolo como archivo,
rebusco en mi mochila hasta encontrar un cuaderno con algunas hojas sueltas que
arrancar y un bolígrafo casi sin tinta con el que garabatear en ellas.
Escribo un título en la parte superior de la página para animarme.
La lista de defectos de Chase:
Casi pongo los ojos en blanco ante la obviedad de todo esto, pero lo ridículo
es lo que hace lo ridículo, y obligarme a destrozar a un hombre que probablemente
sea el mejor que he conocido jamás para publicar un libro que nunca quise que se
publicara es lo más descabellado que puede haber.
Gimo. Santo cielo, no quiero hacer esto.
Y no es porque me haga pensar menos de él o reconocer las partes de él de las
que no estaría enamorada si las tuviera más en cuenta. Sé que Chase tiene defectos;
el problema es que estoy bastante segura de que encuentro cada uno de ellos
adorable.
No quiero hacerlo porque me hace pensar menos de mí por arrastrar su alma
inocente en todo este lío en el primer lugar.
Una cosa sería si Clive fuera sólo un personaje, pero el Señor y yo sabemos que
es mucho más que eso y algo más. Es la reencarnación de Chase Dawson, y como
nunca pensé que este manuscrito vería los ojos de nadie más que los míos, ni siquiera
me molesté en ocultarlo.
Uno podría preguntarse cómo Chase no ve eso al leer su copia, pero entiendo
por qué. Es la visión limitada de nuestros propios reflejos lo que lo impide darse
cuenta por sí mismo.
Al igual que con un espejo, hay partes de nosotros mismos que no podemos
ver. Algunas son buenas y otras malas, pero cuando se trata de Chase, sé a ciencia
cierta que le faltan por completo las partes que demuestran lo genial que es.
Quizá los tenga pegados a la espalda o atados a los pies, y sólo tenga un espejo
de medio cuerpo, pero en lo que a mí respecta, es uno de los mejores seres humanos
que he conocido.
233
Y estoy a punto de buscar en las profundidades de mi alma para hacer una lista
de cosas que están mal con él, a pesar de que me gusta todo de él: lo bueno, lo malo,
y el nerd de la literatura en el medio.
Ugh.
Vuelvo a inspirar profundamente por la nariz y suelto el aire por la boca
mientras me repongo con un rápido crujido de nudillos.
Lentamente, con mucha delicadeza, tomo el bolígrafo que hay sobre la mesa,
junto a mi hoja suelta sin adornos, y empiezo a contar desde el número uno.
1. No entiende lo guapo que es.
Al principio me río de mí misma, pero sigo intentándolo antes de desanimarme,
y añado: Esto le hace ajeno a su bonito privilegio y sordo a las luchas de quienes
carecen de él.
Ughhhh. Realmente, realmente odio esto.
Aun así, sigo adelante.
2. Utiliza una voz falsa de locutor cuando habla por teléfono con gente
importante para parecer más autoritario.
3. Es jodidamente insistente sobre un libro que está arruinando mi vida.
Y aunque lo hace con algunos de los piropos más bonitos que he oído nunca, y
punto, sigue siendo un poco molesto que alguien te arrastre a las profundidades de
tu propio infierno personal.
4. Se metió a la fuerza en esta gira conmigo sin preguntarme si me
parecería bien.
5 Está tan obsesionado con el trabajo que a veces se olvida de divertirse.
6. Coquetea sin pensar en las consecuencias.
Gah. Esto es muy difícil. Sólo llegar a diez, y entonces podemos dejar de fumar.
Acaba de una vez antes de que vuelva de la llamada. Sólo hazlo, prácticamente me grito
a mí misma. Y que sean buenos, Brooke. No te contengas.
7. Prácticamente se martirizó por este estúpido libro que ni siquiera quise
escribir.
8. Dejó que su ex lo pisoteara durante mucho, mucho tiempo.
9. Es arrogante en su capacidad para hacer de este libro lo que tiene que
ser.
10. Con una ex y un mejor amigo que se fueron a sus espaldas durante un
año y medio, su juicio de carácter es cuestionable.
234
Siento como si unas cuchillas bailaran bajo mi piel mientras el malestar que
apenas puedo digerir brota de mí. Suelto un grito involuntario cuando el bolígrafo
termina el último trazo y meto las hojas de papel en el bolso a toda prisa.
Necesito que desaparezca, cubierto... Incluso lo quemaría si eso no frustrara
completamente el propósito.
Respiro hondo y suelto el aire, obligando a mis hombros a bajar de las orejas
mientras cierro la solapa superior de mi bolso de cuero.
No fue fácil, pero al menos está hecho.
Por lo que a mí respecta, esa hoja de papel morirá en esa mochila, regresando
a la tierra dentro de un millón de años más o menos, cuando ambos se descompongan
en la nada.
Pero cuando Chase pregunte, podré decir que lo he hecho con la verdad en el
corazón, y ahora, lo único que queda es intentar encontrar la forma de implementarlos
en la historia. Sin presión, ¿eh?
Triple suspiro.
Ahora, sólo me quedan unas tres semanas para convertir este libro en algo
digno de leer.
Será mejor que me ponga a trabajar.
235
Chase
Brooke se mueve nerviosa y tira del cuello de su blusa rosa brillante mientras
el productor de Despierta New Orleans cuenta con ella y los presentadores para la
toma en directo en pleno Barrio Francés.
Detrás de ellos, un público en directo observa con ojos ávidos, los cafés de las
aceras bullen con el tráfico del desayuno, y una hilera de lujosos y coloridos edificios
se realzan con barandillas de hierro fundido en los balcones.
Ron Weakly, la personalidad principal de la televisión de NOLA, presenta a
Brooke a los telespectadores, tanto en persona como desde sus salones, y yo observo
cómo el rostro de Brooke se ilumina con una de sus sonrisas más cautivadoras. Es sutil
y un poco nerviosa, pero ilumina el color hierba de sus ojos de la forma más bonita.
Esta semana comienza el Festival anual del Crawfish, y el programa se pasa
toda la semana en medio de la acción del centro de la ciudad haciendo su emisión. Y
con Brooke como invitada principal esta mañana, la han invitado a participar en casi
todo. Hará una entrevista, será copresentadora de algunos eventos divertidos e
incluso participará en el concurso de cocina entre media docena de restaurantes que
se celebrará al final.
Todavía puedo imaginar su rutina de improvisación en el coche de camino aquí
esta mañana. Imitó a Guy Fieri, Anthony Bourdain y Gordon Ramsay uno tras otro, los
nervios de ser una estrella en televisión empezaban a afectarla.
—¡Bienvenido a Flavortown, pescador!
—No tengo miedo de parecer idiota, pero esta langosta me hace inteligente.
—¡Crees que esto es una langosta! ¡Mi abuela podría hacerlo mejor! ¡Y está
muerta!
Por supuesto, eso llevó a una explicación sobre la fase Food Network de su
vida, y cómo involuntariamente ganó veinte libras pretendiendo ser una crítica
gastronómica. Lo dijo sin miedo a ser juzgada o criticada, incluso bromeando sobre
236
cómo Benji se puso panzón durante esa época para asegurarse de que sería capaz de
detectarla en una caída.
Sonreí más en esos veinte minutos de viaje en coche que en toda mi relación
con Caroline, y Brooke ni siquiera lo intentaba.
Ella no se da cuenta, pero realmente es algo especial.
—Es genial, ¿verdad? —me susurra la productora mientras Brooke dice la
cuadragésima quinta ocurrencia de la hora. Tengo que esforzarme para apartar la
mirada de su enorme sonrisa y sus brillantes ojos verdes, pero finalmente lo consigo
para mirar directamente a la productora.
—Oh, sí. Brooke Baker es definitivamente el verdadero negocio.
—Entonces, si no te importa que te pregunte, ¿cuánto tiempo llevan saliendo?
—¿Salir? —pregunto tontamente, sin entender la pregunta. Aunque, si soy
completamente sincero, yo también estoy un poco distraído mirando a Brooke. Que
esta mujer haya decidido mantener una conversación conmigo no significa que esté
preparado y dispuesto a perderme cualquier cosa que Brooke pueda decir en la
entrevista.
—Oh, lo siento —se disculpa frunciendo el ceño—. ¿Están casados? Ninguna
de sus informaciones decía que estuvieran casados, pero podría ser un error mío.
Tengo que aclararme la garganta mientras me río, mirando entre Brooke y la
productora hasta que mi cerebro puede procesar exactamente lo que ella está
diciendo. Y cuando lo consigue, se pone a gritar bajo la presión de tener que
encontrar la forma correcta de expresar mi negación para que no suene ofensivo,
defensivo o cualquiera de los -fensivos, en realidad.
—Oh, bien. No. Lo siento. He tardado un poco en entenderlo. —Me río con lo
que creo que suena a fácil—. Soy el editor de Brooke. Sé que es poco ortodoxo que la
acompañe, pero tenemos un plazo muy ajustado para publicar su próximo libro.
Sus ojos se abren de par en par, y su mirada refleja la que yo acabo de decir
hace unos instantes. De un lado a otro, de Brooke a mí y viceversa, hasta que parece
un muñeco en un terremoto. —¿Ustedes dos no son pareja? —vuelve a preguntar, casi
incrédula.
Sacudo la cabeza sin dejar de sonreír. ¿Qué es lo que no entiende? No quiero
tener que recurrir al Club de la Lucha para convencer a una desconocida de que no
estamos juntos, pero si seguimos hablando del tema durante mucho más tiempo y se
me aprieta más el pecho, puede que tenga que hacerlo.
—No, no estamos saliendo. Sólo vinculados profesionalmente. —Me encojo de
hombros—. Y amistosos, supongo. Es muy divertida.
237
La mujer asiente un par de veces más y se marcha, pero no sin que yo la oiga
hablar en voz baja mientras lo hace. —Hombre, quiero amigos que me miren así.
¿Amigos que la miran como qué? ¿Cómo estoy mirando a Brooke?
Me giro hacia el escenario en medio del festival, donde Brooke está sentada
con los dos presentadores y charlan sobre los Shadow Brothers y lo que la inspiró a
escribirlos. La primera vez que escuché esta historia fue en Chicago, cuando le
preguntaron por ellos, pero tengo que admitir que es igual de apasionante la segunda
vez.
—Me da un poco de miedo admitirlo públicamente, pero los Shadow Brothers
eran mi joven imaginación condimentando la muerte. Llevo toda la vida sufriendo
síncopes vasovagales y, aunque en realidad no se consideran un peligro para la vida,
para una chica joven lo parecían. Cuando me preguntaba cómo sería el más allá, o
cómo quería que fuera, más bien, siempre imaginaba un grupo de fantasmas
soñadores que me protegieran y entretuvieran.
Hacen falta casi quince segundos completos de escuchar hablar a Brooke y
perderse en sus palabras para darse cuenta de lo que estaba hablando la productora.
¿Cómo estoy mirando a Brooke? No tengo otra forma de describirlo que en voz alta.
Tengo la cara como un puto foco. Lo noto, desde la presión en las mejillas hasta
la tensión en las comisuras de los ojos: sonrío como el Joker y lo hago mirando
directamente a una mujer con la que no tengo nada que ver.
Señor, ayúdame.
Me alejo rápidamente como si eso fuera a cambiar algo y me froto la cara con
la mano. ¿Me estoy enamorando literalmente de Brooke Baker?
Sé que siempre he pensado que era linda y divertida, y obviamente es una
escritora brillante, y mi polla está como obsesionada con ella últimamente, pero todo
eso es sólo... sólo...
Maldita sea. ¡Estoy totalmente enamorado de Brooke Baker!
Y no el enamoramiento de un hombre adulto con sentimientos maduros y un
plan de ataque, sino el de un estudiante de instituto, con hormonas e impulsividad y
decisiones regidas por la polla, que toma la delantera injustificadamente.
¡Mierda, soy tan estúpido!
Esta es la mujer por cuya novela me he jugado el pellejo y mi carrera. Esta es
la mujer con la que mantener una relación profesional es de suma importancia. Esta
es la mujer con la que sería monumentalmente estúpido involucrarme
emocionalmente porque si algo pasara y nos involucráramos sin emociones,
arruinaría todo por lo que he trabajado en mis treinta y tres años.
238
Pero, ¿y si funcionara?
No. No. Dios, Chase, eso es una estupidez que no puedes hacer. Mentirnos a
nosotros mismos sobre la gravedad de las complicaciones sólo va a conseguir que
nuestro culo se ase como un pollo asado en KFC. ¿Nos entendemos? ¿NOS
ENTENDEMOS?
Carajo. Nunca es buena señal cuando empiezas a discutir contigo mismo.
Me giro al oír la carcajada de Brooke y capto la línea de su garganta
extendiéndose mientras echa la cabeza hacia atrás. Trago saliva para distraerme del
hecho de que no puedo apartar la mirada, de que no la estoy apartando, a pesar de
mi enorme esfuerzo mental.
El anfitrión masculino estira la mano para acariciar el brazo de Brooke entre
risitas, y mi visión se hace un túnel al contacto. Se me calientan las venas y me
hormiguea la piel, y santas ruedas calientes sobre una pista de plástico, estoy celoso.
Igual que cuando estaba en el coche de camino a Chicago, igual que cuando otro
hombre mira cerca de Brooke, me estoy dando cuenta.
Oh hombre, Chase. Ahora sí que lo conseguiste.
Benji se mueve de un lado a otro frente a la mesa de entrevistas, con sus agudos
ojos caninos apuntándome directamente. Parece improbable que sea capaz de
percibir mi ritmo cardíaco desde tan lejos, pero actúa como si pudiera.
Me doy la vuelta, saco el teléfono del bolsillo y me lo pongo en la oreja.
—¿Diga? —digo a la persona que no llama—. Por supuesto —digo con una risita
falsa que me avergüenza hasta la médula—. Siempre tengo un minuto para ti.
Dios mío. Esto realmente es un nuevo punto bajo. Y francamente, un poco
impropio de lo emocionalmente maduro que me considero.
Me revuelvo y ardo con las piernas, buscando un armario o una habitación o,
no sé, un agujero al que meterme para dejar de fingir que estoy en esta falsa llamada
telefónica y hacer algunos ejercicios de respiración profunda mientras asimilo mi
nuevo descubrimiento.
Cuando por fin encuentro un callejón tranquilo en el que esconderme, vuelvo
a meter el teléfono en el bolsillo, me apoyo en la pared de ladrillo y dejo caer la
cabeza hacia atrás con un golpe. Duele un poco, pero el dolor físico me parece
totalmente necesario en este momento.
¿Cómo demonios he llegado hasta aquí? ¿Chocando abiertamente con Brooke
hasta el punto de que extraños al azar están tomando nota de ello? ¿Celoso por una
caricia inocente de un presentador de noticias mediocre? ¿Haberme marchado con
239
una llamada falsa para no tener que explicar a nadie el color rojo remolacha de mis
mejillas?
Casi besarla la otra noche después de salir de la ducha...
La verdad es que, si no hubiera sido por la ruidosa distracción fuera de la
autocaravana, sé que habría besado a Brooke. La habría besado, y no tengo ni idea
de hasta dónde habría dejado llegar ese beso.
Sabes hasta dónde lo habrías dejado llegar, pero no quieres aceptarlo.
Estoy en la cúspide de joderme las cosas. Muchas, muchas cosas. Dejé atrás
Nashville con la mente clara y sin mujeres de las que hablar. Tenía objetivos, grandes,
y mis prioridades estaban claras. Estaba preparado y dispuesto a dedicar horas y
sudor y creatividad, pero de repente, me encuentro en una gira de tres semanas con
una de mis autoras, conduciendo la puta autocaravana de ciudad en ciudad...
Parece una locura. Y en este momento concreto, no consigo convencerme de
que fue realmente el libro lo que me impulsó, y no una necesidad insana de estar
peligrosamente cerca de Brooke Baker durante un largo periodo de tiempo.
¿Sabía que me estaba enamorando y no estaba dispuesto a admitirlo? ¿O es
algo nuevo? ¿Forzado por la proximidad y la intimidad de vivir con alguien durante
tres semanas?
Realmente, de verdad que me gustaría saberlo.
Pero aún más que eso, me gustaría poder idear un plan para detenerlo.
Mi teléfono suena en mi mano, esta vez de verdad, y lo tomo para mirar la
pantalla. Un inoportuno mensaje de Mo aparece en primer plano.
Mo: Hermano. Qué mierda. Me estoy MURIENDO aquí. ¡Hace una semana
que no me mandas mensajes ni contestas a mis llamadas! ¡Tienes que decirme
algo, Chase! ¿Me estás evitando a propósito o estás demasiado ocupado
enamorándote de Brooke Baker?
