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hice, y no porque no quisiera, sino porque en realidad me siento bastante

tranquilo.
Esto ha sido muy terapéutico, aunque también fue como recibir un
puñetazo en el rostro, sobre todo cuando he tenido que usar el cerebro, sin
embargo, creo que no usé mi cerebro del todo al hacer este escrito, más bien
usé mi corazón.
Hago una mueca al escuchar que el volumen de la sala principal ha
aumentado, uh, sabía que no debía dejarlos solos, a estas alturas es
realmente sorprendente que no hayan roto nada. Sé que Edward está ahí con
ellos, pero es una masita que no se atrevería a regañarlos.
Navidad está a la vuelta de la esquina, y como mis amigos la celebrarán
con sus familias, decidimos vernos hoy para celebrarla juntos por
anticipado. Me he retirado de la sala un par de minutos porque debía hacer
el escrito, se suponía que tenía que hacerlo antes, pero ya saben por qué no
lo he hecho, además, aunque he cambiado bastante en este último año, sigo
siendo el mismo procrastinador de siempre.
Veo el cuadro que está en el escritorio que Edward y yo compartimos,
es una foto de ambos el día de la graduación con mamá en medio, sonrío.
Mariel no sabe que llegaremos tres días antes de lo planeado, muero por ver
su expresión de sorpresa cuando nos vea en la puerta. Este año cenaremos
con ella e Irán porque papá irá a visitar a los padres de Kim, pero en año
nuevo estaremos todos juntos, todavía estoy preparándome, porque tener a
mi mamá y a mi madrastra en una misma mesa es una vergüenza segura.
La puerta se abre y mi sonrisa se amplía. No necesito voltear para saber
quién es.
—Aquí estabas —su voz hace eco por la habitación—. Oliver se va a
terminar todo, ¿cómo hago para decirle que no lo haga?
Suelto una risita nasal y giro a verlo, él sostiene un vaso de cristal con
una de sus manos, tiene puesto el suéter de Navidad que le regalé y está
descalzo, solo tiene el par de calcetines con figuras de reno que
encontramos en la tienda. Edward también ha cambiado en este año, su
cabello antes blanco ahora está rubio, su color natural, y no sé si yo me he
encogido, pero lo veo un poco más alto. No lo sé, ¿a qué edad se supone
que dejamos de crecer?
Físicamente lo hacemos en algún momento, pero emocionalmente no
creo que lo hagamos.
Edward también comenzó a ir con su antigua psicóloga, lo que le ha
ayudado a mejorar, los problemas con sus padres siguen latentes, pero ahora
que ya no vive con ellos dice que se siente mucho mejor, sus papás no se
interpusieron cuando dijo que estudiaría Letras, creí que habría un gran
drama familiar, pero no, lo único que sí sucedió es que no lo han apoyado
económicamente con la universidad, no obstante, eso no ha sido un
impedimento para él, Alek y Mariel lo han apoyado, además, consiguió
trabajo en una librería cercana. Le sugerí buscar a su padre biológico, sin
embargo, Edward no quiere hacerlo, ya que según él no quiere seguir
atascado en el pasado. Yo respeto sus decisiones.
—Estaba terminando algo —levanto la libreta y él entiende al segundo
de lo que estoy hablando porque asiente.
Se acerca a mí y toma asiento en la silla de al lado.
—Me alegra que lo hayas hecho, mon soleil. —Sonríe y pone su mirada
en el calendario de enfrente—. Mañana iremos a comprar los regalos para
tu mamá —me recuerda—. Subió a sus estados de WhatsApp que le hacía
falta un nuevo bolso. Creo que fue una indirecta.
—Definitivamente fue una indirecta —me río. Mariel seguirá siendo la
misma persona así pasen diez mil años—. También debemos comprar
comida para Lazy, se le acabó hoy.
Él asiente. Me olvidaba mencionar que en nuestro pequeño
departamento tenemos un polizón. Edward no pensaba dejar sola a su
mascota y la trajo con nosotros. Yo podré olvidarme de comer, pero no me
olvido de alimentar a Lazy. Si Juan, que se ha quedado con mamá, supiera
esto, ya me habría picado los dos ojos.
Edward baja su mirada hacia mi ropa y esboza una sonrisa coqueta.
—Tienes mi playera —señala y me hundo en la silla, avergonzado.
—Es más cómoda.
Mentira, mi ropa es mil veces más cómoda, pero me gusta oler a él.
—Te ves lindo —lleva su mano hacia la manga de la playera y juega
con esta—, pero me gusta más cómo te ves sin ella.
Ruedo los ojos por su coquetería barata y lo tomo del suéter para
atraerlo hacia mí. Él se ríe y presiona sus labios contra los míos,
inclinándose sobre mí para poder besarme con intensidad. No importa
cuántas veces nos besemos, siempre lo sentiré como si fuera la primera vez
y mi cuerpo también reaccionará de esa manera. Mi pulso se acelera cuando
sus manos descienden por mi pecho hasta llegar al dobladillo de la playera,

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