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LA NOVELA DEL LA GENERACIÓN DEL 98/LA NOVELA DE PRINCIPIOS

DE SIGLO

1.-PERVIVENCIA DEL REALISMO Y EL NATURALISMO.

La estética realista, con toques naturalistas, penetra


en los primeros años del siglo XX.
Vicente Blasco Ibáñez(1867-1928), llamado “el Zola
español”, es el autor más cercano a la estética
naturalista. En sus novelas (La barraca, 1894; Cañas y
barro, 1902,…)la huerta valenciana aparece como el marco
conflictivo donde abundan la violencia y las pasiones
desatadas. Es un autor interesado por los ambientes
sórdidos y las taras hereditarias.
Se cultiva en los primeros años del siglo la novela
erótica, un tipo de novela naturalista especialmente
preocupada por las realidades del sexo. Felipe Trigo (1864-
1916) es el autor más interesante.

2.-LA CRISIS DEL REALISMO.

1902 es el año que marca la ruptura con la estética


realista. En este año se publican:
-La Voluntad de Azorín
-Camino de perfección de Baroja
-Amor y pedagogía de Unamuno
-Sonata de otoño, de Valle-Inclán.

La ruptura con la estética del Realismo supone:

a)la irrupción del subjetivismo. Ya no interesa una


reproducción objetiva de la realidad, sino el reflejo que
ésta tiene en la conciencia del individuo y los procesos
que desencadena en la conciencia;

b)hay un claro intento de los autores de renovar el


estilo y las técnicas novelísticas;

c)las fronteras entre los géneros se difuminan. La


novela se aproxima a la poesía, como en el caso de Valle-
Inclán, o al ensayo, como en el caso de Azorín, o al ensayo
y el teatro como en el caso de Unamuno.

La prosa de principios de siglo se enriquece para dar


cabida a lo ensayístico, a lo aforístico, al lirismo
intimista. El Realismo decimonónico es sustituido por una
prosa impresionista donde lo característico es la
sugerencia, la imprecisión, la vaguedad simbolista, la
pincelada rápida que evoca lo descrito, la tendencia a lo
inconcluso, a lo fragmentario, a lo no definitivo. No se
trata de reflejar objetivamente la realidad, sino que ésta

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aparece diluida como trasfondo de la experiencias
subjetivas o de los problemas de conciencia.

3.-JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN (1873-1966)

Desde el punto de vista político evoluciona desde el


anarquismo al conservadurismo. Desde el punto de vista
filosófico, su obsesión es el Tiempo, cuyo devenir le
produce una íntima tristeza, una melancolía que se une a su
anhelo por apresar lo que permanece por debajo de lo que
huye y por fijar el recuerdo de las cosas que pasaron. En
sus obras (La voluntad, 1902; Antonio Azorín, 1903; Las
confesiones de un pequeño filósofo, 1904,…)parece como si
el tiempo hubiera quedado suspendido y no hubiera evolución
histórica alguna. Su visión estática de seres y cosas
transparenta la idea de que el mundo siempre fue así y
seguirá siéndolo. El detallismo característico de su prosa
busca encontrar en lo pequeño y en el momento la esencia de
lo intemporal.
Sus novelas rompen con la estética realista: no hay un
hilo argumental tradicional, la estructura se disgrega, se
tiende al intelectualismo y al discurso fragmentario,
predomina lo descriptivo y lo discursivo sobre la acción,
se desdibujan las fronteras entre la novela y el ensayo.
Hay en sus obras un individualismo escéptico, un acusado
intelectualismo, una visión literaturizada de la vida y un
profundo hastío vital.

4.-MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)

Entre 1894 y 1897 militó en el P.S.O.E. pero una


crisis religiosa lo alejó del socialismo y lo sumió en un
continuo conflicto interior. Unamuno gustó siempre de la
polémica. Su vida fue una continua agonía (lucha) y él un
agonista. Su carácter egocéntrico le llevo a intentar
llamar constantemente la atención.
En su ensayo En torno al casticismo (1895) reclama el
acercamiento a Europa como solución de los problemas de
España. Acuña en este libro el concepto de intrahistoria:
la vida cotidiana de los hombres es más importante que los
hechos históricos recogidos en los libros, pues éstos sólo
son la superficie de la verdadera historia.
En del sentimiento trágico de la vida (1913) expone
sus ansias contradictorias entre serse (escoger una
dirección de la propia personalidad y ahondar en ella) y
serlo todo.
Tras la crisis de 1897 sus escritos revelan el
desencanto ante la ilusión de que la razón ilustrada pueda
traer a la humanidad el desarrollo, el progreso, la virtud
y la felicidad. A partir de este momento sus herramientas
para profundizar en la interioridad son la ambivalencia, la

