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¡Cuidémonos!
4

Créditos

Traducción
Mona

Corrección
AnaVelaM

Diseño
Bruja_Luna_
5

Índice
Importante __________ 3
Capítulo Doce ________ 117

Créditos ____________ 4
Capítulo Trece ________ 122

Sinopsis ____________ 7
Capítulo Catorce ______ 128

Nota del Autor ________ 8


Capítulo Quince _______ 134

Dedicatoria __________ 9
Capítulo Dieciséis ______ 140

Introducción __________ 10
Capítulo Diecisiete _____ 147

Capítulo Uno _________ 19


Capítulo Dieciocho _____ 152

Capítulo Dos _________ 31


Capítulo Diecinueve _____ 158

Capítulo Tres _________ 36


Capítulo Veinte _______ 170

Capítulo Cuatro ________ 47


Capítulo Veintiuno _____ 176

Capítulo Cinco ________ 57


Capítulo Veintidós _____ 179

Capítulo Seis _________ 68


Capítulo Veintitrés _____ 183

Capítulo Siete _________ 79


Capítulo Veinticuatro ____ 185

Capítulo Ocho _________ 89


Capítulo Veinticinco ____ 187

Capítulo Nueve ________ 97


Capítulo Veintiséis _____ 198

Capítulo Diez ________ 104


Capítulo Veintisiete _____ 209

Capítulo Once ________ 114


Capítulo Veintiocho _____ 218
6

Capítulo Veintinueve ____ 223 Capítulo Cuarenta y Tres _ 304

Capítulo Treinta ______ 227 Capítulo Cuarenta y Cuatro 310

Capítulo Treinta y Uno __ 235 Capítulo Cuarenta y Cinco 314

Capítulo Treinta y Dos __ 240 Capítulo Cuarenta y Seis _ 319

Capítulo Treinta y Tres __ 248 Capítulo Cuarenta y Siete _ 321

Capítulo Treinta y Cuatro_ 255 Capítulo Cuarenta y Ocho _ 328

Capítulo Treinta y Cinco _ 260 Capítulo Cuarenta y Nueve 334

Capítulo Treinta y Seis __ 263 Capítulo Cincuenta _____ 336

Capítulo Treinta y Siete __ 269 Capítulo Cincuenta y Uno _ 338

Capítulo Treinta y Ocho __ 275 Capítulo Cincuenta y Dos _ 343

Capítulo Treinta y Nueve _ 281 Capítulo Cincuenta y Tres _ 350

Capítulo Cuarenta _____ 287 Epílogo ____________ 356

Capítulo Cuarenta y Uno _ 290 Acerca de la Autoras ___ 366

Capítulo Cuarenta y Dos _ 298


7

Sinopsis
Una escritora de éxito envía accidentalmente a su nuevo (y su super crush)
editor el manuscrito equivocado. En lugar de la novela paranormal completa que le
había prometido a la editorial Longstrand, le envía la ficción para fans que había
escrito sobre su enamoramiento... de él, incluyendo todos los detalles de la “actividad
física” caliente y tórrida con la que había fantaseado que ocurriera entre ellos.

Y puede que Chase Dawson sea el hombre más sexy del mundo y,
además, un editor con mucho talento, pero ignora por completo que él es el
protagonista del manuscrito que acaba de convencer a su jefe para que le dé luz
verde.

Brooke Baker ha pasado por muchas cosas en sus treinta y un años de


vida.
Un divorcio.
Un cambio de carrera.
Mudarse a Nueva York desde el “pueblecito” de Ohio.
Por no mencionar que tiene un pequeño problema médico que le provoca
desmayos ocasionales, una leve vergüenza y la compañía de su adorable perro de
servicio y compañero canino, Benji.
Pero nada de eso la ha preparado para esto.
Nada de eso la preparó para Chase Dawson.
Mandíbula fuerte, ojos azules, músculos marcados y un perfecto corte de
cabello negro digno de un superhéroe, los rasgos de Chase son los de un novio de
libro y algo más. Obviamente, Brooke lo sabría; literalmente, llenó un manuscrito
entero con él.
Un manuscrito que nadie debía ver.
¿Sobrevivirá a dos meses de revisión y edición del apasionante romance que
imaginó con Chase en un espacio extremadamente reducido? ¿O las constantes
mentiras piadosas y la abrumadora atracción la harán arder espontáneamente?
8

Nota del Autor


Accidental Attachment es una novela romántica única que cuenta una historia
tan antigua como el tiempo. No el cuento en el que una bestia te mantiene cautivo en
su castillo, que cuenta con una biblioteca de ensueño, sino el cuento en el que
accidentalmente envías el archivo (o mensaje) equivocado a alguien (y ese alguien
resulta ser tu amor y el archivo que le envías resulta ser un libro romántico entero que
escribiste sobre él).
ADVERTENCIA MUY IMPORTANTE: No sólo vas a ser fan de la historia de
Chase y Brooke, sino que te garantizamos que, después de leer este
divertidísimo y adorable libro, vas a ser todo un maldito aire acondicionado.
DATO MUY IMPORTANTE: ¡Éste es uno de nuestros libros más largos hasta
la fecha! Y uno de los más divertidos que hemos escrito nunca. En serio, para nosotras,
este libro es mágico. Lo necesitábamos. Y creemos que tú también podrías
necesitarlo.
Además, debido a la naturaleza hilarante y adictiva del contenido de este
libro, no se recomienda lo siguiente: leer en lugares públicos, leer en la cama junto
a un cónyuge y/o mascota y/o niño que duerme ligero, leer en una cita, leer el día de tu
boda, leer durante el nacimiento de tu hijo, leer mientras come y/o bebe, leer en el
trabajo, leer este libro a tu jefe y/o leer mientras maneja maquinaria pesada. Además,
si sufre incontinencia urinaria debido a la edad/embarazo/parto/etc., le recomendamos
que utilice productos higiénicos y/o que lea sentada directamente en un retrete. Puede
parecer una larga lista de lugares en los que no se debe leer, pero te aseguramos
que, si lo haces en el entorno adecuado, merecerá la pena.
¡Feliz lectura!
Todo nuestro amor,
Max y Monroe
9

Dedicatoria
A todas las que alguna vez se han enamorado tanto de alguien que las ha hecho
cometer estupideces.
Y al testículo derecho de Henry Cavill. Algunos dirán que es su mejor testículo,
y bueno, estamos de acuerdo.
10

Introducción
Domingo 8 de abril

Brooke
Pasar una semana con un asesino en serie, un accidente de tráfico interestatal
y la fecha límite.
Puede que no parezca una lista de acontecimientos que uno agruparía, pero lo
cierto es que todos tienen un montón de cosas horribles en común.
Derramamiento de sangre. Lágrimas. Suplicando que acaben con tu miseria.
Me doy cuenta de que puede sonar un poco dramático decir esto sobre una
fecha límite de escritura, pero estoy en el infierno de las fechas límite, y no voy a
disculparme por ello. Soy escritora. Una novelista. Es mi deber pintar un retrato con
mis palabras. Enredar al lector en mi red de descripciones de tal manera que nunca
pueda escapar de mis garras.
Esto es lo que hago y, normalmente, me deleito con la tarea. En el pasado,
incluso he recibido elogios y premios por ello. He aparecido en las listas de los libros
más vendidos del New York Times, USA Today y Wall Street Journal, he encabezado las
listas de los minoristas en línea como Amazon e iBooks, y hace dos años recibí el
premio al Autor del Año del Gremio de Autores.
Tengo tres de los libros de más éxito de la última década con una de las
mayores editoriales de Estados Unidos, Longstrand Publishing, e incluso me he
convertido en un nombre muy conocido, gracias a un próximo programa en Netflix
sobre mi primera serie.
Al menos, eso es lo que se sabe de mí si se busca en Google. Mi página de
Wikipedia no es más que un gran comentario del tipo ¡Vengan todos a ver lo estupenda
que es Brooke Baker!, pero nada de eso ni siquiera araña la superficie.
Por dentro, soy una inútil sin talento, y el libro que estoy a punto de entregar a
mi nuevo editor en Longstrand bien podría encontrar un hogar en el fondo del
vertedero de Staten Island.
11

En defensa de mi ofensa hacia el interior, los escritores son conocidos por ser
auto despreciativos, independientemente del éxito que puedan tener sobre el papel.
Seguro que forma parte de la descripción del trabajo.
Aun así, este libro es una basura.
Frustrada, resoplo, me alejo del teclado y me levanto. Pero en el proceso,
tropiezo con mi dulce pastor alemán Benji, que está acurrucado a mis pies. El brusco
movimiento me impulsa hacia delante y me hace caer de golpe.
—Mierda, Benji —murmuro mientras golpeo con el pie la mesita de café, doy
una vuelta de tres sesenta y finalmente me detengo cuando la parte baja de mi
espalda se golpea contra el borde del sofá justo cuando mi CD de Dolly Parton llega
al crescendo sobre una mujer llamada “Jolene”.
Dramáticamente, me dejo deslizar hasta el suelo de madera de mi apartamento
y suelto una larga exhalación cuando mi trasero golpea suavemente el suelo. El
movimiento hace que mis lentes se deslicen hasta el puente de mi nariz, y estiro la
mano para ajustármelas a la cara.
Benji se levanta y ladea la cabeza, preocupado. Sus orejas se levantan y su
hocico frunce el ceño, pero el disfraz de Batman que luce en estos momentos hace
que sea difícil verlo de otra forma que no sea adorable.
Nota para mí: Es imposible enfadarse con Benji disfrazado de Batman, incluso
cuando me manda de un lado a otro de mi apartamento como si fuera una doble de la
película Jackass.
Puede que sea parcial, pero mi amigo peludo es un superhéroe y siempre me
aseguro de que vaya vestido como tal. Su armario es casi tan grande como el mío, y
contiene todos los atuendos de superhéroes de DC y Marvel, porque en esta casa no
elegimos sobre unos u otros. Somos expertos en superhéroes y no discriminamos. De
Batman a Thor, todo está incluido.
—De acuerdo, Batman Benji —le digo, mirándolo a sus grandes y evaluadores
ojos marrones—. Voy a pasar por alto este pequeño problema que acabamos de tener
porque, en primer lugar, eres tan jodidamente hermoso que no puedo ni soportarlo.
Y en segundo lugar, las veces que me has salvado la vida superan con creces este
peligro.
Ladea la cabeza, me pongo en pie y camino hacia él porque no puedo
resistirme a darle un masaje a mi superhéroe canino.
Además, siempre se acuesta a mis pies cuando estoy escribiendo. Siempre. Así
que no debería haber sido una sorpresa y, por lo tanto, no debería haberme hecho
casi abrirme la cabeza.
12

—Lo siento, colega —me disculpo y le rasco entre las orejas—. Esta noche no
soy yo misma, ya lo sabes. Estoy muy angustiada por el hecho de que soy una
escritora basura. Gracias a Dios por el acuerdo de Netflix sobre The Shadow Brothers
, ¿eh? Si no, estaría preocupada por mantenernos a base de croquetas.
Me dirijo a la cocina, con la intención de servirme una copa de vino mientras
mi CD avanza hasta la siguiente canción, Living on Memories of You. Mientras Dolly
canta sobre la falta de sol tanto de día como de noche, recuerdo por qué Dolly Parton,
para mí, es la vida.
Gracias a mi divertida (que no divertida en absoluto) enfermedad, también
conocida como síncope vasovagal, siempre estoy a un ataque de ansiedad de
desmayarme, y déjame decirte que vivir en ese tipo de vacío puede volver cínica a
cualquiera.
Sin embargo, he decidido que la música de Dolly siempre tiene una respuesta.
No soy obsesiva ni nada por el estilo, pero una de las reglas de mi casa es que
los CD de Dolly siempre tienen prioridad sobre el resto de la música. ¿Sale una nueva
canción que le gusta mucho a Benji? Genial. Pero cuando el sol se pone y el vino hace
efecto, Dolly vuelve. No hay nada mejor que pagar el precio de un CD como terapia.
Y sí, soy una mujer de treinta y un años que sigue comprando CD´s y
reproduciéndolos desde un radiocasete estilo años noventa que encontré en una
tienda de segunda mano hace años. Soy así de nostálgica. Una clienta de ensueño de
Time Life, por así decirlo.
Abro el armario y saco la botella de Pinot Noir que compré ayer. No tardo en
llenar un vaso y beber mi primer sorbo de vino, que tanto necesito.
Benji da golpecitos con las patas en el suelo mientras entra en la cocina y busca
un sitio junto a la isla para acostarse. Sin embargo, me doy cuenta de que me mira en
todo momento.
Pero ese es su trabajo. Es mi perro de servicio.
Básicamente, el síncope vasovagal es una afección neurológica que consiste en
una caída de la tensión arterial, de la frecuencia cardíaca o de ambas al mismo
tiempo, y que me provoca una pérdida de conciencia breve pero muy incómoda.
Puede ocurrirme estando sentada, de pie, caminando, hablando o haciendo
prácticamente cualquier cosa, y durante muchos años he tenido que ingeniármelas
para reconocer los signos y síntomas y hacer algo antes de que se produzca la
catástrofe. Mi tasa de éxito era, en el mejor de los casos, marginal.
Entra Benji.
13

Hace cinco años, justo un año después de divorciarme de mi ex marido Jamie,


mi amigo de cuatro patas llegó a mi mundo y cambió mi vida para siempre.
Mi superhéroe canino sabe cuando mi presión arterial y mi ritmo cardíaco
bajan mucho antes que yo y se asegura de que haga algo al respecto antes de que me
golpee la cabeza contra el suelo. Es literalmente un salvavidas y ahora, después de
casi media década juntos, también es mi mejor amigo.
Es un poco patético que el hombre principal de mi vida tenga patas y
propensión a babear cuando huele la carne en el aire, pero juro que nunca he
conocido a un ser humano que lo supere. Sabe escuchar, es tranquilo y sereno y,
como es obvio esta noche con su nuevo disfraz de Batman, le sienta de maravilla el
cuero.
No sé cuándo ni por qué empecé a vestir a Benji con trajes de superhéroe, pero
fue algo que sucedió, y ha llegado un punto en el que no me parece bien si no es Iron
Man o Superman o cualquiera de los otros hombres que dominan la estratosfera de
los superhéroes.
—Sabes, Benj, casi pareces atrevido con ese atuendo. Probablemente sea
bueno que lo probemos en casa antes de salir a la calle. No quiero que llames la
atención. —Se queja y levanto una mano a la defensiva—. Te juro que no seré una
suegra de pesadilla cuando conozcas a tu alma gemela, pero necesito que sea al
menos un poco respetable. Amable, comprensiva, que no ladre después de
medianoche... ese tipo de cosas.
Hace un leve graznido, a un volumen que no enoja a los vecinos, y yo sonrío. —
Lo sé. Las citas también son difíciles para mí. Pero al final encontraremos la felicidad...
estoy segura.
No estoy segura de ello, pero he oído que se supone que debes poner en el
universo las cosas que quieres. Refuerzo positivo o manifestación o como sea que lo
llamen en TikTok.
La verdad es que no he avanzado nada en el terreno amoroso. Estoy segura de
que puedo contar con los dedos de una mano el número de citas que he tenido desde
que me divorcié de mi novio de la infancia hace seis años.
Jamie y yo nos casamos a los veintitrés años, justo después de graduarnos en
la Universidad de Middle Ohio, y pasamos dos años mediocres tratando de criticarnos
mutuamente para convertirnos en personas diferentes. Ojalá pudiera decir que hubo
algún gran cataclismo que nos separó, pero a veces los mayores cambios surgen de
vivir una vida sin ningún cambio.
Vivíamos en un pequeño pueblo de Ohio, íbamos a los mismos trabajos,
veíamos a la misma gente día tras día, y para mi ex marido eso significaba
14

satisfacción. Era paz, era comodidad. Por desgracia para mí, cuanto más tiempo
pasaba sentada detrás de mi escritorio en el instituto con mi placa que decía
Consejera Escolar, más sentía que me salía de mi piel.
Era un buen tipo con buenas intenciones, pero las buenas intenciones no
siempre equivalen a buenos resultados. Al final, provocó resentimiento en él y en mí,
y abandonó el matrimonio emocionalmente. No tengo pruebas concretas de que fuera
infiel y, para ser sincera, no lo culparía demasiado si lo hubiera sido. Éramos tan
amantes como un par de calcetines de gimnasia viejos y gastados de alta costura.
Éramos la esencia de no estaba destinado a ser.
Bebo otro sorbo de vino y miro a Benji. —Tenemos que seguir intentándolo.
Eso es todo. Algún día encontraremos a nuestras almas gemelas.
Benji suelta otro pequeño guau y ladea la cabeza. Suspiro. —No seas así. Sólo
porque pase el noventa y nueve por ciento de mi tiempo aquí en este apartamento en
algún tipo de pijama contigo y los personajes dentro de mi cabeza no significa que no
lo esté intentando.
Apoya la cabeza en las patas y, lo juro, me pone los ojos en blanco.
—¡Oye! No seas tan crítico. Sabes que tengo problemas para exponerme.
Tengo muchas cosas que hacer, ¿sabes? Soy pseudofamosa, lo cual es una broma,
pero lo soy, y tengo los ojos muy miopes y una capacidad limitada para pincharme
los globos oculares con lentes de contacto. —Me llevo una mano a la cadera—.
Encima, tengo un perro voyeur que tiene que estar conmigo todo el rato para
asegurarse de que no me desmayo y, ya sabes, morir. Soy muy manejable comparada
con las superfit Insta-models sin trabajo estructurado y con la flexibilidad de una
gimnasta olímpica.
Vuelvo a sentarme en la silla del ordenador como una complicada mezcla de
mono araña y anciana arrugada, saco la gruesa manta de punto de la otomana y me la
pongo sobre las piernas. Con unos pocos clics abro de nuevo mi manuscrito y
empiezo a leer mientras Dolly canta una suave serenata de fondo.
Las pronuncio mientras leo el borrador final de Garden of Forever, escuchando
las palabras en mi cabeza e imaginándolas como si mis lentes fueran un portal a una
dimensión cinematográfica.
Pero el jardín es como el ciclo vital de una flor: eterno e inútil a la vez.
Estamos aquí para pasarlo bien, no para mucho tiempo y todo ese rollo.
Fabian exhala profundo e inseguro, la conciencia de su muerte lo consume
todo.
Al fin y al cabo, la vida es la vida.
15

—Si hubiera desenvainado mi espada cuando Swanson me lo pidió, quizá no


estaría aquí, desangrándome en la hierba.
El terror se instala en la base de mi cuello y me inyecta dolor detrás de los ojos.
No puedo creer que mi nuevo editor, Chase Dawson, vaya a leer este montón de basura
por primera vez.
No parece justo ni real. Esto es horrible, ni siquiera coherente, si soy sincera,
y no se parece en nada a mi exitosa primera trilogía, The Shadow Brothers . Eran
concisos, ingeniosos e inteligentes.
Esto... esto es como algo que Benji dejó en la acera para que yo lo recogiera.
Chase Dawson va a pensar que usé un escritor fantasma para mi primera serie.
O eso, o sufrí una lesión cerebral muy traumática entre la publicación de aquellas y
esta.
Gah.
Garden of Forever y yo nunca encontramos nuestro ritmo.
Y lo digo después de haber escrito “El Final” y revisado este WIP durante el
último mes hasta el punto de que cada vez que lo miro siento náuseas.
No es una buena señal para un libro que se supone que es mi próximo gran
lanzamiento después de una serie que me consiguió un contrato con Netflix.
Imagino a mis lectores utilizando sus ejemplares de Garden of Forever como
papel higiénico y leña en las noches frías, y es suficiente para que me pregunte si
Longstrand va a abandonarme como un mal hábito después de que lean este montón
de basura humeante.
Pero no es que no pueda escribir nada. Sé a ciencia cierta que mi cerebro sigue
funcionando, porque cada vez que el bloqueo me ha puesto en un aprieto en Garden
of Forever, me he pasado a otro proyecto, un manuscrito de otro color, por así decirlo.
Uno que, bajo ninguna circunstancia, debe ver la luz del día.
Por capricho, minimizo la ventana de Garden of Forever y busco en mis otros
documentos recientes. Accidental Attachment, mi novela romántica contemporánea
sobre la presentadora de televisión River Rollins y su productor Clive Watts, no está
muy lejos de los primeros puestos y, en consecuencia, no tarda en abrirse en mi
pantalla.
Involuntariamente, mis pechos se hinchan en mi blusa de tirantes, y el ritmo de
mi respiración se acelera. Clive y River juntos son... calientes. Del tipo de cinco
alarmas que es una montaña rusa de intensa pasión y devastación emocional. Pero no
son a lo que mis lectores están acostumbrados, y la inspiración... bueno, viene de un
lugar un poco personal.
16

Me desplazo hasta la introducción y empiezo a leer.


Las yemas de mis dedos, fuertes y sin prisas, se levantan en el borde de mi
falda de lápiz, raspándola sobre la piel de mis muslos, y mi cabeza se echa hacia
atrás. Este escritorio de anclaje es grande y engorroso, ambas características
normalmente estupendas que utilizo para esconder mis zapatillas cuando tengo
que apresurarme para hacer tiempo en directo, y oculta a Clive mientras sopla una
cálida bocanada de aire contra la carne ardiente bajo mis bragas de encaje.
Hoy voy a ser traviesa. No puedo esperar ni un segundo más, incluso cuando
estamos a punto de emitir en directo, para sentir la boca de Clive sobre mi piel
sensible.
Se toma su tiempo y recorre con la lengua el borde de mis bragas. Su boca es
cálida e intensa y una descarga de placer me recorre la espalda. Mis caderas se
agitan y dos manos fuertes me agarran los muslos, obligándome a abrir las piernas
al máximo.
Todo el mundo a mi alrededor se apresura para ponerse en posición. Las
cámaras se encienden. Los focos me iluminan desde el techo. Y el tipo que está
detrás del teleprompter se coloca en su sitio.
Pero Clive no se detiene, y nadie más que yo es consciente de su presencia
bajo mi mesa de redacción.
Sólo pensarlo me hace sentir mal, sucia, loca. Y es tan excitante que puedo
sentir lo mojada que estoy sin siquiera tocarme.
Mis dedos se aferran al borde del escritorio y un gemido se apodera de la
base de mi garganta cuando siento que mis bragas se deslizan hacia un lado.
No puedo ver a Clive, pero Dios, puedo sentirlo.
Su boca está justo ahí, rondando donde me duele y palpita. Los latidos de mi
corazón se han trasladado a entre mis muslos, y un constante bum-bum-bum hace
que los dedos de mis pies se enrosquen dentro de mis talones.
—Silencio en el set —llena mis oídos justo cuando la boca de Clive se aferra
a mí, y el torrente de placer que inunda mis venas es tan intenso que mis ojos
amenazan con rodar hacia la nuca.
—Y estamos en vivo en tres, dos, uno...
Aunque sé que River sólo está teniendo el tipo de sueños explícitamente
vívidos que yo he tenido alguna que otra vez sobre mi nuevo editor, Chase Dawson,
y no que realmente le están lamiendo el coño en directo en las noticias de la noche,
siento las manos húmedas y el sudor se me acumula incómodamente sobre el labio
superior. La vergüenza ajena es casi insoportable. Para ser sincera, estoy a una blusa
17

manchada de grasa y suciedad de parecer la protagonista de una película de Michael


Bay.
Necesito caminar. Tomar un trago. Fumar un cigarrillo. Fumarme algo. Aunque,
probablemente, no debería hacer ninguna de las dos últimas cosas porque la última
vez que me tomé un shot de licor, vomité al instante, y como nunca he fumado nada
en mi vida, estoy bastante segura de que me daría un golpazo en la barandilla de mi
balcón. Pero definitivamente debería hacer algo que me aleje del ordenador y de mi
desenfrenado asco por los manuscritos como de mi inapropiada lujuria por mi muy
bonito, y demasiado atractivo para mi propio bien, editor de libros.
Vuelvo a levantarme enojada, pero esta vez Benji consigue apartarse de mi
camino. Tomo mi copa de vino y me lo bebo de un trago con el único propósito de
crear un recipiente vacío para el siguiente trago.
Puede que no sea el tipo de mujer que puede tomar tragos de licor fuerte un
domingo por la noche sin recrear El Exorcista, pero por Dios, puedo con una botella
de vino.
Después de un trago frío y fuerte de la botella, vuelvo a llenar la copa, respiro
hondo e intento tranquilizarme antes de caer por el precipicio de la locura.
De acuerdo, no es para tanto, ¿verdad?
Quiero decir, claro, estoy un poco enamorada de mi editor, pero es
completamente sano... creo. En lugar de meterme en una demanda por acoso sexual,
puse mis sentimientos a flor de piel y, además, pude dedicar horas de práctica a mi
oficio de escritora.
Aunque el contenido de Accidental Attachment se salga un poco del género de
mi carrera, no deja de ejercitar los músculos sensibles de mi creatividad. Es
perfeccionar. Es refinar. Es inyectar nuevas dimensiones a mi prosa.
¿Verdad? Cierto.
Miro la hora y veo que se acerca la medianoche, lo que significa que me quedan
unos cuarenta minutos del último día de plazo para Garden of Forever.
Vaya, Brooke. Realmente estás dejando esto muy cerca...
Exhalo un suspiro que me aparta de la cara algunos mechones sueltos de
cabello castaño y me reajusto rápidamente el moño desordenado que tengo en la
cabeza, sin apartar los ojos de la pantalla del ordenador.
Ya está. Tengo que enviarlo. No me queda más tiempo.
Miro a Benji, que está medio dormido, medio despierto, durmiendo la siesta a
mis pies.
18

—Debería morder la bala y hacerlo, ¿eh? —pregunto, y él apenas mueve los


ojos para encontrarse con los míos—. Podría leer mil veces más Garden of Forever,
pero eso no cambiará nada, Benji. Por no mencionar que no tengo más tiempo.
Me mira a la cara, pero al final vuelve a acomodar el hocico entre las patas y
deja que los ojos se le vuelvan a poner pesados. Imagino que es su forma de decir: —
Mire, señora, usted se encarga de escribir y yo del síncope vasovagal. No puedo
ayudarla.
Me quito los lentes, me restriego una mano por la cara y bebo a hurtadillas otro
trago de vino antes de volver a ponerme los lentes y centrar mi atención en la pantalla.
Hazlo.
Nuevamente decidida a acabar con mi sufrimiento entregando mi archivo de
Garden of Forever, vuelvo al ordenador y hago clic frenéticamente en la historia de
Clive y River para minimizarla. No la cierro todavía porque, bueno... tengo la
sensación de que después de adentrarme un poco más en este vino, voy a querer leer
un poco más para tranquilizarme antes de irme a dormir.
Con unos pocos clics en mi correo electrónico, un viaje a mi carpeta de
documentos recientes y una simple búsqueda, aparece una lista de mis archivos que
empiezan por WIP 1 y terminan con las siglas del título y las fechas. No me doy ningún
margen de maniobra para replantearme mi siguiente movimiento y adjunto Garden
of Forever al correo electrónico y dirijo el mensaje a mi editor Chase Dawson.
Clic, clic. Enviado.
Listo. Está hecho.
Ya no tengo tiempo para pensar. Garden of Forever está oficialmente en la
bandeja de entrada de Chase Dawson, y ya no tengo que pensar en ello. Bueno,
técnicamente, no tengo que pensar en ello hasta mí ya programada reunión del 26 de
abril con mi editor.
Pero detalles menores.
Hasta entonces, creo que dormiré durante los próximos catorce días. Tal vez
me despierte de vez en cuando para comer comida para llevar y beber más vino y
olvidarme temporalmente del hecho de que podría tener que enfrentarme a la música
que destrozaría mi carrera cuando mi editor me diga que soy una escritora de mierda
y que Longstrand ya no puede publicarme.
El 26 de abril puede tomarse su tiempo.

1
WIP: Significa Work in Progress, en español, trabajo en curso.
19

Capítulo Uno
Miércoles 26 de abril

Brooke
El 26 de abril llegó demasiado pronto.
Me siento en un lujoso sillón de felpa color crema en la sala de espera de la
oficina de mi editor, y mis rodillas rebotan con el tipo de energía nerviosa que
amenaza con catapultarme al espacio exterior sin necesidad del cohete peneano de
Jeff Bezos.
El bolso se me clava en la espalda desde su incómodo lugar detrás de mí y
refleja perfectamente lo ansiosa que estoy por volver a encontrarme cara a cara con
Chase Dawson. No todos los días te pones a hacer garabatos con la imagen del
atractivo rostro de alguien para dormirte cada noche y luego tienes una reunión
profesional con él.
Simplemente no es tan común.
Lucho con la bolsa ofensiva como si fuera un caimán en un pantano, y Benji
levanta la cabeza de la alfombra extrañado. No es difícil adivinar lo que está
pensando: usted, señora, es una psicópata.
Después de inhalar y exhalar profundamente tres veces para calmar mi
acelerado corazón, por fin consigo pasar la bolsa de la silla al suelo, y Benji vuelve a
recostar la cabeza con un suave gemido.
Lo sé, Benj. Yo también estoy molesta conmigo misma.
Chase aparece por la esquina de repente, en realidad no, solo estoy en el nivel
uno de DEFCON, y me sobresalto en la silla con tanta fuerza que la hago tambalearse
sobre sus patas traseras. Juro que veo a Benji poner los ojos en blanco desde el suelo,
pero no se molesta en levantar la cabeza. Supongo que está ahorrando energía para
cuando interactúe con mi amor y tenga que estar alerta para asegurarse de que no me
desmaye.
O, si me desmayo, asegurarse de que lo hago con el tipo de gracia que evita
contusiones en la cabeza y puntos de sutura.
20

Chase no se fija en mí al principio, probablemente para bien, e intento


recordarme a mí misma que una dama no debe quedarse boquiabierta ni tener la
boca llena de babas.
—Buenos días —le dice alegremente a su ayudante, que está en la mesa a tres
metros de mí. Recoge sus mensajes de la mano que le espera y sonríe con tanta
brillantez que me duele el pecho.
—Buenos días, Sr. Dawson —responde ella con facilidad.
Dios, es un ser humano hermoso. Pómulos altos, mandíbula fuerte y cutis
perfecto son sólo la punta del iceberg de su encanto a lo Clark Kent. Es alto, pero no
demasiado, y está lo suficientemente en forma como para que se le vean los músculos
bajo la camisa de cuello limpio. También tiene el algoritmo del equilibrio del aseo
personal clavado. Arreglado, pero no super femenino, Chase Dawson bien podría ser
un caramelo al rojo vivo en forma humana.
Gira sobre sus talones, y esa brillante sonrisa se centra ahora en mí.
Que Dios me ayude.
—Brooke —canturrea profundamente, acorta la distancia que nos separa y se
arrodilla para rascar a Benji detrás de las orejas. Mi dulce perro gime de lo bien que
se siente. Ojalá conociera esa sensación.
—Me alegro mucho de verlos a los dos, y siento mucho haberlos hecho esperar
—continúa, con esa sonrisa que no vacila a pesar de los riesgos que está causando a
mi cordura—. La reunión de la mañana se alargó un poco. Al parecer no recibieron el
memorándum sobre quiénes eran mis visitantes de hoy.
Le devuelvo la sonrisa, incapaz de pronunciar palabras. Patética, Brooke.
Patética.
—También tengo que hacer una llamada rápida, si no te importa —añade, y sus
labios perfectos se curvan hacia abajo—. Me siento fatal por hacerlos esperar a ti y a
Benji más de lo que ya lo han hecho, pero me temo que si no hago esta llamada, no
me tendrán cerca para editar para ustedes, y eso lo odiaría absolutamente.
—Ajá. —Asiento, y siento como si mi cuello no entendiera que hay un punto en
el que tienes que dejar de asentir antes de parecer uno de esos muñecos que regalan
en los partidos de béisbol—. Eso... por supuesto... mm... bien —murmuro. Se me
traba la lengua porque parece que soy una niña pequeña aprendiendo a hablar por
primera vez.
Por el amor de todo, contrólate.
Trago saliva, me aclaro la garganta e intento dar mi mejor impresión de mujer
despreocupada que no ha tenido fantasías sexuales con el hombre perversamente
21

guapo que tiene delante. Aunque mi impresión es más bien la de una película muda,
en la que no digo ni una palabra pero le dirijo una sonrisa demasiado grande.
Si Benji llevara hoy su disfraz de Batman, yo podría ser su Joker.
—¿Quieres café? ¿Un poco de té? ¿Quizá una galleta o dos? —Guiña un ojo. Me
guiña. A mí—. Si te comes un bocadillo de los buenos, ellos también me dejarán
comer un poco.
—U-um, sii... claro. —Vuelvo a aclararme la garganta, intentando recordar a
mis cuerdas vocales que tienen treinta y un años de experiencia en su trabajo y que
tienen que empezar moverse—. Un café estaría genial. —Como lo sería una lobotomía
con un cuchillo oxidado y sin anestesia a estas alturas del malestar.
Chase se ríe un poco, y me entra el pánico de haber dicho en voz alta la frase
sobre la extirpación del cerebro. Miro a Benji, que me está estudiando atentamente,
gracias a muchos cambios rápidos en mi ritmo cardíaco. ¿Acabo de decirlo en voz alta?
El adorable bastardo apuñalador por la espalda con el atuendo de Thor y el
chaleco de perro de servicio no contesta, sino que inclina la cabeza para recibir otra
caricia de Chase. Se acabó. Voy a cancelar el pedido del disfraz de Capitán América
cuando llegue a casa.
La ayudante de Chase se levanta con un gesto de la cabeza, sin necesidad de
que le diga que lleve directamente mi pedido de café y galletas, y Chase le da a Benji
un último masaje detrás de las orejas y se pone de pie.
—Sólo será un minuto —promete, con su impresionante línea blanca de dientes
a la vista, cortesía de su sonrisa.
Asiento. Un minuto está bien. Un minuto me da tiempo para recogerme del
montón de porquería del suelo e intentar recordar cómo se dice una frase.
Chase me mira un momento y luego, aunque yo no lo creía posible, su sonrisa
crece. —Te queda genial el morado, Brooke.
—Gracias. —Tu lengua quedaría genial en mis pezones.
Su sonrisa se vuelve megavatios y, de nuevo, tengo un breve momento de
pánico, preguntándome si he dicho lo que no quería decir. Por supuesto que no lo he
dicho en voz alta. Dios sabe que no estaría sonriendo. Estaría corriendo hacia las
colinas o algo así. Pero mierda, ¿por qué ya no puedo distinguir la realidad,
especialmente cuando mis pensamientos son tan dementes?
Chase se dirige a su despacho detrás de mí, y la puerta de cristal a mi derecha
se cierra con una lentitud casi dolorosa.
22

Su voz es distinta, alegre y segura cuando lo oigo al principio de su llamada. —


Jim, recibí tu mensaje sobre el trato con Beranski. Tengo un par de ideas para la
estrategia si estás listo...
Su voz se apaga cuando la puerta se acomoda por fin en su sitio y suelto la
tensión que no sabía que tenía clavada en la base de la columna como una barra. He
estado apretando los reposabrazos de esta silla con tanta fuerza que mis huellas
dactilares son visibles en el terciopelo cremoso. También me sudan las palmas de las
manos y me las paso discretamente por la parte delantera del vestido lavanda que
Chase dijo que me quedaba bien.
Noticia de última hora: Dijo que te queda bien el color. El vestido no.
Me dan ganas de darme una bofetada, pero decido que no es una buena idea,
ya que la oficina en la que está el hombre que me hace convertirme en una loca de
ojos saltones tiene una puerta y ventanas de cristal. Estoy bastante segura de que
presenciar cómo alguien se abofetea a sí misma es una gran señal de alarma.
Por supuesto, Benji está de pie ahora, probablemente sintiendo el inminente
desastre que mi pequeño colapso emocional puede causar.
Utilizando las técnicas de respiración que he aprendido a lo largo de los años,
trabajo enérgicamente para recuperarme del borde de la inconsciencia, mirando
brevemente por encima del hombro para volver a ver la reconfortante sonrisa de
Chase.
Porque por mucho que me altere, también me calma, y sí, soy consciente de
que nunca he sonado más loca que ahora mismo. Gracias por preguntar.
Como la asistente de Chase, cuyo nombre mi cerebro empañado parece no
recordar, está al final del pasillo y Benji y yo estamos solos, no me censuro mientras
intento recuperar el control. Respiro profundamente varias veces, tantas que estoy
segura de que soy responsable de todo el intercambio de oxígeno y dióxido de
carbono del planeta, hasta que vuelvo a ser una versión semi reconocible de la mujer
que aspiro a ser.
Vamos, Brooke. Estás actuando un poco inmadura ahora mismo, ¿no crees? Los
adultos pueden tener enamoramientos sin derretirse, por el amor de Dios.
Ahí está, la voz por la que pagué cien dólares la hora para encontrarla en la
terapia post-divorcio.
Y aún mejor, tiene razón. Claro, Chase Dawson me parece un sueño que me
sugiere que debería participar en un estudio del sueño o dos, pero como adulto
racional, profesional y capaz de compartimentar, no hay razón para que no pueda
encontrar una manera de ser “Trabajo de Brooke” durante los próximos treinta o
cuarenta y cinco minutos. Es una mujer buena. Sabe lo que vale. Ella, a diferencia de
23

la ansiosa yo, a veces reconoce lo significativo que es haber conseguido un acuerdo


con Netflix y vivir en un apartamento en Lenox Hill que no huele inherentemente a
queso mohoso y pedos.
Recién levantada, enderezo la línea de mi columna y me siento erguida en la
silla. Benji se da cuenta y me hace un gesto canino de orgullo.
Nosotros nos encargamos. Le guiño un ojo.
Cruzo las manos sobre el regazo e intento colocarme en la silla hasta que mis
piernas se cruzan y parezco una mujer profesional que no está en absoluto al borde
de un ataque de nervios. Estoy victoriosa.
Las chirriantes ruedas suenan con el regreso de Dawn, la ayudante de Chase,
vaya, me acuerdo de su nombre y de todo, las galletas de chocolate sobre el carrito
que empuja anuncian mi victoria mental como una sirena en una máquina
tragamonedas de Las Vegas.
Sonríe amablemente, estaciona el carrito del catering justo delante de mí y
bloquea las ruedas. —Pensé que querrías tomar una galleta o dos mientras esperas,
aunque no debería tardar mucho.
—Gracias —respondo, mi voz contradiciendo mi ahora obvio afecto por Dawn.
Es muy simpática.
Con una rápida inclinación de cabeza y un guiño, vuelve a su escritorio y se
sumerge de nuevo en el trabajo. Estoy casi asombrada. Ella ni siquiera ha tomado el
teléfono y se ha puesto a ver TikTok o algo así.
Si tuvieras su fuerza de voluntad, quizá Garden of Forever habría acabado bien
y no estarías aquí estresándote.
Aplasto ese pensamiento antes de que pueda crecer.
Miro a Benji y me doy cuenta de que también está estudiando a Dawn, y estoy
segura de que es porque nunca antes había visto tanta concentración. Sus dedos se
deslizan por el teclado como si estuvieran a un memo de resolver la paz mundial, y
estoy convencida de que la yo moderna nunca conseguiría un trabajo fuera de la
escritura.
Gracias a mi fascinación por Dawn, no me doy cuenta de que Chase ha abierto
la puerta hasta que está a mi lado, con la sonrisa casi al aire.
—¿Estás lista? —me pregunta, provocándome una sacudida tan violenta en los
músculos del cuello que un dolor punzante me recorre la cara. Sin duda, estaré
ejercitando esa nueva manía durante la próxima semana.
—O-oh —tartamudeo—. S-sí. Hagámoslo. —Mi puño se agita en el aire como si
tuviera una mente propia muy de Jersey, y Chase se ríe. Echa la cabeza hacia atrás
24

mientras sus risitas hacen que sus cuerdas vocales bombeen en la línea de su sexy
garganta.
Por Dios. Con razón escribí un libro sobre este tipo.
—¡Fantástico! —aclama entonces, tendiéndome una mano para ayudarme a
levantarme de la silla—. Me encanta el entusiasmo.
Sería muy fácil volver a avergonzarme ahora mismo, pero gracias a toda la
fuerza de voluntad que cabe en mi cuerpo de metro setenta y a la desesperación
nacida de años de lidiar con mi propia torpeza, consigo colocar mi mano sudorosa y
húmeda en la suya, completamente seca, y me pongo en pie. Benji se pone en pie a
nuestro lado y nos sigue al despacho obedientemente.
Hasta que no hemos cruzado la puerta, no me doy cuenta de que sigo agarrada
a su mano y la suelto como si tuviera el poder de arrancarme la piel de los huesos.
Pero Chase se mantiene tan indiferente que ni siquiera estoy segura de que se haya
dado cuenta.
La puerta se cierra detrás de nosotros, con una lentitud espeluznante, y Chase
rodea su escritorio hasta el otro lado, mientras tiende una mano a las sillas de delante.
—Siéntate —me sugiere amablemente, mientras se acomoda la corbata para
que no se le enganche en el escritorio al sentarse en la silla.
Es un profesional del traje, pero no en el sentido de que sea aburrido. Claro
que no. Nunca podría ser aburrido. Todo lo que lleva, cada pantalón de vestir y cada
camisa de cuello y chaqueta de traje, se ajusta a su cuerpo como un guante. Estoy
segura de que se hace la ropa a medida. O eso, o simplemente tiene uno de esos
cuerpos perfectos en los que todo le queda bien.
Yo, en cambio, tengo uno de esos cuerpos en los que encontrar unos buenos
vaqueros que me queden bien es como encontrar el billete dorado en una chocolatina
de Willy Wonka.
—Sabes, Brooke, llevo semanas esperando esta reunión —admite Chase sin
pudor, remangándose la camisa blanca de botones casi imprudentemente hasta dejar
al descubierto ambos antebrazos venosos.
—¿Sí? —Oigo que mi boca pregunta con aparente mente propia.
—Claro que sí. Longstrand me quería porque el libro que seleccioné en mi
antigua editorial estuvo veintinueve semanas en el New York Times. Y tú eres la razón
por la que quería a Longstrand.
No puedo estar muy seguro, pero parece que me he tragado la lengua. En serio,
creo que puedo sentirla en mi garganta.
25

Se ríe un poco, y sus mejillas adquieren un sutil color rosa. —Eso suena
bastante espeluznante cuanto más lo pienso. Pero soy fan de tu trabajo, y mi
hermana... bueno, es una superfan. Me habrían excomulgado del árbol genealógico
si no hubiera aprovechado la oportunidad de trabajar contigo.
Me siento halagada y atónita a la vez. Estoy halagada.
—¿Leíste mis cosas antes de venir aquí?
—Sí. Creo que leí el primer libro de su Trilogía de The Shadow Brothers en el
primer mes de su publicación, antes incluso de que las prensas se calentaran
demasiado. Supe al instante que iba a ser un éxito. Su prosa es tan fácil de leer que
no adormece al lector. Para ser sincero, el hecho de estar tan familiarizado con tu obra
es lo que ha hecho que ésta me sorprendiera aún más.
¿Una sorpresa? Sorprendentemente malo, quiere decir.
Y de repente, la razón por la que estoy aquí, sentada frente al hombre más
guapo que jamás haya existido, me golpea como un semirremolque que se sale de la
autopista.
La conversación de hoy es sobre Garden of Forever. Y sé que ese manuscrito
no merece ser publicado. Lo sabía cuando lo estaba escribiendo. Lo sabía cuando
escribí FIN. Y definitivamente lo sabía cuando pulsé enviar el correo electrónico
dirigido a Chase Dawson de Editorial Longstrand.
Mierda, mierda, mierda. Sabía que nunca dejarían imprimir ese montón de
estiércol de vaca cubierto de moscas.
La necesidad de volar me oprime las sienes y me planteo levantarme y salir
corriendo de la oficina como uno de esos pequeños pájaros psicóticos, las
golondrinas comunes. Mis abuelos tenían un problema con las golondrinas cuando yo
era niña, y era fascinante ver cómo esos locos emplumados volaban temerariamente
por todas partes.
—Dicho esto —continúa Chase—. Estoy seriamente impresionado por la fluidez
de la transición.
¿Transición? ¿Qué transición? ¿Transición de ser un novelista de éxito a un
chapucero que no sabe escribir?
—Brooke. —Chase sonríe como si estuviera muy orgulloso—. Esto es bueno.
Realmente jodidamente bueno, si me disculpas el lenguaje.
¿Qué? —¿Te... te gustó?
—Sí. —Asiente—. Tengo algunas ideas modestas que creo que pueden subir el
tirón emocional a un once, pero la química de Clive y River es innegable. Su historia
es magnética, Brooke. Realmente cautivadora.
26

¿Acaba de decir Clive y River? Las neuronas se marchitan, y una luz cegadora
cortada sólo por la sombra de un hombre oscuro con una guadaña me paraliza. Dulce
Señor y tierra de Jesús, sé que este hombre no acaba de decir el nombre del
personaje que he escrito sobre él.
¿Verdad? Dime por el amor de todo lo sagrado que eso no es posible. Esas
palabras nunca debieron ver la luz del día, y mucho menos aterrizar en su escritorio.
Dentro de ese libro de ficción que nadie debería haber visto jamás, escribí algunas
fantasías muy sensuales, descritas hasta el más mínimo detalle. Puse el bolígrafo
sobre el papel, los dedos sobre el teclado, con la esperanza de desangrar de mi
sistema todos y cada uno de los sentimientos que sentía por mi atractivo editor. No
escribí ninguna de esas palabras con la intención de que fueran leídas.
De hecho, si lo hubiera sabido, estoy más que segura de que habría omitido el
noventa y nueve por ciento de ellas. Si hubiera sabido que Chase, de entre toda la
gente, vería ese manuscrito, el libro se habría fundido tanto a negro que todo lo que
habría quedado habrían sido dos líneas de diálogo que utilizaban en exceso la
palabra hola.
—Hola, River. Soy Clive... Hola, Clive. Soy River.... Fin.
Chase sigue sonriéndome y mi corazón se lo toma como algo personal. Arriba-
arriba-arriba aumenta el ritmo de mis ventrículos bombeando sangre por todo mi
cuerpo. Me agarro a los reposabrazos de la silla y unos puntos blancos empiezan a
apoderarse de mi visión periférica.
—Accidental Attachment— es fantástico, Brooke. Clive y River juntos son fuego.
Su pasión tiene una intensidad que puedes sentir.
De acuerdo, sí, ya no estoy a punto de desmayarme. Está llegando; puedo
sentirlo.
Me hace pensar en un reel de blooper que vi en YouTube en el que un hombre
se desmaya en directo en medio de una conversación con un presentador de noticias.
Su rostro pasó de rojo a blanco y sus últimas palabras fueron “me fui” antes de caer
al suelo como una pila de fichas de dominó.
—Sinceramente, su sexo es de lo más caliente que he leído en mi vida —añade
Chase, y sí...
Me voy.
Benji se levanta de un salto delante de mí y empieza a darme codazos,
intentando mantener mi atención el tiempo suficiente para ponerme en una posición
adecuada. Uno no pensaría necesariamente en el hecho de que hay formas buenas y
malas de tirarse al suelo cuando tu cuerpo se convierte en un saco de fideos flácido,
pero como experta en la materia, estoy aquí para decirte que es verdad.
27

El propósito principal de Benji es alertarme antes de que esté al borde de que


se me apague la luz, pero en el caso, como este, de que el aumento de mi presión
sanguínea sea demasiado rápido incluso para un super
perro, tiene que conformarse con encontrar una forma de evitar que me abra
la cabeza.
La habitación da vueltas, y el vómito se filtra, justo ahí, justo en el fondo de mi
garganta, esperando a rociar sus vergonzosos trozos por todo el despacho del
hombre más guapo que he visto nunca.
Aunque en realidad no sería tan sorprendente. Porque por muy exitosa que
parezca sobre el papel, también estoy en el uno por ciento de los más torpes. Todo
esto es normal en el mundo de Brooke Baker.
—¿Brooke? ¿Estás bien? —Oigo preguntar a Chase con niebla, casi como si
estuviera al otro lado de un puente en una bruma lejana.
Intento responder, creo, pero mis palabras no son más que gravilla confusa en
mi lengua aletargada. Benji se impacienta, interpone su cuerpo entre el mío y el
lateral de la silla y me desliza por el borde delantero como una cascada de goma.
Aterrizo con demasiada suavidad sobre mi trasero, pero el escozor no es nada
comparado con el que siento filtrándose en cada vestigio de mi orgullo.
Con patas rápidas y un ladrido suave, Benji rodea el espacio detrás de mí y
salta sobre mi espalda, forzando mi cabeza entre mis piernas y una ligera conciencia
a volver a mi mente.
—Dios mío, Brooke —canturrea Chase de una forma que parece a la vez
angustiada y controlada justo delante de mi cara. Me encantaría poder concentrarme
en el azul perfecto y apasionado de sus ojos de ensueño desde esta posición tan
inesperadamente cercana, pero, para ser sincera, estoy demasiado ocupada
utilizando todas mis funciones básicas para evitar hacerme pis encima.
Sí. Es cierto. Por desgracia para mí y para el universo, uno de los principales
efectos secundarios de quedar inconsciente inesperadamente es perder el control de
la vejiga. Como si la humillación de todo el asunto no fuera suficiente para gente como
yo, el Todopoderoso decidió: —Oye, ¿por qué no dejamos también que se orinen
encima?
Sin ofender a Dios ni nada. Obviamente hizo un buen trabajo con todo lo demás.
Sólo estoy un poco amargada por esta pequeña cosa.
Benji ladra suavemente a mi lado, lamiéndome la mejilla y provocándome un
cosquilleo en la cara. Vuelvo del precipicio, aleluya, pero mis pensamientos siguen
siendo lentos.
28

Aun así, lucho con todas mis fuerzas y consigo esbozar una horrible sonrisa
falsa para Chase. Sus cejas se juntan en señal de preocupación y yo las ignoro.
—Estoy bien, creo. Sólo me aseguro de que mis recuerdos duren más
haciéndolos dramáticos. —La broma cae plana, pero eso está bien. Estoy segura de
que me encontraría más divertida si toda la sangre no se hubiera drenado de mi cara.
—¿Puedo traerte algo? ¿Un poco de agua? ¿Un refresco? ¿Qué te ayudaría?
Lo que más me ayudaría es retroceder en el tiempo y no caerme de la silla y casi
desmayarme durante una reunión de trabajo, pero como eso no es realmente una
opción, el refresco se sitúa probablemente en el puesto número dos.
—Tomaré una Coca-Cola si tienes. Suele ayudar.
—Dawn, tráeme una Coca-Cola, por favor. Rápido. —grita Chase a través de la
pared de cristal de su despacho desde sus rodillas a mi lado, sin molestarse siquiera
en explicarme. Dada mi debilidad por la super secretaria, espero que no se ofenda
porque su jefe ladre órdenes en mi nombre.
Me concentro en respirar, y ya sabes, en no mirar a Chase directamente a los
ojos, al menos durante el siguiente minuto. Normalmente, me dedicaría a centrarme
en cómo se sentía él respecto a la situación, respecto a mí, respecto al libro, válgame
Dios, el libro, pero si alguna vez salgo de este suelo de moqueta bereber tostado suyo,
voy a tener que dedicarme un poco de tiempo a mí.
El sonido de las bisagras de la puerta de cristal de Chase deslizándose se abre
rápidamente, y la presencia de Dawn se cierne sobre los dos. —Dios mío, ¿está bien?
—Sólo estoy probando el suelo como mi espacio zen —me burlo—. Como
dirían los británicos, es basura.
Chase se ríe, por suerte, y la emoción momentánea de que mi humor aterrice
es suficiente para ponerme de rodillas y sentarme en la silla. Chase me pone una
mano en la espalda para estabilizarme, Dawn sujeta el asiento y Benji me aprieta las
piernas para asegurarse de que sigo moviéndome en la dirección correcta.
Dios mío. Un galán, un canino disfrazado y una mujer poderosa que obviamente
tiene un corazón de oro. En algún lugar, hay un escritor deseando poder escribir una
escena como esta. Yo la conozco.
Dawn le quita la tapa a la botella de Coca-Cola y me la pone en la mano,
llegando incluso a enroscarme los dedos alrededor de la botella. —¿Lo tienes? —me
pregunta, y yo asiento.
—Si necesitas algo más, dímelo. Hay una charcutería un par de edificios más
allá. Podría conseguirte un sándwich o un poco de sopa o...
29

—Muchas gracias —interrumpo lo más educadamente posible—. Pero sólo la


Coca Cola debería ayudar. Además, ya trajiste esas galletas, y creo que se sentirán
muy decepcionados si no me las como.
Dawn se mueve hasta quedar en mi campo visual y me dedica una cálida
sonrisa antes de volver a salir por la puerta. Chase la despide por encima del hombro
y, por mucho que me gustaría, no sé por qué.
Benji, evidentemente satisfecho con mis progresos, abandona por fin su estado
de alerta y se acurruca en el suelo al lado de mi silla. Chase se da cuenta. —Oye, eso
parece una buena señal.
Asiento suavemente. —Ya no represento una amenaza para la seguridad de tu
alfombra.
Se ríe antes de bromear: —¿Fue algo que dije?
¡Caramba! Si supiera el poder de sus palabras. O su sonrisa. O sus ojos azules
como el cielo.
—No, no —me cubro—. Sólo... probablemente no comí lo suficiente esta
mañana o no tomé tanta cafeína como normalmente. —Mentirosa, mentirosa, cinco
tazas de café-bebedora de los pantalones en llamas—. Me siento mejor, lo prometo.
—De acuerdo, bien. —En lugar de volver a su silla, apoya las caderas en el
borde del escritorio que tiene detrás y cruza los pies por los tobillos, apoyando las
palmas de las manos en la superficie—. Aun así, por si acaso, intentaré que el resto
de esto sea lo más breve posible. En realidad sólo quería que entraras para poder
darte una idea del proceso que tenemos por delante.
—¿El proceso? —pregunto tontamente. Llevo tres libros publicados
tradicionalmente con esta editorial. ¿No debería saber ya qué esperar?
—Sí —dice entusiasmado, frotándose las manos—. Podría ser un poco confuso,
ya que tienes un contrato con condiciones para Garden of Forever y lo estamos
cambiando por este manuscrito diferente.
Vuelvo a sentirme mareada y, por la expresión de Chase, supongo que mi piel
tiene un tono pútrido similar.
—No, no, no te preocupes, Brooke. No creo que estemos perdidos aquí. De
hecho, creo que estamos por delante del juego. Esta nueva dirección tuya es lo
suficientemente fresca para lanzar el mercado a toda marcha. Muestra tu talento de
una manera que no creo que Longstrand haya considerado. Ir con este libro es la
decisión correcta. Estoy seguro de ello. Pero ahora es mi trabajo convencer a los otros
editores.
—¿Convencerles cómo?
30

Sonríe. —Con mis inigualables habilidades de lanzamiento, por supuesto. Tú


has hecho el trabajo duro escribiendo un gran libro, y el próximo viernes me
aseguraré de que todo el mundo entienda lo seguro que me siento al respecto.
—¿Crees que va a haber protestas por no cumplir las condiciones del título y
el contenido? —pregunto con la garganta espesa. Tengo el libro correcto en mi
ordenador, esperando a que alguien que no sea idiota envíe el archivo correcto. Es
una mierda, pero al menos es lo que me pidieron y, además, un poco menos ruinoso
para mi vida.
—No —asegura Chase—. Es un simple cambio a cambio de la recompensa de
un superventas.
Trago saliva. Una parte marchita de mí sigue gritando: ¡No puedo creer que esto
esté pasando!
—Una vez que reciba el visto bueno en la presentación, nos tocará trabajar en
todos los cambios de edición de contenidos y posibles mejoras. Odio ser portador de
malas noticias, pero probablemente estarás harta de mí para cuando esto se imprima.
—¿Por qué?
—Nunca he creído en el potencial de los personajes como lo hago con River y
Clive, y sé que no es tu problema, pero tengo mucho que demostrar, ya que éste es
mi primer proyecto totalmente en solitario. No dormiré hasta que sea perfecto.
—Así que... vamos a trabajar muy estrechamente.
—Definitivamente —asiente, como si eso no fuera la mayor bomba al corazón
que pudiera recibir.
Clive y River son una colección de todo lo que siempre he soñado sobre este
hombre y yo juntos.
Y ahora, ¿voy a tener que diseccionar cada una de sus partes mientras miro
fijamente su atractivo rostro?
Mejor limpien en seco sus trajes negros, damas y caballeros. El funeral de Brooke
Baker será pronto.
31

Capítulo Dos
Brooke
Camino por la cocina como una loca, con el baumanómetro en el brazo e
inflándolo. Mis problemas con el zumo de vampiro no suelen ser graves, pero tal y
como me siento desde mi reunión de esta tarde con Chase, estoy convencida de que
la hipertensión es mi nueva normalidad.
No se acerquen demasiado a este globo de carne, amigos, está a punto de
estallar.
Benji inclina la cabeza hacia mí y gime, deja caer el cuerpo al suelo y me mira
con ojos críticos. Me burlo. A nadie le gusta un perro sabelotodo, ni siquiera
disfrazado de Thor.
—No, en realidad, no creo que le esté dando más importancia de la que tiene.
Él tiene el libro, Benj. Ya sabes... ¿en el que escribí una escena entera dedicada a la
forma en que imagino que me comería? —Resoplo tres veces en un intento de no
hiperventilar y alargo una mano temblorosa para verter más vino en mi copa,
arrancándome el manguito de la presión antes de que termine—. Tendría que montar
un atentado terrorista para estar exagerando esto, y créeme, me lo he planteado tres
veces para llegar a la conclusión de que volar la ciudad que amo y a un montón de
gente inocente es exagerado.
Benji ladea la cabeza y me da un zarpazo en la espinilla en señal de simpatía.
Ya, ya, loca. Ya, ya.
Me bebo un buen trago de Cabernet y después inclino la cabeza con un
suspiro. Sólo yo me metería en una situación así. ¿Qué clase de profesional guarda su
manuscrito que espera que nunca vea la luz del día justo al lado del que se supone que
sí la verá, por el amor de Dios?
Probablemente del mismo tipo que se permite caer en un enamoramiento
obsesivo con su editor y lo convierte en un libro, ése es.
Sé que es una locura, lo sé, sentir lujuria por él, pero ni siquiera sé
completamente cómo sucedió, aparte de decir... que el día que conocí a Chase
Dawson fue el día en que la tierra se detuvo.
32

Había luces brillantes y auras poderosas, y estoy bastante segura de que el


círculo alrededor del sol se detuvo durante diez o quince segundos.
Era algo salido de una fantasía que nunca me había atrevido a soñar. Cabello
oscuro, pómulos fuertes y la sonrisa más amable. Juro que podría derretir a un católico
dirigido hacia el diablo si Chase los presentara.
Tenía un perfecto toque de acento sureño, no muy marcado, sólo... presente, y
las cosas que me decía con facilidad vivirán para siempre en lo más profundo de mi
memoria.
—Sabía que conocerte sería uno de los mejores momentos de mi carrera, Brooke,
pero no sabía que tus bromas serían lo mejor de mi día. Si pudiera llevarte a casa
conmigo, dudo que necesitara otro entretenimiento.
Ja, ja, ja. ¿Complaciendo mi trabajo y mi humor y consiguiendo de alguna
manera que no sonara como si estuviera escrito? Estaba vendido. Río abajo,
dirigiéndome, en plena caída en picada.
Obviamente, mi mente se tomó libertades al imaginar a Chase Dawson desde
el principio. Siendo realistas, no es más que un hombre guapo con don de gentes y
carisma. En el fondo, lo sabía.
Pero luego hubo mensajes de texto divertidos, pero profesionales, para
comprobar el estado de Garden of Forever, y llamadas telefónicas en las que tuve que
oír su voz sexy y reírme. Las llamadas fueron breves, pero seguro que no ayudaron a
disipar mi enamoramiento.
Y las dos veces siguientes que lo vi en Longstrand, podrías haberme derribado
con el recuerdo de una pluma al ver sus musculosos hombros y haberme enviado
directamente a detención por las cosas que mi mente empezó a imaginar.
A partir de ahí, todos mis impulsos sexuales se desbocaron.
Apenas le conozco, ni siquiera sé cuál es su color favorito, pero en lo que
respecta a mi imaginación, es el hombre que el universo creó sólo para mí.
Y en esta reimaginación del plano astral que he creado en mi manuscrito de
Accidental Attachment, Clive Watts, aka Chase Dawson reencarnado en un soñador
productor de televisión, siente exactamente lo mismo por River Rollins, aka ficticia
presentadora de noticias yo.
Pasión ardiente y obsesiva. Bromas suaves y sin esfuerzo. Sexo caliente y sucio
como la mierda. Todo producido a partir de las pequeñas visualizaciones en mi
cabeza.
Y ahora... todo el mundo va a leerlo.
33

Oh Dios. Voy a vomitar... trozos grandes y feos, no el aviso delicado que se queda
en la garganta.
Salgo corriendo hacia el baño y me deslizo en el retrete como un bateador que
roba una base. Me golpeo la rodilla con tanta fuerza que la porcelana suena como una
campana, y un gemido involuntario salta de mis labios.
—¡Pepe Grillo! —grito, con las náuseas subiendo por las paredes de mi
garganta. Olvido mi rótula maltrecha, me pongo en cuclillas y meto la cabeza en el
borde de la taza del váter apenas unos nanosegundos antes de vomitar vino tinto por
todas las paredes blancas.
Es, como mínimo, repugnante y, además, muy, muy revelador.
No sólo estoy disgustada por que se expongan mis pensamientos más íntimos:
estoy enferma. Y aún no es una realidad. Si, por algún capricho del destino, el editor
acepta cambiar mi contrato, esto va a ser empujado y publicitado en casi todos los
rincones del planeta.
Si soy tan desastre ahora, no sé cómo sobreviviré cuando se publique.
No lo haré.
Siento un hormigueo en la piel y un escalofrío en la nuca que me pone los pelos
de punta me hace inclinarme de nuevo completamente hacia el inodoro. Pero no me
pongo enferma. En lugar de eso, mi mente echa a correr. Buscando, buscando,
suplicando alguna forma de salir de esta.
Un plan. Una estafa. Una vuelta de tuerca. Si quiero mantener la comida en esta
vida, tengo el ochenta y seis por ciento del infierno fuera del deseo de mi hombre
sueño de publicar este libro.
Quizá pueda colarme entre el personal del catering para la reunión del
próximo viernes... ¿provocarles una leve intoxicación alimentaria o algo así?
No, enfermos con necesidad de ir al hospital, pero una pequeña alucinación
sobre el sabor de mi libro en sus bocas. He oído que Jonah Perish, el presidente de
Longstrand, es del tipo supersticioso. Tal vez retrasarlo un poco funcionaría.
Por supuesto, tendría que saber a quién contratan normalmente para el
catering, convencerlos de alguna manera de que la reunión del viernes necesita algo
especial y, además, parecer un chef convincente, todo ello sin que Chase ni nadie
relacionado con la editorial me reconozca. Es arriesgado. Desquiciado, en realidad.
Así que tengo la fuerte sensación de que voy a tener que moverme en otra dirección.
Tal vez podría enviar mensajes anónimos al resto de los editores... Advertirles
del tipo de libro.
34

Niego. No sólo es de mal gusto dar un golpe de estado contra el hombre de mis
sueños, sino que además es demasiado revelador. Se supone que nadie más que mi
editor y yo tenemos acceso al manuscrito, podría ser un poco complicado crear una
tercera parte ficticia que sea creíble y práctica para la continuación de mi carrera.
Quiero decir, me va bien, pero no lo suficiente como para tirar mi mierda al
fuego y dejarlo todo.
Seguro que hay algo más. Algo simple en su naturaleza sin ser generalmente
dañino...
Una excusa. Eso es. Necesito una excusa para convencerlos de que lo que leen
no es, de hecho, digno de publicarse, y mucho menos de llevarlo a los otros editores
y arriesgar su propia carrera. Necesito darle una razón para tirar esa cosa a un
contenedor y no volver a mirarla nunca más antes de que haga el ridículo delante de
sus compañeros.
Tomo el teléfono de la isla de la cocina mientras Benji se sienta a mi lado, con
una innegable mirada de preocupación en su preciosa cara canina, y tecleo
frenéticamente en un borrador sin número adjunto todavía, ya sabes, porque por lo
visto tiendo a enviar las cosas equivocadas a las personas equivocadas. Una vez que
tenga el mensaje que quiero, añadiré su contacto, pero que me jodan si voy a enviar
otra cagada justo en medio de la primera: Hank Baker no crió a ninguna tonta. Al
menos, no una hecha y derecha.
Así que, ese libro que estás pensando presentar el próximo viernes... la cosa
es que lo plagié.
HA-HA. Oh mira, esa soy yo tirando mi carrera por el inodoro. No. Borrar.
Sé que viste potencial en ese manuscrito, pero la cosa es que en realidad no
he terminado con él. Tengo otra parte que escribir, y cambia toda la historia y
básicamente anula todas las partes buenas de esta.
Ugh. No. Borrar.
Jajaja tengo una historia divertida para ti. Resulta que te envié el libro
equivocado. Tengo otro manuscrito para enviarte que está mucho más en línea con
lo que esperabas. Aparte del hecho de que es un montón de basura, por supuesto.
Lo estás haciendo muy bien, Brooke. Realmente haciendo progresos en el envío
de un mensaje que ayudará a la situación.
Yo: ¿Estás seguro de que el libro es lo suficientemente bueno?
Por fin, un mensaje que puede funcionar. Es vulnerable y casi me rompe el
alma, pero no me hace parecer una idiota o una estafadora. Agrego su contacto en la
35

parte superior, envío el mensaje y dejo caer mi teléfono sobre el mostrador como una
patata caliente antes de que pueda reconsiderarlo.
La respuesta es tan rápida que una bola de plomo con una caricatura de Miley
Cyrus encima se me clava en el estómago.
Chase: Mejor que eso. Brooke, es uno de los mejores libros que he leído.
Oh Dios, ¿qué he hecho?
Sus palabras deberían hacerme sentir mejor. Traerme paz mental y un
estómago tranquilo. En lugar de eso, me infunden más miedo del que estoy preparada
para soportar, y Benji se pone en modo perro de servicio, tirándome suavemente al
suelo para empujarme la cabeza entre las rodillas.
¿El libro explícito que escribí sobre mí y mi editor mientras él no tiene ni puta
idea de que es el protagonista es el mejor libro que ha leído nunca?
Eso es lo que me temía.
36

Capítulo Tres
Chase
Después del trabajo, corro a casa para quitarme el traje y ponerme algo menos
formal. El apartamento está silencioso como un ratón y, cuando me pongo mis Levi's
favoritos y cambio el traje y la corbata por una camiseta y una cazadora ligera, tomo
el teléfono y las llaves de la encimera de la cocina y me dirijo a la puerta.
Se acercan las siete de la tarde y dejo encendida la luz de la entrada para que
sea más fácil ver cuando vuelva de casa de mi hermana y mi cuñado esta noche.
Salgo al pasillo y cierro la puerta tras de mí, pero cuando me giro para
introducir la llave en la cerradura, el cerrojo se desliza solo. Sólo por diversión, meto
la llave de todos modos y la abro. Pero apenas he sacado la llave un segundo y vuelve
a cerrarse con un ruido seco.
¿Está mi apartamento embrujado? Ojalá, pero por desgracia, no.
El culpable es mi raro compañero de piso temporal Glenn.
Ni siquiera sabía que estaba en casa, pero nunca sé cuándo está. Glenn se
mueve como un ninja a todas horas del día, con una sudadera oscura con capucha
puesta sobre su perfil lateral para evitar que alguna vez le eche un vistazo. No habla
y no socializa, y para ser honesto, esas han sido ventajas. Pero cuando encuentro
garrafas de líquido al azar en la puerta de mi casa cada mañana y apenas consigo
cerrar la puerta principal antes de que se bloquee detrás de mí, entiendo por qué el
tipo que vivía en mi habitación antes que yo dejó una complicada serie de cerrojos
en la puerta del dormitorio.
No sé el apellido de Glenn. No sé si tiene trabajo. Ni siquiera sé cuántos años
tiene. Glenn es un enigma. Y espero mudarme antes de averiguar qué es
exactamente.
¿Cómo he llegado a esta situación? Buena pregunta. Me la hago unas veinte
veces al día.
Hace siete meses me contrató la editorial Longstrand y me mudé a Nueva York
después de pasar casi una década en la floreciente ciudad sureña de Nashville.
37

Estaba acostumbrada al ajetreo y al bullicio, e incluso a muchas rarezas, pero para lo


que no estaba preparado en la Gran Manzana era para tener un compañero de piso
llamado Glenn.
Alquilar no es barato en Nueva York, y encontrar un apartamento en el que
quisiera invertir dinero no fue fácil. Y como no quería malgastar dinero viviendo en
un hotel, acabé encontrando un compañero de piso con un alquiler bajo y un
desplazamiento cómodo. Fue una de esas situaciones en las que un amigo de un
amigo conoce a alguien que necesita un compañero de piso.
En mi defensa, no me di cuenta de que estaba firmando para vivir con Glenn,
pero aquí estoy, viviendo con Glenn.
Afortunadamente, el apartamento que compré y he estado renovando a un par
de manzanas de distancia, en Nolita, debería estar listo en uno o dos meses, y mi
compañero de piso y sus extrañas tendencias quedarán en el pasado.
Mis gastos serán mayores viviendo solo, pero tampoco tendré que guardar un
cuchillo de carnicero bajo la almohada.
Cuando pienso en cómo era mi vida hace dos años, todavía no puedo creer lo
mucho que ha cambiado. Era una persona sociable, a veces demasiado, recién
comprometido y centrado a medias en mi carrera.
Si hay una constante en la vida, es que cambia y evoluciona, a veces hasta el
punto de que parece un auténtico golpe en los huevos, pero al final suele llevarte
adonde necesitas estar. En mi caso, me ha traído hasta aquí, trabajando en la que
posiblemente sea la mayor editorial del país, con uno de los mejores autores del
mundo en este momento, y animándome a dar la vuelta a toda mi carrera para
asegurarme de que los libros de mi lista sean un éxito.
Rara vez participo en alguna actividad social, aparte de las ocasionales cenas
nocturnas con mi hermana y su marido, como ahora. Es un gran cambio respecto a la
vida de bares que vivía con mi ex prometida Caroline, y sin embargo, de alguna
manera, soy feliz. Más feliz, en realidad.
Me siento comprometido con mi vida, no sólo en el sentido de fíngelo hasta que
lo consigas, sino con la energía del protagonista: —Yo conduzco este coche.
Es estimulante. Y aterrador. Porque cuando estás a cargo de tu destino, todo es
tuyo para ganar o perder. Las decisiones que tomas no pueden atribuirse a otras
personas, y la realidad a la que te enfrentas es la que tú mismo creas.
Puedes fracasar. O puedes tener más éxito del que jamás soñaste.
38

Al salir del ascensor, me aparto para dejar paso a una anciana con un perrito
blanco y le sujeto la puerta hasta que ella y su perrito pueden subir sin peligro. Me
da las gracias con una sonrisa y yo le devuelvo el gesto antes de seguir mi camino.
La puerta principal de mi edificio resiste mi empuje, una ráfaga de viento envía
visiblemente restos de papeles y hojas que se arremolinan calle abajo a través del
cristal. Cuando inclino mi peso hacia ella, la presión se libera y se invierte, casi
sacándome el hombro de su sitio cuando el viento atrapa la puerta y la arranca hacia
la acera.
El monstruo literario que hay en mí quiere utilizar la simple acción como
simbolismo de la próxima semana y media y de cómo cualquier cambio en el viento
podría hacer volar violentamente mi existencia en una nueva dirección, pero les
ahorraré el dolor y el drama.
En pocas palabras, el próximo viernes por la tarde llevo el manuscrito de
Brooke Baker y todo vestigio de mis sueños y esperanzas a la reunión semanal de
editores en Longstrand con un único objetivo: convencer al presidente de la empresa
(y a todos los demás) de que publique en un género no probado con poca antelación,
en lugar del esperado spin-off de una serie ya de éxito, y que lo haga con gusto.
Longstrand espera Garden of Forever. Se presentó como un libro
independiente, derivado de la serie de Brooke Baker The Shadow Brothers, un éxito
de ventas mundial.
Y estoy a punto de darles algo que ni siquiera pertenece al mismo género de
fantasía.
Evidentemente, va a hacer falta mucho valor, mucha suerte y un gran
lanzamiento, porque las probabilidades no están a mi favor. Jonah Perish, presidente
de Longstrand y mi jefe, está impaciente por ver qué hará Garden of Forever tras el
éxito de The Shadow Brothers en Netflix.
Pero después de leer Accidental Attachment, estoy convencido de que Brooke
Baker ha creado algo que no se parece a nada que haya leído antes. Y merece ser
publicado. Merece que todos los lectores imaginables lo experimenten, hablen de él
y lo devoren, y yo soy la persona que tiene que hacer que eso ocurra.
Sin presiones ni nada.
Ha. Sí, es verdad. Es tanta presión que prácticamente me está ahogando, y por
eso convencí a mi hermana Maureen para que convenciera a su marido Vinny, un chef
de renombre mundial, para que hiciera mi comida favorita esta noche, pollo a la
parmesana con extra de mozzarella, una noche en la que normalmente estarían
trabajando en el restaurante. Les costó mucho encontrar un espacio, pero se lo
supliqué.
39

Necesito consuelo y, por suerte, los padres de Vinny son italianos y llegaron
justo a tiempo para convertir a su bebé en estadounidense de primera generación.
Puede cocinar salsa mientras duerme, y cuando está despierto, es aún mejor.
El fresco viento primaveral es brutal, hace que las parejas caminen juntas y que
los hombres de negocios se abran los cuellos de las chaquetas de sus trajes en un
intento de alejar el viento de sus cuellos. Los amigos charlan mientras entran y salen
de los bares del sótano, y los carteles de neón de los restaurantes parpadean en las
ventanas.
Bajo las escaleras del metro trotando y me meto por las vías para escapar de la
entrada del viento. Varias personas del andén tienen la misma idea, pero mantengo
una distancia lo bastante grande como para no tener que entablar conversación.
Lo curioso es que en Nueva York nadie que no esté loco intenta hablar contigo,
pero yo estoy tan acostumbrado a vivir en Nashville que automáticamente asumo que
las charlas triviales formarán parte de cada uno de mis viajes.
Los raíles de acero gimen y chirrían cuando se acerca el tren B, y yo me alejo
de mi sitio junto a la pared de azulejos y espero a que la puerta encuentre su sitio.
Cuando se detiene y sale una multitud de gente, entro en el vagón más cercano y
tomo asiento en el lugar más alejado posible, justo delante.
Cuando el tren se pone en marcha, saco el teléfono y abro el manuscrito de
Accidental Attachment. Podría llamarlo investigación, supongo, pero eso no sería justo
para el genuino interés que tengo en leer algunas de estas escenas una y otra vez. El
tirón emocional es poderoso, y no hay nada más emocionante para un amante de los
libros que la sensación que te produce un libro que te puedes creer.
La forma en que me mira es la historia de una mujer que lo sabe. Una mujer
que puede ver cómo se apaga el brillo de sus ojos y cómo se aplana el rebote de sus
pasos. Una mujer que ha sido pisoteada las veces suficientes para saber que se
acerca el peso de un pisotón.
Una mujer que se merece algo mucho mejor que el comportamiento cobarde
de un hombre preocupado por algo tan trivial como nuestros trabajos. Un hombre
que puede ver más allá de la vergüenza que ambos enfrentaríamos y defenderá
nuestro amor agresivamente.
Quiero tanto ser ese hombre. Pero no puedo dejar que River pierda su trabajo
por mí o por cualquier otro hombre. El trabajo que hizo para llegar aquí... se iría
por el desagüe y se esfumaría para siempre. Porque ninguna otra estación la
contrataría. La nube de la desgracia es amplia y densa, y el mundo de las noticias
es demasiado mezquino para superarla.
40

El metro da empujones y chirridos cuando nos acercamos a la estación de la


avenida 34, así que salto de página para leer más cerca del final del capítulo.
—Lo siento, River. Pero sabíamos que esto no duraría, que no podía durar.
Involucrarse con un compañero de trabajo nunca termina bien. Lo sabías.
—Pero lo hiciste de todos modos, Clive. Los dos lo hicimos. No puedes
decirme que no sabías que mi corazón estaba involucrado o que el tuyo tampoco.
Porque si lo haces, eres un mentiroso.
River tiene la cara manchada de lágrimas, la humedad del dolor que yo
alimenté y causé. Es tan diferente de la fachada impoluta de su apariencia laboral,
pero también lo es el desorden de todas las imperfecciones perfectas de su
personalidad más grande que la vida.
Es mucho más que una voz de presentadora y una bonita sonrisa, mucho más
que un recipiente para dar las noticias. Es manchas de mostaza y repeticiones
nocturnas de I Love Lucy. Es nadar eróticamente a medianoche en la piscina de
otro y llegar a tiempo, pero demasiado pronto. Ella es la crema y la galleta, y que
me parta un rayo si no le doy un martillazo sólo para verla desmoronarse.
Compañeros de trabajo como nosotros no se supone que deben estar juntos.
Es una complicación que no se mezcla. Pero cuando oigo su risa, oigo la mía.
Cuando pienso en la felicidad, pienso en ella. Y no conozco a un hombre en el
planeta que tiraría eso por la borda por algo menos que eso.
No conozco a ningún hombre en el planeta que sienta los latidos de su
corazón durante el clímax y haga otra cosa que perseguir la recreación de esa
sensación durante el resto de su existencia.
El corazón me palpita en el pecho un poco más fuerte de lo normal mientras leo
las emotivas palabras de los pensamientos más íntimos de Clive, y las comisuras de
mis labios se curvan hasta la parte superior de mis mejillas.
Esto. Esto es gran literatura. No es intelectual, pero es una experiencia. Hace
que el lector viva y respire y llore y llore las pérdidas de sus personajes antes de
celebrar las victorias. Toca la pasión y la conmoción personal. Hay una razón por la
que el romance es uno de los géneros más populares del mundo, tanto si la gente
presumida quiere creerlo como si no.
Mi teléfono suena con un mensaje de texto. ¿El remitente? La brillante autora
de este mismo libro.
Brooke: ¿Estás seguro de que el libro es lo suficientemente bueno?
No puedo culparla por preguntar.
41

Diablos, me lo he estado preguntando desde el momento en que decidí llegar


hasta el final, sin importar las consecuencias.
Pero puedo decir con absoluta certeza, sentado aquí ahora, sintiendo lo que
siento después de leer esta escena de nuevo, que este libro vale todo lo que estoy
poniendo en él y algo más. Es naufragio, ruina y curación, todo en uno.
Es inteligente, fresco y jodidamente cautivador. Pero también es diferente a
todo lo que he leído, lo que me dice que es una nueva meta literaria que atrapará al
público. Este es el tipo de libro por el que Hollywood babea. Es poderoso. Es
relacionable. Es la condición humana y el tipo de historia de amor que la gente
recordará.
Y por eso no dudo en contestarle.
Yo: Mejor que eso. Brooke, es uno de los mejores libros que he leído.

Pongo los nudillos en la lujosa puerta crema del ático de mi hermana y mi


cuñado en el Chelsea Landmark, y no pasa más que un golpe antes de que se abra
con un silbido.
La sonrisa de saludo de mi hermana es de las que dan escalofríos, pero no me
atrevo a preguntar por qué. La velada acaba de empezar y me gustaría pasarla sin
incidentes el mayor tiempo posible.
—¡Chase! ¡Chase! ¡Hola! Pasa. Ella saluda frenéticamente, ofreciendo una mano
para la chaqueta que llevo puesta, y, cuando no actuó lo suficientemente rápido,
extendiendo la mano y simplemente la arranca ella misma.
Me doy la vuelta, me agacho y casi pierdo el equilibrio cuando me lo arrebata
de la espalda y lo alisa en una percha del armario del pasillo.
—Jesús, Mo.
—¡Entra! Tengo algunas botanas en el salón, y Vinny está terminando de cenar
en la cocina.
Paso junto a ella despacio, manteniendo la mirada en la extraña y caótica línea
de su rostro con recelo. El caso es que mi hermana mayor no suele ser maniática,
prepotente y casi psicótica. Sé que es difícil de creer a la vista de su comportamiento
actual, pero al ser la mayor de los hermanos Dawson por cuatro años, suele ser la más
ecuánime de los dos.
42

Cuando pasa a mi lado en la entrada del pasillo y empieza a dar palmaditas en


el asiento del sofá y a llamarme como a un perro, ya he tenido bastante.
—¿Qué pasa, Mo?
—¿Qué pasa? ¿Cómo que qué pasa? No pasa nada.
—No pasa nada, ¿eh? Sinceramente me estás asustando. ¿Te has dado un golpe
o algo?
—Nooo —prácticamente gruñe, agitando una mano delante de su cara y
tomando el plato de las botanas de la mesita para clavármelas en el pecho—. Toma
un popper.
Entrecierro los ojos mientras la estudio de cerca y tiendo cautelosamente la
mano para tomar uno de los famosos poppers de Vinny. Estoy medio convencido de
que me va a arrancar un dedo o dos con la oportunidad, pero, para ser sincero, los
poppers de Vinny suelen merecer el riesgo. Si realmente tuviera que hacerlo, podría
aprender a escribir con un par de nudillos.
Cuando rebota arriba y abajo mientras observa cada masticación que hago, sé
que no puedo sobrevivir a toda una cena así. He venido a relajarme antes de la
reunión del viernes, no a caer en un episodio maníaco que requiera tratamiento.
—De acuerdo, Mo, ¿qué está pasando? Me estás asustando en serio.
En plena efervescencia, se levanta de su asiento y vibra de excitación. Me
preparo para el impacto cuando salta hacia mí y planta el culo en la mesita que tengo
delante, dejando sólo quince centímetros de espacio entre nosotros. —Tienes que
decírmelo. Llevo toda la semana muriéndome por saber que te has reunido con
Brooke Baker. ¿Qué te dijo? ¿Qué hizo? ¿Tenía alguna noticia secreta? ¿Era chic o
simpática o...?
—Mo-Mo. —Me acerco con cuidado.
—No, no, para ahí. —Me pone la mano delante de la cara, lo bastante cerca
para que pueda distinguir las líneas de sus dedos—. No trates de ablandarme con
apodos y afecto y mierdas, y luego trates de escabullirte alegando privilegio editor-
cliente o lo que sea. Quiero los detalles sobre cómo es ella, y los quiero ahora. Puedes
dirigirte a mí formalmente como Maureen por el resto de la noche, sólo para asegurar
que las cosas sigan siendo profesionales.
Mi hermana ha perdido oficialmente la cabeza. —Exactamente. Las cosas
tienen que seguir siendo profesionales. Y sabes que eso significa que no puedo
decirte nada, Maureen.
43

—¡Uf! —Sus brazos se lanzan al aire antes de aterrizar con una palmada en las
rodillas—. ¡No me vengas con esa mierda, Chase! Mamá y papá ya te dieron el mejor
nombre, no puedes ocultarme esto también.
—¿Qué demonios tiene que ver una cosa con la otra?
—Será mejor que se lo digas, hermano —interviene mi cuñado Vinny,
asomando brevemente la cabeza fuera de la cocina—. No he dejado de oír hablar de
esto desde que le dijiste que pasaba la semana pasada.
Con la forma en que mi hermana jadea como un perro sobre cualquier idea de
Brooke Baker, se podría pensar que he estado trabajando con ella durante años. Y no
es así. Este será el primer libro en el que trabajo con Brooke. Antes de esto, sólo
hemos tenido algunas reuniones juntos. Hablamos por teléfono varias veces.
Mensajes de texto de vez en cuando. Aparte de eso, es todavía muy temprano en
nuestra relación autor-editor.
Aunque, no puedo negar que veo el atractivo. Brooke Baker es fantástica. Es
despreocupada y dulce, y su sonrisa sólo parece genuina. Tiene clase, pero también
es simpática y entrañable.
—¡Chase! ¡Detalles! Ahora —casi vuelve a gruñir mi hermana, y sus ojos
empiezan a hacer esa cosa rara que me hace pensar que se le van a salir de las órbitas.
Suspiro pesadamente, sin querer entrar en detalles de todo lo que le ocurrió a
Brooke durante nuestra reunión, obviamente, mi hermana no podía saber que había
tenido un episodio de salud mientras estaba en mi despacho, y el nivel de
confidencialidad que siento es importante por ello, pero tengo que darle algo si no
quiero que me picotee una extremidad.
—Fue una reunión realmente emocionante. —En todos los sentidos posibles—.
Es tan divertida en persona como en papel, lo cual es muy refrescante, porque no
siempre es así. Y su último libro es... bueno, creo que es muy especial. Aunque es
diferente. Así que voy a tener que vendérselo mucho a los otros editores.
—¿Diferente? —Maureen pregunta, inclinándose ansiosamente—. ¿Diferente
cómo?
—Es sólo el ambiente. Sigue siendo una escritura muy ingeniosa, pero el
género se desvía un poco.
—Ooh, estoy tan intrigada ahora mismo —arrulla mi hermana—. Necesito el
manuscrito.
Resoplo, pongo los ojos en blanco, tomo un popper y me lo meto en la boca
antes de hundirme en la mullida almohada del respaldo del caro sofá de Mo. —Sabes
que no puedo dártelo.
44

—No, no es verdad. Andrea Sachs consiguió Harry Potter para Miranda Priestly.
¿Por qué no puedes hacer esto por mí?
—¿Tal vez porque valoro mi nuevo trabajo y no quiero perderlo? O, no sé, ¿esto
no es una película de Hollywood? Es mi vida real.
—¡Oh! —refunfuña, agitando una mano en el aire—. Siempre fuiste tan
bienhechor.
—Mira, todo lo que puedo decir es que no es un error que sigas enamorada de
ella. Es una gran escritora y, por el contacto que he tenido, aunque limitado, también
es una persona increíble. —Me encojo de hombros, intentando mantener la
compostura ante el escrutinio de Maureen. Es extraño. Y desconcertante. Y no sé por
qué lo hace, pero no voy a preguntar. Cuando se trata de mi hermana, nunca, nunca
debes preguntar—. Su perro es bastante genial también.
—¿Tiene un perro? —respira Mo, como si la propiedad canina fuera algo
reservado al Mesías.
—Sí. Su nombre es Benji.
—¡Dios mío, Benji! Me encanta! —Se gira hacia la cocina—. ¡Necesitamos un
perro llamado Benji, Vinny!
—Vives en un rascacielos en la última planta con acceso limitado a la azotea —
murmuro, sabiendo que nada de lo que diga a estas alturas llegará siquiera a sus
oídos.
—¿Qué clase de perro, cariño? —me responde Vinny, que nunca decepciona a
mi hermana. Normalmente es una cualidad entrañable, que me hace estar seguro de
que es el hombre adecuado para ella, pero ahora mismo me hace poner los ojos en
blanco.
Mi hermana se gira hacia mí sin pestañear siquiera. —¿Qué clase de perro?
Suelto una carcajada. —Suenas desquiciada ahora mismo, espero que lo sepas.
Como una maldita acosadora.
—¿Qué clase de perro, Chase? —pregunta sin mucho sentido.
—Brooke tiene un pastor alemán.
—¡Un pastor alemán, Vin! —contesta emocionada, y yo no puedo más que
sacudir la cabeza, consternado. Era tan agradable tener una hermana cuerda durante
treinta y tres años de vida. La echaré de menos.
—Lo miraré, cariño —responde Vinnie desde la cocina, y yo miro su alfombra
de marfil para ocultar la sonrisa. Al menos alguien no ha perdido la cabeza todavía.
Vinny la está complaciendo, claro, pero el cuñado que conozco estaría al teléfono
45

ahora mismo con organizaciones de rescate de perros si tuviera siquiera una pizca de
interés en tener un perro.
Francamente, es impresionante lo bien que sabe manejar a mi hermana en
momentos así.
Mo, apaciguada por ahora, se gira de nuevo hacia mí, con la emoción aún
encendida en sus ojos. —¿Qué más? Cuéntamelo todo sobre ella.
—Ni siquiera la conozco tan bien, Mo.
Ella frunce el ceño y yo suspiro.
—Maureen —corrijo, y ella asiente—. Sólo he estado en su compañía unas
pocas veces, y la mayoría de los encuentros fueron breves.
Maureen se levanta de la mesita y empieza a pasear, señalándome con varios
dedos enfadados cada vez que puede. —Eso no significa que no sepas cosas. Te
conozco lo suficiente como para saber que te esfuerzas por conocer a todos aquellos
con los que vas a trabajar. Tú la conoces. Sólo que no quieres decirme lo que sabes.
Gimo, estiro un brazo a lo largo de la parte superior del sofá y dejo caer la
cabeza hacia atrás. —Es simpática, ¿de acuerdo? Divertida. —Levanto la cabeza del
respaldo y vuelvo a mirarla a los ojos, encogiéndome de hombros—. Muy graciosa,
en realidad. Tanto en sus escritos como en persona. Y es... bueno, es guapa. Ojos
verdes, grandes y sinceros, piel y dientes perfectos. Todo lo que sé de ella es
bastante... perfecto.
Me viene a la cabeza la imagen de Brooke en mi despacho esta tarde. Un vestido
morado claro que le sentaba de maravilla. Apenas le llegaba por encima de las rodillas,
dejando ver una modesta parte de sus largas piernas. Su largo y espeso cabello castaño
le colgaba por encima de los hombros y...
—Ohh, crees que es guapa y perfecta —dice, frotándose las manos y saltando
sobre sus rodillas en el sofá a mi lado para estar incómodamente cerca.
Inmediatamente me arrepiento de mis palabras y de mis pensamientos irracionales.
—Para, Mo. No quiero decir eso. Sólo quiero decir que si te vas a encaprichar
con alguien, parece que has elegido bien. Puede que quieras moderarte un poco,
pero es sólo mi preferencia personal para no tener que asistir a un largo juicio en tu
nombre. Hazlo, hermanita.
Suspira feliz. —Y el libro... ¿Dijiste que es diferente?
—Bien diferente. —me aclaro con un movimiento de cabeza.
—Hombre, me encanta cómo suena eso. —Ella aplaude y rebota sobre sus
rodillas, y descubro que las comisuras de mi boca se curvan sin permiso—. ¿Puedes
al menos darme algo? Una pequeña pepita de esperanzas, sueños y exclusividad que
46

pueda restregar en la cara de mis amigas lectoras. Por favor —me suplica, apretando
las manos y moviéndose de un lado a otro.
—Cuando lo termines, la historia de amor entre Vinny y tú no será la única en
la que estés interesada —le digo, sin poder evitar jugar un poco con su entusiasmo.
Es un libro muy bueno y, técnicamente, parte de mi trabajo es hacer que la gente
quiera leerlo. Apoyarme en el entusiasmo de Mo probablemente hará la mitad del
trabajo por mí. Con su estado actual, pasarán menos de veinticuatro horas antes de
que comparta mis sentimientos con media ciudad.
Grita tan fuerte que las ventanas tiemblan y yo me siento de nuevo en el sofá,
satisfecho.
He provocado en mi audiencia un auténtico ataque de júbilo, y sólo puedo
esperar salir de mi reunión del próximo viernes con los mismos resultados.
Mi carrera y el próximo gran éxito de Brooke cuentan con ello.
47

Capítulo Cuatro
Viernes 5 de mayo

Chase
Hoy puedo decir sinceramente que tengo miedo.
Asustado por las posibilidades que me esperan en la reunión de editores de
hoy y todo lo que ello conlleva para el futuro y, lo que es más urgente, asustado
porque Glenn, evidentemente, no parece tener trabajo.
He estado en casa tres horas más esta mañana, intentando rebajar la tensión en
la oficina antes de una de las reuniones más importantes de mi vida, y Glenn no ha
dado muestras en absoluto de querer irse.
No lo he visto, por supuesto, pero lo he oído moverse, y la jarra de un líquido
desconocido, hoy es azul, que encontré en la puerta a primera hora de la mañana ya
no estaba cuando regresé a mi habitación con mi primera taza de café.
La primera vez que dejó líquido delante de mi puerta, temí que fuera un regalo
para mí o algún mal presagio de lo que está por venir. Pero después de unas cuantas
garrafas más de líquido misterioso de colores extraños, he aprendido que nunca se
quedan ahí mucho tiempo. Al final, se la lleva y hace... Bueno, no sé qué hace con ella.
Ni siquiera sé lo que es. También estoy bastante seguro de que probablemente no
quiero saberlo. Algunas cosas es mejor no decirlas.
Tomo mi maleta de lona marrón, uno que me recuerda al bolso de Peter
McCallister en Solo en casa: Perdidos en Nueva York y una manifestación completa de
mis influencias generacionales, escupo las últimas gotas de mi tercera taza de café de
mi taza y la pongo en el fregadero. Lleno la taza de agua para asegurarme de que el
café no manche, pero tendré que lavarla más tarde. La reunión de los editores en
Longstrand no espera a nadie, y menos a mí, y entre el tiempo que he esperado para
ir a la oficina y el trayecto en sí, voy a tardar muy poco.
Un poco demasiado cerca para mi gusto puntual, para ser honesto.
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Empieza a sonar música desde la habitación de Glenn, fuerte y agresiva y


ligeramente al borde de lo que podría ser de naturaleza satánica, y me muevo aún
más rápido para largarme de aquí. Tomo el teléfono y las llaves y me dirijo a la puerta.
La cierro tras de mí y preparo las llaves en la cerradura para asegurar el
cerrojo, pero antes de que pueda meterla dentro, oigo girar el mecanismo, como
siempre.
Glenn, el extraño bastardo. ¿Cómo demonios sabía que me iba con su música
tan alta?
Necesito mi lugar en Nolita, como necesito mi próximo aliento.
Y probablemente debería considerar revisar de nuevo el apartamento y mi
habitación en busca de cámaras ocultas. Sí, otra vez, porque ya he recorrido este
camino tres veces, y todas las veces he salido con las manos vacías.
Pero dejaré ese dilema para otra ocasión.
Ahora mismo, necesito concentrarme como si fuera Jason Bourne huyendo de
la CIA e intentando averiguar la verdadera identidad de mi padre.
Miro mi teléfono mientras subo al ascensor y pulso el botón de la planta baja.
En la pantalla aparecen dos llamadas perdidas: una anoche mientras dormía y otra
esta mañana mientras me preparaba. La primera me hace poner los ojos en blanco,
no hay ninguna posibilidad de que le devuelva la llamada a Mo ahora mismo y la otra
puede esperar hasta que llegue a la oficina.
De todas formas, mi ayudante Dawn sabe que no quiero que trabaje fuera del
horario laboral y no quiero fomentar ese comportamiento. Este sector ya es bastante
estresante. Puede que yo trabaje a todas horas de la noche, pero a Dawn no le pagan
lo suficiente para hacer lo mismo. Ella trabaja duro durante el día, y francamente, eso
es suficiente.
Antes de darme cuenta, he salido del edificio y he bajado una manzana hasta el
tren D, que se dirige a la parada de la Séptima Avenida con la 53 Oeste.
El metro está relativamente tranquilo esta mañana, sobre todo porque llevo
cuatro horas de retraso con respecto a la hora pico de la mañana. La mayoría de los
neoyorquinos necesitan trabajar tantas horas como sea humanamente posible para
poder pagar el alquiler, así que van a la oficina como muy tarde a las siete de la
mañana.
No puedo decir que mi vida sea totalmente distinta en un día normal, pero hoy
sabía que mi estómago iba a tener a varias mariposas muy enérgicas que necesitan
todo el espacio posible para respirar. Tengo que entrar ahí e ir directamente por la
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carne y las patatas del día para evitar que mis visitantes destrocen el lugar y vuelquen
su contenido en la agitación.
Aprovecho la tranquilidad para sacar de mi bolso la versión en papel de
Accidental Attachment, de modo que pueda escanearla y alimentarme de las escenas
para impulsar mi campaña.
Una de las más memorables para mí es la primera vez que Clive conoce a River.
Es tímida y modesta, e incluso torpe a veces, pero desde el principio hay algo en ella
que toca la sensibilidad de Clive. Él nunca ha soñado con mezclar su vida personal
con el trabajo, pero River hace que la tarea de mantener ese límite sea mucho, mucho
más difícil.
—River Rollins, supongo. —Saludo con una sonrisa, tendiendo la mano a la
mujer del momento. Al ser la nueva presentadora mujer de nuestra plantilla, a
estas alturas ya llama la atención de casi todos los empleados del edificio.
—¡Sí! —dice entusiasmada, con una sonrisa que toca la parte más verde de
sus ojos en serio—. Esa soy yo. Y tú debes de ser Clive Watts. Hoy he oído hablar
tanto de ti a todo el mundo que creo que podría hacerte un dibujo mientras duermo.
—Sus palabras la hacen sobresaltarse, y sus cejas suben hasta la línea de su
cabello—. No es que yo... hiciera... ya sabes, algo así. No hago nada por la noche
más que bañarme. La verdad es que artísticamente soy una mierda.
Empiezo a sonreír, a responder, pero ella me interrumpe con un pequeño
grito ahogado mientras se tapa la boca con la mano. —Y ahora he ido y le he dicho
'mierda' en mi primer día a mi... bueno, a mi jefe. Lo siento mucho. Prometo no
maldecir en directo.
Sonrío cálidamente; a estas alturas, mi rostro es incapaz de considerar
cualquier otra expresión. —No pasa nada. Para eso tenemos a Nate y el localizador.
Le diré que tenga una mano preparada.
—Normalmente no necesito un censurador a mano, lo juro.
—¿En serio? —pregunto, a lo que ella responde con un ferviente
asentimiento. Mi sonrisa cambia ligeramente, puedo sentirlo, y sin embargo, ni
siquiera la advertencia puede impedirme pronunciar mis siguientes palabras—. Es
una pena.
Las mejillas de River se inundan de un rubor tan bonito que lo siento en mis
muslos. Me gusta demasiado. Y si me diera más tiempo, intentaría buscar la forma
de hacer que ese precioso rubor suyo fuera más intenso.
Acabo de conocer a esta mujer, y ya siento que no puedo confiar en ella. No
debería estar en su órbita más de unos segundos.
50

¿Qué demonios me pasa?


