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A pesar del intento de muchos autores por ofrecer una definición de Trabajo
Social, nos encontramos con la dificultad de disponer de una definición consensuada.
De hecho Norberto ALAYÓN (1981) analiza setenta y dos definiciones, y de acuerdo a
las consideraciones de Mª José ESCARTÍN (1992) se dan varias circunstancias que
han dificultado ese consenso:
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Al respecto MOIX, M. (1991) explica como “el Trabajo Social, a la manera de un árbol invertido, comenzó por
manifestarse en una pluralidad de ramas inconexas que se ignoraban mutuamente, y que sólo merced a su progresivo
desarrollo llegaron a encontrarse en un mismo tronco, tomando entonces conciencia de que pertenecían todas ellas a
un idéntico árbol, y de que constituían las diversas ramas o especialidades de algo que es único y común a todas
ellas: el Trabajo Social”. En la misma línea, señala el hecho de que hasta 1955 no se crea en EE.UU. la National
Association of Social Workers, en la que se fundieron siete asociaciones distintas (p. 216).
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consists of those processes which develop personality through adjustments consciously
effected, individual by individual, between men and their social environment” (p. 98-99).
En 1965, Helen Harris PERLMAN afirma que el Trabajo Social “es un proceso
empleado por algunas instituciones consagradas a fomentar el bienestar público para
ayudar al individuo a afrontar con mayor eficacia sus problemas de ajuste social” (p.
13).
Manuel MOIX (1991, pp. 219-232) realiza una clasificación en la que diferencia dos
categorías principales:
1) El Trabajo Social es una actividad llevada a cabo bajo una óptica concreta: LA
INTERVENCIÓN SOCIAL, es decir, una acción organizada y desarrollada
intencionalmente para modificar unas situaciones sociales consideradas como
no deseadas y en orden a mejorar la calidad de vida, la autonomía y la
solidaridad.
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2) Esta actividad profesional se operativiza en el ámbito de la Política Social y los
Servicios Sociales, bajo un enfoque integrado y globalizador.
Existe otro bien muy preciado que yo propongo llamar interacción y que podríamos definir
como el ajuste entre la capacidad de desenvolvimiento autónomo de la persona en sus entornos
vitales y el apoyo social disponible a través de los vínculos familiares, convivenciales,
comunitarios o sociales en general. Propongo la palabra interacción porque permite hacer
referencia tanto a lo que la persona hace como al apoyo o ayuda que recibe gracias a los vínculos
informales que mantiene. Lo relevante no sería tanto el que la persona sea más o menos
autónoma (pensemos en el bebé humano) o disponga de muchos o pocos vínculos (pensemos en
el ermitaño) sino el ajuste entre autonomía personal e integración relacional en cada contexto y
momento del ciclo y el proyecto vital de cada persona. (p. 9)
Solo algunos autores superan esta influencia, como Gordon HAMILTON, que
elaboran el concepto de caso psicosocial como un hecho humano en el que siempre
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existen factores internos y externos o ambientales abarcando personas y situaciones,
realidad objetiva y la significación de esa realidad para quien la experimenta.
Pero la dimensión social del contexto adquiere relevancia a partir de los años
cincuenta y sesenta. Por ejemplo, en Werner W. BOEHM o en la ya citada del grupo de
expertos de las Naciones Unidas (1957). BOEHM entiende al Trabajo Social como
actividad: “El Trabajo Social pretende aumentar el funcionamiento social delos
individuos, singularmente y en grupos, por medio de actividades enfocadas a sus
relaciones sociales que constituyen la interacción entre el hombre y su entorno. Estas
actividades pueden agruparse en tres funciones: restauración de la capacidad
deteriorada, previsión de recursos individuales y sociales y prevención de la disfunción
social”.
DE LA RED considera que estas definiciones se centran más en el para qué y a qué
necesidades responde el Trabajo Social que en su naturaleza. Adolecen de un exceso
de generalidad e imprecisión. Se intenta, en la perspectiva de la operatividad, mejorar
el funcionamiento de las personas individual y socialmente a través de la interacción
social.
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Posteriormente, esta autora (Aylwin, 1980) ha revisado su postura: “para el desarrollo del Trabajo Social como
disciplina es necesario entonces construir su objeto superando la noción común de problema social, formada a través
de la sola práctica” (El objeto del Trabajo Social, Rev. de Trabajo Social 30, Santiago de Chile, 1980, p. 6).
