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EDUCADA MENTE:

MANUAL DE
NEUROEDUCACIÓN POSITIVA

101 CONSEJOS PARA CRIAR HIJOS


INTELIGENTES, BUENOS, FELICES Y CREATIVOS

1
« Sólo se llega a ser persona
por la educación».

Immanuel Kant

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ÍNDICE

PRÓLOGO

DEL AUTOR

NACIMIENTO DE LA NEUROEDUCACIÓN POSITIVA

 Manuales de vida
 Manifiesto fundacional de la Neuroeducación Positiva
 La importancia de la educación del inconsciente
 Buena suerte
 La importancia de la educación de la mente humana

PRIMERA PARTE: NEUROCIENCIA PARA PADRES, EDUCADORES, MAESTROS


PROFESORES

¿PARA QUÉ?

 El fin crea los medios


 La vida es sueños
 La letra no debe entrar con sangre
 Manual de instrucciones para padres
 Nadie es perfecto
 Se aprende desde el amor, no desde el miedo
 La importancia del afecto en la educación y en el aprendizaje

¿QUÉ?

 La fórmula del éxito en educación


 Encantado de conocerte
 Conocimiento implícito
 Egoísmo implícito
 Cambia tu firma y transforma tu vida
 Arquitectos de interiores psíquicos
 El carácter ideal
 Biología y cultura
 Nuevo Inconsciente
 Arriba y abajo
 Razón y emoción
 Educar da trabajo, mucho trabajo
 La ley de la Entropía
 Homo Eligens
 Educar en un mundo líquido
 Las tres claves de la educación
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 Asignaturas pendientes
 El qué antes del cómo
 EL buen carácter como objetivo educacional
 Una anécdota paradigmática
 El sesgo innovador
 Errores de predicción

¿QUIÉNES?

 EL CEREBRO MATERNO

 El amor de la madre es un participio

 EL CEREBRO PATERNO

 El amor del padre es un gerundio


 El Plan Bolonia lo hemos inventado los padres
 Padres, profesores y viceversa
 Hijos, alumnos y viceversa
 La educación bien entendida empieza por uno mismo
 Con tus hijos sigue la estrategia de las máscaras de oxígeno en los aviones

 EL CEREBRO PRENATAL

 Un cerebro en ciernes
 El cerebro fetal durante el tercer trimestre
 La estimulación del cerebro
 ¿Es recomendable estimular el cerebro?
 ¡Mira quién habla!

 EL CEREBRO DEL RECIÉN NACIDO

 Bésame mucho

 EL CEREBRO INFANTIL: LA PRIMERA GRAN OPORTUNIDAD

 La arruga es bella
 La responsabilidad de los padres
 Con los niños sí se juega
 Ambientes enriquecidos
 Elogio del aburrimiento
 ¡Silencio, se educa!
 Duérmete niño
 Buenas noches y buena suerte
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 Cerebro masculino y cerebro femenino
 El primer año de vida
 El saber sí ocupa lugar
 ¿Períodos críticos o períodos sensibles?
 De los tres a los seis años
 Una etapa crucial: el desarrollo psicomotor
 ¡Obliga a tus hijos a ser libres!
 Desdramatizar los límites
 El resto de la infancia

 EL CERBRO ADOLESCENTE: LA SEGUNDA GRAN OPORTUNIDAD

 Una revolución neuronal


 Yo ya no soy yo
 Un cerebro a medio amueblar
 Con dos dedos de frente
 Más vale prevenir que curar

¿POR QUÉ?

 Un espejo mágico
 El efecto de la Mera Exposición
 La educación del gusto
 A nuestra hija le gusta la Ópera, aunque ella no lo sabe
 El gusto es mío
 No celebres las navidades con alcohol
 El test de la Asociación Implícita
 ¿Conducir es cosa de hombres?
 Campeones y cocineras
 Los medios de comunicación y el Inconsciente Colectivo
 Cuestión de supervivencia
 Del inconsciente al consciente y tiro porque me toca
 El efecto de la Ilusión de Verdad
 El poder educativo de las canciones y de los cuentos infantiles
 El Efecto Predisposición
 «Mujhombres»
 El Efecto Pigmalión en el aula
 Profecías de autocumplimiento
 El inconsciente emocional matemático
 El laberinto del inconsciente
 La memoria del cuerpo
 Ángel de la guarda
 ¿Podemos confiar en nuestras intuiciones?
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 Parálisis por el análisis
 Distraer el consciente
 El juego interior del tenis
 La teoría de los dos «yoes”
 Pienso, luego yerro
 No pienso, luego aprendo

SEGUNDA PARTE: CÓMO EDUCAR HIJOS FELICES, INTELIGENTES, BUENOS Y


CREATIVOS

NEUROEDUCACIÓN POSITIVA

• Educar en las fortalezas


• Neuroeducar las fortalezas
• El activador de la fortaleza
• Comprender las fortalezas
• Gestión de la mentalidad
• Elogios basados en las fortalezas

MEMORIA POSITIVA

 Un cerebro en construcción
 Elogio y refutación de la memoria
 Interiorización y memoria
 Repite conmigo
 ¿Cómo construimos los recuerdos y cómo nos construyen los recuerdos?
 Identidad y memoria
 Educar la memoria
 ¿A mano a máquina?
 Comprensión e inconsciente cognitivo
 El problema de la memoria operativa

INTELIGENCIA POSITIVA

 ¿Qué es la inteligencia?
 Aprender a aprender
 Enseñar a aprender
 Dos excelentes estrategias para aprender a largo plazo
 Aprendiendo a aprender
 Aprender con comprensión
 Enseñar para facilitar el aprendizaje con comprensión
 ¿Por qué aprende nuestro cerebro?
 El Método 5L ® de instrucción/aprendizaje por evocación, espaciada e intercalada
 ¿Es posible transferir conocimiento?
 ¿Le funciona a todo el mundo el Método 5L®?
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SUGESTIÓN POSITIVA

 La sugestión y los recuerdos falsos


 Una nueva herramienta educativa
 La Sugestión Pedagógica
 Las Leyes de la Sugestión Pedagógica
 Las 7 reglas de la Sugestión Pedagógica
 La Programación Neuro-Caligráfica y la Sugestión Pedagógica

ATENCIÓN POSITIVA

 Te voy a llamar la atención


 Dime a lo que atiendes y te diré cómo eres
 Atención ascendente
 Atención descendente
 Atención: se educa
 Educar hijos atentos
 Atención y Programación Neuro-Caligráfica

LENGUAJE POSITIVO
 Hablo, luego existo

 ¡Cuida tu lenguaje y tu lenguaje cuidaré de ti!

 La ciencia del lenguaje positivo

 ¡Nene, tú vales mucho!

 Dime cómo hablas y te diré quién eres

 Educa hijos de mente positiva

 Siempre positivo, nunca negativo

CALIGRAFÍA POSITIVA

 ¿Cómo firmar para poseer un buen autoconcepto y una buena autoestima mediante la
PNC?
 Caligrafía e inteligencia

 Escribir a mano

 ¿Letra ligada o de imprenta?

 Retrato de los niños felices, inteligentes, buenos y creativos

 ¿Cómo enseñar a escribir para educar niños inteligentes, buenos, felices y creativos?
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EPÍLOGO: EDUCA BIEN A TUS HIJOS: ¡HAZ QUE SEAN INCONSCIENTES!

 El Nuevo Inconsciente: ¿problema u oportunidad?

 El libre albedrío en tela de juicio.

 Neuroeducación Positiva del Nuevo Inconsciente.

 PNC para adultos (Método Kimmon ®)

 PNC para niños (Método 3C ®)

AGRADECIMIENTOS
 Gracias a la vida que me ha dado tanto

 Caminante no hay camino, se hace camino al andar

 Garabatos

BIBLIOGRAFÍA

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A mi padre porque me inculcó
el amor por la lectura, la cultura
y la ciencia.
A mi madre, porque me enseñó
que los valores confieren sentido ético a la ciencia y
humanidad a la cultura.
A mi esposa, Carme, porque el amor que nos
profesamos da sentido a mi vida,
y porque su manera de ser se ha erigido en el
norte
que ha guiado mis investigaciones.
Y a mi hija, Marta,
cuya felicidad es la razón última
de toda mi actividad intelectual.

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PRÓLOGO

«En ocasiones pienso que el premio de quienes escribimos duerme, tímido y virginal, en el confuso corazón del lector más lejano».

Camilo José Cela

Conocer a Joaquim Valls ha sido una de las experiencias personales y profesionales más gratificantes de toda mi
carrera. Recuerdo perfectamente la noche que recibí un mail suyo en el que me regalaba unas preciosas palabras
sobre mi primer libro, manual Práctico para enseñar a leer y escribir, que acababa de publicar. Para un recién llegado al
mundo editorial debo reconocer que fue como escalar el Everest y, una vez allí, poder respirar largo y profundo.
El viaje había valido la pena.
Reconozco que, pese a conocerle por sus actividades profesionales, realicé un barrido por internet para
descubrir más datos de esta maravillosa persona. Toda una cascada de logros, proyectos y aventuras profesionales
cayeron sobre mí, provocándome una increíble admiración por sus variados campos de trabajo y sus vastos
conocimientos. Es un verdadero torrente de la naturaleza. Después de hablar horas por teléfono, te das cuenta que
Joaquim Valls te llevará en volandas, insuflando una energía que no pensabas que pudieras tener. Un río de nuevos
proyectos pasaron cerca de mí, y solo pude subirme al barco porque te lleva con sus palabras hacia nuevas metas
profesionales. Si quieres avanzar en tu profesión, sea la que sea, hay que acercarse a Joaquim. Porque Quim es, en
toda su extensión, un hombre del Renacimiento. Citando a William Hazlitt: «El arte de la conversación es el arte de
escuchar y de ser escuchado». Nunca una frase se ha ajustado más a las charlas que he mantenido con mi amigo.
Joaquim nos enseña a educar a niños felices, inteligentes, buenos y creativos. Y lo consigue. Y aún mejor, te
justifica el cómo y el porqué. Si deseamos avanzar en la educación no debemos perder el foco en todos los actores
del proceso: familias, maestros y alumnos. Joaquim se dio cuenta. Tal vez porque no mira donde lo hacemos todos.
Él se toma su tiempo, analiza y trata de buscar una puerta trasera. Te das cuenta de que te ha robado la cartera y
solo puedes admirarle por ello. Y no lo digo por adulación. Es una persona con una increíble visión lateral. En el
primer mail que me envió, detectó aspectos de mi trabajo de los que yo no me había percatado. Su visión sobre el
inconsciente cognitivo en mi libro sobre lectoescritura, le dotó de un enorme valor añadido. Llevaba diez años
disparando a mi propio trabajo y Joaquim acertó con su primer tiro. Como él dice de mí, de Joaquim Valls hay que
fiarse. Y mucho. Desde que le conozco, siempre lo he hecho.
Después de leer su nuevo libro, Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, se despiertan en ti múltiples
preguntas y ganas de ponerte en marcha. Siempre que le leo o hablo con Joaquim, me embarga una sensación de
querer ser mejor profesional y buscar en zonas que nunca he mirado. Los maestros debemos ser críticos con nuestro
trabajo. Es esencial que salgamos de nuestras creencias y las contrastemos con los estudios y las conclusiones de
gente como él. Debemos buscar a los verdaderos faros de la educación porque Quim quiere que te acerques a él y
le des un sentido de aula a sus investigaciones y conclusiones.
Cuando me ofreció escribir este prólogo me sentí honrado por la confianza depositada en mí. No sabía si
afrontarlo desde un punto personal o académico. La respuesta es fácil con él. Al leer sus fundamentados escritos,
se palpa el amor por la formación y su compromiso con la educación de padres, profesores y niños. Entre sus
palabras encuentras al padre, al profesor, al amigo y al educador. No puedes separarlos. Se funden con el negro de
la tinta. Es un completo y maravilloso manual para ser mejores. En todos los aspectos. En nuestra esencia como
personas. Como decía Miguel Ríos, “DIRECTO AL CORAZÓN”.
Una de las fijaciones de Joaquim es enseñar a todos. Estimular el aprendizaje y las potencialidades de todas
las personas que pasan por los sistemas de enseñanza. Los niños con dificultades deben ser una prioridad. Pero,
cómo atendemos al resto. Debemos buscar fórmulas que potencien a todo el colectivo, ayudando a los alumnos
con dificultades, pero sin olvidar al resto. Su afán por enseñar a familias y profesores es digno de admiración.
Si eres el afortunado que ha comprado este libro, no encontrarás un mejor compendio de neurociencia,
programación Neuro-Lingüística, neurología, educación, Programación Neuro-caligráfica, psicología o pedagogía.

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Como colofón, Quim te regala 101 consejos a lo largo del libro. Recetas que sirven de síntesis y que han sido
justificadas en los párrafos anteriores. Pero, sobre todo, su libro transmite un amor por el estudio y la difusión de
conocimientos. Las personas como yo, sabemos que nunca podremos absorber tantos libros y tanta información.
Por esta razón necesitamos una figura como él. Un bibliotecario que nos reúna, sintetice y nos muestre, con miguitas
de pan, a dónde podemos ir. Dentro de este enorme Manual de Neuroeducación Positiva, disponemos de múltiples
campos del conocimiento. Cuando leí su maravilloso libro Manual mente, sus contenidos me obligaron a
replantearme mi trabajo con la grafomotricidad. Esta es la gran virtud de sus libros y de su autor. Te regala entradas
para el espectáculo y es tu decisión a qué atracción entrar. Y nunca caducan. Serás tú el que valore a cuál entrarás
primero y cuál será la siguiente. Porque no podrás parar.
Otro hecho que se percibe en los libros de Joaquim Valls es que despeja de sus obras lo innecesario y
superfluo: las ideologías, los titulares publicitarios y los conceptos vacuos.
Comparto con él que es necesario desterrar la pedagogía de mercadillo que inunda las redes, los medios de
comunicación y las tertulias educativas alimentadas por los gurús educativos. Debemos orientar nuestra vista a
gente como Joaquim Valls, Julián Palazón o José Antonio Marina. Gente que trabaja a pie de obra, con el mono de
trabajo y con ganas de poner sólidos pilares. En estos años convulsos para la educación, son más necesarios que
nunca porque su orientación es fundamental para los profesionales de la educación y las familias, y por extensión,
para crear una sociedad más moderna y justa.
Si ya has leído algún texto de Joaquim Valls, ya sean sus libros o sus gratificantes entradas en LinkedIn, no
puedo descubrirte nada de él que no sepas. Si es tu primer acercamiento, te envidio porque has encontrado un autor
de referencia que te acompañará siempre. Afortunadamente, ya no habrá vuelta atrás. Y si, además, eres afortunado
de ser su amigo, tendrás un colega que te enriquecerá. A mí me pasó. De hecho, le considero mi mentor y soy
afortunado por ello. Solo puedo decirte que comiences a leer este libro y disfrutes de un maravilloso recorrido por
la mente de este gran profesor.

¡Gracias maestro Quim!

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DEL AUTOR

«El escritor sólo puede interesar a la humanidad cuando en sus obras se interesa por la humanidad».
Miguel de Unamuno

El Dr. Joaquim Valls Morató (Barcelona, 1959) es economista, profesor universitario, escritor, conferenciante,
investigador, grafólogo y coach neurocaligráfico.
Es Doctor en Reeducación del Inconsciente mediante el Método Grafotransformador. Es Máster
Universitario en Sociedad de la Información y el Conocimiento, Máster en Neuropsicología, Master Practitioner en
Programación Neuro-Caligráfica y Máster en Inteligencia Artificial Aplicada a los Negocios.
En la actualidad es el Director Académico de Euncet Business School y el Presidente del Instituto de
Programación Neuro-Caligráfica.
Es un reconocido docente de asignaturas numéricas, y ha sido galardonado con el Premio al Mejor Profesor
en diversas ocasiones en las distintas Escuelas Universitarias de Negocios en las que ha impartido clases de
Matemáticas, Estadística, Finanzas y Economía.
Fue el fundador del Máster de Desarrollo Profesional, Inteligencia Emocional y Coaching con Programación Neuro-
Caligráfica.
Asimismo, es el creador del Método Kimmon ® (2007), de la Programación Neuro-Caligráfica ® (2015), del Método
5L ® de instrucción/aprendizaje por evocación, espaciada e intercalada (2021) y del Método 3C ® para la enseñanza de la
lectoescritura y el desarrollo de la Inteligencia Emocional en la Escuela (2023).
En la actualidad, la investigación del Dr. Valls se dirige hacia la aplicación de sus descubrimientos en el
ámbito de la reeducación del inconsciente a la pedagogía de las matemáticas, de la creatividad, de la lectoescritura y
de la buena ortografía.
El Dr. Valls, dicta regularmente conferencias e imparte seminarios, como Buena letra y buena vida, Dime cómo
firmas y te diré cómo eres, Autoconocimiento y liderazgo, Re-créate, y Neuropedagogía de las matemáticas.
Quim Valls ha colaborado y colabora en medios de comunicación audiovisuales (RTVE, TV3, Catalunya
Ràdio, RAC 1, Ràdio 4…), y en las revistas Cuadernos de Pedagogía y Psicología Práctica.
En 2007 publicó su primer libro, Sakasudoku. Asimismo, es autor de 10 obras de desarrollo personal, entre
las que destacan los best-seller Buenos días y buena letra (2010), Buenas noches y buena suerte (2011), Genial mente (2015).
y Manual mente (2019), y de diversos e-book, como Va de letras, 7 herramientas para mejorar tu servicio de coaching y
rentabilizar tu negocio, 5 herramientas neuro-caligráficas para vivir sin miedos y 7 estrategias para NO amargarte la vida. Además,
es autor del libro y del Podcast Conversaciones con mi mentor, José Antonio Marina (2023-2024).
El gran periodista Víctor Amela le ha dedicado dos Contras de La Vanguardia: Da instrucciones nocturnas a tu
cerebro ¡y te obedecerá! (4/7/2011), que mereció, entre la edición en papel y la digital, más de un millón cien mil lecturas,
y que ha sido recogida en la colección Las mejores Contras, dentro del libro Sobre la búsqueda de la felicidad (2012); y Si
reeducas tu letra, reeducas tu inconsciente” (15/X/2013).
Su blog en LinkedIn, La vida es sueños, congrega a miles de suscriptores, que, semanalmente leen con
entusiasmo los post del Dr. Valls sobre psicología y neurociencia.
De él, el egregio filósofo y pedagogo José Antonio Marina, ha dicho: «Joaquim Valls es un hiperactivo del
aprendizaje y un entusiasta de la educación. Pertenece a la especie de los Knownads, de los locos del conocimiento.
El campo de sus intereses es tan grande como su capacidad de trabajo.»
Por su parte, el Dr. Keith E. Webb, Presidente de Active Results LLC y reconocido investigador y escritor
en el ámbito del coaching comenta que: «Lo primero que me impresionó de Quim fue que llevara con tanta
naturalidad su dualidad de intereses, pues es un prestigiado profesor de asignaturas numéricas, y a la vez es el
creador de la Programación Neuro-Caligráfica (PNV), que va de letras. Lo segundo que me sorprendió fue su buen humor
a pesar de su aparente rictus serio.
«Pero lo que más me ha asombrado de este hombre es su capacidad de trabajo.»

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NACIMIENTO DE LA NEUROEDUCACIÓN POSITIVA

«La educación debería estar siempre en vanguardia, porque es la ciencia que se ocupa del futuro de la especie».

José Antonio Marina

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Manuales de vida

«Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi educación».


Albert Einstein

Inicié mi andadura como autor de textos de desarrollo personal con cuatro títulos que configuraban una especie de
leit motive: Buenos días y buena letra (2010); Buenas noches y buena suerte (2011) 1; Buena letra y buena vida (2012); y Buena
mente2. (2012). Concebí este último nombre para iniciar una nueva colección de obras, cuyo denominador común
evolucionara de «bueno/a» a «mente». Así, en 2013 publiqué Maravillosa mente, al que siguieron Emocional mente y
Genial mente (2015) y Ligera mente (2016) 3.
Con Manual mente4 (2019), en el que la palabra «manual» (empleada en ese caso como polisémica, puesto
que en él presentaba el nuevo coaching neurocaligráfico), se me antoja que va a significar a partir de ahora una
segunda transición hacia obras que devengan manuales de vida. Así que he decidido titular el presente manuscrito
Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva.
El presente libro sin ser, solo faltaría, un «más de lo mismo”, no tiene un origen ajeno al motor de todo
cuanto estudio y escribo desde hace dos décadas: el compromiso que adquirí con mi hija recién nacida en 1999 al
susurrarle al oído «Prometo hacerte feliz». Y, de hecho, para ser honestos se trata de un antiguo encargo que me
realizó el admirado y apreciado filósofo José Antonio Marina quien se convirtió en cómplice necesario de este
tratado cuando al aceptar en 2014 vía e-mail prologar mi obra, Genial Mente: Las claves de la inteligencia, el talento y la
creatividad, me recriminó lo siguiente: «De hacerte alguna crítica, creo que podrías ampliar algo el tema de la «educación
del inconsciente». Ya sabes que es uno de mis temas preferidos, y, además, como profesor de matemáticas, sabes que
fue Poincare quien levantó la liebre».

Acepté el reto, sin ser consciente del laberinto en el que me había metido. ¡Pero quién puede negarse a una
sugerencia del admirado JAM! Salir del laberinto ha sido un estímulo intelectual arduo, complejo, aunque, por
supuesto, apasionante. Me ha costado nueve años y me ha comportado concebir dos libros: Aprendices de Demiurgos
(AdD), y el manual que querido lector tienes en tus manos, con los que oso fundar una nueva ciencia: la
Neuroeducación Positiva.

Manifiesto fundacional de la Neuroeducación Positiva

«Si puedes cambiar tu mentalidad, puedes cambiar tu vida».

William James

A pesar de que existe cierto debate sobre del nacimiento de la Psicología Positiva, podemos consensuar en situar
su advenimiento formal como disciplina en 1.998, mediante el discurso dado por el Dr. Martin Seligman al iniciar
su cargo como presidente de la APA (Asociación Americana de Psicología): «La psicología -afirmó- no es una mera
rama del sistema de salud pública, ni una simple extensión de la medicina, nuestra misión es mucho más amplia.
Hemos olvidado nuestro objetivo primigenio, que es el hacer mejor la vida de todas las personas, no sólo de las
personas con una enfermedad mental. Llamo a nuestros profesionales y a nuestra ciencia a retomar esta misión
original justo ahora que comienza un nuevo siglo».
Poco después, en los albores del año 1999, tuvo lugar en Yucatán el I Congreso Akumal, donde grandes
figuras de la psicología como la Dra. Bárbara L. Fredrickson y Mihály Csíkszentmihályi (1934-2021), se pusieron

1 Editorial Viena.
2 Editorial Alrevés/El Bon cap (Editorial Viena).
3 Editorial Obelisco.
4 Libros cúpula (Grupo Planeta).

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manos a la obra en la definición de lo que esta nueva disciplina debía ser:

«La Psicología Positiva es el estudio científico del funcionamiento óptimo del ser humano y su misión es tratar de
descubrir y promover aquellos factores que permiten prosperar tanto a los individuos como a las sociedades».

Del mismo modo, y salvando las distancias, me gustaría que el presente libro oficializase el inicio de una
nueva disciplina en el marco de las neurociencias: la Neuroeducación Positiva.
La idea se empezó a gestar en 2018, cuando en verano de ese año reinicié la escritura de esta obra5, justo
después de firmar el contrato de publicación dentro del Grupo Planeta de mi anterior manuscrito, Manual mente,
que acabó viendo la luz en marzo de 2019.
Sin embargo, aunque el cuerpo fundamental de este texto se concibió durante el año 2018, la idea de la
Neuroeducación Positiva no ha cristalizado en mi mente hasta tiempos más recientes, a mitad del máster en
Neuroeducación que estuve cursando, y en el que tuve una sensación similar a la que vivió Martin Seligman: todas
las materias parecían enfocadas a detectar e intentar paliar las dificultades de aprendizaje de los niños y las niñas
aquejados de problemas físicos (por ejemplo de audición o de visión) o de determinados trastornos como el déficit
de atención y la hiperactividad, la dislexia o la discalculia.
Soy un enamorado de la enseñanza, a la que he dedicado dos terceras partes de mi vida, y más de 100.000
horas de clase, y mi desazón podría expresarse parafraseando al Dr. Seligman del siguiente modo: La
neuroeducación no es una mera rama de la neurociencia, ni una simple extensión de la neurología, su misión es (o
debería ser) mucho más amplia. Se ha olvidado el objetivo primigenio, que es el hacer mejor la educación de todas
las personas, no sólo de las personas con dificultades de aprendizaje causadas por una disfunción física o por un
trastorno mental. Llamo a los neuroeducadores y a nuestra ciencia a retomar esta misión original justo ahora que
comienzan los años 20 del siglo XXI».
Y ¿cuál es (o debería ser) la misión original de la Neuroeducación Positiva?

«La Neuroeducación Positiva es el estudio científico del funcionamiento óptimo de la mente humana y su misión
consiste en tratar de descubrir y promover aquellos factores que permiten a los padres, a los maestros y a los
profesores educar a niños felices, inteligentes, buenos, y creativos».

La importancia de la educación del inconsciente

«La aparición del Nuevo Inconsciente como gran objetivo educativo, un giro copernicano en la comprensión de la mente humana. No
estamos manejados por el inconsciente, sino que construir el inconsciente es nuestra gran tarea».
José Antonio Marina

En verano de 2014 concebí un doble proyecto: el ensayo teórico sobre la educación del inconsciente que titulé
Aprendices de demiurgos (AdD), y un manual práctico complementario, Educada mente: 101 consejos para criar hijos felices,
inteligentes, buenos y creativos, donde se aspiraba a contar una metodología efectiva para lograr dicha educación.
Sin ser del todo consciente creo que en mi interior algo me impedía hacer público el «cómo» sin antes
explicar el «para qué», de manera que presentía que, mientras no terminara AdD, no era conveniente que viera la
luz Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva. El orden de los factores en ocasiones altera el producto, y
probablemente este era uno de esos casos excepcionales.
Pero, como cuento en la introducción del citado ensayo científico, para escribir AdD, tenía que
reinventarme como autor, ya que este manuscrito se alejaba mucho de mis habituales manuales de desarrollo
personal, y eso requería un largo proceso de aprendizaje, que al ser sine die, nunca encontraba el momento idóneo
para llevarlo a cabo.

5
La empecé a escribir durante el verano de 2014, pero la dejé en barbecho hasta finales de junio de 2018. Que quien suscribe estas líneas inicie sus manuscritos
en vacaciones, no es solo una cuestión de tiempo, sino sobre todo de temperatura: mientras el común de los mortales se aplaca con el calor, servidor se activa.
15
«Afortunadamente -confesé allí-, el egregio filósofo y sabio pedagogo José Antonio Marina acudió a mi
rescate, al encargarme a finales del 2019 un artículo científico para el monográfico sobre ‘la memoria’, que él estaba
preparando para la revista indexada Cuadernos de Pedagogía. El admirado JAM hasta me sugirió un título: Se puede
educar el inconsciente matemático. Lo bueno de esta proposición consistía en que tenía una fecha de entrega límite:
febrero de 2020. De manera que en esta ocasión me resultaba imposible volver a procrastinar».
A toda prisa consulté una amplia bibliografía científica, y releyendo a Marina, cómo no, enseguida tuve una
intuición. No podía escribir un único paper. ¡Al menos tenían que ser dos!
No en balde, en su artículo La educación del inconsciente (2011) 6, el propio JAM afirmaba lo siguiente:
«Atendiendo a las distintas funciones que realiza, el inconsciente operativo, el nuevo inconsciente, se divide en inconsciente
motor, inconsciente emocional e inconsciente cognitivo. El inconsciente motor dirige nuestros movimientos, mediante
programas innatos o aprendidos, que sabemos usar sin necesidad de saber cómo funcionan. El inconsciente
emocional, como se han esforzado en mostrar LeDoux y Damásio, causa los sentimientos. (…) El inconsciente
cognitivo, descrito por Kihlstrom, implica todos los procesos de memoria implícita, la memoria procedimental y
también el sistema de creencias tal como ha estudiado desde un punto de vista neurológico Michel Gazzaniga
(Gazzaniga, 2010).»
Mi tesis fundamental, basada en mi peculiar manera de enseñar matemáticas consiguiendo que los
estudiantes las aprendan con la memoria7 a partir de la repetición secuenciada, espaciada en el tiempo, e intercalada
de los ejercicios, a fin y a efecto de conseguir un conocimiento implícito de la materia y alcanzar la expertez8, radicaba
(como espero y deseo mostrar con evidencias empíricas y científicas a lo largo de este libro) en que la adquisición
de conocimiento con comprensión se halla al final, y no al principio, del proceso educativo.
Pero con ello, mostraba cómo se puede educar solo, siguiendo al citado John Kihlstrom (1987), el
inconsciente cognitivo.
Sin embargo, en mi singular, dilatada e incomparable experiencia docente de asignaturas numéricas (de más
de ¡100.000 horas de clase impartidas!) he constatado que para educar de forma eficaz el inconsciente cognitivo de
los estudiantes, debe soslayarse el inconsciente emocional negativo de los mismos hacia las matemáticas (y muy a
menudo el de sus familias e incluso, con más frecuencia de la deseable, el de sus profesores), ya que este
inconsciente emocional negativo les genera un sentimiento de miedo y de rechazo.
Tenía, por consiguiente, que escribir dos artículos, y así se lo comuniqué a José Antonio Marina, quien no
puso ningún reparo al respecto.
Así, en mayo de 2020 se publicó en Cuadernos de Pedagogía (nº 509), Se puede educar el inconsciente cognitivo
matemático, y justo dos años después, dentro del monográfico La belleza de las matemáticas, se incluyó mi artículo
titulado Se puede educar el inconsciente emocional matemático.» (nº 531).

Buena suerte

«A los que sólo creen en el azar, crear circunstancias les resulta absurdo. A los que se dedican a crear circunstancias, el azar no les
preocupa».
Álex Rovira

Visito al menos una vez por semana mi librería de referencia en Barcelona, La Casa del Libro, y por «azar», o si se
quiere, como veremos a lo largo del presente texto, por causa de un inconsciente cognitivo y emocional bien abastecido
gracias a una gran cantidad de lecturas científicas9, me fijé en una obra, Manual práctico para enseñar a leer y a escribir,

6 Pediatría Integral XVI (7); pp. 574-577. Septiembre de 2012


7 En el epígrafe «aprender de memoria versus aprender con la memoria», más adelante expongo la diferencia entre ambas estrategias, y el origen del malentendido,
y aparente contradicción que se establece entre inteligencia y memoria.
8 De ahí el sagaz encargo de JAM, para su monográfico sobre la memoria, en el que se reivindicaba la memoria como una parte fundamental de la inteligencia

humana, menospreciada habitual y erróneamente por la pedagogía actual.


9
En la confección del artículo Se puede educar el inconsciente cognitivo matemático, me acerqué en profundidad a la obra del neurocientífico cognitivo francés, Stanislas
Dehaene, es especial, como es lógico, a dos de sus libros El cerebro matemático: Cómo nacen, viven y a veces mueren los números en nuestra mente (Siglo XXI, 2016) y a
¿Cómo aprendemos? Los cuatro pilares con los que la educación puede potenciar los talentos de nuestro cerebro (Siglo XXI, 2019).
16
de un autor por aquel entonces desconocido para mí, y al que hoy considero un gran amigo, el extraordinario
maestro Víctor Cerrudo Higelmo, autor del prólogo del presente texto.
Al leerlo, me percaté que se trataba de un libro excepcional y muy inspirador. Y, por supuesto, no me pasó
para nada desapercibido que su peculiar y muy eficaz estrategia pedagógica tenía mucho que ver precisamente con
la ¡educación del inconsciente!
Enseguida me decidí, con cierto descaro, a mandarle un e-mail con una propuesta de colaboración:

«Estimado Víctor,
Acabo de leer tu extraordinario libro Manual práctico para enseñar a leer y escribir.
Soy autor de la tesis doctoral La reeducación del individuo mediante el método grafotransformador, donde muestro el
experimento que llevé a cabo durante el curso 2011-2012, en el que ‘reeduqué’ de forma muy significativa en
términos estadísticos el carácter (las 24 fortalezas del carácter de Peterson y Seligman) de 50 voluntarios a partir
fundamentalmente de ejercicios caligráficos.
También soy autor del artículo de investigación Se puede educar el inconsciente cognitivo matemático, que publiqué,
por encargo del filósofo y pedagogo José Antonio Marina, en el número 509 (mayo 2020) de la revista científica
Cuadernos de Pedagogía. En él plasmo mi experiencia de profesor (atípico) de matemáticas universitarias para alumnos
de ciencias empresariales y económicas desde 1978 (empecé a impartirlas como profesor de repaso con 18
años, hasta que cuando finalicé la Carrera, ya las impartí como profesor titular): son más de 100.000 horas de clase
a más de 45.000 estudiantes, siempre con resultados de aprendizaje excepcionales (…)
Lo interesante radica en que, a través de la enseñanza de las matemáticas, he llegado a conclusiones muy
parecidas a las que expones en tu obra, y, en especial:

1) El factor limitante del aprendizaje es la working memory. Si los docentes aprendieran a gestionarla en el aula (cosa
que haces tú muy bien), se evitaría gran parte del fracaso escolar, porque la enseñanza se adaptaría al ritmo de cada
estudiante. A temprana edad la working memory está muy poco desarrollada, depende mucho del mes de nacimiento
(de enero a diciembre), y para cada niño es fisiológicamente distinta (por ejemplo, en los niños y niñas
diagnosticados de TDAH suele ser bastante inferior).
2) El concepto de reciclaje neuronal de Stephan Dehaene, que tú facilitas a partir de la conciencia fonológica, y que
en matemáticas se consigue mediante un entrenamiento exhaustivo del cálculo mental, es fundamental. Sin el
entrenamiento previo es difícil a posteriori conseguir un buen aprendizaje de la lectura o de las matemáticas en
cuanto se tornan abstractas.
3) La comprensión matemática y la comprensión lectora es el final y no el inicio del proceso, y se consigue a partir
de una repetición bien secuenciada y supervisada.
En la actualidad estoy finalizando el artículo Se puede educar el inconsciente emocional matemático, y me
complacería mucho, si lo consideraras interesante y oportuno, escribir a cuatro manos contigo, uno que podría
rezar: Se puede educar el inconsciente cognitivo lector, porque creo que es justo lo que haces con tu magnífico método
VOVIP.

Un saludo muy afectuoso,

Quim

P.S.

Me ha encantado la pasión con la que cuentas cómo impartes las clases. Se nota que tienes madera de
extraordinario maestro».

Víctor Cerrudo aceptó ilusionado el reto, y en febrero de 2022 salió publicado nuestro artículo a cuatro manos en
la revista Cuadernos de Pedagogía (nº 528).
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CONSEJO Nº 1

Inmediatamente después de acabar la lectura de Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva


te recomiendo leer, aunque no te dediques a la docencia, el extraordinario libro Manual práctico para
enseñar a leer y escribir (Toro mítico, 2021) del excelente maestro y escritor, Víctor Cerrudo Higelmo.

La importancia de educar la mente humana

«La mente es el único creador. Todo ha sido creado a través de la mente. Es completamente libre de crear un mundo por sí misma».

Swami Sivananda

Pero toda tesis que se precie requiere una justificación. ¡He ahí la mía!
Más allá de las razones ya expuestas, el motivo que me ha movido a redactar este libro puede resumirse en
la siguiente interpelación que nos arroja la doctora en filosofía, francesa de origen argelino, Catherine Malabou, y
que me he permitido resaltar en cursiva: "El cerebro –escribe, en su obra ¿Qué hacer con nuestro cerebro? (2013)- no es
un puesto de mando rígido ni centralizado. Es plástico, cambia con el transcurso de la vida, se deja modelar por la
experiencia y también se repara (...) Precisamente porque el cerebro no está totalmente hecho, debemos preocuparnos de
qué hacer, qué hacer con esta plasticidad, con esta disponibilidad.»
Cuando al poco de ser editado en España, leí ¿Qué hacer con nuestro cerebro? me sentí, como ya he mencionado,
realmente interpelado. Me percaté de que no se puede eludir esta responsabilidad: saber que es posible rediseñar
nuestro cerebro y configurar el de nuestros hijos o el de nuestros estudiantes, a través de la educación y de la
instrucción, convierten a cada persona, a cada padre o a cada profesor en un Sumo Hacedor. Por ello, opino que
formadores, progenitores y nosotros mismos debemos asumir este gran reto.
Y es que, a diferencia del resto de animales, las personas llegamos a este mundo inacabados: «Cuando
nacemos, los humanos estamos desvalidos –afirma David Eagleman, en su libro El cerebro. Nuestra historia
(Anagrama, 2017)–. Pasa un año antes de que seamos capaces de andar, dos más antes de que consigamos articular
un pensamiento completo, y muchos más antes de que podamos valernos por nosotros mismos (…) Los delfines,
por ejemplo, nacen nadando; las jirafas aprenden a permanecer de pie a las pocas horas; una cría de cebra es capaz
de correr a los cuarenta y cinco minutos de haber nacido». Somos una posibilidad. Por lo que ese hándicap inicial
se convierte en nuestro gran diferencial y nuestra incomparable ventaja: la de desarrollarnos a lo largo de toda nuestra
vida. Y no sólo eso, nuestra necesidad inicial de apoyarnos en los demás para madurar, poco a poco la vamos
interiorizando hasta que podemos ser nosotros mismos quienes firmemos el resultado final.
Nuestro gran mandamiento individual y colectivo, humano y ético, radica por consiguiente en la creación
dentro de nosotros de ese dios menor que a su vez nos crea, porque de no cumplirlo anidaremos diablos que nos
envilecen, en forma, por ejemplo, de pereza, miedo, ira o tristeza. Nuestra gran Libertad en mayúscula, y nuestra
ineludible Responsabilidad, también en mayúscula, consiste en construirnos una memoria individual que contribuya
a edificar los recuerdos de un futuro elegido, y no sobrevenido, en el marco, claro está, de una memoria colectiva
susceptible también de ser reescrita.
«Somos, en definitiva, aprendices de demiurgos –afirmé en AdD-, hacedores de nuestra propia biografía,
padres cuyos hijos somos nosotros mismos, pero mejorados».
Desde luego, aspiramos a que nuestros hijos y alumnos devengan felices, inteligentes, buenos y creativos, y

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sin duda, como espero mostrar en las páginas que siguen, podemos conseguirlo, aunque no debamos olvidar nunca
que, por el mismo precio o incluso por uno mucho más bajo, también son susceptibles de abandonarse y envilecerse.
El principio de la entropía, que como es sabido dictamina que, si no le ponemos remedio, todo tiende al desorden,
es demoledor en este sentido.
Tal vez en esa diatriba esencial se halla el sentido trágico de nuestra vida y lo que, tras los inquietantes
descubrimientos neurológicos sobre la consciencia, queda de nuestro libre albedrío.
La buena nueva, sin embargo, es que siempre estamos a tiempo de reinventarnos. Y es que, como nos enseña
la moderna neurología, y afirmaba poéticamente Antonio Machado: “Hoy es siempre todavía”.

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PRIMERA PARTE: NEUROCIENCIA PARA PADRES, EDUCADORES, MAESTROS Y
PROFESORES

«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo».

Nelson Mandela

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¿PARA QUÉ?

«Educar a alguien es uno de los mejores medios de educarse a sí mismo. No se puede ayudar a crecer sin aumentar la propia
estatura».

José Antonio Marina

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El fin crea los medios

«Si tienes un para qué encontrarás el cómo».

Sergio Fernández

Empecemos con un juego: estimado lector encuentra la salida («S») en el siguiente laberinto:

Por favor, no continúes leyendo este libro hasta que no hayas intentado resolverlo. Si no estás dispuesto a esta
primera acción, no pierdas el tiempo con su lectura, y si aún puedes devolverlo, tampoco malgaste tu dinero en él.
De nada sirve leer un libro de desarrollo personal si no te mueve a hacer algo, si no te motiva a cambiar. En el
mejor de los casos te formará, pero no es ese su objetivo, como no lo es el de mis talleres, seminarios, conferencias,
clases o sesiones de coaching, etc. Pretendo siempre trans-fomar. Y esto no se puede hacer sin tu colaboración.
Debemos tener muy presente la lúcida sentencia de Herbert Spencer: «El gran objetivo de la educación no
es el conocimiento, sino la acción.», y tampoco debemos olvidar esta otra de Leo Buscaglia; «El cambio es el
resultado final de todo verdadero aprendizaje.»
Intenta resolverlo, pues, y si no lo consigues tampoco sigas leyendo: careces sin duda de dos de las
condiciones necesarias para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos: la perseverancia y/o la capacidad de
visualización.
En efecto, la educación es a largo plazo o no es. Si eres de los que creen que tu hijo o tu hija se cepillarán los
dientes de forma regular porque se lo pidas una única vez, empleando eso sí todos los argumentos racionales habidos
y por haber sobre los beneficios de la higiene bucal, o eres un ingenuo o eres una ingenua. En todo caso no dispones
de la persistencia imprescindible para educar. Parafraseandoa Descartes, Álex Rovira, se muestra brillante cuando
proclama: «Pienso, luego insisto». Perseverar, persistir y repetir hasta la saciedad son esenciales en cualquier
entrenamiento o formación, y desde luego para conseguir una auténtica trans-formación.
De acuerdo dirás, ya lo entiendo, la educación de nuestros hijos requiere perseverancia, persistencia,
insistencia, sí, pero… ¿Y la capacidad de visualización para qué?
Resuelve primero el «laberinto» y acto seguido lo comentamos:

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La vida es sueños

«Yo he vivido porque he soñado mucho».

Amado Nervo

Puesto que has llegado a esta frase, doy por hecho que felizmente has resuelto el laberinto. ¡Bienvenido a Educada
mente: Manual de Neuroeducación Positiva!

Se me antoja que pueden haber sucedido tres cosas:

1ª. Que lo hayas resuelto al primer intento. Felicidades: has elegido el camino correcto desde el principio por
intuición o suerte. Es verdad que no has tenido que echar mano de la persistencia, pero como la intuición y la suerte
no son, como veremos, casualidades, sino efectos, puedes darte con un canto en los dientes porque, al parecer, las
posees.
2ª. Has necesitado más de un intento. De eso se trataba. No desfallecer es, como hemos visto, una de las premisas
imprescindibles de la educación.
3ª. Que hayas hecho trampa y lo hayas resuelto empezando por la salida y construyendo el camino hacia atrás.
¡Enhorabuena! ¡Has empleado la estrategia ideal! Ya has aprendido la primera lección de este manual: los auténticos
educadores parten de una visión. Lo que les distingue es saber ver la luz al final del túnel, conocer el resultado de
antemano. Porque si en educación no sabemos a dónde vamos, lo más probable es que no lleguemos a «ninguna
parte». Cuando le preguntaban a Barbra Streisand cómo conseguía ser tan polifacética (cantante, actriz, directora…)
y cómo era capaz de hacer tantas cosas y, en general, tan bien, respondía: «Lo imagino terminado». En efecto, la
imaginación crea el futuro.
Parafraseando a Descartes («Pienso, luego existo»), a António Damásio («Siento, luego existo»), y al ya citado
Álex Rovira («Pienso, luego insisto») mi lema en la vida es «Sueño, luego existo».
Al teclear este epígrafe cuento 63 años. Me hago mayor bien cierto, pero presiento que solo envejeceré el
día que no sea capaz de concebir proyectos ilusionantes.
Para mí la vida es sueños, es decir, objetivos con alas.
Si aspiras a que tus hijos sean felices, inteligentes, buenos y creativos, empieza por el final. Visualízalos así.
En su libro, El código de la manifestación (Obelisco, 2017) Raimon Samsó aconseja lo siguiente: «Imagina tu ideal, tu
deseo, tu sueño, tu proyecto…vívidamente. Si quieres verlo en el mundo, tienes que imaginarlo antes en tu mente.

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Virtualízalo (…) Porque si no lo imaginas no estás creando el camino neuronal para llegar allí.»
Fue precisamente Raimon Samsó, en su excelente seminario Cita en la cima quien me sugirió este truco:
«Cuando escribas un libro, Quim –me aconsejó- imagínalo ya publicado; diseña una portada provisional, imprímela
y cuélgala en un lugar visible de tu escritorio.» Desde entonces lo hago siempre así. ¡Funciona!
Pues bien, en este preciso instante, con este epígrafe, estoy poniendo punto y final a un manuscrito que ya
aparece terminado en mi imaginación.
En ningún ámbito de la vida, ni en educación tampoco, es de recibo considerar el principio
maquiavélico de “El fin justifica los medios”. No todo vale, por supuesto. Es inadmisible en el ámbito de la formación,
por ejemplo, la máxima de que «La letra con sangre entra». Ahora bien, sí que es cierto y correcto que «El fin crea
los medios».
Si has llegado hasta aquí, estimado lector, y sobre todo si este libro te ha interesado por su leyenda, 101
consejos para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos, estás buscando medios para precisamente alcanzar este noble
fin.

CONSEJO Nº 2

Para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos empieza por soñarlos así. Visualízalos, con
todo lujo de detalles, tomando decisiones correctas, llevando a cabo actuaciones compasivas y
generosas, estando la mayor parte del tiempo alegres y esperanzados, y siempre con ganas de iniciar
proyectos ilusionantes y ser capaces de perseverar en aras de realizar cosas y acciones de valor.

La letra no debe entrar con sangre

«Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da el amor».

Denis Lord

Cuando preparaba mi tesis doctoral con mi director de tesis, el Dr. Jordi Garrido, tuve que hacerle caso en no incluir
la prueba «grafológica» de mi experimento. En efecto, la caligrafía de los 50 voluntarios que se reeducaron con el
método «grafotransformado»” había mejorado paralela y extraordinariamente a como lo hizo su manera de ser.
Pero para acreditar esto último me vi obligado a pedirles que cumplimentaran, al principio y al final del
entrenamiento, el test VIA de las 24 fortalezas de Martin Seligman. Así lo hicieron y la variación entre ambas
puntuaciones, dio cumplida cuenta de su muy significativa transformación en positivo.
La reticencia del Dr. Jordi Garrido radicaba en que la grafología resulta cuando menos controvertida en el
mundo científico, y temía (probablemente con razón) que los sesudos doctores que tenían que aceptar mi tesis, la
acabarían echando para atrás.
La tesis concebida con las recomendaciones de mi director, obtuvo una excelente acogida, y mi método de
Programación Neuro-Caligráfica (Método Kimmon ®) fue, en este sentido, científicamente refrendado, pero a mí
me quedó un sabor de boca agridulce.
Gusto decir que todo lo que enseño deseo que sea «verdad» en un doble sentido. En primer lugar, que
tenga una base científica. En segundo lugar, que funcione en la práctica.
Sin duda, ambas premisas habían quedado certificadas con mi experimento y mi posterior aceptación en el
colectivo de doctores, pero deseaba que la prueba grafológica, también obtuviese el refrendo del exigente y restrictivo
mundo científico.
Sin embargo, la letra no debe entrar con sangre, sino con inteligencia y sobre todo con conocimiento.
La bibliografía de mi investigación sobrepasaba con creces los 1.200 libros, además de infinidad de artículos
en revistas científicas, pero mi titulación universitaria de Economista y mi Máster en Sociedad de la Información y
del Conocimiento, no me ayudaban en el ámbito de la psicología y de la neurología, en el que se adscribía mi estudio.
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Nunca es tarde si la dicha es buena. En 2018, a mis cincuenta y ocho años, me titulé en Neuropsicología.
Estudié con sumo interés una bibliografía de 55 módulos y casi 10.000 páginas. El esfuerzo valió la pena: el
conocimiento estructurado aprendido, sumado al acervo de información adquirido a lo largo de más de 20 años de
investigación, a través de eclécticas lecturas, que van de la psicología a la neurología pasando sin complejos por la
autoayuda y las obras de desarrollo personal, me han permitido establecer las bases científicas de la Programación
Neuro-Caligráfica (PNC) que he ideado.
Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva es también la culminación de todo ese estudio y de toda la
experiencia adquirida con la implementación por parte de miles de alumnos de mi método «grafotransformador».

Manual de instrucciones para padres

«La educación es algo admirable, pero está bien recordar de vez en cuando que nada que merezca la pena saber puede ser enseñado».

Oscar Wilde

Con un imperdonable retraso leí el excelente libro, Educar en el asombro (Plataforma Editorial, 2012), de la
quebequense afincada en Barcelona, Catherine L’Ecuyer (una de las voces más respetadas en el mundo de la
educación, según «Actualidad Docente»). Lo leí 6 años y 22 ediciones después de su publicación inicial, pero más
vale tarde que nunca.
Se trata, sin duda, de un libro valiente, que se enfrenta a muchos mitos aceptados acríticamente por la
mayoría de los padres, y que se arriesga a contradecir las bondades de la tecnología en educación, sin miedo a
enfrentarse con las invisibles fuerzas del marketing, e incluso, a ser tildada de retrógrada.
Mi admiración por la autora y su obra no me impide discrepar en algunos puntos, y sobre todo me previene,
al menos en parte, de considerarme a mí mismo un gran educador, porque me veo en la obligación de confesar que
no lo he sido, y que no lo soy.
Y digo que me previene, porque en ocasiones se me antoja que L’Ecuyer se sitúa en un plano de
superioridad moral, en que es muy fácil encaramarse cuando uno escribe una manual de instrucciones sobre
educación. ¿Acaso no es eso lo que los lectores esperan de los autores?
Me refiero, por ejemplo, a pasajes como el siguiente:
«El otro día -cuenta Catherine L’Ecuyer- invitaron a mi hijo a una fiestade cumpleaños de un compañero
de su clase. No me lo podía creer. Los padres habían contratado a un catedrático para realizar experimentos
químicos para niños de ocho años. Ya se ve que el payaso ha pasado de moda…»
Mi madre siempre decía que cuando se tienen hijos, uno debe abstenerse de opinar sobre la crianza de los
vástagos de los demás, porque sus comentarios algún día pueden girarse en contra. Aún recuerdo como el reputado
psicólogo y excelente escritor Antoni Bolinches, rompió a llorar en mi programa Escuela de vida en Radio Nacional
de España en Catalunya, al confesar cómo había sufrido con uno de sus hijos, quien durante un tiempo anduvo por
un mal camino, a pesar de ser un padre considerado un experto en educación.
Confieso que en la crianza de mi hija he cometido muchos errores y que, como todo el mundo, he ido
aprendiendo sobre la marcha. Pero mi esposa y quien suscribe estas líneas, hemos acertado, al menos por el
momento, en el principio básico que nos guio: Marta, es hoy una joven con la cabeza bien amueblada, un corazón
enorme y que se siente eminentemente feliz.
Y es que en la Neuroeducación Positiva no hay recetas exactas. No se trata de matemáticas sino de estadística,
es decir, de aumentar las probabilidades de que pase algo, que se considera deseable, sin que exista la certeza de
conseguirlo. No hay verdades tautológicas, ni siquiera teoremas inapelables, sino unos escenarios que son más
aconsejables que otros. Y, desde luego, un único axioma: centrarse en lo positivo en lugar de intentar evitar lo
negativo.

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CONSEJO Nº 3

En Educar en las fortalezas (Alianza Editorial, 2019) la Dra. Lea Waters advierte que como madres y como
padres solemos centrar nuestra manera de educar en las debilidades e ignoramos la importancia de
desarrollar las fortalezas de nuestros hijos.
No eduques intentando soslayar las debilidades de tu hijo. Edúcalo centrándote y potenciando sus
puntos fuertes.

Nadie es perfecto

«La admisión de la ignorancia es a menudo el primer paso en nuestra educación».

Stephen R. Covey

En las próximas páginas, voy a intentar aprender cómo educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos, y me
complacería muchísimo que me acompañaras en este apasionante viaje investigador hacia el conocimiento.
Pero reconozcámoslo de entrada: la perfección no existe y, ni siquiera es deseable.
Si estás leyendo este libro, sin duda eres un padre o una madre (pre)ocupado por la educación de tus hijos,
o un maestro comprometido con la enseñanza de tus pupilos. Estoy convencido que esta no es la primera obra que
lees sobre el tema y, aunque aspiro a escribir un tratado definitivo, desde luego no será la última. Pero el día a día
de la crianza (¡qué voy a contarte que no se sepas ya!), no es para nada fácil: se pierden los estribos; no siempre se
miden las palabras; es casi imposible mantener la coherencia absoluta entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que
se hace; y no se puede controlar todo lo que sucede alrededor del niño (películas, publicidad, videojuegos,
compañeros de clase, profesores, etc.). Ni siquiera va a ser factible que los dos miembros de la pareja estéis siempre
completamente de acuerdo, o que los otros maestros del claustro sean exactamente del mismo parecer.
¿Cuántos padres han intentado educar a cada uno de sus hijos de una forma similar, y a la postre han criado
personas bien distintas?
¡Nadie es perfecto! Pero, ¿quién desea serlo?
Daniel J. Siegel y su ayudante Tina Payne Bryson en El cerebro afirmativo del niño: ayuda a tu hijo a ser más resiliente,
autónomo y creativo (Vergara, 2018) relatan el caso de una jovencita, Alanah, que «era meticulosa por naturaleza y que
tendía al perfeccionismo: padecía ansiedad en muchos aspectos de su vida.»
El perfeccionismo establece una relación biunívoca con el sentido del deber, y, como han constatado los
psicólogos, el deber es un virus que causa estrés y angustia. «Las enunciaciones ‘debería’ -advierte David Burns, en
su superventas, Sentirse bien: una nueva terapia contra las depresiones (Paidós, 1990)- generan muchos trastornos
emocionales innecesarios en la vida diaria.»
No estoy diciendo que rehuyamos de nuestra responsabilidad ni, por descontado, que eduquemos hijos
irresponsables. No se trata de eso. Sin embargo, un padre o una madre preocupados por una educación perfecta de
su hijo, obsesionados porque ingiera en todo momento alimentos saludables, porque cumpla unos horarios estrictos,
para que no se salte ni un día ninguna de sus actividades extraescolares, o para que saque siempre las mejoras notas,
se convertirán en unas personas ansiosas que criarán niños estresados y, en consecuencia, infelices.
Te propongo, pues, que leas primero este libro de cabo a rabo, y que, una vez finalizada su lectura, lo olvides.
Deja que sus ideas y sugerencias vayan incubando en tu inconsciente, y luego actúa con tus hijos gracias a tu instinto
educado. Revisa periódicamente (por ejemplo, cada seis meses), el apartado en el que hablo del cómo educar niños felices,
inteligentes, buenos y creativos, y ves ampliando tu sentido común.
Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva va de esto. Aunque encontrarás en él un sinfín de consejos,
siempre basados en rigurosos estudios científicos, lo mejor es captar su música por encima de lo que dice su letra.
Embébete de su esencia y pasa de largo de su literalidad.
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Y con tus hijos haz lo mismo. Solo así aumentarás las probabilidades de que lleguen a ser felices,
inteligentes, buenos, y creativos.

CONSEJO Nº 6

Lee Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva de cabo a rabo, sin tomar notas. En el libro El
cerebro afirmativo del niño: ayuda a tu hijo a ser más resiliente, autónomo y creativo, cuyo autor principal
es el Dr. Daniel J. Siegel, especialista mundial en educación infantil, aparece un apéndice-resumen cuyo
título reza ¡«Hoja para la nevera!» (sic).
¡Ni se te ocurra hacerte post-it con ninguno de los 101 consejos que contiene el presente libro!
Como te mostraré en las próximas páginas, el mejor conocimiento es el inconsciente.
Cuando termines la lectura de este libro, ciérralo y sigue actuando con tu sentido común.
He escrito Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva para ayudarte (y ayudarme) a
ampliar y a mejorar tu (y mi) sentido común. No lo apliques al pie de la letra.
No olvides que los autores de obras de crianza solo tenemos la experiencia de haber intentado educar
a una muestra axiomáticamente pequeña y para nada significativa de niños: nuestros hijos. Incluso hay
grandes pensadores en este ámbito que ¡ni siquiera han sido padres o madres!
Como te he sugerido más arriba, relee, más o menos cada seis meses, los 101 consejos para educar
hijos felices, inteligentes, buenos y creativos, y, en especial, el apartado en el que explico «El cómo».
Y, desde luego sigue documentándote con los libros que aparecen en la bibliografía, en especial
los más recientes y actuales, o con las novedades que sin duda se irán editando.

Se aprende desde el amor, no desde el miedo

«La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón».

Howard G. Hendricks

En su gran libro, Neuroeducación (Alianza Editorial, 2013), Francisco Mora se refiere a la importancia de las
emociones en el proceso educativo, en general, y en el del aprendizaje en concreto. Afirma, por ejemplo, que «solo
se puede aprender aquello que se ama». Y, en este sentido, cuenta que «el cerebro límbico y el tronco encéfalo, y en
ellos, principalmente, la corteza prefrontal orbitaria, amígdala, hipocampo, hipotálamo y la sustancia reticular
activadora ascendente, son las dos grandes áreas cerebrales que albergan los circuitos neuronales que codifican la
emoción.» Añade que las emociones encienden y mantienen la curiosidad y la atención y que son básicas para la
memoria.
Debemos tener presente que re-cor-dar etimológicamente proviene de corazón, y que, en inglés, aprender de
memoria puede decirse Learn by heart.
Cuando se educa desde el miedo, y los padres e incluso los profesores, sin a menudo darnos cuenta, solemos
hacerlo , generamos estrés en nuestros hijos y alumnos, lo que provoca en el niño una sensación oprimente de
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agobio mental inconsciente duradero en el tiempo. Francisco Mora se refiere a esta situación como «apagón
emocional».
En los años 60 del siglo pasado, el psicólogo estadounidense Harry Harlow realizó un experimento
éticamente controvertido con monos macaco: separó algunas crías de sus madres y las recluyó en jaulas, que
contenían dos artilugios. Uno de ellos era una estructura de alambre con un biberón lleno incorporado, y la otra era
una figura similar a un macaco adulto, recubierto con felpa suave, pero sin biberón. Ambos artefactos, a su manera,

10 Reconozca el querido lector que alguna vez ha dicho, o al menos ha pensado, la siguiente frase inquisitoria: «si no estudias serás un fracasado en la vida.»
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emulaban a una madre, aunque la naturaleza de lo que le podían ofrecer a la cría era muy diferente. Pues bien, los
macacos recién nacidos prefirieron agarrarse a la «madre acogedora» de trapo, que no a la «madre proveedora» de
alimento.
La madre de alambre y trapo parecía proporcionar una sensación de seguridad que resultaba determinante
para que los pequeños macacos se decidiesen a emprender ciertas tareas por propia iniciativa e incluso se abrazaban
a ella cuando sentían temor. Así, en los momentos en los que se introducía algún cambio en el entorno que generaba
estrés, las crías corrían al regazo del muñeco suave.
Sometidos a ciertos test que, de alguna manera, medían su inteligencia, los macacos faltos del afecto materno
obtuvieron resultados muy pobres. En cambio, puestos en contacto durante un período de tiempo suficiente con
monos adultos amorosos, esos mismos macacos aumentaron significativamente su puntuación.

La importancia del afecto en la educación y en el aprendizaje

«Jamás en la vida encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada ni verdadera que la de vuestra madre».

Honoré de Balzac

El Dr. Mario Alonso Puig, en Tus tres superpoderes (Espasa, 2021), también se hace eco del experimento de Harry
Harlow, y aporta un dato científico de sumo interés: «Existen en los macacos, al igual que en los humanos, una serie
de genes que están involucrados en factores como la conducta social, la expresión de la inteligencia y la actividad
del sistema de defensa o sistema inmune. En aquellos macacos que no habían recibido afecto, estos genes estaban
bloqueados con un grupo metilo y, por tanto, no se expresaban. Por eso esos macacos eran agresivos, torpes y
padecían múltiples infecciones. Las muestras de sangre que se obtuvieron después de que estos macacos privados del
afecto hubieran pasado un tiempo con una pareja de monos cercanos y cariñosos, mostraron que aquellos genes se
habían reactivado, perdiendo el grupo metilo que los tenía bloqueados. Por eso los macacos se volvieron más
sociables, mostraron conductas más inteligentes y, además, combatieron mucho mejor las infecciones».
Y concluye: «No cabe duda de que esos mecanismos epigenéticos que controlan la activación y
desactivación de los genes responden a mediadores químicos que se liberan en la sangre en presencia de afecto, la
cercanía y la inclusión.»
Cuando estaba a punto de ser padre, un amigo mío me dio un consejo simple que me fue y me está siendo
todavía hoy muy útil: «Si quieres educar bien a tu hija, en primer lugar, ámate mucho a ti mismo; en segundo lugar,
ama muchísimo a tu esposa; y finalmente ama a tu hija por encima de todas las cosas». Me hizo notar que el orden
de prioridades no era baladí. Para educar correctamente es primordial el amor propio; también es fundamental
conciliar valores y proyecto de vida con la pareja; y, por descontado, es imprescindible querer a los niños y a las
niñas con todas las fuerzas.

CONSEJO Nº 5

Se educa desde el amor. Para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos empieza en primer
lugar por quererte a ti mismo. En segundo lugar, ama a tu pareja con todas tus fuerzas. Y, por último,
adora a tus hijos. Pero no olvides jamás que la jerarquización, así como la intensidad del verbo, son la
clave.

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¿QUÉ?

«El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira».

William Arthur Ward

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La fórmula del éxito en educación

E = (C+H) X A
Víctor Küppers

Según la fórmula del éxito que suele emplear el gran comunicador Víctor küppers, expuesta en el recibidor de este
epígrafe, en el nivel de éxito a alcanzar (E), el conocimiento (C) y las habilidades (H) suman, pero la actitud (A)
multiplica, erigiéndose de esta manera en el factor clave.
He adaptado la fórmula de Küppers al ámbito de la educación

E = (C+H) X P
Donde la «P» designa la personalidad, porque estoy convencido que la actitud, una actitud positiva se
entiende, es consecuencia de una determinada manera de ser.
Me gusta pensar que mis libros, pero también mis talleres, seminarios y entrenamientos siguen al pie de la
letra (y nunca mejor dicho) esta ecuación.
En la primera parte de los mismos, expongo o imparto «conocimiento». En el caso concreto mis talleres:
los principios científicos de la PNC.
En la segunda, propongo herramientas grafológicas que doten a los asistentes de alguna «habilidad»
novedosa, por ejemplo, aprender a calibrar si una terapia concreta surge el efecto deseado en el paciente; si remite
la ansiedad; si se supera una eventual depresión; etc.
Y me gusta finalizar proponiendo una (grafo)transformación del carácter, que es el componente educable de
la «personalidad».

CONSEJO Nº 6

Para educar hijos inteligentes, felices, buenos y creativos, la clave es educar sobre todo su manera de
ser.

Encantado de conocerte

«En cada uno de nosotros hay otro al que no conocemos».

Carl Jung

Hay un sesgo importante entre cómo somos y cómo pensamos que somos.
Todos tenemos un conocido que no sabe respetar la distancia personal con los demás y que, sin darse cuenta,
se acerca demasiado para hablarles. O, un amigo servicial, generoso y altruista, siempre presto a hacer favores, pero
que no se calla ni bajo el agua, lo que lo convierte en un «pesado». O, un vecino que cuando te lo encuentras en el
ascensor, no para de quejarse: unos días porque hace un frío que pela; otros porque hace un calor que no se puede
aguantar; o, porque llueve, o, porque es lunes, o...
Estas personas sufren en silencio el rechazo de los demás, sin averiguar por qué la gente se aleja de ellos.
Cometen errores sociales inconscientes, y por más que se esfuerzan en caer bien, nadie los aguanta. Algunos hasta
llegan a la conclusión que la culpa de todo es su manera de ser, pero ¡Qué se le va a hacer! «Soy así, y no puedo
cambiar».

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Hay una desconexión significativa entre aquello de lo que somos conscientes y aquello de lo que no. Sucede
algo parecido a los gráficos de longitudes de ondas electromagnéticas, que van de menos a mayor amplitud:
únicamente vemos un pequeño porcentaje de esas ondas (el espectro visible), pero el resto (las infrarrojas, los rayos
X, las ultravioletas, etc.), permanece oculto a nosotros.
Y el tanto por ciento de nuestra personalidad que no atisbamos no es menor, sino todo lo contrario. Hasta
el punto que se calcula que ¡el 95% de nuestras acciones son llevadas a cabo sin pensar!
Basta ir de viaje a un país de una cultura suficientemente distinta de la nuestra, para ver hasta qué punto
somos torpes en sus convenciones sociales, puesto que las nuestras las damos por sentadas. Sin ir más lejos, la
primera vez que visité Londres, casi me atropellan en diversas ocasiones al cruzar la calle, porque sin darme cuenta
observaba el tráfico al revés de cómo se circula allí.

CONSEJO Nº 7

En un 95% la manera de ser de tu hijo a él le pasa desapercibida. Te va a servir de muy poco intentar
hacerle cambiar conscientemente aquello que no ve. No te desanimes y, por encima de todo, no te
desesperes. Recriminarle, abroncarle, reñirle, etc. te va a servir de bien poco cuando él simplemente no
se da cuenta. Eso no significa que cuando sus acciones sean incorrectas no se lo hagas saber de forma
clara y rotunda. Descalifica el acto, pero concéntrate en educar a la persona.

Ahora bien, del mismo modo, que la ciencia ha conseguido captar las ondas que nos pasan a simple vista
desapercibidas, mediante la grafología, por ejemplo, se pueden evaluar los procesos mentales inconscientes, puesto
que, como he afirmado en múltiples ocasiones, «la letra es el espejo público del alma». Y, a mi modo de entender,
lo hace de una forma más fiable que los test psicotécnicos, en los que, a menudo, en lugar de contestar lo que somos,
plasmamos lo que nos gustaría ser. No es que mintamos. Es que nos autoengañamos con suma facilidad.

Conocimiento implícito

«Más vale el buen nombre que las muchas riquezas».

Miguel de Cervantes

Es paradigmático lo que dice nuestra firma de nuestro «yo oculto».


John Bargh es un egregio psicólogo social, considerado el experto número uno mundial en el tema del
inconsciente, que después de una larga y exitosa carrera científica, se decidió a publicar en 2018 su primer libro de
divulgación: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? (Penguin Random House, 2018), en el que expone el compendio de
conocimiento que posee sobre el denominado Nuevo Inconsciente.
En uno de los pasajes emblemáticos de la obra, Bargh, hace referencia a la anécdota del neurólogo Édouard
Claparède en relación al síndrome de Korsakoff. Las personas que padecen esta patología solo recuerdan lo sucedido
en los últimos quince minutos, y no conservan ningún recuerdo de todo lo anterior.
Una paciente de 47 años aquejada de este tipo de amnesia, visitaba diariamente al mencionado doctor, sin
acordarse de que ya había estado ahí, y creyendo que le veía por primera vez. Un día, al tenderle la mano, Claparède,
escondía una chincheta pegada en su palma, de modo que al saludarle la señora se pinchó.
Lo interesante se produjo en la despedida: la paciente fue a tender la mano hacia él, pero justo antes del
apretón, la retiró. La mujer no recordaba lo sucedido, pero un conocimiento inconsciente la previno. «En otras
palabras -puntualiza John Bargh-, su memoria ejercía un efecto implícito en su conducta, en ausencia de su memoria
explícita y a falta de cualquier recuerdo consciente del doloroso apretón de manos previo.»

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Los neurocientíficos coinciden en considerar que la etapa de 0 a 3 años es crucial para la formación del
carácter del futuro adulto, y, sin embargo, dada la poda neuronal que lleva a cabo nuestro cerebro al final de esta época,
resulta imposible guardar recuerdo alguno de ese período tan importante de nuestra vida. Hemos aprendido a andar
y hablar e ignoramos cómo hemos adquirido esos conocimientos implícitos. Los poseemos desde que «tenemos
uso de razón».
«Estos pasados olvidados -afirma Bargh, en otro pasaje muy interesante del libro- pueden ser una bendición
además de una maldición (…) Lo que estamos debatiendo aquí, en esencia, es la crianza como opuesta a la
naturaleza, es decir lo adquirido frente a lo innato (…) Llegamos a ser lo que somos no solo a través de nuestro
ADN, ni solo a través de nuestro entorno, sino mediante la interacción de ambos. Esta interacción entre genes y
experiencia, entre nuestro olvidado evolutivo y nuestro pasado de los primeros años, es nuestro destino personal.»
Un ejemplo muy interesante se da en el denominado Efecto ‘Coactail party’ mediante el que, en medio de un
barullo, por ejemplo, en una fiesta, de pronto escuchamos nuestro nombre.
¿Por qué nuestro nombre y ninguna otra cosa? Procesamos de manera absolutamente automática todo
aquello relacionado con nuestro autoconcepto sin saberlo.
El nombre es la piedra angular del autoconcepto. De ahí la importancia de nuestra firma, en este sentido.

Egoísmo implícito

«Casi todas las experiencias permanecen ocultas a la conciencia, y, sin embargo, su efecto es significativo y otorga validez a su experiencia
anterior».

Hermann Ebbinghaus

En Incógnito (Anagrama, 2013) el gran neurocientífico David Eagleman, remarca esta ignorada relación que
mantenemos los humanos con nuestro nombre (e insisto, en consecuencia, con nuestra firma), a través de un
fenómeno denominado Egoísmo implícito: «La gente tiende a amar su propio reflejo en los demás -constata Eagleman-
. Los psicólogos lo interpretan como un inconsciente amor hacia uno mismo».
Es decir, la rúbrica, puede emplearse para evaluar el amor propio de quien la realiza. Pero no solo para eso.
Como vengo sosteniendo libro tras libro desde que en 2010 publiqué mi primera obra de desarrollo personal,
Buenos días y buena letra, nuestro inconsciente es reeducable en aquella parte que, como afirma Bargh, no procede de
nuestro ADN, sino de la crianza recibida. Y es evidente que nuestro nombre (que todos hemos escuchado desde
que éramos un feto en el vientre de nuestra madre), no es genético sino aprendido. Del mismo modo que nuestro
autoconcepto no es heredado sino adquirido, en edades tan tempranas, eso sí, que hemos olvidado cómo se produjo,
pero cuyos efectos implícitos están ahí. Para lo bueno y lo malo.
Cuando en la firma nos tachamos, o solo escribimos las iniciales, o la escritura simplemente resulta ilegible,
actuamos como la paciente del Dr. Édouard Claparède, antes citada, que en el momento de despedirse retiraba la
mano pues, sin saber por qué, quería olvidar el dolor que presentía iba sufrir.
Lo mejor es lo que respondió la señora cuando el médico suizo le preguntó por qué no le daba la mano
como siempre: «¿Es que una no tiene derecho a retirar la mano?»
«Incapaz de explicar su intuición -concluye John Bargh- solo dio una explicación vaga.»
Justo es eso lo que hacen mis clientes (prefiero llamarles alumnos) de Coaching Neuro-Caligráfico cuando
los conmino a que me cuenten el porqué de su rúbrica, ya que suelen responder «Es que mi nombre es muy largo»
o «Es que mi apellido es muy vulgar», …
Si inconscientemente tu «yo» te duele te sugiero que cambies tu firma.
Si sientes curiosidad ahora mismo, te sugiero que hagas un alto en el camino y acudas, sin más dilación, al
capítulo Caligrafía Positiva donde te enseño a rediseñar tu rúbrica.

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CONSEJO Nº 8

Sugiéreles a tus hijos que siempre que escriban a mano coloquen el papel de la siguiente forma, y que sujeten
el lápiz o el bolígrafo como indica la tercera figura:

CONSEJO Nº 9

Vigila cómo firma tu hijo. Recuerda que una rúbrica ilegible, oculta su «yo». Lo ningunea. Denota una
baja autoestima e introversión: complejos que preferiría ocultar a los ojos de los demás.

Cambia tu firma y transforma tu vida.

«Bien hecho es mejor que bien dicho».

Benjamin Franklin

¿Has cambiado ya tu firma tal como sugiero en el capítulo citado?


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Te advierto que suele ocurrir que la nueva rúbrica propuesta no te acabe de convencer, o incluso que ni
siquiera te parezca una auténtica firma.
Si no te complace esta nueva manera de firmar, en donde apareces tú de forma clara, diáfana y
transparente, siento decirte, estimado lector, que en realidad el problema radica en que ¡inconscientemente no te
gustas!
Estás contemplando tu «alma» desnuda frente al espejo y hay cosas que no te acaban de agradar. Son
complejos adolescentes. Manías. Creencias limitantes. Reconcíliate contigo mismo. Autoacéptate. No hay nadie más
en el mundo que tenga tu misma letra, porque no hay otro ser sobre la faz de la Tierra que sea como tú. ¡Eres único!
Pero, aun no has ganado la guerra contra tu peor enemigo. Tú mismo. No habrás vencido hasta que esta
nueva firma sea tu firma definitiva.
Recuerda que la ecuación del éxito «C» (conocimiento) y «H» (habilidad sumaban, pero la «P» (personalidad)
¡multiplicaba! No hay que ser un experto en matemáticas para saber que algo por cero es cero. De manera que, de nada
habrá servido todo lo que has aprendido hasta ahora, si la (grafo)transformación de tu personalidad es nula.
Es decir, de nada sirve saberlo si no practicas hasta que seas capaz de concebir tu nueva firma con los ganglios
basales11 de tu cerebro, es decir, automáticamente; y que, para escribir la antigua, la tengas que recordar, porque ya no
es espontánea, del modo en que lo es ahora.
Te preguntarás qué tienes que hacer a partir de ahora con tu nueva firma. Muy fácil, repetirla 10 veces cada
día un mínimo de cuatro semanas, o, en todo caso, hasta que cuando vayas a firmar, sin darte cuenta, ya lo lleves a cabo
con esta nueva rúbrica.
Entonces y solo entonces tú mente se habrá transformado y, en consecuencia, tu personalidad habrá
mejorado: te querrás más; te gustarás más; te aceptarás más. O lo que es lo mismo, aunque no lo parezca: te querrán
más; gustarás más; y te aceptarán más. Y, sobre todo, notarás que los demás confían mucho más en ti porque te ven
muy seguro de ti mismo. Y es que hasta tu postura corporal y tu manera de andar habrán cambiado. Espalda erguida.
Paso firme. Ademanes ágiles.
Ahora mismo, estimado lector, intuyo tu cara de asombro, o incluso de incredulidad. Tal vez, estarás
pensando: ¡Vaya, otro gurú del tres al cuarto vendiendo magia barata!
No te lo reprocho. Solo te sugiero que acudas a mi tesis doctoral12 para constatar el carácter científico de
lo que te he expuesto más arriba.

