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TEOLOGÍA FUNDAMENTAL.

ISCREB 2021
Unidad 4: ECLESIOLOGÍA FUNDAMENTAL

4.2.1 INFALIBLE

¿Qué problemática trata el texto?

El texto de Hans Waldenfels expone el concepto y características de la infabilidad, el


carácter definitivo del magisterio ordinario, y hace un recorrido histórico para plantear
la autoridad de las enseñanzas de la Iglesia. Se inicia la exposición con el problema que
suscitó la Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis (22 mayo 1994) de JP II sobre la
ordenación sacerdotal reservada a varones. A raíz de la Respuesta (Obs Rom 28
octubre 95) sobre el tema de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Karl Lehmann,
obispo de Mainz, expresa que el Papa ha escogido una forma de expresión que excluye
materialmente las opiniones de los teólogos que disientan del magisterio de la Iglesia.
La problemática que suscita el texto radica en que la infalibilidad del magisterio
extraordinario debe estar libre de error y de la imposibilidad de equivocarse y engañar.
El texto ilustra con ejemplos históricos momentos en los que la autoridad de la Iglesia
afirmó una determinada doctrina como irrevocable y definitiva, y a pesar de ello,
después la revocó o dejó de proponerla.

¿Qué conclusiones extraes del texto?

Estamos frente a un problema complejo. La Iglesia, a través de la doctrina de Jesucristo


expresada en el magisterio, vela por la salvación de todos los hombres. Existe la
preocupación por la posible revisión de ciertas decisiones definitivas y por ello, bajo la
luz del Espíritu Santo que dirige la barca de Pedro, a lo largo de la historia, las verdades
reveladas se han ido explicitando y concretando.
La infabilidad es un carisma de que gozan los sucesores de San Pedro y de los
Apóstoles para guiar al Pueblo de Dios a la salvación. Este carisma de verdad de las
declaraciones autoritaritativas de los Pastores de la Iglesia está al servicio de la fe.
Cómo fieles, los teólogos tienen una vocación eclesial. Por esta razón deben velar por
facilitar la recepción y aceptación de las proposiciones magisteriales, al mismo tiempo
que realizan la inteligencia de la fe contenida en la Sagrada Escritura, la Tradición y el
Magisterio, la triple fuente de la fe. La teología como ciencia puede explicitar la fe y
exponerla en el lenguaje que mejor se adapte a la cultura contemporánea, en la que
viven tanto creyentes como no creyentes. La teología tiene por tarea realizar la síntesis
de la fe y la razón, estableciendo una plataforma común para el diálogo con la
increencia y con las otras religiones y con todas las confesiones cristianas.
Vicente de Lérins (com 22-23) afirma que en la misma Iglesia Católica es necesario
velar con gran esmero para que profesemos como verdadero aquello que ha sido
creído en todos los lugares, siempre y por todos.
En cuanto a la aceptación del magisterio JPII reta a los teólogos a realizar nuevas
propuestas para una mayor y más extendida comprensión de la fe. Ahí está una de las
más importantes tareas de la teología como ciencia, inculturizar la fe y establecer las
bases para el diálogo con todos.
¿Hay que legitimar lo que acepta la mayoría? En nuestros días, como en tantos otros
momentos de la historia, esta actitud comportaría un declive de la autoridad moral de
la fe. Resultaría insostenible porque desorientaría tanto a creyentes como a no
creyentes.
En conclusión, todos los fieles cristianos, teólogos o no, tenemos la responsabilidad de
dar razón de nuestra esperanza (1 Pe 3, 15). La esperanza incluye el testimonio de
luchar por hacer vida, de verdad, el mensaje de Jesucristo, llevarlo con esmero a todas
las gentes, entenderlo y argumentarlo con paciencia, a fin de potenciar la fe en una
sociedad ampliamente secularizada.

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