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contradicción entre los opuestos y la paradoja. Su lenguaje
expresa su creencia en la imposibilidad de una construcción
filosófica del mundo completa y acabada. La incertidumbre
es el motor creativo de su obra.
En este Unamuno agónico tres son las ideas básicas:
-el miedo a la muerte;
-la necesidad de creer en un Dios que garantice la
inmortalidad personal;
-la certeza racional de que tal Dios no existe.
Dios no sería importante si no supusiera la
inmortalidad de los hombres. Para Unamuno la inmortalidad
no es la disolución panteísta en el todo, como luego la
concebirá Juan Ramón Jiménez, sino una perpetuación de una
conciencia individual. La religión para él no es una
doctrina sino una lucha, una agonía para escapar al destino
inexorable de la muerte. En sus ideas se observa la
influencia del Kierkegaard y del protestantismo.
Junto al Unamuno agónico se encuentra también el
Unamuno contemplativo que aspira a detener el tiempo y a
identificar su alma con la Naturaleza.

Su primera novela, Paz en la guerra (1897) cuenta, con


técnica realista y abundantes elementos autobiográficos, el
cerco carlista de Bilbao en 1874.
Amor y pedagogía (1902) rompe con las formas de
narración tradicionales y aproxima la novela al ensayo. Es
una novela de ideas. En ella Avito Carrascal pretende
educar científicamente a su hijo, que acabará suicidándose.
La tesis es clara: la vida se resiste a dejarse encorsetar
por las teorías racionales. Parte de la crítica no
consideró a esta obra una auténtica novela y Unamuno acuñó
el término nivola para sus obras posteriores.
En Niebla (1914)el autor se convierte en personaje de
ficción con quien se enfrenta el protagonista cuando se
entera de que había previsto su muerte. Agustín reclama
ante su creador ser dueño de su propio destino de la misma
manera que los seres humanos reclamamos ante Dios el
derecho a gobernar nuestras vidas.
Abel Sánchez (1917) habla de la envidia, el odio y el
cainismo y La tía Tula (1921) gira en torno a una de las
obsesiones del autor, la maternidad
San Manuel Bueno, Mártir (1930) se centra en otras
obsesiones de don Miguel: la inmortalidad y la fe, la
alternativa entre una verdad trágica y una felicidad
ilusoria. Don Manuel, un cura que ha perdido la fe,
mantiene en la ignorancia a sus feligreses para que sean
felices. Noveliza aquí Unamuno la pregunta de Kierkegaard:
¿Qué pasaría si Jesucristo no hubiera tenido fe?

Las novelas de Unamuno suponen una ruptura expresa con


el Realismo. Unamuno suele exigir la participación del

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lector en los prólogos, en los epílogos, donde propone
interpretaciones contradictorias de sus obras o polemiza
sobre diversos aspectos de ellas. Así las novelas se
convierten en un juego intelectual que propone al lector
múltiples interrogaciones.
Los rasgos característicos de sus novelas son:
-concentración de la acción;
-ausencia de descripciones, salvo las de carácter
simbólico, pues no importa el decorado, sino los conflictos
íntimos de los personajes.
-el tiempo y el espacio externos suelen ser imprecisos
ya que lo que interesa es el tiempo vivido en el ámbito de
la conciencia;
-como lo importante es la interioridad de los
personajes adquieren gran relevancia el diálogo y el
monólogo, lo que acerca sus obras al teatro.