CONSEJO Nº 10

Para experimentar una auténtica transformación personal no basta con que simplemente adoptes una
nueva firma de cara a la galería. Debes repetirla cada día un mínimo de 10 veces diarias hasta que se
convierta de verdad en tu nueva rúbrica. En cuanto seas capaz de hacerlo sin pensar el cambio en tu
mente inconsciente, y por lo tanto en tu vida, ya se habrá producido.

11 Los ganglios basales son grandes estructuras neuronales subcorticales que forman un circuito de núcleos interconectados entre sí cuya función es la iniciación
e integración del movimiento. Reciben información de la corteza cerebral y del tronco del encéfalo, la procesan y proyectan de nuevo a la corteza, al tronco y
a la médula espinal para contribuir así a la coordinación del movimiento. La función de los ganglios basales es refinar los movimientos voluntarios, por ejemplo,
los que permiten escribir a mano. Son la sede de nuestros hábitos, y de todo aquello que hemos aprendido a llevar a cabo sin pensar: andar en bicicleta o
conducir por trayectos conocidos.
Tu anterior firma la concebías con los ganglios basales, porque la tenías interiorizada. La nueva, la estás realizando ahora con la corteza cerebral (la
parte exterior de tu cerebro), porque la tienes que pensar. Cuando la automatices (repitiéndola un mínimo de 10 veces diarias durante 28 días), se habrá
convertido ya en tu firma, que reflejará tu forma de ser transformada.
12 https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/133081/Tesi_Joaquim_Valls%20i%20Morat%F3.pdf;jsessionid=4CA1EFFE9BE66692125E0D46D1144

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Arquitectos de interiores psíquicos

«La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser».

Hesíodo

Pero volvamos a la fórmula del éxito estudiada más arriba:

E = (C+H) X P

Donde, recuerda, «E» simbolizaba el nivel de éxito a alcanzar, «C» representaba el conocimiento, «H» las
habilidades, y «P» designaba la personalidad.
En nuestra sociedad, precisamente, denominada del Conocimiento, éste es sin duda muy importante, pero,
aun así, todos hemos sufrido un profesor o una profesora de matemáticas, que sabía mucho, pero que no sabía
enseñar. Es decir, poseía el conocimiento de la asignatura, pero carecía de la habilidad necesaria para transmitirla.
Ahora bien, ¿cuál es la mejor manera de educar el carácter? ¿Basta con cambiar la firma? ¿Qué debemos
hacer para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos?
Etimológicamente «educar» se relaciona con dos términos latinos. En primer lugar, educare: criar, cuidar,
instruir, formar, aumentar…En segundo lugar, educere: extraer, avanzar, elevar… Conceptos ambos que nos hacen
pensar en que educar es llevar a las personas a la frontera de su nivel potencial, es decir al máximo de sus posibilidades.
Una buena educación consistiría entonces (tal como indica el poeta de la antigua Grecia Hesíodo en la cita
que encabeza este epígrafe), en sacar de cada uno lo mejor de sí, que no es poco, pero que nos condenaría a un
eventual y falaz determinismo genético. Cada persona podría mejorar hasta el límite de su capacidad innata. Por
ejemplo, podría memorizar hasta saturar su almacén de recuerdos.
Sin embargo, del mismo modo que veremos que la memoria no es un compartimento estanco, la
inteligencia tampoco.
Si el cerebro, como señala el psiquiatra estadounidense Norman Doige, es capaz de cambiarse a sí mismo13,
la mente tiene la facultad de autoconstruirse, es decir, de ir allende sus fronteras actuales. Tal vez no sea infinita,
como defienden algunos autores sensacionalistas, pero sí puede ampliarse indefinidamente mediante aprendizaje y
adiestramiento.
Educar no sería en este sentido tan sólo conseguir el perfeccionamiento de las capacidades propiamente
humanas, sino además ayudar a cada persona a descubrir su «yo» ideal, y a diseñar un proyecto vital para alcanzarlo,
a partir de construirse un entramado psíquico que le procure esquemas emocionales funcionales, y el desarrollo de
su inteligencia para solucionar de un modo idóneo los problemas existenciales a los que tenga que enfrentarse.
Como es sabido, la personalidad de nuestros hijos tiene dos componentes fundamentales: el temperamento
(de herencia genética); y el carácter que es aprendido y que puede llegar a ser elegido.
Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, parte de la siguiente premisa: los padres y los profesores no
debemos permitir que el aprendizaje del carácter de nuestros vástagos se produzca al azar, sino que debemos
erigirnos en verdaderos arquitectos de interiores psíquicos en aras de amueblar su mente para que consigan alcanzar
un carácter elegido. Si bien es muy cierto que los niños no vienen al mundo con un manual de instrucciones, el presente
texto ha sido escrito con la voluntad de convertirse en una especie de libro de cabecera, una guía que, sin embargo,
representa un giro de 180º con respecto a todas las obras publicadas sobre el tema.

13 El cerebro que se cambia a si mismo (Editorial Aguilar, 2008)

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CONSEJO Nº 11

Recuerda que la clave de la crianza es educar hijos de buen carácter. No lo dejes al azar ni lo delegues.
Es tu máxima responsabilidad como padre o madre.

El carácter ideal

«El carácter de cada hombre es el árbitro de su fortuna».


Publio Siro

En mi anterior libro, Manual Mente, describí el «retrato robot” de las personas que alcanzan una vida plena: seres
humanos felices, inteligentes, buenos y creativos (hablaré de ello de nuevo más adelante).
En el libro El cerebro infantil: la gran oportunidad (Ariel, 2011) de José Antonio Marina: aparece el siguiente
comentario: «Creo que es posible ponernos de acuerdo en lo que consideraríamos un buen carácter. Elijamos entre
las siguientes alternativas:

 Seguridad frente a inseguridad


 Valentía frente a miedo
 Optimismo frente a pesimismo
 Autoestima frente a autodesprecio
 Actividad frente a pasividad
 Alegría frente a tristeza
 Sociabilidad frente a insociabilidad
 Empatía frente a autismo afectivo
 Compasión frente a inhumanidad
 Estabilidad emocional frente a inestabilidad
 Resistencia frente a vulnerabilidad»

«Creo -continúa diciendo Marina- que todos elegiríamos el primer término de la alternativa.»
Sin embargo, la cuestión previa a formularse es si padres y profesores tenemos la posibilidad de, si no de
determinar, al menos predisponer, que nuestros hijos se parezcan cuanto más mejor a la citada primera columna
del inventario anterior. Y, ya puestos, la pregunta del millón consistiría en, caso de que la respuesta a cuestión inicial
planteada fuese afirmativa, ¿Cómo podemos hacerlo?
Dejemos que el propio filósofo, José Antonio Marina, responda en el siguiente epígrafe de forma
esperanzadora, pero realista, a la primera pregunta y, estimado lector, permíteme que dedique el resto de este manual
a responder a la segunda.

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CONSEJO Nº 12

El carácter ideal de nuestros hijos, si de verdad queremos que sean seres seguros de sí mismos, valientes,
optimistas, dotados de una buena autoestima, activos, alegres, sociables, empáticos, compasivos,
emocionalmente estables y resilientes, tiene nueve componentes que se pueden aprender y entrenar:
1) Buen autoconcepto
2) Optimismo
3) Perseverancia
4) Buena gestión emocional
5) Extraversión
6) Empatía
7) Proactividad
8) Paciencia
9) Y gratitud

Biología y cultura

«El carácter no está cortado en mármol; no es algo sólido e inalterable. Es algo vivo y cambiante».

George Eliot

En este sentido, Marina afirma que: «El temperamento de cada niño favorece más la adquisición de unos hábitos
que de otros, pero las influencias del entorno pueden cambiar, fortalecer o inhibir algunas de estas respuestas innatas
(...) La educación va contracorriente, se opone a la ley de la gravedad que dice que todo va a caer, para enarbolar la
bandera de la superación.»
Somos producto de la genética (el temperamento) y de la educación y de la cultura (el carácter). Nuestros
hijos nacen con predisposiciones heredadas que van a condicionar, pero en ningún caso determinar, su manera de
ser. Los padres tenemos el derecho y la responsabilidad de ayudar a nuestros hijos a que tengan una personalidad
alegre, animosa, creativa, sociable, firme, etc.
Al igual que a la humanidad le costó cientos de miles de años idear una tecnología, como la del avión, que
fuera capaz de vencer la ley de la gravedad, en estos momentos estamos consiguiendo entender cómo funciona
nuestra mente para elevar la manera de ser de nuestros hijos, insisto una vez más, en aras de que sean felices,
inteligentes, buenos y creativos.
¡He aquí el gran reto educativo!
Orville y Wilbur Wright consiguieron volar en los albores del siglo XX porque añadieron algo más.
Muchos investigadores habían estado a punto de inventar el avión antes de los hermanos Wright, quienes
utilizaron los mismos principios que habían empleado los emprendedores que les precedieron. Pero ellos
añadieron...algo más. Crearon una nueva combinación. Y alcanzaron el éxito allí donde otros habían fracasado.
Ajustaron unas planchas móviles de un diseño especial a los bordes de las alas para que el piloto pudiera controlarlas
y conservar así el equilibrio del aparato. Estas planchas fueron las precursoras del moderno alerón.
Cuando nos hallamos en el umbral del éxito sin poder franquearlo, debemos tratar de añadir algo más.
Los investigadores de la neuroeducación se han percatado que la mayoría de los métodos pedagógicos
tradicionales no funcionan. Estimado lector te veo ahora mismo exclamando «¡Vaya novedad!». Y, en efecto, ya hace

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un montón de años que casi todo el mundo ha llegado al mismo diagnóstico, sin necesidad de ser un científico. Sin
embargo, los citados investigadores no van más allá: la mayoría de las nuevas propuestas educativas, como el propio
Marina constata en una obra ya citada, El bosque pedagógico (Ariel, 2017), tampoco acaban de resolver el problema,
puesto que se olvidan del Inconsciente.
Pues bien, ese algo más para que la educación fuera más completa, apareció de pronto en mi mente en 2007:
idear una Nueva Caligrafía que reflejara y, en consecuencia, mostrara, las características de la personalidad de las
personas de vida plena, para que además de permitir enseñar lectoescritura, posibilitase, simultáneamente, mejorar
la Inteligencia Emocional de los niños.

Nuevo Inconsciente

«Una de las funciones de la consciencia es seleccionar comportamientos que puedan automatizarse y volverse inconscientes».

John Bargh

Nuestro cerebro por término medio representa el 2% de nuestro peso total, y sin embargo consume el 20% de la
energía que generamos. Es, por consiguiente, un despilfarrador. Una quinta parte del agua que bebemos, del
oxígeno que respiramos, de la comida que engullimos, del sol que tomamos, etc., es aparentemente malgastado por
este pequeño órgano que culmina nuestro cuerpo. Por ello, evolutivamente hemos aprendido a ahorrar parte de esa
energía automatizando la mayoría de los procesos. ¿O acaso no sueles seguir las mismas rutinas matinales? ¿O no
te sientas siempre en la misma silla de la cocina o del comedor? ¿O no te reservas tu espacio en el sofá familiar, y
duermes el mismo lado de la cama? Casi todo lo que hacemos tiene un origen inconsciente. Pero ¡ojo! no sólo esos
pequeños hábitos cotidianos, también muchas de las decisiones importantes que tomamos en nuestra vida, sin que
nos enteremos, también son inconscientes.
Timothy D. Wilson en su libro Strangers to Ourselves («Extraños a nosotros mismos») -Belknap Press, 2004-
, afirma que: «La mente actúa con más eficacia relegando al inconsciente gran cantidad de pensamientos elaborados
de alto nivel, igual que un reactor moderno vuela sirviéndose del piloto automático, con escasa o nula intervención
del piloto humano ‘consciente’. El inconsciente adaptativo se las arregla estupendamente para hacerse una
composición de lugar de lo que nos rodea, advertirnos de peligros, establecer metas e iniciar acciones de forma
elaborada y eficaz.»
¿A qué refiere este autor al hablar de «inconsciente adaptativo»? A aquella parte del cerebro que extrae
conclusiones en un brevísimo espacio de tiempo (que puede ser de tan solo dos segundos).
No debe confundirse con el subconsciente descrito por Sigmund Freud, un lugar oscuro y tenebroso
ocupado por deseos, recuerdos, fantasías tan perturbadoras que se mantienen ocultos a nuestra mente consciente.
Mi primera agente literario, Lídia Bayona, poco antes de conseguir que se publicase mi ópera prima, estuvo
a punto de morir aplastada por una barra de hierro que le cayó desde un andamio, cuando acudía a una cita conmigo
y el editor interesado: «Aún ahora no sé cómo la he esquivado, Quim -me dijo todavía aturdida por el susto, mientras
subíamos en el ascensor-. No la he visto caer. Simplemente he sentido que mi cuerpo se lanzaba a un lado de la
calle.» Una reacción instantánea, y para nada deliberada, ¡le había salvado la vida!
Si los seres humanos hemos logrado sobrevivir tanto tiempo como especie ha sido gracias a que hemos
desarrollado una mente capaz de tomar decisiones inmediatas sin necesidad de plantearse conscientemente diversas
opciones.
Es posible que esta parte del texto te esté incomodando, porque somos muy celosos de nuestro libre
albedrío. Nos gusta pensar que las decisiones que tomamos son racionales y conscientes. De alguna manera somos
herederos de René Descartes y su famosísimo cogito ergo sum. Y lo que todavía es más perjudicial, de Sigmund Freud
que ha secuestrado y criminalizado el concepto de Inconsciente, al que este médico neurólogo vienés describía
como un hirviente caldero de complejos inadecuados que nos complican la vida y nos hacen sufrir, y que -como
afirma, no sin sentido del humor, John Bargh en su ya citado libro divulgativo ¿Por qué hacemos lo que hacemos? «solo

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pueden ser superados con la intervención de la mente consciente (con la ayuda de un buen psiquiatra, por
descontado).»
Es decir, se ha impuesto la idea de que lo consciente es «bueno», y lo no consciente es «malo».
Recelamos, por ejemplo, de la inconsciencia de los adolescentes, debida a la inmadurez de sus lóbulos
prefrontales, y los padres y educadores ambicionamos erigirnos en discos duros externos y complementarios de sus
cabezas desamuebladas. Hasta cierto punto acertamos en el diagnóstico, pero andamos muy perdidos en la estrategia.
«Lo primero que aprendemos al estudiar nuestros propios circuitos -constata el neurocientífico David
Eagleman en su excelente libro ya citado- es una lección muy simple: casi todo lo que hacemos, pensamos y
sentimos no está bajo nuestro control consciente. Los inmensos laberintos neuronales aplican sus propios
programas. El tú consciente -ese yo que poco a poco vuelve a la vida cuando se despierta por la mañana- es el
fragmento más pequeño de lo que ocurre en tu cerebro. Aunque dependemos del funcionamiento del cerebro para
nuestras vidas interiores, él actúa por su cuenta».

Arriba y abajo

« La mayor parte de las decisiones que se toman tienen un responsable: el inconsciente».


Eduard Punset

Nuestro cerebro posee dos sistemas mentales relativamente separados. El primero funciona de abajo arriba. Tiene un
gran poder computacional y rumía continuamente sin que nosotros lo sepamos sobre las decisiones complejas que
debemos tomar y los problemas que nos acechan, hasta que de pronto, especialmente si estamos distraídos y
relajados (por ejemplo, tomando un baño), se produce el insight y literalmente sentimos cuál es el mejor camino a tomar
o cuál es la mejor solución. Funciona como la sala de máquinas del barco en un crucero, es invisible a los pasajeros,
pero, parafraseando a Galileo, el trasatlántico eppur si muove. Está constituido por el cableado neuronal que se asienta
en la parte inferior de nuestro cerebro, en los denominados circuitos subcorticales, aunque solo somos conscientes de sus
frutos cuando salen a la superficie apareciendo súbitamente en el neocórtex. Esta mente de abajo arriba se caracteriza
por ser rápida, involuntaria, automática, intuitiva, se encarga de nuestras rutinas habituales y se ve motivada por
nuestras emociones.
En su maravilloso libro Pensar rápido, pensar despacio (Debate, 2012) el egregio psicólogo Daniel kahneman
(¡Premio Nobel de economía en 2002!) expone sendas diferentes en que la mente humana crea el pensamiento.
En primer lugar, Kahneman habla del Sistema 1 o implícito. Describe esta forma de pensamiento como
inconsciente, rápido, automático, frecuente, emocional y estereotipado. Por su parte, también contempla el Sistema
2 o explícito. Es consciente, voluntario, capaz de acallar los impulsos emocionales, lento, perezoso, poco
frecuente, lógico, planificador y calculador. Tanto el sistema 1 como el sistema 2 están continuamente activos y
en comunicación. El sistema 1 determina nuestros pensamientos con las percepciones externas, la memoria visual
y asociativa, y desarrolla entonces una conclusión enmarcada, y que ni siquiera nos cuestionamos, evitando así
cualquier otra historia alternativa.
Estos dos sistemas, estas dos mentes, de naturaleza antagónica se encuentran en el día a día de todas las
decisiones de nuestra vida, y no es de extrañar que, al ser el sistema 1 (o de abajo arriba) invisible, padres y profesores
amparándonos en nuestro sentido común, apelemos al segundo de ellos (de arriba abajo) para educar y formar, máxime
cuando alguien pretende enseñarnos matemáticas, ya que conceptos como «lógico» y «calculador» parecen del todo
adecuados para el aprendizaje de materias numéricas. Sin embargo, padres y profesores no prestamos atención, o
simplemente ignoramos, que el sistema 2, al ser consciente, ¡es poco frecuente, lento y perezoso! Y, después nos
quejamos de lo arduo que es el proceso de educación. Es como si para educar y enseñar usáramos «un patinete»
(sistema 2), cuando podríamos utilizar «un coche de carreras» (sistema 1).

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Razón y emoción

«Siento, luego existo»

António Damásio

Obsérvese que además el inconsciente es «emocional». No debemos obviar que toda información sensorial es
procesada por el cerebro emocional antes de ser elaborada por el cerebro cognitivo. Cuando agarramos la cuchara
para tomarnos una sopa o nos enfrentamos a un ejercicio de matemáticas, todos los elementos abstractos que
maneja nuestro cerebro, en forma de ideas o de conceptos, para realizar ambas operaciones, ya se hallan revestidos
de emociones que, en la mayor parte de los casos, nos pasan desapercibidas. Y es que como afirma el gran
neurocientífico portugués afincado en Los Ángeles, António Damásio (autor de la célebre frase, que encabeza este
epígrafe, «Siento, luego existo», publicada en su libro El error de Descartes14) los humanos en esencia somos seres
emocionales.
En este mismo sentido, en una entrevista concedida el 20 de agosto de 201315 a Sònia Marquès Camps
(Creadora y coordinadora del Emotional magazine, comunicación para sentir) el catedrático de Fisiología Humana, el
excelente neurocientífico y escritor divulgativo, Francisco Mora, considera «la emoción como el epicentro de toda
enseñanza. La emoción es el vehículo que transporta las palabras y su significado. Sin emoción no hay significado,
y sin significado no se puede aprender nada (y por significado se entiende aquí placer o dolor, recompensa o castigo).
Y es esa emoción que, si se maneja adecuadamente, hace despertar la curiosidad y la atención. Y con ello, el
entendimiento apropiado de esas palabras. Y eso vale tanto para las humanidades como para las ciencias y
matemáticas incluidas, por supuesto.»
Sin embargo, debemos tener muy en cuenta la advertencia de Kahneman sobre las ocurrencias
inconscientes que genera el sistema 1 (unos 60.000 pensamientos diarios), puesto que éste asocia la nueva
información con los patrones ya existentes, lo que origina los denominados sesgos de confirmación, de modo que el
sistema 2, se ve empujado por el 1 a ignorar evidencias que lo pudieran contradecir. Es decir, tendemos a buscar
informaciones que validen las hipótesis inconscientes, o que justifiquen nuestras acciones automáticas.
Ahí radica el peligro de «ser inconscientes» y de ahí se desprende que lo hayamos convertido en un
reproche.
Pero la educación y la enseñanza no consisten en desdeñar aquello que se nos ocurre sin saber por qué, y
solo centrarnos en aquello que es racional y lógico, porque eso es ir a contracorriente de nuestra mente, en lugar de
usarla a nuestro favor. El desafío de la educación y de la enseñanza consiste en modelar el sistema 1 de manera
que podamos confiar en él, aumentando la probabilidad de que las hipótesis que conciba sean verosímiles.

CONSEJO Nº 13

Invierte la mayor parte de tu tiempo que estés con tus hijos y de tus energías en educar su
«inconsciente».

14 Anagrama, 1994.
15 http://elemotional.com/2013/08/20/francisco-mora-teruel-solo-se- puede-ensenar-a-traves-de-la-alegria/

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Educar da trabajo, mucho trabajo

«Es imposible educar niños al por mayor; la escuela no puede ser el sustitutivo de la educación individual».

Alexis Carrell

Estimado lector, tal vez objetes, lo siguiente: «Pero ¿hay algún padre o alguna madre que no aspire a educar hijos
felices, inteligentes, buenos y creativos?»
Por supuesto que no, a lo sumo una minoría de malnacidos. Pero aspirar genéricamente a un objetivo noble,
no significa estar dispuesto a pagar el precio que hay que pagar siempre que perseguimos un reto ambicioso.
Te pondré un ejemplo y te contaré una anécdota.
Llegar a ser feliz es un deseo universal, incluso algunas Constituciones lo recogen como un Derecho
Fundamental. Y sin embargo muy pocas personas alcanzan una vida plena.
En uno de los programas semanales, Escuela de Vida, que dirigí y co-presenté junto a la periodista Silvia
velando en Radio Nacional, tuve la oportunidad de entrevistar a la coach Mónica Esgueva que acababa de publicar
un excelente libro titulado Los tres pilares de la felicidad. Y cuando ya estábamos finalizando, la interpelé de la siguiente
manera: «Mónica en tu libro, y en otros muchos, se muestra un magnífico método para alcanzar la felicidad, ¿por
qué hay tan poca gente que lo aplica?». Esgueva fue lacónica y contundente en su respuesta: «Porque da trabajo,
Quim.»
Y, en efecto, todo aquello que vale la pena, y muy en especial, la educación, da trabajo. Mucho trabajo. Y
como decía más arriba el precio hay que pagarlo por adelantado. Pero como distinguimos los economistas, no se
trata de un gasto sino de una inversión. Acaso la mejor inversión que puedes realizar en tu vida, porque los réditos
son muy significativos.
Ahora bien, no hay inversión sin riesgo. «El fin de la educación –advierte como siempre con acierto José
Antonio Marina- es aumentar la probabilidad de que suceda lo que queramos.»
Queda dicho: nadie te garantiza el éxito. Sin embargo, si le pones empeño, determinación y método
contribuirás muchísimo a que el proyecto llegue a buen puerto, y desde luego tendrás la conciencia muy tranquila.
¿Y si, a pesar de todo, sale mal?
Hace 2300 años, Aristóteles sentenció que el pensamiento genera la acción; que esta acción induce a un
comportamiento; que este comportamiento repetido crea el hábito y que de este hábito se desprende nuestro
carácter. El filósofo griego nos confirió las claves de la educación. Pero en aquel entonces se ignoraba que lo
aprendido se podía desaprender, de manera que, si todo sale mal, no es irreversible.
Los seres humanos, como mostré en Manual mente: reinvéntate con el nuevo coaching neurocaligráfico, y por supuesto
en el experimento llevado a cabo durante el curso 2011-2012 para mi tesis doctoral, podemos reeducarnos a
cualquier edad. No es ni rápido ni fácil, pero es posible y sobre todo factible, si nos lo proponemos y pasamos a la
acción.
¡Manos a la obra pues!

CONSEJO Nº 14

No escatimes esfuerzo a la hora de educar a tus hijos. Recuerda la célebre frase de Benjamin Franklin:
«Una inversión en conocimiento paga el mejor interés».

41
La ley de la Entropía

«Si las gentes no trabajan por sí mismas, si no procuran pasar una especie de Revolución Psicológica, si no modifican sus costumbres, su
manera de vivir y de ser, marcharán de acuerdo con la Ley de la Entropía, involucionarán en el tiempo, y un día no habrá diferencia persona
y persona, todos seremos terriblemente perversos».

Samael Aun Weor

¿Qué es la entropía?
El científico polaco afincado en Bonn, Clausius Rudolf Emmanuel, es quien anuncia la 2ª Ley de la
Termodinámica a mediados del siglo XIX:
«el calor no puede pasar por sí mismo de un cuerpo más frío a un cuerpo más caliente».
Quince años después acuña por primera vez el concepto de entropía, y establece que:
«La energía no sólo puede medirse en cantidad, sino también en calidad; a mayor entropía, menor calidad de la energía y
mayor tendencia al caos.»
Dicho en palabras llanas, la entropía mide el grado de desorden.
Te preguntarás estimado lector, ¿qué tiene que ver esto con el mundo de la educación?
La naturaleza tiende a llevar las cosas desde el orden al desorden. Basta que pienses en tu hogar: ¿cuántas
horas dedicas cada semana, a limpiar tu casa? Si no lo hicieras, tu dormitorio, tu cocina, tu baño o tu escritorio
tenderían espontáneamente al caos.
Es interesante observar que la entropía aumenta con el número de posibilidades. Si, por ejemplo, lanzamos
dos dados y estudiamos el suceso «que entre ambos sumen 2», sólo puede hacerse de una manera (1+1); mientras
que, si el suceso es «que sumen 7», existen diez opciones (1+6, 6+1, 2+5, 5+2, 3+4, 4+3, 2+5, 5+2, 1+6, 6+1). A
efectos de entropía, se dice que «sumar 7» posee un mayor desorden que «sumar 2».
En mi casa, entre mi biblioteca y mi escritorio, hay algo más de 5.500 libros. No es fácil tenerlos ordenados.
En el momento de redactar estas líneas, sobre la mesa de mi despacho contabilizo las siguientes obras: El cerebro infantil:
la gran oportunidad; Antifrágil; Educar la intuición; y Aprender,recordar y olvidar. Y en la mesa, de la otra habitación, ¡ni te
cuento! Me he visto obligado a negociar una tregua con mi esposa por mi entropía hasta finalizar el presente
manuscrito.
Antiguamente, educar era más fácil, porque no había tantas posibilidades. Pensemos simplemente en las
actividades extraescolares: cuando yo era pequeño casi no existían. Hoy los padres deben elegir (o sucumbir) entre
si reforzar el inglés, aprender a tocar el piano, practicar múltiples deportes, etc. Las familias deben decidir a cuántas
apuntar a sus hijos y a cuáles. Las opciones formativas actuales son casi infinitas, y recordemos que a más
posibilidades mayor entropía (más caos), y más trabajo para establecer el orden.

CONSEJO Nº 15

A la hora de educar a tus hijos está bien que te informes con todo tipo de libros y de artículos, pero no
apliques ninguno en concreto (ni siquiera este). No hay recetas infalibles. Lee y olvida. Aprovecha cada
lectura para ampliar tu sentido común, y luego educa en función de ese sentido común cultivado.

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Homo eligens

«Los hombres se engañan al creerse libres; y el motivo de esta opinión es que tienen conciencia de sus acciones, pero ignoran las causas
porque son determinadas; por tanto, lo que constituye su idea de libertad, es que no conocen causa alguna de sus acciones».

Baruch Spinoza

El sociólogo polaco afincado en Inglaterra, Zygmunt Bauman (premio Príncipe de Asturias de Comunicación y
Humanidades 2010), ha dedicado gran parte de su labor investigadora a estudiar la modernidad. En su libro vida
líquida (Austral, 2015) emplea la expresión que da nombre a su obra para referirse a la organización social actual:
una existencia caracterizada por no mantener un rumbo determinado, por la precariedad y la incertidumbre.
Bauman define la sociedad moderna líquida como aquella donde las condiciones de actuación de sus
miembros cambian antes de que las formas puedan consolidarse en unos hábitos y en una rutina determinada.
Denomina homo eligens (hombre elector, que no hemos de confundir con el ser humano que realmente elige) al
individuo prototípico de la sociedad de consumo, un tipo impermanente e indefinido. La extensión de pautas de
consumo es de tal amplitud que abarca todos los aspectos y las actividades de la vida.
Esto produce la mercantilización de los procesos existenciales. El mercado se ha introducido incluso en la
educación. Se han difuminado los referentes y esto nos condena a deambular a tientas.
No debe olvidarse que, cualquier estado de materia sólida contiene un menor grado de entropía que una
en estado líquido, ya que el líquido es un estado de la materia más caótico y desordenado. Cuando, por ejemplo, el
hielo se va transformando en agua la entropía de éste va en aumento hasta que todos los puntos del fluido tienen
la misma temperatura. En ese momento, se dice que el sistema ha alcanzado su grado máximo de entropía y de
caos.
En otro de sus interesantes libros, Los retos de la educación en la modernidad líquida (Gedisa, 2015), Zygmunt
Bauman, afirma que la noción de conocimiento de la verdad útil y duradera para toda la vida, ha sido reemplazado por
la del conocimiento «desechable» que es válido solo por un corto e inmediato plazo. Propone que no perdamos el
tiempo entrenando habilidades técnicas, cuya utilidad a la larga es controvertida, y apuesta, en consecuencia, por formar
personas con valores.

CONSEJO Nº 16

No te obsesiones con la formación técnica de tus hijos. (Pre)ocúpate de educarles para que de mayores
tengan una manera de ser valiosa.

Educar en un mundo líquido

«Ser un maestro es ser un profeta. No estamos preparando a los estudiantes para el mundo presente, ni para el mundo en el que crecieron los
docentes. Estamos preparando a nuestros alumnos para un mundo que apenas podemos imaginar».

Jerome Bruner

Pero educar en un mundo líquido no es tarea fácil ni para padres ni para profesores. Uno no sabe a qué atenerse. El
sagaz Marina habla de ello en El bosque pedagógico: y cómo salir de él, en cuyo prólogo puede leerse: «El mundo educativo
padece una avalancha de conceptos, teorías, modelos pedagógicos que pugnan por resolver los problemas.»
Tecleo en Google «Libros sobre educación» y salen aproximadamente ¡250.000 resultados!
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Por ponerte un ejemplo cercano y paradigmático. Salgo de mi despacho- biblioteca, donde estoy tecleando
este epígrafe, y acudo a mi escritorio, situado en una habitación cercana. Sobre la mesa dormitan tres libros que he
leído hace relativamente poco: El niño bien equilibrado: claves del desarrollo neurobiológico para un buen aprendizaje (Ing editores,
2017) de Sally Goddard Blythe, directora del Instituto de Psicología Neurofisiológica en Chester, Reino Unido;
Educar en el asombro, de Catherine L’Ecuyer, colaboradora del grupo Mente-Cerebro de la Universidad de Navarra;
y La aventura del cerebro (NextDoor publishers, 2018) de la neuropediatra y máster en Neurociencia y Bilogía, María
José Mas Salguero. Son tres libros actuales, escritos por sendas profesionales muy prestigiadas.
En el primero leo:
«La etapa evolutiva del gateo es importante en sí misma. La distribución del peso que se soporta sobre
manos y rodillas contribuye a alinear los extremos superior e inferior de la columna, preparándola para ponerse de
pie y andar. La vista, la propia percepción y el equilibrio aprenden a funcionar juntos en esta relación nueva con la
gravedad, y la coordinación mano- ojo que tiene lugar cuando se gatea ocurre a la misma distancia visual que el niño
utilizará años después cuando lea o escriba. Se ha observado que muchos niños que posteriormente tienen
dificultades con la lectura o la escritura no reptaron o gatearon en el primer año de vida; por lo que a veces se ha
considerado como causa posible de las dificultades de aprendizaje.»
Me siento terriblemente culpable: ¡mi hija, Marta, no gateó! ¿Acaso será este el origen de los problemas de
aprendizaje que ha tenido que superar con tesón y mucho sufrimiento?
En el segundo, L’Ecuyer, considerada una de las grandes expertas en educación, muestra cierto
escepticismo:
«Los programas fundamentados en la falsa creencia de que se puede influir en los mecanismos neurológicos,
como por ejemplo la lectura, a través de ejercicios físicos específicos como el gateo, que pretenden equilibrar los
hemisferios cerebrales, hasta la fecha nunca se ha podido establecer científicamente que den resultado.»
Ahora me siento algo más reconfortado.
Y, en el tercero, la Dra. Mas Salguero casi lo desaconseja:
«La postura horizontal favorece el desplazamiento autónomo horizontal, mientras que la vertical favorece
la deambulación sobre las piernas. Una no es mejor que otra, son simplemente distintas y están condicionadas por
el medio en el que sucede el neurodesarrollo. Puesto que el gateo no parece formar parte del patrón universal
del neurodesarrollo, resulta inadecuado insistir en que un niño se ponga a gatear cuando en realidad ya puede caminar
de manera autónoma.»
¿En qué quedamos, existe o no existe correlación entre los problemas de aprendizaje que ha padecido mi
hija y el hecho de que no gateó?

Las tres claves de la educación

«Un principio del arte de la educación es que no se debe educar los niños conforme al presente, sino conforme a un estado mejor, posible en
lo futuro, de la especie humana; es decir, conforme a la idea de humanidad y de su completo destino».

Immanuel Kant

En este contexto pantanoso, una vez más José Antonio Marina pone el dedo en la llaga: «Como el sistema no
funciona, para qué voy a hacer nada, se dicen los padres.» Pero acto seguido añade reivindicativo: «hay que recuperar
lo que es bueno para nuestros hijos y para la sociedad, aunque requiera un esfuerzo.»
Existen los padres pasotas, pero también, en contrapartida, están los supermotivados, que se sienten abrumados
por todo tipo de sugerencias y advertencias pedagógicas.
Y, por si fuera poco, ya solo te faltaba. Querido lector, Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, para
echar más leña al fuego. Debo entonar, sin duda, el mea culpa.
En este punto, no olvides mi consejo nº 4, acaso el más importante de todos: «Lee Educada mente: Manual
de Neuroeducación Positiva de cabo a rabo, sin tomar notas.
«¡Ni se te ocurra hacerte post-it con los 101 consejos que contiene este libro! (...) Cuando termines su lectura
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cierra el libro y sigue actuando con tu sentido común.
«He escrito Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, para ayudarte (y ayudarme) a ampliar y a mejorar
tu (y mi) sentido común. No lo apliques al pie de la letra.»
Como vamos a ver a lo largo del próximo epígrafe en el fondo nuestros hijos solo requieren tres cosas
básicas:

 Cariño: Abrazos, caricias, besos. Que se sientan inmensamente queridos, porque eso a corto plazo les genera
confianza, y a largo plazo les facilita consolidar su autoconfianza.
 Comunicación: hablarles, decirles cosas bonitas, contestar sus ingenuas preguntas, retarles, reñirles, el lenguaje
es fundamental para construir un cerebro pensante.
 Y límites: establecer y hacer cumplir normas, instrucciones y reglas precisas y claras es imprescindible para que
se establezcan las conexiones neuronales que poco a poco irán configurando la corteza prefrontal del cerebro.
Los pequeños necesitan tener acotados unos límites. Si no los conocen, cuando se ven solos se encuentran
totalmente perdidos.

CONSEJO Nº 17

No pases de educar a tu hijo, pero tampoco te agobies. Dedícales la mayor cantidad posible de tiempo y
céntrate en sus tres necesidades básicas: cariño, comunicación y límites.

Asignaturas pendientes

«Genio se nace e imbécil se llega a ser. Entremedias está el sistema educativo que mata la creatividad».

Sir Ken Robinson

En la famosa conferencia que Sir ken Robinson (1950-2020), educador y escritor británico, doctor por la
Universidad de Londres, considerado el gran experto mundial sobre la calidad de la enseñanza, la innovación y la
creatividad, dictada en febrero de 200616, él afirma que no tenemos ni idea de cómo será el mundo cuando nuestros
hijos se jubilen, ni siquiera somos capaces de imaginar cómo será dentro de cinco años. Sostiene que la creatividad es
tan importante como aprender a leer o a escribir. Y constata que el sistema educativo estigmatiza el error, y que el
miedo a equivocarnos es directamente proporcional a nuestra incapacidad para crear.
En uno de los pasajes emblemáticos (y más divertidos) de su charla, Robinson cuenta como pasó de vivir
en Stanford (Inglaterra) a Los Angeles (California), y como allí se percató de que existe un universal por lo que
respecta a la jerarquía de las materias que se enseñan, «Da igual donde vayas -afirma-: arriba están siempre las
matemáticas y las lenguas; después vienen las humanidades; y, al final, las artes. En cualquier lugar del mundo, y
también en casi todos los sistemas educativos, existe una jerarquía dentro de las artes: las artes pláticas y la música
tienen, en general, una importancia mayor que el teatro y la danza. No hay ningún sistema educativo en el mundo
donde se enseñe danza diariamente de la misma manera que se enseñan matemáticas. ¿Por qué? ¿Por qué no? Las
matemáticas son importantes, pero la danza también. Los niños bailan todo el rato si les dejas. Todos tenemos
cuerpos, ¿no? ¿Me olvido de algo? Lo que sucede es que cuando los niños se hacen mayores, empezamos a educarlos
progresivamente de cintura hacia arriba, y nos acabamos centrando en sus cabezas. Y principalmente en un
hemisferio.»
En un sentido parecido, Jesús C. Guillén, astrofísico e investigador en temas pedagógicos, en el libro

16 www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity?language=ca#t-

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colectivo Neuromitos en educación: el aprendizaje desde la neurociencia (Plataforma Editorial, 2017) se pregunta ¿Qué materias
son importantes? Y responde que «las investigaciones en neurociencia nos han dado información relevante sobre
cómo funciona el cerebro. Según estas, podemos adquirir una serie de competencias, las verdaderamente
importantes, que nos capacitan para la vida y facilitan el verdadero aprendizaje (...): el deporte, las disciplinas
artísticas y -como ejemplo de integración del comportamiento lúdico- el ajedrez.»

CONSEJO Nº 18

Nuestra mente está absolutamente vinculada a nuestro cuerpo. El deporte, la danza, las artes plásticas,
etc. son fundamentales para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos. Ni en casa ni en la
escuela deberíamos considerar asignaturas «marías” la educación física, el dibujo o la música.

El qué antes del cómo

«Puesto que estamos destinados a vivir nuestras vidas en la prisión de nuestra mente, al menos amueblémosla bien».

Peter Alexander Ustinov

En este escenario es comprensible que una de las preocupaciones que tenemos padres, maestros y profesores radica
en qué hay que enseñarles, respectivamente, a nuestros hijos y alumnos.
En una entrevista concedida el día 10 de febrero de 2018 al periódico ABC de Sevilla17, con motivo de la
publicación de su excelente libro ya citado, El bosque pedagógico, José Antonio Marina centra con gran lucidez, el
tema: «todas las naciones están en estado de alarma educativa, porque no sabemos qué es lo que hay que
enseñar, quién lo debe decidir, cómo hay que enseñarlo y quién debe hacerlo. Esto es un problema porque
tenemos que aprender continuamente, pero estamos desconcertados ante ello. Un grave problema que se
agrava por no tener una pedagogía a la altura de las exigencias de nuestra época ni una ciencia psicológica que
nos proporcione los conocimientos que necesitamos en educación.»
Reconozcámoslo: ignoramos qué conocimientos se requerirán para ganarse la vida dentro de quince o
veinte años.
Puede ocurrir perfectamente, lo que sucedió con la mayoría de los niños de mi generación, a quienes se les
enseñó francés como lengua extranjera, y ya de adultos se encontraron que las demandas de trabajo exigían el inglés.
Lo mismo ocurre con la obsesión por enseñarles herramientas digitales.
En este sentido, en su excelente Educar en el asombro ya citado, Catherine L’Ecuyer, afirma: «como el
aprendizaje de un nativo digital -un niño que haya nacido en la era digital, o sea nuestros hijos- es extremadamente
rápido, habremos perdido tiempo y recursos creativos invirtiendo en enseñarles a utilizar herramientas
probablemente a una edad en que estaría mucho mejor invertir su tiempo en otras actividades que les ayuden a ser
creativos, ingeniosos y capaces de adaptarse al cambio.»
He aquí el error cometido por la tan cacareada educación finlandesa: abandonar la letra cursiva por la de
imprenta, que es la propia de los teclados digitales, bajo el argumento de que el niño pierde mucho tiempo en aprenderla,
cuando lo más probable es que dentro de unos años no existan teclados, sino «transformadores» de voz.
Y entonces, ¿qué hay que enseñarles a nuestros hijos y alumnos?
Ayudémosles a ser, como propone la autora de Educar en el asombro, «creativos, ingeniosos y capaces de
adaptarse al cambio». Es decir, eduquemos su carácter.
Para navegar por este océano de información, con corrientes de agua en todas direcciones, más que

17 sevilla.abc.es/cultura/sevi-no-nada-mas-estupido-decir-memoria- inteligencia-tontos-201802100829_noticia.html

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concentrarnos en la embarcación que van a necesitar nuestros hijos en un futuro incierto, debemos concentrarnos
en conseguir que sobre todo sean buenos navegantes. Y hacer de tus hijos unos experimentados «marineros» en el
mar de la incertidumbre no es una tarea delegable, y desde luego no basta con que, por ejemplo, como sucede en
este caso, querido lector, leas Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva. Si de verdad deseas educar hijos felices,
inteligentes, buenos y creativos debes pasar a la acción ya, y poner en práctica todo lo que vayas aprendiendo en
tiempo real. Recuerda el poder del ahora o nunca. No lo demores más.

CONSEJO Nº 19

No esperes a terminar la lectura de este libro para poner en práctica cada uno de los consejos que vayas
aprendiendo. Recuerda la sabia frase de Ralph Waldo Emerson: «Una onza de acción vale una tonelada
de teoría.»

El buen carácter como objetivo educacional

«El objetivo principal de la educación es crear personas capaces de hacer cosas nuevas, y no simplemente repetir lo que otras generaciones
hicieron».

Jean Piaget

Llegados a este punto, estimado lector, permite que me disculpe: en el momento de escribir estas líneas, vuelvo a
recordarte que tengo 63 años. Te ruego que, por favor, si eres de aquellos que legítimamente opinan que a mi edad
pesa más el pasado que el futuro, que la resistencia al cambio es inherente a mi condición de señor mayor, y que
predecir, imaginar y, sobre todo, inventar el futuro es patrimonio exclusivo de la gente joven, omitas
inmediatamente la lectura de los siguientes epígrafes. Si los lees, no harás otra cosa que confirmar tu prejuicio (en
el sentido etimológico procedente de la voz latina praeiudicium, que significa «juicio previo», y dicho sin ninguna
connotación peyorativa), puesto que todo texto actúa como un espejo: cuando uno lo escribe se refleja en él, pero
cuando otro lo lee, le es inevitable verse a sí mismo.
Por si has decidido seguir aquí, debo advertirte que hasta el final de este capítulo vas a encontrarte opiniones
controvertidas y dudas razonables sobre los diversos proyectos de innovación pedagógica que se van proponiendo
en los últimos tiempos. Nada más lejos de mi voluntad herir sensibilidades. Ahora bien, nadie podrá acusarme de
no haberme documentado exhaustivamente con los textos científicos más recientes y acreditados, o de solo
moverme en un ámbito teórico, puesto sigo ejerciendo de profesor día a día. Mi investigación docente, que como
sabes he osado denominar Neuroeducación Positiva, versa, además, sobre cómo aprovechar los descubrimientos
neurológicos para mejorar el rendimiento académico de los alumnos.
Tampoco quien me conozca podrá decir que no he innovado en la docencia, y muy en especial en la
enseñanza de asignaturas numéricas. No tiene nada que ver, cómo enseñaba, matemáticas cuando empecé hace ya
45 años, a cómo imparto hoy en día las clases.
Por supuesto que innovar en educación es absolutamente necesario. Suscribo en este sentido la frase
célebre del Premio Nobel de literatura, André Gide: «El porvenir pertenece a los innovadores.» Pero en enseñanza
jugamos con el futuro de nuestros hijos, y cada cambio metodológico debe basarse en investigaciones rigurosas, y
una vez introducido debe cotejarse su eficacia mediante datos estadísticos. De lo contrario podemos caer en falsas
creencias, ocurrencias megalómanas de pensadores de tres al cuarto para mayor gloria de su persona, iluminados
bien intencionados, o peor, en desaprensivos profesionales del marketing, que buscan el lucro y no la excelencia.
Procuro siempre tener muy presente la siguiente advertencia de Steve Jobs: «A veces, cuando innovas,
cometes errores. Es mejor admitirlos rápidamente y seguir mejorando tus otras innovaciones.»

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Y, por supuesto, también recuerdo la denuncia de mi admirado y querido Víctor Cerrudo Higelmo realiza
en su libro, ya citado, Manual práctico para enseñar a leer y escribir: «Me fui percatando de que la escuela pública había
copiado muchas estrategias de marketing de la escuela privada y concertada. A mi entender, una de las decisiones
más graves fue la de adelantar el inicio de la lectoescritura (...) Si usar la lectoescritura como reclamo es rentable, lo
implantamos. Como defensor de la escuela pública y de su función social, deseo escribir este libro para tratar de
invertir la actual tendencia escolar de adelantar los contenidos, aprendizajes y enseñanzas que, lejos de funcionar,
provocan un efecto contrario.»
De Víctor Cerrudo Higelmo, hay que fiarse. Tiene muchas horas de vuelo a pie del cañón. Se ha formado
exhaustivamente. Es un tipo honrado, vocacional, muy creativo e innovador. Y créanme, cunando lees su libro, y/o
conversas con él, da la apariencia de que lo ha estudiado, investigado, practicado y meditado todo sobre el tema.

Una anécdota paradigmática

«Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos».

Séneca

En su libro, El cerebro lector: últimas noticias de la neurociencia sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia (Siglo
XXI editores, 2014), su autor, el neurocientífico Stanislas Dehaene, se hace eco de la siguiente anécdota:

«El psicólogo James McKeen Cattell, en la Universidad de Pennsylvania, anunció que había descubierto
que las palabras escritas se reconocían con más velocidad que las letras individuales. Este descubrimiento pareció
apoyar el enfoque del lenguaje integral. Su trabajo fue continuado por el psicólogo suizo Edouard Claparede, para
quien la adquisición de la lectura dependía de la percepción 'sincrética', que es característica de los niños pequeños.
El físico y psicólogo belga Ovide Decroly incorporó estas ideas en su método de lectura ‘ideovisual’, que luego se
expandió a varios países (...) Causa sorpresa pensar cómo científicos y educadores pudieron aunar sus fuerzas para
sostener una conclusión que hoy en día sabemos errada.»

Como el propio autor de El cerebro lector se percata, la idea de que solo el sistema del lenguaje integral respeta
la independencia y la felicidad del niño se fundamenta en un prejuicio (ahora sí en sentido peyorativo) muy
extendido todavía en nuestros días: negar la instrucción por repetición, porque se piensa que esto transforma a los
niños en autómatas que, por ejemplo en este caso, solo podrán recitar de forma monótona oraciones tontas como
«mi mamá me mima mucho», en lugar de favorecer la comprensión lectora. Stanislas Dehaene se lamenta con la
siguiente reflexión: «Sospecho que el problema todavía está vivo en la mente de muchos maestros porque están
convencidos que este enfoque se adapta mejor a las necesidades de los niños, y eso a pesar de los múltiples trabajos
de investigación que han probado estadísticamente su ineficacia.»

El sesgo innovador

«La prueba de una innovación no es su novedad, ni su contenido científico, ni el ingenio de la idea... es su éxito en el mercado».

Peter Drucker

El psicólogo Daniel Gilbert en su excelente libro Tropezar con la felicidad (Ariel, 2016) nos advierte que los seres
humanos tendemos a hacer cábalas acerca del futuro, y que estas previsiones hechas desde el presente suelen ser,
al no cumplirse casi nunca, fuente de infelicidad, porque la probabilidad de acertar suele ser mínima. Basta leer,
libros como 1984 de George Orwell, o ver películas como 2001 una odisea en el espacio de Stanley Kubrick, para
percatarse que sus previsiones anduvieron muy alejadas de la realidad.
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Recordemos, asimismo, como acabamos de ver, que en una de las decisiones pedagógicas más
controvertidas de los últimos años (el abandono de la letra enlazada tomada por el prestigiado Sistema Educativo
Finlandés, en la que se esgrimía como razón principal que los niños de entonces en un futuro solo escribirían en
teclados), no se previó el desarrollo de las App que escriben textos mediante el reconocimiento de la voz.
Muchas universidades están llevando a cabo un esfuerzo encomiable (probablemente necesario, y muy
probablemente inútil) de predecir qué conocimientos requerirán nuestros estudiantes dentro de unos años para
insertarse en el mercado laboral.
Sin duda es posible prever qué empleos desaparecerán (todos aquellos que puedan reducirse a algoritmos
que la Inteligencia Artificial pueda asumir), pero es prácticamente imposible adivinar cuáles se crearán.
Es bien cierto que el homo sapiens, en su encomiable esfuerzo por sobrevivir (y superarse), está tentado a
hacer continuamente cábalas sobre el futuro, en unos casos para prevenir posibles riesgos, y en otros para engendrar
proyectos.
En su celebrado libro Siete lecciones y media sobre el cerebro (Paidós, 2021) la Dra. Lisa Feldman18, afirma que
el cerebro de los seres humanos es esencialmente predictor, de manera que empieza a percibir los cambios que se
producen de un instante a otro en el mundo que nos rodea antes de que realmente suceda, «Piense -sugiere la
profesora e investigadora- en la última vez que tuvo sed y se bebió un vaso de agua. Unos segundos después de
apurar las últimas gotas probablemente sintió menos sed. Este hecho puede parecer normal, pero en realidad el
agua tarda unos veinte minutos en llegar al torrente sanguíneo; por lo tanto, no puede calmar la sed en unos
segundos. Entonces, ¿Qué alivió su sed? Fue la predicción19, (...) El cerebro anticipa simultáneamente las
consecuencias sensoriales de ingerir agua, lo que se traduce en que sintamos menos sed mucho antes de que el agua
tenga un efecto directo en la sangre.»

Errores de predicción

«Tratar de predecir el futuro es como intentar conducir por un camino rural por la noche sin luces, mientras miras por la ventana
trasera».

Peter F. Drucker

Pues bien, si nuestro cerebro es un excelente predictor, ¿por qué califico el encomiable esfuerzo de prever por parte
del sistema educativo qué conocimientos necesitarán los estudiantes de hoy en un futuro, como «muy
probablemente inútil»?
La respuesta empírica es evidente, basta acudir a la narrativa futurista para percatarse que no tiene nada
que ver lo que se preconiza con la realidad que acaba produciéndose. La respuesta científica la encontramos muy
bien expuesta y razonada, por ejemplo, en la excelente y provocadora obra del investigador iconoclasta, músico,
cineasta y escritor, David del Rosario20: El libro que tu cerebro no quiere leer (Urano, 2019).
Así en un epígrafe inicial titulado El presente cercano: la regla de las 24 horas, del Rosario advierte que:
«Necesitamos conocer las condiciones presentes para evaluar la situación y poder realizar una buena predicción (...)
El futuro empieza cuando una predicción deja de ser razonable.»
Llama presente cercano al período de tiempo donde la predicción tiene sentido, y ¡no va más allá de las
próximas veinticuatro horas!
El ejemplo expuesto por la Dra. Feldman, de beber agua y calmar la sed antes de que esta llegue a la sangre,
cumple, en este sentido, estrictamente con la premisa anterior. El problema surge cuando la predicción se alarga

18 Profesora de psicologia en la Northeastern University, donde centra sus estudios en neurociencia afectiva. Es la directora del Interdisciplinary Affective
Science Laboratory. También es co-editora y fundadora de la revista académica Emotion Review.
19 La cursiva es mía.

20
Es Ingeniero Técnica en Telecomunicaciones por la Universidad de Alicante y MD en Ingeniería Biomédica en la Universidad de Barcelona.

49
más allá del presente cercano, cosa evidente si anhelamos prever qué deberán saber nuestros actuales estudiantes el día
de mañana.
Ello es debido, según explica del Rosario, a que las personas imaginamos (inconscientemente) el tiempo
como una línea recta, con el pasado a la izquierda y el futuro a la derecha. «Desde esta perspectiva lineal -puntualiza-
, vemos el presente como un punto que divide el pasado del futuro.» Pero en realidad «el presente no es un punto,
sino un flujo que emerge de la línea temporal.» De manera que, concluye: «Predecir un evento futuro no tiene
sentido si nos alejamos del ahora, porque la probabilidad de un sistema no lineal y caótico como la vida de tener éxito
en esas condiciones es prácticamente nula más allá de las 24 horas.»
En consecuencia, prever qué conocimientos van a requerir los profesionales dentro de diez, quince o veinte
años es absurdo: nos es imposible saberlo, por mucho que nuestro cerebro, axiomáticamente predictor, se empeñe
en aventurarlo.
Puesto que imaginar el futuro suele ser una mera ensoñación condenada al fracaso y a la frustración,
centrémonos en aquello sobre lo que tenemos certeza y que depende de nosotros mismos, a saber: mejorar de
forma mancomunada nuestro carácter, y el de nuestros hijos y estudiantes.
En este sentido, en las conclusiones del libro El buen carácter: Claves para sacarle partido a tu forma de ser
(Plataforma Editorial, 2021), la doctora en Psicología Social, Rosa Rabbani, escribe: «Serán las habilidades virtuosas
del carácter personal, y no las competencias de otra índole, las que, en última instancia, vehicularán la evolución de
nuestra especie en esta época.»
De manera que se me antoja que lo único que podemos saber a ciencia cierta es que las denominadas soft
skills seguirán distinguiendo a quienes las posean de quienes anden carentes de las mismas.
Y es que suscribo al ciento por ciento la siguiente afirmación de Rosa Rabbani: «Solo quedarán los de mejor
carácter porque se adaptarán mejor a los nuevos desafíos.»
Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva es el fruto evidente de esta inquietud.

50
¿QUIÉNES?

«La educación no crea al hombre, le ayuda a crearse a sí mismo».

Maurice Debesse

51
EL CEREBRO MATERNO

«Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano».

Khalil Gibran

El amor de la madre es un participio

«Maternidad: todo el amor comienza y termina allí».

Robert Browning

El cuerpo femenino (incluyendo el cerebro) se transforma durante el período de embarazo, y los cambios persistirán
después del parto y durante el período de lactancia.
Durante nueve meses la fisiología de la mujer se ve inundada por hormonas sexuales. Así, por ejemplo, se
ha establecido que el nivel de progesterona aumenta un 1500%, y que la exposición a los estrógenos es superior a la
que experimentaría en toda su vida si no tuviera hijos.
Estos incrementos hormonales alteran la arquitectura cerebral de la mujer gestante. Deviene paradigmático,
por ejemplo, el caso de la oxitocina, que es la hormona de las interacciones sociales, del afecto y de la atracción. Las
paulatinas secreciones de oxitocina van activando las estructuras neuronales que constituyen los circuitos implicados
en la atención y el cuidado del feto al aproximarse el momento del parto. Y es, durante el parto, cuando se produce
la liberación masiva de la hormona del amor. A partir de entonces, la secreción se producirá cada vez que el bebé
mame, ya que su función consistirá también en que la producción de leche materna se mantenga.
La primera persona con la que va a interactuar el bebé es (si no se produce un cada vez más improbable trágico
fallecimiento en el parto) su mamá. El vínculo con la madre es esencial en el posterior desarrollo mental y
emocional del neonato, y por supuesto también, en el físico.
Es ahí donde aparece el instinto maternal, de modo que el cerebro de la futura madre va afinando sus
circuitos socio-cognitivos, que son los encargados, en general, de las habilidades interpersonales y, en particular, del
cuidado de los hijos.
Los citados circuitos procesan tanto las emociones propias, induciendo a la empatía, como las del recién
nacido, llevando a cabo al mismo tiempo funciones de vigilancia.
Pues bien, las estructuras cerebrales implicadas se activan precisamente con la oxitocina.
Por su parte, el cerebro materno se transforma asimismo para activar los circuitos neuronales especializados
en comprender al bebé. Es por ello que las madres biológicas gozan de una especial pericia en entender los gestos del
rostro de sus hijos, las alteraciones en el tono de su voz, e incluso a leer su mirada.
La comprensión del recién nacido favorece la creación del vínculo afectivo. Para la buena crianza de un niño
es necesario no solo que sea atendido, sino que debe ser también entendido. En este aspecto, los hijos posteriores se
benefician de la experiencia de la madre adquirida con el primogénito.

CONSEJO Nº 20

La unión entre bebé y mamá es incomparable y está vinculada con la oxitocina, la hormona que le permite
a la madre soportar los dolores del parto. La llamada hormona del amor, es la responsable del fuerte apego
que se da entre la madre y su hijo recién nacido. Por su parte este fuerte vínculo materno-filial va a ser
fundamental para el desarrollo emocional del niño. Acúnalo, abrázalo, achúchalo, bésalo, muérdelo con
suavidad, dale el pecho o el biberón mirándole fijamente, y susúrrale palabras dulces.

52
EL CEREBRO PATERNO

«El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día».

Leon Battista Alberti


El amor del padre es un gerundio

«La naturaleza ha preparado mejor a las mujeres para ser madres que a los hombres para ser padres. Los hombres tienen que
improvisar».

Honoré de Balzac

Durante el embarazo, como es lógico, el cuerpo del padre no cambia, al menos por culpa de la gestación del feto.
Pero en contra de lo que podría pensarse, su cerebro sí. Lo mismo que sucedería con una madre adoptiva, cuya
fisiología no se vería alterada por ningún embarazo físico, pero cuyos circuitos socio-cognitivos sí experimentarían
una sustancial transformación, mediante, de nuevo, el aumento de la oxitocina.
Sin embargo, la secreción de la hormona del afecto no es en el caso del padre automática, sino que, como reza
sabiamente el refranero, «el roce hace el cariño.» Cuanto más se implica el padre, o cuanto más se implican los
cuidadores adoptivos, en la crianza del bebé, cuanto más tiempo destinen a atender sus necesidades y a entender sus
llantos, sus expresiones faciales, y sus gesticulaciones, mayores serán las secreciones que experimentarán de
oxitocina.
Aunque el embarazo es naturalmente la forma innata de aumentar las concentraciones de oxitocina en la
futura madre, eso no excluye a que otras personas (padres o cuidadores ocasionales) no puedan, con dedicación y
esfuerzo, desarrollar un «cerebro maternal», para establecer un intenso vínculo afectivo con el recién nacido.
Pero es necesario hacer hincapié, una vez más, que el desarrollo del «cerebro paterno» en estos casos no
viene de serie, sino que requiere un compromiso firme con la crianza.
La buena noticia, radica en que, con un grado suficiente de implicación en el cuidado del bebé, pueden
experimentarse en el cerebro cambios muy similares a los que experimenta la madre biológica, en la amígdala, y en
los circuitos frontales y temporales.
Y es que, una vez más, la plasticidad del cerebro humano lo convierte en entrenable a cualquier edad y en
cualquier circunstancia. De manera que todos podemos llegar a construirnos un verdadero cerebro de madre
amorosa, gracias, de nuevo, a este enorme facilitador de vínculos entre personas, que es la oxitocina.

CONSEJO Nº 21

La unión entre bebé y papá también es fundamental para el sentimiento de seguridad que necesita el
recién nacido en su desarrollo emocional. Dale el biberón, cámbiale los pañales, báñalo, vístelo, abrázalo,
...
El Dr. Álvaro Bilbao confiesa que el juego preferido de sus hijos «es el del Achuchosaurus, en el
que su padre es un terrible dinosaurio que solo quiere dar achuchones a los niños.»

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El Plan Bolonia lo hemos inventado los padres

«Un padre vale por cien maestros».


Jean Jaques Rousseau

El Plan de Bolonia es el nombre que recibe el proceso iniciado a partir de la Declaración de Bolonia, acuerdo que en
1999 firmaron los ministros de Educación de diversos países de Europa (tanto de la Unión Europea como de otros
países como Rusia o Turquía), en la ciudad italiana de este nombre. Se trataba de una declaración conjunta (la UE
no tiene competencias en materia de educación) que dio inicio a un proceso de convergencia que tenía como objetivo
facilitar el intercambio de titulados y adaptar el contenido de los estudios universitarios a las demandas sociales,
mejorando su calidad y competitividad a través de una mayor transparencia.
El Plan de Bolonia, pese a no ser un tratado vinculante, condujo a la creación del Espacio Europeo de
Educación Superior, un ámbito al que se incorporaron muchos países y que debía servir de marco de referencia a
las reformas educativas que muchos países habrían de iniciar en los primeros años del siglo XXI.
Este Plan, entre otros aspectos, traspasa el protagonismo de la docencia del profesor que enseña al alumno,
que es quien en realidad aprende. Propone eliminar o reducir a la mínima expresión las clases magistrales, donde el
docente suelta su discurso, y apuesta por unas sesiones más dinámicas, en las que el discente adquiere los
conocimientos a través del Learn by doing, es decir, haciéndolo.
En un libro anterior, Genial Mente: las claves de la inteligencia, el talento y la creatividad, de alguna manera precedente
de éste, afirmé que el Plan de Bolonia lo habían inventado las autoescuelas, y, en efecto, nadie enseña a conducir con
una clase magistral y apoyándose en un Power Point. Por el contrario, el instructor se sienta en el coche al lado del
aprendiz, pero en el asiento del copiloto, le da unas pocas indicaciones, y le pide que se ponga en marcha. El profesor
cede todo el protagonismo al alumno y se convierte así en un mero acompañante de su adiestramiento. Se aprende
a conducir conduciendo.
Hace un tiempo tuve la oportunidad de impartir un seminario sobre Caligrafía y TDAH a un grupo de
profesores de secundaria y, mientras los intentaba convencer que del Power Point se hace un uso excesivo y
contraproducente en las clases, les pregunté si para enseñar a andar a sus hijos emplearon diapositivas. Se rieron.
Me vine arriba: «¿Y para enseñarles a hablar les dictasteis una lección de gramática?». Se volvieron a reír. Pero la
pregunta del millón fue para los teachers de idiomas: «¿Por qué pretendéis, entonces, que la gente aprenda inglés
enseñando gramática?». Se hizo el silencio.
«¿Os dais cuenta -y en ese preciso instante yo mismo acaba de percatar- que incluso antes de los instructores
de autoescuela, el Plan de Bolonia lo inventaron los padres?»
Y es que ¿Cómo aprendemos a hablar y andar? Hablando y andando respectivamente.
En un máximo de 18 meses, los padres en todo el mundo y en todas las épocas enseñamos a nuestros hijos a
caminar erguidos sobre dos pies (habilidad que no es para nada innata en los seres humanos, pues un bebé abandonado
en la selva, si sobreviviera convirtiéndose en una suerte de niño-lobo, se desplazaría por el resto de sus días a cuatro
patas).
Del mismo modo, un crío alemán a los dos años ya se expresa bastante bien en su lengua. ¿Alguien ha
intentado aprender de mayor el idioma germano yendo a una Escuela oficial de Idiomas? Sin duda necesitará bastante
más tiempo para, al fin y al cabo, comunicarse mucho peor.
Digámoslo alto y claro: los padres y, en especial, las madres, son los mejores profesores del mundo. Y,
sobre todo, los más eficientes. En muy poco tiempo y de una forma a menudo divertida enseñan a sus hijos las dos
habilidades (en términos de Bolonia, competencias), que más nos distinguen de los demás mamíferos: hablar y andar
erguidos sobre dos pies…

54
CONSEJO Nº 22

Los niños aprenden viendo cómo se hace y haciéndolo. Cuando quieras que adquieran algún tipo de
atributo o de habilidad, realízalo delante de tus hijos, y anímalos a que ellos también lo ejerzan.

Padres, profesores y viceversa

«El hombre no es más que lo que la educación hace de él».

Immanuel Kant

Al inicio de segundo de bachillerato, al finalizar la reunión de padres que había organizado la tutora y profesora de
lengua de mi hija, Núria Vilallonga, hice un breve aparte con ella, para contarle las dificultades de aprendizaje de
Marta. Tenía la fama de ser una buena profesora, pero también de ser muy exigente (como si esto fuese un oxímoron,
cuando en realidad suele estar bastante correlacionado). No resultó ser buena: en realidad ¡era y es excepcional!
En un momento dado, se inmiscuyó en la conversación, a pesar de que nadie le había dado vela en ese
entierro, la profesora de matemáticas del científico, por aquel entonces, además, Directora del Instituto: «este año
–me aconsejó/advirtió- no le des clases a tu hija: todo el mundo sabe que los padres-profesores son malos maestros
de sus hijos.» Me callé: no ofende quien quiere, sino quien puede.¡A lo largo de mi vida no he conocido a nadie que
enseñe peor las asignaturas de números que esa señora!
Sin embargo, puesto que como siempre digo, no hay que creerse los pronósticos, pero sí que hay que
tomarse muy en serio los diagnósticos, estuve muy pendiente de la lapidaria sentencia de aquella ínclita colega
durante todoel curso. Ayudé a mi hija a aprender matemáticas, física y química con mi método 5L ®, del que hablaré
más adelante: ¡Marta superó con creces el bachillerato científico y la selectividad! Tampoco lo debí hacer tan mal…
Pero, ¿de dónde viene esa mala fama de los padres profesores?
En primer lugar, conozco a muy pocos profesores (por no decir ninguno) que opine que da mal la clase.
Cuando sus alumnos fracasan un curso tras otro, suelen pensar que son tontos o vagos, o las dos cosas a la vez. Y
si sobresalen con otro colega, suelen acusarle de blando o de hacer la rosca a los chavales para asegurarse salir bien
evaluado. Quien es mal profesor en clase lo sigue siendo en casa, pero esta vez no va aceptar con tanta facilidad
que su hijo no sirve para estudiar (sic).
En segundo lugar, porque, sin darse cuenta, se invierten los términos de la ecuación. En efecto, los maestros
no deberíamos olvidar nunca el «padre» o la «madre», que todos llevamos dentro. Si cuando instruimos a nuestros
hijos en los quehaceres de la vida tenemos un método supereficiente, ¿por qué lo cambiamos cuando les enseñamos,
matemáticas o lengua, o cualquier otra materia?
Si cuando mejor enseñamos es al ejercer nuestro rol de padres, ¿por qué no adaptar ese método ancestral
de docencia a nuestra labor cotidiana en las aulas? En casa narramos cuentos, jugamos con nuestros hijos, tenemos
toda la paciencia del mundo, usamos el amor incondicional, los acompañamos en sus primeros pasos, los
consolamos cuando se caen y los animamos a volver a intentarlo. Y no nos cansamos de repetirles, una y mil veces,
las cosas…
No estoy defendiendo que los profesores debamos de ejercer de padres de nuestros alumnos. Ni lo somos
ni lo debemos ser. Afirmo que en el aula debemos emplear un método de enseñanza similar al que usamos para
instruir a nuestros hijos en casa con la finalidad de que se desenvuelvan de la mejor manera posible en la vida.

55
Hijos, alumnos y viceversa

«Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber».

Albert Einstein

Ahora bien, ¿qué responsabilidad tienen los alumnos en su proceso de aprendizaje?


Una responsabilidad parecida y compartida. Los alumnos al entrar en la Escuela también parecen olvidar
sus calidades de aprendizaje. Me pregunto, por ejemplo, por qué ven «la repetición» como un castigo. Si lo pensaran
bien, en su más tierna infancia no era así. Entonces les encantaba ver la misma película de dibujos animados una y
otra vez. Sin ir más lejos, nuestra hija Marta visionó el episodio Romeo y Julieta de «Las tres mellizas» mil y una
noches, y tuvimos que llevarla al teatro para asistir a la representación del musical «Siete novias para siete hermanos»
¡en ocho ocasiones!
De pequeños aprenden a hablar y a andar erguidos sobre dos pies de forma natural a base de un montón de
intentos fracasados. Y no desisten en probarlo una y otra vez ¿Por qué desprecian el método que usan de pequeños
para aprender de forma tan eficaz?
Tecleo en Google «lo que un niño aprende en dos años» y ante mis ojos se despliega el siguiente link:
«Desarrollo de la inteligencia: ¿Cómo aprende el niño de 1 a 2 años?». Clico y leo: «Los niños de 1 a 2 años cuentan
con varios recursos para desarrollar su inteligencia: la imitación, el ensayo-error, la repetición. Cualquier actividad
con sus padres, como un juego o la lectura de un cuento, se convierte en una oportunidad para aprender (…) El
niño aprende por imitación. Durante el segundo año de vida, el niño recopila continuamente información sobre el
funcionamiento de las cosas.
«Cada cosa que ve hacer a otra persona es para él un nuevo aprendizaje y aprovecha la información recibida
para decidir o solucionar cada uno de sus retos (...) El niño desarrolla su inteligencia por ensayo y error.
«A medida que madura, el niño va incluyendo variaciones en lo aprendido. Así el niño a partir del año y
medio, empieza a incluir en sus imitaciones a un tercero: el ensayo-error. Si algo no le sale, lo vuelve a intentar. Así
sucesivamente hasta que logra su objetivo. El niño refuerza lo aprendido con la repetición. Para adquirir destreza es
necesario practicar. De forma que el niño disfruta repitiendo un juego, haciendo un puzle, escuchando un mismo
cuento...»
Sin embargo, el método ensayo-error no basta, y, aunque en mi libro Genial Mente: las claves de la inteligencia,
el talento y la creatividad, afirmé (basándome en las investigaciones del psicólogo Karl Anders Ericsson), que después
del umbral de 10.000 horas de práctica, cualquiera puede ser un genio en aquello para lo que haya nacido con cierta
predisposición, es importante hacerse eco de la matización que el propio Ericsson establecía: «De poco sirve la mera
repetición mecánica. Es necesario aproximarnos a nuestro objetivo, ajustar una y otra vez nuestra meta. Hay que ir
adaptándose poco a poco permitiendo, al comienzo, más errores que, a medida que nuestros límites se expanden,
debemos ir ajustando.»
Se trata pues de un mínimo de 10.000 horas de práctica deliberada en la que -añade Ericsson- un entrenador
experimentado dirige la formación.

CONSEJO Nº 23

La educación se basa en la práctica deliberada y repetitiva. Pero la técnica del «prueba-error no emplea la
repetición mecánica, sino la de prueba-error-ajuste gracias a la mirada atenta de un coach. Conviértete en
el entrenador de la mente de tus hijos. En Manual Mente, te cuento cómo.

56
La educación bien entendida empieza por uno mismo

«Podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres».

John Wolfgang Goethe

Antes de que naciera nuestra hija (1999), además de emprendedor y profesor universitario a tiempo completo de
diversas asignaturas numéricas como matemáticas, estadística, etc., me dedicaba a escribir artículos de crítica literaria,
narraciones cortas, e incluso estaba a punto de terminar una novela. Si por razones obvias no podía abandonar mi
trabajo (era con lo que pagaba las facturas), sí que aparqué las letras, para empezar a leer libros dónde descubrir cómo
educar niños o niñas felices, y así poder cumplir mi promesa para con Marta.
Enseguida me percaté que la felicidad depende poco de nuestras circunstancias externas, y mucho más de
lo que se cuece dentro de nuestra mente. Aquellas personas que la tienen bien amueblada alcanzan la vida plena,
tienen más éxito y atraen la suerte, mientras que aquellas cuyo carácter aprendido presenta aspectos disfuncionales
suelen amargarse gratuitamente su existencia, no llegan nunca al máximo de su potencial y no consiguen dar con la
mejor versión de sí mismos. Si hasta entonces había sido un traficante de conocimiento, debía a partir de ese
momento convertirme en un «decorador de interiores psíquicos».
Y es que si triunfamos en la vida no es por nuestro currículum, ni siquiera por nuestro físico, sino por
nuestra manera de ser. Así, por ejemplo, el día que conocí a mi mujer, no le mostré ni mi título universitario, ni por
supuesto le resolví un par de integrales difíciles para impresionarla; y es evidente que, ni siquiera de joven, era un
tipo que hace caer de espaldas a las mujeres. Pero soy jovial, procuro ser amable, y al haberme enamorado
locamente de ella, inconscientemente, le mostré mi mejor «yo» posible…

CONSEJO Nº 24

Educar es la gran oportunidad para que te decidas a ser tu mejor versión. Cuando te plantees la paternidad
es un buen momento para reinventarte, por ejemplo, gracias al Coaching Neuro-Caligráfico.

Por lo tanto, para cumplir la promesa formal que le había realizado a nuestra hija, tenía que, a través de la educación,
moldear su carácter.
Muchos padres procuran hacer felices a sus hijos con lo que les «dan». Son (somos) víctimas de la sociedad
de consumo, que difunde la falacia de que el bienestar se basa en el «tener», cuando en realidad nos lo jugamos todo
en el «ser».
Repito: nos equivocamos cuando pensamos que lo importante es «tener» para «ser». Nos autoengañamos,
por ejemplo, al decirnos que en cuanto tengamos un piso, una pareja estable, un título o un coche, seremos felices.
Funciona justo al revés.
De manera que la clave es educar (o reeducar, si ya somos adultos) nuestra manera de ser.
Pero, ¿cómo hacerlo?
El periplo investigador hasta dar con la clave de la educación del inconsciente lo he contado en algunos de
mis libros, y resultaría tedioso traerlo a colación aquí. Sólo te diré, estimado lector, en aras de no repetirme y sobre
todo de no hacerme pesado, que he leído más de 1.000 obras de neurología, psicología positiva, desarrollo personal,
etc., he rastreado por Internet infinidad de artículos científicos, y he llevado a cabo un experimento pionero, en el
que he mostrado cómo grafotransformando la escritura de las personas, empleando la autosugestión pedagógica, y
reenfocando su atención, se mejora la inteligencia emocional de las mismas, y en consecuencia su manera de ser, en
un 300% de promedio.

57
CONSEJO Nº 25

Si deseas educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos recuerda la reflexión de Karl A. Menniger:
«Lo que el maestro es, es más importante que lo que enseña», de manera que transfórmate tu primero en
alguien feliz, inteligente, bueno y creativos».

Con tus hijos sigue la estrategia de “las máscaras de oxígeno en los aviones”

«El hacer el padre por su hijo es hacer por sí mismo».


