Está en la página 1de 20

EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA:

ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN


NEOLIBERAL Y PRÁCTICA PARTIDARIA1

Peronism from Cordoba in the nineties: some notes on neoliberal


identification and party practices

Juan Manuel Reynares2


Centro de Estudios Avanzados
Universidad Nacional de Córdoba
Córdoba, Argentina
juanmanuelreynares@hotmail.com

Vol. XII, n° 21, 2014, 111-130


Fecha de recepción: 29 de agosto de 2013
Fecha de aceptación: 9 de diciembre de 2014
Versión final: 29 de diciembre de 2014

RESUMEN. El siguiente artículo analiza algunas transformaciones del


peronismo de la provincia de Córdoba durante los años noventa, a partir de
los desplazamientos de sentido en la figura de una “apertura partidaria”. En
1998, el Partido Justicialista ganó las elecciones generales bajo la organiza-
ción de Unión por Córdoba, una coalición que incluía sectores empresariales
y liberales de la provincia, en términos muy similares a la Unión de Fuerzas
Sociales, alianza con la que se presentó en los comicios de 1991. En ambas
1
El siguiente es un artículo original que forma parte de una investigación doctoral en
curso.
2
Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Nacional de Villa María (Unvm).
Actualmente cursa una beca doctoral Tipo II del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas
y Técnicas (Conicet), con sede en el Centro de Estudios Avanzados, de la Universidad Nacional
de Córdoba.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
112 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

circunstancias los argumentos esgrimidos se sostuvieron sobre una lectura que


consideraba a la sociedad como una distribución plena de intereses sociales
que debían ser canalizados hacia la administración estatal. Además de conside-
rar las condiciones organizativas de dichas plataformas electorales, nos intere-
sa interpretar dichas prácticas partidarias como ámbitos en que se desarrollan
los procesos de identificación progresiva con el discurso neoliberal.
Palabras clave: peronismo de Córdoba; neoliberalismo; identificación polí-
tica; apertura; coalición

ABSTRACT. This article analyses some transformations of the peronism


from Cordoba during the nineties, taking its cue from the semantic shifts in
the feature of a “party opening”. In 1998, the Partido Justicialista won the elec-
tions under the label of Unión por Córdoba, a party coalition which included
business and liberal sectors, in very similar terms to the Unión de Fuerzas
Sociales, alliance with which it presented to the general elections of 1991. In
both circumstances, the arguments used depended on a reading that viewed
society as a full-fledged distribution of social interest which should be guided
into the state administration. We consider here the organizational conditions
under which these electoral platforms took place, and we are especially inter-
ested in interpreting this party practices as spaces in which progressive identi-
fication to a neoliberal discourse is developed.
Keywords: peronism from Córdoba; neoliberalism; political identification;
party opening< coalition

Introducción
En diciembre de 1998, en elecciones anticipadas dispuestas por el entonces go-
bernador de la provincia de Córdoba, Ramón B. Mestre, resultaba victoriosa la
fórmula De la Sota-Kammerath, a la cabeza de una alianza denominada Unión por
Córdoba (UPC), conformada por el Partido Justicialista (PJ), la Unión de Centro
Democrático (Ucedé) y Acción para el Cambio (Apec), además de partidos veci-
nalistas menores. Así, el peronismo cordobés, nucleado en el Partido Justicialista,
llegaba al gobierno provincial luego de 15 años de administraciones radicales, e
iniciaba una serie de victorias que se continúa hasta la actualidad. Lo hacía de la
mano de una coalición que reunía a otros actores partidarios menores de la pro-
vincia, representantes del liberalismo, empresarios e “independientes”.
Los análisis históricos existentes sobre el peronismo una vez en el gobierno a
fines del siglo XX, como así también los estudios de la historia reciente del pero-
nismo mediterráneo más en general, poseen dos notas características. En primer
lugar, solo se han detenido en dos momentos puntuales de su trayectoria: la deno-
minada Renovación Peronista que señaló el recambio de su coalición dominante

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 113

en 1987 (Closa, 2010) y la reforma del Estado provincial de 1999. En segundo


lugar, y en relación a este último momento, estos estudios han caracterizado al
proyecto del peronismo provincial a la cabeza de UPC como parte del giro neo-
liberal promovido por el menemismo a nivel nacional a principios de los noventa
(Di Rienzo, 2009; Closa, 2010). En este sentido, la ausencia de estudios sobre esa
docena de años que separan uno y otro momento se completa con la caracteriza-
ción de la propuesta del peronismo cordobés en 1999 como expresión local del
mismo giro neoliberal menemista. Sin embargo, estos acercamientos no toman en
cuenta el hecho de que a fines de la década de los noventa, el gobierno menemista
era objeto de múltiples críticas a nivel nacional, e incluso había sido derrotado en
las legislativas de 1997. Por lo tanto, describir al proyecto político de UPC como
traslación local del fenómeno menemista no se condice con el carácter extempo-
ráneo que tuvo la llegada del peronismo cordobés al gobierno provincial. Ello nos
enfrenta entonces con una interrogante que sirve como puntapié inicial de nuestra
investigación.
Durante 1998, el peronismo cordobés construyó un relato que legitimaba
la constitución de Unión por Córdoba bajo un mensaje de apertura partidaria
y defensa del mercado articulado al discurso neoliberal. Distanciándonos de los
análisis que sostienen que el peronismo cordobés únicamente fue una versión pro-
vincial del menemismo, en este trabajo pretendemos profundizar y problematizar
esa caracterización neoliberal de upc. Así, nos preguntamos cuáles fueron las con-
diciones de posibilidad mediante las que el peronismo en la provincia de Córdo-
ba se organizó en una alianza que enfatizaba el carácter abierto de su estructura
partidaria y la inclusión de representantes que demandaban apertura económica y
reforma estatal, en momentos en que este discurso ya comenzaba a ser criticado a
nivel nacional por distintos actores políticos y sociales.
Para responder a la interrogante sobre las condiciones de posibilidad de la
propuesta política de Unión por Córdoba, comenzaremos este artículo descri-
biendo el proceso por el cual De la Sota, dirigente peronista de larga trayectoria
local, logró aglutinar durante 1998 en torno suyo la coalición dominante que
posibilitó la cohesión de la organización partidaria del peronismo, el Partido Jus-
ticialista de la provincia de Córdoba. Nos interesa subrayar allí que durante dichos
acontecimientos la decisión por conformar Unión por Córdoba no fue producto
exclusivo de un cálculo estratégico por parte de su dirigencia, sino que se volvió
verosímil a partir de la trayectoria identitaria del peronismo cordobés en la dé-
cada precedente. A partir de allí, nuestra atención se centrará en dos momentos
de la historia reciente de este actor político en que los formatos organizativos
electorales fueron objeto de discusión interna: las elecciones generales de 1987
y las de 1991. De esta manera, analizaremos los significantes puestos en juego en
la legitimación de la defensa del partido en 1987, y más tarde los utilizados para
fundamentar la apertura partidaria bajo la figura de la unión, tanto en 1991 como
en 1998. En derredor de la repetición y desplazamiento de estos significantes nos
interesa observar las dinámicas ideológicas que marcan la identificación del pero-
nismo cordobés con un discurso hegemónico neoliberal más allá del menemismo

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
114 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

a nivel nacional, apoyándose sobre una dicotomía entre una interpretación de la


sociedad como entidad transparente y plena, y del Estado como institución co-
rrupta y distorsiva.

