Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
REYNARES - Peronismo Cordobés en Lo 90
REYNARES - Peronismo Cordobés en Lo 90
Introducción
En diciembre de 1998, en elecciones anticipadas dispuestas por el entonces go-
bernador de la provincia de Córdoba, Ramón B. Mestre, resultaba victoriosa la
fórmula De la Sota-Kammerath, a la cabeza de una alianza denominada Unión por
Córdoba (UPC), conformada por el Partido Justicialista (PJ), la Unión de Centro
Democrático (Ucedé) y Acción para el Cambio (Apec), además de partidos veci-
nalistas menores. Así, el peronismo cordobés, nucleado en el Partido Justicialista,
llegaba al gobierno provincial luego de 15 años de administraciones radicales, e
iniciaba una serie de victorias que se continúa hasta la actualidad. Lo hacía de la
mano de una coalición que reunía a otros actores partidarios menores de la pro-
vincia, representantes del liberalismo, empresarios e “independientes”.
Los análisis históricos existentes sobre el peronismo una vez en el gobierno a
fines del siglo XX, como así también los estudios de la historia reciente del pero-
nismo mediterráneo más en general, poseen dos notas características. En primer
lugar, solo se han detenido en dos momentos puntuales de su trayectoria: la deno-
minada Renovación Peronista que señaló el recambio de su coalición dominante
3
Juan Schiaretti había entrado a la disputa intrapartidaria de la mano del exministro de
Economía de la Nación, el cordobés Domingo Cavallo, al ganar las internas partidarias de 1993 y
ser elegido como diputado nacional en esa ocasión, sin lograr, sin embargo, la cohesión necesaria
para organizar al partido. Jorge Bucco, intendente de San Francisco, había formado parte de diver-
sas coaliciones con dirigentes secundarios, como Schiaretti, pretendiendo la dirección del Partido
Justicialista provincial. Esteban Dómina también se había aliado con los dos anteriores, y poseía
apoyos propios en el territorio de la capital provincial. Humberto Roggero lideraba el peronismo
de Río Cuarto, y había sido presidente del Consejo Provincial del Partido Justicialista entre 1995
y 1997 a partir de un acuerdo dirigencial. Tanto Julio César Aráoz como Martha Alarcia se dispu-
taban la “representación” del presidente Menem en la provincia. La última era hija una vieja diri-
gente, Leonor Casari de Alarcia, que había acompañado las pretensiones presidenciales de Menem
desde mediados de los ochenta, mientras que Aráoz fue funcionario de las gestiones menemistas y
mencionaba un contacto directo con el ejecutivo central.
4
El análisis organizacional de la vida interna de los partidos apunta que existen zonas de
incertidumbre de la organización. Las más importantes son, según Panebianco (2009: 84), “la
competencia, la gestión de las relaciones con el entorno, las comunicaciones internas, las reglas
Así, De la Sota podía apuntar en una entrevista, ante la pregunta por una
posible alianza con la Ucedé:
Siempre hemos sido proclives a la apertura. Creemos que hay que reemplazar a
los políticos radicales por hombres y mujeres de la cultura, del empresariado, del
trabajo, de las universidades y de la política de todos los sectores sociales. Hay
que crear un gobierno de unidad provincial para reemplazar al gobierno de co-
mités radicales (LaVoz del Interior, 21/06/1998, versión digital).
La convocatoria a la apertura se le imputaba a la esencia del peronismo, y
en particular al peronismo de Córdoba. Se dirigía a ámbitos específicos, como la
cultura, el empresariado o las universidades. Pero también existía la posibilidad de
participación independiente. En este último caso, en el cuerpo del Programa de
Gobierno de Unión por Córdoba era posible leer lo siguiente:
Unión por Córdoba quiere gobernar. Sabemos qué queremos.Y cómo hacerlo. Nos
acompañan prestigiosos equipos técnicos. Son profesionales del Justicialismo,
Ucedé, Apec y MAC.Y también participan muchas mujeres y hombres indepen-
dientes… (Programa de gobierno “Córdoba Nuevo Siglo”, p. 2).
