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La evolución del trabajo

femenino a lo largo de la
historia

Nombre de los integrantes: Ashley Fernández Brisa


Machado, Ludmila Pedraza, Morena López,
Materia: Orientación en Contextos Laborales (OCL)
Tema: La mujer en el trabajo
Nombre de la maestra: Analia Beros
Año: 5°A
Introducción
Las mujeres en la historia

La historia escrita de la humanidad la mujeres fueron olvidadas, sin embargo, su papel


en todas las civilizaciones fueron fundamental para la historia.
Aparecen escasamente en la Historia, en la Literatura, en el Arte, en la Ciencia... Por un
lado, porque han tenido muchos obstáculos para poder desarrollar sus intereses y
capacidades, y por otro lado, porque a las que han conseguido hacerlo no se les ha
reconocido y ni siquiera han sido nombradas en los libros o en las enciclopedias.
Esto ha hecho que desconozcamos a muchas que utilizaron su imaginación, su voluntad,
sus fuerzas y a veces su vida para contribuir en la construcción de una sociedad más justa
para mujeres y hombres. Muchas mujeres sobre todo las que osaron a salirse de la norma
tuvieron que luchar contra la incomprensión de la sociedad de su tiempo, o contra el
fascismo o el racismo, o simplemente contra una absurda discriminación basada en el
sexo, la clase social o la identidad étnica. Algunas como Marie Curie con sus dos premios
Nobel han pasado a la posteridad pero muchas otras han caído en el olvido convirtiéndose
en las grandes olvidadas de nuestra historia.

Las mujeres en las etapas de la historia

PREHISTORIA: las mujeres, como los varones, han asumido un papel cultural particular. En
sociedades de caza y recolección, las mujeres eran las que recogían los productos
vegetales, mientras que los varones suministraban la carne mediante la caza, lo que hace
que la mayor parte de los antropólogos creen que fueron las mujeres quienes condujeron
las sociedades antiguas hacia el Neolítico y se convirtieron en las primeras agricultoras.
Nuestras primeras antepasadas aprendieron a preparar barro y hornear cerámica;
trabajaron los esmaltes y mezclaron cosméticos de la ciencia química. Al encargarse de la
agricultura y la recolección, también descubrieron las propiedades medicinales de las
plantas y aprendieron a secar, almacenar y mezclar las sustancias vegetales.
ANTIGUO EGIPTO: las mujeres tuvieron gran libertad de movimientos. Podían ejercer multitud
de oficios, andar libremente por las calles, comprar y vender, recibir herencias y tener acceso a la
educación, aunque las campesinas desarrollaban un trabajo extremadamente duro. En
Mesopotamia las mujeres no estaban sometidas a los hombres, sino que gozaban de un cierto
estatus de igualdad. En el famoso Código de leyes de Hammurabi las mujeres disfrutaban de
importantes derechos, como poder comprar y vender, tener representación jurídica o testificar
libremente. Muchas mujeres actuaron como escribas en el palacio del rey y las reinas eran
respetadas como tales llegando incluso a ejercer la regencia de sus hijos menores de edad,
formaban los documentos y vivían en un palacio con esclavos y siervos. Podían asimismo ejercer
diversos empleos y participar en la vida pública de las ciudades.

ANTIGUA GRECIA: no fue muy positiva. Para el filósofo Aristóteles, que ejerció gran influencia en
la Europa medieval, la mujer no era más que un hombre incompleto y débil, un defecto de la
naturaleza. La mujer fue considerada como un ser sin terminar al que había que cuidar, proteger y
guiar, lo que implicaba su sometimiento total al varón y su alejamiento de la vida pública, en la
que no podía participar. Las muchachas se casaban a los 14 años con hombres mucho mayores
que ellas. Era el padre quien le encontraba marido y discutía la dote. Ella pasaba a ser propiedad
del marido como antes lo había sido de su padre y en caso de enviudar de su hijo. La educación de
las mujeres estaba orientada a su función como esposa. Las niñas aprendían a hilar y tejer, música
y a tocar la lira. Su educación terminaba con el matrimonio. Una vez casada, el marido recluía a su
esposa en una parte de la casa apartada del exterior o la vida social que él llevaba. Allí vivía con
sus hijos y sirvientas tejiendo sus propios vestidos y preparando los alimentos para el esposo.
Nunca salía de la casa, pues al mercado iban las esclavas. Las ciudadanas de Atenas se dedicaban
exclusivamente a la casa y al cuidado de los hijos. Por su parte, las mujeres más libres eran las
prostitutas, que no estaban sometidas al régimen riguroso de las demás mujeres. La división de la
sociedad griega era muy clara: el mundo de la política y la libertad estaba reservado a los hombres
y el de la casa a las mujeres. En algunas ciudades como Esparta, dado su carácter guerrero y la
ausencia prolongada de los hombres, las mujeres gozaron de mayor libertad: estudiaban música,
hacían gimnasia, competían como atletas e incluso algunos casos de adulterio les estaban
permitidos. El mundo intelectual estaba casi vedado a la población femenina, pero aun así algunas
mujeres destacaron en poesía.