Unión por Córdoba: coalición dominante y apertura


A mediados de 1998, y en medio de disputas internas sobre la definición de los
candidatos para las elecciones provinciales de fines de ese año, el Partido Justi-
cialista cordobés se erigió como núcleo de una alianza interpartidaria, conocida
como Unión por Córdoba, que contaba con la Unión de Centro Democrático
(Ucedé), Acción Para el Cambio (Apec) y otros partidos vecinalistas menores
de localidades del interior como Río Cuarto, Carlos Paz, General Deheza, Río
Ceballos y Unquillo. A través de este acuerdo se dio forma en el Partido Justicia-
lista local a una coalición dominante que modificó el panorama interno de frag-
mentación y competencia que había impedido, desde principios de esa década, la
existencia de un portavoz de la organización partidaria legitimado por las urnas y
por la mayoría de los dirigentes.
Si bien en las elecciones internas de 1997 se había definido la presidencia
del Consejo Provincial del Partido Justicialista cordobés con la victoria de la lí-
nea interna dirigida por José Manuel de la Sota, ello no implicó la resolución de
los enfrentamientos y fragmentación internos que marcaron la década. Recién en
julio de 1998 es posible hablar de la conformación de una coalición dominante
al interior del partido, o al menos de los primeros pasos en esa dirección, en el
momento en que De la Sota se erigió como el artífice de Unión por Córdoba. En
ese proceso, al mismo tiempo que aunó bajo su dirección a un grupo de dirigentes
que había disputado la conducción de la organización en los últimos años —Schia-
retti, Bucco, Dómina, Alarcia—, marginó a otros portavoces en disputa como H.
Roggero o J.C. Aráoz3.
A su vez, el sector dirigido por De la Sota logró el control de ciertas acti-
vidades vitales para la organización4. Con respecto a la normativa partidaria, a

3
Juan Schiaretti había entrado a la disputa intrapartidaria de la mano del exministro de
Economía de la Nación, el cordobés Domingo Cavallo, al ganar las internas partidarias de 1993 y
ser elegido como diputado nacional en esa ocasión, sin lograr, sin embargo, la cohesión necesaria
para organizar al partido. Jorge Bucco, intendente de San Francisco, había formado parte de diver-
sas coaliciones con dirigentes secundarios, como Schiaretti, pretendiendo la dirección del Partido
Justicialista provincial. Esteban Dómina también se había aliado con los dos anteriores, y poseía
apoyos propios en el territorio de la capital provincial. Humberto Roggero lideraba el peronismo
de Río Cuarto, y había sido presidente del Consejo Provincial del Partido Justicialista entre 1995
y 1997 a partir de un acuerdo dirigencial. Tanto Julio César Aráoz como Martha Alarcia se dispu-
taban la “representación” del presidente Menem en la provincia. La última era hija una vieja diri-
gente, Leonor Casari de Alarcia, que había acompañado las pretensiones presidenciales de Menem
desde mediados de los ochenta, mientras que Aráoz fue funcionario de las gestiones menemistas y
mencionaba un contacto directo con el ejecutivo central.
4
El análisis organizacional de la vida interna de los partidos apunta que existen zonas de
incertidumbre de la organización. Las más importantes son, según Panebianco (2009: 84), “la
competencia, la gestión de las relaciones con el entorno, las comunicaciones internas, las reglas

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 115

través de una discutida reforma de la Carta Orgánica, se habilitaba a De la Sota


como presidente del Consejo Provincial, a modificar 20 por ciento de la lista de
cargos legislativos luego de las internas. Al mismo tiempo, introducía el sistema
de lemas y sublemas en las internas partidarias del distrito capital (La Voz del Inte-
rior, 19/07/1998). De esa manera, se cristalizaba la capacidad de De la Sota para
negociar con el resto de los actores, tanto intrapartidarios como dentro de Unión
por Córdoba, la definición de la lista de candidatos para las elecciones próximas,
y se multiplicaba las posibilidades de arrastre electoral mediante el sistema de le-
mas, sobre todo en la capital provincial, donde se perfilaban varios competidores
por la candidatura a la intendencia. A pesar de que existieron críticas importantes
de sectores opositores, como el de Roggero, o incluso de aliados como Schiaretti,
finalmente se aceptaron todas las transformaciones propuestas.
En cuanto a las relaciones con el entorno, De la Sota se consolidó como
portavoz del Partido Justicialista frente al gobierno provincial, confrontando
con el gobernador Mestre sobre las fechas de las elecciones (La Voz del Interior,
02/04/1998). Respecto de la dirigencia nacional, organizó el acto partidario
con que el presidente Menem pretendía reforzar su proyecto reeleccionista en
la ciudad serrana de Cosquín (La Voz del Interior, 20/06/1998). A ello se agregaba
la buena relación con los principales dirigentes de las organizaciones partidarias
cercanas, como Germán Kammerath (Ucedé) o Alfredo Keegan (Apec) y los téc-
nicos que desarrollaron su programa de gobierno. En efecto, la figura de De la
Sota logró reunir economistas cordobeses con amplia trayectoria en organismos
financieros internacionales, como Humberto Petrei o José María Las Heras5.
También la disposición de los recursos para financiar la práctica partidaria se
había logrado a través del acuerdo con el gobierno nacional, además del control
del aparato territorial de Capital y algunas localidades como San Francisco, Río
Tercero y Jesús María6.
De este modo, entre 1997 y 1998, De la Sota logró ubicarse como centro
de la coalición dominante del Partido Justicialista, al reunir en su persona y en su
grupo dirigencial más cercano, el control de los principales recursos organizacio-
nales del partido. En ese contexto de mayor estabilidad y cohesión organizativa,
en agosto de 1998, se presentó la coalición de Unión por Córdoba, defendiendo
una opción electoral que trascendiera las divisiones partidarias y se abriera a la
sociedad. Según la interpretación de sus dirigentes, dicha orientación se inscribía
en la tradición del peronismo de concurrir a las elecciones a la cabeza de frentes
populares que convocaran diversas expresiones sociales.

formales, la financiación de la organización y el reclutamiento”. Los actores que logren el control


de estas, que es acumulativo pero simultáneamente está abierto a la disputa interna, integran la
coalición dominante del partido (Panebianco, 2009: 91).
5
Este último dato fue aportado en una entrevista personal con J. M. Las Heras, realizada
el 30 de abril de 2013.
6
Seguimos en este punto a algunas de las conclusiones de Steven Levitsky (2005) sobre la
financiación de la actividad partidaria. La principal fuente de recursos provenía del propio Estado,
en este caso nacional, como también de las intendencias bajo control justicialista.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
116 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

Así, De la Sota podía apuntar en una entrevista, ante la pregunta por una
posible alianza con la Ucedé:
Siempre hemos sido proclives a la apertura. Creemos que hay que reemplazar a
los políticos radicales por hombres y mujeres de la cultura, del empresariado, del
trabajo, de las universidades y de la política de todos los sectores sociales. Hay
que crear un gobierno de unidad provincial para reemplazar al gobierno de co-
mités radicales (LaVoz del Interior, 21/06/1998, versión digital).
La convocatoria a la apertura se le imputaba a la esencia del peronismo, y
en particular al peronismo de Córdoba. Se dirigía a ámbitos específicos, como la
cultura, el empresariado o las universidades. Pero también existía la posibilidad de
participación independiente. En este último caso, en el cuerpo del Programa de
Gobierno de Unión por Córdoba era posible leer lo siguiente:
Unión por Córdoba quiere gobernar. Sabemos qué queremos.Y cómo hacerlo. Nos
acompañan prestigiosos equipos técnicos. Son profesionales del Justicialismo,
Ucedé, Apec y MAC.Y también participan muchas mujeres y hombres indepen-
dientes… (Programa de gobierno “Córdoba Nuevo Siglo”, p. 2).

Profesionales de distintas extracciones analizaron la factibilidad de su contenido.