7
Incluso La Voz del Interior mencionaba el hecho de que Unión por Córdoba venía a ser
“una suerte de reedición de la Unión de Fuerzas Sociales” (LVI, 20/08/1998). También en LVI,
26/08/1998, y LVI, 12/10/1998.
8
La iterabilidad, noción propia de la obra de Derrida (1989), de toda práctica significante,
en este caso, de la institución como práctica social sedimentada, implica que no es posible reducir
cada una de sus inscripciones a un sentido primero, esencial y originario, sino que cada vez que es
llevada a la práctica, existe la posibilidad de modificar su sentido, esto es, repetirlo transformándolo.
La iterabilidad nos habilita a analizar tanto las transformaciones del sujeto político en su dimensión
institucional como en el “entorno” o “ambiente” con que se articula.
9
José Manuel de la Sota había sido candidato a intendente capitalino en 1983 y a goberna-
dor en 1987, siendo derrotado en ambas ocasiones. En el momento de la elección de 1991 era em-
bajador en Brasil y guardaba una relación distante con el gobierno nacional. Por su parte, Leonor
Casari de Alarcia era diputada nacional y reconocida como la representante local del menemismo.
Julio Cesar Aráoz era ministro de Desarrollo Social y fue funcionario de gran importancia en la
administración nacional.
10
Esa “vocación frentista” permitió la inclusión en las listas de candidatos a diputados na-
cionales de 1987 de un extrapartidario, el economista Domingo Cavallo, quien dirigía el Insti-
tuto de Investigaciones de la Fundación Mediterránea. Ello puede entenderse como el primer
acercamiento del peronismo cordobés a sectores empresarios locales que planteaban demandas de
mayor desregulación económica.
11
Taboada había sido comisionado municipal entre julio de 1969 y abril de 1970, nombrado
por el interventor federal Roberto Huerta durante la dictadura militar de Onganía. Ejerció como
secretario de asuntos políticos del Ministerio del Interior en 1971. En 1983 y 1987 fue candidato
a intendente por el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Era muy recordado por varias
transformaciones urbanísticas en la ciudad, como la peatonal céntrica y la agilización del tránsito
vehicular en la misma zona.
12
La figura del independiente surge en el espacio público argentino en el momento en que
se consolida la práctica de las encuestas y sondeos de opinión electoral (Vommaro, 2008).
13
Dos de los entrevistados, dirigentes de diversa jerarquía durante la década de los noventa,
coinciden en que no hubo mayores críticas al desplazamiento generado por el gobierno nacional
entre 1989 y 1991 (entrevistas personales con Jorge Méndez, 16/11/2011, y Esteban Dómina,
15/04/2013). Incluso otra de las personas entrevistadas, muy cercanas a De la Sota, justificaba
dicha actitud en la poca importancia que los sectores pauperizados dan a las diferencias ideoló-
gicas (entrevista personal con Olga Riutort, 26/04/2013). A diferencia de ellos, un entrevista-
do que militaba en el peronismo y se alejó de las estructuras partidarias a fines de la década de
1980, consideraba que en esa época no hubo debate sobre las privatizaciones, y cualquier alusión
crítica en público era vista como “ridícula, anticuada” (entrevista personal con Víctor Montesco,
09/05/2011). Es decir, el recuerdo de la falta de discusión vela la segregación que experimenta-
ron aquellos afiliados y militantes que no se identificaron con las transformaciones al interior del
peronismo una vez Menem en el gobierno nacional. El mismo entrevistado relata la experiencia
de una fallida reorganización partidaria marginal hacia 1995, bajo el nombre de Confederación
Solidaridad.
