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Obra de teatro

“La Leyenda de la Mulata de Córdoba”


Adaptación de Edith Alfonso Cortés

Personajes:
Hernán Cortés
Doña Marina (india Malintzin. Malina)
Enviado de Moctezuma
Juan de Escalante (Español)
Soledad
María
Jimena
Luisa
Don Martín
Don Cesar
Doña Ana
Inquisidor Villegas
Mujer del Pueblo
Carcelero

Se abre telón con una escena donde se practica un ritual. (Luces y música y el sonido de caracol).
Llega un vigía gritando.- Se acercan balsas extrañas, ¿Quiénes son? (Se interrumpe la escena con
la llegada de Hernán Cortés acompañado de Malintzin.

Sorpresa por parte de los indios)

Hernán Cortés.- Hoy 21 de abril de 1519 este lugar se llamará San Juan de Ulúa, por ser viernes
santo día de San Juan y Ulúa porque los indios emiten este sonido uuuluuu, anúnciales. ¿Qué
barbarismo es esto? Explícame.
Interprete.-Señor ellos rinden ritual a sus dioses, es una forma de agradecer y hacer felices a sus
dioses.
Hernán Cortés.- Llama a uno de estos indios.
Intérprete.- Mi señor quiere hablar con ustedes.
Hernán Cortés.- Hoy es un día diferente su vida va a cambiar, he venido para hacerlos personas
civilizadas, en nombre de nuestro señor Jesucristo.
Interprete.- Hoy es un día diferente su vida va a cambiar, he venido para hacerlos personas
civilizadas. en nombre de nuestro señor Jesucristo.