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Para este autor, el Trabajo Social está en el plano de la acción social, pero nunca
en el de la ciencia o de la investigación científica: “el Trabajo Social no tiene cuerpo
teórico propio, aunque al igual que todas las tecnologías sociales tiene su
fundamento científico o una apoyatura teórica prestada de las ciencias sociales en
general, o si se quiere decir de manera más amplia, de las ciencias humanas; se
trata, pues, de una forma de acción social”.
El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que
promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la
liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la
responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo
social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades
y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras
para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.
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Natalio KISNERMAN entiende el Trabajo Social como “una intervención intencionada y científica, por lo tanto
racional y organizada en la realidad social para conocerla, tranformarla… No es simplemente ejecutor de lo que
otras profesiones elaboran. Investiga y transforma, apropiándose de una realidad concreta de trabajo…” (1985, pág.
116). KISNERMAN se niega a aceptar que el Trabajo Social quede reducido a una tecnología, aunque tampoco
entiende que en la actualidad el Trabajo Social sea una ciencia consolidada (pág. 111). Coincidiendo en parte con
KISNERMAN, Boris A. LIMA estima que el Trabajo Social sigue estando en un estadio precientífico, por no haber
sido capaz de elaborar conceptos y proceder a su sistematización (1983, pág. 122). Teresa ZAMANILLO considera
que en ciencias sociales, una disciplina como el Trabajo Social no necesita un cuerpo de conocimientos propio para
ostentar un estatus científico. Lo que necesita es estudiar algunas teorías que debe adecuar a su campo de
intervención (ZAMANILLO, T. y GAITÁN, L., 1991, p. 49).
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2. EL OBJETO DEL TRABAJO SOCIAL: LA NECESIDAD DE CLARIFICAR CUAL
ES SU MATERIA DE ESTUDIO. El individuo como problema. El problema
situacional de la persona. La estructura social opresiva. La satisfacción de las
necesidades humanas en relación con los recursos. Otras construcciones
teóricas del objeto del trabajo social.
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Por otra parte, el movimiento reconceptualizador sitúa el problema del objeto del
Trabajo Social no tanto en el individuo inadaptado como en la estructura social
opresiva, generadora de desigualdad e injusticia:
Para nuestro tema nos interesa particularmente un conflicto que recorre todo el tejido
social: es el que se establece entre las necesidades y los recursos sociales. Éste se
presenta históricamente desde el momento en que las necesidades humanas, para su
satisfacción, transcienden las posibilidades de la propia persona, requiriendo una
intervención pública e institucional. Tal circunstancia da a las necesidades humanas un
carácter social y empuja a la sociedad a destinar recursos sociales para la satisfacción
que dichas necesidades requieren. Es, pues, en esta relación necesidades-recursos
sociales donde se objetiva el campo de la acción social.
Sobre esta concepción no han faltado objeciones críticas, entre las que son
representativas las formuladas por ZAMANILLO y GAITÁN (1991, pp. 67-68):
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Otros autores han seguido intentando realizar una construcción teórica del objeto.
Entre ellos, cabe citar las propuestas de: AYLWIN DE BARROS entorno a los
problemas sociales (1980)4; MENDOZA RANGEL a partir de la práctica (1990, pp. 67-
77)5; ZAMANILLO PERAL respecto a los fenómenos relacionados con el malestar
social de los individuos (1991, pp. 71-72); y la de ESCARTÍN y SUÁREZ enfatizando al
actor-sujeto que plantea una necesidad (1994, pp. 79-81)6.
El objeto y contenido del Trabajo Social se ha ido configurando al ritmo que evoluciona
lo que constituye su marco de referencia –bienestar social y sus diversos enfoques,
política social y servicios sociales- y, simultáneamente, según avanzan las ciencias del
comportamiento –Psicología, Sociología y Ciencias Jurídicas. Basándose en estas dos
referencias, el Trabajo Social ha pasado de considerarse como arte-actividad-profesión,
a disciplina técnico-científica; concepto en el que parecen converger la mayoría de los
que hoy se ocupan del tema. (1993, p. 168).
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“El problema social como objeto de acción no es exclusivo del Trabajo Social, ya que otras ramas de las ciencias
humanas […] se preocupan del estudio y tratamiento de problemas específicos. Los distintivo del Trabajo Social es
la perspectiva totalizadora, su rol generalista en cuanto a los problemas sociales y asimismo su forma particular de
aproximarse a éstos, al verlos no como abstracciones, sino encarnados en seres humanos […], problemas
psicosociales que se dan en el área de interacción entre el individuo y su medio físico, material y social” (AYLWIN
DE BARROS, N., “El objeto del Trabajo Social”. Rev. de Trabajo Social nº 30, Santiago de Chile 1980, pág. 9. Cit.