Miguel de Cervantes

Consecuentemente, en cuanto a la educación de los hijos todos deberíamos adoptar la estrategia de «las máscaras
de oxígeno en los aviones» para casos de emergencia», que podríamos parafrasear de la siguiente manera: «Buenos
días, Sras. y Sres. pasajeros, cumpliendo normas de Aviación Civil vamos a efectuar una demostración sobre la
localización y uso de Salidas de Emergencia, Chalecos Salvavidas, Máscaras de Oxígeno y Cinturones de Seguridad.
Es importante que presten atención (…) En caso de despresurización, se abrirá automáticamente un compartimento
situado encima de sus asientos que contiene las máscaras de oxígeno. En ese caso, tire de la máscara, colóquela
sobre la nariz y la boca y respire con normalidad. Si viaja acompañado de menores colóquese Ud. primero la máscara para a
continuación poderles auxiliar»21.
Es decir, que si de verdad queremos educar niños y niñas de vida plena antes debemos reeducarnos nosotros
para alcanzar una existencia realizada, ya que de lo contrario nos va a resultar imposible. Como padres, debemos
ayudarnos a nosotros mismos a mejorar nuestra manera de ser porque los hijos aprenden sobre todo por emulación:
andan como lo hace papá o mamá, hablan como ellos, y hasta ponen las mismas caras.
Gandhi aconsejaba ser el cambio que uno desea ver en el mundo. Si realmente aspiras a educar hijos felices,
inteligentes, buenos y creativos, y consideras que tú todavía no posees alguno o ninguno de estos atributos,
abandona ya la lectura de este libro y lee primero Manual Mente: cómo reinventarte con la nueva herramienta de la
Programación Neuro-Caligráfica, para revertir esta situación.
Hace años, nuestra hija era todavía un bebé, asistí a una conferencia que versaba sobre cómo tienen que
desayunar los críos, y me percaté que mi dieta matutina era nefasta, de manera que me convencí de que, en primer
lugar, tenía que ser yo quien adoptara unos hábitos nutritivos correctos si quería que, con el tiempo, nuestra hijita
inconscientemente se alimentara bien.
Y la clave radica en el inconscientemente, es decir, sin darse cuenta. Cuando nos amargamos la vida, aunque
pensemos que está justificado por una u otra circunstancia externa, casi siempre responde a un esquema mental
disfuncional, que se dispara de forma automática gracias a un resorte todavía hoy desconocido pero que sabemos
a ciencia cierta que existe, puesto que no vemos la vida como es sino como somos.

CONSEJO Nº 26

Si deseas ser un buen educador del carácter de tus hijos, «sálvate» tu primero. Mejora tu
autoconcepto y tu autoestima; desarrolla tu optimismo; trabaja tu perseverancia; adiestra tu
gestión emocional; aumenta tu extraversión y tu empatía; e incrementa tu proactividad, tu paciencia y
tu gratitud. En Buenos días y buena letra, te muestro como puedes hacerlo entrenando tu caligrafía tan
sólo 15 minutos diarios durante un máximo de nueve meses.

21 De nuevo, la cursiva es mía.


58
EL CEREBRO PRENATAL

«Educar la mente sin educar al corazón no es educación».

Aristóteles
Un cerebro en ciernes
«Los niños tienen que ser enseñados sobre cómo pensar, no qué pensar».

Margaret Mead

Transcurridas dos semanas desde la gestación, en el embrión humano las células se distribuyen en tres capas,
superpuestas en forma de disco. A partir de aquí, empieza a surgir una gran cantidad de células que, con el tiempo,
constituirán la notocorda (columna vertebral).
Dos semanas después, se empiezan a conformar, gracias a un fenómeno denominado «organogénesis», la
totalidad de los órganos corporales humanos, en un proceso que se extiende hasta aproximadamente los dos meses.
Dentro de este período, el día 19 de la gestación, las células, que acabarán conformando el sistema nervioso,
constituyen sobre el disco citado más arriba la denominada «placa neural», aunque todavía no puede hablarse de
auténticas neuronas, porque todavía no tienen ni las dendritas, ni los axones característicos de las mismas. Esta
vaguedad les permite dividirse con gran celeridad hasta conformar el «tubo neural», lugar en el que se inicia y
produce la diferenciación de las células nerviosas, ya con sus prolongaciones citadas.
Se trata de un período delicado porque la madre todavía no suele tener conciencia de estar embarazada. El
futuro bebé está a expensas de la salud de su mamá, y ésta ignora que esté concibiendo un nuevo ser vivo en su
vientre. Si fuma, si bebe, si consume drogas, si tiene carencias nutricionales, si se encuentra en un mal estado
emocional, etc., la orgagénesis se verá afectada.
Tras las primeras ocho semanas, el embrión mide unos tres centímetros, empieza a tener un aspecto
humano, y se inicia la denominada etapa fetal. A partir de este momento, las células nerviosas ya son neuronas con
la actividad eléctrica que les es propia, pero en contrapartida quedan incapacitadas para continuar dividiéndose.
Del tubo neural irán surgiendo el cerebro, el cerebelo, el tronco encefálico y la ulterior médula espinal, de
modo que al inicio del segundo trimestre de gestación el sistema nervioso central empieza a estar muy bien definido.
A partir de aquí, se empieza a desarrollar un incipiente intestino, los riñones y los pulmones. Los oídos empiezan a
ser operativos y el feto ya puede cerrar sus puños e, incluso, chuparse el pulgar.

El cerebro fetal durante el tercer trimestre

«Nuestras alas son invisibles, pero están. Una se llama amor. La otra, sentido».

Álex Rovira

Al iniciarse el tercer trimestre de gestación, empiezan a diferenciarse con claridad los pliegues y surcos que
caracterizan el cerebro humano. El oído, el olfato, el gusto y el tacto ya están a punto, de manera que todo lo que
registran estos sentidos empiezan a almacenarse en el hipocampo y la corteza temporomesial. El incipiente ser
humano ya explora su entorno y realiza sus primeros aprendizajes y adiestramientos.
El crecimiento cerebral se da mediante el incremento de las dendritas y de los axones y, sobre todo, por las
conexiones entre las neuronas. Los circuitos cerebrales aumentan, en el cerebro surgen innumerables surcos y la
corteza se repliega para economizar el espacio.
Durante el trimestre final del embarazo, el tamaño del feto se duplica, de modo que no cabe estirado en el
59
útero, por lo que se ve obligado a adoptar la posición flexionada por todos conocida.
Inicialmente se crea un exceso de neuronas y conexiones, de manera que sobre la semana 28 de la gestación
las neuronas sobrantes empiezan a morir y las conexiones superfluas empiezan a remitir.
A partir de las 32 semanas aparecen las primeras fases del sueño. Si la madre se mueve o come dulce, el
pequeño ser se activa, pero también se cansa, de forma que se duerme para recuperar fuerzas. Además, empieza a
mostrar respuestas que pueden asociarse a funciones cognitivas del ser humano. Ya tiene memoria a corto plazo y
capacidad de adaptación. Si acercamos, por ejemplo, una luz muy fuerte al vientre de la madre, el bebé se sobresalta.
Pero si reiteramos este ejercicio, se habitúa y aprende a no asustarse.
En esta época el cerebro y el resto del sistema nervioso son muy vulnerables y debe vigilarse que no se
produzcan disfunciones encefálicas, cuya detección durante el período de gestación es muy dificultosa, en primer
lugar, porque las pruebas diagnósticas son complicadas, y, en segundo lugar, porque entrañan importantes riesgos para
el feto.
Por eso la prevención antes del embarazo es fundamental. Lo mejor, en una preñez planificada, es que la
madre (pero también el futuro padre) acudan al médico para contarle su deseo de paternidad e informarse sobre las
medidas a tomar antes de la gestación. Las madres deben saber que su salud y sus hábitos, incidirán en el
neurodesarrollo de su futuro hijo. Por ejemplo, la alimentación es, en este sentido, muy importante.
Durante el embarazo, la mujer debe tener muy en cuenta las distintas necesidades nutricionales que se
requieren durante el período de gestación. Una carencia de vitamina B9 en su sangre (presente en legumbres como
los garbanzos y las lentejas, o en los vegetales de hoja verde como la espinaca, la escarola, los guisantes, las alubias
secas, en los frutos secos y en las semillas de girasol) puede provocar malformaciones como la anencefalia22 y la
espina bífida23. Asimismo, deben evitarse el consumo de bebidas alcohólicas y drogas, e incluso la toma de diversos
medicamentos. También, el padre debe saber que la calidad de su esperma se verá afectada si fuma, bebe o
mantiene hábitos tóxicos. Por lo tanto, los futuros progenitores deben empezar a cuidarse los meses previos para
evitar el riesgo de afecciones en el bebé.

CONSEJO Nº 27

Mejor un embarazo planificado que improvisado. Si deseáis ser padres próximamente acudid a un centro
médico para haceros un chequeo, y que os aconsejen cómo debéis alimentaros a partir de ahora, y que os
hagan recomendaciones sobre vuestros hábitos actuales, y os propongan mantenerlos, sustituirlos o
ampliarlos con actividades lo más saludables posible.

CONSEJO Nº 28

Durante el embarazo el mejor servicio que le podéis prestar al neurodesarrollo de vuestro futuro bebé es
un estilo de vida tranquilo, evitar el humo del tabaco, una alimentación adecuada, practicar deporte de
forma moderada con regularidad, y una sana relación de pareja.

22 La anencefalia es un defecto de nacimiento grave en el cual el bebé nace sin partes del encéfalo y el cráneo. Es un tipo de defecto del tubo neural (DTN).
23 La espina bífida es un defecto del tubo neural, un tipo de defecto congénito del cerebro, la columna vertebral o de la médula espinal. Ocurre si la columna
vertebral del feto no se cierra completamente durante el primer mes de embarazo. Esto puede dañar los nervios y la médula espinal.

60
La estimulación del cerebro

«La base de un cerebro sano es la bondad. Y se puede entrenar».

Richard Davidson

Si has llegado hasta aquí, estimado lector, llevas ya un montón de hojas leídas, y tal vez te estarás preguntando en
qué epígrafe se empezará a hablar de Neuroeducación y, en concreto, ahora que estamos estudiando el cerebro
prenatal, cómo estimular su neurodesarrollo.
Los padres viven (vivimos) obsesionados por el rendimiento académico de nuestros hijos, y nos gustaría
encontrar la varita mágica que, a poder ser ya desde su gestación, estimulara su cerebro.
Pero, Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva no va de esto. Tal vez, ahora mismo, te sientas estafado,
porque este primer plato del «menú» lleva por título «La neurociencia al servicio de padres, maestros y profesores».
Sí, en efecto. Sin embargo, en el subtítulo del libro, se prometían 101 consejos para educar hijos no solo inteligentes,
sino también, felices, buenos, y creativos. Y todos estos atributos, sin duda deseables, van muy unidos.
En este sentido, el egregio neurocientífico Richard Davidson (doctor en neuropsicología, profesor de
psicología y de psiquiatría en la Universidad de Wisconsin-Madison, donde asimismo ha fundado y preside el Centro
de Investigación de Mentes Saludables) en su excelente libro, El perfil emocional de tu cerebro (Destino, 2012) trata de
convencernos de hasta qué punto es fundamental cómo educamos el perfil emocional de nuestros hijos, ya que este
determinará de qué modo se enfrentarán a la adversidad, con qué actitud encararán la vida, cuál será su nivel de
autoconciencia, o a qué prestarán atención. Serán inteligentes (pero también, insisto, felices, buenos y creativos) en
la medida que su perfil emocional les permita superar los reveses existenciales que sin duda sufrirán, en que sepan leer
el lenguaje no verbal de sus semejantes, en que, a pesar de que las cosas no salgan según lo previsto y deseable, se
mantengan a flote optimistas, alegres y enérgicos...
No se trata, por consiguiente, tanto de conseguir tener hijos inteligentes, sino de que sean capaces de vivir
inteligentemente.
Qué duda cabe, que la intervención del ambiente en la etapa fetal es crucial para el neurodesarrollo, y que
lo continuará siendo después del nacimiento. Sin embargo, no se trata tanto de estimular, sino de no entorpecer.
Así, John Medina (biólogo, investigador, profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington y
gran estudioso del cerebro), en su libro Viaje al cerebro del niño (Paidós, 2013) afirma de forma muy contundente que
«Durante los primeros tres meses del embarazo, el bebé solo quiere que lo dejen en paz.»
Una madre fumadora, o que conviva con fumadores (esposo, colaboradores, etc.) posibilita que su sangre
transporte hasta el feto muchas de las sustancias tóxicas que conforman el humo del tabaco, que afectan
negativamente al desarrollo del sistema nervioso.
En cambio, una madre que practique deporte moderadamente durante el embarazo activa la formación de
neuronas en el feto y mejora la conectividad con su futuro hijo, lo que aumentará su memoria durante la infancia y
la adolescencia.

¿Es recomendable estimular el cerebro?

«¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación».

Alejandro Dumas

Se ha observado que los adultos que de pequeños vivieron en ambiente de elevada conflictividad familiar presentan
conexiones en la corteza cerebral ligeramente diferentes a los que crecieron en ambientes familiares estables, ya que
sus cerebros se adaptan a lo que sienten como amenazas y peligros.

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Por el contrario, un ambiente estable facilita que se desarrollen más conexiones en las zonas del cerebro
destinadas al pensamiento reflexivo y a la gestión de las emociones. En definitiva, la estabilidad familiar estimula la
inteligencia.
Tanto unas conexiones neuronales como las otras, una vez establecidas, va a ser muy difícil deshacerlas,
por lo que el ambiente familiar va a imprimir carácter que va a acompañar a la persona que lo ha experimentado a
lo largo de su vida.
Sin embargo, no debe caerse en la sobreestimulación del cerebro, porque la sobreestimulación cerebral
comporta estrés negativo (o distrés).
El distrés es el enemigo número uno de la inteligencia y de la educación. En este sentido, vale la pena
desmitificar, el denominado Efecto Mozart, según el cual escuchar la música de este genial compositor durante el
embarazo, influye positivamente en el neurodesarrollo del futuro bebé. Según sus promotores mejoraba la
concentración y la creatividad.
Félix Pardo, profesor del Posgrado de Neuroeducación de la Universidad de Barcelona, en el libro
polifónico ya citado, Neuromitos en educación: el aprendizaje desde la neurociencia, lo desmiente categóricamente: «Es una
evidencia que la música tiene efectos diversos sobre la mente y el cuerpo. Pero entre todas las obras musicales se ha
destacado la de Mozart por sus propiedades, que, según algunos expertos, entre los que no podemos olvidar
mencionar al otorrinolaringólogo Alfred Tomatis, a la psicóloga Frances Raucher y al músico y empresario, Don G.
Campbell, por sus ritmos, melodías y frecuencia altas, así como por la pureza y la simplicidad de sus sonidos puede
estimular como ninguna otra música nuestros sentidos y conmover nuestro espíritu.»
Pardo se hace eco del estudio más extenso, que se ha realizado hasta la fecha, sobre el Efecto Mozart,
encargado por el Ministerio de Educación e Investigación de la República Federal de Alemania, que llevó por título
Macht Mozart schlau? Die Forderung Kognitiver Kompetenzen Musik (¿Te hace inteligente Mozart?), cuya conclusión reza
que «Si los sujetos tienen un mejor desempeño en algunas habilidades cognitivas al escuchar la música de Mozart es
tan solo por el placer que les produce (...) Pero esa mejoría es a corto plazo y afecta tan solo a algunas capacidades
espaciovisuales. Por lo tanto, tiene que ver con el estado de excitación sensorial y con el humor del sujeto, y no
afecta a su inteligencia general ni al conjunto de sus capacidades cognitivas.»
En definitiva, escuchar música de Mozart mientras se está en el útero materno no favorece para nada la
inteligencia posterior del futuro niño.

CONSEJO Nº 29

Escuchar música clásica durante el embarazo, si es placentero para la madre, contribuye a crear un
ambiente estable, que favorece las conexiones cerebrales en el feto que fomentarán su pensamiento
reflexivo y su gestión emocional. Pero si escuchar música clásica se convierte en una obligación que
estresa a la madre, se incurre en una sobreestimulación del futuro bebé, que resultará contraproducente.

¡Mira quién habla!

«El mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerles felices».
Oscar Wilde

¿Es importante hablarle al futuro bebé desde el vientre?


Si bien durante el inicio del embarazo el neurodesarrollo consiste sobre todo en crear el cableado del
cerebro, en la segunda mitad del embarazo ese cableado comienza a recibir influencias externas. El feto es sensible,
por ejemplo, a los latidos del corazón o a la voz de la madre.
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Hacia el tercer trimestre de gestación el bebé ya escucha y distingue la voz de su mamá de todos los demás
sonidos. El bebé aprende a reconocerla y tiene perfectamente claro que es la de la mujer que le ha dado vida y lo
lleva en el vientre, y cuando nace, escucharla es sinónimo de amor y atención hacia él.
Es importante que la mamá le hable al bebé, que acaricie su vientre mientras le habla: puede cantarle
canciones o leer en voz alta. Esto generará una relación más estrecha y propiciará que el futuro se sienta acompañado
y amado.
Aunque, según parece, no sucede lo mismo con la voz de papá, sí ha quedado demostrado que, si el
padre habla cerca de la barriga de la mamá, tiempo después, el neonato también la distinguirá de otras voces
ajenas. En este sentido, las conversaciones calmadas, y no digamos amorosas, de la pareja resultan muy
beneficiosas para el neurodesarrollo del feto. De manera que es importante que los padres se transmitan estima
entre ellos y le transmitan amor al futuro bebé.
En su interesante libro Parir (Ediciones B, 2017), la doctora en medicina, profesora universitaria y directora
del Instituto Europeo de la Salud mental Perinata, Ibone Olza Fernández, constata que el vínculo materno-filial es
muy importante y recomienda:
«Todas las embarazadas saben que cuando tocan su vientre, el bebé responde. Cada madre debe encontrar la
manera de llegar a su hijo. Para mí, la fórmula no es hablar al bebé, sino con el bebé.»

CONSEJO Nº 30

Hablad amorosamente con el futuro bebé, especialmente a partir, de la segunda mitad del embarazo.
Mantened una relación armoniosa y conversaciones amorosas. El padre debe hablarle al vientre de la
madre, y esta debe acariciárselo, de vez en cuando, para que el futuro bebé se sienta atendido y amado.

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EL CEREBRO DEL RECIÉN NACIDO

«La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo».

Nelson Mandela
Bésame mucho

«Un padre no es el que da la vida, eso sería demasiado fácil, un padre es el que da el amor».

Denis Lord

Con el nacimiento finaliza el neurodesarrollo anatómico. El cerebro pesa de media 350 gramos y tiene un perímetro
de algo más de 30 centímetros. Alberga miles de millones de neuronas y unos circuitos neuronales muy primitivos.
Posee ya algunos comportamientos programados, por ejemplo: cuando el bebé tiene hambre, llora; si siente en su
mejilla el roce del pezón de su madre dirigirá su rostro hacia el pecho materno para poderlo succionar y mamar, etc.
«Su cuerpo rechoncho de miembros cortos y regordetes -señala la ya citada María José Mas Salguero, en La
aventura de tu cerebro-, con una cabeza enorme de forma ancha, nariz pequeña y ojos grandes, predispone a brindarles
protección. Su olor de bebé los hace aún más encantadores y las ganas de abrazarlos, achucharlos e incluso
mordisquear sus mofletes se vuelven irreprimibles.» Y añade: «Estas caricias aumentan la secreción de las hormonas
del crecimiento y tiroides, lo que favorece el desarrollo corporal y cerebral del bebé.»
Nótese la importancia del contacto físico para el (neuro)desarrollo del bebé hasta el punto que su carencia le
puede provocar la muerte.
Recordemos que, en el siglo XIX, en los hospicios de la época casi el cien por cien de los bebés
abandonados e inicialmente en apariencia sanos, de menos de un año, entraban en un estado de depresión, dejaban
de mantener contacto visual, de alimentarse, de comunicar, hasta que morían. A esta enfermedad, que afectaba a los
niños huérfanos, se la dio en llamar «Marasmo».
El marasmo afectaba a casi todos los orfelinatos de Europa y América, aunque un pediatra de Boston, que
investigó esta misteriosa enfermedad, el Dr. Fritz Talbot, halló uno en Dusseldorf, en el que los bebés presentaban
un buen estado de salud. Allí observó que una anciana tomaba en brazos a los pequeños que padecían algún tipo
de afección, y casi en su totalidad sanaban.
Talbot, llegó a la acertada conclusión de que el marasmo podía prevenirse y no causar la inexorable muerte
del bebé si este recibía un trato amoroso, con caricias, abrazos y palabras cariñosas.
Al sentir el contacto físico el cerebro del niñito responde mandando mensajes a la hipófisis. Esta glándula
endocrina es la responsable de que se produzca la correcta administración de proteínas y nutrientes provenientes de
los alimentos y sueros que entran en el organismo. Asimismo, la hipófisis segrega una serie de hormonas que, entre
muchas otras funciones, controlan el crecimiento del cuerpo.
Ante la ausencia de caricias, palabras cariñosas y abrazos, la hipófisis segrega adrenocorticotrofina, estimula
la glándula suprarrenal que segrega cortisona, que a su vez inhibe el crecimiento óseo.
De regreso a Estados Unidos, Talbot, cambió los protocolos de trato con los recién nacidos: los bebés
debían ser tomados en brazos y acariciados amorosamente por «una madre» varias veces al día. La tasa de mortalidad
infantil se situó casi inmediatamente por debajo del 10%.
Sin embargo, a pesar de que estas prácticas garantizan la supervivencia de los niños huérfanos o
abandonados, la carencia de un afecto genuinamente materno, condiciona su neurodesarrollo. En este sentido, el
osteópata Quim Vicent, director de la clínica barcelonesa Arvila Magna, en su interesantísimo libro Aprende a escuchar
tu cuerpo (RBA, 2018), constata que: «En la consulta hemos recibido muchos pequeños que vienen de orfanatos
extranjeros y, aunque no conocemos muy bien sus orígenes, como tenemos la posibilidad de escuchar sus tejidos,
comprobamos que sufren una carencia afectiva muy importante. Lo normal es que haya un retraso importante a
nivel académico.»

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CONSEJO Nº 31

Dedica tantos momentos como puedas durante el día a abrazar a tu bebé. Acarícialo. Bésalo. Háblale
amorosamente...

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EL CEREBRO INFANTIL: LA PRIMERA GRAN OPORTUNIDAD

«La correspondiente misión del educador es permitir que el niño desarrolle su propio modo de ser y animarle incluso a que se acostumbre a
obrar por propia iniciativa».
Romano Guardini

La arruga es bella

«En el molde de nuestras acciones es donde se ha forjado la inteligencia. La inteligencia es la prolongación de nuestros sentidos».

Henri Bergson

El cerebro del recién nacido pesa tan solo entre 300 y 350 gramos y tiene un perímetro de unos 34 o 35 centímetros,
pese a poseer un número similar de neuronas que el de un adulto, unos cien mil millones. Ello es debido a que cuenta
con muchas menos conexiones o sinapsis. Así, mientras que, en la persona madura, cuyo neocórtex oscila entre
1300 y 1500 gramos (con un perímetro de aproximadamente 57 cm), éste está completamente arrugado, en el
neonato es casi liso.
El neurodesarrollo consiste, pues, en el aumento progresivo del número de prolongaciones neuronales (al
ritmo de casi mil conexiones por segundo) y la constitución de nuevos circuitos, en un proceso denominado
sinaptogénesis.
La sinaptogénesis no se detiene hasta alcanzar los casi ¡novecientos billones de conexiones neuronales!,
propios del cerebro adulto.
Observamos, en consecuencia, que el córtex del recién nacido está todavía subdesarrollado, y la maduración
se va a producir a distintas velocidades. El bebé viene al mundo con los circuitos del tronco encefálico concluidos,
pero la mayoría de las células corticales apenas se han conectado. Como es lógico, aquellas zonas de la mente
implicadas en la supervivencia evolucionan antes, y se dan en la medida que se van adquiriendo competencias.
Que el ser humano venga al mundo con un cerebro a medio hacer es, sin duda, una gran oportunidad. Y,
asimismo, significa también una gran responsabilidad para padres y formadores en general.
Recordemos que en su extraordinario libro ¿Qué hacer con nuestro cerebro? (2013), la filósofa argelina afincada
en Francia que se ha especializado en el estudio de las neurociencias, Catherine Malabou, se hacía eco de este
extremo con gran sagacidad: «El cerebro no es un puesto de mando rígido ni centralizado. Es plástico, cambia con
el curso de la vida, se deja modelar por la experiencia y también se repara. Precisamente porque el cerebro no está
totalmente hecho, debemos preocuparnos por qué hacer con esta plasticidad, con esta disponibilidad.»
Hasta el nacimiento básicamente somos genética, pero a partir del mismo, somos, sobre todo, educación y
experiencia.
Resulta fundamental el concepto de expresión genética, puesto que no todos los genes que nos vienen de serie
se acaban expresando. Unos, en efecto, se activan, pero muchos se silencian.
Es, por ello, conveniente hablar de epigenética, es decir, de un sistema de regulación que controla la expresión
de los genes sin afectar a su composición.

La responsabilidad de los padres

«El período más importante en la vida no es el de la universidad, sino el primero de todos».

Maria Montessori

¿Podemos gestionar la epigenética de nuestros hijos y alumnos? ¿Podemos contribuir a que se activen unos genes
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y a que se inhiban otros?
«Desde el nacimiento y hasta los tres años, los críos aprenden las cosas más importantes de su vida -advierte
David Bueno Torrens en su libro Neurociencia para educadores (Rosa Sensat, 2017)-, las que condicionarán más su
carácter cuando sean adultos.»
Entre los cero y tres años los programas genéticos posibilitan que las neuronas del córtex cerebral se
extienden para interconectarse. Sin embargo, los citados programas no establecen ni qué neuronas se van a asociar
entre sí, ni siquiera el número de estas asociaciones.
Se puede comparar la epigenética con unos interruptores que activan o desactivan los genes que conducen
la información para sintetizar las moléculas mediante las que se realizan los procesos fisiológicos del aprendizaje y
la memoria.
Las sinapsis concretas que se producirán finalmente condicionarán el neurodesarrollo del niño, y están en
función, sobre todo, de la relación entre las condiciones de vida de los padres y el cerebro de su hijo, ya que la
plasticidad de nuestro cerebro tiene su razón de ser en la evolutivamente necesaria adaptación al ambiente.
Según sea el ambiente en el que viven los niños expresan unos genes y silencian otros, y acaban
conformando su carácter aprendido. Una vez consolidado un determinado carácter no va a ser fácil reeducarlo
(aunque, como se verá más adelante, es posible) por lo que la intervención de los padres en esta época del
neurodesarrollo es crucial. Por ejemplo, el científico ruso de origen judío, Lev Vygotsky, uno de los más destacados
teóricos de la psicología del desarrollo, precursor de la neuropsicología soviética, afirmaba que «El niño aprende
su libertad obedeciendo instrucciones ajenas (de su madre generalmente), y acaba aprovechando la posibilidad para
darse instrucciones a sí mismo y organizar libremente su propia conducta.» Es decir, el cerebro del niño desarrolla
nuevas funciones (o no) a través de la educación recibida.
Jugar con el bebé, hablarle y, en general, proporcionarle un ambiente cálido en afectos y rico en estímulos,
facilita que el bebé madure adecuadamente.
Ahora bien, es importante no obsesionarse con la estimulación cerebral del crio, desaconsejándose de
forma muy expresa una hiperestimulación.
Así, en su best seller El cerebro del niño explicado a los padres: cómo ayudar a tu hijo a desarrollar su potencial intelectual y
emocional (Plataforma editorial, 2015), el neuropsicólogo, Dr. Álvaro Bilbao, advierte que: «El desarrollo cerebral no
es un proceso que deba acelerarse sin perder parte de sus propiedades. De la misma manera que un tomate
transgénico que madura en pocos días y alcanza unas dimensiones y un color ‘perfectos’ pierde la esencia de su sabor,
un cerebro que se desarrolla bajo presión, corriendo para saltar etapas, puede perder por el camino parte de su
esencia.»
Basta con que tu hijo viva en un ambiente sereno y ordenado en el que se alternen contenidos novedosos
con generosos períodos de descanso para poder consolidar toda la información recibida.

CONSEJO Nº 32

La personalidad de tu hijo no viene (solo) determinada por los genes. una parte sustancial de la misma, su
carácter, es aprendida, y depende mucho de las instrucciones con las que le eduques. Asume tu
responsabilidad, especialmente en los tres primeros años de su vida, porque nadie recuerda lo sucedido
en esa época, y, en consecuencia, queda grabado en su inconsciente, lo que dificultará en el futuro
reeducar su manera de ser establecida.

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Con los niños sí se juega

«Los niños y niñas no juegan para aprender, pero aprenden porque juegan».
Jean Piaget

María Montessori, fue la primera mujer italiana que se graduó como doctora en Medicina. Revolucionó los métodos
pedagógicos a principios del siglo XX. Fue pionera en defender que el juego era la principal actividad a través de la
cual el niño lleva su vida durante los primeros años de edad.
A través del juego el niño observa e investiga todo lo relacionado con su entorno de una manera libre y
espontánea.
Adultos e infantes percibimos el mundo de maneras muy diferentes. Los primeros lo hacemos a partir de
conceptos y razonamientos. Los críos a través de los juegos, del afecto y de las emociones.
No debe desdeñarse, pues, la importancia del juego, no solo para el bienestar de nuestros hijos, sino
también para su neurodesarrollo, tanto en el ámbito intelectual como en el emocional.
El juego es altamente beneficioso para los niños, ya que el cerebro humano aprende muchísimo a través
de las actividades lúdicas.
«Cuando jugamos con un niño -afirma con sagacidad el Dr. Álvaro Bilbao en El cerebro del niño explicado a
los padres, ya citado-, este entra en modo aprendizaje; todos sus sentidos se centran en la actividad, es capaz de
permanecer concentrado, de fijarse en tus gestos y en tus palabras y de recordarlas mucho mejor que cuando lo
instruimos o le ordenamos. Cuando jugamos con el niño, entramos en contacto emocional con él; el propio juego
despierta sus emociones, pero también el contacto físico con su papá o su mamá, que lo sostienen, lo abrazan o
mordisquean como parte del juego.»

CONSEJO Nº 33

Si realmente quieres que de mayores tus hijos sean inteligentes, buenos, felices y creativos, juega mucho
con ellos, al menos a lo largo de su infancia. Siéntate con ellos en la moqueta o la alfombra. Que tus ojos
estén a la altura de los suyos. Representad papeles de la vida cotidiana: profesor-alumno; médico-
paciente; carnicero o pescadero-cliente...

Ambientes enriquecidos

«La tarea del educador moderno no es talar selvas, sino regar desiertos».
C.S. Lewis

María Montessori, asimismo, propuso que los padres primero, y los maestros posteriormente, debían preparar
ambientes enriquecidos para sus hijos. El diseño de estos ambientes debía fundamentarse en dos pilares: la belleza y
el orden. Para ello recomendaba que, en la medida de lo posible, se establezcan espacios de juego luminosos y
cálidos, que incluyan lenguaje, plantas, arte, música y libros.
En 1947, el biopsicólogo canadiense doctorado en Harvard, Donald Hebb, descubrió que las ratas criadas
como mascotas se desempeñan mejor en las pruebas de solución de problemas que las ratas criadas en jaulas.
Sin embargo, no fue hasta 1960, en la Universidad de California en Berkeley, que un grupo de investigadores
liderado por Mark Rosenweig, comparó el cerebro de ratas criadas solas en jaulas vacías con aquellas criadas en
jaulas, junto a otras compañeras, con juguetes, escaleras, túneles y ruedas y junto.
El descubrimiento ha resultado crucial para entender el neurodesarrollo humano, en especial, durante los
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primeros años de vida. La conclusión que se extrae es que la crianza en ambientes enriquecidos comporta un
aumento significativo del volumen de la corteza cerebral.
En 1964 se comprobó que esto era debido a un incremento en el grosor de la corteza cerebral y en los
números de sinapsis. Así, las ratas criadas en ambientes enriquecidos presentaban un 25% más de conexiones
neuronales.
El enriquecimiento ambiental activa igualmente el cerebro humano, y de forma muy especial durante la
infancia. El neocórtex de tu hijo en un entorno estimulante presentará un incremento porcentualmente muy
significativo sinaptogénesis y ramificaciones dendríticas complejas.
Investigaciones en humanos sugieren que la falta de estimulación retrasa y perjudica el desarrollo cognitivo.
Pero un exceso tampoco es recomendable. Así, el Dr. Daniel J. Siegel, médico y profesor clínico de psiquiatría en
la Escuela de Medicina de la UCLA, dentro de la facultad del Center for Culture, Brain, and Development y codirector
del Mindful Awareness Research Center, en su celebrado libro El cerebro infantil del niño, advierte que «No hay necesidad
de bombardear a bebés o a niños pequeños (o a nadie) con una estimulación sensorial excesiva con la esperanza de
‘construir mejores cerebros’. Se trata de una mala interpretación de la literatura sobre la neurobiología (...) Más
importante que un exceso de estimulación sensorial durante los primeros años de desarrollo son los patrones de
interacción entre el niño y el cuidador.»
Y, por si fuera poco, debe tenerse especial cuidado con no enriquecer el espacio de juego con tecnología.
Existen hoy en día muchísimos estudios sobre cómo los videojuegos, pasar muchas horas frente al televisor,
o los juegos para niños en tablets o móviles, no solo no favorecen en nada su neurodesarrollo (en contra de lo que
poderosas campañas de marketing pretenden hacernos creer), sino lo que lo entorpecen, de forma que, incluso,
puede llegar a ser (casi) irreversible.
Aunque la industria del entretenimiento infantil norteamericana ha llenado el mercado de DVD, CD y
videojuegos que prometían mejorar la inteligencia de nuestros hijos, la Academia Americana de Pediatría aconseja
que, al menos, durante los dos primeros años de vida, los padres los eviten tanto como les sea posible.

CONSEJO Nº 34

En la medida de lo posible, establece en tu hogar un espacio de juego luminoso y cálido, que incluya
lenguaje, plantas, arte, música y libros, y que esté exento de juegos tecnológicos.

Elogio del aburrimiento

«Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de escaso valor».
Bertrand Russell

Vivimos en una sociedad saturada de estímulos, lo que ha motivado el interés de los neurocientíficos por el tedio. El
psicólogo canadiense John Eastwood de la Universidad de York junto con investigadores de las universidades de
Guelph y de Waterloo, ambas ubicadas en Ontario, se han interesado por el proceso mental subyacente de nuestros
sentimientos de aburrimiento para así crear una precisa definición del mismo y poder aplicarla a través de diferentes
estructuras teóricas.
En su artículo publicado en la edición de septiembre de 2012 de la revista Perspectives on Psychological Science, que
se titula The unengaged mind: Defining Boredom in Terms of Attention utilizaron los aportes de diferentes áreas de las
neurociencias y para definir el aburrimiento de la siguiente manera:

«Un estado aversivo de querer, pero siendo incapaz de comprometerse con actividades satisfactorias, que
surgen debido a fallas en las redes neuronales de la atención.»
Eastwood y sus colegas opinan que su definición de aburrimiento explica por completo la experiencia del
mismo y sugiere direcciones específicas para futuras investigaciones sobre el tema correlacionándolo con la
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atención.
A efectos de este libro, es interesante hacer hincapié en la consideración de «estado aversivo» del tedio que
ha calado con fuerza en el imaginario colectivo, donde se asimila aburrirse a perder el tiempo.
Pero existe un amplio debate entre los neurocientíficos actuales sobre si el aburrimiento es bueno o es
malo para la mente humana, para cómo se siente, pero también sobre su capacidad de realización de actividades
valiosas.
No debemos olvidar que la creatividad tiene una madre evidente, la pereza, pero también posee un padre
indiscutible, el aburrimiento.
Por un lado, detrás de muchos inventos o de muchas innovaciones, está la búsqueda de un método más
simple, más cómodo, o más eficiente, es decir, que suponga menos trabajo. Admiro, este tipo de creativos perezosos
porque utilizan su ingenio acaso para simplificarse su vida, pero nos la acaban facilitando a todos.
Por otro lado, es comúnmente aceptado que muchos de los grandes genios empezaron a estrujarse los sesos
en un período de aburrimiento. Y los que somos padres sabemos de primera mano lo creativos que llegan a ser
nuestros hijos cuando no están ocupados. Se inventan juegos; se entretienen con cosas, a las que antes no les
prestaban atención; se vuelven más curiosos e imaginativos; etc.
Por el contrario, si el niño está conectado permanentemente a un móvil o a una tablet, o tiene todo su tiempo
ocupado con actividades extraescolares, su creatividad se ve muy mermada.
De ahí la boutade de Bertrand Rusell («Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación
de escaso valor.»), que encabeza este epígrafe.
Ahora bien, esta afirmación algo exagerada debe puntualizarse: crear valor implica un aburrimiento productivo,
y para que lo sea, a veces basta con soñar despiertos, hacer planes o plantearse metas, mientras estamos inactivos.

CONSEJO Nº 35

No llenes de actividades a tu hijo, y no permitas que te intimide cuando te interpele diciendo “Me aburro”.
Que, a veces se aburra, no es malo sino todo lo contrario, estimula su imaginación y, en consecuencia, su
creatividad.

¡Silencio, se educa!

«El silencio es el sol que madura los frutos del alma».

Maurice Maeterlinck

El silencio es necesario porque si carecemos de él no es posible la percepción. En cada instante recibimos múltiples
estímulos que provocan incontables sensaciones, todas al tiempo.
Son los silencios los que nos permiten distinguir entre unos estímulos y otros, los que hacen posible apreciar
la diferencia. Son los intervalos que tenemos para comparar, ubicar y adquirir consciencia de lo percibido.
En un interesantísimo experimente llevado a cabo a principios de este siglo, y cuyos autores, Marie Evans
Schmidt, et al. 24, de la University of Massachusetts at Amhers, hicieron público en 2008, en un artículo titulado The
Effects of Background Television on the Toy Play Behavior of Very Young Children, pusieron a prueba la hipótesis de que la
televisión de adultos de fondo es una influencia disruptiva en los más jóvenes mientras juegan con sus cosas.
En el experimento, cincuenta niños de 12, 24 y 36 meses se entretuvieron con una variedad de juguetes.
Durante la primera media hora, el televisor estaba apagado. Los niños miraban el televisor solo unos segundos, y
menos de una vez por minuto.

24 Tiffany A. Pempek, Heather L. Kirkorian, Anne Frankenfield Lund, and Daniel R. Anderson.
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Sin embargo, durante la segunda media hora, cuando el televisor estaba encendido de fondo, se redujo
significativamente la duración del episodio de juego y de la atención enfocada a los juguetes.
Los citados investigadores concluyeron que la televisión puesta de forma continua en la sala donde están
los niños altera el comportamiento de juego de los más pequeños, incluso cuando le prestan poca atención.
Llamamos ruido a todo aquello que dificulta la percepción correcta de un mensaje. Vivimos en un mundo
saturado de estímulos inconexos e intranscendentes, y nuestra atención se dispersa. Y se pierde capacidad de
concentración.
En las palabras casi siempre acertadas de Catherine L’Ecuyer en su libro, Educar en el asombro, ya citado:
«Con tanta estimulación, tanta invasión de ruidos ajenos, ahogamos el asombro, necesario para que el niño y luego
el adolescente puedan interiorizar los aprendizajes, profundizar en los conocimientos, escuchar, acoger, estar
atentos a las necesidades ajenas, mirar a los ojos, pensar en las consecuencias de sus acciones, discernir, ponderar,
reflexionar sobre el sentido de lo que se hace... ». Y añade: «Para dar marcha atrás, este niño o este adolescente debe
reencontrarse con el silencio.»
En concreto, Catherine L’Ecuyer, sugiere:

CONSEJO Nº 36

Es importante rodear al niño de un entorno que sepa equilibrar silencio, palabras, imágenes y sonido.

Duérmete niño

«El sueño es la única medicina efectiva».


Sófocles

El sueño juega un papel fundamental en la neuroplasticidad cerebral: consolida ciertas sinapsis, elimina otras y
refuerza las conexiones de los procesos cognitivos, y en concreto de la memoria.
Todo lo que el niño aprende a lo largo del día lo va archivando en las redes neuronales de la denominada
memoria a corto plazo. Como su nombre indica, esta memoria, siendo muy útil, deviene sin embargo endeble. Lo
aprendido es susceptible de olvidarse con gran facilidad.
¿Cómo pasar de la memoria a corto plazo a la de a lago plazo?
En nuestra más tierna infancia la estrategia innata para conseguirlo es dormir. Por eso los bebés duermen
tanto. Durante el día su cerebro se ha comportado como una esponja, estableciendo cientos de miles de sinapsis,
es decir realizando nuevos aprendizajes, y por la noche va a necesitar muchas horas para consolidarlo todo.
El laureado catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de
Barcelona, Ignacio Morgado, en su excepcional libro Aprender, recordar y olvidar: claves cerebrales de la memoria y la educación
(Ariel, 2014), dedica un capítulo entero a esta temática (de los nueve que conforman el ensayo), que se titula, de forma
emblemática, Sueño, aprendizaje y memoria. «Los científicos nos hemos preguntado siempre -confiesa- por qué pasamos
tanto tiempo durmiendo, por qué necesitamos hacerlo con tanta frecuencia y qué es lo que nos puede pasar si no
dormimos al menos unas horas cada día.»
Pues bien, lo que los científicos han descubierto es que, en primer lugar, el sueño tiene una función
profiláctica: las neuronas se cansan y periódicamente deben cesar en su actividad para restituir los nutrientes y
elementos moleculares, que se han ido consumiendo y, a menudo, dañando.
La segunda función del sueño es regeneradora: se eliminan las toxinas acumuladas durante la vigilia, y se
incrementa la actividad para rellenar los almacenes corporales de, por un lado, los astrocitos en el cerebro, y, por el
otro, los de glucógeno en el hígado.
Morgado se hace eco de la investigación llevada a cabo por los científicos Giulio Tononi y Chiara Cirelli
(Sleep and price of plasticity: from synaptic and cellular homeostasis to memory consolidations and integration – 2014-) y hace suya la
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hipótesis de que dormir podría ser útil para restaurar la energía gastada por las células nerviosas: «El sueño es el
precio que pagamos para mantener la plasticidad del sistema nervioso y poder seguir aprendiendo sin que nuestros
circuitos neuronales se saturen.»
Pero el dormir tiene una tercera función, esencial en el contexto de la educación, que se produce en la
denominada fase de sueño paradójico (fase REM): la incubación inconsciente de nuestro conocimiento.
En efecto, mientras dormimos, en periódicas ocasiones, nuestros ojos experimentan movimientos rápidos
(Rapid eye moviments -REM-), que se dan cuando soñamos. Los científicos han comprobado que cuanto más intenso
ha sido el aprendizaje (o el adiestramiento) acaecido durante la vigilia más tiempo invierte nuestro cerebro en el
sueño paradójico, y viceversa: cuanto mayor es el tiempo de sueño paradójico mejor se memoriza lo aprendido.
Dormir y sobre todo soñar, son dos educadores innatos de nuestra mente oculta, de manera que una vez
adquirido un conocimiento o una habilidad, se experimentará una mejora con el mero paso del tiempo, si se respetan
nuestros períodos de descaso.

CONSEJO Nº 37

Es esencial acostumbrar a los niños a dormir bien desde pequeños. Un buen hábito de sueño es
fundamental para su correcto crecimiento corporal y mental. Si deseas que tu hijo adquiera una nueva
habilidad o consolide un aprendizaje complejo, es importante que duerma profundamente poco después
del adiestramiento. Dicho aprendizaje se optimiza si el niño se acuesta aproximadamente tres horas
después de haber realizado el estudio o el entrenamiento.

Buenas noches y buena suerte

«Todos los estudios psicológicos indican que la suerte de una persona está influenciada por su estado mental».
Juny Sawyer

Como se ha indicado más arriba, el almacenamiento de la memoria a largo plazo, en especial en los niños pequeños,
se produce mientras duermen.
En mi libro Genial mente, como volveremos a ver en el capítulo titulado Inteligencia Positiva, muestro cómo
evocar, vía repetición, lo aprendido en tres fases (antes de 24 horas, antes de una semana y antes de un mes)
transforma cualquier aprendizaje a corto plazo en conocimiento a largo plazo, lo que resultará una pauta de estudio
excelente para nuestros hijos en edad escolar o universitaria. Cada vez que evocamos aquello que hemos
memorizado, reactivamos (y consolidamos) los circuitos neuronales que se han constituido durante su adquisición
para albergarlo. Ahora bien, la citada consolidación de la memoria mejora con la reactivación del conocimiento que
se produce inconscientemente en períodos de quietud y especialmente durante el sueño. Es evidente que, si la citada
estrategia de tres repasos, se combina con un buen hábito de descanso, su efectividad aumenta exponencialmente.
Mientras que la incubación y mejora a largo plazo de los conocimientos y de las habilidades adquiridos
durante la vigilia, se produce como ya hemos dicho, durante la fase de sueño paradójico (memoria implícita), la
reactivación, o secuencias de repetición, de la memoria explícita se produce durante las fases del sueño de ondas lentas,
y se da en la corteza cerebral, el hipocampo, el tálamo y los núcleos estriados.
Quédate, estimado lector, con los nombres de estas cuatro partes de nuestro cerebro.
La corteza cerebral es el tejido nervioso que cubre la superficie de nuestros hemisferios. Es la sede de la
percepción, de la imaginación, del pensamiento, del juicio y de la decisión.
El hipocampo es una de las principales estructuras del cerebro humano que desempeña
principalmente funciones importantes en la gestión de la memoria y el manejo del espacio.
El tálamo es una estructura que se halla en el centro del cerebro, y que filtra y discrimina los estímulos
sensoriales dirigidos al córtex, decidiendo cuáles deben ser atendidos y considerados, y cuáles no.
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Y, por último, los núcleos estriados, ubicados en la parte emocional del cerebro, están estrechamente
relacionados con la atención y son los encargados de evaluar qué actividades resultan más apetecibles. Cuanto más
intenso y gratificante es el estímulo, y cuanto antes se produce la satisfacción, mejor. Entre comer fruta o ingerir
dulces, elige lo segundo. Entre un libro o un videojuego, escoge este último. El problema radica en que, una vez
habituado a los estímulos fuertes, los núcleos estriados no muestran interés por otros alimentos o entrenamientos,
a menos que los superen en intensidad y rapidez.

CONSEJO Nº 38

Educa a tu hijo en la cultura del «saboreo». Que se acostumbre a todo tipo de alimentos saludables. Evita
los juegos trepidantes, ya que, lejos de activar su mente, le pueden causar déficits de atención, le saturan
los centros de satisfacción del cerebro, y le hacen adicto a vivir experiencias de contenido emocional cada
vez superior.

Cerebro masculino y cerebro femenino

«Llamar a las mujeres el sexo débil es una calumnia: es la injusticia del hombre hacia la mujer».

Mahatma Gandhi

¿Los cerebros del hombre y la mujer en verdad son distintos?


En contra de lo que defienden algunos best seller sensacionalistas como Los hombres son de Marte, las mujeres son
de Venus (Grijalbo, 2004)) del psicólogo John Gray o El cerebro femenino (RBA, 2010) de la profesora de
neuropsiquiatría en la Universidad de California, Louann Brizendine, que plantearon el denominado dimorfismo
sexual del cerebro, es decir, la existencia de diferencias de género en el mismo, los recientes estudios parecen
desmentirlo. La neurocientífica israelí, Daphna Joel, profesora del School of Psychological Sciences en Tel Aviv, y su
equipo en la citada Universidad, realizaron, en este sentido, una interesante investigación de la que dieron
cumplida cuenta en 2015 en un mediático artículo titulado Sex beyond the genitalia: The human brain mosaic.
En la citada investigación se analizó, mediante imágenes de resonancia magnética, la estructura de una
muestra muy representativa de más de 1.400 cerebros humanos. Se halló que, aunque algunas partes específicas de
las citadas estructuras presentaban diferencias de género, un cerebro individual tomado al azar no podía saberse a
ciencia cierta si pertenecía a un hombre o a una mujer.
En cada neocórtex existe una significativa sobreposición de los rasgos masculinos y femeninos. «No hay
ninguna región en nuestras muestras que revele una clara distinción entre una forma masculina y una forma
femenina, es decir, que se presente de forma evidente solo en los hombres o solo en las mujeres -concluye Joel-.
En realidad, hay un alto grado de sobreposición entre mujeres y hombres en todas las regiones estudiadas. Es como
una mezcla: algunas cosas son más comunes entre las mujeres, otras entre los hombres y a veces coinciden en ambos
(...) Las sobreposiciones fueron tan notables, que tan sólo dos o tres de cada cien cerebros estuvieron en uno u otro
extremo, como un todo. Todos los demás tendieron a un promedio central. Los cerebros humanos no pertenecen
a una de las dos categorías: cerebro masculino/cerebro femenino.»
Con matices, el neuroendrocrinólogo de la Universidad Rockefeller, Bruce McEwen, y la neurocientífica
de Weill Cornell Medical College, Teresa Milner, llegaron a una conclusión muy parecida, en su artículo titulado
Understanding the broad influence of sex hormones and sex differences in the brain (2017), «estamos entrando a una nueva era
en nuestra habilidad para entender y valorar la diversidad de comportamientos y funciones cerebrales relacionadas
con el género (...) en su mayoría, tienen diferencias mínimas en relación al sexo.»

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El primer año de vida

«Una buena cabeza y un buen corazón hacen una combinación formidable».


Nelson Mandela

El desarrollo del bebé a lo largo de su primer año de vida es fascinante. En unos pocos meses pasa de ser una
criatura indefensa y dependiente a convertirse en un niño que anda (o está a punto de hacerlo), juega y se relaciona
con los demás.
En el primer año de vida el niño diferencia los estímulos prelingüísticos y se rige sobre todo por la
comunicación no verbal, con múltiples gesticulaciones faciales: sonríe, se asombra, etc. El sentido del olfato, que
ya está completamente desarrollado desde el momento de nacer, deviene su primera brújula en el caos de
sensaciones que le rodean. El recién nacido muestra su preferencia casi exclusiva por el entrañable olor de su madre
y, en especial, de su pezón. Del mismo modo distingue ya los sabores, y se inclina por el dulce, aunque una vez
superado el primer año de vida, en general, también apreciará los sabores salados.
El tacto también le aporta mucha información, porque es un sentido muy sensibilizado en el neonato, razón
por la cual un pinchazo, le resulta muy doloroso.
En niños prematuros, ingresados en incubadoras, que suelen recibir más inyecciones, su corteza cerebral
memoriza estas sensaciones desagradables, y tiempo después presentarán una hipersensibilidad cutánea en aquellas
zonas donde recibieron más pinchazos. En este sentido, dado que la extracción de sangre suele realizarse
mediante punciones en el talón, los neonatos nacidos antes de tiempo, a menudo no soportan que se les toquen
las plantas de los pies. El oído está totalmente activo en cuanto nacemos. Sin duda, el recién nacido siente
especial preferencia por el sonido del habla, con una predilección por la lengua materna y la voz de su madre.
Gustan, asimismo, del tono de voz agudo y lento, que los humanos usamos instintivamente cuando les decimos
cosas a los bebés, a sabiendas que aún no pueden entendernos.
Durante el primer mes de vida, el bebé recién nacido no puede levantar la cabeza, pero sí puede girarla a
derecha e izquierda. Se relaja cuando mama o toma el biberón y el llanto es su principal forma de comunicación.
Responde con una sonrisa a diversos estímulos: tocarle, acariciarle, hablarle. Cuando está despierto, se muestra
interesado por lo que ve y oye. Cuando llora, suele hacerlo porque tiene hambre. Hacia el segundo mes ya suele
desarrollar una sonrisa social cuando se le habla mirándole al rostro., y empieza a emitir gorgoteos con su boca.
A los tres meses, suele tener abiertas las manos, y le encanta mirárselas. Se despierta con ruidos cercanos y
balbucea.
A los cinco meses se produce un maravilloso punto de inflexión en el desarrollo psicomotor, que consiste
en que el bebé inicia sus primeros desplazamientos reptando, lo que mejora muchísimo durante las siguientes cuatro
semanas, en las que ya consigue, además, mantenerse sentado sin apoyo durante unos segundos.
A los siete meses, se mantiene erguido por más tiempo y ya toma y suelta objetos de forma voluntaria.
Los bebés de ocho meses están aprendiendo a colocarse en la postura de gateo. Esta postura es esencial
para, sobre los nueve meses de edad, comenzar efectivamente a gatear. Esta capacidad de desplazamiento les
posibilita explorar mucho más y les dota de una mayor autonomía.
De los nueve a los doce meses el niño desarrolla la capacidad de mover cada uno de sus dedos de forma
autónoma y suele poder agarrar entre su índice y su pulgar pequeños objetos.
Y alrededor del primer año, ¡aprenden a andar!

CONSEJO Nº 39

Educa a tu hijo en un ambiente rico en experiencias y jugando mucho con él. Llévalo al campo, a la playa,
al parque. Haz que pase tiempo con adultos. Pero una vez más, evita la sobreestimulación, que ofrecen
engañosamente las nuevas tecnologías.

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El saber sí ocupa lugar

«Todo hombre, por naturaleza, desea saber».

Aristóteles

A medida que el bebé va adquiriendo el dominio postural, va desarrollando sus sentidos y va adquiriendo las
capacidades manipulativas, se va configurando una idea de su mundo, y va haciéndose una composición de su propio
cuerpo y de todo lo que le rodea.
Cada información que recibe a través de sus sentidos es almacenada en el hipocampo, que, como sabemos,
es el gestor de la memoria. Si es reconocida se identifica como cierta, pero si es desconocida posibilita crear una
nueva conexión neuronal. Estas sinapsis que van surgiendo, asimismo, se interconectan entre ellas y generan
auténticas sinergias de conocimiento, con lo que surge la imagen mental, de manera que el córtex «mentaliza» el
cerebro en un proceso, que António Damásio ha designado poéticamente con la expresión, que ha dado título a
uno de sus libros emblemáticos, El cerebro hizo al hombre (Destino, 2012), es decir, la noción del «yo».
La sinaptogénesis, tiene un efecto colateral sobre el cerebro: aumenta su volumen y su masa. Si, como
hemos visto más arriba, al nacer pesaba entre 300 y 350 gramos, después del nacimiento el cerebro crece como
consecuencia del desarrollo de procesos dendríticos y de mielinización de las vías nerviosas (proceso en el que se
forma una vaina de mielina alrededor del axón, que es el eje de la neurona) hasta pesar, al finalizar el primer año de
vida, aproximadamente 970 gramos. ¡Y su volumen se ha doblado!
Sin embargo, este proceso de crecimiento cerebral se va desacelerando, de manera que los a los dos años
el peso será de 1150 gramos, a los tres de 1200 g., mientras que a los seis es de 1250 g.
Ahora bien, aunque el cerebro ha iniciado una estrategia de ahorro de espacio, la capacidad de aprendizaje
no disminuye, gracias a una herramienta mental, que poseemos todos los seres humanos, y que nos permite
comprimir la información: la simbolización. Mediante esta capacidad se reemplaza la representación mental de un
objeto por un signo, siendo la palabra el elemento crucial.
De la palabra surgirá nuestra gran competencia diferencial con respecto al resto de los animales: el lenguaje
verbal.

CONSEJO Nº 40

Eric Jensen, extraordinario educador estadounidense, autor, entre otros grandes libros, de Teaching wiht
the brain in mind (ASCD, 2005) dice: «Uno de los consejos primeros para los padres de niños es que eviten
los juegos con baterías hasta los cuatro años, para que sean ellos quienes tengan que moverlos.
Proporcionarle juegos muy simples que despierten su imaginación. Hablar y hacer preguntas. Debemos
facilitar la interacción con la gente. Explicarle cómo hacemos las cosas, cómo funcionan las máquinas.»

¿Períodos críticos o períodos sensibles?

«Es de importancia para quien desee alcanzar una certeza en su investigación, el saber dudar a tiempo».

Aristóteles

Más arriba planteábamos el «cerebro infantil como una gran oportunidad». En este contexto, todos hemos oído
hablar de «períodos críticos». Sin embargo, no está de más desestresar a los padres.
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Como hemos visto, si bien es cierto que vivir en ambientes empobrecidos es perjudicial para el
neurodesarrollo en el período crítico de los tres primeros años, también hemos indicado que el recíproco no es
cierto, y que la sobreestimulación en el citado período resulta, incluso, contraproducente. Es decir, en el niño
infraestimulado no se da la sinaptogéneis adecuada, e incluso la máxima de que aquello que no se usa se pierde
(prunning), pero esto sólo sugiere que el niño debe crecer en un entorno adecuado.
El Dr. John T. Bruer, impulsor del Programa de Estudios Cognitivos para la Práctica Educativa, en su iconoclasta
libro El mito de los tres primeros años (Paidós, 2000), señala que «la mayoría de los padres acepta que los tres primeros
años de la vida de un bebé pueden determinar tanto su inteligencia como su éxito en la vida cuando sea una persona
adulta.» Y se pregunta: «¿Qué hay de cierto en esta contundente profecía? ¿De verdad no hay nada que hacer si el
cerebro del bebé no recibe los estímulos correctos durante los tres primeros años de vida?».
Bruer dedica la mayor parte de su libro a desmentir esta creencia tan arraigada. «En este momento, la
neurociencia no nos puede decir mucho sobre si podemos influir en el desarrollo del cerebro durante la primera
etapa de la vida, momento en el que se produce una importante formación de sinapsis, y mucho menos sobre cómo
podemos hacerlo».
El Dr. Tomás Ortiz, Catedrático de Psicología Médica, en la Universidad Complutense de Madrid, en su
muy recomendable libro Neurociencia y Educación (Alianza Editorial, 2009) se hace eco de esta polémica, y advierte que
ignorar los procesos neurobiológicos, en los que se da un cableado neuronal intensivo es tan erróneo como pensar
que en estos períodos es necesaria la sobreestimulación: «Los períodos críticos -sostiene- tienen un momento
determinado, un tipo de estimulación determinada, suelen suceder en la misma época en todos los individuos, se
necesitan pocos estímulos para desencadenar el proceso de sinaptogénesis cerebral estable, no se necesita ningún
otro estímulo que ayude a la formación del cableado y no es necesaria la acumulación temporal de estímulos.»
Si en el período crítico de los tres primeros años, se da una producción intensiva de sinapsis encaminada a
procesos sensoriales primitivos (como pueden ser el desarrollo de la vista o del oído), los períodos sensibles se orientan
a los procesos sensoriales complejos, que acaecen a lo largo de la infancia y la adolescencia, y que constituyen la
gran oportunidad educativa.

CONSEJO Nº 41

No sacralices los períodos críticos ni los períodos sensibles de la evolución de tu hijo, y no te estreses para
conseguir estar a la altura de las circunstancias: evita simplemente la infraestimulación, pero, sobre todo
insistimos, la sobre estimulación.

De los tres a los seis años

«El objetivo de la educación es la virtud y la meta de convertirse en un buen ciudadano».

Platón

A los tres años el niño ya ha aprendido a andar y a hablar con cierta facilidad, posee un vocabulario de unas mil
palabras, y es capaz de construir oraciones sencillas, pero que le posibilitan una comunicación fluida. Disfruta
explorando y todo le asombra.
Platón en el Teeteto, caracteriza el asombro como un estado del alma que se distingue de otros porque
posibilita el conocimiento filosófico de tal manera que puede ser considerado como una apertura al saber.
El niño nos interpela (y atosiga) con innumerables preguntas, qué suelen iniciarse con un «Por qué» Es su
manera de filosofar, es decir, de mostrar su irredimible deseo de aprender.
Cada año que pasa en el desarrollo del niño, se amplía el lenguaje y se mejora el dominio de la gramática,
con lo que su pensamiento se torna más sofisticado. Platón consideraba que «Pensar es el diálogo del alma consigo
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misma» y, en efecto, la conversación del niño con los demás se acaba transformando en un hablar consigo mismo.
El control exterior se convierte en control interior, es decir en autocontrol.
Sobre los cuatro años la corteza cerebral comienza a establecer sinapsis neuronales con la amígdala y con el
hipocampo, lo que propiciará en el niño sus primeros recuerdos existenciales, porque la conexión con el córtex le permite
ser consciente de los mismos.
La amígdala forma parte del sistema límbico y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de
reacciones emocionales.
Como se ha indicado más arriba, el hipocampo es el gestor cerebral de la memoria, pero no debe
confundirse con su almacén. David Bueno Torrens, en su libro ya citado, Neurociencia para educadores, emplea una
metáfora muy ejemplarizante comparándolo con el navegador de un ordenador. «Nuestro ordenador o nuestra
tablet -aclara este profesor e investigador- no almacena toda la información de las páginas de Internet, solo conserva
la dirección del enlace. Pues bien, el hipocampo sería el lugar donde se guardan estas direcciones en el cerebro. Cuando
queremos hacer memoria de algo y recuperarlo, el hipocampo busca la dirección pertinente y la activa.»
Recuerdo como si fuera hoy, el día que nuestra hija de cuatro años regresó de casa su tío sorprendida de
que se llamara «Valls» como yo (su papá). Recuerdo que la instruí de la siguiente manera: «Cariño, entre hermanos
suele ocurrir que tengan el mismo apellido.»
Del hecho, que empecemos a tener recuerdos existenciales se desprende que podamos empezar a adquirir
los conocimientos explícitos, típicos de la escolaridad, incluyendo la capacidad de razonamiento. También es la
época en que se empieza a leer y a escribir.

CONSEJO Nº 42

Fomenta el asombro. Formúlale muchas preguntas, háblale, y escúchale, mostrándole todo tu interés

Una etapa crucial: el desarrollo psicomotor

«Las raíces de la educación son amargas, pero la fruta es dulce».

Aristóteles

En la etapa de tres a seis años primero se produce el desarrollo a nivel de motor grueso, lo que le permite al niño una
mejor coordinación entre lo que piensa, lo que quiere y lo que puede hacer.
El niño a los tres años empieza a ser capaz de caminar en línea recta y lanzar una pelota sin desequilibrarse.
A los cuatro años puede caminar siguiendo una línea trazada con tiza en forma de círculo. Su puntería ha
mejorado tanto que aprende insertar anillas a cierta distancia en una estaca.
Un año después el crio sabe correr como un adulto.
Por lo que se refiere a la motricidad fina, la coordinación mano-ojo cada vez es más precisa.
El niño de tres años empieza a poder vestirse y desvestirse solo, puesto que ya es capaz de abrocharse y
desabrocharse los botones. También aprende a coger el lápiz y a dibujar figuras geométricas simples como
cuadrados, cruces y círculos.
Si bien fue Anaxágoras en el 510 aC. quien predijo que «el origen de la inteligencia de los hombres reside
en sus manos.» fue la psicóloga y profesora estadounidense de la Universidad de Minnesota, Florence Laura
Goodenough, una de las primeras en considerar el dibujo de la figura humana como medida del nivel mental de los
niños, publicando la escala que lleva su nombre en 1926.
En este sentido, debe hacerse hincapié en que, mientras para el cuidador el primer círculo que dibuja el niño
es una mera circunferencia rudimentaria, para él es ya la forma que representa el principio de la diferenciación entre

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el «Yo» y el entorno que nos rodea simbólicamente en el papel.
Este extremo resulta paradigmático para la grafología, puesto que todas las letras con óvalo representan el
ego en diferentes aspectos. Así, la «o» se refiere a nuestro «yo íntimo», la «a» al «yo social», por lo que su grafía
permite, entre otras muchas cosas predecir el grado actual de introversión o de extraversión del niño.
No debemos olvidar, que alrededor de los tres años y medio irrumpe la primera representación de la figura
humana, en forma de renacuajo (círculo con extremidades). Poco a poco a medida que el niño va creciendo esta
figura se vuelve más detallada y realista, de manera que el crío va añadiendo elementos a las formas básicas, en la
búsqueda de una correspondencia entre su dibujo y aquello que éste representa, lo que se ha definido como
esquemas.
En la denominada etapa del monigote, se aprecia como ya se distingue la cabeza del tronco. A continuación,
en la etapa del esquema humano, entre los cinco y seis años, se consigue representar de forma completa la figura humana,
y a partir de los seis años el niño pinta personas con un número cada vez mayor de partes del cuerpo bien
diferenciadas: cabeza, brazos, manos, piernas, pies, ...

¡Obliga a tus hijos a ser libres!

«La libertad es alimento nutritivo, pero de difícil digestión.Es, por tanto, necesario preparar a los hombres mucho tiempo antes de dársela».

Jean-Jacques Rousseau

Como ya hemos indicado reiteradamente, nuestro cerebro toma las decisiones «sin consultarnos». Las decisiones
que creemos voluntarias son en realidad una ilusión. En la actualidad sabemos que somos conscientes de ellas con
un retraso de unos 200 milisegundos. El libre albedrío queda, por lo tanto, en entredicho.
Marcus E. Raichle, neurólogo de la Escuela Universitaria de Medicina de Washington en Saint Louis,
Missouri, nos advierte que «Creemos saber quiénes somos, que tenemos el control. Pero el cerebro está haciendo
un centenar de cosas sin que nos demos cuenta. Por esa razón, cuando damos una explicación sobre un determinado
comportamiento ésta realmente responde a una interpretación realizada por el cerebro. Pensamos que tenemos una
razón para algo, pero no contamos con un conocimiento lo suficientemente profundo. Por qué elegiste una carrera,
un novio, una manera de vestir.»
Ahora bien, como el inconsciente se puede educar mediante una estrategia consciente. De hecho, los padres
y las madres contribuimos, muy a menudo sin saberlo, a diseñar ese entramado neuronal que, años después, será la
fuente de las decisiones que toman nuestros hijos e hijas y que, muchas veces nos resultarán incomprensibles. Por
ejemplo, les educamos el inconsciente al transmitirles la lengua materna, muchas de nuestras creencias, y algunos
de nuestros gustos.
Y en todo esto, los hábitos juegan un papel fundamental porque permiten automatizar, eso es interiorizar,
procedimientos complejos, que una vez aprendidos somos capaces de llevar a cabo de forma inconsciente, con el
subsiguiente ahorro de energía mental.
La educación de la libertad pasa de forma ineludible por programar la adquisición, a través de un
adiestramiento sistemático y repetitivo, de los hábitos afectivos y cognitivos necesarios para desarrollarla.
La libertad es, por sorprendente que ello parezca, un hábito deseable que se adquiere ¡por obligación!, de
una forma parecida a como uno aprende a cepillarse los dientes.
Para adiestrar a alguien a ser libre, se debe actuar de forma, en cierto modo, coercitiva. De manera similar
a que, siendo deseable la higiene diaria personal, «conminamos» a nuestros hijos a que se duchen periódicamente.
Juega a nuestro favor como padres el deseo de autonomía de los niños, que se evidencia cuando, por ejemplo,
se sueltan de la mano, o cuando deciden vestirse solos.
Pero actúa en nuestra contra el sentido común. Tenemos claro que, para adquirir un hábito, como por
ejemplo el de conducir un automóvil sin tener que pensar a cada momento qué movimientos debemos realizar a la
hora de cambiar las marchas, es necesario un adiestramiento previo y la reiteración posterior (por eso hasta
transcurrido un año no nos permiten prescindir de la «L»), en cambio creemos erróneamente que la «libertad»
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nuestros hijos la aprenderán si no les dictamos normas y no les hacemos cumplir reglas.
Sin embargo, cuando no les ponemos límites, los dejamos sin brújula, y sólo conseguimos que se
desorienten, se pierdan, y, en todo caso, sean víctimas de actuaciones automáticas, que se han originado en un
inconsciente que no hemos contribuido adecuadamente a educar.

CONSEJO Nº 43

Disciplina y libertad no es una contradicción. De la disciplina se pasa a la autodisciplina, y a partir de ella


se alcanza la autonomía. Ponles límites claros a tus hijos, dales instrucciones precisas, y motívalos a que
cumplan las reglas.

Desdramatizar los límites

«Una mente disciplinada conduce a la felicidad, una indisciplina, al sufrimiento».

Dalái Lama

Hay corrientes pedagógicas (y un montón de padres abducidos por ellas) que desacreditan erróneamente las normas
y los límites. Y, por si fuera poco, establecer reglas y, sobre todo, hacerlas cumplir, requiere esfuerzo.
Sin embargo, los límites son esenciales para educar niños felices, inteligentes, buenos y creativos.
La región prefrontal de nuestro cerebro, imprescindible para la toma de decisiones y la gestión de nuestros
impulsos, solo es educable mediante el establecimiento (y el cumplimiento) de reglas y normas precisas y claras.
Según Álvaro Bilbao, en El cerebro del niño explicado a los padres: «El cerebro humano ha dedicado millones de años a
desarrollar estas estructuras de fijación de límites, porque mejoran -antes y ahora- sus posibilidades de sobrevivir y
de convivir en sociedad.» Lo que la naturaleza ha construido con tanto empeño, que no lo destruya el hombre.
Pongámosles límites a nuestros hijos para que aprendan por sí mismos a autocontrolarse. El establecimiento
(y el cumplimiento flexible pero ineludible) de normas y reglas evita el establecimiento de conexiones neuronales
disfuncionales, que en nada van a contribuir a la felicidad del niño, ni por supuesto a su desarrollo intelectual,
emocional y social.
Y debemos empezar desde el momento en que el bebé tiene algo de movilidad. Por ejemplo, es muy
importante irle enseñando poco a poco a esperar, simplemente diciéndole de vez en cuando «Ahora no» o «Todavía
no». Saber retrasar la recompensa, como se demostró, en el citado hasta la saciedad, experimento de Walter Mischel,
llevado a cabo con niños de cuatro años en la década de los 60 del siglo pasado (que puedes leer en El Test de la
golosina -Debate, 2015-), es una habilidad imprescindible para que de mayores alcanzaran una vida plena.

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CONSEJO Nº 44

El Dr. Álvaro Bilbao establece Las siete reglas para poner límites sin dramas:
1ª) Pronto
2ª) Antes
3ª) Siempre
4ª) Consistentemente
5ª) Con tranquilidad
6ª) Con confianza
7ª) Y ¡con cariño!

Y sentencia: «El secreto de poner límites no consiste en hacer una escena dramática, sino en conseguir
que el niño actúe de la manera que le hemos marcado.»

El resto de la infancia

«Educad a los niños, y no tendréis que castigar a los hombres».

Pitágoras

Hasta los diez u once años el neurodesarrollo se desacelera muchísimo, así la masa cerebral aumenta tan solo 100
gramos, de los 1250, que pesaba a los seis años hasta los 1350 que alcanza en este momento, y el perímetro cerebral
apenas crece de 50 a 53 cm. Ello es debido a que más que crearse muchas conexiones cerebrales nuevas, se
remodelan las ya existentes para adaptarlas a nuevos usos. Por ejemplo, la mejora en el dominio del lenguaje, y por
consiguiente la capacidad de pensar, aumentan considerablemente. Cuando se inicia la enseñanza primaria el niño
necesita estar familiarizado con los principios básicos de la gramática.
Con el progreso del lenguaje se desarrollan las áreas temporales del cerebro, que permiten al párvulo ubicar
los sucesos en las coordenadas espacio-tiempo, lo que inicialmente le incrementarán la memoria denominada
episódica, que a medio plazo le permitirán concebir recuerdos de futuro, y en consecuencia hacer planes y plantearse
proyectos.
A partir del dominio cada vez más patente del lenguaje y del desarrollo de la memoria, el niño ya es capaz
de realizar juegos imaginativos, inventarse perfomance en las que recrea escenas de su vida (como hacer de monitor
de comedor escolar, ser maestra, o verse a sí mismo siendo una estrella de fútbol), e incluso el uso de determinadas
reglas.
El niño desarrolla sus aptitudes en un ámbito social más amplio y en unas circunstancias cada vez más
complejas, puesto que debe someterse a más reglas externas y aceptar mayores límites. Cada vez es menos
dependiente de sus padres y va haciendo amigos fuera de la familia.
El aprendizaje ya no está tan vinculado a la mera supervivencia, sino a la sociabilización. Así, jugando con
otros niños se acostumbra a compartir, a resolver conflictos y a trabajar en equipo.
A los siete años se completa la mielenización. Surge la capacidad de abstracción y la habilidad de dirigir la
atención y de demorar el premio.
En este período, resulta crucial aprender a leer y a escribir bien, ya que la lectura le permite acceder a nuevos
conocimientos, y escribir le posibilita transmitirlos.
En los primeros años de primaria el niño adquiere la mecánica lectora, pero hasta que no es capaz de leer

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de una forma relativamente fluida, inconsciente, no es posible la comprensión consciente del contenido del texto25.

CONSEJO Nº 45

Léele o nárrale a tu hijo cuentos cada vez de lenguaje más complejo, para que vaya interiorizando las
reglas del lenguaje, y para que desarrolle los circuitos corticales que procesan la información verbal y que
le facilitarán la comprensión lectora.

25
Para profundizar en este interesante tema puede consultarse el artículo que hemos escrito a cuatro manos Víctor Cerrudo Higelmo y quien suscribe estas
líneas: Se puede educar el inconsciente cognitivo lector. Cuadernos de pedagogía. Nº 528. Febrero 2022; pp. 16-22.
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EL CEREBRO ADOLESCENTE: LA SEGUNDA GRAN OPORTUNIDAD

«Los jóvenes hoy en día son unos tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a sus maestros».

Sócrates

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Una revolución neuronal

«A diferencia del paradigma tradicional, que considera la adolescencia como una etapa problemática, en el centro del nuevo paradigma está en el
reconocimiento de que hay un especial talento que cada adolescente debería desarrollar. El talento no está antes, sino después de la educación,
y el gran objetivo educativo de la adolescencia es generar su propio talento».

