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PH ILIPPE RO BER T
26. Esta querella es citada por J. Pinatel op cit., cita 1, a) Ng 42, quien toma par
tido contra Durkheim.
27. Op. cit., nota 6 b ).
28. Manouvrier L., "Questions préalables dans l'étude comparative des criminéis
et des honnétes gens” , Archives d’anthropologie crim indle, 1892, 557.
29. Op. cit., nota 14.
36 PHILIPPE ROBERT
que ese acto puede suscitar. (Decir reacción social es, por otra
parte, una manera de abreviar por qué una parte precede el paso al
acto por la incriminación o la actuación que se espera de la per
sona). Algunos pensarán, quizás para alegrarse o para deplorarlo,
que actuando así se arruina la criminología al suprimir la especifi
cidad de su objeto. Este no es nuestro sentimiento. Queremos decir
simplemente que restringiendo el objeto específico de esa disciplina
al estudio diferencial del paso al acto, se adopta una visión dema
siado restrictiva y que la reacción social constituye todavía un objeto
específico de estudio.
Medios
9. Siendo considerado con frecuencia el estudio de factores
como limitado o decepcionante, se ha propuesto cambiar de enfo
que y estudiar los medios en el seno de los cuales puede vivir el cri
minal con el fin de intentar detectar los conflictos latentes entre
individuo y grupo o entre grupo primario y sociedad global. Se han
tomado entonces los tres medios propuestos por E. De Greeff: el
medio primario (familia de origen y su medio ambiente), el medio
ocasional (medio de formación escolar y profesional), y en fin, el
medio escogido o aceptado (familia creada, medio profesional y
cultural). Seguir aquí paso a paso los análisis posibles sería de
poco interés y hasta fastidioso.44 Nos limitaremos a algunas obser
vaciones generales.
42. Cpr. Selosse J., "Les applications de la méthode d'analyse de structure latente
á quelques problémes de typologie d’adolescents délinquants’’, Armales de
Vaucresson, 1965, 3, 209-
43. Chirol, Y., Analyse typologique des conduites délinquants. París, E.P.H.E.,
1971, roneo.
44. Para una exposición rápida, ver op cit., nota 22.
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Cultura
10. De los modos de inserción precedentes pueden extraerse
varias lecciones que ahora confluyen. Las investigaciones descrip
45. Chombart de Lauwe M. J., Psychopathologie sociale d e l’enfant inadapté, París,
Ed. du C.N.R.S., 1959-
46. Robert Ph., Les bandes d ’adolescents, París, Ed. ouvriéres, 1966. Chap. 7 in fine.
47. Op. cit., nota 45.
48. Guidon J., Les étapes de la rééducation, París, Fleurus, 1970.
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 41
71. Vold, G. B., Theoretical criminology, N. Y., Oxford University Press, 1958.
72. Op. cit., nota 46.
73. Bourricaud, F., Esquisse d’une théorie d e l’autorité, Paris, Plon, 1961.
74. Op. cit., nota 16.
75. Op. cit., nota 51; add. Whyte, W . F.,Street com er society, Chicago, University
of Chicago Press, 1943; Miller, W . B., "Lower class culture as a generating
milieu of gang delinquency”, Journ al o f social issues, 1958, X IV , 3, 9.
76. Op. cit., nota 66.
77. Sobre este concepto, se insiste particularmente en Matza, D., Delinquency and
drift, London, Wiley, 1964; Wolfgang, M. E., & Ferracuti, F., T he subculture
o f violence, London, Tavistock, 1967.
78. Ese concepto es particularmente desarrollado por Yinger, M., "Contra culture
and subculture”, Am et. Socio. Rev., 1960, X X V , 625.