En ZAMANILLO y GAITÁN, 1991, pág. 70).
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“El objeto del Trabajo Social se construye con la práctica, en el tránsito entre la necesidad y la satisfacción, y su
producto significa el logro de los objetivos que la sociedad se ha marcado para contribuir a la construcción de la
sociedad y su organización”. Sobre este enfoque presta especial atención DE LA RED VEGA, N., 1993, págs. 164-
166.
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MªJ. ESCARTÍN y Esperanza SUÁREZ, al hablar del objeto del Trabajo Social, entienden que son elementos
constitutivos del mismo: tomar conciencia de la necesidad y demandar un recurso. Así, señalan que el objeto del
Trabajo Sociales un “sujeto individual, grupal o colectivo, que plantea una necesidad y demanda una satisfacción a
través de la solicitud de un servicio institucional/profesional”.
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3. FINES Y OBJETIVOS DEL TRABAJO SOCIAL: el “porqué” y el “para qué” de
su actividad. Fines intrínsecos y extrínsecos. Los fines tradicionales y el
desarrollo de la persona. El movimiento de reconceptualización y la
transformación de la realidad. En la actualidad, el desarrollo e incremento del
Bienestar Social, la Salud y la Calidad de Vida. El cambio social y el
desarrollo social; la cohesión social y la liberación de las personas.
El Trabajo Social, como cualquier otra disciplina, recibe las influencias de cada
contexto y momento histórico, que suele estar inmerso en una determinada concepción
del mundo y de los seres humanos. Este hecho ha sido traducido en la doctrina acerca
del Trabajo Social con los planteamientos acerca del “porqué” y “para qué” de su
actividad, o lo que es lo mismo, en saber cuáles son sus fines y objetivos.
Fin es un propósito, una meta final o una finalidad. La idea superior que dirige la
actividad, el metavalor que conduce a la acción.
Los fines expresos denotan valores y éstos conforman la dimensión ética del conjunto
de comportamientos que se orientan de un modo determinado en virtud de cierta creencia
primaria, sea ésta religiosa o laica.
Por tanto, el examen de los fines del Trabajo Social, expresamente citados como tales,
o implícitamente contenidos en diferentes discursos, nos dará luz acerca de los valores
informadores del comportamiento de los que lo aplican y de los valores supuestos o
deseados en las personas a las que dirige la actividad. (Zamanillo y Gaitán, 1991, p. 53).
Los fines implican una serie de valores y, como consecuencia, una ética de
comportamiento, que legitiman la intervención del Trabajo Social como profesión,
debido a su responsabilidad frente a los desajustes e insuficiencia de respuestas a las
necesidades por parte del sistema social.
Los objetivos son etapas intermedias y concretan o traducen los fines, porque
dan sentido a la acción en un determinado momento histórico y en una determinada
sociedad. Por ello, el Trabajo Social se ha planteado objetivos de muy diversa índole:
desde la adaptación y ajuste del individuo al medio, hasta asumir como objetivo la
transformación de las situaciones-problema para lograr el bienestar social, con un
sentido de solidaridad, en el marco de las distintas políticas sociales.
De este modo, la política social marca los objetivos generales del Trabajo Social.
Éste, por su parte, establece los objetivos particulares y su forma de hacer como
profesión, que concreta cómo conseguir lo que promueve la política social,
encaminándola al logro del bienestar.
Como ya hemos dicho, los objetivos del Trabajo Social han estado mediatizados
por el momento histórico y la sociedad en que éste se ha desarrollado (ZAMANILLO y
GAITÁN, 1991, pp. 53-60).
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Mary RICHMOND, en “Caso Social Individual”, plantea que el objetivo
fundamental del Trabajo Social se concreta en el desarrollo de la personalidad, en
mejorar la adaptación del ser humano al medio en el que le ha tocado vivir, en la lucha
por mejorar las condiciones de la existencia del género humano, y confiesa su fe en la
capacidad del hombre para desarrollarse como ser social. Sin embargo, para Mary
RICHMOND existen dificultades en la sociedad para este desarrollo de la personalidad
humana, lo que justifica la intervención externa, incluso potenciando reformas sociales
profundas, que mejoren las condiciones de vida.
