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REVISTA MEXICANA DE ANÁLISIS DE LA CONDUCTA MEXICAN 2011 NÚMERO 1 (4­11 / 7­11)


JOURNAL OF BEHAVIOR ANALYSIS DOI: 10.5514/rmac.v37.i1.24686 37,11­20

EL CONCEPTO DE FUNCIÓN EN EL ANÁLISIS DEL COMPORTAMIENTO

EL CONCEPTO DE FUNCIÓN EN EL ANÁLISIS DE CONDUCTA

Mitch J. Fryling y Linda J. Hayes

Universidad de Nevada, Reno

Resumen

El concepto de función es fundamental para la disciplina del análisis de la conducta; sirve para
caracterizar el tema de la ciencia y también se utiliza para distinguir el análisis del comportamiento
de otros enfoques de la psicología. En este comentario evaluamos el concepto de función tal como
se utiliza en el análisis de la conducta. Esto se hace a través de la perspectiva del interconductismo,
con atención a las implicaciones para la validez y la importancia del análisis de la conducta como
sistema científico. Se identifican los problemas y se propone una alternativa. Finalmente, se revisan
las implicaciones de la adopción de esta alternativa.

Palabras clave: construcción de sistemas, interconductismo, función, análisis de la conducta, sujeto


importar.

Los autores contribuyeron igualmente al desarrollo de esta investigación conceptual. Partes de este documento se presentaron
en 2008 en la reunión anual de la Asociación para el Análisis del Comportamiento Internacional, Chicago, IL.
Correspondencia directa con Mitch Fryling en el Departamento de Análisis Aplicado del Comportamiento, Escuela de Psicología
Profesional de Chicago, 617 W. 7th St., 8th Floor, Los Ángeles, CA 90017. Correo electrónico: mfryling@thechicagoschool. edu
o a Linda Hayes, Departamento de Psicología/296, Universidad de Nevada, Reno, Reno, NV 89557. Correo electrónico:
lhayes@unr.edu

Recibido: 9 de octubre de 2010 Revisado: 28 de octubre de 2010 Aceptado: 24 de febrero de 2011


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Freír y Hayes
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Resumen

El concepto de función es central para la disciplina del análisis de conducta ya que sirve para
caracterizar o describir su tema de estudio científico y también se utiliza para diferenciar el
análisis de conducta de otras aproximaciones psicológicas. En este comentario consideramos
el concepto de función como se utiliza al interior del análisis de la conducta. Esto se hace a
través de la perspectiva interconductista con atención a sus implicaciones para la validez y
para el significado del análisis de conducta como sistema científico. Se identifican los
problemas y se propone una solución alternativa. Finalmente se someten a examen las
implicaciones adop tadas en esta alternativa.

Palabras clave: Construcción de sistema, interconductismo, función, análisis de conducta,


tema central.

La supervisión semántica es una tarea crítica para los trabajadores de la filosofía de la ciencia
(Kantor, 1969). Kantor ha sugerido que las empresas científicas deben esforzarse tanto por la
validez como por la importancia (1958, p. 50), donde la validez pertenece a la consistencia y
coherencia internas, y la importancia a la consistencia externa dentro del campo más amplio
de las ciencias. El uso coherente de los términos es fundamental para el logro de estos dos
objetivos. Esto es especialmente así cuando los términos son fundamentales, como cuando se
refieren a los eventos que componen el tema de disciplinas científicas particulares.
La consistencia está asegurada por una definición precisa. La definición precisa es aún
más importante cuando los términos técnicos son parte del vocabulario no técnico, ya que los
eventos a los que se refieren los términos en el habla ordinaria, sus significados no técnicos,
tienden a insinuarse, como referentes de los mismos términos en un contexto técnico. El
problema de vincular significados no técnicos a términos técnicos se reconoce cuando se
desarrollan neologismos para evitar dicha transferencia (p. ej., mando, tacto). Sin embargo,
esta solución no siempre es posible o práctica. Cuando este es el caso, se requiere una
definición precisa.
El problema del uso inconsistente de un término central en el análisis de la conducta,
donde las inconsistencias son producto del apego de significados ordinarios o desfasados, se
observa en el presente caso del término “función” y sus derivados. En este breve comentario
revisamos el concepto de función en el análisis de la conducta.1 Al hacerlo, consideramos las
implicaciones para la validez y la importancia del análisis de la conducta como empresa
científica. Finalmente, proponemos una alternativa para evitar una mayor confusión interna y
un significado científico comprometido.