El tren chirría al frenar y yo levanto la cabeza del libro por primera vez desde
que lo abrí. Es tan fácil perderse en él, tan fácil enamorarse de él. Dios, espero poder
transmitírselo a Jonah Perish como es debido.
Cierro la carpeta y la meto en el bolso mientras el tren se detiene y salgo del
vagón al abrirse las puertas. Tengo que caminar unas cuantas manzanas y, con la
ligera llovizna que acaba de caer mientras salía del edificio, lo último que necesito es
empapar las páginas de mi manuscrito hasta hacerlas ilegibles.
Podría imprimir otro ejemplar, claro, pero éste ya está bien leído y lleno de
horas de notas.
Experimentar este libro por primera vez, recuperar esas notas, es algo que
nunca podría recrear correctamente.
Y ese es un riesgo mucho mayor del que estoy dispuesto a correr.

A pesar de la ligera llovizna que se convirtió casi en aguacero cuando aún me


quedaba una manzana para llegar a mi oficina, pude llegar a tiempo.
Incluso conseguí correr al baño y secarme el cabello y la chaqueta del traje
debajo del secador de manos automático.
Pero ahora, me sienta preparado o no, ha llegado el momento de enfrentarse a
la música.
Salgo de mi despacho y la puerta de cristal se cierra tras de mí justo cuando los
ojos de mi ayudante se levantan de la pantalla de su ordenador para encontrarse con
los míos.
Al instante, miro por el pasillo, hacia la sala de conferencias que ni siquiera
puedo ver, y mi ritmo cardíaco se acelera unos cincuenta nudos. Me doy cuenta de lo
que estoy a punto de hacer y el estómago se me sube a la garganta.
Ahora mismo, bien podría ser un chico de quince años con la cara llena de acné
que está a punto de hacer una presentación a su clase en la que casualmente está su
enamorada.
Contrólate.
Y mi ayudante sigue mirándome, seguramente intentando entender por qué
estoy de pie ante la puerta de mi despacho.
51

—Muy bien, Dawn —digo respirando hondo mientras me enderezo la corbata


frente a su escritorio—. Dime que tengo esto.
—Tú lo tienes —dice de inmediato y obedientemente... y sin ningún
entusiasmo.
—¡Dawn! —susurro-grito.
—¿Qué? —pregunta ella, con una sonrisa acechándola en la comisura de los
labios—. Ya lo he dicho.
—Dilo otra vez y en serio —ordeno con demasiada brusquedad, y luego me
retraigo suavizando exponencialmente la voz—. Por favor. Perdona, perdona, lo
siento. Es que estoy nervioso.
—No se ponga nervioso, señor —responde ella. Afortunadamente, esta vez con
vigor—. Nunca he visto a nadie creer en nada tanto como usted cree en este libro, y
eso también lo van a notar. Lo tiene, Chase Dawson. Lo tiene.
—De acuerdo, eso ha estado muy bien. Tan bueno que he olvidado por
completo el primer intento flojo. —Suspiro pesadamente y sonrío—. Gracias.
—Haría casi cualquier cosa por alguien en un estado tan patético como tú.
—Bueno, gracias. Qué amable —digo casi burlándome.
Dawn se ríe. —Tengo un marido y dos hijos en casa. Sólo me queda energía
para cuidar de un hombre. No te lo tomes como algo personal.
La miro un momento. Está perfectamente arreglada, con la blusa planchada, la
cara maquillada y el cabello bien colocado. Pero si la miras de cerca, la piel de debajo
de sus ojos está oscurecida por el cansancio, y tiene una pequeña mancha en la blusa
que se ha repasado con un rotulador Tide.
Lleva bien la fachada, pero la verdad, me temo, es que mi ayudante Dawn es
una especie de caminante nocturno que hace todo lo posible por sobrevivir.
—Tengo mucha suerte de que me aguantes, ¿no?
Se encoge de hombros. —Eres el hombre más fácil con el que trato, por lo
general y me pagas. Así que estás en una buena posición. Aun así, hay una razón por
la que el espectáculo Snapped es una cosa.
Me río y las cejas se me suben hasta el nacimiento del cabello. —Así que
tomaré nota mental de ese horripilante hecho y lo tendré en cuenta de cara al futuro.
Dawn se levanta para darme una palmada firme en el hombro y luego me
empuja en dirección a la sala de conferencias con tanta fuerza que tengo que trotar
para mantenerme en pie. —Ve por ellos, tigre.
52

Pensé que me entretendría un poco más, pero al caminar por el pasillo y


acercarme a la sala de conferencias con paredes de cristal en el centro de nuestra
planta de oficinas, veo que Dawn tenía razón al presionarme.
Tres de los otros editores ya han llegado y están charlando mientras esperan
al gran hombre, el mismísimo Jonah Perish.
Jonah es nieto de Carl Longstrand, fundador de Longstrand Publishing y la
principal razón de que seamos tan grandes como somos hoy. Sería fácil descartar su
posición como presidente y CEO de Longstrand como una muestra de nepotismo,
pero cualquiera que conozca a Jonah sabe que es un tiburón por derecho propio. No
sólo ha modernizado la visión de su abuelo, sino que ha sabido adaptarse a un
panorama editorial en constante cambio y prosperar en él. Cuando otras editoriales
experimentaron un declive debido a KDP y a la auto publicación, Jonah se encargó de
que el negocio de Longstrand repuntara.
Vio la oportunidad de ofrecer a los autores el tipo de apoyo que anhelaban, una
de las únicas cosas que faltaban en un programa de auto publicación unipersonal.
Comercializamos y distribuimos a un nivel superior al de los demás y asumimos
gran parte de la carga de trabajo cuando se trata de todas las cosas que un auto editor
tendría que contratar a autónomos. Pero, en general, lo que realmente nos distingue
es la voluntad de cuidar a nuestros autores. Ellos son el valor de la empresa, y
mantenerlos contentos y cómodos es nuestro objetivo número uno. Al final, eso
beneficia a todos.
Entro por la puerta con una pila de sinopsis agarrada al pecho, y las cabezas
de mis colegas se giran en mi dirección.
—Oh, hombre. ¿Has traído borradores? —pregunta Frank Bowman con una
sonrisa burlona—. Esto tiene que estar bueno.
Sacudo la cabeza con una sonrisa y lanzo una en su dirección lo bastante rápido
como para que tenga que agacharse para recogerla. Regina Swanson y Meryl
Hargrove, dos de las mejores editoras del sector, se ríen.
—Aún está en su fase de luna de miel y de mamoneo, Frank. Ya se le pasará —
añade Regina con un guiño lo bastante amistoso como para hacerme pasar por alto su
comentario sin abordarlo.
—Va a ser genial, Frank —anuncio con el tipo de sonrisa confiada que es lo
contrario de cómo se siente el interior de mi cuerpo—. Prepárate para asombrarte.
Sonríe moviendo la cabeza. —Hombre, recuerdo cuando solía ser un
mierdecilla engreído como tú. Los buenos tiempos. Ahora si dejo que mi polla se
hinche demasiado, me duele la espalda.
53

Regina y Meryl se ríen de nuevo, tosiendo para corregirlo mientras Jonah entra
en la habitación, su ayudante cerrando la puerta tras él.
—Buenos días, señoritas. —Meryl y Regina sonríen y devuelven el sentimiento
antes de que Jonah se gire hacia nosotros, su rostro se transforma de jovial a serio—.
No me decepcionen, caballeros.
Frank y yo sonreímos ante el saludo poco entusiasta de Jonah y, francamente,
disfrutamos con ello. En algún momento de su carrera, Jonah se dio cuenta de que las
mujeres prosperan con el afecto y los hombres con la presión, y empezó a emplearlo.
Todos damos lo mejor de nosotros trabajando a sus órdenes. Yo todavía estoy en los
comienzos de mi carrera en Longstrand, pero no me cabe duda de que aceptar este
puesto y trabajar bajo su tutela me llevará mucho más lejos de lo que me habría
llevado cualquier otro movimiento.
—Muy bien, gente, tengo un día ocupado y una noche más ocupada. Le prometí
a mi mujer salir temprano y llevarla a una cita, y creo que todos saben que soy un
hombre de cumplimiento. —Jonah nos mira con una sonrisa divertida, y todos
asentimos en respuesta—. Entonces, ¿quién va primero?
Levanto la mano como un niño en el colegio, sabiendo que si no me quito todo
esto de encima, es probable que arda espontáneamente de expectación. Estoy en el
callejón Upchuck, y pasar demasiados minutos aquí puede acabar con trozos de mi
sándwich de ensalada de pollo en los calcetines.
—Dawson. Estupendo. —Jonah acerca su silla a la cabecera de la mesa y se
desabrocha la parte delantera de su traje antes de tomar asiento. Saca sus lentes de
lectura del bolsillo del pecho y las desliza sobre el puente de la nariz para ojear el
paquete que he colocado en su sitio.
Mientras lee, habla. —Has recibido Garden of Forever de Brooke Baker,
¿correcto? ¿Cómo vamos con el manuscrito? ¿Podemos hacer una línea de tiempo de
tres o cuatro meses, o necesitamos más tiempo? No hay razón para cagarse en la cama
esperando demasiado y dejando que se enfríe el entusiasmo de Netflix. Tenemos que
golpear mientras el hierro está todavía en el fuego.
Y aquí vamos...
—En realidad, señor... —Me aclaro la garganta—. No es Garden of Forever... —
Los ojos de Jonah se me acercan por encima del borde de sus lentes de montura
negra, y la acritud me hace tragar saliva dos veces—. Brooke entregó un libro
diferente... llamado Accidental Attachment.
—¿Un libro diferente? —se burla, y para ser sincero, no puedo culparlo. Un
autor que se sale tanto del guión legal es muy poco habitual.
54

—Sí, señor —me obligo a responder con seguridad—. Le aseguro, sin


embargo, que creo firmemente que esta opción del libro es mucho mejor. Sé que es
poco ortodoxo, pero creo que estamos consiguiendo lo mejor.
Parpadea. Sólo un largo y duro parpadeo. —¿Dio Brooke Baker una razón para
el cambio?
Niego. —No, señor. Y la verdad, estaba demasiado entusiasmada con el libro
que presentó como para pensar en preguntarle.
Jonah se quita los lentes y los tira sobre la mesa, se echa hacia atrás y cruza los
brazos sobre el pecho.
—¿No pensaste en preguntarle?
—No... señor. —Vaya, siento la garganta más espesa que de costumbre.
Jonah me estudia atentamente durante varios segundos, y yo me paso cada uno
de ellos preguntándome si debería llenarlos de balbuceos. Como no se me ocurre
nada, me conformo con mirarlo con una firmeza que no sé cómo consigo.
Con el cabello liso y canoso, se mueve en la silla y frunce los labios antes de
hablar. —Editor junior en Brentwood Books en Nashville durante cinco años. Después,
editor jefe durante tres años, con tres autores debutantes que llegaron
inesperadamente al New York Times y permanecieron allí durante varias semanas
bajo su dirección. ¿Lo he entendido bien?
Me trago un eructo nervioso y asiento. —Sí, señor.
—Tu historial es impresionante, Dawson, y una de las razones por las que voté
personalmente para contratarte.
—Gracias, señor. Yo…
—Pero este no es el tipo de cosas que hacemos: cambiar un manuscrito
aprobado por otro que nunca antes hemos visto u oído.
—Lo entiendo, señor. De verdad que lo entiendo. Sé que el algoritmo de las
ventas se compone de una parte de escritura, dos partes de marketing y tres partes
de similitud con cosas que a la gente le han gustado antes. Sé que es muy inusual
cambiar a un género no probado, incluso con un autor examinado y probado como
Brooke, pero yo no estaría presentando esta idea a usted sin mérito. Este libro merece
la pena. Lo prometo.
—Suenas muy seguro.
—Sí, señor.
—¿Tan seguro como para apostar tu trabajo en ello?
55

La pregunta no es teórica, lo sé por la fuerte inhalación de todo el aire de la


sala por parte de todos los presentes. Si no consigo que este libro sea un éxito, será
mejor que empaquete mis cosas.
Carajo, estoy rimando. Ahora sé que estoy nervioso.
De todos los momentos importantes que he tenido en mi vida, éste parece el
más importante. Como si la decisión de aceptarlo o no, la decisión de tomar este reto
por las pelotas en lugar de quedarme de brazos cruzados, fuera a influir
enormemente en el resultado del resto de mi vida.
No sé si es verdad o si es una especie de mecanismo de supervivencia que he
adquirido para no cagarme literalmente en los pantalones mientras uno de los
hombres más poderosos del mundo editorial me mira fijamente, pero tengo que
aceptarlo. Ahora no puedo echarme atrás.
—Sí, señor, lo estoy. —Todo el aire de la habitación se encoge como aspirado
por un vacío, y unos ojos muy abiertos me miran desde todos los ángulos.
Mierda. Lo he dicho de verdad.
La cara de Frank, en particular, parece como si alguien lo hubiera amenazado
con un cuchillo. No te preocupes, Frankie. Yo tampoco puedo creer lo que dije.
El Sr. Perish me observa atentamente, sus ojos marrones buscan algo que no
estoy seguro de saber cómo expresar. Y la sala de conferencias está tan silenciosa
que lo único que oigo es el latido de mi corazón rugiendo dentro de mis oídos.
El reloj de pared, sobre la cabeza de Jonah Perish, marca los segundos, y
parece que los segundos se convierten en minutos. Muchos, muchos minutos. Pero
Jonah permanece estoico, y yo no consigo entenderlo mientras él intenta entenderme
a mí, y por lo demás es un alucine psicológico.
Me recuerda a la vez que tire huevos a casa de Bobby Tubertille cuando tenía
catorce años, y mi padre se pasó la noche interrogándome a mí y a todos los demás
niños de mi calle. Su mirada era tan dura que podía sentirla en mi columna vertebral.
Pero no me quebré entonces, y no me voy a quebrar ahora. Puede que mis entrañas
estén vibrando hasta convertirse en gelatina, pero no voy a echarme atrás.
Quiero que Longstrand publique este libro. Brooke Baker se merece que
Longstrand la respalde, aunque se haya salido del guión y nos haya dado algo que no
estaba en el contrato.
—Muy bien, Dawson —Jonah finalmente anuncia—. Apoyaremos tu decisión.
Pero espero que sepas en lo que te estás metiendo y cuánto nos costará a todos si te
equivocas.
56

Su significado es claro como el cristal. El precio para Longstrand será dinero.


¿El precio para mí? Un final muy sangriento para toda mi carrera.
Asiento. Es todo lo que puedo hacer con un nudo del tamaño de Texas en la
garganta.
—Bien. Ahora que eso está resuelto, ¿qué sigue? —Dirige el Sr. Perish, por
suerte alejando la atención de mí antes de que alguien se dé cuenta del sudor que
seguramente chorrea por todos los poros de mi cuerpo.
Claramente, sin embargo, estoy feliz. Estoy encantado. Esto es lo que quería.
El libro de Brooke merece ser leído, y yo merezco la oportunidad de demostrarlo.
Pero, querido Dios, por favor, ayuda a mi cuerpo a soportar la presión.
57

Capítulo Cinco
Brooke
Belinda Carlisle suena en el radiocasete de la esquina de mi sala, y yo froto la
comida crujiente del asiento de mi taburete. Mis guantes de vinilo rosa chirrían contra
la madera con cada pasada del trapo.
No soy una maniática del orden en el sentido tradicional. De hecho, no soy lo
suficientemente disciplinada como para serlo en ningún aspecto de mi vida. La
mayoría de las veces vivo a trompicones, dándome un atracón de desorden y luego
atacando las consecuencias como una posesa cuando el desorden abruma mi
sensación de paz.
Hay muchas otras cosas que se interponen en mis vibraciones kumbaya de
estos días, una cosa, en particular, que involucra a mi editor y un libro en el que estoy
eligiendo no pensar, pero por la santidad de mi supervivencia, he compartimentado
todo eso fuera de mis pensamientos y estoy eligiendo fijarme obsesivamente en
limpiar y fregar mi cocina.
Se llama Evasión Avanzada, y podría dar un curso con honores en Harvard.
Tiro el trapo sobre la encimera, rodeo la pequeña isla que sólo un apartamento
neoyorquino podría llamar espaciosa y me dirijo al fregadero de la esquina. Me
inclino hacia el armario de debajo y tomo un limpiador industrial capaz de limpiar
casi cualquier cosa. O al menos, eso es lo que decía el anuncio nocturno que me
convenció de comprarlo. Con los guantes de vinilo todavía puestos, porque me
gustaría conservar mi piel, destapo la botella y lanzo la espuma de la boquilla sobre
cada centímetro de acero inoxidable expuesto de mi fregadero. Lo cubre de manera
uniforme e intensa, y toso por la potencia de su olor químico.
Entonces, vuelvo a toser.
Y otra vez.
—¡Mierda! —Balbuceo entre varias toses ahogadas de mis pulmones. Las
lágrimas cubren mis ojos cuando un aguijón anormal causa estragos en mi visión.
58

Temerosa de envenenarme con los gases tóxicos, tropiezo con la ventana que
hay al final de la encimera y la abro de un empujón. Oigo el ruido de las patas de
Benji en el suelo de la cocina detrás de mí, pero estoy demasiado ocupada sacando
la cabeza por la ventana y jadeando en busca de oxígeno puro. El aire está viciado de
una forma a la que estoy acostumbrada después de tantos años en Nueva York, pero
sigue siendo mejor que el olor que acabo de rociar en mi cocina.
Una ligera brisa pasa por delante de mí y entra en el apartamento,
arremolinando el aire puro y liberando parte de la potencia. Me lleno los pulmones
con unas cuantas bocanadas más de oxígeno de NYC y me limpio las lágrimas de los
ojos antes de retroceder con cuidado hasta la guillotina de la ventana y quitarme los
guantes de las manos con un chasquido.
De repente, la limpieza ha perdido parte de su mística. No sé si se debe a los
riesgos para la salud de los que no me había dado cuenta, pero desde luego no ha
ayudado a motivarme.
Me dirijo al fregadero y, sin fregar, enjuago el limpiador industrial por el
desagüe. Cuando estoy segura de que el producto tóxico va a parar al alcantarillado,
me vuelvo a colocar en mi isla semi limpia y me encorvo sobre la superficie. Benji se
acurruca más cerca de mí ahora que vuelvo a un estado más normal, y agradezco el
calor de su suave pelaje sobre mis pies descalzos. Tomo el mando a distancia de mi
radiocasete y apago mi música de limpieza, Belinda y vuelvo a poner a la mujer que
mejor lo cuenta, Dolly.
—Sabes, Benj, no estoy segura de estar hecha para esto de la limpieza. Quizá
debería contratar a alguien para que lo haga —digo, dejando el mando en la encimera
y apoyándome de nuevo en los codos.
Benji responde acercando su hocico a los dedos de mis pies. Lo tomo como su
acuerdo. Sí, deberías contratar a alguien en vez de arriesgar nuestros pulmones.
Dolly apenas ha dicho tres líneas de “9 a 5” cuando tres golpes agudos y fuertes
al otro lado de mi puerta me sacan la columna vertebral de su habitual posición
jorobada, de trabajadores de oficina y se me eriza la piel del entrecejo. Benji también
siente curiosidad, salta del suelo junto a mis pies y ladea la cabeza.
Me impresionará mucho si él ya ha llamado a alguien de un servicio de limpieza.
Marcar con la pata es complicado.
El caso es que no recibimos visitas muy a menudo. Aparte de la visita anual de
mis padres del Medio Oeste, Benji y yo somos los dueños de la casa. No es que no
tenga un par de conocidos en la ciudad, pero no son el tipo de personas a las que
invito a tomar vino y queso cada semana. A decir verdad, reservo la mayor parte de
mi energía social para mis personajes.
59

Necesitan ser interesantes mucho más que yo.


Me agacho y le doy a Benji un rápido toque en la cabeza para asegurarle que
no debe preocuparse. Es mentira, ambos lo sabemos, dado a mi ritmo cardíaco, pero
mi perro es lo bastante sofisticado como para entender que lo que cuenta es la
intención.
A toda prisa, atravieso el espacio abierto para apagar a Dolly, el botón de
encendido de mi mando a distancia de los años noventa se estropeó hace tiempo, y
vuelvo en dirección a la puerta. Vuelven a llamar a la puerta y parece que quienquiera
que esté al otro lado se impacienta.
Cruzo el salón y, cuando llego a la entrada, respiro hondo antes de inclinarme
para mirar por la mirilla. No quiero que quienquiera que sea me oiga hiperventilar a
través de la madera.
El atractivo rostro de Chase está distorsionado y abombado gracias al efecto
de ojo de pez de la mirilla, pero reconocería sus rasgos en cualquier parte.
Aunque, para ser sincera, nunca esperé que él estuviera justo en la puerta de
mi apartamento.
¿Qué hace aquí?
El pánico se apodera de mí y Benji choca contra mis piernas en señal de
advertencia. Respiro hondo tres veces e intento estabilizar la voz mientras grito: —
¿Sí? ¿Quién es? —como si no supiera quién es el zorro que está a la puerta de mi
gallinero.
—¡Es Chase! Dawson. Tu editor! —balbucea, rápidamente absorbido por mi
juego de estupidez. Sacudo la cabeza, me miro la camisa antes de olerla, respiro
hondo y abro la puerta.
Benji se pone firme a mi lado y, para ser sincera, no puedo culparlo. La última
vez que estuve cerca de este tipo, fracasé totalmente con lo de la conciencia.
—¿Chase? —Saludo, aún sonando insegura de quién y qué es. ¿Un alienígena,
una ameba? Podría ser cualquier cosa.
Tiene las mejillas sonrosadas y el cabello de punta, como si se hubiera pasado
las manos por él un millón de veces.
—¡Lo hicimos, Brooke! Lo logramos.
Las palabras resuenan en mis oídos mientras intento ávidamente no darles
sentido. Ignorarlas por completo. Transportar mi cerebro a una pequeña isla con
bonitas sombrillas y nada de trabajo.
60

Pero el pulso me late en la garganta, y Benji me aprieta las piernas como un


pequeño sofá para perros.
Chase alarga la mano y me agarra la cara, ambas mejillas a la vez como harías
si estuvieras a punto de besar a alguien, y la acción consigue momentáneamente la
atención de mi errático corazón. —¡Aceptaron hacer el cambio y correr el riesgo!
Busca mi mirada, con las manos aun acunando mis mejillas, y está tan cerca que
puedo ver los remolinos de azul y gris claro de sus ojos. Si inclinara la cara unos
centímetros más, nuestros labios se rozarían.
Nuestros labios. Los míos y los de Chase.
—¡Accidental Attachment va a publicarse! —exclama, y su voz rebota con el tipo
de entusiasmo que me atrapa con puño de hierro—. ¡Tenemos luz verde para que el
mundo se enamore de Clive y River!
Oh noooooooo.
Mis ojos se abren tanto que la piel que los rodea se estira, y Benji me derriba
de un golpe, haciendo que Chase caiga encima de mí. Su peso pesa, pero el resto de
mis sentidos giran como un trompo de juguete que se ha soltado de las manos de un
niño.
Mierda, ¿cómo he podido olvidar qué día es hoy? Es viernes. ¡El viernes!
Probablemente porque decidiste probar suerte como la próxima Mucama Merry en vez
de pensar en ello.
Pero ahora, tengo que pensar en ello, y el peor veredicto posible está dentro:
el libro que escribí sobre el tipo que yacía encima de mí sin que él lo supiera se va a
publicar.
Mis oídos zumban con ese familiar pitido y mi visión periférica rivaliza con la
de una persona borracha.
Estoy a punto de irme a la oscuridad, puedo sentirlo...
—Brooke, ¿estás bien? Brooke. —Oigo gritar las palabras, pero la voz en mi
garganta y el borde de mi conciencia están demasiado confusos para responder.
Hacía tiempo que no me desmayaba del todo. He bordeado el abismo, he
bailado con el diablo del síncope, pero nunca me he quedado completamente sin luz.
Pero esta vez, por el hormigueo en las palmas de las manos y el sonido de la voz de
Chase, me doy cuenta de que todas las buenas rachas acaban llegando a su fin.
Especialmente bajo la coacción de descubrir que el libro que escribiste sobre
ti y un hombre que no tiene ni puta idea va a estar en las librerías de todo el mundo,
esperando a que la gente lea cada sucia y salaz palabra.
61

Querido Dios y Espíritu Santo: estoy bastante segura de que Clive y River incluso
se entregan al juego anal al final de ese capítulo que escribí después de ahogarme en
dos botellas de vino.
Y así como así, hay una brecha en el continuo espacio-tiempo de Brooke Baker.
Por lo que sé, el mundo deja de girar.
Chase chasquea los dedos delante de mi cara y Benji me ladra directamente al
oído mientras empiezo a volver en mí, tratando de entender dónde estoy, con quién
estoy y qué demonios está pasando.
Lo que nunca he podido aceptar de los desmayos es que no se leen
exactamente bien con detalles en primera persona. No sé lo que pasa cuando me
quedo sin luz, sólo puedo entenderlo a partir de las pistas que encuentro cuando se
vuelve a encender.
—Dios, Brooke, ¿estás bien? —pregunta Chase, medio murmurando para sí
mismo mientras me acuna la cabeza con una mano y mira maníacamente alrededor
de mi apartamento en busca de algo. Benji me lame la cara, un capricho divertido, ya
que su aliento aún huele a su cena de comida para perros, y yo me agacho
subrepticiamente para comprobar si me he hecho pis en los pantalones.
Cuando la tela de la pijama roza en seco las yemas de mis dedos, el alivio
escapa de mis pulmones en una larga exhalación.
—¿Brooke? Hola? ¿Puedes oírme? —Chase lo intenta de nuevo, esta vez
sonando aún más desesperado. Entonces sacude la cabeza, rebuscando en su bolsillo
trasero mientras sigue agachado y sujeta mi cabeza con la otra mano. Es bastante
impresionante, y no estoy segura de haber sido lo bastante generosa con la
flexibilidad de Clive cuando escribía el libro.
—Voy a llamar a una ambulancia —declara, y eso me despierta de mi letargo.
—No, no —digo, con la garganta tan seca que mis palabras suenan ásperas—.
Estoy bien. No necesito un viaje de diez mil dólares hoy.
—Entonces deja que te lleve, o... —Maldice en voz baja—. He venido
caminando. Espera... ¡Puedo tomar un taxi!
Tristemente, creo que Chase Dawson es aún más lindo cuando está resolviendo
problemas.
—Estoy bien, de verdad. Quiero decir, mi cabeza no está chorreando un
líquido aterrador, ¿verdad?
—No. No sale líquido de tu cabeza —responde, probando el tacto de sus dedos
en mi cabello para asegurarse. Es estimulante, como un buen masaje en la peluquería.
62

De forma seriamente problemática, dadas las circunstancias, mi mente saca su


bloc de notas para garabatear otra cosa más de la que Chase Dawson es capaz a nivel
de maestro: Chica del champú. Inmediatamente embelesada, me imagino a Chase en
algún salón de moda de Nueva York, con todas las mujeres acudiendo a su bote de
propinas para meter sus sujetadores dentro.
Dios mío, tal vez necesito un paseo en el vagón de la carne. Destino: psiquiátrico.
—¿Brooke? Por favor, déjame llevarte a que te revisen. Todavía me estás
asustando.
Bueno, eso es conveniente, Chase. Porque también me estoy asustando de formas
que ni te imaginas.
Haciendo uso de los músculos de mi cuerpo, me fuerzo a sentarme y Chase
retrocede lo suficiente para dejarme espacio. No se levanta ni se retira, y nuestras
respiraciones se entremezclan en un espacio bastante reducido.
Ignóralo, ignóralo, ignóralo, repito en mi cabeza tres veces deprisa. Realmente
no quiero hacerme un análisis de sangre en el hospital, y definitivamente no tengo
ganas de perder el acceso al vino si esta cosa realmente va al mercado.
Necesito juntarlo, y necesito hacerlo rápido.
—Lo siento... ya sabes, por asustarte —empiezo y cierro brevemente los ojos
para concentrarme en inspirar unas cuantas bocanadas de aire que calmen el
corazón—. Estoy bien, lo prometo... sólo abrumada y médicamente inepta.
Chase arquea las cejas y yo me repongo lo suficiente como para ponerme en
pie; sus manos me sujetan por los antebrazos.
—Abrumada en el buen sentido, ¿verdad? —aclara, mirándome a los ojos con
una intensidad a la que no estoy dispuesta a entregarme. Miro al suelo, intentando
encontrar un resquicio de mi dignidad en la superficie de baldosas.
Desgraciadamente, cuando descubro que el libro que escribí en secreto sobre este
hombre, sobre mí y sobre todas mis fantasías más pervertidas se va a difundir por
todo el mundo como si fuera mantequilla, me desmayo en sus brazos y apenas me
repongo lo suficiente como para no mearme encima, todos los jirones de mi orgullo
desaparecen.
Cuando vuelvo a mirar sus bonitos ojos azules, están desesperados,
suplicándome en silencio que confirme que estoy preparada y dispuesta a afrontar el
esfuerzo que va a suponer publicar con éxito este libro totalmente distinto.
Lo cual, por supuesto, no lo estoy. Ni siquiera cerca. Llegaría a la luna en un go-
kart más rápido de lo que me voy a sentir cómoda con este libro.
63

Pero sus ojos de cachorro y su espíritu entusiasta son demasiado para negarlo.
No me queda más remedio que mentir como la mierda.
—S-sí. De la mejor manera. Sólo... Yo... Bueno, no esperaba una cálida
recepción, y creo que no se siente real.
Que mis tetas de talla B se conviertan de repente en doble D sin intervención
quirúrgica parece más acorde con la realidad, si te soy sincera.
—Oh, es real. Accidental Attachment va a salir al mercado, y lo hará pronto. De
hecho, sólo tenemos cuatro semanas para darle forma de borrador final.
—¿Cuatro semanas? —Resoplo. Tiene que estar bromeando. No he editado tan
rápido... bueno, nunca.
—Lo sé. Es difícil. Pero vamos a trabajar juntos en esto en cada paso del camino.
No voy a dejarte sola en esto, lo prometo.
Ha. Ha. Si. Eso es más o menos lo que me temía. Más palabras aterradoras del
hombre aterradoramente guapo.
El zumbido del mareo vuelve con fuerza y Benji me aprieta las piernas. Chase
se da cuenta del cambio de postura y entra en acción, empujándome hacia atrás con
suavidad y guiándome con los brazos hasta que me siento en uno de los taburetes de
la barra de la cocina, recién limpiada.
—Brooke. Jesús. Mírame, Brooke.
Sacudo la cabeza y giro las caderas para levantar las piernas y colocarlas sobre
la encimera, expulsando la sangre de las extremidades hacia el cerebro. El alivio que
llega con el cambio de marea es rápido y verdadero, y trago una profunda bocanada
de aire fresco.
—Eso es. Vamos, te llevaré al hospital en mi maldita espalda si tengo que
hacerlo.
—¡No! —exclamo al principio, antes de templar la voz y suavizar mi actitud
cuando me mira decepcionado—. Lo siento. Es que... Esto pasa a menudo. No hace
falta que vaya, lo prometo.
—¿Mucho? ¿Cuánto es mucho?
—¿Buscas la conjetura subjetiva que tiene la sociedad o, por ejemplo, mi
propia opinión sobre un número?
—Brooke.
Clavo los dientes en el labio inferior. —Tengo una enfermedad llamada
síncope vasovagal. Básicamente, algo desencadena un descenso de mi tensión
arterial y, bum, caigo desmayada como un miembro del reparto de Días de nuestra
64

vida. No es algo terriblemente infrecuente, quizá conozcas a alguien que no soporta


la visión de la sangre o lo que sea y se desmaya, pero yo soy una especie de alumna
aventajada de la clase. Esto, bueno... ya son unas novecientas setenta y seis veces que
me he desmayado en mi vida.
Sus ojos no podrían ser más grandes en este momento. —¿Alrededor de
novecientos setenta y seis?
—De acuerdo, exactamente novecientos setenta y seis, pero la mayoría son de
mi infancia, sinceramente, antes de que mis padres se dieran cuenta de lo pesada que
era. —Me encojo de hombros con indiferencia—. Y casi nunca llego al punto de
inconsciencia desde que tengo a Benji a mi espalda. Está entrenado específicamente
para captar todas las señales de alarma y ponerme en una posición que optimice la
normalización de mi presión sanguínea.
Casi inconscientemente, Chase se agacha y rasca las orejas de mi buen chico,
y el dulce gesto provoca un desafortunado salto en mi corazón.
—Entonces, ¿qué? ¿Simplemente vives así? ¿No hay tratamiento?
Niego y me encojo de hombros al mismo tiempo. —Evito los desencadenantes.
Mantenerme muy hidratada. Moverme despacio si voy a cambiar de postura, como
de estar sentada a estar de pie o de estar acostada a estar sentada, etcétera. Aparte
de eso, supongo que soy especial.
Frunce el ceño, totalmente descontento con mi respuesta. —¿Y la medicación?
Tiene que haber algo.
—Intentaron medicarme para la ansiedad, pero eso empeoró mi control de
todo el asunto. Supongo que me insensibilizó y no me di cuenta de las señales de
alarma. Benji se toma ese periodo de nuestras vidas como algo muy personal.
—Bueno, mierda.
Casi me río, pero en lugar de eso me permito una sonrisa de desconcierto. —
Lo positivo es que no es contagioso. Así que, aparte de descubrir mi cadáver hinchado
de vez en cuando, no tienes nada de qué preocuparte.
Esta vez frunce tanto el ceño que la piel normalmente perfecta de su entrecejo
se estropea con una arruga. —No estoy preocupado por mí. Estoy preocupado por ti.
Oír esas palabras de sus labios es casi suficiente para hacerme recaer. Pero
lucho contra esa sensación, empujando hacia el fondo de mi estómago la emoción de
que mi amor se interese por mí.
—Y eso es muy amable de tu parte. Pero te juro que no me emociono mucho
habitualmente. Esto es una rareza, de verdad. Nada de qué preocuparse.
Se burla. —Las dos últimas veces que te he visto ha pasado esto.
65

Eso, por supuesto, es cierto. Pero Chase Dawson y su fuerte mandíbula se


consideran circunstancias atenuantes. Cómo explicárselo, sin embargo, es todo un
dilema.
Sin saber qué otra opción me queda, opto por la evasión. —Estoy bien, lo juro.
Me mira fijamente durante mucho, mucho tiempo. Tan largo que me encuentro
hundiéndome en las profundidades de sus ojos para refrescarme. Son tan azules,
perfectos y acogedores, como la suave calma de las aguas en las costas de Aruba. O,
al menos, eso creo. Nunca he estado en Aruba, pero la he incluido en una novela y
todo lo que he investigado dice que es así.
—Voy a dejar esto porque puedo sentir por la línea tensa de tu boca que
quieres que deje esto.
¿Mi boca está tan visiblemente tensa?
—Pero quiero que conste en acta que no te creo cuando dices que no es para
tanto.
—Me aseguraré de avisar al taquígrafo del juzgado —bromeo, utilizando una
broma para salir del abrumador malestar que siento en el pecho. No me gusta que
Chase Dawson me mire con el ceño fruncido. No me gusta nada.
—Bien. —Él asiente, y una esquina de su boca se levanta—. Ahora, me gustaría
llevarte a cenar.
Chisporroteo tan fuerte ante la falta de sentido, que veo cómo una gota de mi
saliva cae sobre la camisa de Chase y se esparce. Espero que rompa a hablar en
cualquier momento, que descubra el horror en mi bomba de saliva, pero en lugar de
eso, se queda ahí, mirándome fijamente, con su invitación al acecho.
¿Quiere llevarme a cenar?
Sacudo la cabeza y trato de orientarme, pero cuando me encuentro con las
manos vacías, revoloteo hacia la cocina para empezar a recoger todos mis artículos
de limpieza al azar.
Chase me observa, metiendo las puntas de los dedos en la parte superior de
los bolsillos con una facilidad que me pone lo bastante nerviosa como para darle
algún tipo de respuesta a su descabellada pregunta.
—Yo... no estoy exactamente en el estado físico de una invitada para cenar. He
estado limpiando, y no me he duchado, y mi cabello está...
—Perfecto. No necesitas tener un aspecto diferente al que tienes ahora.
¿Perfecto? ¿Mi cabello es perfecto? Mentira, Sr. Dawson. Por no mencionar que
llevo mis pantalones de terciopelo favoritos de principios de los 2000. Ninguna mujer
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adulta en su sano juicio caminaría por las calles de la ciudad con la palabra “Juicy”
pegada en el culo.
—También suelo tener que avisar a los sitios de que voy a llevar a Benji. —Sigo
defendiendo mi caso—. Es un animal de servicio registrado, así que técnicamente no
tengo que hacerlo, pero sé por experiencia que la gente se pone susceptible cuando
hay comida de por medio.
—No pasa nada. Conozco un sitio donde eso no será un problema en absoluto.
Les encantan los perros. En concreto, los pastores alemanes. La última vez que hablé
con ellos, incluso estaban considerando tener uno.
Santo cielo. Es como si ninguna de mis excusas me llevara a ninguna parte.
—Chase…
—Vamos. Si nos damos prisa, podemos llegar a tiempo para la hora feliz. Dos
copas por el precio de una.
Tengo que admitir que, por primera vez esta noche, estoy escuchando algo que
suena como una buena idea. Si me ahogo en suficiente vino, quizá ya no sepa qué está
pasando ni con quién estoy. La perspectiva tiene potencial.
Se sobresalta entonces, inseguro de sí mismo. —Pero espera... ¿está bien que
bebas ahora?
Probablemente sea lo mejor para mí.
—Sí. Está bien. —Tan bien que es perfecto—. La buena noticia de todo mi
calvario es que no me tardo prácticamente nada en recuperarme. Una vez que mi
presión arterial vuelve a la normalidad, estoy lista para irme.
—Son buenas noticias. —Me sonríe—. Sería una pena que no pudiéramos hacer
un brindis con champán para celebrar el libro.
Oh, sí, musito. Ja. Una pena.
Estoy tan, tan jodida aquí.
Sin más salidas a la vista, hago lo único que puedo: tirarme de cabeza al fuego.
—Entonces, ¿supongo que me pondré otra ropa y podremos irnos? —No
entiendo por qué le pido permiso. En el fondo, creo que espero que cambie de
opinión y decida ir a cenar solo y dejar mi culo loco aquí.
—Suena como un plan.
Pero, por supuesto, no dice que no. En todo caso, su sonrisa de respuesta
parece demasiado feliz por complacerlo.
67

Duh-duh. Que alguien llame a Ley y el Orden. Está a punto de haber una nueva
víctima especial para su unidad, y viene en caliente.
68

Capítulo Seis
Brooke
Doy vueltas en mi habitación como una maníaca, buscando el tipo de productos
de maquillaje que pueden convertir a una mujer descarrilada en una de las de las
revistas. Por cierto, no tengo ninguno de esos productos ni poseo los conocimientos
necesarios para usarlos, pero una mujer tan desesperada como yo no necesita
preocuparse por esos detalles.
Desde el espejo de mi tocador, veo a Benji mirándome fijamente desde su sitio
en la cama. Sus ojos dicen todo lo que hay que decir: —Aceptar cenar con un hombre
que hace que te desmayes es la segunda peor idea que has tenido.
Ni siquiera tiene que contarme mi primera peor idea. Ahora mismo estoy
viviendo sus consecuencias. Esta cena es en nombre de celebrarlo, de hecho.
—No me mires así, Benj —le susurro—. Y créeme, lo sé. Lo sé, carajo.
Se le escapa una risita de perro, golpeo mi paleta de sombras de ojos de hace
tres años contra la superficie de mi tocador y hago clic en un vídeo tutorial de
YouTube. Mi teléfono se apoya en el espejo para que pueda hacer varias cosas a la
vez.
Es una mujer encantadora, KatVonMakeup o como se llame, pero hasta ahora
ha dedicado cinco minutos al contorneado y realmente necesito que llegue al meollo
de este enfrentamiento. Transformar mi cara en otra, o cambiar de forma, como les
gusta llamarlo a algunos hombres idiotas, está un poco por encima de mi nivel de
habilidad en este tipo de escala de tiempo.
Chase está en mi salón esperando y eso significa que tiene acceso a husmear
en todo lo que hay en mi apartamento. No tengo archivos de la CIA, ni drogas, ni
siquiera fotos mías desnuda, pero, por alguna razón, estoy convencida de que se va a
topar con las tres cosas y me va a entregar a los Más Buscados de América.
Clic, clic, clic, golpeo la pantalla con el dedo y avanzo los siguientes dos
minutos de vídeo, quince segundos cada vez, hasta que por fin llego al principio de
su tutorial sobre los ojos. Observo atentamente cómo aplica un delineado que yo no
tengo y vuelvo a hacer clic.
69

Por último, barre el párpado con un pincel especial después de señalar el color
de su paleta que sea más neutro. Cubre todo el párpado y yo hago lo mismo.
Enseguida me doy cuenta de que me falta habilidad, pero sigo adelante, agarrando
el pequeño aplicador de espuma que venía con mi sombra de farmacia.
Señala otro color en la paleta, evidentemente para el pliegue del párpado y me
inclino para ver más de cerca cómo lo hace. La elección del color es mucho más obvia
ahora, así que tengo la sensación de que si meto la pata, todos en la ciudad se darán
cuenta.
—¿Estás bien ahí dentro? —me llama Chase por el pasillo cuando se me cae el
aplicador al suelo y me golpeo la parte superior de la cabeza contra el tocador al
volver de recogerlo.
Me froto el sensible bulto que me he causado y le grito con la mayor
normalidad posible: —¡Ah, sí! ¡Todo bien! Aquí no hay nada de qué preocuparse.
Pongo los ojos en blanco, me muerdo el labio y sigo adelante. —¡Debería estar
lista pronto! —Dios mío, espero estar lista pronto.
—¡Tómate tu tiempo! —me contesta, haciéndome estremecer. Está bueno, es
considerado y paciente. Y está esperando para llevarme a cenar.
Es una cena de negocios, por supuesto, pero no sé si mis entrañas han sido
entrenadas para distinguir la diferencia. Están encendidas y asándose, prácticamente
rogando por calentar la superficie de la cara de Chase Dawson.
Jesús, María y José, Brooke, cálmate, ¿quieres?
Me río un poco mientras me considero en el espejo y murmuro: —
Definitivamente, esta noche no necesitaré colorete....
Tan rápido como puedo, sigo el resto del tutorial, me salto el delineador y las
pestañas postizas y me conformo con un par de capas de máscara de pestañas de hace
un año. Me miro en el espejo durante un buen rato, mejillas rosadas, piel suave y ojos
ligeramente estilizados y me conformo con eso.
Sorprendentemente, no tengo mala autoestima de forma habitual. Estoy bien
con mi aspecto. Pero algo en el chico de ensueño que es Chase Dawson me hace
querer ser más. Más sexy, más segura, vibrante. Esas son las cosas que un hombre
como él se merece.
Probablemente por eso describí a River así, al menos a medida que su
personalidad progresaba y crecía. Se volvió vivaz y seductora, y todas las cosas que
me gustaría ser cuando se trata de hombres como Chase. Por desgracia, es mucho
más fácil dar esas cualidades a un personaje que encontrarlas en mí misma.
70

Me alejo del tocador, me apresuro a entrar en el armario y saco de la percha el


primer jersey grueso que encuentro. No es exactamente del estilo del Cosmopolitan,
pero es favorecedor y cómodo, y con su color dorado, cualquier gota de mostaza que
me eche encima pasará desapercibida.
Aprieto tres veces los interruptores de la luz del armario, el baño y el
dormitorio, y ya estoy de camino a mi cita para cenar, con Benji siguiéndome
obedientemente.
Mi compañero de cena profesional, corrijo. Profesional. Cena. Acompañante.
Sonrío cuando entro en el salón y Chase vuelve a dejar la revista People en la
mesita y se levanta. Verlo ahí sentado, leyendo sobre las Kardashian tan
despreocupadamente, es raro. Casi demasiado raro incluso para el universo
alternativo en el que aparentemente vivo estos días.
—¿Todo listo? —pregunta, con voz amable y nada cansada. Es casi como si
estar sentado aquí fuera y esperándome todo este tiempo realmente no le molestara,
pero sé que eso no puede ser cierto. Tanto mi padre como mi ex marido Jamie eran
impacientes. Una vez que se tomaba la decisión de ir, era hora de ir, sin titubeos. Si
no llegabas cinco minutos antes, llegabas cinco minutos tarde, y cualquier otra
molesta frase masculina que se te ocurra.
—Sí. Siento mucho haber tardado tanto, pero al menos tenía que enjuagarme
los productos químicos de limpieza en la ducha.
—¿Productos de limpieza? —pregunta.
—Estaba haciendo un poco de limpieza antes de que llegaras.
—Entiendo. El lugar tiene buena vista. —Asiente y me despide con una
sonrisa—. Y no te preocupes. Aparecí sin avisar y exigí tu compañía en la cena. Estoy
bastante seguro de que podrías haberme hecho esperar toda la noche si hubieras
querido sin ningún juego sucio.
—Pero entonces nos perderíamos la cena.
Chase se encoge de hombros. —Siempre queda el desayuno.
Bien, cielos. Esa es una línea de buen culo si alguna vez he oído una.
Sonrío, no podría parar esa mierda aunque lo intentara, y Chase me tiende una
mano hacia la puerta. —¿Vamos?
—Claro. Voy a tomar mi bolso. —Levanto la barbilla hacia el pequeño bolso
que hay en el taburete de la cocina y Chase lo agarra para dármelo.
Nuestros dedos se rozan levemente en el intercambio y todo se detiene en mi
interior. Levanto los ojos para mirar los suyos, en busca de una señal de que él
71

también siente lo que sea, pero no puedo ver nada más que los interminables charcos
de azul chispeante de siempre.
—Gracias —susurro, el ronroneo áspero, todo lo que mi voz robada puede
manejar.
La sonrisa de Chase se eleva y las comisuras de sus labios esculpen unos leves
hoyuelos en sus mejillas. Nunca antes me había fijado en ellos, quizá porque estaba
demasiado ocupada mirando otros rasgos o porque nunca había estado tan cerca de
su suave sonrisa, pero todas las partículas de aire que me quedaban en los pulmones
se desvanecen. Puf, puf, mi aliento ha abandonado el edificio.
Está claro que más me vale salir volando de este apartamento y seguir con esta
cena si tengo alguna posibilidad de sobrevivir al rápido ritmo de deterioro de mi
orgullo.
El hocico de Benji choca contra la parte posterior de mis muslos, su acuerdo
silencioso de que realmente tenemos que ponernos en marcha, me insta a agarrar su
correa y encajarla en su collar. Aseguro su chaleco de perro de servicio sobre su capa
de Superman.
Los tacones de mis botines repiquetean en el suelo de madera mientras nos
dirigimos a la puerta con Chase detrás de mí, y juro que siento el calor de su mano en
la parte baja de mi espalda. No es lo bastante firme como para saberlo con seguridad,
y estoy completamente segura de que no voy a girarme para mirar, pero en lo más
recóndito de mi mente, las neuronas se disparan ante el posible contacto.
Benji y yo salimos primero, y luego espero a Chase para poder cerrar la puerta
tras nosotros. Bajamos todos en ascensor hasta la planta baja. Mi portero asiente
cuando salimos a la calle y, por primera vez esta noche, me doy cuenta de que Chase
ni siquiera ha llamado antes de llamar a mi puerta.
—¿Cómo... cómo has llegado a mi puerta sin llamar antes?
Se encoge de hombros. —¿Podría haberle dicho al portero que era una
sorpresa?
Mis cejas escalan la distancia de mi frente, lo cual es mucho decir porque tengo
una frente de un tamaño decente, y la preocupación hace que sienta mis
extremidades un poco entumecidas. —¿Y simplemente... te creyó?
Chase niega y me aprieta el antebrazo. —Oh, Brooke. Brooke, lo siento. Ahora
veo lo inapropiado que fue y lo mucho que te preocuparía, pero te prometo que me
hizo enseñarle mi identificación de Longstrand y mi carné de conducir para confirmar
mi identidad antes de dejarme acercar al ascensor.
—Oh. De acuerdo.
72

—Aun así, deberías hablar con él para asegurarte de que la seguridad es lo


bastante estricta para tu gusto. Sé que la seguridad de tu edificio de apartamentos es
una de las necesidades más básicas de una mujer, y te mereces poder estar en casa
sin la preocupación constante de que alguien pueda encontrar el camino hacia ti que
no debería. Sobre todo con toda la publicidad que vas a tener pronto.
—Seguro que está bien.
—No —argumenta Chase—. Realmente me has abierto los ojos, Brooke. Y
pienso el riesgo de ser inapropiado de nuevo, sólo voy a ofrecer que yo mismo estaría
encantado de hablar con tu portero si la conversación te incomoda de alguna manera.
¿Chase hablando con el personal de mi edificio como si fuera responsable de
mi bienestar? ¿Como un novio o algo así? Ja. Ja-ja.
—No, no. Eso es dulce, pero puedo manejarlo yo misma, de verdad.
—De acuerdo —accede Chase con facilidad, levantando la mano para llamar a
un taxi. Es una acción tan casual mientras mantengo el contacto visual que resulta un
poco inquietante—. Lo que tú quieras. Es tu decisión, pero estoy aquí para apoyarte
si lo necesitas.
Hombre, no creía que existieran tipos así. Al menos, nunca había tenido
experiencia con ellos. Sin bravuconadas, sin falsas poses. Sólo una disculpa honesta
y una discusión abierta sobre soluciones.
Un taxi llega justo a tiempo, salvándome de mí misma y de todas las cosas
ridículas que podría decir ante su honestidad.
Chase abre la puerta y Benji y yo entramos. —El taxista empieza a gritar, pero
se calla al ver el chaleco de servicio sobre la capa de Superman de Benji—. Lo siento.
El perro no es problema.
Chase me sonríe y me guiña un ojo mientras sube detrás de nosotros y le rasca
las orejas a Benji, inclinándose para susurrar: —El mayor cumplido que hay, colega,
pasar desapercibido a pesar de tu condición de superhéroe.
Me giro hacia la ventana de enfrente para disimular mi sonrisa ante el dulce
intento de consolar a mi perro, que no se ofende lo más mínimo. Benji no solo está
acostumbrado a que le den gato por liebre en la mayoría de los establecimientos, sino
que tiene la confianza necesaria para que no le importe.
A diferencia de mí, a él no le afecta la incómoda incertidumbre diaria. De
hecho, es todo lo contrario.
Tiene arrogancia y estilo, y francamente, no sé qué haría sin él. Aparte de
desmayarme y abrirme la cabeza, Benji suele ser el bálsamo para mi alma
enloquecida.
73

—¿Adónde? —pregunta el taxista, y Chase no tarda en responder.


—La Croissette. 59 y Amsterdam.
¿La Croissette? Caray, me alegro de haberme bañado ahora.
Es un lugar elegante y sólo he oído hablar de él en artículos aleatorios sobre
los mejores restaurantes de la ciudad.
—De acuerdo. —Miro a Chase—. Ahora tengo que saber tu secreto. Dijiste que
conocías un restaurante al que podíamos entrar a última hora, sin reserva, con perro,
sin problemas, ¿y resulta que es La Croissette? —Sacudo la cabeza riendo—. ¿Cuál es
el secreto? ¿Y cuándo va a aparecer Ashton Kutcher con su equipo de Punk'd?
—Esa es una referencia bastante antigua, ya sabes, Ashton y Punk'd —
bromea—. Será mejor que tengas cuidado al usarlo con los Gen-Zers.
Me burlo y me río al mismo tiempo. Soy mayor y nunca estoy con gente de la
Generación Z. —Deja de perder el tiempo. ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo demonios
crees que vas a conseguir que entremos en este restaurante? Quiero decir, todo el
asunto es difícil para cualquier restaurante de la ciudad, pero ¿La Croissette?
Imposible. Tienen todo reservado desde hace meses.
—Conozco al dueño. Tengo una reserva abierta. Puedo presentarme cuando
quiera, con quien quiera, y encontrarán la manera de sentarme.
Arrugo la nariz. —¿Eres su corredor de apuestas o algo así? ¿Te deben dinero?
Chase se ríe entre dientes. —Algo así.
—Pfft —exhalo un audible suspiro a través de mis labios—. Tendría que serlo.
Tengo la fuerte sensación, influenciada por la expresión de la cara de Chase
Dawson, de que hay mucho más en esta historia de lo que está contando, y no sólo
eso, sino que no me lo va a contar pronto.
Me tomo este pequeño momento como un recordatorio de que, de hecho, no
somos pareja en una cita romántica compartiendo una comida, el tipo de ocasión en
la que podríamos revelarnos nuestros secretos más íntimos, sino compañeros de
trabajo, celebrando una victoria profesional (para él) en un entorno centrado en la
comida.
Esto puede ser ágil y entretenido y lleno de bromas, pero no es la oportunidad
de exponer mis pensamientos y desenterrar mi enamoramiento. Es una comida de
negocios y debo tratarla como tal. Si lo hago, probablemente me resulte mucho más
fácil comportarme con un poco de dignidad y confianza, la verdad.
No tengo que intentar ser sexy, coqueta o atractiva. Puedo ser libre y centrarme
en la literatura. Los personajes pueden ser las estrellas, como estoy acostumbrada.
74

A los efectos de esta noche, Clive Watts y River Rollins son sólo eso: Clive y
River, un fabuloso deambular de mi mente creativa, en absoluto arraigado en la
realidad.
Son mis Romeo y Julieta, y yo soy su Shakespeare. Y si tengo mucha suerte,
incluso entienden esa vaga analogía mejor que yo.
Antes de darme cuenta, el taxi se detiene frente al restaurante sin que hayamos
cruzado una palabra. Las trampas internas de mi cabeza me han distraído demasiado.
Inmediatamente, me pregunto qué demonios habrá estado pensando Chase todo este
tiempo mientras yo estaba ensimismada en mis pensamientos.
Sin embargo, no tengo tiempo de preguntarme mucho, ya que Chase sale del
taxi y corre alrededor del coche para abrirme la puerta en lugar de hacerme resbalar
por el asiento corrido. Me bloquea el paso directo a la calle y me entrega la correa
de Benji cuando se atasca entre el borde del asiento y el cinturón de seguridad.
Es todo un caballero, y hago todo lo posible por ignorarlo.
—Gracias —digo en su lugar, en aras de ser distantemente cortés.
Profesional. Cena. Acompañante, me repito cinco veces rápido.
Es mi editor. Yo soy escritora. Y su interés en mí es del tipo que se basa
enteramente en mis personajes, su historia y el poder de ambos juntos para vender
libros de las estanterías de forma espectacular.
Sé que su empuje para este libro está ahí, en su convicción de éxito en el
mercado. No en su conexión con el personaje de Clive o el evidente parecido de River
conmigo. Esta no es la acción en vivo de su enamoramiento. Es el mío. Y él es un
espectador inocente de todo.
Salimos rápidamente de la calle y entramos en el atestado vestíbulo del
restaurante, pero Chase nos arrastra entre la multitud. Se acerca a la camarera
mientras Benji y yo nos quedamos un poco atrás. Ella sonríe en señal de
reconocimiento y asiente enérgicamente mientras él nos señala y pide una mesa.
Aún no sé cuál es su conexión secreta con este lugar, pero es buena. Eso es
seguro.
Echo un vistazo a la sala de color rosa, observando las lámparas de araña y la
pared central cubierta de flores. Es un lugar precioso, como el frenesí de las redes
sociales del que he oído hablar, y si la comida es la mitad de buena, tengo la
sensación de que me espera una cena increíble.
—Vamos —me dice Chase al oído, sorprendiéndome con su proximidad,
gracias a mi distraída inspección del comedor—. Nuestra mesa está lista. Justo en la
esquina con un buen sitio para que Benji se acueste y todo.
75

Sacudo la cabeza. —Te juro que si descubro que eres parte de los Illuminati...
—¿Qué? —Su sonrisa es adictiva, y sus ojos se iluminan con humor—. ¿Qué vas
a hacer?
—Bueno... supongo que, primero, estaré impresionada.
Chase se ríe, y el sonido es tan bonito como nuestro entorno. —¿Y después de
que te hayas hecho a la idea de lo impresionante de mi estatus Illuminati?
—Empiezo a recibir ofertas tuyas para ver si me alcanza el dinero para vender
mi alma —le digo—. Quiero decir, me encanta escribir, pero también me encanta la
idea de pasar el resto de mis días en una playa de las Bahamas donde mi única
preocupación sea si mi piña colada necesita que la rellenen.
—Por supuesto. —Su sonrisa es una mezcla de discreción y jovialidad. También
es interrumpida por el tipo de guiño sexy que siento en mis rótulas—. Pero
probablemente deberíamos ir a la mesa antes de que empiece a tirar números.
Oh, vaya. Benji puede ser Superman esta noche, pero este hombre es mi
kriptonita.
Asiento y lo sigo como me indica, siguiendo a la anfitriona con Benji a mi lado
por lo que parece cada centímetro del comedor. La gente no para de mirar el disfraz
de Superman de Benji y sonríe cuando se da cuenta de lo que dice en su chaleco y de
lo guapo que está con la capa roja.
Es una bendición, en realidad, toda la atención que recibe mi mejor amigo,
porque eso significa que no está en mí en absoluto.
Cuando por fin llegamos a nuestra mesa, veo por qué hicimos todo el recorrido
por la creación de Dios para llegar hasta aquí. Es un reservado íntimo en la esquina
del fondo, con un pequeño espacio vacío para que Benji se acueste fuera del camino
pero lo bastante cerca para hacer su trabajo. No sé de dónde lo sacaron ni cómo, pero
hay una manta acolchada en el suelo esperándolo, casi como si supieran que iba a
venir y quisieran que estuviera lo más cómodo posible.
Es tan condenadamente considerado, que tengo que tragar saliva contra la
emoción no deseada en mi garganta.
En este momento de mi ciclo hormonal mensual, podría ponerme a llorar. Mi
periodo está a un estornudo de distancia, pero contengo las lágrimas con cada
vestigio de mi ser porque no quiero avergonzarme más de lo que ya lo he hecho
últimamente.
Sólo hay un número determinado de veces que puedes desmayarte en
presencia de alguien antes de que empiecen a captar la indirecta y se aparten. Y
aunque sea un verdadero riesgo para la cordura y el bienestar, quiero a Chase
76

Dawson en mi órbita con todas mis fuerzas. No creo que escribas libros sobre gente
que no quieres.
Señala la cabina y se coloca detrás de ella mientras yo llevo a Benji al suelo con
la correa y le doy un masaje mientras se acomoda.
Intento darme prisa, pero cuando se trata de adorar a los perros, no se me da
precisamente bien gestionar el tiempo.
Casi espero que Chase se rinda y tome asiento o, como mínimo, que frunza el
ceño o algo así cuando me doy la vuelta, pero en lugar de eso, está sonriendo, con las
comisuras de los labios tan curvadas que casi adquieren personalidad propia.
—Lo siento —me disculpo con un ligero rubor mientras me apresuro a tomar
asiento.
—No te preocupes. Estoy planeando comprarle a Benji un filete por sus actos
heroicos de antes. Se merece todas las caricias y elogios esta noche.
—Es un buen perro. —Casi me burlo de mí misma, y Chase se da cuenta.
—¿Qué? —pregunta, y la curiosidad hace que una ceja se levante un poco más
que la otra.
—A decir verdad, es mi mejor amigo en el universo, y no estoy segura de qué
haría sin él.
Chase me considera durante un largo momento y luego mira a Benji,
murmurando: —Tal vez le traiga dos filetes.
—Genial. —Me río—. Empezarás a gustarle más, y antes de que te des cuenta,
seré la tercera en discordia en la amistad. Eso nunca acaba bien.
—Estoy seguro de que se necesitaría más que un par de filetes para comprar
el amor de Benji.
—No lo sé —canturreo—. Suelo ser bastante tacaña con su ingesta de carne
roja.
—Ah, seguro que sólo te preocupa su colesterol.
—Me pintas muy bien, y te lo agradezco, pero también tengo algunos defectos,
ya sabes.
Chase sonríe un poco demasiado grande para mi gusto, aunque mi vagina
parece bastante encantada con él y enseguida me pongo nerviosa.
—¿Qué? —pregunto—. ¿Para qué es esa mirada?
—Oh, nada. Acabas de tropezar perfectamente en mi trampa para hablar del
libro.
77

—¿Qué libro? —pregunto.


—El libro. El próximo gran Bestseller de Brooke Baker. Accidental Attachment.
Oh. El libro.
Ja, ja, ja, ja. Guau. Casi me olvido de la noticia editorial que arruinó mi vida y
que trajo a Chase Dawson a mi puerta esta noche en primer lugar. No me lo puedo
creer, aquí sentada, fingiendo que Chase está enamorado de mí y que tenemos una
cita romántica o algo así. Qué tonta.
—¿Brooke? ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas una Coca-Cola o algo?
—Oh no, estoy bien. —Estúpida, pero bien—. Entonces, ¿estabas diciendo algo
sobre el libro? —pregunto para distraer su atención de mi actual estado de manía,
pero al instante, me siento molesta conmigo misma. Ese libro es lo último de lo que
quiero hablar.
Irónicamente, es probablemente la única cosa de la que quiere hablar. Es la
maldita razón por la que estamos aquí.
Chase sonríe, y yo casi me muero por dentro otra vez. ¿Cómo he podido
ponerme en esta situación?
—Sí. El libro —dice como si fuera un plan brillante hablar del libro que yo creía
que iba a ser mi pequeño y sucio secreto y que iba a permanecer encerrado en mi
ordenador—. Ahora, no te enfades, pero el editor que hay en mí no puede esperar
para empezar con los detalles. Las cosas especiales. La atención al detalle que va a
disparar esta cosa al puesto número uno en todas las listas de best-sellers existentes.
—Vaya —murmuro y tengo que aclarar el malestar de mi garganta—. Esos son
unos... grandes objetivos.
Chase sacude la cabeza con vehemencia. —No, no lo son. No con este libro. No
si trabajamos juntos para hacerlo lo mejor posible.
Por dentro, me ahogo. Tiene razón en una cosa. La combinación de Brooke
Baker y Chase Dawson es increíblemente vital para esta historia.
El argumento que quiero representar no existe, pero no tengo ningún plan
alternativo. El hombre acaba de luchar para que Accidental Attachment se imprima, y
el libro que tenía que entregar a Longstrand está en un estado que requeriría un buen
compactador de basura.
No hay forma de evitarlo, Brooke. Vas a tener que hablar del libro.
Me trago mi orgullo y trato de fingir que Clive y River son solo personas ficticias
que me he inventado. A partir de ahora, no tienen nada que ver conmigo ni con Chase
ni con las muchas fantasías que he tenido sobre la combinación de ambos.
78

No son más que personajes ficticios en una novela de ficción que en modo
alguno refleja la vida real.
—De acuerdo. Entonces, ¿qué tenías pensado? —pregunto finalmente—. ¿Qué
dije que desencadenó este desvío hacia el libro?
—Defectos —responde Chase sin vacilar—. La gente los tiene.
—Sí... siempre lo hacen.
—Lo que significa que tus personajes también deberían. Y ahora mismo, Clive
Watts no tiene muchos.
Pongo los ojos en blanco. —Clive tiene defectos.
Quiero decir, tiene que hacerlo. Siempre doy a los personajes sus peculiaridades
especiales, y no hay forma de que escribiera a este tipo de forma diferente... ¿verdad?
—Nombra uno.
Busco en mi mente, recorriendo los capítulos del libro. —Bueno, en la escena
con... —Hago una pausa—. Oh, aquella vez que el otro productor... —Me detengo de
nuevo—. Cuando van a nadar a la piscina en... —Otra pausa.
—Arregla todas las situaciones inmediatamente. —Chase verbaliza mis
pensamientos.
Frunzo el ceño.
—Incluso en la escena de la ruptura con River, él ve el error de sus actos, y en
todo momento, está tratando de protegerla. —Alarga la mano para acariciar la mía,
que descansa sobre la mesa. Su tacto hace que las terminaciones nerviosas de mis
dedos cobren vida—. Todo lo que digo es que le eches otro vistazo a este tipo. Dale
algunos errores humanos, algunas pequeñas molestias. Hará que el libro sea mucho
mejor.
Oh, no tienes ni idea de lo que me estás pidiendo que haga.
—No estés tan triste —añade—. Todo el mundo tiene defectos, ¿recuerdas?
Casi suspiro, pero cuando una risita de Anímate, Brooke sale de su boca
perfecta, me encuentro sonriendo en su lugar.
Te diré una cosa: la risa de Chase no tiene ningún defecto.
79

Capítulo Siete
Chase
La Croissette está llena hasta el tope, pero apenas noto el sonido de los demás
comensales que nos rodean, aunque probablemente se deba a que mi compañera de
cena me ha entretenido de sobremanera con su risa contagiosa y su sentido del
humor.
La tenue pero acogedora iluminación sólo hace que Brooke parezca más
encantadora bajo su resplandor, y me hace preguntarme si sabe lo guapa que es en
realidad. Sabe reírse de sí misma de la mejor manera, una cualidad realmente
entrañable, pero no sé si realmente entiende cómo se ve a los ojos de los demás.
¿Sabe que es una mujer increíblemente atractiva?
El pensamiento me tira de los pelos y me reprendo mentalmente. Es una de mis
autoras, carajo. Lo último que necesito es hacer inventario de su atractivo.
Brooke tiene los ojos verdes llenos de luz y humor, y el cabello le cuelga sobre
los hombros en suaves ondas. Alarga la mano para beber un sorbo de su copa de vino
y me quedo mirando cómo sus labios se posan en el borde.
Es una buena noche. Una gran noche, en realidad, y todo parece malditamente
perfecto.
Todo excepto el hecho de que mi hermana Maureen sigue asomando la cabeza
por la puerta de la cocina cada dos por tres. Ahora mismo está intentando llamar mi
atención o agujerearme el cráneo con la mirada, no estoy seguro, pero me niego.
En vez de eso, me centro en Brooke.
Vuelve a dejar la copa sobre la mesa y mira a Benji un instante antes de volver
a mirarme a los ojos.
—De acuerdo, tengo uno para ti.
Ya tengo una sonrisa en los labios. —Golpéame con ella.
—¿Qué le dijo un escritor a otro escritor? —pregunta Brooke, preparándome
otra broma que estoy seguro me hará esnifar mi Old Fashioned por la nariz. Pero los
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ojos de mi hermana se han vuelto desorbitados, la mitad superior de su cuerpo cuelga


por completo de la puerta de la cocina, y no estoy seguro de cuánto tiempo más podré
dejar que esto continúe sin que todo el restaurante estalle en una escena.
El brazo de Mo se agita como si estuviera haciendo entrar un 747 para un
aterrizaje de baja visibilidad, y cuando se lleva dos dedos a los labios en lo que estoy
seguro es una preparación para un silbido, interrumpo a Brooke.
—¿Sabes qué? ¿Puedes mantener ese pensamiento? —pregunto, pero es
totalmente retórico. Va a tener que aguantar ese pensamiento o mi hermana va a
montar una escena en su propio puto restaurante—. Lo siento mucho, pero necesito ir
al baño un minuto.
Brooke abre los ojos, sorprendida, pero se toma con calma mi extraño
comportamiento en el baño. —Eh... sí. Claro.
Sonrío lo más genuinamente posible y me levanto de la mesa de un salto, con
las piernas agitándose hacia Mo como un corredor de la maratón de Nueva York.
—Vuelve a la cocina, por el amor de Dios —digo entre dientes apretados,
agarrándola por el codo para forzar mi sugerencia mientras llego hasta ella.
Atravesamos la puerta giratoria como un par de caballos recién nacidos y al
menos tres empleados de la cocina se detienen sorprendidos. Mo los ignora, la
rabiosa naturaleza de su obsesión se impone incluso a sus propios asuntos.
—¿Qué haces aquí con Brooke Baker? —pregunta con ojos grandes y una
sonrisa de payaso aún más grande, exagerada y enervante. Bien podría ser todo
dientes y ojos—. ¿Sabe que tienes una hermana? ¿Sabe que este es mi restaurante?
¿La has traído para que me conozca?
—No, Mo. —Niego—. No, a todo lo anterior. Estamos en una cena de negocios,
y ella necesitaba un lugar que pudiera acomodar a su perro de servicio Benji con poca
antelación. —Me sacude por los hombros, así que añado—: Créeme, habría ido a
cualquier otro sitio si hubiera podido elegir.
—No seas grosero.
—Entonces no seas loca. Todo el restaurante estuvo a cinco segundos de llamar
a la policía por tu numerito para un control de bienestar.
Ella se burla. —No parecía tan loca.
La miro con complicidad. —Sí, mi querida hermana, lo parecías.
Vinny se abre paso entre los dos con un cuenco lleno de quién sabe qué, con
una mirada concentrada pero frenética. —¿Les importaría tener esta pequeña pelea
en otro sitio que no sea mi cocina?
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—No hay problema —acepta Mo enseguida—. Chase estaba a punto de


llevarme a conocer a Brooke Baker.
—¡Mo, no! —exclamo, pero ella arremete y se balancea, y yo tengo que
bloquearla como un lineman ofensivo de los Mavericks de Nueva York—. ¡Mo! ¡No!
No puedes salir y montar una escena.
Toma un cuchillo de la mesa de Vinny y se lanza hacia mí a una velocidad
alarmante. Se me abren tanto los ojos que casi me llegan a la frente y retrocedo
arrastrando los pies, lo que me hace chocar contra un estante de ollas.
—¡¿Qué demonios?! ¿Has perdido la cabeza?
—¿Qué? —pregunta mientras agarra un calabacín del tamaño de un balón de
fútbol y empieza a cortarlo sobre una tabla de cortar como si su intención con el
cuchillo estuviera centrada en las verduras y no en intentar cometer un homicidio en
su propia carne y sangre.
—¡Acabas de intentar apuñalarme porque no te dejo acosar a Brooke Baker!
Ella pone los ojos en blanco. —No seas tan dramático. Si quisiera apuñalarte,
estarías sangrando.
Mi cuñado Vinny se ríe desde el otro lado de la mesa y, lejos de ser la primera
vez, me cuestiono la salud de su maridaje.
—Pero lo que no entiendo —dice Mo mientras sigue cortando el calabacín
como si le hiciera daño personalmente—, es por qué pensaste que sería buena idea
traer a mi maldita autora favorita aquí, a mi restaurante, si no pensabas dejarme
conocerla. Es como si quisieras torturarme.
—Necesitaba una reserva de última hora, y viendo que tengo una especie de
entrada libre aquí, era la elección natural.
—Ya no —afirma con firmeza.
—¿Qué?
—Ya no tienes una entrada libre. —Empuja la nariz hacia el techo y sigue
cortando bruscamente el calabacín.
—¿En serio? Soy tu hermano.
Ella sacude la cabeza. —Te equivocas. A partir de ahora, eres el Judas antes
conocido como mi hermano.
—¿Vinny? —Lo intento, pero él levanta ambas manos en defensa propia,
poniendo pausa a la carne que está cortando y todo.
—Oh, no. No trates de arrastrarme a esto.
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De repente, Mo hace un último intento, suelta el cuchillo y se abalanza sobre la


puerta batiente que da salida a la cocina. Me abalanzo para detenerla y ella me agarra
por la corbata, casi asfixiándome mientras tira y tira de ella, intentando liberarse.
—Mo, basta —la reprendo, apartándola lo más suavemente que puedo sin dejar
de ser firme—. En otra ocasión, lo prometo. Pero esta ya ha sido una gran y estresante
noche para Brooke, y no quiero añadir más.
Mo frunce el ceño, agarra de nuevo el cuchillo de la mesa y lo clava en una
barra de pan con sádico dramatismo. Ese pan, imagino, es ahora la forma más elevada
de muñeco vudú para mis órganos.
—Lo siento —me disculpo por última vez ante ella y Vinny y salgo de la cocina.
Me siento como si hubiera hecho ejercicio y estoy, tal vez, incluso empapado en
sudor, pero ya me he tomado un tiempo demasiado largo para pasar por el baño de
verdad en mi camino de vuelta a la mesa.
Cuando vuelvo a sentarme, Brooke está untando otro trozo de pan con
mantequilla. Está claro que tiene hambre, así que no me atrevo a decirle que acabo
de retrasar la comida otros quince minutos distrayendo al chef con una pelea en la
cocina.
—¿Va todo bien? —pregunta, probablemente porque llevo más tiempo fuera
en el baño, que Ace Ventura, detective de mascotas.
—Sí, por supuesto. Todo genial.
Entonces asiente, con una pequeña sonrisa curvando las comisuras de su boca
rosada. Es sospechosamente cómplice y no sé por qué.
—¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?
Sus ojos revolotean hacia mi cuello. —Tienes la corbata hecha un nudo
alrededor de la garganta.
Mi mano se revuelve y va hacia la tela de seda de mi pecho, sólo para descubrir
que ha desaparecido, tal y como ella señaló. Miro hacia abajo, e incluso con lo
incómodo que es intentar mirarse el cuello, veo que me rodea la garganta como un
pañuelo, atado en un nudo flojo con la parte superior por delante.
¿Cómo demonios lo hizo Mo sin que me diera cuenta? ¿Y qué tan serio significa
eso que ella estaba a punto de ahogarme?
Me apresuro a desatarlo y volver a colocarlo en su sitio, pero Brooke me mira
con una curiosidad infinita. De las que se pegan como la melaza. No va a dejar que
me vaya sin dar explicaciones, lo noto en los huesos.
Me paso una mano por el cabello antes de permitirme una pequeña risita. —
Verás, lo que paso fue...
83

Brooke se ríe y mastica otro trozo de pan. Llevamos un buen rato sin comer, y
mi catástrofe en la cocina tiene al menos parte de culpa. Como ha tenido un desmayo
justo antes, no creo que esperar tanto sea lo mejor para que recupere el equilibrio.
La culpa de su inanición es suficiente para empujarme por el proverbial precipicio al
país de la verdad.
—Este es el restaurante de mi hermana y mi cuñado.
—¿En serio? —pregunta, sus perfectos ojos verdes se ensanchan mientras
habla alrededor de su pan y casi se atraganta con él—. ¿Tu hermana es la dueña de
La Croissette?
Asiento.
—¿Tu hermana es dueña de uno de los restaurantes más populares de Nueva
York?
Vuelvo a asentir, pero esta vez con un suspiro. —No es tan glamuroso como
crees —observo, señalando el lugar donde solía estar mi corbata anudada.
—Oh hombre. El té está caliente esta noche. Por favor, te lo ruego, sírveme un
poco —responde Brooke, inclinándose con impaciencia.
—Um... —Hago una ligera pausa para dejar espacio a una risita incómoda—.
Bueno. Mi hermana es una de tus fans. De hecho, fue ella quien me empujó a leer la
trilogía de The Shadow Brothers . Y... me atrapó en la cocina para convencerme de
que la dejara salir y hablar contigo.
Los ojos de Brooke se abren aún más y deja caer el trozo de pan crujiente en el
plato, limpiándose el polvo de las manos.
—Intenté decirle que no era una buena idea ni un buen momento, con nosotros
discutiendo todos los cambios que se avecinan, pero no se lo tomó muy bien.
—Dile que salga ahora —dice sin vacilar, mirando alrededor de la habitación
como si Maureen estuviera esperando el visto bueno.
A decir verdad, es muy posible que esté haciendo precisamente eso, pero me
niego a mirar por encima del hombro de Brooke y hacia la puerta de la cocina.
—No te lo dije para que te sintieras mal y dijeras que sí, Brooke. De hecho,
hubiera preferido hacer cualquier otra cosa, pero...
—¿Qué, tiene cuernos y láseres por ojos o algo así? Si no es una sociópata
malvada con superpoderes, creo que está bien. —Ella está tan relajada y tranquila al
respecto, pero al mismo tiempo, no acaba de ver a mi hermana tratando de
apuñalarme.
84

—Bueno, me hizo un nudo en la garganta sin que yo lo supiera, así que no puedo
garantizar que no tenga los poderes de una bruja.
La cara de Brooke baila con humor. —Nunca he conocido a una bruja.
Probablemente sería genial.
Cierro los ojos brevemente antes de abrirlos con un gemido. Cuando vuelvo a
hablar, mi voz es un susurro. —No tienes que hacer esto, Brooke.
Benji se levanta y manosea la pierna de Brooke por debajo de la mesa. Ella
mueve la cabeza hacia él. —Oh, vamos. Hasta Benji quiere conocer a una bruja de
verdad. ¿Ves? —Benji aúlla lo bastante alto como para que yo oiga su confirmación
sin molestar a los demás comensales—. Dile que venga aquí.
Como no digo nada, añade: —Todo irá bien.
Suspiro. Vuelvo a pasarme una mano por el cabello. —Me gustaría disculparme
sinceramente por adelantado si esto se convierte en algo de lo que te arrepientas.
—Chase, relájate. Cualquier hermano tuyo tiene que ser al menos medio
genial. Y como yo misma soy medio genial al máximo, eso funciona de verdad. El
universo no explotará ante nuestro poder abrumador.
Al pensar en la mirada que dejé en los ojos de Mo, reconsidero el haberme
esforzado tanto por convencer a Brooke de que no lo hiciera y considero la
posibilidad de mantener un par de pelotas intactas y sin torcer. A pesar de lo raros
que son como órgano, me gustan tal y como están, y Dios sabe que la próxima
conversación cara a cara que tendría con mi hermana si no llega a conocer a Brooke
esta noche bien podría acabar en castración. —Mis futuros hijos te lo agradecen.
Brooke se ríe y se atraganta un poco con la bebida. Le doy unas palmaditas en
la espalda. No estoy seguro de que dar palmaditas en la espalda a alguien que se está
ahogando con un líquido ayude, pero es mejor que no hacer nada.
—¿Estás bien? ¿Es algo que dije? Realmente no tienes que conocerla si...
—Chase. Ve a buscar a tu hermana y tráela aquí, ¿quieres? Si voy a conocer a
mi chef, me gustaría hacerlo antes de que me hinche la ternera a la parmesana.
Me levanto sin decir palabra y me dirijo directamente a la cocina por Mo.
Cuando asomo la cabeza por la puerta batiente, la meto ligeramente hacia
dentro, como una tortuga metida en su caparazón protector. No sé hasta qué punto
creo que mi hermana puede volverse loca, pero sé a ciencia cierta que aquí detrás
hay muchos objetos afilados.
—¿Mo? —grito cuando no sale instantáneamente de una esquina y me da un
machetazo en el cuello.
85

Vinny es el primero en verme, y la expresión de su cara... bueno, digamos que


es de incredulidad. —¿No tuviste suficiente la primera vez, hermano? ¿Estás loco?
—Sí. Definitivamente. Porque acabo de hablar con Brooke y quiere conocerla.
La cabeza de Mo sale del congelador como un dibujo animado. Juro que su
cabeza ni siquiera parece estar unida al resto de su cuerpo. —¿Qué? —pregunta, con
una voz horriblemente aguda y aterradora.
—Brooke dijo que quiere conocerte. Vamos.
Las piernas de Mo se mueven como las de un velocista al salir por la puerta, y
tengo que agarrarla por el codo antes de que salga corriendo por la puerta y se
arrastre hasta el regazo de mi autora estrella. —Escucha, es muy amable por su parte.
Necesito que estés tranquila.
—Ah, sí. No hay problema —dice Mo, balanceándose y zigzagueando para
rodearme al mismo tiempo.
Agarro su otro codo y tiro de ella hasta que se detiene frente a mí, poniendo mi
voz fraternal más seria. —No, Mo. De verdad. Necesito que te tranquilices, por favor.
—Soy hielo, hermanito, lo juro.
Miro profundamente sus ojos azul noche, estudiándolos durante un largo
momento en busca de cualquier signo de láser o, no sé, psicosis.
Pero parecen bastante normales, y la verdad es que no puedo justificar pasar
más tiempo en esta cocina mientras Brooke Baker me espera sentada a la mesa.
—Muy bien, entonces. Venga, vamos. Acabemos con esto.
—Acaba con esto de una vez —se burla con voz de niña petulante—. ¿Por qué
tan monótono, Chase?
—Porque esta mujer es extremadamente importante para mí.
Ella levanta las cejas y yo pongo los ojos en blanco. —Extremadamente
importante para mi carrera. ¿Te acuerdas? Me jugué el pellejo con mi jefe por este
nuevo libro.
—Bueno, puedes relajarte. Estoy tan enamorada de la carrera de escritor de
Brooke Baker como tú. No voy a hacer nada que ponga en peligro tu preciado contrato
para un libro.
Por último, Mo me aparta de su camino y se dirige a la mesa de Brooke Baker
con falsa confianza. Reconozco el gesto de finge hasta que lo consigas a leguas,
probablemente porque acabo de tener una actuación similar en mi reunión de
editores de hoy.
Me guste o no, puedo decir que somos hermanos sin tomar muestras de ADN.
86

Me apresuro a alcanzarla cuando se detiene junto a una sonriente Brooke y le


tiende una mano agresivamente amistosa para que se la estreche. El cabello de
Brooke se alborota contra sus hombros mientras mueve la cabeza de un lado a otro,
se levanta de su asiento y abraza a mi hermana.
El cuerpo de Mo se tensa al mismo tiempo que el mío, pero en el lapso de una
respiración profunda, prácticamente puedo ver la alegría que irradia directamente
de ella.
—Dios mío —la oigo canturrear dulce y tímidamente mientras me acerco a las
dos—. No puedo creer que Brooke Baker me haya abrazado.
—Sabes, eso ya lo había oído antes, una vez en el instituto, pero la inflexión
tenía un poco más de asco —responde Brooke con facilidad, su capacidad para hacer
humor en cualquier momento es asombrosa.
—Yo sólo... sólo... —Mo tartamudea—. No puedo creer que te esté conociendo
de verdad. —Brooke sonríe, y una pizca de sonrosado calienta sus mejillas—. He leído
The Shadow Brothers al menos veinte veces. Cada vez que estoy en un bache, vuelvo
a ellos.
—Bueno, gracias. Significa mucho para mí. Realmente ayuda a evitar que te
ingresen en una habitación acolchada cuando otras personas también disfrutan
escuchando las voces de tu cabeza.
Mi hermana se ríe, pero también sigue hablando sin parar. —Le dije a mi
hermano que tenía que leer tus cosas, y te juro que ahora está aún más obsesionado
contigo que yo.
Pongo los ojos en blanco.
—Bueno, las hermanas suelen ser las más sabias —dice Brooke bromeando—.
Lo cual tiene sentido. Las mujeres en general tienden a darse cuenta más rápido.
Mo vuelve a reír y yo sonrío. La personalidad de Brooke es realmente
magnética. No es de extrañar que su encanto se traslade directamente a su escritura.
—Bueno, yo diría que ahora está convencido. Amenazó de muerte y
descuartizamiento a su propia hermana si venía aquí y lo ponía en ridículo.
Dios mío, podría estrangularla. —Nunca he dicho eso. —Me giro directamente
hacia Brooke, que sonríe de una forma que me hace retorcerme—. Nunca he dicho
eso, Brooke. —Miro fijamente a mi hermana—. Simplemente no quería que la
excitación de alguien se apoderara de ella y acabara lanzando la silla de Brooke a la
luna o algo así.
87

—Un aterrizaje en la luna requiere precisión y planificación, Chasey-wasey. No


creo que sea el tipo de cosa que se consiga por accidente —se burla mi hermana,
haciendo que se me caliente la nuca.
—¿Chasey-wasey? —Brooke pregunta, confirmando que ha captó el apodo.
Me aclaro la garganta para intentar encontrar las palabras, pero Mo lo tiene
mucho más fácil, la bruja. —Ah, sí. Es mi apodo para él. Según nuestra madre, tenía
un don para lo dramático cuando nació y lo trataba como a un muñeco o algo así.
Incluso le puse un par de vestidos con volantes.
—Mo —digo en voz baja, y sin pensarlo mucho.
Mi hermana sonríe y susurra: —Supongo que será mejor que deje de compartir
todos sus secretos desde que los dos trabajan juntos.
—No, no —ruega Brooke—. Por favor, sigue compartiendo.
Entrecierro los ojos y ella suelta una risita. —Lo siento. No puedo evitar
disfrutar cuando otro es el blanco de la broma. Muy a menudo, soy yo, desmayada en
el suelo con pis corriendo por mi pierna, ¿sabes?
Me río entre dientes, y las cejas de Mo se disparan hacia el techo.
Brooke también se ríe, dándose cuenta de que ahora ha dejado un punto de
interés abierto para explicarle a mi hermana.
—Tengo una enfermedad llamada síncope vasovagal —aclara Brooke—. De ahí
que mi mejor amigo sea el superhéroe Benji. Tiendo a desmayarme mucho sin avisar.
—¡Santo cielo! Eso es salvaje —consuela Mo e incluso se acerca al perro de
Brooke para darle unas cuantas caricias y cariños—. Tú y Benji y el pis corriendo por
tu pierna son bienvenidos aquí cuando quieran.
Me doy un manotazo en un lado de la cara mientras la risa de Brooke invade el
espacio que nos rodea. —Vaya, este sitio sí que se adapta a las circunstancias
especiales, Chase. Tenías razón.
—De acuerdo, hermanita —digo, agarrándola del brazo y dirigiéndola hacia la
puerta giratoria—. Tal vez deberías volver a la cocina y ver qué puedes hacer para
acelerar nuestra comida. Llevamos un buen rato esperando.
La cara sonriente y asombrada de Mo pasa de Brooke a mí muy lentamente y
luego se desvanece al verme bien. Estoy a punto de perder la compostura y, a pesar
de lo pesada que puede llegar a ser, una pequeña parte de ella siente lástima por mí.
—Bien, bien —murmura con un movimiento de cabeza repetitivo—. Yo... eh...
volveré y lo comprobaré todo. —Mi cabeza rebota de emoción—. Me encargaré de
sacarlo yo mismo. —El rebote se detiene de inmediato.
88

—Mo —empiezo, solo para que me detenga un pequeño puñetazo en el


estómago. Ni siquiera es realmente un golpe, pero el respingo que doy al tensar los
abdominales basta para que deje de hablar.
—Relájate, hermano —dice Mo con un guiño—. Enseguida vuelvo con tu
comida.
La sonrisa de Brooke es impenitente. —Me gusta.
—Temía que dijeras eso.
La risa de Brooke es suave, no la carcajada de la que sé que es capaz, pero es
suficiente para hacer bailar sus ojos verdes y balancear su larga melena castaña.
Involuntariamente, me deshago de todo mi malhumor.
—¿De verdad? Tenía más miedo de que llevara una loca.
Maldita sea, su poder para desarmar una situación -desarmarme- es de otro
mundo.
Lo juro, cuando se trata de Brooke Baker, es mi pareja perfecta... cuando se
trata de trabajo, obviamente. La relación editor-autor es importante. Si ninguna de las
partes entiende a la otra, puede convertir un buen libro en un desastre.
Pero eso no es lo que va a pasar con nosotros. Juntos vamos a arrasar en el
mundo del libro. Más te vale que así sea o, de lo contrario, tendrás que acostumbrarte
a vivir con Glenn permanentemente porque te quedarás sin trabajo y tendrás que vender
el apartamento al que aún no has llegado a mudarte.
Va a ser bueno. Brooke y yo tenemos esto. Accidental Attachment va a ser un
cambio de vida de la mejor manera. Puedo sentirlo... creo. Lo espero. Rezo.
89

Capítulo Ocho
Lunes 8 de mayo

Brooke
Como escritora, sé que todo buen personaje tiene defectos. Mastican
demasiado fuerte o se hurgan en las uñas o tienen problemas de memoria que les
impiden recordar los nombres de los nuevos conocidos, por mucho que lo intenten.
Y sé que esto es importante porque la naturaleza humana es imperfecta. Si un
personaje no tiene defectos, no tiene realismo, y toda la historia se convierte en una
caricatura unidimensional de la vida.
Lo entiendo. Lo entiendo. Sólo desearía que me resultara tan fácil escribir
algunos errores. Un juego de palabras para la genialidad de Clive Watts y, por poder,
de mi inspiración, Chase Dawson.
Sus sonrisas. Su ingenio. Su encantador respeto hacia los sentimientos de los
demás. Todos ellos son excepcionales.
Sinceramente, está tan por encima del mínimo que espero de los hombres que
las banderas rojas han dejado de ondear al viento.
Después de cenar con él el viernes por la noche, ni siquiera puedo decir que
sus modales en la mesa estén subdesarrollados. No, quienquiera que haya criado a
Chase Dawson, o a mi futura suegra, como a la parte psicótica de mí le gusta llamarla,
ha hecho un gran trabajo.
Me inclino hacia delante y me golpeo la cabeza contra el escritorio un par de
veces para aturdir a mi cerebro y que vuelva a existir.
De acuerdo, Brooke, contrólate. Este es el libro que se va a publicar dentro de
tres o cuatro meses, ¡mierda!, lo que significa que este es el libro en el que tienes que
encontrar la manera de estar en paz trabajando. Me he dado el fin de semana libre
para fundirme en la superficie de mi sofá y evitar todas y cada una de las
responsabilidades profesionales, pero ahora toca ponerse a trabajar.
Claro, tal vez no pueda ver los defectos de Chase ahora mismo, pero debería
ser capaz de idear algunos para su personaje, ¿no?
90

Frunzo los labios y pienso mucho en Clive. Sexy. Seguro de sí mismo sin ser
engreído. Simpático, cariñoso, con un gran sentido del humor, sin miedo a
despreciarse a sí mismo como hacen tantos hombres machistas.
Dios mío Louise. Piensa, piensa, piensa.
Cuando, cinco minutos más tarde, todavía estoy embobada con lo encantador
que es, decido probar otra cosa, empezando por River. Al fin y al cabo, se parece a
mí, y si no soy mi peor crítico, no soy nadie.
Es un poco una patada en la espinilla lo fácil que me resulta desmenuzar a una
mujer después de esforzarme tanto por hacer lo mismo con dos hombres, pero estoy
lo bastante desesperada como para no preocuparme por ello. Tengo varias escenas
que modificar en las próximas dos semanas, y no tengo tiempo para centrarme en el
papel del patriarcado en mi psique y cumplir el plazo.
—Oky doky. —Hago crujir los nudillos y estiro los brazos delante de mí antes
de poner las manos sobre el teclado y escribir con dedos ágiles—. River está...
demasiado preocupado por lo que piensen los demás. Torpemente parlanchín en
situaciones incómodas. —Resoplo mientras me salen más y más defectos—. No tiene
confianza sexual. Se rasca la piel alrededor de las uñas y se muerde el interior del
labio cuando está nerviosa.
Me río, murmurando: —Vaya. La lista se está haciendo un poco larga, Riv. Quizá
tenga que apartarte un poco de mí.
Empiezo a teclear de nuevo, el chasquido de mis teclas resuena en mi
apartamento, por lo demás silencioso, hasta que el timbre de mi teléfono sonando
desde la encimera de la cocina hace que entrecierre los ojos y mis manos se
detengan.
¿Qué demonios? ¿Quién podría estar llamándome ahora?
Recibo tan pocas llamadas en total que me cuesta imaginarme recibir una a las
diez de la noche. Aun así, me levanto de un salto y corro hacia él, evitando por los
pelos darme un golpe en el dedo del pie con la mesita de café al esquivar a un Benji
dormido.
—Shew —respiro, mirando hacia el objeto ofensivo—. ¡Eso ha estado cerca...
oh, cabrón... cabrón!. —Grito, encogiéndome de dolor cuando la sensación cegadora
del dedo del pie al chocar con la pata metálica del taburete me recorre toda la
pantorrilla.
Hay algo en el dolor insoportable que hace que mi boca, por lo demás modesta,
se vuelva X.
91

—¡Mierda! —grito y pestañeo con un hilo de lágrimas en los ojos—. Se ha ido,


carajo. Tiene que haberse ido. Me quedan cuatro dedos en este pie. —Bailo sobre
una pierna, murmurando más obscenidades para mis adentros y, de algún modo,
consigo tomar el teléfono de la encimera.
Gracias a mi dedo asesinado, ni siquiera me molesto en mirar quién llama antes
de ponerme el teléfono en la oreja. En lugar de eso, entrecierro los ojos y miro hacia
abajo para ver si sigue enganchado o colgando junto al taburete. —¿Diga? —Saludo
mientras me alegro de comprobar que, a pesar del dolor, aún conservo los cinco
dedos de los pies.
—¿Qué? —responde la persona que llama con una risita, y al instante sé de
quién se trata—. ¿Ningún saludo burlón?
Es mi agente, Wilson Phillips, y por primera vez en la historia de nuestro
emparejamiento, no me he dirigido a él con el título de una canción del grupo musical
Wilson Phillips. Es lo mío cuando se trata de él. Él lo odia. A mí me encanta. Lo que
significa que nunca dejaré de hacerlo, y esta vez sí que se me ha escapado el juego
de palabras.
Momentáneamente lo suficientemente agitado como para olvidarme de mi
maldito dedo, me doy un pisotón y al instante aúllo de dolor.
—Jesús, no tienes que gritar como un conejo herido, Baker. Volveré a llamar
para que puedas divertirte a mi costa.
Antes de que pueda explicarme o detenerlo, Wilson cuelga y al instante vuelve
a llamar, con el teléfono sonando violentamente en mi mano.
No se trataba de eso, pero no me tomo a la ligera la oportunidad de responder
esta vez.
—Hola, Will. Gracias por devolverme la llamada. Realmente me da 'Buenas
vibraciones' —me río entre dientes, con el dedo del pie destrozado olvidado hace
tiempo. Will suspira. Continúo, por supuesto, como si lo estuviera disfrutando—. ¿Qué
te trae a llamar a estas horas? ¿Tienes noticias que me den una 'Razón para creer'?
Will refunfuña algo, pero es casi ininteligible por el temblor de mi risa. Lo más
gracioso de todo esto es que tuve que estudiar a Wilson Phillips para poder hacerlo.
Conocía un par de canciones, pero no era ni de lejos el oyente más asiduo de todos
los tiempos, así que tuve que investigar y memorizar para llegar hasta aquí.
Creo que eso demuestra que puedo conseguir cualquier cosa que me
proponga, por estúpida que sea.
—¿Qué fue eso, Will?
92

—Me dije: 'No me extraña que la mierda sin sentido de TikTok sea tan popular
como es'. Este es el tipo de basura que la gente encuentra entretenida.
Me hago la tonto ante sus insultos, que sé que le molestarán aún más. —Si lo
que quieres decir es que debería poner esto en TikTok, es una gran idea. No me
extraña que te pague el quince por ciento.
—Lejos de mí aprobar esta mierda tuya, pero probablemente sería mejor que
el contenido que hay ahora mismo en TikTok sobre ti.
Inclino la cabeza hacia un lado, sorprendida. —¿Hablan de mí en TikTok?
—Sí. Sobre todo de que eres una reclusa y de la gran posibilidad de que seas
tan fantasma como los The Shadow Brothers. Pero sí, hablan de ti.
Ignoro los aspectos negativos de su afirmación y me centro en la parte más
importante. —¿No tendrías que tener una cuenta de TikTok para saber realmente lo
que está pasando en TikTok? —pregunto—. ¿Hay algo que no me estás diciendo, Will?
Si localizo tu cuenta, ¿encontraré a mi agente bailando al ritmo de Nicki Minaj o algo
así?
Will se burla. —Tengo una cuenta de TikTok porque soy tu agente y necesito
ser proactivo cuando se trata de tu publicidad. Aunque, creo que ambos sabemos lo
que voy a decir a continuación....
Quiere que empiece a publicar en mi cuenta de TikTok. Lleva un año dándome
la lata con eso. En mi defensa, ya publico en Facebook, Instagram y Twitter, y
sinceramente creo que son suficientes, aunque mi contenido sea escaso.
—Sabes que no soy buena socialmente, Will. No creo que hacer desfilar mi
torpeza a escala mundial vaya a ayudar a las ventas.
Se queda en silencio después de decir eso. Silencio que significa algo. Silencio
durante un tiempo demasiado largo. Silencio que me asusta.
—¿Qué es lo que no me estás diciendo ahora?
—Nada.
—Wilson, juro por Carnie que será mejor que 'Hold On' si me estás mintiendo.
Su profunda exhalación es tan fuerte que resuena en mis oídos: —Es Netflix.
Quieren que hagas una gira, antes del estreno de la serie.
—De ninguna manera —susurro.
—Sí, pero son sólo ocho ciudades en dos semanas. Harás vuelos rápidos y
hoteles de cinco estrellas todo el tiempo. Será pan comido —dice como si nada.
Pero es algo grande. Algo enorme.
93

¿Vuelos? Mamma Mia.