Gisela KONOPKA (1968) señala que los fines del Trabajo Social son el
crecimiento individual y el desarrollo de las metas sociales, así como el fomento de la
autonomía de los individuos. Murray G. ROSS (1967) afirma que el fin del Trabajo
Social es crear en la comunidad la capacidad de funcionar como una unidad respecto a
sus necesidades, problemas y objetivos comunes. Este autor también entiende como
objetivo la integración, que entiende como la identificación de los individuos con los
problemas de la comunidad, siendo partícipes de los objetivos comunes.
Los fines tradicionales del Trabajo Social son cuestionados por la corriente
crítica latinoamericana de los años sesenta, por entender que representaban la
ideología dominante, propia del sistema social en el que se habían generado,
aceptándose en consecuencia, la bondad del sistema y la necesidad de mantenerlo.
Para estos críticos, el papel de los trabajadores sociales era el de servir de instrumento
de control por parte de la sociedad, control de los comportamientos humanos.
Pero los objetivos que persigue el Trabajo Social se han ido adaptando con
rapidez a los valores gestados en los cambios sociales producidos durante la segunda
mitad del siglo XX. Actualmente, en el Estado Español se reconoce unánimemente que
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“el objetivo genérico del Trabajo Social es contribuir al desarrollo e incremento del
Bienestar Social, la Salud y la Calidad de Vida”, sin renunciar por ello a los aspectos
esenciales de la profesión, configurada a caballo entre el final del siglo XIX y principios
del XX como resultado de la evolución de diferentes movimientos filantrópicos: “ya
desde sus inicios, se ha considerado como elemento básico de intervención profesional
potenciar y promocionar tanto las capacidades y los recursos individuales y colectivos
de los propios usuarios como potenciar asimismo organizaciones, estructuras sociales
y formas de vida que refuerzan el Bienestar Social” (CONSEJO DE UNIVERSIDADES,
1988, p. 21).
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“Dictamen sobre definición y objetivos profesionales, 1993”. Emitido por el Consejo General de Colegios
Oficiales de Diplomados en Trabajo Social y Asistentes Sociales, en virtud de las competencias que la vigente Ley
de Colegios Profesionales le confiere.
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Mary RICHMOND, en las conclusiones de su “Social Case Work” (1922, pp.
257-258), esboza como principios del Trabajo Social:
Gordon HAMILTON (1982, pp. 1-21) afirma que “El Trabajo Social se basa en
determinadas premisas que no pueden ser probadas, pero sin las cuales sus métodos
y fines carecerían de significado. Estos axiomas son, por ejemplo: el mejoramiento del
hombre es la meta de toda sociedad; […] para ayudar eficazmente a otra persona es
preciso saber respetar la personalidad humana; […] la ayuda es más efectiva si quien
la recibe participa activamente y de una manera responsable en la ejecución del
procedimiento; […] el individuo y la sociedad son interdependientes…”.
Estos principios han ejercido una gran influencia posterior en la literatura sobre ética
y valores en el Trabajo Social. En su versión más resumida, quedaron enunciados de la
forma siguiente:
Para Sarah BANKS (1997, pp. 39-40), esa influencia se debe sobretodo a dos
factores:
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En segundo lugar, su énfasis acentúa principalmente la relación asistencial
voluntaria de trato individual, en el que el usuario inicia su contacto dirigiéndose a la
institución y ligándose individualmente a un trabajador social.
La misma autora considera que “esto ya está algo alejado de las complejidades
del Trabajo Social moderno, que incluye una intervención dentro de un marco
reglamentado, y un trabajo con familias, grupos y comunidades” (1997, p. 40).
Los trabajadores sociales son contratados por agencias, trabajan dentro de los
límites de unas reglas y procedimientos legales, y lo hacen para fomentar el bien
público o el bienestar de la sociedad en general. Por estas razones, se hacen
importantes otros tipos de principios éticos ligados a la utilidad (fomento del mayor
bienestar) y justicia (distribuyendo los bienes tan amplia y/o equitativamente como sea
posible) que “también deposita en el trabajador social unas obligaciones morales, que
pueden entrar en conflicto con sus obligaciones hacia el usuario como individuo. Estos
conflictos se pueden entender como un reflejo de las tensiones y contradicciones del
Estado de Bienestar” (p. 60).
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A) Postulados éticos:
a) de la dignidad humana;
b) de la perfectibilidad humana; y
c) de la sociabilidad esencial de la persona.
