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Facultad de Trabajo Social

TEMA 1. FUNDAMENTOS TEÓRICOS DEL TRABAJO SOCIAL (EPISTEMOLOGÍA)

El estudio de la naturaleza de esta disciplina, o lo que es lo mismo, el intento de dar


respuesta a lo que se entiende por Trabajo Social, suele abordarse a través de las
siguientes cuestiones:

- La aproximación al concepto de Trabajo Social.


- Definición de su objeto de conocimiento y actuación.
- Su dimensión científica y la relación con otras ciencias.
- Los fines y objetivos del Trabajo Social. Y ligados e éstos, los valores y principios
generales.
- Sus funciones, campos de actuación profesional y reconocimiento institucional.

1. EL CONCEPTO DEL TRABAJO SOCIAL: DIFICULTAD PARA ELABORAR UNA


DEFINICIÓN CONSENSUADA. DIFERENTES CLASIFICACIONES.

Hablar de las dificultades para definir el concepto de Trabajo Social, como


disciplina y como profesión, resulta un lugar común en la doctrina de los diversos
autores. Suele justificarse por su carácter dinámico, sometido a una interacción
constante con la vida social –los cambios sociales, económicos, ideológicos y políticos-
y con las teorías y paradigmas que las ciencias sociales y las corrientes del
pensamiento científico han ido incorporando.

A pesar del intento de muchos autores por ofrecer una definición de Trabajo
Social, nos encontramos con la dificultad de disponer de una definición consensuada.
De hecho Norberto ALAYÓN (1981) analiza setenta y dos definiciones, y de acuerdo a
las consideraciones de Mª José ESCARTÍN (1992) se dan varias circunstancias que
han dificultado ese consenso:

a) La breve historia y vivencia del Trabajo Social.


b) “Lo social” es algo complejo e indefinido, cambiante y dinámico, conflictivo y
multidimensional.
c) La gran diversidad de su especialización desde sus orígenes ha supuesto una
escisión provocada por los diversos campos de su aplicación práctica1.

Dada la vertiente claramente práctica y aplicada del Trabajo Social, es habitual


encontrar definiciones que lo contemplan como profesión o conjunto de actividades.
Pero tratar de establecer los conocimientos y los conceptos que lo definen es menos
frecuente y se realiza con menor concreción. Así, en 1915, Abraham FLEXNER, en su
conocida conferencia Is Social Work a Profession?, comparando el Trabajo Social con
profesiones de aquel momento, concluye que el Trabajo Social no es una profesión
porque no posee un cuerpo de conocimientos científicos propios, sino que, para su
práctica, se basa en los conocimientos de otras disciplinas. En 1922, Mary Helen
RICHMOND define el trabajo social de casos –social case work- “social case work

1
Al respecto MOIX, M. (1991) explica como “el Trabajo Social, a la manera de un árbol invertido, comenzó por
manifestarse en una pluralidad de ramas inconexas que se ignoraban mutuamente, y que sólo merced a su progresivo
desarrollo llegaron a encontrarse en un mismo tronco, tomando entonces conciencia de que pertenecían todas ellas a
un idéntico árbol, y de que constituían las diversas ramas o especialidades de algo que es único y común a todas
ellas: el Trabajo Social”. En la misma línea, señala el hecho de que hasta 1955 no se crea en EE.UU. la National
Association of Social Workers, en la que se fundieron siete asociaciones distintas (p. 216).

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consists of those processes which develop personality through adjustments consciously
effected, individual by individual, between men and their social environment” (p. 98-99).

En 1957, un grupo de expertos de las Naciones Unidas, a través del


Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, definen “el Servicio Social como una
actividad organizada, cuyo objeto es contribuir a una adaptación mutua entre los
individuos y su medio social. Este objetivo se logra mediante el empleo de técnicas y
métodos destinados a que los individuos, grupos y comunidades puedan satisfacer sus
necesidades y resolver sus problemas de adaptación a un tipo de sociedad que se
halla en proceso de evolución, así como por medio de una acción cooperativa para
mejorar las condiciones económicas y sociales”.

En 1965, Helen Harris PERLMAN afirma que el Trabajo Social “es un proceso
empleado por algunas instituciones consagradas a fomentar el bienestar público para
ayudar al individuo a afrontar con mayor eficacia sus problemas de ajuste social” (p.
13).

Además de la citada compilación de Norberto ALAYÓN, otros autores se han


ocupado de analizar las definiciones de Trabajo Social y proponer diferentes
clasificaciones. Entre ellos, destacan Carmen GARRIGA (1989, p. 10), que constata la
existencia de tres grandes grupos de definiciones en la literatura internacional:

1) Aquellas que consideran al Trabajo Social exclusivamente como la actividad


desarrollada por los titulados por las Escuelas de Trabajo Social.
2) Aquellas que lo consideran de forma amplia, englobando dentro del término a toda
actividad humana, en tanto que consideran Trabajo Social cualquier tarea que exige
una dimensión y preocupación social.
3) Aquellas que consideran que el trabajador social es todo el que interviene en la
realidad social de forma consciente y organizada, en vista a modificar el medio
social, a mejorar las condiciones de vida y la distribución de los bienes económico-
sociales y culturales.

Manuel MOIX (1991, pp. 219-232) realiza una clasificación en la que diferencia dos
categorías principales:

a) Concepciones genéricas del Trabajo Social, a las que considera


extremadamente imprecisas y que con dificultad nos servirían para precisar el
término.
b) Concepciones específicas, en las que agrupa aquellas definiciones que
consideran al Trabajo Social de alguna de las siguientes formas: institución,
instrumento social, actividad, proceso, servicio, servicio profesional, disciplina
profesional, y como profesión.

Carmen RUBÍ (1991, p. 17) selecciona diferentes definiciones de organismos


oficiales y de autores individuales, para concluir que se desprenden de todas ellas una
serie de elementos básicos:

1) El Trabajo Social es una actividad llevada a cabo bajo una óptica concreta: LA
INTERVENCIÓN SOCIAL, es decir, una acción organizada y desarrollada
intencionalmente para modificar unas situaciones sociales consideradas como
no deseadas y en orden a mejorar la calidad de vida, la autonomía y la
solidaridad.

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2) Esta actividad profesional se operativiza en el ámbito de la Política Social y los
Servicios Sociales, bajo un enfoque integrado y globalizador.

3) Esta actividad, en el proceso hacia el mejoramiento y modernización de las


estructuras e instituciones de la sociedad, promueve la PARTICIPACIÓN de los
individuos y grupos, estimulando y fomentando el establecimiento de relaciones
conscientes y solidarias.

Posteriormente, Fernando FANTOVA (2007) matiza el concepto de intervención


social, término muy utilizado por otras disciplinas –como la psicología, la educación
social, etc...- al que define como aquella actividad que:

• se realiza de manera formal u organizada,


• intentando responder a necesidades sociales y, específicamente,
• incidir significativamente en la interacción de las personas,
• aspirando a una legitimación pública o social.

La incidencia significativa en la interacción de las personas es el punto más


original de esta aportación. Tal y como dice el autor (FANTOVA, 2007):

Existe otro bien muy preciado que yo propongo llamar interacción y que podríamos definir
como el ajuste entre la capacidad de desenvolvimiento autónomo de la persona en sus entornos
vitales y el apoyo social disponible a través de los vínculos familiares, convivenciales,
comunitarios o sociales en general. Propongo la palabra interacción porque permite hacer
referencia tanto a lo que la persona hace como al apoyo o ayuda que recibe gracias a los vínculos
informales que mantiene. Lo relevante no sería tanto el que la persona sea más o menos
autónoma (pensemos en el bebé humano) o disponga de muchos o pocos vínculos (pensemos en
el ermitaño) sino el ajuste entre autonomía personal e integración relacional en cada contexto y
momento del ciclo y el proyecto vital de cada persona. (p. 9)

Volviendo al concepto de Trabajo Social, Natividad DE LA RED (1993, pp. 133-


142) ofrece una selección de definiciones que considera como más representativas y
precisas entre todas las que se han formulado. La originalidad de su clasificación radica
en agruparlas por orden cronológico, en función del desarrollo histórico que ha descrito
anteriormente, lo que reconoce que no es usual en otras exposiciones, pero estima
“que es lo más fielmente acorde con la mismidad del Trabajo Social”:

a. De 1870 a 1930: ayuda técnica. Cita las definiciones de Mary RICHMOND y de


Octavia HILL. Concluye que, en estas definiciones, el objeto del Trabajo Social no
se limita a la ayuda individual a la persona, sino que incluye también aspectos
sociales que inciden en la problemática de individuos o grupos.

b. De 1930 a 1960: actividad precientífica. Aún no se constata una identidad definida


en el Trabajo Social. Señala la influencia de las perspectivas psicológicas y
psicoanalistas de los años treinta y cuarenta, que facilitan la profundización en el
conocimiento del usuario y en la humanización de la relación profesional; pero con
el énfasis en la persona, el ambiente pasa a segundo lugar.

Solo algunos autores superan esta influencia, como Gordon HAMILTON, que
elaboran el concepto de caso psicosocial como un hecho humano en el que siempre

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existen factores internos y externos o ambientales abarcando personas y situaciones,
realidad objetiva y la significación de esa realidad para quien la experimenta.

Pero la dimensión social del contexto adquiere relevancia a partir de los años
cincuenta y sesenta. Por ejemplo, en Werner W. BOEHM o en la ya citada del grupo de
expertos de las Naciones Unidas (1957). BOEHM entiende al Trabajo Social como
actividad: “El Trabajo Social pretende aumentar el funcionamiento social delos
individuos, singularmente y en grupos, por medio de actividades enfocadas a sus
relaciones sociales que constituyen la interacción entre el hombre y su entorno. Estas
actividades pueden agruparse en tres funciones: restauración de la capacidad
deteriorada, previsión de recursos individuales y sociales y prevención de la disfunción
social”.