De su esfuerzo surgió el programa Nuevo Siglo estructurado en veinte ejes temá-
ticos relacionados con la acción de gobierno. Las discusiones interdisciplinarias
llevadas a cabo, aseguran su consistencia teórica y la posibilidad de su realiza-
ción. El intercambio de ideas con nuestros candidatos y la participación de la
gente en su ejecución asegura el éxito de nuestro futuro gobierno (ídem, p. 4).
E incluso en la nómina de Equipos Técnicos y Profesionales de UPC se deja-
ba en claro: “Los profesionales que se incluyen, en ciertos casos, lo hacen a título
de independientes, como colaboradores técnicos de las propuestas presentadas”
(“Equipos Técnicos y Profesionales”, p. 11).
La propuesta de un gobierno de unidad, con técnicos independientes, con
“gente de diversos ámbitos sociales” era la contracara de la desconfianza ante los
“políticos de comité”. La alianza no se agotaba en los partidos que la conforma-
ban, sino que se caracterizaba como una plataforma para que los independientes,
técnicos, profesionales, provenientes de diversos espacios de la sociedad local,
aportaran para el desarrollo de un proyecto abarcador.
Ahora bien, ¿cómo podemos explicar la propia definición de Unión por Cór-
doba, su configuración y los actores que la integran? Es decir, ¿cómo podemos
comprender la decisión de dar forma a una expresión electoral como Unión por
Córdoba, una vez que el partido estaba organizado en torno a la coalición liderada
por De la Sota?

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 117

Hasta aquí hemos comprendido el modo en que De la Sota logró ordenar


el Partido Justicialista bajo su liderazgo. Sin embargo, ello no nos permite com-
prender las causas por las que se decidió dar forma a Unión por Córdoba, bajo
una justificación que ponía en juego cierta interpretación neoliberal sobre lo que
se consideraba que era la política, la representación, los partidos y la sociedad.
Si bien el análisis de las estrategias de los agentes involucrados puede proveer
cierta inteligibilidad sobre el proceso de construcción de la coalición dominante
en 1998, poco puede decirnos sobre las razones con que se fundamentó la opción
electoral de Unión por Córdoba. Es por ello que para buscar las condiciones de
posibilidad de esta coalición, tendremos en cuenta la trayectoria político-simbó-
lica del peronismo durante los noventa, y cómo a lo largo de esos años previos se
fue dando forma a una identidad neoliberal, con implicancias claras en sus prácti-
cas partidarias.
En efecto, si retomamos las últimas campañas del peronismo cordobés, la
definición de la “apertura” como método para la presentación electoral del pero-
nismo cordobés no era novedosa, como el mismo De la Sota apuntaba en el frag-
mento citado más arriba. Ella retomaba la experiencia electoral de 1991, cuando
el sector renovador liderado por De la Sota fue el aglutinador de un conjunto de
extrapartidarios, dirigentes de organizaciones intermedias y de partidos liberales
menores, en la llamada Unión de Fuerzas Sociales (UFS)7. En efecto, durante am-
bas campañas se hicieron uso de significantes similares como apertura partidaria,
corrupción estatal y ciudadanos independientes. Por lo tanto, al detenernos en el modo
en que se construyó una lectura legítima de esta Unión de Fuerzas Sociales en
1991, podemos observar algunas transformaciones que se recuperan a fines de la
misma década. Analizando esas reiteraciones, que son a un tiempo desplazamien-
tos y repeticiones, haremos hincapié en algunas implicancias ideológicas que nos
permiten contribuir a una mejor comprensión de la emergencia de Unión por
Córdoba en 1998, y por lo tanto de su especificidad.
No obstante, antes de comenzar dicho análisis explicitaremos algunas de
las opciones ontológicas y epistemológicas que lo sustentan. Estas se encuentran
comprendidas bajo el horizonte postestructuralista, y más en general, en el esce-
nario abierto por la introducción del giro lingüístico en las ciencias sociales. Ello
nos habilita a realizar algunos desplazamientos en la literatura canónica sobre las
instituciones partidarias. En efecto, existe una extensa bibliografía sobre estas, su
dinámica interna y su relación con el entorno (Abal Medina, 2010; Katz y Mair,
2004; Leiras, 2007; Levitsky, 2005; Mair, 1997; Panebianco, 2009; Shaw, 1996).
En general, tales estudios presuponen una cesura ontológica entre el “contexto de
ideas” y la “institución”, y poseen dificultades para poder comprender los procesos
de cambio político (Rothstein, 2001; Reynares, 2012b). En nuestro caso, enten-
demos que toda institución, como los partidos políticos, se encuentra atravesada

7
Incluso La Voz del Interior mencionaba el hecho de que Unión por Córdoba venía a ser
“una suerte de reedición de la Unión de Fuerzas Sociales” (LVI, 20/08/1998). También en LVI,
26/08/1998, y LVI, 12/10/1998.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
118 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

constitutivamente por una dimensión ideológica. Para estudiar dicho atravesa-


miento recurrimos a la categoría de línea política, utilizada por Panebianco de
manera marginal (2009: 96), y la definimos como el relato de los dirigentes par-
tidarios —en tanto representantes de ese actor político— sobre lo que sucede, y
lo que se proponen hacer a partir de ese diagnóstico, en una coyuntura de relativa
duración, de forma tal de adquirir legitimidad y poder ser considerados como
representantes de la identidad colectiva. Esa línea política, y sobre todo su efecti-
vidad, es el resultado de los efectos que la sobredeterminación hegemónica tiene
sobre la institución partidaria, ofreciéndose como una interpretación constitutiva
del sentido que ese actor político posee en un escenario político determinado.
De este modo, la perspectiva de análisis de la que hacemos uso parte por
considerar a las instituciones como prácticas sociales sedimentadas, y por lo tanto
nunca posibles de clausurarse en una esencia primera (Laclau, 2000). Lejos de
ello, todo partido como institución política requiere de cierta línea política, es
decir, de una traducción llevada adelante por la coalición dominante que le dota
de cierta legitimidad y que adquiere la forma de una argumentación persuasiva,
involucrando por ello una serie de identificaciones ideológicas y discursivas (Rey-
nares, 2012b).
Así, el análisis de los significantes que estructuran una línea política nos per-
mite observar los desplazamientos y las repeticiones con que un actor partidario
dota de sentido a su propuesta política. Ello presupone el carácter siempre fallado
de la institución partidaria, ya que la línea política completa precariamente su
sentido a partir de una articulación política —y por lo mismo, ideológica, diná-
mica y conflictiva—, con discursos políticos que sean disponibles y creíbles. Es
en este punto que el uso de ciertos significantes en una línea política, en relación
con un entramado más amplio de sentidos, nos muestra la sobredeterminación
ideológica, es decir, la preeminencia simbólica de ciertos discursos sobre otros en
los procesos de identificación política (Laclau, 2005).
Al analizar las líneas políticas de cada una de las campañas de 1991 y 1998,
rastreando allí la iteración8 de algunos de los significantes centrales del discurso,
se vuelve posible estudiar la consolidación de un sujeto político que desplaza par-
cialmente los sentidos de sus prácticas. Por ello ese juego iterativo es el escenario
que habilita el análisis del sujeto político y su progresiva y conflictiva identificación
política con un discurso hegemónico neoliberal. En lo que sigue nos detendremos
en los diversos modos con que se dotó de sentido a los significantes de “partido” y
“representación” a lo largo de la historia política reciente del peronismo cordobés,
específicamente en las campañas de 1987 y 1991, para comprender la definición

8
La iterabilidad, noción propia de la obra de Derrida (1989), de toda práctica significante,
en este caso, de la institución como práctica social sedimentada, implica que no es posible reducir
cada una de sus inscripciones a un sentido primero, esencial y originario, sino que cada vez que es
llevada a la práctica, existe la posibilidad de modificar su sentido, esto es, repetirlo transformándolo.
La iterabilidad nos habilita a analizar tanto las transformaciones del sujeto político en su dimensión
institucional como en el “entorno” o “ambiente” con que se articula.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 119

de Unión por Córdoba en 1998 como parte de una trayectoria de identificación


neoliberal.