Enviado de Moctezuma.- Señor te hemos esperado, sabíamos que ibas a regresar el gran
Quetzacóaltl, hace reverencia frente a Hernán), traigan los presentes (oro)
Interprete.- Señor te hemos esperado, sabíamos que ibas a regresar el gran Quetzacóaltl, traigan
los presentes
Hernán Cortés.- (Se dirige hacia el público) ¿Sabían de mi llegada?...
(Se dirige hacia los soldados) ¿Qué esperan? Destruyan todo, busquen más riquezas, oro, mucho
oro.
Se inicia una lucha simbólica entre soldados e indios. Ganando los españoles y en el suelo están
los indios. Luces para obscurecer.
Juan de Escalante.- (Ante el público) Ahora que Hernán Cortés se marchó, yo estoy a cargo de
una guarnición Don Juan Escalante y la vida debe continuar respetándose las castas.
María: ¡Soledad! ¡Soledad ¡ Aguarda un momento, necesito que me ayudes padezco de una
extraña enfermedad!
Soledad: (Sonríe) ¿Qué yo te cure mujer? Pero…¿Qué puede hacer una mulata que sin estudios y
siendo tan pobre podría remediar tus males?
María: Dicen muchos que con tus yerbas me puedes curar, que son maravillosas.
Soledad: veo que tienes confianza en mí, anda dime ¿Cómo te llamas buena mujer?
María: me llamo María ayúdame Soledad, no es mucho lo que puedo pagar, pero te ofrezco lo que
tengo, dicen que a todos los que han acudido por tu ayuda, los ha ayudado de corazón, no solo
remediando daño en enfermedades sino también a aquellos que padecen de amores.
Soledad: Dime que te aqueja María y buscare entre mis yerbas para devolverte la salud.
María: Confió en ti, he acudido con los médicos mas renombrados y ninguno ha logrado sanar mis
dolencias.
Soledad: ten calma y paciencia maría, ven mas tarde a mi casa, cuéntame que padeces y te daré
un remedio que acabara con todos tus males.
María: Gracias, ahí estaré, muchas gracias por brindarme tu ayuda.
(Se acercan a María otras mujeres y le abordan inmediatamente alejándola de Soledad)
Jimena: ¿Cómo te atreves a buscarle?
Luisa: ¿Acaso no te da miedo?
María: ¿Por qué he de tenerle miedo? Si no soy la única que recurre a ella cuando no encuentran
cura a sus males ¿acaso no se acuerdan de que ha ayudado a muchos?
Jimena: Dicen que conjura tormentas, predice temblores y cuando el sol se encuentra con la luna,
es porque ella así lo quiso, ¿Verdad Luisa?
Luisa: Eso que dicen no es todo, hace embrujos y encantamientos
Jimena: Incluso, por las noches de su choza se ven luces extrañas e intensas y una música
misteriosa se escucha. Todo eso da temor y no debe ser nada bueno.
Luisa: Otros dicen que tiene pacto con el diablo, es más, no te das cuenta de que han pasado años
y ella se conserva joven aún.
María: Pues dirán mucho de ella, pero también no podrán negar que ha ayudado a muchos,
devolviéndoles la salud del cuerpo o del espíritu ¿Acaso no es cierto? Tu (señalando a una de ellas)
¿has ido a verla? ¿se te ha olvidado ya?
Jimena: Es cierto, pero nunca más acudí, solo …
María: Solo esa vez que te vi, y otras que tal vez no te atreves a confiar a los demás.
Luisa: Deja de insistirle, ella solo se dará cuenta de su grave error.
Jimena: Tienes razón, se arrepentirá por no habernos escuchado a tiempo.
Luisa: Pues allá ella, nosotros solo le hemos advertido, esperamos que no tenga que arrepentirse
mas tarde (se alejan para seguir conversando y María se retira)
Jimena: María es una incrédula, pero cuando se le aparezca el diablo o tenga que entregar cuentas
con el creador va a ser demasiado tarde, mira que no creernos a nosotras, hasta de mentirosas nos
ha tratado. Te lo dije, María no nos iba a creer dice que son chismes del pueblo, y alcance a escuchar
que la visitará a su casa ¿Cómo ves?
Jimena: ¡Ave María Purísima!
Luisa: Sin pecado concebida, (Dirigiéndose a Jimena) ¿Y dime, es cierto que tú también fuiste a
buscarla?
Jimena: Bueno, lo que se dice buscarla, buscarla … pues no precisamente.
Luisa: ¡Cómo no!, si María dijo que te había visto cerca de la casa de Soledad, y que la has visitado,
dime ¿es verdad que tiene conjuros con el diablo?, ¿es cierto de ella lo que todos dicen?
Jimena: Pues la verdad es que, si fui, me curo con yerbas, porque sí me curo, milagros de amor no
son necesarios, pues con mi belleza deslumbro.
Luisa: Pues de amores, la verdad no te conozco a ninguno y…
Jimena: Me críticas a mí que soy tu mejor amiga, que no hay secretos entre nosotras, nunca te
mentiría.
Luisa: Ah, ¿no? ...Y lo de las visitas a la casa de Soledad, engañada estaba amiga, Soledad es
bruja, mira ya nos estamos de discusiones por culpa de ella.