¿La verdadera respuesta? Ambas. Y la verdad duele.
Porque si no quiero arruinar literalmente todo, esto no puede y no va a suceder.
No puedo permitirlo.
Brooke Baker es mi autora y nada más. Y eso es todo.
240
Suena tres veces antes de que mi hermana conteste con una voz entrecortada y
alegre que hacía siglos que no oía.
—¡Hola! —prácticamente grita, y el sonido de sus palmas vertiginosas de fondo
me hace sonreír—. Me alegro mucho de saber de ti, B. No estaba segura de sí tendrías
libertad o tiempo para llamar mucho mientras estás de gira.
—Ah, sí —respondo—. La gente silba y llama mi atención de sol a sol.
Sammy se ríe, y yo me aferro a mantener la conversación sobre ella como
medio para evadir de lo mal que me siento por cómo han ido las cosas con Chase en
las últimas horas.
—¿Cómo va Nueva York? ¿Te estás instalando bien?
—¿Estás bromeando? Hace días que no tengo que escuchar a papá hablar de
cagar, Brooke. Lo estoy pasando genial.
No puedo evitar reírme. —¿Y a los chicos les va bien?
—No hemos tenido que llamar a los bomberos y tus objetos de valor están todos
intactos, si es eso lo que pregunta.
—No lo es. —Una pequeña sonrisa aparece en mis labios. Porque esto, justo
aquí, es exactamente lo que necesitaba—. En realidad sólo tenía curiosidad por saber
cómo les iba a los chicos en una gran ciudad. Pero, lo admito, me alegro de que aún
no hayan incendiado nada.
—Creo que les gusta mucho. No sé cuánto durará, pero siempre pasa algo, así
que incluso mirar a la gente por la ventana les ha entretenido más que Ohio —
actualiza, y puedo oír la enorme sonrisa en su voz—. Me siento muy bien, Brookie. Lo
mejor en no sé cuánto tiempo.
—Oh, Sam. Me alegro mucho.
—Yo también, hermana. Yo también. Esto puede parecer una locura, pero
estoy pensando... en mudarme aquí cuando vuelvas. Ya sabes, encontrar mi propio
lugar.
—¿En serio? —grito emocionada. Sammy es la única familia que querría tan
cerca, que trabajaría para que así fuera.
—Sí. Quiero decir, sé que es muy caro aquí, y sé que no siempre va a ser fácil
criar a los niños en la ciudad como esta. Pero yo estaba hablando con la hermana de
Chase, Mo, que es impresionante, por cierto, y ella dijo que ella y Vinny me podría
ayudar con un trabajo en su restaurante hasta que pueda costearlo. También conocen
a algunas personas que estarían dispuestas a subarrendar sitios estupendos mientras
están fuera veraneando.
243
Resoplo. —¿Veraneando?
—¡Lo sé! —chilla—. Le dije a Mo que no creía que pudiera permitirme un lugar
propiedad de gente que 'veranea', pero me aseguró que me harían un trato siempre
y cuando ella hablara con ellos por mí.
—Todo eso suena increíble, Sam. Me encantaría que te mudaras a Nueva York.
—Honestamente, me siento... estupenda. Hacía mucho tiempo que no me sentía
tan bien. En realidad, estaba empezando a cuestionar si el divorcio era una buena
idea mientras vivía en casa con mamá y papá, pero creo que sólo echaba de menos
mi independencia, ¿sabes? Porque definitivamente no extrañaba a Todd. El imbécil.
—Bueno... —Empiezo a responder, pero mi hermana, gritando a pleno pulmón,
detiene mi avance.
—¡Grant y Seth Brown! —Sammy grita—. Aléjense de esa estufa ahora mismo.
Les he dicho que está caliente. —Me meto los labios en la boca y espero mientras le
echa la bronca a mis sobrinos—. ¡Me da igual! Si te quemas las huellas dactilares en
una llama, la construcción de telarañas de Spiderman no va a importar tanto, ¡lo
prometo!
Me río para mis adentros, pero Sammy ni siquiera se detiene antes de volver a
centrarse en mí. Ah, la vida de una madre.
—¿Qué tal tú? ¿Cómo va la gira?
Bueno, diablos. Soy lo último de lo que deberíamos hablar ahora mismo. —Uh...
está bien.
—¿Bien? —pregunta ella. —¿Bien? Brookie, ¿qué está pasando? Estás de gira
para un programa de Netflix sobre tus libros y ni siquiera pareces emocionada. Y
créeme, sé que no es porque estés recibiendo atención negativa. Estuve en tu
primera parada y fui testigo de toda esa gente esperando para verte. Y he estado
siguiendo tus movimientos. Todos los artículos y mensajes que he leído en las redes
sociales y todas las entrevistas que he encontrado en YouTube han sido
increíblemente positivos.
—Estoy encantada —le digo, pero no sueno convincente—. Es sólo que algunas
cosas son... complicadas. Y difíciles de explicar.
—Bueno, buenas noticias, hermanita, porque esas son mis cosas favoritas.
Dímelas.
Gruño. —No sé si puedo, Sam.
—Claro que puedes. Recuerda quiénes son mis hijos. Nada me asusta.
244
intentando no volverme loca, porque te juro que ahora ni siquiera puede mirarme. No
sé qué hice o qué pasó o... no lo sé. Pero estoy enloqueciendo de nuevo, y para ser
honesta, estoy triste. Como si nos hubiéramos peleado o roto o algo. Lo cual es una
locura porque nunca fuimos nada, Sam. —Me doy una palmada en la cara—. No tengo
rima ni razón para ser ninguna de esas cosas.
—Oh, mierda, Brookie —replica ella—. Claro que sí. Quizá no eran una pareja
oficial, pero tienes derecho a llorar por lo que creías que tenían. Aun así, si no puede
ver lo genial que eres, que se joda. Habrá muchos peces llamando a tu exitosa puerta
desde ahora hasta que vuelvan las vacas a casa.
—Sí, bueno, eso es genial y todo, y realmente aprecio la solidaridad y el uso
de tantos animales para expresarla, pero es un poco más complicado que eso.
—¿Por qué? ¿Porque trabajan juntos en el libro? —contesta directamente al
teléfono—. No es para tanto. Te centras en el trabajo, simple y llanamente.
—Ja. Ja. Ja. —Apenas puedo evitar sonar histérica mientras me río por el
teléfono.
Como era de esperar, Sammy está completamente perdida. —¿Qué me estoy
perdiendo aquí?
—Bien, bueno, a ver... —Me quito el teléfono de la oreja, me acerco una
almohada a la boca y suelto un impío grito ahogado en el material espumoso. Cuando
vuelvo a ponerme el teléfono en la oreja, tengo la voz ronca—. No puedo creer que
vaya a admitir esto, pero... escribí una especie de libro sobre él.
Está callada.
—Y de mí.
Nada.
—Y cómo seríamos juntos, como pareja, sexualmente y tal.
Cierro los ojos y respiro hondo antes de soltar la bomba más grande de todas.
—Y bueno, cuando se suponía que tenía que entregar Garden of Forever, de
alguna manera, accidentalmente, adjunté el archivo equivocado al correo electrónico
y le envié el libro sobre nosotros, que, por cierto, le encantó y por el que luchó con
la editorial, y ahora ese libro es el siguiente gran tema de mi contrato. Y estamos
trabajando en él. Juntos. Ahora. En este viaje.
—Guau.
—¡Lo sé! —susurro-grito, golpeando mi cabeza contra la almohada.
246
—Bien, esto es lo que vamos a hacer —dice Sammy con autoridad, haciendo
que me siente erguida y escuche—. Primero, vas a respirar profundamente diez veces
hasta que ya no tengas ganas de gritar.
Asiento. —De acuerdo.
—Entonces, vas a asegurarte de que la puerta de tu habitación está cerrada y
sacar tu ordenador.
Hago ambas cosas rápidamente, aferrándome a sus seguras instrucciones
como a un salvavidas. —Bien, ¿qué sigue?
—Ahora, vas a enviarme el manuscrito por correo electrónico para que pueda
leerlo.
—¡Sammy! —grito, molesto—. ¡Sé seria! Estoy en medio de una crisis.
—¡Hablo en serio, Brooke! Necesito saber a qué nos enfrentamos. ¿De qué tipo
de daños estamos hablando? No puedo hacer una evaluación sin los hechos. Ahora,
envíame el archivo. Y oye, asegúrate de que sea el correcto.
Pongo los ojos en blanco mientras ese sonido de TikTok suena en mi cabeza.
Es una buena broma, incluso una gran broma.
—Sammy.
—Envíalo, B —exige—. Tengo mi correo electrónico en mi teléfono, y estoy
esperando.
De mala gana, busco entre mis archivos hasta encontrar el correcto y lo adjunto
a un correo electrónico dirigido a ella. Antes de pensármelo demasiado, le doy a
enviar. Ella grita de alegría cuando lo recibe.
—Seré minuciosa con mi investigación, lo prometo.
Sacudo la cabeza. —No sé si debería darte las gracias o enojarme contigo ahora
mismo.
—Deberías quererme como el demonio porque, desde luego, yo te quiero
como el demonio a ti, y es la única razón por la que quiero y necesito leer este
manuscrito.
—Sí. Sí.
—Ahora, quiero que te salpiques la cara con agua fría, te laves los dientes y te
vayas a la cama, ¿bien? Descansa un poco y despiértate por la mañana en un nuevo
día.
—Así de fácil, ¿eh?
—¿Por ahora? Es lo mejor que podemos hacer, chica.
247
Asiento. Por ahora, lo mejor que puedo hacer es esperar que Chase solo tenga
un mal día y vuelva a ser el bromista de siempre por la mañana.
Y realmente, realmente apesta. Porque tanto si éramos románticos como si no,
lo cierto es que nos estábamos divirtiendo, como hacía mucho tiempo que no me
divertía con un ser humano de verdad.
Echo de menos a mi amigo.
248
Chase
Evitar a Brooke durante las últimas dieciocho horas han sido las setenta y dos
horas más largas de mi vida. Sé que no tiene sentido, pero si sintieras lo que yo siento,
lo entenderías. El malestar me ha pesado en el pecho todo el tiempo, y ahora, incluso
estoy empezando a sentir náuseas por ello.
Una perspectiva aterradora, pero cierta.
Tengo la cabeza nublada y el estómago revuelto, y si así es como tengo que
pasar el resto del viaje evitándola y preservando la seguridad de mi trabajo, creo que
preferiría tener que empezar de nuevo toda mi carrera.
Arrojo el manuscrito sobre la mesa del comedor, me escabullo y me pongo en
pie, balanceándome momentáneamente sobre los pies con un poco de vértigo. Llevo
un rato trabajando, intentando pasar mis notas del papel al formato digital para que a
Brooke le resulte más fácil seguirlas cuando haga algún cambio técnico. Tampoco he
comido, pero no me suele afectar tanto el alto estrés y la baja ingesta de calorías.
Aunque no debería, sigo esta rutina a menudo, alimentándome de cafeína en
lugar de calorías nutritivas o útiles por las mañanas para poder empezar a trabajar a
primera hora.
Esta mañana, sin embargo, con todos los pensamientos en mi cabeza sobre
Brooke y el viaje al amanecer que tuve que terminar para llegar a San Antonio, está
siendo demasiado. Tengo que hacer algo antes de que sea yo quien se desmaye en
el suelo, sin la excusa del síncope vasovagal.
Tengo que arreglar las cosas, y tengo que hacerlo ahora. Sea contraproducente
o no, tengo que encontrar una manera de volver a la facilidad y el humor que he
establecido con Brooke y dejar pasar todo este enloquecimiento mental sobre
enamorarse o algo igualmente ridículo. Entre las suposiciones del productor y el
mensaje de texto burlón de Mo, me puse a pensar demasiado en un simple
enamoramiento de una mujer realmente genial.
249
¿Y qué si me gusta? Eso no significa que tenga que actuar en consecuencia. Soy
un hombre adulto, por el amor de Dios. Puedo disfrutar de su compañía sin ir
demasiado lejos. Tengo fuerza de voluntad, ¿verdad? Estas son las situaciones para
las que la tenemos.
Decidida a enfrentarme a mi malestar dándole una patada en la cara, saco el
teléfono y envío un mensaje rápido para responder al mensaje de Mo de ayer.
Yo: ¡Lo siento, hemos estado muy ocupados! La gira está yendo genial, y
Brooke está impresionando a la gente por todas partes. Hasta ahora, no he
encontrado un lector más obsesionado con sus libros que tú.
No me molesto en aclarar que entre las personas a las que impresiona estoy yo.
Yo: Y apuesto a que puedes encontrar el programa Despierta, New Orleans
de ayer en Internet si buscas bien.
Responde en treinta segundos.
Mo: Oh Diooooos, ¡no puedo creer que por fin me hayas contestado! Vi el
programa. Incluso te vi en una de las tomas cuando la cámara hizo un paneo.
¡Peligro! ¡Peligro! En mi mente parpadean advertencias sobre el peligroso
camino que podrían recorrer el resto de estos mensajes, y vuelvo a meterme el
teléfono en el bolsillo sin remordimientos, aunque suene una y otra vez.
Lo último que necesito es leer algo de Mo que me haga caer de nuevo en una
espiral de ignorancia hacia Brooke. Ni siquiera he reparado el daño de la primera
vez.
Me paso una mano por la frente perlada de sudor y me dispongo a buscar a
Brooke. Lo único bueno de una autocaravana es que no hay muchos sitios donde mirar
cuando el objeto que intentas detectar es un humano de tamaño natural.
La puerta del baño está abierta, pero la de la habitación cerrada, así que
empiezo allí, en la parte de atrás de la autocaravana, con un suave golpe en la madera.
—¿Brooke? —Llamo a través de la barrera algo delgada, sintiendo que el golpe no es
lo suficientemente eficaz.
Hay un ladrido ligero de Benji, seguido por el crujido de la ropa de cama, y
luego un murmullo bajo a través de la puerta de Brooke. —¡Un segundo!
Me alejo de la puerta, salgo por completo del minúsculo pasillo y me dirijo a la
sala de estar, junto al comedor, para dejarle algo de espacio. El espacio entre el
extremo de la cama y la puerta ya es estrecho cuando la abres, y mi presencia en el
pasillo no haría más que empeorarlo.
250
—Tomaré la espuma que echas por la boca como una señal de que tu respuesta
es sí —bromeo, y ella suelta una risita. Carajo, cómo he echado de menos ese sonido.
—¿Soy tan obvia?
—Es seguro decir que hemos estado saliendo lo suficiente ahora que estoy
empezando a entender tus señales faciales.
—Y éste estaba... ¿qué? —pregunta con un divertido levantamiento de cejas—
. ¿Babeando en mi barbilla?
Me río, y la opresión de mi pecho abre el puño. Todavía tengo la cabeza
mareada, pero ya me siento mucho mejor.
—Creo que también te he visto mover la cola.
Benji ladra al oír eso, pensando que los he confundido a los dos, y la sonrisa de
Brooke crece hasta triplicar su tamaño original.
—Por cierto, recibí tu correo electrónico con algunos de los cambios que
hiciste anoche —la actualizo—. Les echaré un vistazo hoy más tarde.
Brooke asiente pero también aparta la mirada para centrarse en Benji mientras
le rasca la cabeza desde su posición junto a la cabina.
—También he pasado esta mañana trasladando mis notas al documento
digitalmente para ti. Sé que es mucho más fácil de seguir, pero parece que no puedo
alejarme del viejo hábito de trabajar primero con el bolígrafo sobre el papel.
—Lo entiendo —responde Brooke, volviendo a mirar a Benji y a mí. Tiene la
boca curvada en una sonrisa adorable.
—¿En serio?
—Oh, sí. Lo entiendo bien. Primero la taza, ¿y ahora esto? Incluso Chase
Dawson es un bicho raro como el resto de nosotros.
Resoplo. —Vaya, gracias.
—No te preocupes por eso. Significa que eres humano. Antes de esto, no estaba
tan segura. —Ella guiña un ojo, sonríe y se levanta de la cabina—. Ahora, ¿qué tal si
vamos a dar un paseo por el río y desayunamos algo?
Mi respuesta es fácil. —Cuenta conmigo.
252
Brooke se prepara más rápido que ninguna otra mujer que haya conocido,
sobre todo cuando se trata de algo que quiere hacer.
