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(Juan 5:19)
¿Qué es más importante? ¿Finalizar una tarea o la manera en la que hacemos las
cosas para completarla? El texto de hoy usa el Día de Expiación para ayudarnos a
ver que la manera en la que Jesús vivió su vida fue mucho más importante que
entregar su vida para salvarnos. ¿Por qué? Porque todo lo que hizo Jesús en su vida
y en su ministerio fue una respuesta al desafío de Satanás. Y Jesús demostró que
hacer las cosas a la manera de Jehová es la forma correcta de vivir. Con su manera
de vivir, Jesús apoyó la soberanía de Jehová y por eso el sacri cio que hizo fue
aceptable para Dios. ¿De qué maneras apoyó o vindicó Jesús la soberanía de
Jehová? ¿Y cómo podemos imitarlo al cumplir con nuestras tareas?
Bueno, podríamos decir muchas cosas, pero vamos a centrarnos en tres maneras.
1. Jesús hizo lo que Jehová le mandó hacer y no lo que él quería. Como sabemos,
Jesús podía calmar tormentas, curar a las personas, alimentarlas… Así que él
pudo haber dicho: “Sí, voy a predicar, pero también voy a concentrarme en
ayudar a la gente. Voy a socorrer a los necesitados, sanar a los enfermos y
ayudar a los pobres”. También sabemos que la gente quiso hacerlo Rey. Él pudo
haber dicho: “Bueno, voy a dejar que me hagan Rey, así podré solucionar
algunos de los problemas que tienen”. Y Jesús quería mucho a los niños, y a la
gente le gustaba cómo enseñaba. Jesús pudo haber pensado: “Sí, voy a predicar,
pero también voy a dedicarme a establecer escuelas en las que les pueda
enseñar a los niños sobre Jehová”. Jesús pudo haber hecho todo eso, pero ¿qué
hizo? Vayamos a Lucas 4:43 y veamos lo que Jesús le dijo a la gente cuando le
pidieron que se quedara para que los ayudara.
Lucas 4:43 — Pero él les dijo: “También tengo que anunciarles las buenas
noticias del Reino de Dios a otras ciudades, porque para eso fui enviado”.
¡Interesante! Jesús nunca perdió de vista la razón por la que vino aquí, a la
Tierra. Él siempre se concentró en hacer lo que Jehová le dijo que hiciera.
¿Cómo podemos imitar a Jesús al hacer nuestra labor? Bueno, lo cierto es que
la organización podría hacer muchas cosas, cosas buenas. Hacer más labores
de socorro, ayudar a los pobres, enseñar, o sea, establecer escuelas para
enseñarle a la gente o muchas otras cosas. Y, si tenemos una nueva idea, no hay
nada de malo en proponérsela a nuestro superintendente. Pero ¿qué haremos
cuando se tome una decisión? Seguimos las instrucciones que nos den.
Hacemos todo lo posible por apoyar las decisiones que se tomen. Sí,
respetamos lo que Jehová quiere que su organización haga y cómo quiere que
lo haga. No se trata de lo que nosotros queremos que haga la organización, sino
de lo que Jehová quiere que haga.
2. Jesús respetó el sistema que Jehová había establecido o había permitido que
funcionara. Claro, Jesús podía ver la hipocresía, la corrupción y las de ciencias
del sistema judío que existía en aquella época. Y, aunque había otras cosas que
funcionaban bien, eran solo temporales y pronto se acabarían. Pero ¿qué hizo
Jesús? ¿Recordamos el relato de Mateo 8:4, cuando Jesús curó a un leproso?
¿Qué le dijo que hiciera? Que se presentara ante el sacerdote. Él sabía que el
hombre ya estaba limpio, pero le dijo que siguiera las normas. En Gálatas 4:4 se
dice que Jesús estaba “bajo la ley”. Y él respetaba el sábado. Ahora bien,
sabemos que Jehová había establecido el sábado como algo temporal, para que
el pueblo entendiera que debía sacar tiempo para pensar en cosas espirituales.
Jesús sabía cuál era el principio detrás del sábado. Él meditaba en asuntos
espirituales todos los días y sabía que el sábado pronto acabaría. Pero respetó y
obedeció esa ley. Es interesante lo que leemos en Mateo 23:3 sobre los fariseos.
Jesús dijo:
Él dijo que los obedecieran aunque no hacían las cosas bien. ¿Por qué? Porque
eso era lo que Jehová quería. Jesús respetó el sistema que Jehová había
establecido. Aún no había llegado el momento de cambiarlo.
¿Cómo podemos imitar a Jesús al cumplir con nuestras tareas? Puede que, a
veces, dentro de la organización haya departamentos, procesos o formas de
hacer las cosas que a nosotros nos parezcan poco e cientes, complicadas o
anticuadas. Bueno, está claro que Jehová ha permitido que se hagan así las
cosas y todavía no ha decidido cambiarlas. ¿Apoyaremos a la organización?
¿Haremos las cosas como nos piden y no a nuestra manera? Así demostramos
que queremos que Jehová haga las cosas como él quiere.
“Todas las cosas” — Aun así, Jesús sabía hasta dónde llegaba su autoridad.
Recordemos el relato de Lucas 12, en el que un hombre le dice a Jesús:
“Maestro, dile a mi hermano que comparta la herencia conmigo”. ¿Qué
respondió Jesús? “Está bien, vamos a solucionarlo”. No. Dijo: “¿Quién me
nombró juez o árbitro entre ustedes dos?”. Pero ¿no tenía él toda la autoridad? Y
¿qué hay de cuando la mujer fenicia le pidió a Jesús que curara a su hija? ¿Qué
le respondió él? Él le dijo: “Solo se me envió a las ovejas perdidas de la nación
de Israel”. Y, aunque al nal él la ayudó, por la respuesta que le dio, sabemos
que Jesús entendía que su autoridad tenía límites. De hecho, veamos lo que él
mencionó en Juan 5:19…
Juan 5:19 — Por lo tanto, Jesús les dijo: “De verdad les aseguro que el Hijo
no puede hacer ni una sola cosa por su cuenta, solo hace lo que le ve hacer
al Padre. Porque todas las cosas que hace el Padre, el Hijo también las hace
de la misma manera.
“El Hijo no puede hacer ni una sola cosa”. Pero él tiene toda la autoridad.
mi punto de vista. No lo tomen como una instrucción. Quizás los hermanos del
Comité de Publicación piensen algo diferente”. Qué bonito, ¿verdad? Incluso los
miembros del Cuerpo Gobernante saben que su autoridad tiene límites. ¡Qué
buen ejemplo para todos nosotros!
Lucas 9:23 — Luego se puso a decirles a todos: “Si alguien quiere ser mi
seguidor, que renuncie a sí mismo, que tome su madero de tormento día tras día
y me siga constantemente”.
Cuando una persona decide seguir a Jesús es como si dijera: “Ahora mi voluntad
pasa a un segundo plano y me someto a la voluntad de Jehová”.