DE LA RED considera que estas definiciones se centran más en el para qué y a qué
necesidades responde el Trabajo Social que en su naturaleza. Adolecen de un exceso
de generalidad e imprecisión. Se intenta, en la perspectiva de la operatividad, mejorar
el funcionamiento de las personas individual y socialmente a través de la interacción
social.

c. De 1960 a 1980: profesión específica. El Trabajo Social ya no aparece como un


conjunto de métodos, o como un arte o una técnica, sino como una actividad
profesional, en cuyo fin se sigue percibiendo una noción de mejora así como el
reconocimiento de unos valores humanos: “el Trabajo Social es un servicio
profesional, basado en el conocimiento científico y en la destreza en las relaciones
humanas, que ayuda a los individuos, solos o en grupos, a obtener satisfacción
social y personal e independencia. Es usualmente prestado por una agencia social
o por una organización conexa” (Friedlander, W., 1973, p. 4, citado por De la Red,
1993).

La polémica sobre la institucionalización, profesionalización y el carácter científico


del Trabajo Social se plantea de modo abierto en los años sesenta. M.A. RUPP
considera al respecto que el Trabajo Social ha desarrollado un conjunto de
conocimientos que parecen satisfacer las condiciones planteadas por una profesión:
coherencia y transmisibilidad.

La diversidad de definiciones en torno a los años setenta se sitúa sobre las


diferencias referentes al sistema teórico del saber en el Trabajo Social. Para algunos
encuentra su consistencia en las ciencias humanas y sociales, mientras que para otros,
en el carácter técnico y metodológico.

d. 1980 a 1990: intentos de conceptualización. En los países de América del Sur es


frecuente la alusión al concepto de Trabajo Social como tecnología social. La
chilena Nidia AYLWIN (1971) identifica al Trabajo Social con “una tecnología social,
porque aplica los conocimientos de las ciencias sociales a la realidad con el fin de
transformarla” 2. El argentino Ezequiel ANDER-EGG (1985) afirma que “el Trabajo
Social es una tecnología social, cuyas funciones específicas son la implantación de
políticas sociales y la educación, promoción y animación social y prestación de
servicios sociales realizados con alcance asistencial, preventivo o de rehabilitación”.

2
Posteriormente, esta autora (Aylwin, 1980) ha revisado su postura: “para el desarrollo del Trabajo Social como
disciplina es necesario entonces construir su objeto superando la noción común de problema social, formada a través
de la sola práctica” (El objeto del Trabajo Social, Rev. de Trabajo Social 30, Santiago de Chile, 1980, p. 6).

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Para este autor, el Trabajo Social está en el plano de la acción social, pero nunca
en el de la ciencia o de la investigación científica: “el Trabajo Social no tiene cuerpo
teórico propio, aunque al igual que todas las tecnologías sociales tiene su
fundamento científico o una apoyatura teórica prestada de las ciencias sociales en
general, o si se quiere decir de manera más amplia, de las ciencias humanas; se
trata, pues, de una forma de acción social”.

Esta concepción ha sido duramente contestada: “Si por ciencia ha de


entenderse, en definitiva, un conjunto sistemático de conocimientos transmisibles en
torno a un objeto propio, y si lo que caracteriza a toda ciencia es, como dice Zubiri,
tener como fin último la verdad, resulta indudable que el Trabajo Social es,
rigurosamente hablando, una ciencia” (MOIX 1991, pp. 199-245)3.

La Asamblea Mundial Conjunta de la FITS (Federación Internacional de


Trabajadores Sociales) y la AIETS (Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo
Social), celebrada en Montreal en agosto del año 2000, promovió una definición que ha
gozado de amplia acogida durante la primera década del siglo XXI:

La profesión de Trabajo Social promueve el cambio social, la resolución de problemas en


las relaciones humanas y el fortalecimiento y la liberación del pueblo para incrementar el
bienestar.
Mediante la utilización de teorías sobre comportamiento humano y los sistemas sociales, el
Trabajo Social interviene en los puntos en los que las personas interactúan con su entorno.
Los principios de los Derechos Humanos y la Justicia Social son fundamentales para el
Trabajo Social.

La Federación Internacional de Trabajo Social ha presentado una nueva


definición de Trabajo Social a nivel internacional en la CONFERENCIA MUNDIAL
SOBRE TRABAJO SOCIAL, EDUCACIÓN Y DESARROLLO SOCIAL 2014, celebrada
en Melbourne (Australia) del 9 al 12 de julio.

El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que
promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la
liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la
responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo
social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades
y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras
para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.

La definición se puede ampliar a nivel nacional y/o regional.

3
Natalio KISNERMAN entiende el Trabajo Social como “una intervención intencionada y científica, por lo tanto
racional y organizada en la realidad social para conocerla, tranformarla… No es simplemente ejecutor de lo que
otras profesiones elaboran. Investiga y transforma, apropiándose de una realidad concreta de trabajo…” (1985, pág.
116). KISNERMAN se niega a aceptar que el Trabajo Social quede reducido a una tecnología, aunque tampoco
entiende que en la actualidad el Trabajo Social sea una ciencia consolidada (pág. 111). Coincidiendo en parte con
KISNERMAN, Boris A. LIMA estima que el Trabajo Social sigue estando en un estadio precientífico, por no haber
sido capaz de elaborar conceptos y proceder a su sistematización (1983, pág. 122). Teresa ZAMANILLO considera
que en ciencias sociales, una disciplina como el Trabajo Social no necesita un cuerpo de conocimientos propio para
ostentar un estatus científico. Lo que necesita es estudiar algunas teorías que debe adecuar a su campo de
intervención (ZAMANILLO, T. y GAITÁN, L., 1991, p. 49).

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2. EL OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL: LA NECESIDAD DE CLARIFICAR CUAL
ES SU MATERIA DE ESTUDIO. El individuo como problema. El problema
situacional de la persona. La estructura social opresiva. La satisfacción de las
necesidades humanas en relación con los recursos. Otras construcciones
teóricas del objeto del trabajo social.

Para sostener que el Trabajo Social es una disciplina de carácter científico se


contempla la necesidad de clarificar cuál es su materia de estudio. ESCARTÍN
CAPARROS, Mª J. y SUÁREZ SOTO, E. afirman que “es precisamente la búsqueda
de la definición del objeto del Trabajo Social lo que, junto con el problema de los
métodos, más dificultad ha planteado a esta disciplina en la búsqueda de un lugar en el
panorama científico actual” (1994:76).

DE LA RED VEGA hace un recorrido de las tendencias histórico-conceptuales


más representativas sobre el objeto del Trabajo Social (1993, 156-168). Desde las
diversas posiciones teóricas que ha adoptado el Trabajo Social se han elaborado
distintas concepciones del objeto de estudio.

En un primer momento, bajo la influencia del funcionalismo, el objeto del Trabajo


Social se centró en el individuo como problema. Se entendía que el problema radica en
el hombre que, por desajustes de su personalidad, no se adapta al sistema y sufre
inadaptación. El objeto es el hombre como sujeto sustentador de problemas, y el
objetivo de la disciplina debería ser el intentar paliar las disfunciones sociales. O lo que
es lo mismo, el objeto del Trabajo Social es el individuo, desajustado y anómico.

Un paso importante en la clarificación del objeto se produce con la consideración


del mismo como “problema situacional de la persona”, “el ser humano en su situación
total”, según Swithum Bowers (1950). La interacción entre un individuo y la situación
vivida por él. Se entiende que es una categoría que transciende lo meramente
individual, centrándose el objeto en las situaciones originadas por carencias y que van
a suponer un cambio desfavorable en la vida de los individuos.

La situación es lo que envuelve la vida del hombre, ya sea individuo, grupo o


comunidad. Se hace presente, como una realidad, en la vida de los hombres y se
convierte para ellos en un segmento de la experiencia. Cuando una situación social
entorpece la vida de las personas por carencias y necesidades se convierte en
“situación-problema”. Este sería el objeto del Trabajo Social.

Gordon HAMILTON destaca la interacción de los elementos subjetivos y


objetivos de los acontecimientos en el caso social, no pudiendo separarse los
elementos externos de la significación que adquieren en la persona que los vive. En la
misma dirección, H.H. PERLMAN señala que “todo problema que se plantea una
persona tiene a la vez una vertiente subjetiva y una vertiente objetiva…; un problema
puede ser percibido y comprendido por un observador; pero, además, es algo sentido
por la persona que lo sufre y experimentado con la peculiaridad que imponen las
diferencias individuales” (1988, p. 53). El objeto del Trabajo Social se sitúa en la
persona que puede ser ayudada (como ser patológico) a resolver su ajuste y buen
funcionamiento como ser social. No se relacionan otros elementos como la situación, el
medio, los objetivos de la intervención, etc.…

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Por otra parte, el movimiento reconceptualizador sitúa el problema del objeto del
Trabajo Social no tanto en el individuo inadaptado como en la estructura social
opresiva, generadora de desigualdad e injusticia:

“Al Trabajo Social en que nos inscribimos no le interesa, a primera vista, el


individuo de forma independiente, sino el que se debate en la dialéctica de la estructura
de clases, que es la que genera los conflictos, las desigualdades y los problemas
sociales” (LIMA, B.A., 1986, pp.109-115).

Para algunos autores, la satisfacción de las necesidades humanas es la razón


de ser del Trabajo Social; necesidades que se ponen en relación con los recursos
apropiados para satisfacerlas, con lo que se determina lo específico de la acción que
se lleva a cabo.

