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Investigación en salud pública

La investigación en salud pública desempeña un papel crucial en la identificación de factores de riesgo, proporcionando
la base para el desarrollo de intervenciones dirigidas a la promoción de la salud y la prevención y control de
enfermedades. En este contexto, las acciones de control deben ser implementadas de manera rápida y eficiente,
dirigidas a suprimir o eliminar las fuentes de infección y exposición, interrumpir la transmisión en la población y reducir la
susceptibilidad.

La epidemiología descriptiva clásica utiliza la tríada de tiempo, lugar y persona, elementos esenciales para detectar y
caracterizar la ocurrencia de una situación epidémica y generar hipótesis. Por otro lado, la epidemiología analítica se
enfoca en comprobar estas hipótesis, haciendo inferencias y predicciones sobre el modo de transmisión y las
exposiciones de mayor riesgo para proponer intervenciones.

La investigación epidemiológica de campo se aplica a eventos de salud inesperados y demanda una respuesta
inmediata. Sin embargo, debe equilibrarse con la necesidad de ser técnicamente apropiada. Factores como la necesidad
de intervenir y prevenir casos para reducir el impacto socioeconómico, la naturaleza retrospectiva de la investigación que
depende de la memoria de las personas y la ventana de oportunidad limitada para ejecutar la investigación, hacen que
este equilibrio sea crucial.

Esta investigación puede clasificarse según las estrategias metodológicas que aplica para el estudio de la frecuencia,
distribución y determinantes de la salud en la población. Se distinguen dos clases de investigación epidemiológica:
experimentales o ensayos clínicos, que pueden ser individuales o comunitarios, y no experimentales u observacionales,
que incluyen estudios descriptivos y analíticos.

La detección y gestión de brotes es un aspecto crítico de la investigación epidemiológica de campo. Un brote se define
como un incremento localizado en la incidencia de una enfermedad en un lugar determinado. Ante la sospecha de un
brote, la investigación debe confirmar su existencia y caracterizarlo en tiempo, lugar y persona.

Los brotes pueden clasificarse según su fuente en común, propagada o mixta. La detección de brotes se desencadena si
la enfermedad es prioritaria y tiene un impacto significativo en la salud pública, si excede su ocurrencia habitual en
número o distribución, si tiene una fuente común, si tiene una severidad mayor que la habitual o si es nueva, emergente
o desconocida en el área.

La investigación de brotes se ejecuta mediante dos tipos de actividades de campo: descriptiva y analítica. La fase
descriptiva caracteriza el brote en tiempo, lugar y persona, generando hipótesis para adoptar acciones de control
inmediato. La fase analítica consiste en la comparación de grupos de personas enfermas y sanas de la población para
confirmar la fuente, modo, riesgos y exposiciones para la propagación del brote.

Para llevar a cabo una investigación epidemiológica de brote, se deben seguir pasos específicos. Primero, se confirma la
ocurrencia del brote definiendo casos, determinando la población en riesgo y calculando tasas de ataque. Luego, se
organiza el trabajo de campo abordando aspectos de comunicación, logística y gestión. Se establece una definición
operacional de caso que considera criterios clínicos, de laboratorio y epidemiológicos.

La búsqueda activa de casos es esencial, y la caracterización del brote en tiempo, lugar y persona proporciona
información valiosa. La generación de hipótesis se enfoca en la fuente del agente causal, modo de transmisión y
exposición asociada al riesgo de enfermar. Se aplican estudios de casos y controles para evaluar estas hipótesis,
comparando la prevalencia de exposición en ambos grupos.

Luego de generar hipótesis, se adoptan medidas de control inmediato y se evalúan las acciones aplicadas. La efectividad
de estas acciones se monitorea observando las características epidemiológicas antes y después de la intervención.
Finalmente, se prepara un informe técnico de investigación de campo documentando el proceso completo y
proporcionando recomendaciones para la prevención y control.

En resumen, la investigación epidemiológica en salud pública es una herramienta esencial para abordar eventos
inesperados, como brotes, y desarrollar intervenciones efectivas que protejan la salud de la población. Desde la
identificación de factores de riesgo hasta la implementación y evaluación de acciones de control, este proceso
desempeña un papel fundamental en la salud pública global.

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