1 Es importante destacar que muchos de los temas revisados en este artículo son fundamentales para la disciplina del análisis del
comportamiento, y otros han comentado sobre ellos (p. ej., Chiesa, 1992; Moore, 2000).

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El concepto de función
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El problema

El concepto de función tiene una larga y variada historia en el análisis del comportamiento.
Al principio, Skinner sugirió que se usara el término como reemplazo de la antigua
terminología de causa y efecto. Como dijo Skinner: “Los términos “causa” y “efecto” ya no
se usan ampliamente en la ciencia. Se han asociado con tantas teorías sobre la estructura
y el funcionamiento del universo que significan más de lo que los científicos quieren decir”.
(1953, pág. 23). Al mismo tiempo, esas mismas formas obsoletas de pensar de causa y
efecto parecían estar unidas al concepto de función. Las siguientes citas ilustran tal apego:
“Las variables externas de las que el comportamiento es una función proporcionan lo que
puede llamarse un análisis causal o funcional” (1953, p.
35); “Lo que falta es un tratamiento causal o funcional satisfactorio” (Skinner, 1957, p. 5).
En otras palabras, los términos funcional y causal se utilizan como sinónimos, dejando sin
sentido la propuesta de que función es algo diferente de causa.
Por lo tanto, aunque Skinner pretendía reemplazar las formas obsoletas de pensar, parecía
abrazar esas mismas formas de pensar con otro término, que es función. Dada la sugerencia
de Skinner de que vayamos más allá de las viejas formas de pensar de causa y efecto, tal
práctica representa oportunidades para malentendidos y confusión en el mejor de los casos
y serios problemas en el peor.
La influencia de las formas causales de pensar ha tenido un impacto particularmente
grande en los dominios de investigación y aplicación del análisis de la conducta. Por
ejemplo, el movimiento de análisis funcional ha hecho un gran uso de la conceptualización
de función de Skinner como sinónimo de causa (ver Hanley, Iwata y McCord, 2003). De
hecho, la evaluación del comportamiento funcional es una frase general que se utiliza para
describir las prácticas destinadas a obtener información sobre las causas del comportamiento.
Tres prácticas generales caen dentro del ámbito de la evaluación funcional del
comportamiento: a) evaluaciones indirectas (p. ej., entrevistas), b) métodos directos de
observación/descriptivos, y c) procedimientos de análisis experimental/funcional (Cooper, Heron y Heward,
Curiosamente, solo a este último se le otorga el estatus de demostración de relaciones de
causa y efecto, y se considera el estándar de oro para demostrar la función. Si bien una
revisión exhaustiva de esta literatura está mucho más allá del alcance del presente
comentario, el punto es que el concepto de función como causa ha tenido un gran impacto
en la literatura aplicada.2 El término función también se adjunta al significado ordinario,
como cuando se usa para referirse al propósito o utilidad de algo. Un ejemplo común de
esto es el popular entrenamiento de comunicación funcional del paquete de tratamiento
aplicado (p. ej., Carr & Durand, 1985). Aquí, un comportamiento apropiado que cumple la
misma función (es decir, propósito

2 Es importante notar que las frases “motivo por el cual ocurre el comportamiento”, “propósito del comportamiento” e
“identificación de las variables de control” son utilizadas en varios momentos por los trabajadores en la literatura de análisis funcional.
Cada una de estas frases parece abrazar la idea de que un análisis funcional tiene como objetivo descubrir las causas del
comportamiento.

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o utilidad) ya que el comportamiento problemático identificado es el objetivo de la intervención.