La apertura en 1991: del pueblo en el partido a la expresión sin


mediaciones
Entre 1987 y 1991: variaciones sobre el partido
A partir de la implementación de la Ley de Convertibilidad, en marzo de 1991,
la mayoría de los dirigentes del peronismo cordobés había estrechado su apoyo
al gobierno nacional. Tanto De la Sota como otros dirigentes secundarios de la
renovación peronista de Córdoba habían hecho explícitos ciertos cambios en sus
posiciones políticas, pasando de un apoyo tibio al respaldo de la estabilidad que
había seguido a la Ley de Convertibilidad, lo que aseguraba la previsibilidad del
proyecto político del peronismo nacional (LaVoz del Interior, 31/03/1991, p. 6 A).
En ese contexto, la campaña de septiembre de 1991 fue, como todo fenó-
meno político, el resultado de una multiplicidad de elementos heterogéneos. La
definición de los candidatos había surgido de un largo y cambiante proceso de
negociación entre la dirigencia nacional, con el presidente y su hermano, Eduar-
do Menem a la cabeza, y los portavoces de las principales líneas cordobesas, De
la Sota, Alarcia y Aráoz9. Finalmente, De la Sota aceptó ser candidato a gober-
nador, y las listas legislativas se repartieron entre sus representantes y los del
alarcismo, mientras Aráoz fue desplazado en las negociaciones (La Voz del Interior,
29/05/1991, p. 4 A). De esta manera, el sector de dirigentes y afiliados cercanos
a De la Sota fue el más beneficiado en el proceso y sobre él recayó la organización
de la campaña.
En esta ocasión, fue la primera vez que el peronismo cordobés estructuró
la campaña a través de una agencia de marketing electoral, brasileña en este caso,
dejando de lado los institutos de asesoramiento técnico del peronismo como el de
la Fundación para el Proyecto Argentino (Fundepa), que había participado en la
organización de la anterior campaña, en 1987. De la Sota, portavoz del peronismo
a lo largo de la campaña y apoyado por la estructura institucional local, planteó
una estrategia electoral que pretendía estar signada por la novedad. Así, a fines
de mayo de 1991, y en torno a la discusión por su definición como candidato del
Partido Justicialista cordobés, De la Sota expresaba:

9
José Manuel de la Sota había sido candidato a intendente capitalino en 1983 y a goberna-
dor en 1987, siendo derrotado en ambas ocasiones. En el momento de la elección de 1991 era em-
bajador en Brasil y guardaba una relación distante con el gobierno nacional. Por su parte, Leonor
Casari de Alarcia era diputada nacional y reconocida como la representante local del menemismo.
Julio Cesar Aráoz era ministro de Desarrollo Social y fue funcionario de gran importancia en la
administración nacional.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
120 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

Me gustaría incorporar a muchas figuras más de la vida de Córdoba, en una


unión de fuerzas sociales que exprese el conjunto de los cordobeses… [nunca
sería candidato de] un partido cerrado, autosuficiente, que sólo sirva para que
entre políticos se peleen las candidaturas (La Voz del Interior, 29/05/1991, p.
4 A).
Y más adelante consideraba que:
Los partidos políticos en Córdoba son cerrados, sólo sirven para la disputa entre
los dirigentes y originan gobiernos cerrados que terminan enamorándose del
Estado y olvidándose de resolver los problemas de la comunidad.Y lo que es más
grave, cuando están muchos años terminan sintiéndose propietarios del Estado
que la gente les confió para que administren. Nosotros estamos haciendo un
cambio profundo, una apertura social amplia en la coincidencia sobre temas
concretos de los hombres y mujeres prestigiosos de los actores sociales… (La Voz
del Interior, 23/06/1991, p. 7 A).
Desde un primer momento, las palabras de De la Sota pretendían definir
una línea política en que la figura del partido político se asumía en una posición
negativa, donde los integrantes del partido no representaban nada. Por el contra-
rio, eran caracterizados como individuos apartados de la sociedad, con intereses
y estrategias propias en torno a la obtención de cargos (“candidaturas”). Frente a
tal diagnóstico, era necesario llevar la sociedad al gobierno, lo que se constituía
en la única posibilidad de representación de intereses en la toma de decisiones en
el ámbito estatal.
Ahora bien, esta manera de interpretar al partido era relativamente novedo-
sa dentro del peronismo cordobés, ya que durante la emergencia y consolidación
de la renovación peronista, a mediados de los ochenta, el lugar que debía ocupar
el partido político era muy diferente. En aquel entonces, lo que los sectores reno-
vadores buscaban fortalecer era la interpretación del partido como una institución
indispensable frente a la lectura peronista ortodoxa que privilegiaba al “Movi-
miento peronista”, relegando al partido al rol de mera “herramienta electoral”.
En ese sentido, la defensa renovadora del partido se articulaba con la pro-
puesta de elección interna de las autoridades partidarias, rechazando figuras tí-
picas del peronismo como el “tercio sindical” y el “verticalismo” que eran enten-
didas como huellas del “corporativismo” que debía ser eliminado del peronismo
para renovar las estructuras y el mensaje peronistas en el retorno de la democra-
cia (Reynares, 2012a). En el marco de la hegemonía democrática encarnada por
el discurso del entonces presidente Alfonsín, se volvía necesario transformar al
peronismo oponiendo a la cadena “ortodoxia-movimiento-presencia sindical-cor-
porativismo”, los significantes hegemonizados de “renovación-partido-elección
interna-democracia”. Aun así, la interacción profusa con la sociedad más allá del
partido era introducida en la postura renovadora como la diferencia con el radica-
lismo gobernante de Alfonsín. Pero tal relación debía ser canalizada por el partido.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 121

De allí que De la Sota como principal exponente de la renovación en Córdoba


expresara en 1985:
El peronismo es movimientista porque trata de reemplazar la teoría liberal de la
representatividad política exclusiva y excluyente que circunscribe la democracia
al aparato del Estado y a la renovación de quienes ejercen el poder en ese apara-
to, por un protagonismo popular permanente […]; a los que queremos construir
más que discutir, nos interesa que haya un aparato partidario lleno, que pueda
generar un movimiento pleno de ideas y de discusión que permita avanzar en la
discusión social (Revista Unidos, abril de 1985, n° 5).
En ese momento, el partido debía conjugar la vivacidad del movimiento po-
pular que era el peronismo con la institucionalidad democrática. En 1987, el Par-
tido Justicialista cordobés se presentó a las elecciones provinciales encabezando el
Frente Justicialista Renovador (Frejure), en alianza con la Democracia Cristiana,
en continuidad con una tradición frentista y de convocatoria a diversos sectores
sociales. Tanto a nivel provincial como nacional, la crítica frente al radicalismo
gobernante se dirigía a la figura del Estado de Derecho “liberal”, proponiendo
entonces un Estado de Justicia que lo superase. Sin relegar la consolidación insti-
tucional democrática, el peronismo podía ir más allá y resolver los problemas que
existían en la profundidad de la realidad social, a la que solo él podía acceder. La
renovación cordobesa reunía, en consonancia con otras experiencias renovadoras
provinciales como la bonaerense liderada por Antonio Cafiero, la dimensión de
transformación popular y conciliación nacional cuya ambigüedad es propia del
peronismo (De Ípola y Portantiero, 1989). Ello era posible sobre la base de dos
presuposiciones. En primer lugar, la diferenciación entre lo social como el espacio
de lo genuino, por un lado, y lo meramente estatal como un lugar incompleto,
necesario pero no suficiente, por el otro. En segundo lugar, la representación de
sectores sociales relegados organizados en frentes electorales donde el partido
debía convivir dinámicamente con la actividad popular.
En 1987, por lo tanto, el partido era una institución a consolidar, en el marco
más general de la transición democrática. Pero a mediados de 1991, en cambio,
el partido debía dar lugar a la expresión de distintos sectores sociales, en una
reivindicación de la sociedad, sin mediaciones, fortalecida y limpia de los vicios
de la política, es decir, la “rosca” y negociación individual de los “políticos”. En
los momentos de emergencia y consolidación de la renovación, a mediados de los
ochenta, el partido se mantenía como un actor central para la consolidación ins-
titucional de la democracia. Aun así, debía promover la participación del pueblo,
por lo que entre el partido y los actores sociales debía haber “discusión” para dife-
renciarse de formatos partidarios excluyentes10. Tal tensión entre la institución y