5.-PÍO BAROJA (1872-1956)

Estudió Medicina y su tesis doctoral versó sobre las


consecuencias psíquicas del dolor (El dolor: estudio de
psicofísica). Los rasgos más sobresalientes de su carácter
son la hipersensibilidad, una timidez casi enfermiza y una
radical sinceridad que raya en ocasiones en la provocación.
Escribió casi una decena de libros de cuentos y
relatos breves y más de sesenta novelas. En una producción
tan extensa se señalan dos etapas:
a)de 1900 a 1914 (Primera Guerra Mundial). Es la más
interesante desde el punto de vista literario. Aparecen en
ella sus obras más significativas: Camino de perfección
(1902); La lucha por la vida, trilogía compuesta por La
busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905); El
árbol de la ciencia (1911)
b)de 1914 hasta su muerte en 1956. En esta etapa sigue
publicando novelas, pero lo más significativo de este
periodo es su intento de escribir novela histórica. Baroja
dedica al siglo XIX español las veintidós novelas que
integran Memorias de un hombre de acción (1913-1935). Según
Baroja la Historia es arbitraria y accidental. No hay
progreso. En el fondo nada cambia, todo es estático y
siempre igual. Los protagonistas de la Historia son
idénticos en todas las épocas. Son estúpidos, hipócritas,
egoístas.
No puede decirse que en Baroja haya un pensamiento
estructurado. De Nietzsche le atrae la idea del hombre
fuerte, enérgico, del hombre de acción que se sitúa por
encima de las convenciones morales. De Schopenhauer toma su
concepción de la vida como algo incomprensible e
inabarcable, como una experiencia dolorosa y cruel. La vida
para Baroja carece de sentido, está regida por el azar, y

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los seres humanos son unos tipos peligrosos que no inspiran
confianza.
Su visión de un mundo cruel es deudora de la teoría
conocida como darwinismo social según la cual la vida
social se asemeja a la Naturaleza, en la que el fuerte
siempre aplasta al débil. La vida humana en sociedad
consiste en sobrevivir a costa de los demás. Para un médico
como Baroja es fácil concebir la conducta humana y la vida
social en términos biológicos.
Junto al ideal del hombre de acción se encuentra en
Baroja la aspiración a la ataraxia, a la abstención de
actuar, pues toda acción es dañina y produce dolor,
especialmente en los seres sensibles y conscientes. Hay en
Baroja un constante enfrentamiento entre la vida y el
pensamiento. Los seres que más piensan son los que más
sufren. El ideal schopenhaueriano de alcanzar la serenidad
por medio de la abstención y la autolimitación aparece
constantemente en su obra.
En cuanto al amor, como la religión, no es más que
otra mentira vital.
El rasgo esencial de Baroja es su pesimismo
existencial, su desconfianza en el hombre y en el futuro.
En cuanto al estilo, Baroja defiende la espontaneidad
del escritor. El deseo de naturalidad en el estilo explica
el tono conversacional de sus novelas, así como la idea de
que la novela carezca de un plan previo, pues ha de ser
semejante a la vida. Frente a la novela orgánica y cerrada
del Realismo Baroja propone la novela abierta y cambiante.
El género no tiene unos límites definidos, sino que en ella
cabe todo. Sobre esta cuestión Baroja afirma:
La novela, hoy por hoy, es un género multiforme,
proteico, en formación, en fermentación; lo abarca todo:
el libro filosófico, el libro psicológico, la aventura la
utopía, lo épico, todo absolutamente.
Un rasgo fundamental de sus obras es la amenidad:
Mi preocupación es hacer la novela poco aburrida,
para lo cual dejo los capítulos breves y los párrafos
cortos.
Otros rasgos relacionados con el deseo de entretener
son la acción ininterrumpida, los rápidos cambios de
escenario, la profusión de personajes, las escenas
dialogadas. Muchas veces la vivacidad de sus novelas tiene
que ver con el uso del recurso del viaje. En este sentido
su modelo es Robert Louis Stevenson
Las novelas de Baroja no son fruto de un plan riguroso
y muchas veces el personaje principal es el único principio
constructor de un relato en apariencia fragmentario. El
narrador se introduce en el relato, comenta los sucesos que
narra y adjetiva a sus personajes.
En muchos aspectos estas novelas son deudoras de los
folletines decimonónicos: desfile incesante de personajes,

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aventuras, crímenes, episodios truculentos, ambientes
misteriosos,…
Estilísticamente la prosa de Baroja es antirretórica:
párrafos cortos, frases breves, léxico común,…

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