Cierro los ojos e intento combatir un inminente dolor de cabeza con tres dedos
en el puente de la nariz. —Escucha, lo último que quiero es quedar como una llama
dramática con la buena gente de Netflix, pero si recuerdas, la última vez que estuve
en un avión, doscientas cincuenta personas que no querían estar en Búfalo hicieron
un aterrizaje a gritos justo a tiempo para el partido de los Bills, y tuve que pagar veinte
mil malditos dólares para cubrir el máximo de mi seguro médico.
La última vez que viajé en avión, mi salud mental se resintió. Resulta que ser el
motivo del aterrizaje de emergencia de un avión es el tipo de cosas que se le quedan
grabadas a una chica.
—No puedo subir a los aviones, Will. No puedo —añado, mi voz rozando la
desesperación—. Trenes, automóviles, autobuses, claro, pero no puedo con los
aviones.
—Brooke, vamos. Sabes que el recorrido tomaría mucho más tiempo con esos
métodos de transporte.
Resoplo. —No tanto como si bajo un avión antes de llegar a la primera parada.
Te lo digo, Will, nada de aviones.
—De acuerdo, de acuerdo —asiente, aunque su voz denota fastidio—. Hablaré
con Netflix. A ver qué podemos hacer.
—Bien. —No menciono que espero que lo que solucionen sea que soy
demasiado problemático para una gira porque sé que eso hará estallar a Wilson de la
forma en que mi trozo de canción nunca podría. Pero no estoy hecha para el consumo
público, ¿sabes? Soy una chica de interior, en pijama, en mi escritorio.
—Te llamaré cuando concrete los detalles, ¿de acuerdo? 'El sueño sigue vivo'.
—¿Has...? —Hago una pausa, y mi boca forma una pequeña O por sí misma—.
¿Acabas de hacerme mi propia broma?
Wilson suelta una carcajada ronca. —Adiós, Brooke.
El chasquido de la línea al apagarse me quita la oportunidad de rebatir, pero
nada puede estropear mi sonrisa. Porque al unirse ahora, el pobre Wilson Phillips ha
consolidado que mi juego musical con él nunca, nunca morirá.
Cuando mi teléfono vuelve a sonar antes incluso de que pueda volver a
colocarlo en su sitio sobre la encimera, miro a Benji como si fuera Alexander Graham
Bell reencarnado. Quiero decir, me parece que el inventor del teléfono tendría algún
tipo de idea sobre las circunstancias fortuitas que me han llevado a mi recién
descubierta popularidad.
94

El nombre de mi hermana es lo último que espero ver. No porque no hable con


ella a menudo, hablamos tanto desde que se divorció que cualquiera diría que soy su
nueva amante, sino porque suelo ser yo quien la llama.
Tiene dos chicos jóvenes y salvajes que la mantienen a la defensiva el noventa
y nueve por ciento del tiempo, y ese es el tipo de estilo de vida al que uno sobrevive
a duras penas. No tiene tiempo para pensar en llamarme, al menos, normalmente, así
que no me importa hacer el trabajo preliminar.
—¡Sammy! —Saludo con entusiasmo. Mi hermana mayor lo está pasando
realmente mal en estos momentos, pero no dejes que eso te engañe. Es una de las
personas más buenas, comprensivas y bondadosas que he conocido. Sólo desearía
poder quitarle algo de su dolor... quitarle algo de los años que desperdició con ese
idiota de Todd—. ¿Cómo va todo? —pregunto apenas un chillido de terror e infierno
reclama atención en el fondo.
—Oh, genial —responde sarcástica, con el rechinar de sus dientes dando a sus
palabras un verdadero filo—. Tengo cuarenta años, dos destructores endemoniados
que no distinguen su taza de una granada de mano, estoy jodidamente divorciada y
actualmente vivo con mi madre y mi padre, un hombre, por cierto, que les ha dicho a
mis hijos que se encontrarán en el fondo del arroyo trasero si interrumpen su tiempo
personal después de cenar dos veces desde mi llegada.
¡Caramba! Sólo Hank Baker podría decir algo así a sus propios nietos. No me
malinterpretes, es un buen padre y abuelo, pero la delicadeza definitivamente se
saltó a su generación de Bakers.
—De acuerdo, bueno, es... es... seguro que será... —Suspiro—. Mierda. Lo
siento, Sam, pero estoy bastante segura de que tu vida acaba de desarrollar una manía
por chupar pelotas ahora mismo.
Cruzo la habitación hasta mi escritorio y dejo caer el culo en mi silla giratoria.
No sé cuánto va a durar esta conversación, pero en aras de ser totalmente solidaria,
no quiero cansarme de estar de pie.
Y sí, me doy cuenta de que eso me hace parecer de noventa años, pero es que
a mis caderas no les gusta esa postura, ¿de acuerdo? Puedo sentarme, puedo andar,
incluso puedo correr distancias cortas, pero estar de pie más de dos minutos seguidos
hace que mis caderas entren en una espiral de vergüenza y consternación.
Otro chillido llena el silencio y ella gime. —Dime algo que no sepa, Brooke.
—La rotación de la Tierra se ha acelerado últimamente como un milisegundo o
algo así. Así que, sé que los días son largos, pero técnicamente, se están acortando.
Ella resopla. —El hecho de que sepas esto hace tan, tan obvio que no estás
viviendo la vida que yo estoy viviendo ahora.
95

Hurgo en la esquina de mi escritorio de IKEA lacado que empieza a deshacerse


y me trago todos mis pensamientos: sobre mi ex Jamie y cómo creía que sería mi vida,
sobre el libro que me está arruinando la vida, sobre mi implacable enamoramiento
de mi editor y la posible gira de Netflix que no estoy en absoluto preparada para
manejar, y sobre cómo sigo estando muy perdida, aunque definitivamente más dueña
de mi tiempo. Porque Sam quiere desahogarse, y conozco la sensación lo suficiente
como para permitírselo.
A nadie le gusta que le tomen el pelo a la hora del cuento. Sobre todo cuando
se trata de algo. En su lugar, me atrevo a aligerar su estado de ánimo con un poco de
humor, solo un poco.
—Hoy también he meado sola y he conseguido ducharme —bromeo,
haciéndola reír.
—Puta.
—Lo sé, lo sé. Pero créeme —digo, apretando la cinturilla elástica de mis
pantalones de chándal contra mi estómago—, no todo el mundo está preparado para
vivir una vida de lujo como yo.
Oigo el lento crujido de la puerta de la habitación infantil de Sam y las vocecitas
de mis sobrinos pasan de bulliciosas a apagadas.
—Vaya. Es como entrar en una cabina de sonido.
Sam se ríe. —Sí. Deberían estar ya en la cama, pero mamá los tiene hasta arriba
de azúcar.
—¿Qué? —Mi mandíbula golpea mis rodillas—. ¿Mamá? ¿Azúcar antes de
dormir?
—Oh, sí. Mamá y Gammy son dos personas muy diferentes, Brookie. Gammy
cree que las galletas y la leche lo solucionan todo. Y Gammy intenta ayudar todo el
tiempo. —Sam suelta un gemido que parece que le sale de los dedos de los pies—. Si
no fuera porque papá le grita, creo que ella también escondería azúcar en sus
habitaciones en mitad de la noche.
—Sólo repítete a ti misma que esto es temporal, Sam. Porque lo es. Sé que ahora
no lo parece, pero saldrás de ahí y estarás de pie antes de que te des cuenta.
—Lo sé. Lo sé. Sólo que ahora no lo siento así.
Dios, lo siento por ella. Su vida ha sido trastornada por el idiota de su ex marido.
No sólo pasó por una patética crisis de la mediana edad, sino que decidió que quería
una vida genial que no incluyera a su mujer y sus dos hijos. En lo que pareció un abrir
y cerrar de ojos, Todd, el imbécil, pidió el divorcio, y mi hermana pasó de ser la ama
96

de casa que ponía a su familia por encima de todo, incluida ella misma, a una mujer
que intenta encontrar de nuevo su camino, con dos hijos a cuestas.
Ahora, Todd está viviendo en Cincinnati, haciendo Dios sabe qué, y apenas ve
a sus hijos, y mi hermana está tratando de limpiar el desastre que él creó para ella.
Abro la boca para tranquilizarla de nuevo, cuando un chillido y el sonido de
cristales rompiéndose atraviesan innegablemente su puerta. Doy un respingo y ella
maldice. En voz alta.
—Lo siento, B. Tengo que irme. Nos pondremos al día contigo la próxima vez.
—No te preocupes —me apresuro a decir. Sé que probablemente ya esté
apartando el teléfono de su oreja, pero al menos quiero intentarlo por si puede
oírme—. Te quiero.
Está apurada y confusa, pero encuentra el espacio en la cabeza para
responder. —Yo también te quiero, hermanita. Hasta la luna y de vuelta.
Escucho el clic de su interlocutor y, lentamente, aparto el teléfono de mi oreja.
Benji me mira con la cabeza ladeada, y no puedo evitar una risita.
—No sé, Benj. Creo que los que dicen que los perros son como niños se mienten
a sí mismos.
Mi conciencia se burla de mí sin piedad. No son los únicos que se mienten a sí
mismos en este momento...
Al instante, mis ojos se dirigen a la pantalla de mi ordenador y examino la lista
de defectos de River antes de bajar la vista hacia el archivo minimizado que dice
Accidental Attachment.
Pienso en Clive y en River, y pienso en Chase y en el hecho de que siempre
que estoy cerca de él, la cosa no suele acabar bien.
Si hay alguna esperanza de llegar a través de ediciones en este libro, voy a
tener que mantener mi distancia de ese hombre. Correos electrónicos, mensajes de
texto, y un número limitado de llamadas telefónicas. Cuando quiera verme en
persona, le diré que tengo gripe o algo así.
Pero, ¿qué pasará cuando se publique el libro? ¿Vas a contraer una enfermedad
crónica que requiera años de aislamiento?
Teniendo en cuenta que no tengo garantías de sobrevivir a las ediciones,
cruzaré ese puente si llego a él.
97

Capítulo Nueve
Domingo 14 de mayo

Chase
Medio kilo de pastrami y pan de centeno llena el globo de mi estómago, y una
agradable temperatura de sesenta y ocho grados llena el aire con olor a pis.
Qué día para estar vivo y en Nueva York.
Normalmente paso los domingos deambulando sin rumbo fijo desde el
gimnasio hasta el almuerzo y de ahí a cualquier lugar donde pueda ver gente, y hoy
no es diferente. Por naturaleza, soy más bien hogareño, pero cuando tienes un
compañero de piso como Glenn, el hogar no está donde está el corazón, si sabes a lo
que me refiero.
Atravieso el extremo sur de Central Park, donde he estado la última hora más
o menos, y salgo a la calle en Columbus Circle para caminar en dirección a casa.
Por supuesto, mi casa está a un millón de manzanas, así que tendré que tomar
el metro en algún momento, pero por ahora me conformo con pasear.
Una anciana con un sombrero floreado pasa a mi lado al entrar en el parque y
me saluda levantando la barbilla. Es mucho más de lo que normalmente recibo de los
desconocidos por la calle en esta ciudad y, por alguna razón, me hace sonreír.
Agacho el cuello para verla retirarse, y el ritmo que mantiene es totalmente
impresionante para alguien de su edad. Espero seguir siendo tan ágil y aventurero
como ella cuando cierre el círculo de mi vida.
Sacudo la cabeza y sonrío a lo grande, doy media vuelta y acelero el paso. La
gente sale en masa, tanto lugareños como visitantes, para aprovechar el buen tiempo
antes de que llueva mañana.
Lo que pasa con las flores de primavera es que las crean esas lluvias. Algunos
de esos dichos milenarios son comunes porque suenan bien, pero este... este es
verdad.
Gracias a mi proximidad a Longstrand, me desvío de la Octava Avenida para
pasarme por el edificio por pura diversión. Aunque suene estúpido, a veces me tomo
98

un momento de mis días libres para contemplar el edificio y recordarme lo duro que
he trabajado para llegar hasta aquí.
Ser lo suficientemente valioso como para que la editorial número uno del país
me quiera, y tener la suficiente confianza en mi capacidad para leer el mercado como
para poder impulsar decisiones poco ortodoxas como el nuevo libro de Brooke.
Siempre me ha gustado leer, pero ahora, al leer libros desconocidos para todos
excepto para mí y hacer que se conviertan en asaltos del mundo literario, han
encontrado otro nivel de entusiasmo.
Nuevo camino trazado, sigo caminando en dirección a la parada de metro que
utilizo cuando vengo a la oficina y tomo el tren D que se dirige de nuevo hacia mi
apartamento temporal.
Está relativamente vacío para lo abarrotadas que están las calles, pero me
imagino que la gente se aferra a pasear con el buen tiempo que hace.
Cuando el tren llega a Chelsea, me bajo en la parada de mi hermana y mi
cuñado para ir a su Trader Joe's a por la compra semanal.
Huevos, panecillos, café mitad y mitad, es lo esencial, pero hoy me siento un
poco salvaje, así que puede que incluso elija un queso de snooty también.
¡Cuidado mundo, se está volviendo loco!
Salgo del tren y subo la escalerilla metálica para trotar por las calles de Nueva
York como si nunca las hubiera abandonado. Mi ritmo se normaliza automáticamente
al de la multitud y mi nariz se pasea entre los olores de la harina de pan y la grasa de
pizza. Esquivo a una mujer con dos niñas pequeñas con vestidos de volantes y lazos
agarradas de la mano a su derecha y dos niños con gorras de béisbol y zapatillas de
gimnasia a su izquierda, bajando con cuidado de la banqueta y entrando en la calle,
y luego retrocedo cuando ella pasa.
No puedo imaginarme navegando sola por esta ciudad con cuatro niños, pero
de alguna retorcida manera, quiero hacerlo. Siempre he querido tener una familia y
sentar la cabeza, gente con la que pasar mis domingos sin rumbo.
Sigo mirando hacia atrás cuando mi teléfono empieza a sonar y, al tomarlo
rápidamente, tropiezo accidentalmente con una hermosa mujer de cabello oscuro y
ojos azules brillantes que lleva una bolsa con una cámara colgada del hombro.
—Mierda —murmuro cuando la bolsa se desliza por su brazo y cae al suelo—.
Lo siento mucho.
—No te preocupes —responde ella con una sonrisa, agarrando la bolsa justo
antes de que caiga a la acera y subiéndosela de nuevo al hombro—. Reservo mis
golpes de polla para mi marido.
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Mis cejas saltan hasta la línea del cabello y la mujer con todos los niños se
detiene en seco para darse la vuelta y gritarle. —Dios, Cassie. ¿Podrías dejar de
hacerlo con los desconocidos, por favor?
—Relájate, Georgie. —Cassie, aparentemente se encoge de hombros y me
guiña un ojo antes de seguir su camino.
Mi teléfono empieza a sonar de nuevo, ya que he perdido por completo la
primera llamada durante el intercambio. Pero cuando veo el nombre de Dawn, mi
buen humor se marchita. No me llamaría un domingo si no fuera importante, de eso
estoy seguro.
—¿Diga? —digo, poniéndome el teléfono en la oreja y los pies en la acera. No
sé a dónde voy, pero no es aquí. Según mi hermana, siempre he sido un adicto al
teléfono, incapaz de quedarme quieto mientras hablo. Incluso si estoy en el teléfono
con cable detrás de mi escritorio, me contoneo como un labrador siguiendo un trozo
de carne que se balancea.
—Hola, jefe. Siento molestarle el domingo, pero... —Hace una pausa, y no me
gusta el tono vacilante de su voz.
—¿Pero qué? ¿Qué es lo que no quiero oír?
—Odio ser portador de malas noticias, pero acabo de recibir una llamada de
Wilson Phillips.
—¿Carnie, Chynna o Wendy?
Dawn se ríe ante mi patética broma, y una sospecha me asalta de inmediato. —
Te ríes porque te pago, ¿verdad?
—Sí. Aunque, técnicamente, mi nómina la completa la editorial Longstrand, así
que básicamente he reído gratis.
—De acuerdo. Bien, entonces, dame las malas noticias antes de que diga otra
que le cueste dinero a la empresa.
—Wilson dice que todavía están verificando la logística final, y a un conductor
y la confirmación de todas las paradas, pero parece que la gira de Netflix para Brooke
va a suceder, y va a suceder pronto, es decir, en algún momento de esta próxima
semana. Tienen una correa corta con el estreno en Los Ángeles, por lo que se están
moviendo rápidamente. No hay absolutamente ninguna manera de que vayan a
mantener esta cosa, plazo o no.
—¡Demonioos!
—Lo sé —responde, comprendiendo la situación lo suficiente como para saber
que esto no es nada bueno para Accidental Attachment—. ¿Debería hablar con
100

marketing? A ver qué pasaría si retrasamos la publicación un mes o dos para darle
más tiempo para las primeras ediciones.
Me froto las sienes con una mano extendida mientras me acerco el teléfono a la
oreja con la otra.
—No. Lo último que necesito es que Jonah se entere de cualquier cosa
relacionada con este libro. Voy a tener que encontrar alguna manera de hacer que
funcione.
—De acuerdo, jefe. Lo que usted piense.
¿Lo que pienso? No estoy pensando en nada ahora mismo aparte de la
inminente perdición.
Miro fijamente al cielo azul y cierro los ojos un segundo. —¿Qué tan seguro
parecía Wilson de que esto iba a suceder? ¿Hay alguna posibilidad de que fracase?
—Abro los ojos despacio, como si la respuesta a su pregunta fuera a aparecer en
forma humana y darme un susto de muerte—. Sé que han descartado los aviones por
el estado de Brooke, pero ¿cuál es exactamente su plan alternativo?
—Por eso buscan un conductor —explica—. Evidentemente, van a hacer tres
semanas en autocaravana en vez de dos en avión. Parecía muy seguro de que iba a
salir adelante. ¿Tal vez incluso contento? Aunque, mencionó que tenía que hacer una
llamada a Brooke con los detalles todavía.
Levanto la cabeza sorprendido. —¿Nos llamó antes que a ella?
—Sí. Algo sobre tener miedo de que el Sr. Perish lo ponga en la lista negra.
—¡Mierda! Quiero decir, demonios. —La última persona que necesita
involucrarse en esto es mi jefe.
Dawn se ríe. —Está bien, señor. Puede maldecir. Vivo en Nueva York. Lo he
oído antes.
—Por supuesto... yo sólo...
—Intentabas ser profesional, pero tienes una crisis existencial. Lo comprendo.
Gimo y me paso una mano errática por el cabello. —¿Cuánto cobras por hora
como terapeuta exactamente?
—¿Qué quieres que haga? —pregunta Dawn, con el humor que no siento ahora
mismo bailando en su voz.
¿Qué quiero que haga? Carajo si lo supiera. Ni siquiera sé lo que debería hacer.
—¿Puedo intentar que Wilson Phillips vuelva al teléfono e indagar un poco
más?
101

—No. —Niego—. Aguanta mientras pienso un poco a ver si se me ocurre algo


que sea útil.
—10-4 —responde Dawn, colgando sin esperar nada más.
Levanto la vista del teléfono, me lo meto en el bolsillo y hago balance de dónde
estoy. He caminado a paso ligero durante todo el trayecto de la llamada sin ser
consciente del entorno. Pero la suerte ha querido que mis pies me lleven hasta la
puerta principal del edificio de mi hermana y mi cuñado. No sé si están en casa, pero
sí sé que el restaurante cierra los domingos y los lunes, así que tengo una oportunidad
medianamente decente.
Sin pausa, entro por la puerta, saludo con la mano al portero Dave, que me
conoce, y me dirijo al ascensor del fondo del vestíbulo. Normalmente, llamaría a mi
hermana y le avisaría de mi llegada, pero en estas circunstancias, espero que el factor
sorpresa le ayude a encontrar soluciones a mi problema.
El ascensor llega rápidamente a la última planta y me bajo antes de que las
puertas se hayan abierto del todo. Mis largas piernas recorren rápidamente la
distancia que me separa de la puerta y presiono con el dedo la cerámica blanca del
elegante botón del timbre.
Cuando Mo no contesta enseguida, cambio de táctica y llamo a la puerta.
Tiene rulos en el cabello y el ceño fruncido, pero ver a mi hermana al otro lado
de una puerta abierta es todo lo que necesito para irrumpir en su apartamento.
—Bueno, hola —comenta, apartando apenas el hombro del camino antes de
que me abalance sobre ella—. ¿Qué puedo hacer por ti hoy, querido hermano?
—Lo siento. Mis pies acaban de llegar aquí —digo sin sentido mientras me
derrumbo en su sofá y miro al techo en un esfuerzo por pensar todas las cosas.
Lo que pasa con la edición es que nunca se acaban los problemas ni las
sorpresas. Llevo una década en esta profesión, casi lo mismo que editando, y puedo
contar con los dedos de una mano las veces que las cosas han ido exactamente según
lo planeado o, para el caso, de forma similar a como habían ido antes.
—Ah, de acuerdo —responde Mo, cerrando la puerta de un empujón y viniendo
a tomar asiento en la mesita junto al sofá—. ¿Estás enfermo? ¿Es el cuerpo o la cabeza?
Porque lo que dices no tiene sentido.
—Acabo de enterarme de que, con toda probabilidad, Brooke Baker se irá
pronto de gira por Netflix en autocaravana durante tres semanas, justo en medio de
nuestro apretadísimo plazo de entrega.
Mi hermana sigue sin entenderlo. —¿Y... te molesta profundamente que... ella
haga esto en un número corto de días?
102

—¡Me temo que no vamos a terminar las ediciones de su nuevo libro a tiempo,
Mo!
—Oh, oh. Entendido. —Ella ensancha los ojos cómicamente—. Lo siento, sólo
pensé que era raro que estuviéramos tan enfadados porque Brooke Baker consiguiera
algo tan logrado como una gira de Netflix.
Pongo los ojos en blanco y prácticamente grito: —¡No estoy enfadado por la
gira! Estoy enfadado por el calendario. Tres semanas. Tres malditas semanas, justo
en medio de nuestro plazo para la primera edición. Su agente dijo que todavía están
buscando un conductor, pero en la era de Uber y Door Dash, dudo que haga falta un
milagro moderno para encontrar uno.
—Hermano. —Arruga la nariz hacia mí—. Estás siendo una reina del drama. Es
impropio, por decir lo menos.
—No estoy siendo dramático, Mo. Una de las grandes historias de la literatura
está en juego aquí, y sí, también lo está mi trabajo, por si lo has olvidado.
—Eres un tonto de los libros, poniendo el destino de la historia por delante de
ti mismo. Me encanta.
Ignoro sus burlas. —Vamos a retrasarnos demasiado en la edición. No hay
manera de que podamos cumplir con el plazo si ella está en una puta gira de tres
semanas.
—Entonces... ¿te vas con ella a la estúpida gira en autocaravana? —Se encoge
de hombros como si sus palabras tuvieran sentido—. Conduce la autocaravana como
solías hacer en las vacaciones familiares de Dawson. Mantente al tanto. Trabaja en las
ediciones entre las paradas de la gira y mierdas así.
Me burlo. —Eso es muy irregular. Editar es una especie de trabajo a distancia.
No se hace tradicionalmente mientras se convive en una maldita autocaravana.
—Y que Brooke Baker entregue un libro que el editor no esperaba también es
muy irregular, ¿no te parece? —replica ella—. Seguro que puedes dejar tu trabajo en
Longstrand durante unas semanas en nombre del destino de la historia. —Ella sigue
burlándose de mí, pero yo también estoy considerando su loca solución.
Sin embargo, sólo lo considero por un momento tonto. —De ninguna manera.
—Niego—. No puedo hacerlo. Sería una locura.
—Perdona, creía que estabas preocupado por tu trabajo, acabando de
trastocar tu vida en Nashville para mudarte a Nueva York con un compañero de piso
que estoy bastante segura de que no es más que una okupa ilegal o una entidad
paranormal con predilección por el líquido, pero oye, si no lo estás, no pasa nada.
103

La miro fijamente. —Me cuesta recordar por qué pensé que vivir cerca de ti
sería algo tan bueno.
Tiene la audacia de reírse. —Esto es lo que llaman un momento de cagar o salir
del entrenador, Chasey-wasey. ¿Qué va a ser? ¿Alivio innegable o estreñimiento
crónico y doloroso?
Resoplo y me burlo al mismo tiempo. —Realmente odio el sentido que acaba
de tener.
—No, bebé. No tienes que hacerlo. —Me da una palmadita en la rodilla—. Haz
la maldita cosa, ¿de acuerdo? Y de paso envíame una postal.
Mo se levanta de la mesita y se dirige a los dormitorios, dejándome aquí
sentado reflexionando sobre mis decisiones.
Se me revuelve el estómago y me arde la garganta... ¿De verdad voy a hacerlo?
Tengo el teléfono en la mano antes incluso de que mi cerebro responda a la
pregunta.
El hombre del momento contesta al segundo timbrazo. —¿Diga?
—Hola, Wilson. Chase Dawson aquí. Tengo una propuesta para ti.
104

Capítulo Diez
Brooke
Benji tira de su correa de una forma poco habitual mientras paseamos por
Central Park, y por segunda vez esta semana, me doy un latigazo mental por estar tan
metida en mi propia cabeza que he sido descuidada. Benji necesita su ejercicio tanto
como yo necesito mi vino, y sin embargo, sólo he conseguido darle dos paseos por
mis tres botellas.
No me juzgues, ¿de acuerdo? Estoy pasando por un nuevo nivel de crisis personal.
Quizá por eso nos he llevado tan lejos de casa, al centro del parque, al paseo
histórico entre estatuas de figuras literarias, para convertir un paseo en cuatro por
aproximación de longitud.
O tal vez sea por el consuelo que me produce estar rodeada de los recuerdos
de personas con ideas afines. Seguramente, me convenzo, el poeta estadounidense
Fitz-Greene Halleck también pasó la mayor parte de sus días solo, encerrado con
nada más que su pijama, sus palabras y una gran botella de vino. Y William
Shakespeare tuvo que enamorarse de alguien que no debía, ¿no? Quiero decir, ¿no
es esa toda la maldita base de los amantes cruzados?
—Lo siento, Benj —vuelvo a decirle cuando hay un hueco entre las hordas de
gente que nos rodean. No es que me avergüence hablar con él en público, ni que una
loca hablando sola en Nueva York sea algo fuera de lo común, pero cualquier punzada
de responsabilidad personal que tenga por mi aspecto exterior suele aparecer en los
lugares más públicos con gente que ni siquiera conozco. Como si la opinión de los
desconocidos fuera lo más importante.
Preocuparse por lo que piensa la gente a la que sin duda no volveré a ver es
retorcido. Pero es real. Estoy segura de que si me empeñara en ello, podría encontrar
un diagnóstico de enfermedad mental que lo apoyara.
Benji, afortunadamente, no parece afectado por mi desaire.
Su paso es largo, y su ánimo es un pavoneo mientras pasamos junto a varias
otras nenas perrunas sexys y sus dueños. Su disfraz de Batman de cuero sintético le
favorece mucho con esta iluminación, y el espectacular efecto de los árboles
105

alineados en la acera lo hace parecer el auténtico superhéroe entre los plebeyos


caninos.
—Lo admito, Benj. Te ves bien. No estaba convencida de que este atuendo
fuera la decisión correcta, pero como siempre, tenías razón. Intentaré obligarme a
escucharte antes la próxima vez, pero creo que los dos sabemos que no es muy
probable. —Me río de mí misma—. La cabeza dura viene de familia.
Benji ladra para llamar mi atención, y no puedo culparlo, ya que me he
convertido en una conversación unipersonal, pero cuando levanto la vista y sigo la
dirección de su mirada, lo que encuentro no es en absoluto lo que esperaba.
Un hombre muy grande y atractivo, vestido con un traje a medida
increíblemente caro, pasea a un cerdo con una larga cuerda de plomo. Un diminuto
chaleco de servicio morado envuelve su rosado cuerpo mientras se pavonea por el
parque con la nariz bien alta.
Benji se gira para mirarme como diciendo: —Oye, no te hagas ilusiones con el
chaleco morado —y yo casi suelto una carcajada.
—Es bonito, sin duda —le digo en voz baja—. Pero no es exactamente tu color,
mi hombre.
Pero Chase cree que es tu color...
Pongo los ojos en blanco y me fijo en el dúo de hombre y cerdo que pasean por
el parque. Menuda pareja de personajes. Imagino que un hombre de ese tamaño
paseando a un cerdo tan pequeño tiene algunas historias escandalosas que contar y
mucha vida vibrante que vivir. Seguro que tiene una novia o esposa loca que puede
convencerlo de cualquier cosa y un grupo de amigos que lo quieren y lo odian a la
vez. De hecho, por la forma en que parece sonreír constantemente, parece travieso y
divertido, como el tipo de hombre que podría gastar una broma del demonio.
Acerco a Benji al banco que hay junto al sendero y saco el teléfono del bolsillo
para tomar notas. Benji gime ante mi incapacidad para olvidarme de los libros, y yo
asiento con la cabeza. —Lo siento. Lo sé. Lo siento. Te lo compensaré.
Una anciana con un gorro de punto floreado me mira fijamente desde el banco
que hay a tres metros de distancia y, por alguna insensata razón, siento la necesidad
de explicarme. —Sólo estoy hablando con mi perro.
Se muerde el labio inferior para contener una carcajada, —me doy cuenta —y
canturrea antes de girarse en la otra dirección.
Respiro hondo y vuelvo a centrarme en mi aplicación de notas.
Tipo grande con cerdo, escribo, haciéndome reír. Dios, estoy loca. Personaje
potencial en una serie urbana sobre un grupo de amigos con él en el centro.
106

Personalidad audaz con un centro suave y pegajoso. Rico, divertido y siempre


el alma de la fiesta.
Vuelvo a leer mis notas y suelto un suspiro de incredulidad. Me imagino cómo
voy a interpretar este personaje cuando por fin me ponga a hacer algo con él. No
tengo tiempo libre para escribir. Todo mi tiempo y concentración actuales
pertenecen al libro que no debería ser. El destructor de vidas, por así decirlo.
Pero, por si acaso, intento apuntar algunos nombres, lo que se me ocurra, para
prepararme para cuando vuelva sobre ello en el futuro. Podría decirse que es un
intento patético de evitar el libro en el que debería estar trabajando, pero desde
luego no soy yo la persona que lo va a decir.
¿Qué tipo de hombre parece?
¿Paul? Ja, difícil no.
¿Nathan? Definitivamente no.
¿Calvin? No. Sigue equivocado.
¿Parker? No lo suficientemente audaz.
¿Brooks? Parece mejor como apellido.
¿Kline? Hmm. Esa tiene algo de mérito.
Estoy a punto de continuar cuando Benji tira de su correa con tanta fuerza que
salgo catapultada del banco en un movimiento suave. Es chocante y sorprendente,
pero cuando veo a la border collie que viene hacia nosotros con un lazo en el cabello,
empieza a tener un poco más de sentido.
Sacudo la cabeza para despejar el enorme dolor que me sube por el cuello y
me froto el antebrazo que me duele al sujetar la correa. —Carajo, Benj. Guárdatelo
en los pantalones, ¿quieres?
La anciana con el gorro de flores gira para mirarme, esta vez con los labios
ligeramente curvados por la desconfianza. Decido ignorarla de una vez por todas. De
todos modos, en un par de años estará muerta.
De acuerdo, bien, Brooke, eso ha sido ir demasiado lejos. Vuelvo a mirarla y
busco en mi conciencia el perdón interior. Lo único que consigo es alargar su línea
temporal tres o cuatro años más.
Ya está. Ahora sí que me voy al infierno. Esta pobre vieja ni siquiera me ha hecho
nada. Hay algo en ella que me pone nerviosa. Como si debiera conocerla o algo así.
Me pongo de pie, envuelvo la correa de Benji alrededor de mi mano para tener
un mejor control y lo arrastro, bien, lo juro, en dirección opuesta a su amante. Sus ojos
están un poco tristes, pero ya he pintado este parque de rojo de locura hoy, y creo
107

que acercarme a hablar con el dueño del collie sobre cómo mi pastor alemán está
experimentando el amor a primera vista realmente me pondría por encima de la
cuota.
Benji se pone en fila, obediente como siempre, pero cuando mira por encima
del hombro una última vez antes de doblar la esquina, empiezo a sentirme más que
mal.
¿He metido la pata? ¿He defraudado a mi mejor amigo de una manera
inconmensurable? No sé si puedo soportar la idea de ser una decepción para Benji,
negándole algo que quiere y se merece. Siempre me ha apoyado, incluso cuando
estoy loca, y a la primera señal de locura por su parte, ¿voy a volverme contra él?
No. No, no puedo hacer eso. ¡Tengo que dejarlo tener una oportunidad en el
amor!
Frenética, le doy la vuelta y acelero el paso hasta trotar en dirección al border
collie y su dueño. Atravesamos el tráfico como si fuéramos los protagonistas de Fast
and Furious 19: Barkio Drift.
Benji capta lo que le digo y levanta las orejas, excitado.
—Mamá está a bordo, Benjamín, vamos a encontrar a esta nena.
Escudriñando los pies de la gente que nos precede, busco con ávida atención
las patitas de la bella princesa. Hay varios perros, incluso algunas damas caninas,
pero el olor de la que se escapó se desvanece rápidamente.
Vamos, vamos.
Un hombre con un rompevientos haciendo un trote demasiado pronunciado.
Dos niños pequeños luchando en brazos de un padre abrumado.
Dos mujeres con sus chihuahuas a juego con abrigos.
Un mensajero en bicicleta con guantes sin dedos pasa junto a una pareja que
se besuquea en un banco.
Hay mucha actividad en esta parte del parque y, sin embargo, ninguna de las
que yo esperaba desesperadamente ver.
Cuando llegamos al principio del centro comercial, ella no está a la vista, y yo
soy oficialmente la peor madre perruna de la historia.
—Oh, gah, Benji, lo siento. Lo siento mucho. —Mira hacia atrás con angustia,
luego hacia la multitud de gente que retrocede de nuevo, y luego de nuevo a mí, antes
de frotarse contra mis piernas en señal de perdón.
El mundo no se merece a los perros, estoy segura. ¿Y yo? Merezco aún menos
a este hermoso y buen chico.
108

Me agacho y le agarro la cara por los lados. —De algún modo, de alguna
manera, voy a compensarte por esto, colega. Te lo prometo. No sé cómo, pero voy a
averiguarlo, igual que tú lo harías por mí.
Benji me empuja hasta que caigo suavemente de culo y luego se sube a mi
regazo para una ronda de caricias reconfortantes que recorren mi cuerpo.
Me aseguro de golpearle la espalda, las piernas, el vientre y el pecho con la
mejor parte de mis uñas, como a él le gusta.
La angustia mental de mi crisis me distrae tanto que, cuando suena el teléfono
en el bolsillo mientras estamos allí sentados, lo saco y me lo pongo en la oreja sin
mirar siquiera la pantalla, maldito identificador de llamadas. Lo único que puedo
decir es que si al final me llama alguien para preguntarme por la garantía ampliada
de mi inexistente coche, van a ser testigos del tipo de desvarío psicótico que escapa
a toda descripción.
—¿Hola?
—Brooke. Wilson aquí.
Wilson Phillips, mi agente. Dios mío, esto podría ser incluso peor momento que
la llamada de la garantía del coche.
—No es un buen momento, Will. Estoy atendiendo el corazón roto de un perro.
¿Puedo llamarte luego?
—¿Qué?
—¡Una catástrofe canina, Will!
—Escucha, no sé qué tipo de chiste estás tratando de contar ahora, pero se está
cayendo. Si lo estás probando para un libro, deséchalo.
Gimo en el auricular. —¡No estoy bromeando! Estoy en medio de reparar el
corazón roto de Benji.
—Sigo sin entender el chiste.
—¡No es una broma! —exclamo, mis dos manos abandonan el pelaje de Benji y
me empujan teatralmente hacia delante. Ni siquiera un segundo después, mi perrito
me da un codazo en la pierna con el hocico para hacerme saber que las caricias en la
barriga no han terminado.
—Oh. Ja. —Wilson suelta una pequeña risita—. De acuerdo, la negación ávida
de la broma tiene su gracia, supongo. De todas formas, entiendo lo que quieres decir.
Aprieto los dientes y empiezo a rascar de nuevo el pelaje de Benji. —No voy
por nada que no sea colgar el teléfono contigo.
109

—Bueno, entonces será mejor que trabajes en tus excusas, Brooke. Esta es un
poco patética.
Suspiro pesadamente, y cuando miro hacia abajo, Benji pone los ojos en blanco
y se sienta entre mis piernas. Acaba de una vez, dice. Tengo que admitir que, tal y
como ha ido la conversación hasta ahora, probablemente tenga razón.
—Muy bien, Will, ¿hay alguna razón por la que llames?
—Puedes apostarlo, B. Netflix se acerca a la fecha de estreno de The Shadow
Brothers, como sabes, y siguen pensando que sería buena idea que hicieras una
pequeña gira.
—Ya hemos hablado de esto. No puedo tomar un avión. Sería un desastre.
—No, lo sé. Lo deduje de la última conversación. Pero están de acuerdo con el
viaje en autocaravana, así que está todo arreglado. Sales de Nueva York el miércoles.
Parpadeo rápidamente. —¿Miércoles? ¿Este miércoles?
—Sí. Este miércoles, cariño. Tú y una autocaravana, recorriendo el país durante
tres semanas para conocer y saludar a tus devotos fans.
—Will, para eso faltan como tres días.
—Sí, bueno, si hubieras podido hacer lo del avión, habría avisado con más
tiempo —responde sin remordimientos—. Pero las autocaravanas llevan más tiempo
que los aviones, y hubo que adelantarlo todo.
Ugh. ¿Esto es de verdad? ¿Se supone que tengo que ir a una gira en la que se
espera que la gente se emocione al verme salir de una maldita autocaravana?
Francamente, es lo más loco que he oído en mucho tiempo, y como vivo dentro
de mi propia cabeza, eso es decir mucho.
—¿No serían los actores una atracción mayor? —pregunto—. En serio, Will.
¿Alguien sabe siquiera quién soy a estas alturas?
—Brooke —me reprende—. Ya hemos pasado por esto. Eres una estrella
brillante, nena. Además, los actores harán una pequeña gira por su cuenta, y se
reunirán todos en el estreno en Los Ángeles.
Mis ojos se entrecierran al pensar en mí en una maldita autocaravana. —¿Un
tour en autocaravana? ¿Esto es lo que Netflix realmente quiere?
—Seguro que sí, y quién sabe, a lo mejor consigues algunos groupies como
hacen las bandas.
—¿Yo? ¿Groupies? —Resoplo—. Sí, claro.
—Yo no me apresuraría a descartarlo.
110

Por el bien de mi propia cordura, tengo que ignorar por completo esa ridícula
posibilidad.
—¿Supongo que tendré algún tipo de conductor? —pregunto, todavía cien por
ciento molesta con la capacidad de Netflix para resolver problemas—. No es que
tenga formación CDL, y no creo que un choque múltiple de cuarenta coches en la
interestatal sea el tipo de titular que Netflix tiene en mente para este negocio
publicitario.
—En realidad, tu editor Chase se ofreció para el trabajo. Dijo que sería útil con
las ediciones del nuevo libro, Accidental Attachment, del que no recuerdo haber oído
hablar, por cierto, y facilitaría el enlace con la editorial y Netflix.
¿Acaba de decir que Chase sería mi chófer? Seguramente mis oídos me están
jugando una mala pasada.
—Lo siento, ¿qué?
—Chase. Dawson. Él te va a llevar.
—No. —Es todo lo que puedo decir. Sólo... no. Dios, no. Diablos, no. Eso no
puede pasar.
—Sí. Llevo toda la mañana y toda la tarde al teléfono para arreglar esto, y
acaban de aprobarlo todos en el escalafón —responde Wilson con demasiada alegría
que no se corresponde en absoluto con la guerra que acaba de estallar dentro de mi
pecho. Bombas, misiles, granadas de mano, es la anarquía total.
Relájate; es imposible que hable en serio.
Respiro hondo y sacudo la cabeza ante la estúpida broma de mi agente. —¿Mi
maldito editor conduciendo mi autocaravana? Will, me has sorprendido. Pero, en
serio, deberías dejarme la gracia a mí. Se me da mejor.
—No estoy siendo gracioso, Brooke. Él va.
Y ahora... me voy.
Benji se levanta de un salto de su sitio en el suelo, atento a mi espiral, y me
anima a meter la cabeza más entre las piernas antes de que se me dispare la tensión.
Mi ritmo cardíaco se acelera por la autopista a ciento noventa sin miramientos por
conducción temeraria.
Yo... no puedo vivir con Chase Dawson en una autocaravana durante tres
semanas. No podemos estar así en el espacio personal del otro. No puedo tener que
enfrentarme al embriagador olor de su colonia a diario. O ser testigo de lo azules que
se ven sus ojos cuando se despierta por la mañana.
No sobreviviría.
111

—Quizá pueda conducir la autocaravana —me apresuro a decir con voz débil
y sin aliento—. Es decir, hace años que no conduzco, pero ¿qué tan difícil puede ser?
—Brooke. —La voz de Will se impacienta—. Está todo listo.
Cuando empiezo a levantar la cabeza, Benji me la empuja suavemente entre las
piernas.
Tranquilízate. Desmayarte en medio de Central Park no te va a llevar a ninguna
parte, salvo a una ambulancia. Me obligo a inhalar profundamente por la nariz y a
soltarlo lentamente por la boca.
—Además de estar empacado y listo para partir el miércoles —agrega Will—.
No queda nada en lo que pensar o preocuparse, Brooke.
No podría estar más equivocado si lo intentara. Hay muchas cosas de las que
preocuparse, como por ejemplo, ¿hay ducha en esa autocaravana? Porque realmente
no creo que sea bueno para mi cordura saber que Chase está en una ducha con agua
goteando por su sexy cuerpo y yo estoy a una endeble pared de distancia.
Y pensabas que enviarle Accidental Attachment era malo. Esto se lleva el premio.
—No puedo creer que accedieras a esto sin consultármelo antes —murmuro,
con la voz casi perdida por toda la tensión de esta flamante revelación.
—Es extraño lo que se siente, ¿eh? —responde Will, y el sarcasmo redondea
su pregunta.
—Entonces... ¿qué? —Me arde el pecho—. ¿Esto es como una especie de
pseudo revancha por entregar un libro del que no habías oído hablar?
Wilson suspira, y mi pecho da un vuelco sobre sí mismo, la rabia ardiente
sustituida oficialmente por las náuseas. —No, Brooke. No es eso. Aunque imagino que
es una sensación parecida.
Sí, claro. No sabe lo que siento. No sabe lo que siento en absoluto. Entregar
este libro era lo último que quería, compadre, quiero decir. Y quiero gritar: ¡Si tuviera
algo de instinto de conservación, habría prendido fuego a mi portátil, a Longstrand y a
todo Internet hasta que no quedara ninguna copia!
Pero en lugar de enfurecerme con él, murmuro: —Tengo miedo. —Vaya, vaya,
eso es quedarse corta.
—Sí, bueno, esta es la parte de la que no hablan, nena. Alcanzar un sueño da
miedo. Es grandioso e inexplorado, y ha sido producto de tu imaginación durante
demasiado tiempo como para parecer real. Todo lo que siempre has querido se está
haciendo realidad. Disfrútalo. —Su voz carece de sarcasmo. En todo caso, es suave y
genuina, y eso sólo hace que me irrite más.
112

—Bien. Así de simple. Sólo disfrútalo. Por Dios, Will, yo... creo que acabas de
hacer un milagro. Un verdadero momento espiritual de epifanía, ¿sabes? —Cerré los
ojos con fuerza—. Francamente, creo que de alguna manera eso ha hecho un mejor
trabajo que simplemente decirme que me relaje. Y como sabemos, ¡esa es la cura
reina para la ansiedad recomendada por los profesionales médicos!
—Sí, sí, lo que sea, listilla. Tonto de mí, tratando de hacerte sentir mejor por
hacer algo que obviamente no quieres hacer.
Tengo en la punta de la lengua decirle que él, como mi agente encargado de
representar mis mejores intereses, debería intentar librarme de lo que no quiero
hacer en lugar de hacerme sentir mejor por hacerlo de todos modos, pero una parte
muy pequeña, casi minúscula, de mi racionalidad me quita el filo de la lengua.
Si hubiera sabido que estaba haciendo lo suficiente como para planear esta
mierda, entregar un libro que ni siquiera has mencionado a tu agente, a espaldas de
tu agente, sería una cosa bastante de mierda de hacerle al tipo que te ha conseguido
todos los contratos que has firmado. Por no mencionar que la mayoría de los
escritores se sacrificarían a un espíritu maligno por la oportunidad de ocupar mi lugar
en una gira de tres semanas patrocinada por Netflix.
Respiro hondo para tomar la determinación de decir lo que sé que tengo que
decir.
—Lo siento, Will. De verdad. Sé que lo intentas —admito y miro el pavimento
bajo mis pies. Recojo un trozo de hierba atascado en una grieta del hormigón—. Soy
un dolor en el culo con el cambio y una mierda en el aire con lo de no volar. Lo
entiendo. Estás intentando que funcione, y te lo agradezco. Es sólo que... no estoy
socialmente dotada, y esto es bastante abrumador para mí.
—Lo harás bien, Brooke. Eres una persona ingeniosa y de gran corazón. La
gente se siente atraída por eso, lo creas o no.
Hago una mueca. —¿Sí?
—Sí. Y si todo lo demás falla, al menos tienes al perro. A la gente le encantan
los perros.
Miro a Benji y él inclina la cabeza en señal de interrogación. Es una lindura, y
estaría aún más guapo con ese disfraz de Capitán América si reinstauro la orden.
—Haré lo de la autocaravana. —Las palabras se me caen de la boca.
—¿Con el editor?
A una burla le crece piernas y salta de mi garganta. —¿Tengo elección?
—Por supuesto que puedes elegir, Brooke. Nunca soñaría con ponerte en una
situación verdaderamente miserable.
113

Cierro los ojos con fuerza y aprieto el cerebro hasta congelarlo. No me quedan
fuerzas para detener esto, no cuando una enorme parte de mí, concretamente la
región vaginal, se opone frontalmente a mi vacilación. La chica quiere a Chase allí
como si quisiera su próximo aliento, sin importar su estabilidad mental.
—Lo haré. Chase puede venir... conducir la autocaravana o lo que sea. Yo me
comportaré. 'No me verás llorar'.
Hay una sonrisa en la voz de Wilson, a pesar de mi propia tortura musical. —
Estupendo. Se lo diré a Netflix.
—Genial. —Me ceñiré los lomos.
—Adiós, Brooke.
—Adiós, Will.
Cuelgo el teléfono y dejo caer la cabeza hacia atrás, desesperada. Benji me
sigue observando atentamente, gracias a mi ansiedad todavía muy presente, pero su
cara se ha derretido junto con la mía en aceptación. El desmayo, la gira, las tres
semanas increíblemente infernales en una caravana con el hombre por el que me
siento vergonzosamente atraída... todo está ocurriendo.
Le rasco la cabeza a Benji y me levanto de mi sitio en la dura acera. Tengo el
culo entumecido, necesito un vaso de vino de apoyo moral y Benji necesita un poco
de tiempo para sí mismo. Los dos vamos a estar ocupados, ocupados, ocupados en
solo tres días.
Tres malditos días, y entonces podré decir oficialmente que estoy viviendo con
el hombre de mis fantasías convertido en fan fiction privada, convertido en libro
mundial de próxima publicación.
Que mi vagina caliente y encaprichada con Chase Dawson se apiade de mí.
114

Capítulo Once
Lunes 16 de mayo

Chase
Después de ofrecerme como tributo para ser el conductor de la gira en
autocaravana de Brooke Baker y que Harold Lewis, director de viajes corporativos de
Longstrand, y los ejecutivos de Netflix lo aprobaran, la noticia de mi locura se
extendió evidentemente con rapidez.
Dawn me llamó primero, aterrorizada por cómo íbamos a mantener nuestro día
a día si yo estaba fuera conduciendo una autocaravana, y luego Frank y Regina
empezaron a endemoniarme por las notas que dejé en sus escritorios. Incluso Mo me
dejó un mensaje de voz de cinco minutos lleno de metáforas sobre lo sorprendida que
estaba de que hubiera seguido su consejo.
Sin embargo, ninguno fue tan aterrador como el único mensaje de texto que
recibí de Jonah Perish: —Ven a mi oficina mañana a las 10 de la mañana.
Decir que estoy nervioso ahora mismo, delante de la mesa de mi jefe, no sería
ni por asomo la superficie de mi ansiedad actual. Llevo aquí dos minutos y mis piernas
están tan entumecidas que podrían fallar si hago algún movimiento brusco.
—Bueno, Dawson, no eres nada si no eres minucioso, ¿eh? —comenta Jonah
desde detrás de la enorme monstruosidad de caoba que había traído de algún lugar
caro.
Una mesa en la que rara vez se sienta. Suele estar demasiado ocupado en
reuniones o viajando por todo el mundo en el avión de la empresa Longstrand.
—Tengo que decir que es la primera vez que uno de mis editores acepta
conducir una autocaravana para la gira publicitaria de un autor en nombre del
cumplimiento de un plazo —añade, se quita las gafas de la nariz y las arroja sobre su
escritorio. Se echa hacia atrás en su elegante sillón de cuero y estira los brazos detrás
de la cabeza—. Por un libro por el que se ha jugado el pellejo.
Mi risa tiene dos partes de nervios y una de ¿soy idiota?
No muestres debilidad, me recuerda mi mente.
115

Me paso una mano por el cabello y me aclaro la garganta mientras busco la voz
que lo convenció de dar luz verde a Accidental Attachment. —Al igual que usted,
señor, soy un hombre de seguimiento. Apoyé el libro porque creo en él y sé de lo que
es capaz. Y estoy tomando la medida poco ortodoxa de llevar a un autor por todo el
país en una autocaravana porque voy a asegurarme de que Accidental Attachment
está a la altura de esas capacidades. De hecho, las supera. Este plazo tan ajustado y
estas circunstancias tan inusuales no son más que una oportunidad, señor.
Una risa lobuna salta de la boca de Jonah. —Tienes pelotas de acero, Dawson.
Te concedo eso.
¿Pelotas de acero? Seguro que las pelotas de acero no pueden trasladarse a tu
estómago.
—No vas a dejar caer la pelota en ninguno de tus otros proyectos —declara,
una firme declaración de advertencia.
Asiento. —Frank ya ha sido informado sobre el trato con Beranski, y Regina ha
aceptado ser mi punto de contacto temporal para mis otros autores. Me pondré en
contacto con ellos a menudo mientras estés de viaje.
Jonah me mira fijamente, sin apartar los ojos de mi cara, y yo me quedo ahí de
pie y lo acepto, luchando contra el impulso de apartar la mirada con cada célula de
mi cuerpo.
No muestres debilidad.
Frunce los labios y se inclina hacia delante para tomar de nuevo las gafas. —
No hagas que me arrepienta de esto —acaba diciendo, y vuelve a deslizar las lentes
sobre el puente de su nariz—. Nos vemos en unas semanas.
Traducción: Si meto la pata, mejor ni vuelvo.
Lo que, curiosamente, se siente un poco como un doble riesgo. Si el libro
fracasa, estoy despedido. Si arruino la gira, me despiden. Pero no puedo imaginar
que pueda ser despedido dos veces. Lo que significa que todos los huevos están
oficialmente en la misma cesta. Y voy a tener que aferrarme al maldito como Dorothy
en El Mago de Oz.
Afortunadamente, el hecho de que sus ojos ya no se centren en mí, sino en la
pantalla de su escritorio, es su forma de decir: —Puedes retirarte y yo puedo largarme
de aquí.
—Gracias, señor —digo, aunque Jonah ya está agarrando el teléfono de su
mesa. Sus dedos tocan el fondo del intercomunicador y ya está dando instrucciones a
su ayudante sobre algo relacionado con un viaje de negocios al extranjero para
reunirse con editoriales extranjeras en Francia.
116

No me entretengo más, más que feliz de quitarme de en medio, y salgo por las
puertas de cristal de su despacho sin decir una palabra más.
Discretamente, me seco la capa de sudor que se ha instalado en mi frente y le
ofrezco al ayudante de Jonah una sonrisa amistosa pero temblorosa mientras salgo al
pasillo principal.
Tardo todo el camino de vuelta a mi oficina para que mi ritmo cardíaco se calme
de nuevo a un rango normal, y para cuando estoy detrás de mi escritorio y de vuelta
a terminar toda la mierda que tengo que hacer antes de tener que salir en la gira de
Brooke en dos días, me estoy preguntando en silencio si soy un idiota absoluto.
¿Qué editor acepta llevar a su autora en una autocaravana para cumplir un
plazo? Yo, aparentemente, también conocido como el loco bastardo que estuvo al
teléfono todo el día de ayer para hacer realidad esa situación exacta.
Carajo. En cualquier momento, esa señora de la calle va a aparecer y me va a dar
un puñetazo en la polla; lo sé.
Mi teléfono vibra en el bolsillo de la chaqueta y, cuando lo saco para ver la
pantalla, vibra tres veces más.
Todos mensajes de texto. Todos de mi hermana.
Mo: De acuerdo, necesitamos un sistema de comunicación organizado para
que me mantengas al tanto de todo lo que pasa en la gira. Quiero saber lo que
Brooke dice y lo que viste y lo que come, etc. Quiero un informe nocturno
totalmente detallado.
Mo: Aunque, supongo que estaría bien con un informe matutino.
Mo: O tal vez deberías hacer, como, un informe matutino y un informe
nocturno. De esa forma, no te olvidarás de nada.
Mo: Ah, y si hay algún lector por ahí que intenta actuar como si fuera su
mayor fan, necesito información de antecedentes al estilo FBI sobre esos
mentirosos lo antes posible.
Cierro los ojos, inclino la cabeza hacia atrás y suspiro.
Sí. Es seguro decir que la locura viene de familia.
117

Capítulo Doce
Martes 16 de mayo

Brooke
Empujo los montones de ropa de mi maleta, intentando comprimirlos todo lo
posible. La FlyerPro Deluxe que compré ayer en Macy's es lo bastante lujosa como
para tener dos ruedas cuádruples y una cremallera expansible, pero hasta la maleta
más lujosa tiene un límite de capacidad.
Pero tres semanas de viaje son incluso peores que dos semanas en avión, y la
única persona a la que puedo culpar es a mí misma.
Cuando la ropa deja de ceder y empieza a correr el sudor, tomo la copa de vino
de la mesilla y le doy un trago. El pinot me quema en la garganta, pero sé que en
cinco o diez minutos me aliviará las heridas del alma.
Aspiro aire entre los dientes, mirando fijamente la maleta que se burla de mí
desde el suelo, y vuelvo a intentarlo, empujando y empujando hasta que el peso
combinado de mi culo y las patas delanteras de Benji permite que la cremallera se
cierre.
Aun así, en este punto es precario, tanto que si pasara por la TSA, lo etiquetarían
como artefacto explosivo, lo pondrían en cuarentena y lo dejarían detonar.
—En tu lugar, yo no me acercaría demasiado a esa cosa —le advierto a Benji,
recogiendo mi vaso y dirigiéndome a la cocina para servirme otro buen trago. Los
demás lo considerarían un comportamiento de borracho, pero Benji me conoce lo
suficiente como para no juzgarme.
Estamos en territorio de sentimentalismo, y cualquier cosa que haga su trabajo
de mantenerme viva más fácil, él está de acuerdo.
—No sé cómo me he metido en este lío, Benj. ¿Entregando el libro equivocado?
—Mi exasperación sale como un estruendo audible—. ¿Y luego, de alguna manera,
convencer a mi agente y a Netflix para que me atrapen con el hombre de mis fantasías
durante tres semanas seguidas, sólo para no tener que volar?
Me golpeo la frente con la palma de la mano.
118

Si hubiera sabido que se me daba tan bien hacer realidad las pesadillas, habría
intentado escribir novelas de terror. Al menos estaría en compañía de Stephen King,
en lugar de estar encerrada en una caravana durante veintiún días con un hombre del
que no puedo confiarme ni de mi vagina.
Me carcajeo. —Dios, soy buena haciéndome un desastre, ¿eh?
Benji gime antes de acostarse delante del sofá y apoyar la barbilla de perrito
en la parte superior de las patas. A primera vista, alguien podría encontrar su
comportamiento un poco brusco, pero esta no es la primera vez que ha escuchado
esta historia de dolor en las últimas seis horas. Ni por asomo.
Si he de ser sincera, ni siquiera es el decimosexto.
—Lo sé, lo sé, Benj. Soy patética. Pero tienes que dejar que me desahogue
ahora porque no puedo pasarme las próximas tres semanas enloqueciendo delante
de Chase Dawson. Por muy mal de la cabeza que esté por él, es mi editor. No necesito
que piense que estoy loca.
Pongo los ojos en blanco ante la silenciosa respuesta de Benji. —Está claro que
estoy loca, pero no quiero que lo sepa.
Podría seguir eternamente, pero cuanto más me meto en esta botella de vino,
más cerca estoy de que hasta mi perro me abandone. Necesito algo para distraerme,
y lo necesito pronto.
Necesito el tipo de amor que sólo puede dar un familiar, y lo necesito de
alguien que pueda dármelo sin pedirme que me extienda en mis explicaciones cada
cinco segundos, así que mi madre está descartada.
La última vez que hablamos por teléfono, se pasó cuarenta minutos contándome
la triste historia de una mujer a la que habían diagnosticado leucemia. Conocía la vida
de la mujer con tanto detalle que pensé que tenía que ser uno de nuestros parientes
y que yo me había perdido esa parte, pero cuando nos adentramos en los detalles de
la rutina semanal de quimioterapia de la mujer, descubrí que era una persona
cualquiera que mi madre había encontrado en Facebook y a la que había estado
siguiendo desde entonces.
Una mujer así, Dios la ame, no es de fiar en este tipo de situaciones.
Necesito a una hermana que me apoye y a alguien que no deba recibir una
orden de restricción cibernética de los perfiles de Facebook de otras personas.
Necesito a mi hermana. Necesito a Sam. Recojo el teléfono de la encimera, marco su
número de contacto y espero impaciente a que suene.
—Hola, Brookie —contesta por fin, y yo espero oír a mis sobrinos de fondo,
pero en su lugar oigo una voz mucho más grande, mucho más retumbante.
119

—¿Es papá? —pregunto, moviendo la lengua contra la sensación de hormigueo


en el paladar. Es justo decir que me siento mucho más suelta de lo normal, gracias al
poder del pinot.
—¿Cuándo no es él a estas alturas? —replica, con un tono entre cansado y
completamente rendido. Por alguna extraña razón, me hace sonreír.
—No vas a vivir allí para siempre, Sammy. Es sólo temporal.
—No se siente de esa manera.
—¿Qué no se siente de qué manera? —Oigo a mi padre comentar de fondo—.
¿Como si fueras una buena católica? Porque no lo eres. Demonios, ninguno de
nosotros los Baker lo somos. Nuestra tarjeta familiar de pecados tiene una puntuación
perfecta —murmura antes de alejarse un poco del alcance perfecto del oído—. Dos
hijas divorciadas...
Algo, algo, algo, no puedo oír.
—Querido viejo papá —me río—. El orgullo gotea de cada una de sus palabras.
Sammy se ríe. —En realidad sólo se pone así de insoportable a última hora del
día. Creo que está más irritable cuando sus reservas de sueño empiezan a agotarse.
Debe de estar en otra habitación porque no contesta nada a la ocurrencia de
Sammy, y si tuviera que adivinar, ésa es la razón por la que ella se sintió lo bastante
valiente para decirlo.
Nuestro padre es un buen tipo, haría cualquier cosa por nosotros, pero nadie
ha dominado el arte de quejarse sin dejar de cumplir como él.
La vida no sería la misma si no nos dijera a todos, incluido él mismo, lo
equivocados que estamos.
Pero cuando la mierda realmente golpea el ventilador, él es siempre el primero
en aparecer.
Estaba allí cuando me emborraché a los diecisiete años y lo llamé llorando
porque mis amigos querían llevarme a casa.
Estaba allí cuando le dije que me divorciaba de Jamie y me mudaba a Nueva
York para ser escritora.
En ese mismo año, estaba allí cuando Sammy se quedó embarazada de mi
sobrino mayor Seth antes de su boda con el imbécil también conocido como Todd.
E incluso estuvo allí dos años después, cuando tuvo que someterse a una
cesárea de urgencia para dar a luz a mi sobrino menor, Grant.
120

El hombre es sólido como una roca cuando se trata de apoyo. No lo cambiaría,


eso seguro, pero si pensara que podría salirme con la mía, sin duda le compraría un
bozal.
—Escucha, te ofrecería venir a visitarme a la ciudad, pero me estoy preparando
para salir de gira para Netflix. No voy a estar aquí en las próximas tres semanas —
digo sin pensar, mi conciencia libremente imbuida es mucho menos capaz de
censurar la información.
—¡Mierda, Brooke! —exclama entre resoplidos—. ¡Qué manera de enterrar la
pista! Realmente no vivimos las mismas vidas. Pero hombre, me alegro por ti. Esto es
enorme.
Arrugo la nariz y me dejo caer en el sofá, acurrucando los pies bajo el trasero.
—¿Sigue siendo enorme si no quiero ir?
—¿Qué? ¿Por qué?
—Ah, no lo sé. —gruño—. Es que... toda esa gente, una autocaravana durante
tres semanas, tener que ducharme y arreglarme todos los días... parece mucho. —Por
no hablar de que mi editor, sobre el que escribí escenas de sexo explícito en un libro
que se supone que editamos juntos, me llevará en la autocaravana.
—Por favor, no me hagas volar a Nueva York sólo para estrangularte. Lo estás
haciendo. Viviéndolo. Quiero decir, Brooke, vamos —susurra—. ¿Una maldita gira de
Netflix? Tú lo hiciste. Tú, Brooke Baker, hiciste tus sueños realidad.
Las lágrimas me escuecen por la nariz de forma inesperada y me la froto
enérgicamente en un intento de ahuyentar el líquido ocular. Sé que tiene razón. Yo,
mejor que nadie, sé lo mucho que he trabajado para llegar hasta aquí. Aun así, hay
una parte de mí que no parece real, una parte de mí que no siente que pertenezca a
este lugar.
Síndrome del impostor, supongo que es como lo llamaría un profesional.
—Tengo miedo... de salir ahí fuera con gente. —Hago una pausa y respiro
hondo—. Van a ver a través de mí, Sammy.
—Así que déjalos, B. Puede que no te des cuenta, pero todo lo que has hecho,
todo lo que has logrado, salió de tu interior. Tú, Brooke. No de una celebridad del tipo
tú. A la gente le encantan tus libros y les va a encantar la serie porque salió de tu
cerebro. Es lógico que también les gusten todas las otras cosas que salen de él,
¿sabes? Así que, deja que te vean. Deja que esos cabrones usen gafas de rayos X si
quieren. Tienes esto.
Estoy tan conmovida por el discurso de mi hermana que no puedo evitar darle
a cambio alguna esperanza a la que aferrarme a través de mis llorosas lágrimas. —
121

Voy a enviarte algo por correo. Boletos de crucero para nuestros padres. Salida: lo
antes posible.
Se ríe. —Si vas a enviar a alguien a un crucero, que sea a mí. Le pegaré una
nota a los niños y me iré.
—Suena como un plan. —Mis lágrimas se transforman en unas risas suaves,
pero finalmente, esas risas se convierten en un suspiro. Me froto la tela de microfibra
crema del cojín del sofá que tengo al lado, pero la voz de Sam es un suave corte en
mi contemplación.
—Te quiero, hermanita.
—Yo también te quiero, SissySam —respondo, usando el apodo que le puse a
mi hermana cuando éramos niñas.
La nostalgia sienta bien. Incluso me enraíza. Me hace recordar de dónde vengo,
lo que, por supuesto, hace mucho más obvio a dónde he llegado.
Tiene razón. Yo, Brooke Baker, voy a hacer una gira por Netflix para la serie
basada en mis libros. A finales de mes, The Shadow Brothers, mis dulces inventos
fantasmales, serán un nombre muy conocido en todo el mundo. La gente no solo
soñará con ellos, sino que los verá en streaming.
Y tanto si soy capaz de admitirlo ante mí misma como si no, eso es realmente
algo.
Sólo espero sobrevivir con éxito al viaje en autocaravana.
Tres semanas con Chase Dawson mientras trabajo en Clive y River. Tres
semanas leyendo sexo ardiente, que me eriza la piel y al que nunca pensé que
volvería a enfrentarme. Tres semanas mirándolo a los ojos y manteniendo la
compostura mientras finjo que esto es como cualquier otro libro.
Tres semanas.
Tres. Semanas.
Anímate, Brooke. Las cosas están a punto de ponerse interesantes.
122

Capítulo Trece
Miércoles 17 de mayo

Chase
Hace una hora llegué al Liberty Harbor RV Park, donde June, el enlace de
Netflix, se encargó de dejar la autocaravana y estacionarla temporalmente. El lugar
se encuentra en Nueva Jersey, pero está a un corto trayecto en ferry y a pie del Bajo
Manhattan.
Ayer me enviaron las llaves y un paquete de información a mi oficina, y esta
mañana no he tenido demasiados problemas para localizar la casa sobre ruedas.
Y ahora, estoy sentado en la pequeña mesa de la cocina del mismo lugar que
nos va a albergar a Brooke Baker y a mí durante tres semanas mientras recorremos el
país, parando en apariciones públicas y trabajando en la edición de Accidental
Attachment.
Una vez que lo he comprobado todo y me he asegurado de que todo estaba
como debía, he estado esperando a que llegara Brooke.
Esa espera empezó hace unos cincuenta minutos.
Estoy nervioso y emocionado a la vez, y es lo segundo lo que provoca lo
primero. Ir de gira con una autora es algo muy poco tradicional para un editor y, como
tal, debería sentirme incómodo sobre cómo voy a mantenerme fuera del espacio de
Brooke y, al mismo tiempo, estar en él.
En cambio, me he encontrado soñando despierto con interminables horas del
humor y la brillante sonrisa de Brooke y comidas compartidas en fogatas nocturnas.
Es el pensamiento escandaloso en su máxima expresión, y ese nivel de
insensatez descontrolada me pone nervioso.
Lo primero que me llama la atención a través del cristal es una cabellera
castaña que da vueltas, seguida de unas palabrotas en voz muy alta.
Brooke está doblada por la mitad, su maleta en posición vertical pero
innegablemente precaria en la acera detrás de ella, y Benji la rodea ávidamente,
tratando de encontrar una manera de ayudar. Va disfrazado de Capitán América y
123

lleva una mochila a juego atada a su chaleco de perro de servicio. Su mochila, eso sí,
es más segura, comparada con la de cuero de Brooke, que cuelga de sus hombros y
parece estar estropeando aún más las cosas.
Brooke vuelve a su maleta y le da la vuelta para que sólo tenga dos ruedas en
lugar de cuatro, mientras intenta sujetar la correa de Benji con la otra mano, y no
puedo evitar pensar que parece la introducción de un episodio de Los Tres Chiflados.
Me dirijo rápidamente a la puerta de la derecha, situada entre el salón y el
estrecho pasillo que alberga el dormitorio y el cuarto de baño del fondo. La abro de
un tirón y bajo corriendo las pequeñas escaleras de metal, caminando rápidamente
en dirección a Brooke.
Benji esquiva a la izquierda y luego a la derecha mientras la maleta de Brooke
se engancha primero en una maceta y luego en la acera y después se balancea hasta
detenerse en una impresionante grieta en el pavimento. Una parte de mí quiere saltar
y ayudar, y la otra quiere ver dónde acaban la maleta, el perro y la mujer, sin
intervención.
Pero mi madre no crió a un idiota y ser caballeroso se impone.
Me apresuro a trotar justo cuando Brooke se golpea el dedo del pie contra el
borde de la acera del demonio, doblando hacia atrás toda la parte delantera de su
sandalia dorada.
—¡Ackk! —grita, su voz se quiebra en la línea de las consonantes.
Le agarro los brazos por los bíceps y la levanto lo suficiente para colocarle bien
el zapato antes de entregarla de nuevo al poder de la gravedad.
Está agradecida, pero avergonzada. Me doy cuenta por el tono rosado de sus
pómulos y la ligereza de sus ojos.
—¿Estás bien? —pregunto simplemente, queriendo asegurarme de que está
bien sin ponerla en un aprieto con un juego de veinte preguntas.
—Sí. —Ella asiente, metiendo una caída suelta de cabello que se ha escapado
de su cola de caballo detrás de la concha de su oreja—. Normalmente, mi torpeza
acaba en derramamiento de sangre, así que el hecho de que no estemos empapados
en O negativo ahora mismo es realmente extraordinario. —Resopla—.
Probablemente tu galantería nos ahorró ese baño, sinceramente.
Me río entre dientes y sólo suelto sus brazos cuando me doy cuenta de que
nuestra incómoda unión le está causando algunos problemas con la maleta de ruedas
que se inclina y se tambalea.
—Vamos, te ayudaré a poner todo esto en la autocaravana.
124

Como si se diera cuenta de dónde está por primera vez, se detiene en seco y
mira hacia arriba y en dirección a la enorme autocaravana. —Así que esta es la cosa,
¿eh?
—Sí. —Asiento, y mis ojos se llenan de humor—. Esa es nuestra chica.
Brooke mira atentamente la pintura dorada, tostada y negra y luego ladea el
cuello para volver a mirarme. —No sé qué me esperaba, pero pensé que sería más
Metallica que las vacaciones nacionales de mamá y papá, ¿sabes?
Me río entre dientes. —Te aseguro que el interior da muchas más vibras de
estrella del rock.
—¿En serio?
—No —respondo sinceramente con un movimiento de cabeza—. Lo que ves es
más o menos lo que hay. No me malinterpretes, está muy bien decorada, con un aire
kitsch de granja. Chip y Jo estarían en su elemento.
—¿Eres fan de Fixer Upper? —pregunta con una sonrisa divertida en los labios.
—Quiero decir que son muy entretenidos —respondo—. Aunque, podría
decirse que están convirtiendo lentamente la totalidad de Waco, Texas, en shiplap y
puertas de casas granero.
Se ríe. —No critiques el shiplap, Chase. Le da carácter.
—Me alegro de que pienses así, porque la autocaravana tiene mucho carácter.
Aunque, es más paneles de madera que shiplap, pero eres un escritor. Seguro que te
imaginas que es la última reforma sobre ruedas de Chip y Jo.
—Bueno... —tararea entre risitas, haciendo una pausa para rascar a Benji en la
parte superior de la cabeza—. Les he dado un revés. Querían enviarme en avión, pero
desde que pasó lo de las cosas, la gente y el trauma, Brooke Baker ya no toma aviones.
Levanto las cejas y ella, sin mirarme a la cara, añade: —No preguntes.
—No voy a decir una palabra.
—Bien. Como recompensa por tu comportamiento, te permitiré acompañar a
mi maleta a la autocaravana. —Sonrío mientras ella continúa—. Lo sé, es muy
generoso, pero tengo más de donde vino eso, ¿de acuerdo?
Brooke Baker es una de las personas más divertidas que he conocido. Tiene
ritmo de comedia e ingenio, y la suficiente autocrítica para darle una autenticidad que
no incluya aversión o llamadas a la compasión.
Me divierte constantemente tanto en acción real como impresa.
Honestamente, desde el momento en que la conocí, a través de cada encuentro
y situación, nunca me he escapado sin reír. Pero también suele haber algo de
125

incomodidad, como si estuviera luchando bajo la superficie de su piel, y ahora mismo


no veo ningún signo de ello. No sé si se está sintiendo más cómoda porque estamos
empezando a estar más juntos, lo cual está a punto de pasar a mayores, teniendo en
cuenta que nos he hecho compañeros de habitación durante las próximas tres semana,
pero espero poder mantener la tranquilidad.
Le quito la bolsa a Brooke y me dirijo a la puerta de la autocaravana. Me sigue
con Benji a cuestas.
Una vez a bordo, llevo su maleta al dormitorio y la meto en el armario. Cuando
me doy la vuelta, veo que me ha seguido al interior.
—Así que aquí es donde ocurre la magia —comenta, saltando sobre la cama y
dejándose caer sobre su gran edredón negro. Su camiseta color lavanda le hace un
nudo en la barriga y deja al descubierto un pequeño trozo de piel desnuda. Mi mente
acude a un lugar inesperado y me encuentro imaginando cómo se sentiría esa piel
bajo las yemas de mis dedos y cómo se sentiría su cuerpo bajo el mío si me arrastrara
hasta la cama y la inmovilizara suavemente contra el colchón.
¿Qué demonios fue eso? Fue demasiado fácil, ¿no crees?
Sigo allí de pie como un mudo cuando ella añade el comentario: —¡Dormir, por
supuesto! —con un guiño burlón.
Asiento, al menos eso creo. Es difícil saberlo con la cabeza tan jodida. Salgo
rápidamente del dormitorio y vuelvo a la sala, y Brooke me sigue una vez más. Era de
esperar, ya que es la primera vez que ve esto, lo que me convierte en el guía no oficial,
pero a mi polla le vendría bien un poco más de tiempo para pensar en lo que ha
hecho.
Detención de polla, si se requiere.
Camino hasta la parte delantera de la autocaravana mientras ella explora la
zona del salón y la cocina. Está todo abierto, así que no es que pueda alejarme de ella
unos minutos, pero estoy lo bastante lejos como para que su perfume no se me suba
a la cabeza.
Jesús, Chase. ¿Qué te pasa? Deja de pensar así de tu autora.
—Entonces, ¿sólo hay un dormitorio? —me pregunta Brooke, y el zumbido
sordo y excitado de mi cerebro se calma lo suficiente para que pueda oírla.
Definitivamente, hay sorpresa en su voz, y también una pizca de miedo. Vuelve a
tener las mejillas sonrosadas que ya conocía y Benji la rodea como un buitre.
—Un dormitorio, sí. Pero el sofá se convierte en cama, y ahí es donde estaré.
—No veo ninguna ventaja en alargar esta información. Por lo que sé, una pequeña
broma sobre compartir la cama y Brooke podría desmayarse, y mi polla podría
126

considerar eso como una especie de visto bueno para ponerse el uniforme militar y
estar en posición de máxima atención.
—Bueno, de acuerdo entonces. —Da un par de vueltas en el espacio antes de
dejarse caer en el sofá y taparse los ojos—. Van a ser tres semanas muy largas,
¿verdad? —pregunta desde detrás de las manos.
Casi me río de lo derrotada que suena. Esta mujer está a punto de embarcarse
en una gira de Netflix de tres semanas, porque sus libros van a salir en la tele y le
preocupa no disfrutarlo.
Entonces me doy cuenta de que me he metido para mi propio beneficio
personal, pero moralmente, tengo un trabajo más importante que hacer que
simplemente cumplir un plazo. Siento una necesidad innata y persistente de hacer
que Brooke disfrute de este viaje. Darle una muestra de lo bien que se siente cuando
el trabajo duro da sus frutos. De recordarle lo increíble que es.
De acuerdo, colega. Pisa el freno otra vez, carajo.
Para recordarle lo increíbles que son su escritura y su talento.
—Creo que va a pasar volando —respondo con seguridad, acercándome al
lugar que hay delante de Brooke y tendiéndole la mano—. Ahora, vamos.
Pongámonos en marcha, ¿de acuerdo? Tenemos una gira que dominar y un libro que
editar, todo en tres semanas. ¿Dúo dinámico para ganar?
Brooke me mira la mano durante un largo rato antes de desviar la mirada hacia
mi cara. Sonrío para intentar tranquilizarla, pero ella niega y vuelve a reclinar la cara
entre las manos con un enorme suspiro herido.
—De acuerdo. Eso es dar más duo-doom que dinámico —musito en voz baja a
continuación.
—Oh, Chase. Gracias, de verdad, por esforzarte tanto —gime, retirando por fin
las manos y poniéndose frente a mí. Sin previo aviso, me abraza. Su perfume vuelve
a subírseme a la cabeza y odio lo mucho que me gusta sentir su calor apretado contra
mí—. Gracias. Otra vez —añade—. Por luchar tanto por mí, por mis libros y por todo.
Cuando se aparta, vuelvo a quedarme embelesado por su olor y su sonrisa y
su... todo.
—Prometo no ser un grano en el culo más del noventa por ciento de los días,
¿de acuerdo?
Suelto una risita, a pesar de que sigo intentando inhalar profundamente en mis
pulmones su aroma de muchas notas. Es fresco. Y algo más que aún no puedo
identificar. Necesito más tiempo para probarlo.
—Sólo un viaje rápido al baño de damas, y estamos en el camino.
127

Desaparece dentro del minúsculo espacio con pies rápidos, y yo me quedo de


pie reflejándome.
¿Creo que es una mala señal que acabe de imaginarme cómo sería tocar a
Brooke Baker, también conocida como la autora más importante de mi carrera? ¿O
creo que huele a cítricos suaves en una noche de verano?
¿O crees que, tal vez, estás mucho más jodido de lo que te imaginas?
128

Capítulo Catorce
Brooke
Respiro hondo en el baño mientras Benji lloriquea en la puerta. Tanto él como
yo sabemos que estoy a punto de quedarme sin luz ni electricidad, pero no soporto
abrirme al mundo exterior, aunque eso signifique que Benji no pueda entrar. Eso sería
como admitirlo totalmente, y sinceramente preferiría golpearme la cabeza aquí
dentro en este momento que enfrentarme al hecho de que acabo de abrazar a Chase
Dawson sin su permiso.
Cuerpos uno contra el otro, brazos alrededor de sus hombros, abrazándose.
Claro, estaba rígido y torpe, casi como si mantuviera toda su mitad inferior
alejada de la mía, pero no puedo culpar al hombre. A pesar de todas las pruebas
literarias de mi ruptura con la realidad, de hecho sólo tenemos una relación
profesional. No compartimos ningún estatus que fomente o explique un abrazo.
No compartimos nada.
No es mi novio, ni siquiera mi mejor amigo. Es mi editor.
E incluso en eso, el pobre tonto sólo está en esta horrible gira de autocaravanas
porque alguna tonta entregó el puto libro equivocado que él tiene que convertir en
oro editorial.
Nunca sabré cómo me meto en estas situaciones.
Y ahora me está esperando para, lo que sólo puedo suponer que él cree que
es, terminar de cagar para que podamos seguir el camino. Por mi vida, no puedo
pensar en otra razón para estar en el baño tanto tiempo. Como, incluso con una
mierda, estamos hablando de malestar gastrointestinal grave en este punto.
Y sin embargo... ¡no puedo dejar de asustarme!
Ni siquiera sé adónde vamos. O cuando se supone que debemos estar allí.
¿Cómo se me está ocurriendo ahora que ni siquiera he visto el calendario de
esta cosa? ¿Tres semanas? ¡Claro que sí! ¡Ni siquiera necesito saber adónde voy! Maldita
sea, soy una idiota. En ocasiones como ésta pretendo ser británica, porque una
británica enfadada suena mejor que una Brooke amargada.
129

Respiro hondo tres veces, me quito las gafas y me inclino hacia el pequeño
lavabo para echarme agua fría en la cara. Es una de las únicas cosas que a veces me
sacan del borde del desmayo. Es como si reseteara mi sistema nervioso o algo así.
Pero no me cites a mí como científica, porque aunque llevo mucho tiempo así, no soy
en absoluto una experta en medicina.
¿Emocionalmente, sin embargo? Yo soy la sensei. Ah, sí, soy una maestra en
las consecuencias que suelen tener estos desmayos, tanto en mí misma como en otras
personas. Para mí: bochorno y vergüenza. Para los demás: sobre todo lástima.
Me seco la cara con la toalla que cuelga, me vuelvo a poner los lentes y salgo
del baño ante un Benji enojado. Después de evaluarme y ver que no puedo hacer
nada por él, se acerca al sofá y se acuesta, apartando la cara de mí a propósito.
Me siento mal, por supuesto, por haberlo traicionado así a él y a su lealtad, pero
tendremos que esperar a un momento más privado para hablar de mi
comportamiento en detalle. Hablar a los animales como si fueran humanos no es el
tipo de cosas que normalmente se airean tan pronto en una relación.
Ha. Ha. No estás en una relación con Chase Dawson, Brooke. Se consciente de la
realidad.
Dejo que mi perro haga pucheros y me dirijo a la parte delantera de la
autocaravana, donde encuentro a Chase en el asiento del conductor, con el motor en
marcha y el cinturón abrochado.
Cualquier otra persona tendría una imagen graciosa, sentada en el enorme
asiento del conductor con aspecto de sillón reclinable y con el enorme volante en las
manos, pero Chase no. Su cabello negro le llega justo a la altura de la frente y sus
fuertes brazos parecen equipados para manejar este volante y algo más. Asiente en
mi dirección con su habitual sonrisa de dientes blancos, se pone sus lentes de sol de
aviador y, con poco esfuerzo, sale del estacionamiento y se pone en marcha. A ver el
Paraíso y todo eso.
Aun así, la idea de que el editor de un libro se convierta en el conductor de mi
autocaravana es demasiado alucinante como para dejarla pasar. Tengo que comentar.
Tengo que hacerlo. ¿Cómo demonios sabe conducir una autocaravana gigante como
este, cuando yo apenas sé conducir un coche?
Pero no quiero que se tome a mal mi pregunta, así que intento sonar lo más
sofisticada y profesional posible.
—¿Ha manejado alguna vez algo tan grande? ¿O estás acostumbrado a trabajar
con equipos pequeños?
130

Tose y la insinuación de lo que acabo de decir me da de lleno en los ojos.