En esta concepción se inscribe, a juicio de ZAMANILLO y GAITÁN (1991, p. 67),


la siguiente definición de organización comunitaria: “Método de Trabajo Social que
consiste en establecer un ajuste, progresivamente más eficaz, entre las necesidades
de asistencia social y los recursos de la comunidad, dentro de una determinada zona
geográfica” (FRIEDLANDER, W., 1969, p. 204).

La definición más generalizada durante los últimos años en el Estado Español ha


centrado el objeto del Trabajo Social en “las necesidades sociales en relación con los
recursos aplicables a las mismas”, conclusión formulada en las III Jornadas Nacionales
de Asistentes Sociales celebradas en Pamplona (1977) y difundida por De Las Heras y
Cortajarena (1979, p. 174):

Para nuestro tema nos interesa particularmente un conflicto que recorre todo el tejido
social: es el que se establece entre las necesidades y los recursos sociales. Éste se
presenta históricamente desde el momento en que las necesidades humanas, para su
satisfacción, transcienden las posibilidades de la propia persona, requiriendo una
intervención pública e institucional. Tal circunstancia da a las necesidades humanas un
carácter social y empuja a la sociedad a destinar recursos sociales para la satisfacción
que dichas necesidades requieren. Es, pues, en esta relación necesidades-recursos
sociales donde se objetiva el campo de la acción social.

Sobre esta concepción no han faltado objeciones críticas, entre las que son
representativas las formuladas por ZAMANILLO y GAITÁN (1991, pp. 67-68):

 La necesidad es un mero juicio de valor y el recurso se convierte en un elemento


instrumental. Reducen la actividad a una mecánica de ajuste necesidad-recurso.
 Tanto la necesidad como el recurso se conceptúan como objetos reales y
cuantificables, no analíticos ni teóricos; lo que no les aleja del lenguaje común.
 Se excluyen en ocasiones problemas psicosociales no derivados de la falta de
recursos, sino de los conflictos originados por la propia situación, que
difícilmente encajan en una planificación de recursos económicos, culturales o
políticos.
 Para ciertas necesidades de hoy (incomunicación, soledad, desarraigo) no
existen recursos adecuados en los diversos servicios existentes.

En 1992, el Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo


Social de España determina que el objeto consiste en “Las condiciones sociales que
dificultan el desarrollo global de la persona y de la comunidad”.

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Otros autores han seguido intentando realizar una construcción teórica del objeto.
Entre ellos, cabe citar las propuestas de: AYLWIN DE BARROS entorno a los
problemas sociales (1980)4; MENDOZA RANGEL a partir de la práctica (1990, pp. 67-
77)5; ZAMANILLO PERAL respecto a los fenómenos relacionados con el malestar
social de los individuos (1991, pp. 71-72); y la de ESCARTÍN y SUÁREZ enfatizando al
actor-sujeto que plantea una necesidad (1994, pp. 79-81)6.

Pero en la actualidad, y tras la efervescencia del debate sobre el objeto del


Trabajo Social durante la primera mitad de los años noventa, la cuestión no ha
quedado ni mucho menos zanjada. El estado de la cuestión queda acertadamente
expresado por DE LA RED:

El objeto y contenido del Trabajo Social se ha ido configurando al ritmo que evoluciona
lo que constituye su marco de referencia –bienestar social y sus diversos enfoques,
política social y servicios sociales- y, simultáneamente, según avanzan las ciencias del
comportamiento –Psicología, Sociología y Ciencias Jurídicas. Basándose en estas dos
referencias, el Trabajo Social ha pasado de considerarse como arte-actividad-profesión,
a disciplina técnico-científica; concepto en el que parecen converger la mayoría de los
que hoy se ocupan del tema. (1993, p. 168).

4
“El problema social como objeto de acción no es exclusivo del Trabajo Social, ya que otras ramas de las ciencias
humanas […] se preocupan del estudio y tratamiento de problemas específicos. Los distintivo del Trabajo Social es
la perspectiva totalizadora, su rol generalista en cuanto a los problemas sociales y asimismo su forma particular de
aproximarse a éstos, al verlos no como abstracciones, sino encarnados en seres humanos […], problemas
psicosociales que se dan en el área de interacción entre el individuo y su medio físico, material y social” (AYLWIN
DE BARROS, N., “El objeto del Trabajo Social”. Rev. de Trabajo Social nº 30, Santiago de Chile 1980, pág. 9. Cit.
En ZAMANILLO y GAITÁN, 1991, pág. 70).
5
“El objeto del Trabajo Social se construye con la práctica, en el tránsito entre la necesidad y la satisfacción, y su
producto significa el logro de los objetivos que la sociedad se ha marcado para contribuir a la construcción de la
sociedad y su organización”. Sobre este enfoque presta especial atención DE LA RED VEGA, N., 1993, págs. 164-
166.
6
MªJ. ESCARTÍN y Esperanza SUÁREZ, al hablar del objeto del Trabajo Social, entienden que son elementos
constitutivos del mismo: tomar conciencia de la necesidad y demandar un recurso. Así, señalan que el objeto del
Trabajo Sociales un “sujeto individual, grupal o colectivo, que plantea una necesidad y demanda una satisfacción a
través de la solicitud de un servicio institucional/profesional”.

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3. FINES Y OBJETIVOS DEL TRABAJO SOCIAL: el “porqué” y el “para qué” de
su actividad. Fines intrínsecos y extrínsecos. Los fines tradicionales y el
desarrollo de la persona. El movimiento de reconceptualización y la
transformación de la realidad. En la actualidad, el desarrollo e incremento del
Bienestar Social, la Salud y la Calidad de Vida. El cambio social y el
desarrollo social; la cohesión social y la liberación de las personas.

El Trabajo Social, como cualquier otra disciplina, recibe las influencias de cada
contexto y momento histórico, que suele estar inmerso en una determinada concepción
del mundo y de los seres humanos. Este hecho ha sido traducido en la doctrina acerca
del Trabajo Social con los planteamientos acerca del “porqué” y “para qué” de su
actividad, o lo que es lo mismo, en saber cuáles son sus fines y objetivos.

En Teresópolis, el Trabajo Social es concebido “como una serie de actividades


organizadas para satisfacer o ejecutar un fin u objetivo” (1981, p. 116). El fin del
Trabajo Social es un valor que dirige la acción, orienta la actividad:

Fin es un propósito, una meta final o una finalidad. La idea superior que dirige la
actividad, el metavalor que conduce a la acción.
Los fines expresos denotan valores y éstos conforman la dimensión ética del conjunto
de comportamientos que se orientan de un modo determinado en virtud de cierta creencia
primaria, sea ésta religiosa o laica.
Por tanto, el examen de los fines del Trabajo Social, expresamente citados como tales,
o implícitamente contenidos en diferentes discursos, nos dará luz acerca de los valores
informadores del comportamiento de los que lo aplican y de los valores supuestos o
deseados en las personas a las que dirige la actividad. (Zamanillo y Gaitán, 1991, p. 53).

Los fines implican una serie de valores y, como consecuencia, una ética de
comportamiento, que legitiman la intervención del Trabajo Social como profesión,
debido a su responsabilidad frente a los desajustes e insuficiencia de respuestas a las
necesidades por parte del sistema social.

Natalio KISNERMAN señala que el Trabajo Social, como cualquier otra


profesión, tiene fines intrínsecos, dirigidos a sí mismo (producción de conocimientos,
metodologías, teorías) y extrínsecos, que exceden la disciplina y están orientados a
unas determinadas acciones, como por ejemplo, conseguir el Bienestar Social (1985, p.
133).

Los objetivos son etapas intermedias y concretan o traducen los fines, porque
dan sentido a la acción en un determinado momento histórico y en una determinada
sociedad. Por ello, el Trabajo Social se ha planteado objetivos de muy diversa índole:
desde la adaptación y ajuste del individuo al medio, hasta asumir como objetivo la
transformación de las situaciones-problema para lograr el bienestar social, con un
sentido de solidaridad, en el marco de las distintas políticas sociales.

De este modo, la política social marca los objetivos generales del Trabajo Social.
Éste, por su parte, establece los objetivos particulares y su forma de hacer como
profesión, que concreta cómo conseguir lo que promueve la política social,
encaminándola al logro del bienestar.

Como ya hemos dicho, los objetivos del Trabajo Social han estado mediatizados
por el momento histórico y la sociedad en que éste se ha desarrollado (ZAMANILLO y
GAITÁN, 1991, pp. 53-60).

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Mary RICHMOND, en “Caso Social Individual”, plantea que el objetivo
fundamental del Trabajo Social se concreta en el desarrollo de la personalidad, en
mejorar la adaptación del ser humano al medio en el que le ha tocado vivir, en la lucha
por mejorar las condiciones de la existencia del género humano, y confiesa su fe en la
capacidad del hombre para desarrollarse como ser social. Sin embargo, para Mary
RICHMOND existen dificultades en la sociedad para este desarrollo de la personalidad
humana, lo que justifica la intervención externa, incluso potenciando reformas sociales
profundas, que mejoren las condiciones de vida.

Desde un enfoque psicológico, Helen H. PERLMAN (1971) centra los objetivos


en el desarrollo de la capacidad de las personas para que éstas afronten con eficacia
sus problemas de ajuste social; problemas, por otra parte, que causan un malestar y
una insatisfacción por no lograr el bienestar. El Trabajo Social, en este sentido,
desempeña una función pedagógica, pues contribuye a que la persona se comprenda a
sí misma y afronte las dificultades de adaptación.

