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EL DERECHO DE LIBERTAD
SUMARIO
tor inglés Hobbes al concepto que analizamos, dice que no podríamos con-
siderar privados de libertad al hombre imposibilitado para moverse {un
paralítico, verbigracia), o a la piedra tirada en medio del camino. 1
El término se emplea igualmente para indicar la carencia de ocu-
paciones o la extinción de una pena, como cuando hablamos de la vida
libre del vagabundo o decimos que un semejante se ha liberado de un
gran dolor.
En el lenguaje corriente posee asimismo la palabra un significado
moral, y en tal sentido se aplica a las personas que observan una conducta
escandalosa o llevan una vida contraria a las exigencias del decoro. El
vocablo es entonces sinónimo de libertinaje o indecencia.
Las acepciones de esta voz proteica no son menos numerosas en la
terminología filosófica y jurídica. Conviene, desde luego, distinguir la li-
bertad como atributo de la voluntad del hombre, de la libertad como dere-
cho. Aquélla es generalmente concebida como poder, o facultad natural
de autodeterminación. Podría definirse diciendo que es la aptitud de obrar
por sí, o sea, sin obedecer a ninguna fuerza o motivo determinante. Es,
como diría Kant, una causalidad cuyo primer momento es sólo causa, no
efecto de otra causa.
No podemos discutir aquí el difícil problema del libre albeo1río, ni
mencionar siquiera las múltiples formas en que, a través de las épocas,
ha sido planteado y se ha pretendido resolverlo. Tan sólo deseamos dis-
tinguir la libertad del querer, como hecho, de la jurídica, que es facul-
tad derivada de una norma. No se nos oculta que el término facultad es
ambiguo, y que generalmente se emplea para designar diversas aptitu-
des y predisposiciones naturales, que nada tienen que ver con el derecho
de libertad. Alabamos, verbigracia, las facultades extraordinarias de un
virtuoso del violín y, en sentido todavía más amplio, solemos hablar de
las facultades del alma. En estos giros, el vocablo equivale a aptitud o
atributo.
l11l- libertad jurídica no es poder, ni capacidad derivada de b natu-
raleza, sino derecho. Podríamos decir, con toda justicia, autNización.
Estar autorizado significa tener el derecho de realizar u omitir ciertos
acto0,os alemanes expresan esta idea con el verbo dürfen, sin equiva-
lente en castellano.
Frecuentemente se afirma que, desde el punto de vista jurídico, se
es libre de hacer o no hacer aquello que no está prohibido. Como lo
demostraremos más adelante, la anterior afirmación es incorrecta. Hay
numerosas acciones no vedadas por el derecho que, sin embargo, no per-
8 DEL VECCHIO, Füosoff,a del Derecho, trad. RtCASÉNS StCHES, I, págs. 112 y siguientes.
222 INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL DERECHO
una omisión. Dicho de otro modo: la facultad .de optar entre hacer y ''
_n.Q_hacer al~necesariamente impliéaTa licitud de la acción y la omi-
sión. Pues tanto la facultad de hacer lo que se tiene el derecho de omitir,
como la de omitir lo que se tiene el derecho de hacer, presuponen la facul-
tas optandi, que en ellas se refleja o traduce.
La relación en que el derecho de libertad se halla inserto es una
relación fundada. Fundante de ella es la que existe entre el titular
del derecho de primer grado y el sujeto pasible de la obligación co-
rrelativa.
El de libertad puede fundarse en un derecho absoluto o en un de-
recho relativo, pero siempre conserva su carácter absoluto. Pongamos
un par de ejemplos: el propietario de un edificio no sólo tiene el de-
recho de venderlo, sino el de optar entre hacer y no hacer tal cosa.
El comprador de un reloj tiene el derecho de exigir que éste se le
entregue y, además, el de optar entre el ejercicio y el no ejercicio de
la facultad fundante. En el primer caso, el derecho independiente es
absoluto; en el segundo, relativo. La facultad fundada es absoluta en
ambos.
Cuando, a consecuencia de la realización de un solo supuesto ju-
rídico, una persona adquiere varios derechos independientes, todos ellos
son fundantes de otros tantos de segundo grado. Por ejemplo: el hecho
jurídico que condiciona la adquisición del derecho de propiedad, hace
nacer, en favor del propietario, diversas facultades normativas; pero el
legislador, basándose en la teoría de la "fonción social", puede, si lo
desea, limitar la libertad jurídica del dueño, para lo cual le basta
suprimir- algunas de esas facultades o hacer obligatorio el ejerci-
cio de otras. Cuando tal cosa sucede, el propietario sólo es jurídicamen-
te libre en relación con el ejercicio o no ejercicio de las que no se agotan
•en la posibilidad normativa de cumplir su propio deber. La ley puede
transformar un derecho de ejercicio libre en derecho de ejercicio obli-
gatorio, mas no impedir que los de primer grado sean fundantes de la
facultas optandi.