Jimena: Mejor olvidemos que acudí a visitarla y juntas la evidenciaremos ante el pueblo.
Luisa: Mira, es Soledad, ¿A dónde ira?
Jimena: Sigámosla, tenemos que descubrirla ante los demás.
(Avanzan tras Soledad, momentos mas tarde regresan fastidiadas y enojadas.
Jimena: Tanto avanzar para que entrara a la iglesia a escuchar misa.
Luisa: Si, pero sigamos espiándola, descubriremos sus secretos, porque de que los tiene, los tiene.
Jimena: Creo que no los tiene, ya ves todo el pueblo inquieto estaba y ahora muy tranquilo, ya son
pocos los rumores que hay en torno a ella.
(Las mujeres se retiran, entran Don Martin y Don Cesar)
Don Cesar: Don Martín como se nota que usted no pierde esperanza de ser aceptado por Soledad.
Don Martín: No va a ser una mulata quien me desprecie, ella cederá ante mis caprichos y cuando
sea mía y este perdidamente enamorada de mí, entonces la dejaré por otra que me agrade más.
Don Cesar: Recuerde que son muchos los que la han pretendido y a ninguno ha correspondido,
lleva años viviendo sola y en todo Córdoba nadie le ha conocido novio o amante, lo mejor es que ya
no insista, se va a enterar Doña Ana, tendrá problemas en su matrimonio…
Don Martin: No, Don Cesar, esa mulata tiene que ser mía mi hombría está en entredicho, Doña Ana
no me interesa lo que piense, ella solo cree en mí, además quien se atrevería a contarle mis
andanzas.
(Soledad regresa de misa encontrándose con Don Martín)
Don Martín: Soledad ¡Qué guapa estás! ¿Por qué me desaíras? Si tú me aceptaras, yo te daría todo
lo que me pidieras, anda dime ¿Quieres una gran casa? Dejarías la choza en que vives.
Soledad: No Don Martín, agradecida estoy con sus propuestas de obsequios, pero no los necesito,
con lo que tengo estoy bien.
Don Martin: ¿Quieres joyas?, mira puedo regalarte las mejores de la villa, lo único que te pido a
cambio es que me des tu presencia solo para mí.
Soledad: Don Martin de Ocaña, Sr. alcalde, habiendo tantas jóvenes que con gusto aceptarían sus
ofrendas, por qué no va con ellas y obtendrá favores en forma inmediata, no insista más por favor.
Don Martin: Entre mas te niegas, mas deseoso estoy de ti y se que lograre mis propósitos.
Soledad: Sr. alcalde y… Doña Ana su esposa, ¿sabe lo que usted persigue en mí? ¿Cree que
estaría feliz al saber que usted y yo tuviéramos una relación de pareja? lo mejor es que me marche
Don Martin: No te vayas, escúchame (sujetándola de la muñeca) soy un hombre rico y con gran
poder en Córdova, no me desaires o te va a pesar más de lo que te imaginas. Eres una mujer
orgullosa eso en vez de disuadirme me hace desearte mas y ten por seguro que lograre que seas
mía.
Soledad: Déjeme ir Don Martin (forcejea hasta zafarse) no deseo nada de lo que me ha ofrecido y
lo mejor será que me marche.
Don Martin: Te he prometido regalos y te he rogado, escúchame bien, porque te vas a arrepentir de
hacerme refutado. Serás mía o de nadie.
(Entran Luisa y Jimena a escena alcanzan a ver a Soledad con Don Martin, mismos que luego salen
por la pierna contraria)
Luisa: Ese que está ahí ¿acaso no es Don Martin de Ocaña? (en tono sarcástico) Y la mujer ¿acaso
no es Soledad? ¿Qué él no está casado con Doña Ana?)
Jimena: Si, pero… lo hemos visto como le rogaba a Soledad, de seguro es ella la que lo provoco
¿no lo crees así Luisa?
Luis a: O algún hechizo le hizo llegar y hasta regalos le quiere dar, la muy sinvergüenza.
Jimena: Tenemos una misión como buenas cristianas y buenas amigas, debemos contárselo a Doña
Ana.
(Luisa y Jimena salen de escena)
Doña Ana: (Entra a escena Doña Ana y se mueve lentamente por el centro del escenario, se oyen
fuertes toquidos de puerta y después de una pausa aparecen Luisa, Sofia y Jimena)
Luisa: (En forma descortés y sin previo saludo exclama atropelladamente) Doña Ana, si hemos
venido aquí a verla es para que usted tome cartas en el asunto.
Doña Ana: ¿Se puede saber a qué te refieres Luisa?
Sofia: Pues a lo que todos en Córdoba comentan
Doña Ana: Basta de incertidumbre, díganme que ocurre
Luisa: Pues que a Don Martin se le ve seguido cerca de Soledad, que le ofrece regalos y…
Doña Ana: No hablaran de la mulata ¿Verdad?
Sofia: Efectivamente … (en tono sarcástico) Usted ya lo sabía.
Doña Ana: No he de desconfiar de mi esposo y menos por una mulata. Don Martin seria incapaz de
fiarse en una mujer de ese tipo. Vaya mujeres, las clases están bien marcadas y ella no es del tipo
al que mi esposo podría buscar.
Luisa: Doña Ana, como amigas solo estábamos informando.