Demasiado sofisticado y profesional. Por la forma en que he formulado la pregunta,
bien podría ser el productor de un guion porno.
¿Cuánto mide su pene, señor?
GAH.
Benji se levanta de un salto, mi ritmo cardíaco, ahora desbocado, es su canto
de sirena, y corre a colocarse a mi lado mientras yo hago todo lo posible por salir de
mi incómodo agujero sin sacar accidentalmente una cinta métrica. —Quiero decir...
lo que quería decir era... Mira, estás conduciendo una autocaravana, y eso es bastante
grande comparado con un Kia o, como, incluso una pequeña camioneta o algo así,
¿sabes? No estoy diciendo que no puedas manejar equipos grandes o que piense que
sólo reconoces equipos pequeños o…
Chase se ríe y me pone la mano en la rodilla. Cada gramo de mi sangre
abandona el resto de mi cuerpo para precipitarse a ese punto con el que me niego a
comunicarme en este preciso instante. ¿El corazón necesita sangre? Ahora mismo, no.
Mi mirada se fija en sus dedos largos y bronceados mientras aprietan mi carne, y
todas mis funciones básicas agarran sus piquetes y se ponen en huelga. Tengo que
recordarme a mí misma que debo inspirar y espirar y tragar de vez en cuando.
—Si te soy sincero, probablemente estoy acostumbrado a tratar con equipos
medios en mi día a día —dice con una sonrisa burlona que me hace sentir náuseas.
Dios mío, este sería el momento perfecto para que las entrañas de la tierra se
abrieran y me tragaran entera. Socavones, arenas movedizas, ¿dónde estáis cuando los
necesito?
No encuentro palabras, ni en mi boca, ni en mi garganta, ni en el fondo de mi
estómago. El lenguaje, para mí, deja de existir.
Sin embargo, Chase no se entretiene en mi silencio, sino que lo llena de charla
alegre. —En realidad, he conducido una autocaravana dos veces en mi vida... o
bueno, durante dos periodos de una semana, supongo que debería decir. Cuando era
niño, mis padres siempre nos llevaban a mi hermana y a mí a Myrtle Beach, en
Carolina del Sur. ¿Has estado allí alguna vez?
Sonrío. Mierda. ¿Myrtle Beach? —¿En serio? Ahí también íbamos siempre.
Chase se ríe. —Creo que era un lugar de moda en los noventa.
—Me pregunto si alguna vez estuvimos allí al mismo tiempo —pienso,
recordando todas las fotos que mi madre nos hizo a Sammy y a mí saltando en las olas
y haciendo boogie-boarding. Siempre había niños por toda la playa, y pensar que
uno de esos niños podría haber sido este hombre es casi increíble. Quiero decir, es
131

tan... rudo y varonil y masculino. Está claro que hombres como él tuvieron que ser
niños en algún momento de sus vidas, pero estoy aquí para decirte que la
incomodidad que viví durante mi infancia es de las que perduran. Es imposible que
no le quedara al menos una pizca de eso si no hubiera llegado directamente a la edad
adulta. ¿Verdad?
—Probablemente lo estábamos.
Un escalofrío me recorre la espalda al recordar el vídeo que vi en Internet
sobre los espíritus guía. La señora que hablaba de ellos mostraba una foto de sí misma
en su primer día de universidad, con su ahora prometido completamente
desprevenido en el fondo. Decía que los espíritus guía intentan toda la vida reunirnos
con las personas importantes, y que los pequeños huevos de Pascua como el de la
foto son su forma de gastarnos una broma simpática.
¿Es posible que Chase Dawson y yo estemos hechos el uno para el otro? ¿Y que
nuestros guías espirituales nos hayan estado tomando el pelo toda la vida con viajes
a Myrtle Beach y un amor por los libros? ¿Incluso nos han estado cruzando en Nueva
York?
—No recuerdo en qué mes solíamos ir, pero creo que podría haber sido en
junio —comenta Chase, sacándome de mi fantasía y poniéndome de nuevo el cinturón
de seguridad en el asiento del copiloto de esta autocaravana. Los Baker iban en julio.
Siempre—. Tendría que preguntarle a mi hermana. Lo único que recuerdo es que
siempre íbamos por helado a la tienda que había al final de la calle de nuestro
camping. A Mo le gustaban los de vainilla y a mí los de naranja. Nunca lo comí,
excepto cuando íbamos allí, y creo que no lo he vuelto a comer desde entonces. Pero
fuimos dos veces después de sacar la licencia de conducir, cuando mis padres ya no
sabían qué hacer con nosotros, y mi padre me obligó a conducir la autocaravana.
Tenía que estacionarla en el camping y todo eso, y mi hermana siempre me gritaba
que no chocara con nada.
—Vaya. Creo que eso te convierte en un experto, entonces.
—No sé si un experto, pero sin duda capaz de manejar grandes equipos.
Vuelvo a sonrojarme ante el jugueteo de Chase, seguramente inducido por la
lástima y me giro para mirar por la ventanilla en un esfuerzo por disimularlo. Benji se
olvida temporalmente de nuestro intercambio y descansa justo entre el asiento de
Chase y el mío. Me abrocho el cinturón de seguridad, esta vez, literalmente, mientras
atravesamos un par de baches en la carretera y miro por el parabrisas la increíble
cantidad de tráfico urbano que Chase tiene que sortear. Me estreso sólo de verlo
pasar, y ni siquiera tengo que hacer nada.
132

Sólo puedo esperar que mis niveles de cortisol no sean tan altos durante todo
el viaje. Benji no conseguirá dormir nada, y yo nunca oiré el final de esto.
—Así que, después de salir de esta trampa mortal urbana... ¿hacia dónde nos
dirigimos?
Chase me echa una mirada rápida, ya conoces esa mirada. Parpadea
rápidamente antes de volver la vista a la carretera, con las cejas ligeramente
arqueadas. —¿No te han dado el cronograma?
Me río e inclino la cabeza. —Sorprendentemente, no. Y tampoco se me ocurrió
preguntarlo, así que voy a ciegas hasta que me des los detalles.
Entonces asiente y hace una pausa... casi como si estuviera considerando algo
y la mejor manera de decírmelo. Como profesional del intercambio incómodo, no me
gusta nada esa mirada.
—¿Qué? —pregunto—. ¿Qué es?
—Bueno, la primera parada es tu ciudad natal. Hometown, Ohio —aclara con
una carcajada que indica que sabe que conozco el nombre de mi ciudad y su ironía,
pero el humor parece la única forma de soltar esta bomba sin acabar hecho pedazos.
—¿Qué? —Grito, detonando la cosa de todos modos—. ¿Por qué harían eso?
Chase se encoge de hombros. —Pensé que lo habían aprobado contigo y que
era una especie de comodidad. Para mojarte los pies sin demasiada presión. June, el
enlace con la que he estado trabajando estrechamente, incluso me dijo que iban a
ponerse en contacto con tu familia para hablar de la parada de la gira Hometown. —
Me mira a los ojos, y puedo imaginar que en estos momentos parecen demasiado
grandes para sus cuencas—. Aunque, ahora estoy sintiendo que hay un montón de
traseros por suposición caminando alrededor de la sede de Netflix en este momento.
Me mira varias veces más, desviando francamente demasiado su atención de
la carretera, mientras yo intento recomponerme.
La primera parada de esta gira es mi antiguo territorio, ¿y piensan ponerse en
contacto con mi familia para que se una a la fiesta? Empiezo a preguntarme si le caigo
bien a la gente de Netflix.
—¿Estás... bien? ¿Está tan mal en casa? ¿Tengo que llamar a alguien y hacer
que lo cambien?
—No, no —digo negando a decirles a los ejecutivos de Netflix cómo hacer su
trabajo en mi nombre. Según mi experiencia, a los líderes de las grandes empresas
no les suele gustar eso—. Mi hogar está... bien. No es malo ni nada, es sólo... pequeño.
Íntimamente conocido, ¿sabes? Y hace años que no vuelvo allí.
133

—Lo entiendo. Soy oficialmente de Nashville, pero en realidad viví en un


pueblo fuera de la ciudad, así que entiendo cómo es la vida en un pueblo pequeño.
Todo el mundo conociendo tu negocio y su negocio y el negocio de Tom, Dick y Harry.
Pero ahora eres una autora de superéxito, y seguro que todos están orgullosos de lo
que has conseguido. Las ciudades no harían carteles para decir qué celebridades
vinieron de ellas si no estuvieran impresionadas.
Resoplo. —Dudo que Hometown tenga un cartel para mí, pero gracias por los
ánimos. No me pasará nada. Supongo que no me lo esperaba.
—Bueno, si te hace sentir mejor, no estaremos allí hoy. Tenemos planeada una
parada en un camping de Pensilvania para pasar la noche antes de volver a la
carretera mañana. No tendrás que enfrentarte a nadie de tu infancia durante al menos
veinticuatro horas.
—Oh, genial —consigo decir mientras mi mente da vueltas al hecho de que
Chase y yo vamos a estar solos durante la próxima vuelta al planeta. Sin controladores
de Netflix, sin lectores, sin fans: nadie más que yo y el tipo sobre el que escribí un
libro.
Ha. Ha. No debería ser difícil en absoluto.
Chase parece darse cuenta de mi inquietud, o no sé, quizá sólo quiere que deje
de charlar mientras él intenta conducir esta monstruosidad sobre ruedas por las
concurridas autopistas de la ciudad. Sea cual sea el motivo, le estoy eternamente
agradecida cuando sugiere: —¿Por qué no vuelves al dormitorio y te echas una siesta?
Yo nos pondré en camino y tú podrás relajarte.
Aun así, no quiero ser una Sandy egoísta, así que lo compruebo dos veces para
asegurarme. —¿No te importa? No quiero dejarte todo el trabajo duro a ti. No puedo
conducir, pero puedo ayudar en algo.
—Tú y Benji vayan a descansar. Nos reagruparemos cuando lleguemos al
campamento en unas horas.
Asiento. Parece el mejor plan para todos. Yo puedo dejar de avergonzarme y
él puede descansar de consolarme.
El Tour en autocaravana de Brooke Baker es un trabajo a tiempo completo.
—Gracias, Chase.
—Descansa tranquila, Brooke.
Ojalá fuera tan sencillo.
134

Capítulo Quince
Brooke
Cierro la puerta del baño detrás de mí y me acomodo en el retrete para soltar
el tipo de pis que no debería ser posible. Ya sabes cuál. Un manantial salvaje, un
lavador a presión y un río embravecido combinan sus fuerzas para dominar el mundo
de las tazas de váter y se reúnen en un evento de alivio de media hora.
Llevamos en la carretera un tiempo indeterminado, la siesta me ha hecho
perder la noción de las horas y los minutos, pero por la urgencia de mi vejiga al salir
de la habitación y escuchar a Chase registrándose en la puerta del camping de
Pensilvania, sé que ha pasado bastante tiempo.
Aun así, me aguanté mientras fingía ayudar a Chase a estacionar en el lugar y
conectarnos a todo lo necesario de agua y electricidad o lo que sea que tengan los
campamentos, y esa sacudida extra de tiempo sin vaciar mi vejiga fue suficiente para
hacerme sentir que podría ir hacia la luz brillante si no me ocupaba pronto.
Por suerte, Chase se marchó a pie a la tienda del campamento por provisiones
y hielo o algo así que casi le escucho explicar, y yo entré en esta pequeña habitación
como un cohete propulsado por orina.
Te lo digo, este tipo de liberación de la vejiga es casi orgásmica, y durante la
primera parte, mis ojos están medio cerrados en lo que sólo puedo describir como
éxtasis.
Finalmente, desplazo la vista desde el espacio de baldosas del suelo frente al
lavabo hasta la rejilla de ventilación medio cerrada de la parte superior de la ducha.
Dos ojos pequeños y brillantes me miran fijamente con una agresividad desmedida.
¿Pero qué...?
Entrecierro los ojos mientras mi cerebro intenta comprender lo que veo.
Llámame loca, pero algo de estar en el baño no combina bien con ser observada.
Los pequeños ojos brillantes parpadean y ajustan su peluda cabeza, y es
entonces cuando me doy cuenta de que una maldita ardilla me está mirando hacer
pis.
135

Todavía parece enojada. Muy molesta, de hecho, y viendo que acabamos de


llegar a este camping, no entiendo de dónde viene el enojo.
¿Muerden las ardillas a los humanos? ¿Tienen la rabia? Mi mente empieza a
preguntarse todas las consecuencias que podría tener ser atacada por este animal, e
intento forzar a mi vejiga a terminar.
—Tranquila, tranquila —le digo en voz baja, con la esperanza de evitar la
vacuna contra la rabia—. Tranquila, ardilla. Vengo en son de paz. —Resoplo—. Bueno,
en son de pis si de verdad quieres ir al grano, pero AHHHHH...
Los cristales se rompen y los bebés lloran en algún lugar a lo lejos mientras yo
suelto un grito impío de proporciones épicas en el mismo momento en que la ardilla
se abalanza hacia mí y mi maratón de pis.
—Ahhhhyyeeeee! —chillo, saltando del retrete justo cuando mi vejiga decide
que ya ha terminado y golpeando mi cuerpo contra el botiquín que hay sobre el
lavabo como una luchadora rebotando contra las cuerdas.
La ardilla arremete de nuevo, esta vez, estoy convencida, contra mi garganta,
y la puerta del baño se abre de golpe de forma dramática. Los ojos de Chase,
desorbitados por el miedo, llenan el espacio abandonado.
No tengo tiempo ni concentración para explicarlo, sino que doy brincos
estridentes para subirme los pantalones y evitar a la ardilla, todo mientras Chase bate
un brazo hacia el animal ofensivo sin vacilar. Él está en su hora de héroe, corriendo
hacia las llamadas angustiadas de la damisela en el fuego, y yo estoy tan cerca de una
banshee fuera de control, que ni siquiera me reconozco.
Estoy impresionada por lo rápido que evaluó la situación y agradecida de que
no se detuviera demasiado en el hecho de que yo estaba totalmente desnuda cuando
abrió la puerta del baño.
Benji ladra como un loco ahora, pero como hay poco espacio, no puede entrar
en el baño para ser Robin para el Batman de Chase.
Además, no está vestido para la ocasión. El Capitán América y Batman nunca
luchan juntos contra el crimen. Es una especie de regla no escrita de DC y Marvel.
—Santo cielo, está enojada —murmura Chase, aún concentrado únicamente en
el control de plagas, y yo soy cero ayuda.
—¡Quiere matarme!
Benji ladra, cada woof un verbal. —¡Déjame con él, hermano! Yo puedo con él
—y yo me quedo ahí de pie junto al fregadero, como una mujer que ha olvidado cómo
hacer de humana.
136

Pero la ardilla sigue furiosa y saltando por el cuarto de baño de una forma que
me hace temer que vaya a encontrar un objeto afilado con el que apuñalarme.
—¡Ahh! ¡OO-ahh! Mierdaaaa champiñones! —grito, falto de coherencia y con el
temperamento desquiciado. No es que tenga algo en contra de las ardillas. De hecho,
me gustan, pero a distancia. Ya sabes, cuando estoy detrás de una ventana y ellas
están a cientos de metros en un árbol.
La ardilla se sacude y se contonea, y en la determinación de Chase de hacer
contacto con el feroz monstruo, me da un codazo en la teta, justo en el pezón, y vuelvo
a chillar.
—AYYYYYYYY!
—¡Lo siento, lo siento, lo siento! —grita, subiéndose al retrete y lanzándose
encima de la puerta de la ducha cuando nuestro peludo enemigo hace otro
movimiento frenético.
Me froto el pezón que me escuece e intento maniobrar para salir por la
pequeña puerta al pasillo. La ardilla se zambulle y Chase lanza un grito de guerra que
casi seguro que alerta al FBI.
Finalmente consigo salir del baño, dejando a Chase, la ardilla adversaria, y un
retrete lleno de pis solos en el pequeño espacio. También me las arreglo para agarrar
el collar de Benji para que no se deslice dentro y aumentar esta guerra a un desastre
nuclear.
Chase arremete cuando la ardilla se lanza, y yo chillo sin poder evitarlo cuando
la plaga de cola esponjosa se acerca a la salida. Benji ladra de nuevo y se abalanza
hacia el lunático peludo, pero le agarro el collar con suficiente fuerza como para
impedir que avance.
Haciendo un giro de ciento ochenta grados, la ardilla se zambulle de nuevo en
el baño, anulando todo el duro trabajo de Chase hasta ese momento.
—Me las apaño para quitarme de en medio y entrar en la sala. Por lo que
parece, la valiente lucha continúa durante otro minuto y medio antes de que la ardilla
vuelva a salir disparada por la puerta. Esta vez, sin que yo le bloquee el paso, llega
hasta la puerta de la autocaravana y salta de nuevo al aire libre, brincando hacia los
árboles cercanos como si fuera ella la agredida.
—¿Brooke? —Chase llama, sus ojos ansiosos mientras me busca a su salida del
baño—. ¿Estás bien? No estás herida, ¿verdad?
—¿Estás bromeando? —Respiro—. ¡Le hiciste un samurai a esa cosa! Apenas
tuve tiempo de gritar antes de que te pusieras en plan Spiderman con el culo de esa
ardilla. Aunque creo que Benji está un poco enojado por no haber entrado en acción.
137

Los dos miramos a Benji y vemos que mi perrito esta acostado debajo de la
mesita de la cocina con la cara entre las patas y un puchero en los labios.
—La próxima vez, amigo —afirma Chase entre risas, la respiración ligeramente
entrecortada hace que suene más áspera de lo normal.
Me acerco a Benj para rascarle entre las orejas, pero suelta un gemido que me
indica que tengo que dejarle un poco de espacio.
—He cerrado la rejilla de ventilación que hay encima de la ducha para que no
pueda entrar otra por ahí —explica Chase—. Pero tendremos que tener cuidado con
la puerta lateral. Me di cuenta de que estaba abierta cuando volví y oí tu grito, así que
no estoy seguro de por dónde entró.
—Maldita sea —digo entre risas incrédulas—. De Nueva York a la escena de un
ataque de ardillas. Me siento como si hubiera dormido en una nueva dimensión.
—¿Olvidé decirte que conduje la autocaravana por la madriguera del conejo
de Alicia?
—Un pequeño aviso habría estado bien.
—Lo siento. —Su sonrisa llena alegría es casi demasiado para mi patético
corazón, y mi risa se convierte en una sonrisa.
Entonces se hace el silencio entre nosotros y mi sonrisa también se vuelve
incómoda.
Me siento fatal porque no es culpa de Chase que no sepa estar a su lado. Soy
un manojo de nervios danzante en el que un emocionante desmayo es el colofón de
mi espectáculo nocturno.
Necesito encontrar una forma de ser normal o ninguno de los dos sobrevivirá.
—Tal vez debería...
—Va a estar oscuro...
Chase y yo hablamos al mismo tiempo, y un escalofrío me recorre la espalda
mientras el corazón me da un vuelco.
—Lo siento —decimos los dos a la vez.
Oficialmente tímida, asiento con la cabeza en un gesto de adelante en lugar de
hablar. Él sonríe y se pasa una mano hermosamente por el espeso cabello negro.
—Decía que pronto oscurecerá, así que voy a comprobar todas las conexiones
eléctricas y a tomar leña por si acaso.
—Parece un plan fantástico. —Y seriamente más filantrópico que el mío.
138

—¿Qué ibas a decir? —me pregunta cuando mi vergüenza me impide rellenar


el hueco.
—Oh, ja, ja —digo nerviosa—. Pensé que podría darme una ducha.
No sólo necesito un reajuste, sino que creo que me ha caído algo de pis por la
pierna en el caos.
—Genial. Me parece una idea estupenda. Puedo ducharme más tarde —ofrece
con otra sonrisa, girándose hacia la puerta y dirigiéndose a ocuparse de todo lo que
necesitamos para sobrevivir sin quejarse. Me doy cuenta de que se toma su tiempo
para cerrar bien la puerta, incluso tira ligeramente de ella para probarla antes de
marcharse.
Echo la cabeza hacia atrás y me golpeo la cara con las palmas de las manos,
avergonzada.
Dios, Brooke, realmente tienes que ponerte las pilas aquí. Este es el primer día.
DÍA UNO.
Me pongo manos a la obra, voy rápidamente a la maleta a por mis artículos de
aseo para la ducha y vuelvo a la escena del crimen de la ardilla. Cuando entro, el
retrete está sin tirar de la cadena, así que lo primero que hago es ocuparme de eso y
luego pongo la ducha a toda potencia.
Es un hecho científico que la piel de la mujer está preparada y dispuesta para
ser escaldada en todo momento, siempre que se haga en la ducha.
Y aunque mi mejor amigo se enojará conmigo, le doy un último rasguño detrás
de las orejas, susurrándole: —Tú quédate aquí, Benj, mientras yo me ducho.
Aún parece enojado, y su silencio y su evasión de mis ojos lo dicen todo, pero
ya encontraré la forma de compensarlo más tarde.
Una vez cerrada la puerta del baño, me desnudo sin delicadeza y me meto
dentro, sin dudar siquiera en meter la cara directamente en el agua caliente. El agua
es tan agradable para mi piel sobre estimulada que, cuanto más tiempo permanezco
en ella, más noto cómo se me hunden los hombros alrededor de las orejas.
Sé que es una situación estresante que nadie podría haber visto venir, ni
siquiera esa adivina tan extravagante llamada Cleo que vi cuando me mudé por
primera vez a la ciudad. Pero la forma en que lo estoy llevando hasta ahora es
maníaca, incluso para mí, y tengo que bajar el tono.
Hay una cosa que suele devolverme a un estado estable sin falta, y por muy
retorcida que sea que esté directamente relacionado con todas las cosas que me
encienden y me asustan, no se me ocurre nada que prefiera hacer.
139

Suavemente, deslizo los dedos por mi vientre hasta la pelvis, arremolinándome


en la suave y húmeda piel justo encima de mi clítoris.
Tienes problemas, intenta advertirme mi mente. Pero la ignoro, la sensación de
mis dedos contra mi piel excitada es mucho más placentera que un chequeo de salud
mental.
Mi cabeza cae hacia atrás y mis hombros completan su descenso a la
normalidad, y sé más allá de toda sombra de duda que voy a llevar esto hasta el final.
Necesito correrme y, con toda probabilidad, voy a visualizar la cara de Chase
mientras lo hago.
—Bendíceme, Padre —me susurro—, porque he pecado.
Estoy viviendo oficialmente con mi enamoramiento inapropiado definitivo, y lo
único que puede calmarme es tirarle la judía a la cara.
Nota para uno misma: Llama a tu terapeuta después de esta gira.
Pero ya no hay vuelta atrás. Estoy enjabonada y mojada y gimiendo en silencio
como la puta que soy.
Estoy oficialmente pecando.
140

Capítulo Dieciséis
Chase
La leña repiquetea cuando la amontono junto a la chimenea y luego limpio los
restos con un par de movimientos rápidos de las manos. He vuelto a comprobar todos
los cables, los gatos de nivelación y los neumáticos, para no llevarnos una sorpresa
por la mañana, y todo está en orden.
Hacía años que no acampaba en ningún sitio, pero a un nivel extrañamente
sentimental, me siento bien haciéndolo de nuevo.
Abro la puerta de la autocaravana con un chasquido de la manilla negra, subo
corriendo las escaleras metálicas y entro en la sala de estar, deteniéndome sólo para
cerrarla bien tras de mí, antes de acomodarme en la mesa del comedor y sacar el
teléfono para enviar un mensaje de texto a mi hermana.
Yo: Llegamos sanos y salvos a nuestra primera parada.
Mo no suele comportarse como una figura materna, exigiendo que le
comunique todos mis movimientos, pero tampoco he cruzado nunca el país en una
autocaravana con su autora favorita. Está en modo fangirl y yo soy la médium que la
conecta con el otro lado.
Su respuesta es rápida y molesta.
Mo: Bien. Espero tu informe nocturno antes de irme a la cama. Asegúrate de
incluir cualquier cosa interesante que Brooke diga o haga, ¿de acuerdo?
No dudo en volver a meterme el teléfono directamente en el bolsillo en cuanto
lo leo. Sabe todo lo que estoy dispuesto a comunicar en este momento.
Como oigo correr el agua de la ducha, saco mi manuscrito y mis notas de la
bolsa de lona marrón y los dejo sobre la mesa, frente a mí. Tomo un bolígrafo del
bolsillo delantero y me chupo el dedo para hojear las páginas.
Ahora bien, soy consciente de que la mayoría de los editores del siglo XXI
utilizarían un ordenador y Microsoft Word para hacer un seguimiento de sus cambios
y hacer comentarios y cosas por el estilo, o diablos, quizá algo incluso más avanzado
141

que eso, pero yo no. Me gusta sentir la pulpa de los árboles y el sabor de la tinta en
el pulgar cuando voy a pasar la página.
A Justin, mi ex mejor amigo, le gustaba burlarse de mí por ser de la vieja
escuela, pero nunca le di mucha importancia. Menos mal, porque resulta que no es
muy buena persona.
Un pequeño golpe resuena en el cuarto de baño y, lo juro, oigo el susurro de
un gemido bajo y lento procedente del otro lado de la pared.
Me inclino sin querer, y entonces vuelvo a oírlo, procedente de donde Brooke
está ahora mismo en la ducha.
¿Esta... es ella...?
No puedo estar seguro, pero estoy bastante seguro de que mi corazón está
ahora fuera de mi pecho.
Mis oídos están en alerta máxima, lo quiera o no, y un zumbido me consume el
interior del cráneo. Pero cuando oigo algo más: el sonido de respiraciones agitadas
que atraviesan la pared, trago saliva. Madre mía. Está haciendo lo que creo que está
haciendo.
Siento un cosquilleo en la piel, arqueo la espalda en línea recta y el zumbido
de mis oídos se convierte en un chirrido agudo de tanto escuchar. Sé que está mal a
todos los niveles humanos y, sin embargo, no puedo apagar esas estupideces. Son
como misiles buscadores de calor, destinados a cualquier sonido que pueda
excitarme.
Deja de escuchar. Concéntrate en algo. Cualquier otra cosa menos esa ducha.
Mis oídos ignoran el lado racional de mi cerebro y parecen haber formado
algún tipo de parentesco con mi polla.
Brooke vuelve a gemir, y yo estoy tan concentrado en lo que ocurre dentro de
esa ducha que prácticamente puedo sentirlo a través del fino material de la pared.
Dulce Jesús.
Mis instintos luchan contra mi humanidad, pero en algún lugar de lo más
profundo de mi ser consigo ponerme en pie. Mis piernas tiemblan hasta el punto de
tambalearse, y hago todo lo que puedo para salir a trompicones del comedor, cruzar
la corta distancia que me separa del salón y salir por la puerta lateral, al aire húmedo
y frío del exterior.
Manuscrito y trabajo por hacer olvidado.
142

Respiro profundamente tres veces para concentrar todo el oxígeno del aire en
mi cerebro y deseo a mis piernas que me lleven aún más lejos, lejos de la
autocaravana hasta la mesa de picnic al otro lado de nuestro camping.
No sé qué parte de mi vida me hizo tan ingenuo como claramente soy, pero
este problema tan simple en la primera noche de nuestro viaje me ha iluminado sobre
la profunda mierda en la que prácticamente me estoy ahogando.
Tres semanas. Tres semanas viviendo tan cerca de ella, luchando contra el
impulso de mi polla de invadir cada momento personal de Brooke.
Me gustaría fingir que no tenía ni idea de que pudiera llegar a considerar una
atracción sexual por Brooke, una mujer con la que tengo la responsabilidad de
mantener una relación profesional. Pero la verdad es que no soy tan buen mentiroso
ni siquiera conmigo mismo. Leí cada palabra de Accidental Attachment como si ella
fuera River y Clive fuera yo.
Cada lametón, cada caricia, cada roce y cada beso, me los imaginaba entre dos
personas que se parecen muchísimo a nosotros. Me dije que era algo natural, con
Brooke siendo tan guapa y simpática y relacionable como es y teniendo atributos
físicos similares al carácter de River. Pero después de mi comportamiento
inconsciente de esta noche, me temo que puede ser un poco más complejo de lo que
me apetecía admitir.
Mieeeeerda.
Frotándome las manos en la cara con brusquedad, camino por la hierba
recortada al otro lado de la mesa de picnic con manía motivando la rapidez de mis
pasos.
No es para tanto, ¿verdad?
Lo estoy convirtiendo en algo gigantesco, pero en realidad, soy un hombre
adulto con casi cero problemas de control. Sólo porque piense algo, no significa que
vaya a actuar en consecuencia. Puedo separar las dos cosas fácilmente.
Y no vamos a estar solos todo el tiempo. Probablemente no estaremos casi nada
de tiempo, en realidad. Es una gira publicitaria, por el amor de Dios. El punto es
empujar a Brooke delante de su rabiosa ola de fans y lectores adictos en cada
oportunidad. Esta noche es una excepción. Todo acaba de empezar, y las dos aún
estamos resolviendo la logística. Me acostumbraré a salir mientras ella está en la
ducha, eso es todo. Simple.
Suena el sonido de mi tono de llamada en el bolsillo, así que lo saco mientras
sigo murmurando para mis adentros y contesto sin mirar la pantalla. Cualquier
distracción es sin duda una buena distracción en este momento.
143

—¿Hola?
—Chase —respira seductoramente la persona que llama, con todo el aire de su
cuerpo aparentemente atrapado dentro de sus pulmones. Reconozco la voz
enseguida, pero no debería sorprenderme. Es la voz que oí pronunciar mi nombre
durante casi ocho años.
¿Llamas a esto una buena distracción?
Al parecer, la ingenuidad puede golpear más de una vez.
—Caroline —respondo entre dientes. No puedo creerme que no haya mirado el
identificador de llamadas. Y yo que creía que antes sufría; comparado con esta tortura,
las pelotas azules y el estómago lleno de incertidumbre son el nirvana.
—Chase, cariño, te extraño tanto.
El insulto al final de su declaración es chocante y esperado al mismo tiempo.
Lo último que supe de ella es que había vuelto a las andadas, pero tampoco suelo
recibir llamadas de su versión sobria.
—Caroline —digo con un suspiro áspero, con un nudo alojándose en mi
garganta. No es tanto porque esté enojado en cómo porque mi cuerpo se ha adaptado
para evitar que diga las cosas que luego acabarán haciéndome sentir como un saco
de mierda. Pero toda esta escena... créeme, es cansada. Tres putos años, y todavía no
está hecho.
—No puedo dejar de pensar en ti —susurra con seducción en la voz.
Caroline es conocida por su capacidad de seducción. Es muy hábil en eso, y la
versión más joven de mí estaba hipnotizado por su poder. Tiene una forma de ser.
Sabe cómo utilizar todas sus herramientas sensuales para tejer una red que te atrae
directamente.
Los hombres miran dos veces cuando Caroline está en la habitación.
Y no apartas la mirada cuando Brooke entra en una habitación.
No sé por qué mis pensamientos se van a Brooke en medio de una llamada con
mi ex, pero decido no quedarme en la réplica.
—Chase, háblame —Caroline vuelve a ronronear mi nombre, y es un duro
recordatorio de quién es como persona.
Este lado de ella, la diosa sexual que intenta abarcar, es una fachada para sus
inseguridades y problemas profundamente arraigados. Ahora que soy mayor y más
sabio y he madurado y dejado atrás las tendencias superficiales de un veinteañero,
puedo ver a través de ella.
144

Caroline sólo piensa en Caroline. Y tiene la molesta necesidad de perseguir el


subidón que siente cuando consigue seducir a alguien. Ni que decir tiene que es una
receta para el desastre cuando se supone que tienes una relación duradera y
comprometida.
La fase de luna de miel no dura para siempre. Con el tiempo, las parejas
evolucionan hacia algo más complejo y arraigado emocionalmente que debe
atesorarse y agarrarse con fuerza con ambas manos. Algo que significa mucho más
que lujuria y atracción.
Pero Caroline no evolucionó y, francamente, no sé si podrá hacerlo algún día.
Probablemente siempre estará persiguiendo ese subidón, y cada relación en la que
se involucre fracasará por ello.
—Caroline, esto se está poniendo viejo.
—No digas mi nombre diciendo eso, Chase —ordena, la dureza sustituyendo
al ronroneo seductor.
—¿Cómo quieres que lo diga, entonces? Porque prefiero no decirlo.
—¿Por qué tienes que ser tan malo? —pregunta, con la lengua aún incapaz de
seguir el ritmo de sus palabras.
—No estoy siendo malo, te lo prometo. Lo sabrías si estuviera siendo malo.
—¿No puedes perdonarme? —susurra entonces, las lágrimas y el dramatismo
la siguiente parada en su plan de cinco pasos.
—¿Perdonarte por acostarte con mi mejor amigo durante año y medio delante
de mis narices? —Me burlo—. No, no creo que pueda.
—Siempre fuiste taaaan perfecto. El Sr. Perfecto Chase Dawson. Mejor que
todos los demás.
—No era perfecto y nunca me he creído mejor que nadie. Pero tengo una
brújula moral, y tener una aventura con el mejor amigo de mi pareja no está en
ninguna parte de ella.
Francamente, no me sorprendería que Justin no fuera su única aventura durante
nuestra relación.
—A mil millas de distancia y todavía no crees que estás lo suficientemente lejos,
¿verdad?
Maldita sea. Una pregunta que tiene sentido.
—¿Verdaderamente? —replico—. No.
—Eso es porque todavía me amas, lo sabes.
145

—No, no lo hago —la corrijo—. Es porque nunca dejas de llamar.


Lo que pasa con mi ex es que he superado tanto esa relación y a ella que ya ni
siquiera siento odio por ella. Soy sobre todo una mezcla de tristeza y fastidio.
Y esta llamada tiene que ver con su propia implicación, no con que realmente
me quiera de vuelta. Es una niña pequeña en una habitación llena de juguetes que
está enojada porque le han quitado uno de ellos. Esto es egoísmo de primaria y lo
más alejado del amor.
—Chicas allí en Nueva York, ¿eh? ¿Crees que eres una mierda caliente ahora?
Son momentos como éste los que me hacen preguntarme cómo pude mantener
una relación con esta mujer durante tanto tiempo. Cómo había planeado casarme con
esta mujer. Pero también son momentos como este los que tienen el poder de hacer
que me incline hacia mi fastidio y pierda la calma.
—Estoy viviendo mis sueños, trabajando con gente inteligente e interesante y
recorriendo el país con una de las autoras de más éxito que he conocido —digo
tontamente, dejando que mis emociones se desborden—. Así que sí, creo que me va
jodidamente bien. Mejor que pudrirme contigo.
—¿Chase? —La dulzura de esa voz es totalmente distinta a la del teléfono. Me
giro rápidamente y veo a Brooke asomada a la puerta de la autocaravana, con una
toalla alrededor del cuello mientras se restriega el cabello mojado. Un mullido
albornoz cubre su cuerpo y me pregunto en silencio si lleva algo debajo. Al notar por
primera vez el teléfono en mi oreja, se lleva una mano a los labios y abre los ojos—.
¡Dios mío! ¡Lo siento! No sabía que tenías una llamada.
Sacudo la cabeza, apartando el teléfono de mi oreja mientras oigo a Caroline
preguntar cosas como —¿Quién demonios es?
—No pasa nada. No es para tanto.
Las mejillas de Brooke se sonrojan un poco, pero sigue adelante. —Sólo quería
que supieras que la ducha está libre si quieres usarla.
Sonrío. —Gracias.
—Bueno. Bien. —Se mira los pies descalzos y luego vuelve a mirarme—. Nos
vemos aquí, supongo —murmura torpemente, y es tan jodidamente linda que casi me
da risa.
Le respondo con la mano, me vuelvo a poner el teléfono en la oreja y me doy
la vuelta. Caroline está enloqueciendo y, si no supiera que no dejará de llamarme, ya
habría colgado el teléfono.
Aun así, si fuera más listo, probablemente lo habría hecho de todos modos.
146

Pero cuando llama mi ex prometida, por desgracia, aún no sé cómo no


contestar.
147

Capítulo Diecisiete
Brooke
Refrescada y relajada tras la ducha, salgo del baño esperando encontrar a
Chase esperando su turno. Sorprendentemente, no está.
La costumbre me hace registrar mi entorno unas cuantas veces antes de creer
que está realmente vacío.
Pero al echar un vistazo por la ventana, lo veo en la mesa de picnic, al otro lado
del camping, así que en lugar de hacerlo esperar a que me ponga la loción, me
arregle, me vista y haga todas esas cosas de mujer, me pongo la bata y salgo
corriendo del dormitorio para abrir la puerta, asomar la cabeza y avisarle de que es
su turno.
—¿Chase? —Lo llamo a la espalda, dándome cuenta solo cuando se gira para
mirarme de que tiene el teléfono a la oreja—. ¡Dios mío! ¡Lo siento! No sabía que tenías
una llamada.
—No pasa nada. No pasa nada —responde Chase con el teléfono pegado al
pecho mientras habla conmigo.
Me miro los pies descalzos e intento sonreír a pesar de la vergüenza, acabo de
realizar la actividad más relajante conocida por la humanidad e ir al grano para que
él pueda retomar su conversación. —Sólo quería que supieras que la ducha está libre
si quieres usarla.
—Gracias. —Sonríe, y me doy la vuelta, tratando de no permanecer demasiado
tiempo en su asunto.
Por desgracia, por muy galante que sea, no puedo apagar los oídos lo bastante
rápido como para perderme lo que dice a continuación.
—No, Caroline —oigo decir suavemente a Chase.
¿Caroline? ¡Caroline! Hay una Caroline con la que Chase habla en voz baja por
teléfono, y yo soy una idiota furiosa. Santa, santa mierda.
148

Me escabullo en la autocaravana y cierro la puerta tras de mí. Se me acelera el


corazón y se me nubla la vista al pensar en todas las cosas sensuales que he escrito
sobre este hombre y sobre mí.
Lenguas en pollas y pollas en lenguas y algunas de las mejores penetraciones
que la imaginación pueda conjurar.
Interminables escenas de felación y momentos de intimidad que me ponen el
pecho colorado.
Todo un puto libro de eso, junto con la fantasía completamente ilusa de que al
final de todo, seguimos adelante con nuestras vidas juntos, como marido y mujer.
Y todo el tiempo, ni siquiera ha estado disponible.
¡Buena Navidad, escribí todo un libro romántico sobre el hombre de otra mujer!
Me voy al infierno en un puto cesto, eso seguro.
Y yo... no sé cómo hacer las paces con eso. Ni siquiera sé cómo hacer el caos
con eso. Estoy tan por encima de mi cabeza, que ni siquiera sé por dónde empezar.
Presa de un ligero pánico, muchacho, eso es quedarse corto, corro hacia la
parte de atrás de la autocaravana, al dormitorio, donde tengo el teléfono sobre la
mesilla de noche empotrada. No sé qué pretendo hacer con él, aparte de invocar a
una bruja y una escoba para que me lleven volando a alguna parte, pero cuando
desbloqueo la pantalla con dedos frenéticos, me encuentro con que voy directamente
al hilo de mensajes con mi hermana.
Benji salta sobre la cama para obligarme a sentarme antes de que convierta
este lugar en una escena del crimen. Me poso en la mullida superficie de la cama
como una cacatúa, lo más cerca que puedo estar de sentarme con toda esta adrenalina
corriendo por mi cuerpo, y tecleo como una loca.
Yo: Necesito que me bajen de la cornisa, y lo necesito ahora. Tengo los dedos
de los pies entre las rocas que se desmoronan en el borde. Francamente, puede que
necesite que me seden.
Una llamada FaceTime de respuesta suena en la pantalla y suelto el teléfono
como una patata caliente. ¡¿Estás loca?! ¡No puedo estar en vídeo ahora mismo! Apenas
soporto estar en la Tierra.
Tomo el teléfono y golpeo la pantalla con los dedos.
Yo: NO ME LLAMES. AHORA MISMO NO PUEDO HABLAR.
Sam: ¿Qué? ¿Qué? ¿Intentas asustarme? ¡Porque está FUNCIONANDO!
149

Yo: No puedo decirte eso. Apenas puedo decirme ESO. Así que hazlo.
Háblame. Escríbeme. Lo que sea. Lánzame cualquier mierda de salud mental que
se te ocurra hasta que se te pegue algo.
Sam: De acuerdo, bueno... sin contexto, esto va a ser un poco difícil.
Yo: ¡SAM!
Sam: De acuerdo, bien. Aléjate del borde, Brooke. Aléjate lentamente.
Yo: No te ofendas, pero estás haciendo un trabajo TERRIBLE.
Sam: ¿Perdona? ¿Esperabas que fuera creativa en el ambiente en el que vivo
actualmente? PAPA ESTA CAGANDO CON LA PUERTA ABIERTA AHORA MISMO,
BROOKE. ¿POR QUÉ, PREGUNTAS? ¡Porque quitó todas las puertas de todos los
baños! Los niños se metieron con la pasta de dientes UNA VEZ, y se ha vuelto
completamente loco. NO HAY PUERTAS EN LOS BAÑOS. EN NINGUNO. Y estás en
un tour para el puto Netflix. Así que, dime de nuevo, ¿cuál de nosotras es la que
necesita ser hablada desde el borde, ¿eh? ¿QUIÉN?
Volví a examinar mis emociones y, de la forma más extraña posible, su
despotricar funcionó tal y como le pedí, devolviéndome a la realidad y poniendo un
poco de tierra firme bajo mis pies.
Esto no es el fin del mundo, ni mucho menos. Esto es sólo... la vida. Y podría
ser mucho peor. Digamos, tener que cagar sin puertas, por ejemplo.
En el mundo real, a veces nos enamoramos de personas que no están
disponibles o con las que no terminamos.
Claro, la mayoría de la gente no llega a escribir un libro entero sobre esas
cosas, pero yo soy autora. Pasar mis emociones a la página es lo que hago. Es mi
válvula de escape, mi cordura, mi rutina. Acabo de hacer lo que sé, y ahora, ahora
que sé que está con otra, puedo dejar todo esto atrás y centrarme en hacer una buena
historia. Clive y River pueden simplemente ser.
Sí, estoy bien. Está todo bien. De verdad. O al menos, lo estaré en tres o cinco
días laborables después de haber dejado tiempo para el procesamiento. —Me hundo
al sentarme e intento que mis hombros se relajen.
También le mando un mensaje a mi hermana.
Yo: Gracias. Era justo lo que necesitaba. Y siento lo de cagar al aire libre. De
verdad, de verdad espero que mejore pronto.
Sam: Te haré saber mi fecha de ingreso en el pabellón psiquiátrico.
Yo: Y en cuál, también. No lo olvides. Quiero poder visitarte.
Sam: Te quiero, cabrona.
150

Yo: Yo también te quiero, Sammy.


Con todo esto resuelto, dejo el teléfono en la mesilla y me recuesto en las
almohadas de la parte superior de la cama. Tengo que levantarme, ponerme crema
hidratante en la cara, ponerme la pijama y lavarme los dientes, pero eso lo haré
dentro de un minuto cuando...
El sonido de la puerta que se abre en el salón hace que me incorpore y que mi
ansiedad se dispare hasta el cartílago enrojecido de mis orejas.
Bien, quizás no estoy tan bien. ¡Necesito el tiempo de procesamiento!
—¿Brooke? —Chase llama desde el salón, y al oír su voz comprendo lo mal que
estoy. Resulta que se me da muy bien mentirme a mí misma.
Mierda. Mierda. Mierda.
El pánico me hace ponerme frenético y me muevo de un lado a otro de la cama
para buscar algo en el pequeño dormitorio trasero. Pero no tengo ni la más remota
idea de lo que busco, porque un arma no me servirá de nada a menos que la use para
apuñalarme en el corazón. Lo cual... tiene cierto mérito.
Oigo los suaves pasos de Chase acercándose a la puerta, y Benji se incorpora
en posición de alerta a mi lado en la cama. Obviamente, me estoy acercando a la
rampa de entrada para salir corriendo, pero a estas alturas, lo agradecería de verdad.
El pensamiento sádico me resulta sorprendentemente útil y, casi
instantáneamente, me acuesto en la cama, cierro los ojos y hago mi mejor imitación
de una mujer profundamente dormida. Mientras no se fije demasiado en la violenta
sacudida de mi pecho, creo que será convincente.
Espero, espero y espero a que abra la puerta y se asome, pero nunca llega el
momento. En lugar de eso, llama ligeramente a la puerta, sólo una vez, casi como
chocando los cinco, y susurra a través de la madera. —Buenas noches, Brooke.
Espero a oír cómo se aleja y vuelvo a sentarme, rascando a Benji detrás de las
orejas.
—Buenas noches, Chase. Buenas noches, dulces sueños. Buenas noches, amor
equivocado. Buenas noches, Luna —susurro para que solo Benji pueda oírme.
Su cabeza se inclina y suspiro, hablando tan bajo que casi no me oigo con mis
propios oídos. —Lo sé, Benj. Lo sé, Benj. Mamá está loca. No tienes que decir nada.
Vuelve a meter la cabeza en un pliegue del edredón y gime. Sabe tan bien
como yo que van a ser tres semanas muy largas. Van a ser duras, incómodas y más
complicadas de lo que me imaginaba, y créeme, me lo imaginaba jodidamente
enredado.
151

Pero es lo que hay, y como dijo mi hermana Sammy, al menos no tengo que
cagar sin puerta.
Además, está toda la gira de Netflix y los sueños que se hacen realidad e incluso
el éxito de este próximo libro. Todo es bueno, aunque ahora no lo parezca.
Tan silenciosamente como puedo, me levanto del colchón y saco la pijama del
bolso, me lo pongo sin ponerme ropa interior y me meto de nuevo en la cama.
Mi piel estará seca por la mañana, pero no hay ni la más mínima posibilidad en
un monzón de que vuelva a salir al baño donde se encuentra mi crema hidratante
antes de que salga el sol por el este.
Sáquenme del horno y estampen algunas líneas de la parrilla en mi culo,
porque si yo fuera un filete de restaurante, estaría cocida y hecha con este día.
152

Capítulo Dieciocho
Jueves 18 de mayo

Chase
Las carreteras interestatales se han convertido en carreteras secundarias
mientras serpenteo con la autocaravana por la campiña de Ohio en dirección a los
viejos lugares de Brooke: Hometown, Ohio. Es lo bastante temprano como para que
la luz del sol incida suavemente y Brooke siga durmiendo a pierna suelta en el
dormitorio.
Mis pensamientos, en cambio, me despertaron temprano. Brooke ya estaba en
la cama cuando anoche colgué el teléfono con Caroline, y por mucho que me hubiera
gustado verla, creo que fue lo mejor. Las conversaciones con una Caroline borracha
no suelen ponerme de muy buen humor, y lo de anoche no fue nada fuera de lo
normal. Porque a pesar de lo feliz que estoy con mi carrera y mi vida en general, no
estoy para nada donde creí que estaría en el amor.
Nunca fui del tipo soltero perpetuo. No buscaba el sabor de la semana ni
necesitaba libertad para explorar. Sentar la cabeza, encontrar una mujer a la que
cuidar y, con el tiempo, formar una familia, eran las cosas que tenía en mi lista de
deseos.
Pero pasar ocho años de tu vida con alguien, sólo para descubrir que todo ha
sido un desperdicio como que hace añicos ese viejo cubo.
Sin embargo, llamadas como la de anoche ponen de relieve el hecho de que
esquivé una bala, así que al menos hay un resquicio de esperanza.
Deseoso de distraerme, esta mañana he revisado y contestado algunos correos
electrónicos de trabajo de Frank y Regina antes de releer varios capítulos de
Accidental Attachment con la intención de tomar notas. Pero Clive y River despertaron
otra serie de emociones para las que no estoy preparado.
Como resultado, he sido muy reservado. Aparte de algunos mensajes más de
Mo preguntando por el desayuno de Brooke, la pasta de dientes de Brooke y el café
de Brooke que no me he dignado responder, todo ha estado tranquilo.
153

La puerta del dormitorio cruje y Brooke maldice en voz baja mientras sale a la
sala dando tumbos sobre unas piernas de mar que aún no ha probado. Al igual que
en un barco, la autocaravana se balancea y se balancea en la carretera, y cualquiera
que intente caminar tiene la sensación de estar aprendiendo a hacerlo por primera
vez.
—¿Estás bien? —pregunto cuando la oigo chocar contra algo, seguido de un
ladrido agudo de Benji. Bajo el volumen de la canción de Tom Petty en la radio para
oírla mejor.
—Mierda —murmura antes de alzar la voz en mi dirección para responderme
directamente—. Sí, sí. Me encuentro bien. Me siento un poco como si hubiera pasado
por el bisturí de Derek Shepherd por una lesión cerebral traumática y estuviera
volviendo a aprender a hacer bee-boop como un humano, pero estoy bien.
Me río mientras ella se desploma en el asiento del copiloto como una muñeca
de trapo. Solo puedo mirar un segundo, pero lo que veo cuando lo hago apaga los
circuitos normales de mi cerebro. Agarro el volante con las dos manos y la
autocaravana se desvía con los latidos de mi corazón.
Los pezones de Brooke están ahí, a la vista de todos.
Claro, hay una fina capa de camiseta de tirantes blanca sobre ellos, pero juro
por la Semana de la Moda de Nueva York que es la tela más frágil jamás creada. Son
finos y, lo que mejor puedo evaluar con ese rápido vistazo a una vista por debajo de
la tela, son de un color rosa malva. Sé que es específico, y no, no sé cómo soy capaz
de llegar a esta conclusión. En cualquier caso, soy incapaz de detener mi lectura.
La camiseta de tirantes le llega hasta el ombligo, y en la parte de abajo, unos
simples calzoncillos bóxer de hombre se ciñen sobre sus muslos esbeltos de tono
oliva cálido. Es un poco alucinante, pero juraría que son exactamente de la misma
marca y estilo que los míos.
Racionalmente, sé que no me robó la ropa interior, pero... mi polla realmente,
realmente cree que lo hizo.
Inmediatamente me viene a la cabeza una escena de Accidental Attachment, una
de las que he leído esta mañana, en la que River se queda a dormir en casa de Clive
por primera vez, sin haberlo planeado. River se pone un conjunto igual a éste, sólo
que tanto la ropa interior como la camiseta son de Clive. El capítulo anterior es una
de las cosas más sexys y eróticas que he leído nunca, sin excepción, y ver a Brooke
así después de leerlo esta mañana me está alterando el sistema nervioso central de la
polla.
Y si me siento así durante mucho más tiempo, no voy a poder ocultarlo tras los
pantalones y el cinturón de seguridad.
154

—¿Es ese el libro? —pregunta Brooke de repente, con voz tranquila y


notablemente desprovista de sueño mientras mira fijamente mi bolso en el suelo,
entre nosotros, con el manuscrito encima.
El libro. Ese maldito libro. Es lo último en lo que me gustaría pensar ahora
mismo.
Curiosamente, es la razón por la que estás aquí...
Mierda. Me aclaro la garganta e intento transformarme en el editor profesional
que debería ser.
—S-sí. —Tropiezo un poco con la lengua—. Estuve leyendo un poco esta
mañana antes de ponerme en camino. ¿Por qué?
Mueve la cabeza de un lado a otro durante no menos de diez segundos antes
de encontrar por fin algunas palabras. —Yo sólo... —Vuelve a sacudir la cabeza, traga
saliva y luego arma una frase—. Es que nunca lo había visto todo impreso y en persona
así. —No sé si ésa es la frase original que pretendía; de algún modo, no lo parece.
Pero no puedo imaginar qué otra cosa estaría pensando o sintiendo, y no es mi trabajo
hacer suposiciones y afirmaciones sobre los sentimientos de otras personas.
—Puedes tomarlo y sostenerlo si quieres —bromeo, señalándolo con la cabeza
mientras me centro en la carretera—. Aunque ya lo he leído cinco o seis veces y he
hecho un montón de pequeñas anotaciones, así que puede que las páginas estén un
poco arrugadas.
—¿Cinco o seis veces? —Brooke pregunta, sorprendida.
—Lo sé, es bastante vergonzoso. —Le guiño un ojo—. Pero a veces tengo que
dormir. Si no, lo habría leído más.
—No, no quería... quería decir... —Brooke se tambalea para explicarse hasta
que me mira bien a la cara y reconoce mi burla—. Oh. Estás bromeando.
—Algo así. —Me río—. Francamente, probablemente lo habría leído más si no
tuviera que dormir.
Brooke niega. —Estás loco. Eres un loco, editor, luchador contra las ardillas,
lector veloz de casas rodantes, y no sé qué voy a hacer contigo. —Hace una pausa y
señala por la ventana frente a nosotros mientras nos acercamos a la plaza principal de
Hometown, y se ríe entre dientes—. Por supuesto, está claro que no podría hacer nada
sin ti, así que no voy a cambiar nada.
—Vaya —observo las idílicas farolas con lazos primaverales y flores envueltas
con esmero. A la derecha hay un imponente banco histórico y a la izquierda un parque
de bomberos, mientras nos acercamos a un gran edificio judicial en el centro de la
ciudad—. ¿Así que aquí es donde creciste?
155

—Fuera de la ciudad. Pero sí. Pasé por esta plaza todos los días de camino al
jardín de infancia hasta duodécimo grado.
—¿Lo echas de menos?
Brooke se encoge de hombros, sus ojos escanean todo lo que está a la vista con
mucha memoria muscular. —Piezas, sí. Me encantaba la sencillez. Pero no podría
haberme quedado aquí, sin hacer lo que hago y sin ver a quién veo cada día. Estaba
muerta por dentro. Ahora, no tengo amigos de los que hablar, aparte de Benji, —
corrige cuando él suelta un pequeño ladrido—, pero estoy radiante por dentro.
Demasiado brillante la mayoría de los días, si soy sincera. Las voces son fuertes.
Sacudo la cabeza con una sonrisa y me sorprendo cuando Brooke grita y salta
de su asiento a toda velocidad y corre hacia la parte de atrás.
—¿Brooke? —Grito, dirigiendo la autocaravana a su plaza de estacionamiento
designada en la plaza—. ¿Estás bien?
—Sí. Acabo de ver a mi profesor de primero en la plaza, ¡y preferiría que no
me viera en pijama!
Su respuesta es tan entrañable y un broche de oro perfecto para mi
introducción a su ciudad.
Esta noche, sin embargo, podré ver a Brooke en acción real con las personas
que mejor la conocen.
Y no puedes esperar, carajo.

Netflix está realmente en la cima de sus eventos. El Hometown Recreation Hall


está engalanado con pósteres al estilo de las películas de The Shadow Brothers, junto
con dos mesas llenas de bolígrafos, marcapáginas y otros objetos para que los fans
de Brooke se lleven de recuerdo.
En cuanto entramos, una cuidadora llamada Jan nos saludó con una gran
sonrisa. Jan está a disposición de Brooke. —Cualquier cosa que necesites —le dijo
cuando llegamos—. Sólo tienes que decírmelo.
Y los aficionados de Hometown no han decepcionado. Han acudido en masa,
hasta el punto de que incluso dos agentes de policía de Hometown vigilan todo el
evento desde sus puestos en la puerta principal.
156

Han transcurrido noventa minutos y todo marcha a la perfección. Y ver a Brooke


peinada y maquillada mientras conoce y saluda a los fans a través de una estrecha
mesa de dos metros, charlando y riendo con ellos, es una experiencia surrealista.
Me resulta increíblemente difícil describir cómo alguien puede ser tan genuina
sin montar un espectáculo, pero estar haciéndolo algo más... al mismo tiempo.
Sé que parezco confuso, pero yo mismo lo estoy. Es la misma mujer que me
fascina, la misma cuya prosa me cautiva y me enamora. Y, sin embargo, también juega
a ser famosa de la forma más encantadora.
Ojalá tuviera una forma mejor de explicarlo, pero estoy disfrutando tanto
viéndola que tengo que recordarme a mí mismo que podría parecer raro si me la
quedo mirando sin pestañear con una sonrisa enorme en la cara durante las dos horas
que dura este encuentro.
En aras de humanizarme correctamente, cada pocos segundos encuentro otras
cosas que mirar. La gente en su fila. Las fotos antiguas de la ciudad en las paredes. El
desgaste del suelo de madera. Todos tienen carácter, eso está claro.
No es hasta que un hombre con botas vaqueras, de vaqueros y camisa de
franela se acerca a la mesa, del brazo de una mujer rubia con ropa ajustada pero
conservadora, que Brooke no se inmuta.
En silencio y tragando saliva, se queda mirando a la pareja durante un rato tan
largo que empiezo a preocuparme de que, si no toma aire pronto, su piel se va a poner
azul.
Miro a Benji, que está descansando, pero despierto debajo de la mesa. No
muestra ningún signo de preocupación, pero sin siquiera pensarlo, me pongo al lado
de Brooke, me sumerjo en medio del silencio y me introduzco. Es una locura en todos
los aspectos que puedo considerar, y sin embargo... no puedo evitarlo.
—Hola, amigos. Soy Chase Dawson —digo con una sonrisa, tendiendo primero
una mano al hombre y agarrando la suya, grande y callosa, entre las mías—. El editor
de Brooke.
Mira a Brooke y luego a mí. —Jamie Carter. Conozco a Brooke desde primaria.
Brooke resopla entonces, captando la atención de ambos, y mis ojos revolotean
hacia los suyos para encontrarlos casi desorbitados. —Sí. Supongo que se podría
decir eso, ¿eh?
Arrugo las cejas y Jamie suena las botas y rodea con el brazo a la mujer que
está a su lado.
157

Brooke me mira directamente y me explica: —Jamie es mi ex marido. Mary


Katherine es su nueva mujer. Y los tres fuimos juntos al colegio, desde quinto curso,
cuando la familia de Jamie se mudó aquí a una hora de distancia.
Mi frente se convierte en nada más que cejas mientras la complicación de la
situación se desparrama por todo el espacio que nos separa. Jamie y Mary Katherine
guardan silencio, pero Brooke suelta una carcajada que roza la histeria. Le pongo la
mano en el hombro para intentar calmarla. Es decir, tiene todo el derecho a reírse,
pero el sonido de las hienas de Scar en el Salón Recreativo del Pueblo está
empezando a suscitar algunas miradas entre el público.
Aprieto suavemente la carne y el hueso, infundiendo todo el bienestar que
puedo en las yemas de los dedos.
Y funciona, ya que se recompone con notable rapidez, sacudiendo la cabeza
antes de dirigir la atención a Jamie. —Lo siento, Jamie. Sé que esto también tiene que
ser raro para ti, pero te agradezco mucho que hayas venido. A ti también, Mary
Katherine. Dice mucho de tu carácter, la verdad, salir a apoyar a la ex mujer de tu
marido con una sonrisa. Gracias a los dos.
La voz de Jamie es tranquila, casi áspera, cuando responde. —Sabes que
siempre quise apoyarte, aunque no entendiera cuál era la mejor forma de hacerlo.
Supongo que más vale tarde que nunca.
Es de lo más extraño, pero en ese momento, mientras el ex marido de Brooke,
a quien supongo que dedicó años y años de su vida y de su corazón, le pide disculpas,
a mi cerebro sólo se le ocurre una idea brillante y emocionalmente superficial.
Parece que los ex andan desbocados estos días, pero al menos éste no está
borracho.
158

Capítulo Diecinueve
Brooke
Jamie Carter, mi ex marido, y su nueva esposa están aquí, siendo amables y,
más allá de eso, sentimentales en medio de mi aparición pública en Hometown.
Hace años que no me acerco a esta plaza, ni siquiera he conducido por ella.
Pero ahora estoy en medio de lo que parece una sesión de terapia para ex-parejas en
el edificio de psiquiatría al final de esa sinuosa carretera, mientras Chase Dawson, el
hombre más soñado al que he visto y tocado ocasionalmente, me mira a unos quince
centímetros de distancia.
Cuando pensaba que no estaba preparada para estar aquí haciendo esto, no
tenía ni idea de lo acertada que estaba.
Dios mío, realmente no estaba preparada para esto en absoluto.
—Sabes que siempre quise apoyarte, aunque no entendiera cuál era la mejor
manera de hacerlo —dice mi ex marido en voz baja, con una familiar aspereza en la
voz—. Supongo que más vale tarde que nunca.
¿Qué se dice a algo así cuando la nueva esposa de la persona está a su lado
cuando lo dice? No me parece romántico ni anhelante, al menos, pero tampoco sé qué
se supone que es aparte de eso.
—Te lo agradezco, Jamie, pero sinceramente, es agua pasada. Ha pasado
mucho tiempo, y ni siquiera te culpé entonces. Simplemente no estábamos alineados,
no íbamos por el mismo camino. Pero es muy amable por tu parte venir aquí. —Una
suave carcajada salta de mi garganta—. Un poco incómodo, pero muy agradable.
Jamie empieza a sonreír, con una curva apenas visible en una comisura de los
labios. Nunca ha sido una persona expresiva y, aparte de ser un buen ser humano, es
todo lo contrario a la personalidad extrovertida de Chase en todos los sentidos. Pero
antes de que alguno de los dos pueda decir algo más, el bullicioso sonido de mi
familia entrando al lugar lo invade todo.
Quizá por primera vez en mi vida adulta, agradezco su intromisión sin gracia.
159

—Jesús, María y José, ¿hay un concierto de Fleetwood Mac después de lo de


Brookie? —Oigo preguntar a mi padre desde veinte personas más atrás en la fila.
Gruñe, bajo lo que sólo puedo suponer que es una agresión de la mano de mi madre
en la nuca, y continúa, controlando el volumen de una idea fantasma destinada a otras
personas—. ¿Qué? Sólo lo digo. Hay mucha gente aquí.
Cierro los ojos un instante y sonrío. Señoras y señores, los Baker han entrado en
al lugar.
—¿Qué? De ninguna manera, Sam! —La voz de mi padre es ahora la estrella del
espectáculo—. ¿Por qué iba a venir toda esta gente a ver a Brooke? ¡Han visto a Brooke
todos los días desde que tenía un mes!
Asiento en silencio. Solo muevo la cabeza y frunzo los labios porque, sí, eso
suena bien viniendo de mi padre.
No es que no esté orgulloso de mí; simplemente no entiende cómo ser algo así
como escritor puede tener la magnitud que tiene. Nunca lo ha hecho. Incluso cuando
llevaba mis muebles de recién divorciada a un apartamento sin ascensor en una de
sus ciudades menos favoritas del mundo, no es que tenga una ciudad favorita, siendo
el tipo rural que es, refunfuñaba y daba tumbos y preguntaba a cada desconocido que
veíamos por la calle, y maldecía mis escaleras y mi puerta y mi apartamento. Pero él
estaba allí. A cada paso, a cada minuto, a cada hora larga del viaje de diez horas
desde casa, él estaba allí. Y al final de todas sus quejas, me dio un beso en la frente,
me dijo que me quería y que lo llamara cuando lo necesitara.
Lo hice por mi cuenta, pero si no lo hubiera hecho, Hank Baker también habría
estado allí entonces.
Tardé un tiempo en reconocerlo por lo que era, pero mi padre nunca había
tomado el camino que él nunca habría tomado, y no es tan fácil aceptarlo como uno
cree. Somos humanos. No somos perfectos. Incluso los padres.
—Oye, Chase —me giro para preguntarle, tocándole el antebrazo para captar
toda su atención—. ¿Puedes volver allí y traer a mi familia antes de que mi padre haga
una escena?
—Claro que sí. —La sonrisa de Chase es brillante, blanca y juguetona.
No puedo evitar mirarlo fijamente.
Cuando me giro hacia Jamie, me observa con interés, y tengo la sensación de
que es porque está familiarizado con la mirada soñadora que probablemente tengo
en la cara mientras veo alejarse a Chase. Esa mirada solía dirigírsela a él cuando
éramos pequeños.
160

Por suerte, mi ex marido vive a diez horas de mí y, aparte de ahora mismo, no


he hablado con él en unos seis años. Después de hoy, no tengo intención de volver a
hablar con él. Por lo tanto, no es la persona a la que tengo que dar explicaciones ni
preocuparme de que quiera discutir por qué tengo esa misma mirada en la cara y
dirigida a mi editor.
Jamie, y esa parte de mi vida, están realmente en el pasado.
—Gracias de nuevo. Ha sido un placer verlos a los dos —les digo a él y a Mary
Katherine, despidiéndolos mientras toda mi alocada familia se acerca a la mesa. Mi
madre, mi padre, mi hermana Sammy y sus dos salvajes retoños son como una banda
de monos araña, balanceándose entre los árboles.
Ni siquiera se dan cuenta de que es Jamie mientras él y Mary Katherine se
retiran, menos mal, así que nos ahorramos un combate a espadazos entre mi padre y
mi reticente ex.
Mi padre no odia a Jamie, de una forma retorcida, son el mismo tipo de hombre,
pero la vieja carta del pecado de los Baker quedó manchada para siempre por nuestro
divorcio, que en sí mismo basta para que Hank se eche atrás.
Los Baker se acercan ruidosamente a mi mesa, como un enjambre de abejas en
un picnic de frutas, pero mi corazón está lleno de calor.
Nunca esperé que fuera tan bueno verlos, pero incluso con el gruñido bocazas
de mi padre, me levanto de un salto y prácticamente por encima de la mesa los
envuelvo a cada uno en un fuerte abrazo.
Mi madre huele como siempre: a Chanel Nº 5 y a productos horneados, y siento
décadas de recuerdos. Mi padre me abraza aún más fuerte que ella, y es el tipo de
sorpresa que me recuerda cuánto me echa de menos y yo a él. Mis sobrinos Seth y
Grant me abrazan al mismo tiempo mientras rebotan en las puntas de los pies y gritan:
—¡Tía Brookie!. —Aunque su atención se desvía rápidamente cuando ven a Benji
debajo de la mesa y empiezan a acariciarlo con manos ásperas.
Con su disfraz de Capitán América a juego con su compasión, se lo toma todo
con calma.
Y el abrazo de mi hermana casi me hace llorar. Es un abrazo de amor y alegría,
pero también de agotamiento. Ha sufrido mucho últimamente y vivir con mis padres
mientras se cura no está acelerando precisamente el proceso.
—Sammy —le susurro al oído, hundiendo la cara en su cabello para no
emocionarme por ella. Ella hace lo mismo, y sé que es porque está orgullosa de mí.
—Lo estás matando, Brookie. Dios, estoy tan asombrada de que todo esto sea
por ti.
161

Asiento. Yo también. De verdad, yo también. No quería hacer esto en absoluto,


estaba nerviosa e insegura, pero estar aquí ahora se siente como la culminación de
todas las luchas que he librado para tener esta carrera.
Las madrugadas, los plazos de entrega, las horas y horas ideando nuevas
formas de comercializar y aumentar mi audiencia.
Ha sido un largo camino, pero ya estoy aquí: la pequeña Brooke Baker tiene
una serie de Netflix y un nuevo contrato para un libro que vale más dinero del que
ella sabía que existía cuando era pequeña.
Si esa niña pudiera verme ahora.
Me alejo de los abrazos y los miro a todo, salvo a mis sobrinos, que ahora están
destrozando lentamente el centro recreativo del pueblo, y se me llenan los ojos de
lágrimas.
—Los quiero, chicos. Gracias por venir.
Mi padre es el primero en apartar la mirada, y sé que es porque no quiere que
vea las lágrimas en sus grandes y varoniles ojos. Se supone que los ojos de un hombre
deben tener la consistencia de una lija en todo momento.
Por desgracia, cuando aparta la vista de mí, observa el daño que mis sobrinos
están haciendo a los cuadros históricos del viejo Galloway, y se gira hacia mi hermana
con sorna. —Vaya por Dios, Sammy. ¿Puedes detener a los destrozadores antes de
que se coman los paneles de madera?
Sammy se va corriendo por los chicos y yo me quedo sola con mis padres y
Chase. Mi madre mira a Chase como si estuviera en la portada de una revista, y no
puedo ni enojarme con ella. Tu chica escribió un libro sobre este tipo, mamá. Lo
entiendo.
—Mamá, papá, este es mi editor, Chase Dawson. Chase, estos son mis padres,
Sue y Hank Baker.
Chase extiende la mano y tanto mi madre como mi padre la toman
alternativamente. —Encantado de conocerlos. Deben estar muy orgullosos de
Brooke. Toda esta gente aquí, sólo por ella. Y pensar que nos quedan siete ciudades
más, como ésta, pero aún más grandes.
Cierro los ojos brevemente y miro hacia abajo para ocultar mi sonrisa. Es
evidente que este cabrón ha oído a mi padre al fondo y sabe muy bien lo que hace.
Él manipulador tan sexy es mi musa...
Sorprendentemente, parece calar en mi padre, que me mira con un haz de
orgullo. Es casi como si fuera una buena católica que no se divorció por un pequeño
momento en el tiempo.
162

—Estamos muy orgullosos de nuestra chica —responde mi madre a Chase—.


Creo que Brooke siempre ha sabido que quería dedicarse a esto, pero le costó un
poco tomar la confianza para saber que podía. Puedo dar fe personalmente de que en
su juventud era una ávida escritora. Se pasaba horas y horas escribiendo en ese diario
suyo.
No sé si quiero que siga o que se calle, pero lo único que siento es el ardor del
orgullo y la vergüenza luchando entre sí dentro de mi caja torácica.
—¿Un diario, dices? —pregunta Chase con una sonrisa maliciosa dirigida a
mí—. Parece que Brooke tenía el gusanillo de escribir desde hace mucho.
—Ah, sí. —La sonrisa de mi madre es radiante—. Las cosas que mi niña ponía
en ese pequeño diario rosa suyo. Te lo digo, era...
—Mamá —me encuentro diciendo sin saber con qué terminar. Ya hay veredicto:
Sue Baker puede callarse.
Sólo recuerdo vagamente la mierda que solía escribir en mi diario, pero sí
recuerdo que todo mi primer año de instituto se centró en preguntarme si me
crecerían las tetas o no. La Brooke adolescente estaba más chiflada que la Brooke
adulta, y en lo único que se centraba su prosa literaria era en que le crecieran las tetas
y besara a los chicos.
Es seguro decir que los pensamientos internos de mi yo adolescente son las
últimas cosas que necesito que mi madre revele en medio de una reunión patrocinada
por Netflix.
Sin embargo, Chase está divertidísimo, y yo estoy medio tentada de darle un
empujoncito en el estómago con el codo.
No lo hago, obviamente. No puedo dejar que mis lectores piensen que soy una
persona violenta.
Además, mi hermana tiene un tiempo perfecto y evita cualquier tipo de
violencia o revelación de diarios acercándose de nuevo a nuestro grupo. Miro detrás
de ella y veo que mis sobrinos están al fondo de la sala con sus iPads. Dado que el
ambiente del Salón Recreativo de la Ciudad Natal solo está lleno de gente de libros y
cosas de libros, tiene poco valor de entretenimiento para un niño de cuatro años y
otro de seis, y creo que las tabletas son una solución estupenda.
Pero mi padre discrepa con una mueca de burla. —Oooh, tiempo de pantalla.
Algo nuevo para variar.
Tengo que morderme la lengua cuando se inclina hacia delante y me da un
beso en la mejilla antes de murmurar: —Estaré en el coche. Buen trabajo, Brookie.
—Gracias, papá.
163

Mi madre se inclina y me da el mismo beso, pero luego me pasa la mano por la


mejilla y me suplica: —Visítame más —antes de seguir a mi padre a la puerta.
En cuanto se van, sale a relucir toda la personalidad de mi hermana. Se inclina
de nuevo hacia mí y me abraza, aúlla un poco y me da unas palmaditas en la espalda
casi brutales.
Duele, pero de la mejor manera posible.
—Estoy tan, tan feliz por ti. Lo único que me haría más feliz es quedarme contigo
en vez de volver con los SnickleFritzes, pero Dios mío, me alegro de verte.
—Yo también me alegro de verte, hermanita. —Le hago un gesto a Chase, que
sigue de pie obedientemente detrás de mí con una sonrisa como si fuera lo más
entretenido que ha estado en mucho tiempo—. Este es mi editor, Chase Dawson.
Chase, esta es mi hermana, Sam.
Se dan la mano, pero Sam me mira todo el rato con ojos muy abiertos, santo
cielo, es un galán, antes de volver la vista hacia él. —Encantada de conocerte, Chase.
Apuesto a que no puedes esperar a salir de aquí.
Una suave risita se escapa de su sexy garganta. —Lo estoy disfrutando hasta
ahora. Pero soy un extraño, lo que he oído mejora mucho el disfrute de las locuras
familiares.
—Sí. Yo diría que sí. —Sam resopla y pone los ojos en blanco al mismo tiempo—
Estoy sufriendo exactamente esas locuras todos los malditos días. Cada mañana que
me despierto, me pregunto cuánto tiempo más podré sobrevivir.
Chase inclina la cabeza hacia un lado.
—Los chicos y yo estamos viviendo con las unidades parentales —responde mi
hermana a su pregunta no verbal, y él hace una mueca.
—Eso tiene que ser duro.
—De tus labios a los oídos de Dios. —Sammy asiente—. Sinceramente, creo que
la CIA podría empezar a usar la casa de los Baker como una forma de torturar
respuestas de criminales de guerra.
De la nada, o quizás, de un lugar muy loco que nunca antes había conocido, una
idea me golpea y sale rodando de mi boca de golpe. —¿Por qué no te doy las llaves
de mi casa en Nueva York?
La cabeza de Sammy se echa hacia atrás. —¿Qué?
—De todas formas, voy a estar fuera las próximas tres semanas, y tú nunca has
pasado tiempo en la ciudad, pero siempre has querido hacerlo. Podrías quedarte en
mi casa mientras estoy fuera.
164

—Pero... tengo a los chicos.


—Lo sé. —Suelto una risita—. Ahora están callados, pero no he olvidado que
existen. Mi apartamento no es enorme, pero hay espacio suficiente para ellos.
—Brooke... yo no... quiero decir, quiero, pero... —Hace una pausa y me mira a
los ojos—. ¿Estás segura?
Me lo pienso un poco más y, curiosamente, la idea suena incluso mejor. No es
que tenga nada de gran valor en mi casa aparte de mis CD de Dolly, de los que toda
una generación se burlaría por usarlos en lugar de transmitirlos desde mi teléfono, y
mi hermana necesita esto. Desesperadamente. Tiene los ojos hundidos y la piel pálida.
Incluso su cabello, normalmente rojo vibrante, se ha desvanecido hasta convertirse
en un sutil pelirrojo.
Haría cualquier cosa para devolverla a la vida.
—Cien por ciento segura —respondo sin la menor duda—. Necesitas algo de
tiempo para descansar y rejuvenecer lejos de mamá y papá. —Me doy la vuelta y
tomo mi bolso de piel marrón de su sitio junto a Benji debajo de la mesa, y rebusco
en el bolsillo delantero para sacar las llaves. Cuando vuelvo a girarme, Sammy está
llorando y Chase la ha estrechado en un abrazo inocentemente reconfortante.
Me la pasa, por supuesto, y la estrecho entre mis brazos. —Oh, Sammy.
—Brooke, no tienes idea de cuánto necesito esto.
—Lo sé. No pasa nada.
—Gracias —susurra—. Esto es... esto es algo que nunca olvidaré que hiciste
por mí.
—Vamos —gimo burlonamente e intento tragarme las ganas de llorar—. Esta
noche me maquille y vas a estropearlo.
En cuanto me echo hacia atrás y veo las lágrimas de Sammy, me vuelco en las
mías. Unos brazos cálidos y fuertes me envuelven y me acercan, y casi me desmayo
en ese momento. Chase Dawson, mi gran amor, me está consolando físicamente ahora
mismo.
Sólo respira, Brooke. Es sólo un abrazo, no una invitación a tocar su pene.
Benji se levanta de debajo de la mesa y se sienta junto a mis piernas.
Pero lo único en lo que puedo concentrarme es en la voz de Chase que vibra
contra mí mientras habla con mi hermana por encima de mi cabeza. —Déjame darte
también el número de mi hermana Mo. Ella y mi cuñado llevan años viviendo en la
ciudad y tienen un restaurante, y sé que estaría encantada de hacer una amiga o una
fuente de información o cualquier cosa que necesites mientras te familiarizas allí.
165

Probablemente incluso conozca a gente dispuesta a hacer de niñera o incluso a hacer


de niñera ella misma, si quieres pasar un rato a solas.
Dios mío, este hombre. ¿Es siquiera real?
Tienes un manuscrito lleno de cien mil palabras basado en fantasías que giran en
torno a él. Se puede decir que es muy real.
Por fin soy capaz de soltarme del abrazo de Chase, déjame decirte que no es
fácil y dirigirme directamente a Sammy mientras le doy las llaves de mi apartamento.
—Chase tiene razón. Conocí a su hermana una vez y es una buena persona. Muy
divertida también.
Benji ajusta su posición. Sigue justo a mis pies, pero ahora está acostado en vez
de sentado en alerta máxima.
Y mi hermana se queda mirando las llaves que tiene en la mano como si no
pudiera decidir si son un espejismo o la herramienta para abrir el cielo. —Dios mío
—murmura y luego nos mira a Chase y a mí—. Muchas gracias a los dos. No puedo
creer que estés haciendo esto por mí, B.
Me encojo de hombros. —Ni siquiera estoy haciendo nada.
—Pero lo haces. —Me agarra por la mandíbula y me besa en ambas mejillas.
Me río, me contoneo y me limpio la baba. Cuando vuelve a mirarme, sus ojos están
seriamente sombríos—. Lo estás haciendo todo.
—Bien, Sammy, carajo —me quejo dándome un manotazo en los ojos y un giro
que me coloca justo donde empecé—. ¡Deja descansar ya a mis globos oculares!
Sammy suelta una carcajada y yo la abrazo por última vez. —Te enviaré un
mensaje con toda la información que se me ocurra que puedas necesitar, y también
te enviaré el número de la hermana de Chase.
Chase levanta el pulgar y Sammy suelta una risita.
Lo juro, las ojeras bajo sus bonitos ojos verdeazulados se han aclarado en un
instante.
—Te quiero —dice Sammy mientras retrocede y me señala—. ¡Vas a matar esta
gira!
Me río y sacudo la cabeza mientras ella agarra a mis dos sobrinos por los
hombros y los saca por la puerta de entrada casi corriendo. Es completamente
diferente a su entrada, y suficiente para confirmar que he hecho lo correcto. Aunque
vuelva a casa con un apartamento destrozado por Hulk, habrá merecido la pena.
—Estoy bastante seguro de que acabas de decirle a tu hermana que ganó la
lotería.
166

Asiento. —Lleva semanas viviendo con mis padres. Confía en mí.

Después de que Sammy se marchara, sólo quedaban unas veinte personas por
ver antes de que terminara el primer encuentro oficial de mi gira Netflix en
Hometown, Ohio.
Y carajo, qué alivio.
Y hambre.
Sólo hay un restaurante en la ciudad que permanece abierto hasta tan tarde
como para dar cabida a la cena de celebración de Chase y mía, pero no me importaría
si estuviera comiendo cartón en este momento. El local de alitas, Bone and Batter, es
incluso mejor.
Benji, un verdadero conocedor del pollo, también agradece los trozos que le
voy dando bajo la mesa.
Doy un sorbo a mi vaso de cerveza, este no es precisamente un establecimiento
lujoso y Chase se las arregla para que comer alitas parezca digno. Lo juro, nunca
había visto a nadie separar los huesos de la carne para poder comerse la alita sin
mancharse la cara de salsa y restos.
Aun así, después de todas las revelaciones personales que Chase ha
presenciado esta noche, he estado un poco más callada que mi yo tocapelotas normal.
Nunca pensé que Chase conocería a Jamie ni a mi familia. Fue como un shock
para mi sistema.
—No eres la única con un ex, ¿sabes? No tienes por qué extrañarte en absoluto
—dice finalmente Chase, leyéndome la mente con una frialdad que podría confundir
fácilmente con alguna mierda de significado si me lo permitiera.
—Yo sólo... Bueno, supongo que nunca esperé que apareciera por allí, y
realmente no esperaba que trajera a su nueva esposa. —Me río de mí misma, y suena
un poco trastornada—. Es un buen hombre. Siempre lo ha sido. Los dos queríamos
cosas completamente diferentes. Él quería aquello con lo que crecimos. Yo quería
cualquier cosa menos eso.
—Bueno, oye, estás millas por delante de mí, entonces. Mi ex-prometida quería
acostarse con mi mejor amigo, y de hecho, eso es exactamente lo que hizo.
—¡¿Qué?! —Casi chillo—. ¿Tu ex te engañó?
—Sí.
167

—¿A ti? ¿Alguien engañó a alguien con tu cara es lo que intentas decirme? —
Cacareo como una gallina—. No me lo puedo creer.
Se ríe un poco, pero lo miro fijamente, inexpresivo, y finalmente lo afirma. —
Sí. Durante un año y medio. Demonios, puede que no haya sido su única aventura.
Doy una palmada tan fuerte en la mesa de madera epoxi que tiembla. —¡Cierra
la puerta ahora mismo!
—Lo digo en serio —promete, se limpia las manos en la servilleta y vuelve a
sentarse en su silla de metal.
—Lo capto de ti, de verdad, pero aún me cuesta mucho creerlo.
Se aclara la garganta y se pasa una mano por el cabello durante un largo rato,
como si me estuviera considerando. No sé lo que ve, pero vuelve a inclinarse hacia
delante, apoya los codos en la mesa y me mira atentamente. —La llamada de la otra
noche. Cuando saliste para decirme que habías salido de la ducha.
Me doy cuenta y abro la boca como un halcón que se abalanza sobre un ratón.
—Nooo.
Chase asiente, sus bonitos rasgos ocultan completamente los hechos que está
exponiendo. —Sí. Se llama Caroline, y llama una vez cada mes más o menos.
Así que esa es Caroline...
Mi corazón se emociona demasiado con esta revelación y carraspeo para
concentrarme en la conversación. Ya sabes, como haría cualquier persona normal
que no está enamorada desde hace tiempo y que haya escrito un libro entero sobre
un chico.
—¿Por qué te sigue llamando?
—Todo es un puto juego. —Se encoge de hombros—. Ella finge que está
tratando de recuperarme, pero estoy bastante seguro de que sería más puramente
clasificado como una táctica de tortura.
—No sé. Me tragaría lo de recuperarte. Me pareces un buen partido.
Ja, ja, ja, ja. Eres una mentirosa. Él es la última trampa para ti.
—Bueno, gracias. Pero sólo llama cuando está borracha, y nueve de cada diez
veces es ella la que saca el tema de Justin, mi ex mejor amigo.
—¿Justin? —pregunto con sorna para confirmarlo, y él asiente—. No lo
entiendo, lo siento. No me salen las cuentas. Es imposible que alguien llamado Justin
tuviera algo mejor que tú. Me niego a creerlo. Me niego.
Chase se ríe, con la garganta completamente extendida, la cabeza hacia atrás,
una sensualidad fuera de este mundo, y todos mis argumentos quedan demostrados.
168

Es el hombre más sexy del mundo, y yo soy el Todopoderoso de todas las cosas
poderosas porque yo, Brooke Baker, lo hice hacer eso.
Tomo una patata frita, la mojo en mostaza y le doy un mordisco para celebrar
mi victoria, pero estoy a punto de caerme de la silla cuando Chase se inclina hacia
delante y me pasa suavemente el pulgar por la comisura de los labios.
—Sólo un poco de mostaza residual —dice con un pequeño guiño, y todo lo que
puedo hacer es sentarme e intentar recordar cómo respirar.
Acaba de tocarme la boca. Con sus dedos. Los dedos de Chase estaban en mi
boca.
Benji me pone el hocico en las piernas, sabiendo perfectamente que mi ritmo
cardíaco se dirige hacia territorio peligroso, pero yo lucho contra la fuerza del
síncope y me obligo a inhalar discretamente unas cuantas respiraciones
tranquilizadoras.
—Por cierto —añade Chase con una sonrisa—. Creo que lo más extraño de esta
noche es el hecho de que mojes tus patatas fritas en mostaza.
—Espera. —Enarco una ceja hacia el techo y levanto una mano hacia su cara—
. ¿Mi consumo de mostaza es más extraño que el hecho de que mi ex marido haya
aparecido en mi reunión de hoy con su nueva mujer? ¿O el hecho de que mi padre
preguntara a mis lectores si había un concierto de Fleetwood Mac después?
—Sí. —Asiente con una suave risita—. Es tan increíblemente extraño que
honestamente creo que es lindo.
Cree que mi uso de la mostaza es lindo, y me ha tocado la boca.
Dios mío, tengo tantos problemas que ni siquiera es gracioso.
¿Este hombre es soltero? ¿Y la última mujer con la que estuvo lo trató como una
absoluta basura? Suena como un juego, set, situación épica para mí.
Para, Brooke. Trabajas con él, me regaña la dulce y bondadosa voz de ángel en
mi cabeza.
Pero tengo un poco de miedo de que cuando escribes un libro sobre alguien,
todas las cosas malas y problemáticas ya estén en marcha. Conciencia, dulce ángel,
será mejor que te acostumbres al lado oscuro, cariño. Creo que estamos aquí para
quedarnos.
Mi mente se tambalea con mi próximo movimiento, buscando en lo más
profundo alguna técnica de coqueteo o seducción certificada que haya utilizado en el
pasado y que haya funcionado. Lamentablemente, mi historial no es precisamente de
ases. A decir verdad, no sé si alguna vez he intentado seducir a alguien, no con éxito.
Mi torpeza siempre parece triunfar sobre mi atractivo sexual.
169

Empiezo a pensar en cualquier mujer fuerte y picante que se me ocurra con la


esperanza de poder canalizar su tentadora interior.
¿Angelina Jolie? Está fuera de tu alcance, nena.
¿Christina Hendricks? Necesitas tetas más grandes para seguir este camino.
¿Jennifer Lawrence? ¿Megan Fox? ¿Kate Upton? La personalidad boba y
entrañable de J. Law tiene cierto mérito, pero aun así, es Jennifer Lawrence. La Katniss
Everdeen original. No tienes la ropa.
—¿Sabes de qué creo que tenemos que hablar ahora mismo? —La pregunta de
Chase me saca de la búsqueda en Google de celebridades femeninas sexys de mi
cerebro.
—¿De qué tenemos que hablar? —Repito, con la voz entrecortada en la última
palabra. ¿De tu sonrisa? ¿Lo bien que se te ven los ojos ahora, incluso con esta luz de
mierda? ¿Lo bien que se vería tu pene dentro de mí?
Como no digo nada, responde por mí. —El libro.
Todo dentro de mí se desinfla como un globo.
Ah, eso.
Derrotada, mi cerebro cierra su pestaña de Google y apaga su portátil.
El libro. Ese maldito libro. Es la única razón por la que está sentado frente a mí
en este momento, y de repente, es la muerte de cualquier progreso que mi gatita
sexual interior acaba de hacer-miau triste.
170

Capítulo Veinte
Brooke
Acurrucada en el dormitorio de la autocaravana, con la barriga llena de alitas
de barbacoa deshuesadas, me pongo el portátil sobre los muslos y miro fijamente el
cursor parpadeante al final del capítulo veinte. Me he puesto los auriculares con el
sensual ritmo de “Closer” de Nine Inch Nails en la cabeza y hago todo lo posible por
seguir los consejos de mi editor de ensueño.
—Amplía la escena de sexo en la sala de descanso —sugirió Chase esta noche
en la cena—. Me temo que si dejamos a los lectores colgados en ésta sin un clímax,
tendremos un disturbio entre manos.
Vaya, entiendo lo que dice a un nivel intrínseco. El anhelo, el dolor, la
necesidad de más... mis huesos están llenos de todo eso y más.
Tanto tiempo con Chase no ha hecho más que mejorar mi enamoramiento,
porque resulta que su versión real es incluso mejor que la ficticia que me había
inventado. Es considerado, divertido y fácil de llevar en los momentos adecuados. Ha
sido lo suficientemente insistente como para mantenerme centrada en el trabajo sin
que me sintiera condescendiente o paternalista en modo alguno, y si no deja de echar
la cabeza hacia atrás cuando se ríe y de mostrarme las musculosas venas de su larga
garganta, voy a tener un orgasmo espontáneo en mis bragas.
Soy una paleta de crema congelada, suplicando ser descongelada por la
lengua de Chase, y si todavía fuera consejera en el instituto de Hometown, estoy
bastante segura de que todos los estudiantes estallarían en llamas a mi alrededor.
No es ninguna vergüenza ser una autora romántica sexy, pero cuando escribí
esta escena en concreto, no lo era.
La verdad es que cuando desvanecí esa escena a negro, fue porque estaba tan
excitada por las fantasías de este pobre hombre desprevenido que necesitaba
atención de la vida real. Desgraciadamente, fue de mi propia mano y de un par de
juguetes, pero no dejó de ser contacto real.
171

Francamente, no me sorprende que esta escena en particular parezca


inacabada, porque lo estaba. Y por mi propia autopreservación, tenía la intención de
mantenerme alejada de ella hasta el fin de los tiempos.
—Hola, Brooke —mis ojos saltan cuando él me sorprende al asomar la cabeza
por el dormitorio de la autocaravana. Miro hacia mi regazo como si esperara
encontrar un vibrador místico y mágico espontáneamente dentro de mi vagina
simplemente por la dirección de mis pensamientos, y evidentemente, la mirada que
pone en mi cara es suficiente para hacer que sus cejas se arruguen una hacia la otra—
. ¿Estás bien?
Me quito un auricular, me pongo la mano en la cara, evidentemente roja, y
miento como una loca. —Sofoco o algo así.
Benji suspira ante mi fibrilación, un solo rugido desde su cómodo lugar en la
cama. Por suerte, Chase aún no es un experto en expresiones caninas y el desaire del
traidor pasa desapercibido.
—¿Quieres venir a dar un paseo conmigo? Tal vez tomar un poco de aire fresco.
Al menos hace un poco de fresco fuera, así que podría ayudar.
¡¿Se va de la autocaravana?!, grita triunfante mi cachondo interior. ¡Eso significa
que podemos sacudirnos el haba al pensar en él! ¡YAY!
Es triste que mi mente vaya por ahí, pero es aún más triste que el insatisfecho
y palpitante dolor entre mis muslos me haya hecho aprobar este plan al cien por
ciento. Una chica sólo puede estar cerca del hombre más caliente que el pecado que
acelera su motor hasta la línea roja durante tantas horas consecutivas antes de
necesitar un maldito alivio.
—Yo... —Mi voz comienza en un tono mucho más alto que mi línea de base, y
tengo que aclararme la garganta y volver a intentarlo—. En realidad, creo que voy a
darme una buena ducha fresca antes de ponernos en marcha.
—¿Vas... a ducharte? ¿Ahora?
—Todavía hay agua en el tanque, ¿verdad?
—Mucho. —Asiente con una ligera tos—. Yo... eh... acabo de llenarlo esta
tarde.
—Genial —digo, intentando no parecer demasiado excitada. Sólo los bichos
raros dan volteretas por ducharse en una autocaravana. Bueno, bichos raros y
pervertidos como yo, supongo.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro como un par de colegiales
confundidos antes de que Chase finalmente rebote sobre sus talones, rompiendo el
juego. —Muy bien, entonces —dice con un gancho demasiado entusiasta de su pulgar
172

sobre su hombro izquierdo—. Voy a salir. Tú... disfruta de la ducha. Sí, disfruta de la
ducha. —Asiente tantas veces que pierdo la cuenta—. Y yo voy a dar ese paseo,
entonces. No debería ser muy largo a menos que me pierda o me coma un oso o algo.
Nunca jamás he visto un oso en el centro de Hometown, Ohio. Chase Dawson
es perfecto, ¿recuerdas? Si él dice que hay osos, tal vez haya osos.
—No corras —digo rápidamente, haciendo que se le arrugue la frente y me
apresure a explicarle—. Si ves un oso, quiero decir. Dicen que correr es la forma más
rápida de que te coman, a menos que estés con alguien y corra más despacio que tú.
Su boca forma esta pequeña curva sexy pero curiosa. —¿Es eso realmente lo
que dicen?
¿Por qué incluso sus expresiones faciales tienen que ser tan calientes? Quiero
decir, ¿en serio? Esto se está volviendo estúpido.
—La parte de correr definitivamente —añado finalmente—. Pero no creo que
todo el mundo tire a su compañero debajo del autobús como yo.
—¿El autobús o la autocaravana? Sólo intento estar preparado, ¿sabes? —
bromea, y la sonrisa de satisfacción de su cara me pone al borde de la excitación.
Mi vagina hormiguea. Mi boca se ríe. Y una parte de mí odia lo sexy y atractivo
que es este hombre en todos los momentos de la vida cotidiana. —No te preocupes
—consigo replicar bromeando, a pesar del dolor siempre presente entre mis
piernas—. Ni siquiera puedo arrancar esto, y mucho menos atropellarte.
—Buenas noticias —responde, su sonrisa se extiende tanto hacia sus ojos que
prácticamente se apodera de ellos. Una gigantesca boca andante, así es Chase
Dawson cuando sonríe así.
—Supongo que nos veremos después del paseo —le ofrezco, haciéndolo reír.
Golpea la delgada pared de madera junto a la puerta y asiente.
—Bien. Nos vemos después del paseo. Y eh... disfruta de la... eh... ducha.
—Lo haré. —Querido Dios, lo haré. De verdad, de verdad lo haré.
Escucho atentamente mientras Chase sale de la autocaravana y la puerta se
cierra tras él con un suave clic, seguido de un fuerte golpe. Después de una
exhaustiva evaluación postraumática de la ardilla, aprendimos por las malas que si no
le echas un vistazo después de cerrarla, en realidad no se cierra. Sinceramente, a
estas alturas voy a soñar con una ardilla mutilándome la cara la noche anterior a cada
aparición, pero escuchar el simple sonido de Chase golpeando la puerta con el
trasero para asegurarse de que la fauna salvaje se queda fuera durante mi ducha hace
que mi cara se derrita en una sonrisa.
Sí, realmente es el perfecto objeto de deseo.
173

Suspiro.
Me bajo de la cama, me pongo de puntillas en la sala, echo un último vistazo
por la ventana y observo su fuerte espalda mientras se aleja por la acera desde
nuestro estacionamiento en la plaza del pueblo. A su izquierda, Bill's Flowers and Gifts
está en silencio, salvo por las luces parpadeantes del escaparate, y Pan City, el
restaurante más concurrido de la ciudad casi todas las noches hasta que cierra a las
ocho de la tarde, está a oscuras a la derecha. Hay un millón de recuerdos bonitos de
mi infancia aquí, pero ninguno es tan bonito como este: el cabello oscuro de Chase,
sus brazos venosos y su trasero lleno mientras pone un pie delante del otro en medio
de todo.
Se mueve con tanta confianza y seguridad, cualidades que no creo haber tenido
nunca en mi alta y larguirucha estatura. Nací torpe, gritando en la sala de partos con
sonidos que, según mi madre, se parecían a los de su gallo de la infancia, Eduardo.
Gracias por eso, por cierto, mamá.
Saco los dedos de entre las persianas, dejo que vuelvan a su sitio y me desnudo
rápidamente de camino al dormitorio. Si voy a tener tiempo para lavarme y
depilarme, si sabes a qué me refiero, tengo que ponerme en marcha y pronto.
La piel de gallina se extiende por todas las superficies expuestas de mi cuerpo.
De algún modo, el aire de la autocaravana sobre mi piel desnuda es
completamente distinto del aire de mi propia casa, casi como si supiera que hay otra
persona en ese espacio. No sé cómo explicarlo, aparte de que parece como si el
fantasma de Chase estuviera acechando en algún lugar y de algún modo me viera en
toda mi desnudez.
Como he olvidado el teléfono en la entrada, subo corriendo a buscarlo sin
ponerme nada y me siento como una criminal mientras lo hago. De vuelta, veo el
manuscrito de mi libro sobre la mesa del comedor y me detengo.
En los dos últimos días, no había leído nada de este libro por segunda vez
después de escribirlo. Lo escribí, fingí experimentarlo por mí misma y seguí adelante.
Pero si no recuerdo mal, tengo algo bastante caliente ahí entre el universo paralelo
que son Chase y Brooke como Clive y River.
Y quizá... quizá no sería mala idea que leyera un poco justo antes de meterme
en la ducha. Ya sabes, en nombre del trabajo...
Mierda. No, Brooke. No hay tiempo. Quién demonios sabe lo rápido que camina
Chase, y después de abrazarlo y sonreírle todo el día, necesito correrme de verdad.
No puedo arriesgarme. Otro día le daré una vuelta al libro.
174

Echo un vistazo rápido al dormitorio y veo que Benji sigue descansando en la


cama, pero me mira con curiosidad.
—Sólo me estoy duchando, colega —le digo—. Tú sigue relajándote.
Estoy segura de que entrecierra los ojos, pero no me quedo a verlo. En lugar
de eso, corro directamente al baño, me encierro dentro y pongo el agua a toda
potencia. A estas alturas ya sé que nunca llega a estar tan caliente, así que la pongo a
tope desde el principio.
Tan pronto como es tolerable, me meto en la bañera y me mojo el cabello,
siguiendo rápidamente mi rutina de lavado con el único objetivo de llegar al final de
este programa.
No me cuesta mucho esfuerzo imaginarme el reconfortante abrazo de Chase de
hoy, pero en lugar de que simplemente termine como en la vida real, mi mente se
toma libertades cachondas y lo reescribe.
Envuelta en los brazos de Chase, me inclino ligeramente hacia atrás para mirarlo.
Tengo los pechos pegados a su pecho y el calor de su cuerpo me produce un cosquilleo
en la piel. Me mira fijamente y su mirada pasa de mis ojos a mis labios y de nuevo a mis
ojos.
Y entonces, sin previo aviso, presiona su boca perfecta contra la mía.
Es el tipo de beso que es profundo y poderoso desde el principio. Él no facilita las
cosas. No, sólo me besa. Con fuerza. Y sus dedos se deslizan por mi cabello, incluso me
echa la cabeza hacia atrás con un pequeño tirón para darle mejor acceso a mis labios.
Gruñe, como si no pudiera controlarse a sí mismo y la forma en que necesita
consumirme, y eso anima a una ola de placer a deslizarse por mi espina dorsal. Nuestro
beso se convierte en un baile de lenguas que lo lleva a meterme la mano bajo el
dobladillo de la falda y tocarme.
Jadeo cuando me toco, la piel ya es tan sensible que da miedo. Todo este deseo
reprimido que he estado empujando hacia abajo cada segundo de cada día desde
que empezamos este viaje en autocaravana se está derramando fuera de mí de una
manera abrumadora, con-necesidad-loca, tengo-que-venirme.
Deslizo un dedo dentro de mí e imagino que es la mano de Chase la que lo
hace, y la fuerza de esa visión combinada con la sensación de mi contacto físico hace
que me brote un gemido de la garganta que tengo que tragar con fuerza para callar.
Santo cielo, no va a hacer falta mucho para caer por este precipicio esta noche,
me doy cuenta.
Tocando suavemente, Chase desliza sus dedos fuera de mí y los mueve hacia mi
clítoris para lubricarlo antes de masajearlo con precisión. Es un hombre codicioso,
175

avaricioso, y antes de que me dé cuenta, está en cuclillas frente a mí, echándose uno de
mis muslos por encima del hombro, deslizando mis bragas a un lado y enterrando la
cara entre mis piernas.
Gimo. Maúllo. Mi espalda se arquea por el placer al rojo vivo que me provoca su
hábil lengua.
Sus manos me agarran el culo, y mis caderas se agitan hacia su cara, mi cuerpo
inquieto y necesitado del tipo de orgasmo que sé que sólo él puede darme.
Y mierda, es implacable en la forma en que me come.
Dios mío, su boca y su lengua, chupan y se arremolinan y lamen contra mí...
Otro gemido sale de mi garganta y soy incapaz de controlarlo. Mi cabeza cae
hacia atrás y el agua cae en cascada sobre mi piel, y es como si ya no supiera ni dónde
estoy.
Lo único que siento es al hombre de mis sueños y a mí, y un clímax que va a
hacer estallar todo lo que he sentido hasta ahora.
¿Desvanecimiento a negro? Ya no.
176

Capítulo Veintiuno
Chase
La plaza del pueblo está tranquila cuando vuelvo a la autocaravana. Sólo queda
un pequeño grupo de lo que creo que son adolescentes, y están demasiado ocupados
haciendo lo que sea que hacen los adolescentes en estos días para notar mi presencia
cercana.
Una parte de mí quería ver un poco más del lugar que crió a Brooke, y otra
parte sabía que necesitaba un tiempo a solas para volver a poner en orden mis
sentidos. No sé qué me pasa, pero es como si no hubiera tenido una idea clara de cuál
es la verdadera relación entre Brooke y yo desde que embarcamos en esta cosa hace
casi cuarenta y ocho horas.
Si añadimos el dilema de que no puedo estar en la caravana mientras Brooke
está en la ducha, un paseo era más que necesario. Era pura supervivencia. Por no
mencionar que si no llamaba a Mo esta noche, estaba bastante seguro de que iba a
sufrir un aneurisma. Me envió no menos de diez mensajes de texto sólo durante la
reunión. Todos ellos giraban en torno a que Mo estaba en una especie de misión
secreta de espionaje para asegurarse de que a ningún otro lector le gustaban los
libros de Brooke tanto como a ella.
Quiero a mi hermana, pero es obvio que está mal de la cabeza.
Cuando llego a la gran autocaravana, subo los pequeños escalones metálicos
para abrir la puerta, pero justo cuando se abre, mis oídos captan el sonido de —Oh,
Dios —seguido de un gemido que sé que sale directamente de los labios de Brooke.
Para joderme aún más la cabeza, no es el gemido suave y apenas perceptible
que oí la última vez que estuvo en la ducha. Es más fuerte y capta mi atención de un
modo nada profesional.
El pánico me hace abrir los ojos y vuelvo a cerrar rápidamente la puerta antes
de alejarme.
Mierda, pensé que ya habría terminado.
177

Incluso caminé tres kilómetros y me quedé al teléfono con Mo mientras me


contaba lo más penosamente aburrido del turno de la cena en el restaurante durante
veinte minutos enteros para asegurarme de que Brooke ya habría terminado.
¿Qué debo hacer? No sé qué hacer.
Me doy la vuelta para salir, pero algo en el borde de la acera me detiene. Una
ardilla acecha en un árbol cercano, y de repente me enfrento a la imposible decisión
de exponer mi posición cerrando de golpe el pestillo de la puerta para que
permanezca cerrada o dejar a Brooke a un incierto destino de ardilla.
Doy volteretas de un lado a otro desde los dedos del pie delantero hasta el
talón y, al parecer, estoy actuando de forma tan maniática que he captado la atención
del pequeño grupo que merodea por la plaza. Me miran descaradamente, e intento
calmar mis movimientos pasándome una mano por el cabello y considerando mis
opciones.
¿Quizá pueda quedarme vigilando la puerta sin cerrarla, para que la ardilla no se
acerque pero Brooke tampoco sepa que estoy aquí?
Oigo otro de los gemidos de Brooke a través de la pequeña rendija de la puerta
sin pestillo, y todo pensamiento racional que haya tenido deja de existir. Dios mío,
¿qué he hecho para merecer esto?
—Oh, mierda. —El tono de su voz es cada vez más alto y el ritmo se acelera a
medida que se acerca a lo que estoy absolutamente seguro va a ser un orgasmo
estremecedor. Se me eriza el vello de la nuca, al igual que el apéndice que tengo
entre los muslos.
Brooke es el tipo de mujer que es sexy sin intentarlo. Es un refrescante y
adictivo contraste con mi ex. Demonios, a cualquier mujer con la que haya estado. No
alardea de su cuerpo ni enseña las tetas ni trata de hacer un acto seductor de nada.
Es un poco torpe la mayor parte del tiempo, pero también es absolutamente adorable
en su propia piel. Sus lentes enmarcan su cara y resaltan su inteligencia, y su ingenio
nunca ha faltado en una comida. Juro que puede convertir hasta lo más simple en un
juego de palabras o un chiste.
Es polifacética. Una combinación alucinante de todas las cosas que me excitan
y me enamoran. Es lo más divertido que he experimentado, y ni siquiera la he tocado.
—Oh, sí —gime—. Sí.
Gahhh, concéntrate, Chase. CONCÉNTRATE. Ahora no es el momento de distraerte con
todas las cosas que te gustan de esta mujer. Ahora es el momento de salir disparado
antes de que te metas en un mundo de problemas.
178

Porque por mucho que Brooke sea un partidazo y medio, sé que esa no es la
verdadera razón por la que me la estoy imaginando protagonizando frente a mí la
próxima gran película porno.
Es el libro. Tiene que ser el libro. ¿verdad?
La química entre Clive y River está fuera de lo común, y las escenas calientes
resultantes son como fuegos pirotécnicos humanos. Hay intimidad y pasión y sexo
muy intenso, y para un lector visual como yo, puede hacerte creer que estás allí y que
te está pasando a ti.
Por no hablar de que hace más de seis meses que no tengo relaciones sexuales
con nadie que no sea yo, y este tipo de sequía no me está echando una mano en mi
situación actual.
Hablar en detalle de una escena en la que River se extiende sobre la encimera
de la cocina de Clive para que él pueda lamerle el coño hasta que se le pongan los
ojos en blanco durante la cena de esa noche puede hacer que un hombre se sienta
excitado. Si a eso le añadimos a la guapa, dulce e increíblemente amable Brooke
Baker gimiendo como si hubiera nacido para ello en la ducha, justo al lado de donde
me encuentro, tenemos la receta para el desastre.
Al cerrarse la ducha, mis opciones se reducen aún más. Ya no tengo tiempo
para decidir; tengo que actuar. Rápida y eficazmente, cierro la puerta de un portazo,
me aseguro de que está bien cerrada y camino en la otra dirección. Sé que si hago
esto Brooke se preguntará qué he oído o cuánto tiempo he estado allí, pero puedo
garantizarle que si saliera del baño y viera a Batman Boner iluminando el cielo
nocturno a la vista de todos, lo sabría y algo más.
Benji ladra desde la ventana, pero no miro atrás. A todos los efectos, estoy
sordo. Y para el futuro próximo temporal, me he ido hasta que pueda controlarme a
mí mismo y a mi polla palpitante.
179

Capítulo Veintidós
Brooke
Se oye un fuerte estruendo en la parte delantera de la autocaravana, que
tiembla un poco cuando salgo rápidamente del cuarto de baño sólo con una toalla
envuelta alrededor del cuerpo. En el sofá, Benji se levanta sobre sus patas delanteras
y ladra por la ventana.
—¿Qué fue eso, Benj?
Ni siquiera me reconoce, y su ladrido se suaviza hasta convertirse en un
gruñido bajo y alerta.
No me he secado del todo, pero como no quiero perder la oportunidad de ver
qué pasa, me pongo de puntillas en la misma ventana que Benji, me apoyo en el
mostrador y echo un vistazo por mí misma.
Hay un pequeño grupo de gente en la esquina de la plaza del pueblo, pero
aparte de eso, no encuentro nada fuera de lo normal. No hay rastro de Chase, ni de
nadie que reconozca y, por lo que veo, todo parece normal.
Benji ya se ha acomodado y me golpea con el trasero mientras se da la vuelta
y se vuelve a acomodar en el sofá.
Echo un último vistazo de un lado a otro antes de dejar que las persianas
vuelvan a su sitio mientras una gota de agua de mi cabello se abre paso por mi
espalda. Como la sensación de no estar completamente mojada o seca en un momento
dado me da escalofríos, vuelvo corriendo al dormitorio y me froto la piel y el cabello
con la mullida toalla.
Puede parecer una locura, pero creo que en un escenario de tortura, sería muy
débil si me amenazaras con hacerme llevar una camiseta húmeda.
Una vez seca, me pongo mis artículos de aseo habituales, desodorante,
perfume, loción, crema hidratante facial y me cepillo el espeso cabello castaño con
un cepillo mojado. Está duro, incluso después de lavarlo, gracias a los diez litros y
medio de laca que me he echado antes de la cita de hoy. Y no es la primera vez que
me pregunto cómo aprenden otras personas a hacer cosas de mujeres.
180

Mi madre me enseñó higiene, a afeitarme y que demasiado colorete hace que


parezca que te va a dar un ataque. Pero se le escapaban por completo los entresijos
de los peinados y el maquillaje de verdad, con contorno, sombra de ojos y dulzura.
Y por poder, no es mi fuerte.
A lo largo de mi vida, puedo contar con los dedos de una mano las veces que
me he peinado yo misma y me ha salido bien o que alguien me ha felicitado por mi
maquillaje. Normalmente, en las fotos parezco una esteticista brillante cuyo principal
objetivo es mostrar al mundo su piel al natural.
Caray, sólo para preparar esta gira vi quince horas de vídeos de YouTube
sobre peinado y maquillaje, y lo único que conseguí fue una melena de león de
mechones morenos a la que se aferra la laca para el cabello durante una eternidad a
pesar de un lavado.
Suspiro para mis adentros y doy vueltas en círculo en el pequeño dormitorio,
esperando un milagro o algún tipo de escenario como en el que se metió Jenna Rink
durante la película Si tuviera 30.
Cuando no ocurre ninguna de las dos cosas, me pongo el pijama y me asomo
una vez más al salón de la autocaravana. Benji está roncando bastante fuerte en el
sofá, y el resto del espacio permanece en silencio.
Obviamente, Chase no me debe ningún tipo de explicaciones sobre su
paradero, no somos pareja. Ja. Sigue recordándotelo, pollito. Pero no puedo evitar
preocuparme un poco por el hecho de que no sé dónde está ni cuándo va a volver.
¿Debo cerrar la puerta antes de irme a dormir? ¿Espero a que vuelva?
No estoy segura, y cuanto más lo pienso, menos cómoda me siento dejando la
puerta abierta de par en par en mitad de la noche cuando hay un grupo de
desconocidos no muy lejos de donde estamos estacionados. Mi familia
probablemente conoce al noventa y cinco por ciento de ellos, pero de alguna manera,
eso no hace que me sienta más cómoda con ello. Especialmente después del fuerte
golpe mientras estaba en la ducha.
A menos que se trate de una película de terror, el estallido tenía que venir de
alguna parte, y no incluye una entidad paranormal tratando de poseer mi cuerpo.
Cierro la puerta del dormitorio, sólo para que Benji se despierte y me ladre por
el insulto. Los dos estamos pegados, y él no está dispuesto a tomar la separación muy
amablemente. No lo culpo, ya que la base de su adiestramiento es mantenerme con
vida, lo cual ya es un gran trabajo para un perro, y hacerlo a distancia lo hace aún más
difícil.
181