Lo juro, apenas pasaron cinco minutos entre que se tomó la taza de café que le
di, saltó de la cabina y revoloteó entre el dormitorio y el baño mientras se preparaba.
Incluso llamó a un Uber y sacó un mapa del River Walk en su teléfono en los dos
minutos siguientes.
Y sólo ahora, después de cinco horas recorriendo los caminos empedrados,
parando periódicamente en puestos de artesanía y restaurantes para darse un
capricho, y comprando y poniéndose un nuevo par de sandalias hechas a medida,
empieza a bajar el ritmo.
Yo, en cambio, estoy un poco peor. No me malinterpretes. Mentalmente, estoy
volando. Liberarme de cualquier estúpida distancia que pensaba que necesitaba de
Brooke fue cien por ciento el movimiento correcto para mi salud mental.
Pero mi salud física, en comparación, no parece ir tan bien.
Hacía años que no me sentía tan mal, desde que tuve la gripe estomacal durante
mi primer año en mi editorial de Nashville, Brentwood Books. Estoy húmedo y cada
vez más débil.
Brooke ha preguntado varias veces por mí, así que sé que debo de tener mala
cara, pero no he tenido valor para interrumpirle el día mientras se lo está pasando tan
bien. Me imagino que me voy a sentir mal aquí o en la autocaravana, y no veo tanta
diferencia.
Al menos, yo no lo había hecho hasta ahora.
La cabeza me da vueltas y el corazón se me acelera, y siento que no puedo
mantenerme de pie mucho más tiempo sin caerme al suelo. Veo la silueta borrosa de
un banco, me acerco a él a trompicones, acomodo el culo en el asiento y pongo la
cabeza entre las piernas. Me balanceo de un lado a otro, intentando no caerme sobre
el adoquín.
La cara de Brooke está en la mía rápidamente, su cuerpo torcido y de rodillas
para llegar lo suficientemente bajo.
—Dios mío, Chase. ¿Estás bien?
Sacudo la cabeza para despejarla, pero la niebla no se disipa. Hago todo lo que
puedo para tranquilizar a Brooke a través de la confusión. No quiero asustarla. —Yo...
sí. Creo que estoy bien. Sólo... necesito sentarme aquí un minuto.
Siento una pata golpear mi espalda y la nariz de Benji mientras me lame la
mejilla. Intento apartarlo sin ofenderlo demasiado, pero Brooke me agarra del codo
para detenerme.
253
—Benji está alertando sobre ti. Tu presión sanguínea debe estar muy baja.
Mantén la cabeza entre las rodillas mientras voy a buscarte un refresco.
Intento reírme. —Esa no la había oído nunca.
—¡Quédate ahí! —grita mientras se aleja corriendo hacia algún lugar
desconocido, dejando a Benji sentado y vigilándome.
No sé cuánto tiempo pasa entre ese momento y el siguiente porque estoy
ocupado tratando de evitar desplomarme sobre el suelo de piedra poco acogedor,
pero cuando vuelve, puedo sentir la superficie fría y condensada del refresco cuando
lo presiona contra la piel de la palma de mi mano.
—Sé que estás luchando en este momento, pero bebe esto si puedes. El golpe
de azúcar realmente ayudará.
—No estoy seguro de lo que ha pasado. No me encuentro bien.
Me pone una mano en la frente que parece de hielo, y yo me inclino
inconscientemente hacia esa sensación. —Esto se siente muy bien.
—Creo que tienes fiebre. Estás muy caliente al tacto.
—Ah, gracias —digo patéticamente, la flojera de mi broma prácticamente
escrita en las estrellas.
—Acuéstate un rato. —Las manos de Brooke se mueven hacia mis bíceps y
luego el refresco deja mi mano mientras ella me baja hasta que me acuesto en el
banco. Me siento un poco mejor, pero aún no estoy a tope.
Brooke casi parece emocionada cuando la miro a través de la niebla. —¿Qué?
—Lo siento, de verdad. Sé que no es un evento emocionante. Es sólo que...
nunca antes había sido yo la que no se desmaya. Es una experiencia totalmente
diferente.
—Pffft —es todo lo que consigo decir cuando se inclina hacia delante y apoya
la cabeza en mi pecho con una carcajada.
—Lo sé, lo siento, es terrible. Mi terapeuta los llama pensamientos intrusivos
por una razón, supongo.
—Eres tan reconfortantemente real, Brooke. Y si no siguiera perdiendo el
conocimiento, probablemente te besaría ahora mismo.
Soy lo bastante inconsciente como para no asustarme al decirlo, y Brooke está
lo bastante ocupada cuidándome como para no reaccionar.
Con cuidado, me acerca el refresco a los labios y me da unos sorbos mientras
yo intento entender lo que me rodea. Estoy mareado e inquieto, y creo que necesito
acostarme en algún sitio que no sea un banco en medio de San Antonio.
254
Brooke
Ayer, Chase me dijo que quería besarme.
Bueno, más o menos.
Estaba medio inconsciente y cayendo con algún tipo de virus, pero lo dijo, y
mis oídos... no pueden desoírlo.
Pero durante las últimas dieciséis horas, ha estado casi siempre durmiendo, y
yo he estado como una madre con un recién nacido durante quince horas y cincuenta
y nueve minutos de ellas.
Comprobar los movimientos respiratorios de su pecho, tocarle la frente
húmeda novecientas veces para ver si le ha bajado la fiebre y ponerle una toallita fría
en el cuello después de que volviera de vomitar en el baño son sólo algunas de las
cosas en las que he estado ocupada desde que volvimos anoche del River Walk.
Yo soy Mary Poppins, y él está a mi cargo.
Sin embargo, no creo que la Sra. Poppins tuviera estos pensamientos
escandalosos, así que eso es definitivamente una dimensión diferente. Y ni siquiera
me estoy refiriendo al hecho de que me importaran una mierda los gérmenes y
pudiera haber... más o menos... apretado mis labios contra los suyos, ¡lo juro por un
pelín!, después de haberle acomodado en la cama anoche o que me pasara veinte
minutos convenciéndome a mí misma de que no me masturbara cuando me acomodé
en el sofá cama.
No. Es un nuevo día, y me centro en el ahora.
El ahora real en el que Chase sigue durmiendo en lo que yo consideraría mi
cama. Técnicamente no es mía, pero he dormido en ella durante la última semana y
media, así que si cabe, se sienta y todo eso.
Ha pasado una noche dura, pero hace ya varias horas que ha tenido que correr
al baño, y estoy segura de que le ha bajado la fiebre sobre la una de la madrugada.
256
eterno por ti y besándote como si su vida dependiera de ello, sé que tengo que
centrarme.
Próxima parada, ¡Buenos días, San Antonio! con Debbie Digger.
260
haberme dado una buena ducha y cepillado los dientes, como mínimo. Estoy
asqueroso por el sudor de la fiebre y puedo saborear el matiz del vómito en la boca,
lo que me da ganas de volver a vomitar.
No puedo recordar si realmente me enfermé anoche, pero espero por Dios no
haber puesto a mi autora estrella en la posición de limpiarlo por mí.
Ese no es exactamente el tipo de mimos que Jonah le da al talento en
Longstrand Publishing. Ahora, ¿yo limpiando el vómito de una autora? Él estaría de
acuerdo.
De hecho, estoy bastante seguro de que Frank Bowman cuenta una historia
sobre haberlo hecho antes.
Rápidamente, recojo algo de ropa limpia de mi bolso en uno de los armarios
de la cocina y me dirijo a la ducha. En cuanto Brooke vuelva, será hora de conducir.
Destino esta vez: Viva Las Vegas.
Algo me dice que será mejor que me agarre el sombrero para lo que está por
venir en Sin City.
263
Empujo la puerta como un miembro del equipo SWAT que se dirige a registrar
el local en busca de putas y cocaína, pero me sorprende encontrar a Chase
sonriéndome desde su sitio en el comedor.
Su aspecto es el de un hombre recién duchado, con ropa limpia, y en absoluto
el de la persona enfermiza a la que cuidaba anoche. Su piel vuelve a tener color y sus
ojos azules recuperan ese brillo que adoro desde el primer momento en que lo
conocí.
—Vaya... Estás estupenda, Brooke. —Me saluda con palabras que amenazan
con hacerme temblar las rodillas. Pero no le da tiempo a que mi cuerpo se derrita en
un charco en el suelo porque sigue con—. ¿Qué tal te fue?
—Gracias, y... ha ido bien —respondo, y negándome a pensar demasiado en
su comentario de estás estupenda, me desvío rápidamente a la prioridad que tengo
entre manos—. ¿Te sientes mejor?
—Desde luego que sí —responde, y noto cero miseria en su voz—. Aunque, me
pregunto qué tan mal te hice la noche y si te debo una disculpa...
—No hacen falta disculpas. —Sacudo la cabeza—. Fuiste un paciente perfecto.
Escuchaste todas mis instrucciones. Incluso llegaste al baño con éxito cada vez que
tenías que vomitar.
—Así que vomité. —Se queja—. Maldición, lo siento mucho, Brooke.
—Me niego a aceptar esa disculpa —le digo señalándolo con el dedo índice—
. Para empezar, aquí Benji tiene un problema con intentar comerse su propio vómito,
así que estás a kilómetros de distancia de lo peor que he visto. Y dos, tú harías lo
mismo por mí.
—Definitivamente lo haría. Sin problema. —Me guiña un ojo y trato de no
pensar en lo rápido que accedió a esa afirmación. O en cómo sería que me cuidara
cuando estoy enferma, ya sabes, como haría un novio...
Dios sabe que ha manejado todos tus episodios de desmayo como el Dr.
McDreamy, así que...
Céntrate, Brooke. Me aclaro la garganta y me concentro en lo más importante:
asegurarme de que Chase está bien.
—¿Has comido algo? —Le pregunto, y su sonrisa me da de lleno en el pecho.
Es plena y vibrante y en absoluto la débil y apenas presente mueca que fue
capaz de darme cuando anoche deliraba de fiebre y náuseas.
—Me las arreglé para conseguir un bagel y una cantidad insana de agua,
también. Incluso me duché hace una hora.
265
Brooke
Conducir durante los dos últimos días seguidos podría haber sido, y, según
todos los indicios, debería haber sido, un suplicio. No soy una gran viajera habitual,
y diecinueve horas de viaje en cualquier cosa no es para los débiles.
Por no mencionar que los dos días anteriores fueron de los más extraños que
había vivido nunca. Con todo eso combinado, nunca habría esperado divertirme
como nos divertimos Chase y yo de camino hasta aquí.
Hablamos, bromeamos y nos turnamos para cantar en el karaoke de la radio,
además de hacer varias paradas en algunos de los mayores monumentos de Estados
Unidos.
La bola de hilo más grande del mundo.
Una vaca longhorn de plástico del tamaño de mi apartamento.
La Cosa en Dragoon, Arizona.
Y quizás la menos impresionante de todas, Sedona.
Es broma. Está claro que Sedona era increíble, y ambos comentamos que
merecería la pena hacer un viaje por nuestra cuenta algún día.
No hicimos ningún plan en concreto, pero se puede decir que desde entonces
me he aferrado a él.
También hemos trabajado en el libro, lo cual es un gran logro, dado mi historial
hasta ahora, y estoy empezando a sentir que puede convertirse en una historia real.
Claro, todavía estoy convencida de que me dejará algún tipo de trastorno de estrés
postraumático crónico y me infligirá cicatrices emocionales hasta que me pudra en
una tumba a dos metros bajo tierra, pero aparte de eso, puedo respirar un poco más
tranquila.
Por fin llegamos a Las Vegas esta mañana y, en lugar de quedarnos encerrados
en la autocaravana, salimos a explorar la ciudad.
270
Ni siquiera tuve que convencer a Chase para que hiciera de turista conmigo.
Estaba tan preparado como yo cuando llegamos. Aunque, podría decirse que el largo
viaje le dio la comezón persistente de ver algo más que el interior de nuestra
autocaravana por un rato.
Y sólo hicieron falta dos visitas al casino, tres bodegas, el Planet Hollywood, la
fuente del Bellagio y unos pies muy doloridos para que la delicia leche congelada de
mi postre favorito me llamara lo suficientemente alto como para traernos aquí, a
Serendipity3.
Chase se sienta en una silla junto a la mía y el famoso chocolate caliente frío se
sienta justo delante de mi cara golosa. Le doy un sorbo con la pajita y prácticamente
gimo. —Debería ser ilegal que algo estuviera tan bueno.
—Tengo que decir que nunca había visto un postre tan grande en mi vida —
comenta Chase, mientras manotea un poco del helado derretido de mi bebida con su
largo dedo índice y se lo lleva a la boca en un movimiento erótico del que no vamos
a hablar ahora.
—¿Nunca has comido en el Serendipity de Nueva York? Creía que cuando
decías que no habías comido aquí, te referías a aquí, al Serendipity3 de Las Vegas.
Se encoge de hombros. —Siento decir que me refería a todos los Serendipitys
colectivamente. Francamente, no sabía que hubiera más de uno.
—Bueno... supongo que acabas de demostrar que eres algo más que una mujer
que crecía durante la época más crucial de su vida, cuando se estrenó la película
Serendipity.
—¿Qué película era esa?
—Dios mío, me estás matando, Smalls. —Se me cae la mandíbula de asombro
y luego la cierro con una mueca de burla—. ¿Kate Beckinsale? ¿John Cusack?
¿Confiando en el destino para que vuelvan a estar juntos? ¿Te suena?
Niega.
Dejo caer las manos sobre la mesa con un ¡zas! y me inclino hacia él con los ojos
entrecerrados. —¿Molly Shannon y Jeremy Piven como los torturados mejores
amigos? ¿Los guantes? ¿El billete de cinco dólares? ¿La escena crucial de la pista de
patinaje sobre hielo con la nieve? —Mi voz se eleva con cada mención—. ¿La
búsqueda del ejemplar de El amor en los tiempos del cólera en el que puso su nombre
y su número?
—No. —Otra sacudida de cabeza, pero esta vez le sigue una carcajada—. Lo
siento. De verdad, lo siento, porque me doy cuenta de que no saber esto es traumático
para ti, pero no, no me suena.
271
Según el libro que escribo sobre él, la respuesta a esa pregunta sería no. Él es lo
máximo. Lo último.
—Guau. Gracias —susurro de nuevo, pero hago lo posible por zafarme de su
abrazo antes de que empiece a marearme—. Y aunque parezca una locura, creo que
ya sé lo que quiero hacer con nuestra salvaje noche de hotel.
Arquea una ceja y yo trato de ignorar la insinuación sexual que podría
desprenderse de mis palabras.
—¿Podemos sentarnos en las máquinas tragaperras y pedir refrescos toda la
noche?
Pediría vino, pero la última vez que Brooke y Chase se emparejaron, le envié
el archivo equivocado de un libro que ha estado intentando arruinarme la vida desde
entonces. Así que creo que me quedaré con la soda.
—Si tú quieres. Quiero decir, dormir un poco también estaría bien, pero...
—Oh. Cuando digo toda la noche, me refiero a una hora, como mucho. —Agito
una mano en el aire—. Vivo con un tope de diez horas para acostarme, y no voy a
cambiarlo ahora. Despistaría a Benji por completo.
Su pecho vibra de humor. —Supongo que será mejor que volvamos al hotel y
empecemos, entonces. El tiempo corre con ese toque de queda.
Aplaudo con regocijo delante de mi cara, ahora aterradoramente feliz, y Chase
se muerde el labio en respuesta. Eso, por supuesto, me hace pensar en su boca y me
recuerda el pequeño y no consentido beso que le di aquella noche que estuvo
enfermo. Mis mejillas se calientan hasta alcanzar la temperatura del cristal soplado.
Por suerte, él no se da cuenta y se levanta primero, saca parte del dinero que
Netflix me dio para los gastos, ambos aprendimos pronto que sería mucho mejor que
lo llevara él, y paga la cuenta mientras Benji y yo nos levantamos de nuestros asientos
e intentamos recomponernos.
Mi amigo canino está cansado de caminar. Lo noto por la pesadez con la que
arrastra la correa cuando salimos del restaurante.
—Lo siento, hombre. No falta mucho —lo tranquilizo mientras nos dirigimos a
la acera—. Todo lo que tenemos que hacer es volver a la autocaravana y recoger
nuestras cosas, y luego podremos relajarnos en el hotel.
Chase se aclara la garganta detrás de mí, y tanto Benji como yo nos giramos
para mirarlo. El sol está justo encima de su cabeza, así que tengo que ponerme una
mano delante de la frente para protegérmela mientras me explica: —Ya he hecho que
traigan nuestras cosas en un servicio de coches. Espero que no haya problema. Pensé
que sería mejor que tener que volver hasta el camping.