Cuando la niña tenía alrededor de los 13-15 años, los padres concertaban un matrimonio,
eligiendo al pretendiente más adecuado. La chica iba con una dote, destinada a protegerla en caso
de que el matrimonio fracasara por cualquier motivo, y el novio debía a su vez comprar y hacer
regalos a la familia. Tras la boda, tocaba estar encerrada en la zona de la casa para mujeres o
gineceo y criar hijos, por supuesto llevar la casa. Cuanta más alta la clase social de los esposos,
más rígido era este régimen.

Las mujeres romanas disfrutaban de mayor libertad que las griegas, pero la participación política y
ciudadana les seguía estando vetada. Su condición social seguía siendo la de un ser inferior al que
había que tutelar, dirigir y utilizar. No tenían nombre propio, pues adoptaban el del padre en
femenino, y las niñas no deseadas eran abandonadas al nacer y condenadas a la esclavitud si
conseguían sobrevivir. Hasta los 12 años, cuando contraían matrimonio, asistían a la escuela
pública las hijas del pueblo, mientras que las de la clase patricia tenían sus preceptores en casa. La
enseñanza que se les facilitaba estaba encaminada a hacer de ellas buenas esposas: aprendían
canto, matemáticas, recitado de poemas y costura. En el campo trabajaban igual que los hombres
en las labores agrícolas y en la ciudad podían ser incluso comerciantes y llevar sus propios
negocios, aunque bajo la tutela de los hombres. Mientras que a las griegas les estaba prohibida la
vida social, las romanas andaban libres por las calles, aunque acompañadas, acudían a los
banquetes junto con los hombres, iban al mercado, participaban en juegos y asistían a los
espectáculos, pero debían llevar siempre la cabeza cubierta como señal de recato.
En una sociedad de economía esclavista como la romana las esclavas no tenían valor alguno.
Podían ser compradas, vendidas, maltratadas o dedicadas a la prostitución.

Una vez casadas, podían incluso salir a la calle sin necesidad de ser acompañadas por un hombre,
acudir acompañadas al teatro o algún banquete y ocasionalmente visitar a las amigas. En el plano
sentimental, los romanos compartían la distinción griega entre el afecto por la esposa por una
parte y las bajas pasiones por otro. El matrimonio tenía como objetivo perpetuar el linaje, en las
clases altas, forjar alianzas políticas y sociales. En ese aspecto, el amar a la esposa era algo que
estaba fuera de lugar, pocos se lo tomaban en serio. Las mujeres, para merecer el título de
“madres de familia”, debían estar en condiciones de dar a su marido hijos legítimos. El matrimonio
era tan importante en la sociedad romana que Augusto impuso sanciones para aquellos que no lo
realizasen. La media de vida era de unos 30 años, así que el matrimonio se celebraba a partir de
los 12 en las chicas. La anticoncepción y el aborto eran frecuentemente utilizados por las mujeres.
Como en Grecia, las romanas estaban excluidas de la vida política: no podían votar ni acceder a las
magistraturas. En varias ocasiones las mujeres tomaron las calles de Roma para defender sus
derechos manifestándose violentamente contra algunas leyes que limitaban el uso de
determinados vestidos o la posesión de oro y joyas.

PERIODO MEDIEVAL: mayoritariamente era campesina y trabajaba en el campo. Su papel


económico era muy importante: realizaban las tareas agrícolas como los hombres y tenían que
trabajar para mantenerse ellas y a sus hijos. A la mujer le correspondían las labores del hogar, el
cuidado de los hijos, de los enfermos, la asistencia a los partos.

