Está en la página 1de 3

El soldado encantado de la Alhambra

Esta leyenda de Granada transcurre a finales del siglo XVIII. Todo empieza
con un joven estudiante de la universidad de Salamanca, el cual era pobre y
debía trabajar duro para pagar sus estudios. Al ser tunero se ganaba la vida
cantando y tocando la guitarra allí por donde fuera.

Decidió al finalizar el curso encaminarse a la ciudad de Granada para correr


la tuna, pero antes rezo frente a la cruz de un seminario encontrándose a
sus pies un anillo de plata con el símbolo del rey Salomón el cual se quedó
pensando que era un regalo de San Cipriano.

Una vez en Granada cantaba y tocaba su guitarra en algunas posadas y en la


calle para ganar algunas monedas, también divertía a la gente con sus
ocurrencias.

Una mañana tocando cerca de una fuente sus ojos se posaron en un Clérigo
y una hermosa joven que pasaban por allí dirigiéndose a su casa. No dudo
un instante en acercarse e intentar causar algún efecto en ambos cuando
canto para ellos, pero el sacerdote no le prestaba atención y la muchacha
agachaba la vista tímida.

Había sentido un flechazo por la muchacha, la cual era la sobrina del clérigo
y vivan juntos. Todos los días que veía al sacerdote trataba de entablar
conversación y el hombre le prestaba más atención regalándole algún que
otro saludo un día que otro.

Una noche, en la víspera de San Juan, mientras tocaba cerca de varias


fogatas animando a la gente que allí celebraban con júbilo. Mientras ganaba
alguna que otra propina esa noche se fijó en un rincón alejado a un señor
que estaba parado de pie mirando a la gente ir y venir, pero era realmente
extraño, pues este señor llevaba una armadura medieval por lo que llamo la
atención del tuno.
Curioso se acercó preguntándole de su actitud y vestimentas, a lo que el
hombre le explico que llevaba siglos haciendo guardia, pero que nadie hasta
ahora le había visto, solo el muchacho. El tuno estaba confuso, pero cuando
aquel hombre le pregunto si le gustaría obtener riquezas, el joven muchacho
no se negó a acompañarle para que este le contase la historia.

Al parecer era un miembro de la guardia de los Reyes Católicos y que tras el


asedio a Granada ayudo a un sacerdote musulmán a esconder los tesoros
del rey Boabdil. Con miedo a que el guardia escapase con los tesoros, el
sacerdote decidió hacerle un encantamiento para que no pudiera dejar su
guardia y se marchó prometiéndole regresar, pero eso no ocurrió. Solo podía
salir cada cien años en la víspera de San Juan, durante tres días podría
buscar a alguien que le ayudase a romper el encantamiento. El tuno pudo
verle a diferencia de los demás gracias al anillo que encontró con el símbolo
del rey Salomón, el cual le protegía de los hechizos

Le ofreció la mitad del tesoro si le ayudaba, así que el tuno acepto, solo
necesitaba dos cosas: Un clérigo que hubiera estado veinticuatro horas en
ayunas y una joven doncella que tocase el cofre del tesoro con el anillo.

Pensó en el sacerdote y su sobrina, con los que fue a hablar sin dudarlo.
Ambos sorprendentemente le creyeron, sobre todo después de la promesa
de riquezas con las que el clérigo esperaba hacer buenas obras, pero el tuno
se vio apurado en comvencerle de que no comiera nada en veinticuatro
horas ya que el sacerdote amaba comer.

La noche en que debían romper en encantamiento fueron a la torre de


vigilancia donde estaba el tesoro. El sacerdote practico un exorcismo y la
joven a continuación abrió el cofre al tocarlo con el anillo, el tuno no dudo en
tomar algo del tesoro enseguida y llenar sus bolsillos, pero lo dejo por
sugerencia del guardia encantado que le aconsejo que era mejor sacar el
cofre, así que la joven y el tuno empujaron.
Pero mala suerte fue que el sacerdote saco la merienda que se había
preparado para cuando el hechizo estuviera roto y dio un gran bocado, así
que repentinamente tanto el, como el tuno y la joven fueron expulsados sin
poder hacer nada y sin romper el hechizo del pobre guardia que se vio
nuevamente atrapado.

Al menos el joven tuno con los bolsillos llenos de lo que tomo anteriormente
pudo vivir felizmente y desposar a la joven sobrina del sacerdote.

Esta historia aún se cuenta por Granada y tiene algunas variantes y se dice
que aun se puede ver al soldado por el puente del río Darro.

También podría gustarte