273
Pero yo no soy esa mujer. Sólo soy una chica que pasea por las calles de Las
Vegas con el hombre más guapo en el que ha puesto los ojos mientras Dolly canta
sobre casarse con el hombre de sus sueños, y eso no significa nada.
No. Nada de nada...
275
Brooke
He sobrevivido veinticuatro horas en Las Vegas con Chase, en la misma
habitación de hotel, y no he sufrido una combustión espontánea.
La verdad es que dormir en una habitación de hotel con mi editor debería
haber sido bastante más incómodo de lo que fue, pero supongo que dos semanas
juntos en la carretera nos prepararon para este momento.
Anoche, tras unas horas bebiendo refrescos en las tragaperras, Chase y yo
volvimos a nuestra habitación, nos metimos en nuestras camas individuales y nos
dormimos como un par de bebés.
Creo que todo el ajetreo de la gira y los constantes viajes en coche por todo el
país nos tenían agotados a los dos, si te soy sincera, e hicieron que lo que podría
haber sido una situación tenue lo fuera menos.
Sé que debería haberme asustado, eso seguro, pero contra todo pronóstico, al
final conseguí dormir bien y algo más. Y creo que Chase también.
Cuando me levanté esta mañana, él estaba en el gimnasio, y en un esfuerzo por
agradecer su consideración, traté de ser considerada a mi manera, trabajando en las
ediciones que me había enviado por correo electrónico.
E incluso me las arregle para llegar a través de un total de diez capítulos.
Lo sé, yo tampoco me lo podía creer. Por una vez en mi vida, he tenido un lunes
productivo.
Ahora, Chase está en la ducha, y por primera vez desde que entramos en esta
estupenda habitación de hotel en el Venetian, mis sentimientos buenos y normales y
no incómodos están empezando a desaparecer.
Oigo el chapoteo del agua mientras se lava el cuerpo desnudo y percibo el
aroma de su champú a través de la puerta del baño.
276
Si a eso le sumamos que se está preparando para llevarme a una cena elegante
y a un club, una salida que ha planeado como sorpresa para mí, me siento
injustamente un poco romántica.
Esto parece una cita. No sólo se siente como tal, se lee como tal.
Si yo estuviera escribiendo esta escena entre Clive y River, definitivamente
estarían teniendo sexo cuando volvieran a la habitación del hotel. Definitivamente.
Me inclino sobre la maleta para elegir las bragas y el sujetador. Tengo una
buena selección que va desde la ropa de época hasta la sexy y, sin embargo, de
alguna manera siento como si no tuviera ninguna opción. Si elijo las bragas de abuela
como salvaguarda, pero luego, por algún milagro o designio del universo, esta
pequeña escena entre Chase y yo termina de una forma digna de un libro, me sentiría
avergonzada hasta el fin de los tiempos y más allá.
Pero si me quedo con lo sexy, el conjunto negro de encaje transparente, corte
alto y poco cubrimiento que compré por capricho en Internet, y vuelvo aquí, sólo para
ponerme la pijama y meterme en nuestras camas individuales como anoche, me
sentiré como una tonta.
Gah. ¿Por qué tiene que ser tan complicado?
Estoy disfrutando de mi amistad con Chase. Claro que me paso casi todo el
tiempo fantaseando con que esa amistad se convierta en un matrimonio, en bebés y
en un escenario feliz para siempre para Benji y para mí, pero eso está bien. La vida
no tiene que ser todo o nada, y supongo que la ropa interior tampoco.
Agarro mi tanga de media pierna, nude, que no resbala, sin rayas, que me
quedará bien debajo del vestido que tengo planeado y un sujetador a juego y doy por
terminado el día.
Este es mi compromiso oficial con una actitud de, tomaré lo que pueda
conseguir. Disfrutar de la noche, ver adónde va, sin expectativas. Ese es mi plan.
Resuelta, me pongo la ropa rápidamente mientras la ducha se cierra tras la
elegante pared beige empapelada que hay a mi izquierda.
Benji levanta la cabeza de su siesta, notando tanto el cambio de ruido como mis
constantes vitales. Como solo llevo puesto el sujetador y la tanga, me doy prisa y
vuelvo a ponerme nerviosa.
Bien nerviosa, creo.
Anticipado, ¿sabes? Aun así, no sé si mi cuerpo sabe distinguir entre eso y uno
de mis episodios, porque palabras como mareada y aturdida son algunos de mis
descriptores más relevantes.
277
Chase estira la mano y me levanta la barbilla con el suave roce de un solo dedo,
y se me corta la respiración en la garganta. La sensación de que me toque así, apenas
vestidos, es sobrecogedora, sobre todo porque no sé por qué lo hace.
Su voz es un susurro cuando su mirada se cruza con la mía, una mezcla de
seriedad y cariño arremolinándose en sus brillantes iris azules. —Hazme un favor —
responde.
Asiento.
—Cuídate, ¿bien? No sé qué haría si te pasara algo.
En un segundo, está ahí, y al siguiente, se ha ido, de vuelta al baño, con mi
cabeza muda y mis labios de pez abiertos, todo lo que queda a su paso.
¿Fue un momento íntimo entre personas que se quieren? ¿O la súplica de un
editor que se lo juega todo por una autora que no para de intentar abrirle la cabeza?
Me gustaría que fuera lo primero, obviamente, pero mi parte racional sabe que
no hay que descartar lo segundo.
Me levanto despacio, me echo la mano al costado para subirme la cremallera
del vestido verde bosque y me contorsiono para enganchar la lengüeta al ojal que
tengo debajo de la axila. Tengo que dar saltitos en círculo haciendo un baile gracioso,
pero al final lo consigo. Me acerco al espejo de cuerpo entero y admiro mi intento de
arreglarme.
No está mal, la verdad. Aunque, todavía podría soportar pasar un par de horas
en YouTube aprendiendo a contornear el rostro.
Vuelvo al banco y me pongo los tacones color carne, abrochándome la hebilla
en cada tobillo antes de levantarme de nuevo y dirigirme al espejo. Benji se pone de
pie desde su posición boca abajo al otro lado de la habitación, mostrando su disfraz
de Capitán América.
Mi amigo. Siempre pero siempre me hace sonreír.
Estoy echando un último vistazo a la longitud de la parte de atrás de mi vestido,
asegurándome de que cubre el culo y lo demás, cuando se abre la puerta del baño y
sale Chase, cuyo reflejo me roba la atención que yo prestaba en el espejo.
Mi giro hacia él parece suceder a cámara lenta.
Su cabello, normalmente suelto, está peinado en un recogido perfecto, y un
impecable traje negro, camisa blanca y corbata negra cubren su espectacular
cuerpo.
Normalmente, me decepcionaría pasar de ver tanta piel a no ver nada, pero
con el aspecto que tiene ahora mismo, es difícil decepcionarse por algo.
280
Brooke
Las luces de neón parpadean. Las bebidas fluyen. La gente baila en la pista
situada en el centro del enorme local. Y la música resuena en los altavoces colgantes
del interior del club que Chase ha elegido para la noche.
Sinceramente, ni siquiera recuerdo su nombre, pero probablemente sea
porque he estado demasiado ocupada mirando embobada a mi... ¿cita?
Sí, aún no sé cómo definirlo, pero sé que cenamos en un restaurante de carnes
con mesas iluminadas con velas, música suave de piano y un ambiente romántico que
nos hizo sentir muy... como en una cita.
Y Chase, bueno, es el mejor compañero de cena y club nocturno que una chica
podría pedir. Guapo, divertido, inteligente y encantador, podrían haberme dado el
filete en la palma de la mano y me lo habría comido encantada.
Aparte del volumen atronador de la música en este club, no cambiaría nada de
mi situación actual.
Tal vez sea porque soy la mujer de treinta y un años más vieja que ha existido,
o porque casi nunca vengo a sitios como éste, pero no puedo negar que la música de
este antro es... un poco exagerada en su magnitud. Casi abrumadora si estás
intentando mantener una conversación.
—¡Está muy alto! —Grito por encima de la música, casi directamente al tímpano
de Chase. Estoy convencida de que es la única forma de oír en un sitio así cuando
tienes más de treinta años.
No me malinterpretes, el club en sí es precioso y, además, está lleno de gente
guapísima. Puedo decir que es popular por una razón e incluso diría que Chase hizo
un trabajo excelente y considerado al elegirlo con el número de veces que los DJ
mezclaron fragmentos de canciones de Dolly con la música house.
Pero eso no nos hace más jóvenes a ninguno de los dos.
282
Quiero decir algo, quiero decir algo con todas mis fuerzas. Sobre cómo me
siento o, no sé, cuánto lo deseo, pero con el volumen de todo lo que nos rodea, estoy
bastante segura de que caería en saco roto.
Pero quizá... quizá sea algo bueno. Tal vez pueda decir todas las cosas que
siento, todos los pensamientos que gritan dentro de mi cabeza, y ni siquiera tener que
afrontar las consecuencias.
Si de todas formas no va a poder oírme... ¿qué más da?
Desenfrenada y salvaje, tiro la cautela al viento y le cuento todas las cosas que
no he podido sacarme de la cabeza desde el primer día que lo conocí.
—Me gustas tanto, tanto, Chase. Tu cuerpo, tu personalidad, tu ingenio... Dios,
creo que todo es tan sexy.
El tiempo se ralentiza entre un momento y otro, y antes de que otro
pensamiento consciente pueda entrar en mi mente, los labios de Chase están sobre
los míos, y las yemas de sus dedos presionan más profundamente en la carne de mis
caderas mientras me aprieta aún más contra él.
El pánico al pensar que obviamente me ha oído se aplasta rápidamente al sentir
su lengua en la mía. Dios mío, esto es... todo.
Flexible y exigente, su lengua conduce el beso por un viaje de exploración y
sabor que ni siquiera yo, una creativa, podría haber imaginado. Es hábil, pero en
ningún caso aburrido, formal o convencional. Es como si tuviera los planos de mi boca
y llevara al menos un mes planeando un atraco con la tripulación de Ocean's Eleven.
No... no puedo creer que no esté soñando.
Chase Dawson me está besando. Chase Dawson está besando a la maldita
Brooke Baker, y ni siquiera tuve que secuestrarlo y apuntarle con una pistola para que
lo hiciera.
Mueve las manos de mis caderas a mi cara, dirigiendo mi atención de nuevo al
beso de la forma más ardiente y dominante. Juro que es como si supiera que mi mente
está divagando y, lo que es mejor, supiera cómo volver a centrarla.
Gimo en su boca, haciendo vibrar el aire que nos rodea y poniendo la piel de
gallina en mi cuello. Tengo los pezones duros bajo el vestido y un dolor palpitante e
innegable se ha instalado entre mis muslos.
Sus caderas siguen apretadas contra las mías, haciendo inconfundible el bulto
de su excitación.
Dios, lo deseo tanto; no sé si podré estar aquí mucho más tiempo sin que me
fallen las piernas.
285
Capítulo Cuarenta
Martes 30 de mayo
Brooke
Me duele la cabeza, pero el orgullo... bueno, esa niña pica como un hijo de
puta.
Despertarme esta mañana y encontrarme en la misma cama que Chase
Dawson, con un dolor detrás de los ojos y nuestros cuerpos completamente vestidos,
después de haber estado tan cerca de sentir por fin lo que sería tenerlo dentro de mí,
fue una verdadera patada en la ingle de la que podría haber prescindido.
Anoche fue muy dulce y comprensivo, por supuesto, y pasó del sexo ardiente
al paño frío en un santiamén. Pero la sensación de lo que podría haber sido perduró
en el aire mucho después de que dejara de vomitar en el retrete y me metiera en la
cama.
Para ser completamente honesta, todavía puedo olerlo ahora.
Ughhhh.
Tímidamente, salgo de la cama para no molestarlo, su camisa de vestir
desabrochada y desfajada de la forma más bonita y desaliñada, y me dirijo de
puntillas al baño para lavarme la cara sin sudor ni amargura.
Tengo una aparición televisiva esta mañana en Las Vegas Morning Blend para
la que tengo que encontrar la manera de recomponerme, y toda una gira que terminar
con un hombre al que no sé cómo voy a volver a mirar a los ojos.
Quiero decir, estábamos a punto de tener sexo, y yo... vomité. Varias veces.
Carajo.
Pero las cosas suceden, la Tierra gira y la vida sigue su curso, incluso sin la
penetración que tanto esperábamos anoche.
Después de mirarme una vez más en el espejo del baño, suspiro y me pongo
manos a la obra para arreglarme. La cara, el cabello, los dientes, la ducha... todo tiene
que estar hecho, y por la hora que marca mi Apple Watch, tiene que ser rápido.
288
Chase
Me meto el teléfono de Brooke en el bolsillo trasero mientras ella se sienta en
otra silla para entrevistas, y me da las gracias con un gesto de la cabeza, su sonrisa
crece desenfrenadamente mientras le guiño un ojo.
Maldita sea, me encanta su sonrisa.
En estos momentos nos encontramos en Los Ángeles, en el interior del Hotel
Beverly Hills, donde se han instalado varios puestos con periodistas para que Brooke
se siente a hablar del gran estreno de la serie The Shadow Brothers en Netflix.
Vestida con un vestido azul y con sus elegantes gafas y su preciosa melena
colgando por encima de los hombros, está guapísima, como siempre, y maneja a todos
y cada uno de los entrevistadores como una profesional.
Y desde la noche del lunes casi, me he propuesto apagar todas las alarmas de
mi cerebro y simplemente ser. Si quiero decirle que es guapa, lo hago. Si quiero
coquetear con ella, sin duda lo hago, y si Brooke dice algo que me hace reír, no
contengo mi diversión. No la he presionado en absoluto, y con lo ocupados que hemos
estado las últimas cuarenta y ocho horas llegando a Los Ángeles y haciendo todas sus
cosas publicitarias, ni siquiera nos hemos vuelto a besar.
Pero puedo sentir lo inevitable en el aire, y creo que ella también.
Créeme, quiero estar con ella. Carajo, alguna vez.
Y de alguna manera, cuando llegue el momento, Brooke Baker y yo vamos a
estar juntos en el sentido más bíblico de la palabra. Y la anticipación de no saber
cuándo va a suceder es la mayor emoción que he sentido en años.
Bueno, eso, y planear una sorpresa para ella que tendrá lugar al final de la gira,
de regreso a Nueva York.
Mi teléfono suena en mi mano y miro hacia abajo para encontrar un mensaje de
mi hermana. Desde que se me ocurrió la idea ayer por la mañana, ha estado
trabajando en los detalles de esa sorpresa.
291
Mo: Bien, White Limozeen está oficialmente reservada para el domingo por
la noche, como me pediste. Tuve que hablar mucho para que aceptaran con tan
poca antelación y sin ni siquiera una estimación del número de personas, pero al
final me enviaron el contrato hace cinco minutos y lo firmé.
White Limozeen es un bar en la azotea de Nashville por el que Brooke perderá
la cabeza. Puede que haya un tema de Dolly Parton.
Yo: Gracias, Mo. Te lo agradezco. Sé que he puesto mucho de esto sobre tus
hombros, pero no puedo hacer exactamente el trabajo pesado yo mismo y
mantenerlo como una sorpresa.
Mo: Está bien. Si hiciera esto por alguien en el planeta, sería por Brooke
Baker. Y ya que me vas a conseguir una copia anticipada del manuscrito en cuanto
acabe la edición, ADEMÁS de darme la primicia de lo enamorado que estás de ella
cuando vuelvas a verme en persona, creo que es un trato bastante bueno.
Santo cielo, mi hermana es realmente hábil para hablar con el culo.
Yo: No he dicho nada de darte el manuscrito ni de estar enamorado.
Mo: Créeme, lo hiciste. Todo lo que has dicho desde el momento en que me
llamaste ayer ha gritado esas dos cosas.
Yo: ¡Mo!
Mo: ¿Sí, hermanito?
Suspiro pesadamente antes de teclear, pensando que la mejor manera de
hacerla callar es ceder a una de sus peticiones.
Yo: Bien. Veré si puedo conseguirte el manuscrito.
Mo: ¡Y cuéntame todo sobre estar enamorado de Brooke Baker!
Aparentemente, estaba equivocado. Si le doy a mi hermana una pulgada, ella
intentará tomar una maldita milla. Después de treinta y tres años de tratar con ella, se
podría pensar que lo sabía.
Yo: Mo.