José Antonio Marina

Cuando entrevisté en Madrid al gran filósofo y excelente escritor José Antonio Marina en uno de los tres programas
(uno por temporada) que le dedicamos en Escuela de vida: vive los libros en Radio 4 (que tuve el inmenso honor de dirigir
y co-presentar junto a la periodista y amiga Silvia Velando), con motivo de la entonces reciente publicación de su
muy recomendable obra El talento de los adolescentes (Ariel, 2014), este autor nos contó que los neurólogos habían
comprobado que la adolescencia no consiste solo en una gran revolución hormonal, sino y, sobre todo, en una
espectacular remodelación neuronal.
Esto convierte al cerebro adolescente en una segunda gran oportunidad educativa, después de la ya muy
conocida (y tal vez mitificada) ventana de oportunidad infantil.
«A partir de los diez años de edad y hasta los veinte -informa María José Mas Salguero en su interesantísimo
libro La aventura de tu cerebro-, el neurodesarrollo inicia una etapa de grandes cambios como parte del crecimiento y
maduración corporales. Es la adolescencia, la revolución final que lleva a la madurez adulta. Durante estos diez
intensos años, el neurodesarrollo se acelera para modelar la personalidad y definir la identidad, en un proceso que
continuará a lo largo de toda la vida, pero que es ahora cuando sienta las bases (…) La velocidad de crecimiento y
los cambios madurativos son ahora mucho más rápidos y evidentes que en la etapa anterior. Los órganos sexuales
internos y externos se capacitan para la función reproductiva y, a su vez, el cerebro completa su desarrollo.»
El hipotálamo despierta de pronto después de un dilatado letargo, entre los diez y once años, y le da la
orden a la hipófisis de que libere una ingente cantidad de hormonas sexuales, lo que supone unos evidentes cambios
físicos y psíquicos. Al principio el teenager vive esta transformación con extrañeza. De entrada, le crecen las manos,
los pies, los brazos y las piernas de una forma algo desproporcionada, lo que le confiere un aspecto desgarbado; le
cambia la voz; le sale acné…Empieza a tener la desagradable sensación de ser observado por todo el mundo.
Sin embargo, como señalaba Marina, la gran revolución se da en su mente, puesto que el gran desarrollo
neurohormonal propio de esta época afecta a diferentes áreas del cerebro. La transformación en espectacularidad es
tan notable como la que se produce entre los cero y tres años, pero en este caso, la metamorfosis cerebral, se da en
la zona prefrontal y en el cerebelo, que son las responsables del aprendizaje y de la adaptabilidad motriz.
La citada transformación cerebral, le permitirá al adolescente ir desarrollando paulatinamente el
pensamiento analítico propio de la edad adulta. Los circuitos que se empleen con mayor frecuencia durante esta
época de la vida perdurarán, y los conocimientos que no se practiquen desharán las uniones sinápticas y
desaparecerán. Es decir, se produce una segunda gran poda sináptica, de modo que se abandonan hábitos emocionales
infantiles y se adquieren otros. ¡He ahí, esa segunda gran ventana de oportunidad!

CONSEJO Nº 46

Tómate la adolescencia de tu hijo, no como un incordio o un sarampión que hay que pasar, sino como lo
que es: la gran segunda oportunidad de amueblar bien su mente para que sea feliz, inteligente, bueno y
creativo.

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Yo ya no soy yo

«La adolescencia es un nuevo nacimiento, con ella nacen rasgos humanos más completos y más altos».

G. Stanley Hall

Como es sabido, la autoestima constituye una necesidad humana fundamental, según la cual se evalúa el concepto
que uno tiene de sí mismo. Una buena autoestima nos confiere la confianza para correr riesgos, aprender a partir de
los resultados, y para persistir en el empeño.
En el interesante libro La psicología de la autoestima (Paidós, 2001), el canadiense Nathaniel Branden, doctor
por la Universidad de California, constata que: «Para el ser humano, no hay ningún juicio de valores más importante,
ni ningún factor más decisivo para su desarrollo psicológico y su motivación, que el examen de sí mismo. La
naturaleza de la autoestima produce unos efectos profundos en su proceso mental, en las emociones, los deseos, los
valores y las metes. Es la clave más significativa de su comportamiento.»
La construcción de la autoestima en cada persona es un proceso existencial que dura toda su vida, pero que
experimenta un punto de inflexión crucial en la adolescencia. Se olvidan los rasgos infantiles (o se reniega de ellos),
pero aún no se ha conformado una nueva identidad.
«A medida que se produce la integración entre las emociones y el pensamiento analítico -aclara la Dra. María
José Mas en la obra citada-, surge la búsqueda de la identidad propia: ‘¿Quién soy yo? ¿Cómo soy? ¿Qué quiero hacer?’,
y lo que antes parecía seguro se percibe como cambiante (...) Por eso con frecuencia se sienten inseguros y
desgraciados.»
Si bien en el desarrollo de la autoestima se entremezclan factores biológicos con factores emocionales, el
elemento fundamental radica en el social, es decir, en la información que recibimos de los demás. Y es en la
adolescencia donde esta fuente de información se traspasa de las persones más cercanas (familia) al grupo de amigos,
que viene a reemplazar a los padres.
Al cambiar de espejo, la autoimagen se altera. Uno pasa de ser el niño o la niña más guapo del mundo, a
verse a través de la mirada, a menudo distorsionadora de los otros, patilargo, culibajo, abollado, membrudo y
rechoncho, como si de pronto se hubiera entrado en una sala de espejos cóncavos y convexos.
Mientras, no debe olvidarse que esto coincide con la reestructuración acelerada del cerebelo, lo que
contribuye, como afirma Tomás Ortiz en su magnífica obra Neurociencia y educación, ya citada, «a madurar todos los
procesos de adaptabilidad del comportamiento motor, sea en actividades de movimientos globales de nuestro cuerpo,
sea en afinar los movimientos más complejos en orden a conseguir una conducta motriz compleja (por ejemplo, tocar el
piano).»
No es de extrañar, asimismo, que el adolescente abandone la caligrafía infantil para inconscientemente desarrollar
una escritura cada vez más personal.
La letra del adolescente se erige de esta manera en una radiografía de la nueva personalidad, y su firma en
una fotografía diáfana de su actual autoestima.
Sin embargo, el destino todavía no está escrito porque un tanto por ciento muy elevado de la personalidad
está por hacer…

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Un cerebro a medio amueblar

«El aprendizaje será uno de los cinceles que van esculpiendo el bloque de piedra de nuestro cerebro».

Dr. Javier Quintero

El prunning o poda sináptica acaecida durante este período, antes citado, predomina en la corteza prefrontal de la
parte más anterior del cerebro y, en consecuencia, es la que madura más tarde en el ser humano, lo que supone
interesantes consecuencias para el cerebro adolescente.
Recordemos, en este sentido, las funciones del córtex prefrontal: procesar y analizar la información;
planificar objetivos; priorizar; controlar los impulsos; gestionar las emociones; evitar distracciones atencionales; etc.
Pues bien, todas estas habilidades mentales están a medio desarrollar antes de los veinte años.
En su interesante libro El cerebro adolescente (RBA, 2015), la neurocientífica y madre, Frances E. Jensen,
escribe: «Cambiar el comportamiento de nuestro adolescente depende en parte de nosotros mismos (…) Así que
hemos de tomar la iniciativa, asumir el control y procurar pensar por nuestros hijos e hijas adolescentes hasta que
su cerebro esté preparado para hacerse cargo. La parte más importante del cerebro humano -donde se sopesan las
acciones, se juzgan las situaciones y se toman las decisiones- está justo detrás de los lóbulos frontales. Es la última
parte del cerebro que se desarrolla, y por esto tenemos que ser los lóbulos prefrontales de nuestros adolescentes
hasta que su cerebro esté plenamente cableado, conectado y listo para funcionar.»
En la adolescencia el cerebro (únicamente) ha llegado al 80% de su proceso de maduración, es como si se
hallara solo parcialmente amueblado. Por si fuera poco, el 20% que falta es considerado como el más importante
para la toma de decisiones acertadas y explica la conducta muchas veces desconcertante de los chavales jóvenes, por
ejemplo, su impulsividad y su malsana predisposición a llevar a cabo acciones arriesgadas.
Ante esta evidencia padres y educadores tendemos a advertirles de los peligros, a atosigarlos con consejos,
a no darles permiso o incluso a prohibirles determinadas actividades. «Hay que meterles en la cabeza -sugiere
Frances E. Jensen- historias reales, consecuencias reales, y repetírselo una y otra vez, a la hora de comer, en el
entrenamiento, antes de las clases de música y, sí, incluso cuando se quejen de que ya se lo hemos dicho mil veces.»
En mi mente retumban ahora mismo unas palabras que es muy probable, estimado lector, conozcas de primera
mano: «¡Papá/mamá, no me rayes!”
La fe de esta neurocientífica y madre en la educación del consciente es inquebrantable: «Una razón de que
repetir esas cosas sea tan importante -comenta- es el propio desarrollo del cerebro de nuestro adolescente. Una de
las funciones ejecutivas de los lóbulos frontales incluye la llamada ‘memoria prospectiva’, que es la capacidad de
acordarse de que se quiere realizar una determinada acción en un momento futuro.»
Y, en efecto, nuestra hija Marta, en su época teen, se prometía a sí misma, después de resfriarse, que la
próxima noche de verano que saliera hasta las tantas, se llevaría consigo la rebeca en el bolso (que mamá le aconsejaba
siempre que llevara consigo si salía de fiesta), para olvidársela de nuevo la próxima vez…
Y es que la fe de la autora de El cerebro adolescente en la educación consciente es, repito, inquebrantable.
Tan inquebrantable como muy poco eficaz.
Basta leer al egregio doctor y distinguido profesor de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de
california, Joaquín M. Fuster, en su excelente ensayo Cerebro y libertad: los cimientos cerebrales de nuestra capacidad de elegir
(Ariel, 2014): «La conciencia es un fenómeno de actividad cortical acentuada en la conducta y la cognición racionales
y complejas. Sin embargo, la conciencia per se no es esencial para llevar a cabo esa cognición o conducta.»
Detengámonos en este punto crucial: «la conciencia per se no es esencial para llevar a cabo esa cognición o
conducta.» Rayar a nuestros hijos adolescentes con advertencias y consejos sirve de muy poco, como ellos mismos
saben intuitivamente, dado que nuestras recomendaciones no les cunden, y por eso sudan de nosotros, padres y
profesores.
«Además -añade Fuster-, buena parte de nuestra actividad cognitiva -si no toda-, incluidas las decisiones para
actuar y sobre cómo actuar, está influida – si no determinada- por conocimiento completamente inconsciente (…)
Ese conocimiento inconsciente comprende un gran número de cógnitos corticales adquiridos por experiencias
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anteriores que nos guían. Quizá informen a nuestra conducta mediante intuición o lógica confusa, pero en ciertos
casos lo hacen con tanta eficacia como la racionalidad más deliberada.»

CONSEJO Nº 47
Analiza la letra de tu hijo adolescente, por ejemplo, mediante el sencillo método que enseño en Manual
Mente: obtendrás una radiografía de su mente inconsciente.
Una vez hayas analizado la letra de tu hijo, puedes ayudarle a mejorar su carácter con los ejercicios
que aparecen en mi anterior libro, o acudir a un Coach Neuro-Caligráfico acreditado para que dirija
vuestro entrenamiento.

Con dos dedos de frente

«La educación es el camino, no el objetivo».

Nelson Mandela

Esta fascinante etapa de la vida de los seres humanos es una época especialmente compleja para padres y
educadores, porque en realidad también es difícil para los adolescentes, que cada día se levantan con un cuerpo y
una mente diferentes a la del día anterior. Los chavales no tienen tiempo material de aclimatarse a los cambios porque
estos se suceden sin solución de continuidad. Cuando se inicia la adolescencia son niños dependientes de los padres
y cuando finaliza se supone que deben ser adultos capaces de ganarse la vida y llevar una existencia independiente.
Hemos analizado más arriba alguno de los cambios que experimenta el cerebro en esta etapa, pero hemos
obviado hasta ahora un fenómeno muy relevante y paradigmático: se priorizan las conexiones neuronales entre
zonas distantes del cerebro, es decir entre la corteza cerebral (sede del pensamiento consciente) y el sistema límbico,
donde se ubica el hipotálamo (centro de las funciones corporales inconscientes). Estas conexiones a larga distancia
facilitan los aprendizajes conceptuales por encima de los procedimentales (propios de la infancia). Es, pues, el
momento de estudiar filosofía, ciencia, literatura, etc. Es también el período formativo de la ética. Por eso en esta
época los chicos y las chicas se preocupan por la dignidad, la justicia o la equidad.
Asimismo, es conocido que en la adolescencia existe un gran aumento de la sustancia blanca 26, lo que
origina elevadas inquietudes conductuales. Los chavales se sienten motivados a observar, experimentar y participar,
e incluso a realizar diferentes actividades simultáneamente.
Deviene muy interesante que las áreas frontales vayan integrando los circuitos emocionales y los racionales,
de forma que lo cognitivo se coordina con lo emocional, lo que, poco a poco, va mejorando sustancialmente la
toma de decisiones, pero mientras esta integración no se consolida los educadores debemos jugar un papel asesor
importante, ya que la capacidad de prever las consecuencias futuras de una acción y la inhibición de los impulsos,
que impide conductas erróneas o peligrosas, requiere tiempo.
Mientras nuestros hijos tengan solo un dedo de frente, los padres debemos erigirnos en ese segundo dedo
que les confiera criterio. Ahora bien: ¿De qué tipo de asesoramiento estamos hablando?

26 La sustancia blanca se encuentra en los tejidos más profundos del cerebro (subcorticales). Contiene fibras nerviosas (axones), las cuales son extensiones de
las células nerviosas (neuronas). Muchas de estas fibras nerviosas están rodeadas por un tipo de envoltura o capa llamada mielina.

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CONSEJO Nº 48
Durante la adolescencia debes erigirte en el lóbulo prefrontal externo de tu hijo. Pero no olvides la célebre
frase de Goethe: «La juventud prefiere ser estimulada que instruida».
Es importante que mantengas las líneas de comunicación abiertas, a pesar del móvil y la puerta
cerrada de su cuarto, y que, a través del diálogo, pero no del discurso, sino del intercambio de pareceres,
ejerzas de disco duro complementario de su cerebro inacabado.

Más vale prevenir que curara

«Me lo contaron y lo olvidé; lo vi y lo entendí; lo hice y lo aprendí».

Confucio

Observa estimado lector, que en el epígrafe anterior he usado la palabra asesoramiento en letra cursiva. Y lo he escrito
así porque en nuestra labor de «lóbulo prefrontal accesorio» de nuestros hijos o alumnos adolescentes, tendemos a
sugerirles, aconsejarles, advertirles y hasta prohibirles. Con lo que se produce un estrés mutuo y muy poco eficiente.
La repetición incansable de argumentos racionales tal vez surja efecto a largo plazo, pero, como sabemos los padres
y profesores, es de escaso o nulo resultado a corto.
La razón de ser del presente Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, lo que sobre todo me ha
motivado a escribirlo, es precisamente evitar que persistamos en este error, y romper una lanza en favor de la
educación del inconsciente de nuestros hijos y alumnos.
Y es que su autonomía se ve intensificada por su conocimiento inconsciente, dado que este conocimiento
incrementa el acervo de información en el que se van a basar sus decisiones y conductas, y aumenta
considerablemente la probabilidad de que éstas sean acertadas, o al menos les previene de acciones de riesgo.
En otras palabras, en lugar, de actuar como guardaespaldas de nuestra prole, durante la infancia y
adolescencia debemos trabajar en aras de engendrar dentro de nuestros hijos su particular e intransferible «ángel de
la guarda personal», que les prevenga de hacer locuras, o de que, al menos, les minimice la probabilidad de hacerlas.
Si aproximadamente el 90% de sus actos van a ser inconscientes, lo queramos o no, no tiene mucho sentido
gastar toda nuestra energía en educar solo (o, sobre todo) el 10% consciente restante.
Pondré un ejemplo, cuando te compras un móvil nuevo, ¿lees el libro de instrucciones? Viene todo muy
bien explicado... O, a pesar de todo, ¿prefieres jugar con él y aprender cómo funciona conduciendo?
Intuitivamente los seres humanos preferimos aprender antes de las vivencias, que de las teorías, porque
sabemos que aprendemos más y mejor por experiencia que por un sinfín de explicaciones.
Permítaseme otro ejemplo. Empiezo mis clases de Matemáticas 1 del Grado de Dirección y Administración
de Empresas o del Grado de Marketing Digital advirtiendo a mis estudiantes (que mayoritariamente se ven a sí
mismos como de letras), que durante el curso no les voy a explicar gran cosa.
¡Habría que ver la cara de asustados que ponen!
Les ruego que no se asusten, y añado: «Os han explicado matemáticas desde que tenéis uso de razón, y habéis
acabado huyendo de ellas. No tiene sentido que yo persista en el mismo error. Se atribuye a Einstein –aunque él no
lo dijo- que la definición de locura es: ‘Hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes’. Bueno pues,
probemos otra cosa.»
Y es que lo importante es lo que los alumnos aprenden, no lo que les enseñamos. Y si el ser humano aprende
haciendo, ¿Por qué no les damos un cuaderno de trabajo en lugar de un infumable Power Point, o de unos apuntes
tan bien confeccionados como ininteligibles para un joven de 18 años?

87
CONSEJO Nº 49

Mientras que las instrucciones conscientes que le dabas a tu hijo durante la infancia probablemente se
transformarían en autoinstrucciones que le irían confiriendo autocontrol y, en consecuencia, autonomía.
En la adolescencia el filtro consciente de tu hijo ya es muy elevado, por lo que tus sugerencias y consejos,
en general, van a tener poco calado. Concéntrate en la educación de su inconsciente.

88
¿POR QUÉ?

«El quid de la cuestión es si somos lo suficientemente valientes como para escuchar lo que sentimos en nuestro corazón».

Borja Vilaseca

89
Un espejo mágico

«Planta tu jardín y decora tu propia alma, en vez de esperar a que alguien te traiga flores».
José Luis Borges

Más arriba hemos visto lo que sucedía cuando nuestros hijos durante la adolescencia se miran en los espejos
deformantes de sus compañeros, y la imagen, a menudo distorsionada, que se refleja en ellos no les gusta. La opinión,
igualmente subjetiva, pero mucho más favorable, de los padres y de los familiares más cercanos ya no cuenta, de modo
que es normal que los jóvenes acaben desarrollando una autoestima baja, atiborrada de complejos y creencias
limitantes, muchas veces, sin justificación alguna.
Esta época de afirmación de la propia identidad coincide con el momento en que los adolescentes empiezan
a ensayar la firma que les acompañará el resto de su vida, o en cualquier caso durante un período de tiempo crucial
de su existencia. Y recordemos que se sienten desagradablemente observados, por lo que desearán ocultarse. No es
de extrañar, por consiguiente, que sus rúbricas tiendan a ocultar su nombre, es decir su «yo».
¿Servirán de algo los argumentos racionales de los padres para subirles la autoestima?
Los que tenéis (o habéis tenido) hijos adolescentes sabéis a ciencia cierta que sirve de más bien poco. Pero
eso no significa, insisto, que no podamos hacer nada al respecto.
Puesto que el consciente de nuestros hijos adolescentes es poco o nada receptivo a lo que les digamos,
debemos sugestionar27 su inconsciente para que los inevitables complejos propios de la edad no perduren y desde
luego no se formen parte de su personalidad futura.
Como ya hemos visto, en su maravilloso libro Pensar rápido, pensar despacio Daniel kahneman expone las dos
formas diferentes en que la mente humana crea el pensamiento.
Recordemos que. en primer lugar, se encontraba el Sistema 1 o implícito (era inconsciente, rápido,
automático, frecuente, emocional y estereotipado); por su parte, se encontraba el Sistema 2 o explícito (era consciente,
lento, perezoso, poco frecuente, lógico y calculador).
Tanto el uno como el otro estaban continuamente activos y en comunicación. El sistema 1 determinaba
nuestros pensamientos con las percepciones externas, la memoria visual y asociativa, y desarrolla entonces una
conclusión enmarcada, y que ni siquiera nos cuestionamos, evitando así cualquier otra historia alternativa.
El desafío de la educación y de la enseñanza, insisto una vez más, consiste en modelar el sistema 1 de
manera que podamos confiar en él, aumentando la probabilidad de que las hipótesis que conciba sean verosímiles.

CONSEJO Nº 50

Los educadores podemos facilitarles a los chavales «un espejo mágico» que mejore en poco tiempo y, sin
que se sientan manipulados, su autoconcepto. Basta que, cuando nos enseñen sus ensayos de rúbrica
personal, les convenzamos que firmen, como nosotros, es decir, con su nombre y primer apellido
claramente escritos; con iniciales grandes (del doble o del triple de su propia letra «a»); en la zona centro-
derecha del folio; y con una inclinación ascendente de entre uno y cinco grados.
Lo que conseguiremos con esta sencilla estrategia es combatir la fuerte presión social de sus pares,
y la de los medios de comunicación con sus tiránicos y absurdos cánones de belleza, de modo que se
acepten en su maravillosa singularidad.

27 En los próximos epígrafes muestro cómo y abundo en ello en el capítulo titulado «Sugestión Positiva».

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El Efecto de la Mera Exposición

«Es la marca de una mente educada ser capaz de entretener un pensamiento sin aceptarlo».
Aristóteles

Los neurocientíficos han descubierto un fenómeno curioso de nuestra mente: la tendencia a que nos gusten más las
cosas nuevas cuanto más a menudo nos las encontramos.
El profesor emérito de psicología de la Universidad de Satanford, Robert Zajonc (1923-2008), mostró en un
interesantísimo artículo, Preferences Need No Inferences («Las preferencias no necesitan inferencias»), aparecido en 1980,
como se pueden condicionar preferencias o reacciones emocionales positivas a un determinado estímulo (gusto),
con independencia de los apegos consientes de una persona, a través del denominado «Efecto de la Mera
Exposición.»
Este egregio psicólogo, de origen polaco, observó que, si un sujeto es expuesto a imágenes desconocidas a
nivel consciente, dicho sujeto tenderá a elegir aquellas que sin saberlo hubiese visto previamente de forma
subliminal.
En un interesantísimo artículo científico publicado en 2009 (Attention Alters Visual Plasticity during Exposure-
Based Learning) sus autores, Diego A. Gutnisky, et al.28, contaron que si una persona ha visto antes la cara de alguien,
la juzgará más atractiva si de pronto se tropieza con ella o con una foto de su rostro. Y ello ocurre sin que esa
persona sepa que ya la había visto antes.
El Efecto de la Mera Exposición es aprovechado de forma recurrente por la publicidad, y es el responsable
de que tu mano, estimado lector, en un supermercado se acerque a aquellos productos que más hayan salido
por televisión, aunque luego tu mente consciente pueda inducirte a comprar uno de marca desconocida porque es
más barato. Inconscientemente, sin embargo, es muy probable que sientas que estás adquiriendo un producto de
inferior calidad.
Pero como ocurre con tantas otras cosas, que son buenas o malas en función del uso que hagamos
de ellas, el Efecto de la Mera Exposición es un recurso educativo extraordinario para padres. Se trata de tener
muy presente a qué tipo de ambientes vamos a someter a nuestros hijos desde recién nacidos. Lo que vean y vivan
de pequeños se convertirá en sus preferencias de mayores. Por ejemplo, si los críos ven leer a mamá y a papá,
será más fácil que, de mayores, devoren libros; y si los ven continuamente tecleando el móvil, no hace falta que
prosiga, imagínate tú mismo las consecuencias, como muestra de forma simpática la siguiente viñeta:

28 Bryan J. Hansen, Bogdan F. Iliescu y Valentin Dragoi.

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CONSEJO Nº 51

Ten muy presente a qué tipo de ambientes vas a someter a tus hijos desde recién nacidos. Lo que vean y
vivan de pequeños se convertirá en sus preferencias de mayores.

La educación del gusto

«Disfrutar de todos los placeres es insensato; evitarlos, insensible».

Plutarco

¿Cómo se forma el gusto de nuestros hijos? ¿Por qué les cunde una música que nosotros muchas veces detestamos?
¿Por qué eligen oufits tan distintos a los nuestros? Y, sobre todo, ¿Cómo podemos educar sus preferencias?
A todos nos molestan ciertos gustos de nuestros hijos. Es difícil, por ejemplo, ponernos de acuerdo en qué
tipo de música escuchar cuando viajamos juntos en el coche. ¡Y del vestir no hablemos! Las peleas que todos los
padres tenemos cuando nuestros vástagos consideran innegociable adscribirse a tal o cual moda, desde los
pantalones caídos o el ombligo al aire, al último piercing o al tatuaje más extravagante.
Recuerdo, en un sentido parecido como nuestra hija, de los seis a los ocho años, estuvo «enganchada» a
una cadena de comida rápida, a la que nos pedía acudir una vez por semana, y que nosotros detestábamos. Aquello
ya pasó afortunadamente, y ahora, no en balde su madre es una cocinera excepcional, ha «aprendido» a comer
pescados al horno, y otras exquisiteces, que con tanta dedicación y cariño prepara mi esposa.
Como explica el Dr. Albert Figueras, en su excelente libro Pequeñas grandes cosas (Plataforma Editorial, 2007),
la felicidad muchas veces no radica en unas circunstancias especialmente afortunadas, y llenas de emociones, sino en
goces cotidianos que debemos aprender a apreciar, y que podemos denominar «saboreos»: una puesta de sol, una
sinfonía, el olor del mar, una conversación de sobremesa, la lectura, la contemplación de una pintura o de un paisaje,

Por eso, en la educación del gusto de nuestros hijos, los padres tenemos una enorme responsabilidad, si
como es lógico, deseamos fomentarles una vida plena cuando sean adultos.
Acostumbrarlos a los ricos sabores de nuestra comida, sensibilizarlos a una amplia variedad musical,
adiestrarles la atención hacia la belleza, las acciones nobles, y valores como la solidaridad, la generosidad o la
compasión, es un trabajo parecido a la jardinería. Si sembramos su mente con las semillas de sencillos placebos
personales, germinarán buenas ideas y sentimientos, y gozarán de una felicidad a pequeños sorbos, en lugar de necesitar
emociones a granel, que les precipiten a toboganes existenciales, repletos de subidones y bajones, que no contribuyen
en nada al bienestar humano a largo plazo.

CONSEJO Nº 52

Acostumbra a tus hijos a los ricos sabores de nuestra comida, sensibilízalos a una amplia variedad
musical, adiéstrales la atención hacia la belleza, las acciones nobles, y valores como la solidaridad, la
generosidad o la compasión.

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A nuestra hija le gusta la Ópera, aunque ella no lo sabe

«En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad».

Arthur Schopenhauer

Cuando nació nuestra hija pensé que una manera de establecer las bases de su felicidad futura consistía en educar
su sensibilidad hacia los pequeños placebos personales, a los que me refería más arriba, como la música clásica, el
teatro, la lectura, la comida exquisita o la pintura.
Conocía el trabajo de Zajonic, y en consecuencia sabía que, en contra del sistema común imperante, el gusto
por un determinado estímulo no tiene por qué ser racional.
Me pareció que la Ópera integraba casi todos los elementos de sensibilidad antes descritos, excepto el de la
comida (pero, en este extremo contaba, como ya he confesado un poco más arriba, con la complicidad de mi
esposa). La Ópera es música clásica, es teatro, es poesía, …
De manera que me dispuse a utilizar el Efecto de Mera Exposición con nuestra hija. Instalé altavoces por
toda la casa, y mientras Marta jugaba en el comedor o en su habitación, o cuando simplemente correteaba por los
pasillos, o se entretenía con un puzle a nuestro lado en el despacho, se escuchaban de fondo las arias de Montserrat
Caballé, Plácido Domingo, Josep Carreras, María Callas… U obras enteras de Puccini, Rossini o de Mozart.
Además, cuando Marta contaba con cinco o seis años, acudimos a todo el repertorio de Óperas infantiles
que cada año se representaba en Barcelona: «El Barbero de Sevilla», «Hansel y Gretel», y, la que más le gustaba, la
adaptación para niños de «La Flauta Mágica», que vio siete u ocho veces.
Hoy en día a nuestra hija adolescente le encanta ¡el reguetón! (sic), y considera conscientemente que la Ópera es
un palo.
Sin embargo, cuando suenan las piezas que oía de pequeña sin prestar la más mínima atención, queda
extasiada. Y, para más inri, hasta finalizar su largo y dificultoso periplo estudiantil, se ha preparado los exámenes
escuchando siempre música clásica de fondo. Afirma que le relaja y que le ayuda a concentrarse.
Educar el gusto por escuchar música de calidad, o por leer, o por quedar pasmado ante la belleza de una
pintura, o por deleitarse con los placeres de la cocina, es una forma como otra cualquiera de moldear nuestro
Inconsciente Cognitivo y nuestro Inconsciente Emocional para que, en edad adulta, sepamos disfrutar de cosas
que, de no haber estado expuestos a ellas de jovencitos, nos costaría mucho apreciar de mayores.
Tal vez ahora estimado lector te estés diciendo a ti mismo, que hay amores que matan, en referencia al prometo
hacerte feliz que le susurré a mi hija recién nacida, mientras la acunaba en mis brazos para llevarla a la sala de espera,
donde aguardaban ansiosos sus abuelos. Y es que mi concepto de felicidad, basado en mi experiencia personal y en
mis investigaciones, tiene mucho más que ver con el esfuerzo que no con la comodidad, con la acción que no con
el descanso. Y, sobre todo, no es un concepto de felicidad al por mayor sino al detalle, un saborear las pequeñas
grandes cosas de la vida, que exige una sensibilidad entrenada, una vista educada para apreciar la pintura y la
hermosura de la naturaleza, un olfato para apreciar los olores de las flores del campo o el aroma de la tierra mojada,
un gusto acostumbrado a los sabores de la comida cocinada con amor y paciencia, un tacto preparado para la caricia
o el beso de un ser querido y, por último un oído adiestrado para la música y para escuchar el cantar de los pájaros.

El gusto es mío

«El trabajo hecho con gusto y con amor, siempre es una creación original y única».

Roberto Sapriza

Ahora bien, la buena noticia es que, si de pequeños no se nos educó la sensibilidad en el sentido descrito más arriba,
y deseamos hacerlo nosotros mismos, también es posible, aunque nos dará un poco más de trabajo: basta con
93
«obligarnos» reiteradamente a someternos al estímulo que deseemos apreciar.
Los que tenemos una edad recordamos el mítico slogan «Si no te gusta la tónica Schweppes es que la has
probado poco», y, en efecto, muy pocas son las persones a las que les gusta el sabor de esta bebida la primera vez
que la prueban. Del mismo modo, muchos hits musicales cuando se estrenan en un concierto o en las emisoras de
radio pasan al principio desapercibidos o incluso aburren, y con el tiempo, y gracias al Efecto de la Mera Exposición,
acaban convirtiéndose en grandes éxitos.
Y si te consideras demasiado mayor ya para reeducar tus preferencias inconscientes, acuérdate de cuando
pasamos de cobrar y pagar en pesetas a hacerlo en euros. Nos costó un tiempo acostumbrarnos, es cierto. Sin
embargo, transcurridos unos años, las transacciones que reiteradamente llevamos a cabo a diario, ya no nos hace falta
valorarlas en la antigua moneda: de un vistazo sabemos si son caras o baratas. Se trata de una vivencia paradigmática
de reeducación del Inconsciente Cognitivo en estado puro.
En su, por ahora, tres libros destinados al aprendizaje de la creatividad, José Antonio Marina y sus
eventuales sendos colaboradores, Eva Marina, Álvaro Pombo y Santiago Satrústegui, otorgan un papel especial a la
educación del gusto, con afirmaciones como la siguiente: «La educación de la inteligencia ejecutiva29, no viola las
normas del aprendizaje. Descansa también en la memoria, y se adquiere mediante hábitos. Esto quiere decir que
pueden acabar automatizándose y formando parte del inconsciente operativo30 (…) El gusto, por ejemplo, que es un criterio de
evaluación puede funcionar continuamente, sin necesidad de un acto de decisión. Ésta es la gran función de la
inteligencia ejecutiva. Conoce los productos conscientes de la inteligencia generadora31, los compara con sus
criterios de evaluación y puede intentar cambiar esa fuente de ocurrencias si no le parece lo suficientemente fluida,
eficiente y original.»
Si te fijas estimado lector en la frase que he destacado en cursiva, verás que existe una estrecha relación
entre gusto, hábitos y aprendizaje. Pero, una vez más debo hacer hincapié en que gran parte de nuestro sistema
afectivo (o evaluativo) opera al margen de la consciencia.

CONSEJO Nº 53

Educar el gusto de tus hijos es fundamental, pero esto no se consigue diciéndoles lo que para ti es bueno
o es malo, sino, empleando con astucia el Efecto de la Mera Exposición, exponiéndoles reiteradamente a
aquello que según tus valores valga la pena.

¡No celebres las navidades con alcohol!

«El que sabe degustar no bebe demasiado vino, pero disfruta sus suaves secretos».
Salvador Dalí

Como he comentado en muchos de mis escritos, en casa quien conduce es mi esposa, y por ello es la encargada, en
la mayoría de ocasiones de llevar e ir a buscar a nuestra hija adolescente cuando sale de fiesta. En cuanto mi mujer
se acuesta, suelo levantarme yo para comentar la jornada con «la niña». No consume tabaco, ni drogas y no bebe casi
nada de alcohol (al menos, en el momento de teclear estas líneas).
Mi esposa siempre comenta, algo molesta, como grupos de jóvenes practican el botellón antes de entrar en
la discoteca. Ella cuando iba a bailar se pedía un «lima-limón», y quien suscribe estas líneas era adicto al «San
Francisco sin alcohol». En mi caso, bebí mi primera copa de vino a los veintisiete años. Mi mujer a los veintiuno:
se mareó, no paraba de reírse y no ha vuelto a tomar ninguna nunca más. A lo sumo se moja los labios, si por

29 Inteligencia consciente o pensamiento lento (Sistema 2 de Kahneman). La inteligencia ejecutiva reside fundamentalmente en la corteza cerebral, y en especial
en los lóbulos prefrontales de ambos hemisferios.
30 También denominado Inconsciente generador o computacional (Sistema 1 de Kahneman).
31 Inteligencia inconsciente o pensamiento rápido (Sistema 1 de Kahneman). La inteligencia generadora reside fundamentalmente en las regiones cerebrales más

profundas, de ahí que la sabiduría del lenguaje haya acuñado el término interiorizar el conocimiento.
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convenciones sociales se ve obligada a brindar. Y es que, en Catalunya, las celebraciones suelen acompañarse con cava.
En nuestra casa, desde hace años, ya no.
Los padres no queremos que nuestros hijos se emborrachen cuando salen de fiesta, pero en su inconsciente
hacemos que correlacionen la fiesta con el alcohol, ya que, en todas las celebraciones familiares, no faltan la botella
de cava, la de vino tinto, la de anís o la de coñac.
Vivimos en una cultura en la que la alegría y la diversión se hallan indisolublemente asociadas al consumo
de bebidas etílicas. Solo hace falta ver la publicidad que se emite por televisión, las series para jóvenes, o las películas
de cine.
Asistimos cada año a un sinfín de botellas descorchadas por los grupos de afortunados en el Gordo de
Navidad o en el sorteo del Niño, o cuando nuestro equipo de fútbol o la Selección Nacional gana algún campeonato.
Ante un éxito inesperado, y no digamos si se trata de uno por el que hemos luchado mucho, se nos escapa la frase:
¡Esto hay que remojarlo! Y todos hemos visto deportistas de élite borrachos encima de autocares haciendo la rúa de
celebración de un título por las calles de la ciudad de su equipo.
En nuestra casa para nada desdeño la cultura del vino. Pero he procurado asociar el consumo de una copa
a un buen plato, no a una celebración. Incluso me he planteado realizar un curso de enología con mi hija, porque es
difícil consumir a granel aquello que se ha aprendido a amar a sorbos.
Aun así, lo que vean en casa no es garantía de nada, porque existe un inconsciente colectivo que ha
normalizado el consumo de alcohol, que no lo considera una droga peligrosa y que además lo asocia, como
acabamos de ver, al concepto de fiesta. En las televisiones de España, por ejemplo, es impensable que los
presentadores de las doce campanadas que dan paso al nuevo año no brinden con cava u otra bebida con contenido
etílico.

CONSEJO Nº 54

Vigila todo lo que haces delante de tus hijos. Evita (al menos delante de ellos) llevar a cabo aquello que
de mayor no te gustará verlo realizado por ellos. Por ejemplo, no conduzcas a gran velocidad. No cometas
infracciones de tráfico. No evites visitar a los abuelos o telefonearles cada día, etc. Y desde luego no
asocies alcohol con fiesta.

El Test de Asociación Implícito

«Un padre y un hijo viajan en coche. Tienen un accidente grave, el padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja
operación de emergencia. Llaman a una eminencia médica, pero cuando llega y ve al paciente, dice: ‘No puedo operarlo, es mi hijo’ ¿Cómo se
explica esto?».
Acertijo popular

Estimado lector, si no encuentras la lógica a este acertijo es por algo llamado parcialidad inconsciente o implícita, es
decir, sin darte cuenta has pensado que la «eminencia médica» es un hombre, y no se te ha ocurrido que pueda ser
una mujer. En efecto, la «eminencia médica», que no se veía capaz de operar a su hijo, era su «madre».
Esas relaciones tienen un origen cultural, pero se vuelven parte de un proceso automático que nos
acompaña toda la vida. Cuando somos niños, nuestro cerebro inconsciente aprende de lo que nos rodea y establece
conexiones neuronales entre diferentes conceptos; en este caso entre ser hombre y ser una eminencia médica. Si
determinados recuerdos forman parte de nuestra memoria implícita y, en consecuencia, no somos directamente
conscientes de ellos, pueden influir en nuestro comportamiento. Las asociaciones también podrían tener influencia
en el mismo, así como en nuestras actitudes. Esto explica el sesgo que se aprecia en muchos test psicotécnicos de
autoinforme, ya que muy a menudo no tenemos de conciencia de nuestros prejuicios de tipo racista o sexista.
Durante la pandemia de la COVID, en los medios de comunicación no hemos parado de escuchar
95
innumerables muestras de agradecimiento a los médicos y a las enfermeras. Nuestra hija por aquel entonces cursaba
el Grado de Enfermería y en su Facultad, un tanto por ciento nada despreciable de estudiantes eran chicos. Pero es
que, además, tres de cada cuatro alumnos de medicina suelen ser chicas (tal vez porque la nota de corte de esta
Carrera, en general, es muy alta, y las féminas acostumbran a acudir con mejores expedientes académicos y una
mejor valoración obtenida en las pruebas de selectividad.) de manera que el colectivo médico está constituido
fundamentalmente por mujeres y, aun así, el prejuicio machista persiste.
En este sentido, el Test de Asociación Implícita (TAI) es una medida en el ámbito de la psicología social creado
para establecer la fuerza de la asociación automática de una persona entre las representaciones mentales de los
objetos (conceptos) en la memoria. Fue ideado en 1998 por los psicólogos de Harvard Anthony Greenwald,
Debbie McGhee y Jordan Schwartz.
Estos investigadores partieron del siguiente supuesto «las conexiones entre pares de ideas que ya están
previamente correlacionadas en nuestra mente oculta se asociarán con mayor rapidez en un eventual test que si no
lo están», y diseñaron la siguiente prueba de ordenador en cinco fases:
En la primera se entrena al participante a distinguir entre imágenes masculinas y femeninas.
En la segunda fase se entrena a distinguir entre adjetivos como profesión y familia.
En la tercera fase se realiza una tarea mixta en donde se pide a los participantes que respondan lo más
rápidamente posible tanto a una categoría como a otra.
En la cuarta fase se entrena al participante a modificar la tecla de respuesta asignada en la fase segunda.
Y en la quinta y última vuelven a presentar los estímulos entrenados en la segunda fase, pero
entremezclados.
La clave está en medir los tiempos de la 3ª y 5ª fases de respuesta para comprobar si existe una diferencia
significativa, es decir, para distinguir lo que son asociaciones ya establecidas en nuestra mente inconsciente o
pensamiento rápido (respuesta casi inmediata), y lo que no, mente consciente o pensamiento lento (respuesta
demorada).
Estimado lector, toma un lápiz y resuelve el siguiente simulacro de test TAI:

96
Fase 1: Pon la cruz que corresponda

MASCULINO FEMENINO

Javier
Marcos
Carmen
Marta
Clara
Carlos
Joaquín
Claudia
Alberto
María
Ignacio
Laura

97
Fase 2: Pon la cruz que corresponda

PROFESIÓN FAMILIA
Médico
Empresario
Cocina
Bebé
Lavadora
Electricista
Informático
Armario
Abogado
Cortinas
Camarero
Comedor

98
Fase 3: Pon la cruz que corresponda

MASCULINO FEMENINO

PROFESIÓN FAMILIA

Javier
Médico
Marta
Cocina
Bebé
Joaquín
Electricista
Informático
Carmen
Claudia
Marcos
Cortinas

(Puesto que en este caso no se realiza la prueba en un ordenador sino sobre este
ejemplar del libro, se omite la fase 4).

99
Fase 5: Pon la cruz que corresponda

MASCULINO FEMENINO

FAMILIA PROFESIÓN

Ignacio
Abogado
Laura
Armario
María
Alberto
Empresario
Comedor
Camarero
Claudia
Informático
Lavadora

100
¿Conducir es cosa de hombres?

«La mayor parte de la gente nunca llega a conducir. Es pasajera en los coches de otros».
Anxo Pérez

Aunque no hayas medido el tiempo invertido en las dos últimas fases, es muy probable que hayas sentido que la
última prueba te ha resultado un poco más difícil que la anterior. Ello es debido a que, en nuestro inconsciente
sexista, aunque lo rechacemos, atribuimos «profesión» a «masculino» y «familia» a «femenino», de manera que, en el
test final, tenemos que pararnos a pensar que la cruz de «empresario», por ejemplo, no va en la categoría masculino-
familia, sino en la de femenino-profesión. En términos de Kahneman, la prueba tres se resuelve con el Sistema 1
(pensamiento rápido o inconsciente) y la prueba cuatro se realiza con el Sistema 2 (pensamiento lento o consciente).
Estos procesos pueden incluir la memoria, la percepción, la autoestima, las actitudes y los estereotipos.
Debido a que el TAI requiere que los usuarios hagan una serie de juicios rápidos los resultados del TAI
también pueden reflejar las actitudes que las personas no están dispuestas a revelar públicamente o aquellas incluso
de las que no somos conscientes.
Suelo afirmar en este orden de cosas que me considero (todavía) un machista anónimo, en sentido similar al
que emplean los ex alcohólicos, personas que han curado su adicción, pero que si se descuidan pueden recaer en
cualquier momento. Mi Sistema 1, mi inteligencia operativa, es sexista, pero mi sistema 2, mi inteligencia ejecutiva,
defiende y aprueba si no todas, la gran mayoría, de las reivindicaciones feministas.
Como ejemplo del Inconsciente Colectivo machista, cuento siempre la siguiente anécdota: al cumplir 10
años le regalamos a nuestra hija Marta, uno de esos coches con batería, que pueden conducir los niños. Cuando se
montaba con una amiga, teníamos que obligarla a que soltase el volante, para que su compañera también pudiera
guiarlo. Sin embargo, si subía un crío, Marta se sentaba voluntariamente en el asiento del copiloto, y le dejaba
conducir a él, lo que resultaba muy sorprendente, porque como he dicho más arriba, ella siempre ha visto en
casa llevar el coche familiar a una mujer: ¡su madre!

101
Campeones y cocineras

«La cadena francesa de supermercados Carrefour ha anunciado la retirada de una campaña publicitaria que había
instalado en algunos de sus establecimientos en Argentina tras recibir varias acusaciones de machismo. La campaña en concreto
pretendía promocionar los juguetes que ofrece la marca aprovechando el ‘Día del Niño’ que se celebrará el próximo 19 de agosto en el país, y
para hacerlo sus publicistas elaboraron una estrategia de marketing en la que jugaban con la letra C de Carrefour para formar los eslóganes:
'Con C de Campeón' y con 'C de Cocinera', que acompañaron de la fotografía de un niño jugando con un coche teledirigido y la de una
niña jugando a las ‘cocinitas’».

El confidencial

El día 1 de agosto de 2018, cuando ya trabajaba en este manuscrito de lenta cocción, mi hija me mandó por
WhatsApp la noticia anterior.
¿Era un machista irreductible el o la profesional de la publicidad que diseñó esta campaña tan torpe?
Sin descartar, que lo que realmente se pretendiera fuese generar polémica para aumentar la repercusión del
anuncio, es también muy factible que se tratara de un simple lapsus sexista inconsciente, a que tan acostumbrados
estamos. No en balde, para describir a un individuo excelente a veces se le tilda de cojonudo; mientras que para cualificar
a una persona pesada se dice que es un coñazo.
¿Se puede revertir esta situación?
Por supuesto que sí.
La buena noticia, insisto una vez más, es que nuestro Sistema 1 es educable. Recuerda la famosa frase del
padre de la psicología William James: «Si quieres una cualidad, actúa como si ya la tuvieras.»
Si empleamos el Sistema 2, nuestra inteligencia ejecutiva, como guía y centinela para que nuestras acciones
no sean nunca conscientemente machistas, llegará un momento en que habremos reeducado nuestro inconsciente
individual y colectivo, del mismo modo que, como decía más arriba, hemos dejado de pensar en pesetas y ahora
contamos en euros.
Ello es debido a que: «A partir de la información en estado consciente, nuestra inteligencia ejecutiva evalúa,
toma decisiones, acepta, rechaza32, pide alternativas»33. Es decir, cuando nuestra inteligencia generadora de ocurrencias
machistas actúe por su cuenta y riesgo, nuestra inteligencia ejecutiva, lenta pero segura, debe ejercitarse para rechazarla,
ya que, como se ha dicho siempre, rectificar es de sabios.

32 En efecto, querido lector; la cursiva es mía.


33 Marina J.A. (2013). El nuevo modelo de la inteligencia. Pediatría Integral. XVII (9): pp. 656-660.

102
Y, a base de desestimar una y otra vez las ideas sexistas que afloran en nuestra mente sin saber por qué,
reeducaremos nuestro inconsciente para que, en un futuro, más pronto que tarde, ya no se nos antojen.
¿Debemos decir hijos e hijas, maestros y maestras, todos y todas…?
Como profesional de la comunicación (escritor, profesor, conferenciante, guionista, presentador y, en
ocasiones, director de programas de radio y de televisión) soy muy sensible a este asunto porque combatir el sexismo
consciente y, en especial, el inconsciente, es responsabilidad de todos si aspiramos a un mundo más igualitario y
justo, de manera que analizo las diferentes propuestas de estilo explícitas o implícitas que voy viendo que se
emplean.

1ª) La de la mayoría de los políticos: del «Ciudadanos y ciudadanas», al «Los votantes y las votantes»,
pasando por el esperpéntico «Miembros y miembras». Puede hacerse farragoso al lector o la lectora, al oyente o la
oyente al espectador o la espectadora.
2ª) En textos escritos, usar la fórmula «L@s alumn@s». Interesante, por ejemplo, para un artículo de 1.000
palabras. Infumable en un libro de casi 100.000.
3ª) Usar siempre el género femenino en vez del masculino: por ejemplo «Unidas podemos». Radical.
4ª) Alternar al 50%. En un párrafo hablar de la educación de los hijos para en el siguiente hablar de la
educación de las hijas; en una frase escribir profesores y en otra, profesoras. Imaginativo y tal vez desconcertante para
el lector (o la lectora).

Como habrás podida comprobar (y quizás sufrir) leyendo Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, o alguno
de mis post, mi solución es la siguiente: en artículos breves empleo @; en libros, en la mayoría de las veces, me
inclino por el gramaticalmente correcto uso del masculino genérico, con una excepción que se me antoja relevante:
cuando me refiero a profesiones que, en el imaginario colectivo sesgado por el machismo, se atribuyen injusta y
absurdamente a hombres (si se consideran empleos de primer nivel) o a mujeres (si se consideran de segundo nivel),
uso el masculino y el femenino simultáneamente. Por ejemplo, siempre hablo «del o de la director/a financiero/a
de la compañía»; «del secretario/a del director general o de la directora general»; «del médico o de la médica»; «del
enfermero o de la enfermera» ... Porque me he percatado que, en especial en el mundo de la empresa, este sesgo
inconsciente condiciona negativamente el ascenso social y profesional de las mujeres. Y es que, sin darnos cuenta,
el genérico masculino nos lleva pensar antes en un candidato para el cargo, que en una candidata.
En la línea de lo comentado más arriba, asistí recientemente a un acto público en el que una profesional de
la sanidad solicitó un par de voluntarios, con la siguiente petición: «Por favor, necesitaría que se pusieran en contacto
conmigo ¡un médico y una enfermera! He resaltado en cursiva que la solicitud la llevaba a cabo ¡una mujer! A esto me
refiero cuando hablo del «imaginario colectivo sesgado por el machismo» que, si nos pilla desprevenidos puede
afectar tanto a hombres como, para mi sorpresa, a mujeres.
Por ello la inteligencia generadora debe ser gestionada ex post reiteradamente por la inteligencia ejecutiva
(forzándonos conscientemente a decir siempre, por ejemplo, director/a, enfermero/a, etc.), hasta que la sociedad en
su conjunto la interiorice, y ya ex ante produzca ocurrencias igualitarias y equitativas.

CONSEJO Nº 55

Una vez seas consciente de tus asociaciones implícitas y, en consecuencia, conozcas muchos de tus
prejuicios inconscientes, evita, a través tanto de tu lenguaje verbal como del no verbal, transmitirlos a tus
hijos.
Intenta por todos los medios no contribuir a que persista la mirada sexista del mundo en nuestra sociedad.
Educa igual a tus hijos y a tus hijas, con idénticos derechos y deberes, por ejemplo, con un reparto
equitativo de las tareas de casa.

103
Los medios de comunicación y el inconsciente colectivo

«Hasta que no hagas consciente a tu inconsciente, va a dirigir tu vida y lo llamarás destino».


Carl Jung

Probablemente los medios de comunicación no son los responsables de los prejuicios, pero sí que (quiero creer,
sin mala intención), los amplifican y perpetúan.
A finales del siglo pasado el científico político de Yale, Martin Gilens, realizó un estudio muy interesante
sobre las imágenes que ilustraban noticias referentes a la pobreza en los Estados Unidos. Mientras que solo el 29%
de la población norteamericana que es considerada pobre es de origen afroamericano, en cambio, más del 60% de
las personas que aparecían en los vídeos, eran de raza negra. Justo el doble de lo que debería ser esperable y
razonable.
Si año tras año, este sesgo persiste en las imágenes que entran en los hogares estadounidenses, la asociación
entre pobreza y raza negra en la mente del norteamericano medio es inevitable.
Pero no menos interesante, en el estudio mencionado de Gilens, es que se llegó a la conclusión, que no se
trataba de una manipulación con intencionalidad política, sino de un error «inconsciente» de los propios realizadores
de los programas, puesto que la gran mayoría de los editores de los espacios informativos eran personas progresistas
que abogaban conscientemente por la igualdad. Es decir, respondía a un sesgo previo de los periodistas, que eso sí, y
como se ha señalado más arriba, amplificaba y perpetuaba el prejuicio.
En este sentido Martin Gilens concluyó. «el patrón consciente de falsa representación racial (junto con la
sistemática naturaleza progresista de las creencias conscientes de estos editores sobre la igualdad racial) sugiere que
lo que está en funcionamiento son imágenes negativas inconscientes de los negros.»
Las profesionales de los medios de comunicación no son personas ajenas a los consumidores de radio,
televisión o periódicos. Se han embebido como todos nosotros de la cultura dominante, con sus sesgos y prejuicios,
y sin darse cuenta, los plasman en cada uno de los programas o artículos que producen.
Por eso, aunque los padres, intenten corregir en casa aquellos sesgos de su cultura que consideren deberían
ya estar superados, en muchas ocasiones su única influencia educativa sobre los hijos no será suficiente para
erradicarlos de su inconsciente. Lo mismo sucede, con aquellos temas elevados de ética (aceptación de la
homosexualidad, condena de las actitudes machistas, etc.) que eventualmente se puedan tratar en la escuela, si fuera
de ese ámbito todo tiende a contradecirlos.
Eso no significa que padres y profesores debamos tirar la toalla, tenemos una apasionante y esperanzadora
tarea educativa por llevar a cabo, pero no hay que olvidar el viejo proverbio africano que reza: «para educar un niño
hace falta la tribu entera.»

Cuestión de supervivencia

«El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad».

Arthur Schopenhauer

En su extraordinario libro El extraño orden de las cosas (Destino, 2020) su autor, el neurocientífico portugués afincado
en los Ángeles, António Damásio, señala que, aunque los seres humanos priorizamos el consciente por encima del
inconsciente, en realidad este último precede al segundo, de ahí «el extraño orden» al que se refiere el título.
Damásio indica, por ejemplo, que «en animales conscientes como nosotros, el primer nivel de señales de
viscerorecepción se emite por debajo del nivel de consciencia, y las respuestas de corrección que el cerebro produce
en base a la vigilancia inconsciente tampoco son, en su mayor parte, emitidas de manera consciente. Con el tiempo,
la tarea de vigilancia produce sentimientos conscientes y entra en la mente subjetiva. Solo una vez que se alcanza este

104
punto de capacidad funcional, estas respuestas pueden modificarse a través de la reflexión consciente, aun teniendo
en cuenta que este proceso continuará beneficiándose del proceso inconsciente.»
Como canta Joan Manuel Serrat, en su canción Sinceramente tuyo «Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es
remedio.» Me refiero a que lo anterior no es ninguna mala noticia ni anomalía: describe el funcionamiento evolutivo
de los circuitos cerebrales humanos.
En este sentido, el gran neurocientífico David Eagleman, en su libro El cerebro: nuestra historia, traído a
colación aquí en diversas ocasiones, cuenta, por ejemplo, que nuestros cerebros cuando llegamos al mundo ya vienen
preactivados para la interacción social.
Eagleman expone como él mismo reprodujo un interesante experimento llevado a cabo un tiempo atrás
por los psicólogos Kiley Hamlin, Karen Wynn y Paul Bloom de la universidad de Yale invitando a unos cuantos
niños menores de un año, y, en consecuencia, de escasa experiencia vital, para que asistieran individualmente a un
espectáculo de marionetas, sentados en el regazo de sus madres. En resumen, el espectáculo consistía en un oso que
ayudaba a un pato, y un segundo oso que se comportaba, por su parte, de una manera hostil.
«Levanto los dos osos y le pido al niño que escoja uno para jugar -cuenta Eagleman en primera persona-.
Lo extraordinario, tal como ya descubrieron los investigadores de Yale, es que casi todos los bebés escogen el oso
que fue amable.» Y, posteriormente concluye que este sencillo experimento muestra que desde muy pequeños
disponemos de unos «radares sociales» inconscientes, que nos indican de quién podemos fiarnos y de quién no.
El citado John Bargh, en su libro divulgativo ¿Por qué hacemos lo que hacemos? El poder del inconsciente, ya citado,
se atribuye este descubrimiento a partir de un sueño34 donde un cocodrilo que le está persiguiendo, que, en un
momento dado se detiene, y que acto seguido se da la vuelta quedándose bocarriba, «Exponiendo un vientre blanco
que parecía sorprendentemente suave y tierno (…) ¡Pues claro!, me dije. –añade Bargh-. Cogí el papel y el bolígrafo
que tenía en la cama delante de mí y escribí todo lo que había visto en el sueño, y lo más importante, lo que el sueño
me acababa de revelar: lo primero es el inconsciente, so tonto.»

Del inconsciente al consciente y tiro porque me toca

«Las grandes decisiones de la vida humana tienen como regla general mucho más que ver con los instintos y otros misteriosos factores
inconscientes que con la voluntad consciente y bien el sentido de razonabilidad».
Carl Gustav Jung

Lo cierto es que nuestros sistemas básicos psicológicos y de conducta fueron originariamente inconscientes y
existieron previos a la posterior aparición del lenguaje consciente.
Y entonces, ¿dónde queda la responsabilidad de los padres, a la que antes aludía, en la buena o mala
educación del inconsciente de los hijos? ¿Cómo engendrar el «ángel de la guarda» en el interior de la su mente que
les proteja de ocurrencias desaconsejables?
Antes, hemos hablado de cómo nuestro cerebro se hace rápidamente adicto a determinados hábitos: nuestra
silla en el comedor, el lado de la cama en el que dormimos con nuestra pareja, o el espacio que ocupamos en el sofá
frente al televisor, pero también del lento, aunque inexorable, proceso (si no desfallecemos a la hora de practicar)
en interiorizar la conducción, o como35 un alumno después de repetir una bien confeccionada colección de ejercicios,
es capaz de resolver cualquier problema sin pensar36.
En todos los casos citados, el cerebro pasa del consciente al inconsciente a través de la interiorización,
gracias a unas pocas (en los casos simples) o mediante muchas (en las actividades más complejas), repeticiones.
Veamos, en este sentido, un caso emblemático expuesto por el catedrático de fisiología y neurocientífico
Francisco Mora, en Neuroeducación: solo se puede aprender aquello que se ama: «El niño, a los pocos meses tras el nacimiento,
gatea y explora su entorno, y en ese gateo y ese explorar aprende y graba en su cerebro los programas motores con

34 Ver el epígrafe titulado El caimán del inconsciente.


35 Lo explico más adelante en el epígrafe dedicado al método de instrucción/aprendizaje 5L®.
36 Puedes consultar también, si lo deseas, mi libro genial mente: las claves de la inteligencia, el talento y la creatividad, donde cuento el testimonio de diversos ejemplos
reales.
105
los que más tarde, pasado el tiempo, podrá realizar un acto motor voluntario y coordinado. El aprendizaje es como
el mito de Sísifo. Es un proceso de repetición constante con el que se construyen ‘recuerdos inconscientes’ los
cimientos que luego le permitirán aprender conscientemente.»
Estas bien fundamentadas aseveraciones de Mora, me remiten a lo que Víctor Cerrudo Higelmo y quien
suscribe estas líneas, afirmamos en la introducción de nuestro artículo, ya comentado, Se puede educar el inconsciente
cognitivo lector: «En este trabajo se desarrolla la tesis de que se puede educar el inconsciente cognitivo lector
entrenando la conciencia fonológica de los niños y las niñas de entre tres y seis años mediante un método repetitivo,
secuenciado y constante. Asimismo, se muestra que este método facilita la ulterior comprensión lectora, que es el
aprendizaje más deseable (Schwartz et al., 2008), eficaz a largo plazo (Mayer, 2002) y transferible a diferentes
contextos (Bransford et al., 2000). E incluso dota al niño y a la niña de herramientas que le impedirán la aparición y
la proliferación de las faltas de ortografía.
Se muestra, asimismo, que el aprendizaje con comprensión lectora, al igual que el aprendizaje con
comprensión en matemáticas, el talento y el insight creativo, no se hallan al principio sino al final del proceso
educativo (Hardy, 1946; Ericsson et al., 1993; Shenk, 2011; Valls, 2015, 2020; Ericsson y Pool, 2016).
Se contradice así el prejuicio de los detractores de la ruta fonológica frente a la visual. Esta presupone que
una mirada sobre una palabra permite su identificación inmediata en un solo paso, mientras que la primera consiste
en una instrucción por repetición que transforma a los niños y a las niñas en autómatas solo capaces de recitar
monótonamente oraciones nimias del tipo “mi mamá me mima mucho” (Dehaene, 2009). Sin embargo, la ruta
visual ha sido refutada por la psicología cognitiva (Ehri, et al., 2001) (…) Educar el inconsciente cognitivo lector
mediante el entrenamiento de la conciencia fonológica, resulta en la práctica un método de aprendizaje asimilable
a lo que el excelente filósofo y pedagogo José Antonio Marina denomina la memoria inteligente: una suerte de memoria
implícita comparable a un hábito muscular, como puede ser nadar. Aprender a leer, en este sentido, ‘un suceso
análogo salvo que la respuesta no es directamente muscular, como en la natación. Los estímulos son simbólicos y
los resultados también lo son’ (Marina, 1993).»
Quédate con la idea final, estimado lector: «podemos educar el inconsciente mediante repetición y
entrenamiento». De manera que en ocasiones la mente oculta actúe como un sexto sentido, vigilando que nuestras
ocurrencias, nuestras emociones y nuestros sentimientos, sean funcionales, y a la vez, actúe como un aprendiz de
demiurgo interno que nos permitirá, si lo deseamos, reinventarnos.

CONSEJO Nº 56

Educa de forma adecuada el inconsciente de tus hijos, para que, de mayores, habite en su interior un
sexto sentido que les guie.

El Efecto de la Ilusión de Verdad

«Después de la verdad nada hay tan bello como la ficción».

Antonio Machado

Se atribuye al ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, la sentencia que reza: «Si repites una mentira el
número de veces suficiente, al final terminará convirtiéndose en verdad». Pero ¿está fundamentada científicamente
esta afirmación o se trata de una boutade?
La respuesta es «sí». Se trata de un nuevo fenómeno de nuestra mente inconsciente conocido por el Efecto
de la Ilusión de Verdad, por el que es más probable que nos creamos que una afirmación es cierta si ya la hemos
escuchado antes, sea o no sea verdad.

106
En un experimento llevado a cabo en 197737, a un grupo de voluntarios se les presentaron 60 enunciados
para que valoraran la validez de las frases en períodos sucesivos de dos semanas. Algunas afirmaciones, que podían
ser tanto ciertas como falsas, se repetían periódicamente y otras no. Los investigadores llegaron a una conclusión
inquietante: si las personas que participaban en el estudio habían oído la sentencia en días anteriores, tendían a darle
mayor veracidad que si no la habían oído jamás, a pesar de que no recordaban haberla escuchado nunca. La mera
exposición a una idea augura una mayor probabilidad de que resulte creíble en un futuro.
He aquí, un nuevo recurso educativo y he aquí un elemento que confiere mayor responsabilidad a padres
y profesores. ¿Qué escuchan nuestros niños de pequeños? ¿Qué afirmaciones oyen? ¿Qué valores les transmitimos
en nuestras conversaciones «de mayores», mientras juegan aparentemente ajenos a ellas?
Y lo que todavía es más importante: ¿Qué les decimos?
En nuestra adaptación a la educación de los niños de mi PNC (Método Kimmon ®) para el desarrollo de la
inteligencia Emocional38, hemos preparado tres tipos de Sugestiones Positivas para educar el Inconsciente Cognitivo
de los alumnos de parvulario y primaria: canciones, cuentos , y frases de los cuadernos de caligrafía, para crearles una
identidad (y una autoestima) basada en la convicción de que son felices, inteligentes, buenos y creativos.
Y es que el poder educativo de las canciones y cuentos infantiles, como veremos en el siguiente epígrafe es
indudable.
En lugar de dejar que sea el azar, o la negligencia de los mayores, quien eduque su mente inconsciente para
bien o, desgraciadamente, sobre todo, para mal, en la PNC hemos diseñado una potente batería de
«autoinstrucciones», que les modelarán el carácter en aras de que, ya de adultos, gocen de una excelente inteligencia
Emocional, y de aumentar, así, la probabilidad de que tengan ocurrencias valiosas, buenos sentimientos y emociones
funcionales.
Sin embargo, frente a la autosugestión y a las redacciones de psicología positiva, herramientas que vengo
usando con gran éxito en personas adultas, pero de difícil implementación con niños, los Cuentos educadores (y
también las canciones infantiles con letras escitas ad hoc) concentran todas las condiciones que, como veremos en
el siguiente epígrafe, exige el «Efecto de mera exposición» para ser altamente efectivo en el asunto de la
imprescindible educación del inconsciente de nuestros hijos.

El poder educativo de las canciones y de los cuentos infantiles

«Siembra en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan… Los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de
hacerlas florecer en su corazón».

Maria Montessori

Las canciones y los cuentos infantiles son un recurso educativo y de aprendizaje imprescindibles y divertidos.
Desde antes de nacer podemos, como ya hemos visto, charlarles amorosamente. a los futuros bebés, o,
incluso, cantarles nanas, y, asimismo, posteriormente a los más pequeños.
De 0 y 6 años, las canciones infantiles son ideales para enseñar a los niños. Y recuerda que cualquier
momento y lugar (en casa o en la escuela) es bueno: en nuestro hogar, por ejemplo, mientras jugamos, cocinamos,
o llevamos a cabo las rutinas habituales, etc.
Por todos es conocido el poder evocador de la música. Las letras y las melodías de las canciones que
escuchamos a temprana edad contribuyen a educar nuestro Inconsciente Cognitivo y Emocional, y se fijan para
siempre en nuestra memoria implícita. ¿Por qué no usarlas para modelar nuestra Inteligencia Emocional, tan

37 Hasher, L., Goldstein, D., y Toppino, T. (1977). Frequency and the conference of referential validity. Journal of Verbal Learning and Verbal Behavior, 16(1)
.
38 Método 3C ® de Lectoescritura y educación de la Inteligencia Emocional en la Escuela.
107
necesaria, como sabemos, a partir de las obras superventas del psicólogo y periodista estadounidense Daniel
Coleman39?
¿Y los cuentos infantiles?
Te ruego, estimado lector, que reflexiones sobre lo siguiente: ¿En qué medida te han influido los cuentos
de tu infancia? ¿Forman parte de tu memoria? ¿Te han condicionado tu particular manera de interpretar el mundo?
Y, lo más importante, ¿te imaginas que de pequeño te hubieran contado historias que te predispusieran a ser más
feliz, inteligente, bueno y creativo?
En su libro, Cuentos, crisis y creatividad (Ediciones Corona Borealis, 2021) la psicóloga, divulgadora y escritora,
Esther Varas Doval, recomienda diversos cuentos para criar a nuestros hijos en aras de educarlos con una
personalidad más resiliente y creativa, dado que estas fortalezas de carácter, entre otras, permiten superar los
momentos difíciles, que nos depara la existencia, empleando el pensamiento positivo y la imaginación.
Así, en el epílogo afirma que: «Ante una crisis podemos elegir entre hacer algo o quedarnos paralizados
viendo cómo surgen los miedos, las paranoias y las neurosis. He encontrado en la creatividad ese 'hacer algo', y he
aprendido a desarrollar la habilidad de usar la imaginación y trascender las ideas, reglas y modelos tradicionales.»
De cada cuento, Esther Varas, propone extraer una moraleja.
Por poner unos ejemplos: de La ratita presumida enfatiza la siguiente conclusión: «Las elecciones que
tomamos en un momento van escribiendo nuestro futuro»; o de la consabida historia de La lechera: «Deja de vivir
en el futuro y disfruta de tu presente... ¡Sin dejar de soñar!»; o, por último, de El patito feo, destaca que «Tus sueños
cobran fuerza si el deseo de tu corazón es sincero...y dejas que te acompañe el Señor Tiempo y su Señora la
Paciencia.»
Pero la parte del libro que me resultó más sugerente es la final, titulada emblemáticamente «Cuentos para mis
hijos», en cuya introducción la autora confiesa que le encanta emplear la imaginación y la creatividad para inventar
lo que denomina Cuentos sanadores, que ha escrito con el noble propósito de, en palabras suyas, espantar los
acuciantes miedos que acechan a los niños pequeños, y de encontrar soluciones a los problemas que se les presenten.
Con los Cuentos educadores (y las canciones de letras ad hoc) se trata de emplear el «Efecto de Mera
Exposición», antes citado, para ir educando la «memoria» de nuestros hijos, con el objetivo de que, a partir de los
recuerdos infantiles «tatuados» en su mente (en un contexto que Esther Varas califica sabiamente de «sentido común
y muchas gotitas de cariño»), sean capaces de escribir guiones vitales halagüeños, ya que:

1ª) La mera exposición repetida de un sujeto a un estímulo es una condición suficiente para que se incremente la
actitud positiva hacia este estímulo. Dicho efecto aparece incluso cuando las condiciones estimulares de
presentación impiden su identificación consciente. A los niños les encanta escuchar una y otra vez las fábulas que
les cuentan sus padres. No les resulta para nada desagradable repetir. Si bien es cierto que, en general, solo se
quedarán conscientemente con la anécdota del cuento, y con el momento mágico de relación con papá y/o mamá que
se crea en la lectura compartida, eso no impide que el «Efecto de mera exposición» sea igualmente efectivo.
2ª) Es importante recordar que este efecto se ve favorecido con estímulos tipo: palabras, imágenes, expresiones
faciales, ideogramas, etc. ¿Acaso la lectura con nuestros hijos de cuentos infantiles no es un compendio de lenguaje
positivo, ilustraciones e inflexiones de voz, sonrisas, gesticulaciones de sorpresa y caras de afecto?
Y 3ª) Asimismo, Zajonc defiende que es más consistente si el Efecto de Mera Exposición se lleva a cabo bajo
condiciones subliminales.
He aquí lo más importante del «Efecto de Mera Exposición» en aras de labrar la «memoria inconsciente»
de los niños: la moraleja de cada Cuento educador y la letra de cada canción infantil es una oportunidad única de
insertar en su estructura neuronal un mensaje de Sugestión Positiva que favorezca la configuración de una robusta
Inteligencia Emocional en aras de alcanzar una vida plena.

39
Daniel Coleman aadquirió fama mundial a partir de la publicación de su libro Inteligencia emocional 1(Kairós, 1996).

.
108
CONSEJO Nº 57

Los cuentos y las canciones que tanto gustan a los niños, hasta el punto que no solo no les molesta
escucharlos o cantarlas repetidamente, sino que además siempre están prestos a hacerlo, son una
oportunidad educativa de primera magnitud, a la hora de dar instrucciones positivas a tus hijos, que con
el tiempo se erigirán en autoinstrucciones funcionales, que les permitirán gestionar adecuadamente su
vida y llegar a ser personas felices, inteligentes, buenas y prósperas.
Selecciona bien los relatos que le cuentas y las letras de las canciones que coreáis juntos.

El Efecto Predisposición

«Los que obran bien son los únicos que pueden aspirar en la vida a la felicidad».
Aristóteles

En una Escuela de Negocios de Barcelona, hace unos años, me encargaron un taller denominado Lateral Thinks, que
decidí apedillar Re-créate, porque formarse no tiene por qué estar reñido con pasarlo bien. Durante el seminario
realizamos diversos juegos y retos, uno de los cuales fue justo el que te he propuesto al principio de este libro, que no
era otro que encontrar de la manera más rápida posible la «salida» del laberinto.
Este juego lo proponía de vez en cuando en mis módulos de «habilidades directivas» del Executive MBA on
line, que impartía igualmente en esa Escuela de Negocios, en concreto, en el apartado de liderazgo. Primero les
hablaba del líder visionario para, a continuación, preguntarles cómo creían que resolvería el laberinto un líder o una
líder de este tipo. Casi nadie sugería la solución esperada, es decir, partir desde la salida para construir el camino
hacia atrás.
Lo curioso sucedió en el citado taller de creatividad. Para mi sorpresa, todos los grupos de trabajo, ¡todos!,
propusieron como una de las alternativas de solución, precisamente la de resolverlo al revés.
Ambos colectivos de alumnos tenían el mismo nivel (excelente, por cierto), académico y profesional.
Me pregunté por qué los estudiantes de un máster encuentran soluciones diferentes a un mismo problema
según se encuentren en un contexto de liderazgo o de creatividad.
Y la respuesta la hallé pocos meses después en el libro ya citado ¿Por qué hacemos lo que hacemos?: el poder del
inconsciente de John Bargh. Se trata del denominado Efecto Priming, que podría traducirse por «Efecto Predisposición».
En cierta ocasión, Bargh y sus colegas en la Universidad de Nueva York, Mark Chen Y Lara Burrows,
idearon un experimento40 con estudiantes. Les presentaron dos test de palabras revueltas, como el siguiente:

1. zapatos cambia viejos los


2. sol produce temperatura arrugas el
3. deberíamos ahora olvidadizos retirarnos
etc.

Se les pedía que formaran frases gramaticalmente correctas con cada grupo de cuatro palabras.
Sin que se percataran de ello en su «mente oculta», los participantes almacenaban palabras relacionadas con
la ancianidad: viejos, arrugas, olvidadizos, retirarnos, …
Lo curioso se producía cuando estos “jóvenes” abandonaban el despacho de Bargh, todos ellos lo hacían
andando inconscientemente muy despacio. ¡Los alumnos avanzaban por el pasillo al ritmo de un anciano!

40Estos experimentos presentan el inconveniente de que no han podido ser reproducidos en otros laboratorios con éxito, por lo que sus conclusiones están
en tela de juicio en el ámbito científico.
109
Repitieron el juego de las palabras revueltas con otros estudiantes, pero en esta ocasión, las palabras
«escondidas» eran de dos tipos opuestos. Por un lado, a unos se les inducían vocablos del tipo: «agresivamente»,
«fastidiar», «Descaro» …Mientras que, al otro, los términos escondidos eran: «pacientemente», «ceder»,
«considerado», …
Tampoco en este caso, los participantes se percataban de la triquiñuela. Una vez finalizado el juego, se los
enviaba al despacho de Bargh para, supuestamente, que el responsable del experimento les diera nuevas
instrucciones. Sin embargo, al llegar se encontraban al citado responsable discutiendo con alguien ante la puerta del
despacho de Bargh.
Lo que querían comprobar los investigadores era si había una diferencia significativa entre el tiempo que
tardaban en interrumpir la discusión para recibir nuevas instrucciones, entre el grupo de estudiantes «predispuestos»
a la agresividad y aquellos que lo habían sido a la cortesía.
Y, en efecto, los participantes «primados» subliminalmente para ser más agresivos tardaron de media menos
de cinco minutos en interrumpir la conversación; mientras que el otro grupo, no la interrumpió en ningún caso. «El
experimento se realizó justo delante de mis despacho -comenta Bargh- Llegaban a la entrada y veían a la colaboradora
con quien hablaba el responsable desde el otro lado de la puerta (…) Quienes habían hecho el test con los términos
corteses se limitaban a esperar.»
Del mismo modo, las creencias y valores culturales se graban en la mente oculta de nuestros hijos y les
predisponen a unas cosas u otras. Otro caso muy interesante, se da en aspectos de la diferencia de géneros, como
veremos en el siguiente epígrafe.

CONSEJO Nº 58

Tanto a través de tu lenguaje verbal como no verbal procura primar en tus hijos pensamientos
espontáneos, que remitan a la felicidad, la inteligencia, la bondad y las acciones valiosas, creativas e
innovadoras.

«Mujhombres»

«No son dos sexos superiores o inferiores el uno al otro; son distintos».

Gregorio Marañón

Claude Steele es un psicólogo social afroamericano. Fue vicerrector ejecutivo y rector en la Universidad de
California, Berkeley, y actualmente se desempeña como profesor emérito de psicología en la Universidad de
Stanford, donde además ejerce como decano dotado I. Es muy conocido por su trabajo sobre la relación que existe
entre los estereotipos y el rendimiento académico, lo que afecta, por ejemplo, a los resultados diferenciados
obtenidos, en matemáticas, por nuestros chicos y chicas.
La denominada «amenaza del estereotipo» muestra como si nos predisponen a pensar en nuestro estatus
(de género, o de raza, etc.), y existe la creencia colectiva de que las personas de una determinada clase son peores
en una materia dada (por ejemplo, las matemáticas), obtendrán peores resultados en los test de dicha materia, que
si se les distrae para que no piensen en el grupo de población al que pertenecen. Y viceversa.
Retomando los trabajos de Steele, dos investigadoras, Nalini Ambady y Margaret Shih, vieron una gran
oportunidad en el estudio de alumnas asiaticoamericanas. Por un lado, el estereotipo de raza jugaba a favor, pues es
universalmente aceptado, que las personas asiáticas son numéricas. Pero por otro, el estereotipo femenino jugaba en
su contra, porque muchas personas dan por buena la creencia errónea de que a las chicas se les dan peor las ciencias.