Se observa un apego similar con la frase “habilidades funcionales” y similares, como es
particularmente común en la literatura sobre autismo y discapacidades del desarrollo. El
movimiento del contextualismo funcional representa otro uso más del término función como
sinónimo de utilidad o propósito. De hecho, el contextualismo funcional tiene la utilidad como su
criterio de "verdad", y se organiza explícitamente en torno a este objetivo (por ejemplo, Hayes, 1993).
Curiosamente, en estos casos no está claro si el tema en cuestión es de naturaleza conceptual
o si se relaciona más con el uso del término por parte de los trabajadores en el campo, y parece
plausible que el segundo sea producto del primero. De cualquier manera, el punto importante
aquí es que el término se ha asociado tanto con formas obsoletas de hablar (causa­efecto) como
con significados no técnicos u ordinarios de la palabra.
El término función también se usa para describir varias relaciones conceptuales en el análisis
del comportamiento. Por ejemplo, se dice que los estímulos tienen funciones discriminatorias,
evocativas, de provocación y de refuerzo (p. ej., Michael, 2004). Si bien todas estas relaciones
son similares en el sentido de que son correlaciones observadas, curiosamente no todas reciben
el mismo estatus dentro de la empresa. Por ejemplo, se dice que los estímulos discriminativos
“establecen la ocasión” para responder, mientras que se dice que los reforzadores tienen un
papel causal más poderoso. De hecho, se dice que los estímulos discriminativos dependen de
los reforzadores para su estado funcional. Es decir, algunos estímulos tienen roles más poderosos/
causales que otros, aunque tal causalidad nunca se observa realmente (ver Hayes, Adams y
Dixon, 1997 para una discusión más detallada). El punto aquí es que incluso con respecto a
nuestro propio vocabulario técnico en el análisis de la conducta, la función se usa de manera
inconsistente y anticuada, las cuales amenazan la validez del análisis de la conducta como una
empresa científica (ver Parrott, 1983 para una discusión más detallada de estos asuntos).

Dada la centralidad del concepto de función en el análisis del comportamiento, es interesante


que el término se use en una variedad tan amplia de formas. Como hemos descrito, el término
tiene significados tanto ordinarios como obsoletos, a pesar del objetivo explícito de Skinner de
evitar formas causales de pensamiento. Este tipo de inconsistencia solo puede resultar en
confusión dentro de la disciplina, cuyas implicaciones pueden ser más o menos serias en
diferentes momentos. Hasta ahora nos hemos centrado principalmente en los problemas
sistémicos relacionados con el concepto de función en el análisis de la conducta; sin embargo,
también son evidentes los problemas meta­sistémicos, y es a estos problemas a los que nos dirigimos ahora.

Un problema mayor

Las ciencias se diferencian por los eventos aislados por cada una para su estudio especial (ver
Hayes & Fryling, 2009a, 2009b; Kantor, 1953). Las ciencias son lo mismo, sin embargo, en que
lo que estudian son relaciones entre eventos. Es por esta razón que las matemáticas, la ciencia
de las relaciones (sin importar los eventos que participen en ellas) es de naturaleza interdisciplinaria
(Kantor, 1958). Las relaciones son fenómenos unitarios, es decir, los factores que participan en
una relación no son partes diferenciables.

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El concepto de función
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(excepto para fines analíticos). Es decir, las relaciones son eventos en sí mismas, y sus partes
no comprenden el tema de ninguna ciencia. Hay dos tipos amplios de relaciones relevantes para
el término función en el análisis del comportamiento.

Tipos de relaciones:
a) Las relaciones de dependencia son unidireccionales: R=f(s) pero S≠f(R). Las relaciones de
dependencia son construcciones investigativas. Constituyen descripciones abreviadas de
acontecimientos con fines prácticos, a saber, predicción y control. Las relaciones causales son
relaciones de dependencia. No hay efectos sin causas. b) Las relaciones funcionales son
bidireccionales. R=f(s) y S=f(R). Las relaciones funcionales son construcciones interpretativas.
Constituyen descripciones de acontecimientos (con fines explicativos). Los factores que participan
en una relación funcional son absolutamente equivalentes. Es decir, no hay causa ni efecto.