Doña Ana: Gracias mujeres, pero creo que su preocupación ha ido muy lejos, los chismes del pueblo
no me mortifican. (Salen de escena las mujeres por un lado y Doña Ana por el otro)
(Entran a escena maría por un lado y por el otro lado aparece el Inquisidor Villegas con sus esbirros.)
Inquisidor Villegas: Mujer, ¿conoces la casa de Soledad?
María: Sr., Pregúntale a quien desees y todos te darán razón de ella, todos la conocen, podrán dar
referencias inmediatas.
Inquisidor Villegas: ¿Es cierto que cura males, hace brujerías e incluso tiene pacto con el diablo?
María: ¡Ave María Purísima! ¿Cómo se atreve a mencionar tales sacrilegios?
Inquisidor Villegas: No has contestado ninguna de mis preguntas
María: Sr., solo puedo decirle que al terminar esta vereda encontrará una choza con rejas en la
entrada, ahí es donde encontrará a la mujer que usted busca y de lo demás no puedo afirmar nada,
pues en Córdoba se dice mucho de ella.
Inquisidor Villegas: Gracias buena mujer, seguro estoy de que daré con su vivienda.
María: Señor, puedo preguntarle para que la busca
Inquisidor Villegas: A sido acusada ante el Santo Oficio de profesar la brujería y he sido enviado
para que sea juzgada.
María: Señor. Eso que usted menciona solo tiene un fin que es la hoguera, ¿no es así?
Inquisidor Villegas: Basta de palabrerías y hazme el favor de guiarme hasta su hogar.
(Cuando avanzan encuentra a otras mujeres que le preguntan hacia dónde va tan apresurada)
Jimena: María, María, ¿A dónde te diriges tan aprisa? ¿Qué ha ocurrido?
María: Acompaño a este noble Señor, a buscar a Soledad, parece que será juzgada por la
Inquisición.
Jimena: Pues así si te acompaño, no vaya a ser que necesites ayuda.
María: Señor, ahí es (señalando con el índice)
Inquisidor Villegas: Abre mujer, hemos venido por ti, acusada de profesar la brujería y hacer pacto
con el diablo.
(Detrás del grupo sale Don Martin y vociferando exclama…)
Don Martin: Si señores, a mi me ha dado de beber un brebaje que provoca perdida de la razón, ella
es culpable de muchos males y no solo eso, perdí conciencia de mis actos, me embrujo para que le
ofreciera obsequios y le rogara amor, pero un hombre de mi alcurnia es difícil que accediera a sus
deseos, habría que ver cuáles eran sus intenciones. (Salen todos de escena)
(Aparece Soledad en escena) (Entran todos a escena y sujetan con violencia a Soledad)
Soledad: Señores yo les aseguro de que todo de lo que me acusan nada es válido y cierto. ¡Soy
inocente! Créanme por favor, se los suplico, a nadie he hecho daño, si han venido a visitarme es por
que les he ayudado, las yerbas que utilizo son medicinales. Que soy una hechicera, demuéstrenlo,
para culpar deben tener pruebas. María tu puedes testificar a mi favor, diles que mienten, diles que
mis plantas son medicinales, a ti te he curado de tus males que tanto tiempo padeciste y que ningún
medico logro curar, anda habla, te lo suplico.
María: No puedo Soledad, pues consulte a médicos, tal vez alguno de ellos acertó.
Soledad: No María, no mientas, Jimena a ti también te he ayudado, nunca daño te hice, anda diles
que no me acusen, no dejes que me lleven.
Jimena: Yo nada puedo hacer por ti, siempre hubo dudas de ti y hoy se ha revelado la verdad.
Soledad: Luisa, tu que has visto mis actos, nunca me viste haciendo algo malo, por favor tu diles
que nada es cierto de lo que me acusan.
Luisa: (Despectiva) Soledad, la mulata del pueblo, no me comprometas, acaso quieres que también
duden de mí.
Inquisidor Villegas: Soledad, es tu nombre y eres acusada por hombres y mujeres de gran respeto
y credibilidad por lo que serás juzgada y llevada a la fortaleza de San Juan de Ulúa, ahí
permanecerás en las mazmorras hasta ser quemada en la hoguera con leña verde enfrente de los
ciudadanos, como ejemplo de lo que no había de hacer, ¡Llévensela ya!
Doña Ana: ¡Hay que quemarla! A mi esposo quiso seducir, sino fuera por el gran amor que me tiene,
quien sabe que pudo haber ocurrido, preparen la horca en este momento.
Don Martin: Se dan cuenta el daño que ha causado al pueblo, no hay otra solución, debe morir en
la hoguera.
Mujer del Pueblo: Siii, hay que matarla, antes que produzca mas daño.
Don Cesar: ¡Basta de injusticias y falsedades! Martin confiesa de una vez por todas, tu eres el que
pretendía a Soledad a espaldas de Doña Ana, sin importarte los ruegos de que la dejaras en paz.
No dudo que hayas sido tu quien la acuso de practicar la hechicería al no lograr tus propósitos con
ella.