Mo: Bien, bien. Te dejaré negarlo un poco más si quieres. Los hombres
siempre son lentos de todas formas. ¡Oh! Y también olvidé decirte que recibí una
llamada de Glenn. Algo sobre que dejaste mi número como contacto de
emergencia.
Mi respuesta es rápida e instantánea.
Yo: ¿Qué mierda? No le dejé a Glenn ningún número de contacto de
emergencia. Y mi agenda estaba en mi habitación.
292
Pongo los ojos en blanco. Tampoco le sigo la corriente con una respuesta.
En lugar de eso, empiezo a desplazarme por mis contactos hasta que encuentro
el número de mi contratista Angelo, y hago todo lo posible por no perder los papeles
en el vestíbulo.
Cuando Angelo contesta al tercer timbrazo, tengo que templar la voz para no
enojarme.
—Hola, Sr. Chase —saluda con su marcado acento italiano—. ¿Cómo le va?
—Estoy bien, Angelo, pero he estado mejor. Sólo quería llamar y averiguar cuál
es nuestra situación en el apartamento. Acabo de recibir algunas noticias que
significan que realmente necesito estar allí más pronto que tarde. ¿Cómo se ve?
—Nos estamos acercando mucho, Sr. Chase. Se ve muy bien.
Arrugo la frente. —¿Qué quieres decir con acercarse exactamente? Como,
¿qué está hecho y qué queda por hacer y cuántos días o semanas significa que
pasarán hasta que pueda entrar ahí?
—Estas cosas, Sr. Chase, son difíciles de decir muy específicamente por
muchas razones.
¿Soy yo o parece que los contratistas nunca son capaces de dar una fecha
exacta?
—Entonces, dame un presupuesto —digo con la mandíbula rígida—. ¿Estamos
hablando de días o semanas? Porque me prometiste que llegaría hace dos meses,
Angelo.
—Sí, sí, lo entiendo. Pero sólo serán días, estoy bastante seguro.
—¿Bastante seguro?
—Bastante, bastante seguro.
Por el amor de Dios.
—Bien —digo con un profundo suspiro—. Bueno, volveré a la ciudad en menos
de una semana, Angelo, y espero mudarme cuando vuelva.
—Un momento, Sr. Chase —dice, y los sonidos de taladros y martillazos
resuenan desde su extremo de la línea.
Mientras espero a que responda, el teléfono de Brooke suena en mi bolsillo y
lo saco para comprobar si es algo importante. En la pantalla hay un mensaje de
Facebook de alguien, así que vuelvo a la puerta que da a la sala de conferencias que
Netflix reservó para las entrevistas de Brooke y entro en silencio para dárselo en
cuanto termine de hablar por teléfono.
294
—Lo siento, Sr. Chase. Estoy de vuelta. —La voz de Angelo está en mi oído otra
vez—. Una semana. Creo que no habrá problema. Terminamos todos los acabados.
Brooke se ríe a carcajadas, es su carcajada la que le hace abrir mucho la boca
y taparse los labios con la mano y, aun estando yo al teléfono, capta mi atención desde
el otro lado de la habitación. El entrevistador también se ríe a carcajadas, y me
imagino qué habrá dicho mi chica para desencadenar todo esto. Desearía
desesperadamente haberlo oído.
En estos días, me he vuelto ávido de escuchar casi todo lo que tiene que decir,
tanto en voz alta como en papel.
—¿Sr. Chase? ¿Está ahí, Sr. Chase?
Aparto momentáneamente mi atención de la despampanante mujer de azul y
vuelvo a centrarme en la llamada. — Solo hazme entrar para cuando vuelva, Angelo.
Por favor —le digo lo más bajo que puedo—. No puedo expresar a través de una
llamada telefónica lo grave que es la situación de mi compañero de piso mientras
espero a que este lugar esté terminado.
—Oh, oh, Sr. Chase, lo entiendo. Recuerdo que dijo algo sobre él. Me recuerda
a uno de esos fantasmas como The Shadow Brothers. Muy raro.
No puedo evitar reírme ante la referencia tan relevante de Angelo. —Sí. Es justo
así.
—Por supuesto, por supuesto. Lo haré por usted, Sr. Chase. Se lo prometo.
Estará impecable y hermoso cuando llegue aquí. Me aseguraré, ¿de acuerdo? No se
preocupe, ¿de acuerdo?
Cuando cuelgo el teléfono, Brooke ya ha pasado al siguiente entrevistador y
está haciendo reír de nuevo a éste. Su vestido azul de pana parece una nieve helada
a plena luz del día, y me cuesta recordar que no hace estas apariciones públicas todos
los días. Sé que una de sus principales preocupaciones era ser natural en este tipo de
ambiente, pero creo que alguien tiene que darle la noticia de que ha nacido para esto.
Ella no puede verlo, pero me la imagino algún día en su propio programa, es
así de magnética.
Echo un vistazo a mi reloj para ver qué hora es en Nueva York, que nos lleva
tres horas de ventaja, y me lanzo de nuevo a enviar un mensaje de texto a mi hermana
antes de que se ponga a trabajar en el restaurante. Allí son las tres, y las cosas
empiezan a animarse sobre las cuatro.
Yo: Angelo me ha asegurado que estará lista cuando vuelva. Por favor, por
favor, si puedes, haz que me traigan mis cosas de la bodega al apartamento el día
antes de que vuelva.
295
—Yo también.
Sus mejillas se sonrojan y empieza a abrir la boca para decir algo que sin duda
estoy deseando oír, pero una interrupción en forma de otra persona la detiene.
—Siento interrumpir —dice una voz a nuestro lado, sacándonos a Brooke y a mí
de una intensa mirada. Me aclaro la garganta y Brooke se coloca un mechón de
cabello suelto detrás de la oreja mientras gira la cabeza hacia una mujer llamada
Rhonda, que resulta ser la ejecutiva de Netflix a cargo de todo este asunto.
—Sólo quería ponerte al día muy rápido antes de que tenga que atender una
teleconferencia en la otra habitación.
—Oh, bien —dice Brooke, asintiendo.
—Brooke, me he tomado la libertad de concertar una reunión para ti y para mí
con nuestro director general —nos informa la ejecutiva—. Está deseando reunirse
contigo para cenar esta noche e incluso ha hecho que su ayudante te reserve una
habitación de hotel justo al lado del restaurante para que no tengas que preocuparte
de ir y venir a la... autocaravana. Tu equipo de glamour se reunirá contigo en tu hotel
mañana a primera hora para empezar a prepararte para el estreno. Y le diré a mi
asistente que te envíe todos los detalles por correo electrónico, ¿bien? —Aprieta
suavemente el hombro de Brooke—. Estoy deseando verte en la cena de esta noche.
Brooke ni siquiera tiene la oportunidad de responder antes de que la mujer se
aleje rápidamente.
Demasiado para estar solo esta noche.
Brooke se gira hacia mí, con la cara hundida como imagino que es la versión
desenmascarada de la mía. Aun así, me recupero rápidamente antes de que ella
pueda contagiarse.
Cenar con el CEO de Netflix y asistir al estreno de una serie basada en sus
libros son oportunidades únicas en la vida. Por eso está aquí. Si tengo algo que decir
al respecto, voy a estar por aquí un tiempo, así que por mucho que desee y necesite
una noche en la que la tenga toda para mí, nuestros planes pueden esperar.
Brooke tiene que ir, y tiene que hacerlo sin preocuparse por mí. Tiene que
hacerlo y estar allí para vivirlo de un modo que le permita ser testigo y disfrutar de
los frutos de su trabajo y su talento.
—Suena estupendo, Brooke. —Sonrío y luego me inclino discretamente hacia
delante para susurrarle al oído—: Y no te preocupes, te prometo que nuestros planes
esperarán.
297
Brooke se inclina hacia atrás para mirarme a los ojos, y su sonrisa es agradecida
y triste al mismo tiempo. Verla triste no es algo que jamás pensé que me alegraría,
pero ahora mismo es el bálsamo para cada gota de incertidumbre que necesito.
Brooke Baker y yo nos queremos lo suficiente como para esperar. Un par de
días, máximo.
298
Brooke
Estoy en una lujosa habitación de hotel de Los Ángeles, rodeada de otras diez
mujeres que me ayudan a prepararme para el estreno de la alfombra roja de The
Shadow Brothers. Santo, santo infierno.
Ni que decir tiene que estoy ansiosa, y mi actual indecisión lo pone de
manifiesto.
Vuelvo a tomar los dos frascos de esmalte de uñas y los examino
detenidamente con un fruncimiento de labios propio de Miranda Priestly.
Es una decisión importante, aunque estoy bastante segura de que no debería
ser tan trascendental, y la manicurista apenas puede evitar poner los ojos en blanco.
Lo noto.
—Juro que normalmente no soy tan molesta. De verdad. Es sólo que no puedo
decidir qué va a quedar mejor en la alfombra roja porque nunca he estado en una
alfombra roja o incluso en ningún suelo de color rojo, ¿sabes?
Becky frunce el ceño y toma una de las botellas de mi mano con facilidad,
sosteniéndola frente a mí. —Esta.
Suspiro, aliviada. —Bendita seas, Becky. Dios te bendiga.
Se pone a pulir el color rosa claro, mientras otra mujer empieza a arreglarme
el cabello. En un rincón de la habitación, una guapa rubia me vaporiza el vestido,
sosteniéndolo a la luz de la ventana del hotel para asegurarse de eliminar todas las
arrugas del delicado tejido de seda.
Me siento a la vez agradecida y terriblemente fuera de lugar, y desearía tanto
que alguien estuviera aquí para hacerlo conmigo.
No pasa ni un minuto desde que pienso eso cuando un suave golpe resuena en
la puerta de la habitación del hotel y otra mujer se la abre a Chase. Entra con una gran
sonrisa y un ramo de rosas rosa claro en la mano.
299
Los fotógrafos hacen gestos hacia nosotros, juntando los brazos para sugerirnos
que nos demos un abrazo, y tanto Chase como yo nos detenemos para consultarnos
antes de hacerlo.
Es incómodo y tierno a la vez, y agradezco que alguien se sienta tan fuera de
lugar como yo en este momento. Sin embargo, una vez cerca, Chase me rodea con un
cálido brazo y me arropa contra su cuerpo. Su esmoquin es de tela suave y elegante,
y puedo sentirlo a través de la abertura de mi bata de seda color lavanda. Eso y la
cálida suavidad de sus largos dedos.
A medida que avanza la noche, la distancia entre nosotros se acorta.
Cuando empezamos el paseo por la alfombra roja a nuestra llegada, Chase se
quedó atrás la mayor parte del tiempo, sonriendo cuando yo lo miraba incrédula ante
todo el espectáculo.
Estuve en una alfombra roja esta noche.
Yo, Brooke Baker, en una maldita alfombra roja en medio de un estreno en Los
Ángeles de The Shadow Brothers.
Actores famosos caminaban a mi lado, incluso se detenían y pedían tomarse
fotos conmigo de vez en cuando.
Los fotógrafos me gritaban y varios entrevistadores de la alfombra roja me
paraban para hacerme preguntas. Era todo tan surrealista.
Sin embargo, lo más soñado fue ver a mis propios Shadow Brothers cobrar vida
en la gran pantalla. Era todo lo que podía hacer para sentarme durante la proyección
sin llorar lo suficientemente fuerte como para molestar a todo el mundo.
Afortunadamente, tuve a mi lado todo el tiempo a los dos mejores hombres que
cualquier chica podría pedir.
301
Benji se quedó quieto junto a mis pies y Chase me tomó de la mano mientras
dos lágrimas muy palpables esculpían ríos por mis mejillas totalmente maquilladas y
a mí me daba igual.
Esto es grande, maldita sea, y por primera vez desde que conseguí el trato, me
permití sentirlo. Me olvido del maquillaje y del vestido lavanda que elegí porque
alguien me dijo que le gustaba ese color.
No me preocupaba lo que pensaran de mis lágrimas.
Me permití saborear el momento.
Es decir, escribí un libro que convirtieron en una serie. Sólo una chica de
pueblo de Nowhere, Ohio, viviendo el más grande de los malditos sueños. Y esta
noche a medianoche hora del Pacífico, va a ser en vivo en todo el mundo, para que
toda la gente vea.
Cada vez que me he permitido pensar en ello desde aquellas lágrimas dentro
del teatro, he empezado a temblar.
Lo hice. Como dijo Sammy, lo hice de verdad.
Chase y yo sonreímos para las cámaras un par de veces más antes de alejarnos
de la multitud, salir de la alfombra roja y subir al coche que nos espera para alejarnos
de la ostentación y el glamour de Hollywood y llevarnos de vuelta a la autocaravana,
a las afueras de la ciudad.
La luna está llena y las estrellas son grandes, y mis ojos están llenos de
corazones mientras Chase se acerca a mí y nos alejamos.
Se queda callado mientras toma mi mano entre las suyas y la estrecha con
fuerza, frotando el pulgar contra la línea de la mía. Respiro profundamente en el
silencio mientras Benji me observa desde el otro extremo de la limusina.
—¿Alguna vez...? —Chase empieza a preguntar en el coche silencioso antes de
detenerse. Sacude la cabeza, pero evidentemente el movimiento no es suficiente para
despejarla—. ¿Alguna vez imaginas cómo sería ser Clive y River?
Sus ojos buscan los míos como si la respuesta a su pregunta pudiera
encontrarse dentro, pero sé por el anhelo siempre presente en su rostro, que no es
así.
Oh chico, si pudiera...
Cada día que paso con este hombre, trabajando en personajes que basé en
nosotros, me pesa un poco más la culpa. Mi conciencia, recordándome que está ahí y
no, ya sabes, en un paréntesis de seis meses a Siberia como me gustaría que fuera.
302
Chase
Sus dientes me tiran del labio y le meto una mano en el cabello largo mientras
la limusina se aleja. Encerrados, los dos tropezamos con las escaleras de la
autocaravana y la atraigo hacia mí con una mano mientras con la otra agarro el pomo
de la puerta. No consigo acercarme lo bastante rápido y, por la forma en que sus
piernas intentan trepar por las mías, creo que ella siente lo mismo.
La puerta finalmente se abre con un traqueteo y un estallido, la pantalla de
plástico se separa del marco sólido lo suficiente como para que tenga que luchar
contra la complicación de los dos a espaldas de Brooke hasta que finalmente se pegan
de nuevo.
La levanto y envuelvo sus piernas alrededor de mi cintura para subir dentro,
Benji luchando por su vida en una maraña de nuestros pies, y cierro la puerta tras
nosotros y la acompaño directamente al dormitorio.
Arrastrado por el caos, Benji se queda cerca mientras dejo caer a Brooke de
espaldas sobre la cama y me subo encima de ella, subiendo aún más la dulce abertura
de su vestido de seda sobre su muslo y haciendo patinar mi mano sobre la cálida piel
recién revelada.
Benji gime un poco y sale por la puerta hacia un lugar que, supongo, no le
dejará tantas cicatrices. Aun así, no quiero que se vaya si Brooke debe tenerlo aquí
por su seguridad.
Me retiro ligeramente, por mucho que no quiera, y le pregunto al respecto. —
Benji... necesitas que él...
Ella resopla. —No hay forma de que mi presión sanguínea baje ahora mismo.
Estaré bien.
Con la forma en que mi propia sangre está bombeando en este momento,
entiendo su confianza.
—Bien, si estás segura. Si necesitas que...
305
Puedo decir sin lugar a dudas que es la mejor sensación que he tenido en toda
mi vida. Se siente completo. Se siente bien. Se siente... como magia.
Su cabeza cae hacia atrás, dejando al descubierto la pronunciada línea de su
clavícula, y la beso por completo antes de que haga el menor movimiento. El corazón
le late deprisa, lo noto en el pulso del cuello, pero está completamente tranquila.
De hecho, no creo haberla visto tan despreocupada en todo el tiempo que hace
que la conozco.
Qué jodidamente excitante.
Brooke se mueve lentamente, levantándose con la fuerza de sus muslos y
deslizándose hacia abajo muy despacio. Le rodeo el cuerpo con los brazos, y ella
responde pasándome los dos brazos por los hombros y cerrándolos.
Nuestras bocas se juntan y se mezclan, y la piel de gallina se me eriza en el
cuello. El aire que nos rodea parece estancado, como si el mundo entero, aparte de
nosotros dos en ese momento, estuviera inmóvil.
Sin prisas y con precisión, Brooke se frota sobre mí hasta que sus miembros
empiezan a temblar, y una sola gota de sudor queda atrapada en mi mano mientras
recorre su espina dorsal.