Por su parte, De la Sota disputaba esas lecturas, ya que dicha línea política
también reclamaba insertarse en la tradición del peronismo. Decía el candidato a
gobernador:
Perón convocó a hombres y mujeres de todos los sectores. No les preguntó de dónde
venían, simplemente les pidió que estuvieran de acuerdo hacia dónde iban. Hu-
mildemente nosotros repetiremos esa historia de apertura para que el justicialis-
mo exprese lo social (LaVoz del Interior, 23/06/1991, p. 7 A)14
En el caso cordobés, como en otros momentos de su historia contemporá-
nea, el problema político pasaba por la definición mínima y necesaria del peronis-
mo, que, según De la Sota:
Tiene dos ideas centrales que no va a cambiar nunca. La primera es que el trabajo
dignifica […] y la otra idea es la justicia social […]. Los mecanismos para
crear riqueza van a cambiar a cada rato porque el mundo va cambiando.Y el
peronismo trata de adecuarse a lo que son los momentos históricos del mundo.
Hay que cabalgar sobre la evolución (LaVoz del Interior, 23/06/1991, p. 7 A).
De esa manera, la “vocación frentista” se volvía el objeto de la disputa. Por
el lado del aparato oficial del Partido Justicialista, como hemos visto, dicho ele-
mento tradicional se articulaba con el discurso hegemónico que distinguía a la
sociedad y al Estado como extremos: de la transparencia y la espontaneidad, en la
primera, de la opacidad y el egoísmo, en el segundo. Así, en las palabras de De la
Sota, la apertura del partido a otros sectores sociales era formalmente una conse-
cuencia de la actualización de dicha sustancia peronista, privilegiando el acuerdo
con sectores particulares de la sociedad local y haciendo caso a las transforma-
ciones históricas a las que el peronismo siempre se adaptó. En la línea política de
la campaña de 1991, las instituciones del Estado y del partido no solo eran vistas
como insuficientes en el proceso de cambio social —elemento propio de la sedi-
mentación identitaria del peronismo desde su nacimiento y que había rearticula-
do el proyecto renovador en los ochenta—, sino que eran significadas como las
culpables de la crisis argentina y cordobesa, por su carácter distorsivo y corrupto.
Lejos de ello, las expresiones críticas a dicha línea política, como las de Ac-
ción Popular o el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), no discutían el
14
Incluso los mensajes de De la Sota recuperaban la experiencia de inclusión de D. Cavallo
en la lista de candidatos a diputados nacionales en 1987, al mismo tiempo que defendían el rumbo
de la gestión nacional luego de la llegada de este economista a la cartera de Economía. “[E]n la
Argentina hay un rumbo definitivo que permite visualizar signos de estabilidad porque hace apenas
dos años vivíamos con un doscientos por ciento de inflación y hoy apenas llegamos al uno por cien-
to…” (LaVoz del Interior, 13/08/1991, p. 5 A). La experiencia de Cavallo como diputado nacional
por el peronismo renovador, en 1987, permitía reinterpretar la noción de apertura partidaria con
el éxito político. Para De la Sota, la experiencia de Cavallo era “la mejor demostración de lo bueno
que es tener la mente abierta, de no ser sectario, de abrir las puertas del PJ” (La Voz del Interior,
01/09/1991, p. 7 A).
15
Ello incluso cuando los alcances electorales de estas expresiones críticas fueron muy exi-
guos. En las elecciones de septiembre de 1991, la Alianza Frente Popular logró 0,46% de los votos,
mientras el Movimiento de Integración y Desarrollo alcanzó 0,28 y Acción Popular, 0,16 de los
sufragios [datos extraídos del Atlas Electoral de Andy Tow, http://andytow.com/atlas/totalpais/
cordoba/1991g.html].
Referencias bibliográficas
Abal Medina, J. M. (2004). Los partidos políticos: ¿un mal necesario? Buenos Aires: Capital
Intelectual.
Aboy Carlés, G. (2001). Las dos fronteras de la democracia argentina. Rosario: Homo Sapiens.
Beltrán, G. (2008). Los intelectuales liberales: poder tradicional y poder pragmático en la Argen-
tina reciente. Buenos Aires: Prometeo.
Camou, A. (1998). “Saber técnico y política en los orígenes del menemismo”. En Revista
Perfiles Latinoamericanos, n° 12, México: Flacso.
