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Libro Arosena - Parte 2

El complejo electrónico: ciencia e industria en el siglo XX


La microelectrónica, la computación y las telecomunicaciones, en su conjunto denominado
complejo tecnológico, fueron innovaciones disruptivas para la época y tuvieron un gran impacto
en la actividad humana, vinculadas con los conceptos de ciencia, tecnología y sociedad.

Un ejemplo claro es la radio, primer producto de la tecnología electrónica, que tuvo un alcance
superior al previsto. Las bases de la teoría de las ondas electromagnéticas descrita por Maxwell
en 1860 fue verificada por Hertz en forma práctica y posteriormente en 1897 Marconi dio
comienzo al trabajo en I+D cuando estableció su compañía de telegrafía sin hilos.

Dentro de esta empresa, Fleming introdujo el diodo en 1904 en Inglaterra y De Forest en 1906
el triodo en EEUU, aunque con un mal funcionamiento. En 1912 apareció el tubo de vació,
núcleo de los instrumentos inalámbricos.

La radio tuvo un impacto productivo y económico, pero también social y cultural: se consideraba
un lujo inverso al status, por lo que fue adoptado por los pobres antes que por los ricos, ya que
para ellos era la fuente principal de entretenimiento.

La radio ilustra muy bien el avance tecnológico de la primera mitad del siglo XX, que permitió a
su vez una mejora de las comunicaciones y la profesionalización de la ciencia y la ingeniería
debido a la difusión de cada idea y avance.

En este periodo, las innovaciones corresponden a inventores más preparados en materia de


ciencia que sus antecesores de los siglos pasados, ya que la electrónica requiere conocimientos
más allá de la técnica.

La radio también muestra el papel del Estado y de las grandes empresas en el cambio
tecnológico contemporáneo, con casos como Telefunken, una empresa de radio impulsada por
el gobierno alemán en 1903 (para la Marina); o RCA, una empresa exitosa fundada en EEUU en
1919 promovida por el gobierno para tener un sistema nacional de radio en relación a la Marina.

La televisión pasó del laboratorio a la distribución comercial durante la década de 1930, durante
la cual grandes compañías como RCA afrontaron problemas de desarrollo grandes. RCA hizo
rentable la televisión a color en 1960.

En este rubro se destacó Japón, que a fines de los 70’ llegó a ser el primero, gracias su superior
productividad ligada al enfoque integrado de la automación y la formación intensiva de los
trabajadores, y a su capacidad de innovación apoyada por varias empresas e institutos de
investigación desde 1966, con la promoción del Ministerio para la Industria y el Comercio (MITI).

Las investigaciones sobre el radar recibieron alta prioridad previo a la 2° Guerra y durante la
misma. Amplios recursos, libertad para los equipos de desarrollo y la presencia de los mejores
científicos trajo a Gran Bretaña nuevos métodos y equipos en la industria. A su vez, la carrera
espacial y la inversión militar trajeron importantes desarrollos durante la posguerra. EEUU tuvo
la delantera en esta área.
La computación se fue desarrollando primero de manera teórica con Freeman, Babbage y otros,
con la idea de crear una “maquina analítica” o una “maquina de diferencias” que luego se
descartaron. La 2° Guerra estimuló este desarrollo, aunque se creía que las computadoras no
tendrían una demanda fuera de la guerra y la ciencia. Sin embargo, llegaron a venderse 1800.

En materia de componentes electrónicos, las innovaciones no solo se dieron en el desarrollo,


sino también en la investigación, aunque de la mano de menos empresas, como Laboratorios
Bell. Allí se obtuvo el mayor de los avances de la computación: el transistor.

En las conexiones de las empresas con investigación, un factor relevante es la proximidad con
los centros académicos (e.g. Sillicon Valley) y el apoyo del gobierno que les garantizó una
demanda sostenida de sus productos.

En el segundo ciclo de industrialización surgió la industria electrónica, con un poder de difusión


similar al de la mecanización misma y que se aceleró desde la introducción de los “micros”. La
revolución microelectrónica afecto a toda actividad industrial y de servicios, dadas las
necesidades de registro, almacenamiento, procesamiento y comunicación de la información (e.g.
bancos, compañías de seguros).

