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Esta leyenda de Granada transcurre a finales del siglo XVIII. Todo empieza
con un joven estudiante de la universidad de Salamanca, el cual era pobre y
debía trabajar duro para pagar sus estudios. Al ser tunero se ganaba la vida
cantando y tocando la guitarra allí por donde fuera.
Una mañana tocando cerca de una fuente sus ojos se posaron en un Clérigo
y una hermosa joven que pasaban por allí dirigiéndose a su casa. No dudo
un instante en acercarse e intentar causar algún efecto en ambos cuando
canto para ellos, pero el sacerdote no le prestaba atención y la muchacha
agachaba la vista tímida.
Había sentido un flechazo por la muchacha, la cual era la sobrina del clérigo
y vivan juntos. Todos los días que veía al sacerdote trataba de entablar
conversación y el hombre le prestaba más atención regalándole algún que
otro saludo un día que otro.
Le ofreció la mitad del tesoro si le ayudaba, así que el tuno acepto, solo
necesitaba dos cosas: Un clérigo que hubiera estado veinticuatro horas en
ayunas y una joven doncella que tocase el cofre del tesoro con el anillo.
Pensó en el sacerdote y su sobrina, con los que fue a hablar sin dudarlo.
Ambos sorprendentemente le creyeron, sobre todo después de la promesa
de riquezas con las que el clérigo esperaba hacer buenas obras, pero el tuno
se vio apurado en comvencerle de que no comiera nada en veinticuatro
horas ya que el sacerdote amaba comer.
Al menos el joven tuno con los bolsillos llenos de lo que tomo anteriormente
pudo vivir felizmente y desposar a la joven sobrina del sacerdote.
Esta historia aún se cuenta por Granada y tiene algunas variantes y se dice
que aun se puede ver al soldado por el puente del río Darro.