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La obra teatral "Aves sin nido" cuenta la historia de Marcela y Juan Yupanqui, una pareja indígena pobre que pide ayuda a la familia Marín. Lucía y su esposo Fernando ayudan a la familia Yupanqui, enfureciendo a los notables locales. Posteriormente, Juan y Marcela Yupanqui mueren en un atentado planeado por los notables. Lucía cuida a las hijas huérfanas de Marcela, Margarita y su hermana. Años más tarde, Margarita se casa con Manuel Pancorbo,
La obra teatral "Aves sin nido" cuenta la historia de Marcela y Juan Yupanqui, una pareja indígena pobre que pide ayuda a la familia Marín. Lucía y su esposo Fernando ayudan a la familia Yupanqui, enfureciendo a los notables locales. Posteriormente, Juan y Marcela Yupanqui mueren en un atentado planeado por los notables. Lucía cuida a las hijas huérfanas de Marcela, Margarita y su hermana. Años más tarde, Margarita se casa con Manuel Pancorbo,
La obra teatral "Aves sin nido" cuenta la historia de Marcela y Juan Yupanqui, una pareja indígena pobre que pide ayuda a la familia Marín. Lucía y su esposo Fernando ayudan a la familia Yupanqui, enfureciendo a los notables locales. Posteriormente, Juan y Marcela Yupanqui mueren en un atentado planeado por los notables. Lucía cuida a las hijas huérfanas de Marcela, Margarita y su hermana. Años más tarde, Margarita se casa con Manuel Pancorbo,
Era una mañana sin nube, en que la naturaleza, sonriendo de felicidad, alzaba el himno de adoración al autor de su belleza. En aquella. mañana cruzaba la plaza una pareja de indios arreando su yunte de bueyes. La mujer se dirigió a una casita blanca cubierta de tejados, en cuya puerta se encontraba Lucía, la esposa de don Fernando Marín, matrimonio que había ido a establecerse temporalmente en el campo. La recién llegada habló sin preámbulos.
Marcela: En nombre de la Virgen, tenga piedad de mi y de mi marido
Juan Yupanqui. Hoy visita el reparto y nosotros no tenemos plata. Lucía (con rostro comprensivo): Hablemos con calma. No se precipite. Dígame su nombre. Marcela (enjugándose las lágrimas): Soy Marcela, mujer de Juan Yupanqui. Pobre y desamparada. Lucía (con voz firme): No te exaltes más, querida Marcela. Nosotros te ayudaremos.
Dicho esto, en cuanto Marcela se retira, Lucía aguarda la llegada de
su esposo, y habla con él. Ya en el comedor... Lucía (con voz temerosa): Amado mío, tenemos que ayudar a Marcela; una mujer que vino a verme hoy y me ha pedido socorro. Su familia está viviendo un verdadero suplicio por culpa de los notables. Fernando (con rostro pensativo): Qué dices mujer. Es una aberración. Esa familia contará con nuestro apoyo. Al día siguiente, don Fernando se dirigió a la oficina de los notables para hablar con ellos. Al entrar, los encuentra charlando. Fernando (con tono de voz pasivo): Buenos días, compañeros. Disculpen la improvisada visita. He venido a pedirles un favor. Dejen pasar la cuenta de don Juan Yupanqui. Sean misericordiosos. La vida es injusta con esa familia. Sebastián (notable) (con profunda molestia): Mi querido Fernando, usted no puede ir en contra de nuestras costumbre. Le sugiero que deje al indio resolver sus problemas. Fernando (con evidente ira): ¡Ni hablar! Ustedes no se merecen ni el perdón de Dios.Los ayudaré hasta el final de mis días. Saliendo de la oficina, dejó a los notables tristemente ofendidos. Sebastián (con una maliciosa sonrisa): ¡Son lo peor que puede tener la raza humana! Preparemos un atentado que les quite las ganas de seguir defendiendo a esos indios. Y así fue. Pasaron dos días, y en la casa blanca se dio el último suspiro de dos personas (Juan y Marcela Yupanqui. Lucía (en el lecho de agonía de Marcela con lágrimas en los ojos): Marcela, no desesperes, yo cuidaré muy bien de tus pequeñas. Marcela (con pesar, dando sus últimas palabras): Gracias señorita, Dios la bendiga eternamente. Cerrando los ojos, Marcela acababa de volar a las serenas regiones de la paz perdurable. Lucía (dirigiéndose a las niñas) : Yo cuidaré de ustedes. Nada malo les ocurrirá si confían en nosotros. Pasó un tiempo y Manuel, hijo de Sebastián, visitó la casa de la familia Marín. Manuel (dirigiéndose a Lucía): Estas niñas no están solas, yo seré como un hermano para ellas. Lucía (con voz pesarosa): Todos estaremos con ellas. Días después, Manuel descubrió que quería a Margarita con algo más que una hermana Manuel (con nerviosismo evidente): !Oh, Margarita! Me complace verte a diario. He descubierto que te quiero mucho más de lo que te imaginas. Quisiera ser tu esposo. Margarita (un tanto asustada): ¿Esposo? Sí Manuel, desde ese día te veo en mis alegrías y en mis tristezas. Manuel (acercándose a ella): Me alegra ser correspondido. Pasados unos años, se encontraron frente al padre, en una iglesia... Mariano (pastor de la ciudad): Margarita Yupanqui, ¿acepta a Manuel Pancorbo como su legítimo esposo? Margarita (con una sonrisa enorme): Sí, acepto. Mariano (pastor de la ciudad): Manuel Pancorbo, ¿acepta a Margarita Yupanqui como su esposa? Manuel (tiritando se alegría): Sí, acepto. Mariano (pastor de la ciudad): Sin nada más que decir, los declaro marido y mujer. Aplausos de los invitados y los esposo fundiéndose en abrazos.