Juro que podría quedarme encerrado en este momento para siempre. Justo
aquí, a este lado de lo que puedo decir que va a ser el mayor clímax de mi vida.
Concentrado, subo una de mis manos para hundirla en su cabello y sostengo
su mirada con la mía mientras nuestros labios chocan.
Abajo, abajo, abajo, sus caricias terminan cada vez en un chirrido más
profundo, y la opresión a mi alrededor se amplifica.
Tiembla suavemente y luego violentamente, todo a la vez, y su cabeza se
dispara hacia atrás en una ráfaga de presión sobre mi mano mientras su coño se
aprieta a mi alrededor. Su boca es un oh silencioso, su aliento se pierde por completo
en el aire caliente que nos separa.
Mi clímax sigue al suyo y suelto un gemido profano mientras muerdo la carne
de su hombro lo justo para dejar una pequeña hendidura.
Nunca he estado tan seguro de un hecho irrefutable.
Sobre el papel y en persona, Brooke Baker es inigualable.
Y ya no importa si debería estar haciendo esto o las implicaciones. Porque
ahora, no puedo volver atrás.
He cambiado para siempre de forma irreversible.
310
continúe. Te necesito en mi esquina. No sé qué haría sin ti, aparte de volverme loca.
Porque sé que a veces puedo ser egocéntrica y estar en mi cabeza, y sé que eso no
es justo para ti.
Suspiro, y Benji parece confuso. No lo culpo, con todo el sentido que tengo.
Pero no puedo evitarlo. Mis pensamientos están desordenados.
Quizá sea mejor que vaya al grano.
—Así que sí. ¿Recuerdas aquel día que estábamos en el parque y yo estaba
como loca y perdimos a la chica de tus sueños? —le pregunto.
No asiente, pero estoy segura de que me entiende.
—Bueno, he estado intentando compensarte mientras estábamos de gira, y he
estado buscándola a ella y a su dueño. Y bueno... los encontré. O alguien en Facebook
los encontró. Lo que sea. El caso es que, cuando volvamos a Nueva York, he quedado
con ellos, ¡y podrás tener una cita!
Benji mueve la cola de un salto y me da un zarpazo en el hombro antes de
lamerme la cara. No estoy segura, pero creo que está emocionado.
Chase sale por la puerta y baja los escalones, pero cuando ve la escena entre
nosotros, no ofrece más que una sonrisa y un guiño antes de dedicarse a empaquetar
la caravana para dejarla lista para la carretera.
Aún no puedo creer que el hombre sea tan observador, tanto como para
reconocer un momento especial entre mi perro y yo y no interrumpirlo, pero se lo
agradezco.
En ese momento, empiezo a pensar en formas de devolvérselo durante los
próximos días mientras conducimos. Va a ser un viaje largo y va a pasar mucho
tiempo al volante. Lo menos que puedo hacer es asegurarme de que esté lo más
entretenido posible.
314
Capítulo Cuarenta y
Cinco
Brooke
Cuando Chase detiene la autocaravana en la primera parada de la noche,
Albuquerque, Nuevo México, me subo a la cama del dormitorio y retuerzo las piernas
en posición cruzada. Benji se acuesta a mi lado y cierra los ojos con un gemido.
No puedo culparlo. Ha sido un día largo.
Once horas de conducción y un sinfín de entretenimientos, y Benji y yo estamos
casi agotados. Después de reconciliarnos esta mañana, Benj y yo nos unimos para
hacer una especie de espectáculo de variedades mientras Chase conducía.
Nos pusimos disfraces, me pinté la cara con siete tipos distintos de maquillaje
y canté a pleno pulmón un álbum entero de Shania Twain.
El final, sin embargo, fue cuando realmente lo llevé al límite, convirtiéndome
en mi chica Dolly con el traje más brillante, el cabello más grande y las tetas más
turgentes que pude usando tres de mis sujetadores superpuestos.
Sé que Chase también está agotado, pero como reclusa certificada, no estoy
acostumbrada a usar tanto de mi tanque social de una sola vez.
Si quiero impresionarlo en el dormitorio esta noche, que es, por supuesto, mi
mayor prioridad, voy a tener que refrescarme, y refrescarme rápido.
Cuando veo la bolsa de regalos de la fiesta del estreno de anoche en la mesita
de noche, la arrastro hasta la cama y empiezo a sacar cosas.
Hay algunos caramelos y mercancía para el espectáculo y un monedero de
diseño, pero el montón de productos de belleza al fondo me hace brillar los ojos.
315
Nunca me gasto el dinero en estas cosas porque suelo estar sola en casa, pero
el simple aspecto de los productos en el envase me produce un cosquilleo de
excitación que sólo pueden producir los productos de belleza gratuitos.
Rebuscando entre las cosas con cuidado, saco el artículo más cool de la bolsa.
“Limpiador facial Vandalay Fusion” leo en voz alta y le doy la vuelta al envase para
ver para qué sirve.
—Pulsaciones ultrasónicas que eliminan la suciedad, la grasa y las células
muertas de la piel —leo, resumiendo sobre la marcha—. Masaje reafirmante con
puntos de contacto de silicona para una experiencia higiénica y un diseño astuto que
no tendrás que sustituir. Fabricado en Finlandia.
—¡Perfecto! —chillo encantada—. Esas finlandesas son todas tan guapas.
Seguro que saben lo que hacen en la industria de la belleza. —Dado que la mayoría
de las noches de este viaje he dormido estúpidamente sin maquillarme, estoy
dispuesta a apostar que mi piel necesita una buena exfoliación. Y al igual que su
influencia, el maquillaje de Dolly es difícil de eliminar.
Rebusco en la bolsa y rebusco hasta que encuentro una botella grande de
limpiador de microespuma para usar con el limpiador y me pongo manos a la obra.
Vibra en mi mano e, inmediatamente, mis cejas se disparan. ¿Esto es realmente
un limpiador facial? ¿O me he equivocado de paquete?
Pruebo su tacto en la palma de la mano.
Carajo, esto sí que se mueve... y vibra. Como el tipo de buenas, buenas, buenas
buenas vibraciones de las que los Beach Boys estarían orgullosos.
Intento apagarlo, pero empieza a latir con más fuerza y el sonido resuena en el
espacio silencioso como una sirena.
Cuando trato de asfixiarlo con la mano no da resultado, empiezo a apuñalar de
nuevo el botón de encendido, intentando que se canse o algo así.
Sin embargo, se pone tan intenso que juro que va a empezar a sacudir la
autocaravana si no puedo apagarlo.
La puerta se abre de golpe y Chase entra volando en plan Cosmo Kramer. Sé
que mi cara parece culpable, lo noto, aunque aquí no pasa absolutamente nada más
que una limpieza facial.
—No estoy haciendo nada, lo juro —suelto de improviso, haciendo que mi cara
florezca en un carmesí tan intenso que lo noto en los oídos.
—¿Qué es exactamente lo que no haces? —me pregunta al ver el limpiador que
llevo debajo de la pierna y que sigue corriendo a toda velocidad. Sonríe con picardía
316
y sus ojos bailan mientras se arrastra hasta la cama a mi lado y saca el limpiador para
sujetarse.
—¡Es un limpiador facial! —Declaro, apresurándome a explicar—. ¡Iba a usarlo
para restregar todo esto de Dolly, pero no consigo que haga lo que quiero! Tiene
mente propia.
Chase sonríe y se reclina sobre las almohadas con el limpiador en la mano.
Pulsa el botón de encendido varias veces, haciéndolo pasar por todo tipo de
pulsaciones hasta que finalmente se apaga. Parece satisfecho, como si hubiera
dominado su funcionamiento por completo en unos pocos segundos.
Sonríe de nuevo, la pone sobre su regazo y alarga la mano para agarrarme por
las caderas. Me empuja contra las almohadas junto a las que él estaba y se arrodilla.
Observo con detenimiento cómo tira de la cintura de mis pantalones y me los baja
junto con la ropa interior en un movimiento suave.
—Chase. ¿Qué estás haciendo? —pregunto, justo cuando Benji sale de la
habitación. Abajo y fuera de la cama, se ha ido en un instante.
—Tal vez Dolly pueda quedarse un poco más.
Entrecierro los ojos cuando se mete entre mis piernas y agarra la máquina de
limpieza facial de la cama.
Me separa los muslos con las palmas calientes de las manos y, pulsando un
botón, vuelve a encender el limpiador.
Obviamente, no sólo estoy desnuda de cintura para abajo, sino que ahora estoy
totalmente fascinada.
—De acuerdo, esto se está poniendo interesante...
Me guiña un ojo y arrastra suavemente el dispositivo vibrador por la parte más
interna de mi muslo y luego se detiene, justo en la línea del bikini, manteniéndolo allí
durante un largo segundo y retirándolo justo cuando empiezo a retorcerme.
Unos dedos seguros acarician la línea del bikini del otro lado, y mi sangre
empieza a latir con fuerza en mis oídos.
Vuelve a hacer el mismo patrón. Y otra vez. Y otra vez. Hasta que prácticamente
estoy jadeando y las yemas de sus dedos apenas se posan sobre el sensible capullo
de mi centro.
Pongo los ojos en blanco y se me corta tanto la respiración que tengo que
jadear para respirar.
317
Chase
El campamento de autocaravanas de Albuquerque sigue tranquilo, y Brooke
sigue durmiendo, pero mis planes y yo estamos vivitos y coleando esta madrugada.
No sólo tengo que aprovechar este tiempo para repasar los capítulos de
Accidental Attachment que Brooke me ha enviado debido a nuestro inminente plazo
de entrega, sino que, gracias a mi brillante idea de sorprenderla con una fiesta en
Nashville en el bar de azotea por excelencia inspirado en Dolly, White Limozeen, los
mensajes de texto de Mo y míos están quemando la vela por los dos extremos.
No creo que mi hermana se haya despertado tan temprano en años. Como
propietaria de un restaurante, ser un ave nocturna es más su estilo.
Yo: ¿Hizo su familia un recuento final?
Mo: De mala gana, su hermana Sam dice que su madre y su padre vendrán
con ella. Voy a cuidar a los niños para que ella pueda tener el vuelo y la fiesta para
ella sola.
Yo: Guau. Es muy amable por tu parte, Mo. Estoy impresionado.
Mo: Sam lo ha pasado mal. Y a Vinny y a mí nos encanta poder hacer de
niñeros con gente que lo aprecia.
Yo: ¿Niños?
Mo: Exactamente.
Yo: Entonces, ¿qué más hay que hacer? Puedo intentar hacer algunas
llamadas yo mismo, pero no sé si voy a conseguir mucho ya que los dos vamos a
estar atrapados en la autocaravana todo el día conduciendo.
Mo: No empieces a preocuparte por asumir parte de la carga ahora. Estamos
en la recta final, hermano. Yo me encargo. Suponiendo, eso sí, que el manuscrito
llegue pronto a mi bandeja de entrada.
320
Brooke
Siguiendo las instrucciones de Chase, estoy sentada en el lado del pasajero de
la autocaravana, con tacones y vestido, maquillada y como es debido, mientras él se
detiene en el bordillo de una calle lateral del centro de Nashville y apaga el motor
con un giro de muñeca.
También tiene un aspecto delicioso, ya que hizo una parada a las afueras de
Memphis para ducharse y cambiarse antes de indicarme que hiciera lo mismo
mientras él conducía. No sabía lo lejos que íbamos ni dónde íbamos a parar, pero no
me esperaba la ostentación y el glamour de un hotel del centro de Nashville.
¿Cena, tal vez? Pensé cuando me estaba haciendo sugerencias sobre lo que
podría querer ponerme.
Pero ahora que miro más de cerca dónde estamos parados... me doy cuenta de
dónde estamos, y un fuerte chillido salta de mis pulmones sin mi aprobación.
¡Santo rebaño de ovejas! Me llevó a White Limozeen, también conocido como
el bar temático de Dolly Parton de mis sueños adolescentes.
Quizá otra persona no se daría cuenta de dónde estaba con la inmediatez que
yo, pero como alguien que ha dedicado una cantidad aterradora de su tiempo y de su
vida a la música de Dolly Parton, supe cuando decidieron abrir este lugar y ponerle
el nombre de su álbum de 1989 muy poco después de que lo anunciaran en el
periódico.
—Chase maldito Dawson, ¿dónde estamos? —es todo lo que consigo decir, y
más allá de eso, sólo puedo hacerlo en un susurro. También sigo mirando el cartel del
Graduate Hotel, donde se encuentra el bar de la azotea inspirado en Dolly,
parpadeando varias veces para asegurarme de que lo que veo es real.
Chase, sin embargo, está relajado y tranquilo, sentado en el asiento del
conductor con una sonrisa de oreja a oreja.
322
—Dime que esto no es lo que creo que es. Dime que no estamos donde creo
que estamos —suplico tontamente, incapaz de manejar la cruda emoción de
veintitantos años de obsesión que culminan en este momento.
Me recorre un escalofrío por toda la espalda cuando se acerca para agarrarme
justo por encima de la rodilla. Y su voz es increíblemente suave y comprensiva
cuando responde. —Estamos donde crees que estamos. Y estamos aquí para
celebrarlo.
—¿Qué quieres decir? —exijo, rebotando y levantándome de mi asiento—.
¿Qué quieres decir con que estamos aquí para celebrar?
Chase se pone a mi lado, tirando de mí hacia su cuerpo lo justo para que deje
de temblar. —El estreno en Los Ángeles fue sobre Netflix. Claro, fueron muy
acogedores contigo, y formaste parte de ello, pero en general, fue una celebración
de su éxito... de su hito.
Me escuece la nariz mientras las lágrimas entran en mis ojos sin ser invitadas.
—Esto... esta noche... es una celebración de ti, Brooke Baker y de tu éxito. Tu
hito. Tienes un programa en Netflix —casi grita, abrazándome y sacudiéndome al
mismo tiempo—. Esto es grande, Brooke. Enorme. Y de ninguna manera iba a permitir
que lo dejaras pasar. Y no se me ocurrió mejor lugar para celebrarlo que aquí.
Me lanzo a sus brazos, rodeando sus caderas con las piernas y lanzándole besos
por toda la cara. Es entusiasta y demasiado entusiasta, y no me importa. Estoy
jodidamente agradecida de que exista este hombre.
—¡Tú! —Grito, directamente a su cara mientras aprieto su mandíbula con mis
manos—. Eres increíble. Si no estuviera tan excitada por el bar, te llevaría a la
habitación para devorarte por completo. Lo siento. Y siento haber gritado tan fuerte
y haberte lastimado los tímpanos también.
—De nada, Brooke. —Su respuesta es una risita suave y una de mis sonrisas
favoritas de Chase—. Ahora, ¿qué tal si entramos y lo vemos?
¿Poner a Dolly Parton por delante del sexo sin discusión?
Es oficial. Realmente es el hombre perfecto.
Esta noche todo parece mágico. El aire es espeso pero translúcido, y me hace
sentir como si estuviera en una nube con vistas a la ciudad. Mi familia está aquí, junto
con algunos amigos editores que he hecho a lo largo de los años, y el enorme busto
323
de Dolly está en la esquina de la azotea y los paraguas rosas adornan uno de cada tres
pies. De los bordes cuelgan borlas blancas, y mujeres con botas de vaquero reparten
bebidas con volantes a la gente con sus mejores galas.
Miro mi propio atuendo de flecos y fiesta, el mismo atuendo de vaquera que
Chase me animó a llevar, y apenas puedo creer a dónde me ha llevado la vida. Un bar
temático de Dolly en una azotea como ésta era algo con lo que soñaba en las estériles
aulas de mi instituto en Podunk, Ohio. Una fiesta de presentación de una de mis
creaciones, con la gente arremolinando sus buenos deseos y sus buenos momentos a
mi alrededor mientras la serie basada en mis libros se emite en las televisiones de
fondo, es algo que va más allá de lo que podía imaginar.
Si pudiera hablar con la joven que llevo dentro y hacerle ver lo que es
realmente posible, quizá no habría luchado tanto contra mi ansiedad. Tal vez habría
visto el valor en mí misma lo suficiente como para saber que merecía este momento
y, más que eso, que me creería digna del hombre de ensueño a mi lado.
Tal vez Chase no se sentiría inalcanzable en absoluto. Tal vez se sentiría como
mi destino.
Sammy me golpea por detrás, llamando mi atención antes de darme el abrazo
de su vida. Puedo sentir tanto su propia alegría como su felicidad por mí irradiando a
través de ella, y me reconforta a un nivel que no puedo describir.