B) Principios operacionales:
a) respecto a los valores, patrones y pautas culturales;
b) oportunidad para el cambio;
c) actuación dentro de una perspectiva global de la realidad social.
Con posterioridad, en 1970, otro grupo de profesionales del Trabajo Social, tras
analizar el Documento de Araxá, realizan nuevos aportes y reformulaciones que
culminaron en el encuentro de Teresópolis. Tecla MACHADO SOEIRO realiza en esta
ocasión una declaración de principios en la que utiliza los siguientes postulados:
A) Postulados genéricos:
B) Postulado específico: “Integridad del Servicio Social”, respecto al que aclara que “el
Servicio Social es una totalidad de conocimientos y de procedimientos
interrelacionados” (CBCISS, 1981:141).
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c) desarrollar permanentemente una actitud y aptitud de análisis estructural
particularizado a los problemas cotidianos individuales, grupales y comunitarios,
generando una acción acorde;
d) generar constantemente procesos de decisión, organización y participación de
los sectores afectados en todas las instancias del proceso.
Frente a las posiciones radicales, en la década de los años 80 del siglo XX, se
desarrolla una influencia creciente de la nueva derecha en materia de legislación y
políticas relacionadas con el sector público. Ello queda reflejado en la expansión de la
contratación de servicios al sector privado, en la reducción de poder de los grupos
profesionales y del papel de Estado de Bienestar, y en el énfasis en los derechos y
responsabilidades de los individuos como ciudadanos de cuidar o cumplir con sus hijos
o familiares.
“Estas políticas y procedimientos se basan, ahora mucho más explícitamente que antes, en
valores utilitaristas de justicia de procedimiento y en la promoción del Estado de Bienestar. No
sólo han generado procedimientos para la valoración del riesgo y de las necesidades, sino
también una multitud de códigos de práctica fundamentados en los derechos de los usuarios,
las responsabilidades y los procedimientos institucionales para presentar reclamaciones o, por
ejemplo, para el acceso a los expedientes.” (1997:56).
Esta misma autora (1997:88-98) compara los principios que cimientan los códigos
de ética de los trabajadores sociales en 15 países de diferentes regiones del mundo,
aprobados entre 1978 y 1993. Como resultado de su análisis, presenta cuatro
principios generales que se repiten en casi todos ellos: (1) respeto hacia el valor único
de la persona como individuo. (2) autodeterminación del usuario. (3) justicia social. (4)
integridad profesional.
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a) dignidad de la persona humana: ser pensante y libre;
b) sociabilidad de la persona: condiciones de existencia y aptitudes para la vida
social;
c) perfectibilidad de la persona: considerada individualmente, o integrada en
grupos, o formando una colectividad o comunidad”.
A) Principios básicos:
B) Principios operacionales:
Veinte años después, MOIX MARTÍNEZ (1991, pág. 276) afirma que los valores y
principios básicos del Trabajo Social “carecen, no obstante, de una enumeración
uniforme, al no haberse llegado todavía a su universal codificación”, y considera que
comúnmente se consideran como tales:
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Libertad, que implica perfectibilidad-confianza en la capacidad de creatividad
de las personas.
Sociabilidad, que implica: reconocimiento del derecho a ser uno mismo;
captación del hombre en su relación; humanización y realización de la
plenitud humana con el reconocimiento de las peculiaridades de cada uno, a
través de su dimensión social y comunitaria, y de un compromiso solidario y
comunicativo.
El Consejo General del Trabajo Social de España aprueba en junio de 2012 el nuevo
Código deontológico de Trabajo Social –el anterior es del año 1999-, que dedica su
Capítulo II a la Aplicación de principios generales de la profesión. (Ver el texto
completo en las lecturas obligatorias –disponible en Moodle-):
Artículo 7. El Trabajo Social está fundado sobre los valores indivisible y universales de la
dignidad humana, la libertad y la igualdad tal y como se contemplan en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, las instituciones democráticas y el Estado de Derecho.
En ellos se basa la actuación profesional, por medio de la aceptación de los siguientes
principios.
Ética y deontología
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El “examen” de LEBRET está expuesto en forma negativa: afirma lo que no debe hacerse.
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Ante la cuestión de si son o no necesarios los Códigos de Ética, hay quienes
dudan o se muestran indiferentes o escépticos: “personalmente manifestamos nuestro
absoluto escepticismo frente a los códigos de ética, pues de nada valen si los
profesionales carecen de la actitud interna que hacen que su actuación sea realmente
técnica” (KISNERMAN, N., 1976:93).
