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El centro respiratorio, situado en la parte inferior del cerebro, controla de forma

involuntaria la respiración, que, en general, es automática. La respiración continúa


durante el sueño e incluso cuando se está inconsciente. Una persona también puede
controlar la respiración según la necesidad, por ejemplo durante el habla, al cantar o
conteniéndola de forma voluntaria. El cerebro, la arteria aorta y las arterias carótidas
cuentan con unos pequeños órganos sensoriales que analizan la sangre y detectan
los niveles de oxígeno y dióxido de carbono. Normalmente, una elevada
concentración de dióxido de carbono es el estímulo más potente para respirar de
manera más profunda y con mayor frecuencia. Por el contrario, cuando la
concentración de dióxido de carbono es baja, el cerebro disminuye la frecuencia y la
profundidad de la respiración. La frecuencia respiratoria del adulto durante el
reposo es de unas 15 inspiraciones (inhalaciones) y espiraciones (exhalaciones) por
minuto.

Músculos respiratorios
Los pulmones no poseen músculos esqueléticos propios. El trabajo de la respiración
lo realiza principalmente el diafragma y, en menor medida, los músculos
intercostales, cervicales y abdominales.

El diafragma, un músculo laminar en forma de cúpula que separa la cavidad torácica


del abdomen, es el músculo más importante para la inhalación o inspiración. El
diafragma se adhiere a la base del esternón, el borde inferior de la caja torácica y la
columna vertebral. A medida que el diafragma se contrae, aumenta la longitud y el
diámetro de la cavidad torácica de manera que los pulmones se expanden. Los
músculos intercostales participan en la respiración ayudando a movilizar la caja
torácica.
El proceso de exhalación o espiración es habitualmente pasivo cuando no se están
realizando esfuerzos. La elasticidad de los pulmones y de la pared de la caja torácica,
que se abre enérgicamente durante la inspiración, les permite recuperar su posición
de reposo y expulsar el aire de los pulmones cuando los músculos respiratorios se
relajan. Por lo tanto, cuando una persona está en reposo, no se requiere ningún
esfuerzo para espirar. Durante el ejercicio intenso, sin embargo, ciertos músculos
participan en la espiración. Los músculos abdominales son los más importantes en
esa situación. Estos músculos se contraen, elevan la presión abdominal y empujan el
diafragma relajado contra los pulmones, con lo que el aire es expulsado.

Los músculos utilizados en la respiración pueden contraerse solo si los nervios que
los conectan con el cerebro están intactos. En algunas lesiones del cuello o de la
espalda, la médula espinal se puede seccionar, rompiéndose así la conexión del
sistema nervioso entre el cerebro y los músculos, de modo que la persona afectada
puede morir si no recibe ventilación artificial.
Función que desempeña el diafragma en la respiración

Cuando el diafragma se contrae y se desplaza hacia abajo, la cavidad torácica se


agranda, reduciendo la presión en el interior de los pulmones. Para igualar la presión,
entra aire en su interior. Cuando el diafragma se relaja y retorna a su posición, la
elasticidad de los pulmones y de la pared torácica empuja el aire hacia fuera de los
pulmones.

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