10
Esa “vocación frentista” permitió la inclusión en las listas de candidatos a diputados na-
cionales de 1987 de un extrapartidario, el economista Domingo Cavallo, quien dirigía el Insti-
tuto de Investigaciones de la Fundación Mediterránea. Ello puede entenderse como el primer

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
122 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

el protagonismo popular desapareció en la línea política sostenida por De la Sota


en 1991. A partir de ese desplazamiento no sólo el partido era caracterizado en
términos absolutamente negativos, sino que la participación se veía parcialmente
desplazada por la canalización de demandas sectoriales de ciertos “hombres y mu-
jeres prestigiosos” de la sociedad local.
La propuesta del peronismo en 1991, enunciada por De la Sota, estaba atra-
vesada por la caracterización negativa de lo político y su contraparte en la defensa
de lo social. En 1987, durante las discusiones internas entre los sectores renova-
dor y ortodoxo, también existía una discriminación entre la sociedad y el Estado.
La primera era el reservorio privilegiado de la realidad profunda, verdadera, que
únicamente el peronismo podía representar, mientras el segundo se limitaba a
las instituciones jurídicas. En 1991, se registró un desplazamiento que retomaba
—pero modificaba al mismo tiempo— el sentido de esta diferencia entre lo esta-
tal y lo social, produciéndose así una iteración de ese significante. Ello da cuenta
de una progresiva articulación ideológica con cierta lectura que se expandió en el
espacio público a partir del trabajo de difusión de técnicos economistas durante la
década de 1980 (Camou, 1998; Beltrán, 2008; Morresi, 2009).
Precisamente, en la constitución de un lenguaje tecnocrático sobre la polí-
tica, esta se circunscribía a las instituciones y los políticos, quienes, debido a su
egoísmo y corrupción, introducían la distorsión en el mercado como estructu-
ra básica de la sociedad. La economía, como ciencia exacta, permitía conocer la
dinámica del mercado, sus problemas y por lo tanto las soluciones necesarias, a
partir de un método objetivo (Reynares, 2012 c: 90-92). La expansión, acentuada
a fines de los ochenta, del relato tecnocrático y la hegemonización de un discurso
centrado en la técnica y la transparencia de lo social posibilitó que el portavoz del
peronismo local construyera su línea política retomando significantes presentes en
la dimensión tradicional del sujeto para rearticularla ideológicamente, provocan-
do así importantes transformaciones identitarias.

La Unión de Fuerzas Sociales como pura expresión de intereses


De esta manera, la línea política del peronismo cordobés hacía uso en la campaña
de 1991 de una serie de significantes creíbles y que estaban disponibles en el es-
pacio público, desplazándose parcialmente de su tradición identitaria (Aboy Car-
lés, 2001). Esta línea política se sostenía sobre una diferenciación de la sociedad
con respecto al Estado en que la representación se planteaba como una correa de
transmisión entre las demandas sociales de individuos y la institucionalidad esta-
tal. No habría, bajo esa configuración de sentido, lugar para la acción del partido,
ya que la representación se agotaba en las demandas derivadas de la especificidad
de cada sector. De esa forma, un actor político legítimo era aquel que reuniera a
los portavoces de cada uno de esos sectores y les permitiera hacerse del control
del Estado para su correcta administración. Esa sustracción del lugar del partido

acercamiento del peronismo cordobés a sectores empresarios locales que planteaban demandas de
mayor desregulación económica.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 123

se debía a la caracterización de la sociedad como una distribución saturada y trans-


parente de diferencias sociales cuyo orden no era discutido, y sobre la cual la única
operación posible era la expresión de sus intereses.
En función de esta caracterización de lo político y lo social, la nómina de
candidatos del peronismo cordobés durante la elección provincial de 1991 incluyó
representantes de diversos sectores sociales. De esa manera, el candidato a vicego-
bernador fue Carlos Briganti, un dirigente ruralista de la Confederación de Aso-
ciaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez). El primer lugar de las candidaturas
para la Cámara de Diputados nacionales fue para el empresario Juan Carlos Cros-
telli, perteneciente al Grupo Minetti, mientras que para la legislatura provincial
había lugares reservados para Rafael Vaggione y Arnaldo Lamisovsky, decano de
la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba y dirigente de la
comunidad israelita, respectivamente. Sofanor Novillo Corvalán, un reconocido
intelectual liberal, junto con Gumersindo Alonso como candidato a senador pro-
vincial por Río Cuarto, eran otros extrapartidarios, aunque estos últimos tenían
la particularidad de ser afiliados de la Ucedé.
De este modo, se profundizaba la separación entre los partidos y el Estado,
por un lado, y la sociedad, por el otro, cuyos problemas debían ser resueltos por
el gobierno. Y en ese establecimiento de diversos ámbitos, la representación dejaba
de cumplir un papel relevante en la definición de la línea política del peronismo.
Tanto así que su propuesta aparecía como una apertura a la sociedad para expresar
a cada uno de estos sectores a través de candidatos cuya legitimidad provenía de su
prestigio fuera de la militancia partidaria.
Además de los sectores sociales locales con demandas ya establecidas, el
electorado independiente asumía un lugar central en esta configuración de senti-
do. Ello lo podemos observar cuando algunas de las candidaturas locales fueron
decididas mediante elecciones internas, como fue el caso de la ciudad de Córdoba.
Allí el candidato propulsado por De la Sota era un reconocido arquitecto, Hugo
Taboada, quien estaba al frente de Apec, un pequeño partido fundado hacia 1988
y que estaba formado por antiguos militantes del MID11. Por su parte, Alarcia
presentaba un candidato de amplia trayectoria dentro del peronismo, A. Balestrini
(LaVoz del Interior, 30/06/1991, p. 5 A).
La victoria en la interna de Taboada fue conseguida con 60% de los votos, en
una jornada marcada por la numerosa afluencia de extrapartidarios, que significó
prácticamente la mitad de los sufragios. Al hablar sobre su triunfo, Taboada consi-
deró que su “candidatura expresa en forma visible la apertura de De la Sota […]
mi triunfo es el de esta propuesta peronista para la masa independiente” (LaVoz del
Interior, 01/07/1991, p. 5 A).