110
¿Cómo afectarían estas predisposiciones automáticas, inconscientes y contradictorias a su rendimiento
obtenido en matemáticas?
Descubrieron que dependía de cuál de los dos estereotipos se primara antes de someterles a los test.
Si, por ejemplo, se les hacía colorear el dibujo de dos niños asiáticos que comían con palillos un bol de
arroz, obtenían mejores puntuaciones que si lo que coloreaban era un dibujo de una niña con una muñeca.
Por su parte, un grupo de control pintaba una imagen neutral. Pues bien, los resultados de las niñas predispuestas a
pensar en su origen racial (bueno en matemáticas), obtuvieron resultados significativamente superiores a las que se
las indujo a pensar en su género.
Y este fenómeno ya se producía en niñas de tan solo ¡5 años!
La creencia absurda de que las niñas son malas en matemáticas ya estaba arraigada en el inconsciente
preescolar. Lo que confiere una gran responsabilidad a los padres, sin quitársela a los maestros y a los profesores,
que pueden contribuir a mantenerla o rebatirla.
Y es que la mirada de los educadores puede (e incluso suele) adolecer de todo tipo de sesgos y esto no
es en absoluto inocuo. Pero, ¿cómo influye?

CONSEJO Nº 59

Evita crear creencias infundadas en tus hijos tanto con lo que dices como lo que haces, e incluso con lo
que piensas (puesto que se transmite a través del lenguaje no verbal).

El efecto Pigmalión en el aula

«¿Importa para nuestras vidas saber cómo funciona el cerebro? Creo que importa, y mucho, sobre todo si a parte de conocer lo que
actualmente somos, nos preocupamos por aquello que podemos llegar a ser».
António Damásio

Publio Ovidio Nasón (43 aC.-17 dC.) en su obra más conocida, Las metamorfosis, recrea el mito de Pigmalión, antiguo
rey de Chipre y excelente escultor. Cuenta el poeta romano que, en cierta ocasión, inspirándose en la bella Galatea,
Pigmalión modeló una estatua de marfil tan bella que se enamoró perdidamente de ella, hasta el punto de rogar
a los dioses que esta se convirtiera en una mujer real y, así, poder amarla. Venus satisfizo el deseo y la estatua cobró
vida.
Ya en 1913, el dramaturgo irlandés, afincado en Londres, George Bernard Shaw, inspirado por el mito,
escribe su famosa novela, «Pigmalión», que años más tarde, en 1964, fue llevada al cine por George Cukor bajo el
título «My Fair Lady». En esta película el profesor Higgins acaba enamorándose de su «creación», Eliza Doolittle,
cuando consigue convertir una muchacha analfabeta de clase baja en una dama gracias a su adiestramiento y
educación.
En ambos casos, la expectativa del escultor o del profesor resultan respecto a la estatua inerte de la
muchacha de arrabal, devienen fundamentales para que se lleve a cabo la transformación.
Dos años después, del éxito alcanzado por la citada película (mereció 8 Óscar y recaudó 72 millones de
dólares), el psicólogo de origen alemán y profesor de la Universidad de California, Robert Rosenthal y la maestra
Lenore Jacobson, directora de una escuela de San Francisco, deciden llevar a cabo un experimento, al que asignan
inicialmente un nombre falso («Test de Harvard de Adquisición Conjugada») , cuyos reveladores resultados
acabaron publicando en 1968 con el título «Pigmalión en el aula», y muestran como las expectativas de los profesores
en relación a los alumnos pueden condicionar las actuaciones de los primeros y el rendimiento académico de los
segundos.
Con el mito de Pigmalión en mente, Rosenthal y Jacobson tomaron 320 alumnos de seis cursos diferentes
de una escuela de California, a los que pasaron una prueba de inteligencia. Una vez vieron que no había grandes
111
diferencias entre ellos, seleccionaron al azar a 65 de estos estudiantes, de los que dieron unos informes falsos a sus
profesores: les indicaron que esos chicos y chicas habían obtenido en la prueba de inteligencia unos resultados
extraordinarios, claramente por encima de la media, y que eran alumnos de los que podían esperar mucho. Del
resto de alumnos, simplemente no dijeron nada. Acabado el curso, repitieron la misma prueba de inteligencia a
todos los participantes en el experimento, y observaron cómo aquellos a los que falsamente habían etiquetado como
más inteligentes, finalmente habían mostrado unos incrementos en su cociente intelectual marcadamente superiores
al resto, lo cual era incluso más llamativo en los niños más pequeños.

CONSEJO Nº 60

Procura que tu mirada, tus comentarios y tus gestos empoderen a tus hijos. Transmíteles tu confianza
sincera, porque la personas llegamos a ser aquello que creemos firmemente que podemos llegar a ser. Que
crezcan sabiendo que de mayores tienen muchas posibilidades de convertirse en personas felices,
inteligentes, buenas y creativas.

Profecías de autocumplimiento

«Las profecías autocumplidas crean una determinada realidad casi como por magia».
Paul Watzlawick

La perspectiva de un suceso tiende a facilitar su cumplimiento.


Si las personas de un país están convencidas que la bolsa subirá a corto plazo, esto acaba ocurriendo, porque
la expectativa favorable conmina a la gente a comprar acciones, cuyo precio, al aumentar la demanda, evidentemente
asciende. Del mismo modo, pensar que pronto va a acaecer una crisis, contribuye a que esta se produzca, porque
los inversores se retraen, y las personas moderan su gasto, ante lo cual caen las ventas, disminuyen los beneficios,
cierran empresas y aumenta el paro.
¿Qué es lo que sucedió en el experimento Rosenthal-Jacobson, a lo largo de ese año, para que esos alumnos,
inicialmente iguales al resto, acabaran por despuntar en las pruebas de inteligencia?
En el aula se dio lo que se conoce en psicología como profecía autocumplida, es decir, las creencias del profesor
acerca de las capacidades de sus estudiantes originaron conductas que el mismo docente preveía. Lo que los demás
esperan de uno puede desencadenar en un conjunto de acciones que nos lleven mucho más allá de lo que podemos
imaginar.
El propio Rosenthal señaló los cuatro factores de comportamiento de los profesores que, a su parecer, había influido
de una forma determinante:

1) Usaron un lenguaje no verbal inconsciente que contribuyó a generar un clima emocional de confianza.
2) Sin darse cuenta, se esforzaron en enseñar más materia y fueron más exigentes.
3) Formularon muchas más preguntas a los alumnos, y les daban más tiempo y oportunidades de respuesta.
Asimismo, les interrumpían menos.
4) Les elogiaron más.

Todo ello influyó en el cerebro de los alumnos porque se les creó una elevada expectativa de éxito, como mostraron
en 2010, los neurólogos del California Institute of Technology, quienes observaron que el esfuerzo mental de las personas
ante un problema es directamente proporcional a la esperanza que tengan de resolverlo correctamente.
En este sentido, las creencias que tienen los alumnos (propias o inducidas) sobre su capacidad para afrontar
una tarea, influyen de forma decisiva en su comportamiento. De manera que padres y profesores tenemos una
enorme responsabilidad en fomentar la autoestima académica de nuestros hijos y alumnos. De lo contario (y por el
112
mismo precio) pueden generarse expectativas de fracaso, que el chaval no controla, del tipo «Soy de letras. Las
matemáticas no se me dan bien», o «el profesor me tiene manía», que pueden suscitar lo que Martin Seligman
denominó en 1967 indefensión aprendida41, tras la cual el muchacho arroja la toalla y no lucha para vencer la dificultad.

CONSEJO Nº 61

Fomenta la autoestima académica de tus hijos. Los primeros exámenes, las primeras notas, son, en este
sentido claves, ya que forjarán su autoimagen de aprendizaje.
Los pedagogos nos advierten de que casi nunca un bajo rendimiento es debido a una escasa
inteligencia. Acude a profesionales para detectar el problema y ponerle remedio de inmediato, porque
de lo contrario, el niño puede desarrollar un sentimiento de indefensión, que le impedirá estudiar con
éxito, le predispondrá a un estado emocional bajo, y a larga puede no permitirle ser feliz.

El inconsciente emocional matemático

«En todos los países, los estudiantes tienen fracasos en matemáticas y se encuentran muy desanimados con esta materia. En general de
las matemáticas se piensa que no son para ser estudiadas o para disfrutar de ellas, sino más bien para ser sufridas como una tortura
necesaria para la mente».
John Michael Bishop

La afirmación que encabeza este epígrafe refleja una realidad constatable: muchas personas presentan un marco
mental negativo hacia las matemáticas, lo que comporta sentimientos de aprensión, y, en ocasiones, deriva en una
ansiedad severa.
La ansiedad matemática (AM) se ha definido como:
«Un sentimiento de tensión que interfiere con la manipulación de números y la resolución de problemas
matemáticos en una amplia variedad de situaciones académicas y de la vida cotidiana.»
Aunque la mayoría de los niños y las niñas inician su educación formal con una predisposición positiva hacia
las matemáticas42, se comprueba que a medida que avanzan en sus estudios, un elevado porcentaje desarrolla
emociones negativas en relación al aprendizaje de materias numéricas43.
Diversos autores44 aseveran que las actitudes, emociones y creencias de los profesores condicionan de
manera significativa la manera como se presentan en las clases de matemáticas ante los estudiantes, ya que pueden
transferirles sus prejuicios y miedos hacia el aprendizaje de las mismas. Estos recelos y temores de los docentes se
erigen en un componente clave en la constitución de actitudes negativas inconscientes de los alumnos en relación
a las materias numéricas45, que incluso pueden llegar a experimentar «indefensión aprendida».
Se genera de esta forma un negativo inconsciente emocional colectivo en relación al supuesto arduo
aprendizaje de las matemáticas, que correlaciona con la AM que sienten los estudiantes.
Como explicaré en mayor profundidad más adelante, al exponer el Método 5L®, ya citado, A menudo, el escaso

41La indefensión aprendida es un tecnicismo que se refiere a la condición de un ser humano o animal que ha «aprendido» a comportarse pasivamente, con la
sensación subjetiva de no tener la capacidad de hacer nada y que no responde a pesar de que existen oportunidades reales de cambiar la situación aversiva,
evitando las circunstancias desagradables o mediante la obtención de recompensas positivas. Algunos estudios científicos han mostrado que cuando a un niño
se le castiga de manera continua sin importar lo que haga, desarrolla indefensión aprendida, por lo que deja de responder e intentar generar un cambio. Suele
ser común en personas cuyo régimen de crianza paterna ha sido autoritario.
42 Consultar: Moore, A.M. y Ashcraft, M.H. (2012). Mathematics Anxiety. Encyclopedia Of Language And Literacy Development. London. En: Canadian Language and
Literacy Research Network: pp. 1–8.
43 Consultar: Dowker, A. (2005). Individual Differences in Arithmetic: Implications for Psychology, Neuroscience and Education. 2005, Hove: Psychology Press.
44 Consultar: Chang, H. y Beilock, S.L. (2016). The math anxiety-math performance link and its relation to individual and environmental factors: A review of current behavioral

and psychophysiological research. Current Opinion in Behavioral Sciences, 10, 33-38. Y Ruff, S. E. y Boes, S. R. (2014). The Sum of All Fears: The Effects of Math
Anxiety on Math Achievement in Fifth Grade Students and the Implications for School Counselors. Georgia School Counselors Association Journal, 21 (1): pp 1-10.
45 Consultar: Oberle, E. y Schonert-Reichl, K. A. (2016). Stress contagion in the classroom? The link between classroom teacher burnout and morning cortisol in elementary
school students. Social Science Medicine. 159: pp. 30-37.

113
rendimiento escolar en matemáticas se atribuye a una insuficiente predisposición innata para su aprendizaje, y se
olvidan, o se subestiman, factores como:

1. La limitada memoria operativa (MO).


2. La capacidad restringida de atención ejecutiva (AE) de los niños y niñas.
3. La deficiente gestión en clase de la carga cognitiva46 por parte de los profesores.
4. Las inadecuadas técnicas de estudio empleadas por muchos alumnos.

En mi artículo, ya citado, Se puede educar el inconsciente emocional matemático propuse 10 estrategias de


instrucción/aprendizaje de asignaturas numéricas que intervenían sobre las creencias, que se han instalado en el
inconsciente emocional colectivo, del tipo «las matemáticas son difíciles».

1ª) Explicar qué es la carga cognitiva, y qué son la MO y la AE.


2ª) Comentar que para gestionar la carga cognitiva de cada alumno en la clase (y no saturar ni su MO, ni su AE),
los problemas con algoritmos complejos, no se resolverán uno por uno por separado, sino que se llevarán a cabo
simultáneamente, y hasta que no se interiorice un determinado paso (liberando MO), no se saltará al siguiente. 47
3ª) Aclarar que el tradicional aprendizaje memorístico mediante la mera repetición mecánica de estudio y reestudio,
es del todo ineficaz a largo plazo; que se trata de aprender con la memoria, no de aprender de memoria; y que para
ello debe emplearse el aprendizaje por:

a) Evocación
b) Espaciada en el tiempo
c) E intercalada.

4ª) Advertir que, con finalidad pedagógica, periódicamente se realizará una prueba evaluativa con peso significativo
en la nota.
5ª) Dejar muy claro que con este método de enseñanza/aprendizaje se mejora significativamente la adquisición de
conocimiento, ya que se posibilita la educación por reiteración del inconsciente cognitivo matemático en aras de
conseguir que el alumno alcance una expertez similar a la del profesor, y simultánea y consecuentemente se logra
educar un inconsciente emocional matemático positivo.
6ª) Demostrar la vocación por conseguir que los alumnos aprendan y la propia pasión por lo que se enseña.
7ª) Aumentar las expectativas de eficacia (Bandura, 1997) y las de consecución (de los alumnos, insistiendo una y otra
vez en las estrategias 3ª, 4ª y 5ª, antes expuestas, para que crean en su propia capacidad de alcanzar los objetivos de
aprendizaje, y confíen en el método de instrucción/estudio propuesto.
8ª) Reforzar el punto anterior, ofreciendo oportunidades de éxito a corto plazo. En este aspecto, la 2ª estrategia
recomendada más arriba resulta significativamente eficaz.
9ª) Evidenciar la importancia de lo que se va a aprender, enfatizando la aplicación de los conocimientos adquiridos
en matemáticas al resto del currículo de los estudios.
10ª) Emplear, siempre que sea posible, ejemplos correlacionados con los intereses de los alumnos48.

46 La carga cognitiva se relaciona con la cantidad de información que la MO puede almacenar al mismo tiempo. Dado que la MO tiene una
capacidad limitada, los métodos de instrucción deben evitar sobrecargarla con actividades adicionales que no contribuyen dire ctamente al
aprendizaje. Mediante un buen diseño instruccional se puede reducir la carga cognitiva en los estudiantes, lo que favorecerá su aprendizaje.
47 Ver Método 5L ®.
48 Consultar: Guillén, J. C. (2017). Neuroeducación en el aula: De la teoría a la práctica. CreateSpace.

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El laberinto del inconsciente

«El hombre de talento es aquel que lo sabe todo por instinto».

Píndaro

En 1992 Larry Squire, mostró en un experimento emblemático como ratones abandonados en un laberinto que
contenía un chocolate, al principio lo buscaban husmeando desorientados, empleando para ello la corteza cerebral
(Sistema 2), que recordemos es la parte exterior del cerebro, y que es más lenta e ineficiente. Pero que, si se los
entrenaba repitiendo una y otra vez la búsqueda, terminaban por encontrar el dulce automáticamente y con
celeridad.
Sin embargo, lo que Larry Squire descubrió es que una vez adiestrados ya no usaban el neocórtex, sino que
utilizaban los ganglios basales, más rápidos y eficaces: habían «interiorizado» el hábito, hasta llevarlo a cabo de
forma inconsciente (Sistema1).
Por su parte, conejillos de indias con los ganglios basales lastimados no mejoraban por mucho que
practicaran reiteradamente.
Permíteme, querido lector, que vuelva a insistir en la cita, antes mencionada del doctor en neurología David
Eagleman, en su libro, Incógnito: «hoy nos hemos percatado que no somos conscientes de casi nada de lo que hacemos,
pensamos o sentimos. El laberíntico entramado neuronal que constituye nuestra mente va por libre. De manera que
nuestro yo consciente –ese que poco a poco vuelve a la vida cuando se despierta por la mañana– es sólo un pequeño
porcentaje de la actividad que lleva a cabo nuestro cerebro. Aunque dependemos del funcionamiento del cerebro
para nuestras vidas interiores, él actúa por su cuenta. Casi todas sus operaciones quedan fuera de la acreditación de
seguridad de la mente consciente. El yo simplemente no tiene derecho de entrada.»
Pero he aquí la buena noticia que supone el experimento y posterior extraordinario descubrimiento del Dr.
Squire, podemos convertir en conocimiento implícito, en una destreza o en un hábito, susceptible de ser efectuado
de forma precisa, rápida y automática con los ganglios basales, cualquier conocimiento explícito que deseemos
interiorizar, simplemente con repetirlo un número suficiente de veces.
Los ganglios basales son una auténtica lámpara maravillosa, pero a diferencia del cuento de Aladino, los
resultados mágicos no son ni inmediatos ni alcanzables sin esfuerzo. Parafraseando un antiguo anuncio publicitario,
el frotar no se va a acabar.

CONSEJO Nº 62

Nuestros hijos (y nosotros mismos) en el interior del cerebro disponen de una lámpara maravillosa, del
tamaño de una pelota de golf: los ganglios basales.
Enséñales a frotar los ganglios basales con fuerza, pero sobre todo con convicción, porque tus hijos
podrán alcanzar sus sueños, si creen que pueden conseguirlo, porque de lo contrario desistirán a los
primeros y dificultosos intentos.

115
La memoria del cuerpo

«La memoria es el centinela del cerebro».

William Shakespeare

En el libro, Aprende a escuchar tu cuerpo, ya citado, de Quim Vicent (en cuya contraportada se asegura que el autor nos
enseñará cómo confiar en nuestro instinto para identificar, prevenir y aliviar los signos y síntomas que afectan a
nuestro bienestar), se afirma que el cuerpo habla, más allá de las palabras.
En su día me lo compré porque el titulo me remitió, por un lado, a una experiencia muy personal (desde
hace años, me fío mucho de lo que me dice mi estómago) y, por otro, a una obra iconoclasta que he devorado
recientemente y que me ha encantado: Antifrágil (Paidós, 2013) del libanés afincado en Estados Unidos, Nassim
Nicholas Taleb, investigador, ensayista y financiero, que ejercicio como profesor de Ciencias de la Incertidumbre
en la Universidad de Massachusetts y de la London Business School.
En un pasaje emblemático de Antifrágil, puede leerse lo siguiente: «Nuestro cuerpo descubre probabilidades
de una manera muy sofisticada y evalúa riesgos mucho mejor que el intelecto.»
Y es que en el estómago existen en torno a 100 millones de neuronas, y ese es uno de los motivos por los
que recibe el apodo de «segundo cerebro».
Esta red de células permite mantener un estrecho contacto entre el sistema digestivo y el cerebro, a través
de los nervios vagos, informando de todo lo que transita por el primero. António Damásio en la obra ya citada, El
extraño orden de las cosas, incluso va más allá al afirmar que desde un punto de vista evolutivo deberíamos considerar
al estómago, el primer cerebro: «Existen evidencias que indican que, históricamente, el desarrollo del sistema nervioso
entérico pudo haber precedido al desarrollo del sistema nervioso central (...) En los organismos pluricelulares, la
función digestiva es clave en el procesamiento de las fuentes de energía. Comer, digerir, extraer los compuestos
necesarios y excretar son operaciones complejas y esenciales para la vida de un organismo.» Y concluye: «Es
inquietante pensar que el sistema entérico bien pudiera haber sido el verdadero primer cerebro.»
Sea o no inquietante, todos tenemos experiencias vitales de la enorme memoria del cuerpo. Nadie se olvida,
por ejemplo, de andar en bicicleta, aunque pasen muchos años en los que no la utilice. Si se tratara de una memoria
consciente y cerebral deberíamos poder enseñar a montar en ella a nuestros hijos a través de una explicación. Sin
embargo, prueba de exponer por escrito un manual de instrucciones de cómo se maneja una bicicleta de dos ruedas
y te darás cuenta de que te resulta imposible hacerlo verbalmente.
Cuando nuestra hija todavía no sabía nadar (le tenía mucho miedo al agua) y la animábamos a hacerlo, ella
se resistía y se defendía arguyendo que quien suscribe estas líneas, es decir su padre, tampoco sabía. Y, en efecto,
ella no me había visto nunca hacerlo en la piscina de casa (hace años que no me baño en ella por unos problemas
crónicos de otitis).
Sin embargo, para que perdiera el miedo decidí mostrarle como nadaba, procurando eso sí no mojarme la
cabeza mientras braceaba. Aunque habían pasado un montón de años, ¡mi cuerpo recordaba a la perfección cómo
mantenerse a flote!

CONSEJO Nº 63

Haz que tu hijo escriba a mano reiteradamente las instrucciones positivas que desees inculcarle (te
recomiendo leer en este mismo libro las reglas de la sugestión). Si lo hace así empleará la memoria de
largo plazo de la que está nuestro cuerpo tan bien dotado, y para ello las técnicas de la Programación
Neuro-Caligráfica, que encontrarás en la parte final de Educada mente: Manual de Neuroeducación
Positiva, te serán de gran ayuda.

116
Ángel de la guarda

«Siempre que olvido algo a la hora de salir de casa, siento que mi ángel de la guarda está actuando. Está haciendo que me retrase unos
pocos segundos, y ese poco tiempo puede significar cosas muy importantes. Puede librarme de un accidente, o hacer que encuentre a alguien a
quien necesitaba».

Paulo Coelho

En su libro, Nassim Nicholas Taleb, cuenta asimismo su experiencia profesional en el ámbito de los derivados
financieros y que se especializó en el mercado de divisas, un campo en el que trabajó varios años. «Tras llegar allí
viniendo del entorno refinado de una de las universidades estadounidenses más prestigiosas -confiesa-, me llevé
una buena sorpresa. Y es que cualquiera pensaría que las personas especializadas en el cambio de divisas sabrían de
economía, geopolítica o matemáticas, del precio futuro de las monedas, de las diferencias de precios entre países.
O que leerían con diligencia informes de economía publicados en papel satinado por diversas instituciones (...) Pues
resulta que no es así. En absoluto. Eran personas muy de la calle que empezaron trabajando en despachos en la
trastienda de bancos haciendo transferencias telegráficas, y cuando el mercado se expandió, e incluso explotó, con
el crecimiento del comercio y la libre flotación de las divisas, se convirtieron en operadores y empezaron a destacar
en este campo. Y prosperar.»
Pero esta experiencia no es un caso aislado. ni ajena a nosotros, al menos en lo más recóndito.
En el conocido programa First dates49, dos aspirantes a encontrar pareja se citan para cenar. Cada uno ha
expuesto previamente el tipo de persona que racionalmente le gustaría conocer. Sin embargo, basta verles en el inicio
de la relación para percatarse, si entre ambos pretendientes hay o no química. No basta con responder al 100% en
el perfil que ambos afirmaban buscar para que de verdad se gusten. Hay unos intangibles que si no se cumplen ya no
es necesaria una segunda cita. Muchos confiesan que solo aceptarían volver a quedar en calidad de amigos,
pero en ningún caso para establecer una relación sentimental. Y es que a nuestra mente oculta le hacen falta muy
pocos segundos para saberlo.
Malcolm Gladwell, ha investigado las «citas rápidas» en su libro Inteligencia intuitiva: ¿Por qué sabemos la verdad
en dos segundos? (Taurus, 2013) llega a la siguiente conclusión: «Lo que descubren al comparar lo que los participantes
en la velada dicen que buscan con lo que realmente les atrae es que no casa.»
Piénsalo estimado lector, si tuvieras que describir de forma consciente tu media naranja ideal tardarías un
buen rato en hacerlo porque el Sistema 2 es lento. En cambio, el flechazo es instantáneo (o casi), es decir, la decisión
la toma el Sistema 1. Lo que no significa que acertemos.

CONSEJO Nº 64

Educa a tus hijos en ambientes enriquecidos de muchas experiencias diferentes. Déjales que actúen y que
se equivoquen. No permitas que temas como el trabajo o el dinero sean tabúes familiares. Todo lo que le
digas, todo lo que viváis juntos, o lo que viva él o ella por separado le servirá para ir forjando un ángel de
la guarda en forma de intuición, de olfato entrenado, que les prevendrán de muchos peligros, y les harán
ver oportunidades, que parecen ocultas a los demás.

49 Se emite en la Cuatro desde su estreno, el 17 de abril de 2016.


117
¿Podemos confiar en nuestras intuiciones?

«Entendemos más por intuición que por discurso: la intuición clara y viva es el carácter del genio».
Jaime Balmes

Me enamoré de mi maravillosa esposa en una cena de ex alumnos en que me tocó sentarme frente a ella. En esa
cena, fuera del ámbito académico, saltó la chispa. Me di cuenta enseguida que acaba de encontrar a la mujer de mi
vida. Llevamos más treinta y cinco felices años juntos. Luego, la corazonada se cumplió.
Sí, pero, cuando la conocí yo contaba 28 años y en mi CV sentimental, existía una lista respetable de amores
a primera vista, que, a pesar de ser bellos mientras duraron, terminaron por no funcionar.
Lo que nos conmina a preguntarnos lo siguiente: ¿Hasta qué punto podemos fiarnos de las corazonadas?
Nuestros instintos evolutivamente nos has sido de gran utilidad a lo largo de millones de años. Si hemos
sobrevivido como especie, es sin duda porque hemos desarrollado una mente intuitiva capaz de tomar decisiones
en intervalos de tiempo muy breves.
El varias veces citado, en este texto, John Bargh, por ejemplo, relativiza el optimismo exagerado de la obra
de Malcolm Gladwell, y afirma, en este sentido, que: «Siempre es fácil, a posteriori, saber cuándo tuvimos razón al
confiar en nuestro instinto y cuándo no. Pero necesitamos saber qué debemos hacer antes de hacerlo, no después.
(...) La premisa subyacente del libro de Gladwell es que nuestro primer pensamiento suele ser nuestro mejor
pensamiento o que esas reacciones inmediatas, que no requieren reflexión consciente, son más fiables y útiles que
las que surgen de la reflexión y el cuestionamiento. Esto es cierto, pero solo hasta cierto punto.»
Bargh ha establecido el inventario de reglas para que podamos confiar en nuestra intuición. Si no se
cumplen es mejor fiarnos de nuestra razón.
Practícalo además con tu hijo. Le legarás, como decíamos más arriba, un ángel de la guarda personal e
intransferible. Es, sin duda, una de las mejores herencias que puede haber.
Aun así, adviértele que conocer estas reglas, no va a paralizar su sistema 1 de respuesta rápida en muchos
casos. Insisto que no son matemáticas sino estadística. Se trata una vez más de aumentar la probabilidad de acertar.
Si se demuestra que han sido erradas, enséñale a comprobar si ha infringido alguna o algunas de ellas, y poco a poco
irá encontrando un patrón común en sus equivocaciones.

CONSEJO Nº 65

Enséñales las 8 reglas para poder «confiar en las intuiciones», y hablad a menudo de ellas. Úsalas delante
de él o de ella. Practicadlas juntos, hasta que sea capaz de aplicarlas solo.
1ª) Hay que completar el impulso intuitivo con al menos un poquito de reflexión, si hay tiempo para ello.
2ª) Si no tienes tiempo para pensarlo, no corras grandes riesgos por pequeñas ganancias basándote solo
en tus impulsos o intuiciones.
3ª) Cuando te enfrentes a decisiones complejas en las que intervienen muchos factores, y sobre todo
cuando no cuentes con medidas objetivas (datos fiables) de esos factores importantes, tómate en serio tu
intuición.
4ª) Para saber cuándo confiar en tus instintos, ten cuidado con lo que deseas.
5ª) Cuando tu inicial reacción visceral ante una persona de otra raza, clase social, religión, etc., sea
negativa, debes reprimirla.
6ª) No debes confiar en las valoraciones de los demás, basadas solo en rostros o en fotografías hasta que
hayas tenido alguna interacción con ellos.
7ª) Puedes confiar en tus instintos con respecto a otras personas...pero solo después de haberlas visto en
acción.
8ª) Está muy bien que el atractivo sea una parte de la ecuación romántica, pero no debería ser el único
factor, ni siquiera el más importante.
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Parálisis por el análisis

«En cualquier momento de decisión, lo mejor que puedes hacer es lo correcto, la mejor cosa siguiente es lo incorrecto y lo peor que puedes hacer
es no hacer nada».

Theodore Roosevelt

Cuando me decido por una colonia, le soy muy fiel.


El olor sin duda nos identifica y forma parte de nuestra «imagen» pública, sobre todo en las distancias cortas.
Sin embargo, a lo largo de mi vida he experimentado (y, a veces, sufrido) diversos procesos de reinvención, y en esos
casos me he inclinado por cambiar de fragancia.
A la hora de elegir, y de decidirme, por un aroma concreto, a partir de la tercera muestra de colonia, mi
nariz y mi mente se embotan y soy incapaz de saber cuál escoger.
Sheena Iyengar en su interesante libro El arte de elegir: Decisiones cotidianas. Qué dicen de nosotros y cómo podemos
mejorarlas (Ediciones, Gestión 2000, 2011) expone un experimento emblemático, en este sentido. En la mesa de
unos grandes almacenes puso terrinas de mermelada de seis sabores distintos, y en otra puso veinticuatro. Aunque
mucha más gente optó por acercarse a esta última mesa, fue en la de seis donde más terrinas de mermelada se
compraron, con una diferencia significativa 10 veces más a favor de la primera (30% frente a un 3%,
respectivamente).
Y es que como han mostrado los investigadores, Loran F. Nordgren, profesor contratado doctor de
Gestión y Organizaciones, y Ap Dijksterhuis, profesor en la Universidad Radboud (Países Bajos), resulta que
demasiado análisis lleva a decisiones incoherentes. Sostienen que la rumiación mental distrae a los consumidores de
la información más relevante a su alcance.
«La deliberación introduce ruido en el proceso de toma de decisiones», según Nordgren. «Pensar demasiado
nos aleja de algún modo de nuestras verdaderas preferencias.». Y esto, que puede parecer lógico a la hora de elegir,
por ejemplo, una colonia, deviene mucho más significativo si lo que nos estamos planteando es adquirir un automóvil
o una propiedad inmobiliaria.
El sentido común nos dice que ante inversiones dinerarias importantes y de largo plazo, una decisión rápida
puede resultar contraproducente. Sin embargo, Nordgren y Dijksterhuis han descubierto que en las diatribas
complejas es justo donde un exceso de pensamiento consciente es más perjudicial. Observaron que la gente, en
esas cosas, que se fiaban de su instinto llevaban a cabo elecciones más coherentes.
A pesar de las advertencias de Kahneman y Tversky sobre los atajos irracionales de nuestra mente, en
su Teoría del Pensamiento Inconsciente (1995), Loranv F. Nordgren, y Ap Dijksterhuis, concluyeron que la deliberación
funciona como un foco mental, centrando la atención en un número reducido de aspectos de una decisión en lugar
de abarcar el problema en su conjunto.
¿A quién creer? ¿A Kahneman (premio Nobel) y Tversky, o a Nordgren y Dijksterhuis?
Depende de la complejidad de la decisión del consumidor.
Los autores pidieron a noventa voluntarios que evaluasen seis pisos según sus descripciones escritas. De la
mitad de los pisos se consideraron tan solo tres aspectos (precio, metros cuadrados y ubicación). De la otra mitad
se describían tres elementos adicionales: tamaño de la terraza, acceso al transporte público y si tenían o no moqueta.
Cuando solo se consideraban tres atributos, los noventa voluntarios, tanto si se decidieron rápidamente o si
lo debatieron durante un tiempo, escogieron conforme a sus gustos expresados previamente de una forma muy
parecida. Sin embargo, en aquellos pisos en los que la abundancia de datos complicaba la deliberación, los que
pensaron rápido fueron más coherentes con sus preferencias, que los le dieron más vueltas. Es decir, las decisiones
inconscientes tienden a ser mejores cuando el juicio es complejo y hay que tener en cuenta muchos factores.

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CONSEJO Nº 66

Enséñale a tu hijo que, ante decisiones complejas, con muchas variables en juego, es más probable que
acierte si confía en su corazonada.

Distraer el consciente

«Si pienso juego mal».


Viswanathan Anand50

Según John Bargh, ello es debido a que nuestra memoria de corto plazo es limitada y no puede recordar demasiados
datos simultáneamente. Tres rasgos a la vez, parece el umbral máximo a considerar. Cuando intervienen más de
tres factores, como me sucede a mí con las colonias, es preferible distraer la mente consciente, entreteniéndola, por
ejemplo, yendo a adquirir productos cotidianos, y guiarnos, a continuación, solo por nuestro instinto.
Cuando tengo que enseñar a resolver una integral relativamente compleja a mis alumnos universitarios de
los Grados de Marketing y Comunicación Digital, o de Administración y Dirección de Empresas, no les permito
pensar, y para ello resuelvo cinco o seis ejercicios simultáneamente. Recuerdo, en este sentido, a un alumno, Simón,
que en clase se angustiaba mucho con esta metodología.
Sin embargo, el bueno de Simón, en la prueba de integrales ¡Sacó un 9,5! Anteriormente no había integrado
nunca y se consideraba más bien de letras.
En otro experimento, Nordgren y Dijksterhuis, les dieron a unos voluntarios información sobre diversos
coches. A unos se les pidió que deliberaran sobre cuál preferían, mientras que a los otros se les distrajo con una
operación matemática compleja (contar hacia atrás y deprisa de siete en siete partiendo de un número de tres cifras).
Pues bien, descubrieron que las mejores decisiones las tomaron los del segundo grupo, es decir, aquellos que solo
pudieron pensar en ello inconscientemente.
A la hora de tomar decisiones complejas: menos, es más. Nos es más fácil elegir entre 6 mermeladas que
entre 24. Pero si nos vemos obligados a elegir entre 24, ¿cuál es la mejor estrategia a seguir?
Cuando nos enfrentamos a una tan elevada cantidad de datos, que nuestra inteligencia no puede abarcar, si lo
pensamos conscientemente no sabemos bien discernir qué información considerar y cuál pasar por alto, mientras que
nuestra mente oculta selecciona siempre solo los datos emocionalmente significativos para nosotros, de manera que se
adecúa mucho mejor a nuestros deseos y preferencias.
Hubo un curso en que Marta, nuestra hija, se sentía obligada a matricularse en su Universidad de once
asignaturas cuatrimestrales. Durante las vacaciones veraniegas hablé con ella para sugerirle que valorara si
finalmente se matricularía de todas, puesto que el curso anterior había ido muy forzada, o si iba a optar por una vía
un poco más lenta. La vi dubitativa.
Le aconsejé una cosa: que no pensara en ello; que se distrajera con sus amigos; que fuera a la playa; que
acudiera al gimnasio; etc. Y que a finales de agosto nos informara de qué había decidido su corazón.
Me limité a sembrar la semilla de la deliberación en su mente oculta. Le dicté un encargo a su pensamiento
inconsciente, y ahora solo quedaba darle tiempo al tiempo, hasta que Marta sintiera en su interior lo qué le convenía
y le apetecía más hacer.
Cuando tengo que escribir un artículo, procedo de una manera similar. Después de documentarme mucho,
pensar sesudamente en ello y darle mil vueltas al tema, lo suelto. Me dedico a otras actividades. Me distraigo. Y al
cabo de unos pocos días, me levanto por la mañana con una idea feliz; o se me ocurre mientras me ducho o me
afeito. La creatividad, el insight, como mostró el matemático Poincaré (y hemos visto al principio de este libro),
funciona así, surge de repente y cuando ya no pensamos en ello, casi siempre al final de un largo período de
incubación.

50 Ex campeón mundial de ajedrez.


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CONSEJO Nº 67

Cuando nos enfrentamos a un problema difícil, a una decisión delicada, o requerimos una solución
creativa, después de un período de incubación consciente meditando en el tema, estudiando todas sus
aristas y pensando alternativas, lo mejor es soltarlo. Olvidarse de ello. Distraerse. Relajarse. Acostarse,
bañarse, acicalarse o afeitarse con calma. En ese estado de tranquilidad nuestro inconsciente suele
proveernos, casi siempre, de la mejor respuesta.

El juego interior del tenis

«¿Cuál es el verdadero juego?


Es un juego en el que el corazón se divierte.
Un juego en el que tú te diviertes.
Un juego que vas a ganar».

Maharaji

Nuestras ocurrencias, emociones y sentimientos suelen surgir de una sala cerrada de nuestro cerebro que, de
momento, no sabemos cómo iluminar para poder inspeccionar de qué manera opera.
Durante siglos lo seres humanos han actuado como aquel borracho que de regreso a su casa de madrugada
extravió sus llaves en la calle y las estaba buscando alrededor de una farola, no porque estuviera seguro de haberlas
perdido allí, sino porque era el único lugar donde había luz.
Como ya advertí más arriba, la mente inconsciente haberla hayla, y como estamos evidenciando a lo largo
de este libro su importancia no es menor, sino que, por el contrario, es muy relevante y significativa.
Al carecer de procesos de causa-efecto, no podemos establecer a ciencia cierta de qué manera adiestrar
nuestro inconsciente para determinar nuestras reacciones automáticas, pero el presente libro aspira a ser un manual
de instrucciones para padres, maestros y profesores, en aras, por lo menos, de aumentar la probabilidad de que
aquellas ocurrencias, emociones y sentimientos impredecibles de nuestros hijos y alumnos sean en su mayoría
funcionales e incluso valiosas.
En este aspecto, al menos, espero y deseo que lo visto hasta ahora te vaya siendo útil.
Hace unos diez años, leí un best seller escrito originariamente en 1974 por un ex jugador profesional y ex
entrenador de tenis, Tim Galley, cuyo título rezaba El juego interior del tenis (Sirio, 2013). Confieso que es un deporte
que he practicado poco y mal, porque nunca me ha interesado en demasía, de manera que si me aproximé a este
libro fue por motivos muy alejados de la práctica deportiva. En alguna parte había leído que la obra versaba sobre
cómo desarrollar las habilidades interiores sin las cuales el alto rendimiento es imposible, y porque me di cuenta que la
estrategia de enseñanza de su autor y la mía, mantenían concomitancias más que evidentes.
Enseguida pude confirmar mi pálpito: «Yo tengo que admitir -confiesa Tim Galley en el capítulo inaugural-
que también me he excedido en mis instrucciones al dar una clase, pero un día que me encontraba muy relajado,
comencé a hablar menos y a observar más. Para gran sorpresa mía, los errores que veía pero que no mencionaba se
corregían solos sin que el alumno fuese consciente de haberlos cometido (...) Y fue un golpe aún mayor para mi
ego cuando me di cuenta de que mis instrucciones verbales parecían disminuir las probabilidades de que se
produjera la corrección deseada.»
Más adelante Galley se formula, ¡ya en 1974!, la pregunta que de alguna manera se ha erigido en el leit motive
del presente libro, que pretende eneñarme/enseñarte a educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos, de una
manera radicalmente distinta a como lo hacen el resto de obras sobre educación:

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«¿Cómo puede uno estar conscientemente inconsciente?»
Pues bien, mientras que para el autor de El juego interior del tenis esa es la capacidad fundamental para
sobresalir en este deporte, en Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva deviene el objetivo último de la crianza
de nuestros hijos y de la formación de nuestros alumnos.

CONSEJO Nº 68

Educa en todo momento y lugar a tus hijos, pero no los instruyas. Tus actos, tus palabras, tus abrazos, tus
lecturas, tus pensamientos, tus gestos, tus relaciones, tus amistades, tu forma de ver la vida, y la de estar
con tu pareja, etc. forman parte de su formación. El niño al nacer sale del vientre de su madre para
adentrarse en el vientre familiar, y, un tiempo después, en el vientre escolar, todo le influye y todo
contribuye, para bien y para mal, a su crianza. Al igual que la madre tiene muy presente el ser que va
creciendo en sus entrañas, los cuidadores del niño, sus maestros y sus profesores deben asumir una
responsabilidad similar, adecuada, por supuesto, a su edad.

La teoría de los dos «yoes»

«El hombre es un animal pensante pero sus grandes obras han sido realizadas cuando él no estaba calculando ni pensando. Hay que
recuperar una cierta inocencia infantil».

D. T. Suzuki

Cada uno de nosotros dialoga consigo mismo continuamente, y, en muchas ocasiones, lo que nos decimos resulta
devastador:
«¡Qué torpe eres!», «Estás demasiado mayor para hacer esto»; «Pero, ¿cómo es posible que no hayas visto
venir a este tipo?», etc.
Tim Galley postula que dentro de nosotros conviven el «yo» y el «mí mismo». Y para distinguirlos los llama
el «yo número uno» (el que habla, el pensamiento consciente) y el «yo número 2» (el que actúa, el pensamiento
inconsciente). Y concluye: «La clave para mejorar en el tenis -o en cualquier otra cosa- reside en mejorar la relación
entre el yo que habla, el número 1, y las capacidades naturales del yo que actúa, el número 2.» Y, sin duda pone el dedo
en la llaga cuando constata, que el primero no confía en el segundo, «a pesar de que éste encarna todo el potencial
que se ha desarrollado hasta ese momento y está mucho más capacitado.», y propone acallar al yo número 1 para
que no interfiera negativamente en el funcionamiento natural del número 2.
El gran psicólogo Abraham Maslow denomina «experiencias cumbre» a esos momentos en que el yo
número 2 actúa y el yo número 1 permanece en silencio. Estas experiencias cumbre, remiten a las «experiencias
óptimas» de Mihály Csíkszentmihályi, que describe este profesor de psicología, adscrito a la Psicología Positiva y
cuya obra más importante se titula precisamente Fluir: una psicología de la felicidad (Kairós, 1992), en las que las personas
que las viven no solo no padecen ningún atisbo de ansiedad o de aburrimiento, sino que, al hacerlo, han
logrado poner orden en el caos reinante de sus mentes. Se sienten espontáneas. Confían en que pueden hacer lo
que se debe hacer sin esforzarse.
«En resumen -acaba por decirnos, Tim Galley-, el máximo rendimiento requiere una desaceleración
mental. Esto quiere decir menos pensamientos, menos cálculos, menos juicios, menos preocupaciones, menos
miedos, ...»
Por su parte Daniel Kahneman abunda en la teoría de los dos «yoes». Así distingue entre el «yo» que vive,
que tiene experiencias y que habita el presente, y el «yo» que recuerda, el que relata la autobiografía de cada uno, pero
que no explica lo que sucedió realmente, sino la narración de lo que ocurrió.
De la calidad de esta historia que nos contamos dependen nuestra autoconfianza, nuestro nivel de resiliencia,

122
nuestra capacidad de resolver problemas, nuestra autonomía, y hasta nuestra creatividad.

CONSEJO Nº 69

Los niños suelen hablar consigo mismos en voz alta. Vigila su autodiálogo. Evita, por ejemplo, que
cuando comentan algún error exclamen: «¡Qué torpe soy!». Desmiéntele que es «torpe» (de lo contrario
se lo acabará creyendo y, en consecuencia, acabará siéndolo), y sugiérele que la próxima vez esté más
atento o vaya más despacio.

Pienso, luego yerro

«La civilización avanza ampliando el número de operaciones que podemos realizar sin pensar en ellas».

Alfred North Whitehead

A nuestra hija le gusta mucho bailar. De pequeña se apuntó a danza clásica, tal vez fascinada por el atuendo de las
bailarinas (el tutú, el payasito y las zapatillas de media punta).
Un día la escuela de danza donde se formaba invitó a los padres a una jornada de puertas abiertas, y dado que
servidor solo tenía ojos para nuestra hija, me percaté por qué no avanzaba en términos de gracilidad: ¡escuchaba las
instrucciones de la profesora!

- «Marta -le espeté-, atendiendo a lo que te dice la profesora de danza no mejorarás.


- Y ¿Cómo quieres que aprenda, papá, si no la escucho?
- Mirándola e imitándola, cariño. Limítate a observar atentamente cómo lo hace ella.

El ya citado Daniel Goleman, en uno de sus libros, a mi modo de ver, más lúcidos, Focus (Kairós, 2013), cuenta en
un epígrafe emblemáticamente titulado «La mejor receta para el fracaso», la historia real de la atleta norteamericana
Lolo Jones, ganadora de los trials clasificatorios para los juegos Olímpicos de Pekín, en 2008, en la modalidad de
100 metros vallas: «Durante los entrenamientos -cuenta Jones- salté sin problemas todas las vallas con un ritmo
despojado de esfuerzo...Hasta que algo salió mal. Sentí que me aproximaba demasiado deprisa a las vallas. De modo
que pensé: presta atención a la técnica; asegúrate de levantar bien las piernas.»
Pero concentrarse conscientemente en la técnica la traicionó y ¡terminó penúltima en la final que se corrió
en Beijing!
Goleman explica lo sucedido de la siguiente manera: «Cuando, en lugar de dejar el asunto en manos de los
circuitos motores que habían ejercitado esos movimientos hasta el grado de dominio, empezó a pensar en los detalles
de la técnica dejó de confiar en su sistema ascendente y abrió así la puerta para que el sistema descendente empezase
a inferir desde arriba.»
En el caso de los deportistas experimentados, su corteza motora (el Inconsciente Motor) después de miles
de horas de entrenamiento y de movimientos reiterados ha integrado tanto los citados movimientos en sus circuitos
neuronales, que es capaz de repetirlos de memoria, o lo que es lo mismo sin tenerlos que pensar, de modo que la
gestión de la acción se transfiere del neocórtex a los ganglios basales.
Lo mismo sucede cuando reflexionamos sobre un error cometido. El desgraciadamente ya desaparecido
psicólogo de Harvard, Daniel M. Wegner, muy (re)conocido por aplicar la psicología experimental a los temas del
control mental (por ejemplo, la Teoría de los Procesos Irónicos51) y la voluntad consciente, en un artículo titulado

51La teoría de los procesos irónicos se basa en una estrategia denominada supresión de pensamientos que es definida como un esfuerzo de no pensar en algo
en particular e implica retirar un pensamiento de la atención de forma intencionada y voluntaria que implica una mayor intrusividad.

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How to Think, Say, or Do Precisely the Worst Thing For Any Occasion, publicado en la rigurosa revista Science, en 2009,
advierte que:
«Un sistema de control cognitivo, por lo general, destinado a controlar los errores en que hemos incurrido
(como «no mencionar tal o cual cosa») puede servir involuntariamente de cebo mental: aumentando la probabilidad
de incurrir en el mismo error.»

No pienso, luego aprendo

«Educar un niño no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía».
John Ruski

En un epígrafe de mi libro Genial Mente: las claves de la inteligencia, el talento y la creatividad, titulado igual que el epígrafe
que estimado lector estás leyendo ahora, cuento la conversación que tuve con un alumno mío (Cristian Muiños,
hoy Graduado en ADE, y un excelente ejecutivo) dos días antes del examen de estadística.

- Quim, estoy muy asustado: no sé si aprobaré pasado mañana.


- Cristian -le dije para tranquilizarlo, pero con total sinceridad-, si no apruebas tú, no aprueba nadie.
- Sin duda, Quim, he estudiado más que nunca…
- Y entonces, Cristian, ¿qué te preocupa?
- Bueno, sé hacer todos los ejercicios, pero no sé por qué los hago de ese modo. Leo un enunciado y enseguida
aparece en mi mente la solución, pero tengo miedo de que si me cambian la manera de formular la pregunta ya no
sepa resolverlo.
- Lo que te sucede, Cristian, es normal y desde luego muy positivo. Has repetido tantas veces la colección de
ejercicios que te sabes la asignatura como yo, que la he enseñado un montón de años, de forma que no nos hace
falta pensar para saber cómo se hacen las cosas.

Un conductor experto es aquél que ha conducido tanto que no le es necesario pensar lo que tiene qué hacer para
guiar su coche. Lo hace de forma automática, mientras escucha la radio, medita sobre sus cosas, o mantiene una
conversación distendida con su acompañante. Y desde luego, nadie se ha preparado el examen práctico del permiso
de conducir, como ya indiqué, con un Power Point. Todo el mundo se monta en un coche, con un/a monitor/a al
lado, agarra el volante, se concentra en los pedales y el cambio de marchas, y arranca, al principio titubeante, y cada
vez con más soltura. No hay otra. Del mismo modo que nadie aprende a nadar, sentado al borde la piscina, con un
manual de instrucciones donde viene todo el proceso muy bien detallado.
El Dr. Carlos García-Delgado52 en su extraordinario libro, El yo creativo; una aventura de la mente, refiere un
ejemplo tan brillante como emblemático, que versa sobre cómo aprende un niño a montar en bicicleta auspiciado
por su padre: «(Al niño) acostumbrado a emplear el pensamiento lineal53 le resulta difícil atender simultáneamente
a las tres variables. Sabe que lo principal es mantener el equilibrio, mantenerse en pie, empezar por atender
conscientemente a esta cuestión. Pero esta atención le impide dirigir adecuadamente la máquina, que se precipita
contra un árbol. Y cuando, ante la urgencia trata de aludir el impacto imprimiendo un giro al manillar no puede
evitar la caída. La situación no mejora cuando su padre, utilizando palabras54, le da indicaciones lineales («¡Cuidado el
árbol!»), lo que le lleva a concentrarse en una u otra de las variables (es decir, linealmente), sin conseguir el resultado
global apetecido. Pero poco a poco asimila de manera instintiva cada variable, experimenta con la relación de
dependencia entre ellas y aprende a coordinarlas. Hasta e llega el día en que es capaz de armonizar sus movimientos
atendiendo a la vez y con gestos imperceptibles al conjunto de las variables. Este momento se caracteriza por algo

52 Doctor en Ingeniería Industrial y arquitecto por la UPC. Con su tesis doctoral, Teoría de la invención (excelente cum laude), ha sido finalista del Premio Anagrama
de Ensayo.
53 El profesor García-Delgado denomina «pensamiento lineal», al pensamiento consciente o Sistema 2 de Kahneman, mientras que llama «pensamiento

sistémico» al pensamiento inconsciente o Sistema 1.


54 La cursiva es mía.

124
de mayor interés: el niño deja de pensar en cada variable por separado (debo mantener el equilibrio, debo evitar
árbol, debo avanzar), es decir deja de utilizar el pensamiento lineal (una cosa en cada unidad de tiempo) y lo sustituye
por otro que atiene al conjunto del sistema55 (…) Todos hemos pasado por ese momento de euforia: aquel en que,
sin que sepamos explicar cómo56, conseguimos coordinar las variables de un sistema atendiendo a un objetivo único.»
Sin embargo, si todo esto es de sentido común y deviene una experiencia universal, ¿por qué nos
empeñamos en educar a nuestros hijos a partir de mil explicaciones, consejos, advertencias y prohibiciones?
¿por qué cuando hacen una cosa mal les acusamos de ser unos inconscientes? O incluso, ¿Por qué ellos se
defienden de sus errores cometidos diciéndonos que lo han hecho sin querer o sin darse cuenta?
La inconsciencia, acallar, en palabras del Dr. García Delgado, el pensamiento lineal (o si se quiere, el
pensamiento consciente) no algo malo per se. Pero en ningún caso tampoco debe ser usado como excusa. Solo
debemos sentirnos responsables por la parte que nos toca, de, si cuando eran pequeños, hemos contribuido positiva
o negativamente a educar las ocurrencias que, de mayores, tendrán nuestros hijos.

CONSEJO Nº 70

Cuando le quieras enseñar a hacer cualquier cosa a tu hijo, desde cómo hacer un pastel a cómo se resuelve
una ecuación de segundo grado, pasando por montar en bicicleta no se lo expliques. Limítate a hacerlo
delante de él varias veces. Asegúrate simplemente de que está mirando, y que, en cuanto se sienta
mínimamente preparado lo intente él bajo tu atenta supervisión. Después, sugiérele que lo repita tantas
veces como sea necesario hasta que lo lleve a cabo con destreza, es decir, sin necesidad de tenerlo que
pensarlo conscientemente.

55 El profesor García-Delgado define «sistema» como cualquier conjunto de cosas relacionadas entre sí: «el pequeño ciclista debe atender a tres cuestiones de
naturaleza muy diversa. La primera, impulsar la máquina (con los pies). La segunda, mantener el equilibrio (con todo el cuerpo).Y la tercera, dirigir el conjunto
(con las manos) ». Obsérvese que el impulso, la dirección y el equilibrio son variables muy diferentes, pero que al estar relacionadas entre sí, conforman un
«sistema».
56 La cursiva, de nuevo, es mía.

125
SEGUNDA PARTE: CÓMO EDUCAR HIJOS FELICES, INTELIGENTES, BUENOS Y
CREATIVOS

«En el principio era la acción».

Johann Wolfgang Goethe

126
NEUROEDUCACIÓN POSITIVA

«Lo más responsable, más desafiante y más honorable que uno puede hacer es confrontar el potencial de fortalezas inherentes a sus
propios talentos y luego encontrar maneras de realizarlo».
Dr. Marcus Buckinham y Dr. Donald O. Clifton

Educar en las fortalezas

«La atención hacia lo negativo nos ha ayudado a sobrevivir. La atención hacia lo positivo nos ayuda a prosperar».

Dra. Lea Waters

¿Neuroeducación Positiva, para qué?


Los seres humanos evolutivamente venimos de dónde venimos. La lucha por la supervivencia ha moldeado
nuestro cerebro para que sea especialmente hábil a la hora de detectar peligros. Nuestra atención en consecuencia
se sesga hacia lo negativo. Tendemos a ver en primer lugar los inconvenientes, lo que en muchas ocasiones nos
impide atisbar las oportunidades.
Este sesgo atencional negativo también nos conmina a fijarnos en las eventuales debilidades de nuestros
hijos (o de nuestros alumnos), y a intentar paliarlas, más que en potenciar sus fortalezas.
La neurociencia adolece de este mismo sesgo de negatividad y gran parte de las investigaciones se basan en
descubrir por qué se producen determinados trastornos cerebrales y enfermedades psíquicas.
Sin desdeñar, por supuesto, la importancia de la ingente cantidad de estudios para prevenir y a ser posible
curar, pongamos por caso, la depresión o el Alzheimer, auténticas pandemias de nuestra vida actual, la apuesta
ganadora, a mi modesto entender, es la Neuroeducación Positiva, cuya finalidad no es ya tan sólo ayudar a las personas
a sobrevivir sino sobre todo a prosperar.
La Neuroeducación Positiva debe servir para amueblar de la mejor manera posible la mente de nuestros
hijos en aras de alcanzar unos mayores niveles de satisfacción en la vida, de obtener un mayor desempeño académico
y laboral, de contribuir de la mejor manera posible a un mundo más justo e igualitario, y de llevar a cabo acciones
valiosas.
En definitiva, la Neuroeducación Positiva pretende, insisto una vez más, educar niños felices, inteligentes,
buenos y creativos.
Sin embargo, estos objetivos difieren muy poco de las metas de la educación tradicional, y están
absolutamente alineados con los de la Psicología Positiva fundada por Martin Seligman.
¿Cuál es la novedad que aporta la Neuroeducación Positiva?
Por lo que se refiere a la educación tradicional ésta adolece, en palabras, que comparto al cien por cien,
con la Dra. Lea Waters, en su obra Educar en las fortalezas (Alianza Editorial, 2019), del «síndrome ‘intención
correcta/dirección equivocada’.» En efecto, la educación tradicional acierta en sus nobles objetivos, pero yerra, a
mi modesto entender, en la estrategia, ya que se centra en educar el consciente cuando, como ha quedado
ampliamente dicho, la mayor parte de los actos que las personas llevan a cabo y un elevadísimo porcentaje de las
decisiones que toman, son inconscientes.
La Neuroeducación Positiva que propongo en esta obra debe enfocarse en la educación del Inconsciente
para aumentar la probabilidad de que nuestros hijos experimenten emociones funcionales, tengan sentimientos
bondadosos y generen espontáneamente ocurrencias valiosas.
Por otro lado, en relación a la Psicología Positiva y a las 24 fortalezas de carácter, que Chris Peterson y el
propio Martin Seligman inventariaron, la Neuroeducación Positiva propone igualmente centrarse en el desarrollo
de las virtudes en lugar de perder un tiempo excesivo en la minimización de las debilidades.
En este sentido, Lea Waters, la hija «adoptiva», intelectualmente hablando, del padre de la
Psicología Positiva, Martin Seligman, por encargo informal (según ella misma confiesa) de éste, expone: «Podemos
emplear gran parte de nuestro tiempo y energía rellenando los vacíos, trabajando en las áreas semiformadas y
alisando los bordes ásperos de nuestros hijos. Ciertamente, cuando nos enfocamos en minimizar las debilidades,
127
los agujeros se hacen más pequeños. Pero no hemos hecho nada para desarrollar las fortalezas de nuestros hijos.»

Neuroeducar las fortalezas

«Nuestro gran error es intentar obtener de cada uno en particular las virtudes que no tiene, y desdeñar el cultivo de las que posee».

Marguerite Yourcenar

A continuación, Lea Waters se pregunta:


«¿Qué sucedería si, en vez de tapar los agujeros, empleáramos ese tiempo y esa energía refinando las partes
que ya existen? A medida que contorneamos, elaboramos y moldeamos esas áreas -las fortalezas de nuestro hijo-
los vacíos se hacen cada vez más pequeños de forma natural (...) Las fortalezas crecen en el espacio que solían
ocupar las debilidades.»
Aunque antiintuitiva, porque a los padres (y a los maestros y profesores) el cuerpo nos pide corregir aquello
que no nos gusta de nuestros niños y adolescentes, la estrategia de fortalecer sus virtudes es sin duda más eficaz.
Sin embargo, no es fácil llevarla a cabo, el libro citado de la Dra. Lea Waters, deviene en este sentido un
excelente manual de instrucciones.
¿Dónde radica en este caso la aportación novedosa de la Neuroeducación Positiva con respecto a la mera
Educación Positiva?
La Educación Positiva que propone la Dra. Lea Waters, parafraseando sus propias palabras, pretende
emplear el tiempo y la energía de crianza en refinar las partes que ya existen. Se trata de detectar los posibles talentos
innatos de nuestros hijos o de los que ya existen desde su tierna infancia, y potenciarlos.
La Neuroeducación Positiva adopta sin complejos la audaz estrategia de educar en las fortalezas (de ahí este
primer capítulo dentro de la segunda parte del presente libro, encaminada a responder a la pregunta del millón:
«¿cómo educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos?»), pero añade, por un lado, herramientas de la
educación del Inconsciente para moldear entre otros, los ganglios basales, el tálamo y el hipocampo cerebrales; y,
por el otro, trata de soslayar la dificultad que supone para padres, maestros y profesores descubrir con exactitud las
virtudes de los niños y de los adolescentes, potenciarlas de manera adecuada, y canalizarlas hacia la obtención de
resultados eficaces.
En consecuencia, en este primer capítulo de la segunda parte de Educada mente: Manual de Neuroeducación
Positiva, vamos a aprender, de la mano de su pionera, la Dra. Lea Waters, los aspectos fundamentales de la educación
en las fortalezas, para en los siguientes epígrafes solventar, en la medida de lo posible, las carencias indicadas de la
misma y dotar a padres, maestros y profesores de estrategias adicionales en aras de conseguir aumentar la
probabilidad de que sus hijos sean lo más felices, inteligentes, buenos y creativos posible.
Advierta el lector, que de forma reiterada uso en esta obra la fórmula retórica de «aumentar la probabilidad»,
en vez de decir «conseguir», porque en honor a la verdad, insisto de nuevo que la Educación del Inconsciente, hoy
por hoy, no es matemática, es decir, una ciencia exacta, sino estadística.
Aun así, ser capaces de «aumentar la probabilidad» (a pesar de que no tengamos la garantía absoluta de
lograrlo), de que los niños, y posteriores adultos, sean felices, inteligentes, buenos y creativos, es un propósito
ilusionante y maravilloso que otorga a padres, maestros y profesores una enorme responsabilidad, y que convierte
a la Neuroeducación Positiva en una nueva ciencia muy esperanzadora.

El activador de la fortaleza

«Las fortalezas pueden ser destrezas, habilidades, intereses, características, rasgos y talentos».
Lea Waters

Aunque, como indica la cita de la Dra. Waters, que decora el recibidor de este epígrafe, la gama de conceptos que
128
pueden englobarse dentro del término «fortaleza» es amplia, como ha quedado expuesto en el capítulo titulado «El
Qué» de la primera parte, ignoramos cuáles van a ser las destrezas, habilidades o talentos que van a resultar
consideradas eficaces en la sociedad del futuro. De manera que, si no queremos dispersarnos abarcando objetivos
demasiado ambiciosos, debemos centrarnos en aquellos rasgos de personalidad universales que, Víctor Küppers
dixit, multiplican las probabilidades de éxito de nuestros hijos y alumnos, ya sean las 24 fortalezas de carácter de
Peterson y Seligman, o los nueve ítems expuestos en el retrato robot de la gente de vida plena, que compuse en
Manual mente y que he reproducido en la primera parte de esta obra.
Hoy no sabemos si enseñar idiomas57 (inglés, alemán, chino, ...) a nuestros niños va ser tan útil para ellos,
como puede resultar ahora. En cambio, sí sabemos que tener una buena autoestima o desarrollar capacidades
relacionales, como la extraversión o la empatía, o gestionar bien las emociones, les van a servir siempre.
Pero, ¿cómo activar una fortaleza?
El activador de la fortaleza es un mecanismo para que, cuando, como padres habituales, nuestra atención tenga
la tentación de focalizarse en una debilidad, reoriente nuestra atención hacia el rasgo de personalidad positivo
subyacente, que puede estar detrás de esa actitud que no nos complace.
En concreto, la Dra. Lea Waters propone analizar el momento en que la predisposición negativa empieza
a cobrar fuerza y a interponerse entre el padre o la madre y su reacción, y llevar a cabo dos estrategias:

1º) Respirar profundo varias veces.


2º) Intercalar el siguiente pensamiento: Las fortalezas están ahí, pero se esconden. Voy a cambiar de perspectiva
para poder encontrarlas.

La Dra. Waters se refiere al «activador de fortalezas» en los siguientes términos: «Este opera como un interruptor
automático de corriente eléctrica (...) Observo cómo se activa en mi cabeza apagando la lucecita que ilumina lo
negativo y encendiendo la que ilumina lo positivo. Su virtud consiste en recordarme que, para tener éxito como
madre basada en la fortaleza, debo examinar lo que mis hijos han hecho bien antes de examinar lo que han hecho
mal.»
Y para desarrollar el activador de la fortaleza sugiere:

 Comenzar en situaciones de bajo riesgo, es decir, cuando no estemos cansados, estresados o hambrientos.
 Proseguir con el activador de la fortaleza a esos pequeños asuntos que terminen convirtiéndose en motivo de
disputas, como la resistencia sistemática a realizar los deberes escolares, el uso excesivo de dispositivos
digitales...
 Detenerse cuando las predisposiciones negativas empiecen a acumularse. Respirar profundamente varias veces,
contar hasta diez...
 Reconocer como legítimos sentimientos de irritación, de frustración, etc., pero evitar aferrarse a ellos.
 Preguntarse ¿qué fortaleza tiene mi hijo que pudiera ayudarlo a manejar esto de manera diferente? ¿Cómo cambia esa fortaleza
lo que voy a hacer o decir en relación con este asunto?
 Visualizar el activador y decirse a uno mismo: «¡Activa el activador!”.
 Apelar a las fortalezas del hijo. En cuanto veamos una fortaleza de nuestro hijo, invoquémosla. Si vemos, por
ejemplo, que sufre por lo que le está sucediendo a un compañero, hagámosle ver que tiene la virtud de la
empatía.

57Google ha anunciado que su servicio Google Translate será capaz de realizar traducciones simultáneas para que dos personas que hablan distintos idiomas
sean capaces de entenderse.

129
Comprender las fortalezas

«Poco me satisface aquella ciencia que no ha sabido hacer virtuosos a quienes la profesaron».

Salustio

Para averiguar aquellas fortalezas que ya existen en nuestros hijos desde pequeños, la Dra. Waters nos aconseja
atender a tres elementos clave:

1º) Acción (ser eficiente en algo).


2º) Energía (sentirse bien cuando uno lo hace).
3º) Frecuencia (elegir hacerlo a menudo).

Y para detectar estos tres elementos propone formularse respectivamente otras tantas preguntas:

1ª) ¿Percibo un buen desempeño en acción? Debemos observar con la mayor objetividad de la que seamos
capaces si nuestro hijo manifiesta en esta actividad una inusual rapidez de aprendizaje y un patrón de éxitos superior
a la que se establece como normal para niños de su edad.
2ª) ¿Percibo la presencia de energía? Observar si acomete la actividad con entusiasmo, y si no repara en el
tiempo que invierte en ella.
3ª) ¿Percibo un uso frecuente? Observar si dedica su ocio a esa actividad, si la realiza a menudo y cómo se
refiere a ella.

Lea Waters advierte que «Tener siempre presente esta tríada servirá para que usted no empuje a su hijo hacia un
área que aparenta ser una fortaleza tan sólo porque el niño es eficiente en ella. También le ayudará a dilucidar si su
hijo está gastando su tiempo en una actividad de forma escapista, o en lugar de ello está manifestando una verdadera
fortaleza (...) Los juegos de ordenador pueden ser sólo una forma de pasar el rato.»
Es importante recalcar que las fortalezas, como señalan Peterson y Seligman, sean social y moralmente
valiosas.
En cuanto se detecta una fortaleza positiva la neuroplasticidad del cerebro permite, como hemos indicado
en la primera parte de este libro, incrementarla, ya que nuestros sesos permanentemente se están reorganizando, en
un proceso que no es aleatorio, sino que depende de aquellas áreas estimuladas por el ambiente.
Se trata de crear entornos y experiencias donde las fortalezas positivas detectadas entren en juego con
frecuencia, puesto que la reiteración de una determinada actividad es la clave para el refuerzo neuronal que se
requiere para que dicha fortaleza se interiorice y automatice, y pase a formar parte esencial de la manera de ser del
niño: «Usted hace que su hijo -sugiere Waters- sepa cuándo está usando un rasgo positivo y lo ayuda a practicarlo.
Con la repetición de esta práctica, el cerebro cambia y la fortaleza se arraiga.»

Gestión de la mentalidad

«La virtud es la ruta más corta hacia la gloria».


Heráclito de Efes

Cuando publiqué mi primer libro Buenos días y buena letra: Cómo transformar tu escritura para mejorar tu vida, que gozó
de una excelente acogida en los medios de comunicación y por parte de los lectores, me encontré con una reticencia
para mí inesperada en alguna de las entrevistas que me realizaron, que podría parafrasearse de la siguiente manera:
«¿Realmente es posible reeducar nuestra manera de ser una vez consolidada la personalidad?».
Aunque para mí resultaba chocante, existían y existen muchas personas que consciente o
130
inconscientemente, sostienen la creencia de que una vez configurada nuestra manera de ser ésta es inmutable, de
modo que suelen conformase con un «Soy así, ¡qué se le va a hacer!». Está mentalidad está en las antípodas de mi
forma de pensar.
Carol Dweck, profesora de psicología en la Universidad de Stanford desde 2004, en su libro Mindset: The
New Psychology of Success (Ballantine books, 2017) afirma que los individuos pueden colocarse en un continuo de
acuerdo con sus puntos de vista implícitos de dónde proviene la habilidad. Algunos creen que su éxito se basa en
la habilidad innata; se dice que tienen una teoría de la inteligencia «fija» (mentalidad estática). Se dice que otros, que
creen que su éxito se basa en el trabajo duro, el aprendizaje, el entrenamiento y la perseverancia, tienen una teoría
de la inteligencia de «crecimiento» ( mentalidad dinámica).
Es posible que las personas no sean necesariamente conscientes de su propia mentalidad, pero ésta puede
atisbarse en función de su comportamiento, especialmente en el ámbito de la crianza.
Para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos es fundamental infundirles una mentalidad de
crecimiento, de manera que entienden que sus talentos y habilidades se pueden desarrollar a través del esfuerzo, la
buena enseñanza y la persistencia. No es necesario (ni recomendable) hacerles pensar, como reza el título del best
seller del profesor Fernando Alberca, que todos los niños pueden ser Einstein58, porque esto no es verdad, pero sí
inculcarles la creencia de que sus fortalezas de carácter pueden mejorarse de forma muy significativa mediante un
entrenamiento «apto para todos los públicos.»
Como señala Dweck esto es importante porque las personas con una mentalidad dinámica tienen más
probabilidades de seguir trabajando duro a pesar de los contratiempos. Los niños con este tipo de mentalidad de
crecimiento se desenvuelven mejor académicamente, son más resilientes al fracaso, asumen más y mejor los
desafíos, generan estrategias de perfeccionamiento más efectivas y muestran una mayor de creatividad.
El problema radica en que las personas con mentalidad estática sin darse cuenta educan niños con esa misma
creencia errónea y limitante.
Es por eso que, en todas mis obras de desarrollo personal y, muy en especial en este libro, desde la primera
línea he intentado evidenciar científicamente, que nuestra manera de ser es, en gran parte aprendida y, en
consecuencia, susceptible de desaprenderse y de reeducarse en un nuevo carácter ideal elegido, en aras de fomentar una
mentalidad de crecimiento en quienes sustentan una teoría estática de la inteligencia.

Elogios basados en las fortalezas

«Aprende a conocer y a distinguir los elogios que enaltecen de los que denigran».
Louisa May Alcott

Pero Carol Dweck advierte de un segundo peligro: los niños a los que se elogia con frases del tipo «buen trabajo,
eres muy inteligente» tienen más probabilidades de desarrollar una mentalidad estática, mientras que, si se les hacen
cumplidos como «buen trabajo, trabajaste muy duro» es más probable que desarrollen una mentalidad de crecimiento.
La propia Lea Waters en un interesantísimo epígrafe titulado El rompecabezas de los elogios, trata este asunto
con gran tino, puesto que, como comenta Martin Seligman en Niños optimistas (1995), en aras de fomentar la
autoestima de los hijos, se han cometido auténticas barbaridades.
«El elogio puede mejorar -afirma Waters- los tres factores de las fortalezas de su hijo: su desenvolvimiento,
la energía y la frecuencia de uso (...) Los elogios hacen que su hijo se sienta bien e influyen en la manera en que éste
reacciona ante el fracaso y se recupera de los reveses, razón por la cual constituyen un aspecto esencial para poder
inculcarle optimismo y resiliencia».
«Pero los elogios no son siempre iguales entre sí. Hay tres tipos»:

1º) Los elogios genéricos: son del tipo «¡Buen trabajo!», «¿Bien hecho!», etc. Aunque infunden
autoconfianza, no contribuyen en desarrollar las fortalezas del niño.

58 Todos los niños pueden ser Einstein. Ediciones Toromítico, 2012.


131
2º) Los elogios por el buen desempeño: son del tipo: «Esto está muy bien. Se nota que has estado muy
concentrado mientras lo hacías.» Como constataba Carol Dweck son efectivos en el desarrollo de una mentalidad
de crecimiento, pero también pueden resultar contraproducentes. Si un niño tiene que esforzarse mucho para llevar
a cabo una actividad, puede llegar a la convicción que si tiene que dedicarle tanta energía y durante tanto tiempo es
que sin duda carece de la fortaleza que permite realizarla de una forma más eficiente.
3º) Los elogios por el carácter: singularizan las cualidades innatas del niño. Son del tipo: «¡Qué inteligente
eres!», pero recordemos que Dweck advertía que estos cumplidos contribuyen a una mentalidad fija, para nada
aconsejable.

La Dra. Lea Waters apuesta por lo que denomina Elogios basados en la fortaleza que -según afirma- «Sintetizan lo
mejor de los dos últimos tipos de elogios citados, pues ni abruman a los niños con la presión de tener que defender
su imagen hasta el punto de negarse a correr riesgos (La desventaja potencial de los elogios por la persona), ni
socavan su autoestima haciéndoles creer que no dan la talla por ser como son (la desventaja potencial de los elogios
por el desempeño).»
Y añade: «Los elogios basados en la fortaleza alientan tanto el logro de objetivos como el buen carácter, pues
conectan a los niños con las fuerzas positivas que desencadenan mediante la combinación de sus fortalezas y
acciones.»
Por último, los elogios basados en las fortalezas presentan dos ventajas: por un lado, pueden recordarle al niño
que tiene habilidades cuando eventualmente pueda estar desanimado y considerar que carece de ellas; por el otro,
también pueden recordarles que su combinación única de capacidades los ayudará a desplegar una historia de vida
personal e intransferible.

132
CONSEJO Nº 71

Si deseas desarrollar una mentalidad dinámica en tus hijos debes regalarles elogios en las fortalezas. La
Dra. Lea Waters sugiere remodelar nuestro estilo de comunicación de alabanzas de la siguiente manera:

ELOGIO VIEJO: «Diste lo mejor de ti y superaste la prueba. ¡Buen trabajo!».

ELOGIO BASADO EN LA FORTALEZA: «Eres muy trabajador (‘fortaleza’), curioso por naturaleza
(‘fortaleza’) y le dedicaste a este examen las horas necesarias para prepararlo (‘acción’). ¡Ahora celebremos
juntos los resultados de tu esfuerzo!».

ELOGIO VIEJO: «Eres genial para hacer amigos. Te irá muy bien en tu nueva escuela».

ELOGIO BASADO EN LA FORTALEZA: «Sabes cómo establecer una buena relación con los demás
porque eres amable (‘fortaleza’) y divertida (‘fortaleza’) y porque te preocupas por ellos (‘fortaleza’).
¿Recuerdas cuando comenzaste en tu antigua escuela y no conocías a nadie? Ahora tienes muchos
amigos. Hablemos sobre las cosas que hiciste para conocer a tus compañeros de clase (‘acción’)».

ELOGIO VIEJO: «Eres inteligente. Estoy muy orgullosa de ti porque has resuelto este problema».

ELOGIO BASADO EN LA FORTALEZA: «Has obrado con prudencia (‘fortaleza’) e inteligencia


(‘fortaleza’), y una vez más has tomado una decisión de la que puedes sentirte orgullosa. Hiciste
preguntas, te informaste bien y elaboraste una lista de argumentos a favor y en contra. Estas son
excelentes estrategias para tomar decisiones sensatas (‘acción’)».

ELOGIO VIEJO: «Pudiste superar las dificultades de adaptarte al campamento de verano. ¡Bien hecho!».