Según el autor, esto podría traer aparejado un cambio desastroso en la educación,


desplazándola hacia afuera de las instituciones formales, y una problemática del desempleo por
reemplazo por maquinas y robots.

Auge y decadencia del fordismo


La Segunda Revolución Industrial fue sucedida por un gran crecimiento productivo, marcado por
el modelo fordista, originado por el taylorismo, caracterizado por la producción en serie a gran
escala en una cadena de montaje que trajo una nueva organización del trabajo. Esto se vio
especialmente en la industria automovilística en Estados Unidos con la creciente cantidad de
autos.

Sus bases establecidas por Taylor establecían una separación entre las actividades de
concepción y dirección de las de ejecución, estas ultimas sistematizadas al detalle y realizadas
por trabajadores no calificados, especializados por la repetición rutinaria de tareas simples.
Esto posibilito una reducción de los costos salariales y un mayor control del proceso de trabajo.

Diversos avances tecnológicos (e.g. mecánica de precisión) hicieron rentable la producción en


serie, permitiendo un aumento del salario de las grandes empresas y se diversifico el mercado
interno de los países ricos. Se usaban materias primas baratas, sin preocupaciones ambientales.

En las décadas siguientes, el modelo se extendió a los países subdesarrollados, donde la mano
de obra era más barata y no había muchos conflictos con los trabajadores, debido a que el
Estado reprimía a los sindicatos. Ese descontento se dio en los países ricos en los ’70, junto con
preocupaciones ecológicas, que en los países pobres no existían.

Luego, con el desarrollo del complejo electrónico (e.g. automatización flexible, manufactura
asistida por computadora), se redujeron los costos y tiempos en la diversidad de la producción
y se enfatizó la innovación, que descontinuó la producción uniforme a gran escala.
Existen 4 grandes diferencias entre el modelo fordista y el posfordista:

1. Eje de la producción: el fordista se basa en la estandarización, las economías a escala y


la producción impulsada por la oferta de productos estandarizados, mientras que el
posfordista se centra el la flexibilidad y la producción en función de la demanda.
2. Competitividad: En el fordismo, la competitividad depende del precio, mientras que en
el postfordismo depende de la innovación y las características del producto.
3. Contraste entre global e individual: El fordismo se concentra en la máquina, la empresa
y el trabajador individuales. El postfordismo se fija en la vinculación sistémica entre
unidades individuales.
4. Papel del trabajo: En el fordismo, el trabajo era visto como un costo a minimizar,
mientras que en el postfordismo se considera un recurso a maximizar.

Se fue gestando una transición al postfordismo como nueva forma de producción.


Particularmente, Japón en los ’80 tenia un grado de automatización menor con respecto a
Estados Unidos y Europa; sus ventajas competitivas estaban en los cambios en el proceso del
trabajo y las relaciones entre empresas. A mediados de los ’80, impulsaron una rápida difusión
de las nuevas tecnologías de automatización flexible, que partió de una reestructura
organizacional para luego aprovechar los beneficios de la electrónica.

Uno de los aspectos más relevantes de la transición al postfordismo la sustitución de la autoridad


ejercida por los altos mandos que determinaba las relaciones entre el capital y el trabajo, por la
cooperación entre trabajadores y entre empresas. La calidad y la innovación adquieren mayor
importancia que los precios a la hora de competir y escoger proveedores, colaborando en el
desarrollo de técnicas de interés común.

Otro cambio se da en las relaciones de trabajo: en el modelo fordista, las relaciones eran
conflictivas (en parte por el salario) y existía una flexibilización laboral. El postfordismo realza la
cooperación, la creatividad de los trabajadores y la capacitación múltiple, dejando atrás la
fragmentación de tareas, y requiere estabilidad del empleo.

Según Kaplinsky, existen dos rutas principales hacia al postfordismo:

1. Vía japonesa:
• Sustentada en la legitimación consensual de la dominación jerárquica, con lases
en el Japón feudal.
• Tiene rasgos corporativos acentuados.
• Los beneficios sociales son suministrados por la empresa, no por el estado de
bienestar, lo que mantiene trabajadores multicalificados.
• División de los trabajadores en segmentos con situaciones e intereses variados.