11
Taboada había sido comisionado municipal entre julio de 1969 y abril de 1970, nombrado
por el interventor federal Roberto Huerta durante la dictadura militar de Onganía. Ejerció como
secretario de asuntos políticos del Ministerio del Interior en 1971. En 1983 y 1987 fue candidato
a intendente por el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID). Era muy recordado por varias
transformaciones urbanísticas en la ciudad, como la peatonal céntrica y la agilización del tránsito
vehicular en la misma zona.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
124 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

De la Sota expresaba, ante la victoria de su candidato y el apoyo de votantes


no peronistas, que “la gente no quiere un tiempo radical ni uno peronista, sino
un tiempo cordobés, donde los partidos tengan su espacio pero donde los inde-
pendientes sean tanto o más importantes” (La Voz del Interior, 01/07/1991, p. 6
A). Tanto en la figura novedosa de los independientes como en la definición de la
gente, e incluso en la de masa, se observa la misma configuración de sentido que
venimos rastreando en torno a la preeminencia de la noción de expresión por sobre
la de representación. Los votantes independientes12 se configuraban como un nuevo
actor político a expresar mediante la inclusión de un candidato por fuera del apa-
rato partidario. Se interpretaba al independiente como un agente que actuaba por
voluntad y decisión propias, sin condicionamientos partidarios. Era así el hombre
común que tenía una relación distante y cambiante con la política, reacio a votar
por los partidos políticos por motivos de fidelidad o de afinidad ideológica. El in-
dependiente como categoría electoral era posible en una configuración de sentido
que comprendía a la sociedad como un conjunto desarticulado de individuos que
actuaban frente al voto según una lógica de mercado.
De esta manera, tanto la apertura institucional que se observaba con la
Unión de Fuerzas Sociales, el énfasis en la resolución de problemas de la gente y la
expresión de sectores sociales mediante su inclusión en las listas de candidaturas,
como la alusión al electorado independiente, adquirían sentido a partir de una
interpretación específica de la sociedad como ámbito de intereses transparentes y
productivos. Los votantes independientes responderían así de forma calculada a la
expresión política de intereses sectoriales a través de la Unión de Fuerzas Sociales.

Frente o Unión: conflictos sobre la apertura


La línea política esgrimida por la Unión de Fuerzas Sociales en 1991 nos permite
observar entonces los desplazamientos identitarios dentro de cierto bagaje tra-
dicional peronista respecto de la figura del partido político, como así también el
modo en que dicho formato electoral se volvió posible a partir de la articulación
de algunos significantes disponibles y creíbles en ese contexto. Ahora bien, esta
campaña no estuvo exenta de disputas, que muestran el carácter intrínsecamente
conflictivo de todo proceso de identificación política.
En ese sentido, la incorporación de personalidades provenientes de sectores
liberales del arco político provincial como asimismo el apoyo explícito a la Ley de
Convertibilidad generó algunas controversias. El sustento generalizado al gobier-
no menemista impedía que los dirigentes se pronunciaran abiertamente en contra
de la estrategia delineada por la línea interna dirigida por De la Sota, aun cuando
se registraron comentarios sobre la falta de apoyo electoral y territorial del resto
de las líneas competidoras. Sin embargo, existieron algunas manifestaciones de

12
La figura del independiente surge en el espacio público argentino en el momento en que
se consolida la práctica de las encuestas y sondeos de opinión electoral (Vommaro, 2008).

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 125

desacuerdo, de crítica al rumbo tomado por la campaña de la Unión de Fuerzas


Sociales, si bien ocuparon posiciones marginales13.
En agosto de 1991, el candidato a gobernador por el Movimiento de Inte-
gración y Desarrollo (MID), Eduardo Carrillo, criticaba tanto a peronistas como
radicales por sostener “las ventajas y las bonanzas del plan que lleva adelante Do-
mingo Cavallo […], creo que hoy el campo nacional se expresa en el silencio y
nosotros le venimos a poner voz a ese silencio” (LaVoz del Interior, 30/08/1991, p.
6 A). Allí, el lugar del partido también era colocado en el ámbito de lo negativo,
ya que en las elecciones, por un lado, está “toda esta partidocracia que responde
al plan económico [y por otro] el resto del pueblo que no comparte esto y que
hoy no tiene una expresión electoral, porque justamente quien lo representaba, el
justicialismo, ha sido vaciado ideológicamente”.
Ese vaciamiento formaba parte, en esa opinión, de “una verdadera estrategia
política que tiende a quitarle canales de comunicación al pueblo en su conjun-
to”. Es decir, el MID sostenía su enunciación desde una diferenciación entre los
partidos que respondían al plan económico nacional, y el pueblo dejado de lado.
Ese pueblo era el excedente no contemplado por el sistema, resultado del daño,
el fraude, la traición, el silenciamiento a su tradicional representación peronista.
En el mismo sentido, cerca de la fecha de las elecciones, una escisión del
Partido Justicialista, denominada Acción Popular, criticaba a la Unión de Fuerzas
Sociales y fundaba su decisión de presentarse a los comicios por fuera del aparato
partidario:
Es la única opción que nos queda para recuperar el peronismo y reconstruir el
movimiento nacional y popular […], vamos por fuera del partido porque cree-
mos en la justicia social como decisión política del gobierno y no como conse-
cuencia de los excedentes de la economía […], vamos por afuera, porque recono-
ciendo nuestra vocación frentista recordamos que el general Perón también hacía
alianzas, pero lo hacía con sectores que se sumaban al proyecto nacional y nunca
con antiperonistas que vienen a imponer sus propias concepciones a espaldas del
pueblo (LaVoz del Interior, 04/09/1991, p. 4 A).

13
Dos de los entrevistados, dirigentes de diversa jerarquía durante la década de los noventa,
coinciden en que no hubo mayores críticas al desplazamiento generado por el gobierno nacional
entre 1989 y 1991 (entrevistas personales con Jorge Méndez, 16/11/2011, y Esteban Dómina,
15/04/2013). Incluso otra de las personas entrevistadas, muy cercanas a De la Sota, justificaba
dicha actitud en la poca importancia que los sectores pauperizados dan a las diferencias ideoló-
gicas (entrevista personal con Olga Riutort, 26/04/2013). A diferencia de ellos, un entrevista-
do que militaba en el peronismo y se alejó de las estructuras partidarias a fines de la década de
1980, consideraba que en esa época no hubo debate sobre las privatizaciones, y cualquier alusión
crítica en público era vista como “ridícula, anticuada” (entrevista personal con Víctor Montesco,
09/05/2011). Es decir, el recuerdo de la falta de discusión vela la segregación que experimenta-
ron aquellos afiliados y militantes que no se identificaron con las transformaciones al interior del
peronismo una vez Menem en el gobierno nacional. El mismo entrevistado relata la experiencia
de una fallida reorganización partidaria marginal hacia 1995, bajo el nombre de Confederación
Solidaridad.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
126 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