79. Op. cit., nota 1 c ), 155, 178, 214.
80. Riesman, D., L a fo u le solitaire, Paris, Arthaud, 1964.
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 47
M edios
M odos O bjetivos institucionalizados
Conformismo + +
Innovación + —
Ritualismo — +
Evasión — —
Rebelión +
En busca de la criminalidad
14. Toda la criminología del paso al acto tropieza con una
primera dificultad seria, que se refiere a su base de trabajo. En
efecto, en la medida en que el fenómeno que parece importante
de estudiar es la comisión de una infracción, conviene disponer de
un material constituido, sea por la población extensiva de las per
sonas que actúan así en un marco tempoespacial dado, sea por una
muestra representativa. Ahora bien, una gran parte de las inves
tigaciones que entran en la concepción de una criminología del paso
al acto descansan en la manipulación de series estadísticas o la
84. Srole, L., "Social integration certón corollarius: an exploratory study”, Amer.
Socio. Rev., 1956, 12.
85. Op. cit., nota 1 c ).
86. Arendt, H., T h e origins o f totalitarianism, N .Y., Harcourt & Bra. 1954.
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 49
87. Compte général d e 1'administration d e la justice pour 1969, Paris, Min. Justice,
1971.
88. Hood, R. & Sparks, R., La délinquance, Paris, Hachette, 1970.
89. Sobre la cifra negra, además de los trabajos analizados en los primeros ca
pítulos de la ob. cit, nota 88, remitimos a Me. Clintock, F. E., "Aspects crimi-
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tido sin que hubiese continuación oficial.®5 Otros trabajos han pro
cedido a la inversa investigando sobre la victimización oculta.®6 En
la mayoría de los casos se ha tomado la precaución de limitar la
lista de las oportunidades a conductas bastante graves (excepto
cuando se procede por entrevista) y de hacer designar a posteriori,
por expertos, todos los casos dudosos a eliminar con vistas a una
corrección. Por supuesto, esos métodos, especialmente los de de
lincuencia autoinformada, exigen el recurrir a múltiples precau
ciones. Las encuestas de victimización conducen generalmente a una
subestimación de las infracciones, sobre todo las menos graves y las
más antiguas. Además, son impotentes para informar sobre los
crímenes sin víctima directa o sobre las infracciones consensúales
o conspiratorias. Establecidas estas observaciones metodológicas,
podemos decir que dos conclusiones parecen ciertas. Por una parte,
la delincuencia registrada representa in globo una débil parte del
conjunto de pasos al acto denunciados o conocidos (y esto aun si uno
se limita a las infracciones serias). Por otra parte, el porcentaje de
registro varía de manera considerable según el tipo de infracción
(dicho sea de paso: de la misma manera que un cambio en la
eficiencia administrativa produce modificaciones estadísticas con
siderables, si sobreviniese un cambio en la actitud de los poten
ciales denunciantes, esto produciría una modificación notable en el
porcentaje de delincuencia registrada). Las variaciones del por
centaje de registro, según las clases de infracciones, prueban que la
criminalidad oficial no es una muestra representativa desde ese
punto de vista. En lo que respecta a la representatividad con rela
ción a los criterios de población, es muy difícil extraer consecuencias
extremadamente netas. Las categorías sobrerrepresentadas en la po
blación criminal oficial tienen los récords de reiteración y de grave
9 5. Porterfield, A., Youth in trouble, Fort Worth, Léo Portishman, 1946. Christie,
N., Andenaes, J. & Skirbekk, S., "A study of selfreported crime” , in Chris-
tiansen, K. O. (E d .)., Scandinavian síudies in criminology, London, Tavistock,
1965, vol. 1, 86. Elmhom, K., "Study en self-reported delinquency among
school children in Stockolm" eod. loe., 117. Erickson, M. L. & Empey, L. T.,
"Court records, indetected delinquency and decisión making”, Journ al o f
criminology, criminal lato and p ólice Science, 1963, 54, 456. Gold, M., "Inde-
tected delinquent behaviour”, Journal o f research in crim e and delinquency,
1966, 3, 27. Empey, L. T . & Erickson, M. L., "Hidden delinquency and social
status” , Social forces, 1966, 44, 546.
9 6. Ver los trabajos financiados por la Comisión Katzenback antes citada, nota 90
(task forcé: assessment).