2. Vía sueca:
• Rasgos más corporativos y democráticos, ligados a la social democracia.
• Menor eficiencia económica.
La fuerte competencia económica internacional impone un ritmo acelerado, en el que el viejo
modelo forista autoritario es derrotado, siendo Japón con sus empleados capaces de morir por
exceso de trabajo los vencedores. Además, se genera un “endurecimiento” en el mundo del
trabajo, poco compatible con las formas democráticas e igualitarias de cooperación.

Pero hay un enfoque diferente. Las relaciones de colaboración entre empresas y la valorización
del aporte de los trabajadores, su formación y la estabilidad laboral, constituyen un nuevo
capitalismo “germano-nipón” en contra del modelo norteamericano o ultraliberal. El primero
no solo incluye a Suecia y Japón, sino a Holanda, Suiza y Alemania.

Hay tres hipótesis planteadas sobre el futuro de la división del trabajo fordista ante la
revolución tecnológica de la electrónica:

A. Se lleva al extremo la idea taylorista, privando al trabajador de toda iniciativa, en


manos de una “oficina central de métodos”. La fabrica tendiese a la automatización
total, con unos pocos obreros no calificados.
B. Se busca el involucramiento individual del trabajador, ofreciéndole mejores ingresos y
avances en su carrera.
C. Procura que en la elevación de la productividad y calidad de la producción haya un
involucramiento colectivo, garantizado por el sindicato, que controla las condiciones
de trabajo y sustitución de mano de obra.

Solo la 3er alternativa puede llevar a una promoción social y cultural colectiva de los
trabajadores, con mejores salarios.

Además de estas 3 formas de reorganización del proceso de trabajo, deben considerarse dos
formas de contratación salarial: (1) rígida y (2) flexible.

La combinación A2 denominada “neotaylorista” predominó a comienzos del siglo XX, pero a


fines del mismo, los éxitos de la industria en Japón, Alemania, Italia y Estados Unidos mostraron
variantes que tienen más en cuenta los intereses de corto y largo plazo, tanto de trabajadores
como empresarios, respecto al aprovechamiento de las nuevas tecnologías.

Como conclusión, el cambio tecnológico convierte el trabajo en equipo, con iniciativa y


aceptación de los objetivos y estrategias de la empresa, en un factor clave del éxito empresarial.

En este contexto, pierde el modelo sueco, que involucra a los trabajadores de manera colectiva
y democrática, no según los valores de la empresa o la nación, sino según intereses individuales
de los trabajadores, que coincidente relativamente con los de la empresa.

Por el contrario, gana el modelo japonés, que no se apoya en el involucramiento individual, sino
en un doble involucramiento colectivo: el de la población con un objetivo de la nación y el de
segmentos de trabajadores con el éxito de las empresas a las que se siente parte. Ante la crisis
del autoritarismo fabril de raíz tayloriana, se realzan los valores y jerarquía tradicionales de
Japón, que resultan compatibles con el “endurecimiento” en el mundo del trabajo.
La innovación como proyecto nacional
La evolución de Japón refleja las relaciones entre ciencia, tecnología y desarrollo. Esto se apoya
en el libre de Freeman “Política tecnológica y desempeño económico – lecciones del Japón”, que
estudia el sistema nacional de innovación de dicho país, gracias a los cambios tecnológicos
acelerados.

El éxito de Japón se debe a varias causas:

• Desde que adoptó la teoría de las ventajas comparativas, Japón tuvo una visión y una
política de largo plazo para la industria y la tecnología avanzada, impulsadas por el MITI.
Desde 1971, reemplazó la producción en serie basada en el uso intensivo de materias
primas y energía por un desarrollo más sostenible (para el ambiente) haciendo uso del
conocimiento y las tecnologías de la información.
• Japón tiene un sistema de enseñanza y capacitación de alto nivel, especialmente en
ciencia e ingeniería, respecto a los países occidentales.
• La abolición de las distinciones entre los trabajadores operativos y directivos, respecto
al sueldo y al estatus. Además, cuenta con un sistema de bonos anuales y “empleo de
por vida”, lo que genera grandes incentivos y una mejor productividad, mediante el
involucramiento de la fuerza de trabajo en el proceso de cambio técnico. Existe el
ascenso social.