—Hola, SissySam —le digo con una sacudida y una burla, tirándole del cabello
del hombro y dejándoselo caer por el centro de la espalda—. Muchas gracias por
hacer el viaje hasta aquí para esto. No puedo creer que haya organizado todo esto.
La sonrisa de Sam es brillante, fácil y un poco cómplice. —¿Estás bromeando?
No me lo habría perdido. Mi hermana es una estrella del rock con su propio groupie
—dice moviendo las cejas y levantando la barbilla hacia Chase.
—Oh, vamos.
—Vamos, Brookie. No puedes ser tan lenta con esto. No estaba del todo segura
de lo que me iba a encontrar aquí después de la última vez que hablamos, pero eso
es un hombre enamoradoooo. ¿De acuerdo?
—Shhh —la hago callar, avergonzada—. No hables tan alto, alguien podría...
—¿Me oyes? —interrumpe riendo—. Brooke, mira a tu alrededor, ¿quieres? No
creo que nadie necesite oírme decir para entender que toda esta fiesta está escrita
como una gigantesca carta de amor. Tuvo que usar a Mo para hacer un montón de
esta mierda porque estuvo contigo todo el tiempo, pero créeme, todo esto está
diseñado y aprobado por el propio Chase Dawson.
—De acuerdo, Sammy, para. De verdad. Antes de que enloquezca.
324
Rodando hasta la punta de los dedos de los pies, tomo su cara entre mis manos
y sus labios bajo los míos. Él reacciona con rapidez, me pone las manos en las caderas
y funde mi cuerpo con el suyo mientras yo recorro el suyo con la punta de la lengua.
Él gime y mi cabeza da vueltas de excitación.
Apenas puedo detenerme, pero cuando lo hago me quedo sin aliento. Me
abraza, apoya su frente en la mía y me dice burlonamente: —¿De eso querías
hablarme? Porque yo también podría decir un par de cosas.
Nos reímos mientras balanceo la frente sobre la suya. —No, la verdad es que
no. Fue una decisión de un segundo.
—De acuerdo, entonces. Esos también son buenos. Hagamos más de esos.
—¡Chase!
—¿Qué? —Su sonrisa es adictiva—. ¿Necesitas que tome la iniciativa? Porque
definitivamente puedo tomar la iniciativa. Seguro que lo demostré en Chicago.
Lo aparto con un bufido y un movimiento de cabeza y luego lo señalo con un
dedo a la cara. —Tú. Quédate ahí mientras te digo esto. Sin movimientos bruscos.
Se ríe incrédulo. —¡Me besaste!
—Lo sé. Pero ahora estoy intentando decirte algo, y si no lo saco ahora, no sé
si lo sacaré alguna vez, y tengo que sacarlo. Tengo que hacerlo antes de que me coma
viva.
—De acuerdo. ¿De qué se trata?
—Primero, sólo quiero darte las gracias por... bueno, por todo. Pero
especialmente por esta noche. Nunca lo superaré mientras viva, y no sé si volveré a
sentirme tan especial. Eres... eres el mejor.
Sonríe tanto que sus mejillas amenazan con salirse de su cara. Es precioso.
También intenta abrir la boca para hablar, pero le pongo una mano justo a tiempo.
—Ah —zumbo moviendo la cabeza—. Sólo... todavía no. Déjame terminar.
Asiente. Su sonrisa sigue presente contra mi mano.
—La segunda y más importante cosa que quería decirte... la razón por la que te
traje aquí... básicamente mi razón para todo en este momento...
Levanta las cejas.
—Lo sé. Estoy divagando. Pero la razón por la que estoy divagando es porque
quiero decirte que te quiero.
327
Chase
Recién duchado tras nuestra tercera sesión de sexo en la habitación del
Graduate Hotel de Nashville, me ciño la toalla y le guiño un ojo a Brooke a través del
cristal de la ducha.
Es una jodida diosa ahí dentro, con su cuerpo desnudo en plena exhibición y
mis ojos negándose a perderse ni un segundo. Esta noche llevo dentro de ella lo que
parecen horas, pero cuando se trata de Brooke, creo que nunca estaré satisfecho.
Creo que nunca tendré suficiente de ella.
—No soy de meter prisa a la gente, pero te digo que si tardas mucho ahí dentro,
acabaré uniéndome a ti.
—¡Tenemos que comer! —exclama entre risas.
—Entonces supongo que necesitas encontrar algo de ropa.
—Eres incorregible. —Me salpica agua por encima y yo me río mientras me
aparto para evitar su fuego. Pero no salgo del baño todavía.
—Y tú eres hermosa.
—Chase Dawson. —Me señala con un dedo índice desafiante—. Te lo juro, si
sigues hablándome así, voy a terminar invitándote a volver aquí. Y entonces Benji va
a tener que estar en guardia por los dos.
—Bien. —Levanto las dos manos en el aire sonriendo—. Me voy.
—Ay, hombre —gimotea, con las comisuras de los labios torcidas en el más
adorable pucherito, y no puedo evitar sonreír.
—Mujer, me vuelves loco. —Contemplo su hermoso cuerpo y sus bonitos ojos
por última vez—. Pero me voy de verdad.
Ella suelta una risita y dibuja un corazón en el vapor del cristal, y yo salgo del
baño y voy al dormitorio a vestirme con una sonrisa permanente en los labios.
329
Me siento mal, pero no voy a dejarme llevar por lo que siento, por el hecho de
que la quiero, ahora mismo. Tengo que saber qué demonios está pasando. Tengo que
saber qué mierda significa esto.
Tengo que saber por qué.
—Um... —Se aclara la garganta—. Cuando me dijiste que los personajes no
tenían defectos, hice un ejercicio para acostumbrarme a identificar defectos. Lo
estaba pasando mal con Clive y necesitaba un punto de partida.
—¿Por qué demonios ibas a empezar conmigo?
No hace falta ser un experto en lenguaje corporal para darse cuenta de que lo
que va a decir a continuación no va a ser algo que yo quiera oír.
—Porque... Clive eres tú.
Parpadeo y sacudo la cabeza, intentando comprender. —¿Qué quieres decir?
—Clive Watts es Chase Dawson. Y River Rollins es Brooke Baker. —Cierra los
ojos—. Con algunas mejoras. Pero... yo escribí el libro sobre nosotros.
—No lo entiendo. —Cuando entregó este libro, apenas nos conocíamos.
Su risa es una mezcla de burla y desprecio, y no sé qué pensar de ella. —Claro
que no lo entiendes. ¿Por qué ibas a hacerlo? Escribir un libro sobre alguien sin su
conocimiento ni su permiso es una locura. ¿Pero sabes qué es aún más loco, Chase?
—No se detiene a esperar mi respuesta. Ni siquiera para tomar una bocanada de
aire—. Entregar ese libro a tu editor por accidente porque estabas demasiado
borracha para distinguir los archivos la noche en que tenías que entregar el
manuscrito. Eso es una locura. Y luego, no le dices a tu editor lo que has hecho. En
lugar de eso, le sigues la corriente y dejas que lleve el libro a su jefe y se lo presente
como si fuera lo más normal del mundo entregar un libro que el editor no espera. Y
luego, ¡la locura final! Deciden publicarlo.
—Brooke...
—Sí. Esa es la verdad, Chase. ¡La mierda sin tapujos! Te he follado en mi cabeza
desde el momento en que te conocí, y ahora te he follado de muchas más formas que
con la que siempre fantaseé. ¿Qué te parece eso?
Tengo la mandíbula firme y el corazón dolorido mientras considero las
implicaciones de todas las cosas que me está diciendo ahora mismo, de todas las
mentiras que me ha contado durante semanas y semanas.
—Yo diría que es bastante jodido —admito, con voz dura incluso para mis
propios oídos. Hablar así con Brooke... no es natural. El estómago se me revuelve
literalmente.
332
Lejos de Brooke Baker y de todo lo que creía que era y de vuelta a la realidad.
El amor duele. ¿Pero perderlo antes de haberlo tenido realmente? Eso quema
como una perra.
334
Capítulo Cincuenta
Martes 6 de junio
Brooke
Toda la autocaravana se estremece con un golpe repetido en la puerta, que me
despierta sobresaltada. Llevo aquí desde ayer, alrededor de la hora de salida de la
habitación del hotel, esperando y deseando que Chase vuelva y hable conmigo.
Es la peor sensación, la de no poder hacer nada proactivo.
Aparte de enviar mensajes de texto y llamar a su teléfono un par de veces, que
o bien fue directamente al buzón de voz o se quedó sin respuesta, ni siquiera he sido
capaz de formar cualquier otro pensamiento aparte de revolcarme.
Sé lo patético que es eso, y créeme, mi perro me ha echado más que suficientes
miradas para confirmarlo, pero mi hermana ya está de vuelta a Nueva York, mis
padres probablemente ya estén en Ohio, Chase se ha ido y no sé si va a volver, y no
sé cómo arreglar esto.
Si hubiera alguna parte de mí capaz de encontrar alguna solución, seguro que
me iría mejor, pero tal y como están las cosas, sólo sobrevivo. Benji está cansado
como un perro, y yo he estado al borde de la inconsciencia más veces en una noche
que en años.
Resulta que manejar este nivel de histeria con mi enfermedad no es algo que
haya resuelto exactamente.
Salto del sofá y se me enreda la pierna en la manta en la que me dormí
sollozando anoche. Tengo que retorcerme como una peonza de juguete para
liberarme, antes de poder lanzarme hacia la puerta.
Ni siquiera me molesto en revisarme o en limpiarme la baba de la barbilla antes
de abrirla de un tirón con un dolorosamente esperanzado: —¿Chase?
Las cejas del desconocido suben casi hasta el nacimiento de su cabello, y da
un paso atrás sorprendido por mi agresión. —No, señora. Soy Mark. ¿Su chófer para
el viaje de vuelta a Nueva York?
337
Brooke
Mi bolso se desliza por la acera detrás de mí mientras camino la última manzana
hasta mi edificio de apartamentos desde el tren. Después de quince horas en la
autocaravana con un hombre al que no conocía, y sigo sin conocer, debido a la
naturaleza desconcertante de mi completo colapso mental o, como a mí me gusta
llamarlo, Menty B, estaciona en el estacionamiento del centro y me envía a casa en
metro.
Varias personas se me quedaron mirando durante el trayecto, lo cual es mucho
decir en una ciudad como Nueva York, así que sé que debo de tener un aspecto
jodidamente horrible, pero no me atrevería a tentarme a confirmarlo con un espejo
ahora mismo.
En lugar de eso, me he resignado a lo que soy, un desastre sollozante que hipa
con un nuevo llanto cada quince metros más o menos.
Lo creas o no, es una gran mejora con respecto a ayer. Pregúntale a Benji.
Abro de un empujón la puerta principal de mi edificio y agarro a Benji de la
correa para arrastrarlo primero dentro antes de seguirlo, con el traqueteo de mi bolso
sobre el cambio de elevación que presenta el umbral, suficiente para llamar la
atención de mi portero.
Levanta la cabeza de lo que sea en lo que esté trabajando en la recepción, con
una sonrisa preparada, pero cuando me ve, toda familiaridad desaparece. Estoy
segura de que si no fuera por el perro disfrazado de Batman que tengo a mi lado, me
estaría deteniendo mientras la policía llega a nuestro edificio.
—Sra. Baker... ¿está bien?
Abro la boca para hablar, pero no se me escapa más que un grito agudo, así
que la cierro y salgo corriendo hacia el ascensor tan rápido como mi cuerpo
destrozado puede llevarme.
Ahora mismo no sirvo para conversar, ¡maldita sea!
339
madre cuando éramos niñas—. Respira hondo, Brookie. Cálmate y dime qué te pasa,
¿de acuerdo?
¿Calmarme? Ja. Estoy tan lejos de ser capaz de conseguirlo que ni siquiera es
gracioso. Es trágico.
Me acaricia el cabello con suavidad, alternando la pasada de un dedo por mi
mejilla cada vez que se escapa otra lágrima. —Todo va a ir bien, te lo prometo. Nada
que tú y yo no podamos arreglar, ¿de acuerdo?
Mi respiración es prolongada y entrecortada durante mucho más tiempo del
que me gustaría admitir, pero bajo su tranquila dirección y su innegable paciencia,
finalmente supero la rana que tengo en la garganta y armo una frase coherente.
—Yo... realmente arruiné las cosas con Chase. Tuve una oportunidad, una
verdadera oportunidad de estar con el chico de mis sueños, y lo arruiné.
Las palabras apenas salen de mi boca cuando empiezo a derramar mis
cuatrocientas lágrimas. Decirlo en voz alta, admitir lo grande que es mi cagada, hace
que vuelva a entrar en una espiral de crisis nerviosa.
Y yo que pensaba que el pobre Mark me había visto en mi peor momento. Estoy
alcanzando nuevos niveles de desmoronamiento mientras hablamos.
—Oh, Brooke. —Me abraza—. Sabes tan bien como yo que ninguna baja es
irrecuperable. Ningún mal es injusto. Te conozco como persona, y supongo que
Chase también. No hay nada que hayas podido hacer que no puedas arreglar, dulce
niña. Porque no eres vengativa, no eres deliberadamente hiriente, no eres burlona o
mezquina o fría. Cualquier cosa que hayas hecho no es más que un error, y voy a
ayudarte a descubrir cómo arreglarlo. Te lo prometo.
—Yo tampoco habría pensado esas cosas de mí. Pero, Sam —lloro—, él... él...
encontró la lista de cosas de mierda que escribí sobre él.
—¿Cosas de mierda? Estoy confundida. Leí el libro y no dijiste ni una mierda.
—¡Lo sé! —sollozo—. Ese era el problema. Clive era demasiado perfecto. —
Sollozo más fuerte—. Así que escribí una lista de cosas horribles para tratar de
ponerme en el estado de ánimo para desbastarlo alrededor de los bordes, y ahora...
—Tengo hipo—. ¡Y ahora esto!
—¿Le explicaste por qué lo hiciste?
—¡Lo intenté! Pero entre que le dije que el libro era sobre nosotros y la lista y
que acababa de decirle que lo quería, él...
—Espera... ¿le dijiste que lo amabas? —Sam interrumpe con impaciencia.
Aprecio el sentimiento, de verdad, pero ahora no es el momento. —¡Sammy!
341
Chase
El largo camino de vuelta desde la oficina de Jonah Perish es agridulce.
Ayer entregué los últimos borradores de Accidental Attachment y hoy Jonah me
ha llamado a su despacho para celebrarlo con una botella de champán y más de una
palmadita en la espalda.
—Sabía que lo llevabas dentro, chico. Me alegro de haberte dado las riendas.
Dios mío, qué patada en las pelotas. Es la confirmación que ansiaba, el final que
sabía que era posible con un libro tan bueno como éste... y, sin embargo, apenas
puedo tragar saliva cuando pienso en ello.
Un libro sobre nosotros, Brooke y yo, no suena tan dulce cuando el final en la
vida real es una mierda.
La verdad es que me costó mucho ser capaz de enviárselo. No quería hacerlo.
Me sentía mal en todos los sentidos posibles. Pero cuando pienso en lo que habría
hecho a la carrera de Brooke si no lo hubiera entregado, no tuve otra opción que
enviarlo.
A estas alturas, no sé si me importa una mierda mi propia carrera. El simple
hecho de obligarme a salir de la cama cada mañana es tarea suficiente para que mi
mente se concentre en ello.
Paso junto a Dawn y entro en mi despacho, y cuando veo el manuscrito de
Accidental Attachment en papel, bien usado y suavemente desgastado, que he estado
llevando conmigo durante semanas y semanas, lo empujo fuera de mi escritorio y
hacia el cubo de la basura en un momento incontrolado.
Se me saltan las lágrimas, me hundo en la silla y dejo caer la cabeza entre las
manos.
Carajo. El dolor que siento es un dolor profundo y punzante que se extiende
desde el centro del pecho hasta la boca del estómago. Está siempre presente y no
hay absolutamente nada que me alivie.
344
Brooke
Han pasado dos días desde que envié el correo electrónico más aterrador de
mi vida y aún no he obtenido respuesta.
Sammy ha tenido cuidado de disuadirme cada vez que me pongo histérica. Ha
intentado decirme que es un tipo muy ocupado y que probablemente no soy el único
correo electrónico que recibió ese día, y que cuando habló con su hermana, Mo le
dijo que estaba tan ocupado que apenas había dormido.
Todo eso apenas me consuela. Siento que si hubiera leído el correo electrónico
y quisiera hablar conmigo, quisiera verme, ya lo habría hecho.