Abro la puerta de nuevo y me disculpo mientras Benji trota por la abertura para
saltar sobre la cama. —Lo siento, Benj. No estaba pensando.
Me da la razón y pongo los ojos en blanco. No hace falta que me lo restriegue.
Ya no hay nadie en la habitación, cierro la puerta, me subo a la cama con él y
tomo el teléfono de la mesilla. Una parte de mí se siente rara por llamar a Chase en
este caso, pero la otra parte racional de mí sabe que no es el tipo de persona que se
enoja cuando le pregunto por su paradero cuando tengo un buen motivo.
Yo: Hola, Chase. Siento molestarte, pero me preguntaba dónde habías ido.
Ja. Ya sabes, como... ¿vas a volver pronto? Estaba pensando en irme a la cama y
no quería dejar la puerta abierta pero tampoco quería dejarte fuera si no tenías la
llave y…
¡Caramba! De algún modo, he conseguido ser torpe, formal y gramaticalmente
incorrecto en un solo texto. Borrar.
Intentémoslo de nuevo.
Yo: Oye, colega, ¿tienes la llave de la autocaravana?
Correcto. Vago como el infierno se encuentra confuso como el infierno. Borrar.
Yo: Ey. ¿Te importaría decirme adónde has ido y cuándo volverás?
Genial, ahora soy el miembro más reciente de OutKast, y ni siquiera han sacado
un álbum en no sé cuántos años.
Borrar.
Vamos, Brooke. Sólo sé normal.
Yo: Oye, me voy a acostar y quiero cerrar la puerta por seguridad. ¿Tienes la
llave para entrar cuando vuelvas?
No es estelar exactamente, pero es el mejor de todos con diferencia. Le doy a
enviar antes de pensarlo demasiado y me dejo caer sobre las almohadas de encima
de la cama. Benji levanta la cabeza al sentir la sacudida del colchón.
—Lo siento, Benj, pero ya sabes con quién estás tratando. Y viendo que estamos
viajando con el hombre vivo más sexy, no preveo que vaya a mejorar pronto.
Nunca había oído a un perro hacerlo, pero juraría que se ríe.
Me tapo los ojos para escapar de su escrutinio perruno, pero el alivio dura
poco. Antes de que pueda respirar hondo por completo, mi teléfono suena sobre el
edredón a mi lado con el sonido de un mensaje de texto.
Lo tomo y abro el mensaje, apretando las nalgas mientras lo hago. Puede que
sea una chica grande con grandes logros, pero soy un gato asustadizo y medio con
182

cualquier tipo de cosas normales de adultos. Si a eso le añadimos mi enamoramiento,


soy un desastre.
Chase: Hey, lo siento por irme. Fui a dar un paseo rápido y acabé en un bar
decente para tomar algo rápido. Volveré pronto, pero definitivamente ve y cierra la
puerta. Tengo la llave.
¿Es realmente posible que éste sea un tipo real en el mundo de hoy? No sólo
no está enojado, sino que se disculpa y es comunicativo. La última vez que revisé los
libros de biología, habían quitado eso de la lista de posibilidades para los hombres.
—¿Te sorprende que haya escrito un libro sobre este tipo, Benj? —le pregunto
a mi perro, aunque imagino que ambos sabemos que es más un recipiente para la
autorreflexión que un verdadero compañero de conversación. Admito, sin embargo,
que es bastante bueno. Nunca me lleva la contraria y suele estar de acuerdo con lo
que digo.
Bien, quizá eso no sea estupendo para otras personas todo el tiempo, pero para
mí sí lo es.
Yo: Bueno, gracias. Te dejaré encendida la luz de la sala.
Pongo los ojos en blanco, pero lo envío de todos modos. Soy como soy.
Chase: Gracias, Brooke. Buenas noches.
Cada parte de mi carne, mis huesos y mis órganos suspira. Chase Dawson
dándome las buenas noches, Brooke Baker, con lo que imagino que es una voz dulce
y sensual, no es como me imaginaba que acabaría todo este intercambio y, por lo
tanto, no estoy preparada para ello.
Una gran parte de mí se plantea volver a meterme la mano en los pantalones,
pero lucho con todas mis fuerzas para disuadirme. No hace ni quince minutos que me
he metido la mano en el pantalón pensando en ese hombre y ya estoy pensando en
volver a hacerlo.
Eres un bicho raro.
Estoy bastante segura de que se clasificaría como el tipo de comportamiento
que te lleva a un centro de rehabilitación de treinta mil dólares en el Valle de San
Fernando con un montón de famosos adictos al sexo que quieren fingir que están
haciendo algo al respecto mientras beben bebidas de bar de zumos a quince dólares
y reciben masajes a diario.
Y me niego a incumplir esa fase de mi vida hasta que tenga un reality show y
cinco redes sociales falsas dedicadas a inventarse cosas sobre mí con fotos antiguas.
Ni un momento antes.
¿Qué puedo decir? Todo el mundo tiene que tener un objetivo, ¿no?
183

Capítulo Veintitrés
Chase
Cuando vuelvo a la autocaravana después de calmarme con un Old Fashioned
en un pequeño bar a una manzana de distancia, Brooke está dormida y la puerta del
dormitorio cerrada. Solo la luz de la sala, encima del sofá, guía mis movimientos.
Cierro la puerta lo más suavemente que puedo sin dejar de dar un semi portazo
y luego escucho atentamente para ver si la he despertado.
Aparte de los suaves ronquidos de Benji, no oigo nada. Supongo que es seguro.
Con una profunda señal, tomo asiento en el sofá y apoyo la cara entre las
manos. Desde el momento en que decidí venir a este viaje en calidad de tal, en el
fondo de mi mente, sabía que me había metido en un pequeño lío.
Admitámoslo, por muy importante que sea el libro, uno no se ofrece voluntario
para conducir la autocaravana de un autor si es editor jefe en una editorial como
Longstrand. Simplemente no lo haces.
Lo sabía y lo hice de todos modos. Es más, incluso me metí en la boca del lobo
que es el despacho de mi jefe y mantuve la decisión bajo su escrutinio y subí la
apuesta de hasta qué punto mi trabajo está en juego con este libro.
Me reiría de mí mismo si no fuera tan repugnante.
En cualquier caso, ahora estoy aquí, y voy por el caso setecientos de bolas
azules, al menos eso es lo que parece.
Y esta noche tengo que llevarnos al camping de Chicago, así que tenemos
tiempo para trabajar en el libro de mañana. Ya sabes, la supuesta razón por la que vine.
Pongo los ojos en blanco tan fuerte que los noto en mi cabello.
Con un suspiro y un gemido, me levanto del sofá y me dirijo a la parte delantera
de la autocaravana para quitar los parasoles de las ventanillas y encenderlo. Por
suerte, el depósito de combustible está lleno desde que paré justo antes de que
Brooke se despertara esta mañana, así que debería poder recorrer las cinco horas de
viaje sin preocuparme de parar.
184

Sin preocuparte de que vayas a hacer algo increíblemente estúpido como meterte
en la cama de Brooke y tirar de ella para acurrucarte.
Con el motor calentado y una taza de café recién servida, me subo al asiento
del conductor y arranco.
Destino: el próximo camping aleatorio a las afueras de Chicago.
Enfoque: sólo en la carretera, y para nada en cómo es la cara de Brooke cuando
llega al orgasmo.
Maldita sea, realmente apestas mintiendo. Incluso a ti mismo.
185

Capítulo Veinticuatro
Viernes 19 de mayo

Chase
Esta mañana todavía estoy cansado de conducir anoche, pero si no me levanto
ahora, no lo haré en mucho tiempo. Mi cuerpo anhela el tipo de sueño que te aísla del
mundo durante un día y medio; puedo sentirlo, pero no tengo tiempo.
En lugar de eso, tengo el café, el cuaderno y el manuscrito de Accidental
Attachment sobre la mesa, y estoy sirviéndole una taza a Brooke cuando sale del
dormitorio. Lleva el cabello recogido, algo de maquillaje y unos vaqueros ajustados
de pierna recta con una camiseta blanca y botas marrones. También lleva un bolso
colgado del pecho, y es ese aspecto del atuendo el que hace que salte mi radar.
Noto que se me juntan las cejas, pero intento que la arruga no sea demasiado
extrema.
—Uh, planeando ir a alguna parte, ya veo, ¿eh?
Brillante, Chase. No es una forma rara de decirlo. Sonrío, esperando que eso
ayude.
—¡Sí! —Su voz es entusiasta, y casi rebota sobre los tacones de sus botas
mientras habla—. Pensé que podríamos ir a ver la ciudad. Hacer un recorrido por el
río. Ese tipo de cosas.
—Oh. Yo... bueno, pensé que tal vez podríamos trabajar en el libro...
Entonces mira hacia la mesa y ve por primera vez el café y la mesa de trabajo.
Su cara se derrite de decepción y, si no me equivoco del todo, de terror.
—Oh.
—No quiero parecer aguafiestas —me apresuro a añadir—. Sólo sé que
tenemos mucho trabajo que hacer y poco tiempo para hacerlo.
Entonces ella asiente, agarra su bolso para quitárselo como si fuera a ceder y
sentarse, y yo... me rompo. No sé qué es, porque seguramente no se trata de mi
186

pragmatismo, esa parte de mí sabe muy bien lo que está en juego, pero verla abatida
es demasiado para soportarlo.
Me echo atrás más rápido que un marido que acaba de decirle a su mujer que
su trasero parece grande con sus nuevos vaqueros.
—¿Sabes qué? —Cerré el cuaderno—. Podemos trabajar después de volver o
durante la cena o algo así. Sólo estaremos en Chicago hasta mañana por la tarde, así
que podemos ver la ciudad. Hacerlo bien.
¿Hacerlo bien? Ya ni siquiera sé quién soy. Nunca había dicho algo así en mi
vida.
La sonrisa de Brooke vale un millón de vatios y un millón de veces más. Cuando
sonríe o se ríe, su cara pasa de ser algo interesante a algo que te saca el aire de los
pulmones. Tiene sentido por qué Netflix quería hacer la gira con ella: lo sepa o no, es
encantadora.
—¡Sí! —Golpea el aire con el puño y baila una especie de danza en el pasillo
de la autocaravana—. ¡Ese es el espíritu! Dicen que hay que escribir lo que se sabe y,
para saberlo, hay que salir ahí fuera y hacerlo. Así que, hagámoslo, Chase Dawson.
¡Hagámoslo!
—¿Hacer el Dew? —pregunto con una sonrisa burlona.
—¡Haz el Dew! —asiente entusiasmada, y lo sigue con otra sacudida de puño.
—¿Te gusta Mountain Dew?
—¡No! —grita.
Una risita empieza en mi pecho y se abre camino hasta mi garganta con
facilidad. —Eres muy divertida, Brooke, ¿lo sabías?
—No salgo mucho, pero nos mantengo a Benji y a mí muy entretenidos, así que
oír tus noticias no es una gran sorpresa.
Benji suelta un pequeño ladrido al oír su nombre y sale trotando del dormitorio
trasero con su chaleco de servicio intacto.
Y me pongo en pie, mientras mis ojos contemplan el enigma sonriente que es
Brooke Baker.
Hombre, me gusta su confianza. Me gusta su alegría. La verdad sea dicha, me
gusta que mi cambio de postura en el trabajo y aceptar ir a explorar Chicago fuera
todo lo que necesité para hacerla sentir así.
Pero más allá de todo eso, me gusta Brooke. Y si pensara en mis sentimientos
durante más de un segundo, creo que me daría cuenta de que me gusta demasiado.
187

Capítulo Veinticinco
Brooke
Salgo del cuarto de baño, con el último pipí previo hecho y los dientes lavados.
Benji está listo para salir con su chaleco de perro de servicio, y Chase está
empaquetando el manuscrito en una carpeta y colocándolo de nuevo dentro de su
bolsa de lona en la cabina de la cocina. De un vistazo, mi olvidada mochila de cuero
al otro lado de la mesa me hace el gesto del dedo corazón.
Hombre, realmente soy una tonta procrastinadora. La realidad es que al final voy
a tener que sacar tiempo para trabajar en Accidental Attachment. La fecha límite se
acerca, y lo creas o no, el trabajo no se hará solo.
Pero hoy no. Hoy ya tengo otra cosa en marcha. Ni siquiera el “9 a 5” de Dolly
podría motivarme a sentarme y mirar fijamente la pantalla del ordenador en lugar de
salir a explorar la ciudad de Chicago ahora mismo.
—Llamaré a un Uber —me ofrece Chase, y hago una pequeña mueca de dolor.
—Sí, mira, sobre eso...
—¿Qué? —Se ríe moviendo la cabeza—. ¿Ya has llamado a uno?
—Bueno, más o menos. —Inclino la cabeza de lado a lado como una chica de
Valley—. Quiero decir, ya podría haber llamado a un Uber antes de salir. No quería
perder el tiempo, ya sabes, esperando hasta que pudiera preguntarte y obtener una
respuesta y tal. —Se ríe y yo me apresuro—. ¡Pero lo habría cancelado si me hubieras
dicho que no!
—Por supuesto.
—¡Lo habría hecho! —Hago un gesto salvaje con las dos manos—. El coche
venía del centro, e iba a tardar un rato en llegar, y no quería hacernos perder el
tiempo, para poder volver aquí lo suficientemente pronto y poder seguir trabajando.
Estoy escupiendo mentiras como una cómica haciendo trabajo de multitudes,
pero si alguna vez hubo un momento para el lema cueste lo que cueste es éste. Hoy
no estoy por esa vida de tengo un trabajo.
188

—Oh, te creo.
Entorno los ojos hacia él. —¿Entonces a qué viene esa cara?
—¿Qué cara?
—¡La que estás haciendo que ningún humano tan sexy como tú ha hecho antes!
—suelto, impacientándome—. Tienes el ceño demasiado fruncido, Dawson, y se nota.
—¿Crees que soy sexy?
Los latidos de mi corazón golpean la palanca de cambios y aceleran mi ritmo
hasta la sexta marcha. ¿Creo que está sexy? No. Es como preguntar si a los cerdos les
gusta revolcarse en la mierda.
—Oh, vamos —refunfuño—. Sabes que estás sexy, y estás dando rodeos. ¿Por
qué pones esa cara?
— Supongo que me estoy preparando para lo que sea que me metas hoy.
Me río. —Créeme, no soy una mujer salvaje. Vamos a meternos en alguna pizza
de plato hondo, como mucho. Nada de estancias en cárceles duras o similares en
nuestro futuro, pinkie promise. —Extiendo mi dedo más delicado, y Chase lo
considera durante un largo segundo mientras Benji me aprieta.
Mi perrito sabe que no soy la genial fachada de pepino que exhibo. Al igual
que Farmers Insurance, él sabe un par de cosas, porque ha visto un par de cosas.
Mi teléfono emite una alerta de Uber avisando de que nuestro conductor está a
punto de llegar, y Chase vuelve a sacudir la cabeza con una sonrisa antes de
apartarme el meñique y tirar de mí para darme un abrazo.
Es la sensación más extraña y familiar, y hay una parte de mí que quiere
inclinarse y aferrarse el resto del día. Por suerte, Benji ladra al coche que se acerca,
y es suficiente para darme cuenta de lo que está pasando para apartarme del hombre
que huele tan bien antes de que me detengan por acoso.
Cuando el coche se detiene frente a nuestra autocaravana, compruebo que la
matrícula es la misma y espero a que el conductor diga mi nombre por la ventanilla
antes de abrir la puerta del pasajero.
Cuando eres una mujer soltera, aprendes a protegerte tan intrínsecamente que
lo haces incluso cuando hay un hombre cerca.
—¿Brooke?
—Esa soy yo. Leroy, ¿verdad?
El conductor se fija en Benji mientras asiente, y abro la puerta para que Benji
salte primero. Lo llevo con correa, aunque en realidad no la necesita, pero no confío
de que todos los desconocidos de una ciudad nueva no digan algo. También le puse
189

su chaleco de servicio en lugar de un traje, y por lo que puedo decir, está haciendo
el truco.
A veces los conductores se resisten a dejar entrar a Benji en sus coches cuando
no se le identifica claramente como lo que es.
Quiero decir, obviamente, es un superhéroe para mí, pero por lo general nadie
más lo entiende.
Chase y yo subimos después de Benji y, como vamos los tres juntos en el
asiento, mi pierna empuja la de Chase. No estoy en absoluto preparada para lo firme
y musculosa que es, ni para ver el dulce rubor de Chase cuando me toca el muslo por
accidente al intentar poner la mano en el suyo.
Querido Dios, ¿cómo hiciste a este hombre? ¿Cómo? Debo saber la receta
completa con las instrucciones para completarlo. Quiero decir, si no puedo tener a
Chase, también puedo intentar hornear un hombre igual a él desde cero, ¿no?
En aras de mi cordura, me entretengo desbloqueando el teléfono y entrando
en Facebook para echar un vistazo al grupo NYC Doggie al que me uní antes de que
empezara esta gira. Benji aún no lo sabe, pero he estado buscando a su amiga desde
que le fallé aquel fatídico día en el parque. La última cosa que quiero hacer es romper
el corazón de mi dulce amigo sin remedio, y le jure que ambos tendríamos nuestra
oportunidad en el amor.
En mis ilusiones, estoy teniendo mi oportunidad ahora, con Chase, lo que
claramente no es el caso, pero eso no significa que Benji no merezca su propio felices
para siempre porque soy completamente ilusa. No quiero decepcionarlo.
Primero reviso mi post, hecho bajo mi perfil de incógnito, BrookieCookie,
donde he descrito a la dulce chica del lazo y al hombre con el que estaba en un
esfuerzo por sacudir la memoria de alguien. Hasta ahora, nadie tiene ninguna pista,
pero ha habido algunos comentarios amistosos que han defendido mis esfuerzos.
Carrie Lawson: ¡Nueva York no dormirá hasta que encontremos el alma
gemela de tu perrito!
Hunter G: Me impresiona que mantengas la cabeza fría, BrookieCookie. Yo
dejaría mi trabajo e iría por Tom Cruise en busca de mi amor perruno.
Della Plays: He estado en el parque tres veces esta semana, sin suerte hasta
ahora. Volveré a comprobarlo mañana.
Chase me mira varias veces sin curiosear, pero sé a ciencia cierta por mi
ángulo y proximidad que puede ver mi pantalla. Si yo fuera él, sentiría curiosidad, así
que decido informarle un poco.
190

—Estoy... haciendo un reconocimiento secreto para mi mejor amigo, ¿sabes?


Un día lo decepcioné un poco, pero no quiero darle esperanzas demasiado pronto.
Todavía no he conseguido ninguna pista, pero no me voy a rendir.
La sonrisa de Chase es brillante y desconcertante a la vez mientras me mira. —
Lo siento, ¿qué? No he entendido nada de lo que acabas de decir. Siento que me estoy
perdiendo algo.
Miro de nuevo la pantalla y vuelvo a mirarlo mientras un rubor me sube por el
cuello. —Oh. ¿No puedes ver mi pantalla?
Sonríe y se encoge de hombros. —A mí sólo me parece negro.
Oh, mierda, ¡sí! Me doy un golpe en la frente, recordando en voz alta: —Olvidé
que le puse uno de esos protectores de pantalla de privacidad antes de salir de gira.
—Mi risa se convierte en carcajada al imaginar lo loca que debo de parecer ahora
mismo después de mi perorata sin contexto alguno.
—Lo siento, ignórame.
Chase me considera un largo momento antes de susurrar: —Un poco difícil.
—Lo sé —respondo, hundiendo la cabeza entre las manos y dejando caer el
teléfono sobre mi regazo—. Estoy un poco chiflada estos días. Incluso más de lo
normal. Gracias por aguantarme.
—Es un placer —responde Chase con una sonrisa—. De verdad.
Sacudo la cabeza. —Está claro que eres demasiado simpática y que, tal vez,
trabajaste en Chick-fil-A en algún momento de tu vida. Te prometo que no lo tendré
en cuenta si me dices la verdad. O si quieres decirme que deje de hablar o lo que
sea. O incluso si quieres volver al camping y simplemente descansar en lugar de ser
arrastrado por Chic...
—¿Brooke?
—¿Sí?
—Ya puedes callarte.
—¡Ves! —chillo entre risitas—. Es totalmente genial que me digas eso.
Rodeo a Benji con un brazo y miro por la ventanilla con una sonrisa estúpida
mientras se acerca el horizonte de Chicago. Siempre me han gustado los horizontes,
incluso cuando crecía en la granja de mi familia en la zona rural de Ohio. Tenía varias
acuarelas enmarcadas de Nueva York, Chicago, Nashville y Londres, y si conozco
algo a mis padres, imagino que sigue en su sitio la pared rosa de cachemira de la
habitación de mi infancia, es decir, si mis sobrinos aún no las han hecho pedazos.
191

Y ahora soy una mujer adulta que recorre estas ciudades mientras mis libros se
convierten en una serie en Netflix. Si pudiera contárselo todo a mi niña, después de
explicarle qué es Netflix y cómo Blockbuster quebró hace siglos, sé que estaría
encantada.
Veo pasar los rascacielos a través de la ventana y me doy cuenta de lo
impresionante que está Chicago en primavera. La ciudad hace un esfuerzo increíble
para ajardinar las calles urbanas con hermosas flores y árboles en flor.
Veo un cartel que indica Millennium Park y me doy cuenta de que está a sólo
unas manzanas. Durante mi solicitud de Uber, pedí que me dejaran allí porque es el
único lugar del que he oído hablar en Chicago.
Ja. Guau. Eso suena... loco.
Santo cielo. En realidad no sé nada de esta ciudad que acabo de convencer a
Chase de explorar...
Benji empieza a darme codazos cuando empiezo a ponerme nerviosa, y yo le
devuelvo el codazo. Sé que está haciendo su trabajo y todo eso, pero sí... ahora no.
Voy a luchar contra el desmayo con pura fuerza de voluntad, aunque me mate.
No me desmayaré ni me mearé en la parte trasera de un Uber de camino al centro
de Chicago. No me desmayaré ni me mearé en la parte trasera de un Uber de camino al
centro de Chicago. No me desmayaré ni me mearé en la parte trasera de un Uber de
camino al centro de Chicago... y repetiré hasta el infinito.
Mi mejor amigo mantiene la mirada pero deja de chocar, y por la
consideración, le estaré eternamente agradecida.
Tras varios minutos de silencio, el Uber se detiene en Michigan Avenue con
vistas a la famosa Bean, y sin mucha elección, agarro la correa de Benji y salgo por la
puerta del pasajero del lado del conductor mientras Chase sale por la contraria.
Mientras el coche se aleja, Chase se acerca a Benji y a mí con una cálida sonrisa
y los brazos abiertos. —Así que... ¿qué es lo primero en nuestra agenda de 'explorar
Chicago'?
Es en ese preciso momento cuando la oleada de todo contra lo que había estado
luchando en el coche se abate sobre mí, y pierdo el control, me tiro al suelo, me siento
sobre el culo y pongo la cabeza entre las manos. Benji y Chase me rodean, aunque
creo que Benji está más confundido porque mis constantes vitales no hacen lo que
suelen hacer en estas situaciones. Estoy mareada, pero es diferente. Es como
emocional o algo así.
—Dios mío, ¿Brooke? ¿Estás bien?
192

Niego e intento recuperar la voz, pero Chase está demasiado ocupado


pasándome las manos por las extremidades en busca de heridas como para darse
cuenta de que cada vez que su carne toca la mía, el nudo silenciador de mi garganta
crece un poco más.
—Brooke, ¿estás bien? —vuelve a preguntar.
Finalmente, encuentro un hueco en mi vergüenza lo suficientemente grande
como para explicarme a través de él. —Yo... yo... mierda... no sé qué hacer. Acabo de
darme cuenta de que no tengo ningún plan. —Se me tuerce la cara de horror. Chase
me mira fijamente durante un largo rato y luego suelta una carcajada que nunca le
había oído. Enorme, estruendosa, sin reservas. Es más que excitante y hace que su
perfecto cabello negro rebote. Como boing-boing, esas hebras saltan.
¿Cómo puede un hombre tener tantos buenos atributos físicos y una buena
personalidad? No lo entiendo. Pensé que Dios trató de repartirlo todo un poco.
Cualquier otro hombre que haya conocido estaría frunciendo el ceño ahora
mismo si se acabara de enterar de que lo he arrastrado a una de las ciudades más
concurridas del país, cuando se suponía que tenía que estar haciendo otra cosa, sin
ni siquiera tener una razón concreta o un plan.
Chase se pone en pie antes que yo y me tiende la mano para que la tome y me
levante. La tomo, la verdad es que me da un poco de miedo no hacerlo y él se va a
toda velocidad por Michigan Avenue.
—¿Chase? —pregunto, agitando las piernas detrás de él para que Benji y yo
podamos seguirle el ritmo—. ¿Estás loco?
Se detiene, se gira hacia mí y, sin dudarlo, me abraza. Es cálido y aplasta sin
herir, y me apoya tanto física como emocionalmente. Creo que este abrazo cura algo
dentro de mí que no sabía que estaba roto.
—No —murmura en lo alto de mi cabello—. Claro que no estoy loco. Estoy
tomando la iniciativa. Si no tienes un plan, ¿estoy en lo cierto al asumir que no te
importa?
—¿Vas a pasar el día en la ciudad conmigo y pensar qué hacemos? —Resoplo—
. ¿Estás bromeando? Es lo mejor que he oído nunca.
—Bien —comenta, apartándome lo suficiente para depositar un beso en la
parte superior de mi cabeza, donde antes estaba su barbilla.
Um, ¿perdón? ¿Qué está pasando?
¿Sus labios acaban de tocarme?
Tu frente, cariño. Sólo tu frente. Relájate.
193

—Entonces pensé que empezaríamos con un café —anuncia mientras yo


adolescente garabatea “Yo amo a Chase Dawson” por todo su cuaderno de ciencias—
. Me vendría muy bien una taza de café.
Le digo al adolescente que se vaya de paseo y asiento de acuerdo con su plan
de cafeína. —Suena genial.
Tampoco tengo ninguna duda de por qué puede necesitar el café tan
desesperadamente. Yo soy la razón, y lo acepto. Taylor Swift tiene mucha razón. Yo
soy el problema. Soy yo.
Mueve la cabeza en dirección a la acera. —Pues venga. Vámonos.
Doy un paso sincronizado a su lado, aunque mis piernas son más cortas que las
suyas, y sin mediar palabra, se acerca y entrelaza sus dedos entre los míos. Mi mano
es tan pequeña comparada con la suya, más grande, y la sensación es tan
increíblemente íntima que no me atrevo a decir o hacer nada que pueda romper el
hechizo.
En las aceras abarrotadas, un montón de gente se separa de él y yo lo sigo feliz
mientras se acerca a un local llamado The Black Crow, en la esquina de la siguiente
manzana. Por fuera parece un local moderno, pero al entrar veo que está lleno de
muebles antiguos y estanterías abarrotadas de baratijas, y quizá lo mejor de todo...
libros.
The Black Crow es una combinación de cafetería y librería, y Chase Dawson la
encontró a los cinco minutos de llegar a Chicago.
Eso me hace pensar mientras me arrastra suavemente hasta el mostrador del
café, donde hay un camarero preparado. Espero a que haga su pedido y murmuro el
mío, porque acepto cafeína en cualquier forma y a cualquier hora del día, muchas
gracias, y luego, mientras el camarero prepara nuestras bebidas, lanzo la pregunta
que tengo en la punta de la lengua. —¿Has estado antes en Chicago?
—Dos veces. Ambas veces cuando era menor de dieciocho años.
—Y sin embargo, ¿encontraste este lugar en cuestión de un latido?
Me guiña un ojo. —Soy más alto que tú. Puedo ver más allá de la calle.
—¿Qué? —pregunto con una carcajada mientras el camarero me sirve primero
mi café, un moca blanco y luego el suyo, un americano.
—No sabía que esto estaba aquí hasta que lo vi a una manzana de distancia.
—Bueno, señor. Entonces tiene una suerte increíble, porque este lugar tiene
café y libros. No conozco nada mejor que una combinación de ambos... a menos que
haya vino. Me gusta cuando hay vino.
194

—Probablemente tomen vino por las tardes.


Me río como una maldita colegiala y me acerco la taza a la boca para beber un
sorbo, pero él tira de mi mano antes de que tenga oportunidad de tomar líquido y,
una vez más, nos ponemos en marcha. Esta vez, a las profundidades de la tienda en
una misión que sólo Chase conoce.
—¿Adónde vamos? —pregunto en un susurro mientras pasamos junto a un
hombre en una mesa que parece muy concentrado en lo que sea que haya en la
pantalla de su portátil.
—A encontrar un libro.
—¡Genial! ¿Quieres leer algo en concreto? ¿Quizá podamos elegir uno los dos
y leerlo juntos?
—Me gusta esa idea, pero dado el calendario con su propio manuscrito, tengo
una idea un poco diferente.
—¿Ah, sí? ¿Qué?
Me guiña ese estúpido y sexy ojo suyo. —Ya lo verás.
Lo sigo mientras busca en las estanterías con ávida concentración, inútil en mi
ignorancia. No sé lo que buscamos, lo que me dificulta encontrar algo.
—Chase —vuelvo a llamar mientras se dirige a otra sección y empieza a
escudriñar las estanterías—. ¿Qué buscas? Quizá pueda ayudarte.
Apenas he pronunciado las palabras cuando toma un libro por el lomo y lo saca
de la estantería, se lo mete en el pecho y se dirige a la caja registradora con largas
zancadas de sus tonificadas piernas.
Por desgracia para el detective, reconozco la contraportada de inmediato,
como debería, ya que me pasé meses pensando qué quería que fuera.
—Chase Dawson —digo, siguiéndolo tan rápido que Benji tiene que trotar para
seguirme—. ¿Qué haces con mi libro? Mi primer libro, debo añadir. —El tono de mi
voz sube sin mi permiso, así que hago lo posible por bajarlo mientras sigo
susurrando—. ¡Chase! ¿Por qué tienes el primer libro de The Shadow Brothers? ¿Qué
estás haciendo?
No me contesta y tengo que admitir que, por primera vez, me está enojando.
Por supuesto, sigue siendo de un modo juguetón y divertido, más que de la forma en
que la mayoría de los hombres me irritan, pero se me eriza la piel al no saber qué
pretende hacer con ese maldito libro.
195

—Chase. Chaseeee! —siseo mientras se acerca a la caja registradora, donde


lo espera una joven con delantal negro y una amable expresión de servicio al cliente
en los labios.
—Disculpe —le dice, con su sonrisa totalmente comprometida y su encanto
rezumando por todas partes—. ¿Podría ayudarme?
Se sonroja un poco, se pasa el cabello rubio hasta los hombros por detrás de la
oreja y deja que las comisuras de los labios se curven un poco. No me cabe duda de
que si no fuera tan tímida, su sonrisa brillaría hasta la luna, pero tal y como está, me
doy cuenta de que está embelesada.
¿Pero quién no lo estaría? El bastardo es ofensivamente atractivo, y no tiene ni
puta idea.
—Um, claro —responde ella con un murmullo tímido mientras toma el libro de
su mano extendida.
—¿Puedes decirme lo que sabes sobre este libro? —Chase hace la pregunta
más ridícula que he oído nunca. Conoce el libro. Ha leído el libro—. Estoy buscando
empezar una nueva serie, y algunos amigos me dijeron que este era bueno, pero no
sé mucho más sobre él.
¿Qué clase de juego raro está tratando de jugar aquí?
Casi le pregunto exactamente eso, pero al ver que la joven reconoce la portada
y el título en su rostro, se me corta la respiración. Sus ojos se iluminan, y el libro es
rápido y suavemente acunado contra su pecho.
—¡Dios mío, sí! —exclama en un suave silencio—. ¡The Shadow Brothers es una
de mis series favoritas de todos los tiempos! Esta es sin duda una buena elección. —
Respira durante un segundo, mirando fijamente mi libro y girándolo un poco entre
sus manos.
Y yo retrocedo unos pasos, horrorizada de que pueda reconocerme, y me
encojo nerviosa en un segundo plano. Benji se queda a mi lado obedientemente.
—Técnicamente es paranormal porque los hermanos son fantasmas —
continúa—. Pero no es tanto de fantasía, ¿sabes? Creo que es una ficción totalmente
accesible tanto para hombres como para mujeres. Apostaría a que volverás a buscar
los dos próximos libros en una semana.
Chase sonríe mucho, y mi corazón late como si quisiera salirse de mi cuerpo.
¿Por qué hace esto?
—Bueno, gracias —dice Chase fácilmente, todo su pequeño espectáculo de
perros y ponis le crea mucha menos ansiedad que a mí—. Ahora tengo muchas ganas.
Te agradezco que te hayas tomado la molestia de explicármelo.
196

—¡Por supuesto! —responde la chica, notablemente más cómoda que antes.


Paso por detrás de él con Benji y me dirijo a la puerta cuando termina de
hablarle.
En cuanto sale a la acera, le pongo las manos en el pecho y lo empujo,
gritándole: —¡No puedo creer lo que acabas de hacer! —lo bastante alto como para
que lo oiga un radio de media milla.
—¿Por qué no? —pregunta Chase entre risas, dándome la bolsa con el libro
sólo para que se la devuelva—. ¿No fue divertido ir de incógnito?
—Bueno... sí. Claro que sí. Por un momento me sentí como un agente de la CIA,
pero también como si le hubiera mentido a esa pobre chica.
Su cara es escéptica. —Le gustaba hablar de ello. Se le notaba en la cara. Y, de
todas formas, técnicamente no estabas mintiendo. Sí mentía. Además, mentir es una
práctica bastante habitual en todas las agencias del alfabeto.
Frunzo el ceño y él se ríe, me toma de nuevo de la mano y nos arrastra a Benji
y a mí calle abajo. —¿Adónde vamos ahora? —grito, haciéndolo soltar una risita.
—¡Supongo que tendrás que esperar y ver!
Lo sigo calle abajo a un ritmo que parece de trote, pero que es bastante normal
si tu corazón no late como si fuera un coche en la autopista y pudiera ir a un millón de
kilómetros por hora. Y no nos detenemos hasta que vemos una de las pizzerías más
grandes y luminosas de Chicago, con un exterior totalmente acristalado.
Saca el libro de la bolsa y un rotulador, que, por cierto, no sabía que había
comprado, y me los da como si esperara que hiciera algo con ellos.
Levanto las cejas y él endereza la espalda.
Es mano a mano aquí, combate a muerte final, gallina en su mejor momento. No
voy a quebrarme. Me niego.
Con el tentador olor a pizza en el aire, Benji se molesta con nuestra mirada y se
sienta sobre sus patas traseras con un gemido mientras continuamos la farsa.
Levanto una ceja en señal de desafío mientras mis ojos empiezan a arder, y él
entrecierra sus bonitos ojos azules, lo que me temo que podría ser una mejor táctica
a largo plazo.
—Chase.
—Brooke.
—Ugh. ¿Qué estás haciendo ahora? —pregunto, cediendo patéticamente
rápido. No es tanto que sea una perdedora como que estoy empezando a sentir cosas
raras en sitios raros de tanto mirarlo.
197

—Vas a firmar este libro —me dice—. Voy a ponerlo en algún sitio mientras
entras y pides pizza, y luego, vas a publicar sobre ello en las redes sociales.
—¿Okayyy...?
—Y luego —añade con una sonrisita traviesa—. Nos comeremos la pizza y
veremos cómo la gente acude en masa por ella.
—¿Hablas en serio? No puedes hablar en serio.
—Sip, mi bro. No broma.
Sonrío a mi pesar, porque oírle utilizar el lenguaje de la Generación Z en tono
casi serio es demasiado. Y entonces, suspiro.
—¿Cuál es tu problema hoy, Dawson? Normalmente es fácil estar contigo.
Se ríe. —Sigue siendo fácil estar conmigo, Baker. Sólo te estoy demostrando
que también es fácil estar contigo. Y que los fans te adoran a ti y a tus libros y que no
tienes nada que temer en esta gira ni con este nuevo libro ni con nada. Tienes mucho
talento, Brooke. En serio, si el talento fuera violento, ya habrías arrasado con todos a
tu alrededor. Incluso a Chuck Norris.
—Bien, eres molesto porque incluso cuando eres molesto, eres simpático. Y
eso es más molesto que sólo ser molesto, así que eres doblemente molesto con una
cereza encima.
Asiente, aceptándolo plenamente.
Refunfuño, le arrebato el libro y el rotulador de la mano, firmo rápidamente la
portada interior y se lo devuelvo con un empujón en su varonil pecho.
—Voy por pizza. Ven a buscarnos a Benji y a mí cuando termines de
comportarte como un bicho raro.
Vuelve a hacer ese guiño sexy. —Oh, no te preocupes. Lo haré.
La verdad es que no puedo esperar. Esto es lo más divertido que he tenido en
mucho tiempo.
Mucho más, y puede que no quiera que termine nunca.
198

Capítulo Veintiséis
Sábado 20 de mayo

Chase
Apenas ha salido el sol y yo ya estoy levantado y llevo una hora entera de
jornada.
El café me chamusca la piel sensible del labio superior mientras bebo un sorbo
de la que ahora considero mi taza: tiene pequeñas rayas negras en su superficie
blanca y un asa que se adapta perfectamente a mis cuatro dedos.
Ayer pasamos la mayor parte del tiempo explorando la ciudad, y esta mañana
Brooke aparecerá en el programa de televisión Buenos Días, Chicago, para hablar de
todo lo relacionado con Shadow Brothers.
Mientras ella se prepara, y puesto que nos pondremos en marcha poco
después de que termine su entrevista televisiva, decido trabajar un poco. Compruebo
brevemente si hay algún correo electrónico de Longstrand en mi teléfono y, cuando
no aparece nada urgente, me meto en la cabina de la cocina de la autocaravana para
retomar mis notas sobre Accidental Attachment.
Los márgenes del libro de Brooke están llenos de ideas, sugerencias y
garabatos. Alguien que no conozca mi forma de trabajar podría pensar que esto
significa que hay un millón de cambios que hacer y quemar el manuscrito en ese
mismo momento.
Tendré que tener cuidado de recordárselo antes de que se ponga como una fiera.
Pero para mí, cuantas más notas tomo, mejor es el libro. Con los libros que no
me gustan, no tengo casi nada que decir.
Cuando me encanta algo... soy el tipo de redactor que se queda tan
embelesado, tan colgado, que no puedo evitar comentar tanto lo bueno como lo malo.
Y no sólo más de esto y menos de aquello sino con las formas en que cada chiste me
hizo escupir toda en la camisa o salir corriendo con ansiedad. Quiero que el creador
de la obra sepa cuándo no puedo respirar por la opresión en el pecho o cuándo un
199

personaje me toca tan de cerca que desearía poder descolgar el teléfono para
llamarlo.
Conozco el nivel de trabajo que Brooke y todos los demás autores vuelcan en
sus manuscritos, y merecen tener la confirmación de que su tiempo y esfuerzo dan
sus frutos. A veces necesitan el refuerzo de un editor, y yo estoy más que dispuesto a
hacerlo.
Dejo la taza en la mesa con cuidado, tomo mi copia del manuscrito y empiezo a
leer un capítulo sobre la primera vez que River lleva a Clive a su apartamento. Está
escrito desde el punto de vista de ella y lo he leído varias veces, pero nunca deja de
arrancarme una sonrisa.
Introduzco la llave en el ojo de la cerradura de la puerta de mi apartamento,
pero antes de accionar la cerradura, me detengo y me giro hacia Clive.
—Bien, antes de dejarte entrar, hay algunas cosas que deberías saber.
—¿Ah, sí? —Ladea la cabeza, pero sus ojos no se apartan de los míos—.
¿Cómo qué? ¿La puerta de tu apartamento es en realidad una puerta a Narnia? ¿O
tu apartamento está muy, muy sucio, como ese episodio de Friends en el que Ross
sale con esa mujer que tiene una rata en su bolsa de patatas fritas? Necesito que
me indiques si debo concentrarme en el asombro o en la mierda.
—Ninguna de las dos cosas. Pero hay varias comedias románticas en mi
cuenta de Netflix y un CD de Janis Joplin en el estéreo.
—Entonces, ¿para qué se supone que debo prepararme? —me pregunta,
acercándose a mi cara y esbozando una sonrisita sexy—. ¿A la vista de un CD?
—No. Tendrás que prepararte para las reglas.
—¿Las reglas?
—Sí. —Asiento. Sólo una desafiante inclinación de cabeza—. Las reglas.
—De acuerdo —responde Clive y da un paso atrás en un gesto con ambas
manos extendidas frente a él—. Ponlas sobre mí, Riv.
—El único condimento que sirvo es mostaza. La cátsup es para las ovejas y
la mayonesa para los simios. Al menos, en mi apartamento. Por lo demás, siéntete
libre de hacer lo que quieras con tu libre albedrío.
Sonríe en lugar de correr directamente en otra dirección, y el corazón se me
acelera en el pecho.
—¿Qué más?
—A estas horas, mi televisor sólo conoce un canal. No se dejará influenciar,
y no se cambiará, no importa lo lindo que sonrías.
200

Hablando de sonrisas bonitas, la suya se hace aún más grande. —¿Y a qué
canal seré sometido?
—TV Land, por supuesto. Cuando alguien me pregunte a quién quiero, Lucy
siempre será la respuesta.
—De acuerdo, Riv. Definitivamente tienes algo que explicar, pero por el bien
de salir de este pasillo, voy a seguir mi instinto y aceptar las reglas ahora.
Me aparto del manuscrito al oír abrirse la puerta de la habitación de Brooke,
obligando a mi mente a volver al mundo real. No es un mal lugar para estar, en una
autocaravana con Brooke Baker, pero cuanto más escarbo en el reino de Clive y River
una y otra vez, más difícil me resulta recordarme a mí mismo que los aleteos en mi
pecho y los dolores en mis mejillas no son reales. Por mucho que parezca que
deberían serlo, Clive Watts y River Rollins no son personas reales.
Convencerme a mí mismo es especialmente difícil ahora, después de haber
leído esta escena con un contexto totalmente nuevo sobre la obsesión de River por la
mostaza. Brooke la sacó de sí misma, como hacen todos los escritores, pero como
lector, con poco o ningún contacto con la autora, normalmente no te enteras.
Dejo el bolígrafo, tomo mi taza de café y espero a que Brooke atraviese el
pequeño pasillo que hay junto al cuarto de baño. No es un largo camino, pero como
lleva ya un rato preparándose, la espera se me hace muy larga.
Cuando por fin sale, lleva el suave cabello castaño recogido detrás de una
oreja, sujeto con un pasador, y las pestañas alargadas con rímel. Al verla, se me corta
la respiración.
Clive y River y Lucy Ricardo son oficialmente un recuerdo.
Lleva una americana de terciopelo burdeos sobre el top de encaje blanco más
fino y sedoso que he visto nunca. Unos pantalones negros de corte lápiz completan el
conjunto y terminan en la parte superior de unos brillantes tacones negros. Luce
elegante y preciosa y... un millón de calificativos más que a un editor de libros con un
vocabulario por encima de la media se le deberían ocurrir ahora mismo.
—Brooke —empiezo, deteniéndome justo antes de soltar todo un monólogo
sobre lo guapa que está que la asustará más de la cuenta.
—¿Qué? —pregunta confundida por el uso único de su nombre, como debe
ser—. ¿Tengo un aspecto raro? Intento no caminar como un potrillo sobre hielo, pero
hace tiempo que no me pongo un par de tacones.
—Definitivamente no pareces rara. —Tengo que parpadear para creer que es
real—. Te ves... bueno, te ves hermosa.
201

El rubor característico de Brooke sube a sus mejillas a gran velocidad y agacha


la cabeza para mirar al suelo. Un hombre inteligente que conociera sus límites habría
considerado más detenidamente las implicaciones de un cumplido en un entorno
profesional, pero lo único que puedo pensar es que lamento haber dicho algo ahora
porque me ha robado sus ojos verdes como el rocío.
Mierda, Chase. Contrólate... rápido.
Intento encontrar otra forma de evitar mis palabras, pero todo lo demás sería
mentira. El hecho es que Brooke es preciosa. No puedo apartar los ojos de ella.
—Bueno, gracias —responde al final y vuelve a clavar sus preciosos ojos en los
míos—. Pero ahora mismo estoy demasiado nerviosa para dejar que tus palabras
calen en mi cerebro. No soy precisamente una experta en peluquería y maquillaje, y
es la primera vez que salgo en televisión —admite frunciendo un poco el ceño—.
Quiero decir, ni siquiera sé qué podrían preguntarme donde la respuesta no sea
supremamente aterradora.
Cambia su voz para imitar la de un entrevistador de televisión: —¿Cómo es tu
rutina diaria, Brooke? —Falsamente nerviosa, se abanica la cara y vuelve a su propia
voz—. Oh, ya sabes, ropa sin lavar y un ciclo de autodesprecio y hablar conmigo
misma, sobre todo, seguido de una botella de vino por la noche. A veces dos, si tengo
un plazo o me siento muy auto despreciativa.
Siempre es tan jodidamente graciosa. Sin embargo, me doy cuenta de que
detrás de su fachada humorística, necesita algo más que la risa para aliviar sus
nervios. Necesita seguridad. Necesita confianza, aunque no sea ella quien la muestre.
Afortunadamente, tengo muchas razones para creer que el público va a querer
a Brooke Baker tanto como yo... Benji.
—Lo harás muy bien, Brooke, lo sé.
—Gracias. Me alegro de que uno de nosotros crea en mí.
Benji truena y Brooke se ríe. —Bien, dos. —Ella se inclina para rascar las orejas
de Benji, y él se inclina para la atención—. Gracias, Benj. De alguna manera siempre
me cubres las espaldas.
¿Ves? El amor y el apoyo inquebrantable de Benji. A eso me refería.
Sólo por curiosidad, ¿cuántos astronautas de la Estación Espacial Internacional
cree que vieron a todo el mundo poner los ojos en blanco?
Desesperado por distraerme, miro por la ventanilla para ver el coche negro
que se acerca y Brooke me sigue con la mirada.
—Hay algo extraño en que un coche lujoso te recoja en un camping para ir a
salir en la tele, ¿eh? —cuestiona con un bufido—. Supongo que por eso tenían en
202

mente lo de los aviones y los hoteles de cinco estrellas cuando planearon esto
inicialmente.
—Creo que le da carácter. Piensa que podrías acabar con una aguja de pino
pegada al zapato en lugar de papel higiénico. Sinceramente, me parece mejor.
—Mejor para una secuela de Somos los Millers, tal vez. ¿Pero mejor para una
gira de Netflix? No estoy tan segura —replantea Brooke riendo—. Aunque es lo que
es. Así que supongo que será mejor que nos pongamos manos a la obra.
Me levanto de mi sitio en la cabina y llevo mi taza al fregadero para verterla,
ofreciéndole: —¿Quieres que te haga un café para llevar?
Ella asiente, pero sus palabras no coinciden. —No. No, no debería. Acabaré
derramando un poco sobre esta blusa justo antes de salir al aire.
—¿Y si la preparo yo, sostengo la taza en todo momento y superviso cuando
tomas un sorbo? —le pregunto, dándole otra oportunidad. Por lo que parece, le
vendría bien un aliado de cafeína.
Su risita es dulce y satisfactoria. Una parte de mí se siente llamada a recrearla
una y otra vez. Y es esa parte de mí la que, sin duda, está metida en un buen lío.
—Quiero, pero no. —Decidida, sacude la cabeza—. No confío en mí misma.
Estoy a dieta de líquidos claros hasta que termine con esto.
—¿Vodka? —Sugiero, convirtiendo su risita en una carcajada.
—Déjate de ideas geniales, Dawson, o acabaré accediendo a una de ellas.
Sacudo la cabeza. —Bien. Ni café ni vodka... todavía. Los dejaremos para
después del espectáculo.
Me dispara una adorable pistola de dedos. —Ahora estás hablando.
—Creo que ambos sabemos desde ayer que soy un excelente planificador,
Baker.
—Cuando buscas en el diccionario la palabra 'planificación', ¿dice ser muy
tramposo y ligeramente manipulador?
—Oh, vamos —insisto, acercándome a la puerta, abriéndola y sujetándola para
que no choque contra Brooke o Benji mientras me siguen escaleras abajo hacia el
exterior—. ¡No puedes decirme que ayer no te lo pasaste como nunca!
—Entre eventos cardíacos, fue bastante espléndido. Incluso cuando me
engañaste para que trabajara mientras estaba hasta las narices de pizza.
—Todo lo que hice fue hablar un poco sobre Accidental Attachment. Quiero
decir, eso es un poco por lo que estoy en este viaje en primer lugar, ¿sabes?
203

—Es una forma graciosa de admitir que me has arruinado el día, pero supongo
que los editores deben ser creativos con el lenguaje.
—Realmente eres más guapa cuando finges estar enojada.
—Escucha, señor. —Me señala la cara con un dedo índice—. Esa frase era
demasiado suave ayer cuando me hacías fotos viendo lo que parecía un centenar de
lectores rabiosos venir a buscar el libro firmado que escondiste en el alféizar de una
ventana en pleno centro de Chicago, y lo sigue siendo hoy. Por no hablar de que la
expresión de mi cara en esas fotos probablemente sea directamente miedo a acabar
en el periódico por incitar a una turba.
No puedo negar que, una vez que Brooke subió a Instagram la foto que hice del
primer libro de The Shadow Brothers que había escondido en la calle, fue un puto
espectáculo ver cómo los lectores acudían en tropel a buscarlo. Un espectáculo que
sabía que ella necesitaba ver. Un espectáculo que merecía ver.
—Oye, la suavidad no es culpa mía. Son todos los Clive y River que he estado
leyendo. —Insisto—. Estás empezando a alterar la química de mi cerebro.
Resopla tan fuerte que casi se ahoga con su propia saliva y se dirige a
trompicones al coche que la espera, con la correa de Benji aún en la mano. Él sube
primero y Brooke lo sigue. Y elijo no pensar en el hecho de que eso va a poner a
Brooke justo contra mí en el coche, igual que ayer.
—¿Qué? No es tan descabellado, ¿verdad? —Me meto dentro y cierro la puerta
tras de mí—. ¿Que me transforme en los personajes con los que paso tanto tiempo?
Tú también debes hacerlo.
Miro a Brooke a los ojos mientras el conductor se aleja hacia la entrada del
camping.
—Oh, Chase —murmura, con una sonrisa irónica en la cara que no consigo
descifrar—. No tienes ni idea.
—Ves. Así que deja de atragantarte con saliva y empieza a mentalizarte de que
tú, Brooke Baker, puedes y vas a salir en la tele.
—Poesía, esa frase. Poesía absoluta.
—A veces, en la vida y en la literatura, tienes que decir las cosas como son,
Brooke. Puede ser aburrido que caminara hasta el armario, pero caminar hasta el
armario, lo hizo.
Pone los ojos en blanco, pero también suelta una risita, y probablemente ese
sonido me gusta demasiado.
Estoy bastante seguro de que eso ya se ha establecido, amigo.
204

El conductor mira varias veces de la carretera al retrovisor y yo evito el


contacto visual hasta que empieza a mirar sólo a Brooke. Sus ojos son como
pegamento para el reflejo de ella, y empiezo a preguntarme si siquiera está mirando
la carretera.
Cuando por fin se apartan de su rostro, los atrapo con los míos y los sostengo,
mi mirada dura e implacable, hasta que no veo que sus ojos vuelven a mirar en su
dirección.
No es que la gente no pueda admirar a alguien tan guapa como Brooke, pero
ella ya está bastante nerviosa. Lo último que necesita es levantar la vista y encontrarse
al conductor mirándola fijamente y escuchando a hurtadillas nuestra cómoda
conversación. Conozco a Brooke, y eso haría que su ansiedad pasara de uno a cien en
un santiamén.
—Sabes, Dawson, eres una especie de sabelotodo de la literatura. —La
pequeña broma de Brooke llama mi atención.
—¿Soy un sabelotodo de la literatura?
Ella asiente.
—¿Y? ¿Qué quieres decir? —replico con una sonrisa burlona—. No lo veo como
algo malo. Soy totalmente dueño de mi frikismo literario.
—Muy endeble. —Resopla—. Y no te preocupes, creo que es algo bueno. —
Me acaricia suavemente el muslo e intento no fijarme en lo perfecta que parece su
mano ahí—. La mayor parte del tiempo. Puede que quieras mantenerte alejado de los
rufianes más rudos del mundo, pero con la gente de los libros es entrañable.
—Supongo que es una buena noticia que no me encuentre a menudo en
compañía de gángsters.
—Probablemente, sí.
—De acuerdo —comento, fingiendo garabatear en mi mano—. Nada de
actividades mafiosas. Entendido.
—Los clubes de motos también —sugiere Brooke—. Deberías incluirlos en la
lista por si acaso.
Hago como que chupo el pulgar del dedo y lo apunto antes de volverme hacia
ella como un antiguo reportero de informativos. —¿Y qué más?
—¿Criminales callejeros básicos?
—Claro, claro.
—Reclusos.
Asiento. —Noto un ligero patrón aquí, pero continúa.
205

—Fabricante de cuchillos, entusiastas de las armas, psiquiatras, pirómanos,


cirujanos generales...
—Espera. ¿Por qué cirujanos generales?
—No lo sé. —Se encoge de hombros—. Pero por ver Anatomía de Grey durante
diecisiete temporadas, puedo decirte que la mayoría parecen un poco locos. ¿Tanto
follar y masturbarse en el trabajo? ¿Mientras la gente supuestamente se está
muriendo? ¿Quién tiene tiempo?
No puedo contener la risa y ni siquiera lo intento. Brooke se merece saber lo
graciosa que es, y reprimir mi risa sería un insulto a su habilidad. Aun así, lo mucho
que disfruto con su monólogo hace que se me erice el vello de la nuca y que mi mirada
se dirija a los bordes de mis rodillas flexionadas.
Levanto una mano para quitarme la sensación y, cuando vuelvo a mirar a
Brooke, me sorprendo al ver que un reguero de sangre se ha abierto camino desde
su nariz hasta su barbilla y, en este mismo momento, está goteando sobre la impoluta
tela blanca de su sedosa camisa.
—Mierda, Brooke. —Me acerco y froto el líquido con el pulgar sin pensarlo—.
Te sangra la nariz.
—¿Qué? —se sobresalta, la información sacude su columna vertebral a una
posición mucho más recta—. ¿Lo hago?
Asiento y le pongo la mano en la barbilla, mientras sus manos luchan con las
mías por colocarse en su sitio. —No, no —le ordeno, apartando sus bonitos dedos con
los que tengo libres—. Ya te manchó la blusa una vez. Lo estoy recogiendo para que
no vuelva a ocurrir. ¿Tienes un pañuelo o algo en el bolso?
—¿Un pañuelo en mi bolso? ¿Un pañuelo de papel? —grita, haciendo una pausa
dramática para agitar los brazos—. Eso es para gente preparada. Llevo cinco y una
bolsa Ziploc de sirope de arce y un pintalabios que probablemente caducó hace una
década, por el amor de Dios. Soy infantil en madurez. Así que, no, Chase, ¡no tengo
un puñetero pañuelo de papel!
Una pelusa blanca aparece en la separación entre los asientos delanteros y
traseros, cortesía de Nosy Joe Driver, y la agarro con la mano libre como si la vida de
la bonita blusa blanca de Brooke dependiera de ello.
—Dios mío, no puedo creer que me haya manchado la blusa y ni siquiera haya
tomado café. ¡O vodka! ¡Ni vodka con café!
—Cálmate —le digo con una voz tranquilizadora que espero no sugiera juicio.
Entiendo por qué está tan nerviosa. Aparecer en un programa de televisión en directo
es algo enorme para cualquier persona normal sin un historial de celebridades.
206

Añade un fluido corporal, y la apuesta realmente sube—. Voy a arreglar esto. Cuando
lleguemos al estudio, sacaré la mancha.
—¿Qué? ¿Cómo? ¡Es sangre, Chase! ¡Sangre! Ni siquiera ese tipo de OxiClean
confía en poder quitar esto.
—Lo sacaré, lo prometo. Concéntrate en parar la hemorragia. —Arranco un
trozo de pañuelo y lo envuelvo antes de levantarle el labio y metérselo por debajo.
Se sorprende por la intrusión—. Toma. Mantén esto debajo del labio, sobre las encías,
para que haga presión. Me dieron un codazo en la cara jugando al baloncesto en el
instituto, y el entrenador deportivo me enseñó este truco para detener una
hemorragia nasal.
—¿Fuiste una estrella del baloncesto en el instituto? —pregunta, asombrada.
No puedo evitar reírme de la insinuación, así como de lo fácilmente que se distrae su
mente.
—¿Estrella? No mucho. He jugado, pero eso es todo. Sólo mido uno ochenta y
cinco, y no llegué a serlo hasta mi último año. En el mundo del baloncesto, yo era
prácticamente un enano.
Brooke me mira de arriba abajo, con el labio sobresaliendo como una adorable
ardilla, gracias al pañuelo que lleva dentro. —No pareces enano en nada.
Se me hincha el pecho y se me mueven las cejas, pero la verdad es que tengo
suerte de que Brooke no tenga acceso a mi anuario del instituto. Mi curva de
crecimiento fue lenta en el mejor de los casos, y no llegué al punto de musculatura en
el que estoy ahora sin la ayuda de un entrenador personal que me enseñara a usar el
gimnasio cuando vivía en Nashville.
Tanto en la literatura como en el mundo real, la perspectiva puede fingirse. Con
un poco de esfuerzo, hacer que la gente vea lo que uno quiere que vea es fácil.
Sin embargo, no siento la necesidad de enmascarar mi pasado con Brooke. A
menudo está nerviosa, pero no deja que los nervios le impidan ser auténtica. No sé si
ella se da cuenta de lo adorable que es eso, pero creo que el hecho de que yo esté
dispuesto a someterme a varias rondas de la Escuela de Medicina de Eliminación de
Manchas a través de Google y YouTube solo para asegurarme de que su blusa no se
vea estropeada en televisión habla por sí solo.
—Gah —respira, mirándose la blusa antes de taparse los ojos con las manos—
. No puedo creer que este sea mi aspecto antes de mi primera aparición en televisión.
Parece como si me hubieran rellenado mal los labios, me hubieran dado un puñetazo
en la nariz y me hubieran apuñalado en el pecho con el cuchillo más pequeño del
mundo, todo al mismo tiempo.
207

La reina del drama que hay en ella está en plena exhibición. Con cualquier otra
mujer me sentiría molesto, pero con Brooke no. En todo caso, me divierte. —No es tan
malo como te lo estás imaginando, y todo es temporal. Cuando lleguemos, iremos
directamente al baño y me darás tu blusa. Haré magia y te la devolveré en un par de
minutos, te lo prometo.
—Genial —murmura suavemente—. Desvestirme en el baño de señoras
mientras haces triaje en mi blusa es exactamente lo que imaginé cuando me desperté
esta mañana.
—Si eso es cierto, tal vez quieras informarte sobre estar dotada de un sexto
sentido. Porque eso estoy bastante impresionado —me burlo.
—Estoy bastante segura de que eso está reservado para los niños fantasma y
los Bruce Willises del mundo. —Menea la cabeza—. Pero si lo tuviera, estoy segura
de que ya lo habría utilizado para evitar algunas cosas en esta gira. Benji tendría una
novia, y yo me habría mudado a Nueva York antes de todo el lío del divorcio.
—Bueno... ¿es un nuevo regalo, tal vez?
—Ya hemos llegado —dice el conductor, liberándonos afortunadamente de
este extraño estado de espera. Por muy tentado que estuviera de arrancarle la blusa
allí mismo en el coche y empezar a trabajar, de alguna manera, creo que eso podría
haber empeorado las cosas.
Es sólo una teoría, pero yo apostaría por ello.
Brooke frunce el ceño mientras la saco a toda prisa del coche y la meto por la
puerta trasera del estudio de Buenos Días, Chicago, con una mano en la espalda y
Benji a nuestro lado. La protejo como si hubiera un grupo de paparazzi disparando
con sus cámaras, aunque lo más seguro es que no sea así, y me apresuro a llevarla al
baño después de preguntarle a alguien cómo llegar.
Una vez dentro del baño, le quito la correa a Benji de la mano y la empujo
suavemente hacia el retrete.
—Eep —grita, frunciendo el ceño mientras cierra la puerta batiente. Sonrío y
miro a su mejor amigo guiñándole un ojo.
Sé que es un perro, pero juraría que los extremos de su boca se curvan en una
sonrisa.
—Sólo tienes que pasarlo por encima de la cabina —le digo con confianza, aún
sin estar completamente seguro de cómo voy a arreglarlo, pero lo suficientemente
decidido como para saber que lo haré.
Atrapo la blusa cuando sale despedida por encima de la puerta y suelto la
correa de Benji con una pequeña inclinación de cabeza. Benji emite un leve graznido
208

que confirma que ha captado el mensaje: él se ocupará de nuestra chica, que está en
plena espiral, y yo me ocuparé de la blusa.
—No te muevas. Volveré con ella en diez minutos máximo.
—¡Diez minutos! —grita—. ¿Y qué se supone que debo hacer durante diez
minutos?
—¿Escuchar una de tus canciones favoritas de Dolly en tu teléfono?
—Escucha, señor. No metas a Dolly en esto.
—Pero pensé que habías dicho que ella era la respuesta a todo.
—¡Chase! —exclama, exasperada.
—Lo siento —digo entre risas—. No sé lo que deberías hacer. ¿Salir desnuda?
Sólo puedo resolver un problema a la vez.
—Ugh. Bien.
Me río ante el gruñido de Brooke y salgo por la puerta casi corriendo. Le dije
que solo podía solucionar una cosa a la vez, pero lo cierto es que estaría dispuesto a
hacer más.
Mucho más. Y que me jodan si eso no es alarmante.
Hombre oh hombre, podrías estar en problemas.
209

Capítulo Veintisiete
Lunes 22 de mayo

Brooke
El Brooke Baker Autocaravana Tour no se rinde.
Los últimos días han sido un torbellino. Hemos ido de Chicago a San Luis, de
San Luis a Memphis y ahora vamos de Memphis a Nueva Orleans.
Estoy agotada y apenas he hecho otra cosa que hablar con la gente, dormir y
esforzarme en peinarme y maquillarme, así que no puedo ni imaginarme lo que siente
Chase.
Lo juro, nunca he visto a ese hombre quedarse quieto. Si tiene el culo sobre un
asiento, es porque está conduciendo o trabajando o pidiéndome comida en un
restaurante en el que he exigido que comamos. Si no está trabajando en el libro, está
limpiando una mancha de sangre de mi blusa de seda.
Verdaderamente, es polifacético.
Y no sé si premiarlo o sedarlo, pero esta noche, como vuelve a conducir, tengo
que conformarme con hacer lo posible por mantenerlo despierto y entretenido el
tiempo suficiente para llegar a Nueva Orleans.
Pero cuanto más lejos conducimos, más tengo que esforzarme porque, como
resulta, empecé a quedarme sin cosas graciosas que decir en algún lugar alrededor
de Arkadelphia, Arkansas.
Rebusco en mi maleta en busca de atrezzo y lo reviso todo tres veces antes de
decidir que no soy Carrot Top de la vieja escuela, ya sabes, antes de que se volviera
raro y musculoso, y que nunca debería intentar entretener a alguien con atrezzo.
Pero cuando miro a mi derecha, la bolsa de Benji se asoma desde el armario, y
tengo la brillante idea de acabar con todas las ideas brillantes.
Claro, Benji y yo tenemos una talla y una forma ligeramente diferentes, pero
tiene que haber algo de uno o dos de sus disfraces que me quede bien si me esfuerzo
de verdad. Y Chase tiene que pensar que una mujer en un perro disfraces de
superhéroe es gracioso. ¿Verdad?
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Rebusco y escojo y reviso todo, tiro las cosas que creo que podrían funcionar
sobre la cama y me las pruebo una a una.
La capa del Capitán América encaja a la perfección con las orejas de Batman,
e incluso soy capaz de deslizar los brazos de Hulk sobre los míos. Benji me mira desde
el suelo, ligeramente horrorizado. —No me veo ni de lejos tan bien como tú, colega,
pero con suerte le sacaremos unas risas a Chase.
Incluso si sus risas provienen de la vergüenza ajena que le produce mi
ridiculez, al menos tiene que ser suficiente para darle un poco de endorfinas para
seguir conduciendo. No tengo reparos en hacer el payaso en este juego de mantener
despierto al conductor de nuestra autocaravana.
Benji salta sobre sus patas delanteras hasta que me inclino para rascarlo, y
entonces se frota alrededor de mis brazos de Hulk con lo que parece una risa perruna.
Puede que mi perro entienda mi humor mejor que nadie, como debe ser con la
cantidad de chistes míos que oye a diario. Pero, sinceramente, si no fuera por él,
nunca habría seleccionado los chistes que utilizaría en The Shadow Brothers, y puede
que ni siquiera estuviéramos aquí. Además, probablemente me habría abierto la
cabeza sin remedio, así que me ha ayudado desde ambos ángulos.
Básicamente, no confío en nadie como confío en él, y si ahora mismo no me está
sacudiendo la cabeza con vergüenza, no puedo ir por muy mal camino.
Con una rápida aplicación de maquillaje, convierto apresuradamente mi rostro
en una mezcla de los héroes que llevo puestos y me dirijo a la parte delantera de la
autocaravana, donde Chase se encarga de la responsable tarea de conducirnos.
Está de frente y mirando a la carretera, lo que obviamente es bueno, pero eso
también significa que tengo tiempo de subir a trompicones por el pasillo oscilante y
sentarme en el asiento del copiloto antes de que se dé cuenta de mi atuendo.
Una vez que mi trasero golpea el asiento del copiloto junto al suyo, Chase mira
una vez y luego tres veces tan rápido que su cabeza parece un látigo que se balancea
entre la carretera y yo.
Su carcajada es instantánea y gutural, e inmediatamente pienso en otros cinco
disfraces de perro que encargar en internet lo antes posible. No lo haré porque el
momento es de plena actualidad, pero hombre, para hacerlo reír así otra vez, haría
casi cualquier cosa, incluso gastar gran parte de los ahorros de toda mi vida en ropa
destinada a perros.
—Sólo tú podrías verte tan bien como Benji con eso, Brooke.
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Levanto ligeramente el culo y Hulk golpea el salpicadero, y la risa de Chase se


renueva de nuevo. —Siéntate, siéntate. Me estoy riendo demasiado para tenerte tan
cerca del parabrisas.
Hago como que vuelvo volando a mi asiento, y Benji ladra su aprobación desde
su lugar actual en el sofá detrás de nosotros.
—¿Qué haces, loca? ¿Jugando a disfrazarte?
—Bueno, Robin, el trabajo de Batman es guiar y salvar a los que necesitan ser
salvados, y pude ver que estabas al borde del agotamiento. —Me encojo de
hombros—. Pero claro, nuestro dúo dinámico tiene ciudades que salvar, y no
podemos parar, así que pensé en entretenerte un rato. Es lo menos que podía hacer
después de que ShamWowed 2 mi blusa a condiciones óptimas de nuevo, nos
enganchó y desenganchó de cada camping que hemos entrado, y luchó contra un
villano ardilla.
—Oh hombre. ¿Todo eso, y ni siquiera puedo jugar a Batman por un ratito?
Me burlo. —Eres bueno, pero es obvio que yo soy la estrella de este
espectáculo, Chase. Quiero decir, mírame.
—Ahí me has atrapado. —Vuelve su risita gutural—. Todo es como debe ser.
Tú eres la estrella de la autocaravana, y River es la estrella del libro.
Se me corta la respiración. El bloqueo es una combinación de nerviosismo,
algo que cualquier mención de este maldito libro siempre hace aflorar, sorpresa y,
quizá sólo quizá, un poco de asombro.
—¿Crees que River es la estrella del libro?
—¿No? —pregunta en respuesta, mirando de la carretera a mí y viceversa
mientras sus grandes y fuertes brazos se aferran al volante y hacen los ajustes
necesarios.
No sé qué decir a eso. Quiero decir, estoy segura de que no lo escribí de esa
manera. Clive y todo su Chase-ismo es el personaje que yo adoraba. Al que le di la
mayor parte de mi atención y amor. No sabía cómo escribir River de otra forma que
no fuera basándola totalmente en mí, y eso era sobre todo por razones perversas y
egoístas.
—Oh, Brooke, vamos. ¿La escena en la sala de descanso donde usa los
almuerzos de todos para montar una obra improvisada?

2
ShamWowed: Paño de limpieza multiusos absorbente que permite remover con facilidad toda clase
de líquidos, compuesto de gamuza, toalla y esponja.
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Sigo sin decir nada. No puedo. Claro, fue gracioso, pero en su mayor parte eran
las locas divagaciones de una mujer que vive sola y está sola el noventa y cinco por
ciento del tiempo. Cuando hablas sola, hasta la comida empieza a tener personalidad.
Tomé esa escena directamente de la obra maestra casi alucinante que había montado
para Benji en mi apartamento esa noche.
—¿Y la crítica que hace River en directo por la comida a la que es alérgica y ni
siquiera ha probado? —añade, y sus ojos se iluminan con humor—. Perdí la cabeza
por eso. Fue divertido y sincero, y de alguna manera ni siquiera insultó al chef.
De nuevo, lo saqué de una reseña que hice sobre la nueva comida para perros
de Benji, para Benji, claro, cuando llevaba una botella de vino y estaba procrastinando
como una idiota en Garden of Forever.
—River no toma nada y lo convierte en algo, Brooke. Y eso, eso es el poder de
una estrella.
Por un segundo, ya no sé cómo existir. Porque esas palabras son de las más
dignas de un libro que he oído alguna vez, y Chase Dawson fue quien las inventó.
Sin otra opción, hago lo que mejor se me da: desviar la atención. —Bien,
Shakespeare. ¿Tengo tu permiso para usar esa línea en el libro sin miedo a la
denuncia, a los gritos de plagio o a una demanda por un crédito?
—Oh, vamos. —Pone los ojos en blanco entre risitas. Es un gran giro de ojos ya
que puedo verlo, aunque él no desvía su mirada de la dirección de la autopista.
—¿Qué? ¡Esa fue una gran línea! De verdad. La estoy usando. Te sugiero que
sigas la corriente si no quieres afrontar las consecuencias.
Me mira de reojo desde su periferia. —¿Y esos serían?
—No estoy del todo segura, pero he oído que probablemente sea algo violento.
Y desordenado. Y lleno de mucho papeleo. Por cierto, ¿qué es lo que más temes en
este mundo? Porque eso también tiene que ver.
—¿Tienes acceso a serpientes de cascabel? —pregunta Chase con una risita.
—Sí —respondo con una seriedad impresionante—. Puede que no sea común
para la mayoría de los neoyorquinos, pero tengo toda una guarida de cascabeles del
este agitándose, traqueteando y revolcándose en mi terraza exterior.
Aparta la mirada de la carretera el tiempo suficiente para mirarme de arriba
abajo, vuelve a la carretera y vuelve a hacerlo antes de decir algo. Lo dejo tener su
momento de observación, pero la espera es absolutamente aterradora. Estoy aquí
sentada con el disfraz de perro de Benji, por el amor de Dios. No es exactamente el
atuendo ideal para una situación como esta.
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—Brooke... eres... —Sacude la cabeza y se muerde la carne carnosa del labio


inferior. Su labio de la suerte.
—¿Loca?
—Uno de los seres humanos más divertidos que he conocido en mi vida. No sé
cómo lo haces, pero estoy bastante seguro de que esta sonrisa está marcada en mis
rasgos en este momento.
Me acomodo en el asiento y miro por el parabrisas con un audible aullido de
incredulidad. —Creo que lo que pasa aquí es que estás delirando poco a poco y tus
estándares de humor son demasiado bajos.
—Si ese es el caso, he conocido a mucha gente sin gracia en mi vida. Como,
con poca gracia. Porque estás muy por encima de ellos.
—Bien, bien, tranquilo, Sr. Quejoso. Todo esto se me va a subir a la cabeza, y
mis habilidades para escribir chistes van a quedar más encerradas que un cajón de
juguetes sexuales en un cuarto de monjas.
—De ninguna manera. Me cuesta creer que Brooke Baker viva en otro estado
que no sea la hilaridad perpetua. De hecho, me niego a creerlo.
Resoplo. —Yo también paso bastante tiempo en los estados de 'patético' y
'revolcándome'. Pregúntale a Benji. Él te lo confirmará.
Benji levanta la cabeza del sofá y abre los ojos en diminutas rendijas antes de
volver a caer en el adormecedor coma que sólo una casa sobre ruedas puede
proporcionar.
—Bien —murmuro para mis adentros—. Quizá ahora no sea el mejor momento
para preguntárselo. Pero te digo que es verdad.
Chase abre la boca para responder, pero cuando su teléfono empieza a sonar,
vibrando y agitándose en el portavasos entre nuestros asientos, su atención se desvía.
Lo toma, mira la pantalla para identificar a la persona que llama y gime en voz alta.
Arqueo las cejas ante su repentino y evidente desdén mientras él vuelve a tirar
el teléfono al portavasos sin contestar y vuelve a poner las dos manos en el volante.
—¿Spam? ¿La otra, la otra carne? ¿Llamando por la garantía ampliada de tu
coche, quizás? —pregunto juguetonamente, y es el escudo perfecto para mi
curiosidad desenfrenada y malsana.
Se lamenta. —Ojalá.
—Vaya —comento—. ¿Peor que los de la garantía del coche? Debe de ser muy
malo.
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Se pasa una mano por la cara y se alborota la parte superior del cabello antes
de dejar escapar una gran exhalación. —Caroline. Mi ex prometida.
El corazón me da un vuelco en el pecho. Basta con oírlo pronunciar la palabra
prometida para que mis celos, totalmente infundados e inmerecidos, caigan en
picado. —Oh, diablos. Eso está mal.
Se ríe secamente. —Sí. Es mejor que no conteste.
Asiento. Puedo ver el mérito de eso completamente. Ojos que no ven, corazón
que no siente.
Pero, por otro lado, es la segunda vez que trata con ella en esta pequeña
aventura en solitario, y apenas hemos empezado, en el gran esquema de las cosas.
Tal vez Caroline no necesita ser ignorada. Tal vez ella necesita lo contrario.
Y tal vez esté mal y sea demasiado entusiasta, pero tomo su teléfono del
portavasos y me desplazo hasta sus llamadas recientes con facilidad. La pantalla ni
siquiera se ha apagado desde que lo dejó, así que no necesito contraseña.
Me cierno sobre su nombre y lo miro en busca de permiso. —¿Te importa?
—¿Importarme? Yo no... ¿Qué vas a hacer?
Me encojo de hombros. Para ser sincera, no estoy del todo segura. Mi corazón
late desbocado y mi lengua se ha instalado en mi garganta. Este comportamiento está
completamente fuera de los límites de lo que consideraría normal para mí y, sin
embargo, no puedo parar.
No sé lo que estoy haciendo. Sólo sé que Chase no necesita estar tratando con
una mujer que se acostó con su mejor amigo repetidamente si él no quiere. Punto.
—Llamarla. Eso es... más o menos lo que he pensado.
—Mierda.
—Lo sé. —Me encojo—. Puedes decirme que no, y lo respetaré. No tengo ni
idea de cómo va a ir, y tú no ordenaste exactamente a un agente deshonesto que
actuara en tu nombre. Golpearme en la cara también está totalmente permitido, por
esta vez y sólo por esta vez.
Se queda pensativo un buen rato, un buen rato, mucho rato, y empiezo a
preguntarme si su mirada contemplativa a la carretera terminará algún día. Me cuesta
mantener la boca cerrada tanto tiempo, pero lo hago, por él.
—Sí. Sí. Hazlo —concluye finalmente, sus hombros se levantan y luego se
hunden aún más que antes—. Honestamente, no es como si fuera a hacerlo peor de lo
que ya es. Así que... qué demonios. Llama a Caroline.
No tiene que decírmelo dos veces.
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Pongo el pulgar sobre el nombre de la diablesa en su lista de llamadas y me


acerco el teléfono a la oreja cuando empieza a sonar. Estoy segura de que Chase
preferiría que lo hiciera por el altavoz, pero no sé si seré capaz de mantener la
fachada de malvada si está escuchando cada palabra. Y si no hago la llamada de
inmediato, no sé si tendré la confianza para hacerla.
En general, soy lo menos conflictiva posible. Soy la chica que no vuelve a un
restaurante de comida rápida cuando se equivocan completamente con su pedido.
Me llevo la bolsa llena de comida equivocada a casa y rezo para que me guste.
Pero esto... ¿por Chase? Se siente diferente.
—¿Hola? ¿Chase? —Responde Caroline, su voz es un hervidero de excitación.
Siento que intenta seducirme antes de que pueda invitarla a cenar.
—No, lo siento. Chase no puede venir al teléfono ahora.
—¿Y tú quién eres? —El ronroneo de un gatito necesitado de leche desaparece,
y su voz se vuelve fría como el hielo. Y hablo de hielo del malo. No del bueno que se
aplasta perfectamente en trozos fáciles de masticar. Este es dentado, afilado y digno
de una ventisca.
Casi le doy mi verdadero nombre, pero una luz se enciende justo a tiempo para
salvarme, y salvar mi carrera, de las complicaciones que eso podría causar. —River
Rollins. Soy la novia de Chase.
Se me salen los ojos de las órbitas, al igual que a Chase, que me mira y vuelve
a la carretera frenéticamente.
—¿Su novia? —chilla—. ¿Perdona? Soy su prometida.
Esta pobre e ilusa mujer. Sé que tiene que ser duro, perder un partido como
Chase y aceptar que es para siempre, pero se lo hizo a sí misma. Y no tengo ninguna
piedad con una mujer que puede follarse a otro hombre a espaldas de su prometido
voluntaria y repetidamente.
—No, Caroline, no eres su prometida —la corrijo—. Jodiste todo eso y algo más
cuando te acostaste con Justin una y otra vez, ¿no crees? Ya no eres nada para Chase
Dawson, así que creo que es buena idea que dejes de llamarlo.
—No sabes de lo que estás hablando. Chase y yo estamos...
—Absolutamente nada —la corto antes de que pueda soltar más idioteces—. Lo
abandonaste cuando tuviste una aventura con su mejor amigo, y sé que tiene que ser
duro oírlo. Pero, cariño, los hechos no cambian por tus sentimientos. Deja de llamarlo.
Deja de aprovecharte de que es un buen chico. Deja de intentar meterte en su vida, y
deja de pensar que tienes una oportunidad de volver con él. Esa oportunidad es
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menos que una oportunidad en el infierno. Está literalmente vagando por el núcleo
de la tierra. No. Está. Ocurriendo. Es muy feliz.
—Ah, sí. ¿Es feliz contigo? —replica ella—. ¿Crees que eres inmune a donde
yo estoy? ¿Crees que eres la mujer que lo va a atar? Sí, claro. No tienes ni idea de la
presión que supone vivir a la altura de un hombre como Chase Dawson. Después de
un tiempo, te lo prometo, no estará tan interesado en ti como lo está ahora.
—No, Caroline. No lo estás entendiendo. No estoy diciendo que sea feliz
conmigo. Estoy diciendo que es feliz. Y punto. Y ninguna cantidad de humillaciones
de tu parte va a cambiar eso. Tal vez él y yo estaremos juntos para siempre y tal vez
no, pero el punto es que él nunca va a volver contigo.
Vaya, dice Chase, con una pequeña sonrisa curvando las comisuras de sus
labios perfectamente carnosos.
Le devuelvo la sonrisa, desesperada por romper a Caroline con un martillo aún
más grande si eso lo hace sonreír así otra vez.
—No te creo. —Sigue engañándose a sí misma—. Chase tiene que ser lo
suficientemente hombre para decírmelo él mismo...
Abro la boca para devolver el fuego cuando el teléfono me es arrancado de la
oreja muy repentina pero suavemente. Chase se lo pone en la suya, con la mandíbula
tallada en la piedra más fina. Mármol, tal vez.
—Corta la mierda, Caroline. Estoy cansado de oírla.
Me preguntaría cómo él ha podido enterarse de lo que pasaba para hacerse
cargo de la llamada, pero la evidente respuesta del auricular que tiene ligeramente
alejado de la oreja cuando habla Caroline me dice todo lo que necesito saber.
Demonios, de todas formas podría haber puesto el teléfono en manos libres con lo
ruidosa que es la conversación.
—Como quieras, Chase. ¿Es por eso que tienes a tu nueva novia peleando tus
batallas ahora?
—Caroline —dice, y su nombre se mezcla con un suspiro que incluso hace que
se me caiga el estómago—. Durante mucho tiempo, he dejado que mi lástima por ti
se impusiera a mi cordura.
¿Lástima? Mieeerda. Eso es un aguijón.
—¿Lástima? —casi grita—. ¿Por qué me compadeces?
—Porque todo lo relacionado contigo me entristece —responde, y mis ojos
vuelven a desorbitarse—. Sé que es duro oírlo, Caroline, pero es la verdad. Debido a
tus inseguridades, estás demasiado obsesionada con ser el centro de atención o
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adormecerte con el alcohol que sigues arruinando todas las cosas buenas que tienes
delante.
Oh, mamá. Alguien llame al 9-1-1 y envíenlos directo a la casa de esta chica
porque esta mierda se acaba de convertir en un incendio de cinco alarmas.
Caroline guarda silencio, probablemente porque en ese momento está
intentando avivar las llamas que la consumen, pero Chase sigue adelante.
—Lo siento por ti, Caroline. De hecho lo siento, pero debería haberte puesto a
raya hace años. Y sinceramente, lo siento por mí mismo por no haberlo hecho. Pero
me alegro de que River me haya dado el valor hoy. Han sido tres largos años de tus
tonterías y he terminado —declara—. No vuelvas a llamarme porque no me interesa
saber nada de ti. Bloquearé tu número y colgaré si intentas llamar desde cualquier
otro. Me cansé de vivir en el pasado. Me cansé de complacer tu supuesta culpa. No te
debo nada. Y lo más importante, he terminado de hablar contigo ahora. Adiós,
Caroline. Para siempre.
Se aparta el teléfono de la oreja, termina la llamada y sus ojos se abren sólo un
poco menos que los míos. No sé cómo esperaba que fuera, pero te juro que nunca
hubiera imaginado que sería tan increíble.
—Bien, Dawson —le digo, mi sonrisa crece por momentos—. Eres oficialmente
Batman por hoy. Espero que Nueva Orleans esté lista con la señal.
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Capítulo Veintiocho
Chase
Cierro el grifo y salgo de la ducha, tomando la toalla limpia que he colocado
en el único gancho del cuarto de baño de la autocaravana, del tamaño de una lata de
sardinas.
Llevamos conduciendo lo que parece todo el día, y no hemos llegado a Nueva
Orleans hasta hace una hora, cuando el cielo ya estaba oscuro y el reloj se acercaba
a las diez de la noche.
Como Brooke aplazó la ducha hasta por la mañana, pensé que a mí me vendría
bien una buena limpieza. Es curioso cómo conducir durante horas puede hacerte
sentir como si acabaras de pasar una semana en un hostal sin aire acondicionado y
con un solo par de calzoncillos, pero hay algo cuando por fin llegas a tu destino que
hace que una ducha sea como el nirvana.
Seis horas seguidas en la carretera, sin apenas paradas, suelen ser suficientes
para que cualquiera se vuelva loco, pero contra todo pronóstico, Brooke consiguió
entretenernos a Benji y a mí. En un momento dado, salió del dormitorio con una
mezcla de sus disfraces de superhéroe y me reí tanto que casi me salgo de la maldita
carretera.
Estoy convencido de que podría enfrentarse a Ebenezer Scrooge y al Grinch y
salir con los dos cabrones muertos de risa.
Sin embargo, estaba divertidísima con los disfraces de superhéroe de Benji, y
fue justo el subidón de energía que necesitaba para ver el resto del viaje. Por no
hablar de la descarga de adrenalina que supuso que una llamada de Caroline
ignorada a propósito se convirtiera en una llamada de Brooke a Caroline.
Aquella conversación terminó cuando por fin le dije a mi ex lo que debería
haber oído hace mucho tiempo: que tenía que pasar página. En el momento en que
colgué, no me sentí disgustado, enojado o muy molesto. Sentí alivio. Fue como si
hubiera estado cargando con un peso muerto durante los últimos tres años y por fin
lo hubiera descargado en el proverbial vertedero.
Todo gracias a Brooke.
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Me seco con la toalla y me froto el cabello durante unos segundos antes de


limpiarme el resto del cuerpo. Pero cuando voy a tomar un par de bóxers limpios para
ponérmelos, me doy cuenta de que no tengo nada de ropa en este cuarto de baño.
Bueno, mierda. Sé que saqué mi ropa de mi bolso, pero aparentemente no la
traje conmigo.
No es muy útil para un tipo que no se presenta a una audición para un papel en
la producción de Broadway de El traje nuevo del emperador.
Rápidamente, me envuelvo la cintura con la toalla y abro la puerta del baño,
con la mirada fija en la pila de ropa del sofá. Pero sólo doy dos pasos hacia el salón
antes de chocar con algo. De hecho, choco con alguien.
—¡Ahhh! —Brooke chilla y deja caer al suelo un brazo lleno de diferentes
alimentos. Se tambalea sobre una pierna a causa del impacto, y yo extiendo mis dos
fuertes brazos para sujetarla, pero el impulso de mi determinación mezclado con la
dirección opuesta de la suya y la caída hacen que nuestro equilibrio se tambalee. Su
pecho choca contra el mío y sus manos se alzan para agarrarme por los hombros y
ayudar a su cuerpo a superar la fuerza de la gravedad.
Finalmente nos balanceamos hasta detenernos en un bloqueo de cuerpo
entero, su tobillo incluso atrapado entre los dos míos.
—¿Estás bien?
—Creo que has salvado el día, Batman —responde, pero sus palabras se
suavizan hasta convertirse en un susurro al final de la frase, cuando sus grandes ojos
verdes miran hacia arriba y se clavan en los míos.
Todo el aire es expulsado de mis pulmones.
Ella es hermosa. Aterradoramente hermosa, quiero decir.
Debería tener una respuesta, pero como la tierra ha dejado de girar y el tiempo
se ha congelado, no digo nada. Me quedo ahí de pie, con las manos aferradas a la
cintura de Brooke y sus brazos aferrados a mis hombros desnudos.
Su pecho sube y baja en dramáticas oleadas, y a mis pulmones les cuesta
desempeñar su papel en el ciclo carbono-oxígeno.
Busca en mi cara, y no me pierdo la forma en que su mirada pasa de mis ojos a
mis labios y de nuevo a mis ojos antes de repetir ese circuito tres veces más.
Su cuerpo está tan cerca del mío que no sólo me consume su aroma cítrico, sino
que también me doy cuenta de que no lleva sujetador. Tiene los pechos apretados
contra mi pecho desnudo y noto cómo se le endurecen los pezones a través de su
endeble camiseta.
220

Que Dios me ayude.


