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Seifer es un refugiado de Argos, que huyó de la formación inquisitorial del Dominio.

Su padre,
Garland Arestyr era un respetado caballero que cayó en combate defendiendo el reino del avance de
la Maquina. En su lecho de muerte hizo prometer a Seifer que se convirtiese en un hombre de bien,
que cuidase a su hermana Artemisa y que buscase la ayuda de Mikhail Valentinovich. Pero no le
dijo dónde.

Ambos hermanos fueron capturados por la Inquisición del Dominio y forzados a convertirse en
soldados mejorados para enfrentar a la maquina. Fue allí dónde Seifer ganó ciertas aptitudes para el
combate y desarrolló el poder para ver lo sobrenatural (a base de que fuese bombardeado con
diferentes elementos sobrenaturales para ganar resistencia a los mismos).Y su hermana desarrollo el
Don de la Magia a una temprana edad, por lo que fueron separados.

Pero Seifer sabía que muchos morían durante la formación y viendo lo que sufría en su propia piel,
temió por la vida de Artemisa. Así que decidió por el bien de su hermana huir de allí junto a ella.
Durante su huida fueron interceptados cerca de un acantilado pegado al mar. Dónde la joven
hechicera uso fatidicamente un hechizo de fuego que causó una explosión que dejó a todos fuera de
combate por su descontrol.

Cuando Seifer despertó estaba en manos de los inquisidores, quienes le habían llevado de vuelta al
Dominio para curar sus heridas. A su hermana Artemisa se le dio por muerta, ya que no se
encontraron sus restos entre tantas cosas carbonizadas. Dando por sentado que si ella misma no
había ardido, la explosión la habría empujado a una muerte segura por la caída del acantilado.

Debido a que Seifer era un joven prometedor, decidieron culpar a su hermana de subyugarlo para
huir. Y de que este siguiera su adoctrinamiento a cambio de perdonarle la vida. Tras muchas
lagrimas por Artemisa, el joven comprendió que si quería sobrevivir debería atenerse a las
condiciones. Y su actitud cambio a una más templada. Estaba de cierta manera decepcionado por no
haber cumplido la promesa de proteger a su hermana, y sólo le quedaban dos promesas. Convertirse
en un hombre de bien... y encontrar a un viejo conocido de su padre para que le ayudase.

El tiempo pasó y durante uno de los entrenamientos, los inquisidores decidieron llevar a unas
cuantas jóvenes promesas junto a ellos para que enfrentasen, viesen y sufrieran al enemigo. Y si
sobrevivían aprenderían lecciones y ganarían experiencia. Entre ellos se encontraba un puberto
Seifer decidido a demostrar que era el mejor.

Cuando encontraron fuerzas de la maquina comenzó el enfrentamiento. Uno tras otro fueron
cayendo, incluso los inquisidores. En mitad de tal aciago sino un destello de Luz cegó a todos y lo
único que pudo sentir Seifer fue el ruido de una explosión, y calor, mucho calor. El conocía esa
sensación, que le era familiar.

En cuanto recuperó su visión, esperaba ver una vieja cara conocida. Pero sólo había carbón y brasas
candentes, dónde antes se encontraban sus enemigos y su compañía. Tras otear un rato el lugar se
dio cuenta de que estaba sólo, y quien fuera el causante de aquello, se había ido.

Seifer esbozó una sonrisa complaciente y un suspiro de desahogo. Pues ese suceso le dio a entender
de que aún había esperanza para su hermana. Y que ella no estaba al alcance de los inquisidores, así
que decidió partir rumbo a la isla de Morfia. Ya que era una especie de imán para mercenarios, y si
alguien conocía al tal Mikhail Valentinovich lo encontraría allí. Si resultaba que ese hombre seguía
vivo iría en busca de su hermana, para llevarlo junto a él. Pero primero quería asegurarse de que
fuese un “hombre de bien” y no dejase caer a su hermana en las garras de alguien como la
inquisición del Dominio.
Dándolo por muerto, Seifer tapó con una venda atada al brazo el tatuaje que le habían hecho durante
su formación. El cual era un símbolo de identificación. Ya que no quería que le relacionasen con los
inquisidores y empezar una nueva vida alejado de allí.

Se hizo pasar por un mercenario buscavidas a la par que se ofrecía como ayudante en las forjas
locales para ganarse el pan. Una vez en Morfia no tardó en encontrar a Mikhail Valentinovich,
quien le planteo la idea de formar parte de los Custodios. Escribió una carta de presentación lo
mejor que pudo, describiendo su situación y obviando algunos detalles. No tardó en ser aceptado y
comenzó su formación.

Durante esos años de entrenamiento no dejó de pensar en su hermana y de que una vez formase
parte de los Custodios tendría más posibilidades de encontrarla y brindarle algo mejor. Aunque
muchas veces llegó a pensar en la posibilidad de que ella sea una hechicera demasiado poderosa. Lo
que hacia recordar el mal carácter que tenia y que era algo abusona (es lo que tiene ser la mayor).
Estos recuerdos le hacían pensar que estaría bien.

Para Seifer la formación fue algo relajada, ya que venia curtido por los sádicos entrenamientos
inquisitoriales. Así que se volvió bastante confiado en si mismo y no solía mostrar interés en
aquello que no se le plantease como un verdadero desafío. Haciéndolo parecer algo perezoso en
algunos casos, ya que intentaba evitar los conflictos que según él, no mereciesen la pena esforzarse.

Al cabo de unos años la disciplina de Mikhail Valentinovich acabó perfilando esas actitudes hacia
algo más respetable, pero no del todo como cabría esperar.

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