ELOGIO BASADO EN LA FORTALEZA: «Fuiste resiliente y te recuperaste muy rápido cuando las
cosas no marcharon como tú querías (‘fortaleza’), y demostraste ser una persona confiable (‘fortaleza’)
cuando asumiste la responsabilidad de construir la fogata del grupo (‘acción’). Estoy seguro de que tus
compañeros de grupo valoraron mucho tu colaboración».

ELOGIO BASADO EN LA FORTALEZA: «Aprecio que hayas usado tu inteligencia social (‘fortaleza’)
y tu compasión (‘fortaleza’) para esperar que yo me calmara (‘acción’). Esperaste hasta constatar que yo
ya no estaba enfadado (‘acción’) antes de seguir hablando, lo que significa que realmente te preocupaste
de cómo me sentía yo en ese momento (‘fortaleza’). Gracias por hacer eso». ELOGIO VIEJO: «¡Guau,
has reorganizado tu dormitorio! El nuevo diseño es genial”.

ELOGIO BASADO EN LA FORTALEZA: «Tu orgullo (‘fortaleza’) y divertida (‘fortaleza’). Siempre estás
buscando formas de hacer mejor las cosas y la nueva disposición de los muebles (‘acción’) le da a tu
habitación un aspecto totalmente nuevo, con mejor iluminación cerca de tu escritorio y tus posters
favoritos colocados en sitios donde los puedes ver cuando te despiertas por las mañanas».

133
MEMORIA POSITIVA

«La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica».

Aristóteles

Un cerebro en construcción

«El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender».

Plutarco

Las nuevas corrientes pedagógicas, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo pasado, decidieron en aras
de una modernidad mal entendida abandonar las prácticas tradicionales de enseñanza (la memorización mecánica
de largos poemas, la obsesión por una caligrafía cuidada y la pericia lectora). «Pero esta eliminación ha resultado
cara, puesto que es posible que fuera la única oportunidad para muchos estudiantes de ejercitar de forma sistemática la
función cerebral que nos da fluidez en el manejo de símbolos». No se trata de la opinión de un educador retrógrado,
sino la de Norman Doidge, psiquiatra e investigador en el Center for Psychoanalytic Training and Research de la
Universidad de Columbia en Nueva York, que ha expuesto en su excelente y muy reconocida obra El cerebro se cambia
a sí mismo (Aguilar, 2008).
Como hemos visto más arriba, el cerebro del recién nacido pesa aproximadamente un kilo menos que el de
un adulto, y, aunque posee un número similar de neuronas (cien mil millones) cuenta con muchas menos conexiones
o sinapsis, lo que provoca que presente de inicio un aspecto completamente liso, cuando al final del período de
maduración será arrugado.
Decíamos, asimismo, que el neurodesarrollo es el proceso de construcción de nuestra inteligencia, gracias
a la sinaptogénesis, es decir la constitución de nuevos circuitos, hasta alcanzar el zénit de los casi novecientos
billones de conexiones neuronales.
He aquí, afirmábamos, la gran oportunidad para padres y profesores. Podemos contribuir muy
positivamente en la construcción de la inteligencia y, en un sentido más amplio, de la mente de nuestros hijos y
alumnos, lo que implica modelar su manera de ser.
Haber abandonado el entrenamiento de la memoria a través del estudio repetitivo, la práctica deliberada de
la escritura y de la lectura resulta igual o más pernicioso para el establecimiento de conexiones cerebrales de calidad
que si hubiéramos suprimido la educación física, el deporte e, incluso, los espacios de aprendizaje lúdico a través
del juego.

Una preposición indecente

«La memoria es la inteligencia de los tontos».

Albert Einstein

Durante el verano de 2021 se produjo un intenso debate en LinkedIn, iniciado por la consultora en educación Maje
Gil Carrión, a raíz del artículo titulado La memoria y sus estigmas. publicado en El español el 3 de agosto de 2021, por
el periodista David Mejía (licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid y en Teoría de la
Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense, y Master in Hispanic Cultural Studies de la
Universidad de Columbia, donde ha ejercido como investigador y Teaching Fellow).

134
En el mencionado artículo, la cita inicial, que Mejía atribuye a uno de sus profesores de literatura, es una
auténtica declaración de principios: «Señores, no es necesario que se aprendan las hazañas de los héroes de memoria;
si conocen otra manera de aprenderlas, adelante».
David Mejía se mostraba sumamente crítico con la boutade de su profesor, y Maje Gil Carrión, le apoyaba
en su opinión.
Y, en efecto, la frase del profesor, contiene, al menos, una aseveración polémica. A saber: «aprender de
memoria».
Desde que leí el primer libro de Héctor Ruiz Martín (¿Cómo aprende el cerebro? -Graó, 2020-) este investigador
se ha erigido en uno de mis autores de referencia (en la línea del sabio José Antonio Marina, del excelente
neurocientífico Jesús C. Guillén, o de Richard E. Mayer, a cuya obra llegué precisamente gracias a Ruiz Martín).
Héctor Ruiz en 2022 publicó una nueva excelente obra: Los secretos de la memoria (Ed, Sine qua non), y en él encontré
un dato biográfico muy interesante y esclarecedor, que, lo confieso, hasta la fecha desconocía: Herman Ebbinghaus
(1850-1909) filósofo y psicólogo alemán, pionero en los estudios científicos sobre la memoria humana, obtuvo su
doctorado en 1873 con una tesis justo sobre los procesos ¡inconscientes!
Sucede que aquello que aprendemos bien (ya sea matemáticas, ortografía, conducir automóviles, o cualquier
otra cosa) lo sabemos de memoria, es decir, lo podemos llevar a cabo con el piloto automático, o si se quiere,
inconscientemente, lo que no significa para nada que lo hayamos aprendido de memoria.
El equívoco se produce en la preposición. Para saber de memoria no hay que aprender de memoria, sino con la
memoria.
Les pondré un ejemplo paradigmático: en la actualidad imparto clases full time en una Escuela de Negocios
Universitaria (Euncet Business School) ubicada en un incomparable paraje natural, cuyo acceso por carretera es
relativamente intrincado. A las dos semanas de iniciarse el curso académico, les pregunto a l@s alumn@s de primer
año, que ya acuden allí en coche, si vienen de memoria. Naturalmente responden que sí. Y entonces les pregunto si
para saberlo hacer se aprendieron el plano de carreteras de memoria. Suelen reírse.
Llegados a este punto, les conmino a que reflexionen sobre cómo lo aprendieron, y les hago caer en la
cuenta que lo hicieron simplemente con repetir el camino varias veces. Y entonces voy todavía más lejos, y les
pregunto, si creen que dentro de, por ejemplo, veinte años, (una vez terminados con creces sus estudios), sabrían
acudir a la Escuela de memoria con motivo de una cena de alumni. Ninguno duda que podría lograrlo. Sin embargo,
les pido a continuación, cuántos se creerían capaces de volver a aprobar los exámenes de la Selectividad,
transcurridos tan solo unos meses desde que los realizaron justo antes del verano. Son muchos los que bajan la
mirada, y todos callan. ¡Quien calla otorga!
Por último, les pregunto si piensan aprenderse las asignaturas de la Carrera que han elegido voluntariamente
y, espero y deseo, vocacionalmente, también de memoria, para olvidarlas una vez aprobadas, en cuyo caso, les
advierto, el título obtenido, al no responder a unos conocimientos interiorizados, será papel mojado.
¿Dónde radica el problema?
En un sistema pedagógico que oscila como un péndulo entre despreciar el aprendizaje memorístico, y el
aferrarse a él para alcanzar un rendimiento académico cortoplacista y, sin duda, ineficiente.
La memoria es indisoluble de la inteligencia. Ahora bien, aprender de memoria es inútil, y ni siquiera sirve
para entrenar el músculo de la memoria. Tal músculo no existe.
Leo en Los secretos de la memoria que «La memoria no puede mejorarse, en general, para ser mejor recordando
cualquier tipo de datos. No funciona como una habilidad genérica (...) Los atletas de la memoria son personas con
unas cualidades cognitivas normales que han aprendido estrategias mnemotécnicas específicas y se han entrenado
a fondo practicándolas durante años para lograr determinadas proezas memorísticas. Su memoria no es mejor en
general, sino solo aplicada al tipo de pruebas para las que se entrenan.» ¡Vaya que a l@s niñ@s de mi generación
Para zanjar el debate sobre la memoria visto más arriba bastaría con reformular la aseveración del profesor
de David Mejía en los siguientes términos: «Señores, no es necesario que se aprendan las hazañas de los héroes con
la memoria; si conocen otra manera de aprenderlas, adelante.»
Y es que el ser humano o aprende con la memoria o no aprende.

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Interiorización y memoria

«No hay nada más estúpido que decir que la memoria es la inteligencia de los tontos».

José Antonio Marina

Así, José Antonio Marina, una vez más, aclara el asunto: «Aprender, en sentido estricto, es el cambio que una
experiencia produce en un sistema nervioso. Todo lo que la memoria conserva lo es»59.
Llevo tiempo estudiando algo que, dada mi dilatada experiencia docente, debo confesar que me
desconcierta: el descrédito actual de la memorización mecánica (que deja patente la frase célebre de Einstein que
encabeza este epígrafe). De hecho, hablé largo y tendido de ello en un libro anterior, Genial Mente: las claves de la
inteligencia, el talento y la creatividad).
Allí me hacía eco de las reflexiones de la neuróloga de la Universidad Nacional Autónoma de México, Andrea
Gómez, según la cual: «Para lograr los mejores resultados, sobre todo a nivel escolar, hay que evitar la técnica de la
repetición, ya que la clave para que un conocimiento perdure almacenado en la memoria es el razonamiento (...)
Aunque existe una estrecha relación en el hecho de que un niño tenga buena memoria con el grado de
inteligencia, no hablamos de lo mismo. La memoria sirve para almacenar información, mientras que la inteligencia
es de utilidad para identificar situaciones y resolverlas.»
Se trata sin duda de una mala interpretación. Por ejemplo, nadie se atrevería a afirmar que una persona
creativa no es inteligente. Pues bien, inventamos desde la memoria. Los grandes creativos disponen de una
memoria descomunal y muy bien entrenada para lo que realmente les interesa.
Precisamente, el Dr. Carlos García-Delgado en el libro ya citado, El yo creativo, entre otros muchos
temas, analiza las causas que han dificultado durante veinticinco siglos, desde la Grecia clásica hasta hoy, la
explicación del misterio de la creatividad humana, y reflexiona sobre el error de desvincular la memoria de la
invención: «El hecho que la capacidad creativa existiera en los seres vivos desde mucho antes de la capacidad
consciente (los animales exploran y descubren a su manera) pone en evidencia que es la Memoria60, entendida como
el organismo global, la protagonista del acto creativo». Para lamentar, poco después, que: «Hoy en el campo de la
pedagogía, la capacidad de memorizar es considerada como una facultad de segunda clase frente a la ensalzada
razón, hija directa de la capacidad consciente. A menudo se aconseja a los jóvenes estudiantes que no aprendan las
cosas de memoria sino entendiéndolas, como si ambos procesos fueran excluyentes y como si no existieran objetos
de aprendizaje –algunos imprescindibles para estimular la creatividad- susceptibles de ser asimilados,
exclusivamente, por la experiencia y la memorización.» Y concluye, a mi entender con gran acierto: «Hoy vivimos
una pedagogía que, deslumbrada por lo racional y lo virtual, se mantiene en la más firme ortodoxia platónica.»
Los últimos descubrimientos neurológicos desmienten la creencia errónea de que aprender cosas de
memoria no fomenta la inteligencia. Por el contrario, la inteligencia reside en la memoria., hasta el punto que Marina
aconseja: «Construirte tu propia memoria es tu gran recurso, es tu gran tesoro. Es lo que te va a dar más o menos
posibilidades y, por tanto, tienes que diseñártela tú. Es una de las funciones de la inteligencia ejecutiva: la memoria
de trabajo61, creársela y saberla activar. Los niños tienen que aprender de memoria cuanto más, mejor; y luego tienen
que aprender qué hacer con ello.»
Steven P. Rose es un neurobiólogo y profesor y Director del Departamento de Biología en la Open
University. Creó el Grupo de Investigación del Cerebro y el Comportamiento, que ha centrado su investigación en
la comprensión de los mecanismos celulares y moleculares del aprendizaje y la memoria, y afirma que «Recordar
algo es un proceso activo, no pasivo. Hablar de ‘memoria’ es una cosificación.»
Asimismo, António Damásio, como he dejado constancia en diversos pasajes de este libro, uno de los

59 Pediatría Integral XV (10); pp. 978-988. Diciembre de 2011.


60 Carlos García-Delgado en El yo creativo distingue entre «memoria», con «m» minúscula y «Memoria». La primera, en su acepción más utilizada y fuente de las
interpretaciones erróneas comentadas, es la capacidad de la mente para almacenar y recuperar pasadas sensaciones, pensamientos, saberes, etc., se trata de un
depósito de datos como puede ser la de un ordenador. Por su parte, la segunda, con «M» mayúscula se refiere al organismo global de una persona, una memoria
que permite visualizar datos en una especie de pantalla mental: la Consciencia.
61 También llamada MO (memoria operativa) o working memory.

136
neurocientíficos actuales más influyentes y creíbles del momento, desmiente que la memoria humana se comporte
como un almacén de recuerdos, como suponía la neuróloga mexicana antes citada. La memoria guarda disposiciones,
o si se quiere esquemas dinámicos, que permiten a posteriori reconstruir las experiencias. Recordar es rehacer el
recuerdo. De manera que cuando me referí a que los educadores debemos amueblar la mente de nuestros hijos, más
que instalarles metafóricamente hablando mesas, sillas o camas, lo que podemos hacer es dejarles las populares
cajas de IKEA con sus correspondientes folletos de instrucciones de montaje y, por supuesto, su famosa llave Allen.
El proceso de interiorización de conocimiento hasta ser capaces de hacer algo de memoria todos lo hemos
experimentado, por ejemplo, en el aprendizaje de la conducción de automóviles, ya mencionado.
Cuando aprendemos a realizar una actividad manual cualesquiera por primera vez, como tocar las escalas
del piano, utilizamos la parte superior del cuerpo (el hombro, el brazo la muñeca). Ahora bien, con la reiteración
del ejercicio, dejamos de utilizar las partes innecesarias y pronto solo usamos los músculos imprescindibles. Así, el
aprendiz de músico se acostumbra a emplear el dedo indicado para cada nota.
El adiestramiento por reiteración es, en consecuencia, la manera más eficaz que tiene el ser humano para
ejercitarse, hasta el punto que según Karl Anders Ericsson62, después de 10.000 horas de entrenamiento bien
dirigido todo el mundo puede llegar a ser un genio en aquello que se proponga.
Es más, en la ingente y maravillosa tarea de construcción de la mente (o de reconstrucción, si ya somos
adultos), la memoria juega un papel fundamental.

CONSEJO Nº 72

No desacredites al maestro o al profesor que le mande deberes memorísticos: está contribuyendo a


amueblar su mente y a construir su inteligencia.

Repite conmigo

«Todo el mundo se queja de su memoria, pero nadie de su inteligencia».

François de la Rochefoucauld

Se ha producido la misma confusión que se ha dado en la lógica eliminación del autoritarismo en la educación, que
nos ha llevado erróneamente a desacreditar la autoridad. El aprendizaje de memoria y por repetición no está reñido
con el aprendizaje a través del juego, sino que son perfectamente compatibles y necesarios, del mismo modo que
la libertad del niño no se contradice, como hemos visto, con la disciplina, sino todo lo contrario: la requiere. Se trata
de interiorizar, por un lado, el conocimiento y, por el otro, la autonomía.
Es conocido el egregio trabajo del neurocientífico norteamericano Michael M. Merzenich63 en el terreno
de las innovaciones en neuroplasticidad. Este investigador defiende que la maquinaria cerebral puede mejorarse de
forma que percibamos y aprendamos con una precisión, una rapidez y un poder de retención mayores.
Merzenich descubrió que los mapas sensorial y motor del cerebro eran dinámicos, es decir variaban en
cuanto a límites y tamaño en una misma persona a través del tiempo, e igualmente de un individuo a otro, en contra
de la inmutabilidad que antes de él se les atribuía. Y, a través de una serie de brillantes experimentos, demostró que su
diseño dependía de la educación recibida y del tipo de vida que se llevara.
Asimismo, Michael M. Merzenich Junto con el doctor en psicobiología, William M. Jenkins, llevaron a
cabo un experimento crucial: cartografiaron la corteza sensorial inicial de un mono y lo entrenaron para que

62Psicólogo sueco, fallecido en 2020, Conradi Eminent Scholar y Profesor de Psicología en la Universidad Estatal de Florida.
63Fue Director Científico de Scientific Learning Corporation entre noviembre de 1996 y enero de 2003, y en la actualidad es el Director Científico y miembro
del Consejo de Administración de Posit Science.
137
aprendiera a tocar un disco giratorio, sin presionarlo en exceso y durante un tiempo preciso. Después de miles de
ensayos repetitivos, volvieron a cartografiar el cerebro del mono y se percataron que la zona neuronal de la punta del
dedo había incrementado su tamaño conforme el primate se había adiestrado. Los circuitos neuronales aumentaron.
Las neuronas individuales se hicieron más eficientes hasta ser capaces de llevar a cabo su actividad de forma
automática.
Y, por si fuera poco, en 1973 Terje Lomo (fisiólogo noruego especializado en neurociencia) y Timothy
Bliss (neurocientífico británico, profesor visitante en University College London) publicaron la primera evidencia
de un evento de lo que denominaron potenciación a largo plazo.
La potenciación a largo plazo es una intensificación duradera en la transmisión de señales entre dos
neuronas que resulta de la estimulación sincrónica de ambas. Es uno de los diversos fenómenos de la plasticidad
sináptica.
En su celebrado libro, El bazar de la memoria (Siruela, 2021) la Dra. Veronica O'Keane64 cuenta que al
estudiar el hipocampo de conejos anestesiados, mostraron que cuando más se obligaba a las sinapsis a trabajar, más
fuerza adquirían las conexiones y que la citada potenciación era tanto más duradera cuanto más se estimulaba la
neurona presináptica. La evocación repetida de las citadas asociaciones, con la activación de las zonas de la corteza
cerebral implicadas potenciaba las sinapsis hasta el punto que el hipocampo ya no resultaba necesario para la
reconstrucción del recuerdo.
En efecto, la Dra. O'Keane en una línea que nos recuerda a lo expuesto por Dr. Daniel Kahneman, (en su
teoría del «Pensar rápido» y del «Pensar despacio») nos habla de dos memorias: la memoria hipocampal (veloz y
elástica) y la memoria cortical (lenta y estable).
Después de dedicarle un extenso capítulo a la primera, que por cierto mejora con la repetición, se pregunta:
«¿Toda la memoria permanece en el hipocampo?» Y responde que «No, porque hay un número limitado de
neuronas en el hipocampo y necesitan reciclarse para formar nuevas memorias. Entonces -continua O'Keane-, ¿a
dónde van todas las memorias hipocampales? La respuesta sencilla es que hay un constante diálogo entre el
hipocampo y el córtex, y muchos recuerdos terminan por almacenarse en el córtex.»
Y acudamos, por último a una fuente de indiscutible solvencia, el Dr. Joaquín M. Fuster65, quien en el
artículo El paradigma reticular de la memoria cortical66, (2010) afirma que: «Se sabe que para que se formen en la corteza
nuevas redes de memoria –esto es, nuevas memorias– se necesita la integridad funcional de ciertas estructuras
límbicas, especialmente el hipocampo (...) Todo ello ocurre en redes corticales, tal como Cajal postuló hace un siglo:
por la formación de nuevos contactos (sinapsis) y por el refuerzo de los existentes.»
Recordemos que el refuerzo de las sinapsis se lleva a cabo por medio de la repetición, del mismo modo que
los senderos en la maleza solo son posibles con el paso reiterado de los caminantes.
El Dr. Fuster aclara que «En todos los niveles de la corteza, es fundamental en la dinámica de la conducta,
el razonamiento inductivo y el lenguaje.»
Nótese que la memoria cortical, que es fundamental para permitir la muy deseable capacidad de razonamiento,
tiene su origen en la memoria hipocampal que se adquiere sobre todo por reiteración.
La comprensión se establece en ese «constante diálogo entre el hipocampo y el córtex», del que nos hablaba
la Dra. Veronica O'Keane, una memoria retroalimenta a la otra en un círculo virtuoso, que se rompe si se satura la
memoria operativa, ya que, se constata que el gran problema de la comprensión es la limitada capacidad de esta,
que, no olvidemos, es el espacio mental donde se produce el aprendizaje. Esta memoria es la auténtica restricción
para aprender aquellas actividades que requieren un proceso mental elevado, lo que es muy evidente en el
aprendizaje de la lectoescritura o de las matemáticas.
Desgraciadamente la mayoría de los docentes se olvidan de este extremo.

64Psiquiatra irlandesa con una larga experiencia trabajando en los servicios sanitarios. Trabaja como profesora y consultora psiquiátrica en el Trinity College
de Dublín, donde dirige una investigación centrada en la depresión.

65 Neurocientífico dedicado a la investigación en ciencia cognitiva en la que ha hecho contribuciones fundamentales a la comprensión de las estructuras
neuronales subyacentes al comportamiento y la cognición.
66 Revista de Neurología 2010;50(Supl.3): 3-10

138
Debe tenerse presente que un experto (el profesor suele serlo) es capaz de evocar y usar sus conocimientos
sin que ello le exija carga cognitiva alguna, porque a menudo puede hacerlo exento de esfuerzo voluntario, e incluso
de forma inconsciente.
¡Ahora bien, el alumno no es un experto!

CONSEJO Nº 73

Trabaja la memoria con tu hijo. Recomiéndale que se aprenda canciones, las tablas de multiplicar, etc.

¿Cómo construimos los recuerdos y cómo nos construyen los recuerdos?

«Puedes cerrar los ojos a la realidad, pero no a los recuerdos».

Stanislaw Jerzy Lec

En el ya citado El bazar de la memoria: ¿Cómo construimos los recuerdos y cómo nos construyen los recuerdos?, la Dra. Veronica
O'Keane se plante las dos cuestiones que delimitan mis líneas de investigación científica: la edificación del
conocimiento; y el diseño de lo que define nuestra identidad.
Para mejorar el autoconcepto se han ideado diversas estrategias, desde la visualización (en la que una
persona se imagina a sí misma realizando con éxito acciones que requieren habilidades, que ésta ignora poseer),
hasta modificar su diálogo interno, por ejemplo mediante terapias cognitivas, pasando por técnicas de alteración de
la postura corporal del individuo, e incluso modificando su voz, como defiende el profesor de canto francés de
origen belga Serge Wilfart en un curioso libro Encuentra tu propia voz (Urano, 1999), donde propone una reeducación
de la misma en aras de redescubrir el auténtico ser de cada individuo.
La Dra. Julia Shaw, que se autodefine como hacker de la memoria, se ha especializado en engañar al cerebro,
ya que «nuestros recuerdos -asegura- pueden manipularse con facilidad, y destina un epígrafe entero de su libro La
ilusión de la memoria (Ediciones Temas de Hoy, 2021) a estrategias que permiten crear recuerdos falsos, mediante lo
que denomina el pirateo de la memoria.
Por mi parte he destinado la PNC a la reeducación de nuestro carácter inconsciente (reeducando, entre
otras cosas, la memoria autobiográfica), y hasta ahora los resultados del experimento que llevé a cabo durante el
curso 2011-2012, que recojo en mi tesis doctoral, así como el posterior testimonio de cientos de personas que la
han implementado, resulta significativo y, cuanto menos, muy esperanzador.

CONSEJO Nº 74

Cuida mucho de la autoimagen que se va haciendo de sí mismo tu hijo. Cuidado con lo que oye de él en
casa, en la escuela, etc. Si, por ejemplo, cuando lleva a cabo una travesura, le reprendamos espetándole
«Que no sea malo», recuerda que para el cerebro la palabra «no» es ininteligible. Así, si te digo que «No
pienses en un elefante rosa», te va a ser imposible no imaginarte un paquidermo de ese color tan peculiar.
Esto, insisto, no significa que no debas reñir a tu hijo cuando perpetre una acción incorrecta, pero
solo debes corregir el hecho (dile, pongamos por caso, «Esto que has hecho está mal»), pero nunca
descalificar al niño. En este sentido, evita reprenderle con expresiones del tipo «Eres malo».

139
Identidad y memoria

«Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no
merezcamos existir».

José Saramago

Eleanor Roosevelt67 afirma con gran lucidez que «de algún modo, aprendemos a ser quienes somos y luego vivimos
en función de esa decisión.» Sin embargo, el «de algún modo aprendemos» no es baladí.
Desde pequeños, opiniones, muchas veces, infundadas inundan nuestra mente de percepciones y
pensamientos distorsionados, desenfocando nuestra imagen auténtica, y una vez instaladas marcan, si no lo
remediamos, nuestro destino para siempre. Porque sin cambiar el autoconcepto, lo que una persona cree que es,
no se pueden alterar los resultados que obtiene.
El autoconcepto delimita los logros individuales. Define lo que uno considera que es capaz de realizar y lo
que no. De ahí que la muy citada afirmación de que tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, siempre estás en lo
cierto, acabe siendo incuestionable.
Como hemos visto, el hipocampo es una de las principales estructuras del cerebro, que pertenece al
denominado sistema límbico y que se localiza en el interior de la parte medial o interna del lóbulo temporal, bajo la
superficie cortical. Se lo relaciona con la memoria a largo plazo y la orientación en el espacio. Es importante tener
en cuenta, lo que la Dra. Shaw comenta: «Me molesta cuando algunas personas afirman que los recuerdos se
almacenan en el hipocampo, pues se trata de una burda simplificación (...) los recuerdos se almacenan en las redes
que se establecen en el cerebro.» Sin embargo, también señala que «El papel del hipocampo va más allá de ser un
simple mediador.» y destaca que, haciéndose eco de las investigaciones del neurocientífico Dean Burnett (autor del
libro El cerebro feliz -Planeta Libros, 2018-) la información es canalizada hacia el hipocampo, donde se forman los
nuevos recuerdos, y que es uno de los pocos puntos del cerebro en el que se crean de manera regular nuevas
neuronas, en un fenómeno denominado neurogénesis68.
Es importante tener en cuenta que, en la enfermedad de Alzheimer, en la que se compromete de forma
contundente la memoria autobiográfica, el hipocampo es una de las primeras regiones del cerebro en sufrir daño.
«Si la función de la memoria biográfica -explica la Dra. O'Keane- es hacer un relato coherente de la vida
propia a partir de coordenadas de tiempo, lugar y persona, de las retículas de los grupos de células neuronales,
entonces también el relato que comienza a tejerse habrá de cambiar (...) El individuo, en palabras de Henri Bergson,
se crea a sí mismo.» Y O'Keane añade: «La autonarrativación» es lo que mejor describe el proceso de atribuir un
sentido a la experiencia y al relato vital propios.»
Si una persona desea transformar su vida, es fundamental que altere y mejore las creencias que sobre ella
misma ha venido sosteniendo, convencida de que se trataban de verdades axiomáticas e inmutables, que se reflejan
en su lenguaje habitual en frases del tipo «Yo soy de esta manera, qué se le va a hacer», porque cuando los paradigmas
cambian el mundo cambia con ellos.
Es importante sustituir esas ideas sobre uno mismo, que en muchos casos pueden resultar limitadoras e

67 Eleanor Roosevelt ( Nueva York, 11 de octubre de 1884, 7 de noviembre de 1962) fue una escritora, activista y política estadounidense. Fue primera dama
de los Estados Unidos desde el 4 de marzo de 1933 hasta el 12 de abril de 1945, durante los cuatro períodos presidenciales de su esposo Franklin D. Roosevelt.
Se desempeñó como delegada de los Estados Unidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1945 a 1952. Harry S. Truman posteriormente la
llamó la «Primera Dama del Mundo» por sus avances en materia de derechos humanos.

68 La neurogénesis es el proceso por el cual se generan nuevas neuronas a partir de células madre y células progenitoras. A través de precisos mecanismos
genéticos mediante los cuales se determina el linaje celular se engendran diferentes variedades de neuronas excitatorias e inhibitorias desde diversos tipos de
células madre neurales. La neurogénesis se encuentra más activa durante el desarrollo prenatal. Recientemente se ha demostrado que la neurogénesis continúa
en dos partes del cerebro adulto de mamíferos: la zona subgranular del giro dentado del hipocampo y la zona subventricular de los ventrículos laterales. Este
proceso se conoce como neurogénesis adulta.

140
incluso premonitorias de resultados negativos, por otras que resulten precursoras de una vida plena.
La Dra. Eleonor Maguire, es una relevante investigadora irlandesa, que en la actualidad ejerce de Catedrática
de Neurociencia Cognitiva en el Wellcome Department of Cognitive Neurology, Institute of Neurology, del University College of
London. Se ha especializado en el estudio de la memoria autobiográfica y sus anclajes en el cerebro. En concreto
trabaja sobe la relación que existe entre los recuerdos que tenemos de nosotros mismos con la representación que
hacemos del espacio en nuestra mente, y especialmente en el hipocampo. Maguire afirma que «sin recuerdos no
tenemos identidad y no somos capaces de reconocernos a nosotros mismos.»
Es decir, La imagen que tenemos de nosotros mismos depende en gran manera de cómo funciona la
memoria autobiográfica. En concreto, los recuerdos que estudian en su laboratorio se llaman «episódicos», ya que
engloban información acerca de dónde estamos, de lo que llevamos a cabo y de cómo nos sentimos. Podemos decir
que este campo está ampliamente conectado con algunos otros que también están conociendo una nueva era como
el estudio de la identidad, la consciencia o la empatía.

Educar la memoria

«La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados».


Jean Paul Richter

La implicación educativa de las investigaciones de la Dra. Eleonor Maguire es clara: nuestros hijos y nuestros
alumnos construyen su «yo» desde el día en que nacen mediante su memoria autobiográfica. Enseguida aprenden a
reconocer las caras de sus cuidadores, a captarles la atención utilizando el yanto, el pataleo o la sonrisa. Poco a poco,
empiezan a balbucear palabras y a husmear por todos los rincones de nuestro hogar y van «construyendo» su mundo.
La memoria también condiciona la imagen que años después los niños tendrán de sí mismos: «Soy travieso»,
«Soy inteligente», «Soy despistado», … No son convicciones sino afirmaciones (acertadas o no) escuchadas e
interiorizadas cuando todavía carecen de espíritu crítico.
Daniel Kahneman en su teoría de los dos «yoes» ya mencionada, afirma que: «El yo que tiene recuerdos
es un narrador de historia. Y eso que se inicia realmente como una respuesta inmediata a nuestros recuerdos, se
origina automáticamente. No solo contamos historias cuando nos disponemos a contar historias. Nuestra
memoria nos cuenta historias, es decir, lo que nos queda para recordar de nuestras experiencias es historia.»
En Emocional Mente: reeduca tu carácter para NO amargarte la vida (Obelisco, 2013) escribí que «la imagen que
de nosotros tengan nuestros familiares más cercanos, las conversaciones que oigamos a nuestro alrededor, las
opiniones de nuestros profesores y amigos, y, por supuesto, la cultura en la que nos haya tocado nacer, se añadirán
a nuestro temperamento esencial, para establecer la estructura psíquica que determinará lo que reconoceremos,
tiempo después, como nuestra personalidad (…) Pero en realidad nuestra estructura de pensamiento hubiera
devenido muy diferente, si por lo que fuera, los comentarios, las conversaciones o las opiniones escuchados
hubiesen sido distintos. Resulta sorprendente que un porcentaje elevado de lo que en definitiva va a erigirse como
nuestro ‘yo’, y que va a condicionar enormemente los sentimientos futuros que experimentemos, dependa del
azar.»
La configuración del mundo del niño (y de su «yo») estará condicionada, en consecuencia, por la manera en
que padres y profesores que les rodean les cuentan la realidad. El ayer es un relato recordado. Nuestros hijos y
nuestros alumnos son la suma de cuerpo y memoria.
Paralelamente, como ya hemos visto, adquieren habilidades que una vez practicadas y memorizadas les van
a permitir llevarlas a cabo automáticamente: andar erguidos sobre dos pies, atarse los cordones de las zapatillas
deportivas, o abrocharse la camisa o la blusa, montar en bicicleta, darle a la pelota con la raqueta de tenis…e incluso
hablar. Y simultáneamente van configurando sus gustos («el pescado me sabe mejor que la carne», «como la sopa
de mamá, ninguna») y su entramado sentimental: las penas, las alegrías, los temores.
Ahora bien, recordemos que nuestra memoria no sólo reproduce, sino que reconstruye: moldea, reforma
y organiza los inputs de información captados integrándolos de forma coherente con nuestra manera de ser. Por
eso es educable.
141
Nuestros hijos serán aquello que recuerden que son. Y recordarán, en gran parte, aquello que les hayamos
contado, es decir el relato sobre los hechos realmente acaecidos.
El Catedrático Psicobiología en el Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona, y
excelente escritor, el Dr. Ignacio Morgado, en su libro Aprender, recordar y olvidar: Claves cerebrales de la memoria y la
educación (Ariel. 2014) advierte que: «Aunque solemos creer que nuestros recuerdos de hechos o sucesos son muy
fiables, eso no es siempre cierto.»
Hemos hecho hincapié en la importancia de hablarles a nuestros hijos desde pequeños, y de dialogar cuanto
más mejor con ellos y a todas las edades. Lo que nuestros hijos y alumnos considerarán su autobiografía, no es más
que un conjunto de sugestiones inculcadas por nosotros (los padres o maestros,) y, en general, todos cuantos les
rodean.
Insisto que las conversaciones que oigan a su alrededor, las opiniones de sus profesores y amigos, etc., van
a determinar su personalidad. Su conducta y sus sentimientos serán el resultado de todas estas sugestiones
implantadas en su mente.
En definitiva, la imagen que tengamos de ellos se convertirá en gran medida en su autorretrato, por eso,
desde el primer momento, este libro propone soñarlos felices, inteligentes, buenos y creativos.
Como educadores no debemos olvidar jamás que un porcentaje elevado de lo que en definitiva va a erigirse
en el «yo» de nuestros hijos o de nuestros alumnos, y que va a condicionar enormemente los logros futuros que
alcancen, depende de las sugestiones implantadas. Pero en realidad esta identidad, esta segunda naturaleza, es una
especie de impostura inconsciente, una ilusión que entre todos hemos elaborado a lo largo de la infancia de nuestro
hijo cuando este carecía de factor crítico, y que se ha visto reforzada con diversos mecanismos cerebrales de
autoengaño.
Se denomina factor crítico al filtro protector que protege la mente subconsciente de la consciente. Impide
que la estructura psicológica de una persona adulta se altere fácilmente por las múltiples sugestiones a las que se ve
sometida diariamente. Pero los niños carecen de factor crítico hasta que no cumplen seis años, y hasta los doce no
lo tienen plenamente desarrollado, de modo que en edades tempranas son muy vulnerables a la programación
cerebral.
Tanto la personalidad de una vida plena, como la una existencia sin sentido se fraguaron fundamentalmente
en una edad temprana, en base a la imagen que el niño cree que los demás tienen de él. A partir de ahí, cuando llega a
la edad adulta se esfuerza, sin ser consciente de ello, en vivir conforme a ese sistema interno de creencias, que se erige
como un poderosísimo saboteador de cualquier intento de cambio ya que, por aquel entonces, el factor crítico se ha
consolidado y actúa como un centinela que dificulta la introducción en el inconsciente de nada que no sea coherente
con la programación inicial.
Esta realidad reelaborada de forma involuntaria deviene el pasado personal, lo que cada persona siente que
es. Así la creencia subconsciente de una buena inteligencia propicia sentirse competente en la resolución de
problemas y en la toma de decisiones, o la idea de ser una persona de suerte genera persistencia. Tanto si uno piensa
que es feliz como si piensa que no lo es, tendrá razón, aunque sus circunstancias vitales sean muy similares (o
idealmente idénticas) a las de otra persona que opina justo lo contrario.

CONSEJO Nº 75

Todo acontecimiento puede ser vivido, sentido e interpretado de diversas maneras. Procura que la
(re)interpretación de las cosas que le vayan pasando a tu hijo sea positiva. Es muy importante que se
recuerde feliz, inteligente, bueno y próspero.

142
¿A mano o a máquina?

«Las manos son los símbolos y a veces revelaciones».


Eve Belisle

Cuando a finales de los años setenta del siglo pasado me iniciaba como profesor de matemáticas de la antigua
Carrera de Ciencias Empresariales, el examen final, que se llevaba a cabo durante el mes de junio, puesto que
entonces las asignaturas eran anuales, empezaba con una prueba teórica eliminatoria. Si no la superabas ya no te
corregían los ejercicios de la segunda parte.
En aquella época, se accedía a las Diplomaturas sin tener que superar la Selectividad y pudiendo proceder
de la antigua FP II. De manera que se matriculaban un porcentaje muy elevado de estudiantes con una escasa base
numérica.
Dada la dificultad de comprensión que suponían para ellos las demostraciones de los teoremas, muchos
optaban por aprendérselas de memoria (sic), es decir, sin entenderlas.
Por aquel entonces ¡me parecía una auténtica locura!
Un hecho me llamó poderosamente la atención: cada curso un grupo nada despreciable de esos alumnos
«empollones», carentes de conocimientos previos de matemáticas, confesaban que después de copiar a mano
innumerables veces la teoría para memorizarla, ¡la habían conseguido entender!
Dicho testimonio, a parte de ofensivo (pues quien suscribe estas líneas se había desgañitado para conseguir
sin éxito que la comprendieran), era cuanto menos paradójico, ya que el sentido común dice que entender es una
condición previa y necesaria de la memorización.
Llegué a una primera conclusión: copiar a mano los apuntes supone una inestimable ayuda a la hora de
memorizar.
¿A cuántos de nosotros no nos fue bien prepararse "chuletas", para asegurarnos el aprobado, y a la hora
de la verdad, no sentir la necesidad de usarlas, porque nos habíamos aprendido por arte de magia su contenido? ¿A
caso no escribíamos una y otra vez a mano en hojas de borrador las palabras del vocabulario de la lengua extranjera
que estudiábamos para memorizar las que más se nos resistían?
Hoy en día es un fenómeno muy estudiado y conocido. Así lo afirman los investigadores Pam Mueller de
la Universidad de Princeton y Daniel Oppenheimer de UCLA69.
En un experimento Mueller y Oppenheimer convocaron a estudiantes para que tomaran notas y luego
analizaron su memoria para recordar detalles reales, su comprensión conceptual de la información, y su capacidad
para sintetizar y generalizar la información. A la mitad de los estudiantes se les pidió que tomaran notas con su
portátil, y a la otra mitad que lo hicieran a mano. Como en otros ensayos, los estudiantes que usaron ordenadores
tomaron más notas. Sin embargo, aquellos que escribieron sus apuntes a mano tuvieron una comprensión
conceptual más fuerte y fueron más exitosos en la aplicación y la integración del material. Según los autores, tomar
notas a mano obliga al cerebro a hacer un arduo esfuerzo mental que fomenta la comprensión y retención. Y no
solo a corto plazo.
Mueller y Oppenheimer incluyeron un segundo estudio en el que se pidió a los participantes que tomaran
notas a mano o con ordenador, y se les dijo que se los evaluaría en una semana. Cuando a los participantes se les
dio la oportunidad de estudiar con sus notas antes de la evaluación final, una vez más, aquellos que tomaron notas
a mano superaron a los participantes que lo hicieron empleando su portátil.
Escribir a mano tiene beneficios cerebrales ya que conecta el hemisferio izquierdo y el derecho del cerebro
lo que permite mejorar la memoria y el aprendizaje. El acto de escribir permite al cerebro prestar atención a lo que
la mano anota lo que, a su vez, permite fijar esa idea en el cerebro y memorizarla.
Según Anne Mangen70 la escritura a mano refuerza el proceso de aprendizaje del cerebro, mientras que
teclear un ordenador lo puede perjudicar.

69 En un estudio titulado The pen is mightier than the keyboard: advantages of longhand over lapto note taking. Psychological science, 2014 - journals. sagepub.
70 Profesora asociada de la Universidad de Stavanger, en Noruega
143
Cuando escribimos a mano, nuestro cerebro recibe la retroalimentación, de nuestras acciones motoras.
Este feedback es significativamente diferente al que recibimos cuando tecleamos. Los movimientos de la mano al
escribir dejan un recuerdo del movimiento en la parte encargada de procesar la información sensorio-motora.
Creamos una huella de recuerdo motor en el cerebro, que mejora nuestra memoria, ayudándonos a recordar de
forma más fidedigna esa información.

Comprensión e inconsciente cognitivo

«Nuestro cerebro dispone de mecanismos de automatización que 'compilan' las operaciones que utilizamos periódicamente a modo de
rutinas más eficaces. La automatización libera los recursos de la corteza cerebral».
Stanislas Dehaene

Sin embargo, de mi paradójica experiencia con aquellos alumnos que afirmaban entender después de haber
memorizado, quedaba por explicar esa contradicción con lo que dicta el sentido común.
En efecto, El sentido común (o si se quiere el inconsciente colectivo) sugiere a los docentes de materias
complejas, como las asignaturas numéricas, pero también el arduo proceso de aprender a leer, apoyarse en exclusividad
en la inteligencia consciente de sus pupilos, ignorando que esta tan solo representa el 5% de su capacidad de
pensamiento total). El equívoco es razonable, ya que las matemáticas, por ejemplo, representan el máximo
exponente de la racionalidad.
Pero no es así.
Insisto en que, como ya me referí en un artículo citado: «El aprendizaje con comprensión de las
matemáticas o incluso de la lectura, como ejemplos paradigmáticos, no se produce al principio sino al final del
proceso educativo.
«Consideremos el talento –ponía como ejemplo de esto último en otro artículo71-. El desempeño de los
expertos es cualitativamente mejor al desempeño normal. Sin embargo, no es ni inmutable ni innato, sino que se
alcanza después de un periodo de esfuerzo deliberado para aumentar el rendimiento en un dominio específico
(Ericsson et al., 1993).»
Veamos, a continuación, el porqué de mi atrevida aseveración, en la que sostengo que la comprensión, en
general, es posterior al aprendizaje, o si se quiere a la memorización.
Por un lado, sabemos que los bebés humanos recién nacidos poseen un sentido numérico abstracto , de
modo que Stanislas Dehaene, en su libro El cerebro matemático (Siglo XXI, 2019), advierte que no debemos olvidar
el denominado reciclaje neuronal: «La idea es simple: (…) cadanuevo objeto cultural que inventamos, como el
alfabeto o los números arábigos,debe encontrar su 'nicho' neuronal: un conjunto de circuitos cuya función
originaria sea similar como para adaptarse al nuevo invento, pero también lo bastante flexible como para que pueda
reconvertirse su uso hasta entonces inédito. Cualquier adquisición cultural novedosa solo será posible en la medida
que la sustente una arquitectura neuronal preexistente que esta innovación misma recicla.»
Pero, esta exigencia se ve dificultada en el aprendizaje de las materias numéricas por la paulatina
disminución de horas dedicadas, en la educación infantil y primaria, al cálculo numérico.
«Como muestra la neurociencia –seguí reflexionando en mi paper-, la plasticidad de los circuitos neuronales
puede reforzarse o desvanecerse (Shenk72, 2011; Doidge73, 2008; Blakemore y Frith74, 2007).La educación debe hacer
su trabajo, en primer lugar, robusteciendo, mediante entrenamiento (hasta que el niño calcule de memoria), la citada
arquitectura neuronal, dotándola de cimientos sólidos, para construir sobre ella el posterior edificio matemático,
que va a reciclar los circuitos neuronales predispuestos a laaritmética para aprehender conceptos numéricos mucho
más complejos.»

71 Se puede educar el inconsciente cognitivo matemático.


72 Consultar Doidge, N. (2008). El cerebro se cambia a sí mismo. Madrid. Aguilar.
73 Consultar Blakemore, S-J., y Frith, U. (2007). Cómo aprende el cerebro: las claves de la educación. Barcelona. Ariel.
74 Consultar Izard, V., Sann, C., E. S., y Streri, A. (2009), “Newborn infants perceive abstract numbers”, Proc. Natl Acad, Sci. USA, 106 (25), pp. 10 382-10 385.

144
El problema de la memoria operativa

«la memoria operativa es el espacio mental en el que se produce el aprendizaje».


Susan Gathercole

El problema del aprendizaje por comprensión (en este orden) como ya hemos visto con anterioridad, radica en la
limitada memoria operativa de las personas, en general, y de los niños en particular, De forma que, como constaté
en Se puede educar el inconsciente cognitivo matemático: «Aquellas materias complejas con una elevada carga cognitiva
intrínseca, a menos que se secuencien de modo adecuado, pueden llegar a saturar la memoria operativa (Sweller et
al.75, 1998), pero no lo hacen de la misma manera en cada uno de los niños de un aula, ya que se dan diferencias
muy significativas entre unos y otros (Alloway y Alloway76, 2014). Esto explica en buena medida que tan solo
aquellos niños con una mayor capacidad de memoria operativa puedan atender y entender las arduas explicaciones
en las clases de asignaturas numéricas.»
De ahí que, hasta que no se rutiniza mediante reiteración77 una porción de lo que debe aprenderse,
liberando la memoria operativa de la totalidad de los niños en un aula, se imposibilita la comprensión, ya que la
mejor manera de liberarla es automatizar cada uno de estas porciones mediante la repetición.
Mientras que existe consenso en que la reiteración y la práctica de ejercicios es fundamental para la asunción
de habilidades motoras, como conducir un coche, nadar o jugar al tenis, existe la creencia errónea, de que memorizar
no sería recomendable para interiorizar los conceptos numéricos complejos. Pero insisto, esto no es correcto: para
comprender, debemos liberar nuestra corteza prefrontal, que es la que empleamos para ¡comprender! Y ello
solo se consigue con la repetición estratégica.
Nótese que hablo de «repetición estratégica» para distinguirla de la repetición mecánica, con la que suele
confundirse, y de ahí el equívoco.
Por su parte, como veremos en el próximo capítulo, la repetición estratégica consiste en estudiar por
evocación (aprender con la memoria).
Las ventajas de la evocación, como inventarié en mi artículo citado son cuatro:
«1ª) Requiere un mayor esfuerzo que la mera repetición, lo que redunda en una mejor retención de lo
aprendido. Se trata de una dificultad deseable (Björk y Björk78, 2011), porque las circunstancias de la evocación
dificultan el aprendizaje,pero no lo imposibilitan.
2ª) Exige practicar, lo que ayuda a la compilación de los conocimientos (Kandel79,2007).
3º) Promueve el aprendizaje por comprensión y la capacidad de transferencia (Karpicke80, 2012; Karpicke
y Blunt81, 2011).
Y 4º) Confiere una inmediata revisión a partir del error, pues consultando los apuntes puede comprobar
que se ha equivocado, y sobre todo dónde.»

75 Consultar Sweller, J. Van Merriënboer, J. J. G., y Paas, F. (1998). Cognitive architectureand instructional design. Educational Psychology Review, 10 (3),
pp. 251-296.
76 Consultar Alloway, T. P., y Alloway, R. G. (2014). Understanding working memory. SAGEPublications.

77 Como veremos en el siguiente capítulo: Inteligencia Positiva.


78 Consultar Björg, E. L., y Björg, R. A. (2011). Making things hard on yourself, but in a god way: Creating desirable difficulties to enhance learning. En
Gernsacher, M. A., Pew, R. W., Hough, L. M., y Ponerantz, J. R. (Eds.), Psychology and the real world: Essays illustrating fundamental contributions to
society, (pp. 59-68). Worth Publishers..
79 Consultar Kandel, E. (2007). En busca de la memoria. Buenos Aires. Katz Editores.
80 Consultar Karpicke, J. D. (2012). Retrieval-based learning: Active retrieval promotesmeaningful learning. Current Directions in Psychological Science, 21 (3),
pp. 157-163.
81 Consultar Karpicke, J. D., y Blunt, J.R. (2011). Retrieval practice produces more learning than elaborative studying with concept mapping. Science, 331
(6018), pp. 772-775

.
145
INTELIGENCIA POSITIVA

«El cerebro humano es como una máquina de acuñar monedas. Si echas metal impuro, obtendrás escoria; si echas oro obtendrás moneda
de ley».

Santiago Ramón y Cajal

¿Qué es la inteligencia?

«La culminación de la inteligencia, su éxito, está en dirigir bien la conducta»

José Antonio Marina

Confieso que, al concebir la leyenda, 101 consejos para educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos, que se iba a erigir
en la brújula que guiaría la elaboración del texto de Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, me surgieron
dudas a la hora de ordenar y, en consecuencia, priorizar, los citados atributos.
Desde un punto de vista racional la inteligencia se me antojaba la clave de todo.
No me estoy refiriendo al controvertido CI (cociente intelectual), a mi modesto entender, tan
sobrevalorado. Opino que la inteligencia, no consiste tanto en la capacidad de responder las preguntas más o menos
complejas de un test, sino en la virtud de tomar decisiones acertadas en la vida, ya que, como afirma siempre José
Antonio Marina, la función esencial de la inteligencia es dirigir bien el comportamiento, aprovechando la mejor
información posible, gestionando las emociones y ejecutando las decisiones. Y es que, la mayor prueba de
inteligencia es saber elegir bien tus metas.
Ya en Genial mente, correlacioné la terna de conceptos que rezan en su subtítulo: Las claves de la inteligencia, el
talento y la creatividad.
Llamé talento, a la inteligencia llevada a la práctica, aquella que es capaz de generar valor. Inteligencia, decía
entonces, se asocia a saber; mientras que talento es saber hacer; y la creatividad radica en saber hacer cosas valiosas.
La inteligencia (saber), por lo tanto, constituía los fundamentos sobre los que edificar el talento y la
creatividad.
Estoy convencido que un hijo que actúa inteligentemente, es decir, con talento y creatividad, tiene una gran
probabilidad de desarrollar una vida plena y alcanzar una existencia feliz.
Asimismo, parafraseando una vez más a Marina, la culminación de la inteligencia no es el conocimiento,
sino la bondad.
La base, por consiguiente, de educar hijos felices, buenos y creativos es la inteligencia,
Sin embargo, como puedes constatar estimado lector en repetidas ocasiones a lo largo del presente libro,
al final conferí la prioridad a la educación de hijos «felices», por delante de «inteligentes, buenos y creativos».
Decía el sabio Jean Jaques Rousseau, que: «Si la razón hace al hombre, el sentimiento lo conduce».
Pues bien, desde un punto de vista emocional, era evidente que, como ha acabado sucediendo en el presente
libro, eligiera «felices» como el objetivo primordial de la educación de los hijos.
Y es que aceptando que «el error de Descartes», Damásio dixit, radica en el «Cogito ergo sum», se impone, el
neuropsicológicamente más acertado «Siento luego existo».
Además, situar «felices» en primer lugar, resultaba un ejercicio de coherencia con el motor de toda mi
investigación y de toda mi obra, que como he comentado en diversas ocasiones, no es otro que el atrevido
compromiso adquirido el 23 de marzo de 1999 con mi recién nacida hija, que, no lo olvidemos, rezaba: «Prometo
hacerte feliz».
Y, por si fuera poco, las encuestas llevadas a cabo entre padres y madres, acaban por reafirmarme en mi
idea sentida, ya que a la pregunta «¿Qué les gustaría que fueran sus hijos de mayores?» una inmensa mayoría
responden «que fueran felices».

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El leit motive de este Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva es mostrarles a padres, maestros y
profesores, que la felicidad, la inteligencia, la bondad y la creatividad, sin desdeñar su componente genético o
personalidad heredada, dependen en gran medida de la personalidad aprendida, y que esta puede, y debe, ser educada a
partir de una personalidad elegida, que maximice las probabilidades de que nuestros hijos acaben siendo «felices,
inteligentes, buenos y creativos».
En este capítulo, pretendo ocuparme de cómo educar desde un punto de vista positivo, la inteligencia, es
decir la capacidad de aprender.

Aprender a aprender

«El mundo está cambiando rápidamente y va a seguir haciéndolo todavía más deprisa. Aprender a aprender es una de las mejores
capacidades que podrás tener nunca».

Barbara Oakley

En un epígrafe anterior titulado Errores de predicción comenté que «serían las habilidades virtuosas del carácter
personal, y no las competencias de otra índole, las que vehicularán la evolución de nuestra especie en esta época
(…) Lo único que podemos saber a ciencia cierta es que las denominadas soft skills seguirán distinguiendo a quienes
las posean de quienes anden carentes de las mismas».
Pues bien, sin duda una competencia que siempre les va a ser útil a nuestros hijos y estudiantes, sino
imprescindible, será la capacidad de «aprender a aprender». Enseñarles a aprender, en consecuencia, debe ser uno
de los objetivos primordiales de la educación, en general, y de la escuela en particular.
Visito, literalmente, mi biblioteca personal, formada por aproximadamente 5.500 volúmenes, y me percato
de que en su día dispuse una sección dedicada a cómo aprende el cerebro humano, y me doy cuenta asimismo de
que mi (pre)ocupación por este tema me viene de más lejos de lo que presumía.
En la citada sección, como auténtico libro de cabecera, brilla con luz propia, Aprendizaje e instrucción (Alianza
Editorial, 2ª edición revisada y ampliada, 2010) del Dr. Richard Mayer82. Se trata de un volumen de más de 800
páginas, solo apto para el colectivo de enfermos de la enseñanza, del que, lo confieso con cierto rubor, soy miembro.
Igualmente destacan por encima de los demás otros dos libros emblemáticos y de carácter científico,
titulados igual (¿Cómo aprendemos?). De ambos ya he hablado anteriormente. El primero, está firmado por el Dr.
Stanislas Dehaene (Siglo XXI editores, 2019). El segundo (Ariel, 2020), lo ha escrito brillantemente el Dr. Héctor
Ruiz Martín Director at International Science Teaching Foundation. Este autor ha publicado además un segundo manual
divulgativo titulado Aprendiendo a aprender (Vergara, 2020).
Otros títulos son: la 10ª edición ampliada de Cómo estudiar (Oikos, 1990) de Harry Maddox; Alcanzar el éxito
en los estudios (Obelisco,1998) de Ramón López Muños; El poder del aprendizaje consciente (Gedisa, 1999), de la Dra.
Ellen J. langer; Tu mente: manual de instrucciones (Kriya Yoga Publications, 1999) de la Dra. Joya Pope; Estrategias de
superaprendizaje (Editorial Alfaomega, 2000) de Monica Trotter; Cómo aprender mejor (Urano, 2000) del Dr. Lair
Ribeiro; Aprender (Paidós, 2001) del Dr. Guy Claxton; Aprender con éxito (Recursos, 2002) de David Solà
Mestres; Incremente su poder mental (Amat, 2003) de Philip Carter y Ken Rusell; Cómo aprender más en menos tiempo (Amat
editorial, 2003) de la Dra. Norman B. Kahn; Cómo aprende el cerebro (Ariel, 2007) de Sara-Jayne y Uta Frith; El genio
que todos llevamos dentro (Ariel, 2011) de David Shenk; Todos los niños pueden ser Einstein (Toromítico, 2011) de Fernando
Alberca; y Aprender, recordar y olvidar (Ariel, 2014) de Ignacio Morgado.
No cito aquí las innumerables obras sobre la memoria, íntimamente relacionadas con el aprendizaje, que
ocupan otro estante de mi biblioteca. Ni la gran cantidad de libros más generales que versan sobre el cerebro
humano, de los que aquí también he hablado largo y tendido, ni tampoco la amplia bibliografía sobre la inteligencia
que tan brillantemente ha escrito, José Antonio Marina, cuya sombra alargada me cobija en todo lo que concibo.

82psicólogo educativo estadounidense y profesor de psicología en la Universidad de California, Santa Bárbara, donde trabaja desde 1975. Recibió un doctorado
en psicología por la Universidad de Michigan y fue profesor asistente de la Universidad de Indiana durante los años 70 del siglo pasado.

147
Mi última adquisición, por ahora, es el libro Aprender a aprender (Ediciones Obelisco, 2021), cuya autora
principal es la Dra. Barbara Oakley, aunque la acompañan en la autoría, de forma casi testimonial, el Dr. Terrence
Sejnoeoski y el profesor Alistair McConville.
Obsérvese que los títulos citados más arriba tratan genéricamente de un tema que hoy en día está muy en
boga, aprender a aprender, y sin duda como constataba más arriba, esta va a ser, si no lo es ya, una de las competencias
ineludibles que van a necesitar en un futuro nuestros hijos y alumnos en un mercado laboral VUCA (volátil, incierto
-en inglés, uncertainty-, complejo y ambiguo), y debe erigirse en uno de los grandes objetivos educativos.
La propia Comisión Europea en 2004, identifica la competencia de aprender a aprender (el conocimiento, las
habilidades, las actitudes y valores para el aprendizaje permanente) como una de las ocho competencias clave para
el siglo XXI.
Sin embargo, el concepto de marras presenta un sesgo preocupante: sitúa la responsabilidad de aprender a
aprender en el chico o la chica.
El sagaz Ruiz Martín, pese a haber publicado una obra titulada, como se ha visto antes, Aprendiendo a
aprender, no es ajeno a esta problemática. Así en la introducción de la misma advierte: «Nadie nos enseña cómo
aprender y mucho menos cómo hacerlo tomando como referencia los datos que la ciencia arroja sobre cómo
aprende nuestro cerebro.»
Mi cuñado Miguel es padre de un chaval excelente que desde pequeño presentó dificultades de aprendizaje.
En una reunión en el colegio con el tutor este le dijo que su hijo era un chico magnífico, educado, respetuoso, y
muy buen compañero. «Lástima -se lamentó el tutor en un momento dado- que no sepa estudiar.» A lo que el
padre de mi sobrino, en un alarde de sentido común, le respondió: «A ser buena persona le hemos enseñado en
casa. Mi esposa y yo esperábamos que a estudiar le enseñarais vosotros en la escuela.»

Enseñar a aprender

«El educador es el hombre que hace que las cosas difíciles parezcan fáciles».

Ralph Waldo Emerson

De la Dra. Barbara Oakley había leído con entusiasmo en su día, un texto excepcional: Abre tu mente a los números
(RBA, 2018), cuyo subtítulo (Cómo sobresalir en ciencias aunque seas de letras), sintonizaba con uno de mis mayores retos,
al que he dedicado dos terceras partes de mi vida: enseñar matemáticas, estadística, economía, finanzas, etc. a
estudiantes del Grado de Administración y Dirección de Empresas (y más recientemente, del Grado de Márquetin
y Comunicación Digital), provenientes en su inmensa mayoría del bachillerato social, cuando no del humanístico o
del artístico, e incluso de ciclos formativos, donde la asignatura de matemáticas brilla por su ausencia.
Ahora mismo me estoy visualizando en el aula, leyéndoles a mis alumnos, tanto en mis seminarios
de Técnicas de estudio y aprendizaje, que imparto regularmente, como en mis clases de asignaturas científicas, un párrafo
de Abre tu mente a los números. «Nos encanta la creatividad y la idea de ser capaces de aprender la perspectiva general.
Pero no puedes aprender matemáticas o ciencias sin incluir también una saludable dosis de práctica y repetición que ayuden a construir
los bloques que serán la base de tu experiencia83. Investigaciones publicadas por la revista Science proporcionan pruebas
sólidas en este sentido (Karpicke y Blunt, 2011).»
Pero ¿Cómo aprende «de verdad» nuestro cerebro?
La expresión «de verdad» no pretende tanto sentar cátedra, como desmentir muchas creencias falsas que
existen sobre el aprendizaje, y un sinfín de malos entendidos que se producen a menudo por una lectura superficial
y/o apresurada, cuando no profana, de los nuevos y continuos descubrimientos que nos brinda día sí y día también
la neurociencia.
Por ejemplo, en el libro ya citado de la Dra. Lisa Feldman Barrett, Siete lecciones y media sobre el cerebro, «el
séptimo error» desmentido por la autora reza:

83 Ni que decir tiene, que la cursiva como casi siempre es mía.


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«Nuestro cerebro no 'almacena' los recuerdos como archivos de ordenador para recuperarlos y abrirlos
más tarde. estas ideas son metáforas derivadas de creencias sobre el cerebro que hoy son obsoletas (...) Nuestro
cerebro es una red84, un conjunto de partes que están interconectadas de tal modo que funcionan como una sola
unidad.»
Asimismo, la Dra. Feldman deja muy claro que «La noción de una red cerebral no es una metáfora.»
En una línea parecida, el egregio Joaquín M. Fuster85 afirma que: «El cerebro es un órgano que trabaja
como un todo gracias a su característica esencial, que es su reticularidad (...) El código de la memoria y del
conocimiento es un código relacional, la memoria consiste en un conjunto de redes neuronales corticales (o
‘cógnitos’) ampliamente distribuidas, interactivas y solapadas, las cuales se han formado por asociación en el curso
de la experiencia vital. Una memoria u objeto de conocimiento se define específicamente por las relaciones
(conexiones) entre células, o asambleas de células, que han sido simultáneamente activadas en la experiencia.»

Ahí está la clave del aprendizaje con la memoria, al que me referí en un capítulo anterior. Se trata de crear cadenas
neuronales.

Dos excelentes estrategias para aprender a largo plazo

«Recordar es una de las mejores maneras de aprender».


Barbara Oakley

Veamos lo que nos cuentan la Dra. Barbara Oakley et al. en su libro Aprender a prender: «Cuanto más estudies,
practiques y duermas, más espinas dendríticas y conexiones sinápticas nuevas crecerán. Conexiones más fuertes y
un mayor número de conexiones. ¡Guau! ¡Qué estructura de aprendizaje tan sólida! (…) Las buenas estructuras de
aprendizaje son como sólidos muros de ladrillos. Crecen paso a paso y se vuelven cada vez más fuertes. Si cada día
dedicas un tiempo a estudiar un tema particular durante diversos días, podrás ir intercalando varios períodos de
sueño. Esto te dejará más tiempo para que las nuevas conexiones sinápticas crezcan y te ayudará a que las nuevas
ideas aprendidas queden bien arraigadas (Carpenter et al., 2012; Vlach y Sandhofer, 2012).»
A mis alumnos suelo ponerles el ejemplo de cómo se va formando un camino en la maleza a medida que
pisamos paulatinamente por el mismo sitio. Oakley emplea una metáfora similar: «Tu ratón mental recorre las vías
neuronales una y otra vez, y las sigue recorriendo. Se crean así los surcos neuronales que son la base del aprendizaje.»
La «empollada del último día» para aprender de memoria, tan empleada por nuestros estudiantes sirve, en
consecuencia, de bien poco a la hora de adquirir conocimiento a largo plazo (aunque pueda resultar útil a corto
plazo para aprobar): «Si dejas el trabajo para el último momento -advierte la autora de aprender a aprender-, tendrás
menos tiempo para repetir las ideas y menos noches de sueño para hacer crecer las sinapsis, por lo que no podrás
recordar bien todos los detalles.»
Obsérvese que la Dra. Barbara Oakley le confiere gran importancia al sueño, extremo que forma parte de
nuestra ancestral cultura popular y que recoge sabiamente nuestro refranero: «Lección dormida, lección sabida».
Ahora bien, la estrategia en la que más insiste esta investigadora del aprendizaje es la evocación86, es decir,
«aprender con la memoria» en vez de hacerlo «de memoria».
En concreto la Dra. Oakley aconseja recordar activamente:
«Recordar activamente significa -aclara- es recuperar una idea en nuestra mente. Rememorar activamente
las ideas claves que estás aprendiendo es muy buena manera de recordarlas (Karpicke y Blunt, 2011; Bird et al.,
2015)». Y añade: «La técnica de recordar activamente consiste sobre todo en ser capaz de extraer las ideas clave de
tu propia mente en vez de tan solo leerlas o releerlas en una página».

84 Por una vez, sin que sirva de precedente la cursiva no es mía.


85 Doctor en filosofía y medicina, profesor de Neurociencia cognitiva en el Instituto de Investigaciones Cerebrales y en el Instituto Semel de la Universidad
de California
86 Denomina recuerdo activo a la evocación.

149
Y una excelente manera de evocar es la denominada Técnica Feyman, de la que se hace eco Barbara Oakley
en su libro aprender a aprender: «Prueba a hacer este ejercicio de recordar activamente cuando estés con algún familiar,
amigo o compañero de clase. Explícale los conceptos más importantes que estés aprendiendo. Tener que enseñar
una nueva idea a otra persona te obligará a verla desde otra perspectiva (...) Te ayudará a fortalecer las conexiones
neuronales de tu mente, por lo que te acordarás mejor de esa idea en las semanas y meses venideros». Y concluye:
«incluso aunque lo que estés estudiando sea complicado, tener que simplificarlo para poder explicárselo a otra
persona puede ayudarte a mejorar tu comprensión».

Aprendiendo a aprender

«Tras cuarenta años de investigación en la escuela, mi mayor conclusión es: lo que cualquier persona puede aprender, lo pueden aprender
todas las demás (excepto en casos de disfunciones externas) si se ofrecen las condiciones adecuadas».

Benjamin Bloom

Transcurridos ya 45 años de profesión docente, más de 100.000 horas de clase87, a más de 45.000 estudiantes
universitarios, doy fe de la afirmación de Benjamin Bloom que encabeza este epígrafe, y que leo en el libro
Aprendiendo a aprender del Dr. Héctor Ruiz Martín. Jamás me he encontrado un alumno incapaz de aprender
matemáticas, estadística o finanzas. Jamás, te lo aseguro estimado lector.
Como cuento en Genial mente: las claves de la inteligencia, el talento y la creatividad, cuando me inicié por allá 1978
en esto de la docencia me apliqué, parafraseándolo para mis adentros, un mantra feminista que rezaba:
«No hay mujeres frígidas, solo hombres incompetentes».
Mi particular adaptación del lema anterior, que debía erigirse en mi personal e intransferible brújula para
orientar mi trabajo, venía a decir: «No hay alumnos tontos, solo profesores incompetentes», me ha resultado
sumamente muy útil.
Si un estudiante no me entiende, a la primera, a la segunda o incluso la tercera, lo atribuyo a una
argumentación por mi parte escasa, desacertada o confusa. Y debo confesar que siempre he encontrado otra manera
de exponérselo que le ha servido. Tal vez, el lema aludido sea autoexigente en demasía, pero responsabilizarse del
aprendizaje de los alumnos es la única forma que conozco de mejorar como docente.
Héctor Ruiz Martín, posee un currículum excepcional. Lo contó muy bien en junio de 2020 en una
entrevista88: «Soy un biólogo que siempre tuvo una gran pasión por la educación. Mientras realizaba un doctorado
en Genética Evolutiva, descubrí que era posible hacer ciencia del aprendizaje y sin dudarlo me metí de lleno, al
tiempo que inicié varios proyectos de desarrollo de materiales educativos. Sin embargo, empecé estudiando el
aprendizaje a nivel neurobiológico. Y aunque realmente resulta fascinante comprender cuáles pueden ser las bases
físicas (biológicas) del aprendizaje, lo cierto es que pronto me di cuenta de que esa aproximación no respondía a
las preguntas que me planteaba como docente, preguntas relevantes para la práctica educativa. Afortunadamente,
en los EEUU tuve la suerte de descubrir otra disciplina científica que abordaba el aprendizaje desde una perspectiva
mucho más adecuada para responder a mis preguntas, y me enamoré de ella: la psicología cognitiva. Se trata de una
rama de la psicología de carácter profundamente empírico que trata de revelar y modelar los procesos mediante los
cuales el cerebro obtiene, manipula, almacena y recupera la información. En concreto, el campo de la psicología
cognitiva de la memoria y el aprendizaje me cautivó, y desde entonces no he dejado de estudiarla y aplicarla para
diseñar métodos y recursos que contribuyan a la mejora de la educación por medio de la transferencia de los
conocimientos científicos sobre cómo aprendemos».
El Dr. Ruiz Martín subtitula su libro ya citado, ¿Cómo aprende el cerebro?, de forma muy emblemática: Una
aproximación científica al aprendizaje y a la enseñanza. Y, en efecto no debe desvincularse el aprendizaje de la instrucción.

87 Oficioso récord Guinness.


88 https://portal.edu.gva.es/cefireambitctm/va/2020/06/15/entrevista-a-hector-r-martin/

150
En mi CV consta que he sido Director Académico de dos Centros de Enseñanza Universitaria en el ámbito
de la Economía y de la Administración y Dirección de Empresas desde 1983 hasta 2016, y que, en la actualidad,
soy el Director Académico de Euncet Business School. Una de mis tareas ha consistido y consiste, a menudo, en
tener que fichar profesores.
Siempre les doy la siguiente consigna: «Por encima de lo que vas a enseñar, y de cómo lo vas a enseñar,
está lo que tus alumnos van a aprender. De nada sirve que expliques muy bien, si el conocimiento adquirido por
ellos es mediocre o nulo».
Valga en este sentido la boutade de un neurocientífico que se jactaba de haber invertido unos meses en
enseñar a hablar a su perro. Cuando finalmente llevó a cabo la esperada demostración pública, el can, por supuesto,
no pronunció ni una sola palabra. «Les he dicho que lo he estado enseñando a hablar -se defendió el bueno del
profesor con un argumento irrefutable-. En ningún caso que el perro lo hubiera aprendido».
Como he comentado más arriba, demasiado a menudo trasladamos la responsabilidad de aprender a
nuestros alumnos. Títulos como el del libro de la Dra. Barbara Oakley, Aprender a aprender, o el del propio del Dr.
Ruiz, no ayudan a centrarnos en la cuestión nuclear para padres, maestros y profesores, que no es otra que si
¿Podemos enseñarles a aprender? Y, en caso afirmativo ¿Cómo?
Me siento muy identificado con Richard Felder cuando afirma que siempre ha querido ayudar a triunfar a
sus alumnos. ¿Acaso hay algo más importante en docencia? Pues bien, el éxito académico es parte fundamental del
citado triunfo, máxime en nuestra sociedad denominada del conocimiento.
Enseñar a aprender debería ser una de las responsabilidades de maestros, profesores, y también en cierta
medida de los padres.
Dedico cada año la primera sesión de las asignaturas que imparto, a recordarles a mis estudiantes como no
se estudia, y como sí deben hacerlo, para aprender a corto y, sobre todo, a largo plazo. Y periódicamente les voy
insistiendo en ello.
Para ver cómo no es eficaz estudiar, permítanme que acuda al libro Aprendiendo a aprender y, en concreto al
anexo titulado Estrategias de aprendizaje poco efectivas:

1ª) Masificar y sobre estudiar: ¡la empollada poco antes del examen, vaya!
2ª) Subrayar: en general no es útil, sobre todo, si se subraya un porcentaje muy elevado del texto a estudiar.
3º) Releer: «Quizá la estrategia más habitual que usan los estudiantes. convencidos de que la clave para aprender
consiste en repetir la codificación».
4º) Copiar (pasar los apuntes a limpio); «Aunque parezca que es una forma de releer más activa, en realidad es
igual de ineficaz para promover el aprendizaje».
Como buen científico, el Dr. Ruiz Martín, en su libro citado, introduce matices a las aseveraciones
anteriores, evitando la enmienda a la totalidad de las mismas, pero proponiendo un método mucho más eficiente,
en la medida que permite aprender más y mejor en menos tiempo de estudio.

Aprender con comprensión

«El maestro debe adoptar el papel de facilitador, no de proveedor de contenido».

Lev Vigotsky

A principios de setiembre de 2021 recibí la grata noticia de que el artículo escrito a cuatro manos con el excelente
maestro Víctor Cerrudo Higelmo, Se puede educar el inconsciente cognitivo lector (continuación de mi paper, Se puede educar
el inconsciente cognitivo matemático) había sido aceptado y saldría a la luz en febrero de 2022 en esa misma revista.
El hecho de que mi teoría sobre que el aprendizaje con comprensión, ya sea matemático o lector, se sitúa
al final del proceso educativo (y no al principio) empezara a calar en la literatura científica, me animó a diseñar un
proyecto de investigación basado en evidencias que aspiraba mostrar como mi Método 5L ® de instrucción/aprendizaje por
evocación espaciada e intercalada es significativamente eficaz para educar el inconsciente cognitivo de los alumnos en
151
aras de alcanzar la expertez, y que me complacería mucho diera lugar, Dios mediante, a mi segunda tesis doctoral,
en este caso en el ámbito de la neuropedagogía.
En 2006 ideé un primitivo Método 5L ® pensado, como ya se ha dicho, para el aprendizaje con comprensión de
materias numéricas.
Tres lustros después, fruto de la experiencia práctica y del estudio, como ha quedado detallado, de una
exhaustiva bibliografía, se ha consolidado el Método 5L ®, que me dispongo a presentar aquí y ahora, y, que insisto,
en los próximos años voy a validar en el aula en base a evidencias, a certificar mediante una segunda tesis doctoral,
y, muy probablemente, divulgar en mi siguiente libro: Enséñale a aprender.
En la citada monumental obra ya citada de Richard Mayer, Aprendizaje e instrucción: Aplicando la ciencia al
aprendizaje se opone, como no podría ser de otra manera, el aprendizaje significativo con el denostado
aprendizaje memorístico. El Dr. Ruiz Martín, aventajado e indisimulado seguidor de Mayer, afirma que: «(El
aprendizaje con comprensión) es muy importante cuando las pruebas evaluativas o las preguntas que se plantean
exploran nuevas situaciones que no hemos estudiado antes, pero que se resuelven a partir de los mismos principios
(...) Por eso es tan importante tratar de entender lo que aprendemos, porque de no hacerlo, nuestros conocimientos
no tendrán la flexibilidad que se nos puede requerir. Es más, los conocimientos dotados de comprensión, bien
conectados y transferibles a nuevas situaciones, actúan de manera eficaz como sustrato para obtener nuevos
conocimientos, lo que proporcionará una ventaja a largo plazo».
Permítaseme hacer hincapié en la frase «como sustrato para obtener nuevos conocimientos». Esta es una
de las ventajas colaterales del Método 5L ®: los alumnos al trabajar, como mostraré enseguida, periódicamente con
el material didáctico (las 5 libretas que dan nombre al Método 5L ®) se presentan a todas las clases habiendo
solidificado los conocimientos previos a las mismas, es decir, habiendo sedimentado los sustratos, y habiéndose
habilitado para obtener nuevos conocimientos.
Sin duda, una de las grandes aspiraciones de maestros y profesores, en cualquier época y país, casi nunca
satisfecha por cierto (al menos, en España), es que los alumnos asistan a clase con todo lo explicado anteriormente
ya estudiado, no solo porque es preferible repasar día a día a la típica empollada final justo antes del examen, sino
porque el sustrato de conocimientos adquirido de esta forma, les permitirá comprender mejor las nuevas
explicaciones.
Hay maestros y profesores, llamémosles idealistas, que proponen incluso que los alumnos acudan a clase
con la lección del día en cuestión ya trabajada (o al menos leída) previamente. En mi ya 46º curso de docencia,
confieso haber tirado la toalla en este extremo. Sin embargo, no permitamos que lo mejor devenga enemigo de lo
bueno.
Mi dilatada experiencia docente, como ha quedado constatado en el párrafo anterior, sí que me ha
permitido comprobar, que cuando los alumnos terminan la clase con un grado de conocimiento incipiente pero
relevante de lo dado ese día, y se les formula una sugerencia clara de estudio: «Antes de 24 horas repite por evocación la
lección de hoy en la L2, y antes de una semana vuélvelo a repetir por evocación en la L3», un porcentaje significativo lo
hacen, máxime si cada 4 semanas, como sucede en mis asignaturas, saben que se les va a evaluar. La motivación se
refuerza mucho si en clase los profesores gestionan la restrictiva memoria de trabajo (MT), lo que facilita la
comprensión de lo dado, y si, una vez en casa, las tareas encomendadas posibilitan la consecución de retos situados
en la Zona Próxima de Aprendizaje (ZPA), inspirada en la Zona de Desarrollo Próximo (ZPD) de Lev Vigotsky89.

