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Poemas 2020-21

Dickinson

Estos fueron escritos en el seminario de Dickinson, fueron los primeros poemas que
escribí en la carrera.

Pienso en que cada noche


una estrella se
apaga
La luz recorre el cielo
los planetas se detienen
a observar(te)
Me esfuerzo por evitarlo
La distancia
trata
trata
trata
de detenerme – acabarme y destruirme –
¿Me piensas una última
vez
mientras iluminas el infinito?

Neptuno

A quien me hace compañía en los días fríos.


Te escogí
¿o el universo me escogió
para ti?
Entre copos de nieve
tus quejidos
atravesaron mis barreras (las tuyas y las de ellos).

Tus ojos no me miraban


apenas podian abrirse
pero los mios te observaron por horas,
minutos, segundos,
evite parpadear,
con miedo a no verte de nuevo.

Creces lentamente,
y parece eterno
pero, el tiempo es relativo
cuando tu vida es corta.

Lloras cuando te dejo de lado,


Yo, al alzarte cada día.
No te sabes mi nombre, no lo entiendes,
pero yo susurro el tuyo a mis amigos.

Eres una parte de mi presente y futuro,


De un pasado que no sabia de ti.
Para ti, soy todo lo que veras,
Para mi, recuerdos de cuando fui amada.

Tengo miedo de que no me recuerdes,


una vez tenga que partir
Tengo miedo de que ya no estés,
cuando tenga que volver.
Tengo miedo de lo inevitable
que es perderte.

Taller 1

Leteo

I.
Es necesario, tan necesario
que trates de usar tus manos.

II.
Tus manos llevarán tu alma
y esta beberá el agua.

III.
El agua mirará tu cuerpo.
frío, sin color

IV.
Tus pálidas manos empezarán a quebrarse,
el peso pasará a tus piernas

V.
Tus piernas estarán magulladas,
tu sangre brotara como ríos.

VI.
El Leteo beberá tus recuerdos.

VII.
Tus recuerdos fluirán con la corriente.

VIII.
Entre la luz cegadora, volverás a nacer.
… (mi primer soneto)

Lo que creíamos perdido habita en ti,


en el estanque de tu mente insaciable,
que busca respuesta en ríos llenos de vacíos,
lugares oscuros que tratan de acabarnos.

Es tan sencillo olvidar que entre nosotros viven,


seres diminutos que nos obligan a callar,
sentimientos, les nombraron en los grandes libros.
que lees en las mañanas hambrientas de febrero.

Mientras te observo intento encontrarlos en el cuerpo,


en tu mente ausente que se cierra a mis ruegos,
y tu corazón necio que se niega a mirarme.

Y es tan doloroso seguir intentando buscar


la verdad que tus ojos, a la luz, me esconden,
¿es acaso tu cometido el olvidarnos?

Mantícora (este empezó mi trabajo de grado)

El día en que Dios estaba mas inspirado, se obligó crearte.


No era feliz con nuestros cuerpos, pero amaba nuestros rostros.
Nos abandonó a nuestra suerte después de pensarte.
Te soñó y decidió, con el corazón en la mano, que te quería.
Muchos dicen que de la India eres, yo creo que naces de la consciencia de tener solo dos
patas.

¿Que hay mas hermoso que un león y un escorpión? Tu divino cuerpo.

Imberbe no te quiso y 32 dientes no le fueron suficientes.


Tu voz es tan hermosa, como si Astaroth te hubiese prestado su instrumento.
A diferencia de nosotros, no te dejo indefenso.
Tu cola es tan fuerte que su aguijón asesinó a gigantes.
Cualquiera debe temerte, con tu hallazgo es inevitable la muerte.

Del único que Dios tuvo piedad fue del elefante que ante ti puede escapar.
Y su odio es tan grande que de ti hizo un devorador de carne humana.

Al final, nuestro destino es sucumbir ante tan perfecta creación.


Poemas filosóficos. (o un mediocre intento de ellos)

Y si después de la luz,
la oscuridad se llena,
alimenta y bebe.

Son las estrellas,


de mi telescopio,
mis caricias,
las define.


Y la luz que ilumina tu sonrisa
no es luz porque brilla,
sino porque existe.

Existir (este le dio otro sentido a mi trabajo de grado)

Tengo miedo de que cada vez que te toco no existas,


y es que el existir es tan solo un pequeño fragmento de la existencia,
que insiste en que debo creerle,
porque puedo tocarla.