Doña Ana: ¿Es cierto eso Don Martin? ¡Tu pretendías a esa mulata!
Don Martin: Esposa mía, esas son habladurías, un hombre de mi clase no se fijaría en una mujer
así, entiende que ella me hizo un brebaje, un hechizo. ¡Mátenla ya¡¡Ahora mismo!
Don Cesar: Quien haya llenado de calumnias a esta buena mujer, hable ahora, porque después
será demasiado tarde, Doña Ana, ¿acaso usted por despecho la acuso? ¿O fuiste tu Don Martin?
quien al no lograr favores especiales y ser despreciado acusaste a Soledad.
(Doña Ana sale de escenario y Don Martin tras de ella)
Jimena: ¡Bruja!
Luisa: ¡Mátenla!
María: ¡A la hoguera con ella!
Mujer del Pueblo: Siii acabemos con la brujería, acabemos con Soledad, la horca o la hoguera, es
lo que se merece por adorar al diablo. Hemos sido testigos del daño que esta ocasionando en cada
uno de nosotros.
Don Cesar: No quiero ser participe de una injusticia, verdad o mentira de que esta mujer sea una
hechicera no lo sé, lo mejor es que me marche.
Soledad: Por favor, usted era mi única esperanza, no se marche, no me deje, no soy una bruja, no
hago encantamientos, no conjuro espíritus ¿Por qué no me creen?
Luisa: ya basta de palabras y actuemos
Inquisidor Villegas: Calma mujer, para solucionar estos males me ha enviado el Santo Oficio, es
quien dará fin a esta hechicera, ustedes no deben interferir, porque ordenes son ordenes y lamento
tener que contradecirles, pero será juzgada mas tarde. Llévensela a las mazmorras de San Juan de
Ulúa, ahí permanecerá hasta ser juzgada y quemada en la hoguera, jamás nadie ha podido escapar
de sus celdas y menos de esa isla.
Carcelero.- Señor ya no hay espacio tenemos hasta 30 prisioneros en una sola celda y todas están
en igual condición.
Inquisidor Villegas: Y ¿tú crees que eso me importa? Sí lo que quiero es un castigo no busco un
premio.
Se la llevan en las bancas y la depositan en las mazmorras. Un carcelero la cuida mientras ella habla
sola)
Soledad: Podrán tirarme, pero jamás derrotarme, no aumentaran el miedo, ya no derramaré
lágrimas, porque de todo lo que me acusan inocente soy.
Carcelero: Calla mujer, hechicera o bruja pronto arderas en leña verde.
Soledad: Realmente crees lo que dicen de mí.
Carcelero: Si que eres orgullosa, otras que han estado aquí lloran arrepentidas del daño hecho,
pero tu actúas con desdén.
Soledad: ¡Soy inocente! La verdad de mi alma no se puede palpar, ni ver, así es que ¿Qué más da?
Gritar y arrodillarme a los que me han maltratado jamás lo haré, ayude a los más necesitados de
Córdoba, sin fijarme en pobrezas o riquezas, solo por amor a quien me necesito, pero eso que
importa ahora, un favor deseo pedir.
Carcelero: Aunque lo solicites, nada se les concede con el pecado que has profesado, olvídate de
todo.
Soledad: Lo que te pido es solo un pedazo de carbón y valor no tiene, busca entre las piedras y
encontraras varios, es muy poco lo que solicito.
Carcelero: ¿Qué pides mujer? En lugar de carbón debes estar rogando al Santísimo por la salvación
de tu alma.
Soledad: Se que a pesar de lo que me dices, me has escuchado y me traerás lo que te he solicitado.
Carcelero: (Encogiéndose de hombros ve hacia abajo y busca entre las piedras) Mira aquí hay un
trozo de lo que me has pedido, no se para que te pueda servir, en fin, tómalo, a mí que más me da,
serán tus últimos momentos en San Juan de Ulúa
Soledad: Gracias, este es un gran obsequio, el mejor que pudiste darme.
Carcelero: Si que eres bruja y además con falta de cordura.
(Soledad se va al fondo de su celda y empieza a dibujar)
Soledad: (le grita al carcelero) ¡Carcelero! ¡Carcelero! ¡Hombre, ven aquí!
Carcelero: (Carcelero acude ante los gritos) ¡Oh, no lo puedo creer! ¿Tú has hecho este navío?
Soledad: Si toda la noche, pero anda dime ¿Qué te parece?
Carcelero: (Sorprendido) Es … es extraordinario, es una embarcación perfecta, con sus velas
desplegadas, en ese inmenso mar es bellísimo.
Soledad: Lo has observado bien, dime ¿Crees que le hace falta algo?
Carcelero: Solo navegar…
Soledad: Pues mira bien porque solo tu serás testigo.
Carcelero: (Con voz angustiada) ¿Qué haces mujer? ¿A dónde crees que vas?
Soledad: Me marcho, adiós, adiós
Carcelero: Esto es imposible, se ha marchado, el navío se ha ido y con ella a bordo, lo he visto con
mis propios ojos y no lo puedo creer, es insólito, pero ha ocurrido (Entra a la mazmorra. Revisa.)
¡Aquí ya no hay nadie!

Así es, está ubicado en nuestro bello puerto de Veracruz que se fundó hace 500 años.

FIN

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