52 PHILIPPE ROBERT
97. Becker, H. S., Outsiders, N. Y ., The free press oí Glencoe, 1963; ver también,
Becker, H. S. (E d .), T he otber side, N. Y., The free press of Glencoe, 1964.
98. Goffman, E., Stigma, Englewood Cliffs. N. Y .. Prentice Hall, 1963; ver tam
bién: Goofman E., Asiles, Paris, Ed. de minuit. Se podrá agregar, a los dos
autoces citados en las notas 97 y 98 los que figuran infra, nota 113.
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 53
"Es interesante constatar, sin embargo, que esas teorías modernas man
tienen la distinción entre los delincuentes y los ciudadanos respetuosos
han hecho la misma cosa en dominios tan diferentes como las bandas
de jóvenes,105 el enfoque económico de la criminalidad,106 etc... Pero
la mayoría hace una criminología del paso al acto con materiales
dependientes de la reacción social. Según la frase de Szabo, no es
más que una "criminología penitenciaria”107 y su axioma lleva a
una falsedad. Dicho de otra manera, hay incoherencia entre la pro
blemática y los datos. La única conclusión válida que una crimi
nología del paso al acto puede extraer de los trabajos que acabamos
de analizar se resume así: cuando se observa una población sometida
a la justicia de cualquier forma, los rasgos observados están sobre
cargados por la perturbación de las expectativas de rol de que esos
sujetos son objeto. Entonces, generalmente somos incapaces de
distinguir lo que es nacido de la estigmatización de lo que ha
podido tener relación con el paso al acto. A medida que se avanza
en una carrera criminal actúa además un proceso de círculo vicioso
en el cual se hace imposible distinguir "el huevo” de "la gallina”,
y más allá de esa corrección necesaria, pensamos que la criminología
del paso al acto no puede ignorar la importancia, la naturaleza y
las repercusiones de la reacción social.108
Por otra parte, no podemos limitarnos a una criminología del
paso al acto y conviene ahora hacer lugar igualmente a una crimi
nología de la reacción social, en la cual el sociólogo podrá hacer
carrera más cómodamente. El propósito de lo que desarrollaremos a
continuación será trazar algunas grandes líneas en forma de pro
grama de investigación. Pero en esta criminología conviene igual
mente mantener una homología entre la problemática que se adopta
y los datos sobre los cuales se trabaja, so pena de exponerse a las
mismas críticas que ciertos criminólogos del paso al acto.109
110. Ferracuti, F. & Newman, G., Clinical and psychological perceptions o f déviance,
Strasbourg, Conseil de l’Europe, 1971, ronéo, DPC/CDIR 71, 15.
111. Robert, Ph., & Faugeron, C., U im age d e la justice criminelle, rapport axio-
matique, Paris, S.E.P.C., 1971, ronéo, N 9 49 s. Pro op. cit., nota 103.
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Norma y desviación
20. Toda formación social requiere un consensus sobre las
finalidades y los medios apropiados, pero sólo hasta un cierto grado.
En efecto, existe un nivel tolerable de desviación que puede pro
ducir efectos positivos. Antes de que D. Chapman, S. Shoham y yo
mostrásemos el papel del chivo expiatorio para reforzar la unidad
del grupo social,115 G. Simmel y E. De Greeff se habían encontrado,
a partir de enfoques muy diferentes, para señalar el papel unificador
de la desviación.116 Agreguemos aun que la desviación puede figurar
como válvula de seguridad, como señal de alarma, como medio de
escapar a una burocratización asfixiante y ritualista. . . En breve,
113. Op. cit., nota 97; Lemert, E., Social pathology, N .Y., Mac. Graw Hill, 1951;
Scheff, T. S., "The societal reaction to deviance”, Social problem s, 1964, X I,
401; Erickson, K. T., "Notes of the sociology of deviance”, Social problem s,
1962, IX , 308; Kituse, J . I., "Societal reaction to deviant behaviour, problems
theory and method", Social problem s, 1962, IX , 253, op. cit., nota 98; Basaglia,
F., Listituzion e negata, Torino, Einaudi, 1965; Basaglia, F., & Basaglia Ongaro,
F., La maggioranza deviante, Torino, Einaudi, 1971.