Protagonizaban las labores agrícolas de siembra y recolección, el cuidado de los rebaños, y todo
ello con salarios muy inferiores a los de los hombres. Las mujeres jóvenes podían encontrar
trabajo como criadas y sirvientas de damas nobles por un mísero salario o, como ocurría la
mayoría de las veces, a cambio de la comida y el alojamiento, lo que para los agobiados hogares
campesinos que tenían que mantener muchas bocas era una liberación. Entre las sirvientas existía
una gran diversificación de labores: las que atendían personalmente a los señores, las encargadas
de la cocina y las que trabajaban en los talleres. Algunas podían aprender un oficio en los talleres
de hilado y tejido de las haciendas y castillos. De todas formas la importancia de las mujeres
campesinas, junto con la de sus maridos, era fundamental para el mantenimiento de la economía
agrícola.

La boda la pactan los padres de la muchacha, que fijan la dote y reciben una cantidad estipulada
por parte del novio en concepto de la “compra” del poder paterno. Si no se casa con la novia
pactada, se paga una multa estratosférica a la familia afectada. Si se finge un secuestro, la
muchacha pasa a ser oficialmente adúltera.

El aumento demográfico en la Baja Edad Media propició la aparición de núcleos urbanos en torno
a lugares fortificados. En estos núcleos creció una nueva clase social, la de los burgueses, que
basaba su economía en el comercio y la industria. Hombres y mujeres acudían a las ciudades,
donde se realizaba un trabajo especializado y donde era cada vez más necesaria la mano de obra
barata. La proliferación de numerosos oficios dio entrada a las mujeres en el mundo laboral, pero
siempre en precario, pues el trabajo estaba controlado por los hombres y el salario de las mujeres
se mantenía en inferioridad con respecto al de los hombres. Aunque las mujeres trabajaban en
casi todos los gremios, era en la industria textil y elaboración de vestidos donde lo hacían
mayoritariamente. También ocupaban los trabajos relacionados con la alimentación, como la
elaboración del pan o la cerveza. Asimismo dirigían pequeños negocios y tiendas de comestibles
vendiendo frutas, pescados y carnes.

Si bien la mujer se encontraba en una situación jurídica muy adversa, ya que estaba subordinada al
hombre, su papel, en este tiempo, es más activo que en periodos posteriores. De hecho, en
algunos países la mujer podía tener tierras, contratar trabajadores, demandar y ser demandada,
hacer testamento y le correspondía otra tarea de gran responsabilidad: la representación del
marido ausente. Los conventos cumplieron una función de gran utilidad durante la edad media ya
que eran refugio de las hijas que no contraían matrimonio, único camino para otras de acceder a
la cultura y solución para las mujeres que no encontraban salida a una mala situación económica.

A pesar de todo, la discriminación femenina era notoria: se les fueron cerrando las puertas de
acceso a los gremios y sólo en el caso de ser viudas de un maestro o tener un hijo mayor que se
hiciera cargo del negocio se les permitía continuar con él. A finales del siglo XV y dada la creciente
crisis económica, las mujeres fueron expulsadas de los gremios y se hizo todo lo posible para
impedir que siguieran trabajando.

EDAD MODERNA: supone un periodo de profundas transformaciones que van a constituir las
bases del mundo contemporáneo: el descubrimiento de América, con el encuentro de diferentes
culturas, el aumento del poder del estado, la pérdida de poder de la Iglesia y la aparición de
nuevos valores basados en el hombre -el humanismo- y en la ciencia experimental, fueron
cambios que afectaron, negativamente, la vida de las mujeres. El Renacimiento supuso un
“renacer” pero sólo para los varones, que ven mejoradas en esa época sus posibilidades
educativas y laborales. Para las mujeres fue todo lo contrario: no pudieron acceder a la educación
humanista y los nuevos estados, centralistas y uniformadores, dictaron leyes que restringieron aún
más sus posibilidades.

También la fundación de las universidades se estudia siempre como un factor positivo de


desarrollo pero nunca se ha tenido en cuenta su repercusión negativa para las mujeres. La
universidad excluye a las mujeres y el saber pasa a ser patrimonio del varón. La burguesía
ciudadana terminó apartando a las mujeres de la herencia, que pasó a transmitirse únicamente
por vía masculina y primogénita. Así mismo se excluyó a las mujeres de las profesiones que venían
realizando y se las recluyó cada vez más al ámbito familiar.