89(1896, 1934) Psicólogo y epistemólogo ruso de origen judío, uno de los más destacados teóricos de la psicología del desarrollo, fundador de la psicología
histórico-cultural y claro precursor de la neuropsicología soviética, de la que sería máximo exponente el médico ruso Aleksandr Lúriya. Su obra fue reconocida
y divulgada por los medios académicos del mundo occidental en la década de 1960. Desarrolló el concepto de Zona de Desarrollo Próximo (ZDP) para
explicar cómo potenciar el aprendizaje y desarrollo del alumnado. Este recurso pedagógico a día de hoy, sigue siendo todo un referente para los docentes y
pedagogos. Vygotsky definió la ZPD como la diferencia existente entre el nivel de desarrollo real del niño y el nivel de desarrollo potencial. El desarrollo
potencial dependerá en gran medida de la colaboración de un mentor o guía que le instruya y oriente durante el aprendizaje de nuevas competencias. En el
contexto escolar, ese rol de mentor o guía correspondería al maestro, pero también podría ser un compañero de clase con un nivel de desarrollo cognitivo
superior.
152
Enseñar para facilitar el aprendizaje por comprensión

«Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber».

Albert Einstein

Veamos lo que nos aconseja Richard E. Mayer, basándose en evidencias científicas y no en opiniones, ocurrencias
o ideologías, acerca de cómo instruir para fomentar el aprendizaje activo, en un apartado de título paradigmático,
¿Cómo guiar los procesos cognitivos durante el aprendizaje?
«El aprendizaje significativo -advierte el Dr. Mayer- se produce cuando el alumno realiza tres procesos
cognitivos durante el mismo seleccionar, organizar e integrar90». Y propone las siguientes técnicas didácticas:

1º) Que sirven de guía en el proceso de selección. Establecer los objetivos mediante enunciados de lo que el
alumno debe aprender en la lección; insertar preguntas preliminares antes de cada parte de la lección para que el
alumno las responda; insertar asimismo preguntas posteriores después de cada parte para que de nuevo el
estudiante las conteste; resaltar algunas palabras mediante una ampliación de la fuente, cambio de color, negrita o
subrayado.
2º) Para promover la selección. Antes de la lección establecer los objetivos de aprendizaje: "En esta lección
aprenderéis...; insertar preguntas preliminares del tipo «Supongamos que hacemos esto qué pensáis que
ocurrirá..."; insertar asimismo preguntas posteriores; durante la lección enfatizar conceptos para resaltarlos.
«Si bien es importante guiar la atención del alumno durante el aprendizaje -avisa Mayer-, ello no es más
que el primer paso en la estimulación del aprendizaje significativo». Por ello, también debemos:
3º) Para promover la organización. Emplear esquemas; utilizar títulos o encabezamientos; emplear términos
conectores como primero, segundo, ...; dibujar matrices (o tablas de doble entrada) que sirvan de organizadores
gráficos, u otros tipos de diagramas con idéntica finalidad.
Y 4º) Para guiar el proceso de integración. Antes de la lección se presenta un material conocido que se emplea
como organizador anticipado; y durante la lección se exponen modelos concretos.
No quiero terminar este epígrafe sin recordar la frase de Howard G. Hendricks que lo encabezaba «La
enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón». Y es que, citando,
de nuevo, al gran neurocientífico Francisco Mora, por encima de técnicas y estrategias (por supuesto necesarias),
no debemos olvidar que: «Solo se puede aprender aquello que se ama».
¡Tan simple y tan complejo a la vez!

¿Por qué aprende nuestro cerebro?

«Ninguna especie… posee un propósito más allá de los imperativos creados por la historia genética… La mente humana es un dispositivo
para la supervivencia y la reproducción, y la razón es sólo una de sus diversas técnicas».

Edward Osborne Wilson

Los libros de neurociencia, como el presente, deben ser considerados textos optimistas y esperanzadores. Ideas
como que tu cerebro es mucho más inteligente que tú porque solo eres consciente de un pequeño porcentaje de tu
capacidad de aprender, ya que a menudo olvidas tu invisible memoria implícita; o que no vas a dejar engendrar
neuronas hasta casi el momento de la muerte; o que siempre estás a tiempo de cambiar, mejorar e reinventarte
porque tu sistema nervioso es plástico, son sin duda muy buenas noticias.

90 Una vez más, la cursiva es mía.

153
Te ruego, pues, que me perdones si, después de un montón de páginas positivas, te doy una noticia ingrata:
Tú cerebro no tiene ningún interés en que seas feliz.
A él solo le interesa sobrevivir, en un objetivo doble: como individuo (alimentarse, no enfermar, eludir
peligros) y como especie (reproducirse cuanto más mejor). Si aspira a ser inteligente o bueno o creativo es única y
exclusivamente con esta doble finalidad.
La filosofía, la literatura (ya sea clásica o contemporánea), la física o las matemáticas se la refanfinflan, a
menos que sospeche que le van a ser útiles para mantenerse vivo y aparearse.
Nuestro cerebro solo se esfuerza en recordar y aprender aquello que sabe o intuye le va a resultar esencial
para la supervivencia.
No te extrañe pues que a la salida del colegio tuvieras la impresión de recordar muy poco de lo que te
habían contado. De ahí que las clases magistrales, a menos que sean muy emotivas, les resbalen a nuestros hijos y
alumnos, quienes, a menudo nos interpelen diciendo «¿Y esto a mí pa’ qué me va a servir?»
Todavía recuerdo cuando en primero de bachillerato científico le enseñé a nuestra hija cómo se podía
calcular la masa de la Luna, para la asignatura de física. A Marta le encantó aprender eso, tanto que se fue corriendo
a ver a mamá para decirle:
-Mami he aprendido a calcular la masa de la Luna. No creo que me sirva de nada, pero ¡es guai!
No obstante, más allá de una mínima programación previa que nuestro cerebro posee de nacimiento (por
ejemplo, succionar el pezón de la madre para conseguir leche) ¿cómo averigua nuestro cerebro, aquello que he
denominado más arriba «esencial para nuestra supervivencia»?
En primer lugar, emplea la amígdala para recordar experiencias altamente emotivas, como pueden ser las
que entrañan peligro. La mayoría de nosotros nunca olvidaremos, por ejemplo, qué estábamos haciendo el 11 de
marzo del 2004 a primera hora de la mañana91.
Sin embargo, aprender a freír un huevo, a usar el Word, o a cepillarse los dientes, no suele ser casi nunca
emotivo, aunque a muchos de nosotros estas actividades nos ayudan a sobrevivir.
¿Cómo le hacemos saber a nuestro cerebro qué una determinada actividad o experiencia es esencial para
nosotros, a pesar de que en una primera aproximación no se lo parezca?
A la hora de recordar actividades o experiencias escasamente, o nada, emotivas nuestro cerebro utiliza una
estrategia de archivo muy peculiar y eficaz, como evidenciaron los estudios de Hermann Ebbinghaus, quien es
considerado el gran pionero en el estudio experimental de la memoria humana a finales del siglo XIX y a principios
del XX, sentando las bases de lo que ha llegado a significar esta área para la Psicología Experimental.
En líneas generales nuestro cerebro sospecha que algo es importante para nuestra supervivencia si tropieza
con ello un mínimo de dos veces en el período de 24 horas.
Si es así, por precaución, es decir por instinto de supervivencia, lo archiva en la mente, durante más o
menos una semana, período de tiempo durante el cual el nivel de recuerdo es bastante bueno.
Llegados a este punto, te ruego estimado lector, que rememores tu experiencia de ir al cine con familiares
o amigos. Probablemente al salir de la sala comentasteis la película: todavía la recordabais muy bien, porque no en
vano no habían transcurrido aún 24 horas.
Sin embargo, no reprodujisteis los diálogos de memoria, os limitasteis a evocar las escenas más relevantes
y, quizás, hablasteis de un modo general de las ideas, sentimientos y emociones que os había suscitado.
Al comentar el film que acababais de visionar, le mandasteis sin saberlo, un mensaje a vuestro cerebro:
«esta experiencia es importante para mí. Memorízala.» Y nuestro cerebro en estos casos obedece siempre, cual fiel
servidor, y la recuerda estupendamente bien durante una semana.
Tal vez, ahora estás a punto de objetar que tú recuerdas las películas bastante más allá de una semana. No
lo dudo, pero en ese caso, lo más probable es que lleves a cabo, de nuevo inconscientemente, una actuación
nemotécnica adicional.

91El 11 de marzo de 2004 es el día en que se produjo el atentado en Madrid, con una serie de 10 explosiones simultáneas en tres trenes de cercanías de
RENFE a primera hora de la mañana, con un trágico balance de 192 fallecidos.

154
Ahora bien, antes de revelarte cuál, permíteme que te siga contando el timing descubierto empíricamente
por Ebbinghaus.
¿Qué sucede al cabo de aproximadamente siete días con el recuerdo de aquel «algo», que nuestro cerebro
archivó en la mente durante una semana por si acaso?
Ocurre que, si no lo vuelve a ver en ese plazo, lo desestima y, por decirlo así en términos informáticos, lo
manda a la «papelera virtual» del cerebro, de donde va a resultar muy difícil recuperarlo.
Sin embargo, si durante esa semana vuelve a rememorarlo, nuestro cerebro lo va a mantener en el archivo
mental durante aproximadamente un mes, para desestimarlo o ¡memorizarlo para el resto de nuestros días! En
función de si revisita o no el «algo» de marras en ese lapso de tiempo.
Volvamos ahora al caso de la película. Si te gustó mucho, después de comentarla vívidamente con tus
amigos y/o familiares al salir de la sala cinematográfica, es posible que al día siguiente o pasadas 48 horas, hablaras
del film con tus colegas del trabajo, del gimnasio o de la Universidad, si es que todavía sigues estudiando.
Ya ves, cada vez que le contabas el argumento y las escenas que más te gustaron de la película en cuestión
a alguien, tu cerebro recibía un mensaje de ineludible interpretación y cumplimiento: «estimado cerebrito mío: esta
experiencia es esencial para mí: ¡memorízala, por favor!»
En mi libro, Genial mente, publiqué el siguiente gráfico, basado, insisto, en los estudios empíricos del
psicólogo germano Ebbinghaus, pero también en mi dilatada experiencia docente:

El Método 5L® de instrucción/aprendizaje por evocación espaciada e intercalada

«Enseñar a quien no tiene curiosidad por aprender es sembrar un campo sin ararlo».
Richard Whately

El nombre 5 L viene de que mis alumnos para estudiar y aprender las asignaturas que cursan conmigo deben
imprimirse 5 Libretas, que cada curso publico en su campus virtual, dentro del apartado de «recursos».
La Libreta nº 1 deben imprimirla por una sola cara y encuadernarla en espiral, y son los apuntes con los que
asisten a clase, y donde anotan la resolución de los ejercicios.
Las Libretas nº 2 y nº3, son idénticas entre sí y contienen los mismos ejercicios que la L1 (omitiendo
introducciones teóricas), se imprimen a doble cara, también se encuadernan y son para trabajar en casa.
La «L2» debe estudiarse mediante evocación antes de que transcurran 24 horas de la sesión de clase a la
que se ha asistido.
Aquí «evocación» significa que el alumno, si la sesión (presencial u online) ha sido, por ejemplo, por la
mañana, esa misma tarde debe resolver a lápiz los ejercicios hechos en clase, sin mirar la solución en la Libreta 1

155
(donde se han resuelto previamente). Una vez realizado un ejercicio de memoria en la «L2», el estudiante en cuestión
debe comprobar si lo ha acertado tomando ahora sí la «L1». Si ha acertado ¡perfecto!, si no, debe borrar su solución
y copiar a bolígrafo la correcta...
En este punto, en el estudio por evocación hablamos de quereres, en vez de deberes.
En efecto, el problema de mandar los clásicos deberes, radica en que los alumnos no reciben feedback de la
resolución correcta (caso de que su resultado no coincida con la solución propuesta) hasta que sea corregido en
clase, lo cual convierte la sesión de estudio en algo desalentador e ineficaz. Lo advierte con buen tino el Dr. Ruiz
Martín: «Hay una acción muy importante que debe acompañar a la práctica de la evocación para que esta sea
realmente efectiva: el feedback. Es decir, tras evocar lo aprendido, es crucial comprobar que lo hemos hecho
correctamente»).
A continuación, los alumnos procederán de la misma forma con el siguiente problema, y así sucesivamente
hasta completar todo lo realizado ese día en el aula. También es recomendable encargar quereres que incluyan
ejercicios «nuevos» de la «L1». En este sentido, el autor de Aprendiendo a aprender comenta que: («La evocación»)
resulta mucho mejor si podemos resolver problemas nuevos.»
Dos son los requisitos que, según mi criterio, deben cumplir los citados «problemas nuevos». La primera
es incluir el resultado numérico al que los estudiantes tienen que llegar para que les sirve de guía. La segunda exige
una tarea reflexiva por parte del profesor o de la profesora que, antes de mandar tareas para casa, ha de cerciorarse
que se sitúen en la ZPA. Es decir, deben suponer un reto, pero este reto tiene que ser asequible.
Con todo ello, trataremos de conseguir, Mihály Csíkszentmihályi dixit, una experiencia flujo: «Para alcanzar
un estado de fluir –recuerda este psicólogo experto en la ciencia de la felicidad-, debe conseguirse un estado de
equilibrio entre el desafío de la tarea y la habilidad de quien la realiza. Si la tarea es demasiado fácil o demasiado
difícil, el fluir no podrá presentarse.»
Evaluar la justa dificultad de los ejercicios diferentes a los resueltos en clase para que los resuelvan en casa
los estudiantes no es una tarea docente sencilla, porque mientras quien imparte la asignatura suele ser una persona
experta en la materia, los alumnos no lo son. Al diseñar la «L1» debemos ponernos en la piel de aquellos para ser
capaces de adecuar la complejidad de las tareas a su grado de conocimiento previo, hilando muy fino a la hora de
establecer una ZPA adecuada.
El estudio por evocación de la «L2» puede parecer laborioso, pero mi experiencia personal en el ámbito de
la docencia demuestra que no lo es, ya que nuestro cerebro recuerda muy bien lo que ha aprendido durante las
siguientes 24 horas, en especial si el cuaderno de trabajo «L1» alterna ejercicios que resuelve el profesor en clase
con ejercicios que resuelven por su cuenta los alumnos dentro del aula. Una sesión de dos horas, con este
procedimiento exige de media para ser repasada aproximadamente una hora, de suerte que puede convertir las
tediosas sesiones de estudio tradicional, basadas en leer y releer los apuntes, en una experiencia flujo, donde se
consigue la concentración completa en la actividad, en un estado psicológico óptimo de motivación intrínseca,
donde el aprendiente está inmerso en lo que está haciendo.
Con la «L3» se procede de igual forma, pero antes de que transcurra una semana. En este caso, la
experiencia de aprendizaje es ya espectacular, porque los alumnos suelen resolver bien la mayoría de los ejercicios
a la primera, si se estudia por segunda vez antes de que transcurran siete días, por lo que el tiempo medio empleado
en esta ocasión es de unos treinta minutos por cada sesión de dos horas.
Por su parte la «L4"» es diferente a las tres primeras. Contiene los mismos ejercicios, pero intercalados. Se
implementa antes que transcurran cuatro semanas y sirve para prepararse las pruebas evaluativas que se aconseja
realizar al final de cada período. Una estrategia que me funciona, es ordenar los problemas como si fueran exámenes
tipo.
La intercalación de los ejercicios se sitúa en la línea de lo que aconseja Barbara Oakley: «Es importante que
no solamente practiquemos una técnica o una idea. También reviste importancia que practiquemos para saber en
qué ocasiones tenemos que utilizar cierta técnica o idea (...) Practicar diferentes aspectos y técnicas de cualquier
tema que estés intentando aprender se llama intercalar». Se trata de mezclar problemas de los diferentes temas para
poder apreciar las diferencias que existen entre ellos.

156
En general, los alumnos que hayan preparado bien las «L1», «L2» y «L3» serán capaces de realizarlos en
unos ¡quince minutos!, por cada sesión de dos horas, además de experimentar una sensación flujo, dado que serán
capaces de resolverlos todos (o casi todos) de manera correcta.
Sí, parece un milagro, pero se trata de una realidad que experimento cada año, con un porcentaje
significativo de estudiantes, muchos de los cuales a principio de curso se autocalificaban como negados para los
números.

¿Es posible transferir conocimiento?

«La mente es una máquina para generar reacciones particulares ante situaciones particulares (...) Mejoras en cualquiera de sus funciones
raramente conllevan mejoras equivalentes en sus otras funciones».

Edward Thorndike

¿Y la «L5»?
Según los neurocientíficos esta libreta no sería necesaria, ya que diversos experimentos (y mi práctica anual)
confirman que si nuestro cerebro evoca lo aprendido antes de que transcurran 24 horas («L2»), suele recordarlo
todo muy bien durante 7 días. De modo que, si vuelve a hacerlo antes de que pase 1 semana («L3») se consigue
recordar casi perfectamente, en este caso, durante 1 mes. Y al tener que estudiar cada 28 días para las diferentes
pruebas con la «L4», en teoría el aprendizaje conseguido ya es para siempre.
Sin embargo, dado que también es recomendable hacer un examen final al terminar el curso, la «L5» se
emplea para el repaso definitivo, generando una visión global de la materia y mejorando así muchísimo su
comprensión. De nuevo, los ejercicios de la «L5» se pueden organizar en forma de exámenes tipo «finales».
Existe otro motivo por el que resolver la «L5» por evocación espaciada e intercalada es aconsejable: la dificultad
del cerebro humano de transferir conocimiento de unos contextos a otros, muy recomendable tanto en enseñanza
como en la vida.
Discrepo en este punto, con el admirado Dr. Ruiz Martín, quien se hace eco de las investigaciones llevadas
a cabo por Edward Thorndike92, quien reveló que la transferencia del aprendizaje era harto infrecuente.
Mi hipótesis, que espero comprobar los próximos años con rigor científico, es que aquellos alumnos que
«repitan» las 5 libretas por evocación espaciada e intercalada serán capaces, al menos, de interrelacionar los distintos
temas de la asignatura, captando los patrones subyacentes de la misma.
Y es que mi experiencia como profesor me ha permitido observar que cuantas más veces imparto una
materia más fácil me resulta la transferencia.
En este sentido, suelo pedirles a mis alumnos que miren la libreta la «L1» (encuadernada en espiral) y que
me digan cómo la ven: si plana o circular.
Naturalmente responden que lo primero. Llegados a este punto les animo a repetir la palabra jamón varias
veces hasta que se convierte en monja.
Del mismo modo les hago darse cuenta que la libreta se transformará en circular, cuando sean capaces de
resolver todos y cada uno de sus ejercicios presentes en la «L1», abriéndola al azar por cualquier página.
Y les prometo que, en cuanto sea circular, les resultará igual de fácil que a los docentes relacionar unos temas
con otros, e incluso, como hacemos nosotros, extrapolarlos a otros ámbitos.
Y ahora viene lo mejor: el tiempo medio de resolución de los ejercicios de una sesión de dos horas en este
último repaso en la «L5» ¡no llega a los diez minutos!»
En total por cada clase de 2 horas de duración un aprendiente medio, con el Método 5L ® ,estudia en
cuatro ocasiones por evocación espaciada e intercalada (la estrategia más eficiente), invirtiendo un total de 115

92(1874, 1949,) Psicólogo y pedagogo estadounidense, discípulo de William James en Harvard. Fue uno de los precursores de la psicología educativa y de la
estadística psicológica americanas.

157
minutos93, es decir 5 menos que lo que se tardó para explicárselo en clase, y por mi dilatada experiencia puedo
afirmar que su nota no baja de sobresaliente. Además, el alumno que ha trabajado de esta manera es capaz de
resolver un examen previsto para dos horas ¡en tan solo tres cuartos!
Cualquier otra estrategia de estudio exigirá un número mayor de horas; permitirá practicar mucho menos;
el aprendizaje a corto y, muy en especial, a largo, será peor; el conocimiento adquirido no será transferible; y, en
general, la nota obtenida será inferior.

¿Le funciona a todo el mundo el Método 5L ®?

«Cambiar el tipo de mentalidad de un estudiante no es fácil».


Caro Dweck

Debo admitir que no todos mis alumnos, desgraciadamente, emplean este método de estudio.
He hallado en el libro Aprendiendo a aprender una explicación a esta eventualidad: «Resulta curioso -admite
Héctor Ruiz Martín- que los estudiantes tiendan a confundir la forma en que les gusta estudiar con la que les
proporciona mejores resultados (...) Nos empeñamos en pensar que se pueden conseguir los mismos resultados
con técnicas muy distintas y que cada uno tiene la suya en particular.»
De manera que si no consiguen el éxito académico esperado y/o deseado lo achacan a su falta de capacidad
(lo que representa un disparo en la línea de flotación de su autoestima y deviene muy grave para su motivación). o
lo que es peor (porque no asumir responsabilidades es incompatible con la mejora personal) lo atribuyen a causas
externas. Es un clásico, en este sentido, la expresión «He aprobado tal asignatura y me han suspendido tal otra.»
En todo caso, estoy con Ruiz Martín cuando afirma que «No hay nada más desolador que esforzarse y no
alcanzar los objetivos.»
Y añade: «para mantener la motivación de los estudiantes, lo más oportuno sería apoyarlos para que
consigan superar sus metas, que deben situarse a un nivel asumible sin dejar de representar un reto. Una de las
mejores maneras es ayudarlos a desarrollar estrategias de aprendizaje eficaces.»
Algunos de mis colegas de profesión me critican porque dirijo demasiado el aprendizaje de mis alumnos.
No será quien suscribe estas líneas quien los contradiga, Pero no deja de sorprenderme que esos mismos colegas
se quejan amargamente de que sus estudiantes carecen de motivación para aprender.

93 60 + 30 + 15 + 10 = 115 minutos de estudio, por cada sesión de clase de 120 minutos.

158
CONSEJO Nº 76

Preponles a tus hijos (o a tus alumnos) que aprendan siempre con la memoria.
Para ello deben estudiar diariamente por «evocación espaciada e intercalada»:
1º) Antes que transcurran 24 horas de la sesión-clase en lugar de releer los apuntes, deben tratar de escribir
lo que recuerdan de cada uno de los temas estudiados, escribiéndolo en unos apuntes «nuevos», o
contándoselo a alguien (por ejemplo, a un compañero, que no lo haya entendido, o que le cuesta más
memorizar acaso porque su memoria operativa se encuentra todavía menos desarrollada).
Tu como padre o madre, también puedes interesarte por lo que cada día ha aprendido tu hijo en la
escuela, preguntándoselo.
Es un maravilloso regalo que me hizo mi padre: él me lo preguntaba cada día. «Si a él le interesaba
–pensaba quien suscribe estas líneas- es que debía ser importante.» Recuerdo que me sentía muy
orgulloso mientras se lo contaba por evocación. Se convirtió en un hábito que todavía mantengo: siempre
hablo de lo que estoy aprendiendo, por ejemplo, al leer un libro o un artículo, o al asistir a como oyente a
una conferencia. Y si no tengo a nadie a quien explicárselo, ¡lo escribo en mi blog!
2º) Antes de que transcurra una semana, acostumbra a tus hijos a escribir, de nuevo, lo que recuerdan de
lo visto hace siete días.
3º) Y, lo mismo, antes de que se cumpla un mes, pero esta vez, deben elegir preguntas o ejercicios al azar,
y responderlas o resolverlos, de forma desordenada («intercalada»).

159
SUGESTIÓN POSITIVA

«La costumbre no es más que el producto de la sugestión. La ropa que uno viste, las maneras, e incluso la comida que se ingiere, son todas
resultado de sugestiones».
Swami Sivananda

La sugestión y los recuerdos falsos

«Lo que distingue a una sugestión de otros mtipos de influencia psíquica, como una orden o la transmisión de una noticia o instrucción, es
que en el caso de la sugestión se estimula en la mente de la persona una idea cuyo origen no se examina, sino que se acepta como si hubiera
brotado espontáneamente en esa mente».
Sigmund Freud

Para entender la importancia de cómo les hablamos a nuestros hijos y alumnos, especialmente es interesante traer
a colación la investigación que llevó a cabo la doctora estadounidense Elizabeth Loftus en 1974 junto con el psicólogo
también norteamericano John C. Palmer: mostró a un grupo de 45 estudiantes un breve telefilme del choque entre
dos automóviles y, a continuación, les pidió que realizaran una estimación de la velocidad a la que circulaba el coche
que provocaba el accidente. Sin embargo, dividió a los voluntarios en cinco subgrupos y en la formulación de la
pregunta empleó sendos verbos distintos para describir el suceso: contacted (contactado), hit (golpeado), bumped
(chocado), collided (colisionado) y smashed (estrellado). Todos habían visionado la misma película, pero en función
de la palabra que calificaba la acción la interpretaron de forma distinta. Cuanto más duro era el verbo utilizado mayor
velocidad en millas por hora se le achacaba al causante del choque. Los emblemáticos resultados obtenidos por
Loftus y Palmer se recogen en el siguiente diagrama:

De esta manera, el testimonio de los testigos directos de un hecho puede estar influido por acontecimientos
posteriores a ese hecho, e igualmente según les relatemos su biografía a nuestros hijos, según el lenguaje que
empleemos, interpretarán su manera de ser y establecerán su identidad de una forma o de otra.
La doctora Elizabeth Loftus, en la actualidad es Profesora Distinguida de la Universidad Irving de California,
se licenció con los más altos honores en Matemáticas y Psicología y obtuvo sendos títulos de máster y doctorado
en psicología en la Universidad de Stanford, y ha dedicado las últimas décadas a investigar cómo creamos falsos
recuerdos y de qué manera influyen en nuestro comportamiento. En concreto, ha estudiado cómo la gente llega a
creer y recordar cosas que nunca les han pasado, o cómo creen que las cosas sucedieron de una forma diferente a la
que realmente sucedieron. Ha realizado muchos experimentos diseñados para explorar el proceso mediante el cual
las personas desarrollan memorias distorsionadas o totalmente falsas.
En tal vez su experimento más famoso y controvertido esta doctora y su equipo de la Universidad Irving
de California consiguieron implantar falsos recuerdos en algunas personas y comprobaron que la memoria humana
es muy fácil de engañar.
Los resultados del estudio demuestran que bastan algunas sugestiones para fabricar falsos recuerdos.

160
En concreto, trataron de implantar un recuerdo inverosímil a un grupo de personas que habían visitado
Disney World. Para ello, a su regreso, se les hizo visionar un telefilme en el que un personaje disfrazado de Bugs
Bunny, estrechaba manos y abrazaba niños libidinosamente. Unas semanas después de que se les indujera
deliberadamente la falsa memoria, más de una tercera parte de las personas (un 36%) que participaron en la
investigación recordaron ese momento -imposible porque ni siquiera, y por si fuera poco, el denominado conejo de la
suerte, no es un personaje Disney-. Incluso afirmaron ¡sentir el contacto amoroso de su piel!

CONSEJO Nº 77
Cuida tu lenguaje. Las palabras no son inocuas: se convierten en pensamientos, y estos se acaban
materializando.

Una nueva herramienta educativa

«Lo mejor que puede usted hacer para cambiar el mundo es cambiar sus propias creencias, para hacerlas más positivas, sobre la naturaleza de
la vida, la gente, la realidad... y comenzar a actuar de acuerdo con ello».
Shakti Gawain

Las personas que adoptan falsos recuerdos no son ingenuas ni tienen por qué padecer ningún trastorno mental, ya
que el proceso forma parte de los mecanismos naturales de la memoria humana, que fabrica recuerdos a partir de
la experiencia y, también, a partir de sensaciones vividas como reales. Una de las curiosidades del cerebro humano
es que, precisamente no distingue entre un pensamiento real y uno imaginario, por ello algunas personas llegan a
creerse sus propias mentiras.
Cuanto más se reflexiona en un determinado objetivo ideal, mayor probabilidad de que el pensamiento se
convierta en una ruta para alcanzar la meta deseada. Las personas son aquello que piensan, es decir no tienen
memoria, son memoria.
Puesto que el cerebro no distingue entre recuerdos acaecidos de verdad o inventados, uno puede rescribir
su pasado, modificar su biografía, y su mente se lo creerá. Pero, además, paradójicamente, cuando realidad e
imaginación entran en conflicto, siempre se lleva el gato al agua esta última. Una persona puede así erigirse en
demiurgo de la manera de ser de sus hijos. Tiene la posibilidad, por ejemplo, de instaurar en ellos, la lucidez, la
compasión, la alegría o la autoconfianza.
Sin embargo, la propia Dra. Loftus, en una entrevista concedida el 23 de setiembre de 2013 a El Faro de
Vigo advierte que «Los niños pequeños son más sugestivos que otros niños un poco más mayores y adultos. Si
94

les preguntas en tono sugestivo, te encuentras a un montón de niños que te salen con los cuentos más bizarros... ¡Es
muchísimo más fácil contaminar sus memorias! Así que con ellos hay que ser extra cuidadosos.»
A diario la mente de las personas recibe miles de impactos, sensaciones, impresiones que se introducen en
ella, y poco a poco van moldeando su carácter. Sólo hay que comparar el «yo» actual con el de hace unos cuantos
años. Algunas experiencias van moldeando la personalidad lenta y paulatinamente, otras pueden alterar la manera
de ser de forma casi instantánea: la constatación, por ejemplo, de que una persona en la que confiamos nos ha
estado engañando durante años, puede volvernos desconfiados para el resto de nuestros días.
La educación ya es, por supuesto, una forma organizada y socialmente aceptada de sugestión masiva de la
población infantil. Los hábitos que constituyen un elevado tanto por ciento de la manera de ser de las personas se
configuran de esta forma.
En la adaptación de la Programación Neuro-Caligráfica para la educación de la Inteligencia Emocional de
los niños hemos ideado la Sugestión Pedagógica que añade a las herramientas propias de la pedagogía actual y de la

94 farodevigo.es/sociedad- cultura/2013/09/20/falsas-memorias-recordarlo/881373.html

161
PNC dos excelentes recursos gratuito, yacomentadoss: las canciones y los cuentos infantiles.

La Sugestión Pedagógica

«El Universo es un enorme reflejo de ti en tu conciencia».


Deepack Chopra

A través de la Sugestión Pedagógica se trata simplemente de introducir en el propio pensamiento representaciones


evocadoras de un efecto deseado, y a base de una reiteración estratégica, lo que exige ineludiblemente un período
suficiente de incubación, conseguir que se incorporen a la segunda naturaleza del niño.
Lo inconsciente se va configurando lenta y progresivamente, y deviene automático. Sin embargo, el
subconsciente humano es dinámico, se construye y modifica constantemente, clasifica los impactos que le llegan, y
sobre todo atiende a los impulsos que le son comunicados varias veces, ya sea de forma deliberada o espontánea.
Es por ello que rumiar continuamente sobre la transformación de un aspecto concreto de la propia personalidad,
permite la alteración paulatina del mismo de forma lenta pero inexorable.
La educación de la mente a través de la Sugestión Pedagógica presenta dos grandes limitaciones: por un lado,
como ya en su día predijo Aristóteles, la sugestión gobierna las fuerzas de la sensibilidad y todas las funcione vitales,
mediante ella el organismo puede verse rápidamente modificado, pero por vívida que sea la sugestión, ésta no puede
cambiar la forma de una mano, o de un pie...; por el otro, el cerebro es flexible y rígido simultáneamente, es decir
no goza de una flexibilidad infinita: para llegar a ser un virtuoso del piano, un políglota, o un campeón olímpico
cuanto a más temprana edad se empiece practicando la correspondiente disciplina tanto mejor; de adulto se puede
aprender un idioma distinto del materno, pero difícilmente se alcanzará una pronunciación tan correcta y una fluidez
en el habla como si se empezara a hacerlo justo después del nacimiento.
En este sentido, resulta altamente importante recordar que cada vez que un pensamiento se repite refuerza
las conexiones neuronales que lo han originado, de modo que la próxima vez será más fácil que ese pensamiento
se reproduzca. Se origina de ese modo un círculo vicioso, si el pensamiento es, por ejemplo, una creencia negativa
sobre la propia persona.
Cuando se está adiestrando a los elefantes de corta edad, se los ata a un poste con un cable muy resistente.
Como es obvio, el joven paquidermo al verse impedido de su paseo natural lucha por liberarse de la sujeción, pero
por más que lo intenta no lo consigue. Lo interesante sucede cuando al cabo de unos días, el animal renuncia
ineludiblemente a soltarse. A partir de ese instante, el domador sólo deberá atenazarlo con una simple cuerda para
que el animal sienta que le resulta imposible liberarse. Del mismo modo si una persona refuerza un pensamiento
erróneo se encadenará a él para siempre, aunque las condiciones objetivas que lo provocaron desaparezcan
transcurrido un tiempo. Por el contrario, si alguien quiere trascender su cotidianidad debe aprender a pensar y a
soñar una vida plena. Mediante pensamientos repetidos se hace posible aquello que parecía del todo imposible.

CONSEJO Nº 78

En períodos de 28 días, y a lo largo de un curso académico, cantad durante el día, hasta que el niño se las
sepa de memoria, las nueve canciones que hemos ideado para ir educando paulatinamente las
características personales de los niños de vida plena, y cada noche léele a tu hijo los nueve cuentos que
hemos elegido con idéntica finalidad, también en períodos de cuatro semanas.

162
Las Leyes de la Sugestión Pedagógica

«Tu visión es metáfora de tu estado de conciencia: tu modo de ver expresa tu modo de ser».
Annick Arniaud

Emile Coué (1857-1926), considerado tradicionalmente como uno de los padres de la autosugestión moderna, nació
en la población francesa de Aubé. Fue aprendiz de farmacéutico en Troyes, y posteriormente se trasladó a París
para estudiar química en la Facultad de Farmacia. En 1885 acudió a la academia de hipnotismo de Nancy a escuchar
al doctor Lieabault.
Estableció las leyes de la mente, conocidas hoy en día como las leyes de Coué. En la primera de ellas (la Ley
de la Atención Concentrada) establece que siempre que la atención de una persona se centra en una idea, esa idea tiende
a realizarse a sí misma. Esta ley es la que posibilita la formación de los hábitos, y la sustitución de los mismos. La
segunda ley o Ley del Efecto Contrario postula que cuanto más duramente una persona intenta hacer algo, menos
capacitada está para llevarlo a cabo. Por ello debemos eliminar los mensajes de nuestro autodiálogo que empiezan
con «debería», o “voy a intentar”. Esta ley explica muchas veces la impotencia masculina, cuanto más
conscientemente se desea tener una erección, más difícil se hace conseguirla. La tercera ley de Coué es la del efecto
Dominante. En ella se establece que cualquier sugestión cuya emoción sea poderosa se impondrá a una sugestión más
débil. En general, desgraciadamente, los sentimientos negativos son más fuertes que los positivos y se convierten
en saboteadores de nuestra energía. Así, por ejemplo, el complejo de culpabilidad es más potente que el deseo de
éxito. Si una persona anhela ser empresaria, pero en su fuero interno aparece una sugestión familiar del tipo encuentra
un empleo seguro para toda la vida, nunca se decidirá por abandonar su trabajo actual por cuenta ajena para establecer su
propio negocio.
En 1901 Coué empezó a llevar a cabo estudios clínicos en los que utilizaba el hipnotismo, aunque esta técnica
no le acabó de convencer del todo como método de sugestión deliberada, porque después de diversos años de
experiencia, se percató que como máximo un 10% de sus pacientes llegaban a un estado completo de hipnosis, y,
en consecuencia, eran escasas las personas que se beneficiaban de un estado de sugestibilidad óptimo. Fue dejando
de practicar paulatinamente el hipnotismo en beneficio de la autosugestión consciente.
Con su método de autosugestión consciente, de 1910 a 1914, llegó a tratar con gran éxito, quince mil
pacientes anuales a los que curaba, o al menos aliviaba, incluso de enfermedades orgánicas desde la diabetes a la
tuberculosis.

Las 7 reglas de la Sugestión Pedagógica

«No vemos las cosas como son, las vemos como somos».
Anais Nin
Regla I:

Los guiones deben ser positivos.

La experiencia de muchos años demuestra que la manera de dar órdenes al inconscientes a través de expresiones
positivas y claras. Es bien sabido que, si se le pide a una persona que no piense en un «elefante rosa», la imagen mental
que configurará su cerebro será precisamente un elefante rosa, con lo cual se estará impregnando el subconsciente
de una sugestión no deseada.

Guion inadecuado

No voy a comerme las uñas nunca más.

163
Guion adecuado

Tengo costumbres sanas.

Regla II:

Debemos usar el tiempo presente.

El único tiempo verbal que debe usarse es el presente. El pasado ya es historia, el futuro un misterio. Repetir
afirmaciones es elegir deliberadamente aquellos pensamientos, aquella identidad, que nos permitirá crear un mañana
más próspero en todos los sentidos. Las afirmaciones trascienden el hoy para concentrarse en la creación de un
futuro con frases que se están usando en el ahora.

Guion inadecuado

De ahora en adelante haré dieta.

Guion adecuado

Sólo ingiero alimentos sanos.

Regla III:

Debemos ser específicos.

Ganaremos en efectividad cuando el guion autosugestivo lo más detallado como posible.

Guion inadecuado

Estoy organizando mi tiempo.

Guion adecuado

Reservo un tiempo de aislamiento para dedicarme a lo importante. Después despacho con mi equipo. Gestiono la
agenda por prioridades.

Regla IV:

Es preferible hablar de acciones que dehabilidades.

Guion inadecuado

Hablo bien en público.

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Guion adecuado

Me comunico con los demás tanto en público como en privado con aplomo y claridad.

Regla V:

No debemos expresar voluntad.

Deben evitarse frases que empiecen con fórmulas que denoten voluntad, es decir, jamás deberemos iniciar la retahíla
autosugestiva diciendo yo quiero..., o debería… o tendría que... porque se ha constatado empíricamente que incitan a
activar la mente, lo que, como ya ha quedado referido, resulta contraproducente, y porque además cuando nos decimos
a nosotros mismos frases del tipo «debería comer más sano”, «Tendría que hacer deporte más a menudo»...estamos
exponiéndonos a emociones negativas. En este sentido David D. Burns en su obra ya citada, Adiós, ansiedad (2012),
indica: «Las afirmaciones del tipo “debería” dirigidas a sí mismo provocan sentimientos de depresión, ansiedad,
inferioridad, culpa y vergüenza”.

Guion inadecuado

Debo tener éxito en todas las metas que me proponga.

Guion adecuado

Voy a alcanzar el éxito en las metas que me proponga.

Regla VI

Debemos ser reiterativos.

Es recomendable al ir repitiendo maquinalmente la fórmula que se desea insertar en la mente agregar la evocación
alucinatoria de lo que se anhela obtener. Así, una persona que tiene miedo, por ejemplo, ante una próxima
negociación, o entrevista, deberá verse a sí misma en la reunión actuando con toda tranquilidad, y llena de
autoconfianza.

Regla VII:

Timing de las sesiones sugestivas.

Otra cuestión que se ha analizado con detenimiento es la duración de una sesión de autosugestión, y si sólo debe
llevarse a cabo justo antes de dormirse, o si por el contrario resulta más efectivo realizarla varias veces cada día.
Aunque en este aspecto cada psicoterapeuta tiene su criterio, parece recomendable someterse a un mínimo de dos
sesiones diarias de por lo menos diez minutos de duración cada una, teniendo muy presente que la clave de la
autosugestión es la regularidad y la repetición. En cualquier caso, la autosugestión nocturna es siempre la más
importante porque durante el sueño, el inconsciente va elaborando la idea que se le ha instaurado.

165
CONSEJO Nº 79
Si deseas idear instrucciones positivas personales e intransferibles para educar a tu hijo, no olvides las 7
reglas de los guiones sugestivos:

Regla I: Deben ser positivos.


Regla II: Deben escribirse usando el tiempo presente.
Regla III: Deben ser específicos.
Regla IV: Es preferible hablar de acciones que de habilidades. Regla V: No deben expresar voluntad.
Regla VI: Deben ser reiterativos.
Regla VII: El timing de las sesiones sugestivas debe ser de, al menos, dos veces por día, una por la mañana
y otra, justo antes de dormirse.

La Programación Neuro-Caligráfica y la Sugestión Pedagógica

«Esta es la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer
que se había generado un acto de autosugestión».

George Orwell

Con mi experiencia, además, he descubierto que facilita la constancia en la práctica de la autosugestión la


obligatoriedad de escribir a mano las afirmaciones establecidas por el coach, más que limitarse a recitarlas. En este
caso cuanto más corta sea la frase mejor.
Finalmente debo advertir que como indica Martín Seligman en su libro Aprenda optimismo (1990), la
influencia de la autosugestión, o de lo que se ha venido denominando el poder del pensamiento positivo para algunas
personas educadas en el escepticismo es ineficaz. Estas personas son incapaces de repetir con fe frases
incontrovertibles del tipo «todos los días, en todos los sentidos,me siento cada vez mejor», de modo que les resulta
muy difícil establecer pautas explicativas optimistas sinceras.
Seligman acierta en la diagnosis, y en la prognosis, y sin embargo la probada terapia cognitiva, que el
psicólogo americano tanto pondera, resulta a mi entender menos eficiente que la PNC, que sin despreciar la
estrategia de bombardear el inconsciente con declaraciones afirmativas, añade estrategias grafotransformadoras,
que representan un atajo considerable en la educación cerebral para alcanzar la vida plena, y que además no son
sólo útiles para erradicar el pesimismo, sino también para desarrollar, la extraversión, la empatía, la perseverancia,
la integridad personal, etc.
Y, como hemos visto, en la adaptación de la PNC para adultos (Método Kimmon ®) a la educación la
inteligencia Emocional de los niños en la Escuela, aprovechando los recursos que ya se emplean en la enseñanza
de la lectoescritura, hemos añadido a la Caligrafía, Cuentos y Canciones, en el denominado, como no podría ser de
otra manera, Método 3C ®.

CONSEJO Nº 80

Solicítame gratuitamente «La plantilla del optimismo moderado» e imprímela para escribir en ella e ir
interiorizando las instrucciones positivas, que puedes encontrar, por ejemplo, en Buenos días y buena
letra, en aras de ir educando el inconsciente para aumentar la probabilidad que genere ocurrencias
inteligentes y valiosas, experimente sentimientos bondadosos, y provoque emociones positivas que
faciliten sentirse feliz.

166
ATENCIÓN POSITIVA

«Cuando uno está inspirado por una gran finalidad, un proyecto extraordinario, todos los pensamientos se liberan, la mente trasciende las
limitaciones, la conciencia se expande en todas direcciones y uno se encuentra en un mundo nuevo, grandioso y maravilloso. Se avivan las
energías, facultades ytalentos, latentes y se descubre que se es una persona muy superior a la que jamás se ha soñado ser».
Pañjali

Te voy a llamar la atención

«En la vida, las cosas en las que fijamos nuestra atención crecen».
John Gray

Cuenta la leyenda que, transcurridos tres años de ardua y exclusiva dedicación al estudio, un monje novicio se
presentó ante su maestro. Cruzó el umbral de la sala, convencido de poseer conocimientos excelentes de metafísica
budista, y de estar perfectamente preparado para responder a cualquiera de las profundas preguntas, que le podían
ser formuladas durante la prueba.

-Sólo te formularé una cuestión- le espetó con voz serena el maestro.


-Estoy preparado, maestro- anunció con orgullo el monje novicio.
-Cuando has cruzado el umbral de la puerta, ¿dónde estaban las flores, a la izquierda o a la derecha de la sombrilla?

Sin pronunciar palabra el novicio se retiró completamente avergonzado, a estudiar durante tres años más...
Estimado lector, te propongo el siguiente juego de atención: imagínate un autobús con 50 pasajeros a bordo.
En la primera parada, bajan 10 y suben 5. En la siguiente suben 7 y bajan 8. En la siguiente suben 9 y bajan 6. En la
siguiente suben 3 y bajan 8. Y en la última suben 11 y bajan 5.
Responde rápidamente y sin consultar el párrafo anterior: ¿Cuántas paradas ha hecho el autobús?
Observa que, aunque haya estado muy concentrado mientras leías el enigma, es posible que no hayas
podido responder a la cuestión formulada, porque lo normal es que hayas atendido a la parte calculística del problema,
presuponiendo que la pregunta sería, por ejemplo, ¿cuántos pasajeros quedarían en el autobús en la última parada?
Repitamos el juego, rogándote todavía una mayor concentración: imagínate que conduces un autobús esta
vez con 30 pasajeros a bordo. En la primera parada, bajan 5 y suben 7. En la siguiente suben 3 y bajan 2 En la
siguiente suben 6 y bajan 9. En la siguiente suben 2 y bajan 4. En la siguiente bajan 3 y suben 5. Y en la última
suben 10 y bajan 8.
Responde rápidamente y sin consultar el párrafo anterior: ¿cuál es el nombre del conductor?
Quizás ahora pienses que te faltan datos. Pero no es así: dispones de todos los datos. De hecho, eres la única
persona del mundo que en este momento puede saber exactamente el nombre del conductor. Ni siquiera yo, que he
escrito el enigma, lo sé. Relee el enunciado del juego, y te percatarás de que sólo tú, querido lector, conoces la
respuesta correcta, porque el conductor eres tú mismo.

167
Dime a lo que atiendes y te diré CÓMO eres

«El escritor ve lectores,


el diputado, carnaza;
el mosén pecadores,
y yo veo a esa muchacha del metro.
Los carteristas ven primos, Los banqueros ven morosos, El casero ve inquilinos
Y la pasma sospechosos en el metro.
El general ve soldados; Juanetes, el pedicuro; Lacomadrona,pasado; El enterrador futuro.
El revisor ve billetes;

El sacamuelas ve dientes, El carnicero, filetes;


Y la ramera, clientes En el metro.
Los avaros ven mendigos, Los mendigos ven avaros; Los caballeros, señoras; Las señoras, tiposraros
En el metro.

El autor ve personajes, El zapatero ve pies;


Elsombrero,cabezas; El peluquero, tupés.
Los médicos ven enfermos, Los camareros, cafés;
Yo sólo la veo a ella: La bella,
La bella que no me ve».

Joan Manuel Serrat

La atención es el centinela de la información, el cancerbero que gestiona celosa y diligentemente la puerta de entrada
a nuestro cerebro. Decide qué estímulos son relevantes y cuáles no. Aquello a lo que atendemos es más probable que
sea recordado a largo plazo.
La atención empieza por controlar nuestro conocimiento y acaba por determinar nuestra realidad, porque no
existe una realidad objetiva. Si mientras mantienes una relación de pareja estable, te enamoras involuntariamente de
otra persona, tu percepción sobre el hombre o la mujer que amabas y sobre vuestra convivencia se alterará. Bajo la
luz brillante del flechazo verás defectos donde antes veías peculiaridades, encontrarás dificultades en el trato de las
que anteriormente no te percatabas.
No vemos el mundo como es sino como somos.
Si te gusta el fútbol, tienes una edad y eres del Real Madrid es posible que recuerdes cómo cambió tu
consideración del otrora jugador blanco, Luis Enrique, cuando fichó por el Barça, el eterno rival. Y si eres del Barça,
probablemente te sucederá algo parecido con Figo. Una misma persona la vemos de distinta manera si cambia
nuestra percepción sobre ella.
Gracias a tus sentidos, especialmente la vista, el oído y el olfato crees erróneamente que atiendes a todo,
pero como hemos constatdo en los ejercicios anteriores no es así en absoluto.
Nuestra atención es un recurso escaso y al igual que hacemos (o deberíamos hacer) con nuestro dinero, tenemos
que gestionarla para que nos proporcione el mayor rédito.
El niño que es capaz de interesarse por las explicaciones del maestro o del profesor aprende con mayor
facilidad, mientras que el que queda fascinado por el vuelo de una mosca, o termina siendo biólogo, o le espera un
futuro académico mediocre.
Enseñarles a nuestros hijos a dirigir su atención hacia cosas de interés o de valor es, una vez más, un reto
ineludible de padres, maestros y profesores.

168
CONSEJO Nº 81
Fíjate en la televisión que ve en casa, en los libros que dejamos en la mesilla de noche para leer antes de
dormirnos, en el medio de comunicación del que obtenemos información, en las páginas que buscamos
en Internet, en la música que escuchamos en casa o en el coche, en los viajes familiares, en los museos y
espectáculos a los que acudimos juntos... Plantéate cómo estás contribuyendo a la educación de la
atención de tu hijo.

Atención ascendente

«No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor».

Alejandro Dumas

Del mismo modo que hemos visto como Kahneman proponía que en cada ser humano hay dos mentes, una que
va de abajo arriba (Sistema 1) y otra que va de arriba abajo (Sistema 2), también tenemos dos mecanismos de
atención.
Respectivamente, el primer mecanismo es involuntario. Nos predispone ineludiblemente a fijarnos en lo
nuevo, lo fuerte o lo peligroso. Si mientras estás leyendo estas páginas suena un trueno, es muy probable que te
distraigas de la lectura de este libro y que tu pensamiento viaje tal vez para recordar si en casa hay alguna ventana
abierta, si te has olvidado o no el paraguas, o si tus hijos estarán a cubierto o la tormenta les pillará en la calle.
Los seres humanos hemos desarrollado esta atención involuntaria tras centenares de miles de años de
evolución. Y es la responsable de que hayamos sobrevivido a los peligros de la selva. Somos los herederos de aquellos
homínidos dotados de una amígdala con grandes reflejos.
Recordemos que la amígdala es una estructura subcortical de nuestro cerebro en forma de almendra, que se
halla ubicada en la parte interior del lóbulo temporal medial, muy cerca del hipocampo, hipotálamo y la corteza
orbitofrontal, con quienes constituye nuestro sistema límbico o emocional. Y se erige en el gran cancerbero de nuestra
vida. Respondemos alarmados ante una serpiente instantes antes de verla conscientemente, gracias a nuestra amígdala
ancestralmente adiestrada. Pero también por su culpa sentimos ansiedad sin saber por qué ante peligros, que imaginamos,
pero que no se han llegado a producir, y que tal vez no sucederán jamás. Y es que como reconoció el escritor
estadounidense Mark Twain: «He tenido un montón de preocupaciones en mi vida, la mayoría de las cuales nunca
ocurrieron.»

Atención descendente

«Siempre busca la respuesta en tu interior. No te dejes influir por quienes te rodean, ni por sus pensamientos ni sus palabras».

Hielen Caddy

Durante los primeros meses de vida gozamos únicamente de la atención involuntaria. Los bebés giran, por ejemplo,
ineludiblemente la cabeza hacia las cosas que suenan.
Transcurridos unos meses el bebé deberá ir aprendiendo paulatinamente a inhibir ese impulso ineludible de
dirigir su mirada hacia aquello que reclama su atención involuntariamente para empezar a atender a aquello que le van
indicando sus cuidadores. Y en ello juega un papel fundamental la curiosidad innata del ser humano.
Pasado un tiempo desde su nacimiento, el bebé comienza a interesarse también por lo que mira su mamá, y
169
dirige la vista hacia eso. Posteriormente observará aquello que le señalen, por ejemplo, apuntando con el dedo
índice.
La atención involuntaria se dirige a aquello que le interesa al bebé, pero esta atención se va tornando
voluntaria, a medida que se dirige a aquello que le enseñen que debe interesarle.
Mediante este segundo tipo de atención, que no es automática sino aprendida, el niño puede prestar atención
a lo que desea, a lo que constituye su proyecto de vida. Si quiere ser médico o enfermero, en las clases de biología
se fijará en los conceptos relacionados con los microbios, las bacterias y los virus que atentan contra la salud, pero
acaso le costará atender a la clase de matemáticas. Sin embargo, en su calidad de alumno cuya meta a medio plazo
es entrar en la Universidad, puede «poner» su atención también en las citadas matemáticas, para conseguir aprobar
la asignatura y obtener una buena calificación en esta materia en las Pruebas de Acceso, que le permita superar la
eventual nota de corte de su Facultad elegida.
Mientras que la atención involuntaria no exige ningún esfuerzo, la voluntaria es costosa y debe educarse y
entrenarse. He aquí, de nuevo, una gran responsabilidad de padres y profesores.
Recuerda la viñeta humorística en la que se veía sentada en el banco de un parque, a una madre con un
libro en la mano que le comentaba a otra que a su hija le gustaba mucho leer, a lo que la otra (que sujetaba y manipulaba
un móvil), le respondía con cara de preocupación: «Pues yo con el mío ya no sé qué hacer para conseguir que se sienta
atraído por la lectura».
Nuestros hijos no solo heredan nuestros genes, sino muy a menudo «nuestra mirada», a través de ella, sin
que seamos conscientes de ello, dirigimos sus gustos, intereses y valores.

CONSEJO Nº 82

Tu hijo aprenderá a estar atento a aquello sobre lo que tú muestres interés. Plantéate cómo te gustaría
que sea tu hijo de mayor, y preocúpate de dirigir tu mirada hacia todo lo que se relacione con eso.

Atención: se educa

«La capacidad de recuperar voluntariamente la atención dispersa, una y otra vez, es la raíz del juicio, del carácter y de la voluntad. Si hubiera
una educación que mejorara esta capacidad, sería la educación por excelencia. Sin embargo, resulta más fácil definir este ideal que dar
instrucciones prácticas para alcanzarla».

William james

Hace algunos años acudí un sábado de meteorología sorprendentemente infernal para la climatología habitual de la
ciudad de Barcelona, a una conferencia titulada El Éxito no llega por casualidad (Urano, 2017) que dictaba el famoso
Dr. Lair Ribeiro, médico cardiólogo brasileño con más de 15 best seller a sus espaldas entre sus libros de autoayuda,
inteligencia aplicada y sistemas de comunicación. En la parte final del acto, que se había abierto a las preguntas del
público asistente (unas doscientas cincuenta personas que habíamos desafiado, la nieve matinal, y un viento casi
huracanado y muy frío), una mujer de mediana edad preguntó cómo podía educar a sus hijos para que amaran el
conocimiento. El Dr. Ribeiro, le contestó con un interesante ejercicio y una entrañable anécdota, que oso reproducir
de memoria y con la mayor fidelidad de la que soy capaz:

-Les ruego- nos solicitó a los asistentes dirigiéndonos una mirada circular- que se fijen con suma atención en todos
los objetos de color azul que haya en la sala.
Permaneció en silencio durante unos instantes para darnos tiempo a otear la sala de convenciones, buscando
todo aquello que fuera de color azul. Cuando tuvo la certeza de que todos habíamos finalizado el recuento, nos
pidió que cerrásemos los ojos, y nos espetó:
170
-Les pido que piensen en todas las cosas que haya en la sala de color verde.

Los asistentes estallamos en una carcajada unánime: era evidente que nos había tomado el pelo. Sonriente, el prolífico
autor brasileño, se apresuró a sacar conclusiones del ejercicio.

-No han podido recordar nada, ¿verdad? Sólo han sido capaces de rememorar aquello en que yo les había hecho
fijar la atención. Pues bien, respondiendoa la pregunta de la señora, les contaré lo que hice cuando mis hijos eran
pequeños, para que amasen la escuela: cada noche, durante la cena, les preguntaba qué era lo que más les había
gustado de las clases de aqueldía. Las primeras veces, no supieron qué contestar, pero al cabo de una semana, sin
darse cuenta, en el colegio empezaron a estar pendientes de lo que más les satisfacía de la jornada escolar, para poderme
responder en el momento en que yo les interpelara. De este modo tan simple, conseguí que se concentraran en los
aspectos positivos que sin duda existen en el aprendizaje, y obviaran los negativos, porque si uno tiene que fijarse
en el color azul, le resulta difícil prestar atención al color verde.

Saber a cada instante dirigir la atención hacia los objetivos correctos y luego permanecer concentrados en dichos
objetivos hasta conseguir alcanzarlos, es una de las características que mejor definen a las personas de vida plena
porque como decía muy acertadamente Goethe «lo que amamos nos da forma.»

Educar hijos atentos

«La atención es una facultad esencial de la inteligencia».

José Antonio Marina

Los animales únicamente disponen de atención involuntaria. En cambio, las personas prestamos atención a las
cosas, de manera que la atención se erige en un don de nuestra especie, y supone un factor clave del éxito académico:
le permite al niño concentrase en lo que explica el profesor en clase; hacer los deberes sin distraerse; y absorber
nuevas informaciones.
Las personas que tienen esta habilidad pueden permanecer concentrados en una actividad determinada, lo
que les permite profundizar en su comprensión y sumergirse en el verdadero aprendizaje. Sin atención es difícil que
alguien pueda reflexionar, emitir un buen juicio, o tomar decisiones atinadas.
Siempre que el pensamiento de una persona se recrea en algo positivo, esa persona progresa. Todo aquello
en lo que alguien se concentra tiende a aumentar. Si se concentra en sus defectos se incrementarán de forma
directamente proporcional al tiempo que se dedique a pensar en ellos. Cuanto más se piensa en una cosa, más
probabilidades tiene de llegar a formar parte de la propia realidad. Es imposible mantener ideas de un determinado
tipo y obtener resultados de otro tipo. Una persona se acaba convirtiendo en aquello en que más medita. Por eso
las Sugestión Pedagógica, de la que ya hemos hablado en el capítulo anterior, focalizan la mente en conceptos que
la conducen a desarrollar una psicología positiva.
Richard Davidson es un excelente científico, profesor de psicología y psiquiatría en la Universidad de
Winsconsin, egregio ideólogo de la Neurociencia Contemplativa, fundador y presidente del Center for Healthy Minds, y
autor, entre otros grandes libros, de El perfil emocional del cerebro: claves para modificar nuestras actitudes y reacciones (Destino,
2012). En una entrevista concedida el 18 de febrero de 2018 a la educadora Claudia Madrazo95, advierte
que: «Normalmente no pensamos en la atención como un factor del bienestar pero, parafraseando un estudio
reciente, una mente que divaga es una mente infeliz. Existen evidencias que sugieren que las personas que tienen un

95 http://claudiamadrazoblog.com/2015/12/conversando-con-richard-davidson/

171
estilo de atención más distraído y se dispersan por una u otra cosa, sin poder enfocar su atención, reportan ser
menos felices y muestran niveles más bajos de bienestar.»
Davidson ha descubierto que cuando estamos muy concentrados, los circuitos cerebrales de la corteza
prefrontal se sincronizan con el objeto de la emisión de conciencia, y más robustas resultan las conexiones
neuronales, y ha concluido que la atención concentrada mejora el aprendizaje.
Dado que la atención de tu hijo determina lo que acabará fijándose en su inconsciente, resulta muy
importante entrenar, por un lado, su capacidad de concentración, y por otro saber dirigirla hacia aquellas cosas que
pueden ayudarles a alcanzar sus objetivos.
La cantidad y la forma en que una persona aprende depende tanto de lo que ella misma cree, como de
determinadas habilidades que ha conseguido dominar.

Atención e inteligencia ejecutiva

«Las funciones ejecutivas son: activación, dirección de la atención, gestión de la motivación y de la emoción, control de la impulsividad,
elección de metas, inicio y organización de la acción, mantenimiento del esfuerzo, flexibilidad, gestión de la memoria y metacognición».

José Antonio Marina

En Encuentra tu persona vitamina (Espasa, 2021), la Dra. Marián Rojas Marcos se pregunta qué le sucede al cerebro
infantil cuando se enfrenta continuamente a las «pantallas». Y responde que los móviles, las tablet y los portátiles
han secuestrado nuestra atención. y, lo que es peor, nos han acostumbrado a la satisfacción instantánea, lo que se
da de bruces con el componente fundamental de la Inteligencia Ejecutiva y, en consecuencia, del éxito vital, según
mostró Walter Mishel en su famoso experimento de la golosina, ya citado: la capacidad de posponer la recompensa.
La Dra. Rojas hace referencia explícita a la corteza prefrontal, sede, por cierto, de la Inteligencia Ejecutiva,
es decir, de la capacidad humana de atender, entender, resolver problemas y controlar, o incluso inhibir, los
impulsos. Se hace eco de que al nacer la corteza prefrontal en los seres humanos está por hacer y que va madurando
con los años hasta que aproximadamente desarrollamos las denominadas, con sabio acierto ancestral, muelas del
juicio.
Uno de los objetivos, a veces olvidado por padres y maestros, es educar la atención de nuestros alumhijos,
ya que aquello en lo que se focaliza nuestro cerebro es aquello en lo que progresamos. Si nos fijamos en cosas de
valor nos convertiremos en personas valiosas, pero por el mismo precio podemos envilecernos.
Las pantallas activan de forma artificial la corteza prefrontal de los niños y de los adolescentes, a partir de
la luz, el sonido y el movimiento, y dirigen su atención sobre aquello que a la Industria de la Atención le conviene,
y no sobre lo que les conviene a nuestros hijos, lo cual impide que su corteza prefrontal se desarrolle de forma
adecuada, comprometiendo muy mucho la educación de la Inteligencia Ejecutiva de los jóvenes.
Pues bien, debemos tener muy en cuenta que, como afirma José Antonio Marina: «El fracaso de la
inteligencia ejecutiva está presente en los grandes problemas que preocupan a la sociedad, como el consumo de
drogas, la pasividad o la agresividad no controlada, de ahí la importancia de educarla.»
De manera que, de esos lodos vienen estos fangos. Cuando criticamos a nuestros jóvenes, en realidad lo
que estamos poniendo en tela de juicio es el Sistema Educativo actual en su conjunto.
La pregunta del millón es ¿qué estamos dispuestos a hacer para remediarlo?,

172
Atención y Programación Neuro-Caligráfica

«Inteligencia más carácter, esa es la meta de la verdadera educación».

Martin Luther King Jr.

Una de las razones por las que muchos individuos no consiguen lo que desean estriba en que no son capaces de
dirigir el foco de su atención hacia aquello que anhelan.
Desgraciadamente, como sostiene con acierto la psicóloga Susan Jeffers en su excelente libro, Aunque tenga
miedo, hágalo igual (Editorial Swing, 2007), «nos han enseñado a pensar que lo negativo es realista, y que lo positivo
no lo es.»
Por el contrario, la gente de vida plena permanece concentrada la mayor parte del tiempo en lo que
realmente les importa.
Desarrollar la atención positiva, permite a la persona interesada, desarrollar una capacidad extra de
focalización, muy necesaria para alcanzar una vida plena.
Como hemos visto, gran parte de la información que nos llega a través de los sentidos nos pasa inadvertida.
Hacemos gran cantidad de cosas de forma automática, sin prestar atención. Inconscientemente seleccionamos las
señales que nos parecen relevantes entre los centenares de miles de bits de información que nos bombardean a
diario, porque tenemos una mente limitada, que sólo puede considerar un número muy escaso de pensamientos a
la vez.
Aquellos que controlan su conciencia tienen la habilidad de centrar su atención a voluntad, se concentran
tanto como les resulte necesario en el objetivo que hayan elegido, y evitan sin dificultad las distracciones.
Si observamos a un equilibrista nos percatamos enseguida que mantiene los ojos fijos en su objetivo
principal, sin mirar ni una sola vez el cable por el que anda.
La gente que triunfa no baja jamás la vista para comprobar cómo está el suelo antes de dar el siguiente
paso; se limita a otear continuamente el horizonte para hallar el camino adecuado.
El marido de una mujer que acaba de anunciarle que esperan un hijo, cuando sale a la calle empieza a
tropezarse con una gran cantidad de embarazadas. La chica que acaba de adquirir un nuevo modelo de coche casi
exclusivo, el mismo día que estrena su automóvil descubre en la ciudad varios vehículos idénticos al suyo, cuando
hasta ese día no había visto ninguno.
A través de redacciones semanales, la PNC va reeducando la atención de personas adultas hacia una
atención positiva. Pero esta técnica puede emplearse igual a través de interpelaciones a los niños, pidiéndoles que
nos hablen de determinados temas estratégicamente elegidos, tal como vimos llevaba a cabo Lair Ribeiro
preguntándoles reiteradamente cada noche «¿Qué es lo mejor que ha sucedido hoy en la escuela?». Con ello lo que se
consigue es que su inconsciente esté pendiente de lo bueno que les sucede, en el colegio, para evitar que su amígdala
les dirija involuntariamente la atención hacia lo malo, peligroso o amenazante.
Sin embargo, en su libro altamente recomendable, Praxis de la Psicología Positiva: ejercicios, experimentos y rituales
(CSS, 2005), Klaus W. Vopel, previene que las citadas interpelaciones se realicen solo una vez a la semana y
preferiblemente en un día prefijado, por ejemplo, los sábados o los domingos. Además, aproximadamente cada mes
debe cambiarse de pregunta.

173
CONSEJO Nº 83

Este programa, muy sencillo de aplicar, para educar la atención positiva, se llevará a cabo durante cada
curso, en nueve períodos de cuatro semanas:
1º) Para desarrollar el autoconcepto de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4
semanas sobre: «Dime, por lo menos, un acto realizado en el pasado del que te sientas Orgulloso.»
Es importante que el niño, gracias a las preguntas que le vamos formulando, relate lo qué hizo,
cuándo fue, cómo se sintió al hacerlo, qué le resultó satisfactorio, en qué medida su actuación tuvo un
efecto positivo sobre los demás...
2º) Para desarrollar el optimismo de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4 semanas
sobre: «Dime, por lo menos, algo bueno que esperas que suceda la próxima semana.»
Es importante que el niño, gracias a las preguntas que le vamos formulando, cuente qué piensas
hacer para que suceda cuándo espera que suceda, cómo se sentirá cuando ocurra, ...
3º) Para desarrollar la perseverancia de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4
semanas sobre: «Dime, por lo menos, un acto realizado durante la semana pasada del que te sientas
orgulloso.»
Es importante que el niño relate, gracias a las preguntas que le vamos formulando, lo que hizo, qué
día o días de la semana lo llevó a cabo, cómo se sintió al hacerlo, qué le resultó satisfactorio, en qué
medida su actuación tuvo un efecto positivo sobre los demás...
4º) Para desarrollar la autogestión emocional de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado
durante 4 semanas sobre: «Dime, por lo menos, un acto realizado durante la semana pasada en la que
hayas gestionado adecuadamente tus emociones.»
Es importante que el niño relate, gracias a las preguntas que le vamos formulando, qué sucedió,
qué emociones negativas le causó (ira, tristeza, frustración, etc.), cómo se calmó, qué sucedió después, ...
5º) Para desarrollar la extraversión de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4
semanas sobre: «Dime con qué niños has hablado o jugado durante la semana.»
Es importante que el niño cuente, gracias a las preguntas que le vamos formulando, los aspectos
positivos de ese amigo (uno distinto cada semana), qué es lo que más le gusta de él y por qué.
6º) Para desarrollar la empatía de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4 semanas
sobre: «Dime todo lo que sepas de un determinado maestro o profesor, tutor, monitor, etc.».
Es importante que el niño cuente, gracias a las preguntas que le vamos formulando, los aspectos
positivos de persona (uno distinto cada semana), qué es lo que más le gusta de él y por qué.
7º) Para desarrollar la paciencia de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4 semanas
sobre: «Dime, por lo menos, un día de la semana pasada en el que hayas tenido paciencia, hayas sabido
esperar tu turno, etc.».
Es importante que el niño relate, gracias a las preguntas que le vamos formulando, qué día(s)
sucedió, por qué sintió que debía tener paciencia, qué hizo para calmarse durante el tiempo de espera y
por qué la valió la pena.
8º) Para desarrollar la proactividad de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4
semanas sobre: «Dime un proyecto o un objetivo ilusionante a realizar durante la(s) próxima(s) semana(s)
que dependa fundamentalmente de ti”.
Es importante que el niño relate, gracias a las preguntas que le vamos formulando, su proyecto u
objetivo, que cuente por qué le ilusiona o le parece valioso, qué pasos piensa llevar a cabo para lograrlo,
a quién puede pedir ayuda y para qué, etc.
9º) Para desarrollar la gratitud de tus hijos, interpélales, un día a la semana, prefijado durante 4 semanas
sobre: “Dime una persona de tu pasado o de tu presente a la que estés muy agradecido».
Es importante que el niño nos diga, gracias a las preguntas que le vamos formulando, a quién se
siente agradecido y por qué, y, sobre todo, qué piensa hacer en los próximos días para decírselo: ¿le irá a
ver, le telefoneará, le dejará un mensaje de voz le mandará un WhatsApp...? Si la persona no estuviera
viva, le invitaremos a escribir una carta de agradecimiento.
174
LENGUAJE POSITIVO

«El pesimismo conduce a la debilidad; el optimismo al poder».

William James

Hablo, luego existo

«Solamente buscando las palabras se encuentran los pensamientos».

Joseph Jouber

Hay un hecho excepcional y maravilloso: ¡los seres humanos hablamos!


La pregunta que nos interpela es ¿cómo se lo monta nuestro cerebro, para diferenciarse del resto de
animales inteligentes, y ser capaz de hacerlo? ¿Cómo llegamos a inventar el lenguaje?
Y todavía más, si, como hemos visto, pensar es casi siempre hablar con nosotros mismos, ¿qué relación
existe entre leguaje y pensamiento?
En un libro pionero en muchos aspectos, The Integrated Mind (Springer, 1978), dos auténticos «monstruos»
de la neurociencia, Michael Gazzaniga y Joseph LeDoux, se hacen eco de esta singularidad que tanto nos distingue
como especie: «Lo que es único en el ser humano es su capacidad de verbalizar, y al hacerlo, crear un sentido
personal de realidad consciente a partir de los múltiples sistemas presentes».
Obsérvese que aparece, de nuevo, ese movimiento mental ascendente, de abajo arriba, es decir, desde el
inconsciente (sótano-lenguaje) hasta el consciente (ático-habla), que se erige en constructor de nuestro mundo
subjetivo.
Las palabras que usamos crean un sentido personal de realidad consciente.
Sin embargo, la palabra una vez dicha, también influye en nuestro pensamiento, lo retroalimenta, en ese
círculo virtuoso fascinante, que nos permite educar y gestionar mediante instrucciones (Sugestiones Pedagógicas), el
inconsciente desde la corteza cerebral.
Basta recordar, en este sentido, el Efecto Predisposición, del que hacía referencia John Bargh, en su famoso
experimento relatado en un capítulo anterior, en el que junto con sus colaboradores propusieron el famoso «test
de palabras revueltas», donde los participantes debían conferir sentido a frases del tipo, «zapatos cambia viejos los»;
«sol produce temperatura arrugas el”; “«deberíamos ahora olvidadizos retirarnos»; y como los vocablos, que he
destacado en negrita, que «los jóvenes» inconscientemente relacionaron en su mente con la ancianidad, alteraron su
pensamiento y sus actos, hasta el punto que anduvieron, sin darse cuenta, mucho más despacio de lo que era propio
de su edad.

¡Cuida de tu lenguaje y tu lenguaje cuidará de ti!

«Cuida tus palabras; que ellas no levanten un muro entre ti y los que contigo viven».
Tales de Mileto

Sin embargo, no solo la palabra pronunciada por nosotros influye sobre nuestra mente, concibiendo nuestra
realidad, también repercute (positiva o negativamente) en el estado emocional de los demás, del mismo modo que
la palabra escuchada nos altera la percepción.
Una vez más, recordemos el experimento llevado a cabo por la doctora Elizabeth Loftus y el psicólogo
John C. Palmer, en el que analizaron la incidencia de las palabras escuchadas en el relato de un accidente
automovilístico sobre nuestra manera de captar y entender la realidad. Según el verbo usado (de menor a mayor
175
intensidad: contacted –contactado-, hit –golpeado-, bumped –chocado-, collided –colisionado- y smashed –estrellado-), se
atribuía una velocidad cada vez más elevada al coche causante del choque (desde aproximadamente las 32 millas
por hora a las 41).
Lo relevante de este experimento radica en que los participantes no se dieron cuenta de que las palabras usadas
por la investigadora y escuchadas por ellos, influyeron en su pensamiento, lo que una vez más prueba que el lenguaje
es inconsciente.
En el libro, La ciencia del lenguaje positivo (Paidós, 2016), escrito por el filósofo, fundador de El jardín de Junio
(Centro impulsor de investigaciones en el campo de la neurociencia cognitiva aplicada a la empresa) y buen amigo,
Dr. Luis Castellanos, afirma que «El lamento continuado, la falta de autocrítica y, por lo tanto, la crítica desmesurada
o generalizada hacia el otro, el ‘echar balones fuera’, nos sienta mal, y nos pone de mal humor, ataca nuestras
defensas, nos envejece y afea, y nos impide crecer y cultivarnos». Y, como hemos visto, por el mismo precio
recíprocamente también les sienta mal a quienes nos rodean, les pone de mal humor, les ataca sus defensas, les envejece, les afea, y les
impide crecer y cultivarse.
¿De verdad queremos que les suceda esto a nuestros hijos?
Cuando, en lugar de recriminar con argumentos constructivos aquello que, en justicia, y gracias al sentido
común, consideramos que un niño ha hecho mal, lo que hacemos es descalificarle con una crítica desmesurada hacia
su persona, no contribuimos para nada en su (buena) educación. Dificultamos su desarrollo. Los empequeñecemos.
Y, paralela y simultáneamente, nos envilecemos a nosotros mismos, nos malhumoramos, nos quemamos la sangre,
y, en consecuencia, empeoramos nuestro estado de salud.

La ciencia del lenguaje positivo

«La palabra es mitad de quien habla y mitad de quien la escucha».