Pero eso no niega el hecho de que echo de menos a mi amigo. Quiero volver a
verlo. Y el no saber si eso volverá a ocurrir me está volviendo loca.
La verdad es que estoy empezando a perder la esperanza. Empiezo a llegar a
un punto en el que me preparo para lo inevitable: que Chase haya terminado
realmente conmigo y que pronto Longstrand me comunique que tengo un nuevo
editor. O peor aún, me dirán que ya no pueden publicar mis libros.
No tengo ni idea de lo que pasó con Accidental Attachment después de que le
enviara el manuscrito final a Chase hace poco menos de una semana. No sé si Chase
lo entregó o si le dijo a Jonah Perish que soy un ser humano terrible al que Longstrand
ya no debería representar.
No lo sé y, por desgracia para mi carrera, a estas alturas ni siquiera me importa.
Lo único que me hizo terminar el libro fue él. Saber lo mucho que había luchado
para que el libro saliera adelante, lo mucho que se había jugado en su trabajo.
Por muy angustiada que estuviera, sabía que no podía dejarlo colgado.
Pero lo único que parece importarme ahora es Chase y lo que está haciendo y
lo que está pensando y si leyó mi correo electrónico y si todavía me ama o si
realmente ha terminado conmigo.
351
—¿Qué es este lugar? —pregunto, justo cuando Sammy sale por la puerta
principal y la cierra tras de sí.
—Es mi nuevo apartamento —dice Chase con una sonrisa—. El que he estado
renovando, y por fin está listo.
—Vaya —susurro, mirando a mi alrededor los elegantes suelos de madera y la
magnífica calidez que proporciona la luz del sol a través de las ventanas—. Es
precioso, Chase.
—Lo sé —me susurra, pero cuando miro para encontrarme con sus ojos, no está
mirando a su apartamento. Me está mirando a mí.
—Sé que esto va a parecer una locura, cariño, pero empiezo a darme cuenta de
que nada de lo que hacemos es convencional, ¿sabes?
Inclino la cabeza hacia un lado y él continúa.
—Cuando veo este piso, este nuevo comienzo, no me parece bien a menos que
tú también estés aquí.
—¿Qué estás diciendo?
—Estoy diciendo que te quiero aquí, Brooke. Conmigo. Nosotros, juntos, en
este apartamento, despertándonos el uno al lado del otro cada mañana y
durmiéndonos a mi lado cada noche.
Estoy bastante segura de que mi corazón se escapó de mi garganta y corrió por
el suelo y entró en el cuerpo de Chase. —¿Quieres que me mude contigo?
—Sí. Echo de menos vivir contigo.
Asiento. Yo también echo de menos vivir con él.
—¿Así que lo harás? —me pregunta para aclararme, y rompo a llorar una vez
más. Esta vez, sin embargo, es de felicidad.
Claro, puede parecer una locura que me vaya a vivir con él, pero cuando sabes
que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, no esperas.
No deberías esperar.
El resto de tu vida empieza ahora mismo.
Por eso mi respuesta es fácil y emocionante. —¡Sí!
Me cubre la boca con la suya una vez más y me da un beso sobre el que podría
escribir otra novela entera. Y tal y como ha acabado esta, puede que ni siquiera me
detenga a hacerlo.
—Qué bien —murmura contra mis labios cuando por fin nos separamos.
355
—¿Lo es?
—Sí. Porque Sammy, Mo y Vinny ya fueron a buscar tus cosas.
Dios, lo amo.
Sonrío y lo miro fijamente a los ojos. —¿Y vivieron felices para siempre?
—Definitivamente —responde antes de darme el tipo de beso que sabe a
eterno.
Está bien, Dios. Estoy bien aquí.
Deprisa. Que alguien diga “El Fin”.
356
Epílogo
Sábado 21 de octubre
Cuatro meses después...
Brooke
Qué noche tan mágica. Las luces centelleantes bailan en las ventanas del salón
de baile The St. Regis Roof Ballroom, y más allá se divisa la Quinta Avenida y Central
Park.
Accidental Attachment es oficialmente el número uno en el mundo, y para mi
mayor sorpresa y temprano horror, el mundo es el número uno con él también. Lleva
casi dos semanas a la venta y, en ese tiempo, ha vendido la increíble cifra de
quinientos mil ejemplares.
Los libros de bolsillo rosas con letras amarillas saturan las manos de los
pasajeros del metro y de los peatones, y las mujeres hablan maravillas de Clive Watts
en cada rincón de Internet.
Es oficialmente un éxito, y esta noche, Longstrand organiza esta elegante fiesta
para celebrarlo.
Y con Chase a mi lado, estoy entusiasmada con todo ello.
Sí. Mi copa rebosa y algo más. Porque a partir de ahora, Brooke Baker lo tiene
todo.
Quiero decir, no todos los días escribes un libro sobre la persona que te gusta,
trabajas en ese libro con esa persona mientras pasan casi un mes juntos en una
autocaravana, te enamoras de esa persona, y luego, no sólo publicas ese libro, sino
que lo haces con ese mismo hombre a tu lado todo el tiempo, como pareja.
En el mundo de las novelas románticas, esto es lo que se llamaría el encuentro
definitivo convertido en cliché.
Y ser la chica que experimenta el tipo de amor que siento cuando estoy con
Chase, bueno, no hace falta decir que estoy bendecida.
Somos la canción de Lana Del Rey “Lucky Ones” hecha realidad.
357
Su sonrisa de respuesta es todo lo que necesito saber sobre mis planes secretos
para entrometerme la semana que viene. ¡Uf! Normalmente no soy de las que fuerzan
a la gente a hacer cosas, pero en este caso, ni siquiera me atrevo a sentirme mal.
Sé que mi hermana y Noah son el uno para el otro, por mucho que eviten
encontrarse. Y este ansioso castor no va a esperar más.
Es hora de que mi hermana mayor encuentre su felicidad para siempre. Es hora
de que encuentre a un hombre que sea digno de lo increíble y especial que es.
Y ahora que se ha asentado un poco más en Nueva York, creo que está
preparada. Espero que esté lista.
Dios sabe que el Dr. Noah Philip tiene un factor sexy de Anatomía de Grey que
no se puede negar. Si a eso le añadimos que es rico, tiene éxito, es encantador y ha
criado a una niña tan buena como Dolly, creo que es el hombre perfecto para Sam.
Todo lo que me queda es empujarlos juntos y...
Chase me aprieta la cadera con la mano, percibiendo el excitado vagabundeo
de mi mente como sólo él puede hacerlo, y me saca de la madriguera del conejo.
—Felicidades, chicos. Dolly y yo no nos lo habríamos perdido —responde
Noah, extendiendo una mano para estrechar la de Chase en ese tono de hombre, estoy
saludando con mi lenguaje corporal que sólo un par de zorros fríos como ellos dos
pueden lograr—. Siento tener que irme dentro de unos minutos, pero me alegro de
que Benj y Dolly al menos puedan disfrutar de su mutua compañía esta noche.
Sonrío y me inclino para volver a acariciar las mejillas de Dolly. —¿Estás
bromeando? Estoy tan emocionada que voy a tener a una chica durmiendo en casa.
Benji me mira de reojo, disgustado por mi errónea creencia de que Dolly será
mi invitada de alguna forma o manera. Entrecierro los ojos y le saco la lengua, pero
su desdén perruno no cambia.
—Sí, bueno, estoy seguro de que ella también está emocionada. —Noah
sonríe—. He estado hablando de lo mucho que no quiero ir a esta recaudación de
fondos para la última semana y media, y ella ha sido la caja de resonancia
desafortunada para la mayor parte de ella.
—Si se parece en algo a Benji —interviene Chase—, seguro que está
acostumbrada a la carga mental.
—¿Cómo dices? —me burlo juguetonamente con un batir de pestañas y una
mano en el pecho—. ¿Qué intenta decir exactamente, señor Dawson?
—Eres una escritora, nena. —Chase se ríe y me rodea los hombros con el
brazo, estrechándome contra su pecho fuerte y varonil—. Se supone que eres
adorablemente verborréica.
359
envuelve en el tipo de abrazo genuino que estoy convencida de que sólo alguien
como ella puede dar. Para la mayoría de las personas que trabajan en mi editorial,
este tipo de comportamiento sería un poco exagerado, pero no para Dawn.
Mi primera impresión de ella fue correcta. Es un encanto. Estoy bastante segura
de que tengo un enamoramiento con ella.
Nos abrazamos y nos balanceamos durante un largo minuto antes de
separarnos, momento en el que Chase se inclina para darle un abrazo ligero y
profesional, con palmadas en la espalda y todo.
Me hace reír tanto que resoplo, y ese, por supuesto, es el momento en que se
acerca mi agente, Wilson Phillips. —Bueno, supongo que eso descarta mi teoría de
que aparecer varias veces en la lista del New York Times calmaría algo tu
personalidad.
—¡Oh, Wilson, vamos, ahora! El sueño sigue vivo. —exclamo con el puño en
alto—. Nos quedan muchos años juntos y, con suerte, muchos bestsellers. Todavía
queda “Una razón para creer”.
Chase sonríe, me atrae a su lado y añade: —Sé que ella es “Impulsiva”', pero
“En mi Habitación”... —Se vuelve para mirarme—: “Ooh, Tú eres Oro”.
—Esto no se acaba nunca. —Wilson gime, volviéndose hacia Dawn con la
esperanza de la camaradería—. ¿Puedes creer a estos dos?
Dawn sólo sonríe. —Yo en su lugar lo dejaría. En este momento, está en su
“Carne y Sangre”.
—Debería haberlo sabido —Wilson resopla y me mira fijamente—. Debería
haber sabido que también te las arreglarías para ponerlos en mi contra.
—Es sólo porque te quiero, Wilson —le respondo—. No te lo digo lo suficiente,
pero eres 'Todo lo que necesito' en un agente.
Chase intenta toser entre risas. Dawn finge ahogarse con la suya. Y yo me
aguanto las risas con tanta fuerza que se me hinchan las mejillas como a un pez globo.
—Sí. Esa es mi señal para mezclarme. Lejos, muy lejos de ustedes tres. —
Wilson se va antes de que podamos lanzarle otra referencia a la canción, en dirección
a la barra libre, y los tres nos quedamos riendo tan fuerte que tengo que agacharme
y sujetarme el estómago—. No sé por qué es tan gracioso, pero realmente lo es.
—Fue divertido —acepta Dawn, casi tímidamente—. Ojalá se me hubiera
ocurrido hacerle esto hace mucho tiempo.
—Escucha, siéntete libre de hacerlo cada vez que hables con él a partir de
ahora, ¿de acuerdo? —Asiento con los ojos muy abiertos—. Creo que es bueno para
todos los involucrados si difundimos esto lo más lejos posible.
361
—Lo has conseguido —asiente Dawn, inclinándose para darme otro abrazo—.
Enhorabuena —me susurra dulcemente al oído—. Por el libro... y por el hombre. Me
alegro mucho de que haya encontrado a alguien tan estupenda como tú.
Un pequeño escozor golpea mi nariz inesperadamente, y Dawn guiña un ojo
mientras empuja a Chase en el hombro con suavidad y luego se aleja.
—Estoy orgulloso de ti, cariño. —Chase me da un suave beso en la frente.
—¿Cómo de orgulloso? —le pregunto, pestañeándole y bajando la voz para
que sólo me oigan sus oídos—. ¿Orgullosa como 'podría abrazarte toda la noche'? ¿O
'quiero hacer cosas sucias, salvajes y sexys contigo cuando volvamos a casa esta
noche'?
Me sonríe, sus ojos se calientan de una forma que hace que un escalofrío de
excitación me recorra la espina dorsal. Me susurra al oído: —Todo lo anterior, nena.
Sí, por favor.
Estoy a punto de abrir la boca para continuar la conversación, pero nuestro
tiempo a solas se ve interrumpido por más personas que se acercan a nuestro
pequeño círculo para felicitarnos.
Frank y Regina, otros dos redactores jefe de Longstrand.
A lo largo de los años me he hecho amiga de otros autores de Longstrand.
Varios empleados del departamento de marketing con los que he trabajado
estrechamente en Shadow Brothers y ahora en Accidental Attachment.
Y luego, el gran hombre, el mismísimo Jonah Perish. Casi parece un personaje
de película, es tan perfecto para su papel.
—Bueno, Dawson, tenías razón en esto. Me gusta mucho cuando alguien en
quien creo está a la altura de mis expectativas.
La sonrisa de Chase es enorme, y así debe ser. Francamente, él se merece todo
el mérito por llevar este libro al número uno de la lista. Puede que yo lo haya escrito,
pero Chase Dawson es quien creyó él.
—Gracias, señor. Como alguien que ha crecido en la industria admirando su
forma de trabajar, es un verdadero honor tener su reconocimiento.
La sonrisa de Jonah es juguetona, y juro que le quita diez años enteros de
encima a su rostro apuesto pero endurecido. —No necesitas mi reconocimiento,
Dawson. Tienes el reconocimiento de lectores de todo el mundo. Enhorabuena —
termina, girándose hacia mí y esbozando una sonrisa—. A los dos.
Al principio pensé que la relación entre Chase y yo podría ser un problema en
Longstrand y, para ser sincera, Chase y yo estuvimos discutiendo durante toda una
362
Allí, de rodillas, Chase se hinca con una pequeña caja de terciopelo que una
chica que creció con las comedias románticas y pasa su tiempo creando el felices para
siempre, literarios conoce demasiado bien.
Ya estoy llorando. Grandes lágrimas de felicidad resbalan por mi cara.
—Dios mío. Vas a...
—Sí. —Chase asiente, la naturalidad de su hermosa sonrisa durante un
momento tan importante es un recuerdo que guardaré para siempre—. Estoy sellando
el trato, cerrándolo, haciendo mía para siempre a la mujer más genial de todo el
planeta. —Hace una breve pausa, el tiempo justo para que me limpie la burbuja de
mocos que se me forma en la nariz, y luego continúa—. Eso es... si me aceptas.
Tengo la garganta obstruida y el corazón hinchado. Nunca, y digo nunca, me
he sentido tan segura de algo en toda mi vida. Quiero gritarlo a los cuatro vientos,
pero me obligo a callar lo suficiente para que termine de decir lo que ha planeado.
—Brooke Baker... amante de Dolly, maestra de las palabras, reina del humor y
de mi corazón... ¿quieres, por favor, ser mi esposa?
—¡Sí! —exclamo—. Sí, mil veces. Sí, incluso antes de que me lo pidieras. Sí para
siempre.
Benji ladra y su chica Dolly se une a él en la celebración mientras toda la sala
estalla en un estruendo de aplausos y vítores, pero con mis oídos palpitantes y
agitados, apenas los oigo.
Todo lo que puedo ver, todo lo que puedo sentir es al hombre que tengo
delante.
Me abalanzo sobre él justo cuando se pone en pie, apartando el anillo de mi
camino para rodearlo con fuerza. Mi nariz encuentra un lugar en su cuello y se queda
allí, con la intención de respirar todo lo que él es en este momento profundamente en
mi alma.
—Le prometí a mi hermana que esperaría hasta que estuviera aquí —susurra
Chase en voz baja, una carcajada de su pecho lo hace sonar sin aliento. Deshace
nuestras cabezas para mirarme a los ojos—. Así que lo hice. Pero no podía esperar ni
un segundo más.
Tomo la cara de Chase entre mis manos y aprieto mis labios contra los suyos,
completando nuestro momento de cuento de hadas.
Sólo me he apartado un centímetro cuando oigo a alguien no muy lejos musitar:
—Sabes, me recuerdan un poco a River y Clive.
Mi sonrisa crece un kilómetro y los ojos de Chase se iluminan de asombro.
365
FIN
366
Acerca de la Autoras
Max Monroe es en realidad Max & Monroe. Así es, somos dos 😊😊😊😊😊😊.
Conoce a Max.
3 DATOS DIVERTIDOS:
#1: Le encanta la Coca-Cola (la bebida, no la droga).
#2: En una vida pasada, fue Meteoróloga.
#3: Aún tiene grandes esperanzas de convertirse en animadora de los Dallas
Cowboys (aunque la última vez que animó era una alegre estudiante de secundaria
que se iluminaba como una reina del rodeo).
Te presento a Monroe.
3 DATOS DIVERTIDOS:
#1: Adicta al café.
#2: En una vida pasada, fue enfermera de partos.
#3: Aún tiene grandes esperanzas de convertirse en bailarina profesional
(aunque la última vez que hizo ballet tenía 9 años y lucía flequillo de plumas y
permanente).
368