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Por instrucción del Gobierno central, el primer día de mayo del año 1877 el ejército
boliviano fusiló a Andrés Ibáñez y a los sobrevivientes de la insurrección popular que se
gestó el primero de octubre de 1876 bajo la consigna “todos somos iguales”. El
movimiento de los “Igualitarios” retó al Estado oligárquico y a las élites cruceñas
tomando el poder político y declarando el federalismo en Santa Cruz. Fue para el
departamento de Santa Cruz, la primera revolución de la clase trabajadora con
aspiraciones de igualdad, justicia social y autodeterminación de los pueblos, marcando
un hito en la historia cruceña, boliviana y continental.
El prólogo escrito por Carlos Molina, en el libro “La revolución igualitaria de Andrés
Ibáñez” de Durán y Pinkert, señala: “No era el federalismo solo un mecanismo para
oponerse al autoritarismo centralista, era el método que permitiría a nivel internacional
establecer justas relaciones entre los Estados grandes y pequeños, y por otro lado lograr
en el interior de ellos, una sociedad igualitaria de carácter socialista, participativa y libre.
La Comuna de París de 1871, recoge en toda su extensión el pensamiento de Prudhon”.
El debate sobre el federalismo, dos décadas después, desembocó en una guerra civil a
nivel nacional y derivó en el cambio de la sede de gobierno de Sucre a La Paz. La
denominada “Guerra Federal” (1898-1899) fue vencida por La Paz porque las
comunidades indígenas de occidente liderizadas por Pablo Zárate “Willka” se unieron al
ejército de Pando, que a la postre fue posesionado como presidente del Estado.
El presidente Pando traicionó a sus aliados federalistas y comunidades indígenas,
conservando el Estado unitario centralista, también encarcelando y masacrando a los
indígenas. Pablo Zárate fue arrestado en 1900 y fusilado en 1903. El acuerdo que nunca
se cumplió, entre los indígenas y Pando, era el reconocimiento por parte del Estado a su
autodeterminación y a la propiedad comunal de la tierra.