Michel De Montaigne

En 1986 la comunidad de Notre Dame, en Mankako (Minessota) estaba formada por 678 monjas, que llevaban una
existencia tan tranquila como homogénea (mismo tipo de vida y alimentación, ninguna fumaba ni bebía, y nadie
había experimentado embarazo alguno). De modo que el convento se erigió en una muestra de personas ideal para
la experimentación científica a ojos del Dr. David A. Snowdon, epidemiólogo y profesor de neurología en el Centro
de Envejecimiento Sanders-Brown en la Universidad de Kentucky.
Además, Snowdon, encontró, archivados en los sótanos del convento, unos documentos excepcionales
para su investigación: los antiguos diarios de cientos de monjas. En concreto, se conservaban 180 autobiografías
escritas a mano, entre los años 1931 y 1943.
Durante 24 meses, monjas con edades entre los 75 y los 102 años fueron sometidas a exámenes físicos e
intelectuales, y se analizaron los manuscritos de su época de novicias, en busca de términos con contenido
emocional, clasificándolas en grupos según la abundancia de palabras positivas o negativas. En su investigación,
titulada Nun Study, Snowdon, empleó una medida denominada «densidad de pensamientos», mediante la cual
ponderaba la proporción de vocablos con carga emocional que existía en cada texto.
En los resultados del estudio, que pueden leerse en español en el libro titulado 678 monjas y un científico
(2001), concluyó que las religiosas que, de jóvenes, se expresaban con un lenguaje más amplio y optimista
presentaban menor propensión a padecer demencia senil, hasta el punto que las Monjas pertenecientes al grupo que
había usado mayor abundancia de palabras positivas habían vivido un promedio de siete años más que las del otro
grupo.
En concreto, ¡el 54% de las hermanas alegres y animosas seguían vivas a los 94 años, mientras que del resto
¡solo sobrevivía a esa edad el 11%!
El estudio sugiere que, parafraseando el título del libro de Álex Rovira, hay palabras que curan. Se trata de
vocablos y expresiones que podemos asociar a la acción, el movimiento y los gestos, y que mejoran, por un lado, el
176
sistema inmunológico y cardiovascular, y por el otro, el funcionamiento del cerebro.
Del mismo modo, existen palabras que generan emociones negativas, causan bajadas de defensas y, en
definitiva, resultan perjudiciales para tú salud y para tú cerebro, e igualmente, para la salud y el cerebro de los que
te rodean.

¡Nene, tú vales mucho!

«Las palabras son una medicina para el alma que sufre».


Esquilo

Consideremos, de nuevo, el título del libro del Dr. Daniel J. Siegel: El cerebro afirmativo del niño; y, sobre todo, su
subtítulo: Ayuda a tu hijo a ser más resiliente, autónomo y creativo. A buen seguro que tú como padre suscribes estos atributos
para tus vástagos. Pues bien, como hemos repetido hasta la saciedad, conseguir que el carácter de los niños y
adolescentes responda a ellos, pasa inexorablemente por educar su inconsciente. Y en este aspecto el lenguaje con
el que autodialoga, es decir, piensa, resulta fundamental.
Se trata de hablarle en positivo, y de que los diálogos que escuche sean animosos y optimistas, para que,
por ósmosis, vaya asumiendo un lenguaje inconsciente que aumente la probabilidad de que emplee la mayor parte de
las veces palabras empoderantes y generadoras de emociones funcionales, tanto cuando dialoga consigo mismo,
como cuando lo hace con los demás.
En el laboratorio del equipo del doctor en psicología por la Universidad Complutense de Madrid,
Catedrático de Psicobiología en la misma y coordinador del Área de Neurociencia Cognitiva del Centro Mixto
UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos, Manuel Martín-Loeches, por encargo del citado Jardín de
Junio, en 2009, se investigó cómo las palabras de ánimo (o de desánimo) podían influir en el cerebro de las personas.
Para realizarlo emplearon la técnica PER, de sus siglas en inglés, que podemos traducir por electroencelografía
y potenciales evento-relacionados, y situaron a un número estadísticamente significativo de voluntarios frente una pantalla
de ordenador equipados con unos auriculares. Se les pedía que cuando vieran aparecer por la izquierda de la pantalla
un triángulo rojo, lo más deprisa que pudieran, pulsaran un botón. Durante el ejercicio, se les dictaban frases
positivas del tipo «¡sigue!», «¡tú puedes!», «¡fantástico!», «¡lo haces muy bien!»; pero también mensajes como «muy
mal», «das lástima» «más vale que te retires», «horrible»; e incluso oraciones neutras: «no pares», «mantente tranquilo»,
o «céntrate».
Se trataba de averiguar si las frases escuchadas a través de los cascos en los oídos iban a afectar la rapidez
con que realizaban los ejercicios.
En efecto, las palabras positivas influyeron de forma directamente proporcional en la eficacia de los
participantes. En concreto, se comprobó que las expresiones verbales de ánimo conseguían un ahorro promedio en
tiempo de ejecución de la tarea de 100 milisegundos. Y, una vez más, lo más relevante era que la mayoría de los
voluntarios afirmaron que estaban convencidos que las frases dictadas no les habían, ni beneficiado ni perjudicado
en ningún caso. Es decir, su influencia era inconsciente.
El Dr. Luis Castellanos, en su libro ya citado, comenta lo siguiente con respecto a la investigación descrita
más arriba: «Este resultado nos lleva a sugerir que las emociones contenidas en las expresiones verbales previas a la
ejecución de la tarea parecen tener un efecto duradero a lo largo de dicha ejecución: hacen posible la selección y la
modulación de los procesos neurobiológicos como la conducta, la percepción, la atención o la memoria para atender
de manera eficaz a las exigencias del entorno. En ese caso concreto, optimizan los procesos cognitivos.»
Estimado lector, si deseas educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos retén en tu memoria la frase
que se ha destacado en negrita. Genera emociones positivas a través de mensajes animosos dirigidos hacia a tus
hijos. Por ejemplo, cada vez que les dices: «¡Tú vales!, contribuyes de forma significativa a optimizar los procesos
cognitivos.
Pero no solo eso. Con tu lenguaje positivo puedes aumentar considerablemente la probabilidad de que las
ocurrencias de tus hijos sean valiosas, que sus sentimientos resulten bondadosos, y que sus emociones propicien su
felicidad.

177
CONSEJO Nº 84

Si deseas educar hijos felices, inteligentes, buenos y creativos utiliza en casa con ellos, pero también con
tu pareja, un lenguaje positivo, optimista y animoso.

Dime cómo hablas y te diré quién eres

«No hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras».
Juan Luis Vives

Los investigadores del experimento anterior se preguntaron retóricamente ¿por qué ocurre esto?, y concluyeron que
«Un estado emocional positivo activa poblaciones neuronales del sistema límbico y del sistema asociado al placer
que a su vez intervienen en la activación de un mayor número de neuronas implicadas en aumentar el foco de
atención en la tarea que debemos realizar. A mayor número de neuronas implicadas, más rápido y más
eficientemente trabaja el cerebro (y sin errores). Por ello este estudio nos sugiere que el lenguaje puede regular el tono
emocional y el grado de motivación que nos va a predisponer (de manera automática) a una mejor atención selectiva.»
Una vez más, como recomiendan en su libro publicado en 2017, la Dra. Rosa Casadefont y Laia Casas, debemos
Educarnos para educar (Paidós), es decir, si deseamos que el habla de nuestros hijos sea positiva, primero debemos ser
nosotros los que empleemos con ellos, con el resto de personas, y con nosotros mismos, un lenguaje animoso.
Pero, ¿cómo hacerlo?
El Dr. Luis Castellanos propone la construcción de un proyecto personal para mejorar el lenguaje en tres
etapas.
En la primera etapa se trata de tomar conciencia de cómo estamos hablando en la actualidad y de cuáles
son nuestras expresiones más habituales. Para ello aconseja ver las palabras a través de grabaciones de las
conversaciones que mantenemos cuando usamos el móvil, y de los mensajes que mandamos mediante whatApp o
e-mail, y ponderar el porcentaje de vocablos y oraciones positivas.
En este sentido, dos científicos, la Dra. Sarah D. Pressman (investigadora principal de la Universidad de
California), y el profesor de psicología de la Universidad Carnegie Mellon, Dr. Sheldon Cohen, en un experimento
que se publicó en 2012 en Health Psychology, bajo el nombre de Positive Emotion Word Use and Longevity in Famous Deceased
Psychologists, analizaron las denominadas palabras positivas de «Alta activación». Para ello, leyeron un buen número
de autobiografías de, como indica el título, psicólogos famosos fallecidos, y contabilizaron las palabras de emociones
positivas. Como en el estudio de las monjas, hallaron una correlación evidente entre lenguaje optimista y animoso
y la longevidad.
Lo interesante, asimismo, es que Pressman y Cohen descubrieron que, dentro del grupo de palabras
positivas comúnmente aceptadas, existe un subconjunto de vocablos de alta activación, que pasaron a inventariar.
Son: «alegre», «feliz», «enérgico», «animado», «activo», «entusiasta», «ilusionado», «anhelo», «orgullo», «sonreír» y
«reír». En cambio, «satisfecho», «relajado», «apacible», «tranquilo» y «sereno», aun siendo positivas, no suponen un
elevado efecto sobre nuestro estado emocional.
Una vez hayas calculado qué proporción de palabras positivas de alta activación empleas en tus comunicaciones
cotidianas, puedes autoevaluarte, con la clasificación que estableció el ya citado Dr. David A. Snowdon:

- Entre el 0 y el 5%, tu nivel es insuficiente.


- Entre el 5 y el 10%, presentas un nivel aceptable.
- Entre el 10 y el 15%, tu nivel es óptimo.
- Y entre el 15 y el 20%, tu nivel es definitivamentesaludable.

Casi nadie (tal vez exceptuando las monjas antes mencionadas) es capaz de situarse por encima del 20%.
178
Educar hijos de mente positiva

«El habla es la representación de la mente, y la escritura es la representación del habla».


Aristóteles

Ahora que ya conoces tu porcentaje de palabras de alto impacto emocional ,que empleas habitualmente, si, como es lo más
probable, te encuentras en un nivel inferior al 10%, ¿cómo debes proceder?
En la segunda etapa del denominado Método SIL (Servivio de Inteligencia Lingüística), el Dr. Castellanos
aconseja entrenarse para modificar el lenguaje mediante ejercicios con los que uno puede aprender a gestionarlo y
a elegir las palabras más adecuadas en cada momento.
En el primer ejercicio, denominado Carta a ti mismo, te sugiere que te escribas una carta, en la que redactes
aquellas cosas, experiencias y eventos que te harán feliz dentro de un año, y que la entregues a alguien de confianza
(que se va a erigir en tu «socio emocional”), para que te la reenvíe dentro de 365 días. En cuanto la recibas, pondera
el porcentaje de expresiones positivas que elegiste en su momento.
En el segundo ejercicio, Afortunadamente, propone narrar un contratiempo. Sugiere que al final de la historia
que te ha molestado, enfadado o contrariado, escribas «y por lo tanto”, y que a continuación, cuentes las
consecuencias negativas que te ha supuesto el citado contratiempo. Acto seguido, recomienda que vuelvas a escribir
la misma parte inicial de la redacción, pero incluyendo al principio la palabra afortunadamente, y dejándote llevar por
tu nuevo estado emocional, ver lo que surge después de la expresión «Y por lo tanto».
En el ejercicio Reescribe tu autobiografía, te aconseja que hagas lo propio, pero bajo el título «Un día maravilloso»
con el máximo de expresiones positivas de alto impacto emocional del que seas capaz.
En otro interesante ejercicio, llamado Construye una hucha de palabras, te conmina a escribir vocablos positivos
con sus respectivas historias de agradecimiento, que se ahorran y guardan día a día en un recipiente a disposición
de ti y de los tuyos. Cada vez que se produzca una situación que requiera de nuestra mayor fortaleza psíquica, vale la
pena que vayas extrayendo una por una las palabras para que te reconforten e impulsen.
Para Trabajar la empatía, puedes llevar un «Diario de positividad», un «Diario de agradecimiento» y uno «de
atrevimiento».
Por último, Castellanos, en un ejercicio denominado emblemáticamente Alegría, te recomienda que de vez
en cuando, sobre todo si tu estado anímico es bajo, mandes por WhatsApp a tus grupos un mensaje con palabras del
tipo «Alegría», «coraje», «quiero», etc.

Siempre positivo, nunca negativo

«Ni una palabra asoma a mis labio s sin que haya estado primero en mi corazón».
André Gide

En la tercera y última etapa del Método SIL, se trata de conseguir consolidar una mente positiva. Los ejercicios a
realizar para lograrlo, son, según sucreador, los siguientes:
21 días generadores de felicidad: «Cada mañana, al levantarte, piensa en quien eres, escoge qué quieres para ese
día, para tu vida y ¡todo eso siéntelo dentro de ti como si ya fuese real!” Durante tres semanas, al iniciar tu jornada
puedes escribir en un post-it, que pegarás, por ejemplo, en el espejo del cuarto de baño, una palabra o una frase que
te acompañe de forma positiva durante las siguientes veinticuatro horas.
Por último, en el ejercicio titulado Tus socios vitales: «Apunta en un papel el nombre de todas aquellas personas
que puedas llamar esta noche en caso de apuros (…) Esas personas, imprescindibles en tu vida, te harán más sano
y longevo.»
Los ocho ejercicios reseñados en estos dos últimos epígrafes aspiran a que goces de las seis maravillosas
propiedades que caracterizan el lenguaje positivo, ya que las palabras que le son propias protegen tanto para ti como
para tus hijos, y para cuantos te rodean:
179
1. La energía.
2. Los sueños.
3. El tiempo.
4. El futuro.
5. La vida.
6. Y la felicidad.

CONSEJO Nº 85

Entrena tu lenguaje y el de tus hijos, tal como recomienda en sus libros el Dr. Luis Castellanos, para que
poco a poco se convierta en una manera de hablar inconscientemente positiva.
Para ello practica con toda la familia los siguientes ejercicios:

1º) Carta a ti mismo.


2º) Afortunadamente.
3º) Reescribe tu autobiografía
4º) Construye una hucha de palabras
5º) Lleva tres diarios para trabajar la empatía: el de positividad, el de agradecimiento y el de atrevimiento.
6º) Alegría.
7º) 21 días generadores de felicidad.
8º) Sus socios vitales.

180
CALIGRAFÍA POSITIVA

«El origen de la inteligencia de los hombres reside en sus manos».

Anaxágoras

Cómo firmar para poseer un buen autoconcepto y una buena autoestima mediante la PNC

«Merece un hombre tanto como la estima que por sí mismo tiene».


François Rebelais

Recuerda que la imagen que una persona tiene de sí misma, la manera en que se cuenta condiciona suinconsciente, yaque la
gente acaba convirtiéndose en aquello que cree que es. Por lo tanto, si no lo remediamos, el autoconcepto determinará
nuestro destino, porque la impresión que tenemos de nosotros mismos influye poderosamente en la elección de nuestras
conductas.
El primer paso del Coaching Neuro-Caligráfico consiste por consiguiente en mejorar el autoconcepto a través del
rediseño de su firma. Se trata, ya lo hemos visto, de eliminar las creencias limitantes y superar los complejos.
Es esencial que eliminar las posibles subvaloraciones de su firma. No debe suprimirse ni el nombre ni el
apellido ni poner tan solo iniciales. Y sobre todo debemos evitar tacharla. Las subvaloraciones son un atentado
contra el autoconcepto y la autoestima de la persona.
Me gusta que mis libros (y mis talleres y seminarios) no sean solo «formadores» sino y, sobre todo, trans-
formadores.

CONSEJO Nº 86

Analiza tú mismo tu firma actual:


Hazte con un ejemplar de Manual mente. Si lees detenidamente de la página 98 a la 122 aprenderás
a analizar tu firma y la de los tuyos.
Muy probablemente sentirás la necesidad de grafortransformar tu firma y la de los tuyos, para
mejorar vuestro autoconcepto, conciliar vuestra vida personal con vuestra vida profesional, y para
aumentar vuestra autoestima.

Estimado lector, te invito a en este apartado a transformar tu firma:

- Toma una hoja blanca sin pauta.

Por favor, no sigas leyendo hasta que te hayas provisto de un folio y de un bolígrafo.

- Anota tu nombre y tu primer apellido.

Estimado lector, hazlo, por favor.

Es muy probable (ocurre con casi todo el mundo en mis talleres) que cuando te he dado esta primera
sugerencia, hayas pensado que poner simplemente tu nombre y tu apellido no es una firma. Permíteme que te advierta
181
que es un prejuicio cultural. Sin ir más lejos, los alemanes siempre lo hacen así (y no me negarás que la sociedad
germánica no está constituida por un pueblo con mucho amor propio).

- Ahora vuelve a escribir, si no lo has hecho ya así, en la zona centro- derecha de la hoja.

La parte derecha del folio en nuestro inconsciente significa el futuro, los proyectos, la profesión, etc. (en el lenguaje
común se habla de destrezas, y en matemáticas, incluso, se identifica con los números positivos). Pues bien, cuando en
un folio en blanco, sin ninguna indicación previa o impresa, estampamos nuestra rúbrica en la zona centro-derecha,
se tiene una personalidad emprendedora, extravertida, autoconfiada y educada. ¿Te parecen atributos deseables?
Me preguntarás: «¿Y si firmo a la izquierda?»: miedos, introversión y falta de confianza en ti mismo. ¿Qué
eliges para ti?
Sigue leyendo cuando ya lo hayas llevado a cabo.

- Debajo del conjunto anterior, escribe de tu nombre y tu primer apellido, pero procurando que
ambas iniciales aumenten de tamaño, hasta ser el doble o incluso el triple (pero no más) que tu
letra «a» minúscula.

Las iniciales muestran la autoestima, que debe ser alta (doble o incluso el triple que tu letra «a” minúscula), pero no
exagerada (más del triple). Las firmas exageradamente ascendentes predisponen a los desengaños y, en consecuencia,
a la angustia. También es importante aprender a firmar cerca del texto, pero sin invadirlo. Una distancia prudencial
indicará un trato empático con los demás.
¿Lo tienes?

- Finalmente, reproduce lo anterior, pero procurando que el conjunto sea ligeramente ascendente
(entre uno y cinco grados de inclinación hacia arriba).
¿Hecho?

La inclinación sugerida denota una personalidad emprendedora, optimista y creativa, frente a la


horizontalidad (realismo y carácter conservador), o la muy ascendente (soñador y confiado).

Mirad con cariño el resultado obtenido. ¡He aquí tu nueva firma!

CONSEJO 87

Cambia la firma:
1º) Escribe tu nombre y primer apellido claramente escritos.
2º) Sitúa tu firma en la zona centro derecha del folio, excepto si la formalidad de un impreso te obliga a
hacerlo en otro lado.
3º) Procura que la inicial del nombre y del apellido sean el doble, o a lo sumo el triple, de propia letra «a”
minúscula.
4º) Asegúrate de que la rúbrica siga una dirección ligeramente ascendente (entre uno y cinco grados).
Y recuerda que para experimentar una auténtica transformación personal no basta con que
simplemente adoptes una nueva firma de cara a la galería. Debes repetirla cada día un mínimo de 10 veces
hasta que se convierta de verdad en tu nueva rúbrica. En cuanto seas capaz de hacerlo sin pensar el cambio
en tu mente inconsciente, y por lo tanto en tu vida ya se habrá producido.

182
CONSEJO Nº 88

Mejora el «autoconcepto” de tu hijo con la PNC. Enséñale a firmar de la siguiente manera y sugiérele
que es la que más le conviene para albergar una buena autoestima y tener un buen autoconcepto:
1º) Que escriba su nombre y primer apellido claramente escritos.
2º) Que sitúe su firma en la zona centro derecha del folio, excepto si la formalidad de un impreso le obliga
a hacerlo en otro lado.
3º) Que procure que la inicial del nombre y del apellido sean el doble, o a lo sumo el triple, de su propia
letra “a” minúscula.
4º) Asegúrate de que su rúbrica siga una dirección ligeramente ascendente (entre
uno y cinco grados).

Caligrafía e inteligencia

«Al escribir a mano, los movimientos que tenemos que realizar dejan una huella motora en el cerebro que facilita el posterior reconocimiento de
las letras y de las palabras. Es decir, que ayuda a un mejor aprendizaje de la lectura (…) Con la grafomotricidad,se desarrollan la
discriminaciónauditivayvisual,laorganización espacio-temporal, la correcta presión y prensión del instrumento de escritura y el dominio de
la mano, entre otras habilidades».
Pablo Canosa

En mi anterior libro, Manual mente, también analicé el rechazo, y las negativas consecuencias del mismo, hacia la
caligrafía cuidada.
Los detractores de la enseñanza de la caligrafía, aducen que se invierte una ingente cantidad de horas en su
aprendizaje cuando en edad adulta se escribirá casi siempre en ordenadores, tablets y móviles. Sostienen que a lo sumo
debe aprenderse letra de imprenta. Bajo la apariencia de un argumento verosímil: «es necesario que se adapte la educación
a los tiempos que corren. Dado que cada vez escribimos menos con papel y bolígrafo, y un teclado es la forma que más
utilizamos a la hora deescribir parece lógico emplear más tiempo en enseñar mecanografía que no en caligrafía»,
se esconde un razonamiento falaz. ¿Cuál ha sido, por ejemplo, el resultado del uso generalizado de calculadoras
por parte de los estudiantes para adaptarse a los tiempos que corren? ¿Acaso se han suprimido las clases de sumar, restar,
multiplicar o dividir a mano?
Juan Lupiáñez, director del grupo de Neurociencia Cognitiva de la Universidad deGranada, constata, por
ejemplo, que: «Los estudios de neuroimagen evidencian que el cerebro se activa más cuando se escribe que cuando se
teclea. En el primer caso se crea una representación interna de las letras que involucra la integración de las áreas visuales y motoras
del cerebro. Además, se activan áreas relacionadas con la ortografía, sonido y significado de las palabras. Esas áreas se
solapan con otras fundamentales en la producción y comprensión del lenguaje, así como en la comprensión de la
lectura, lo que podría explicar las habilidades que se potencian con la escritura”. Y, por su parte, Carmen Pascual, Directora
del colegio Padre Coloma de Madrid afirma que: «Aprender a escribir no sólo implica aprender las letras y los números, sino
también habilidades como el control motor, la memoria y la capacidad de procesar pensamientos coherentes en un
orden lógico (…) Al escribir a mano, se piensa más lo que seestá diciendo. La buena caligrafía refleja orden, yno solo en la
escritura, sino orden para resolver los problemas de la vida»
Una vez interiorizada la caligrafía, la escritura a mano es automática, de modo que nuestros procesos
mentales inconscientes aparecen radiografiados en la letra. Así, por ejemplo, en las personas positivas los renglones
plasmados en un folio blanco sin pautar son ascendentes.
Hace años me planteé cómo escribían las personas valiosas y descubrí que todas tenían unos rasgos
caligráficos comunes, y conociendo la reversibilidad de nuestra mente (propuesta inicialmente por el padre de la
psicología moderna, William James) en mi tesis doctoral me formulé la siguiente hipótesis retórica:
¿Puede reeducarse el inconsciente grafotransformado la letra en aras de mejorar la inteligencia emocional?
La buena noticia es que mostré que sí, en un apasionante experimento con 50 voluntarios.
183
En la actualidad, me propongo educar la Inteligencia Emocional de los alumnos de primaria aprovechando
las muchas horas que se invierten en el proceso del aprendizaje de la lectoescritura. Para ello, he ideado la Caligrafía
de la Excelencia, que se describe en la parte final de este capítulo, he creado canciones y cuentos ad hoc, que presentaré
en un próximo libro.
Pero sin duda, los ejercicios caligráficos son la piedra angular de la PNC. Escribir a mano, como ya hemos
visto, mejora la capacidad lectora y potencia la memoria, e incluso permite estructurar mejor las ideas cuando se redacta.
Por si esto fuera poco, además dado que aprender a escribir a mano es un proceso más complejo que aprender a teclear un
ordenador, el entrenamiento cerebral es muy superior en el primer caso que en el segundo.
Al escribir a mano se crea una representación interna de las letras que involucra la integración de las
áreas visuales y motoras del cerebro. Los estudios de neuroimagen así lo evidencian, ya que se observa como el
cerebro se activa más cuando se escribe que cuando se teclea.
En un estudio publicado en la revista «Pychological Science»: «Quienes cogen sus apuntes a mano tienen un
aprendizaje más profundo de los conceptos, mientras que los que teclean tienen un recuerdo más literal, pero menos
memoria de los aspectos conceptuales importantes de la clase.»
Y es que cuando escribimos a mano se activan principalmente tres áreas del cerebro: el giro fusiforme, el
giro frontal inferior y la corteza parietal posterior, de manera que entre manos y cerebro se crea un vínculo que
mejora nuestra capacidad de concentración y aumenta de forma muy considerable nuestra memoria de largo plazo.
Por último, Carmen Pascual, la Directora del colegio Padre Coloma de Madrid afirma, en este sentido, que:
«Aprender a escribir no sólo implica aprender las letras y los números, sino también habilidades como el control motor, la
memoria y la capacidad de procesar pensamientos coherentes en un orden lógico (…) Al escribir a mano, se piensa más
lo que se está diciendo. La buena caligrafía refleja orden, y no solo en la escritura, sino orden para resolver los problemas
de la vida».

CONSEJO Nº 89

Escribe a mano, al menos, 15 minutos diarios en la plantilla del optimismo moderado, que, insisto, puedes
solicitarme gratuitamente.

¿Letra ligada o de imprenta?

«Si hacemos que los niños aprendan escritura desligada les estaremos haciendo más autónomos, sí, pero también más independientes,
solitarios y, en gran medida, más insociables y egoístas».

Sandra Mª Cerro Jiménez

Cuando saltó la noticia de que, en Finlandia, para muchos un ejemplo de país en temas docentes, se iba a abandonar
en sus escuelas la enseñanza de la escritura ligada o en cursiva, fueron muchos los medios de comunicación (Radio
Nacional, Televisión Española, etc.) que se interesaron por mi opinión, como experto calígrafo, al respecto. Sostuve
lo siguiente: desde un punto de vista neuropsicológico aprender a escribir con letra ligada es sin duda alguna mejor,
hasta el punto que existen fundadas investigaciones de que previene la dislexia, y tal vez (es mi hipótesis) el TDAH.
La conocida Dra. Carla Hannaford (autora, entre otros, de Aprender moviendo el cuerpo – Pax Mexico, 2013-)
afirma, por ejemplo, que el aprendizaje de la escritura con letra de imprenta, de palo, o de molde, aleja al niño del
ritmo dinámico con que fluye la escritura.
En concreto, las ventajas de la letra ligada son:

 Al ser una letra que hay que trabajar bastante, favorece la motricidad fina.
 Para que la letra ligada sea legible, el niño debe esforzarse en desarrollar su visión espacial y la
coordinación ojo-mano.
184
 La necesidad de conectar unas letras con otras hace que el niño deba permanecer más concentrado en la
tarea, sin distraerse.
 Hace que la escritura resulte más fluida y menos interrumpida.
 Dado que la letra ligada es más complicada de interpretar una vez escrita, es más fácil que un niño que
la domina pueda luego entender la letra de imprenta y no al revés.
 Favorece el aprendizaje, ya que requiere una acción continua y de gran atención.

Sandra Mª Cerro Jiménez (autora entre otros de Grafología Pedagógica aplicada a la orientación vocacional – Narcea
Ediciones, 2010-) indica un sentido similar que «El hecho de escribir seguido, con letras ligadas o enlazadas, y sin
levantar el útil al trazar cada letra, es ya de por sí un acto de continuidad. Esa continuidad está implicando constancia,
perseverancia, capacidad para mantener el hilo de los pensamientos y, por lo tanto, asociación de ideas y capacidad
para enlazar unas tareas con otras, habilidades de razonamiento lógico y, con todo ello, untrabajo extraordinario de
agilidad mental y dinamismo neuronal (...) También favorece nuestras relaciones afectivas y sociales, habilidad para
el trabajo en equipo, actitud positiva y proactiva hacia el compañerismo y la solidaridad.»

CONSEJO Nº 90

No permitas que tus hijos escriban con letra de imprenta, sino que sugiéreles que lo hagan con letra
ligada.

Retrato robot de los niños felices, inteligentes, buenos y creativos

«No trates de convertirte en una persona de éxito sino en una persona de valor».
Albert Einstein

Los niños felices, inteligentes, buenos y creativos, es decir, los niños de vida plena, pueden ser varones o hembras;
de letras o de ciencias; altos o bajos; más atractivos o menos; haber nacido en una familia de posibles o en una de
economía más humilde. Sin embargo, todos absolutamente todos tienen unas características de personalidad
comunes.
Tienen un buen concepto de sí mismos y una buena autoconfianza, lo que les permite creer en sus propias
capacidades y posibilidades. Son moderadamente optimistas y resilientes ante la adversidad. A veces ganan y a veces
aprenden. Si algo sale mal, pasan página enseguida, reflexionan sobre los errores cometidos para no repetirlos y piensan
«la próxima vez, lo haré mejor». Son extravertidos, lo que les permite ser enormemente relacionales, hacen amigos con
facilidad y mantienen los lazos en el tiempo, porque también son empáticos. Como dicen los anglosajones: saben ponerse
en los zapatos de los demás. Practican la escucha activa, estando presentes en la conversación, pero no juzgan ni,
por supuesto, prejuzgan, a los otros. Aceptan sus razones, lo que no significa que siempre les den la razón. Oyen
con las orejas, pero escuchan con el cerebro y, sobre todo, con el corazón. o Una persona que es extravertida; que no
tiene miedo de relacionarse con tanta gente como sea posible. Entienden las necesidades del prójimo y saben situarse
en su longitud de onda emocional. Casi siempre controlan bien sus emociones, las saben reconocer y aceptar, porque han
aprendido que la emociones jamás son malas. y a continuación las gestionan, al igual que hace con el viento un navegante
experto en embarcaciones de vela. No importa por dónde o cómoo sople, le saca partido para que le impulse hacia el
puerto o meta al que se dirige. También han entrenado la paciencia, ya que saben que la mayor parte de las cosas que
valen la pena requieren tiempo, y que, para cumplir sueños, a menudo hay que renunciar a las recompensas inmediatas, y
demorar el premio. A su vez son proactivos, no esperan que las cosas les sucedan, hacen que sucedan. Piensan «¿y por qué
no?», y también «¿y por qué no yo?». Tienen iniciativa. Idean proyectos ambiciosos y van a por ellos c on
perseverancia. Lo prueban y lo prueban una y otra vez. No desfallecen en el intento, aunque tampoco persisten en el
185
error. Y, por último, son muy agradecidos. Se sienten unos privilegiados por el simple motivo de estar vivos. Se
consideran unos elegidos y se congratulan de todo lo que el mundo les ha legado. Asimismo, saben dar las gracias a
quienes les ayudan, les animan, socorren o colaboran con ellos en el proceso hacia la realización y consecución de sus
sueños.
Nada más… ¡Y nada menos!

La «C» de caligrafía en el Método 3C ® para enseñar lectoescritura y desarrollar la Inteligencia Emocional en


la Escuela

«La grafología empieza donde termina la caligrafía».


Augusto Vels

¿Por qué una nueva caligrafía?


En Manual mente realicé un análisis crítico de la caligrafía que hoy en día se enseña en las escuelas
mediante los cuadernos tradicionales, y pude mostrar que la educación del inconsciente infantil que ello
supone aleja mucho a los niños del retrato robot ideal antes citado.
Se invierten muchas horas en enseñar lectoescritura, y cada vez existe un mayor consenso en que el
Sistema Educativo también debe contribuir al desarrollo de la Inteligencia Emocional de los alumnos. Sin
embargo, la caligrafía, que, junto con el lenguaje, es un elemento esencial del Inconsciente del niño, en lugar
de sumar a este gran objetivo formativo, resta.
Veamos por qué:
Tomaré prestadas de los legendarios y entrañables cuadernos Rubio (tan útiles desde siempre para la enseñanza de
la escritura) muestras caligráficas emblemáticas para justificar mi atrevida afirmación anterior.
Consideremos en primer lugar las letras «a» y «o», que representan los óvalos más emblemáticos de la escritura.

No debe olvidarse que el óvalo representa el «Yo»96, porque rara los niños una persona es simplemente un rostro
circular (el óvalo) del que surgen los brazo y las piernas:

Entre otros aspectos se analiza la denominada para el tema «abreacción», que es el espacio donde el óvalo se abre.
Para evaluarla en un escrito, se efectúa un muestreo y se establece la predominancia de óvalos abiertos o cerrados. Si
predominan los segundos se deduce que la persona es introvertida, poco comunicativa, escasamente orientada a las
relaciones, y acaso temerosa. Sin duda, no son los atributos deseados en aras de educar una Inteligencia Emocional
de vida plena. Pues bien, estamos predisponiendo, mediante la caligrafía tradicional, a que los niños las dibujen
¡cerradas!

96Recordemos la imagen de un crío de corta edad jugando «Al escondite», tapándose la cara detrás de una cortina y dejando ingenuamente al descubierto el
resto de su cuerpo.
186
Pero fijémonos además en el «lacito» a la derecha de la letra «o»:

Este bucle, además, contribuye a que sean rumiantes (o a que «se coman el coco», como dirían ellos), y en ocasiones a actuar
con escasa sinceridad (sic).
Analicemos, a continuación, la letra «i» de la caligrafía tradicional y fijémonos en el punto justo encima de
la letra:

Esta grafía, aunque indica características deseables (atención, precisión y detallismo), al no adelantarse, no
contribuye tampoco a la extraversión ni, sobre todo a la iniciativa, puesto que las personas emprendedoras
estadísticamente avanzan el punto un poquito hacia la derecha.
Mucho que reprocharle a la «t» (la letra de la fuerza de voluntad). Se identifica el palo vertical con «el quiero», ya la
barra horizontal con «el puedo»

Obsérvese que la “t” a la que habituamos a los niños y niñas que están aprendiendo a escribir contribuye a

educarles, según la barra, que es desproporcionadamente corta, a carecer de la perseverancia necesaria para finalizar las tareas
iniciadas deseadas.
Asimismo, la barra, en lugar de situarse en el centro se dibuja demasiado alta, lo que supone intentar imponer sus
deseos e ideas a los demás (sic).
Ninguna de las dos características anteriores (falta de perseverancia e imposición de la propia voluntad) no contribuyen,
sino al contrario, a educar niños felices, inteligentes, buenos y creativos.
Analicemos la «m» de la caligrafía tradicional:

En arcada, que es como se enseña, fomenta niños herméticos, fríos y distantes, (aunque, al menos, seguros de sí
mismos), mientras que la «m» en forma de guirnalda, como la siguiente:

Nos habla de niños sensibles y propensos a empatizar con los demás.


Por último, los renglones completamente horizontales, a los que tan acostumbrados estamos…

187
… educan niños obedientes, que respetan el orden establecido, realistas y con control emocional, virtudes que podían ser
útiles en el siglo pasado, pero que hoy en día es mejor sustituir por un optimismo moderado y una buena capacidad de innovar
(lo que exige pervertir de algún modo aquello tan normativo del «Siempre se ha hecho así.»). Asimismo, la amplitud «normal» del
margen derecho no contribuye para nada a una fortaleza de carácter deseable si pretendemos educar seres de vida plena, la
extraversión, y redunda en más autocontrol emocional, mientras que si fuera algo más estrecho les ayudaría a ser más sociables,
extravertidos, con mayor iniciativa y con un enfoque favorable hacia el futuro.
Tal vez, con estos ejemplos, obtengamos una explicación, al menos parcial, a la boutade, que en su día,
escribió el famoso novelista Alejandro Dumas: «¿Cómo es que, siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos
la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación.»

¿Cómo enseñar a escribir para educar niños felices, inteligentes, buenos y creativos?

«Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas».

Hodding Carter

En mi anterior libro, Manual mente, donde presenté el Nuevo Coaching Neurocaligráfico, expuse cuál era (o debía ser) la manera
de escribir de las personas de vida plena, es decir, la caligrafía de las personas felices, inteligentes, buenas y creativas, en
los términos indicados a lo largo del presente texto.
Dedicaré los próximos consejos a que, si lo deseas, puedas autoeducarte la caligrafía, y, sobre todo, en coherencia
con el objetivo de este libro, a que eduques la Inteligencia Emociona de tus hijos o alumnos.
En primer lugar, vamos a explicar cómo deben ser la «a», «o», «i», «t» y «m», a diferencia de como hemos visto
que se enseñan.

188
CONSEJO Nº 91

LA LETRA «a»

Según la forma del óvalo:

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Cuando el óvalo se abre hacia la derecha indica extraversión y cordialidad.


Según la prolongación:

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Cuando la prolongación final es suelta y ágil se trata de una persona extravertida, que establece relaciones
fluidasconlosdemás.

CONSEJO Nº 92

LA LETRA «o»

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Cuando se abre por arriba denota extraversión, se da confianza a los demás.

189
CONSEJO Nº 93

LA LETRA «i»

Según la altura del punto

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

La letra “i” minúscula cuando está correctamente puntuada indica atención, precisión y detallismo.

Según la forma

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Cuando es normal de nuevo indica atención, precisión y detallismo.


Según la situación del punto

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Si el punto aparece ligeramente adelantado, nos hallamos ante una persona extravertida yentusiasta.

190
CONSEJO Nº 94
LA LETRA «t»

Según la barra de la letra:

1º Según su altura.

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Cuando la altura de la barra de la “t”esnormal, nos hallamos ante una persona que se adapta muy bien a las
situaciones, sabe mandar y obedecer según convenga.

2º Según su situación.

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Cuando se sitúa en el centro del palo vertical, nos habla de una persona equilibrada emocionalmente, con
aplomo ysegura desí misma.
3º Según su dirección.
OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Si es horizontal, se trata de una persona equilibrada, flexible y adaptable, que razona sus ideas sin imponerlos y
queescapazde aceptar lasde los demás si le convencen.
4º Según su tamaño.
OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Si labarra esde tamaño parecido a al del palo, se trata de una persona que equilibra el quiero con el puedo, que es
capaz de finalizar los proyectos que inicia con perseverancia.

191
CONSEJO Nº 95

LA LETRA «m»

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Cuando la «m» tiene forma de guirnalda se trata de una persona sensible, empática y fácilmente adaptable
a los demás.

CONSEJO Nº 96

MÁRGENES

Margen superior

Muestra la relación con la persona a la que se dirige el escrito y, en ocasiones, el sentido estético de quien
escribe.

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Margen superior normal

Entre el 10 y el 15% de la longitud de la página”: Entre 2 y 3 renglones de la propia escritura).

Cortesía.
Buenos modales.
Autodominio.
Equilibrio entre introversión y extraversión.

Margen izquierdo

Significa el pasado, la infancia, la gestión económica.

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Margen izquierdo normal

10% de la anchura de la página:

Generosidad.
Relación equilibrada con el pasado y la niñez.

192
OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Margen izquierdo regular

Aproximadamente se mantiene la misma anchura en todo el folio:

Orden.
Autodominio.
Meticulosidad.

Margen inferior

Significa la relación con las tareas.

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Margen inferior normal

5% de la longitud de la hoja” (1 renglón de la propia escritura).:

Disciplina en el trabajo.
Aprovechamiento el tiempo.
Autodominio.

Margen derecho

Simboliza el futuro, los proyectos, la impulsividad.

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Margen derecho pequeño

Inferior al 5% de la anchura de la hoja:

Sociabilidad.
Extraversión.
Confianza en el futuro.
Iniciativa.

193
CONSEJO Nº 97

TAMAÑO DE LAS LETRAS

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Normal

Entre 2,5 y 3,5 mm.:

Equilibrio entre extraversión e introversión.


Autoconfianza.
Visión global y de detalle.

CONSEJO Nº 98

DIRECCIÓN DE LOS RENGLONES

OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:

Dirección moderadamente ascendente

Los reglones se inclinan hacia arriba entre uno y cinco grados:

Optimismo.
Iniciativa.
Dinamismo y vitalidad.
Capacidad de superar obstáculos para alcanzar el éxito.
Extraversión.
Ambición.

CONSEJO Nº 99
INCLINACIÓN DE LA LETRA
Grados de inclinación
OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:
Escritura moderadamente inclinada hacia la derecha:

Autodominio.
Sensatez.
Equilibrio entre sentimientos y razón.
Sociabilidad.
Ambición mesurada.

194
CONSEJO Nº 100

PRESIÓN

Eslafirmezaqueseplasmanlostrazosenelpapel. Equivaleala energía que se emplea para vencer las dificultades


Grado de presión
OPCIÓN RECOMENDADA EN PNC:
Presión firme

Al escribir se deja huella al dorso del papel, pero no un relieve exagerado:

Vitalidad física.
Extraversión.
Actividad.
Sentido de la realidad.

195
EPÍLOGO: EDUCA BIEN A TUS HIJOS: ¡HAZ QUE SEAN INCONSCIENTES!

«No seas esclavo de tu pasado, zambúllete en el océano sublime, sumérgete y nada mar adentro, para volver con respeto por ti, con un nuevo
poder, con una experiencia avanzada que explicará y olvidará lo viejo».

Ralph Waldo Emerson

196
El Nuevo Inconsciente: ¿Problema u oportunidad?

«En cada uno de nosotros hay otro al que no conocemos».


Carl Jung

Estoy a punto de dar por finalizado este manuscrito y, con cierto retraso, acabo de leer el libro, Somos lo que nos contamos:
Cómo los relatos construyen el mundo en que vivimos (Ariel, 2019), del profesor de Neurociencia en la Universidad
Autónoma de Barcelona, Óscar Vilarroya, donde en un pasaje, desde mi punto de vista, sorprendentemente
descorazonador, reza lo siguiente: «Convivimos con un extraño, nosotros mismos. Constatar este hecho y asumirlo
no es tarea fácil.»
Ese extraño, ese otro «yo», al que se refiere el profesor Vilarroya, es el responsable del 95% de lo que
pensamos, sentimos, anhelamos, decidimos y hacemos.
«La psicología y la neurociencia -afirma en otro apartado del libro citado- nos han demostrado que gran
parte de nuestra vida psíquica, incluidos emociones, motivaciones, creencias o deseos, no es consciente. Los
estudios son concluyentes. Los humanos sentimos y deseamos sin saber por qué lo hacemos de esta manera, y
cuando nos contamos la razón por la cual nos sentimos así, habitualmente no identificamos el motivo real.»
«Las razones del desajuste entre la causa de lo que sentimos y aquello que creemos que es resultan conocidas.
La mayoría de la actividad del cerebro es inconsciente, es decir, inaccesible al narrador.»
El profesor lamenta que, ni siquiera, la introspección resulte útil, pues: «El inconsciente es inaccesible97 porque
los sistemas cerebrales del narrador no están fisiológicamente diseñados para acceder a los procesos del cerebro
inconsciente.»
Según Vilarroya, la introspección «produce relatos verosímiles, razonables y efectivos, pero que resultan
altamente especulativos y desencaminados. La introspección -añade- no parece ser el mejor método para conocer
y explicar nuestra vida mental. Creer que nuestro pensamiento, nuestros deseos y nuestras emociones son
transparentes a sus causas no es más que una ilusión – y concluye-. No podemos conocer nuestro inconsciente
mediante la introspección y, por lo tanto, no tienen demasiado sentido intentar descubrir las causas inconscientes
a través de ella.»
Pero lo que Vilarroya tilda de problema, (a saber: la supuesta inaccesibilidad de nuestra mente oculta, y la
presunta imprevisibilidad de sus ocurrencia y emociones sentidas), de la mano de la mayor parte de los neurocientíficos
consultados en este libro a través de sus obras y, por descontado, del filósofo y pedagogo José Antonio Marina98,
en realidad debe considerarse una gran oportunidad.
Es cierto que, en el momento de escribir este epílogo, a Vladimir Putin, por poner un ejemplo
especialmente sangrante y paradigmático de un inconsciente operativo fracasado, se le ha ocurrido invadir Ucrania,
en una cruenta guerra que dura ya seis meses, y que resulta difícil de justificar racionalmente. Y, en efecto, comparto
con JAM que: «Si la inteligencia es nuestra salvación, la estupidez es nuestra gran amenaza. Por ello merece ser
investigada como el sida.» 99
Pero del mismo modo que del hecho que se produzcan accidentes de coche no se desprende que el
automóvil sea pernicioso, sino tan solo el uso que a veces los humanos hacemos de él, del hecho que sin saber por
qué a algunas personas se les ocurran estupideces, o que en ocasiones sintamos una ansiedad injustificada, o que
enfermemos inexplicablemente de depresión, no invalida nuestra inteligencia generadora de ideas y de emociones,
sino que tan solo evidencia su pobre, o incluso incorrecta, educación.
Por ello se impone una Neuroeducación Positiva del inconsciente en aras de acallar y minimizar las posibles
ideas perniciosas, que este puede llegar a engendrar, y de soslayar los sentimientos disfuncionales, que pueda
acarrear. Y, por el contrario, conseguir que nos surjan de forma espontánea ocurrencias valiosas y emociones que

97 La cursiva es cosecha propia.


98 Quien afirma que: «Las invenciones más luminosas se han urdido en el telar de lo inconsciente.»
99 https://elpais.com/diario/2004/12/18/cultura/1103324408_850215.html

197
nos sirvan de brújula.

El libre albedrío en tela de juicio

«Ni siquiera los dioses luchan en contra del destino».


Pittaco

Me fio mucho de Joaquín Fuster cuando en Cerebro y libertad: los cimientos cerebrales de nuestra capacidad para elegir, ya
citado, sostiene que no se puede afirmar las personas seamos libres, pero que nuestro cerebro sí que lo es.
«Por lo que yo sé –afirma con humildad el prestigiado neurocientífico en la introducción de su libro-, la
especie humana ha estado preguntándose continuamente a sí misma si es dueña de su destino o si, en cambio, el
destino humano está dictado por estrellas, deidades o genes.». Y añade: «En la actualidad pocos dudan de que el
cerebro tiene mucho que ver con el destino. No obstante, la neurociencia moderna es, por regla general,
determinista y reduccionista, contraria a la idea de que en el cerebro haya lugar para el libre albedrío.» Pero concluye
que «gracias a ciertos avances recientes en la neurociencia cognitiva (…) este panorama está cambiando ya. Si
hablamos de la cognición humana, el determinismo y el reduccionismo radicales han dejado de ser los faros que
guiaban nuestro discurso.»
Es por ello que, según el Dr. Fuster, el libre albedrío existe, eso sí en un sentido débil (que convive con el
determinismo suave que había preconizado el padre de la psicología moderna, William James100), y que no es otra
cosa sino la capacidad de elegir entre posibles acciones. Esa capacidad define lo que se entiende como libertad.
Ahora bien, por lo que respecta a Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva este deviene especialmente
emblemática la siguiente afirmación que aparece ya, en el prefacio del libro de Fuster, «Es precisamente en el crisol
de probabilidades101 e incertidumbres del cerebro humano donde cobra vida la libertad. La capacidad para escoger
entre posibilidades proviene literalmente de la varianza y los grados de libertad de innumerables variables que
subyacen en la acción humana futura.»
La capacidad de decidir está sobre todo en la corteza cerebral, la parte del cerebro que más finamente nos
ajusta al medio. Evidentemente hay muchos factores que determinan nuestras decisiones. Muchos se originan en
nuestro interior, como los impulsos biológicos, pero otros provienen de la memoria, de nuestra biografía.
Es comúnmente aceptado que, al menos, el noventa y cinco por ciento de lo que percibimos es
inconsciente. De lo contrario necesitaríamos una corteza cerebral del tamaño de un estadio de fútbol. De manera
que buena parte, insisto, de nuestras decisiones, no son razonadas sino espontáneas.
Por lo general, decidimos gracias a la intuición que, como hemos visto, suele ser más sabia de lo que
imaginamos. Ello es debido, en opinión del Dr. Fuster, a que hay activación de ciertas partes de la corteza que son
afines a lo que se ha percibido o a lo que se piensa hacer, pero se trata de una activación que no llega al nivel de la
consciencia. «El lóbulo frontal abre el organismo a su futuro, a la predicción y a la pre-adaptación –afirma este
internacionalmente afamado neurocientífico en su Diálogo, precisamente con José Antonio Marina, sobre neurociencia
y educación102)-. Desde luego lo hace basándose en el pasado (Past makes future, Fuster y Bressler, 2015). Es esto lo
que nos hace libres –en la acepción tomista103– y abre ante nosotros el abanico prácticamente infinito de
posibilidades con el que hacemos nuestra ‘agenda’, en sentido literal. En este escenario, el debate entre deterministas
y defensores del libre albedrío pierde completamente su sentido. Considerando la multiplicidad de fuentes de
información e influencia sobre la corteza prefrontal, el determinismo a ultranza se disuelve en un mar de
probabilidades bayesianas y en una infinidad de opciones.»
En definitiva, Fuster viene a decirnos que las personas no son libres, pero sí sus cerebros, porque estos

100 El determinismo suave es la opinión de que el determinismo y el libre albedrío son compatibles. Por lo tanto, es una forma de compatibilismo. El término
fue acuñado por el filósofo estadounidense William James (1842-1910) en su ensayo «El dilema del determinismo.»
101 La cursiva es mía.

Publicado, en diciembre de 2015, en el número 6 de la revista Participación Educativa.


102

Desde el punto de vista tomista, puede definirse el ser libre como aquel que es causa de sí mismo (liberum est quod sui causa est). Pero no debe entenderse
103

como que el ser libre se crea a sí mismo, pues “nihil potest esse sibi causa essendi” (nada puede ser causa de su propia existencia). Se debe entender entonces
como que el ser libre es aquel que es causa de su acto (sibi causa agendi). Es decir, que, por su libre arbitrio, el hombre se mueve a sí mismo a obrar.
198
toman decisiones probabilísticas. El determinismo ‘puro y duro’ y la causalidad directa sin duda se difuminan en el
maremágnum de infinitas posibilidades, pero debe tenerse muy en cuenta que, como puntualiza el mismo Fuster
en el prefacio ya citado de Cerebro y libertad: «Al hacerlo, ceden ante un factor teológico: la finalidad, el objetivo104.»105
Y es por eso, que me he atrevido a calificar de presunta la imprevisibilidad del inconsciente, que denunciaba
Villarroya en su, por otra parte, excelente libro, porque la manera que tenemos las personas de domeñar los procesos
aleatorios es a través del estudio y la gestión de las probabilidades.
La estrategia ganadora, como se viene sosteniendo a lo largo de este libro que está tocando a su fin, consiste
en acceder al inconsciente y educarlo para aumentar las probabilidades de que sus ocurrencias espontáneas nos
favorezcan en vez de perjudicarnos, o complicarnos la vida.

Neuroeducación Positiva del Nuevo Inconsciente

«El verdadero viaje de descubrimientos no consiste en buscar nuevas tierras, sino en ver con nuevos ojos».

Marcel Proust

La implicación de todo esto en la Neuroeducación Positiva es fundamental, ya que permite entender la educación del
niño desde el punto de vista neuronal como el diseño arquitectónico con el que edificar, lo que Fuster denomina,
cógnitos jerarquizados.
Podemos robustecer, así, desde la perspectiva de una personalidad elegida, las redes cerebrales del buen
carácter de nuestros hijos y alumnos, aumentando, insisto, la probabilidad de que las ocurrencias y las emociones
urdidas en el telar inconsciente, sean respectivamente valiosas y funcionales. Y, asimismo, somos capaces de
debilitar el surgimiento de aquellas ideas y sentimientos que predispongan a una manera de ser envilecida.
Se trata de «cargar» nuestra mente con inputs, siguiendo la gran variedad de estrategias subliminales
expuesta en este libro, que favorezcan la producción de outputs mayoritariamente empoderantes.
Pero de todas las estrategias sugeridas aquí para acceder y gestionar la aleatoriedad del inconsciente en aras
de educar hijos (y alumnos) felices, inteligentes, buenos y creativos, permítaseme hacer especial hincapié en el
Método 3c ®, es decir, la PNC adaptada a niños.
Déjame que te cuente, querido lector, cómo y por qué se me ocurrió añadir el estudio y rediseño de la
caligrafía al desarrollo personal.
A principios de los años 2.000 investigaba la manera de cumplir la promesa adquirida con mi hija de «hacerla
feliz». Enseguida me había percatado de un problema: ¿cómo evaluar si la educación que le dábamos amueblaba de
forma adecuada (o no) su mente, para que fuera capaz de vivir una existencia plena?
Como ya he confesado, mi fe en los test psicotécnicos era, y es, escasa, máxime si se trata de niños, pues
suelen adolecer de sesgos de todo tipo, que distorsionan las conclusiones.
En mi juventud había estudiado grafología y había llegado a la conclusión de que «la lera es el espejo público
del alma», es decir, del inconsciente.
De manera que, años después, en plena investigación (y educación sobre la marcha, de nuestra hija), pensé
lo siguiente «Si mi esposa y yo estamos criando bien a la niña, su buen carácter se verá reflejado en su escritura».
Así, del mismo modo que, cuando uno desea adelgazar emplea la báscula para comprobar su eventual
pérdida de peso, decidí utilizar la caligrafía para ponderar si se producía con los años, y gracias a la educación
recibida, una mejora significativa en la manera de ser de Marta.
De manera que, la inaccesibilidad del inconsciente de una persona, que anunciaba con pesar el
neurocientífico Óscar Vilarroya en Somos lo que nos contamos, podía, desde mi tesis, soslayarse, por ejemplo, calibrando
su letra, ya que, al analizarla, se obtenía una radiografía bastante fidedigna de su mente oculta.
Permíteme estimado lector que te cuente una curiosa anécdota (real y comprobable), que resulta
paradigmática de lo que te estoy exponiendo en este epígrafe: Hace unos tres años, se puso en contacto conmigo el

104 Por una vez, sin que sirva de precedente, la cursiva es del propio autor.
105 Por una vez, sin que sirva de precedente, la cursiva es del propio autor.
199
periodista y excelente narrador en lengua catalana, Albert Forns (ganador hasta entonces de dos prestigiosos premios
literarios: Documenta y Anagrama de novela). Me pedía que analizara la escritura de unos diarios manuscritos de un
personaje anónimo, sobre el que estaba escribiendo un libro de ficción. Poseía dos libretas, una de cuando el señor
tenía 60 años, y otro de cuando contaba más de 70.
Albert Forns quedó muy sorprendido de cómo lo que reflejaba la letra de la primera libreta del señor
coincidía con la manera de ser que se desprendía de la lectura de su diario. Entre otras cosas, se trataba de una
persona muy empática y con una gran capacidad de escucha.
Mi curiosidad irredimible me conminó a interesarme por la segunda libreta. «No es necesario -intentó
disuadirme el escritor, para no robarme más tiempo, puesto que me había negado a cobrarle por el análisis -. No
veo ninguna diferencia –dijo- entre un cuaderno y el otro.»
Pero la había. La letra «e», que dibuja una bonita «oreja» en la primera libreta (lo que evidenciaba su elevada
capacidad de escucha referida), en la segunda se había cerrado sobre sí misma aparentando casi una «i».
Se lo hice notar: «Es como si este señor –le aclaré- hubiera perdido esa excelente capacidad de escucha que
tenía de más joven». Forns se quedó atónito: «Es cierto -asintió-. Ahora que lo recuerdo, en el segundo cuaderno
el señor lamenta haberse quedado ¡prácticamente sordo!» 106

PNC para adultos (Método Kimmon ®)

«Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro».

Santiago Ramón y Cajal

No fue, hasta finales del año 2006, como conté en Manual mente, y después de averiguar que la mente es reversible
gracias a los trabajos de William James107, que no se me ocurrió utilizar directamente la educación de la caligrafía
para modelar el carácter de las personas.
Se trató de una feliz intuición (¡cambiar la letra para transformar la vida!), basada por supuesto en evidencias
científicas, que, sin embargo, tuve que acreditar mediante el experimento que llevé a cabo para mi tesis doctoral,
puesto que chocaba con el sentido común.
Como resultado de una amplia búsqueda bibliográfica (de más de 500 libros), iniciada en 1999, había
llegado a una conclusión similar a la del profesor Vilarroya. En efecto, somos lo que nos contamos, y este relato, que no
tiene por qué guardar relación con la realidad, nos lo han escrito de pequeños fundamentalmente los padres, el resto
de familiares, y los maestros. Una vez estudiada con detenimiento la investigación del Dr. Emile Coué, no me cupo
ninguna duda que la autosugestión, empleada científicamente108, devenía una herramienta fundamental para la
(re)educación del Inconsciente. Las Autoinstrucciones Positivas diarias, matinales y nocturnas, servirían, en este
sentido, para reeducar el hipocampo, sede de nuestra memoria autobiográfica, y donde se ubican nuestras creencias,
a menudo limitantes, y todos nuestros complejos.
También me había percatado, que era imprescindible (re)educar la atención, ya que, como ya se ha indicado,
nos vamos convirtiendo en aquello a lo que atendemos. En este punto adopté algunas de las redacciones propuestas por el
psicólogo alemán Klaus Vopel (autor del libro Praxis de la Psicología Positiva: ejercicios, experimentos, rituales -Editorial
CCS, 2006-), con el noble objetivo de ir reenfocando nuestra mirada, cultural y evolutivamente condicionada hacia
el peligro y los enemigos, para conseguir que se fijara, sobre todo, en los aspectos favorables de nuestra existencia

106 Finalmente, Albert Forns escribió el libro, Abans de les cinc som a casa, y obtuvo el prestigioso premio de novela BBVA Sant Joan.
107 El filósofo William James había teorizado que: «el pájaro no canta porque es feliz, sino que es feliz porque canta»..
108 En muchos, por no decir en la mayoría, de los libros de autoayuda, no se implementa conforme a las reglas establecidas por el Dr. Coué.

.
200
y de las personas que nos rodean.
Si en su día leíste, Manual mente, ya lo sabes. Allí tuviste la oportunidad de enfrentarte a tu «yo oculto», que
se reflejaba en tu caligrafía, y descubrir aspectos de tu personalidad que tal vez te pasaban desapercibidos. Ese es el
punto de partida de la reeducación del carácter, ya que sin una radiografía inicial es imposible organizar un
entrenamiento encaminado a conseguir alcanzar la mejor versión de uno mismo. Pero es también una forma
contundente de averiguar si dado un adiestramiento o una terapia nos resultan adecuados, ya que, si lo son, la letra
inexorablemente reflejará su idoneidad.
A través de la educación y del entrenamiento, en Educada mente: Manual de Neuroeducación Positiva, hemos
visto que somos capaces de engendrar dentro de nosotros un demiurgo que a su vez nos constituye en autores.
En definitiva, mi tesis es que la PNC es una estrategia, científica y empíricamente probada, que incide
esencialmente sobre nuestro tálamo, reeducando la atención; nuestro hipocampo, reescribiendo la memoria
autobiográfica; y nuestros ganglios basales (la personal e intransferible «lámpara maravillosa» de la que todos
disponemos), estableciendo nuevos hábitos emocionales para dar cumplida cuenta de nuestros sueños.

PNC para niños (Método 3c ®)

«Para viajar lejos no hay mejor nave que un libro»

Emily Dickinson

La PNC en general, y, sin ninguna duda, en particular, el Nuevo Coaching Neuro-Caligráfico, se ha mostrado
extraordinariamente eficaz para la educación de la Inteligencia Emocional y la reinvención de personas adultas que
aspiran a alcanzar una vida plena: desde principios de 2011 hasta hoy, miles de alumnos han reeducado con éxito su
carácter, a través de la lectura de mis obras (de Buenos días y buena letra: cómo transformar tu escritura para mejorar tu vida a
Manual Mente), mis formaciones presenciales y on line, y mi actividad profesional de entrenador personal de la mente.
Pero, cuando inicié por allá el año 2000 la andadura en el ámbito del desarrollo personal, me impuse
investigar, ya puestos, cómo educar hijos felices inteligentes, buenos y creativos, y la PNC, que era muy útil para
reeducar, acaso a partir de la adolescencia, la experiencia ha demostrado que, en su formulación inicial, no servía para
educar niños, desde su nacimiento.
A la fuerza ahorcan: había ideado la PNC para educar a niños, pero paradójicamente, las herramientas que
debían lograrlo, no eran eficaces en críos de corta edad. De manera que me he visto obligado a sustituir las
Autoinstrucciones Positivas que recordemos servían para reescribir el relato de la propia autobiografía, eliminando
creencias limitantes y posibles complejos, por cuentos y canciones infantiles.
Del mismo modo, he tenido que prescindir de las redacciones, en aras de educar una Atención Positiva,
por Preguntas Estratégicas, que los padres pueden utilizar para focalizar a sus hijos hacia todo aquello que les
acerque una existencia realizada.
Pude, eso sí, mantener la herramienta esencial y diferencial de la PNC, es decir, la caligrafía. En este aspecto,
el hecho de que la enseñanza de la lectoescritura se lleve a cabo en la escuela de forma regular juega muy a favor,
puesto que simplemente basta sustituir el cuaderno de escritura habitual por uno con las letras sugeridas por la
PNC.
Así ha nacido el Método 3C ® para la enseñanza de la lectoescritura en la Escuela en aras de educar la Inteligencia
Emocional de los niños.
Sin embargo, no debemos olvidar que el Inconsciente del niño se conforma enmarcado en el Inconsciente
Colectivo que le rodea. Su educación exige la toma de conciencia de padres, educadores, maestros, y profesores,
pero también de los medios de comunicación, de los mensajes que transmitimos, para evitar contradecirnos entre
nosotros,
He aquí, por consiguiente, el hueco que hemos intentado llenar al escribir Educada mente: Manual de
Neuroeducación Positiva.
Ojalá que este viaje, que se inició por allá 2014, y que finaliza hoy, 15 de diciembre de 2023, haya servido
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para conseguirlo. No en vano la poetisa, Emily Dickinson, acuñó la hermosa frase, que encabeza este último
epígrafe.
En todo caso, mis más sinceras gracias, estimadísimo lector, por acompañarme hasta aquí.
Me despido hasta el próximo viaje, o lo que es lo mismo, hasta mi próximo libro. Mientras tanto, acuérdate,
estimado lector, de olvidar la letra de este manual para acto seguido, eso sí, interiorizar su música, una partitura que
aspira a capacitarte para criar o formar niños y alumnos felices, inteligentes, buenos y creativos.
Para finalizar, permíteme un último consejo:

Consejo 101

No prestes este libro a nadie. Ya sabes que hay dos tipos de tontos: los que dejan libros, y ¡los que los
devuelven!

Sant Quirze del Vallès, 15 de diciembre de 2023

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AGRADECIMIENTOS

«El aprendizaje no se consigue por casualidad, se debe buscar con ardor y diligencia».

Abigail Adams

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Gracias a la vida que me ha dado tanto

«Gracias a la vida que me ha dado tanto Me dio dos luceros, que cuando los abro Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes el hombre que yoamo

Gracias a la vida que me ha dado tanto Me ha dado el oído que en todo su ancho Graba noche y día, grillos y
canarios Martillos, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado

Gracias a la vida que me ha dado tanto Me ha dado el sonido y el abecedario Con él las palabras que pienso y declaro
Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando La ruta del alma del que estoy amando Gracias a la vida que me ha dado
tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos Playas y desiertos, montañas y llanos Y la casa tuya, tu calle y tu patio

Gracias a la vida que me ha dado tanto Me dio el corazón que agita su marco Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro al bueno tan lejos del malo Cuando miro al fondo de tus ojos claros

Gracias a la vida que me ha dado tanto Me ha dado la risa y me ha dado el llanto Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es mi mismo canto Y el canto de todos que es mi propio canto Gracias a la vida que me ha dado tanto».

Violeta Parra

En el epílogo de mi primer libro, Buenos días y buena letra (Viena, 2010), escribí que «Siempre que he sentido que la
vida plena me tiraba los tejos me ha pillado en gerundio, es decir, haciendo un sinfín de cosas», que allí detallaba y
que ahora huelga inventariar. Sigue ocurriendo. No paro. Sin embargo, si, por aquel entonces, me jactaba de ello,
ahora estoy diagnosticado: ¡Trastorno por déficit de atención con hiperactividad!
Son los signos de los tiempos actuales: se correlaciona cualquier peculiaridad con una enfermedad, y, por
supuesto, existe una pastilla para paliar sus síntomas, y a ser posible, cronificar la afección.
Pero he decidido no medicarme, y sigo dando clases, yendo a cenar siempre que puedo con mi esposa,
impartiendo seminarios, paseando al lado del mar, ejerciendo de Coach Neuro-Caligráfico, leyendo, estudiando,
escribiendo, investigando, yendo al cine o al teatro, y dictando conferencias incansablemente.
Dije entonces, asimismo, que mi anhelo existencial había sido desde siempre abrazar la vida, agarrarla por
la cintura y soñar que se dejaba, de vez en cuando, besar en los labios. Lo que hoy me remite a una inspiradora
canción, Garabatos, de Fito y Fitipaldi, una de cuyas emblemáticas estrofas reza:

«Y en las puertas de mi barrio descubrí la vida


y la quise besar
y ella quería morderme.
Toda mi vida es un gesto que solo tus ojos entienden»

Y, en efecto, estimado lector, durante esta etapa la vida también me ha mordido, (¿A quién si no?): han fallecido mi
madre (2006), de quien en la dedicatoria digo, con toda sinceridad y justicia, que me enseñó los valores que confieren

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sentido ético a la ciencia, y humanidad a la cultura; y también mi padre (2017), de quien en ese mismo apartado
afirmo, que me inculcó el amor por la lectura y la ciencia.
Vaya mi total gratitud para aquellos dos seres maravillosos que sin lugar a dudas me han dado tanto.
Recientemente (15/7/2022) mi vida pendió de un hilo durante un par de horas, tras padecer un ictus muy
grave. Fui operado de urgencias en el Hospital Parc Taulí de Sabadell, y el cirujano no solo me salvó, sino que, con
su buen hacer, además logró que no me quedara ninguna secuela ni neuronal ni física.
Mi agradecimiento infinito al cirujano y al personal sanitario que me atendió en el área de semicriticos
durante mi afortunadamente breve convalecencia.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar

«Casi como un accidente


me envolvió el sonido.
Hay canciones que te dan de frente
y te señalan el camino».

Fito cabrales

Si echo la vista atrás, y observo el camino recorrido, mi carrera de autor de libros no hubiera sido posible sin que, mi
actual responsable de prensa, Silvia Velando, en 2009, después de leer el manuscrito del que acabaría siendo, mi
primer libro, Buenos días y buena letra, hubiera creído en mi incipiente Método Grafotransformador y se hubiera
comprometido a publicitarlo; y sin que Lídia Bayona, decidiera convertirse en mi agente literaria improvisada, y me
consiguiera mis editores iniciales, Isabel Monsó y Enric Viladot.
Estoy en deuda con todos ellos y ellas.
Debo mi tesis doctoral a Manu Ramírez, quien organizó, como solo él sabe hacerlo, durante el curso 2011-
2012, el experimento que permitió mostrar que la Programación Neuro-Caligráfica (PNC) mejoraba de manera
estadísticamente muy significativa, la Inteligencia Emocional de las personas, en aras de desarrollar un carácter líder
y de alcanzar una vida plena; al Dr. Jordi Garrido, el único economista que conozco suficientemente loco, como para
aceptar dirigir una tesis sobre grafología; y a la extraordinaria Catedrática de Pedagogía y Doctora en Psicología, Maria
Rosa Buxarrais, (esposa de mi amigo del alma, Jordi Singla), quien corrigió mi manuscrito, de casi 500 hojas, ¡en un
fin de semana! para ahorrarme el bochorno de haber escrito alguna aberración científica.
Manu, Jordi, Maria Rosa, os estoy enormemente agradecido por ser parte de las caricias que, de vez en
cuando, nos da la vida.
Especial mención al excelente profesor, investigador prolífico y excepcional persona, Dr. Antoni Magaña.
Gracias Toni, por conferir rigor a mis artículos científicos, por tu impagable colaboración desinteresada, y por una
amistad, que para mí es un honor y un auténtico regalo. Sin nuestros encantadores almuerzos, y tus comentarios
inteligentes, los eventuales aciertos de este libro, serían muchos menos.
En 2012 recibí un sorprendente e-mail del flamante editor de Planeta, David Figueras, proponiéndome ¡un
proyecto editorial!
Tuve que pellizcarme para comprobar que era verdad.
Al salir de la reunión, que fue muy cordial y productiva, entendí lo que sucedía: Marc Rocamora, un ex
alumno mío de matemáticas y alto cargo de la Editorial, me esperaba fuera del despacho para darme un abrazo.
Marc me había visto recientemente en televisión, se había acordado de mí con cariño, y había convencido al bueno
de David para que me fichara.
Por razones ajenas a ambas partes, no fue hasta el 2018 que nos reencontramos, y no sería hasta el mes de
marzo de 2019 que acabé publicando con ellos.
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Pero mi agradecimiento a Marc y a David, como no podría ser de otra manera, es, y será, infinito.
Por el camino, debo agradecerle a la gente de Obelisco, haberme publicado cuatro libros (Maravillosa Mente,
Emocional Mente, Genial Mente y, en colaboración con la Dra. Carmen Torrejón, Ligera Mente).
Muchísimas gracias a todos ellos, y, en especial a mi estimadísima amiga Carmen, por haberme hecho padre
de nuevo, al convertir desinteresadamente a mi esposa en mi segunda hija, en su excelente Clínica Starbene, y gracias a
su meritorio método homeopático.
En este caso, Carmen, la deuda se me antoja impagable, pero prometo hacer lo que se pueda.
Suelo decir que nuestra vida tiene sentido en la medida que por el camino de nuestra existencia nos
encontramos a personas maravillosas. En esto me considero un privilegiado. Son tantos los hombres y mujeres
valiosos que he tenido la oportunidad de conocer, que necesitaría un libro adicional para citarlos a todos.
Permítaseme, al menos, destacar tan sólo a aquellos que me han ayudado a divulgar la Programación Neuro-
Caligráfica. En primer lugar, a la periodista Marta Cailà por darme la oportunidad de implementar durante el curso
2010-2011 el Método Kimmon ® con oyentes voluntarios en su programa Via Lliure en la emisora, líder en
Catalunya, RAC 1. A Víctor Amela por sus dos Contras en La Vanguardia. Al filósofo José Antonio Marina por su
prólogo de mi libro Genial mente y por encargarme un artículo científico, que ha devenido un feliz punto de inflexión
en mi labor investigadora. A Jacint Felip por ofrecerme el programa Escola de Vida viu els llibres a Ràdio 4 (RNE)
durante tres temporadas. A Marta Cáceres y Juanjo Pardo por permitirme compartir con ellos un año inolvidable
en Para todos la 2 y por entrevistarme tantas veces en su espacio televisivo que he perdido la cuenta. A Gaspar
Hernàndez por encargarme el curso radiofónico Coaching neurocaligráfico en su programa de culto L’ofici de viure,
además de sendos reportajes en TV3 y Catalunya Ràdio, a propósito de mi libro Manual mente, y a su maravillosa
esposa Anaïs, por su apoyo incondicional. Y, como no, al extraordinario maestro y co-investigador, Víctor Cerrudo
Higelmo por su generoso prólogo del presente libro, por ser inspirador indirecto de la Neuroeducación Positiva,
de la que su brillante manera de enseñar a leer y a escribir (sin faltas de ortografía) es un pilar fundamental, y por
ser uno de aquellos tipos fuera de serie, que de no haber nacido habría que inventarlos.

Garabatos

«Todo llega y todo pasa como un espejismo Todos fuimos garabatos de nosotros mismos
Lo que queda en la mirada no es que esté escondido
Pero hay cosas que solo se ven si pasas cerca del abismo».

Fito Cabrales

Cuando tenía diez años aspiraba a llegar a ser sabio, y aunque me he quedado en un mero traficante de conocimiento (leo
y escribo; estudio y enseño), todo lo que he conseguido aprender se lo debo, en primer lugar, a muchos de mis
maestros y profesores; en segundo lugar, a la mayoría de mis colegas; y, por último, y muy especialmente, a la
totalidad de mis alumnos.
Todos vosotros habéis contribuido, sin saberlo, a que el esbozo de mí mismo que fui (un simple garabato
en la hoja en blanco de los anhelos), se haya convertido hoy en el dibujo de una figura definida en la que se atisban la
mayoría de mis objetivos cumplidos.
Sin excepción, habéis contribuido a que ese gerundio que no levantaba dos palmos del suelo, a esa posibilidad
que somos cualesquiera de nosotros de críos, se haya ido consolidando en un participio.
Habéis conseguido que el espejismo infantil de mi proyecto vital, lejos de quedarse en una mera ensoñación,
se haya materializado en una obra, tan modesta, como deseada.
Muchísimas gracias estimados maestros y profesores, apreciados colegas, y queridísimos alumnos por
haberos cruzado en mi camino, y por haber marcado en él unas huellas que me han ido orientando hacia el ansiado
norte de mis sueños.

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Me dejo en el tintero a mucha (demasiada) gente: amigos, periodistas, libreros, ex socios, directores de
centros universitarios de formación y de Escuelas de Negocios, editores de revistas, etc. Todos ellos y ellas personas
relevantes y testigos de excepción de una dilatada vida, en la que, como, una vez más, canta Fito:

«Ordenando mis recuerdos


he pensao' que todo fue hace mucho tiempo ya.
Cada mañana en el espejo le saludo siempre al viejo
que llegó cuando se fue el chaval».

Y, en efecto, me he hecho mayor, superando pantallas en el juego virtual de la existencia, pero sin, espero y deseo,
saltarme ninguna.
Sin embargo, al releer el apartado de agradecimientos de mi primer libro me doy cuenta de que hay una
pantalla que todavía permanece vigente, muchos años después. Escribí en 2010, y sigo suscribiendo hoy que:

«Lo único que de verdad cuenta, es que me casé


con una mujer maravillosa, Carme,
y que juntos hemos concebido una hija, Marta,
que nos colma de felicidad,
y que hace que valga la pena
levantarse cada mañana para crecer,
desarrollar nuestras cualidades,
y disfrutar de una vida plena
que esperamos transmitir a cuantos nos rodean».

Gracias pues, a mi esposa, Carme, porque el amor que nos profesamos da sentido a mi vida, y porque su manera de
ser se ha erigido en el norte que ha guiado mis investigaciones. E, igualmente, a mi hija, Marta, cuya felicidad es la
razón última de toda mi actividad intelectual. Con el deseo de que lea algún día Educada mente: Manual de
Neuroeducación Positiva, y que lo aplique, por supuesto a su manera, para educar a mis futuros nietos, como críos
inteligentes, buenos, felices y creativos.

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«Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído».

Jorge Luís Borges

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