Closa, G. (2010). “Las transformaciones en el peronismo de Córdoba”. En Tcach, Cesar
(coord.), Córdoba bicentenaria. Claves de su historia contemporánea (pp. 493-516). Cór-
doba: Centro de Estudios Avanzados.
16
Si bien los límites de este trabajo impiden una reflexión más acabada sobre las líneas de
continuidad de esta identificación neoliberal de Unión por Córdoba durante la primera década
del siglo XXI, es pertinente destacar la persistencia de esta propuesta electoral en la provincia de
Córdoba luego de la agudización del ciclo de protestas sociales de fines de 2001 en la Argentina. Si
bien ese diciembre de 2001 marcó fuertes rupturas, la supervivencia de Unión por Córdoba y de
un proyecto político centrado en la crítica a los “costos de la política” y la necesidad de introducir
reformas gerenciales en el Estado, permite matizar el fuerte contraste que en ocasiones se realiza
entre la continuidad y el debilitamiento del discurso neoliberal en Córdoba, y más en general en
la Argentina, desde principios de este siglo.
Di Rienzo, G. (2009). “El nuevo Estado cordobés. La ley de reforma del Estado Nuevo y
la creación de la Unicameral, bajo la gestión de José Manuel de la Sota”, ponencia
presentada en el VI Encuentro Interdisciplinario de Ciencias Sociales y Humanas, Córdoba.
De Ípola, E. y Portantiero, J. C. (1989). “Lo nacional-popular y los populismos realmente
existentes”. En De Ípola, E., Investigaciones políticas (pp. 21-36). Buenos Aires: Edi-
torial Nueva Visión.
Derrida, J. (1998). Márgenes de la filosofía. Madrid: Cátedra.
Katz, R. y Mair, P. (2004). “El partido cartel. La transformación de los modelos de parti-
dos y de la democracia de partidos”. Traducción de María Jiménez Buedo. En Revista
Zona Abierta, n° 108/109, pp. 9-42. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
Laclau, E. (2000). Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Buenos Aires: Edi-
torial Nueva Visión.
Laclau, E. y Mouffe, C. (2005). Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de
la democracia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Leiras, M. (2007). Todos los caballos del rey. La integración de los partidos políticos y el gobierno
democrático de la Argentina, 1995-2003. Buenos Aires: Prometeo Libros.
Levitsky, S. (2005). La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelis-
ta, 1983-1999. Buenos Aires: Siglo XXI.
Mair, P. (1997). Party system change: approaches and interpretations. Oxford: Clarendon Press.
Morresi, S. (2009). La nueva derecha argentina. Buenos Aires: Ungs.
Panebianco, A. (2009). Modelos de partido. Organización y poder en los partidos políticos. Ma-
drid: Alianza Editorial.
Reynares, J. M. (2012a). La identidad política de la renovación. El peronismo cordobés en la
transición democrática. Villa María: Eduvim.
———. (2012b). “La dimensión ideológica en el estudio de los partidos políticos. Una
propuesta de lectura desde el posestructuralismo”. En Revista Trazos Universitarios,
Santiago del Estero: Universidad Católica de Santiago del Estero.
———. (2012c). “La política en boca de expertos: tecnocracia y consolidación neoli-
beral”. En Bonetto M. S. y Martínez, F. Política y desborde. Más allá de una democracia
liberal (pp. 75-108). Villa María: Eduvim.
Rothstein, B. (2001). “Las instituciones políticas: una visión general”. En Goodin R. y
Klingemann H.-D. (eds.), Nuevo manual de ciencia política. Madrid: Ediciones Istmo.
Shaw, E. (1996). The Labour Party since 1945: Old Labour, New Labour. Oxford: Blackwell.
Vommaro, G. (2008). “Lo que quiere la gente”. Sondeos de opinión y el espacio de la comunicación
política en Argentina (1983-1999). Buenos Aires: Prometeo Libros.
Fuentes consultadas