En matemáticas, una recta es una relación funcional en la que las variantes x e y son
absolutamente equivalentes. Sin embargo, en el análisis del comportamiento, la función nominal
frecuentemente se refiere a relaciones del tipo de dependencia. De hecho, esto se ve a lo largo
de los escritos populares sobre el análisis del comportamiento, ya que cuando un cambio en la
variable independiente corresponde a un cambio en la variable dependiente se dice que
representa una relación funcional o causal (véanse los comentarios anteriores sobre las formas
de pensar de causa y efecto). . Esto es tan importante para la disciplina del análisis de la conducta
que a menudo se utiliza para criticar otros enfoques de la psicología (p. ej., Schlinger, 1995). Sin
embargo, el objetivo generalizado de comprender las relaciones de dependencia en el análisis de
la conducta no es sorprendente, ya que el análisis de la conducta pone un énfasis relativamente
fuerte en la predicción y el control de la conducta (ver Delprato & Midgley, 1992; por ejemplo,
Skinner, 1953).3 Ocurre confusión cuando el uso de constructos investigativos se expande
más allá del dominio investigativo para caracterizar eventos en un contexto más amplio. Esto
ocurre tanto dentro de las ciencias individuales como en el dominio de las ciencias en general.
En el análisis de la conducta, los constructos investigativos (p. ej., relaciones de dependencia)
se confunden con constructos interpretativos. Más específicamente, los objetivos de un
subsistema particular, a saber, el subsistema de investigación, se confunden con los objetivos de
toda la empresa. Nuevamente, esto puede ser particularmente común cuando los objetivos del
subsistema, como los de predicción y control, se enfatizan demasiado dentro de las ciencias
individuales. Desafortunadamente, el resultado de esta práctica es una falta relativa de apreciación
de los otros aspectos de los sistemas científicos.4 Además de las preocupaciones anteriores, las
relaciones de dependencia (por ejemplo, las relaciones causales) no son adecuadas para el
trabajo interdisciplinario efectivo porque su efecto es sugerir que el objeto de estudio de una
ciencia depende para su existencia (como efecto) de la

3 Morris (1992) ha sugerido que declarar que el enfoque del análisis del comportamiento es "predicción y control" es un ejemplo de
que nuestra disciplina es "económica hasta el extremo", y sugiere que nuestro objetivo se reinterprete como comprensión.
4 El interconductismo es único en su distinción explícita entre constructos y eventos (ver Kantor, 1957; Smith, 2007; y Fryling &
Hayes, 2009, para más información sobre esta distinción).

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sucesos de otro (la causa)­ dado que no hay efectos sin causas. Esta es la falacia­reduccionismo de
base, que socava la característica de "seriedad" de las ciencias que las distingue de otras empresas
humanas (Kantor, 1953, p. 6; Observer, 1969; ver Hayes & Fryling, 2009a, 2009b para una descripción
más elaborada). discusión de estos temas).