Gisela KONOPKA (1968) señala que los fines del Trabajo Social son el
crecimiento individual y el desarrollo de las metas sociales, así como el fomento de la
autonomía de los individuos. Murray G. ROSS (1967) afirma que el fin del Trabajo
Social es crear en la comunidad la capacidad de funcionar como una unidad respecto a
sus necesidades, problemas y objetivos comunes. Este autor también entiende como
objetivo la integración, que entiende como la identificación de los individuos con los
problemas de la comunidad, siendo partícipes de los objetivos comunes.

Dorothy EMMET (1971, p. 12) matiza que estos objetivos, consistentes en


ayudar a las personas que se encuentran en dificultades de diversa índole, implican un
cierto juicio moral equivalente a hacer el bien. En este juicio se desprende que hay
personas que ostentan cierto tipo de poder sobre otras que, de alguna manera, pueden
caer en relaciones de dependencia. Para evitar estas contradicciones, EMMET propone
que la ayuda sea profesional, desde conocimientos teóricos y destrezas prácticas.

Los fines tradicionales del Trabajo Social son cuestionados por la corriente
crítica latinoamericana de los años sesenta, por entender que representaban la
ideología dominante, propia del sistema social en el que se habían generado,
aceptándose en consecuencia, la bondad del sistema y la necesidad de mantenerlo.
Para estos críticos, el papel de los trabajadores sociales era el de servir de instrumento
de control por parte de la sociedad, control de los comportamientos humanos.

La postura del movimiento reconceptualizador enfatizó, desde el enfoque


dialéctico, la transformación de la realidad como fin (KRUSE, H.C., 1976, p. 108), e
incluso desde una perspectiva más radical, la liberación del hombre oprimido (LIMA,
B.A., 1986, p. 117).

En la realidad española, cabe destacar la formulación que hizo la Federación


Española de Escuelas de la Iglesia de Servicio Social (FEEISS, 1973, p. 101) sobre los
fines del Trabajo Social: (1) contribuir al desarrollo de la persona, especialmente en su
interrelación social. (2) influir en las estructuras e instituciones para el cambio social.

Pero los objetivos que persigue el Trabajo Social se han ido adaptando con
rapidez a los valores gestados en los cambios sociales producidos durante la segunda
mitad del siglo XX. Actualmente, en el Estado Español se reconoce unánimemente que

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“el objetivo genérico del Trabajo Social es contribuir al desarrollo e incremento del
Bienestar Social, la Salud y la Calidad de Vida”, sin renunciar por ello a los aspectos
esenciales de la profesión, configurada a caballo entre el final del siglo XIX y principios
del XX como resultado de la evolución de diferentes movimientos filantrópicos: “ya
desde sus inicios, se ha considerado como elemento básico de intervención profesional
potenciar y promocionar tanto las capacidades y los recursos individuales y colectivos
de los propios usuarios como potenciar asimismo organizaciones, estructuras sociales
y formas de vida que refuerzan el Bienestar Social” (CONSEJO DE UNIVERSIDADES,
1988, p. 21).

En esta misma línea, el CONSEJO GENERAL DE COLEGIOS OFICIALES DE


DIPLOMADOS EN TRABAJO SOCIAL Y ASISTENTES SOCIALES (1993) emite un
Dictamen7 que reconoce como “el Trabajo Social en cuanto disciplina parte de una
concepción del ser humano como ser en permanente interacción con su medio, y tiene
como objetivo específico las relaciones entre los seres humanos y entre éstos y su
medio, especialmente los grupos y las instituciones sociales. La práctica profesional,
consecuentemente, se centra en las transacciones entre las personas y el medio,
transacciones que influyen en sus capacidades y habilidades para cumplir sus
cometidos existenciales, aliviar el malestar y la angustia y realizar sus aspiraciones
individuales y colectivas”.

Como hemos visto en la nueva definición de trabajo social presentada en


Melbourne (2014) por la Federación Internacional de Trabajo Social, “el trabajo social
promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la
liberación de las personas”.

4. PRINCIPIOS CLÁSICOS DEL TRABAJO SOCIAL Y SISTEMAS DE VALORES.


ÉTICA Y DEONTOLOGÍA.

A través de su historia, el Trabajo Social ha tomado como fundamentación los


presupuestos o postulados psicosociales y filosóficos emergentes. De estos postulados
ha seleccionado aquellos valores referidos a las áreas específicas de intervención
social, en los que habitualmente se viene situando la acción profesional. La concreción
de estos valores configura los principios básicos y operativos de su quehacer
profesional.

Principio (dimensión cognitiva). Según la R.A.E.:


(Del lat. principium).
5. m. Cada una de las primeras proposiciones o verdades fundamentales por donde se empiezan a
estudiar las ciencias o las artes.
6. m. Norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta.

Valores. Conjunto de comportamientos que se orientan de un modo determinado en virtud de cierta


creencia primaria, sea esta religiosa o laica. (Dimensión ética).
Los valores se dirigen hacia la consecución de fines (propósito, meta final, idea superior hacia la que se
dirige nuestra actividad)

7
“Dictamen sobre definición y objetivos profesionales, 1993”. Emitido por el Consejo General de Colegios
Oficiales de Diplomados en Trabajo Social y Asistentes Sociales, en virtud de las competencias que la vigente Ley
de Colegios Profesionales le confiere.

Página 11
Mary RICHMOND, en las conclusiones de su “Social Case Work” (1922, pp.
257-258), esboza como principios del Trabajo Social:

a) Los seres humanos son interdependientes;


b) Los seres humanos son diferentes; y
c) no son animales dependientes y domésticos. La diferencia de otros animales
estriba en la necesidad de participar en realizar planes en la búsqueda de su
bienestar…El ser humano se deteriora cuando no toma parte activa en el
mundo.

Gordon HAMILTON (1982, pp. 1-21) afirma que “El Trabajo Social se basa en
determinadas premisas que no pueden ser probadas, pero sin las cuales sus métodos
y fines carecerían de significado. Estos axiomas son, por ejemplo: el mejoramiento del
hombre es la meta de toda sociedad; […] para ayudar eficazmente a otra persona es
preciso saber respetar la personalidad humana; […] la ayuda es más efectiva si quien
la recibe participa activamente y de una manera responsable en la ejecución del
procedimiento; […] el individuo y la sociedad son interdependientes…”.

Félix BIESTEK (1966, pp. 14-17), sacerdote católico estadounidense, señaló


que las personas afectadas por problemas sociales tienen diversas necesidades:

a) ser tratadas como un individuo y no como un caso, un tipo o una categoría;


b) expresar sus sentimientos;
c) ser aceptadas como personas con un valor y una dignidad innatos sin considerar
sus debilidades, defectos o fracasos;
d) hallar una comprensión simpatizadora y una respuesta a los sentimientos que
han expresado;
e) no verse juzgadas ni condenadas a causa de la dificultad en la que se
encuentran;
f) elegir por sí mismas y adoptar las decisiones que se refieren a sus propias
vidas;
g) conservar la información confidencial sobre sí mismas tan secreta como sea
posible.

Estos principios han ejercido una gran influencia posterior en la literatura sobre ética
y valores en el Trabajo Social. En su versión más resumida, quedaron enunciados de la
forma siguiente:

a) Individualización; (a) (b)


b) aceptación empática; (c) (d)
c) no juzgar; (e)
d) autodeterminación; (f)
e) secreto profesional (g)

Para Sarah BANKS (1997, pp. 39-40), esa influencia se debe sobretodo a dos
factores:

En primer lugar, BIESTEK no los entendía como principios éticos en sí. De


hecho, parece que los define como unos principios para la práctica efectiva –
instrumental para el propósito de los trabajadores sociales, entendido como “ayudar al
cliente a alcanzar un mejor ajuste entre su persona y su entorno” (1966, p. 12).

Página 12
En segundo lugar, su énfasis acentúa principalmente la relación asistencial
voluntaria de trato individual, en el que el usuario inicia su contacto dirigiéndose a la
institución y ligándose individualmente a un trabajador social.

A BANKS le sorprende que se haya hecho tanto hincapié en una relación


trabajador social-usuario de tipo individualizado (1997:42-45), abstrayéndose de la
institución y del contexto social en el que tenía lugar:

Las consideraciones de la institución y de la sociedad (tales como las demandas de


información confidencial por parte de la institución, o los requisitos sociales para controlar a
los “inadaptados”) se veían como restricciones o limitaciones a los principios clave del
respeto hacia los derechos del usuario individual a elegir y a proteger su privacidad (p. 50).

La misma autora considera que “esto ya está algo alejado de las complejidades
del Trabajo Social moderno, que incluye una intervención dentro de un marco
reglamentado, y un trabajo con familias, grupos y comunidades” (1997, p. 40).

Los trabajadores sociales son contratados por agencias, trabajan dentro de los
límites de unas reglas y procedimientos legales, y lo hacen para fomentar el bien
público o el bienestar de la sociedad en general. Por estas razones, se hacen
importantes otros tipos de principios éticos ligados a la utilidad (fomento del mayor
bienestar) y justicia (distribuyendo los bienes tan amplia y/o equitativamente como sea
posible) que “también deposita en el trabajador social unas obligaciones morales, que
pueden entrar en conflicto con sus obligaciones hacia el usuario como individuo. Estos
conflictos se pueden entender como un reflejo de las tensiones y contradicciones del
Estado de Bienestar” (p. 60).