Sólo pasa un nanosegundo antes de que todas las cosas prohibidas,
completamente poco profesionales y sucias que quiero hacerle a esta mujer
empiecen a rodar dentro de mi cerebro. Mi cabeza podría estar hecha un revoltijo de
huevos, y mi polla cree que ya es hora de que se una a la fiesta.
Esto es demasiado.
Necesito retroceder, lo sé, pero mis molestos miembros no parecen moverse.
En lugar de eso, aparto la mirada de sus ojos, como una especie de primer
paso, por así decirlo, pero sin una indicación explícita de que me aparte
completamente de Brooke, mi mirada se dirige a su boca y soy testigo de cómo sus
blancos dientes se clavan en el labio inferior. Es tímida y sexy a más no poder, y
quiero deslizar la lengua por las hendiduras que hacen sus dientes en la carne rosada.
Quieres saber a qué sabe su boca.
Carajo. Carajo. Carajo. Es demasiado cálida, demasiado suave, demasiado
hermosa, demasiado tentadora... demasiado para mí en este momento. Si fuera mejor
hombre, tal vez podría resistir su atracción, pero siento cómo mi cuerpo se acerca al
suyo.
Ella es un imán y yo soy de metal, y ¡puf! se va todo mi control.
Creo que quiero besarla. No, quieres besarla, sin pensar en ello.
Mis labios. Sus labios. Bien podría ser el apocalipsis en este momento y somos
las dos últimas personas en pie.
La agarro por la cintura, la acerco a mí y mi boca gravita hacia la suya.
Pulgada a pulgada, acorto la distancia hasta que apenas estoy a un suspiro de
saber qué se siente en la boca de Brooke. A qué sabe.
¡Bang!
Se oye un fuerte estruendo y nos alejamos de un salto como dos adolescentes
en un baile escolar. Tardo unos diez segundos en encajar las piezas del puzle y
comprender que solo ha sido el portazo de un coche cerca de la autocaravana, pero
el momento ya ha pasado.
Afortunadamente, creo. Quiero decir, soy su editor, por el amor de Dios.
El ladrido de Benji es profundo y feroz cuando sale corriendo del dormitorio y
empieza a examinar todas las ventanas a las que puede acceder.
Brooke entra en acción para calmarlo, apartándolo tranquilamente de la
ventana y frotándole la cabeza entre las orejas.
221

Todo lo que puedo hacer es quedarme ahí, con la polla en un asta, cubierto sólo
por una toalla.
Benji ladra unas cuantas veces más antes de estar completamente seguro de
que no hay ningún asesino entre nosotros, pero finalmente da el visto bueno
dirigiéndose de nuevo al dormitorio con un enojo molesto.
Brooke se pone en pie en su ausencia, con el dedo índice frotando una línea
apenas visible y sin sentido en el centro de su labio inferior.
El silencio entre los dos es ensordecedor hasta que ambos intentamos cortarlo
al mismo tiempo.
—Dejé mi ropa...
—Necesitaba bocadillos...
—Así que... eso fue... —Una risita nerviosa salta de su garganta—. Lo siento por
eso.
—Creo que ambos nos sorprendimos mutuamente.
—Sip. Sip. Sí. Definitivamente me sorprendió. Súper sorprendida. —Asiente
tantas veces que temo que le dé un tirón en el cuello.
—Bueno, supongo que será mejor que... —empiezo a decir, pero ella me corta
con un —¡Oh, hombre!.
Sigo la trayectoria de su mirada hasta el suelo, donde varias bolsas de patatas
fritas, galletas y caramelos están esparcidas por la alfombra entre nuestros pies.
—¡Creo que me he vuelto un poco loca con los aperitivos! —exclama a un
volumen muy superior al necesario para nuestra proximidad—. ¡Pretzels! ¡Doritos!
¡Oreos! ¡Patatas fritas! Una bolsa de gomitas. —Dice cada cosa mientras se agacha y
las agarra del suelo—. Es como si tuviera demasiadas opciones o algo así. —Su risa
roza lo maníaco y se levanta de nuevo, apretando todas las bolsas de aperitivos contra
su pecho como si fueran un chaleco salvavidas—. ¿Te apetece un tentempié? —
pregunta y me mira a los ojos con vacilación—. Es muy posible que haya agarrado
demasiados del armario de la cocina.
—Estoy bien, pero gracias. —Le ofrezco lo que espero sea una sonrisa
tranquilizadora—. Y probablemente debería vestirme. —Ya sabes, porque mi polla
sigue dura y lo único que llevo puesto es una maldita toalla.
—Cool. Genial. Suena como un plan. —Sus ojos revolotean hacia mi cintura,
pero luego los desvía rápidamente hacia el suelo—. Y voy a comerme estos
bocadillos, pero no todos. Sólo algunos. Quiero decir, son demasiados bocadillos,
¿sabes? Pero bien hecho, Netflix, ¡asegurándote de que tuviéramos aperitivos!
222

No tengo ni idea de cuántas veces ha dicho la palabra bocadillos, pero sí, son
muchas.
—En realidad —sigue divagando—, probablemente debería ir a llamar a mi
agente ahora y contarle lo de los aperitivos y lo geniales que son los aperitivos y
Netflix. —Sí. Eso es lo que voy a hacer. Voy a llamar a Wilson Phillips, mi agente, no
la banda, y tú puedes desnudarte... —Hace una pausa, con los ojos muy abiertos, y
rápidamente se aclara la garganta y sacude la cabeza al mismo tiempo—. Quiero
decir, vestirte. Estás desnudo. Bueno, no completamente desnudo porque tienes una
toalla, pero ya me entiendes. ¡Ja! Sí. Mejor iré a hacer esa llamada ahora!
Gira sobre sus talones, se dirige directamente al dormitorio y cierra la puerta
tras de sí. Incluso se le cae una bolsa de patatas Lay's por el camino, pero no da
marcha atrás.
Y me quedo de pie en medio del pasillo, preguntándome qué demonios acaba
de pasar.
Estabas a punto de besar a Brooke.
Dejo caer la cabeza hacia atrás un instante antes de espabilarme, tomar la ropa
del sofá y volver al cuarto de baño.
Pero no me visto enseguida.
En lugar de eso, me quedo ahí de pie, con la toalla tendida como una puta
tienda de campaña, los antebrazos apoyados en el pequeño lavabo, y miro fijamente
mi reflejo en el espejo.
No puedo estar seguro, pero parece que estás jodido más allá de lo que crees...
Sacudo la cabeza contra mí mismo y redirijo mis pensamientos como si fueran
lo único capaz de salvarme de lo que sea que acaba de ocurrir fuera de este cuarto
de baño.
No es para tanto, ¿verdad?
Brooke y yo estamos básicamente viviendo juntos en esta autocaravana. Es una
mujer preciosa, y a cualquier hombre le costaría resistirse a la situación en la que
acabamos de encontrarnos.
Sí, casi la beso. Pero casi. No se cruzó ninguna línea.
Lo único que tengo que hacer ahora es centrarme en el libro y en conducir esta
autocaravana para asegurarme de que Brooke llega a todas sus paradas publicitarias.
Ese es mi trabajo. Es por lo que estoy aquí, y es exactamente lo que voy a hacer.
Estoy bastante seguro de que estas podrían ser categorizadas como famosas
últimas palabras, mi hombre.
223

Capítulo Veintinueve
Martes 23 de mayo

Brooke
El sol me mira a través de las pequeñas persianas de acordeón del dormitorio,
pero ya estoy despierta.
La verdad es que llevo horas despierta. Dormir no fue fácil anoche, pero eso es
probablemente porque estoy sufriendo un caso de Trastorno de Estrés Post-Casi-
Besada-por-Chase-Dawson.
TEPCBCD, por así decirlo.
No sé qué pasó ni cómo pasó, pero simplemente volvía de la cocina después
de asaltar el armario de los aperitivos y me topé de bruces con Chase mientras su
pecho perfecto, musculoso y desnudo estaba en plena exhibición y sólo tenía una
toalla blanca sujeta a la cintura.
Acababa de salir de la ducha, básicamente, desnudo, y mi mente centrada en
los aperitivos cambió rápidamente de rumbo, girando bruscamente a la izquierda y
dirigiéndose directamente a Hornyville, Estados Unidos.
Chase Dawson. Sólo con una maldita toalla. Decir que eso se me metió en la
cabeza y sólo amplió la circunferencia de mi enamoramiento sería una
subexageración.
Sentí su pecho desnudo y cálido apretado contra el mío, mientras sus ojos
estaban tan cerca que podía distinguir cada pequeña faceta y detalle que los hace tan
azules. La base de sus iris es azul, pero hay diminutas motas de purpurina aguamarina
esparcidas por todo el ojo, y eso es lo que da a ese color tanta chispa y dimensión.
Aparte de mi acercamiento a los ojos, también vi el contorno de su ejem a través
de su toalla. Y déjame decirte que ese contorno no era un equipo promedio. Era
mucho más grande y grueso que para ser descrito como una polla corriente. De
ninguna manera. Esa polla dirige los malditos negocios. Presidente, Rey y CEO.
224

Y sus labios. Ten piedad, sus labios. Quería besarlo. Pensé en hacerlo mil veces
en el lapso de un minuto. Y por un breve momento, incluso sentí que él también quería
besarme.
Pero la burbuja de casi besos estalló por un fuerte ruido procedente del
exterior de la autocaravana.
Después de eso, me volví como una loca, divagando sobre Dios sabe qué antes
de correr como una loca hacia el dormitorio y encerrarme dentro.
Que es donde he estado desde anoche, atrapada en esta pequeña habitación y
sintiéndome demasiado incómoda e insegura y temerosa de salir de ella.
Pero ahora estoy llegando al punto en el que tengo que atender necesidades
básicas como vaciar la vejiga y alimentar a mi estómago gruñón, y hacer lo primero
aquí dentro suena como otro problema completamente distinto que no quiero tener
que solucionar.
Sal ahí fuera y actúa con normalidad.
Mi mente es algo linda cuando está siendo estúpida. ¿Cuándo he sido capaz de
alcanzar la normalidad? Si a eso le añadimos mi enorme enamoramiento de Chase, es
una maldita broma pensar que puedo estar dos niveles por debajo de la semi
sensatez.
Benji me mira desde su sitio junto a las almohadas de la cama. El Señor sabe
que está cansado de verme intentar animarme para salir de esta habitación.
Probablemente también le gustaría vaciar su propia vejiga y desayunar.
—Lo intento, ¿bien? —le susurro, y él suelta un pequeño resoplido por el
hocico.
Eventualmente, sin embargo, cuando la urgencia de mi vejiga se vuelve
demasiado fuerte y Benji da otro resoplido que creo que dice, nos estamos acercando
al maltrato canino, loca, sé que tengo que ser mujer. Es eso, o de lo contrario voy a
tener que orinar en una botella vacía de Gatorade en la mesita de noche junto a la
cama y Benji podría cagar en mi par de botas favoritas.
No puedo estar segura, pero las botellas llenas de orina podrían levantar
algunas banderas rojas, y las botas de mierda ciertamente no me harán sentir más
cómoda.
Inhalo profundamente y fuerzo la entrada de oxígeno en mis pulmones
mientras me levanto de la cama. Me tiemblan un poco las rodillas, pero exhalo los
nervios y me dirijo a la puerta.
Con la mano alrededor del pomo, la abro lentamente y asomo la cabeza hacia
el pasillo, intentando ver si puedo calibrar la situación desde aquí.
225

Veo la nuca de Chase cuando se gira de la cafetera con dos tazas en las manos.
Al instante, hacemos contacto visual y me cuesta todo lo que llevo dentro no dar un
portazo y esconderme bajo el edredón.
—Buenos días —dice, y su voz es amable y natural y nada rara.
Está completamente vestido y una sonrisa se dibuja en sus labios.
No sé qué esperaba ver. Quiero decir, no es como si todavía fuera a estar aquí
en su maldita toalla. Eso sería casi tan raro como que yo empezara una colección de
botellas de orina en el dormitorio y anduviera por ahí con botas con mierda. Pero por
alguna razón, él actuando completamente normal después de un momento que he
hecho tan grande en mi cabeza casi se siente el más extraño de todos.
—Vete... —Empiezo, pero me detengo para aclarar la rana de mi garganta—.
Buenos días.
—¿Qué tal un subidón de cafeína? —pregunta y levanta una de las tazas hacia
mí.
Bien, esto es bueno, Brooke. De verdad. Que él actúe normal te da una pista sana
que seguir. Haz lo mismo.
—Sí, por favor. —Asiento y abro la puerta hasta el final, caminando por el
pasillo hacia la cocina. Benji se apresura a seguirme.
—¿Dormiste bien?
—Mm-hmm. —Eres una gran, enorme farsante.
—Me alegra oírlo —dice y me pone la taza en las manos.
—Gracias. —Tomo un sorbo y lo dejo en la mesita de la cocina—. Ahora, si no
te importa, voy a ir al baño un momento. Cruzo los dedos para no tener que luchar
contra ninguna ardilla mientras meo. Y luego, voy a sacar a Benji antes de que
empiece a quejarse de mí.
Una suave risita se escapa de los labios de Chase mientras se sienta en la
pequeña cabina, con su cuaderno y el manuscrito de Accidental Attachment ya sobre
la mesa.
Voy al baño y vacío la vejiga rápidamente. Y cuando vuelvo de dejar salir a
Benji, todo sigue bastante normal. Chase empieza a insistirme sobre el libro. Empiezo
a postergar el trabajo sobre el libro.
Volvemos a lo que se ha convertido en nuestra rutina habitual en esta
autocaravana. El casi beso podría no haber ocurrido nunca.
Lo cual es bueno... ¿verdad? A todo el mundo le gusta la normalidad.
226

Sí, pero no todos se preguntan si perdieron la oportunidad de besar al hombre


de sus sueños.
227

Capítulo Treinta
Brooke
Ya es oficial. Estoy enterrada en una tumba viva, y la suciedad se acumula.
Durante toda la mañana y la mayor parte de la tarde, he utilizado todas mis
mejores técnicas de evasión para mantener a Chase alejado del camino de los libros.
Pero ya no puedo evitar trabajar en ello sin internarlo en un centro psiquiátrico.
Diablos, he logrado casi una semana de incluirlo en mi procrastinación, pero
puedo ver las pequeñas hendiduras de las patas de gallo que comienzan a irradiar de
sus ojos como resultado del estrés, y ser la que estropee su rostro perfecto sería una
tragedia irrecuperable.
Así que aquí estoy, en la cabina de la cocina, con la mochila abierta y el portátil
sobre la mesa. Tengo una taza de café servida en una de las tazas del armario y un
cursor parpadeante en la pantalla, rogándome que haga magia.
Claro, he perdido cuarenta y cinco minutos en el grupo de Facebook NYC
Doggie, tratando de encontrar más pistas sobre el border collie de los sueños de
Benji, sin suerte, por desgracia, pero ahora estoy lista para ponerme a trabajar en
serio. Mi verdadero trabajo: terminar un maldito libro.
Me restriego una mano por la cara, esperando en silencio poder sobrevivir a
la presión de esta cosa, también conocida como el enorme y gigantesco error que me
ha llevado a editar un libro que no tenía intención de que viera la luz, mientras estoy
atrapada en una autocaravana con el protagonista de este libro.
Si trabajar en un libro romántico contemporáneo y vivir al mismo tiempo una
situación de proximidad forzada en la vida real no es ironía, entonces no sé lo que es.
Aunque, si esto fuera un libro romántico, ya deberías haber experimentado el
gran momento explosivo que termina con el McPene supergrande de Chase dentro de
ti.
Pongo los ojos en blanco y, desde su lugar en el suelo, cerca de mis pies, estoy
segura de que Benji también los pone.
228

Sacudo la cabeza para despejarla de monstruos y empiezo a leer el capítulo en


el que estoy, haciendo lo posible por separar cualquier comprensión de las palabras
de mi cuerpo físico lo suficiente como para evitar que el síncope me lleve al suelo.
Es una escena cercana al principio del libro, cuando River tiene su primera
experiencia en directo en la KKBY. Es una presentadora experimentada, pero no tiene
práctica con el sujeto de sus fantasías mirándola mientras lo hace. Es casi chocante lo
bien que escribí esta parte antes de vivirla.
—Buenas tardes. Soy River Rollins y les presento las noticias locales de KKBY
— saludo a los telespectadores con la voz grave que me da el diafragma, más
conocida como mi voz "de trabajo"—. Hoy visitaremos pequeñas empresas locales
que están compartiendo sus luchas por encontrar una nueva normalidad en un
mundo impulsado por las redes sociales. Pat y Belinda Bryce, por ejemplo, llevan
casi cincuenta años horneando tartas para la comunidad de Oxboro, pero
últimamente sus ventas se han agotado. Dicen que han intentado encontrar una
presencia en Instagram, pero el mundo tecnológico cambia demasiado deprisa.
Hablé con ellos directamente, y esta es su conmovedora historia.
Clive me hace una seña con un punto y una sonrisa, enviando la toma en
directo al carrete de la cámara de la entrevista con Pat y Belinda que realicé hace
apenas un día.
Respiro hondo y me arreglo el cabello que se me ha quedado por detrás del
hombro, y Clive me devuelve la mirada con un pulgar hacia arriba y un guiño.
Estoy tan nerviosa que se me resbala el pie del último peldaño del taburete y se oye
un ruido metálico en medio de un estudio silencioso y expectante.
Mis cejas crecen hasta diez veces su altura normal cuando todo el mundo
redirige sus miradas directamente hacia mí.
Genial, River, pienso para mis adentros. Primer día al aire y ya estás
montando una escena digna de...
Basta un suave golpecito en el hombro para que mi estómago se dirija
directamente al pliegue interno de mi culo, cerrado y cargado y listo para ser
expulsado en un aerosol ardiente de diarrea inducida por los nervios.
Al instante, me viene a la mente Schitt's Creek, pero en lugar de Ew, David, es
Ew, Brooke.
—Uy, lo siento. —Chase se ríe descaradamente ante la expresión de sorpresa
de mi cara, pero no parece arrepentido en absoluto. Más bien, parece divertido.
—¡Estás tomando tu vida en tus propias manos, acercándote a mí así! Carajo.
—La exasperación sale de mis pulmones—. ¿Te has comprado unos nuevos aparatos
ortopédicos insonorizados que desconozco?
229

Una risita adicional salta de su boca perfecta, pero decido ignorar sus labios
regordetes, seguramente increíblemente suaves, que aún me pregunto si casi tuve la
oportunidad de besar anoche.
—Ni siquiera estaba siendo tan silencioso, Brooke. Estabas tan atrapada en el
libro que no me oíste. —Mueve las cejas, el bastardo—. Es bueno, ¿verdad?
Me doy cuenta de que, en mi interior, su comentario es un cumplido tanto para
mí como para mi trabajo y, sin embargo, lo siento como una puñalada. Podría estar
diciendo: ¡Ja, ja, te dije que trabajar en esto sería divertido!
Pero dos pueden jugar al juego de la redirección, y me acordé de empacar mis
tacos. No, como, los literales, por supuesto. No soy una Especia Deportiva.
—No tan bueno como pasar un día en Bourbon Street, estoy seguro, pero
supongo que si así es como te gusta divertirte, me alinearé.
Señala con la cabeza mi taza de café mientras saca otra del armario. —Bien. Te
dejaré seguir usando mi taza, entonces.
—¿Tu taza? —me burlo—. ¿No son todas estas las tazas comunitarias de la
autocaravana?
—Lo eran hasta que reclamé esa. La he usado cada mañana y cada noche desde
que subimos a esta autocaravana. Pero, por esta vez, te dejaré usarla —ofrece
magnánimamente.
Miro la taza blanca, cubierta de rayas, e imagino todas las veces que los labios
de Chase han rodeado el borde. De repente, su tonta taza me parece el tipo de cosa
que voy a tener que convencerme de no llevarme a la cama esta noche.
Eres una mujer enferma, enferma.
Desesperada por separarme de los pensamientos, le ofrezco la taza levantando
el brazo. —Toma. Te la devuelvo.
Me considera durante un minuto antes de aceptarlo, pero lo acepta. Qué lindo,
pienso. El pequeño bicho raro se ha obsesionado con la taza.
Es algo que yo haría y, al mismo tiempo, totalmente inesperado por su parte.
Parece tan digno, tan maduro, tan bien adaptado. Resulta que está fingiendo mucho
mejor que yo.
Satisfecha, casi he vuelto a centrarme en la escena y en el paso en falso de River
cuando, por el rabillo del ojo, veo a Chase llevarse la taza a los labios y beber un
sorbo antes de tirarla al fregadero.
Mi café. Mi trago. Mis labios persistentes en el borde.
230

Mierda. El abdomen me da espasmos, la excitación a tope amenaza con


hacerme correrme en ese mismo instante. ¡Y ni siquiera creo que sepa que lo hizo!
Sólo un sorbo sin sentido de una taza que ha establecido como suya.
Ojalá mi cuerpo reconociera que es tan inocente, pero mi mente está
demasiado ocupada jugando a recordar lo de anoche e imaginando lo que habría
sentido al besarlo.
No vayas allí. Desconecta.
Me entretengo con una absoluta estupidez durante los cinco minutos que tarda
Chase en lavar la taza, rellenarla con su propio café y volver a la mesa. Todavía estoy
intentando que mis ojos se centren en la pantalla del ordenador lo suficiente como
para leer las palabras cuando me da un golpecito en la mano, con el ceño fruncido
apuntando en mi dirección.
—¿Te molesta que no estemos afuera explorando ahora mismo? —me
pregunta, interpretando evidentemente de forma errónea que me estoy yendo a la
mierda por algo más profundo que un orgasmo de combustión espontánea
—¿Eh? —es mi elocuente respuesta.
—Pareces triste. Y no me gusta la idea de que te haya puesto triste como una
especie de aguafiestas. Eres una mujer adulta y puedes hacer tu propio horario.
Le hago una seña con el brazo. —Oh, está bien. Haces bien en hacerme
trabajar. Puede que haya crecido por fuera, pero me falta un poco de madurez y
responsabilidad con las cosas brillantes.
Sonríe mientras continúo.
—No es gran cosa, la verdad. Ya he estado en NOLA 3, así que no es imperativo
que me ponga las botas sobre el terreno. Hay que trabajar.
Asiente, considerándome detenidamente antes de insistir un poco más. —¿Y
los defectos de Clive? ¿Has tenido la oportunidad de trabajar en ellos ya?
—Yo... bueno, lo intenté.
—¿Y?
Me acobardo. —He fallado.
—Brooke —me regaña suavemente, y hundo la cabeza entre las manos.

3 NOLA: Estación de Televisión de New Orleans


231

—¡Lo sé, lo sé! Pero es el siguiente punto en mi agenda. Reestableciéndome


con la historia.
¡Mentirosa, mentirosa, pantalones en llamas! Conoces a estos personajes mejor
que los pliegues de tus labios vaginales, y gracias a escribir esta historia sobre Chase
Dawson, conoces bastante bien tus pliegues carnosos.
Dios mío, me he vuelto una desvergonzada. Ni siquiera pensé en lo tramposo
que es todo esto antes de soltarle algo para quitármelo de encima. No quiero tener
esta actitud, no quiero seguir ocultándole algo tan importante, pero, Dios mío, ¿cómo
empiezas a explicárselo a alguien sin dejarle cicatrices de por vida y arruinar la
opinión que tiene de ti?
—Me parece justo —responde Chase, completamente ajeno al monólogo a
medio cocinar que tengo en la cabeza—. ¿Quieres hacer una lluvia de ideas sobre
algunas de las notas que he tomado en este momento? ¿Ver si estás abierta a aceptar
alguna de ellas?
Estoy a punto de decir que sí cuando el teléfono de Chase suena desde su sitio
en la mesa, juntando las cejas hasta que consigue ver quién llama. Echo un vistazo
antes de que lo conteste y reconozco el nombre enseguida.
El propio presidente de Longstrand, Jonah Perish.
Ay. Nunca me siento bien cuando me llama el jefe, y me siento aún peor
sabiendo que he estado luchando contra la capacidad de Chase para hacer su trabajo
en todo momento. Realmente, realmente espero que sea lo suficientemente bueno en
mentir para mantenerse fuera de problemas.
Pero su rostro es increíblemente inquebrantable, dadas las circunstancias, y
me impresiona que consiga ofrecerme una sonrisa y un guiño antes de salir por la
puerta principal de la autocaravana para atender la llamada.
Cuando se cierra tras él con un clic, dejo caer la cabeza hacia atrás,
consternada.
Ha llegado el momento en que ya no es posible evitarlo sin joder seriamente al
hombre del que estoy enormemente enamorada y, muy posiblemente, arruinarle la
vida. Puedo dar rodeos y fingir que sigo trabajando en esta estúpida escena, o puedo
ir al grano y hacer lo que sé que tengo que hacer.
Y tengo que hacerlo. Ningún libro está completo sin profundidad, y por su
naturaleza, eso significa que los personajes tienen que tener capas.
Todos los personajes. Incluyendo los modelados después de Chase Dawson.
Ugh.
232

Tengo que hacer una lista de defectos para el personaje de ficción del hombre
más perfecto del planeta.
Pero antes de poder hacer eso, antes de poder dejarlo pasar, voy a tener que
enfrentarme a la realidad de que Chase es una persona completa, y aunque me
parezca el más encantador en todos los sentidos, hay cosas en él que podrían
considerarse defectos... o, como mínimo, dotarlo de alguna rareza.
Sabiendo que nunca podré soportar inmortalizar el atroz acto de hablar mal del
hombre de mis sueños tecleándolo en el mundo digital y guardándolo como archivo,
rebusco en mi mochila hasta encontrar un cuaderno con algunas hojas sueltas que
arrancar y un bolígrafo casi sin tinta con el que garabatear en ellas.
Escribo un título en la parte superior de la página para animarme.
La lista de defectos de Chase:
Casi pongo los ojos en blanco ante la obviedad de todo esto, pero lo ridículo
es lo que hace lo ridículo, y obligarme a destrozar a un hombre que probablemente
sea el mejor que he conocido jamás para publicar un libro que nunca quise que se
publicara es lo más descabellado que puede haber.
Gimo. Santo cielo, no quiero hacer esto.
Y no es porque me haga pensar menos de él o reconocer las partes de él de las
que no estaría enamorada si las tuviera más en cuenta. Sé que Chase tiene defectos;
el problema es que estoy bastante segura de que encuentro cada uno de ellos
adorable.
No quiero hacerlo porque me hace pensar menos de mí por arrastrar su alma
inocente en todo este lío en el primer lugar.
Una cosa sería si Clive fuera sólo un personaje, pero el Señor y yo sabemos que
es mucho más que eso y algo más. Es la reencarnación de Chase Dawson, y como
nunca pensé que este manuscrito vería los ojos de nadie más que los míos, ni siquiera
me molesté en ocultarlo.
Uno podría preguntarse cómo Chase no ve eso al leer su copia, pero entiendo
por qué. Es la visión limitada de nuestros propios reflejos lo que lo impide darse
cuenta por sí mismo.
Al igual que con un espejo, hay partes de nosotros mismos que no podemos
ver. Algunas son buenas y otras malas, pero cuando se trata de Chase, sé a ciencia
cierta que le faltan por completo las partes que demuestran lo genial que es.
Quizá los tenga pegados a la espalda o atados a los pies, y sólo tenga un espejo
de medio cuerpo, pero en lo que a mí respecta, es uno de los mejores seres humanos
que he conocido.
233

Y estoy a punto de buscar en las profundidades de mi alma para hacer una lista
de cosas que están mal con él, a pesar de que me gusta todo de él: lo bueno, lo malo,
y el nerd de la literatura en el medio.
Ugh.
Vuelvo a inspirar profundamente por la nariz y suelto el aire por la boca
mientras me repongo con un rápido crujido de nudillos.
Lentamente, con mucha delicadeza, tomo el bolígrafo que hay sobre la mesa,
junto a mi hoja suelta sin adornos, y empiezo a contar desde el número uno.
1. No entiende lo guapo que es.
Al principio me río de mí misma, pero sigo intentándolo antes de desanimarme,
y añado: Esto le hace ajeno a su bonito privilegio y sordo a las luchas de quienes
carecen de él.
Ughhhh. Realmente, realmente odio esto.
Aun así, sigo adelante.
2. Utiliza una voz falsa de locutor cuando habla por teléfono con gente
importante para parecer más autoritario.
3. Es jodidamente insistente sobre un libro que está arruinando mi vida.
Y aunque lo hace con algunos de los piropos más bonitos que he oído nunca, y
punto, sigue siendo un poco molesto que alguien te arrastre a las profundidades de
tu propio infierno personal.
4. Se metió a la fuerza en esta gira conmigo sin preguntarme si me
parecería bien.
5 Está tan obsesionado con el trabajo que a veces se olvida de divertirse.
6. Coquetea sin pensar en las consecuencias.
Gah. Esto es muy difícil. Sólo llegar a diez, y entonces podemos dejar de fumar.
Acaba de una vez antes de que vuelva de la llamada. Sólo hazlo, prácticamente me grito
a mí misma. Y que sean buenos, Brooke. No te contengas.
7. Prácticamente se martirizó por este estúpido libro que ni siquiera quise
escribir.
8. Dejó que su ex lo pisoteara durante mucho, mucho tiempo.
9. Es arrogante en su capacidad para hacer de este libro lo que tiene que
ser.
10. Con una ex y un mejor amigo que se fueron a sus espaldas durante un
año y medio, su juicio de carácter es cuestionable.
234

Siento como si unas cuchillas bailaran bajo mi piel mientras el malestar que
apenas puedo digerir brota de mí. Suelto un grito involuntario cuando el bolígrafo
termina el último trazo y meto las hojas de papel en el bolso a toda prisa.
Necesito que desaparezca, cubierto... Incluso lo quemaría si eso no frustrara
completamente el propósito.
Respiro hondo y suelto el aire, obligando a mis hombros a bajar de las orejas
mientras cierro la solapa superior de mi bolso de cuero.
No fue fácil, pero al menos está hecho.
Por lo que a mí respecta, esa hoja de papel morirá en esa mochila, regresando
a la tierra dentro de un millón de años más o menos, cuando ambos se descompongan
en la nada.
Pero cuando Chase pregunte, podré decir que lo he hecho con la verdad en el
corazón, y ahora, lo único que queda es intentar encontrar la forma de implementarlos
en la historia. Sin presión, ¿eh?
Triple suspiro.
Ahora, sólo me quedan unas tres semanas para convertir este libro en algo
digno de leer.
Será mejor que me ponga a trabajar.
235

Capítulo Treinta y Uno


Miércoles 24 de mayo

Chase
Brooke se mueve nerviosa y tira del cuello de su blusa rosa brillante mientras
el productor de Despierta New Orleans cuenta con ella y los presentadores para la
toma en directo en pleno Barrio Francés.
Detrás de ellos, un público en directo observa con ojos ávidos, los cafés de las
aceras bullen con el tráfico del desayuno, y una hilera de lujosos y coloridos edificios
se realzan con barandillas de hierro fundido en los balcones.
Ron Weakly, la personalidad principal de la televisión de NOLA, presenta a
Brooke a los telespectadores, tanto en persona como desde sus salones, y yo observo
cómo el rostro de Brooke se ilumina con una de sus sonrisas más cautivadoras. Es sutil
y un poco nerviosa, pero ilumina el color hierba de sus ojos de la forma más bonita.
Esta semana comienza el Festival anual del Crawfish, y el programa se pasa
toda la semana en medio de la acción del centro de la ciudad haciendo su emisión. Y
con Brooke como invitada principal esta mañana, la han invitado a participar en casi
todo. Hará una entrevista, será copresentadora de algunos eventos divertidos e
incluso participará en el concurso de cocina entre media docena de restaurantes que
se celebrará al final.
Todavía puedo imaginar su rutina de improvisación en el coche de camino aquí
esta mañana. Imitó a Guy Fieri, Anthony Bourdain y Gordon Ramsay uno tras otro, los
nervios de ser una estrella en televisión empezaban a afectarla.
—¡Bienvenido a Flavortown, pescador!
—No tengo miedo de parecer idiota, pero esta langosta me hace inteligente.
—¡Crees que esto es una langosta! ¡Mi abuela podría hacerlo mejor! ¡Y está
muerta!
Por supuesto, eso llevó a una explicación sobre la fase Food Network de su
vida, y cómo involuntariamente ganó veinte libras pretendiendo ser una crítica
gastronómica. Lo dijo sin miedo a ser juzgada o criticada, incluso bromeando sobre
236

cómo Benji se puso panzón durante esa época para asegurarse de que sería capaz de
detectarla en una caída.
Sonreí más en esos veinte minutos de viaje en coche que en toda mi relación
con Caroline, y Brooke ni siquiera lo intentaba.
Ella no se da cuenta, pero realmente es algo especial.
—Es genial, ¿verdad? —me susurra la productora mientras Brooke dice la
cuadragésima quinta ocurrencia de la hora. Tengo que esforzarme para apartar la
mirada de su enorme sonrisa y sus brillantes ojos verdes, pero finalmente lo consigo
para mirar directamente a la productora.
—Oh, sí. Brooke Baker es definitivamente el verdadero negocio.
—Entonces, si no te importa que te pregunte, ¿cuánto tiempo llevan saliendo?
—¿Salir? —pregunto tontamente, sin entender la pregunta. Aunque, si soy
completamente sincero, yo también estoy un poco distraído mirando a Brooke. Que
esta mujer haya decidido mantener una conversación conmigo no significa que esté
preparado y dispuesto a perderme cualquier cosa que Brooke pueda decir en la
entrevista.
—Oh, lo siento —se disculpa frunciendo el ceño—. ¿Están casados? Ninguna
de sus informaciones decía que estuvieran casados, pero podría ser un error mío.
Tengo que aclararme la garganta mientras me río, mirando entre Brooke y la
productora hasta que mi cerebro puede procesar exactamente lo que ella está
diciendo. Y cuando lo consigue, se pone a gritar bajo la presión de tener que
encontrar la forma correcta de expresar mi negación para que no suene ofensivo,
defensivo o cualquiera de los -fensivos, en realidad.
—Oh, bien. No. Lo siento. He tardado un poco en entenderlo. —Me río con lo
que creo que suena a fácil—. Soy el editor de Brooke. Sé que es poco ortodoxo que la
acompañe, pero tenemos un plazo muy ajustado para publicar su próximo libro.
Sus ojos se abren de par en par, y su mirada refleja la que yo acabo de decir
hace unos instantes. De un lado a otro, de Brooke a mí y viceversa, hasta que parece
un muñeco en un terremoto. —¿Ustedes dos no son pareja? —vuelve a preguntar, casi
incrédula.
Sacudo la cabeza sin dejar de sonreír. ¿Qué es lo que no entiende? No quiero
tener que recurrir al Club de la Lucha para convencer a una desconocida de que no
estamos juntos, pero si seguimos hablando del tema durante mucho más tiempo y se
me aprieta más el pecho, puede que tenga que hacerlo.
—No, no estamos saliendo. Sólo vinculados profesionalmente. —Me encojo de
hombros—. Y amistosos, supongo. Es muy divertida.
237

La mujer asiente un par de veces más y se marcha, pero no sin que yo la oiga
hablar en voz baja mientras lo hace. —Hombre, quiero amigos que me miren así.
¿Amigos que la miran como qué? ¿Cómo estoy mirando a Brooke?
Me giro hacia el escenario en medio del festival, donde Brooke está sentada
con los dos presentadores y charlan sobre los Shadow Brothers y lo que la inspiró a
escribirlos. La primera vez que escuché esta historia fue en Chicago, cuando le
preguntaron por ellos, pero tengo que admitir que es igual de apasionante la segunda
vez.
—Me da un poco de miedo admitirlo públicamente, pero los Shadow Brothers
eran mi joven imaginación condimentando la muerte. Llevo toda la vida sufriendo
síncopes vasovagales y, aunque en realidad no se consideran un peligro para la vida,
para una chica joven lo parecían. Cuando me preguntaba cómo sería el más allá, o
cómo quería que fuera, más bien, siempre imaginaba un grupo de fantasmas
soñadores que me protegieran y entretuvieran.
Hacen falta casi quince segundos completos de escuchar hablar a Brooke y
perderse en sus palabras para darse cuenta de lo que estaba hablando la productora.
¿Cómo estoy mirando a Brooke? No tengo otra forma de describirlo que en voz alta.
Tengo la cara como un puto foco. Lo noto, desde la presión en las mejillas hasta
la tensión en las comisuras de los ojos: sonrío como el Joker y lo hago mirando
directamente a una mujer con la que no tengo nada que ver.
Señor, ayúdame.
Me alejo rápidamente como si eso fuera a cambiar algo y me froto la cara con
la mano. ¿Me estoy enamorando literalmente de Brooke Baker?
Sé que siempre he pensado que era linda y divertida, y obviamente es una
escritora brillante, y mi polla está como obsesionada con ella últimamente, pero todo
eso es sólo... sólo...
Maldita sea. ¡Estoy totalmente enamorado de Brooke Baker!
Y no el enamoramiento de un hombre adulto con sentimientos maduros y un
plan de ataque, sino el de un estudiante de instituto, con hormonas e impulsividad y
decisiones regidas por la polla, que toma la delantera injustificadamente.
¡Mierda, soy tan estúpido!
Esta es la mujer por cuya novela me he jugado el pellejo y mi carrera. Esta es
la mujer con la que mantener una relación profesional es de suma importancia. Esta
es la mujer con la que sería monumentalmente estúpido involucrarme
emocionalmente porque si algo pasara y nos involucráramos sin emociones,
arruinaría todo por lo que he trabajado en mis treinta y tres años.
238

Pero, ¿y si funcionara?
No. No. Dios, Chase, eso es una estupidez que no puedes hacer. Mentirnos a
nosotros mismos sobre la gravedad de las complicaciones sólo va a conseguir que
nuestro culo se ase como un pollo asado en KFC. ¿Nos entendemos? ¿NOS
ENTENDEMOS?
Carajo. Nunca es buena señal cuando empiezas a discutir contigo mismo.
Me giro al oír la carcajada de Brooke y capto la línea de su garganta
extendiéndose mientras echa la cabeza hacia atrás. Trago saliva para distraerme del
hecho de que no puedo apartar la mirada, de que no la estoy apartando, a pesar de
mi enorme esfuerzo mental.
El anfitrión masculino estira la mano para acariciar el brazo de Brooke entre
risitas, y mi visión se hace un túnel al contacto. Se me calientan las venas y me
hormiguea la piel, y santas ruedas calientes sobre una pista de plástico, estoy celoso.
Igual que cuando estaba en el coche de camino a Chicago, igual que cuando otro
hombre mira cerca de Brooke, me estoy dando cuenta.
Oh hombre, Chase. Ahora sí que lo conseguiste.
Benji se mueve de un lado a otro frente a la mesa de entrevistas, con sus agudos
ojos caninos apuntándome directamente. Parece improbable que sea capaz de
percibir mi ritmo cardíaco desde tan lejos, pero actúa como si pudiera.
Me doy la vuelta, saco el teléfono del bolsillo y me lo pongo en la oreja.
—¿Diga? —digo a la persona que no llama—. Por supuesto —digo con una risita
falsa que me avergüenza hasta la médula—. Siempre tengo un minuto para ti.
Dios mío. Esto realmente es un nuevo punto bajo. Y francamente, un poco
impropio de lo emocionalmente maduro que me considero.
Me revuelvo y ardo con las piernas, buscando un armario o una habitación o,
no sé, un agujero al que meterme para dejar de fingir que estoy en esta falsa llamada
telefónica y hacer algunos ejercicios de respiración profunda mientras asimilo mi
nuevo descubrimiento.
Cuando por fin encuentro un callejón tranquilo en el que esconderme, vuelvo
a meter el teléfono en el bolsillo, me apoyo en la pared de ladrillo y dejo caer la
cabeza hacia atrás con un golpe. Duele un poco, pero el dolor físico me parece
totalmente necesario en este momento.
¿Cómo demonios he llegado hasta aquí? ¿Chocando abiertamente con Brooke
hasta el punto de que extraños al azar están tomando nota de ello? ¿Celoso por una
caricia inocente de un presentador de noticias mediocre? ¿Haberme marchado con
239

una llamada falsa para no tener que explicar a nadie el color rojo remolacha de mis
mejillas?
Casi besarla la otra noche después de salir de la ducha...
La verdad es que, si no hubiera sido por la ruidosa distracción fuera de la
autocaravana, sé que habría besado a Brooke. La habría besado, y no tengo ni idea
de hasta dónde habría dejado llegar ese beso.
Sabes hasta dónde lo habrías dejado llegar, pero no quieres aceptarlo.
Estoy en la cúspide de joderme las cosas. Muchas, muchas cosas. Dejé atrás
Nashville con la mente clara y sin mujeres de las que hablar. Tenía objetivos, grandes,
y mis prioridades estaban claras. Estaba preparado y dispuesto a dedicar horas y
sudor y creatividad, pero de repente, me encuentro en una gira de tres semanas con
una de mis autoras, conduciendo la puta autocaravana de ciudad en ciudad...
Parece una locura. Y en este momento concreto, no consigo convencerme de
que fue realmente el libro lo que me impulsó, y no una necesidad insana de estar
peligrosamente cerca de Brooke Baker durante un largo periodo de tiempo.
¿Sabía que me estaba enamorando y no estaba dispuesto a admitirlo? ¿O es
algo nuevo? ¿Forzado por la proximidad y la intimidad de vivir con alguien durante
tres semanas?
Realmente, de verdad que me gustaría saberlo.
Pero aún más que eso, me gustaría poder idear un plan para detenerlo.
Mi teléfono suena en mi mano, esta vez de verdad, y lo tomo para mirar la
pantalla. Un inoportuno mensaje de Mo aparece en primer plano.
Mo: Hermano. Qué mierda. Me estoy MURIENDO aquí. ¡Hace una semana
que no me mandas mensajes ni contestas a mis llamadas! ¡Tienes que decirme
algo, Chase! ¿Me estás evitando a propósito o estás demasiado ocupado
enamorándote de Brooke Baker?
¿La verdadera respuesta? Ambas. Y la verdad duele.
Porque si no quiero arruinar literalmente todo, esto no puede y no va a suceder.
No puedo permitirlo.
Brooke Baker es mi autora y nada más. Y eso es todo.
240

Capítulo Treinta y Dos


Brooke
Las luces bailan a través del parabrisas mientras Chase conduce la
autocaravana por las afueras de Nueva Orleans de camino a San Antonio. El trayecto
dura unas ocho horas y media y, gracias a una red de contactos (una invitación a una
comida tardía y a un bar de vinos) con la gente de Despierta, New Orleans, no
habíamos hecho las maletas y nos hemos puesto en marcha hasta hace unos cuarenta
y cinco minutos.
Y cada minuto se ha llenado con los suaves sonidos de la radio y cero
conversaciones.
Las seis de la tarde no es el comienzo ideal para un largo viaje en coche, así
que puedo entender por qué Chase parecía un poco tranquilo. Pero aun así, odio ser
el tipo de grano en el culo que convierte a un hombre totalmente bonachón en un
gruñón.
Pensé en sugerirle que esperáramos a mañana para ponernos en marcha, pero
no quería que pareciera que estaba cuestionando su sistema. Se ha encargado muy
bien solo para llevarnos a todas partes y no necesita que yo le diga cómo hacerlo
ahora.
Me dirijo a la parte delantera y me deslizo en el asiento del copiloto junto a él
con un gemido. Benji se acuesta justo detrás de mi silla de capitán y hunde la cabeza
en el pliegue de sus patas cruzadas.
Chase no aparta la vista de la carretera, y siento el pliegue de un ceño fruncido
instalarse en la fina piel de mi entrecejo. No conseguir una sonrisa escuece, e incluso
yo sé que es un poco ridículo.
Carajo, no llevas ni la mitad de esta gira con el hombre y ya te has convertido en
una glotona de su atención.
En lugar de desanimarme, me lanzo a pedir disculpas. —Siento mucho que nos
hayamos retrasado hoy. Me imagino que lo último que te gustaría ahora mismo es
atravesar un estado y medio en coche, o la distancia que sea hasta San Antonio.
241

—Está bien —dice, todavía mirando fijamente la carretera—. He organizado


una parada en un camping a mitad de camino, así que podremos descansar dentro de
unas horas.
—Ah, ése es el superdotado que empiezo a conocer y a querer —digo
juguetonamente, acercándome para darle un pequeño empujón en el hombro.
La comisura de su boca se curva hacia arriba, pero apenas, y vuelve a apoyar
las manos en el volante sin mirarme de nuevo.
Miro a Benji, que ha levantado la cabeza y también mira fijamente a Chase.
Evidentemente, no me lo estoy imaginando. El ambiente se ha enfriado
considerablemente desde esta mañana, y no estoy segura de por qué.
Me encojo de hombros ante mi amigo canino, me levanto del asiento y me
ofrezco a marcharme.
—Creo que volveré al dormitorio y trabajaré un poco, tal vez llame a mi
hermana, si te parece bien. No quiero dejarte colgado aquí solo.
Por desgracia, ayuda, que es casi lo último que quiero.
—Está bien. Probablemente sea buena idea que trabajes un poco en el libro, y
yo podré concentrarme en la carretera ya que está oscuro.
Asiento. De acuerdo. Al dormitorio, supongo.
Tras una mirada anhelante más a la cara inusualmente severa de Chase, Benji
y yo nos retiramos a la parte trasera de la autocaravana, entramos en el dormitorio y
cerramos la puerta. Benji salta sobre el edredón negro y se acuesta mientras yo apoyo
la espalda en la puerta y dejo que mi cabeza golpee la superficie con un ruido sordo.
No sé lo que está pasando, pero sea lo que sea, realmente no me gusta. Soy un
caso bueno de complacer a la gente, y cuando se trata de Chase Dawson, soy
aparentemente una puta para la afirmación.
Necesito algo que me anime, y lo necesito enseguida. Y dadas las limitaciones
de la habitación de mi autocaravana, llamar a un Sammy libre de la prisión de nuestros
padres y que se aloja en mi casa de Nueva York es la mejor medicina que se me
ocurre.
La última vez que hablé con ella fue por mensaje de texto hace unos días,
cuando me hizo saber que ella y los chicos habían llegado a mi apartamento sin
problemas.
Me subo a la cama junto a Benji, tomo el teléfono de la mesita y marco el único
contacto que utilizo con cierta regularidad.
242

Suena tres veces antes de que mi hermana conteste con una voz entrecortada y
alegre que hacía siglos que no oía.
—¡Hola! —prácticamente grita, y el sonido de sus palmas vertiginosas de fondo
me hace sonreír—. Me alegro mucho de saber de ti, B. No estaba segura de sí tendrías
libertad o tiempo para llamar mucho mientras estás de gira.
—Ah, sí —respondo—. La gente silba y llama mi atención de sol a sol.
Sammy se ríe, y yo me aferro a mantener la conversación sobre ella como
medio para evadir de lo mal que me siento por cómo han ido las cosas con Chase en
las últimas horas.
—¿Cómo va Nueva York? ¿Te estás instalando bien?
—¿Estás bromeando? Hace días que no tengo que escuchar a papá hablar de
cagar, Brooke. Lo estoy pasando genial.
No puedo evitar reírme. —¿Y a los chicos les va bien?
—No hemos tenido que llamar a los bomberos y tus objetos de valor están todos
intactos, si es eso lo que pregunta.
—No lo es. —Una pequeña sonrisa aparece en mis labios. Porque esto, justo
aquí, es exactamente lo que necesitaba—. En realidad sólo tenía curiosidad por saber
cómo les iba a los chicos en una gran ciudad. Pero, lo admito, me alegro de que aún
no hayan incendiado nada.
—Creo que les gusta mucho. No sé cuánto durará, pero siempre pasa algo, así
que incluso mirar a la gente por la ventana les ha entretenido más que Ohio —
actualiza, y puedo oír la enorme sonrisa en su voz—. Me siento muy bien, Brookie. Lo
mejor en no sé cuánto tiempo.
—Oh, Sam. Me alegro mucho.
—Yo también, hermana. Yo también. Esto puede parecer una locura, pero
estoy pensando... en mudarme aquí cuando vuelvas. Ya sabes, encontrar mi propio
lugar.
—¿En serio? —grito emocionada. Sammy es la única familia que querría tan
cerca, que trabajaría para que así fuera.
—Sí. Quiero decir, sé que es muy caro aquí, y sé que no siempre va a ser fácil
criar a los niños en la ciudad como esta. Pero yo estaba hablando con la hermana de
Chase, Mo, que es impresionante, por cierto, y ella dijo que ella y Vinny me podría
ayudar con un trabajo en su restaurante hasta que pueda costearlo. También conocen
a algunas personas que estarían dispuestas a subarrendar sitios estupendos mientras
están fuera veraneando.
243

Resoplo. —¿Veraneando?
—¡Lo sé! —chilla—. Le dije a Mo que no creía que pudiera permitirme un lugar
propiedad de gente que 'veranea', pero me aseguró que me harían un trato siempre
y cuando ella hablara con ellos por mí.
—Todo eso suena increíble, Sam. Me encantaría que te mudaras a Nueva York.
—Honestamente, me siento... estupenda. Hacía mucho tiempo que no me sentía
tan bien. En realidad, estaba empezando a cuestionar si el divorcio era una buena
idea mientras vivía en casa con mamá y papá, pero creo que sólo echaba de menos
mi independencia, ¿sabes? Porque definitivamente no extrañaba a Todd. El imbécil.
—Bueno... —Empiezo a responder, pero mi hermana, gritando a pleno pulmón,
detiene mi avance.
—¡Grant y Seth Brown! —Sammy grita—. Aléjense de esa estufa ahora mismo.
Les he dicho que está caliente. —Me meto los labios en la boca y espero mientras le
echa la bronca a mis sobrinos—. ¡Me da igual! Si te quemas las huellas dactilares en
una llama, la construcción de telarañas de Spiderman no va a importar tanto, ¡lo
prometo!
Me río para mis adentros, pero Sammy ni siquiera se detiene antes de volver a
centrarse en mí. Ah, la vida de una madre.
—¿Qué tal tú? ¿Cómo va la gira?
Bueno, diablos. Soy lo último de lo que deberíamos hablar ahora mismo. —Uh...
está bien.
—¿Bien? —pregunta ella. —¿Bien? Brookie, ¿qué está pasando? Estás de gira
para un programa de Netflix sobre tus libros y ni siquiera pareces emocionada. Y
créeme, sé que no es porque estés recibiendo atención negativa. Estuve en tu
primera parada y fui testigo de toda esa gente esperando para verte. Y he estado
siguiendo tus movimientos. Todos los artículos y mensajes que he leído en las redes
sociales y todas las entrevistas que he encontrado en YouTube han sido
increíblemente positivos.
—Estoy encantada —le digo, pero no sueno convincente—. Es sólo que algunas
cosas son... complicadas. Y difíciles de explicar.
—Bueno, buenas noticias, hermanita, porque esas son mis cosas favoritas.
Dímelas.
Gruño. —No sé si puedo, Sam.
—Claro que puedes. Recuerda quiénes son mis hijos. Nada me asusta.
244

—Bueno. Bueno... —Rasco el edredón con ansiedad y luego muevo la mano a


la parte superior de la suave cabeza de Benji para darle un masaje—. Me lo he estado
pasando muy bien. Tal vez el mejor momento de mi vida. Hasta hoy.
—¿Qué ha cambiado?
—Yo... Oh Dios, esto es embarazoso. —Hago una pausa, rechinando los dientes
en consideración. ¿De verdad voy a abrir esta caja de Pandora? ¿Derramar esta olla de
frijoles? ¿Preparar este tipo de té?
—Vamos, Brookie. Dudo mucho que algo pueda ser tan vergonzoso como la
vez que me cagué en los pantalones durante el baile de bienvenida y tuve que dejar
mi ropa interior sucia en la papelera del baño del instituto. Si yo puedo vivir eso, tú
puedes vivir contándome esto.
Ughhh. Odio que tenga razón. Tirarte un pedo en las bragas en un baile de
instituto supera con creces cualquier otra cosa que te pueda pasar.
—Bien. —Suspiro y bajo la voz para asegurarme de que el hombre que conduce
la autocaravana no me oye—. Yo... bueno... estoy muy enamorada de mi editor Chase.
—Válido —dice sin pausa—. Lo he visto. Es bastante soñador.
—Gracias por eso. —Me sonrojo y dejo caer la cabeza entre las manos. Nadie
sabe atravesar la mierda y hacerme sonreír como mi hermana.
Bueno, nadie excepto ella y, normalmente, Chase.
—Bien, te has enamorado de tu editor. La gente se enamora todo el tiempo,
nena —comenta—. Entonces, ¿cuál es el problema?
¿El problema? Oh, hombre. El peso de esto se siente como un millón y un
problemas.
—Bueno... —Hago una pausa, respiro hondo y trato de encontrar una forma de
explicar esta locura mía—. Lo hemos pasado muy bien. En realidad, una vez que
superé las ganas de desmayarme cada vez que le hablaba, y nos acostumbramos a
estar en el espacio del otro, lo hemos pasado realmente bien. Creo que incluso
estuvimos a punto de besarnos la otra noche. Chocamos cuando yo volvía al
dormitorio y él salía del baño, y nos quedamos... congelados. Justo ahí, abrazados,
con la respiración agitada y todo eso. Mis tetas casi se le meten en la garganta. Sólo
nos separamos cuando oímos un fuerte ruido fuera de la autocaravana, e incluso
entonces, fue como separarnos como imanes.
—¡Oooh, esto se está poniendo jugoso! Me gusta.
—No te emociones demasiado —resoplo—. Algo ha cambiado y hoy apenas
me ha dirigido la palabra. Hice mi aparición en NOLA, y ahora estamos conduciendo
hacia San Antonio. Bueno, él está conduciendo y yo estoy encerrada en el dormitorio
245

intentando no volverme loca, porque te juro que ahora ni siquiera puede mirarme. No
sé qué hice o qué pasó o... no lo sé. Pero estoy enloqueciendo de nuevo, y para ser
honesta, estoy triste. Como si nos hubiéramos peleado o roto o algo. Lo cual es una
locura porque nunca fuimos nada, Sam. —Me doy una palmada en la cara—. No tengo
rima ni razón para ser ninguna de esas cosas.
—Oh, mierda, Brookie —replica ella—. Claro que sí. Quizá no eran una pareja
oficial, pero tienes derecho a llorar por lo que creías que tenían. Aun así, si no puede
ver lo genial que eres, que se joda. Habrá muchos peces llamando a tu exitosa puerta
desde ahora hasta que vuelvan las vacas a casa.
—Sí, bueno, eso es genial y todo, y realmente aprecio la solidaridad y el uso
de tantos animales para expresarla, pero es un poco más complicado que eso.
—¿Por qué? ¿Porque trabajan juntos en el libro? —contesta directamente al
teléfono—. No es para tanto. Te centras en el trabajo, simple y llanamente.
—Ja. Ja. Ja. —Apenas puedo evitar sonar histérica mientras me río por el
teléfono.
Como era de esperar, Sammy está completamente perdida. —¿Qué me estoy
perdiendo aquí?
—Bien, bueno, a ver... —Me quito el teléfono de la oreja, me acerco una
almohada a la boca y suelto un impío grito ahogado en el material espumoso. Cuando
vuelvo a ponerme el teléfono en la oreja, tengo la voz ronca—. No puedo creer que
vaya a admitir esto, pero... escribí una especie de libro sobre él.
Está callada.
—Y de mí.
Nada.
—Y cómo seríamos juntos, como pareja, sexualmente y tal.
Cierro los ojos y respiro hondo antes de soltar la bomba más grande de todas.
—Y bueno, cuando se suponía que tenía que entregar Garden of Forever, de
alguna manera, accidentalmente, adjunté el archivo equivocado al correo electrónico
y le envié el libro sobre nosotros, que, por cierto, le encantó y por el que luchó con
la editorial, y ahora ese libro es el siguiente gran tema de mi contrato. Y estamos
trabajando en él. Juntos. Ahora. En este viaje.
—Guau.
—¡Lo sé! —susurro-grito, golpeando mi cabeza contra la almohada.
246

—Bien, esto es lo que vamos a hacer —dice Sammy con autoridad, haciendo
que me siente erguida y escuche—. Primero, vas a respirar profundamente diez veces
hasta que ya no tengas ganas de gritar.
Asiento. —De acuerdo.
—Entonces, vas a asegurarte de que la puerta de tu habitación está cerrada y
sacar tu ordenador.
Hago ambas cosas rápidamente, aferrándome a sus seguras instrucciones
como a un salvavidas. —Bien, ¿qué sigue?
—Ahora, vas a enviarme el manuscrito por correo electrónico para que pueda
leerlo.
—¡Sammy! —grito, molesto—. ¡Sé seria! Estoy en medio de una crisis.
—¡Hablo en serio, Brooke! Necesito saber a qué nos enfrentamos. ¿De qué tipo
de daños estamos hablando? No puedo hacer una evaluación sin los hechos. Ahora,
envíame el archivo. Y oye, asegúrate de que sea el correcto.
Pongo los ojos en blanco mientras ese sonido de TikTok suena en mi cabeza.
Es una buena broma, incluso una gran broma.
—Sammy.
—Envíalo, B —exige—. Tengo mi correo electrónico en mi teléfono, y estoy
esperando.
De mala gana, busco entre mis archivos hasta encontrar el correcto y lo adjunto
a un correo electrónico dirigido a ella. Antes de pensármelo demasiado, le doy a
enviar. Ella grita de alegría cuando lo recibe.
—Seré minuciosa con mi investigación, lo prometo.
Sacudo la cabeza. —No sé si debería darte las gracias o enojarme contigo ahora
mismo.
—Deberías quererme como el demonio porque, desde luego, yo te quiero
como el demonio a ti, y es la única razón por la que quiero y necesito leer este
manuscrito.
—Sí. Sí.
—Ahora, quiero que te salpiques la cara con agua fría, te laves los dientes y te
vayas a la cama, ¿bien? Descansa un poco y despiértate por la mañana en un nuevo
día.
—Así de fácil, ¿eh?
—¿Por ahora? Es lo mejor que podemos hacer, chica.
247

Asiento. Por ahora, lo mejor que puedo hacer es esperar que Chase solo tenga
un mal día y vuelva a ser el bromista de siempre por la mañana.
Y realmente, realmente apesta. Porque tanto si éramos románticos como si no,
lo cierto es que nos estábamos divirtiendo, como hacía mucho tiempo que no me
divertía con un ser humano de verdad.
Echo de menos a mi amigo.
248

Capítulo Treinta y Tres


Jueves 25 de mayo

Chase
Evitar a Brooke durante las últimas dieciocho horas han sido las setenta y dos
horas más largas de mi vida. Sé que no tiene sentido, pero si sintieras lo que yo siento,
lo entenderías. El malestar me ha pesado en el pecho todo el tiempo, y ahora, incluso
estoy empezando a sentir náuseas por ello.
Una perspectiva aterradora, pero cierta.
Tengo la cabeza nublada y el estómago revuelto, y si así es como tengo que
pasar el resto del viaje evitándola y preservando la seguridad de mi trabajo, creo que
preferiría tener que empezar de nuevo toda mi carrera.
Arrojo el manuscrito sobre la mesa del comedor, me escabullo y me pongo en
pie, balanceándome momentáneamente sobre los pies con un poco de vértigo. Llevo
un rato trabajando, intentando pasar mis notas del papel al formato digital para que a
Brooke le resulte más fácil seguirlas cuando haga algún cambio técnico. Tampoco he
comido, pero no me suele afectar tanto el alto estrés y la baja ingesta de calorías.
Aunque no debería, sigo esta rutina a menudo, alimentándome de cafeína en
lugar de calorías nutritivas o útiles por las mañanas para poder empezar a trabajar a
primera hora.
Esta mañana, sin embargo, con todos los pensamientos en mi cabeza sobre
Brooke y el viaje al amanecer que tuve que terminar para llegar a San Antonio, está
siendo demasiado. Tengo que hacer algo antes de que sea yo quien se desmaye en
el suelo, sin la excusa del síncope vasovagal.
Tengo que arreglar las cosas, y tengo que hacerlo ahora. Sea contraproducente
o no, tengo que encontrar una manera de volver a la facilidad y el humor que he
establecido con Brooke y dejar pasar todo este enloquecimiento mental sobre
enamorarse o algo igualmente ridículo. Entre las suposiciones del productor y el
mensaje de texto burlón de Mo, me puse a pensar demasiado en un simple
enamoramiento de una mujer realmente genial.
249

¿Y qué si me gusta? Eso no significa que tenga que actuar en consecuencia. Soy
un hombre adulto, por el amor de Dios. Puedo disfrutar de su compañía sin ir
demasiado lejos. Tengo fuerza de voluntad, ¿verdad? Estas son las situaciones para
las que la tenemos.
Decidida a enfrentarme a mi malestar dándole una patada en la cara, saco el
teléfono y envío un mensaje rápido para responder al mensaje de Mo de ayer.
Yo: ¡Lo siento, hemos estado muy ocupados! La gira está yendo genial, y
Brooke está impresionando a la gente por todas partes. Hasta ahora, no he
encontrado un lector más obsesionado con sus libros que tú.
No me molesto en aclarar que entre las personas a las que impresiona estoy yo.
Yo: Y apuesto a que puedes encontrar el programa Despierta, New Orleans
de ayer en Internet si buscas bien.
Responde en treinta segundos.
Mo: Oh Diooooos, ¡no puedo creer que por fin me hayas contestado! Vi el
programa. Incluso te vi en una de las tomas cuando la cámara hizo un paneo.
¡Peligro! ¡Peligro! En mi mente parpadean advertencias sobre el peligroso
camino que podrían recorrer el resto de estos mensajes, y vuelvo a meterme el
teléfono en el bolsillo sin remordimientos, aunque suene una y otra vez.
Lo último que necesito es leer algo de Mo que me haga caer de nuevo en una
espiral de ignorancia hacia Brooke. Ni siquiera he reparado el daño de la primera
vez.
Me paso una mano por la frente perlada de sudor y me dispongo a buscar a
Brooke. Lo único bueno de una autocaravana es que no hay muchos sitios donde mirar
cuando el objeto que intentas detectar es un humano de tamaño natural.
La puerta del baño está abierta, pero la de la habitación cerrada, así que
empiezo allí, en la parte de atrás de la autocaravana, con un suave golpe en la madera.
—¿Brooke? —Llamo a través de la barrera algo delgada, sintiendo que el golpe no es
lo suficientemente eficaz.
Hay un ladrido ligero de Benji, seguido por el crujido de la ropa de cama, y
luego un murmullo bajo a través de la puerta de Brooke. —¡Un segundo!
Me alejo de la puerta, salgo por completo del minúsculo pasillo y me dirijo a la
sala de estar, junto al comedor, para dejarle algo de espacio. El espacio entre el
extremo de la cama y la puerta ya es estrecho cuando la abres, y mi presencia en el
pasillo no haría más que empeorarlo.
250

También podría hacer que se repitiera lo de la otra noche... Mi mente intenta


recordarme la última vez que Brooke y yo estuvimos demasiado cerca, cuando
acababa de salir de la ducha, pero aplasto a ese cabrón como a un insecto.
Cuando por fin sale, lleva una sudadera extragrande, leggings y la piel
hinchada de alguien en apuros. Lo odio tanto, sobre todo la idea de que yo pueda
haberlo provocado, que empiezo a soltar palabras rápidamente.
—Hola, Brooke. Buenos días. ¿Crees que podríamos hablar un minuto?
Levanta las cejas, pero tras pensárselo un momento, asiente. Extiendo un brazo
en señal de ofrecimiento hacia la cabina, y ella avanza con los ojos pegados al suelo.
Los echo de menos al instante.
Ella toma asiento y yo voy directamente a la cafetera, tomo una taza del armario
de encima y le sirvo una taza bien cargada.
Añado sus cantidades preferidas de nata y azúcar, y lo dejo en la mesa frente a
ella antes de deslizarme al lado opuesto.
Levanta la taza para beber un sorbo y yo me lanzo a limpiar mi conciencia.
—Quiero empezar disculpándome por... bueno, el último día o así. Sé que he
estado actuando un poco raro, y no quiero que pienses que tiene algo que ver contigo.
Como si tuviera algo que ver con alguien más, considerando que nos hemos
fusionado como pareja en una gira de tres semanas...
—Creo que la combinación de estrés y pérdida de sueño y toda la conducción
me estaba afectando.
Su cara es de alivio y, por extraño que parezca, eso me hace sentir peor. Porque
eso significa que me estaba desquitando con ella injustamente, y que se ha estado
sintiendo notablemente marginada todo este tiempo, que no es la sensación ideal que
quiero para alguien que me importa.
—¿Te encuentras bien ahora? —me pregunta, arrugando dulcemente el ceño
con preocupación. Sus ojos verdes me miran varias veces antes de añadir: —No te
ofendas, pero no parece que te encuentres bien.
—Definitivamente me he sentido mejor. —Me encojo de hombros—. Creo que
necesito ir a desayunar, si te apetece. ¿Tal vez en el River Walk?
Sus orejas se levantan, y como resultado, también lo hacen los de Benji. Son un
dúo realmente adorable, y Benji es uno de los mejores chicos buenos. Cuida de
Brooke de una forma tan sana, y siempre sabe cuando guardarse para sí mismo si no
se le necesita en esa capacidad.
251

—Tomaré la espuma que echas por la boca como una señal de que tu respuesta
es sí —bromeo, y ella suelta una risita. Carajo, cómo he echado de menos ese sonido.
—¿Soy tan obvia?
—Es seguro decir que hemos estado saliendo lo suficiente ahora que estoy
empezando a entender tus señales faciales.
—Y éste estaba... ¿qué? —pregunta con un divertido levantamiento de cejas—
. ¿Babeando en mi barbilla?
Me río, y la opresión de mi pecho abre el puño. Todavía tengo la cabeza
mareada, pero ya me siento mucho mejor.
—Creo que también te he visto mover la cola.
Benji ladra al oír eso, pensando que los he confundido a los dos, y la sonrisa de
Brooke crece hasta triplicar su tamaño original.
—Por cierto, recibí tu correo electrónico con algunos de los cambios que
hiciste anoche —la actualizo—. Les echaré un vistazo hoy más tarde.
Brooke asiente pero también aparta la mirada para centrarse en Benji mientras
le rasca la cabeza desde su posición junto a la cabina.
—También he pasado esta mañana trasladando mis notas al documento
digitalmente para ti. Sé que es mucho más fácil de seguir, pero parece que no puedo
alejarme del viejo hábito de trabajar primero con el bolígrafo sobre el papel.
—Lo entiendo —responde Brooke, volviendo a mirar a Benji y a mí. Tiene la
boca curvada en una sonrisa adorable.
—¿En serio?
—Oh, sí. Lo entiendo bien. Primero la taza, ¿y ahora esto? Incluso Chase
Dawson es un bicho raro como el resto de nosotros.
Resoplo. —Vaya, gracias.
—No te preocupes por eso. Significa que eres humano. Antes de esto, no estaba
tan segura. —Ella guiña un ojo, sonríe y se levanta de la cabina—. Ahora, ¿qué tal si
vamos a dar un paseo por el río y desayunamos algo?
Mi respuesta es fácil. —Cuenta conmigo.
252

Brooke se prepara más rápido que ninguna otra mujer que haya conocido,
sobre todo cuando se trata de algo que quiere hacer.
Lo juro, apenas pasaron cinco minutos entre que se tomó la taza de café que le
di, saltó de la cabina y revoloteó entre el dormitorio y el baño mientras se preparaba.
Incluso llamó a un Uber y sacó un mapa del River Walk en su teléfono en los dos
minutos siguientes.
Y sólo ahora, después de cinco horas recorriendo los caminos empedrados,
parando periódicamente en puestos de artesanía y restaurantes para darse un
capricho, y comprando y poniéndose un nuevo par de sandalias hechas a medida,
empieza a bajar el ritmo.
Yo, en cambio, estoy un poco peor. No me malinterpretes. Mentalmente, estoy
volando. Liberarme de cualquier estúpida distancia que pensaba que necesitaba de
Brooke fue cien por ciento el movimiento correcto para mi salud mental.
Pero mi salud física, en comparación, no parece ir tan bien.
Hacía años que no me sentía tan mal, desde que tuve la gripe estomacal durante
mi primer año en mi editorial de Nashville, Brentwood Books. Estoy húmedo y cada
vez más débil.
Brooke ha preguntado varias veces por mí, así que sé que debo de tener mala
cara, pero no he tenido valor para interrumpirle el día mientras se lo está pasando tan
bien. Me imagino que me voy a sentir mal aquí o en la autocaravana, y no veo tanta
diferencia.
Al menos, yo no lo había hecho hasta ahora.
La cabeza me da vueltas y el corazón se me acelera, y siento que no puedo
mantenerme de pie mucho más tiempo sin caerme al suelo. Veo la silueta borrosa de
un banco, me acerco a él a trompicones, acomodo el culo en el asiento y pongo la
cabeza entre las piernas. Me balanceo de un lado a otro, intentando no caerme sobre
el adoquín.
La cara de Brooke está en la mía rápidamente, su cuerpo torcido y de rodillas
para llegar lo suficientemente bajo.
—Dios mío, Chase. ¿Estás bien?
Sacudo la cabeza para despejarla, pero la niebla no se disipa. Hago todo lo que
puedo para tranquilizar a Brooke a través de la confusión. No quiero asustarla. —Yo...
sí. Creo que estoy bien. Sólo... necesito sentarme aquí un minuto.
Siento una pata golpear mi espalda y la nariz de Benji mientras me lame la
mejilla. Intento apartarlo sin ofenderlo demasiado, pero Brooke me agarra del codo
para detenerme.
253

—Benji está alertando sobre ti. Tu presión sanguínea debe estar muy baja.
Mantén la cabeza entre las rodillas mientras voy a buscarte un refresco.
Intento reírme. —Esa no la había oído nunca.
—¡Quédate ahí! —grita mientras se aleja corriendo hacia algún lugar
desconocido, dejando a Benji sentado y vigilándome.
No sé cuánto tiempo pasa entre ese momento y el siguiente porque estoy
ocupado tratando de evitar desplomarme sobre el suelo de piedra poco acogedor,
pero cuando vuelve, puedo sentir la superficie fría y condensada del refresco cuando
lo presiona contra la piel de la palma de mi mano.
—Sé que estás luchando en este momento, pero bebe esto si puedes. El golpe
de azúcar realmente ayudará.
—No estoy seguro de lo que ha pasado. No me encuentro bien.
Me pone una mano en la frente que parece de hielo, y yo me inclino
inconscientemente hacia esa sensación. —Esto se siente muy bien.
—Creo que tienes fiebre. Estás muy caliente al tacto.
—Ah, gracias —digo patéticamente, la flojera de mi broma prácticamente
escrita en las estrellas.
—Acuéstate un rato. —Las manos de Brooke se mueven hacia mis bíceps y
luego el refresco deja mi mano mientras ella me baja hasta que me acuesto en el
banco. Me siento un poco mejor, pero aún no estoy a tope.
Brooke casi parece emocionada cuando la miro a través de la niebla. —¿Qué?
—Lo siento, de verdad. Sé que no es un evento emocionante. Es sólo que...
nunca antes había sido yo la que no se desmaya. Es una experiencia totalmente
diferente.
—Pffft —es todo lo que consigo decir cuando se inclina hacia delante y apoya
la cabeza en mi pecho con una carcajada.
—Lo sé, lo siento, es terrible. Mi terapeuta los llama pensamientos intrusivos
por una razón, supongo.
—Eres tan reconfortantemente real, Brooke. Y si no siguiera perdiendo el
conocimiento, probablemente te besaría ahora mismo.
Soy lo bastante inconsciente como para no asustarme al decirlo, y Brooke está
lo bastante ocupada cuidándome como para no reaccionar.
Con cuidado, me acerca el refresco a los labios y me da unos sorbos mientras
yo intento entender lo que me rodea. Estoy mareado e inquieto, y creo que necesito
acostarme en algún sitio que no sea un banco en medio de San Antonio.
254

—¿Crees... crees que puedes ayudarme a volver a la autocaravana? —


pregunto débilmente mientras me empujo para volver a sentarme—. No puedo estar
seguro, pero tengo la ligera sospecha de que podría estar enfermo.
Brooke se ríe tan fuerte que, si tuviera algún control sobre mí mismo, juraría
que se me pasaría. Así de bien suena.
Pero no es así, y lo mejor que puedo hacer es cooperar mientras Brooke me
coloca el brazo sobre el hombro y me empuja para que nos pongamos de pie los dos.
No domino los pies, pero aprieto los dientes y me prometo a mí mismo que no me
llevaré a Brooke por delante.
Llegar a la autocaravana. Llegar a la autocaravana. Es lo único en lo que mi
mente puede concentrarse.
No tengo ni idea de cuánto tiempo caminamos ni de adónde vamos. Apenas
puedo mantener la cabeza erguida y mis ojos sólo ven mis pies.
Además, estoy seguro de que el calor de Texas no hace más que aumentar mi
delirio.
Una especie de todoterreno negro nos espera cuando llegamos a la entrada o
salida o lo que sea, y lo último que recuerdo es caer en el asiento trasero después de
que Brooke me diga que es nuestro Uber.
Sólo un pensamiento me atormenta.
Hombre, espero no vomitar sobre sus zapatos nuevos.
255

Capítulo Treinta y Cuatro


Viernes 26 de mayo

Brooke
Ayer, Chase me dijo que quería besarme.
Bueno, más o menos.
Estaba medio inconsciente y cayendo con algún tipo de virus, pero lo dijo, y
mis oídos... no pueden desoírlo.
Pero durante las últimas dieciséis horas, ha estado casi siempre durmiendo, y
yo he estado como una madre con un recién nacido durante quince horas y cincuenta
y nueve minutos de ellas.
Comprobar los movimientos respiratorios de su pecho, tocarle la frente
húmeda novecientas veces para ver si le ha bajado la fiebre y ponerle una toallita fría
en el cuello después de que volviera de vomitar en el baño son sólo algunas de las
cosas en las que he estado ocupada desde que volvimos anoche del River Walk.
Yo soy Mary Poppins, y él está a mi cargo.
Sin embargo, no creo que la Sra. Poppins tuviera estos pensamientos
escandalosos, así que eso es definitivamente una dimensión diferente. Y ni siquiera
me estoy refiriendo al hecho de que me importaran una mierda los gérmenes y
pudiera haber... más o menos... apretado mis labios contra los suyos, ¡lo juro por un
pelín!, después de haberle acomodado en la cama anoche o que me pasara veinte
minutos convenciéndome a mí misma de que no me masturbara cuando me acomodé
en el sofá cama.
No. Es un nuevo día, y me centro en el ahora.
El ahora real en el que Chase sigue durmiendo en lo que yo consideraría mi
cama. Técnicamente no es mía, pero he dormido en ella durante la última semana y
media, así que si cabe, se sienta y todo eso.
Ha pasado una noche dura, pero hace ya varias horas que ha tenido que correr
al baño, y estoy segura de que le ha bajado la fiebre sobre la una de la madrugada.
256

¿Cómo iba a saberlo? Porque estaba comprobando su frente cada cinco


minutos como un psicópata.
Le doy a Chase una suave sacudida, con mi cuerpo inclinado sobre el suyo y
haciéndole sombra mientras intento hacerle saber que estoy a punto de salir para mi
aparición en televisión aquí en San Antonio. Sé que necesita descansar, pero tampoco
quiero que se despierte y se asuste de que me haya ido.
No es que lo haría ... pero el infierno, no lo sé. Ni siquiera sé qué dirección
tomar en este momento, así que sólo tengo mis propios sentimientos para guiarme. Y
si yo estuviera en su lugar y me despertara con la autocaravana vacía, llamaría a la
Guardia Nacional, al FBI y al menos a siete agencias de policía locales.
No se mueve tras mis dos primeros intentos, y su rostro parece tan tranquilo,
tan pacífico, que decido que despertarle no merece la pena. Probablemente sea más
racional que yo y no intente ponerse en contacto con el presidente si se despierta con
la autocaravana vacía. Y por si acaso no lo es, le escribiré una nota.
Pero hay una parte desquiciada de mí que no puede dejar de mirar su espesa
y perfecta melena negra y fantasear con pasar mis dedos por ella.
No lo hagas, Brooke. No lo hagas.
Mis dedos se mueven contra el hormigueo de la necesidad, y tengo que
empujarme un centímetro hacia atrás para que mi cabeza se despeje.
Sin embargo, desde este ángulo, el cabello se ve aún mejor, y antes de darme
cuenta de lo que estoy haciendo, me lanzo hacia delante y paso suavemente una sola
mano por sus mechones de medianoche.
—Ahhh —gimo involuntariamente, asustándome a mí misma cuando mi lugar
especial me produce un escalofrío que me sube por la columna vertebral y me baja
de nuevo, sólo por pasarle una mano por el cabello.
—Señor, perdóname —susurro, apartándome de un salto del hombre sexy y
dormido al que no debería estar tocando, y haciendo girar mi cuerpo en un círculo
frenético. Incluso tengo que morderme el labio para no gritar por mi propia locura
temporal.
Más rápido de lo que probablemente me he movido en mi vida, salgo
corriendo del dormitorio, tomo el bolso de la encimera y salgo corriendo por la
puerta y bajo las escaleras de metal.
Benji apenas puede seguirme el ritmo. Por suerte, fui lo bastante lista como
para ponerle el chaleco de seguridad y la correa antes de decidir ponerme manos a
la obra con mi paciente en el dormitorio y volverme loca de remate.
257

Y aunque me aseguré de que la puerta estaba cerrada con llave, me olvidé de


escribir una nota. Pero por eso Dios, o quien sea, inventó el iPhone, para que yo
pudiera enviarle un mensaje de texto.
El coche negro ya está allí, y el conductor que está en la puerta lleva uno de
esos elegantes sombreros de chófer con traje y todo.
De repente, es como si estuviera en la película Pretty Woman, y yo fuera la
prostituta arreglada.
Sé que mi vida probablemente parezca lujosa para algunas personas, pero en
el día a día es exactamente lo contrario. Suelo ir en pijama manchada y apenas me
ducho y, afortunadamente, me acuerdo de lavarme los dientes, pero el contacto con
gente real que hace cosas ostentosas como llevarme a un programa matinal para
hablar de mi próxima serie de televisión no es lo habitual.
Estoy tan fuera de lugar que ni siquiera tiene gracia.
No sé cómo comportarme, aparte de ser tan dolorosamente amable que es
preocupante. Como, si mi conductor atropella a un peatón de camino a esta cosa,
asumiré toda la responsabilidad y me entregaré a la policía por homicidio
premeditado, independientemente de mi inocencia.
No sé manejarme como un adulto maduro, y no puedo entender cómo alguien
más lo sabe tampoco. ¿Hay alguna escuela secreta que yo no conozca? ¿Clases
particulares como las que haría con un entrenador personal para ponerme en forma?
Yo tampoco hago sesiones con un entrenador personal, la mayor parte del
ejercicio que hago es durante un tiempo de plazos, cuando apenas puedo ver mis
manos mientras teclean furiosamente, pero al menos puedo visualizarlo en ese
contexto, ¿sabes?
—Buenos días —le digo a modo de saludo cuando el conductor me abre la
puerta y se hace a un lado. Sonrío, él me devuelve la sonrisa y, mentalmente, le pongo
una estrella dorada a mi tabla de interacciones normales con la gente del día.
Una vez que he metido las piernas dentro y Benji se ha acomodado a mi lado,
el conductor cierra la puerta, da la vuelta al coche, se sienta en el asiento del
conductor y enciende el motor.
Le doy a Benji unas cuantas caricias en la cabeza que ambos sabemos que son
más por mi bien que por el suyo propio y me acomodo en el cómodo cuero para
desplazarme por el teléfono.
No voy a hacer nada productivo, aunque sé que debería, pero distraerme con
las redes sociales me parece una buena idea en una mañana en la que mis dos
258

principales corrientes mentales son ser impulsivamente pervertida con mi editor y


entregarme a la cárcel por un accidente de tráfico que aún no ha ocurrido.
Lo sé. No estoy bien mentalmente. Pero toda mi carrera permite y fomenta la
presencia desenfrenada de voces en mi cabeza, así que no estoy segura de que
esperar algo diferente sea razonable.
Paso de TikTok a Facebook y entro en el grupo NYC Doggie, buscando de
nuevo una pista sobre el border collie.
No tengo mucha fe en este momento, así que mi desplazamiento es a medias en
el mejor de los casos, pero cuando un nuevo comentario de alguien pasa de mis ojos
a mi cerebro, jadeo en voz alta.
¡Santa, santa mierda!
Vuelvo a leer el comentario, despacio esta vez, para poder confirmar si estoy
perdiendo la cabeza o no.
Ella Rose: ¡La encontré! Su padre vive en el Upper East Side y la lleva a pasear
al parque todos los domingos porque es el único día que tiene libre en el trabajo.
Pero hoy se ha tomado un día libre, ¡y estaba allí! Creo que lo he asustado cuando
me acerqué a él, pero una vez que le expliqué la situación, ha accedido a darme su
número para que puedan ponerse en contacto. Mándame un DM, BrookieCookie,
y te enviaré los dígitos. ¡Sólo recuerda que TIENES que ponernos al día sobre lo que
pasa cuando tu perrito la vuelva a ver!
Me cuesta todo lo que puedo mantener mis constantes vitales bajo control para
que Benji no sepa que pasa algo, pero lo hago porque tengo que hacerlo. No puedo
darle esperanzas antes de saber con certeza que va a volver a verla, y no puedo
hacerlo hasta que haya establecido contacto real con el dueño.
Inspiro aire por la nariz y lo expulso por la boca y, casualmente, hago clic en el
nombre de usuario de la autora del comentario para enviarle un DM.
Por lo que puedo ver desde mi periferia, los ojos de Benji miran hacia delante,
y él no se da cuenta.
Mis dedos tiemblan ligeramente mientras escribo un mensaje en mayúsculas
al noventa por ciento y pulso enviar. Como no espero una respuesta inmediata y
desde luego no soy capaz de soportar más montañas rusas emocionales antes de salir
en la tele esta mañana, apago la pantalla del teléfono y lo meto en el bolso antes de
volver a sentarme en el asiento.
Qué veinticuatro horas más locas, pienso sacudiendo la cabeza.
Y aunque me encantaría sentarme aquí y soñar despierta con Benji viendo de
nuevo a su border collie enamorado, o con tu enamorado confesándote su amor
259

eterno por ti y besándote como si su vida dependiera de ello, sé que tengo que
centrarme.
Próxima parada, ¡Buenos días, San Antonio! con Debbie Digger.
260

Capítulo Treinta y Cinco


Chase
Me duele la cabeza y me pica la garganta cuando me incorporo y me agarro
automáticamente el pecho. Tengo la sensación de haber tenido reflujo toda la noche
y me duelen los ojos de lo que debe de haber sido un dolor de cabeza descomunal.
No sé mucho de lo que pasó más allá de la banca del River Walk, pero imagino
que al menos tuve que caminar por mis propios medios, porque tres kilómetros es
mucho camino para que alguien del tamaño de Brooke me arrastre.
Aun así, realmente no recuerdo nada.
Afortunadamente, a pesar de lo mucho que me duele el cuerpo, me encuentro
bastante mejor. Lo que sea que me haya golpeado en el trasero parece haber hecho
su salida, y estoy dispuesto a apostar que una ducha sería de gran ayuda en estas
circunstancias.
Pero antes, necesito encontrar una botella de agua porque tengo la boca más
seca que el coño de una mujer que lleva veinticinco años casada con un narcisista.
Me pongo de pie de un empujón y es entonces cuando me doy cuenta de que
no estoy en el sofá, sino en la cama. La cama de Brooke. En la parte de atrás de la
caravana. Dios, ahora que presto atención... huele como ella.
Carajo. ¿Durmió en el sofá anoche? ¿O durmió conmigo?
Busco pistas en mis recuerdos y recuerdo vagamente que me dio las buenas
noches y salió del dormitorio. Lo cual es bueno. Por muy grandiosa que parezca la
idea a la parte irracional de mí a la que Brooke le cae realmente bien, no hay forma
de que haya dormido en la misma cama que yo en las condiciones en las que me
encontraba.
En todo caso, debería haberse puesto un traje de materiales peligrosos y haber
convertido este dormitorio en una enfermería aislada.
Salgo a trompicones al pasillo y me dirijo primero a la nevera, donde tomo una
botella de agua y me la bebo de seis o siete tragos. Mi garganta mejora al instante y
mis ojos también empiezan a aclararse.
261

Siempre me asombra la destrucción que la deshidratación puede causar en el


cuerpo humano y cómo el simple acto de hidratarse puede provocar lo que parece
un cambio milagroso. Por ejemplo, si leyera el libro de Ann Rule sobre Ted Bundy,
descubriría que en realidad no estaba destinado a ser un asesino en serie. Tal vez sólo
estaba muy deshidratado y no era bueno para mantenerse al día con su ingesta de agua.
La autocaravana está en silencio, salvo por el sonido de mis tragos, y empiezo
a preocuparme por el paradero de Brooke.
—Brooke, ¿estás aquí? —llamo estúpidamente, golpeándome en la frente justo
después de hacerlo. Si no la han encontrado ya, probablemente no saldrá al oír mi
voz. Este lugar es de doscientos pies cuadrados, como mucho.
En lugar de caer en la manía por su ausencia, me esfuerzo por hacer que mi
cerebro vuelva a hacer aquello para lo que fue diseñado: pensar.
Me cuesta concentrarme, pero el reloj del microondas me da la hora y un
pequeño análisis me confirma que su horario la situaría en su aparición en el centro
de San Antonio. Sinceramente, probablemente ya esté terminando, si es que no lo ha
hecho ya.
Empiezo a buscar el teléfono y al final lo encuentro en la mesita de noche del
dormitorio, junto con el resto de cosas que llevo en los bolsillos y lo tomo para
encontrar dos mensajes de Brooke que me han llegado hace unas cuatro horas.
Brooke: Parecía que por fin estabas descansando esta mañana, así que te
dejé. Estoy haciendo lo de la chica famosa, ya sabes, pero te veré, como plebeya,
cuando vuelva.
Pero manda un mensaje o llama si necesitas algo. ¡Lo digo en serio! Si me
entero de que necesitabas algo pero no me has llamado, te obligaré a escuchar
cuarenta y ocho horas de Dolly Parton durante nuestro próximo viaje largo en
coche. Sin pausas. Sólo tú, yo y Dolly de 9 a 5 todo el camino.
Nunca deja de hacerme reír. Incluso anoche, cuando me sentía morir, tengo el
vago recuerdo de ella gastándome un chiste tras otro y haciéndome sonreír a pesar
del dolor y las náuseas.
También recuerdas que te dio un suave beso en los labios mientras te arropaba
en su cama...
Ese pensamiento demente me saca de mis casillas. Anoche no estuve
precisamente lúcido, así que tengo la sensación de que lo del beso fue un sueño febril.
Quiero decir, no hay forma de que eso pudiera haber pasado, ¿verdad?
Carajo, no lo sé. Me froto la cara y vuelvo a concentrarme en volver a estar al
cien por ciento. No necesito pensar en ningún tipo de besos con Brooke antes de
262

haberme dado una buena ducha y cepillado los dientes, como mínimo. Estoy
asqueroso por el sudor de la fiebre y puedo saborear el matiz del vómito en la boca,
lo que me da ganas de volver a vomitar.
No puedo recordar si realmente me enfermé anoche, pero espero por Dios no
haber puesto a mi autora estrella en la posición de limpiarlo por mí.
Ese no es exactamente el tipo de mimos que Jonah le da al talento en
Longstrand Publishing. Ahora, ¿yo limpiando el vómito de una autora? Él estaría de
acuerdo.
De hecho, estoy bastante seguro de que Frank Bowman cuenta una historia
sobre haberlo hecho antes.
Rápidamente, recojo algo de ropa limpia de mi bolso en uno de los armarios
de la cocina y me dirijo a la ducha. En cuanto Brooke vuelva, será hora de conducir.
Destino esta vez: Viva Las Vegas.
Algo me dice que será mejor que me agarre el sombrero para lo que está por
venir en Sin City.
263

Capítulo Treinta y Seis


Brooke
Mi entrevista con ¡Buenos días, San Antonio! fue como la seda.
Fingí ser una mujer profesional, capaz de hablar con frases completas y no le
puse ninguna dificultad a Debbie Digger, la presentadora.
Lo cual, no puedo negarlo, con un nombre como Debbie Digger, es como si
hubiera nacido para ser presentadora de noticias. O una estrella porno, si soy
honesta, pero claramente, ella ha hecho su elección.
Aun así, cuando terminé mi participación en el programa, decliné la invitación
a unirme a algunos miembros del personal para un almuerzo temprano con vino y
aperitivos y me dirigí directamente a la autocaravana. La mera idea de beber alcohol
y comer patatas fritas mientras Chase está enfermo no me parecía bien.
A decir verdad, todavía me siento como una madre gallina cuando se trata de
él.
He comprobado mi teléfono no menos de seiscientas veces para ver si me
había enviado un mensaje con una actualización de su estado, pero como no he
recibido nada en respuesta, estoy nerviosa.
Hasta Benji se da cuenta. Su cabeza ha estado en mi regazo, mi manta personal
contra la ansiedad, durante todo el viaje de vuelta al camping.
Hay una gran parte de mí que se pregunta si dejar a Chase para ir a hacer esa
entrevista fue lo correcto. Claro, técnicamente estoy obligada por contrato con Netflix
a asistir a cada una de las apariciones que han programado para mí en esta gira, pero
todo eso parece intrascendente cuando la idea de que algo malo le ocurra a Chase
está en el primer plano de mi mente.
El amable hombre que me ha llevado al estudio esta mañana detiene el coche
justo delante de la autocaravana. Apenas me da tiempo de darle las gracias antes de
saltar del asiento trasero y subir corriendo las escaleras metálicas con Benji a cuestas.
264

Empujo la puerta como un miembro del equipo SWAT que se dirige a registrar
el local en busca de putas y cocaína, pero me sorprende encontrar a Chase
sonriéndome desde su sitio en el comedor.
Su aspecto es el de un hombre recién duchado, con ropa limpia, y en absoluto
el de la persona enfermiza a la que cuidaba anoche. Su piel vuelve a tener color y sus
ojos azules recuperan ese brillo que adoro desde el primer momento en que lo
conocí.
—Vaya... Estás estupenda, Brooke. —Me saluda con palabras que amenazan
con hacerme temblar las rodillas. Pero no le da tiempo a que mi cuerpo se derrita en
un charco en el suelo porque sigue con—. ¿Qué tal te fue?
—Gracias, y... ha ido bien —respondo, y negándome a pensar demasiado en
su comentario de estás estupenda, me desvío rápidamente a la prioridad que tengo
entre manos—. ¿Te sientes mejor?
—Desde luego que sí —responde, y noto cero miseria en su voz—. Aunque, me
pregunto qué tan mal te hice la noche y si te debo una disculpa...
—No hacen falta disculpas. —Sacudo la cabeza—. Fuiste un paciente perfecto.
Escuchaste todas mis instrucciones. Incluso llegaste al baño con éxito cada vez que
tenías que vomitar.
—Así que vomité. —Se queja—. Maldición, lo siento mucho, Brooke.
—Me niego a aceptar esa disculpa —le digo señalándolo con el dedo índice—
. Para empezar, aquí Benji tiene un problema con intentar comerse su propio vómito,
así que estás a kilómetros de distancia de lo peor que he visto. Y dos, tú harías lo
mismo por mí.
—Definitivamente lo haría. Sin problema. —Me guiña un ojo y trato de no
pensar en lo rápido que accedió a esa afirmación. O en cómo sería que me cuidara
cuando estoy enferma, ya sabes, como haría un novio...
Dios sabe que ha manejado todos tus episodios de desmayo como el Dr.
McDreamy, así que...
Céntrate, Brooke. Me aclaro la garganta y me concentro en lo más importante:
asegurarme de que Chase está bien.
—¿Has comido algo? —Le pregunto, y su sonrisa me da de lleno en el pecho.
Es plena y vibrante y en absoluto la débil y apenas presente mueca que fue
capaz de darme cuando anoche deliraba de fiebre y náuseas.
—Me las arreglé para conseguir un bagel y una cantidad insana de agua,
también. Incluso me duché hace una hora.
265

—Entonces, ¿estás completamente curado?


—Sí. Completamente recuperado y listo para ponernos en marcha —dice, y de
repente, siento como si el alivio y la decepción estuvieran luchando entre sí por el
primer puesto en mi estómago.
¿Por qué iba a decepcionarme que se encuentre mejor?
Porque eres una panda triste por no poder seguir cuidando de él como una
especie de madre loca con Munchausen por poderes.
Santo cielo. Este tipo de pensamientos me hacen preguntarme si necesito que
me revisen la cabeza pronto.
¿Tú crees?
—¿Te encuentras bien? —Chase pregunta, sus ojos observando mi cara un
poco demasiado de cerca—. Dios, realmente espero no haberte enfermado.
Evidentemente ha confundido mi crisis mental interna con otra cosa.
—Estoy bien —respondo y empujo una sonrisa a mis labios—. Y súper feliz de
que te sientas mejor. —Claro, hay una parte de mí que quería seguir haciendo de
enfermera para el hombre de mis sueños, pero en general, me siento aliviada de que
Chase haya salido victorioso del otro lado de lo que sea que le estaba pateando el
trasero anoche.
—Yo también —dice con una risita autocrítica—. No tienes ni idea.
—Entonces, ¿está decidido? ¿Te sientes lo suficientemente bien como para
llevarnos a Las Vegas como estaba previsto?
Asiente. —Sí.
—¿Estás seguro? Porque realmente no es gran cosa si...
—Brooke, estoy seguro.
—¿Tan seguro estás de prometerlo con el meñique?
Se ríe, se levanta de la cabina y hace exactamente lo que hizo la última vez que
le pedí la promesa del meñique. Me aparta suavemente la mano y me abraza. —Estoy
listo, Brooke. Y la mayor parte es gracias a ti. Gracias por cuidar de mí.
—De nada —susurro, y aspiro discretamente el aroma perfecto que es una
mezcla del jabón corporal y la colonia de Chase y él.
Dios, huele bien.
Cuando empiezo a temer que mis profundas inhalaciones sean demasiado
ruidosas para ser secretas y que a mi cuerpo le esté gustando demasiado su calor y
266

su abrazo, me desprendo suavemente del abrazo y pongo unos pasos de distancia


entre nosotros.
—Muy bien, creo que es hora de poner este espectáculo en marcha. —Golpeo
el aire con el puño como un bufón—. ¡Viva Las Vegas, allá vamos! —Incluso doy un
paso hacia él para chocar los cinco de forma brusca, lo que le hace soltar una
carcajada.
—Me encanta el entusiasmo —añade con una sonrisa que hace que mi pecho
quiera prenderse fuego—. Voy a terminar con unos correos del trabajo y luego nos
vamos.
—Y yo... voy a ponerme algo menos televisor y más autocaravana.
Esa sonrisa sigue presente en su cara, y decido que es mejor darme un respiro
de ella. Me dirijo al dormitorio para quitarme la ropa elegante y ponerme algo con lo
que pueda soportar sobrevivir durante el largo, largo viaje de Texas a Nevada.
Pero una vez que Benji y yo nos hemos encerrado en el dormitorio y he
conseguido ponerme unos leggings y una camiseta cómoda, mi teléfono suena con lo
que parecen mil millones de notificaciones de mensajes de texto.
Con el ceño fruncido, lo saco del bolso y descubro que mi hermana está
bombardeando mi bandeja de entrada.
Sam: Acabo de terminar el libro... ¡¡¡ BROOKE BAKER !!!
Se me frunce el culo. Ay, caray.
Sam: ¿CÓMO PUDISTE NO HABERME AVISADO? Me olvidé de mis hijos
durante las últimas cuarenta y ocho horas porque no podía dejarlo. Te odio.
Sam: Pero si River eres tú, también creo que podría sentirme extrañamente
atraída por ti, ¡lo cual es una grave confusión mental porque eres mi maldita
hermana!
Sam: También ahora entiendo a la Inmaculada Concepción porque creo que
tu libro me dejó embarazada. María y yo estamos en una longitud de onda
totalmente nueva.
Sam: Papá estaría tan orgulloso. De la comprensión bíblica. No del
embarazo.
Sam: Pero en serio, que mierda, Brookie???? El libro es tan bueno. TAN
BUENO. Ni siquiera puedo empezar a expresar plenamente mi amor por él.
Sam: ¡¡Solo...SANTA MIERDA, B!!!!
267

Sam: Si Chase es Clive y tú eres River, entonces abofetéame de lado y


llámame Sally porque estoy animando esto. Como pompones y megáfonos y
mierda.
Sam: Estoy ENAMORADA DE Clive y River, así que supongo que eso significa
que también estoy enamorada de ti y de Chase.
Esto es tan distinto de mi hermana que ni siquiera tiene gracia. No me
malinterpretes, es divertida, pero también es la más racional de las dos.
¿Pero sus comentarios? Es una estupidez, nada sensata. Quiero decir, me
emociona oír que le encanta el libro, ¡pero no le envié el manuscrito para que lo
leyera por placer!
Esta mierda no me ayuda lo más mínimo a resolver mis problemas, y sus
siguientes mensajes demuestran que lo sabe.
Sam: GAH. Probablemente esto no es lo que esperabas obtener de mí leyendo
el libro, ¿eh? Probablemente estés mirando estos mensajes ahora mismo y
contemplando la posibilidad de estrangularme por complicarte más las cosas. Lo
siento mucho, de verdad, Brookie. De verdad. Pero si ustedes son Clive y River en
la vida real, mi hastiado corazón NECESITA que estén juntos.
Mierda, Sam. ¿Qué estás tratando de hacerme aquí?
Sam: Y creo que, tal vez, ¿deberías decirle a Chase la verdad sobre el libro?
No sé por qué, pero tengo la corazonada de que es lo mejor. También espero que
al decirle eso y confesarle tus verdaderos sentimientos, él haga exactamente lo que
hace Clive cuando River lo expone todo. GAH. Esa escena. Fue TODO.
Sam: ¿O quizás no deberías decírselo? Carajo. No lo sé. Sólo sé que creo que
deberías ir por ello. Si ese hombre es como Clive, vale la pena arriesgarlo todo por
él. Y eso lo digo yo, Sra. Divorciada con dos hijos.
Una cosa es que me diga que disfrutó leyéndolo y otra que aliente mis delirios.
Dulce Lucifer, creo que el libro quebró a mi hermana.
Y ahora, estoy empezando a preguntarme si hay algo dentro de ese libro que
hace que la gente pierda la maldita cabeza. Como, tal vez Accidental Attachment es
un riesgo real para la salud de los lectores.
Sam: Ahora, estoy bastante segura de que vas a necesitar algo de espacio de
mí, y lo entiendo. De verdad que lo entiendo. Además, ahora tengo esta nueva y
divertida vida en Nueva York gracias a ti, así que me estoy preparando para salir
con los chicos para ir a Central Park. Así que... llámame cuando estés lista para
hablar de lo mucho que quiero que tú y Chase estén juntos ahora.
Sam: Pero, en serio, si tú y Chase están juntos, será MEJOR que me llames.
268

Sam: Te quiero. No me odies por mucho tiempo.