En el mundo rural la mano de obra en el campo seguía basada en el trabajo de las mujeres- las
labores agrícolas y las manufacturas caseras-. A partir de los siglos XVII y XVIII se ampliaron los
trabajos de encajes y bordados, industria que quedó en manos femeninas por la posibilidad de
realizarlas en el hogar. Las condiciones de vida de las mujeres campesinas no variaron desde la
Edad Media todo el peso del trabajo en la casa recaía sobre ellas desde la mañana hasta la noche y
debían participar, además, en las tareas agrícolas y trabajar como temporeras en épocas de
vendimia, aunque su salario era siempre inferior al del hombre. Los métodos anticonceptivos
apenas se usaban y las mujeres tenían un hijo cada dos años, aunque la mortandad infantil era
muy alta. Por ejemplo en París, un tercio de los niños de la época eran abandonados al nacer.
Las mujeres participaban en escaso número en la actividad productiva de las ciudades y las que
trabajaban, en su mayoría, lo hacían como sirvientas. Con frecuencia eran objeto de explotación
económica y sexual por parte de sus patronos.

En 1792 Mary Wollstonecraft escribió Vindicación de los derechos de la mujer. En ella se hacía una
defensa de los derechos de las mujeres contra su anulación social y jurídica. Esta obra es tenida
como el comienzo del movimiento feminista contemporáneo, pues en ella se defiende el derecho
al trabajo igualitario, a la educación de las mujeres y a su participación en la vida pública.

SIGLO XVIII y XIX


El proceso a un gran cambio
Estos siglos caracterizan por la existencia de profundas transformaciones, en los ámbitos
ideológico, económico y social, que inciden de manera esencial en las mujeres. Dando inicio a dos
grandes revoluciones, “La Revolución Industrial” y “La Revolución Francesa”.

La Revolución Industrial y La Mujer


A finales del siglo XVIII, con la Revolución Industrial, las mujeres empezaron a incorporarse en el
mundo laboral. Sin embargo, no tenían las mismas condiciones: cobraban menos que los hombres
y no tenían los mismos derechos laborales.

Diferencias frente a los hombres: Las mujeres se convierten en obreras con las mismas
jornadas que los hombres, pero sufriendo una clara discriminación, puesto que su sueldo se fijaba
en el 50% menos que de los obreros. No podemos dejar de nombrar a las niñas que fueron
contratadas en las fábricas a partida de edades tan tempranas como los cinco años, todo ello por
unos sueldos de auténtica miseria. La situación de las mujeres fue dramática, puesto que además
de soportar jornadas de trabajo de 13 o 14 horas, tenían que atender las labores del hogar y de los
hijos, por ello no es de extrañar que a los 30 años fueran auténticas ancianas en su aspecto.

Su explotación: Lo habitual era que las mujeres eran explotadas en la factoría. A estas se les paga
con un salario mínimo. Aquellas estaban expuestas a largas jornadas de trabajo, con una variación
de abusos, junto con la explotación infantil. Se crearon dos clases de trabajos para ellas en el año
1870 eran mecanógrafas o telefonistas, pero estas tenían un bajo nivel salarial y un bajo nivel de
categoría laboral. En primaria se les enseñaba la medicina, por lo tanto la profesión más vista
entre las mujeres era enfermera.

¿Por qué se incorporan al mercado?: Con la llegada de la revolución industrial se crean las
grandes fábricas, donde se hace imprescindible la concentración de grandes cantidades de
obreros. Estos proceden mayoritariamente del crecimiento de las poblaciones campesinas, las
cuales se dirigen a las ciudades en busca de puestos de trabajo, estas masas campesinas carecen
de cualificación, por lo que son empleados en las industrias como mano de obra barata.
Los salarios de los hombres son tan bajos que no les permiten mantener a sus familias, lo cual
sumado a la necesidad de los patronos de contratar mujeres para sus fábricas (abaratar los costes
de producción) hace que las mujeres se incorporen al trabajo remunerado.

Las mujeres también participaron en la aparición y consolidación de la sociedad industrial, aunque


no todas lo hicieron de la misma forma, ya que la situación social de las mujeres burguesas era
distinta de las obreras. Pero, por encima de las diferencias de clase, la discriminación política,
económica y legal era un hecho común. En este contexto surgió el feminismo, que tuvo como
primer movimiento organizado el sufragismo.