Sin embargo, Laura GRAZZIOSI considera las razones por las que se justifica la
existencia de los códigos de ética (1978:84-92):
“Lo primero y más fundamental sobre lo que se tiene que reflexionar en un curso de
ética profesional es sobre los fines o bienes intrínsecos a los que tiende el ejercicio
de cada profesión. Apelando a ese fin o bien intrínseco es como se justifica y juzga
si una actuación profesional merece aprobación o desaprobación ética” (HORTAL,
A., 1994:15).
Este autor insiste en que “estamos ante un aspecto esencial de toda profesión pero
que tiene un carácter subordinado”. Las normas acaban siendo únicamente las
ordenaciones concretas que vehiculan y apuntalan mediante la seriedad del
compromiso deontológico, la variedad de las aspiraciones teleológicas.
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Francisco J. BERMEJO describe un método para la resolución de los
conflictos en ética profesional, basado en la propuesta del profesor Diego GRACIA9,
que consta de cuatro pasos:
El objetivo del trabajo de la AIETS y de la FITS sobre ética es promover el debate ético y
la reflexión en las organizaciones miembros, entre los profesionales de trabajo social de
los países miembros, así como en las escuelas de trabajo social y entre sus estudiantes.
Algunos de los retos y problemas éticos a los que se enfrentan los trabajadores sociales
son específicos de determinados países; otros son comunes. Ciñéndose a principios
generales, la declaración conjunta de la FITS y la AIETS pretende animar a los
trabajadores sociales de todo el mundo a reflexionar sobre los retos y dilemas a los que
se enfrentan y a basar en la ética sus actuaciones en cada caso concreto.
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GRACIA, D., Fundamentos de Bioética, Eudema Universidad, Madrid 1989.
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Los principios de Derechos Humanos y Justicia Social quedan así recogidos en la
sección 4:
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5. FUNCIONES Y ACTIVIDADES DE LOS TRABAJADORES SOCIALES.
función.
(Del lat. functio, -onis).
2. f. Tarea que corresponde realizar a una institución o entidad, o a sus
órganos o personas.
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g) Rehabilitación. El trabajador social contribuye al bienestar y posibilita la
integración social de aquellas personas y colectivos que por razones personales o
sociales se encuentran en una situación de desventaja social.
Actividades
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El catálogo de funciones que aparecen en este Dictamen es el resultado de un proceso de trabajo para el que, ya en
1991, se había realizado un primer borrador –Documento de Trabajo- a cargo de BAÑEZ, T., entonces vocal de
formación académica del Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo Social y Asistentes
Sociales. La versión de ese primer Documento de Trabajo presenta bastantes diferencias respecto al Dictamen final,
y tiene un especial valor por la detallada relación que se presenta sobre las actividades que realizan los trabajadores
sociales.
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Actividades propias de las funciones de asistencia directa y preventiva:
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Actividades propias de las funciones de planificación, administración y gestión de
Centros/Servicios:
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Las distintas Administraciones Públicas –Central, Autonómica y Local- son las
máximas responsables en nuestro país y en los países de nuestro entorno, de
garantizar la prestación de este tipo de servicios a los ciudadanos y a sus
Comunidades. Será, pues, en estas Administraciones, especialmente en la
Administración Local y Autonómica, donde más amplia acogida encuentra este tipo de
labor profesional. También la iniciativa privada ofrece un amplio campo a los
trabajadores sociales: las asociaciones de autoayuda, las Organizaciones No
Gubernamentales, vienen desempeñando un importante papel. Por último también el
sector mercantil ha estado siempre presente y es posible que tenga un gran futuro con
la reestructuración de los sistemas de servicios sociales.
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Salud
Educación
Justicia
- Justicia juvenil: Servicios técnicos de asesoramiento psico-social al juez; mediación
con la víctima; programas de seguimiento de medidas en medio abierto; centros de
internamiento de menores infractores; mediación familiar; inserción socio-laboral.
- Juzgados: Servicios de asesoramiento técnico a los jueces; mediación familiar;
programas de seguimiento de medidas penales alternativas a la prisión; atención a
la víctima.
- Instituciones penitenciarias: Comisiones de asistencia social penitenciaria;
programas específicos de tratamiento de determinados delitos, drogodependencias,
agresiones sexuales, etc; programas de atención materno-infantil para reclusas con
hijos en la prisión; seguimiento y control de presos en libertad condicional; servicios
de reinserción socio-laboral.
Empresa
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Vivienda
Tercer sector
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