Bueno, mierda. Si pensaba que mi enamoramiento no podía estar más fuera de
control antes, mi querida y demente hermana acaba de mandar esa suposición al
infierno.
269

Capítulo Treinta y Siete


Domingo 28 de mayo

Brooke
Conducir durante los dos últimos días seguidos podría haber sido, y, según
todos los indicios, debería haber sido, un suplicio. No soy una gran viajera habitual,
y diecinueve horas de viaje en cualquier cosa no es para los débiles.
Por no mencionar que los dos días anteriores fueron de los más extraños que
había vivido nunca. Con todo eso combinado, nunca habría esperado divertirme
como nos divertimos Chase y yo de camino hasta aquí.
Hablamos, bromeamos y nos turnamos para cantar en el karaoke de la radio,
además de hacer varias paradas en algunos de los mayores monumentos de Estados
Unidos.
La bola de hilo más grande del mundo.
Una vaca longhorn de plástico del tamaño de mi apartamento.
La Cosa en Dragoon, Arizona.
Y quizás la menos impresionante de todas, Sedona.
Es broma. Está claro que Sedona era increíble, y ambos comentamos que
merecería la pena hacer un viaje por nuestra cuenta algún día.
No hicimos ningún plan en concreto, pero se puede decir que desde entonces
me he aferrado a él.
También hemos trabajado en el libro, lo cual es un gran logro, dado mi historial
hasta ahora, y estoy empezando a sentir que puede convertirse en una historia real.
Claro, todavía estoy convencida de que me dejará algún tipo de trastorno de estrés
postraumático crónico y me infligirá cicatrices emocionales hasta que me pudra en
una tumba a dos metros bajo tierra, pero aparte de eso, puedo respirar un poco más
tranquila.
Por fin llegamos a Las Vegas esta mañana y, en lugar de quedarnos encerrados
en la autocaravana, salimos a explorar la ciudad.
270

Ni siquiera tuve que convencer a Chase para que hiciera de turista conmigo.
Estaba tan preparado como yo cuando llegamos. Aunque, podría decirse que el largo
viaje le dio la comezón persistente de ver algo más que el interior de nuestra
autocaravana por un rato.
Y sólo hicieron falta dos visitas al casino, tres bodegas, el Planet Hollywood, la
fuente del Bellagio y unos pies muy doloridos para que la delicia leche congelada de
mi postre favorito me llamara lo suficientemente alto como para traernos aquí, a
Serendipity3.
Chase se sienta en una silla junto a la mía y el famoso chocolate caliente frío se
sienta justo delante de mi cara golosa. Le doy un sorbo con la pajita y prácticamente
gimo. —Debería ser ilegal que algo estuviera tan bueno.
—Tengo que decir que nunca había visto un postre tan grande en mi vida —
comenta Chase, mientras manotea un poco del helado derretido de mi bebida con su
largo dedo índice y se lo lleva a la boca en un movimiento erótico del que no vamos
a hablar ahora.
—¿Nunca has comido en el Serendipity de Nueva York? Creía que cuando
decías que no habías comido aquí, te referías a aquí, al Serendipity3 de Las Vegas.
Se encoge de hombros. —Siento decir que me refería a todos los Serendipitys
colectivamente. Francamente, no sabía que hubiera más de uno.
—Bueno... supongo que acabas de demostrar que eres algo más que una mujer
que crecía durante la época más crucial de su vida, cuando se estrenó la película
Serendipity.
—¿Qué película era esa?
—Dios mío, me estás matando, Smalls. —Se me cae la mandíbula de asombro
y luego la cierro con una mueca de burla—. ¿Kate Beckinsale? ¿John Cusack?
¿Confiando en el destino para que vuelvan a estar juntos? ¿Te suena?
Niega.
Dejo caer las manos sobre la mesa con un ¡zas! y me inclino hacia él con los ojos
entrecerrados. —¿Molly Shannon y Jeremy Piven como los torturados mejores
amigos? ¿Los guantes? ¿El billete de cinco dólares? ¿La escena crucial de la pista de
patinaje sobre hielo con la nieve? —Mi voz se eleva con cada mención—. ¿La
búsqueda del ejemplar de El amor en los tiempos del cólera en el que puso su nombre
y su número?
—No. —Otra sacudida de cabeza, pero esta vez le sigue una carcajada—. Lo
siento. De verdad, lo siento, porque me doy cuenta de que no saber esto es traumático
para ti, pero no, no me suena.
271

—Traumático es quedarse corto —replico con un suspiro y vuelvo a


encorvarme en el asiento—. Chase, esta película fue una parte formidable de mi vida
de preadolescente.
Le sigue otra carcajada. —Realmente lo siento.
—Sí, bueno, puedes disculparte rectificando este error y viendo la película. —
chasqueo la lengua—. Hasta entonces, tendremos que estar en términos civiles,
supongo.
Sonríe hasta los ojos y, la verdad, yo también. Incluso con su escaso
conocimiento de una de las grandes comedias románticas de nuestro tiempo, sigue
siendo tan guapo que duele.
—Lo veré esta noche —promete dulcemente, antes de rebuscar algo en el
bolsillo. Veo cómo le cuesta meter la mano hasta el fondo y cómo se le contorsiona la
parte superior del cuerpo.
—¿Qué estás haciendo exactamente? ¿Un baile interpretativo mientras tanto?
Se ríe entre dientes cuando por fin libera el objeto que buscaba y lo arroja a la
mesa que hay entre nosotros.
Al instante, reconozco que es la llave de una habitación de hotel, y tanto mi
ritmo cardíaco como mis cejas suben hasta el techo cuando veo que es para el
Venetian.
—Uhh —balbuceo, tratando de encontrar la parte de mi cerebro responsable
del lenguaje mientras toda la sangre emprende un viaje por carretera hacia mi
vagina.
Chase se ríe, ahogándose mientras se apresura a explicarse. —Oh. No. Quiero
decir, sí, ya veo cómo te he confundido, pero sí, yo sólo... —Respira hondo y cierra
los ojos antes de abrirlos de nuevo y terminar con una sonrisa—. Nos conseguí una
habitación, y es una habitación, pero sólo porque era lo único que tenían. Es de dos
camas, sin embargo, pero mencionaste más de una vez en el camino que nunca te
habías quedado en un lujoso casino de Las Vegas, así que pensé...
—¡Dios mío! —grito, saltando y golpeando la mesa mientras me lanzo a darle
un abrazo—. Es muy considerado. Muchas gracias. Gracias a ti. No puedo creer que
me prestaras atención mientras parloteaba sin parar durante la enésima hora del viaje
por carretera que casi nunca terminaba.
Me arropa, me aprieta con los brazos de una forma que me reconforta y me
aterroriza a la vez, y siento su aliento en mi cabello mientras me responde: —De nada.
No es para tanto. Pensé que te merecías algo divertido.
Este tipo. ¿Podría ser más dulce? ¿Más considerado? ¿Más perfecto?
272

Según el libro que escribo sobre él, la respuesta a esa pregunta sería no. Él es lo
máximo. Lo último.
—Guau. Gracias —susurro de nuevo, pero hago lo posible por zafarme de su
abrazo antes de que empiece a marearme—. Y aunque parezca una locura, creo que
ya sé lo que quiero hacer con nuestra salvaje noche de hotel.
Arquea una ceja y yo trato de ignorar la insinuación sexual que podría
desprenderse de mis palabras.
—¿Podemos sentarnos en las máquinas tragaperras y pedir refrescos toda la
noche?
Pediría vino, pero la última vez que Brooke y Chase se emparejaron, le envié
el archivo equivocado de un libro que ha estado intentando arruinarme la vida desde
entonces. Así que creo que me quedaré con la soda.
—Si tú quieres. Quiero decir, dormir un poco también estaría bien, pero...
—Oh. Cuando digo toda la noche, me refiero a una hora, como mucho. —Agito
una mano en el aire—. Vivo con un tope de diez horas para acostarme, y no voy a
cambiarlo ahora. Despistaría a Benji por completo.
Su pecho vibra de humor. —Supongo que será mejor que volvamos al hotel y
empecemos, entonces. El tiempo corre con ese toque de queda.
Aplaudo con regocijo delante de mi cara, ahora aterradoramente feliz, y Chase
se muerde el labio en respuesta. Eso, por supuesto, me hace pensar en su boca y me
recuerda el pequeño y no consentido beso que le di aquella noche que estuvo
enfermo. Mis mejillas se calientan hasta alcanzar la temperatura del cristal soplado.
Por suerte, él no se da cuenta y se levanta primero, saca parte del dinero que
Netflix me dio para los gastos, ambos aprendimos pronto que sería mucho mejor que
lo llevara él, y paga la cuenta mientras Benji y yo nos levantamos de nuestros asientos
e intentamos recomponernos.
Mi amigo canino está cansado de caminar. Lo noto por la pesadez con la que
arrastra la correa cuando salimos del restaurante.
—Lo siento, hombre. No falta mucho —lo tranquilizo mientras nos dirigimos a
la acera—. Todo lo que tenemos que hacer es volver a la autocaravana y recoger
nuestras cosas, y luego podremos relajarnos en el hotel.
Chase se aclara la garganta detrás de mí, y tanto Benji como yo nos giramos
para mirarlo. El sol está justo encima de su cabeza, así que tengo que ponerme una
mano delante de la frente para protegérmela mientras me explica: —Ya he hecho que
traigan nuestras cosas en un servicio de coches. Espero que no haya problema. Pensé
que sería mejor que tener que volver hasta el camping.
273

Sacudo la cabeza con una sonrisa. —Mírate... sacando escenas directamente de


Accidental Attachment.
Es seguro decir que mi conexión mente-boca no era tan fuerte en ese caso, y
antes de darme cuenta, me estoy sonrojando y mirando hacia la acera de nuevo. Qué
estupidez.
Chase, ajeno a mi crisis mental, por supuesto, no se ofende. Pero, quiero decir,
¿por qué lo haría? Sigo mintiendo sobre todos los aspectos del hecho de que cloné
ficticiamente al hombre y lo convertí en el protagonista del libro que se está dejando
la piel para publicar.
Incluso mi hermana, normalmente cuerda, dudaba sobre lo que debía hacer. Y
cuando la llamé ayer, mientras estábamos parados en una gasolinera, seguía sin
saberlo. Sammy seguía demasiado colocada por lo de Clive y River; sólo podía
centrarse en averiguar si había pasado algo entre Chase y yo.
Ugh. A veces parece que voy a estar atrapada en esta telaraña que he creado
para siempre. Probablemente porque a menos que hagas algo al respecto, lo estarás.
Necesito a Dolly, y la necesito ahora.
Me armo de valor y vuelvo a mirar a Chase, me encuentro con sus dulces ojos
azules antes de preguntarle con cautela: —¿Te importa si me pongo uno de mis
auriculares y escucho música durante el camino de vuelta? No quiero ser grosera.
—En absoluto. ¿Qué piensas escuchar? —pregunta.
—Dolly Parton, por supuesto —respondo con una respiración que hasta yo
puedo oír.
—Seguro que amas a Dolly, ¿eh?
—Más de lo que es saludable a veces.
Su sonrisa es soñadora. —Tendré que recordarlo.
Espero que lo hagas, Chase Dawson. Espero que lo hagas. Dios sabe que
recuerdo todo sobre ti.
Por supuesto, la canción que empieza a sonar en mis oídos, de mi lista de
grandes éxitos de Dolly, es “Marry Me”.
Canta sobre un chico de ojos celestes y gran corazón que va a casarse con ella,
y si yo fuera el tipo de mujer que se obsesiona con los signos, probablemente
pensaría que esto es una señal de que Chase y yo somos una especie de amantes
separados por el destino.
274

Pero yo no soy esa mujer. Sólo soy una chica que pasea por las calles de Las
Vegas con el hombre más guapo en el que ha puesto los ojos mientras Dolly canta
sobre casarse con el hombre de sus sueños, y eso no significa nada.
No. Nada de nada...
275

Capítulo Treinta y Ocho


Lunes 29 de mayo

Brooke
He sobrevivido veinticuatro horas en Las Vegas con Chase, en la misma
habitación de hotel, y no he sufrido una combustión espontánea.
La verdad es que dormir en una habitación de hotel con mi editor debería
haber sido bastante más incómodo de lo que fue, pero supongo que dos semanas
juntos en la carretera nos prepararon para este momento.
Anoche, tras unas horas bebiendo refrescos en las tragaperras, Chase y yo
volvimos a nuestra habitación, nos metimos en nuestras camas individuales y nos
dormimos como un par de bebés.
Creo que todo el ajetreo de la gira y los constantes viajes en coche por todo el
país nos tenían agotados a los dos, si te soy sincera, e hicieron que lo que podría
haber sido una situación tenue lo fuera menos.
Sé que debería haberme asustado, eso seguro, pero contra todo pronóstico, al
final conseguí dormir bien y algo más. Y creo que Chase también.
Cuando me levanté esta mañana, él estaba en el gimnasio, y en un esfuerzo por
agradecer su consideración, traté de ser considerada a mi manera, trabajando en las
ediciones que me había enviado por correo electrónico.
E incluso me las arregle para llegar a través de un total de diez capítulos.
Lo sé, yo tampoco me lo podía creer. Por una vez en mi vida, he tenido un lunes
productivo.
Ahora, Chase está en la ducha, y por primera vez desde que entramos en esta
estupenda habitación de hotel en el Venetian, mis sentimientos buenos y normales y
no incómodos están empezando a desaparecer.
Oigo el chapoteo del agua mientras se lava el cuerpo desnudo y percibo el
aroma de su champú a través de la puerta del baño.
276

Si a eso le sumamos que se está preparando para llevarme a una cena elegante
y a un club, una salida que ha planeado como sorpresa para mí, me siento
injustamente un poco romántica.
Esto parece una cita. No sólo se siente como tal, se lee como tal.
Si yo estuviera escribiendo esta escena entre Clive y River, definitivamente
estarían teniendo sexo cuando volvieran a la habitación del hotel. Definitivamente.
Me inclino sobre la maleta para elegir las bragas y el sujetador. Tengo una
buena selección que va desde la ropa de época hasta la sexy y, sin embargo, de
alguna manera siento como si no tuviera ninguna opción. Si elijo las bragas de abuela
como salvaguarda, pero luego, por algún milagro o designio del universo, esta
pequeña escena entre Chase y yo termina de una forma digna de un libro, me sentiría
avergonzada hasta el fin de los tiempos y más allá.
Pero si me quedo con lo sexy, el conjunto negro de encaje transparente, corte
alto y poco cubrimiento que compré por capricho en Internet, y vuelvo aquí, sólo para
ponerme la pijama y meterme en nuestras camas individuales como anoche, me
sentiré como una tonta.
Gah. ¿Por qué tiene que ser tan complicado?
Estoy disfrutando de mi amistad con Chase. Claro que me paso casi todo el
tiempo fantaseando con que esa amistad se convierta en un matrimonio, en bebés y
en un escenario feliz para siempre para Benji y para mí, pero eso está bien. La vida
no tiene que ser todo o nada, y supongo que la ropa interior tampoco.
Agarro mi tanga de media pierna, nude, que no resbala, sin rayas, que me
quedará bien debajo del vestido que tengo planeado y un sujetador a juego y doy por
terminado el día.
Este es mi compromiso oficial con una actitud de, tomaré lo que pueda
conseguir. Disfrutar de la noche, ver adónde va, sin expectativas. Ese es mi plan.
Resuelta, me pongo la ropa rápidamente mientras la ducha se cierra tras la
elegante pared beige empapelada que hay a mi izquierda.
Benji levanta la cabeza de su siesta, notando tanto el cambio de ruido como mis
constantes vitales. Como solo llevo puesto el sujetador y la tanga, me doy prisa y
vuelvo a ponerme nerviosa.
Bien nerviosa, creo.
Anticipado, ¿sabes? Aun así, no sé si mi cuerpo sabe distinguir entre eso y uno
de mis episodios, porque palabras como mareada y aturdida son algunos de mis
descriptores más relevantes.
277

Consigo subirme el vestido hasta la cintura antes de que la sensación sea


demasiado para Benji, que se acerca a mí a toda prisa, apiñándome y manoseándome
la pierna hasta que me encorvo en el banco del extremo de una de las camas y me
inclino hacia delante.
Pongo la cabeza entre las manos en un esfuerzo por situarla por debajo del
corazón y respiro profundamente durante unos largos segundos. ¿Lo primero que
interrumpe mi visión de la alfombra del hotel? Los pies descalzos de Chase.
Seré la primera en admitir que los pies de un hombre pueden ser de cualquier
tipo. O son duendes escuálidos del centro de la tierra o las venas y la carne mejor
trabajadas, como los pies de los dioses en la antigüedad. Una pequeña parte de mí
albergaba la esperanza de que Chase tuviera lo primero, una desilusión insignificante
que al menos atenuara mi atracción, pero no... son perfectos. Como el resto de él.
Maldita sea.
—Brooke, ¿estás bien? —me pregunta, apiñándome tanto que noto el rizo de
su toalla blanca rozándome las rodillas desnudas.
Intento responder positivamente, pero lo único que digo suena un poco como
un gruñido.
Lo siguiente que recuerdo es que está sentado en el suelo debajo de mí, sin
nada en el cuerpo salvo la endeble envoltura de tela de baño.
Es como el casi beso de la autocaravana, pero sólo que, además, estoy medio
desnuda. Si el síncope no estuviera intentando tomarme de la mano, mi nivel de
calentura sería de veinticinco en la escala de Richter.
Sí, lo sé, eso es para los terremotos, pero una vez que veas el cuerpo duro y
musculoso de Chase Dawson en sólo una toalla, lo entenderás.
—¿Qué pasó? —pregunta, con voz grave por la preocupación—. ¿Qué hago?
—Estoy bien —consigo decir por fin, levantando un poco la cabeza. Benji me
pide que la vuelva a poner en su sitio, así que lo hago. Por supuesto, primero suelto
un suspiro de disgusto, como es mi derecho, pero hago lo que me dice.
—Está bien. Quédate aquí hasta que te sientas mejor. Iré a por una Coca-Cola
—me ofrece Chase y se mueve por el suelo para marcharse. No sé qué me pasa, pero
antes de que me dé cuenta, intento agarrarle del brazo desnudo y detenerlo.
—¡No! —Suelto un chasquido, con más fervor del que pretendía—. Quédate
aquí conmigo. Por favor.
Chase acepta sin dudarlo. —Por supuesto.
278

Dejo mi mano en su brazo mientras trabajo para regular mi respiración,


apretando su carne con el ritmo cardíaco normal que me estoy marcando.
Tardamos los tres sentados en silencio en un grupo desordenado unos cinco
minutos, pero al final me siento mejor. Normal, por así decirlo.
Suelto el brazo de Chase, al que me he estado agarrando como una vulcana, y
Benji vuelve trotando al otro lado de la habitación para acostarse. No he podido
hacerle ninguna caricia de chico bueno, pero estoy segura de que me conoce lo
suficiente como para entender que ya lo haré más tarde, cuando no esté en contacto
directo con el hombre de mis fantasías en nada más que una toalla.
—Ya estoy bien —prometo, levantando la cabeza y echándome hacia atrás en
el banco mientras me subo el vestido por encima del sujetador—. Y creo que ni
siquiera he hecho que lleguemos tarde a cenar.
Chase sonríe ante mi comentario burlón, pero creo que eso es todo lo que voy
a conseguir. Por alguna razón, no parece hacerle mucha gracia que casi me desmaye.
Extraño.
—Tómate tu tiempo para levantarte. No tienes que apresurarte, ¿de acuerdo?
Llamaré al restaurante si es necesario y explicaré la situación, pero no dejaré que te
pierdas la cena.
Me fuerzo a reír. No es que no me haga gracia, pero creo que necesito algo más
que una sonrisa silenciosa para convencerlo de que estoy bien. Y ahora mismo,
cualquier cosa que no sea respirar por la garganta me cuesta esfuerzo. —Bueno,
gracias. Creo que sabes que la comida es lo verdaderamente importante aquí, y sin
ella, la noche se arruinará.
Chase suelta una risita y se pone de pie, lo que coloca su cuerpo casi desnudo
justo delante de mí. No es la primera vez que lo veo sin camiseta, pero con su
proximidad, empiezo a darme cuenta de que me he quedado corta con Clive en las
descripciones físicas.
Dios mío, sus abdominales están definidos. Largas y amplias crestas
compartimentan las secciones de su abdomen, y la abultada y esculpida delineación
dirige mi mirada directamente al Crotch Arena. Puedo ver la protuberancia de su
pene, que no está en la media, bajo la cintura anudada de su toalla, pero hago todo lo
posible por apartar la mirada.
El movimiento se arrastra desde las profundidades de mi alma, pero de algún
modo, consigo volver a mirar hacia sus ojos. Vergonzosamente, están bailando.
Mierda. Supongo que se dio cuenta de que miraba, ¿eh?
279

Chase estira la mano y me levanta la barbilla con el suave roce de un solo dedo,
y se me corta la respiración en la garganta. La sensación de que me toque así, apenas
vestidos, es sobrecogedora, sobre todo porque no sé por qué lo hace.
Su voz es un susurro cuando su mirada se cruza con la mía, una mezcla de
seriedad y cariño arremolinándose en sus brillantes iris azules. —Hazme un favor —
responde.
Asiento.
—Cuídate, ¿bien? No sé qué haría si te pasara algo.
En un segundo, está ahí, y al siguiente, se ha ido, de vuelta al baño, con mi
cabeza muda y mis labios de pez abiertos, todo lo que queda a su paso.
¿Fue un momento íntimo entre personas que se quieren? ¿O la súplica de un
editor que se lo juega todo por una autora que no para de intentar abrirle la cabeza?
Me gustaría que fuera lo primero, obviamente, pero mi parte racional sabe que
no hay que descartar lo segundo.
Me levanto despacio, me echo la mano al costado para subirme la cremallera
del vestido verde bosque y me contorsiono para enganchar la lengüeta al ojal que
tengo debajo de la axila. Tengo que dar saltitos en círculo haciendo un baile gracioso,
pero al final lo consigo. Me acerco al espejo de cuerpo entero y admiro mi intento de
arreglarme.
No está mal, la verdad. Aunque, todavía podría soportar pasar un par de horas
en YouTube aprendiendo a contornear el rostro.
Vuelvo al banco y me pongo los tacones color carne, abrochándome la hebilla
en cada tobillo antes de levantarme de nuevo y dirigirme al espejo. Benji se pone de
pie desde su posición boca abajo al otro lado de la habitación, mostrando su disfraz
de Capitán América.
Mi amigo. Siempre pero siempre me hace sonreír.
Estoy echando un último vistazo a la longitud de la parte de atrás de mi vestido,
asegurándome de que cubre el culo y lo demás, cuando se abre la puerta del baño y
sale Chase, cuyo reflejo me roba la atención que yo prestaba en el espejo.
Mi giro hacia él parece suceder a cámara lenta.
Su cabello, normalmente suelto, está peinado en un recogido perfecto, y un
impecable traje negro, camisa blanca y corbata negra cubren su espectacular
cuerpo.
Normalmente, me decepcionaría pasar de ver tanta piel a no ver nada, pero
con el aspecto que tiene ahora mismo, es difícil decepcionarse por algo.
280

—Vaya —decimos los dos simultáneamente, mirándonos.


—Pareces... —comienza entonces, haciendo una pausa para presionar con una
mano ligera la tela de su pecho.
—Muy bien —termino para él con una sonrisa—. Te ves muy bien.
Asiente. —Sí. Eso es lo que iba a decir.
Mi sonrisa es grande y con muchos dientes, y ni siquiera me molesto en intentar
moderarla. Probablemente sea mejor sacarla ahora antes de que se manifieste de
alguna otra forma insana esta noche.
—¿Estás lista? —me pregunta, extendiendo un brazo en señal de que lo siga
hasta la puerta.
—Déjame tomar mi bolso. —Su mano de largos dedos se extiende para
agarrarme suavemente por la muñeca, deteniendo mi movimiento hacia delante con
un movimiento de cabeza—. Esta noche invito yo. No Brooke Baker. Y no Netflix.
—¿Longstrand? —pregunto para aclarar con valentía.
Niega. —Yo invito.
¿Significa eso que Chase Dawson y Brooke Baker están en una cita? ¿Una cita
de verdad?
Vuelve a hacerme un gesto para que me acerque, me pone una mano en la
parte baja de la espalda y me guía hacia la puerta mientras Benji trota
obedientemente a mi lado. Mientras la puerta se cierra detrás de nosotros y nos
dirigimos por el pasillo hacia el ascensor, y la cena y el baile, un pensamiento
ligeramente burlón me llama la atención.
¿Es una cita? Supongo que pronto lo sabremos.
281

Capítulo Treinta y Nueve


Lunes 29 de mayo

Brooke
Las luces de neón parpadean. Las bebidas fluyen. La gente baila en la pista
situada en el centro del enorme local. Y la música resuena en los altavoces colgantes
del interior del club que Chase ha elegido para la noche.
Sinceramente, ni siquiera recuerdo su nombre, pero probablemente sea
porque he estado demasiado ocupada mirando embobada a mi... ¿cita?
Sí, aún no sé cómo definirlo, pero sé que cenamos en un restaurante de carnes
con mesas iluminadas con velas, música suave de piano y un ambiente romántico que
nos hizo sentir muy... como en una cita.
Y Chase, bueno, es el mejor compañero de cena y club nocturno que una chica
podría pedir. Guapo, divertido, inteligente y encantador, podrían haberme dado el
filete en la palma de la mano y me lo habría comido encantada.
Aparte del volumen atronador de la música en este club, no cambiaría nada de
mi situación actual.
Tal vez sea porque soy la mujer de treinta y un años más vieja que ha existido,
o porque casi nunca vengo a sitios como éste, pero no puedo negar que la música de
este antro es... un poco exagerada en su magnitud. Casi abrumadora si estás
intentando mantener una conversación.
—¡Está muy alto! —Grito por encima de la música, casi directamente al tímpano
de Chase. Estoy convencida de que es la única forma de oír en un sitio así cuando
tienes más de treinta años.
No me malinterpretes, el club en sí es precioso y, además, está lleno de gente
guapísima. Puedo decir que es popular por una razón e incluso diría que Chase hizo
un trabajo excelente y considerado al elegirlo con el número de veces que los DJ
mezclaron fragmentos de canciones de Dolly con la música house.
Pero eso no nos hace más jóvenes a ninguno de los dos.
282

—¡Deberías estar orgullosa! —me grita en el canal auditivo, en el juego de


teléfono para ancianos más triste del mundo en el que jamás he participado.
Las luces se arremolinan, y un ritmo muy pesado que me hace palpitar el pecho
y hace que Benji se acerque aún más a mis pies. Conseguimos mesa y servicio de
botella, de todas las cosas, y me siento como la mayor impostora que haya posado
jamás. Pero necesitábamos un sitio apartado para que Benji pudiera descansar de los
pies pisoteados de los verdaderos clubbers, y no creo que aguantara más de diez
minutos de pie sobre estos tacones, así que era imprescindible sentarse.
Es como una experiencia extracorpórea divertirse tanto después de lo que
estaba haciendo en mi apartamento antes de salir de viaje: limpiar a fondo, beber
vino a grandes tragos y tropezarme con una manta de punto grueso que lleva varios
días sin lavarse.
—Este es un gran logro, Brooke. Enorme. Hay tan pocos escritores que llegan
a la cima.
—¿La bazofia? —pregunto, confundida.
Asiente, confundiéndome más. —Muy en la bazofia. Estadísticamente,
probablemente estés en el medio más alto de escritores.
—Ohh. La cima!
—¡No voy a parar! ¡Te mereces oír esto en voz alta!
No puedo evitarlo. Me entra la risa en el estómago y me sube por la garganta
hasta que carcajeo, me encorvo y me doy palmadas en el pecho para no ahogarme
con la saliva.
Somos como un par de geriátricos que se perdieron camino al bingo aquí. Pero
Dios, incluso el viejo Chase es dulce.
Y se queda ahí sentado, mirándome con una sonrisa inquisitiva. Es guapísimo,
pero eso siempre es de esperar de él.
—Gracias por hacer esto —me inclino e intento decírselo clara y directamente
al oído—. Esta noche, quiero decir. La cena y esto. Hacía mucho tiempo que no me
regalaba algo tan especial.
Asiente. —Es de esperar, creo. Cualquiera que llegue a este nivel está
obligado a ser al menos un poco existencial.
No tengo ni idea de lo que cree que he dicho y, francamente, ya ni siquiera me
importa. Mi sonrisa es tan grande que duele, y él huele tan bien. Tenemos que intentar
algo más que hablar.
Bailar.
283

Lo empujo para que se pare y le tiendo la mano, en lugar de intentar


comunicarme verbalmente, y capta la indirecta bastante bien.
Acepta mi mano con humildad, pero para cuando salimos de la cabina y
bajamos los escalones hacia la pista de baile, ya nos ha colocado a la delantera,
tirando de mí con suave confianza hacia el centro.
Vuelvo a mirar a Benji, que se ha subido al asiento de la cabina para verme
mejor, y le hago un gesto de confianza para decirle que no pasa nada. Se sienta, pero
no se relaja más.
Su mensaje es claro: me estará vigilando.
No estoy del todo segura de si se trata del mensaje de mi canino de servicio o
de mi sobreprotector mejor amigo. Mi superhéroe Benji conoce mi corazón mejor que
nadie, y no solo cómo debe latir.
La mano de Chase es firme cuando me gira para que quede frente a él, sus
manos se acercan a mis caderas para colocar mi cuerpo contra el suyo. Desde los
altavoces, vibra una mezcla de bajos de una canción de Depeche Mode que me
encanta desde que tengo memoria. Se llama “Enjoy the Silence” y es como si el DJ la
hubiera elegido solo para mí.
La letra es tan poderosa y conmovedora que se me pone la carne de gallina.
La música está cargada de necesidad, y mi vagina también.
Y sólo puedo pensar en la escena de baile que escribí entre River y Clive, y en
lo increíblemente cerca que estuve de hacerlo bien.
Los sentimientos de River, la sensación de las manos de Clive sobre ella, el
jadeo entrecortado de su respiración... todo es real y mucho más mientras Chase nos
mueve al ritmo de la música, balanceando nuestras caderas como si fuéramos uno.
Estamos tan cerca como dos personas pueden estar sin tener sexo. Y su
confianza es suficiente para mantener en ritmo incluso a los más rítmicos, y como
miembro de ese club en particular, estoy súper agradecida de no parecer una tortuga
herida.
Pero sobre todo, me consume. Por la sensación de sus manos en mis caderas y
el calor de su piel bajo su camisa blanca de cuello.
Le subo las manos por el pecho y sus ojos me miran fijamente. Su mirada azul
se clava en la mía y, por primera vez, no me siento nerviosa, incómoda o como si
tuviera que apartar la mirada. Quiero envolverme en el océano que son sus ojos y
quedarme allí para siempre.
Y aunque la letra de la canción dice que las palabras son innecesarias, yo siento
lo contrario.
284

Quiero decir algo, quiero decir algo con todas mis fuerzas. Sobre cómo me
siento o, no sé, cuánto lo deseo, pero con el volumen de todo lo que nos rodea, estoy
bastante segura de que caería en saco roto.
Pero quizá... quizá sea algo bueno. Tal vez pueda decir todas las cosas que
siento, todos los pensamientos que gritan dentro de mi cabeza, y ni siquiera tener que
afrontar las consecuencias.
Si de todas formas no va a poder oírme... ¿qué más da?
Desenfrenada y salvaje, tiro la cautela al viento y le cuento todas las cosas que
no he podido sacarme de la cabeza desde el primer día que lo conocí.
—Me gustas tanto, tanto, Chase. Tu cuerpo, tu personalidad, tu ingenio... Dios,
creo que todo es tan sexy.
El tiempo se ralentiza entre un momento y otro, y antes de que otro
pensamiento consciente pueda entrar en mi mente, los labios de Chase están sobre
los míos, y las yemas de sus dedos presionan más profundamente en la carne de mis
caderas mientras me aprieta aún más contra él.
El pánico al pensar que obviamente me ha oído se aplasta rápidamente al sentir
su lengua en la mía. Dios mío, esto es... todo.
Flexible y exigente, su lengua conduce el beso por un viaje de exploración y
sabor que ni siquiera yo, una creativa, podría haber imaginado. Es hábil, pero en
ningún caso aburrido, formal o convencional. Es como si tuviera los planos de mi boca
y llevara al menos un mes planeando un atraco con la tripulación de Ocean's Eleven.
No... no puedo creer que no esté soñando.
Chase Dawson me está besando. Chase Dawson está besando a la maldita
Brooke Baker, y ni siquiera tuve que secuestrarlo y apuntarle con una pistola para que
lo hiciera.
Mueve las manos de mis caderas a mi cara, dirigiendo mi atención de nuevo al
beso de la forma más ardiente y dominante. Juro que es como si supiera que mi mente
está divagando y, lo que es mejor, supiera cómo volver a centrarla.
Gimo en su boca, haciendo vibrar el aire que nos rodea y poniendo la piel de
gallina en mi cuello. Tengo los pezones duros bajo el vestido y un dolor palpitante e
innegable se ha instalado entre mis muslos.
Sus caderas siguen apretadas contra las mías, haciendo inconfundible el bulto
de su excitación.
Dios, lo deseo tanto; no sé si podré estar aquí mucho más tiempo sin que me
fallen las piernas.
285

No sé si Chase puede leerme la mente o si él mismo siente la urgencia, pero


me agarra de la mano y me arrastra hacia la puerta principal del club a toda prisa.
Miro a Benji en la cabina y ya está saltando para seguirnos.
Nos movemos entre la multitud de gente con facilidad, Chase debe de tener un
mapa para eso también y salimos por la puerta hacia el ascensor y nuestra habitación
en un santiamén.
No digo nada; no puedo. Él tampoco. Al menos, no con palabras.
Pero el agarre de su mano es firme y fuerte, y la dura línea de su mandíbula
está prácticamente tallada con las letras s, e, x y o.
Se me revuelve ligeramente el estómago cuando entramos en el ascensor, y
tengo que sacudir la cabeza para detenerlo.
Seguramente son sólo nervios, envolviéndose alrededor de la oportunidad de
mi vida que se presenta ante mí. La oportunidad de hacer mío por una noche a un
hombre con el que he estado fantaseando.
El elevador sube a toda velocidad hasta nuestro piso y, cuando mi estómago
hace una especie de combo de voltereta hacia atrás, trago saliva con fuerza.
Un tintineo resuena en el tranquilo pero intenso silencio cuando el ascensor
llega a nuestra planta, y Chase nos saca a toda prisa. Sus largas zancadas nos guían
por el pasillo hacia nuestra habitación, y Benji, mi niño más bueno, trota rápida y
obedientemente detrás de nosotros.
Puede que sea un poco raro tenerlo aquí, pero si hay alguien a quien esperaría
animar desde la banda, sería a este amiguito. Ha tenido que escuchar cada
pensamiento loco que he tenido sobre Chase Dawson durante meses. En lo que a él
respecta, apuesto a que ya era hora.
La puerta se abre con facilidad y Chase tira de mí para cerrarla. Su cuerpo
cubre el mío contra la puerta, sus dedos me colocan suavemente un mechón de
cabello detrás de la oreja mientras me mira a los ojos y me estudia de una forma que
hace que las mariposas de mi estómago se vuelvan locas.
Dios mío, estoy enamorada de él. Estoy enamorada de forma estúpida, ridícula
y exagerada de cada una de sus partes…
Mi estómago gorgotea y, sin previo aviso, desencadena una reacción en mi
esófago.
Oh no, mi mente grita en silencio.
Pero mi estúpido estómago está decidido con su respuesta. Ah, sí.
286

Tiempos muertos. Actores de películas de terror gritan en un fondo inexistente.


Y el vómito sube por mi garganta a cámara lenta.
—Oh, no —digo esta vez en voz alta, apartando a Chase de un empujón casi
violento, y corro hacia el baño. Por suerte, me abrazo a la taza justo a tiempo de
perder mi filete de cien dólares, la patata asada y cada trocito de los cinco mai tais
que me he bebido en la cena.
Está claro que la confianza líquida que creía necesitar entonces ha resultado
ser una muy, muy mala idea.
Cómo. Vergonzoso.
Gah.
De las manos apresuradas a los lanzamientos, realmente he hecho de esta
noche una noche memorable.
Gran trabajo, Brooke. Realmente te has superado, nena.
287

Capítulo Cuarenta
Martes 30 de mayo

Brooke
Me duele la cabeza, pero el orgullo... bueno, esa niña pica como un hijo de
puta.
Despertarme esta mañana y encontrarme en la misma cama que Chase
Dawson, con un dolor detrás de los ojos y nuestros cuerpos completamente vestidos,
después de haber estado tan cerca de sentir por fin lo que sería tenerlo dentro de mí,
fue una verdadera patada en la ingle de la que podría haber prescindido.
Anoche fue muy dulce y comprensivo, por supuesto, y pasó del sexo ardiente
al paño frío en un santiamén. Pero la sensación de lo que podría haber sido perduró
en el aire mucho después de que dejara de vomitar en el retrete y me metiera en la
cama.
Para ser completamente honesta, todavía puedo olerlo ahora.
Ughhhh.
Tímidamente, salgo de la cama para no molestarlo, su camisa de vestir
desabrochada y desfajada de la forma más bonita y desaliñada, y me dirijo de
puntillas al baño para lavarme la cara sin sudor ni amargura.
Tengo una aparición televisiva esta mañana en Las Vegas Morning Blend para
la que tengo que encontrar la manera de recomponerme, y toda una gira que terminar
con un hombre al que no sé cómo voy a volver a mirar a los ojos.
Quiero decir, estábamos a punto de tener sexo, y yo... vomité. Varias veces.
Carajo.
Pero las cosas suceden, la Tierra gira y la vida sigue su curso, incluso sin la
penetración que tanto esperábamos anoche.
Después de mirarme una vez más en el espejo del baño, suspiro y me pongo
manos a la obra para arreglarme. La cara, el cabello, los dientes, la ducha... todo tiene
que estar hecho, y por la hora que marca mi Apple Watch, tiene que ser rápido.
288

Acelero el ritmo y me pongo a trabajar en cada una de las tareas, de una en


una, hasta que por fin las he terminado todas y estoy algo organizada.
Mi brazo abre la puerta del baño de un lento tirón para salir, y el chirrido de
los muelles de la cama al hacerlo me dice todo lo que necesito saber: Chase está
despierto.
—¿Cómo te encuentras? —es lo primero que me pregunta el considerado
bastardo cuando aparezco, y me cuesta todo lo que llevo dentro para no
derrumbarme.
Realmente es demasiado bueno para ser verdad y, en este momento, veo muy
pocas esperanzas de convencerme a mí misma de que deje de estar enamorada de
él.
Tendré que ser una de esas solteronas, hablando con su perro y soñando con
el hombre que se escapó.
—Estoy mejor, gracias —digo, llevando con cuidado mi vestido sucio y mis
cosas de aseo hasta la maleta.
Estoy en cuclillas y tan concentrada que la sensación de la mano de Chase en
mi hombro me sorprende.
Cuando levanto la vista para encontrarme con sus ojos, son suaves de
compasión. —Oye. No dejemos que esto sea raro, ¿bien?
Me río. Es muy seco, y él se da cuenta.
—No, en serio —me reta, tirando de mí hasta ponerme de pie y guiándome a
los pies de la cama para sentarme a su lado en el banco—. Lo digo en serio. No me
arrepiento de nada. Todo lo que pasó fue... bueno, hace tiempo que lo pienso.
Resoplo. —¿Incluso los vómitos?
Menea la cabeza con una sonrisa y se levanta para apartarme el cabello de la
cara, incluso me devuelve las gafas a su sitio en la nariz, ya que han empezado a
resbalarse. —Tal vez no el vómito —afirma con un guiño—. Pero todo hasta ese
momento y después... —Se encoge de hombros—. Me siento privilegiado por estar a
tu lado, Brooke. Nadie me hace sonreír como tú.
Siento un hormigueo en la piel y el interior de la nariz empieza a escocerme
como un aviso de lágrimas inminentes.
—Chase...
—Relájate, ¿bien? Prepárate para el espectáculo de esta mañana. Sé tú misma.
Iré a preparar la autocaravana para ir a Los Ángeles después.
—¿Y todo lo demás?
289

—Tengo la fuerte sensación de que todo lo demás va a funcionar por sí solo


también. —Sonríe, y estoy bastante segura de que esta, justo aquí, es mi favorita de
todas sus sonrisas—. Ahora, ve a enseñarle a Las Vegas por qué Brooke Baker es tan
adorable.
Un zumbido de calor me llena el pecho.
¿Es realmente posible... que escribir un libro sobre este hombre y enviárselo
accidentalmente... vaya a resultar a mi favor?
Chase se inclina y me besa la mejilla antes de levantarse y dirigirse al baño.
—Buena suerte en el programa, Brooke. Nos vemos después —dice
guiñándome un ojo antes de entrar.
Sonrío cuando la puerta se cierra tras él.
Seguro que lo hará.
El destino me va a dar otra oportunidad.
Y esta vez, voy a intentar con todas mis fuerzas no vomitar.
290

Capítulo Cuarenta y Uno


Miércoles 31 de mayo

Chase
Me meto el teléfono de Brooke en el bolsillo trasero mientras ella se sienta en
otra silla para entrevistas, y me da las gracias con un gesto de la cabeza, su sonrisa
crece desenfrenadamente mientras le guiño un ojo.
Maldita sea, me encanta su sonrisa.
En estos momentos nos encontramos en Los Ángeles, en el interior del Hotel
Beverly Hills, donde se han instalado varios puestos con periodistas para que Brooke
se siente a hablar del gran estreno de la serie The Shadow Brothers en Netflix.
Vestida con un vestido azul y con sus elegantes gafas y su preciosa melena
colgando por encima de los hombros, está guapísima, como siempre, y maneja a todos
y cada uno de los entrevistadores como una profesional.
Y desde la noche del lunes casi, me he propuesto apagar todas las alarmas de
mi cerebro y simplemente ser. Si quiero decirle que es guapa, lo hago. Si quiero
coquetear con ella, sin duda lo hago, y si Brooke dice algo que me hace reír, no
contengo mi diversión. No la he presionado en absoluto, y con lo ocupados que hemos
estado las últimas cuarenta y ocho horas llegando a Los Ángeles y haciendo todas sus
cosas publicitarias, ni siquiera nos hemos vuelto a besar.
Pero puedo sentir lo inevitable en el aire, y creo que ella también.
Créeme, quiero estar con ella. Carajo, alguna vez.
Y de alguna manera, cuando llegue el momento, Brooke Baker y yo vamos a
estar juntos en el sentido más bíblico de la palabra. Y la anticipación de no saber
cuándo va a suceder es la mayor emoción que he sentido en años.
Bueno, eso, y planear una sorpresa para ella que tendrá lugar al final de la gira,
de regreso a Nueva York.
Mi teléfono suena en mi mano y miro hacia abajo para encontrar un mensaje de
mi hermana. Desde que se me ocurrió la idea ayer por la mañana, ha estado
trabajando en los detalles de esa sorpresa.
291

Mo: Bien, White Limozeen está oficialmente reservada para el domingo por
la noche, como me pediste. Tuve que hablar mucho para que aceptaran con tan
poca antelación y sin ni siquiera una estimación del número de personas, pero al
final me enviaron el contrato hace cinco minutos y lo firmé.
White Limozeen es un bar en la azotea de Nashville por el que Brooke perderá
la cabeza. Puede que haya un tema de Dolly Parton.
Yo: Gracias, Mo. Te lo agradezco. Sé que he puesto mucho de esto sobre tus
hombros, pero no puedo hacer exactamente el trabajo pesado yo mismo y
mantenerlo como una sorpresa.
Mo: Está bien. Si hiciera esto por alguien en el planeta, sería por Brooke
Baker. Y ya que me vas a conseguir una copia anticipada del manuscrito en cuanto
acabe la edición, ADEMÁS de darme la primicia de lo enamorado que estás de ella
cuando vuelvas a verme en persona, creo que es un trato bastante bueno.
Santo cielo, mi hermana es realmente hábil para hablar con el culo.
Yo: No he dicho nada de darte el manuscrito ni de estar enamorado.
Mo: Créeme, lo hiciste. Todo lo que has dicho desde el momento en que me
llamaste ayer ha gritado esas dos cosas.
Yo: ¡Mo!
Mo: ¿Sí, hermanito?
Suspiro pesadamente antes de teclear, pensando que la mejor manera de
hacerla callar es ceder a una de sus peticiones.
Yo: Bien. Veré si puedo conseguirte el manuscrito.
Mo: ¡Y cuéntame todo sobre estar enamorado de Brooke Baker!
Aparentemente, estaba equivocado. Si le doy a mi hermana una pulgada, ella
intentará tomar una maldita milla. Después de treinta y tres años de tratar con ella, se
podría pensar que lo sabía.
Yo: Mo.
Mo: Bien, bien. Te dejaré negarlo un poco más si quieres. Los hombres
siempre son lentos de todas formas. ¡Oh! Y también olvidé decirte que recibí una
llamada de Glenn. Algo sobre que dejaste mi número como contacto de
emergencia.
Mi respuesta es rápida e instantánea.
Yo: ¿Qué mierda? No le dejé a Glenn ningún número de contacto de
emergencia. Y mi agenda estaba en mi habitación.
292

Mo: Bueno, supongo que el resto de tus cosas también seguían en tu


habitación, pero eso no le impidió trasladarlas a un almacén de Brooklyn y
enviarme la dirección.
Si tuviera el poder de estrangular telepáticamente a ese cabrón raro, estaría
tentado de hacerlo ahora mismo.
Yo: ¿ÉL HIZO QUÉ?
Mo: Supongo que no te lo dijo, ¿eh?
Yo: ¡No, no me lo ha dicho! ¿Parecen estos mensajes los mensajes de alguien
que lo sabe?
Mo: Ahora que lo pienso, no, no lo parecen.
Me paso una mano irritada por el cabello y le respondo con una sola palabra,
igual de irritada pero breve y concisa.
Yo: ¡Mo!
Mo: Relájate. Llamé a la hermana de Brooke cuando recibí la información
de Glenn, y pudo ir a Brooklyn y comprobarlo. Tus cosas están realmente allí.
Incluso empaquetadas en cajas. Así que, al menos está eso.
¿Al menos hay eso? Pfff. El cabrón estaba en mi habitación, registrando mis
cosas y echándome de mi casa, aunque temporalmente, sin mi permiso. No veo
ningún resquicio de esperanza en este escenario.
Yo: Mi compañero de piso fantasma me ha echado de mi apartamento, ¿y se
supone que tengo que relajarme?
Mo: Bueno, sí. No se supone que vivas allí a largo plazo de todos modos. Y
tu apartamento tiene que estar cerca. ¿Has hablado con Angelo?
Inspiro un fuerte suspiro por la nariz, intentando como un loco contener mis
emociones lo suficiente como para no llamar la atención mientras Brooke está en
medio de esas entrevistas.
Ella me mira a la cara y frunce el ceño, así que pego una sonrisa, haciéndola a
un lado y enganchando un pulgar hacia la puerta del vestíbulo en el gesto universal
de voy a llevar esto fuera.
Algo me dice que debería encontrar un poco más de intimidad antes de hacer
la próxima llamada a mi contratista.
Yo: Le voy a llamar ahora.
Mo: Muy bien. Avísame si puedo hacer algo más o si debo encargarme de
que lleven también las pertenencias de Brooke a la nueva casa.
293

Pongo los ojos en blanco. Tampoco le sigo la corriente con una respuesta.
En lugar de eso, empiezo a desplazarme por mis contactos hasta que encuentro
el número de mi contratista Angelo, y hago todo lo posible por no perder los papeles
en el vestíbulo.
Cuando Angelo contesta al tercer timbrazo, tengo que templar la voz para no
enojarme.
—Hola, Sr. Chase —saluda con su marcado acento italiano—. ¿Cómo le va?
—Estoy bien, Angelo, pero he estado mejor. Sólo quería llamar y averiguar cuál
es nuestra situación en el apartamento. Acabo de recibir algunas noticias que
significan que realmente necesito estar allí más pronto que tarde. ¿Cómo se ve?
—Nos estamos acercando mucho, Sr. Chase. Se ve muy bien.
Arrugo la frente. —¿Qué quieres decir con acercarse exactamente? Como,
¿qué está hecho y qué queda por hacer y cuántos días o semanas significa que
pasarán hasta que pueda entrar ahí?
—Estas cosas, Sr. Chase, son difíciles de decir muy específicamente por
muchas razones.
¿Soy yo o parece que los contratistas nunca son capaces de dar una fecha
exacta?
—Entonces, dame un presupuesto —digo con la mandíbula rígida—. ¿Estamos
hablando de días o semanas? Porque me prometiste que llegaría hace dos meses,
Angelo.
—Sí, sí, lo entiendo. Pero sólo serán días, estoy bastante seguro.
—¿Bastante seguro?
—Bastante, bastante seguro.
Por el amor de Dios.
—Bien —digo con un profundo suspiro—. Bueno, volveré a la ciudad en menos
de una semana, Angelo, y espero mudarme cuando vuelva.
—Un momento, Sr. Chase —dice, y los sonidos de taladros y martillazos
resuenan desde su extremo de la línea.
Mientras espero a que responda, el teléfono de Brooke suena en mi bolsillo y
lo saco para comprobar si es algo importante. En la pantalla hay un mensaje de
Facebook de alguien, así que vuelvo a la puerta que da a la sala de conferencias que
Netflix reservó para las entrevistas de Brooke y entro en silencio para dárselo en
cuanto termine de hablar por teléfono.
294

—Lo siento, Sr. Chase. Estoy de vuelta. —La voz de Angelo está en mi oído otra
vez—. Una semana. Creo que no habrá problema. Terminamos todos los acabados.
Brooke se ríe a carcajadas, es su carcajada la que le hace abrir mucho la boca
y taparse los labios con la mano y, aun estando yo al teléfono, capta mi atención desde
el otro lado de la habitación. El entrevistador también se ríe a carcajadas, y me
imagino qué habrá dicho mi chica para desencadenar todo esto. Desearía
desesperadamente haberlo oído.
En estos días, me he vuelto ávido de escuchar casi todo lo que tiene que decir,
tanto en voz alta como en papel.
—¿Sr. Chase? ¿Está ahí, Sr. Chase?
Aparto momentáneamente mi atención de la despampanante mujer de azul y
vuelvo a centrarme en la llamada. — Solo hazme entrar para cuando vuelva, Angelo.
Por favor —le digo lo más bajo que puedo—. No puedo expresar a través de una
llamada telefónica lo grave que es la situación de mi compañero de piso mientras
espero a que este lugar esté terminado.
—Oh, oh, Sr. Chase, lo entiendo. Recuerdo que dijo algo sobre él. Me recuerda
a uno de esos fantasmas como The Shadow Brothers. Muy raro.
No puedo evitar reírme ante la referencia tan relevante de Angelo. —Sí. Es justo
así.
—Por supuesto, por supuesto. Lo haré por usted, Sr. Chase. Se lo prometo.
Estará impecable y hermoso cuando llegue aquí. Me aseguraré, ¿de acuerdo? No se
preocupe, ¿de acuerdo?
Cuando cuelgo el teléfono, Brooke ya ha pasado al siguiente entrevistador y
está haciendo reír de nuevo a éste. Su vestido azul de pana parece una nieve helada
a plena luz del día, y me cuesta recordar que no hace estas apariciones públicas todos
los días. Sé que una de sus principales preocupaciones era ser natural en este tipo de
ambiente, pero creo que alguien tiene que darle la noticia de que ha nacido para esto.
Ella no puede verlo, pero me la imagino algún día en su propio programa, es
así de magnética.
Echo un vistazo a mi reloj para ver qué hora es en Nueva York, que nos lleva
tres horas de ventaja, y me lanzo de nuevo a enviar un mensaje de texto a mi hermana
antes de que se ponga a trabajar en el restaurante. Allí son las tres, y las cosas
empiezan a animarse sobre las cuatro.
Yo: Angelo me ha asegurado que estará lista cuando vuelva. Por favor, por
favor, si puedes, haz que me traigan mis cosas de la bodega al apartamento el día
antes de que vuelva.
295

Mo: ¿Las de Brooke también?


Pongo los ojos en blanco.
Yo: Mo.
Mo: Te quiero, hermano. Descubro que me gustas especialmente cuando me
debes tanto.
Yo: Oh, sí. También es una de mis cosas favoritas.
Levanto la vista del teléfono justo a tiempo para ver a la entrevistadora de
Brooke levantarse y marcharse.
Levanta un dedo y sonríe al siguiente periodista antes de sortear todos los
cables y luces y acercarse a mí rápidamente.
Le tiendo el teléfono para explicárselo. —Siento interrumpir, pero recibiste un
mensaje en Facebook y pensé que querrías verlo.
Lo agarra con avidez y hojea la pantalla, su sonrisa crece con cada palabra
devorada. —Oh, Dios mío —susurra, alargando el brazo para tomarme la mano y
apretarla antes de soltarla. Echo de menos el contacto al instante.
—¿Recuerdas lo que buscaba en el grupo de Facebook y que no pudiste ver en
mi pantalla en el coche aquel día?
Asiento. Sorprendentemente, lo recuerdo. Pero tiendo a recordarlo casi todo
de Brooke.
—Bueno, alguien me dio una pista y envié un mensaje, ¡y acabo de recibir un
mensaje de vuelta! —explica emocionada—. ¡Está pasando de verdad! He encontrado
lo que buscaba —añade crípticamente, abriendo los ojos e inclinando la cabeza hacia
Benji—. Ya sabes, la cosa.
Sigo sin entender del todo lo que pasa, pero me alegro por ella.
Y mi actual sonrisa de oreja a oreja ante su alegría sin duda lo demuestra.
Me mira a la cara y sus ojos pasan de la excitación a otra cosa que me recuerda
a su mirada cuando bailábamos en la discoteca de Las Vegas... justo antes de que la
besara.
Sin pensarlo ni planearlo, nuestros cuerpos gravitan el uno hacia el otro. Se
clava los dientes en el labio inferior, y es un movimiento sexy que no afecta en nada
al férreo control que intento mantener.
Carajo, estoy deseando volver a estar a solas con ella esta noche.
—Estoy deseando que acaben estas entrevistas —me susurra, y yo levanto la
mano para colocarla discretamente en su cintura y darle un apretón.
296

—Yo también.
Sus mejillas se sonrojan y empieza a abrir la boca para decir algo que sin duda
estoy deseando oír, pero una interrupción en forma de otra persona la detiene.
—Siento interrumpir —dice una voz a nuestro lado, sacándonos a Brooke y a mí
de una intensa mirada. Me aclaro la garganta y Brooke se coloca un mechón de
cabello suelto detrás de la oreja mientras gira la cabeza hacia una mujer llamada
Rhonda, que resulta ser la ejecutiva de Netflix a cargo de todo este asunto.
—Sólo quería ponerte al día muy rápido antes de que tenga que atender una
teleconferencia en la otra habitación.
—Oh, bien —dice Brooke, asintiendo.
—Brooke, me he tomado la libertad de concertar una reunión para ti y para mí
con nuestro director general —nos informa la ejecutiva—. Está deseando reunirse
contigo para cenar esta noche e incluso ha hecho que su ayudante te reserve una
habitación de hotel justo al lado del restaurante para que no tengas que preocuparte
de ir y venir a la... autocaravana. Tu equipo de glamour se reunirá contigo en tu hotel
mañana a primera hora para empezar a prepararte para el estreno. Y le diré a mi
asistente que te envíe todos los detalles por correo electrónico, ¿bien? —Aprieta
suavemente el hombro de Brooke—. Estoy deseando verte en la cena de esta noche.
Brooke ni siquiera tiene la oportunidad de responder antes de que la mujer se
aleje rápidamente.
Demasiado para estar solo esta noche.
Brooke se gira hacia mí, con la cara hundida como imagino que es la versión
desenmascarada de la mía. Aun así, me recupero rápidamente antes de que ella
pueda contagiarse.
Cenar con el CEO de Netflix y asistir al estreno de una serie basada en sus
libros son oportunidades únicas en la vida. Por eso está aquí. Si tengo algo que decir
al respecto, voy a estar por aquí un tiempo, así que por mucho que desee y necesite
una noche en la que la tenga toda para mí, nuestros planes pueden esperar.
Brooke tiene que ir, y tiene que hacerlo sin preocuparse por mí. Tiene que
hacerlo y estar allí para vivirlo de un modo que le permita ser testigo y disfrutar de
los frutos de su trabajo y su talento.
—Suena estupendo, Brooke. —Sonrío y luego me inclino discretamente hacia
delante para susurrarle al oído—: Y no te preocupes, te prometo que nuestros planes
esperarán.
297

Brooke se inclina hacia atrás para mirarme a los ojos, y su sonrisa es agradecida
y triste al mismo tiempo. Verla triste no es algo que jamás pensé que me alegraría,
pero ahora mismo es el bálsamo para cada gota de incertidumbre que necesito.
Brooke Baker y yo nos queremos lo suficiente como para esperar. Un par de
días, máximo.
298

Capítulo Cuarenta y Dos


Jueves, 1 de junio

Brooke
Estoy en una lujosa habitación de hotel de Los Ángeles, rodeada de otras diez
mujeres que me ayudan a prepararme para el estreno de la alfombra roja de The
Shadow Brothers. Santo, santo infierno.
Ni que decir tiene que estoy ansiosa, y mi actual indecisión lo pone de
manifiesto.
Vuelvo a tomar los dos frascos de esmalte de uñas y los examino
detenidamente con un fruncimiento de labios propio de Miranda Priestly.
Es una decisión importante, aunque estoy bastante segura de que no debería
ser tan trascendental, y la manicurista apenas puede evitar poner los ojos en blanco.
Lo noto.
—Juro que normalmente no soy tan molesta. De verdad. Es sólo que no puedo
decidir qué va a quedar mejor en la alfombra roja porque nunca he estado en una
alfombra roja o incluso en ningún suelo de color rojo, ¿sabes?
Becky frunce el ceño y toma una de las botellas de mi mano con facilidad,
sosteniéndola frente a mí. —Esta.
Suspiro, aliviada. —Bendita seas, Becky. Dios te bendiga.
Se pone a pulir el color rosa claro, mientras otra mujer empieza a arreglarme
el cabello. En un rincón de la habitación, una guapa rubia me vaporiza el vestido,
sosteniéndolo a la luz de la ventana del hotel para asegurarse de eliminar todas las
arrugas del delicado tejido de seda.
Me siento a la vez agradecida y terriblemente fuera de lugar, y desearía tanto
que alguien estuviera aquí para hacerlo conmigo.
No pasa ni un minuto desde que pienso eso cuando un suave golpe resuena en
la puerta de la habitación del hotel y otra mujer se la abre a Chase. Entra con una gran
sonrisa y un ramo de rosas rosa claro en la mano.
299

Cada parte de mí se derrite.


No lo veo desde antes de tener que ir a cenar anoche con el CEO de Netflix y
unos cuantos ejecutivos importantes, y mentiría si dijera que no lo estoy echando de
menos como una loca.
Este chico es tan especial como lo escribí y más. La verdad es que no estoy del
todo segura de merecer experimentar todo lo que tiene que ofrecer.
En el fondo, sigo mintiéndole.
No maliciosamente, ni a propósito. Pero mientras camina hacia mí con una
sonrisa que incluye sus ojos y deposita las rosas en la silla vacía que hay a mi lado, no
puedo evitar pensar que no se merece que le mienta en absoluto.
Si no hubiera toda esta gente aquí con nosotros, me plantearía contárselo ahora
mismo. Tal y como están las cosas, me temo que la escena que se montaría si le
contara todo esto públicamente sería aún peor que seguir guardándomelo para mí
durante un poco más de tiempo.
—Buenos días, Brooke —saluda y estira la mano para apretarme suavemente el
hombro—. Es el gran día y ya estás preciosa. ¿Estás emocionada?
Sonrío encogiéndome de hombros mientras Benji exhala sus propios
sentimientos. Ha sido testigo de todo. Lo único que puedo hacer es admitir: —Es
posible que haya estado un poco chiflada.
La sonrisa de respuesta de Chase es tan, tan reconfortante. —No soñaría con
que fuera de otra manera.
—Lo normal, ¿eh?
—Eres tú —susurra entonces, con una reverencia en la voz tan evidente que
hasta la manicurista levanta las cejas. Hago todo lo posible por ignorar esa sensación
de vulnerabilidad.
Me mira fijamente durante un largo momento antes de asentir una vez, un mero
movimiento resuelto de la barbilla. —De acuerdo. Voy a dejarte sola por ahora. Pero
te veré esta noche. Estaré en el coche contigo de camino a la alfombra roja, ¿bien?
Gah. Realmente quiero que se quede.
—¿Adónde vas ahora? —pregunto, con una desesperación en mi voz que nadie
podría pasar por alto.
Chase sonríe, y Benji se mueve de su sitio junto al sofá para agolparse entre
mis piernas, por si acaso. —A trabajar con Clive y River.
Se me corta de nuevo la respiración al sentir mis mentiras alojadas en la
garganta.
300

—Y luego a prepararte para tu gran noche —añade con un pequeño guiño.


Todo lo que puedo hacer es asentir.
Chase se muerde el labio sacudiendo la cabeza y vuelve a apretarme el
hombro. —No puedo esperar a verte esta noche.
Oh, Chase Dawson. No puedo esperar a verte es un eufemismo.

Los fotógrafos hacen gestos hacia nosotros, juntando los brazos para sugerirnos
que nos demos un abrazo, y tanto Chase como yo nos detenemos para consultarnos
antes de hacerlo.
Es incómodo y tierno a la vez, y agradezco que alguien se sienta tan fuera de
lugar como yo en este momento. Sin embargo, una vez cerca, Chase me rodea con un
cálido brazo y me arropa contra su cuerpo. Su esmoquin es de tela suave y elegante,
y puedo sentirlo a través de la abertura de mi bata de seda color lavanda. Eso y la
cálida suavidad de sus largos dedos.
A medida que avanza la noche, la distancia entre nosotros se acorta.
Cuando empezamos el paseo por la alfombra roja a nuestra llegada, Chase se
quedó atrás la mayor parte del tiempo, sonriendo cuando yo lo miraba incrédula ante
todo el espectáculo.
Estuve en una alfombra roja esta noche.
Yo, Brooke Baker, en una maldita alfombra roja en medio de un estreno en Los
Ángeles de The Shadow Brothers.
Actores famosos caminaban a mi lado, incluso se detenían y pedían tomarse
fotos conmigo de vez en cuando.
Los fotógrafos me gritaban y varios entrevistadores de la alfombra roja me
paraban para hacerme preguntas. Era todo tan surrealista.
Sin embargo, lo más soñado fue ver a mis propios Shadow Brothers cobrar vida
en la gran pantalla. Era todo lo que podía hacer para sentarme durante la proyección
sin llorar lo suficientemente fuerte como para molestar a todo el mundo.
Afortunadamente, tuve a mi lado todo el tiempo a los dos mejores hombres que
cualquier chica podría pedir.
301

Benji se quedó quieto junto a mis pies y Chase me tomó de la mano mientras
dos lágrimas muy palpables esculpían ríos por mis mejillas totalmente maquilladas y
a mí me daba igual.
Esto es grande, maldita sea, y por primera vez desde que conseguí el trato, me
permití sentirlo. Me olvido del maquillaje y del vestido lavanda que elegí porque
alguien me dijo que le gustaba ese color.
No me preocupaba lo que pensaran de mis lágrimas.
Me permití saborear el momento.
Es decir, escribí un libro que convirtieron en una serie. Sólo una chica de
pueblo de Nowhere, Ohio, viviendo el más grande de los malditos sueños. Y esta
noche a medianoche hora del Pacífico, va a ser en vivo en todo el mundo, para que
toda la gente vea.
Cada vez que me he permitido pensar en ello desde aquellas lágrimas dentro
del teatro, he empezado a temblar.
Lo hice. Como dijo Sammy, lo hice de verdad.
Chase y yo sonreímos para las cámaras un par de veces más antes de alejarnos
de la multitud, salir de la alfombra roja y subir al coche que nos espera para alejarnos
de la ostentación y el glamour de Hollywood y llevarnos de vuelta a la autocaravana,
a las afueras de la ciudad.
La luna está llena y las estrellas son grandes, y mis ojos están llenos de
corazones mientras Chase se acerca a mí y nos alejamos.
Se queda callado mientras toma mi mano entre las suyas y la estrecha con
fuerza, frotando el pulgar contra la línea de la mía. Respiro profundamente en el
silencio mientras Benji me observa desde el otro extremo de la limusina.
—¿Alguna vez...? —Chase empieza a preguntar en el coche silencioso antes de
detenerse. Sacude la cabeza, pero evidentemente el movimiento no es suficiente para
despejarla—. ¿Alguna vez imaginas cómo sería ser Clive y River?
Sus ojos buscan los míos como si la respuesta a su pregunta pudiera
encontrarse dentro, pero sé por el anhelo siempre presente en su rostro, que no es
así.
Oh chico, si pudiera...
Cada día que paso con este hombre, trabajando en personajes que basé en
nosotros, me pesa un poco más la culpa. Mi conciencia, recordándome que está ahí y
no, ya sabes, en un paréntesis de seis meses a Siberia como me gustaría que fuera.
302

Y aunque agradezco que la base de mi alma no se haya hecho añicos de tal


forma que mi reflejo parezca estar cubierto de seises, no sabría por dónde empezar
a dar la noticia de toda esta debacle, y no creo que Chase estuviera preparado para
oírla aunque lo hiciera.
Descubrir que han escrito una novela entera sobre ti sin tu conocimiento es
algo grande, realmente gigantesco. Que alguien te ha estudiado lo suficiente como
para crear un mundo entero a tu alrededor sin tu consentimiento.
Ugh. No es bueno. Sé que no es bueno. Pero siento náuseas ante la idea de
experimentar los efectos del suero de la verdad en color vivo. ¿Qué diría Chase? ¿Qué
pensaría? ¿Conduciría la autocaravana directamente al psiquiátrico más cercano?
En lugar de divulgar los secretos de mi corazón, me atengo a la superficie de
la verdad. Es real. Es cruda. Pero no me deja al descubierto sin el refugio seguro de
un cirujano que me recomponga.
—Sí. Lo sé.
Dulce Jesús misericordioso, alguna vez, Chase Dawson.
Traga saliva y asiente y, en un segundo, su concentración se traslada de mis
ojos a mis labios.
El corazón me late desbocado, me estremezco bajo la intensidad de su mirada
y me pido a mí misma que me mantenga alerta. Benji levanta la cabeza de su sitio en
la parte delantera de la limusina, pero le pido con todos mis superpoderes
inexistentes que se quede quieto un poco más. La parte más femenina de mí necesita
este momento para sentirse sexy, viva y madura. La verdad es que no he deseado el
contacto de un hombre como el de Chase Dawson en ningún otro momento de mi
vida.
No la noche que perdí mi virginidad. No la noche que me casé con Jamie.
Nunca.
La borrosidad entra en mi visión, y Benji deja de retroceder. Noto cómo su
cuerpo empuja contra mis piernas con urgencia, pero Chase no se aparta. No
retrocede, no se resiste. En un momento, estoy al borde de la inconsciencia, y al
siguiente, sus labios están sobre los míos.
Los labios de Chase. Dawson.
Un órgano sobre el que ya he escrito un soneto literal. Sí, de verdad. Sí, sé que
soy patética. Sí, lo quemé.
El impacto de su rápida acción es suficiente para que mi corazón recupere un
ritmo normal, y toda la niebla de mi cabeza se disipa por arte de magia. Mis
sentimientos son nítidos y claros, y siento que mi estómago podría volar hasta la luna.
303

Me encuentro en este momento.


Mi confianza, mi amor propio... ambos se renuevan con fervor. Merezco esta
culminación de mis fantasías. Merezco sentir el calor de sus labios sobre los míos.
Merezco...
Siento un hormigueo en las extremidades cuando Chase se aparta tan
bruscamente que parece violento, y me suelta por la carne de los brazos. Ya no siento
la garganta caliente y bien, sino seca y vacía.
No puedo hablar, no puedo moverme, ni siquiera correr y esconderme. Todo
lo que puedo hacer es mirar fijamente.
Se balancea de un lado a otro y luego da una vuelta entera antes de pasarse las
manos enojadas por su precioso cabello oscuro. Incluso agitado y recién rechazado,
es la encarnación de mi espécimen masculino perfecto.
Está confirmado: Soy tan, tan patética.
Y de repente, ya no.
Chase acorta la distancia rápidamente, empujando nuestros cuerpos hasta que
se sienten casi completamente como uno solo. Respiro hondo, con sabor a él, y sus
ojos se iluminan infinitesimalmente.
—Lo siento —susurra.
—¿Por qué? —pregunto entrecortadamente.
—Por alejarte. No es porque no te quiera.
—Entonces, ¿qué es?
—Es porque te deseo tanto que temo no poder controlarme. No quiero hacerte
daño.
Un escalofrío recorre mi espina dorsal ante las palabras gruñidas que nunca
escribí en el libro.
Ahora mismo, Chase Dawson no es Clive Watts.
No.
Ahora mismo, Chase Dawson es aún mejor.
304

Capítulo Cuarenta y Tres


Viernes 2 de junio, muy temprano

Chase
Sus dientes me tiran del labio y le meto una mano en el cabello largo mientras
la limusina se aleja. Encerrados, los dos tropezamos con las escaleras de la
autocaravana y la atraigo hacia mí con una mano mientras con la otra agarro el pomo
de la puerta. No consigo acercarme lo bastante rápido y, por la forma en que sus
piernas intentan trepar por las mías, creo que ella siente lo mismo.
La puerta finalmente se abre con un traqueteo y un estallido, la pantalla de
plástico se separa del marco sólido lo suficiente como para que tenga que luchar
contra la complicación de los dos a espaldas de Brooke hasta que finalmente se pegan
de nuevo.
La levanto y envuelvo sus piernas alrededor de mi cintura para subir dentro,
Benji luchando por su vida en una maraña de nuestros pies, y cierro la puerta tras
nosotros y la acompaño directamente al dormitorio.
Arrastrado por el caos, Benji se queda cerca mientras dejo caer a Brooke de
espaldas sobre la cama y me subo encima de ella, subiendo aún más la dulce abertura
de su vestido de seda sobre su muslo y haciendo patinar mi mano sobre la cálida piel
recién revelada.
Benji gime un poco y sale por la puerta hacia un lugar que, supongo, no le
dejará tantas cicatrices. Aun así, no quiero que se vaya si Brooke debe tenerlo aquí
por su seguridad.
Me retiro ligeramente, por mucho que no quiera, y le pregunto al respecto. —
Benji... necesitas que él...
Ella resopla. —No hay forma de que mi presión sanguínea baje ahora mismo.
Estaré bien.
Con la forma en que mi propia sangre está bombeando en este momento,
entiendo su confianza.
—Bien, si estás segura. Si necesitas que...
305

—Chase —me interrumpe, me agarra la mandíbula con fuerza y me acerca de


nuevo a ella, con el peso de mi pecho duro empujando el suyo blando—. Agradezco
tu preocupación, de verdad. Pero por favor, por favor, por favor, cállate y bésame.
Una petición clara, que no debe ser denegada.
Mi sonrisa se dibuja en sus labios cuando los beso de una forma que derretiría
la pintura de las paredes si no fuera una autocaravana empapelada a bajo precio. Es
intenso y profundo, y noto el deseo en cada movimiento de sus caderas mientras mi
lengua baila por los bordes de las suyas.
Su cuerpo es tan jodidamente perfecto que apenas puedo soportarlo. Llevamos
tanto tiempo esperando, luchando tanto por esto, que llegar por fin a la inevitable fase
de culminación casi parece un sueño febril. Si no tengo cuidado, me lo voy a perder.
Quiero decir, estoy aquí, y estoy sintiendo, pero si lo permito, la adrenalina de
mi excitación podría muy bien hacer que los detalles se vuelvan borrosos. Y quiero
recordar cada segundo.
Quiero que esto sea un recuerdo fundamental que recuerde durante el resto de
mi vida y después de la vida y un millón de vidas después de eso.
Despacio, retrocedo y me siento. Deslizo una mano torturada desde el cuello
de Brooke hasta su clavícula y luego bajo por la tela hasta su pecho. Subo y bajo con
el movimiento de sus costillas, su respiración se hace entrecortada.
—Shh —la tranquilizo, pasando la mano por su vientre y alrededor de su cadera
y sobre la tela rajada de su muslo.
Brooke tiene los ojos desorbitados, muy abiertos e inquietos, y se está hartando
rápidamente de mi mierda. Sacudo la cabeza con una sonrisa. —Tranquila. Quiero
tomarme mi tiempo.
—¿En serio? Porque el tiempo parece una idea terrible. Alexander Graham Bell
debería ser despedido.
—¿Qué tiene él que ver con esto? —pregunto casi resoplando, mi polla
saltando en mis pantalones ante el sonido del que se enamoró-Brooke Baker siendo
graciosa.
—¡Ya te contaré! Alexander inventó el teléfono, y el teléfono está lleno de
números, y el tiempo son números. Y puesto que su nombre es el único que puedo
recordar ahora mismo mientras toda la sangre de mi cuerpo está de fiesta en el sur,
la flojísima conexión entre ambos lo convierte en el culpable. Y punto.
—Ya veo —digo asintiendo, moviendo suavemente la tela del vestido de
Brooke en un manojo para deslizarlo por sus piernas.
Me mira con el ceño fruncido, y no puedo evitarlo, mi sonrisa crece.
306

Es tan jodidamente hermosa sin saberlo.


Cuando la hago retroceder de un empujón, chilla y levanta una mano detrás de
la cabeza mientras la empujo contra las almohadas. Rápidamente y con facilidad,
deslizo las manos bajo la tela de sus caderas y la levanto, forzándola a subirse el
vestido por la cintura y dejando al descubierto sus bonitas bragas de encaje.
—Pensé que querías ir despacio.
—A veces lento es rápido, y a veces rápido es lento —le digo con una sonrisa
de satisfacción, dejándome caer sobre el estómago hasta que estoy en el ángulo
perfecto para poner mis labios sobre ella.
—Bien, Rayo McQueen —se burla ella con sorna—. Lo que tú digas.
Sin dudarlo, rasgo la delicada tela en dos y la separo hasta que sólo queda la
piel desnuda. Está completamente depilada, algo que no imaginaba encontrar en
Brooke. Me da igual, pero por todo lo que sé de ella, nunca me ha parecido de ese
tipo.
Se ríe entonces, explicando las respuestas a mis pensamientos sin siquiera
saberlo. —Voy a tener que darle un beso enorme a Helga, de Body Sensations, por
convencerme de añadir la brasileña a mi depilación de cejas y parcial.
—Brooke —digo con una risa temblorosa.
—Perdón, perdón. Sólo pensaba en voz alta. Por favor proceda.
Sé que sus divagaciones son el resultado directo de los nervios y de su
incapacidad para concentrarse en otra cosa. Me apresuro a darle algo más en lo que
pensar, separando sus muslos con las palmas de las manos y lamiendo una larga y
lenta línea hasta el centro de ella.
Está caliente, húmeda y jodidamente sabrosa. Gimo.
Excitada, mi polla se balancea como si fuera la siguiente al bate, luchando por
escapar de los confines de mis pantalones y de la presión de la cama. Lo niego por
completo. Por ahora, todo se trata de Brooke.
Hago movimientos suaves con la lengua, saboreando el gusto de la piel y la
excitación de Brooke. Ella baila en su sitio, agarrándose al edredón, a mi cabello, a
mis hombros y a casi todo lo que puede agarrar.
Me gusta tanto que al principio casi no me doy cuenta... He tomado algunos de
mis movimientos directamente de Clive sin querer.
La forma en que mantiene sus manos sobre el hueso pélvico de River para
responder a los empujones de su cadera. La forma en que coloca las piernas de River
307

sobre sus hombros. El modo en que intensifica el movimiento de su lengua para


acompasarlo al ritmo de su respiración.
He hecho todo eso esta noche y los resultados son extraordinarios.
La espalda de Brooke no ha dejado de arquearse desde que empezó la curva,
y el sonido de sus gemidos es cada vez más fuerte con cada lametón.
Me recuerda a cuando la oí tocarse en la ducha, y me siento el hijo de puta más
afortunado por estar a punto de ser yo quien la haga correrse.
Y al sentirla en mi lengua, sé que tiene que estar a punto. Poco a poco, añado
dos dedos a la mezcla y se los meto hasta el fondo.
Ella se queda inmóvil durante un largo momento ante la intrusión, y yo también,
aparte de trabajar con mi lengua en el sensible clítoris que tienen encima.
—Chase —susurra Brooke, con la voz espesa por la necesidad y acelerada por
el deseo.
—Lo sé —digo suavemente contra ella, dejando que el aire caliente y las
vibraciones de mi boca se sumen a sus sensaciones—. Lo sé, nena. Déjate llevar.
De un lado a otro, su cabeza se sacude contra el edredón y su mano se aferra a
mi cabello, tirando de varios mechones desde la raíz. La exigente sensación es todo
lo que necesito para empujar.
La lamo, le doy vueltas, la chupo y la pulso con los dedos hasta que gime tan
fuerte que parece que las finas paredes se van a derrumbar.
Su coño se aprieta alrededor de mis dedos, agarrando y tragando hasta que
finalmente se libera en un estremecimiento que llena mi boca con su liberación.
Sabe casi exactamente como huele, como una cítrica y cálida noche de verano,
y es todo lo que puedo hacer para no correrme dentro de mis pantalones aún
abrochados.
Yo criticaría más duramente ese nivel de control hormonal de instituto, pero
Brooke es el tipo de mujer que pone a prueba la fuerza de voluntad de un hombre,
por muy duro que sea.
Miembros largos y ágiles, ojos seductores, labios carnosos y un cuerpo que
podría aparecer en las portadas de las revistas son sólo la punta del iceberg.
Físicamente, es perfecta. Pero también hace que sea imposible olvidar el resto de
ella: el humor, el corazón, la pasión.
Tiene tanto en un cuerpo humano relativamente pequeño, y ser el que
experimenta una conexión con ella se siente como el mayor de los privilegios.
308

Me levanto de la cama y me pongo de pie, quitándome la ropa a cámara lenta.


Brooke no me quita ojo de encima mientras se recupera acostada en la cama.
Me quito los pantalones, la ropa interior, la camisa y la pajarita, vuelvo a
subirme al colchón y me siento. Sus ojos se abren de par en par, pero no me detengo
a estrujar la seda de su vestido hasta que lo tengo casi todo entre las manos y se lo
subo por encima de la cabeza.
—Eres aún más hermosa de lo que imaginaba —digo en voz baja, pasando la
punta del dedo por el delicado encaje que cubre sus pechos.
Se echa la mano a la espalda para desabrocharse el sujetador, lo que empuja
su pecho hacia mí. No pierdo la oportunidad de meterme en la boca uno de sus
pezones perfectos.
Jadea y yo paso de su pecho a su boca para atraparla en un beso. La sensación
de su sorpresa contra mis labios puede que sea lo segundo mejor que he probado
nunca. Y sólo lo supera la otra cosa que he probado esta noche.
Le beso las mejillas, la clavícula, el hombro, el brazo y luego vuelvo al cuello
mientras la atraigo hacia mí.
Su cabeza cae hacia atrás en un gemido, y susurro contra la más delicada de
las pieles. —Eres jodidamente perfecta, Brooke.
Se estremece ligeramente, su columna curva su cuerpo hacia mí para
protegerse de la sensación.
Y me siento casi drogado; la sensación de tanta piel suya sobre la mía es
potente.
Llevo suavemente la mano al bolsillo de mis pantalones de traje, tomo el
preservativo que compré supuestamente para esta oportunidad y la hago retroceder
lo suficiente para deslizarlo yo mismo. Me mira ávidamente mientras lo deslizo, con
sus dientes blancos mordiéndose el carnoso labio inferior.
La mirada es erótica y envolvente, y tengo tantas ganas de estar dentro de ella
que siento que voy a explotar.
Me siento, vuelvo a subir a Brooke a mi regazo y le ofrezco la oportunidad de
subirse a mí. No sé qué tiene su personalidad, pero estoy absolutamente desesperado
por ver lo que hace cuando se le da el control.
Brooke, inteligente como siempre, no necesita un manual de instrucciones para
entender lo que pienso y, lo que es más emocionante, tampoco necesita que la animen
para seguir adelante.
Con una suave mano en mi hombro y la otra en la base de mi polla, se pone a
horcajadas sobre mí, hundiéndose hasta que estoy completamente dentro de ella.
309

Puedo decir sin lugar a dudas que es la mejor sensación que he tenido en toda
mi vida. Se siente completo. Se siente bien. Se siente... como magia.
Su cabeza cae hacia atrás, dejando al descubierto la pronunciada línea de su
clavícula, y la beso por completo antes de que haga el menor movimiento. El corazón
le late deprisa, lo noto en el pulso del cuello, pero está completamente tranquila.
De hecho, no creo haberla visto tan despreocupada en todo el tiempo que hace
que la conozco.
Qué jodidamente excitante.
Brooke se mueve lentamente, levantándose con la fuerza de sus muslos y
deslizándose hacia abajo muy despacio. Le rodeo el cuerpo con los brazos, y ella
responde pasándome los dos brazos por los hombros y cerrándolos.
Nuestras bocas se juntan y se mezclan, y la piel de gallina se me eriza en el
cuello. El aire que nos rodea parece estancado, como si el mundo entero, aparte de
nosotros dos en ese momento, estuviera inmóvil.
Sin prisas y con precisión, Brooke se frota sobre mí hasta que sus miembros
empiezan a temblar, y una sola gota de sudor queda atrapada en mi mano mientras
recorre su espina dorsal.
Juro que podría quedarme encerrado en este momento para siempre. Justo
aquí, a este lado de lo que puedo decir que va a ser el mayor clímax de mi vida.
Concentrado, subo una de mis manos para hundirla en su cabello y sostengo
su mirada con la mía mientras nuestros labios chocan.
Abajo, abajo, abajo, sus caricias terminan cada vez en un chirrido más
profundo, y la opresión a mi alrededor se amplifica.
Tiembla suavemente y luego violentamente, todo a la vez, y su cabeza se
dispara hacia atrás en una ráfaga de presión sobre mi mano mientras su coño se
aprieta a mi alrededor. Su boca es un oh silencioso, su aliento se pierde por completo
en el aire caliente que nos separa.
Mi clímax sigue al suyo y suelto un gemido profano mientras muerdo la carne
de su hombro lo justo para dejar una pequeña hendidura.
Nunca he estado tan seguro de un hecho irrefutable.
Sobre el papel y en persona, Brooke Baker es inigualable.
Y ya no importa si debería estar haciendo esto o las implicaciones. Porque
ahora, no puedo volver atrás.
He cambiado para siempre de forma irreversible.
310

Capítulo Cuarenta y Cuatro


Brooke
Un sonido de arañazos me chirría los oídos mientras intento liberarme de las
garras del sueño. Tengo los ojos nublados y la cabeza pesada. Incluso me resulta casi
imposible separar el cuerpo del colchón, y no sé por qué.
Abro los ojos lenta y repetidamente hasta que mi visión se aclara lo suficiente
como para ver el techo y, una vez más, intento incorporarme.
Pero mi curva de abdominales es inútil incluso con el beneficio de la vista, y mi
cerebro empieza a desanimarse ante su incapacidad para realizar sus tareas.
Gruño y vuelvo a intentarlo, y es entonces cuando la presión en mi estómago
se libera, permitiéndome sentarme... y veo cómo Chase rueda hacia el otro lado de
la cama, aún dormido.
Ohhh. De acuerdo. Así que era el peso de otro humano lo que me detenía.
Entendido.
Afortunadamente, el arañazo persiste, distrayéndome por completo de
ocuparme del trascendental y gigantesco hombre con patas de elefante que hay en la
cama. En lugar de eso, me levanto de un salto y corro hacia la puerta, temiendo saber
exactamente de dónde viene el ruido.
El ceño fruncido de Benji es un poco difícil de aceptar cuando abro la puerta,
pero para no despertar a Chase todavía, lo hago salir al salón para disculparme.
Ah, y por cierto, todavía estoy completa y totalmente desnuda.
—Hola, Benj —susurro, intentando sonar despreocupada a pesar de lo absurdo
de la situación—. ¿Cómo has dormido?
Ladea la cabeza con un respingo, la actitud equivalente a la de una adolescente
con la mano en la cadera. Cedo de inmediato.
—De acuerdo, de acuerdo, lo sé. Lo siento mucho. Te dejé fuera por tu propio
bien, ¿de acuerdo? A veces lo que es bueno para las mamás es traumatizante para sus
bebés.
311

Se queja y mueve la barbilla hacia la puerta. Creo que es a la vez un acto de


despido y una súplica para ir al baño, pero en este momento, como recordatorio,
estoy en pelotas. No creo que pueda sacar a Benji a pasear así.
—De acuerdo, colega, sólo un segundo. Déjame cubrir mi vagina, ¿de
acuerdo? No creo que los buenos campistas de Los Angeles Wilderness LLC hayan
pagado suficiente entrada para la vista completa.
En silencio, vuelvo al dormitorio a toda prisa y empiezo a registrar la
habitación, aún un poco oscura, en busca de cualquier tipo de ropa. Lo primero que
encuentro es la camisa de Chase de anoche, así que me la pongo por encima de la
cabeza y me retuerzo buscando mi ropa interior.
Me agacho y me levanto y básicamente me revuelco en el suelo, pero sólo
cuando vuelvo a levantarme con las manos vacías ante los ojos abiertos de Chase que
me observa con avidez, recuerdo que mi ropa interior de anoche ya no existe.
No, el hombre alegre, despreocupado, considerado, amable y atento de mis
sueños... los vaporizó de un solo tirón.
Me rompió las bragas. A jirones. Y carajo, si eso no era más que sexy.
Dios mío, sólo de pensar en lo bueno que estaba anoche me entra un cosquilleo
por todo el cuerpo.
Era controlador pero amable. Era generoso pero exigente. Medía dieciocho
pulgadas.
De acuerdo, en realidad no, pero tuve una grave crisis existencial en los
momentos previos a meterlo dentro de mí sobre si cabría sin una episiotomía. De
alguna extraña manera, la primera vez que vi su polla es la única vez que he
considerado creíble su incapacidad para descifrar su papel como musa de Clive.
Porque lo subestimé mucho en la ficción.
En cualquier caso, encajó, afortunadamente y puedo decir oficialmente que
todas mis folladas han culminado en un final exitoso.
O, al menos, un clímax exitoso. En un arco argumental tradicional, suele haber
un camino lleno de baches antes de que podamos darlo por terminado.
—Brooke —dice finalmente Chase riendo. Una risa que me dice perfectamente
que, por mucho que me guste pensar que mis monólogos interiores transcurren en
algún otro continuo espacio-tiempo más rápido, no es así.
Y ha estado sentado aquí mirando mi culo casi desnudo y agachado todo el
tiempo.
Dejo caer la cabeza entre las manos en el borde de la cama, justo al lado de su
pecho, y gimo. —Dios, estoy siendo muy rara, ¿verdad?
312

—Extrañamente, no lo siento así. Creo que me estoy acostumbrando a ti —


bromea. Le doy un golpe en el pecho y me agarra de la muñeca. El aire se me va de
los pulmones cuando me lleva la otra mano a la parte de atrás del cabello y me acerca
los labios para besarme.
Es un momento emocionante y estremecedor a la vez, y puedo sentir cómo se
me va toda la tensión de los hombros que no sabía que tenía.
—Buenos días —susurra cuando termina, justo ahí, contra el borde de mis
labios.
Asiento, haciendo que nuestras frentes choquen un poco. —Buenos días.
Benji ulula en la puerta, prácticamente haciendo un ademán de cruzar las
piernas, y yo me pongo en acción una vez más. —Lo siento —le digo a mi perro antes
de girarme hacia Chase y repetir la frase—. Lo siento.
Se ríe y me empuja hacia atrás mientras se pone de pie. Sigue desnudo y casi
se me salen los ojos de las órbitas. Se da cuenta y me empuja hacia Benji. —Ve.
Llévate a Benji y yo empezaré a prepararlo todo para ponernos en marcha.
Asiento tres veces sin moverme, y es entonces cuando Chase me levanta sobre
la cama y me deja junto a la puerta con otra carcajada y una palmada en el trasero. —
Ve.
Finalmente cumplo las órdenes, tomo la correa de Benji del mostrador por si
acaso y lo conduzco hacia la puerta con el ceño fruncido.
Cuando baja las escaleras, se lanza a la hierba del otro lado del solar, junto a
un árbol desolado, y levanta la pata inmediatamente. Orina como yo oriné el día que
atacó la ardilla y, al verlo, se renueva mi sentimiento de culpa.
Tengo que compensarlo, el pobre. Es tan bueno por aguantarme todo el
tiempo.
Cuando vuelve junto a la puerta, le impido subir los escalones y muevo la
cabeza hacia la mesa de picnic. Mira hacia la mesa, luego hacia mí y se queda ahí de
pie.
Suspiro antes de marcar el camino y sentarme en el banco, tirando de la
camiseta de Chase bajo mi culo desnudo lo suficiente como para no clavarme ninguna
astilla en un lugar delicado.
Benji me sigue a regañadientes, salta al banco junto a mí y se acomoda para
sentarse.
Le acaricio la cabeza mientras pienso cómo abrirme camino hacia las buenas
noticias. —Escucha, sé que estás enojado conmigo. Lo entiendo. Deberías estar
enojado conmigo. Pero eres mi mejor amigo y no puedo permitir que esta pelea
313

continúe. Te necesito en mi esquina. No sé qué haría sin ti, aparte de volverme loca.
Porque sé que a veces puedo ser egocéntrica y estar en mi cabeza, y sé que eso no
es justo para ti.
Suspiro, y Benji parece confuso. No lo culpo, con todo el sentido que tengo.
Pero no puedo evitarlo. Mis pensamientos están desordenados.
Quizá sea mejor que vaya al grano.
—Así que sí. ¿Recuerdas aquel día que estábamos en el parque y yo estaba
como loca y perdimos a la chica de tus sueños? —le pregunto.
No asiente, pero estoy segura de que me entiende.
—Bueno, he estado intentando compensarte mientras estábamos de gira, y he
estado buscándola a ella y a su dueño. Y bueno... los encontré. O alguien en Facebook
los encontró. Lo que sea. El caso es que, cuando volvamos a Nueva York, he quedado
con ellos, ¡y podrás tener una cita!
Benji mueve la cola de un salto y me da un zarpazo en el hombro antes de
lamerme la cara. No estoy segura, pero creo que está emocionado.
Chase sale por la puerta y baja los escalones, pero cuando ve la escena entre
nosotros, no ofrece más que una sonrisa y un guiño antes de dedicarse a empaquetar
la caravana para dejarla lista para la carretera.
Aún no puedo creer que el hombre sea tan observador, tanto como para
reconocer un momento especial entre mi perro y yo y no interrumpirlo, pero se lo
agradezco.
En ese momento, empiezo a pensar en formas de devolvérselo durante los
próximos días mientras conducimos. Va a ser un viaje largo y va a pasar mucho
tiempo al volante. Lo menos que puedo hacer es asegurarme de que esté lo más
entretenido posible.
314

Capítulo Cuarenta y
Cinco
Brooke
Cuando Chase detiene la autocaravana en la primera parada de la noche,
Albuquerque, Nuevo México, me subo a la cama del dormitorio y retuerzo las piernas
en posición cruzada. Benji se acuesta a mi lado y cierra los ojos con un gemido.
No puedo culparlo. Ha sido un día largo.
Once horas de conducción y un sinfín de entretenimientos, y Benji y yo estamos
casi agotados. Después de reconciliarnos esta mañana, Benj y yo nos unimos para
hacer una especie de espectáculo de variedades mientras Chase conducía.
Nos pusimos disfraces, me pinté la cara con siete tipos distintos de maquillaje
y canté a pleno pulmón un álbum entero de Shania Twain.
El final, sin embargo, fue cuando realmente lo llevé al límite, convirtiéndome
en mi chica Dolly con el traje más brillante, el cabello más grande y las tetas más
turgentes que pude usando tres de mis sujetadores superpuestos.
Sé que Chase también está agotado, pero como reclusa certificada, no estoy
acostumbrada a usar tanto de mi tanque social de una sola vez.
Si quiero impresionarlo en el dormitorio esta noche, que es, por supuesto, mi
mayor prioridad, voy a tener que refrescarme, y refrescarme rápido.
Cuando veo la bolsa de regalos de la fiesta del estreno de anoche en la mesita
de noche, la arrastro hasta la cama y empiezo a sacar cosas.
Hay algunos caramelos y mercancía para el espectáculo y un monedero de
diseño, pero el montón de productos de belleza al fondo me hace brillar los ojos.
315

Nunca me gasto el dinero en estas cosas porque suelo estar sola en casa, pero
el simple aspecto de los productos en el envase me produce un cosquilleo de
excitación que sólo pueden producir los productos de belleza gratuitos.
Rebuscando entre las cosas con cuidado, saco el artículo más cool de la bolsa.
“Limpiador facial Vandalay Fusion” leo en voz alta y le doy la vuelta al envase para
ver para qué sirve.
—Pulsaciones ultrasónicas que eliminan la suciedad, la grasa y las células
muertas de la piel —leo, resumiendo sobre la marcha—. Masaje reafirmante con
puntos de contacto de silicona para una experiencia higiénica y un diseño astuto que
no tendrás que sustituir. Fabricado en Finlandia.
—¡Perfecto! —chillo encantada—. Esas finlandesas son todas tan guapas.
Seguro que saben lo que hacen en la industria de la belleza. —Dado que la mayoría
de las noches de este viaje he dormido estúpidamente sin maquillarme, estoy
dispuesta a apostar que mi piel necesita una buena exfoliación. Y al igual que su
influencia, el maquillaje de Dolly es difícil de eliminar.
Rebusco en la bolsa y rebusco hasta que encuentro una botella grande de
limpiador de microespuma para usar con el limpiador y me pongo manos a la obra.
Vibra en mi mano e, inmediatamente, mis cejas se disparan. ¿Esto es realmente
un limpiador facial? ¿O me he equivocado de paquete?
Pruebo su tacto en la palma de la mano.
Carajo, esto sí que se mueve... y vibra. Como el tipo de buenas, buenas, buenas
buenas vibraciones de las que los Beach Boys estarían orgullosos.
Intento apagarlo, pero empieza a latir con más fuerza y el sonido resuena en el
espacio silencioso como una sirena.
Cuando trato de asfixiarlo con la mano no da resultado, empiezo a apuñalar de
nuevo el botón de encendido, intentando que se canse o algo así.
Sin embargo, se pone tan intenso que juro que va a empezar a sacudir la
autocaravana si no puedo apagarlo.
La puerta se abre de golpe y Chase entra volando en plan Cosmo Kramer. Sé
que mi cara parece culpable, lo noto, aunque aquí no pasa absolutamente nada más
que una limpieza facial.
—No estoy haciendo nada, lo juro —suelto de improviso, haciendo que mi cara
florezca en un carmesí tan intenso que lo noto en los oídos.
—¿Qué es exactamente lo que no haces? —me pregunta al ver el limpiador que
llevo debajo de la pierna y que sigue corriendo a toda velocidad. Sonríe con picardía
316

y sus ojos bailan mientras se arrastra hasta la cama a mi lado y saca el limpiador para
sujetarse.
—¡Es un limpiador facial! —Declaro, apresurándome a explicar—. ¡Iba a usarlo
para restregar todo esto de Dolly, pero no consigo que haga lo que quiero! Tiene
mente propia.
Chase sonríe y se reclina sobre las almohadas con el limpiador en la mano.
Pulsa el botón de encendido varias veces, haciéndolo pasar por todo tipo de
pulsaciones hasta que finalmente se apaga. Parece satisfecho, como si hubiera
dominado su funcionamiento por completo en unos pocos segundos.
Sonríe de nuevo, la pone sobre su regazo y alarga la mano para agarrarme por
las caderas. Me empuja contra las almohadas junto a las que él estaba y se arrodilla.
Observo con detenimiento cómo tira de la cintura de mis pantalones y me los baja
junto con la ropa interior en un movimiento suave.
—Chase. ¿Qué estás haciendo? —pregunto, justo cuando Benji sale de la
habitación. Abajo y fuera de la cama, se ha ido en un instante.
—Tal vez Dolly pueda quedarse un poco más.
Entrecierro los ojos cuando se mete entre mis piernas y agarra la máquina de
limpieza facial de la cama.
Me separa los muslos con las palmas calientes de las manos y, pulsando un
botón, vuelve a encender el limpiador.
Obviamente, no sólo estoy desnuda de cintura para abajo, sino que ahora estoy
totalmente fascinada.
—De acuerdo, esto se está poniendo interesante...
Me guiña un ojo y arrastra suavemente el dispositivo vibrador por la parte más
interna de mi muslo y luego se detiene, justo en la línea del bikini, manteniéndolo allí
durante un largo segundo y retirándolo justo cuando empiezo a retorcerme.
Unos dedos seguros acarician la línea del bikini del otro lado, y mi sangre
empieza a latir con fuerza en mis oídos.
Vuelve a hacer el mismo patrón. Y otra vez. Y otra vez. Hasta que prácticamente
estoy jadeando y las yemas de sus dedos apenas se posan sobre el sensible capullo
de mi centro.
Pongo los ojos en blanco y se me corta tanto la respiración que tengo que
jadear para respirar.
317

Mi cabello me azota la cara y me hace cosquillas en la piel demasiado sensible


mientras Chase trepa por mi cuerpo, encuentra la línea de mi clavícula y besa un
camino que eclipsa su longitud.
Incluso eso es suficiente para lanzarme hacia un orgasmo a altas y temerarias
velocidades.
A partir de ese momento, nunca jamás me convenceré de que todo el cuerpo
no es una zona erógena si la persona adecuada lo utiliza. Dedos de las manos y de los
pies, no importa a dónde vaya, cada vez soy la orgullosa propietaria de un nuevo
fetiche.
Chase vuelve al espacio entre mis piernas, se quita los pantalones y se coloca
un condón en varios movimientos cortos. Lo observo ávidamente, parpadeando solo
cuando se acomoda en ese espacio y se introduce dentro.
Es tan grande, siempre es una intrusión, pero supongo que está acostumbrado
a empuñarlo. Hace una pausa para darme tiempo a adaptarme.
Honestamente, en un nivel espiritual, estoy quizás más convencida de un poder
divino que nunca. Porque el plan de Dios tiene todo el sentido aquí, Chase teniendo
una polla monstruosa y todo eso. Sólo un hombre considerado puede entender lo
delicado que tiene que ser con sus poderes y no usarlos contra las limitaciones de una
mujer. Y Chase es el último hombre atento.
Me da el limpiador para la cara mientras vuelvo a aprender a respirar, y mis
ojos se abren aún más de lo que ya estaban.
—Úsalo —instruye con sencillez—. Hazte sentir bien.
Tengo que decirlo; no puedo evitarlo. —Bueno, la polla es un buen comienzo.
Chase se ríe, y el movimiento me produce un estremecimiento en el cien por
ciento de mi cuerpo, la sensación amplificada diez veces en la raíz de nuestra
conexión. Mi cabeza cae hacia atrás y mi mano a la cama, y Chase se acerca para
redirigir el dispositivo a mi clítoris.
Lo toma momentáneamente para que vibre bien, lo vuelve a poner en mi palma
y luego reitera: —Hazte sentir bien, Brooke. Persigue tu orgasmo.
Puede que necesite que me lo digan dos veces, pero desde luego no necesito
que me lo digan una tercera. Hago lo que me sugiere, coloco la maravilla vibradora
en mi clítoris y casi grito ante la intensa sensación que experimento al instante.
—Eso es —dice con facilidad—. Esa es mi chica.
De acuerdo. Es seguro decir que estoy en todo el asunto de la alabanza.
318

Despacio, muy despacio, empieza a moverse, entra y sale y vuelve a entrar


hasta que se siente hasta el fondo. Nunca habría imaginado que podría meterme la
trompa de un elefante, pero supongo que con la lubricación adecuada, muchas cosas
son posibles.
Empujo el dispositivo que palpita en mi mano, añadiendo presión a mi clítoris
y moviendo mis caderas hacia arriba y hacia el dispositivo y Chase.
Su aliento me calienta el cuello y nada me apetece más que sentir esa sensación
en la garganta. Levanto la mano para empujarle la barbilla hacia atrás, y él cede de
inmediato. Acerco mis labios a los suyos y succiono todo lo que puedo. Espero llegar
hasta su alma, pero ya veremos.
Una y otra y otra vez, nos balanceamos juntos al ritmo perfecto, el chirrido de
la cama entonando una canción para que la oiga todo el mundo.
Me agarro a su cabello cuando el punto álgido de mi clímax me desborda, y
me lanza un gruñido tan salvaje que casi olvido cómo funcionar.
Chase Dawson y Brooke Baker juntos.
Déjame decirte algo... es digno de un libro y algo más.
319

Capítulo Cuarenta y Seis


Sábado 3 de junio

Chase
El campamento de autocaravanas de Albuquerque sigue tranquilo, y Brooke
sigue durmiendo, pero mis planes y yo estamos vivitos y coleando esta madrugada.
No sólo tengo que aprovechar este tiempo para repasar los capítulos de
Accidental Attachment que Brooke me ha enviado debido a nuestro inminente plazo
de entrega, sino que, gracias a mi brillante idea de sorprenderla con una fiesta en
Nashville en el bar de azotea por excelencia inspirado en Dolly, White Limozeen, los
mensajes de texto de Mo y míos están quemando la vela por los dos extremos.
No creo que mi hermana se haya despertado tan temprano en años. Como
propietaria de un restaurante, ser un ave nocturna es más su estilo.
Yo: ¿Hizo su familia un recuento final?
Mo: De mala gana, su hermana Sam dice que su madre y su padre vendrán
con ella. Voy a cuidar a los niños para que ella pueda tener el vuelo y la fiesta para
ella sola.
Yo: Guau. Es muy amable por tu parte, Mo. Estoy impresionado.
Mo: Sam lo ha pasado mal. Y a Vinny y a mí nos encanta poder hacer de
niñeros con gente que lo aprecia.
Yo: ¿Niños?
Mo: Exactamente.
Yo: Entonces, ¿qué más hay que hacer? Puedo intentar hacer algunas
llamadas yo mismo, pero no sé si voy a conseguir mucho ya que los dos vamos a
estar atrapados en la autocaravana todo el día conduciendo.
Mo: No empieces a preocuparte por asumir parte de la carga ahora. Estamos
en la recta final, hermano. Yo me encargo. Suponiendo, eso sí, que el manuscrito
llegue pronto a mi bandeja de entrada.
320

Pongo los ojos en blanco, pero la verdad es que se lo ha ganado. Gracias a mi


estrecha relación con Brooke, Mo ha hecho todos los arreglos con el hotel y el bar, ha
elegido el catering y el menú de bebidas, ha organizado la decoración y las
invitaciones, ha ayudado a organizar el viaje de las personas que lo necesitaban y,
además de todo eso, está cuidando de los sobrinos de Brooke durante toda la noche
para que su hermana pueda venir sin tener que preocuparse de ser madre. Me da un
poco de pena que Mo no pueda venir a la fiesta, pero se lo compensaré.
Si las cosas siguen yendo entre Brooke y yo como hasta ahora, quizá pueda
darle la cuñada definitiva.
De acuerdo, Chase, ahora te estás adelantando.
Lo sé, lo sé. Sólo hemos dormido juntos dos veces, y todo esto es tan nuevo y
hay tantas incógnitas... pero realmente, realmente me gusta. Volver a casa así es
darse cuenta de que muy pronto no voy a estar con ella todo el día, todos los días.
Muy pronto, ella volverá a su apartamento y a su rutina, y yo volveré a la mía.
Casi como si fuera un designio, Brooke sale del dormitorio en ese momento y
yo pulso la pantalla de mi teléfono para bloquearla. Lleva el cabello suelto y
despeinado por el sueño, pero sus ojos están brillantes y bailan.
Se contonea, se sacude y da un pequeño salto hasta que aterriza en mi regazo.
La mesa de la cabina se clava en su costado y aúlla en voz alta como un sabueso.
—¡Santo cielo, Brooke! ¿Estás bien? —pregunto, haciendo lo posible por aliviar
la parte herida de su costado con la punta de los dedos.
—Sí, sí —miente con un gemido y una carcajada, que me hacen sonreír—. Estoy
bien. Sólo torpe. —Se inclina hacia delante y acerca sus labios a los míos para darme
el beso más suave e íntimo. Cuando se separa, su voz es un dulce susurro—. Ya está.
Ya está.
Dios mío. Realmente podría estar enamorado de ella.
Satisfecha con nuestro saludo, vuelve a bajarse de mi regazo, toma la correa de
Benji de la encimera y abre la puerta para que salga a hacer pis. Me guiña un ojo antes
de cerrar la puerta, y todo mi interior la echa de menos en cuanto la pierdo de vista.
Tengo que preguntarme. Si la echo tanto de menos cuando está fuera, ¿cuánto la
echaré de menos cuando lleguemos a casa?
321

Capítulo Cuarenta y Siete


Domingo 4 de junio

Brooke
Siguiendo las instrucciones de Chase, estoy sentada en el lado del pasajero de
la autocaravana, con tacones y vestido, maquillada y como es debido, mientras él se
detiene en el bordillo de una calle lateral del centro de Nashville y apaga el motor
con un giro de muñeca.
También tiene un aspecto delicioso, ya que hizo una parada a las afueras de
Memphis para ducharse y cambiarse antes de indicarme que hiciera lo mismo
mientras él conducía. No sabía lo lejos que íbamos ni dónde íbamos a parar, pero no
me esperaba la ostentación y el glamour de un hotel del centro de Nashville.
¿Cena, tal vez? Pensé cuando me estaba haciendo sugerencias sobre lo que
podría querer ponerme.
Pero ahora que miro más de cerca dónde estamos parados... me doy cuenta de
dónde estamos, y un fuerte chillido salta de mis pulmones sin mi aprobación.
¡Santo rebaño de ovejas! Me llevó a White Limozeen, también conocido como
el bar temático de Dolly Parton de mis sueños adolescentes.
Quizá otra persona no se daría cuenta de dónde estaba con la inmediatez que
yo, pero como alguien que ha dedicado una cantidad aterradora de su tiempo y de su
vida a la música de Dolly Parton, supe cuando decidieron abrir este lugar y ponerle
el nombre de su álbum de 1989 muy poco después de que lo anunciaran en el
periódico.
—Chase maldito Dawson, ¿dónde estamos? —es todo lo que consigo decir, y
más allá de eso, sólo puedo hacerlo en un susurro. También sigo mirando el cartel del
Graduate Hotel, donde se encuentra el bar de la azotea inspirado en Dolly,
parpadeando varias veces para asegurarme de que lo que veo es real.
Chase, sin embargo, está relajado y tranquilo, sentado en el asiento del
conductor con una sonrisa de oreja a oreja.
322

—Dime que esto no es lo que creo que es. Dime que no estamos donde creo
que estamos —suplico tontamente, incapaz de manejar la cruda emoción de
veintitantos años de obsesión que culminan en este momento.
Me recorre un escalofrío por toda la espalda cuando se acerca para agarrarme
justo por encima de la rodilla. Y su voz es increíblemente suave y comprensiva
cuando responde. —Estamos donde crees que estamos. Y estamos aquí para
celebrarlo.
—¿Qué quieres decir? —exijo, rebotando y levantándome de mi asiento—.
¿Qué quieres decir con que estamos aquí para celebrar?
Chase se pone a mi lado, tirando de mí hacia su cuerpo lo justo para que deje
de temblar. —El estreno en Los Ángeles fue sobre Netflix. Claro, fueron muy
acogedores contigo, y formaste parte de ello, pero en general, fue una celebración
de su éxito... de su hito.
Me escuece la nariz mientras las lágrimas entran en mis ojos sin ser invitadas.
—Esto... esta noche... es una celebración de ti, Brooke Baker y de tu éxito. Tu
hito. Tienes un programa en Netflix —casi grita, abrazándome y sacudiéndome al
mismo tiempo—. Esto es grande, Brooke. Enorme. Y de ninguna manera iba a permitir
que lo dejaras pasar. Y no se me ocurrió mejor lugar para celebrarlo que aquí.
Me lanzo a sus brazos, rodeando sus caderas con las piernas y lanzándole besos
por toda la cara. Es entusiasta y demasiado entusiasta, y no me importa. Estoy
jodidamente agradecida de que exista este hombre.
—¡Tú! —Grito, directamente a su cara mientras aprieto su mandíbula con mis
manos—. Eres increíble. Si no estuviera tan excitada por el bar, te llevaría a la
habitación para devorarte por completo. Lo siento. Y siento haber gritado tan fuerte
y haberte lastimado los tímpanos también.
—De nada, Brooke. —Su respuesta es una risita suave y una de mis sonrisas
favoritas de Chase—. Ahora, ¿qué tal si entramos y lo vemos?
¿Poner a Dolly Parton por delante del sexo sin discusión?
Es oficial. Realmente es el hombre perfecto.