Las mujeres burguesas no sufrieron la explotación económica, pero se vieron cada vez más
relegadas al ámbito doméstico, limitadas en sus aspiraciones personales, educativas, profesionales
y políticas, discriminadas legalmente. Estas mujeres iniciaron, a mediados del XIX, el movimiento
sufragista o de reivindicación del derecho al voto como primer pasó para conseguir los mismos
derechos políticos que los hombres. La primera manifestación colectiva del deseo de conseguir la
equiparación política y social con los hombres tuvo lugar en Seneca Falls (EEUU), en 1848.

El movimiento sufragista no estuvo constituido por grandes masas y arraigó con más
fuerza en las mujeres urbanas de clase media que poseían un cierto grado de educación.
Las obreras antepusieron sus reivindicaciones de clase a sus propios intereses como
mujeres. Las campesinas por su baja formación, su dedicación íntegra al trabajo, la
carencia de tiempo libre y su aislamiento, fueron las últimas y más reacias a incorporarse a
los movimientos emancipadores femeninos.

La Participación de la Mujer en la Revolución


Francesa
Existe la certeza de que fueron las mujeres del pueblo quienes contribuyeron a engrosar la
multitud en el ataque a la Bastilla y dominaron la marcha sobre Versalles, sumando así a la causa
revolucionaria, pues estos y otros episodios fueron documentados y guardados para la posteridad
en ilustraciones y otros archivos de la época que hoy se conservan en la Biblioteca Nacional de
Francia.

Por ejemplo, en la publicación titulada “Las mujeres en la Revolución francesa”, los investigadores
Yves Bessières y Patricia Niedzwiecki destacan que en la lista de los Vencedores de la Bastilla está
el nombre de una mujer. La lista, aprobada por la Asamblea Constituyente en 1790, contiene los
nombres de aquellos a los que se les reconoció, con pruebas, una participación activa en el
movimiento. En ella se encuentra el nombre, la dirección y la profesión de los 662 inscritos.

Entre los que sobresale el de Marie Charpentier de Hansa, lavandera de la parroquia de Saint
Hippolyte, en el barrio de Saint Marcel.

Otras figuras importante que participaron en la política luego de la toma de Bastilla fuero: Anne
Louise Germaine de Staël-Holstein (22 de abril de 1766 - 14 de julio de 1817), Olympe de Gouges
(7 de mayo de 1748 - 3 de noviembre de 1793), Pauline Léon (28 de septiembre de 1768-5 de
octubre de 1838), Théroigne de Méricourt (13 de agosto de 1762 - 8 de junio de 1817).

Antes del estallido oficial de la revolución ya hubo mujeres que demandaban igualdad. Se pueden
ver en los “cuadernos de quejas”, donde podemos leer: “Pedimos ser ilustradas, poseer empleos,
no para usurpar la autoridad de los hombres, sino para ser más estimadas; para que tengamos
medios de vivir en el infortunio y que la indigencia no fuerce a las más débiles a formar parte de la
legión de desgraciadas que invaden las calles y cuyo libertinaje audaz es el oprobio de nuestro
sexo y de los hombres que las frecuentan”.

Con la firma de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, fueron oficialmente
apartadas de la vida política, por lo que nacieron entonces los clubes de mujeres. Eran espacios
creados por mujeres de distintas condiciones sociales en los que se reunían para hablar de temas
de actualidad, política y social. Comentar las noticias, los últimos acontecimientos de la revolución.
Algunos de ellos también fueron protagonistas de sonadas y hasta violentas protestas.

Siglo XX
Un cambio en la sociedad
Este siglo se caracteriza por la incorporación masiva de las mujeres al mundo laboral. Las dos
guerras mundiales fueron un factor desencadenante: al marchar los hombres al combate las
mujeres tuvieron que hacerse cargo del trabajo, hubo que recurrir a la mujer para mantener la
producción.

El cambio del rol social de las mujeres durante la


Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial crea nuevos papeles para la mujer asumiendo trabajos y
responsabilidades en los que antes habían estado excluidas.

Miles de mujeres trabajaban en fábricas de municiones, oficinas y grandes hangares utilizados


para construir aviones. Las mujeres también estaban involucradas en tejer calcetines para los
soldados en el frente, así como otros trabajos de voluntariado, como una cuestión de
supervivencia, las mujeres tenían que trabajar por cuenta ajena por el bien de sus familias.
Muchas mujeres trabajaban como voluntarias al servicio de la Cruz Roja, alentaron a la venta de
bonos de guerra o plantaciones "jardines de la victoria".