114. Op. cit., nota 101.
115. Op. cit., notas 46, 6 b ), 99.
1 1 6 . T h e sociology o f Georg Simmel, Glencoe, The Free Press, 1950; De Greeff, E.,
A ux sources d e l’humain, Paris, Plon, 1949.
(60 PHILIPPE ROBERT
117. Marx, K., "Benéfices secondaires du crime”, in op. cit., nota 18.
118. Op. cit., nota 6 b ), pp. 65 y ss.
119. Para referir este análisis a una teoría de los roles, uno puede basarse parcial
mente en Mead, G. H., Mind, self and society, Chicago, Univ. of Chicago
Press, 1934, conla trilogía de las funciones expresiva, sostenedora, protectora.
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 61
Desviación y criminalidad
25. Después de haber enfocado rápidamente las direcciones
de investigación concernientes a ese soporte institucionalizado y
anticipador que es la norma incriminalizante, hay que detenerse un
poco más en el tema, más fecundo, es cierto, de las representaciones
de la criminalidad.
Si partimos nuevamente de lo que se dijo antes, a propósito de
la desviación, la mayoría de los autores están acordes en decir que
la criminalidad constituye una parte específica de la desviación.
Consideremos entonces con cuidado la pertenencia de este punto
de partida. Muchos hablan de un continuum entre desviación y
criminalidad.130 Generalmente, en el correcto sentido de una socio-
130. Op. cit., nota 120; Ribordy, F. X ., Reaction sociale á la déviance, Journées
internationales de sociologie du droit, Várese, 1971, ronéo; Szabo, D., et al.,
L a reaction sociale á la déviance, Montréal, Univ. de Montréal, 1969, ronéo;
op. cit., nota 101.
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 65
132. Este pasaje toma mucho de: Robert, Ph., N ote N Q 2 sur la recherche: la
réaction sociale á la déviance, Paris, S.E.P.C., 1971, ronéo / communication
aux premiéres journées scientifiques franco-québécoxses de criminologie, Vau-
cresson, 1971.
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constatada
desaprobada
Desviación
constatada
■y Desviación
desaprobada
Criminalidad
68 p h il ip p e robert
133. Kutchinsky, B., Síudies o f pom ography and sex crimes in Denmark, Copenha-
gen, New social Science monographs, 1970.
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136. Normandeu, A.; Robert, Ph., et Sauvy, A., “Protestation en groupe, violence
et systéme de justice criminelle”, in Szabo, D. (E d .), h a crise d e l'administra-
tion de la justice dans les zones métropolitaines, Montréal, C.I.C.C., ronéo.
137. Op. cit., nota 112 a ).
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144. Sobre este tema, confrontar: Grossman J. B., "A model for judicial poiicy
analysis: the suprem Court and the sit-in cases", in Grossman, J. B. and
Tanenhaus, J., (E d .)., Frontiers o f judicial research, N. Y . Wiley, 1969, 405
— y el análisis que doy en Année sociologique, vol. X X I. Igualmente: Robert,
Ph., "La recherche opérationnelle dans le systéme de justice criminelle”, in
Etudts relatives á la criminalité, vol. V III, Strasbourg, Conseil de l’Europe,
1971, 55, finalmente, op. cit., nota 111.
145. Por ejemplo, Etude pilote R.C.B. portant sur le budget d e program me du
commissariat d e sécurité publique d e Strasbourg, Paris, Ministére de l’Intérieur,
1971, ronéo.
146. Newman, G. R., D eviance and removal, Philadelphia, Univ. de Pennsylvania
Ph. D. Dissertation, 1971, ronéo Comp. Newman, G. R., "Normality and cri-
minality revisited”, British Journal o f criminology, 1970, vol. X . 64.