Por su parte, De la Sota disputaba esas lecturas, ya que dicha línea política
también reclamaba insertarse en la tradición del peronismo. Decía el candidato a
gobernador:
Perón convocó a hombres y mujeres de todos los sectores. No les preguntó de dónde
venían, simplemente les pidió que estuvieran de acuerdo hacia dónde iban. Hu-
mildemente nosotros repetiremos esa historia de apertura para que el justicialis-
mo exprese lo social (LaVoz del Interior, 23/06/1991, p. 7 A)14
En el caso cordobés, como en otros momentos de su historia contemporá-
nea, el problema político pasaba por la definición mínima y necesaria del peronis-
mo, que, según De la Sota:
Tiene dos ideas centrales que no va a cambiar nunca. La primera es que el trabajo
dignifica […] y la otra idea es la justicia social […]. Los mecanismos para
crear riqueza van a cambiar a cada rato porque el mundo va cambiando.Y el
peronismo trata de adecuarse a lo que son los momentos históricos del mundo.
Hay que cabalgar sobre la evolución (LaVoz del Interior, 23/06/1991, p. 7 A).
De esa manera, la “vocación frentista” se volvía el objeto de la disputa. Por
el lado del aparato oficial del Partido Justicialista, como hemos visto, dicho ele-
mento tradicional se articulaba con el discurso hegemónico que distinguía a la
sociedad y al Estado como extremos: de la transparencia y la espontaneidad, en la
primera, de la opacidad y el egoísmo, en el segundo. Así, en las palabras de De la
Sota, la apertura del partido a otros sectores sociales era formalmente una conse-
cuencia de la actualización de dicha sustancia peronista, privilegiando el acuerdo
con sectores particulares de la sociedad local y haciendo caso a las transforma-
ciones históricas a las que el peronismo siempre se adaptó. En la línea política de
la campaña de 1991, las instituciones del Estado y del partido no solo eran vistas
como insuficientes en el proceso de cambio social —elemento propio de la sedi-
mentación identitaria del peronismo desde su nacimiento y que había rearticula-
do el proyecto renovador en los ochenta—, sino que eran significadas como las
culpables de la crisis argentina y cordobesa, por su carácter distorsivo y corrupto.
Lejos de ello, las expresiones críticas a dicha línea política, como las de Ac-
ción Popular o el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), no discutían el

14
Incluso los mensajes de De la Sota recuperaban la experiencia de inclusión de D. Cavallo
en la lista de candidatos a diputados nacionales en 1987, al mismo tiempo que defendían el rumbo
de la gestión nacional luego de la llegada de este economista a la cartera de Economía. “[E]n la
Argentina hay un rumbo definitivo que permite visualizar signos de estabilidad porque hace apenas
dos años vivíamos con un doscientos por ciento de inflación y hoy apenas llegamos al uno por cien-
to…” (LaVoz del Interior, 13/08/1991, p. 5 A). La experiencia de Cavallo como diputado nacional
por el peronismo renovador, en 1987, permitía reinterpretar la noción de apertura partidaria con
el éxito político. Para De la Sota, la experiencia de Cavallo era “la mejor demostración de lo bueno
que es tener la mente abierta, de no ser sectario, de abrir las puertas del PJ” (La Voz del Interior,
01/09/1991, p. 7 A).

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 127

elemento tradicional que daba “reconocimiento al protagonismo social”, sino la


dirección que la jefatura partidaria imprimía a la apertura. Esa crítica era posible
porque tales voces no veían a la sociedad como una distribución ordenada de dife-
rencias sociales, sino como un campo surcado por un antagonismo estructurante
de la realidad social argentina y por ende cordobesa: el que separaba al pueblo de
los antiperonistas y la “partidocracia”. En ese mismo sentido, los críticos a la aper-
tura del Partido Justicialista bajo el nombre de Unión de Fuerzas Sociales no su-
ponían una inevitabilidad histórica centrada en lo económico, sino que valoraban
la capacidad de gobierno para promover efectos sociales, como la justicia social.
Este reconocimiento de la “dimensión nacional popular” del fenómeno pero-
nista los distinguía de la línea política oficial del Partido Justicialista, que promovía
la apertura institucional bajo la consolidación de la dimensión “nacional estatal”,
aquella que se volvía posible al partir de una interpretación técnica y atomista
de la sociedad. Esto es, una visión neutral y ordenada de las prerrogativas que
constituían la sociedad como una mera distribución diferencial de individuos y
organizaciones sociales. En suma, la disputa por una supuesta esencia peronista
que era traicionada, defraudada o silenciada muestra el carácter conflictivo de
todo ejercicio iterativo, y por ende la politicidad que supone la rearticulación de
significantes en nuevos marcos ideológicos15.

Para concluir: la apertura entre 1991 y 1998


Como hemos visto, la posibilidad de apertura y alianza con distintos actores so-
ciales y políticos es parte de la tradición identitaria del peronismo. Hasta 1987,
los portavoces del peronismo cordobés bajo el liderazgo renovador actualizaron
la tradición frentista del peronismo a nivel nacional y provincial. Allí persistía una
distinción entre lo social como espacio genuino y lo político-estatal como super-
ficie jurídica que en la campaña de 1991 desplazó su sentido. En esa instancia,
el Estado y los partidos políticos se entendieron como instituciones cerradas y
nocivas frente a una sociedad transparente y promotora del crecimiento. La línea
política de la Unión de Fuerzas Sociales adquirió sentido entonces a partir de cier-
ta transformación en la recuperación de esa tradición socializante del peronismo,
y su articulación con un lenguaje tecnocrático propio de los técnicos economistas
que se expandió y se volvió disponible en el espacio público entre fines de los
ochenta y principios de los noventa. Como resultado de ello, esta línea política
en 1991 recuperó ciertas figuras del peronismo, pero al mismo tiempo desplazó
su sentido. De esa manera, por una parte, la convocatoria de Perón equivalía a la
mera expresión de lo social, silenciando la instancia representativa que ocupaba el

15
Ello incluso cuando los alcances electorales de estas expresiones críticas fueron muy exi-
guos. En las elecciones de septiembre de 1991, la Alianza Frente Popular logró 0,46% de los votos,
mientras el Movimiento de Integración y Desarrollo alcanzó 0,28 y Acción Popular, 0,16 de los
sufragios [datos extraídos del Atlas Electoral de Andy Tow, http://andytow.com/atlas/totalpais/
cordoba/1991g.html].

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
128 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

líder. Por la otra, la transparencia de lo social ubicaba al peronismo como aquella


fuerza que se adapta a procesos sociales aparentemente inevitables.
Así, tanto el papel del partido como la actualización de la tradición peronista
referían a una específica interpretación de la relación que se establece entre la
sociedad y la política, donde la representación se comprende como la mera ex-
presión en el ámbito del Estado y el gobierno de intereses que ya están totalmente
constituidos en el seno de lo social. El rol del partido era entonces el traslado
aséptico y accesorio de demandas que por su carácter transparente no podían ser
reconstruidas en un proyecto más abarcativo, sino meramente conducidas a los
espacios políticos del Estado y el gobierno por sus portavoces originales.
En el mismo sentido, las transformaciones sociales marcadas por el fracaso
de la experiencia socialista y la expansión de la economía financiera a comien-
zos de la década de 1990, eran interpretadas como inevitables. Frente a ellas,
el peronismo se amoldaba, se adaptaba, volviendo imposible así la introducción
de cualquier noción de cambio. Esa imposibilidad y esa adaptación se condecían
entonces con una relación entre sociedad y Estado que no discutía los límites de
esas topografías, y que aún más, clausuraba la posibilidad de una representación
política que diera lugar a una dimensión subjetiva de la práctica política. Frente a
la realidad social solo restaba expresarla, conformando una alianza con sectores de
la sociedad local que evitara los vicios intrínsecos de los partidos políticos y que
garantizara al mismo tiempo la resolución de problemas y la administración del Estado.
Retomando lo dicho más arriba, en 1998 la propuesta de Unión por Córdoba
habitó un vocabulario político muy similar. La conformación de dicha Unión pre-
tendía realismo y la adaptación a situaciones consideradas inevitables, tales como
la modernización y la globalización. Tanto en 1991 como en 1998, el peronismo
lideró una alianza con diversos sectores de la sociedad cordobesa bajo la premisa,
profundamente ideológica, de que la sociedad es una disposición saturada de posi-
ciones y funciones que deben ser canalizadas en el aparato estatal.
En suma, el análisis de los significantes y prácticas persuasivas puestas en
juego en 1991 nos permite iluminar algunas características de la conformación de
Unión por Córdoba durante 1998, en tanto ambas líneas políticas estaban atrave-
sadas por un discurso hegemónico neoliberal en cuya articulación el peronismo
local se transformó. Estos cambios en el sujeto político toman la forma de despla-
zamientos contingentes y parciales, que observamos en las gramáticas puestas en
juego en el debate público.
En este sentido, lo que nos permite analizar la campaña de 1991 es la progre-
siva identificación del peronismo de la provincia con ese discurso hegemónico que
contribuyó a consolidar, a partir de la articulación entre un elemento tradicional
como la vocación frentista y un relato tecnocrático presente en la enunciación de
técnicos economistas desde mediados de los ochenta. La transformación que se
produjo en el propio seno de los dirigentes peronistas con respecto a la definición
de lo que debía ser un partido, y de manera concomitante, de lo que debía ser la
política, es una huella de ese proceso que marginalizó al mismo tiempo a las posi-
ciones peronistas que aún reivindicaban la representación popular del peronismo