En la posguerra, Japón presentaba una estructura industrial devastada y su población estaba


dispuesta a trabajar por salarios muy bajos. Según la ortodoxia económica, Japón debía
concentrarse en las industrias ligeras, con abundante mano de obra y poco equipamiento
sofisticado, pero ellos eligieron otro camino.

El gobierno realizó un plan económico a largo plazo en 1957 que consistió en impulsar la
industria pesada y la química por medio del proteccionismo nacional, estableciendo aranceles
e impuestos a los productos extranjeros. Así, Japón alcanzó una industria avanzada y una
estrategia a largo plazo.

Después de la 2da guerra mundial, Japón se propuso alcanzar al Occidente y superarlo, sin
abandonar sus tradiciones y estructuras.

En Japón, el bienestar de una persona durante toda su vida se decide por el hecho de entrar o
no en una gran empresa, solo posible a aspirar al egresar de la escuela o facultad, lo que genera
una competencia en el sistema educativo para acceder a las instituciones más prestigiosas, lo
cual requiere un tiempo absurdo de estudio diario.
Enseñanzas de la industrialización exportadora
La industrialización basada en la exportación de manufactura en Asia es un fenómeno enorme
del desarrollo de los países periféricos. Fajnzylber explica la receta para América Latina adopte
un modelo exportador comparable al asiático no es eliminar el proteccionismo, reducir al
mínimo la intervención estatal y aumentar la inversión extranjera. Él destaca las diferencias
entre Hong Kong y Singapur, y Corea del Sur y Taiwán, naciones inicialmente cercanas a los
países subdesarrollados y que tuvieron una rápida expansión en las exportaciones industriales.

Corea adopto una política selectiva de sustitución de importaciones, con relaciones activas
entre gobiernos y empresas, evidenciando la existencia de un Estado intervencionista. Además,
restringió las importaciones competitivas con su producción y las denominadas “no esenciales”
mediante un modelo proteccionista, seguido de una liberalización importadora gradual.

Algo similar paso en Taiwán: las fabricas locales que deseaban protección debían demostrar que
la cantidad y calidad de sus productos podían satisfacer la demanda domestica y que utilizara
pocos materiales importados.

El Estado tuvo un papel muy importante: en Corea, el Estado realizo tres planes para impulsar
las exportaciones y el desarrollo industrial local mediante incentivos a un grupo seleccionado de
empresas. Además, mantuvo una política de enfrentamiento a los sindicatos.

En cuanto a la participación de empresas transnacionales en el desarrollo industrial, parece ser


mucho mayor en América Latina que en Asia, donde rigieron las empresas nacionales.

Tanto Corea como Taiwán sacaron partido de la ayuda económica norteamericana en la etapa
de gestación del modelo de industrialización, que pudo sustentarse en el auge económico de los
países centrales y en la expansión del comercio internacional de los ’60, y en el desplazamiento
a la periferia de empresas que buscaban menores costos salariales. Así, las exportaciones
crecieron gracias a la presencia de mercados abiertos en los países ricos.

Además, ambos países fueron afectados por el auge de Japón, sus inversiones, las demandas
gracias a su crecimiento industrial y el desplazamiento hacia regiones vecinas de ramas
intensivas en mano de obra.

En los casos de Hong Kong y Singapur, al Estado proteccionista e impulsador de la industria


exportadora se suma la tradicional competencia y experiencia empresarial económica y
financiera.
El llamado nuevo paradigma técnico – económico
Así como en su momento la Revolución agrícola y la Revolución industrial fueron fenómenos
disruptivos que cambiaron drásticamente la economía y la organización social, hoy se está
dando una nueva Revolución: el nuevo paradigma técnico – económico. Para definirlo, se
detallarán sus características principales.

Freeman clasifica las innovaciones en:

• Incrementales: diarias, sin efectos dramáticos, pero que se acumulan.


• Radicales: como el ferrocarril o los reactores nucleares.
• Cambios de sistema tecnológico: combinación de innovaciones incrementales y
radicales, que tienen amplio impacto en la economía (e.g. materiales sintéticos).
• Cambios de paradigma tecnológico o revoluciones tecnológicas.