Si bien nuestras preocupaciones son serias, nada de esto quiere decir que los métodos y
procedimientos de investigación derivados del término función y el empleo de relaciones de
dependencia en el análisis de la conducta no hayan sido útiles. En particular, los dominios
experimental y aplicado se han beneficiado enormemente de los procedimientos y prácticas derivados
del término. Por ejemplo, el alejamiento del enfoque tradicional en la topografía del comportamiento
ha revolucionado las prácticas de evaluación y tratamiento en el análisis conductual aplicado (ver
Hanley, Iwata y McCord, 2003). Sin embargo, incluso dentro de estos dominios se encuentran algunos
efectos secundarios problemáticos. Por ejemplo, no es raro encontrar analistas de conducta que
afirman haber encontrado la función de la conducta problemática, muchas veces pasando por alto el
campo complejo e interrelacionado dentro del cual ocurren dichas conductas problemáticas. Es decir,
las relaciones de dependencia pueden llevar a los trabajadores a asumir que los comportamientos
tienen una causa, que dependen de algo que, cuando se encuentra, puede dominar el foco de los
esfuerzos de intervención.
Mencionamos esto brevemente para resaltar el hecho de que no se trata simplemente de una cuestión
conceptual o filosófica; abundan las implicaciones prácticas.
Si el análisis de la conducta se ocupa de la validez y la importancia, como argumentamos que
debería ser así, se necesita una aclaración. Dentro de nuestra disciplina, el concepto de función se
usa en una variedad de formas, algunas de las cuales son producto del apego a los usos comunes
del término (p. ej., utilidad), y otras son el resultado del apego a formas obsoletas de pensar
(causalidad). efecto). De hecho, los analistas de la conducta abrazan con tanta fuerza las formas de
pensar de causa­efecto, que las utilizan para distinguir el análisis de la conducta de otras perspectivas
en psicología. Es decir, se dice que el análisis de la conducta es capaz de demostrar “causa”,
mientras que otros no lo son. Por supuesto, la causa no es en realidad algo que pueda observarse
(ver Hayes, Adams y Dixon, 1997). Es decir, todo lo que podemos observar son relaciones, y si
consideramos que algunas relaciones son más poderosas que otras, este poder no se deriva de los
eventos observados, sino del entorno cultural más amplio (Kantor, 1950, 1953). Por lo tanto, no solo
está presente la inconsistencia, sino que tal consistencia parece estar plagada de suposiciones
obsoletas, suposiciones que nuestros fundadores intentaron evitar explícitamente.5 Esto solo puede
generar confusión e impactar nuestra productividad final. Además, la importancia del análisis de la
conducta como disciplina también parece verse afectada por nuestro uso idiosincrásico del término
función. De hecho, otras disciplinas (p. ej., matemáticas y biología) parecen usar la palabra de
diferentes maneras, y aunque puede que no haya una forma en que otras ciencias usen el término,
podemos al menos

5 Nuestro punto aquí es que todas las perspectivas, incluido el análisis del comportamiento, solo observan correlaciones; lo que
es único acerca de los enfoques conductuales es que el lado ambiental de la correlación puede manipularse, mientras que tanto
las construcciones estructurales como las hipotéticas, a menudo inferidas en otras áreas de la psicología, no pueden.

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Al menos decir que el apego a formas de pensar anticuadas parece ser particularmente
problemático. Dadas estas preocupaciones, parece que se necesita una alternativa.

Una solución al problema

Los interconductistas han señalado durante mucho tiempo el uso peculiar y problemático
del término función en el análisis de la conducta (p. ej., Kantor, 1970; Parrott, 1983), y con
nociones persistentes de causalidad en general (Hayes, Adams y Dixon, 1997; Kantor, 1950). ).
Estrechamente relacionado con esto, los interconductistas no hacen la distinción tradicional
entre descripción y explicación. Más bien, la explicación es vista como una forma de
descripción más elaborada; y, por lo tanto, no se ve como algo que demuestra relaciones
causales más poderosas (Kantor, 1953, pp. 33­34). Por lo tanto, defendemos el uso del
término función en un sentido puramente descriptivo, que se refiere a una relación
observada, por ejemplo, entre estimulación y respuesta. Es importante destacar que esto
es similar al uso del término en otras disciplinas (p. ej., matemáticas). En este sentido, los
comportamientos no “tienen función”, son funciones; son interconductuales. Es por esta
razón que los interconductistas conceptualizan el tema de la psicología como una interacción
(sf<− −>rf), y las razones e implicaciones de esta práctica ciertamente no son triviales.
Además, la interacción sf<− −>rf es un participante en un campo multifactorial, en el que
todos los participantes tienen el mismo estatus. Es decir, cuando se manipula un factor es
todo el campo el que se altera. Las relaciones entre los factores del entorno, la estimulación,
la respuesta, la historia interconductual y los medios de contacto son interrelaciones, es
decir, todos se describen mejor como participantes interactivos. Cuando el término función
es más explícitamente descriptivo de una relación observada, se reduce la probabilidad de
pasar por alto el campo multifactorial e interrelacionado. En otras palabras, este uso del
término función permite el análisis de lo que los interconductistas denominan campos
multifactoriales (Delprato & Smith, 2009; Kantor, 1958; Smith, 2006). Nuestra perspectiva
es que el campo interconductual debería ser el tema de estudio de una ciencia natural del
comportamiento.
Si el campo interconductual se convirtiera en el tema, las variables "independientes"
seguirían siendo las mismas; es decir, seguiríamos manipulando algún aspecto de ese
campo y mediríamos hasta qué punto reconfigura el campo midiendo otro aspecto del
campo. Lo importante es que nunca atribuiríamos causalidad a un factor, y que
reconoceríamos que siempre son todos los factores los que son participativos. Por lo tanto,
en lugar de “detenernos en la causa”, podríamos continuar persiguiendo una comprensión
más completa de todos los participantes en los eventos psicológicos. El campo no impediría
un análisis minucioso; de hecho, requeriría que un análisis tan minucioso sea aún más
completo, más considerado con todos los factores que participan en los acontecimientos
psicológicos.6