147. Como se dice en op. cit., nota 110, por incumplimiento de las reglas de adap
tación, racionalidad, trabajo, sociabilidad y moderación.
148. Op. cit, nota 99.
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149. Entre las recientes obras de sociología, se verá, sobre todo: Fattah, E. A.,
"La victimologie, qu’est-elle et quel est son avenir? R.I.C.P.T. 1967, X X I, 2,
Fattah, E. A., La victime est-elle coupable?, Montréal, Presses de l'Université
de Montréal, 1971.
150. Sobre el concepto de reportabilidad, véase principalmente op. cit., nota 138 y
tef. cit.
76 PHILIPPE ROBERT
151. Sobre los fenómenos de auto regulación, se verá para la policía, Skolnick,
J. H., Justice without trial, N. Y . Wiley, 1966. Para el Ministerio Público,
op. cit, nota 21, c ), d ), para las jurisdicciones, op. cit., nota 144 a ).
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 77
rarlos con los resultados obtenidos entre los miembros del out-group.
Por otra parte, en combinación con los enfoques sistémicos, se
podrá aclarar considerablemente el proceso de selección. Abogamos
en favor de un pareamiento de las investigaciones.152
33. Un último punto a examinar se refiere a las consecuencias
del paso a través del sistema. Podemos decir que varían según el gra
do de compromiso (quien ha sido interpelado por la policía pero no
condenado, está menos comprometido en el sistema que quien ha
sido encarcelado, etc. aunque toda intervención comporta un
inicio de etiquetaje. También son diferentes, según ciertas investiga
ciones, en proporción a la posición socioeconómica. Schwarz y Skol-
nick 153 han demostrado que la implicación de médicos, sean cuales
hayan sido las consecuencias, tenía poco efecto sobre su práctica
profesional porque su imagen era muy resistente. Por el contrario,
los candidatos a un puesto de peón se verán fuertemente discrimina
dos por el solo contacto con el sistema de justicia criminal, aunque
luego fuesen reconocidos inocentes. Entonces, es interesante inves
tigar sobre las representaciones diferenciales de personas que han
tenido relación con el sistema de justicia criminal. Sería necesario ver
más en detalle si las consecuencias varían únicamente en función de
la posición social del interesado o también según el grado de inter
vención del sistema o según la importancia atribuida a su paso al
acto (tomando en cuenta la gravedad y la intencionalidad impu
tadas).
Nuestras propias investigaciones sobre la imagen de la justicia
criminal llevan a decir que existe una variedad de finalidades. Si
tomamos de nuevo el esbozo de tipología que figura supra a propó
sito de las conductas criminales, podemos hacer las distinciones si
guientes:
■
— el tipo que generaliza la intencionalidad pondrá el acento
sobre la punición, el marcado social del delincuente, su aisla
miento;
— el tipo que excluye toda intencionalidad no puede atribuir,
naturalmente, ninguna finalidad;
154. Peters, E. L., "Public school attitudes towards juvenile delinquants” Journal
o f research in crim e and delinquency, 1969, V I, 56.
155. Op. cit., nota 68 b ).
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 79
158. Pritchett, C. H., T h e Roosevelt Court, a study o f judicial polilics and valúes,
N .Y., Me. Millan, 1948. Pritchett, C. H., "The development of judicial
research’’, in op. cit., nota 144 a ).
159. Op. cit., nota 144 a ).
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 81
160. Robert, Ph., Traite d e droit des mineurs, Paris, Cujas, 1969.
161. Op. cit., nota 110.
162. Sobre la diferencia entre análisis operacional e investigación operacional y
sobre la oportunidad de reintegrar esos conceptos en una estructuración de
programas globalizantes, se verá op. cit., nota 144, b ).
163. Katzenbach, N. de B. et al., T h e challenge o f crime in a fr e e society (et les
volumes de rapport des task fo rces), Washington, U .S . Gov. Printing Office,
1967.
164. Bottoms, A. H., & Nilsson, E. K., "Operation research”, T he pólice chief,
1970, X X X V II, 5, 22.