A partir de la Revolución Industrial se distinguen 5 paradigmas técnico – económicos:

1. 1760 a 1840: Periodo de la Revolución Industrial y luego los “tiempos duros”.


• Introducción de la mecanización.
• Centralidad de los textiles y el hierro.
• Organización fabril.
• Competencia entre empresarios individuales y pequeñas empresas.

2. 1840 a 1890: Prosperidad victoriana y más tarde la “gran depresión”


• Difusión del uso de maquinarias a vapor y del ferrocarril.
• Centralidad de la producción.
• Competencia entre empresas pequeñas y grandes.

3. 1890 a 1940: la “Belle époque” y la nueva “gran depresión”


• Difusión de la electricidad y la ingeniería pesada.
• Centralidad de las maquinas eléctricas, el acero y la química (colorantes).
• Estandarización.
• Monopolios, oligopolios e intervención estatal en la economía.

4. 1940 a 1990: época de oro del crecimiento y del pleno empleo keynesiano, seguida
por la crisis
• Difusión de la producción en masa fordista estandarizada.
• Centralidad de las industrias de automotores, aviones, armamentos
motorizados, materiales sintéticos, y la energía (petróleo).
• Energía barata.
• Competencia de oligopolios.
• Auge de las corporaciones transnacionales.
5. 1990 a hoy: paradigma de las tecnologías de la información y comunicación
• Difusión de los dispositivos tecnológicos (de info. y comunicación).
• Centralidad de la microelectrónica.
• Producción flexible.
• Redes de colaboración entre empresas grandes y pequeñas.

Así como la revolución industrial puede ser vista como la revolución de la energía, hoy puede
pensarse una revolución de la información. Los empleados de las empresas en ramas dinámicas
no se ocupan de manejar bienes sino de generar, procesar y distribuir información. Por esto, la
información tomo un papel mucho más valioso.

Volviendo al enfoque de Freeman, cada cambio entre paradigmas se da por la aparición de


innovaciones, no solo en los productos y procesos sino también en la organización de la
producción y en las instituciones.

Las crisis pueden ser vistas como inadecuaciones entre paradigmas emergentes y marcos
institucionales preexistentes. Por ejemplo, la crisis de los ’80 es una transición a una nueva etapa
en la que la tecnología se basará en la información; la crisis del ’30 es una transición a un sistema
de producción en masa basada en la energía. Los cambios traen inestabilidad porque afectan
las inversiones y acentúan las desigualdades, requiriendo un cambio institucional de regulación.

Entonces, a los cambios técnicos le deben seguir cambios organizativos. Por ejemplo, las
estructuras rígidas verticales jerárquicas y cerradas fueron reemplazadas por otras flexibles,
horizontales y abiertas, más dinámicas y descentralizadas, capaces de adaptarse más rápido a
los cambios.

En conclusión, a la larga la frontera de la competitividad será tecnológica, dada por el uso de


tecnologías ancladas en una base solida organizativa y en personal calificado y creativo. El éxito
proviene del factor humano.

En relación con los países en desarrollo, este cambio tecnológico abre una “ventana de
oportunidades”, que no solo se traduce en nuevas industrias y productos, sino una nueva lógica
para hacer las cosas. Este cambio requiere una capacitación adecuada de los recursos humanos,
respaldo financiero de la innovación e instrumentos de política industrial, cosas de las que
carecen los países subdesarrollados.

Esta etapa podría ser vista como un tercer ciclo de revolución industrial:

1. Primer ciclo: desarrollo tecnológico y productivo que deben poco a la ciencia y mucho
a los conocimientos técnicos, organización en fábricas.
2. Segundo ciclo: la ciencia tiene un papel fundamental en el crecimiento industrial, junto
con los laboratorios de I+D. En una segunda etapa, las innovaciones tecnológicas se
basan en ciencia de punta (tecnología espacial, complejo electrónico, plásticos
especiales, biotecnología).

En definitiva, es necesario buscar estrategias nuevas y especificas para pasar por esta “ventana”
antes de que se cierre.

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