6 Relacionado con esto, los constructos investigativos son aceptables en el contexto de la investigación
(Kantor, 1958; Fryling & Hayes, 2009), pero no deben confundirse con el tema en general.

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Al mismo tiempo, muchos analistas del comportamiento parecen estar reconociendo la


naturaleza interdependiente del tema. Esto se ve con el mayor enfoque en la historia, los
factores de configuración y el contexto en general dentro del análisis del comportamiento. Es
decir, los analistas de la conducta parecen avanzar hacia la conclusión de que la conducta no
tiene una causa, que está interrelacionada con todo en la historia y el contexto actual del
organismo, todo lo cual constituye el campo psicológico actual del organismo (ver Hayes,
1992). ).
Reconocemos que algunos pueden interpretar el sistema de Skinner de una manera que es
algo consistente con el enfoque interconductual. Sin embargo, el hecho de que pueda
interpretarse de esta manera es precisamente el problema. Es decir, puede que no lo sea. De
hecho, se ha reconocido que el sistema de Skinner requiere algo de "desempaquetado" y, de
hecho, cuando se desempaqueta, el resultado final parece bastante similar al del interconductismo
y la psicología interconductual (ver Morris, 1992). Desafortunadamente, esta práctica da como
resultado el rechazo de las características únicas del interconductismo y, con ello, la necesidad
de considerarlo por completo. No fomentamos tales prácticas.
No obstante, en lo que sí se puede estar de acuerdo es en que hay motivo de preocupación,
independientemente de por qué se dice que existe tal preocupación. Al mismo tiempo, el campo
claramente está comenzando a adoptar una orientación de campo más integrada. Si bien esta
es una buena señal, abundan los problemas conceptuales mientras avanzamos en esta
dirección. El poder de la alternativa interconductual es que sus supuestos filosóficos están
claramente articulados, se hacen explícitos; no son suposiciones implícitas, esperando en la
oscuridad para emerger. Por lo tanto, hay muchas menos oportunidades de malentendidos y
malas interpretaciones en el camino. De hecho, estos supuestos relativamente menos comunes
son tan explícitos que los trabajadores del análisis de la conducta y la psicología en general
parecen tener dificultades para apreciar la posición interconductual. En otras palabras, la
claridad del interconductismo, en combinación con los supuestos vinculados culturalmente de
los trabajadores científicos, puede hacer que la posición sea difícil de entender, al menos para
algunos. Sin embargo, dada la importancia de estos temas, instamos a los lectores a considerar
el valor de la posición interconductual. El concepto de función es fundamental para la empresa
del análisis de la conducta y, por lo tanto, merece una cuidadosa consideración y aclaración.
Es nuestra esperanza que tal clarificación solo fortalecerá el análisis del comportamiento como
una empresa científica. Nuevamente parece que Kantor “siempre ha estado allí primero” (Moore,
1987), tal vez sea hora de que lo encontremos allí.

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