La violación del deber de respeto, correlativo de tal facultad, puede
asumir dos formas distintas. Si la libertad jurídica se manifiesta como
ejercicio del derecho de primer grado ( esto es, como facultas agcndi)
el correspondiente deber consiste en no impedir el ejercicio de la facultad
fundante; si se manifiesta en el no ejercicio ( esto es, como facultas omit-
tcndi) el deber correlativo consiste en no exigir el ejercicio del derecho
independiente.
224 INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL DERECHO
Quien diga que al lado o por encima del orden jurídico en vigor,
hay otro natural que vale en sí y por sí, con entera independencia de
las prescripciones legales, podrá afirmar, al propio tiempo, que cada
sujeto es jurídicamente libre para ejercitar o abstenerse de ejercitar los
derechos independientes que el segundo de tales órdenes le concede. El
sector de la libertad jurídica de cada persona se hace así depender de nor-
mas ultrapositivas, y no de las que tienen su fuente en la voluntad soberana
del Estado.
La aceptación de tal dualismo lleva en línea recta a la de posibles
conflictos entre las exigencias del derecho natural y los preceptos del
positivo. Si afirmo que hay facultades innatas que el legislador debe reco-
nocer y sancionar, y declaro que en ellas se funda mi esfera jurídica de
libertad, cada vez que esas facultades sean atacadas por los preceptos vi-
gentes, tendré que negar la validez de éstos, y el conflicto resultará inevita-
ble, porque, desde el punto de vista del poder público, sólo son jurídicas
1as normas creadas o reconocidas por él.
Incidiendo en la postura positivista, cabría decir que nada importan
las opiniones de los particulares acerca del derecho natural, ya que, para
los órganos del Estado, no hay más normas que las sancionadas por
estos mismos órganos. Al modo como el teórico del derecho natural niega
validez a las prescripciones positivas que restringen o suprimen los dere-
chos que juzga inalienables, el legislador repudia en absoluto cualquiera
pretensión no fundada en el ordenamiento vigente. Y el segundo tiene en
todo caso la ventaja de que sus normas pueden ser coactÍvamente im-
puestas.
La conquista de ciertos derechos fundamentales y, en general, el
ensanchamiento de la esfera de la libertad jurídica, sólo pueden lograr-
se, desde el punto de vista de la teoría de los dos órdenes, si esos derechos
son reconocidos por el positivo, lo que necesariamente implica, de no exis-
tir tal reconocimiento, la necesidad de reformar, de modo pacífico o
por la vía revolucionaria, las prescripciones en vigor. Las luchas, muchas
de ellas sangrientas, que a lo largo de la historia se han librado en nom-
bre de los ideales libertarios, son el reflejo de una discrepancia entre la
concepción filosófica de nuestros derechos y prerrogativas y las normas de
cada ordenamiento concreto.
El ámbito de las facultades que estas normas conceden a las personas,
jamás coincide, de manera cabal, con el de los derechos que, desde el
punto de vista estimativo, debieran reconocérsele. Valiéndonos de una
imagen podríamos hablar de dos círculos elCcéntricos, de diferentes di-
mensiones, cuya zona de coincidencia crece o decrece en el curso ele! tiem-
po. El ideal de los partidarios del derecho natural sería la coincidencia
226 INTRODUCCION AL ESTUDIO DEL DERECHO
5"La palabra /unción equivale, pues, a variable de-pendiente de otra ,·o.rinble. Tamlii,én
se la palahra función para designar }a ley de corresponden<'in." "Se dice que la ,·a-
U!'La
rinhle u es f1,1nción df' las \"nriahlf's indepC'nrli('nli>s x. ,-, =· .. t. o qur. ricpl'nde de i•f:.las,
cuando a t"o.da gnipo de \'alores numí·riros de x, y, .. . t, corresponden uno o varios valores
de u." J. Rr.v PASTOR, Curso de Cálctdo ln/initc.~.:mal. Segunda edirión. Buenos Aires,
1929, pág. 7. Citnrfo por J. M. or. Sr.MrR1:~ Y GuRRt:A. f'R :=-u obra El 5entido funcional del
derecho de propiedad. "Revista de Derecho Prh·ado", Madrid, 1933, pág. 157.