Las mujeres no sólo tenían que mantener "el fuego del hogar", pues ellas lo tomaron
voluntariamente el empleo remunerado, que fue diverso en su alcance, mostraría que las mujeres
eran muy capaces en diversos campos de la actividad laboral. No hay duda de que esto amplió la
visión del papel de la mujer en la sociedad y cambió la perspectiva de lo que las mujeres podían
hacer y su lugar en la fuerza de trabajo.
Aunque a las mujeres todavía se les pagaba menos que a los hombres en la fuerza laboral, las
desigualdades salariales estaban empezando a disminuir a medida que las mujeres ahora se les
pagaba dos tercios del salario típico para los hombres. Sin embargo, el alcance de este cambio está
abierto a debate histórico. En parte debido a la participación femenina en el esfuerzo de guerra de
Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, un número de países europeos extendieron el sufragio a las
mujeres en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial.

La segunda guerra mundial


Un retroceso obligatorio para la mujer
Tras la Segunda Guerra Mundial en los países capitalistas la mano de obra femenina representaba
un tercio de los trabajadores, mientras que en el mundo socialista era de un 50 por ciento, ya que
la Revolución Rusa de 1917 fue la primera en legislar que el salario femenino debía ser igual al
masculino: igual trabajo, igual salario. Las mujeres de la Unión Soviética se instalaron en todos los
sectores de la producción. En la Europa posguerra vio cómo las mujeres se resistían a abandonar
sus trabajos para volver a encerrarse en el hogar o trabajar en el servicio doméstico.

En general, hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial, la mujer debe solicitar el permiso del
marido para ejercer una profesión. La esposa no puede presentarse a un examen, matricularse en
una universidad, abrir una cuenta bancaria, solicitar un pasaporte o un permiso de conducir.
Tampoco puede actuar ante la justicia. Para iniciar una acción procesal ha de solicitar una
autorización especial, excepto en el caso de que ejerza un comercio separado y autorizado.

Los nuevos tiempos suponen un cambio significativo en la concepción del trabajo femenino: se
empieza a considerar que es necesario y que, además, dignifica a la mujer. Las mujeres de clase
media, acceden cada vez más a un trabajo más cualificado y mejor retribuido. El aumento fue tan
importante que a finales de los años sesenta, había en Europa occidental, más mujeres oficinistas
que hombres. También fue mayoritaria la participación de la mujer en trabajos como el de
enfermera, telefonista, comercio, limpieza, peluquerías, etc.

Desarrollo de los Derechos Laborales de la Mujer


Argentina

Conquista de derechos: A fines del Siglo XIX se registró una huelga organizada por las maestras de
San Luis. En 1881, ocho docentes organizaron una acción de lucha: paro total en reclamo de ocho
meses de salario y condiciones laborales. Doce años después, en 1893, se fundó en Argentina la
Unión Gremial Femenina, integrada por Alicia Moreau de Justo, entre otras. Unidas y organizadas
empezaban a construir redes.
El amanecer del Siglo XX sembró la primera semilla para el reconocimiento de los derechos cívicos
y civiles. Cecilia Grierson, primera médica, junto a otras mujeres crearon el Consejo Nacional de
Mujeres. Julieta Lanteri, pudo votar en 1911 como excepción, la municipalidad porteña había
convocado a los ciudadanos a actualizar los datos en la confección del padrón y se anotó al ver que
los requisitos para hacerlo no había que especificar el sexo.

En los años 20, las condiciones laborales fueron eje. La ley 11.317 estableció la jornada de ocho
horas de trabajo para las mujeres, prohibió el despido por embarazo y agregó 45 días de licencia
por embarazo.

La ley 11.933 dispuso la percepción de un subsidio por maternidad equivalente a un sueldo íntegro
y la obligación de conservar a la empleada en su puesto de trabajo.

La percepción de las mujeres como sujeto político y con conciencia de clase trabajadora se vio
materializado de la mano de Eva Duarte de Peron donde se conquistó el voto femenino en 1947.

En 1949 la reforma constitucional marcó una nueva etapa en el proceso de la emancipación


jurídica de la mujer cuando se elevó a la categoría de precepto fundamental garantizar la igualdad
jurídica de los cónyuges.