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL... 129

y que como hemos visto, criticaron la noción de apertura que fundamentaba a la


Unión de Fuerzas Sociales.
En la década de 1980 existía una tensión entre el partido y el “protagonismo
popular” que fue desplazada a comienzos de los noventa en pos de una canalización
inmediata de demandas sociales a través de la inserción de “hombres y mujeres
prestigiosos” en la alianza que nucleaba el peronismo cordobés. En esta instancia,
durante la campaña de 1991, nos es posible observar cómo se configura una topo-
grafía del espacio público que conjuga la reivindicación apriorística de la sociedad
como agente de cambio, y la renegación de la política y sus agentes como sectores
aislados, interesados solo en el reparto de cargos y recursos. Allí se articula la
adaptación como componente tradicional de la identidad política del peronismo,
con la emergencia de la UFS en una iteración que retoma significantes disponibles
y los rearticula de una forma creíble.
Si nos detenemos entonces en las dinámicas identitarias en la base del pero-
nismo cordobés durante los noventa, podemos ver que el neoliberalismo emergió
como un entramado de sentido que legitimó ciertas prácticas partidarias, a partir
de una interpretación de la sociedad como distribución plena de funciones e inte-
reses. Así, antes que un conjunto delimitado de medidas económicas, el neolibe-
ralismo aparece como un discurso estructurado en una visión saturada de lo social
y cuyos efectos sobredeterminan a su vez decisiones políticas específicas, como
la conformación de uniones políticas en el peronismo de Córdoba entre 1991 y
199816.

Referencias bibliográficas
Abal Medina, J. M. (2004). Los partidos políticos: ¿un mal necesario? Buenos Aires: Capital
Intelectual.
Aboy Carlés, G. (2001). Las dos fronteras de la democracia argentina. Rosario: Homo Sapiens.
Beltrán, G. (2008). Los intelectuales liberales: poder tradicional y poder pragmático en la Argen-
tina reciente. Buenos Aires: Prometeo.
Camou, A. (1998). “Saber técnico y política en los orígenes del menemismo”. En Revista
Perfiles Latinoamericanos, n° 12, México: Flacso.
Closa, G. (2010). “Las transformaciones en el peronismo de Córdoba”. En Tcach, Cesar
(coord.), Córdoba bicentenaria. Claves de su historia contemporánea (pp. 493-516). Cór-
doba: Centro de Estudios Avanzados.

16
Si bien los límites de este trabajo impiden una reflexión más acabada sobre las líneas de
continuidad de esta identificación neoliberal de Unión por Córdoba durante la primera década
del siglo XXI, es pertinente destacar la persistencia de esta propuesta electoral en la provincia de
Córdoba luego de la agudización del ciclo de protestas sociales de fines de 2001 en la Argentina. Si
bien ese diciembre de 2001 marcó fuertes rupturas, la supervivencia de Unión por Córdoba y de
un proyecto político centrado en la crítica a los “costos de la política” y la necesidad de introducir
reformas gerenciales en el Estado, permite matizar el fuerte contraste que en ocasiones se realiza
entre la continuidad y el debilitamiento del discurso neoliberal en Córdoba, y más en general en
la Argentina, desde principios de este siglo.

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130


JUAN MANUEL REYNARES
130 EL PERONISMO CORDOBÉS EN LOS NOVENTA: ALGUNAS NOTAS SOBRE IDENTIFICACIÓN NEOLIBERAL...

Di Rienzo, G. (2009). “El nuevo Estado cordobés. La ley de reforma del Estado Nuevo y
la creación de la Unicameral, bajo la gestión de José Manuel de la Sota”, ponencia
presentada en el VI Encuentro Interdisciplinario de Ciencias Sociales y Humanas, Córdoba.
De Ípola, E. y Portantiero, J. C. (1989). “Lo nacional-popular y los populismos realmente
existentes”. En De Ípola, E., Investigaciones políticas (pp. 21-36). Buenos Aires: Edi-
torial Nueva Visión.
Derrida, J. (1998). Márgenes de la filosofía. Madrid: Cátedra.
Katz, R. y Mair, P. (2004). “El partido cartel. La transformación de los modelos de parti-
dos y de la democracia de partidos”. Traducción de María Jiménez Buedo. En Revista
Zona Abierta, n° 108/109, pp. 9-42. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
Laclau, E. (2000). Nuevas reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo. Buenos Aires: Edi-
torial Nueva Visión.
Laclau, E. y Mouffe, C. (2005). Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de
la democracia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Leiras, M. (2007). Todos los caballos del rey. La integración de los partidos políticos y el gobierno
democrático de la Argentina, 1995-2003. Buenos Aires: Prometeo Libros.
Levitsky, S. (2005). La transformación del justicialismo. Del partido sindical al partido clientelis-
ta, 1983-1999. Buenos Aires: Siglo XXI.
Mair, P. (1997). Party system change: approaches and interpretations. Oxford: Clarendon Press.
Morresi, S. (2009). La nueva derecha argentina. Buenos Aires: Ungs.
Panebianco, A. (2009). Modelos de partido. Organización y poder en los partidos políticos. Ma-
drid: Alianza Editorial.
Reynares, J. M. (2012a). La identidad política de la renovación. El peronismo cordobés en la
transición democrática. Villa María: Eduvim.
———. (2012b). “La dimensión ideológica en el estudio de los partidos políticos. Una
propuesta de lectura desde el posestructuralismo”. En Revista Trazos Universitarios,
Santiago del Estero: Universidad Católica de Santiago del Estero.
———. (2012c). “La política en boca de expertos: tecnocracia y consolidación neoli-
beral”. En Bonetto M. S. y Martínez, F. Política y desborde. Más allá de una democracia
liberal (pp. 75-108). Villa María: Eduvim.
Rothstein, B. (2001). “Las instituciones políticas: una visión general”. En Goodin R. y
Klingemann H.-D. (eds.), Nuevo manual de ciencia política. Madrid: Ediciones Istmo.
Shaw, E. (1996). The Labour Party since 1945: Old Labour, New Labour. Oxford: Blackwell.
Vommaro, G. (2008). “Lo que quiere la gente”. Sondeos de opinión y el espacio de la comunicación
política en Argentina (1983-1999). Buenos Aires: Prometeo Libros.

Fuentes consultadas

Diario LaVoz del Interior [LVI]


Documento partidario Programa de Gobierno de Unión por Córdoba
Documento partidario Equipos de Técnicos y Profesionales de Unión por Córdoba
Revista Unidos
Sitio web del Atlas Electoral de Andy Tow: http://andytow.com/atlas/totalpais/index.
html

Revista Enfoques • Vol. XII • Nº21 • 2014 • pp. 111-130

También podría gustarte