Junto a los marcos de pensamiento moral de orientación kantiana y utilitarista,


que influyen en los valores y principios del Trabajo Social, BANKS identifica un tercer
marco al que denomina radical, que proviene de las experiencias prácticas o “acción
comprometida”, desarrolladas por influencia del marxismo (años 70) y de la perspectiva
antiopresiva (movimientos feministas y antirracistas de los 80). El enfoque del trabajo
social radical se asienta en un compromiso con la igualdad de resultados y una visión
de lo humano como esencialmente social (ocupándose de relaciones, cooperación,
colectividad), en franca oposición con el marco utilitarista kantiano de pensamiento
moral que se apoya en la tradición liberal occidental de los derechos y deberes
individuales. (pp. 50-53).

En el contexto latinoamericano, el enfoque radical fue promovido desde finales


de los años sesenta por el movimiento de reconceptualización, con una destacada
orientación marxista.

En el Documento de Araxá (Brasil, 1967), se rechaza por primera vez el contenido


especulativo de los valores clásicos en Trabajo Social que pautaban el comportamiento
profesional para plantear una nueva vía de aproximación a la cuestión, con un criterio
de contenido operativo. Tras un riguroso análisis de la naturaleza y contenido de los
valores citados, en el documento se reúnen en una sola categoría las proposiciones de
naturaleza ética (presupuestos para la acción profesional) y las normas para los
procedimientos técnicos. Se propone en consecuencia una división entre postulados y
principios de la siguiente forma:

Página 13
A) Postulados éticos:
a) de la dignidad humana;
b) de la perfectibilidad humana; y
c) de la sociabilidad esencial de la persona.

B) Principios operacionales:
a) respecto a los valores, patrones y pautas culturales;
b) oportunidad para el cambio;
c) actuación dentro de una perspectiva global de la realidad social.

Con posterioridad, en 1970, otro grupo de profesionales del Trabajo Social, tras
analizar el Documento de Araxá, realizan nuevos aportes y reformulaciones que
culminaron en el encuentro de Teresópolis. Tecla MACHADO SOEIRO realiza en esta
ocasión una declaración de principios en la que utiliza los siguientes postulados:

A) Postulados genéricos:

a) profesionalidad: “postulamos que el servicio social es una profesión y que el


asistente social es su agente”;
b) Unidad persona-situación: “postulamos que la realidad en la que el asistente
social actúa se compone de dos principios: persona y situación”; y
c) respeto a la persona humana: “postulamos que todas las actividades del
servicio social respetan la persona humana”.

B) Postulado específico: “Integridad del Servicio Social”, respecto al que aclara que “el
Servicio Social es una totalidad de conocimientos y de procedimientos
interrelacionados” (CBCISS, 1981:141).

En esta misma línea, Mª Mercedes GAGNETEN (1987, p. 32) distingue postulados


básicos de principios operacionales, manteniendo que, mientras los primeros son los
presupuestos éticos implícitos en la acción del Trabajo Social, los segundos orientan la
actuación específica del profesional.

GAGNETEN propone los siguientes postulados básicos:

a) afirmar la dignidad de los sectores populares, aceptando su condición de tales y


facilitando su derecho a autodeterminarse;
b) admitir que en los sectores desposeídos existen recursos potenciales y en acción
que les permiten generar proyectos alternativos en la sociedad;
c) reconocer que los sectores populares, desde su cultura, expresan necesidades
que sólo se satisfacen socialmente en relación con otros hombres;
d) rescatar la propia historia y construir conjuntamente los valores culturales del
sector, como medio de identificación y consolidación del ser local, regional y nacional;
e) afirmar el derecho de los sectores populares a una sociedad que brinde iguales
posibilidades de realización.

Como principios operacionales, la misma autora señala:

a) establecer una relación profesional creadora, operativamente orientadora en una


comunicación horizontal;
b) trabajar en equipo con el sector popular así como con otros profesionales por
afinidad a los objetivos;

Página 14
c) desarrollar permanentemente una actitud y aptitud de análisis estructural
particularizado a los problemas cotidianos individuales, grupales y comunitarios,
generando una acción acorde;
d) generar constantemente procesos de decisión, organización y participación de
los sectores afectados en todas las instancias del proceso.

En un contexto más amplio del plano internacional, no vinculado exclusivamente a


las iniciativas latinoamericanas del movimiento reconceptualizador, podemos destacar
las conclusiones del XIV Congreso de Servicio Social (Finlandia, 1968), cuyo tema
central fue el de los “Valores en el Servicio Social”, establece los siguientes: la creencia
en el valor personal de los seres humanos, creencia en la autodeterminación, en el
desarrollo personal y en la responsabilidad social.

Frente a las posiciones radicales, en la década de los años 80 del siglo XX, se
desarrolla una influencia creciente de la nueva derecha en materia de legislación y
políticas relacionadas con el sector público. Ello queda reflejado en la expansión de la
contratación de servicios al sector privado, en la reducción de poder de los grupos
profesionales y del papel de Estado de Bienestar, y en el énfasis en los derechos y
responsabilidades de los individuos como ciudadanos de cuidar o cumplir con sus hijos
o familiares.

Para Sarah BANKS (1997), el interés de la ideología de la nueva derecha no se


centra en el usuario como una persona completa, sino en una parte restringida: su
papel de consumidor. La aplicación de los “derechos del consumidor” ha servido para
realizar progresos en la promoción de los derechos infantiles y la participación de los
usuarios en la concesión de servicios; pero también sirve para disimular la función del
trabajador social como agente de control:

“Estas políticas y procedimientos se basan, ahora mucho más explícitamente que antes, en
valores utilitaristas de justicia de procedimiento y en la promoción del Estado de Bienestar. No
sólo han generado procedimientos para la valoración del riesgo y de las necesidades, sino
también una multitud de códigos de práctica fundamentados en los derechos de los usuarios,
las responsabilidades y los procedimientos institucionales para presentar reclamaciones o, por
ejemplo, para el acceso a los expedientes.” (1997:56).

Esta misma autora (1997:88-98) compara los principios que cimientan los códigos
de ética de los trabajadores sociales en 15 países de diferentes regiones del mundo,
aprobados entre 1978 y 1993. Como resultado de su análisis, presenta cuatro
principios generales que se repiten en casi todos ellos: (1) respeto hacia el valor único
de la persona como individuo. (2) autodeterminación del usuario. (3) justicia social. (4)
integridad profesional.

En España, en 1971, Montserrat Colomer aprecia que “el sujeto al que se ha


dirigido el Trabajo Social ha sido el hombre, y se ha puesto gran énfasis en los
principios de dignidad de la persona, individualización, respeto, autodeterminación y
aceptación del cliente. Estos principios actualmente nos parecen un tanto descargados
del énfasis con el que se les había aureolado en la primera mitad de nuestro siglo".

La propia autora acepta como válidos los siguientes postulados:

Página 15
a) dignidad de la persona humana: ser pensante y libre;
b) sociabilidad de la persona: condiciones de existencia y aptitudes para la vida
social;
c) perfectibilidad de la persona: considerada individualmente, o integrada en
grupos, o formando una colectividad o comunidad”.

En el mismo año 1971, en el Seminario de Manresa, que versó sobre “Metodología


en Trabajo Social”, se promovieron los siguientes principios (FEEISS, 1973:14-19):

A) Principios básicos:

a) estímulo para el ejercicio de la libertad;


b) motivación para el deseo de la autopromoción; y
c) actuación dentro de una perspectiva global.

B) Principios operacionales:

a) participación del individuo en todo proceso de cambio; y


b) interrelación cliente-trabajador social.

Veinte años después, MOIX MARTÍNEZ (1991, pág. 276) afirma que los valores y
principios básicos del Trabajo Social “carecen, no obstante, de una enumeración
uniforme, al no haberse llegado todavía a su universal codificación”, y considera que
comúnmente se consideran como tales:

a) la dignidad, el valor, el propio respeto y la independencia de la persona y de la


familia;
b) los derechos, responsabilidades y libertades básicas del individuo;
c) la oportunidad para cada uno de desarrollar plenamente sus potencialidades;
d) la oportunidad para todos de contribuir a la vida de la comunidad;
e) la conservación de los recursos humanos;
f) el bienestar social e individual;
g) la especial protección de los individuos y de los grupos particularmente
vulnerables;
h) la justicia social;
i) la equidad; el pluralismo y la diversidad; y
j) la no discriminación.

ZAMANILLO y GAITÁN señalan como valores involucrados en los principios


del Trabajo Social (1991:61):

(1) la dignidad de la persona humana y la consideración de su vida como bien de gran


valor. (2) la perfectibilidad del ser humano. (3) la felicidad como aspiración legítima del
individuo. (4) la responsabilidad de unos seres humanos sobre otros. (5) la importancia
intrínseca del alivio del sufrimiento, de alentar el amor y contener el odio, de reducir el
temor y la ansiedad.

DE LA RED VEGA aprecia que, sobre presupuestos sociológicos, psicológicos y


filosóficos, el Trabajo Social selecciona los siguientes valores fundamentales
(1993:143):

 Dignidad, que implica respeto a la persona y desarrollo de potencialidades.

Página 16
 Libertad, que implica perfectibilidad-confianza en la capacidad de creatividad
de las personas.
 Sociabilidad, que implica: reconocimiento del derecho a ser uno mismo;
captación del hombre en su relación; humanización y realización de la
plenitud humana con el reconocimiento de las peculiaridades de cada uno, a
través de su dimensión social y comunitaria, y de un compromiso solidario y
comunicativo.

El Consejo General del Trabajo Social de España aprueba en junio de 2012 el nuevo
Código deontológico de Trabajo Social –el anterior es del año 1999-, que dedica su
Capítulo II a la Aplicación de principios generales de la profesión. (Ver el texto
completo en las lecturas obligatorias –disponible en Moodle-):

Artículo 7. El Trabajo Social está fundado sobre los valores indivisible y universales de la
dignidad humana, la libertad y la igualdad tal y como se contemplan en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, las instituciones democráticas y el Estado de Derecho.
En ellos se basa la actuación profesional, por medio de la aceptación de los siguientes
principios.