La lucha de las mujeres en la Argentina posdictadura se centró en su reconocimiento político. En


1991, se sancionó la ley que determinó un piso mínimo de 30 por ciento para las mujeres en la
composición de las listas partidarias. Estuvo vigente hasta 2017, cuando se aprobó la ley 27.412
que amplió la ley de cupo y reglamentó que las nóminas electorales fuesen conformadas de
manera intercalada por mujeres y hombres, en partes iguales. Con una representación más amplia
se comenzaron a plantear y a debatir más leyes. Con la reforma constitucional del 1994 se
reafirmó la Convención contra todas las formas de Discriminación de las Mujeres.

Antes de cerrar el Siglo XX se conquistó la posibilidad de acceder a una jubilación para las amas de
casa. La ley 24.828 les dio esta posibilidad, una acción que reconoció su trabajo y aporte
económico al incluirlas en el sistema previsional.

El Siglo XXI gritó contra todas las formas de abuso por situación de género. En 2016 miles de
mujeres salieron a las calles para pedir el fin de la violencia de género bajo la consigna de “Ni Una
Menos”. Tres años después, Ley Micaela 27.499 estableció la capacitación obligatoria en género y
violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública, en los
poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación. En el 2020 se ratificó en Argentina el
Convenio OIT 190, la ley 27.580 brinda herramientas para la prevención y abordaje de la violencia
y el acoso en el mundo del trabajo. También se reconoció el derecho a la interrupción voluntaria y
legal del embarazo y a la atención postaborto de todas las personas con capacidad de gestar
mediante la ley 27.610.
Mención honorifica: El 8 de marzo se estableció como el Día Internacional de la Mujer para
conmemorar a las 146 mujeres trabajadoras de una fábrica textil de Nueva York, que murieron
calcinadas a partir de un incendio provocado para romper la toma que llevaban adelante en
protesta por las condiciones de trabajo y bajos salarios.

La Mujer Argentina en la Actualidad


¿Cómo es la situación actual de las mujeres en el mercado laboral?
Todavía existe una división del trabajo según el género, lo que queda evidenciado en sectores
donde predominan hombres y otros donde lo hacen las mujeres. De acuerdo con informes
oficiales, las mujeres se encuentran mayoritariamente en sectores vinculados al servicio
doméstico, docencia, servicios sociales y de salud.

Aunque hubo un reciente cambio en los trabajos que eligen las mujeres como taxista, camioneras,
colectiveras , árbitras de futbol, Programadoras, DJ, barwoman, entre otros trabajos que antes
eran considerados exclusivamente para hombre.

Brecha salarial: la diferencia que persiste


Actualmente, la brecha salarial es una expresión concreta de diferencias entre hombres y mujeres.
De acuerdo con cifras oficiales del segundo trimestre de 2022 de la Encuesta Permanente de
Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos (EPH-INDEC), las mujeres ganan, en
promedio, un 28,1 % menos que los varones.

Nivel educativo de la mujer:


Los datos publicados por el Gobierno nacional confirman la lectura de la economista. Según el
Ministerio de Trabajo, del total de la población femenina ocupada 31,1% tiene educación
universitaria completa y 18,3% tiene universitario incompleto. Es decir que al menos el 49,4% de
las mujeres que participan del mercado laboral cuentan con estudios terciarios avanzados.

Según un relevamiento realizado por Grupo Gestión y CIO Investigación entre más de 60 empresas
grandes, medianas y pequeñas de Argentina, se halló que actualmente la experiencia laboral es el
elemento del CV más valorado y no por cuestiones del sexo.

Nivel educativo de la población femenina:


Datos al tercer trimestre de 2022
Primario incompleto: 2,6%

Primario completo: 8,8%

Secundario incompleto: 13,1%


Secundario completo: 26,1%

Universitario incompleto: 18,3%

Universitario completo: 31,1%

¿Qué ocurre con las mujeres en los puestos jerarquías?

La brecha de género en el mercado laboral se manifiesta de diferentes formas, pero una de las
más claras es la baja presencia femenina en los cargos altos de las empresas. Si bien las
estadísticas reflejan una reducción de la desigualdad, las diferencias siguen siendo notables.