Pero mis manos existen porque yo lo creo,


y lo creo porque las veo.
Y si mi cerebro me engaña,
nunca podré saberlo.

Si lo que veo existe,


Existe porque es visto,
y mis ojos lo reconocen,
porque puedo verlo.

Pero si puedo verlo y no existo,


¿estoy existiendo o pretendo hacerlo?

Y si lo pretendo,
y lo que veo también,
entonces lo que escucho tiene que serlo.

Y es mi oído quien no me engaña,


y es la música quien me susurra la existencia,
pero, una vez más, esta parte de mí puede no existir.

Y si no veo, no toco y no escucho,


entonces es Dios quien sí existe,
y no existe porque lo siento,
sino porque no puedo comprenderlo.

Taller 2

Una tarde
No creo que alguna vez me haya gustado el tacto del pasto sobre mi tobillos, desde mi
escritorio es donde me siento en sintonía con mi cuerpo. Y en esa tarde, soleada y
calurosa, las flores sonreían a mi paso y el camino cada vez se hacía más imperceptible.
Algo casi irreal despertaba, mientras el polen se mezclaba con mi cabello y las gotas
saladas que reposaban en mi nariz trataban de sofocarme. No puedo decir que
comprendo ese momento; aún así, en esa pradera, que no conocía el odio del verano
ardiente, por primera vez reconocí mi rostro. Fue como respirar sin necesidad de
hacerlo, de manera indeseable pude ver todo lo que mi cuarto ocultaba.


Es la luz
que me grita
y tu no estás
y sigo aquí
debajo de las colchas
las lágrimas se hacen dueñas
de los ojos que te observan.

Es la estrella nítida
que habla en la ausencia
de la luz del sol
y cuando aparece
él se ríe
se burla
disfruta
del ruido infernal
de sus gritos.

Y aún no entiendo
qué me dice
desesperada ella.
Su voz borrosa
resuena en las pupilas
que se cierran
al letárgico sueño
de la muerte.

Y es este espacio,
entre esto y yo,
me recuerda
lo incompleto
de la lluvia.

La que solía disfrutar


cuando danzaba sobre mis zapatos,
en las tardes en que todo era rosa
y la luna se negaba a dejarnos.

Y me falta,
lo que nunca he sentido,
entumecido en mi cuerpo,
el fantasma que por medio siglo
habitaba ahí.

Y ahora que no está,


lo que creí imposible,
es cuando mi cuerpo responde a su ausencia.

Ha sido difícil
acostumbrarse a ser mitad,
entre el humano y lo incompleto,
que consume mis extremidades
y una a una las va carcomiendo.

Empieza por mis piernas,


entre lamentos se despiden,
y con su falta me recuerdan,
que, en cualquier momento,
mi corazón se irá con ellas.

Seminario de poéticas.
Borrador para una poética.

Llévame, solitaria, […]


para que al conocerte me conozca.

Octavio Paz

Escribir no me otorga libertad, ni una rutina.

La poesía no es eso que encontramos en los versos que tratamos de escribir, es lo que
nos lleva a hacerlo. Una experiencia que no se conforma solo de pequeños fragmentos
de letras que forman una palabra. Ella pasa por el cuerpo, después por la mente y luego
el alma; y es ahí donde decide que quiere actuar. Se toma su tiempo en encontrar
sentido. No tiene extensión y ciertamente no permite que la silencien, porque en este
espacio es cuando quema más fuerte.

La poesía no está en ello que leemos, sino en las imágenes que escuchamos al hacerlo.
En hojas arrugadas que un poeta decidió tirar a la basura después de mil intentos, en el
lapicero que reemplaza al lápiz en la desesperación de que sea eterno, en la voz que la
recita frente a cientos de personas. Parece casi una puesta en escena de algo intangible
que no encuentra otro medio para escucharse. Un último intento de expresión.

La poesía está ahí, como un baile incesante que deja lo pies adoloridos. Casi necesaria
de manera inexplicable. En los objetos ordinarios que toman vida cuando son vistos. En
lo que no se dice, lo que se oculta, lo que el sol en su inmensidad decide no iluminar. La
poesía está en lo que no consideramos poesía, y desde su incertidumbre observa el
intento de ser creada.

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