Principios básicos (3)


1. Dignidad. La persona humana, única e inviolable, tiene valor en sí misma con sus intereses
y finalidades.
2. Libertad. La persona, en posesión de sus facultades humanas, realiza todos los actos sin
coacción ni impedimentos.
3. Igualdad. Cada persona posee los mismos derechos y deberes compatibles con sus
peculiaridades y diferencias.

Principios generales (17): respeto activo a la persona, al grupo o a la comunidad, aceptación


de la persona, superación de categorizaciones, ausencia de juicios de valor, individualización,
personalización, promoción integral de la persona, igualdad de oportunidades, de derechos, de
equidad y de participación, solidaridad, justicia social, reconocimiento de derechos humanos y
sociales, autonomía, autodeterminación, responsabilidad y corresponsabilidad, coherencia
profesional, colaboración profesional e integridad.

Ética y deontología

En Trabajo Social, los primeros códigos de ética de alcance nacional


comenzaron a tener vigencia hacia 1950, promovidos por sus respectivas asociaciones
de asistentes sociales. Hoy existen en casi todos los países donde la profesión ha
logrado alcanzar un alto nivel de organización y un estatus legal consolidado
(KISNERMAN, 1974:94; GRAZZIOSI, L., 1978:79; RUBÍ, C., 1992:134).

El primer código internacional fue adoptado en la Asamblea General de la FITS


celebrada en San Juan de Puerto Rico en 1976. Pero, tal como señala GRAZZIOSI,
antes de la elaboración de los códigos hubo numerosas expresiones de esta inquietud
profesional (1978:65-72): Ya en la década de los 30 se encuentra el “Credo del
Asistente Social” (A social worker´s creed) de Linton B.SWIFT, director general de
Family Service Association of America; El “Código del Padre HEYLEN”, elaborado en
1947 para la Unión Católica de Servicios Social (UCISS); o el “examen de conciencia”
sugerido a “la asistente social” por el Padre Louis LEBRET en 19508.

8
El “examen” de LEBRET está expuesto en forma negativa: afirma lo que no debe hacerse.

Página 17
Ante la cuestión de si son o no necesarios los Códigos de Ética, hay quienes
dudan o se muestran indiferentes o escépticos: “personalmente manifestamos nuestro
absoluto escepticismo frente a los códigos de ética, pues de nada valen si los
profesionales carecen de la actitud interna que hacen que su actuación sea realmente
técnica” (KISNERMAN, N., 1976:93).

Sin embargo, Laura GRAZZIOSI considera las razones por las que se justifica la
existencia de los códigos de ética (1978:84-92):

 Hacer públicas y expresar las normas.


 Formar y estimular la conciencia social.
 Orientar la acción en casos concretos.
 Favorecer la unidad profesional.
 Incrementar la autonomía profesional.
 Proteger a los usuarios.
 Ofrecer bases para sanciones y para la autodefensa.

Francisco J. BERMEJO (1996:15-22) cuestiona “la peligrosa tendencia a


reducir los problemas de ética profesional a la pregunta por el código deontológico”,
indicando que la deontología es condición necesaria, pero no suficiente, de toda moral
profesional. En su opinión, la ética profesional incluye tres dimensiones inseparables
que la constituyen como tal: la dimensión teleológica, la dimensión deontológica y la
dimensión pragmática.

a) La dimensión teleológica de la ética orienta al profesional sobre por qué hacer


algo antes de que éste se plantee lo que debe hacer o cómo actuar en una ocasión
concreta:

“Lo primero y más fundamental sobre lo que se tiene que reflexionar en un curso de
ética profesional es sobre los fines o bienes intrínsecos a los que tiende el ejercicio
de cada profesión. Apelando a ese fin o bien intrínseco es como se justifica y juzga
si una actuación profesional merece aprobación o desaprobación ética” (HORTAL,
A., 1994:15).

b) Para Francisco J. BERMEJO, con la dimensión deontológica “entramos de lleno


en el terreno de los deberes, de las normas, de los imperativos. En él la pregunta
que aparece es sobre aquello que se debe hacer. Estamos en el espacio en el que
empiezan a aparecer los códigos deontológicos”. Los códigos deontológicos se
ocupan de los deberes y obligaciones de los profesionales, formulando el conjunto
de normas exigibles a todos los que ejercen una misma profesión.

Este autor insiste en que “estamos ante un aspecto esencial de toda profesión pero
que tiene un carácter subordinado”. Las normas acaban siendo únicamente las
ordenaciones concretas que vehiculan y apuntalan mediante la seriedad del
compromiso deontológico, la variedad de las aspiraciones teleológicas.

c) La dimensión pragmática. Este tercer momento surge cuando el profesional


pretende concretar en la vida diaria su tarea específica de acuerdo con las normas
que rigen en su profesión y de los bienes intrínsecos a su práctica profesional.
Obedece a la pregunta ¿pero qué debo hacer en concreto en esta determinada
situación?.

Página 18
Francisco J. BERMEJO describe un método para la resolución de los
conflictos en ética profesional, basado en la propuesta del profesor Diego GRACIA9,
que consta de cuatro pasos:

1) El sistema de referencia moral de la sociedad dentro de la que se trabaja.


2) Nivel deontológico: códigos profesionales.
3) Análisis de las consecuencias positivas y negativas, tanto para el sujeto de decisión
(consecuencias subjetivas) como para las demás personas implicadas en la
decisión (consecuencias objetivas), en función de que el profesional decida actuar
conforme al principio moral o deontológico elegido previamente.
En el caso de que todas las consecuencias vayan en la misma dirección, se
resuelve el conflicto ético.
4) Si no es así, entonces es necesario tomar decisiones. Resolver el conflicto entre las
consecuencias ¿Qué tienen más peso, las consecuencias negativas o las positivas?

En la actualidad, los Trabajadores Sociales de todo el mundo se rigen por el


documento “Ética en el Trabajo Social, Declaración de Principios”, que fue
aprobado por la Asamblea General de la Federación Internacional de Trabajadores
Sociales (FITS) y por la Asociación Internacional de Escuelas de Trabajo Social
(AIETS) en Adelaida (Australia), en octubre 2004. (VER DOCUMENTO COMPLETO
EN LECTURAS OBLIGATORIAS).

Este documento toma como punto de partida la definición de trabajo social


adoptada por la FITS y la AIETS adoptada en Montreal en el año 2000. Esta definición
enfatiza principios de derechos humanos y justicia social.

El prefacio de este documento anima a los profesionales, profesores y estudiantes


de trabajo social a participar en el debate ético:

La conciencia ética es una parte fundamental de la práctica profesional de los


trabajadores sociales. Su capacidad y compromiso para actuar éticamente es un aspecto
esencial de la calidad del servicio que ofrecen a quienes hacen uso de los servicios de
trabajo social.

El objetivo del trabajo de la AIETS y de la FITS sobre ética es promover el debate ético y
la reflexión en las organizaciones miembros, entre los profesionales de trabajo social de
los países miembros, así como en las escuelas de trabajo social y entre sus estudiantes.
Algunos de los retos y problemas éticos a los que se enfrentan los trabajadores sociales
son específicos de determinados países; otros son comunes. Ciñéndose a principios
generales, la declaración conjunta de la FITS y la AIETS pretende animar a los
trabajadores sociales de todo el mundo a reflexionar sobre los retos y dilemas a los que
se enfrentan y a basar en la ética sus actuaciones en cada caso concreto.

Algunas de estas áreas problema son:

 El hecho de que los trabajadores sociales se encuentran, a menudo, ante una


situación de conflicto de intereses.
 El hecho de que el trabajador social tiene a la vez funciones de ayuda y de control.
 Los conflictos entre el deber de los trabajadores sociales de proteger los intereses de
las personas con quienes trabajan y las demandas de la sociedad de eficiencia y
utilidad.
 El hecho de que los recursos en la sociedad son limitados.

9
GRACIA, D., Fundamentos de Bioética, Eudema Universidad, Madrid 1989.

Página 19
Los principios de Derechos Humanos y Justicia Social quedan así recogidos en la
sección 4:

4.1. Derechos Humanos y Dignidad Humana

El trabajo social se basa en el respeto al valor y dignidad inherentes a toda persona, y a


los derechos que de ello se desprenden. Los trabajadores sociales deben apoyar y
defender la integridad y bienestar físico, psicológico, emocional y espiritual de cada
persona. Esto significa:

1. Respetar el derecho a la autodeterminación. Los trabajadores sociales deben


respetar y promover el derecho de las personas a elegir por sí mismos y a tomar sus
propias decisiones, sea cuales sean sus valores y opciones de vida, siempre que no
amenacen los derechos e intereses legítimos de otros.
2. Promover el derecho a la participación. Los trabajadores sociales deben promover
el compromiso pleno y la implicación de los usuarios para reforzarles en la toma de
decisiones y acciones que afectan a sus vidas
3. Tratar a cada persona como un todo. Los trabajadores sociales deben intervenir con
la persona en su totalidad, con la familia, la comunidad, y el entorno social y natural, y
tener en cuenta todos los aspectos que influyen en la vida de una persona
4. Identificar y desarrollar sus fortalezas. Los trabajadores sociales deben
concentrarse en el potencial de las personas, grupos y comunidades y promover su
empoderamiento.