Según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Trabajo de la Nación, a fines del 2022 había
2.053.267 mujeres asalariadas en el sector formal. Entre ellas, 1.936.829 (94,3% del total) se
desempeñaban como trabajadoras en cargos generales; unas 41.532 ocupaban cargos directivos
(2%) y 55.195 eran jefas en sus empresas (2,7%). El resto (19.711) no se especificaron.

Las diferencias también son claras cuando se toma en consideración el universo de trabajadores.
Siempre con la salvedad de que hay más hombres que mujeres en el mercado registrado, llama la
atención que, del total de cargos de jefatura que hay en el país (277.166), solo 20% sean ocupados
por mujeres.

¿A qué se debe la brecha?


Cuando se habla de brecha de género hay muchos aspectos que se deben tener en cuenta. Se
plantea mucho por ejemplo la desigualdad salarial, pero en muchos casos las diferencias se
explican por la cantidad de horas trabajadas (en promedio los hombres trabajan más horas) y por
la cantidad de hombres y mujeres que hay en cada sector.

Nuria Susmel, economista de la Fundación de Investigaciones Económicas (FIEL), advirtió que, a la


hora de hablar de jerarquías, hay mucha discriminación hacia el sexo femenino, ya sea de manera
consciente o inconsciente.

“No siento que exista discriminación en la labor diaria, pero sí es cierto que se le da mucho más
lugar a los hombres que a las mujeres en muchos aspectos. Pasa mucho por ejemplo en las
conferencias, donde se prioriza casi siempre a los oradores del sexo masculino, cuando hay
muchas mujeres profesionales con buenos conocimientos para compartir”, dijo Susmel

Paula Pía Ariet, economista y directora de Gestión Consultores, analizó los resultados estadísticos
publicados por el Ministerio de Trabajo y planteó que la diferencia a favor de los hombres en el
reparto de cargos jerárquicos es muy notoria, aunque aclaró que la desigualdad ha decrecido
mucho en los últimos años.

“Hasta hace unos años, la participación de las mujeres en los cargos de jefatura era 0%. Hoy sigue
habiendo un porcentaje bajo, pero tienen más participación”, costesto.
Para la especialista en mercado laboral, no hay razones técnicas que expliquen que, en
proporción, los trabajadores masculinos acceden a más cargos altos. Por el contrario, advirtió que
las mujeres tienden a tener mayor nivel de formación académica.

“Las diferencias se deben a una cuestión meramente cultural. Muchas empresas perciben que las
mujeres van a tener más problemas por los hijos y no van a querer viajar en caso de que sea
necesario. En algunos casos eso puede ser verdad, pero ni siquiera se llega a evaluar la opción. Se
asciende directamente a hombres”, continuó Ariet.

Para las especialistas, a partir de esa diferenciación es que nacen luego las brechas salariales.
“Nunca vi que le paguen más a un hombre que a una mujer por ocupar exactamente el mismo
puesto, pero la cantidad de mujeres que están en cargos más altos es mucho menor”, subrayó
Ariet.

De todas formas, la economista aseguró que “el techo de cristal se está rompiendo” e insistió en
que, si bien las diferencias siguen siendo sustanciales, hay empresas y organizaciones que están
equilibrando la situación. “Es un cambio que se está dando con las nuevas generaciones. Espero
que la tendencia a una menor desigualdad se siga acentuando”, opinó la directora de Gestión
Consultores.

No hay datos actualizados que muestren la proporción de cargos de jerarquía por sexo y por tipo
de actividad, pero las economistas aseguraron que en la parte fabril es donde están menos
abiertos a la incorporación de mujeres en puestos de jefatura.

“En la parte más dura las diferencias son mayores. En la parte comercial y de servicios hay más
posibilidad de que sean mujeres las que están al frente”, reconocieron las economistas.

Conclusión
La falta de oportunidades para las mujeres en el trabajo a lo largo de la historia fue una gran
lucha. Solamente por nacer mujer imponía limitaciones, prejuicios y estándares.

La mujer ha logrado romper las barreras de los lenguajes discriminatorios que la hacían pasar
socialmente por ser menos que el hombre. A tal punto, que en el siglo XXI la participación política
de la mujer en los asuntos de todo el mundo se ha convertido en un factor crucial, pues forman
parte de las organizaciones empresariales, gobiernos y presidencias estatales.

Grandes mujeres lograron dejar su marca en la historia, siendo una gran inspiración para las
nuevas generaciones de mujeres y niñas.

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