Esta noche todo parece mágico. El aire es espeso pero translúcido, y me hace
sentir como si estuviera en una nube con vistas a la ciudad. Mi familia está aquí, junto
con algunos amigos editores que he hecho a lo largo de los años, y el enorme busto
323

de Dolly está en la esquina de la azotea y los paraguas rosas adornan uno de cada tres
pies. De los bordes cuelgan borlas blancas, y mujeres con botas de vaquero reparten
bebidas con volantes a la gente con sus mejores galas.
Miro mi propio atuendo de flecos y fiesta, el mismo atuendo de vaquera que
Chase me animó a llevar, y apenas puedo creer a dónde me ha llevado la vida. Un bar
temático de Dolly en una azotea como ésta era algo con lo que soñaba en las estériles
aulas de mi instituto en Podunk, Ohio. Una fiesta de presentación de una de mis
creaciones, con la gente arremolinando sus buenos deseos y sus buenos momentos a
mi alrededor mientras la serie basada en mis libros se emite en las televisiones de
fondo, es algo que va más allá de lo que podía imaginar.
Si pudiera hablar con la joven que llevo dentro y hacerle ver lo que es
realmente posible, quizá no habría luchado tanto contra mi ansiedad. Tal vez habría
visto el valor en mí misma lo suficiente como para saber que merecía este momento
y, más que eso, que me creería digna del hombre de ensueño a mi lado.
Tal vez Chase no se sentiría inalcanzable en absoluto. Tal vez se sentiría como
mi destino.
Sammy me golpea por detrás, llamando mi atención antes de darme el abrazo
de su vida. Puedo sentir tanto su propia alegría como su felicidad por mí irradiando a
través de ella, y me reconforta a un nivel que no puedo describir.
—Hola, SissySam —le digo con una sacudida y una burla, tirándole del cabello
del hombro y dejándoselo caer por el centro de la espalda—. Muchas gracias por
hacer el viaje hasta aquí para esto. No puedo creer que haya organizado todo esto.
La sonrisa de Sam es brillante, fácil y un poco cómplice. —¿Estás bromeando?
No me lo habría perdido. Mi hermana es una estrella del rock con su propio groupie
—dice moviendo las cejas y levantando la barbilla hacia Chase.
—Oh, vamos.
—Vamos, Brookie. No puedes ser tan lenta con esto. No estaba del todo segura
de lo que me iba a encontrar aquí después de la última vez que hablamos, pero eso
es un hombre enamoradoooo. ¿De acuerdo?
—Shhh —la hago callar, avergonzada—. No hables tan alto, alguien podría...
—¿Me oyes? —interrumpe riendo—. Brooke, mira a tu alrededor, ¿quieres? No
creo que nadie necesite oírme decir para entender que toda esta fiesta está escrita
como una gigantesca carta de amor. Tuvo que usar a Mo para hacer un montón de
esta mierda porque estuvo contigo todo el tiempo, pero créeme, todo esto está
diseñado y aprobado por el propio Chase Dawson.
—De acuerdo, Sammy, para. De verdad. Antes de que enloquezca.
324

Me mira atentamente antes de entrecerrar la mirada y golpearme con algo de


sinceridad. No sé si estoy preparada, pero estoy segura de que la necesito. —Quizá
debas analizar más detenidamente por qué estás tan asustada. Como, ¿qué te detiene
en este momento, Brooke? Tienes el éxito, tienes el talento, tienes la personalidad, y
la apariencia... ¿Por qué no te querría un hombre, cualquier hombre, pero
especialmente ese hombre de ahí que se ve tan bien como el infierno? Mira la
realidad, nena, ustedes son una pareja hecha en el cielo, ¿de acuerdo? ¿Por qué crees
que el libro que escribiste sobre ustedes dos se lee tan bien? Porque son Clive y River
en la vida real.
Ella asiente con la cabeza mientras todo lo que está diciendo se reproduce en
mi cara.
—Mm-hmm. Quizás, sólo quizás, necesites dejar de lado el miedo por una
noche y hacer un pequeño viaje a la realidad. Sería un tonto si no te quisiera, cariño.
Y tú serías una tonta si no le dijeras que sientes lo mismo.
Se me saltan las lágrimas y ella me las calla. —Vamos. No empieces a llorar.
Contrólate, y luego ve allí y dile a ese hombre que has estado probando claramente
que estás enamorada de él, ¿quieres?
Sammy me deja con un golpe y una inclinación de cabeza, y yo miro la
televisión más grande del fondo del bar durante un largo rato mientras los Shadow
Brothers se molestan y se burlan unos de otros con facilidad. ¿La vida que inyecté a
esa serie? Está ahí y algo más. Sé que a veces la transición de tu trabajo a otro medio
puede ser aterradora y preocupante, pero el trabajo que han hecho con esta serie, y
el éxito que estoy seguro tendrá, me produce la mejor de las buenas sensaciones.
Ella tiene razón. Hice esto. Conseguí un programa en Netflix, aprendí a
maquillarme y sobreviví casi un mes en la carretera hablando y entrevistándome con
todo tipo de personas.
He hecho reír a Chase una y otra vez con mis chistes, y con la forma en que me
ha mirado las dos últimas noches, debo de tener algo que me funciona.
Me lo merezco. Estamos casi al final de nuestra aventura, y deseo tanto el final
feliz que puedo saborearlo.
Enderezando la columna, fijo mi rumbo. Chase está en la esquina hablando con
alguien del personal del bar, pero ahora tengo una misión y no me detendrán.
Benji me sigue de cerca, pero no lo miro ni una sola vez. Sé que no se ofenderá.
Lo entiende. Tiene que entenderlo.
Si no aprovecho este momento, si no cedo al ardor de mi pecho y a la tentación
de mi corazón en un momento como éste, nunca lo haré.
325

Y no quiero mirar atrás dentro de veinte años y preguntarme si mi propia


historia podría haber tenido un final feliz si hubiera apartado la nariz de mis libros el
tiempo suficiente.
Con determinación y pura adrenalina, me abro paso entre la multitud, pasando
por delante de mis padres borrachos y felices, de mi anterior editor, de mi hermana
que me mira desde la esquina y me acerco a Chase, que acaba de terminar su
conversación con el encargado del bar.
Su atención se centra en mí de inmediato y, sin dudarlo, sus ojos se iluminan.
Es el último impulso de confianza que necesito.
—Chase, ¿puedo hablar contigo un momento en privado?
Asiente, y el gerente se aleja con una sonrisa. —De todas formas ya está todo
listo, Sr. Dawson. —Me mira a mí—. Disfrute de su noche, Sra. Baker.
Crucemos los dedos para que así sea.
Chase me agarra de la mano y me arrastra hasta las puertas que conducen a la
sección interior de White Limozeen, y luego me acompaña alrededor de la barra hasta
el otro lado de la sala. Aquí hay mucho más silencio, y eso es bueno y malo a la vez
para una mujer que intenta llenar ese vacío de ruido con las tres palabras más
importantes de su vida.
Respiro hondo cuando Chase tira de mí hasta detenerme y me gira para que lo
mire. Durante un minuto, lo único que puedo hacer es estudiar al hombre que tengo
en mente.
Cabello negro y perfecto, dientes blancos y brillantes, mandíbula dura pero
indulgente y la sonrisa más dulce que se filtra hasta el bonito azul de sus ojos. Lleva
un traje de terciopelo azul marino, una camisa negra y pantalones de vestir negros, y
sigue siendo tan guapo como de costumbre.
Lo curioso de la perfección es que es difícil de superar.
Si a esto le añadimos que ni una sola vez ha intentado meterme prisa durante
todo este exploración, estoy oficialmente convencida de que estoy haciendo lo
correcto.
Complicación o no, estoy enamorada de Chase Dawson. Y creo que ya es hora
de que se lo diga.
—Chase...
—Brooke.
Asiento. De acuerdo, bien, sigue con ello.
Pero tal vez... tal vez sólo un beso primero.
326

Rodando hasta la punta de los dedos de los pies, tomo su cara entre mis manos
y sus labios bajo los míos. Él reacciona con rapidez, me pone las manos en las caderas
y funde mi cuerpo con el suyo mientras yo recorro el suyo con la punta de la lengua.
Él gime y mi cabeza da vueltas de excitación.
Apenas puedo detenerme, pero cuando lo hago me quedo sin aliento. Me
abraza, apoya su frente en la mía y me dice burlonamente: —¿De eso querías
hablarme? Porque yo también podría decir un par de cosas.
Nos reímos mientras balanceo la frente sobre la suya. —No, la verdad es que
no. Fue una decisión de un segundo.
—De acuerdo, entonces. Esos también son buenos. Hagamos más de esos.
—¡Chase!
—¿Qué? —Su sonrisa es adictiva—. ¿Necesitas que tome la iniciativa? Porque
definitivamente puedo tomar la iniciativa. Seguro que lo demostré en Chicago.
Lo aparto con un bufido y un movimiento de cabeza y luego lo señalo con un
dedo a la cara. —Tú. Quédate ahí mientras te digo esto. Sin movimientos bruscos.
Se ríe incrédulo. —¡Me besaste!
—Lo sé. Pero ahora estoy intentando decirte algo, y si no lo saco ahora, no sé
si lo sacaré alguna vez, y tengo que sacarlo. Tengo que hacerlo antes de que me coma
viva.
—De acuerdo. ¿De qué se trata?
—Primero, sólo quiero darte las gracias por... bueno, por todo. Pero
especialmente por esta noche. Nunca lo superaré mientras viva, y no sé si volveré a
sentirme tan especial. Eres... eres el mejor.
Sonríe tanto que sus mejillas amenazan con salirse de su cara. Es precioso.
También intenta abrir la boca para hablar, pero le pongo una mano justo a tiempo.
—Ah —zumbo moviendo la cabeza—. Sólo... todavía no. Déjame terminar.
Asiente. Su sonrisa sigue presente contra mi mano.
—La segunda y más importante cosa que quería decirte... la razón por la que te
traje aquí... básicamente mi razón para todo en este momento...
Levanta las cejas.
—Lo sé. Estoy divagando. Pero la razón por la que estoy divagando es porque
quiero decirte que te quiero.
327

Sus ojos se abren de par en par, solo un poco, y mi corazón y mi presión


sanguínea caen en picada, algo para lo que ni siquiera el obediente Benji que está en
el sofá detrás de mí está preparado.
Chase me atrapa justo cuando estoy cayendo, y entonces me levanta contra su
cuerpo y me aprieta tan fuerte que apenas puedo respirar.
Sin embargo, es suficiente para mantenerme a este lado de la conciencia, y
Chase se asegura de utilizar el tiempo eficientemente.
—Brooke, necesito que me mires ahora mismo, y necesito que me escuches.
No te desmayes, ¿me oyes?
Intento asentir, pero Dios, el tirón es fuerte.
—No te desmayes antes de que pueda decirte que yo también te quiero.
Todo se congela y una sacudida de electricidad altera el ritmo de mi corazón.
De repente, soy totalmente, imposiblemente consciente.
—¿Tú... tú también me quieres?
—Más de lo que me siento cómodo admitiendo.
—Chase...
—Brooke, cuando se trata de mí y de lo que busco en esta vida... Tú lo eres.
—Chase —vuelvo a susurrar su nombre, casi deshecha.
—Lo eres. —Roza suavemente sus labios contra los míos y, aunque estoy
consciente y recordaré esas palabras toda mi vida, podría ser un charco de amor y
ojos de luna en el suelo.
Me quiere.
Santo cielo. De alguna manera, convertí mi vida en una profecía autocumplida.
Y embolsó al mejor hombre del planeta.
Esta noche, mi vida es un sueño real.
Sólo hay un pequeño problema.
¿En qué aniversario es seguro decirle a tu marido que el libro que publicaron
juntos era en realidad sobre él? ¿El cincuenta?
Preguntando por un amigo.
328

Capítulo Cuarenta y Ocho


Lunes 5 de junio

Chase
Recién duchado tras nuestra tercera sesión de sexo en la habitación del
Graduate Hotel de Nashville, me ciño la toalla y le guiño un ojo a Brooke a través del
cristal de la ducha.
Es una jodida diosa ahí dentro, con su cuerpo desnudo en plena exhibición y
mis ojos negándose a perderse ni un segundo. Esta noche llevo dentro de ella lo que
parecen horas, pero cuando se trata de Brooke, creo que nunca estaré satisfecho.
Creo que nunca tendré suficiente de ella.
—No soy de meter prisa a la gente, pero te digo que si tardas mucho ahí dentro,
acabaré uniéndome a ti.
—¡Tenemos que comer! —exclama entre risas.
—Entonces supongo que necesitas encontrar algo de ropa.
—Eres incorregible. —Me salpica agua por encima y yo me río mientras me
aparto para evitar su fuego. Pero no salgo del baño todavía.
—Y tú eres hermosa.
—Chase Dawson. —Me señala con un dedo índice desafiante—. Te lo juro, si
sigues hablándome así, voy a terminar invitándote a volver aquí. Y entonces Benji va
a tener que estar en guardia por los dos.
—Bien. —Levanto las dos manos en el aire sonriendo—. Me voy.
—Ay, hombre —gimotea, con las comisuras de los labios torcidas en el más
adorable pucherito, y no puedo evitar sonreír.
—Mujer, me vuelves loco. —Contemplo su hermoso cuerpo y sus bonitos ojos
por última vez—. Pero me voy de verdad.
Ella suelta una risita y dibuja un corazón en el vapor del cristal, y yo salgo del
baño y voy al dormitorio a vestirme con una sonrisa permanente en los labios.
329

Ya hemos planeado buscar algo de comer cuando los dos acabemos de


arreglarnos, pero mi estómago ruge como si me muriera de hambre, gracias al
torbellino de las últimas, no sé, cien horas más o menos.
Brooke me dijo anoche que me quería, y aún me cuesta creerlo, aún me cuesta
creer lo afortunado que soy.
Sé que suena ñoño, pero después de la mierda de relación que tuve con
Caroline, no sabía si volvería a encontrar a alguien con quien quisiera intentarlo.
No sabía que la recompensa pudiera merecer el riesgo.
Pero todo este tiempo pasado con Brooke ha puesto patas arriba todo lo que
conocía. Ha llevado mis nociones preconcebidas sobre las reglas estrictas de la
profesionalidad y la separación de la vida personal a una estratosfera diferente, a un
planeta en el que eso no solo no es práctico, sino que es imposible.
Porque a veces la vida une a las personas por una razón. A veces la vida sabe
más que tú y te enseña a tirar la cautela al viento. A veces la vida te recuerda que hay
algo más que un trabajo.
Este era un problema importante para Clive y River en el manuscrito de
Brooke, pero cuanto más lo he vivido yo mismo, más me he dado cuenta de que toda
esa mierda es sólo eso: mierda. Si estorba a la felicidad, deshazte de ella. Si vale la
pena, encontrará la manera de funcionar.
Después de ponerme la ropa, tomo una barrita de cereales de la mochila y la
desenvuelvo para darle un mordisco.
Sonrío mientras se cierra la ducha y vuelvo a colocar los cierres de la mochila
en su sitio.
Me alejo de la tumbona de la habitación del hotel, con la intención de estar listo
para ver a Brooke antes de que se cubra de ropa, y en el proceso de mis prisas,
golpeo accidentalmente su mochila de cuero marrón contra el suelo. El contenido se
desparrama por la alfombra a una distancia impresionante.
—Mierda —murmuro, agachándome para recogerlo todo y volver a colocarlo
lo más ordenadamente posible.
Hay varios bolígrafos y un montón de cuadernos, pero también un puñado de
hojas sueltas de papel con notas de colores rayadas en cada una de sus líneas.
No es mi intención mirarlas, pero cuando veo mi nombre en la parte superior
de una, no puedo evitar leer esa línea y luego... seguir leyendo durante toda la
página.
La lista de defectos de Chase:
330

1. No entiende lo guapo que es.


2. Utiliza una voz falsa de locutor cuando habla por teléfono con gente
importante para parecer más autoritario.
3. Es jodidamente insistente sobre un libro que está arruinando mi vida.
4. Se metió a la fuerza en esta gira conmigo sin preguntarme si me
parecería bien.
5. Está tan obsesionado con el trabajo que a veces se olvida de divertirse.
6. Coquetea sin pensar en las consecuencias.
7. Prácticamente se martirizó por este estúpido libro que ni siquiera quise
escribir.
8. Dejó que su ex le pisoteara durante mucho, mucho tiempo.
9. Es arrogante en su capacidad para hacer de este libro lo que tiene que
ser.
10. Con un ex y un mejor amigo que se fue a sus espaldas durante un año
y medio, su juez de carácter es un poco cuestionable.
Me arde el pecho y se me calientan las mejillas de vergüenza incontrolada al
ver todas las cosas que Brooke cree que están mal en mí.
No sé cómo respirar, apenas puedo forzar la garganta para tragar cuando
Brooke sale a trompicones del baño, con una toalla envuelta alrededor del cuerpo y
una enorme sonrisa en la cara.
Hace apenas dos minutos, esa sonrisa habría provocado sentimientos de
lujuria, encanto y cariño, pero ahora... ahora, parece una mueca que esconde todas
las cosas que no sé.
¿Por qué haría una lista así? ¿Por qué la escribiría? ¿Y por qué me duele tanto
leerla?
No tarda mucho en fijarse en la hoja de papel que tengo en la mano o en la dura
línea de mi mandíbula y, por su ceño fruncido, diría que sabe exactamente lo que
tengo entre manos. El sentimiento de culpa se refleja en su mirada vacilante, en sus
pies tímidos y en la forma en que agarra la toalla con las manos.
—¿Qué es esto, Brooke?
Traga saliva y se ciñe aún más la toalla, alisando algunos mechones húmedos
de su largo cabello detrás de una oreja. —Yo...
—Habla más alto —me oigo reprender, y un tono rosado sube a sus mejillas.
331

Me siento mal, pero no voy a dejarme llevar por lo que siento, por el hecho de
que la quiero, ahora mismo. Tengo que saber qué demonios está pasando. Tengo que
saber qué mierda significa esto.
Tengo que saber por qué.
—Um... —Se aclara la garganta—. Cuando me dijiste que los personajes no
tenían defectos, hice un ejercicio para acostumbrarme a identificar defectos. Lo
estaba pasando mal con Clive y necesitaba un punto de partida.
—¿Por qué demonios ibas a empezar conmigo?
No hace falta ser un experto en lenguaje corporal para darse cuenta de que lo
que va a decir a continuación no va a ser algo que yo quiera oír.
—Porque... Clive eres tú.
Parpadeo y sacudo la cabeza, intentando comprender. —¿Qué quieres decir?
—Clive Watts es Chase Dawson. Y River Rollins es Brooke Baker. —Cierra los
ojos—. Con algunas mejoras. Pero... yo escribí el libro sobre nosotros.
—No lo entiendo. —Cuando entregó este libro, apenas nos conocíamos.
Su risa es una mezcla de burla y desprecio, y no sé qué pensar de ella. —Claro
que no lo entiendes. ¿Por qué ibas a hacerlo? Escribir un libro sobre alguien sin su
conocimiento ni su permiso es una locura. ¿Pero sabes qué es aún más loco, Chase?
—No se detiene a esperar mi respuesta. Ni siquiera para tomar una bocanada de
aire—. Entregar ese libro a tu editor por accidente porque estabas demasiado
borracha para distinguir los archivos la noche en que tenías que entregar el
manuscrito. Eso es una locura. Y luego, no le dices a tu editor lo que has hecho. En
lugar de eso, le sigues la corriente y dejas que lleve el libro a su jefe y se lo presente
como si fuera lo más normal del mundo entregar un libro que el editor no espera. Y
luego, ¡la locura final! Deciden publicarlo.
—Brooke...
—Sí. Esa es la verdad, Chase. ¡La mierda sin tapujos! Te he follado en mi cabeza
desde el momento en que te conocí, y ahora te he follado de muchas más formas que
con la que siempre fantaseé. ¿Qué te parece eso?
Tengo la mandíbula firme y el corazón dolorido mientras considero las
implicaciones de todas las cosas que me está diciendo ahora mismo, de todas las
mentiras que me ha contado durante semanas y semanas.
—Yo diría que es bastante jodido —admito, con voz dura incluso para mis
propios oídos. Hablar así con Brooke... no es natural. El estómago se me revuelve
literalmente.
332

Pero incluso eso, sentir el impulso de protegerla, es un comportamiento


construido sobre falsedades. ¿Quién es la mujer que creía conocer?
¿Quién es Brooke Baker?
—Para alguien que dice haber escrito un libro sobre un flechazo conmigo,
parece que has encontrado algunas cosas que odiar —digo, sacudiendo el papel que
tengo en la mano.
—No, Chase. No. No pienso esas cosas en absoluto...
—Oh, vamos, Brooke. Tú los escribiste, ¿verdad?
—Sí. Lo hice, pero...
—Pero nada, Brooke —corto sus palabras antes de que puedan calzarse las
zapatillas de gimnasia y correr sobre mí—. Son tus palabras, tus verdades, y creo que
me dicen más que el resto del tiempo que hemos pasado juntos. El tiempo, ahora lo
veo, era todo parte de un juego enfermizo o algo así.
Esto es demasiado para que mi cerebro y mi corazón lo comprendan. La
habitación del hotel parece empequeñecerse por momentos y mi única opción para
sobrevivir es escapar.
Tiro los papeles al suelo y tomo mi mochila, dirigiéndome a la puerta.
Está bloqueando el paso, ya que el baño está en la parte delantera de la
habitación, pero no me detengo ni siquiera cuando me agarra del brazo.
—Chase, por favor. Estás entendiendo todo esto mal. Déjame explicarte.
—¿Explicar? ¿Ahora? ¿Después de haberme engañado y mentido todo este
tiempo? —Sacudo la cabeza—. No lo creo, Brooke. El momento de dar explicaciones
fue hace tiempo. Quizá la noche en que te pregunté si alguna vez habías sentido como
Clive y River. Antes de que soltaras las estupideces de que me querías.
—Pero no es una estupidez —grita y vuelve a agarrarme del brazo mientras
abro la puerta. Dice más cosas, pero mis oídos no las oyen. Mi mente no puede
procesarlo.
No puedo hacer otra cosa que salir de esta habitación de hotel antes de que me
ahogue la vida.
Pensar que tenía el mundo en mis manos, sólo para descubrir que no sé nada
en absoluto, duele demasiado. Mirar a la mujer que creía conocer lo suficiente como
para amarla, y por la que arriesgué toda mi carrera en media docena de sentidos, es
como clavarme un cuchillo caliente en el pecho.
No puedo quedarme aquí ni un minuto más. No puedo y no lo haré.
Atravieso la puerta y camino tan rápido como puedo.
333

Lejos de Brooke Baker y de todo lo que creía que era y de vuelta a la realidad.
El amor duele. ¿Pero perderlo antes de haberlo tenido realmente? Eso quema
como una perra.
334

Capítulo Cuarenta y Nueve


Brooke
La espalda de Chase nunca ha tenido mal aspecto en todo el tiempo que hace
que lo conozco, pero ahora tiene un aspecto de puta mierda. Sus líneas son duras y su
paso firme mientras se aleja de mí hacia el ascensor del hotel casi corriendo.
Y estoy de pie en el pasillo, con el cabello mojado y sólo una toalla cubriendo
mi cuerpo, y siento como si estuviera viendo a mi corazón alejarse de mí.
Sus largas piernas no tienen problemas para ampliar la distancia que nos
separa, y con cada paso largo, mi respiración se hace un poco más corta.
Quiero gritar, decir algo digno de que se dé la vuelta y vuelva a dar esas largas
zancadas hacia mí. Pero, ¿qué le dices a un hombre al que has estado mintiendo
durante prácticamente todo el tiempo que lo has conocido?
Un hombre al que involuntariamente arrastraste a tus retorcidas fantasías hasta
tal punto que puso en juego su carrera para mantenerlas. Un hombre que lo ha sido
todo para ti durante el último mes, cuidando de ti de formas que nunca soñaste que
un hombre pudiera o debiera, sin ni siquiera ser tu novio.
No sé si hay un ramo de flores en el universo lo bastante grande para enmendar
los agravios que he perpetrado contra él.
Me encantaría afirmar que no fue intencionado, pero desde el momento en que
pronunció los nombres de Clive y River en su despacho supe que no tenía ninguna
intención de gastarle una broma.
Yo sólo... no puedo ni siquiera empezar a averiguar cómo disculparme. Cómo
hacer lo correcto. Esto no es exactamente el tipo de cosas que hace la gente normal.
Suzanne Somers no dio consejos de vida para este en su libro Guía de la vida, eso es
seguro.
Cuando Chase desaparece en el ascensor y la desolación de la situación se
hace evidente, cierro la puerta y me hundo en el suelo con la espalda apoyada en él,
incapaz de detener los enormes y agitados sollozos de lágrimas gordas.
¿Qué... qué he hecho? ¿Cómo arruiné lo mejor que me había pasado tan rápido?
335

Y quizá lo más importante... ¿seré capaz de arreglarlo alguna vez?


336

Capítulo Cincuenta
Martes 6 de junio

Brooke
Toda la autocaravana se estremece con un golpe repetido en la puerta, que me
despierta sobresaltada. Llevo aquí desde ayer, alrededor de la hora de salida de la
habitación del hotel, esperando y deseando que Chase vuelva y hable conmigo.
Es la peor sensación, la de no poder hacer nada proactivo.
Aparte de enviar mensajes de texto y llamar a su teléfono un par de veces, que
o bien fue directamente al buzón de voz o se quedó sin respuesta, ni siquiera he sido
capaz de formar cualquier otro pensamiento aparte de revolcarme.
Sé lo patético que es eso, y créeme, mi perro me ha echado más que suficientes
miradas para confirmarlo, pero mi hermana ya está de vuelta a Nueva York, mis
padres probablemente ya estén en Ohio, Chase se ha ido y no sé si va a volver, y no
sé cómo arreglar esto.
Si hubiera alguna parte de mí capaz de encontrar alguna solución, seguro que
me iría mejor, pero tal y como están las cosas, sólo sobrevivo. Benji está cansado
como un perro, y yo he estado al borde de la inconsciencia más veces en una noche
que en años.
Resulta que manejar este nivel de histeria con mi enfermedad no es algo que
haya resuelto exactamente.
Salto del sofá y se me enreda la pierna en la manta en la que me dormí
sollozando anoche. Tengo que retorcerme como una peonza de juguete para
liberarme, antes de poder lanzarme hacia la puerta.
Ni siquiera me molesto en revisarme o en limpiarme la baba de la barbilla antes
de abrirla de un tirón con un dolorosamente esperanzado: —¿Chase?
Las cejas del desconocido suben casi hasta el nacimiento de su cabello, y da
un paso atrás sorprendido por mi agresión. —No, señora. Soy Mark. ¿Su chófer para
el viaje de vuelta a Nueva York?
337

Su inflexión es en forma de pregunta, casi seguro porque es información que


esperaba que yo supiera, pero estoy demasiado hecha un lío para saber algo.
Si la llamada no venía de Chase, no contestaba. Si el mensaje no era él
respondiendo a mis disculpas, no lo leía.
Y como no me devolvió la llamada ni el mensaje, no he hablado con nadie más
que con Benji.
En aras de la seguridad, sé que debería comprobar que Mark es quien dice ser
antes de dejarlo subir a bordo. Pero voy a ser honesta; prefiero correr el riesgo de
ser brutalmente asesinada que hablar con Wilson Phillips en este momento. No creo
que le impresionara el desastre que he creado aquí, incluso sin usar aviones.
Me hago a un lado y mantengo la puerta abierta, pero Mark vacila antes de
llenar el espacio. No lo culpo. Soy una bola de mocos sin expulsar y de piel llena de
lágrimas, y la probabilidad estadística de que me aferre a cualquier punto vivo de
consuelo en los próximos treinta segundos es increíblemente alta.
Cuando entra y empieza la rutina de preparar la caravana para la carretera, me
invaden los recuerdos de Chase haciendo lo mismo la primera mañana después de
hacer el amor. Las sonrisas, los guiños. Las miradas burlonas y las caricias cuando lo
reté a que flexionara los músculos.
Ay, Dios. Duele.
Vuelvo a hacerme un ovillo en el sofá y el pobre Mark trabaja a mi alrededor
con los ojos muy abiertos. Ni siquiera puedo fingir que no lloro. La presión en mis
conductos es demasiado fuerte.
Se me escapa un sollozo y Benji se acurruca a mi lado. A pesar de lo ridícula
que soy, mi mejor amigo puede sentir un dolor muy real y crudo en el lugar del que
proviene mi histeria.
Chase no va a volver. No ahora, y tal vez nunca.
Y tengo las próximas catorce horas y media para mí para pensar en ello. Sólo
la histérica Brooke Baker y su nuevo chófer Mark.
Vuelvo a sollozar y entierro la cara hinchada en la manta que tengo en el regazo
al darme cuenta de algo que me da mucho miedo.
Esta historia... mi historia... puede que no tenga un final feliz.
338

Capítulo Cincuenta y Uno


Miércoles 7 de junio

Brooke
Mi bolso se desliza por la acera detrás de mí mientras camino la última manzana
hasta mi edificio de apartamentos desde el tren. Después de quince horas en la
autocaravana con un hombre al que no conocía, y sigo sin conocer, debido a la
naturaleza desconcertante de mi completo colapso mental o, como a mí me gusta
llamarlo, Menty B, estaciona en el estacionamiento del centro y me envía a casa en
metro.
Varias personas se me quedaron mirando durante el trayecto, lo cual es mucho
decir en una ciudad como Nueva York, así que sé que debo de tener un aspecto
jodidamente horrible, pero no me atrevería a tentarme a confirmarlo con un espejo
ahora mismo.
En lugar de eso, me he resignado a lo que soy, un desastre sollozante que hipa
con un nuevo llanto cada quince metros más o menos.
Lo creas o no, es una gran mejora con respecto a ayer. Pregúntale a Benji.
Abro de un empujón la puerta principal de mi edificio y agarro a Benji de la
correa para arrastrarlo primero dentro antes de seguirlo, con el traqueteo de mi bolso
sobre el cambio de elevación que presenta el umbral, suficiente para llamar la
atención de mi portero.
Levanta la cabeza de lo que sea en lo que esté trabajando en la recepción, con
una sonrisa preparada, pero cuando me ve, toda familiaridad desaparece. Estoy
segura de que si no fuera por el perro disfrazado de Batman que tengo a mi lado, me
estaría deteniendo mientras la policía llega a nuestro edificio.
—Sra. Baker... ¿está bien?
Abro la boca para hablar, pero no se me escapa más que un grito agudo, así
que la cierro y salgo corriendo hacia el ascensor tan rápido como mi cuerpo
destrozado puede llevarme.
Ahora mismo no sirvo para conversar, ¡maldita sea!
339

La mochila se me resbala del hombro con la velocidad de mi giro y me


desequilibra, pero Benji me aprieta las piernas lo suficiente como para atraparme
antes de que pueda golpearme la cabeza contra la pared del ascensor. Con dedos
maníacos, pulso el botón de mi piso y el de cierre de la puerta simultáneamente y una
y otra vez.
Cuando la puerta por fin se cierra delante de mí, me hundo en la barandilla
trasera y luego la sobrepaso, hasta quedar sentada.
Sé que es dramático, pero te juro que no siento ni un gramo de fuerza en mi
cuerpo.
Cuando el ascensor llega a mi piso, tengo que arrastrarme hasta la puerta,
arrastrando la maleta detrás de mí como un cadáver, una representación
dolorosamente fiel de cómo me siento.
Alzo una mano para meter la llave en la cerradura y tengo que hacer varios
intentos antes de conseguirlo. Cuando empujo la puerta para abrirla con el pomo, me
deslizo hacia delante como la serpiente que soy.
Los mocos cubren casi cada centímetro de mi cuerpo y tengo los ojos tan
hinchados que apenas puedo mantenerlos abiertos. No soy tan ilusa como para
pensar que parezco normal, pero intento sonreír cuando mi hermana me ve entrando
por la puerta como si hubiera perdido el uso de las piernas.
—¡Jesús Navidad! —grita, probablemente horrorizada por la aterradora visión
que tengo al hacer contacto visual—. ¡Grant, Seth, vayan al dormitorio ahora mismo!
—ordena inequívocamente, y los dos salen corriendo. Sin embargo, ella se recupera
rápidamente de su horror, se levanta del sofá y corre hacia mí mientras yo me
desplomo en el suelo. Me pongo boca arriba y miro las baldosas del techo mientras
lloro.
—Brooke, ¿qué paso? Dios mío, ¿qué pasa? ¿Ha muerto alguien? —Su voz es a
la vez fuerte y discreta de la forma en que solo una madre con niños pequeños puede
serlo, y Benji nos apiña a los dos mientras Sam me tira en sus brazos—. Brooke, dime
qué pasa para que pueda ayudarte. ¿Tengo que organizar el funeral o planear un
golpe? Dame un camino claro para trabajar.
—Yo... yo... soy una suave paloma.
—¿Suave paloma? ¿Suave? dun dun dum dumb, so dumb. Eres tan tonta. —
Sammy grita emocionada su exitosa traducción, haciéndome fruncir el ceño. Quiero
decir, entiendo que no soy la más coherente que he sido nunca ahora mismo, pero
estoy en medio de una crisis, carajo. Sammy nota mi descontento y corrige su cara
inmediatamente—. Lo siento. De verdad que lo siento —se disculpa, pasándome una
mano tierna por el cabello y retorciéndome las puntas como solía hacer nuestra
340

madre cuando éramos niñas—. Respira hondo, Brookie. Cálmate y dime qué te pasa,
¿de acuerdo?
¿Calmarme? Ja. Estoy tan lejos de ser capaz de conseguirlo que ni siquiera es
gracioso. Es trágico.
Me acaricia el cabello con suavidad, alternando la pasada de un dedo por mi
mejilla cada vez que se escapa otra lágrima. —Todo va a ir bien, te lo prometo. Nada
que tú y yo no podamos arreglar, ¿de acuerdo?
Mi respiración es prolongada y entrecortada durante mucho más tiempo del
que me gustaría admitir, pero bajo su tranquila dirección y su innegable paciencia,
finalmente supero la rana que tengo en la garganta y armo una frase coherente.
—Yo... realmente arruiné las cosas con Chase. Tuve una oportunidad, una
verdadera oportunidad de estar con el chico de mis sueños, y lo arruiné.
Las palabras apenas salen de mi boca cuando empiezo a derramar mis
cuatrocientas lágrimas. Decirlo en voz alta, admitir lo grande que es mi cagada, hace
que vuelva a entrar en una espiral de crisis nerviosa.
Y yo que pensaba que el pobre Mark me había visto en mi peor momento. Estoy
alcanzando nuevos niveles de desmoronamiento mientras hablamos.
—Oh, Brooke. —Me abraza—. Sabes tan bien como yo que ninguna baja es
irrecuperable. Ningún mal es injusto. Te conozco como persona, y supongo que
Chase también. No hay nada que hayas podido hacer que no puedas arreglar, dulce
niña. Porque no eres vengativa, no eres deliberadamente hiriente, no eres burlona o
mezquina o fría. Cualquier cosa que hayas hecho no es más que un error, y voy a
ayudarte a descubrir cómo arreglarlo. Te lo prometo.
—Yo tampoco habría pensado esas cosas de mí. Pero, Sam —lloro—, él... él...
encontró la lista de cosas de mierda que escribí sobre él.
—¿Cosas de mierda? Estoy confundida. Leí el libro y no dijiste ni una mierda.
—¡Lo sé! —sollozo—. Ese era el problema. Clive era demasiado perfecto. —
Sollozo más fuerte—. Así que escribí una lista de cosas horribles para tratar de
ponerme en el estado de ánimo para desbastarlo alrededor de los bordes, y ahora...
—Tengo hipo—. ¡Y ahora esto!
—¿Le explicaste por qué lo hiciste?
—¡Lo intenté! Pero entre que le dije que el libro era sobre nosotros y la lista y
que acababa de decirle que lo quería, él...
—Espera... ¿le dijiste que lo amabas? —Sam interrumpe con impaciencia.
Aprecio el sentimiento, de verdad, pero ahora no es el momento. —¡Sammy!
341

—Bien, bien, lo siento. Tal vez más tarde.


—Con todo lo que estaba descubriendo, creo que era demasiado, ¿sabes? —
Me tapo la cara mojada y llena de mocos con las manos—. ¡No podía aguantar más, y
no quería oír nada!
—Tal vez sólo necesita tiempo, entonces, nena. Quiero decir, tuvo que ser un
shock, ¿sabes? No es como si el libro fuera abstracto para él. El hombre ha estado
activamente en él, leyéndolo, trabajando en él durante semanas.
—Lo sé —grito de nuevo—. Lo sé.
—Así que, dale algo de tiempo. Prepara un plan para cuando esté dispuesto a
hablar y parte de ahí.
—De verdad... —Hago una pausa con una respiración entrecortada—. ¿Crees
que me perdonará?
—No lo creo, B. Lo sé. Mira todo lo que has hecho por mí. —Ella hace un gesto
alrededor del apartamento y sonríe suavemente—. Vas a recuperar este karma, y me
voy a asegurar de que sea en forma de reparar tu corazón roto, ¿de acuerdo?
Asiento entre lágrimas. Quiero decir mucho más, pero no puedo.
—Ahora, vamos a empezar por meterte en la ducha porque eres absolutamente
repugnante. Y luego, vamos a conseguir un plan juntas, ¿de acuerdo?
—Me encanta el sonido de una ducha y un plan. —Resoplo
entrecortadamente—. Es que no sé si se me ocurrirá un plan lo bastante bueno para
arreglar esto, Sam. Parece... imposible.
—Brookie —susurra y vuelve a abrazarme con fuerza—. ¿Lo amas?
—Más de lo que nunca he querido a nadie ni a nada. —Asiento tantas veces que
siento que el cuello se me va a partir por la mitad.
—Si lo quieres así, nena, entonces nada es imposible. Ese tipo de amor no se
desvanece, y sé a ciencia cierta que él siente lo mismo por ti. Lo vi con mis propios
ojos en Nashville. Él te quiere y tú lo quieres, y aunque las cosas no van bien ahora,
sé que irán bien. Un amor así es raro, B. Es raro y es hermoso. Úsalo para darte la
fuerza que necesitas para superar esto.
Sé que lo que ha pasado entre Chase y yo ha sido un torbellino. Ha sido algo
que me ha consumido desde el momento en que puse mis ojos en él.
Sé que no es el ritmo normal de una relación.
Pero también sé que es lo más real y precioso que he sentido nunca.
No puedo alejarme de esto. No puedo alejarme de él.
342

Tengo que encontrar una manera de arreglar esto.


—Ahora, ¿qué tal esa ducha, sí? —Sam me recuerda las necesidades básicas
que se requieren para ser humano correctamente. Dios sabe que he estado flojeando
en esa autocaravana desde que Chase salió de nuestra habitación de hotel.
Francamente, ni siquiera recuerdo la última vez que comí o bebí algo.
Sólo puedo asentir y ella me ayuda a levantarme.
Y Sam se queda allí, a mi lado, con su enfoque tranquilo, racional y amable que
proporciona un pequeño bálsamo a mi dolorido pecho.
Me quito la ropa y me pongo bajo el chorro de agua caliente de la ducha. Antes
de empezar a pensar en lavarme el cabello con champú, se me enciende una
bombilla.
Creo que sé qué hacer. Sólo espero que funcione.
Primero: terminar esta ducha.
Segundo: una cita con mi primer amor... mi ordenador.
Dios, espero que funcione.
343

Capítulo Cincuenta y Dos


Jueves 15 de junio

Chase
El largo camino de vuelta desde la oficina de Jonah Perish es agridulce.
Ayer entregué los últimos borradores de Accidental Attachment y hoy Jonah me
ha llamado a su despacho para celebrarlo con una botella de champán y más de una
palmadita en la espalda.
—Sabía que lo llevabas dentro, chico. Me alegro de haberte dado las riendas.
Dios mío, qué patada en las pelotas. Es la confirmación que ansiaba, el final que
sabía que era posible con un libro tan bueno como éste... y, sin embargo, apenas
puedo tragar saliva cuando pienso en ello.
Un libro sobre nosotros, Brooke y yo, no suena tan dulce cuando el final en la
vida real es una mierda.
La verdad es que me costó mucho ser capaz de enviárselo. No quería hacerlo.
Me sentía mal en todos los sentidos posibles. Pero cuando pienso en lo que habría
hecho a la carrera de Brooke si no lo hubiera entregado, no tuve otra opción que
enviarlo.
A estas alturas, no sé si me importa una mierda mi propia carrera. El simple
hecho de obligarme a salir de la cama cada mañana es tarea suficiente para que mi
mente se concentre en ello.
Paso junto a Dawn y entro en mi despacho, y cuando veo el manuscrito de
Accidental Attachment en papel, bien usado y suavemente desgastado, que he estado
llevando conmigo durante semanas y semanas, lo empujo fuera de mi escritorio y
hacia el cubo de la basura en un momento incontrolado.
Se me saltan las lágrimas, me hundo en la silla y dejo caer la cabeza entre las
manos.
Carajo. El dolor que siento es un dolor profundo y punzante que se extiende
desde el centro del pecho hasta la boca del estómago. Está siempre presente y no
hay absolutamente nada que me alivie.
344

Pienso en Brooke, pero siempre estoy pensando en Brooke. Lo terrible del


amor es que, una vez que te enamoras de alguien, no puedes obligarte a
desenamorarte.
Una vez que tu corazón está en ello, es seguir o morir, sin importar las
consecuencias.
Diablos, aunque la dejé en aquella habitación de hotel en Nashville sin
intención de mirar atrás, me aseguré de llamar a Wilson Phillips con una explicación
suficiente para que contratara a un buen hombre llamado Mark para que la llevara a
ella y a la autocaravana de vuelta a Nueva York, sólo para asegurarme de que estaba
a salvo.
Todos mis instintos siguen queriendo protegerla. Todavía quiere ser el hombre
que esté a su lado.
Suena un tímido golpe en la pared de cristal junto a mi puerta y alzo la vista
para ver a Dawn entrando en mi despacho.
—¿Señor? ¿Está... está...? —Se aclara la garganta, reconsiderando llamarme
directamente por las lágrimas—. Yo... ¿hay algo en lo que pueda ayudarle?
Me unto la humedad de los ojos por la nariz y luego me froto la boca cuando
una pizca de sal me da en la lengua.
Dios, soy un desastre. Un pequeño libro y la mujer que lo escribió han puesto
mi vida patas arriba.
En el último mes he pasado de un extremo al otro y viceversa, y ya casi ni sé
quién soy.
Sólo quiero sentirme normal. Quiero sentirme feliz. Quiero volver a antes de
saber toda la mierda que sé ahora.
Con un fuerte suspiro, giro la silla hacia el ordenador y hago clic
desordenadamente hasta que se abre mi correo electrónico.
Sin mirarla directamente, despido a Dawn tan educadamente como puedo. —
No... gracias. Estoy bien.
Prácticamente puedo sentir su pausa antes de que se dé la vuelta para irse, y
en un grito de última hora, le ordeno: —Cierra la puerta al salir.
Espero a que se cierre del todo para volver a respirar hondo. Sabía, sin duda,
que cuando lo soltara, sería tembloroso.
Reviso mi correo electrónico, arrastrando a la papelera los que sé que son
basura y destacando los que sé que no estoy preparado para afrontar en este
345

momento: otros autores, posibles manuscritos, correspondencia sobre la reunión de


editores. Ahora mismo no puedo concentrarme en nada.
Una vez despejados todos los correos electrónicos, me reclino en la silla y me
deshago el nudo de la corbata, con la esperanza de que me facilite la respiración. No
me alivia del todo el ahogo que siento en la garganta, por supuesto, pero es mejor
que nada.
Empujando la silla hacia atrás sobre un rodillo, empiezo a levantarme para ir a
dar un paseo o irme a pasar el día o cualquier otro lugar que no sea estar aquí sentado,
pero la aparición de un correo electrónico en la parte superior de mi bandeja de
entrada me detiene.
¿La remitente? Brooke Baker.
Mi corazón se para. Mis pulmones se tensan. Y me froto la palma de la mano
con los dedos durante cinco segundos, pensando qué hacer antes de abrirlo con un
rápido toque de ratón.
Descubro bastante rápido el contenido, es nuestra escena de ruptura. La
nuestra. No la de Clive y River. La de Chase y Brooke... desde el punto de vista de
ella.
No hay introducción, disculpa o explicación antes de empezar. En lugar de eso,
el correo electrónico se sumerge de lleno en la escena... y yo también.
Lunes 5 de junio
Brooke
Salgo a trompicones del baño, con el hombre de mis sueños en la cabeza.
Anoche, Chase y yo intercambiamos un te quiero.
Hace tres meses, nunca habría pensado que un desenlace como el de hoy
sería posible. Era feliz, pero me sentía sola y, tras muchas discusiones con mi
compañero canino, había decidido que seguiría así.
Ninguno de los hombres de Nueva York se acercaba siquiera a lo que yo
quería en un compañero de vida y, para ser sincera, ninguno de los hombres de
Ohio lo hacían tampoco. Empecé a preguntarme si yo era el problema, si mis
exigencias eran demasiado elevadas o si debía ser un espectáculo de una sola
mujer más un canino el resto de mi vida.
Pero apareció mi nuevo editor, Chase Dawson, y todo mi mundo se puso
patas arriba. Sé que es una locura, lo sé, pero ni siquiera sé del todo cómo sucedió,
aparte de decir... que el día que conocí a Chase Dawson fue el día en que la tierra
se detuvo.
346

Había luces brillantes y auras poderosas, y estoy bastante segura de que el


círculo alrededor del sol se detuvo durante diez o quince segundos.
Era todo lo que esos hombres no eran y más. Era educado, amable,
encantador y dulce, ¡y tenía los ojos y el cuerpo de mis fantasías! Y yo, chica
afortunada, iba a trabajar con él en mi próximo libro durante varias semanas
seguidas.
Si sumamos eso al hecho de que mi actual obra en curso, Garden of Forever,
carecía de casi todas las ansias que había tenido por escribir, mi mente lloraba por
aferrarse a la creatividad de un enamoramiento inocente.
Tal vez por eso fue tan fácil construir una fantasía alrededor de Chase
después de la primera vez que lo conocí. No lo sé, pero escribir ese libro fue uno
de los mayores escapes de mi vida. ¿y descubrir ahora que todo lo que escribí, todo
lo que deseaba tan desesperadamente, podía ser verdad?
Bueno, creo que es seguro decir que estoy fuera de mí.
Alegre y contoneándome, doblo la esquina del cuarto de baño para entrar en
la habitación principal, dispuesta a continuar donde lo dejamos hace sólo unos
minutos y a convencer a Chase de que la comida no es tan importante ahora. No
me canso de él, y sé que es algo más que físico. Emocionalmente, estoy
obsesionada, y para las mujeres, eso es lo más excitante.
Pero me encuentro con un ceño fruncido, las líneas normalmente perfectas
del rostro amable de Chase se vuelven hacia abajo con el tipo de dolor que no le
desearía ni a mi peor enemigo. Lleva una hoja de papel en la mano y, por
desgracia, sé de inmediato lo que contienen sus líneas.
Es la única hoja suelta que he usado en todo el viaje.
La lista de defectos de Chase. La experiencia creativa más dura y horrible de
mi vida.
—¿Qué es esto, Brooke? —Chase pregunta, con el dolor de la traición a flor
de piel en su profunda voz.
Cada parte de mí me duele por la ausencia de una respuesta. La verdad es
que lo que he hecho es imperdonable. Porque podría argumentar que el ejercicio
en sí no fue mi elección, o que lo hice por el bien del libro, o que no quise decir ni
una pizca de ello... y no lo hice.
Pero fui yo quien arrastró a Chase a un mundo imaginario en el que no tenía
nada que decir. Soy yo quien usó su imagen para curar algo dentro de mí. Yo soy
la que al principio no podía separar al hombre del personaje.
347

Trago saliva, me ciño la toalla al pecho y me acomodo un poco de cabello


detrás de la oreja. —Yo...
—Habla —suelta Chase, y la vergüenza impregna cada uno de mis poros.
Estoy tan, tan avergonzada de habernos hecho esto. Que nos he puesto en la
posición de fracasar.
—Um... —Me aclaro la garganta—. Cuando me dijiste que los personajes no
tenían defectos, hice un ejercicio para acostumbrarme a detectar defectos. Lo
estaba pasando mal con Clive y necesitaba un punto de partida.
—¿Por qué demonios ibas a empezar conmigo?
Se necesita todo en mí, pero Chase merece saber la verdad. Toda, sin
distorsiones, la fea verdad.
—Porque... Clive eres tú.
Parpadea rápidamente, sus bonitos ojos azules son un borrón. —¿Qué
quieres decir?
—Clive Watts es Chase Dawson. Y River Rollins es Brooke Baker. —Cierro
los ojos—. Con algunas mejoras. Pero... yo escribí el libro sobre nosotros.
—No lo entiendo. —Sé que no lo entiende. Apenas tiene sentido para mí. Pero
Dios, daría cualquier cosa por demostrarle que lo que siento por él y mis motivos
para escribir este libro son dos temas totalmente diferentes.
Me río, pero no hay humor. Estoy triste. Estoy tan, tan triste de estar
haciendo daño a la persona de la que me he enamorado tan duramente. —Por
supuesto que no. ¿Por qué lo harías? Es una locura escribir un libro sobre alguien
sin su conocimiento o permiso. ¿Pero sabes qué es aún más loco, Chase? Entregar
ese libro a tu editor por accidente porque estabas demasiado borracha para
distinguir los archivos la noche en que debías entregar el manuscrito. Eso es una
locura. Y luego, no le dices a tu editor lo que has hecho. En lugar de eso, le sigues
la corriente y dejas que lleve el libro a su jefe y se lo presente como si fuera lo más
normal del mundo entregar un libro que el editor no espera. Y luego, ¡la locura
final! Deciden publicarlo.
—Brooke...
—Sí. Esa es la verdad, Chase. ¡La mierda sin tapujos! Te he follado en mi
cabeza desde el momento en que te conocí, y ahora te he follado de muchas más
formas que con la que siempre fantaseé. ¿Cómo es eso de defectuoso?
Mentirle a Chase sobre cualquier cosa será para siempre el mayor error de
mi vida. Porque él es mejor que el libro.
348

Chase Dawson, simple y llanamente, es genial.


—Yo diría que es bastante jodido —gruñe, haciendo que se me oprima el
pecho—. Para alguien que dice haber escrito un libro sobre un flechazo conmigo,
seguro que pareces haber encontrado algunas cosas que odiar —vomita,
sacudiendo el papel que tiene en la mano.
Lo más loco es que esos defectos que escribí... bueno, ni siquiera creo que
puedan considerarse defectos, porque todos y cada uno de ellos me parecen
entrañables.
Pero así es cuando amas a alguien. Lo amas todo. Cada parte.
Yo, en cambio... Bueno, mis defectos son jodidamente asquerosos. Y ahora
mismo, tengo el placer de enfrentarlos de frente a través del dolor en los ojos de
Chase.
—No, Chase —intento explicarle—. No. No pienso esas cosas en absoluto...
—Oh, vamos, Brooke. Tú los escribiste, ¿verdad?
—Sí. Lo hice, pero...
—Pero nada, Brooke. Son tus palabras, tus verdades, y creo que me dicen
más que el resto del tiempo que hemos pasado juntos. El tiempo, ahora lo veo, era
todo parte de un juego enfermizo o algo así.
Antes incluso de que el papel toque la silla, puedo sentir su intención de
marcharse. Su intención de dejarme aquí sin más compañía que mis errores.
—Chase, por favor. Estás entendiendo todo esto mal. Déjame explicarte.
—¿Explicar? ¿Ahora? ¿Después de haberme engañado y mentido todo este
tiempo? —Sacude la cabeza—. No lo creo, Brooke. El momento de dar
explicaciones fue hace tiempo. Quizá la noche en que te pregunté si alguna vez
habías sentido como Clive y River. Antes de que soltaras la estupidez de que me
querías.
—¡Pero no es una estupidez! —grito, agarrándome a su brazo una última e
inútil vez—. ¡Chase, no es mentira! Tenía miedo. Miedo de lo que pensarías, de lo
que dirías. Perdóname. Por favor, ¡déjame disculparme!
Pero no se queda y no escucha. Veo cómo la puerta se cierra tras él y Chase
sale de mi vida para siempre.
Y ni siquiera lo culpo. Puede que crea que no me conoce, pero yo estoy
segura de que lo conozco.
Y no se merece esto.
349

Se merece a alguien con la vida resuelta, la cabeza bien puesta y el corazón


en la manga.
Sin embargo, una cosa es segura. Pase lo que pase, pase el tiempo que pase,
echaré de menos la pequeña muestra que tuve de su perfección hasta lo más
profundo de la eternidad.
Porque Dios, lo amo. Francamente, enamorarme de él es lo más fácil que he
hecho nunca.
Chase nunca será alguien que pueda superar. Siempre será la persona más
importante que he perdido. Y puede que se haya alejado de mí, pero mi corazón
sigue con él. Y sinceramente, no creo que pueda recuperarlo nunca.
Cuando llego al final del correo electrónico, tengo el corazón en la garganta,
gritando en silencio por este terrible final.
Porque es jodidamente terrible. No hay cierre. Sólo hay un dolor y una tristeza
profundamente arraigados con los que sin duda puedo identificarme.
Alejarme de Brooke fue lo más difícil que he hecho en mi vida porque la amo.
Y como ella dijo, enamorarme de ella fue lo más fácil que he hecho en mi vida. Se ha
encariñado con mi alma. Se ha grabado en mi corazón. Ella abarca todas las cosas que
quiero en mi futuro.
El amor que siento por ella no es algo pasajero. Es jodidamente eterno, y está
muy dentro de mí, siempre ahí, siempre presente.
Carajo.
Me reclino en la silla, casi sin poder respirar, me llevo las manos a la nuca y
suelto un grito que sobresalta a Dawn.
A decir verdad, lo más duro de leer este correo es el hecho de que no puedo
estrechar a Brooke entre mis brazos y hacer que todo vaya bien. No puedo secar las
lágrimas de sus ojos. No puedo decirle que la quiero. No puedo hacer nada más que
sentarme aquí como un maldito idiota.
Todas las cosas que en el pasado consideraba determinantes, como la cabeza
firme, la mentalidad profesional y la lógica... ya no importan.
Estoy enamorado de Brooke Baker. Su risa, su sonrisa, sus palabras, tanto en
persona como en la página, lo es todo y más.
Clive y River son geniales. Reconocí un buen libro cuando lo leí. Pero son
geniales porque nosotros lo somos. Nuestra química, nuestro humor, nuestras
personalidades unidas... todo es una receta para causar sensación.
Y es hora de que lo recupere. Ahora mismo.
350

Capítulo Cincuenta y Tres


Sábado 17 de junio

Brooke
Han pasado dos días desde que envié el correo electrónico más aterrador de
mi vida y aún no he obtenido respuesta.
Sammy ha tenido cuidado de disuadirme cada vez que me pongo histérica. Ha
intentado decirme que es un tipo muy ocupado y que probablemente no soy el único
correo electrónico que recibió ese día, y que cuando habló con su hermana, Mo le
dijo que estaba tan ocupado que apenas había dormido.
Todo eso apenas me consuela. Siento que si hubiera leído el correo electrónico
y quisiera hablar conmigo, quisiera verme, ya lo habría hecho.
Pero eso no niega el hecho de que echo de menos a mi amigo. Quiero volver a
verlo. Y el no saber si eso volverá a ocurrir me está volviendo loca.
La verdad es que estoy empezando a perder la esperanza. Empiezo a llegar a
un punto en el que me preparo para lo inevitable: que Chase haya terminado
realmente conmigo y que pronto Longstrand me comunique que tengo un nuevo
editor. O peor aún, me dirán que ya no pueden publicar mis libros.
No tengo ni idea de lo que pasó con Accidental Attachment después de que le
enviara el manuscrito final a Chase hace poco menos de una semana. No sé si Chase
lo entregó o si le dijo a Jonah Perish que soy un ser humano terrible al que Longstrand
ya no debería representar.
No lo sé y, por desgracia para mi carrera, a estas alturas ni siquiera me importa.
Lo único que me hizo terminar el libro fue él. Saber lo mucho que había luchado
para que el libro saliera adelante, lo mucho que se había jugado en su trabajo.
Por muy angustiada que estuviera, sabía que no podía dejarlo colgado.
Pero lo único que parece importarme ahora es Chase y lo que está haciendo y
lo que está pensando y si leyó mi correo electrónico y si todavía me ama o si
realmente ha terminado conmigo.
351

Apago el equipo de música en el que ha estado sonando Dolly y vuelvo al


ordenador para consultar de nuevo mi correo electrónico.
Claro, recibo notificaciones por correo electrónico tanto en mi teléfono como
en mi reloj, pero a veces se retrasan o algo así y no las veo de inmediato. No me
gustaría pensar que hay un correo suyo guardado en mi ordenador sin que yo lo sepa.
Con varios clics y un suspiro de disgusto, vuelvo al sofá insatisfecha. No hay
correo electrónico. No hay llamada. No hay respuesta de Chase.
Quizá sea el momento de aceptarlo como lo que es: acabado.
Me cubro la cabeza con la manta del sofá y acerco un poco más el cálido cuerpo
de Benji. Me hace caso, como haría cualquier buen amigo, pero me doy cuenta de
que su cuerpo está demasiado rígido para disfrutar.
Me cuesta dejarlo ir, pero al final lo hago.
Ladra inmediatamente y me sorprendo cuando la puerta se abre y Sammy
entra. Me siento erguida como una vara, preocupada. —¿No deberías estar
trabajando? ¿No es por eso por lo que llevaste a los chicos a casa de Mo?
—Sí. Pero en realidad tengo que hacerle un recado y quiero que me
acompañes.
—Ugh, Sammy —me quejo—. No estoy de humor para hacer recados.
—No me digas. —Resopla—. No estás realmente de humor para dejar el
apartamento estos días. Pero no te voy a dar la opción. Levántate, ve a cepillarte el
cabello y ponte algo decente.
—¿Estás hablando en serio?
Ella asiente. —Muy en serio. Ahora muévete o llegaremos tarde.
Pongo los ojos en blanco, lo que hace que frunza el ceño, me levanto del sofá y
me dirijo a mi habitación. El colchón inflable de Sammy está entre el armario y yo, y
normalmente lo rodearía, pero como me está molestando, paso por encima.
Sin mirar siquiera, tomo unos vaqueros y una camiseta y me cepillo el cabello
antes de hacerme una coleta.
Como mis gafas también están manchadas de mis frecuentes ataques de llanto,
las paso por debajo del grifo y las limpio también con jabón antes de volver a
ponérmelas en la cara y dirigirme al salón.
Sammy me observa seriamente cuando entro en la sala. Respondo a sus
sospechas con un comentario sarcástico. —¿Esto le parece bien, Alteza?
—Voy a ignorar eso ya que este es un momento traumático para ti.
352

Me detengo justo antes de sacar la lengua.


Gah, soy verdaderamente irritante cuando estoy deprimida.
—De acuerdo —acepto con un gemido—. Vámonos.
Benji salta del sofá y me sigue hasta la puerta, donde Sammy lo engalana con
una pajarita a cuadros que le compró hace uno o dos días. Me río. —¿Qué? ¿Incluso
el perro tiene que disfrazarse?
No contesta, más bien me empuja hacia la puerta y me obliga a entrar en el
ascensor y atravesar y salir del vestíbulo.
Las calles bullen y el sol brilla, y todo parece una gran mentira. La Tierra, los
planetas y el sol son un puñado de putos mentirosos.
Sammy, Benji y yo caminamos las dos manzanas que nos separan del metro en
silencio, y luego bajamos las escaleras para esperar el tren. No me molesto en prestar
atención a nada que no sean mis dos pies y mi amigo canino.
Ni siquiera la línea en la que nos subimos. Nada. No me importa nada de eso.
Diablos, ni siquiera sé qué recado estamos haciendo. Sammy podría estar
llevándome a un campo vacío para enterrar un cuerpo y no me daría cuenta.
Me siento malhumorada mientras el tren avanza a trompicones durante casi
veinte minutos, y sólo levanto la vista cuando Sammy me agarra por el codo para
levantarme del asiento. —Supongo que nos bajamos aquí —le digo inteligentemente
a un completo desconocido al otro lado del vagón. Al más puro estilo neoyorquino,
me ignoran por completo.
Cuando Sammy me pellizca, decido no enojarla más, ya que ella es
básicamente todo lo que me queda en este momento, y la sigo escaleras arriba,
bloque abajo y a un edificio de apartamentos que nunca he visto antes.
Es irritantemente misteriosa, incluso cuando subimos al ascensor y nos
dirigimos a la sexta planta, algo que sólo sé por el botón luminoso que ha pulsado. —
Entonces, ¿a dónde vamos por Mo exactamente? ¿Negocio de drogas? ¿Adopción
ilegal? ¿A recoger algún tipo de animal extinto para ponerlo en la sopa especial de
esta noche?
El ascensor suena y las puertas se abren justo delante de la puerta abierta de
un apartamento. Como resultado, puedo ver claramente el interior.
Hay rosas esparcidas por todo el suelo de madera clara hasta las ventanas que
van del suelo al techo y, en medio de todo, está el hombre de mis sueños.
Sammy se inclina hacia mi oído burlonamente. —¿Qué te parece? ¿Es hora de
callarse ya?
353

Asiento. No puedo hacer otra cosa.


Cada parte de mí se centra en Chase en el centro de la habitación.
Está perfectamente peinado y reluciente, y tiene corazones en los ojos desde
el primer momento en que los veo.
Lo que veo dentro de ellos es un hombre que no quiere pelearse conmigo más
de lo que yo quiero pelearme con él. Somos amantes, en todos los sentidos de la
palabra. Y, Dios mío, voy a llorar.
Doy un paso al frente con impaciencia, me detengo tras un par de pasos y
recojo los brazos contra el pecho. No quiero ir demasiado rápido. Daría cualquier
cosa por no estropearlo.
—Dios, Chase —empiezo, las lágrimas formándose en mis ojos sin pausa—. Lo
siento mucho...
—No lo hagas. Te dije que lo hicieras.
—¿Por escribir el libro?
Se ríe. —No. Por escribir los defectos. —Sacude la cabeza—. El libro era todo
tuyo, pero nena, hiciste un trabajo maravilloso.
—Chase.
—Son perfectos en todos sus defectos, Brooke. Porque somos nosotros. Como
tú los escribiste. Antes creía que me encantaba este libro, pero no tenía ni idea de
cuánto más podía significar. —Me sonríe, me sonríe de verdad—. Ahora, ven aquí y
bésame.
De un momento a otro, estoy en sus brazos, mis piernas alrededor de sus
caderas y mi cara en su cuello. Los sollozos atormentan mi cuerpo y él me aprieta con
fuerza contra su embestida. Su cálida mano me reconforta cuando me frota la espalda,
y su sola presencia es un consuelo para mi alma.
Lo he echado mucho de menos.
Me quita las lágrimas de un beso cuando separo la cara de su cuello y persigo
su boca con la mía hasta que la atrapo. Su sabor mezclado con la sal de mis lágrimas
es la única solución que necesito para curar mis heridas abiertas.
—Te quiero tanto —susurro contra sus labios.
—Yo también te quiero, Brooke.
Es un momento largo y emotivo antes de poder mirar a otra cosa que no sea al
hombre que tengo entre mis brazos, pero cuando por fin lo hago, me doy cuenta de
que ni siquiera sé dónde estamos.
354

—¿Qué es este lugar? —pregunto, justo cuando Sammy sale por la puerta
principal y la cierra tras de sí.
—Es mi nuevo apartamento —dice Chase con una sonrisa—. El que he estado
renovando, y por fin está listo.
—Vaya —susurro, mirando a mi alrededor los elegantes suelos de madera y la
magnífica calidez que proporciona la luz del sol a través de las ventanas—. Es
precioso, Chase.
—Lo sé —me susurra, pero cuando miro para encontrarme con sus ojos, no está
mirando a su apartamento. Me está mirando a mí.
—Sé que esto va a parecer una locura, cariño, pero empiezo a darme cuenta de
que nada de lo que hacemos es convencional, ¿sabes?
Inclino la cabeza hacia un lado y él continúa.
—Cuando veo este piso, este nuevo comienzo, no me parece bien a menos que
tú también estés aquí.
—¿Qué estás diciendo?
—Estoy diciendo que te quiero aquí, Brooke. Conmigo. Nosotros, juntos, en
este apartamento, despertándonos el uno al lado del otro cada mañana y
durmiéndonos a mi lado cada noche.
Estoy bastante segura de que mi corazón se escapó de mi garganta y corrió por
el suelo y entró en el cuerpo de Chase. —¿Quieres que me mude contigo?
—Sí. Echo de menos vivir contigo.
Asiento. Yo también echo de menos vivir con él.
—¿Así que lo harás? —me pregunta para aclararme, y rompo a llorar una vez
más. Esta vez, sin embargo, es de felicidad.
Claro, puede parecer una locura que me vaya a vivir con él, pero cuando sabes
que quieres pasar el resto de tu vida con alguien, no esperas.
No deberías esperar.
El resto de tu vida empieza ahora mismo.
Por eso mi respuesta es fácil y emocionante. —¡Sí!
Me cubre la boca con la suya una vez más y me da un beso sobre el que podría
escribir otra novela entera. Y tal y como ha acabado esta, puede que ni siquiera me
detenga a hacerlo.
—Qué bien —murmura contra mis labios cuando por fin nos separamos.
355

—¿Lo es?
—Sí. Porque Sammy, Mo y Vinny ya fueron a buscar tus cosas.
Dios, lo amo.
Sonrío y lo miro fijamente a los ojos. —¿Y vivieron felices para siempre?
—Definitivamente —responde antes de darme el tipo de beso que sabe a
eterno.
Está bien, Dios. Estoy bien aquí.
Deprisa. Que alguien diga “El Fin”.
356

Epílogo
Sábado 21 de octubre
Cuatro meses después...

Brooke
Qué noche tan mágica. Las luces centelleantes bailan en las ventanas del salón
de baile The St. Regis Roof Ballroom, y más allá se divisa la Quinta Avenida y Central
Park.
Accidental Attachment es oficialmente el número uno en el mundo, y para mi
mayor sorpresa y temprano horror, el mundo es el número uno con él también. Lleva
casi dos semanas a la venta y, en ese tiempo, ha vendido la increíble cifra de
quinientos mil ejemplares.
Los libros de bolsillo rosas con letras amarillas saturan las manos de los
pasajeros del metro y de los peatones, y las mujeres hablan maravillas de Clive Watts
en cada rincón de Internet.
Es oficialmente un éxito, y esta noche, Longstrand organiza esta elegante fiesta
para celebrarlo.
Y con Chase a mi lado, estoy entusiasmada con todo ello.
Sí. Mi copa rebosa y algo más. Porque a partir de ahora, Brooke Baker lo tiene
todo.
Quiero decir, no todos los días escribes un libro sobre la persona que te gusta,
trabajas en ese libro con esa persona mientras pasan casi un mes juntos en una
autocaravana, te enamoras de esa persona, y luego, no sólo publicas ese libro, sino
que lo haces con ese mismo hombre a tu lado todo el tiempo, como pareja.
En el mundo de las novelas románticas, esto es lo que se llamaría el encuentro
definitivo convertido en cliché.
Y ser la chica que experimenta el tipo de amor que siento cuando estoy con
Chase, bueno, no hace falta decir que estoy bendecida.
Somos la canción de Lana Del Rey “Lucky Ones” hecha realidad.
357

Suspiro. Sí, sí. Realmente somos los afortunados.


Entre la multitud de asistentes a la fiesta, veo un revuelo de pieles blancas y
negras brincando por las puertas principales del salón de baile, y por la forma en que
mi amigo disfrazado de Spiderman empieza a inquietarse a mi lado, me doy cuenta
de que no soy la único.
Benji ladra a Dolly para saludarla y, sin previo aviso, ella se abalanza sobre la
correa y se la arranca de la mano a su dueño, Noah. Él se ríe, menos mal que ha tenido
la sensatez de soltarla antes de que le atravesara la palma de la mano y le chamuscara
sus manos de anestesista millonario.
Dolly está bellamente vestida con un gran lazo rosa, y el apiñamiento inmediato
de Benji es señal de que aprecia el esfuerzo de su niña bonita.
Debo decir que yo también lo aprecio. Es muy considerado por parte de una
perra tan dulce como Dolly, y de su dueño, abiertamente masculino, que lleva una
corbata rosa, haberse tomado la molestia de hacer juego con el tema de la fiesta de
presentación del nuevo bestseller número 1 del New York Times, Accidental
Attachment.
Sí, ese es el sonido de mis gritos lo suficientemente alto como para que se oigan
en los cinco distritos, muchas gracias.
Y, evidentemente, los guías espirituales, los regidores del destino, nunca
fallan. No solo me condujeron a Chase, sino que han traído a la vida de mi mejor amigo
a una mujer llena de clase y confianza, como su tocaya: Dolly Parton.
Es extraño cómo funciona el mundo a veces y, para ser completamente honesta,
en el buen amigo que se ha convertido Noah. Desde nuestro encuentro inicial con él
en Central Park, apenas tres días después de la emotiva reunión de Chase y yo, nos
hemos reunido al menos dos veces a la semana, todas las semanas, sin importar
nuestras otras obligaciones.
Todo en nombre del incipiente romance perruno de Benji y Dolly.
Después de haber tenido mi corazón roto por la distancia forzada del hombre
de mis sueños, sé que la última cosa que voy a hacer es mantener lejos a mi amigo
Benji de la mujer de sus sueños. Cada vez que puedo encontrar una manera de unir a
los dos amor doggos, lo hago.
Y, por suerte, el dueño de Dolly ha estado de acuerdo con este plan desde
aquel fatídico día en que los juntamos.
—Hola, Noah —saludo alegremente, acercándome a mis pies para darle a Dolly
un masaje digno de su hermosura—. ¡Gracias por venir esta noche!
358

Su sonrisa de respuesta es todo lo que necesito saber sobre mis planes secretos
para entrometerme la semana que viene. ¡Uf! Normalmente no soy de las que fuerzan
a la gente a hacer cosas, pero en este caso, ni siquiera me atrevo a sentirme mal.
Sé que mi hermana y Noah son el uno para el otro, por mucho que eviten
encontrarse. Y este ansioso castor no va a esperar más.
Es hora de que mi hermana mayor encuentre su felicidad para siempre. Es hora
de que encuentre a un hombre que sea digno de lo increíble y especial que es.
Y ahora que se ha asentado un poco más en Nueva York, creo que está
preparada. Espero que esté lista.
Dios sabe que el Dr. Noah Philip tiene un factor sexy de Anatomía de Grey que
no se puede negar. Si a eso le añadimos que es rico, tiene éxito, es encantador y ha
criado a una niña tan buena como Dolly, creo que es el hombre perfecto para Sam.
Todo lo que me queda es empujarlos juntos y...
Chase me aprieta la cadera con la mano, percibiendo el excitado vagabundeo
de mi mente como sólo él puede hacerlo, y me saca de la madriguera del conejo.
—Felicidades, chicos. Dolly y yo no nos lo habríamos perdido —responde
Noah, extendiendo una mano para estrechar la de Chase en ese tono de hombre, estoy
saludando con mi lenguaje corporal que sólo un par de zorros fríos como ellos dos
pueden lograr—. Siento tener que irme dentro de unos minutos, pero me alegro de
que Benj y Dolly al menos puedan disfrutar de su mutua compañía esta noche.
Sonrío y me inclino para volver a acariciar las mejillas de Dolly. —¿Estás
bromeando? Estoy tan emocionada que voy a tener a una chica durmiendo en casa.
Benji me mira de reojo, disgustado por mi errónea creencia de que Dolly será
mi invitada de alguna forma o manera. Entrecierro los ojos y le saco la lengua, pero
su desdén perruno no cambia.
—Sí, bueno, estoy seguro de que ella también está emocionada. —Noah
sonríe—. He estado hablando de lo mucho que no quiero ir a esta recaudación de
fondos para la última semana y media, y ella ha sido la caja de resonancia
desafortunada para la mayor parte de ella.
—Si se parece en algo a Benji —interviene Chase—, seguro que está
acostumbrada a la carga mental.
—¿Cómo dices? —me burlo juguetonamente con un batir de pestañas y una
mano en el pecho—. ¿Qué intenta decir exactamente, señor Dawson?
—Eres una escritora, nena. —Chase se ríe y me rodea los hombros con el
brazo, estrechándome contra su pecho fuerte y varonil—. Se supone que eres
adorablemente verborréica.
359

Noah sonríe satisfecho. —¿Y qué dice eso de mí?


Chase ni siquiera pestañea. —Todos los personajes de Brooke están en su
cabeza. Todos sus pacientes están dormidos. Para mí tiene mucho sentido que ambos
pasen el noventa por ciento del tiempo hablando con sus perros.
Noah sonríe. —Bueno, gracias de nuevo por invitarme. Y muchas felicidades.
Te juro que todas las enfermeras con las que trabajo tienen un ejemplar de Accidental
Attachment. No hacen más que hablar de él. —Mira el elegante Rolex que lleva en la
muñeca—. Mierda. Bueno, ojalá pudiera quedarme, pero...
—El deber llama —termina Chase por él antes de dar otra palmada digna de
un hermano en el brazo de Noah.
Noah se aleja con un movimiento de dedos y un último roce en la cabeza de
Dolly antes de desaparecer por la puerta por la que entró.
Y yo me quedo ahí, molesta porque mi hermana, una vez más, no ha aparecido
a tiempo.
Mi mohín debe de ser obvio, porque sólo pasan unos segundos antes de que
Chase me abrace y me susurre al oído. —No estés tan triste. Ya tienes un plan,
¿recuerdas? Sammy y él van a quedar la semana que viene.
—Lo sé —grito, con sólo mi encanto para salvarme de mi petulancia—. Pero
quería sentar las bases esta noche, ¿sabes? Tener una ventaja.
Chase tira de mí y me besa suavemente en los labios. —Tengo una idea.
—¿En serio? —pregunto emocionada.
Chase asiente, su frente roza la mía. —¿Qué tal si por esta noche, sólo por esta
noche, te centras en ti y en este libro y en el logro absolutamente enorme de llegar al
número uno de la lista del New York Times?
Me río y me encojo de hombros con la mayor despreocupación posible para
esta actuación. —Sí, de acuerdo. Supongo que es una idea decente.
—Te quiero, Brooke.
La sonrisa de Chase es tan brillante que me temo que si no hago algo para
sofocarla, todos los aviones que van al aeropuerto JFK van a empezar a desviarse
hacia nosotros por error sólo por vislumbrarlos a través de la ventanilla.
—Sí —respondo con un guiño—. A mí también me gustas bastante.
Seguimos riéndonos y besándonos cuando su ayudante carraspea desde detrás
de mí para llamar nuestra atención.
—¡Dawn! —digo con un grito, lanzándome a sus brazos y casi haciéndola
perder el equilibrio. Chase nos vuelve a poner en posición de firmes y Dawn me
360

envuelve en el tipo de abrazo genuino que estoy convencida de que sólo alguien
como ella puede dar. Para la mayoría de las personas que trabajan en mi editorial,
este tipo de comportamiento sería un poco exagerado, pero no para Dawn.
Mi primera impresión de ella fue correcta. Es un encanto. Estoy bastante segura
de que tengo un enamoramiento con ella.
Nos abrazamos y nos balanceamos durante un largo minuto antes de
separarnos, momento en el que Chase se inclina para darle un abrazo ligero y
profesional, con palmadas en la espalda y todo.
Me hace reír tanto que resoplo, y ese, por supuesto, es el momento en que se
acerca mi agente, Wilson Phillips. —Bueno, supongo que eso descarta mi teoría de
que aparecer varias veces en la lista del New York Times calmaría algo tu
personalidad.
—¡Oh, Wilson, vamos, ahora! El sueño sigue vivo. —exclamo con el puño en
alto—. Nos quedan muchos años juntos y, con suerte, muchos bestsellers. Todavía
queda “Una razón para creer”.
Chase sonríe, me atrae a su lado y añade: —Sé que ella es “Impulsiva”', pero
“En mi Habitación”... —Se vuelve para mirarme—: “Ooh, Tú eres Oro”.
—Esto no se acaba nunca. —Wilson gime, volviéndose hacia Dawn con la
esperanza de la camaradería—. ¿Puedes creer a estos dos?
Dawn sólo sonríe. —Yo en su lugar lo dejaría. En este momento, está en su
“Carne y Sangre”.
—Debería haberlo sabido —Wilson resopla y me mira fijamente—. Debería
haber sabido que también te las arreglarías para ponerlos en mi contra.
—Es sólo porque te quiero, Wilson —le respondo—. No te lo digo lo suficiente,
pero eres 'Todo lo que necesito' en un agente.
Chase intenta toser entre risas. Dawn finge ahogarse con la suya. Y yo me
aguanto las risas con tanta fuerza que se me hinchan las mejillas como a un pez globo.
—Sí. Esa es mi señal para mezclarme. Lejos, muy lejos de ustedes tres. —
Wilson se va antes de que podamos lanzarle otra referencia a la canción, en dirección
a la barra libre, y los tres nos quedamos riendo tan fuerte que tengo que agacharme
y sujetarme el estómago—. No sé por qué es tan gracioso, pero realmente lo es.
—Fue divertido —acepta Dawn, casi tímidamente—. Ojalá se me hubiera
ocurrido hacerle esto hace mucho tiempo.
—Escucha, siéntete libre de hacerlo cada vez que hables con él a partir de
ahora, ¿de acuerdo? —Asiento con los ojos muy abiertos—. Creo que es bueno para
todos los involucrados si difundimos esto lo más lejos posible.
361

—Lo has conseguido —asiente Dawn, inclinándose para darme otro abrazo—.
Enhorabuena —me susurra dulcemente al oído—. Por el libro... y por el hombre. Me
alegro mucho de que haya encontrado a alguien tan estupenda como tú.
Un pequeño escozor golpea mi nariz inesperadamente, y Dawn guiña un ojo
mientras empuja a Chase en el hombro con suavidad y luego se aleja.
—Estoy orgulloso de ti, cariño. —Chase me da un suave beso en la frente.
—¿Cómo de orgulloso? —le pregunto, pestañeándole y bajando la voz para
que sólo me oigan sus oídos—. ¿Orgullosa como 'podría abrazarte toda la noche'? ¿O
'quiero hacer cosas sucias, salvajes y sexys contigo cuando volvamos a casa esta
noche'?
Me sonríe, sus ojos se calientan de una forma que hace que un escalofrío de
excitación me recorra la espina dorsal. Me susurra al oído: —Todo lo anterior, nena.
Sí, por favor.
Estoy a punto de abrir la boca para continuar la conversación, pero nuestro
tiempo a solas se ve interrumpido por más personas que se acercan a nuestro
pequeño círculo para felicitarnos.
Frank y Regina, otros dos redactores jefe de Longstrand.
A lo largo de los años me he hecho amiga de otros autores de Longstrand.
Varios empleados del departamento de marketing con los que he trabajado
estrechamente en Shadow Brothers y ahora en Accidental Attachment.
Y luego, el gran hombre, el mismísimo Jonah Perish. Casi parece un personaje
de película, es tan perfecto para su papel.
—Bueno, Dawson, tenías razón en esto. Me gusta mucho cuando alguien en
quien creo está a la altura de mis expectativas.
La sonrisa de Chase es enorme, y así debe ser. Francamente, él se merece todo
el mérito por llevar este libro al número uno de la lista. Puede que yo lo haya escrito,
pero Chase Dawson es quien creyó él.
—Gracias, señor. Como alguien que ha crecido en la industria admirando su
forma de trabajar, es un verdadero honor tener su reconocimiento.
La sonrisa de Jonah es juguetona, y juro que le quita diez años enteros de
encima a su rostro apuesto pero endurecido. —No necesitas mi reconocimiento,
Dawson. Tienes el reconocimiento de lectores de todo el mundo. Enhorabuena —
termina, girándose hacia mí y esbozando una sonrisa—. A los dos.
Al principio pensé que la relación entre Chase y yo podría ser un problema en
Longstrand y, para ser sincera, Chase y yo estuvimos discutiendo durante toda una
362

semana sobre si debíamos mantenerla en secreto. Él se mantuvo firme en que Jonah


Perish era un hombre sensato y racional, y que una relación entre nosotros dos no
sería un problema siempre que no afectara al trabajo.
Yo, sin embargo, como espectador de muchos episodios de All My Children,
temía que hubiera un plan clandestino para separarnos, que implicara una o varias de
las siguientes cosas: veneno, un accidente de tren, sicarios, varios días atrapados en
el frío de una tormenta de nieve sin refugio y un gemelo malvado suyo o mío.
Chase, obviamente, ganó. Y sorpresa de todas las sorpresas, el mundo no se
acabó. Jonah no despidió a Chase ni canceló mi libro, y bueno, aquí estamos... en la
cima emocional y profesionalmente.
Aun así, el ambiente se aligera de inmediato cuando Jonah por fin se aparta
para ir a codearse con algunas de las otras personas importantes, y Chase respira
hondo, algo que solo alguien que estuviera tan cerca como yo sabría que estaba
conteniendo. Sonrío y lo atraigo hacia mí en un abrazo, rodeándole los hombros con
los brazos para acercarme a él.
—Ahora que, mi amor, que era un buen chico!
Chase se ríe y me levanta de los pies, sólo para que una mujer tres veces más
grande que él me arranque de sus brazos.
Sammy chilla y me abraza tan fuerte que caemos al suelo enmoquetado del
salón de baile sin gracia alguna. Afortunadamente ilesas, las dos nos reímos a
carcajadas mientras desenredo mi vestido del suyo y me pongo en pie con la ayuda
de mi hombre.
Una vez acomodada, se agacha para ayudar a mi hermana a levantarse
también, y las dos nos volvemos a abrazar, esta vez de forma mucho más controlada.
—¡Oh, Brookie! Siento llegar tarde. ¡El restaurante estaba absolutamente loco
esta noche! —Ella mira por encima de mi cabeza como si estuviera hablando con
Chase—. Mo y Vinny llegarán pronto, lo juro, pero fue muy difícil irme.
Me alejo y la despido con una sonrisa. —No pasa nada. Tenemos toda la noche,
¿no?
El éxito de Sammy aquí en Nueva York ha sido un espectáculo para la vista. Se
hizo cargo oficialmente de mi antiguo apartamento cuando me mudé con Chase, y ella
y los chicos han estado floreciendo desde entonces. De hecho, demostró ser tan
valiosa en La Croissette que Mo y Vinny la ascendieron a directora general. Lo juro,
a veces cuando miro en el bonito verde agua de sus ojos, no veo ninguna evidencia
de la estupidez de su ex Todd Brown en absoluto.
363

Solo veo a mi hermana feliz, segura de sí misma y próspera viviendo la vida


que se merece.
Bueno, aparte de lo de “creo que ella y Noah harían buena pareja”. Todo lo
demás está listo. Sólo esa pequeña cosa que todavía tenemos que lograr.
Miro de Sammy a Chase cuando ambos se quedan sospechosamente callados,
pero justo cuando estoy a punto de preguntarles al respecto, Chase se abalanza sobre
mí para besarme.
—Empiezo a decir sorprendida, pero sus labios me cortan el paso.
Y es un buen beso, incluso un gran beso, así que cada pensamiento de mi
cabeza se escapa en un parpadeo, la confusión olvidada y sustituida por la dulce
sensación de la lengua de Chase contra la mía.
Cuando por fin se aparta, me siento como la versión humana del emoji de los
ojos de corazón. Una cabeza gigante con dos grandes corazones rojos como ojos.
—Guau, Sr. Dawson. Eso sí que fue un beso. No tengo ni idea de para qué era,
pero no me importa. Bésame así el resto de mi vida y seré una chica feliz. —Doy
vueltas en un círculo de pura felicidad; no puedo evitarlo, y tanto Sammy como Chase
se ríen de mis gestos performativos.
Pero son momentos como este, aquí de pie con dos de mis personas favoritas
en todo el mundo, los que me hacen sentir tan malditamente agradecida por cómo ha
salido todo.
Chase y yo estamos en la cima del mundo en el trabajo, somos felices en
nuestra relación juntos, y Sammy está tan asentada en su nueva vida en Nueva York
que no creo que vuelva a caer, excepto cuando nos abrazamos, tal vez.
Soy una chica feliz. La más feliz, en realidad. El noventa por ciento del tiempo,
no puedo creer que esta sea mi vida.
La expresión de Sammy cambia, su excitación crece, y señala la puerta
principal del salón de baile dramáticamente. —¡Oh, mira, Chase! Ahí están Mo y
Vinny ahora!
Me giro para correr hacia ellos, Mo se ha convertido rápidamente en mi mejor
amiga desde que Chase y yo nos juntamos, pero me sorprendo cuando me tira hacia
atrás, la resistencia de la mano de Chase es demasiado poderosa para vencerla.
—Oye, ¿qué estás...? —Empiezo a preguntar, con las cejas fruncidas mientras
me giro para mirarle, pero la evacuación literal de todo el aire de mis pulmones me
interrumpe.
364

Allí, de rodillas, Chase se hinca con una pequeña caja de terciopelo que una
chica que creció con las comedias románticas y pasa su tiempo creando el felices para
siempre, literarios conoce demasiado bien.
Ya estoy llorando. Grandes lágrimas de felicidad resbalan por mi cara.
—Dios mío. Vas a...
—Sí. —Chase asiente, la naturalidad de su hermosa sonrisa durante un
momento tan importante es un recuerdo que guardaré para siempre—. Estoy sellando
el trato, cerrándolo, haciendo mía para siempre a la mujer más genial de todo el
planeta. —Hace una breve pausa, el tiempo justo para que me limpie la burbuja de
mocos que se me forma en la nariz, y luego continúa—. Eso es... si me aceptas.
Tengo la garganta obstruida y el corazón hinchado. Nunca, y digo nunca, me
he sentido tan segura de algo en toda mi vida. Quiero gritarlo a los cuatro vientos,
pero me obligo a callar lo suficiente para que termine de decir lo que ha planeado.
—Brooke Baker... amante de Dolly, maestra de las palabras, reina del humor y
de mi corazón... ¿quieres, por favor, ser mi esposa?
—¡Sí! —exclamo—. Sí, mil veces. Sí, incluso antes de que me lo pidieras. Sí para
siempre.
Benji ladra y su chica Dolly se une a él en la celebración mientras toda la sala
estalla en un estruendo de aplausos y vítores, pero con mis oídos palpitantes y
agitados, apenas los oigo.
Todo lo que puedo ver, todo lo que puedo sentir es al hombre que tengo
delante.
Me abalanzo sobre él justo cuando se pone en pie, apartando el anillo de mi
camino para rodearlo con fuerza. Mi nariz encuentra un lugar en su cuello y se queda
allí, con la intención de respirar todo lo que él es en este momento profundamente en
mi alma.
—Le prometí a mi hermana que esperaría hasta que estuviera aquí —susurra
Chase en voz baja, una carcajada de su pecho lo hace sonar sin aliento. Deshace
nuestras cabezas para mirarme a los ojos—. Así que lo hice. Pero no podía esperar ni
un segundo más.
Tomo la cara de Chase entre mis manos y aprieto mis labios contra los suyos,
completando nuestro momento de cuento de hadas.
Sólo me he apartado un centímetro cuando oigo a alguien no muy lejos musitar:
—Sabes, me recuerdan un poco a River y Clive.
Mi sonrisa crece un kilómetro y los ojos de Chase se iluminan de asombro.
365

—Enviar el libro fue un accidente —dice suavemente—. ¿Pero tú y yo?


Estábamos predestinados.
Lo beso de nuevo, haciéndole saber con todo mi interior que estoy de acuerdo.
Estamos hechos el uno para el otro. Es tan sencillo y tan complicado como eso.
He cometido muchos errores en mi vida, pero mi error favorito siempre será
adjuntar accidentalmente el archivo equivocado en un correo electrónico a Chase
Dawson de Longstrand Publishing.
También conocido como el hombre de mis sueños convertido en el hombre de
mi vida.
El hombre de mi futuro.
Mi chico.
No podría haber escrito esto mejor si lo hubiera intentado.

FIN
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Acerca de la Autoras

¿QUIÉN DEMONIOS ES MAX MONROE?

Max Monroe es en realidad Max & Monroe. Así es, somos dos 😊😊😊😊😊😊.

¿Cómo empezó todo? Hace muchas lunas, después de dedicarnos a escribir


libros románticos durante unos años, decidimos escribir un libro juntos por diversión,
nos asociamos bajo el seudónimo de Max Monroe y, bueno, el resto es historia.
Aquí estamos, más de 40 libros después, haciendo exactamente lo mismo. A lo
largo de los años, Max Monroe ha vendido casi dos millones de ejemplares, ha
aparecido en las listas de libros más vendidos del New York Times, USA Today y
Amazon, y ha publicado muchos libros en otros idiomas.
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Nuestro género favorito es la comedia romántica, pero de vez en cuando nos


gusta mezclarlo todo y escribir algo con un poco más de angustia, emoción y
suspenso. Pero, sobre todo, nos gusta hacer que los lectores se mueran de risa.
Si hay UNA pregunta que más nos hacen es... —¿Cómo escriben libros juntas?
Y la respuesta no es sencilla. Sinceramente, no estamos muy seguras. Cambia
todo el tiempo (más o menos con cada libro).
Simplemente... lo hacemos. *Nos encogemos de hombros*.

Es como si nuestras almas de escritores hubieran encontrado su otra mitad y


simplemente... funcionara. Como una especie de “amigos escritores predestinados”
y “escribieron felices para siempre” que no podemos explicar. LOL.
Pero de lo que estamos seguras es de que hemos sido bendecidas. Y
agradecidas. Entre nosotras y por nuestros increíbles lectores. No es por presumir,
pero son los MEJORES lectores de todo el mundo.
Ahora, ya que somos dos personas, aquí hay un poco más sobre cada una de
nosotras:

Conoce a Max.
3 DATOS DIVERTIDOS:
#1: Le encanta la Coca-Cola (la bebida, no la droga).
#2: En una vida pasada, fue Meteoróloga.
#3: Aún tiene grandes esperanzas de convertirse en animadora de los Dallas
Cowboys (aunque la última vez que animó era una alegre estudiante de secundaria
que se iluminaba como una reina del rodeo).

Te presento a Monroe.
3 DATOS DIVERTIDOS:
#1: Adicta al café.
#2: En una vida pasada, fue enfermera de partos.
#3: Aún tiene grandes esperanzas de convertirse en bailarina profesional
(aunque la última vez que hizo ballet tenía 9 años y lucía flequillo de plumas y
permanente).
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