4.2. Justicia Social

Los trabajadores sociales tienen la responsabilidad de promover la justicia social, en


relación a la sociedad en general, y con las personas con las que trabajan. Esto significa:

1. Desafiar la discriminación negativa - Los trabajadores sociales tienen la


responsabilidad de oponerse a la discriminación negativa por razones de capacidad,
edad, cultura, género o sexo, estado civil, estatus socioeconómico, opiniones
políticas, color de la piel u otras características físicas, orientación sexual o ideas
religiosas.
2. Reconocer la diversidad- los trabajadores sociales deben reconocer y respetar la
diversidad étnica y cultural de las sociedades con las que trabajan, teniendo en
cuenta las diferencias individuales, familiares, grupales y comunitarias.
3. Distribuir los recursos equitativamente. Los trabajadores sociales deben
asegurarse de que los recursos a su disposición se distribuyen de forma justa de
acuerdo a la necesidad.
4. Oponerse a las políticas y acciones injustas- Los trabajadores sociales tienen el
deber de llamar la atención de sus empleadores, legisladores, políticos y de la
sociedad en general sobre aquellas situaciones en las que los recursos son
inadecuados o cuando la distribución de recursos, políticas y prácticas son
opresivas, injustas o perjudiciales.
5. Trabajar en solidaridad. Los trabajadores sociales tienen la obligación de oponerse
a las situaciones sociales que contribuyen a la exclusión social, estigmatización o
subyugación, y trabajar hacia una sociedad inclusiva.

Página 20
5. FUNCIONES Y ACTIVIDADES DE LOS TRABAJADORES SOCIALES.
función.
(Del lat. functio, -onis).
2. f. Tarea que corresponde realizar a una institución o entidad, o a sus
órganos o personas.

En Trabajo Social, toda función supone un conjunto de actividades y tareas para


la consecución de un determinado fin u objetivo.

El Código Deontológico de Trabajo Social (2012, p. 5), en el Preámbulo recoge


como funciones del profesional del Trabajo Social las siguientes: planificar, proyectar,
calcular, aplicar, evaluar modificar los servicios y políticas sociales para los grupos y
comunidades Actúan en muchos sectores funcionales utilizando diversos enfoques
metodológicos, trabajan en un amplio marco de ámbitos organizativos y proporcionan
recursos y prestaciones a diversos sectores de la población a nivel micro, meso y
macro social. Algunas de las funciones se podrán desarrollar de manera
interrelacionada, de acuerdo a la metodología específica de la intervención social que
se utilice

En nuestro Título de Grado en Trabajo Social por la Universidad de Castilla-La


Mancha (2009), las funciones se recogen de la siguiente manera:

a) Asistencial. El trabajador social atiende las necesidades y problemas de la


población a través de la gestión de servicios y prestaciones que faciliten el ejercicio de
sus derechos de ciudadanía.

b) Preventiva. El trabajador social trata de evitar la aparición de los problemas


sociales, trabajando sobre sus causas y reduciendo el riesgo de empeoramiento.

c) Promocional-educativa. El trabajador social ayuda a las personas a tomar


conciencia de sus fortalezas y recursos personales, entrenándolas en la adquisición de
conocimientos, habilidades y destrezas que les permitan afrontar sus conflictos y
activar su propia iniciativa y responsabilidad.

d) Mediación. En la resolución de los conflictos que afectan a las familias y los


grupos sociales en el interior de sus relaciones y con su entorno social. Incluye también
la relación entre las instituciones y la ciudadanía.

e) Transformadora. El trabajador social aumenta su conocimiento para tratar de


modificar las prácticas sociales que crean desigualdad e injusticia social y, por tanto,
condicionan el desarrollo autónomo de los sujetos.

f) Planificación y evaluación, mediante el diseño, el desarrollo y la ejecución


de planes, programas y proyectos sociales. Puede contribuir a la formulación de
políticas sociales ajustadas a las cambiantes necesidades sociales.

Página 21
g) Rehabilitación. El trabajador social contribuye al bienestar y posibilita la
integración social de aquellas personas y colectivos que por razones personales o
sociales se encuentran en una situación de desventaja social.

h) Gerencia y administración. El trabajador social trabaja en la gerencia y


administración de los servicios sociales, mediante la organización, dirección y
coordinación de los mismos.

i) Investigación y docencia. El trabajador social estará obligado no sólo a la


investigación inherente a las funciones señaladas sino a las que se relacionan con su
propio trabajo profesional para revisarlo permanentemente y buscar nuevas formas de
enfocar y afrontar los problemas vitales a que debe dar respuesta. A su vez, esos
conocimientos acumulados y esas experiencias vividas habrá de ponerlas
permanentemente a disposición de los colegas y, particularmente, de los futuros
nuevos profesionales que aprenderán de los libros y de su trabajo personal tanto como
de la relación directa en el propio campo de trabajo. Por otra parte, el trabajador social
aumenta su conocimiento de la realidad social mediante la investigación para tratar de
modificar las prácticas sociales que crean desigualdad e injusticia social y, por lo tanto,
condicionan el desarrollo autónomo de los sujetos.

El Dictamen sobre la definición y objetivos profesionales de CONSEJO


GENERAL DE COLEGIOS OFICIALES DE DIPLOMADOS EN TRABAJO SOCIAL Y
ASISTENTES SOCIALES (1993) que ya recogía estas funciones, distingue dos formas
de intervención profesional, a las que denomina intervención directa e intervención
indirecta10.

Las funciones de intervención directa responden a las demandas de personas


individuales, familias o grupos que presentan problemas diversos de índole psicosocial.
En este tipo de intervención se incluyen todas aquellas funciones y actividades
profesionales que precisan de un contacto personal entre el profesional y las personas
implicadas en la situación a transformar, de tal manera que la relación que se establece
entre ambos constituye un elemento significativo en el cambio de la situación.

Las funciones de intervención indirecta no requieren de un contacto personal o


inmediato entre el profesional y la población a la que va dirigida su intervención, pero
hacen posible y más eficaz la intervención directa.

Actividades

Las funciones que hemos enunciado se llevan a cabo en el trabajo cotidiano


mediante una serie de actividades.

10
El catálogo de funciones que aparecen en este Dictamen es el resultado de un proceso de trabajo para el que, ya en
1991, se había realizado un primer borrador –Documento de Trabajo- a cargo de BAÑEZ, T., entonces vocal de
formación académica del Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo Social y Asistentes
Sociales. La versión de ese primer Documento de Trabajo presenta bastantes diferencias respecto al Dictamen final,
y tiene un especial valor por la detallada relación que se presenta sobre las actividades que realizan los trabajadores
sociales.

Página 22
Actividades propias de las funciones de asistencia directa y preventiva:

 Acogida, primer contacto: es la escucha de la demanda inicial, que aporta un


conjunto de capacidades que permitan realizar el establecimiento de la relación con
el usuario.
 Recogida de datos: es la obtención de los datos necesarios para intervenir.
 Información: es una actuación puntual que consiste en aportar al usuario, al grupo o
a la comunidad con quien se trabaja una serie de elementos que le faciliten iniciar
una respuesta a la situación que presenta como demanda. Es, además, una
actuación de educación social y cívica.
 Valoración de la situación: es el procedimiento por el cual se analizan e interpretan
los datos obtenidos, relacionándolos con el conocimiento que el profesional tiene
del contexto social, cultural e institucional, y con sus conocimientos técnicos, lo que
le permite diferenciar los elementos de la situación y contextualizarlos.
Este análisis lleva a encontrar las prioridades en la actuación y servirá de base para
la planificación y el establecimiento de proyectos.
 Elaboración de proyectos: es el establecimiento de los objetivos, estrategias y
contratos (entendidos como una forma de compromiso de la relación que siempre
se establece entre los implicados en la situación), lo que comporta una toma de
decisiones a distintos niveles.
 Seguimiento: es la materialización, realización y control de los contratos
establecidos con el usuario/comunidad.
 Derivación: es la ampliación, prolongación, hacia unos servicios o equipos
especializados, de una intervención tanto a nivel individual como grupal o
comunitaria, para profundizar y conseguir una mejor, más completa y específica
respuesta a la situación presentada.
 Coordinación: es la actividad de encaminar y canalizar las actuaciones de diversas
personas, instituciones, entidades y/o especialistas, de forma que contribuyan a la
consecución de un objetivo común que podrá referirse, entre otros, a mejorar una
respuesta, a racionalizar una actuación o a la creación de otros recursos.
 Orientación, asesoramiento y consulta. Tiene la dimensión educativa, social y cívica
de la “información”.
 Animación y movilización de recursos: es uno de los elementos básicos de la
intervención y comporta que el usuario, grupo o comunidad participe realmente en
la solución o transformación de la situación.
 Seguimiento, post-tratamiento de otros profesionales.
 Evaluación: es la actividad que permite constatar los resultados obtenidos en las
distintas actuaciones, en relación a los objetivos propuestos, teniendo en cuenta las
técnicas, los medios y el tiempo empleados.
La evaluación es el elemento que permite asegurar la dialéctica de la intervención,
ya que indica errores y disfunciones en lo realizado y permite proponer nuevos
objetivos y nuevas formas de realizarlos.
 Denuncia: es el hecho de dar a conocer situaciones conflictivas que hasta el
momento no han tenido una respuesta adecuada y pueden ser objeto de nuevas
actuaciones. Es un elemento concienciador, tanto para la comunidad como para los
poderes públicos.

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Actividades propias de las funciones de planificación, administración y gestión de
Centros/Servicios:

 Análisis de la Institución u organización.