165. Greve, V., Krim inalitet som normalitet, Copenhagen, Institute de criminologie,
1971, ronéo.
166. Op. cit., nota 151 a ).
82 PHILIPPE ROBERT
cuencia, del otro. Otros trabajos tendrán como objeto, luego, some
ter a prueba ciertos métodos diferentes ( ratios, processus stokhasti-
kos [aleatorios]), derivar previsiones de estiaje de un sistema a
otro (modelo, entradas-salidas, problema de relleno con huida, for-
malización de los procesos de elementales), con vistas a intentar
la "apertura” del modelo y su enriquecimiento por la integración
de "variables de calidad”.
39. Para terminar, parecería lógico colocar aquí la investi
gación evaluativa, cuyo objetivo es calibrar los resultados de tal o
cual modo de ejecución de las decisiones judiciales. No entra en
nuestro propósito el elaborar un cuadro, aun cursivo, de un sector
que llenaría bibliotecas enteras. Simplemente remitimos a algunos
trabajos principales o a lo que hemos dicho recientemente.186 Esta
parte ingrata pero muy importante de la investigación criminológica
es prácticamente inexistente en Francia: se encuentran algunos tra
bajos en curso en el sector de la criminología juvenil,187 pero casi
nada válido en penología corriente.
La investigación evaluativa parece interesante únicamente si se
inserta en un enfoque global en términos de criminología de reac
ción social. Practicarla aisladamente, sin el telón de fondo de los
trabajos citados, sería demasiado vano, incluso capaz de inducir
a error.
Una primera consecuencia figura a nivel de los datos: su selec
ción implica, además de las dificultades analizadas clásicamente:
186. Cf. Hood, R., "La recherche évaluative de l'efficacité des sanctions et traite-
ments”, Etudes relatives á la recherche crim inologique, vol. 1, Strasbourg,
Conseil de l'Europe, 1967; op. cit., nota 88; Robert, Ph., Recherche crimino-
logiqu e et inadaptation juvénile, París, S.E;P.C., 1971, ronéo. (Rapport au
12’ Congrés franjáis de criminologie, Biarritz, 1971), y ref. cit.
187. Cf. ref. cit., in op. cit., nota 186 c ) .
86 PHILIPPE ROBERT
Declaración de etapa
45. Ante los inconvenientes de permanecer solamente en una
criminología del paso al acto, proponemos explorar igualmente otra
vía, la de una criminología de la reacción social. La apertura de
esta alternativa puede ser particularmente fecunda para los soció
logos que trabajan en ese dominio.
Apertura es mucho decir, porque existen ya cantidades impor
tantes de trabajos a los que nos hemos referido. Pero la organización
de esta gestión según los programas globales y sistemáticos daría
mejor peso a esta segunda criminología.
En resumen, sugerimos la organización siguiente:
1. Estudio del papel de los empresarios morales en la génesis
de la norma incriminante y de sus representaciones.
Examen de las representaciones del umbral de criminalidad y
de su dinámica, según los conceptos de adecuación de las clases de
reacción social, y de gravedad diferencial percibida en el interior del
campo de la criminalidad.
Investigación sobre los procesos diferenciales de remisión al
juez según los grupos de pertenencia y sobre la visibilidad, estudio
de los mecanismos de selección en embudo y de etiquetaje progresi
vo; examen diferencial de las consecuencias (imagen e imagen de
sí del individuo que ha tenido problemas con el sistema de control
de delincuencia).
2. Estudio sistémico de los flujos y operaciones, particular
mente a través del análisis operacional, el costo del crimen, la in
vestigación preventiva, una investigación evaluativa reconstruida
después de dilucidación de las finalidades perseguidas.
Investigaciones sobre las representaciones de la justicia crimi
nal, a la vez en el in-group y en el out-group.
46. Actualmente, la situación nos parece favorable para avan
zar rápidamente. Lo que sabemos por la criminología de paso al acto
LA SOCIOLOGIA Y LA CRIMINOLOGIA 91