 Diseñar objetivos específicos de un Centro o Servicio corriente de acuerdo con los
objetivos generales de la institución u organización en la que se encuentra.
 Definición de las estrategias y tácticas adecuadas para alcanzar esos objetivos,
teniendo en cuenta la importancia de los mismos procesos y sus diversas
implicaciones.
 Analizar los costes económicos, sociales y humanos de las distintas alternativas y
ofrecer elementos de juicio para su elección.
 Organización de los recursos humanos, materiales, económicos con la máxima
eficacia y eficiencia para alcanzar los objetivos establecidos.
 Gestión de recursos humanos, materiales y económicos con eficacia, transparencia
y participación democrática.
 Evaluar y redefinir permanentemente los objetivos, las estrategias y los procesos.

Actividades propias de las funciones de investigación y docencia:


 Análisis y evaluación de la experiencia profesional. Para cada una de las funciones
señaladas anteriormente, es imprescindible la investigación, fundamentalmente
aplicada, pero la propia experiencia profesional es un valioso campo de
investigación.
 Supervisión de las prácticas profesionales: en general dentro de los respectivos
Servicios o Unidades; y, en particular, de las que se realizan con los futuros
profesionales para colaborar en su aprendizaje sobre el terreno.
 Enseñanza/aprendizaje: formación de nuevos profesionales tanto en estudios
reglados como no reglados.
 Reciclaje a través de la formación permanente y de la supervisión profesional.

6. ÁMBITOS DE INTERVENCIÓN DE LOS TRABAJADORES SOCIALES (Según se


recoge en la Memoria del Título de Grado en Trabajo Social por la UCLM).

Los Trabajadores Sociales realizan su actividad profesional en diversas áreas


profesionales y ámbitos de desempeño, tanto en organismos internacionales,
administración pública, universidades, empresa privada (por cuenta ajena o ejercicio
libre de la profesión) y en el marco del Tercer Sector (asociaciones, fundaciones,
federaciones u otras organizaciones sociales).

Tradicionalmente los/las profesionales del Trabajo Social han desarrollado su


labor entre los pobres y marginados y con un fuerte contenido paternalista y asistencial
en su actuación. Desde la aprobación de la Constitución de 1978 y en la medida en que
su intervención profesional se desarrolla en el marco de normas jurídicas positivas y en
su correspondiente entramado institucional, la actividad profesional se dirige a atender
a las necesidades de los/as ciudadanos/as, en el marco de los derechos que
reconocen la Constitución y las normas jurídicas.

El ámbito más habitual de su labor profesional es el de los Servicios Sociales


personales, pero también se encuentra en las áreas de la salud, educación, justicia,
empleo, urbanismo y vivienda, empresa, medio ambiente, voluntariado, cultura,
cooperación internacional y tiempo libre.

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Las distintas Administraciones Públicas –Central, Autonómica y Local- son las
máximas responsables en nuestro país y en los países de nuestro entorno, de
garantizar la prestación de este tipo de servicios a los ciudadanos y a sus
Comunidades. Será, pues, en estas Administraciones, especialmente en la
Administración Local y Autonómica, donde más amplia acogida encuentra este tipo de
labor profesional. También la iniciativa privada ofrece un amplio campo a los
trabajadores sociales: las asociaciones de autoayuda, las Organizaciones No
Gubernamentales, vienen desempeñando un importante papel. Por último también el
sector mercantil ha estado siempre presente y es posible que tenga un gran futuro con
la reestructuración de los sistemas de servicios sociales.

En estos ámbitos de intervención social, los/las trabajadores/as sociales realizan


intervenciones profesionales de forma coordinada y complementaria con otros agentes
tanto políticos (cargos políticos institucionales, representantes políticos y sindicales,
etc.), sociales (voluntariado social, militantes sociales, etc.), como profesionales
(psicólogos, sociólogos, educadores sociales, etc).

A continuación se enumeran los ámbitos en los que el Trabajo Social desarrolla


habitualmente su ejercicio profesional, describiendo en cada uno de ellos los distintos
espacios desde los que su intervención puede hacerse efectiva.

Servicios Sociales Generales (o básicos)


- Servicios Sociales de Atención Social básica y primaria. Dirigidos a toda la población
en general desde los servicios sociales de base existentes en todos los
ayuntamientos o comunidades.
- Servicios de atención permanente para atender emergencias sociales.
- Servicios de ayuda y atención domiciliaria

Servicios Sociales Especializados (atención por colectivos)

- Servicios de atención a personas sin hogar, transeúntes: servicios de atención en


medio abierto; centros de acogida y comedores sociales; albergues; formación e
inserción socio-laboral.
- Servicios de atención a personas mayores: centros sociales y clubes;
asociacionismo; centros de día; centros residenciales; atención domiciliaria;
voluntariado.
- Servicios de atención a Infancia y familia: Servicios de prevención, diagnóstico y
tratamiento para la protección de la infancia y soporte a la familia; acogimiento
familiar y adopción; centros de acogida; centros residenciales; centros abiertos.
- Servicios de atención a la mujer: servicios de información y atención psico-social
para la mujer; atención social de urgencia para mujeres víctimas de violencia
doméstica; casas de acogida; soporte para la formación y la inserción socio-laboral;
asociacionismo y grupos de auto-ayuda.
- Servicios de atención a personas con discapacidad: servicios de asesoramiento,
valoración e información de recursos; servicios de atención precoz; servicios de
diagnóstico, tratamiento y rehabilitación; formación e inserción socio-laboral;
asociacionismo de personas afectadas y de familiares o grupos sensibilizados;
voluntariado; pisos protegidos; defensa y tutela de los bienes de personas con
incapacidad.
- Servicios de acogida y atención social a inmigrantes y refugiados.

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Salud

- Centros de Salud o Servicios de Atención Primaria de Salud


- Servicios de Atención Socio-Sanitaria Domiciliaria a enfermos con patologías
crónicas y terminales
- Hospitales generales. Maternales. Hospitales infantiles.
- Centros Socio-sanitarios: Atención socio-sanitaria a pacientes crónicos y terminales;
unidades de cuidados paliativos.
- Servicios de Salud Mental: Servicios de prevención, diagnóstico y tratamiento infantil
y de adultos; hospital de día; centros de día; pisos protegidos; inserción socio-
laboral; unidades de tratamiento de pacientes en fase aguda; centros residenciales
para pacientes crónicos; asociacionismo de personas afectadas, de familiares y
otros grupos; servicios de atención a personas con demencias y trastornos
neurológicos degenerativos.
- Servicios de atención a las drogodependencias: Servicios de atención (información,
prevención, diagnóstico y tratamiento) a las drogodependencias; comunidades
terapéuticas; centros de rehabilitación y de reinserción social y laboral;
- Dentro del tercer sector, existe un amplio abanico de asociaciones y organizaciones
sin ánimo de lucro que trabajan con las personas que sufren enfermedades diversas
y sus familias, enfermedades que afectan los vínculos sociales y la calidad de vida
de las personas: cuidadores de enfermos con Alzheimer y otras demencias,
enfermos de cáncer, afectados por procesos de trasplante, SIDA, etcétera.

Educación

- Educación reglada: Servicios de asesoramiento psico-pedagógico y social a los


equipos de los centros escolares e institutos de enseñanza secundaria; mediación
escolar y familiar; centros de educación especial para alumnos con necesidades
especiales; asociacionismo en el ámbito escolar; detección y tratamiento del
absentismo escolar.
- Educación no reglada: Escuelas-taller y otras iniciativas orientadas a compensar
déficits socioeducativos; servicios de atención a primera infancia, especialmente con
familias que requieran soporte psico-social.

Justicia
- Justicia juvenil: Servicios técnicos de asesoramiento psico-social al juez; mediación
con la víctima; programas de seguimiento de medidas en medio abierto; centros de
internamiento de menores infractores; mediación familiar; inserción socio-laboral.
- Juzgados: Servicios de asesoramiento técnico a los jueces; mediación familiar;
programas de seguimiento de medidas penales alternativas a la prisión; atención a
la víctima.
- Instituciones penitenciarias: Comisiones de asistencia social penitenciaria;
programas específicos de tratamiento de determinados delitos, drogodependencias,
agresiones sexuales, etc; programas de atención materno-infantil para reclusas con
hijos en la prisión; seguimiento y control de presos en libertad condicional; servicios
de reinserción socio-laboral.

Empresa

- Atención y prestaciones sociales a los trabajadores de determinadas empresas que


cuentan con este servicio.

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Vivienda

- Programas de promoción, estudio y adjudicación de viviendas de protección social;


dinamización comunitaria de barrios de nueva construcción o en proceso de
remodelación; planificación urbana.

Tercer sector

- Ámbito en expansión integrado por organizaciones y entidades sin ánimo de lucro


que trabajan contra la exclusión social con programas preventivos, asistenciales,
formativos, de inserción social y laboral a nivel local, desarrollando en muchos casos
también programas de cooperación internacional.

Formación y asesoramiento técnico

- Formación de estudiantes de Trabajo Social; formación permanente; soporte técnico.

Nuevos ámbitos de intervención de los trabajadores sociales

Existe también un abanico de ámbitos, que a diferencia de los que se han


descrito, los podemos considerar como ámbitos nuevos de actuación del/la trabajador/a
social, en la medida que encontramos a estos profesionales y que son reconocidos
desde la propia profesión como tales.

- Planificación estratégica de Servicios de Bienestar


- Análisis y desarrollo organizacional
- Marketing social, comunicación e imagen en relación con temas sociales
- Atención a situaciones de catástrofes y/o de emergencias
- Defensa de los derechos humanos
- Cooperación y solidaridad internacional (proyectos de desarrollo)
- Mediación familiar y Counselling
- Terapia familiar
- Mediación comunitaria e intercultural
- Peritaje social
- Gestión y dirección de servicios y equipamientos sociales.

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